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La globalización parece ser un fenómeno imparable, pero… ¿es más buena que mala o
más mala que buena? Hay muchos argumentos a favor y en contra de la globalización.
Todo es opinable y la globalización no es una excepción.
Hace unos días publicamos un artículo en el que se explicaba qué era la globalización y
cuáles eran los precedentes. En el presente texto se intentará dilucidar sobre los
argumentos a favor y en contra de esta corriente imparable en prácticamente todo el
mundo.
Por otro lado, existen los llamados popularmente como antiglobalización o globófobos.
Estos sostienen que la globalización, tal y como se está llevando a cabo, hay que pararla
porque está conduciendo a una desigualdad impresionante entre los más ricos y los más
pobres. Uno de los motivos, de ámbito político, va relacionado con el movimiento de
personas. En principio la globalización tendría que servir para facilitar el traslado de
ciudadanos por todo el mundo. Pero este hecho no se produce porque algunos países
imponen restricciones a determinados individuos en función de su origen. Por otro lado, la
privatización de servicios como la enseñanza o la sanidad se están generalizando en los
países del primer mundo y ello conlleva a que las clases medias y bajas de la sociedad
vayan perdiendo prestaciones tan básicas como necesarias. Además, se sostiene que son
los países ricos los que marcan el ritmo de la economía mundial, así como de las
transacciones y operaciones financieras que se llevan a cabo. En este sentido, se critican
las políticas de ciertos países sobre la imposición de barreras arancelarias a determinados
países por intereses de un sector económico determinado, como por ejemplo el sector de
la leche en España.
2. Batalla de Seattle.
En pocos días la Ciudad de Buenos Aires será el escenario de la Cumbre del G20 con un
operativo de Seguridad inédito a la espera de 28 líderes mundiales. El año pasado, este
mismo foro internacional creado en 1999, fue realizó en la ciudad alemana de Hamburgo y
el gobierno alemán también desplegó un gigantesco operativo policial y militar para tratar
de impedir las manifestaciones. La proporción de aquel dispositivo preparado por el
gobierno de Angela Merkel respondía a una de las contracumbres más masivas y
radicalizadas de los últimos años, en medio de una situación internacional convulsiva. La
manifestación pasó a ser conocida como “bienvenidos al infierno”.
A fines de los 90, cuando las resistencias obreras aún eran demasiado incipientes, tuvo un
mayor protagonismo el desarrollo de movimientos que con una fuerte “ilusión social”
comenzaron a cuestionar el orden capitalista. Fundamentalmente fue el movimiento
antiglobalización el que cuestionó la deriva neoliberal capitalista, dando origen a algunas
resistencias y a un activismo identificado sentimentalmente con la idea del anticapitalismo.
Represión en Seattle
Esta primera gran resistencia al avance del capitalismo y del imperialismo quebró la idea
de globalización armónica. El movimiento antiglobal contribuyó a deslegitimizar a las
instituciones del capitalismo como la OMC y los posteriores G8, G20, el BM o el FMI.
También contribuyó al desarrollo de la solidaridad internacional como respuesta al libre
mercado y a la libre explotación. En algunos casos, ayudó a la unidad de este movimiento
con los trabajadores. Ya en su primera puesta en escena en Seattle, la juventud se unió a
una clase trabajadora que venía dando pequeñas señales de recuperación en algunos
lugares como Francia y EE.UU. También en cumbres posteriores como Génova (2001),
todo ello empujado por un contexto de mayor movilización de los trabajadores y la
juventud. Esa unión pudo tejerse en mayor grado, pero las tendencias mayoritarias del
movimiento antiglobalización nunca consideraron a la clase trabajadora y sus
organizaciones como un sujeto clave en el desarrollo de la lucha contra el capitalismo, sino
como parte de un conglomerado amplio definido como "multitud".
El peso de las organizaciones reformistas y autonomistas dentro del movimiento, sin una
estrategia revolucionaria, impidió que desarrollara un fenómeno más profundo
verdaderamente anticapitalista, arraigado en la clase obrera. En cambio, diferentes
fracciones abogaron por la idea de "humanizar" al capitalismo.
Las manifestaciones de Hamburgo del año pasado volvieron a traer el espíritu de la lucha
callejera que hoy más que nunca es necesario retomar. En decir, la herencia positiva del
movimiento antiglobalización, uno de los primeros en cuestionar el capitalismo en los
momentos en los que la paz social dominaba en los estados centrales, pero lo hacemos
siendo conscientes de sus límites y reafimando la necesidad del avance de la clase obrera
a nivel internacional. Es necesario impulsar un verdadero movimiento anticapitalista que
se proponga la lucha contra el imperialismo y tenga como horizonte la expropiación de las
grandes corporaciones multinacionales, mediante la alianza con la clase obrera en todo el
mundo.