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En lugar de desgranar la emoción sentida resulta más catártico parchearla. Ejemplo de ello es
recurrir a la comida para aliviar la ansiedad o el malestar o pasar dos horas con los videojuegos
para no pensar en lo que duele, en lo que preocupa. De este modo, nos convertimos poco a poco
en auténticos exiliados de nuestro universo emocional. En personas que prefieren descuidarlas a
afrontar lo que en realidad quieren decirnos.
Lo que sentimos modela la forma en que pensamos e induce a comportarnos de tal manera.
Teniendo clara esta sencilla regla de tres podemos deducir lo que supone no conectar, entender ni
dominar cada emoción que nos controla en cada circunstancia. Sin autoconciencia emocional
actuamos muchas veces por mero impulso, lo cual deriva en conductas claramente desajustadas.
Ahora bien, dentro del campo de las ciencias sociales, la autoconciencia es una variable psicológica
de gran trascendencia para la salud mental y para nuestro desempeño cotidiano. Trabajos de
investigación como los realizados por las universidades del Sur de California y de Hamburgo en
Alemania, la autoconciencia es la capacidad de reconocer la propia existencia.
Sin ella no podríamos reflexionar sobre nosotros mismos, sobre nuestras decisiones, relaciones y
la manera en que entendemos el mundo. Por ello, también es decisivo que esta dimensión integre
el aspecto emocional. Como bien señala Daniel Goleman, parece que esta área es la menos visible
dentro de la teoría de la inteligencia emocional, sin embargo, es decisiva. Comprendamos la razón.
La autoconciencia emocional es decisiva para tener un mayor control sobre nosotros mismos,
sobre lo que pensamos, decidimos y hacemos. En caso de no ejercer un adecuado dominio sobre
esta área estaremos actuando en piloto automático. Es decir, nos dejaremos llevar por los eventos
cotidianos sin saber cómo actuar ante ellos.
Nos limitaremos también a ser esclavos de nuestras emociones, de la frustración, del enfado o la
tristeza sin saber cómo regularlas.
Sin autoconciencia emocional nos dejamos llevar por el estrés, la ansiedad, la angustia, la
preocupación constante… Nada se puede lograr cuando la mente vaga errática y anclada a esos
estados emocionales. Sin autocontrol emocional no hay autodominio conductual, ni motivación ni
orientación al logro.
En el momento en que tomamos contacto con aquello que sucede en nuestro interior, nos
atendemos de manera adecuada para regular lo que sentimos. Así, la persona que tiene un buen
dominio de su autoconciencia emocional puede orientar emociones y pensamientos hacia las
metas que se proponga.
Esta dimensión favorece una mejor comprensión de los estados emocionales internos para
optimizar a su vez, las relaciones con los demás. La autoconciencia externa es aquella que nos
permite conectar con las realidades ajenas y actuar en sintonía. Asimismo, logramos trabajar de
manera…