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Colosense 1:9-10

En vano trataremos de servir a Dios si no sabemos qué es lo que desea de nosotros (Hch.
22:10, 14; Ro. 12:2). [p 71] Ahora bien, el conocimiento al que se alude aquí no es un
conocimiento abstracto o teórico. Tal conocimiento meramente teórico puede ser obtenido
por un cristiano nominal,.. por el contrario, es una comprensión profunda de la naturaleza de
la revelación de Dios en Jesucristo, una revelación maravillosa y redentora; y es un
discernimiento que produce fruto para la vida práctica, como lo indica también el contexto
inmediato (v. 10). Este conocimiento fluye de la comunión con Dios y lleva a una comunión aún
más profunda. Por tanto, este conocimiento claro (πίγνωσις) trasforma el corazón y renueva la
vida. Todas las veces que esta palabra se usa en el Nuevo Testamento, tiene este sentido
definido: Ro. 1:28; 10:2; Ef. 1:17; 4:13; Fil. 1:9, 10; Col. 1:9, 10; 2:3; 3:10; 1 Ti. 2:4; 2 Ti. 2:25;
3:7; Tit. 1:1; Flm. 6; He. 10:26; 2 P. 1:2, 3, 8; 2 P. 2:20; y cf. el verbo de la misma raíz en 1 Co.
13:12. Compárese también el trasfondo del Antiguo Testamento: “El principio de la sabiduría
es el temor a Jehová” (Pr. 1:7; cf. 9:10; y también Sal. 25:12, 14; 111:10). Pablo ora para que
los destinatarios sean llenos del conocimiento rico, profundo y experimental de la voluntad de
Dios…

Este conocimiento penetrante, que es parte del equipo espiritual del cristiano, consiste en
“toda sabiduría y entendimiento espiritual”. Esa sabiduría es la habilidad de usar los mejores
medios para alcanzar la meta más alta, a saber, una vida para la gloria de Dios. Y equivale a un
entendimiento que es a la vez espiritual y práctico. Tal entendimiento pues, no se deja engañar
por las tretas de Satanás, la seducción de la carne o las presuntuosas pretensiones de los falsos
maestros. Semejante sabiduría y entendimiento—para la combinación de estas dos palabras,
véase Ex. 31:3; 35:31, 35; Is. 10:13; 11:2; etc.—es la obra del Espíritu Santo en los corazones
humanos. Para las características de la verdadera sabiduría véase también el precioso pasaje
de Stg. 3:17.

el apóstol hace del conocimiento claro de Dios tanto el punto de partida (v. 9) como también la
característica resultante (v. 10) de la vida que agrada a Dios. Esto no debe extrañarnos, ya que
el conocimiento verdadero y experimental de Dios produce siempre una creciente medida de
esta misma gracia.

William Hendriksen.

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