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Comentario al Acuerdo de Cámara L.M.

A y otro s/adopción – Acciones vinculadas

Autora: Lic. Silvia Crescini

Introducción

Ante todo, quiero agradecer la amable invitación a comentar


interdisciplinariamente el Acuerdo en cuestión. Deseo aclarar que la utilización del
prefijo “inter”1 pone a las disciplinas convocadas en un pie de igualdad,
independientemente que los hechos mencionados en el Acuerdo transcurrieran en
sede judicial.

La transcripción de los dichos de los magistrados intervinientes, el establecimiento


del orden de prioridades en la votación y demás circunstancias que hacen al
contexto jurídico, no llegan a difuminar el trasfondo de la expresión de los
magistrados, en virtud de tener evaluar la situación humana de esta “familia en
disolución”.

Lamentablemente no sabemos qué pasó con la sentencia de adopción en primera


instancia. ¿Porqué pasaron estos niños mencionados en el expediente, cinco años
en guarda preadoptiva? Porqué pasaron cinco años en los esta mamá y este papá
nunca fueron confirmados en el rol?

Repito, desconozco las vicisitudes procesales, por las que estos padres
preadoptantes desistieron de la adopción, siendo que no es inhabitual que tal cosa
suceda. Sobre todo en la adopción de niños mayores. Muchas veces son
“devueltos” cual mercancía en mal estado o pasada la fecha de vencimiento.

Ahora bien, no se trata de “objetos de protección”, me refiero a los niños, sino a


“sujetos de derecho”. Es obvio que por ser niños, el manoseo institucional es
producto de que la condición de “niño como sujeto de derecho” no es aún
registrada como tal.

Paradójicamente, la instancia judicial se ve restringida en el articulado 38, 39 y 40


de la mencionada ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de Niños,
Niñas y Adolescentes, a ejercer sólo el control de la legalidad del procedimiento, el
o la juez pueden actuar cuando “la suerte está echada” (frase final de La Nausea de

1
Crescini S. (2009) El trabajo en la interfase psicosociojurídica. Sistemas Familiares 25:2 (101-116)
J.P. Sartre), es decir que, frente al hecho consumado, difícilmente se pueda hacer
prevención de males mayores, se actúa cuando ya no hay nada que hacer. Frente a
esto, aparece la “compensación económica” a modo de indemnización frente al
posible daño causado, que los niños dispongan de algún dinero, (¿a futuro?) para
paliar el daño recibido.

Ante esta circunstancia, me vuelvo a preguntar, ¿qué pudo haber pasado para que
una sentencia de adopción demorara cinco años en salir? Eso por un lado.
Simultáneamente, me pregunto qué pasó con padre y madre que a punto de salir la
adopción plena de los niños, los cuales pasarían a revistar en el estado de hijos de
manera irrevocable, dejarían de habitar el “como si” fueran “hijos” cuando todavía
no lo eran, renunciaran a lo tan deseado.

Es curioso que mientras duró la larga espera; estos adultos jugaban a la familia
sabiendo que en cualquier momento el juego podía concluir. Pensándolo de ese
modo, la inminencia de la legalización definitiva del vínculo los hizo recular,
aduciendo “cansancio moral y abatimiento espiritual”.

Es cierto que, algo pasó en el medio que no queda claro, que puede deberse a la
impericia institucional que se vieran vulnerados los derechos humanos de estos
niños, al no tener información fehaciente acerca de lo que manifestaron la perito
psicóloga interviniente ni la trabajadora social, es difícil imaginar si la impericia es
tal o no.

El juego colutorio

R.D. Laing (1961, 1974) define la colusión como “…tiene resonancias de jugar a algo
y de engañar. En un “juego” entre dos o más personas mediante el que se engañan
a sí mismas, un juego que es el juego del autoengaño mutuo”…”característica
esencial de este juego es no admitir que lo es” (p.103)

La siguiente pregunta que me hago es: ¿cómo juegan en esta circunstancia los
tiempos judiciales? Es obvio que nada de lo sucedido en el transcurso del caso
según la letra del Acuerdo, ha sido intencional. Sin embargo, parecieran haber
incidido bastante en que al cabo de cinco años, los aspirantes a padres desistieran
de consolidar su identidad como tales.
El contexto judicial actúa como el censor acerca de las capacidades de los
aspirantes a padres, se los examina psicosocialmente de manera exhaustiva antes
de otorgar la guarda preadoptiva. La misma constituye una situación intermedia en
la que se juega la identidad de los niños, dado que durante el tiempo que dure
llevarán el nombre y apellido de origen, suscrito por DNI correspondiente. Aún
cuando el origen permanezca inscripto de manera indeleble, sobre todo con niños
mayores, muchas veces la confusión acompaña la situación, esto es lo que
constituye el “como si” al que llamo “juego colutorio”.

Desde ya que, los protagonistas no están enterados de que eso sucede. Se ven
envueltos en el juego sin proponérselo. Allí es donde los tiempos judiciales toman
un rol preponderante, en la medida en que el desgaste que produce en los vínculos
de la supuesta familia, que pareciera que no es tal, llevan al desistimiento
aduciendo “cansancio moral y abatimiento espiritual”.

El derecho a la Identidad

En materia de adopción, el nuevo Código Civil restituye una serie de derechos al


niño que deben ser tenidos en cuenta en las distintas etapas del procedimiento (a
la identidad, a permanecer con su familia de origen u ampliada, a preservar los
vínculos fraternos, a conocer sus orígenes, a que su opinión sea escuchada, etc)2.

Es posible que estos niños, como dije anteriormente, nunca dejaron de llamarse a
sí mismos con el nombre y apellido de origen. Independientemente de la
resolución del magistrado respecto de la reparación económica a cargo de la
“mamá” y de mantener la cobertura médica como modo indemnizatorio frente a
los daños ocasionados a los niños, referidos al desarraigo sufrido por los mismos,
acuerdo con los magistrados en que es una “buena” manera de generar
resarcimiento.

La siguiente pregunta que me hago es: ¿será suficiente para estos niños, que por
una cuestión de tiempos judiciales dentro de los que se anticipó el desistimiento a
la sentencia, el resarcimiento económico o la cobertura médica?

2
http://www.telam.com.ar/notas/201507/114453-codigo-civil-adopcion.html
Seguramente no, la herida narcisística producida por el rechazo implica un
abandono aún cuando por segundos no hubiera salido la sentencia.

Sería interesante verificar que pasó con el Servicio Local que pareciera no haberse
ocupado, según los padres, de que mejoren los vínculos intrafamiliares. La
integración familiar en la adopción se va tejiendo en el tiempo. Muchas veces
necesita del aporte de los profesionales de la Salud Mental para cimentar
adecuadamente el acople.

En el Acuerdo sólo aparece la queja de los padres desertores acerca de que los
tiempos judiciales y las instituciones ligadas a lo psicosocial no actuaron de manera
eficiente.

No sabemos qué pasó realmente. Sin embargo, me queda por agregar que una
manera de prevenir estos desenlaces dolorosos es que los profesionales de las
diferentes disciplinas puedan trabajar en el espacio “inter”, o sea, lo que hemos
definido como “el trabajo en la interfase psicosociojurídica”3 de manera tal que el
mismo devenga una práctica dialógica per se, para beneficio de los niños, las niñas
y los adolescentes cuyos derechos acaban siendo vulnerados, en la medida en que
los profesionales de las distintas disciplinas no admitan la necesidad de un cambio
de paradigma.

3
Crescini S. (2009) op.cit.

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