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Volumen 1
Francia : 1762-1817 / Comentarios Guido Rodríguez Alcalá,
Margarita Durán Estragó, Martín Romano García.
– Edición comentada, aumentada y corregida. –
Asunción : Tiempo de Historia, 2009.
580 p. ; Vol. 1 ; 22,5 x 29,9 – (Colección Doroteo
Bareiro)
ISBN: 978-99953-816-3-9
989.2042
Si fuese posible, sírvase Vuestra Señoría disponer las cosas de tal modo, que el señor Souza84
despliegue su izquierda sobre este punto de la bajada85 cuanto antes, pues dicho señor parece
era esta su determinación: en el día es muy urgente, porque el señor Michellena se retiró, por
orden de Su Excelencia y los tunantes se desplegaron bandoleramente entre los ríos. Ayer un
tal Tarragona, vocal de Santa Fe, pasó un exhorto a [roto] con inglés, para que se uniese a
ellos: la contestación fue arrimarle una barra y remitirlo a Montevideo en el San Luis.
82 Al momento de escribirse estas cartas, la situación política en la provincia era inestable. Una Junta revo-
lucionaria instalada en Buenos Aires desde mayo de 1810 había enviado tropas al Paraguay al mando del
General Manuel Belgrano, para intentar obtener su reconocimiento. Si bien para fines de abril Belgrano
había sido doblemente derrotado (el 19 de enero en la batalla de Paraguarí y el 9 de marzo en la de Tacuarí),
el pobre desempeño militar del Gobernador Velasco y la falta de pago a los combatientes habían suscitado
entre los paraguayos un fuerte descontento, que se sumaba a la propagación de las ideas independentistas.
83 Se refiere al combate naval de San Nicolás, en el que la escuadra realista española destruyó a la flotilla
revolucionaria que se dirigía por el Paraná a llevar refuerzos a las tropas de Belgrano tras la derrota ante los
paraguayos en Paraguarí. Tanto el falucho San Martín —a bordo del cual se encontraba Genovés— como el
San Luis, mencionado en la segunda carta, eran barcos de guerra españoles que participaron en ese combate.
Posteriormente fueron capturados (a comienzos de 1814) e incorporados a la escuadra bonaerense.
84 El general portugués Diego de Souza. Las cartas de Genovés alentaban una alianza con los portugueses para
sofocar la revolución. Sin embargo, no sólo no lograron su propósito, sino que el descubrimiento de esta
correspondencia secreta actuó como catalizador del proceso revolucionario en Paraguay.
85 La ciudad argentina de Paraná.
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Quisiera decir más: pero no hay tiempo. La contestación con los portugueses muy
importante: muy útil, utilísima. El Paraguay será el restaurador de la América del Sur:
unión con esta Corte y no necesitamos más. Si es posible sostengamos a Corrientes86.
Dispénseme Vuestra Señoría este modo de explicarme. Soy muy interesado por mi Rey,
por mi general y por la patria de mi mujer, mi hijo, dígnese Vuestra Señoría dispensarles
toda protección y dando mis cordiales expresiones al señor Don Benito87, queda todo de
Vuestra Señoría su siempre afectísimo que besa su mano.
Carlos Genovés
Pedro Juan Caballero. Dr. José Gaspar de Francia. Juan Valeriano de Zevallos. Juan Bautista
Rivarola. Carlos Argüello. Vicente Ignacio Iturbe. Juan Bautista Acosta. Juan Manuel Iturbe.
Este Gobierno ha acordado con el Cuartel General de esta Plaza Capital tener por
Oficio del Gobernador
Bernardo de Velasco al
diputados adjuntos para dar expediente interinamente a las providencias gubernativas y
Cabildo de Ñeembucú; demás anexas, al Doctor Don José Gaspar de Francia y al Capitán Don Juan Valeriano de
comunica la incorporación Zevallos, hasta tanto que dicho Cuartel en unión con los demás vecinos de la provincia
de José Gaspar Rodríguez establezca y arregle la forma de Gobierno que haya de permanecer, lo que participo a Ud.
de Francia y Juan para su inteligencia y los de esa jurisdicción, a fin de que las providencias expedidas con
Valeriano de Zevallos
dichos diputados, tengan el debido cumplimiento.
al Gobierno.
Dios guarde a usted muchos años. Asunción, 16 de mayo de 1811.
Bernardo de Velasco.
Al Cabildo, Justicia y Regimiento de Ñeembucú.
86 Velasco había ocupado Corrientes en abril de 1811; el plan de los realistas era controlar Paraguay,
Corrientes, Entre Ríos y la Banda Oriental del río Uruguay.
87 Benito Velasco, sobrino de Bernardo de Velasco y funcionario del Gobierno.
88 La noche del 14 de mayo el Capitán Pedro Juan Caballero, al frente de un grupo de revolucionarios, se
apoderó del Cuartel General de Asunción, forzando a Velasco a compartir el gobierno con dos consocios;
el Dr. Francia y el español Juan Valeriano de Zevallos. Este fue el llamado Triunvirato, que duró apenas
hasta comienzos de junio, cuando Velasco fue apartado del gobierno tras el descubrimiento de cartas
relativas a una alianza con los portugueses (ver documento anterior).
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89 Fernando vii, entonces prisionero de Napoleón. La unión con Buenos Aires y el reconocimiento al Rey no
eran contradictorios; la Junta bonaerense, sin desconocer a Fernando VII, argumentaba que en ausencia
del monarca la soberanía recaía directamente sobre el pueblo (por ello consideraba que el Consejo de
Regencia que sustituyó en 1810 a la Junta de Sevilla carecía de autoridad legítima en América).
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90 Jefe de la Aduana.
91 El corso era una forma de campaña contra buques enemigos, muchas veces hecha con barcos mercantes y
otras con buques de particulares a los cuales se expedía un permiso o patente. Algunas partes beligerantes,
como las fuerzas del General José Artigas en la Banda Oriental, dieron “patentes de corso” que autorizaban
a hostilizar y capturar buques bajo bandera de estados enemigos, llegando a operar en aguas del Atlántico
norte, el Pacífico y hasta el Mediterráneo con patentes expedidas en el Río de la Plata. Esta “privatización”
de la guerra marítima incluía el reparto del botín entre el corso y el gobierno que le concedía la patente.
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contestaciones oficiales que antecedieron entre los señores Gobernador y Comandante del
Cuartel con los bandos publicados en su razón para su conocimiento y constancia en todo
tiempo. Así lo acordaron proveyeron y firmaron de que doy fe.
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Los consocios del Gobierno tienen el honor de citar a Vuestra Merced92 para la Junta
Modelo de esquela de
General que se ha de celebrar en esta capital el 17 del corriente para el establecimiento del citación para el Congreso
Gobierno y fijar las relaciones de esta provincia con la de Buenos Aires y las demás del General de 1811.
continente. Asunción, junio primero de 1811.
Con motivo de la invasión de las tropas de Buenos Aires a esta provincia había solicitado
Oficio al Comandante del
este Gobierno del Excelentísimo señor Capitán de Mato Grosso algún auxilio de armamento fuerte portugués de
y municiones; pero como antes de tener contestación han variado las circunstancias Coimbra; le informa que la
de esta provincia, hemos creído ser de nuestro deber en obsequio de la buena armonía y provincia se considera libre
correspondencia comunicar cuanto antes a Vuestra Señoría la misma noticia que se tiene dada de amenazas y solucionará
al Excelentísimo señor Capitán General de San Pedro93 residente en el pueblo de San Borja. sus diferencias con Buenos
Aires pacíficamente.
92 Este es el modelo de la nota que se cursó a las personas citadas a participar en la Junta, Congreso o
Asamblea de junio, seleccionadas de acuerdo con la formula tradicional española de invitar a “la parte
mejor y más principal del vecindario”.
93 San Pedro de Rio Grande, hoy Rio Grande do Sul (Brasil). El General aludido es el portugués Diego de
Souza.
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El Comandante y oficiales del Cuartel General de esta plaza a todos los habitantes de la
Bando del Comandante y
oficiales del Cuartel General;
provincia:
anuncia la detención del Uno de los motivos que han apurado el sufrimiento de las tropas y de muchos
Gobernador Bernardo distinguidos vecinos de la provincia hasta obligarlos a tomar la generosa determinación de
de Velasco y miembros arrojar el pesado yugo que la tenía oprimida y tiranizada, ha sido el concepto a que la voz
del Cabildo. divulgada y las circunstancias mismas dieron lugar de que los depositarios de la autoridad
y sus viles secuaces maquinaban el detestable proyecto de someterla a una dominación
94 Su Majestad Fidelísima era el tratamiento que se daba al Rey de Portugal (o en este caso, al Príncipe
Regente Juan VI), así como se llamaba Su Majestad Católica al Rey de España.
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extranjera o valerse de sus fuerzas para sorprenderla con el simulado aparato de auxilio,
tenerla en una dura y rigurosa sujeción y de este modo formar y asegurar una especie de
señorío y posesión para ellos mismos, sacrificando a su orgullo, codicia y ambición la
libertad de la provincia, los derechos más esenciales de sus naturales y los vínculos que
la unen con las demás de la Nación. La aproximación de tropas portuguesas hacia los
límites de esta provincia, a saber al norte en los establecimientos de Coimbra y al este en el
pueblo de San Borja al mando del Capitán General de San Pedro; la venida del Teniente de
dragones Don José de Abreu enviado por dicho general a esta ciudad; la misteriosa reserva
con que se disfrazaba el verdadero objeto de su comisión; la determinación de mandar de
aquí un oficial hacia dichos establecimientos del norte asegurada por la voz pública con el
pretexto totalmente inverosímil de pasar hasta Mato Grosso buscando auxilio de dinero,
daban no poco valor a aquel juicio y sobrado fundamento a los temores.
Después de nuestra feliz revolución, se han ido notando y descubriendo otros hechos
tan circunstanciados que no hacen ya dudable aquel concepto. Ha sido público que el pliego
de contestación a dicho General estaba ya cerrado y que el Teniente Abreu debía partir el
mismo día de este acontecimiento. Sin embargo, Don Bernardo de Velasco solo manifestó
a los consocios del Gobierno por contestación preparada un brevísimo y frívolo borrón
que no condice con los planes y demás que contiene el oficio del General de San Pedro. La
fuga precipitada del coronel Don Pedro Gracia, abandonando el mando de la población
que estaba a su cargo después de estar noticiado del suceso de nuestra revolución, llevando
su ruta a dichos establecimientos portugueses del norte que en el día se tiene ya averiguada
con certeza, es otro accidente que induce algo más que una vehemente presunción.
Pero lo que remueve toda duda en el particular, es la carta interceptada por el jefe de
nuestras tropas patrióticas Don Blas José de Rojas, escrita de la bajada al propio Don Bernardo
Velasco por Don Carlos Genovés95, que como es notorio iba enviado por él a Montevideo.
En esta carta encarga Genovés a Don Bernardo Velasco que redoble sus contestaciones con
los portugueses, que estos cubran inmediatamente la costa oriental del Paraná, que los del
norte caigan también inmediatamente sobre el Paraguay, que nuestras fuerzas de mar cubran
igualmente aquel punto y de este modo teniendo la costa occidental (concluye diciendo
Genovés a Don Bernardo Velasco) somos los Reyes de la América del Sur.
No ha habido ni habrá un verdadero patriota que no se sienta horrorizado al oír y com-
prender la enorme criminalidad que descubre tan execrable lenguaje. Este mozo desconocido
e inepto, que sin otro oficio, mérito ni carrera que la de un vulgar escribiente, por una conse-
cuencia del poder abusivo y de la arbitrariedad y despotismo de un Gobierno desastroso se
vio repentinamente adornado aquí ya con el título de Capitán, ya con el de Comandante de
Villa Real, con abandono de tanto patricio honrado, distinguido y benemérito, que de este
modo por el favor del mismo Gobierno se ha hecho visible en el Paraguay y ha adquirido
consideración y una regular fortuna, es el que ahora intenta despedazar el seno donde ha
recibido nueva vida queriendo con insolencia y descaro que los portugueses del norte caigan
inmediatamente sobre el Paraguay para que Don Bernardo Velasco, él y sus viles parciales y
coaligados tiranos de la libertad de la Patria sean los reyes de esta parte de la América.
Pero es preciso explicar la verdad y mirar las cosas en su verdadero punto de vista.
Las producciones de Genovés no son partos originales de la abundancia de su corazón
dañado. Él no hace más que repetir el mismo funesto proyecto de que era sabedor y
cómplice, instando y apurando por su pronta ejecución y de aquí mismo es natural deducir,
que la marcha de Don Pedro Gracia a los establecimientos portugueses del norte ha sido
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dispuesta por los tiranos luego al punto de nuestra revolución o [es] un resultado de la
misma maquinación anterior pues que aún mucho tiempo antes ya se sabía que se prevenía
y preparaba a hacer una larga jornada.
Aquellas expresiones que se oían anteriormente en boca de los tiranos, de que ya
tenían paraguayos que les trabajasen la yerba a dos reales [por] arroba, y las voces que aún
al presente procuran esparcir que nuestra revolución puede todavía quedar en nada y que
dentro de dos meses se compondrá todo, explican muy bien y dan a entender el fondo de la
nueva tiranía premeditada y la esperanza y disposición en que se hallan de llevar adelante
sus perversas ideas hasta realizar la inicua obra que han proyectado. No por eso creemos,
ni recelamos que lleguen a verse puestas en ejecución disposiciones algunas dirigidas a
semejantes fines. Una cosa es que los jefes o comandantes portugueses se presenten a una
oferta voluntaria lisonjera en apariencia a los intereses de su Majestad Fidelísima y otra
muy diversa el que a fuerza de armas intenten invadir nuestro domicilio con reluctancia y
oposición de la provincia y su Gobierno. Tales no son los justos y magnánimos pensamientos
de su Alteza Real el Príncipe Regente de Portugal. La carta de su Ministro de Relaciones
Exteriores, el Excelentísimo Señor Conde de Linares a la Excelentísima Junta de Buenos
Aires basta para convencer y disuadir a los que sin conocimiento y sin reflexión sobre los
verdaderos intereses de ambas naciones aventuran un juicio contrario. Su Alteza Real, muy
distante de tomar semejantes medidas violentas con los pueblos que reconocen al señor
Don Fernando vii96, manifiesta que se limitará únicamente a elevar sus votos para que
las disensiones intestinas entre vasallos de un mismo Príncipe tengan una pronta y feliz
conclusión y a disponer lo conveniente para que el fuego de la guerra civil no se encienda
en las fronteras de sus propios estados. Además, sabemos por noticia cierta y segura que las
tropas portuguesas que se habían reunido en el pueblo de San Borja volvieron a retirarse
hacia la campaña de Montevideo en los días 19, 21 y 24 del mes próximo pasado.
De nuestra parte ya se han pasado anteriormente los oficios correspondientes así al
Capitán General de San Pedro como al Comandante del Fuerte de Coimbra, significándoles
igualmente nuestra adhesión a los derechos del mismo señor Don Fernando y nuestros
sinceros deseos de terminar por medios pacíficos las diferencias ocurridas con la ciudad
de Buenos Aires y de continuar al propio tiempo, conservando amistad, buena armonía y
correspondencia con todos los jefes y países de la dominación de su Majestad Fidelísima.
Pero si contra toda justicia, violando la paz en que nos hallamos y el mismo derecho de
gentes, por las ocultas tramas y maquinaciones de los tiranos opresores de nuestra patria y
de nuestros derechos llegase el caso de ponerse en planta sus amenazas, conocerán muy a
su costa nuestros invasores, sean los que fuesen, cuál es la constancia, cuáles los esfuerzos
y cuáles los recursos de un pueblo grande que ha tenido valor para recobrar su libertad y
está empeñado en defenderla a expensas de su propia vida.
La conclusión natural de todo esto es que el empeño de Don Bernardo de Velasco y de
los individuos del Cabildo en sostener la total división de esta provincia sin querer arbitrar o
tentar un medio de conciliar su reunión con su libertad y sus derechos y sin querer reducirse
a enviar sus diputados al Congreso General de las Provincias97 con el objeto de formar una
asociación justa, racional, fundada en la equidad y en los mejores principios del derecho
natural que son comunes a todos y que no hay motivo para creerse que hayan de abandonar u
olvidarse por un pueblo tan ilustrado y generoso como el de Buenos Aires, ha sido una conducta
imprudente, opuesta a la prosperidad de la provincia y común felicidad de sus naturales y
96 Las juntas revolucionarias americanas, aunque buscaban la independencia, juraron inicialmente fidelidad
a Fernando vii por una cuestión diplomática y porque se pensaba que jamás volvería al trono.
97 El Congreso debía reunirse en Buenos Aires.
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dirigida más bien por fines particulares. La provincia ha tenido que sufrir los muchos males y
daños consiguientes a una guerra civil y el comercio de sus muchas producciones y frutos ha
quedado obstruido y aniquilado; se han consumido y desaparecido más de cien mil pesos de
la Real Hacienda; las tropas se han dejado privadas del justo y debido estipendio de muchos
meses y por último ha llegado la ceguedad al extremo de querer aumentar nuestras cadenas
y reducirnos a más dura esclavitud, haciendo cada vez más inciertos y dudosos el destino y
la suerte de nuestra provincia. Los individuos del Cabildo, que en las críticas circunstancias
del día debían concentrar toda su atención en la felicidad general y en conservar ilesos los
derechos de todos los ciudadanos, se ve que menos han pensado en esto que en perpetuarse
en el mando y proporcionarse nuevas consideraciones.
Cuanto se ha dicho, la conspiración últimamente descubierta contra la pública libertad
y la continuación en sus oficios por medio de una casi general escandalosa reelección
contraria a las leyes del propio soberano que se aclamaba son unos hechos que afianzarán
siempre esta verdad. Habiendo pues tomado a nuestro cargo y de nuestras tropas el poner
en libertad nuestra amada Patria y a nuestros conciudadanos para que puedan deliberar y
resolver francamente el partido que deban abrazar y juzguen más conveniente, creeríamos
faltar a nuestra principal obligación si consultando la tranquilidad y la seguridad general
de la provincia contra la perniciosa influencia y maquinación de los que se hallan más que
indiciados de autores o cómplices en la determinación de valerse de fuerzas extrañas para
oprimirla, no tomásemos al mismo tiempo las más oportunas medidas. Por eso ha sido
preciso tener por ahora suspensos de sus oficios y en un lugar de seguridad a Don Bernardo
Velasco e individuos del Cabildo hasta la resolución de la Junta General que ya está próxima
a celebrarse. Entretanto y hasta la misma resolución ejercerán la jurisdicción de gobierno
interina y unidamente los mismos dos consocios con quienes se actuaba el despacho y por lo
mismo serán también los presidentes de la Junta General.98 Y para que llegue a noticia de todos
se publicará este manifiesto por bando en la forma ordinaria fijándose los correspondientes
ejemplares. Fecho en el Cuartel General del Paraguay a nueve de junio de 1811.
Pedro Juan Caballero. Fulgencio Yegros. Antonio Tomás Yegros. Mauricio José Troche.
Juan Bautista Rivarola. Vicente Ignacio Iturbe. Francisco Antonio González.
Juan Manuel Iturbe. Mariano del Pilar Mallada. Pedro Alcántara Estigarribia.
José Joaquín León. José Agustín Yegros. Blas Domingo Franco.
Por disposición del señor Comandante y Oficiales del Cuartel General:
Jacinto Ruiz, Escribano público y de Gobierno.
En la ciudad de la Asunción del Paraguay, en diecisiete días del mes de junio de 1811.
Acta de la primera
Habiéndose congregado en estas casas públicas de Gobierno los individuos convocados sesión del Congreso
para la Junta General así de las diferentes corporaciones, como los vecinos y moradores General de la provincia.
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de la ciudad y de campaña, juntamente con los seis diputados de las tres villas y tres
poblaciones de esta jurisdicción, hicieron los presidentes la apertura de esta Junta General
haciendo leer públicamente los tres bandos de diecisiete y treinta de mayo anterior y nueve
del corriente juntamente con la carta original de Don Carlos Genovés citada en el último
de ellos y enseguida un discurso que ordenaron se agregase a este expediente e igualmente
las actas de nombramiento de dichos diputados y enterados de todo los circunstantes,
después de algunas conferencias sobre los puntos propuestos en dicho discurso, acordaron
unánimemente que para proceder con más deliberación en la resolución de todo
lo conveniente, se transfiriese la votación para el día de mañana a las ocho de ella. En
testimonio de lo cual habiéndose leído públicamente esta diligencia para inteligencia de
todos se ratificaron en ella y la firmaron para su constancia los señores presidentes de
este Congreso, los jefes y cabezas de las respectivas corporaciones con los seis diputados
mencionados y otros seis individuos señalados por el consentimiento común de los demás
vecinos y moradores a saber el Doctor Don Ventura Díaz de Bedoya, el Doctor Don Manuel
José Báez, Don Pedro José de Molas, Don Justo Pastor Cañiza, Don Luis Gómez y Don
Roque Fleitas, de que yo el presente Escribano público y de Gobierno doy fe.
Doctor José Gaspar de Francia. Juan Valeriano de Zevallos. José Baltasar de Casajús.
Pedro Juan Caballero. José Antonio de Zavala y Delgadillo. Manuel Atanasio Cabañas.
Fray Bernardino Enciso. Fray Felipe Santomé, Presidente por [el convento de] San Francisco.
Fray Manuel Tadeo. Doctor Ventura Díaz de Bedoya. Doctor Manuel José Báez.
Pedro José de Molas. Justo Pastor Cañiza. Luis Gómez. Roque Antonio Fleitas.
José Mariano Careaga, diputado de Villarrica. José Justo Valdovinos, diputado de la villa de
Curuguaty. Pedro Nolasco Díaz, diputado de [Pilar de] Ñeembucú.
Juan Manuel Gamarra, diputado de Villa Real [de Concepción].
Pedro Regalado Martínez, diputado de [Rosario de] Cuarepotí.
José Antonio Ibáñez, diputado de [San Pedro de] Ycuamandiyú.
Ante mí: Jacinto Ruiz, Escribano público y de Gobierno.
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grande, día memorable y que hará la más señalada época en los fastos de nuestra provincia.
Todas las medidas oportunamente tomadas surtieron el mejor efecto y a modo que un
viento saludable dispersa y deshace las densas nubes que amenazan una tempestad, se han
desconcertado y descubierto los planes de los que por distintos rumbos, por diversos medios
y por varios fines se habían propuesto oprimirnos y hacerse árbitros de nuestra libertad, de
suerte que podemos decir que el cielo favorece visiblemente la justicia de nuestra causa.
No hay duda que algunos intentarán calumniarnos atrevidamente, ultrajando nues-
tras máximas o dando siniestra interpretación a nuestras ideas. Tampoco faltarán quienes
por sus intereses particulares y miras personales, olvidando la verdadera felicidad y grande-
za de nuestra patria, intenten seducir y trastornar los ánimos incautos con discursos capcio-
sos, razones frívolas y pensamientos especiosos, todo no más que con el fin de dividirnos,
de minar y destruir nuestra naciente libertad. Guardémonos de caer en semejantes lazos. El
tiempo de la ilusión y del engaño ya pasó. No estamos en aquellos siglos de ignorancia y de
barbarie en que casualmente se formaron muchos gobiernos, elevándose por grados en el
tumulto de las invasiones o guerras civiles entre una multitud de pasiones feroces y de in-
tereses contrarios a la libertad y seguridad individual. Al presente nos hallamos en circuns-
tancias más favorables. Nuevas luces se han adquirido y propagado, habiendo sido el objeto
de las meditaciones de los sabios y de la atención pública todo lo que está ligado al interés
general y todo lo que puede contribuir a hacer los hombres mejores y más felices. Se han
desenvuelto y aclarado los principios fundamentales de las sociedades políticas, hombres
de talento han analizado todos los derechos, todas las obligaciones, todos los intereses de la
especie humana; han dado a las verdades de la moral y de la política una evidencia de que no
parecían ser susceptibles y no han dejado a la mala fe y a la corrupción otro auxilio, que el de
abusar vergonzosamente de las palabras para contestar la certidumbre de los principios.
Aprovechemos tan feliz situación y la memoria de nuestras pasadas desdichas, aflicciones
y abatimiento no nos servirá sino de lección y de experiencia, para evitarlos en lo venidero,
formando una valla inexpugnable contra los abusos del poder. El terreno está desmontado,
ahora es preciso cultivarlo, sembrando las semillas de nuestra futura prosperidad. Todos
los hombres tienen una inclinación invencible a la solicitud de su felicidad y la formación
de las sociedades y establecimiento de los Gobiernos no han sido con otro objeto, que el de
conseguirla mediante la reunión de sus esfuerzos. La naturaleza no ha creado a los hombres
esencialmente sujetos al yugo perpetuo de ninguna autoridad civil; antes bien hizo a todos
iguales y libres de pleno derecho. Si cedieron de su natural independencia creando sus jefes
y magistrados y sometiéndose a ellos por los fines de su propia felicidad y seguridad, esta
autoridad debe considerarse devuelta, o más bien permanente en el pueblo, siempre que
esos mismos fines lo exijan. Lo contrario sería destructivo de la sociedad misma y contra
la intención general de los mismos que la habían establecido. Las armas y la fuerza pueden
muy bien sofocar y tener como ahogados estos derechos, pero no extinguirlos, porque los
derechos naturales son imprescriptibles especialmente por unos medios violentos y opresivos.
Todo hombre nace libre y la historia de todos los tiempos siempre probará que sólo vive
violentamente sujeto mientras su debilidad no le permite entrar a gozar los derechos de
aquella independencia con que le dotó el Ser Supremo al tiempo mismo de su creación.
Aún son más urgentes las circunstancias en que nos hallamos. La soberanía ha
desaparecido en la nación. No hay un tribunal que cierta e indubitablemente pueda
considerarse como el órgano o representación de la autoridad suprema. Por eso muchas
y grandes provincias han tomado el arbitrio de constituirse y gobernarse por sí mismas.
Otras se consideran en un estado vacilante, o de próxima agitación y en esta incertidumbre
y situación, que presagia una casi general convulsión, esta Junta reflexionará sobre el
medio más oportuno de proveer a nuestra defensa, a nuestra seguridad y felicidad. No
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por eso hemos pensado ni pensamos dejar de reconocer al señor Don Fernando VII. Muy
distantes de semejante idea públicamente por bando hemos protestado y ahora nuevamente
protestamos una firme adhesión a sus augustos derechos, que no son, ni pueden ser
inconciliables con los de la Patria, dirigidos únicamente a poner los fundamentos de su
conservación y de su verdadera felicidad apoyados de un sistema seguro y duradero. Este
es el gran asunto que nos reúne en este lugar. Jamás nos hemos visto en circunstancias más
importantes y todo lo que ahora se decida, debe mirarse como el precursor de la suerte que
nos destine el Hado.
Se trata primeramente de establecer la forma de Gobierno y el régimen que debamos
tener y observar en lo sucesivo; en segundo [lugar] fijar nuestras relaciones con la ciudad de
Buenos Aires y demás provincias adheridas; en tercero, resolver lo conveniente con respecto
a los individuos que anteriormente ejercían la autoridad en esta ciudad y al presente se
hallan suspensos en justa precaución de cualquier influencia o disposición contra la libertad
de la Patria por los antecedentes y causas de que ha dado satisfacción al público.
Respetamos altamente la provincia tan dignamente representada en esta Junta
General y por lo mismo nos abstendremos de anticipar idea o resolución alguna de
nuestra parte, nada otra cosa deseamos sino que ella exprese y manifieste libremente su
voluntad. Si en los bandos parece que hemos insinuado algún concepto no ha sido por
prevenir su deliberación sino más bien porque en el estado de las cosas no se llegase a
imaginar que sin acuerdo de la provincia intentábamos disponer o innovar en cuanto a
sus principales derechos y finalmente por el juicio que habíamos formado de la opinión
pública y por los primeros sentimientos de nuestras tropas. Pero nuestro juicio podía ser
falible y los señores comandantes y oficiales del Cuartel General todo lo dejan al arbitrio
y determinación de la provincia, de tal conformidad que todos y cada uno de los que
componen esta respetable Asamblea deben considerarse en la más plena, perfecta y
absoluta libertad de explicar, declarar y manifestar francamente sus pensamientos, sus
conceptos y sus votos. Las resoluciones aceleradas no siempre son las más acertadas y así
puede aun esta Junta tomar el tiempo que estimase conveniente para proceder a la votación
con todo el conocimiento y plena deliberación que se desea. En todo caso estamos prontos
y resignados a conformarnos con la voluntad general, lisonjeándonos que esta Junta dará
un ejemplo de cordura y circunspección haciendo un uso justo, moderado y prudente
de esta preciosa libertad en que se le constituye, pero de tal modo que puesta la Patria a
cubierto de toda oculta acechanza y de los tiros de la arbitrariedad y [el] despotismo, se
ponga en estado de ser verdadera y perpetuamente feliz.
Acta de votación del En la ciudad de la Asunción del Paraguay, a dieciocho días del mes de junio de mil ochocientos
Congreso General once, habiéndose vuelto a congregar en estas casas públicas de Gobierno los individuos que
de la provincia. asistieron el día de ayer para la Junta General y hallándose así juntos y sentados previnieron
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los señores Presidentes que la votación empezase de abajo y no por las personas de mayor
carácter del Estado eclesiástico y secular que se hallaban en los primeros asientos; y en
este estado dijo Don Mariano Antonio Molas que su voto era, en primer lugar: que Don
Bernardo Velasco, así por los motivos expuestos en el bando, como por haber abandonado
nuestro Ejército en Paraguarí99, quede privado de todo mando subrogándose en su lugar una
Junta de Gobierno compuesta de cinco individuos y un secretario. El Presidente de ella y
también Comandante General de las Armas será el Teniente coronel Don Fulgencio Yegros
y los vocales el Doctor Don José Gaspar de Francia, el Capitán Don Pedro Juan Caballero, el
Doctor Don Francisco Javier Bogarín y Don Fernando de la Mora y en cuanto al Secretario
lo nombrará la misma Junta de Gobierno y asignará a todos sus individuos unos moderados
sueldos en atención a que, abandonando sus particulares atenciones por el servicio de la
patria, no es justo que su ocupación les sea enteramente gravosa.
En segundo lugar, que todos los individuos de Cabildo queden igualmente privados
de sus oficios, no solo por los motivos indicados en el mismo bando sino también por haber
abandonado la ciudad embarcándose con el armamento y dejándola enteramente indefensa
al tiempo del combate en Paraguarí, a más de no ser patricios varios de ellos, debiendo ade-
más ser responsables los que hubiesen concurrido al importe de la partida de yerba perte-
neciente a los Propios que remitieron a Montevideo, en caso que este valor no se devuelva,
bien entendido que todos los que son patricios quedaran hábiles para obtener en lo sucesivo
cualquier oficio o cargo en la provincia siempre que manifiesten su modo de pensar y sus
ideas conformes con las de esta Junta General y en consecuencia de esta disposición la Junta
de Gobierno nombrará ahora todos los individuos de Cabildo que en lugar de los anteriores
deban componer este cuerpo, los cuales deberán continuar todo el año venidero, con decla-
ración de que, si no resultase causa contra el Alcalde provincial Don Manuel Juan Mujica, se
le reintegrará de la Real Hacienda el importe del valor en que remató su oficio.
En tercer lugar, que todos los empleos u oficios concejiles, políticos, civiles, militares,
de Real Hacienda o de cualquier género de administración que al presente haya, ocupados
o vacantes, se provean en los naturales o nacidos en esta provincia, sin que nunca puedan
ocuparse por los españoles europeos a menos que la misma provincia determine otra cosa.
Pero en lo sucesivo todo americano, aunque no sea nacido en esta provincia, quedará
enteramente apto para obtener dichos cargos, siempre que uniforme sus ideas con las de este
pueblo, exceptuándose desde luego de la anterior disposición al Capitán Don Juan Valeriano
de Zevallos en consideración a su conocido patriotismo y al mérito que tiene contraído. Por
todo lo cual y en atención a haber ofrecido sus servicios a la Patria se encarga a la Junta de
Gobierno tenga presente su mérito recomendable para emplearlo en los cargos convenientes;
advirtiendo finalmente que teniendo presente la falta que hacen las dos escribanías públicas
de esta ciudad para la administración de la justicia, se deja a disposición de la Junta de
Gobierno el habilitar a Don Manuel Benítez a poner en remate100 la escribanía del cargo de
Don Jacinto Ruiz, bien entendido que este deberá ser reintegrado del importe de su remate
cuando la Junta de Gobierno dispusiese su cesación.
En cuarto lugar, que Don Bernardo Velasco, su director y dependiente Don Benito
Velasco y los ministros de Hacienda Don Pedro de Oscariz y Don José Elizalde sean
mancomunadamente responsables al importe de la partida de tabaco perteneciente a la
99 La batalla de Paraguarí, librada el 19 de enero de 1811, fue el primero de los dos combates en los que tropas
paraguayas derrotaron a las fuerzas revolucionarias bonaerenses comandadas por Belgrano.
100 Durante la administración colonial, algunos cargos públicos se remataban al mejor postor. Algunos eran
adquiridos por el prestigio e influencia que conferían, como en el caso del Alférez real. En otros cargos,
como los de escribanía, existía la posibilidad de recuperar con creces lo invertido, mediante el cobro de
honorarios, costas judiciales, etc.
85
Francia
Real Hacienda y remitida a Montevideo en caso que de aquella ciudad no se devuelva este
valor, debiendo además la Junta de Gobierno tomar las correspondientes cuentas a los
citados ministros de Hacienda.
Acta de votación del
En quinto lugar, que en consideración al mérito y distinguido servicio del Comandante
Congreso General
de la provincia (Cont.). Don Blas José de Rojas en favor de la libertad de la Patria, sea desde ahora Subdelegado101 del
departamento de Santiago con agregación de los tres pueblos de Itapúa, Trinidad y Jesús,
los cuales son los cinco pueblos de la antigua demarcación [que] deberán contribuirle con
el sueldo acostumbrado, debiendo al mismo tiempo ejercer el cargo de Comandante de
aquella frontera y por lo respectivo a la otra subdelegación de Candelaria102 y pueblos que
le pertenecen, nombrará la Junta el Subdelegado que corresponda.
En sexto lugar, que esta provincia no solo tenga amistad, buena armonía y
correspondencia con la ciudad de Buenos Aires y demás provincias confederadas, sino que
también se una con ellas para el efecto de formar una sociedad fundada en principios de
justicia y equidad y de igualdad bajo las declaraciones siguientes:
Primera: que mientras no se forme el Congreso General, esta provincia se gobernará
por sí misma sin que la Excelentísima Junta de Buenos Aires pueda disponer y ejercer
jurisdicción sobre su forma de Gobierno, régimen, administración ni otra alguna causa
correspondiente a esta misma provincia.
Segundo: que restablecido el comercio, dejará de cobrarse el peso de plata que
anteriormente se exigía por cada tercio de yerba con nombre de sisa y arbitrio103, respecto
a que hallándose esta provincia como fronteriza a los portugueses en urgente necesidad de
mantener alguna tropa por las circunstancias del día y también de cubrir los presidios104
de las costas del río contra la invasión de los infieles, aboliendo la insoportable pensión de
hacer los vecinos a su costa este servicio, es indispensable a falta de otros recursos cargar
al ramo de la yerba aquel u otro impuesto semejante.
Tercero: que quedará extinguido el Estanco del Tabaco, quedando de libre comercio
como otros cualesquiera frutos y producciones de esta provincia y que la partida de tabaco
existente en la Factoría de esta ciudad comprada con el dinero que anteriormente era de la
Real Hacienda se expenderá de cuenta de esta provincia para el mantenimiento de su tropa
y de la que ha servido en la guerra pasada y aún se halla mucha parte de ella sin pagarse.
Cuarto: que para los fines convenientes de arreglar el ejercicio de la autoridad
suprema o superior y formar la Constitución que sea necesaria, irá de esta provincia un
diputado con voto en el Congreso General [de Buenos Aires] en la inteligencia de que
cualquier reglamento, forma de Gobierno o Constitución que se dispusiese no deberá
obligar a esta provincia hasta tanto se ratifique en Junta plena y general de sus habitantes
y moradores. A este efecto se nombra desde ahora por tal diputado al Doctor Don José
Gaspar de Francia, respecto a que ya anteriormente lo había sido por el Ilustre Cabildo
101 Los subdelegados eran representantes y auxiliares del Gobernador en los distritos, departamentos
o partidos de la provincia; también recibían los nombres de Comandante de Armas y Comandante
Político y Militar. Después de la Independencia subsistieron los cargos de subdelegados como jefes de
distrito.
102 Localidad situada sobre la margen izquierda del Paraná (cerca de Encarnación) y antigua capital de
las reducciones jesuíticas de la Provincia del Paraguay. Tras la expulsión de los jesuitas, el distrito fue
puesto bajo jurisdicción civil. En 1803, Bernardo de Velasco fue nombrado Gobernador de las Misiones,
separándose estas de la jurisdicción directa de Buenos Aires. Cuando posteriormente Velasco fue
nombrado Gobernador del Paraguay, retuvo el gobierno de las Misiones. Los portugueses destruyeron
los pueblos en el curso de sus luchas con Artigas, y Francia hizo despoblar la zona. Posteriormente, el
científico francés Amadeo Bonpland se estableció en la región, donde fue hecho prisionero.
103 Impuestos coloniales.
104 Los presidios eran destacamentos militares; ciudades o fortalezas con guardia de soldados, generalmente
en zonas de frontera. No confundir con la acepción actual de “cárcel”.
86
1811
para que con una regular dotación se ponga en camino a Buenos Aires, luego que por parte
de la Excelentísima Junta y generoso pueblo de aquella ciudad no se ponga reparo como
se espera en estas proposiciones que a este fin se le remitirán por la Junta de Gobierno con
todo lo demás acordado en esta acta; advirtiéndose que en este caso y por sola esta vez la
Junta de Gobierno de esta provincia antes de la separación de dicho diputado nombrará el
vocal que deba quedar en su lugar.
En séptimo lugar, se previene que los oficios de Presidente, vocales y Secretario de la
Junta de Gobierno de esta provincia no deben ser vitalicios, ni durar por más tiempo que
el de cinco años y que en lo sucesivo deberán ser provistos por el pueblo en Junta General
como la presente, todo en la inteligencia que no se disponga otra cosa por el Congreso
General y se ratifique por esta provincia.
En octavo lugar, respecto a que queda abolido el Estanco del Tabaco, no deberá
haber más que un Ministro Tesorero de Real Hacienda que será nombrado por la Junta
de Gobierno con los dependientes precisos, el cual no será removido sin causa, quedando
extinguido el empleo de Ministro Factor y Administrador de Rentas así como el de Teniente
Letrado por no conceptuarse necesario.
En noveno lugar, se declara que la Junta que se crea de Gobierno será en calidad de
Superior de Provincia [y] tendrá tratamiento de Usía y del mismo modo el Presidente como
cabeza, pero los vocales no tendrán otro que el de Merced; quedará encargada de crear y
mantener la tropa necesaria a la seguridad de la provincia, según los casos ocurrentes. El
Presidente suplirá las veces de Juez de Alzadas para las causas mercantiles, cuyos diputados
serán electos por los individuos de comercio de cada lugar donde al presente los hay.
Por último y consiguientemente que quede suspendido por ahora todo reconocimiento
de las Cortes, Consejo de Regencia y toda otra representación de la autoridad suprema o
superior de la nación en estas provincias hasta la suprema decisión del Congreso General
que se halla próximo a celebrarse en Buenos Aires y en conclusión, los individuos de esta
Junta de Gobierno de la provincia, antes de entrar al ejercicio de sus oficios harán juramento
a continuación de la presente Acta y ante Escribano de no reconocer otro soberano que
al señor Don Fernando VII, de proceder fiel y legalmente en los cargos que se les confían
y de sostener los derechos, libertad y defensa y seguridad de la provincia y así lo firmó,
añadiendo en este estado que igualmente era su parecer que la Junta de Gobierno señale un
moderado impuesto sobre el ramo de tabaco y maderas que se exportasen de esta provincia
para el mismo efecto de mantener y pagar la tropa necesaria a la custodia y defensa de la
provincia, con lo que dijo que concluía su voto y lo firmó.
Mariano Antonio Molas
Seguidamente Don Francisco Javier Bareiro dijo que se conformaba con el voto antecedente
y lo firmó.
Francisco Javier Bareiro
El Teniente Don Pedro Pablo Mier dijo se conformaba también con el voto antecedente y
lo firmó.
Pedro Pablo Mier
El Comandante de Urbanos Don Juan Vicente Montiel dijo que del mismo modo se
conformaba con el voto antecedente y lo firmó.
Juan Vicente Montiel
El Capitán de Urbanos Don José Antonio Pereira dijo que también se conformaba con el
voto antecedente y lo firmó.
José Antonio Pereira
87
Francia
Don Mariano Viana dijo que se conformaba con el mismo voto y lo firmó.
Mariano Viana
Acta de votación del
Congreso General
Don Luis Gómez dijo que se conformaba con el mismo voto y lo firmó.
de la provincia (Cont.). Luis Gómez
Don Francisco Antonio Aldao dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Francisco Antonio Aldao
El Comandante de Quiquió, Don Roque Antonio Fleitas, dijo que era del mismo voto y lo
firmó.
Roque Antonio Fleitas
Don José Ignacio Fleitas dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Ignacio Fleitas
Don León Recalde dijo que era del mismo voto y lo firmó.
León Recalde
Don José Antonio Ferreira dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Antonio Ferreira
Don Pedro Regalado Barboza dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Pedro Regalado Barboza
Don Francisco Pablo Caballero dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Francisco Pablo Caballero
Don José de Ayala dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Ayala
El Comandante de Urbanos Don Pablo José Vera dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Pablo José Vera
Don José Antonio Caballero dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Antonio Caballero
Don Juan Vicente Caballero dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan Vicente Caballero
El Teniente Don Ignacio Samaniego dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Ignacio Samaniego
El Teniente retirado Don Francisco García de Roa dijo que era del mismo voto y lo
firmó.
Francisco García de Roa
Don Agustín Recalde dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Agustín Recalde
88
1811
El Capitán de Urbanos Don Juan Vicente Fleitas dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan Vicente Fleitas
El Capitán de Urbanos Don Miguel Tomás Ferreira dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Miguel Tomás Ferreira
El Capitán de urbanos Don Pedro Vicente Frasqueri dijo que era del mismo voto y lo
firmó.
Pedro Vicente Frasqueri
Don Manuel Antonio Caballero dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Manuel Antonio Caballero
Don Roque Gómez dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Roque Gómez
El Teniente de urbanos Don José Gregorio de Roa dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Gregorio de Roa
El Administrador de Yaguarón Don Martín José Yegros dijo que era del mismo voto y lo
firmó.
Martín José de Yegros
Don José Pablo Patiño dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Pablo Patiño
Don Marcos Antonio Gamarra dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Marcos Antonio Gamarra
Don Juan Andrés Chaparro dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan Andrés Chaparro
Don Tomás Melgarejo dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Tomás Melgarejo
Don Basilio Franco dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Basilio Franco
Don Pedro Pablo Velázquez dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Pedro Pablo Velázquez
Don Manuel Rodríguez dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Manuel Rodríguez
Don Pedro Vicente Patiño dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Pedro Vicente Patiño
Don Bartolomé Ramírez dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Bartolomé Ramírez
89
Francia
El Sargento Don Francisco de Paula Ortiz dijo que se conformaba con el mismo voto y lo
firmó.
Francisco de Paula Ortiz
Acta de votación del
Congreso General
de la provincia (Cont.). Don José Justo Franco dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Justo Franco
El Teniente Don Pedro Ignacio Velázquez dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Pedro Ignacio Velázquez
Don Lorenzo José Servín, Alférez de Urbanos, dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Lorenzo José Servín
Don José Antonio Escobar dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Antonio Escobar
Don Vicente Molina dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Vicente Molina
Don José Ignacio Servín dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Ignacio Servín
Don Juan Tomás de Rojas dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan Tomás de Rojas
Don José Antonio Rivarola dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Antonio Rivarola
Don José Zelada dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Zelada
Don Amancio Insaurralde dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Amancio Insaurralde
Don José Mariano Moreno dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Mariano Moreno
El Administrador de los Altos, Don Juan Ignacio Molas, dijo que era del mismo voto y lo
firmó.
Juan Ignacio Molas
Don Domingo Molas dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Domingo Ignacio de Molas
Don Juan Bautista Agüero dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan Bautista de Agüero
Don Bernabé Agüero dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Bernabé Agüero
90
1811
Don Francisco Romero dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Francisco Romero
Don Ramón Espínola dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Ramón Espínola
Don José Simón Céspedes dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Simón Céspedes García
Don Pedro José de la Mora dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Pedro José de la Mora
El Comisionado Don José Ignacio Lezcano dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Ignacio Lezcano
Don Ángelo de Agüero dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Ángelo de Agüero
Don Felipe Cañete dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Felipe Cañete
El Comisionado Don Sebastián Notario dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Sebastián José Notario
Don Mateo Díaz dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Mateo Díaz
Don Juan Ventura Chaparro dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan Ventura Chaparro
Don Ambrosio del Casal dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Ambrosio del Casal
El Comisionado y Comandante de Urbanos Don Luis Vargas dijo que era del mismo voto
y lo firmó.
Luis de Vargas Machuca
Don José Mongelós dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Mongelós
Don Santiago Barrientos dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Santiago Barrientos
Don Rafael Pereira dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Rafael Pereira
Don Juan Manuel Benítez dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan Manuel Benítez
91
Francia
Don Sebastián Báez dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Sebastián José Báez
Acta de votación del
Congreso General
Don Prudencio Montiel dijo que era del mismo voto y lo firmó.
de la provincia (Cont.). Prudencio Montiel
Don José Ignacio Rodríguez dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Ignacio Rodríguez
En este estado por ser llegada la noche se suspendió este acto a petición de la misma Junta
General para continuar la votación el día de mañana a las siete, en fe de lo cual firmaron
esta diligencia los señores Presidentes y Comandante del Cuartel General, de que doy fe.
Doctor José Gaspar de Francia. Juan Valeriano de Zevallos. Pedro Juan Caballero.
Ante mí: Jacinto Ruiz, Escribano público y de Gobierno.
En la ciudad de la Asunción del Paraguay, a diecinueve días del mes de junio de 1811, habiéndose
vuelto a congregar en estas Casas Públicas de Gobierno los individuos que componen la Junta
General así los que tienen dado sus votos como los que aún no lo han prestado para el efecto
de continuar la votación en conformidad de la diligencia última con que se suspendió la de
ayer. Habló el Alcalde de la Santa Hermandad105 Don Juan Asencio Ocampos diciendo que su
voto era el mismo que el de Don Mariano Antonio Molas y lo firmó.
Juan Asencio de Ocampos
El Capitán Don Juan Manuel Centurión dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan Manuel Centurión
El Teniente de Urbanos Don Manuel Ferreira dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Manuel Ferreira
Don Francisco Valiente, Comisionado de Lambaré, dijo que era del mismo voto y lo
firmó.
Francisco Valiente
El comisionado de Tapequezá, Don José Francisco Saldívar, dijo que era del mismo voto
y lo firmó.
José Francisco de Saldívar
Don Félix Caballero dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Félix Caballero
El Capitán de Urbanos Don Juan Bautista Saldívar dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan Bautista Saldívar
105 Los alcaldes de la Santa Hermandad, subordinados a los alcaldes ordinarios, ejercían funciones policiales
y judiciales en zonas rurales, encargándose, por ejemplo, de perseguir vagabundos o resolver pleitos
menores entre vecinos.
92
1811
Don Francisco Solano Montiel dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Francisco Solano Montiel
Don Simeón García dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Simeón García
Don Cecilio Ignacio Báez dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Cecilio Ignacio Báez
Don José Mier dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Mier
Don Luis Ferreira dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Luis Ferreira
Don José Antonio Robles dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Antonio Robles
Don Javier Cañete dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Javier Cañete
Don Juan Martín Landayda dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan Martín Landayda
Don Manuel Ferreira dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Manuel Ferreira
Don Tomás Antonio Ferreira dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Tomás Antonio Ferreira
Don Francisco Sales González dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Francisco Sales González
Don Pedro Francia dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Pedro Francia
Don Salvador Cabañas dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Salvador Cabañas
Don José Antonio Goyburu dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Antonio Goyburu
Don Carlos Isasi dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Carlos de Isasi
Don Francisco Moreno dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Francisco Moreno
Don Nasario López dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Nasario López
93
Francia
Don José Cipriano Godoy dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Cipriano Godoy
Acta de votación del
Congreso General
Don Miguel Oviedo dijo que era del mismo voto y lo firmó.
de la provincia (Cont.). Miguel Oviedo
El Comandante de Urbanos Don Juan Caballero dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan Caballero
Don Fernando Insfrán dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Fernando de Insfrán
Don Simón Martínez dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan Simón Martínez
Don Juan Manuel Lovera dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan Manuel Lovera
El comisionado Don Roque Coronel dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Roque Coronel
El Alférez Don Mariano Benítez dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Mariano Benítez
Don José Martín Orué dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Martín Orué
Don José Mariano Mancuello dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Mariano Mancuello
El Capitán de Urbanos Don Juan Tomás Acosta dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan Tomás Acosta
Don José Gregorio González dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Gregorio González
Don Pedro Pascual Gaete dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Pedro Pascual Gaete
Don Bartolomé Moreno dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Bartolomé Moreno
El Capitán de Urbanos Don Baltasar Barrios dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan Baltasar Barrios
Don Francisco Solano Barrios, Teniente de Urbanos, dijo que era del mismo voto y lo
firmó.
Francisco Solano Barrios
94
1811
Don José Isasi dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Isasi
Don Tomás José Villamayor dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Tomás José de Villamayor
Don Timoteo Chaves, Alférez de Urbanos, dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Timoteo Chaves
Don Juan Ventura Medina dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan Ventura Medina
Don José Ignacio Gómez dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Ignacio Gómez
Don Juan José Esquivel dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan José Esquivel
Don Juan Francisco Lezcano dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan Francisco Lezcano
Don Bartolomé José Galiano dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Bartolomé José Galiano
Don Juan Francisco Espinoza dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan Francisco Espinoza
Don José Gregorio Pereira dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Gregorio Pereira
Don Sebastián Ibarrola dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Sebastián Ibarrola
Don José de la Torre, Comisionado de Paraguarí, dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José de la Torre
Don Pedro José Genes dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Pedro José Genes
Don Pedro José Pintos, Teniente del Regimiento de los Filiados106, dijo que era del mismo
voto y lo firmó.
Pedro José Pintos
El Alcalde de Santa Hermandad Don Fabián de Meza dijo que era del mismo voto y lo
firmó.
Fabián de Meza
106 Los filiados eran los miembros de los Regimientos de Milicias de Costa Arriba y Costa Abajo, cuerpos de
carácter regional creados para resguardar las fronteras, finalmente disueltos por Francia en 1819.
95
Francia
El Capitán de Urbanos Don Domingo Soriano Martínez del Monge dijo que era del mismo
voto y lo firmó.
Domingo Soriano Martínez de Monge
Acta de votación del
Congreso General
de la provincia (Cont.). El Alférez Don Juan Francisco Marecos dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Francisco Marecos
Don José Antonio Achucarro, cadete, dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Antonio Achucarro
El Capitán de urbanos Don José Vicente Moreno dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Vicente Moreno
El Alférez Don José Antonio Aspillaga dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Antonio de Aspillaga
El Alférez de Urbanos Don Félix Céspedes dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Félix Céspedes Geria
Don Anselmo López dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Anselmo López
El Capitán Don Benito Villanueva dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Benito Villanueva
El Teniente Don José Ignacio Sosa dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Antonio Sosa
Don Pedro Vicente Caudevilla dijo que era del mismo voto y no firmó por hallarse impedido
de la mano; lo hizo por el dicho Don Juan Caballero.
Juan Caballero
El Teniente Don Francisco Bartolomé Laguardia dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Francisco Bartolomé Laguardia
El Capitán de Urbanos Don Diego Félix Moreno dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Diego Félix Moreno
El Teniente Don Martín José Achucarro dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Martín Achucarro
El Comisionado Don José Antonio Dávalos dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Antonio Dávalos
El Teniente Don Francisco Antonio Fleitas dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Francisco Antonio Fleitas
Don José Francisco Fleitas dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Francisco Fleitas
96
1811
Don Ignacio Sánchez dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Ignacio Sánchez
El Alférez Don Juan José Alvarenga dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan José Alvarenga
El Alférez Don Pedro Ignacio Ferreira dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Pedro Ignacio Ferreira
El Capitán de Urbanos Don Juan Bautista Robledo dijo que era del mismo voto y lo
firmó.
Juan Bautista Robledo
El Alférez Don Leandro León dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Leandro León
Don Justo Pastor Cañiza dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Justo Pastor Cañiza
El Comandante de Urbanos Don Sebastián Taboada dijo que era del mismo voto y lo
firmó.
Sebastián Taboada
Don Miguel Gerónimo Díaz dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Miguel Gerónimo Díaz
Don Francisco Figueredo dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Francisco Figueredo
El Alférez Don Juan Miguel Gill dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan Miguel Gill
El Alférez Don Romualdo Agüero dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Romualdo Agüero
Don Juan José Montiel dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan José Montiel
Don José Ignacio Solís dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Ignacio Solís
Don Eugenio Dávalos dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Eugenio Dávalos
Don Juan Pablo Jiménez dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan Pablo Jiménez
El Sargento Don José Antonio Vázquez dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Antonio Vázquez
97
Francia
Don Dionisio Cañiza dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Dionisio Cañiza
Acta de votación del
Congreso General
El Teniente Don Juan Bautista Acosta dijo que era del mismo voto y lo firmó.
de la provincia (Cont.). Juan Bautista Acosta
El Capitán Don José Antonio Franco dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Antonio Franco
El Capitán Don José Montiel dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Fernández Montiel
El Teniente Don Rafael Mora dijo que era del mismo voto a excepción del nombramiento
que se ha hecho en Don Fernando Mora para Vocal de la Junta de Gobierno y en su lugar
vota por el Capitán Don José Teodoro Fernández y lo firmó.
Rafael Antonio de la Mora
El Capitán Don Juan Francisco Decoud dijo que era del mismo voto de Don Mariano
Antonio Molas y lo firmó.
Juan Francisco Decoud
El Teniente Don Sebastián Jaquez de Aranda dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Sebastián Jaquez de Aranda
Don Pedro José de Molas dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Pedro José de Molas
Don José Coene dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Coene
Don Vicente Lagle y Rey dijo que era del mismo voto y lo firmó
Vicente Lagle y Rey
El Licenciado Don Francisco Antonio Laguardia dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Licenciado Francisco Antonio Laguardia
El Comandante de Urbanos Don José Fortunato Acosta dijo que era del mismo voto y lo
firmó.
José Fortunato Acosta
El Comandante de urbanos Don Juan Manuel Blásquez dijo que era del mismo voto y lo
firmó.
Juan Manuel Blásquez
Don José Tomás del Casal dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Tomás del Casal
El Doctor Don Manuel José Báez dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Doctor Manuel José Báez
98
1811
El Doctor Don Ventura Díaz de Bedoya dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Doctor Ventura Díaz de Bedoya
Don José Carlos de la Cruz Careaga dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Carlos de la Cruz Careaga
El Comandante de Escuadrón Don Juan Manuel Penayos dijo que era del mismo voto y lo
firmó.
Juan Manuel Penayos
Don Juan de Dios Acosta dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan de Dios Acosta
Don Pedro Benítez y Robles dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Pedro Benítez
El Alférez Don José Antonio Gómez dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Antonio Gómez
El Teniente Coronel Don José del Casal dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José del Casal
Don Pablo Antonio Gómez dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Pablo Antonio Gómez
El Capitán Don José Joaquín Valdovinos dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Joaquín Valdovinos
El Teniente Coronel graduado Don José Teodoro Fernández dijo que era del mismo voto
y lo firmó.
José Teodoro Fernández
El Capitán Don Juan Francisco Centurión dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan Francisco Centurión
El Alférez Don José Agustín Yegros dijo que era del mismo [voto] de Don Mariano Molas, con
sola la excepción de que para Presidente de la Junta daba su voto al Capitán Don Pedro Juan
Caballero y para Vocal en lugar de este al Teniente coronel Don Manuel Cabañas y lo firmó.
José Agustín Yegros
El Capitán Don Mauricio José Troche dijo que se conforma en todas sus partes con el voto
de Don Mariano Antonio Molas y lo firmó.
Mauricio José Troche
El Teniente Don Juan Manuel Iturbe dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan Manuel Iturbe
El Alférez Don Blas Domingo Franco dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Blas Domingo Franco
99
Francia
El Capitán del Puerto Don Martín José Bazán dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Martín José de Bazán
Acta de votación del
Congreso General
El presbítero Don Agustín Molas dijo que era del mismo voto y lo firmó.
de la provincia (Cont.). José Agustín de Molas
Don José Mariano Valdovinos dijo que era del mismo voto, excluyéndose sobre la escribanía
de Don Jacinto Ruiz; y lo firmó.
José Mariano Valdovinos
El Teniente Don Mariano Mallada dijo que se conformaba en todo con el voto de Don
Mariano Antonio Molas, y lo firmó.
Mariano del Pilar Mallada
El Teniente Don Francisco Antonio González dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Francisco Antonio González
El Alférez de Granaderos Don Romualdo Agüero dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Romualdo Agüero
Don Rafael Antonio Mongelós dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Rafael Antonio Mongelós
El Alférez Don José Joaquín León dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Joaquín León
El Teniente Don Miguel Antonio Montiel dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Miguel Antonio Montiel
Don Gabriel José Molas dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Gabriel Molas
El Teniente Don José Antonio Yegros dijo que se conforma con el mismo voto de Don
Mariano Molas con sola la excepción de que para Presidente de la Junta daba su voto al
Capitán Don Pedro Juan Caballero y para vocal en lugar de este al Teniente coronel Don
Manuel Cabañas y lo firmó.
José Antonio Yegros
El Alférez Don José Niceto Valdovinos dijo que se conforma en todo con el voto de Don
Mariano Antonio Molas y lo firmó, a excepción de lo tocante a la escribanía de Don Jacinto
Ruiz, el cual era también su voto, se conservase en este oficio.
José Niceto Valdovinos
El Alférez Don José Joaquín Montiel dijo que se conforma con el voto antecedente y lo firmó.
José Joaquín Montiel
El cadete Don Juan José León dijo que se conforma en todo con el voto de Don Mariano
Antonio Molas y lo firmó.
Juan José León
100
1811
El cadete Don José Franco dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Franco de Torres
El cadete Don Juan Francisco Talavera dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan Francisco Regis Talavera
El Capitán Don Juan Bautista Rivarola dijo que era del mismo voto, a excepción de la
escribanía que corre a cargo de Don Jacinto Ruiz y lo firmó.
Juan Bautista Rivarola
El Capitán Don Manuel Antonio Coene dijo que se conformaba con el voto de Don
Mariano Antonio Molas y lo firmó.
Manuel Antonio Coene
El Teniente de Artillería Don Pedro Alcántara Estigarribia dijo que era del mismo voto y
lo firmó.
Pedro Alcántara Estigarribia
El Alférez Don Carlos Argüello dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Carlos Argüello
El Teniente de Artillería Don Vicente Delvalle dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Vicente Delvalle
El señor diputado de la Villa Rica del Espíritu Santo y su Síndico Procurador General
[José Mariano Careaga] dijo que era del mismo voto de Don Mariano Molas, añadiendo
solamente que siempre que la Excelentísima Junta de Buenos Aires juzgase necesario que
la villa de su representación enviase igualmente un diputado particular de su parte al
Congreso General de las Provincias estaría su República pronta a verificarlo y lo firmó.
José Mariano Careaga
El señor diputado y Regidor de la villa del Pilar de Ñeembucú dijo que del mismo modo
era del voto y parecer de los antecedentes diputados de Villarrica y Curuguaty y añadía la
misma exposición por lo que toca a la villa que representaba y lo firmó.
Pedro Nolasco Díaz
El señor diputado de la población de San Pedro de Ycuamandyú, Don José Antonio Ibáñez,
dijo que era del mismo voto de Don Mariano Antonio Molas y lo firmó.
José Antonio Ibáñez
101
Francia
El señor diputado de la población del Rosario de Cuarepotí, Don Pedro Regalado Martínez,
dijo que era del mismo voto de Don Mariano Antonio Molas y lo firmó.
Pedro Regalado Martínez
Acta de votación del
Congreso General
de la provincia (Cont.). El Capitán Don Antonio Tomás Yegros dijo que era del mismo voto de Don Mariano
Antonio Molas a excepción de que para el oficio de Presidente de la Junta daba su voto al
Capitán Don Pedro Juan Caballero y para Vocal en lugar de este al Teniente Coronel Don
Manuel Cabañas, y lo firmó.
Antonio Tomás Yegros
Don Agustín Isasi dijo que no tenía más voto sino profesar una ciega obediencia a la
provincia y lo firmó.
Agustín de Isasi
Don Miguel Gerónimo Montiel dijo que era del mismo voto de Don Mariano Antonio
Molas y lo firmó.
Miguel Gerónimo Montiel
El señor Diputado de Comercio Don Francisco de Haedo dio su voto haciendo la exposición
siguiente:
Que el modo de gobierno que se debe promover en esta provincia en las actuales
circunstancias para restablecer la paz y tranquilidad, unión y fraternidad, será poner en el
uso de su Gobierno al señor Don Bernardo de Velasco asociado de dos personas de talento,
experiencia y virtud.
Que esta provincia jamás se ha negado a la buena armonía, correspondencia,
comercio y toda afable sociedad a la de Buenos Aires y a todas las demás del continente;
que esta se continúe y jamás haya novedad acerca de ella, menos en mandar diputados a
Buenos Aires porque esto sería faltar a la fidelidad del juramento que en el primer concurso
general solemnemente prometió esta provincia al Consejo de Regencia de España que
inmediatamente representa en toda su plenitud la autoridad real a Don Fernando vii a
quien Dios restituya a su trono.107
Que el Ilustre Cabildo de esta capital que se halla recluso en el Cuartel se ponga en
libertad y que sus individuos congregados en la Sala Capitular hagan sus elecciones de
nuevos alcaldes y regidores en la forma acostumbrada. Sobre estos tres puntos así referidos
yo fundaría si hubiera lugar sin separarme de lo que nuestras leyes nos prescriben,
poniendo nuestro gobierno sobre un pie respetable y conforme al general sistema de
reformar los abusos que en él se hallasen, estableciendo nuestras relaciones con Buenos
Aires, Montevideo y demás provincias del continente sin perjuicio ni agravio de ellas y lo
que es más, aplaudirían nuestra conducta no solamente estas, sino las potencias extranjeras
que tal vez observen nuestras operaciones, y lo firmó.
Francisco de Haedo
El señor Teniente Coronel Don Manuel Atanasio Cabañas dijo que se conforma en todas
sus partes con el voto de Don Mariano Antonio Molas y lo firmó.
Manuel Cabañas
107 En julio de 1810, un Congreso reunido por el Gobernador Velasco había jurado fidelidad al Consejo de
Regencia instalado en España, no reconociendo a la Junta de Buenos Aires.
102
1811
El señor Coronel Don José Antonio de Zavala dijo: que contrayéndose a los puntos
propuestos por los señores Socios Presidentes de este Congreso, es su parecer se establezca
la forma de Gobierno que sea más adaptable a las circunstancias del día, sin perder de vista
el espíritu de nuestras leyes.
Que las relaciones que debemos fijar con la ciudad de Buenos Aires y demás provincias
adheridas, sean las que ofertamos en el Acta celebrada en julio del año próximo anterior.
Que se elijan nuevos individuos de Cabildo que ejerzan la autoridad pública si ha
decaído del concepto público el desempeño legal de cada uno de los que anteriormente
estaban encargados, y lo firmó.
José Antonio de Zavala y Delgadillo
El señor Teniente Coronel y Gobernador de Misiones Don Fulgencio de Yegros dijo que
era del mismo voto de Don Mariano Antonio Molas, a excepción de que para Presidente
de la Junta de Gobierno daba su voto al Capitán Don Pedro Juan Caballero y para vocal en
lugar de este al Teniente Coronel Don Manuel Cabañas, y lo firmó.
Fulgencio Yegros
Don Fernando [de la] Mora dijo que era del mismo voto de Don Mariano Molas, a excepción
de la parte que le comprendía y en lugar suyo daba su voto para vocal de la Junta al señor
Presidente de este acto, Don Juan Valeriano de Zevallos, y lo firmó.
Fernando de la Mora
El Capitán Don Vicente Ignacio Iturbe dijo que se conforma con el voto de Don Mariano
Molas, que el Presidente sea el Teniente coronel Don Juan Manuel Cabañas; en cuanto a la
escribanía de Don Jacinto Ruiz, que se le conserve y lo firmó.
Vicente Ignacio Iturbe
103
Francia
vocales en dicho parecer primero producido o publicado por Don Mariano Antonio Molas
con el aditamento solamente que la asignación de salarios de dichos individuos se haga, para
ponerse a cubierto de toda censura, con acuerdo del Ilustre Cabildo y Procurador Síndico.
Acta de votación del
Congreso General
Que para la necesarísima unión de esta provincia con la de Buenos Aires y las demás
de la provincia (Cont.). unidas a ella y fijarse las importantísimas relaciones con ellas, se acepte la celebración que se
ha propuesto por Buenos Aires de un Congreso General de todos los pueblos del Virreinato
por medio de sus diputados, en el cual por los votos de todos se forme una Constitución y
plan de Gobierno y se establezca una autoridad superior en que concurra la representación
de cada provincia después de decidirse acerca de la legitimidad o ilegitimidad del Consejo
de Regencia establecido en España, con prevención que nada de lo que se determine sobre
estos puntos pueda ligar a esta provincia hasta que remitida a ella el Acta o Acuerdo se haya
visto y conformándose con lo determinado y con las demás condiciones puestas por el
citado primer parecer y que en su consecuencia se despachen los diputados de la provincia
y lo sea el de esta capital el mismo que se elige en el referido parecer Doctor Don José
Gaspar de Francia, debiendo nombrarse desde luego para el caso en su lugar otro sujeto
idóneo, como por mi parte elijo a Don Juan Valeriano de Zevallos.
Que hallándose como se hallan tan fundadamente síndicos de una versación y de unas
ideas tan perniciosas a la provincia igualmente que el señor Gobernador, todos los individuos
reclusos del Ilustre Cabildo queden como aquel del mando separados todos de sus oficios,
extendiéndose108 esto por una providencia puramente económica, como preventiva de los
males que puede ocasionar a la provincia la continuación de dichos sujetos en los oficios, no
por vía de pena o castigo de los delitos de que están notados para lo que debían ser oídos y
por fuero y derecho vencidos. Y que la Junta Gubernativa Superior proceda inmediatamente
a elegir nuevamente alcaldes ordinarios, Procurador Síndico y regidores, reservándose a la
misma la determinación sobre el reintegro y devolución del precio de los oficios vendibles a
los que los obtenían. Y que no se haga novedad con el Alcalde Provincial Don Manuel Mujica
a no ser que esté implicado en los mismos delitos que los demás, como ni con el Escribano
Don Jacinto Ruiz, cuya pureza de conducta y adhesión al bien de la causa pública es notoria.
Y en cuanto a las demás particularidades notadas en el mencionado primer parecer,
desde luego me conformo con él enteramente; y lo firmó.
Sebastián Patiño
El presbítero Don José Baltasar Villasanti dijo que era del mismo voto anterior del presbítero
Don Sebastián Patiño y lo firmó.
José Baltasar Villasanti
El presbítero Don Marcelino Bogado dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Marcelino Bogado
El presbítero Don Alonso Cáceres dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Alonso Cáceres
El presbítero Don Tomás Gregorio Jiménez dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Tomás Gregorio Jiménez
El presbítero Don José Antonio Agüero dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Antonio Agüero
104
1811
El presbítero Don Pedro Baltasar Ortigoza dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Pedro Baltasar Ortigoza
El presbítero Don Pedro Pascual Prieto dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Pedro Pascual Prieto
El presbítero Don José Duarte dijo que era del mismo voto y lo firmó.
José Duarte
El presbítero Don Juan Gregorio Portillo dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Juan Gregorio Portillo
El presbítero maestro Don Francisco Núñez dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Maestro Francisco Núñez
El presbítero Doctor Don Juan Antonio Riveros dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Doctor Juan Antonio Riveros
El presbítero Don Bernardo Antonio Verón dijo que era del mismo voto y lo firmó.
Bernardo Antonio Verón
En este estado, siendo las siete horas de la noche, se acordó de consentimiento general
al propio modo que el día anterior suspender esta diligencia para continuar la votación el
día de mañana a las siete de ella; y lo firmaron los señores presidentes con el Comandante
del Cuartel General, de que doy fe.
Doctor José Gaspar de Francia. Juan Valeriano de Zevallos. Pedro Juan Caballero.
Ante mí: Jacinto Ruiz, Escribano público y de Gobierno.
En la ciudad de la Asunción del Paraguay, a veinte de junio de mil ochocientos once, habiéndose
vuelto a congregar en estas Casas Públicas de Gobierno los individuos que componen la Junta
General así los que tienen dado sus votos como los que aún no lo han prestado para el efecto
de continuar la votación en conformidad de la diligencia última con que se suspendió lo de
ayer, hablo el presbítero Don Marco Antonio Maíz diciendo que su voto era el mismo que el
del presbítero Don Sebastián Patiño, y lo firmó.
Marco Antonio Maíz
Don José Lizardo Bogarín dijo que era del mismo voto de Don Sebastián Patiño; y lo
firmó.
José Lizardo Bogarín
El presbítero Don Santiago Robledo dijo que se conforma con el voto del presbítero Don
Sebastián Patiño y añade las reflexiones siguientes:
Que cualquiera aunque sea europeo, acreditando este ser verdadero patriota americano
pueda obtener empleo honroso en esta provincia, entendiendo como entiende que así se
explica con toda sinceridad la unión y patriotismo a que aspiramos; que asimismo a Don
Manuel Benítez no pueda habilitarse a ejercer el empleo de Escribano de que se halla suspenso
por la sumaria pendiente antes que se vindique de ella y si al actual Don Jacinto Ruiz por su
105
Francia
patriotismo y acrisolada conducta, no deberá ser despojado, a no ser que la sabia comprensión
de la presente Junta Gubernativa halle no ser conveniente haya un Escribano, y lo firmó.
Santiago Robledo
Acta de votación del
Congreso General
de la provincia (Cont.). El presbítero Don Manuel Antonio Corvalán dio su voto haciendo la exposición
siguiente:
Señores: en las presentes circunstancias este es mi parecer: primero, que se instale
una Junta Gubernativa cuyo presidente sea el señor Comandante general Don Fulgencio
Yegros y los vocales que deberán ser cuatro el señor Doctor Don José Gaspar Francia, el
señor Comandante del Cuartel Don Pedro Juan Caballero, el señor Doctor Don Francisco
Bogarín y el señor Don Fernando [de la] Mora.
Segundo, que por los medios más políticos y suaves se procure entablar amistosa
correspondencia y libre comercio con Buenos Aires y demás provincias del continente, estén
o no unidas, suspendiendo la remisión de diputado exigido o propuesto por la Excelentísima
Junta de Buenos Aires hasta que nos conste con toda certeza que se conforma con la
instalación de nuestra Junta independiente y de ninguna manera subordinada a aquella; sí
solo enteramente sujeta a la Majestad del señor Don Fernando VII que Dios guarde.
Tercero y último, que a esta Junta se transmita el conocimiento de la causa del señor
Gobernador e individuos del Ilustre Cabildo que se hallan suspensos, pues esta sabia justa
y respetable Junta sabrá muy bien castigar al delincuente y absolver al inocente.
Este es mi parecer y lo firmó.
Manuel Antonio Corvalán
106
1811
Don José Luis Caballero dijo que su voto era el de Don Mariano Antonio Molas, a
excepción de que para segundo vocal de la Junta daba su voto al Teniente coronel Don
Manuel Atanasio Cabañas y lo firmó.
José Luis Caballero
Don Francisco Antonio Caballero dijo que era del mismo voto anterior de Don José Luis
Caballero y lo firmó.
Francisco Antonio Caballero
Don Isidoro de Acosta dijo que era del mismo voto de Don Mariano Antonio Molas y lo
firmó.
Isidoro de Acosta
Don José Antonio Marecos dijo que era del mismo parecer y lo firmó.
José Antonio Marecos y Francia
El presbítero Don Francisco Agustín Barrientos dijo que su voto era el mismo del presbítero
Don Sebastián Patiño y lo firmó.
Francisco Agustín Barrientos
El presbítero maestro Don José Ignacio Caballero Bazán dijo que era del mismo voto y lo
firmó.
Maestro José Ignacio Caballero Bazán
El señor cura rector de la Santa Iglesia Catedral, Doctor Don José Hipólito Quintana, dijo
que es de sentir que conviene en las presentes circunstancias y acaecimientos que se cree
una Junta Suprema de provincia compuesta de los vocales que ha propuesto en su dictamen
Don Mariano Molas.
Ítem que también es de sentir que se haga nueva elección de Cabildo y que la haga la
misma Junta en los mejores sujetos de la provincia como lo exige nuestra situación. Ítem que
juzga asimismo preciso que se establezca la paz y unión con las demás provincias enviando
también por nuestra parte al expresado Doctor Don Gaspar de Francia de diputado al
Congreso General de las Provincias que se está reuniendo en Buenos Aires para que con el
voto de aquellos sabios establezcamos el Gobierno uniforme, justo y mejor con que deba
regirse la Nación con toda seguridad de conciencia y lo firmó.
Doctor José Hipolito de Quintana
El señor Doctor Don Francisco Javier Bogarín dijo que se conforma con el voto primero
exhibido y firmado por Don Mariano Molas bajo las explicaciones siguientes:
La Autoridad Superior que se va a exigir para régimen de la provincia, llámese Provincial
Gobierno congregado a nombre y en vasallaje de Su Majestad el señor Don Fernando VII y
en unión por nuestra parte indisoluble con nuestra original España, no se llame Junta como
por arrogada y abusiva superioridad nos lo quiere imponer la de Buenos Aires a quién no nos
sujetamos, discordando (como veo por aquel voto) ya en dos puntos de su impartida norma.
El reconocimiento del señor Don Fernando VII sea con protesta de haber también de
reconocer a cualquier legítima representación de su soberanía que acaso llegue a levantarse
aun antes del Congreso General que se espera de esta parte de nuestra América.
Suspendamos el reconocimiento de las actuales Cortes de España por la razón
expresamente añadida de su notoria ilegitimidad o a lo menos dudosísima legitimidad.
107
Francia
Mejor que el presente votante sería vocal del indicado Gobierno Don Juan de
Zevallos; y lo firmó.
Doctor Francisco Bogarín
Acta de votación del
Congreso General
de la provincia (Cont.). El reverendo padre Comendador de la Merced Fray Manuel Tadeo de la O dijo que su voto
era el mismo que el presbítero Don Sebastián Patiño y lo firmó.
Fray Manuel Tadeo de la O
El reverendo padre maestro Fray Hilario Gómez dijo que su voto era el mismo y lo firmó.
Fray Hilario Gómez
El reverendo padre lector jubilado y ex custodio Fray Fernando Caballero, dijo que se
conforma con el voto del presbítero Don Sebastián Patiño y lo firmó.
Fray Fernando Caballero
El señor canónigo Doctor Don Bartolomé José de Amarilla dijo que se conforma con el
voto del señor Doctor Don Francisco Bogarín y lo firmó.
Doctor Bartolomé José de Amarilla
El señor Tesorero Doctor Don Juan Bautista Quin de Valdovinos dijo que se conforma con el
voto del presbítero Don Sebastián Patiño, con referencia al de Don Mariano Antonio Molas,
añadiendo en cuanto a los europeos que en el entretanto que la provincia determine sobre si
deban o no ocupar los empleos concejiles, se sirva la Junta de Gobierno tomar providencia
[para que] no sean ultrajados, ni vilipendiados con las expresiones de sarracenos y de otras
semejantes inventadas por las personas que les han tomado odio; y lo firmó.
Doctor Juan Bautista Quin de Valdovinos
El señor Chantre Provisor y Vicario General Don José Baltasar de Casajús dijo:
Que su parecer y voto es el mismo que ha producido el presbítero Don Sebastián
Patiño, añadiendo lo siguiente: que no puede obstar a lo votado en dicho parecer y en el
antecedente de Don Mariano Antonio Molas el juramento que se prestó en el Congreso de
veinticuatro de julio último al Consejo de Regencia que se estableció por la Suprema Junta
Central al tiempo de su disolución, ni el que se hizo últimamente a favor de las Cortes que
se dice haberse congregado en la isla de León; lo primero: porque en uno y otro se procedió
bajo la suposición de [que] dicha Regencia estuviese legítimamente establecida y las Cortes
formadas con todos los requisitos que exigen los derechos de los pueblos de toda la Nación,
para cuya calificación no hubo en uno ni otro acto la libertad, ni los conocimientos necesarios
como al presente en que se ha visto la provincia felizmente en estado de poder en público
discurrir libremente sobre el asunto y en que los que hemos producido dichos pareceres
nos hallamos mediante una madura consideración y discusión sobre mejores noticias y
datos con conocimiento de causas muy legales de nulidad así en la erección de la Regencia
108
1811
como en la celebración de las Cortes, como es entre otras y la más perentoria la falta total de
sufragios de las Américas que constituyen en el día casi toda la Monarquía española, con la
casi total subyugación de la Península por el intruso nuevo soberano.
Lo segundo porque las Cortes no han sido reconocidas ni juradas por toda la provincia
en un Congreso General como el presente sino solo por las autoridades y en fuerza de un
mandato del Gobierno acordado con solo el Cabildo, sin repararse en que la provincia no
había tenido la parte que debía tener en dichas Cortes como ni las demás de estos dominios
y que el nombramiento que se hizo de representantes suplentes por ellas era un arbitrio
ilegal como desconocido hasta ahora; con más, no haberse hecho constar a los concurrentes
la autorización de los documentos relativos que en el acto se leyeron, ni si fueron dirigidos
de oficio desde su origen a este Gobierno, o a alguna de las autoridades de la provincia. Lo
tercero porque los gravísimos motivos que han ocurrido al presente y van expresados y
publicados y principalmente el de poner en tranquilidad la provincia, mirar por su salud
y derechos y libertarla de los males que en el día la amenazan son causas bastantísimas
para no embarazar dicho juramento en las actuales circunstancias las providencias que van
dictadas.
Y últimamente, porque solo se suspende ahora el reconocimiento prestado a dicha
Regencia y Cortes hasta tanto que en el Congreso General de las Provincias se decida el
punto de su legitimidad o ilegitimidad por el voto de todas juntas. Siendo todo lo que al
presente se determine en esta puramente provisional por este respecto.
Asimismo añadió se comunique por la Junta Gubernativa que se establezca al
Gobierno y Cabildo de Montevideo la resolución presente de esta provincia con copia o un
extracto del Acta, pidiéndosele se uniforme con ella en cuanto a aceptar y concurrir con su
diputado a la celebración del General Congreso en la capital [Buenos Aires] y que cese toda
hostilidad contra esta, para que así se logre la general tranquilidad y el restablecimiento de
la unión, fraternidad y comercio entre vasallos del mejor de los soberanos y lo firmó.
José Baltasar de Casajús
En este estado, habiéndose concluido la votación, habló el Capitán Don Juan Bautista
Resoluciones del Congreso
Rivarola diciendo que el pueblo explicaba y declaraba su voluntad disponiendo que General; se crea una Junta
verificada la unión de esta provincia en los términos que ella desea con la de Buenos de Gobierno presidida por
Aires se conserven en sus oficios el Escribano de Gobierno Don Jacinto Ruiz y el Alcalde Fulgencio Yegros, con José
provincial Don Manuel Juan Mujica. Gaspar Rodríguez de
Lo segundo, que Don José Joaquín Goyburu se mantuviese en el empleo de Primer Francia, Pedro Juan
Caballero, Francisco Javier
Oficial de la Tesorería con la dotación regular que la Junta de esta provincia señalase y
Bogarín y Fernando de la
durante la voluntad de ella. Mora como vocales, entre
Lo tercero, que llegado el caso de verificarse la unión de esta provincia con Buenos otras disposiciones.
Aires en los términos expuestos ha de ser bastante que el poder que se diese al diputado ya
nombrado que ha de ir al Congreso General, lo firmen cien individuos de los principales
de la provincia que han asistido a la presente Junta General, inclusos los de la Junta de
Gobierno, los del Ilustre Cabildo y los diputados de las villas y poblaciones que no enviasen
diputados o particulares, a cuyo fin desde ahora para entonces en caso necesario juraban
por Dios no reconocer otro soberano que al señor Don Fernando VII.
Lo cuarto, que la Junta de este Gobierno vea si encuentra algún arbitrio de recobrar
de Montevideo los prisioneros nuestros hermanos porteños, santafesinos, correntinos, o
paraguayos que de aquí se enviaron después de la guerra o a lo menos a los oficiales.
109
Francia
110
1811
Inmediatamente a este acto pasaron a la Sala de Gobierno los señores Teniente coronel
Don Fulgencio de Yegros, Doctor Don José Gaspar de Francia, Capitán Don Pedro Juan
Caballero, Doctor Don Francisco Javier Bogarín y Don Fernando de la Mora, Presidente
y vocales electos por la Junta General en el acuerdo antecedente en compañía de varios
oficiales y poniendo la mano sobre el Libro de Evangelios que se hallaba en una mesa,
dijeron todos a una voz, que juraban por Dios y a sus Santos Evangelios no reconocer a otro
soberano que al señor Don Fernando VII, proceder fiel y legalmente en los cargos que se
les han confiado y sostener los derechos, libertad, defensa y seguridad de la provincia, con
cuya formalidad se dieron por recibidos en sus oficios y por instalada la Junta Superior de
Gobierno de esta provincia y lo firmaron, de que doy fe.
68
En 20 días del mes de junio de 1811, los señores Presidente y vocales de la Superior Junta
Designación de Fernando
Gubernativa de esta provincia, congregados al efecto en la Casa de Gobierno, dijeron que de la Mora como secretario
atento a ser urgentísima la intervención de [un] secretario, cuyo nombramiento lo ha puesto interino de la nueva
el General Congreso en potestad del Gobierno, y que no cabe sin peligro de desacierto Junta de Gobierno.
el hacerlo instantáneamente y antes conviene alguna dilación para deliberar sujeto en lo
posible de completa idoneidad, que en esta razón para mientras tanto determinan haga las
funciones de secretario el señor vocal Don Fernando de la Mora. Y este desde luego aceptó
111
Francia
el nombramiento y juró a Dios Nuestro Señor por una señal de la cruz prometiendo en su
cargo proceder con la legal fidelidad debida en sus ejercicios.
Así lo acordaron, proveyeron, mandaron y firmaron Su Señoría y mercedes y aceptó
y juró el provisto, de que doy fe.
69
En la ciudad de la Asunción del Paraguay, en 20 días del mes de junio de 1811, los señores
Acta de creación de un libro
de acuerdos para uso de la
Presidente y vocales de la Junta Gubernativa dijeron que debiendo haber un libro para
nueva Junta de Gobierno. extenderse con la debida formalidad sus acuerdos como de un tribunal colegiado, se trajese
a este fin un libro en blanco y que foliándose todas sus fojas se expresase en la primera el
número de las que contenga, suscribiéndola el Presidente y vocales para su constancia y
seguridad en todo tiempo.
70
En 21 de dicho mes y año, los señores Presidente y vocales de la Junta Gubernativa de esta
Primeras resoluciones de la
Junta de Gobierno; ordena
provincia dijeron:
publicar un bando con las Que en atención a que por auto firmado este día en el libro de sus acuerdos quedaban
conclusiones del Congreso elegidos los individuos que debían formar el nuevo Cuerpo Capitular del Ilustre Cabildo
General, jurar lealtad a las conforme a lo dispuesto por la Junta General de la provincia, se noticiase al público este
nuevas autoridades y nombramiento por bando, manifestando en él todas las demás deliberaciones tomadas por
celebrar una misa de
la misma Junta General con la instalación de la presente Gubernativa y la prevención de que
acción de gracias.
siendo justo y conveniente que una autoridad nuevamente sancionada por el voto común de
la provincia sea reconocida y jurada generalmente, se deberá dar principio a esta ceremonia
por los jefes y cuerpo eclesiástico y secular y demás funciones públicas el día [de] mañana
por la tarde, jurando todos reconocer la autoridad de esta Junta, no atentar contra ella
directa ni indirectamente y propender a que sea obedecida y respetada, continuando igual
diligencia los demás vecinos y moradores de la ciudad el lunes veinticuatro del corriente y
dirigiéndose para el mismo efecto las copias y oficios correspondientes a los ayuntamientos
y comandantes de las villas y poblaciones y a los partidos de esta jurisdicción.
Últimamente ordenaron que a fin de dar gracias al Todopoderoso por el buen suceso
de las disposiciones tomadas con el objeto de celebrarse la Junta General de la provincia y
su feliz conclusión sin haber ocurrido desorden ni desgracia alguna se celebre el próximo
domingo una misa solemne con asistencia de todas las corporaciones, sus jefes y ministros
públicos y se hagan salvas de artillería con iluminación por tres noches en celebridad de
tan memorable acaecimiento y que en conclusión agregándose a estos autos testimonio del
mismo bando con certificación de los reconocimientos y juramentos practicados en esta
ciudad, se saque testimonio íntegro de todos ellos para su dirección a la Excelentísima Junta
112
1811
de Buenos Aires con el oficio correspondiente en virtud de lo resuelto por la General de esta
provincia.
El Teniente coronel Don Fulgencio Yegros, el Doctor Don José Gaspar de Francia, el Capitán
Bando de la Junta:
Don Pedro Juan Caballero, el Doctor Don Francisco Javier Bogarín y Don Fernando de la informa de las
Mora, presidente y vocales de la Junta Gubernativa de esta provincia. decisiones del Congreso
Por cuanto a virtud de lo acordado mediante la mayoría y casi total unanimidad de General y las primeras
sufragios en el Congreso General de esta provincia celebrado en los días 17, 18, 19 y 20 del resoluciones del Gobierno.
corriente mes con asistencia y voto, no solo de un considerable número de vecinos sino
también de muchos principales individuos de las diferentes corporaciones y de los diputados
de las villas y poblaciones de esta comprensión, quedó subrogado el mando y autoridad de
este Gobierno en la actual Junta Gubernativa que se instaló el propio día veinte, precediendo
la debida formalidad de juramento prevenido en la misma acta; y siendo conveniente
manifestar públicamente para la más cabal inteligencia de todos los demás vecinos, habitantes
y moradores de toda la provincia las deliberaciones acordadas al propio tiempo por la
indicada Junta General y aquellas con que la presente Junta Gubernativa en consecuencia del
grave encargo que se le ha confiado ha dado principio a sus funciones, se da a saber que la
provincia congregada en dicha General Asamblea ha determinado igualmente:
Lo primero: que esta Junta ha sido creada con calidad de Superior de provincia; que
su Presidente ha de ser Comandante General de las Armas; que ha de suplir las veces de
Juez de Alzadas para las causas mercantiles, cuyos diputados deberán ser electos por los
individuos de comercio de cada lugar donde al presente los hay; que el tratamiento de ella
así como del Presidente ha de ser el de Señoría, sin que los vocales tengan otro que el de
Merced; que la misma Junta deberá nombrar un Secretario, asignar a todos sus individuos
un moderado sueldo, crear y mantener la tropa necesaria a la seguridad de la provincia,
según los casos ocurrentes y finalmente que sus individuos para entrar al ejercicio de sus
oficios, harán juramento ante Escribano de no reconocer otro soberano que al señor Don
Fernando VII, proceder fiel y legalmente en los cargos que se les confían y sostener los
derechos, libertad, defensa, e indemnidad de la misma provincia.
Lo segundo: que todos los individuos del Cabildo, a excepción del Alcalde provincial
Don Manuel Juan Mujica, que debe subsistir verificada la unión de esta provincia con la
de Buenos Aires, quedan privados de los oficios que ejercían, en la inteligencia de que los
patricios serán siempre hábiles en lo sucesivo para cualesquier cargos y empleos, sean de la
clase que fuesen, una vez que uniformen sus ideas con las de la mencionada Junta General y
que los que de ellos hubiesen concurrido o cooperado a la remisión de la yerba perteneciente
a Propios que se embarcó para Montevideo, deben ser responsables a su valor siempre que no
se devuelva, debiendo la actual Junta Gubernativa nombrar los correspondientes individuos
del nuevo Cabildo que han de continuar por todo el año venidero.
Lo tercero: que todos los oficios o empleos concejiles, políticos, civiles, militares, de
Real Hacienda o de cualquier género de administración que al presente haya, ocupados
o vacantes; a excepción de la Escribanía de Don Jacinto Ruiz que referida la sobredicha
Unión de Buenos Aires, debe también ser conservado en su oficio, así como Don José
Joaquín Goyburu en el suyo de Primer Oficial de la Tesorería con el sueldo que señalase
113
Francia
la Junta y durante su voluntad, se provean desde luego en los naturales de esta provincia,
sin que puedan ocuparse por los españoles europeos hasta otra determinación de la misma
provincia; bien entendido que todo americano, aunque no sea nacido en ella, debe quedar
enteramente apto para dichos cargos, con tal que uniforme sus ideas con las de este pueblo,
recomendando en este particular el mérito del Capitán retirado Don Juan Valeriano de
Zevallos, con el ofrecimiento de continuar sus servicios en favor de la Patria y dejando
finalmente a la prudencia y discreción de esta Junta Gubernativa el poner en remate la
Escribanía que estuvo a cargo de Don Manuel Benítez o el habilitar a este.
Lo cuarto: que Don Bernardo Velasco, Don Benito Velasco y los ministros de Hacienda
Don Pedro de Oscariz y Don José de Elizalde, sean mancomunadamente responsables al
importe del Tabaco perteneciente a la Real Hacienda remitido a Montevideo en el mismo
caso de no devolver su valor, debiendo además la Junta de Gobierno tomar las cuentas
respectivas a dichos ministros.
Lo quinto: que el Comandante Don Blas José Rojas sea Subdelegado del departamento
de Santiago con agregación de los pueblos de Itapúa, Trinidad y Jesús y al mismo tiempo
con el cargo de Comandante de aquella frontera y que por lo tocante a la subdelegación
de Candelaria con los pueblos restantes de su antigua demarcación, nombre la Junta el
Subdelegado que corresponda.
Lo sexto: que esta provincia no solo tenga amistad, buena armonía y correspondencia
con la ciudad de Buenos Aires y demás provincias confederadas sino también se una con
ellas para el efecto de formar una sociedad fundada en principio[s] de justicia, equidad y
de igualdad, bajo las declaraciones siguientes:
Primera: que mientras no se forme el Congreso General, esta provincia se gobernará
por sí misma, sin que la Excelentísima Junta de Buenos Aires pueda disponer ejercer
jurisdicción sobre su forma de Gobierno, régimen, administración ni otra alguna causa
correspondiente a esta misma provincia.
Segunda: que restablecido el comercio, dejará de cobrarse el peso de plata que
anteriormente se exigía por cada tercio de yerba con nombre de sisa y arbitrio, respecto a
que hallándose esta provincia como fronteriza a los portugueses, es urgente necesidad de
mantener alguna tropa por las circunstancias del día y también de cubrir los presidios de
las costas del río contra la invasión de los infieles, aboliendo la insoportable pensión de
hacer los vecinos a su costa este servicio; es indispensable a falta de otros recursos cargar
al ramo de la yerba aquel u otro impuesto semejante.
Tercera: que quedará extinguido el Estanco del Tabaco, quedando de libre comercio
como otros cualesquiera frutos y producciones de esta provincia y que la partida de tabaco
existente en la Factoría de esta ciudad, comprada con el dinero que anteriormente era de la
Real Hacienda, se expenderá de cuenta de esta provincia para el mantenimiento de su tropa
y de la que ha servido en la guerra pasada y aún se halla mucha parte de ella sin pagarse.
Cuarta: que para los fines convenientes de arreglar el ejercicio de la autoridad
suprema, o superior y formar la Constitución que sea necesaria, irá de esta provincia un
diputado con voto en el Congreso General, en la inteligencia de que cualquier reglamento,
forma de Gobierno o Constitución que se dispusiese no deberá obligar a esta provincia
hasta tanto se ratifique en Junta plena y general de sus habitantes y moradores.
Lo séptimo: que a este efecto queda nombrado desde ahora por tal diputado el Doctor
Don José Gaspar de Francia, respecto a que ya anteriormente lo había sido por el Ilustre
Cabildo, para que con una regular dotación se ponga en camino a Buenos Aires, luego que por
parte de la Excelentísima Junta y generoso pueblo de aquella ciudad no se ponga reparo, como
se espera en estas proposiciones que a este fin se le remitirán por la Junta de Gobierno con
todo lo demás acordado en el Acta, advirtiéndose que en este caso y por solo esta vez, la Junta
de Gobierno de esta provincia, antes de la separación de dicho diputado, nombrará el vocal
114
1811
que deba subrogarse en su lugar, como también el que llegado el caso de verificarse la unión de
esta provincia con Buenos Aires en los términos expuestos, ha de ser bastante que el poder que
se diese al diputado ya nombrado que ha de ir al Congreso General lo firmen cien individuos
Bando de la Junta:
de los principales de la provincia que han asistido a la presente Junta General, inclusos los de
informa de las decisiones
la Junta de Gobierno, los del Ilustre Cabildo y los diputados de las villas y poblaciones que del Congreso General y las
no enviasen diputados particulares, a cuyo fin desde ahora para entonces en caso necesario primeras resoluciones del
juraban por Dios no reconocer otro soberano que al señor Don Fernando VII. Gobierno (Cont.).
Lo octavo: que los oficios de Presidente, vocales y secretario de la Junta de Gobierno
de esta provincia no deben ser vitalicios ni durar por más tiempo que el de cinco años y
que en lo sucesivo deberán ser provistos por el pueblo en Junta General como la presente;
todo en la inteligencia que no se disponga otra cosa por el Congreso General y se ratifique
por esta provincia.
Lo noveno: que respecto a que queda abolido el Estanco de Tabaco, no deberá haber
más que un Ministro Tesorero de Real Hacienda, que será nombrado por la Junta de
Gobierno con los dependientes precisos, el cual no será removido sin causa, quedando
extinguido el empleo de Ministro Factor y Administrador de Rentas, así como el de
Teniente Letrado, por no conceptuarse necesario.
Lo décimo: que la Junta de Gobierno señale un moderado impuesto sobre el ramo de
tabaco y madera que se exportasen de esta provincia, para el mismo efecto de mantener y
pagar la tropa necesaria a su custodia y defensa.
Lo undécimo: que quede suspendido por ahora todo reconocimiento de las Cortes,
Consejo de Regencia y toda otra representación de la autoridad suprema o superior de la
Nación en estas provincias hasta la suprema decisión de Congreso General que se halla
próximo a celebrarse en Buenos Aires.
Lo último: que la actual Junta de Gobierno vea si encuentra algún arbitrio de recobrar
de Montevideo los prisioneros nuestros hermanos porteños, santafesinos, correntinos
o paraguayos que de aquí se enviaron después de la guerra o a lo menos a los oficiales.
Consiguientemente ha encargado interinamente esta Junta las funciones de secretario al
señor vocal Don Fernando de la Mora, hasta que con mejor conocimiento, procediendo con la
detención y madurez que exige tan importante encargo, recaiga la elección del propietario en
persona de aptitud y demás circunstancias necesarias. Del mismo modo, usando de la facultad
que se le ha conferido por la Junta General, ha nombrado para Alcaldes Ordinarios de primero
y segundo voto a Don Juan Valeriano de Zevallos y a Don Juan José Montiel; para Regidores
a Don Sebastián Antonio Martínez Sáenz, Don Santiago Báez, Don Francisco Moreno, Don
Carlos Isasi, Don Vicente Frasqueri, Don Juan Antonio Aristegui, Don Anselmo Agüero, Don
Francisco Pablo Caballero y Don Pedro Caudevilla y para Síndico Procurador General a Don
Dionisio Cañiza; todos los cuales serán recibidos este mismo día al ejercicio de sus oficios.
Y por respecto a que una autoridad nuevamente creada y sancionada por el voto y
disposición de la Junta General de la provincia, corresponde que sea reconocida y jurada
formalmente por todos sus vecinos y habitantes, se dará principio a esta ceremonia este
mismo día a las cuatro de la tarde, pasándose al efecto los correspondientes recados
políticos y órdenes necesarias a las corporaciones y sus jefes o representantes respectivos
y a todos los funcionarios o ministros públicos, a fin de que concurran a las casas públicas
de Gobierno a jurar que reconocen la autoridad de la actual Junta Gubernativa nuevamente
creada por la general de la provincia, que no atentarán contra ella directa ni indirectamente
y que antes bien propenderán a que sea obedecida y respetada, advirtiendo que los demás
vecinos y moradores de esta ciudad deberán ocurrir y practicar igual diligencia desde el lunes
24 del corriente a las ocho de la mañana; remitiéndose para el mismo efecto y los demás
insinuados copias autorizadas de este bando, así a los partidos de esta jurisdicción como a los
Comandantes y Ayuntamientos de las villas y poblaciones.
115
Francia
Finalmente, a fin de dar gracias al Todopoderoso por el buen suceso con que la provincia
ha logrado efectuar y terminar las sesiones de su Junta General, dirigida a la grande obra
de su regeneración política y de establecer los primeros fundamentos de su felicidad sin el
menor desorden, desgracia o fatalidad, se celebrará mañana una misa solemne en Te Déum,
se harán salvas de Artillería; se pondrán luminarias en tres noches principiando desde este
día, a cuyo fin se pasarán los correspondientes oficios, órdenes y recados a todos los cuerpos
y sus jefes para su asistencia en celebridad de tan memorable acontecimiento y para que
llegue a noticia de todos se publicará por bando en la forma acostumbrada, sacándose los
correspondientes ejemplares para fijarlos en los lugares públicos. Fecho en la ciudad de la
Asunción del Paraguay a veintidós de junio de mil ochocientos once.
El Teniente coronel Don Fulgencio Yegros, el Doctor Don José Gaspar de Francia, el Capitán
Disposiciones de la Junta y
del Arcediano de la
Don Pedro Juan Caballero, el Doctor Don Francisco Javier Bogarín y Don Fernando de la Mora,
Catedral, referidas al pago Presidente y vocales de la Junta Gubernativa de esta provincia y Don Antonio Miguel de Arcos
del diezmo de Cuatropea. y Matas, Dignidad o Arcediano de esta Santa Iglesia Catedral, juez hacedor de Diezmos.
116
Francia
tenga el debido efecto, pásese oficio con inserción de ella a los ministros principales de Real
Hacienda.
Señores ministros principales de Real Hacienda Don Pedro de Oscariz y Don José Elizalde.
Para ocurrir a los crecidos gastos que hace la Real Hacienda y precaver en lo posible el per-
Orden de entrega a Juan
Baltasar Barrios de 2.000
juicio consiguiente a la detención de la partida de tabaco existente en esa Real Factoría, que
arrobas de tabaco puede deteriorarse y mermar notablemente si por más tiempo continúa en los almacenes, ha
almacenado en la Real dispuesto esta Junta hacer expenderlo aun fuera de la provincia en las oportunidades que se
Factoría, para su embarque presenten. Con este fin harán Vuestras Mercedes que en todo el día de mañana se entreguen
y venta en Corrientes a Don Juan Baltasar Barrios mil y quinientas arrobas de tabaco de hoja y otras quinientas del
por cuenta de la
de pito a efecto de que embarcándolas en el buque que se le tiene destinado pueda pasar a
Real Hacienda.
la ciudad de Corrientes a verificar su venta y volver con su producto líquido a entregarlo en
Reales Cajas. Dios guarde a Vuestras Mercedes muchos años. Asunción y julio 11 de 1811.
Ministros principales de Real Hacienda, Don Pedro de Oscariz y Don José de Elizalde.
Excelentísimo señor:
Carta de la Junta de
Gobierno del Paraguay a la
Cuando esta provincia opuso sus fuerzas a las que vinieron dirigidas de esa ciudad, no
de Buenos Aires; le informa tuvo, ni podía tener otro objeto que su natural defensa. No es dudable que abolida o deshecha
de los sucesos del 14 de la representación del Poder Supremo recae este o queda refundido naturalmente en toda la
mayo y las resoluciones del Nación. Cada pueblo se considera entonces en cierto modo participante del atributo de la
Congreso General. soberanía y aun los ministros públicos han menester su consentimiento o libre conformidad
120
1811
para el ejercicio de sus facultades. De este principio tan importante como fecundo en útiles
consecuencias, que Vuestra Señoría sin duda lo habrá reconocido, se deduce ciertamente
que reasumiendo los pueblos sus derechos primitivos, se hallan todos en igual caso y que
igualmente corresponde a todos velar sobre su propia conservación. Si en este estado se
presentara el Consejo llamado de Regencia no sin alguna apariencia de legitimidad, de mucho
es que hubiese pueblos que buscando un áncora de que asirse en la general borrasca que
amenazaba, adoptasen diferentes sistemas de seguridad sin oponerse al general de la Nación.
Es verdad que esta idea para el mejor logro de su objeto podía haberse rectificado.
La confederación de esta provincia con las demás de nuestra América y principalmente
con las que comprendía la demarcación del antiguo Virreinato, debía de ser un interés más
inmediato, más accesible y por lo mismo más natural, como de pueblos no solo de un mismo
origen, sino que por el enlace de particulares recíprocos intereses parecen destinados por
la naturaleza misma a vivir y conservarse unidos. No faltaban verdaderos patriotas que
deseasen esta dichosa unión en términos justos y razonables, pero las grandes empresas
requieren tiempo y combinación y el ascendiente del Gobierno y desgraciadas circunstancias
que ocurrieron por parte de esa y de esta ciudad, de que ya no conviene hacer memoria, la
habían dificultado. Al fin las cosas de la provincia llegaron a tal estado que fue preciso que ella
se resolviese seriamente a recobrar sus derechos usurpados, para salir de la antigua prisión
en que se mantenía, agravada con nuevos males de un régimen sin concierto y para ponerse
al mismo tiempo a cubierto del rigor de una nueva esclavitud de que se sentía amenazada.
No fueron precisos grandes esfuerzos para conseguirlo. Tres compañías de Infantería
y otras tres de artilleros que en la noche del catorce de mayo último ocuparon el Cuartel
General y Parque de Artillero112, bastaron para facilitarlo todo. El Gobernador y sus
adheridos hubieron de hacer alguna oposición con mano tímida, pero presintiendo la
intención general, viendo la firmeza y resolución de nuestras tropas y que otras de la
campaña podían venir en su auxilio, le fue preciso al día siguiente acceder a cuanto se le
exigió, luego que aquellas se presentaron en la plaza.
El principal objeto de ellas no era otro sino allanar el paso, para que reconociendo la
provincia sus derechos, libre del influjo y poderío de sus opresores, deliberase francamente
el partido que juzgase conveniente. Con este fin se convocó a una Junta General, que se
celebró felizmente, no solo con suficiente número de sus principales vecinos y de todas
las corporaciones independientes, más también con asistencia y voto de los diputados de
las villas y poblaciones de esta jurisdicción. En ella se creó la presente Junta Gubernativa
que ha sido reconocida generalmente y se tomaron otras diferentes providencias que su
seguridad, el conocimiento íntimo y remedio de los males que padece y la conservación de
sus derechos han hecho necesarias e indispensables. De todas ellas y de otros incidentes que
antecedieron, instruirán a Vuestra Excelencia los autos de esta revolución que la actual Junta
consiguiente al encargo de la provincia tiene la satisfacción de acompañar en testimonio.
Este ha sido el modo como ella por sí misma y a esfuerzos de su propia resolución
se ha constituido en libertad y en el pleno goce de sus derechos, pero se engañaría
cualquiera que llegase a imaginar que su intención había sido entregarse al arbitrio ajeno
y hacer dependiente su suerte de otra voluntad. En tal caso nada más habría adelantado,
ni reportado otro fruto de su sacrificio, que el cambiar unas cadenas por otras y mudar
de amo. Vuestra Excelencia, ni ningún apreciador justo y equitativo extrañará que en el
estado a que han llegado los negocios de la Nación, sin poderse aún divisar el éxito que
puedan tener, el pueblo del Paraguay desde ahora se muestre celoso de su naciente libertad
después que ha tenido valor para recobrarla. Sabe muy bien que si la libertad puede a veces
112 Artillería.
121
Francia
122
1811
En la Junta se han visto las cartas que Vuestra Merced y el Comandante de esa ciudad han
Oficio de la Junta al
dirigido con fecha de 24 del corriente sin guardar el debido estilo. Al mismo tiempo se Comandante auxiliar de
ha tenido presente la falta que aquí hacen los cañones de grueso calibre para las baterías Corrientes, Blas José de
que se han dispuesto formar en la costa a prevenir el caso en que como Vuestra Merced Rojas; le ordena
insinuó con fecha 20 del corriente se dirijan los buques armados a esta ciudad. Por otra permanecer en la ciudad.
parte se ha considerado que a más de haberse desarmado las embarcaciones de guerra
113 La expresión “de a cuatro”, “de a tres”, etc. se empleaba generalmente para referirse al calibre de los
cañones, expresado en libras de peso del proyectil de hierro que disparaban. En este caso se trata de
cañones que disparaban balas de cuatro libras.
114 Esta nota se basa en la propuesta presentada por Mariano Antonio Molas al Congreso de junio de 1811.
123
Francia
Juan Ignacio Vera, que sirvió de Caballería del Ejército de Paraguarí y Tacuarí [y] fue
Orden de pago a Juan
Ignacio Vera, ex integrante despedido en Itapúa sin habérsele suministrado más que un escaso socorro que no le bastó
del cuerpo de Caballería de aun para su transporte a su morada en Capiatá, en cuya atención y del estado sumamente
Paraguarí y Tacuarí. miserable en que de resultas ha quedado, ha dispuesto este Gobierno sufragarle doce pesos
fuertes, los mismos que le entregará Vuestra Merced consiguientemente a esta orden.
Dios guarde a Vuestra Merced muchos años. Asunción y septiembre 10 de 1811.
136
1811
a ellos su jurisdicción, así como los mismos diputados mandan y gobiernan también al
pueblo de Buenos Aires en consorcio de aquellos. De aquí mismo concluye que aunque
deseaba eficazmente que el Cabildo de esta ciudad de la Asunción fuese a tomar parte en
el Gobierno provisorio, pero que no obstante si era voluntad de la provincia el gobernarse
por sí misma y con independencia de la Junta Provisional de Buenos Aires, no se opondría
a ello con tal que estuviésemos unidos y obrásemos de conformidad para defendernos de
cualquier agresión exterior, contribuyendo nuestras fuerzas según lo exijan la necesidad y
la conveniencia general.
Nos ofrece también una generosa [y] liberal transacción por medio de representantes
enviados cerca de esta Junta con respecto a las haciendas de la Factoría y Ramo de Sisa y
Arbitrios aplicados a esta provincia, haciendo últimamente presente que en orden a la
condición de notificarse por esta el régimen que se dispusiese en el Congreso General,
no se halla la Junta de Buenos Aires autorizada para sancionar este acuerdo, por no deber
preceptuar al Congreso General ni prevenir sus deliberaciones, y que en esta conformidad
podía esta provincia dar a su diputado las instrucciones que estimare convenientes, como
lo habían hecho los demás que lo tenían nombrado, respecto a que en el propio Supremo
Congreso debía ventilarse la cuestión, si las leyes establecidas por los diputados de los
pueblos deben o no ratificarse por ellos mismo en sus asambleas.
Con asombro habrán recibido los enemigos de nuestro reposo la noticia de tan justa
y magnánima resolución. Ella nos atrae el respeto debido a un pueblo libre, confirma la
alta reputación que nos hemos adquirido y desvanecerá la esperanza de los que por sus
fines particulares desean conservar nuestra desunión, soplando el fuego de la discordia.
Efectivamente la Junta de Buenos Aires tampoco ha puesto el menor reparo en cuanto
a las demás deliberaciones tomadas por nuestra provincia respectivamente a su forma
de Gobierno, oficios y régimen interior porque esto era un consiguiente a la recíproca
independencia civil y a la igualdad de derechos que establece, cuando reconoce y supone
que el pueblo solo de Buenos Aires sin el concurso del diputado del Paraguay no puede
mandar a esta provincia, pero no por eso pretende que nuestro diputado tenga precisión
de incorporarse desde luego en aquella Junta. De otra suerte no dejaría a la voluntad de
esta provincia el gobernarse por sí misma y con absoluta independencia de aquel Gobierno
provisorio, porque sin duda considera y muy justamente que la institución propia y natural
de los diputados se dirige solamente al objeto de formar el nuevo Supremo Tribunal o
Congreso General de las Provincias.
Así queda ya decidida nuestra suerte, y afianzada nuestra libertad e independencia. Si
Buenos Aires, dando al mundo con este acto un testimonio público de justicia y moderación,
se hace más digno de nuestro afecto y cordialidad, nuestra Patria se corona de nueva gloria,
adquiere nuevos derechos a la admiración. Ciudadanos del Paraguay, sois todos libres, y la
Junta, participando al público esta lisonjera noticia, os congratula por este suceso, a que era
acreedor vuestro esfuerzo y vuestro valor. No se escuche de hoy [en] adelante entre nosotros
otra voz que la de la unión y la libertad. No se reconozcan otras relaciones que las que se
dirigen a afirmar nuestros comunes derechos. No deis oídos a las pérfidas y falsas voces de
los que intenten seduciros induciéndoos a la desconfianza por su sórdida ambición y por
volvernos al yugo tirano de una ignominiosa esclavitud, queriendo hacer igual la virtud con
el crimen. Revestidos del noble orgullo de hombres libres, reunámonos en una conformidad
de voluntades, formemos un cuerpo, una masa para aniquilar la tiranía. La posteridad más
remota aplaudirá vuestra constancia; os mirará como a vindicadores de la humanidad envi-
lecida por el despotismo y grabará sobre vuestros sepulcros el símbolo de la libertad.
Por lo demás, dejad a la Junta el cuidado de sostener vuestros derechos. Ella los
conservará como un sagrado depósito y nadie los perjudicará ni los atacará impunemente.
137
Francia
Cuidará también de llevar a efecto todas las disposiciones de nuestra provincia, según se
presenten las circunstancias y sus atenciones infinitas se lo permitan. Ya habéis visto que
el pueblo de Buenos Aires de ningún modo pretende subyugar o dominar al del Paraguay
ni injerir[se] en su gobierno, régimen o administración política, sino solamente vivir
con nosotros en una verdadera fraternidad de sentimientos para nuestra defensa común
y felicidad general, que es lo mismo que había decretado nuestra provincia. Desechad
desde ahora todo motivo de aprensión y pues que hemos manifestado el regocijo que nos
causa tan feliz y gloriosa reconciliación con repetidas salvas de artillería y repique general
de campanas, asistiremos todos mañana con las corporaciones de la ciudad a rendir
obsequioso culto y dar gracias al Todopoderoso por el mismo acontecimiento en una misa
solemne que se celebrará a este fin. Además manda la Junta que esta noche y la de mañana
se iluminen generalmente todas las calles de esta ciudad.
Y para que llegue a noticia de todos se publicará este manifiesto por bando en la
forma acostumbrada y sacándose los testimonios convenientes, se fijarán en los lugares
de estilo y se remitirán a las villas y poblaciones, circundándose al propio tiempo a los
partidos de esta jurisdicción.
Fecho en esta ciudad de la Asunción, capital de la Provincia del Paraguay, a 14 de
septiembre de 1811.
Avisada esta Junta por conductos calificado[s] de una horrorosa conspiración que se
Oficio de la Junta al
Cabildo; le informa de la disponía contra la Patria, ha sido preciso aprehender prontamente las personas de los
detención del Regidor señalados como factores y cómplices con el objeto de evitar las desgracias de cualquier
Vicente Caudevilla y ordena conmoción que pudieran causar, a fin de proceder sin dificultades ni embarazos a la
designar un reemplazante. averiguación de tan enorme atentado. Y siendo uno de aquellos el Regidor general Don
138
Francia
Dios guarde a Vuestras Señorías muchos años. Asunción del Paraguay, septiembre 18
de 1811.
Al Comandante de [Ñeembucú].
Excelentísimo señor:
Carta de la Junta al
embajador de España en
Con singular complacencia recibimos la carta que en ocho de abril último dirigió
Rio de Janeiro; le informa Vuestra Excelencia a Don Bernardo Velasco como Gobernador de esta provincia, en la cual
de las razones de la después de felicitarlo por la victoria sobre el Ejército de Buenos Aires, manifiesta Vuestra
revolución del 14 de mayo. Excelencia la noticia que se le había comunicado por el enviado extraordinario de Inglaterra
140
1811
con referencia al Secretario de Estado de esa Corte del [Rio de] Janeiro, de que el Capitán
General del Rio Grande, a virtud de habérsele pedido por este Gobierno el auxilio de
ochocientos hombres, había dispuesto mandar no este número, sino hasta mil hombres, por
haber sabido que el coronel Rocamora no estaba ya muy lejos de Candelaria con 600 a 700
hombres en socorro de Don Manuel Belgrano, a fin de estorbar la reunión de uno y otro y
cortar enteramente la retirada al segundo, con cuyo motivo hace también presente Vuestra
Excelencia haberle insinuado el Gobernador de Montevideo, Don Gaspar de Vigodet, que
procurase persuadir al propio Don Bernardo Velasco a que recibiese algún refuerzo de
tropas portuguesas con el objeto de hacer el mismo movimiento. Al propio tiempo incluye
Vuestra Excelencia copia de la orden precisa con que se halla de la Regencia de España, para
no consentir de modo alguno la entrada de dichas tropas portuguesas a territorio español
por muy graves que sean los motivos que se aleguen y aunque sea bajo el pretexto de sujetar
a los revolucionarios de Buenos Aires, en cuya atención desea Vuestra Excelencia saber si
efectivamente se pidió de aquí el indicado auxilio de 200 [sic] hombres, dejando no obstante
a discreción del citado Don Bernardo Velasco la ejecución completa o parcial de dicha orden
según lo exijan las circunstancias, con la prevención de que a todo evento se despidan las
tropas portuguesas con toda la prontitud que permitan la seguridad de la provincia y las
ventajas ulteriores, si en ello no se prevén inconvenientes o malas consecuencias.
Estas comunicaciones de Vuestra Excelencia no podían haber venido a tiempo más
oportuno por el íntimo enlace y conexión que tienen con los negocios políticos del día, para
cuyo conocimiento se hace preciso instruir a Vuestra Excelencia de lo que ha ocasionado
la mudanza del Gobierno y las circunstancias en que se halla esta provincia. Cuando el
infeliz estado a que quedó reducida la España oprimida casi toda por un yugo extranjero
sin un gobierno constante y que debiese ser universalmente reconocido en aquel y en este
continente puso a la ciudad de Buenos Aires en la precisión de consultar a la seguridad
general, desechando una forma de gobierno que por el mismo hecho quedaba insubsistente
e incitando a los demás pueblos a su reunión por medio de diputados para deliberar en
circunstancias tan apuradas como único y verdadero medio de salvar el Estado, claro
está que no hizo más que reasumir y poner en ejercicio los derechos que en iguales casos
corresponden a todos los pueblos, derechos tan manifiestos e incontestables que creeríamos
hacer agravio a la comprensión de Vuestra Excelencia si quisiésemos detenernos en hacer
de ellos alguna elucidación.
Los mismos pueblos de España habían dado de esto el ejemplo y los de América,
que sin ofensa de la humanidad no pueden ni deben reputarse de peor o inferior
condición, tampoco han sido destinados a seguir ciegamente el antojo, arbitrariedad o
la suerte desgraciada de aquellos destituidos de derecho legítimo para tener subyugados
y avasallados a estos que en las circunstancias presentes deben cuando menos reputarse
iguales. La ciudad de Buenos Aires y su respetable Junta había[n] protestado y jurado
también la conservación de estos dominios en su integridad y no reconocer otro soberano
que al señor Don Fernando VII y sus legítimos sucesores. Sin embargo de unos hechos y
derechos que debían ponerla a cubierto contra el juicio de cualquier siniestra intención,
Don Bernardo de Velasco se negó obstinadamente a abrazar un medio tan justo y que las
circunstancias mismas lo exigían imperiosamente. Aunque no le faltaron buenos consejos
y solicitudes, no había querido avenirse aún a adoptar acomodamiento alguno, prefiriendo
una guerra civil, que es el mayor de todos los males, a la confederación de las Provincias
que tarde o temprano había de ser inevitable, porque al cabo la ilusión pasa y la razón, la
conveniencia y utilidad general ocupan el lugar que les corresponde.
De este modo empeñó a la provincia en una guerra excusada y tan dispendiosa por el
aparato de su preparación que sería dificil hacer a Vuestra Excelencia el cuadro de los males,
141
Francia
ruinas y perjuicios que ha ocasionado. Se gastaron sobre cien mil pesos de la Real Hacienda, se
puso en movimiento y se hizo marchar a más diez mil hombres, todos a costa de ellos mismos
Carta de la Junta al
y con total abandono de sus particulares ocupaciones y atención, pues aunque se formaron
embajador de España en
Rio de Janeiro; le informa algunos cuerpos a sueldo, nunca se les efectuó la paga. El transporte y mantenimiento de
de las razones de la tanta gente y de los aprestos de guerra se hicieron también a expensas de los demás vecinos.
revolución del 14 de mayo Ganados, caballadas y carruajes, todo se tomaba y quitaba por fuerza o de grado y todo se
y denuncia un acuerdo consumía o se perdía sin paga, sin compensación y sin arbitrio. Si a todo esto se agregan los
entre el ex Gobernador daños individuales que forzosamente debía causar el Ejército contrario y al mismo tiempo la
Bernardo de Velasco y el
Comandante portugués
falta de todo comercio con los muchos frutos del país estancados sin giro ni esperanza o medio
Diego de Souza (Cont.). de tenerlo, puede Vuestra Excelencia figurarse a qué apuro y desolación llegaría la provincia.
Ella no obstante se había resignado en todo, creyendo encontrar en Don Bernardo
Velasco al menos firmeza y resolución en todo acontecimiento, pero bien presto vio
frustradas sus esperanzas. Se asombrará Vuestra Excelencia al oír lo que sucedió y si no
fuese un hecho público y notorio a millares de hombres que fueron testigos, acaso podía
peligrar la verdad en referirla. En los campos de Paraguarí mandaba Don Bernardo Velasco
en el centro de nuestro Ejército donde se tenía la mejor fuerza, pero apenas divisó en la
madrugada del 19 de enero que el enemigo avanzaba rompiendo el fuego, abandonó su
puesto, huyó ignominiosamente y fue por parajes extraviados a ocultarse en la cordillera
llamada de los Naranjos, de donde no volvió hasta que se le avisó que los nuestros habían
ganado la acción. A su ejemplo se deja comprender lo que ejecutarían otros, especialmente
sus más adheridos, fatalidad que pudo ocasionar nuestra derrota si felizmente estimulados
de su propio pundonor, los patricios que quedaron en el mismo centro y los que componían
las dos divisiones apostadas a los lados no hubiesen sostenido el fuego y rechazado con
ventaja al enemigo. Este tuvo ocasión y tiempo de retirarse y retroceder sin oposición alguna
hasta Misiones, porque nuestro Ejército, aunque victorioso, estaba sin general y sin cabeza
que tomase disposición alguna. Al fin se dispuso seguir y atacar al enemigo acampado en
Tacuarí, pero Don Bernardo Velasco, lejos de marchar a esta empresa, se retiró al pueblo
de Yaguarón, donde se mantuvo entretenido en diversiones. Se echaba no obstante la voz
de que iría a mandar el ataque en Misiones, pero los más cuerdos y prudentes ya no daban
crédito alguno y así fue que no se movió de Yaguarón hasta que volvió a tener aviso de que
nuestro Ejército de patricios había triunfado otra vez en Tacuarí. Entonces voló a Misiones,
no a pelear porque ya no había con quién; los generales habían capitulado la cesación y
conclusión de toda hostilidad y el resto del Ejército contrario había repasado el Paraná.
El general de Buenos Aires protestó entonces que no había venido a conquistar y a
subyugar esta provincia y bajo de este supuesto hizo algunas proposiciones conciliatorias,
a fin de que ella enviase igualmente su diputado al Congreso General y uniéndose con las
demás del Río de la Plata formase causa común para la seguridad y felicidad general, pero
Don Bernardo Velasco, empeñado en sostener y llevar adelante la discordia a cualquier
costo, no sólo no quiso dar oídos a avenencia alguna, sino que se propuso entregar esta
provincia a los portugueses o valerse de sus tropas para tener más oprimidos, vejados y
tiranizados a sus habitantes, intentando de ese modo una traición a la Nación y al Rey
y una violación horrible de los derechos de un pueblo fiel y leal como el Paraguay. Esto
es un hecho de que no puede dudarse. El manifiesto adjunto publicado después de su
deposición, las copias de la carta que en él se cita y de otra de aviso que se tuvo del pueblo
de La Cruz sobre la relación del Mayor General portugués en San Borja y que también se
acompaña lo convencen suficientemente.
Los 200 hombres de que habla Vuestra Excelencia es positivo que se habían solicitado
de aquí antes del segundo combate de Tacuarí. También lo es que con este motivo dispuso
el Capitán General del Rio Grande de San Pedro, Don Diego de Souza, hacer marchar
142
1811
hacia el pueblo de San Borja los mil hombres que se indicaron a Vuestra Excelencia. Así lo
avisaba el propio Capitán General a Don Bernardo Velasco en carta de 25 de febrero de este
año, pero no dice que fuese por la aproximación del coronel Rocamora a Candelaria, de
cuyos movimientos ni trata ni se muestra aún sabedor y no da otra razón sino la orden que
tenía de su soberano para auxiliar a las autoridades constituidas por el señor Don Fernando
VII que reconociesen los derechos de la señora princesa Doña Carlota Joaquina118 a falta de
sus augustos hermanos. Además que inmediatamente se aumentó aquel número hasta mil
y quinientos hombres de tropas portuguesas con suficiente artillería, que efectivamente se
reunieron en San Borja al mando del mismo Don Diego de Souza, como el propio lo avisó
también a Don Bernardo Velasco en carta de 10 de abril último, sin expresar tampoco el
motivo de este apresto, que sin duda no era otro que el plan que proponía de emplear sus
fuerzas unidas a las de esta provincia y Montevideo para ocupar y separar de la dominación
de Buenos Aires todo el país del Uruguay y Paraná, proyecto que en carta de 3 de febrero
anterior, cuya copia dirigió también a este Gobierno, había ya sugerido escribiendo a Don
Francisco Javier Elío119. Debe también advertirse, que aún antes de pedirse el sobredicho
auxilio de 200 hombres, Don Diego de Souza había ofrecido oficiosamente sus fuerzas
a Don Bernardo Velasco y también que aun después del último combate en Tacuarí le
proponía una entrevista pidiendo que para esto le señalase el lugar y día, añadiendo que
su enviado entonces el Capitán Sebastián Barreto le diría muchas más cosas interesantes
según resulta uno y otro de su misma correspondencia.
Todo esto, unido a las razones del manifiesto expresado y cartas que lo acompañan,
persuade sobradamente que entre Don Diego de Souza y Don Bernardo Velasco habían
otras inteligencias y que al pretexto de auxilios dirigían sus líneas a otro centro. De este
modo se atrajo Don Bernardo Velasco el común desprecio y aun la abominación en la
provincia que presintiendo sus nuevos males sin esperanza de remediar los pasados, se vio
en precisión de hacer uso de sus derechos, deponiendo a aquel Gobierno que manifestando
ser inepto para su defensa, régimen y prosperidad la iba conduciendo a su última ruina. Tal
fue el suceso de la revolución del día 14 de mayo y de la Junta General de la provincia, que
después se celebró y en que se creó la actual Junta Gubernativa reconocida generalmente sin
que hubiese ocurrido desgracia ni fatalidad alguna. De resultas se hallan las dos provincias
de Buenos Aires y el Paraguay reconciliadas sin subyugarse una a otra y al mismo tiempo
íntimamente unidas para sostener la causa común del señor Don Fernando VII y para
promover la felicidad general, libres de la opresión en que habían gemido y sin los riesgos a
que podían quedar expuestas dejando o descuidando su suerte futura a la voluntad ajena.
Con esta ocasión la provincia ha tomado nuevos arbitrios para prosperar, para proveer
a su defensa y seguridad y para mejorar las fortunas particulares de sus habitantes. La sabia
Junta de Buenos Aires, siguiendo sus principios de justicia y moderación, se ha prestado
generosa a estas deliberaciones. Así se ha restablecido el comercio, vuelven a cimentarse
las relaciones y todo anuncia la felicidad general. De todos estos beneficios estaba privada
la provincia y así habría quedado reducida a la última calamidad, si siguiendo el sistema
incomprensible de Don Bernardo Velasco se hubiese conservado y continuado como
aislada sin unión, sin comercio, sin relaciones con las demás provincias confederadas.
En cuanto a nuestra conducta y comportamiento con los portugueses, inmediatamente
a nuestra revolución se manifestó de aquí al mismo Capitán General de San Pedro los sinceros
deseos que tenía esta provincia de terminar por medios pacíficos las desavenencias ocurridas
118 Carlota Joaquina de Borbón, hermana de Fernando VII y esposa del Príncipe Regente Juan VI de Portugal,
había reivindicado sus derechos sucesorios sobre los dominios americanos de la Corona española.
119 Virrey del Río de la Plata.
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en la ciudad de Buenos Aires y de unirse a ella con el propio objeto y fines expresados, así como
la disposición en que se hallaba la misma provincia de observar la mejor armonía, amistad y
buena correspondencia con todos los jefes y países de la dominación de Su Majestad Fidelísima.
Su contestación ha sido proponer la reposición de Don Bernardo Velasco en el Gobierno y el
reconocimiento de los derechos eventuales de la señora Princesa Doña Joaquina de Borbón,
ofreciéndonos para este caso tropas contra las agresiones de otra cualquier provincia.
De esta calidad del reconocimiento de los derechos de la señora Princesa Doña
Carlota a que siempre ha jugado Don Diego Souza sus ofertas de tropas y auxilios y de
su conducta en estos preparativos no menos que de sus proposiciones y planes de ocupar
todo el país del Uruguay y Paraná con todo lo demás apuntado, deducirá mejor Vuestra
Excelencia cuáles puedan haber sido sus miras e intenciones y si consiguiente a ellas al fin
se ha avanzado a entrar en la campaña de Montevideo al especioso título de pacificador
según manifiesta su proclama, cuya copia también incluimos, aunque Vuestra Excelencia
puede haber ya sido noticiado de un hecho de tanto bulto. Y pues que Vuestra Excelencia se
halla con la orden precisa de oponerse a semejantes procedimientos declarando haberlo así
verificado cuando se han manifestado iguales intenciones, creemos que contra las mismas
reclamaciones de Vuestra Excelencia se habrá dispuesto la entrada de Don Diego de Souza
con tropas portuguesas a territorio español.
Esta provincia, señor Excelentísimo, por su constante fidelidad al señor Don
Fernando VII, cuyos augustos derechos ha reconocido y jurado expresamente esta Junta
del Paraguay al tiempo de su instalación, no puede ver con indiferencia una invasión tan
escandalosa. Su confederación con las otras Provincias del Río de la Plata y su situación
misma la precisarán a tomar medidas eficaces para su resguardo y seguridad, si el general
Don Diego de Souza no desiste de sus intenciones. Espera por tanto esta Junta que Vuestra
Excelencia continuará de su parte empleando toda la energía de su alta representación a
efecto de contener un procedimiento que violando los más respetables derechos amenaza
también los demás territorios del Rey.
Si Vuestra Excelencia tiene a bien hacernos algunas comunicaciones en este particular,
podrán darnos mucha luz para dirigir nuestras determinaciones. Entre tanto dígnese
Vuestra Excelencia recibir nuestros más atentos respetos y proporcionarnos oportunidad
de demostrar efectivamente la gran consideración que le tributamos.
Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años. Asunción del Paraguay y septiembre
26 de 1811.
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Fulgencio Yegros. Doctor José Gaspar de Francia. Manuel Belgrano124. Pedro Juan Caballero.
Fernando de la Mora, Vocal Secretario. Doctor Vicente Anastasio de Echevarría.
Pedro Feliciano de Cavia, Secretario.
Artículo separado.
Artículo anexo al Tratado
entre las Juntas de
Aunque por el artículo segundo del tratado concluido y firmado este día se dispone
Paraguay y Buenos Aires; que la Excelentísima Junta podrá establecer algún moderado impuesto en caso urgente a
establece el monto del la introducción de los frutos de esta Provincia del Paraguay en Buenos Aires, declaramos
impuesto a la introducción conforme a lo convenido al propio tiempo que esta imposición haya de ser de un real y
de yerba y tabaco medio por tercio de yerba y otro real y medio por arroba del tabaco y no más hasta tanto
paraguayos.
que en el Congreso General de las Provincias, sin perjuicio de los derechos de esta del
Paraguay, se arregle la imposición que por razón de dicha entrada deba pertenecer en lo
sucesivo, debiendo esta declaración tener la misma fuerza, rigor y cumplimiento que los
demás artículos del enunciado tratado.
Y para que conste firmamos este separado en la Asunción del Paraguay, a doce de
octubre de 1811.
Fulgencio Yegros. Doctor José Gaspar de Francia. Manuel Belgrano. Pedro Juan Caballero.
Fernando de la Mora, Vocal Secretario. Doctor Vicente Anastasio de Echevarría.
Pedro Feliciano de Cavia, Secretario.
123 Este tratado del 12 de octubre de 1811, como la anterior nota del 20 de julio, se basa en la propuesta
presentada al Congreso de junio del mismo año por Mariano Antonio Molas.
124 La firma de Belgrano fue omitida en la transcripción de Bareiro pero figura (aunque muy desvaída) en el
documento original.
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concordar sobre otros puntos menos esenciales a la verdad, pero de no poca importancia y
consideración por sus consecuencias. Esta negociación se ha terminado felizmente a nuestra
satisfacción y la Excelentísima Junta de Buenos Aires, por medio de sus ilustres representan-
tes enviados a esta ciudad, acaba de darnos en esta conclusión una nueva prueba y la más
brillante de la rectitud de sus determinaciones y de las ideas benéficas y liberales de que se
halla poseída con respecto a esta provincia. El Gobierno, que por la obligación que le impone
su ministerio ha tomado siempre el mayor interés, no solo en sostener los justos derechos de
la provincia, más también en todo cuanto concierne a la prosperidad común y particular de
todos sus moradores, tiene hoy la mayor complacencia en comunicar al público este último
tratado arreglado y concluido en la forma siguiente […].125
De este modo han quedado cumplidamente satisfechos los deseos de la provincia,
disipados los motivos de toda disensión política y estrechados nuevamente los vínculos de
nuestra unión. La garantía de esta se funda en nuestros empeños solemnes y en el interés
general de ambas provincias. Siendo una la causa, unos mismos deben ser nuestros votos
y todo debe ceder a tan sagrado objeto. Ya no hay ni debe haber división entre una y
otra provincia. Los hijos de Buenos Aires son y deben reputarse del Paraguay y los hijos
de esta provincia son y deben también mirarse como patricios de Buenos Aires. Serán
nuestros enemigos todos los que se declarasen contra aquel pueblo hermano y aliado y
Buenos Aires se sacrificará también a fin de perseguir y exterminar a los que se declaren
enemigos nuestros. Unidos con esta alianza indisoluble y proveídos ya de nuevos recursos,
debemos considerarnos más fuertes y con más poder para sostener la causa común. Y
pues el Gobierno ha dedicado todos sus desvelos en los medios de prosperar la provincia,
extendiendo sus miras aún más allá de lo que ella se había propuesto, esforcémonos en
defender aquella justa causa con el decoro que corresponde a la dignidad de un pueblo
como el Paraguay. Inflamados del amor de la Patria y de aquel deseo vehemente de lo
grande, que conduce a la gloria y a las acciones heroicas, sea el grito general de todos:
Morir por la Patria y por la común libertad126.
Y para que este manifiesto se haga notorio y llegue a noticia de todos, se publicará
por bando en la forma acostumbrada y sacándose las copias competentes se fijarán en
los lugares de estilo y se circularán a las villas, poblaciones y demás partidos de esta
jurisdicción.
Fecho en esta ciudad de la Asunción del Paraguay a 14 de octubre de 1811.
125 Aquí se transcribe el texto del tratado del 12 de octubre de 1811. Ver doc. 116.
126 Subrayado en el original.
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Francia
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en la inteligencia de que para este caso me ofrezco no solo a arreglar y ordenar todas las pro-
videncias y oficios de citación para la Junta General como lo hice anteriormente, sino también
a seguir trabajando solo como hasta aquí en todo lo importante del despacho de Gobierno
hasta la celebración del mismo Congreso y que este disponga lo que juzgue conveniente. De
lo contrario, el recelo mismo de volver a ser vejado y violentado me pone en la precisión de
retirarme, prescindiendo de que en semejante forma es también chocante con la razón que
uno solo trabaje incesantemente, a veces aun sin tener las horas regulares de descanso, y que
los otros pasen los años desocupados. En conclusión hago presente que considerándome obli-
gado a satisfacer de esta mi resolución al Ilustre Cabildo por la intervención que estimulado
tuvo para mi vuelta a la Junta, lo ejecuto en esta fecha con inserción de este oficio”.
Lo transcribo a Vuestra Señoría consiguiente a lo mismo que en él se expone para su
inteligencia y conocimiento, no restándome otra cosa que renovarle mis constantes respetos.
Dios guarde a Vuestra Señoría muchos años. Asunción del Paraguay, diciembre 15 de 1811.
Si este Superior Gobierno no se hubiera figurado tan útil como necesaria la dirección de
Carta enviada a José
Vuestra Merced para el despacho, expedición y curso de los negocios públicos, hubiera Gaspar Rodríguez de
desde luego vencido sus oposiciones a que se valiera de otras luces para consultar el acierto Francia por los restantes
de sus providencias; hubiera evitado el clamor público contra la inacción y retardación de miembros de la
aquellos; no hubiera visto, como con íntimo dolor suyo ha palpado, el entorpecimiento Junta; lo acusan de
de los mismos; y finalmente no se hubiera tomado Vuestra Merced las ansas con que ha comprometer la
tranquilidad pública.
forjado el oficio que con fecha de ayer ha pasado, tejido de expresiones tan descomedidas
como distantes de la realidad de los casos y hechos que apunta.
La ninguna adhesión de este Gobierno a ciertas arbitrariedades, que por nada
caracterizadas y selladas con el espíritu público las ha graduado puramente personales, ha
descubierto y hecho ver que Vuestra Merced nada menos trata que separar sus intereses de los
de la Patria bajo el especioso y decantado título de amor a esta. Cuando la unión, triunfando
entre los individuos que componen esta Superior Junta, debía concentrar más y más la
autoridad que sostiene, se intenta introducir novedades y divisiones que no pueden menos
que comprometer la salud y tranquilidad pública, haciéndose el autor de aquellas digno de que
tal vez con toda propiedad y justicia deba [en]numerársele entre los reos de lesa sociedad.
En el entretanto pues que este Superior Gobierno trata de cortar y extinguir de raíz
tan perniciosos abusos, tomando al efecto las más serias y eficaces providencias que estime
oportunas a promover como corresponde los intereses de la causa pública, tendrá Vuestra
Merced entendido de que desde este momento se le hace especialmente responsable de
todos los daños y perjuicios que se sigan e irroguen a aquella, dimanados de su separación
arbitraria y demás novedades de que se ha constituido autor. Dios guarde a Vuestra Merced
muchos años. Asunción y diciembre 16 de 1811.
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Francia
Los hechos indicados en mi oficio del [1]5 del corriente son todos verídicos y en mucha
Respuesta de José Gaspar
Rodríguez de Francia
parte constantes de documentos. Antes de mi retiro, del que hablé, hice renuncia del cargo
a los restantes miembros de por escrito y se me devolvió con la razón de que solo la provincia podía deliberar sobre
la Junta; rechaza ella. En esta virtud, propuse ahora que resuelto a verificar la misma dimisión, se hiciese
sus acusaciones y un Congreso General para verificarla ante él y habiendo instado sobre ello con mi citado
reitera su renuncia. oficio, se me contesta ya que esto es introducir novedades y división fulminando amenazas
a este pretexto sin advertir que la libre comunicación de ideas es un derecho natural de los
hombres y que si cualquiera puede hacer al Gobierno las instancias y proposiciones que
juzgue convenientes al bien común, con superior razón puede y aun tiene obligación de
hacerlo el que es miembro del mismo Gobierno, especialmente considerándolo su director
o consultor según Vuestra Señoría me supone.
Al propio tiempo se habla de la reunión de los individuos de la Junta pero ella se desen-
tiende altamente de la verdadera reunión formal, esto es de la cooperación efectiva de todos
sus individuos a los expedientes del despacho y demás negocios y de ponérseme a resguardo
de nuevos insultos. ¿Qué diremos pues de todo esto? Nada más sino que el oficio de Vuestra
Señoría del 16 es una comprobación del mío y que no se intenta otra cosa sino seguir en la mis-
ma forma que expuse anteriormente, al paso de afectarse desconocer o rebajar el mérito de mis
relevantes y distinguidos servicios bien notoriados. Dicen que la malvación siempre fue com-
pañera inseparable de la ingratitud y si estamos en este caso o no, júzguelo el que sea imparcial.
Yo tendré siempre la satisfacción de que ahora dice esto la Junta después de mi reclamación y
que tampoco es esto lo que resulta de la carta que me dirigió en tiempo de mi retiro.
No basta el dar cualquier nombre a las cosas, verdad es que este es un arbitrio antiguo
y común, pero si todos hacemos lo mismo, quedaría todo desfigurado y confuso. Tampoco
bastan las expresiones abultadas y generales, porque no teniendo contracción a objeto o
hecho determinado, quedan sin aplicación para conocer la exactitud del raciocinio. Por eso
era de desear que la Junta hubiese explicado sus conceptos en orden a esas arbitrariedades
que se dice haber hecho ver que yo trato de separar mis intereses de los de la Patria, sin
reparar que acaso con más fundamento podría yo discurrir y reflexionar del mismo
modo sobre los hechos insinuados en mi oficio y otros que son constantes. Además que
la autoridad y la fuerza no deben servir ni emplearse en hacer calumniosas imputaciones,
porque sería un grande abuso.
Las novedades por tales nada tienen, pues si de ellas hay malas, también las hay buenas
y muy buenas. ¿Acaso nuestra revolución misma no fue una grande y aun la mayor de las
novedades de la provincia? Es verdad, pero también fue la más excelente, la más brillante, la
más justa y la más necesaria de todas las novedades. Aun no había corrido un año del primer
Congreso que se hizo en el antiguo Gobierno, cuando fue preciso y necesario celebrar el
segundo de la revolución. ¿Y qué tiene que al medio año después se volviese a celebrar otro
por la justa y grave causa y necesidad de completar el Tribunal que en aquel se había creado?
La misma declaración que en él se hizo, de que solo a la Junta General quedaba reservado el
nombramiento de los miembros del Gobierno, ¿no esta manifestando una tácita prevención
de volver a celebrar Congreso cuando milite esta necesidad? Y si todo esto es así, ¿por qué
se ha de avanzar a llamar autor de divisiones y novedades al que propone este arbitrio tan
natural como debido y necesario? A más de esto, ¿la misma Junta no me indicó en cierto
modo este medio en el hecho de devolver mi renuncia con la razón que he insinuado? Con
que la novedad y arbitrariedad puede estar más bien colocada en el nuevo modo de nombrar
y caracterizar las cosas extrañamente y con oposición a sus verdaderos sentidos.
Hasta aquí no han llegado a mi noticia las divisiones que se dicen ni sé de qué naturaleza
sean o a qué objeto se dirijan, pues que el oficio de Vuestra Señoría tampoco las explica o
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1811
señala ni apunta de parte de quiénes o por qué motivo son. Solo las autoridades dudosas o
inciertas pueden causar divisiones o no terminar las que ocurran, pero no siendo de esta clase
la del Congreso, se debe esperar firmemente que con su decisión suprema quedará dirimida
toda cuestión, y recibiría por el sello que la sancione la autoridad que fije las opiniones y
establezca la unión a que todos debemos propender. Una falta de aquiescencia en este caso
sería pura arbitrariedad y más bien un crimen de lesa Patria y si por esto puede proveer el
Superior Gobierno de la Junta alguna perjudicial división, hará bien y muy bien en tomar las
más oportunas y eficaces medidas a cortar de raíz semejante abuso. Yo no sé por qué la Junta
se ha propuesto hablar en todo sin designación de hechos ni circunstancias individuales.
Será acaso porque no se hagan las demostraciones. Las oposiciones de mi parte a valerse de
otras luces es otra especie tan vaga y original como increíble y aun imposible que fuese de
algún efecto, suponiendo en la Junta todo el estímulo necesario por el bien común.
Es verdad que en los primeros días de nuestra revolución como nuevo consocio del
Gobierno no quise adoptar, en el primer bando que trabajé, las ideas de un extraño nada con-
formes a los derechos indispensables de la provincia, de cuyas resultas pasó irritado a verme
al Cuartel un religioso de aquellos que buscando sus conveniencias y por sus fines particulares
se entrometen sin la debida instrucción ni inteligencia en las materias políticas y de Estado.
Este mismo ha sido el que habiendo pasado mi oficio a la Junta se introdujo repentinamente
el propio día a mi habitación de Gobierno, recordándome con animosidad aquel suceso entre
otras ineptas impertinencias, preguntándome también qué era lo que yo quería al presente.
Entonces le amonesté sobre sus caprichosos acaloramientos y me dio por satisfacción el que
todos los días a ciertas horas por una fatal languidez padecía trastornos de su imaginación
y de su espíritu. La combinación de estas circunstancias podía darme lugar a juzgar alguna
influencia suya en la contestación de la Junta, en cuyo caso diríamos que no ha hecho más que
respirar por la herida de su antiguo resentimiento y de su frívola rivalidad y que él es quien
se ha tomado las ansas para tirar la piedra y escondiendo la mano, pero también es claro que
Vuestra Señoría no habla ni puede hablar de aquella mi oposición, pues que entonces aun no
se había establecido la Junta. Yo considero que ella tiene la perspicacia y sagacidad suficiente
para preservarse y conocer a los que afectando celo intenten aprovechar las ocasiones para
disponer los preparativos conducentes al logro de sus reservados y acaso depravados fines.
Me ha sido forzoso extenderme algo, pero no tengo empeño y mucho menos interés
alguno en que se haga el Congreso. La Junta sabe muy bien que también le manifesté que
cuando llegase a verificarse, ni aun tenía intención de asistir a él, sino dirigirle solamente
por escrito una sencilla dimisión de mi oficio. Y pues que de mi parte creo haber ya hecho
mi deber, una vez que la Junta es ahora de otro parecer desde luego puede tener por no
hecha mi propuesta de hacer Congreso, que yo no trataré más de ella, pero no pudiendo
continuar en las circunstancias de mi antecedente oficio y de lo que ministra el de Vuestra
Señoría cuando yo no he hecho más que proponer y pedir como miembro del Gobierno
lo que he juzgado conveniente al bien común y causa pública y deseando al mismo tiempo
cuidar de mi salud, hago dejación y dimisión del cargo que he ejercido en la Junta, para
que en esta conformidad disponga ella lo que estime conveniente, advirtiendo que mi
separación no es nueva ni arbitraria pues que ya es la tercera vez que la he intentado y que
en todo caso estoy muy pronto a responder sobre cualquier responsabilidad en el supuesto
de que nadie se hará juez en causa propia, para que reluzca la verdad.
Dios guarde a Vuestra Señoría muchos años. Asunción del Paraguay, diciembre 18 de
1811.
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