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La Constitución también es una noción intelectual que promueve una conexión entre el poder
político y el derecho. Así, el poder político se ve constreñido a ser ejercido con arreglo a la
estructura y organización establecida por el texto fundamental. Es mediante la Constitución
que el poder social se hace poder estatal, convalidando el gobierno dentro de unas vías
previamente señaladas. Así, la realidad social y política del pueblo asume un orden mediante la
Constitución, lo que permite asegurar un mínimo de justicia ya que vincula al derecho con el
ejercicio del poder. Toda Constitución más allá de sus errores, aciertos y originalidades, tiene
una propuesta explícita del modelo global de sociedad, cuyas líneas centrales son: el sistema
político, el sistema económico y los derechos ciudadanos, además de la estructura y
organización del Estado. Todo lo demás rodea a estos elementos, pero es secundario. En torno
a ellos el Estado, los individuos y la sociedad en su conjunto asumen las posibilidades y límites
de sus derechos; en síntesis, se estructura el poder y se le reconoce en una dimensión
jurídicamente protegida.
Las razones que justifican la reforma constitucional, se debe en algunos casos a la presencia de
una acción constituyente imperfecta, es decir, por la existencia de falibilidad o error en la
elaboración del texto constitucional. También obedece a la presencia de cambios en la
sociedad política; lo que implica la necesidad de actualizar el texto constitucional al surgir un
desfase entre la norma y la realidad cambiante. La atribución de la reforma es expresión de
una competencia extraordinaria o excepcional del poder constituido. La competencia para
reformar el texto fundamental no es una atribución normal, sino, más bien una prerrogativa
extraordinaria y limitada. Es conveniente subrayar que la reforma tiene un carácter
esencialmente integrador, en la medida en que intenta acomodar las normas con la realidad.
Sin embargo, cuando la norma constitucional en su integridad no corresponde a la realidad
que pretende regular, más por lo contrario obstruye el desarrollo social y económico, es
menester y justificable su modificación, cambio o derogación total, y el pueblo tiene el
derecho de constituir un poder constituyente encargado de elaborar una nueva Constitución
coherente con la realidad social y los fines de cada Estado en particular. La historia
constitucional peruana nos demuestra que no somos una república de instituciones sino de
personajes. A diferencia de las democracias occidentales, hubo caudillos sin contrapesos,
instituciones sin reglas que pesaran sobre ellos. La mayoría de las Constituciones aparecieron
para darle fuerza y legitimidad al poder de facto de algunos personajes. Por ello, no tuvieron
vigencia, menos aún la tuvieron las instituciones que nacieron de ellas. En una república en la
que el Derecho importaba menos que la política, la arbitrariedad y la fuerza se imponían.
La última Constitución del Perú, es una Constitución espuria, autoritaria y anti institucional
porque nació como un instrumento de un gobierno de facto quien buscaba legitimarse y tomar
el Estado. Es por ello que, por su origen y contenido debe derogarse aquella Constitución y
convocarse una Asamblea Constituyente, a fin de que elabore un nuevo texto constitucional,
tomando en cuenta la reestructuración del Estado que proponemos. Pues, la falta de la
democracia o la debilidad de sus instituciones generan un costo a largo plazo, destruyen la
confianza ciudadana en los sistemas políticos y alimenta el ciclo en el que el autoritarismo se
ofrece como una salida necesaria al desorden.
El Perú figura en el concierto mundial como uno de los países que mayor número de veces ha
cambiado de Constitución, sin que la realidad política, social y económica cambiase
radicalmente. Se alteró reiteradamente el modelo jurídico, pero se mantuvo intacta la
estructura política primigenia con sus problemas medulares, las mismas que se hicieron
crónicas con el tiempo. Pocas de ellas aportaron novedades importantes, muchas fueron
innecesarias y ninguna de ellas logró afianzar el Estado e institucionalizar el país. Esto último es
uno de los elementos que caracterizan a una Constitución y le da un valor histórico. En general,
cada Constitución nacieron a consecuencia de actos arbitrarios y se dirigieron únicamente a
cambiar las reglas de juego político, orientados al interés de los grupos de poder económico y
del gobierno de turno. A raíz de nuestra investigación, podemos constatar que el Perú
republicano como proceso histórico constitucional, pasó por la experiencia de tres procesos de
desarrollo económico nacional, las mismas que se reflejan a través de los textos
constitucionales:
política e intelectual que intentó hacer del Perú una potencia, si no fuera por
ser una ruptura con el modelo aristocrático, sin dejar su carácter antipopular
Una de las principales deficiencias del régimen político diseñado por las
de las grandes mayorías al ejercicio democrático del poder y todos los beneficios
valor y actualidad. Sin embargo, es fácil constatar que en el Perú fueron los
interna, la atención y el juicio sobre los partidos estuvieron centrados en su capacidad para
gobernar y para satisfacer elementales demandas sociales. Fracasaron en este aspecto, es
decir, fueron incapaces para gobernar y para construir una oposición objetiva. Y en ello tuvo
mucho que ver la fragmentación ideológica y la ausencia objetiva de alternativas viables de
gobierno. Muchos partidos actuaron como cúpulas de intereses personales; primó en ellos el
propia legitimidad del sistema que les otorgó la representación. Resulta en cierto
puede fulminar todo lo que se refiera al ejercicio democrático del poder y la misma
fe en la democracia.
los liberales llamarían mercantilista, que incluye no sólo las dádivas a los sectores
más pobres de nuestra sociedad sino también subsidios al sector empresarial,
económica que los sumió en la más profunda crisis. Así esta nueva estrategia del
bancos para impedir un colapso financiero del régimen. En el Perú bajo el modelo político
constitucional imperante, nunca ha funcionado un verdadero sistema de pesos y contrapesos
políticos, en el que cada
instituciones.
poder e influenciar desde ellas; el uso inadecuado de cargos públicos; el cada vez
transparencia, son datos que evidencian una crisis de valores originada por la
ausencia de una estructura educativa que vaya a la par del desarrollo económico y
político del país. La educación peruana, desde el poder estatal, ha sido ignorada su