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Al menos en las convicciones iniciales del movimiento, los códigos deben ser
obras "unitarias", en el sentido de abarcar la integralidad de disposiciones de la
rama del derecho de que se trate (lo cual exige, a su vez, la derogación de todo
el derecho anterior). En rigor, ello no es sino el corolario de que los códigos
constituyen la manifestación de determinados ideales políticos, económicos y
sociales: su unidad e integralidad reflejan la necesidad de estabilidad y fijeza
de la ley. "El mundo de la seguridad es, pues, el mundo de los Códigos, que
traducen, en una ordenada secuencia de artículos, los valores del liberalismo
económico..."(30).
Más bien hay que decir que, como consecuencia del fenómeno de la
"constitucionalización del derecho civil", el estudio del derecho civil debe
hacerse a partir de la Constitución Nacional; que las disposiciones
constitucionales que tratan cuestiones tradicionalmente de derecho privado
siguen siendo de derecho privado formalmente integrado a la Constitución y
que, como corolario de ello, la interpretación de una norma de derecho privado
—sea del Código Civil y Comercial o de una ley especial— conduce a una
interpretación de las segundas conforme a la primera, sin perjuicio de la
existencia en el Código de principios generales más próximos a la disciplina de
las relaciones privadas. En este último aspecto y en lo atinente a nuestro país,
es manifiesto que determinados principios o reglas generales consagradas en
el título preliminar del nuevo Código (la buena fe; el ejercicio irregular de los
derechos; el abuso de posición dominante) rigen para todas las relaciones
jurídicas privadas (estén en el Código o en leyes especiales) (44).
2.6. La sanción
Se ha afirmado que una de las primeras fuentes a las que recurrió Vélez fue
el derecho romano y no solo el legislado sino el de los tratadistas, a los que el
codificador frecuentó. Son numerosas las citas a Vinnio, Heineccius y Cujas y
también de los romanistas de su época, como Maynz, Mackeldey, Molitor,
Ortolán y, particularmente, Savigny, a través de su obra, el Sistema de derecho
romano actual.
Como se vio, el Poder Ejecutivo fue publicando los distintos libros a medida
que el codificador los iba entregando. El Libro primero se imprimió en "La
Nación Argentina" en 1865 y los siguientes en la imprenta de Pablo A. Coni en
los cuatro años siguientes. Esta imprenta reeditó también en 1869 el primer
Libro.
Uno de los aspectos alrededor del cual giró la polémica que sostuvieron
Alberdi y el codificador giró alrededor de las fuentes, atribuyéndole el primero
haber prescindido de la legislación española y patria (69).
Comenzaba con dos títulos preliminares: "De las leyes" y "De los modos de
contar los intervalos de derecho" y se dividía en cuatro Libros. El primero de
ellos ("De las personas") se dividía en dos secciones: la primera sobre las
personas en general y la segunda "De los derechos personales en las
relaciones de familia". El Libro II ("De los derechos personales en las relaciones
civiles") se dividía en tres secciones: la primera de las obligaciones, la segunda
de los hechos y actos jurídicos y la tercera de los contratos. El Libro tercero se
refería a los derechos reales y el cuarto estaba dividido en tres secciones: la
primera trata de las sucesiones, la segunda de los privilegios y la tercera de la
prescripción.
Fue la reforma más trascendente del Código Civil de Vélez Sarsfield: abarcó
la modificación, derogación o inclusión de casi doscientos artículos, pero, más
relevante aún, supuso cambios drásticos de criterios fundamentales. Algunas
modificaciones, a título de ejemplos, son manifestación de ello: la supresión de
todo resabio de la incapacidad de la mujer casada; la reducción de la mayoría
de edad a los 21 años; la eventualidad de la habilitación de edad del menor que
había cumplido 18 años, la adopción explicita del ejercicio abusivo de los
derechos; la incorporación de la lesión objetiva subjetiva, la incorporación de la
cláusula resolutoria implícita; la reparación del daño moral en el incumplimiento
obligacional; la restricción a la capacidad del pródigo; la protección del
subadquirente de buena fe y a título oneroso y a quienes adquirieran un
inmueble por boleto de compraventa; la mora automática en las obligaciones a
plazo; admitió la imprevisión; la introducción de la teoría del riesgo en materia
de responsabilidad; la admisión de las astreintes; el ejercicio conjunto de la
patria potestad; la exigencia de la inscripción registral para la oponibilidad del
dominio; la derogación de la prohibición legal del casamiento entre leprosos; se
admitió el divorcio por presentación conjunta, limitó el carácter absoluto del
derecho de propiedad; consagró la presunción de la aceptación de la herencia
bajo beneficio de inventario; modificó el orden sucesorio, etcétera.