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consecuencias que tiene el bullying o el acoso escolar en los niños adolescente

Bullying: acoso escolar


¿Qué es el bullying escolar?
El término bullying, también conocido como acoso escolar, es un
anglicismo que se utiliza para referirse al maltrato psicológico,
físico y verbal que sufre un infante dentro de su centro educativo,
por parte de uno o varios niños. La principal característica de esta
intimidación es la prolongación y frecuencia de las agresiones, ya
que los provocadores se ensañan en un mismo individuo y buscan
humillarlo con frecuencia, pues lo ven cada vez más vulnerable y
esto los hace sentirse superiores.
Generalmente el acoso se inicia cuando una persona no reacciona
de manera ofensiva ante una broma pesada, alguna burla o
agresión física o verbal, lo que ocasiona que el acosador la tome
como víctima. En el ámbito escolar suele observarse que las
características físicas y la popularidad juegan un factor
determinante; siempre el más alto o fuerte somete al niño de baja
estatura, mientras que la niña con reputación humilla a aquella
que tiene pocos amigos. La razón de este fenómeno social se
debe a la actitud por parte del resto de los compañeros que,
aunque no se ven afectados directamente, observan las acciones
de los agresores y temen convertirse también en víctimas. Por el
contrario, algunos admiran el dominio que el agresor tiene sobre
sus similares y desean ser como él.
El bullying puede ser empleado tanto por niños y niñas, a
semejantes de cualquier sexo. Asimismo, no existe un estrato
social que sea más propenso a tener mayores casos de bullying,
ya que el acoso escolar se ve tanto en instituciones públicas como
privadas; sin embargo, el factor económico sí puede ser utilizado
por el acosador, de manera que la víctima se sienta inferior por no
tener las posibilidades de obtener los objetos valiosos que este
tenga, lo que causa que relacione el poder adquisitivo con la
superioridad.

Esta práctica suele evidenciarse entre los siete y diecisiete años de


edad, que es donde se encuentra la etapa escolar de los niños y
adolescentes, agudizándose entre los doce y dieciséis años,
debido a que en estas edades se define la personalidad, se forja el
carácter y se determinan los gustos, lo que origina conflictos entre
los adolescentes. Durante la escolaridad las personas se
desarrollan física, conductual, cognitiva y afectivamente, por lo
que se considera un período que tiene una importante influencia
en las decisiones que se tomarán a lo largo de la vida.
La socialización es fundamental para el correcto desenvolvimiento
del individuo en su entorno, ya que es durante este proceso
donde se aprenden las pautas socioculturales, se desarrollan las
habilidades comunicacionales y se toma conciencia de la
estructura social. El proceso de socialización dura toda la vida,
pues las personas se encuentran en constaste movimiento; se
mudan de vivienda, cambian de trabajo, de pareja, de país, y esto
ocasiona que se origine un reaprendizaje de las costumbres.

La escuela es uno de los principales agentes de socialización, en


ella el niño incursiona en la interacción con sus semejantes, amplía
sus relaciones sociales y su conocimiento cognitivo. A pesar de
que la familia es la base de la sociedad, es en la escuela donde se
refleja el aprendizaje conductual que ha adquirido el individuo
durante sus primeros años, y es también donde este empieza a
expresarse de manera independiente; por ello, el acoso escolar
suele ser devastador para la víctima, ya que esta se encuentra
frustrada al percatarse de que es humillada por ser como es, y no
cuenta con la madurez necesaria para enfrentar conflictos con
personas que percibe como superiores.
El bullying trae consecuencias tanto para la víctima, como para el
acosador y el resto de los compañeros que observan las
agresiones. Entre los efectos que experimenta la víctima, se
encuentran: baja autoestima, episodios depresivos caracterizados
por llanto y aflicción, ansiedad, dificultades de estudio,
disminución del rendimiento escolar y pérdida de interés por
actividades que antes eran de su agrado; trastornos del sueño,
dolores de cabeza y estómago, sensación de pesadez en el pecho
y pensamientos suicidas, los cuales se vuelven tan recurrentes que
el individuo puede llegar realmente al extremo de acabar con su
vida.
Para el agresor, las consecuencias se centran en la autoridad que
mantiene frente a los otros niños, pues esto hace que no se
relacione de manera acorde a su edad; tras cualquier pregunta o
sugerencia reacciona de manera irritante e impulsiva.
Generalmente los acosadores no cuentan con la atención debida
en sus hogares, y en vez de expresar su desagrado con
sentimientos de tristeza, lo hacen a través de la ira y del maltrato
a algún tercero. Si el niño que aplica bullying no es corregido a
tiempo, puede seguir con esa actitud el resto de su vida y a largo
plazo es posible que tenga problemas para cumplir las normas
sociales o legales.
Los observadores también sufren las consecuencias del acoso
escolar, pero de manera indirecta, algunos pueden sentirse
afligidos por la situación que atraviesa la víctima y temerosos de
que les ocurra lo mismo, pueden tener pesadillas o sobresaltos
durante el sueño y desánimo a la hora de ir al colegio; otros
adoptan una postura de indiferencia, lo que origina que se
conviertan en personas egoístas e individualistas, mientras que en
el otro extremo se encuentran los niños que, mediante la
observación, refuerzan sus actitudes negativas y aceptan los
modelos de comportamiento inadecuados.

Causas del bullying escolar


Existen diversos factores externos que originan este fenómeno
social, la mayoría de ellos corresponde al entorno en el que se
desenvuelven los involucrados. Pero antes de identificarlos es
importante conocer el perfil de la víctima y del victimario.

Perfil del agresor: generalmente es una persona que requiere de la


atención de sus semejantes para sentirse superior;
manifiesta conductas agresivas y no tiene control de la ira, suele
molestarse con facilidad y en algunas ocasiones sin razón.
Pretende hacer pagar a los demás por su mal humor, le cuesta
generar vínculos afectivos y de confianza, pero es popular entre
sus compañeros; se cree superior al resto, es engreído y
arrogante, no experimenta culpa por el daño que le está
ocasionando a la víctima.
En la mayoría de los casos los niños con este perfil son
desobedientes y rebeldes, esperan que siempre se cumpla su
voluntad, pero frente a los mayores suelen disfrazar sus
intenciones y hacerse pasar como víctimas; tienen la personalidad
de un líder y la utilizan para manipular e intimidar a los otros.
Todas estas características psicológicas se conjugan con las físicas,
por lo que si el niño con estas cualidades aparenta una mayor
edad o tiene una estatura superior a la de sus contemporáneos, es
más probable que adopte el papel de agresor.

Perfil del acosado: es totalmente opuesto al agresor. Tienen poca


confianza en sí mismos, son introvertidos, les cuesta crear vínculos
sociales con otros niños de su edad, poseen baja autoestima, son
susceptibles a las críticas y vulnerables a las burlas. Habitualmente
son niños tranquilos que se centran en los estudios y en los
juegos individuales; experimentan alto nivel de ansiedad y son
propensos a preocuparse por cualquier situación. Suelen perder la
paciencia fácilmente y mostrarse intimidados frente a las
circunstancias que parecen ser incontrolables, les cuesta encontrar
la solución a los problemas y una vez que se convierten en
víctimas no hacen nada para evitar que la situación continúe.
Al igual que en el caso anterior, si las características físicas de las
personas que demuestran tener un perfil de víctimas lo hacen ver
inferior al agresor (ya sea por tener una estatura menor a la
promedio, poseer alguna discapacidad o ser de contextura
delgada), es probable que este decida intimidarlo. Es decir, ambos
factores, tanto físicos como psicológicos, se unen para formar el
perfil de la víctima. Nunca un victimario acosará a otro.

Estas cualidades permiten entender el fenómeno del bullying y


conocer por qué algunas personas dominan a otras; sin embargo,
existen diversos factores externos que intervienen para que
el perfil de agresor o de víctima se consolide en algún individuo.
Factores externos:
La familia
Es el principal agente de socialización en el que se desenvuelve el
niño. En ella se observan los primeros modelos de
comportamiento y se adquieren conocimientos sobre otros. Por
ejemplo, el infante observa la conducta de su madre y la evalúa
como positiva, puede que en algún momento ella le comente
sobre el mal comportamiento de otro niño y le indique que es
incorrecto lo que este hizo y que él no debe hacer lo mismo. En
este caso están los dos tipos de aprendizaje conductual, el de la
madre, que puede ser observado y replicado por el menor, o el de
la historia, que es aprendido a través de la teoría.

Es común que las familias de los niños que tienen perfil de


agresor sean disfuncionales, que exista violencia doméstica,
carencia de un padre o ausencia de algún integrante que haya
sido sustento de la vivienda en algún momento, y que en
consecuencia esto origine una falta de atención hacia el niño o
desinterés por sus logros, lo que explica la necesidad que este
tiene por hacerse notar en la escuela.

Cuando un infante es extrovertido y se encuentra en


circunstancias donde no puede ser él mismo o en las cuales no se
considera tomado en cuenta, se siente impotente, y esa rabia la
traslada al lugar donde puede descargarse, utilizando para ello a
los individuos que aparentar ser inferiores a él.

Por otro lado, las familias de las víctimas suelen ser


sobreprotectoras, siempre hacen todo lo posible para que el niño
se sienta seguro, toman todas las decisiones por ellos y los ven
como individuos que no pueden defenderse solos. Este
comportamiento de la familia, actúa negativamente sobre el niño
convirtiéndole en una persona que no podrá tomar decisiones y
que tampoco podrá enfrentarse a diversas situaciones sin ayuda.

La escuela
Muchos infantes crean un vínculo especial con sus maestros, lo
que puede ayudar a que el respeto dentro del aula sea mayor y
que todos se comporten como buenos compañeros; es posible
que en esta circunstancia el niño con tendencia agresiva consiga
en el docente la comprensión y el afecto que no logra en casa, lo
que permite disminuir su malestar en el colegio, junto a sus
compañeros, y por consiguiente el riesgo a convertirse en
victimario. La mayoría de estos infantes se alegre cada vez que va
al centro educativo, pues lo considera un lugar donde puede ser
él mismo y causar empatía.

Pero cuando el adolescente ya se encuentra en edad de estudiar


diversas asignaturas, el tiempo que comparte con cada uno de sus
profesores es menor y se hace difícil crear fuertes lazos afectivos,
lo que trae como consecuencia que minimice la influencia que los
maestros tienen en sus estudiantes a la hora de aconsejar que
mejoren su conducta. Es posible que en un centro de educación
pequeño exista bullying, pero siempre será mayor la posibilidad
de que ocurra en las escuelas donde es más complicado para el
personal controlar las conductas y acciones de sus estudiantes.

Los medios de comunicación


A través de estos medios, especialmente la televisión y la Internet,
se propagan gran cantidad de contenidos violentos que exponen
a los niños, tanto de forma real (noticias) como ficticia (series y
películas), ocasionando que estos se encuentren influenciados por
lo que observan en la pantalla y en algunas circunstancias
intenten imitar las actitudes de algunos de los personajes.

Esto no quiere decir que todo lo que los niños y adolescentes


observen será replicado por ellos en su cotidianeidad, pero si la
exposición a la violencia es recurrente y se convierte en un hábito,
puede causar serios daños en la conducta y en la interacción
social. Es importante que los adultos estén atentos a la
programación que ven sus hijos y que les expliquen lo que está
bien o mal argumentando su discurso, con la finalidad de
orientarlos y sacarle provecho a lo que han podido aprender de
los medios.

Concretamente, no existen causas del acoso escolar que sean


determinantes para formar el perfil de agresor o víctima, pues hay
muchos elementos hereditarios y psicosociales que intervienen en
el proceso de socialización, en la formación de la personalidad y
en la manera cómo el individuo reacciona ante los estímulos del
entorno.
Prevención del bullying
Para prevenir que siga proliferando este fenómeno social, es
necesario atacar el problema de raíz e inculcar normas y valores
dentro de los agentes de socialización, ya que estos figuran como
factores que originan el bullying, por lo que, así como pueden
iniciarlo, pueden también erradicarlo.

La familia se encuentra en primer lugar dentro de los mecanismos


para prevención del acoso escolar, ya que es en este núcleo
donde el niño nace, crece y se desarrolla durante los primeros
años de vida, absorbiendo todo lo que está en su entorno. Los
padres deben ser los responsables de cultivar y afianzar la
autoestima de sus hijos, a través de la demostración de cariño y
afecto, apoyando sus intereses, demostrándoles que son
importantes y necesarios dentro de la familia, estimulando la
buena comunicación y la libertad de expresión.

El entorno familiar debe ser un espacio donde el niño se sienta a


gusto, se desenvuelva de forma auténtica y se considere aceptado
y querido siendo él mismo, originando de esta manera vínculos de
confianza con el resto de la familia. Esto no quiere decir que se le
dé total libertad, el infante debe ser corregido cuando su
comportamiento no es apropiado, pero la metodología que se
emplea al hacerlo es muy importante. Hay ocasiones en las cuales
los menores ni siquiera conocen el motivo de su castigo, por lo
que es necesario explicarles qué es lo que están haciendo mal,
para que ellos no consideren la actitud de los padres durante la
represalia como un comportamiento típico dentro del rol que
poseen los mayores.

Todos los integrantes de la familia tienen un modelo de


comportamiento diferente. En algunas ocasiones, aunque los
representantes sean el ejemplo perfecto a seguir, los niños se
identifican más con las actitudes de los hermanos o primos
cercanos; por ello, cuando se habla de entorno familiar, se
involucran a todos aquellos que conviven diariamente con el
infante. Es común que el menor adopte las actitudes del miembro
de la familia con el que más tiempo comparte o por el que siente
admiración.

En el aspecto educativo, la escuela debe tener espacios donde el


alumno exprese y potencie sus aptitudes personales, a fin de
fomentar un individuo comunicativo capaz de manifestarse con
espontaneidad. El docente debe interesarse y preocuparse por la
relación que existe entre sus estudiantes, observar el desempeño
de cada uno de ellos, canalizar sus aptitudes, evaluar sus actitudes
frente a los problemas y mantener una constante comunicación,
tanto con los alumnos como con sus representantes.

No es fácil para un niño desenvolverse rápidamente en un espacio


donde no está acostumbrado a estar, aún más si este nunca ha
interactuado con personas que se aproximan a su edad. Por eso,
los primeros años de escolaridad son muy importantes para
orientar y educar a los menores, con el fin de que estos se
adapten a un entorno donde están en constante comunicación y
aprendan a convivir con distintos individuos.

El trabajo entre la escuela y la familia debe ser en conjunto,


ninguna de las dos instituciones puede pretender que la otra
prepare totalmente al niño para vida, pues la formación que este
obtendrá será la unión de ambas. Lo que pase en la escuela
tendrá repercusiones en el hogar, y lo que suceda dentro del
entorno familiar se verá reflejado en las actuaciones del niño
cuando se encuentre en su centro educativo.

Los medios de comunicación juegan un papel sumamente


importante dentro de la sociedad, ya que forman parte de los
agentes de socialización, fomentan la cultura y día a día imparten
conocimiento. En la actualidad, debido a todos los avances
tecnológicos, los medios están a la mano de personas de todas las
edades, incluso de los más pequeños de la casa, quienes los
utilizan como fuente de entretenimiento.

La influencia que poseen los medios de comunicación ha sido


objeto de estudio durante muchos años, especialmente cuando se
trata de contenido audiovisual, pues hay personas que consideran
que al exponerse a ellos ya están siendo alienados de alguna
manera. La verdad es que esto no es así, pues los individuos se
encuentran condicionados por otras personas e instituciones de
formación integral que los han educado y les han ensañado
pautas de comportamiento.

A pesar de ello, debe reconocerse que los niños forman parte de


una población moldeable e influenciable, característica que se
acentúa si se agrega que actualmente los adolescentes pasan más
tiempo frente a una pantalla que relacionándose de manera
directa con sus pares o comunicando experiencias a sus
representantes. Numerosos estudios señalan que cada vez son
más las horas que pasan los infantes viendo televisión, lo que
origina que se distancien de la realidad social e imiten consciente
e inconscientemente actitudes observadas y aprendidas a través
de estos medios.

En la programación televisiva se pueden encontrar distintos tipos


de películas y series, por lo que es importante que los padres
estén al tanto de lo que sus hijos ven. El problema no es que los
niños observen la televisión o que los adolescentes manejen las
redes sociales, sino los contenidos que frecuentan y el tiempo que
invierten en ello.

Al ser el bullying un fenómeno social involucra a todas las


personas que hacen vida dentro de la sociedad, por lo que las
distintas comunidades deben considerarlo un problema global y
procurar ayuda a su erradicación. Promover la creación de
espacios deportivos, culturales e incluso religiosos, que
proporcionen al niño y al adolescente sitios de esparcimiento y
recreación que les permitan relacionarse con otras personas de
manera armónica, fuera del ámbito meramente escolar; son
acciones que puede llevar a cabo una comunidad organizada.
Dichos espacios deben ser formadores de normas, hábitos y
reglas sociales que faciliten e incentiven el desarrollo de los
individuos, quienes se reúnen en estos lugares comunes para
interactuar de manera inclusiva.

Educar en valores es la base fundamental para una mejor


sociedad, y la forma de contribuir a que todos convivan de un
modo agradable y cordial es poniendo en práctica diariamente el
respeto, la solidaridad, la comprensión y la libertad, en todos los
espacios donde se desarrolle la vida humana.

El acoso escolar es un problema que ha tomado auge


recientemente, no solo por la popularidad que el
término bullying ha conseguido en los países de habla hispana,
sino porque los valores y normas sociales han quedado en
segundo plano dentro de la formación de los individuos.
El incremento de esta problemática, se debe en parte al cambio
que ha tenido la vida en sociedad a raíz de la evolución
tecnológica, ya que en la actualidad son pocas las ocasiones en las
que los niños se relacionan con otros fuera del ámbito escolar, lo
que origina que no puedan desprenderse de ese entorno que los
incomoda. Aunado a esto, las redes sociales han servido como
amplificador del acoso, ya que este se traslada hasta el hogar, lo
que permite sofocar a la víctima y llevarla fácilmente a
la depresión.
Una de las características principales del acoso es que afecta la
vida social de todos los involucrados, especialmente de la víctima,
ya que el aislamiento al que se ve sometida causa un cambio de
pensamiento y conducta en el cual se evidencia el desinterés que
tiene por realizar cualquier tipo de actividades, ya sea referente al
ambiente escolar o a algún mecanismo de entretenimiento.

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