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*ACLARACIONES : Esto es un resumen de los APUNTES ACTUALIZADOS 2019-

2020 POR : Belén Alonso, Gemma Liébana, Santiago Pérez, Lorena Diez, Bruno
Sánchez, Óscar, LilithBlood, Mayte Rodríguez, Marta Vallejo, Lourdes Donado,
Fuensanta Noguera, Carla, Yamila Costello, Raquel, Montse, Carol, Iván, David,
Boris, Lucía, María, Alexandra, Enar, Débora, Noelia.

Muchos epígrafes permanecen intactos al resumen original, otros han sido modificados
(añadiendo o quitando) información y artículos, ya que mi principal objetivo es tener un
concepto claro y corto, por el espacio tasado, de cada epígrafe (sin profundizar
demasiado).
De igual manera, recomiendo el documento original, así como también la lectura del
manual.

CIVIL I.1 RESUMEN DEL RESUMEN : Cristina Gonzalezz


TEMA 1- CAPÍTULO 1 - CONCEPTO Y POSICIÓN SISTEMÁTICA DEL DERECHO CIVIL
1.- EL CONCEPTO DE DERECHO CIVIL
1.1. INTRODUCCIÓN
No se puede dar una definición precisa del Derecho, que satisfaga las diversas líneas del pensamiento y
resulte admisible para la generalidad de autores. La dificultad de suministrar una definición o concepto de
Derecho se remonta al siglo XIX. Es conocida una frase de Kant: “los juristas buscan todavía una definición
de su concepto del Derecho”. No existe una definición admisible para el total de los autores.

1.2. EL PLANTEAMIENTO HISTORICISTA Y CONCEPCIÓN APRIORÍSTICA: PLANTEAMIENTO


La doctrina contemporánea se acerca a la noción de Derecho Civil desde otras bases, divididas en dos
planteamientos: historicista y racionalista o apriorístico.
→ Historicistas (defienden el primer planteamiento): recalcan el carácter histórico y evolutivo del Derecho
Civil. Acentúan la característica de mutabilidad, de cambio y evolución. El Derecho Civil es distinto en cada
época.
→ Aprioristas o racionalistas puros (defienden el segundo planteamiento): hacen especial hincapié en la
nota de permanencia del Derecho Civil desde una perspectiva metahistórica. Aunque no llegan al extremo
de negar la contingencia histórica de la mayor parte de las instituciones civiles. Es una teoría minoritaria.

1.3 LA SUPERACIÓN DE LA CONTRAPOSICIÓN ENTRE HISTORICISMO Y APRIORISMO.


Doctrinalmente hablando resulta sumamente difícil encontrar manifestaciones puras y radicales del
apriorismo o del historicismo, abundan las posturas intermedias. Lo que normalmente pretenden
subrayar los aprioristas no es la existencia permanente de un conjunto normativo llamado Derecho Civil,
sino la conexión de las históricas formas del mismo con principios que, trascienden a un ordenamiento
jurídico determinado. En cambio, los historicistas subrayan el aspecto más inmediato de la mutabilidad y
evolución de las instituciones jurídicas, sin que ello implique el desconocimiento o negación de las
relaciones de las mismas con los presupuestos o principios del denominado Derecho natural.

3.- LA MATERIA PROPIA DEL DERECHO CIVIL


3.1. DERECHO CIVIL COMO DERECHO DE LA PERSONA
La forma codificada del Derecho Civil ha sido el punto crítico de su evolución, un instrumento. El núcleo
central del Derecho Civil viene representado por la PERSONA en sí misma considerada, en su dimensión
FAMILIAR y en sus relaciones PATRIMONIALES, como revela la mera contemplación del índice sistemático
de cualquiera de los Códigos Civiles. (Esto lo afirmó, con ligeras variantes, el Profesor Lacruz).
Las situaciones típicas que pueden configurarse como contenido de las diversas formas históricas del
Derecho Civil han sido tradicionalmente individualizadas en la persona, en la familia y en el patrimonio.

Se puede conceptuar el Derecho Civil, como el “derecho de la personalidad privada, que se desenvuelve a
través de la familia, sirviéndose para sus propios fines de un patrimonio y asegurando su continuidad a
través de la herencia” (Prof. A. Cossio).

3.2. CONTENIDO MATERIAL Y PLAN EXPOSITIVO


El estudio de nuestra asignatura se divide (tradicionalmente, hasta finales del siglo XX) en 4 asignaturas,
ubicadas en sus correspondientes cursos :
1. PARTE GENERAL
2. OBLIGACIONES Y CONTRATOS
3. DERECHOS REALES E HIPOTECARIOS:
4. DERECHO DE FAMILA Y DE SUCESIONES
Esta estructura ha sido modificada con el plan Bolonia y la reducción de las carreras a 4 años.

TEMA 1 CAPÍTULO 2 – LA CODIFICACIÓN Y LOS DERECHOS FORALES


1.LA CODIFICACIÓN EN GENERAL : LAS BASES HISTÓRICAS E IDEOLÓGICAS DEL MOVIMIENTO
CODIFICADOR.
Hacía mediados del siglo XVII, se produce un intento generalizado en toda Europa de realizar una
sistematización del Derecho. Hasta entonces, se había calificado como Codex o como códice a un
conjunto de folios en forma de libro, cosido por el lomo, y que, tendría por objeto recopilar conjuntos muy
hetereogéneos de cuestiones o máximas jurídicas sin criterio determinado. A veces se ordenaban
cronológicamente, a veces según la fuente y otras veces de forma completamente anárquica.

A partir de ahora, la palabra código pasa a tener un significado preciso y representa un ideal a alcanzar
para todas las naciones europeas (y muchas sudamericanas). Dicho periodo puede considerarse abierto
con la publicación del Código Civil francés en 1804 y cerrado con la aprobación del Código Civil alemán de
1896 (BGB). Ya no se trata solo de recopilar normas, sino de estructurar un sistema normativo apto para
todos los estamentos sociales.
Esta codificación estará caracterizada por la claridad, Sistematización, igualdad política y uniformidad
política.
Una vez sentadas tales premisas, se manifiesta con nítidez la posibilidad de delimitacion de sectores
normativos, como por ejemplo, el Derecho civil.

2.LA CODIFICACIÓN CIVIL ESPAÑOLA


2.1.EL FRACASADO PROYECTO DE 1851 Y LA PUBLICACIÓN DE LAS LEYES ESPECIALES
El fenómeno codificador se consideraba como un necesario punto de partida de construcción de la España
del siglo XIX. Todas las Constituciones decimonónicas incluyen dentro de su articulado la aspiracion a la
codificación del Derecho patrio. Dicha aspiración resultó relativamente pacífica en relación con algunas
materias, como el Derecho mercantil, ya que tomará cuerpo codificado en 1829. La codificación civil resultó
mucho más problemática, entre el verdadero punto de partida de la codificación civil española viene
representado por el Proyecto de Código Civil de 1851, conmumente llamado, Proyecto Isabelino. En el
participarin juristas conocidos como BRAVO MURILLO, LUZURIAGA, GARCIA GOYENA. Este último hizo
eco en la prensa a través de la publicación de la edición del Proyecto de 1851, cabe destacar que sus
corcondancias siguen siendo hoy fundamentales para la presición de cuestiones interpretativas en el texto
definitivo del Código Civil. Nace dicho trabajo como uno de los primeros frutos de la recién creada Comisión
General de Códigos, según Real Decreto del 19 de Agosto de 1843, que actualmente se llama Comisión
General de Codificación. Dicho proyecto se caracterizaba por ser notoriamente afrancesado y unificaba la
legislación civil española, eliminando los Derechos forales. Ambas características provocaron su fracaso.

La necesidad de actualizar la legislacion civil era evidente, por lo que en las décadas siguientes se fueron
aprobando leyes importantisimas que, deberian de haber sido incorparadas al Código Civil (Ley hipotecaria,
ley de matrimonio civil, ley de registro civil, entre otras). Tales leyes reciben la adjetivación de especiales en
cuanto se considera que los aspectos ''comunes o fundamentales de ellas deberían ser recogidos en el
Código Civil''.

2.2.EL CÓDIGO CIVIL


En enero de 1880, el Ministro de Justicia ALVAREZ BUGALLAL, insta a la Comisión de Códigos a que, en
el plazo de un año sobre la bases del Proyecto de 1851, redacte el Código, incorporando juristas de los
territorio forales.

Al mes siguiente Manuel ALONSO MARTINEZ trata de impulsar la tarea codificadora, recurriendo a la idea
de la Ley de bases: se presentaría a las Cámaras legislativas una Ley en la que contuviera los principios y
fundamentos a desarrollar en el Código Civil, mientras que la redacción del texto articulado quedaría
encomendada a los organismos técnicos. Fue el Ministro de Justicia SILVELA quien en 1885 presentó
finalmente la ley de bases y tras la tramitación parlamentaria se aprobó el 11 de Mayo de 1888 con la
rúbrica de su creador, el nuevo Ministro de Justicia MANUEL ALONSO MARTÍNEZ , bajo la Regencia de
María Cristina por ser Alfonso XIII un niño. Dicho texto, con algún retoque, fue publicado en la Gaceta (hoy
BOE) 25, 26, y 27 de Julio de 1889.

2.3 LA EVOLUCION POSTERIOR DE LA LEGISLACION CIVIL.


Desde su publicación hasta la fecha, el texto articulado del Código Civil ha sido objeto de numerosas
reformas, aunque la mayor parte del mismo ha resistido bien el paso del tiempo y sigue fiel a los textos
originales. Entre las reformas habidas, las fundamentales y más profundas son las debidas a la necesidad
de adecuar el contenido del Código a la Constitución española de 1978, sobre todo el lo referente a la
igualdad entre hombres y mujeres y a la igualdad entre
hijos matrimoniales y extramatrimoniales. Otro bloque de disposiciones modificativas del texto articulado del
Código Civil responde a razones puramente técnicas. Sin duda la más importante es la Ley de 1973, en
cuya virtud se dio nueva redacción al Título preliminar del Código Civil.

3.-LOS DERECHOS FORALES Y LA LLAMADA CUESTION FORAL: PLANTEAMIENTO E INCIDENCIA


EN EL PROCESO CODIFICADOR.
Durante los siglos XVIII y XIX existía en España una cierta diversidad de regulaciones civiles, pues
Aragón, Navarra, Mallorca, Cataluña y las Provincias Vascongadas mantenían reglas propias en materia
civil (sobre todo en lo referido a la familia y a la herencia). Dicha falta de uniformidad legislativa era contraria
a las ideas de codificación en sentido moderno. La codificación precisaba unificación legislativa en toda
España, pero el Derecho de los territorios-Derecho foral se enfrentan a la unificación y contienen posiciones
contrarias a los ideales de la Revolución francesa.
Los Juristas foralistas se enfrentaron al Proyecto Isabelino por pretender suprimir los derechos forales
(1851).
Finalmente, en un intento de conciliación, el Código Civil recibe su impulso final y definitivo hacia un sentido
mas moderno, pero el resultado no fue productivo. Asi pues, continuó una tensión irresuelta, naciendo así la
denominada CUESTION FORAL, entendiendo que una vez aprobado el Código Civil, éste se aplica a la
mayor parte del territorio nacional, mientras que en los territorios forales rigen disposiciones de naturaleza
civil propias.

4.- LAS DISTINTAS SOLUCIONES DE LA CUESTIÓN FORAL, DESDE LA LEY DE BASES HASTA LAS
COMPILACIONES FORALES
4.1 LEY DE BASES Y REDACCION ORGIGINARIA DEL CODIGO CIVIL, LA TECNICA PREVISTA DE
LOS APENDICES.
La división entre el derecho civil común y los derecho forales ha estado viva durante todo el periodo y sigue
latente en nuestros días.
Los artículos 5 y 6 de la ley de Bases del Código Civil son suficientemente explicitos, por lo que podemos
afirmar que, el Código Civil respeta y garantiza los Derechos forales, así como también que, por ahora, se
consideran provisionales y que no son sistemas paralelos al código civil, si no que se complementan, tienen
''Carácter Apendicular''.
La intención era conseguir un Código civil General (único). Sólo se aprobó en 1926 el apéndice de Aragón.
La vigencia normativa de la Ley de Bases del Código Civil se agotó una vez publicado este, no obstante,
tiene un gran valor como instrumento para interpretar el Código civil.

4.2 LAS DIVERSAS COMPILACIONES FORALES


En 1946 en Zaragoza se celebró un congreso Nacional de Derecho Civil para tratar el asunto de integrar el
derecho común y los Derechos civiles forales. En dicho congreso se obtuvo un relativo acuerdo con
respecto a puntos fundamentales, como llevar a cabo una recopilación de las instituciones forales o
territoriales, no sólo de las vigentes,sino también las no decaídas por el uso, tratar de determinar el
substrato común para elaborar un Código Civil general que se desarrollaría en un nuevo Congreso Nacional
(que nunca se celebró).
También cabe destacar que entre 1959 y 1973, se aprobaron en las Cortes Generales las distintas Compilaciones forales :
• Compilación de Derecho Civil foral de Vizcaya y Álava (La cual no es aplicable en todo el territorio, solo en el campo)
• Compilación del Derecho Civil Especial de Cataluña (Rigen en toda Cataluña, aunque alguna disposición es de carácter
local)
• Compilación del Derecho civil Especial de Baleares
• Compilación del Derecho Civil Especial en Galicia
• Compilación del Derecho Civil De Aragón
5.-RELACIONES ENTRE EL DERECHO CIVIL GENERAL Y LOS DERECHOS CIVILES FORALES TRAS
LA CONSTITUCION.
5.1 EL ARTICULO 149.1.8 DE LA CONSTITUCION* (Pág 9 del resumen original).
Las compilaciones debían ser un paso previo a la unificación del Código Civil, pero con la Constitución de
1978 todo cambió. Se consolidan las compilaciones y se faculta a las Comunidades Autónomas en las que
existan derechos forales o especiales para la conservación, modificación y desarrollo de los mismos. El
artículo de la CE, en donde se encuentran estas premisas, ha originado un fortísimo debate entre los
civilistas actuales sobre su alcance y significado y nos ha dejado claro que el precepto es muy complejo,
que siguen siendo calificadas de “Forales” o “especiales” y que solo aquellas CCAA con compilaciones
previas pueden conservarlas: perspectiva historicista.

5.2 LA ACTUALIZACION DE LAS COMPILACIONES FORALES Y DE LOS DERECHOS FORALES (PÁG


9 DEL RESUMEN Y PÁG 24 DEL LIBRO).
Uno de los elementos políticos de “diferenciaciones regional” radica en el desarrollo de los Derechos forales
a los que se refiere el Art. 149 de la CE. Una vez aprobados los Estatutos de Autonomía, los órganos
legislativos de las CCAA que tenían Derecho foral o especial, han comenzado a desarrollar el Derecho
privado propio de los antiguos territoriales forales. Esto se ha plasmado sobre todo a mediados de los 80 en
leyes autonómicas cuyo objetivo básico ha sido doble:
Por un lado, constitucionalizar el contenido de las compilaciones adecuándolo a los nuevos principios de
igualdad entre hombres y mujeres y entre hijos matrimoniales y no matrimoniales. Por otro lado, evidenciar
que las compilaciones dejan de ser “leyes nacionales” ya que con la CE las materias reguladas por ellas
correspondes a las CCAA.
Pasada esta primera etapa, la mayoría de las CCAA se ha preocupado por la actualización de las
Compilaciones, siempre como Derecho foral o especial. Sin embargo, la diferenciación normativa va en
aumento, entre todas las CCAA con competencia foral sobresale sin duda la actividad legislativa catalana.

TEMA 2 CAP 3 - ORDENAMIENTO JURÍDICO Y FUENTES DEL DERECHO


1.- ESTRUCTURA GENERAL Y CLASES DE LAS NORMAS JURIDICAS
El derecho es, fundamentalmente, un instrumento que ordena la convivencia social, y por tanto se
estructura a partir de un conjunto de reglas que tratan de dar solución a los diversos conflictos sociales.
Tales reglas, por su carácter, son denominadas NORMAS JURÍDICAS para distinguirlas así de otros tipos
de reglas de conducta que caen fuera del mundo del Derecho (p. ej. la reglas de cortesía o de buena
educación; los mandamientos religiosos con los deberes sociales dimanantes de la amistad)

El carácter propio de las normas jurídicas no viene dado solo por su OBLIGATORIEDAD o necesidad de ser
tenidas en cuenta por sus destinatarios, los ciudadanos en general. Es fundamental también la nota de
COERCIBILIDAD, característica de las normas jurídicas, que se encuentra ausente en cualquier otro tipo de
normas. Al afirmar que las normas jurídicas son coercitivas se pretende resaltar que la falta de observancia
o respeto a las mismas puede originar su imposición por la fuerza, conforme a los instrumentos previstos
por el ordenamiento jurídico (metiendo en la cárcel al que ha cometido un delito, embargándole los bienes a
que no paga sus deudas o incumple sus obligaciones fiscales etc).

1.1. NORMA JURÍDICA Y DISPOSICIÓN NORMATIVA


Las NORMAS JURÍDICAS se caracterizan, ante todo, por contener un mandato de carácter general que
vincula a todos los miembros de una determinada comunidad organizada.Tan norma jurídica es hoy en día
una ley emanadas de las Cortes Generales españolas, como las costumbres campesinas relativas a ciertos
contratos agrarios.
Por ello, conviene desde ahora diferenciar claramente entre la norma jurídica en si, es decir, “mandato
jurídico con eficacia social organizadora'', según la clásica definición del profesor De Castro o “precepto
regulador de la conducta de los ciudadanos de carácter obligatorio y coercible, inspirado en un criterio de
justicia”, en palabras del profesor García Amigo, y la DISPOSICIÓN NORMATIVA, que normalmente sirve
de vehículo de aquélla, sobre todo hoy en día en que la mayor parte de la norma reviste la forma del
Derecho escrito.

En efecto, la asimilación entre ambas ideas es desechable, ya que, no es necesario que exista una
disposición o un texto normativo concreto para que pueda hablarse de norma jurídica; las costumbres son
normas jurídicas vinculantes para el conjunto de la comunidad y normalmente no están recogidas o
recopiladas en texto alguno y, si no están, ello no les añade fuerza normativa alguno, sino, en todo caso, la
facilidad para probar su existencia a quien le interese.
Las disposiciones normativas escritas no son todas ellas portadoras de una norma jurídica, sino que, al
contrario, requieren comúnmente la combinación de varias para delimitar el mandato jurídico que merece la
calificación de norma.

1.2 DISPOSICIONES COMPLETAS E INCOMPLETAS


Para resaltar lo dicho, es tradicional recurrir a la distinción entre disposiciones jurídicas completas (o
autónomas) e incompletas (o fragmentarias, auxiliares, etc.);
Por un lado, las Disposiciones Jurídicas Completas o Autónomas son portadoras de una norma jurídica
completa, que como tal, debe contener un mandato relativo a un conflicto de intereses de transcendencia
social suficiente. Por otro lado, las Disposiciones Jurídicas Incompletas (o auxiliares, fragmentarias,
etc), requieren ser combinadas con otras del mismo carácter y deducir así el mandato normativo o con
disposiciones completas (precisando detalles o limitando su ámbito etc). En concreto, pueden calificarse
como incompletas; las disposiciones que tienen por finalidad aclarar o desenvolver conceptos o ideas
fijadas en otras normas jurídicas y las disposiciones de remisión o reenvío, en virtud de las cuales la
solución a un supuesto de hecho determinado se ha de lograr aplicando reglas previstas expresamente por
la ley para otro supuesto de hecho.

1.3. LA ESTRUCTURA DE LA NORMA: SUPUESTO DE HECHO Y CONSECUENCIA JURÍDICA


La norma jurídica precisa, al menos, dos elementos fundamentales: una realidad social a regular y un
mandato o precepto (prohibitivo o permisivo) referido a dicha realidad. Ambos elementos, naturalmente, son
formulados en la norma con carácter general y abstracto y suelen ser identificados por la doctrina jurídica
con los nombres de supuesto de hecho y consecuencia jurídica. Por tanto, el supuesto de hecho o
supuesto normativo es la realidad social a regular, situaciones fácticas a las que están dirigidas las
normas (actos humanos, hechos naturales…). En cambio, la consecuencia jurídica es un mandato o
precepto, de carácter prohibitivo o permisivo, situada en el campo del deber ser, la cual contiene una
valoración del conflicto de intereses y atribuye derechos y/o obligaciones.

1.4. ABSTRACCIÓN Y GENERALIDAD DE LA NORMA


La norma ha de ser formulada de forma general y abstracta, de tal modo que el precepto o mandato valga
para solucionar la generalidad de los conflictos sociales que pueden plantearse, atendiendo, de una parte, a
los destinatarios (los ciudadanos) y, de otra, a la multiplicidad de los supuestos de hecho que puedan darse
en la materia regulada por la norma.
Por lo que, la GENERALIDAD significa, en efecto, que la norma no está dirigida a una persona concreta y
determinada, sino una serie de personas.
En cambio, la ABSTRACCIÓN viene requerida precisamente por la multiplicidad de los supuestos de hecho:
la norma jurídica no puede contemplar el supuesto de hecho concreto (o los múltiples supuestos de hecho),
sino que debe quedar circunscrita a un supuesto tipo que permite su adecuación a una serie hipotética y
pormenorizada de supuestos de hecho.

1.5. NORMAS DE DERECHO COMÚN Y DERECHO ESPECIAL


Atendiendo a la generalidad de las normas jurídicas y a la especialización de las diversas ramas del
Derecho, es frecuente y necesario distinguir entre normas de Derecho común y de Derecho especial.

Por un lado, las normas de DERECHO ESPECIAL son ciertas normas o sectores normativos, que tienen
por objeto la regulación de materias o relaciones jurídicas determinadas y concretas o están dirigidas hacia
un sector determinado de los destinatarios potenciales de las normas (los ciudadanos), por ejemplo, a los
comerciantes y empresarios se les aplicará el Derecho mercantil, a los trabajadores por cuenta ajena el
Derecho laboral, etc.
Por otro lado, al sector normativo que constituye el tronco común del Derecho y que regula la relaciones
entre personas, sin posteriores calificativos, se le denomina DERECHO COMÚN para resaltar que el mismo
tiene una mayor generalidad y, por consiguiente, cumple una función supletoria respecto del Derecho
especial de que se trate cuando éste deja de regular alguna cuestión o materia que, por consiguiente, se ve
absorbida por la regulación de carácter más general.

En nuestro Ordenamiento jurídico, por diversas razones, la función del Derecho común viene desempeñada
por el Derecho civil y, en particular, por el Código Civil.

1.6. NORMAS DE DERECHO GENERAL Y DERECHO PARTICULAR


La generalidad de las normas jurídicas tienen también un componente territorial, en el sentido de que
normalmente son de aplicación en todo el territorio de una comunidad política dada. No obstante, dicha
regla encuentra excepciones, por ejemplo, a la existencia de Estados federales, en los cuales los entes
federados cuentan con la legislación propia (los Länder alemanes, los cantones suizos, los diversos estados
de EEUU, etc.).
En España adquieren particular importancia los denominados Derechos forales, como subsistema del
Derecho civil aplicables en Aragón, Baleares, Cataluña, Galicia, País Vasco y Navarra. Es obvio que las
normas consuetudinarias, las costumbres, por su propia naturaleza, difícilmente encontrarán un campo de
aplicación que coincida con el territorio nacional. Finalmente, es de destacar que el actual Estado
autonómico surgido de la CE de 1978 implica que en la medida de sus competencias, cada una de las
CCAA cuenta con un Derecho propio.
Pues bien, para resaltar la diversidad de ámbitos territoriales de aplicación, las normas se dividen en:
– Normas de Derecho GENERAL: aplicadas a todo el territorio nacional.
– Normas de Derecho PARTICULAR: aplicables a territorios más reducidos, también se llaman
especiales (Comarcas: costumbres, Regiones: derechos forales, y CCAA).

1.7 LA IMPERATIVIDAD DEL DERECHO: NORMAS IMPERATIVAS Y DISPOSITIVAS


En cuanto instrumento ordenador de la relaciones sociales, el Derecho y las normas jurídicas que lo
integran se caracterizan, genéricamente, por su imperatividad. El mandato contenido en la norma tiene por
finalidad ser cumplido. Sin embargo, el mandato normativo no tiene el carácter de una imposición o
prohibición al ciudadano.
Podemos distinguir entre :
- Normas IMPERATIVAS: (ius cogens, no se pueden alterar); caracterizadas porque el mandato normativo
no permite modificación alguna por los particulares. El supuesto de hecho regulado queda obligatoriamente
circunscrito a la previsión legal, sin que la voluntad contraria de los sujetos intervinientes pueda derogarlo y
sustituirlo por otra regla diferente. De ahí que, para referirse a esta categoría de normas jurídicas, se hable
también, de forma figurada, de normas de Derecho inderogable
- Normas DISPOSITIVAS: La norma jurídica desempeña una función supletoria de la propia capacidad de
autorregulación del problema reconocido por el Ordenamiento jurídico a los particulares (autonomía
privada). Por tal razón, es frecuente referirse a ellas como normas de Derecho supletorio. Hablando en
términos muy generales, el Derecho civil está compuesto fundamentalmente por normas dispositivas. Por el
contrario, el Derecho público (administrativo, fiscal o procesal) desconoce prácticamente la capacidad de
autorregulación por los particulares: sería impensable que cada uno de nosotros entendiéramos pagar los
impuestos, conseguir subvenciones para la empresa, otorgar títulos universitarios, establecer los trámites de
los juicios… a nuestra conveniencia.

2.- LA GÉNESIS DE LAS NORMAS JURÍDICAS: LAS FUENTES DEL ORDENAMIENTO JURÍDICO
ESPAÑOL
2.1 EL PLANTEAMIENTO CIVILISTA Y EL SIGNIFICADO DE LA EXPRESIÓN “FUENTES DEL
DERECHO”
Según dispone el art. 1.1 del CC: “Las fuentes del ordenamiento jurídico español son la ley, la costumbre y
los principios generales del Derecho”.
Desde un punto de vista puramente técnico, al hablar de fuentes del Derecho se está haciendo referencia al
cómo se generan las normas Jurídicas, al modo de producción de las normas jurídicas (F de Castro), en un
doble sentido. En primer lugar, en sentido formal, en cuantos modos o formas de manifestación del
Derecho, bien a través de ley o a través de costumbre, es decir, fuente en sentido formal. En segundo lugar,
en sentido material, al considerar las instituciones o grupos sociales que tienen reconocida capacidad
normativa (las Cortes Generales, el Gobierno, etc.), es decir, fuente en sentido material.

Ciertamente la expresión ''Fuentes del Derecho'' tiene un significado técnico en cuanto así lo quieren la
tradición histórica y el tratamiento doctrinal común. En sentido menos elevado, también se habla de fuentes
de conocimiento del derecho para hacer referencia al instrumental de que si sirven los juristas para
identificar el Derecho positivo de una determinada colectividad y un preciso momento histórico; por ejemplo,
los repertorios legislativos o cualquier tratado jurídico.

2.2. LA CONSIDERACIÓN DEL TEMA DESDE EL PRISMA CONSTITUCIONAL


Ciertamente y con razón, se ha afirmado que el Título Preliminar del CC tiene valor constitucional; pero no
cabe duda de que mayor valor constitucional tiene el propio art. 1.2 de la CE “la soberanía nacional reside
en el pueblo español, del que manan los poderes del Estado”.

Al ser la Constitución una derivación de dicha soberanía nacional, es precisamente ella la que delimita el
verdadero sistema normativo y donde se asientan las capacidades normativas de las instituciones y del
pueblo, en su caso.
Conforme a ella, tanto el Estado central, a través de las Cortes Generales, cuanto las diversas CCAA, a
través de sus Parlamentos o Asambleas legislativas, pueden dictar leyes en sus respectivos territorios.
Finalmente, hay que tener en cuenta que el CC tiene una visión interna (o nacional) del sistema normativo y
de fuentes del Derecho, la CE hace una visión más internacional, dado que, desaparecido Franco y una vez
conseguido un sistema democrático, había de prever el ingreso en las Comunidades Europeas.

En pocas palabras, la CE nos dice : “determinación de las fuentes del Derecho” es una competencia
exclusiva del Estado, si bien éste queda obligado a respetar las normas de Derecho foral o especial
existentes, para la legislación civil, en algunas CCAA que históricamente se han caracterizado por otorgar
gran importancia a la elaboración consuetudinaria del Derecho (fundamentalmente, Navarra).

5.- COSTUMBRE Y SISTEMA DE FUENTES (LA COSTUMBRE Y LOS USOS)


5.1 CONCEPTO DE COSTUMBRE
Tras la Ley, en la enumeración de fuentes del Derecho, se sitúa la costumbre. La nota distintiva fundamental
entre ambas se encuentra el origen del que proceden. Mientras que la Ley es la fuente del Derecho que
procede de la organización política que la sociedad se da a sí misma, precisamente, entre otros, con el fin
de crear las pautas o normas de organización de la convivencia; la costumbre, por el contrario, procede de
la propia sociedad no organizada que, mediante la observancia reiterada de una conducta, acaba
imponiéndola preceptivamente. Por eso, atendiendo a esa distinción, se habla de que en la costumbre hay
un elemento material (la reiteración de un comportamiento) y un elemento espiritual (la elevación de ese
comportamiento a modelo de conducta, de observancia preceptiva). Este segundo elemento permitiría
distinguir las costumbres jurídicas de los meros usos sociales.
Hoy en día las normas consuetudinarias tiene una importancia práctica mucho más secundaria que en el
pasado.

5.2 CARACTERES DE LA COSTUMBRE


La costumbre es una fuente del Derecho de carácter subsidiario. Esta nota de la subsidiaridad implica dos
consecuencias. En primer lugar, que las normas consuetudinarias solamente tienen vigencia cuando no
haya Ley aplicable al caso. La existencia de una Ley excluye la aplicación de la costumbre, aunque exista y
sea mejor. Así lo proclama claramente el art. 1.3 del CC. En la actualidad, la aplicación de las costumbres
es cada vez más reducida. Con todo, en algunos territorios españoles, como ocurre en Navarra, la regla es
la inversa, aplicándose la costumbre preferentemente a la Ley.

En segundo lugar, la subsidiariedad significa que la costumbre es fuente del Derecho porque la Ley así lo
determina. Luego es la propia Ley la que fija y señala los límites y condiciones que la costumbre debe reunir
para generar normas jurídicas.
Es también característica de la costumbre que, a diferencia de lo que ocurre con la Ley y los principios
generales del Derecho, queda excluida la vigencia de la regla iura novit curia, objeto de explicación en otro
lugar, y en este sentido, el mencionado art. 1.3 del CC exige que quien pretenda que se le aplique una
costumbre en juicio, alegue y pruebe la existencia y vigencia de la costumbre en cuestión. Por eso se dice
que la costumbre es fuente del Derecho secundaria.
Tradicionalmente se decía de la costumbre que tenía que ser racional, como secuela de ese antiguo
requisito, el actual art. 1.3 CC exige que la costumbre no sea contraria a la moral o al orden público.

Por otro lado, ha de tenerse en cuenta que el la prueba de la costumbre no es necesaria si las partes están
conformes en su existencia y contenido, y por su puesto, sus normas no afectasen al orden público.

En consecuencia, si solo a una de las partes le interesa alegar la costumbre, deberá probarla; si no la alega,
ni la prueba, el Juez no debe aplicarla y, además, ni siquiera tiene por qué conocerla. En el supuesto de que
ambas partes estén de acuerdo y transmitan el contenido normativo de la costumbre ante el Juez, éste
deberá aplicarla.
Podemos encontrar excepciones, por ejemplo, en el Derecho Navarro, donde la costumbre que no sea
notoria es la que habrá de ser alegada y probada.

5.3. LOS USOS NORMATIVOS


Hay determinados usos que se equiparan a la costumbre, teniendo virtualidad para generar normas
jurídicas, como las consuetudinarias (sometidas a las mismas restricciones que estás).

Desde hace tiempo, determinados ámbitos (especialmente en el mundo de los negocios), se viene
reclamando que al modo habitual de proceder en la contratación se le asigne un cierto valor normativo. Así,
si en un determinado sector del mundo de los negocios es habitual contratar la prestación de ciertos
servicios por un determinado porcentaje, se persigue que todos los contratos de sus servicios que se
celebre, se entiendan sometidos a la tarifa usual, aunque no se especifiquen expresamente al celebrar el
contrato concreto e, incluso alguno de los contratantes ignore la existencia de ese uso o hábito. Extiéndase
lo mismo para otras condiciones o cláusulas de los contratos.
Consiguiéndose así en la reforma del título preliminar del CC de 1974. A partir de entonces hay base para
sostener que el modo usual de proceder tiene o puede tener eficacia normativa.

La nueva Ley introduce un cambio esencial en este ámbito, como es el de desplazar a los usos del
comercio que hayan venido consagrando plazos de pago excesivamente dilatados, los cuales se verían
sustituidos por las disposiciones de esta Ley. Cuando la Ley hace referencia a que el juez puede considerar
los usos del comercio como elemento objetivo de valoración a la hora de determinar el posible carácter
abusivo de una cláusula contractual, toma este extremo solo como un dato factual y objetivo que permite
comparar la actuación de un operador con la situación de tráfico mercantil en cada momento”

6.- LOS PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO


La enumeración de fuentes del art. 1 del CC se cierra con los llamados principios generales del derecho,
fuente subsidiaria de segundo grado, esto es, que las normas que se contienen en esos tales principios
generales se aplican solo en defecto de ley o costumbre aplicable al caso.
La inclusión de estos principios generales como fuente del Derecho, que ya es tradicional en nuestro país,
debe ser entendida fundamentalmente como medio para negar que los Jueces tengan las manos libres a la
hora de fallar un pleito,en el cual no hay ley o costumbre aplicables.
Pero ocurre a veces que no hay ley o costumbre aplicables. Cuando eso sucede cabe la alternativa de
encomendar al Juez que falle como personalmente entienda que debe hacerlo. Por ello, el Juez debe acudir
a una norma que le viene previamente dada, aunque deba él buscarla, encontrarla y adaptarlo al caso.
Es común afirmar que los principios generales del Derecho se integran por los principios del Derecho
tradicional, por los principios del Derecho natural, por las convicciones éticos sociales y por los llamados
principios lógicos sistemáticos.

En la actualidad una buena parte de los principios que tradicionalmente se afirman ser de justicia o de
Derecho natural tienen un rango normativo especialísimo, al estar recogidos en la CE, aplicándose, pues,
como verdaderas súpernormas, pero por ser constitucionales, más que por ser principios generales del
Derecho.
7.- LA JURISPRUDENCIA
7.1. LA JURISPRUDENCIA COMO FUENTE DEL ORDENAMIENTO JURÍDICO
En el derecho contemporáneo, el término jurisprudencia, en sentido lato, se identifica con los criterios
sentados por los Jueces y Tribunales en su cotidiana tarea de interpretación y aplicación del Derecho a los
litigios que son sometidos a su conocimiento.
En sentido estricto, se ha afirmado tradicionalmente, la jurisprudencia coincide con la doctrina sentada por
el TS. Ello supone que los Jueces, al igual que cualquier otra autoridad, se encuentran sometidos al imperio
de la ley.

La jurisprudencia desempeña en nuestro Derecho un papel secundario respecto a las fuentes del Derecho
propiamente dichas y que, al menos formalmente, según el CC, no puede considerarse como tal. Sin
embargo, aunque no puedan considerarse propiamente normas jurídicas, los criterios interpretativos
desarrollados retiradamente por el TS, en cuanto jurisprudencia en sentido estricto, tienen trascendencia
normativa. Si a ello se le añade que la jurisprudencia forma parte integrante del orden jurídico
(complementándolo), en términos materiales, habría que concluir que, aunque sea de segundo orden, la
jurisprudencia es también fuente del Derecho.

En consecuencia, la primacía de la ley es innegable y la actividad jurisdiccional se encuentra contemplada


como una función nobilísima y trascendental, pero secundaria en relación con aquella expresión de la
voluntad general.

7.2 EL RECURSO DE CASACIÓN COMO CRITERIO UNIFICADOR DE LA DOCTRINA


JURISPRUDENCIAL Casar → Anular // Casación → Quebrantar, anular o romper jurídicamente
El recurso de casación es un recurso extraordinario que tiene por objeto anular una sentencia judicial que
contiene una incorrecta interpretación o aplicación de la Ley o que ha sido dictada en un procedimiento que
no ha cumplido las solemnidades legales, es decir, error in judicando (incorrecta interpretación de la Ley o
error in procedendo : incorrecto cumplimiento de las solemnidades legales).
El TS tiene por misión básica resolver recursos de casación. La creación de la técnica del recurso de
casación tiene como objetivo unificar la doctrina jurisprudencial, al tiempo que permite respetar la libertad
decisoria de los Tribunales inferiores.

De tal forma, recurso de casación y TS responden a una función unificadora de la correcta interpretación de
las normas jurídicas por parte del conjunto de Jueces y Tribunales del país, procurando una vez más que la
primacía de las normas jurídicas no pueda ser puesta en duda por cualquier Tribunal, sino solo por el TS.
La finalidad esencial de recurso de casación consiste en salvaguardar el Derecho objetivo de erróneas
interpretaciones en a fin de evitar la desigualdad en la aplicación de la ley art. 14 CE.

La estructuración autonómica del actual Estado y la existencia de los Derechos forales hace necesario
completar el tema estudiado con una referencia al que podríamos denominar recurso de casación foral y
también en la Ley de Demarcación y Planta.

7.3. LA CASACIÓN EN LA LEY DE ENJUICIAMIENTO CIVIL DE 2000


El recurso de casación se encuentra regulado en el cápitulo V, art. 477. Este nos da a entender que el
recurso de casación deberá fundarse, como motivo único, en la infracción de normas aplicables para
resorver las cuestiones objeto del proceso, también nos afirma que, en determinados casos, serán
recurribles en casación las sentencias dictadas por las Audiencias Provinciales. Por otro lado, nos dice que,
para que se considere que un recurso presenta interés casacional, la sentencia recurrida tendría que
oponerse a la doctrina jurisprudencial del TS o resolver puntos y cuestiones sobre los que exista
jurisprudencia contradictoria de las Audiencias Provinciales, o que, aplique normas que no lleven más de
cinco años en vigor, siempre que no exista doctrina jurisprudencial del TS relativa a las normas anteriores o
de similar contenido.
Cuando se trate de recursos de casación de los que un Tribunal Superior de Justicia deba conocer, se
entenderá que también existe interés casacional cuando la sentencia recurrida se oponga a doctrina
jurisprudencial o no exista dicha doctrina del Tribunal Superior sobre normas de Derecho especial de la
Comunidad Autónoma correspondiente.

Así pues, quedan fuera del ámbito de la casación la infracción de las normas procesales propiamente
dichas, pero por lo demás se mantiene el sentido y significado propio del recurso de casación en nuestro
sistema, procurando no excluir de dicho recurso ab initio a ninguna materia civil o mercantil y, atendiendo,
de otro lado, a la necesidad de fortalecer la relevancia de la doctrina jurisprudencial, en general del TS y, en
su caso, de los correspondientes TSJ.

7.4 LA DOCTRINA JURISPRUDENCIAL: RATIO DECIDENDI Y OBITER DICTA


La fundamentación del recurso de casación por infracción de la jurisprudencia o, a partir de la LEC 2000
requiere identificar cuidadosamente la doctrina jurisprudencial adecuada al caso debatido, cuestión no
siempre fácil de llevar a cabo.
La estructura de la sentencias, con independencia del Tribunal que las dicte, es siempre la misma,
encontrándose divididas en 3 partes claramente diferenciables :
a. Antecedentes de hecho
consideración de los hechos reales que han dado origen al conflicto sometido a conocimiento judicial, así como de los actos procesales
realizados por las partes (demanda, escrito de contestación a la demanda, prueba de los hechos o hechos probados, etc.)
b. Fundamentos de Derecho
razonamientos del Juez o Tribunal al aplicar a los hechos la legislación oportuna o los criterios jurisprudenciales que se consideren
adecuados al caso
c.Fallo
es la parte dispositiva de la sentencia en la que el órgano jurisdiccional establece cuál es la solución (o resolución) que merece el caso
planteado, de conformidad con los antecedentes de hecho y los fundamentos de Derecho. El fallo suele ser breve y conciso,
condenando o absolviendo al demandado de las pretensiones del demandante
Pues bien, para casar una sentencia por infracción de la jurisprudencia o por interés de casación se
requiere, en primer lugar, que la doctrina jurisprudencial en que se fundamenta el recurso haya sido dictada
en un caso similar al debatido; lo que, en definitiva, significa que las normas jurídicas aplicables sean
sustancialmente las mismas. En segundo lugar, se requiere que la argumentación realizada por el Tribunal
en los fundamentos de Derecho que se traen a colación haya sido precisamente la causa determinante del
fallo (ratio decidendi) y no una mera consideración o argumentación hecha incidentalmente, o de pasada,
o referida a una cuestión marginal del proceso (obiter dicta).
Ratio decidendi : es una expresión latina, que significa literalmente en español "razón para decidir" o "razón suficiente". Hace
referencia a aquellos argumentos en la parte considerativa de una sentencia o resolución judicial que constituyen la base de la decisión
del tribunal acerca de la materia sometida a su conocimiento.
Obiter dicta : son observaciones complementarias que puede contener la sentencia. No son vinculantes, pero pueden tener cierta
influencia persuasiva en otros tribunales.
TEMA 3 - CAPÍTULO 4 LA APLICACIÓN DE LAS NORMAS JURÍDICAS
Las normas jurídicas tienen dos funciones: regular y conformar. Para regular deben ser efectivas
ordenando la vida en sociedad y deben ser impuestas (coactivas). Para conformar dan a los ciudadanos
los criterios para organizar su vida y sus relaciones con los demás, al mismo tiempo que amenazan con
sanciones si no cumplen las normas.
Por eso, según la CE, el ordenamiento jurídico tiene que ser suficiente y claro pero no siempre es así.
2.- LA BÚSQUEDA DE LA NORMA APLICABLE: LA CALIFICACIÓN
2.2 CALIFICACIÓN, ANALOGÍA E INTERPRETACIÓN
La CALIFICACIÓN es la tarea de establecer el punto de contacto entre el ordenamiento jurídico (ordenado
por Instituciones) y la realidad social, determinando en qué categoría de instituciones o conceptos se debe
integrar la situación fáctica planteada. A veces, al haber correspondencia en la denominación, la calificación
es muy fácil (por ejemplo, matrimonio es una institución jurídica y una realidad social típica), pero otras
veces es más complicado.

La ANALOGÍA es una forma de integración. Cuando surgen nuevas necesidades sociales, no


contempladas específicamente, se procede aplicando las normas que regulen la institución existente más
parecida y compatible con la nueva situación. Se basa en similitudes y diferencias con normas
preexistentes.

La INTERPRETACIÓN sucede cuando aún estando recogida en el ordenamiento jurídico la institución que
interesa, la misma está anticuada o la situación planteada reviste peculiaridades que la convierten en
atípica. Debe procederse entonces a la adaptación del tenor de las normas a la situación en sí, averiguando
el sentido de las normas.
5.- LA INTEGRACIÓN DEL ORDENAMIENTO: LA ANALOGÍA
5.1CONCEPTO Y CLASES DE ANALOGÍA
A diferencia de las llamadas “lagunas de derecho” excluidas por nuestro ordenamiento en virtud de la
formulación de un sistema de fuentes, el sistema legal si que reconoce la posibilidad de que se produzcan
las llamadas lagunas de ley o vacíos legales y otorga instrumentos para superar este problema, la analogía,
que consiste en aplicar al supuesto carente de regulación la solución que el ordenamiento si da para otro
supuesto similar o análogo. Hay dos tipos de analogía:
– Analogía legis es cuando un vacío normativo concreto es rellenado acudiendo a otra norma
concreta y determinada que da una solución extensible al supuesto carente de regulación. Es una
técnica de aplicación de la ley. Produce la extensión de la aplicación de las leyes. Por ejemplo;
carreras de coches…
– - Analogía iuris: cuando no existen leyes similares, se debe recurrir a la analogía a través de los
principios generales del derecho, de los llamados sistemáticos, se trata de hallar una regla o
principio general de carácter lógico o sistemático y aplicarlo en defecto de regulación legal o
consuetudinaria.
5.2 CONDICIONES Y LIMITACIONES DE LA ANALOGÍA
Con respecto a las condiciones, para que una norma determinada pueda ser aplicada analógicamente
tienen que darse dos condiciones. En primer lugar, la ausencia de cobertura normativa concreta, en
segundo lugar, la identidad de razón entre el supuesto contemplado en la norma y el supuesto que se quiere
solucionar.
La ratio decidendi (razón para decidir) tiene que ser adecuada, cumpliendo criterios de semejanza entre la
norma y el caso real. Para valorar la semejanza hay que tener en cuenta la similitud fáctica entre los
supuestos y la finalidad perseguida por la norma que se trata de aplicar.

Por otro lado, con respecto a las limitaciones, estas restricciones al uso de la analogía requieren de alguna
precisión, como son las normas temporales, que se refiere más a un problema de vigencia, ya que las
normas afectan a un periodo concreto de tiempo, y pasado ese tiempo dejan de tener valor, no se aplican
porque ya no es una norma vigente. A las leyes penales, ya que nadie puede ser sancionado por observar
una conducta que la ley no haya tipificado como delito o falta. A las normas excepcionales, que son las
excepciones de los criterios generales del Ordenamiento, y por último, las normas prohibitivas y
limitativas de la capacidad de las personas y de los derechos subjetivos individuales, en estos casos
generalizar es muy difícil por lo que hay que decidir en cada caso concreto.

6.- OTROS MEDIOS DE INTEGRACIÓN DEL ORDENAMIENTO: LA JURISPRUDIENCIA Y LA EQUIDAD


6.1LA OMNICOMPRENSIVIDAD DEL ORDENAMIENTO
El Ordenamiento jurídico se autodeclara completo y ofrece suficientes mecanismos para garantizar la
resolución de los conflictos sociales, aunque sean novedosos. Por eso se habla de onmicomprensividad o
plenitud.
Los mecanismos de resolución de conflictos son, por este orden: ley (tanto directa, como por analogía
legis), costumbre y finalmente en caso de que no puedan aplicarse las anteriores, los principios generales
del derecho (analogía iuris en el caso de los principios lógico-sistemáticos, o directamente en los demás
casos.). El problema sigue siendo si con el concurso de medios o técnicas diferentes puede darse solución
a un conflicto carente de regulación concreta. Pues a pesar de todos, a veces existen situaciones que
requieren verse complementadas con la vivencia del mismo a través de su aplicación cotidiana
(jurisprudencia).

6.2 FUNCIÓN COMPLEMENTADORA DE LA JURISPRUDENCIA


Aunque formalmente no sea fuente del Derecho, la jurisprudencia establece un cuerpo de criterios para
solucionar conflictos con trascendencia normativa en sentido material que complementa al Derecho.
La jurisprudencia adquiere importancia por tres motivos, es preciso adaptar la norma (general) al caso
(concreto), las normas pueden ser muy generales, abstractas o flexibles y los Tribunales son piramidales,
los de primera instancia no están obligados a seguir al Supremo, pero este puede anular sus sentencias.

6.3 LA EQUIDAD
En ocasiones la resolución de un problema no se sustenta en las normas formalmente creadas y
reconocidas como jurídicas, sino pidiendo al juzgador que lo resuelva de acuerdo con los criterios de justicia
que produzcan la mejor solución.
Se habla de equidad cuando se falla un conflicto sobre la concepción o intuición de lo justo y bueno, ocurre
por ejemplo cuando en lugar de un Juez, se nombra a un árbitro para que resuelva un conflicto sobre la
base de la equidad.
La equidad se emplea también para adaptar la generalidad y el rigor de las normas con las circunstancias
del caso concreto. Si al aplicar la norma de acuerdo con el sistema de fuentes, los resultados son
desmesurados o injustos, el aplicador del Derecho debe mitigar su rigor, debe ponderarla.

7.- LA INTERPRETACIÓN DE LAS NORMAS JURÍDICAS


7.1 CONCEPTO E IMPORTANCIA
La interpretación es la tarea de averiguar el sentido de las palabras que integran la norma, para aplicarla al
caso planteado. Con la interpretación se persigue un objetivo práctico, buscar el criterio de ordenación de
conductas que contiene la norma para hacerlo efectivo en el caso concreto planteado.
Las técnicas de interpretación se encuentran en íntima relación con los fundamentos de la concepción del
Derecho y su función. Además, las técnicas interpretativas trascienden a la aplicación judicial del Derecho y
es de interés general para el conjunto de los profesionales del Derecho, ya que constituyen las pautas
mínimas de argumentación jurídica.

7.2 LOS CRITERIOS INTERPRETATIVOS: EL ARTÍCULO 3 DEL CODIGO CIVIL


Los criterios interpretativos son los materiales sobre los que debe dirigir su atención el intérprete para
clarificar el sentido de la norma al ser aplicada a un caso concreto. Estos criterios están recogidos en el CC,
y son :
• Criterio literal o gramatical: Norma interpretada según el sentido propio de las palabras,
• Criterio sistemático: en relación con el contexto,
• Criterio histórico: los antecedentes históricos y legislativos,
• Criterio sociológico: la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas y,
• Criterio lógico o teleológico: atendiendo al espíritu y finalidad (teleo=final).
Hasta la reforma de 1973-1974 del título preliminar del Código Civil no se hace referencia escrita a las
normas sobre los criterios interpretativos, pero se usaban, sobre todo en el Tribunal Supremo.
En el siglo XIX, Savigny formuló la teoría de la interpretación normativa sobre la base de establecer como
criterio de indagación del sentido normativo los fundamentos gramaticales, sistemáticos, históricos y lógicos.
Algunos autores dudan de la utilidad de este artículo preliminar por dos razones; la libertad amplia del
intérprete y la inexistente jerarquía entre los criterios, sólo cierta preeminencia del criterio teleológico.
De todos modos, la interpretación de las normas jurídicas requiere combinar diversos criterios
interpretativos.
7.3 LA INTERPRETACIÓN LITERAL
Consiste en interpretar el sentido propio de las palabras de la norma, no de forma aislada, sino en conjunto.
Esto plantea el problema de que las palabras no tienen normalmente un único sentido, por lo que hay que
averiguar en cuál de su posible sentido ha querido emplearlas la norma.
Se trata de evitar que se interpreten las palabras más allá de unos límites razonables. Por eso se dice que
cuando el sentido de una norma se desprende con claridad de las palabras que emplea no hace falta
interpretar (in claris non fit interpretatio).

7.4 LA INTERPRETACIÓN SISTEMÁTICA


Para interpretar hay que poner la norma en su contexto, hallar su ubicación en el seno de un conjunto de
disposiciones relacionadas entre sí, con coherencia interna.
El mismo término (código o ley, título, capítulo, etc.) puede tener un significado diferente según la sede en
que se emplee. Decidir cuándo debe prevalecer uno u otro sentido viene dado normalmente por el contexto
de la norma analizada. Por ejemplo: Responsabilidad; en el Código Civil se refiere a menoscabo
patrimonial, en el Código Penal lo que se arriesga es la libertad.

7.5 LA INTERPRETACIÓN HISTÓRICA Y LEGISLATIVA


Sólo conociendo la historia de la norma, se puede entender y aplicar en un momento histórico diferente del
que la vio nacer. Si se conoce el ambiente histórico se pueden interpretar los fines específicos de la norma.
También hay que tener en cuenta el autor (aunque a veces esto es difícil de averiguar, como ocurre con las
normas consuetudinarias).
Además, es frecuente que las normas nuevas tengan una parte de su contenido que responda a un arrastre
histórico, es decir, no suelen ser innovadoras.
Hay que tener en cuenta los antecedentes históricos y también los legislativos, la tradición jurídica que le
precede. Las normas legales tienen inspiración en borradores, proyectos, actas, textos extranjeros... Por
ejemplo, el código civil español está basado en el francés.

7.6 LA INTERPRETACIÓN SOCIOLÓGICA


El Art. 3.1 del Código Civil establece que debe atenderse al interpretar las normas, a “la realidad social del
tiempo en que han de ser aplicadas”.
La interpretación mediante el criterio sociológico es el contrapeso al criterio histórico. Si una norma nacida
en un momento histórico determinado se aplica en un momento diferente, puede producir un resultado
indeseable si el cambio de circunstancias es lo suficientemente sensible.

7.7 EL RESULTADO DE LA INTERPRETACIÓN : LA INTERPRETACIÓN TELEOLÓGICA


La interpretación teleológica se refiere a la ratio legis (razón legal), al criterio que preside la norma, la idea-
fuerza que la inspira, su formulación esencial, lo que debe ser buscado por el intérprete. Es el espíritu
(porque) y la finalidad (para que) de la norma.
Con respecto al espiritu, se prefiere una interpretación que procure objetivar el espíritu o voluntad de la
norma como algo independiente del espíritu o voluntad del autor de la misma. Con ocasión de una
determinada situación y para conseguir un resultado concreto, el legislador puede dictar una norma que, sin
embargo, dé cabida a supuestos diferentes y produzca un juego más amplio que lo realmente pretendido en
concreto al dictarla. Se distingue entonces entre:
• Occasio legis o circunstancias concretas que motivan que se dicten las normas, y
• Ratio legis, o criterio de solución del conflicto que se sostiene en la norma, y que es más
susceptible de generalización.
La finalidad de la norma impone la necesidad de efectuar una interpretación teleológica, esto es, que
atienda tanto a los fines generales que persigue la norma como a los fines concretos que se consiguen
mediante su aplicación al caso planteado. Si lo general y lo concreto son contradictorios, se debe rechazar
esa interpretación.

7.8 OTRAS CLASES DE INTERPRETACIÓN


Se puede distingue entre la interpretación declarativa, si las palabras de la norma se adaptan justa y
exactamente a lo que resulta de la interpretación, y la interpretación correctora, cuando la interpretación
produce que deban considerarse incluidos en la norma supuestos diferentes de los que su tenor literal
parece indicar; esta corrección puede ser corrección extensiva, cuando las normas favorecen la libertad de
los sujetos, y restrictiva, cuando las normas limitan libertades o derechos.
Atendiendo al SUJETO QUE INTERPRETA, nos encontramos con la interpretación auténtica, las reglas
interpretativas incorporadas por el propio legislador a la norma. La interpretación judicial o usual, cuando
la interpretación es efectuada por los Tribunales de Justicia (Jurisprudencia) y la interpretación doctrinal,
efectuada por los estudiosos que analizan teóricamente el sentido de las normas.

7.9 LA CONSTITUCIÓN Y LA INTERPRETACIÓN DEL ORDENAMIENTO


El aplicador del Derecho debe buscar la averiguación del espíritu y finalidad de las normas. Pero la libertad
de interpretación queda circunscrita por dos situaciones.
En primer lugar, Los principios generales del Derecho. Art. 1.4 del Código Civil.
En segundo lugar, La Constitución y los valores que esta proclama como superiores. La Constitución
es la norma SUPREMA de todo el ordenamiento jurídico. Art. 5.1 de la Ley Orgánica del Poder Judicial.

TEMA 3 - CAPÍTULO 5 LA VIGENCIA Y EFICACIA DE LAS NORMAS


1. LA VIGENCIA DE LAS DISPOSICIONES NORMATIVAS
1.1. LA PUBLICACIÓN
La Constitución garantiza la publicidad de las normas. En uno de sus artículos, en donde se refiere en
concreto a las leyes aprobadas por las Cortes Generales, establece que el Rey ordenará su inmediata
publicación. Tras la Constitución de 1978 y una vez producida la efectiva consolidación de las CCAA, las
disposiciones estatales se publican en el BOE y las autonómicas en el correspondiente Boletín Oficial de la
Comunidad de que se trate. Los actos normativos de las distintas instituciones comunitarias, por supuesto,
se publican (en las diferentes lenguas) en el correspondiente Diario Oficial de la Unión Europea.

1.2. LA ENTRADA EN VIGOR


Una vez publicada, la disposición normativa puede entrar en vigor de forma inmediata, el 1 de enero del
año siguiente, a los 3 meses de su publicación. En caso de que la fecha de publicación no coincida con la
entrada en vigor, la tradición impone hablar de vacatio legis, para identificar el periodo temporal durante el
cual la vigencia o vigor de la ley publicada se encuentra en suspenso.
Después de su publicación, el Código Civil establece 20 días como periodo de vacatio legis que según
reiterada jurisprudencia, es aplicable a toda clase de disposiciones normativas y no solo a las leyes
propiamente dichas. Dicha vacatio habrá de ser observada solo ''si en ellas no se dispone otra cosa''. La
presente “entrará en vigor el mismo día de su publicación el BOE”.

1.3. EL TÉRMINO DE LA VIGENCIA: LA DEROGACIÓN


Las leyes tienden a ser permanentes, sin establecer un periodo de vigencia limitado. Sin embargo la
permanencia no es característica o requisito de la ley y existen supuestos en los que la propia ley se
autoestablece un periodo de vigencia determinado.
Derogar significa dejar sin efecto, sin vigor, una ley preexistente por publicarse una nueva disposición
normativa que contempla o regula los mismos supuestos o materias que la antigua.
Naturalmente, la derogacion depende en exclusiva de cuanto disponga la nueva ley que puede ser :
– Derogación total: dejar absolutamente privada de efecto la ley anterior.
– Derogación parcial: una parte de la ley se anula, el resto sigue en vigor.
La derogacion depende de muchos factores (extensión y cualidad) de la ley anterior, el precepto transcrito
manifiesta que la derogacion puede tener lugar de dos formas fundamentales:
•EXPRESA :
– Concreta: la ley nueva indica las leyes anteriores que quedan derogados.
– Genérica: cualquier disposición que se oponga a la nueva regulación queda derogada.
•TACITA: aunque la nueva ley no disponga nada respecto de la derogacion preexistentes, en este caso,
según el CC, en practica es mas frecuente la norma derogatoria generica o la derogacion tacita que la
norma derigatoria concreta.

2.- EL PRINCIPIO DE IRRETROACTIVIDAD DE LAS LEYES


2.1. PLANTEAMIENTO: PROBLEMAS Y DISPOSICIONES DE DERECHO TRANSITORIO
Dictar una nueva ley y derogar la anterior es fácil, el problema de la derogación radica en saber si la nueva
ley debe regular las situaciones jurídicas producidas con anterioridad a ella o sólo las nacidas con
posterioridad.
El problema de la retroactividad o irretroactividad de la ley es muy grave, ya que las relaciones sociales
nacidas bajo la ley antigua no pueden derogarse ni desconocerse. Por eso, normalmente, casi todas las
disposiciones normativas se cierran con una serie de disposiciones transitorias que pretenden resolver los
problemas planteados por el cambio legislativo, por el tránsito de una ley a otra.

2.2. LA FORMULACIÓN DE LA TENDENCIAL IRRETROACTIVIDAD DE LAS LEYES


Todos los Ordenamientos contemporáneos contienen una regla general favorable a la irretroactividad de la
ley, como regla de máxima.
Ahora bien, la inrretroactividad tendencial a la que apunta nuestros ordenamientos dista mucho de ser una
regla absoluta, puesto que la Constitución impone la irretroactividad al legislador ordinario, pero no con
carácter general, sino sólo respecto de las disposiciones sancionadoras no favorables (que agraven un
régimen sancionador cualquiera: penal, administrativo, civil, etc) y de aquellas que sean restrictivas de los
derechos fundamentales.
En cualquier otro caso, la ley puede ser retroactiva con absoluto respeto de la CE y sin violentar el
tradicional precepto civil. Las leyes son irretroactivas, aparte el hecho de que el Código Civil, al tener rango
de ley ordinaria, podría ser modificada por cualquier otra cosas.

2.3. LA POSIBLE RETROACTIVIDAD Y SU GRADUACIÓN.


La decisión de que una nueva disposición tenga o no carácter retroactivo, depende del propio legislador
(respetando los límites constitucionales), que habrá de valorar en cada caso los beneficios y las
consecuencias negativas de cualquiera de ambas opciones.
En efecto, la eficacia retroactiva permite graduaciones y matizaciones, según sea la naturaleza del
problema social objeto de regulación.

Por un lado, cuando la ley nueva es de aplicación a los efectos de un hecho o acto acontecidos con
anterioridad a su publicación, se habla de retroactividad de segundo grado o fuerte. (Hechos y efectos
anteriores a la nueva ley). Ej. Ley 30/1981 “Ley del Divorcio”. Por otro lado, Cuando la nueva ley se aplica a los
efectos producidos, con posterioridad a su entrada en vigor, a causa de un hecho o acto anterior a la misma,
se califica de retroactividad en grado mínimo o débil (Hecho anterior y efecto posterior a la nueva ley). Ej. Ley
11/1981 “patria potestad conjunta de padre y madre” .
6.- EL DEBER GENERAL DEL CUMPLIMIENTO DE LAS NORMAS
6.2. LA IGNORANCIA DE LA LEY
Desde un punto de vista lógico, se podría pensar que, para poder respetar las leyes, previamente habría
que conocerlas, ya que difícilmente puede respetarse lo que se ignora. Sin embargo, desde el punto de
vista práctico es imposible que un sujeto pueda conocer todo el conjunto de normas que componen el
Ordenamiento jurídico.
Las reglas de la lógica general no son las mismas que las reglas de la lógica y el razonamiento jurídicos.
Jurídicamente el problema tiene que ser enfocado desde la óptica de la efectividad del ordenamiento; han
de organizarse las cosas de forma que las normas sean efectivamente aplicadas. La norma se aplicará, sea
conocida o no por el sujeto determinado. En otro caso, bastaría con alegar la ignorancia para que uno
quedara a salvo del deber de cumplir y observar la norma.
Este problema es abordado y resuelto por nuestro sistema jurídico sobre las siguientes bases:
– Las normas deben ser objeto de publicidad. Pero con ello no se resuelve el problema, puesto que
es probable que un ciudadano corriente, aunque consiga acceder a la norma publicada en el BOE,
no consiga comprenderla.
– Se establece la regla de la efectividad del ordenamiento y deber de cumplimiento de las normas,
sea conocido o ignorado su contenido (art. 6.1 del CC: “la ignorancia de las leyes no excusa de su
cumplimiento”). Por consiguiente, aun sin que exista el deber de conocer las normas y sin que
éstas sean efectivamente conocidas, sí existe el deber general de cumplimiento.

6.3. LA EXCLUSIÓN VOLUNTARIA DE LA LEY APLICABLE (disponibilidad de las leyes)


En general, las normas tienen que ser aplicadas incluso aunque se desconozcan. Sin embargo, parece que
sí cabe excluir voluntariamente la aplicación de las normas, dentro de ciertos límites y condiciones.Para
entender esta exclusión voluntaria de la ley hay que conocer la distinción entre normas de Derecho
imperativo y normas de Derecho dispositivo. Las normas imperativas se imponen absolutamente
siempre con o contra la voluntad y deseos de sus destinatarios. Las normas dispositivas frecuentemente
autorizan a los propios interesados a reglamentar las situaciones que les afectan privadamente.

Cuando esto sucede, la regulación contenida en la norma jurídica solamente entra en juego en defecto o
ausencia de regulación convencional por parte de los interesados. Precisamente se está ante un caso de
exclusión voluntaria de la Ley aplicable, por ejemplo, es regla contenida en la ley que el préstamo de dinero
no produce intereses, pero la propia disposición legal autoriza la posibilidad de pacto expreso en contrario.

Son frecuentes las normas dispositivas en el ámbito del Derecho patrimonial privado. Cuando una norma
reviste ese carácter, entonces es cuando cabe precisamente que la norma general pueda ser desplazada
por la reglamentación particular creada por los interesados.
Cuando, por el contrario, la norma es imperativa, la voluntad o deseo de los destinatarios de la
misma de excluirla es absolutamente irrelevante.

7.- LA VIOLACION DE LAS NORMAS Y SU SANCION


El sujeto es libre de acatar las normas o no, pero si no las acata el ordenamiento prevé sanciones en
función de las normas no cumplidas.
7.2. ACTOS CONTRARIOS A LAS NORMAS IMPERATIVAS
La modalidad más sencilla de la infracción de las normas es la realización de actos contrarios a lo
dispuesto en ellas. Así la observancia de una conducta, un acto aislado o un comportamiento omisivo que
vaya en contra de lo dispuesto por una norma, constituye infracción del Ordenamiento y producirá las
oportunas consecuencias de toda índole.
Las hipótesis imaginables son casi infinitas. Todas ellas, en términos generales, quedan incluidas
en esa previsión de los actos contrarios a las normas.

7.3. ACTOS EN FRAUDE A LA LEY


Junto a esta modalidad de comportamiento directamente contraria a las normas, cabe que se realice una
conducta que produzca un resultado contrario al ordenamiento, pero que, aisladamente considerada, sin
atender a ese resultado, sea en sí conforme con las normas jurídicas. En tales casos se habla de actos de
fraude a la Ley.
El ordenamiento reacciona, no conformándose con la observancia formal de sus mandatos, sino yendo al
fondo del asunto, para perseguir las conductas fraudulentas, no impidiéndose la debida aplicación de la
norma que se hubiese tratado eludir.

TEMA 4 - CAPÍTULO 6 LOS DERECHOS SUBJETIVOS


1.- LA RELACIÓN JURÍDICA: CONCEPTO, ESTRUCTURA Y CLASES
1.1 LA IDEA DE RELACIÓN JURÍDICA
La llamada relación jurídica consiste en cualquier tipo de relación entre seres humanos que se encuentra
regulada por el Derecho o que, sin estarlo, produce consecuencias jurídicas. Otras formas de definir la
relación jurídica son, el vínculo de persona a persona determinado por una regla jurídica ( Savigny) o el
comportamiento interhumano conformado jurídicamente (García Amigo).

En términos generales, se habla de relación jurídica para referirse a todas aquellas relaciones o situaciones
sociales, de cualquier índole, que son susceptibles de ser contempladas jurídicamente.

Por tanto, puede afirmarse que cuando las relaciones sociales son contempladas por el Derecho, cabe
hablar de relaciones con trascendencia jurídica o, sencillamente, de relaciones jurídicas.

1.2 CLASIFICACIÓN DE LAS RELACIONES JURÍDICAS


Partiendo del contenido básico de la relación jurídica, para el Derecho Civil existen 4 tipos de relaciones
jurídicas según su contenido fundamental. En toda relación jurídica habrá que considerar la existencia del
dato personal, esto es, los sujetos o protagonistas de la relación jurídica, las personas que son los únicos
titulares de derechos y obligaciones según el ordenamiento jurídico:

1. Por un lado, Las Relaciones obligatorias, que comprenden aquellos supuestos en los que, por
responsabilidad contractual o extracontractual, una persona se encuentra en el deber de prestar o
desplegar una conducta determinada en beneficio de otra.
2. Por otro lado, Las Relaciones jurídico-reales, basadas en la tenencia o apropiación de los bienes,
se encontrarían presididas por la propiedad y demás derechos reales, en cuya virtud una persona
goza de una capacidad decisoria sobre el uso y aprovechamiento de cualquier bien que el
Ordenamiento le garantiza frente a los demás miembros de la colectividad.
3. También nos encontramos con Las Relaciones familiares, situaciones de especial conexión entre
las personas que el Ordenamiento jurídico regula atendiendo a criterios de ordenación social
general, para garantizar un marco normativo a la familia.
4. Por último, Las Relaciones hereditarias o sucesorias, que son todas aquellas conectadas al
fenómeno de la herencia y a las personas en ella implicadas, como sucesores de la persona
fallecida con anterioridad: derechos y deberes de los herederos entre sí y en sus relaciones con los
demás.
1.3 ESTRUCTURA BÁSICA DE LA RELACIÓN JURÍDICA
Los componentes que pueden analizarse por separado en la estructura de la relación jurídica, son
los sujetos de la relación jurídica, dado que los derechos y deberes sólo pueden atribuirse a las personas
y es evidente que en toda relación jurídica el componente personal es estructuralmente necesario. Por otro
lado, nos encontramos con las relaciones sociales de trascendencia jurídica, las cuales requieren la
existencia de un determinado vínculo o lazo entre personas que ocupan posiciones distintas.
La persona que tiene derecho a algo se denomina sujeto activo. En cambio, quien se encuentra obligado a
reconocer, satisfacer o hacer efectivo el derecho de cualquier otra persona, se denomina sujeto pasivo. La
posición de sujeto activo/pasivo puede ser ocupada por una o varias personas (cotitularidad).

El objeto de la relación jurídica trata de la realidad material o social subyacente en la relación


intersubjetiva. En las relaciones obligatorias, el objeto consistiría en la actividad o conducta propia de la
persona obligada al cumplimiento de algo; en las relaciones jurídico-reales, el objeto vendría representado
por las cosas sobre las que recaen los derechos reales.

Con respecto al contenido de la relación jurídica, se entiende por tal el entramado de derechos y deberes
que vinculan a los sujetos o partes de la relación jurídica, quienes por principio se sitúan bien en una
posición de poder o, por el contrario, de deber. La situación de poder (sujeto activo) implica que una
persona tiene autoridad suficiente para reclamar a una posición de sumisión y respeto del propio derecho.
La situación de deber (sujeto pasivo) implica que un determinado sujeto se encuentra vinculado a la
realización de un determinado comportamiento respetuoso del derecho ostentado por cualquier otra
persona.

3.- EL DERECHO SUBJETIVO


3.1 INTRODUCCIÓN: ORDENACIÓN SOCIAL Y ÁMBITO DE LIBERTAD DE LA PERSONA
El Ordenamiento Jurídico está compuesto por el conjunto de las reglas establecidas para la organización de
la convivencia en comunidad, produciéndose así la conversión de las relaciones sociales en relaciones
jurídicas. Por otro lado, intenta crear los cauces y garantías para que la libertad personal sea respetada,
dentro de los márgenes legales, además establece los criterios de resolución de conflictos cuando estos
surgen.
De acuerdo con nuestra Constitución, los poderes públicos sólo pueden actuar al amparo y dentro de los
cauces preestablecidos por el propio ordenamiento, persiguiéndose así la seguridad jurídica y la prohibición
de la arbitrariedad de los poderes públicos.
Pero lo cierto es que el ámbito de la libertad de las personas no solamente puede padecer agresiones
desde los poderes públicos, sino también por parte de otros sujetos privados, individual y colectivamente
considerados. Por ello, es necesario defenderla frente a todo tipo de agresión y facilitarle una libertad de
decisión dotada de un contenido rico para que los legítimos fines individuales y el libre desarrollo de la
personalidad se puedan convertir en realidad.

3.2 NOCIÓN DE DERECHO SUBJETIVO


El derecho subjetivo es el poder que el Ordenamiento otorga o reconocer a los particulares para que
satisfagan sus propios intereses. El “tener derecho a…” significa ostentar el poder de exigir algo a alguien:
el poder de exigir la observancia de una determinada conducta (activa u omisiva) a alguna otra persona en
concreto o, en general, a todos los demás (frente a otros particulares o frente al estado). Por ello suele
definirse al derecho subjetivo como la situación de poder concreto otorgada por el Ordenamiento jurídico a
un sujeto para que defienda y satisfaga sus propios intereses.

3.3 LAS FACULTADES


La idea de Derecho subjetivo constituye un concepto unitario, compuesto de una serie de posibilidades de
actuación que, en muchas ocasiones son susceptibles de distinción y de utilización separada por su titular. A
tales posibilidades se les conoce técnicamente como facultades. Estas son de menos amplitud objetiva que
el derecho subjetivo en el que se integran, siendo dependientes de la vida del propio derecho subjetivo
matriz. La mayor parte de ellas pueden desgajarse de este derecho y generar un nuevo derecho subjetivo
derivado que tendrá menor alcance y contenido.

3.4 LAS POTESTADES


El derecho subjetivo implica un poder de función o de carácter individual en el que (según el discutible
presupuesto ideológico liberal) nadie está en mejores circunstancias que uno mismo para decidir lo más
conveniente a sus intereses, consiguiendo así el bienestar general por la suma de los bienestares
individuales.
Pero existen otras situaciones reguladas por el Ordenamiento jurídico en las cuales se atribuye un
determinado poder a sujetos individuales, para que atiendan los intereses de otras personas, concibiéndose
esta situación de poder como una potestad y no como un derecho subjetivo.

Este concepto despliega sus efectos tanto en el Derecho privado cuanto en el público, siendo
frecuente que determinadas personas tengan atribuidas autoridad, competencias, funciones o cargas con
vistas al cumplimiento de intereses generales que excedan de su propio ámbito de libertad y decisión.

TEMA 4 - CAPÍTULO 7 EL EJERCICIO DE LOS DERECHOS


1.- EJERCICIO DE LOS DERECHOS Y SUS LÍMITES
1.1. EL EJERCICIO DE LOS DERECHOS
El poder de actuación que confiere la titularidad de un derecho subjetivo mediante su ejercicio debe servir
para satisfacer los intereses del titular. Sin embargo, el ejercicio de un derecho no es obligatorio, sino
opcional. Ejercitar un derecho es hacer uso del poder que comporta. En función del derecho de que se trate,
así serán los actos de ejercicio que correspondan.
No es preciso que sea el propio titular el que ejercite sus derechos subjetivos, sino que éstos pueden ser
ejercitados materialmente por otra en determinadas circunstancias, cuando el titular es incapaz de ejercitar
sus derechos (Ej.: por no tener la edad precisa para ello). También puede ocurrir que el titular encomiende el
ejercicio a otra persona, para que actúe en interés del titular del derecho (representación).

El titular de un derecho subjetivo, para satisfacer su interés, puede ejercitar el conjunto de facultades o
poderes concretos de su derecho. Sin embargo, es importante señalar que la satisfacción del propio interés
no autoriza a cualquier acto de ejercicio del derecho, sino que existen límites que restringen el ejercicio de
los mismos.

1.2. LOS LÍMITES DE LOS DERECHOS


No hay derechos ilimitados o de alcance ilimitado. Las facultades de actuación del titular de los derechos
subjetivos se encuentran delimitadas al abanico de posibilidades que satisfaga sus intereses sin deterioro
de los derechos de los demás ciudadanos y de las necesidades o requerimientos de interés general. El
ejercicio de los derechos subjetivos debe llevarse a cabo de forma razonable y adecuada a la propia función
desempeñada por cada uno de los derechos, ya que no otorgan a su titular un poder infinito o una
capacidad de actuación ilimitada.

Sin embargo, hay quien se extralimita en el ejercicio de sus derechos subjetivos, atentando contra los
demás o contra los intereses generales. Por ello, el legislador (y, sobre todo, la jurisprudencia) debe contar
con mecanismos restauradores del ejercicio razonable de los derechos que permitan la ordenada
convivencia social y, en su caso, la jerarquización de los intereses jurídicamente protegidos. Estos
mecanismos suelen identificarse doctrinalmente con los límites de los derechos, dentro de los que se
distinguen: límites extrínsecos, intrínsecos y temporales.

2.- LOS LÍMITES EXTRÍNSECOS EN EL EJERCICIO DE LOS DERECHOS


Los límites vienen dados por un factor externo al ejercicio del derecho propiamente dicho o en sí mismo
considerado. Se agrupan en esta expresión las consecuencias relativas al ejercicio de los derechos nacidas
a causa de la concurrencia de diversos derechos recayentes sobre un mismo objeto o que despliegan su
eficacia en un ámbito que puede verse afectado por diversos derechos contrastantes entre sí.

2.1. LA COLISIÓN DE DERECHOS


Se habla de colisión de derechos, en sentido estricto, cuando determinados derechos, ostentados por
diferente titular, tienen un mismo objeto o un mismo contenido y, consiguientemente, su ejercicio simultáneo
resulta imposible o, al menos, parcialmente imposible. (ej : mi derecho a tomar el ascensor del inmueble en que resido
tendrá que compatibilizarse con el derecho de los restantes vecinos y viceversa).
Una de las funciones básicas del Ordenamiento jurídico consiste en erradicar en la medida de lo posible las
situaciones posibles de colisión de derechos. El sistema jurídico se encuentra plagado de normas cuyo
objeto central consiste en la jerarquización de unos derechos sobre otros, precisamente para evitar que el
conflicto de intereses socialmente planteado siga siendo técnicamente un supuesto de colisión de derechos,
lo que implica situar a algunos derechos en posición de subordinación respecto de otros, atendiendo a
distintos criterios. Sin embargo, por mucha previsión que tenga el legislador o los interesados, lo cierto es
que la complejidad de la vida social seguirá presentando de continuo situaciones fácticas de colisión de
derechos que habrán de resolverse mediante el recurso a los principios generales de aplicación de las
normas jurídicas (por ejemplo, prima el derecho que se haya puesto en acción antes).

2.2LAS SITUACIONES DE CO TITULARIDAD


La pluralidad de sujetos respecto de un mismo derecho genera una situación de cotitularidad, que puede ser
considerada como un subtipo concreto de la colisión de derechos, pues al menos cuando el derecho recae
sobre las cosas (copropiedad, en sentido técnico) suele ser incompatible el ejercicio simultáneo de todos los
cotitulares sobre ellas. Este problema se rige por las reglas establecidas en los arts correspondientes del
CC.

3.- LOS LÍMITES INTRÍNSECOS AL EJERCICIO DE LOS DERECHOS


Derivan de la propia conformidad del derecho subjetivo con el ejercicio del mismo, requiriendo a su titular
que se comporte según parámetros exigibles con carácter general, es decir, que los derechos se ejerciten
conforme a su propia función y significado, vetando su ejercicio de manera desorbitada o contraria a los
parámetros de conducta socialmente asumidos.
Tal delimitación de la extensión de los derechos se lleva a cabo por el Ordenamiento y por la jurisprudencia,
acudiendo a una serie de conceptos jurídicos indeterminados que se encuentran acogidos en el Título
preliminar del Código Civil: la buena fe y el abuso del derecho. Constituyen límites intrínsecos, en cuanto el
ejercicio de cualquier derecho ha de realizarse de acuerdo con tales principios generales del
Derecho.
4.- LA BUENA FE EN EL EJERCICIO DE LOS DERECHOS
Según el CC, los derechos, así como los deberes que se ostentan, deben materializarse de conformidad
con el modelo de conducta que socialmente es considerado honesto y adecuado. La buena fe es un
concepto jurídico indeterminado, por lo tanto, es casi imposible describirla en términos positivos, aunque
sea una figura muy común dentro del derecho. Ha sido siempre considerada por doctrina y jurisprudencia
como un principio general del Derecho de carácter expansivo. Es el módulo rector del ejercicio de los
derechos.

Sigue siendo un principio general del Derecho, pero es ahora un principio normativizado: buena fe en
sentido objetivo y como pauta general de conducta en el ejercicio de los derechos.
En la Ley de Enjuiciamiento Civil se incorpora también una referencia a la buena fe, en
este caso procesal, distinguiéndose en tres partes distintas, en la que nos habla de adecuar las actuaciones
procesales a las exigencias de la buena fe, de forma positiva o negativa, imponiendo multas de hasta 6 mil
euros por vulnerar las reglas de la buena fe y regulando la vulneración de dicha ley por parte de los
profesionales, pudiéndo establecerles una sanción disciplinaria por parte del Colegio Profesional oportuno.
Igualmente son frecuentes las referencias a la buena fe en las disposiciones relativas a la Administración
pública.

5. L A DOCTRINA DE LOS PROPIOS ACTOS


Son muy numerosas las sentencias del Tribunal Superior que recurren a la idea de la doctrina de los propios
actos, rechazando el ejercicio de un derecho cuando resulta incompatible con la conducta anteriormente
observada por su titular respecto del mismo derecho o de las facultades que lo integran. Dicha regla no se
encuentra formulada normativamente en nuestro Ordenamiento con carácter general, pero su operatividad
es innegable como consecuencia concreta del ejercicio de los derechos de acuerdo con la buena fe.

Por tanto, el principio general del derecho proclama como norma, la inadmisibilidad de actuar contra los
propios actos, constituyendo así un límite del ejercicio de un derecho subjetivo como consecuencia del
principio de buena fe, y de la exigencia de observar un comportamiento consecuente.

Si nuestros actos son de un determinado tipo hoy, deberán continuar siéndolo mañana, o las terceras
personas no sabrán a qué atenerse. Por ejemplo: El padre que reconoce voluntariamente a una persona como hijo, y
pretende posteriormente impugnar dicho estado civil. El establecimiento que vende alcoholes a una persona, que sufre accidente en
sus dependencias y luego pretende excusarse de su responsabilidad alegando precisamente la ingesta alcohólica de esa misma
persona.
El TC ha convertido esta doctrina en el fundamento de algunos de sus fallos y ha precisado el alcance de
real de dicha doctrina.
6.- EL ABUSO DEL DERECHO
El abuso del derecho constituye un concepto jurídico indeterminado que se incorpora al título preliminar del
Código Civil. Su concreción requiere la consideración casuística y por tanto un atento análisis
jurisprudencial. Casuística en ética aplicada refiere al razonamiento basado en casos. Se utiliza en cuestiones éticas y jurídicas, y a menudo
representa una crítica del razonamiento basado en principios o reglas. La casuística es utilizar la razón para resolver problemas morales aplicando
reglas teóricas a instancias específicas.

6.1. LA CONSTRUCCIÓN JURISPRUDENCIAL DEL PRINCIPIO


La idea del abuso del derecho es reciente y posterior al momento codificador europeo y además se
encuentra sobrepuesta directamente con el análisis del contenido del derecho a la propiedad en concreto,
resultando innegable su matiz jurisprudencial. Tuvo su origen en algunas sentencias francesas en juzgados
de primera instancia en la segunda mitad del siglo XIX, y desde entonces, el desarrollo de prohibición de los
actos abusivos por parte de los titulares de derechos subjetivos ha sido una constante doctrinal y
jurisprudencial hasta su conversión en texto normativo, que acaece por primera vez en el BGB.

5.- L A DOCTRINA DE LOS PROPIOS ACTOS


En la jurisprudencia española el concepto de forma fundamental en la sentencia del Tribunal Supremo de
1944, en la que se establece dos puntos de partida. Por un lado, debe considerarse, primeramente, la regla
de derecho clásico, qui iure suo utitur neminem laedit, según la cual el ejercicio del derecho es lícito,
aunque se lesionen simples intereses de terceras personas, no obstante, a la misma no debe atribuírsele un
alcance demasiado literal y absoluto que en cierto modo la pondría en pugna con las exigencias éticas del
Derecho. Por otro lado, la doctrina moderna considera ilícito el ejercicio de los derechos cuando sea
abusivo,
Los elementos esenciales del abuso del derecho, son; el uso de un derecho, objetiva o eternamente legal, el
daño a un interés ( de terceros) no protegido por una específica prerrogativa jurídica, la inmoralidad o
antisocialidad subjetiva de ese daño(intención de perjudicar o actuar sin un fin serio y legítimo) o bajo forma
objetiva (daño proveniente del exceso o anormalidad en el ejercicio del derecho).
Desde la sentencia de 1944 el Tribunal Supremo ha reiterado los elementos esenciales del abuso
del derecho y su aplicación o inaplicación.
6.2. LA FORMULACIÓN LEGAL DE LA PROHIBICIÓN DEL ABUSO DEL DERECHO
La figura del abuso del derecho aparece por primera vez en nuestro ordenamiento jurídico en la Ley de
Arrendamiento Urbano de 1964, en uno de sus artículos se establece que los jueces y los tribunales
rechazarán el abuso o el ejercicio anormal de un derecho. Sin embargo, esta ley era, por su carácter
excepcional, limitada, ya que no se podía expandir dicho principio al resto de las relaciones jurídicas.

No sucede lo mismo cuando queda incorporado a nuestro Código civil, ya que todo acto u omisión que, por
la intención de su autor, por su objeto o por las circunstancias en que se realice sobrepase manifiestamente
los límites normales del ejercicio de un derecho, con daño para tercero, dará lugar a la correspondiente
indemnización y a la adopción de las medidas judiciales o administrativas que impidan que el abuso
persista.
Por lo tanto, y según se establece en el Código Civil, los presupuestos de aplicación del abuso del derecho
son; la acción u omisión de carácter abusivo y la consecuencia dañosa para un tercero.

6.3. EXPANSIÓN Y RETROCESO DEL ABUSO DEL DERECHO


La prohibición del abuso del derecho constituye un principio general del derecho que, por tanto, tiene
capacidad expansiva en el conjunto del Ordenamiento jurídico. Por lo tanto, la ilegitimidad del abuso del
derecho tiene carácter general y es de observancia en las disciplinas jurídicas.
Sin embargo, el valor general del principio estudiado no significa que su utilización pueda ser
indiscriminada. Si se atiende a la jurisprudencia más reciente, llama la atención la gran cantidad de
resoluciones judiciales en las que se descarta la aplicación de la regla ante el abuso existente en la
utilización del recurso al abuso del derecho. Para evitar el abuso del abuso, el Tribunal Supremo establece
que se debe aplicar con especial cuidado, atendiendo a las circunstancias del hecho y procurando la
acreditación de los presupuestos de aplicación. Por otro lado, sólo entra en juego cuando no hay norma
concreta aplicable al supuesto, requiriendo que el interés dañado esté protegido por una especial
prerrogativa o goce de protección determinada. Su aplicación también debe ser solicitada por quien lo
estime aplicable, ya que es materia dispositiva que procesalemente debe actuarse.
En todo caso, la jurisprudencia del TS ha precisado cuales son los requisitos que deben concurrir para
apreciar el abuso del derecho, estos son; El uso de un derecho objetivo y externamente legal, el daño a un
interés no protegido por una especial prerrogativa jurídica, y la inmoralidad o antisocialidad de ese daño,
manifestado de forma subjetiva (con intención de dañar) u objetiva (ejercicio anormal del derecho).

TEMA 5 CAPÍTULO 8 - LA PRESCRIPCIÓN Y LA CADUCIDAD


1. EL TRANSCURSO DEL TIEMPO Y LAS RELACIONES JURÍDICAS
1.1INTRODUCCIÓN: LOS LÍMITES TEMPORALES EN EL EJERCICIO DE LOS DERECHOS
El titular de un derecho tiene la posibilidad de ejercitar los poderes que su derecho le confiere, bien en un
momento concreto (término), bien a lo largo de un periodo de tiempo máximo (plazo), que lo mismo puede
haber quedado determinado que indeterminado en la relación jurídica de que se trate.
La precisión del período temporal durante el cual pueden ejercitarse las facultades que se poseen, varía de
acuerdo con la naturaleza del derecho de que se trate y de las previsiones legislativas o de los particulares.
Es justo que la situación de poder que otorga cualquier derecho subjetivo pese sobre los sujetos pasivos del
mismo de forma temporalmente limitada, especialmente por razones de seguridad en el tráfico económico y
jurídico. Si en principio el titular del derecho subjetivo deja pasar un largo período temporal sin hacerlo,
puede darse el caso de que termine por reclamar sus intereses en un momento tan tardío que,
razonablemente, el sujeto pasivo no pensara que tal derecho se encontraba vivo y activo.

Por otra parte, la desidia en el ejercicio de los propios derechos es también manifestación de una conducta
que, permite suponer que los derechos que no son ejercitados en su momento adecuado o dentro de un
periodo temporal prudente, ya no serán ejercitados nunca, generando así la legítima expectativa en las
demás personas de la comunidad de que el derecho ha decaído, ha sido renunciado o no va a ser
ejercitado finalmente.
La configuración de los límites temporales del ejercicio de los derechos puede hacerse mediante dos figuras
distintas: la caducidad y la prescripción.

1.2 EL CÓMPUTO DEL TIEMPO CONFORME AL ART. 5 DEL CC


Gramaticalmente hablando, computar equivale a contar o calcular una cosa cualquiera; en este caso, los
periodos de tiempo. El cálculo del tiempo provoca numerosos problemas en la práctica.
La regla fundamental al respecto se encuentra recogida en el art. 5 del CC. Por tanto, siempre que no se
establezca otra cosa, en los plazos señalados por días, a contar de uno determinado, quedará éste excluido
del cómputo, el cual deberá empezar el día siguiente y si los plazos estuvieren fijados por meses o años, se
computarán de fecha a fecha.
Cuando en el mes de vencimiento no hubiera día equivalente a la inicial del cómputo, se entenderá que el
plazo expira el último día del mes. Por otro lado, En el cómputo civil de los plazos no se excluyen los días
inhábiles”.
Cabe destacar que, la regla tiene carácter supletorio (“siempre que no se establezca otra cosa…”), los días
inhábiles se computan como si no fueran tales, pues el Código Civil sigue el sistema de cómputo continuo,
en cuya virtud no se exceptúan los días inhábiles. Lo contrario de esté sería el sistema de cómputo útil, que
excluye los días inhábiles por considerar en tales días no puede exigirse el cumplimiento de una
determinada actividad. Por otro lado, la computación de fecha a fecha de los plazos mensuales o anuales,
NO deroga la exclusión del cómputo del día inicial, ya que este día desempeña el papel de garantizar la
exacta correspondencia entre fechas y la regla establecida respecto del agotamiento de los plazos
mensuales, referida al último día de un mes cualquiera es obvia, dada la distinta duración de los meses del
año.

1.3. EL CÓMPUTO DEL TIEMPO EN OTRAS DISPOSICIONES LEGISLATIVAS


Las disposiciones del Código Civil han desempeñado un claro papel estelar y han sido aplicables, con
carácter general, al conjunto del ordenamiento jurídico.
En los tiempos contemporáneos lo dispuesto por el Código Civil se ve repetido y reiterado (de forma
innecesaria) en otras leyes, en las que podría haber bastado con resaltar la exclusión de los días inhábiles,
es decir, la procedencia del cómputo útil.
Sí que se hace necesaria la regulación específica de los plazos en el ámbito administrativo o procesal, ya
que, en estos casos, el cómputo de los plazos obviamente no es de carácter dispositivo para los
particulares, debiendo procederse a la exclusión los días inhábiles.

2.- LA PRESCRIPCIÓN
2.1 PRESCRIPCIÓN EXTINTIVA Y PRESCRIPCIÓN ADQUISITIVA
En relación a la clara incidencia del transcurso del tiempo sobre el nacimiento o relación de los derechos,
hay que determinar dos figuras clave; la PRESCRIPCIÓN EXTINTIVA o PRESCRIPCIÓN, es decir, cuando
el transcurso del tiempo acarrea la pérdida o decadencia del ejercicio de los derechos para su titular
(extingue los derechos de que se trate). En general, incide sobre todo tipo de derechos subjetivos (aunque
también existen algunos derechos que son imprescriptibles), pues la dejadez o desidia en el ejercicio de los
mismos puede afectar a la vivencia de toda suerte de derechos y facultades, y la PRESCRIPCIÓN
ADQUISITIVA o USUCAPION, cuando el trascurso del tiempo, junto con una situación de apariencia
jurídica, provoca el nacimiento o consolidación de un derecho a favor de una persona.
A diferencia del carácter general de la prescripción propiamente dicha, la usucapión afecta a derechos
patrimoniales que pueden ser objeto de posesión en sentido técnico (limita su campo de juego al ámbito de
la propiedad y otros derechos reales).
Prescripción→ Afecta de forma general al Derecho Civil, al ejercicio de los derechos en general .
Usucapión→ Afecta a un volumen mas delicado de la propiedad y demás derechos reales.
2.2 PRESUPUESTOS DE LA PRESCRIPCIÓN
Los datos básicos necesarios para que se produzca la prescripción, son, en primer lugar, estar frente a un
derecho que sea susceptible de prescripción, esto es, un derecho prescriptible. La prescriptibilidad de los
derechos sirve de regla general, sobre todo referida a los derechos subjetivos patrimoniales. Al contrario, los
derechos subjetivos extrapatrimoniales, generalmente no prescriben (imprescriptibles). En segundo lugar,
que el titular del derecho en cuestión permanezca inactivo, esto es, sin ejercitar el derecho que le
corresponde. En tercer lugar, que transcurra el plazo señalado por la ley para el ejercicio del derecho sin
que se haya llevado a cabo la actuación del mismo. Por último,que su caso, producido un acto
extemporáneo de pretendido ejercicio del derecho, el sujeto pasivo alegue la prescripción producida y no
haya renunciado a ella.
3.- CÓMPUTO DEL PLAZO DE PRESCRIPCIÓN
El cómputo del plazo prescriptivo establecido en cada caso se inicia desde el momento en que el derecho
pudo haber sido ejercitado, salvo que se disponga otra cosa diferente.
Hay algunas especialidades en la determinación del momento inicial del cómputo de la prescripción, que no
atentan contra la regla general:
− En las obligaciones del pago de rentas e intereses la prescripción comienza a correr desde el último
pago de la renta o del interés adeudado.
− En las obligaciones determinadas por sentencia judicial la prescripción comienza a correr desde el
momento en que esta sea firme.
− En las obligaciones de rendición de cuentas comienza a correr desde que los obligados a rendirlas cesan
en su cargo o desde que hay conformidad respecto a las cuentas finales.
5.- ALEGABILIDAD Y RENUNCIA DE LA PRESCRIPCIÓN
El concepto de la prescripción implica que, habiendo transcurrido el plazo de la misma, ya no se puede
exigir al sujeto pasivo del derecho la conducta activa u omisiva que podía serle impuesta por el titular del
derecho. Así pues, desde el prisma del sujeto obligado, la consecuencia básica de la prescripción radica en
que ésta le produce un beneficio, un inesperado provecho, derivado de la inactividad del titular del derecho
subjetivo.
Por tal motivo, la ley considera que ese beneficio para el sujeto pasivo debe ser dejado en manos del propio
interesado y le exige que tenga una conducta diligente que, al menos debe consistir en la alegación de la
prescripción frente al titular del derecho en el caso de que éste finalmente opte por ejercitar su derecho. En
consecuencia, la prescripción operará sólo si el beneficiado por ella la alega; por el contrario, si el
beneficiado por la prescripción no alega que ha transcurrido el plazo para el ejercicio eficaz del derecho,
podrá ser condenado a cumplir, a pesar de la prescripción y a pesar de que el ejercicio del derecho por su
titular sea realmente extemporáneo. La prescripción no puede ser apreciada de oficio por los Tribunales de
Justicia, esta ha de ser rogada, alegada o solicitada por el beneficiario.
Se puede renunciar a la prescripción una vez ganada, sin embargo, se prohíbe la renuncia anticipada de la
prescripción puesto que ello conduciría a permitir que los particulares pudiesen hacer imprescriptibles los
derechos. La situación de poder otorgada al beneficiario de la prescripción es un derecho subjetivo
autónomo, al que puede renunciarse una vez adquirido, mientras que la renuncia futura queda vetada de
forma absoluta.
6.- PRINCIPALES PLAZOS DE PRESCRIPCIÓN
La determinación del plazo de prescripción de cada categoría de derechos subjetivos es tarea de realizar
caso por caso, con determinación concreta y explicación detallada. No obstante, el Código Civil menciona
unos plazos generales de prescripción, aunque hay una enorme cantidad de casuismo referido a dichos
plazos:
1. Los derechos reales sobre inmuebles prescriben a los 30 años, salvo la acción hipotecaria, que
prescribe a los 20 años.
2. Los derechos reales sobre bienes muebles prescriben a los 6 años.
3. Los derechos de créditos o personales han contado con el plazo general de prescripción de 15
años, salvo que se disponga otra cosa por otra ley al respecto. Las acciones personales que no
tengan plazo especial prescriben a los 5 años desde que pueda exigirse el cumplimiento de la
obligación). En las obligaciones continuadas de hacer o no hacer, el plazo comenzará cada vez que
se incumplan.
4. El derecho a cobrar prestaciones periódicas pagaderas en plazos inferiores a un año prescribe a
los 5 años.
5. El derecho a cobrar los servicios profesionales y algunos derechos concretos prescribe en el plazo
de 3 años.
6. En el plazo de 1 año prescriben los interdictos posesorios y el derecho a reclamar la indemnización
que nace de la responsabilidad civil extracontractual.
7.- L A CADUCIDAD
7.1 CADUCIDAD DE LOS DERECHOS (ej : pág 43 resumen original)
Los plazos de prescripción propiamente hablando no constituyen límites temporales estrictos de la vida de
los derechos, sino de la inactividad y desidia de sus titulares. Dado que tales plazos son susceptibles de
interrupción (los de prescripción, los de caducidad no son susceptibles de interrupción), es evidente que los
derechos no encuentran en tales plazos una frontera temporal propiamente dicha, pues pueden revivir de
forma continuada y recurrente por un mero acto de ejercicio de su titular. Esta reviviscencia o resurrección
de los derechos no resulta siempre posible, ni técnicamente aconsejable ya que provocaría la eternización
de los procesos, y su consiguiente disfuncionalidad.
Ante ello, la ley (y también a veces los particulares) considera en numerosas ocasiones que el ejercicio de
determinados derechos y facultades se debe llevar a cabo, necesaria e inexcusablemente, dentro de un
periodo temporal predeterminado. Una vez transcurrido el plazo marcado, sin posibilidad alguna de
suspensión o interrupción, el derecho de que se trate no podrá ya ser ejercitado por su titular, requiriendo
pues una especial diligencia y prontitud por su parte.
Podemos conceptuar caducidad, como la extinción de un derecho por su falta de ejercicio durante un plazo
temporal prefijado que no es susceptible de ser interrumpido.

7.2 RÉGIMEN JURÍDICO: DIFERENCIAS ENTRE LA CADUCIDAD Y LA PRESCRIPCIÓN


Los plazos de caducidad no son susceptibles de interrupción ni suspensión alguna, operando, por tanto, en
estrictos términos temporales. Los plazos de caducidad también suelen ser breves, aunque ciertamente
cabe resaltar también que en algunos casos los plazos de prescripción pueden circunscribirse a cortos
períodos de tiempo.
Por otro lado, la caducidad puede ser declarada judicialmente de oficio, la prescripción no. Esto es así
porque existe un interés público en que ciertos derechos se ejerciten, precisamente, dentro del plazo
temporal predeterminado.
TEMA 6 - CAPÍTULO 9 LA PERSONA
1.- PERSONA Y DERECHO DE LA PERSONA
1.1 LA CONDICIÓN JURÍDICA DE PERSONA: PERSONALIDAD Y PERSONIFICACIÓN
El ser humano es prius al Derecho, es decir, preexistentes al Derecho, este existe y, se justifica a través de
los seres humanos, como forma de resolución de conflictos tanto interindividuales como colectivos.
Actualmente se han equiparado los conceptos de persona y seres humanos, mientras que históricamente,
hasta el siglo XIX, época de esclavitud y servidumbre esto no era así, algunos seres humanos no eran
considerados persona. Pero, aun así, en Derecho no suele hablarse de ser humano, ni de hombre, mujer o
niño (salvo que resulte necesario), sino de personas físicas o personas naturales para referirse al conjunto
de seres humanos.
No obstante, hay que tener en cuenta, como posibles sujetos de derechos y obligaciones, no sólo a los
seres humanos, sino también a ciertas entidades, agrupaciones o colectivos a los que el Derecho ha
personificado por razones de distinta índole. Por consiguiente, para referirse genéricamente a cada uno de
tales grupos, se ha impuesto la necesidad de diferenciar, respectivamente, de persona natural, de una
parte, y, de otra, de persona jurídica.
Las denominadas personas jurídicas son tales sólo porque están reguladas y admitidas por el Derecho
positivo.
El Derecho acaba reconociendo o atribuyendo personalidad tanto a las personas naturales como a las
jurídicas. Personalidad que puede definirse como el reconocimiento de alguien como sujeto de derechos y
obligaciones.
Nuestro CC, solo utiliza la expresión “personas naturales”, ya que se entiende que las personas sólo deben
adjetivarse cuando resulte absolutamente necesario.

1.2. EL DERECHO DE LA PERSONA


El Derecho civil en su conjunto puede identificarse con el Derecho de la persona, en sentido estricto, en
cuanto el objeto propio de las instituciones que aborda, es la persona en sí misma considerada sin atributo
alguno complementario (comerciante, trabajador, etc). Así Derecho de la persona sería sinónimo con
Derecho Civil.
Sin embargo, la expresión Derecho de la persona se utiliza también con un significado más preciso para
referirse “al conjunto normativo que regula la capacidad de obrar de las personas físicas o naturales y su
incorporación en la sociedad” . Así Derecho de la persona sería un subsector del Derecho objetivo, como
división sistemática del Derecho, de forma descriptiva.

2.- LA PERSONALIDAD (LA CAPACIDAD DE LA PERSONA)


2.1. CAPACIDAD JURÍDICA Y CAPACIDAD DE OBRAR
Al hablar jurídicamente de personalidad se está haciendo referencia al reconocimiento de alguien como
sujeto de derechos y obligaciones: bien porque naturalmente sea idóneo para ello (la persona o
personalidad natural); bien porque el derecho positivo así lo haya estimado conveniente (personalidad
jurídica).
El nacimiento de una persona o la constitución de una persona jurídica conlleva inmediatamente su
consideración como miembro de la sociedad pasando a tener derechos y obligaciones, aunque no pueda
saberlo (recién nacido genera derechos y obligaciones al nacer, es titular de derechos pero no es capaz de
ejercitarlo) o no pueda llevarlos a la práctica, por eso se distingue entre la capacidad jurídica, la cual se
refiere a ser titular de derechos y obligaciones, significa tener la aptitud o idoneidad necesarias para ser
titular de derechos o/y obligaciones. No se puede graduar, se tiene o no se tiene, se equipará a la
personalidad.
En cambio, la capacidad de obrar se refiere a ser capaz de ejercer sus derechos y obligaciones, implica la
posibilidad, aptitud o idoneidad de una persona (natural o jurídica) para ejercitar o poner en práctica los
derechos u obligaciones que le sean imputables o referibles. Permite graduaciones o divisiones, según el
acto a realizar (por ejemplo, testamento a partir de los catorce años, adoptar a partir de los veinticinco
años). Esta capacidad es la que adquiere relevancia ya que es la que permitirá que el sujeto de Derecho
pueda o no realizar un determinado acto con eficacia jurídica.

2.2 LA IGUALDAD ESENCIAL DE LAS PERSONAS


La Constitución española establece que los españoles somos iguales ante la ley, no iguales entre sí, sin que
prevalezca discriminación por circunstancias personales o sociales. Está basada en la ley consagrada con
la Revolución francesa que anulaba las diferencias ante la ley según la clase o sector social.
La capacidad jurídica significa posibilidad, abstracta y teórica, de encontrarse en situaciones
originadoras de derechos y obligaciones que pueden darse a lo largo de la vida de un sujeto y tiene un valor
fundamentalmente ético o sociopolítico. Coloca a todas las personas en un punto de partida presidido por la
idea de igualdad (ser potencialmente sujeto de todos los derechos identificados por el ordenamiento
jurídico), rechazando discriminaciones.

3.- EL ESTADO CIVIL DE LAS PERSONAS


3.1 CAPACIDAD DE OBRAR Y ESTADO CIVIL
Genéricamente, hablaríamos de Estado Civil como la descripción de la capacidad de obrar de determinados
grupos de personas. La capacidad de obrar es objeto de regulación por las normas jurídicas, estableciendo
graduaciones. La expresión Estado Civil sale en numerosas normas, por lo que se hace necesario
explicarla.
La mayor parte de la doctrina afirma que los estados civiles son situaciones permanentes (o relativamente
estables) o cualidades de la persona que predeterminan la capacidad de obrar de ésta, debiéndose en
consecuencia señalar como estados civiles los siguientes:
1. El matrimonio y la filiación: como determinantes de un cierto status familiae en las relaciones
interconyugales y de los cónyuges con sus hijos.
2. La edad: la mayoría de edad porque otorga plena capacidad de obrar a quien la alcanza; la menor
edad, en cuanto la conclusión debe ser la contraria.
3. La incapacitación: judicialmente declarada, pues priva de capacidad a quien la sufre.
4. La nacionalidad y la vecindad civil: como determinantes de derechos y deberes de las personas.
Las restantes situaciones, cualidades o condiciones de las personas no deberían ser consideradas estados
civiles, dada su transitoriedad en relación con la capacidad de obrar de la persona, por ejemplo, no deberían
ser considerados estados civiles (a juicio de F. De Castro) :
1. La ausencia declarada. 2. Las restricciones de capacidad impuestas al concursado y al quebrado.
3. El desempeño de cargos y funciones, aun en el caso de compartir un determinado régimen de derechos y
obligaciones, como ocurriría en el desempeño de la patria potestad o en el ejercicio de la representación
legal.
Personalidad → Capacidad jurídica / Estado Civil → Capacidad de obrar
3.2. PLANTEAMIENTO CONSTITUCIONAL Y EXPLICACIÓN HISTÓRICA
Planteamiento constitucional
La utilidad del concepto de estado civil es más que discutible, pues realmente tal calificación no conlleva la
aplicación de un régimen normativo prefigurado y común a todos los pretendidos estados civiles. La
restricción, limitación o determinación concreta de la capacidad de obrar, se pretende explicar de forma
teórica y no atendiendo a la razón legal (ratio legis) de los preceptos específicos (ad hoc), es decir, la
protección de la persona que lo necesita, no la construcción de grupos sociales permanentes y estables.
Todo lo referido a la dignidad de la persona es un valor constitucional (art 10.1), si conectamos la idea de
dignidad con el principio de igualdad, llegamos a la conclusión de que la idea de estado civil debe
abandonarse por pertenecer al pasado.
El mantenimiento de dicho concepto se debe a la influencia del Derecho romano y la sociedad estamental
que precedió a la construcción del Derecho civil contemporáneo a partir de la Revolución francesa y la
codificación racionalista:
1. En cuanto al Derecho Romano, se basa en la trilogía status libertatis, status civitatis y status
familiae, según la cual no se era sujeto de Derecho, (es decir persona), quien no fuera libre,
ciudadano romano y no estuviera sometido al padre.
2. En cuanto al concepto medieval de status, se basa en “condición o manera en que los hombres
viven”, atribuyendo leyes distintas atendiendo a consideraciones de raza, religión, clase social…
esto constituye un desafuero histórico y un planteamiento inconstitucional. Ninguno de los dos
tiene sentido en la sociedad actual.
3.3 LA LEY DE ENJUICIAMIENTO CIVIL DE 7 DE ENERO DE 2000*
La vigente Ley de Enjuiciamiento Civil 2000 mantiene, que los procesos especiales sobre capacidad,
filiación, matrimonio y menores, que resultan totalmente compatibles con la temática tradicional
pertenecientes a los “estados civiles”.
No obstante, lo hace sin utilizar en ninguna ocasión ese término, sino que usa la denominación técnica del
asunto o cuestión que en cada caso resulte oportuno (capacidad o incapacitación, determinación o
impugnación de la filiación…).
4.- EL NACIMIENTO
4.1 REQUISITOS PARA LA ATRIBUCIÓN DE PERSONALIDAD
La adquisición de la personalidad y de la capacidad jurídica por los seres humanos tiene lugar con el
nacimiento. Por lo que desaparecen los dos requisitos que eran necesarios para la adquisición de la
personalidad del nacido; tener figura humana. Provisto de una conformación somática común, esta, no
excluye evidentemente, deformaciones o falta de miembros o extremidades, ni requiere ser constatada con
los patrones de la escultura griega y vivir 24 horas enteramente desprendido del seno materno.
4.2 EL MOMENTO DEL NACIMIENTO: PARTOS MÚLTIPLES
El nacimiento se produce en el instante mismo en que el feto se independiza de la madre. Por ello, la
legislación requiere que en la inscripción de nacimiento en el Registro Civil conste, además de la fecha, la
hora del nacimiento. No obstante, en la práctica no es de extrañar que el parte médico y la declaración de
los padres alteren levemente la hora para hacerla coincidir con algún día especial para la familia.
La determinación del momento del nacimiento adquiere particular relevancia en el caso de embarazo
múltiple (más de un hijo).
Desde el punto de vista legal, en caso de no conocerse la hora del nacimiento debe constar el orden del
nacimiento y en caso de que tampoco se conozca debe figurar como desconocido.
De todos modos, todos los hermanos son iguales ante la ley, por lo que el primogénito no tiene mayor
importancia. Sólo adquiere importancia en el caso de la Corona, la Constitución establece que la sucesión
en el trono seguirá el orden regular de primogenitura) y en los títulos nobiliarios.
4.3 EL NASCITURUS O CONCEBIDO, PERO NO NACIDO
Múltiples razones de orden familiar y sucesorio han planteado, ya desde los viejos tiempos romanos, la
necesidad de considerar la situación jurídica de quienes se encontraban gestándose en el claustro materno,
dotándoles de una especial protección.
Los modernos Códigos destinan una serie de preceptos al nasciturus para “reservarle” ciertos beneficios o
efectos favorables para el caso de que llegue a nacer y adquirir la capacidad jurídica.
Según el CC “el concebido se tiene por nacido para todos los efectos que le sean favorables, siempre que
nazca con las condiciones que expresa el artículo siguiente”. Esto también se reconoce reiterativamente en
el LEC-2000, ya que en uno de sus artículos reconoce la capacidad de las personas físicas para ser parte
en los procesos civiles y también hace lo propio para el concebido, pero no nacido, para todos los efectos
que le sean favorables.
Desde el punto de vista moral, filosófico, ético o incluso médico, puede discutirse sobre el momento
genético de la vida humana, desde el punto de vista legal no hay dudas, la personalidad se adquiere con el
nacimiento regular, conforme a los dispuesto en el CC.

4.4 LOS NONDUM CONCEPTI


La expresión latina es habitual para referirse a personas que, pese a no haber sido “aún concebidas”
pueden llegar a nacer (p.e: el hijo mayor de mi nieto). Tales personas, en principio, no pueden considerarse
como titulares de posición jurídica alguna, ni de un derecho subjetivo concreto, pues representan un
futurible.

5.- LA EXTINCIÓN DE LA PERSONALIDAD: LA MUERTE


5.1 LA MUERTE Y LA DECLARACIÓN DE FALLECIMIENTO O MUERTE PRESUNTA
Nuestro CC establece que “la personalidad civil se extingue por la muerte de las personas. También
establece la “presunción de muerte del ausente” o persona desaparecida sin que se tenga noticia alguna de
ella durante un plazo de tiempo prudencial o bien de aquellas personas que hayan participado en
campañas bélicas, sufrido naufragio o accidente aéreo y de cuya supervivencia no se tengan noticias. La
suerte del ausente o desaparecido no puede constituir una incógnita permanente y sin límite
temporal alguno, ya que las relaciones jurídicas relacionadas al ausente y, lógicamente, a terceros no
pueden quedar indefinidamente en suspenso. Para evitar esto se puede instar judicialmente la declaración
de fallecimiento, la cual establece plazos según el tipo de desaparición que sea.

5.2.DETERMINACIÓN DEL FALLECIMIENTO


Las consecuencias de la muerte como hecho físico incontestable que a todos nos ha de llegar son claras: al
extinguirse la personalidad del difunto, todas las situaciones o relaciones sociales a él pertenecientes
habrán de darse igualmente por extinguidas, por desaparición del sujeto. Su cuerpo pasa a ser cadáver y,
por consiguiente, no puede ser calificado como persona, sino como cosa. Por ello, resulta necesario
precisar el momento del fallecimiento y, en tal sentido, establece la Ley de Registro Civil 1957 que la
inscripción de defunción hace fe de la fecha, hora y lugar en que acontece la muerte, y que, para proceder a
la inscripción “será necesaria certificación médica de la existencia de señales inequívocas de muerte”, con
indicación de la causa.
Con respecto al trasplantes de órganos, se establecía que “la muerte del individuo podrá certificarse tras la
confirmación del cese irreversible de las funciones cardiorrespiratorias o del cese irreversible de las
funciones encefálicas. Será registrada como hora del fallecimiento del paciente la hora en la que se
completó el diagnóstico de muerte.

LA CONMORIENCIA
La determinación del momento de la muerte adquiere tintes de particular complejidad cuando fallecen
simultáneamente dos o más personas que tuvieran recíprocamente derecho a heredar a las otras, como
ocurriría en el supuesto típico de nuestros días: accidente aéreo, automovilístico, etc, en el que fallecen
padres e hijos.
En tales casos, tradicionalmente se solucionó el tema recurriendo a una serie de consideraciones basadas
en la fortaleza física de los conmorientes, de tal forma, entre marido y mujer, se consideraba premuerta a
ésta, atendiendo a su mayor debilidad y entre progenitores e hijos; mayores de 14 años, premueren los
padres y en menores de 14 años, premueren los hijos.

Pero el artículo 33 de nuestro Código Civil cambió la tradición, según ese artículo “si los conmorientes
fallecen de forma simultánea no tiene lugar la transmisión de derechos de uno a otro”.

No obstante, se mantiene, aunque la causa y el lugar sea distinta, siempre y cuando la muerte sea
simultánea. La norma deberá aplicarse a todo caso de duda sobre la supervivencia entre dos personas
fallecidas simultáneamente, aún en circunstancias normales o excepcionales.

Presunción de conmoriencia, entra en juego cuando existe cualquier estado de duda acerca de quién puede
haber muerto primero y será alegada tal presunción siempre y cuando a quien interese pruebe la existencia
de la duda, acreditando los hechos de los que resulte.

5.4 LA PROTECCIÓN DE LA MEMORIA DE LOS DIFUNTOS


En términos contemporáneos, la doctrina suele referirse a ello mediante la expresión de la protección de la
personalidad pretérita, se trata de proteger las cualidades o rasgos de una persona. A decir verdad, ésta
protección o la honra de nuestros muertos o difuntos ha sido un tema bastante extraño al Derecho, siendo
contemplado básicamente por normas religiosas o convenciones sociales de índole extrajurídica.
En Derecho español, hasta tiempos bien recientes, la protección de la memoria de los difuntos
prácticamente quedaba limitada al ejercicio de acciones penales por parte de sus herederos cuando
creyeran que los muertos habían sido objeto de injurias o calumnias.
La Ley Orgánica faculta para ejercitar las acciones de protección civil del honor, la intimidad o la imagen a
los herederos o parientes de las personas fallecidas previamente y en su defecto, al Ministerio Fiscal, ya
que, como reza la exposición de motivos de la propia ley : “ Aunque la muerte del sujeto de derecho
extingue los derechos de la personalidad, la memoria de aquel constituye una prolongación de esta última
que debe ser también tutelada por el Derecho.”
EJ : La STS 490/2003, de 23 de Mayo, supuesto de hecho de un accidente de circulación y, a consecuencia del cual queda aprisionado
el conductor de un vehículo, el cual fallece pocos días después. La retransmisión televisiva se ocupaba especialmente de mostrar, el
rostro del fallecido. La viuda demanda a TeleMadrid y consigue una indemnización económica por los daños morales producidos y, los
fotogramas relativos al accidentado no podían considerarse en modo alguno accesorios de la nota principal.
TEMA 6 - CAPÍTULO 10 LOS DERECHOS DE LA PERSONALIDAD
1.- INTRODUCCIÓN: DERECHOS FUNDAMENTALES Y DERECHOS DE LA PERSONALIDAD
Con las expresiones “derechos fundamentales” o “derechos de la personalidad” se suele hacer referencia a
un conjunto de derechos inherentes a la propia persona que todo ordenamiento jurídico debe respetar por
constituir, en definitiva, manifestaciones varias de la dignidad de la persona y de su propia esfera individual.
Estos derechos y su delimitación han ido incrementándose y fortaleciéndose a lo largo de los siglos en las
normas políticas básicas de los Estados europeos, desde la Carta Magna inglesa, hasta las actuales
Constituciones.
En consecuencia, la categoría de derechos a que nos estamos refiriendo han de ser considerados como un
prius respecto de la propia Constitución, en el sentido de que los derechos de la personalidad o derechos
fundamentales constituyen un presupuesto de la propia organización política constitucionalmente
establecida.
La doctrina civilista se ocupó de los derechos fundamentales de forma tardía, a partir del primer tercio del
siglo XX, aunque ahora los derechos de la personalidad son uno de los puntos fundamentales del Derecho
Civil. Por este motivo numerosa normativa recoge este tipo de derechos : La Constitución Española, Ley de Protección
Jurisdiccional de los Derechos fundamentales de la persona, Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo, de “protección civil del derecho al honor, a la intimidad
personal y familiar y a la propia imagen” y la Ley de Enjuiciamiento Civil, La Ley de Protección de Datos de Carácter Personal 15/1999, de 13 de diciembre
y el Reglamento General de Protección de Datos 2016/679 entre otras.
3.- EL DERECHO A LA VIDA
3.1. LA VIDA Y LA INTEGRIDAD FÍSICA
La protección jurídica de la persona parte del reconocimiento del derecho a la vida y a la integridad física. El
desarrollo legislativo de tal mandato constitucional exige atender a la regulación del Código Penal, aunque
resulte obvia: prohibición de homicidio, asesinato, lesiones, inducción al suicidio, etc. Aunque inicialmente el
Código Penal Militar preveía la pena de muerte en tiempos de guerra, posteriormente, la Ley Orgánica ha
declarado abolida finalmente la pena de muerte, incluso en tiempo de guerra.
Pero además de las repercusiones penales, también existe repercusiones civiles, cualquier agresión o
lesión de la vida o integridad física de la persona, aunque no constituya delito, da origen a responsabilidad
extracontractual, cuando estos derechos han sido conculcados por terceras personas.

La vida e integridad física son claramente diferenciables: la vida constituye el presupuesto de la atribución
de los derechos a una persona cualquiera; la integridad física, vendría referida a la plenitud de los atributos
físicos de una persona en vida. El derecho a la integridad física “debe entenderse como una derivación del
derecho a la vida, en intima conexión con él y ordenado a la planificación de su sentido y a la plenitud de su
desarrollo”.
Por tanto, cualquier acto relativo a la integridad física no puede considerarse directamente atentatorio contra
dicho derecho, salvo que realmente ponga en peligro injustificadamente la vida de la persona en cuestión,
ya que el derecho a la integridad física se encuentra subordinado a la vida propiamente dicha. Parece hoy
evidente, por tanto, que las intervenciones higiénicas o quirúrgicas deben ser analizadas como actuaciones
subordinadas a la subsistencia o, mejor, a la calidad de vida de las personas.

3.2. INTEGRIDAD FÍSICA Y TRASPLANTE DE ÓRGANOS


Desde el prisma físico, prestar el consentimiento para la extracción o privación de cualquier órgano
desemboca a la larga en una mutilación de los atributos físicos de una persona. Sin embargo, lo cierto es
que dicha consecuencia es contemplada por el Derecho desde diferentes perspectivas, atendiendo a la
causa que la motiva. No es lo mismo auto mutilarse para lograr la exención del antiguo servicio militar
obligatorio (conducta tipificada antes como delito por el CP) o cobrar la prima de un seguro, que consentir la
extracción o mutilación de un componente físico o fisiológico para, gratuita y altruistamente, procurar que el
trasplante del órgano permita la mejoría o la salvación de otra persona.
Las disposiciones legislativas que regulan el Trasplante de órganos establecen que el altruismo y la
solidaridad que deben caracterizar las relaciones sociales conllevan la permisividad y licitud de la cesión de
órganos, siempre que se respeten los principios legales siguientes;
1. Finalidad terapéutica o científica de la cesión de órganos o elementos fisiológicos.
2. Carácter gratuito de la cesión, con la evidente finalidad de evitar la indignidad de la comercialización
de órganos vitales.
3. Confidencialidad y protección de datos: ni los donantes ni sus familiares podrán conocer la identidad del receptor o la de sus
familiares y viceversa.
4. El donante ha de ser mayor de edad, gozar de plenas facultades mentales y de un estado de salud
adecuado.
5. Intervención judicial en el caso de donante vivo, en garantía de que el consentimiento a la
extracción se realiza de forma absolutamente libre y consciente, aparte de constar expresamente
por escrito.
El requisito establecido legalmente radica en que la persona haya manifestado expresamente en vida su
voluntad contraria a la cesión o extracción. De no existir oposición expresa, la extracción de órganos es
lícita y posible, aunque la persona en cuestión no hubiera expresado nunca en vida su voluntad favorable a
la cesión. Una vez fallecido, la voluntad de los familiares al respecto resulta intrascendente.

4.- LAS LIBERTADES


La verdadera existencia de un Estado de Derecho se evidencia en el reconocimiento de la libertad de los
ciudadanos en cuanto el libre albedrío es un atributo inherente a la persona humana que todo sistema
jurídico debe aceptar como presupuesto. En nuestra Constitución, la libertad constituye uno de los principios
inspiradores del ordenamiento jurídico y contempla diversas manifestaciones de la libertad a lo largo del
articulado:
1. Libertad religiosa y de culto.
2. Libertad personal (habeas corpus: no puedes estar detenido más de 72 horas sin ser puesto a
disposición judicial).
3. Libertad de fijación de residencia y de circulación por el territorio nacional, incluida entrada y salida
del país.
4. Libertad ideológica y de expresión.
5. Libertad de producción y creación literaria, artística, científica y técnica
6. Libertad de cátedra.
7. Libertad informativa, con su contrapunto, el derecho de rectificación.
8. Libertades públicas (derecho de reunión y manifestación y de asociación).
9. Libertad de enseñanza y de creación de centros docentes.
10. Libertad de sindicación y de huelga.
Todas estas manifestaciones de la libertad son derechos fundamentales. La libertad se manifiesta en todos
y cada uno de los sectores del Derecho, tanto público como privado, es más, la idea de libertad individual se
hizo realidad antes en los textos de Derecho Privado que en los de Público. Desde el punto de vista
iusprivatista, la libertad es indiscutiblemente un derecho de la personalidad de carácter básico.

5.- LA INTEGRIDAD MORAL Y LA ESFERA RESERVADA A LA PERSONA


5.1 INTRODUCCIÓN
El CC considera el derecho que tenemos todos a la integridad moral, entendida como el reconocimiento de
la propia dignidad y al respeto y consideración por parte de los demás miembros de la comunidad.
Tal derecho genérico se plasma en la propia Constitución en el art. 18.1: “se garantiza el derecho al honor, a
la intimidad personal y familiar y a la propia imagen”; precepto que, a su vez, ha sido desarrollado por la Ley
Orgánica 1/1982 de protección civil del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia
imagen. Estos derechos también son objeto de protección penal, aunque actualmente casi todos los
procesos de este tipo son civiles.
La verdadera importancia de la Ley Orgánica radica en que haya delito o no, las reglas indemnizatorias son
las mismas, las cuales se separan de las generales en materia de responsabilidad extracontractual.

5.2 HONOR, INTIMIDAD E IMAGEN


Estos conceptos son muy difíciles de definir, se dice que son metajurídicos o prejurídicos. La Ley Orgánica
del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen regula tales derechos, pero no
los define, pero al regularlos pasan a ser jurídicos y es necesario concretarlos.
La Ley Orgánica del Derecho al Honor, a la Intimidad personal y familiar y a la Propia Imagen se encarga de
subrayar que las ideas sobre el honor, la intimidad y la imagen son contingentes y variables, dependiendo
del momento y de las circunstancias sociales de cada época.

Honor : Desde el punto de vista positivo, se define como la estimación y el respeto que la persona se
profese a sí misma y que le reconozca la comunidad en que se desenvuelve .
Desde el punto de vista negativo, es más fácil identificar los actos por los que una persona queda
deshonrada. La jurisprudencia no da un concepto teórico y general del honor, lo identifica con la fama,
consideración, dignidad, reputación, crédito, sentimiento de estimación, prestigio…

Intimidad personal y familiar La intimidad personal (y familiar) : debe identificarse con el ámbito de
actuación de cualquier persona (y familia) intrascendente para los demás y que debe ser respetado por
todos. La intromisión en el círculo privado de cualquiera o la revelación pública de datos íntimos de carácter
personal o familiar deben considerarse conductas atentatorias contra la intimidad personal.

La propia imagen : El derecho a la propia imagen significa que para hacer pública la representación gráfica
de cualquier persona, mediante cualquier procedimiento técnico de reproducción, es necesario contar con
su consentimiento.

Estos tres derechos han de ser considerados derechos de la personalidad y simultáneamente derechos
fundamentales. No obstante, simplemente reseñar que la libertad de información de los medios de
comunicación prevalece sobre los derechos al honor, intimidad y propia imagen de una persona, siempre
que se den dos presupuestos: la relevancia pública de la información y la veracidad de la información
transmitida, entendiendo por veracidad la razonable diligencia por parte del informador para contrastar la
noticia aun cuando la información, con el transcurso del tiempo, pueda ser desmentida o no resultar
confirmada.
5.3 PRIVACIDAD PERSONAL Y LIBERTAD INFORMATIVA
Los tribunales de justicia (y en particular el Tribunal Supremo) han sido siempre muy reacios a otorgar
indemnizaciones por la vulneración de tales derechos, argumentando generalmente que el derecho a la
información es superior a los derechos de la personalidad. Pero tras varias sentencias, finalmente la STS1ª
518/2012, de 24 de julio, relativa a una demanda de la actriz conocida como Elsa Pataky contra una serie
de medios de comunicación que fueron condenados a indemnizarla con más de cuatrocientos mil euros por
haber captado indebidamente imágenes en un posado realizado por la actriz para otra revista del corazón.

En la misma línea la STS 538/2016, de 14 de septiembre de 2016, condenó a una revista del corazón a
indemnizar a la actriz Penélope Cruz por la publicación de imágenes debido a la apreciación de intromisión
ilegítima en sus derechos fundamentales a la propia imagen y a la intimidad.

En este sentido, la STS de 15 de febrero de 2017 entiende que el ejercicio del derecho a la libertad de
información no legitima la publicación no consentida de una imagen obtenida de un perfil de Facebook ya
que la imagen no queda excluida del ámbito protegido por el derecho a la propia imagen y se necesita el
consentimiento expreso del titular para publicarla.

No obstante, las libertades de información y de expresión siguen ocupando una posición importante, y, en
general, según ha fijado el Tribunal Supremo, la libertad de información prevalece sobre los derechos al
honor, intimidad y propia imagen de una persona siempre que se den los presupuestos de:
relevancia pública de la información y veracidad de la información transmitida.

5.4 LA LESIÓN DE LA ESFERA RESERVADA DE LA PERSONA: LAS INTROMISIONES ILEGÍTIMAS


Al ser el honor, la intimidad y la imagen tan difíciles de definir, el propio legislador ha procurado prestar
particular atención a la enumeración de los actos que pueden considerarse atentatorios contra tales
derechos. Los actos que pueden ser atentatorios contra el derecho al honor, la intimidad y la imagen son
llamados intromisiones ilegítimas y se encuentran relacionadas en el extenso artículo 7 de la Ley.
En la práctica cabe que los derechos de honor, intimidad e imagen sean lesionados en virtud de otras
circunstancias que, pese a no encontrarse legalmente determinadas, han de ser consideradas intromisiones
ilegítimas. El elenco legal sería el emplazamiento en cualquier lugar de aparatos de escucha, de filmación,
de dispositivos ópticos, o de cualquier otro medio apto para grabar o reproducir la vida íntima de las
personas y la utilización de aparatos de escucha, dispositivos ópticos o de cualquier otro medio para el
conocimiento de la vida íntima de las personas o de manifestaciones o cartas privadas no destinadas a
quien haga uso de tales medios, así como su grabación, registro o reproducción.
Cabe destacar que, la grabación de conversaciones entre abogado y cliente vulnera el Convenio Europeo
de Derechos Humanos, al considerar que la interceptación de conversaciones entre abogado y cliente
afecta a la confidencialidad.

2. En particular, el derecho a la propia imagen no impedirá:


a) Su captación, reproducción o publicación por cualquier medio cuando se trate de personas que ejerzan
un cargo público o una profesión de notoriedad o proyección pública y la imagen se capte durante un acto
público o en lugares abiertos o públicos. b) La utilización de caricaturas de dichas personas de acuerdo con
el uso social. c) La información gráfica sobre un suceso o acontecimiento público cuando la imagen de la
persona aparezca como algo accesorio.
TEMA 7 CAPÍTULO 11 LA CAPACIDAD DE OBRAR: LA EDAD Y EL SEXO
1.- LA MAYORÍA DE EDAD Y LA PLENA CAPACIDAD DE OBRAR
1.1. INTRODUCCIÓN: LA REDUCCIÓN A LOS DIECIOCHO AÑOS
Llegar a la mayoría de edad significa, de forma automática (por el mero transcurso del tiempo e inexistencia
de enfermedades o deficiencias que impidan a la persona gobernarse por sí misma), adquirir la plena
capacidad de obrar, o posibilidad de ejercitar por sí misma los derechos y obligaciones pertenecientes a la
persona. El CC establece que “el mayor de edad es capaz para todos los actos de la vida civil”, aunque la
realidad es que es capaz de gobernarse y es responsable de sí mismo en todas las ramas del Derecho y no
solo en la “vida civil”. Existen excepciones, como que los menores de 25 años no podrán adoptar.
Con la Constitución de 1978, la mayoría de edad se rebajó de los 21 años a los 18 años, estableciendo que
“los españoles son mayores de edad a los dieciocho años”.

1.2. LA OCCASIO LEGIS DE LA REDUCCIÓN A LOS DIECIOCHO AÑOS


Occasio legis: Condiciones que generaron la ley.
Durante el proceso constituyente, se estableció por los parlamentarios la mayoría de edad a los 18 años,
aunque inicialmente había dos posturas.

Por un lado, la UCD y Alianza Popular querían establecer la mayoría de edad política y dejar a la ley
ordinaria el establecimiento de las distintas edades capacitadoras en cada sector del ordenamiento jurídico.
Por otro lado, Los Socialistas y la Minoría Catalana mantuvieron la postura de que la mayoría de edad a los
18 años a todos los efectos, ya que podría darse la incongruencia de poder ostentar un cargo público
estando sometido a la patria potestad, además existía la necesidad de reconocer la plena incorporación de
la juventud a la vida ciudadana.

Así que en1978 se publica en el BOE el Real Decreto-Ley que establece en su artículo 1 ,con efectividad
inmediata, la mayoría de edad a los 18 años para todos los españoles. El apresuramiento en la publicación
se debía a que de esta forma se ampliaba el número de posibles votantes para el referéndum, ya que el 6
de diciembre de 1978 se aprobaría la Constitución Española.
Además, según la situación legislativa del momento, reducir el límite de la mayoría de edad, no sólo era
conveniente y oportuno, sino que era una cuestión lógica, ya que, por ejemplo, La Ley General de
Educación daba por finalizado el proceso de instrucción mucho antes, el Código de Circulación vigente
señalaba los 18 años como edad para la conducción de automóviles y a los 18 años también podían asistir
a espectáculos de todo tipo, tanto las disposiciones militares como la Ley de Caza implicaban la utilización
lícita de armas por menores de 21 años, la vieja Ley de Contrato de Trabajo otorgaba capacidad contractual
en el ámbito laboral a partir de los 18 años y el Código Penal establecía la responsabilidad penal
relativamente atenuada a los 16 años y plena a los 18.

1.3. LA CONSTITUCIONALIZACIÓN DE LA MAYORÍA DE EDAD


Tradicionalmente la mayoría de edad ha sido cuestión extraña a los textos constitucionales y lo sigue siendo
en la mayor parte de los países. La inserción de este apartado en la Constitución ha tenido opiniones
contrarias.
Por lo general, juristas y políticos conservadores, utilizaban argumentaciones que hacían hincapié en que la
mayoría de edad nunca había sido materia constitucional y que la mayor flexibilidad de la legislación
ordinaria permite adecuarla mejor a la realidad concreta. Insistían en que era inoportuno conseguir
contitucionalmente una “unificación de edades” y debería dejarse, una vez terminada la aprobación de la
Constitución, a cada rama del Derecho el establecimiento de la edad capacitatoria para la actividad social
regulada. Se resaltaba el carácter rígido de nuestra Constitución y se argumentaba con la hipótesis de tener
que llevar a cabo una reforma constitucional por una simple cuestión cronológica.

En la historia jurídica reciente, las Constituciones son cada vez más completas y cualquier extremo social
importante merece una referencia constitucional. Además, con la regulación constitucional se da coherencia
interna al Ordenamiento jurídico con una única mayoría de edad, frente a las múltiples edades
capacitadoras o habilitadoras características del áncien régime.

La aparición de nuevas ramas del Derecho y sus consiguientes textos legislativos optan por señalar
barreras cronológicas de capacitación no coincidentes con la mayoría de edad general que se establece en
el Código Civil.
2.-LA MINORIA DE EDAD
Tradicionalmente el menor de edad era total y absolutamente incapaz (término que conviene no confundir
con incapacitado) para realizar actos con eficacia jurídica.
De forma muy certera, este planteamiento ha sido objeto de crítica (F. De Castro), negando la “incapacidad
general” del menor, ya que no concuerda muy bien con la realidad práctica, en la que los menores (al
menos cuando dejan de ser niños, en sentido estricto) se desenvuelven por sí solos con relativa frecuencia
celebrando contratos de continuo (transacciones elementales: compra de chucherías y material escolar,
transporte urbano) y nadie duda de su capacidad para entender su alcance y manifestar una voluntad libre y
vinculante. A medida que la edad a aumenta hasta aproximarse a los límites de la mayor edad, la gama de
contratos realizados por el menor y su complejidad y cuantía económica aumenta.

2.1. LA ADQUISICIÓN GRADUAL DE LA CAPACIDAD: LA LEY 11/1981


La Ley 11/1981, modificó los preceptos del Código Civil relativos al menor, reconociéndole una cierta
capacidad, aunque limitada. El Derecho positivo ha acabado por reconocer que la adquisición de la
capacidad de obrar es gradual y paulatina. Cabe recordar que, el menor puede realizar por sí mismo
determinados actos, de acuerdo con las leyes y sus condiciones de madurez.

Dicho planteamiento, se encuentra reforzado actualmente, tras la reforma del artículo en el CC,
determinando que los menores no emancipados podrán prestar consentimiento en aquellos contratos que
las leyes les permitan realizar por sí mismos o con asistencia de sus representantes, y los relativos a bienes
y servicios de la vida corriente propios de su edad de conformidad con los usos sociales.

Por un lado, el menor que haya cumplido dieciséis años podrá administrar por sí mismo los bienes que haya
adquirido con su trabajo o industria. Por otro lado, los padres no podrán disponer de los derechos de que
sean titulares los hijos, ni de sus bienes inmuebles, objetos preciosos o valores mobiliarios, salvo que
cuenten con el consentimiento del menor que haya cumplido 16 años (expresado necesariamente en
documento público) o con autorización judicial.
Igualmente es necesario el consentimiento del menor que haya cumplido 16 años cuando sus padres
pretendan emanciparle.
Por otro lado, la alteración del orden de los apellidos de los menores de edad requerirá su aprobación en
expediente registral si tuvieren “suficiente juicio” debiendo ser oídos.

2.2. LA LEY DE PROTECCIÓN DEL MENOR


La Ley Orgánica 1/1996 de protección jurídica del menor, pretende resaltar la adquisición gradual de la
capacidad de obrar de los menores. Los artículos iniciales consideraron algunos aspectos no necesarios
conforme al sistema constitucional y el ordenamiento positivo.
La Ley reconoce a los menores los derechos al honor, a la intimidad y a la propia imagen. Por otro lado,
también recoge el derecho a la libertad ideológica, a la libertad de expresión y a ser oídos.

En conclusión, Ley Orgánica 1/1996 ha sido objeto de una amplia revisión por la Ley 26/2015, y por la Ley
Orgánica 8/2015, también denominada de modificación del sistema de protección a la infancia y a la
adolescencia. Esta última refuerza el principio del interés superior del menor y contempla la posibilidad de
su ingreso en centros de protección específicos para menores con problemas de conducta en los que esté
prevista la utilización de medidas de seguridad y de restricción de libertades o derechos fundamentales.

3.- LA EMANCIPACIÓN
3.1. MAYORÍA DE EDAD vs EMANCIPACIÓN
Emancipar o emanciparse equivale a independizar o independizarse, aunque no se haya llegado aún a la
mayoría de edad, de la patria potestad o tutela a la que en principio está sujeto el menor de edad. Según
ello, la mayoría de edad no sería, propiamente hablando, una causa de emancipación, sino sencillamente el
acceso a la plena y general capacidad de obrar, aunque con anterioridad se hubiera conseguido la
emancipación. Sin embargo, la configuración del tema por parte del Código Civil es diferente, entiende que
la primera causa de la emancipación es alcanzar la mayoría de edad.
El planteamiento del Código es, sin embargo, erróneo e induce a la confusión por varias causas. Por un
lado, la mayoría de edad atribuye plena capacidad de obrar. Coloquialmente nadie dice se ha emancipado
por mayoría de edad, se dice que es mayor de edad. Por otro lado, la emancipación sitúa al menor
emancipado en una posición intermedia de capacidad, entre el menor y el mayor de edad.
Hoy en día entre la capacidad limitada del menor y la mayoría de edad rebajada a los 18 años, la necesidad
de la emancipación es bastante marginal y se da con escasa frecuencia.

3.2. CLASES DE EMANCIPACIÓN.


La emancipación puede tener lugar por diferentes causas
A ) La emancipación por concesión paterna.
• Los progenitores consideran oportuno conceder la situación de emancipado a un hijo menor de edad (debe instrumentarse en
escritura pública o mediante comparecencia ante el Juez del Registro). • Requisito: El hijo deberá contar inexcusablemente con 16
años cumplidos y debe presentar su consentimiento a la emancipación ante el Notario o Juez. Tal emancipación sólo podrá inscribirse
(como inscripción marginal de la de nacimiento) en virtud de escritura o de comparecencia ante el Encargado del Registro.
B ) La emancipación por concesión judicial o beneficio de la mayor edad
• El menor con 16 años cumplidos es quien solicita al Juez la concesión de la emancipación.
• En caso de que el menor está sometido a patria potestad se habla de conceder la emancipación, para lo que debe haberse producido
alguno de los supuestos de hecho del artículo 320:
o Que el progenitor que ejerce la patria potestad contraiga nuevo matrimonio o conviva de hecho con persona distinta al otro
progenitor. o Que los padres vivan separados. o Que el ejercicio de la patria potestad se vea gravemente entorpecido, casi siempre en
situaciones previas a la crisis matrimonial (separación, divorcio…). • En caso de que el menor esté sometido a tutela:
o Se habla de conceder el beneficio de la mayor edad. o La solicitud debe ser fundada.
C ) La emancipación por matrimonio
Según establecía el Art. 316 (derogado): “el matrimonio produce de derecho la emancipación”, sin la necesidad de requisito
complementario alguno. La razón de este supuesto (en palabras del profesor Lacruz Berdejo) es que “Quien por el matrimonio
constituye una nueva familia, no ha de seguir sujeto a otra autoridad familiar”.
A partir de los 14 años, según el artículo 48.2, el Juez de Primera Instancia podía autorizar el matrimonio después de oír al menor y a
los padres o guardadores. La aprobación de la Ley 15/2015, de jurisdicción voluntaria, también ha derogado dicha dispensa de edad
para contraer matrimonio.
D ) La emancipación por vida independiente (emancipación de hecho).
Art. 319: “se reputará para todos los efectos como emancipado al hijo mayor de 16 años que, con el consentimiento de los padres,
viviere independientemente de éstos. Los padres podrán revocar este consentimiento”.
La situación de independencia del menor es revocable, frente al resto de clases de emancipación que tienen naturaleza
irrevocable.
3.3. EFECTOS DE LA EMANCIPACIÓN
En general la emancipación sitúa al menor emancipado en una situación de capacidad intermedia desde el
punto de vista patrimonial. Por ese motivo según el CC, hasta que llegue a la mayoría edad, el emancipado
no podrá tomar dinero a préstamo (pero sí prestar dinero o recibir en préstamo cualesquiera otros tipos de
bienes distintos al dinero). Ni tampoco podrá enajenar o gravar bienes inmuebles o establecimientos
mercantiles o industriales u objetos de extraordinario valor sin consentimiento de sus padres y, a falta de
ambos, sin el de su curador.

El código establece una regla especial en caso de matrimonio: para que el casado menor de edad pueda
enajenar o gravar bienes inmuebles que sean comunes, basta el consentimiento de los dos siempre que el
otro cónyuge sea mayor de edad. Si el otro cónyuge es menor también, se necesita el consentimiento
padres o tutores de ambos.
Por lo tanto, en el supuesto en el que solo uno de los cónyuges es mayor de edad, el consentimiento de
este sustituye a los padres o al curador, pudiendo entenderse por tanto que igualmente podrá tomar dinero
a préstamo con el consentimiento de su cónyuge mayor de edad.

Fuera de los aspectos patrimoniales, el menor emancipado tiene una capacidad asimilable a la de mayor de
edad, es decir, capacidad plena para regir su persona como si fuera mayor.

TEMA 7 CAPÍTULO 12 CAPACIDAD, DISCAPACIDAD Y CARGOS TUITIVOS


1.- CAPACIDAD E INCAPACITACIÓN
1.4. LA DECLARACIÓN JUDICIAL DE INCAPACITACION
Privar a una persona de la capacidad de obrar, es decir, incapacitar, es una cuestión muy grave que sólo la
autoridad judicial puede realizar. El Juez, tras el correspondiente proceso, regulado por la Ley de
Enjuiciamiento Civi, mediante sentencia basada en las causas establecidas CC, según el cual son causas
de incapacitación las enfermedades o deficiencias persistentes de carácter físico o psíquico, que impidan a
la persona gobernarse por sí misma.

En este sentido, la ley nos dice que, la incapacitación declarada por la sentencia puede ser total o parcial.
Es GRADUABLE. Hay que determinar los límites y extensión de la incapacidad y el régimen de tutela o
guarda, así como la necesidad de internamiento. Por otro lado, la sentencia por la que se declara la
incapacitación es revisable, dado que las condiciones físicas o psíquicas del incapacitado pueden variar
(mejorando o empeorando). En caso de variación se puede iniciar un nuevo proceso que deje sin efecto o
modifique la incapacitación ya establecida.

1.5. EL INTERNAMIENTO DEL PRESUNTO INCAPAZ


Con anterioridad, en España era posible el internamiento forzoso en hospitales y manicomios con un mero
control administrativo, esto es, sin existir declaración judicial de incapacitación.

Esto cambió con la Ley que instauraba el control judicial de los internamientos forzosos. Según esta Ley, se
requería la previa autorización del Juez, salvo razones de urgencia que avalen el inmediato internamiento
del que se dará cuentas al Juez en el plazo de 24 h. Pese a las buenas intenciones de la norma, las claras
carencias del artículo lo convirtieron en blanco de críticas diversas.A partir de la entrada en vigor de la LEC
2000, se regula el internamiento no voluntario por razón de trastorno psíquico.

El internamiento, por razón de trastorno psíquico, de una persona que no esté en condiciones de decidirlo
por sí, aunque esté sometida a la patria potestad o a tutela, requerirá autorización judicial, salvo como ya
hemos mencionado antes, en casos de urgencia y dentro del plazo de 24 horas, que deberá efectuarse en
el plazo máximo de setenta y dos horas desde que el internamiento llegue a conocimiento del Tribunal.

Por otro lado, el internamiento de menores se realizará siempre en un establecimiento de salud mental
adecuado a su edad, previo informe de los servicios de asistencia al menor.

Antes de conceder la autorización o de ratificar el internamiento que ya se ha efectuado, el tribunal oirá a la


persona afectada por la decisión, al Ministerio Fiscal y a cualquier otra persona cuya comparecencia estime
conveniente o le sea solicitada por el afectado por la medida. La decisión que el tribunal adopte en relación
con el internamiento será susceptible de recurso de apelación.

Los informes periódicos serán emitidos cada seis meses, a no ser que el tribunal, atendida la naturaleza del
trastorno que motivó el internamiento, señale un plazo inferior. Recibidos los referidos informes, el tribunal,
previa la práctica, en su caso, de las actuaciones que estime imprescindibles, acordará lo procedente sobre
la continuación o no del internamiento.

2.- LA PRODIGALIDAD
Se trata de una conducta personal caracterizada por la habitualidad en el derroche o disipación de los
bienes propios, malgastándolos de forma desordenada.
Actualmente, no constituye, propiamente hablando, una causa de incapacitación. Sólo podrán promover el
correspondiente juicio el cónyuge, los descendientes o ascendientes que (por no poder atender su propia
subsistencia) perciban alimentos del presunto pródigo o se encuentren en situación de reclamárselos y los
representantes legales de éstos. En caso de que tales familiares no existan o, existiendo, no tengan
derecho a alimentos, cada uno es libre de gastar o malgastar cuanto le venga en gana.
El pródigo, no es técnicamente un incapacitado, ni se encuentra sometido a tutela, sino a curatela respecto
a los actos de carácter patrimonial. El pródigo no se ve privado de la capacidad de obrar ni actúa a través
del curador, sino que sencillamente ha de contar con la asistencia de éste para realizar aquellos actos
determinados en la sentencia, ya que de lo contrario, éstos carecerían de validez. Los demás actos podrán
realizarlos por sí mismo.

Actualmente, la prodigalidad está regulada por la Ley de Enjuiciamiento Civil del 2000, aunque mantiene
inalterable la regulación que contenía el CC, aunque han sido derogados algunos artículos.
TEMA 8 CAPÍTULO 13 LA AUSENCIA Y LA DECLARACIÓN DE FALLECIMIENTO
1.- FUNDAMENTO DE LAS INSTITUCIONES RELATIVAS A LA AUSENCIA EN SENTIDO AMPLIO.
Se denomina ausente a quien, además de encontrarse fuera del lugar en que habitualmente desarrolla su
vida ordinaria, ha desaparecido sin dejar noticias o sin comunicarse con sus allegados y familiares. Se
desconoce su paradero e incluso si sigue vivo, con independencia de que sea algo deliberado por parte del
ausente o involuntario.
La suerte del ausente o desaparecido no puede constituir una incógnita permanente y sin límite temporal
alguno. Aparte del dato puramente afectivo, es evidente que las relaciones jurídicas relativas al ausente no
pueden quedar indefinidamente en suspenso.

Para evitar la perpetuación de tales incógnitas, el sistema jurídico reacciona estableciendo una serie de
normas. A tal efecto, nuestro Código establece una serie escalonada de medidas que, comenzando por una
representación interina y provisional de los intereses del ausente puede concluir con la declaración de
fallecimiento del desaparecido, a partir de la cual el ausente puede ser considerado oficialmente muerto.
La declaración de ausencia y fallecimiento son especialmente importantes y graves en periodos de
inestabilidad social (revoluciones, terremotos, maremotos, guerras, etc.) en los que el cauce de la vida
ordinaria queda roto y acaba por desconocerse la suerte de una serie de personas.
Las consecuencias de la guerra civil española provocaron la necesidad de sustituir el texto originario del CC
por una redacción mas cuidada y completa ante la gran cantidad de desapariciones.
Actualmente, la ley ha modificado la regulación de la declaración de fallecimiento de los desaparecidos con
ocasión de naufragios y siniestros, siendo su principal misión acortar los plazos establecidos en la
regulación anterior para llevar a efecto la declaración de fallecimiento, tratando de evitar las consecuencias
perniciosas para las familias de los pescadores muertos en la mar, sea por naufragio o por caídas al mar.

2.- MEDIDAS PROVISIONALES EN CASO DE DESAPARICIÓN DE LA PERSONA


2.1 EN GENERAL: PRESUPUESTOS Y REQUISITOS
Ante una eventual e injustificada desaparición, la primera medida que adopta el Código Civil es la
posibilidad de designación de un defensor del desaparecido, para que, interina o transitoriamente, atienda
los asuntos más urgentes del desaparecido.
Dicha designación tiene carácter provisional, ya que, transcurrido un año de la desaparición o de las últimas
noticias, las medidas provisionales llevadas a cabo deberían ser sustituidas por las correspondientes a la
situación de ausencia legal.

El nombramiento del defensor del desaparecido no requiere que haya transcurrido plazo alguno desde la
desaparición y carencia de noticias, pues precisamente basta la incógnita (aunque sea meramente
provisional) sobre la posibilidad de que los asuntos del desaparecido sean desatendidos.

Por lo tanto, si el desaparecido estuviera ya representado por un apoderado con facultades de


administración de sus bienes, será él quien atienda sus asuntos, no siendo necesario la figura del defensor.

2.2 EL DEFENSOR DEL DESAPARECIDO


Según el CC, el defensor nato del desaparecido será su cónyuge, siempre que sea mayor de edad y que no
haya habido separación de legal (se entiende que en caso de separación de hecho el cónyuge deja de ser
“representante y defensor nato del desaparecido” ya que no tienen intereses coincidentes).
En caso de falta o inexistencia de éste, habrá de ser nombrado el pariente más próximo hasta el cuarto
grado también mayor de edad.
Si no existiera ninguno de los familiares considerados, el CC dispone que “el Secretario Judicial (LAJ)
nombrará persona solvente y de buenos antecedentes, previa audiencia del Ministerio Fiscal”.
Inicialmente las funciones del defensor deben entenderse limitadas al amparo y representación del
desaparecido. Asume, pues, el defensor funciones puramente cautelares y legalmente muy delimitadas.
Sin embargo, en contra de semejante planteamiento del tema, el propio artículo faculta al Secretario
Judicial para que adopte las providencias necesarias a la conservación del patrimonio del desaparecido.

Parece que en definitiva será el propio decreto del Secretario Judicial (LAJ) el que delimitará la extensión de
las facultades del defensor, en dependencia de las circunstancias concretas del caso.

3- LA DECLARACIÓN DE AUSENCIA LEGAL


El nombramiento de defensor tiene carácter provisional y constituye, en términos coloquiales, un primer
paso para atender a los asuntos del presunto desaparecido, que no puede prologanrse indefinitidamente.
En consecuencia, si transcurre un determinado período de tiempo sin que reaparezca el presunto ausente o
se tengan nuevas noticias del desaparecido, la mayor parte de los sistemas jurídicos tratan de promover
una segunda fase en el tema que nos ocupa, conocida en nuestro sistema como declaración de ausencia
legal, la cual se formaliza a través de un decreto del Secretario Judicial, que podrá adoptar las medidas que
considere necesarias, así como también ordenar publicar dos veces la resolución de admisión mediante
edictos, con intervalo mínimo de 8 días en la forma establecida en la LEC, en el BOE y en el tablón del
ayuntamiento de la localidad en la que el ausente tuviese su último domicilio.

Aunque idealmente podemos configurar la declaración de ausencia legal como una segunda fase del
conjunto de actividades dirigidas a la declaración del fallecimiento, hay que reseñar que al igual que la
declaración de ausencia legal no requiere de la previa designación del defensor del desaparecido, tampoco
tiene por qué verse seguida necesariamente por la declaración de fallecimiento, de hecho, durante la etapa
de ausencia legal pueden producirse eventualidades que hagan innecesaria la declaración de fallecimiento.

3.1 REQUISITOS EXIGIDOS PARA PROCEDER A LA DECLARACIÓN DE AUSENCIA LEGAL:


Art.183: “la situación legal de ausencia” del desaparecido comienza transcurrido 1 año desde las últimas
noticias o de la desaparición de la persona que no hubiere designado o tuviere nombrado un apoderado
general y transcurridos 3 años, en caso de existencia de apoderado general del desaparecido.

La existencia de un apoderado general permite suponer fundadamente que aquel atenderá a todos los
asuntos relativos a su representado y que la desaparición o ausencia de una persona no tiene por qué
provocar peligro para su patrimonio y los asuntos en que pueda estar interesado.

3.2 PERSONAS LEGITIMADAS PARA PROMOVERLA:


El código civil es sumamente generoso en la legitimación para instar la declaración de ausencia legal,
pudiéndo distinguir entre; personas facultadas y personas obligadas a promover el expediente de
declaración de ausencia legal. Sin embargo, el carácter imperativo del art. 182, en relación con las personas
obligadas, no es operativo, ya que no se establecen sanciones en el caso de incumplimiento de la
obligación.
Las personas obligadas a promover una declaración de ausencia legal son; el cónyuge no separado
legalmente o la persona unida a este por relación, los parientes consanguíneos hasta el cuarto grado. En la
actualidad no debe excluirse el parentesco adoptivo, y el Ministerio Fiscal, de oficio o a virtud de denuncia.

3.3. EFECTOS DE LA DECLARACIÓN LEGAL DE AUSENCIA:


El efecto principal de la declaración de ausencia legal es el nombramiento de un representante.
También determina que la patria potestad será ejercida exclusivamente por el cónyuge presente.
Según el CC, aunque desde un inicio el régimen matrimonial hubiese sido otro, con previa autorización del
juez, el conyuge del ausente tendrá derecho a la separación de bienes.

3.4 EL REPRESENTANTE LEGAL DEL AUSENTE


La LJV indica que el Secretario Judicial dictará decreto de declaración legal de ausencia y nombrará el
representante del ausente con arreglo a lo dispuesto en el Código Civil, demostrando así que, a lo largo del
expediente de declaración de ausencia legal, debe considerarse el fundamental aspecto del nombramiento
del representante. Según el CC, éste puede pertenecer a dos grupos diferentes: los legítimos y los dativos.
Pueden identificarse como representantes legítimos los que son familiares del ausente; mientras que las
personas extrañas al círculo familiar merecerían la calificación de dativos.

Los representantes legítimos pueden ser; el cónyuge presente, mayor de edad, no separado legalmente o
de hecho, cualquiera de los hijos mayores de edad, siendo preferidos los que convivan con el ausente y
dentro de ellos el de mayor edad, el ascendiente más próximo de menor edad (padre, abuelo...) con
independencia de que pertenezca a la línea paterna o materna y los hermanos mayores de edad que
convivan familiarmente con el ausente, siendo preferente el mayor de ellos.
El orden de prerelación vincula al Secretario Judicia, quien sólo podrá alterarlo si aprecia un motivo grave
que si lo aconseje. Cabe destacar que, los hermanos del ausente tienen restringidas ciertas atribuciones,
por lo que nos referiremos a ellos como representantes legítimos impropios.
El representante dativo, en caso de inexistencia (o ineptitud) el CC faculta a que el Secretario Judicial
pueda designar, de representante dativo del ausente a cualquier ''persona solvente de buenos
antecedentes”. No ha de tener entronque familiar con el ausente (aunque puede tenerlo) y su nombramiento
es subsidiario (o de segundo orden).
Con respecto a las funciones y obligaciones del representante, una vez designado, al representante del
ausente le corresponde;la representación del declarado ausente, la pesquisa de su persona, la protección y
administración de sus bienes y el cumplimiento de sus obligaciones. Asimismo, es una representación de
carácter general en el sentido de que el representante debe asumir las funciones y decisiones que
corresponderían al declarado ausente si se encontrare presente (a excepción de las personalísimas y por
tanto intransferibles –patria potestad, derechos políticos etc.)
Por otro lado, cabe destacar que los representantes legítimos propios tienen amplias factuldades de
administración. En cambio, los impropios y dativos deben; prestar garantía o fianza que el Secretario
Judicial considere pertinte, rendir cuentas semestralmente al juzgado y sólo pueden realizar los actos de
administración hasta la cuantía que señale el Secretario Judicial en cada caso.

Los representantes legítimos reciben una retribución que depende de sus aptitudes y capacidades técnicas
para administrar el patrimonio del ausente. El Secretario Judicial deberá fijar un porcentaje atendiendo a la
situación económica del patrimonio del ausente y las cargas familiares que pesen sobre el mismo, a los
representates legítimos impropios sólo se les puede conceder un máximo de dos tercios de los productos
líquidos, y en el caso de representación dativa, sólo tienen derecho a la retribución fijada para el tutor.
Actualmente, se obliga al Secretario Judicial a fijarla teniendo en cuenta el trabajo realizado y el valor y
rentabilidad de los bienes, así como también procurando que la cuantía no baje del 4% ni exceda del 20%.

4.- LA DECLARACIÓN DE FALLECIMIENTO


Supone la tercera y definitiva fase del desaparecido. No es que se contraste la desaparición de la persona,
ni que se declare su condición de ausente legal, sino que, finalmente, en ella se le da por muerto, aunque
realmente no haya garantía cierta de que el ausente haya fallecido. La declaración de fallecimiento supone
una presunción: no excluye la reaparición del declarado fallecido, pero mientras no ocurra se le considera
muerto.
Las medidas provisionales, la declaración de ausencia y la de fallecimiento no constituyen fases
necesariamente encadenadas; pueden promoverse sin haberse producido unas u otras.

4.1 REQUISITOS EXIGIDOS


Respecto de la declaración de fallecimiento, los requisitos establecidos se identifican con el transcurso de
ciertos periodos temporales que permiten, fundamentalmente, presumir la muerte del ausente, siendo
suficientemente amplios tales plazos.
Los arts. dedicados por el CC a los plazos de ausencia advierten la necesidad de atender al momento
cronológico de la desaparición de la persona ha de considerarse aplicable la Ley 4/2000, hay que hacer
síntesis de los mismos.
Por un lado, con respecto a la ausencia cualificada, el anterior plazo de dos años que establecía el CC ha
sido drásticamente reducido.
Tras la aprobación algunas leyes, el plazo de dos años (se mantiene en vigor respecto de la participación en
campañas bélicas) siendo sustituido por; 1 año para los supuestos de violencia contra la vida, 3 meses en
caso de siniestro sin noticias desde su cesación, entendiendo por siniestro, en contraposición a la violencia,
cualquier suceso ajeno a la acción del hombre (catástrofes naturales, incendios, accidentes etc.) y 1 mes en
el caso de presunción de siniestro de nave por naufragio o desaparición por inmersión en el mar o siniestro
de aeronave.
En caso de comprobación o evidencias de que no haya supervivientes la declaración de fallecimiento podrá
ser inmediata, o bien de 8 días si a falta de dichas evidencias se hubieran encontrado restos humanos que
no hayan podido ser identificados.

Por otro lado,en la ausencia simple, la exigencia temporal se eleva diez años, si bien dicho plazo se reduce
a la mitad si al expirar los cinco primeros años el ausente hubiere cumplido ya 75 años.
Los plazos indicados se computarán desde la expiración del año natural en que se tuvieron las últimas
noticias, o, en su defecto, del año en que ocurrió la desaparición.

4.1 EFECTOS DE CARÁCTER PATRIMONIAL


La declaración de fallecimiento dará lugar a que la herencia del fallecido, conforme a las reglas generales
en la materia, salvo algunas excepciones, pase a sus herederos. Tales excepciones son una consecuencia
de la posibilidad de reaparición del fallecido y tienen una clara función cautelar:
a) Los herederos están obligados a realizar ante notario un inventario detallado de los bienes muebles y una
descripción de los inmuebles del declarado fallecido.
b) Los herederos no podrán disponer a título gratuito (donar) hasta cinco años después de dichos bienes,
aunque sí podrán hacerlo a título oneroso (vender).
c) En caso de que en el testamento del declarado fallecido se hubiesen instituidos legados, quedarán en
suspenso durante un período de 5 años, exceptuándose los “legados píos”. Dada la función cautelar de
las medidas reseñadas se considerarán claudicantes en caso de que se probase o acreditase el
fallecimiento efectivo del ausente durante el período reseñado.

4.3 EFECTOS DE ÍNDOLE PERSONAL: EN PARTICULAR, EL MATRIMONIO DEL DECLARADO


FALLECIDO
El CC establece que el matrimonio se disuelve por el divorcio o por la muerte o la declaración de
fallecimiento de uno de los cónyuges. Una vez declarado el fallecimiento, el cónyuge presente podrá volver
a contraer matrimonio si lo desea.
Con anterioridad, la declaración de fallecimiento no bastaba por sí sola para que el cónyuge presente
pudiera contraer matrimonio posterior.

4.4 LA REAPARICIÓN DEL DECLARADO FALLECIDO


La declaración de fallecimiento es una presunción iuris tantum (salvo prueba en contrario), por lo que existe
la posibilidad de que el declarado fallecido reaparezca (ya sea por su presentación en su círculo habitual, o
porque se acredite su existencia.
Dicho artículo, se preocupa exclusivamente de los aspectos patrimoniales, estableciendo que el reaparecido
“recuperará sus bienes en el estado en que se encuentren y tendrá derecho al precio de los que se hubieran
vendido, o a los bienes que con este precio se hayan adquirido, pero no podrá reclamar de sus sucesores
rentas, frutos, ni productos obtenidos con los bienes de su sucesión, sino desde el día de su presencia o de
la declaración de no haber muerto”.
Dicha recuperación a favor del reaparecido no tiene carácter retroactivo, pues se parte de la base de que,
durante el periodo en que sus sucesores hayan sido titulares de los bienes, realmente deberían ser
considerados legítimos propietarios de los mismos.
En el ámbito personal, el reaparecido recuperará igualmente la posición que pudiera corresponderle en las
distintas relaciones jurídicas. Así, por ejemplo., en las relaciones familiares es obvio que recuperará la patria
potestad respecto de sus hijos. Sin embargo, no podrá ser considerado cónyuge de su consorte, aunque
éste le haya guardado la ausencia y no haya vuelto a contraer matrimonio posterior alguno para reanudar la
convivencia conyugal, habrían de celebrar nuevo matrimonio los antiguos cónyuges.

5.- RECAPITULACIÓN SOBRE LA LEY 15/2005, DE LA JURISDICCIÓN VOLUNTARIA


Conforme a la Ley 15/2015, de la Jurisdicción Voluntaria, las modificaciones relativas a las medidas
provisionales en caso de desaparición de una persona y al nombramiento del defensor del desaparecido,
afectan tanto al CC como a las normas procesales.
Según establece la LJV, en los casos de desaparición de una persona, si se solicita por parte legitimada o
por el Ministerio Fiscal, el nombramiento de un defensor, acreditados los requisitos que dicho precepto
establece, se nombrará por el Secretario Judicial defensor a quien corresponda, previa celebración de
comparecencia en el plazo máximo de cinco días desde la presentación de la solicitud, a los que se citará a
los interesados y al Ministerio Fiscal y se oirá a los testigos propuestos por el solicitante. En caso de
urgencia, el Secretario Judicial podrá designar de inmediato defensor a quien corresponda o a quien se
proponga por el solicitante, así como adoptar medidas urgentes de protección del patrimonio del
desaparecido, continuándose luego los trámites ordinarios del expediente que, en este caso, terminará por
resolución por la que ratifiquen o se revoquen el nombramiento y las medidas acordadas al inicio.

La LJV da una nueva redacción al artículo correspondiente, recaerá en el Letrado de la Administración de


Justicia (antes Secretario Judicial) el nombramiento del defensor que deba amparar y representar al
desaparecido, se traté de un pariente, o en su defecto o urgencia, persona solvente y de buenos
antecedentes, así como adoptar medidas necesarias para conservar su patrimonio.

Respecto de las modificaciones relativas a la declaración de fallecimiento, el Letrado de la Administración


de Justicia será quien declare el cese de la situación de ausencia legal, si fue decretada, como el
fallecimiento de la persona expresando la fecha a partir de la cual se entienda sucedida la muerte.

TEMA 9 CAPÍTULO 14 LA NACIONALIDAD


1. LA NACIONALIDAD
1.1. SIGNIFICADO Y CONCEPTO: NACIONALIDAD Y APATRIDIA
La nacionalidad es la integración de la persona en cualquier organización política de carácter estatal; de tal
manera, que la persona queda sometida al ordenamiento jurídico de dicho Estado mientras que éste queda
obligado a reconocer y respetar los derechos fundamentales y las libertades públicas de aquella persona.
La mayor parte de los ordenamientos jurídicos procuran regular con detalle la materia si vienen presididos
por directrices que pueden ser contradictorias.

En España, respecto a los apátridas el Código Civil, dice que le será de aplicación como ley personal la ley
del lugar de su residencia habitual, también denominada lex loci. Por tanto los apátridas residentes en
España podrían acceder a la nacionalidad española a través de la naturalización por residencia.

En España, por un lado, se aprobó el reglamento de reconocimiento del Estatuto de Apátrida. Por otro lado,
la ley reguladora del derecho de asilo y de la protección subsidiaria establece en su disposición final tercera
que en el plazo de seis meses habría un nuevo marco jurídico de los apátridas que no se ha producido.
Dicha ley sólo ha sido modificada en el año 2014 respecto al artículo relativo a la extensión familiar del
derecho de asilo y de la protección subsidiaria.

1.2. NACIONALIDAD Y CIUDADANÍA.


Hoy día nacionalidad y ciudadanía son términos sinónimos aceptados por la doctrina española. La
afirmación de F. Puig Peña de que “el ciudadano es siempre nacional pero el nacional no siempre es
ciudadano” es utilizada para defender que los menores de edad, siendo españoles no son ciudadanos
porque carecen de derechos políticos ni tienen posibilidad de acceder a funciones y cargos públicos.

1.3 REGULACIÓN NORMATIVA


La nacionalidad se encuentra regulada en el Título I del Libro I del Código Civil : “De los españoles y de
extranjeros”, que comprede los artículos 17 a 28, ambos inclusive. Los referidos artículos del CC, han tenido
cinco redacciones distintas, pues la nacionalidad ha sido objeto de modificación legislativa recurrente y
sucesiva. Como se comprenderá, la continuidad de las reformas plantea numerosos y graves problemas de
Derecho transitorio, que, no obstante, van a ser obviados en la presente exposición, que se centrará en el
texto artículado vigente hoy día.

1.4. ADQUISICIÓN ORIGINARIA Y DERIVATIVA: LA NATURALIZACIÓN.


Tradicionalmente se consideraba que la nacionalidad de origen era la atribuida desde el nacimiento a una
persona determinada en virtud de los criterios políticos jurídicos utilizados por el legislador que básicamente
son dos; la atribución de nacionalidad por la pertenencia del nacido a una determinada línea o estirpe
familiar (ius sanguinis) y la atribución de nacionalidad por el lugar de nacimiento (ius soli).
La nacionalidad adquirida o atribuida con posterioridad al nacimiento (por opción, carta naturaleza,
residencia, adopción, matrimonio, etc) se calificaba de nacionalidad derivativa o derivada. Así pues la
nacionalidad de origen correspondería de forma natural o subsiguiente al nacimiento mientras que la
derivativa sería aquella adquirida de forma sobrevenida. Para referirse a la nacionalidad derivativa resulta
preferible hablar de naturalización para identificar todos aquellos supuestos en los que una persona
adquiere o llega a ostentar una nacionalidad diversa a la que corresponde por nacimiento. Se habla de
naturalizado/a para distinguir a dichas personas de las nacionales de origen. Hoy día las líneas divisorias
entre nacionales de origen y naturalizados han quedado rotas. Nuestra vigente legislación permite adquirir
la nacionalidad de origen de forma sobrevenida o con posterioridad al nacimiento.
2. LA NACIONALIDAD DE ORIGEN
2.2 IUS SANGUINIS O FILIACIÓN
La atribución de la nacionalidad española de origen viene representado por el nacimiento de una persona
cuyo padre o madre sean españoles.
Está referida indistintamente al padre o a la madre o a ambos. En el caso de progenitores de distinta
nacionalidad, el nacido puede ostentar dos nacionalidades distintas en el caso de que la legislación
aplicable al progenitor extranjero contenga una regla similar a la española.
Funciona con independencia del lugar de nacimiento. Igualmente es aplicable incluso en el caso de que la
nacionalidad española del progenitor o progenitores se encuentre en suspenso, por haberse acogido éstos
a cualquier tratado o convenio de doble nacionalidad. Es indiferente que la filiación sea matrimonia o
extramatrimonial, pues desde la Constitución no pueden existir discriminaciones entre los hijos.

2.2 IUS SOLI O NACIMIENTO EN ESPAÑA.


Los supuestos son; el nacimiento en España del hijo de padres extranjeros si, al menos, uno de ellos
hubiere nacido también en nuestro territorio nacional supone la atribución de la nacionalidad española de
origen en virtud de ius soli, referido tanto al nacido cuanto a alguno de sus progenitores.

La aplicación de la norma no tiene lugar respecto a los «hijos de funcionario diplomático o consular
acreditado en España».Los hijos del personal administrativo, auxiliar o laboral de las representaciones
diplomáticas (quienes carecen de status o rango diplomático) adquieren la nacionalidad española de origen.

Por otro lado, se atribuye a los nacidos en España con padres extranjeros, si ambos carecieren de
nacionalidad o si la legislación de ninguno de ellos atribuye al hijo una nacionalidad. La finalidad es la de
evitar los supuestos de apatridia. Se fija un doble requisito, referido a ambos progenitores. Por un lado,
carencia de nacionalidad, esto es, que ambos sean apátridas y falta de atribución de nacionalidad al hijo por
la legislación propia de los progenitores.
También se atribuye a los nacidos en España cuya filiación no resulte determinada origen.

2.3 ADOPCIÓN DE MENORES EXTRANJEROS POR ESPAÑOLES


Se le otorga la nacionalidad española de origen al extranjero menor de dieciocho años adoptado por un
español. La nacionalidad española, aun siendo calificada de origen, es evidente que no se adquiere sino
desde el momento de la adopción.
La ley de modificación del sistema de protección a la infancia y a la adolescencia, establece que el menor
extranjero podrá mantener su nacionalidad y ésta será reconocida en España.

2.4 CONSOLIDACIÓN DE LA NACIONALIDAD O POSESIÓN DE ESTADO


Puede adquirirse la nacionalidad española de origen en virtud de la posesión de estado, dicha institución es
aplicable también a la nacionalidad derivativa.

2.5 LA DESCENDENCIA DE PERSONAS EXILIADAS O REPRESALIADAS: LA LEY 52/2007 (LEY DE


MEMORIA HISTÓRICA)
La ley 52/2007,de 26 de diciembre (Ley de Memoria Histórica) en su exposición de motivo declara que la
posibilidad de adquisición de la nacionalidad española a los descendientes se amplia hasta el primer grado
de quienes hubiesen sido originalmente españoles. Con ello, satisface a una legítima pretensión de la
emigración espalola, que incluye singularmente a los descendientes de quienes perdieron la nacionalidad
española por el exilio a consecuencia de dictadura o de la guerra civil.

Lo manifestado en la exposición de motivos se contradice y no se corresponde con el mandato normativo


contenido en la disposición adicional séptima de la misma ley, que está referida a dos supuestos distintos,
resultando evidente que los nietos no son descendientes de primer grado.

Sin embargo, ambos grupos de personas pudieron optar a la nacionalidad española de origen,
formalizando, en el plazo de dos años desde la entrada en vigor de la presenta disposición adicional, su
declaración, aunque, en realidad el plazo efectivo fue de tres años, aparte de que se prorrogó por otro año
más por el Consejo de Ministros.
La nueva Ley del Registro Civil (LRC) permitía que los nietos de las exiliadas españolas, que conservaron la
nacionalidad española tras haber contraído matrimonio con un extranjero, siempre que no transmitiesen la
nacionalidad española a sus hijos, por seguir la del padre, formalizasen su derecho de opción a la
nacionalidad española dentro del plazo de un año desde la entrada en vigor.

3. LA NACIONALIDAD DERIVATIVA
La nacionalidad derivatida pretende agrupar aquellos procedimientos que permiten adquirir la nacionalidad
española a personas que originariamente tenían otra nacionalidad, o en supuestos excepcionales, carecían
de nacionalidad alguna. Tales procedimientos son tres: la opción, la carta de naturaleza y la naturalización
por residencia.
3.1. LA OPCIÓN : La adquisición de la nacionalidad española mediante opción permite facilitar la
nacionalidad española a aquellas personas que, aunque se encuentren conectadas con España, carecen de
los requisitos necesarios para ostentar la nacionalidad española de origen.

La adquisición de la nacionalidad española mediante opción ha experimentado un notorio impulso, las


personas cuyo padre o madre hubiese sido originariamente español podrán optar a la nacionalidad
española de origen si formalizan su declaración en el plazo de dos años desde la entrada en vigor de la
presente disposición adicional. Dicho plazo podrá ser prorrogado por Acuerdo de Consejo de Ministros
hasta el límite de un año. Por otro lado, este derecho también se reconocerá a los nietos de quienes
perdieron o tuvieron que renunciar a la nacionalidad como consecuencia del exilio.

3.2 LA CARTA DE NATURALEZA : La llamada ''carta de naturaleza'' es conocida desde la antigüedad en


nuestro sistema y puede identificarse como una forma especial y privilegiada de otorgamiento de la
nacionalidad española por el poder ejecutivo (en épocas pasadas, por el monarca). El texto actual del CC
conserva las singularidades características de dicha forma de atribución de la nacionalidad, pese a que
doctrinalmente su manteminento ha sido objeto de críticas generalizadas.

Tales singularidades consisten principalmente en las circunstancias excepcionales del interesado y en su


otorgamiento discrecional (es decir, no reglado). En definitiva, pues, el Gobierno puede valorar libremente
tales circunstancias. El otorgamiento debe materializarse en un Real Decreto, emanado del Consejo de
Ministros, que exige un expediente preparatorio.

La acreditación de la especial vinculación con España presupone la superación de una prueba de


evaluación de conocimientos de la lengua y cultura españolas; el procedimiento administrativo ha sido
regulado por la Instrucción de la Dirección General de los Registros y del Notariado.

3.3 LA NATURALIZACIÓN POR RESIDENCIA


La residencia continuada y efectiva de cualquier extranjero en nuestro país, cuando se ve acompañada de
la solicitud de otorgamiento de la nacionalidad española, se considera una verdadera integración del
interesado en la comunidad nacional que, por consiguiente, debe excluir cualquier decisión discrecional del
poder ejecutivo.
La residencia formulada por el interesado, deberá de ser legal, continuada e inmediatamente anterior a la
petición y cumpliendo los plazos estipulados para cada caso.

La concesión de la nacionalidad española por residencia no es un resultado automático, sino fruto de un


juicio razonado por parte del poder ejecutivo, una vez acreditados por el solicitante los requisitos de buena
conducta cívica e integración en la sociedad española, a través de un procedimiento administrativo
tramitado electrónicamente, se requerirá la superación de unas pruebas sobre conocimiento básico de la
lengua española y de la Constitución Española, así como de la realidad social y cultural españolas.

3.4 REQUISITOS COMUNES A LA ADQUISICIÓN DERIVATIVA


Son requisitos comunes para la validez de la adquisición de la nacionalidad española por opción, carta de
naturaleza o residencia, que el mayor de catorce años, y capaz de prestar una declaración por sí, jure o
prometa fidelidad al Rey y obediencia a las leyes y a la constitución, que la misma persona declare que
renuncia a su nacionalidad anterior. Este requisito no lo deben cumplir los naturales de países
iberoamericanos, Andorra, Filipinas, Guinea Ecuatorial o Portugal y los sefardíes originarios de España, y
que la adquisición se inscriba en el Registro Civil español.

Por otro lado, los requisitos deben ser cumplidos mediante la oportuna declaración del interesado ante el
Encargado del Registro Civil correspondiente; en el caso de que la nacionalidad española se haya adquirido
en virtud de «carta de naturaleza» o por residencia, una vez transmitida al interesado la concesión de la
nacionalidad española, dispone de un plazo de 180 días para cumplir los requisitos. Dicho plazo es de
caducidad por lo que si transcurre el plazo sin que el interesado haya dado cumplimiento a los requisitos, la
concesión pierde sus efectos. En el supuesto de adquisición por opción, los propios plazos de caducidad de
ejercicio juegan en relación con el cumplimiento de los requisitos del artículo correspondiente.
TEMA 9 - CAPÍTULO 15 LA VECINDAD CIVIL Y EL DOMICILIO
1.- SIGNIFICADO DE LA VECINDAD CIVIL
La vecindad civil permite saber cuál es el ordenamiento estatal aplicable a las personas, es decir, permite
saber si debe serle aplicado el Derecho civil común o, por el contrario, el Derecho civil foral o especial que
esté vigente en alguna de las Comunidades Autónomas que cuenten con dicho régimen especial.
La importancia en la aplicación de uno u otro Derecho, se ha vuelto de gran relevancia en nuestros días, ya
que si bien es cierto que hace dos siglos las diferencias del Derecho Civil común y los diferentes derechos
forales quedaban restringidas en lo fundamental al ámbito sucesorio y de ciertos aspectos patrimoniales
interconyugales, hoy son varias las Comunidades Autónomas que de una forma u otra reclaman un
tratamiento autónomo de muchas de las instituciones civiles de interés para los ciudadanos.

1.1 VECINDAD CIVIL, CONDICIÓN POLÍTICA Y VECINDAD ADMINISTRATIVA DE LOS ESPAÑOLES


Es importante no confundir los conceptos de Vecindad Civil, con los de vecindad administrativa o de la
propia condición política.
La vecindad civil no requiere propiamente residencia, sino simplemente la voluntad de aplicación del
sistema o subsistema civil de que se trate y es por tanto, independiente de la condición política, que supone
la pertenencia a cualquiera de nuestras Comunidades Autónomas, y que tiene relación con el lugar en el
que se ejerce el derecho a voto o el lugar donde puedes ser elegido, así como es también independiente de
la vecindad administrativa propiamente dicha o pertenencia a un determinado municipio, que de hecho es
obligatoria para cualquier persona que resida en territorio español, ya que debe estar empadronada en su
municipio de residencia.

1.2 REGULACIÓN NORMATIVA DE LA VECINDAD CIVIL


La normativa básica de la vecindad civil se encuentra en el CC y ha presentado una reforma de diversos
artículos en aplicación del principio de no discriminación por razón de sexo, de hecho, anteriormente, en
relación con el matrimonio, la mujer debía seguir la vecindad civil del marido, mientras que actualmente el
principio sentado dice: “el matrimonio no altera la vecindad civil”.
Las Comunidades Autónomas carecen de competencias para regular la vecindad civil, estando reservada la
regulación de tal materia a la legislación estatal. Así lo ha establecido el Tribunal Constitucional cuando
razona que la Constitución optó inequívocamente por un sistema estatal y, por tanto, uniforme de Derecho
Civil interregional.

2. LA ATRIBUCIÓN DE LA VECINDAD CIVIL


Desde que la ley 11/1990 afirmará la independencia entre marido y mujer respecto a la vecindad civil, quedó
roto el principio de unidad familiar complicándose las reglas de atribución de vecindad civil.
Respecto de los hijos, si los dos padres tienen la misma vecindad se aplica ius sanguinis, si los padres
tienen distinta vecindad pueden atribuir a los hijos la vecindad civil de cualquiera de ellos. Si no lo hicieran,
se aplicará prioritariamente la del lugar de nacimiento y subsidiariamente la vecindad común.
Por otro lado, cualquier menor de edad que haya cumplido 14 años podrá optar por la vecindad civil del
lugar de nacimiento o por la última vecindad de cualquiera de sus padres.
Finalmente, la residencia y el lugar de residencia también son tenidos en cuenta por el legislador
a efectos de la adquisición de una vecindad civil que anteriormente no se ostentaba.

3.LA COINCIDENCIA EN LOS PADRES O PROGENITORES: IUS SANGUINIS


El primer criterio de atribución de la vecindad civil, al igual que respecto de la nacionalidad, viene
representado por el ius sanguinis. En tal sentido, tienen vecindad civil en el territorio de derecho común o
foral, los nacidos de padres que tengan tal vecindad. Para esto, ambos progenitores deben tener la misma
vecindad civil, ya que en caso de desigualdad en la vecindad de los progenitores, la atribución de una u otra
vecindad civil no puede llevarse a acabo mediante el criterio ius sanguinis, pues tan progenitor sería, por
ejemplo, el padre catálan cuanto la madre gallega. Por tanto, el ius sanguinis sólo puede ser considerado
un criterio prioritario de atribución a la vecindad civil en los casos de coincidencia de la vecindad civil en los
progenitores.

4. LA DISTINTA VECINDAD DE PADRES O PROGENITORES


Superado el antiguo principio de unidad familiar, El Art.14 establece que existen criterios legales de
atribución de la vecindad civil a los hijos por naturaleza o adopción, pero también faculta a los padres para
que elijan la vecindad civil de los hijos, e incluso se concede la facultad de opción a estos una vez que
cumplan los 14 años.

4.1 LA ATRIBUCCIÓN DE LA VECINDAD CIVIL POR LOS PADRES


En primer lugar, hay que destacar el carácter dispositivo de los criterios de atribución de la vecindad civil,
debiéndose analizar la misma conforme al art. 14.3: “los padres, o el que de ellos ejerza o le haya sido
atribuida la patria potestad, podrán atribuir al hijo la vecindad civil de cualquiera de ellos en tanto no
transcurran los 6 meses siguientes al nacimiento o a la adopción”.
La contemplación del plazo señalado pretende evitar que los padres jueguen con la vecindad civil del hijo,
requiriéndoles una decisión rápida. El plazo debe entenderse de caducidad, lo que implica que transcurrido
el mismo, no debiera proceder manifestación alguna por parte de los padres aún actuando de común
acuerdo.
Este es precisamente el fondo de la cuestión, que los padres actúen de común acuerdo, pues de otra
manera podrían originarse supuestos abusivos en la atribución de la vecindad civil al hijo (básicamente, por
el padre, al llevar a cabo la inscripción del hijo, mientras que la madre se encuentra en la clínica o en la
recuperación postparto). Por tanto, el Encargado del Registro Civil debiera exigir la actuación conjunta y
concorde de los padres en la atribución al hijo de la vecindad civil de cualquiera de ellos, sea o no
coincidente con la del lugar del nacimiento. Si no hay acuerdo se establecen los criterios legales de
atribución de vecindad.

4.2 LOS CRITERIOS LEGALES DE ATRIBUCION DE LA VECINDAD CIVIL


En el caso de que exista diferente vecindad civil entre los padres, los criterios de atribución de vecindad civil
se seguirá este orden; en primer lugar, la que establezcan los padres de común acuerdo (se refiere a la del
padre o la madre, según ellos decidan), en segundo lugar, la del lugar de nacimiento, ius soli, y en tercer
lugar, La vecindad civil común, de carácter subsidiario para supuestos en los que, no habiendo coincidencia
ni acuerdo entre los padres, no puede ser de aplicación la vecindad del lugar de nacimiento por haber
nacido en el extranjero.

5. ADQUISICIÓN DE LA VECINDAD CIVIL EN VIRTUD DE OPCIÓN


Desde la reforma legal de 1990, se complicó mucho la situación de la vecindad civil, al verse roto el
concepto de unidad familiar en virtud de la cual la mujer debía adoptar la vecindad civil del marido. Ello,
sumado al desconocimiento general de la ciudadanía respecto de la vecindad civil, puede llegar a producir
un auténtico rompecabezas jurídico-familiar. Posiblemente para evitarlo, el legislador ha propiciado la
existencia de adquisiciones derivativas de la vecindad civil a través del mecanismo de la opción. Así, se
distingue; la opción por matrimonio, la opción propia de los hijos y la opción por adquisición de la
nacionalidad española.

5.1. LA OPCION POR MATRIMONIO : Según la Ley 11/1990 “el matrimonio no altera la vecindad civil”. Por
eso, el matrimonio entre españoles de diferente vecindad civil puede verse extraordinariamente complicado
en cuestiones de régimen económico patrimonial y hereditarias.
Para evitar esto, cualquiera de los cónyuges puede optar, durante la vigencia del matrimonio, por la
vecindad civil del otro, permitiendo la unificación familiar. Pero la realidad práctica es que casi nadie lo hace
por desconocimiento general del significado de la vecindad civil.

5.2. LA OPCION PROPIA DE LOS HIJOS : El último párrafo del art. 14.3 permite a los hijos pronunciarse
de forma personal acerca de la vecindad civil que desean ostentar, pues pueden optar tanto por la vecindad
civil correspondiente al lugar de nacimiento, como por la última vecindad de cualquiera de sus padres,
siempre que hayan cumplido 14 años, estén o no emancipados. Sólo que, en caso de no estar
emancipados, habrán de actuar con la asistencia de su representante legal.
El plazo de ejercicio de la opción comienza al cumplirse los 14 años y se extingue “un año después de su
emancipación”. Por tanto, en el caso de que ésta se produzca por alcanzar la mayoría de edad, el
interesado cuenta con 5 años naturales para llevar a cabo la opción (desde los 14 hasta los 19 años). El
plazo, en todo caso, debe ser considerado de caducidad.

5.3. LA OPCIÓN POR ADQUISICIÓN DE LA NACIONALIDAD ESPAÑOLA Ejercitada por el extranjero que
adquiera la nacionalidad española.
*
6. LA ADQUISICIÓN POR RESIDENCIA
A consecuencia de la residencia, habitual y continuada, en un territorio distinto al de la vecindad civil
anterior, cualquier español puede (no tiene obligación, pero puede hacerlo) adquirir una nueva vecindad
civil. Por tanto, la vecindad civil se adquiere:
→Por residencia continuada durante 2 años, siempre que el interesado manifiesta ser esa su voluntad.
→Por residencia continuada de 10 años, sin declaración en contrario durante ese plazo.
Ambas declaraciones deberán inscribirse en el Registro Civil.
En este sentido, la ley es absolutamente respetuosa con la voluntad individual, con todo, hay que matizar lo
siguiente:
• La continuidad en la residencia: no parece suficiente con que sea continuada, sino que además debe ser inmediatamente anterior a la
emisión de la declaración de voluntad correspondiente.
• La declaración de voluntad positiva: tras dos años de residencia, en el momento que el interesado quiera.
• La residencia de 10 años y el mantenimiento o cambio de la vecindad civil: quien desee mantener su vecindad anterior
puede hacerlo, mediante la oportuna declaración ante el Registro. Si pasan los 10 años sin que se diga lo contrario se adquiere la vecindad civil del lugar
de residencia de forma automática. El Tribunal Supremo no tiene muy claro este precepto y ha admitido recurso de casación.

8. EL DOMICILIO: CONCEPTO Y SIGNIFICADO


El término domicilio se refiere a la vivienda de la persona, aunque por extensión puede estar también
referido al lugar de residencia habitual de la persona. Por otra parte, el domicilio en cuanto lugar de
residencia habitual de la persona tiene importancia no sólo para el Derecho civil, sino para los restantes
sectores del Derecho (Tributario, Electoral…).
En nuestra Constitución el domicilio aparece expresamente recogido en el art. 18, que garantiza su
inviolabilidad. Evidentemente, en tal precepto el domicilio se identifica con la vivienda en la que (habitual o
pasajeramente) reside la persona, para garantizar que (salvo en caso de flagrante delito) nadie puede
penetrar en ella, ni siquiera los representantes de los poderes públicos, sin autorización judicial o
consentimiento del propio interesado. Según el Tribunal Constitucional, esto también se aplica a las
entradas o registros de las habitaciones hoteleras.
El Art. 19 del CE reconoce a los españoles el “derecho a elegir libremente su residencia y a circular por el
territorio nacional”.
9. CLASES DE DOMICILIO
9.1 EL DOMICILIO REAL O VOLUNTARIO
Se habla de domicilio real como derivación de la residencia efectiva, o de domicilio voluntario, dado que la
fijación del lugar de residencia depende en exclusiva de la voluntad de la persona.
Para algunos autores, el domicilio real comprende el hecho físico de la residencia efectiva en un lugar
determinado (elemento material) y la voluntad de residencia estable o habitual en dicho lugar (elemento
espiritual o intencional). Sin embargo, la generalidad de los autores actuales considera que el elemento
espiritual no es componente necesario del concepto legal de domicilio, sino que basta con considerar el
domicilio como la residencia habitual efectiva (elemento material).

9.2. LOS DOMICILIOS LEGALES


A diferencia del domicilio real o voluntario, el domicilio legal vendría fijado por una disposición legislativa que
así lo establece, con independencia del lugar de residencia efectiva de la persona.
Según la LEC, los supuestos más destacados de domicilio legal han sido:
• El domicilio de los diplomáticos destinados en el extranjero será el último que hayan tenido en territorio
español
•l El domicilio de los hijos sometidos a la patria potestad era el de sus padres; y el de los menores e
incapacitados sometidos a tutela o curatela, el de sus guardadores.
• El domicilio de los comerciantes, para todo lo referido a la actividad mercantil era el pueblo donde esté su
centro de operaciones.
• El domicilio de los empleados era el pueblo en el que sirvan su destino o en el que vivan con más
frecuencia.
• El domicilio de los militares en servicio activo era el pueblo en el que se encuentre el Cuerpo al que
pertenezcan.

Se puede decir, que los domicilios legales serían meras presunciones, que podrían verse desvirtuadas por
la acreditación de que la residencia habitual no coincide con los datos legalmente establecidos. Esta
prevalencia del domicilio real sobre el legal es la línea argumentativa en la que parecía moverse
predominantemente el TS.

9.3 EL DOMICILIO DE LOS LITIGANTES EN LA LEY DE ENJUICIAMIENTO CIVIL DE 2000


Abandonando cualquier carácter historicista, la LEC-2000 opta por plantear el tema del domicilio de los
litigantes de una manera puramente instrumental, por lo tanto, este “domicilio procesal” (efectos de
notificaciones), no determina el domicilio propiamente dicho, es solo un dato instrumental para que los
litigantes conozcan los detalles del caso.

De hecho, en el caso de que las partes litigantes actúen a través de Procurador, su domicilio carece de
relevancia alguna, ya que la fijación únicamente tiene por objeto la emisión y recepción de las
correspondientes citaciones y notificaciones.
El domicilio del demandante será el que haya hecho constar en la demanda o en la petición o solicitud con
que se inicie el proceso; y el demandado, una vez comparecido, podrá designar para sucesivas
comunicaciones un domicilio distinto.
Se trata de que los litigantes tengan un lugar donde ser localizados y hacer llegar las oportunas
notificaciones, sin imputarle “residencia habitual”.

9.4. EL DOMICILIO ELECTIVO


Sirve para identificar el lugar de ejercicio de un derecho o del cumplimiento de una obligación designado por
las personas interesadas en cualquier relación jurídica, con independencia del domicilio real de las mismas.
Es la mera utilización instrumental de un lugar determinado como espacio físico de imputación de una
actividad con relevancia jurídica. Suele insistirse en que el llamado domicilio electivo no es un verdadero
domicilio.
El Código Civil no regula con carácter general dicho domicilio electivo, pero, en la práctica, es objeto de
mucha utilización y tiene gran importancia.

TEMA 10 - CAPÍTULO 16 EL REGISTRO CIVIL


1. EL REGISTRO CIVIL: NOCIONES FUNDAMENTALES
Las relaciones sociales requieren frecuentemente acreditar de forma segura e indiscutible las condiciones
de capacidad y el entorno familiar de la persona: la edad, el hecho de estar soltero o casado o de no haber
sido sometido a incapacitación, etc.
Los Estados modernos, adoradores de la estadística, han mostrado un enorme interés por contar con un
“fichero” de sus ciudadanos, de gran utilidad para las más diversas cuestiones. Semejante fichero viene
representado por el Registro Civil. La expresión estado civil se hace coincidir con el hecho de estar casado
o no (soltero, divorciado o viudo); sin embargo, en términos técnico-jurídicos, la significación del estado civil
es mucho más amplia para la gran mayoría. Como sabemos, son estados civiles de las personas cualquier
cualidad o circunstancia estable de la misma que, de una forma u otra, afecten a su capacidad de obrar.

En el Registro Civil no sólo se inscriben circunstancias o situaciones referentes al concepto de estado civil,
sino que se inscriben todos aquellos datos estipulados por la Ley.

1.2 DATOS INSCRIBIBLES


Según el 2º párrafo del Art.1 de la Ley del RC, constituyen objeto del Registro Civil los siguientes datos
relativos a las personas, que podría denominarse “biografía jurídica” de la persona:
1. El nacimiento 2. La filiación (hijo de…). 3. El nombre y apellidos.
4. La emancipación y habilitación de edad. 5. Las modificaciones judiciales de la capacidad de las
personas o que éstas han sido declaradas en concurso, quiebra o suspensión de pagos.
6.Las declaraciones de ausencia o fallecimiento. 7.La nacionalidad y vecindad.
8.La patria potestad, tutela y demás representaciones que señala la Ley. 9. El matrimonio. 10. La defunción.

Todos los datos contemplados anteriormente, constituyen una enumeración exhaustiva y completa de las
cualidades y situaciones de la persona que pueden ser inscritos en el RC. Con lo cual, dicha enumeración
se califica de numerus clausus, en cuanto a que los particulares no pueden pretender la inscripción en el
Registro Civil de hechos distintos de los anteriormente enumerados (ejemplo: abortos, títulos nobiliarios,
etc.)
El Registro Civil no afecta sólo a los españoles propiamente dichos, sino también a los hechos ocurridos en
territorio español, aunque afecten a extranjeros (nacimientos, defunciones…). Además, los hechos ocurridos
fuera de España, también se inscribirán en el Registro Civil cuando tengan que servir de base a
inscripciones marginales exigidas por el Derecho español.

1.3 EL NOMBRE
El nombre o “nombre de pila”, es el dato identificador inicial y posiblemente principal de toda persona. Tras
la aprobación de la Ley del Registro Civil, es claro que al dar nombre al nacido, éste no podrá tener más de
un nombre compuesto, ni más de dos simples. Previo a esto los niños podían llevar multitud de nombres,
casi todos relacionados con el santoral y los familiares.
Se puede sustituir el nombre que obre inscrito en el Registro Civil en castellano por su equivalente en
cualquiera de las demás lenguas españolas.
1.4 LOS APELLIDOS
El sistema español se ha caracterizado por atribuir o imponer a toda persona dos apellidos, anteponiendo el
primero de los paternos y después el de los maternos. Además, el ordenamiento español se ha
caracterizado siempre por mantener los apellidos propios de la mujer, esté casada o no. La costumbre
burguesa de algunos sectores sociales de atribuir a las casadas el apellido del marido jamás ha tenido
reconocimiento normativo alguno, tratándose sólo de un uso social sin valor jurídico.
Más adelante, se produjo una modificación importante, la posibilidad de que ambos padres, de común
acuerdo, decidieran el orden de transmisión de su respectivo primer apellido en la inscripción registral, sin
que tuviera que ser obligatoriamente primero el del padre y luego el de la madre, podría ser al revés,
aunque su aplicación es escasa.
Cabe destacar que la LO relativa a la violencia de género, haciendo referencia al “cambio de apellido” ha
añadido un nuevo párrafo en el articulo correspondiente, que nos dice que en circunstancias excepcionales
podrá accederse al cambio. Por otro lado, también cuando una persona se quiera desvincular de su origen
familiar por ser ascendiente de un asesino convicto, de un político corrupto, etc.
Actualmente serán ambos progenitores los que decidan el orden de los apellidos y en caso de desacuerdo u
omisión en la solicitud de inscripción, será el Encargado del Registro Civil el que requerirá a los progenitores
(o representantes legales del menor) para que en el plazo de 3 días realicen dicha comunicación.
Transcurrido el plazo sin que sea realizada, el Encargado determinará el orden de los apellidos atendiendo
al interés superior del menor.
Por tanto, atendiendo al interés superior del menor, el nombre aparecerá registrado con los apellidos de
ambos progenitores, si no se aprecia un motivo legal para suprimir el del padre, y teniendo preferencia el de
la madre para que la declaración de paternidad cause el menor impacto en la vida y entorno del menor.
3. ORGANIZACIÓN DEL REGISTRO CIVIL
Para que el Registro Civil pueda resultar útil es necesario diversificar territorialmente el Registro y agrupar
en “secciones” diferentes las circunstancias fundamentales objeto de inscripción.
3.1. LAS SECCIONES DEL REGISTRO CIVIL
En España el Registro Civil se encuentra divido en cuatro secciones, denominadas respectivamente;
- Nacimientos y general - Matrimonios - Defunciones - Tutelas y representaciones legales.
La Sección 1ª (“De nacimientos y general”): El nacimiento es el asiento principal de esta sección y de
todo el Registro Civil, sabiendo donde nació una persona y consultando su inscripción de nacimiento, se
puede rastrear el resto de los datos inscritos en los Registros.
Además, de la inscripción de nacimiento, en esta sección se anotan también todos aquellos hechos
inscribibles que la ley no establece que se deban inscribir en otra Sección;
• La adopción. • Modificaciones judiciales de capacidad. • Declaraciones de concurso. • Declaración legal
de ausencia. • Declaración de fallecimiento. • Hechos relativos a la nacionalidad o vecindad. • Tutela y
administración patrimonial de las personas con discapacidad.
La Sección 2ª (“De matrimonios”): En esta sección se inscribe el matrimonio, la fecha, la hora y el lugar
donde se contrae. También se establecen algunas anotaciones, como;
• Las sentencias y resoluciones sobre la validez, nulidad o separación del matrimonio y cuantos actos
pongan término a éste. • La existencia de pactos, resoluciones judiciales y demás hechos que modifiquen el
régimen económico de la sociedad conyugal.
La Sección 3ª (“De las defunciones”): En esta sección se inscribe la muerte de la persona, con
indicación de la fecha, hora y lugar en que se produce. La inscripción de la muerte (óbito) y inscribe el
hecho físico y real de la muerte.
La Sección 4ª (“De tutelas y representaciones legales”): ''Las tutelas y representaciones legales”
quedan circunscritas a la anotación de los cargos tutelares y demás representaciones legales de personas
naturales y sus modificaciones.

3.2 LA ORGANIZACIÓN TERRITORIAL


El Registro Civil depende del Ministerio de Justicia y dentro de dicho Ministerio todos los asuntos referentes
a él están encomendados a la Dirección General de los Registros y el Notariado.
El Registro Civil es único, en el sentido de que todos los distintos registros se consideran integrados como
un todo; y por tanto, no se verá afectado por la diversificación territorial.
Naturalmente no supone que exista un único Registro Civil en el sentido de oficina y organización
administrativa del mismo, sino que, por el contrario, está integrado por los Registros Municipales, los
Registros Consulares y el Registro Central.
1. Los Registros Municipales: En todo municipio debe existir un Registro, en el que se inscribirán los
hechos que ocurran en dicho municipio. Hay dos tipos de Registros Municipales, según existan o no Jueces
de primera instancia:
1. Registros principales, en los municipios donde hay Juez de Primera instancia, estos son los encargados
de dicho registro.
2. Registros subordinados o delegados, los existentes en aquellos municipios en que únicamente exista
Juez de paz, será éste quien actuará por delegación del Juez de primera instancia, pero con numerosas
restricciones;
•Los Jueces de Paz encargados de estos registros subordinados, carecen prácticamente de competencia
en materia de expedientes.
• No existe en los Registro subordinados de la Sección 4ª (tutelas y representaciones legales).
• Las certificaciones deben llevar siempre la firma conjunta del Juez de paz y del Secretario.
2. Los Registros Consulares: En cada demarcación consular habrá un Registro Civil a cargo de los
cónsules de España o los funcionarios diplomáticos. Su misión es que los residentes en el extranjero
puedan inscribir los datos exigidos por la Ley.
3. El Registro Central: Se encuentra a cargo de la propia Dirección General de los Registros y el
Notariado del Mº de Justicia y, por tanto, es un Registro único para todo el territorio nacional, estando
radicado en Madrid en cuanto oficina u organización administrativa.

4. LOS DIVERSOS ASIENTOS DEL REGISTRO


El asiento consiste en la incorporación de cualquier dato o circunstancia al Registro. Es la denominación en
sentido coloquial de apunte o anotación extendida por escrito en los libros registrales. Hay distintos tipos de
asientos, con diferente carácter y efectos.
4.1. INSCRIPCIONES
Constituyen el tipo de asiento fundamental en nuestro sistema registral y se caracterizan por ser asientos de
naturaleza permanente y sustantiva, es decir, no dependen de ningún otro asiento, ni constituyen añadidos
o datoscomplementarios del mismo.
Se consideran inscripciones principales las de nacimiento, matrimonio, defunción y la primera de cada
tutela o representación. Su carácter principal radica en que cada una de ellas abre folio registral, es decir,
ocupan el espacio principal reservado en el modelo de folio registral, mientras que las restantes se califican
de inscripciones marginales.
La diferencia entre inscripción principal y marginal es sólo formal, ya que la inscripción marginal tendrá los
mismos efectos que las inscripciones principales.

4.2. ANOTACIONES
Las anotaciones registrales son asientos provisionales, de menor importancia que las inscripciones. Solo
tienen valor informativo (no constituyen la prueba que proporciona la inscripción).

Son de carácter secundario, y también cabe destacar que, con valor puramente informativo, y a petición del
Ministerio Fiscal o de cualquier interesado, se puede anotar la existencia de un guardador de hecho y de las
medidas judiciales de control y vigilancia adoptadas respecto a un menor o presunto incapaz.

4.3. NOTAS MARGINALES


Son asientos breves anotados en el margen de los folios registrales cuya función, puramente instrumental,
es relacionar las inscripciones entre sí, de tal forma que la consulta del Registro se vea facilitada, dada su
función instrumental, se las denomina también notas de referencia.
También se pueden recoger en notas marginales las modificaciones judiciales de capacidad, modificaciones
de organismos tutelares, prorroga o rehabilitación de la patria potestad…

4.4. INDICACIONES
Otra novedad incorporada a la Ley vigente es la constancia en el Registro Civil del régimen de bienes del
matrimonio (gananciales, separación, comunidad absoluta, participación, etc.), a través de un asiento de
carácter especial legalmente denominado indicación.

4.5. CANCELACIONES
En técnica registral, cancelar significa privar de eficacia a una inscripción o cualquier otro asiento que con
anterioridad publicaba un hecho o circunstancia susceptible de registración. Las cancelaciones son asientos
de carácter negativo que conllevan la anulación de un asiento anterior por ineficacia del acto, inexactitud del
contenido u otra causa.
La cancelación puede constar marginalmente o abrir folio independiente (con la consiguiente nota de
referencia) y, por su parte, el asiento totalmente cancelado será cruzado (esto es, tachado) con tinta de
distinto color en el libro registral; mientras que, si se cancela parcialmente, se subrayará la parte cancelada
cerrándose entre paréntesis con llamada marginal al asiento cancelatorio.

5. LAS INSCRIPCIONES REGISTRALES, EN PARTICULAR


Realmente los únicos asientos que gozan de un régimen jurídico destacable son las inscripciones, en
cuanto tienen valor probatorio especialmente cualificado.Los restantes asientos tienen un papel claramente
secundario, en general solo informativo o instrumental.

Conviene destacar algunos datos complementarios respecto de las inscripciones:


5.1. INSCRIPCIONES DECLARATIVAS Y CONSTITUTIVAS
Son inscripciones declarativas aquellas cuya función sea constatar públicamente hechos, actos o
circunstancias de la persona que ya han sucedido. Por lo tanto, aunque obligatorias, la mayor parte de las
inscripciones tienen carácter declarativo.
Las Inscripciones constitutivas, en cambio, son excepcionales. En estas, la inscripción en el Registro
Civil se considera, desde un punto de vista legal, un requisito más del acto jurídico que conlleva una
modificación de las circunstancias personales, de tal forma, que sin la inscripción dicho acto no produce
efecto.
Son inscripciones de carácter constitutivo;
a) El cambio de nombre y apellidos, cuyo plazo de inscripción caduca a los 180 días de la notificación de la
autorización.
b) La adquisición derivativa de la nacionalidad española.
c) Las declaraciones de conservación, recuperación de nacionalidad y vecindad civil.

5.2. EL VALOR PROBATORIO DE LAS INSCRIPCIONES


El Registro Civil constituye la prueba de los hechos inscritos. Sólo cuando no existe inscripción o no se
puede certificar el asiento se admitirán otros medios de prueba. Conforme a ello, las inscripciones
registrales constituyen un medio de prueba privilegiado o cualificado y también excluyente, salvo que los
asientos sean impugnados ante la autoridad judicial.
Cuando no existe inscripción o esta se ha impugnado judicialmente, la Ley del Registro Civil procura
restaurar la exactitud de los hechos inscritos de dos formas. Por un lado, para admitir otros medios de
prueba en caso de falta de inscripción, será requisito indispensable para su admisión, que, previa o
simultáneamente, se haya instado la inscripción omitida o la reconstitución del asiento. Por otro lado, no
podrán impugnarse en juicio los hechos inscritos en el Registro sin que a la vez se inste la rectificación del
asiento correspondiente.
El valor probatorio se basa en la presunción de exactitud de los hechos inscritos (también denominada fe
pública registral), por lo que los asientos registrales (y, por tanto, las certificaciones de ellos) dan fe de las
circunstancias fundamentales de la inscripción correspondiente: existencia y eficacia del hecho inscrito,
sujetos intervinientes y tiempo y lugar en que se produjo (constituyendo, por tanto, la verdad oficial de los
hechos).

6. LA PUBLICIDAD FORMAL
La expresión publicidad formal se refiere al carácter público del Registro Civil y al hecho de que su
contenido puede ser conocido a través de formas especiales reguladas por la ley.

6.1. LOS MEDIOS DE PUBLICIDAD: LA GRATUIDAD DE LAS CERTIFICACIONES


El conocimiento de los asientos registrales puede adquirirse a través de la la consulta directa o exhibición al
interesado de los propios libros registrales (para que pueda tener conocimiento de los asientos registrales, e incluso tomar
notas, aunque esas notas carecen de valor probatorio alguno) y a través de las notas simples informativas. Por otro lado,
también cabe destacar que las certificaciones, son documentos públicos con pleno valor probatorio.
La gratuidad de las certificaciones, unida a su particular valor probatorio como documentos públicos, hace
que su uso sea generalizado, siendo, por tanto, el medio habitual de acreditación del contenido de los
asientos.
Atendiendo al conjunto de datos que proporcionan, las certificaciones pueden ser literales y en extracto u
ordinarias.
· Literales: las que comprenden íntegramente los asientos a que se refieren, con indicación de las firmas.
· En extracto u ordinarias: las que contienen los datos de que especialmente hace fe la inscripcióncorrespondiente.
Hoy día las certificaciones suelen ser comúnmente literales, pues la autorización de fotocopias de los libros
registrales, hace que sea más fácil proporcionar el contenido íntegro del folio correspondiente que
entresacar del mismo algunos datos. Naturalmente, dichas fotocopias se realizan en papel oficial y con una
diligencia de compulsa autenticada con la firma del Secretario (Letrado de la Administración de Justicia) del
Juzgado (y, en su caso, además del Juez de Paz)

6.2. EL CARÁCTER PÚBLICO DEL REGISTRO:


El carácter público del Registro ha sido regulado por ley, pero sólo la parte que hace referencia a las
certificaciones. Las notas simples y el examen directo no están regulados.
El Registro Civil, como regla general, tiene carácter público, asumiendo que quien solicita una certificación
tiene interés en conocer los asientos y, por consiguiente, derecho a obtener la oportuna certificación. Sin
embargo, dicha regla general tiene excepciones, estas son; la protección de datos íntimos y el uso abusivo
por gratuidad.

6.3. INFORMATIZACIÓN Y ACCESO TELEMÁTICO A LOS REGISTROS CIVILES


Los Registros civiles han recibido, en los últimos años, un impulso en el proceso de informatización, así
como la digitalización de sus archivos. Se trata de una cuestión compleja, técnica y políticamente, que
requiere un desarrollo paulatino. Actualmente, por ejemplo, se están digitalizando los datos y archivos de
miles de Juzgados de Paz. Desde el año 2002 es posible solicitar certificaciones a través de internet,
aunque lo cierto es que, a día de hoy, el peticionario acabará recibiendo una fotocopia del asiento, a través
del correo postal.
6.4. REFERENCIA AL LIBRO DE FAMILIA
El llamado Libro de familia es un instrumento más de publicidad de determinados datos relativos a las
personas cuyo conocimiento se encuentra bastante generalizado, pues es utilizado para un buen número de
actos administrativos. Materialmente, consiste en una libreta de cubiertas azules que, como regla, se
entrega a los cónyuges en el momento de ser inscrito el matrimonio (o cuando se lleva a cabo una adopción
o el reconocimiento de un hijo no matrimonial).
El objeto fundamental del Libro de familia consiste en anotar en el mismo los datos relativos al matrimonio,
nulidad y divorcio, filiación (matrimonial y extramatrimonial), hechos que afecten a la patria potestad y la
defunción de los hijos ocurrida antes de la emancipación, llevándose a cabo los asientos en forma de
extracto. Los asientos del Libro de familia tienen valor de certificaciones y de ahí su importancia como
medio de prueba.
Tras la admisión del matrimonio homosexual, ha sido necesario realizar unos retoques en los modelos de
asientos y certificaciones del Registro Civil y del Libro de Familia.

TEMA 11 - CAPÍTULO 17

 LAS PERSONAS JURÍDICAS
En el Código Civil Español se utiliza expresamente la denominación de “personas jurídicas”, en plural,
siendo probablemente el primero que formuló una regulación especial de la personalidad jurídica, dando a
este concepto una extensión tan amplia.
Ello hace necesario diversificar y distinguir entre los diversos tipos de personas jurídicas. Es casi imposible
pretender elaborar un único concepto de personalidad jurídica, ya que sería tan vago y abstracto que no
tendría utilidad.
3.1. LA ESTRUCTURA BÁSICA DE ASOCIACIONES Y FUNDACIONES
En nuestro sistema jurídico existen tres tipos de personas jurídicas, según el 35 CC, estas son; las
corporaciones, asociaciones y fundaciones.
• Corporaciones : Son asociaciones creadas por iniciativa legal, de carácter público.
• Asociaciones : Son grupo de personas unidas voluntariamente organizado para conseguir un fin 
 de
interés general y no lucrativo.
• Fundaciones, como un conjunto de bienes, un patrimonio, adscrito a un fin de interés general y 
 no
lucrativo. 
 De todas formas, las asociaciones también requieren un patrimonio y las fundaciones precisan
lógicamente de la colaboración de personas, pero el germen de asociación y fundación es distinto, ya que
en la asociación es primordial el sustrato personal mientras que, en la fundación, lo primordial es el
componente patrimonial.
3.2. LAS CORPORACIONES: LAS PERSONAS JURÍDICAS PÚBLICAS
Las personas jurídicas denominadas por el Código Civil corporaciones son básicamente asociaciones, pero
están reconocidas o creadas por ley. De este modo, atendiendo a su origen habría dos tipos de
agrupaciones de personas con un fin común. Por un lado, las creadas por iniciativa de los componentes de
la agrupación, quienes deciden dotarla de personalidad jurídica, sería la asociación. Por otro lado, por
iniciativa de una Ley, dando cuerpo a una corporación, que se incorporan dentro de las Administraciones
públicas: Estado, Comunidades Autónomas, Provincia, Municipio, Universidades, Colegios Profesionales,
Federaciones Deportivas... 
 El Código utiliza el término corporaciones para referirse a todas las personas
jurídico-públicas que deben su nacimiento al propio impulso de la Administración pública y de los diferentes
organismos políticos.
3.3. EL INTERÉS PÚBLICO DE ASOCIACIONES Y FUNDACIONES
Los fines perseguidos por ellas han de ser de interés general. En principio, las asociaciones y las
fundaciones han de ser consideradas privadas, en el sentido de que, una vez permitidas legalmente, la
iniciativa de su creación o constitución corresponde, por principio, a los particulares (si bien, en el caso de
las fundaciones también pueden ser impulsadas por personas jurídico-públicas, lo cual es más dudoso en el
caso de las asociaciones).
Este requisito tiene un motivo evidente, el Ordenamiento jurídico no puede consagrar la existencia de
personas jurídicas cuyos objetivos sean contrarios a los intereses generales de la comunidad.
3.4. ASOCIACIONES Y SOCIEDADES: EL INTERÉS PARTICULAR
El artículo 35 del Código Civil establece que son personas jurídicas; las corporaciones, asociaciones y
fundaciones de interés público, reconocidas por la Ley y las asociaciones de interés particular, sean civiles,
mercantiles o industriales, a las que la ley conceda personalidad propia, independiente de la de cada uno de
los asociados.
Con las asociaciones de interés particular viene a complicarse el panorama. En realidad, tales asociaciones
constituyen un subtipo de la figura de la asociación propiamente dicha: las sociedades, que tienen por
objeto conseguir un lucro o ganancia repartible entre los socios.
Sin embargo, ha de considerarse que dicho interés particular no es antagónico al denominado interés
público (generación de riqueza, creación de empleo, ampliación de mercados, etc.).

TEMA 11 - CAPÍTULO 18 - LAS ASOCIACIONES


2. LEGISLACIÓN APLICABLE Y CLASES DE ASOCIACIONES
2.1 LA ANTINOMIA ENTRE LA LEY 191/1964 Y LA CONSTITUCIÓN
La Constitución Española, como tantas otras, reconoce el derecho de asociación (art 22). Este derecho no
está regulado sólo por los regímenes democráticos, sino también por los que no lo son. La diferencia
fundamental entre unos y otros vendrá dada por el posterior desarrollo o limitación del principio asociativo,
en el segundo caso en la evitación de toda agrupación de carácter político.

La Ley de Asociaciones de 1964, vigente hasta el 2002, prohibía cualquier tipo de asociación que implique
un peligro para la unidad política y social de España, entre otras cosas, impidiendo el normal desarrollo del
derecho a la asociación que estipulaba la Constitución.
Entre 1978 y 2002 se dio la paradoja situación de simultanear la vigencia de las dos leyes, que
son contradictorias entre sí.

2.2 LA PLURALIDAD NORMATIVA EN EL MOMENTO CONSTITUYENTE


La peculiar transición política de España entre 1975 y 1978 requirió institucionalizar los partidos políticos y
los sindicatos antes de la elaboración de la propia Constitución. Esto hizo que se produjera una situación
muy peculiar.
Se mantiene la Ley General de Asociaciones de 1964 como un parche y al mismo tiempo se legislan varias
leyes relacionadas con las Asociaciones.m Nuestra Historia reciente se desenvolvió por el lado contrario, es
decir, tras la muerte de Franco, en la transición conocen una inusual legislación relacionada a las
asociaciones, limitada a determinados tipos, por ejemplo, Asociaciones políticas, Asociación
sindical,Partidos Políticos, publicación de varios Reales Decretos, Actividad política-sindical en las Fuerzas
Armadas, Derecho de asociación sindical de los funcionarios públicos, Derecho de asociación de los
funcionarios civiles de la Seguridad del Estado.

2.3 LA SITUACIÓN NORMATIVA ACTUAL: LOS TIPOS PARTICULARES DE ASOCIACIONES


A partir de la puesta en vigor de la Constitución, estando todavía vigente la Ley 191/1964 (en gran parte
inconstitucional) y pendiente de desarrollar el artículo 22 de la Constitución, la clase política siguió una
política de parcheado. Se realzan ciertas asociaciones: partidos políticos, libertad de sindicación, los
sindicatos y las asociaciones empresariales, las asociaciones y colegios profesionales y la asociación
profesional de Jueces, Magistrados y Fiscales.
La Constitución ratifica un extenso panorama de entidades asociativas: asociaciones religiosas (católicas y
no católicas), asociaciones deportivas, asociaciones administrativas de contribuyentes, asociaciones de
propietarios, centros de iniciativas turísticas, asociaciones de consumidores…

Con el tiempo, la situación se ha vuelto confusa desde el punto de vista normativo, pues algunas de las
disposiciones han sido objeto de reforma o desarrollo antes de transcurrir 10 años desde la aprobación de la
Constitución.
La diversificación es abrumadora, no sólo por la legislación que se ocupa de cada tipo de asociación, sino
porque no existe una ley que regulé las asociaciones en general y porque además existen disposiciones
autonómicas sobre los diferentes tipos de asociación (País Vasco, Cataluña, Canarias, Andalucía, Valencia)
que vienen a complicar el panorama.

2.4 LA LO 1/2002, REGULADORA DEL DERECHO DE ASOCIACIÓN


La regulación constitucional del derecho de asociación y el contenido de la mayor parte de los preceptos de
la Ley 191/1964 son totalmente contradictorios. Lo cual está agravado porque el Código Civil no estipula
nada en relación con la Asociaciones.
Por ese motivo es tan importante la aprobación de la Ley Orgánica 1/2002, reguladora del derecho de
asociación, siendo Ministro del Interior D. Mariano Rajoy. Dicha Ley establece un régimen mínimo y común
que es compatible con las leyes especiales dictadas para determinados tipos de asociaciones (partidos
políticos, sindicatos…) y sirve de base para las asociaciones no contempladas en la legislación especial.

3. CONSTITUCIÓN DE LA ASOCIACIÓN
3.1. LA PLURALIDAD DE PERSONAS
El presupuesto fundamental del nacimiento de la asociación viene representado por la unión o agrupación
de un número plural de personas, las cuales precisamente se asocian entre sí para conseguir alguna
finalidad que, por separado, sería imposible o inoportuna.
La constitución no precisa nada al respecto del número mínimo de asociados. Por tanto, bajo su vigencia,
según la opinión mayoritaria, habría de considerarse bastante la existencia de dos o más personas. Sin
embargo, la Ley orgánica 1/2002 establece que se necesitan como mínimo tres personas, físicas o
jurídicas, como socios iniciales o fundadores. De este modo, podrán constituir asociaciones las personas
físicas y las personas jurídicas, sean estas públicas o privadas. El hecho de que las personas jurídicas
pudieran asociarse fue controvertido, ya que en principio se trataba de un derecho reservado a las personas
naturales. Sin embargo, las personas jurídicas podían agruparse bajo el esquema organizativo de
federación o confederación.

Con carácter general quienes deseen crear una asociación o formar parte de una ya existente es necesario
tener capacidad de obrar, por lo cual, los menores de edad no podrían formar parte de asociación alguna.
Sin embargo, la Ley 1/2002 establece una excepción a la norma general, y prevé que puedan constituir
asociaciones los menores no emancipados de más de 14 años, con el consentimiento documentalmente
acreditado de sus padres o tutores, sin perjuicio de los establecido para las asociaciones infantiles, juveniles
o de alumnos en la LO 1/1996 de Protección Jurídica del Menor.

3.2 EL ACTA FUNDACIONAL


El primer paso para constituir una asociación es llevar a cabo un acto donde se manifieste la voluntad de
constituirla. La Ley habla de un acta constitutiva, acuerdo de constitución o acta fundacional, que es el
documento suscrito por los socios fundadores que deja constancia de la voluntad común y concorde de los
asistentes de constituir una asociación.
La Ley no exige una forma determinada para la validez del acta, puede tratarse de un documento público
(acta notarial) o privado, redactado y suscrito por las propias personas interesadas (el más habitual por ser
gratuito), cuya aportación se requiere para el registro de la asociación de la comunidad autónoma en la que
se ubique el domicilio de la asociación. En dicho documento deben constar los siguientes datos como, el
nombre y apellido de los promotores de la asociación ( si son personas físicas), denominación o razón
social ( si son personas jurídicas) y en ambos casos nacionalidad y domicilio. Por otro lado, deberá incluir
también la voluntad de los promotes de constituir una asociación, así como también los pactos que
hubiesen establecido.
Por otro lado, el acta fundacional, entre otras cosas, tambié deberá incluir los Estatutos aprobados que
regirán el funcionamiento de la asociación y la fecha y lugar del otorgamiento del acta y firma de los
promotores o de sus representantes si son personas jurídicas.

3.3 LOS ESTATUTOS:


Los estatutos, en cuanto reglas de autoregulación de la asociación, han de comprender la denominación,
fines, domicilio, órganos directivos, patrimonio fundacional, derechos y deberes de los socios, etc. Por
consiguiente, tienen una gran importancia práctica.

Como es natural, ni la ley derogada, ni la legislación vigente ofrecen definición alguna de los estatutos, ni
establecen imperativamente la estructura de los mismos, limitándose a establecer un contenido estatuario
mínimo, que una vez respetado, puede verse completado con cuantos pactos y condiciones lícitos deseen
incorporar los socios.

3.4. LA INSCRIPCIÓN REGISTRAL Y LA ADQUISICIÓN DE LA PERSONALIDAD JURÍDICA


Tradicionalmente se consideró que la adquisición de personalidad jurídica por parte de las asociaciones
requería el control de los poderes públicos y su inscripción en el Registro provincial dependiente del
Ministerio del Interior.
Actualmente, el TS ha deducido que la personalidad jurídica nace del acuerdo o acto constitutivo, sin
necesidad de acto registral, lo cual ha sido muy criticado por los juristas, según los cuales, las asociaciones
registradas deberían gozar de personalidad, las no registradas deberían ser asociaciones sin personalidad.
Esto es evidente en relación con los partidos políticos y los sindicatos, los cuales no gozaran de
personalidad jurídica independiente de la de sus promotores si no han sido inscritos en los correspondientes
Registros.
La inscripción resulta crucial en relación con el régimen de responsabilidad por deudas frente a terceros,
aspecto fundamental para establecer la existencia o no de personalidad jurídica independiente.

4.LA CONDICIÓN DE SOCIO


4.1VOLUNTARIEDAD E INTRANSMISIBILIDAD DE LA CUALIDAD DE SOCIO
Pertenecer a una asociación es un acto voluntario.
El Tribunal Constitucional y la LO 2002 establecen la condición de socio desde el aspecto positivo, es decir,
desde que las personas tienen derecho a asociarse libremente y a incorporarse a asociaciones
preexistente, y desde el aspecto negativo, nadie puede ser obligado a asociarse, aunque reúna los
requisitos personales o los presupuestos para ello según los estatutos de la asociación. Nunca puede ser
algo obligatorio ni coactivo.
La condición de socio tiene carácter personalísimo y es esencialmente intransmisible, ya sea intervivos o
mortis causa. El socio no puede subrogar en su posición a otra persona, aunque ésta reúna los requisitos
exigidos o las condiciones establecidas.Sin embargo, los estatutos pueden establecer mecanismos de
sustitución de socios u otorgar vías preferentes de ingreso a favor de ciertas personas, mediante el
correspondiente acuerdo social (previsto en los estatutos), no por mera iniciativa o decisión de algún socio
concreto.
4.2. ADQUISICIÓN DE LA CUALIDAD DE SOCIO
Con respecto a los tipos de socios, podemos encontrar socios fundadores, que son los que participaron en
la generación del grupo social organizado, en el momento constituyente. Los socios ordinarios o socios, que
se incorporan en cualquier momento posterior a la constitución de la asociación.
Por otro lado, a nivel general, los requisitos básicos para la admisión son que, el candidato debe solicitar la
incorporación a la asociación, debe cumplir las condiciones fijadas por los estatuto, debe considerarse la
asociación una estructura abierta, sin que exista abuso por parte de los ya socios, debe dirigirse a los
órganos directivos de la asociación, también suelen necesitar una carta de recomendación de uno o varios
socios y el candidato tiene que tener capacidad de obrar.

Finalmente reseñar que es frecuente que las asociaciones cuenten con patrocinadores, socios honorarios y
honoríficos: se trata de personas que, sin ostentar la cualidad de socio, proporcionan lustre y esplendor a la
asociación o le suministran apoyo y patrocinio.

4.3. PÉRDIDA DE LA CONDICIÓN DE SOCIO:


Los motivos de la pérdida de la condición de socio pueden ser, a petición del socio, como manifestación de
su voluntad, debido a muerte o declaración de fallecimiento, si se pierden las condiciones o circunstancias
personales requeridas para pertenecer a la asociación o por razones establecidas en los estatutos
dependiendo tipo de asociación y fines perseguidos.

4.4 DERECHOS Y DEBERES DE LOS SOCIOS


Normalmente, los estatutos suelen ser bastante detallados en relación con los derechos y deberes de los
socios y que el análisis en profundidad de los mismos requiera una contemplación casuística, en
dependencia de los fines asociativos.
Entre los derechos, merecen especial atención aquellos de tipo “político”, por ejemplo, asistencia a
asambleas, voto, participación en los órganos de gobierno, conocer los estatutos y los órdenes del día, etc,
que en principio, no pueden restringirse estatutariamente, deben ser iguales para todos los socios.

Con respecto a los deberes, consisten en contribuir económicamente, mediante la cuota, al sostenimiento
de las actividades asociativas y procurar la consecución de los fines de la asoación a través de la
participación activa en las actividades programas por la Junta directiva o el órgano de gobierno que cumpla
sus veces.

6. EL PATRIMONIO SOCIAL Y LA GESTIÓN ECONÓMICA


6.1 PATRIMONIO SOCIAL Y CAPACIDAD PATRIMONIAL
Es obligatorio que en los Estatutos figure una cifra concreta como patrimonio fundacional o inicial,
quedando vinculada al cumplimiento de los fines de la asociación. Dicho patrimonio inicial puede aumentar
posteriormente mediante las aportaciones o cuotas que acuerden los socios, las donaciones, subvenciones,
legados, herencias, etc., que pudiera recibir de terceros.
Aunque antes, la ley era muy restrictiva con la capacidad patrimonial, hoy en día las asociaciones que
gocen personalidad jurídica (como cualquier otra persona jurídica) tienen derecho a adquirir y poseer toda
clase de bienes y derechos sin necesidad de autorización administrativa alguna.

Sin embargo, no hay que olvidar que la dotación patrimonial de las asociaciones es algo puramente
instrumental (no como en las fundaciones) y suele ser de escasa entidad e incluso prácticamente
inexistente.

6.2 DISOLUCIÓN DE LA ASOCIACIÓN Y DESTINO DEL PATRIMONIO


La nueva LO considera que el destino del patrimonio “no podrá desvirtuar el carácter no lucrativo de la
entidad''
A pesar de esto, priman las normas estatutarias, por lo que, aun siendo cierto que la idea de lucro es
extraña al régimen jurídico de las asociaciones y que, por consiguiente, la disolución de la asociación no
debería tener como resultado el enriquecimiento de los asociados, la interpretación generalmente aceptada
en los estatutos es que en caso de disolución de la asociación el patrimonio restante podrá distribuirse entre
los asociados (lo que es bastante paradójico).

7. LA SUSPENSIÓN DE LAS ACTIVIDADES DE LA ASOCIACIÓN


Desde 1978, con la Constitución, la suspensión de las actividades de la asociación sólo podrá llevarse a
efecto mediante resolución judicial motivada, anulando la anterior capacidad de la Administración, lo que
hace innecesaria cualquier referencia por parte de la ley 1/2002 en este sentido.

8. LA DISOLUCIÓN O EXTINCIÓN DE LA ASOCIACIÓN


La disolución implica la desaparición o extinción de la persona jurídica, pudiéndose distinguir a grandes
rasgos dos grandes causas para la disolución. Por un lado, por Ley: ilicitud, es decir, las que tengan como
objetivo cometer delitos o promover su comisión. Por otro lado, también se puede producir su disolución o
extinción de forma voluntaria, rigiéndose según lo que determinen los Estatutos al respecto sobre el quórum
y el número de votos. Si los Estatutos no lo prevén se aplicará la Ley.

TEMA 11 CAPÍTULO 19 LAS FUNDACIONES


La fundación es la persona jurídica de sustrato patrimonial por excelencia: una vez constituida no importa en
ella tanto la persona del fundador como el conjunto de bienes (o patrimonio) que éste separa o individualiza
para atender a un fin determinado. Puede caracterizarse la fundación como la personificación de un
patrimonio establemente adscrito a un fin de carácter general.
2.TIPOS DE FUNDACIONES Y LEGISLACIÓN APLICABLE
Hasta la publicación de la Ley 30/1994, se reconocían tres tipos fundamentales de fundaciones: Benéficas,
laborales y culturales privadas.

2.1 LAS FUNDACIONES BENÉFICAS


También llamadas de beneficencia particular, son las más antiguas y las de mayor arraigo social.
La actividad altruista de origen privado generó un buen número de instituciones sanitarias o asistenciales
que cumplieron su cometido durante varias décadas (hospitales, manicomios, asilos, casas cuna, etc.).
Actualmente, la presencia social de asociaciones puramente benéficas es bastante escasa ante la
generalización del sistema público de Seguridad Social.

2.2 LAS FUNDACIONES LABORALES


Pueden ser creadas creadas por una empresa y sus trabajadores, o por acto unilateral de una empresa o de
terceras personas en beneficio de los trabajadores de un ámbito o ámbitos laborales determinados sin
obligación alguna para aquellos. En él se estipulará las aportaciones de ambos y las normas sobre el
gobierno y administración. Dichos pactos tendrán el carácter y se celebrarán con las formalidades
establecidas en los Convenios Colectivos Sindicales. Su número e importancia, en la práctica, son escasos.

2.3 LAS FUNDACIONES CULTURALES PRIVADAS


El protectorado de la categoría de las fundaciones culturales privadas se encomendó al Ministerio de
Educación, definiéndose como patrimonios autónomos destinados principalmente por sus fundadores a la
educación, investigación científica y técnica o a cualquier otra actividad cultural sin ánimo de lucro. Sin
embargo, el Ministerio de Educación no ha demostrado mucho interés hacia el instrumento, y puede
afirmarse que no ha llegado ni siquiera a estructurar el Registro ad hoc creado y regulado por el Decreto.
Las fundaciones culturales privadas se subdividían en; Fundaciones de financiación, Fundaciones de
servicio y Fundaciones de promoción.

2.4 REFERENCIA A LAS FUNDACIONES RELIGIOSAS


Conforme al Acuerdo sobre Asuntos Jurídicos entre la Iglesia y el Estad y al RD sobre Fundaciones
Religiosas de la Iglesia Católica, estas podrán también adquirir personalidad jurídica civil mediante su
inscripción en el Registro de Entidades Religiosas, dependiente en este caso del Ministerio de Justicia.

2.5 LA INEXISTENCIA DE TIPOS FUNDACIONALES BAJO LA LEGISLACIÓN CONTEMPORÁNEA


Las actuales Leyes de Fundaciones abandonan la clasificación anterior, llevando a cabo una regulación de
carácter general aplicable a todos los tipos de fundaciones. La disposición derogatoria prevé expresamente
la pérdida de vigencia (parcial, respecto de algunos de ellos) de los textos normativos a los que nos hemos
referido. En el futuro se podrá seguir hablando, descriptivamente, de fundaciones asistenciales, docentes o
laborales, atendiendo a sus fines concretos.
Por otro lado, la ley mantiene el régimen propio de las fundaciones religiosas de la Iglesia Católica,
extendiéndolo a las diversas “Iglesias, Confesiones y Comunidades Religiosas”, de conformidad con el
principio de aconfesionalidad estatal establecido en el artículo 16 de nuestra Constitución.

3. LA CONSTITUCIÓN DE LA FUNDACIÓN
3.1 LA VOLUNTAD DEL FUNDADOR
La constitución o creación de una fundación puede llevarse a cabo tanto por personas físicas como por
personas jurídicas ya sea mediante acto Inter vivos o mortis causa (en testamento). La voluntad de
fundador (o fundadores) asume un extraordinario protagonismo, ya que la fundación NO es una “estructura
abierta”, dependiente de la voluntad de los administradores, sino sólo y exclusivamente dependiente de los
designios del fundador. Los Estatutos de la fundación han de ser interpretados y, en su caso, integrados
conforme a la voluntad del fundador.
La voluntad del fundador no es protegible de forma ilimitada, sino que queda sometida a las exigencias del
orden público interno del Ordenamiento jurídico y a la propia estructura y finalidad de la persona jurídica
fundacional. Hay un mínimum exigible al pretendido fundador que, conforme a nuestro Derecho, debe
observarse. Por un lado, la fundación ha de servir fines de interés general para la colectividad; debe estar
presidida por la idea de altruismo. Por otro lado, pese a que los Estatutos fundacionales deben ser
interpretados conforme a la voluntad del fundador, éste, por sí mismo, no tiene facultad alguna para decidir
la suerte de la fundación una vez constituida.
La pervivencia o extinción de la fundación dependerá de lo dispuesto en los Estatutos y habrá que tenerse
en cuenta con carácter general los criterios establecidos en el artículo correspondiente del CC.

3.2 LA DOTACIÓN PATRIMONIAL


No basta la mera voluntad de fundador para que la fundación pueda entenderse constituida. La fundación
es un patrimonio adscrito a un fin y, por tanto, no nacerá al mundo del Derecho mientras no sea dotada de
los bienes necesarios para atender a los fines previstos. La dotación patrimonial es un requisito sine qua
non de la existencia y constitución de la fundación.
La dotación tiene que ser adecuada y suficiente para el cumplimiento de los fines fundacionales,
refiriéndose a que el valor económico alcance los 30.000 euros. No obstante, la dotación patrimonial inicial
puede ser considerada solamente como un paso instrumental para conseguir una dotación ideal o una
dotación óptima. Esta debe tener suficiente entidad económica para garantizar el cumplimiento de los fines
fundacionales de forma segura durante un plazo de tiempo prolongado. La dotación patrimonial inicial es un
requisito de la constitución de la fundación y no puede identificarse con una transferencia patrimonial
simbólica.
3.3 LOS FINES DE INTERÉS GENERAL: LOS BENEFICIARIOS
La Constitución Española reconoce el derecho de fundación para fines de interés general, manifestando que
los fines fundacionales deben atender tanto a la actividad de la fundación, como a los beneficiarios de las
actividades fundacionales. Además, cabe destacar que, dicho artículo de la CE estipula que las
corporaciones, asociaciones o fundaciones de interés público reconocidas por la Ley son personas jurídicas.

No cabe duda respecto del requisito constitucionalmente establecido “fines de interés general”, lo que
consecuencias, como que los fines perseguidos por el fundador tienen que ser determinados, en cuanto
consecución a perseguir por la fundación una vez constituida, los fines fundacionales deben estar descritos,
obligatoriamente, en los Estatutos de la fundación, para poder someterse al control de los poderes públicos.

Los futuros beneficiarios de las prestaciones de la fundación tienen que ser colectividades genéricas de
personas, y deben entenderse inconstitucionales las “fundaciones familiares”. Los fines han de ser lícitos, y
según la CE, las fundaciones que persigan fines o utilicen medios tipificados como delitos son ilegales y,
pueden ser suspendidas sus actividades o ser extinguidas siempre trámite la autoridad judicial, mediante
sentencia.

3.4 LA FORMA Y LA INSCRIPCIÓN EN EL REGISTRO*


Atendiendo a las disposiciones reguladoras de las fundaciones benéficas, tradicionalmente se afirmaba que
la constitución de las fundaciones no debía depender de que el acto fundacional se hubiera instrumentado
de una forma (en el sentido de formalidad) determinada y/o de que la fundación hubiera sido inscrita en un
Registro público.
Sin embargo, la libertad de forma en la manifestación constitutiva de la fundación no puede elevarse en
regla general en nuestro sistema.

Por tanto, las fundaciones tendrán personalidad jurídica desde la inscripción de la escritura pública de su
constitución en el correspondiente registro de fundaciones y solo ciertas entiedades inscritas en el Registro,
es decir, las que cumplan los requisitos establecidos en dicho artículo, tendrán la denominación de
fundacion.
4. EL GOBIERNO DE LA FUNDACIÓN: EL PATRONATO
Una vez constituida y conforme a las previsiones estatutarias del fundador, lo normal es que la gestión y
funcionamiento de la fundación se realice a través de un órgano colegiado, denominado Patronato (sus
miembros: patronos o sencillamente administradores). En el pasado podían existir fundaciones de patronos
únicos. La Ley de Fundaciones se inclina decididamente por el Patronato colegiado compuesto al menos
por tres miembros.
Los patronos suelen identificarse personalmente al redactar los Estatutos, con vistas a constituir el primer
Patronato, para el futuro, sus componentes se señalan de forma indirecta (ejemplo: los tres hijos, nietos o
posteriores descendientes del fundador de mayor edad) o por indicaciones de cargos (Sr. Obispo, Sr. Rector, Sr. Alcálde). Si la
fundación se constituye inter vivos, lo normal es que el fundador o instituyente (o los fundadores) asuma un
papel relevante en el patronato, con lo que, en esa primera fase, coinciden en una misma persona (o varias)
la cualidad de instituyente y administrador.
Los patronos, incluso en el caso anterior, son puros administradores de la fundación, debiendo actuar en la
gestión y representación de la misma respetando estrictamente los estatutos y las reglas imperativas
aplicables.
Se puede decir que las fundaciones son patrimonios que están destinados a fines, pero la realización de
estos requieren de personas que quieran perseguirlos.

5.LA ACTIVIDAD DE LA FUNDACIÓN


5.1 EL PATRIMONIO FUNDACIONAL Y LA APLICACIÓN DE LAS RENTAS
El desarrollo de las actividades propias de la fundación depende de sus fines, estatutariamente establecidos
y clasificados por el correspondiente Protectorado. Las actividades de la fundación deben ser realizadas sin
detrimento (sin menoscabo) de la dotación patrimonial, para evitar el agotamiento del mismo. La fundación
debe actuar conservando su patrimonio y aplicando a la consecución de sus fines fundacionales única y
exclusivamente las rentas o rendimientos de la dotación patrimonial (única o sucesiva), más otros posibles
ingresos (donaciones, subvenciones, etc.) que no integren la dotación patrimonial propiamente dicha.
Para que esto sea posible es necesario evitar la pérdida de valor económico de la dotación patrimonial para
garantizar el futuro de la fundación y el cumplimiento de sus fines. A tal efecto, la dotación patrimonial
debería estar compuesta por bienes y derechos rentables.
Los patronos no pueden actuar a su antojo en la administración y disposición de los bienes de la dotación
patrimonial, los actos de cierta entidad deben contar con la autorización del Protectorado correspondiente,
para garantizar el mantenimiento del valor económico de la dotación patrimonial.

5.2 LAS ACTIVIDADES EMPRESARIALES


El debilitamiento de la dotación fundacional trajo consigo que en algunos casos la fundación se estructure
bajo las denominadas fundaciones-empresa. Inicialmente la doctrina especializada era contraria a la idea de
que las fundaciones, por sí mismas, pudieran desempeñar actividades empresariales. Autores afirmaron
que la estructura fundacional es contraria a la idea de que la fundación sea accionista mayoritaria de
sociedades mercantiles, ya que la idea de lucro o ganancia no es propia de las fundaciones.
Sin embargo, en los últimos tiempos se defiende abiertamente esta posibilidad a fin de que las fundaciones
desplieguen actividades de explotación patrimonial para incrementar la rentabilidad de la dotación y
procurar el mejor cumplimiento del fin fundacion.

6 . EL PROTECTORADO
El Protectorado, es el departamento administrativo que tiene encomendada la vigilancia y control del devenir
de la fundación.
Hasta la publicación de la Constitución Española dicha función protectora correspondía al Estado en función
del tipo de fundación de que se tratase, las fundaciones laborales y las benéficas estaban adscritas al
Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y las fundaciones culturales, al Ministerio de Educación y Ciencia.

7. EXTINCIÓN DE LAS FUNDACIONES


De acuerdo con la legislación vigente con anterioridad a la Ley actual, las fundaciones se extinguían cuando
se dieran las causas previstas estatutaria o legalmente. Las causas extintivas podían ser de distinta
naturaleza; de ilegalidad o imposibilidad sobrevenida de cumplir el fin fundacional estatutariamente previsto,
de realización completa del fin fundacional o del cumplimiento del plazo temporal previsto en el momento de
constitución.
La vigente Ley de Fundaciones enumera diversas causas de extinción. Tales causas son más teóricas que
otra cosa, aunque, la causa más común de extinción de fundaciones suele ser la insuficiencia patrimonial
para atender al fin previsto, en ese caso, la fundación no se extingue, sino que se origina la modificación o
fusión de las fundaciones. Es decir, el patrimonio restante se adscribe a un fin menos ambicioso que el
inicialmente previsto, o se procede a acumular o agregar varios patrimonios fundacionales, para seguir
cumpliendo la voluntad de los fundadores pero adecuada a las nuevas circunstancias temporales.
TEMA 12 CAPÍTULO 20 LAS COSAS
1. EL OBJETO DE LA RELACIÓN JURÍDICA
1.1 IDEAS GENERALES
Las relaciones jurídicas tienden por lo general a conseguir, o bien una cosa determinada, o bien la
prestación de una conducta concreta por parte de cualquier persona. Por este motivo, resulta lógico hablar
del objeto de la relación jurídica, para poner de manifiesto que cuando los sujetos de Derecho se relacionan
unos con otros el fin por ellos perseguido (una cosa, una conducta concreta) puede identificarse con el
elemento objetivo de la relación entablada.
Aunque el elemento objetivo suele ser alguno de los bienes necesario para la subsistencia cotidiana, casi
siempre cosas, esto no siempre es así y requiere de algunas precisiones

1.2. COSAS Y BIENES


Aunque el CC parece emplear como sinónimas las expresiones “cosas” y “bienes”, la identidad de ambos
conceptos no es idéntica. Podemos definir ''Cosas'', como objetos materiales. En cambio, podemos definir
''Bienes'', como componentes del patrimonio de una persona evaluables economicamente, tanto si son
cosas propiamente dichas, como si son derechos sobre las cosas (derechos reales) o derechos que tienen
por objeto la conducta ajena (derechos de crédito). No obstante, la doctrina rechaza la identificación de los
bienes con los derechos, manteniendo que el bien es el objeto sobre el que recae el derecho, por lo que se
deduce que los derechos no son bienes en sentido estricto. Por lo tanto, en rigor, el término “bien” sería el
género, frente al papel de especie desempeñado por las “cosas”.
Los bienes tienen interés para el Derecho en cuanto resulten susceptibles de apropiación o de atribución a
una persona (física o jurídica), por lo tanto, las cosas materiales de uso común y generalizado (sol, aire,
lluvia) en sí mismas consideradas no constituyen un bien autónomo, ni lógicamente, son objeto de
relaciones jurídicas aunque tengan previsiones normativas encaminadas a su protección.

2. LA DISTINCIÓN ENTRE BIENES MUEBLES Y BIENES INMUEBLES


De todas las clasificaciones de las cosas, la división entre bienes muebles e inmuebles es sin duda la más
importante, pues el régimen jurídico de unos y otros es muy diverso, desde los viejos tiempos romanos
hasta la actualidad.
El CC dice que se consideran como bienes muebles o inmuebles, las cosas que son o pueden ser objeto de
apropiación.
Por otro lado, otro artículo del CC, nos dice que, se consideran bienes muebles a aquellos que no son
inmuebles.
Resulta necesario distinguir en base a la enumeración referida entre bienes inmuebles por naturaleza, por
destino y por analogía.

2.1 INMUEBLES POR NATURALEZA Y POR INCORPORACIÓN: LAS PARTES INTEGRANTES


El bien inmueble por antonomasia es la tierra, en cuanto elemento físico que sirve de soporte a la existencia
de los seres humanos y, por consiguiente, todo lo que se encuentra unido de forma estable a ella, sea de
forma natural o de forma artificial (por incorporación), es considerado por el Código Civil como bien
inmueble. (edificios, caminos, construcciones, árboles, plantas...)
Por otro lado, en referencia ya no sólo a la tierra, sino a cualquier otro bien inmueble, se considera como tal
todo lo que esté de manera fija unida a un inmueble.
Esta última referencia hace que algunos autores prefieran subdistinguir entre inmuebles por naturaleza e
inmuebles por incorporación, pues evidentemente cualquier bien mueble unido establemente a un inmueble
(lavabo, grifo, chimenea empotrada, etc.) era, antes de su incorporación, un bien mueble “por naturaleza”.

El hecho de que la incorporación provoque materialmente la consecuencia de que el bien mueble pase a ser
parte del inmueble ha traído consigo que la doctrina española contemporánea haya pretendido incorporar a
nuestro sistema jurídico el concepto de “parte integrante” (y también el de “pertenencia”).

No tiene sentido, según nuestro Código Civil la calificación de esencial-necesario o accesorio-


complementario, lo único verdaderamente importante es que esté unido al inmueble de una manera fija.
El concepto de “partes integrantes”, tampoco parece un concepto útil, ya que se consigue el mismo
resultado con la idea de “quebrantamiento”.

2.2. INMUEBLES POR DESTINO: LAS PERTENENCIAS


Según el Código Civil, son bienes muebles, que, por su destino, se convierten o transmutan en bienes
inmuebles para el Ordenamiento jurídico; las estatuas u otros objetos ornamentales unidos de modo
permanente al edificio (finca urbana) o la heredad (finca rústica), las máquinas o utensilios destinados al
servicio de una explotación asentada en un inmueble, sea rústica, agraria, industrial, comercial, los
palomares, colmenas y cualesquiera criaderos de animales o peces unidos a la finca de modo permanente,
los abonos destinados al cultivo que estén en las tierras donde hayan de utilizarse, los diques y las
construcciones, incluso flotantes, que estén destinados a permanecer en un punto fijo de un río, lago o
costa.
Por tanto, podemos decir que las pertenencias son bienes subordinados, de forma permanente o duradera,
a un bien principal para que este pueda cumplir mejor su función económica, por lo que, más que formar
parte de ellas, podríamos decir que los inmuebles por destino se relacionarían con las pertenencias por ser
conceptos clasificatorios paralelos, desarrollados en sistemas jurídicos distintos.

2.3 INMUEBLES POR ANALOGÍA


Según el CC son bienes inmuebles las concesiones administrativas de obras públicas, las servidumbres y
demás derechos reales (por ejemplo, derecho de paso) sobre bienes inmuebles.
Al ser estas concesiones incorporales, existen dudas sobre que puedan ser calificadas como bienes, y con
más motivos calificarlas como bienes inmuebles y bienes muebles, debido a la naturaleza del bien sobre el
que recae el derecho.
2.4. BIENES MUEBLES
Se pueden definir de forma negativa, es decir, todo lo que no son bienes inmuebles, y de manera positiva,
es decir, todos los bienes que se pueden transportar de un punto a otro sin menoscabo de la cosa inmueble
a que estuvieren unidos.
Cuando entre el mueble y el inmueble exista una verdadera adherencia o inseparabilidad estaremos ante
un “inmueble por incorporación”; en caso contrario, se tratará de un bien mueble, por existir una unión
meramente pasajera o accidental. El Código Civil considera también bienes muebles por analogía a
determinados derechos entre los que se encuentran “las rentas o pensiones, sean vitalicias o hereditarias”.

3. OTRAS CUALIDADES DE LAS COSAS


En muchas relaciones jurídicas es interesante saber si una cosa, según sus características, puede ser
sustituida por otra sin detrimento de las expectativas de quien ha de recibirlas.
De acuerdo con ello se puede determinar las siguientes clasificaciones de las cosas; cosas consumibles e
inconsumibles, bienes fungibles y bienes infungibles, el dinero como bien fungible y bienes divisibles e
indivisibles.
3.1 COSAS CONSUMIBLES E INCONSUMIBLES
Según el CC han de considerarse consumibles aquellos bienes en que no puede hacerse el uso adecuado a
su naturaleza sin que se consuman. Son cosas consumibles las que, utilizadas conforme a su destino,
desaparecen de la esfera jurídica de la persona que las usa, ya sea porque al hacerlo se agotan o
destruyen (leña, gasolina, tinta…) o, sencillamente, porque se pierde la disponibilidad de ellas, aunque
materialmente sigan íntegras (por ejemplo, el dinero que gastamos habitualmente). Se usan y desaparecen.
En cambio, los
Bienes inconsumibles, tal y como dice el Código, recurriendo a la técnica de la contraposición, serán los
demás. Los bienes inconsumibles pueden ser, ellos mismos, entregados a otras personas en virtud de
cualquier relación jurídica (préstamo, regalo, venta).

3.2 BIENES FUNGIBLES Y BIENES INFUNGIBLES


Se denominan cosas fungibles a aquellas que pueden sustituirse por otras en caso de ser necesario(un
libro, el dinero, un coche, cinco litros de aceite). En general, las cosas fungibles son al mismo tiempo
consumibles, aunque los conceptos no son sinónimos.
Los bienes infungibles son los que tienen características propias que no tienen por qué darse en el resto de
los bienes de la categoría (un libro dedicado por su autor para alguien en concreto, un cuadro determinado).

3.3. EL DINERO COMO BIEN FUNGIBLE


Dentro de los bienes fungiles, asume una peculiar importancia el dinero que, desde el punto de vista ahora
tratado, es sencillamente un bien mueble al servicio de las personas.
Sin embargo, la importancia real del dinero no estriba en su consideración como cosa, sino en ser un medio
general de cambio y de pago, así como una unidad de medida del valor atribuido a las cosas en el mercado.

Por tanto, el dinero como tal, es una cosa material, representada por papel moneda o por monedas
fraccionadas, de naturaleza absolutamente fungible, y por lo tanto, sustituible en las relaciones jurídicas. En
casos excepcionales puede considerarse infungible, cuando por cualquier circunstancia, la numeración y
otros signos alcancen valor de coleccionista (o como prueba en un juicio).

3.4 BIENES DIVISIBLES E INDIVISIBLES


Los bienes divisibles, son aquellos que una vez dividido desempeñan la misma función que la cosa matriz
(parcela de 2.000 mts. dividida en dos).
Por el contrario, cuando la división física de la cosa origina piezas o componentes (desmontaje de un
ordenador) que por sí mismas no desempeñen la misma función que anteriormente realizaba la cosa matriz,
habremos de calificarlas de cosa indivisible; aunque tales partes resultantes tengan utilidad (piezas de
recambio) o gran valor (trozo de corbata del novio).

4. CLASES DE COSAS EN RELACIÓN A SUS PARTES O CON OTRAS COSAS


4.1 COSAS SIMPLES Y COMPUESTAS
Cosas simples son aquellas que, una vez formadas (natural o artificialmente) traen consigo una unidad que
no puede ser sepada de otra cosa, dada la imposibilidad de fragmentar los diversos elementos de la cosa
sin provocar de forma simultánea la destrucción de la propia cosa simple (una hoja de papel, un pan, un
cristal).
Las cosas compuestas se caracterizan por estar formadas por la adición de una serie de cosas simples
cuya unión persigue conseguir una determinada función, pero que son susceptibles de separación
(automóvil).
La división entre cosas simples y compuestas es intrascendente para el derecho y no tiene utilidad. En
términos prácticos lo que si tiene utilidad es la distinción entre cosas divisibles e indivisibles.

4.2 LAS UNIVERSALIDADES DE COSAS


En determinadas ocasiones, es útil considerar agrupadas un conjunto plural de cosas para facilitar su
consideración como objeto de derecho. (Por ejemplo, cuando se vende una biblioteca).
A tales conjuntos se les denomina universalidades, precisamente para evidenciar que funcionan en el tráfico
como un todo, que exige reglas distintas y propias de las que se aplicarían en el caso de considerar una a
una las distintas cosas que la integran.
Casi siempre la existencia de una universalidad depende del dueño de las cosas, el cual las agrupa, sin
embargo, algunas veces existe una política legislativa para agrupar determinados bienes, por ejemplo, el
patrimonio del ausente, en ese caso se habla de universitates iuris.

5. EL RÉGIMEN JURÍDICO DE LOS ANIMALES: EL TRÁNSITO CONTEMPORÁNEO DE COSAS A


SERES SENSIBLES
En la actualidad, el Código Civil considera que los animales son cosas, en concreto bienes muebles,
ignorando que son seres vivos dotados de “sensibilidad”. La reforma del Código Civil parte de la base que
“la naturaleza de los animales es distinta que la de las cosas o bienes y que dicho principio debe presidir la
interpretación de todo el ordenamiento”. Así, los animales pasarán a estar sometidos parcialmente al
régimen jurídico de bienes o cosas siempre que no existan normas destinadas a regular las relaciones
jurídicas en las que estén implicados animales y siempre que dicho régimen jurídico de bienes sea
compatible con su naturaleza de ser vivo dotado de sensibilidad.
Se introducen también en las normas relativas a las crisis matrimoniales preceptos para el régimen de
custodia de los animales de compañía. También se prevé reformar la Ley Hipotecaria en relación con los
animales para impedir que se extienda la hipoteca a los animales colocados o destinados en una finca
dedicada a la explotación ganadera, industrial o de recreo y prohíbe la extensión de la hipoteca a los
animales de compañía. La Ley de Enjuiciamiento Civil también es objeto de reforma ya que se prevé la
declaración de los animales de compañía como absolutamente inembargables en atención al especial
vínculo de afecto de los animales de compañía con la familia con la que conviven.

6. LOS BIENES DE DOMINIO PÚBLICO


Existen una serie de bienes que, por su peculiar importancia y por estar destinados al uso común o a un
servicio público, han sido sometidos a un régimen especial, denominado dominio público. Son bienes de
dominio público; los destinados al uso público, como los caminos, canales, ríos, torrentes, puertos y puentes
construidos por el Estado, las riberas, playas, radas (ensenadas) y otros análogos, los que pertenecen
privativamente al Estado, sin ser de uso común, y están destinados a algún servicio público o al fomento de
la riqueza nacional, como las murallas, fortalezas y demás obras de defensa del territorio, y las minas,
mientras que no se otorgue su concesión. También son bienes de uso público, en las provincias y en los
pueblos, los caminos provinciales y los vecinales, las plazas, calles, fuentes y aguas públicas, los paseos y
las obras públicas de servicio general, costeadas por tales pueblos o provincias.
De todas formas, no hay que olvidar, que las entidades públicas (Estado, CCAA, Provincias y Municipios),
también pueden ser titulares de bienes en régimen de propiedad privada.

6.1. BIENES DEMANIALES Y BIENES PATRIMONIALES


Los bienes y derechos que pertenecen a las entidades públicas pueden ser; bienes de dominio público o
demaniales, los cuales son inalienables, imprescriptibles e inembargables. Los bienes de dominio público
estatal y los bienes de dominio privado o patrimoniales.
La Constitución establece que por Ley se regularán el Patrimonio del Estado y el Nacional, su
administración, defensa y conservación.

6.2. CRITERIOS DISTINTIVOS ENTRE AMBAS CATEGORÍAS: LAS PRETENDIDAS NOTAS


CARACTERÍSTICAS
EXCLUSIVAS DE LOS BIENES DEMANIALES
Los bienes y derechos que pertenezcan a las entidades públicas y no merezcan la consideración de
demaniales, serán calificados como patrimoniales.
Legal y doctrinalmente, la frontera entre ambos tipos de bienes se delimita en base a los dos criterios
descritos previamente. Por un lado, la naturaleza de los bienes, excluiría del ámbito de la propiedad privada
a una serie de bienes que no son susceptibles de apropiación por los particulares (mar, playas, recursos
natural). Por otro lado, la afectación o destino de los bienes a los intereses generales de la comunidad, ya
sea por estar especialmente afectos al uso público o al servicio público. Son inalienables, imprescriptibles e
inembargables. Los bienes patrimoniales serían los que no están afectos al uso o servicio público (ya sea
por naturaleza o por destinación especial). Es común resaltar la diferencia entre ambos tipos de bienes
subrayando el régimen jurídico de los bienes de dominio público y dejando en la sombra el régimen propio
de los bienes patrimoniales.
Respecto de los bienes demaniales, la Constitución Española delega en la ley ordinaria su regulación,
“inspirándose en los principios de inalienabilidad, imprescriptibilidad e inembargabilidad”.
Inalienabilidad: no pueden ser objeto de enajenación, son indisponibles si previamente no ha tenido lugar la
desafectación al interés público. Tendría como consecuencia la inalterabilidad.
Inembargabilidad: no pueden ser objeto de gravamen ni quedar afectos en garantía de tipo alguno que
pueda acarrear el embargo de ellos.
Imprescriptibilidad: no son susceptibles de convertirse en propiedad de los particulares mediante usucapión
(adquisición de un derecho) o prescripción adquisitiva.

6.3. IDENTIDAD BÁSICA DEL RÉGIMEN JURÍDICO DE LOS BIENES DEMANIALES Y PATRIMONIALES
La identidad básica del régimen jurídico de los bienes demaniales y patrimoniales es muy parecida, aunque
con algunas diferencias. Por ejemplo, los bienes patrimoniales tampoco pueden ser objeto de embargo
salvo escasas excepciones. Por otro lado, aunque en los bienes patrimoniales tiene menor importancia la
inalienabilidad conviene no olvidar que; para enajenar bienes patrimoniales hay que contar con autorización
administrativa, según la valoración de los bienes a enajenar: poder legislativo, Gobierno, Ministerios de
Economía y Hacienda… o la enajenación tendrá determinadas garantías procedimentales (subasta
pública). De este modo hay un relativo parecido entre la desafectación para los bienes demaniales y la
autorización para los bienes patrimoniales.
Otras notas o características asociadas a los bienes demaniales están presentes en los bienes
patrimoniales, como por ejemplo las facultades de deslinde de los bienes de oficio (determinación por las
propias Administraciones Públicas de la extensión y linderos de sus bienes inmuebles) y las facultades de
recuperación de los bienes de oficio (potestad exorbitante de la Administración, según la cual puede
recuperar la posesión de los bienes de que haya sido despojada, antes del transcurso de un año y un día,
por sí misma; mientras que los particulares, en caso similar, habrán de recurrir a la autoridad judicial a
través del anteriormente denominado interdicto de recobrar).
Aunque se use la expresión “patrimonio privado de la Administración”, lo cierto es que éste se encuentra
sometido a un régimen jurídico-público que, sólo por excepción, reclama la aplicación de las normas de
Derecho Privado.
Por otro lado, el dominio público entraña una forma de explotación caracterizada por la esencialidad del
interés general, que es el interés de todos los ciudadanos y por la existencia de unas formas de control
administrativo de dicho interés.
7. LOS FRUTOS
7.1 CONCEPTO
En términos jurídicos, fruto es todo rendimiento o producto que genera cualquier cosa, sin perder su propia
individualidad y sustancia. Puede hablarse de bienes (o cosas) fructíferos y no fructíferos, división que tiene
un valor fundamentalmente descriptivo, pues el problema radica en determinar a quién corresponden los
frutos de una cosa; Los frutos pertenecen al propietario de la cosa principal (o fructífera).
7.2. CLASIFICACIÓN DE LOS FRUTOS
Según el CC pertenecen al propietario; los frutos naturales, que son las producciones espontáneas de la
tierra, y las crías y demás productos de los animales. También pertenecen los Frutos industriales, que son
los que producen los predios (fundo o finca) de cualquiera especie a beneficio del cultivo o del trabajo y los
frutos civiles, el alquiler de los edificios, el precio del arrendamiento de tierras y el importe de las rentas
perpetuas, vitalicias u otras análogas. Son denominados o calificados así, para resaltar que no son
productos que se deriven directamente de la cosa, sino como la consecuencia de una relación jurídica de la
que nace el derecho a obtener el fruto.
Esta clasificación de los frutos es controvertida por diversas causas, por ejemplo, la diferenciación entre
frutos naturales e industriales no tiene sentido en la actualidad, una es espontánea y la otra es por cultivo,
pero el fruto será el mismo.
7.3 CARACTERÍSTICAS BÁSICAS DE LOS FRUTOS
Los frutos son bienes que llegan a tener independencia y propia autonomía desde el momento en que son
separados de la cosa matriz (las frutas o los intereses de una cantidad depositada en el banco). Por otro
lado, sólo se entienden por frutos los beneficios o productos de una cosa que se generen conservando la
cosa matriz su propia sustancia y funcionalidad económica (el peral sigue siendo tal y la cantidad
depositada bancariamente sigue íntegra). Los frutos tienen evidentemente carácter accesorio respecto de la
cosa fructífera, que en adelante puede seguir produciendo otros frutos si el propietario de la misma lo
considera conveniente y no desea, por ejemplo, donarla o venderla (en cuyo caso, aunque obtenga un buen
precio, no es técnicamente fruto). Por último, una cosa potencialmente fructífera producirá o no frutos según
la voluntad y condiciones concretas de su propietario o de quien tenga derecho sobre ella, así que no se
puede exigir a los frutos carácter periódico alguno.
TEMA 13 CAPÍTULO 21 EL PATRIMONIO
1. LA NOCIÓN DE PATRIMONIO En general, se entiende por patrimonio el conjunto de bienes
económicamente evaluables que pertenece a una determinada persona, afirmándose que quedan adscritos
a su propia esfera de dominación y disposición un conjunto de bienes de valor.

1.1 EL PATRIMONIO COMO CONJUNTO DE DERECHOS


Para la mayor parte de los juristas la expresión patrimonio no debe referirse a los bienes en sí mismos
consideradas, sino sólo a los derechos que sobre ellos recaen. En definitiva, el patrimonio habría de
identificarse con los derechos (y, en su caso, obligaciones) que siendo evaluables económicamente o
pecuniariamente apreciables pertenecen a una persona. Desde este punto de vista sería una “universalidad
de derecho”, porque el concepto deriva del propio sistema jurídico y no de la voluntad concreta de la
persona de agrupar los bienes; y también sería una “universalidad de derechos” subjetivos de contenido
económico agrupados en atención al titular de todos ellos.
Los derechos patrimoniales requieren una significación económica concreta y sólo ellos pueden integrar el
patrimonio. La doctrina en relación con la posición jurídica de la persona, excluye de la noción de
patrimonio a los derechos de la persona como la capacidad jurídica y capacidad de obrar, de los derechos
de la personalidad, de la nacionalidad, de la vecindad civil, del domicilio, etc., en cuanto que son atributos
de la persona que carecen de entidad económica concreta.

1.2 LA CONTEMPLACIÓN DEL PATRIMONIO POR NUESTROS TEXTOS NORMATIVOS


El Código Civil considera a los derechos como bienes, como una especie particular de bienes. Lo cierto es
que la generalización del término patrimonio es fruto de una abstracción motivada por el nacimiento en el
Derecho contemporáneo de la responsabilidad patrimonial universal, según la cual, las personas deben
responder frente a los demás de sus deudas con todos los bienes que tengan o que puedan tener en el
futuro.
El Código Civil nos dice que el deudor responde con todos sus bienes, presentes y futuro el cumplimiento
de las obligaciones.

De este modo, históricamente, nuestros textos legales entre los que se incluye nuestro Código Civil se han
referido al patrimonio, no en cuanto a los derechos, sino en cuanto a los bienes en sí mismos considerados,
ya que su formulación es previa a la denominada “teoría del patrimonio”, y separándose pues, de la
construcción abstracta que la doctrina ha venido manteniendo al respecto.

2. LOS ELEMENTOS PATRIMONIALES


2.1 BIENES Y DERECHOS
Según el prof. Lasarte, el concepto de patrimonio no debe restringirse al conjunto de derechos subjetivos de
contenido económico de las personas, sino que deben considerarse integrados también dentro del concepto
los propios bienes sobre los que recaen tales derechos (o, al menos, los bienes objeto de los derechos
reales), que constituyen los elementos patrimoniales básicos.

El planteamiento formal de gran parte de la doctrina está viciado de origen, porque no atiene a la valoración
real de unos y otros elementos patrimoniales. En los derechos de crédito (un crédito concreto debido a un
préstamo), la valoración económica de ellos se encuentra incorporada al propio derecho, en unidades
monetarias concretas, que al ser unidades de valor general, permiten que la utilidad patrimonial se deduzca
del propio derecho.
Por el contrario, en el caso de los derechos reales, la cuestión debe ser contemplada de otro modo;
tomemos la propiedad como ejemplo. Si somos propietarios de una casa, el valor en sí no lo proporciona
nuestro derecho de propiedad sobre la misma, sino el precio (real o presumible) de mercado de ella, con lo
cual, la referencia patrimonial del tema ha de reconducirse necesariamente al propio valor del bien más que
al del derecho. De ahí que, la LEC no hable de embargar el derecho de propiedad, sino los bienes muebles
o inmuebles objeto de dicho derecho; mientras que, en cambio, los créditos si pueden ser objeto de
embargo.

2.2 LAS DEUDAS


Evidentemente, las deudas constituyen un factor de disminución del valor económico del conjunto
patrimonial que, restado de éste, daría el resultado correspondiente.
En términos teóricos, lo más razonable es defender que las deudas, aunque sea como mero elemento
pasivo, forman parte del patrimonio y que, por consiguiente, la determinación de éste requiere distinguir
entre “patrimonio bruto” y “patrimonio neto”, o lo que es lo mismo, entre activo y pasivo del conjunto
patrimonial.
La cuestión planteada sólo tiene consecuencias prácticas: ¿qué debe ocurrir en el caso de que se transmita
un conjunto patrimonial a otra persona?, ¿se transmiten también las deudas? Por norma general la
respuesta será SI. Sin embargo, la posición que se adopte desde la perspectiva teórica será necesario
contrastarla con las opciones normativas que haya tomado el legislador. Así, en nuestro derecho, por un
lado, el fenómeno de la herencia se contempla como transmisión mortis causa de un conjunto patrimonial,
en el que suceden los herederos tanto en los bienes y derechos como en las deudas y obligaciones que no
tengan carácter personalísimo. Por otro lado, en el caso de la donación de todos los bienes del donante,
nuestro Código Civil sienta la premisa de que las deudas inherentes a tales bienes sólo se entenderán
transmitidas al donatario si las deudas fueron contraídas antes de la donación o si ésta se hizo en fraude de
acreedores.

3. EL PATRIMONIO PERSONAL O GENERAL


3.1EL PATRIMONIO COMO EMANACIÓN DE LA PERSONALIDAD
La consideración doctrinal del patrimonio se arranca con la teoría de dos grandes juristas franceses, AUBRY
y RAU, quienes sostienen que el patrimonio personal es el conjunto de bienes y derechos de cualquier
persona por el mero hecho de serlo sin requerirle atributo complementario alguno. La posición de Aubry y
Rau, conocida actualmente como la teoría clásica, personalista o subjetiva, parte de la base de que la idea
de patrimonio se deduce directamente de la personalidad, en cuanto es una emanación de la personalidad y
la expresión del poder jurídico de que una persona, en cuanto tal, es investida.
Aubry y Rau formulan una serie de proposiciones consecutivas: únicamente las personas tienen patrimonio;
toda persona tiene un patrimonio y ninguna persona tiene más de un patrimonio. Pero cuando comparamos
esto con la realidad jurídica, no coincide, por lo que las conclusiones de Aubry y Rau son desechables
desde el punto de vista de la realidad jurídica.

3.2 LAS MASAS PATRIMONIALES COMO CONJUNTOS DE BIENES


Otros autores han tratado de resaltar el aspecto objetivo o la consideración objetivista del patrimonio,
resaltando que éste no puede confundirse con la propia capacidad patrimonial de las personas, sino que es
necesario conectarlo con las masas de bienes que el Ordenamiento individualice por conectarlas con un
destino o finalidad concretos. La noción de patrimonio debe quedar en una posición subordinada respecto
de la persona. Además, la ley no atribuye un significado unívoco al término patrimonio, los conjuntos
patrimoniales atribuidos a una persona no tienen por qué ser ni uno ni intransmisibles como quería imponer
la “doctrina clásica”.

4. LOS DIVERSOS TIPOS DE PATRIMONIO


Junto con el patrimonio personal propiamente dicho, la doctrina ha puesto de manifiesto la existencia de
otros conjuntos patrimoniales menores que se separan o individualizan del patrimonio personal cuando el
Derecho los dota de un régimen jurídico peculiar.
• Patrimonios personales. • Patrimonios separados. o Patrimonios de carácter interino; afectos a un fin
concreto. o Patrimonios de destino. • Patrimonios colectivos.

4.1. PATRIMONIOS SEPARADOS


Los supuestos más característicos de patrimonios separados son; la herencia aceptada a beneficio de
inventario, el patrimonio correspondiente al incapacitado y al pródigo, dividido en dos masas Patrimoniales,
una reservada a la gestión y administración del órgano tutelar correspondiente y otra masa patrimonial
reservada al ámbito de actuación propia del incapacitado.De igual manera sucede con el Patrimonio
protegido de las personas con discapacidad.
Los bienes y derechos que forman este patrimonio, que no tiene personalidad jurídica propia, se aíslan del
resto del patrimonio personal de su titular-beneficiario, sometiéndolos a un régimen de administración y
supervisión específico.
Por otro lado, la masa del concurso, que constituye el grueso del patrimonio personal del concursado, pasa
a ser un patrimonio de liquidación gestionado administradores concursales. Al concursado le queda un
mínimo no embargable, y la posibilidad de que se le señalen alimentos, un patrimonio menor, cuya gestión y
administración seguirán siendo competencia suya.

4.2 PATRIMONIOS DE CARÁCTER INTERINO


En algunos casos, una masa patrimonial es objeto de independización ante la incertidumbre respecto de su
titular, cuando determinados bienes y derechos pertenecen o son atribuidos al concebido, pero no nacido
o cuando la declaración de ausencia legal respecto de una persona provoca el bloqueo de su patrimonio
hasta que se despeje la incógnita acerca de su existencia o se realice la declaración de fallecimiento. El
ausente puede tener otro patrimonio en el lugar en que se encuentra, éste sería su verdadero “patrimonio
personal”, pasando su anterior patrimonio a ser uno separado e interino.

4.3 PATRIMONIOS DE DESTINO


La fundación es un patrimonio adscrito a un fin de interés general. Una vez constituida la fundación, tal
patrimonio pertenece a la propia persona jurídica y pasa a ser patrimonio personal de la misma. Sin
embargo, con anterioridad a la constitución, la dotación patrimonial inter vivos ya ingresada en el banco o
las previsiones testamentarias de atribución de bienes para constituir la fundación, se entiende
generalmente que constituyen un concreto patrimonio de destino (que también está presidido por la idea de
interinidad o provisionalidad).

4.4 PATRIMONIOS COLECTIVOS


Son las masas patrimoniales pertenecientes a dos o más personas (naturales o jurídicas) que, en cuanto
componente de un determinado grupo carente de personalidad jurídica (no personificado), tendrían acceso
a tales bienes. Los ejemplos de mayor interés son los de la sociedad de gananciales y la herencia indivisa
con pluralidad de herederos.
La sociedad de gananciales, no es una verdadera sociedad, sino una de las formas posibles de
organización del régimen económico del matrimonio, que se caracteriza por la necesidad de distinguir entre
los patrimonios privativos de los cónyuges (bienes adquiridos por los cónyuges con anterioridad al
matrimonio o bien los adquiridos posteriormente a título gratuito: donación, herencia…) y el patrimonio
ganancial (los bienes obtenidos por los cónyuges, una vez casados mediante su trabajo, profesión, oficio e
industria, además de los frutos, rentas o intereses de los propios bienes privativos de cada uno de los
cónyuges). La masa ganancial se considera patrimonio colectivo de ambos cónyuges.
La situación de comunidad hereditaria requiere que exista una pluralidad de herederos que hayan aceptado
la herencia, pero que, sin embargo, aún no han llevado a cabo la partición o distribución de los bienes
hereditarios entre ellos. Éstos tendrán una cuota ideal sobre el conjunto de la masa de la herencia (un
noveno, un tercio, la mitad), pero no podrán realizar acto de disposición alguno sobre ellos, debiéndose
limitar a administrarlos, bien por sí mismos, bien mediante un administrador nombrado judicialmente.
TEMA 14 CAPÍTULO 22 EL NEGOCIO JURÍDICO
2. EL PRINCIPIO DE LA AUTONOMÍA PRIVADA
Podemos entender el funcionamiento de la norma jurídica como un silogismo en el que si se produce un
evento “X”, se generarán los efectos “Y”, o dicho de otro modo, las consecuencias jurídicas de cualquier
hecho o acto se encontrarían predeterminadas por el Derecho positivo.
Por ello, incluso en relación a los actos humanos conscientes y voluntarios, la libertad o el albedrío de la
persona quedaría limitada a la decisión de realizar o no el acto que representa el supuesto de hecho típico
de la norma jurídica aplicable.
Frente a esta afirmación se presentan dos objeciones. Por un lado, la libertad de la persona no puede
quedar reducida hasta el extremo de limitarse a decidir si lleva a cabo (o no) el supuesto de hecho
contemplado en las normas jurídicas. Por otro lado, la omnicomprensividad del Ordenamiento jurídico (que
es más teórica que real) no llega hasta el extremo de prever una solución concreta para todo hecho o acto
jurídico, pues el propio sistema jurídico parte de la base de que la libertad de actuación de los sujetos de
derecho permite establecer reglas de conducta que, si bien se encuentran amparadas por el Derecho
positivo, no se encuentran expresamente contempladas en él de forma detallada.

El reconocimiento de la autonomía privada supone que las relaciones entre particulares se encuentran
sometidas no sólo a las normas jurídicas en sentido estricto (ley, costumbre y principios generales), sino
también a las reglas creadas por los propios particulares.
La idea de autonomía privada está regulada y contemplada en nuestra regulación jurídica, siempre y
cuando no sea contraria a las leyes, la moral ni al orden público. Existe un mínimo imperativo de respeto
general y una vez tenido en cuenta existe libertad para autorregular los propios intereses. En este sentido
se habla de Lex contractus: las obligaciones que nacen de los contratos tienen fuerza de ley entre las
partes contratantes y deben cumplirse a tenor de los mismos.

3.- EL NEGOCIO JURÍDICO


3.1. INTRODUCCIÓN: LA CATEGORÍA CONCEPTUAL DEL NEGOCIO JURÍDICO
Nuestro Código Civil NO utiliza la expresión negocio jurídico ni ha adoptado semejante concepto como
parámetro de la regulación que le es propia. Las pocas veces que el Código Civil usa el término Negocio, lo
hace en el sentido de asunto o trato con contenido patrimonial.
Sin embargo, todas las exposiciones generales de Derecho civil dedican amplias páginas a este tema. Esto
se debe a que la dogmática alemana se vio obligada a construir una teoría general aplicable a todos los
actos y contratos subsumibles en la idea de la autonomía privada (testamentos, contratos, matrimonios…).
Esta circunstancia hizo que finalmente el “negocio jurídico”, hasta entonces un mero concepto organizador o
sistemático, fuera consagrado legislativamente en el BGB de 1.900. Para el BGB, el negocio jurídico es toda
declaración de voluntad dirigida a producir un efecto jurídico, precisamente porque ha sido deseado.

3.2. EL DEBATE SOBRE LA UTILIDAD DEL NEGOCIO JURÍDICO


Mantener la teoría general del negocio jurídico se ha convertido en una disputa doctrinal importante. Una
cuestión que debe ser planteada de forma diferente en Alemania y en España, ya que en Alemania el
negocio jurídico es un referente normativo de necesaria consideración, mientras que en España es, en todo
caso, una mera referencia sistemática para referirse al conjunto de actos jurídicos que encuentran su
fundamento en la autonomía privada. En todo caso, en España, el uso del término negocio jurídico se
encuentra generalizadamente aceptado, tanto por la doctrina como por la jurisprudencia.

Numerosos autores afirman que el concepto de negocio jurídico en nuestro sistema, sólo tiene valor
introductorio, para analizar posteriormente las figuras particulares y concretas. Según otros autores de
renombre, debería ser al revés, estudiar primero los tipos distintos tipos concretos de negocios jurídicos,
para después intentar buscar una visión global (la teoría del negocio jurídico debería explicarse una vez
conocidos los diversos elementos que la componen y fundamentan). La diferencia radicaría en si estudiar el
negocio jurídico como introducción o como epílogo (corriente que parece más razonable desde un punto de
vista pedagógico).

4. LOS ELEMENTOS DEL NEGOCIO JURÍDICO


Los elementos esenciales serían aquellos que necesariamente deben integrar el negocio jurídico para que
se considere válido y eficaz. Tales elementos serían; la voluntad o el consentimiento de crear un
determinado negocio, la causa y la forma del objeto.

Por otro lado, nos encontramos con los elementos naturales; circunstancias, datos técnicos o características
del negocio que la ley considera integrados en el negocio, salvo que el sujeto o las partes los excluyan.

Finalmente, los elementos accidentales, representados por la condición, el término y el modo, en cuanto
determinaciones de carácter accesorio que, por propia y expresa voluntad de los sujetos, pueden formar
parte del negocio jurídico.
5. CLASIFICACIÓN DE LOS NEGOCIOS JURÍDICOS
Virtualmente ilimitados, las principales categorías son:
5.1. NEGOCIOS INTER VIVOS Y NEGOCIOS MORTIS CAUSA
Son negocios mortis causa aquellos que tienen por objeto regular las relaciones jurídicas de una persona
después de su fallecimiento (el testamento). Son unilaterales y revocables mientras no se produzca el
fallecimiento. Por contraposición son negocios inter vivos los que regulan las relaciones jurídicas de una
persona (o normalmente, dos o varias), durante su vida (todos los contratos).

5.2. NEGOCIOS PERSONALES Y NEGOCIOS PATRIMONIALES


Clasificación según la naturaleza de las relaciones jurídicas. En los negocios patrimoniales se regulan los
aspectos de contenido económico (contratos, testamento), en cambio, se califican de negocios personales
los referidos a las relaciones jurídicas de las personas cuyo objeto fundamental radica en aspectos de
naturaleza extrapatrimonial (matrimonio, adquisición de nacionalidad).

5.3. NEGOCIOS TÍPICOS Y NEGOCIOS ATÍPICOS


Los negocios típicos son aquellos que, al tiempo que gozan de un reconocimiento legal expreso, se incluyen
en un régimen normativo específico (adopción, contrato de compraventa).
Los negocios atípicos son los que, siendo lícitos y admisibles con carácter general, como derivación de la
autonomía privada, carecen de una regulación institucional, por no haber sido contemplados expresamente
por el legislador (uniones de hecho, contrato de garaje).

5.4. NEGOCIOS CAUSALES Y NEGOCIOS ABSTRACTOS


Los abstractos producirían efectos por la mera voluntad de las partes y sin necesidad de tener en cuenta el
elemento causal. NO PARECEN ADMISIBLES EN NUESTRO SISTEMA JURÍDICO, por mucho que el BGB
sí los permita y regule.

5.5 NEGOCIOS GRATUITOS Y NEGOCIOS ONEROSOS


Se habla de un negocio gratuito (o lucrativo) cuando uno de los sujetos se enriquece u obtiene un beneficio
a consecuencia del negocio, sin asumir carga o contraprestación alguna (la donación). Para el Código Civil
son también gratuitos los contratos de mandato, préstamo y depósito, ya que se trata de beneficiar a alguien
sin exigir nada a cambio.
En los negocios onerosos la prestación de una parte encuentra su razón de ser en la contraprestación de la
otra. El calificativo oneroso significa carga, por lo que expresa claramente que se trata de conseguir algo
mediante la transferencia a la otra parte de un valor equivalente.

5.6. NEGOCIOS BILATERALES Y NEGOCIOS UNILATERALES


En este apartado es importante distinguir entre negocio jurídico y contrato, no tiene el mismo significado
negocio jurídico unilateral que contrato unilateral.
• Negocio jurídico unilateral: se basa en la voluntad de una sola persona o de varias con la misma
posición jurídica, por ejemplo, testamento.
• Negocio jurídico bilateral: requieren la voluntad de dos o más personas con posiciones jurídicas
contrapuestas, por ejemplo, los contratos.
• Acto plurilateral o acto colectivo: varias personas manifiestas su voluntad y ocupan posiciones similares
o persigan el mismo objetivo.
En relación a los contratos, la contraposición entre unilaterales y bilaterales se fundamenta en el nacimiento
de obligaciones de una o de ambas partes:
• Contratos bilaterales o sinalagmáticos: generan obligaciones para ambas partes (reciprocidad); por
ejemplo, el comprador paga y el vendedor entrega el objeto.
• Contratos unilaterales: los que generan obligaciones sólo a una de las partes; por ejemplo, la obligación
de devolver un préstamo.

5.7. NEGOCIOS SOLEMNES Y NEGOCIOS NO SOLEMNES


Esta división se establece atendiendo a si la declaración de voluntad en que asienta el negocio debe
instrumentarse ajustándose a una determinada forma (o no).
Se consideran negocios jurídicos solemnes o formales, aquellos en que se impone una formalidad
determinada, sin la cual el negocio no producirá efectos, por ejemplo, la Escritura pública, declaración ante
el Encargado del Registro civil, etc. Los negocios jurídicos no solemnes serían aquellos en los que la forma
del negocio no está predeterminada.
TEMA 14 CAPÍTULO 25 LA INEFICACIA DEL NEGOCIO JURÍDICO
Se habla de ineficacia del negocio jurídico en todos aquellos supuestos en los que el negocio no llega a
producir los efectos a que estaba tendencialmente dirigido o deja de producirlos en un momento dado. La
ineficacia negocial puede clasificarse en Invalidez, en donde se distingue entre; Nulidad y anulabilidad.
Por otro lado, en la ineficacia en sentido estricto, deberían incluirse aquellos casos en que ciertos defectos o
carencias extrínsecos al negocio jurídico en sí mismo considerado, como acuerdo de voluntades, conllevan
su falta de efectos.
La nulidad es el supuesto más grave de ineficacia, por lo que debe ser adjetivada como nulidad absoluta o
nulidad de pleno derecho. Los negocios jurídicos nulos reciben el rechazo del Derecho ya que el
Ordenamiento jurídico no puede reconocer ningún efecto del negocio jurídico nulo, ni siquiera su
admisibilidad como tal negocio jurídico, hasta tal punto que se habla del “nada jurídico”.

2.1 CAUSAS DE LA NULIDAD


Las causas de nulidad son de extraordinaria gravedad.
La nulidad propiamente dicha, absoluta o de pleno derecho tiene lugar cuando el acto es contrario a las
normas imperativas o prohibitivas o cuando no tiene existencia por carecer de alguno de sus elementos
esenciales: el consentimiento, el objeto o la causa.
Son causas de nulidad radical del negocio jurídico aquellas que sean contrarias al derecho imperativo.

2.2 LA ACCIÓN DE NULIDAD


Por muy nulo que sea un negocio jurídico celebrado, su apariencia seguirá produciendo los efectos propios
del negocio jurídico de que se trate, como si fuera válido, hasta que sea destruido. Para evitar semejante
apariencia negocial, la acción de nulidad es imprescriptible, puede ser ejercitada en cualquier momento y
puede ejercitarla cualquier persona interesada en deshacer el negocio jurídico nulo.
La parte que genera la causa de nulidad no puede impugnar el negocio jurídico, por tanto, sólo la parte que
sufra una causa de nulidad que sea exclusivamente imputable a la otra parte del negocio podrá actuar
judicialmente.

2.3 CONSECUENCIAS DE LA NULIDAD


A) En general: la restitución.
El negocio jurídico nulo no produce efectos. La declaración judicial de nulidad tiende a dejar las cosas en la
situación inmediatamente anterior a la celebración del presunto negocio jurídico: lo que técnicamente se
denomina restitución.
Dicha restitución debe hacerse de forma específica, devolviéndose las partes aquellas cosas que fueron
transmitidas en función del negocio jurídico nulo. De no ser posible, procederá la restitución del equivalente
en dinero.
B) En particular: los supuestos de ilicitud.
La restitución no tiene sentido en los supuestos en los que el objeto (del contrato) o la causa (del negocio)
sean ilícitos.
Por un lado, en el caso de ilícito penal se aplicará el artículo 1305 y en los supuestos en que la causa torpe
(ilícito civil) se aplicara el artículo 1306.

2.4 LA NULIDAD PARCIAL


Los casos de nulidad parcial son cada día más frecuentes. Se habla de nulidad parcial cuando el negocio
jurídico contiene una o varias cláusulas o determinaciones ilegales, pese a la validez y adecuación al
Ordenamiento jurídico del conjunto esencial del mismo.
La coexistencia de cláusulas nulas –por ilegales- con los restantes pactos válidos, plantea el problema de
determinar si la invalidez de la cláusula nula debe afectar al conjunto negocial. El Código Civil no contempla
dicho problema con carácter general, aunque a lo largo de su articulado existen normas concretas de las
que se deduce el principio general que ha de inspirar su solución: las determinaciones o condiciones nulas
deberán tenerse por lo puestas, como inexistentes; al tiempo que se debe preconizar la eficacia del negocio
jurídico: principio de conservación del negocio jurídico.
Resulta claro que el vacío contractual resultante debe rellenarse mediante las tareas de interpretación y de
integración. En el caso de la integración no habría problemas, pero a veces con la interpretación, el negocio
jurídico, privado de las cláusulas nulas, no corresponde con el designio de las partes y en ese caso se
proclama nulo el acuerdo negocial.

3. LA ANULABILIDAD
Un negocio jurídico anulable será aquel que puede ser impugnado o, por el contrario, seguir produciendo
efectos en caso de que su efectiva anulación no tenga lugar. La anulabilidad es un supuesto de invalidez de
mucha menor gravedad que la nulidad.

3.1 CAUSAS DE LA ANULABILIDAD


1. Todos los vicios de la voluntad o, en su caso, del consentimiento: error, violencia (no absoluta),
intimidación y dolo, que no van a volver a ser considerados.
2. Inexistencia de plena capacidad de obrar en alguno de los sujetos del negocio y, en su caso, de las
partes contratantes.
3. Inexistencia de consentimiento marital o uxorio (esto es, del otro cónyuge) respecto de los actos o
negocios jurídicos onerosos realizados por el otro cónyuge, cuando legalmente se requiere el
consentimiento de ambos.
3.2 LA ACCIÓN DE ANULABILIDAD
Señalar que nuestro CC denomina a la “acción de anulabilidad” como “acción de nulidad”, por lo que
algunos autores consideran preferible habar de “nulidad absoluta” para referirse a la nulidad tal y como la
hemos estudiado, y “nulidad relativa” para referirse a la anulabilidad ahora considerada.

Con respecto al plazo de ejercicio, la acción de anulabilidad “sólo durará 4 años” que se deduce como plazo
de caducidad quedando atenuado en un buen número de supuestos de anulabilidad. El plazo empezará a
correr de forma diversa, según la naturaleza de la causa de nulidad; el punto inicial del cómputo es “la
consumación del contrato” sólo en los casos de error o dolo. En los demás casos de anulabilidad el
cómputo inicial queda retrasado a un momento posterior a la celebración del negocio jurídico anulable

Por otro lado, en la legitimación activa, el círculo de personas legitimadas para el ejercicio de la acción de
anulabilidad queda limitado a las personas que hayan sufrido el vicio de la voluntad o del consentimiento o
fueren incapaces para realizar el negocio jurídico; así como quienes, sin ser parte propiamente hablando del
mismo, asumen obligaciones a causa de dicho negocio jurídico.

3.3 EFECTOS DE LA ANULABILIDAD


Los efectos de la anulabilidad son sustancialmente los mismo que las consecuencias de la nulidad
analizadas en general: la restitución conforme el artículo 1303 y normas complementarias. Bastaría con
tener en cuenta el trato favorable que dispensa el art. 1304 a quienes realizan negocios jurídicos sin tener
plena capacidad de obrar: “no está obligado el incapaz a restituir sino en cuanto se enriqueció con la cosa o
precio que recibiera”
La fundamental coincidencia de efectos entre nulidad y anulabilidad, la restitución entre las partes del
negocio o, en su caso, los contratantes, es consecuencia del hecho de que la anulación del negocio jurídico
tiene carácter retroactivo.

4. LA PERVIVENCIA DE LOS NEGOCIOS JURÍDICOS INVÁLIDOS


4.1 LAS CAUSAS DE INVALIDEZ Y SU POSIBLE SANACIÓN
La diferencia entre nulidad y anulabilidad no puede rastrearse en función de los efectos positivos del
ejercicio de la correspondiente acción, sino resaltando las consecuencias de la falta de ejercicio de la
acción. Mientras que no se declare judicialmente la anulabilidad o la nulidad, los negocios jurídicos
inválidos pervivirán como si no fueran tales.

Las causas de anulabilidad son disponibles para las partes y, por tanto, sanables. Las causas de nulidad,
por el contrario, son de derecho necesario y de carácter absolutamente indisponible, por atentar contra el
orden público.

4.2 LA CONFIRMACIÓN DEL NEGOCIO JURÍDICO ANULABLE


Si las causas de anulabilidad son disponibles para las partes, renunciando al ejercicio de la correspondiente
acción, es lógico que exista un cauce para sanar el negocio jurídico anulable antes de que la acción de
anulabilidad precluya. Dicho cauce sanatorio se conoce con el nombre de confirmación.

Para que la confirmación sea válida, se requiere que quien la lleve a cabo, sea consciente de la
trascendencia de la misma. Por ello requiere el Código Civil que el confirmante tenga conocimiento de la
causa de anulabilidad y que el vicio no le siga afectando (habiendo ésta cesado).
La confirmación puede realizarse de forma expresa o tácita.

4.3 LA DENOMINADA CONVERSIÓN DEL NEGOCIO JURÍDICO NULO


La pretendida conversión del negocio jurídico consistiría en que un negocio jurídico con tacha de nulidad,
por contravenir alguna norma imperativa propia del modelo o tipo negocial de que se trate, puede ser
reconducido a un tipo negocial diverso para ser considerado válido.

5. LA RESCISIÓN
Es una forma particular de ineficacia del contrato que procede de un momento posterior a la celebración del
mismo, el cual nace plenamente válido, pero posteriormente puede ser declarado ineficaz por sus efectos
lesivos o perjudiciales para una de las partes o de un tercero.
Se distingue fácilmente de la nulidad y de la anulabilidad del negocio, ya que la rescisión presupone un
negocio jurídico inicialmente válido, mientras que la nulidad y la anulabilidad implican la invalidez inicial del
negocio a que estén referidas.
5.1 CAUSAS DE RESCISIÓN
La rescisión se puede clasificar en tres grupos distintos; por lesión, por fraude y por otros motivos.
Rescisión por lesión: El término lesión significa aquí perjuicio patrimonial para uno de los sujetos del
negocio, y en particular, para una de las partes contratantes.
Rescisión por fraude: La celebración de un negocio jurídico con intención fraudulenta respecto de
terceros, es decir, con ánimo de engañarlos perjudicando sus intereses.
Rescisión por otros motivos: Una cláusula remisiva de carácter general, deja la puerta abierta a
cualesquiera otros casos en que especialmente determine la ley de rescisión.

5.2 LA ACCIÓN RESCISORIA


El código exige tres requisitos para poder ejercer la acción rescisoria. En primer lugar, que el perjudicado
carezca de otro recurso legal para obtener la reparación del perjuicio, tratándose, por tanto, de una acción
subsidiaria. En segundo lugar, que el perjudicado pueda devolver aquello a que estuviera obligado, y en
tercer lugar, que las cosas objeto del contrato no se hallen legalmente en poder de terceras personas que
hubieren procedido de buena fe, ya que, en tal caso, la pretensión del lesionado o defraudado ha de
limitarse a reclamar la indemnización de perjuicios al causante de la lesión.
El plazo de ejercicio de la acción será de 4 años, empezará a correr desde la celebración del negocio
jurídico rescindible. Para las personas sujetas a tutela y para los ausentes, los 4 años no empezarán hasta
que haya cesado la incapacidad de los primeros, o sea conocido el domicilio de los segundos.

5.3 EFICACIA RESTITUTORIA E INDEMNIZACIÓN DE LA RESCISIÓN


El efecto fundamental de la rescisión es obtener la devolución de todo aquello que haya sido entregado o
transmitido por virtud del negocio rescindible. Pero puede ocurrir que las cosas entregadas hayan
desaparecido, siendo imposible su devolución; o bien que hayan ido a parar a manos de terceros
adquirentes, protegidos en su adquisición de modo preferente sobre el que ejercita la acción rescisoria por
lesión o fraude, en estos casos de imposible devolución, la acción rescisoria se transforma en
indemnizatoria o reparatoria, con carácter subsidiario.
TEMA 14 CAPÍTULO 26 LA REPRESENTACIÓN
1. Ideas generales
Por lo general, las personas se desenvuelven en el tráfico jurídico por si mismas, realizando aquellos actos
o negocios que estiman de su interés de forma directa y personal. Sin embargo, resulta frecuente que la
actuación personal sea imposible o desaconsejable (lejanía, gran pérdida de tiempo, razones de salud,
ausencia, etc.) y sea necesario buscar una tercera persona que despliegue la actividad de que se trate en
lugar del directamente interesado, sustituyéndolo.
Por otro lado, el hecho de que toda persona, incapaces incluidos, sea o pueda ser titular de derechos y
obligaciones hace necesario que la ley atiende a la gestión de tales derechos y obligaciones imponiendo a
ciertas personas el desempeño de los mismos en nombre del incapaz.

1.1 LA REPRESENTACIÓN VOLUNTARIA O CONVENCIONAL Y LA REPRESENTACIÓN LEGAL


El fenómeno representativo, consistente en actuar en el tráfico jurídico una persona por otra, puede
encontrar su origen en; la decisión del interesado, quien, mediante un acto de autonomía privada, confiere a
otra autorización para actuar en su esfera personal. Se habla de representación voluntaria o convencional,
ya que el interesado, si quisiera, podría actuar por sí mismo y cuidar de sus propios intereses.
También puede encontrar su origen en la propia ley, que, en protección de los incapaces, hace que sus
intereses sean ejecutados por una persona capaz a la que la ley faculta y obliga a desempeñar tal cargo, se
denomina representación legal al fenómeno sustitutorio en virtud del cual, por mandato de una ley, una
persona tiene encomendada la gestión de los intereses de un incapaz o de una persona que, sin llegar a ser
técnicamente tal, no puede (el ausente, el nasciturus) o no debe (el concursado o quebrado) desplegar la
actividad que requeriría la marcha de sus asuntos.
La diferencia entre ambos es enorme, ya que los primeros actúan por decisión del interesado y en estricta
dependencia de la voluntad del representado, que es el que marca las directrices, límites y detalles de la
actuación representativa. En cambio, en la representación legal la voluntad del representante goza de su
propia autonomía sustituyendo plenamente en su actividad jurídica a la persona sometida a los poderes
familiares de los que aquella deriva.

1.2 LA ACTUACIÓN EN NOMBRE AJENO O CONTEMPLATIO DOMINI: LA REPRESENTACIÓN


DIRECTA
Diferenciadas en su origen y significado, la representación voluntaria y la representación legal constituyen
dos caras de una misma moneda, cuya funcionalidad es la misma en ambos casos: una persona
(representante), especialmente facultada convencional o legalmente para ello, actúa en nombre y por
cuenta de otro (representado), de forma tal que el resultado de su gestión o actuación incide y recae
directamente en la esfera jurídico-personal del representado.
Tanto el representante legal como el voluntario han de actuar “en nombre del representado”, de forma tal
que los terceros sepan desde el primer momento que su intervención formal no conlleva vínculo alguno con
el representante, sino que éste se limita a actuar por otra persona: el representado. La “actuación en
nombre ajeno”, es, pues, el dato inicial característico de la representación.
A consecuencia de esta directa y automática vinculación entre representado y tercero, en el caso de
representación de origen voluntario, se denomina a este tipo de fenómeno sustitutorio representación
directa.
1.3 LA REPRESENTACIÓN DE CARÁCTER INDIRECTO
Son todos aquellos supuestos en que el representante actúa en nombre propio, aunque lo haga por cuenta
ajena y en interés del representado. En tales casos, se habla de representación indirecta, pues, aunque en
el fondo el representante actúe siguiendo las instrucciones del representado, externamente o frente a
terceros, se presenta como parte directamente interesada, realizando los actos o cerrando las
negociaciones en su propio nombre.

1.4 OTROS SUPUESTOS DE INTERPOSICIÓN GESTORÍA


Son numerosos los supuestos en que una persona sustituye o auxilia a otra en actividades de la más
variada índole, sin atribuirse legitimación representativa alguna, sino sencillamente colaborando
materialmente a la consecución de tales actividades, sin llegar a sustituir realmente la capacidad decisoria
del interesado (una secretaria o una intérprete, el niño a quien se envía a pagar lo adecuado en el
supermercado), no pueden ser considerados representantes, sino “otra cosa”.

1.5 PLANTEAMIENTO: EL PARADIGMA DE LA REPRESENTACIÓN DIRECTA


La idea de representación es un un concepto teórico, que, por consiguiente, puede extenderse o restringirse
según la concepción de cada cual, dado que no existe una norma concreta que precise los límites seguros
de la actuación representativa propiamente considerada en nuestro sistema jurídico. Esto no significa que la
cuestión carezca de importancia práctica, además de la teórica, pues la calificación técnica de cualquier
supuesto concreto de interposición gestoría acarreará la aplicación de las normas generales y de los
principios propios de la categoría representativa correspondiente.
Los extremos fundamentales de la representación directa, es en todo caso de utilidad, mutatis mutandis, a
los demás tipos de representación, sean más o menos espúreos.

2. LA REPRESENTACIÓN DIRECTA Y SUS PRESUPUESTOS


2.1 CONCEPTO Y REQUISITOS
Identificada la representación directa con la “verdadera representación, los presupuestos básicos de la
figura radican en la coexistencia de tres datos básicos:
1. La actuación en nombre ajeno: consiste semejante requisito en la necesidad de que el
representante se presente ante los terceros como persona que actúa en nombre de otra,
desplegando su actividad de forma que los terceros sepan que se relacionan con la persona
representada (p.e. el representante acredita su condición de tal mediante la exhibición de un poder
notarial).
2. La actuación por cuenta ajena: requisito en cuya virtud la actuación del representante debe
encontrarse presidida por la idea de defender los intereses y las expectativas negóciales del
representado. Tal requisito no sólo está presente en la representación directa, sino también en los
demás supuestos de representación.
3. Existencia de apoderamiento: semejante presupuesto es igualmente aplicable a todas las
categorías de actuación representativa.
2.2 ÁMBITO DE LA REPRESENTACIÓN: LA EXCLUSIÓN DE LA ESFERA PERSONALÍSIMA.
La generalización de la dogmática alemana y el hecho de que el BGB adscriba la temática de la
representación a “la emisión de declaraciones de voluntad” ha traído consigo que la mayor parte de la
doctrina considere que la actuación representativa tiene su ámbito natural y propio exclusivamente en
relación con los negocios jurídicos.
El criterio interpretativo no parece compatible con la idea de representación en nuestro Ordenamiento
Jurídico. En cambio, el parecer de F. DE CASTRO, sí parece asumible, ya que, según el,se comprende la
celebración de negocios jurídicos, realización de actos jurídicos no negociales, ejercicio de derechos y
facultades; siempre que no tengan carácter de personalísimos. En efecto, nuestro propio sistema normativo
requiere entender que solo los actos personalísimos quedan excluidos del ámbito de la representación, ya
sea en el ámbito estrictamente civil o de actuaciones procesales (antigua confesión judicial, identificada
ahora como interrogatorio de las partes).

3. EL PODER O LA LEGITIMACIÓN DEL REPRESENTANTE 3.1. EL APODERAMIENTO: PODER Y


MANDATO
Para que una persona pueda presentarse legítimamente ante la comunidad como representante de otra, es
evidente que ha de estar facultada, legal o convencionalmente, para ello. En pocas palabras, el
representante ha de tener un “poder” para actuar en cuanto tal.
El “apoderamiento” al representante constituye el punto de partida de su actuación en nombre ajeno (o del
representado) y delimita y concreta sus facultades. El acto de apoderamiento es unilateral en cuanto su
único efecto radica en otorgar al representante la facultad o posibilidad (más no la obligación) de
representar al principal.
Si el poder no llega a conocimiento del apoderado, existe y es válido, pero es simultáneamente ineficaz (no
ha valido para nada), dado que no ha sido objeto de desarrollo posterior. El desarrollo del poder requiere la
existencia de un contrato de mandato, en cuya virtud el apoderado (en cuanto mandatario) sí queda
obligado a llevar a cabo la actividad contemplada como objeto del mandato.
Obviamente, poder y mandato son cosas diferentes, en nuestro CC el mandato puede carecer de efectos
representativos, por consiguiente, el mandato puede ser representativo o no representativo, pero en todo
caso la representación es una modalidad del mandato.

3.2 CLASES DE PODER


El representado (en el caso de representación voluntaria “poderdante”) puede querer que el apoderado (o
representante) gestione sólo un asunto concreto, y, en tal caso, se dice que le otorgará un poder especial.
Por el contrario, se habla de poder general, cuando el principal autorice al representante para gestionar una
serie múltiple de asuntos del poderdante o incluso todos los asuntos y negocios del representado.
En el caso de que se apodere a varias personas para un mismo asunto es de gran interés práctico saber si
la actuación de ellas se ha de realizar de forma conjunta o por separado. A tal efecto, debe distinguirse, por
un lado, poder solidario, es decir, el otorgado a varias personas para un mismo asunto de forma que
cualesquiera de ellas pueden celebrar individual y separadamente el negocio en cuestión, y por otro lado,
poder mancomunado, cuando la designación de varias personas tiene como propósito determinante que
todos ellos participen en la celebración definitiva del negocio.

La distinción entre poder revocable y el poder irrevocable hay que referirla a la representación voluntaria. El
apoderamiento, es desde luego un acto propio de autonomía privada, respecto del cual el poderdante
detenta por completo la iniciativa. De forma tal que, el poder es por naturaleza revocable sin necesidad de
justa causa o de fundamento concreto alguno. Sin embargo, no son extraños los casos en que el propio
representado tiene interés en conceder las atribuciones correspondientes al representante de forma
irrevocable, para evitar “males mayores”.
En tal sentido, tanto la doctrina como la jurisprudencia han venido admitiendo la licitud del pacto de
irrevocabilidad cuando la concesión del mandato irrevocable sea el contenido o el medio de ejecución
especialmente pactado de un negocio, mientras subsista el contrato que motivó el otorgamiento del poder.

4. LA INADECUACIÓN ENTRE ACTUACIÓN REPRESENTATIVA Y APODERAMIENTO: EL


DENOMINADO FASUS PROCURATOR
Pese a que la actuación del representante requiera encontrarse legitimada por una relación de
apoderamiento, convencional o legalmente constituida, resulta obvio que en la práctica no son extraños los
casos en que una persona actúa por otra sin contar con dicha legitimación o, extralimitándose en las
atribuciones que le habían sido conferidas por el poder.

4.1. INEXISTENCIA DE PODER


Aunque factible, es escasamente frecuente que una persona se arrogue la representación de otra que no le
ha otorgado poder alguno.

4.2 EXCESO EN LA ACTUACIÓN REPRESENTATIVA


Son sumamente numerosos los casos en que el representante se prevale de un poder que, después, le ha
sido revocado por el principal o aquellos en que el representante se extralimita de las instrucciones
recibidas en el poder, por entender de buena fe que con ellos consigue mayores beneficios para el
poderdante o por querer, maliciosamente, cerrar de una vez el negocio para cobrar. En tales casos y en otro
de parecida índole se habla de falsus procurator (falso representante), en atención a la economía
gramatical.

4.3 LA NULIDAD DE LA ACTUACIÓN DEL FALSUS PROCURATOR


Considerar vinculado al presunto representado por las actuaciones del falso procurador no parece
razonable, ya que él no ha autorizado a nadie para actuar en su nombre o ha señalado unos límites que no
han sido respetados por el apoderado. De otra parte, como el apoderado no actuaba en su nombre, una vez
perdido el sustrato personal de su intervención, tampoco resulta lógico considerarlo vinculado.
El negocio o contrato celebrado entre el representante y el tercer no podrá producir los efectos propios del
mismo y habrá de considerarse ineficaz.

5. LA RATIFICACION DE LA FALSA O INADECUADA ACTUACIÓN REPRESENTATIVA *buscar libro


Para que se produzca la nulidad del acto, el representado, advertido o no previamente por el representante,
cuando el tercero le inste a ejecutar lo pactado con el falso representante, adoptará la iniciativa. Es decir,
alegar la existencia de un supuesto de falsus procurator y desentenderse de forma total y absoluta del tema
y asumir personalmente la falsa o inadecuada actuación representativa y considerarse vinculado con el
tercer, mediante una declaración propia de voluntad que, se conoce con el nombre de “ratificación”.
5.1 CARÁCTER Y CONSECUENCIAS DE LA RATIFICACIÓN
Dicha aceptación ex post facto de la actuación del representante viene a suponer, pues, un apoderamiento
a posteriori que, no obstante, tiene ineficacia retroactiva y sana el defecto de poder de la actuación del
representante, originariamente no apoderado. Por tanto, a los efectos prácticos, la fecha del contrato en su
caso será la del celebrado por el falsus procurator y no la de la ratificación.
Naturalmente, en el supuesto de que la actuación del falsus procurator se vea ratificada, el tercero (al
quedar vinculado en adelante con el representado) no tendrá interés alguno en mantener relaciones con el
falsus procurator y, por tanto, no se dirigirá contra el representante, aunque inicialmente la actuación de éste
estuviese viciada por un defecto de poder.

5.2 LA INEXISTENCIA DE RATIFICACIÓN


Por un lado, con respecto a la actuación contra el sedicente representante, en el supuesto de que el falsus
procurator no cuente con la posterior ratificación del representado, al tercero no le quedará otra vía que
accionar o actuar contra el sedicente representante. En dependencia de los datos concretos de hecho el
tercero podrá; dirigirse contra él por vía penal, ya que la actuación consciente y malévola de arrogarse una
representación que no se tiene puede constituir un delito de estafa. No obstante, en la mayor parte de los
casos el tercero habrá de limitarse a reclamar en vía civil el resarcimiento de daños causado por la
actuación falsamente representativa. Para ello, resulta necesario que el tercero haya pactado con el falsus
procurator de buena fe (sin conocimiento de su falta o defecto de poder) y, de otro lado, con la debida
diligencia (procurando conocer el título de legitimación del representante, sin haber confiado lisamente en la
palabra de éste), pese a los cual el falsus procurator le induce a engaño y le lleva a negociar.

Por otro lado, con respecto al resarcimiento de daños: el interés contractual negativo, la concreción del
referido resarcimiento de daños se plasma en el denominado “interés contractual negativo”; esto es, en
indemnizar al tercero de los perjuicios patrimoniales sufridos (el denominado lucro cesante); que, como se
ve, en caso de falta de acuerdo entre ambos, será necesario determinar judicialmente, tras la consiguiente
reclamación y pleito.
Por tanto, es evidente que la actuación del falsus procurator coloca al tercero en una situación poco
deseable, ya que el tercero habrá de pechar con todos los riesgos de la operación: desde la localización y
búsqueda del falsus procurator hasta su propia insolvencia.

6. LA ACTUACIÓN POR CUENTA AJENA


6.1 EN GENERAL
La actuación por cuenta ajena que la representación conlleva, supone y requiere que el representante
gestione y defienda el interés del representado, en nombre de quien interviene, y se olvide del suyo propio
en tanto desenvuelve la actuación representativa. Por consiguiente, para actuar correctamente, en el caso
de que exista conflicto de intereses entre poderdante o representado y representante, éste debería atender
más al provecho y beneficio del representado que al suyo propio.

6.2 LA INADMISIBILIDAD DEL AUTOCONTRATO O CONTRATO CONSIGO MISMO


De los diversos supuestos de conflictos de intereses entre representante y representado el más llamativo
sin duda viene representado por el autocontrato o contrato celebrado consigo mismo. Con dicho giro o
expresión se hace referencia a todos aquellos casos en los que una persona, actuando en nombre de otra,
de un lado, y, de otro lado en nombre propio, celebra el contrato asumiendo roles diversos y aparece,
aunque sólo sea formalmente, como comprador y vendedor o como arrendador y arrendatario. Resumiendo:
el apoderado firma en las dos casillas del contrato; en una como representante de X; en la otra como
representante de Y o bien en su propio nombre y derecho.
En Derecho español no existe regulación específica de la figura a la que nos venimos refiriendo. Sin
embargo, sí existen algunos preceptos en los que se evidencia la prohibición de celebrar actos jurídicos por
los representantes cuando dicha celebración suponga conflicto de interés con sus respectivos
representados.

7. LA DENOMINADA REPRESENTACIÓN INDIRECTA


La actuación por cuenta ajena no es una nota exclusiva de la representación voluntaria directa y de la
representación legal (esto es, de la representación propiamente dicha), sino que puede darse en otros
supuestos por razones más o menos inconfesadas (p.e: si yo, enemistado con el carpintero del barrio,
encomiendo a un amigo que le encargue una determinada librería, es obvio que no sólo no le apodero para
que utilice mi nombre, sino que debe guardarse de hacerlo, pese a que actúe por mi cuenta y en interés
mío). La ocultación de actuar en nombre ajeno es, pues consciente y deliberada ya por razones serias o
intrascendentes.
En los supuestos de esta índole la actuación representativa se caracteriza por el hecho de que el
representante actúa “en nombre propio”, sin manifestar u ocultando conscientemente el nombre de la
persona por cuenta de quien actúa. Por tanto, deberíamos hablar de mandatario y no de representante.
Siendo ello así, parece natural que la actuación del mandatario no pueda vincular directa e inmediatamente
al representado y al tercero, ya que este ni siquiera sabe por cuenta de quién ha actuado el mandatario.

8. LA REPRESENTACIÓN LEGAL
Nuestro CC no utiliza casi nunca el vocablo representación para referirse a la actuación representativa
directa; mientras que su utilización (y la de representante) es continua y reiterada en relación con los
supuestos de representación legal.
Es cierto que, entre la representación directa y la representación legal, existen innegables diferencias. Pero,
en definitiva, el substratum básico de ambas es el mismo: una persona actúa en nombre y por cuenta de
otra, que será la titular de los derechos y obligaciones dimanantes de la actuación representativa.

Los prototípicos de representación legal ya considerados son que, los tutores son representantes legales de
los menores o incapacitados sometidos a tutela, con carácter general. Sin embargo, la tutela es hoy día
graduable y, por tanto, el ámbito de actuación del representante depende de lo establecido en la sentencia
de incapacitación, o en disposiciones legislativas referentes a los menores de edad.
Los progenitores son representantes legales que ostentan la patria potestad sobre sus hijos menores o la
patria potestad prorrogada sobre los hijos mayores incapacitados.
Por otro lado, también se ha de considerar representante legal el defensor judicial que represente y ampare
los intereses de menores e incapacitados y debe incluirse dentro de la representación legal el defensor del
desaparecido y los representantes de quien se encuentre en situación de ausencia declarada.

9. REFERENCIA A LA LLAMADA REPRESENTACIÓN ORGÁNICA.


Las personas jurídicas negocian y contratan a través de sus órganos: Presidente, Junta Directiva, etc…, Por
tanto, la doctrina mayoritaria niega que la forma de actuar característica deba configurarse como un
supuesto de representación. La razón fundamental estriba en que los órganos de la persona jurídica
contribuyen a crear la propia voluntad del ente personificado, por tanto, no hay realmente una voluntad
autónoma de los órganos de la persona jurídica, en contra de lo que ocurre en los supuestos verdaderos de
representación. En definitiva, la denominada representación orgánica, no debe ser aislada como un
supuesto concreto de representación. En tal caso, los órganos de las personas jurídicas legitimados para
ello designan representantes (directos o indirectos) de la misma manera que las personas propiamente
dichas. Tales representantes actúan en nombre y por cuenta de la propia persona jurídica y no de la
persona natural (en cuanto órgano) que las haya apoderado.

TEMAS QUE MÁS CAEN


La costumbre y los usos
La jurisprudencia
La integración del ordenamiento.
La analogía
El principio de irretroactividad de las leyes
El abuso del derecho
La caducidad: concepto, diferencias con la prescripción
La personalidad: capacidad jurídica y capacidad de obrar
La emancipación
La declaración judicial de incapacitación
La declaración de fallecimiento
La nacionalidad derivativa
La adquisición de vecindad civil por residencia
Los tipos de patrimonio
La representación
La representación directa

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