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FACULTAD DE JURISPRUDENCIA
CARRERA DE DERECHO
AUTORES:
RESUMEN:
PALABRAS CLAVES:
INTRODUCCIÓN:
En el Ecuador la presencia del movimiento indígena ha sido siempre una poderosa masa
popular que suele tomarse espacios públicos y manifestar su fortaleza organizativa, que
actualmente ha mostrado un resurgimiento de dominio político.
El dominio de las clases altas, no son más que un acercamiento al neoliberalismo, que
pretenden dispersar la resistencia de los sectores populares; las acciones inequívocas del
gobierno de Moreno solo dieron la razón de que hubo un abandono al dialogo y una
conflictividad política acumulada de tensiones; la judicialización y persecución política, el
acuerdo con el FMI, el pago de la deuda externa durante la pandemia, fueron algunas de
las tantas gestiones intrínsecas que el pueblo ha tenido que aceptar.
Sin embargo, ante el actuar del gobierno el país se manifestó inconforme y se realizaron
múltiples protestas contra el bloque de poder; mismas acciones que el estado no pudo
controlar de forma correcta y recurrió al uso autoritario de violencia contra su pueblo.
MÉTODO:
RESULTADOS:
Días después, el 7 de octubre, los grupos indígenas ingresaron a la capital, por el norte y
por el sur, entre muestras de soporte y respaldo de los barrios sonados. El arribo de los
indígenas a Quito, adicional a la movilización de los barrios populares convirtió al paro
nacional en una revuelta indígena y popular. El acogimiento de los reclamantes
provenientes de otras provincias congregó a las universidades y secciones no establecidas
de la clase media en torno a las labores de cuidado y de sostenibilidad de la protesta en las
vías. Estas actividades implicaron principalmente a alumnos universitarios, pero también a
individuos no organizados que auxiliaron en el abastecimiento de víveres y medicinas. Estas
instituciones como son: la universidad Central, Católica y Salesiana, la Casa de la Cultura y
el parque El Arbolito sirvieron como centros de acogimiento humanitario.
Durante esos días y los siguientes al motín, la táctica comunicacional del régimen
administrativo y los medios privativos radicó, en identificar las protestas exclusivamente
como un paro de transportistas, reduciéndole importancia al resto de grupos movilizados.
Una vez que el Estado pactó el incremento de los pasajes con los dirigentes del sector
transportista y, sin embargo, la movilización se conservó y se acrecentó, el secretario de la
presidencia, el señor Juan Sebastián Roldán definió a los líderes indígenas y al correísmo
como los garantes y responsables del terrorismo, indicando que los primeros disiparon el
control y admitieron invasiones en su motín social. Consecutivamente, el 9 de octubre, el
presidente Lenin Moreno señaló hacia el ex presidente Rafael Correa y su Revolución
Ciudadana como los incitadores de las protestas, aseverando que ellos son los que, con el
patrimonio que robaron a la población ecuatoriana, están costeando las protestas, pero
especialmente los actos belicosos. Acerca de los indígenas, afirmó que no tienen por hábito
ser violentos y que como son agentes de paz, en ese instante su derecho al reclamo social
se veía horrendamente afectado por la intrusión de grupos impulsivos pagados por el
correísmo. De esta manera, el Estado formó una distinción entre grupos impetuosos
costeados por el correísmo y manifestantes de grupos indígenas haciendo de lado,
nuevamente, al resto de representantes movilizados.
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En Guayaquil se llevaba cabo la marcha llamada “Guayaquil por la Patria”, cerró con
volquetas la ingreso a la ciudad que, bajo el lema “No al paro, sí al trabajo”, reclamaba el fin
del paro nacional (Primicias, 2019).
El tamaño de las movilizaciones superó con creces a las del año 2015, y la durante el paro
nacional de 2015, se registraron 123 detenciones a nivel nacional, mientras el levantamiento
de octubre se saldó con 1192 detenidos, una cifra casi 10 veces más enorme. A esto
contribuyó el producido de que el 3 de octubre, apenas un día después de iniciadas las
movilizaciones el régimen decretó estado de exclusión, y movió la sede de régimen a
Guayaquil, dando vía libre a la represión de la policía y los regula los estados de exclusión.
La violencia ejercida por el estado motivó la negativa del movimiento indígena a dialogar.
En línea con su estrategia de corporativizar las demandas de los sectores sociales en las
mesas de diálogo previas al levantamiento, el gobierno pretendió parar al movimiento
indígena mediante ofertas de programas de desarrollo rural. Si bien, el gobierno averiguo al
intentar negociar con el actor mejor organizado del campo popular, sus propuestas
enfocadas en el ámbito netamente rural ignoraron dos cuestiones fundamentales.
lucha del movimiento indígena. Este no fue el protagonista de las protestas únicamente por
su alto nivel organización, sino por haber operado como una articulador de las demandas de
los diversos sectores movilizados. A esto contribuyó, sin duda, la mencionada diferencia de
la población indígena, pero también el posicionamiento de una nueva generación de
dirigentes que no ha participado en los procesos de negociación con el Estado de
generaciones anteriores. Aun cuando el gobierno consiguió́ que únicamente los indígenas
participaran en la plática, no consiguió que estos abandonaran su rol político de
representantes del interés común.
José Figueroa (2019) ha resaltado el elaborado de que, pese a que el movimiento indígena
se posicionó, desde los años noventa, como el primordial actor político del campo popular,
no había logrado solucionar las tensiones entre sus intereses personales y globales y no
había podido trazar un plan que viabilizara una acción de gobierno. La tensión entre
tendencias corporativistas y universalistas ha marcado el camino del movimiento indígena y
su crisis desde la segunda mitad de la década del 2000. Pablo Ospina (2009) ha
caracterizado a esta como una “crisis relativa”, señalando que las condiciones sociales y
económicas en que se ocasionaron los levantamientos de los años noventa y principios de
los 2000, se habían convertido, y las construcciones descentralizadas (tendientes en varios
casos a la negociación corporativa) de la CONAIE y Pachakutik, no fueron capaces de
resolver los nuevos conflictos. Pese a ello, Ospina se ocupa de resaltar el papel del
movimiento indígena en las movilizaciones en contra del Tratado de Libre comercio con
USA en 2006 y cerca de la Asamblea Constituyente, en 2008. Luis Alberto Tuaza (2011) se
ha referido a el caso del movimiento indígena a lo largo de este lapso como una de
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Además del abandono del gobierno, el 7 de abril la ruptura de los oleoductos TOSE (Trans-
Equadorian Pipeline System) y OCP (Heavy Crude Oil Occupy) contaminan los ríos Coca y
Napo, contaminando indirectamente a más de 100.000 personas. . Las respuestas estatales
y afiliadas fueron limitadas, argumentando que las comunidades indígenas de la región
deben firmar un certificado que afirme que se deben obtener y aceptar los kits de alimentos
entregados por las empresas petroleras. Este kit compensa los daños por derrames de
petróleo. Este derrame tiene implicaciones ambientales, físicas y culturales desastrosas
para la comunidad indígena amazónica, lo que agrava la crisis humanitaria causada por la
propagación del COVID-19.
Ante los nuevos escenarios sociales, las redes sociales se han vuelto más adecuadas como
espacio para la construcción de iniciativas políticas. Sin embargo, estas formas de
comportamiento político y las limitaciones estructurales que enfrentan las organizaciones no
pueden ignorarse. Según el Investigador Nacional de Estadística (INEC), solo el 37,2% de
los hogares se pueden conectar a internet44, el 55,9% de la población utiliza internet, el
50,1% utiliza una computadora, el 41,4% utiliza teléfonos inteligentes. (INEC, 2018). Esta
cifra indica que aún existe una porción significativa de la población que no conoce o no
puede acceder a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), la cual queda
excluida del mecanismo digital habilitado por los actores Acción de restricción. Esto no solo
limita el acceso a la educación y la adaptabilidad al trabajo desde casa, sino que también
obstaculiza gravemente la capacidad organizativa del campo popular.
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El movimiento indígena, que operó como articulador del campo popular durante el
levantamiento, se ha visto abocado a la tarea de afrontar el impacto de la expansión del
COVID-19 en sus territorios. La CONAIE ha debido organizarse para entregar kits
alimenticios echo con sus propios recursos aun sin recibir ayuda del gobierno que es el
encargado, insumos de bioseguridad y pruebas rápidas de la zona de diversas
comunidades del país, promoviendo y facilitando el trueque de productos entre estas. A
pesar de esto, el movimiento indígena ha promovido iniciativas con un alcance más amplio,
enfocadas en establecer lazos de solidaridad entre los diversos sectores sociales. Así, el 20
de marzo, la CONAIE anunció la creación del “Plan de ayuda alimentaria para familias
vulnerables, albergues y orfanatos”, estableciendo un centro de acopio en Machachi, para
recolectar raciones alimenticias, invitando a productores y familias de dentro y fuera del
movimiento indígena a colaborar con esta iniciativa (CONAIE, 2020). El 23 de marzo, el
Consejo Político de la CONAIE resolvió, entre otras medidas: instar al gobierno nacional a
suspender el pago de la deuda externa; exigir la moratoria en el pago de créditos y
microcréditos con la banca pública y privada, cooperativas de ahorro y demás instituciones
financieras; demandar la creación de un fondo de emergencia para que el Estado compre la
producción campesina y la haga llegar a los sectores populares “como una forma de
subsidio alimentario”, evitando así a los intermediarios y la especulación de precios;
exhortar al gobierno a que brinde las garantías necesarias para que los trabajadores
públicos y privados del campo y la ciudad puedan sostener sus empleos en condiciones
adecuadas (CONAIE, 2020). La CONAIE ha llamado a los agricultores a sostener su trabajo
en el campo para abastecer a los sectores populares de las ciudades, recuperando en sus
comunicados y pronunciamientos uno de los lemas de octubre: “solo el pueblo salva al
pueblo”, lema que ubica al pueblo como un actor político que encarna unos valores
determinados.
El llamado a construir lazos de solidaridad entre los trabajadores del campo y los sectores
populares urbanos, además de establecer redes económicas como la exportación de
productos de la tierra, contribuye a transformar la forma en que se piensa y se desarrolla la
relación campo/ciudad. Históricamente, esta relación ha adoptado una forma más ordenada:
“los precios irrisorios y los bajos ingresos agrícolas han funcionado como una suerte de
colchón inflacionario que prolonga la desigualdad y mantiene la auto explotación y la
precarización de las comunidades étnicas que ‘subsidian’ al resto del país” (Vivares, 2020,
págs. 120-21). Los campesinos se ven forzados a vender sus productos a precios que, en el
mejor de los casos, apenas alcanzan para cubrir los costes de producción, mientras los
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CONCLUSIONES:
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REFERENCIAS BIBLIOGRAFÍA:
https://conaie.org/2017/07/07/nuestras-bases-caminemos-cumplir-mandato/
https://conaie.org/2018/11/14/movilizacion-nacional-convocada-porconaie-llega-a-quito/
file:///C:/Users/PC/Downloads/367126-Text%20de%20l'article-528940-1-10-
20200421.pdf