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V O L U S P A J A R P A

Reseñas

Paisaje Somático / 2006


Dimensiones variables. Timbres sobre tela, 470 hilos nylon, 400 figuras de mujeres histéricas timbradas
sobre mica. PRIMER PREMIO/ CONCURSO DE ARTE JOVEN-MAVI-2006
Mujer y escritura: fundamentos teóricos
de la crítica feminista

Lucía Guerra. Santiago: Editorial Cuarto Propio, 2008

Olga Grau
He querido esta- terial problemático,
blecer una suerte de presente en muchos
diálogo con el texto, lugares de la obra,
partiendo de una pre- que se nos da como
gunta que me la ha un significante que
sugerido o impuesto ofrece cierta resis-
él mismo, ¿qué hacer tencia a ser cogido y
con el cuerpo?, para reducido en las suce-
la que propongo una sivas interpretaciones
entrada en un do- e inscripciones gené-
ble sentido: en uno ricas a que ha dado
de ellos, me remito al cuerpo lugar de maneras tan contra-
textual que nos entrega Lucía dictorias en los procesos de
Guerra con su libro Mujer y significación, y que retorna
escritura: fundamentos teóricos para oscurecer y desafiar los
de la crítica feminista. En ese argumentos construidos en
sentido, la pregunta deviene las elaboraciones de la propia
en: ¿qué hacer con el cuerpo crítica feminista. Puede servir,
crítico feminista que la auto- en tanto excedente, para ser
ra aborda para recolocar, o señalado como recurso para
reparar en la relación mujer y nuevas interrogaciones sobre
escritura?, ¿cómo se inscribe sus relaciones con la escritura
en nuestra actualidad?, ¿qué y el lenguaje, interrogaciones
orientaciones posibles nos se- que el texto no agota, invitan-
ñala a partir de lo que queda do a otras vías posibles de es-
en tensión en su propio texto? peculación y de generación de
En el otro sentido posible, conceptos.
la pregunta ¿qué hacer con el Volviendo al primer senti-
cuerpo? nos conduce a la con- do de la pregunta, el libro de
sideración del cuerpo sexua- Lucía Guerra nos entrega un
do como un excedente ma- cuerpo teórico de síntesis que

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podríamos considerar como la troducir otras modulaciones u
memoria de la crítica feminis- otros alcances en sus análisis.
ta consolidada extensivamen- Lucía Guerra nos recuerda
te en sus propios circuitos. Su ciertos hitos de la producción
texto nos retrotrae al pasado teórica feminista relativa a
de un conjunto de pregun- las relaciones mujer y escri-
tas que han tenido cursos de tura (Rich, Irigaray, Kriste-
desarrollo tanto en los países va, Cixous) y nos ofrece un
del norte como en nuestras recorrido y una impecable
propias latitudes latinoameri- exposición de algunas de las
canas, en el marco de los estu- elaboraciones fundamentales
dios feministas o en los estu- que han existido dentro de la
dios de género, acerca de las teoría feminista y los estudios
posibles relaciones de lo fe- de género para plantearse el
menino con los procesos de la problema de las relaciones
escritura, y en el abordaje de que tenemos las mujeres con
lo femenino en sus determina- el lenguaje, el cuerpo, la escri-
ciones culturales y su inscrip- tura y las posibilidades de ex-
ción en dominios patriarcales presarnos a través de éstos.
o hegemonías masculinas. Nos propone leer los textos
Su libro se suma al trabajo producidos por la crítica lite-
crítico desplegado desde hace raria feminista desde una ma-
aproximadamente un par de nifiesta postura política que, a
décadas por la autora, para mi juicio, tiene en cuenta pre-
señalar e insistir en las marcas dominantemente a los “recién
genéricas presentes en la escri- llegados” (Hanna Arendt),
tura, pero en el que se echa de tanto desde un punto de vista
menos una consideración más generacional como también a
central de los aportes de las los que acceden inicial o pro-
críticas feministas elaboradas gresivamente al cuerpo teóri-
en Latinoamérica y en nuestro co del feminismo. Como sabe-
propio país. Nombres como mos, las personas habitamos
los de las críticas chilenas en tiempos distintos de acuer-
Raquel Olea, Eliana Ortega, do a con cuáles concepciones
Eugenia Brito, Diamela Eltit, hayamos interpretado la ex-
Kemy Oyarzún, Patricia Espi- periencia singular y social y
noza, entre otras, no son refe- los signos culturales que las
ridos en la bibliografía teórica han tramado, trama en el sen-
ni considerados en el cuerpo tido de tejido y también como
del texto, los que pudieran in- artilugio. Eso hace que tenga

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sentido el encuentro con lo texto engranado, en que unas
producido por el feminismo partes se corresponden con
por parte de quienes, pese a otras y su tratamiento es siste-
ser nuestros/as contemporá- mático. Cuerpo, entonces, de
neos cronológicos no han ac- una cierta coherencia, unidad,
cedido a este cuerpo teórico, que refiere más bien, a las ne-
situado más allá de su males- cesidades de constitución del
tar y sensibilidad crítica res- saber feminista en la acade-
pecto del estado de las cosas mia; cuerpo de conocimientos
y su permanencia, y también que, como saber instituciona-
por quienes viniendo de una lizado, intenta decir y nom-
nueva generación se interesan brar del modo más completo
por dicha teoría. El libro rea- y expositivo que sea posible.
liza una rigurosa transmisión Su cuerpo teórico realiza el
de saberes acumulados que se deseo del desenmascaramien-
ofrecen como don de mujeres to de una perspectiva cultural
a las nuevas y nuevos recepto- androcéntrica y de las con-
res para sus propias operacio- figuraciones de dominancia
nes de interpretación crítica. masculina. El libro insiste
La donación de memoria que persistentemente en el uso del
nos proporciona Lucía Guerra término patriarcal para deno-
es memoria proyectiva, po- minar esta cultura, término
dríamos decir, en la medida que podría ser problematiza-
que es memoria intenciona- do actualmente, en la medida
damente política, cual es la que la figura del padre ha en-
de profundizar en las altera- trado en crisis como lo ha de-
ciones producidas en el orden mostrado Michel Tort, desde
simbólico de hegemonía mas- el psicoanálisis, y Genevieve
culina, el que es minado tam- Fraisse, desde la filosofía. Las
bién, como el texto propone, feministas del grupo de Milán
desde las perspectivas posco- han declarado desde ya hace
loniales. un tiempo la muerte del pa-
Los bordes de su ensayo triarcado, desde una volun-
teórico, conceptual, me parece tad política que pone énfasis
que coinciden con una suer- en las estrategias políticas de
te de cierre de campo en el complicidad de mujeres y las
contexto de las elaboraciones alteraciones que éstas intro-
teóricas del feminismo logra- ducen en las relaciones del
das desde los 60 hasta fines de sistema en el acontecer de un
los 90. La autora nos ofrece un presente. La afirmación de la

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muerte del patriarcado, sin una realidad a la que todavía
embargo y pese a su poten- se la puede signar con el nom-
cia significante, puede valer bre de “patriarcal.” Nombre
con mayor o menor grado reiterado en el pasado y pre-
de inflexión de acuerdo a las sente, que se apega a la piel
múltiples variables en que se del cuerpo cultural, en nuevas
organiza la vida social y la revitalizaciones. ¿Qué hacer
intimidad en nuestras socie- entonces, después de las ela-
dades. Los indicios que da la boraciones de tanto discurso,
estructura familiar contempo- y prácticas feministas? ¿Dón-
ránea y las transformaciones de ha estado el hueso difícil
de la intimidad avalan estas de roer?
resistencias a la designación Hemos tenido durante este
del dominio patriarcal pleno, último tiempo, la sensación
aunque tenemos que advertir de una cierta parálisis, una
también las múltiples violen- cierta detención, en la medida
cias de género aun existentes que las disquisiciones teóricas
en las relaciones sociales, ma- se ubican más bien en la repe-
nifiestas de manera flagrante tición, en la síntesis de lo pro-
o sutil en el humor sexista, ducido, en las elaboraciones y
en el femicidio, en la violen- especulaciones que hace unas
cia física, el abuso sexual, las décadas se inscribían en una
políticas públicas sordas a la voluntad política de cambios,
necesidad de legislar sobre en posiciones sustentadas en
el aborto y la anticoncepción un movimiento social podero-
de emergencia, entre otros he- so de mujeres situadas en un
chos que pudieran ser enume- horizonte de expectativas, ex-
rados, por nombrar algunos pectantes, seguras de ser por-
de los efectos de un sistema tadoras y agentes políticas,
renuente a desaparecer. sociales y culturales de una
Nos preguntamos ¿cuáles transformación. Somos parte
son las nuevas interrogantes de una generación de mujeres
que abre el texto?, ¿qué ten- que ha perdido el sentido de
siones laten en este cuerpo? comunidad de mujeres que
Creo que, justamente, la pre- fuimos capaces de construir
gunta por ¿qué hacer con el en los 80 y comienzos de los
cuerpo? (del texto) es instala- noventa (en Chile y otros paí-
da por el propio texto. Le ha- ses de Latinoamérica). La ins-
bita una suerte de incomodi- titucionalización de nuestros
dad, un malestar respecto de deseos y el saber instituido, la

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mayor o menor funcionalidad facto que está teniendo esa
de nuestro quehacer feminis- intervención artificial en los
ta a lógicas preexistentes que cuerpos, que supera la con-
han sido excluyentes de un dición estética, para devenir
modo de ser de lo femenino, muestra y exhibición de poder
todo ello ha tenido efectos médico, político y económico,
en un menor potencial sub- bajo la tutela masculina.
versivo. Hacemos síntomas La pregunta ¿qué hacer con
comunes en Latinoamérica, y el cuerpo?, en el segundo sen-
ensayamos recuperaciones de tido que aludíamos anterior-
sentido. mente en el inicio de esta in-
Una palabra querida de tervención, se sostiene en las
Lucía Guerra es la de másca- propias operaciones que reali-
ra, máscara que se usa como za el texto: en la construcción
estrategia de ocultamiento, discursiva que hace la autora,
o que puede también servir pareciera que la considera-
para los fines de movilizar ción del cuerpo la atrapa a
una intrusión en un orden ex- momentos, en una condición
cluyente. Pero hay que tener a paradojal, en aquella ideolo-
la vista, actualmente, también gía de género de la que quiere
la mascarada de lo femenino distanciarse, surgiendo una
entendida como reposición de suerte de renaturalización en
una identidad de género que la consideración del cuerpo y
extrema las “mínimas por- su relación con la escritura. El
ciones” del cuerpo biológico cuerpo, aun en su interpreta-
(senos, glúteos) para hacerlo ción crítica feminista, vuelve
ingresar en las nuevas tecno- a reponer a ratos el lugar na-
logías de implantes y prótesis, tural, en una suerte de “con-
nutrido de una neoideología ciencia contradictoria” (p.95),
conservadora del género y del lo que queda expresado como
sexo, mediatizados y progre- tensión en el texto a partir,
sivamente masificados, tecno- por ejemplo, de la conside-
logías de transexualidad o de ración de la “economía de la
hiperrepresentación del signo placenta” que se valoriza en
mujer sexualizada. Poco im- función de que evidenciaría la
porta la crítica proveniente de difuminación de los límites de
los sectores más conservado- un ser y otro, de la mismidad
res o de los más liberales: lo y la alteridad, de un yo y un
que se hace significativo es la tú, que sería un potencial de
validación, la legitimidad de las mujeres. Esta reposición

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de una condición natural del significación y construcción
cuerpo y su relación con la simbólica desde lógicas de
escritura queda evidenciada exclusiones plurales, y libera
en otra afirmación que Lucía sentidos para la invención de
Guerra hiciera otrora (en una nuestras vidas como mujeres.
entrevista concedida a Jean Podría decirse que, de algu-
Chrzanowski, 1993), respecto na manera, el trabajo teórico
de que la escritura es un “flu- que desarrolla Lucía Guerra
jo menstrual,” una “cosa muy es autorreflexivo respecto de
natural, muy biológica.” su propia producción de es-
El cuerpo aparece, entonces, critura de ficción, consciente
como el hueso duro de roer, de las conceptualizaciones
frente a él se vacila, se oscila; el críticas referidas a la mujer y
cuerpo perturba, permite insta- a lo femenino. Introduciendo
larlo en su diferencia genérica una palabra rebelde, la escri-
a través de la escritura para los tura teórica puede preceder
fines disruptivos, pero que, con o permitir derivaciones del
la fuerte carga de haber servido ensayo crítico a la ficción,
a los más tradicionales, vuelve y ésta componer una amal-
a reponer a éstos, inconsciente- gama con las disquisiciones
mente. En su doble faz, el cuer- intelectuales. Ello invita a re-
po evoca la historia inscrita en leer sus textos de ficción bajo
él y también provoca significa- esta perspectiva, en la tensión
ciones que la trastornan. permanencia y alteración de
El libro logra exorcizar los los hábitos culturales de la so-
obstáculos al pensamiento ciedad falocéntrica.
que imponen los sistemas de

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