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as propuestas dirigidas a crear artificialmente un grupo so-

Antonio Martín Puerta


cial dominante a costa de seleccionar y segregar seres huma-
nos, incluso eliminándolos, son algo muy antiguo en la his-
toria. Platón y Aristóteles son un antecedente teórico lejano, pero Antonio Martín Puerta
Esparta lo practicó sin condescendencias. La revolución darwinis-
ta vino a generar una inesperada derivación: el darwinismo social.
Inspirado en las llamadas “leyes de la naturaleza” –en términos
prácticos la ley del más fuerte– buscaba trasladar artificialmen-
te a la sociedad los principios de selección y supervivencia. Los
elementos menos capaces o deseados desde criterios arbitraria-
mente diseñados habrían de ser segregados, promoviéndose la se-
lección del grupo considerado como más valioso. Había nacido la
moderna eugenesia, originariamente promovida desde el espacio
liberal anglosajón. Los excesos del nacionalsocialismo han promo-
vido una falsa imagen al respecto: es común identificar la eugene-
sia con una época ya pasada, exclusivamente vinculada al III Reich.
Ello es un grave error: una mayoría de estados en EE. UU. ya la

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habían incluido en sus legislaciones, y los países escandinavos la
aplicaron durante varias décadas tras 1945. De hecho varias líneas LA EUGENESIA AYER Y HOY
políticas la han acogido, cada una con sus peculiares justificacio-
nes. Mayor error aún es pensar que se trata de un hecho pasado:
países como China y la India han dado lugar a descomunales cifras La Biopolítica en la Historia
de esterilizaciones. Pero la eugenesia se renueva como un grave
peligro por la vía de la modificación genética: ahora el intento de
crear superhombres está al alcance de la ciencia. Con los mismos
objetivos de siempre. El texto explica su desarrollo en la historia y
los riesgos de un peligroso futuro.

A
ntonio Martín Puerta es profesor titular de Filosofía Moral
en la Universidad San Pablo CEU de Madrid. Ha investigado
fundamentalmente sobre las relaciones entre las institu-
ciones políticas, culturales y religiosas en la España contemporá-
nea. Además de otros trabajos es autor de Ortega y Unamuno en
la España de Franco (2009), Historia de la Asociación Católica de
Propagandistas (1953-1965) (2010), Antecedentes económicos y
sociales de la España de la posguerra (2011) y El franquismo y los
intelectuales (2014). Ha sido investigador invitado en el Instituto
de Estudios Políticos de París (Sciences Po) y en la Universidad de
Oxford.

Editorial Dykinson

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La Biopolítica en la Historia

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Antonio Martín Puerta

LA EUGENESIA AYER Y HOY


La Biopolítica en la Historia

Editorial Dykinson

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© Antonio Martín Puerta


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“Como señala un sugerente escritor, el primer requisito
para tener éxito en la vida es ‘ser un buen animal’; y ser
una nación de buenos animales es la primera condición
para la prosperidad nacional”.

Herbert Spencer (1820-1903)


(Education. Chapter IV)

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Índice

PRÓLOGO...................................................................................................... 11

CAPÍTULO 1.
LA EUGENESIA EN LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA ...................................... 15

CAPÍTULO 2.
LA REVOLUCIÓN DARWINISTA ................................................................ 23

CAPÍTULO 3.
UN MEDIO AMBIENTE PROPICIO ............................................................. 31

CAPÍTULO 4.
EL NACIMIENTO DE LA EUGENESIA EN GRAN BRETAÑA ................... 49

CAPÍTULO 5.
LAS TEORÍAS EUGENÉSICAS EN ESTADOS UNIDOS ............................. 59

CAPÍTULO 6.
LAS PRÁCTICAS EUGENÉSICAS EN LOS PAÍSES ANGLOSAJONES ...... 77

CAPÍTULO 7.
LAS TEORÍAS EUGENÉSICAS EN ALEMANIA .......................................... 87

CAPÍTULO 8.
LAS TEORÍAS EUGENÉSICAS EN FRANCIA .............................................. 105

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10 Índice

CAPÍTULO 9.
LAS IDEAS EUGENÉSICAS EN ITALIA ....................................................... 117

CAPÍTULO 10.
LAS PRÁCTICAS EUGENÉSICAS EN SUIZA Y ESCANDINAVIA ............... 131

CAPÍTULO 11.
LAS PRÁCTICAS EUGENÉSICAS EN LA ALEMANIA
NACIONALSOCIALISTA .............................................................................. 149

CAPÍTULO 12.
LA EUGENESIA EN ESPAÑA ........................................................................ 165

CAPÍTULO 13.
EL TRIUNFO DE LA NUEVA EUGENESIA ................................................. 189

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PRÓLOGO
La idea de crear artificialmente un grupo social dominante con
la correspondiente implicación de segregar, o incluso de eliminar, a
los que no cumplan ciertas características es cualquier cosa menos
una novedad. El problema que se presenta para conseguir tales ob-
jetivos es que la propia fuerza vital de la sociedad y su complejidad
hacen que tales proyectos sean sumamente difíciles de llevar a la
práctica. Ello, claro, salvo que haya una fuerte voluntad política con
suficiente capacidad de coacción, tal como se ha podido observar a
partir del siglo XX.
La pasada centuria fue pródiga en tales intentos, y ha de recal-
carse que resultaron bastante más numerosos y extendidos de lo
que habitualmente se piensa. Para tal desconocimiento han concu-
rrido varios factores. El primero de ellos es la muy divulgada imagen
que hace coincidir dichas prácticas con lo sucedido en la Alemania
de los años treinta y cuarenta. Pero un cartel de 1936 ya se ocupaba
de aclarar el asunto bajo el siguiente lema: “Wir stehen nicht allein”.
O sea “No estamos solos”, dejando en claro -con toda razón, por otra
parte- que la ley que promovía la esterilización de personas inde-
seadas no era ni mucho menos la única en vigor. Para aclarar la cues-
tión figuraban las banderas de los doce países que habían promovi-
do legislaciones en tal sentido, siendo dos de ellos Gran Bretaña y
Estados Unidos.
El segundo error es creer que las aplicaciones eugenésicas
nacieron al calor de las tendencias totalitarias de la época. Bien al
revés. Tienen origen anglosajón y los dos países aludidos resulta-

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ron ser precisamente los pioneros. Pero eran naciones básicamente


liberales, pues liberal y temporalmente anterior fue el ámbito inte-
lectual en que se acuñó la moderna eugenesia.
El tercero de los errores es creer que desde la perspectiva so-
cialdemócrata no hubo relación con el asunto. Craso error, pues las
prácticas eugenésicas fueron asumidas por no pocos y nada irre-
levantes socialdemócratas. Ahora bien, predominantemente en el
mundo anglosajón y germánico, pero raramente en el latino, pues
veremos que el distinto sustrato cultural y religioso daba lugar a
posiciones bien diferenciadas. La explicación es que se trataba de
parte de la instrumentación necesaria para la puesta en práctica de
procesos de ingeniería social conducidos por una cierta idea de pro-
greso que requería un hombre nuevo.
La cuarta equivocación consiste en pensar que, concluida la
contienda mundial en 1945, tales prácticas pasaron a ser parte de
una historia que se consideraba como una pesadilla irrepetible.
Bien al contrario, las legislaciones eugenésicas prosiguieron en vi-
gor durante años e incluso décadas en la mayoría de países que las
habían adoptado.
Pero el error final, y quizá el más grave de todos, es creer que
se trata de una actuación desaparecida o disimuladamente aplica-
da, cuando está admitida por las legislaciones de muchos países. Tal
como veremos, el término “eugenesia” dejó de utilizarse hacia los
años cincuenta y sesenta, lo mismo que el anterior y más explícito
concepto de “higiene racial” había sido ya reemplazado tras la gue-
rra. En cualquier caso, y por chocante que parezca, se trata de una
práctica cotidiana asumida en las legislaciones contemporáneas
bajo el amparo del término “terapéutico”, que para ciertas actuacio-
nes tiene exactamente las mismas implicaciones que los términos
que le precedieron. Más aún: es un proyecto vivo, que busca ser apli-
cado con nuevos procedimientos. De hecho las cifras de afectados
en las últimas décadas superan con gran diferencia todo lo que tuvo
lugar en los tiempos en que los eugenistas hablaban abiertamente
de sus proyectos. A lo que se añade la expectativa de su aplicación a

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la modificación genética, que si bien ya fue contemplada en tiempos


a nivel teórico, es hoy una posibilidad real con instrumentos perfec-
tamente contrastados en cuanto a su eficiencia.
El objeto de este texto es divulgar la historia y la presencia, para
no pocos incómoda, de la eugenesia, sus prácticas y justificaciones
ayer y hoy. Algo que no puede entenderse al margen de profundos
cambios en las mentalidades, inducidos a partir de teorías que mo-
dificaron los anteriores criterios dominantes. Como igualmente ve-
remos las vinculaciones de notorios e inesperados personajes his-
tóricos que, cubiertos de justo reconocimiento por otras causas, no
puede decirse que se distinguieran por su aprecio hacia la vida y la
dignidad de las personas.
Al tratar sobre esta materia, habitual en textos sobre bioética,
se suelen acentuar precisamente los dos elementos que componen
tal especialidad, es decir, la moral y los desarrollos aplicados de la
ciencia. Pero en ello falta una importante dimensión. Si tan sólo se
tratara de tales aspectos, la eugenesia entraría exclusivamente den-
tro de la jurisdicción de la ética o de la medicina, cuando no es sólo
una materia bioética, sino bioético-política. De hecho ha habido va-
rias líneas eugenésicas directamente vinculadas a diferentes inter-
pretaciones políticas y a su presencia en el poder. No se puede dejar
de lado tal elemento esencial que, de no ser considerado, implica
una seria carencia en la percepción del proceso. Pues su traslado
tanto a la mera práctica como a la legislación, es indicio de la exis-
tencia de proyectos de dominación nada respetuosos hacia los seres
humanos.

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CAPÍTULO 1
LA EUGENESIA
EN LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA
El ejemplo de los procesos aplicados en Esparta para la selec-
ción humana es perfectamente conocido y, por supuesto, pasaría
a ser ampliamente citado por los eugenistas contemporáneos. Se
trataba de una sociedad estratificada en tres castas sociales: la de
los dominadores dorios o espartanos, la de los anteriores señores
ahora sometidos o periecos, y finalmente la de los ilotas, origina-
rios pobladores de la Laconia ahora dominada por los espartanos.
Un miembro del grupo dominante no tenía allí salvo una finalidad
para su vida: ser miembro del ejército, del que también podían ser
parte secundaria los periecos e incluso los ilotas como auxiliares.
Pero además eran el soporte central de la estructura fuertemente
jerárquica de Lacedemonia.
Era propia de los espartanos -espartiatas más propiamente-
una peculiar mentalidad, resultado de la situación. Además de com-
partir, como cualquier otro estado griego, el temor a una derrota
militar que les redujera a la esclavitud, todo estaba pensado para
mantener una estructura rígidamente oligárquica. En ello influía
también un elemento que acentuaba la tendencia a la selección: los
dominadores eran un grupo consciente de ser el elemento preemi-
nente, pero socialmente poco numeroso. De hecho en la batalla de
Leuctra (371 a. C.), que acaba con el dominio de Lacedemonia, el
número de hoplitas espartiatas era de unos mil, mientras que He-

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ródoto señala que un siglo antes se había podido poner en línea de


batalla a casi ocho mil. Es decir, que se trataba de una potente fuerza
militar ya muy venida a menos. No en vano los modernos eugenistas
pondrían de relieve el carácter disgénico y antiselectivo de la gue-
rra. Por todo ello practicaba Esparta una selección estricta.
Selección que empezaba desde el nacimiento, deshaciéndose
de los niños inhábiles para la guerra, tal como en Vidas paralelas re-
fiere Plutarco en Licurgo, XVI:
“Nacido un hijo, no era dueño el padre de criarle, sino que tomándole
en los brazos, le llevaba a un sitio llamado Lesca, donde sentados los más
ancianos de la tribu, reconocían el niño, y si era bien formado y robusto,
disponían que se le criase repartiéndole una de las nueve mil suertes; mas
si le hallaban degenerado y monstruoso, mandaban llevarle las que se lla-
maban apotetas o expositorios, lugar profundo junto al Taigeto”.

Expositorios, por supuesto, en el originario sentido de ex posi-


tus, o sea, puesto fuera, al igual que los niños no deseados en Roma.
Por otra parte, como se ha indicado, existía un sistema jerárquico
rígidamente ejercido, en especial sobre los ilotas, que eran víctimas
de prácticas como la llamada kripteia, sobre la que se indica en Li-
curgo, XXVIII:
“Era de esta forma: los magistrados a cierto tiempo enviaban por
diversas partes a los jóvenes que les parecía tenían más juicio, los cuales
llevaban sólo su espada, el alimento absolutamente preciso, y nada más.
Éstos, esparcidos de día por lugares escondidos, se recataban y guarda-
ban reposo; pero a la noche salían a los caminos, y a los que cogían de los
hilotas les daban muerte; y muchas veces, yéndose por los campos, aca-
baban con los más robustos y poderosos de ellos… Parece, por tanto, que
los que dijeron que en Esparta los libres eran completamente libres, y los
esclavos, esclavos hasta lo sumo, comprendieron muy bien lo que en este
punto iba de Esparta a otros pueblos”. 

Las guerras del Peloponeso acabaron con el dominio de la rí-


gidamente autoritaria Esparta sobre Atenas, que capituló en el año
404 a.C. Los lacedemonios fueron clementes con la ciudad vencida,
negándose a arrasarla como pedían sus aliados, pero se impuso un

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régimen imitativo del espartano. Entre sus incondicionales admira-


dores se encontraba uno de los pensadores esenciales de la cultura
occidental, Platón de Atenas (427 a.C. - 347 a. C.), por siglos conoci-
do como “el divino Platón”. Así lo sigue recogiendo Balmes en su His-
toria de la Filosofía: “Ningún filósofo antiguo ha llegado a reputación
más alta que Platón: el sobrenombre de divino expresa bastante la
admiración tributada a su genio”. Pero también a Platón se deben
otras aportaciones. Una de ellas la primera fundamentación teóri-
ca de un estado totalitario, que además, y ello con toda coherencia,
incluye un diseño eugenésico para mantener el dominio de la casta
dirigente.
Pocos fueron los cambios en el pensamiento de Platón en torno
a ciertas cuestiones, tales como su admiración por el modelo polí-
tico espartano. De hecho en Las leyes, obra ya de ancianidad, hace
decir al espartiata Megilo: “Además tenemos un ejercicio llamado
kriptía, que es de un efecto maravilloso para acostumbrar el alma al
dolor”. Ya se ha indicado el significado de la kripteia o kriptía.
Pero es en su gran obra sobre la política, La República 409 e -
410 a, donde podemos leer el siguiente diálogo:
- “¿No será preciso que establezcas en la ciudad una práctica médi-
ca como la que mencionábamos y una judicatura en parangón con ella,
las cuales cuidarán tan sólo de los ciudadanos bien formados en cuerpo
y alma, dejando morir a los demás, si son defectuosos en sus cuerpos, o
condenando a muerte a los que poseen un alma naturalmente mala e
incorregible?”.
- Eso es lo que parece mejor tanto para esos seres desgraciados
como para la ciudad en que viven”.

Tomando ahora el ejemplo de la naturaleza, en 459 a, tras


hablar de la conveniente institución de matrimonios ventajosos,
comenta:
- “Tú tienes ahora la palabra, Glaucón, porque veo que posees en tu
casa perros de caza y una gran cantidad de aves seleccionadas. Dime: ¿no
prestas especial atención al apareamiento y a la cría de estos animales?”.

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Y en 459 d, e, de la obra indicada puede leerse:


- “Conviene, por tanto, en virtud de lo que venimos diciendo, que
sean muy numerosas las relaciones de sexo entre los mejores, y muy ra-
ras, en cambio, entre los peores. Y si se quiere que el rebaño progrese,
habrá que atender a los hijos de los primeros y no a los hijos de los se-
gundos; todo ello sin que lo sepan otras personas que los gobernantes, si
es que se pretende que el rebaño de los guardianes permanezca lo más
tranquilo posible”.

Añadiéndose en 460 a:
- “El número de los matrimonios será de cuenta de los gobernantes,
quienes, en razón de las guerras, epidemias y todos los demás accidentes,
procurarán mantener inalterable el número de los ciudadanos”.

A lo que sigue en 460 b:


- “Y a los jóvenes que se distingan en la guerra o en otra actividad,
habrá que concederles entre otros premios una mayor facultad para co-
habitar con mujeres, con lo cual se dará también ocasión a que nazca de
estos hombres el mayor número de hijos”.

En resumen, puede decirse que se hallan en Platón todos los


elementos propios de la argumentación eugenésica contemporá-
nea: selección de un grupo social al que se atribuye la monopolística
capacidad de decidir sobre el resto, segregación de la parte no de-
seada y finalmente apelación a las “leyes de la naturaleza” y al com-
portamiento de los animales, tomadas como modelo aplicable para
la sociedad humana. Todo ello en un marco político concebido bajo
formato totalitario y oligárquico.
En relación con la posición política platónica comenta Karl
Popper (1902-1994) en el inicio del Capítulo 9 del primer volumen
de su obra de 1945 La sociedad abierta y sus enemigos lo siguiente:
“El programa platónico entraña cierto enfoque de la política que es,
a mi juicio, de sumo peligro. Desde el punto de vista de la ingenie-
ría social racional, su análisis reviste una gran importancia práctica.
Podríamos describir el enfoque platónico a que nos referimos, como

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el de la ingeniería utópica, en oposición a la otra clase de ingeniería


social que es, en mi opinión, la única racional y que podría designar-
se con el nombre de ingeniería parcial o gradual”. Pero no debería
ignorarse que entre las prácticas de “ingeniería social gradual” se
encuentran aquellas de carácter eugenésico, aplicadas, como vere-
mos, por liberales y socialdemócratas. Ni tampoco que parte de la
oposición a Platón por parte de Popper proviene de la hostilidad re-
lativista hacia el filósofo ateniense que defendió la objetividad del
Bien, la Verdad y la Belleza.
Por otro lado su discípulo Aristóteles de Estagira (384 a.C. -
322 a.C.) comenta en Política Libro VII, 1335 b:
“En cuanto a la exposición o crianza de los hijos, debe existir una
ley que prohíba criar a ninguno defectuoso; y en el caso de un número
grande de hijos, si la norma de las costumbres los prohíbe, que no se ex-
ponga a ninguno de los nacidos. Es necesario, en efecto, poner un límite
numérico a la procreación. Y si algún niño es concebido por mantener
relaciones más allá de estos límites, antes que surja la sensación y la vida,
se debe practicar el aborto”.

Lo que va precedido en la misma obra de la siguiente afirma-


ción en el Libro I, 1255 a:
“Así pues, está claro que unos son libres y otros esclavos por natura-
leza, y que para éstos el ser esclavos es conveniente y justo”.

Si bien concede Aristóteles que “los que afirman lo contrario


tienen razón en cierto modo”. Es obvio, en relación con el asunto
tratado, que no hay diferencias trascendentales entre discípulo y
maestro.
Peter Singer, moderno partidario del infanticidio, busca recu-
perar la justificación clásica y expone con toda claridad el porqué
del cambio:
“Si retrocedemos a los orígenes de la civilización occidental, a los
tiempos griegos y romanos, encontramos que la pertenencia al nivel de
Homo sapiens no era suficiente para garantizar que una vida se prote-

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gería. No había respeto por las vidas de los esclavos y otros ‘bárbaros’;
e incluso entre los mismos griegos y romanos los niños no tenían un
automático derecho a la vida. Griegos y romanos mataban a los niños
deformes o débiles exponiéndolos a los elementos en una cima. Platón
y Aristóteles pensaban que el estado debe imponer la muerte de los ni-
ños deformes. Los celebrados códigos legislativos atribuidos a Licurgo
y Solón contenían similares estipulaciones. En esa época se pensaba que
era mejor acabar con una vida tan desfavorablemente comenzada que
intentar prolongarla, con todos los problemas que pueda traer. Nuestras
actitudes presentes provienen de la llegada del cristianismo”1.

Disminuida la influencia social y cultural del cristianismo en la


época contemporánea hasta ser incapaz de reconducir las legisla-
ciones, resulta de pura lógica que reaparezcan elementos anteriores
a él, algunos insospechados. Como resulta fácilmente comprobable,
los partidarios de la jerarquización social por la vía de la selección
artificial tenían muy antiguos precedentes. Nunca habían desapare-
cido, pero ya no resultaba fácil dar curso a argumentaciones como
las anteriormente expuestas. La base cultural cristiana, afirmando
que todos los seres humanos son iguales en dignidad natural, como
los diversos igualitarismos surgidos más tarde, no facilitaban la ex-
pansión de los indicados principios, de carácter desaforadamen-
te oligárquico y desdeñoso hacia las personas menos favorecidas.
Faltaba remozar la justificación, permanentemente basada en los
mismos criterios, cada vez más difícilmente expresables, vista la
evolución social y política de las sociedades occidentales. Pero en la
segunda mitad del siglo XIX los siempre existentes partidarios de la
selección artificial se encontraron con un inesperado y paradójico
obsequio que les volvía a permitir presentarse en sociedad: las teo-
rías sobre la selección natural. Ahora sus prejuicios podían ser pre-
sentados con formato científico. Pasando a ser un instrumento po-
lítico -como lo era en el caso de Platón y Aristóteles- para construir
un proyecto social. No captar esta dimensión es renunciar a enten-
der el porqué de la extensión de las prácticas eugenésicas, que no
podían llegar a cobrar una dimensión medianamente eficiente salvo

1
SINGER, Peter. Practical Ethics. Cambridge University Press. 1999, p.88.

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por la vía de su inserción en lo institucional. El tiempo mostró que


para ello siempre habría espacios políticos y sociales interesados.

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CAPÍTULO 2
LA REVOLUCION DARWINISTA

Resulta imposible tratar acerca de la fundamentación de las


modernas teorías eugenésicas sin analizar el necesario precedente
del darwinismo. Charles Darwin (1809-1882) puso en marcha un
conjunto de argumentaciones que vendría a suponer una comple-
ta ruptura con muchos modos previos de razonamiento, pero que
inicialmente no incluía criterios eugenésicos. De sus teorías -aun-
que no de él, estrictamente hablando- surgiría el darwinismo social,
que iba mucho más allá de lo previsto por el propio Darwin, si bien
acabaría influyéndole. Se trató de un fenómeno común: las ideas no
se extinguen donde uno desea, sino que pueden cobrar inesperada
vida propia y generar resultados nunca pensados.
La divulgación de las ideas evolucionistas supuso una renova-
ción de la muy conocida querella entre las interpretaciones científi-
cas y religiosas, ello en medio del espíritu de un siglo que desafiaba
las tradicionales creencias, y que ahora -nada menos- parecía rom-
per con las páginas iniciales de la Biblia. De modo que, desde la pers-
pectiva cristiana, el evolucionismo fue tomado como un insultante
desafío. En realidad la comunidad científica manejaba ya hipótesis
conexas desde hacía tiempo, como eran las de Jean Baptiste Monet
de Lamarck (1744-1829), quien sostenía que las necesidades gene-
radas por la naturaleza venían a crear órganos especializados que
pasaban a heredarse, produciéndose mutaciones evolutivas. En

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cualquier caso las teorías de Darwin chocaban frontalmente, cuan-


do menos en apariencia, con los planteamientos bíblicos.
En realidad, como sostiene Emiliano Aguirre “lo que ha hecho
la ciencia moderna con el conocer humano es descomponerlo -algo
así como hizo el prisma con la luz blanca-; hasta hace poco más de
un siglo, el conocimiento humano era en muchos campos un cono-
cimiento confuso, mezcla de observación, errores, oscuridades, fe
y consejas”. A lo que añade: “Ciertamente, la teoría de la evolución
obligó a revisar la noción de ‘especie’ en biología y la interpretación
de la obra creadora; cambió la imagen general del mundo sensible y
del valor de cada una de sus parte y de sus colectividades; cambió,
por tanto, la imagen de cuanto es objeto y problema de la filosofía;
alteró los integrantes básicos del saber humano y, por lo mismo, los
integrantes de la expresión de los credos y su análisis teológico; des-
tapó el órgano mismo del filosofar y del conocer, pretendiendo ex-
plicar su origen y sus procesos íntimos, lo cual removía la base de la
lógica misma y, al parecer, la base de toda otra convicción”2.
Recuerda no obstante Armando García lo siguiente:
“Cuando Darwin publicó El origen de las especies en 1859, ya exis-
tían diversos trabajos que tocaban el asunto de la transformación de és-
tas, especialmente al referirse a ciertos temas de la geología o la paleon-
tología, de la botánica o de la horticultura y de la zoología, en especial
los de la ganadería. Y aunque Darwin centra más su atención al siglo XIX,
se remite al XVIII y a la Antigüedad clásica, si bien es posible rastrearlos
también en las cosmogonías de los pueblos primitivos. En efecto, tales
ideas incipientes pueden encontrarse en las obras de algunos filósofos
como Anaximandro, Empédocles y Epicuro, aunque dichos conocimien-
tos eran imprecisos y mal fundamentados. Aristóteles (384-322 a.C.), por
ejemplo, expuso un criterio evolucionista en su llamada ‘escalera de la
naturaleza’, donde los seres conservaban el afán de ascender desde lo
más simple e imperfecto hasta lo más complejo y perfecto”3.

2
CRUSAFONT, Miguel; MELÉNDEZ, Bermudo; AGUIRRE, Emiliano. La evolución.
Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid. 1976, pp. 57 y 61.
3
GARCÍA GONZÁLEZ, Armando. Darwin desde Darwin. Catarata/CSIC. Madrid.
2010, p. 167.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 25

Una revolución, por tanto, que incluía muchas derivaciones.


Una de ellas, inesperada por el propio autor, pero que terminó asi-
milándola, fue la de su aplicación como fundamento justificativo
para los intentos de modificar artificialmente las sociedades huma-
nas. En realidad ello no suponía un salto excesivo ni algo totalmente
imprevisible, teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto: siem-
pre habían existido grupos deseosos de aplicar formatos de ingenie-
ría social. Ahora, por fin tras muchos siglos, encontraban una argu-
mentación presentable en la era del cientifismo.
En Darwin, para los efectos deseables por estos grupos, podían
encontrarse afirmaciones como las siguientes en El origen de las es-
pecies (1859):
“A este principio de preservación, o de supervivencia del más apto,
es a lo que he llamado selección natural”.

A lo que añade:
“La selección natural, como ha sido recalcado, conduce a la diver-
gencia de carácter y a la extinción de los menos mejorados y de las for-
mas intermedias de vida”4.

En realidad la inclusión del término “supervivencia del más


apto” aparece en dicho libro en el capítulo cuarto a partir de la quin-
ta edición de 1869 de la citada obra de Darwin. Habiéndose recogi-
do del texto de Herbert Spencer (1820-1903) Principios de biología,
publicado en 1864. De hecho Darwin influye en otros y a la vez reco-
ge los frutos de esas influencias.
Por otro lado en su obra El origen del hombre (1871), y yendo a
la cuestión de la creación, se indica que “es difícil explicar la creen-
cia en una creación separada de cada especie”5, añadiendo esta ex-
pectativa referente al exterminio de razas y a la supervivencia de la
blanca caucásica:

DARWIN, Charles. Origin of species. Collier & Sons. New York. 1909, pp. 141 y 142.
4

DARWIN, Charles. The Descent of Man and Selection in Relation to Sex. Appleton
5

and Company. New York. 1871, p. 30.

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26 Antonio Martín Puerta

“En cierto período futuro, no muy distante en términos de siglos,


las razas civilizadas del hombre ciertamente casi exterminarán y reem-
plazarán a las salvajes a lo largo del mundo. A la vez los monos antropo-
morfos, como ha subrayado el Profesor Schaaffhausen, serán sin duda
exterminados. La ruptura se volverá más amplia, pues intervendrá entre
el hombre en un mayor estado de civilización, como podemos esperar,
cual el caucásico, y algún simio tan inferior como el babuino, en lugar de
como hasta el presente entre el negro o el australiano y el gorila”6.

Es evidente por tanto, que el darwinismo como estudio de la


evolución de los seres vivos -incluyendo la idea de supervivencia del
más apto-, recogía otro concepto conexo: la de desaparición de los
más débiles en cuanto a capacidad de adaptación. Esa era la esencia
de las dominantes “leyes de la naturaleza”. Por tanto no resultaba
demasiado complicado el tránsito a lo que se denominaría darwi-
nismo social.
Se ha aludido a Spencer, cuyas ideas, como puede verse, se in-
terrelacionan muy pronto con las del propio Darwin. De hecho en
Principios de biología, un texto lleno de alusiones a Darwin y de citas
de éste, indica: “Tenemos que elegir entre dos hipótesis, la de una
creación especial y la de la evolución”. En relación con la posición
creacionista comenta que “la creación de la materia es inconcebible
-implica el establecimiento de una relación de pensamiento entre la
nada y el algo- una relación donde un término se encuentra ausente-
y una relación imposible7.
En dicha obra se encuentra la cita que, como se ha dicho, asu-
mirá el propio Darwin:
“Esta supervivencia del más hábil, que aquí he buscado expresar en
términos mecanicistas, es lo que el Sr. Darwin ha llamado ‘selección na-
tural o preservación de las razas favorecidas en el esfuerzo por la vida’.
Que ahí actúa un proceso de este tipo a través del mundo orgánico lo ha
mostrado el Sr. Darwin en su gran obra El origen de las especies para

DARWIN, Charles. The Descent of Man…., p. 193.


6

SPENCER, Herbert. The Principles of Biology. Williams and Norgate. London,


7

Edinburgh. Vol. I. 1864, pp. 331 y 336.

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satisfacción de casi todos los naturalistas. Verdaderamente, una vez


enunciada, la veracidad de la hipótesis es tan obvia que apenas necesita
pruebas”8.

Observación esta última que supone una generosa autoindul-


gencia en relación con sus exigentes principios de negación de toda
afirmación no comprobada experimentalmente. Por otro lado la
idea evolucionista también será trasladada por él a la propia moral:
“Ahora que los requerimientos morales se encuentran perdiendo
la autoridad dada por su supuesto origen divino, la secularización de la
moral está viniendo a ser imperativa”9.

Para concluir en algo que muestra los efectos de la revolución


darwininista, la justificación de una moral de carácter evolucionista:
“Aquí hemos de entrar en la consideración del fenómeno moral
como fenómeno de la evolución”10.

Lo que es coherente con lo expresado en sus Principios de Ética


(1879) en su segunda parte, cuando señala que “en común con otras
cosas, los sentimientos humanos y las ideas conforman la ley gene-
ral de la evolución”11.
Es decir, nos hallamos ante una mezcla de positivismo, utilita-
rismo y evolucionismo, que prueba no sólo la perfecta adaptación
de este último a las ideas dominantes durante el siglo XIX, sino que
incluso las vitaliza y hace que cobren una dimensión más amplia y
dinámica. De hecho tal proceso proseguirá con el neodarwinismo
o “teoría sintética”, asimilándola dentro de procesos más avanza-
dos de investigación biológica. Pero el legado darwinista aún tenía
muchas sorpresas que ofrecer. Y especialmente en los inesperados

8
SPENCER, Herbert. The Principles of Biology….pp. 444-445.
9
SPENCER, Herbert. The Data of Ethics. D. Appleton and Company. New York.
1882, (vi).
10
SPENCER, Herbert. The Data of Ethics…, p. 63.
11
SPENCER, Herbert. The Principles of Ethics. D. Appleton and Company. New
York. 1895, p.307.

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espacios donde fructificó, aunque los dos autores citados fueran es-
trictamente liberales.
En realidad los procesos que a continuación veremos se refie-
ren más que a las propias teorías de Darwin, a las derivaciones de
éstas aplicadas a la sociedad, es decir al llamado darwinismo social,
que, como veremos, el propio Darwin empieza a asumir admirati-
vamente. Todo ello basado en el selectivo ejemplo que los datos de
la naturaleza pueden ofrecer. Cabe, no obstante, una necesaria re-
flexión sobre el darwinismo social y sus propuestas, y en relación
con “lo natural”. Como se ha indicado fue en el medio ambiente libe-
ral anglosajón donde se generaron el término, las justificaciones y
los contenidos del proyecto eugenésico, con prontas extensiones a
la izquierda laborista. Hemos visto que se trata de promover una se-
lección y una segregación apelando a la imitación por el hombre de
las llamadas “leyes de la naturaleza”. Pero este es un concepto que
ha de ser previamente reconsiderado, porque el término naturaleza
incluye muy distintas acepciones.
Proviniendo el término de natus, nacido, en sentido metafísi-
co se refiere a la esencia de un ser creado como principio para sus
operaciones, lo que implica el concepto de que existe una finalidad
en ese ente. Ello conecta necesariamente con el reconocimiento de
que existe un principio creador y ordenador. Mientras en el sentido
utilizado por la ciencia se refiere al conjunto del universo material.
Los científicos de la naturaleza que hemos aludido se refieren prin-
cipalmente a los animales, las plantas y al medio en que estos se de-
sarrollan. La cuestión estriba en que las “leyes de la naturaleza”, en
el sentido darwiniano, y especialmente en el darwinismo social, se
traducen finalmente en una: la ley del más fuerte. Pero además se
rechaza la misma existencia del concepto de naturaleza en su acep-
ción metafísica: los seres humanos no tendrían naturaleza, que im-
plicaría un destino y un elemento común entre todos ellos. Bien al
contrario, unos serían inferiores y otros superiores, algo decidido
apriorística y fundamentalmente a partir de datos externos y, en
cualquier caso, accidentales. Lo que implica una consideración ma-

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terialista de los hombres y de la naturaleza creada, algo que impide


aproximarse al sentido trascendente del término. Los seres no ten-
drían ningún fin y cada hombre no sería sino un dato aislado, pues
atendiendo al nominalismo de base que está tras todas esas cons-
trucciones el concepto de hombre sería algo vacío.
Por otro lado en la toma de la naturaleza, en genérico, como
ejemplo a aplicar a la sociedad humana, se produce además un serio
fallo metodológico, fruto de la arbitrariedad y de una obvia existen-
cia de prejuicios. Pues la naturaleza ofrece ejemplos contradictorios
dentro del mundo animal, que ni siquiera a los más drásticos euge-
nistas les parecerían dignos de imitación. Hay animales que devo-
ran a sus crías y otros que las protegen; como los hay monógamos
y una mayoría que no lo es. En cualquier caso parece absurdo po-
ner como ejemplo para las personas una interesada selección de las
conductas animales.
Frente a las “leyes de la naturaleza” interpretadas en la acep-
ción indicada de “ley del más fuerte”, estaría el concepto de “ley
natural”, elaborado precisamente desde una perspectiva no mate-
rialista y trascendente. Radicalmente olvidada por los defensores
de la moderna eugenesia y doctrinas conexas, que ni siquiera con-
templan que el hombre pueda tener naturaleza. Pero, como al final
veremos, el concepto ha venido a ser retomado como una necesi-
dad inesperada. Precisamente porque las prácticas estudiadas en la
bioética requieren definir qué es exactamente la persona, que des-
de una perspectiva ética no puede ser considerada como una mera
agregación de masa biológica susceptible de ser objeto de cualquier
tipo de experimentos.
Cabe una última consideración: se ha hablado aquí de la euge-
nesia moderna, y ello frente a los representantes de la cultura griega
que en su momento fueron aludidos, que sí tenían un sentido tras-
cendente de la existencia. Ello incluso dentro de su visión despótica-
mente oligárquica.

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CAPÍTULO 3
UN MEDIO AMBIENTE PROPICIO

Hemos visto cómo el asentamiento del darwinismo durante el


siglo XIX prosiguió imparable, pese a la hostilidad de las posturas
creacionistas, tanto católicas como protestantes. Posiciones que
tanto en su vertiente del tradicionalismo católico como en la del
protestantismo fundamentalista -un término surgido para calificar
al protestantismo norteamericano adherido a la idea de la interpre-
tación literal de la Biblia-, pese a las reticencias opuestas, no fueron
capaces de frenar la amplia aceptación de tal corriente. Para la ex-
pansión del darwinismo social caben varias explicaciones.
La primera de ellas es la caída en influencia del cristianismo
desde el punto de vista cultural. Hemos visto que las teorías aludi-
das surgieron dentro del mundo anglosajón, donde inicialmente
comenzaron a adaptarse, pero el propio mundo católico había vis-
to cómo el modelo cultural cristiano se había ido resquebrajando
desde hacía siglos. El viejo nominalismo, el utilitarismo y sus secue-
las, el mecanicismo, como el materialismo científico y el positivismo
habían abierto amplias grietas en el viejo modelo. La ciencia había
cambiado de sentido: ya no se trataba de buscar la verdad, sino sim-
plemente aquello que ofreciera resultados puramente prácticos,
pues la misma idea de verdad y de conexión con un orden objetivo
había quedado relativizada. El propio Newton, un anglicano devo-
to, había establecido dos líneas de razonamiento drásticamente se-

31

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paradas entre ciencia y fe, lo que hacía a esta última perfectamente


superflua desde el punto de vista científico. Por otro lado, y durante
mucho tiempo, una buena parte del cristianismo intelectual se es-
forzó en intentar responder desde posturas meramente reactivas
que, aparte de reafirmarse en principios doctrinales ya conocidos,
por lo común no gozaron argumentalmente de gran acogida, ni me-
nos aún de influencia a la hora de las aplicaciones. La crisis cultural
del cristianismo era evidente en esas fechas, ofreciendo una imagen
que para muchos era puramente defensiva, sin argumentaciones de
carácter ni siquiera renovador.
Además una imperceptible ola de evocación del viejo paganis-
mo se fue extendiendo a partir del romanticismo. No se trataba de
las nunca del todo erradicadas costumbres y sentimientos previos
al cristianismo, lo que en muchos casos no pasaba de materialismo
en formatos diversos, sino ya de otra cosa. Empezaba una peligro-
sa reinserción de las viejas formas paganas del mundo precristia-
no, especialmente en las áreas germánicas. Con advocaciones que
tendrían sus consecuencias. Por supuesto las referencias a los viejos
dioses parecían simples extravagancias difíciles de asumir a estas
alturas, pero el romanticismo incorporaba igualmente un inefable
sentimiento panteísta que identificaba lo divino con lo terreno, y
ese era un modelo que, como veremos, permitiría la inserción del
evolucionismo, aquí con consecuencias específicas.
El romanticismo germánico además añadía una visión políti-
ca, el organicismo, que otorgaba al poder el derecho de controlar al
máximo a la sociedad. En Hegel el Estado pasa a ser un cuerpo mís-
tico en el que han de integrarse todas las realidades sociales. Es la
ética en sí y ha de ser asumido con veneración religiosa. Podrá resul-
tar chocante, pero en términos políticos Hitler es el último román-
tico, la culminación indeseada e inesperada -una vez más- de tales
ideas. La vinculación con la cuestión tratada es explicada con toda
nitidez por Rüdiger Safransky cuando afirma “Nacionalsocialismo
es romanticismo político”, a lo que añade: “El vitalismo romántico
quedó envenenado en el momento en que se unió con un cientifismo

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 33

que creía poder deducir una moral a partir de la biología”12. Lo que


nos aproxima a ciertas explicaciones.
Siendo todo ello algo bien distante de un puro pasado, pues la vi-
sión panteísta propia de ciertas visiones ecologistas -asumiendo que
la evolución del mundo es perfectamente coherente con la destruc-
ción de formas de vida humanas- sostiene que ello no es un atentado
contra la vida. Esta proseguiría así su curso a partir de incontables
génesis en todos los puntos del árbol de la existencia. Pero el darwi-
nismo, como hemos visto, pasó a tener una variante, la del llamado
darwinismo social, que surgió a partir de la traslación de las ideas de
su creador al ámbito de las sociedades humanas. Sociedades que en
Occidente se encontraban en una fase de acelerada transformación
frente a lo que había sido el mundo tradicional. La revolución indus-
trial arrojó a las ciudades a millones de personas que pasaron a vi-
vir en condiciones bien poco deseables, en las que se daban dema-
siadas carencias como para no producir tipos humanos en muchos
casos degradados. En su mayor parte eran fruto de la situación, pero
se trataba de un espectáculo nunca antes visto en tales dimensiones,
con las colaterales consecuencias de delincuencia, marginación y en-
fermedades. No se trataba de una novedad, pues entre la antigua y
predominante masa agraria se daban igualmente, y en no pequeño
número, situaciones del estilo. Pero ahora se producía una alarmante
concentración y amplitud del fenómeno ante los ojos del mundo. A lo
que se añadía la constatación de la decadencia de los grupos domi-
nantes, cada vez más tendentes a ser reemplazados. La quiebra del
Ancien Régime había hecho caer individuos, familias e instituciones
de siglos, pero ahora la propia literatura de la burguesía -Zola, Mann,
Galsworthy- venía a constatar igual fenómeno. No pocos extrajeron
como consecuencia la idea de una inevitable degeneración a la que
había que poner remedio de modo contundente.
Sin ser propiamente parte de las ideas eugenésicas, hubo
otro elemento que coadyuvó a la generación de propuestas de se-

12
SAFRANSKY, Rüdiger. Romanticismo. Una odisea del espíritu alemán. Tusquets.
Barcelona. 2009, pp. 314 y 323.

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gregación o incluso eliminación de ciertos elementos sociales no


deseables. Las teorías de Cesare Lombroso (1835-1909) sobre la
antropología criminal, ampliamente extendidas en esas fechas,
incorporaban la idea de predeterminación al crimen por parte de
ciertos individuos. Estos eran detectables a partir de su mera apa-
riencia física, expresión de unas carencias naturales que casi nece-
sariamente conducían al delito. Así podemos leer en El hombre de-
lincuente de 1876:
“El criminal completo, teniendo la mayor parte de los caracteres de
su tipo, tiene generalmente una débil capacidad craneal, una mandíbula
pesada y desarrollada, una gran capacidad orbital y un índice orbital aná-
logo al de los cretinos, cejas salientes. Su cráneo es frecuentemente anor-
mal, asimétrico. La barba rala o ausente, pero el cabello abundante. La
inserción de las orejas comúnmente en asa. También es frecuente la nariz
torcida o chata. La fisonomía es corrientemente femenina en el hombre y
viril en la mujer. La protuberancia mongoloide de los arcos cigomáticos
no es rara. Los criminales son propensos al daltonismo, y triple en ellos la
proporción de zurdos. Su fuerza muscular es débil en la mano y para la
tracción, pero son frecuentemente de una extraordinaria agilidad”.

A lo que se añaden criterios conexos con sus propios prejuicios,


como la idea de que el clima influye en la moral, lo que se probaría
por la mayor indulgencia hacia el crimen en el sur que en el norte
de Italia, donde él había nacido13. En realidad semejante interpre-
tación ya tenía sus precedentes, como los textos sobre fisionomía
de Johann Caspar Lavater (1741-1801) y la frenología de Franz Jo-
seph Gall (1758-1828) o de uno de sus seguidores, Mariano Cubí
Soler (1801-1875), catalán natural de Malgrat, cuyas opiniones le
pusieron en litigios con la Iglesia. A resultas de la popularidad de
tales teorías durante el siglo XIX, la presente historia podría incluso
no haber tenido lugar. En efecto, refiere Darwin en su Autobiografía
que cuando quiso embarcar en el Beagle para su recorrido científi-
co, el capitán Fitz-Roy -seguidor de Lavater-, tras observar su nariz
llegó a la conclusión de que su carácter no era fiable para soportar
el viaje.
13
LOMBROSO, César. L´Homme criminel. Félix Alcan. Paris. 1887, pp. 16 y 29.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 35

Otro de los elementos que dieron pie a la implantación de la


eugenesia fue el sentimiento racista, ya fuera implícito o bien expre-
sado abiertamente a través de teorías. Aunque la mayoría -si bien no
los únicos- de los desmanes racistas cometidos en época contempo-
ránea tuvieron lugar en Alemania, resulta paradójico que las prin-
cipales teorías no nacieran allí. De hecho el primer sistematizador
del pensamiento racista fue el conde francés Joseph Arthur de Gobi-
neau (1816-1882), que en su célebre Ensayo sobre la desigualdad de
las razas humanas (1853-1855) construye el primer cuadro teórico
racista elaborado en Occidente. Aceptando un origen común para la
humanidad -algo que otros racistas ulteriores rechazarán- efectúa
una clasificación que no va precedida de una descripción de lo que
él entiende por raza, aunque sea el elemento radical que determi-
na el valor de una persona y de una sociedad. De su homogeneidad
y mantenimiento de la pureza racial dependerá su supervivencia o
su decadencia, e incluso su desaparición. Describiendo a la raza ne-
gra y a la amarilla como inferiores, es en la raza blanca donde en-
cuentra la superioridad intelectiva y espiritual, especialmente en el
subgrupo de los arios, en sus ramificaciones de iranios, aryas de la
India, helenos, sármatas y germanos. Su naturaleza les habría lleva-
do a construir sociedades jerárquicas destinadas a preservar a los
grupos dominantes, generadores de una cultura superior. Pero el
ejemplo de la degeneración racial de Roma mostraría que la mezcla
con otros elementos étnicos asiáticos y africanos da lugar a la deca-
dencia de cualquier civilización elevada. Sólo en los germanos que-
daría actualmente la esencia de la raza originalmente aria, si bien
añade ciertas consideraciones inesperadas. La primera de ellas que
no muestra ningún tipo de hostilidad hacia los judíos, tal como ex-
presa: “¿…qué fueron los judíos? Lo repito. Un pueblo hábil en todo
lo que emprende, un pueblo libre, un pueblo fuerte, un pueblo in-
teligente, y que antes de perder valientemente con las armas en la
mano el título de nación independiente, había suministrado al mun-
do casi tantos doctores como comerciantes”14.

14
GOBINEAU, Joseph Arthur. Essai sur l’inégalité des races humaines. Firmin-
Didot. Paris. Vol. I. 1884, p. 58.

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No obstante, y pese a su exaltación de lo germánico, entiende


que no es Alemania, carente de homogeneidad, sino Inglaterra el pa-
radigma de las cualidades de esa raza, que se encuentra, no obstante
en riesgo de romanización por la llegada de contingentes humanos
del sur. “Las innovaciones que encuentran favor, las ideas que ger-
minan, las fuerzas disolventes que se organizan, todo revela la pre-
sencia de una causa de transformación aportada desde el continen-
te. Inglaterra se encuentra en marcha para, por su parte, entrar en el
medio ambiente de la romanidad”15. Concluyendo con esta profecía
pesimista: “…no sé si no se está en el derecho de llamar fin del mun-
do a esta época poco lejana que contemplará la merma completa de
nuestra especie”, concluyendo la obra con la siguiente expectativa:
“las manos rapaces del destino ya se han posado sobre nosotros”16.
Cuestión esta del pesimismo en cuanto al futuro de la propia comu-
nidad que resulta fundamental para captar la justificación de las
propuestas eugenésicas.
El segundo teórico en importancia del racismo tampoco era
alemán, sino inglés, Houston Stewart Chamberlain (1855-1927),
de mucha mayor influencia a partir de su obra Los fundamentos del
siglo XIX, inicialmente publicada en alemán en 1899 y traducida al
inglés en 1910. Para empezar comienza por rechazar la idea de uni-
dad del género humano negando un origen común:
“La llamada unidad de la raza humana es aún honrada como hipó-
tesis, pero sólo como personal y subjetiva convicción, faltando verdadero
fundamento. Las ideas del siglo XVIII contemplando la hermandad de las
naciones eran ciertamente muy nobles, pero puramente sentimentales
en su origen”17.

Lo que nos sitúa ya ante una nueva variante del evolucionismo:


existen distintos orígenes y distintas evoluciones con diferentes ca-

15
GOBINEAU, Joseph Arthur. Essai sur l’inégalité des races humaines. Firmin-
Didot. Paris. Vol. IV. 1855, p. 204.
16
GOBINEAU, Joseph Arthur. Essai sur l’inégalité des races humaines. …, pp. 358 y 359.
17
CHAMBERLAIN, Houston Stewart. Foundations of the Nineteenth Century. John
Lane. London. 1912, p. XCIV.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 37

racterísticas. Para Chamberlain hay un elemento central en el que


basa todo su análisis:
“Lo teutón es el alma de nuestra cultura….Si miramos alrededor ob-
servamos cómo la importancia de cada nación como poder actual se en-
cuentra en dependencia de la proporción de genuina sangre teutónica”18.

Frente a ello surge el judío, compendio de todos los vicios y co-


rrupciones y el peor enemigo del ario, adhiriéndose a la siguiente
opinión: “La entrada del judío en la historia de Europa, como dijo
Herder, ha significado la entrada de un elemento extraño”19. Si bien
el declive racial ya habría empezado mucho antes, con las mez-
clas que tuvieron lugar en la época de Roma, ante la cual los ger-
manos sólo cometieron el error de haber actuado con un exceso de
clemencia:
“…solo tenemos que lamentar que el teutón no destruyera más in-
tensamente por todas partes donde penetró su brazo victorioso -y eso a
consecuencia de su moderación-, la latinidad, que es la fusión del caos de
pueblos”20.

Para ello se ha de volver a actuar a partir de la idea señalada:


“Nuestra cultura y nuestra civilización son obra exclusiva de lo teu-
tónico”; pero renovando su carácter, pues “la vida de un pueblo,
también, sería demasiado corta si la unidad de raza no sella en él
el carácter limitado y definido”21. Siempre considerando que para
que se origine una raza humana noble se requieren cinco principios:
calidad del material, endogamia, selección artificial, necesidad de
cruces y necesidad de limitar estos estrictamente22. Estas últimas
observaciones merecen una reflexión por sus posibles consecuen-
cias: no es un pesimista como Gobineau, pues observa que a lo largo
de la historia se han generado nuevas razas de potente vitalidad23.

18
CHAMBERLAIN, Houston Stewart. Foundations… p. 257.
19
CHAMBERLAIN, Houston Stewart. Foundations… p. 432.
20
CHAMBERLAIN, Houston Stewart. Foundations… p. 432-433.
21
CHAMBERLAIN, Houston Stewart. Foundations… p.649 y 304.
22
CHAMBERLAIN, Houston Stewart. Foundations… p. 681.
23
CHAMBERLAIN, Houston Stewart. Foundations… p. 641.

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38 Antonio Martín Puerta

Bastará con aplicar los principios expresados, entre los que se en-
cuentra el de la selección artificial.
Otro de los más significados partidarios del racismo, como
igualmente de la eugenesia, fue Georges Vacher de Lapouge (1854-
1936), del que se tratará en páginas sucesivas por su adhesión a esta
segunda corriente. En él se daba además la adscripción al socialis-
mo, y como en los dos casos anteriores resultó ser más influyente
en Alemania que en su propio país. Fue autor del desordenado libro
de 1899 El ario: su papel social, donde podemos leer las siguientes
opiniones:
“La superioridad del Homo Aeuropaeus es una consecuencia direc-
ta de su organización síquica. Incluso sobre esta superioridad es necesa-
rio explicarse. Cierta gente, partiendo del principio místico de la igual-
dad fundamental no puede soportar que se hable de razas superiores. No
me molestaré en contradecirles”24.

Para añadir:
“La superioridad social del ario se acusa en todos los aspectos. En
Europa ocupa las llanuras, dejando las alturas al alpino. Fluye a las ciu-
dades, a los centros de actividad, a todo lugar donde se requiera mayor
decisión y energía. Cuanto más se eleva un espacio social, más se le en-
cuentra en abundancia. Predomina en las artes, la industria, el comercio,
las ciencias y las letras. Es el gran promotor del progreso”25.

Por otro lado comenta: “El único competidor del ario en la ac-
tualidad es el judío”, así calificado:
“El judío, obediente a aptitudes prodigiosas para la especulación y
el engaño, trata todo asunto político como una especulación o como una
estafa. No ve sino el resultado inmediato, sino la ventaja directa, sin pre-
ocuparse por las repercusiones. Es el perfecto oportunista, nunca duda
acerca de que el futuro es hijo del presente, y no vive salvo para el presen-

24
VACHER DE LAPOUGE, Georges. L’Aryen: son rôle social. Albert Fontemoing.
Paris. 1899, p.397.
25
VACHER DE LAPOUGE, Georges. L’Aryen…,p.399.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 39

te. Por ello su dirección política es no sólo inmoral, sino además y sobre
todo destructiva”26.

Como se ha dicho, todos estos autores influyeron más en Ale-


mania que en sus propios países, pero es que las teorías racistas
básicamente no habían surgido en terreno alemán. Incluso el ra-
cismo de Chamberlain se acrecentó durante su estancia en Viena,
capital de un país donde la población judía era más influyente que
en Alemania, y simultáneamente por tanto había mayor presencia
del antisemitismo. Para la poca aceptación del pensamiento racista
en Francia hay varias razones. La fundamental era que la sociedad
básicamente no asimilaba ideas tan fuertemente discriminatorias,
justificadas además a partir de prejuicios que en general no se com-
partían. Pero es que ni siquiera en sectores conservadores tenían
una gran recepción, lo que conecta con la actitud del máximo diri-
gente de Acción Francesa, Charles Maurras (1868-1952). Nacido en
Martigues, en las cercanías de Marsella, profesaba una hostilidad
superlativa hacia todo lo alemán, ya fuera de origen racial o cultu-
ral, de modo que la exaltación germanista le parecía algo insufrible,
contraria a su devoción por el clasicismo del mundo grecolatino. Y
aunque tanto él como su partido manifestaban la mayor oposición
a cualquier judío -en especial si llevaba apellido alemán-, no se tra-
taba ni remotamente de un racismo biológico. Es bien explicativa la
réplica de Maurras a este texto reproducido en la publicación Action
Française de 25 de julio de 1928, escrito por el Dr. Robert Greenfield
en International Civil Organisation:
“Se trata de un primer reproche que nosotros, los anglosajones ha-
cemos al catolicismo español. Ha producido una raza híbrida, que nos
ha impedido aceptar la unión con países en verdad ricos, pero habitados
por un pueblo que estimamos de cultura inferior. El protestantismo, por
el contrario, más práctico y consciente de la libertad, ha admitido como
una necesidad, o exterminar a los indios o de encerrarlos en reservas
para impedir todo mestizaje”.

26
VACHER DE LAPOUGE, Georges. L’Aryen … ,p.464 y 476.

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Maurras, que ya había manifestado no admitir las doctrinas de


Gobineau, comenta haber escrito una réplica sobre ello: “Mi nota
reprobaba vivamente lo que el doctor aprueba y recomienda. Esta
nota alababa a los latinos de América por lo que el protestante an-
glosajón les reprocha”.
Por supuesto que el subyacente y extendido racismo anglosa-
jón y escandinavo, sin necesidad de grandes construcciones teó-
ricas, sería el necesario trasfondo para la futura implantación de
la eugenesia. Pero esta requirió además de un aliciente sicológico
muy de la época, la sensación de pesimismo, la convicción de que
la inevitable decadencia y el estar ya al borde del precipicio reque-
rían la adopción de medidas drásticas y selectivas. Para ello nunca
habían faltado pensadores, pero quizá el más influyente de todos
ellos resultó ser Oswald Spengler (1880-1936). Se ha insistido en
que su impactante obra La decadencia de Occidente (1918 y 1922)
fue el resultado de la derrota alemana en la primera contienda mun-
dial, pero el esquema era ya anterior, recogiendo interpretaciones
previas.
Spengler manifiesta a lo largo de todos sus escritos una acti-
tud profundamente negativa en cuanto a las expectativas de desa-
rrollo de la única civilización que le interesa, la occidental. Adopta
la actitud de pájaro de mal agüero desde el inicio, lo que no deja de
ser sintomático cuando se tiene en cuenta que empezó a elaborar
el bosquejo de su obra más conocida ya antes de la Primera Guerra
Mundial, cuando el segundo Reich se encontraba en su momento
cumbre. Según el autor, el destino de la cultura es pasar al estado de
“civilización”, algo finalmente desastroso: “Todas las grandes cultu-
ras son otras tantas derrotas”27, lo que resulta inevitable, ya que “Ci-
vilización es el extremo y más artificioso estado a que puede llegar
una especie superior de hombres. Es un remate; subsigue a la acción
creadora.... Es un final irrevocable”28.
27
SPENGLER, Oswald. El hombre y la técnica. Colección Austral. Madrid. 1967,
p.32.
28
SPENGLER, Oswald. La decadencia de Occidente. Espasa - Calpe. Madrid. 1966,
p. 61.

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Además a medida que pasa el tiempo acentúa su pesimismo, tal


vez influido por la situación de su país, cuando dice: “Hemos nacido
en este tiempo y debemos recorrer violentamente el camino hasta
el final. No hay otro. Es nuestro deber permanecer sin esperanza, sin
salvación en el puesto ya perdido”. Más claramente:
“Pero lo que es evidente, es que se inicia el ‘fin de la humanidad’, así
que soy fundamentalmente un pesimista decidido. No veo ningún pro-
greso, ningún fin, ningún camino de la humanidad fuera de las cabezas
de los filisteos del progreso. No he visto jamás espíritu alguno, ni unidad
en el avance, ni en la rutina, ni en las creencias de la plebe. Veo una direc-
ción inteligente de la vida hacia un fin, una unidad de alma, del querer y
del sufrir sólo en la historia de las culturas aisladas”29.

Más desoladora es aún su conclusión en lo que respecta al


arte: “El hombre del Occidente europeo no puede ya tener ni una
gran pintura ni una gran música, y sus posibilidades arquitectóni-
cas están agotadas desde hace cien años”30. Para Thomas Mann era
Spengler un “derrotista de la humanidad”. La cuestión estriba en
que Spengler pretende dar rango intelectual a un pesimismo que
lleva a extremos casi morbosos, lo que por otro lado le puso en su
momento en perfecta sintonía con quienes veían su época como cer-
cana al fin de la civilización, y por tanto necesitada de un remedio
quirúrgico a aplicar con toda la profundidad que fuera necesaria.
Pues la descripción del medio social es la siguiente:
“La época misma se ha tornado ordinaria y la mayoría de los hom-
bres no sabe hasta qué punto ellos mismos lo son. La ordinariez de todos
los Parlamentos, la inclinación general a trabajar en negocios poco lim-
pios cuando prometen dinero sin trabajo; el jazz y los bailes negroides
como expresión psíquica de todos los círculos; el maquillaje de las pros-
titutas, adoptado por todas las mujeres, la manía de los literatos de ridi-
culizar en novelas y obras teatrales, con el aplauso general, las severas
opiniones de la sociedad distinguida, y el mal gusto, extendido hasta la

29
SPENGLER, Oswald. El hombre y la técnica. Colección Austral. Madrid. 1967,
pp. 67 y 111.
30
SPENGLER, Oswald. La decadencia de Occidente. Espasa - Calpe. Madrid. 1966,
p. 72.

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42 Antonio Martín Puerta

alta nobleza y hasta las viejas familias soberanas de libertarse de toda


coerción social y de toda vieja costumbre, demuestran que la plebe ha
llegado a ser la que da el tono”31.

Sentenciando finalmente:
“Hemos de sentarlo una y otra vez: esta sociedad, en la que precisa-
mente ahora se cumple el tránsito desde la cultura a la civilización, está
enferma, enferma en sus instintos, y por ello mismo también su espíritu.
No se defiende. Halla gusto en su escarnio y su descomposición”32.

Pero lanza una amenazante advertencia acerca de un último


recurso: “En el porvenir los ejércitos relevarán a los partidos”33. Lo
innegable es que Spengler, por otro lado nada simpatizante del na-
cionalsocialismo, tuvo una enorme influencia durante los años vein-
te y treinta entre los enemigos de las formas democráticas y entre
los avalistas de reformas contundentes: la sociedad estaba enferma
y se requerían medidas excepcionales ante un abismo que se profe-
tizaba a la vuelta de la esquina.
Medidas sumamente conocidas en lo que se refiere a la expe-
riencia nacionalsocialista, pero bastante menos en sus aplicaciones
dentro del mundo liberal anglosajón y socialdemócrata escandina-
vo. Para el caso alemán, que sigue generando millares de páginas
todos los años, en el fondo late una no del todo contestada pregunta:
“¿Cómo fue posible que…?”. En los otros dos casos, para muchos aún
casi ignorados, la misma pregunta surge por igual. ¿Cómo es posible
que en sociedades democráticas, muchas veces tomadas como mo-
delo a imitar, pudiera suceder algo parecido? Y sobre todo, ¿cómo
explicar su conexión con el liberalismo y con la socialdemocracia?
En realidad la explicación no es tan sorprendente para los cono-
cedores de esas sociedades y de las posibles derivaciones de tales
ideologías.
Por lo que se refiere al socialismo, el precedente marxista -con
frecuencia y por mucho tiempo adherido formal o subconsciente-
31
SPENGLER, Oswald. Años decisivos. Espasa - Calpe. Madrid. 1936, p. 87.
32
SPENGLER, Oswald. Años decisivos. …, p. 104.
33
SPENGLER, Oswald. Años decisivos…, p.163.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 43

mente a bastantes socialdemócratas- era pródigo en propuestas


draconianas desde sus orígenes. Karl Marx en su artículo La lucha
magiar publicado en el Neue Rheinische Zeitung de 13 de enero de
1849 justificaba la erradicación de minorías. Aludía a la mención
de Engels acerca de “desperdicios de pueblos”, siempre “fanáticos
defensores de la contrarrevolución” como bretones y jacobitas es-
coceses, o “así en España los vascos, sostenedores de Don Carlos”. La
única solución consistía en “su completo exterminio o su desnatu-
ralización”. Los regímenes comunistas no funcionarían con muchos
remilgos a la hora de aplicar tales criterios. No obstante, y para la
cuestión eugenésica, el régimen soviético no se caracterizó por aco-
gerla; aunque las posturas higienistas eran colaterales, la eugenesia,
particularmente en su vertiente de las medidas negativas, colisiona-
ba con el igualitarismo marxista y con la presencia del lamarckismo,
además de pasar a quedar identificada con el nacionalsocialismo
durante los años treinta34.
Entre los datos que más suelen sorprender en relación con los
procesos eugenésicos se encuentra la vinculación de las políticas
derivadas de aquellos con el ideario de la socialdemocracia. Un dato
además vinculado a una larga duración del ejercicio de esta prácti-
ca en los países administrados desde esa opción política. En efecto,
caracterizados socialistas fabianos como Sidney y Beatrice Webb,
como el escritor H. G. Wells o como George Bernard Shaw aparecen
adheridos a la corriente estudiada. Lo mismo que la siguiente rela-
ción de socialdemócratas: Karl Kristian Steincke en Dinamarca; Jo-
hann Scharfenberg en Noruega; Alfred Petrén, Gunnar Dahlberg y
Gunnar Myrdal en Suecia, Auguste Forel en Suiza; o los ministros Al-
fred Grotjahn y Wolfgang Heine en Alemania. Pero no existen tantas
dificultades para poder entender un fenómeno nada incoherente.

BASHFORD, Alison & LEVINE, Philippa. The Oxford Handbook of the History of
34

Eugenics. Oxford University Press. New York. 2016, pp. 416-429. El texto comprende es-
tudios sobre la eugenesia, sus fundamentos y aplicaciones en distintos países. La bibli-
ografía en los últimos años ha venido a ofrecer datos sobre desconocidos e inesperados
proyectos eugenésicos en muchos países. Entre los publicados en España se encuentra
GARCÍA GONZÁLEZ, Armando y ÁLVAREZ PELÁEZ, Raquel. En busca de la raza perfecta.
Eugenesia e higiene en Cuba (1898-1958). CSIC. Madrid. 1999.

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44 Antonio Martín Puerta

La visión del socialismo democrático de la época -hoy escasamente


conocido- incorporaba la misma interpretación misional de todos
los socialismos. Se trataba de una avanzadilla para la creación de un
mundo diferente que dejaba atrás todas las lacras de un pasado con
el que había que romper de modo definitivo, aunque de modo gra-
dual y reformista. En cualquier caso se necesitaba un hombre nue-
vo. Todo ello incorporaba principios perfectamente conexos con la
necesidad de aplicación de medidas drásticas en sus objetivos, aun-
que escalonadas, difiriendo en el método frente a las ansiosas y e
inmediatas pretensiones marxistas. Pero con no pocos elementos
comunes, más allá de calendarios distintos.
En primer lugar se asumía como formato ineludible el inter-
vencionismo del Estado, y la consecuente subordinación de los in-
dividuos a los intereses de la comunidad. Unos intereses apriorís-
ticamente diseñados en términos de ideología socialista a aplicar
sucesivamente. El Welfare, la hipotética e igualitaria situación de
bienestar venidera, se alcanzaría a partir de medidas que transfor-
maran poco a poco las estructuras sociales, las mentalidades y la
misma masa física de la población. La voluntad de aplicar procesos
de ingeniería social desde el Estado conllevaría decisiones radica-
les pero ineludibles. Se trataba de racionalizar los recursos para la
puesta en práctica de un proyecto social renovador de la humani-
dad, inicialmente contemplado por no pocos de sus miembros con
fanatismo casi religioso. Ciertos recursos quedaban desestimados,
y otros elementos eran una clara rémora para la aplicación del so-
cialismo. En ese futuro estado no habría espacio para las desigual-
dades, las lacras ni las rémoras, y tampoco para hombres que no
pudieran colaborar en la implantación de ese proyecto dirigido a
la creación del paraíso terreno socialista. De modo que, considera-
dos ciertos elementos sociales como improductivos o retardatarios,
se habría un espacio para la eugenesia. Que no pasaba de ser sino
uno más de los instrumentos necesarios para el logro del objetivo.
Ello, claro, en unos países donde el subyacente racismo, el hábito
sicológico subjetivista proveniente de una interpretación religiosa
ya sumamente debilitada, como también el miedo a la pérdida de

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 45

una población siempre considerada como de rango superior a la de


otros lugares, abrían posibilidades. Que fueron aprovechadas hasta
el máximo, como tendremos ocasión de ver, dentro de procesos de
ingeniería social aplicados con calma pero sin contemplaciones.
Ninguna discrepancia de fondo, por tanto, entre eugenesia y la
socialdemocracia de los países antiguamente protestantes del norte
de Europa. Porque tales medidas en los países influidos por el sus-
trato religioso del sur latino no fueron sino raramente asumidas, ni
por liberales ni por antiliberales, ni por socialistas ni por antisocia-
listas, ni por ateos ni por católicos. La base latina y católica se mos-
tró, por aquellas fechas, poco propicia para la asimilación de las pro-
puestas eugenésicas. Los datos son demasiado obvios y no admiten
muchas discusiones.
Pero el mundo liberal anglosajón se abrió ampliamente, como
veremos, a la eugenesia. Para empezar el darwinismo social había
nacido allí, aunque fuese al final en Alemania donde adaptase una
forma más compacta, politizada y potente de la mano de Haeckel,
necesario precursor de acontecimientos posteriores. No obstante,
y nada menos que prohombres del mundo político británico como
Churchill, Balfour o Chamberlain, gentes del medio ambiente liberal,
aceptaron las propuestas eugenésicas con toda naturalidad e inclu-
so promoviendo iniciativas que aún hoy dejan perplejos a muchos.
Ello tanto por su carácter precursor como por la frecuentemente
admirada estructura política del país en que promovieron sus ini-
ciativas. Parecía difícil asumir que nada menos que en Gran Bretaña,
como se verá, se propusieran políticas dirigidas hacia la parte más
desfavorecida de su propia población que más parecían diseñadas
para el enemigo durante la guerra de los Boers. Pero así fue, aunque
también con una puesta en práctica que dista mucho de la extensión
que llegó a cobrar en otros países del norte de Europa. Si bien cierto
sustrato podía facilitar la aplicación, algo que es cotidiana y reitera-
damente mal interpretado desde el exterior, y que pervive tras las
amables e idealizadas formas de convivencia británicas, que así se
explican por el distinguido teólogo belga Jacques Leclerq:

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46 Antonio Martín Puerta

“La patria del utilitarismo moderno es, por excelencia, Inglaterra.


Parece haber una correspondencia espontánea entre el espíritu utilita-
rio y el genio inglés. Toda la atmósfera social de la isla se encuentra como
impregnada de utilitarismo. Tan pronto como se desembarca queda uno
absorbido por un espíritu de pulcritud moral y de cordialidad que no se
inspira en ningún motivo más elevado y no se cubre de ningún instrumen-
to de pretensión moral que el de un interés bien entendido. La población
parece obedecer en su conjunto a algunos preceptos simples y prácticos
que aproximadamente se podrían enunciar como sigue: ‘Mantengamos
nuestra palabra y todos seremos más felices; seamos cordiales y servicia-
les unos hacia otros, mostremos un rostro sonriente, y seremos todos más
felices; respetemos los reglamentos, dejemos a nuestro semejante hacer
lo que desea y seremos todos más felices’. Esta convicción acerca de que el
respeto hacia las exigencias de la regla moral y, especialmente, de la bue-
na armonía, es condición de felicidad de todos y cada uno, y es por lo que
se requiere respetar la moral, brilla a cada instante en mil detalles de
la vida. Moral que no es muy elevada, que se cubre poco de aspiraciones
idealistas, que se acomoda a veces a ciertas marcadas formas de cinismo
-el inglés, en ciertas circunstancias no ocultará actuar con una inmora-
lidad brutal, si un interés suficientemente grave lo requiere- pero que, en
la vida diaria, da a la vida pública una atmósfera netamente superior a
la de otros pueblos que hablan más del ideal. Sin aspirar a un idealismo
inaccesible a muchos, la moralidad inglesa se encuentra al alcance de
todos, y tiene un carácter de simplicidad, de franqueza y de realismo que
la vuelve muy humana y simpática, pese a sus deficiencias. Ello en buena
parte explica sin duda el encanto de la vida inglesa, y al mismo tiempo
esa dureza cruel que se manifiesta a veces, en circunstancias graves, en-
tre un pueblo tan cordial. El utilitarismo puede volver cordial; pero es
incapaz de volver bueno”35.

Quizá podría añadirse que la corrección tampoco empeora a


nadie. En cualquier caso será difícil encontrar un país con biblio-
tecas más nutridas acerca de la Ética que Inglaterra, ya sea en for-
ma de canonizadas e históricas obras monográficas o bien de útiles
compendios. La admirada versión anglosajona acerca de la Ética en
sus distintas variantes, ya sea de los negocios, de la vida humana, de

35
LECLERCQ, Jacques. Les grandes lignes de la philosophie morale. Université de
Louvain. Louvain. 1947, p. 96.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 47

la política o de lo social, sin embargo encubre una profunda y ancha


grieta. Pues pronto se percibe que en todos los tratados existe un
horror de fondo hacia la fundamentación en criterios objetivos y un
permanente justificar las reglas, necesariamente transitorias y rela-
tivas, en la necesidad de una civilizada convivencia. Sencillamente,
resulta práctico, en un lugar donde el utilitarismo es principio sa-
grado. Pero a veces la interpretación acerca de lo que es útil puede
llevar a sorprendentes opiniones y a las consiguientes prácticas.
Veremos que los primeros pasos, tanto teóricos como prácti-
cos, tuvieron lugar en países anglosajones. Las teorías eugenési-
cas nacieron en el medio intelectual del liberalismo británico; y las
prácticas en el medio, también liberal, del modelo capitalista nor-
teamericano, impregnado de una mentalidad exaltadora del triun-
fador, del pionero, del renovador, que en sus formas más exageradas
lleva forzosamente al desdén -y veremos que a algo más- de quien
no tiene cualidades utilitarias en esas dimensiones de la vida hu-
mana. No es casual que las entidades eugenésicas norteamericanas
obtuvieran una pronta y notable financiación procedente de las pri-
meras fortunas de los grandes magnates del país. Por otro lado el
interés hacia la eugenesia vino a acentuarse tras la Gran Guerra, con
su secuela de disminución de la población, mortalidad infantil, in-
cremento de afecciones con seria repercusión en la progenie, como
el alcoholismo y las enfermedades venéreas, además de una enorme
cantidad de personas afectadas síquicamente, ello tanto en el frente
como en la retaguardia. Sin olvidar las graves secuelas personales
de la seria crisis económica subsiguiente, resultado de la desmovi-
lización de millones de soldados, de la reconversión de sectores in-
dustriales y, en los países perdedores, de la hiperinflación, que pro-
dujo un auténtico terremoto social. A lo que se sumaría una enorme
masa de desplazados a otros países, en buena parte personas de los
niveles tradicionalmente más desfavorecidos, lo que aumentaba los
recelos ante los recién llegados. Incluso minorías ya integradas tras
serias dificultades, empezaron a ver con hostilidad a nuevos miem-
bros de su propia etnia u origen, entendiendo que una nueva olea-
da masiva volvía a poner en cuestión la que había sido su trabajosa

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48 Antonio Martín Puerta

y difícil aceptación en sociedades basadas en otros fundamentos.


Todo ello, por supuesto, a una escala sin precedentes. De modo que
se produjo un conjunto de circunstancias que vino a dar acogida a
un cierto tipo de argumentaciones -las eugenésicas entre ellas- que
ya existían desde mucho tiempo antes, pero que previamente sólo
habían disfrutado de cobijo en círculos sumamente restringidos de
visionarios, iluminados o defensores de un elitismo difícil de divul-
gar fuera de sus propios medios. Por supuesto siempre vinculadas a
proyectos políticos de algún tipo.
Tampoco puede olvidarse su conexión con la perspectiva his-
tórica que de sí mismos tenían importantes sectores sociales de los
dos países donde las corrientes eugenésicas tuvieron mayor pro-
tagonismo, es decir Estados Unidos y Alemania, con una profunda
interconexión en este campo. Ambos se habían planteado desde fi-
nales del siglo XIX su expansión imperial, siendo para ello elemento
imprescindible una población numerosa, homogénea en lo posible y
dotada de la máxima aptitud. En cualquier caso es evidente que las
teorías eugenésicas y su traslación a la legislación no hubieran teni-
do el desarrollo que veremos de no haber existido un cierto sustrato
en los países que las aplicaron. Coexistiendo igualmente con un pro-
fundo cambio cultural que permitió -y permite hoy- asumirlas.

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CAPÍTULO 4
EL NACIMIENTO DE LA EUGENESIA
EN GRAN BRETAÑA

Hemos podido ver cómo todas las ideas básicas para la consti-
tución de la moderna eugenesia se encontraban ya preparadas para
su integración en un proyecto. El artífice de la puesta en marcha
sería Francis Galton (1822-1911), primo de Charles Darwin, que a
partir de estudios acerca de lo que él consideraba un estado degene-
rativo de la sociedad y de sus elementos más eminentes, efectuaría
una traslación de las exposiciones de su primo a la sociedad huma-
na. Había nacido el llamado darwinismo social, que debía llevar a
una serie de consecuencias prácticas. Se partía de que Darwin había
mostrado fehacientemente que en la naturaleza se dan dos princi-
pios, el de evolución de las especies y el de la supervivencia de los
elementos más fuertes y adaptables, con la consecuente desapa-
rición de los más débiles. Pero la sociedad actual venía a mostrar
que se había producido un indeseado incremento de individuos con
escasas cualidades, ello debido a la presencia del cristianismo o de
idearios filantrópicos poco recomendables por sus consecuencias.
Estos, en lugar de favorecer al más fuerte, tal como las leyes de la
naturaleza enseñan, fomentaban el apoyo a los débiles y a los indi-
viduos con poca capacidad natural para la supervivencia en un es-
cenario natural de competencia. De haberse aplicado las leyes de
la naturaleza, tales individuos de características débiles habrían

49

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desaparecido, pero el olvido de aquellas habría promovido una in-


conveniente superabundancia de éstos. De modo que, atendiendo
al ejemplo de la naturaleza, había que restaurar la que habría sido la
estructura lógica. La teoría de la selección natural de Darwin proba-
ba que habían de implantarse procesos de selección artificial para
compensar un desperfecto de siglos.
Así encontramos los elementos que conforman el neologismo
eugenesia (buena generación), que implica tomar como ejemplo las
leyes de la naturaleza para aplicarlas en dos sentidos: el fomento de
la parte deseada de la población (eugenesia positiva), y la segrega-
ción de la parte menos favorecida o señalada como nociva (euge-
nesia negativa). Esta última podría dar lugar a aplicaciones más o
menos drásticas, que irían, según veremos, desde esterilizaciones e
internamientos hasta la misma eliminación de las personas, según
el formato nacional adoptado.
Galton logró una no pequeña aceptación de sus propuestas, lo
que puede explicarse por dos razones: en primer lugar era un cien-
tífico con un amplio campo de intereses que iban desde la antropo-
logía a las matemáticas, pasando por la sicología y la geografía. Ello
le daba una notable capacidad para la divulgación de sus opinio-
nes, pero además ha de tenerse en consideración lo anteriormente
expuesto: el siglo XIX había generado un suficiente número de co-
rrientes de pensamiento con las que la eugenesia podía engarzar.
Encontramos su definición en un discurso leído en la School of
Economics de la Universidad de Londres el 16 de mayo de 190436:
“Eugenesia es la ciencia que trata acerca de las influencias que mejo-
ran las cualidades innatas de una raza; también de aquellas que desarro-
llan las cualidades sobresalientes. Aquí sólo hablaremos acerca de la mejo-
ra de las cualidades innatas, o patrimonio, de alguna población humana”.

Este “sólo” delata claramente su concepto de que la eugenesia


implicaba algo más que la mera formulación positiva. En cuanto a
sus contenidos, indica:
36
GALTON, Francis. “Eugenics: Its Definition, Scope, and Aims”. The American
Journal of Sociology. Volume X. No. 1. Julio, 1904, p.1.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 51

“Una sistemática recolección de datos mostrando las circunstan-


cias más frecuentes bajo las que amplias y florecientes familias se han
originado; en otros términos las condiciones de la eugenesia. La defini-
ción de una familia floreciente, que al menos pasaría aceptada por el
momento, es aquella cuyos hijos habrían ganado superioridad frente a
las de aquellos que fueron sus condiscípulos en los primeros años”.

Efectivamente, y a título de formato introductorio, sólo se ha-


blaba de la eugenesia positiva, aunque se dejaba caer lo siguiente:
“Pero mientras la mayoría de las razas bárbaras desaparece, algu-
nas como la negra, no lo hacen. Puede por consiguiente esperarse que ti-
pos de nuestra raza altamente civilizados sean hallados si no se ha perdi-
do la fertilidad; no sólo pueden llegar a ser más fértiles bajo condiciones
artificiales, como es el caso de los animales domésticos”.

Concluyendo con la siguiente propuesta: “Debería ser introdu-


cida en la conciencia nacional, como una nueva religión”, y “No veo
imposible la eugenesia como dogma religioso entre la humanidad”.
Es fácil observar en Galton una actitud hostil hacia una parte de
la población contra la que alerta:
“La proporción de debilidad y de individuos deformes no es estima-
ble a partir de esos a los que encontramos en las calles; los peores casos
se encuentran fuera de nuestra vista. Debemos marchar ante los reclui-
dos como lunáticos, idiotas, gentes en asilos de pobres, presos, pacientes
de hospitales, dolientes en sus hogares, baldados, ciegos congénitos y la
larga colección de más o menos adinerados que se dirigen en verano ha-
cia las costas de Inglaterra, o que se expatrían buscando un cambio de
vida”37.

Poco a poco va aflorando el conjunto de razonamientos que van


preparando hacia la puesta en práctica de la llamada “eugenesia ne-
gativa”, de segregación o eliminación de grupos.
“Existe un sentimiento, en general poco razonable, contra la gra-
dual extinción de una raza inferior. Pervive alguna confusión entre la
37
GALTON, Francis. Inquiries into Human Faculty and his development. Macmillan.
London. 1883, p. 23.

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52 Antonio Martín Puerta

raza y el individuo, como si la destrucción de una raza equivaliera a la


destrucción de un gran número de hombres”38.

Galton llama la atención acerca del riesgo de mezclas con otros


grupos humanos que están produciendo la caída en cualidades de
los ingleses:
“De esta manera los movimientos del comercio han introducido
sangre fresca y vigorosa en varias partes de Inglaterra, los recién llega-
dos se han casado con residentes, y sus características son predominan-
tes entre los descendientes de los matrimonios mixtos. Me he referido en
las partes iniciales del libro a los cambios en la naturaleza de los ingleses
que han tenido lugar durante los pocos últimos siglos. Han tenido lugar
tan silenciosamente que solo conocemos de ellos los resultados”39.

Tal razonamiento es el resultado de la creencia en que las per-


sonas y los pueblos contienen de modo innato un cúmulo de cuali-
dades o de defectos- que pueden ser predominantes-, de modo que
las mezclas con individuos o sectores menos dotados da lugar nece-
sariamente a un decaimiento del grupo superior. Su texto de 1869
El genio hereditario explica claramente sus criterios al respecto.
En cualquier caso es patente cómo va elaborando cuidadosamen-
te un discurso preparatorio para reclamar la adopción de medidas
propias de la “eugenesia negativa”, verdadero objetivo último, que,
como hemos visto, discretamente elude mencionar en sus escritos
previos. Cuidando progresivamente la forma de introducción, como
por ejemplo al aludir a las prácticas de Esparta, comenta: “Son tan
extrañas y repulsivas para los modernos sentimientos que es inútil
decir nada sobre ellas”40.
Pudimos ver cómo en la obra de Darwin aparecen repercusio-
nes de aquellos que habían asumido sus razonamientos, como era
el caso de Spencer. Igual interrelación encontramos en lo que se re-

GALTON, Francis. Inquiries…, p. 308.


38

GALTON, Francis. Inquiries … p. 309.


39

40
GALTON, Francis. Hereditary Genius. An Inquiry into its Laws and Consequences.
Macmillan and Co. London. 1914, p 374.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 53

fiere a las influencias de Galton en su primo, pudiendo leerse en su


autobiografía:
“Me inclino a estar de acuerdo con Francis Galton en la creencia de
que la educación y el medio ambiente producen sólo un pequeño efecto
en la mente de cada uno, y que la mayoría de nuestras cualidades son
innatas”41.

Del mismo modo en El origen del hombre aparecen varias ci-


tas de Galton, siempre adhiriéndose a sus criterios, que son ya no
darwinistas, sino propulsores del darwinismo social aplicado a las
sociedades humanas. Así refiriéndose al aludido Genio hereditario
de Galton, comenta al tratar “los memorables trabajos de Mr. Gal-
ton” que:
“el genio, que implica una maravillosamente compleja combina-
ción de altas facultades, tiende a ser heredado; y por otro lado es igual-
mente cierto que la falta de salud y las deterioradas capacidades menta-
les se producen igualmente en las mismas familias”42.

Por otro lado en la edición de 1874 aparece la siguiente re-


flexión en el sumario final: “Como ha hecho notar el señor Galton,
si el prudente evita el matrimonio mientras el desaprensivo se casa,
los elementos inferiores tienden a suplantar a los mejores miem-
bros de la sociedad”. Es fácil encontrar en los textos de ambos ar-
gumentos tomados de la otra parte y un mismo tipo de prejuicios.
Así cuando indican que una de las principales causas del declive de
España era el inmenso daño generado por la Iglesia católica con el
celibato. Durante siglos se habrían estado absorbiendo las más pre-
claras mentes para el sacerdocio, negándoles el acceso al matrimo-
nio, e impidiendo así la transmisión de los mejores caracteres gené-
ticos43. No hace falta decir que ni el más devoto católico se adheriría
a tan elevada idea en cuanto a las eximias dotes de los componentes

41
DARWIN, Charles. The autobiography of Charles Darwin. Collins. London. 1958,
p. 43.
42
DARWIN, Charles. The descent of man…, pp. 106-107.
43
DARWIN, Charles. The descent of man …, pp. 171-172.

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54 Antonio Martín Puerta

del clero, entre el que, como es obvio, se han dado siempre intelec-
tos de todos los calibres.
Se ha aludido aquí a los conceptos de “eugenesia positiva” y
“negativa”. Lógicamente, y dada la radicalidad de la propuesta, se ha
preferido en ocasiones utilizar eufemismos más presentables. Así
Leonard Darwin (1850-1943), hijo de Charles Darwin, en un artícu-
lo en The Eugenics Review, de la que fue director, comentaba:
“El primer objetivo de la eugenesia es, sin duda, sustituir los lentos
y crueles métodos de la naturaleza por otros más racionales, humanos y
rápidos un rápido sistema de selección por el que se asegura el progre-
so de la raza”… “Cabe esperar que la introducción de un proyecto en la
próxima sesión del Parlamento, donde la segregación de los débiles men-
tales sea tratada a partir de principios eugenésicos, conlleve esta ilusión”
… “La eugenesia puede ser dividida en dos ramas, eugenesia constructi-
va, o intento de promover la multiplicación del más apto, y eugenesia
restrictiva, o intento de disminuir el número de los menos aptos”44.

Por otro lado en su libro ¿Qué es la eugenesia? explicaba:


“La principal lección aprendida del estudio de los animales domés-
ticos es que, de hecho, los descendientes de los buenos stocks siempre son
por naturaleza superiores a los descendientes de los stocks inferiores.
Esto es verdad para los animales, el hombre incluido. De lo que se sigue,
en orden a la crianza de nuestra raza que debemos ahora seguir tales pa-
sos como resultaría en todo lo que muestra superioridad natural produ-
ciendo un mayor número de descendientes que ahora, mientras que todo
lo definitivamente inferior sobre pase su natural inferioridad lo menos
posible”45.

A lo que añade:
“En todo caso imponer algo inmediatamente penoso como resulta-
do del exceso de población puede ser justificable si conduce a la perdura-
ble mejora de las naturales cualidades de nuestra raza. Por la adopción
44
DARWIN, Leonard. “First Steps Towards Eugenic Reform”. Eugenics Review.
Abril, 1912. No. 4, pp. 26, 35 y 38.
45
DARWIN, Leonard. What is Eugenics? The Third International Congress of
Eugenics. New York. 1932, p. 23.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 55

hoy de reformas eugenésicas es como la reputación y felicidad de nuestra


nación puede ser promovida con mayor certeza”46.

Al tratar de los procedimientos explicita:


“Como para los débiles mentales, ningún consentimiento que pue-
da ser obtenido de ellos tendría sentido. Padres y tutores deben por ello
autorizar la esterilización cuando vean que encaje. Como con crimina-
les, mendigos y toda vida incivilizada viviente en un país civilizado, su
esterilización puede no sólo tender a purificar la raza, sino que puede
ser beneficiosa para prevenir la aparición de grandes familias en malos
hogares”47.

La lista de conocidos eugenistas fue amplia en Gran Bretaña.


En 1907 se fundó la Eugenics Education Society, modificando su
nombre por el de Eugenics Society en 1926 y finalmente por el de
Galton Institute a partir de 1988, habida cuenta del descrédito surgi-
do en torno al término eugenesia. Hasta 1968 publicaría The Euge-
nics Review. Los acontecimientos que habían tenido lugar durante la
guerra y las reacciones acerca de la selección artificial dieron lugar
a que a partir de 1969 pasase a modificar su nombre por el más neu-
tro de Journal of Biological Science. En el segundo número escribiría
el propio Galton:
“Una comunidad próspera se distingue por la lucidez de sus miem-
bros, por sus ocupadas cualidades eugenésicas de primera importancia,
por tener placer en su trabajo, por su hacer concienzudo, y por el honesto
orgullo en su comunidad como un conjunto. Los miembros de una comu-
nidad decadente son, en su mayoría, lánguidos e indolentes; sus expre-
siones son rezagadas y holgazanas, lo opuesto de la agudeza”48.

La sociedad tuvo su propio e interesante historial de colabora-


dores, no solo británicos, pues aparece entre sus nombres el del ale-
mán Alfred Ploetz (1860-1940), promotor en su país de la llamada
higiene racial, y que fuera miembro del Partido Nacionalsocialista y
46
DARWIN, Leonard. What is Eugenics?… p. 24.
47
DARWIN, Leonard. What is Eugenics? … p. 41.
48
GALTON, Francis. “Eugenic Qualities of Primary Importance”. The Eugenics
Review. Julio, 1909. Vol. 1 (2), pp. 74-75.

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56 Antonio Martín Puerta

colaborador de la política racial del régimen. Igualmente hallamos


al norteamericano Charles Davenport (1866-1944), vinculado a
las prácticas de esterilización que se aplicarían en Estados Unidos.
Como el nutricionista John Harvey Kellog (1852-1943), inventor
junto a su hermano del conocido alimento a base de cereal. Junto a
Galton aparecerán Leonard Darwin y Charles Galton Darwin, hijos
del creador de la teoría del evolucionismo. También encontramos
al primer director de la UNESCO, Julian Huxley (1887-1975), o al
economista liberal William Beveridge (1879-1963). Como a quien
fuera primer ministro entre 1937 y 1940, Arthur Neville Chamber-
lain (1869-1940), duramente criticado por su política de cesiones
ante Hitler por su propio sucesor, Winston Churchill (1874-1965),
igualmente defensor de la eugenesia, tal como veremos. Y a quien
fue director de la sociedad desde 1937 hasta 1944, el célebre econo-
mista John Maynard Keynes (1883-1946). Una lista de colaborado-
res nada desdeñable, aunque hubo muchos otros partidarios de la
eugenesia, como Alexander Graham Bell (1847-1922), famoso por
haber patentado el teléfono. Por su parte el nuevo director, Keynes,
en 1937 manifestaba su preocupación por las cuestiones de pobla-
ción en una revista cuyos principios eran conocidos:
“Un declinar demasiado rápido de la población acarrearía obvia-
mente severos problemas, y hay fuertes razones fuera del ámbito de esta
discusión acerca de porqué en tal situación o bajo la amenaza de aquella
deban adoptarse medidas de prevención. Pero en una población estacio-
naria o lentamente declinante puede, si aplicamos el suficiente esfuerzo
y sabiduría, posibilitar el estándar de vida que debe haber …”49.

El mundo anglosajón sería en lo sucesivo un buen caldo de


cultivo para los proyectos eugenésicos. De hecho uno de los puntos
culminantes en la historia del movimiento fue la Conferencia In-
ternacional sobre Eugenesia celebrada en Londres en 1912 con el
apoyo del antiguo primer ministro Balfour y de Winston Churchill.
Este consideraba que las “especies” de Darwin podían identificarse

49
KEYNES, John Maynard. “Some Economic Consequences of a Declining
Population”. The Eugenics Review. Abril, 1937. Vol. 29 (1), p. 17.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 57

como naciones, con sus mismas necesidades de supervivencia y do-


minio sobre los débiles.
Pero igualmente moderados -aunque no siempre- socialistas
fabianos tales como H. G. Wells, Sidney y Beatrice Webb o Bernard
Shaw se adhirieron a los principios eugenésicos. Este último, en una
célebre grabación se expresa abiertamente de la siguiente manera:
“Deben conocer al menos media docena de personas que no son de
ninguna utilidad en este mundo, que son más perjudiciales que útiles. Va-
yan y díganles: ‘Señor, señora, ¿sería usted tan amable de justificar su
existencia? Si no pueden justificarla, si no cumplen con su aportación, si
no producen tanto como consumen o más, es entonces obvio que no po-
demos usar una gran organización o nuestra sociedad para mantenerles
vivos, porque su vida no nos beneficia y tampoco puede serles a ellos de
utilidad”.

No hace falta reproducir más citas del ilustre comediógrafo, al


ser conocido más que de sobra en sus opiniones al respecto. Por su
parte los también socialistas fabianos Beatrice y Sidney Webb par-
ticipaban de iguales criterios eugenésicos. El matrimonio escribía
en 1897 lo siguiente en Democracia industrial al referirse a “enfer-
mos y paralíticos, idiotas y lunáticos, epilépticos, ciegos, sordos y
mudos, criminales y ociosos incorregibles y todos los moralmente
deficientes”:
“Todos estos enclenques físicos y morales y degenerados deben ser
mantenidos de algún modo a expensas de otras personas. Pueden ser
mantenidos por sus propias propiedades o ahorros, por caridad o por
fondos públicos, siendo o no puestos a trabajar en cualquier cosa dentro
de su capacidad. Pero de todas las formas de tratar con estos parásitos,
la más ruinosa para la comunidad es permitirles sin restricción competir
como asalariados para situaciones de organización industrial”50.

Por su parte Sidney Webb (1859-1947) en su folleto El declinar


de la tasa de nacimientos de 1907 indica:

50
WEBB, Sidney & Beatrice. Industrial Democracy. Longmans, Green & Co.
London, New York, Bombay. 1897. Vol. 2, pp. 785-786.

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58 Antonio Martín Puerta

“En Gran Bretaña en este momento, cuando la mitad, o quizá dos


tercios, de las personas casadas están regulando sus familias, los niños
nacen libremente de irlandeses católicos o de judíos polacos, rusos o ale-
manes por un lado, y de los pródigos e irresponsables -muchos de ellos
trabajadores fortuitos y de otros residentes de casas de una sola habita-
ción de nuestras grandes ciudades- por otro. Un veinticinco por ciento
de nuestros padres, como el profesor Karl Pearson se mantiene en adver-
tirnos, produce un cincuenta por ciento de la siguiente generación. De
esto apenas puede resultar otra cosa sino un deterioro nacional; o, como
alternativa, cayendo gradualmente este país en manos de irlandeses y
judíos. Hay finalmente signos de que incluso estas razas empiezan a que-
dar influidas. ¡El futuro último de estas islas puede ser de los chinos!51”.

En cuanto al célebre escritor H. G. Wells (1866-1946), del mis-


mo ideario, escribía en 1904:
“La conclusión acerca de que si podemos impedir o desalentar a los
grupos sociales inferiores de tener hijos, y si podemos estimular y alentar
a los grupos superiores a crecer y multiplicarse, podemos elevar el están-
dar general de nuestra raza; es tan simple, tan obvio, que supongo que en
cada época ha habido voces preguntando en asombro, ¿por qué no se ha
hecho?”52.

Ratificándose en ello a continuación:


“Supongo que si una encuesta en todo el mundo civilizado fuese
puesta a voto sobre esta materia, por aplastante mayoría sería lo desea-
ble que los de la mejor parte de la población se casen entre sí y tengan
abundantes niños y que la parte inferior se abstenga de multiplicarse”53.

Parece obvio, por tanto, que las propuestas eugenésicas se ads-


cribían a sectores tanto liberales como socialistas, expresándose to-
dos ellos sin muchas trabas al respecto.

51
WEBB, Sidney. Decline in the Birth Rate. Fabian Tract, Number 131. The Fabian
Society. London. March. 1907, pp. 16-17.
52
WELLS. H. G. Mankind in the Making. Chapman & Hall. London. 1904, p. 36.
53
WELLS. H. G. Mankind in the Making. …, p. 37.

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CAPÍTULO 5
LAS TEORIAS EUGENÉSICAS
EN ESTADOS UNIDOS

Ya se ha indicado que fue el mundo anglosajón el que originó


los planteamientos que vinieron a ofrecer una cobertura teórica a
las prácticas eugenésicas, en no pocos casos alternando con razo-
namientos abierta o subrepticiamente racistas. El racismo fue sin
duda uno de los puntos de apoyo de dichas teorías, y Estados Unidos
era uno de los países donde abiertamente se profesaba, con ejem-
plos históricos sobradamente conocidos. Por otro lado la población
de base anglosajona era consciente de la necesidad de mantener su
supremacía en un país donde constantemente se producían flujos
de entrada de otras corrientes humanas, y bajo ningún concepto
podía permitir que se atentase contra dicho dominio. Dábanse por
tanto los suficientes aspectos como para una recepción de tales
planteamientos, que no sólo se asumieron con carácter legal en una
mayoría de estados de la Unión, sino que incluso fueron el ejemplo
para otros países.
Las restricciones a la entrada en territorio americano, tanto ra-
ciales como de otros tipos, no eran precisamente una novedad en
Estados Unidos. Desde la primera norma sobre naturalización como
ciudadano americano de marzo de 1790 se hablaba de “personas
blancas libres” que hubieran residido durante dos años, tratándo-
se de individuos “de buen carácter habiendo prestado el juramento

59

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60 Antonio Martín Puerta

prescrito por la ley de respeto a la constitución”, lo que se reafirma-


ba en el texto legal de enero de 1795. Ello vigente hasta la regulación
de julio de 1870 admitiendo a “extranjeros de nacimiento africano
o personas de origen africano”. Como la norma de mayo de 1882, ex-
cluyendo a los chinos, era introducida tras indicarse en el preámbu-
lo que su presencia atentaba contra el orden en ciertas localidades.
Por su parte la Inmigration Act de febrero de 1907 explicitaba:
“Todos estos tipos de extranjeros serán excluidos para la admi-
sión en los Estados Unidos: todos los idiotas, imbéciles, débiles men-
tales, epilépticos, dementes o personas con demencia en el periodo de
los cinco años previos; indigentes; personas que puedan constituirse en
una carga pública; mendigos profesionales, personas afectadas de tu-
berculosis o con repulsivas o contagiosas enfermedades; personas no
comprendidas en ninguno de los grupos excluidos precedentes en las
que se observen y certifiquen por un cirujano como con defectos men-
tales o físicos que puedan afectar a su capacidad de ganarse la vida;
convictos o habiendo cometido delitos u otros crímenes o fechorías in-
cluyendo bajezas morales; polígamos o personas que admitan la idea
de poligamia, anarquistas, o personas que admitan o defiendan la des-
trucción por fuerza o violencia del Gobierno de Estados Unidos, o de
cualquier tipo de gobierno, o de cualquier forma de ley o el asesinato de
funcionarios públicos”.

La alusión a los anarquistas tenía su razón de ser en el asesina-


to en 1901 del presidente William McKinley por un ciudadano hijo
de inmigrantes polacos. El resto de la lista se volvería a aludir en
la ley de febrero de 1917, que además establecía la prohibición de
acceso a asiáticos originarios de países que iban desde el espacio
comprendido desde Turquía, Medio Oriente y la península arábiga
hasta China, e incluyendo la India, sudeste asiático e Indonesia. La
cuestión de la emigración y del tipo de recién llegados empezó a
plantearse de modo tajante, visto el creciente volumen de las cifras,
de modo que quien sería presidente de Estados Unidos entre 1923 y
1929, John Calvin Coolidge, en su primer mensaje anual de diciem-
bre de 1923 se expresó en los siguientes términos:

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 61

“Las instituciones americanas descansan tan sólo sobre una bue-


na ciudadanía. Fueron creadas por un pueblo que mantenía un tras-
fondo de autogobierno. Las nuevas llegadas deben limitarse a nuestra
capacidad de absorción entre los rangos de la buena ciudadanía. Amé-
rica debe permanecer americana. Para este propósito es necesario con-
tinuar la política de inmigración restrictiva. Sería bueno construirla
sobre una naturaleza selectiva con inspección del origen, y basada en
el previo censo o sobre el registro de naturalizaciones. Ambos métodos
aseguran la admisión de aquellos con mayor capacidad y mejor inten-
ción de ser ciudadanos. Estoy convencido de que las presentes condi-
ciones económicas y sociales garantizan la limitación de aquellos a
ser admitidos. Debemos encontrar una seguridad adicional en una ley
que exija el inmediato registro de todos los extranjeros. Aquellos que
no desean ser partícipes del espíritu americano no deben asentarse en
América”.

El resultado fue la Inmigration Act de 1924, que planteó seve-


ramente la cuestión de las limitaciones a la inmigración, lo que se
basaba en una serie de antecedentes. La población de los Estados
Unidos aparecía clasificada en los censos de la manera siguiente en
número de habitantes54:

54
Statistical Abstract of the United States, 1924. Bureau of the Census Lybrary.
Washington. 1925, p. 7.

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62
PRINCIPALES
1860 1870 1880 1890 1900 1910 1920
GRUPOS

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Blancos 26.922.537 38.558.371 50.155.783 62.947.714 75.994.375 91.972.266 105.710.620
Negros 4.441.830 4.890.009 6.580.793 7.488.676 8.833.994 9.287.763 10.403.131
Indios 44.021 25.731 66.407 248.253 237.196 255.683 244.437
Chinos 34.933 63.199 105.405 107.488 89.863 71.531 61.539
Japoneses 55 148 2.030 24.326 72.157 111.010

Lo que trasladado a porcentajes suponía:


PRINCIPALES
1860 1870 1880 1890 1900 1910 1920
GRUPOS
Blancos 85,6 87,1 85,5 87,5 87,9 88,9 89,7
Negros 14,1 12,7 13,1 11,9 11,0 10,7 9,9
Indios 0,1 0,1 0,1 0,4 0,3 0,3 0,2
Chinos 0,1 0,1 0,1 0,4 0,3 0,3 0,2
Japoneses 0,1 0,1
Antonio Martín Puerta

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 63

Pero Estados Unidos seguía siendo un país de emigración, que


fluía procedente de distintos orígenes, máxime tras la devastación
producida por la Gran Guerra, lo que fue regulado con admisiones
de población así clasificada55:

AÑO 1921 1922 1923 1924


TOTAL 805.228 309.556 523.919 706.395

PRINCIPALES
1921 1922 1923 1924
GRUPOS
Europa 655.254 216.385 307.920 354.939
Asia 25.054 14.263 13.705 12.065
Otros de
América(Canadá y 124.115 77.448 199.972 318.855
otros)

Siendo los principales orígenes los siguientes:


PRINCIPALES
1921 1922 1923 1924
GRUPOS
Italia 222.260 40.319 46.674 56.246
Gran Bretaña 70.577 35.372 61.491 76.601
Canadá 72.317 46.810 117.011 200.690

La aplicación de las cuotas señaladas en la indicada Inmigra-


tion Act de 1924 dio lugar a la siguiente evolución de inmigrantes
admitidos:
AÑO 1925 1926 1927 1928
TOTAL 294.314 304.888 335.175 307.255

55
Statistical Abstract of the United States, 1924. …, p. 75.

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64 Antonio Martín Puerta

P R I N C I PA L E S
1925 1926 1927 1928
GRUPOS
Alemanes 54.215 58.675 56.587 54.157
Ingleses 50.580 44.206 40.165 33.597
Irlandeses 42.661 42.475 44.726 38.193
Mejicanos 32.378 42.638 66.766 57.765
Escoceses 27.503 27.298 25.544 23.177
Escandinavos 20.146 19.418 19.235 18.664

Que se consiguió parte de los efectos buscados es evidente.


Para empezar hubo un notable declive de la emigración, admitida
ya menos de la mitad nada más aplicarse. Por otro lado basta ver lo
sucedido con la notable caída de entradas de los grupos proceden-
tes de China e Italia, ahora divididos en dos categorías geográficas,
ofreciendo las siguientes cifras de entradas:

Grupos
1925 1926 1927 1928
restringidos
Chinos 1.721 1.375 1.051 931
Italianos del Norte 1.784 1.486 2.637 2.653
Italianos del Sur 5.512 7.888 15.892 16.087

Ha de señalarse que las cifras de españoles, tanto admitidos


como rechazados, eran irrelevantes, no llegando casi nunca a los mil
anuales, lo que se explica por no haber sido Estados Unidos un pun-
to de destino de la emigración española por esas fechas.
Las cifras señaladas muestran cómo la política de inmigración
en los años de máxima influencia de la eugenesia evidenciaba unos
criterios de selección evidente de grupos humanos más deseados y
apreciados que otros. La realidad era que ya existían antecedentes
para los planteamientos que acabamos de ver y que conectan con
las propuestas eugenésicas. En 1894 se había fundado la Liga para
la restricción de la emigración por tres antiguos alumnos de Harvard
que, ante la afluencia de nuevas olas de recién llegados de otros orí-
genes, prevenían contra la desnaturalización del carácter propio de

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 65

su país. El artículo segundo del documento constitutivo indicaba


que su objeto era “defender y trabajar por una mayor y sensata res-
tricción y más estricta regulación de la inmigración”, dada la necesi-
dad de una mayor exclusión de elementos indeseables para la ciu-
dadanía o perjudiciales para nuestro carácter nacional”. Promovido
por la Liga, un informe pasado al Senado en mayo de 1906 de cara
a regular legalmente dichas restricciones advertía que “actualmen-
te los idiotas y locos no son admitidos, pero los imbéciles y débiles
mentales vienen y propagan la debilidad mental en su descenden-
cia, y en algunos casos la locura”. A lo que añadía que un treinta y
ocho por ciento de los débiles mentales en Estados Unidos en 1904
provenían de origen extranjero o mixto. A la hora de tratar sobre
“Personas de mediocre apariencia física” se comentaba:
“El físico de los inmigrantes ha ido degenerando desde 1880, de
acuerdo con los médicos del Hospital de la Marina, y el inmigrante de
mediana apariencia física es hoy habitualmente admitido. El físico me-
diocre es más común entre razas recientemente llegadas en gran núme-
ro. Personas de este tipo resultan especialmente propensas a la tubercu-
losis y otras enfermedades resultantes del amontonamiento en viviendas
insanas. La exclusión de este tipo de personas complementaría la de ten-
dentes a ser una carga pública …”.

Ya se ha indicado que una de las concausas de las propuestas


eugenésicas era el racismo. Este siempre había sido un elemento
subyacente en los Estados Unidos, si bien se trataba de un hecho
implícito que pasó a adquirir formatos doctrinales vinculados al ra-
cismo biológico o “científico” ante las circunstancias aludidas, que
hacían prever un cambio en la naturaleza de la población america-
na. Entre los más destacados autores encontramos a Madison Grant
(1865-1937), procedente de la universidad de Yale, que en su obra
de 1916 La decadencia de la gran raza aborda un estudio acerca de
los componentes de la raza blanca, sus características y evolución.
Todo ello dentro de unas evidentes simplificaciones, lugares comu-
nes, prejuicios y apriorismos que le llevan a exaltar las variantes
nórdicas como el máximo cualitativo. Con un objetivo confeso: evi-

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66 Antonio Martín Puerta

tar la degradación del componente anglosajón originario y su mez-


cla con elementos cualitativa y estéticamente inferiores.
En la introducción al libro escrita por Henry Fairfield Osborn
se expresa que “la conservación de la raza que ha generado el verda-
dero espíritu americanista no es asunto de orgullo o prejuicio racial,
sino cuestión de amor a la patria”. Añade una severa advertencia, es-
crita en el momento de la Gran Guerra: “La guerra es, en su más alto
sentido, disgenésica más que eugenésica”, pues destruye los mejo-
res ejemplares, y “salvaremos la democracia solo cuando la demo-
cracia descubra su propia aristocracia como en los días en que fue
fundada nuestra República”.
Grant por su parte indica en el prefacio: “El resurgir de las ra-
zas inferiores no solo en Europa sino en el mundo es evidente en
cada noticia de Egipto, Irlanda, Polonia Rumania, India y Méjico.
Se le califica como nacionalismo, patriotismo, libertad y con otros
nombres altisonantes, pero es en todas partes el mismo fenómeno
de conquista de las clases serviles creciendo contra la raza supe-
rior”. Añadiendo una severa advertencia: “Los días de la guerra civil
con su provinciano sentimentalismo que gobierna o desgobierna la
opinión pública han pasado, y esta generación debe repudiar com-
pletamente la orgullosa presunción de nuestros padres acerca de
que no conocían distinción de ‘raza, credo o color’, o si no el ameri-
cano nativo deberá pasar la página de la historia y escribir: ‘FINIS
AMERICAE’ ”56.
El libro presenta una descripción de las tres razas europeas do-
minantes, nórdico-germánica, alpina y latina, siendo la primera la
de mayores cualidades dentro de la raza blanca. Reconoce, no obs-
tante, que a la latina pertenece “la mayor reputación de la civiliza-
ción clásica europea en ciencias, arte, poesía, literatura y filosofía,
como ser la parte mayor de la civilización griega y una amplia parte
del imperio romano”. Añadiendo: “En el campo del arte su superiori-
dad sobre las otras dos razas europeas es incuestionable, aunque en
56
GRANT, Madison. The Passing of the Great Race. Charles Scribner’s Sons. New
York. 1936, pp. XXXI y XXXIII.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 67

literatura e investigación científica los nórdicos sobresalgan”, mien-


tras que el grupo alpino-celta tiene características de raza campesi-
na57. Concluyendo, no obstante:
“Los americanos debemos darnos cuenta de que los ideales altruis-
tas que han controlado nuestro desarrollo social durante la pasada cen-
turia y el sensiblero sentimentalismo que ha hecho de América ‘un asilo
de los oprimidos’ han barrido a la nación hacia una sima racial. Si se
deja hervir el Melting Pot fuera de control y seguimos nuestra consigna
cegándonos deliberadamente a toda ‘distinción de raza, credo o color’, el
tipo del americano colonial originario quedará tan extinto como el ate-
niense en la era de Pericles o el vikingo en los días de Rollo”58.

Para ello se requiere la aplicación de la eugenesia en sus térmi-


nos más estrictos, criticando la errónea creencia en la santidad de
la vida humana que “tiende a impedir tanto la eliminación de niños
defectuosos como la esterilización de adultos que no son válidos
para la comunidad”. Ello con la siguiente justificación: “Las leyes de
la naturaleza requieren la eliminación del no apto y la vida humana
es solo válida cuando es útil para la comunidad o la raza”59. No sin
advertir: “Bajo las existentes condiciones el más práctico y esperan-
zador método de mejora de la raza es a través de la eliminación de
los elementos menos deseables en la nación despojándolos del po-
der de contribuir a las futuras generaciones”60.
Similar tendencia encontramos en Lothrop Stoddard (1883-
1950) abogado procedente de Harvard, cuya obra de 1920 La cre-
ciente marea de color contra la supremacía mundial blanca le sitúa
dentro de los teóricos del racismo -llegando a visitar la Alemania
nacionalsocialista-, además de situarse entre los defensores de la
eugenesia. El libro indicado fue prologado por Grant, que advertía
cómo “el empobrecimiento racial es la plaga de la civilización”. La
única solución estaba en que los obreros americanos fueran cons-
cientes de la amenaza de la inmigración procedente del sur y este de
57
GRANT, Madison. The Passing of the Great Race… , pp. 165 y 229.
58
GRANT, Madison. The Passing of the Great Race… , p. 263.
59
GRANT, Madison. The Passing of the Great Race… , p. 49.
60
GRANT, Madison. The Passing of the Great Race… , p. 53.

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68 Antonio Martín Puerta

Europa. Sostiene Stoddard, siguiendo a Grant, que mediterráneos,


alpinos y nórdicos son en los tres casos una buena base racial, aun-
que esta última - la aludida “gran raza”- siendo superior es también
la más perjudicada por la evolución disgénica de la historia61. Ha-
biendo de tomarse conciencia de algo:
“Pues la mejora de la raza es forzosamente una cuestión práctica.
Cuando los pueblos se dan cuenta de que la calidad de la población es
la fuente de su prosperidad, progreso e incluso existencia; cuando real-
mente un solo genio puede valer más que una docena de minas de oro,
mientras en cambio el declinar racial llama al empobrecimiento y la de-
cadencia; cuando se tienen estas opiniones usaremos la eugenesia para
la modelación social de los programas y políticas”62.

El texto incluye una advertencia: la destrucción provocada


entre los pueblos blancos por la primera contienda mundial fue
equivalente a la de las guerras del Peloponeso, alertando sobre una
futura ruina común63. En realidad, y aunque siendo más explícito,
Stoddard aporta un conjunto de argumentaciones de una extrema
similaridad y paralelismo a las que expondrá Spengler en Años deci-
sivos, obra de 1933. Prueba de que eran de uso común en los medios
conservadores de la época, salvando la no siempre aceptada cues-
tión de la eugenesia.
En su libro de 1922 La revuelta contra la civilización. La ame-
naza del infrahombre es más explícito aún. El “infrahombre” no es
necesariamente el degenerado, sino el que se encuentra bajo el es-
tándar de capacidad y adaptabilidad impuesto por el orden social, y
cuya actitud básica es la revuelta contra la civilización, siempre lu-
chando por un imposible: la igualdad64. Contra tal concepción igua-
litaria se decanta el autor:

61
STODDARD, Lothrop. The Rising Tide of Color Against White World-Supremacy.
Charles Scribner’s Sons. New York.1920, pp. 88, 102 y 163.
62
STODDARD, Lothrop. The Rising Tide of Color…, p. 306.
63
STODDARD, Lothrop. The Rising Tide of Color…, p. 208.
64
STODDARD, Lothrop. The Revolt Against Civilization. The Menace of the
Underman. Charles Scribner’s Sons. New York.1922, pp. 23 y 24.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 69

“La delirante idea de la ‘igualdad natural’ es una de las que más


han afligido a la humanidad. No es sino una fantasía de la imaginación
humana. La naturaleza no conoce la igualdad. El más somero análisis
de los fenómenos naturales revela que la ley de la desigualdad es tan
universal e inflexible como la ley de la gravitación”…. “Es básicamente
emocional, impermeable a la razón, y confrontada con la dureza de los
hechos se refugia en el misticismo de la fe. Todas las doctrinas igualita-
rias (incluyendo, por supuesto, las distintas ramas del moderno socia-
lismo) son, en un último análisis, no conceptos intelectuales, sino cultos
religiosos”65.

Acerca de las opiniones sobre la igualdad natural hay un autor


que resultaría un prototipo lamentable: “Jean-Jacques Rousseau, es
un notable ejemplo de genio putrefacto. Nacido en un medio insano,
de padre disipado, violento, voluble y bobo. Jean-Jacques se mostró
como astilla de tal madera, siendo neurótico, mentalmente inesta-
ble, moralmente débil, sexualmente pervertido y durante la última
parte de su vida incuestionablemente demente”66.
Preocupado por la situación americana, y coherente con lo ex-
puesto, expone la estructura intelectiva de la sociedad en términos
de Coeficiente Intelectual (IQ), que en la población de origen anglo-
sajón y nórdico presentaba un promedio de 106, siendo igualmente
distinto entre los diferentes estratos sociales internos; por su parte
los italianos tenían una media de 84 y los negros de 83. Ha de decirse
que cuando comenzó a efectuarse tal tipo de test entre los emigran-
tes chinos y japoneses -datos que Stoddard no aporta-, en general
estos superaban la media de los blancos americanos67. La solución a
la que ha de recurrirse es la eugenesia, recordando cómo ya Platón
y Aristóteles se habían decantado por la selección humana. Citando
el texto Applied Eugenics de Popenoe y Johnson, sintetiza el progra-
ma: una mayor proporción de personas superiores tendrán hijos; su
descendencia media será superior a la actual; aquellos individuos
de menor nivel no tendrán hijos y otros de carácter inferior tendrán

65
STODDARD, Lothrop. The Revolt Against Civilization…, pp. 30y 33.
66
STODDARD, Lothrop. The Revolt Against Civilization…, pp. 128 y 129.
67
STODDARD, Lothrop. The Revolt Against Civilization…, p. 63.

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70 Antonio Martín Puerta

menos que ahora. Ello porque “la purificación racial es el punto de


partida para la mejora de la raza”, si bien advierte: “Medidas legales
como la segregación y la esterilización se aplicarían en la práctica
solo a los elementos inferiores, cuya falta de inteligencia y de auto-
control les vuelven incapaces de apreciar los intereses de la socie-
dad y por tanto vuelve necesaria la obligatoriedad legal”68.
Ciertamente un texto a no olvidar es el aludido Eugenesia
aplicada aparecido en 1918, donde ya se advierte que las medidas
usualmente propuestas por los eugenistas estaban destinadas a ser
de limitada eficacia ante lo que el futuro exigirá: actuar sobre la base
genética. Paul Popenoe (1888-1979) y Roswell Hill Johnson (1877-
1967) describieron el programa eugenésico a partir de una cons-
tatación: “El continuo progreso de la ciencia encuentra su contra-
partida en el declinar de la inherente aptitud del hombre”. Por otro
lado parten de estudios poco satisfactorios sobre la evolución de la
sociedad americana. Así: “las familias protestantes tienen 2,47 hijos
por familia, las católicas, 2,89, las de nativos 2,38 y las de nacidos
fuera 3,14”. A lo cual se añadía que estudios efectuados indicaban
que de un total de 122 millones de norteamericanos, 12 millones
padecían enfermedades mentales y 6 eran claramente deficientes69.
Cifras probablemente exageradas, pero que llevaban a plantear una
respuesta:
“Desde la perspectiva más optimista, el balance general no es tan
bueno como debería. Una continua selección es necesaria para prevenir
el deterioro racial. La civilización ha de implantar tal selección o retro-
ceder en su dirección respecto a importantes características, la inteli-
gencia sobre todo. Sólo una amplia y profunda política de planificación
eugenésica mantendrá el equilibrio a partir del método más humano y
menos costoso”70.

STODDARD, Lothrop. The Revolt Against Civilization…, pp. 240, 245 y 250.
68

POPENOE, Paul; JOHNSON, Roswell. Applied Eugenics. The MacMillan Company.


69

New York. 1933, pp. 99, 115 y 131.


70
POPENOE, Paul; JOHNSON, Roswell. Applied Eugenics…, p. 122.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 71

No obstante dichos autores presentan una nota diferencial: no


son racistas, aunque consideran que la población negra es un grupo
distinto a tratar de forma diferente. Entienden que la discrimina-
ción política contra los negros es una extensión de la segregación
racial, que debe corregirse, pues “el negro debe ser ayudado por el
grupo dominante en Estados Unidos para desarrollar su propia lí-
neas de actuación”. No debe sometérsele a una competencia extre-
ma, ni tampoco dejarle separado, para no reproducir ejemplos de
fracaso como Haití o Liberia, de modo que se encuentren formas de
educación y de adaptación apropiadas a su naturaleza. Lo que les
lleva a una conclusión no racista pero coherente con sus ideas, la
segregación selectiva: “Las medidas eugenésicas deben aplicarse
tanto entre la raza blanca como entre la raza negra. El control de
nacimientos opera hoy en ambos grupos de modo disgénico”71. Poco
divulgada conclusión que nos sitúa ante un hecho no muy conocido:
también entre los miembros de la históricamente segregada y mal-
tratada comunidad negra hubo partidarios de la eugenesia. Tal fue
el caso, no único, de William Edward Dubois (1868-1963), primer
miembro de tal origen en graduarse, llegando además a ser profesor
en la universidad de Atlanta.
Pero también entre las feministas americanas se encuentran
casos de defensoras de la eugenesia, como es el caso de la precurso-
ra Victoria Woodhul (1838-1927), que en su obra La rápida multi-
plicación del inepto publicada en 1891, tras constatar las degradan-
tes condiciones de los obreros industriales se pregunta: “¿Cómo van
a transmitirse cualidades superiores a la descendencia si durante
generaciones la presión económica ha sido tan grande como para
deteriorar la constitución física de sus progenitores?”. Así “los más
altamente desarrollados no se perpetúan, o lo hacen en menor nú-
mero, los irreflexivos, imprevisores, degenerados y enfermos se
multiplican entre nosotros”. Lo que le lleva a la siguiente reflexión:
“Tenemos un ejemplo en la rápida multiplicación de los negros en
América, que en día no lejano sobrepasarán a los blancos si su rápi-

71
POPENOE, Paul; JOHNSON, Roswell. Applied Eugenics…, p. 303.

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72 Antonio Martín Puerta

do crecimiento no es revisado. Si América es dominada y gobernada


por negros, ¿sobreviviría el más apto?”72. Concluyendo:
“Las mejores mentes de hoy han aceptado el hecho de que si la par-
te superior de la población es deseable, ha de ser criada; y los imbéciles,
criminales, mendigos y otros ciudadanos no aptos no deben serlo”… “De
cara a ello debemos hacer una religión acerca del principio procreati-
vo. Nuestras muchachas y jóvenes deben ser instruidos sobre cuán sa-
grado es el principio de dar vida”... “Toda condición social que tienda a
alterar estos términos es subversiva para los verdaderos intereses de la
humanidad”73.

Más conocido es el caso de la feminista Margaret Sanger (1879-


1966), defensora del control de la natalidad, de ideas socialistas y
de notable y prolongada influencia. En su obra La mujer y la nueva
raza de 1920 constata cómo “la sin duda creciente marea de incre-
mento de gentes no aptas es abrumadora”. Y aunque el objetivo de
su libro es la defensa de las tesis feministas radicales, incorpora ra-
zonamientos eugenésicos, como:
“El control de la natalidad en sí, frecuentemente denunciado como
violación de la ley natural, no es más ni menos que el proceso de elimi-
nación del no apto, de prevenir el nacimiento de seres defectuosos o que
serían defectuosos”74.

Como es perceptible había en Estados Unidos un terreno favo-


rable y sumamente amplio para poder llegar a la aplicación de prác-
ticas eugenésicas. Ahora se trataba de encontrar instituciones que
por su capacidad económica o de influencia pudieran acoger tales
ideas, en lo que los eugenistas americanos tuvieron también un no-
table éxito.
Andrew Carnegie (1835-1919) fue un notable empresario
americano de origen escocés que simultaneaba una enorme fortu-
72
WOODHULL MARTIN, Victoria. The rapid multiplication of the unfit. New York
1891, p. 13, 17 y 19.
73
WOODHULL MARTIN, Victoria. The rapid multiplication of the unfit… pp. 38 y 39.
74
SANGER, Margaret. Woman and the New Race. Eugenics Publishing Company.
New York. 1923, pp. 207 y 229.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 73

na con preocupaciones filantrópicas que le llevaron a constituir la


fundación de su nombre creada en 1902 para la mejora de la huma-
nidad. Justo el momento en que Charles Benedict Davenport (1866-
1944), biólogo y doctor por Harvard y figura señera de la eugene-
sia americana, ya había elaborado sus propios planes sobre cómo
mejorar a la humanidad. En su artículo Investigación en eugenesia,
publicado el 28 de octubre de 1921 en Science, indicaría posterior-
mente que “la moderna cirugía ha hecho mucho por mantener vivos
a débiles y defectuosos, pero poco para mejorar las cualidades racia-
les”. Ante el enorme aluvión de inmigrantes “la presente política de
selección de inmigrantes es razonable, ciertamente”, pero había que
ir más allá, de modo que se llevara a la raza “a los mayores niveles
de salud, felicidad y eficiencia”. Davenport resultó ser la eficiencia
misma en materia de conseguir relaciones y patronazgo. En 1903 se
había fundado la American Breeders’ Association, promovida des-
de la administración para el fomento de los desarrollos agrícolas y
ganaderos, cuyas preocupaciones por la mejora genética de los ani-
males ofrecían una clara posibilidad de relación con los objetivos
de Davenport. De modo que en su revista pronto se pasó de tratar
las mejoras en el trigo, las abejas y la ganadería a recoger propues-
tas eugenésicas. Se trataba de una especie de inspiración a lo Galton
pero en agropecuario, por supuesto con idénticas conclusiones. De
modo que pronto pudo leerse: “
“Se resuelve que el Comité de Eugenesia sea autorizado para orga-
nizarse como comité de la ABA o como sociedad separada. La ABA desea
en cualquier caso expresar la opinión de que puesto que los principios de
la herencia parecen ser comunes a animales y plantas, incluido el hom-
bre, y puesto que los datos derivados de cualquier clase de organismo
serán de importancia para el estudio de otros organismos; y dado que se
espera el mayor avance de esta amplia cooperación, parece apropiado y
deseable que el Comité de Eugenesia trabaje en conexión con la ABA”75.

Y así ya se incluía en ese número el artículo de E. Woodruff Pre-


vención contra la degeneración: la sola eugenesia práctica, acompa-
75
Annual Report. American Breeders’ Association. Washington. Vol III. 1907,
pp. 137 y 247.

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74 Antonio Martín Puerta

ñando a propuestas del más solícito trato a vacas, ovejas y demás


componentes de la cabaña ganadera americana. Por su parte el au-
tor escribiría un artículo en 1911 en The Eugenics Review instando
al mantenimiento de las características raciales americanas para
que ante la inmigración no se repitiera el hecho de la desaparición
de la población española de Cuba76.
Pero pronto abundaron los artículos sobre la materia hasta lle-
gar a predominar sobre las cuestiones agropecuarias. Así el primer
número correspondiente a 1912, acompañando a cuestiones como
la producción de cítricos y la domesticación del zorro, llegaba a de-
dicar diez artículos sobre eugenesia de un total de quince publica-
dos. Por señalar un ejemplo, el artículo sobre inmigración y eugene-
sia alertaba contra paternidades indeseables que suponían “aguar
la sangre vital de la nación, lo que será el resultado de su reproduc-
ción tras admitirles”77. Por supuesto incluyendo el índice la presen-
cia de Davenport.
Que Estados Unidos era la tierra prometida para la recepción
de la corriente estudiada lo prueba el conjunto de entidades sur-
gidas y el nivel de los que la acogieron. De la Carnegie Institution
surgiría el Eugenics Record Office (ERO) en 1910, que contaría
pronto con apoyo financiero de la viuda de Edward Henry Harri-
man, magnate propietario de los principales ferrocarriles y dueño
de la Wells Fargo. Además su viuda, Mary, era hija de un banquero,
de modo que Davenport ya contaba con una segunda y muy notable
fuente de financiación que añadió al generoso sueldo que le pagaba
la Carnegie Institution. A las anteriores agrupaciones se añadiría la
Fundación para la mejora de la Raza (Race Betterment Foundation)
creada en 1911 con la financiación de John Harvey Kellog, herma-
no del creador de la conocida marca de cereales, y que organizaría
tres conferencias sobre la materia. Mientras tanto Davenport ha-
bía encontrado en 1909 a quien sería el hombre que podría llevar a
76
WOODRUFF, Charles E. “The Eugenics of Migrants”. The Eugenics Review. 1911.
2 (4), p. 317.
77
Annual Report. American Breeders’ Association. Washington. Vol III (1). 1912,
p.26.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 75

cabo sus propuestas, Harry Hamilton Laughlin (1880-1943), doctor


por la universidad de Princeton, que dirigiría la ERO, promovería
la implantación de la esterilización, y cuya opinión sería recabada
como asesor de instancias oficiales aplicadas a la restricción de la
inmigración. Pronto consiguieron además apoyo económico de
John Davidson Rockefeller, el magnate de la Standard Oil, decidido
a financiar las prácticas eugenésicas entre sus muchas actividades
filantrópicas, cultivando Davenport la amistad con el hijo de Rocke-
feller. Finalmente se crearía en 1923 la Sociedad para la Biodemo-
grafía y la Biología Social, que tendría a Laughlin como presidente
entre 1927 y 1929.
Por otro lado hemos visto que una buena parte de los promoto-
res de la eugenesia eran gentes provenientes de las más relevantes
universidades, lo que tuvo su importante repercusión académica,
de modo que conferencias, cursos, libros de texto y reiteradas pre-
sencias de las personas aludidas fueron asunto común en medios
académicos norteamericanos. Laughlin publicaba en 1922 una muy
notable compilación de los avances reguladores en materia euge-
nésica en todos los estados de la Unión con el máximo detalle en
cuanto a datos, procedimientos, objeciones y avances78. El texto se
cerraba con la siguiente y significativa evocación tomada de Herbert
Spencer: “Ser un buen animal es el primer requisito para el éxito en
la vida, y ser una nación de buenos animales la primera condición
para la prosperidad nacional”. Las aplicaciones prácticas de tales
criterios no tardarían mucho en llegar. Con imitaciones foráneas de-
cididas a aplicar tal magisterio.

78
LAUGHLIN, Harry Hamilton. Eugenical Sterilization in United States.
Phsycopatic Laboratory of the Municipal Court. Chicago. 1922.

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CAPÍTULO 6
LAS PRÁCTICAS EUGENÉSICAS
EN LOS PAÍSES ANGLOSAJONES

Tal como se ha expuesto, fue precisamente en Gran Bretaña


donde nacieron las propuestas eugenésicas. Aunque ni mucho me-
nos sería el lugar donde estas tendrían mayor aplicación ni tampoco
la primera nación en legislar sobre la materia, pues el país pionero
sería Estados Unidos. Ya durante el gobierno del conservador Bal-
four en 1904 se estudió el informe efectuado por la Comisión para
el Cuidado y Control de los Débiles Mentales. Se trataba de personas
que, afectadas por incapacidades, fueron definidas como no aptas
para desarrollar unas funciones equiparables a las del resto. No se
refería a locos, sino simplemente a personas de baja capacidad inte-
lectual, cuyo número se estimó en unas cien mil, una cifra que sería
manejada en los años siguientes, sin que se adoptaran resolucio-
nes al respecto. Pero el gobierno conservador concluyó a finales de
1905 y los liberales, en el poder hasta 1915, empezaron a conside-
rar la cuestión desde una nueva perspectiva. En ello tendría particu-
lar influencia alguien que ya había efectuado el siguiente comenta-
rio: “La mejora de la procreación británica es mi objetivo político en
esta vida”79. Se trataba de Winston Churchill (1874-1965), alguien
con fuerte influencia darwinista que iba a cobrar relevancia política
por esas fechas y a activar el proceso. Como titular de la Home Se-
79
PONTING, Clive. Churchill. Sinclair-Stevenson. Cambridge. 1995, p. 100.

77

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78 Antonio Martín Puerta

cretary entre febrero de 1910 y octubre de 1911 tenía plena capaci-


dad para promover medidas referentes a cuestiones de seguridad,
inmigración e internamientos, de modo que el asunto podía conec-
tar perfectamente con el ámbito de su jurisdicción. Para empezar
la aludida comisión había retomado el asunto desde 1908 dándo-
le una tendencia nueva a partir de la presencia de un miembro que
presidía una institución de tendencias eugenésicas.
Pero también mientras tanto había tenido lugar un hecho his-
tórico en la cuestión que estamos tratando: el estado de Indiana ha-
bía aprobado el 9 de marzo de 1907 la primera ley eugenésica. Para
cada institución en ese estado que mantuviera internados califica-
dos como “confirmados criminales, idiotas, violadores e imbéciles”,
el texto exigía la aplicación obligatoria de lo siguiente:
“… dos cirujanos especializados de reconocida habilidad, cuyo de-
ber será en coordinación con el jefe médico de la institución examinar la
condición mental y física de tales internos tal como sea recomendado por
el médico de la institución y el consejo directivo. Si a juicio de este comité
de expertos y del consejo directivo la procreación es desaconsejable y no
hay probabilidad de mejora en la condición mental del interno, será le-
gítimo para los cirujanos la realización de operación para la prevención
de la procreación”.

Por supuesto Churchill tomó nota del asunto e instó a sus fun-
cionarios a analizar el antecedente, que él entendía debía ser toma-
do como ejemplo, pese al poco interés del parlamento. En cuanto al
asesor médico de prisiones, Horatio Donkin -sobre quien caería la
responsabilidad práctica de su aplicación-, consideraba que la nor-
ma americana era un monumento a la ignorancia basado además
en criterios no científicos. Mientras Churchill -considerando que el
grupo afectado era de unas ciento veinte mil personas- difundía el
texto de la comisión, que calificaba a los posibles afectados como un
serio peligro social. Finalmente Churchill habló en la Cámara de los
Comunes el 10 de febrero de 1911 acerca de la necesidad de inter-
namiento en campos de trabajo para débiles mentales, mientras en
su entorno seguía defendiendo ardorosamente la esterilización. No

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 79

obstante durante su período al frente de la Home Office no se adop-


taron medidas legales, pues pasó a ocupar el puesto de Primer Lord
del Almirantazgo en octubre de 191180. Pero los grupos de trabajo
previamente impulsados por él prosiguieron su labor. El proyec-
to llegó al parlamento en junio de 1912, discutiéndose durante los
meses posteriores y en medio de la influencia de la primera confe-
rencia internacional sobre eugenesia celebrada ese año en Londres
en julio de ese año, con las señaladas participaciones de Churchill y
de Graham Bell. Finalmente la Mental Deficiency Act de 1913, pro-
puesta por el gobierno liberal, fue aprobada por el parlamento con
sólo tres votos en contra, pero sin incluir la esterilización81. El resul-
tado fue sumamente limitado en cuanto a aplicaciones, con inter-
namientos en las habituales instituciones sanitarias a cargo de los
afectados. Se trataba de un asunto poco aceptado por la sociedad, y
tampoco las instituciones académicas le dieron entrada, salvo muy
menguadas excepciones.
Por su parte Chesterton, en su obra de 1922 La eugenesia y
otros males, ya advertía que se trataba de una teoría peligrosa, ha-
bida cuenta de que siempre hay algún amigo o familiar que nos ha
calificado de tontos. Ahora se habían extendido las fronteras del asi-
lo de lunáticos, y los enfermos mentales pasaban a ser considerados
como un cuerpo social, en vez de como las excepciones que en reali-
dad son. Manifestando que le parecían más respetables los antiguos
cazadores de brujas que quienes se dedican a perseguir al tonto de la
familia, y tras constatar que en el colegio quienes se ensañaban con
retrasados no eran los mismos que se enfrentaban a los arrogantes.
Por otro lado en el capítulo La verdadera historia de un eugenista
efectúa la descripción de un político primero liberal y luego conser-
vador donde resulta imposible no detectar a Churchill, finalmente
así calificado: “Es un hombre con historia. Con una triste historia,
pues ciertamente es menos buen hombre que cuando comenzó. Por

80
PONTING, Clive. Churchill …pp. 100-105.
81
Las calificaciones médicas sobre los afectados -imbéciles, moralmente im-
béciles y enfermos mentales- pueden consultarse en el British Medical Journal de 16 de
noviembre de 1912.

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80 Antonio Martín Puerta

ello es el hombre que realmente hay tras la eugenesia. Porque ha de-


generado es por lo que ha venido a hablar de degeneración”82.
Mientras tanto el proceso seguía, aunque la Corte Suprema de In-
diana revocara la norma en 1921. Ya se ha indicado que un incansable
promotor fue Harry Laughlin, que en su mencionado texto de 1922,
además de una metódica exposición acerca del estado de situación,
ofrecía un modelo de norma que sería ciertamente aplicado. En efec-
to, el modelo estandarizado hablaba de “clases socialmente inadecua-
das”, incluyendo débiles mentales, dementes y sicópatas, criminales,
borrachos, drogadictos, tuberculosos, sifilíticos, leprosos, ciegos, sor-
dos, deformes, mendigos e individuos sin hogar. La justificación apa-
recía en las definiciones anexas con la siguiente calificación83:
“Personas socialmente inadecuadas. La plena finalidad de la este-
rilización eugenésica es prevenir la reproducción de personas que, dada
su conformación estarían destinadas a ser una amenaza social o a deber
ser custodiadas por el estado”

La realidad era que el texto de Laughlin, de amplia influencia,


era un metódico manual que aportaba una plantilla que permitía
pasar a los hechos sin necesidad de perderse en averiguaciones ni
debates previos. En lo que tendría un gran éxito.
El siguiente paso tendría lugar el 20 de marzo de 1924 con la
promulgación de dos normas en el estado de Virginia. La Racial Inte-
grity Act especificaba en su artículo cinco:
“Será ilegal de aquí en adelante para cualquier persona blanca
en este estado casarse salvo con otra persona blanca, o con persona con
otra mezcla que la de blanco e indio americano. Para el propósito de esta
norma el término ‘persona blanca’ se aplicará sólo a aquella sin cual-
quier vestigio de otra sangre que la caucásica; pero las personas que ten-
gan un dieciseisavo o menos de sangre de indio americano no teniendo
ninguna otra sangre no caucásica serán consideradas personas blancas”.
82
CHESTERTON, Gilbert K. Eugenics and Other Evils. Cassel And Co. Ltd. London,
New York, Toronto & Melbourne. 1922, p. 116.
83
LAUGHLIN, Harry Hamilton. Eugenical Sterilization in United States.., pp. 446-
453 y 454-460.

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Por su parte la llamada Sterilization Act regulaba la aplicación


de tal medida a internados en instituciones del Estado en ciertos ca-
sos. El texto comenzaba previendo “que tanto la salud del paciente
individual como el bienestar de la sociedad pueden ser promovidos
por la esterilización de enfermos mentales bajo cuidado y salva-
guardia de la competente y consciente autoridad”. Se aplicaría aten-
diendo a que “la experiencia humana ha demostrado que la herencia
juega un importante papel en la transmisión de la salud, la idiocia, la
imbecilidad, la epilepsia y el crimen”. De modo que se autorizaba a
los superintendentes de cinco hospitales a poner en práctica las dis-
posiciones de la ley.
Pero el proceso norteamericano no pasaba desapercibido,
y empezaba suscitar ciertas emociones en alguien que lo tomaría
como inicial modelo. En el capítulo tercero de la segunda parte de
Mein Kampf, aparecida en 1926, al tratar la cuestión de la inmigra-
ción escribía Hitler: “Existe una nación extranjera en la cual se deja
ya sentir, por lo menos tímidamente, la iniciación de un mejor cri-
terio: es en los Estados Unidos de Norte América, donde se nota el
empeño de buscar en este orden el consejo de la razón”.
En cuanto a las leyes permitiendo la esterilización para defi-
cientes en sus diversas acepciones se fueron introduciendo paulati-
namente, pero en 1935 había ya veintinueve estados admitiendo la
posibilidad legal de aplicar tales medidas. Ha de decirse que en no
pocos de ellos se trató finalmente de cifras exiguas, y otros mantu-
vieron viva una legislación que no se aplicaba, destacando en senti-
do contrario California, Virginia y Carolina del Norte. Buena parte
de las estimaciones de cifras se basan en el manuscrito del Dr. Ju-
lius Paul Three Generations of Imbeciles Are Enough, con importan-
tes aportaciones de otros autores. Así Rebecca Kluchin, que ofrece
la siguiente secuencia: hasta 1931 hubo 12.145 esterilizaciones;
en 1941 se alcanzó la cifra de 38.087 y se estima en 62.162 el total
de personas esterilizadas84. No obstante quienes han investigado

84
KLUCHIN, Rebecca. Fit to Be Tied. Sterilization and reproductive Rights in
America 1950-1980. Rutgers University Press. New Brunswick. 2009, pp. 16 y 17.

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acerca de la cuestión se han enfrentado a una legislación dispersa y


también en no pocos casos a dificultades opuestas por los centros
donde se practicaron las operaciones. Una fuente adicional ha sido
la de aquellas personas que, pasados muchos años, reclamaron la
indemnización que les fue reconocida por los irreparables daños
causados.
Los estados que regularon y aplicaron la esterilización fueron
los siguientes:

ESTADO PERÍODO
Alabama 1919-1935
Arizona 1929-1956
California 1909-1963
Connecticut 1920-1963
Delaware 1923-1963
Georgia 1937-1983
Idaho 1932-1963
Indiana 1907-1974
Iowa 1910-1963
Kansas 1913-1961
Maine 1925-1963
Michigan 1914-1963
Minnesota 1928-1950
Mississipi 1930-1963
Montana 1923-1954
Nebraska 1917-1963
New Hampshire 1910-1959
New York 1912-1920
North Carolina 1929-1973
North Dakota 1921-1983
Oklahoma 1938-1955
Oregon 1921-1983
South Carolina 1935-1963
South Dakota 1920-1960
Utah 1925-1960
Vermont 1931-1957
Virginia 1924-1979
Washington 1921-1944
West Virginia 1927-1956
Wisconsin 1913-1963

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Precisamente en Virginia, uno de los estados más significados


en la aceptación de la esterilización, tuvo lugar un caso, conocido
a partir del llamado proceso Buck versus Bell, que se desarrolló en
1927 y que ejemplifica los abusos conexos con tal tipo de prácticas.
Carrie Buck era una joven de 18 años y baja capacidad mental que
había quedado embarazada tras la violación que sufrió por parte de
un sobrino de su madre adoptiva, lo que no fue reconocido por la
familia. Ello, por tanto, no era resultado de una conducta inmoral
por su parte, pero se consideró que se producía una combinación de
promiscuidad y de debilidad mental, de modo que quedaba dentro
de los supuestos considerados por la legislación eugenésica. Inter-
nada en uno de los cinco establecimientos sanitarios previstos por
la ley eugenésica del estado para su aplicación, se produjo lo previs-
to en la norma. El director de la institución aprobó la petición del
consejo médico bajo la argumentación de que la paciente, lo mismo
que su madre, era inmoral y débil mental. Concretamente se le atri-
buía una edad mental de nueve años, es decir técnicamente imbécil
con proximidad a la idiocia. La apelación presentada dio lugar a la
confrontación de Buck contra Bell, el en ese momento director de
la institución sanitaria. La sentencia de 2 de mayo de 1927 confir-
maba la validez argumental de la decisión adoptada por el hospital,
concluyendo con una apología de las argumentaciones eugenésicas
que evidenciaba una clara falta de neutralidad. No sólo eso, sino que
además se incluía en el texto de la sentencia la siguiente insultante
frase: “Tres generaciones de imbéciles son suficientes”. Tan sólo un
católico que formaba parte del tribunal disintió de la decisión adop-
tada. Por otro lado ello vino a provocar una expansión de la legisla-
ción eugenésica. Los datos ofrecidos en uno de los textos esenciales
sobre la materia, el de Edwin Black, indican que en 1940 se había
llegado ya a una cifra de 35.878 personas castradas o esterilizadas,
de los cuales nada menos que 30.000 lo habían sido después del
proceso Buck versus Bell85.

85
BLACK, Edwin. War against the Weak. Four Walls Eight Windows. New York /
London. 2003, p. 123.

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Pero el asunto reaparecería años más tarde de la forma menos


gratificante posible para los implicados en dicho proceso. Pues vino
a resultar que durante los juicios de Nuremberg los defensores de
los médicos nazis implicados en esterilizaciones y eliminaciones de
enfermos mentales empezaron a presentar como justificación los
que eran sus verdaderos antecedentes; es decir, los textos legales de
los estados americanos que amparaban las prácticas eugenésicas,
ofreciendo a favor de los acusados la siguiente argumentación:
“Desde 1907 las leyes de esterilización fueron aprobadas por 29 es-
tados de los Estados Unidos. Los afectados fueron principalmente crimi-
nales, débiles mentales, locos, epilépticos, alcohólicos y adictos a narcó-
ticos, lo mismo que prostitutas. Aunque casi todos los estados intentaron
llevar la cuestión sobre la base de la voluntariedad, los tribunales orde-
naron en más de una ocasión esterilizaciones forzosas”.

A lo que seguía la reproducción de la sentencia del caso Buck


versus Bell, aunque la fecha citada fuera equivocada. La argumenta-
ción no resultó convincente para los jueces aliados, que condenaron
como culpables por crímenes contra la humanidad a los médicos
nazis que habían esterilizado a ciudadanos alemanes86.
Por lo que se refiere a Canadá, se trataba igualmente de un país
receptor de fuerte inmigración, de modo que su población pasó de
4.779.00 habitantes en 1890 a 7.981.000 en 1915. Es decir, que en
un período de veinticinco años aumentó en un sesenta y cinco por
ciento. La Chinese Inmigration Act de julio de 1885 había restringido
la presencia de chinos y el acuerdo con el gobierno de Japón de 1908
había establecido un límite anual de llegadas desde ese país a unos
cuatrocientos inmigrantes anuales. Aunque en 1930 se creó en On-
tario la Sociedad Eugenésica de Canadá, las prácticas eugenésicas
no tuvieron la extensión de otros países, si bien se llegaron a pro-
mulgar dos normas. Ello tuvo lugar en Alberta en 1928 -vigente has-
ta 1972- y en la Columbia Británica en 1933 -vigente hasta 1973-,
ambos territorios de lengua predominantemente inglesa. El total de
86
BRUINIUS, Harry. Better for All the World. Alfred A. Knopf. New York. 2006, pp.
17 y 315-316.

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esterilizaciones autorizado en Alberta fue de unas 4.800, teniendo


mucha menor aplicación la de Columbia Británica. La primera fue
promulgada por un gobierno socialdemócrata y la segunda por otro
de tendencia conservadora. Una cuestión sumamente debatida es el
trato recibido por los indios nativos, a los que se aplicaron medidas
de confinamiento en espacios separados, de lo que resultaría una
permanente y constatada tendencia declinante.
En cuanto a Australia, en diciembre de 1913 se promulgó en el
estado de Australia del Sur la llamada Mental Defectives Act, en vigor
hasta 1936, y que tiene su obvia inspiración en la Mental Deficien-
cy Act. Aparecen iguales clasificaciones de afectados en los grupos
de enfermos mentales, idiotas e imbéciles, pero no contemplaba la
aplicación de la esterilización, quedando al fin en una regulación de
situaciones de internamiento. No faltaron intentos para aumentar
su alcance siguiendo el modelo norteamericano, pero finalmente
nunca tuvieron éxito.
Las experiencias anteriores, no obstante, tendrían nuevos se-
guidores. La Fundación Rockefeller enviaría fondos desde princi-
pios de los años veinte a investigadores alemanes, siendo una de las
entidades beneficiarias el Instituto Alemán de Investigaciones Si-
quiátricas, que acabaría bajo la dirección del eugenista Ernst Rüdin.
Alguien que había fundado en 1905 la Sociedad para Higiene Racial
y que llegaría a presidir desde principios de los años treinta la Fede-
ración Internacional de Organizaciones Eugenésicas. Y que sería ge-
nerosamente financiado por la Fundación Rockefeller desde 1926,
lo mismo que esta subvencionaría a investigadores de la institución
de Rüdin hasta los inicios de la Segunda Guerra Mundial87. Unas fe-
chas en las que, como veremos, ya había constancia suficiente del
modo de proceder del nacionalsocialismo en este y otros aspectos.

87
BLACK, Edwin. War Against the Weak…pp. 284, 285 y 296.

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CAPÍTULO 7
LAS TEORIAS EUGENÉSICAS
EN ALEMANIA

Que Alemania fuera el lugar donde mayor aplicación tuvo la eu-


genesia y con carácter más contundente y coactivo requiere de cier-
tas explicaciones. Pues para ello hubo dos elementos; uno histórico
de largo recorrido y amplia consolidación, y otro, puramente casual
e inesperado, fruto de una acumulación de circunstancias anóma-
las, el nacionalsocialismo. Que este llevara todo a los términos más
extremos ha dado lugar a confusiones y elementos entremezclados
que aún no han sido en todo separados. La realidad era que el darwi-
nismo social se insertó en lo político como resultado de la creación
de una nueva nación el segundo Reich de 1871 que, pasando a ser a
fines de siglo la primera potencia industrial de Europa, acumularía
en poco tiempo todos los problemas propios de la revolución indus-
trial: fortunas enormes junto a extensos sectores marginados, flujo
migratorio hacia las ciudades y pérdida de población en el agro, pro-
blemas sociales y las consecuentes reacciones políticas. La ciencia
alemana buscaría aportar soluciones, pero ya se ha indicado que el
cuadro explicativo partía de la visión del romanticismo, que consi-
deraba la nación como un todo orgánico necesariamente regido por
la cabeza. El individuo había de integrarse en la comunidad, y así
la salud individual era una dimensión de la salud social, que había
de velar por erradicar las enfermedades individuales y sociales. El

87

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organicismo llevaba a la consideración de que un problema social


había de tratarse como enfermedad a eliminar, indagando en sus
orígenes. Por otro lado el darwinismo social proyectado a niveles
internacionales conllevaba una visión: a las naciones fuertes corres-
pondía una misión de liderazgo -inseparable de su propia supervi-
vencia- que requería de una sociedad sana, estable y que erradicara
los elementos destructivos, ya fueran individuos, grupos o idearios.
La eugenesia encajaba perfectamente en ese proyecto, pero -proce-
dente del individualismo liberal anglosajón- requería de una visión
más amplia. Se necesitaba una dimensión institucional que contem-
plara la esencia del mundo germánico y su necesidad de ascenso
histórico. Así nacería la llamada higiene racial, algo bastante más
extenso que la pura eugenesia, y que cristalizará a principios del
siglo XX. No es necesario decir que todo el cúmulo de aspiraciones
insertas en el proyecto difícilmente podían consumarse salvo en el
marco de un formato político autoritario. De modo que el nacional-
socialismo echaría mano de todo ello, pero por su parte no pocos eu-
genistas contemplaron el nacionalsocialismo como algo puramente
instrumental. Bastantes no compartían necesariamente todos sus
aspectos ideológicos, pues ni siquiera el racismo era un elemento
intrínseco dentro de la eugenesia, ni tampoco en todos los casos lo
era el antisemitismo dentro de la higiene racial.
Ya se ha indicado cómo el romanticismo había generado una
visión panteísta de tipo seudorreligioso en la cual podía perfecta-
mente insertarse una interpretación de tipo evolucionista. El medio
romántico y sus posibles implicaciones futuras quedan perfecta-
mente descritos en un notable libro de Daniel Gasman cuando in-
dica: “Pese a sus llamadas a la fe, el romanticismo, tal como se desa-
rrolló en la mayor parte de Alemania, carecía de un sentido religioso
de Dios”, de modo que sustituyó la divinidad por una adoración de la
naturaleza. A lo que añade: “El individuo que creía en esta forma de
panteísmo secularizado se encontraba ostensiblemente capacitado
para el conocimiento del Absoluto, el verdadero espíritu del mundo
y para hallarse en comunión con toda la naturaleza y la historia”. La
consecuencia sería que “sus ideas sirvieron para unificar en un solo

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cuerpo las tendencias del racismo, imperialismo, romanticismo, an-


tisemitismo y nacionalismo que flotaban en torno a insatisfechos y
frustrados grupos de la sociedad alemana”. Señalando: “La forma
que el darwinismo social adoptó en Alemania fue la de una seudo
religión científica de la naturaleza y misticismo naturalista combi-
nada con nociones de racismo”88.
Por supuesto se trataba también de una herencia de Hegel, que
rechazando la visión tradicional de dos mundos -el del ser y el del
deber ser- concebía el Absoluto como la integración de ambos; la in-
mersión del individuo en una comunidad como un hecho religioso;
y el Estado como la materialización del orden del universo, mientras
se sustituía la idea de Providencia por la romántica de destino. Un
antecedente a no perder de vista ante lo que Ernst Haeckel (1834-
1919), uno de los personajes centrales del proceso estudiado, ven-
dría a llamar monismo. Pues él, como todos los anticristianos inte-
ligentes y conocedores de los fundamentos del mundo clásico y del
cristianismo, empezó su batalla por el siglo IV antes de Cristo, ata-
cando el dualismo platónico y siguiendo la estela de Schopenhauer
y Nietzsche. Por otra parte alguien con sus ideas no podía estar sino
satisfecho con la política anticatólica de Bismarck, que aunque fa-
llecido en 1898, había dejado como herencia la Kulturkampf. Aun-
que esta se estimó oficialmente caducada hacia 1880, de hecho las
restricciones anticatólicas en algunos estados alemanes pervivie-
ron hasta 1918, y los prejuicios prosiguieron aún con fuerza cierto
tiempo. Pero resultó además que el partico católico, el Zentrum, iba
ganando peso durante el Segundo Reich, con notable disgusto de los
sectores hostiles al catolicismo. Creóse así a principios de siglo el
Weimar Kartel agrupando distintas organizaciones que iban desde
el liberalismo radical al nacionalismo, apareciendo en tal ámbito el
proyecto de Haeckel: la Liga Monista. Se trataba de retomar un tér-
mino filosófico que expresaba la unidad de origen de todas las cosas,
para aplicarlo, siguiendo entre otros a Hegel, a un proyecto político
y social donde la biología cobraba especial importancia explicativa
88
GASMAN, Daniel. The Scientific Origins of National Socialism. Macdonald:
London and American Elsevier INC: New York. 1971, pp. XVIII, XIX y XXIII.

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e instrumental, y se generaba -integrando todos estos conceptos- la


base para una visión totalitaria. Con un instrumento a aplicar: el ra-
cismo científico.
Haeckel sería el más destacado seguidor de Galton en el país
germánico y, como éste, un notable personaje de amplios saberes.
Catedrático de la universidad de Jena, filósofo y, como prueban sus
láminas sobre la naturaleza, persona de relevantes cualidades artís-
ticas. En verdad los dos iniciadores del movimiento eugenésico tan-
to en Gran Bretaña como en Alemania eran elevadas personalidades
del mundo de la cultura, lo que sin duda influyó en la recepción de
sus ideas. Ya su Historia natural de la creación de 1868 se transfor-
mó en un texto muy divulgado, asumiendo las tesis evolucionistas,
pero donde puede encontrarse el núcleo de su pensamiento es en
Los enigmas del Universo, aparecido entre 1895 y 1899. Veamos una
síntesis de sus afirmaciones esenciales, la principal de ellas la visión
monista, una negación el modelo cultural cristiano desde sus fun-
damentos: “El Dios extramundano del dualismo conduce necesaria-
mente al teísmo; el Dios intramundano del monismo conduce hacia
el panteísmo”89. Que es así descrito:
“Las diosas de la verdad moran en el templo de la naturaleza, en los
verdes bosques, en el mar azul y en las nevadas cumbres de las colinas,
no en la oscuridad del claustro, no en las estrechas prisiones de nues-
tras escuelas semicarcelarias, no en las nubes de incienso de las iglesias
cristianas”90.

Tras atacar duramente al catolicismo expresa lo siguiente:


“Tal error será sólo destruido cuando, en el siglo XX, la prevalecien-
te superstición dé lugar a un conocimiento racional y a una concepción
monística de Dios y del mundo”91.

Recalcando así las anteriores afirmaciones:

89
HAECKEL, Ernst. The Riddle of the Universe. Watts & Co. London. 1929, p.16.
90
HAECKEL, Ernst. The Riddle … p. 275.
91
HAECKEL, Ernst. The Riddle … p. 238.

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“El monismo del cosmos que al respecto establecemos, proclama


el absoluto dominio de ‘las grandes leyes eternas de hierro’ a través del
universo. Así destroza al tiempo los tres dogmas centrales de la filosofía
dualista: la personalidad de Dios, la inmortalidad del alma y la libertad
de la voluntad”92.

No obstante, y en evitación de confusiones, añade este esclare-


cedor párrafo acerca de sus criterios:
“Schopenhauer señala con toda justicia: ‘El panteísmo es sólo una
forma educada de ateísmo. La verdad del panteísmo radica en su des-
trucción de la antítesis dualista entre Dios y el mundo, en su reconoci-
miento de que el mundo existe en virtud de sus propias e inherentes fuer-
zas. La máxima panteísta Dios y el mundo son uno, es una mera vía cortés
de dar a Dios la jubilación’ ”93.

Pero la estructura panteísta tiene una gran utilidad para poder


insertar sus conceptos biológicos, de modo que, tras dar por dero-
gado el cristianismo, pasa a exponer los principios que pretende
aplicar. Sin muchos disimulos, dicho sea de paso. En Las maravillas
de la vida, de 1904, un anexo a la obra anterior, puede leerse:
“Por tanto la destrucción de los recién nacidos anormales -tal como
los espartanos, por ejemplo, practicaron para la selección del más arro-
jado- no puede ser racionalmente clasificada como ‘asesinato’ tal como
se efectúa en textos legales modernos. Debemos contemplar más bien tal
práctica como una ventaja”94.

Siendo más ilustrativo aún el siguiente párrafo:


“Los antiguos espartanos, debieron el buen criterio de su famoso
valor, su belleza y fuerza corporal, como su energía mental y su capa-
cidad, a la vieja costumbre de excluir a los recién nacidos débiles o in-
válidos. Encontramos hoy la misma costumbre en muchas razas salva-
jes. Cuando señalé las ventajas de la forma espartana de selección para
la mejora de la raza en 1868 (Cap. VII de Historia de la creación) hubo

HAECKEL, Ernst. The Riddle … p. 310-311.


92

HAECKEL, Ernst. The Riddle … p. 238.


93

94
HAECKEL, Ernst. The wonders of life. Harper & Brothers Publishers. New York.
1905, p. 21.

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una tormenta de piadosa indignación en los periódicos religiosos, como


siempre sucede cuando los riesgos de la pura razón son opuestos a vigen-
tes prejuicios y opiniones tradicionales. Pero pregunto: ¿Qué bien hace
a la humanidad mantener artificialmente y criar miles de tarados, sor-
domudos, idiotas, etc…que cada año nacen con una carga hereditaria o
una enfermedad incurable? ¿No es mejor y más racional segar desde el
principio tal inevitable miseria que sus pobres vidas les darán a ellos y a
sus familias? No es utilizable el argumento de que la religión lo prohíbe.
El cristianismo también nos incita a dar nuestra vida por nuestros her-
manos y expulsar de nosotros el dolor cuando solo nos causa penalidades
a nosotros y a nuestros hermanos”95.

Su proyecto eugenésico queda perfectamente aclarado en su


Historia de la creación de 1876, donde puede leerse:
“Si alguien se aventurara a proponer, tras los ejemplos de los espar-
tanos y los pieles rojas, matar inmediatamente tras su nacimiento a los
miserables y lisiados niños a los cuales con certeza puede serles profeti-
zada una vida enfermiza -en lugar de mantenerlos en una dañosa vida
para ellos y para la raza- nuestra llamada ‘civilización humana’ proferi-
ría un grito de indignación. Pero la misma ‘civilización humana’ concibe
la pena capital ¡como una ‘medida liberal’! Y sin embargo la pena capital
para criminales incorregibles y degradados no sólo es justa, sino benefi-
ciosa para la mayor parte de la humanidad; igual beneficio se hace des-
truyendo las expansivas malas hierbas para la prosperidad de un jardín
bien cultivado”96.

Dado que:
“en cierta manera, a través de la destrucción indiscriminada de cri-
minales incorregibles no sólo la lucha por la vida será más fácil entre
la mejor parte de la humanidad, sino que también se pone en práctica
un ventajoso proceso de selección artificial, desde el momento en que la
posibilidad de transmisión por herencia de cualidades nocivas se erradi-
cará de estos degenerados”97.

HAECKEL, Ernst. The wonders of life. …, pp. 119-120.


95

HAECKEL, Ernst. The History of Creation. Appleton and Company. New York.
96

1880, pp. 173-174.


97
HAECKEL, Ernst. The History of Creation ... , p.174.

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No parece que se puedan explicar con mayor claridad los ob-


jetivos, planteamientos y consecuencias del monismo de Haeckel.
Porque el objetivo instrumental quedaba señalado, una vez expues-
ta la situación actual:
“Esta y otras formas de selección artificial practicadas por nues-
tros civilizados estados explican suficientemente el triste hecho de que,
en realidad, la debilidad de cuerpo y la debilidad de carácter se encuen-
tran en perpetuo incremento entre las naciones civilizadas y que siempre
los cuerpos saludables y las mentes libres e independientes se encuen-
tran con más y más dificultades”98.

Manifestando la solución abiertamente al aludir a los esparta-


nos como “notable ejemplo de selección artificial del hombre”99. Es
decir, se propone abiertamente la aplicación de medidas de eugene-
sia negativa. Con toda razón señala Gasman que “el darwinismo en
Alemania era un sistema de pensamiento como total explicación del
mundo”, pues “iba más allá de las ideas biológicas o de los subyacen-
tes criterios morales y filosóficos del mismo Darwin”100.
Ciertamente se trata de inesperadas secuelas del romanticis-
mo. Safransky añade a su observación acerca de que “nacionalso-
cialismo es romanticismo político” lo siguiente: “Es cierto que las
ideas de Hitler no eran románticas en absoluto; más bien, estas pro-
ceden de las ciencias naturales vulgarizadas, despojadas de toda re-
ferencia a la moral y convertidas en ideología: biologismo, racismo
y antisemitismo”101. Pero no puede a nadie caber la menor duda de
que en ello la influencia de Haeckel es central.
Por su parte otro agudo estudioso del fenómeno, George Mos-
se, comenta al respecto:
“Una vez conseguida la unidad alemana, ¿qué había cambiado ver-
daderamente en la concepción romántica? Se estaría fundamentalmen-
te tentado de contestar: muy poco. De entrada el romanticismo había
98
HAECKEL, Ernst. The History of Creation ..., p.172.
99
HAECKEL, Ernst. The History of Creation ..., p.170.
100
GASMAN, Daniel. The Scientific Origins of National Socialism…, pp. XIII.
101
SAFRANSKY, Rüdiger. Romanticismo. … pp. 330.

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tenido en Alemania una base irracional, tendiendo hacia los extremos


en los planos emocional y político. Mezclado con la ideología del Volk, se
aplicó a los crecientes problemas de la edad moderna”102.

Ideología del Volk absolutamente necesaria para la generación


del proyecto político que en un futuro aplicaría sin contemplacio-
nes unas ideas surgidas con gran anterioridad, como hemos podido
comprobar. El Volk ya no era simplemente el pueblo sino, siguiendo
la estela de Hegel, la unión de este en torno a una misión acaudillada
por un esperado y futuro mesías, intuido aunque aún no a la vista.
Pero en esa misión futura había logrado Haeckel incardinar la bio-
logía y la selección humana. Una perversión lingüística de carácter
totalizante que modifica arbitrariamente el sentido de las palabras,
lo mismo que Marx hace cuando “proletario” supera al concepto de
obrero, por su adhesión ideológica al mito revolucionario.
Lo cierto es que las ideas puestas en circulación empezaban
a gozar de ciertos derechos de ciudadanía, recordándonos Mosse
cómo en 1900 el industrial Alfred Krupp apadrinó la celebración
de un concurso sobre el tema “¿Qué podemos aprender de los prin-
cipios del darwinismo aplicados al desarrollo político interior y a
las leyes del estado?”. Krupp era, además de un gran industrial pre-
ocupado por el bienestar de sus trabajadores, alguien del entorno
del Kaiser. En el segundo Reich la biología se hacía política cada vez
más. Los trabajos del concurso se dirigirían a Haeckel, muy respe-
tado por Krupp, y el primer premio, otorgado en 1903, sería para
Wilhelm Schallmayer (1857-1919), de orígenes socialistas y que se
encontraba sumamente despegado de los planteamientos racistas.
Uno de los perceptores del segundo premio era el sionista Arthur
Ruppin, y otro de los galardonados sería el socialista Woltmann, lo
que indica una falta de prejuicios superior a lo que a priori podría
haberse esperado, especialmente cuando se juzga Alemania con el
solo prisma de lo sucedido desde 1933. Algo que resulta ser un pro-
fundo error pues, pese a la brutalidad de lo sucedido, fue un hecho

102
MOSSE, George L. Les racines intellectuelles du Troisième Reich. Calmann-Lévy.
Paris. 2006, p. 111.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 95

que no forma parte necesaria de la naturaleza de lo alemán, aunque


el sistema exprimiera hasta el máximo las cualidades y defectos de
esa sociedad.
Ya se ha indicado que eugenesia y darwinismo social no son ne-
cesariamente corrientes ancladas en el pensamiento de los grupos
conservadores. Al igual que se ha visto para el caso de Gran Bretaña,
pueden encontrarse ejemplos similares en Alemania. Haeckel era
antisocialista, pero el socialdemócrata August Bebel (1840-1913)
se había interesado por las aplicaciones sociales del darwinismo.
En cuanto a Ludwig Woltmann (1871-1907), de originaria ideología
marxista, se había adherido a las ideas de tipo racial previamente
vistas, como puede verse en su Antropología política de 1903. Pu-
diendo leerse en esa obra:
“El criterio que debe situar ante la evolución y el resultado del cam-
bio de las razas y de las formas del derecho no es ningún otro sino el que
Darwin ha establecido para la historia de la naturaleza de las especies
orgánicas en general, inclusive de los hombres: la selección natural en la
lucha por la existencia”103.

Explicitando lo siguiente:
“Pero es Darwin quien nos ha enseñado la profunda comprensión
de estas leyes fisiológicas. Es la selección natural en la lucha por la exis-
tencia de las razas, grupos, especies, familias e individuos la que rige la
historia social de las especies humanas”104.

Como se ha indicado, la propagación de las ideas eugenésicas


en Alemania no puede separarse del análisis del momento históri-
co-político. Además de los ya tratados antecedentes, la creación del
nuevo Reich en 1871 iría acompañada de actitudes nuevas. No ha-
biéndose conseguido aún una completa unificación, se había deja-
do atrás la dispersión del mundo germánico, aunque Austria había
quedado fuera. Un ansia de preeminencia mundial impregna el im-

103
WOLTMANN, Ludwig. Politische Anthropologie. Eugen Diederichs. Jena. 1903,
p. 157.
104
WOLTMANN, Ludwig. Politische Anthropologie…, p. 193.

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96 Antonio Martín Puerta

perio guillermino, dispuesto al desafío frente a las potencias tradi-


cionales, requiriéndose una población de la mayor cualificación al
servicio de las ideas de dominio. Algo muy similar al proceso nor-
teamericano, siendo propicios ambos espacios para la aceptación
de propuestas artificialmente regeneradoras de la población, pues
la voluntad de expansión imperial es ya muy nítida en Estados Uni-
dos a finales del XIX. Lo que confirma una vez más que la eugenesia
es un elemento vinculado a las concepciones políticas.
Perfecto antecedente de la secuela de eugenistas alemanes es
el caso de Gustav Boeters (1869-1942), médico que habiendo traba-
jado en Estados Unidos encontró allí su inspiración para divulgar en
su país la propuesta de aplicar medidas esterilizadoras. Como otra
influencia a considerar es la del austríaco Adolf Jost (1874-1908),
autor de la obra El derecho a la muerte, de 1895, que introduce ele-
mentos importantes. Jost defiende una idea que también hallamos
en Haeckel: el reconocimiento a favor del estado de un derecho a
intervenir en las decisiones sobre la vida de los ciudadanos. En el in-
dicado libro encontramos una justificación de la eutanasia a partir
de la siguiente falsa argumentación:
“El dato es que el estado y la sociedad han tomado posición en la
práctica. Enfermos físicos y mentales son forzados hoy a esperar más
allá de su muerte natural, igual bajo grandes sufrimientos que cuando
no se puede hablar de salvación”105.

Para concluir:
“El reconocimiento del derecho a la muerte de los enfermos men-
tales se considera en segundo plano, necesitándose, naturalmente, la
aprobación del paciente para la muerte, que aquí faltará, y esta circuns-
tancia, al menos al principio de la reforma, podría ser un problema. El
reconocimiento del derecho a la muerte de los que no tienen curación
física -y también, por principio, en situaciones donde no haya duda- es el
primer paso a adoptar en la práctica”106.

105
JOST, Adolf. Das Recht auf den Tod. Dieterich’sche Verlagsbucshhandlung.
Göttingen. 1895, pp. 6-7.
106
JOST, Adolf. Das Recht auf den Tod …,p. 47.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 97

No podría analizarse la eugenesia en Alemania sin analizar la


obra e influencias del médico y biólogo Alfred Ploetz (1860-1940),
creador de un término significativo que sobrepasaría las fronteras
de Alemania, el de “higiene racial”. Esta se concebía, lo mismo que
hacía Haeckel con el monismo, como una ideología integradora, si
bien al margen de los planteamientos filosóficos de aquel, pero a la
vez yendo más allá de la pura eugenesia. Sus dos obras de 1895 Los
fundamentos de la higiene racial y La eficiencia de nuestra raza y la
protección del débil ya explicitaban su pensamiento, que sobrepasa-
ba las teorías de Galton, al buscar para sus proyectos una necesaria
dimensión institucional. Lo mismo que Jost, había trabajado en Es-
tados Unidos, interesándose allí por las cuestiones genéticas y de
tipo racial, siendo socialista su origen ideológico. Y al igual que el
futuro Reichsführer Heinrich Himmler, también empezaría su anda-
dura ocupándose de una granja de pollos. En 1904 creó los Archivos
para la Ciencia Racial y la Biología Social, y en 1905 fundó la Socie-
dad Alemana para la Higiene Racial, primera sociedad eugenésica
creada. Políticamente, aunque también Ploetz tuviera antecedentes
de tipo socialista, la mayoría de los eugenistas se situaba en el cam-
po de los nacional-liberales. Ello les vinculaba a los pangermanis-
tas austríacos, pero también buscaban una dimensión internacio-
nal, siendo el punto más próximo Escandinavia. Por su parte Galton
aceptó en 1909 la presidencia de la sociedad en su dimensión inter-
nacional, aunque por aquellas fechas en Inglaterra había ya reticen-
cias sobradas hacia Alemania, especialmente debidas al incremento
de su flota, uno de los caprichos del Kaiser derivados de su deseo
de crear un imperio colonial. Pero como era perfectamente lógico
se consolidó una relación bilateral con Charles Davenport y los eu-
genistas americanos, que sería sumamente fructífera. Prueba de su
relevancia dentro de la corriente es que fue designado vicepresi-
dente en el Primer Congreso Internacional de Eugenesia celebrado
en Londres en 1912.
Mas no puede dejar de mencionarse a tres influyentes per-
sonajes del movimiento tratado, siendo el primero de ellos Erwin
Baur (1875-1933), perteneciente a la Sociedad Alemana para la Hi-

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98 Antonio Martín Puerta

giene Racial. De más repercusión sería la obra del médico y antropó-


logo Eugen Fischer (1874-1967) -también en relaciones con Daven-
port- y finalmente Fritz Lenz (1887-1976), discípulo de Ploetz. Los
tres publicaron en 1921 el que sería libro de base para los ulteriores
desarrollos teóricos y aplicaciones eugenésicas, Fundamentos de la
herencia humana y de la higiene racial, donde claramente se apelaba
al ejemplo americano. Se recordaba lo siguiente: “En varios estados
de Norteamérica se han efectuado esterilizaciones forzosas sobre
gentes de escaso valor”; y también: “La finalidad de estas leyes es
sobre todo la higiene racial, si bien no explícitamente mencionada
salvo como ’mejora’ frente a los delincuentes de tipo inferior como
objetivo”107.
Que América era el ejemplo a seguir queda explícitamente
reflejado en el libro de Geza von Hoffmann (1885-1921), diplomá-
tico austríaco que en su obra de 1913 La higiene racial en Estados
Unidos de Norteamérica expresa las que hasta la fecha habían sido
las iniciativas eugenésicas norteamericanas. Así se recalca: “Como
resumen ha de subrayarse que el concepto de debilidad mental y
de inferioridad sostenido en Norteamérica, y por consiguiente en
este libro, las relaciones descritas y los tipos que se incluyen, son
en muchos casos válidos para Europa”. Dejando en claro el punto de
partida: “La higiene racial proviene de la teoría de la evolución de
Darwin”. Planteando lo siguiente: “¿Cómo puede llevarse a cabo esa
transformación?: A través de la selección”. A lo que siguen abundan-
tes referencias en el texto a la en ese momento debatida cuestión
de la esterilización108. Ha de recordarse que, al igual que Ploetz, el
eugenista Wilhelm Schallmayer (1857-1919) mantenía peculiares
ideas socialistas, siendo al mismo tiempo defensor de la higiene ra-
cial. Una cierta confluencia puede observarse en autores socialistas,
si bien August Bebel (1840-1913) -que en abril de 1899 polemizaba

107
BAUR, Erwin; FISCHER, Eugen; LENZ, Fritz. Grundriss der menschlichen
Erblichkeitslehre und Rassenhygiene. J.F. Lehmans Verlag. Munich. Vol. 2. 1921, pp. 125 y
126.
108
HOFFMANN, Geza. Die Rassenhygiene in den Vereinigten Staaten von
Nordamerika. J.F. Lehmans Verlag. Munich. 1913, pp. XI, 2 y 3.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 99

con Woltmann en Die Neue Zeit- rechazaba la parte del darwinismo


que implicaba la supervivencia del más apto, tal como era asumido
por Haeckel.
Hubo un dato histórico que vino a generar nuevos acentos en
las corrientes vistas: la derrota de Alemania en la Gran Guerra. Du-
rante más de cinco años la situación fue en muchos casos caótica.
Enormes pérdidas humanas, territorios cedidos a los vencedores,
sublevaciones de tipo comunista, caída en la miseria de numerosas
familias que conformaban la élite tradicional, una hiperinflación
que destrozó el tejido social y constitución de un nuevo sistema po-
lítico. Pero la República de Weimar, basada en una coalición de so-
cialdemócratas, católicos del Zentrum y liberales, salvando su etapa
intermedia, vivió en una situación de inestabilidad mientras crecían
a su lado los radicalismos, tanto el comunista como el nacionalista y
finalmente el nazi. Todo ello transformó igualmente la higiene racial
y la eugenesia en su visión alemana, que volvería a consolidarse des-
de principios de los años veinte, al igual que en Austria, ahora con
mayor grado de politización e incremento del racismo. Los propa-
gandistas de la higiene racial conseguirían llamar la atención políti-
ca, cuando menos en el estado de Prusia, el principal y más extenso
territorio del Reich. Lo que se acentuaría con la crisis social, huma-
na y política de la posguerra. Uno de los apoyos sería el principal
partido de la derecha radical, el DNVP, o Partido Nacional Popular
Alemán, básicamente prusiano, ultranacionalista, protestante y tan
enemigo del régimen como sostenedor del desde 1925 paradójico
presidente del Reich -ahora una república-, el anciano mariscal Paul
von Hindenburg. Atacaban constantemente a los enemigos internos
que consideraban como beneficiarios de la caída de la monarquía,
es decir los comunistas, judíos y la llamada coalición de Weimar: li-
berales, católicos y socialdemócratas. Ha de decirse que se trataba
de una formación política de amplias adhesiones entre profesores y
alumnos en la universidad, procedentes de un medio burgués, más
proclive por origen al nacionalismo que a las posiciones hitlerianas.
Por otro lado buena parte de los eugenistas se encontraba en cerca-
nía con las posiciones nacionalistas.

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100 Antonio Martín Puerta

Para la aplicación de soluciones draconianas no faltaron ar-


gumentos. El notable libro de Paul Weindling sobre la materia para
el período 1870-1945 reproduce el informe del gobierno prusiano
de 1912 que, preocupado por el declive en la natalidad, aporta un
concienzudamente elaborado cuadro de situación. El incremento
general de los abortos, de la contracepción, el análisis de las causas
médicas y sociales, su repercusión en la degeneración racial, apa-
recen con sus respectivas repercusiones para cada circunscripción
de la Alemania guillermina. La cuestión sería retomada en 1921 por
el Consejo Prusiano de Salud, al que se incorporaría el Comité de
Higiene Racial. Incluso el representante del USPD - el Partido Social-
demócrata Independiente, antiguo colega de luchas callejeras con
los revolucionarios espartaquistas-, manifestó su preocupación por
la crisis biológica y racial de la nación109. Ya en 1922 la Sociedad Ale-
mana para la Higiene Racial planteó la cuestión de la esterilización,
con Boeters a la cabeza, si bien se vino a entender que una medida
tan drástica podía comprometer el futuro desarrollo de las propues-
tas eugenésicas y convenía avanzar con cautelas. Cuestión conexa
era la de la eutanasia, que siendo estrictamente otra cuestión, pue-
de igualmente aplicarse con fines eugenésicos. En 1920 el abogado
Karl Binding y el siquiatra Alfred Hoche, profesor en la universidad
de Friburgo, publicaron un texto sobre la vida inmerecidamente
sostenida a favor de personas con déficits considerados como ex-
cesivos. Hoche estimaba en 500.000 el número de los afectados por
idiocia y en 10.000 el de los inválidos congénitos. No obstante sur-
gieron las suficientes críticas como para que no se promoviera la
cuestión en términos de repercusiones legales. Pero de hecho no se
trataba de una cuestión planteada desde aflictivas situaciones par-
ticulares, sino con una perspectiva eugenésica buscando una solu-
ción institucional110.

109
WEINDLING, Paul. Health, Race and German Politics between National
Unification and Nazism. 1870-1945. Cambridge University Press. 1989, pp. 270-280 y
337-341. Esencial en su descripción del papel de la ciencia alemana en el proceso eu-
genésico y de higiene racial.
110
WEINDLING, Paul. Health, Race and German politics…pp. 389-397.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 101

Que los eugenistas alemanes merecían un reconocimiento de los


originarios maestros quedó de manifiesto cuando a partir de 1923 el
trasunto americano de The Eugenics Review, o sea el Eugenical News,
empezó a subtitularse con el añadido de Noticiario actual de higiene
racial. De hecho eran ahora los eugenistas alemanes los que iban en la
cabecera científica, aunque no por el momento en la legislativa. Y en
esa delantera científica jugó un notable papel su incardinación dentro
de las más prestigiosas creaciones de la ciencia alemana. Una de ellas,
aunque no la única, la Sociedad Kaiser Wilhelm, creada en 1911, cuyo
formato era el de un conjunto de institutos especializados en diversas
áreas de investigación. Ya en 1914 se había creado el Instituto para
la Investigación Cerebral, conexo con las tendencias eugenésicas,
aunque de modesta existencia hasta que en 1929 le llegaron subven-
ciones procedentes de la Fundación Rockefeller. En 1917 había sido
fundada en Munich por la aún existente monarquía bávara la Insti-
tución Alemana para la Investigación Siquiátrica, -a partir de 1924
quedaría englobada dentro de la Kaiser Wilhelm-, y que durante los
tiempos de la República obtendría una muy notable financiación de
la aludida fundación norteamericana. En ella encontramos al suizo-
alemán Ernst Rüdin (1874-1952), cuñado de Alfred Ploetz, como éste
originariamente inspirado por ideas socialistas y hombre clave para
los desarrollos eugenésicos y racistas en el período hitleriano. Con su
cuñado aparece ya colaborando en los inicios de la Sociedad Alemana
para la Higiene Racial y en Archivos para la Ciencia Racial y la Biología
Social, dirigiendo el área de genealogía y demografía del menciona-
do instituto muniqués. Sus relaciones con los eugenistas americanos
fueron estrechas, obteniendo de ellos el suficiente reconocimiento
como para, tras la renuncia de Davenport en 1932 a la presidencia de
la Federación Internacional de Organizaciones Eugenésicas, ser ele-
gido su sucesor. Hasta el mismo año del comienzo de la segunda con-
tienda mundial, la Fundación Rockefeller estuvo remitiendo cuan-
tiosos fondos para las investigaciones de Rüdin, aunque no sólo para
este instituto.
En 1925 se constituyó la Liga Alemana para la Regeneración
Nacional y la Herencia, fundamentalmente promotora de la euge-

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102 Antonio Martín Puerta

nesia positiva, aunque no renunciaba a la esterilización. Carecía de


formulaciones racistas o antisemitas, y por su mayor neutralidad
llegó a obtener más subvenciones y a tener más adheridos que la
Sociedad para la Higiene Racial, si bien se fusionarían ambas enti-
dades en 1932. En 1927 dentro de la Kaiser Wilhelm se creó el Ins-
tituto para Antropología, Herencia Humana y Eugenesia. Ahora la
cuestión era ya explícitamente asumida como de interés social por
parte de la cúpula de la ciencia alemana, con Eugen Fischer como
primer director, y siendo básicamente financiada por instituciones
del gobierno federal de Prusia. La inauguración contó con la presen-
cia de Davenport, amigo de Fischer, que se ocuparía de mantener
las más estrechas relaciones con los eugenistas americanos. En esta
última sociedad encontramos a Otmar von Verschuer (1896-1969),
alguien relacionado desde los inicios con Ploetz, y que desde 1927
dirigiría el área de herencia humana del instituto. De nuevo apare-
ce alguien que tendría los más altos reconocimientos no sólo en el
futuro régimen nacionalsocialista, sino también en Estados Uni-
dos, pues Eugenical News informaría ampliamente acerca de sus
actividades. Entre los colaboradores de Von Verschuer se hallaba el
doctor Mengele, futuro capitán de las SS en el campo de Auschwitz.
Siempre mantuvo con su maestro una estrecha relación y, al parecer,
le suministraba datos sobre sus experimentos, dado que su objetivo
era ser profesor de la universidad111. Resulta de interés la presen-
cia del sacerdote católico y antiguo jesuita Hermann Muckermann
(1877-1962), al frente en 1927 del área de eugenesia del último
de los institutos aludidos. Sus posiciones figuraban dentro de la
eugenesia positiva, aspecto sobre el que se centró principalmente
a partir de la encíclica Casti connubii de 1930, habiendo de aban-
donar en 1933 la Kaiser Wilhelm tras la llegada de Hitler al poder.
No obstante su prestigio fue importante para, dentro de los foros
eugenésicos, hacer que no se adoptaran medidas en favor de la es-
111
En relación con las aportaciones de la Fundación Rockefeller ver BLACK,
Edwin. War against the Weak. Four Walls Eight Windows. New York / London. 2003, pp.
288 y 294-296. Se trata de uno de los textos de referencia sobre la materia, con exten-
sa información sobre los procesos eugenésicos en Estados Unidos y también, en grado
menor, en Alemania.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 103

terilización. El texto pontificio fue precisamente publicado en unos


momentos en que se extendían las propuestas en este sentido.
De nuevo en octubre de 1929 sobrevino una catástrofe que ten-
dría las mayores repercusiones: la crisis de Wall Street, que se trans-
mitiría directamente a Alemania. Los vencedores de la Gran Guerra
habían impuesto el pago de unas compensaciones tan onerosas que,
siendo difíciles de pagar a los aliados en tiempos de bonanza, resul-
taban casi imposibles en un país castigado por la crisis subsiguiente
a la Gran Guerra, a lo que se añadía la devastación generada por la
hiperinflación. Negocióse entre Alemania y Estados Unidos un sis-
tema de préstamos que, en último término, hacía depender todo el
sistema de la buena marcha de la economía americana. Caída ésta en
la crisis, el siguiente perjudicado a gran escala sería Alemania, cuyo
régimen republicano sobreviviría durante algo más de tres años en
medio de convulsiones, incremento de la violencia política y nuevas
ruinas económicas. Todo ello radicalizando los planteamientos has-
ta niveles antes impensados.
Ya en 1928 la Eugenics Society inició una campaña a favor de
la esterilización, algo no del todo asumido en Alemania, aunque
contaba con partidarios, y no sólo en el campo médico, como Rüdin,
sino en los partidos políticos. No sólo en el nacionalista DNVP, sino
también en los partidos socialista y comunista podían encontrarse
apoyos. De hecho en 1932 el Consejo Prusiano de Salud reclamaba
tales medidas, que no llegaron a implantarse durante la República,
dada la situación de crispación y falta de estabilidad en que se vivía.
En resumen puede decirse que entre los eugenistas de la
época de la República de Weimar no hubo tendencias unitarias, ni
unanimidades políticas, y ni siquiera criterios comunes acerca del
racismo. Unos se decantaron por el formato de mejoras sociales y
sanitarias promovidas por el régimen, y otros más radicales se vin-
cularon a las posturas de exaltación de la ideología del Volk. Entre
sus frenos estuvieron las posturas reticentes a la intervención del
estado propias de los liberales, las distancias de los socialdemócra-
tas y la oposición doctrinal de los católicos, entre los que se encon-

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104 Antonio Martín Puerta

traban Muckermann y Fischer. Pero, en general, con tendencias frac-


cionadas. Weindling recuerda cómo entre los mismos judíos había
partidarios, no siempre situados en la izquierda política, y algunos
compartiendo los principios básicos de la higiene racial112. Como se
ha dicho, la mayor parte de los eugenistas que jugaron un impor-
tante papel durante el período nacionalsocialista, no se encontraba
inicialmente adherida a tal tendencia, y si bien, como muchos otros
intelectuales, acogieron con satisfacción la caída de la República,
tardaron en asumir las formas del nuevo régimen. Resultaba todo
demasiado coactivo, excesivamente ideologizado y simplista frente
a las reflexivas formas científicas. Aunque en general sucumbieron a
él, como una buena parte de la sociedad. Tardaron en llegar a captar
que el sistema - o más bien Hitler- tenía su agenda propia, que iba
mucho más allá de lo que casi todos esperaban, incluidos no pocos
de sus partidarios, siendo arrastrados unos y otros a posturas que
casi ninguno habría podido prever.

112
WEINDLING, Paul. Health, Race and German politics…pp. 482-483.

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CAPÍTULO 8
LAS TEORIAS EUGENÉSICAS EN FRANCIA

Aunque en modo alguno fuera el suelo francés el espacio más


propicio para el desarrollo del darwinismo social y de la eugenesia,
también concurrían algunos elementos que podían favorecer am-
bos movimientos junto a no pocas dificultades. De entrada la teoría
predominante en ese campo no era la darwinista, sino el conjunto
de corrientes derivadas del pensamiento de Lamarck sobre la here-
dabilidad de los caracteres adquiridos. Yvette Conry trató acerca de
ello, añadiendo otros aspectos, como el racionalismo proveniente
del siglo XVIII. Por otro lado el poligenismo de la escuela de París
chocaba con el monogenismo de Darwin, el positivismo estimaba
que en la teoría faltaban muchos espacios por ser fehacientemente
validados, los católicos la encontraban desafiante hacia las tradicio-
nales creencias, y la pequeña pero influyente minoría protestante
se adhería más bien a una visión transformista conexa con las in-
terpretaciones de Lamarck. Pero lo peor era que desde la propia co-
munidad científica se vertía sobre la teoría darwinista la más hostil
de las críticas: desde el punto de vista de la metodología científica
se entendía como inconsistente, por no hablar de las traslaciones
efectuadas a la sociedad humana, que se veían como una inacepta-
ble confusión de géneros. Ello, con toda frecuencia, desde una pers-
pectiva cientifista y materialista113.
113
CONRY, Ivette. L’Introduction du darwinisme en France au XIX siècle. Vrin. Paris,
1974.

105

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106 Antonio Martín Puerta

La realidad era que el argumento de tomar la naturaleza como


modelo no gozaba de gran prestigio en Francia, ni siquiera en me-
dios racionalistas. La carta que el 30 de agosto de 1755 remite
Voltaire a Rousseau, idólatra del mundo natural y de los primeros
estadios de la sociedad humana, es de una devastadora ironía: “He
recibido, Señor, vuestro nuevo libro contra el género humano…
Nunca se ha empleado tanto ingenio para querer volvernos anima-
les. Entran ganas de ponerse a andar a cuatro patas cuando se lee
vuestra obra. No obstante, como hace más de sesenta años que per-
dí la costumbre, lamentablemente siento que me resulta imposible
retomarla”. Despidiéndose con una fórmula que en verdad encajaba
poco con su personalidad: “Señor, su muy humilde y muy obediente
servidor Voltaire”.
Ciertamente también se daban algunos elementos capaces de
asumir las propuestas neodarwinistas. Además del fenómeno gene-
ral de irrupción en las ciudades de una masa desfavorecida en todos
los órdenes, fruto de la industrialización, la gran frustración nacio-
nal de la derrota de Sedán de 1870 frente a Prusia y demás principa-
dos alemanes aliados, vino a generar reflexiones en torno al estado
de decadencia de una sociedad con natalidad menguante. Pero pese
a que un no pequeño sector siempre se encontró en estado de ebu-
llición contra la III República, y permanentemente afecto a encon-
trar todo tipo de causas -incluidas las de tipo social y humano- para
criticarla, ya se comentó que el caso francés difícilmente podía ser
relevante para la asunción de teorías eugenésicas. Prevalecía la cul-
tura latina, el subsuelo era aún ampliamente católico y finalmente
el espacio político de las derechas radicales se encontraba capita-
neado por alguien como Charles Maurras. De la sinceridad del anti-
semitismo confeso de Action Française no podían caber dudas a na-
die, pero incluso su radicalidad antijudía tenía un fundamento bien
distinto de la existente en el mundo germánico. Se trataba de un
rechazo frontal hacia una comunidad considerada como vinculada
con la izquierda, ajena a la esencia histórica de Francia y, para mayor
ojeriza hacia ella, contemplada como beneficiaria de la aborrecida
III República surgida tras la derrota frente a Alemania en 1870. El

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 107

affaire surgido en torno al capitán judío Alfred Dreyfus, con el aña-


dido escándalo final de la comprobación de haber estado basado en
una falsa acusación, elevó el antisemitismo hasta el máximo. Como
se volvería a reforzar ante la presidencia del gobierno entre 1936 y
1937 de un primer ministro judío, Léon Blum. No obstante seguía
habiendo una diferencia esencial: se trataba de un exaltado antise-
mitismo cultural, social e incluso religioso, pero, paradójicamente,
no basado en el racismo propiamente dicho. De hecho Maurras pen-
saba que el racismo científico de base biológica no merecía un solo
minuto de consideración. De modo que no resultaba fácil un ancla-
je en Francia para cualquier tipo de propuestas eugenésicas. Aun-
que también las hubo, y no precisamente moderadas, creándose la
Sociedad Francesa de Eugenesia en 1913, justo a continuación del
primer congreso eugenésico internacional celebrado en Londres
en 1912. Pero, como se ha dicho, manteniendo su propia línea no
darwinista y lamarckiana. Entre sus creadores, como el naturalista
Edmond Perrier (1844-1921) y el médico Adolphe Pinard (1844-
1934), no se sentía aprecio por las teorías dirigidas a la segregación,
adhiriéndose exclusivamente a una postura de eugenesia positiva.
Pinard por su parte era miembro del Partido Radical, situándose
en la izquierda de la República, por tanto. De hecho los neo-lamarc-
kianos planteaban posiciones contrarias en relación con el severo
juicio de los darwinistas sociales en torno a las clases más bajas. Es-
tos sostenían que acumulaban un déficit hereditario de cualidades
genéticas que les anclaban en esa posición; los lamarckianos, por el
contrario, entendían que era la pobreza la que llevaba a la degrada-
ción física e intelectual, sin admitir ningún tipo de determinismo.
También se ha reiterado que en modo alguno ha de vincular-
se la corriente eugenésica con el pensamiento conservador. Se en-
cuentra en personalidades de tipo liberal e independiente como el
biólogo y académico Jean Rostand (1894-1977) o en hombres de la
izquierda. Buen ejemplo de ello es Justin Sicard de Plauzoles (1872-
1968), médico que llegaría más tarde a presidir la Liga de Derechos
del Hombre creada en 1898 en medio de las tempestades provo-
cadas por el asunto Dreyfus. En su artículo de 1932 El futuro y la

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108 Antonio Martín Puerta

preservación de la raza advertía sobre la desaparición de las clases


superiores en los países civilizados, y acerca de que los sistemas de
protección social llevaban a la multiplicación de las clases inferio-
res, yendo contra la selección natural.
Otro tanto puede decirse del anarquista Paul Robin (1837-
1912), que, tras exaltar la selección natural, efectúa la siguiente
observación:
“Para su propia raza, empujado por una sensibilidad que le hon-
ra, pero obvia a los ojos de los menos clarividentes la terrible contrapar-
tida, el hombre moderno se comporta justo en sentido inverso: efectúa
la selección al revés. Cuida sobre todo a los débiles, los tarados, los de-
generados. Hace trampa a favor de estos contra los fuertes, los mejores
de cuerpo o de cerebro, que hayan sin duda triunfado en un estado más
cercano al de la naturaleza, pero que, vencidos por un organismo social
armado completamente contra ellos, o bien perecen o bien vuelven a ser
colocados entre los rangos inferiores de los débiles y los degenerados”114.

Proponiendo a continuación la solución:


“En los casos extremos de degeneración es incluso un deber tratar
de impedir la creación de un niño en el que la vida corta o aún demasiado
larga no sería sino una serie constante de sufrimientos para él mismo y
una carga funesta para los recursos siempre insuficientes de la asisten-
cia pública y de la caridad privada”115.

Ya se aludió al socialista Georges Vacher de Lapouge por sus


posturas racistas, mucho mejor acogidas en Alemania que en su pro-
pio país, pero también fue un conocido eugenista. No obstante ha de
decirse que el aprecio por sus ideas entre la comunidad científica
francesa fue sumamente reducido. Lo extremo de sus propuestas,
sus posiciones racistas, le llevan a ser percibido como un elemen-
to ajeno al espíritu de la III República. De sus principios deja clara
constancia su obra Las selecciones sociales, publicada en 1876, que
se inicia con la siguiente afirmación a tomar como premisa:
114
ROBIN, Paul. Dégénérescence de l’espèce humaine; causes et remèdes. Bulletins
de la Société d’Antropologie de Paris. Vol. 6 (1). 1895, pp, 426-427.
115
ROBIN, Paul. Dégénérescence de l’espèce humaine…, p.432.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 109

“Darwin, formulando el principio de lucha por la existencia y la


selección no sólo ha revolucionado la biología y la filosofía natural. La
posesión de tal principio ha permitido captar las leyes de la vida y de
la muerte de las naciones, que habían escapado a la especulación de los
filósofos”116.

Es evidente que Vacher toma al darwinismo social como secuela


natural de las teorías del naturalista inglés que, ciertamente y como
hemos visto, asume poco a poco y cada vez más tal consecuencia en
sus propios escritos. El capítulo segundo, que trata sobre las leyes de
la vida y muerte de las naciones comienza del siguiente modo:
“Es la selección la que, modificando sin cesar la composición de los
pueblos, hace emerger nuevos lechos y prepara en el seno mismo de las
masas los fenómenos determinantes de la vida y de la muerte, del creci-
miento y del declinar de las naciones. Esta propuesta es la tesis funda-
mental de la sociología darwinista, el credo de la escuela seleccionista.
La demostración vendrá más tarde como explicación de las leyes que voy
a exponer: esto es en cierto sentido la introducción de aquello. Las nacio-
nes nacen, viven y mueren como los animales o las plantas. Un pueblo,
una sociedad son como organismos, la sede de un incesante torbellino
vital”117.

Consideración que ha de llevar a adoptar medidas de salva-


guarda:
“La eugenesia debe entenderse, en efecto, en relación a la raza a la
que los individuos pertenecen. Es, si se desea, el punto de partida para
una sub-raza mejor dotada, que una selección continua podría diferen-
ciar y elevar cada vez más, pero a la que una sola mezcla imprudente
compromete, llamada por otro lado a desaparecer rápidamente por el
efecto de las restricciones de natalidad a las que expone siempre la supe-
rioridad social. Eugenesia y selección son así estrechamente correlativos
por esencia e independientes de la superioridad o inferioridad de la raza
en que se producen”118.

116
VACHER DE LAPOUGE, Georges. Les selections sociales. Thorin et fils. Paris.
1896, p.1.
117
VACHER DE LAPOUGE, Georges. Les selections sociales…, p. 61.
118
VACHER DE LAPOUGE, Georges. Les selections sociales…, p. 80.

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110 Antonio Martín Puerta

De todo ello señala un claro responsable:


“Es un postulado fácil de admitir, creo al menos, que en toda reli-
gión los ascetas, los monjes y monjas, los sacerdotes no constituidos en
casta hereditaria, se reclutan por selección entre el conjunto de creyen-
tes, y que la religiosidad de los elegidos es superior a la de la media. Los
criminalistas proponen suprimir la criminalidad impidiendo la repro-
ducción de los criminales. Las religiones que admiten el celibato traba-
jan así de modo inconsciente por su propia destrucción, impidiendo la
reproducción de los individuos de religiosidad ardiente”119.

Añade que el mundo antiguo había padecido poco de esos efec-


tos, mientras el cristianismo “ha nacido con un germen de muerte
que debía destruirlo fatalmente”. Una vez expuesta la deplorable si-
tuación actual pasará a tratar en el capítulo quince la selección sis-
temática, rechazando la utopía del progreso, en la línea pesimista
que ya observamos:
“El análisis de las selecciones sociales conduce en definitiva a con-
clusiones del más absoluto pesimismo. El futuro no es para los mejores,
sino para los mediocres. A medida que la civilización se desarrolla, los
beneficios de la selección natural se transforman en plagas descarnadas
tras la humanidad. Todo progreso aparente se paga con el capital de la
fuerza y la energía, de la voluntad y la inteligencia, y tal capital se ago-
ta. Es por ello que los grandes pueblos han desaparecido de la escena
del mundo, no dejando tras ellos sino ruinas, una página en la historia
y residuos que incluso no pueden ser empleados para constituir pueblos
nuevos”120.

Pero cabe una alternativa:


“De hecho la mayoría de las selecciones sociales pueden ser modi-
ficadas por la intervención de la voluntad humana. El empleo sistemáti-
co de la selección puede incluso cambiar en principio de grandeza esta
fuerza de muerte y retroceso”… “Para muchas personas de las clases in-

119
VACHER DE LAPOUGE, Georges. Les selections sociales…, p. 265- 266.
120
VACHER DE LAPOUGE, Georges. Les selections sociales…, p. 443.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 111

teligentes de América e Inglaterra, el seleccionismo se ha convertido en


asunto de fe y esperanza, la redención prometida de la humanidad” 121.

Recordando a continuación que “el seleccionismo científico no


proviene sino de Darwin y se ha desarrollado en su entorno inme-
diato”. Finaliza con propuestas que no quedan muy lejos del futuro
proyecto de Hitler, que con toda razón le admiraba:
“En cuanto a la debilidad congénita, tiene caracteres talmente
evidentes que la eliminación de individuos mal venidos se haría sin di-
ficultad”… “Las medidas coercitivas suponen de manera casi necesaria
una organización socialista, donde la función reproductora sería espe-
cializada, obligatoria como cualquier otro trabajo, y la educación de los
niños a cargo de la sociedad. Sólo en tales condiciones sería permitido a
los individuos la facultad de producir niños, imponiendo medidas pre-
ventivas, el aborto o incluso el infanticidio, según la idea de Platón. Sólo
también el mismo régimen permitiría imponer a las mujeres reconocidas
como más aptas una fecundidad regular e intensiva, y designar a los ele-
mentos masculinos destacados encargados de modo exclusivo de proveer
los materiales necesarios. Esta medida de proceder sería aproximada-
mente la adecuada al ideal seleccionista, pero tiene el defecto de ser fuer-
temente condicionante”122.

Para concluir:
“La selección sistemática parece el solo medio posible para escapar
de la mediocridad próxima y la decadencia final. Por difícil que pueda
parecer en la práctica, no debe contemplarse como imposible”123.

Vacher era un teórico y un político, pero ya se ha indicado que


las ideas eugenésicas habían ganado terreno en el mundo de la
ciencia, aunque no pocos objetaran que en absoluto pertenecían a
este campo, dada la cantidad de apriorismos, juicios de valor e in-
tromisiones ideológicas que conllevaban. En cambio Charles Richet
(1850-1935) fue un destacado científico, premio Nobel de Medicina
en 1913 y miembro de la Sociedad Francesa de Eugenesia que ex-
121
VACHER DE LAPOUGE, Georges. Les selections sociales…, p. 458-459.
122
VACHER DE LAPOUGE, Georges. Les selections sociales…, p. 475 y 488.
123
VACHER DE LAPOUGE, Georges. Les selections sociales…, p. 489.

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112 Antonio Martín Puerta

puso las opiniones más extremas en su libro La selección humana,


publicado en 1919. Un texto donde puede encontrarse la argumen-
tación de partida de la eugenesia: la selección natural es una ley que
debe ser reemplazada por otra, la artificial, dado el enorme grado
de decadencia de nuestras sociedades. Con toda claridad lo señala:
“Nuestra organización social es incompatible con la selección na-
tural. Sea. Dejemos la selección natural y tengamos el valor de efectuar
una selección social, más rápida, más eficaz que la selección natural”…
“Hoy el automatismo social tiende a anular el esfuerzo individual y, por
consiguiente, a atrofiar la inteligencia. Tendemos a no ser sino ciegos en-
granages de una inmensa máquina. Para sobrepasar el límite actual se
requiere un esfuerzo individual. Si no, toda civilización perecerá de ma-
rasmo y la evolución del espíritu humano va a pararse”124.

Por otro lado el racismo de Richet es abiertamente manifiesto


a los niveles más exagerados, efectuándose la propuesta eugenésica
precisamente con fines raciales:
“… habrá que practicar ya no más la selección individual, como
nuestros hermanos blancos, sino la selección específica, descartando
toda mezcla con razas inferiores”… “Se creará así un vasto imperio blan-
co, completamente distinto de los imperios amarillos y libre de toda mez-
cla con poblaciones negras. Ciertamente con dificultad se podrán impe-
dir las uniones libres; al menos se podrá volverlas raras, clandestinas, y
sustraerlas toda posibilidad de prosperidad y fecundidad” 125.

El procedimiento se explicitaba a continuación:


“Nuestras preocupaciones para eliminar de la humanidad futura
a los amarillos y a los negros parecerán notablemente singulares a mu-
chos de nuestros compatriotas. No conocen a penas salvo los bulevares
de París o los hoteles de Niza, y nuestros temores les parecen quiméricos.
Pero ha de mirarse más allá de los bulevares de París y los hoteles de
Niza. Hay vastas regiones donde una población de mediocre inteligencia
se encuentra en contacto con blancos; toda África, toda América, toda
Asia. Hemos de defendernos contra esta infiltración que amenaza per-

124
RICHET, Charles. La sélection humaine. Félix Alcan. Paris. 1919, pp.53 y 54.
125
RICHET, Charles. La sélection humaine. …, pp. 81 y 92.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 113

dernos. Ahora bien, la sola defensa eficaz es la prohibición absoluta del


matrimonio. Medida de salud pública, que ni es inhumana ni complica-
da. Una legislación uniforme promulgada por las grandes naciones eu-
ropeas nos dará la seguridad”126.

Para ello se requería actuar sin contemplaciones:


“La selección no será eficaz salvo siendo severa; y la severidad con-
siste en la eliminación de los malvados. Ahora bien, los malvados no van
a desaparecer por su propio gusto; se requerirá entonces una autoridad
para eliminarlos de la sociedad humana”127.

Recalcando los objetivos:


“Ahora bien, el hecho de pertenecer a una raza inferior constituye
una tara indeleble, absoluta y rigurosamente transmisible por herencia.
Y esta consideración es suficiente para eliminar a las razas negras y -con
menos certeza, lo reconozco- las razas amarillas”128.

Un objetivo que habría superado, y con mucho, las futuras as-


piraciones del propio nacionalsocialismo, pues la muy poco densa
África negra contaba en 1900 con unos 85 millones de habitantes. A
lo que habría de añadirse la población norteamericana de tal proce-
dencia racial, que era de unos 9 millones, más la de igual origen de
Suramérica, que sumaba aproximadamente otros 6 millones. Por su
parte los países con razas amarillas tenían en esas fechas unos 520
millones de habitantes.
No sería, ni mucho menos el único eugenista francés de seme-
jante nivel, pues Alexis Carrel (1873-1944) también había recibido
el premio Nobel de Medicina en 1912. En 1935 escribía:
“Es necesario efectuar una selección entre la masa de hombres ci-
vilizados. Sabemos que la selección natural no ha jugado su papel desde
hace mucho tiempo. Que muchos individuos inferiores han sido conser-
vados gracias a los esfuerzos de la higiene y la medicina. Que su multi-
plicación ha sido perjudicial para la raza. Pero no podemos prevenir la
126
RICHET, Charles. La sélection humaine. …, p.93.
127
RICHET, Charles. La sélection humaine. …, p.165.
128
RICHET, Charles. La sélection humaine. …, p.243.

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114 Antonio Martín Puerta

reproducción de los débiles que no son locos ni criminales. Ni suprimir a


los niños de mala calidad como se destruye en una camada de cachorros
los que presentan defectos. Hay un solo medio de impedir el desastroso
predominio de los débiles. Es desarrollar a los fuertes. La inutilidad de
nuestros esfuerzos para mejorar a los individuos de mala calidad ha lle-
gado a ser evidente. Más vale hacer crecer a aquellos de buena calidad.
Es fortificando al fuerte como se aportará una ayuda efectiva a los infe-
riores. La masa se aprovecha siempre de las ideas, de las invenciones de
la élite y de las instituciones creadas por ella. En lugar de nivelar, como
hoy hacemos con las desigualdades orgánicas y mentales, las exagerare-
mos y construiremos más grandes personalidades. Es necesario abando-
nar la idea peligrosa de restringir a los fuertes, elevar a los débiles y así
hacer pulular a los mediocres”129.

Pasa a exponer a continuación:


“En efecto, el reparto de la población de un país en diferentes clases
no es efecto del azar ni de convenciones sociales. Tiene una base biológi-
ca profunda. Pues depende de las propiedades fisiológicas y mentales de
los individuos”130.

Pero indica que “un nuevo ideal se eleva en el horizonte”:


“La eugenesia puede ejercer una gran influencia sobre el destino de
las razas civilizadas. En verdad no se regulará jamás ni la reproducción
de los hombres ni la de los animales. Será, no obstante, posible impedir
la propagación de los locos y los débiles de espíritu. Quizá podría impo-
nerse a los candidatos al matrimonio un examen médico, como se hace
para los jóvenes soldados y empleados de hoteles, hospitales y grandes
almacenes. Pero los exámenes médicos no ofrecen sino la ilusión de segu-
ridad. Hemos aprendido su valor leyendo los informes contradictorios de
expertos legales ante los tribunales. Parece por tanto que la eugenesia,
para ser útil ha de ser voluntaria. Por una educación apropiada se podría
hacer comprender a los jóvenes a qué desgracias se exponen casándose
con familias donde existen la sífilis, el cáncer, la tuberculosis, la neurosis,
la locura o la debilidad mental. Tales familias deberían ser consideradas
por ellos tan poco deseables como las familias pobres. Son en realidad

129
CARREL, Alexis. L´Homme, cet inconnu. Plon. Paris. 1935, p. 359.
130
CARREL, Alexis. L´Homme, cet inconnu. … p. 361.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 115

más peligrosas que las de los ladrones o las de los asesinos. Ningún cri-
minal causa desdichas tan grandes como la introducción en una raza de
la tendencia a la locura. La eugenesia voluntaria no es irrealizable”131.

Proponiendo el ejemplo de las leyes de la naturaleza que falsa-


mente se interpreta como expresión de una ley natural:
“Casi todos los males del hombre se deben a su constitución orgáni-
ca y mental y, en gran medida, a su herencia. En verdad quienes portan
un fardo ancestral demasiado pesado de debilidad mental o de cáncer
no deben casarse. Ningún ser humano tiene el derecho de aportar a otro
una vida de miseria. Y menos aún de procrear hijos destinados a la desdi-
cha. De hecho la eugenesia exige el sacrificio de muchos individuos. Esta
necesidad, que volvemos a encontrar por segunda vez, parece la expre-
sión de una ley natural. Muchos seres vivos son sacrificados por la natu-
raleza a otros seres vivos en cada instante. Conocemos la importancia
social e individual de la renuncia”132.

Para llegar a la siguiente conclusión final:


“La eugenesia voluntaria conduciría no sólo a la producción de in-
dividuos más fuertes, sino también de familias donde la resistencia, la
inteligencia y el valor serían hereditarios. Estas familias constituirían
una aristocracia, de la que saldrían probablemente los hombres de élite.
La sociedad moderna debe mejorar la raza humana por todos los me-
dios posibles…El establecimiento por la eugenesia de una aristocracia
biológica hereditaria sería una etapa importante hacia la solución de los
grandes problemas de la hora presente”133.

Acerca de Carrel no pueden desconocerse ciertos datos, uno de


ellos que trabajó en Estados Unidos entre 1906 y 1938 en el Roc-
kefeller Institute for Medical Research, habiéndose ya aludido a las
ideas y vinculaciones de dicha institución durante esos años, lo que
seguramente explica sus posiciones en materia eugenésica. Por otro
lado regresó al catolicismo en 1939, siendo polémica después su co-
laboración con el gobierno de Vichy dirigido por el mariscal Pétain.

131
CARREL, Alexis. L´Homme, cet inconnu. … p. 364.
132
CARREL, Alexis. L´Homme, cet inconnu. … p. 365.
133
CARREL, Alexis. L´Homme, cet inconnu. … p. 367.

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CAPÍTULO 9
LAS IDEAS EUGENÉSICAS EN ITALIA

Por razones evidentes, tanto de sustrato humano y cultural,


como también de presencia del catolicismo, no iba a resultar Italia
un país con proclividad para la aceptación de las propuestas eu-
genésicas. No obstante el caso italiano es del mayor interés, pues
muestra cómo una variación en la línea ideológica tuvo su corres-
pondiente repercusión en el modelo eugenésico propuesto, confir-
mándose así el estrecho vínculo de tal corriente con lo político. Pero
incluso en medio de apologistas de la corriente nacionalsocialista,
hubo un límite nunca franqueado, y que es la clave para determinar
si la eugenesia en sentido estricto era o no admitida. Se trata, claro
es, de la admisión de las medidas propias de la eugenesia negativa,
con sus secuelas de otorgamiento al estado de capacidad para la se-
gregación o esterilización de individuos considerados como ineptos
para la procreación. Lo que no tendría lugar en Italia. Aun cuando
para el desarrollo de la eugenesia no faltaron algunos antecedentes
conexos, como un fuerte nacionalismo vinculado a su reciente cons-
titución histórica como país, o la nueva forma política tras la llegada
del fascismo al poder. Pero la eugenesia en Italia no iba a desarro-
llarse en terreno particularmente favorable.
Sin formar parte del movimiento eugenista, la antropología cri-
minal del ya aludido Cesare Lombroso (1835-1909), profesor en la
universidad de Turín, manejaba argumentaciones frecuentemente

117

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118 Antonio Martín Puerta

utilizadas por las publicaciones eugenésicas. La vinculación entre


la criminalidad y sus fundamentos biológicos era parte esencial de
dichas corrientes a la hora de proponer medidas segregadoras de
cierto tipo de elementos sociales, considerados como poseedores de
innatas e incorregibles proclividades hacia la fechoría y la maldad.
Se ha argumentado que el método científico seguido por Lombroso
no resultaba excesivamente estricto ni coherente con el positivis-
mo de que hacían gala tanto él como su escuela, y efectivamente sus
obras manifiestan obvios prejuicios. Efectivamente en obras como
El crimen: Sus causas y remedios, de 1899, pasa revista a la tendencia
al homicidio en las distintas áreas de Italia, presentando, como ya se
indicó, un sur particularmente más criminoso que el norte del cual
él mismo procedía -era natural de Verona, en el Véneto-, sin dejar de
añadir el siguiente comentario:
“Se trata entonces de elementos orientales (excluidos los griegos) a
los que Italia debe la frecuencia del homicidio en Calabria, Sicilia y Cer-
deña; mientras su existencia en menor número, como en Lombardía, se
debe a la gran importancia de lo teutónico en la población. El efecto de
la raza ha de verse claramente en ciertas localidades cuyos habitantes
difieren étnicamente en el entorno de población, y donde la frecuencia
o infrecuencia relativa del crimen coinciden con la diferencia racial”134.

A lo que añade la siguiente tabla de crímenes por cada 100.000


habitantes: Reino Unido, 5,6; Alemania 5,7; Francia y Bélgica, 18; Aus-
tria, 25; España, 74 e Italia, 96135. Considera que las altas temperatu-
ras son determinantes en la existencia de crímenes y de la inmorali-
dad, lo que le permite efectuar un repaso de las localidades del sur
de su país, sin llegar a la lógica conclusión de que el calor, por tanto,
debería ser considerado como un eximente y el frío como un agra-
vante. Por otro lado la ya mencionada obra El hombre delincuente de
1876 da a luz la teoría del criminal nato, a lo que seguiría una notable
cantidad de descripciones gráficas incluidas en láminas llenas de in-
dividuos de aspecto patibulario ante los que al propio san Francisco
134
LOMBROSO, Cesare. Crime: Its Causes and Remedies. Little Brown and
Company. Boston. 1911, p. 28.
135
LOMBROSO, Cesare. Crime: Its Causes and Remedies… p. 99.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 119

de Asís le habría resultado difícil situarse sin prevenciones. Método


que alcanza la caricatura, y que sería ampliamente utilizado por los
eugenistas, habiendo sido ya recalcada previamente la necesidad de
poner coto a los procesos de degeneración biológica.
Curiosamente sería Ettore Levi (1880-1932) -de origen judío,
como también lo era Lombroso-, quien se hallaría entre los ante-
cedentes más notables de la eugenesia en Italia, proponiendo el
control de la natalidad, aunque lejos de ciertas medidas coercitivas
propias de la eugenesia negativa como la esterilización o la segrega-
ción. Levi, de procedencia izquierdista, aunque hoy pueda resultar
paradójico, se integró inicialmente sin problemas dentro de las es-
tructuras del nuevo régimen fascista, lo que requiere de una previa
reflexión aclaratoria acerca de la naturaleza de éste, vista su evolu-
ción última y las relaciones de la eugenesia con la política. Siendo
común la confusión de fascismo con nacionalsocialismo, es preci-
so recalcar que la primera fase del régimen fascista -hasta 1936-,
resultaba esencialmente poco identificable con el futuro proceso
alemán. El fascismo se componía de un aluvión de gentes proceden-
tes de izquierda y de derecha, incluidos liberales radicales de línea
garibaldina y socialistas extremos, como lo era en origen el propio
Mussolini. Había una mayoría de católicos coexistiendo con otros
que ni remotamente querían oír hablar de influencias de la Iglesia.
Se encontraban monárquicos y antimonárquicos, como dentro del
Partido Nacional Fascista aparecía cualquier cosa posible. Lo que
requería de una fuerte personalidad que unificara tan dispares ten-
dencias, a la vez que generaba una falta de homogeneidad y de po-
sible ideología medianamente coherente. Lo que en cambio le daba
una enorme ventaja: la comodidad de poder ser fascista a la carta,
manteniendo las ideas propias solo condicionadas a la exaltación
del Duce y a la fe en la grandeza de Italia. Entendida por cada uno
a su manera, por supuesto. Un producto específicamente italiano,
enormemente popular, con notable reconocimiento internacional
-Italia era además país vencedor en la Gran Guerra- y con mucho de
trampantojo diseñado para enmarcar la apoteosis de su creador, un
auténtico condottiero; pero también con obras de calado y con no-

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120 Antonio Martín Puerta

table apoyo social. Y que en 1929 tras la firma de los Pactos Latera-
nenses había puesto fin a la querella entre el estado italiano y la San-
ta Sede, lo que le incrementó su reconocimiento entre los católicos
y produjo un acercamiento con el Vaticano. Que por otra parte no
andaba con remilgos a la hora de denunciar el intervencionismo es-
tatal en documentos tales como las encíclicas Non abbiamo bisogno
y Quadragesimo anno de 1931. Se trataba además de una dictadura
no particularmente inclemente en su primera época, y por natura-
leza bien dispar del nacionalsocialismo, a cuyo jefe Mussolini des-
preciaba y ocultamente temía. Pero con quien prefería mantener-
se a distancia, e incluso apoyando la independencia de Austria en
1934 frente al intento de golpe de estado nazi en la Viena de 1934,
que concluyó con el asesinato el día 25 de julio del canciller católico
Engelbert Dollfuss, a quien el Duce había sostenido. En su discurso
de 6 de septiembre de 1934 a los fascistas de Bari calificaba a los
alemanes como “gente que ignoraba la escritura con la que redactar
los documentos de la propia vida, en la época en que Roma tenía a
César, Virgilio y Augusto”. La prensa fascista indicaba la reacción de
los asistentes: “Acclamazione altissime”. Mejor tener a una Austria
frágil e independiente de vecina que verse obligado a tratar con el
imprevisible y mesiánico Führer, máxime cuando Italia había arre-
batado los territorios del Tirol del Sur de población alemana, algo
que con seguridad se encontraría en la agenda del canciller.
Pero las cosas empezaron a cambiar drásticamente en 1936
tras la conquista de Abisinia por Italia. Inglaterra, afectada en el
control de la ruta a la India, se separó del antiguo aliado, y a Musso-
lini sólo le quedó en Europa un posible socio: Hitler. Lo que genera-
ría una segunda fase del fascismo, de carácter diferente. Se empe-
zaron a promulgar leyes raciales a partir de noviembre de 1938 y
a divulgar teorías nacionalsocialistas, que incluían la exigencia de
una fuerte selección sobre la población, con argumentos de carácter
cuando menos distante hacia lo católico, de modo que el régimen
empezó a cobrar un aspecto distinto. No obstante, y entre 1922 y
1936, el fascismo se mantuvo dentro de unos formatos que le logra-
ron un reconocimiento internacional que hoy, juzgando desde los

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 121

acontecimientos posteriores, a muchos resulta difícil llegar a captar.


Tales consideraciones previas son básicas para poder entender lo
sucedido en Italia con las propuestas eugenésicas, pues ya se ha in-
dicado la vinculación de estas con proyectos políticos. Y desde 1936
la línea política fascista se reorientaba.
El Comité Italiano para Estudios de la Eugenesia se crea en
1912, teniendo una corta vida de dos años, pero en él aparece ya
una de las personalidades que encontraremos de modo constante,
Corrado Gini (1884-1965), destacado biólogo y catedrático de es-
tadística, creador del conocido índice para medir las desigualda-
des, además de interesado en las cuestiones de población. Sobre
su ideario baste referir que en 1925 había firmado el Manifiesto de
los Intelectuales del Fascismo, junto con personalidades como Ma-
rinetti, Giovanni Gentile, Curzio Malaparte, Ardengo Soffici o Luigi
Pirandello. Había también publicado en marzo de 1927 en Political
Science Quarterly el artículo La base científica del fascismo, y durante
los años en que Mussolini se encontraba intentando crear las bases
del nuevo sistema corporativo, el contacto entre ambos sería suma-
mente frecuente. Algo lógico dada la necesidad de conocer la estruc-
tura social y económica del país de cara a lo que luego llegaría a ser
la Cámara de las Corporaciones, sustitutiva del parlamento tradicio-
nal. Gini sería uno de los eugenistas más notables, pero se decanta-
ba por las medidas de la eugenesia positiva, y nunca se adhirió a los
criterios racistas que cobrarían forma legal desde 1938.
En marzo de 1919 se creó la Sociedad Italiana de Genética y
Eugenesia, presidida por el ginecólogo Ernesto Pestalozza (1860-
1934) con Gini como vicepresidente, celebrándose el Primer Con-
greso Italiano de Eugenesia Social en septiembre de 1924. Lo que ya
puso desde el principio sobre la mesa la dificultad de asumir los pos-
tulados de la eugenesia negativa y segregadora. Para uno de los más
notables asistentes, Leonard Darwin, era evidente que ambos as-
pectos conformaban una verdadera eugenesia, pero esa no iba a ser
la corriente dominante en Italia. Ni siquiera la base científica en am-
bas interpretaciones era la misma: en general franceses e italianos

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122 Antonio Martín Puerta

se basaban en las derivaciones de los criterios de Lamarck, mien-


tras anglosajones, alemanes y escandinavos razonaban a partir de
las teorías darwinistas. De modo que estos últimos contemplaban
a los primeros desde el escepticismo y la distancia. La base latina y
católica seguía generando posturas distintas de las procedentes de
áreas germánicas y protestantes, que para esta cuestión serían las
dominantes. De hecho en 1925 se creó la Federación Internacional
de Organizaciones Eugenésicas (IFEO), cuyo primer presidente se-
ría Leonard Darwin, siguiéndole Charles Davenport y Ernst Rüdin,
lo que deja bien en claro cuál era la tendencia que prevalecía.
Otra notable personalidad de la eugenesia italiana sería el endo-
crinólogo Nicola Pende (1880-1970), lamarckiano, católico y miem-
bro del Partido Nacional Fascista desde los primeros tiempos. Segui-
ría la línea de Gini tanto en lo político -corporativismo- como en su
visión eugenésica positiva, a partir de la regeneración de la base racial
italiana, sin necesidad de caer en medidas discriminatorias o en pro-
puestas de esterilización. Pero hay otra personalidad notable e ines-
perada en el mundo de la eugenesia italiana; se trata del franciscano
y médico Agostino Gemelli (1978-1959), socialista en su juventud y
fundador de la universidad católica del Sacro Cuore de Milán en 1921,
un año antes de la llegada del fascismo al poder. Sería Gemelli, junto a
Gini y Pende, uno de los más significados defensores de la eugenesia
positiva, y una notable personalidad del mundo intelectual católico.
Desde luego el Segundo Congreso Italiano de Genética y Eugenesia,
celebrado en 1932, manifestaría criterios bien distintos de los do-
minantes en el IFEO. Posiciones irreductiblemente contrarias que
se renovarían en el Congreso sobre la Población que se celebraría en
Berlín entre agosto y septiembre de 1935. Los delegados alemanes
añadirían además su tono impositivamente propagandístico y racis-
ta, dando lugar a un hecho significativo: el delegado de The Eugenics
Review, D. W. Glass, además de informar sobre los datos aportados,
tales como la notable disminución del número de abortos en Alema-
nia y otras cuestiones, añadía el siguiente comentario: “Tengo poco
que ver con las fantasías raciales de los delegados alemanes”. Algo
que pudo igualmente percibir en delegados de Austria y Suecia, y que

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 123

le parecían impropias de un congreso científico. Era claro que el ra-


cismo biológico y su concepto eugenésico estaban empezando a so-
brepasar las expectativas de incluso los clásicos defensores anglosa-
jones de la eugenesia136. Y que en esta se estaban planteando ya varias
líneas: la de pura eugenesia positiva, propia de italianos y franceses
más algunos españoles y otros latinos; la clásica anglosajona; la es-
candinava incluyendo la eugenesia negativa, y finalmente la influida
por el nacionalsocialismo, con fuerte componente racista que llevaba
a espacios antes no previstos137.
Que la cuestión empezaba a ser considerada como importan-
te lo prueba la convocatoria del II Congreso Internacional de Médi-
cos Católicos en Viena, celebrado entre el 28 de mayo y el 2 de junio
de 1936 en Viena. El lugar elegido no era casual, pues Austria tenía
en ese momento como canciller a Kurt von Schuschnigg, sucesor
del asesinado Engelbert Dollfuss, y procedente como él del Parti-
do Social Cristiano. La constitución política impuesta por Dollfuss
era lo más próximo posible a un texto confesional, y el partido úni-
co dominante -una coalición en realidad-, el Vaterländische Front,
o Frente Patriótico, señalaba constantemente como inspiración sus
principios católicos y la oposición al nacionalsocialismo y a sus in-
tentos de engullir a Austria. En lo que hasta 1936, como se ha di-
cho, tuvo un claro apoyo de Mussolini. Frente a las exaltaciones del
neopaganismo en Alemania, las también enormes concentraciones
convocadas por el Vaterländische Front se iniciaban con una misa
de campaña, presidida siempre la masa de militantes por un enor-
me crucifijo. Pero aunque formalmente se trataba de un congreso
médico, las cuestiones principalmente tratadas fueron la eugenesia
y la esterilización. El congreso sería inaugurado en nombre de Pío
XI por el cardenal Theodor Innitzer, desde 1932 arzobispo de Vie-
na, que en 1929 había sido ministro de Asuntos Sociales. Entre los
136
GLASS, D. W. “The Berlin Population Congress and Recent Population
Movements in Germany”. The Eugenics Review. 1935. Oct. 27(3), pp. 207-212.
137
Sobre la eugenesia y el fascismo ver TURDA, Marius y GILLETTE, Aaron. Latin
Eugenics in Comparative Perspective. Bloomsbury Academic. London, New Delhi, New
York, Sidney.2014, pp. 87-101. El texto ofrece además una visión general de las teorías
eugenésicas en otros países de cultura latina.

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124 Antonio Martín Puerta

principales asistentes se encontraban Agostino Gemelli, el jesuita


Michel Riquet (1898-1993), enviado por el Osservatore Romano, el
polaco Dr. Lami y el Dr. Octave Pasteau (1870-1957), eminente mé-
dico francés. La prensa católica informaba que “el Congreso expon-
drá en sus sesiones el primer día opiniones sobre el tema eugenesia
y esterilización”, añadiendo sobre ésta que “es un punto central que
la moral católica rechaza”138. Efectivamente los asistentes trataron
ampliamente la cuestión, siendo ampliamente recogida la interven-
ción del rector de la universidad del Sacro Cuore, Agostino Gemelli,
que en un claro intento de reforzar la vinculación del régimen italia-
no con los principios morales católicos, comentó:
“Nuestro gobierno en los últimos diez años ha creado muchas de
las previstas instituciones sociales de verdadera defensa de la sociedad;
para los delincuentes ha actuado con medidas de seguridad sin contem-
placiones; para los sicópatas y aquellos con cargas hereditarias hay un
creciente número de instalaciones de salud y de ayuda social; para los
débiles y enfermos ayudas a madres y a niños. Y así el gobierno fascista
italiano, en reconocimiento de que el fundamento de la sociedad huma-
na, tal como en el Concordato se prefiere, es sobre la base de la familia
cristiana desde la que se adoptan las precauciones y normas sociales…
Más aún: se deberá recordar que en el terreno de los estudios sobre lo he-
reditario la ciencia italiana y sus biólogos, médicos, estadísticos y siquia-
tras, tanto en sus publicaciones como en sus asambleas han manifestado
la poca utilidad de la esterilización preventiva”.
Pasando a continuación a rechazarla en virtud de los principios
cristianos139. Había sido sin duda la principal de las intervencio-
nes, aunque no faltaron otras en el mismo sentido. Curiosamente el
diario católico vienés informaba el 30 de mayo sobre la interven-
ción del jesuita P. Arrupe como representante de España -donde la
Compañía de Jesús se encontraba prohibida por la República-, co-
mentando que la mejor higiene racial consistía en evitar la guerra,
y desmintiendo que la Iglesia católica hubiera nunca defendido la
esterilización, de lo que no hay rastro en la doctrina católica.

138
Reichspost, 29 de mayo de 1936, p. 2.
139
Reichspost, 30 de mayo de 1936, p. 6.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 125

No obstante ya se ha indicado que la nueva orientación política


del fascismo se dirigía hacia una mayor cercanía con el Reich ale-
mán, lo que tendría sus consecuencias. En el orden internacional el
Duce dejaría de sostener a Schuschnigg en marzo de 1938, sin opo-
nerse a la anexión de Austria por Alemania. En el orden interno se
promulgarían las leyes racistas y tendría lugar el crecimiento dentro
del Partido Nacional Fascista de la tendencia progermana. Lo cierto
es que la línea de eugenesia meramente positiva de Pende, Gemelli y
Gini vino a quedar postergada, cuando menos en términos de iden-
tificación más o menos oficiosa del sistema con ellos, cobrando cada
vez mayor repercusión la línea racista y cercana a los criterios del
nacionalsocialismo. Aunque ha de decirse que el régimen fascista
tampoco pondría en práctica medidas similares a las de Alemania,
Estados Unidos o los países escandinavos.
Mas también el racismo vendría a generar reticencias. Entre
los racistas italianos destacaría Giulio Cogni (1908-1983), que en su
obra Il Razzismo de 1937 venía a recrear la argumentación de Alfred
Rosenberg (1893-1946), condenada por Roma como anticristiana
y exaltadora del paganismo. De modo que con fecha 9 de febrero de
1934 la Congregación del Santo Oficio hacía pública la inscripción
en el Índice de Libros Prohibidos de El mito del siglo XX, de dicho au-
tor140. Vista la situación de la Iglesia católica en el Reich alemán, de
continuo conflicto alentado por gentes como Rosenberg, era eviden-
te que la divulgación de tales principios no iba a tener mejor acogida
para el caso de Italia. De modo que nada más aparecer el libro de su
discípulo, con meteórica velocidad pasó a poderse leer en la publi-
cación vaticana la siguiente decisión del Santo Oficio141:
DECRETUM DAMNATUR
Consultorum voto, damnarunt atque in indicem librorum prohibi-
torum inserendum mandar un t librum qui inscribitur : G . COGNI, Il ra-
zzismo, Milano-Parigi, 1937.

140
Acta Apostolicae Sedis. 9 de febrero de 1934, p. 93.
141
Acta Apostolicae Sedis. 19 de junio de 1937, p. 306.

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126 Antonio Martín Puerta

Estaba claro lo que el Vaticano opinaba sobre las teorías racistas, conside-
radas igualmente por la mayoría de los italianos como algo estrafalario e
inaplicable. Pero que implicó ciertas consecuencias. El 5 de agosto de 1938
un grupo de profesores italianos publicaba lo que denominaron El mani-
fiesto de la raza, que incluía las siguientes afirmaciones: hay razas impor-
tantes y menores; el concepto de raza es puramente biológico; la mayoría
de la población italiana es de origen ario; existe una raza italiana; es el mo-
mento de que los italianos se proclamen racistas; los judíos no pertenecen
a la raza italiana; finalmente: los caracteres físicos y sicológicos puramente
europeos de los italianos no deben ser alterados en modo alguno. Lo que
precedería a la regulación de 17 de noviembre de 1938, primera norma ra-
cista emitida en Italia. Ambos textos generarían declaraciones contrarias
de Pío XI. No obstante, como se ha indicado, incluso en la revista La difesa
della razza -en cuyo primer número se reproducía el aludido manifiesto- se
percibían posturas no idénticas, aunque se rechazaba la herencia de La-
marck, situándose en favor del darwinismo. Si bien incluso entre los más
entusiastas partidarios de la aproximación a la cosmovisión nacionalsocia-
lista no se defendió la aplicación de procesos de esterilización.
Resulta de interés, entre las poco unánimes opiniones de los
fascistas ante la eugenesia, la de uno de ellos, Julius Evola, alguien
que habiendo sido poco influyente durante el ventennio, sería luego
faro intelectual del neofascismo. Gnóstico y aficionado a las formu-
laciones esotéricas, no consideraba que las posiciones puramente
biológicas del racismo fuesen un acierto, entendiendo que se tra-
taba de una postura materialista. Por el contrario entendía que la
búsqueda de la pureza racial desde un punto de vista biológico es-
taba condenada al fracaso por ignorar el componente espiritual, de
modo que podría darse por ello una grave decadencia a pesar de ha-
berse conseguido el dominio del prototipo físico deseado, que sería
un hombre artificial. Bien es cierto que su concepción de lo espiri-
tual estaba teñida de ocultismo, gnosis y elitismo, síntesis en la que
llegó a ser un destacado referente. Sobre su ideario, y con motivo
de la aparición en enero de 1927 de la revista Ur, ya había recaído
la siguiente demoledora crítica efectuada por Giovanni Montini, el
futuro Pablo VI, que demostró su agudeza en la reseña que puede
leerse en la revista Studium, 6, de 1928.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 127

“Viene a la luz Ur, la nueva revista de ciencias esotéricas. El profe-


sor Evola, con otros compañeros, es ahí el astrólogo principal. Aunque
esta viene en consecuencia a alentar ciertas extrañas formas de cerebra-
lismo y de neurastenia, de intenso cultivo de la incomprensión, de meta-
física de la oscuridad, de criptología de la expresión, de preciosismo seu-
domístico, de cabalísticas fascinaciones mágicamente evaporadas de las
refinadas drogas de la erudición oriental, que pretenden crear de nuevo
la confusión de la lengua…Convincente para demostrar cómo el abuso
del pensamiento y de la palabra en la desintegración de la sabiduría tra-
dicional, satisface de aberraciones retóricas, de recreaciones fanáticas y
de magias supersticiosas a los insubordinados frente a la verdad y a los
sedientos del misterio”.

Una crítica válida también para no pocos ilusionistas del inte-


lecto, dados a cobijarse en ininteligibles arcanos desde los que in-
tentan afectar una ficticia superioridad.
No obstante las medidas eugenésicas se encontraban con una
seria barrera, particularmente en Italia y otros países de influencia
católica: se trataba del criterio emitido por Pío XI en la encíclica Cas-
ti connubii de 31 de diciembre de 1930. En efecto, el punto 24 se
expresaba así;
“Por último, ha de reprobarse una práctica perniciosa que, si direc-
tamente se relaciona con el derecho natural del hombre a contraer ma-
trimonio, también se refiere, por cierta razón verdadera, al mismo bien
de la prole. Hay algunos, en efecto, que, demasiado solícitos de los fines
eugenésicos, no se contentan con dar ciertos consejos saludables para
mirar con más seguridad por la salud y vigor de la prole -lo cual, desde
luego, no es contrario a la recta razón-, sino que anteponen el fin euge-
nésico a todo otro fin, aun de orden más elevado, y quisieran que se pro-
hibiese por la pública autoridad contraer matrimonio a todos los que,
según las normas y conjeturas de su ciencia, juzgan que habían de en-
gendrar hijos defectuosos por razón de la transmisión hereditaria, aun
cuando sean de suyo aptos para contraer matrimonio. Más aún; quieren
privarlos por la ley, hasta contra su voluntad, de esa facultad natural que
poseen, mediante intervención médica, y esto no para solicitar de la pú-
blica autoridad una pena cruenta por delito cometido o para precaver
futuros crímenes de reos, sino contra todo derecho y licitud, atribuyendo

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128 Antonio Martín Puerta

a los gobernantes civiles una facultad que nunca tuvieron ni pueden legí-
timamente tener. …. Además de que los gobernantes no tienen potestad
alguna directa en los miembros de sus súbditos; así, pues, jamás pueden
dañar ni aun tocar directamente la integridad corporal donde no medie
culpa alguna o causa de pena cruenta, y esto ni por causas eugenésicas ni
por otras causas cualesquiera”.

Habiéndose indicado en el punto previo sobre el aborto


eugenésico:
“Todavía hay que recordar, Venerables Hermanos, otro crimen gra-
vísimo con el que se atenta contra la vida de la prole cuando aún está
encerrada en el seno materno. Unos consideran esto como cosa lícita que
se deja al libre arbitrio del padre o de la madre; otros, por lo contrario, lo
tachan de ilícito, a no ser que intervengan causas gravísimas que distin-
guen con el nombre de indicación médica, social, eugenésica”. 

La reacción de The Eugenics Review sería rotundamente hostil,


criticando la no aceptación del aborto eugenésico ni siquiera cuan-
do el embarazo pusiera en riesgo la vida de la madre, iniciándose así
el texto:
“En esta, la Casti connubii, el Papa presenta un intransigente ulti-
mátum no solo hacia los eugenistas sino a todos los que buscan ordenar
sus propias cuestiones a la luz de la ciencia y el juicio humano. Es un de-
safiante retorno al medievalismo y de lejos la más osada de las recientes
aseveraciones papales”142.

Pero además las medidas imitativas de los procesos eugené-


sicos de Alemania y Estados Unidos se enfrentaban en Italia con
un muro legal. En efecto, el Código Penal fascista de 1931, conoci-
do como Código Rocco, en recuerdo de su promotor, el ministro de
Justicia Alfredo Rocco, prohibía expresamente las medidas contra
la procreación. En el Título X del Libro II se penalizaba no sólo el
aborto, sino que el artículo 552 sancionaba cualquier otra medida
contra la procreación, que conllevaría una pena de entre seis me-
ses y dos años de reclusión, además de multa de entre cincuenta mil

142
“On Catholicism”. The Eugenics Review. 1931 Abril 23(1), pp. 41-45.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 129

y doscientas mil liras. En evitación de apologías de tales prácticas,


el artículo 553 del código indicaba que sería penado con reclusión
de hasta de un año de duración, añadiendo hasta cuatrocientas mil
liras de multa, cualquiera que incitase a prácticas contra la procrea-
ción o efectuase propaganda en tal sentido. Se trataba de un códi-
go generado durante la primera fase del fascismo, mientras que las
imitaciones del nacionalsocialismo vinieron a cobrar fuerza desde
1936, en la segunda etapa del régimen. No obstante los apologistas
de la línea eugenésica germana, ya fuera por cuestión de distancias
en tal aspecto o bien por cautelosa prudencia ante lo previsto por
la norma vigente, no defendieron las formas radicales de eugenesia
negativa aplicadas en los países indicados, y ahora ya también en
Escandinavia y Suiza. Ha de decirse que esos criterios se mantuvie-
ron legalmente vigentes hasta 1978143.
El caso italiano confirma la necesidad de vincular los concep-
tos de política y de eugenesia. Como hemos visto hubo una orienta-
ción científica prevaleciente hasta 1936 y otra, forzada artificiosa-
mente desde el poder, vinculada a las necesidades de reorientación
del régimen. De ese modo se pasó del lamarckismo al darwinismo
por puras y exclusivas razones de coherencia política. Lo que mues-
tra también las arbitrariedades a que son dados los regímenes de
tendencias totalitarias, y ello aunque la capacidad y la profundidad
del fascismo en tal campo fueran tan inferiores a las de los modelos
nacionalsocialista y comunista.

143
Una detallada perspectiva sobre la eugenesia en Italia aparece en CASSATTA,
Francesco. Building the New Man. Eugenics, Racial Science and Genetics in Twentieth-
Century Italy. Central European University Press. Open Edition Books. 2013.

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CAPÍTULO 10
LAS PRÁCTICAS EUGENÉSICAS
EN SUIZA Y ESCANDINAVIA

El mapa de la inicial legislación eugenésica no deja lugar a de-


masiadas dudas en cuanto a su trasfondo. Se trata de un proyecto
nacido en la Inglaterra anglosajona y protestante, trasladado a los
Estados Unidos -con iguales características originarias-, asumido
legislativamente en la Escandinavia luterana y de raíz germánica y
finalmente aplicado en dimensiones inesperadas en otro país igual-
mente germánico y mayoritariamente protestante, Alemania. Todo
ello con algunas llamativas excepciones, como el hecho de que Hit-
ler proviniera de un país católico y se asentara en Baviera, estado de
minoritaria presencia luterana. En cualquier caso, y sin dejar de re-
conocer debidamente las excepciones, parece evidente que no pue-
de eludirse el establecer una fuerte correlación entre dichos datos.
Una de tales excepciones fue curiosamente Holanda, en la que
no faltaron eugenistas como el siquiatra Klaas Herman Bouman
(1874-1947) o Marie Anne van Herwerden (1874-1934). No obs-
tante, en general, los eugenistas holandeses se situaron a distancia
del racismo y de lo que sucedía en Alemania, no defendieron la es-
terilización obligatoria y más bien se centraron en la eugenesia po-
sitiva. Su presencia en las organismos internacionales eugenésicos
tampoco fue sino marginal, y dicha corriente tuvo en aquellas déca-
das poca aceptación. Era Holanda por otra parte un país en el que el

131

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132 Antonio Martín Puerta

puritanismo calvinista había tenido una influencia notable. Wences-


lao Fernández Flórez en su libro de viajes de 1932 La conquista del
horizonte describe así al país: “Una prohibición oficial impide bailar
los domingos; los cabarets -tranquilos lugares de meditación- se
cierran inexorablemente a las doce en punto de la noche; a partir de
las siete de la tarde, la hora de la comida, las calles están desiertas;
en su hogar, confortable, el holandés, rodeado de su familia, parape-
tado detrás de un periódico, el puro en la boca, se aburre conforme a
lo que ordenan treinta y tantas religiones… En las fronteras del país
debiera anunciarse: Holanda: Nación para familias y señores forma-
les de más de cincuenta años. Abierta de ocho de la mañana a seis
de la tarde. Se prohíbe bailar los domingos”. Por lo menos en esas
fechas no parece que fuera un lugar apropiado para los proyectos
que aquí se tratan144.

La eugenesia en Suiza

Aunque uno de los más destacados eugenistas suizos fuese Otto


Schlaginhaufen (1879-1973), adherido al ideario alemán de higiene
racial, y fuera originario de la parte germánica del país, sería en su
parte francófona donde tendría lugar el primer antecedente euro-
peo de prácticas esterilizadoras. Y sería del cantón de Vaud, predo-
minantemente francófono, de donde provendría la personalidad
más influyente de la eugenesia suiza, Auguste Forel (1848-1931),
miembro del Partido Socialdemócrata de su país. Es decir que, como
muchos otros socialdemócratas europeos de la época, compartía la
aspiración a la redención de la sociedad por la vía de las reformas
sociales, la educación y la exclusión de elementos inválidos para el
desarrollo de tal proyecto. Su memoria sería llorada en el The Euge-
nics Review de diciembre de 1937, si bien lamentando que se había

144
Sobre la eugenesia en Holanda y sus colonias, ver el aludido texto BASHFORD,
Alison & LEVINE, Philippa. The Oxford Handbook of the History of Eugenics…pp.
347-362.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 133

quedado a medio camino en la verdad que defendía al escribir su


propia oración fúnebre y habiendo pedido un funeral cristiano.
El cantón de Vaud sería el primero en aprobar una ley permi-
tiendo la esterilización forzosa de deficientes mentales que estaría
vigente entre 1928 y 1985, aunque sin regulación legal igualmen-
te se aplicaría el procedimiento en el cantón de Zurich durante el
mismo período145. Nada más aclaratorio sobre la práctica de la
eugenesia en Suiza que la iniciativa parlamentaria de 23 de junio
de 2003 sobre reparaciones a las víctimas de las esterilizaciones,
donde se efectúa una previa alusión a su número, ciertamente poco
elevado en comparación con las cifras de otros países. En síntesis
las cifras serían las siguientes: cantón de Vaud, 178 esterilizaciones
entre 1928 y 1985; Neuchâtel 58 entre 1978 y 1999; Ginebra 60,
sólo en 1961, y Berna 181 entre 1939 et 1949, además de otras 50
entre 1962 y 1966. El propio texto parlamentario reconoce que en
los cantones de Friburgo y Valais, la influencia de la encíclica Casti
connubii dio lugar al rechazo del aborto, la contracepción y las este-
rilizaciones. Por otro lado ha quedado constatado que en no pocos
casos donde formalmente la esterilización era consentida, se aplica-
ba de hecho en medio de presiones146.

La eugenesia en Dinamarca

La aplicación de prácticas eugenésicas a gran escala en los paí-


ses escandinavos -si bien para el caso danés las cifras fueron mucho
menores- fue un hecho histórico no particularmente divulgado ni
conocido hasta hace no mucho tiempo. La aparición de las cifras y
procedimientos vino a generar un notable impacto, en buena par-
te porque, frente a la identificación del fenómeno con el nacional-
socialismo, la eugenesia se mostraba ahora en su vertiente social-
145
MOTTIER, Véronique & GERODETTI, Natalia. Eugenics and Social Democracy.
New Formations. Vol. 60. 2007, pp. 35-49.
146
Ver Horizons. Le magazine suisse de la recherche scientifique. Número 72.
Marzo 2007, pp. 10-16.

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134 Antonio Martín Puerta

demócrata. Tal correspondencia sólo se había venido a establecer


previamente con opiniones manifestadas por laboristas británicos
de los años veinte y treinta, como sucedía en el caso de Bernard
Shaw; pero dada la originalidad y pintoresquismo del personaje,
y que además en el Reino Unido los deseos de tales iniciales euge-
nistas tampoco habían conseguido resultados prácticos notorios, la
vinculación, en general, no se consideró sino anecdótica. En la di-
vulgación de las prácticas eugenésicas en Escandinavia ha venido
a jugar un importante papel uno de los textos de referencia sobre la
materia, Eugenics and the Welfare State, de Gunnar Broberg y Nils
Roll-Hansen. Buena parte de los datos aquí aportados se basan en
tal publicación, que con toda razón ha sido frecuentemente aludida
en muchos estudios sobre la materia.
El primer parlamentario partidario de la eugenesia en Dina-
marca, electo en 1915, fue Niels Vilhelm Rasmussen (1869-1939),
defensor del darwinismo y socialdemócrata. Junto con Karl Kristian
Steincke (1880-1963), igualmente socialdemócrata y que sería mi-
nistro en cuatro ocasiones, defendería la aplicación de las normas
que permitían la esterilización. Fue autor del libro publicado en
1920 El futuro estado del bienestar, texto de base en su país para la
justificación de la eugenesia. La inspiración de este se encontraba
en el genetista Wilhelm Johanssen (1857-1927) e igualmente en la
ya mencionada obra de Geza von Hoffman, descriptiva de la euge-
nesia en Estados Unidos. No obstante la posición norteamericana,
tendente a la aplicación forzosa de medidas esterilizadoras era con-
siderada como excesivamente drástica. Como veremos, aun habien-
do sido Dinamarca el país que primero reglamentó la esterilización,
fue de entre todos los del área escandinava el que menos aplicó ta-
les medidas. Rasmussen y Steincke fueron los que promovieron en
su partido el voto favorable a las leyes eugenésicas de 1929 y 1934,
si bien ha de decirse que la primera de esas normas fue aprobada
cuando los socialdemócratas habían abandonado el poder en favor
del Partido Agrario, aunque lo recuperaron justo a continuación.
Por el contrario la ley de 1934 se promulgó durante dilatado perío-
do de gobierno socialdemócrata.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 135

Por otro lado también se adhirieron a dichas medidas, y so-


licitando un mayor campo de acción, la feminista Thit Jensen
(1876-1957) de tendencias comunistas, como Jonathan Leunbach
(1884-1955), miembro del Partido Comunista y adherido a las
características ideas sostenidas por la organización en esa épo-
ca en favor del amor libre y de carencia de restricciones para la
contracepción.
La ley de junio de 1929 se refería a situaciones de retraso men-
tal, siendo la primera en Europa que a nivel nacional admitiría la
esterilización. Fue aprobada con poca oposición parlamentaria y se
justificó por razones de utilidad, tanto social como individual, al per-
mitir que aquellas personas esterilizadas ya no tuvieran que sufrir
reclusión. Por otro lado tuvo lugar en 1934 una ampliación de los
supuestos contemplados anteriormente, al permitirse la aplicación
a menores e incapaces de mantener una prole, y adoptando conno-
taciones de esterilización forzosa sin consentimiento del afectado.
A lo que se añadió la revisión de la ley en 1935 que permitía la cas-
tración. Un artículo publicado sobre el caso danés en The Eugenics
Review, el sancta sanctorum de la eugenesia, comentaba que para
el deficiente mental “no era necesario que él mismo diera su con-
sentimiento para la esterilización, sino que el guardián encargado
debe dar su opinión”, continuando así el proceso: “La propuesta de
esterilización se envía a un comité formado por un juez, un trabaja-
dor social y un médico especialista. Si el comité está de acuerdo con
la propuesta, la institución queda como responsable de la esterili-
zación”. Concluyendo el artículo de la siguiente forma: “Estas leyes
ejercen un efecto eugenésico, dado que aplican extensivamente el
principio de cuidado social, y de ese modo obvian o reducen los pe-
ligros de transmisión de defectos hereditarios. Además buscan dis-
minuir el peso del gasto del estado aplicando la esterilización en los
casos apropiados”147.

147
WILDENSKOV, H. O. “Eugenic Legislation in Denmark”. The Eugenics Review.
1935. Enero, 26 (4), pp. 281-282.

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136 Antonio Martín Puerta

Resulta evidente que las leyes eugenésicas escandinavas co-


nectan con la influencia de lo aplicado en la Alemania de los años
treinta, nada más llegar al poder Hitler, receptor por su parte de una
corriente ya en boga, y que -prescindiendo de juicios basados en los
acontecimientos posteriores- se atenía a formulaciones ajenas y an-
teriores. En términos genéricos lo previsto en la norma danesa no
difiere particularmente en sus intenciones de lo legislado en el veci-
no Reich. Cuestión distinta fue el grado y extensión de la aplicación,
como igualmente el nivel de coacción ejercido desde el poder, pues
en Alemania la eugenesia formaba parte declarada de la ideología
del régimen, y las especificaciones y casos contemplados - frente a la
norma danesa- abarcaban hasta el máximo posible. Por otro lado en
Dinamarca no aparecieron motivaciones racistas tras la legislación
al respecto. Como se ha dicho, las cifras de afectados fueron más ba-
jas que en otros países, aunque no hubo revisiones en las normas
vigentes hasta 1967. (Véanse datos a fin de capítulo).
En general los diversos autores de obras sobre la materia coin-
ciden en que resultó una norma poco popular que producía el te-
mor ante una posible aplicación arbitraria en casos dudosos. Como
igualmente en que la iglesia luterana no ofreció particulares resis-
tencias, frente a la clara toma de posición adoptada por Pío XI. Si
bien la minoría católica danesa era prácticamente irrelevante e in-
capaz de influir para modificar los proyectos legislativos148.

La eugenesia en Suecia

El país en el que tendría mayor dimensión la aplicación de me-


didas eugenésicas iba a ser precisamente Suecia, con una legislación
que se prolongaría nada menos que treinta años tras el fin de la Se-
148
Sobre la eugenesia en Dinamarca, ver BROBERG, Gunnar & ROLL-HANSEN,
Nils. Eugenics and the Welfare State. Sterilization Policy in Denmark, Sweden, Norway
and Finland. Michigan State University Press. Michigan. 2005. Capítulo de Bent Sigurd
Hansen Something Rotten in the State of Denmark: Eugenics and the Ascent of the
Welfare State, pp. 204 y 205.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 137

gunda Guerra Mundial. Siguiendo la estela de la Sociedad Alemana


para la Higiene Racial, creada en 1905, se fundó en 1909 la Sociedad
Sueca para la Higiene Racial. La primera pronto cambiaría su deno-
minación por el de Sociedad Internacional para la Higiene Racial,
contando con una importante presencia de miembros escandina-
vos. No ha de olvidarse que la llamada higiene racial iba más allá de
las teorías de Galton, y que se basaba en una idealización superlati-
va del tipo nórdico.
A la hora de tratar la presencia de la eugenesia en Suecia es for-
zoso mencionar al médico Herman Lundborg (1868-1943), uno de
los soportes esenciales. En 1919, de cara a popularizar la necesidad
de mantener el elemento étnico nórdico promovió la exposición
Tipos Raciales Suecos, que recorrería las principales ciudades del
país difundiendo de paso las ideas eugenésicas. Ahora se necesitaba
crear una institución pública, para lo que se precisaba de apoyos, en
lo que fue decisiva la influencia del socialdemócrata Alfred Petrén
(1867-1964), diputado y miembro de la Sociedad Sueca para la Hi-
giene Racial. Finalmente se crearía el 1 de enero de 1922 - habiendo
contado la propuesta con mayoritario apoyo del parlamento- el Ins-
tituto Estatal para la Biología Racial, que sería dirigido hasta 1936
por Lundborg, radicando su sede en Upsala. Ello representaba un
importante precedente, pues ha de recordarse que en Alemania el
primer instituto eugenésico apareció en 1927 dentro de la Kaiser
Wilhelm, el Instituto para Antropología, Herencia Humana y Euge-
nesia. Notable colaborador sería Svante Arrhenius (1859-1927),
Premio Nobel de Química en 1903. El sucesor de Lundborg al frente
de la institución fue el médico Gunnar Dahlberg (1893-1956), tam-
bién vinculado a la izquierda política. Entre los partidarios aparece
igualmente el liberal de izquierda Johan Vilhelm Hultkranz (1862-
1938), secretario de la mencionada entidad. Otro influyente aso-
ciado, Nils von Hofsten (1881-1967), rector de la universidad de
Upsala en 1943, era social liberal y demostraría en su momento po-
cas simpatías hacia los nazis. Justamente lo contrario de Lundborg,
cuyas conexiones con aquellos, aunque discretas, eran conocidas,
como igualmente simpatizarían con el nacionalsocialismo otro es-

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138 Antonio Martín Puerta

trecho colaborador de aquél en las propuestas eugenésicas, el ge-


netista Herman Nilsson-Ehle (1873-1949), y el renombrado médico
Torsten Sjögren (1896-1974).
En la implantación de las medidas eugenésicas tuvo una pecu-
liar influencia el economista Gunnar Myrdal (1898-1987), que re-
cibió el Premio Nobel de Economía en 1974, y que fue diputado so-
cialdemócrata durante los años treinta y cuarenta. Tanto él como su
mujer eran partidarios de la esterilización desde una perspectiva no
racista, pero sí favorable a la implantación de procesos de ingeniería
social a partir del modelo socialdemócrata, algo que ya hemos visto
en el caso de los fabianos británicos. Ha de percibirse que, fuera cual
fuera la tendencia, la eugenesia tenía una clara dimensión política,
por contradictorias que fueran las interpretaciones y objetivos.
A finales de 1927 el gobierno liberal activó los trabajos de una
primera comisión para la aplicación de la esterilización, pero tales
propuestas no gozaron de acogida hasta que a partir de 1932 el so-
cialdemócrata Albin Hansson accedió a la presidencia del gobierno.
Aquí la presión de Petrén resultó fundamental, encomendando al
jurista Ragnar Bergendal una redacción que conducía a la esteriliza-
ción forzosa. Desde el 1 de enero de 1935 entraba en vigor una nor-
ma que permitía -con carácter forzoso si el paciente había sido in-
capaz de consentir- las esterilizaciones a personas con debilidad o
retraso mental. Es evidente que se abría la puerta a la arbitrariedad,
aun cuando el Consejo Nacional de Salud hubiera de intervenir para
dilucidar en caso de que fuese necesario, cosa que podía eludirse en
casos de retraso mental certificado por dos médicos.
Un artículo de Nils von Hosten publicado en The Eugenics Re-
view explicaba las principales características de la norma: “La ley
reconoce fundamentos tanto sociales como eugenésicos para la
esterilización. En la práctica la falta de capacidad para dar un con-
sentimiento válido para la esterilización, juega la mayor parte; pues
personas que por causa de enfermedad se hallen así incapacitadas
pueden ser tomadas como permanentemente incapaces para la res-
ponsabilidad de ser padres”. Además señalaba como una caracterís-

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 139

tica propia que “la esterilización de los débiles mentales no depende


del examen de un consejo central, sino que puede tener lugar a par-
tir de la consulta con dos médicos puestos de acuerdo sobre la cues-
tión”. Por otro lado indicaba que al comité gubernamental le gusta-
ría ampliar el alcance de lo regulado no sólo a deficientes mentales
sino a todos aquellos en la perspectiva incapaces de generar hijos
no suficientemente aptos, indicando que la visión eugenésica debía
ser admitida para prevenir la transmisión de incapacidades. Efecti-
vamente la norma quedaría reforzada a partir de 1941, incluyendo
consideraciones de tipo social y aumentando las posibilidades de
presión sobre los enfermos. Y aunque rechazaba explícitamente el
modelo coactivo implantado por el nacionalsocialismo, la realidad
era que la coacción o la inducción al efecto deseado podían ejercerse
por procedimientos formalmente no autoritarios149.
Aunque no faltaran las argumentaciones de tipo racista y la
legislación surgiera dentro de la onda a la que se había adherido
Alemania, no puede decirse que Suecia necesitara de justificacio-
nes procedentes de aquel país, pues tenía sus propias y peculiares
argumentaciones de tipo étnico. De hecho ni siquiera se daría nin-
gún tipo de relación forzosa con el Reich, al revés de lo sucedido con
las ulteriormente ocupadas Dinamarca y Noruega. Bien al revés, era
precisamente a la imagen étnica escandinava a la que apelaban los
racistas norteamericanos y alemanes, de modo que, con toda razón,
los eugenistas suecos podían decir que no precisaban de ejemplos
ni de teorías ajenas, ni tampoco tenían por qué afectarles las con-
secuencias de los obvios excesos que habían tenido lugar en otros
lugares, ya conocidos a partir del final de la guerra. Lo que en bue-
na parte explica la larga duración de las legislaciones eugenésicas
escandinavas, con indiferencia hacia lo sucedido en Alemania entre
1933 y 1945.
En cuanto al Instituto Estatal para la Biología Racial, siguiendo
la tónica de adaptación terminológica, pasaría a denominarse du-

149
HOFSTEN, Nils. “Sterilization in Sweden”. The Eugenics Review. 1938. Enero. 29
(4), pp. 257-260.

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140 Antonio Martín Puerta

rante los años cincuenta Instituto para la Genética Humana, y desde


1975 se excluirían las esterilizaciones sin consentimiento. Si bien
a las 62.888 esterilizaciones efectuadas hasta ese año -un noventa
por ciento sobre mujeres- siguieron no pocos casos, cabiendo según
últimas investigaciones serias dudas acerca de la real aceptación
voluntaria150.

La eugenesia en Noruega

De nuevo encontramos un caso que tiene sus propios antece-


dentes, ya anteriores a la Gran Guerra, pues el Programa Noruego
para la Higiene Racial data de 1908. Puede considerarse equipa-
rable a cualquier proyecto eugenésico, contemplando medidas de
internamiento para deficientes mentales, alcohólicos y elementos
sociales considerados como peligrosos. Entre los promotores de
la higiene racial se encontraba el farmacéutico Jon Alfred Mjøen
(1869-1956), políticamente liberal de izquierda, relacionado con
Alfred Ploetz y representante en la Federación Internacional de
Organizaciones Eugenésicas, que editaría la publicación La raza
nórdica, pero se trataba de alguien con poco prestigio, pese a ser
miembro de la Academia de Ciencias. Aunque participó en el Pri-
mer Congreso Internacional de Eugenesia celebrado en Londres en
1912. Por su parte el médico y profesor en la universidad de Oslo
Otto Lous Mohr (1886-1967), prestigioso genetista, se sentía dis-
tante de lo que entendía que no pasaba de ser un formato propagan-
dístico poco científico, que se expresaba a través de justificaciones
insuficientemente probadas. Entendía que resultaba más conve-
niente un conjunto de medidas que mejoraran las condiciones tanto
individuales como sociales para favorecer la condición biológica de
las personas, y sería internado en un campo de concentración du-
rante la ocupación alemana. Por el contrario el también prestigioso
150
Sobre la eugenesia en Suecia, ver BROBERG, Gunnar & ROLL-HANSEN, Nils.
Eugenics and the Welfare State. Capítulo de Gunnar Broberg y Mattias Tydén Eugenics
in Sweden: Efficient Care, pp. 77-149.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 141

siquiatra y académico Ragnar Vogt (1870-1943) fue un firme adhe-


rido al movimiento eugenésico y partidario de la esterilización vo-
luntariamente asumida; pero aunque mantenía ideas racistas, no se
adhirió a posiciones extremas en este sentido. En cuanto al médico
y siquiatra Johan Scharffenberg (1869-1965), ya había defendido la
eugenesia en el diario socialdemócrata noruego desde antes de la
Gran Guerra, y era partidario de aplicar una legislación similar a la
de Alemania. Ha de decirse que no se adhirió a los ocupantes de su
país y desde el principio afirmó que el Führer alemán era un indivi-
duo que evidenciaba rasgos propios de un demente. Por su parte la
bióloga Kristine Bonnevie (1872-1948), primera mujer en Norue-
ga en ocupar una cátedra, mantuvo conexiones con los eugenistas,
pero más bien se decantaba por una forma de eugenesia positiva,
oponiéndose drásticamente a Mjøen.
No obstante, y desde 1931, la influencia de este se probó en la
creación de un comité que redactó una propuesta a favor de la este-
rilización, tanto voluntaria como forzosa, y del internamiento de dé-
biles mentales. Ello daría lugar a una propuesta de ley que apareció
en enero de 1932 considerando la vía de esterilización voluntaria,
y finalmente a la ley de esterilización de 1934, aprobada con poca
oposición parlamentaria, que estaría vigente hasta 1977. Se acep-
taba la esterilización forzosa cuando serias deficiencias mentales
impidieran la aceptación voluntaria, lo que una vez más generó apli-
caciones basadas en la coacción o en la inducción efectuada sobre
personas con pocas capacidades de discernimiento. Un nuevo for-
mato legal, acentuando los aspectos raciales y eugenésicos, tendría
lugar durante la ocupación alemana entre 1942 y 1945.
De nuevo un artículo aparecido en The Eugenics Review glosaba
la situación. El autor, C.B.S. Hodson, comentaba: “Verdaderamente
sería tarea difícil desenredar, nivel a nivel, la fundamentación del
movimiento eugenésico en Alemania, Escandinavia e Inglaterra;
pues mientras Francis Galton es reconocido como fundador de la
eugenesia, los trabajos de Ploetz y sus colegas en Alemania en torno
a 1900 preceden a la cristalización en 1908 del grupo de trabajos en

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142 Antonio Martín Puerta

Inglaterra, mientras que fue primero en Noruega en 1906 donde el


doctor Mjøen estableció el Laboratorio Biológico Winderen. Deberá
ser interesante en el futuro centrar la historia del intercambio de
ideas entre Alemania y Noruega”. Advirtiendo a continuación que el
concepto de “higiene racial” para los noruegos iba más allá del puro
y simple significado eugenésico. Por lo que se refiere al programa
de 1908 preparado por Mjøen ya indicaba que contenía medidas de
eugenesia negativa para la disminución de elementos racialmente
indeseables, como la segregación permanente y la esterilización de
no aptos. Por otro lado comentaba que la contracepción, aunque no
fuera estrictamente una propuesta eugenésica, podía ser un poten-
cial aliado para evitar nacimientos de personas no sanas151.
De nuevo cabe efectuar reflexiones similares a las del caso
sueco, visto el dilatado período de vigencia de la ley. No se conside-
ró que se tratara de una secuela de lo sucedido en la Alemania del
nacionalsocialismo, sino que se justificó a partir de motivaciones
propias, e incluso a partir de la derogación de las vías más coactivas
contempladas por la legislación durante el período de ocupación152.

La eugenesia en Finlandia

De entre los países nórdicos es Finlandia el que presenta un me-


nor grado de homogeneidad, dada la existencia de una minoría sueca
que a principios de siglo XX rondaba el 13% de la población total. No
obstante su importancia desde el punto de vista cultural siempre fue
notable, como igualmente su aceptación de los principios eugenési-
cos aplicados en Suecia, no faltando un cierto desdén hacia la otra et-
nia. Por otro lado ha de considerarse el alto aprecio hacia el modelo
de Alemania en el orden científico, lo que tendría sus repercusiones.

151
HODSON, C. B. S. “Eugenics in Norway”. The Eugenics Review. 1935. Abril 27(1),
pp. 41-44.
152
Acerca de la eugenesia en Noruega, ver BROBERG, Gunnar & ROLL-HANSEN,
Nils. Eugenics and the Welfare State. Capítulo de Nills Roll-Hansen Norwegian Eugenics:
Sterilization and Social Reform pp. 151-194.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 143

El promotor de la eugenesia en Finlandia fue Harry Federley


(1879-1951), inspirado por las ideas de Haeckel, incluyendo un ra-
cismo que le llevaba a mirar despectivamente a la población finesa
calificada como de origen mongol. No obstante, la existencia de orí-
genes no germánicos entre la población era precisamente lo que
impedía la importación de un pensamiento de tipo monista. Ello so-
brepasaba en sí la dimensión científica, para intentar elaborar un
modelo político-biológico basado, como hemos visto, en unas raíces
que se nutrían del específico fondo romántico y panteísta alemán.
Desde 1912 formaba parte de la Academia de Ciencias, e igualmente
de la Sociedad para la Promoción de la Salud Pública de la Población
Sueca de Finlandia, creada en 1921 y considerada como entidad eu-
genésica, y desde 1923 pasó a ser el primer profesor de genética fin-
landés. Actuó como vicepresidente durante el desarrollo del tercer
congreso internacional de eugenesia celebrado en agosto de 1932
en Nueva York, durante el cual Ernst Rüdin fue elegido presidente
de la Federación Internacional de Organizaciones Eugenésicas. Su
interés real era la minoría sueca, preocupándole la baja tasa de na-
talidad, y aunque inicialmente proponía un formato de eugenesia
positiva, pasó a asumir las medidas esterilizadoras y segregadoras.
Según refiere Marjatta Hietala, la primera ocasión en que se
habló de esterilización fue con motivo de la celebración de la Sexta
Conferencia Nórdica sobre el Bienestar de los Disminuidos, celebra-
da en Helsinki en 1912. El profesor danés Keller, director del Ins-
tituto Bregninge para la Idiocia, propuso la esterilización de crimi-
nales y deficientes mentales, mientras el profesor Albert Björkman
sugirió la adopción para la prevención de la “tendencia creciente de
enfermedades mentales, débiles mentales y degeneración mental”.
Medida a aplicar a criminales, delincuentes sexuales, afectados de
idiocia, epilépticos, alcohólicos y enfermos mentales internados en
clínicas. Por su parte el profesor Kalle Väänänen, inspirado en Da-
venport, Rüdin y Lundborg, proponía aplicar las medidas ya vigen-
tes en Suiza y Estados Unidos sobre esterilización 153.
153
BROBERG, Gunnar & ROLL-HANSEN, Nils. Eugenics and the Welfare State. …,
pp. 204 y 205.

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144 Antonio Martín Puerta

En abril de 1926 el gobierno creó un comité para estudiar la


posible esterilización de epilépticos y deficientes mentales, inspi-
rándose en el modelo norteamericano, concluyéndose los trabajos
en 1929 e indicando que el número de enfermos mentales ascendía
a 14.000, el de deficientes a 10.000 y el de epilépticos a 3.000, de un
total de tres millones y medio de habitantes154.
Finalmente la ley de esterilización entró en vigor en junio de
1935. Se preveía que los afectados por idiocia (edad mental de hasta
seis años), imbecilidad (edad mental de hasta 14 años), esquizofré-
nicos o maníaco-depresivos podrían ser considerados como inhábi-
les para la reproducción, habida cuenta de la posible traslación de
sus deficiencias a generaciones ulteriores. El apartado cuarto de la
norma indicaba para el caso de quienes tuvieran tales carencias, que
estando internados en una institución para enfermos mentales, se-
ría su director el que promovería el informe justificativo, y en otros
casos sería el comité local de salud. En caso de residir en pequeñas
comunidades sería encargado el alguacil o el jefe de policía. Por su
parte el apartado quinto permitía la esterilización y la castración.
La norma fue aprobada con poca oposición, siendo susceptible de
aplicaciones autoritarias.
Por lo que se refiere a las cifras, de nuevo el texto clásico de
Broberg y Rolls-Hansen, de extensa y merecida repercusión, contie-
ne los siguientes datos, reclasificados por el autor para poder ofre-
cer una mayor homogeneidad y capacidad de comparación:

154
Sobre la esterilización en Finlandia ver BROBERG, Gunnar & ROLL-HANSEN,
Nils. Eugenics and the Welfare State. Capítulo de Marjatta Hietala, From Race Hygiene to
Sterilization: The Eugenics Movement in Finland, pp. 195-258. Datos anteriores en pp.
218-219.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 145

ESTERILIZACIONES EN DINAMARCA
ENTRE 1929 Y 1950

TOTAL DE PORCENTAJE DE
PERIODO
ESTERILIZACIONES MUJERES
1929-1934 108 81%
1935-1939 1.380 71%
1940-1945 2.120 71%
1946-1950 2.332 76%
1950-1967 Sin datos Sin datos
SUMA TOTAL APORTADA 5.940 73%

ESTERILIZACIONES EN SUECIA
ENTRE 1935 Y 1967

TOTAL DE PORCENTAJE DE
PERIODO
ESTERILIZACIONES MUJERES
1935-1939 1.916 93%
1940-1945 7.253 68%
1946-1950 10.930 89%
1951-1975 42.789 78%
SUMA TOTAL APORTADA 62.888 92%

Las cifras reales probablemente sean superiores a las oficial-


mente reconocidas. El importante texto aludido remite a las estadís-
ticas oficiales suecas. Pero por ejemplo la lista que se ofrece comien-
za con la cifra que para el año 1935 menciona 250 esterilizaciones.
Sin embargo alguien tan implicado en el proceso como Nils von
Hofsten, en el aludido artículo publicado en The Eugenics Review en
enero de 1938 presenta una cifra detallada de un total de 287 esteri-
lizaciones para ese año.

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146 Antonio Martín Puerta

ESTERILIZACIONES EN NORUEGA
ENTRE 1934 Y 1976

TOTAL DE PORCENTAJE DE
PERIODO
ESTERILIZACIONES MUJERES
1934-1942 653 83%
1943-8.V.1945
Período de ocupación 487 84%
1.VI.1945-30.VI.1954 2.569 91%
1.VI.1954-1965 8.005 93%
1966-1976 29.177 62%
SUMA TOTAL APORTADA 40.891 75%

ESTERILIZACIONES EN FINLANDIA
ENTRE 1951 Y 1970

PERIODO TOTAL DE ESTERILIZACIONES


1951-1970 56.080

A lo que la autora, Marjatta Hietala -dentro del aludido texto


Eugenics and the Welfare State-, añade que entre 1935 y 1.955 se es-
terilizó con permiso de la Cámara Finlandesa de Salud a 1.908 per-
sonas, siendo mujeres un 86 por ciento.
Cifras, no obstante, que han de relacionarse con el nivel de po-
blación de los países en que se aplicaron las medidas esterilizado-
ras, de cara a comprobar su repercusión en términos globales. A tal
efecto -y recordando la cifra estimada para Estados Unidos- los da-
tos serían los siguientes:

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 147

PAÍS ESTERILIZACIO- PERÍODO POBLACIÓN POBLACIÓN


NES DE APLICA- EL PRIMER EL ÚLTIMO
PERÍODO CIÓN DE LAS AÑO DE AÑO DE
CONSIDERADO NORMAS APLICACIÓN APLICACIÓN
DINAMARCA 5.940 1935-1967 3.706.349 4.836.000
SUECIA 62.888 1935-1975 6.242.000 8.193.000
NORUEGA 40.891 1934-1976 2.874.000 4.026.000
FINLANDIA 56.080 1951-1970 4.047.000 4.606.000
EE.UU. 62.162 1907-1983 87.008.000 233.792.000
III REICH 200.000/400.000 1933-1945 65.362.115 * 79.375.281
* Se indica la cifra de población propia del Reich en 1939.

Es evidente que las comparaciones, aunque en términos gene-


rales ofrecen resultados obvios, han de ser tomadas con cierta cau-
tela, dada la falta de homogeneidad de algunos datos. Por ejemplo el
caso americano comenzó en Indiana en 1907, pero la generalización
no tuvo lugar hasta finales de los años veinte, y tampoco los perío-
dos de aplicación son los mismos. No obstante llama la atención que
ofreciendo los estudios una cifra prácticamente idéntica de esterili-
zaciones para Suecia y para Estados Unidos, la población de Suecia
fuera un 14 por ciento de la norteamericana durante el primer año
de aplicación de las normas sobre esterilización. Es evidente que la
repercusión fue mucho mayor en Suecia, pero ciertamente menos
que en Noruega, que mantuvo vigente la norma prácticamente du-
rante el mismo período que su país vecino. La población de Noruega
es casi la mitad que la de Suecia durante ese período, pero las ci-
fras sobre esterilizaciones son más de la mitad, concretamente un
65%, siendo por tanto mayor la repercusión en Noruega. En lo que
se refiere a Finlandia, sus cifras son del 63% de las de Suecia para un
período menor de datos disponibles, pero la población de Suecia en
1951 era de 7.073.000 habitantes y en 1970 de 8.043.000 habitan-
tes; lo que indica que la repercusión sobre el total de población en
Finlandia fue también más elevado que en Suecia.
No obstante la cuestión no queda ahí. La sorpresa fue enor-
me cuando a finales de agosto de 1997 el diario de la capital sueca

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148 Antonio Martín Puerta

Dagens Nyheter empezó a ofrecer los datos antes expuestos. Pero


la nueva ley que reemplazaba en 1976 a la de 1935 -eliminando el
carácter coercitivo de las aplicaciones y estableciendo la necesidad
de un acuerdo-, dio lugar a un número insospechadamente elevado
de esterilizaciones. Nada menos que otras 166.000 en un plazo de
veinte años, de modo que entre 1935 y 1996 la cifra total sería de
unas 230.000 personas esterilizadas. Por lo que se refiere a la po-
blación de Suecia en 1996 era de 8.846.000 habitantes.
Ha de decirse que las cifras de esterilizaciones coactivas en Ale-
mania entre 1933 y 1945 se han estimado entre 200.000 y 400.000
para un período de doce años. Cifra sin duda muy elevada, habiendo
de tenerse en cuenta que la población del Reich en ese periodo pasó
de 65.362.115 a 79.375.281 habitantes entre 1933 y 1939.

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CAPÍTULO 11
LAS PRÁCTICAS EUGENÉSICAS
EN LA ALEMANIA NACIONALSOCIALISTA

Aunque hemos podido observar que la eugenesia en Alemania


tenía su propio recorrido anterior a 1933, el grado de aplicación,
extensión y formas coercitivas que la caracterizaron durante el pe-
ríodo nacionalsocialista dieron lugar a una seria reflexión sobre su
legitimidad, e incluso a su cambio de denominación, hoy en desuso.
Pero ya se ha visto que tanto la eugenesia como muchas otras ac-
tuaciones intrínsecamente asociadas al período 1933-1945 tenían
raíces muy anteriores. De hecho el nacionalsocialismo vino a com-
pendiar una acumulación de tendencias ya previamente configura-
das a las que Hitler agrupa en un sistema caracterizado por llevar
todo a límites extremos. El darwinismo social y los enunciados eu-
genésicos habían surgido en el mundo liberal anglosajón, el racismo
científico provenía de las teorías del francés Gobineau y del inglés
Chamberlain, y en Austria nacieron algunas notables ideas que se
aplicarían más tarde. Así el ocultismo esotérico y anticristiano exal-
tador de la nación aria, el Volk, -elemento central en el nacionalso-
cialismo- aparece en el también austríaco Guido von List (1848-
1919). El propio partido nacionalsocialista se crea antes en Austria
que en Alemania, y la literatura racista a niveles populacheros tiene
su más alta expresión en la revista Ostara, obra del ex monje cister-
ciense vienés Jörg Lanz von Liebenfels (1874-1954). No pudiendo

149

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150 Antonio Martín Puerta

olvidarse que el propio Hitler era austríaco y que el antisemitismo


era mucho más potente en ciertas áreas de su país de origen que
en la propia Alemania. Aunque hemos visto que en este país se da-
ban los antecedentes culturales ya considerados, propicios para
una forma autoritaria, y ya se hubieran generado dos formulacio-
nes necesarias para entender los futuros acontecimientos: por un
lado el monismo de Haeckel con su visión biológico-política y por
otro la higiene racial, un movimiento de mayor dimensión, calado
y aspiraciones que la eugenesia en la que se inspiraba. Pero ningu-
no de estos antecedentes conducía fatal y necesariamente a lo que
sucedió. De hecho podía perfectamente no haber sucedido nada de
lo que tuvo lugar. Prueba de ello es que en las elecciones de mayo
de 1928, año y medio antes de la crisis económica de Wall Street, el
partido nazi -NSDAP- no era salvo una reducida aunque ruidosa mi-
noría, situada en los mismos márgenes de la subsistencia, al haber
obtenido un 2,6 por ciento de los votos. Fueron la enorme cifra de
parados y el temor ante el peligroso ascenso electoral del Partido
Comunista lo que llevaron a los grandes empresarios alemanes al
pacto con un personaje que hasta hacía poco tiempo no tenía ni si-
quiera la nacionalidad alemana. Pero que una vez llegado al poder
el 30 de enero de 1933 estaba dispuesto a no reparar en métodos y
a aplicar unas ideas de sorprendente radicalidad. Y para la cuestión
tratada el mensaje era claro. En 1934 el secretario de Hitler, Rudolf
Hess, exponía el criterio: “El nacionalsocialismo no es sino biología
aplicada”, lo que tendría sus implicaciones.
Ya se ha indicado que el elemento central era la concepción ra-
cista, exaltadora de un idealizado mundo nórdico y germánico, que
determinaba todo lo demás. El proyecto necesitaba especialistas, y
entre los más valorados se encontraban los médicos y biólogos. Que
no siempre se encontraban a gusto en medio de visiones ideológi-
cas de dudoso valor científico, pero que terminaron subordinán-
dose. El propio Hitler ya había expresado sus reticencias en Mein
Kampf contra la clase intelectual, pero también había previsto que
la sumisión de esta al poder llegaría inexorablemente. Por supuesto
siendo muchos los arrastrados a posiciones que a priori les hubie-

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 151

ran resultado imprevisibles, y viéndose también afectados por las


fricciones entre los distintos sectores del régimen. Es bien conocido
que Hitler utilizaba estas divisiones para acabar siendo el necesario
juez último que dirimía finalmente el resultado de una controversia.
Además los grupos del partido tenían sus criterios, mientras las SS
-muy especialmente en las cuestiones que tratamos- mantenían su
propia visión y organizaciones que implicaban a los científicos. Así
mientras el NSDAP utilizaba su Oficina de Política Racial para la pro-
paganda, las SS tenían sus propias organizaciones racistas y euge-
nésicas como la Ahnenerbe -dedicada a la indagación sobre antece-
dentes raciales nórdicos-, y el programa Lebensborn. En unos casos
se trataba de fantasiosos proyectos dirigidos a justificar la genera-
ción de una raza superior, y en otros aplicaciones drásticas buscan-
do resultados a muy breve plazo. Todo ello con las correspondientes
querellas internas y luchas de poder, a la vez que acrecentaban las
no infrecuentes divisiones entre académicos. Pero los intelectuales
en general se sometieron, y los veteranos de las organizaciones
eugenésicas acabaron igualmente implicándose a fondo en el siste-
ma. De hecho la Sociedad para la Higiene Racial acabaría multipli-
cando por tres su número de miembros durante los primeros años
del régimen, pero a costa de depurar a los menos adictos -caso del ex
jesuita Muckermann-, quedando integrada dentro del Comité de Sa-
nidad Pública, dependiente del ministro del Interior. Su autonomía
había concluido, aunque las relaciones internacionales de algunos
miembros distinguidos pudieran aún usarse. Weindling ofrece una
lista de las afiliaciones al NSDAP o a las SS con la correspondiente
incardinación en instituciones médicas o investigadoras. Así Lenz
y Rüdin ingresaron como miembros del partido en 1937, Fischer en
1939 y Von Verschuer en 1941155. Por su parte el médico austríaco
Konrad Lorenz (1903-1989), Premio Nobel en 1973, se adhirió al
partido con la incorporación de Austria al Reich, colaborando con
la Oficina de Política Racial del NSDAP. En ello siguió una tónica bas-
tante común en la época entre profesionales que, sin ser necesaria-
mente entusiastas de las propuestas nacionalsocialistas, entendían
155
WEINDLING, Paul. Health, Race and German politics…pp. 511-517.

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152 Antonio Martín Puerta

que era una forma de eludir problemas y de mantener su puesto de


trabajo, no faltando decididas colaboraciones156.
A los seis meses de llegar Hitler al poder se promulgó la pri-
mera ley de esterilización, denominada Ley para la Prevención de
Descendencia Enferma, fechada el 14 de julio de 1933, y elaborada
con consulta previa a Baur, Fischer, Rüdin y Verschuer. El texto se
inciaba así:
“Cualquiera que sufra de enfermedad hereditaria puede ser esteri-
lizado por operación quirúrgica si, de acuerdo con las experiencias de la
ciencia médica, puede ser esperado con gran probabilidad que su prole
sufra serios defectos físicos o mentales”.

Los casos contemplados eran los de deficiencia mental desde el


nacimiento, esquizofrenia, lunáticos maníaco-depresivos, epilepsia
hereditaria, baile de san Vito, ceguera o sordera hereditarias, serias
malformaciones físicas y personas padeciendo de alcoholismo. A lo
que seguía:
“La persona que vaya a ser esterilizada tiene el derecho de presen-
tar una solicitud. Si es persona incapacitada o bajo tutela por causa de
deficiencia mental o es menor de 18 años, el representante legal tiene el
derecho de presentar la solicitud pero necesita el consentimiento de los
cuidadores para hacerlo. En otros casos de capacidad limitada la solici-
tud requiere del consentimiento del representante legal”.

Otro tanto se requería para mayores de edad necesariamente


al cuidado de alguien. Por otro lado el artículo 12 contemplaba más
posibilidades:
“Acordada definitivamente por el Tribunal la esterilización, deberá
efectuarse aun contra la voluntad de la persona que haya de ser esteri-
lizada, siempre que ésta no haya hecho por sí sola la petición. El médico
oficial deberá solicitar de los funcionarios de policía las medidas necesa-
rias al respecto. En caso de que las demás medidas hayan sido ineficaces
será lícito el empleo inmediato de la fuerza”.

156
Sobre el antisemitismo en la universidad alemana, ver WEINREICH, Max.
Hitler et les professeurs. Les belles lettres. Paris. 2013.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 153

No obstante, y visto que se encontraban en curso las negocia-


ciones para la firma del Concordato con la Santa Sede -se firmó el día
20 de julio- se prefirió esperar al día 26 para la publicación. El régi-
men estaba aún en fase de consolidación y prefirió eludir críticas
de la Iglesia. Weindling da por buena la cifra de 360.000 personas
esterilizadas entre 1934 y 1945 entre la población propia del Reich,
aunque a veces se señala que se alcanzó la cifra de unos 400.000,
lo que no es improbable, dado que igualmente se producían actua-
ciones más allá de lo previsto en la ley. En cualquier caso los euge-
nistas aspiraban a cifras superiores. Una reforma de 26 de junio de
1935 añadía como supuesto en el artículo 3 a la esterilización “la
interrupción del embarazo”.
Por otro lado, y sobre la forma en que se aplicaban las esterili-
zaciones, el The Eugenics Review de enero de 1935 informaba, a pro-
pósito de comentarios sobre unos textos de Muckermann, que en
Baden, y hasta el 15 de junio de 1934, se habían registrado 3.025 pe-
ticiones de esterilización, 675 voluntarias y 2.350 forzosas, siendo
rechazadas 66 peticiones. En Hamburgo se habían recibido 782 pe-
ticiones voluntarias y 543 forzosas, habiéndose ordenado 761. En
Kiel hasta el 21 de junio de 1934 se registraron 244 peticiones, to-
das autorizadas. En Berlín se habían solicitado 325 peticiones, 143
voluntarias y 182 forzosas. The Eugenics Review no podía dejar de
hacerse eco de cuestión tan trascendental, pero desde el inicio apa-
recieron distanciamientos ante las formas previstas por la nueva
legislación del Reich. Un artículo de octubre de 1933 destacaba las
diferencias frente a los borradores preparados en Inglaterra: “La ley
alemana difiere de nuestros proyectos en una cuestión importante,
que domina su sentido e intención. En la Sección I2 se da sanción
legal a la esterilización obligatoria. Lo que implica que la iniciativa
para aplicar la esterilización puede ser tomada por personas distin-
tas del mismo candidato a la esterilización, tales como el médico o
el superintendente de una institución”. Añadiendo además una alar-
ma: “Para muchos periódicos ingleses la norma alemana también
representa algo distinto de lo nuestro en otra importante cuestión,
a saber, que la esterilización pude ser aplicada en términos penales.

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154 Antonio Martín Puerta

Visto que muchos ocupantes de presidios alemanes han sido sen-


tenciados por razones políticas, la posibilidad ofrece obvios funda-
mentos para la inquietud”. Concluía indicando que era fundamental
que los miembros de la Eugenics Society se desligaran de cualquier
imagen que, proveniente de la norma alemana, diera a entender que
se promovían procesos de esterilización forzosa157. Otro extenso
artículo publicado en The Eugenics Review de octubre de 1934 co-
mentaba: “Es una drástica medida, incluso draconiana, obligando
a la esterilización a una no inconsiderable parte de la población”.
A lo que añadía los comentarios de los principales eugenistas, en-
tremezclados de ideología racial, para concluir con los ditirambos
sobre el régimen efectuados por Fischer, ahora rector de la univer-
sidad de Berlín. Evidentemente se observaba el proyecto alemán
como algo extremadamente peculiar158. Jiménez de Asúa efectuó en
su momento un interesante comentario; recordaba que las prácti-
cas esterilizadoras en Alemania ya se habían practicado con fines
médicos, añadiendo que “no se debe juzgar la ley alemana vigente
en materia de esterilización a la exclusiva luz -mejor dicho, a la tene-
brosa penumbra- del régimen nacionalsocialista. Pero es obvio que
el racismo ha tenido fuerte influjo en su nacimiento”159.
Puede resultar curioso o incoherente para quien no conozca
los antecedentes panteístas que se hallaban en el trasfondo de mu-
chas formulaciones previas al nacionalsocialismo y luego integra-
das en él, que otra de las primeras normas aprobadas fuera la de 24
de noviembre de 1933, la Reichstierschutzgesetz, o Ley de protección
animal. Ésta en su artículo 1 comenzaba: “Queda prohibido el tor-
mento o maltrato innecesario a un animal”. El artículo 2 detallaba
doce casos incluyendo descuido, exceso de exigencias, utilizaciones
públicas de su imagen que perjudicaran su salud, muertes penosas,
recortar el rabo u orejas a perros mayores de dos semanas -y de ha-
157
BLACKER, C.P. “Eugenics in Germany”. The Eugenics Review.1933. Octubre,
25(3): 157-159.
158
LEWIS, Aubrey. “German Eugenic Legislation”. The Eugenics Review. 1934.
Octubre; 26(3), pp. 183-191.
159
JIMÉNEZ DE ASÚA, Luis. Libertad de amar y derecho a morir. Depalma. Buenos
Aires. 1984, pp. 227-229.

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cerlo sólo con anestesia-, arrancar las ancas a las ranas, recortar la
cola a caballos -incluso prohibía la importación de caballos con cola
recortada-, o realizar operaciones sin anestesia. Las penas podían
alcanzar los dos años de prisión y añadir quinientos marcos de mul-
ta. Conocida la lógica del nacionalsocialismo y sus antecedentes -fue
Haeckel quien creó el término “ecología” desde una visión panteísta
-no hay ninguna incoherencia en la coexistencia de esta norma con
otras que prevén otro trato para los humanos que no formen parte
del proyecto.
En septiembre de 1935 se promulgarían las leyes de Nurem-
berg, dirigidas a evitar matrimonios de alemanes de raza con otros
que tuvieran antecedentes de sangre judía, si bien estas normas no
fueron consideradas como propiamente eugenésicas por los espe-
cialistas en la materia de otros países, sino como puramente racis-
tas y vinculadas a la interpretación nazi. En cambio sí tenía tal carác-
ter la norma de 18 de octubre de 1935 prohibiendo el matrimonio a
portadores de enfermedades hereditarias.
Se ha aludido antes al programa Lebensborn, que buscaba in-
crementar la población nórdica de Alemania. Se atribuyó a la Oficina
Central para la Raza y el Asentamiento de las SS, una vez más or-
ganización paralela y distinta a la del partido, y en dependencia de
Heinrich Himmler. Inicialmente era una especie de asociación asis-
tencial interna para gentes de las SS y para la adopción de niños con
las características raciales deseadas. Comenzada la guerra se dedi-
có al secuestro de niños de aspecto nórdico en los países ocupados,
quedando al fin de la guerra en Alemania más de doscientos mil, que
desconocerían su origen. También se dedicó a la adopción de hijos
ilegítimos habidos de relaciones entre soldados alemanes con mu-
jeres de países ocupados de características raciales deseadas. De
haber tenido tiempo de valorar los resultados los promotores ha-
brían sufrido alguna seria frustración, pues la selección de personas
a partir del fenotipo no garantiza el resultado final buscado.
El siguiente paso sería la aplicación de la eutanasia, cuestión
más delicada que requería de mayores prevenciones. Ya se ha co-

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mentado que el texto de 1920 de Binding y Hoche la había reclama-


do públicamente con notables reacciones en contra, de modo que
su ya decidida aplicación conllevó las necesarias cautelas. Por su-
puesto eugenesia y eutanasia son en sí mismas diferentes. Pero una
aplicación de la eutanasia planteada desde la perspectiva no indivi-
dual, sino desde la voluntad del estado de eliminar vidas que no se
ajusten a unas condiciones sanitarias o raciales predeterminadas,
entra de lleno dentro de las prácticas eugenésicas, en cuanto que lo
que se busca es una población depurada de elementos considerados
como estériles o nocivos.
Por supuesto se necesitaba previamente conformar un cambio
de opinión en los ciudadanos, y si en algo resultaba sobresaliente
el nacionalsocialismo era en su propaganda. Un muy difundido film
de la Oficina de Política Racial del NSDAP explicaba los objetivos en
unos términos que eran exactamente los mismos en que se había
planteado la eugenesia desde Galton; es decir, tomando el ejemplo
de la naturaleza para aplicar la ley del más fuerte a las sociedades
humanas, de modo que este fuese el único con capacidad de repro-
ducción, mientras el débil quedaría segregado antes de ser elimi-
nado. Los mensajes, sintéticos y claros, subrayaban los elementos
esenciales, siendo el primero de ellos “Toda vida es lucha”. A con-
tinuación se mostraba una pelea de ciervos, disputando por una
hembra, bajo el rótulo “La lucha está en nuestra existencia para la
supervivencia de la especie”, a lo que seguía: “En la lucha por la hem-
bra triunfa el sano, y sólo así la mejor herencia queda consolidada”. La
siguiente imagen es la del ciervo vencedor llevándose al bosque a la
hembra por la que disputaron. Sentada la premisa se extrae la con-
clusión: seguir el ejemplo de la naturaleza “con corazones implaca-
bles”, pues lo que rige para plantas y animales debe servir “también
para las personas”. Como muestra de la necesidad de vidas sanas y
fuertes se mostraba a unos pescadores luchando contra un fuerte
oleaje, indicando que se necesita para ello que estén fuertes y sanos.
Y a continuación, como contraste, aparecen imágenes de un sanato-
rio de enfermos mentales introducidas con el mensaje: “Para idiotas,
enfermos mentales y criminales construía palacios el anterior siste-

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ma”. El comentario es que estos inútiles seres sólo pueden producir


costes para los elementos sanos del pueblo que han de mantenerlos.
El contraste se produce con la siguiente aparición de muchachas del
partido realizando juegos deportivos, todas con aspecto saludable,
con el siguiente mensaje donde las letras de mayor tamaño señalan
“Ley de la naturaleza, la selección”.
Desde mayo de 1939 se mantuvieron reuniones en el entorno
de Hitler, directo impulsor de la medida, acerca del modo de acome-
ter la cuestión. El 18 de agosto de ese año un decreto no publicado
del ministro del Interior, Frick -colaborador con Hitler desde el falli-
do putsch de la cervecería de Munich en 1923- establecía el ámbito
de futuros afectados. Niños con síndrome de Down, con deficiencias
mentales o malformaciones se encontraban ya previamente catalo-
gados desde el inicio del programa, que se desarrollaría en seis hos-
pitales del interior del Reich. A finales de octubre Hitler dio poderes
a los doctores de las SS Philipp Bouhler, futuro director del proyecto,
y Karl Brandt, del círculo íntimo del Führer y médico suyo, para em-
pezar a actuar, a partir de una orden firmada con fecha de dos meses
antes, el 1 de septiembre, día de inicio de la invasión de Polonia. Se
trataba de una breve orden de cinco renglones donde se designaba a
ambos doctores para “aplicar la muerte de gracia a aquellos pacien-
tes que tras un diagnóstico crítico, a partir del humano juicio, fue-
ran considerados como incurables”. Otro tanto había hecho en julio
a favor del también médico de las SS Leonardo Conti -suizo de ori-
gen como Rüdin- para las actuaciones en el mismo sentido. El pro-
yecto, a cargo de Bouhler, se encontraba por tanto al margen de la
legislación vigente, basado en el apoyo directo y personal de Hitler,
y encargado a médicos de la Schutzstaffel160. Dado que la acción pu-
ramente individual resultaba lenta, se pasó a aplicar la muerte por
asfixia por medio de gases. Las estimaciones de víctimas rondan la
cifra de 70.000, pero el programa hubo de ser suspendido en 1941
como consecuencia de filtraciones y de que la población empezó a
sospechar acerca de lo que sucedía en los hospitales señalados, co-

160
WEINDLING, Paul. Health, Race and German politics…pp. 543-544.

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menzando las protestas, incluso escritas y dirigidas a las autorida-


des. En ello jugó un papel importante la Iglesia católica.
En realidad acerca de las relaciones entre el nacionalsocialis-
mo y la Iglesia nunca se pudo decir que hubieran sido esplendo-
rosas. El 12 de febrero de 1931 los obispos de Baviera -origen del
nacionalsocialismo- emitían una condena del movimiento, y el 5 de
marzo de ese año lo hacían los obispos de Renania; finalmente el
episcopado reunido en Fulda en agosto de 1932 emitía una decla-
ración condenando la participación en el NSDAP. Y si bien se pro-
dujo lo que se consideró como inevitable acercamiento, firmándose
el 20 de julio el llamado Concordato del Reich, las violaciones por
parte del estado serían reiteradas. Aunque los luteranos jugaron un
papel menor en las críticas al régimen, ya en mayo de 1936 hubo
una declaración del Consejo de la Iglesia Evangélica Alemana pro-
testando contra la detención del obispo de Würtenberg y Baviera
en 1934, el internamiento de eclesiásticos en campos de concentra-
ción y su expulsión de puestos pastorales principalmente en Pru-
sia; también contra el encarcelamiento de setecientos párrocos de
esta circunscripción administrativa al redactar una carta contra el
neopaganismo remitida al Führer. Por su parte Pío XI en la encíclica
Mit brennender Sorge de 1937 había efectuado una durísima críti-
ca del régimen. El Decreto de la Congregación del Santo Oficio de 2
de diciembre de 1940 expresaba la condena de actuaciones promo-
vidas por la autoridad pública que condujeran a la eliminación de
enfermos físicos o mentales161. Por otro lado el cardenal de Munich,
Michael von Faulhaber había remitido el 6 de noviembre de 1940
una carta al ministro de Justicia, Franz Gürtner, protestando contra
el programa de eliminación de enfermos y deficientes. Faulhaber se
veía obligado a mantener en público actitudes políticas en evitación
de males mayores. Pero al poco de llegar Hitler al poder, en marzo de
1933, y estando en Roma, fue requerido por el desde 1930 Secreta-
rio de Estado, Eugenio Pacelli -futuro Pío XII- para informarle sobre
la situación actual del nacionalsocialismo. Pacelli, que había sido

161
Acta Apostolicae Sedis. 2 de diciembre de 1940, pp. 553-554.

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nuncio en Baviera desde 1917, extendiéndose sus funciones luego a


todo el Reich, y que conocía el asunto, escuchó unas observaciones
sumamente duras sobre el nacionalsocialismo, como religión políti-
ca anticristiana 162.
Todos los autores reconocen como intervención definitiva el
sermón pronunciado el 3 de agosto de 1941 por el obispo de Müns-
ter, Clemens von Galen, que había obtenido noticias fidedignas de lo
que sucedía en los hospitales designados para el programa de eli-
minación de enfermos. En él comentó que había presentado una de-
nuncia al fiscal y al jefe de la policía de Münster ante el anuncio de la
llegada de un grupo de enfermos al centro de Eichberg. Añadió que
la eliminación de enfermos “sería considerada como asesinato se-
gún el artículo 211 del Código Penal del Reich, y por lo tanto conde-
nado con pena de muerte”, y pidió “que se proteja inmediatamente
a estos conciudadanos contra lo que significaría su asesinato, aña-
diendo que se me comunique qué ha ocurrido con los interesados”.
Finalmente en agosto de 1941 ordenó Hitler la cancelación del pro-
grama, si bien se continuaría aplicando en menor medida. No obs-
tante la práctica adquirida en ejecuciones por los médicos de las SS
sería ahora transferida a los campos de concentración. A ello siguió
el 22 de marzo de 1942 la carta pastoral de los obispos alemanes
criticando que “por orden de autoridades del estado, numerosos
enfermos acogidos a asilos e instituciones han sido eliminados bajo
título de ser ciudadanos improductivos”. Por su parte el 29 de junio
de 1943 Pío XII emitió la encíclica Mystici corporis Christi, donde se
comentaba: “Pero nosotros, mientras contemplamos con dolor los
funestos frutos de tal doctrina, sigamos a nuestro pacífico Rey, que
nos enseñó a amar no sólo a quienes no provienen de la misma na-
ción ni de la misma raza, sino aún a los mismos enemigos”.
Por otro lado en agosto de 1947, dentro de los juicios de Nu-
remberg, concluyó el que se llamó “juicio de los médicos”, dirigido a
determinar las responsabilidades de aquellos que habían ejercido
las más altas funciones en la organización estatal y habían estado

162
WOLF, Hubert. Le pape et le diable. CNRS Éditions. Paris. 2014, pp. 169-172.

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implicados en eliminación de personas. La mayoría de los veintitrés


encausados pertenecía a las SS, aunque otros ocho se habían encon-
trado adscritos a la Luftwaffe. Las sentencias emitidas fueron de sie-
te condenas a muerte, otros siete quedaron en libertad y nueve fue-
ron encarcelados, pero incluso los condenados a cadena perpetua
fueron excarcelados en 1954 en su mayoría y otro lo fue durante el
año siguiente. Por su parte Conti y Bouhler se suicidaron. El tribunal
militar emitió una sentencia basada en la contemplación de cuatro
supuestos: proyecto común o conspiración, crímenes de guerra, crí-
menes contra la humanidad y pertenencia a organizaciones crimi-
nales. En relación al primero la exposición comenzaba: “Entre sep-
tiembre de 1939 y abril de 1945 todos los aquí acusados, actuando
siguiendo un objetivo común, ilegal, voluntaria y conscientemente
conspiraron y acordaron entre ellos y con otras personas cometer
crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad”. El punto sex-
to citaba doce experiencias puestas en práctica -mencionadas como
“experimentos sin consentimiento del sujeto”-, indicándose en el
número nueve los experimentos esterilizadores. Efectivamente, y
en lo que se refiere a la legalidad de las acciones, estas carecían de
tal soporte. En realidad el fundamento último era el Führerprinzip,
o principio de jefatura, que basaba todo el sistema en la voluntad
del gobernante máximo. A partir de la publicación de la ley de 24
de marzo de 1933, firmada por el presidente del Reich, mariscal
Hindenburg, se vivía en estado de excepción dada la suspensión de
los artículos de la constitución de Weimar de 1919 que protegían
los derechos civiles. No obstante se mantenían las prerrogativas del
presidente, ya muy ampliamente ejercidas en los finales de la Re-
pública, pues gobernaba de hecho dictando sus criterios a través
de un canciller que era mero intermediario. Fallecido Hindenburg
en agosto de 1934 fue sustituido por Hitler, ahora canciller y presi-
dente del Reich. Su poder había pasado a ser absoluto, y actuacio-
nes como las analizadas tenían su pleno y personal apoyo carecien-
do de soporte legal. En el propio juicio de Nuremberg se produjo
una declaración del juez de las SS Georg Morgen que constataba el
dato; entendiendo que el asesinato de judíos no tenía cabida legal,

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 161

el tribunal de las SS de Berlín remitió al segundo jefe de la organi-


zación, Ernst Kaltenbrunner, una orden de detención contra Adolf
Eichmann. El proceso fue paralizado al informarse acerca de que Ei-
chmann cumplía una orden especial secreta de Hitler, no habiendo
consecuencias para el juez163. Otro tanto había sucedido con el cono-
cido caso del juez protestante Lothar Kreyssig, que ante las noticias
recibidas acerca de acciones contra enfermos, y dado el carácter ile-
gal de la acción, remitió instrucciones a los hospitales de su demar-
cación en Brandenburgo, instándoles a la finalización del proceso.
Primero fue llamado al ministerio de Justicia, nada menos que por
Roland Freysler, antiguo comunista a quien se encomendaría en su
momento el juicio contra los implicados en el complot del 20 de ju-
lio de 1944 contra Hitler, y que había dictado sentencia de ejecución
-por guillotina- contra los disidentes hermanos Scholl en febrero de
1943. Luego, a fines de noviembre de 1940, fue vuelto a convocar
por el propio ministro Franz Gürtner -proveniente del Partido Na-
cionalista DNVP- para que reconociera que la fuente del derecho,
más allá de los textos legales, era la voluntad del Führer. Kreyssig
se negó a admitir el criterio, fue primeramente suspendido en sus
funciones y finalmente cesado en 1942, retirándose a su granja. De
modo que era claro para todos que las órdenes emitidas a médicos
de la Schutzstaffel para operar sin restricciones en virtud de una
decisión adoptada desde el máximo nivel no tenían sustento jurídi-
co. Por tanto ahora, aunque resultara paradójico, tales actividades
podían perfectamente ser calificadas de conspiración, dado que ha-
bían ido contra la propia ley del Reich vigente en esos momentos. Lo
mismo podía decirse de la eliminación de judíos, aunque tal acción
tuvo motivaciones más bien racistas que eugenésicas. No obstante,
y dado que el racismo era y ha sido siempre uno de los sustentos
colaterales de la eugenesia, no resulta siempre fácil deslindar. En-
tre otras razones porque en los mismos individuos se producía una
acumulación de argumentos de orígenes diversos que, conveniente-
mente entrelazados, daban lugar a la mentalidad nacionalsocialista.
El mencionado caso del doctor Mengele, remitiendo informes y ma-
163
DEMANDT, Alexander. Los grandes procesos. Crítica. Barcelona. 1993, p. 251.

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terial desde Auschwitz a su maestro Von Verschuer -por otra parte


miembro de la American Eugenics Society- es ilustrativo.
Por lo que se refiere a la acusación presentada en el juicio de
Nuremberg contra los médicos que habían participado en esterili-
zaciones, recuérdese lo mencionado en el ya aludido libro de Harry
Bruinius. La defensa presentó una detallada lista de estados nor-
teamericanos en los que dichas leyes estaban vigentes, incluyendo
las de discriminación contra los negros prohibiendo matrimonios
interraciales. Téngase en cuenta que uno de los argumentos presen-
tados por la acusación como prueba de genocidio era la de “Prohibi-
ción de matrimonios y obstaculización de la reproducción a enemi-
gos nacionales”. La defensa igualmente mostró la sentencia judicial
tomada del caso Carrie Buck, si bien se prefirió no reproducir el pá-
rrafo donde el juez americano manifestaba que “tres generaciones
de imbéciles ya son bastantes”. Los argumentos no fueron conside-
rados como válidos.
En cuanto a los supervivientes del primitivo y más relevante
grupo de eugenistas, Otmar von Verschuer fue simplemente multa-
do, pero se recalificó como investigador en genética y sería honrado
como miembro de varias sociedades internacionales de estudios ge-
néticos. Ernst Rüdin fue multado con una cantidad similar y pronto
liberado, y Fritz Lenz prosiguió con su docencia en la universidad de
Goettingen. Rüdin contó la ayuda de su discípulo judío Franz Joseph
Kallmann, huido a Estados Unidos. De modo que casi pudieron pa-
sar como honorables y forzadas víctimas de los desmesurados exce-
sos de un cabo austríaco. Una buena parte de ellos prosiguió con su
habitual actividad académica y profesional en la República Federal,
manteniendo ideas similares a las de la preguerra, pero ahora, y ya
habiéndose modificado el rótulo eugenesia por el de genética -como
en Estados Unidos o Inglaterra- defendiendo las ideas de siempre.
El cambio estribó en que ahora se razonaba desde una perspecti-
va no institucional, sino vinculada a libres opciones personales,
también como en Estados Unidos o Inglaterra. E igualmente en la
Alemania comunista la mayoría de los médicos anteriormente vin-

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 163

culados al partido nazi prosiguieron en el ejercicio de su profesión,


lo mismo que no pocos antiguos dirigentes del NSDAP y de las orga-
nizaciones represivas, siendo considerados como personal especia-
lizado. Los viejos comunistas no tardarían muchos años en sentirse
decepcionados.

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CAPÍTULO 12
LA EUGENESIA EN ESPAÑA

Como ya se ha dicho no fue en los países latinos, con raíces ca-


tólicas importantes, donde las corrientes eugenésicas tuvieron su
principal asentamiento. Si bien igualmente existieron, con formas
peculiares y con un grado de influencia bastante más reducido que
en el mundo germánico de base protestante. Por otro lado desde
éste se consideraba como poco cercanos a los eugenistas del sur,
tanto en razonamientos como en objetivos. Basta con ojear los índi-
ces del The Eugenics Review -altar de la ortodoxia-, para percatarse
de cuáles eran las experiencias consideradas como de interés.
España, dada su muy prorrogada decadencia, no podía dejar
de generar una larga serie de observaciones acerca de las causas y
consecuencias de aquella. Y en los espacios médicos y regeneracio-
nistas de finales del XIX no faltaron las observaciones críticas acerca
del estado de situación de la población. Lo que iba desde un oscu-
ro pesimismo que consideraba al país como definitivamente caído
hasta las críticas procedentes del regeneracionismo. En cualquier
caso se planteaba la necesidad de rehabilitar a la población españo-
la hasta unos niveles similares a aquellos de los vecinos europeos,
con las correspondientes reflexiones y propuestas. El regeneracio-
nista Lucas Mallada (1841-1921) en Los males de la patria de 1890
comentaba así las cosas: “Nada importaría que los españoles fuése-
mos de notoria inferioridad física, si ésta no arrastrase consigo cier-

165

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166 Antonio Martín Puerta

ta flojedad de espíritu, origen de nuestros defectos morales, unos


inveterados, otros sumamente comunes en los tiempos modernos, y
casi todos decididamente irremediables”. Consideraba gravemente
responsables a las élites acomodadas, aunque se consolaba indican-
do que “la creciente importación de institutrices inglesas y alema-
nas y la exportación de gente boba a Francia y a Inglaterra van equi-
librando la balanza intelectual”164.
Entre los primeros en tratar la cuestión se encuentra el insig-
ne jurista Castán Tobeñas (1889-1969), que trata la cuestión desde
una perspectiva católica en su obra de 1914 La crisis del matrimonio:
“Para dar la razón al eugenismo no hay más que un obstáculo, y es
de carácter moral y no biológico: el principio de caridad cristiana, o, si se
quiere, los dogmas revolucionarios de igualdad y fraternidad. El selec-
cionismo sacrificaría al individuo, pero no en beneficio de la multitud,
del común, de la sociedad (como ha sido hasta ahora la aspiración del
Derecho), sino en beneficio de un grupo de individuos que se apellidan
mejores porque poseen fuerza. Hay, pues, que borrar del concepto de la
ley el clásico ad bonum commune, de Santo Tomás; hay que destruir toda
la línea divisoria entre la ley y el privilegio, si se quiere conceder base y
facultad al Estado para desenvolver en toda su amplitud, en su amplitud
lógica, las exigencias de la política eugénica”.

Expone las bases filosóficas del seleccionismo, que son: a) la


concepción materialista del matrimonio, el amor y de la vida, que
desconoce los fines morales del hombre; y b) el monismo panteísta,
que niega la existencia de la individualidad. Por supuesto se decanta
contra las medidas de la eugenesia negativa:
“Las soluciones negativas del seleccionismo, como la esterilización,
prohibiciones al matrimonio, etcétera, descansan sobre otra base: la
herencia de las anormalidades morales y patológicas, tesis que aunque
más generalmente admitida no deja de ofrecer también serios reparos.
Desde luego la tendencia al crimen no es jamás hereditaria; lo que sí pue-
de serlo es la anormalidad” …“Si, pues, la herencia no es fatal, y puede ser

164
MALLADA, Lucas. Los males de la Patria. Fundación Banco Exterior. Madrid.
1990, pp. 47 y 62.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 167

combatida por la Medicina y por la Higiene merced a un tratamiento y


a una educación preservativa adecuada, ¿no estará obligado el Estado a
hacer ensayos de esta terapéutica social, curando a los padres y prote-
giendo en su caso a los hijos, antes que recurrir a restricciones jurídicas
del matrimonio y de la procreación, atentatorias a la libertad del hom-
bre y al cumplimiento de los fines racionales de la individualidad?”165

Un peculiar espacio en el que se dio temprana acogida a las


ideas eugenésicas fue el del anarquismo, en cuyas revistas Salud y
Fuerza (1904-1914), Generación consciente (1923-1929) y Estudios
(1929-1937) aparecen propuestas sui generis de tal corriente. De
hecho la visión anarquista nacía de un análisis neomalthusiano,
vinculado a cuestiones como la liberación sexual, las enfermedades
venéreas, el aborto y la contracepción. Tendencia que tenía ocasio-
nales ramificaciones en el naturismo y en una propuesta hoy olvi-
dada, el esperantismo. El texto de Richard Cleminson Anarquismo y
sexualidad en España profundiza en esa dimensión del anarquismo,
recordando cómo en Generación consciente el antiguo miembro de
la Eugenics Society, Nicolás Amador, publicó dos artículos -a los que
la revista advertía no adherirse plenamente- incluyendo “la segre-
gación o aislamiento durante el período reproductivo de todos los
defectivos mentales y morales”, citando como referencia a Laughlin.
Ello sería refutado por el médico Isaac Puente en el artículo Euge-
nesia preventiva, donde se decantaba por el internamiento de “los
disgénicamente tarados en colonias agrícolas o industriales”166. En
realidad la visión de los anarquistas -poco homogénea y que en al-
gunos casos admitía la esterilización-, era contradictoria, pues su in-
dividualismo no podía admitir soluciones estatales. El mismo autor
recuerda cómo ya en el primer congreso eugenésico se encuentran
presencias de españoles. En el Contemporary Medical Archives Cen-

165
CASTÁN TOBEÑAS, José. La crisis del matrimonio. Hijos de Reus. Madrid. 1914,
pp. 328 , 336 y 337.
166
CLEMINSON, Richard. Anarquismo y sexualidad. España 1900-1939.
Universidad de Cádiz. Cádiz. 2008, pp. 120, 121 y 123. Sobre la misma materia véase
también el capítulo de Raquel Álvarez Peláez Eugenesia y darwinismo social en el pens-
amiento anarquista en HOFMANN, Bert. El anarquismo español. Sus tradiciones cultura-
les. Iberoamericana. 1995, pp. 29-40.

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168 Antonio Martín Puerta

ter de Londres se alude en julio de 1912 al criminólogo y sociólogo


Constancio Bernaldo de Quirós (1873-1959), al médico granadino
Federico Olóriz y Aguilera (1855-1912) de la Universidad Central,
al criminólogo Rafael Salillas (1854-1923), diputado en Cortes, al
médico siquiatra Luis Simarro (1851-1921) y al doctor Ignacio Va-
lentí Vivó de la Universidad de Barcelona con una ponencia publica-
da como A Healthy Sane Family showing Longevity in Catalonia. Los
textos del tercer congreso eugenésico de Nueva York, celebrado en
1932, citan a Antonio de Zulueta167. En cuanto a Amador recuerda
Raquel Álvarez Peláez la siguiente afirmación: “Nuestro problema
nacional (decadencia), que parece ser antropológico y ulterior y
principalmente biológico, no puede ni debe prescindir de estas in-
vestigaciones genéticas y eugénicas”168.
Entre los eugenistas iniciales encontramos a Luis Huerta Na-
ves (1889-1975), maestro de profesión, que en su Eugénica, ma-
ternología y puericultura de 1918 trata la cuestión, decantándose
claramente por un claro control de la natalidad, afirmando que
“… los más eminentes sociólogos y economistas del mundo dicen
que hay que mirar a la calidad antes que a la cantidad de hijos. Tu
racional criterio te dirá que no debes practicar el ‘conejismo’ tan
corriente entre nosotros…”. Para conseguir tal efecto efectúa una
descripción práctica de procedimientos anticonceptivos tanto
médicos como caseros. Reiterando el argumento de una necesaria
selección de la población, cuando comenta: “La lucha de clases, la
desorganización social en que vivimos y la guerra implacable que
diezma los pueblos, son debidas, a mi juicio a que existe una enor-
me cantidad de hombres, y creo firmemente que todos estos males
desaparecerán el día que sólo pueble la Tierra una selecta canti-
dad de hombres”. Aludiendo a quien sería vicepresidente de la So-
ciedad de Educación Eugenésica indica: “Podemos decir, pues, con
Havelock Ellis que el proyecto o esfuerzo que más comúnmente

CLEMINSON, Richard. Anarquismo y sexualidad. España 1900-1939… pp. 90.


167

Capítulo “Origen y desarrollo de la eugenesia en España”, en SÁNCHEZ RON,


168

José Manuel (ed.). Ciencia y sociedad en España: de la Ilustración a la guerra civil.


Ediciones El Arquero /CSIC. Madrid. 1988, pp. 178-204.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 169

se propone para elevar el nivel biológico de la raza humana es, sin


duda alguna, el que significa la prohibición del matrimonio para
cierta clase de degenerados y el fomento entre las clases superio-
res (biológicamente hablando)”169. Cabe decir que su influencia y
repercusión fueron muy limitadas, probablemente por no formar
parte del ámbito médico en que las propuestas eugenésicas se de-
sarrollaban. Y si con no poca frecuencia eran éstas contestadas,
cabe suponer el poco atractivo que generarían proviniendo de al-
guien tan ajeno a la medicina170.
Secuela de los congresos eugenésicos celebrados por esas fe-
chas fue la convocatoria del Curso Eugénico Español que empezó
a celebrarse el 2 de febrero de 1928 en la Facultad de Medicina de
Madrid. El movimiento contaba con precedentes manifestados a
través de revistas y agrupaciones que trataban la cuestión de la
higiene, si bien empezó a configurarse en los inicios de los años
veinte en torno a profesionales de la medicina y en algunos ca-
sos del derecho. Los previstos participantes eran Sebastián Reca-
sens, ginecólogo y decano de la Facultad de Medicina de Madrid;
Luis Jiménez de Asúa, catedrático de Derecho Penal; José Estella,
catedrático de Pediatría de la universidad de Zaragoza; Joaquín
Noguera; el P. Laburu, SJ; José Sanchís Banús, neurólogo; Luis de
Hoyos Sáinz, catedrático de Fisiología ; el padre Francisco Sure-
da, del Vicariato Castrense; el Dr. Marañón, por entonces inter-
nista del Hospital Provincial de Madrid, y finalmente el antiguo
ministro D. Ángel Ossorio y Gallardo. Sebastián Recasens empezó
refiriéndose a las técnicas de mejora en ganadería y agricultura,
a tomar como ejemplo: “Estas prácticas selectivas son aplicables
a la especie humana”... “Así ha logrado mejorar el tipo racial Amé-
rica del Norte”… “En Australia y América del Sur sucedió algo se-
mejante, si bien los latinos, por haber sido menos puros que los

169
HUERTA NAVES, Luis. Eugénica, maternología y puericultura. Imp. Fortanet.
Madrid. 1918, pp. 157, 161-162,168 y 171.
170
Sobre Luis Huerta véase el texto de LÁZARO LORENTE, Luis Miguel. Luis
Huerta: eugenesia, medicina y pedagogía en España en Historia de la Educación, 28,
2009, pp. 61-88.

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170 Antonio Martín Puerta

anglosajones, no han logrado alcanzar el nivel eugénico que enor-


gullece a los primeros. En Centro América los españoles procrea-
ron sin ningún criterio selectivo, dando origen a un tipo de mulato
inferior”. Dado que “toda raza abandonada a sus propias fuerzas e
instintos degenera sin remedio”, había de irse al matrimonio euge-
nésico. Reconocía que “en América se había implantado el certi-
ficado médico con carácter obligatorio sin gran resultado”, y en
cuanto a la esterilización en Estados Unidos, observaba: “No po-
demos aceptar esa obligatoriedad de la esterilización puesto que,
hoy por hoy, no están suficientemente estudiadas las condiciones
ineludibles de degeneración que puedan asegurar el nacimiento
de un ser ciertamente enfermo”171. Por lo que se refiere a la inter-
vención de Jiménez de Asúa, El Socialista de 10 de febrero comen-
taba: “presenta cómo la concepción de la eutanasia limitadora
de lo enfermo y podrido de la vida, se plantea como derecho de
gentes en Alemania, sin detenerse ante el sentimiento de piedad
y de caridad, que a veces dañan a los cargados de lacerias y dolo-
res, por cuanto retrasa una muerte cierta y segura, prolongando
el sufrir estérilmente, horriblemente”. Comentaba el diario: “El
conferenciante se pronuncia contra ciertas orientaciones con tan-
ta energía como contra la esterilización”, para concluir: “Entiende
que la eugénica tiende a triunfar por otros medios tenidos hasta
ahora en poco, y que lo son todo: la educación sexual y la procrea-
ción reglada”. Rechazó por otra parte la esterilización aplicada
en Estados Unidos: “Pero esta medida es condenable tanto en su
aspecto obligatorio como en el voluntario, ya que fracasados los
lombrosianos en su teoría del delincuente nato y no habiendo su-
ficientes elementos de juicio suministrados por la biología para
proceder con criterio alguno, es preferible no emplearlo”172. De
modo significativo el católico El Debate de 10 de febrero comen-
taba acerca de la intervención que “se ofendió en ella con crudeza
de fondo y formas a la moral cristiana”. Sobre lo expresado el 16
de febrero por José Estella, catedrático de Enfermedades de la In-

171
Gaceta Médica Española, número 18. Marzo de 1928, pp. 249-251.
172
Gaceta Médica Española, número 18. Marzo de 1928, pp. 269-273.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 171

fancia de Zaragoza comentaba El Socialista el día siguiente: “Dice


que Norteamérica, con gran sentido eugenésico, logra ser fuerte,
probándose con sus soldados improvisados, sanos, que triunfan
cuando es preciso pelear, mientras Rusia, según confesión de Le-
nín, ofrece por cada cien bolchevistas uno solo equilibrado; sien-
do los demás locos o tarados; y todos ignorantes, con deficiente
alcance mental”. Pero en la introducción a la conferencia de José
Sanchís Banús, celebrada el 8 de marzo, se informó por el director
de Gaceta Médica Española acerca de que los P. Lauburu y Sureda
no podrían intervenir. Sanchís Banús por su parte afirmó descon-
fiar de la eugenesia, pues “en muchos de sus fines esenciales esta
ciencia se coloca en abierta oposición con los intereses persona-
les que han de sacrificarse al bien general”173.
La primera página de El Debate del 18 de febrero bajo el título
De lo científico a lo erótico comentaba: “Aludimos a una de las confe-
rencias del curso eugénico. Intolerable y chabacana, se ha salido por
entero de lo que debe ser una exposición científica”. En realidad lo
que estaba teniendo lugar entre tanto era una campaña de medios
católicos contra el curso, así descrita ulteriormente por Marañón:
“En plena marcha del curso, con asistencia enorme de público, tal
vez -reconozcámoslo- con un aliento de popularidad excesivo en la
concurrencia, las autoridades eclesiásticas prohibieron a sus minis-
tros hablar; y justamente cuando más falta hacía su oratoria, esto
es, cuando sólo se habían oído las voces un tanto agudas de los que
representaban el criterio contrario. Y luego, a favor de su natural in-
fluencia sobre un Gobierno de dictadura, yugularon el curso, como
podían haber cortado la cabeza de cualquiera de los oradores hete-
rodoxos. Funesto error para el fin que se proponían”174. Finalmente
ABC anunciaba el 18 de marzo la prohibición por parte de la autori-
dad de conferencias sobre el tema en locales públicos de libre con-
currencia. Una nota oficiosa indicaba que “aunque la discusión de
temas como la Eugenesia y la Eutanasia, por su carácter crudamente

Gaceta Médica Española, número 20. Mayo de 1928, pp. 359-370.


173

NOGUERA LÓPEZ, Joaquín. Moral, eugenesia y derecho. Javier Morata Editor.


174

Madrid. 1930, p. XX.

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172 Antonio Martín Puerta

materialista, suele ser peligrosa en sus derivaciones sociales, puede


estimarse lícita en un orden puramente científico y de controversia
doctrinal mientras se desarrolle entre hombres de ciencia y audito-
rios de profesionales con los necesarios conocimientos, no puede
consentir el Poder público que se conviertan en propaganda contra
la natalidad, en regodeo pornográfico ni en ofensa ni ataque contra
la moral cristiana y los fundamentos éticos de la sociedad”. La Real
Orden firmada por Primo de Rivera el día 17 aparecía en la Gaceta
del día 22. De modo que se autorizaban las exposiciones sólo en aca-
demias o centros profesionales. Una nota de ABC comentaba: “Por
parte de algunos oradores, el curso eugenésico ha sido más bien un
curso de veterinaria. Han tratado del matrimonio sin ver en él más
que la pareja reproductora, como si la Religión y el Derecho no lo
hubieran instituido por fines muy superiores al estado de natura-
leza, y que no pueden supeditarse a ese aspecto materialista. Otros
oradores, aun de los que disertaron con seriedad y buena fe, han
sostenido la tendencia de llevar a la legislación lo que debe quedar
en la esfera privada, en los progresos de la educación y en la mejora
de las costumbres. El matrimonio tiene ya todos los impedimentos
canónicos y legales que debe tener”. A lo que se añadía en el diario
monárquico: “Lo del certificado prematrimonial de salud, además
de ser una herejía contra el concepto jurídico y religioso del matri-
monio, es una cosa irrealizable”.
La eugenesia, no obstante, tenía también dimensiones conexas
con gentes ajenas a la medicina, siendo uno de ellos Jaime Torrubia-
no Ripoll (1879-1963), peculiar católico progresista en continuas
fricciones con la jerarquía de la Iglesia. En su libro Teología y Euge-
nesia se expresa en términos que desde luego no eran los propios de
la doctrina de aquella. En el prólogo de Jiménez de Asúa se comenta:
“La escuela ‘católica’ se caracteriza por el uso de la falacia, y la Igle-
sia gusta de rehuir el desenlace tajante de las cuestiones”. Añadien-
do el autor: “El crecimiento constante de dementes, degenerados,
imbéciles e idiotas y de otros anormales en todos los países de la
tierra ha alarmado a los Estados, que se disponen a tomar remedios
eficaces para combatir el mal”. Tras citar la experiencia americana

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 173

observa que “en todas partes prevalece la opinión de la necesidad


de establecer tales leyes en nuestro país”. Adhiriéndose claramente
a los criterios de la eugenesia negativa ya extensamente implanta-
da en Estados Unidos en esas fechas: “Y así, cuando determinados
enfermos o anormales se consideran, después de muy escrupuloso
estudio, verdaderamente incurables, y se trata de enfermedades o
anormalidades que en la mayoría de los casos, probablemente se
transmiten por herencia, es lícito al Estado, hoy por hoy, en el esta-
do actual de la ciencia, en vez de tenerlos perpetuamente detenidos
en hospitales, manicomios o enfermerías, cuando otros motivos no
obliguen a su detención, someterlos obligatoriamente a vasectomía
doble”175.
Por lo que se refiere a Luis Jiménez de Asúa (1889-1970), en Li-
bertad de amar y derecho a morir - cuya primera edición es de 1929-
demuestra ser un profundo conocedor de la materia, que ha estudia-
do concienzudamente. Aunque el libro está dirigido a la justificación
de la eutanasia trata bastantes cuestiones eugenésicas. Reitera su
idea acerca de la necesidad de restringir el número de embarazos:
“Los matrimonios españoles procrean más hijos de los que pueden
mantener y educar”. Entiende que es mejor “un número reducido de
descendientes”, ello justificado por “la salud de la madre y el bienes-
tar de la progenie”. En cuanto a la esterilización señala: “Sólo pues,
en aquellos supuestos, que al jurista no le compete señalar ni deci-
dir, en que se hereda un mal incurable pude ser practicada la esteri-
lización; pero en los contados casos en que un hombre o una mujer
hayan de engendrar seres enfermos e inútiles, la esterilización eu-
génica se impone”. Pero se pronuncia contra “la asexualización de
delincuentes, porque si se esterilizan con fines eugénicos, se prac-
tica una operación informada por muy combatidos conocimientos
genéticos, y si se castran con miras de castigo y profilaxis de delitos
subsiguientes, se vuelve a los viejos tiempos de la mutilación como
pena”, de modo que solo la admitía para que no corriera riesgo la
vida de la madre. En cuanto a la eutanasia, se manifiesta favorable,
175
TORRUBIANO RIPOLL, Jaime. Teología y eugenesia. Ed. Morata. Madrid. 1929,
pp. XIV, 178, 179 y 189.

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174 Antonio Martín Puerta

pero dado que pude ser un procedimiento de fines eugenésicos, ma-


nifiesta: “Rechazo de plano, repugnado y entristecido, la organiza-
ción, con todo el aparato de legalidad, del exterminio de personas
aquejadas de incurables males o de idiotez irremediable”176. Es de-
cir, la rechaza como procedimiento eugenésico.
Por su parte el médico Joaquín Noguera, en el aludido texto
prologado por Marañón, defendía la eugenesia, así justificada: “Se
trata, en efecto, de encontrar en los grupos humanos las líneas fa-
miliares más dotadas hereditariamente, y ayudar a su desenvol-
vimiento”. Añadiendo: “La selección de los mejor dotados asegura
una sociedad saludable y resistente para triunfar de la lucha por la
vida”… “pero no basta esto, sino que la Eugenesia prosigue su labor,
mejorando las condiciones higiénicas de la existencia, del trabajo y
de la vida intelectual. Pero la realidad impone también la acción ne-
gativa de la Eugenesia, la cual se desarrollará cuando ésta se dirige
sobre los anormales de todas clases, para impedir que estos obren
sobre la generación y transmitan sus taras a su descendencia”. Para
ello se precisa “un régimen de libertad, sin gazmoñería ni las frías
imbecilidades de una vieja Moral hipócrita”. A lo que se añade: “La
selección de los mejor dotados asegura una sociedad saludable y
resistente para triunfar de la lucha por la vida”. Afirma que “el ma-
trimonio de los anormales será una inmoralidad, a pesar de todas
las consagraciones, porque, fatalmente, es un insulto a la raza”177. Es
decir, que las propuestas de eugenesia negativa, por mucho que no
se aclararan las fórmulas a aplicar, tenían también sus partidarios.
Un nuevo texto se publicó acerca de la cuestión en 1932, el
de Francisco de Haro García, defendiendo el certificado prematri-
monial. En él proponía el autor un proyecto de ley incluyendo el
establecimiento de unos Consultorios Eugénicos que expidieran
certificado que no podría darse a enfermos mentales; tampoco a
epilépticos, leprosos, tuberculosos o sifilíticos, salvo que se some-

176
JIMÉNEZ DE ASÚA, Luis. Libertad de amar y derecho a morir… pp. 118, 210,
256, 323 y 435.
177
NOGUERA LÓPEZ, Joaquín. Moral, eugenesia y derecho. …, pp. 64, 79-80 y 81.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 175

tieran a previa esterilización. Observando lo siguiente: “Ahora bien,


para hacer imposible el ‘origen’ del ser inepto, para que el niño dé-
bil o defectuoso no llegue a nacer, es preciso que la eugenesia ac-
túe sobre la pareja humana que en unión libre o en forma de matri-
monio va a crear su hogar y su prole”178. Resulta de gran interés el
prólogo de Gregorio Marañón, fechado en septiembre de 1931, que
se desmarca de la propuesta, a la vez que añade sus propias obser-
vaciones. Sobre el certificado médico prenupcial, comenta escépti-
co que “el camino es distinto. No prohibir a la fuerza la insensatez,
sino ir inculcando en la cabeza de los jóvenes que si no tienen salud
no deben tener hijos, porque es un crimen tenerlos”, aludiendo a
su conferencia pronunciada en La Habana El matrimonio biológico.
Marañón añade además los siguientes comentarios: “La humanidad
tiene que acomodar el ritmo de la propia producción a las necesi-
dades del momento. Y tiene, además, que oír la voz de la ciencia y
procurar que las generaciones nuevas estén limpias de hombres de-
generados, enfermos e inútiles, en la medida en que esta selección
está al alcance de nuestra voluntad. Hace unos años, el hablar así,
originaba una sacudida en el alma de las sociedades, imbuidas de
una moral hipócrita y de un imperialismo dorado y catastrófico”. No
demuestra el ilustre doctor grandes dotes proféticas cuando afirma:
“Las guerras grandes no volverán. Los estados no tienen ya que fo-
mentar, con propagandas hipócritas, la cría de carne de cañón”. Pero
Marañón se confirma en una línea particular: “Una eugenesia en
alianza con la moral más púdica -ya se ha iniciado el armisticio entre
ambas- regulará el progreso material, numérico, y en parte el espiri-
tual de la humanidad”179.
Efectivamente es Gregorio Marañón la personalidad de mayor
relieve adherida a la línea eugenésica, si bien cabe decir que, sin
haber renunciado nunca a ella, se manifiesta meramente en favor
de la eugenesia positiva. Por otro lado su carácter de católico y de
humanista le llevan a posiciones mesuradas. En Tres ensayos sobre
178
HARO GARCÍA, Francisco. Eugenesia y matrimonio. Javier Morata, Editor.
Madrid. 1932, pp. 22 y 26.
179
HARO GARCÍA, Francisco. Eugenesia y matrimonio… pp. 11,19 y 20.

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176 Antonio Martín Puerta

la vida sexual dio a conocer una serie estadística relacionando mor-


talidad infantil con natalidad que supuso una verdadera llamada
de atención, llegando a la siguiente la conclusión de que: “ya desde
hace tres años, a pesar de todo, la mortalidad global de España ha
superado a la natalidad. Y se hace cada vez más indudable esta te-
rrible paradoja: si las mujeres españolas parieran la mitad de hijos
que en la actualidad, en cien años se duplicaba la población de Es-
paña”. Observa lo siguiente: “El secreto profesional, el descuido al
plantearnos los problemas eugénicos o simplemente el deseo de ser
agradable a los demás, lleva muchas veces al médico a dar el placet
o a hacerse el distraído ante coyundas biológicamente criminales”.
Reafirmándose en su postura: “Pero el hacer hijos no es una cues-
tión meramente cuantitativa sino principalmente cualitativa”180. Por
otro lado en Amor, conveniencia y eugenesia se expresa - bajo la in-
fluencia de lo sucedido durante la Gran Guerra- de este modo: “Se
seleccionan los fuertes para morir, en plena eficacia, en el campo de
batalla; y a los residuos de esta selección se les encarga perpetuar la
especie. Y a esto además, se le llama patriotismo. Es tan atroz todo
ello, que si se probase a difundirla en todas partes y en todos los to-
nos, desde el hogar y dese la escuela, como se enseña a no blasfemar,
a no robar, a no mentir y a no emborracharse, tal vez se lograse la
consumación de tantos delitos biológicos como vemos a diario lega-
lizados por el Estado y bendecidos por la Iglesia”181. En Raíz y decoro
de España recordará sobre la estadística publicada en Tres ensayos
sobre la vida sexual que “doctos pero ligeros moralistas prohibieron
su lectura”, aunque se formó otra corriente comprensiva. De nuevo
se manifiesta a favor de una línea favorable a la selección reproduc-
tiva cuando comenta: “Aún desde el punto de vista del moralista, en
efecto, nada puede justificar el crimen de traer a este mundo seres
nuevos, con la conciencia previa de que no se les puede rodear de las
garantías materiales y afectivas precisas para que vivan con salud y
adquieran la instrucción necesaria”. Aunque, siempre preocupado
180
MARAÑÓN, Gregorio. Tres ensayos sobre la vida sexual. Biblioteca Nueva.
Madrid. 1927, pp. 103, 104-105 y 112.
181
MARAÑÓN, Gregorio. Amor, conveniencia y eugenesia. Historia Nueva. 1929,
pp. 54-55.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 177

por no distanciarse de los criterios de la Iglesia, observa: “Hay una


Eugenesia católica, que es la misma, en su noble fin, que la de aque-
llos que comulgan en cualquiera otra religión: y la misma de los que
viven fuera de las confesiones religiosas. Lo que varía es el camino
para llegar a ella”. Apelando a la responsabilidad: “Los padres enfer-
mos de enfermedades transmisibles no pueden tener hijos, y se les
debe decir con toda claridad. Es mejor que sufran ellos un momento
con tal de que sus hijos no sufran toda la vida”. Pero siempre man-
teniendo el criterio aludido: “La mortalidad infantil, que tanto nos
preocupa a todos, sobre todo a los españoles, hay que combatirla
en su fuente: en el problema del número excesivo de hijos”182. Como
puede observarse se trata de un científico que se adhiere, con una lí-
nea propia, al proyecto eugenésico, definida por Ferrándiz y Lafuen-
te como “un difícil intento de mantener el equilibrio entre tradición
y progreso”183.Cabe señalar que en ningún momento se adhiere a
los radicales criterios de la eugenesia negativa tan en boga por esas
fechas, y que encontramos en él la apelación a la responsabilidad
individual pero no la traslación al estado de la decisión última de
aquello que atañe a la dignidad de la persona.
Resulta de interés la aportación de Luis Hernández Alfonso
(1901-1979), escritor republicano que desde una perspectiva iz-
quierdista ataca las propuestas eugenistas. En Eugenesia y derecho
a vivir, tras considerar “estúpida la oposición hecha por la Iglesia (o
mejor dicho por sus ministros) a la campaña eugenista”, define a los
partidarios de ésta de la siguiente manera: “Hombres sentimentales
a su modo, sufren por las penas de los desheredados y dicen ‘amo-
rosamente’: ‘extingámoslos’. Lo que no admiten es la posibilidad de
que las riquezas acumuladas por unos cuantos pasen a ser disfruta-
das por todos. Hay que respetar el orden social establecido- Si para
ello hay que matar, se mata”. Expone lo siguiente: “El sociólogo, como
ya hemos dicho, no puede considerar a los tipos inferiores como ex-

182
MARAÑÓN, Gregorio. Raíz y decoro de España. Espasa Calpe. Madrid. 1941, pp.
90-91, 92, 95, 98 y 101.
183
FERRÁNDIZ, Alejandra y LAFUENTE, Enrique. “El pensamiento eugénico de
Marañón”. Asclepio, 1999, Vol 51, nº 2, pp.133-148.

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178 Antonio Martín Puerta

crecencias dañinas, puesto que son partes del todo social. Hay que
estudiar las causas de su debilidad y procurar suprimirlas. Y esto
no se logrará jamás mientras no se transforme radicalmente la so-
ciedad estableciéndola sobre la base de una nivelación económica”,
criticando el “error crasísimo de no pocos eugenistas” de copiar las
prácticas de la zootecnia. Entiende que se requiere de una reforma
del sistema social y de actuar por la vía de las mejoras sociales y de
la sanidad, concluyendo: “Sólo así cabrá una verdadera labor de Eu-
genesia. Lo demás es, simplemente, emprender la obra de destruc-
ción de los débiles y desgraciados por los fuertes y felices”184.
Ya durante la República, entre el 21 de abril y el 10 de mayo
de 1933, se celebraron en la Facultad de Medicina las Primeras Jor-
nadas Eugénicas Españolas, organizadas por la Gaceta Médica Es-
pañola y la Liga para la Reforma Sexual. Fueron inauguradas bajo
la presidencia del socialista Fernando de los Ríos, ministro de Ins-
trucción Pública, habiéndole acompañado en la presidencia conoci-
dos participantes, junto al presidente de la Federación Universitaria
Escolar y el delegado de la F.U.E. de Medicina. Los ponentes fueron
Roberto Novoa Santos, Matilde de la Torre, Jaime Torrubiano, Pío
Baroja, Ramón J. Sender, Gonzalo R. Lafora, Mariano Ruiz Funes y
Ángel Ossorio y Gallardo. El ministro depuso sobre La eugénica en la
Universidad, comentando que “el problema eugenésico, comprendi-
do en la forma que con justeza aquí se ha definido, es un problema
de porvenir de la raza”. Pío Baroja en su ponencia El tema sexual en
la Literatura no hizo alusión a la cuestión, comentando sobre la reli-
gión que más que opio “sería mucho más exacto decir que es el alco-
hol del pueblo”, y calificando las soluciones libertarias y de amor li-
bre como “chatarra vulgar pintada con purpurina”. Ramón J. Sender
en su ponencia Reflexiones sobre el amor tampoco haría alusión al
tema central de la convocatoria. Además hubo numerosos cursillos
prácticos, donde no podía faltar la célebre Hildegart Rodríguez Car-
balleira, que se presentaba como “abogado, publicista y Secretaria
de la Liga Española de Reforma Sexual sobre bases científicas”; su
184
HERNÁNDEZ ALFONSO, Luis. Eugenesia y derecho a vivir. Madrid. Javier
Morata Ed. 1933, pp. 16, 25, 32, 113 y 205.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 179

ponencia versó sobre la maternidad consciente, donde expuso sus


criterios a favor del control de la natalidad, ofreció todo tipo de des-
cripciones prácticas concretas sobre los procedimientos utilizados
y recomendó el método anticonceptivo de Margaret Sanger, descri-
to en todos sus pormenores185. Hildegart y su madre, Aurora Rodrí-
guez Carballeira, estaban decididas a cambiar la humanidad por
medio de la libertad sexual y la contracepción pero, decepcionada la
madre, acabó asesinando a su hija el 9 de junio ante lo que conside-
raba una defección en su plan de redención del universo. Doña Au-
rora acabaría su carrera redentora internada en el sanatorio siquiá-
trico de Ciempozuelos. Por otro lado la crónica del Dr. Juan Noguera
aparecida en Gaceta Médica Española recordaba el Primer Curso
Eugénico, “suspendido analfabetamente por la Dictadura”. Aludió a
“Ossorio y Gallardo cantando la gran espiritualidad de la Eugénica y
los postulados de la Democracia Cristiana”. Para concluir: “Quienes
digan en lo sucesivo que la Eugénica es la zootecnia; quienes tengan
la frescura de seguir predicando que esto de la Eugénica es cosa de
cruzamiento de mulos, serán unos ignorantes o unos pillos”. Aludió
a “Azaña, que ha prestado su apoyo, su simpatía y su alta calidad
intelectual a las obra de las Jornadas”. Añadía que “la comprensión
amplia y decidida del Estado en el problema de la higiene racial que
trata de resolver la Eugénica debe traducirse en la protección de la
investigación y enseñanza eugénicas”. Al final se añadía un dibujo
burlesco del cardenal Segura, comentándose “que consiguió que se
guillotinara el Primer Curso Eugénico Español, en el que, por cierto,
dejó sin hablar, pese a su formidable deseo de hacerlo, al jesuita Sr.
Laburu, ese culto Padre que anda ahora por los tabladillos de los ci-
nes definiendo la Eugénica con típica expresión de subconsciencia
frailuna: ‘pringosilla y manoseada eugénica’ ”186. Podemos obser-
var que las tendencias eugenésicas en España durante esas fechas
tendían más bien a situarse fuera del espacio social y político con-
servador. No obstante en el número de enero de 1934 de la revista
185
NOGUERA, Enrique, HUERTA, Luis. Genética, eugenesia y pedagogía sexual.
Javier Morata. Madrid. 1934, pp. 12, 13, 87, 92, 203 y 231. Libro conteniendo los textos
y ponencias de las Jornadas.
186
Gaceta Médica Española, nº 81. Junio 1933, pp. 267-272.

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180 Antonio Martín Puerta

monárquica Acción Española, aparece un artículo sumamente com-


prensivo con el proceso alemán escrito por el Dr. Francisco Murillo
Palacios;187; y en mayo de ese año la misma publicación recoge dos
artículos de Wenceslao González Oliveros que muestran una tónica
similar, si bien se percibe que no se propone una imitación188.
Un elemento casi siempre conexo con la eugenesia, el tras-
fondo racista más o menos confeso, ha sido en España en general
inexistente, salvando el caso de los nacionalistas vascos y catalanes.
Por lo que se refiere a los primeros, es conocido el evidente racismo
antiespañol de su fundador, Sabino Arana. El Artículo 9º del origi-
nario programa nacionalista así decía: “Las bases necesarias para
que la unidad nacional sea sólida y duradera son: unidad de raza en
lo posible; unidad católica”. No tan patente ha sido el racismo nacio-
nalista catalán, pero hay textos aclaratorios. Uno de ellos La Raça,
de 1930, escrito por Rosell i Vilar, cuyo oficio era el de veterinario y
director del parque zoológico barcelonés. Comenta que “la raza in-
forma la política”, si bien, forzado por la poca homogeneidad de la
población percibe así el problema: “La raza, a causa de la vaguedad
del concepto y de las variadas significaciones, tal como la entienden
y aplican los políticos, es incapaz de servir de base constitutiva de
las naciones”. Lo que reitera: “Acabamos de ver que las principales
características de una colectividad, área geográfica, fronteras, re-
ligión, lengua, historia, voluntad, raza, cada una de ellas no puede
constituir la base de una nación”. Coquetea con el racismo vulgar,
al decir: “Las razas, más allá de la mentalidad, tienen una fisiología
particular, anterior o conjunta a aquella”. La describe así: “Esta base
científica, sólida, existe. Es la raza. La raza en tanto que concepto
nuevo; no la raza al modo como la entienden políticos, juristas, his-
toriadores y antropólogos. Por el momento digamos que la raza se
caracteriza por una cultura propia”, advirtiendo contra el mestiza-

187
MURILLO PALACIOS, Francisco. Acción Española nº 44. “El mejoramiento de la
raza, base del engrandecimiento de Alemania”. 1 de enero de 1934, pp. 780-793.
188
GONZÁLEZ OLIVEROS, Wenceslao. “Algunas notas sobre el momento científico
de la doctrina racista”. Acción Española, números 52 y 53 de 1 de mayo y 16 de mayo de
1934. P.p. 329-337 y 415-428.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 181

je189. Es decir, que - no pudiendo confesar su racismo evidente- pre-


fiere, para emitir el criterio racial, apelar a un arcano a partir del
cual cabe cualquier decisión subjetiva determinada desde la conve-
niencia. Igual planteamiento, en último término, al expresado en el
“Yo decido quién es judío” del mariscal Goering para proteger a un
colaborador de expediente dudoso. No obstante ha de decirse que
Rosell i Vilar no es partidario de la eugenesia. Afirma que los euge-
nistas no aportan nada a lo ya constatado y que la eficacia de sus mé-
todos sería difícil de demostrar, comentando: “Una raza que siga las
recomendaciones eugenésicas aumentaría seguramente el número
de individuos cualificados. Pero, ¿es que un gran número de músi-
cos hace un buen músico?”. Observando lo siguiente: “Los grandes
filósofos, músicos, sabios, literatos, no provienen de generaciones
selectas”. Por ello, siendo comunes las cualidades de la raza, no hay
razón para eliminar a individuos: “La mejora ha de ser en conjunto y
se ha de atener en particular al medio ambiente de cada individuo”.
Concluyendo, no obstante: “La política de la libertad completa, indi-
vidual y colectiva, tiene un nombre: política raciológica”190.
Dentro de tal línea aparecía en la prensa catalana del 12 de
mayo de 1934 el manifiesto Per la conservació de la raça catalana,
cuyo más conocido firmante era Pompeu Fabra. Se alertaba contra
la inmigración forastera, dado que “se podía pensar en una trans-
formación o retroceso de la capacidad genética”. Acababa convo-
cando a “la busca de los adecuados medios de defensa de defensa
de nuestra raza”, fundamental “para asentar las bases científicas
de una política catalana de población”. Se incluía la siguiente pro-
puesta: “Es de urgente consideración ir al acopio de voluntades en
una Sociedad Catalana de Eugenesia”. Esta dimensión racista no es
demasiado conocida, pero cuando el 6 de octubre de 1934 tuvo lu-
gar la sublevación de la Generalidad de Cataluña, uno de los grupos
más activos fue el de las juventudes de Estat Català, el grupo más
radicalmente independentista, dirigido en ese momento por Miquel
189
ROSELL I VILAR, Pere M. La Raça. Llibreria Catalonia. Barcelona. 1930, pp. 9,
51, 54, 58, 121 y 193.
190
ROSELL I VILAR, Pere M. La Raça… pp. 227, 228, 237 y 364.

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182 Antonio Martín Puerta

Badía; se trataba de una agrupación de carácter filofascista, unifor-


mada con camisas verdes y apoyada por el consulado de Italia. En
cuanto a su creador, Josep Dencàs, consejero de Gobernación par-
ticipante en la sublevación, es así calificado por Jaume Miravitlles:
“Era un ‘nacional-socialista’ sincer”191. Del mismo modo se expresa
Aymamí, testigo presencial de los hechos: “Dencàs, perseguia la im-
plantació d’un estat feixista manat per ell”192. Algo, por tanto, muy
en consonancia con los tiempos, y muy desligado de las imágenes
habitualmente creadas.
Por otro lado un texto de Josep Vandellós publicado en 1935
contemplaba con alarma y pesimismo la escasez de nacimientos
entre la población catalana, aportando datos que cotejaban la baja
natalidad histórica de Cataluña, inferior a la del resto de España193.
Pero sería precisamente en Cataluña durante la guerra civil donde
se promulgaría por primera vez una norma eugenésica, pues la le-
galización del aborto por la Generalidad de Cataluña, recogía el su-
puesto eugenésico. Fechado el 25 de diciembre de 1936 y firmado
por Josep Tarradellas, por el anarquista Pere Herrera como conse-
jero de Sanidad y finalmente por el consejero de Justicia, el Decreto
correspondiente comenzaba así su exposición de motivos194:
“La reforma eugenésica que representa una de las mayores con-
quistas revolucionarias en sanidad, comienza su plan de acción median-
te la incorporación a la legislación sanitaria de un hecho hasta ahora
efectuado lejos de todo control científico, a la sombra y por personas in-
competentes y que desde este momento adquiere la categoría biológica
y social, como es el aborto. La finalidad primordial que se persigue es la
de facilitar al pueblo trabajador una manera segura y exenta de peli-
gro de regular la natalidad, cuando existan causas poderosas, sentimen-

191
MIRAVITLLES, Jaume. Crítica del 6 d’Octubre. Hacer. Barcelona. 1935, pp. 117
y 118.
192
AYMAMÍ I BAUDINA, Lluís. El 6 d’Octubre tal com jo l’he vist. Atena. Barcelona.
1935, p.180.
193
VANDELLÓS, Josep A. Catalunya, poble decadent. Biblioteca Catalana d’Autors
Independents. Barcelona. 1935.
194
Diari Oficial de la Generalitat de Catalunya. 9 de enero de 1937, pp. 114-115.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 183

tales, eugénicas o terapéuticas que exijan la interrupción artificial del


embarazo”.

En su artículo segundo se indicaba:


“Se consideran motivos justificados para la práctica del aborto las
razones de orden terapéutico, eugenésico o ético”.
Ello aunque el Código Penal de 1932, promulgado siendo mi-
nistro de Justicia el radical-socialista Álvaro de Albornoz, sanciona-
ba duramente el aborto en sus artículos 417-420195. No obstante en
el momento de publicación de la norma de la Generalidad era en Ma-
drid ministra de Sanidad la también anarquista Federica Montseny.
El final de la guerra civil supuso la derogación de la norma de la Ge-
neralidad a través de la Ley de Jefatura del Estado de 24 de enero
para la protección de la natalidad contra el aborto y la propaganda
anticoncepcionista196.
Que un régimen que se autodeclaraba católico no iba a contra-
riar los principios emitidos por la Iglesia era obvio, pero desde la
Iglesia española existían fuertes suspicacias hacia la propaganda nazi
abundantemente distribuida en España por esas fechas. De modo que
los sectores católicos no bajaban la guardia ante cualquier posible in-
fluencia en este sentido. Un ejemplo de ello se encuentra en el Boletín
de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas de 15 de abril de
1943. Se trataba de una publicación de unos mil ejemplares de tirada,
distribuida entre sus socios -no pocos de ellos con altas responsabili-
dades políticas- y entre los obispos. El indicado número recogía una
conferencia de uno de sus socios, el doctor Manuel Bermejillo, anti-
guo diputado de la CEDA por Burgos en 1933 y 1936, y desde 1943
catedrático de Patología General en Madrid. El texto, reproducido casi
íntegramente, ponía severamente en guardia contra las concepciones
racistas y eugenésicas e informaba contra tales prácticas. Recomen-
daba los libros de Luis Alonso Muñoyerro Moral médica en los sacra-
mentos de la Iglesia y las orientaciones del doctor Fernando Enríquez
de Salamanca en Castidad y eugenesia. El doctor Bermejillo, que en-
195
Gaceta de Madrid. 5 de diciembre de 1932, p. 310.
196
BOE 2 de febrero de 1941, pp. 768-769.

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184 Antonio Martín Puerta

tre 1970 y 1977 sería presidente de la Real Academia de Medicina,


había sido entre 1934 y 1935 subsecretario de Sanidad y Asistencia
Social, y comentó sobre el aborto: “…en Estados Unidos cada año se
producen voluntariamente unos dos millones de abortos, 600.000 en
Francia, y es verosímil que en nuestra España se rebase el número de
100.000 por año”.
Por lo que se refiere a los planteamientos eugenésicos en épo-
ca de Franco cabe distinguir ciertos aspectos. En primer lugar cual-
quier motivación de tipo racista tenía poca aceptación social, y lo
más a que se llegó fue a la publicación en 1941 por el catedrático
de Medicina de Valladolid Misael Bañuelos del texto Antropología
actual de los españoles. Un libro no exento de ciertas fantasías en las
clasificaciones -cosa común en los textos sobre la materia-, pero le-
jano de cualquier racismo científico y basado en observaciones per-
sonales y en apariencias morfológicas. En él se comentaba: “Pero es
un mérito extraordinario para los legisladores americanos, el ad-
quirido al restringir la inmigración de las razas inferiores, y permi-
tir la de razas superiores en los Estados Unidos de Norteamérica. El
mismo mérito alcanza a Mussolini, prohibiendo los matrimonios de
italianos con abisinios en el nuevo imperio de Italia. También Hit-
ler realiza idéntica labor con su legislación protectora de los gru-
pos raciales superiores alemanes, frente a los grupos inferiores,
que podrían ocasionar la decadencia y extinción de la cultura y la
civilización alemana y nórdica en general, en la Europa continental”.
Sugería lo siguiente: “Al emparentar la familia deben tener siempre
en cuenta el valor de un nuevo pariente perteneciente a un grupo
racial de selección superior, que sea bello ejemplar de su raza y ade-
más bien dotado intelectualmente y moralmente”. No obstante con-
sideraba que el pueblo español era “de una gran uniformidad racial,
formado por las razas más adelantadas y de selección más progre-
siva de la Humanidad de nuestro tiempo”197. En cualquier caso no
se sugería ningún tipo de medida desde el estado, sino la indicada
recomendación a tener en cuenta individualmente.
197
BAÑUELOS, Misael. Antropología actual de los españoles. Editorial Científico
Médica. Barcelona-Madrid. 1941, pp. 192, 193 y 223.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 185

En cuanto a las reiteradas apelaciones a la raza hispana, el


asunto, sin la menor conexión con criterios eugenésicos o segre-
gadores, venía siendo reiterada desde 1918. Por Real Decreto de 8
de mayo de ese año el Rey Alfonso XIII autorizaba al Presidente del
Consejo de Ministros -en ese momento Antonio Maura- “para pre-
sentar a las Cortes el adjunto proyecto de ley declarando fiesta na-
cional, con la denominación de Fiesta de la Raza, el día 12 de Octu-
bre de cada año”198. Se apelaba a la fraternidad con Hispanoamérica,
y ello en los mismo términos -no exentos de excesos retóricos- du-
rante la monarquía de Alfonso XIII, durante el régimen de Franco y
durante la República. Así el 12 de octubre de 1938 el presidente del
Gobierno de la República, doctor Negrín, pronunciaba un discurso,
donde decía: “cuando hablamos de exaltar nuestra raza hablamos
del concepto biológico y humano de la raza, inspirado en los mismos
principios cristianos y universalistas que animaron al muy grande
español Fray Bartolomé de las Casas”. Criticaba el significado que se
extendía por esas fechas, indicando que “podrá servir para dueños
de yeguadas”, pero “no ha sido nunca el que ha informado a los ada-
lides de nuestra gesta heroica”. Otro tanto expresaba el presidente
de la Generalidad de Cataluña, Luis Companys, que en su discurso
radiado expresó: “La raza espiritual a la cual, vosotros y nosotros,
nos cabe el honor de pertenecer, es inmortal y eterna”199. Nada de-
masiado distinto, por tanto, de lo anterior ni de lo que se escucharía
con bastante frecuencia durante los años siguientes.
No obstante, si alguien ha dado lugar a comentarios no exce-
sivamente acertados ha sido el médico militar y posteriormente
catedrático de siquiatría Antonio Vallejo Nágera (1889-1960), a
quien se ha atribuido el intento de traslación a España de las teo-
rías eugenésicas nazis, cuando sus posiciones eran justamente las
opuestas. De hecho ya manifiesta sus criterios en 1932 en la revista
Acción Española en su artículo Ilicitud científica de la esterilización
eugénica, donde puede leerse: “La Ciencia jamás puede contradecir
al Derecho Natural, y, en realidad, no existe pugna cuando se medi-
198
Gaceta de Madrid. 17 de mayo de 1918, pp. 443-444.
199
ABC de Madrid. 13 de octubre de 1938, p. 4.

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186 Antonio Martín Puerta

tan detenidamente los resultados de la experimentación científica.


Sacrificar unos hombres en beneficio de otros hombres, constituye
un principio farisaico inadmisible en pueblos civilizados”200. En su
libro de 1937 Eugenesia de la Hispanidad advierte del riesgo de cre-
tinismo racial desde los fines de la casa de Austria. Aunque adopta
el término eugenesia advierte: “Discutida y discutible la órbita de
la eugenesia, también sus fines y medios, renunciamos a la infali-
bilidad”, desmarcándose de las experiencias de la época al señalar:
“Los geneticistas están más cerca de Esparta que de Atenas y sus
principios son francamente peligrosos cuando han de trasplantarse
a una legislación social que enfoca los problemas eugenésicos con
un objetivo materialista”. De hecho considera que los eugenistas
pueden situarse en tal perspectiva: “Al plantearse legislativamente
las cuestiones eugenésicas, se precisa estudiarlas en la totalidad de
sus dimensiones, prescindiendo de utópicos principios, pensando
lo mismo en el individuo que en la raza, en el mejoramiento y per-
fección del espíritu tanto como en el del cuerpo. Pero aun cuando
en el caso de que parezcan evidente y rigurosamente científicos los
principios eugenésicos, jamás estaremos autorizados para su apli-
cación cuando mermen los más sagrados derechos naturales del in-
dividuo”. De ahí lo siguiente: “El mito eugenésico ha reportado hasta
la fecha bien escasos beneficios a la humanidad, pues limitadas sus
propagandas a una eugenesia negativa, ha aspirado hasta ahora,
como bien supremo, a la eliminación de los degenerados, tarados,
inferiores y deformes, mediante medidas que impidan o trunquen la
descendencia”. Por ello se separa de las propuestas coetáneas: “Un
atento análisis de las motivaciones de las leyes norteamericanas de
esterilización nos advierte enseguida que brotan de un prejuicio ra-
cial más que de razones eugenésicas”… “Algo semejante vislumbra-
mos en la ley alemana de esterilización, elaborada por los gobiernos
socialistas y promulgada inmediatamente de apoderarse los racis-
tas del Poder”. Considera inadmisibles tales prácticas: “El moderno
tratamiento a favor de la esterilización procede de Norteamérica”…

200
Ver Acción Española, 1 de enero de 1932, nº2, pp. 142-154 y nº3 de 15 de ene-
ro de 1932, pp. 249-262.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 187

“El fariseísmo americano ha establecido la libertad de esterilización


en algunos Estados; pero es una libertad mitigada, pues cuando el
sujeto no se somete voluntariamente a la indicación facultativa, trá-
tase de obtener el consentimiento de los padres o tutores”.
Es evidente que en modo alguno se adhiere a las corrientes
anglosajonas o germánicas discutiendo el principio de partida en
un texto que resulta tan poco eugenésico que se encabeza con el
rótulo “En defensa de los imbéciles”, para decir: “… pero ¿sólo pros-
peran en la vida los inteligentes? Creemos todo lo contrario, pues
observamos frecuentemente que las dotes éticas y la constancia
en el trabajo suplen con exceso las escasas facultades intelectua-
les” A lo que añade: “La herencia de la debilidad mental de grado
mediano o leve está por demostrarse de un modo concluyente”.
Por ello concluye: “Sería absurdo un programa de mejoramiento
eugenésico del pueblo fundamentado en la eliminación de los in-
deseables. Hay que mejorar los más aptos…pero simultáneamen-
te también a los inferiores biológicos, aunque sin perjudicarlos”.
Finalmente defiende el criterio de la Iglesia, que no se opone al
reconocimiento médico anterior al matrimonio, sino tan sólo a la
prohibición estatal. Para finalizar proponiendo unas nuevas rutas
eugenésicas, basadas en la salud física, la higiene, la protección a la
infancia, la educación popular y una higiene mental “íntimamente
unida a la Moral y al Derecho natural”. Concluyendo en que “sin
religiosidad y sin patriotismo, no puede subsistir la raza”. Es decir,
que se limita a proponer medidas de eugenesia positiva, desmar-
cándose con toda claridad de las teorías y prácticas dominantes de
los eugenistas. Por no hablar de su rechazo a la subordinación de
todo al Estado y de su rechazo a la esterilización: “Objetamos que
los poderes del Estado no son ilimitados, y que los enfermos no
tienen culpa de serlo, pero menos puede todavía mutilarse a los
delincuentes, pues toda mutilación no exigida para conservar la
salud es contraria al Derecho natural” 201.

201
VALLEJO NÁGERA, Antonio. Eugenesia de la Hispanidad. Editorial Española.
Burgos. 1937, pp. 7, 9, 47, 48, 51-52, 55, 62, 63, 64, 78 y 137-140.

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188 Antonio Martín Puerta

Por otro lado la reforma del Código Penal aprobada por Decre-
to de 23 de diciembre de 1944 penalizaba severamente la práctica
del aborto en los artículos 411- 418, explicitando en el 416 la prohi-
bición de difusión de propaganda anticonceptiva, y prohibiéndose
igualmente en el artículo 418 la castración202. Con el tiempo quedó
claro que la regeneración buscada era perfectamente posible a par-
tir de la sanidad, la higiene, la elevación cultural y - tal como apuntó
en su momento Hernández Alfonso- la nivelación económica. Bas-
taba, por tanto, con aplicar tales medidas y generar una sociedad
abierta en cuanto a posibilidades de desarrollo humano, sin nece-
sidad de acudir a discriminadores proyectos de ingeniería social y a
técnicas propias de una granja de pollos.

202
BOE. 13 de enero de 1945, pp. 457- 458.

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CAPÍTULO 13
EL TRIUNFO DE LA NUEVA EUGENESIA

Las corrientes eugenésicas sufrieron un fuerte desprestigio


tras la Segunda Guerra Mundial a raíz de los hechos que habían te-
nido lugar en la Alemania nazi. Como se ha visto, incluso algunos de
los implicados en programas eugenésicos acabaron condenados a
pena de muerte tras los juicios de Nuremberg. Todas las exaltacio-
nes en favor de la mejora de la raza humana, de su elevación física e
intelectiva, habían incluido elementos coactivos, argumentaciones y
actos ofensivos para la dignidad de las personas, agresiones contra
su integridad física y, en el caso particular del nacionalsocialismo,
un desmesurado conjunto de crímenes. De modo que con la alusión
a la eugenesia vino a suceder algo parecido a lo que comentó Geor-
ges Bernanos, el antiguo miembro de Action Française: “Hitler ha
deshonrado al antisemitismo”. En realidad Hitler había dejado mal-
parado casi todo lo que hubiera tenido que ver con él, salvo las ten-
dencias igualitarias y niveladoras de su partido socialista nacional,
habiendo sido la práctica eugenésica uno de los elementos centrales
en su régimen. Bien es cierto que con unos niveles coercitivos nunca
vistos, pero tampoco especialmente criticados por muchos eugenis-
tas para lo que atañe a su campo. De modo que el término, por se-
guir a Bernanos, había quedado deshonrado. Pero solo relativamen-
te, como veremos. Para empezar recuérdese que las legislaciones
eugenésicas de Estados Unidos y del área escandinava siguieron en

189

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190 Antonio Martín Puerta

vigor durante años e incluso décadas, especialmente en este último


grupo de países.
Los cambios terminológicos se hicieron imprescindibles, aun-
que de ningún modo puede decirse que fueran inmediatos. Así An-
nals of Eugenics, creada en 1925 por Karl Pearson, pasó en 1954 a
denominarse Annals of Human Genetics. La Eugenics Society se
llamaría Galton Institute desde 1989. En Estados Unidos Eugenics
Quarterly tomó el nombre de Social Biology en 1969, como la Ame-
rican Eugenics Society pasó a ser en 1972 la Society for the Study of
Social Biology. Y en Suecia el Instituto Estatal para la Biología Racial
creado en 1922 se acabaría denominando Institución para la Me-
dicina Genética. Ciertamente los cambios tardaron en llegar, pero
en realidad todas estas instituciones eran anteriores a Hitler y no
le debían absolutamente nada -más bien era al revés-, salvo la mala
imagen creada por un imprevisto discípulo con tendencias despro-
porcionadas y atropellados y poco prudentes calendarios. En último
término se trataba de proyectos vinculados a concepciones políticas
distintas, una de las cuales -la del panteísmo monista, totalitario y
estatista- había sido derrotada. Pero las otras -liberal o bien socia-
lista en versión socialdemócrata- habían sobrevivido, y no tenían
por qué quedar perjudicadas por los irresponsables arrebatos de
un cabo austríaco a cuya comparecencia eran muy anteriores. Por
tanto el proyecto eugenésico podía proseguir, si bien con imprescin-
dibles correcciones de imagen.
De hecho, y pese a todo, la eugenesia tiene hoy una aplicación
práctica mucho mayor de la que tuvo nunca. Por supuesto no han
faltado los documentos declarativos contra ello, que en algunas oca-
siones han tenido su eficacia, pero comprobadamente reducida ante
la extensión de las prácticas en el campo tratado. Todos los autores,
sean cuales fueran sus tendencias, reconocen que la Iglesia Católica
supuso un cierto freno a la expansión de la eugenesia. The Eugenics
Review criticó en su momento las posturas de aquella, expuestas por
Pío XI en la aludida encíclica Casti connubii de 31 de diciembre de
1930, como igualmente en la encíclica Mystici corporis Christi de 29

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 191

de junio de 1943 publicada por Pío XII. En tiempos más próximos,


Juan Pablo II, en su Evangelium vitae, 63, aparecida en 1995, comen-
ta sobre las técnicas de diagnóstico prenatal:
“Estas técnicas son moralmente lícitas cuando están exentas de
riesgos desproporcionados para el niño o la madre, y están orientadas a
posibilitar una terapia precoz o también a favorecer una serena y cons-
ciente aceptación del niño por nacer. Pero, dado que las posibilidades de
curación antes del nacimiento son hoy todavía escasas, sucede no pocas
veces que estas técnicas se ponen al servicio de una mentalidad eugené-
sica, que acepta el aborto selectivo para impedir el nacimiento de niños
afectados por varios tipos de anomalías. Semejante mentalidad es igno-
miniosa y totalmente reprobable, porque pretende medir el valor de una
vida humana siguiendo sólo parámetros de ‘normalidad’ y de bienestar
físico, abriendo así el camino a la legitimación incluso del infanticidio y
de la eutanasia”.

Veremos que los tres conceptos -infanticidio, eutanasia y abor-


to terapéutico- no son unidos por una caprichosa selección del pon-
tífice, sino que se seleccionan de ese modo por los actuales apolo-
gistas de la eugenesia. El principio en que se basa el razonamiento
de la Iglesia Católica quedó expuesto por el que fuera prefecto de la
Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal Joseph Ratzinger
-futuro Benedicto XVI- en la instrucción de dicha congregación Do-
num vitae, de 22 de febrero de 1987, que en su punto 1 expresa:
“Por tanto, el fruto de la generación humana desde el primer mo-
mento de su existencia, es decir, desde la constitución del cigoto, exige el
respeto incondicionado que es moralmente debido al ser humano en su
totalidad corporal y espiritual. El ser humano debe ser respetado y tra-
tado como persona desde el instante de su concepción y, por eso, a partir
de ese mismo momento se le deben reconocer los derechos de la persona,
principalmente el derecho inviolable de todo ser humano inocente a la
vida”.

Y finalmente el también prefecto de la indicada congregación,


cardenal William Levada, en la instrucción Dignitas personae de 8 de
septiembre de 2008, indica, reproduciendo un párrafo de la Evange-
lium vitae:

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192 Antonio Martín Puerta

“El diagnóstico preimplantatorio -siempre vinculado con la fe-


cundación artificial, que ya de suyo es intrínsecamente ilícita-se ordena
de hecho a una selección cualitativa con la consecuente destrucción de
embriones, la cual se configura como una práctica abortiva precoz. El
diagnóstico preimplantatorio es por lo tanto expresión de aquella men-
talidad eugenésica ‘que acepta el aborto selectivo para impedir el na-
cimiento de niños afectados por varios tipos de anomalías. Semejante
mentalidad es ignominiosa y totalmente reprobable, porque pretende
medir el valor de una vida humana siguiendo sólo parámetros de ‘nor-
malidad’ y de bienestar físico, abriendo así el camino a la legitimación
incluso del infanticidio y de la eutanasia’ ”.

Otras declaraciones y manifiestos de las Naciones Unidas, la


UNESCO o el Consejo de Europa son, en términos prácticos, un brin-
dis a la nada, sin posible repercusión legislativa eficaz. Ello por no
hablar de la existencia de organismos avalados desde las indicadas
entidades firmantes, que a veces se transforman en aplicadores de
la eugenesia en lugares de Asia. No obstante la Carta de Derechos
Fundamentales de la Unión Europea al referirse al derecho a la inte-
gridad de la persona indica en su Artículo 3203:
1. Toda persona tiene derecho a su integridad física y psíquica.
2. En el marco de la medicina y la biología se respetarán en
particular:
a) el consentimiento libre e informado de la persona de que se tra-
te, de acuerdo con las modalidades establecidas por la ley;
b) la prohibición de las prácticas eugenésicas, en particular las
que tienen como finalidad la selección de las personas;
c) la prohibición de que el cuerpo humano o partes del mismo en
cuanto tales se conviertan en objeto de lucro;
d) la prohibición de la clonación reproductora de seres humanos.

203
BOE. 31 de julio de 2008. Aprobada por las Cortes, se incorpora a la legislación
en el caso de España como Ley Orgánica 1/2008, de 30 de julio, por la que se autoriza la
ratificación por España del Tratado de Lisboa, por el que se modifican el Tratado de la
Unión Europea y el Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea, firmado en la capi-
tal portuguesa el 13 de diciembre de 2007.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 193

En este aspecto ha de decirse que la alusión a las prácticas eu-


genésicas parece basarse en los parámetros de la historia anterior-
mente expuesta, si bien los procesos de Fecundación in Vitro (FIV)
suponen una obvia selección y rechazo de óvulos fecundados, re-
produciendo los aspectos de selección, rechazo y eliminación pro-
pios de la eugenesia negativa. Lo mismo que el aborto selectivo apli-
cado a fetos en los que han sido detectadas posibles anomalías que
podrían dar lugar a malformaciones de diversos tipos encajarían
perfectamente en las aspiraciones de los eugenistas ya vistos. Para
proseguir con el proceso y salvar la situación se requiere un instru-
mento obvio: negar el carácter de persona a los seres afectados. De
cara a ello, y desde hace mucho tiempo, se han elaborado teorías
como las que ahora expondremos.

Una previa necesidad: elaborar previamente un concepto restrictivo


de persona

Es evidente que si las legislaciones tutelaban la integridad de


las personas y se trataba al fin de segregar o incluso justificar su eli-
minación, lo primero que se requería era negar la plenitud del ca-
rácter de persona a quienes se preveía como objetivo de la acción.
Para ello también resultaba conveniente un cambio cultural, afano-
sa y pertinazmente inducido, que admitiese una modificación tan
radical. Las acciones anteriormente vistas se beneficiaban de un
extendido desdén social hacia ciertos grupos o personas, dadas sus
carencias, y tan sólo bastaba con forzar algo la argumentación. Aho-
ra la cuestión va bastante más allá ante lo que es un tajante cambio
cultural: se trata de eliminar cuanto ha supuesto la base de las civili-
zaciones occidentales; algo no reciente, pero sí retomado con ampli-
tud y agresividad notables. Ya se ha aludido en su momento a Peter
Singer, que en su Practical Ethics recuerda cómo con anterioridad al
cristianismo el aborto, el infanticidio, la eutanasia y las decisiones
eugenésicas eran asunto comúnmente aceptado e incluso asumido
en las legislaciones. Nada tiene de particular que la desaparición

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194 Antonio Martín Puerta

social práctica del cristianismo -como mucho reducido a una mera


opción privada sin exigencia de repercusión hacia lo público- haga
aflorar lo que había antes de él.
Para avalar las restricciones de derechos hacia las personas se
requieren justificaciones, y una de las más comunes y aceptadas ar-
gumentaciones va unida a la de capacidad -o discapacidad- intelec-
tual de los seres humanos. Nada nuevo, pues ya Locke en su Ensayo
sobre el entendimiento humano de 1690 definía a la persona como
“un ser pensante e inteligente dotado de razón y reflexión”. Algo que
identifica a la persona con uno solo de sus atributos, una escisión
resultante de un forzado análisis reduccionista, similar al que halla-
mos en “pienso luego existo”. A partir de esa reducción resulta fácil
negar el carácter de persona a quien no tenga plenitud intelectiva.
Por el contrario san Agustín en De Trinitate comenta: “Yo recuer-
do, yo entiendo, yo amo, pero no soy mi memoria, ni mi inteligencia,
ni mi amor, sino que los poseo”. Dos puntos de vista distantes, con
consecuencias opuestas. Pues la argumentación lockeana y otras si-
milares han tenido un extenso recorrido en sus aplicaciones y en el
reconocimiento o negación de derechos a las personas. Siguiendo
tal corriente Tristram Engelhardt comenta: “Lo que distingue a las
personas es su capacidad de tener conciencia de sí mismas, de ser
racionales y de preocuparse por ser alabadas o censuradas”. Pero
de ahí extrae la justificación restrictiva: “Por otra parte, no todos los
seres humanos son personas, no todos son autorreflexivos, raciona-
les o capaces de formarse un concepto de la posibilidad de culpar o
alabar. Los fetos, las criaturas, los retrasados mentales profundos y
los que se encuentran en estado de coma profundo son ejemplo de
seres humanos que no son personas”204. Es fácil prever las conse-
cuencias de tales criterios, que ya habían sido expuestas por alguien
tan estrictamente materialista como Francis Crick (1916-2004),
Premio Nobel de Medicina en 1962 por sus investigaciones acerca
de la estructura del ADN. Una muy repetida cita deja constancia de
sus opiniones: “Ningún recién nacido ha de ser declarado humano
204
ENGELHARDT, Tristram H. Los fundamentos de la bioética. Paidós Ibérica.
Barcelona.1995, p. 155.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 195

hasta haber pasado ciertas pruebas acerca de sus dotes genéticas,


y si tales pruebas resultan fallidas pierde su derecho a vivir”. Lo que
abre la puerta al infanticidio, igualmente admitido por quien con él
recibiera conjuntamente el Premio Nobel, James Dewey Watson: “El
doctor podría dejar morir al niño si los padres eligen librarle de un
sinfín de miseria y sufrimiento”. Como el profesor de Bioética de la
universidad de Manchester John Harris comentaba en 2004: “No
pienso que el infanticidio sea siempre injustificable”205. Ya pudo
verse que tal propuesta se encuentra en Haeckel o en Vacher de La-
pouge, pero entre quienes han desarrollado más explícita y exten-
samente tales argumentaciones en época reciente se encuentra el
australiano Peter Singer, que en su ya aludida obra comenta:
“Vimos en el Capítulo 4 que el hecho de que un ser sea un ser huma-
no, en el sentido de miembro de la especie Homo sapiens, no resulta rele-
vante en cuanto a lo incorrecto de matarle; son en realidad características
como racionalidad, autonomía y autoconciencia lo que hace la diferencia.
A los niños les faltan esas características. Matarlos, por tanto, no puede
ser igualado a matar a seres humanos normales u otro ser autoconsciente.
Esta conclusión no se limita a niños que, dadas sus irreversibles discapaci-
dades intelectuales, nunca serán racionales, seres autoconscientes”.

Ya advierte que no hay inconveniente en defender tales actua-


ciones pues, con toda razón, comenta: “El cambio en las actitudes
occidentales hacia el infanticidio desde los tiempos de Roma es,
como en parte la doctrina de la santidad de la vida humana, un pro-
ducto del cristianismo”206.
Ya se ha mencionado una práctica constantemente aplicada
que tiene las notas eugenésicas, la Fecundación in Vitro (FIV). Por
otro lado los óvulos fecundados restantes se conservan congelados,
con su posible utilización para experimentación. Lo que reprodu-
ce el esquema clásico de selección / rechazo-destrucción. Como es
natural ello no garantiza el nacimiento de un nuevo niño, sino tan

205
MACKELLAR, Calum & BECHTEL, Christopher. The Ethics of the New Eugenics.
Bergham Books. Oxford-New York. 2014, p. 95.
206
SINGER, Peter. Practical Ethics…pp. 182 y 173.

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196 Antonio Martín Puerta

solo el inicio del proceso; pero tampoco existe certeza acerca de que
el embrión o feto no tenga algún tipo de enfermedad. La siguiente
práctica de carácter eugenésico puede ser una decisión adoptada
tras el diagnóstico prenatal. En caso de que se prevea la probabi-
lidad de nacimiento de una persona con ciertas carencias físicas o
intelectivas las legislaciones suelen dar cabida a la posibilidad de
practicar un aborto. Obviamente se trata también de una decisión
eugenésica, en cuanto que se opta por la eliminación de una perso-
na considerada como no válida o deseable. Hasta ahora la práctica
eugenésica concluía en este punto. Pero se han alzado voces recla-
mando la ampliación hacia una fase siguiente que ya sería de infan-
ticidio207. De nuevo Peter Singer explica la propuesta:
“El diagnóstico prenatal no siempre puede detectar las más graves
discapacidades. Algunas discapacidades, de hecho, no aparecen antes
del nacimiento; pueden ser resultado de un nacimiento extremadamente
prematuro o de que algo no marche bien en el proceso mismo. Actual-
mente los padres pueden elegir mantener o destruir su prole no apta sólo
si la discapacidad se detecta durante el embarazo”.
Para a continuación abrir la puerta al siguiente paso:
“Aún así la principal cuestión está clara: matar a un niño incapaci-
tado no es moralmente equivalente a matar a una persona. Con mucha
frecuencia no es del todo un error”.208

La abierta exposición de estas cuestiones está en clara relación


con un evidente cambio de mentalidad que se refleja en la acepta-
ción creciente del aborto eugenésico. Para el caso de España la evo-
lución de las cifras al respecto aparece en la siguiente tabla209:
207
Acerca de la historia del infanticidio en el Reino Unido véase ROSE, Lionel.
Massacre of inocents. Infanticide in Great Britain 1800-1939. Routledge & Kegan Paul.
London, Boston and Henley. 1986. Conexo con situaciones de miseria, una estimación
de 1866 para Inglaterra y Gales ofrecía la cifra de 1.420 infanticidios frente a los 166
oficialmente reconocidos. En 1870 la policía de Londres encontró restos de 276 cuer-
pos en un área de trabajo correspondiente a tres millones doscientos cincuenta mil ha-
bitantes. Ver pp. 38 y 68.
208
SINGER, Peter. Practical Ethics…pp. 190 y 191.
209
Datos históricos del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y
elaboración comparativa propia.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 197

TOTAL DE % SOBRE
POBLACION TOTAL DE
AÑO ABORTOS TOTAL DE
DE ESPAÑA ABORTOS
EUGENÉSICOS ABORTOS
1986 37.875.000 411 S.D. S.D.
1987 38.731.578 16.206 S.D. S.D.
1988 38.802.300 26.069 428 1,64
1989 38.853.227 30.522 515 1,69
1990 38.881.416 37.232 663 1,78
1991 39.051.336 41.910 738 1,76
1992 39.264.034 44.962 655 1,46
1993 39.458.489 45.503 720 1,58
1994 39.639.726 47.832 761 1,59
1995 39.808.374 49.367 809 1,64
1996 39.971.329 51.002 1.046 2,05
1997 40.143.449 49.578 1.031 2,08
1998 40.303.568 53.847 1.222 2,27
1999 40.470.182 58.399 1.444 2,47
2000 40.665.545 63.756 1.641 2,57
2001 41.035.271 69.857 1.768 2,53
2002 41.827.836 77.125 2.337 3,03
2003 42.547.454 79.788 2.258 2,83
2004 43.296.335 84.985 2.598 3,06
2005 44.009.969 91.644 2.901 3,16
2006 44.784.659 101.592 2.875 2,83
2007 45.668.938 112.138 3.265 2,91
2008 46.239.271 115.812 3.315 2,86
2009 46.486.621 114.482 3.317 2,98
2010 46.667.175 113.031 3.361 2,97
2011 46.818.216 118.611 3.590 3,01
2012 46.727.890 113.419 3.435 3,03
2013 46.512.199 108.690 3.393 3,12
2014 46.449.565 94.796 3.728 3,93
2015 46.445.828 94.188 3.786 4,02
TOTAL 2.106.754 57.600 2,73

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198 Antonio Martín Puerta

Es comprobable por tanto que desde las primeras cifras dis-


ponibles correspondientes a 1988, el porcentaje de abortos euge-
nésicos se ha más que duplicado, creciendo en un 245%, lo que es
una obvia demostración de su creciente aceptación social y médica.
Igual tendencia se percibe en las estadísticas correspondientes a In-
glaterra y Gales, donde no obstante los porcentajes no llegan a ser la
mitad que en España210.
TOTAL DE
POBLACION DE % SOBRE
TOTAL DE ABORTOS
AÑO INGLATERRA Y TOTAL DE
ABORTOS EUGENÉSICOS
GALES ABORTOS
(Ground E)
2011 56.171.000 189.931 2.307 1,21
2012 56.567.800 185.122 2.692 1,45
2013 56.948.200 185.331 2.732 1,47
2014 57.408.600 184.571 3.099 1,67
2015 57.885.400 185.824 3.213 1,72

Dada la tendencia no ha de excluirse que propuestas de infan-


ticidio como la de Singer acabaran teniendo la suficiente aceptación
como para pasar a ser asumidas por la legislación. Tal perspectiva
fue recogida por Juan Pablo II en Evangelium vitae, 63, al decir:
“Pero, dado que las posibilidades de curación antes del nacimien-
to son hoy todavía escasas, sucede no pocas veces que estas técnicas se
ponen al servicio de una mentalidad eugenésica, que acepta el aborto se-
lectivo para impedir el nacimiento de niños afectados por varios tipos de
anomalías. Semejante mentalidad es ignominiosa y totalmente reproba-
ble, porque pretende medir el valor de una vida humana siguiendo sólo
parámetros de ‘normalidad’ y de bienestar físico, abriendo así el camino
a la legitimación incluso del infanticidio y de la eutanasia”.

En realidad el propio Singer ya había establecido dicha ilación


cuando afirma:

210
“Abortion Statistics”. Department of Health. England and Wales. Elaboración
comparativa propia.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 199

“En relación con la objeción al punto de vista sobre el aborto pre-


sentado en el Capítulo 6, ya hemos mirado más allá del aborto hacia el
infanticidio. Actuando así hemos confirmado la sospecha de los soste-
nedores de la santidad de la vida humana acerca de que una vez que el
aborto resulta aceptado, la eutanasia acecha en la siguiente esquina, y
para ellos la eutanasia es inequívocamente mala”211.

La eugenesia en el tercer mundo

Hasta el momento hemos estado analizando la evolución de


la eugenesia en los países occidentales, pero en realidad donde las
prácticas eugenésicas han alcanzado durante las últimas décadas
unas dimensiones descomunales ha sido en países con escaso o re-
ciente desarrollo económico, que a la vez tienen muy elevadas cifras
de población, singularmente India y China. En realidad la vincula-
ción entre eugenesia y control de la natalidad ya había sido efec-
tuada desde los primeros tiempos de aquella. Una institución como
Planned Parenthood, en cuyo origen encontramos a Margaret San-
ger, tiene su protohistoria ya en la segunda década del siglo XX. La
institución se acuñó como tal en 1942 y diez años más tarde cobró
dimensión e influencia internacionales. Pronto incluyó entre sus
vocaciones principales la legalización del aborto, y lo incluyó como
uno de sus servicios ofrecidos tan pronto pasó a ser reconocido le-
galmente. De hecho en su informe anual ofrece la siguiente serie de
abortos atendidos desde 2012 a 2015: 333.964 / 327.166 / 327.653
/ 323. 999. Habiendo sido la organización pionera en vincular euge-
nesia y prácticas anticonceptivas, ha sido seguida de un numeroso
grupo de entidades que actúan a nivel internacional, alguna ya de
1952, como Population Council, avalada desde la Fundación Rocke-
feller. En estrecha relación con Planned Parenthood se encuentra la
Asociación para la Mejora Humana de América (HBAA), originaria-
mente aparecida en 1937 como Liga de Esterilización de New Jersey
y desde 1943 llamada Liga de Esterilización para la Mejora Huma-
211
SINGER, Peter. Practical Ethics…p. 175.

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200 Antonio Martín Puerta

na. Muestra de las influencias de tales grupos es la asunción de sus


criterios por la gubernamental USAID (Agencia para el Desarrollo
Internacional), lo mismo que por el Fondo Monetario Internacional
y el Banco Mundial. El esquema argumental es bien simple: hay po-
breza porque se da un exceso de población, que ha de controlarse y
reducirse; las financiaciones quedan vinculadas en no pocos casos
a la aplicación de programas de fuerte control demográfico. Como
fundamento de la argumentación hallamos un texto de base, The Po-
pulation Bomb, de Paul R. Ehrlich, aparecido en 1968, donde se ex-
pone un futuro dramático en caso de que la población siga aumen-
tando, habiendo de actuarse en consecuencia.
Lo que en el caso de la India ha alcanzado niveles que hubie-
ran resultado impensables. Para empezar ha de decirse que el in-
fanticidio de niñas venía siendo un fenómeno no particularmente
extraño en aquel país, refiriendo Mara Hvistendhal que cuando
desde los años ochenta se extendió la práctica de la amniocentesis
para la detección de anomalías fetales, se vino a utilizar como méto-
do detector del sexo del feto, de modo que pasó a ser conocido po-
pularmente como “sex test”. Lo que ha llevado, en congruencia con
el criterio anterior, a su uso para impedir el nacimiento de futuras
niñas212. Tanto esta autora como muchos otros destacan la finan-
ciación occidental, fundamentalmente promovida desde los grupos
antinatalistas de Estados Unidos. Todo ello plantea una pregunta:
¿se trata verdaderamente de eugenesia o es simplemente el deseo
de controlar la población para permitir un desarrollo económico
con tasas de crecimientos superiores a las de la natalidad? Sobre
cómo calificar los objetivos de sus promotores occidentales la res-
puesta es clara: se trata obviamente de una motivación eugenésica
que busca limitar el crecimiento de una población de otras razas y
culturas. Pero, ¿y desde el punto de vista de la sociedad india? La
autora ofrece una aclaración sobre las motivaciones internas: “El ra-
cismo y la lógica eugenésica acerca del control de la población han
resonado en las clases superiores indias, temerosas de una superior
212
HVISTENDAHL, Mara. Unnatural Selection. Public Affairs. Philadelphia. 2011,
p. 48.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 201

tasa de nacimientos entre los pobres”213. De hecho ya en 1952 fue


el primer país en adoptar un sistema de control de población. Un
autor especializado en la cuestión, Ian Dowbiggin, comenta cómo la
Fundación Ford y también Population Council de la Fundación Roc-
kefeller pudieron constatar que los procedimientos de control del
embarazo tenían en general un efecto meramente transitorio, bus-
cándose una solución definitiva. De modo que volvió a plantearse la
cuestión de la esterilización, algo que Planned Parenthood incluyó
en su programa desde 1968. De ese modo pasaron a crearse en la
India millares de campos de esterilización ya desde los años sesen-
ta, como sustento de una política ampliamente apoyada por grupos
radicados en Estados Unidos. Dowbiggin indica que a nivel mundial
y a finales del siglo XX una de cada cinco mujeres en edad reproduc-
tiva había sido esterilizada214. No obstante el caso de la India ofrece
cifras muy superiores. Matthew Connelly recuerda cómo ya desde
los años cincuenta se pagaban treinta rupias -6,30 dólares- a quien
aceptara dejarse esterilizar, y otras quince por cada persona a la que
se hubiera dejado convencer. Teniendo en cuenta que la renta per
capita del país era por aquellas fechas inferior a los setenta dóla-
res anuales, resultaba una cifra convincente215. La etapa durante la
que se alcanzaron las cifras más altas, acompañadas de una mayor
capacidad de presión, fue el llamado período de emergencia, que
tuvo lugar entre junio de 1975 y marzo de 1977 con Indira Gandhi
como primera ministra. Fue un período de excepción y de gobier-
no por decreto, aprovechado para aplicar esterilizaciones masivas.
Connelly ofrece la cifra de ocho millones en un solo año y la organi-
zación Population Research Institute, creada en 1989 por el bene-
dictino Paul Marx, estima que durante el período de excepción se
esterilizó a 11 millones de personas. Entre los datos que la indicada
entidad hace públicos en internet se ofrece una estimación de un

HVISTENDAHL, Mara. Unnatural Selection…, p. 84.


213

DOWBIGGIN, Ian. The Sterilization Movement and Global Fertility in the Twentieth
214

Century. Oxford University Press. New York. 2008, pp. 123,124, 139, 156, 190 y 213.
215
CONNELLY, Matthew. Fatal Misconception. Harvard University Press.
Massachussets / London. 2008, p. 184. La obra ofrece abundantes datos sobre los pro-
cesos y su financiación.

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202 Antonio Martín Puerta

promedio anual de cuatro millones y medio de mujeres esteriliza-


das, de las cuales dos tercios no habrían sido advertidas del carácter
definitivo de la operación. Cifras coherentes con las ofrecidas por
otras fuentes, pues The Wall Street Journal de 12 de noviembre de
2014 indicaba que las cifras oficiales comunicadas por el ministro
de Sanidad de la India para el período anual concluido en marzo de
2013 recogían la cifra de 4.579.381 personas esterilizadas. Por otro
lado aparecen constantes cifras de mujeres fallecidas a resultas de
operaciones realizadas en campos de esterilización en medio de bo-
chornosas condiciones sanitarias.
Por supuesto no se trata del único país en aplicar tales medidas.
The New York Times de 15 de febrero de 1998 comentaba que en Perú
las esterilizaciones durante el período 1995-1997, en época de Fuji-
mori, habían seguido la siguiente senda: 10.000, 30.000 y 110.000,
ello en medio de presiones e informaciones engañosas a las mujeres
afectadas. Por lo que se refiere al caso de China, país caracterizado
por la opacidad informativa, dada la paralela evolución de la natali-
dad (1.357 millones en 2013 frente a 1.252 de la India), es imposible
que las cosas hayan funcionado de modo distinto. La indicada obra
de Connelly comenta que en 1983 más de dieciséis millones de mu-
jeres y más de cuatro millones de hombres fueron esterilizados216.
Recalca por otro lado el autor que tanto en China como en India se da
la preocupación “cualitativa” en cuanto a la selección de población, y
cómo Gunnar Myrdal recordó que las actividades promovidas desde
las Naciones Unidas recogen el manto de una misión civilizadora, con
la conclusión final de que los países pobres aceptan bajo presión pro-
gramas antinatalistas financiados desde Occidente.

LA NUEVA EUGENESIA

No obstante las anteriores cuestiones entran dentro de lo que


podríamos denominar eugenesia clásica, con recientes fases de
216
CONNELLY, Matthew. Fatal Misconception…. p. 347.

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 203

acercamiento a la eugenesia del futuro. Se recordará cómo los euge-


nistas Paul Popenoe y Roswell Hill Johnson en su libro de 1918 Eu-
genesia aplicada ya reconocían la limitada eficacia de las medidas de
la época, y que el futuro exigiría actuar sobre la base genética. Ese es
ya el momento actual. Para ello se requería el previo conocimiento
del mapa genético, algo ya conseguido a partir de los resultados del
Proyecto Genoma Humano, puesto en marcha a partir de 1984. Los
informes fueron dados a conocer en febrero de 2001, con una última
aportación en 2006. La dirección del proyecto recayó desde 1988 en
el ya aludido James Dewey Watson, dentro de los INH, o Institutos
Nacionales de Salud de Estados Unidos. A partir de tal conocimien-
to son posibles beneficiosas actuaciones terapéuticas, dado que se
pueden determinar las bases genéticas de enfermedades. Pero tam-
bién caben opciones de carácter eugenésico, habiendo de nuevo de
recordarse las dos variantes -positiva y negativa- de tal proyecto,
nunca abandonado. Por el contrario, ahora cuenta con posibilidades
muy superiores. Para empezar existe una estrecha relación entre la
Sociedad Americana de Genética Humana (ASHG) y el Instituto de
Investigación sobre el Genoma Humano (NHGRI), no debiendo ol-
vidarse que entre los fundadores de la ASHG se encontraba Franz
Joseph Kallman (1897-1965), huido de Alemania por sus antece-
dentes judíos. No obstante había estudiado con Ernst Rüdin, a quien
ayudó en la posguerra para que quedase exento de los procesos de
desnazificación, y ya en Estados Unidos formó parte hasta su muer-
te de la dirección de la Sociedad Americana de Eugenesia. Ya se ha
indicado que el proyecto eugenésico nazi era uno más, pero no el
único, y que para no pocos eugenistas y científicos el caso Hitler fue
algo inesperadamente sobrevenido, ni siquiera del todo satisfacto-
rio para todos los que por fuerza habían quedado insertos en él.
Tal como se ha dicho, pueden ahora descubrirse los orígenes
genéticos de enfermedades, lo que permite actuar sobre ellas, y el
sistema CRISPR Cas9 System217 es un potente instrumento para lo-
grar tal objetivo, precisamente a partir de la modificación del ADN.
217
Clustered Regularly Interspersed Short Palindromic Repeats, actuando por vía
de la proteína Cas9.

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204 Antonio Martín Puerta

Así se puede alterar el genoma y desactivar genes. De hecho ya en


1980 Paul Berg, Walter Gilbert y Frederik Sanger recibieron el Pre-
mio Nobel de Química, habiendo establecido la base para la inge-
niería genética. La cuestión estriba en el nivel de aplicación, pues
la medicina puede operar en el campo de las células somáticas o en
el de las reproductivas. Por un lado se da la capacidad de actuar en
pacientes con enfermedades graves, de modo que se anule la posi-
bilidad de mutaciones de células que conduzcan a situaciones sin
salida. Pero otra expectativa es la de actuación sobre embriones o en
células reproductivas, algo con serias implicaciones, tanto científi-
cas como morales, al poderse modificar las características genéticas
de esas futuras personas. Con una seria connotación: el proceso es
irreversible, transmisible a las siguientes generaciones y de carác-
ter imprevisible. Lo que supone un notable grado de aventurerismo
que desborda los límites mismos de la ciencia. La cuestión dio lugar
a la Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos
Humanos de la UNESCO, fechada el 11 de noviembre de 1997, cuyo
Artículo 5 expresa:
“(a) Una investigación, un tratamiento o un diagnóstico en rela-
ción con el genoma de un individuo, sólo podrá efectuarse previa evalua-
ción rigurosa de los riesgos y las ventajas que entrañe y de conformidad
con cualquier otra exigencia de la legislación nacional. (b) En todos los
casos, se recabará el consentimiento previo, libre e informado de la per-
sona interesada. Si ésta no está en condiciones de manifestarlo, el con-
sentimiento o autorización habrán de obtenerse de conformidad con lo
que estipule la ley, teniendo en cuenta el interés superior del interesado.
(c) Se debe respetar el derecho de toda persona a decidir que se le infor-
me o no de los resultados de un examen genético y de sus consecuencias.
(d) En el caso de la investigación, los protocolos de investigaciones deberán
someterse, además, a una evaluación previa, de conformidad con las nor-
mas o directrices nacionales e internacionales aplicables en la materia. 
(e) Si en conformidad con la ley una persona no estuviese en condiciones
de expresar su consentimiento, sólo se podrá efectuar una investigación
sobre su genoma a condición de que represente un beneficio directo para
su salud, y a reserva de las autorizaciones y medidas de protección esti-
puladas por la ley. Una investigación que no represente un beneficio di-

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 205

recto previsible para la salud sólo podrá efectuarse a título excepcional,


con la mayor prudencia y procurando no exponer al interesado sino a
un riesgo y una coerción mínimos, y si la investigación está encamina-
da a redundar en beneficio de la salud de otras personas pertenecientes
al mismo grupo de edad o que se encuentren en las mismas condiciones
genéticas, a reserva de que dicha investigación se efectúe en las condicio-
nes previstas por la ley y sea compatible con la protección de los derechos
humanos individuales”. 

En cuanto al Consejo de Europa, la Convención sobre los Dere-


chos del Hombre y la Biomedicina, de abril de 1997 explicita:
Artículo 13 - Intervenciones sobre el genoma humano.
“Una intervención que tenga como objeto la modificación del ge-
noma humano no puede ser acometida salvo por causas preventivas, de
diagnóstico o terapéuticas y solo si no tiene por finalidad introducir una
modificación en el genoma de la descendencia”.

Por lo que se refiere a la Unión Europea, la Directiva 2001/20/


CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 4 de abril de 2001, indi-
caba en el Artículo 9.6:
“Deberá disponerse de una autorización escrita para poder iniciar
ensayos clínicos que impliquen los medicamentos de terapia génica, de
terapia celular somática, incluidos los de terapia celular xenogénica, así
como todos los medicamentos que contengan organismos genéticamen-
te modificados. No podrán realizarse ensayos de terapia génica que pro-
duzcan modificaciones en la identidad génica germinal del sujeto”.

De nuevo en diciembre de 2015, durante la International Sum-


mit on Human Gene Editing, cumbre de personalidades científicas
celebrada en Washington, se consideró inapropiada la modificación
de células reproductivas, y la tendencia general fue de cautela ante
la cuestión. De forma sumamente optimista Daniel Kevles, de la Uni-
versidad de Nueva York, comentó que aunque las ideas eugenésicas
ya no tenían la relevancia de otra época algunas fuerzas permane-
cían con vitalidad. Prueba irrefutable de la escasa eficiencia de ta-
les cumbres y declaraciones fue un hecho inmediato: el organismo

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206 Antonio Martín Puerta

oficial Human Fertilisation and Embryology Authority (HFEA) del


Reino Unido autorizaba en febrero de 2016 una práctica de modi-
ficación genética en embriones aplicando el CRISPR Cas9 System.
Decisión que fue celebrada por el Francis Crick Institute ante lo que
se considera como un magnífico paso hacia el futuro. La cuestión es:
¿hacia qué futuro?
A partir de tales posibilidades científicas surge un cúmulo de
cuestiones de tipo moral, social e incluso, por sus repercusiones,
político. Sobre esto último no han de caber dudas: hasta la fecha
se efectuaban declaraciones políticas a partir de una premisa, la
igualdad esencial de los seres humanos. Ello era resultado de un
concepto también deliberadamente eludido en la mayoría de tales
declaraciones: los hombres son iguales por naturaleza, un incó-
modo término por sus consecuencias y por su origen. Pero clave
para la cuestión, pues es la naturaleza común la que nos hace esen-
cialmente iguales. Alterada la naturaleza, y creados seres ya natu-
ralmente distintos, surge una inesperada serie de preguntas. Jün-
ger Habermas plantea la cuestión precisamente en esos términos
cuando observa: “No podemos obviar que el conocimiento de una
programación eugenésica de la propia disposición hereditaria res-
trinja la configuración autónoma de la vida del particular y socave
la relación fundamentalmente simétrica entre personas libres e
iguales”. Por supuesto, aludido el carácter eugenésico del proceso,
diferencia las variantes autoritaria y liberal. En esta última. “se-
rían los mercados los que, regidos por el interés en los beneficios
y las preferencias de la demanda, pasarían la pelota de las decisio-
nes eugenésicas a la elección individual de los padres y, en general,
a los deseos anárquicos de clientes y clientelismos”. Se producirán
así decisiones unilaterales que, ignorando los derechos naturales
de los seres, tienen consecuencias no modificables. Para -tras in-
dicar que se trataría una “prohibición de ser sí mismo”- plantear
la dramática situación: “Las intervenciones eugenésicas perfeccio-
nadoras menoscaban la libertad ética en la medida que fijan a la
persona afectada a intenciones de terceros que rechaza pero que,

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 207

al ser irreversibles, le impiden comprenderse espontáneamente


como el autor indiviso de la propia vida”218.
Por otro lado Tristram Engelhardt justifica las actuaciones
modificativas de la naturaleza en casos de riesgo, al indicar que
“dado que las parejas tienen el derecho legal a reproducirse inclu-
so cuando saben que sus hijos probablemente sufrirán un defecto
serio, la opción de la ingeniería genética tras la concepción puede
justificarse porque ofrece un balance positivo de beneficios sobre
daños”. Cabría objetar a esta argumentación que resulta cuestiona-
ble un juicio moral fundamentado en un análisis coste-beneficio.
Concluye el autor indicando: “…nos veremos enfrentados en el fu-
turo a la inevitable tarea moral de usar la ingeniería genética huma-
na en la línea germinal de forma prudente. Al final los seres huma-
nos revisarán la naturaleza humana”. Tras haber observado que “la
naturaleza humana, tal y como hoy la conocemos, será inevitable-
mente -por buenas razones morales de carácter laico- remodelada
tecnológicamente”219.
Cuestión capital: ambos autores han planteado la cuestión a
partir de la necesidad de retomar el término de naturaleza. No obs-
tante Engelhardt señala que en una sociedad laica como la nuestra,
o se excluyen los aspectos teológicos “o debe buscarse un camino
para articularlos en términos laicos generales”. Tal propuesta del
autor tiene todas las trazas de ser una vía infecunda, pues él mismo
reconoce lo siguiente: “La filosofía laica contemporánea no puede
dar una explicación moral canónica de la naturaleza humana. No
puede mostrar por qué la naturaleza humana debe permanecer tal
y como está”220. Ciertamente resulta complejo pretender discutir so-
bre la naturaleza humana una vez negada la existencia de esta y de
sus implicaciones. Pero el elemento sigue siendo fundamental para

218
HABERMAS, Jünger. El futuro de la naturaleza humana. Paidós Ibérica.
Barcelona. 2002, pp. 38, 69, 75, 87 y 146.
219
ENGELHARDT, Tristram. “La naturaleza humana tecnológicamente recon-
siderada”. ARBOR, 544. Abril, 1991, pp. 87, 91 y 80. Traducción del original “Human
Nature Technologically Revisited” en Social Philosophy & Policy, Vol. 8, issue I. 1990.
220
ENGELHARDT, Tristram. La naturaleza humana…pp. 78 y 80.

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poder dirimir cuestiones de calado. Una intervención terapéutica


-en el correcto sentido del término- no modifica la naturaleza, sino
que simplemente procede a la restauración desde un indeseado es-
tado de deterioro, o puede intentar conseguir un óptimo dentro de
lo que es natural. Nada puede objetarse contra ello. Por el contrario,
operar sobre lo que es esencial en el hombre a partir de diseños que
superan -o degradan- lo que la naturaleza prevé para él, es incurrir,
por lógica, en un acto antinatural. Lo que puede tener las más graves
consecuencias.
Un ser humano que haya sido previa y caprichosamente diseña-
do como superhombre para ciertas funciones, es muy probable que
sea también superdeficitario en otros elementos no previstos. Ha-
bermas comentaba que la programación hacia una supermemoria
-algo que casi todo el mundo desea- implicaría también la elimina-
ción de algo que todo el mundo necesita: poder olvidar. Los sueños
de la razón humana olvidan que la naturaleza es algo equilibrado,
aún en su degradación y en las imperfecciones de los seres. Una su-
percualidad puede generar un superdefecto antes no sospechado.
Cuando desde un impecable proceso lógico-científico se clonó a la
oveja Dolly, resultó que se obtenía un animal con aspectos bastante
penosos, que una vez analizados resultaron ser también fruto de la
lógica. Pero de una lógica siempre imperfecta, aflorando elementos
no vaticinados por la grandiosa pero limitada razón humana. Rom-
per el equilibrio de la naturaleza tiene tales consecuencias. Pero es
evidente que si no se reconoce el concepto de naturaleza no hay so-
lución para el problema. Habermas o Engelhardt plantean el asunto
desde el terreno correcto. Falta llegar al final del razonamiento con
sus consecuencias. Por supuesto hay quien ni se plantea la cuestión:
no existiría la naturaleza. Desde el nominalismo y la casuística cada
ser humano no pasaría de ser sino un mero dato casualmente cons-
tituido a base de acumulación de masa biológica, y no habría ningún
tipo de causalidad ni de destino en los seres. De forma que todo, al
fin, resultaría puramente convencional, accidental y arbitrario. Cri-
terio materialista compartido por Francis Crick, que se expresa de
esta forma: “Un neurobiólogo moderno no ve necesidad de tener un

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La Eugenesia ayer y hoy. La Biopolítica en la Historia 209

concepto religioso de alma para explicar el comportamiento de los


humanos y de otros animales”. Abandonada tal noción de alma ma-
nifiesta su postura: “Necesitamos establecer la idea, por tanto, de
manera más drástica. La creencia científica es que nuestras mentes
(el comportamiento de nuestros cerebros) pueden resultar explica-
das por la interacción de las células nerviosas (y de otras células) y
de sus moléculas asociadas”. Sobre el análisis religioso del concepto
comenta: “Si las religiones reveladas han revelado algo es, precisa-
mente, que suelen estar equivocadas”221.
No obstante, ante el concepto de naturaleza se levantan obstá-
culos de distinto tipo. Unos interesadamente creados y otros pre-
existentes, no siempre considerados correctamente en sus dimen-
siones. Entre los primeros, y en Occidente, se encuentra la oposición
frontal del materialismo, que bajo ningún concepto puede asumir
un concepto metafísico, pero también hallamos los razonamientos
oblicuos de carácter relativista.
Pero hoy el mundo es mucho más que Occidente, y no pocos
elementos vitales y creativos ya no se encuentran en él. Lo referi-
do en párrafos anteriores a fin de cuentas no es sino una querella
interna de ese Occidente, un debate sobre sus esencias, que unos
admiten y otros repudian. Aunque imperceptiblemente razonen en
sus términos, pues el occidental es griego, romano y judeocristiano
inevitablemente, y ello aunque no desee reconocerlo. Eso es lo que
aflora desde el subsuelo, aunque se pueda rechazar frontalmente,
pero casi todo reaparece en las conversaciones cotidianas, tanto del
profesor como del individuo con poca ilustración. Mas, ¿qué tiene
todo ello que ver con lo que espontáneamente generan el mundo
musulmán, el hindú, el budista o el confucianismo? ¿Cómo van a
asumir conceptos que un occidental, por ignaro que sea, maneja sin
dificultades? ¿Por qué habrían de razonar en términos occidenta-
les? A fin de cuentas cada religión tiene una visión distinta acerca
del orden de universo, y actúa a partir de su propia visión antropo-

221
CRICK, Francis. La búsqueda científica del alma. Círculo de Lectores. Madrid.
1994, pp. 7, 8 y 323.

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lógica, siempre distinta de las otras. Lo que tiene las mayores conse-
cuencias, pues las civilizaciones son resultado de las religiones. No
pudiéndose ignorar a estas alturas que algunas de las civilizaciones
aludidas han generado ya notables niveles de investigación en rela-
ción con la biología.
Las dificultades para volver al concepto de naturaleza no son
escasas ni de poco rango, pero observamos que no faltan quienes lo
consideran como el necesario punto de partida para poder generar
criterios sobre esta y otras cuestiones. La alternativa sería una gra-
ta y variable ética de consenso, instrumental, utilitaria y movediza,
pero poco útil para lo esencial. Lo sucedido durante los años treinta
debería servir de alerta. Stefan Zweig, no pudo dejar de efectuar una
coherente reflexión en El mundo de ayer: “Tuvimos que dar la razón
a Freud cuando afirmaba ver en nuestra cultura y en nuestra civili-
zación tan sólo una capa muy fina que en cualquier momento podía
ser perforada por las fuerzas destructoras del infierno”.

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Fuentes periodicas adicionales

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Acta Apostolicae Sedis
Action Française
Annual Report. American Breeders’ Association.
ARBOR
Boletín Oficial del Estado
Boletín de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas
British Medical Journal
Department of Health. “Abortion Statistics”. England and Wales.
Diari Oficial de la Generalitat de Catalunya
El Debate

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216 Bibliografía

El Socialista
Gaceta de Madrid
Gaceta Médica Española
Horizons. Le magazine suisse de la recherche scientifique
Neue Rheinische Zeitung
Reichsgesetzblatt
Reichspost
Science
Statistical Abstract of the United States
The Eugenics Review
The New York Times
The Wall Street Journal

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