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A grandes rasgos, podemos decir que la inteligencia emocional es una capacidad que nos permite
relacionarnos mejor con el mundo emocional. Nos ayuda a identificar lo que sentimos, ponerle
nombre, entender las emociones, expresarlas, gestionarlas adecuadamente… Pero existen
diferentes tipos de inteligencia emocional.
La inteligencia emocional es definida por Goleman en 1995, como ‘el conjunto de habilidades que
contribuyen al…
En este caso, según un artículo de Elia Roca, hablamos de la habilidad para comprender y manejar
de manera eficaz las emociones de los demás. Esta, a su vez, se divide en:
Empatía: nos permite ponernos en el lugar del otro, sentir sus emociones o entender su punto
de vista.
Habilidades sociales: nos ayudan a relacionarnos de forma adecuada con los demás, y a obtener
gratificación de esas relaciones.
Pero hay más clasificaciones de los diferentes tipos de inteligencia emocional, distintas a la
propuesta por Goleman. Por ejemplo, el Dr. Reuven Bar-On define la inteligencia emocional como
‘un conjunto de capacidades emocionales, personales e interpersonales, que influyen en la
capacidad global del individuo para afrontar las demandas y presiones de medio ambiente’. Y la
divide en cinco:
Habilidades intrapersonales
Las habilidades intrapersonales tienen que ver con cómo gestionamos nuestras propias
emociones. Podemos asimilar este tipo de habilidades con la inteligencia intrapersonal propuesta
por Gardner, a través de su modelo de inteligencias múltiples.
En este caso, hablamos de una inteligencia que hace alusión a la relación que mantenemos con
nosotros mismos. Tiene que ver con cómo nos tratamos y con cómo identificamos y expresamos
las emociones.
Habilidades interpersonales
Las habilidades interpersonales, otro de los tipos de inteligencia emocional, nos permiten expresar
de forma adecuada aquello que queremos decir. También nos ayudan a tener una buena
comunicación con los demás, a entenderlos (a través de la empatía), a conectar con las emociones
de las personas, etc.
Manejo de estrés
En muchas ocasiones, el autocontrol marca la diferencia entre el éxito y el fracaso. El estrés es una
reacción del cuerpo ante las amenazas; surge cuando nuestros recursos resultan insuficientes para
abordar las demandas del ambiente.