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EXCLUSIÓN SOCIAL.
Facilitador: Triunfador:
Prof. José Sarache Edward Gil
C.I. 13.254.548
Puerto Ayacucho, Abril 2021
Para iniciar este tema de la exclusión social se puede decir que es la falta de
participación de segmentos de la población en la vida cultural, económica y social de
sus respectivas sociedades debido a la carencia de los derechos, recursos y
capacidades básicas (acceso a la legalidad, al mercado laboral, a la educación, a las
tecnologías de la información, a los sistemas de salud y protección social) factores
que hacen posible una participación social plena. La exclusión social es un concepto
clave en el contexto de la Unión Europea para abordar las situaciones de pobreza,
desigualdad social, vulnerabilidad y marginación de partes de su población. El
concepto también se ha difundido, aunque más limitadamente, fuera de Europa. La
Unión Europea proclamó al año 1998 como año europeo de lucha contra la pobreza y
la exclusión social.
Este compromiso, donde el tinte inglés ha sido más marcado que el francés, es
el que nos permite entender las diversas definiciones que la UE ha ido dando del
término exclusión social hasta llegar a la actualmente usada, tal como fue presentada
en el Informe conjunto sobre la inclusión social de 2003: “Exclusión social es un
proceso que relega a algunas personas al margen de la sociedad y les impide
participar plenamente debido a su pobreza, a la falta de competencias básicas y
oportunidades de aprendizaje permanente, o por motivos de discriminación.
Ahora bien, más allá del énfasis que se le dé a diferentes componentes del
concepto de exclusión social todos los enfoques acentúan ciertas características del
mismo, en particular el tratarse supuestamente de un fenómeno multidimensional y
acumulativo, es decir, en el que coincidirían, reforzándose mutuamente, una serie de
procesos y situaciones de privación y exclusión que empujan a individuos y grupos
“al margen de la sociedad”, amenazando así el lazo o la vinculación que los une con
el resto de la comunidad. Además, la gran mayoría de los autores hacen de la pobreza
y la falta de acceso al trabajo el elemento central de esta “multidimensionalidad
acumulativa”.
El término exclusión social tiene un significado multidimensional y
heterogéneo en todos los ámbitos, se usa en forma indiscriminada y asume diferentes
connotaciones y dimensiones, haciendo referencia a diferentes rupturas del vínculo
social, con un colectivo social y con la sociedad en general, haciendo referencia a una
situación específica de origen, condición física, económica, política o cultural, por lo
que algunos teóricos la denominan también desafiliación social. La exclusión social
ha existido en las diferentes transformaciones por las que ha evolucionado la
humanidad. Ahora bien el término transita en Francia en la década de los 80 al hacer
referencia a los conglomerados sociales en situación de desventaja social, se
incorpora al discurso de los organismos internacionales con presencia supranacional y
se aplica en los diferentes programas sociales y políticas públicas sobre todo con la
vigencia del discurso del desarrollo humano.
En muchos casos los recortes son en educación, esto implica que haya niños
laborando y la mayoría de ellos que trabajan a tiempo completo lo hacen en el sector
agrícola comercial, pero hay niños trabajando en multitud de sectores: servicio
doméstico, minería, pesca de gran profundidad (buceadores), construcción, material
deportivo, calzado deportivo, equipamiento quirúrgico, cerillas y pirotecnia, carbón
vegetal, fábricas de cristal y cerámica, en otro sentido la falta de educación hace que
surja la prostitución infantil y está ligado al crecimiento del turismo sexual, una
manifestación especialmente amarga de la globalización.
Bajo la nueva relación entre las comunidades y el Estado, surge como estrategia
fundamental la "Autogestión Comunitaria" entendida como una forma de gestión de
abajo hacia arriba, complementando la direccionalidad de desarrollo; para que la
comunidad sea el punto de partida es necesario otorgarles poder de decisión en los
asuntos que afectan sus vidas transformar su precaria realidad actual hacia una visión
de futuro, construida sobre la base de consensos comunitarios, utilizando sus en
alianzas estratégicas con otros actores. El programa de gestión comunitaria en
Venezuela, reconoce a la autogestión como la estrategia a través del cual el potencial
inherente a los seres humanos y obstruido por la inequidad social se orienta hacia el
logro de una mejor calidad de vida, de acuerdo a sus propios objetivos, metas y con el
apoyo solidario de sus semejantes.
Así lo reveló, con gran simbolismo, la toma de posesión del cargo de presidente
de la república, por parte de Hugo Chávez, quien en la ocasión declaró: “Juro delante
de Dios, juro delante de la Patria, juro delante de mi pueblo que sobre esta moribunda
Constitución impulsaré las transformaciones democráticas necesarias para que la
República nueva tenga una Carta Magna adecuada a los nuevos tiempos. Lo juro” (2
de febrero de 1999). En su artículo N° 6, establece el Gobierno Participativo (con
protagonismo vinculante de las poblaciones organizadas). En su artículo N° 51,
establece con rango constitucional el derecho a petición a la autoridad pública con la
obligación de ésta de entregar respuesta.
Sentimos un rechazo hacia las personas que están en exclusión por temor a que
nos dañen nuestra integridad física o psicológica. Nuestras conductas son la
consecuencia de unos pensamientos manipulados por la cultura y sociedad en la que
vivimos. Por ello el problema no es nuestra conducta, sino el pensamiento que ha
llevado a realizarla. Los medios de comunicación, las instituciones, los altos cargos…
son, en parte, los responsables de inculcarnos esos valores y manipularnos.
Reproducimos lo que nos enseñan o vemos, aunque también somos dueños de
nosotros mismos y somos responsables de nuestro cambio, pero todo cambio necesita
una muestra de valentía.
Se han creado unas etiquetas en torno a esas personas excluidas. Las etiquetas
existen para dejar claro la diferencia de poderes, para poder controlar y establecer una
relación de desigualdad. “Los estereotipos cumplen la función de llenar un vacío de
conocimiento” y así es ya que si nos informáramos más aprenderíamos todos a ver la
persona, y no a la máscara que le han colocado. La sociedad refuerza las etiquetas a
fin de no salir perjudicados ellos mismos. Nos aprovechamos de las debilidades y
vulnerabilidad de las personas. Esa etiqueta no deja indiferente a la persona. No hace
daño quien quiere, sino quien puede. Habría que tener un equilibrio entre ello. Existe
diversidad, por ello el sentido de tirar las etiquetas. Además las etiquetas no indican
ni enseñan nada, habrá personas que cumplan esas definiciones pero habrá otras que
no. No hay que generalizar.
Todas estas etiquetas y todo lo que nos ocurre nos condiciona en la formación
de nuestra identidad, la cual da sentido a nuestra existencia, aunque los valores de
nuestra cultura en nuestra sociedad también lo hacen. Además también influye en
nuestro autoconcepto y autoestima. Hay dos tipos de identidad, la personal y la
grupal. Existen tres tipos de identidad dentro de la personal: de adaptación, en el que
se adhiere a los contextos en el que se encuentra; la de resistencia, que se opone; y la
individual de interpretación o proyecto, entiende que valores condicionan su vida y
cuáles quiere utilizar como identificación.
Habría que conocer, ver más allá de una apariencia y no prejuzgar. Prevenir con
información y formación. Acercarse a los colectivos para ver que existe diversidad
dentro de uno mismo. Cuestionarse lo que uno hace y por qué. Escuchar y respetar,
concienciándonos de las necesidades que padecen. Entablar relación con la persona,
el problema que pueda llegar a tener va después. Tratar con la persona, no con la
problemática, es fácil poner etiquetas cuando no es a nosotros a quien las ponen. Nos
centramos en lo negativo, en las deficiencias o limitaciones, en vez de en las virtudes
que sí es lo que hay que resaltar. Existe una relación de subordinación y a la vez
desconfianza y no queremos que las personas con las que trabajamos nos hagan caso
por nuestro poder, sino por nuestra sabiduría y comprensión.
El mayor trabajo que podemos realizar es con nosotros mismos, no con los
demás, derribando nuestras barreras. Más que aprender lo que tenemos que hacer es
desaprender los malos hábitos o pensamientos que tenemos. Ese conflicto no siempre
tiene por qué ser negativo. A partir de una crisis dada en la que te hace replantearte
las cosas es cuando puede surgir un cambio para mejorar. Se puede aprovechar la
oportunidad para aprender.