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CIUDADANO.

JUEZ DEL JUZGADO PRIMERO DE PRIMERA INSTANCIA EN LO CIVIL,


MERCANTIL Y DEL TRÁNSITO DE LA CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL DEL ESTADO
TÁCHIRA

SU DESPACHO.

Yo, CARLOS EDUARDO PARDI PLAZ, venezolano, titular de la cédula de identidad N°


V-4.203.150, domiciliado en el Municipio Samuel Darío Maldonado, Estado Táchira y
civilmente hábil, representado judicialmente por los ciudadanos ELQUI OMAR VEGA y
CARLOS ENRIQUE MORENO, titulares de las cédulas de identidad Nros V.-11.304.712
y V.-14.361.315 respectivamente e inscritos en el INPREABOGADO bajo los Nros.
28.038 y 103.137 en el mismo orden. Ahora bien, en cuanto a los hechos y en cuanto al
derecho alegados por la parte demandante, niego, rechazo y contradigo en todo y cada
una de sus partes considerando lo siguiente: no es cierto que yo haya incumplido en los
deberes matrimoniales y haya descuidado el hogar y la familia, caso contrario siempre
he me he caracterizado por ser un buen padre de familia, buen ciudadano, un hombre
responsable y principalmente un buen esposo, y en virtud de ello siempre he estado
presente y al cuidado de mi cónyuge y mis hijos. Siempre me he encargado de velar por
el bienestar y la estabilidad familiar proveyéndoles siempre lo mejor, de igual manera,
he cumplido mis deberes matrimoniales de forma constante y publica desde el
momento de nuestro matrimonio hasta el momento en que quien hoy es parte
demandante en este proceso decidió abandonar el hogar. Que no es cierto que yo haya
abandonado mi hogar o mi familia ya que para que se de esta figura jurídica es
necesario que la ausencia que constituye el abandono carezca de justificación, de
modo que si, hubo momentos en los que no estuve presente fue por razones de
excesivo trabajo y aun así, he procurado mantener a mi familia siempre cerca de mí, de
modo que mal puede invocarse en mi contra la causal de abandono establecida en el
artículo 185 ordinal segundo. A fin de demostrar lo anterior mente expuesto ofrezco
fotografías de reuniones, paseos y viajes familiares en las que estado compartiendo con
mi esposa y mis hijos dentro de los anexos en sobre marcado con la letra A, siendo
evidente que siempre he sabido dedicar tiempo para el compartir familiar. Ahora bien, si
bien es cierto que durante la unión matrimonial hubo una gran variación de domicilios,
esto siempre sucedió de forma convenida por ambas partes y nunca fue por imposición
mía, como lo hace ver quien hoy es demandante en este juicio, de modo que siempre
estuvo junto a mí en cada uno de los lugares en los que hemos decidido vivir, ya que no
se trataba de un hecho motivado por el capricho, sino por motivos de seguridad y
protección para mi familia de los riesgos que puede involucrar mi trabajo como
ganadero, y aun así siempre estuve al pendiente de mi familia sin permitir que nada les
faltare y proveyéndoles de la mejor calidad de vida que estuviera a mi alcance y
cumpliendo en cada momento a los deberes inherentes al matrimonio hasta el día y
fecha en que la persona de la demandante decidió voluntariamente abandonar nuestra
residencia común para nunca volver. Del mismo modo, niego rechazo y contradigo el
haber incurrido en algún tipo de conducta agresiva, ofensiva o amenazante en contra
de mi cónyuge ya que dichas conductas no me son propias a mi personalidad y códigos
morales los cuales se fundamentan en el respeto, la amabilidad, la solidaridad, el amor
y el compromiso con la familia, de modo que bajo ningún aspecto he llegado a ofender,
faltar el respeto a mi cónyuge y mucho menos a incurrir en amenazas de ningún tipo y
por supuesto tampoco correrla del que era nuestro domicilio conyugal en la hacienda “la
trinidad”, siendo contrarios a la verdad los hechos alegados en el libelo de la demanda,
ya que ella decidió voluntariamente abandonar el hogar en el que yo estaba obligado a
permanecer para el cuidado del ya que en el tengo mi negocio y fuente de ingresos,
siendo evidente que yo me he encargado siempre solo del manejo de este, ya que mi
cónyuge nunca demostró interés por el mismo, sino se limitaba a disfrutar de las
ganancia y la estabilidad económica que le garantizaba su situación como mi cónyuge,
de la cual se ha beneficiado desde el momento de nuestro matrimonio, siendo sus
declaraciones, mentiras que afectan y perjudican mi honor y reputación, asi como el
honor y la reputación de la familia, cuyos intereses son evidentemente económicos y
contrarios totalmente a la realidad. En cuanto a las acusaciones de exceso, sevicia e
injuria que se levantan en mi contra con base a la cual invoca la causal de divorcio
señalada en el artículo 185 numeral tercero, es pertinente señalar para que se
constituya la figura de exceso es necesario que exista un acto de violencia o crueldad,
que supere el mal trato ordinario, del mismo modo, señala la doctrina nacional respecto
a la sevicia :que es crueldad excesiva, pero aquí se toma en el sentido de maltrato
constante y habitual". Injuria, Según Dominici, es todo agravio o ultraje hecho de
palabra o de obra el cual puede ser más o menos grave según el caso. En vista de ello,
es insuficiente para alegar dicha causal, expresar únicamente que tenía miedo de su
integridad, cuando bajo ningún concepto existió por mi parte ofensas, ni mucho menos
agresiones en contra de mi esposa, siendo indispensable que la demandante pruebe la
violencia, el temor, o el mal trato por mi parte. Todo lo contrario, pues fue ella la que
incurría sin justificación en actos contrarios al de una esposa, falta de atención, amor,
ayuda mutua, cariño y contribución en el matrimonio, mas allá de eso parecía demostrar
desprecio hacia mi persona al ser una persona de ya una avanzada edad hasta el punto
en el que decidió irse y abandonar nuestro hogar.

De esta forma y considerando lo anteriormente expuesto RECONVENGO en contra de


la demandante de conformidad con lo dispuesto en el Artículo 365 del Código de
Procedimiento Civil, en concordancia con el Artículo 361 in fine, para que convenga o
en su defecto sea condenada mediante sentencia por este Tribunal, en que la actora
reconvenida fue quien incurrió en la causal prevista en el ordinal 2° del Artículo 185 del
Código Civil, relativa al "abandono voluntario", por haber sido ella quien libre y
voluntariamente dejo el hogar familiar, dejando de cumplir sus deberes como cónyuge
hacia mi persona, teniendo una actitud deshonesta, intolerante, irrespetuosa, poco
amorosa, dejando de proveer el apoyo tanto moral como económico necesario en el
matrimonio.

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