Está en la página 1de 30

REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN


UNIVERSITARIA
UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE VENEZUELA
PROGRAMA DE FORMACIÓN DE GRADO EN ESTUDIOS JURÍDICOS
EJE GEOPOLÍTICO RÍOS ORINOCO – APURE. EJE CACIQUE ARAMARE
ESTADO AMAZONAS

Democracia participativa y protagónica


como elemento transformador de la
ciudadanía en la actualidad.

Facilitador: Triunfador:
Dr. Jhor Acuña Edward Gil
C.I. 13.254.548

Puerto Ayacucho, mayo 2021


Al introducirme en este tema debo primero definir que la democracia
participativa y protagónica es una nueva forma de democracia marcada por la
participación libre y activa de la ciudadanía en la formulación, ejecución y control de
la gestión pública como mecanismo necesario para lograr el protagonismo que
garantice el completo desarrollo, individual y colectivo (Art. 62 Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela).

Para fundamentar este modelo democrático, estaremos propiciando el debate


entorno al proceso constituyente, la participación protagónica, sus medios de
participación y cómo desde el Método Invedecor y los 10 objetivos estratégicos
planteados por el presidente Hugo Chávez Frías, se consolida el encuentro entre el
Poder Popular y una nueva institucionalidad que consolide el nuevo Estado y, que
impulse el nuevo modelo de desarrollo, en el marco de la Revolución Bolivariana.

La democracia ha sido definida tradicionalmente como gobierno del pueblo. Sin


embargo, la mayoría de los países del mundo han entendido por democracia, lo que se
conoce como democracia representativa. En este modelo, la ciudadanía transfiere, a
través del voto, su soberanía a unas o unos representantes.

Este modelo ha sido utilizado a lo largo del tiempo para justificar que una
minoría social ejerza el poder sobre la mayoría. Para ello, se valen de un modelo
parlamentario y presidencialista, el cual utiliza el sufragio como vía para garantizar la
representación del pueblo.

En Venezuela desde 1945, con la excepción del periodo correspondiente a la


dictadura de Marcos Pérez Jiménez, se impuso el modelo representativo. Este modelo
se consolida a partir de 1958 y adquiere su expresión formal con la Constitución de la
República de Venezuela sancionada en 1961.
Para finalizar el modelo representativo ha sido una bandera de los Estados
Unidos de Norteamérica para imponer su hegemonía. En el caso de América Latina,
este modelo es respaldado por la Carta Democrática Interamericana de la
Organización de Estados Americanos (OEA). La Carta Democrática Interamericana,
ha sido utilizada para amedrentar a aquellos pueblos que intentan desarrollar auto
determinada y soberanamente, un nuevo modelo político y económico que atente
contra el control que detentan la oligarquía y las transnacionales, tal como sucede hoy
en Venezuela.

Participación protagónica

Es un principio entendido como derecho y deber sociopolítico, que establece


una interrelación entre seres humanos para favorecer su desarrollo integral, mediante
una actividad y capacidad para intervenir en los asuntos públicos, los cuales están
establecidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Este
derecho deber exige que la ciudadanía se involucre permanentemente de manera
profunda, amplia y organizada, alrededor de todo lo que por hecho y derecho les
pertenece en los órdenes: social, político, cultural, territorial, ético, económico y
productivo.

La participación protagónica está orientada a ocupar y consolidar espacios


legítimos y formales de intercambio, comunicación y expresión de la ciudadanía con
los órganos del Poder Público, para gobernar y compartir responsabilidades, en la
gestión pública local. De esta manera “se plantea una redistribución del poder como
propiedad colectiva, que pertenece a todas y todos, y que se ejerce a través de las
diferentes instancias y mecanismos institucionales y comunitarios”.

Medios de participación protagónica


Sociopolítico

Elección de cargos públicos, El Referendo, La Revolución del Mandato, La


Iniciativa Legislativa Constitucional y Constituyente, El Cabildo abierto, La
Asamblea de Ciudadanos y ciudadanas, Consejos de Planificación Pública y
Organizaciones Populares de Base

Socioeconómico

La Autogestión y Cogestión, Las cooperativas, Las Cajas de Ahorro Mutuales,


Las Empresas Comunitarias, Otras formas Asociativas de Solidaridad y cooperación.

De la participación protagónica a la consolidación del Poder Popular

Más que una invitación a la participación, la consolidación del Poder Popular es


un compromiso de construcción. Es un proceso que se nutre de dos vertientes, de dos
fuerzas políticas en pleno desarrollo. Por un lado, las luchas y las experiencias
organizativas del pueblo y, por el otro, una nueva institucionalidad.

Es necesario entonces, precisar el nexo orgánico entre estas dos fuerzas


políticas. El Método Invedecor nos sugiere un camino para desarrollar este nexo.
Invedecor es una estrategia metodológica que permite la articulación y la integración
de cuatro procesos: investigación, educación, comunicación y organización que se
alinean para afectar y transformar formas de dominación impuestas por el capital.

La organización, uno de los procesos de Invedecor, forma parte de los objetivos


estratégicos planteados por el presidente Hugo Chávez para el salto adelante.
Las expresiones del Poder Popular y la nueva institucionalidad, son espacios
que deben desarrollarse bajo los preceptos de una nueva cultura política que sea el
marco para el ejercicio de la democracia participativa y protagónica.

Estos preceptos son:

Delegación Funcional, Rotación de Cargos, Libre Juego de Tendencias,


Revocatoria del Mandato, Rendición de Cuentas, Democratización del Saber,
Elección Directa de Cargos

Estos preceptos de la democracia participativa y protagónica deben ejercerse


desde el Poder Popular constituyente para cristalizar en una nueva institucionalidad,
la cual deberá construirse en un proceso de desburocratización, democratización de
sus procesos y recursos, achatamiento de las estructuras y humanización de su propio
desarrollo.

El pueblo venezolano debe asumir que sólo se consolida el Poder Popular en la


apropiación de los...“espacios legítimos y formales de intercambio, comunicación y
expresión de la ciudadanía con los órganos del Poder Público, para gobernar y
compartir responsabilidades en la gestión pública local. De esta manera, se plantea
una redistribución del poder como propiedad colectiva, que pertenece a todas y todos
y que se ejerce a través de las diferentes instancias y mecanismos institucionales y
comunitarios”.

Para concluir vale decir que pueblo y gobierno avanzan hacia un Estado de
justicia y derecho social, desmontando la hegemonía o la capacidad de dominación de
los sectores minoritarios, capitalistas y dominantes, por una nueva hegemonía del
Poder Popular y una nueva institucionalidad democrática de todos y todas.
DEMOCRACIA PARTICIPATIVA Y PROTAGONICA

Definimos democracia participativa y protagónica como una nueva forma de Democracia


marcada por la participación libre y activa de la ciudadanía en la formulación, ejecución y
control de la gestión pública como mecanismo necesario para lograr el protagonismo que
garantice el completo desarrollo, individual y colectivo (Art. 62 Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela).

La presentación de este Eje de Formación Sociopolítico pretende darles un recorrido por los
múltiples caminos, espacios y procesos que nos permiten entender el aporte más
significativo del pueblo venezolano para América Latina y quizás para el mundo, la
democracia participativa y protagónica, entendida como un proceso de emancipación
contra el viejo modelo político de la representatividad.

Para fundamentar este modelo democrático, estaremos propiciando el debate entorno al


proceso constituyente, la participación protagónica, sus medios de participación y cómo
desde el Método Invedecor y los 10 objetivos estratégicos planteados por el presidente
Hugo Chávez Frías, se consolida el encuentro entre el Poder Popular y una nueva
institucionalidad que consolide el nuevo Estado y, que impulse el nuevo modelo de
desarrollo, en el marco de la Revolución Bolivariana.
1.- DEMOCRACIA REPRESENTATIVA A LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA

La democracia ha sido definida tradicionalmente como gobierno del pueblo.

Sin embargo, la mayoría de los países del mundo han entendido por democracia, lo que se
conoce como democracia representativa. En este modelo, la ciudadanía transfiere, a través
del voto, su soberanía a unas o unos representantes.

Este modelo ha sido utilizado a lo largo del tiempo para justificar que una minoría social
ejerza el poder sobre la mayoría. Para ello, se valen de un

modelo parlamentario y presidencialista, el cual utiliza el sufragio como vía

para garantizar la representación del pueblo.

En Venezuela desde 1945, con la excepción del periodo correspondiente a la

dictadura de Marcos Pérez Jiménez, se impuso el modelo representativo.

Este modelo se consolida a partir de 1958 y adquiere su expresión formal con la


Constitución de la República de Venezuela sancionada en 1961.
El modelo representativo ha sido una bandera de los Estados Unidos de Norteamérica para
imponer su hegemonía. En el caso de América Latina, este modelo es respaldado por la
Carta Democrática Interamericana de la

Organización de Estados Americanos (OEA). La Carta Democrática Interamericana, ha sido


utilizada para amedrentar a aquellos pueblos que intentan desarrollar auto determinada y
soberanamente, un nuevo modelo político y económico que atente contra el control que
detentan la oligarquía y las transnacionales, tal como sucede hoy en Venezuela.

2.- Proceso constituyente


El proceso constituyente abre espacios de participación. La propuesta que trajo al país el
presidente, comandante Hugo Rafael Chávez Frías, recogía el clamor popular por los
cambios profundos que venía exigiendo el pueblo venezolano en las calles. El proceso
bolivariano comenzaba con dificultad debido a las trabas heredadas de la Cuarta República.
La Asamblea Nacional Constituyente, con la que se inicia la consulta popular, apuntaba por
un lado al desmontaje del viejo modelo político y jurídico y, por el otro, a la construcción de
un nuevo Estado de justicia y derecho social que contempla hoy la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela de 1999.

Esta Constitución puede entenderse como una plataforma programática para la


Construcción de la Venezuela bolivariana. Propone así, la refundación de la República en el
marco de una democracia participativa y protagónica que reivindique el carácter multiétnico
y pluricultural de nuestra sociedad. También incorpora la economía social como aporte al
nuevo modelo económico. Además, reivindica el principio de no intervención y
autodeterminación de los pueblos, y finalmente establece que la soberanía reside
intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce de manera directa, como ciudadanas y
ciudadanos activos y protagónicos, e indirectamente, mediante el sufragio.

Debemos reconocer que este gobierno ha jugado un papel fundamental en l Transformación


de este país. Pero igualmente, debemos reivindicar los históricos aportes que las iniciativas
del pueblo venezolano le han dado a esta revolución, y que se expresan en los movimientos
populares, estudiantiles, obreros, campesinos, intelectuales progresistas, indígenas,
afroamericanos, de mujeres, militares revolucionarios, religiosos y de otros, que sin foto ni
firma han escrito esta historia.

El proceso constituyente no ha culminado. Continúa llevándose a cabo, tal como lo expresan


el Presidente y el pueblo organizado, en la propuesta del salto adelante.

La Constitución Bolivariana es un instrumento para esta transformación.

El salto adelante nos obliga a realizar cambios profundos, los cuales pasan por la creación o
adecuación de una nueva institucionalidad. Estos cambios exigen la postura de un nuevo
ejercicio de ciudadanía, enmarcada en la participación protagónica

3.- Participación protagónica

Es un principio entendido como derecho y deber sociopolítico, que establece una


interrelación entre seres humanos para favorecer su desarrollo integral, mediante una
actividad y capacidad para intervenir en los asuntos públicos, los cuales están establecidos
en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Este derecho deber exige que la
ciudadanía se involucre permanentemente de manera profunda, amplia y organizada,
alrededor de todo lo que por hecho y derecho les pertenece en los órdenes: social, político,
cultural, territorial, ético, económico y productivo.

La participación protagónica está orientada a ocupar y consolidar espacios legítimos y


formales de intercambio, comunicación y expresión de la ciudadanía con los órganos del
Poder Público, para gobernar y compartir responsabilidades, en la gestión pública local. De
esta manera “se plantea una redistribución del poder como propiedad colectiva, que
pertenece a todas y todos, y que se ejerce a través de las diferentes instancias y
mecanismos institucionales y comunitarios”.

Medios de participación protagónica

Sociopolítico

* Elección de cargos públicos

* El Referendo

* La Revolución del Mandato

* La Iniciativa Legislativa Constitucional y Constituyente

* El Cabildo abierto

* La Asamblea de Ciudadanos y ciudadanas

* Consejos de Planificación Pública

* Organizaciones Populares de Base

Socioeconómico

* La Autogestión y Cogestión
* Las cooperativas

* Las Cajas de Ahorro Mutuales

* Las Empresas Comunitarias

* Otras formas Asociativas de Solidaridad y cooperación.

De la participación protagónica a la consolidación del Poder Popular

Más que una invitación a la participación, la consolidación del Poder Popular es un


compromiso de construcción. Es un proceso que se nutre de dos vertientes, de dos fuerzas
políticas en pleno desarrollo. Por un lado, las luchas y las experiencias organizativas del
pueblo y, por el otro, una nueva institucionalidad.

Es necesario entonces, precisar el nexo orgánico entre estas dos fuerzas políticas. El Método
Invedecor nos sugiere un camino para desarrollar este nexo. Invedecor es una estrategia
metodológica que permite la articulación y la integración de cuatro procesos: investigación,
educación, comunicación y organización que se alinean para afectar y transformar formas
de dominación impuestas por el capital.

La organización, uno de los procesos de Invedecor, forma parte de los objetivos estratégicos
planteados por el presidente Hugo Chávez para el salto adelante.

Las expresiones del Poder Popular y la nueva institucionalidad, son espacios que deben
desarrollarse bajo los preceptos de una nueva cultura política que sea el marco para el
ejercicio de la democracia participativa y protagónica.

Estos preceptos son:

Delegación Funcional

Rotación de Cargos

Libre Juego de Tendencias

Revocatoria del Mandato


Rendición de Cuentas

Democratización del Saber

Elección Directa de Cargos

Estos preceptos de la democracia participativa y protagónica deben ejercerse desde el


Poder Popular constituyente para cristalizar en una nueva institucionalidad, la cual deberá
construirse en un proceso de desburocratización, democratización de sus procesos y
recursos, achatamiento de las estructuras y humanización de su propio desarrollo.

El pueblo venezolano debe asumir que sólo se consolida el Poder Popular en la apropiación
de los...“espacios legítimos y formales de intercambio, comunicación y expresión de la
ciudadanía con los órganos del Poder Público, para gobernar y compartir responsabilidades
en la gestión pública local. De esta manera, se plantea una redistribución del poder como
propiedad colectiva, que pertenece a todas y todos y que se ejerce a través de las diferentes
instancias y mecanismos institucionales y comunitarios”.

Nos apoyamos en las palabras del sociólogo Iván Cañas, para decir que pueblo y gobierno
avanzan hacia un Estado de justicia y derecho social, desmontando la hegemonía o la
capacidad de dominación de los sectores minoritarios, capitalistas y dominantes, por una
nueva hegemonía del Poder Popular y una nueva institucionalidad democrática de todos y
todas.

4.- EL SALTO ADELANTE Y LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA

* La nueva estructura social

La nueva ciudadanía, debe sentirse capaz de participar y ser protagonista en la construcción


de la nueva estructura social. Este planteamiento pretende sistematizar el camino que han
recorrido las organizaciones populares, en la lucha por sus reivindicaciones sociales,
políticas y humanas.

En este momento histórico, la nueva institucionalidad debe reconocer las experiencias del
movimiento popular, fortalecerlas y propiciarlas para la construcción del nuevo Estado. Esto
pasa por asumir en colectivo un proceso de formación permanente donde nadie enseña a
nadie, donde nos reconocemos y aprendemos juntas y juntos que el interés colectivo, en su
acción político-social, se construye en un ejercicio de corresponsabilidad entre el Estado y la
sociedad en su conjunto.

Como dice el presidente Chávez, la nueva estructura social debe garantizar la


universalización de los derechos sociales, combatiendo la inequidad social, disminuyendo
las brechas socio-económicas de riqueza, ingreso, calidad de vida, reconociendo y valorando
las historias, culturas y conocimientos tradicionales y autóctonos que apunten a la
emancipación.

* Nuevo modelo democrático

El modelo democrático que queremos construir en Venezuela no es un proyecto acabado.


Una de sus principales características es su reconocimiento, como aporte constituyente, de
todo el proceso de producción de nuevos conocimientos por el pueblo venezolano.

La Constitución de 1999 recoge y expresa los elementos característicos de este nuevo


modelo. En este sentido, establece el marco de una sociedad democrática, participativa,
protagónica, multiétnica y pluricultural en un estado social de justicia y derecho donde toda
la ciudadanía está comprometida en la construcción del nuevo Estado.

* Nueva institucionalidad

El presidente Chávez reiteradamente hace enérgicos llamados a luchar contra la corrupción


y el burocratismo. Se trata de desmontar las concepciones, estructuras y procedimientos de
la heredada cultura burocrática puntofijista, aún presente en algunas instancias.

El nuevo Estado de justicia y de derecho social le brinda a cada ciudadano y ciudadana,


elementos legales y bases constitucionales para la participación protagónica en la
construcción de una nueva y revolucionaria institucionalidad, capaz de responder al
momento histórico y al nuevo modelo de desarrollo que demanda eficacia, pertinencia,
congruencia, eficiencia y compromiso ético en el funcionamiento de la administración
pública, permitiendo así la consolidación del nuevo Estado.
LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN EL NUEVO MODELO ECONÓMICO

Siguiendo los principios constitucionales que reivindican los valores de solidaridad,


cooperación y corresponsabilidad, el nuevo modelo económico que debemos impulsar, se
fundamenta en la promoción y construcción de todas las formas asociativas, cooperativas,
mutuales, de cogestión, autogestión, soportadas en la propiedad social sobre los medios de
producción.

La Revolución Bolivariana ha entrado en una nueva etapa, profundizando el cambio


estructural, al promover la transformación de las relaciones de producción en la perspectiva
del desarrollo endógeno. Esto permite la participación protagónica, no sólo en lo político,
sino también en lo social y lo económico. Los Núcleos de Desarrollo Endógeno, impulsados
por la Misión Vuelvan Caras, son algunas de las expresiones de este nuevo modelo, donde
se conjugan lo técnico-productivo con lo socio-político, superando así, la división social del
trabajo.

5.- Contraloría social

La contraloría social es la máxima expresión de la democracia participativa. Por medio de


ella, las comunidades ejercen acciones de control, vigilancia y evaluación para lograr el
cumplimiento de los objetivos de los programas sociales, fomentando así, la responsabilidad
ciudadana en la construcción del poder político, y evitando que los recursos se desvíen hacia
intereses ajenos a los del pueblo.

Es la organización de la ciudadanía, para el ejercicio de la participación ciudadana en el


control del gobierno local y la gestión pública municipal; es una modalidad de asociación
vecinal o comunitaria, para coadyuvar en el ejercicio del control sobre la actividad de los
servidores y los particulares que cumplen funciones públicas.

ARTICULOS RELACIONADOS con la contraloría social en nuestra carta magna Constitución de


la República Bolivariana de Venezuela

Artículo 2:
Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que
propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la
libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y, en
general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político.

Artículo 5:

La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en la


forma prevista en esta Constitución y en la ley, e indirectamente, mediante el sufragio, por
los órganos que ejercen el Poder Público. Los órganos del Estado emanan de la soberanía
popular y a ella están sometidos.

Artículo 62:

Todos los ciudadanos y ciudadanas tienen el derecho de participar libremente en los


asuntos públicos, directamente o por medio de sus representantes elegidos o elegidas. La
participación del pueblo en la formación, ejecución y control de la gestión pública es el
medio necesario para lograr el protagonismo que garantice su completo desarrollo, tanto
individual como colectivo. Es obligación del Estado y deber de la sociedad facilitar la
generación de las condiciones más favorables para su práctica.

Artículo 66:

Los electores y electoras tienen derecho a que sus representantes rindan cuentas públicas,
transparentes y periódicas sobre su gestión, de acuerdo con el programa presentado.

Artículo 184:

La ley creará mecanismos abiertos y flexibles para que los Estados y los Municipios
descentralicen y transfieran a las comunidades y grupos vecinales organizados los servicios
que éstos gestionen previa demostración de su capacidad para prestarlos, promoviendo: La
transferencia de servicios en materia de salud, educación, vivienda, deporte, cultura,
programas sociales, ambiente, mantenimiento de áreas industriales, mantenimiento y
conservación de áreas urbanas, prevención y protección vecinal, construcción de obras y
prestación de servicios públicos. A tal efecto, podrán establecer convenios cuyos contenidos
estarán orientados por los principios de interdependencia, coordinación, cooperación y
corresponsabilidad. La participación de las comunidades y de ciudadanos o ciudadanas, a
través de las asociaciones vecinales y organizaciones no gubernamentales, en la formulación
de propuestas de inversión ante las autoridades estadales y municipales encargadas de la
elaboración de los respectivos planes de inversión, así como en la ejecución, evaluación y
control de obras, programas sociales y servicios públicos en su jurisdicción. La participación
en los procesos económicos estimulando las expresiones de la economía social, tales como
cooperativas, cajas de ahorro, mutuales y otras formas asociativas. La participación de los
trabajadores o trabajadoras y comunidades en la gestión de las empresas públicas mediante
mecanismos autogestionarios y cogestionarios. La creación de organizaciones, cooperativas
y empresas comunales de servicios, como fuentes generadoras de empleo y de bienestar
social, propendiendo a su permanencia mediante el diseño de políticas en las cuales
aquellas tengan participación. La creación de nuevos sujetos de descentralización a nivel de
las parroquias, las comunidades, los barrios y las vecindades a los fines de garantizar el
principio de la corresponsabilidad en la gestión pública de los gobiernos locales y estadales y
desarrollar procesos autogestionarios y cogestionarios en la administración y control de los
servicios públicos estadales y municipales. La participación de las comunidades en
actividades de acercamiento a los establecimientos penales y de vinculación de éstos con la
población.

A.- FINALIDAD DE LA CONTRALORIA SOCIAL:

La finalidad de la Contraloría Social, es la participación o intervención de los ciudadanos en


la vigilancia, seguimiento y monitoreo de la gestión publica, a fim de que se verifiquen los
principios de transferencia, eficiencia, eficacia, equidad, de manera que se prevenga la
comisión de actos de corrupción, permitiendo a la sociedad civil generar un proceso de
control a la gestión publica, es decir a lo que nos pertenece, lo que es de todos y por lo
tanto nos involucra a todos. Esta acción de control, vigilancia y supervisión de las obras
servicios y programas sociales, se ejecuta a través de los órganos de administración pública,
específicamente en las aéreas de competencias del municipio. Esto viene a contribuir un
nuevo modelo de Derechos y compromisos ciudadano con el propósito de contribuir con
una gestión gubernamental exitosa.

B.- ELEMENTOS QUE INTEGRAN ESTA VISION CONTRALORA:

La conformación de la Unidad de Contraloría Social, se encuentra enmarcada en el articulo


33 de la ley Orgánica de los Consejos Comunales donde establece: “La Unidad de Contraloría
Social es la instancia del consejo comunal para realizar la evaluación de la gestión
comunitaria y la vigilancia de las actividades, recursos y administración de los fondos del
consejo comunal. Estará integrada por cinco habitantes de la comunidad, electos o electas,
a través de un proceso de elección popular.

Esta unidad realizará sus funciones sin menoscabo del control social que ejerza la Asamblea
de Ciudadanos y Ciudadanas y otras organizaciones comunitarias, de conformidad con el
ordenamiento jurídico”.

Para elegir a los miembros, se realizaran en la Asamblea de Ciudadanos y Ciudadanas por


votación libre universal directa y secreta por el sistema de votación uninominal. El Numero
puede varias entre tres (3) a 5 o siete personas presentes en la asamblea y será de acuerdo
a la población y los problemas sociales que confo9ntsan la comunidad en cuestión.

C.-OBJETIVOS DE LA CONTRALORIA SOCIAL:

Entre los objetivos de la contraloría social podemos enumerar:

1. Promover la participación ciudadana en función de una justicia social.

2. Programar la participación social.

3. Contribuir con el cumplimiento de las leyes y procedimientos con la ejecución de las


obras, servicios, programas y proyectos financiados con fondos públicos.

4. Promover los líderes comunitarios.

5. Incentivar la confianza de la comunidad en cuanto a la vigilancia sobre los recursos


destinados a satisfacer las necesidades colectivas.

6. Detectar a tiempo irregularidades, desviaciones de los recursos destinados a obras,


servicios, programas y proyectos y poder dar sugerencias de soluciones.

INDICE:
CONCLUSION

La constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en su artículo 5 establece: que la


soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, pero este mandato supone una
disposición del ciudadano o de la ciudadanía para involucrarse en acciones y decisiones que
le permitan consolidar espacios legítimos y formales de intercambio, comunicación y
expresión de la sociedad con los órganos del Poder Público, para gobernar y compartir
responsabilidades en la legislación publica, dando como resultado una interrelación entre
seres humanos para favorecer su desarrollo integral, mediante una actividad y capacidad
para intervenir en los asuntos públicos.

La participación protagónica está orientada a ocupar y consolidad espacios legítimos y


formales de intercambio, comunicación y expresión de la ciudadanía con los órganos de
Poder Público, para gobernar y compartir responsabilidades, en la gestión pública local. De
esta manera se plantea una participación del poder como propiedad colectiva, que
pertenece a todos y a todas que se ejerce a través de las diferentes instancias y mecanismos
institucionales y comunitarios.

INTRODUCCION

El modelo representativo ha sido una bandera de los Estados Unidos de Norteamérica para
imponer su hegemonía. En el caso de América Latina, este modelo es respaldado por la
carta Democrática Interamericana de la Organización de Estados Americanos (OEA). La carta
Democrática Interamericana, ha sido utilizada para amedrentar a aquellos pueblos que
intentan desarrollar auto determinada y soberanamente un nuevo modelo político y
económico que atente contra el control que detenta la oligarquía y las transnacionales, tal
como sucede hoy en Venezuela.
En el proceso constituyente, desarrollado en Venezuela desde 1998, ha replanteado en el
mundo un debate sobre otro modelo de democracia: La democracia participativa y
protagónica. Este modelo es el eje fundamental de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela promulgada en 1999.-

BIBLIOGRAFIA

XXX

Partiendo de una reflexión sobre las limitaciones que enfrenta la democracia en el


contexto de la globalización actual, el autor analiza las posibilidades de una nueva
relación entre las personas, los colectivos y las instituciones del Estado. Los desafíos
que enfrenta la humanidad, a escala mundial, no pueden seguir siendo enfrentados
con las formas sociales y políticas propias del marco del Estado-Nación territorial. La
democracia continuaría siendo la mejor alternativa a esta crisis epocal, pero aquella
que surja de una profunda transformación de la relación entre gobernados y
gobernantes, y que de cuenta de las nuevas formas de participación que exigen los
diversos actores sociales sin necesidad de retornar al rígido centralismo estatista.

Inicio de página

Entradas del índice


Palabras claves :
démocratie, mondialisation, participation, marché, crise, changement

Keywords:
democracy, globalization, participation, market, crisis, change

Palabras claves:
democracia, globalización, participación, mercado, crisis, cambio

Inicio de página

Plano
Prólogo

Cambio de época

¿Democracia?

Transformación social

La experimentación democrática

Inicio de página

Texto completo
PDF Enviar el documento por correo electrónico

Prólogo

1No creo que sea conveniente introducirse en el debate sobre la mejora de los canales
de representación política, la necesidad o no de modificar el funcionamiento de las
instituciones de la democracia representativa, o de valorar mejor o peor las
experiencias de participación social de tal o de cual sitio, sin contextualizar
socialmente el tema ¿Podemos seriamente hablar de los temas mencionados sin tratar
de relacionarlos con los grandes cambios que atraviesan nuestras sociedades? ¿Si
descontextualizamos socialmente el debate sobre la democracia representativa, no
estaremos cayendo en el “autismo” político que aqueja a muchas de las instituciones
democráticas en la actualidad? Estas reflexiones tratan de situar el debate sobre la
innovación democrática en el debate más amplio de la transformación social,
relacionando los déficits actuales del funcionamiento de la democracia representativa
en el marco general del cambio de época que atravesamos, y la necesidad de buscar
alternativas a los graves problemas sociales planteados.

Cambio de época

2Muchos de los parámetros en los que se inscribían las instituciones de la democracia


representativa han cambiado sustancialmente. Las bases liberales de partida, fueron
modificándose (democratizándose) en una línea que permitió ir abriendo mas
oportunidades de acceso a sectores y capas sociales que no estaban “inscritos” en las
coordenadas de partida. Las instituciones políticas del liberalismo se fundamentaban
en una relación subsidaria en relación a las exigencias del orden económico liberal, y
en ese diseño, como sabemos, las posibilidades de participación política se
circunscribían a aquellos considerados plenamente como ciudadanos, es decir,
propietarios, cuyos umbrales de renta variaban en relación a las fuerzas políticas, más
conservadoras, más liberales, que ocupaban alternativamente las instituciones
políticas. La preocupación por la participación política no era un tema que estuviera
situado en la agenda de debate de las instituciones. Era un tema extrainstitucional,
planteado precisamente por aquellos que expresamente estaban excluidos de la vida
política institucional. Hablar de democracia en esa época era referirse a un anhelo
revolucionario y contradictorio con la lógica institucional imperante, básicamente
porque hablar de democracia era hablar de igualdad. La propia transformación del
sistema económico se acompañó, no sin tensiones y conflictos de todo tipo y
dimensión, de la transformación democratizadora del sistema político. Podríamos
decir que, en la Europa Occidental, y tras los apabullantes protagonismos populares
en los desenlaces de las grandes guerras, se consigue llegar a cotas desconocidas
hasta entonces de democratización política y, no por casualidad, de participación
social en los beneficios del crecimiento económico en forma de políticas sociales, a
partir de 1945. Democratización y redistribución aparecen nuevamente conectados.
Ese modelo, en el que coincidían ámbito territorial del Estado, población sujeta a su
soberanía, sistema de producción de masas, mercado de intercambio económico y
reglas que fijaban relaciones de todo tipo, desde una lógica de participación de la
ciudadana en su determinación, adquirió dimensiones de modelo canónico y
aparentemente indiscutido.

3En los últimos años, muchas cosas han cambiado al respecto. Los principales
parámetros socioeconómicos y culturales que fueron sirviendo de base a la sociedad
industrial, están quedando atrás a marchas forzadas. Y muchos de los instrumentos de
análisis que nos habían ido sirviendo para entender las transformaciones del estado
liberal al estado fordista y keynesiano de bienestar, resultan ya claramente
inservibles. No es el momento para reiterar muchos de esos elementos de cambio,
pero tracemos algunas pinceladas. Globalización económica y cambio tecnológico
han modificado totalmente las coordenadas del industrialismo. Son cada vez más
raras y fugaces las situaciones productivas en que grandes concentraciones de
trabajadores elaboran ingentes cantidades de productos de consumo masivo a precios
asequibles, sobre la base de una organización del trabajo taylorista y a costa de una
notable homogeneidad en la gama de bienes producidos. Seguramente esto sólo fue
cierto en algunas partes del mundo, pero en esas partes el impacto de esos cambios ha
sido tremendo. Ya no podemos hablar de estabilidad, de continuidad, de
especialización profesional única, en relación a unas condiciones de trabajo cada vez
más precarias y fluidas. El trabajo estructura cada vez menos la vida de las gentes, y
ello afecta sin duda a sus vínculos sociales, a la forma de entender pautas de
reciprocidad, o de implicación en asuntos que trasciendan al mero individuo.
4Los impactos de esa transformación no son menores en el campo de las relaciones
sociales. Hemos ido pasando de órdenes sociales relativamente estables, con escalas
de desigualdad conocidas y que permitían tratamientos redistributivos relativamente
homogéneos y colectivos, que se establecían además con notables garantías de
continuidad, a situaciones caracterizadas por la heterogeneidad, la fragmentación, y
con complejidades sólo explicables desde un proceso de individualizacón vertiginoso.
La desigualdad sigue existiendo, pero sus descriptores se han modificado
sustancialmente. No hay un eje predominante, sino multiplicidad de ejes de
desigualdad y de vulnerabilidad. La acumulación histórica de riesgos en ciertos
sectores sociales, les había permitido desarrollar respuestas colectivas de muy diverso
tipo, que buscaban tanto la capacidad de hacerse oir en un escenario político pensado
para otros colectivos y problemas, como buscaban asimismo respuesta concreta a
problemas relacionados con las condiciones colectivas de vida y de trabajo. Frente a
la anterior estructura social de grandes agregados y de importantes continuidades,
tenemos hoy un mosaico cada vez más fragmentado de situaciones de pobreza, de
riqueza, de fracaso y de éxito. La llegada masiva de inmigrantes ha provocado,
asimismo, rupturas significativas en las dinámicas de reciprocidad social
tradicionales, fragmentando y diversificando hasta el infinito condiciones de vida, de
trabajo, de ciudadanía, y dificultando notablemente la fácil articulación de respuestas
dotadas de un sentido colectivo de pertenencia y de perspectiva estratégica, sentido de
forma espontánea y natural. El propio ámbito de convivencia primaria no presenta ya
el mismo aspecto que tenía en la época industrial. Y si bien ello genera cambios muy
positivos de emancipación femenina vía formación y acceso al mercado de trabajo,
repercute también en el debilitamiento de las instancias de socialización primaria y de
trasmisión de criterios de implicación común.

5Ese conjunto de cambios y de profundas transformaciones en las esferas productiva,


social y familar no han encontrado a los poderes públicos en su mejor momento. El
mercado y el poder económico subyacente se han globalizado, mientras las
instituciones políticas, y el poder que de ellas emana, sigue -en buena parte- anclado
al territorio. Y es en ese territorio donde los problemas que genera la mundialización
económica y los procesos de individualización se manifiestan diariamente. La
fragmentación institucional aumenta, perdiendo peso el Estado hacia arriba
(instituciones supraestatales), hacia abajo (procesos de descentralización,
“devolution”, etc.), y hacia los lados (con un gran incremento de los partenariados
públicos-privados, con gestión privada de servicios públicos, y con presencia, cada
vez mayor, de organizaciones sin ánimo de lucro presentes en el escenario público).
Al mismo tiempo, la lógica jerárquica que ha caracterizado siempre el ejercicio del
poder, no sirve hoy para entender los procesos de decisión pública, basados, cada vez
más, en lógicas de interdependencia, de capacidad de influencia, de poder relacional,
y, cada vez menos, en estatuto orgánico o en ejercicio de jerarquía formal.
6Es en ese nuevo contexto en el que hemos de situar el debate sobre los posibles
déficits de la democracia representativa. Relacionando cambios en el sistema político
con cambios en las formas de vida y de trabajo. Y ello no se acostumbra a hacer. Se
discute de la salud de la democracia, de su vitalidad y capacidad para recoger el sentir
popular, como si la democracia fuera un “acquis” indiscutido e indiscutible desde
cualquier ámbito territorial o colectivo. Y más aún: como si todos entendieran lo
mismo cuando hablan de democracia.

¿Democracia?

 1  Estas reglas formales serían asamblea representativa, elegida por la ciudadanía y


con capacidad no (...)

7No es fácil adentrarse en el debate sobre la democracia y sus significados pasados,


actuales y futuros, sin aclararnos un poco sobre a qué nos estamos refiriendo. Y
tampoco es ello sencillo dado lo mucho que se ha escrito y se sigue escribiendo sobre
el tema. Aceptemos que deben existir unas reglas mínimas sobre las que fundamentar
un ejercicio democrático1, pero sabiendo que la existencia de esas reglas no implican
el que se consigan los fines que, desde siempre, han inspirado la lucha por la
democratización de nuestras sociedades. Es decir, la igualdad no sólo jurídica sino
tambien social y económica. Esa aspiración ha sido la razón de ser de los
movimientos democráticos desde que se alteraron los principios teocráticos y
autoritarios del poder. Los “levellers” en Inglaterra o los “iguales” de Babeuf, por
retrotraernos a los orígenes, no se conformaban con el principio representantivo como
elemento constitutivo de los nuevos regímenes, sino que pretendían hacer realidad la
aspiración igualitaria, la aspiración democrática.

 2  A.O.Hirschman, The Rethoric of Reaction, Belknap, Harvard, 1991, p.169


 3  C. Crouch, Posdemocracia., Taurus, Madrid, 2004

8Lo que ha ocurrido en los últimos años, el gran cambio de época al que asistimos,
está provocando un vaciamiento creciente de nuestra capacidad de influir en la acción
de gobierno. Y ello es así a pesar de que formalmente mantengamos más o menos
intactos muchos de los elementos formales de nuestra condición de ciudadanos que
viven y ejercen sus derechos en un Estado democrático. Y con ese creciente
desapoderamiento de la capacidad popular de influir y condicionar las decisiones, se
pierde buena parte de la legitimidad de una democracia que sólo mantiene abiertas las
puertas de los ritos formales e institucionales. Dice Hirschman2que un regimen
democrático consigue legitimidad cuando sus decisiones emanan de una completa y
abierta deliberación entre sus grupos, órganos y representantes, pero eso es cada vez
menos cierto para los ciudadanos y lo es cada vez más para entes, corporaciones y
lobbies económicos que escapan de la lógica estado-mercado-soberanía, y
aprovechan sus nuevas capacidades de movilidad global. Los poderes públicos son
cada vez menos capaces de condicionar la actividad económico-empresarial, y, en
cambio, las corporaciones siguen influyendo y presionando a unas instituciones que
no disponen de los mismos mecanismos para equilibrar ese juego de los que
disponían antes3.

9La propia evolución de los regímenes liberal-democráticos ha mantenido siempre


fuera del sistema político a sectores sociales que no disponían de las mínimas
capacidades y condiciones vitales para poder ejercer con plenitud su ciudadanía. Esa
exclusión política la realizaba normativamente (asignando los ya mencionados
umbrales de renta que convertían el sufragio y la vida política en cosa de unos
cuantos; manipulando los distritos electorales; dejando fuera a los jóvenes, a las
mujeres o a los que vagaban por el país buscando trabajo, prohibiendo la existencia
de ciertos partidos o dificultando su funcionamiento,...), o por la vía de los hechos,
despreocupándose de los que pudiendo hacerlo, no usan sus derechos políticos,
preocupados como están por temas más urgentes desde el punto de vista vital. Lo que
está ocurriendo es que ese sector de excluidos políticos crece; porque crecen las
situaciones de exclusión social (que conllevan siempre procesos de reducción del
ejercicio de ciudadanía), y porque crece la sensación de inutilidad del ejercicio
democrático-institucional en esa “democracia de baja intensidad”, al aumentar la
conciencia sobre las limitaciones de las capacidades reales de gobierno de las
instituciones en el nuevo escenario de mundialización económica, o porque los
actores político-institucionales están cada vez más encerrados en su universo
autosuficiente. La reserva de legitimidad de la democracia se va agotando, justo
cuando su aparente hegemonía como “único” sistema viable y aceptable de gobierno
parece mayor que nunca.

10Y ello es así porque ese conjunto de transformaciones y cambios a los que hemos
ido aludiendo, han contribuido a que la democracia sea hoy una palabra, una
expresión, un término que cada vez explique menos. El uso y abuso del vocablo, su
aparente inatacabilidad, lo convierte en más redundante, y menos políticamente
definitorio. Los grandes organismos internacionales, las grandes potencias mundiales,
cualquier Estado y cualquier actor político en cualquier lugar, usa el término y lo
esgrime para justificar lo que se hace o para criticar lo que no se hace. Y lo cierto es
que si tratamos de recuperar su sentido primigenio y complejo, la democracia y su
pleno ejercicio no es precisamente algo que pueda asumirse por ese enorme y
variopinto conjunto de actores e instituciones de manera pacífica y sin
contradicciones.

11Los actores institucionales, y con ellos los partidos políticos y las grandes
organizaciones sindicales, cada vez más inextrincablemente insertos en el tejido
institucional-estatal, si bien detectan las señales de desconexión y de desafección de
la ciudadanía, tratan de acomodarse a la nueva situación, buscando con mayor o
menor énfasis nuevas vías de supervivencia, en un juego que puede llegar a ser
perverso, con los medios de comunicación como gran receptáculo de interacción
extra e intra institucional. Los movimientos sociales o bien van estrechando sus
vínculos clientelares con la estructura institucional, o bien tratan de buscar
alternativas que inmediatamente les alejan del juego político convencional. La
ciudadanía aumenta su escepticismo-cinismo en relación a la actividad político-
institucional, y podríamos afrmar que ha simplemente “descontado” la existencia del
sistema de representación política como una carga más que ha de soportarse en
sociedades donde vivir es cada vez más complejo. Y en esa línea, la relación con
políticos e instituciones tiende a volverse más utilitaria, más de usar y tirar, con pocas
esperanzas de influencia o de interacción “auténtica”.

Pero, ante ese conjunto de problemas y constataciones, ¿cómo avanzar? La


democracia sigue siendo la respuesta. Lo que deberíamos recobrar es nuestra
capacidad de replantear la pregunta.

Transformación social

12La democracia no tiene por qué considerarse como un fin en si misma. Lo que está
en juego, lo que podría constituir la pregunta a hacerse sería: ¿cómo avanzamos hacia
un mundo en el que los ideales de libertad e igualdad puedan cumplirse de manera
más satisfactoria, manteniendo además la aceptación de la diversidad como elemento
estructurante en un escenario indefectiblemente globalizado? La respuesta sigue
siendo: democracia. Una democracia que recupere el sentido transformador,
igualitario y participativo que tenía hace años. Y que por tanto supere esa visión
utilitaria, minimalista y encubridora, muchas veces, de profundas desigualdades y
exclusiones que tiene ahora en muchas partes del mundo. Una democracia como
respuesta a los nuevos retos económicos, sociales y políticos a lo que nos
enfrentamos. Recordemos que capitalismo y democracia no han sido nunca términos
que convivieran con facilidad. La fuerza igualitaria de la democracia ha casado más
bien mal con un sistema económico que considera la desigualdad como algo natural y
con lo que hay que convivir de manera inevitable, ya que cualquier esfuerzo en
sentido contrario será visto como distorsionador de las condiciones óptimas de
funcionamiento del mercado. No queremos con ello decir que democracia y mercado
son incompatibles, sino que no conviven sin tensión. Hemos de buscar fórmulas de
desarrollo económico que, salvaguardando las innegables capacidades de asignación
de recursos y de innovación que el sistema de mercado atesora, recupere capacidades
de gobierno que equilibren y pongan fronteras a lo que hoy es una expansión sin
límites visibles del poder corporativo a escala global, con crecientes cotas de
desigualdad y de desesperanza para muchas personas y colectivos. Y para ello
necesitamos distintas cosas.

13Por un lado, reforzar las fórmulas de economía social ya existentes y buscar nuevas
formas de creación de riqueza y bienestar individual y colectivo, llevando el debate
de la democratización a esferas que parecen hoy blindadas: qué se entiende por
crecimiento, qué entendemos por desarrollo, quién define costes y beneficios, quién
gana y quién pierde ante cada opción económica aparentemente objetiva y neutra. Por
otro lado, buscando fórmulas que regulen-arbitren-graven las transacciones
económicas y financieras de carácter internacional que hoy siguen caminos y rutas
que hacen extremadamente difícil a los gobiernos su supervisión, aún en el hipotético
caso de que quisieran ejercer realmente ese control.

14Por otro lado, explorar y potenciar formas de organización social que favorezcan la
reconstrucción de vínculos, la articulación de sentidos colectivos de pertenencia
respetuosos con la autonomía individual. En ese sentido, el reforzamiento de las
aproximaciones y experiencias comunitarias en los procesos de formulación y puesta
en práctica de políticas públicas, es algo sin duda a seguir y consolidar. Así como
también la articulación de entramados y plataformas que permitan vincular marcos
locales de experimentación entre sí, permitiendo fertilizaciones cruzadas y
reflexiones sobre las prácticas llevadas a cabo en distintos lugares. Recuperando el
sentido político y transformador de muchas experiencias sociales que parecen hoy
simplemente “curiosas” o resistentes a la individualización dominante. Entendiendo
que hay mucha “política” en lo que aparentemente podrían simplemente definirse
como “nuevas dinámicas sociales”.

15Desde un punto de vista más estrictamente político, lo primero es entender que la


política no se acaba en las instituciones. Y lo segundo es que política quiere decir
capacidad de dar respuesta a problemas colectivos. Por tanto, parece importante
avanzar en nuevas formas de participación colectiva y de innovación democrática que
no se desvinculen del cambio concreto de las condiciones de vida de la gente. No
tiene demasiado sentido seguir hablando de democracia participativa, de nuevas
formas de participación política, si nos limitamos a trabajar en el estrecho campo
institucional, o en cómo mejoramos los canales de relación-interacción entre
instituciones político-representativas y sociedad.

16En muchas ocasiones parece que las organizaciones políticas que apuntan a la
transformación social se debaten entre distintas alternativas que parecen excluyentes.
Para algunos, si quieres tener incidencia política y/o sobrevivir como organización,
tienes que trabajar en y desde las instituciones. Sólo así llegas a amplias capas de la
población y sólo así cambias realmente cosas. Para otros, sólo es posible la
transformación desde fuera de las instituciones. Estar “dentro”, implica de hecho
reforzar esas instituciones, legitimar su manera de hacer y de actuar, una manera de
hacer y de actuar que va perdiendo capacidad de transformación real. Desde este
punto de vista, no hay transformación alguna dentro de los estrechos límites que
marca el juego democrático-mediático. Y entre estos, los hay que simplemente están
“fuera”, y practican la rebeldía frente a las instituciones, y otros que tratan de buscar
alternativas que visualicen que otra política es posible. Es evidente que fuera de las
instituciones, las contradicciones internas disminuyen, pero también es cierto que la
capacidad de incidencia y de difusión de ideas y de mensajes puede reducirse
significativamente.

Gráfico 1

Supervivencia

Incidencia Institucional

Resistencia Disidencia

Estar al margen Construir alternativa

17La cuestión es saber si es posible trabajar en el cruce de estas distintas alternativas


(Gráfico 1), expresando la “resistencia”, la “rebelión” frente a una realidad que se nos
presenta como la única posible, construyendo “alternativas” a esa realidad, y
presionando y tensando a las instituciones para “incidir” en las mismas y lograr que
modifiquen sustantivamente su manera de hacer y de operar. Y eso exige superar el
debate sobre la democracia participativa y su relación con la democracia
representativa, como si sólo se tratara de complementar, mejorar, reforzar una (la
representativa) a través de la nueva savia que aportará la otra (la participativa). Si
hablamos de democracia igualitaria estaremos probablemente marcando un punto de
inflexión. Y uniremos innovación democrática y política con transformación
económica y social. Sabemos muy bien que la igualdad de voto no resuelve ni la
desigualdad económica, ni la desigualdad cognitiva, ni la desigualdad de poder y de
recursos de todo tipo de unos y otros. Si hablamos de democracia igualitaria estamos
señalando la necesidad de enfrentarnos a esas desigualdades desde un punto de vista
global y transformador. Y desde esa perspectiva convendría analizar e impulsar
nuevas experiencias y procesos participativos.

La experimentación democrática

18Si la apuesta es trabajar en los cruces entre instituciones y movimientos sociales,


entre política institucional y política no convencional, con incidencia política y con
voluntad transformadora, deberán escogerse o plantearse temas, problemas y formas
de hacer que conecten bien con esa perspectiva. Y por lo tanto tratar de ser operativo
en ese terreno de frontera. O dicho de otra manera, tratar de responder con criterio y
con igual legitimidad al conjunto de colectivos y audiencias que se relacionan en esa
doble dinámica. Pero sin caer en una pura experimentación, ya conocida, que sólo
busque mejorar la “comunicación”, la “empatía”, las “sinergias”, entre instituciones y
sociedad.

19No se trata de desafiar a la política convencional, pero sí probablemente de trabajar


en los límites de lo convencional. Lo que se precisa es generar espacios de autonomía
frente a la capacidad “recoge todo” de las instituciones y de las organizaciones
políticas que trabajan exclusivamente en su seno. Por tanto será “útil” lo que
(también) refuerce la autonomía de los actores sociales y no sólo lo que sea “útil” a
las instituciones. Será “útil” lo que sirva para aprender, lo que refuerce y consolide, lo
que dé más poder a movimientos y organizaciones sociales, y no (sólo) lo que
legitime más a las instituciones. Será “útil” lo que desde lo local conecte con
preocupaciones, problemas, movimientos y debates que suceden más allá, y no lo que
sea (estrictamente) útil a los efectos de resolver “el problema” local.

20Conviene insistir en que no se trata de “mejorar” lo que ya funciona, o de


“corregir” desviaciones coyunturales. Estamos ante problemas de cambio estructural
y de creciente complejidad, a los que ya hemos aludido, que requieren abordajes
tambien estructurales y complejos. Postulamos por tanto orientar las experencias de
democratización igualitaria en una perspectiva de alternativa al modelo de sociedad
hoy predominante. Y por tanto, no deberíamos olvdar los aspectos convivenciales, de
relación interpersonal, en esas experiencias y procesos de transformación. No se trata
sólo de hablar de transfomación, sino de sentir, vivir formas distintas de convivencia,
que, defendiendo las esferas de autonomía individual, construyan también autonomía
y sentido colectivo.

21Crece el número de los excluidos, de los sin “voz”. La política institucional trabaja
con una lógica mediática en la que la perspectiva de implicación política se formula
básicamente en términos de adhesión a distancia, que no requiere ni postula
movilización alguna más allá de los momentos electorales, y aún entonces lo
importante no es tanto el número de los que participan, sino el buen desarrollo del
“rito”, para que se vuelva a reanudar lo que ya no sería entonces asunto de los
electores, sino de los individuos electos. La concepción de la ciudadanía que prima es
la de carácter negativo. Los ciudadanos pueden usar sus derechos para desalojar a los
gobernantes del poder si no les gusta lo que hacen en las próximas elecciones. O
pueden pleitear contra la acción del gobierno a través de los canales judiciales
previstos, o pedir que dimita el gobernante si creen que se ha extralimitado en el
ejercicio de su poder. Son muy estrechas y tortuosas las vías para ejercer una visión
positiva de los derechos de ciudadanía, a través de campañas, movilizaciones,
iniciativas legislativas, consultas populares,..., ya que se entiende que son las
instituciones las que deben concentrar esos cometidos, y los partidos que en ellas
trabajan los únicos capaces de liderar y promover tales actuaciones. Las experiencias
de democracia igualitaria deberían tratar de incorporar, sobre todo, a los que
usualmente no están presentes en la vida política convencional. Y ello exige cambiar
las formas de entender qué es participación y qué es política.

22Finalmente, quisiera destacar otros elementos, desde mi punto de vista,


significativos. La tradición en la que se inscribe la izquierda occidental ha tendido a
conectar los procesos de transformación social con procesos de cambio que
básicamente ocurren desde “arriba”, y a partir de los recursos y conocimientos de “los
que saben”. En estos momentos, esas dos perspectivas son claramente limitadoras en
la perspectiva de democratización igualitaria en la que estamos reflexionando. La
perspectiva “estatocéntrica” ha presidido la idea de cambio a lo largo de mucho
tiempo. El problema a dirimir era “quién” ocupaba el poder institucional. Esa variable
era la decisiva. Si el partido o las fuerzas políticas que lideraban las instituciones
políticas tenían una perspectiva de transformación social y política, y poseían un
apoyo electoral potente, el cambio era inevitable. Y por otro lado, el cambio estaba
pensado y delimitado desde una visión ilustrada que aseguraba la “calidad” suficiente
de las alternativas a desarrollar. Esa combinación es hoy tremendamente restrictiva y
explica, en buena parte, el gran distanciamiento crítico de buena parte de la
ciudadanía ante un juego político-institucional en el que lo único que parece estar en
juego es quién ocupa el poder, y quién se ocupa de administrar los recursos técnicos y
el know-how que esas instituciones atesoran. Lo que se apunta es que, la complejidad
de las situaciones sociales hoy requieren abordajes colectivos para definir los
problemas y para buscar soluciones a los mismos. Lo relevante no es tanto diseñar
buenas políticas para resolver los problemas de la gente desde una posición jeráquica
de poder, conocimiento y “expertise”, sino implicar a la gente en la definición de los
puntos problemáticos y en el desarrollo de las alternativas que puedan buscarse,
aceptando que el conocimiento es plural y las políticas deben compartirse desde sus
momentos iniciales para que sean efectivas.

23Y por otro lado, conviene recordar que hay muchos tipos de conocimiento y de
saberes, y que –por tanto– es muy importante recuperar las “memorias” de la
transformación y de los cambios sociales, recuperar y valorar el conocimiento tácito e
implícito de muchos actores sociales y de muchos sectores populares, que aspiran no
sólo a ser objeto de atención política y de preocupación transformadora, sino también
sujetos políticos con voz propia. La democracia participativa e igualitaria por la que
apostamos, debe recuperar la voz, la presencia y los saberes de los que han ido siendo
apartados de los ámbitos decisionales. En definitiva, nos quedan muchas cosas por
hacer.
Inicio de página

Notas
1  Estas reglas formales serían asamblea representativa, elegida por la ciudadanía y
con capacidad normativa; no discriminación en la condición de ciudadanía e igualdad
de voto para los mayores de edad de cualquier condición; libertad de elección entre
candidatos y partidos que compiten entre si con diversas alternativas para formar la
representación nacional; decisiones tomadas por mayoría, con respeto y garantías
para las minorías; principio de responsabilidad del gobierno ante la voluntad popular
expresada en la asamblea o en la jefatura del estado asimismo elegida. Para un
análisis sintético y de “autoridad” sobre el tema, ver N. Bobbio, voz “Democracia” en
Dizionario di Politica, Milán, 1990, TEA, p.287 y ss.

2  A.O.Hirschman, The Rethoric of Reaction, Belknap, Harvard, 1991, p.169

3  C. Crouch, Posdemocracia., Taurus, Madrid, 2004

Inicio de página

Para citar este artículo


Referencia electrónica

Joan Subirats, «Democracia, participación y transformacion social», Polis [En


línea], 12 | 2005, Publicado el 17 agosto 2012, consultado el 09 mayo 2021. URL:
http://journals.openedition.org/polis/5599

También podría gustarte