Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1
entrevistas. Sin embargo, tiene dos importantes consecuencias de orden metodológico, no
siempre tenidas en cuenta. En primer la que afecta a la distancia entre investigador y los
datos (antes tomaba notas en un cuaderno), y en segundo lugar a la relación entre los
datos (en sus diferentes formatos) y los análisis emergentes. Tanto un registro de audio
como una trascripción dan lugar a nuevas y diferentes formas de pensar sobre el
desarrollo del análisis de los datos. Al mismo tiempo, determinados tipos de análisis solo
son posibles con grabaciones precisas de voz (Gibbs, Friese et. al, 2002). De forma
parecida las posibilidades de ordenamiento y gestión de la información cualitativa que
ofrecen los paquetes informáticos CAQDAS (Computer Assisted Qualitative Data
Software) han contribuido a formas específicas de análisis de contenido de
transcripciones de entrevista, grupos de discusión, o materiales etnográficos de diverso
tipo (Valles, 2000).
2
El uso científico del audiovisual
“posee todas las propiedades que la ciencia podía desear: preserva fielmente la
imagen que se imprime sobre ella, y la reproduce y multiplica indefinidamente; en
el espectro de radiación cubre un margen mayor que el doble de lo que puede
percibir el ojo, y quizás pronto lo pueda cubrir todo; finalmente tiene la admirable
propiedad que permite la acumulación de acontecimientos, y mientras que la
retina borra todas las impresiones tras una décima de segundo, la retina
fotográfica los preserva” (Janssen, citado en Darius, 1984:11).
1
Tampoco es casual que a la fotografía y a la sociología le sea atribuido el mismo año de nacimiento: 1839.
Fue el año en que Auguste Comte terminaba de publicar su emblemático Curso de Filosofía Positiva y en
el que Daguerre hizo público su método para fijar una imagen sobre una placa metálica (Becker, 1974)
3
En las afirmaciones de Jansen vemos que la virtud atribuida a la cámara es esencialmente
su condición de artefacto neutral que se limita a recoger hechos empíricos (lo real antes
del conocimiento, antes incluso de la percepción, lo “real en sí”, como afirmara el teórico
del cine André Bazin, 1990), aunque también se desprende del entusiasmo del astrónomo
que estos hechos empíricos toman su estatuto de realidad a partir del campo de
observación nuevo que, en su “visualización” y “documentación”, estrena la técnica
fotográfica. Las aplicaciones en las ciencias eran ilimitadas. La cámara, posibilitada para
visualizar y documentar los fenómenos más diversos se convirtió, en un primer momento,
en un dispositivo integrado de registro y análisis del movimiento. Eadweard Muybridge,
fotógrafo de origen británico, apreció pronto las nuevas posibilidades que ofrecía este
descubrimiento, ideando, en la década de los setenta, un complicado sistema para tomar,
no una, sino varias instantáneas del galope de un caballo. Las fotografías supusieron la
primera representación de una secuencia ordenada de análisis de un movimiento,
obtenida a partir de métodos repetibles y verificables, es decir, “científicos” (Frutos,
1991). Las fotografías aparecieron poco después en las más prestigiosas publicaciones de
divulgación científica (Scientific American, La Nature) y la resonancia hizo que los
frutos obtenidos por la posibilidad de registrar en un mismo soporte una serie ilimitada
de fotografías suscitaran el interés de la comunidad científica. Sus resultados llegaron
incluso a compararse con las visiones obtenidas con instrumentos como el telescopio o el
microscopio, ya que estas secuencias fotográficas analizaban las fases de un movimiento
rápido, descubriendo al ojo humano un mundo que hasta entonces había sido incapaz de
ver.
Los desarrollos ulteriores de las tecnologías de la imagen seguían apreciados por sus
posibilidades para la ciencia y, curiosamente, no vaticinaban todavía su potencialidad
artística o comercial. Los propios inventores del cinematógrafo, los hermanos Lumiére,
lo consideraron “...un instrumento de investigación científica, un aparato de física
recreativa con escaso poder comercial” (Gutiérrez Espada, 1982: 173)
4
espejo con memoria” la que despierta el interés de estas en las nuevas tecnologías de
registro visual. Son conocidas las primeras imágenes de los hermanos Lumiere, de los
obreros saliendo de una fábrica en Lyon o de trenes de pasajeros llegando a la estación
(Barnouw, 1993). El enfoque del objetivo de la cámara capaz de registrar para siempre
“lo real” y las grabaciones como evidencias probatorias. Aquí resulta esclarecedora la
propuesta del historiador polaco Boleslaw Matuszewski:
5
verbalmente y no en imágenes. En otras palabras, los datos visuales del sociólogo se
componen de tablas, gráficos e histogramas. Como veremos más adelante, las resistencias
al empleo de la imagen, ya sea como instrumento o como dato, se sustentó en el mismo
recelo que la sociología canónica sentía hacia la etnografía como método de
aproximación a lo real o a las distintas técnicas de la metodología cualitativa. No es
casual que los escasos ejemplos de investigación con imágenes se circunscriben a autores
afines a los enfoques microsociológicos o etnometodológicos2. En otras palabras, las
imágenes presuponen una metodología cualitativa y demandan una lectura interpretativa.
Cierto grado de reflexión metodológica sobre el uso de las imágenes tuvo mayor
desarrollo en la antropología, donde las cámaras parecían en un principio unos
instrumentos que potenciaban la labor etnográfica, es decir la descripción y el análisis de
las prácticas culturales. Al fin y al cabo, el objeto de estudio tradicional de la
antropología, las sociedades no-occidentales, son “visiblemente” diferentes a las culturas
en las que surgen sus practicantes. Por ello no puede sorprender que los antropólogos
apreciaran las virtudes de la cámara para su trabajo. La antropología desarrolla una rama
de investigación y práctica cinematográfica llamada antropología visual o cine
etnográfico. Esta se convierte en los años 50 en una disciplina o subdisciplina de la
antropología con centros de investigación y especialistas reconocidos.3
La primera unión explícita entre las ciencias sociales y el uso de las tecnologías de la
imagen como innovación metodológica en la investigación social tiene lugar en la
investigación antropológica conjunta de Margaret Mead y Gregory Bateson (1942) sobre
un pueblo de Bali. Gracias al progreso tecnológico en la miniaturización de la película de
cine fue posible un trabajo de investigación etnográfica visual sin precedentes que
incorporaba fotografía y cine, aunque en el mismo sentido objetivista y documentalista
(no olvidemos que un objetivo implícita o explícitamente aceptado por la antropología es
2
Erving Goffman, por ejemplo, es uno de los escasos sociólogos que emprende un estudio mediante
fotografías. En Gender Advertisements (1979) analiza el efecto de las fotografías publicitarias sobre los
roles femeninos.
3
Este desarrollo tiene lugar tanto en Europa como en los EEUU. En Francia se crea el Comité du film
ethnographic en el CNRS. En Alemania se crea en la ciudad de Göttingen en 1953 el Institut für den
Wissenschaftlichen Film (Instituto para el cine científico). En los EEUU se desarrollaron diversos centros,
como el Departamento de Antropología de la Universidad de Harvard, el National Center of
Anthropological Film en Washington o el Center for Visual Anthropology en la Universidad del Sur de
California (Asch, 1991).
6
reunir y conservar documentos sobre costumbres y pueblos que desaparecen) con que
había sido incorporada la imagen a todo el universo científico. En este caso, las 25.000
fotografías y los 22000 pies de película de 16mm que Mead y Bateson filman en Bali
cumplen el papel de datos y evidencias probatorias e ilustraciones que confirmaban sus
hipótesis. Paradójicamente, Mead y Bateson se apartaron decididamente de la perspectiva
nomotética de una ciencia de la cultura, pero en su uso del medio audiovisual no
trasciende todavía a la fascinación objetivista que éste arrastraba y que renovaba con cada
innovación técnica. El recurso a la imagen fue precisamente una respuesta a las críticas
de sus detractores a la escasa cientificidad de sus argumentaciones. El ingente material
recabado por las cámaras debía dotar a su etnografía de un fundamento documental
incontestable y mejorar la fuerza demostrativa de sus explicaciones (Harris, 1986: 360).
Mead contestaba a sus críticos observando que “precisamente aquellos que reclamaban a
gritos estudios científicos han sido los últimos en aprovecharse de unos instrumentos que
podían aportar a la antropología aquello que ella ya había aportado a otras ciencias: una
profundización y una extensión del campo de observación” (Mead, 1975: 10).
7
Sin embargo, el avance tecnológico que supone la posibilidad del registro y reproducción
simultánea de imagen y sonido significó una vuelta de tuerca más en el paradigma
positivista-objetivista respecto a las concepción del conocimiento que permitían las
tecnologías. Los antropólogos visuales ven la sincronía sonido-imagen como un avance
hacia temporalidad auténtica, que encajaba en las aspiraciones del cine etnográfico de
“respetar la integridad estructural de los acontecimientos” (Sandall, 1972). Esta se
traducía en películas de larga duración que presentaban rituales o ceremonias en tiempo
real, rindiendo tributo a la “integridad etnográfica” (Nota: The Feast, The Ax Fight)
Los documentalistas ven realizadas las aspiraciones de objetivación de lo real inherentes
a la propia palabra “documental”. Esta sugiere un interés en lo que es dado, en lo que
existe, más que en lo que el investigador aporta personalmente a la mesa de la realidad.
La evidencia documental constata lo que de otra manera es una opinión o una hipótesis.
Un reporte documental ofrece autentificación de lo que sin ello es especulación (Wagner,
2002). Precisamente en el campo del cine documental, la sincronía imagen-voz impulsa
el llamado cine observacional (un cine con una fuerte vocación sociológica). Como
máximo exponente de este cine despunta el Direct cinema de Frederick Wiseman, quien
introdujo su “cámara observadora” en diferentes instituciones con el fin de producir
descripciones exhaustivas de lo cotidiano: High School (1968), retrata la vida en una
escuela, Law and Order (1969) el trabajo de la policía dentro y fuera de las comisarías,
Hospital (1970) la vida en un sanatorio. En estos trabajos audiovisuales sobre
instituciones y contextos concretos de interacción encontramos de nuevo una conexión
teórica, en este caso con la fenomenología, ya que las imágenes parecen posibilitar un
acceso a los fenómenos tal y como se producen.
8
también depende de la experiencia subjetiva y talento de construcción de conocimiento
de los investigadores individuales y las comunidades científicas. Al hilo de lo expuesto
en los anteriores apartados, la investigación con/sobre imágenes, o a través de
tecnologías de la imagen, ha tendido a quedar atrapada en el primer principio: la imagen
como un reflejo mecánico de lo real y la cámara en un instrumento que asiste al ojo y a la
memoria humana en el registro, documentación y análisis de la realidades dadas que son
objeto de estudio científico.
Sin embargo, si algo ha determinado el giro reflexivo en las ciencias sociales es que
cualquier aproximación científica a la realidad objeto de estudio pertenece a ambos
principios. El investigador no acepta la realidad como algo dado y las metodologías son
también constructoras, por lo que aplicamos la reflexividad sobre las propias
metodologías audiovisuales. Entonces, ¿cómo puede y debe ser “leída” una imagen?
¿Cómo pueden y deben ser usadas las tecnologías de la imagen en la investigación
social?
a) Una imagen puede ser interpretada tanto como una comunicación explícita,
precisa, factual o como un objeto social y cultural ambiguo y polisémico.
b) Las imágenes pueden ser empleadas como datos ricos en información que
extienden y amplían el campo de observación y análisis de las investigaciones
científicas, así como artefactos subjetivos, evocativos y reflexivos, que
precisamente en estas cualidades encierran un enorme potencial para enriquecer la
investigación social y su representación.
9
cualitativa y el uso de la imagen en la investigación social, en lo que respecta a su
naturaleza necesariamente interpretativa y reflexiva, describiremos una fructífera
simbiosis de ambos: la metodología biográfica audiovisual. En ésta se produce una
complementación entre las virtudes cognitivas de la narrativa para investigación social de
la memoria y la las de la imagen, que añade dimensiones cualitativas fundamentales a los
discursos.
Los teóricos del enfoque biográfico o la historia oral han reconocido que su mayor
potencial metodológico reside en la condición reflexiva inherente al diálogo y la relación
conversacional. Estos plantean, como afirmó Bertaux (1993), una “redefinición de la
totalidad de las aproximaciones a la práctica de las ciencias sociales”, y enriquece las
concepciones de representación, de verdad y de memoria. De esta manera la metodología
biográfica trasciende su condición de mera “técnica” para ser un instrumento de crítica y
de reflexión metodológica. Las fuentes orales obligan a reflexionar sobre los procesos
sociales y personales de producción e intercambio que subyacen a esas narrativas (y no
solo respecto a un pasado más o menos documentable). El relato registrado no tiene un
valor por su origen ni por su supuesto carácter directo y no mediado (paradigma
objetivista), sino “por el carácter más preciso de la evidencia, y la conciencia interior o
subjetividad que el relato lleva consigo” (Thompson, 1988). La situación de entrevista no
es un canal privilegiado para acceder a la experiencia o vivencia interior de la persona
entrevistada, sino una práctica social en que la memoria, la identidad y la subjetividad de
los agentes (entrevistador y entrevistado) se compromete.
Es en el marco de este enfoque, donde se podrá apreciar el valor añadido que supone la
incorporación del audiovisual a la investigación social con metodologías cualitativas (y
en particular biográficas). Tanto en el caso de los relatos como en el de las imágenes ese
valor reside precisamente en aquello que desde un punto de vista objetivista puede
parecer más inconveniente, esquivo y complejo. Así, lo que afirma Luis Enrique Alonso
para el fenómeno de la narración, se puede trasladar al terreno del audiovisual: es el
carácter “hipersubjetivo” (de las narraciones y de los audiovisuales) lo que se convierte
en su principal virtud (Alonso, 1999: 70) porque ahora contribuye a crear una imagen –
tanto en el sentido figurado como en el propiamente material – más real del pasado
(objetividad) y una imagen más honesta de la tarea de su “recuperación” y las formas de
su representación (reflexividad).
10
Esto implica reconocer las características propias de la imagen y rechazar las analogías
entre el discurso escrito y el fílmico y el símil del "escribir con la cámara". Lo
impersonal, la generalización y abstracción no puede ser más que en palabras. La imagen,
al contrario que la palabra, es semánticamente rica pero sintácticamente pobre (Crawford,
1992). Las imágenes están por tanto imposibilitadas para representar la generalización y
las categorías abstractas que toda “ciencia” (en un sentido positivista) requiere. Lo que
ofrecen las imágenes nunca son conceptos o generalizaciones deductivas, sino situaciones
concretas, individuos determinados, historias particulares, eso sí, con una enorme riqueza
semántica. Es esta riqueza semántica en el caso de grabación audiovisual de entrevistas
biográficas aporta elementos sustanciales a la metodología de investigación cualitativa,
tanto en lo referente al registro (proceso de interacción gestual-verbal, dinámica
conversacional, etc.), como al análisis de los relatos resultantes.
4
Recordemos la célebre frase de Emile Zola, en que afirmaba que “los grandes autores de novela dicen
mucho más sobre el hombre y la naturaleza que las graves obras de filosofía e historia” (citado en
Stoczkowski, 2004:61)
11
Survivors of the Shoah Visual History Foundation, creado con la finalidad de grabar en
video entrevistas biográficas de supervivientes del Holocausto (o Shoah) en todo el
mundo5. Este particular ejemplo permitía además explorar el tratamiento metodológico
de un fenómeno, cuya investigación supone una singular dificultad.
Antes que los metodólogos de las ciencias sociales, el cine documental ha sido precursor
en reconocer las cualidades del audiovisual biográfico para la exploración de realidades
de difícil aproximación y representación. En particular la representación del Holocausto
ha dado lugar tanto a producciones como a reflexiones teóricas y metodológicas de
relevancia. Omer Bartov, por ejemplo, identifica la clave metodológica del problema al
afirmar la necesidad de aproximaciones indirectas al acontecimiento del Holocausto
(aplicable a otros fenómenos traumáticos, o “traumas sociales” (Kaes, 1991). Este sugería
acercamientos que solamente se aproximaran al propio acontecimiento histórico, en el
estudio de sus consecuencias, sus efectos psicológicos, sociales y políticos en el presente
a través de los individuos que pasaron por él (Bartov: 1996:9). En esta perspectiva se
sitúa la teorización estética y el planteamiento audiovisual de Claude Lanzmann6. Shoah
(1985) su monumental trabajo cinematográfico de 9 horas está basado enteramente en
entrevistas y fundamentalmente a supervivientes del exterminio nazi. Lo fundamental de
la propuesta cognoscitiva de Lanzmann es una inversión total de la lógica objetivista, sin
renuncia alguna a la verdad; al contrario, la verdad está contenida en esta inversión
reflexiva. No se accede al pasado mediante imágenes “auténticas” grabadas en la época
en cuestión, ni a través de su dramatización “realista”, sino en el encuentro con sus
huellas, en sus repeticiones y resistencias en el presente y a través del testimonio del
testigo; un testimonio que es fruto de un diálogo, de una entrevista biográfica.
5
“El testimonio audiovisual y la construcción de la memoria colectiva. La representación del Holocausto
según el proyecto Survivors of the Shoah Visual History Foundation”, Universidad Complutense de
Madrid. 2003.
6
El documental Shoah de Claude Lanzmann, una obra pionera en la aproximación biográfico-audiovisual y
clave en el debate sobre la representación del Holocausto, ha sido objeto de numerosos estudios, desde
múltiples ámbitos disciplinares. En "In an era of testimony: Claude Lanzmann´s Shoah” (1991) Shoshana
Felman analiza cómo los testimonios de esta película ponen en perspectiva los límites de la historiografía.
En “Mirrors Without Memories - Truth, History and the New Documentary” Linda Williams examina
Shoah en relación al llamado “Nuevo documental” o “documental postmoderno”, en que los
acontecimientos del pasado examinado son ofrecidos no como una totalidad, completa, aprehensible, como
verdades unitarias y representables sino como fragmentos, piezas de un pasado invocado por la memoria.
La reflexión sobre Shoah también se ha producido de forma comparativa ante la proliferación de su
antítesis: el cine de ficción sobre el Holocausto (Hansen, 1996; Hartman, 1995; y el propio Lanzmann,
1995). Análisis exhaustivos sobre el documental pueden encontrarse en Colombat (1993) y LaCapra
(1998).
12
Un elemento fundamental en el testimonio audiovisual, ausente en los testimonios
escritos o de historia oral, que proporciona esta cualidad cinematográfica y
anticinematográfica es la visibilidad del rostro. El rostro contiene las huellas del
acontecimiento. Dado que el acontecimiento se resiste a la representación, puede
(solamente) ser registrado posteriormente, en sus efectos traumáticos. Y estos efectos
están presentes en el rostro que rememora (que revive los acontecimientos
“irrepresentables”) y relata su historia ante un entrevistador que escucha y pregunta. La
videograbación captura el drama visual del testimonio/entrevista. Expresiones faciales,
emociones y los matices del lenguaje corporal son todos grabados por la cámara (Eliach,
1991: 13), lo cual le añade otra dimensión a la entrevista y al discurso. Resulta aclaratorio
recurrir al filósofo Levinas, quien subraya el carácter vulnerable del rostro – la parte más
desnuda del cuerpo humano y la más expuesta a las violencias – y afirma que esta
ausencia de protección se impone a quien lo mira. Como interpreta Catherine Chalier en
su obra sobre el filósofo, el rostro “aviva el sentido de la responsabilidad infinita del yo
para con el otro” (1993:80). Las citas subrayan la importancia del rostro en el
establecimiento de un vínculo comunicativo singular entre el que relata y el que recibe el
testimonio. El rostro y la voz relatora del testigo en el medio audiovisual se han
convertido así en la simbiosis semiótica por excelencia, manifiesta en la percepción
contemporánea del fenómeno de historia oral audiovisual y en ella residen sus potenciales
para la investigación social.
No se nos escapa que esta dimensión cualitativa del discurso audiovisual que articula voz
(relato) e imagen (del rostro relator) contienen un conjunto de elementos retóricos de
extraordinaria eficacia comunicativa. Pero estos no ponen en cuestión la dimensión
metodológica a la que nos estamos refiriendo. La pregunta que surge, es ¿no son acaso
también los elementos retóricos los que nos acercan al conocimiento? ¿No es
precisamente esta dimensión no estrictamente “científica” la que – paradójicamente –
hace que tanto imagen como relato tengan, como dijo Chartier sobre el segundo, “una
relación específica con la verdad”?
13
registro de la misma. Sin embargo la intensidad de esta unión es infinitamente más débil
que la que aporta el rostro relator. Para el lector que sólo tiene palabras en una página, la
autoridad para este lazo está ausente. Las palabras dejan de ser huellas del crimen para
ser un signo desprendido, flotante, a la merced de todo el que lo lea o malinterprete.
Como dice Young, “una vez que el autor se retira de sus palabras, se retira también la
autoridad evidencial de las palabras (...) La ausencia del escritor se convierte así en la
ausencia de autoridad de la palabra misma, haciendo que esta no sea más que un
significante (...)” (1988: 24). El testimonio audiovisual vuelve a atar los cabos entre el
significante y el significado, al investir el contenido del relato de la autoridad del rostro,
con sus gestos, pausas, silencios y reticencias. El rostro, la voz y la narrativa del
superviviente sí contienen las huellas de lo ocurrido (en nuestro caso, los crímenes del
Holocausto). La entrevista biográfica audiovisual transmite el "estar allí" (por el referente
histórico-espacial y vivencial al que remite el relato) pero también el "estar aquí" del acto
comunicativo que, a diferencia del relato escrito, en el vídeo se produce en un eterno
presente. El espectador presencia la interacción comunicativa en que se produce el
testimonio, es testigo del propio acto de testimoniar. De esta manera, esta metodología
pone en funcionamiento una compleja yuxtaposición de temporalidades que son el origen
de un extraordinario poder comunicativo.
14
superviviente es un esfuerzo continuo por dar voz e historia a verdades que viven en ellos
como la negación de voces e historias” (1998: xix). También el escritor Elie Wiesel ha
repetido esta idea en diferentes lugares, en relación a los testimonios literarios de
supervivientes: “No escribieron con palabras, sino en contra de ellas. Intentaron
comunicar su vivencia del Holocausto pero todo lo que comunicaron fue su sentimiento
de impotencia por no ser capaces de comunicar la vivencia” (1978: 198).
Por otro lado, la metodología biográfica audiovisual hace de la necesidad (o más bien
dificultad) virtud y responde a la problemática epistemológica de la investigación y
representación de la memoria. Se podría decir que no es la historia estrictamente la que se
recoge. El dispositivo metodológico permite que el proceso testimonial, aunque
traumático, se produzca. Este se puede producir porque la metodología – atenta a los
aspectos emotivos e intersubjetivos en la relación del entrevistador con el entrevistado –
propone la presencia íntima y comprometida de un “otro” que escucha (Felman 1992).
Son precisamente las características propias de la narración hablada y el lenguaje no
verbal del rostro (lo visual) las que permiten la documentación del trauma, es decir que es
el propio trauma el que se está biografiando: el registro (visual y auditivo) de la lucha del
entrevistado por poner palabras a su experiencia.
15
historia oral audiovisual se inscribe en esta lógica objetivista, heredera tanto de la
tradición cinematográfica documental y etnográfica, como de las obsesiones archivísticas
de la antropología decimonónica o de la primera historia oral. Sin embargo esta
metodología se escinde entre la lógica registradora y documental de aquella otra que
percibe en la imagen y la voz del testigo un elemento que complementaba los elementos
evocativos y experienciales de la metodología biográfica. En esta línea, lo audiovisual se
suma al potencial comunicativo de la narración personal ofreciendo los gestos, silencios,
miradas y voces que emergen en el momento del acto testimonial, aunque estos no sean la
verdad del pasado, sino más bien el producto reflexivo de las reverberaciones entre un
pasado biográfico y el presente de un contexto de enunciación determinado.
16
verdad parcial y fragmentaria, una verdad posible. De esta manera se recuperan algunos
objetivos de la tradición documentalista y también de las metodologías de investigación,
que habían quedado en suspensión en el debate epistemológico sobre la representación.
El objetivo es más modesto y más prudente. No se trata de producir “resultados
científicos” según una racionalidad positivista sino, en otro nivel, adquirir conocimiento
acerca de determinados procesos y realidades. Así enfocadas, las tecnologías
audiovisuales pueden ser valiosos útiles en la investigación social.
Bibliografía
17
Frutos, F. J. (1991). Artilugios para fascinar. Colección Basilio Martín Patino. Salamanca,
Junta de Castilla León.
Gibbs, G. Friese, S. et al. (2002). "The Use of New Technology in Qualitative Research.
Introduction to Issue 3(2) of FQS." Forum Qualitative Sozialforschung / Forum:
Qualitative Social Research [On-line Journal] 3(2).
Goffman, E. (1979). Gender advertisements. London,The Macmillan Press,
Greenspan, H. (1998). On Listening to Holocaust Survivors: Recounting and Life History.
Westport, Praeger.
Hansen, M. (1996). "Schindler´s List and Shoah". Critical Inquiry, nr. 22.
Harris, M. (1986). El desarrollo de la teoría antropológica. Madrid, Siglo XXI.
Macdonald, K. and M. Cousins (1996). Imagining Reality: The Faber Book of
Documentary. London, Faber.
Hartman, G. (1995). "The Cinema Animal: On Spielberg´s "Schindler´s List". Salmagundi
(106-107): 127-146.
Izquierdo, J. (2004). ""¿Sabes lo que te digo?": sobre las secuencias de revelación de las
bromas cámara oculta [67 párrafos]." Forum Qualitative Sozialforschung / Forum:
Qualitative Social Research [On-line Journal] 5(2).
Kaes, A. (1992). Holocaust and the End of History. Probing the Limits of Representation:
nazism and the Final Solution. S. Friedlander. Cambridge, MA, Harvard University
Press.
Körschen, M. Pohl, J. et. al (2002) “Neue Techniken der qualitativen Gesprächsforschung:
Computergestützte Transkription von Videokonferenzen” Forum Qualitative
Sozialforschung / Forum: Qualitative Social Research [On-line Journal] 3(2).
LaCapra, D. (1998). History and Memory after Auschwitz. New York, Cornell University
Press.
Langer, L. (1991). Holocaust Testimonies: The Ruins of Memory. London and New Haven,
Yale University Press.
Lanzmann, C. (1995). Ihr sollt nicht weinen. Einspruch gegen Schindlers Liste. Der Gute
Deutsche: Dokumente zur Diskussion um Schindler´s Liste in Deutschland. C. Weiss.
Saarbrücken, Rörig Universität Verlag: 173-177.
Levinas (1996). Etica e infinito. Madrid, Visor.
Mead, M. (1975). “Visual anthropology in a discipline of words”. Principles of Visual
Anthropology. P. Hockings. The Hague, Mouton.
McQuire, S. (1998). Visions of Modernity. Representation, Memory, Time and Space in the
18
Age of the Cámera. London, Sage.
Plummer (1989). Los documentos personales: Introducción a los problemas y la bibliografía
del método humanista. Madrid, Siglo Veintiuno.
Ricoeur, P. (1987) Tiempo y narración. Madrid, Ediciones Cristiandad,
Quindeau, I. (1995). Trauma und Geschichte: Interpretationen autobiographischer
Erzählungen von Überlebenden des Holocaust.
Sandall, R. (1972). Sight and Sound.
Stoczowski. W. (2004). “Razón narrativa. De las virtudes cognitivas del relato comparadas
con las del modelo”. Empiria, 7: 57-76.
Thompson, P. (1988). La voz del pasado : la historia oral.
Valencia, Alfons El Magnànim.
Valles, M. (2000). La gounded theory y el análisis cualitativo asistido por ordenador. El
análisis de la realidad social. Métodos y técnicas de investigación. M. García
Ferrando, J. Ibáñez y F. Alvira. Madrid, Alianza.
Walker, J. (1997). "The Traumatic Paradox: documentary films, historical fictions and
cataclismic past events." Signs 4(22): 803-825.
Wiesel, E. (1978). A Jew Today. New York, Random House.
Young, Y. (1988). Writing and Rewriting the Holocaust: Narrative and the Consequences of
Interpretation. Bloomington, Indiana University Press.
19