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CAPÍTULO VII - La corrección del sofisma (argumento falso que pretende pasar por verdadero)
En este capitulo se rastrean las distintas corrientes, que constribuyeron a construir una nueva normativa sexual.
La sexualidad como objeto de la ciencia. - Aportes de Helen Kaplan (psicóloga especializada en sexología).
Kaplan, consideraba que las disfunciones sexuales no siempre derivaban de trastornos psicopatológicos, sino que podían reducirse
a problemas inmediatos y sencillos. Afirmaba que la terapia sexual se distinguía por la implementación de tareas sexuales y
comunicativas y que debía apuntar al alivio de la disfunción.
El aprendizaje era la clave para acceder a un saber abierto y racional y en la vejez el conocimiento de los cambios en las funciones
sexuales que son características de esa etapa de la vida es importante ya que posibilita romper los prejuicios existentes.
Las nuevas conceptualizaciones en sexología prefieren no considerar la dificultad sexual como un síntoma asociado al modelo
médico. El objetivo es enfocar la vida sexual como el signo de un equilibrio relativo a los conocimientos sexuales disponibles
El hombre de la calle y su conducta sexual. El valor del método - Aportes Alfred Kinsey
El objetivo fue dejar de lado las historias clínicas y enfocar al hombre de la calle y su conducta sexual.
Recomendaba que las investigaciones gerontólogcas se orientaran desde el comienzo de la declinación biológica, en donde marcó el
comienzo de esta etapa en la adolescencia en donde descendían las erecciones matinales.
Sostenía que una de las causas de la disminución de la actividad sexual era la declinación física y fisiológica, que generaba fatiga,
pero también halló un factor determinante en el aburrimiento frente a la repetición de la misma experiencia, a la falta de ensayo de
nuevas técnicas, nuevas formas de contacto y nuevas situaciones. Su fundamento se basó en la experiencia que manifestaban los
ancianos, quienes al encontrar una nueva pareja, adpotar nuevas técnicas o aceptar diferentes formas de relación sexual mejoraban
su rendimiento.
Tambien enfrentó la teoría del desgaste erótico en relación con la cantidad de relaciones sexuales. Y consideraba que aquellos que
habían comenzado temprano se mantenían en una vida más activa, aunque reconocía los efectos de la fatiga psíquica.
El erotismo del sujeto está asociado al valor fálico que posee el cuerpo. Lacan señala que nos volvemos deseables por la falta que
causamos en el otro. Pero es evidente que los valores estéticos de cada época habilitan ciertos cuerpos más que otros y que, como
sostenía Beauvoir, es complejo para los viejos ubicarse como objetos de deseo.
Las referencias a la vejez, desde Lacan, son escasas porque su esquema se basa en que hay un inconsciente que es atemporal, es
decir, la corriente lacaniana se distingue por presentar a la sexualidad sin edad, y por no estar totalmente subsumida a la genitalidad,
lo cual permite abrir el marco de posibilidades en el plano de los goces.
La psicoanalista francesa, Maud Mannoni (1991), puntualiza una temática recurrente, la desubjetivación progresiva que sufre el
anciano ante diversas confrontaciones vitales. Desde la internación geriátrica hasta la perdida de contactos con los seres queridos, el
acento recae sobre otro no atento ni preocupado ante su deseo, que lo trata como a un objeto de cuidados….Si no se escucha al ser
hablante en su desamparo, éste adopta una actitud de desafío y se aferra a un significante velado por el lenguaje: la muerte.
Los límites en lo psicológico aparecen a partir de la presencia moralizante del otro, ya sea por descalificación moral o estética, o a
partir de los propios obstáculos narcisistas, que inhiben los goces por carecer de representaciones intermedias que permitan una
sexualidad que no posea formas ideales.
Desde mediados de siglo, ha surgido un cambio de enfoque en relación con la sexualidad en la vejez y el erotismo tendiente a la
desmitificación y la búsqueda de variables positivas. En este cambio, cobran importancia las investigaciones de Kinsey, quien
rompe con el modelo de investigación clínica de la sexualidad, para la que promueven una lectura más abierta.
Se abandona el estereotipo victoriano de la imposibilidad y de la perversión para pasar a un sujeto que no encuentra estímulos a
causa de la represión social imperante.
Masters y Johnson postulan la educación como un camino de acceso al goce sensual. Le agregan un nuevo factor a tener en cuenta
para el mejor desempeño sexual: el conocimiento de los cambios en la fisiología que suceden en la vejez.
Simon de Beauvoir rescata diversos puntos de vista que le permiten forjar una nueva idea del erotismo en esta etapa de la vida.
El psicoanálisis también reformula buena parte de sus criterios desde la perspectiva lacaniana, y la falta de deseo aparece más en el
campo del otro limitando la dialéctica del erotismo. Así también la noción de deseo toma un sesgo positivo al no reducir la
sexualidad a la genitalidad.
Por último los resultados obtenidos permiten advertir una orientación hacia su posibilidad más que a su limitación.
El erotismo en la vejez se halla influenciado por las reivindicaciones de los derechos individuales: desde la cuestión gay hasta las
críticas al orden del establecimiento geriátrico y a la biomedicalización del envejecimiento.
¿La sexualidad como recurso para el bienestar? Los mitos sexuales de la vejez
Maggie Kuhn 1976, defensora de los derechos de los adultos mayores en EEUU, señala los mitos vinculados con esta cuestión:
La sexualidad no es importante en la vejez
La práctica sexual no es considerada normal en esa etapa de la vida
No debería alentarse a volver a casarse a aquellas personas mayores que han quedado viudas
Es lógico que un hombre mayor busque a una mujer joven, pero no lo contrario.
La gente mayor debería ser separada en las instituciones por sexo para evitar problemas con los familiares.
En oposición a estas creencias, el biólogo Walz y la trabajadora social Blum, exhibe la sexualidad como un remedio, fuertemente
asociado a la salu física y mental, y como un recurso indispensable para el bienestar, puede servir como ejercicio físico para
mantener una saludable autoimagen y para manejar las ansiedades personales, esto daría serenidad al envejecimiento.
Diversas investigaciones apuntan a mostrar que la sexualidad no se limita a la genitalidad, sino que se asocia a la búsqueda de
placer y de afecto, lo que recupera un sentido más abarcativo del erotismo.
Eliopouls en 1979, consideraba necesario hasta promover la masturbación como una forma de dar alivio a las tensiones sexuales y
mantener el buen estado de las funciones genitales
La discriminación por su homosexualidad es más decisiva que por la condición de vejez y algunos gay piensan que haber
atrevesado esta vivencia de discriminación puede mejorar la capacidad para hacerle frente a otras crisis.
La investigaciones dan cuenta de que no aparecen diferencias relevantes entre el envejecimiento heterosexual y el homosexual.
Los lazos que tienen con su institución familiar hace que no exista respaldo para estos mayores, teniendo más consecuencias en
aquellos que no tienen descendencia. El soporte familiar suele ser reforzado por grupos de amigos.
El existo de las parejas homosexuales es que aparece una fidelidad emocional más que la sexual y la flexibilidad en cuanto a los
roles sexuales y de actividades cotidianas, entonces existe una distribución de poder más equitativo
Un nuevo perfil erótico de los osos daddys, es interesante destacar este nuevo perfil, los osos suelen asemejarse a un hombre gay,
muchas veces gordo y siempre peludo, de este modo constituyen un modelo de antítesis al socialmente establecido. Implica una
forma de vida en la cual cada uno puede y tiene que ser como quiera. Sin embargo la edad los agrupa en categorías (daddys papis,
y los grand fathers.
Existen diversos sitiso y revistas que comenzaron a tomar este modelo erótico, que durante mucho tiempo fue asociado al goce
sexual sumado al apoyo económico que estos sujetos brindaban.
La situación de los geriátricos carga con los estigmas de la asexualidad atribuidos a la vejez. . Uno de los sentiso más fuertes que
emergen en relación a esta temática es la falta de derechos sexuales dentro de esta institución.
No siempre se los diferencia en la internaciones en residencia según características específicas, sino que sólo se lo hace por sus
patologías
Esta disciplina que se caracterizaba y daba a estas instituciones una función social de custodia se haya convertida en un mecanismo
de control de las patologías de la vejez
La separación del lecho en los matrimonios sigue siendo un rasgo característico, así como la aplicación de sedantes ante
emergencias de deseos sexuales. El rechazo a los derechos de amor en los pacientes son parte de las críticas más habituales. La
sexualidad se ve como problemática y anormal.
La falta de conocimiento en el propio personal genera que las actitudes eróticas sean vistas como peligrosas y dañinas para el
individuo y la institución y por ello se las silencia.
El modo en que este control incide sobre la subjetividad genera discapacidad aprendida y una infantilización que lleva a formas
diversas de erotismo, donde se reemplaza el acto sexual o masturbatorio por variantes menos elegidas, como la erotización anal o
uretral, o una excesiva preocupación por lo corporal
Los derechos sexuales han entrado en las reglamentaciones, por lo que se han habilitado una serie de prácticas eróticas, incluso en
las personas con demencias.
La enfermedad promueve un retiro transitorio de los goces, una vez terminada el deseo reaparece, el tiempo que implique su retorno
se encuentra en relación directa con el lugar que lo erótico ocupe para el sujeto.
Luego de un ataque cardiaco, los hombres suelen abandonar su actividad sexual, cuando lo que resulta más recomendables es un
receso de entre ocho y 14 semanas para reanudarla o iniciarla a través de la masturbación o el uso de nuevas posiciones que eviten
aquellas que puedan ser más desgastantes.
La excesiva medicación que se les suministra a los pacientes no suelen tomar en cuenta sus necesidades sexuales y muchas veces
estos no son consultados ni prevenidos de los efectos colaterales que pueden provocar.
Un nuevo lenguaje
Lewis y Butler consideran que el amor y la sexualidad pueden presentar la oportunidad de expresar pasión, afecto, admiración y
que puede ser una afirmación del propio cuerpo como lugar de goce y brindar un fuerte sentido de valoración personal, que también
representan una protección contra la ansiedad, que brindan el placer de ser tocado, mimado o querido, constituyendo una afirmación
de la vida.
Long sostiene que la expresión sexual incluye el amor, la broma, el guiño de ojos, la mejor postura, los matices en la conversación
y un estado emocional positivo, necesarios en un momento como la vejez, donde la relación con el otro puede verse perturbada
Estos autores propusieron una distinción de lenguajes, el primero se halla asociado a la juventud, es más instintivo, explosivo, se
halla ligado a la procreación, mientras que el segundo está asociado a la mediana edad y a la vejez, es más aprendido y dependiente
de habilidades para reconocer y compartir sentimientos mediante palabras, acciones y percepciones no dichas de modo de alcanzar
un entendimiento mutuo.
El concepto de calidad de vida, aparece asociado actualmente a una vida sexual rica en la vejez
El nuevo relato acerca de la erótica en la vejez revela una serie de miradas alternativas propias de una sociedad en la que se ha
producido un quiebre en los espacios de poder tradicionales.
En este relato cuentan tanto la masturbación como el fantaseo, entre otros modos de goces, aunque abre una demanda social de
actividad sexual que corre el riesgo de convertirse en un nuevo modo de mandato