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En este tercer domingo del Tiempo Ordinario, la Iglesia nos invita a celebrar especialmente

el don de la Palabra de Dios “Hagamos espacio a la Palabra de Dios. Leamos algún


versículo de la Biblia cada día. Comencemos por el Evangelio; mantengámoslo abierto en
casa, en la mesita de noche, llevémoslo en nuestro bolsillo, veámoslo en la pantalla del
teléfono, dejemos que nos inspire diariamente. Descubriremos que Dios está cerca de
nosotros, que ilumina nuestra oscuridad, que nos guía con amor a lo largo de nuestra
vida” (Papa Francisco).
En el evangelio de hoy, Marcos nos presenta a Jesús con un firme propósito: proclamar la
Buena Noticia de Dios en Galilea. Es la definición más perfecta de la vida y misión del
Hijo del Hombre.
Jesús es claro y radical:
- Se ha cumplido el tiempo: palabras que nos recuerdan al profeta Isaías cuando nos
anuncia un tiempo nuevo, caracterizado por la paz, la justicia, el bienestar que traerá
el Mesías (Is 2, 2-5)
- Está cerca el Reino de Dios: hay una firme certeza en este anuncio que llena de
esperanza al israelita que lo escucha de labios de Jesús. Él irá esclareciendo, a lo
largo de su vida, con sus palabras y sus acciones, en qué consiste verdaderamente el
Reino y el reinado de Dios.
- Arrepentíos y creed en la Buena Noticia: el que escucha estas palabras con el
corazón siente que lo que Jesús está pidiendo es una opción definitiva en su vida.
Encontrarse con Jesús significa confrontarse, cambiar la dirección de la propia vida
hacia Él, y creer profundamente en su persona y su mensaje.
El comienzo del anuncio de la Buena Nueva viene acompañado de la llamada a los
discípulos. En el evangelio de Marcos la vocación es un signo más de que el Reino de Dios
está cerca. Jesús antes de llamar al seguimiento “mira”, “ve” la realidad del que es llamado.
Es, precisamente en la cotidianidad de su vida (estaban “echando”, “arreglando” las redes) ,
donde les llama a seguirle. Sorprende la respuesta inmediata de Simón y Andrés, Santiago y
Juan. ¿Qué fuerza tendrían las palabras de Jesús en su corazón para dejarlo todo de
inmediato? ¿Era Jesús el que ellos esperaban, El que efectivamente se identificaba con la
esperanza de todo israelita?
La inmediatez en la respuesta nos recuerda la reacción que podemos tener cuando
esperamos y deseamos algo y de repente lo encontramos: ¡Esto es lo que buscaba! Es la
reacción del que encuentra el tesoro escondido y la perla fina (Mt 13, 44-46).
Estamos invitados a “dejarnos mirar”, a “escuchar” las palabras de Jesús, dejarnos seducir
por Él y responderle con prontitud… porque el Reino de Dios está cerca.

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