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La empresa socialmente responsable, es aquella que tiene como fin crear y maximizar el valor
para sus grupos de interés mediante un comportamiento ético, tratando de generar valor
social y medioambiental además del económico.
Las empresas responsables no solo definen su misión, visión y valores en el marco de un plan
estratégico, sino que también integran de manera transversal buenas prácticas de RSE y
sostenibilidad en su forma de hacer negocio.
Hay empresas que desarrollan, de forma voluntaria, un código ético o de conducta para
manifestar sus valores y dar ejemplo, en la relación con sus grupos de interés. Estos códigos
cobran especial relevancia cuando, por ejemplo, una empresa intenta transmitir sus valores a
sus proveedores para que ellos también los asuman. No obstante, un código ético o de
conducta solo es una carta de intenciones, que de poco servirán, si la empresa no
implementa políticas y procedimientos para asegurar su cumplimiento.
El código ético o de conducta de una empresa, es un documento público que recoge los
objetivos, los valores y los principios de actuación de una organización respecto a sus grupos
de interés, y que presiden la política de la empresa, con el objetivo de:
Establecer un marco de referencia común para todas las partes implicadas en la labor
empresarial.
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Ser la carta de presentación de la empresa, tanto interna, como externamente,
estableciendo un elemento diferenciador con el resto de empresas de la competencia.
Una vez implantado el código, es necesario formalizar mecanismos que permitan a las
organizaciones validar hasta qué punto el código se está cumpliendo, y disponer de las vías
necesarias para llevar a cabo las acciones que correspondan en caso de incumplimiento. Es
habitual disponer de un buzón de correo específico que permita comunicar a cualquier parte
interesada, tanto interna como externa, los posibles incumplimientos del código de conducta
que se produzcan.
Por otra parte, es necesario que los profesionales de la administración y las personas que
desempeñan funciones administrativas en las organizaciones actúen con el convencimiento
de que existe la responsabilidad de contribuir al desarrollo de las comunidades mediante
acciones éticas y responsables, tanto de parte de las organizaciones como de los propios
individuos.
Comunicación ética
En la actualidad es particularmente importante que los esfuerzos de comunicación de una
compañía sean éticos. La comunicación ética “incluye toda la información relevante, es
verdadera en todos sentidos, y no encubre engaño alguno”. Por otro lado, la comunicación
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que carece de ética suele distorsionar la verdad o manipular al público. ¿Cuáles son algunas
de las formas en que las compañías ejercen una comunicación no ética? Una de ellas estriba
en omitir información esencial. Por ejemplo, no informar a los empleados que una fusión
inminente provocará que algunos de ellos pierdan su trabajo es una falta de ética. También lo
es el plagio, que consiste en “presentar como propio el discurso o cualquier otro producto
creativo desarrollado por alguien más”; tergiversar de forma selectiva, falsear cifras,
distorsionar la información visual, no respetar la privacidad o quebrantar las normas de
seguridad que buscan proteger la información. Por ejemplo, aunque la compañía British
Petroleum trató de comunicarse en forma abierta y veraz respecto del derrame de petróleo
ocurrido en la costa del golfo durante el verano de 2010, el público consideró que gran parte
de la comunicación de la compañía incluía elementos antiéticos.
Entonces, ¿qué pueden hacer los gerentes para fomentar la comunicación ética? Una forma
de lograrlo consiste en “establecer lineamientos claros para una conducta ética, incluyendo
una comunicación ética en los negocios. En una encuesta global realizada por la International
Association of Business Communicators, por ciento de los profesionales de la comunicación
que fueron consultados afirmaron que sus compañías definen con claridad lo que consideran
un comportamiento ético y antiético”. Si no se cuenta con lineamientos claros, es importante
plantear las siguientes preguntas:
• ¿La situación se definió con imparcialidad y exactitud?
• ¿Cuál es la intención de comunicar este mensaje?
• ¿Cómo se verán impactadas por el mensaje las personas involucradas en su contenido o las
que lo reciban?
• ¿El mensaje ayuda a lograr el mayor bien posible y, al mismo tiempo, minimiza los daños
posibles?
• ¿Lo que en este momento parece una decisión ética seguirá siéndolo en el futuro?
• ¿Qué tan cómodo se siente respecto de su esfuerzo de comunicación? ¿Qué pensaría acerca
del mismo alguien a quien usted admira?
Recuerde que, el gerente, tiene la responsabilidad de analizar detenidamente sus opciones de
comunicación, así como las consecuencias de las mismas. Si siempre actúa con estos dos
aspectos en mente, es probable que practique una comunicación ética.
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La administración global en el mundo actual
Hacer negocios a escala mundial no es algo sencillo en la actualidad. A lo largo de nuestro
análisis de lo que implica administrar en el entorno global de nuestros días, deseamos
enfocarnos en dos temas de gran interés. El primero tiene que ver con los desafíos que
conlleva la globalización, sobre todo los relativos a la apertura inherente al hecho de operar
internacionalmente. El segundo tema se refiere a los retos implícitos en la administración de
una fuerza laboral global.
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Desafíos implícitos en la administración de la fuerza laboral global
• “En vista de que son cada vez más los estadounidenses que viajan a la China continental
para trabajar, el número de chinos y norteamericanos que laboran codo a codo está
aumentando. Aunque benéficas de muchas formas, estas sociedades interculturales también
ponen de relieve las tensiones derivadas de divergencias en materia de experiencia laboral,
niveles salariales y comunicación”.
• Las empresas globales con equipos de trabajo multiculturales enfrentan el reto de
administrar las diferencias culturales en lo que respecta a las relaciones vida laboral vida
familiar. Las prácticas y programas implementados para ese propósito pueden ser apropiados
y eficaces para los empleados de un país pero eso no garantiza que constituyan la mejor
solución para los de otras naciones.
Como la globalización sigue siendo importante para los negocios, resulta evidente que los
gerentes necesitan averiguar cuál es la mejor manera de manejar la diversidad de los
empleados. Algunos investigadores han sugerido que los gerentes requieren desarrollar su
inteligencia cultural, esto es, el conjunto de habilidades relativas a la conciencia y la
sensibilidad ante una cultura. La inteligencia cultural abarca tres dimensiones principales: (1)
conocimiento de la cultura como concepto: cómo varían las culturas y de qué manera afectan
el comportamiento; (2) conciencia plena: la capacidad de poner atención a las señales y las
reacciones que ocurren en diferentes situaciones interculturales; y (3) habilidades
conductuales: el uso del conocimiento y la conciencia plena que poseemos para elegir
comportamientos apropiados en esas situaciones.
Otros investigadores han afirmado que lo que necesitan los líderes para ser efectivos es una
mentalidad global, esto es, los atributos que les permitan ser efectivos en entornos
interculturales.
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LOS GERENTES y el comportamiento ético
Ciento cincuenta años de prisión. Esta fue la condena (la máxima posible) que le dictó un juez
de distrito estadounidense al financiero Bernard Madoff por el “perverso” crimen que
cometió al robar miles de millones de dólares a sus clientes. En Gran Bretaña, país que
algunos críticos han calificado de “excesivamente paternalista, por su conocido alto nivel de
control y vigilancia social”, se gestó hace poco una verdadera controversia en torno de la
supervisión que se hace al uso de los depósitos de basura. Muchos gobiernos locales han
instalado microchips de monitoreo en los depósitos de basura distribuidos por los municipios.
Los microchips establecen una relación entre los depósitos y sus usuarios y pueden utilizarse
para llevar un registro del peso de la basura que se coloca en ellos; desde el punto de vista de
sus detractores, esta práctica podría derivar en la implementación de un sistema “pago por
uso”, lo que consideran un acto discriminatorio en contra de las familias numerosas. Por otra
parte, en Islandia (nación que ha enfrentado los duros embates de la debacle económica
global y de una constante actividad volcánica), un informe gubernamental afirma que el país
“ha sido víctima de sus políticos, banqueros y legisladores, quienes han incurrido en actos de
extrema negligencia”. Cuando se conocen conductas como las involucradas en los casos
mencionados, y más después de conocer las argucias financieras de alto perfil relacionadas
con empresas como Enron, WorldCom, Lehman Brothers y otras, uno se siente tentado a
concluir que en los negocios no hay cabida para la ética. Aunque eso no es así, lo cierto es que
gerentes de todos los niveles, de todas las áreas y que trabajan en organizaciones de toda
clase y de cualquier tamaño, enfrentan problemas y dilemas éticos. Por ejemplo, ¿es ético que
un representante de ventas soborne a un agente de compras para inducirlo a adquirir sus
productos? ¿La situación sería más aceptable si el soborno saliera directamente de la
comisión del representante de ventas? ¿Es ético que alguien aproveche para s u uso personal
el automóvil que la empresa le proporcionó para trabajar? ¿Está bien utilizar el sistema de
correo electrónico de la compañía para manejar correspondencia privada o emplear el
teléfono de la empresa para hacer llamadas personales? Ahora, imagine que tiene a su cargo
a un empleado que dedicó todo el fin de semana a trabajar debido a una situación de
emergencia y, como de acuerdo con la política de la compañía el tiempo extra no se paga,
para compensarlo usted le dice que más adelante podrá tomarse dos días de descanso y
reportarlos como falta por enfermedad. ¿Eso estaría bien?
¿Cómo manejaría las situaciones de ese tipo? Como vemos, al planear, organizar, dirigir y
controlar, los gerentes deben tomar en consideración toda clase de factores éticos.
¿Pero a qué nos referimos al hablar de ética? A los principios, valores y creencias que definen
cuáles son los comportamientos y las decisiones correctas y cuáles se consideran incorrectos.
Para tomar muchas de sus decisiones, los gerentes deben considerar no sólo el proceso
involucrado para llegar a ellas sino también a quienes se verán afectados por ellas.
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