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Problemas de motricidad

Hablamos de dificultades motoras no solo cuando el niño se retrasa a la hora de empezar a


caminar, también cuando muestran problemas de coordinación en edades más avanzadas. Un
ejemplo sería el alumno que superada, la edad de 4 años, se muestra torpe a la hora de saltar,
correr, subir y bajar escaleras, dar patadas al balón o montar en el triciclo.

En ocasiones el motivo se puede deber a un retraso madurativo en el niño, debido, a su vez,


por una falta de estimulación. Los padres, por miedo a que su hijo se haga daño o por falta de
tiempo, no le han animado a desarrollar actividades físicas (correr, trepar, jugar en los
columpios o practicar algún deporte). No obstante, en estos casos se recomienda evaluar
también la posibilidad de que el niño padezca algún problema de coordinación y percepción
visomotora que le impidan un desarrollo motor adecuado.

Además de la descoordinación, también es frecuente en estas edades que los niños no


muestren buenas destrezas en la motricidad fina: dificultades para “hacer la pinza” con los
dedos (básico para la futura escritura), moldear plastilina por la falta de fuerza manual y tono
muscular en las manos.

 El esquema corporal y la orientación espacio-temporal

Los problemas del niño para identificar las partes de su cuerpo y componer una imagen global
de sí mismo puede ocasionalmente ser síntoma de un retraso en su maduración neurológica
y/o evidenciar también problemas de integración perceptiva.

Tanto en la escuela como en casa es fundamental facilitar que el niño a que se reconozca en
un espejo y poco a poco que sepa señalar las partes de su cuerpo y reconocerlas en los demás.
No hay que olvidar que una mala integración de la imagen corporal suele derivar en problemas
de orientación espacial y en el aprendizaje de conceptos como “aquí y allí” o “cerca y lejos”.

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