Está en la página 1de 312

Kylie

Cada vez que pienso en él, sonrío.


Recuerdo el instituto, nuestro último año, como nos peleamos, y como fuimos lo
suficientemente cobardes como para estar separados.
Pero nadie sabe lo que pasó después.
Nadie sabe lo que pasó después del instituto, porque nuestra historia no abarcó
allí.
Él fue y siempre será el amor de mi vida, siempre.
Me conquistó en el instituto, se ganó mi amor, y se ganó cada pedazo de mi vida y
de mi alma.
Aún recuerdo la vez en que me di cuenta que lo amaba. Que lo amaba con cada
poro de mi ser. Que estaba enamorada de él. Fue uno de mis mejores días. Los
días en que me di cuenta que estaba destinada a él. Por él.
Pasado...
—Jake, ¿puedes llevar a Kylie por favor? —dijo mi mejor amiga Jane, con su
sonrisa de cupido. Pero ella no podía mantener su propia vida amorosa.
Su historia es de la clase que te enamoras de tu mejor amigo, y ella lo estaba.
Sólo que era lo suficientemente estúpida como para darse cuenta.
Puse los ojos en blanco, pero esto era un recordatorio que accedí a que él me
llevara a casa. Jake sonríe de oreja a oreja, una sonrisa maliciosa.
—Claro que la llevaré. Ella es jodidamente hermosa. —puse los ojos en blanco
nuevamente.
—Jake, controla tu jodida testosterona —dijo su mejor amigo Travis, él era otra
versión de Jake. Igual de idiota.
Pero todos sabíamos que él estaba enamorado de su mejor amiga. Que resultaba
ser la misma que la mía.
Me despedí de Jane y de Travis, y salí por la puerta hacia la Harley de Jake.
Miré con horror el pedazo de chatarra que estaba frente a mí, era negra y
exageradamente alta. Jake era la clase de chico que quería aparentar algo que no
era, él quería ser un chico malo, pero todo su cuerpo gritaba que era un arcoíris
andante.
Quería ser The Walking Dead, pero se parecía más a My Little Ponny.
—No me subiré a eso —dije acomodando mi largo cabello rojo detrás de mis
orejas.
—Me encanta tu cabello rojo —dijo Jake, acercándose a mí—. Te da un aspecto
de chica mala.
—Pues a mí no me gusta ser mala, me gusta leer, comer y dormir. Tal vez deba
ser demasiado aburrida para ti.
Él sonrió, su típica sonrisa moja bragas. —No me pareces aburrida... de hecho,
eso es lo que me atrae de ti. Eres refrescante.
Puse los ojos en blanco y le pedí que me ayude a subir, agarró mi cintura y me
subió en la moto. Todavía recuerdo la sensación de como mi piel quemaba bajo su
tacto. Y eso me asustó.
Él se subió después de mí, aferro el asiento de atrás con mis manos. Nunca me
había subido a una moto en mi vida y no sabía qué hacer.
Jake se rió, una risa ronca y que mataría a cualquiera. Así que me sorprendí
cuando me sentí intimidada por su sonrisa tan grande y hermosa.
Qué dientes tan grandes tienes. Pensé sobre el cuento de la caperucita roja, y me
imaginé a Jake como el lobo feroz.
—Tienes que abrazarme si no quieres morir —dijo, tomando mis muñecas y
poniéndolas sobre su estómago, jadeé por el cosquilleo que me daba su tacto—.
Así, no te sueltes.
Y arrancó la moto.
—¿Quieres comer algo? —preguntó, sobre el viento. Estaba demasiado rápido,
me daba miedo salir volando.
Así que acepté.
—Lo que sea para que pares —dije, con el miedo y la adrenalina volando sobre
mí.
Él volvió a reír y aceleró más. Sé que lo hizo a propósito, para que lo abrazara
más fuerte.
Y eso hice.
***
Llegamos a una pizzería italiana, Me ayuda a bajarme, y alcé una ceja, habíamos
comido pizza en la casa de Jane, no quería más. Él pareció notar mi expresión,
porque sonrió y negó con la cabeza.
—Venden la mejor lasaña y pasta de todo Salem, creí que te gustaría —por un
momento parecía ligeramente nervioso, pero se recompuso y me volvió a sonreír.
Mi odio hacia él se había desvanecido cuando nombró lasaña.
—Sí, me encantaría respondí.
El alivio llenó su rostro y entramos al restaurante. Pero me paré en seco a penas
puse un pie en el lugar.
Cooper.
Mi ex novio, el hombre que me maltrató estaba ahí. Los ojos de aquel conectaron
con los míos y después vio a Jake, que le devolvió la mirada a Cooper con igual
advertencia.
Cooper se puso de pie y caminó en mi dirección, amenazante. Antes de que me
diera cuenta, su mano estaba alrededor de mi brazo y me jaló hacia fuera del
restaurante, de una manera no muy gentil.
—¿Qué haces aquí, maldita zorra estúpida? —grita él, con absoluto asco hacia
mí.
Él me odiaba porque nunca quise tener sexo con él, llegó hasta el punto de querer
forzarme. Y ahí fue cuando me golpeó.
La furia bulló en mí y me zafé bruscamente de su agarre.
—Estoy en una jodida cita —escupí—. No es tu puto problema.
Su rostro se contrajo, y me encogí esperando un golpe en mi mejilla o en cualquier
parte de mi cuerpo, pero nunca llegó. Miré hacia arriba y vi a Jake atrapando el
puño del hijo de perra de Collin.
—Ni siquiera lo pienses, marica —dice Jake, con rabia—. Ni siquiera pienses tan
siquiera mirar en la dirección de esta chica, ¿quedó claro?
Cooper se puso rojo de la rabia. —Pero ella es una puta que se hace la monja.
Jake apretó la mano de Cooper y este cayó de rodillas en el suelo, Jake le golpeó
en la cara una y otra y otra vez hasta que Cooper ya no tenía fuerzas para
defenderse. Se suponía que debía alejarme, que Jake es violento y no debería
estar a su alrededor, pero me gustó la forma en que peleó por mí.
—Si vuelves a llamarla puta, te juro que te mato —Le murmuró Jake, y yo jadeé.
No por el charco de la sangre de Cooper a nuestro alrededor, sino porque me
encantó el hecho de como se veía Jake manchado de polvo, sudado y con los
nudillos ensangrentados.
—¿E-estás bien? —pregunté, con mi respiración acelerada. Era la primera vez
que no me sentía extraña a su alrededor. Más bien me sentía atraída hacia él en
un millón de maneras.
Asintió. —¿Tú?
Asentí con la cabeza, mirando la hermosura de su rostro. Un atractivo que no me
había dado cuenta hasta ese momento.
Las luces rojas y azules me trajeron de vuelta a la realidad y desconecté mis ojos
de los de Jake, uno ojos que amaría con el tiempo.
La policía tomó nuestra declaración y dejaron a Jake libre, sin antes una
advertencia. Se llevaron a Cooper a la cárcel, pero yo no podía dejar de ver a Jake
y lo atractivo que me parecía.

Presente
El amor empieza como menos te lo esperas, es encantador y efímero.
Nunca dejaré de amar a Jake, nunca. Él siempre será parte de mi corazón,
siempre.
Así nuestro amor puede ser destinado o no, no importa, porque el sentimiento es
para siempre.
Pasamos por muchas cosas, pero hay situaciones que nadie sabe. Nuestra vida
después de la escuela no fue fácil, más bien fue cuando todo cayó por la borda. Y
creo que ya es hora que el mundo sepa el por qué. No fuimos un simple amor de
instituto, fuimos nosotros dándolo todo.
Fuimos un error.
Mi mejor error.
Kylie
Odio mi vida. Simplemente la odio.
Odio ponerme estúpidos vestidos apretados. Odio maquillarme como una puta,
sólo para servir champan. Odio peinarme así, para que los alcohólicos hijos de
puta puedan lamer mi cuello.
Odio trabajar en algo que no me gusta, pero no tengo de otra. Tengo que pagar mi
nuevo apartamento y no quiero tener que recurrir a mis padres.
¿Para qué? ¿Para que me saquen en cara después de una semana? ¿Para que
me obliguen a hacer lo que no quiero? Mejor paso.
Mi madre quería que yo sea modelo o algo así, pero no puedo controlar mi
metabolismo y terminé siendo más rellena de lo que el modelaje requiere. Y dio un
salto al cielo cuando decidí seguir gastronomía.
Sé que pensarán que trabajo en un cabaret o algo así, pero no. Soy mesera.
Y se preguntarán: ¿Qué clase de mesera se tiene que ver como prostituta en el
trabajo?
Pues, no es un trabajo común. Me llaman a fiestas privadas de gente con dinero.
Fiestas llenas de excesos, drogas, sexo, alcohol y más sexo. Lo único bueno de
Drons (mi lugar de trabajo), es que está prohibido que toquen a las camareras con
intenciones sexuales. Así que estoy a salvo.
Acomodo el vestido rojo que me sorprende que no se me vea el culo con él. Es
escotado y corto, y lleno de brillo.
—Pareces una puta —le digo a la chica pelirroja que está parada frente a mí a
través del espejo.
Acomodo mi cabello rojo en una cola de caballo, dejando pequeños cabellos
rizados salir de ella. Lo malo de ser pelirroja es cómo se riza mi cabello, y no
tengo tiempo para alisarlo, como hacía antes.
Mi teléfono suena sobre mi mesita de noche, me apresuro a recogerlo y me alegro
al instante al ver el número de la persona que llama.
Cara de culo.
Jane.
Contesto de inmediato.
—Hola, Sra. Stone —saludo con entusiasmo.
—¿Por qué me tienes guardada como "Cara de culo" y yo te tengo como "Mejor
amiga por siempre"? —gruñe, me río por su fingido enojo.
—Porque te escapaste para casarte en Las Vegas y no me invitaste a tu boda. A
parte que no sabía que te ibas a casar hasta que lo hiciste —le digo, ya no me
molesta porque ya pasó más de dos años desde su boda espontánea.
Se ríe y escucho la voz profunda de un hombre, pidiéndole que le pase el jabón de
baño.
—Espera un segundo —suspira, y luego grita—. ¡Está a tu lado, Travis! ¡Busca
bien!
—¡No lo encuentro! —responde la voz de Travis—. ¡¿Dónde lo dejaste?!
—¡No recuerdo! ¡No tomamos exactamente un baño! —vuelve a gritar Jane y me
aparto el celular de la oreja.
—No quería saber sobre tu vida sexual —le digo.
Ella ríe y vuelve toda su atención a mí.
—Lo mejor de estar casada es el sexo, te lo garantizo —dice—. En fin, tengo una
muy buena noticia y me muero por decírtela —su voz cambia a estar más
entusiasmada.
Hay silencio y frunzo el ceño, hasta que vuelve a hablar.
—Vamos a hacer la renovación de votos —dice, la felicidad en su voz.
—¿En verdad? —grito, ella se empieza a reír—. Maldita, si no soy tu jodida dama
de honor, te juro que me vengaré. Tal vez te lance cangrejos mientras te bañas.
Ella vuelve a reír y escucho la voz de su esposo nuevamente.
—¿Le estás diciendo a Kylie, gafitas? —pregunta, la felicidad también existe en su
voz.
—Claro, bebé. Me está amenazando que si no es la mi dama de honor, me dará
como carnada para cangrejos —vuelve a reír.
—Tengo que llamar a Jake y decirle —vuelve a murmurar la voz de su esposo.
Jake...
La simple mención de su nombre, envía escalofríos a mi cuerpo. Jake fue mi novio
en el instituto, lo amé como nunca he amado a nadie. Pero él simplemente me
alejó después de graduarnos. Sólo se fue, y me dejó.
Sacudo mi cabeza para dejar de pensar en él e intento entablar conversación con
mi mejor amiga.
—¿Cómo le está yendo a Travis? ¿Ya se decidió?
Jane suspira. —No lo sabe, todavía. Pero tal vez se decida por los Kansas City
Chiefs. Sabes que es su equipo favorito.
—Aún no puedo creer que lo contactaran —agarro mi bolso—. Es decir, sólo ha
jugado dos años en Columbia. Y ya varios equipos se interesaron en él.
—Lo sé, pero iremos a Oregon en las vacaciones de invierno en unos meses para
que él pueda pensar bien en lo que quiere hacer —dice Jane—. ¿Irás?
Suspiro. —Tal vez vaya para ayudar a mamá con la agencia. Si tu vas yo voy,
estamos a escasas horas de distancia y no te he visto en dos semanas.
—Lo sé, también te extraño —suspira—. Pero ya no podemos salir a
emborracharnos. Bueno solo un poco.
—Y me alegro mucho por ti —le felicito—. Ya era hora que hagan una boda real.
—Lo sé —se ríe—. Bueno, amiga, me voy. Y cambiaré tu nombre a cara de polla.
Cuelga antes de que pueda protestar y escucho la puerta del departamento. Dove
—mi compañera de habitación— entra y me saluda. Dove y yo fuimos compañeras
en el instituto, no nos llevábamos bien hasta nuestro último año, pero nos hicimos
verdaderamente amigas aquí en Briar. Es muy linda y tiene un sarcasmo que te
hace reír a carcajadas.
—Hola, cariñito —le devuelvo el saludo con una sonrisa—. ¿Saldrás hoy?
Suspira.
—No, tengo examen de Historia mañana. ¿Irás al trabajo?
Esta vez soy yo la que suspira.
—Sí, lo odio, pero está bien —sonrío y le doy un beso en su cabeza—. Volveré a
las dos, y Clara y Marie están aquí.
Ella sonríe.
—Es muy raro que ellas estén en casa —dice—. Siempre van de fiesta.
Me despido de Dove y salgo en dirección a mi auto, un cacharro viejo que me
costó dos mil dólares. Pero anda, por lo menos.
***
Llego al lugar donde me toca trabajar esta noche, un lugar a las afueras de
Boston. Pero es una mansión de pared blanca con un largo jardín trasero; puedo
verlo porque no puedo entrar por la entrada principal. Aparco el coche y salgo en
dirección a la puerta trasera. Entro a la cocina y los trabajadores me reciben con
una sonrisa.
—Hola, bonita —me saluda Justin, un empleado de la cocina.
Está en Briar en su último año, es solo un año mayor que yo. Pero la relación se
puso incómoda cuando nos acostamos hace unos meses. Me ha enviado
mensajes y diciéndome que quiere salir conmigo. No es que yo no quiera, Justin
es un tipo genial y muy guapo, pero fue sexo casual... y no me hizo sentir ni un
solo orgasmo.
Así que imaginen cuan grande fue mi decepción.
—Hola, Jus —saludo, por cortesía.
Se acerca a mí cuando dejo mi abrigo en la silla de la mesa del desayuno. Abrigos
y carteras de los trabajadores están aquí, por eso no tengo ningún miedo de que
mi supervisor pueda armar una bronca.
—¿Has recibido mis mensajes? —pregunta, detrás de mí. Me ahorro las ganas de
poner los ojos en blanco y me volteo para ver a su rostro.
—Justin, ya lo hablamos...
Me interrumpe.
—Sé que fue solo sexo casual, pero desde ese día... —Justin hace una pausa y
se rasca su nuca, donde largo cabello marrón claro está amarrado en un moño, sí,
tiene estilo bohemio: Largo cabello y barba. Y no me hagan hablar de su ropa,
pero ahora no me torturo con eso porque una bata de chef cubre su musculoso y
grande cuerpo—. Desde ese día descubrí que hay algo más entre nosotros, una
chispa que no he sentido con ninguna chica.
Aquí vamos otra vez...
—Justin, creo que este no es el momento ni el lugar —digo y le ofrezco una
sonrisa—. Podemos hablarlo después del trabajo, vamos por un café o algo. —y
no miento, quiero dejar las cosas claras.
Sonríe, besa mi mejilla y se marcha.
Suspiro y camino a la puerta de la cocina, donde una de mis compañeras de
trabajo me espera. Nadia —si nombre— utiliza un vestido amarillo porque es
rubia.
Sí, Drons no siempre tiene las mejores ideas.
—¿Lista para otra noche de mierda? —pregunta Nadia.
—Lista —murmuro y agarramos nuestras respectivas bandejas.
***
Esta es la fiesta más estirada e hipócrita en la que me ha tocado trabajar. En el
piso de arriba hay abitaciones y todas están llenas, en la planta baja está llena de
gente rica que son un poco mojigatos. Pero lo más hipócrita de todo, es que a los
trabajadores nos prohibieron ir al sótano.
¿Por qué?
Porque hay algo muy malo abajo, Justin dice que le tocó bajar una vez y se
encontró con una orgía en pleno apogeo.
No es que critique la vida sexual de los otros, ni nada de eso, pero me pareció
bastante tétrico que mientras hay una fiesta arriba, abajo disfruten del sexo en
público.
No sé. No me llama la atención, en absoluto.
Una tipa se acerca a mí y toma una copa de mi bandeja, no agradece, solo se va.
Pero un estruendo hace que toda la fiesta se quede en silencio, y luego, una chica
sollozando con desesperación sale de uno de los cuartos. Solo utiliza una camisa
azul, y apuesto que no hay nada más debajo de ella.
—¡Ayuda! —grita—. ¡No despierta! ¡NO DESPIERTA!
Me acerco a la chica pelirroja y ella toma mi mano, me lleva a la habitación
corriendo sobre los escalones hasta que llegamos a la puerta de la habitación el la
segunda planta.
Y mi corazón deja de latir.
No por que hay un hombre tirado en el suelo, completamente desnudo y con
espuma saliendo de su boca.
Es porque sé quien es.
Y no puedo evitar que su nombre salga de mi boca.
—Jake.
Kylie
Oh. Dios. Mío.
No puedo creerlo.
No puedo creer que el hombre que yo amaba esté tirado frente a mí,
completamente desnudo, y lanzando espuma por la boca.
Aunque está casi muriéndose, ha cambiado mucho. Tatuajes cubren
completamente sus brazos y parte de su torso. Su cuerpo es más esculpido ahora,
más varonil. Pero la cicatriz que el accidente dejó en su pierna me deja
anonadada, ha curado muy bien, casi parece bonita; y eso que solo ha pasado un
año.
Me acerco y me pongo de rodillas en el suelo manchado de vómito, hay paquetes
de condones por todos lados. El olor a sexo y drogas de la habitación es repulsivo;
sin contar que hay una bolsa tirada en el suelo repleta de pastillas. No hay que ser
un experto coma para saber que son pastillas de coca.
Y sé exactamente lo que Jake tiene.
Mis sospechas se confirman y me golpean con brusquedad.
Tiene una sobredosis y está a punto de morir.
¡Jodeeeeer!
Aparto el pánico que amenaza con llevarme y acerco mi oído a su boca y su nariz.
Y no respira. Joder, no está respirando.
Su cuerpo empieza a convulsionar y me asusto al ver que está vomitando en su
propia boca.
Instintivamente empujo su cuerpo a un lado y el vómito nauseabundo sale
descontroladamente de su cuerpo. Siento como mis fosas nasales se contraen y
mis ojos me escuecen por tal aroma asqueroso. ¿O es porque sé que Jake, el
hombre del que estaba enamorada hace un año atrás, está teniendo una
sobredosis de drogas y a punto de morir? Pero sea cual sea la razón, siento las
lágrimas manchar mis mejillas y resbalar por mi barbilla hasta su cuerpo
convulsionando.
Y la indignación me llega.
Sea cual sea la regla principal de Drons, no puedo dejar que él muera.
Sé que mi trabajo me prohíbe llamar a la policía porque hay guardias de seguridad
aquí y ellos se hacen cargo directamente. Pero ninguno a subido. Solo estamos
Jake, yo y la chica claramente drogada y pasmada en una esquina de la
habitación.
Así que llamo al 911.
—¿Qué haces? —pregunta la chica pelirroja, alta y extremadamente delgada
desde la esquina de la habitación cuando me ve marcar y llevarme el celular a la
oreja.
—No puedo dejar que muera —murmuro, con brusquedad.
La chica entra claramente en pánico y miro como recoge su ropa esparcida en el
suelo a lado de la cama. Recoge las pastillas de coca del suelo y se marcha
corriendo por la puerta.
La operadora me interroga y manda una ambulancia de inmediato, le doy la
dirección y mientras espero, me sigue interrogando.
Veinte minutos de agonía después, suenan sirenas de ambulancia y de policía.
Como se trata de uso de drogas y de una posible muerte, obviamente iban a
mandar una patrulla.
—¡Kylie! —grita Brad, mi supervisor, desde la puerta. Me tenso por un instante,
pero luego me recuerdo que estoy haciendo lo correcto—. ¿Qué carajos? ¿Por
qué llamaste a la policía?
La indignación y la desesperación hablan por mí:
—¿Por qué llamé? ¡Porque no está jodidamente respirando! ¡Por eso! —grito,
Jake tiene otra convulsión y me apresuro a atenderlo.
Trato de recordar la clase de primeros auxilios que tomé cuando tenía quince,
pero nada se me viene a la mente. Joder, eso fue hace cinco años, obviamente no
voy a recordar nada.
—¡Me importa una mierda si este tipo se muere o no! —gruñe Brad—. Ahora todo
el mundo en el sótano está desesperado por cubrir lo que hay abajo.
Bueno, mis sospechas se confirman.
No es solo una orgía.
Justo cuando pierdo la paciencia y estoy a punto de mandarle a la mierda, unos
paramédicos con una camilla entran en la habitación y suben a Jake en la camilla
amarilla antes de tan siquiera pestañear.
No me quedo en la habitación, bajo corriendo por las escaleras, pisándoles los
talones.
Salgo de la enorme mansión y el aire frío de la noche me golpea. Estamos en
verano todavía, pero es Boston... así que me recuerda al clima de Oregon.
Suben a Jake a la ambulancia y una de las trabajadoras sociales me acorrala.
—Señorita Andrews, ¿verdad? —asiento con la cabeza, mirando como cierran las
puertas de la ambulancia.
Pero antes de que cierren por completo, logro ver como meten una manguera por
la boca de Jake, un respirador artificial.
—¿Puedo ir con él? —pregunto, interrumpiendo a la mujer que está hablando.
—¿Eres su familiar o alguien cercano al paciente?
Asiento con la cabeza.
—Soy su novia —miento.
Y subo a la ambulancia.
Tomo la mano de Jake todo el camino. Orando a Dios que por favor lo deje con
vida.
***
Jake
Sé que estoy soñando.
¿Cómo lo sé? Porque estoy en el asiento trasero del auto de mis padres.
Mi madre está conduciendo por esa misma autopista maldita, mi padre está a su
lado, en el asiento del copiloto. Y yo estoy en el asiento trasero, recostado y
mirando los mensajes de Kylie.

Ella: A qué hora vendrás a mi casa? Mis padres no estarán en toda la noche 😏
Me río y empiezo a teclear una respuesta.

Yo: A las 9 te parece bien? 🌚


Siempre es el mismo sueño, pero tengo que recorrer paso por paso para que
llegue el final, y así poder desertar.

Ella: Me parece increíble ;) me voy a duchar para depilarme 👉👌


Recuerdo lo mucho que me reí con ese último mensaje, pero como he soñado
esto tantas veces, ya no causa nada de gracia.
Estoy sumido en mi teléfono cuando escucho un ruido agudo, proveniente de las
llantas de nuestro auto. Miro por el parabrisas y veo cómo damos vueltas sobre el
pavimento en la carretera. Siento como mi corazón late, como en todos los sueños
que he tenido, y todo se vuelve negro.
Cuando una luz llega a mi campo de visión, es un poco diferente a los otros
sueños. Joder, es muy diferente de los otros sueños.
No es porque no vea el brazo desprendido del cuerpo de mi madre, o los sesos de
mi padre expandidos sobre el pavimento. O mi pierna destruida que está bajo el
coche destruído.
Es porque hay una luz. Y esta luz me lleva a mirar en su dirección.
Y ahí está. Mi ángel guardián.
Es Kylie, y me mira con amor. Su cabello rojizo y rizado cayendo sobre sus
hombros, vestida con un jersey rosa, su color favorito. Sus ojos marrones
brillando, sus pecas esparcidas por sus mejillas. Unas pecas que yo solía besar.
Pero que yo mismo renuncié a ese derecho cuando la alejé de mí.
Nunca había soñado esta escena antes, pero agradezco poder hacerlo. Poder
verla una última vez. Poder mirar sus ojos llenos de amor, unos ojos que yo nunca
he dejado de amar.
~~~
Abro los ojos, aturdido y la luz blanca me hace cerrarlos otra vez. Joder, el dolor
en mi cabeza me está matando. Me obligo a abrir los ojos otra vez para buscar el
Ibuprofeno de mi mesita de noche.
Pero cuando mis ojos enfocan, me aterro.
No estoy en mi casa.
Estoy en una maldita habitación de hospital. ¿Cómo mierda llegué aquí?
Busco en lo más profundo de mi mente, una razón por la que debería estar aquí. Y
la encuentro.
Recuerdo estar teniendo sexo con una modelo y drogarme mientras follaba.
Consumí muchas drogas. Mucha mierda en mi sistema.
¿Eso es lo que pasó? ¿Me drogué tanto que terminé en el hospital? ¿Qué mierda?
Siento un suave apretón en mi mano y mis ojos se dirigen a una mata de pelo rojo
que está esparcido junto a mi regazo en la cama de hospital. No es como el
cabello de la modelo de anoche. Es un color que no paso desapercibido, un rojo
oscuro pero hermoso que siempre me ha cautivado.
Es el cabello de Kylie.
Y mis ojos se desplazan más arriba, y me la encuentro dormida con la cabeza
apoyada en la cama de hospital.
Mi corazón se detiene.
Está sin maquillaje y su cabello está en rizos juntos. Pero sigue siendo tan
hermosa como la recordaba. Incluso más.
Y como si sintiera mi mirada, sus ojos marrón claro se abren de par en par.
Parpadea un par de veces, como si no pudiera creer que yo estuviera despierto.
Se separa de mí bruscamente y sus ojos se llenan de lágrimas, nunca me ha
gustado verla llorar, siempre lo odié. Me parte el corazón ver como gotas de agua
cae por sus mejillas, pero cuando quiero estirar una mano y secar sus redondas
mejillas, me siento demasiado débil. Solo puedo mirarla, no puedo hablar, no
puedo moverme, solo mirarla. Y nunca he estado más feliz en mucho tiempo.
—¡Despertó! —grita Kylie—. ¡DESPERTÓ!
Una enfermera entra corriendo y detrás de ella entra una doctora.
Pasan unos minutos, cuando ya puedo mover mis brazos y mis piernas, y empiezo
a balbucear. Genial, no tengo nada pero mis costillas duelen como unas hijas de
puta. Quiero acomodarme en la cama, pero cuando muevo mi cintura, un horrible
dolor me detiene. Ahogo un grito y me topo el lugar donde me duele.
—No lo hagas —me reprende la enfermera.
—¿Por qué me duele tanto? —pregunto, mi voz sale ronca y áspera, tanto que me
duele hablar.
—Eso te tiene que decir la doctora Graham —la voz desconcertada de Kylie llega
a mis oídos, automáticamente regreso a mirar en su dirección.
Ella aún toma mi mano.
Una ola de calor me sacude, y me doy cuenta lo mucho que extrañaba su tacto.
Antes de que me ponga a analizar todo lo que extraño de Kylie, entra la doctora
Graham a la habitación y todos nos quedamos en silencio.
—Voy a ser muy directa contigo —dice, después de saludar a todos,
educadamente—. Tuviste una sobredosis muy grave.
Mi respiración se corta por el shock.
—Tuvimos que hacerte un lavado de estomago —continúa—. Estuviste en cirugía
por once horas, así que imagina cuan grave fue. Pero eso no es lo que te debe
preocupar... —se detiene y me mira con cautela.
—Escúpelo —digo, con brusquedad.
Graham ignora mi tono borde y lo que dice a continuación me deja sin aliento.
—Tuvimos que resucitarte. Te perdimos por casi cinco minutos, pero logramos
revivirte exitosamente. Fue una sorpresa que no tengas daños cerebrales, porque
el tiempo que te perdimos fue demasiado. Eso creo que se suponen que son los
milagros.
El shock golpea con la guardia baja.
¿Tuvieron que revivirme?
¿A qué se refieren con que es un milagro que no tenga daños cerebrales?
¿Morí?
La pregunta sale antes de que pueda detenerla:
—¿Morí? —mi voz sale ahogada, comprimida por una descarga de pena y
arrepentimiento me arrolla.
Graham asiente.
—Pero lo bueno es que estás aquí, ¿no? —dice Kylie, apretando mi mano.
Le devuelvo el apretón.
—¿C-cuanto tiempo estoy aquí? —no puedo evitar preguntar.
—Dos semanas —contesta la enfermera.
—Te inducimos a un coma porque era demasiado peligroso despertarte —
continúa Graham.
Mierda.
Y ahora toda mi atención está en Kylie, la miro, como si fuera la primera vez. Tan
familiar, pero a la vez, tan lejano y extraordinario.
—¿Has estado aquí por dos semanas?
Ella asiente, tímida.
—Yo te encontré —anuncia y mi corazón sufre otro paro.
Doble mierda.
La vergüenza me golpea como un camión, como el camión con el que chocamos
mis padres y yo.
¿O sea que ella me vio en ese estado tan vulnerable y asqueroso de una
sobredosis de drogas? Aparto la mirada, no puedo verle a los ojos sin sentir
desprecio por mí mismo. En este momento en verdad me odio. Me odio tanto
como la vez que me enteré que yo sobreviví al accidente y mis padres no.
Graham y la enfermera salen después de un rato, anunciando que mi hermano
arregló todo para que no me llevaran a prisión por posesión de drogas. Genial, el
lado bueno de tener un abogado amargado en la familia.
Pero no me pasa deshapersivido el presagio que me va a llamar apenas despierte
para echarme una bronca. No es la primera vez que limpia mi mierda.
Kylie me da un apretón a mi mano, me llama la atención y miro en su dirección.
Está usando un suéter a rallas blancas y negras, unos vaqueros rasgados y unos
tenis negros. Se ve tan sexy, como la recordaba.
—¿Qué haces aquí? —pregunta, suavemente.
Me encojo de hombros.
—Decidí que estudiar en el calor no era lo mío.
Ella asiente y el aire se pone incómodo por un momento, hasta que anuncia que
tiene que irse. Me da un beso en la frente, algo que no nos esperabamos ninguno
de los dos y disfruto del rubor de sus mejillas cuando se separa y se va.
¿Algo que es importante y no le digo?
Que iré a Briar, a seguir con mi carrera.
Kylie
Briar no queda exactamente en Boston. Queda en un pequeño pueblo llamado
Hastings que está a solo cinco minutos de mi residencia. En cambio Boston queda
a una hora de Briar, sin embargo, no es tanto.
Pero por mi trabajo pasaba la mayor parte del tiempo en Boston, porque la
mayoría de fiestas eran en la ciudad. O en Cambridge. Pero no me hacía
problema, no queda tan lejos de Hastings.
Mi único problema era lo mucho que odiaba trabajar en Drons. Mi trabajo era
horrible porque era como realizar el trabajo de una camarera de un cabaret, solo
que mejor pagado.
¿Pero saben que es peor que trabajar en Drons?
Quedarse sin trabajo.
Y ahora, estoy deambulando por las calles de Boston, buscando algún lugar en el
que pueda trabajar. Alguna cafetería o un bar o algo así. Pero no hay nada.
Nada.
Joder, he visitado cinco sitios, y en los cinco me han rechazado.
Siempre imaginé la clase de trabajo que seguiría cuando estuviera en la
universidad. Quería trabajar en algún restaurante como ayudante de cocina,
después me graduaría y sería una chef profesional con su propio restaurante y
con éxito.
Pero nunca me imaginé esto: estar en el limbo.
Arranco el auto, mi escarabajo de 1976, y voy a la dirección que estaba tratando
de ignorar todos estos días. Una amiga me recomendó venir a este lugar, pero no
es que me enorgullezca trabajar en un lugar como este. Aparco el auto y debato
conmigo misma sobre ir y hacer la entrevista de una vez, o quedarme sin trabajar
una semana más.
La entrevista gana. Salgo del auto y al llegar a la puerta del lugar un escalofrío me
recorre. Tengo algunos ahorros que reuní cuando trabajaba en Drons, pero no son
demasiados como para pagar el alquiler, las compras, la matrícula para el otro
semestre... Tengo una beca, pero la matrícula corre por parte mía.
Así que mientras miro el letrero del lugar de strippers, me digo que ya he tocado
fondo.
«Se necesita camarera». Dice un pequeño cartel pegado en la ventana del lugar.
Miro a mis alrededores, parece un buen lugar, y según Clara pagan muy bien y
dejan buenas propinas. Clara —una de mis compañeras de piso— trabajó aquí
cuando empezó la universidad, ahora ya no lo hace porque consiguió un trabajo
en un bufete de abogados.
Maldita suertuda.
Tomo una gran respiración, inhalo y exhalo en bocanadas de aire. Se
preguntarán: «Si tus padres tienen dinero, ¿por qué no te ayudan
económicamente?»
Bueno pues la respuesta es que mi madre es una perra malvada, que si no hago
lo que ella quiere, me da la espalda. No me apoyó en seguir mi carrera de
Gastronomía, no me llama a no ser por el hecho que quiere echarme la bronca, y
ni siquiera me dejó venir a Briar en mi auto que tenía desde los 16.
Como extraño mi Mercedes.
Doy otra respiración y abro la puerta de vidrio del club. Un olor a alcohol, sexo y
lima me recibe; hay tubos de stripper distribuidos en cinco puntos: dos al frente —
donde hay una cabina de DJ en el medio de los tubos—, dos a los laterales y uno
en el medio del lugar. Hay una barra junto a la posta de baile y mesas distribuidas
alrededor de los tubos.
Definitivamente he tocado fondo.
Me acerco a la barra, donde una mujer de cabello rubio y grandes ojos grises me
saluda. Su elección de guardarropa es claramente la indicada para un club así;
botas de tacón alto hasta la mitad de los muslos, una minifalda de punto negra y
un sujetador rojo de encaje que «según la moda actual» puede ser usado como
blusa.
¿Ya he dicho que he tocado fondo?
—Hola —la mujer me sonríe y extiende su mano, la tomó en un rápido saludo—.
Soy Charlotte, me da gusto conocerte —su sonrisa se ensancha—. ¿Estás aquí
por el puesto de bailarina o...?
Me apresuro a negar con la cabeza y meto un mechón de mi cabello tras mi oreja.
—No, no, no —digo—. Estoy aquí por el puesto de camarera.
—¡Oh, excelente! —aplaude, como si le hubiera dado la cura para el cancer—.
¿Trajiste tu currículum?
Le extiendo un sobre con mi currículum dentro. Ella lo saca y lo lee, sus ojos se
ensanchan al ver los lugares en que he trabajado y luego su rostro se ilumina,
como si leyera el mapa de un tesoro o algo así.
—Perfecto —exclama—. Cariño, tienes el trabajo.
Abro mis ojos que siento mis párpados casi por mi frente.
—¿En verdad? ¿Así de fácil? —la emoción no pasa desapercibida en mi voz.
Ella asiente y me da otra sonrisa. Su lápiz labial rojo casi ensuciando sus mejillas.
—Trabajaste para Drons —contesta, como si fuera la cosa más obvia del mundo—
. Conoces el campo, aquí no es tan diferente como una fiesta de ricachones. De
hecho... tenemos un gorila que cuidará tu espalda de los idiotas borrachos que
quieran propasarse. Estarás bien.
Sonrío y por un arrebato de felicidad la abrazo, ella me lo devuelve y se ríe. La
suelto para que no crea que estoy loca, pero creo que ya lo cree.
—Aunque no lo creas, las camareras tienen uniforme —me dice—. Pero no te lo
daremos nosotros, tienes que venir con un sujetador negro de cualquier modelo,
con que sea sexy estará bien, unos shorts negros y diminutos, los más diminutos
que puedas, y unos tacones rojos o negros de mínimo siete centímetros. ¿Tienes
eso en tu guardarropa?
Rebuscó en mi mente. Tengo muchos sujetadores negros, así que ese está
tachado. Tengo los zapatos, eso no es problema. Mi problema son los shorts. Pero
me puedo costear treinta dólares para comprar un par, así que el «uniforme» está
cubierto.
—Sí —confirmo—. Está todo cubierto. ¿Cuando puedo empezar?
—Mañana en la noche. El jueves es uno de nuestros días más pesados. Ven a las
siete y media, siempre debes estar media hora antes. Tu hora de salida es a las
dos de la mañana, hay chicas que salen a las cuatro, pero veo que estudias y por
eso nos acoplamos a tu horario de estudios.
Respiro con alivio, que se acoplen a mi horario es un regalo del mundo o que se
yo.
***
La mañana siguiente estoy caminando en dirección a la clase de filosofía y
escuchando la lista de reproducción de mi iPhone mientras mis tacones picotean
el suelo de piedra de la universidad. Estoy más relajada desde que obtuve el
trabajo. No es que me emocione trabajar en un prostíbulo ni nada por el estilo,
pero un trabajo es un trabajo, y necesito comer. Y solo seré camarera, no stripper.
Entro al edificio de filosofía y subo las escaleras hasta el piso cinco, donde él aula
de clases se encuentra. Entro al salón y como siempre solo está Dove, leyendo y
subrayando en su libro.
—Hola, peque —digo, sentándome a su lado, en mi puesto de siempre. Ella me
sonríe y cierra su libro, puedo ver que es sobre su clase de Historia de la música.
Dove sigue Música o algo así, es cantante y tiene una voz de ángel. En verdad,
tiene esa clase de voz que quieres escucharla cantar todo el día. Es tan talentosa
y la odio. Nah, mentira, la quiero mucho.
—Hola, rojita —me devuelve el saludo—. Odio los jueves.
—Yo también.
Los jueves nos toca filosofía con un loco obsesionado con Hitler y la Segunda
Guerra Mundial. No es que no me parezca interesante, pero no me gusta
comparar los aspectos de mi vida con un movimiento político de hace setenta
años, muchas gracias.
—¿Qué estuviste haciendo ayer? —le pregunto a Dove, los alumnos empiezan a
entrar al aula y esta ya está la mitad de llena—. No te vi en todo el día.
Se encoge de hombros.
—El hermano de Jessica llegó de Siria, fui a un viaje rápido a Nueva York para
recibir a su hermano.
—¿Logan estaba en Siria? —pregunto.
Logan es un amigo del insti y hermano de la mejor amiga de Dove. Lo último que
supe de él es que era un Ranger del ejército.
—Sí, pasó estos dos últimos en combate, regresó por un descanso o algo así
antes de ir a Irak a seguir con la guerra —dice.
Un escalofrío me recorre, no puedo imaginar todo lo que pasan los soldados en la
guerra. Yo no sería capaz de regresar solo por un tiempo y luego volver a
arriesgar mi vida.
Miro alrededor y veo que ya todo el curso está lleno. Dove y yo hacemos silencio
cuando el señor Jefferson entra al aula. Él deja su mochila en el escritorio y se
sienta en la mesa, mirando a la audiencia frente a él.
—Buenos días, clase —dice, nadie responde—. Hoy vamos a tratar un tema de
ética filosófica con el que siento que les encantará trabajar. —no sé si lo dice con
sarcasmo, o si en realidad cree que nos va a gustar—. Y como saben que me
encanta Hitler... —retengo las ganas de poner los ojos en blanco—, elaboré una
serie de preguntas que tendrán que resolver en esta hora y...
—Lo siento, llego tarde.
Jefferson se detiene por el estudiante que lo interrumpe y mira en dirección a la
puerta.
Mi corazón se detiene y creo que puedo morir en este lugar. Quiero morir en este
momento. Y no es porque no hice la tarea de hoy.
Es porque conozco esa voz.
Esa voz que tantas veces me dijo que me ama, que me decía lo mucho que me
deseaba cuando me follaba. Esa voz que tanto amé.
La voz de Jake.
Mi cabeza gira en dirección a la puerta y lo veo parado ahí, tan guapo y sexy, y
claramente más saludable que la última vez que lo vi, lo cual fue la semana
anterior. Siento a mi corazón golpear contra mi caja torácica mientras lo examino;
está usando una chaqueta negra de cuero, una camiseta blanca con cuello en v y
que se adhiere perfectamente a su trabajado cuerpo, unos vaqueros negros que
aprietan su perfecto trasero y su perfecto... No. No pienses en eso. Su cabello
corto y rubio está despeinado, cabellos rebeldes caen sobre su frente. Y esa
barba... aún no me acostumbro a verlo con barba, pero me muero por saber cómo
se sentirá su rostro maduro en el medio de mis muslos...
¡No pienses en eso!
—No se preocupe —dice Jefferson—, la clase apenas empezó. Tome asiento.
Joder, Jake mira en dirección a los puestos y sus ojos azules se encuentran con
los míos. Dios. Quiero apartar la mirada, pero no puedo acerco, me perdí en esos
ojos azules tan profundos como el océano. Siento como el aire en la habitación se
disminuye, tanto que casi empiezo a jadear; mis palmas sudan, mis manos y
piernas tiemblan, mi corazón se acelera y agradezco a Dios por estar sentada y
así no caer al suelo.
No entiendo la reacción de mi cuerpo a su presencia, ya no siento nada por él,
absolutamente nada. Él me dejó, me alejó y me rechazó cuando más nos
necesitábamos. Ya no lo amo.
Pero, ¿por qué siento como si fuera capaz de desmayarme con solo una mirada
suya?
Jake sube los escalones, sin desconectar sus ojos de los míos. Se sienta un par
de filas más abajo de la mía, pero nunca deja de mirarme, ni yo dejo de mirarlo.
Es como si fuera la primera vez que nos vemos. Tan cercano y tan lejano a la vez,
como si fuéramos dos completos extraños, pero como si nos conociéramos de
toda la vida. Y en lo único que puedo pensar es:
¿Qué demonios está haciendo aquí?
Jake
Cuando conocí a Kylie ella tenía doce años, tenía frenos en sus dientes, pecas por
todo su rostro y amarraba su cabello con unas ligas color rosa que me sacaban de
quiso cada vez que la veía; también era una de las mejores alumnas de la clase y
se juntaba con la chica nerd de la escuela.
Por la forma en que ella me miraba, sabía que le gustaba, era obvio. Pero a mí no
me gustaba para nada; siempre fui popular, y salir con alguien como Kylie era
como cavar mi propia tumba. Es decir, era un chico popular y ella era del grupo
nerd-invisible que no llamaba la atención ni para molestarla.
Sin embargo, nuestros caminos estaban unidos porque mi mejor amigo era mejor
amigo de su mejor amiga, sí, parece un mal chiste, pero es la verdad; aunque las
cosas cambiaron cuando un día mi mejor amigo Travis me invitó a la casa de su
mejor amiga. Tenía quince años en ese entonces y Kylie tenía catorce, ya
habíamos crecido, y las tetas de Kylie habían hecho lo mismo, pero no llamaba mi
atención por completo.
Al llegar a la casa de Jane, la mejor amiga y ahora esposa de Travis —sí, se
casaron—, me encontré con Kylie en la sala de estar. Y joder, recuerdo haber
tenido una erección con solo ver su cuerpo envuelto en un vestido rosa ceñido a
su cuerpo. A pesar de que sólo tenía catorce, tenía un cuerpo con el que mis
hormonas empezaron a fantasear.
—No me mires así —había dicho cuando se percató de mi mirada lasciva.
Recuerdo haberle sonreído engreídamente, tenía quince y era un adolescente que
no tardaba más de tres minutos en el sexo, pero tenía chicas, y esas chicas
siempre caían con mi sonrisa.
—Si no quisieras que te mire así, no te hubieras puesto ese vestido —dije y me
relamí los labios.
Ella se sonrojó tanto casi como el color de su cabello, canté victoria y me senté a
su lado para estar cerca de ella, pasé un brazo por sus hombros y puse una mano
sobre su suave pierna izquierda, fui subiendo por su cremosa piel, pero me
sorprendí cuando ella se puso rígida justo cuando iba a llegar al paraíso de su
cuerpo y me lanzó una mirada llena de odio.
Me sorprendí más cuando se alejó bruscamente de mí, nunca me había pasado
algo parecido, así que fruncí mis labios y no dije nada hasta que ella se puso de
pie, con la ira inundando su rostro.
—Controla tu polla, amigo —gruñó ella, y creo casi haber escupido mi propia
lengua por sus palabras—. ¿Así es cómo consigues a chicas? Porque créeme
cuando te digo que no funciona.
Se dio la vuelta sobre sus talones y salió por la puerta después de despedirse de
Jane. Me quedé sentado en el sofá de la sala de estar de Jane, con mi polla
palpitando y mirando hacia la puerta. Y me di cuenta que quería a Kylie para mí.
Pasaron dos años antes de que ella me concediera una cita, rogué por esa
cantidad de tiempo pero el resultado fue increíble porque ella es hermosa, y la
tenía solo para mí.
Pero aún recuerdo lo primero que pensé cuando me di cuenta que me gustaba
Kylie, cuando me di cuenta que la deseaba en más de una forma, y eso fue:
Mierda.
Eso es en lo único en que puedo pensar en este momento: mierda.
Se supone que Kylie sigue gastronomía, ¿qué carajos está haciendo en una clase
de filosofía?
Imaginé que mi carrera de Ciencias Políticas no tenía nada que ver con
Gastronomía, por eso vine a Briar, porque creí que no iba a compartir ninguna
clase con ella pero quería estar a su alrededor.
Y también vine a esta universidad por su sutileza y discreción.
Sin embargo, aquí estoy, sin poder alejar mis ojos de los suyos, centrado en sus
iris marrón claro y dorado. Ella me devuelve la mirada con la misma intensidad, y
sé que ambos estamos perdidos en los ojos del otro, haciéndonos preguntas que
no tienen respuesta porque no son formuladas.
La hora pasa tan jodidamente lenta, y cuando termina, todos nos apresuramos a
recoger nuestras cosas para salir corriendo de ese lugar. Fue la clase más
aburrida e incómoda en la que he estado en toda mi vida, pero fue sobretodo
insoportable por los ojos de Kylie sobre los míos.
Estoy avergonzado, arrepentido, asustado y todos los adjetivos que tengan que
ver con vergüenza que puedas encontrar. Y no es solo por lo de mi sobredosis
hace una semana atrás, es por dejarla. Porque la amo, jodidamente la amo.
Solo quiero ir hacia donde está y besarla tan jodidamente fuerte que empiece a
gemir y gritar mi nombre. Quiero follarla, delante de todos, descargar dentro de
ella todo lo que llevo conteniendo estos años.
Joder, ahora tengo una erección.
Termino de guardar mis cosas y salgo casi corriendo de ella sala de clases.
Mierda, mierda, mierda, no puedo creer que esto esté pasando.
¿Es una broma o algo así?
Porque, un encuentro ya es coincidencia. ¿Pero dos? Joder, no creo en el destino,
pero esto parece ser esa mierda.
—¿Qué estás haciendo aquí?
La voz de Kylie me detiene abruptamente, en medio de los escalones. Me volteo y
ahí está, con su cabello rojo y suelto cayendo en ondas sobre sus hombros, una
falda negra y ceñida hasta más arriba de sus rodillas, una blusa rosa con un
escote que me deja ver sus perfectas y grandes tetas, unos tacones del mismo
color de la blusa, que le hacen ver varios centímetros más alta.
Joder, la manera en que su cuerpo a cambiado en estos últimos dos años ha
sido... tan malditamente bien. Sus caderas están más anchas, su cintura más
pequeña, y sus pechos... mmm, no me hagan hablar de ellos, porque si lo hago,
puede que me corra en mis pantalones.
Me aclaró la garganta antes de hablar:
—Ya te lo dije... —mi voz suena ronca, pero hago un esfuerzo tremendo para
soñar casual—, estudiar en el calor no es lo mío.
Kylie frunce los labios y baja los escalones hasta quedar dos por encima del que
estoy parado. A pesar de la distancia, su aroma femenino inunda mis fosas
nasales. No sé ni una mierda de flores, lo único que sé es que me encuentro
adicto a esa escénica tan femenina y deliciosa.
—Pero era Stanford —dice, como si fuera la cosa más obvia del mundo—. ¿Por
qué cambiarías a Stanford por Briar?
La verdad es que odié Stanford, habían puros niños pijos y mojigatos que no podía
soportar. Y todos sabían sobre la historia del accidente. Así que era una pesadilla
diaria.
—¿Quieres decir por qué dejé una universidad del sur por una de la Ivy League?
—rectifico. Ella sonríe y su rostro se relaja.
—Bueno, pues bienvenido a Briar —lanza una risa nerviosa—. Espero que te
quedes hasta finalizar tú carrera.
—Lo haré.
Ella mete un mechón de su cabello tras su oreja, una clave de que está nerviosa.
Mira la hora en su teléfono y abre los ojos como platos.
—Oh, me tengo que ir —dice, su sonrisa se ensancha pero no llega a sus ojos—.
Tengo que... uhm... trabajar.
Frunzo el entrecejo.
—¿Vas a otra fiesta? —no es que haya investigado sobre lo que se trata su
trabajo, pero lo hice.
Soy un maldito acosador.
Ella niega con la cabeza y muerde su labio inferior, ese simple acto va directo a mi
polla, sacudiéndola en deseo.
Joder, como extraño su apretado coño.
—No, conseguí otro... trabajo.
—Ah —digo—. Entonces... uhm... te veré pronto.
Ella asiente.
—Adiós, Jake.
—Adiós Kylie.
***
—Todavía no puedo creer lo irresponsable que eres —dice mi hermano Patrick
por enésima vez en la semana—. Espero que no sigas tomando esa mierda,
porque no limpiaré tu culo de nuevo si es que algo así te vuelve a pasar.
Pongo los ojos en blanco y doy un suspiro. Odio cuando mi hermano me llama,
ese hijo de puta no tiene nada más emocionante que hacer en su tiempo libre que
llamarme y nombrar toda la mierda que he hecho.
—Tranquilo, Pat —le digo—. No he tomado esa mierda desde que salí del
hospital. Y no lo haré. No soy un jodido adicto, me drogaba porque me gustaba,
pero ya no lo haré más.
—Eso espero —gruñe a través de la línea—. En fin, creo que ambos necesitamos
un respiro. Estoy en Boston y necesito salir por un a vagina.
Vuelvo a poner los ojos en blanco.
—Joder, fuiste rey del baile en la preparatoria y no puedes conseguir un coño sin
pagar —me burlo.
Patrick fue rey del baile en su baile de graduación. Así que tengo bastante material
para molestarlo de por vida.
—Cállate, idiota —vuelve a gruñir—. Ven a Boston, te espero a las diez. Vi un club
de strippers y tienen a las tipas más buenas de todo el estado.
—Como sea —digo—. Mándame la dirección y nos vemos ahí.
Cuelgo y voy al baño a tomar una ducha. La última vez que tuve sexo fue el día de
que casi mi culo se muere, y eso fue hace casi un mes. Necesito un coño. Y
aparte, ver a Kylie vestida así, la forma en que su cuerpo ha cambiado... me ha
dejado en verdad excitado.
Después de ducharme y cambiarme, agarro las llaves de la moto y mi cartera y
salgo de mi apartamento. Vivo solo, así que no tengo que dar explicaciones a
nadie.
Jake
El club está a reventar, hay gente de toda clase: desde chicos universitarios, hasta
viejos de 65 años que se ven sumamente asquerosos. Sin embargo, mi hermano
no mentía cuando dijo que las chicas más buenas del este se encontraban aquí.
Me encuentro con él en una mesa cerca de un tubo de stripper, donde una
bailarina está bailando y dando un show.
He visto tantos culos bien formados, que la bailarina no me llama la atención lo
más mínimo.
—¡Jaky! —grita mi hermano por encima de la música, se nota que ya ha bebido
unos tragos—. ¡Qué bueno verte vivo, hermano!
Pongo los ojos en blanco y me siento a su lado.
—Querías verme y vine —digo encogiéndome de hombros.
—Voy a ser directo, bro —se pone serio de repente—. No te metieron a la cárcel
por posición de drogas porque intervine.
—Eso ya lo sé.
—Pero —continúa—. El juez me hizo firmar un acta en tu nombre. Debes ir a
terapia una vez a la semana...
—¡Estás jodiéndome! —gritó, ¿es en serio?—. ¡No iré a un puto loquero! Lo hice
por dos años, no regresaré. Estoy bien.
—Es eso o un centro de rehabilitación —murmura.
Mi boca se abre en forma de 'O'. ¿Qué mierda está diciendo?
—No soy un puto adicto —gruño—. No necesito las putas drogas, las tomaba
porque me gustaba.
—¿Ya no las tomas?
—No. No soy estúpido.
Levanta una ceja, pero no dice nada más y bebe de su trago.
¿Pero qué mierda? ¿Ir a un centro de rehabilitación si no voy a la puta terapia de
mierda otra vez? ¿Eso no es chantaje?
No soy un adicto y nunca lo seré. No pienso tocar esa mierda en mucho tiempo,
quiero desintoxicarme y mostrarle al idiota de mi hermano que está malditamente
equivocado. Tampoco merezco ir a terapia, malditamente no lo merezco; no
merezco recordar la mierda de mi accidente después de mi graduación. No
merezco recordar las vidas que perdí, todo lo que murió. Y no sólo perdí a mis
padres.
También perdí a la persona que más amo en este mundo.
—Te veo tenso —dice Patrick, viendo cómo la bailarina hace un baile exótico—.
¿Quieres un trago?
—Vodka —respondo.
Pat silba y llama a una camarera. Me volteo a ver quién viene y mi corazón se
detiene.
Es ella.
Es Kylie.
Está usando un sujetador negro y un short rojo que no deja nada sano a la
imaginación, junto con unos tacones de color rojo que son extremadamente altos.
Ella se para en seco cuando me ve, aunque lleva maquillaje puedo ver como el
rubor mancha sus mejillas. Su cuerpo se mueve nervioso y avergonzado, pero aún
así se acerca. Camina lentamente y cuando llega, puedo ver un montón de
sentimientos encontrados en su rostro. Aunque ella no es una persona muy
expresiva a simple vista, siempre pude saber lo qué pasa por su mente.
Y en este momento está avergonzada.
—¿P-puedo tomar su orden? —pregunta Kylie, titubeando y sin mirarme a los
ojos.
—Dos vodkas, cariño —dice mi hermano—. Oye, espera... ¿te conozco?
Kylie se ruboriza más, pero casi no se nota por todo el maquillaje que lleva en su
rostro.
—Hola Patrick —saluda la chica—. Soy Kylie.
La boca de Patrick casi llega al suelo, luego se recompone y le sonríe.
—Es bueno verte, Kylie —murmura mi hermano—. Espero que no seas bailarina.
Golpeó a Patrick en la nuca y este se queja.
—No, no soy bailarina —responde la pelirroja.
—Kylie... —comienzo a decir, pero me detiene.
—¿Necesitan algo más que los vodkas? —pregunta ella, con una sonrisa fingida.
Patrick niega con la cabeza y Kylie se marcha en busca de nuestras bebidas. Miro
como su trasero se contornea por el diminuto short y admiro nuevamente como su
cuerpo ha cambiado en tan solo dos años.
Está buena.
Eso sonó mal.
Es sexy e inteligente, el sueño de todo hombre.
Kylie regresa unos minutos después y nos sirve a cada uno, cada vez que se
inclina en la mesa puedo ver cómo sus pechos se contornean en mi cara.
Estoy excitado por su presencia, y no debería estarlo.
—Me llaman si necesitan algo más —dice Kylie y mi hermano y yo asentimos.
Ella se vuelve a marchar en dirección a la barra, Patrick me mira atento,
inexpresivo, como si estuviera esperando que hiciera o dijera algo, y
honestamente me está poniendo de los nervios.
—¿Qué? —cuestiono.
Patrick mueve su cabeza en negación.
—Nada, nada. Solo es que... cuando Kylie y tú eran novios, a ti te ponía enojado
que tan solo la miren. Hacías un berrinche cada vez que ella llamaba la atención
de algún chico. Y ahora... estoy esperando a que ese berrinche suceda.
Eso es verdad. Cuando ella y yo salíamos, era muy celoso con ella. Quería
controlarla, que no se vista tan provocativa, pero ella siempre me puso en mi
lugar.
Era mi novia, no mi sumisa.
Pero eso no quitaba el hecho de que mi sangre hervía cada vez que alguien la
miraba. Y no es que ahora no me sienta celoso, porque sí lo estoy, sin embargo,
sé que ella ya no es mía y no estoy en posición para hacer un ataque de celos por
la manera en que todos los hombres del club la miran. Y también he madurado, no
estoy orgulloso por como la celaba, y no volveré a tratar a ninguna mujer tan
buena como ella así.
—Ya no somos novios —me encojo de hombros y bebo de mi trago hasta el
fondo, me lo termino—. Y cuando salíamos, era un completo capullo, nunca debí
celarle así porque ella nunca me dio razones para hacerlo.
Pat hace una mueca. —¿No piensas mal de ella por el trabajo que tiene?
Su pregunta despierta la hostilidad y el enojo en mí.
—¿Por qué pensaría mal de ella? —mi tono suena borde—. No es bailarina ni se
está acostando por dinero, solo sirve tragos. Y si ella estuviera bailando en ese
tuvo, me sería imposible pensar mal de ella. Joder, ella salvó mi culo de estar tres
metros bajo tierra.
Patrick no dice nada más y se lo agradezco.
Me sería imposible pensar mal de Kylie, mucho menos cuando recuerdo que salvó
mi vida. Y quiero que ella lo sepa. Quiero que se entere que no pienso menos de
ella, sé que sigue siendo la persona buena y linda que ve por las personas más
que por ella misma.
Así que me quedaré en este lugar hasta que pueda hablar con ella. Hasta que
pueda hacérselo saber.

Kylie
¿Qué. Mierda. Está. Haciendo. Aquí?
Joder.
Ya son casi las dos de la mañana, y Jake aún no se ha ido. Su hermano se llevó a
una chica que trabaja aquí, pero Jake ni siquiera ha visto a una. Sus ojos han
pasado pegados en mí y me ha puesto de los nervios, demasiado incómoda.
Cuento los segundos en el reloj pasar, solo faltan diez segundos para que salga
de mi primer día de trabajo y no puedo esperar para irme.
—Nueve, Ocho, Siete... —empiezo con la cuenta regresiva, mirando el reloj en mi
muñeca.
Cuando ya se marcan las dos, voy al baño y me coloco un abrigo largo, me retiro
los zapatos altos y me pongo unos bajos de bailarina. Ha sido una larga noche,
pero las propinas han sido increíblemente buenas y no es tan malo como creí que
sería. Tengo una especie de guardaespaldas que retira a todos los hombres que
me quieran tratar como una stripper del camino, así que estoy bien por ahora.
Salgo del baño y agarro mi bolso, me despido de todos y salgo por la puerta de
emergencia que da a un callejón.
No he visto a Jake desde que entré al baño, así que creo que ya se fue.
Camino hasta la calle principal, donde se encuentra estacionado mi auto. Me subo
en él y me coloco el cinturón de seguridad.
La noche está muy oscura y la calle está desierta, así que espero hasta que pase
un auto para que alumbre un poco la calle y yo también poder irme.
Pero no pasa ningún auto, pasa una moto.
Y se estaciona en frente de mí.
Mierda, mierda, mierda.
Jake se baja de la moto y me hace una señal para que yo también lo haga. No lo
hago. Aprieto el volante con mis dos manos y desbloqueo el auto, él entiende la
señal y se sube en el asiento del copiloto, después de rodear el auto.
—¿Qué quieres, Jake? —preguntó sin mirarlo, miro al parabrisas de mi coche.
—Quiero hablar contigo.
Doy un suspiro y me atrevo a mirarlo, se ve tan lindo con su cabello despeinado y
su chaqueta de cuero, junto con sus tatuajes. Puede que ya no sienta nada por él,
pero me sigue pareciendo apuesto.
—Necesitaba trabajar, ¿okay? Me despidieron de mi antiguo trabajo porque llamé
al 911, necesito dinero porque pago alquiler con unas compañeras, y no encontré
nada más que esto.
—¿Y tus padres? —pregunta, sus ojos azules pareciendo negros por la falta de
luz—. Ellos tienen dinero, te pueden ayudar.
—Mi madre dejó de apoyarme cuando decidí no ser como ella —una oleada de
amargura me recorre—. Y mi padre hace todo lo que mamá diga, así que esta es
mi posición.
Miro a Jake, asiente y su expresión dice como si lo entendiera todo. Pero la
verdad es que no lo entiende nada. Mi vida cambió cuando él tuvo el accidente,
cuando no me quiso a su alrededor, cuando me alejó y no quiso hablar conmigo.
Mi vida cambió en ese tiempo, porque yo también lo hice, al igual que él. Y ahora
ambos somos un desastre.
—Sé que piensas que soy una puta vulgar —susurro, mi voz se rompe y el nudo
en mi garganta crece—. Sé que lo haces, así que solo dilo. Soy vulgar, mi vida es
vulgar, no merezco que me entiendas.
—¿Cómo crees que yo podría pensar eso? —toma mi barbilla con sus dedos y me
hace mirarlo. Está tan cerca que puedo oler su aroma, es tan embriagador—.
Kylie, salvaste mi vida. Lo menos que haré será pensar mal de ti. No eres vulgar, y
mucho menos una puta, eres una chica que trabaja porque necesita vivir. ¿Quien
no lo hace? Hasta yo trabajo.
—Pero tienes un trabajo digno —digo y una lagrima baja por mi mejilla—. Soy
mesera en un prostíbulo, eso me hace vulgar.
Limpia mi mejilla y niega con la cabeza, se ve muy serio.
—No eres vulgar, eres una chica que trabaja para hacerse cargo de ella. Kylie, si
no te sientes cómoda trabajando aquí, tengo un amigo en Hastings que tiene una
cafetería, es el único restaurante en la zona, así que ganarás bien. Puedo hablarle
si quieres.
Lo miro atónita, ¿está hablando en serio? ¿Va a ayudarme a conseguir un trabajo
decente?
—¿Harías eso por mí? —una sonrisa se dibuja en mi rostro.
—¿Cuantas veces tengo que decirte que salvaste mi vida? —me devuelve la
sonrisa, es tan guapo—. Es lo menos que puedo hacer.
—Gracias —me sincero.
Estoy en verdad agradecida con él.
Me mira a los ojos y yo a los suyos, está tan cerca que puedo sentir su
respiración. Huele a lavanda, vodka y cigarrillo, y creo que me encuentro drogada
con su aroma.
Y no lo aguanto más.
Tomo su cuello y lo beso con fuerza.
Capítulo +18
----
Kylie
Sus manos no tardan en bajar a mi cintura y juntar mi pecho con el suyo. Su
lengua se junta con la mía y siento que toco el paraíso, besa muy bien, y me hace
sentir mucho mejor. Es como si la tensión de nuestros labios separados estos
años se extinguiera y estuviéramos pagando por eso, por mantenernos separados.
Lo he extrañado, realmente lo he extrañado.
Joder, ¿qué estoy haciendo?
A pesar que mi cabeza me está advirtiendo que no lo haga, me retiro el cinturón y
me monto a horcajadas sobre él. Sus manos ahuecan mi trasero y ambos
gemimos por el contacto tan sensual. No tardo en estar mojada, siento la
placentera humedad esparcirse en mis bragas mientras me frotó contra su
entrepierna.
Sus labios dejan mi boca y bajan a mi cuello, me chupa y mordisquea, me besa y
me hace gemir.
—Jake —gimo su nombre.
Él lanza un gruñido y abre mi abrigo, donde nada más cubre mi «uniforme»; me
quito el abrigo y lo pongo en el asiento del piloto. Se relame los labios mientras me
estudia y su mirada se queda en mis pechos. Retira mi sujetador y estos salen al
aire, abre los ojos con absoluta excitación y se mete uno a la boca. Gimo de
placer, él siempre ha sabido como hacerme tocar el paraíso, pero vaya que ha
mejorado. Sabe exactamente cuanto succionar, chupar, lamer, como para llevar a
una chica al orgasmo con solo lamer sus pezones.
—Oh, Dios —gimo y empiezo a frotarme una vez más contra su ya abultada
erección.
Necesito una liberación, lo necesito dentro de mí ahora.
—Por favor... Jake —suplico, y él sabe exactamente a lo que me refiero.
Deja mi pecho y vuelve a besarme, su lengua se mete en mi boca y gruño.
—No me ignores —digo entre besos.
—No lo hago —jadea—. Pero primero quiero saborearte toda.
Oh, mi...
Inclina el asiento hasta que está en una posición acostada, de quita su chaqueta
de cuero y su camiseta y las arroja al asiento trasero. Jadeo al ver lo cubierto de
tatuajes que está.
No me gustan los tatuajes, de hecho los detesto, pero en él se ven tan excitantes
que tengo que tragarme las ganas de pasar mi lengua por cada uno de ellos.
—Siéntate derecha y quítate el short y las bragas —ordena y jadeo porque voy a
obtener lo que quiero.
Hago lo que me dice y también me quito los zapatos, me siento a horcajadas
nuevamente sobre el, esta vez completamente desnuda. Muevo mis caderas en
círculos y su respiración se corta, sonrío a sentir su polla enorme por mí.
—Sube, quiero hacerte venir con mi boca primero —sonríe con picardía y una
descarga eléctrica baja a mi vagina por su petición. Hago lo que me dice y me
agarro del techo del auto para no caerme—. Mmm, que hambre tengo. No he
comido en algún tiempo.
Gracias a Dios es de noche y la calle está desierta, y el coche tiene los vidrios
oscuros.
Siento su aliento en mis muslos, me está haciendo esperar pero yo no puedo con
los juegos. Muevo mis caderas por un poco de fricción y lo escucho reír, pero su
risa se ahoga cuando atrapa mi clítoris con su boca.
—¡Oh! —grito y él sigue con su tortura.
Su lengua hace círculos en mí, succiona, chupa y vuelve a lamer. Grito y gimo de
placer y empiezo a montar su cara. Él empieza a gemir y sé que se está tocando a
sí mismo, eso me excita más. Mete un dedo dentro de mí y me agarro más duro
porque empiezo a gritar y a moverme, mete dos dedos más y ya no lo aguanto.
Me vengo en su boca y en sus dedos, en un devastador orgasmo que me hace
temblar de placer.
Hace tiempo que no tenía sexo, pero la ultima vez que me corrí fue con Jake. No
había tenido un orgasmo en dos años, a parte de conmigo misma, claro.
Jake me retira suavemente de su rostro y me baja a su regazo, sigo temblando por
el orgazmo así que me dejo ir. Ya se ha bajado los pantalones y está desnudo
para mí. Alcanza su cartera de sus pantalones y saca un condón, lo habré con sus
dientes y me entrega el círculo de látex.
—Pónmelo —me dice con una sonrisa malvada.
Le devuelvo la sonrisa y me aparto de él para ponerme de rodillas en el suelo de
mi auto, no hay mucho espacio, pero funciona. Me coloco el condón entre mis
labios y lo desenrollo alrededor de su polla.
Su pene es grande, increíblemente grande y grueso. Cuando éramos novios y yo
quería hacerle sexo oral, no me entraba en la boca, pero él me entrenó bien.
Es el chico que me quitó mi virginidad y teníamos una vida sexual bastante activa,
así que aprendí cosas.
Termino de desenrollar el condón y dejo un beso en la punta de su pene, jadea y
me vuelve a colocar a horcajadas sobre él.
—Voy a disfrutar mucho de esto —gruñe y besa mis labios, tiene mi sabor.
—No serás el único que lo disfrutará.
Sonrío con malicia y agarro su polla y la pongo en la entrada de mi vagina.
Ambos soltamos un gruñido cuando me deslizo lentamente en su polla hasta que
me entra por completo, nos quedamos unos segundos así, él dentro de mí y sin
movernos, disfrutando de la sensación de placer que nos invade al estar
conectados otra vez después de tanto tiempo.
Empiezo a deslizarme, dentro y fuera, arriba y abajo, en círculos, todo lo que él me
enseñó hace años lo estoy utilizando. Me toma por las caderas y me detiene,
frunzo los labios confundida por esto.
—No te muevas —dice, con su voz entrecortada—. Déjame hacerlo.
Me quedo quieta y él empieza a mover sus caderas, gimo, esto se siente
jodidamente bien.
Sigue con sus movimientos rudos y el placer me embriaga. He estado con tres
chicos, pero él definitivamente es el mejor de todos. Agarra mi culo y él empieza a
moverme salvajemente con sus manos, llega tan dentro de mí y toca ese punto de
placer que es indescriptible.
—¡Ah, Jake! ¡Oh, Dios... sí! Justo ahí...
Empiezo a decir incoherencias, pero el placer es tan increíble que no me importa
ser escuchada.
Me muevo por mi cuenta, sus embestidas mezclándose perfectamente con mis
bruscos movimientos de cadera. Gimo como una loca, y mis gemidos se mezclan
con sus gruñidos roncos.
Nunca había tenido sexo en un auto, y es tan excitante que me encuentro
extremadamente mojada. Debo otorgarle a Jake otra primera vez.
—Kylie, joder —gruñe en mi oído y eso no hace más que incrementar mi placer.
Lo monto con ganas, ganas de más y ganas de él. Su polla se siente tan bien
dentro de mí, tan grande y magnifica.
Y ya no lo aguanto más.
Me agarro de su cuello y me corro con violencia alrededor de su miembro. Jake
toma mi trasero y sigue moviéndome mientras los espasmos del orgasmo siguen
embriagándome.
Gruñe y se mete mi pezón en su boca mientras me penetra, grito y no sé porque
pero me vuelvo a correr. Eso fue rápido.
Mis orgasmos avivan el suyo y sus movimientos se vuelven más rápidos y torpes,
se corre dentro de mí en el condón, gritando mi nombre y un montón de
maldiciones incomprensibles.
Coloco mi cabeza en su hombro y él me abraza, descansamos y recuperamos el
aliento. El coche se llena de jadeos y respiraciones entrecortadas, cierro los ojos
aspirando su aroma a sexo.
Pero hay que volver a la realidad.
Mierda, ¿qué hice?
Separo mi cabeza de su hombro y él abre los ojos confundido, pero no dice nada.
Mas bien me alcanza mi abrigo y me lo pone, se saca el condón, le hace un nudo
y lo guarda en el envoltorio para luego guardarlo en el bolsillo de su pantalón.
Se sube su pantalón, conmigo todavía en su regazo, me mira de reojo a la espera
de que yo actúe mal o algo, pero le sonrío y me deslizo al asiento del volante.
Él suspira. —Sé que te sientes extraña, yo también lo hago —dice—. Pero ya
somos adultos, Kylie, y el punto es que... podemos hacer esto sin dañar la rara
relación que hemos estado construyendo hasta ahora.
Lo miro, ya se ha vestido y me mira fijamente.
—Gracias, Jake —le sonrío—. Somos adultos, no hay nada de malo, sabemos lo
que hacemos.
—Y también voy a hablar con mi amigo si es que estas dispuesta.
—Lo estoy —me apresuro a decir—. Esto no cambia nada, no... estaré bien, solo
que mañana tengo un examen y tengo solo cuatro horas para dormir.
Ya son casi las tres de la mañana, tengo que llegar a mi examen a las ocho, y vivo
a una hora de aquí. Así que tengo que apresurarme si no quiero babear en mi
examen de historia alimenticia.
También quiero escapar para pensar en lo que acabé de hacer.
—Está bien —me sonríe—. Te veré mañana.
Me da un pequeño beso en mis labios y sale del auto en dirección a su moto,
cuando ya se ha ido, arranco el auto y me pongo en marcha hacia mi
apartamento, pero no puedo dejar de reprocharme en todo el camino.
¿Qué mierda acaba de pasar?
Hay muchas cosas que todavía no he contado, tantos secretos que mi corazón
guarda, pero ya no puedo aguantarlo. No puedo aguantar tratar de no pensar lo
mucho que me afectó el accidente de Jake, pero ustedes no saben lo que pasó, y
ya no aguanto más. Necesito enfrentar los recuerdos.
Recuerdo claramente ese día, fue tres días después de la graduación y estaba tan
molesta con mi mejor amiga porque se había escapado a Las Vegas con su novio
¡Y no me había dicho nada!
—Lo siento, Ky —volvió a decir mi mejor amiga Jane como por centésima vez—.
Pero sabes que Travis y yo somos espontáneos, y nos amamos. Es tan lindo,
¡ahora soy señora! Y sólo tengo dieciocho, ¿puedes creerlo?
Bufé de nuevo, estaba molesta pero a la vez feliz por ella. Aunque todo me
parecía alocado y bastante rápido, pero con ellos no se sabe.
—Está bien —suspiré—. Sólo quiero que me entiendas, bebé, quería ir a buscar tu
vestido contigo y ser tu dama de honor.
Ella suspiró también.
—Lo entiendo, pero si hago una renovación de votos serás la dama de honor. Y si
tengo un bebé, serás la madrina.
Sonrié.
—Pues tenemos un trato.
—Bien, Ky, tengo que irme, Travis se está volviendo loco en la máquina de
monedas. No quiero que gaste todo el dinero que tenemos —se rió—. Te quiero.
—Te quiero —dije y colgué.
Después de unos momentos fui a tomar una ducha. Envié un mensaje a Jake
hace como dos horas y él no había respondido,, pero no me preocupé. Sabía que
él estaba regresando de un corto viaje en Seatle y tal vez sus padres lo regalaron
por estar en el teléfono, así que no me preocupé en ese momento y solo me
duché para olvidar que no me había respondido todavía. Al salir envuelta en una
toalla, revisé mi teléfono y vi un montón de llamadas del hermano de Jake, Patrick.
Fruncí el ceño, era tan extraño que él me llamara, de hecho, ni siquiera sabía
porqué tenía su número.
Marqué su número en mi celular, pero un nudo se formó en mi estómago. Tenía
un mal presentimiento y empecé a rogar a Dios para que no haya pasado nada
malo.
—¿Kylie? —a penas me contestó, supe que era algo realmente malo por el sonido
de su voz. Sonaba como si hubiera estado llorando, tan alterado que el nudo de mi
estómago se intensificó.
—¿Pat, qué pasa? —pregunté co el corazón en la boca.
Pat sollozó y eso no hizo más que asustarme.
—Solo quiero que sepas que él está vivo —dijo, y cubrí mi boca con mi mano para
ahogar mi grito.
—¿Pat, qué sucede? ¡Dime algo, por favor! —grité, sintiendo como las lágrimas
caían por mis mejillas y la desesperación.
Patrick sollozó de nuevo y eso me hizo empezar a llorar.
Algo muy malo estaba pasando.
—Mis padres y Jake tuvieron un accidente... —de detiene—. Tienes que venir al
hospital, Jake... está vivo, pero no está bien.
Empecé a llorar y me cambié de ropa rápidamente, sintiendo el pánico subir por mi
cuerpo. Salí volando en mi mercedes hacia el hospital de nuestra pequeña ciudad,
sintiendo el corazón en la boca todo el tiempo y poniendo mi fe en Dios para que
nada malo le suceda al hombre que amaba.
Hubiera dado mi vida en ese momento solo para que Jake esté bien.
Llegué al hospital lo más rápido que pude y corrí hacia dentro de este. Encontré a
Pat en la sala de espera, llorando y su novia acariciando su espalda, viéndose tan
afligida.
E inmediatamente supe que esto era peor de lo que yo pensaba.
—¿Pat? —lo llamé.
Él levantó la mirada y se puso de pie, secó sus lágrimas y se acercó a mí, con
cautela.
—Solo no enloquezcas, ¿está bien?
—¡Solo escúpelo! —grité, afligida por su rostro partido en dolor.
Tomó una bocanada de aire, debatiendo consigo mismo si hablar o no. Pero
hubiera preferido que no lo hiciera, si tenía que escuchar todo lo que dijo.
—Jake, mamá y papá estaban en la carretera regresando de Seatle —su voz se
rompe—. Estaba lloviendo y había neblina, mucha neblina. Un camión con madera
se desvió del carril y estaba lleno en contra vía. Chocó contra el auto y este se
volcó, el auto está destrozado.
Lágrimas fluían por todo mi rostro, pero no sollozaba, solo sentía un terrible
sentimiento de perdida porque sabía lo que iba a decir.
—Mamá y papá murieron inmediatamente —su voz se rompió aún más y mi
corazón se detiene—. Jake está vivo, pero no está nada bien. Su pierna derecha
está totalmente destrozada, tiene seis costillas rotas, una contusión en su cráneo.
Los doctores dicen que es un milagro que esté vivo, porque el golpe en su cabeza
fue bastante severo.
Sus palabras atacaron como veneno a mis oídos, y sentí a mi corazón detenerse y
morir. Los padres de Jake murieron y él estaba gravemente herido, fue difícil de
asimilar, pero lo hice rápidamente. Caí de rodillas, y miré al techo, preguntando a
Dios por qué hacia esto, por qué lo arrebataron todo. Empecé a sollozar y rezar a
Dios para que él mejore, para que él esté bien.
Porque lo amaba, lo amaba mucho.
No soy muy creyente, pero en ese momento recé para que él estuviera bien, para
que Dios vea que él era una hermosa persona que tenía un largo futuro por
delante.
Un futuro conmigo.
Aunque no lo crean, Jake y yo habíamos hablado sobre casamiento, hijos, vivir
juntos y formar una familia. Estábamos tan enamorados que decidimos que
cuando sea nuestro último año de universidad, nos casaríamos y tendríamos
muchos bebés bonitos.
Pero miren cómo van las cosas.
—Necesito verlo —susurré después de calmarme un poco.
—Kylie, Jake está en coma —dijo la novia de Patrick, acariciando mi cabello—.
Despertará en un par de días, pero ahora está en cirugía, están reconstruyendo su
pierna. Nadie ha podido verlo todavía.
Lloré de nuevo y marqué el número de Travis, el mejor amigo de Jake y el esposo
de Jane. Le conté sobre el accidente y a penas colgó, Jane me mandó un mensaje
diciendo que ya estaban de camino al aeropuerto y vendrían.
Los agradecí, en verdad necesitaba que ellos estuvieran aquí.
***
Jake despertó después de cinco días del accidente. A penas abrió los ojos, él ya
sabía lo que había pasado, lo recordaba todo, así que nadie tuvo que darle la
noticia. Jake al parecer, había visto a los miembros de sus padres esparcidos por
la carretera y cayó en coma por el shock. Me sentí realmente enferma mientras él
contaba todo a la trabajadora social.
Hubiera muerto, antes de verlo así de destrozado.
Básicamente dormí en el hospital por esa semana y la siguiente, Jake estaba muy
débil y yo no quería dejarlo. Él no estaba de acuerdo con que me quedara cada
día y cada noche, pero no le hacía caso, él me necesitaba. Y yo estaría con él en
la salud y enfermedad.
Pero las cosas empezaron a complicarse después de dos semanas más.
Jake ya llevaba un mes internado, estaba recibiendo terapia física y estaba
haciéndolo realmente bien. Aún cojeaba por lo de su pierna, pero avanzaba
realmente rápido y yo estaba inmensamente orgullosa de mi novio.
Pero no puedo decir lo mismo del aspecto psicológico. Cada vez me alejaba más,
decía que él no era bueno para mí, que yo merecía algo mejor, que no debo estar
con alguien que estuvo a punto de morir.
Pero siempre hacía caso omiso a lo que él me decía. Lo amaba, más que a nada.
—¿Y qué piensas hacer cuando sea hora de irte a la universidad? —preguntó, su
clásica pregunta para que lo deje.
—Podré quedarme aquí por un año y luego tomar mi beca —dije, sentándome a
su lado en la cama—. Hablé con la universidad, dicen que puedo posponer mi
beca un año y luego ir, ponemos ir juntos y vivir en el mismo apartamento, como
siempre quisimos, y tomar la terapia allí...
—No —me interrumpió, mirándome bruscamente.
Sé que no se negó a la terapia, se negó a venir y vivir conmigo.
—¿No? —pregunté, sintiendo las ya familiares lágrimas picar mis ojos.
Él negó con la cabeza.
—Solo vete, Kylie, haz tu vida. Conoce a alguien que no esté defectuoso,
acuéstate con chicos, vive tu vida y a mí déjame en paz.
Me puse de pie frente a él y tomé su rostro entre mis manos, para que me miré a
los ojos. Levantó su vista, dándome una fría mirada que rompió mi corazón. Ignoré
la sensación punzante y lo besé en los labios.
El beso no fue correspondido, y eso no hizo más que romper mi corazón.
—Te amo —susurré en su boca, no respondía y mi corazón se rompía más—.
¿Me amas?
Resopló y se frotó los ojos.
—Yo solo necesito estar solo.
—¿Me amas? —volví a preguntar, esta vez más fuerte.
—Ya no sé si lo hago —eso me dolió mucho, pero me destruyó cuando vi la
honestidad en sus ojos.
Dejé su rostro y sequé mis lágrimas con rabia.
—Te dejaré pensar esta semana —dije—. No puedes dejar de amarme de un
momento a otro, lo sé. Tomaré tu consejo, iré a Briar la semana que viene, pero te
esperaré en el aeropuerto. Te darán el alta el lunes, y no me voy hasta el
domingo, tienes mucho tiempo para pensar. Te amo más que a mi vida, Jake.
Le di un pequeño beso en los labios y salí, poniendo toda mi fe en que cambiará
de opinión y me hiciera quedarme, o viniera conmigo.
Pero no lo hizo.
Todo el viaje en avión hasta Boston, lo realicé llorando. Solo Patrick, su novia,
Jane y Travis habían ido a despedirme. Mis padres no lo hicieron y Jake tampoco.
Me instalé en Briar y los primeros meses tenía la esperanza a que Jake me
sorprendiera y viviéramos juntos. Pasó mi primer año y nunca intentó contactar
conmigo, traté de contactarme con él pero no me lo permitía. Muchas veces
cuando me contestaba, me insultaba y me decía que lo dejara en paz.
Y lo hice.
Pero un día ya no pude más y lo llamé, me contestó con voz ronca y somnolienta.
—Hola Jake —dije, tratando de controlar mi emoción de que no me contestará de
manera soez.
—¿Kylie? —preguntó, se aclaró la garganta—. ¿Cómo has... estado?
Sonreí, aún lo amaba para ese entonces, así que me emocioné.
—Bien ¿y tú?
—Bien... —dudó y escuché un gemido proveniente de una voz femenina.
—Jake vuelve a la cama —dijo una chica.
—Ven aquí, bebé —dijo otra voz femenina.
—Queremos tu polla de nuevo —y habló otra chica más.
Mi corazón terminó de romperse, no solo estaba con una chica, sino con tres.
Ahogué un sollozo, pero no pude controlar las lágrimas que bajaban por mis
mejillas. Gracias a Dios él no me veía.
Jake se dio cuenta que había escuchado lo que estaba pasando y se apuró con
una excusa.
—Kylie, no es lo que parece...
—¿Y qué parece Jake? —digo con odio—. He aguantado tus insultos todo este
tiempo, no he estado con ningún chico en todo este año. Pero no puedo decir lo
mismo de ti.
—Lo lamento tanto, Ky —el arrepentimiento sonando en su voz, pero la que sentía
ahora odio por el otro era yo, ya no él—. Es que he estado muy solo y estoy tan
arrepentido por como te traté.
—¡Deja de ser cínico! —grité.
—Por favor, nena, no me odies. Yo... yo te amo.
Si me hubiera dicho esas palabras en otro momento, me habría puesto tan feliz,
pero en ese momento lo único que sentía era repugnancia.
—Pues que lástima, porque ahora yo te odio. Eres un error que nunca debí
cometer. Adiós, Jacob.
Y cerré la línea cuando volvió a decir mi nombre con voz agitada, me llamó por las
siguientes dos semanas pero no contesté y cambié de número. Lo bloqueé de mis
redes sociales y me juré a mí misma nunca más caer así por un chico.
Me acosté con dos chicos en mi segundo año, pero me sentía mal después de
hacerlo, así que dejé de buscar consuelo en otro pene. Inicié mi tercer año y todo
cambió cuando me reencontré con Jake.
Ya lo superé, lo juro por Dios qué lo he superado por completo, pero sigo siendo
estúpida.
Lo que pasó ayer no puede volver a ser, así que me encuentro fuera de su clase,
esperándolo para hablar con él y dejarle las cosas claras.
Ya no soy la Kylie de antes, la Kylie que ponía a otras personas sobre ella. Ahora
soy fuerte y me amo más a mí que a cualquiera.
Y ahora, que lo veo sale de su clase, voy a hablar con él y decirle lo que fue:
Solo sexo que no se puede volver a repetir.
Lo veo salir de su clase hablando con algunos chicos y con unas chicas a su
alrededor, pero él parece no estar interesado en ellas. Mira al frente y me ve, sus
ojos azules conectando con los míos. Les susurra algo a sus amigos y se despide,
las chicas protestan, pero él hace caso omiso a sus peticiones y se acerca a mí.
Bien, Kylie, aquí vamos.
—Hola, Kylie —dice Jake cuando llega a mi lado, con una sonrisa y esperanza en
sus ojos.
Odio ser la que tenga que pagar la poca luz que he visto en su rostro desde el
accidente.
—Hola, Jake —saludo, me sonríe y se acerca más. Me aparto e ignoro la punzada
de dolor que me da al ver la desilusión en su rostro—. Sé que dijiste que somos
adultos y toda la cosa, pero... quiero hablar contigo y dejar las cosas claras.
Frunce los labios, pero asiente con la cabeza.
—Está bien —dice—. Pero lo hablaremos en otro lugar, un poco más privado.
Vamos, te invitaré un café.
Asiento y me dirijo con él a la salida de la facultad.
***
El camino hacia una de las cafeterías de la uni fue largo e incómodo, nadie dijo
nada, los dos sabemos lo que pasará, pero aún así queremos hablarlo.
Abre la puerta para mí y se lo agradezco con una sonrisa sincera, elegimos una
mesa cerca de una ventana y él va por nuestros cafés. Mientras lo espero
examino el lugar, es bonito y diferente a las otras cafeterías de Briar, este tiene
más ambiente bohemio y no es muy frecuentado, pero el mejor café se sirve aquí,
así que para los que disfrutamos del néctar negro enviado por los Dioses, este
lugar es perfecto.
Jake regresa y me entrega un vaso de café, abro la tapa y mi corazón late
rápidamente al ver lo que es.
—Café americano con crema, malvaviscos y tres cucharadas de azúcar —dice
Jake, sentándose frente a mí.
Lo miro con la boca abierta, ¿qué debería decir a eso?
—¿Cómo lo recuerdas? —pregunto, parpadeando rápidamente.
Sé que no es mucho, pero me toma por sorpresa.
Se encoje de hombros.
—Nunca lo he olvidado. Siempre pedías lo mismo y he hecho café para ti muchas
veces, se me quedó grabado.
Su respuesta me molesta por alguna razón, ¿cree que puede venir aquí y decirme
esa clase de cosas? ¿Hacer como si no me hubiera roto el corazón hace años
solo porque nos acostamos ayer? Bueno, que se joda. Se acabó la censura, voy a
ser jodidamente honesta.
—No puede volver a pasar —digo, viendo sus ojos azules y la confusión
atravesándolos, me mira perplejo y parpadea un par de veces.
—¿Qué? ¿De qué hablas? —pregunta.
—No podemos volver a tener sexo —digo, segura de mí misma. Doy un sorbo al
café, está delicioso.
—¿Por qué?
¿Es en serio?
—Porque eres mi ex, Jake —enfatizo cada palabra—. Me costó mucho olvidarte, y
ahora que por fin te saqué de mí sistema, llegas tú y pones mi vida de cabeza de
nuevo. No puedo hacerme esto, no a mí misma, no otra vez. Yo solo —lanzo un
suspiro—, no creo que debamos hacerlo, no después de todo... —lo que me
hiciste—, lo que sucedió.
—¿Ya me olvidaste? —susurra, pareciendo extrañamente dolido. ¿En verdad me
está preguntando eso? ¿No era eso lo que quería que hiciera desde un principio,
desde su accidente? La rabia bulle en mí, no puede estar hablando jodidamente
en serio.
—Tú me pediste que lo haga y los hice —murmuro, bruscamente—. Me costó
mucho, pero lo conseguí, y no necesito hacerme esto a mí misma. No necesito
volver a caer bajo el hechizo de un chico y que rompa mi corazón nuevamente. Y
lo peor, no necesito caer con el mismo chico que me alejó, se burló de mí y que
me odió cuando yo no hice nada malo.
Sé que estoy siendo muy dura con él, pero me cansé. Traté de suprimir los
recuerdos de su desprecio hacia mí, pero todo fluyó esta madrugada mientras
dormía. Sé que había sufrido mucho por la muerte de sus padres, pero no merecía
su odio. Y ahora no puedo parar el resentimiento que siento.
—¿Por qué me odiabas? —pregunto, respirando con dificultad y sintiendo las
lágrimas pinchar mis ojos—. Estaba ahí para ti, te amaba más que a nada y tú me
trataste como un pedazo de basura putrefacto. Me odiabas y cada vez que
hablaba contigo me lo decís, decías que era mi culpa que tus padres muriera.
Pues adivina qué: ¡No era mi puta culpa! —grito, sintiendo el corazón en mi
garganta.
Una lágrima me traiciona y baja por mi mejilla, no puedo creer que después de
todo aún siga haciéndome daño, así sea inconscientemente. Me hace daño, pero
es por todo el dolor que me causó, y tenerlo así, junto a mí, me trae recuerdos
muy dolorosos que no puedo soportar.
Me pongo de pie mientras sollozo y camino hacia la puerta de la cafetería, ya
afuera, siento una mano en mi muñeca que me hace parar.
—¿Y no crees que en verdad estoy arrepentido? —pregunta, me doy la vuelta
para verlo y me dado de su agarre—. Kylie, sé que fallé, no debí haber hecho todo
lo que te hice. Estaba alterado y creo que me desquité con la persona que más
amaba y coloqué todo mi odio en ti. En verdad lo lamento. Tienes que creerme.
—¡¡No puedes seguir haciéndome esto!! —grito, las lágrimas fluyendo como
cascadas de mis ojos—. Yo te amé, en verdad te amé, pero sinceramente no
puedo tenerte en mi vida. ¡No puedo hacer como si no me hubieras roto el
corazón! Te amaba, más que a mí misma. Pero ahora me amo más a mí.
Abre y cierra la boca como si quisiera decir algo que no puede decirlo, pero no voy
a escucharlo. Él me echó la culpa de la muerte de sus padres, me llamaba perra
acosadora, me decía que me odiabas y que maldecía el día en que me conoció. Y
yo no estoy aquí para aguantar su mierda.
Sí, lo salvé de la muerte. ¿Pero en verdad valora eso?
—Dios te ha dado una segunda oportunidad para vivir —digo un poco más
calmada—. Pero no estás valorando eso. Desperdiciaste tu primera oportunidad
con drogas y chicas, acostándose con cualquier zorra y drogándote como si no
hubiera un mañana. Pero hazme un favor —me limpio mis lágrimas con rabia—.
Aprovecha esta segunda oportunidad y vive tu vida, lejos de todo lo malo,
recuerda las cosas buenas y recuerda que habrá alguien que te ame incluso más
de lo que yo lo hice. Adiós, Jake.
Y me voy, lo dejo ahí parado, con la boca abierta y mirándome con tristeza.
***
Estoy haciendo mi tarea en mi habitación, escribiendo números que no tienen
ningún sentido para mí. Después de dejar a Jake, me sentí un poco mal por como
lo traté, pero después pensé bien. Ahora ya sabe cómo me sentí, lo mucho que
sufrí, lo mucho que me lastimó y me hirió.
En verdad pensaba que esto de la amistad funcionaría, en verdad lo pensaba,
pero no podía ser.
Renuncié al trabajo de camarera en el club de strippers, ya no quiero ir a ese lugar
y hasta encontrar un trabajo puedo vivir de mis ahorros, tengo tres mil dólares en
mi cuenta de ahorros que estaban destinados para la clase de mi maestría que iba
a seguir después de graduarme, pero una tiene que hacer sacrificios.
—Oye Ky, tengo que practicar en una canción que voy a presentar en el festival de
otoño —dice Dove, entrando a mi habitación.
Asiento y le sonrío, más parece una mueca, estoy segura.
—Sí, no hay problema, canta todo lo que quieras —murmuro.
Dove me mira fijamente y luego se acerca a mí y se sienta en la cama.
—Bueno, ¿Qué sucede? Has estado extraña toda la mañana.
Suspiro, confío mucho en Dove, no tanto como lo hago con Jane, pero Dove sabe
toda mi historia con Jake. Ella vivió conmigo cuando yo era un desastre deprimido
en nuestro primer año.
—Es complicado —digo y me frotó los ojos con más de manos.
Ella entreguerras los ojos hacia mí y frunce los labios.
—¿Usaste el consolador de Clara? —pregunta.
¿Qué mierda?
—¿Qué? —frunzo el ceño.
Ella se encoge de hombros.
—Ya sabes, Clara siempre lo deja en el baño o en la cocina, y eso me vuelve loca,
siempre tengo que recogerlo y es tan repugnante hacerlo. Y pues como nunca he
visto uno tuyo, tal vez en un momento de un viaje en solitario a Orgasmolandia
puede que lo hayas tomado. Pero tal vez estás preocupada por su pasado con
ladillas y eso.
—¿Clara tuvo ladillas? —casi grito, Dove se sonroja como un tomate y se golpea
la frente.
—¿No lo sabías? —niego con la cabeza en shock, pobre Clara—. Debería
mantener la boca cerrada de vez en cuando. Pero, solo para que lo sepas, ya no
las tiene.
Me río y definitivamente esta chica sabe cómo aligerar el ambiente.
Así que decido contarle.
Le cuento todo lo que pasó a noche, cada detalle jugoso, pero no detallo el sexo.
Sólo digo que nos acostamos y que eso solo hizo abrir las heridas en mi corazón y
echarles sal y limón.
—Eso está jodido —dice después de escucharme atentamente—. Pero, cariño, si
tú sientes que te hace daño, no debes ni siquiera hablarle. No importa si sueno
como una perra, pero siempre quiérete más a ti, ponte a tí misma por encima de
todo. Amate y luego ama a los demás.
La sonrío y la abrazo, ella sabe consolarme cuando necesito ser escuchada, pero
en este momento necesito más a Jane.
—Alístate nena, noche de pelis —me guiña un ojo y sale de mi habitación.
Tomó mi teléfono y marcó el número de Jane, contesta al tercer timbre.
—¿Hola? —dice, con su voz sonando un poco apagada.
—¿Qué pasa, Jane? —mi voz suena preocupada.
Se ríe. —Nada, solo que he pasado algo enferma, creo que fue algo que comí,
pero he estado con muchas náuseas.
Frunzo el ceño, Jane no era mucho de enfermarse.
—¿Estás bien? —pregunto.
—Sí. Dios, estás actuando como Travis, apuesto a que es solo un malestar
estomacal.
Casi puedo escucharla poner los ojos en blanco.
Me río, pero luego empiezo a llorar. Soy una perra bipolar, pero todo lo que está
pasando en mi vida en este momento es demasiado.
—¿Qué pasa, Ky? —pregunta mi mejor amiga, con preocupación adornando su
voz.
—¿Puedes venir? —sorbo por la nariz—. Te necesito.
—Claro, sí, estaré ahí hoy en la noche. Iré con Travis para que visite a Jake y yo
me quedaré contigo. Te escucho muy alterada.
Sólo la mención del nombre de Jake me hace sollozar más. No puedo con esto.
—Solo te necesito, y mucho —sollozo—. Ven rápido, por favor.
Cuelgo y escondo mi rostro entre mis manos, sintiendo lo mucho que tan sólo la
mención de su nombre me afecta.
Cómo me sigue afectando.
Creo que estoy sufriendo un ataque de pánico.
Sollozo tan alto que Clara y Marie subieron a ver lo que pasaba. Dove dejó de
practicar y ahora me está auxiliando, abrazándome duramente contra su cuerpo.
—¿Deberíamos llamar una ambulancia? —preguntó Marie, acariciando mi cabello.
Siento que me ahogo, pero no puedo detenerme, simplemente no puedo. No
tengo ese poder. La última vez que lloré así fue en la última llamada que le hice a
Jake antes de reencontrarnos, la vez que descubrí que se acuesta con más chicas
que un gigoló. Me dio un ataque y me llevaron a la enfermería, tuve reposo médico
por una semana, porque mis pulmones estaban desgastados y mi garganta
inflamada. Pero una vez que empieza, no hay nada que me calme.
Sólo Jake, por desgracia.
Tenía estos ataques cuando peleaba con mi madre, ella era doble cara, por así
decirlo. Con otras personas se portaba como la mejor ama de casa, pero cuando
estábamos a solas, era un infierno. Me decía que comer, como vestirme, y yo lo
odiaba, así que peleábamos mucho. Sinceramente no sé cómo papá la aguanta.
Cuando Jake me miraba así, me besaba, eso era lo único que me calmaba. Lo
único que necesitaba. Era mi antídoto, mi medicina personal.
Y me odió a mí misma por querer que él estuviera aquí, porque, honestamente, no
puedo respirar.
—Creo que deberíamos llamar al 911 —dice Clara—. Ha llorado por horas, no
quiero que pase lo que le pasó en primero, se enfermó gravemente por esto.
—Chicas, no está inconsciente, no quiero alterarla más —dice Dove—. ¿Quieres ir
a la enfermería? —pregunta, dirigiéndose a mí.
Niego con la cabeza y me aseguro de poder respirar, tomó una gran bocanada de
aire, pero eso es lo único que puedo retener. No puedo respirar muy bien.
Escucho unos golpes en la puerta en la entrada y la familiar voz de mi mejor
amiga me llega a los oídos.
—¿Ky, estás ahí? —pregunta Jane, golpeando la puerta. Clara sale de mi
habitación, camina hacia la puerta y la abre—. Hola Clara, ¿cómo está Kylie?
—Tiene un ataque, deberías intentar calmarla, ha estado llorando por horas. Ya no
le pasaba durante un tiempo, así que ninguna recuerda qué hacer —murmura
Clara.
Escucho pasos rápidos que se acercan y luego siento mi colchón hundirse a mi
lado. Quiero moverme y verla, pero no puedo hacerlo. No tengo nada de fuerza.
—¿Por cuánto tiempo ha estado así? —pregunta Jane.
—Tres o cuatro horas, no lo sé —dice Dove, preocupada—. Creo que debemos
llevarla al hospital o algo así, no sé si esté bien.
—Dámela —Jane me toma y me separo de Dove para que Jane me envuelva en
un abrazo. No sé por qué, pero lloro más fuerte—. Creo que tengo que llamar a
Travis.
Saca su teléfono y creo que está marcando el número, se lo lleva a la oreja.
—¿Travis? —pregunta, con alivio de que su esposo haya respondido rápido—. Sí,
estoy bien. No, no he vomitado. ¡Deja de preocuparte por mí ahora, esto es más
importante! Kylie está teniendo un ataque de pánico. Tráelo, lo necesitamos para
calmar a Kylie, ha estado llorando por como cuatro horas. Sí. Te amo más mi
hermoso Mariscal de campo.
Manda un sonoro beso por teléfono y luego cuelga y se guarda el teléfono en el
bolsillo de su abrigo. Acaricia mi cabello y sigo llorando por lo que parece una
eternidad.
Hasta que alguien entra a mi habitación, me pone de pie y me besa con fuerza en
mis labios.
Es él, lo reconocería en cualquier lado. Es Jake.
Jake
He tenido un día de mierda desde mi pelea con Kylie.
Sé que sonaré egoísta, pero no creí que la había afectado tanto como lo hice. Y
saberlo, saber que ella estaba sintiendo toda esa mierda por mí, me hizo darme
cuenta en lo hijo de puta que había sido todo este tiempo.
Quiero recuperarla. Joder, quiero estar con ella.
La amo, es eso.
Pero no puedo mientras no le demuestre que soy capaz de cualquier cosa por ella,
hasta de dar mi vida para que ella vuelva a amarme.
No soy un cínico, sé que la hice daño, y me arrepentiré toda mi vida por eso. No
puedo creer como me porté, ella estaba ahí para mí cuando más la necesitaba,
pero soy un jodido estúpido y la alejé sin ninguna razón.
Y ahora estoy actuando como un acosador, viendo las fotos de su Instagram,
viendo lo hermosa que es y lo mucho que la anhelo.
Haber estado con Kylie fue un sueño para mí, y a pesar de que he estado en un
mundo sexual morboso, ni tres lenguas en mi polla se comparan con tan solo un
beso suyo. Pero eso no fue lo mismo para ella. La confundí, y reavivé el
resentimiento y la ira. Cavé mi propia tumba.
Dejo el teléfono en el colchón de mi cuarto y cubro mi cara con mis manos. Esto
es una mierda. No sé qué hacer para recuperarla y, sinceramente, me estoy
desesperando. Mucho.
El timbre de la puerta suena y contesto el sitófono.
—¿Quiéeeen? —digo aburrido, alargando la e.
—Oye, debes contestarme más animado —dice una voz que conozco muy bien—.
Conducí cuatro horas solo para verte, bebé. Necesito ser tratado con algo de
amor.
Me río y timbro la puerta, la emoción recorriéndome. No he visto a Travis desde
agosto, y mierda, lo he extrañado. Somos mejores amigos desde que estábamos
en el jardín de niños, compartimos muchas cosas, nos conocemos. Y vaya que
amo a esa perra.
Abro la puerta y entra, le doy un fuerte apretón y luego lo abrazo, dándole unas
palmadas en la espalda. Él hace lo mismo.
—¡Amigo! ¿Cómo has estado? —una sonrisa se extiende por su cara.
—Ya sabes, la misma mierda de siempre —respondo con la misma sonrisa—.
¿Dónde está Jane? Quiero molestarla un poco.
—Fue a visitar a Kylie —la mención de su nombre hace que mi corazón se
ensombrezca—. Se quedará con ella esta noche y yo me quedaré contigo, bebé.
Me río y me siento en el sillón, él se sienta en el otro. Abre la boca para hablar,
pero su teléfono suena y se interrumpe. Lo saca y sonríe como bobo, apuesto a
que es Jane.
—Un minuto —me dice y se lleva el celular a su oreja—. ¿Cariño, estás bien?...
¿Has vomitado?... ¿Estás segura? —hace una mueca mientras escucha en el
teléfono, luego salta de su asiento y se pone de pie—. ¿Tuvo un ataque? No los
ha tenido en años —me mira y su rostro se ilumina—. ¿Recuerdas que se relajaba
cuando Jake la besaba? Creo que debo ir con él —frunzo los labios, ¿qué carajos
está pasando?—. Okay, mándame la dirección he iremos para allá. Te amo, mi
dulce Jane.
Cuelga y suspira soñador, frunzo más el entrecejo y me pongo de pie.
—Ay, cuanto amo estar casado —dice, con una sonrisa estúpida. Luego me mira y
se pone serio de repente—. No te alteres, no quiero asustarte.
—¿Qué te traes, Stone? —entrecierro los ojos.
—¿Recuerdas los ataques que sufría Kylie? —asiento con la cabeza, impaciente
para que hable—. Pues... está sufriendo uno ahora.
Me tenso, agarro mi cartera y las llaves de la moto junto con mi casco.
—Iremos en mi auto —dice Travis retirando el casco de mis manos—. Tenemos
que llegar rápido, pero ya sabes cuánto miedo me da subirme a tu moto.
—Marica —digo y se ríe.
—Pregúntale a tu novia —me guiña un ojo y salimos corriendo por el edificio.
***
Llegamos a un edificio residencial para las estudiantes de tercero. Lo bueno de los
de tercero y los de cuarto, es que ya no tienen que vivir en los cuartos, tienen
departamentos que comparten y son amplios.
Salimos del auto y entramos al edificio para subir por las escaleras corriendo hasta
el octavo piso, al llegar, busco el número de departamento de Kylie. 427. Lo
encuentro y abro la puerta, veo una pequeña sala, pero ahora no es momento
para observar el lugar.
Entro a la primera puerta abierta que veo y me doy cuenta que es la habitación de
Kylie, tres chicas se ponen de pie de un salto, pero a una de ellas las reconozco.
Es Dove.
La saludo y Jane me hace señas para que me acerque. Al hacerlo, Jane
desenvuelve sus brazos de Kylie, pero ella ni se da cuenta. La tomó entre mis
manos y la pongo de pie de manera lenta. Su rostro está morado, como si no
pudiera respirar, sus mejillas llenas de lágrimas y sollozar muy fuerte. Y estoy
consciente que solo hay una cosa que hacer.
Agarro su rostro con mis dos manos para mantenerla en su lugar y la besó con
fuerza. Jadea y abre la boca instintivamente, mientras mi lengua se desliza en su
boca, puedo sentir como empieza a respirar y llenar sus pulmones con aire.
No sé cómo funciona su organismo, pero siempre respiraba mejor cuando mis
labios estaba sobre los suyos. Jadea y gime cuando el aire llega a sus pulmones
mientras me devuelve el beso.
Cuando ya se recupera, me empuja bruscamente y me mira con rabia.
—¿Qué hace él aquí? —su voz suena extremadamente ronca, casi es un susurro.
Mira a Jane y esta se pone de pie.
—Vino a ayudarte —dice su mejor amiga.
—¿En qué me ayuda que esté él aquí? Sólo me hace daño.
El rostro de Jane decae con tristeza, pero se recupera y abraza a Kylie.
—Kylie, tenías un ataque —dice Jane, volteándola para que la mire—. Nadie
podía hacer nada, y la enfermería está muy lejos. Dije que viniera Jake, porque él
era el único que podía calmarte cuando estabas así. Y al parecer eso no ha
cambiado.
Y no saben la alegría que me da que yo sea el único que puede arreglar una
situación así.
Kylie se queda en silencio un momento, y luego su mirada cae en mí. Ya no puedo
ver la rabia en sus ojos. Sólo tristeza y la verdad, eso duele más.
—Solo quiero dormir —dice y se acuesta en su cama, Jane la tapa con algunas
mantas e inmediatamente Ky se duerme.
Todos salimos de la habitación y me dirijo con Jane y Doce a la cocina para hablar
con ellas. Travis entra, al fin, completamente cansado por subir ocho pisos. Pero
nadie lo toma en cuenta, hay algo más importante en este momento.
—¿Cuándo fue la última vez que tuvo un ataque así? —pregunto, ellas dos se
miran con tristeza.
—Estábamos terminando el primer año —responde Dove—. Fue la última vez que
habló contigo por teléfono. Lloró durante cuatro horas antes de que la lleváramos
al hospital, la durmieron para tranquilizarla.
Mi rostro decae y siento unas ganas enormes de llorar. Así que mi odio hacia ella
la afectó mucho más de lo que quería aceptar.
—Joder, soy un jodido idiota —susurro.
—Jake, el primer año las tenía todo el tiempo —dice Jane—. La llevaban al
hospital o a la enfermería cuando se ponía mal. Y cuando Kylie no cooperaba... la
auxiliaban sus amigas. Pero eso no es lo peor, sus pulmones se ponían frágiles y
su garganta sufría severos daños. Tuvo que estar con un respirador artificial por
dos semanas.
Suspiro y me frotó los ojos, sintiendo las lágrimas picar. Joder, esto es una puta
mierda.
—¿Cuánto tiempo te quedarás? —pregunto en dirección a Jane—. Kylie las
necesita a ambas, no quiero que la dejen sola. Y no creo que Dove pueda con
todo esto sola, Jane por favor, quédate más tiempo.
—Me quedaré el fin de semana —responde Jane—. Dormiré aquí, si no es
problema —mira a Dove y ella niega con la cabeza. Me mira a mí—. ¿Travis
puede quedarse contigo?
—Claro —digo—. Solo... solo cuídenla, ¿okay?
Ellas asienten y salgo con Travis después de que él besara ruidosamente a Jane.
Siento el corazón en mi boca mientras dejo su departamento, sintiéndome vacío
cada vez que estoy lejos de ella.
Y llego a esta conclusión:
Necesito ganarme nuevamente su corazón.
Kylie
El fin de semana pasó rápido. Ya es domingo y Jane está guardando sus cosas en
su bolsa, su estadía aquí me hizo sentir mucho mejor, ella y Dove me ayudaron
mucho y me distrajeron del tema de Jake. Lo cual agradezco enormemente.
Jane ha estado un poco enferma igual, en las mañanas ha estado vomitando y
estoy preocupada por ella, pero creo que sé la razón. Es obvio. Está embarazada,
solo que ella no lo sabe aún.
—Oh, joder —dice, tapándose su boca y corriendo al baño. Cierra la puerta detrás
de ella y escucho los dos idos ahogados de su cuerpo vaciando su estómago otra
vez.
Entro al baño y sostengo su cabello para que no se le ensucie. ¿Qué clase de
amiga fuera si no sostengo su cabello mientras vomita? Termina después de lo
que parece un largo tiempo, cierra la tapa y jala la cadena del baño.
—Esto es una puta mierda —dice mi mejor amiga con voz ronca.
Y es hora de que se lo diga, porque al parecer no tiene idea de lo que le está
pasando a su cuerpo.
—¿Cuándo fue tu último período?
Ella me mira y se sienta ta en el retrete sobre la tapa cerrada.
—No recuerdo —confiesa—. Pero mis periodos no han sido regulares desde que
cambié las píldoras por las inyecciones nuevamente.
Niego la cabeza, es tan obvio para mí pero no lo es para ella.
—Jane, tienes antojos y náuseas, tus bubis están hinchadas, tu cuerpo está
cambiando. ¿No te da eso una señal?
Ella se queda mirando al vacío, como si estuviera pensando.
—No... —niega con la cabeza, lentamente—. No lo sé. Joder, tengo que ir a la
farmacia ahora mismo.
—No hay problema, cariño —grita Marie desde la sala—. Tengo una prueba si
quieres.
Jane y yo levantamos una ceja a su dirección.
—¿Por qué tienes pruebas de embarazo? —pregunto.
Se encoge de hombros.
—Mas vale prevenir que lamentar.
Sale del departamento y entra después con una caja rosa y se la entrega a Jane.
Ella temblorosa la agarra y nos ordena salir para que pueda hacérsela.
Pasan como unos diez minutos antes de que ella salga, con los ojos abiertos de
par en par y su rostro pálido.
—¿Y bien? —pregunto, acercándome a ella.
Ella asiente con la cabeza.
—Estoy jodidamente embarazada —murmura, anonadada.
Me río por su expresión.
—Cariño, has estado casada con Travis desde hace más de dos años, cogen
como conejos, ya era hora —bromeo, pero es verdad. Cogen como conejos.
Ella niega con la cabeza y se sienta en el sofá, me siento junto a ella y Marie se
sienta a su otro lado.
—Joder, mi renovación de votos es en cinco semanas, no puedo estar gorda. Ya
mandé a hacer el vestido. Me voy a ver horrible, y necesito verme como una
'Wags', y no lo haré —creo que va a llorar, pero antes de que lo haga, tomó sus
ojos para que me mire.
—A la mierda las Wags —digo—. Sólo son famosas porque sus parejas son
jugadores profesionales, pero son huecas, así que ni se te ocurra querer formar
parte de ese reality. Y segundo, no te asustes, siempre quisiste ser madre, serás
increíble y Travis será un padre muy divertido y cariñoso. Y él te ve hermosa así te
veas como un payaso. Te ama.
Sonríe y se limpia las lágrimas y me mira divertida y con agradecimiento.
—Tienes razón —dice—. Y si alguien me ofrece salir en Wags cuando Trav sea un
jugador estrella, le diré que se meta su reality por donde más le entra.
Las tres nos reímos.
—Tienes que ir al médico —le digo—. Tenemos que estar seguras.
Ella asiente con la cabeza y me abraza a mí, luego a Marie. Se va con Travis
media hora después, y una oleada de tristeza me recorre, extraño a Jane, y su
estadía aquí me hizo ver lo mucho que me conoce y que la necesito.
Dove llega de su práctica para el festival de otoño y Me abraza a penas me ve, le
devuelvo el abrazo, sintiendo mi corazón late rápidamente y mis ojos quieren picar
por las lágrimas. Pero no puedo llorar. No es porque no quiera, porque quiero,
pero ya no queda más agua en mis ojos.
—¿Sabes que necesitamos? —pregunta Dove, separándose de mí. Le doy un
asentimiento para que continúe—. Una noche de chicas, con cambios de look,
películas cero románticas, comida grasosa y todo eso. Creo que nos vamos a
divertir.
Eso espero.
***
—Oh, joder, nunca he hecho esto —dice Dove, agarrando su cabello y sentada en
una silla—. Siempre lo he mantenido largo y oscuro, pero quiero ver qué tal me
queda.
Clara se para detrás de ella con las tijeras.
—¿O sea que voy a ser dueña de tu primera vez? —pregunta Clara alzando una
ceja.
Dove se ríe.
—Si no me contagias los piojos, todo estará bien para mí —le muestra una sonrisa
listilla y sabe que ganó.
No hay que ser un genio como para saber qué hace referencia al pasado con
ladillas de Clara.
Clara la golpea en la cabeza y le muestra el dedo medio.
—¡Ya no tengo ladillas! —escupe la rubia, enojada y todas reímos—. Y no se
burlen, es horrible que te pique la vagina todo el tiempo y no te puedas rascar
como una loca en un lugar público.
Un extraño silencio se propaga entre nosotras mientras diferimos sus palabras, y
luego nos partimos todas a reír. Aunque, por otro lado, me siento mal por Clara al
imaginarme a ella en las clases de la uni y no poder rascar su zona v. Debe ser
horrible.
Dejamos de reír y me secó unas cuantas lágrimas de la risa, en verdad estoy
pasando un buen rato con mis amigas.
Clara empieza a cortar el cabello de Dove hasta dejarlo en una melena larga, lo
tintura y le pone un gorro de aluminio.
—¡Estoy jodidamente excitada y emocionada por este cambio! —grita Dove—. Lo
siento, me encerraré con Winwin para calmar mi entusiasmo a un viaje en solitario.
Nos guiña un ojo y se marcha a su cuarto. Winwin es su consolador, al parecer a
mis compañeras les encanta intercambiar los nombres que le ponen a sus
«amigos de pasión». Yo, por otro lado, no les he contado si tengo uno o no. Por
supuesto que tengo uno, pero no me he decidido por un nombre, todavía.
—Y mientras Dove viaja a Orgasmolandia, creo que te toca a tí, Caperucita Roja
—me sonríe Marie y me sienta en la silla.
—Nunca lo he tenido corto —digo—, y siempre lo he tenido rojo, pero el color me
gusta.
—A mí también, creo que no debes cambiarlo —murmura Marie.
—Pero tampoco quiero cortarlo mucho —dice Clara, hace una mueca con sus
labios—. Mmmm... Pero ¿Quieres que te lo corte?
Asiento con la cabeza.
—Está bien, eso es suficiente para mí.
Diez minutos después me corta una gran cantidad de cabello, que tuve que cerrar
los ojos para dejarlo ir. Me lo alisa y me miro en el espejo cuando termina. Está
corto hasta mis hombros, y alisado se ve bien. Pero lo he visto rizado y sé que
también se ve bien.
Le doy una sonrisa en agradecimiento y al fin Dove sale con cara de alivio. Me
sintiera extraña, pero he vivido con ella durante dos años, estoy acostumbrada. Y
por lo menos cuando hace un viaje en solitario es silenciosa. Cuando su ex novio
pasaba a quedarse la noche, Dove era jodidamente ruidosa.
—¡Oh, por Dios, te ves increíble! —me elogia. Le sonrío y Clara se acerca a ella
para retirarle el aluminio del cabello.
—Vamos, chica orgasmo, tenemos que lavarte eso —le dice Clara a Dove.
Dove le sonríe a sabiendas.
—Vamos, chica piojos —la sonrisa de Clara se borra y ella, Dove y Marie
desaparecen en el baño.
Toda la noche transcurre bien, Dove se ve genial de rubia y con el cabello corto.
Clara se lo tintura de negro y Marie se lo tintura de rosa. Es la más atrevida de
todas, y se ve genial.
Y lo más importante de todo, es que tengo las mejores amigas del mundo, y que
no he pensado en Jacob Alexander Stevens ni una sola vez.
Oh, mierda.
Ahora ya lo hice.
La semana pasó rápido. Mis amigas son increíbles, hicieron cualquier clase de
tontería para que mi mente se mantuviera alejada de Jake. Jane me llamaba cada
día y conversábamos por horas. Y sí, está embarazada de ocho semanas.
También nos estamos poniendo de acuerdo para su renovación de votos, seré su
dama de honor y la ceremonia será festejada en Malibú. Lo cual es genial, porque
Noviembre a Los Ángeles parece no afectarle.
Nunca me ha gustado mucho el calor, soy de Oregon, y la temperatura no es que
sea muy cálida. Incluso en medio del verano, hay nubes blancas y rellenas que
anuncian una lluvia muy pronto.
Joder, como lo extraño.
Sin embargo, volver a casa significa volver a hablar con mamá y verla, y no quiero
eso. Me dio todo lo que quise, pero nunca me dio lo que deseé y necesité: Amor, y
que dejara de hacer de mí una réplica de ella.
Mis padres nunca me alzaron la mano, ni me faltaron tanto el respeto, pero en
verdad hubiera preferido eso. Mi madre es perfeccionista y controladora, me decía
que vestir, cómo actuar, que comer... Mientras yo quería comer una hamburguesa,
ella me obligaba a comer malditas ensaladas. Sin embargo, cuando empecé a
salir con «quien no se puede nombrar», empecé a tomar mis propias decisiones, y
dejar la opinión de mi madre de lado.
Eso es lo bueno que él me dio. ¿Puedo recordar algo más? Jodidamente no.
El agua de la ducha sigue cayendo sobre mí, abrazando mi piel y calentándola. He
estado aquí por los últimos quince minutos, pero no quiero salir todavía, estoy en
mi momento de paz, sin sonidos indeceados, sin nada que me haga salir de este
trance pacífico que...
—¡¡Kylie, abre la maldita puerta!! —y recuerdo que comparto el baño con otras
tres chicas—. ¡Necesito orinar y Dove me mataría si orino en el lavavajillas! —grita
Marie, haciéndome poner una mueca.
Ducha de relajación, descartada.
Suspiro y salgo de la ducha para abrir la puerta. Vuelvo a entrar y me paso los
siguientes quince minutos en la ducha hasta que el agua empieza a salir fría. Pero
mi «relajante» ducha fue interrumpida constantemente por mis compañeras de
piso.
A veces, deseo con todo mi corazón tener mi propio apartamento.
Pero eso significa poner más dinero y se me pasa.
Salgo del baño, envuelta en una toalla y mi cabello en otra, y me dirijo a mí
habitación. Cierro la puerta detrás de mí y escucho como Dove canta en su cuarto,
y el ruido que Clara y Marie realizan en la sala.
Dove y yo tenemos las habitaciones en el departamento, y desgraciadamente, el
baño y la cocina no son solo para nosotras. Clara y Marie viven en el
departamento de alado, pero el diseño de departamentos en las recidencias son
un asco. En verdad, ¿por qué ponen cocina y baño a unos, y no a otros? Nunca lo
entenderé.
Me visto para la fiesta de esta noche, es sábado y siempre una de las
fraternidades hace una fiesta. No he asistido a una en mucho tiempo, porque
trabajaba los sábados en Drons.
Miro mi atuendo en el espejo, estoy usando un vestido rojo ceñido al cuerpo y con
escote, es algo corto, pero me gusta; mis tacones son negros y de correas. Mi
cabello está corto ahora, y me llega a los hombros, pero me gusta cómo se ve;
hago mi maquillaje un poco más trabajado de lo que uso: sombras cobrizas, una
gruesa línea de delineador, base maquilladora y un labial rojo.
—¡Uy, Kylie! —grita Dove, entrando a mi habitación. Aún no me acostumbro a su
cabello corto y rubio casi blanco, pero le queda muy bien—. Te juro que si hoy no
echas un polvo, te lo voy a echar yo.
Me río.
—Dove, las chicas no te van y lo sabes —una vez en primero, Dove estaba
saliendo con un chico y este le ofreció un trío. Ella accedió, pero cuando llegó el
momento y vio a la chica desnuda, se echó a llorar y casi vomitó delante de su ex
y su amiga.
Aunque Dove no quiera admitirlo, sigue siendo esa chica dulce que era en el
instituto. Ella era virgen cuando vino a la universidad y luego conoció a ese tipo.
—Bueno, una no quisiera perder su virginidad en un trío, obviamente me iba a
traumar —dice, sentándose en mi cama.
Ahora Dove ya no es virgen, después del incidente, conoció a otro chico y salieron
por el primer año y todo el segundo. Pero terminaron el verano pasado y Dove
está desesperada por conseguir a alguien hoy.
Ella suspira.
—Lo que más extraño de una relación es el sexo —murmura, con pesar.
Me río.
—Por lo menos tienes a Winwin.
—Pero se está desgastando —nos reímos ambas.
—Por eso a mí me gustan las pollas reales —digo, agarrando mi chaqueta.
—A mí también, son más duras que esa mierda de goma. Y a mí me gusta duro.
Suspira, como si le doliera decir esas palabras. Como si sintiera que está
traicionando a Winwin.
—En fin —dice—, saldremos en quince minutos.
Asiento y sale de mi habitación con una sonrisa. Me miro en el espejo una vez
más, mirando mi vestuario y estudiándolo. Sólo quiero que esta noche salga bien,
solo quiero divertirme. Encontrar un chico al azar y traerlo a casa.
Y no venir a casa con él.
Aunque algo en mí dice que eso va a ser jodidamente imposible. Porque él estará
en esa fiesta.
Jake
Toda la jodida mañana estuve en esas malditas tiendas de coches, buscando un
auto que realmente me gustara.
Amo mi moto, en verdad la amo, pero desde que tuve sexo en el auto de Kylie,
malditamente quiero uno. Pero solo por ella, quiero follarla de mil maneras
distintas en mi auto, en el suyo, en ambos sirve. Nunca habíamos tenido sexo en
un auto, ni cuando éramos novios, y yo no lo había hecho ni con las chicas de una
noche que me llevaba a casa.
Así que sí, Kylie también tiene varias primeras veces que le pertenecen. Es la
primera y la única chica con la que he estado sin un condón, practicamos muchas
cosas en el sexo, cosas que no he practicado con otra, y ahora lo del auto.
Sin embargo, sé que nunca me dejará volver a tocarla, volver a besarla, volver a
probar ese dulce copo del cual no puedo obtener suficiente.
Sé que la cagué, ¿vale? Sé que la alejé y ahora toda esa mierda que le hice me
está pasando factura. Pero estaba tan... enojado. Y descargué todo ese enojo y
ese odio en ella, un odio que jodidamente no merecía.
Ella se merece amor, un amor que estoy decidido a darle. Y que lucharé por darle.
Esto no ha terminado, nunca terminará. Ella es mía y yo soy suyo, la amo y sé que
ella sigue teniendo ese sentimiento por mí. Así se niegue y esconda su corazón lo
más profundo que puede, tomaré en mis manos lo que me pertenece.
Sé que ha estado con dos chicos a parte de mí, y lo sé de una muy buena fuente.
Kylie le contó a Jane, y Jane no mantiene secretos con Travis. Pero sacarle esa
información a Travis fue jodidamente difícil, con él no funciona ponerle mi cara de
perrito moribundo. Sin embargo, eso no me importa, digamos que Kylie podría
haber estado con mas de cien hombres, pero ella siempre será mía. Siempre.
Mi teléfono suena y miro el nombre de Jane en la pantalla, debe ser importante
porque nunca me llama. Contesto la llamada.
—¿Jake? —dice ella—. Oh, mierda, ya me odio por esto.
—¿Qué te traes, Beatle? —pregunto.
—No me llames por mi nombre de soltera, Travis es muy sensible con eso.
—Lo lamento, ¿qué sucede señora Stone?
Ella refunfuña y suspira con pesadez a través del teléfono.
—No sé por qué mierda estoy haciendo esto, de hecho, me odio por hacerlo. Pero
siento que debes estar ahí. Kylie irá a esa fiesta de fraternidad, y desde que me
dijo que iría, no he dejado de estar preocupada. Algo dentro de mí me dice que
debes ir y cuidarla. Confiaría en sus amigas, pero ellas son unas locas
descontroladas y beben hasta el desconocimiento, incluso Dove.
—¿Sabes dónde queda o algo así? —agarro las llaves de mi nuevo coche y mi
cartera, es cuestión de segundos para que baje corriendo por las escaleras.
—Averígualo tú mismo, Jake. Si no te has dado cuenta, yo no vivo ahí.
Pongo los ojos en blanco y le muestro el dedo medio al teléfono, agradeciendo a
Dios que no esté en su campo de visión.
—Okay —digo llegando al estacionamiento y pitando el auto para que se
desbloquee—. Gracias por decirme. Y felicidades por lo del bebé.
La escucho reírse, felicidad pura en esa risa.
—Gracias, Travis y yo estamos muy felices.
No puedo ignorar la punzada de celos que me recorre. Yo quiero lo que ellos
quieren, quiero una esposa y que mi esposa esté esperando un hijo mío.
Si tan solo hubiera hecho las cosas diferentes.
Arrancó el auto después de subirme en él, haciendo chirriar a las llantas por la
velocidad que estoy conduciendo. Pero tengo que llegar rápido.
Hoy empiezo a reclamar lo que es mío.
Toda la maldita casa está llena. Es una casa de fraternidad, con letras griegas en
la entrada y de dos plantas. Hay chicos casi follando a chicas en el jardín
delantero y también en el umbral de la puerta. Pero, joder si no me es difícil
encontrar a Kylie.
Necesito encontrarla, no quiero que termine con ninguno de estos chicos en su
cama, y sé que eso es lo que quiere hacer hoy. Quiere "limpiarse" de mí, pero su
coño al igual que toda ella me pertenecen. Es mía. Y no de una forma posesiva,
ella me pertenece porque yo la pertenezco, hay un lazo invisible entre nosotros
que nos une. Siempre lo ha habido.
—¡Jake! —escucho mi nombre a través de la música, me volteo y me encuentro
con la sonrisa de Dean, el mariscal de campo del equipo de fútbol americano de la
universidad—. ¿Qué haces aquí, amigo? Creo que dijiste que las fiestas de
fraternidad te pelaban un huevo.
Me río, este chico me cae bien, me recuerda al idiota de Travis.
—Estoy aquí por mi chica —me encojo de hombros.
—No sabía que tenías novia.
Niego con la cabeza.
—No la tengo, pero ella es mi chica.
Me mira divertido y golpea mi hombro con fuerza, ni me inmuto.
—Y yo que quería presentarte a unas amigas mías, todas están buenísimas —
dice con una sonrisa—. Pero hay una pelirroja que casi no la había visto, ella está
como para correrme en mis pantalones con solo verla.
¿Pelirroja buena? ¿Podría ser...?
—Em... ¿Sabes el nombre de la pelirroja? —cuestiono, retiro el corto cabello
rebelde que cae por mi frente.
—Dijo algo con K. Kimberly... Kiara... No recuerdo amigo, solo estaba viendo esos
labios moverse mientras hablaba.
Su comentario sobre ver los labios de mi chica me molestan, pero no puedo hacer
un jodido escándalo si quiero encontrar a Kylie.
—Preséntamela —digo, y le lanzo una sonrisa arrogante—. Tengo una preferencia
por las pelirrojas.
Y eso no es mentira.
Dean sonríe y se pasa la mano por su pelo.
—Pero la rubia de pelo corto y ojos azules es mía, está buenísima —obviamente
habla de Dove.
Lo digo por la casa hasta la segunda planta, donde se encuentra el cuarto de
juegos. Entramos en la habitación y a penas pongo un pie en el lugar, la veo.
No te pares... Le digo a mi pene mentalmente, pero este parece no querer
obedecer a su dueño porque mi polla salta al ver sus piernas desnudas.
Ese vestido rojo... ¡Joder!
El rojo siempre ha sido su color al igual que el rosa. Se ve tan follable y apetitosa
en este momento que no puedo pensar en nada más que su rosado y pequeño
coño, sus pezones rosas que apuntan al sol, su redondo y sexy trasero...
Creo que mi polla va a salir corriendo de mis pantalones.
Ella deja de hablar con sus amigas al momento en que me ve, sus palabras
quedando estancadas en su garganta. Una garganta profunda donde mi polla
alcanza perfectamente.
¡Mierda! ¿Es que no puedo dejar de pensar en ella y en lo bueno que era el sexo
juntos?
Sus ojos se abren tanto que creo que se le van a salir, puedo escuchar el jadeo
que lanza y eso no hace más que alimentar el deseo de mi polla. Y su cabello...
Ese jodido cabello rojo y ahora corto. No pensé que el cabello corto en ella se
vería tan bien, de echo, nunca me había gustado el cabello corto. Hasta ahora.
Ahora lo amo.
No me he follando a nadie desde nuestro encuentro en el auto, bueno, mi mano no
cuenta. Tengo bastante material como para masturbarme, el sonido de sus
gemidos, como su vagina me apretaba, el sabor de su coño... Mi brazo derecho se
siente cansado, pero no me importa. No quiero tocar a ninguna otra mujer desde
que volví a sentir lo que se siente estar dentro de Kylie.
—Jake —susurra, casi inaudible, pero lo escuché. Como si no pudiera creer que
esté aquí.
Dean me mira con el ceño fruncido.
—¿Ya la conoces? —pregunta Dean, sentado en el respaldo del sillón, junto a
Dove.
Asiento.
—De hecho conozco a todas —le sonrío con suficiencia—. Hola chicas —les digo
a las tres, me viro hacia Kylie—. ¿Cómo estás Kylie?
Se renueve incómoda.
—Uhm... ¿Bien? No, no, estaba bien.
Puedo ver cómo la rabia se apodera de sus facciones. ¿Ahora qué hice?
—¿Podemos hablar? —pregunto, más bien exijo. Me acerco a ella, tomo de su
mano y la pongo de pie.
Ella ve nuestras manos entrelazadas y me suelta. Pero aún su calor burbujea en la
palma de mi mano.
—No tenemos nada de qué hablar —escupe, alzando la barbilla con altanería.
Una barbilla que me gusta morder mientras la follo—. Sería mejor que te vayas,
estoy pasado un buen momento.
Dove se pone de pie y va al lado de Kylie.
—Jake, sería mejor que la dejes tranquila —dice Dove—. No quiero verla alterada.
—No me iré —murmuro y sonrío—. No hasta que pueda hablar contigo.
Le guiño un ojo a Kylie y me volteo, salgo de la habitación y bajo las escaleras
hasta que estoy sentado en la barra. Me pido un trago, pero eso es lo único que
beberé. Porque debo estar consciente cuando lleve a Kylie conmigo esta noche.
La música suena más alta y más rápida. Es una canción de Nicki ni se que, pero
es buena y me dan tantas ganas que Kylie esté aquí y poder bailar con ella
mientras se restriega contra mi polla.
Mala idea pensar en eso, mi erección es insoportable en este momento.
Meto la mano en mi pantalón y acomodo mi erección para que no sea incómoda.
Miro en dirección de las escaleras y veo a Dove con Clara y Marie, pero Kylie no
está. Ni Dean.
¿Qué puta mierda significa eso?
Salto de la barra y corto en dirección a las amigas de Kylie, al llegar a ellas, las
tres se miran entre sí.
—¿Dónde está? —pregunto, tratando de que mi voz no suene con rabia pero
fallando miserablemente.
—Uhm... —dice Clara.
—Dean quiso enseñarnos a jugar billar —explica Dove—. Pero nosotras
queríamos ir a bailar, así que bajamos. Kylie se quedó con él porque no quería
bajar con nosotras.
—¿Estás hablando jodidamente en serio? —la rabia se hace presente en mi voz.
Dove se encoje de hombros y hace un gesto que noble importa. Gruño y subo
corriendo por las escaleras, llego al cuarto de juegos y entro.
—Hey, amigo, ¿te nos unes? —pregunta Dean cuando me ve—. Esta chica se
está llevando todo mi dinero.
Kylie me mira sobre su hombro y se queda estática, como yo. Está inclinada sobre
la mesa, con el taco entre sus dedos y en posición para disparar a la bola. Mi polla
salta y palpita con deseo cuando veo como el vestido se sube un poco. Y mi
mente divaga.
La imagino inclinada sobre la mesa de billar y completamente desnuda mientras
follo ese sabroso coño que me vuelve loco. Y mi polla palpita para su liberación
mientras imagino el sonido de sus gemidos mientras se viene sobre mi polla
desnuda.
¡¡Joder!!
Me aclaro la garganta.
—Claro, ¿por qué no?
Kylie deja de mirarme y dispara con rabia a la bola blanca. Mete dos bolas a la
vez, una azul y otra roja. Dean aplaude.
Me extiende un palo y me acomodo en posición cuando recuperó la bola blanca.
—¿Cuánto es la apuesta? —pregunto.
—Cien dólares para el que mete la bola ocho —dice Dean.
—Eso es dinero tan jodidamente fácil —murmuro.
Escucho la risa de Kylie, una risa prejuiciosa.
—No podrás hacerlo —dice, me incorporo y me paró frente a ella, se cruza de
brazos, resaltando su grande y robusto pecho.
Me río con arrogancia.
—¿No recuerdas, cariño? Siempre te ganaba en este juego.
—Pues las cosas cambian —se ríe—. Voy a disfrutar quitándoles su dinero.
Dean se ríe detrás de nosotros.
—Creo que me excité solo con verles pelear.
La sonrisa de Kylie se borra y me da la espalda, dándome una increíble vista de
su trasero.
Me vuelvo a inclinar y disparó, la bola blanca golpea a la bola ocho y esta golpea a
dos más, estas se meten y la bola ocho casi entra, pero no tenía suficiente fuerza
para entrar. Me incorporo y le sonrío a Kylie con suficiencia. Dean hace su
movimiento y mete una verde.
En el turno de Kylie, ella camina hacia mí y se pone a mi lado, se inclina y su
cadera toca la mía. ¡Joder! Esta mujer creo que quiere matarme. Me da una última
mirada y dispara. La bola ocho se mete en el agujero.
—¡Woo hoo! —grita, dando saltos con sus tacones—. Lo siento caballeros,
cincuenta cincuenta cada uno.
Saco mi billetera, tratando de ocultar mi sonrisa y le pasó cincuenta dólares. Dean
vida y le lanza cincuenta sobre la mesa. Kylie se inclina y los recoje. Dándome una
increíble vista de su blanco y rosado culo.
Mi polla nunca ha estado tan dura en un lugar público.
—Me siento estafado —dice Dean, se da la vuelta y camina a la salida—. Iré por
un trago y a encontrar a Dove, veré si quiere ir a casa conmigo.
Dean se va y nos deja a Kylie y a mí solos. Buen momento para hacer mi movida.
Kylie me pasa para irse también, pero agarró su muñeca, su calor quemándome.
—Juguemos otra vez —digo.
—Si jugamos otra vez, ¿me dejarás en paz? —su rostro es tan serio, como si mí
sola presencia le molestara.
Sonrío. Es tan adorable.
—Solo si ganas —le guiño.
—Si yo gano, me dejas en paz.
—Y si yo gano, hablarás conmigo.
Entrecierro los ojos mientras jadea.
—Me parece justo, ya te quité cincuenta dólares y eso que no me interesaba.
Podré hacer esto.
Sonrío con arrogancia.
—Si crees que puedes ganarme, cielo.
Pone los ojos en blanco y se hace para un lado para poner las bolas en orden.
Retira el triángulo y coloca la bola blanca en el medio. Toma su taco y se para a
mi lado.
—Las damas primero —le sonrío.
Vuelve a poner los ojos en blanco y se inclina, dispara y dos bolas de meten, una
roja y otra verde. La bola ocho casi entra pero no lo hizo.
Se voltea y me sonríe con suficiencia, cree que ya tiene todo ganado. Qué
ingenua.
Doy unos pasos hasta que estoy a la altura a donde apunta la bola blanca.
Disparó y la azul con la amarilla se meten, la bola ocho golpea el borde y casi
entra a una esquina. Me incorporo y la miro, con una sonrisa. Su sonrisa se ha ido,
pero puedo ver qué está planeando algo maligno.
Se pone a mi altura, la bola blanca parece odiarme porque se pone a mi altura.
—Permiso —susurra Kylie, seductoramente.
Levantó las manos y doy un paso atrás. Kylie se inclina y jadeo cuando su trasero
roza mi polla, la escucho reírse cuando siente mi erección y niega con la cabeza.
—Creo que deberías ocuparte de un gran asunto antes de jugar conmigo, cariño
—me dice, mirándome sobre su hombro. Su trasero se mueve de arriba a abajo y
gruño, ella se ríe—. Sí, eso pensé.
Hace su taco para atrás y lo mueve con fuerza hasta que golpea la bola blanca,
muevo mis caderas y la escucho jadear. No golpea ni de cerca la bola ocho.
Bien, ella quiere jugar a este juego, está bien. No juegues con fuego porque te
puedes quemar.
Me quito la camiseta negra sobre mi cabeza, sus ojos se quedan en mi pecho y
van hasta mis brazos tatuados. Creo que escucho un pequeño gemido
proveniente de su garganta y miro como el sonrojo se expande por toda su cara.
Me inclino y disparó, haciendo que los músculos de mi espalda se marquen. La
escucho jadear y sonrío. La bola ocho entra en un hueco de la esquina, y una ola
de decepción me recorre, quería seguir jugando a esto. Pero gané, así que
hablaré con ella.
Me incorporo y la veo con la boca abierta, pero el sonrojo sigue en sus mejillas.
—Creo que gané —señalo con arrogancia.
Ella me mira, pero sus ojos viajan por todo mi pecho y mis abdominales. La
escucho maldecir y moverse hacia un lado, cruza los brazos sobre su pecho, sus
senos saliendo disparados hacia arriba. Son jodidamente grandes, mucho más de
lo que tenía años atrás, pero son tan suaves y naturales. Amo sus tetas.
—Pero que sea rápido —dice.
Oh, no nena, me gusta lento.
Kylie
—Oh, no nena, me gusta lento.
¡¿Qué?! ¿En verdad acaba de decir eso en voz alta y con voz sexy?
—¡¿Cuál es tu problema?! —exploto—. ¿Por qué dices esa clase de cosas?
Parpadea un par de veces y me mira como si me hubiera crecido otra cabeza,
luego el entendimiento se hace presente y se echa a reír como si fuera lo más
gracioso de la vida. Frunzo el ceño, ¿qué le pasa?
—¿Dije eso en voz alta? —pregunta entre risas—. Joder, Kylie, supéralo. Me has
escuchado decir cosas peores.
Pongo los ojos en blanco y camino al sofá. Mientras esto sea más rápido, podré
irme pronto y no tendré que ver su hermoso y jodido rostro. Me siento con las
piernas cruzadas y él se sienta a mi lado.
Sé que no debería tener estos pensamientos, sé que debería enojarme conmigo
misma por esto; pero no puedo dejar de ver su torso desnudo y de recordar cómo
se sentía contra mi pecho, contra mi piel hace un par de semanas. En la última
semana, he tenido algunos recuerdos y mi consolador ha estado bastante
ocupado dentro de mí. Ya tiene un nombre, se llama 'pequeña J'. Y sí creo que
saben porqué es la J.
Exacto, por Justin Bieber. No por Jake. Ni se acerca al nombre de Jake.
Bueno, si es por Jake, pero entiendan, es el chico con el pene más grande y
maravilloso que he visto y tocado.
—Sé que me odias —empieza a decir, alejando todos los pensamientos lujuriosos
de mi mente—. Yo también me odio, yo también lo hago. Sin embargo, tú no
merecías que yo te odiara antes, no merecías todo el odio de mi parte, pero...
—Sí, jodidamente no lo merecía —gruño con rabia.
—Déjame terminar —dice, con voz gentil, niego con lo cabeza en indignación y
muerdo mi pulgar. miro hacia otro lado, no aguanto mirarlo y hablando de esto; me
hizo daño, no hay nada más de qué hablar. Toma mi mano y lo miro, no me alejo,
sin embargo—. No merecías nada de esa mierda, pero quiero ser malditamente
honesto, voy a ser jodidamente honesto y vas a escucharme —se aclara la
garganta. ¿Va a hablar sobre lo que pasó conmigo? ¿No es eso ya demasiado
tarde? Miro a sus ojos, tan azules como el cielo, tan oscuros como el mar—.
Cuando tuve el accidente y desperté, me dieron la noticia de que yo era el único
sobreviviente y que mis padres habían muerto, me odié. No me eché a llorar,
porque el tiempo en que me mantuvieron dormido soñaba con eso, con el cráneo
roto y los sesos esparcidos de mi padre por todo el pavimento, y con las
extremidades de mi madre fuera de su cuerpo mientras se desangraba. Aún tengo
esos malditos sueños, cada maldita noche.
—Oh —jadeo, con una mezcla de horror y sorpresa. Aún tiene pesadillas y eso me
pone jodidamente triste.
—No lloré, no dije nada, solo me quedé viendo al vacío, recordando todo lo que
había hecho ese día; y recordé que con la última persona con quién hablé fuiste
tú.
—Hablamos por mensajes, Jake; y ni siquiera hablamos en realidad, solo estaba
confirmando si ibas a ir a mi casa.
Ignora mi comentario.
—Cuando recordé ver tu nombre en la pantalla de mi celular, una oleada de rabia
me recorrió. Recuerdo haber pensado que si no hubiera estado absorto en tí, tal
vez hubiera recordado a mis padres ponerse el cinturón o los hubiera protegido de
alguna u otra forma —su confesión me da escalofríos, aprieta la mandíbula, pero
puedo ver que esa rabia no es dirigida a mí. Es para sí mismo—. Fui un maldito
imbécil —se ríe, sin humor y niega con la cabeza. Cómo si no pudiera creer que lo
que hizo solo lo hizo más infeliz—. No te voy a mentir, dije que seré sincero y eso
voy a ser. Quería que te fueras, quería ya no saber de ti nunca más.
Sus palabras hacen que mis ojos se llenen de lágrimas, pero no las libero, no le
voy a dar esa satisfacción.
—Joder —me toma ambas manos y me mira a los ojos, sus ojos están
enrrojecidos y el arrepentimiento es claro en su semblante—. Hasta llegué a
pensar en que tú debías haber tenido ese accidente con tu familia y no yo y la mía.
Que... Joder, que tú debías morir y no yo.
Su confección me argolla como un camión. Parpadeo un par de veces hasta que
las palabras hacen eco en mi cabeza y apuñalan como cuchillas a mi corazón. Me
zafo de su agarre bruscamente y me pongo de pie. Las lágrimas barren todo a su
paso, todo la fe que tenía en nosotros yéndose al retrete. Quería que yo haya
tenido ese accidente, quería que muera...
Tapo mi rostro con mis manos y me restriega los ojos, sin importarle una mierda el
maquillaje. Quiero solo ir a mi apartamento y llorar, solo ya no quiero verle más,
me ha perdido y tiene que superarlo. Es su perdida ahora, yo ya lidié con la mía en
el momento en que él decidió odiarme.
Siento sus manos en mis hombros y me aparto, sollozando sin poder creer lo que
acaba de decir.
—Déjame sola —doy una mirada sobre mi hombro y camino hacia la salida, pero
él se interpone.
—Por favor, déjame terminar, tengo que hacerlo.
Miro a su rostro y sus ojos están llenos de lágrimas. Lágrimas que no sé si creer,
pero que se ven reales.
Suspiro una bocanada de aire, esta será la última vez que hable con él, y necesito
su versión de la historia. Necesito una despedida de él.
Esta noche no está funcionando como quería.
Me volteo y camino hacia el sillón, me siento y espero hasta que estemos en la
misma posición. Pero no le dejo tomar mis manos, perdió ese derecho hace
mucho.
—Tu seguías insistiendo —continúa, mira a un punto en el suelo, absorto en el
recuerdo—. Querías estar ahí para mí, dormías en el hospital, te quedabas día y
noche y eso no hacía más que enfurecerme. Cuando era hora de visita, y tu
entrabas, eso era en ese momento el peor momento de mi día. Te trataba
jodidamente mal pero aún así no te ibas, te quedabas y leías un libro o solo me
mirabas con esos ojos tristes.
—No hay que recordar eso, ya pasó, si no lo sabes, yo también estaba ahí.
Me ignora. Y eso jodidamente me molestan.
—Después de que te fuiste, que viniste a Boston, me sentí... liberado de alguna
manera —siento una punzada de dolor en mi pecho, pero la ignoro—. Salí del
hospital y empecé con la terapia, lo cual no me ayudó como esperaba. Estuve en
casa hasta que la cojera ya era casi imperceptible, y en ese tiempo tú me llamaste
todos los días. Joder, odiaba eso y lo mejor que hice fue insultarte para que me
dejarás en paz. Hasta que un día lo hiciste, y después fueron dos, y así pasó una
semana. Aunque no lo creas, empecé a extrañar escuchar tu voz o tu... llanto.
Cuando mi cojera desapareció, empecé a salir y a drogarme, probé la marihuana,
luego el polvo, y luego una infinidad de drogas que no sabía que existían. Hice
mal, lo sé. Me acostaba con una nueva zorra cada noche, tratando de llenar el
vacío que sentía cuando estaba sobrio y tú no estabas ahí.
—¿Te cuidabas? —pregunto, me mira y puedo ver la sombra de una sonrisa.
—Nunca tuve sexo sin condón a parte de ti, así que sí, estoy limpio.
—Oh... Okay.
Se ríe y niega con la cabeza.
—Cuando el efecto de la droga pasaba y tenía que sacar a las zorras fuera de mi
cama, pensaba en tí. Empecé a sentir el arrepentimiento de mis acciones, pero no
intenté contactarte. Joder, como extrañaba tu voz. Empecé a verte a través de tus
redes sociales, miraba tus fotos de Instagram y no podía dejar de pensar en lo que
hice. Me drogaba más para olvidarte, tenía más sexo con cualquier desconocida,
pero nada hacía efecto. Te extrañaba, te extrañaba como un loco.
—No parecía eso cuando llamé y supe que habías tenido sexo con tres chicas —
mi tono es borde, pero él tiene que entender que me hizo daño.
Su mandíbula se aprieta y niega con la cabeza.
—Y no sabes cómo me arrepiento —mira a mis ojos, sus ojos azules aún más
claros por las lágrimas—. Encontré a esas tres chicas inhalando coca en un bar de
Portland, me uní a ellas, y aspiramos tanto que mis manos estaban pálidas. Las
llevé a casa y no es necesario entrar en detalles. Pero esa misma mañana,
llamaste tú, y joder si mi corazón no se detuvo al oír tu voz —toma mi mano, pero
no me aparto, estoy tan hipnotizada por el color de sus ojos en este momento—.
Quería decirte todo lo arrepentido que estaba, lo mucho que te extrañaba y que
me di cuenta que te amaba. Que aún lo hago.
Mi respiración se escapa de mi cuerpo, ¿Aún me ama? La honestidad que veo en
sus ojos responde esa pregunta. Jadeo.
—La-lástima que el sentimiento no es recíproco —mi voz suena débil.
Él se ríe y da un apretón a mi mano.
—Lo sé —dice—. Sé que ya no me amas. En fin, tu escuchaste a esas tres y mi
mundo se vino abajo. Te perdí, lo hice y me eché a llorar por primera vez en un
año, delante de las mujeres en mi cama. Traté de llamarte y de contactarte por
semanas, pero supe que no había nada que hacer. Te perdí. En ese momento
entendí ese refrán: «Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde» y yo te perdí.
Pasaron los meses, me mudé a California y volví a mi vida al ver que no había
manera de recuperarte. Me drogaba cada noche, dormía con cualquier chica y te
miraba desde las sombras. Te veías feliz en tus redes sociales.
—Todo el mundo parece feliz en sus redes sociales —lo interrumpo, me sonríe y
continúa hablando.
—Hasta que un día me inscribí a Briar y vine a Hastings. Un tipo que conocí en las
fiestas de drogas a las que asistí tiempo atrás, me invitó a una fiesta en su
mansión en Boston. Conocí a una modelo pelirroja, todas con las que me había
acostado con anterioridad habían sido rubias o pelirrojas —su confesión me da
escalofríos—. Subí a una habitación y estábamos inhalando coca desde el cuerpo
del otro, y no solo fue coca. Fumé hierva y un montón de cosas más mientras
follaba con esa modelo. Me cuidé, obviamente, pero cuando terminé ni siquiera
pude retirarme el condón. Todo daba vueltas y caí en la inconsciencia. Cuando
desperté te vi, mi ángel sin alas, eres tú. Salvaste mi vida y yo no sé cómo
agradecerte Kylie, sé que no quieres hablarme más, pero me conformaré con una
pequeña parte de tí. Tu amistad es lo único que quiero en este momento. Te amo
y haré todo lo que quieras. No me he drogado desde esa vez en esa fiesta, no he
bebido tanto, hoy solo tomé una copa.
Niego con la cabeza, él intensifica el agarre en mi mano con sus dos manos y me
mira suplicante.
—No sé si sea buena idea —empiezo a decir pero me interrumpe.
—Piénsalo, ¿sí? —se ve esperanzado—. Solo quiero tu amistad, me conformaré
con esa pequeña parte de tí. Haré todo por ti, salvaré mi deuda y haré que me
conozcas, que conozcas el hombre que puedo ser para tí.
La vulnerabilidad en sus ojos me mata, se ve tan triste pero a la vez esperanzado.
Limpio mis lágrimas con mi mano libre y asiento con la cabeza.
—Okay... lo pensaré —la sonrisa en su rostro se hace enorme, me encanta esa
sonrisa aunque odié admitirlo—. Podemos hablar el lunes, ahora quiero ir a casa.
—Te llevaré —se pone de pie junto a mí.
Niego.
—Vine en mi auto. Hasta el lunes, Jake.
—Hasta el lunes, Kylie —su voz cambia a esperanza y felicidad.
Salgo de ahí y no me despido de mis amigas, voy directamente a mi auto y salgo
de la casa en dirección a la residencia.
Pero en todo el camino, no puedo parar de pensar en algo.
¿Es esto una buena idea?
Las semanas han pasado, el tiempo ha corrido rápido, mi vida ha cambiado un
poco y Clara sigue jurando que ya no tiene ladillas.
Estamos a solo horas de la «despedida de soltera» de Jane, y Dove y yo
aterrizamos en LAX hace unos diez minutos. Esperamos hasta que nos den las
indicaciones para retirarnos el cinturón de seguridad y cuándo abren las puertas
salimos del avión.
—Oh, Dios, esto se siente bien —dice Dove cuando salimos del avión y el sol de
California nos abraza.
—Sí, se siente maravilloso —estoy de acuerdo.
Nos dirigimos a las compuertas y atravesamos todo ese proceso de seguridad
antes de entrar al aeropuerto para ver nuestras maletas, las tomamos y salimos
nuevamente a ver un taxi.
—Dios, ya estaba harta del frío —susurra mi amiga, la miro elevando una ceja—.
No me malinterpretes, soy de Oregon y amo el frío, por eso me mudé a Boston.
Pero de vez en cuanto si hace falta el calor rosa Barbie que ofrece Los Ángeles.
Pongo los ojos en blanco.
—¿A qué hora piensan llegar Clara y Marie? —me quejo—. Son tan tacañas que
prefirieron hacer esos viajes incómodos a escala.
Un taxi para y el conductor nos ayuda meter nuestro equipaje en la cajuela. Cierra
la puerta y Dove y yo nos subimos en el asiento trasero.
—No lo sé, hablé con Jessica y dice que ya está con Jane y sus amigas —
informa.
Sé que esto se verá extraño, pero Jane y yo odiábamos a Jessica. Ella siempre se
metió con Jane, pero en nuestro último año nos hicimos amigas. Y como si el
destino quisiera unirnos a las cuatro, Jessica es compañera de clases de Jane y
ahora son muy buenas amigas.
Eso es extraño, porque Jessica era una perra con ella, pero Jane tiene un corazón
grande y ya no sé si recuerda todas las cosas malas que le hizo.
Miro a Dove con una sonrisa pícara.
—¿Vino Logan?
Puedo ver el rubor en sus mejillas y ella empieza a abanicarse.
—Espero que no. O sí. Agh, no lo sé —se tapa el rostro con las manos y río entre
dientes—. Renunció de la milicia hace apenas una semana, esperemos que
descanse. Pero deseo verlo, desde que nos graduamos he tenido esta clase de
enamoramiento con él, pero no sé si él quiere darme una oportunidad para
chuparle la polla. Dice que soy muy joven.
Ambas ponemos los ojos en blanco y nos echamos a reír, sin importarnos el
taxista frente a nosotros. A Dove le gusta Logan desde que se hizo amiga de
Jessica y dejó su enamoramiento por Travis. Pero, a pesar de que Dove se ofreció
en bandeja de plata y le pidió a Logan quitarle su virginidad, este se negó porque
ella tiene la edad de Jessica, su hermana. Pero Logan solo tiene dos años más
que nosotras, no es mucho. Pero a pesar que tiene veintitrés, ya ha estado en la
guerra y al borde de la muerte, es admirable y atemorizante lo que sea que pudo
haber vivido allí. Y también debió haber sido algo sumamente escalofriante para
que haya renunciado de la milicia.
Llegamos al hotel después de media hora, pagamos al taxista después de que nos
ayudó a bajar nuestro equipaje y entramos a la recepción del hotel.
—Invitados para la boda de Jane y Travis Stone —digo a la recepcionista parada
detrás del mostrador.
—¿Cuáles son sus nombres? —pregunta al sacar la lista.
—Dove Garden y Kylie Andrews.
Dove está jugando Candy Crush Soda en su teléfono y no nos pone atención.
Típico de Dove, no mira sus redes sociales pero juega todo el tiempo.
La recepcionista mira su lista y asiente.
—Habitación 934 —nos entrega una tarjeta con una sonrisa—. Que tengan una
buena tarde y disfruten su estadía.
Le doy las gracias y codeo a Dove para que me siga, ella se sobresalta y le sonríe
a la recepcionista.
—Invitados de Jane y Travis... —empieza a decir, me golpeo la frente con mi
mano y le muestro la tarjeta. Ella sonríe nerviosamente y sale corriendo en
dirección al elevador.
—¡Siempre hago el ridículo! —grita a mi lado y me pasa.
Niego con la cabeza, riendo por el bochorno de mi amiga y subo con ella al
elevador.
***
—Mis pezones están duros —le digo a Jane que está sentada a mi lado en una
roca en la playa.
Jane y Travis decidieron hacer sus despedidas de solteros en la playa juntos.
Cosa de la que las chicas refunfuñando, pero estamos pasando un buen día. El
mar golpea contra la costa y es algo hermoso de ver.
—¡Oh, sí, ahora lo veo! —ríe.
—Debí ponerme un sujetador normal —me quejo, viendo hacia mis pechos
duros—. Se me ven como botones a través del maldito bikini.
—Te ves sexy —dice mi mejor amiga—. Y Jake te está mirando, así que...
Miro en dirección de donde se encuentra Jake, y sí, efectivamente me está
mirando. Me sonríe y le devuelvo el gesto, elevando una mano para saludarlo.
Pero mi respiración me traiciona al verlo, sin camiseta y sólo con unos pantalones
cortos. Sus tatuajes se alumbran bajo la luz del sol y se tendrán cada vez que él
nada en el mar. Miles de pensamientos lujuriosos me recorren cuando me
devuelve el saludo, pero los alejo.
Nos hemos llevado... bien, si se puede decir así. En estas últimas cuatro semanas
hemos hablado sobre cosas triviales, dejando de lado el pasado y las disculpas
para hablar sobre nuestro día. Me contó a mí primera sobre la venta de su
motocicleta y como le afectaba, pero que también sentía una especie de
liberación. Le conté sobre el concurso de chefs en el festival de invierno y lo
mucho que me estoy preparando y que quiero ganar ese dinero, son cinco mil
dólares y me ayudarían en mi fondo universitario. Me contó sobre la terapia a la
que ha estado asistiendo, y me pidió que vaya con él algún día, le dije que sí
después de pensarlo, aún no vamos, pero quiero ver si ha avanzado o no con mis
propios ojos. Le conté que no he hablado con mis padres en un año, y lo mucho
que me hacen falta. Compartimos secretos y no ha habido ninguna clase de
tensión.
No sé me ha acercado de manera sexual, lo que agradezco, no puedo liderar con
eso ahora.
Pero verlo nadar y así... de feliz en este momento, hace que mis hormonas salten
y aleteen. Mentiría si dijera que no me gusta su atención cuando uso faldas cortas
o ropa apretada, mentiría si digo que no he parado de pensar en él y en nuestra
noche juntos. O en nuestras horas juntos.
También empecé a trabajar en la cafetería de su amigo como camarera, pagan
bien y solo trabajo cuatro horas, así que me queda bien.
—Maldito idiota, ¿como alguien puede ser tan bueno? —la voz de Dove me hace
salir de mis pensamientos, se sienta entre Jane y yo y hace un puchero, mirando
en el agua en dirección de una persona en particular—. ¿Acaso la milicia les hace
más buenos o qué? Se ve taaaan delicioso.
Jane y yo seguimos su mirada hacia Logan, quién está en una conversación con
Jake y Travis. Los tres se ríen y se golpean los hombros entre sí.
Hombres.
—Se ve bien —concuerda Jane—. Ha madurado mucho desde la escuela.
—Es muy guapo, Dove —digo—. Deberías empezar a hacer tu movida antes de
que se te escape de tus manos.
Ella pone los ojos en blanco y suspira pesadamente.
—Solo quiero una noche con él, ¿es mucho pedir? Quiero follarlo y que me folle,
no quiero nada más.
Jane y yo nos reímos. Dove sigue viendo a Logan con cara de deseo.
—Tengo un plan para que logres tu sueño —dice Jane, nos juntamos hasta que
solo las tres pueden oírnos, nos cuenta su plan y los ojos de Dove se iluminan.
Dove se pone de pie y se lanza al agua, nada en dirección a Logan y choca contra
su espalda. Al principio Logan se tensa visiblemente y al ver que es Dove, se
relaja. Empiezan a hablar y Jane y yo asentimos.
Nunca he visto a Dove sonrojarse tanto con un chico como lo hace con Logan.
Sonríe y se ve claramente nerviosa por su cercanía. Tengo la impresión de que no
sólo le atrae físicamente a mi amiga, sé que Dove siente algo que no quiere
admitir, pero a mí no me puede mentir. La conozco.
Jessica se sienta al lado de Jane y le pasa un brazo sobre sus hombros.
—Travis dice que no puedes beber, pero es hora de los tragos —dice la rubia.
Las tres nos ponemos de pie y caminamos en dirección a la fogata que los chicos
formaron. Amigos del equipo de fútbol de Travis están alrededor del fuego, Jake y
Logan están bebiendo una copa de whisky y Travis no bebe nada para acompañar
a una Jane embarazada de 13 semanas.
Me siento junto a Dove y Jessica ya que Travis me robo a mi mejor amiga. Jake se
me acerca y se sienta en mis pies, en la arena. Logan se sienta en los pies de
Dove y está casi grita de la emoción, Logan se percata y empieza a reír, sin antes
darle un apretón en el muslo a mi amiga. Dove se empieza a abanicarse,
sonrojada y culpa al calor del atardecer.
—Sí, claro, el calor —se burla Logan, pero su tono seductor no me pasa
desapercibido y al parecer a Dove tampoco, porque empieza a abanicarse
nuevamente. Me da ternura Dove, sonrío.
—Gracias a todos por venir —dice Travis, abrazando con un brazo a Jane y con la
otra mano sostiene una copa de jugo de coco—. Cuando me casé con Jane hace
dos años, cuatro meses y cinco días, no podía creerlo. Éramos muy jóvenes y fue
el día después de nuestra graduación, pero fue la mejor decisión de mi vida, de
nuestras vidas —se corrije—. Ahora está sexy y tierna mujer está embarazada de
mi primer hijo, y estamos haciendo nuestra vida juntos, amándonos hasta el final
de nuestros días. Por eso, quiero hacer un brindis —levanta su copa, Jane lo mira
con los ojos llenos de amor—. Por el amor verdadero, por el destino, y por Jane.
Por ser el amor de mi vida, la luz de mi vida y mis felices para siempre —la mira,
Jane se encuentra con los ojos llenos de lágrimas y él le besa en los párpados,
eleva su copa—. Salud.
—¡Salud! —gritamos toda la multitud, aplaudimos cuando ambos se besan y la
música empieza a sonar. Jake se pone de pie y me tiende la mano.
—¿Bailas?
Le sonrío y tomo su mano, me pongo de pie a su altura.
—Sabes que sí.
Capítulo +18
----
Nos movemos hacia la pista de baile, o más bien en dirección al montón de gente
que se encuentra. La música que suena es muy buena y sexy, es en español y
entiendo todo lo que dice por las clases de idiomas que recibí de niña.
Bueno, casi todo. No sé qué mierda significa machika.
Jake toma mis manos y las pasa por sus hombros cuando la canción se pone más
caliente. Nuevo mis caderas contra las de él, junto mi vientre desnudo a su
entrepierna y mi pecho guardado en el bikini rojo contra su pecho desnudo. Ambos
nos teníamos, pero empiezo a moverme, él igual lo hace y es tan caliente que
jadeo.
—Esto es tan extraño —murmura, moviendo sus caderas contra las mías—. Hace
años que no he bailado.
—¿No has bailado?
Niega con la cabeza y hace un movimiento que me hace gemir bajito, se ríe.
—La última vez que lo hice fue contigo en el baile de graduación —confiesa.
Miro a sus ojos, el cielo se ha puesto de un tono un poco rojizo, anunciando el
atardecer e iluminando sus hermosas facciones. Sí, digo que son hermosas sus
facciones y eso que no he bebido ni una gota de alcohol.
Necesito sexo, esa es mi escusa para sentirme tan atraída hacia Jake hoy.
—¿Entonces, soy la última? —pregunto, elevando una ceja.
Él asiente.
—Eres la última —y no creo que solo está hablando del baile.
Sonrío y me doy la vuelta, mi espalda pegada a su pecho, mi trasero a su
entrepierna. Me siento poderosa por estar solo usando bikini y sentir la reacción
de su cuerpo.
Me toma por la cintura y muevo mi trasero contra su entrepierna, que no tarda en
despertar. Debería alejarme, debería parar con esto y no estar casi teniendo sexo
con él enfrente de todos; pero no quiero. No puedo detenerme y me restriego con
el ritmo de la música. Sus manos bajan a mis caderas y él también se mueve,
sabe cómo tener sexo, por ende sabe cómo moverse.
Joder, estoy excitada.
No debería estar haciendo esto, está mal. Sufrí mucho con él y su regreso a mi
vida. Pero no puedo parar, no quiero parar, quiero seguir haciendo esto una y otra
vez.
La canción cambia a una más sexy y agarro sus manos, manteniéndolas en mis
caderas. Jake jadea cuando me muevo más lento, pero con más avidez que antes.
Paso una mano por mi cabello húmedo por nadar en la playa y lo retiro de mi
frente; me muevo en círculos, haciéndolo apretar su agarre en mi cadera.
Un poco de coqueteo no hará daño, ¿verdad? No es como que si fuéramos a
terminar en la cama juntos.
Uno mi cabeza a su pectoral derecho y estiró mi cuello hasta que mis labios rozan
su oreja, él se agacha un poco para que lo alcance, obviamente.
—Mentiría si dijera que no me encuentro algo húmeda.
Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda...
A penas las palabras salen de mis labios, me arrepiento. ¿En qué estaba
pensando? En nada, obviamente. Solo pensaba en lo increíble que se siente su
polla erecta contra mi trasero.
Siento el calor en toda mi cara hasta mi cuello, Jake se percata y se ríe, una risa
que me brinda confianza y no sé porqué.
—Y yo estoy empalmado —murmura en mi oído, puedo sentir su sonrisa—. Así
que no te avergüences, amiga —hace énfasis en esta última palabra—. No eres la
única.
Por alguna extraña, muy extraña razón, me relajo y empiezo a bailar. Pasan
dos,tres, cinco, diez canciones que son jodidamente sexuales. Sus manos están
en mi estómago, enviando escalofríos por todo mi cuerpo.
—Kylie —susurra en mi oído cuando me rozo con él una vez más.
Jadeo y gimo cuando siento sus labios en mi cuello desde atrás. Llevo una mano a
su cabeza y acaricio su cabello, su lengua toca la piel sensible de mi cuello y gimo
esta vez más alto mientras me restriego contra él una vez más.
—Jake —gimo—. Vámonos de aquí.
No sé lo que digo, y la verdad no me importa. Solo siento el húmedo deseo en mi
zona sur. Él se detiene y me da la vuelta, dándome una mirada de si estoy segura.
Asiento y trago fuerte, estoy tan excitada que no me importaría hacerlo aquí.
—¿Tienes algún auto? —pregunto, él asiente y toma mi mano para sacarme de la
multitud.
Salimos en dirección al estacionamiento y saca una llave, un BMW da un pitido y
abro la puerta del copiloto. Me pongo el cinturón después de entrar y cerrar la
puerta, Jake hace lo mismo. Arranca el auto y salimos a toda velocidad en
dirección al hotel.
—No haré nada que no quieras —dice, después de aparcar el auto fuera del hotel.
Me mira fijamente, como si esperara que le gritara y le dijera que no quiero esto.
—Lo quiero, Jake —susurro—. Cierra la boca y no lo arruines.
Se ríe y sale del auto, yo hago lo mismo; le entrega las llaves a un valet parking y
toma mi mano para llevarme al elevador. Pulsa el botón del último piso, donde se
encuentran las suits. Lo miro, encargando una ceja.
—¿Por qué no tienes una habitación compartida como todos?
Me mira de regreso, con su sonrisa arrogante.
—Cariño, estoy pagando yo por mi estadía.
Pongo los ojos en blanco e inconscientemente entrelazo mis dedos con los suyos.
El me mira intensamente, siento que sus ojos llegan hasta mis huesos y el calor se
dispersa. Me muevo inquieta y cuando el elevador abre sus puertas, salgo
corriendo detrás de Jake.
Él para en frente de una puerta de madera blanca y pasa su tarjeta, la puerta se
abre y ni bien entra, le acorralo contra la pared de lado de la puerta, esta se cierra
de golpe.
—Estás muy emocionada —se ríe Jake, pongo los ojos en blanco.
Paso mis manos por sus abdominales fuertes y duros como una roca, los trazo
con mis dedos y me deleito con sus jadeos. Mis manos suben por su torso
desnudo, paso por sus pectorales y sus antebrazos hasta llegar a sus fuertes
hombros y luego a su cuello. Mis ojos nunca dejan las suyos en todo el proceso,
acaricio el cabello corto de su nuca y cierra los ojos.
—A la mierda —gruñe y toma cada lado de mi cara para estampar sus labios con
los míos.
Oh, Dios, sus labios se sienten tan bien sobre mí, abro mi boca un poco y él
aprovecha para que su lengua toque la mía. Me lleva al cielo y de regreso una y
otra y otra vez con cada beso, con cada caricia de su lengua.
Paso mis manos por sus brazos y me apoyo en ellos cuando empieza a caminar.
Caigo en el sillón, mi boca nunca dejando de besar la suya. Mi cabeza está en un
costado y mis piernas alrededor en su cadera. Siento su erección sobre mí y jadeo
cuando se empuja por mi entrada y roza esa zona sensible.
—Jake —jadeo—. Oh, Jake.
—Kylie...
Sus labios bajan a mi cuello y me besa, hecho mi cabeza hacia atrás y empiezo a
mover mis caderas, rozandolo, deseando su gran miembro dentro de mí.
—Jake...
—Dime lo que quieres —murmura sobre mí clavícula, sus labios basan más y me
besa en el borde de mi bikini—. ¿Qué quieres que te haga? Dímelo, Kylie.
Gimo mientras reparte besos sobre mí escote.
—Fóllame, Jake. Fóllame duro.
Se detiene cuando las palabras salen de mi boca, muevo mis caderas para aliviar
el ardor en mí. Jake se separa de mi pecho y me mira a los ojos, sus pupilas están
dilatadas, sus fosas nasales se abren y se cierran con cada fuerte respiración.
Vuelve a unir sus labios con los míos, en un beso más suave, pero más caliente.
Me separa del sillón y él se acuesta hasta que estoy a horcajadas sobre él.
—¿Quieres juego previo? —pregunta contra mis labios.
Hago un sonido nasal en negación y él sigue besándome. Pone una mano detrás
de mi cuello y acaricia mi cabello. Muevo mis caderas, está muy duro.
Su mano está en mi trasero y va subiendo hasta mi espalda, donde está el de mi
bikini; lo deshace y su mano en mi cuello también deshace el nudo de allí. Me
separo de él y me pongo recta, el bikini cae sobre su pecho.
Me mira con ojos hambrientos, se relame los labios y eso es como una patada a
mi vagina. Vuelvo a recostarme sobre su pecho y mis labios se juntan con los
suyos una vez más. En un movimiento, vuelvo a estar sobre mi espalda y él
encima de mí. En un tirón, rompe mis bragas y estás caen al suelo. Hago un
sonido de dolor con una mueca.
—Sabes que eso duele —lo fulmino con la mirada.
Se ríe, una ronca risa que hace explotar mis ovarios.
—Te gusta cuando hago eso, admítelo.
Pongo los ojos en blanco.
—Debería romper tus pantalones cortos —susurro—. Tienes mucha ropa.
Él se separa de mí y se baja sus pantalones cortos, su erección sale disparada y
tengo que juntar las manos para no tocarlo. O no tocarme. No exagero cuando
digo que su pene es enorme, no muchos chicos tienen ese dote elaborado por
Dios, pero Jake es uno de los ojos bendecidos. Y es uno de los pocos que
también saben cómo hacer llegar a una chica.
Con los dos chicos que he estado con anterioridad, ninguno pudo hacerme llegar,
ni con sexo oral. Pero Jake es el único que ha podido eso conmigo.
Se cierne nuevamente sobre mí, su polla se topa contra mi clítoris y jadeo. Jake
vuelve a besarme, lento, tan jodidamente lento.
—Ya no aguanto más —dice, contra mis labios.
Agarro su trasero desnudo.
—Fóllame ahora —suplico.
Agarra su polla con su mano y la coloca en mi entrada.
—Voy a entrar ahora, ¿está bien?
Asiento frenéticamente con la cabeza y él resbala dentro de mí, lentamente, tan
lento. Los dos soltamos un gemido mientras centímetro a centímetro se mete en
mí. Jadeo cuando toca ese punto dentro que me quiere hacer gritar de placer.
No se mueve ni yo tampoco, ambos estamos saboreando el momento, estamos
estáticos y esperamos hasta que el placer nos consuma y ya no podamos esperar
más. Yo ya estoy lista, quiero que se mueva, quiero sentir su polla llenándome una
y otra vez, sin embargo, él no hace afán de moverse.
—Jake —aruño su espalda—. Muévete, fóllame duro.
—No tienes que repetirlo dos veces —murmura en mi cuello.
Ambos nos reímos, pero mi risa queda estancada en mi garganta cuando sale y
entra en mí con fuerza. Suelto un grito de placer y él incrementa su ritmo, escucho
como golpea sus caderas contra las mías y eso es malditamente sexy. Pasa un
brazo por detrás de mi rodilla y sube mas mis piernas, hasta que están a la altura
de su cintura y él está completamente dentro.
—¡Ah!
Golpe, golpe, golpe. Su polla me llena como solo él lo sabe hacer. Dentro y fuera,
el placer es intenso y abrazador, no sé qué hacer; quiero gritar, gemir y jadear.
Hundo mis uñas en su culo, él jadea y me embiste con un rudo movimiento que
me hace gritar.
—¡Oh... Jake! Se siente... ¡Ah!
Su lengua toca mi pezón y lo lame, arqueo la espalda y gimo. Con la otra mano
agarra mi pezón entre sus dedos y lo retuerce, haciéndome gemir tan alto que me
da miedo que alguien pueda escucharnos. Succiona mi pezón entre sus labios, lo
mueve de un lado a otro y vuelve a succionar. Una de mis manos viaja a ese
punto entre nosotros y acaricio mi clítoris en círculos mientras él me penetra.
Grito su nombre, gimo tan duro que las paredes de mi garganta duelen y admiro lo
que su polla puede hacer conmigo. El placer se incrementa en mi cuerpo mientras
sus penetraciones junto con las caricias en mi clítoris me llevan al borde.
—Jake... me... me estoy... Joder, me estoy corriendo.
Su boca deja mi pecho y abro los ojos, me mira con sus iris llenos de deseo y algo
más que puedo designar pero que ignoro por completo. Sé qué me ama, me lo ha
dicho muchas veces estás últimas semanas, pero decidí ignorarlo en este
momento y acelero las caricias en mi clítoris y muevo mis caderas.
—Bésame, Kylie. Quiero tragarme todos tus gemidos mientras te corres.
Oh, mi...
Acerco mi boca a la suya en un beso carnal y duro mientras las olas del orgasmo
se acercan. Me corro tan bruscamente que mi cuerpo convulsiona, grito su nombre
una y otra y otra vez mientras las olas de mi orgasmo desaparecen y el suyo
empieza.
—Kylie... Oh, Kylie...
La manera en que dice mi nombre me hace desear más. Se sale de mí y se corre
sobre mi vientre, acariciándose y gimiendo en el proceso.
No me había dado cuenta de que estábamos sin condón, pero estoy tomando la
píldora y no se corrió dentro, así que no hay problema.
Se desploma sobre mí, su nariz en mi cuello y nuestras respiraciones tensas.
Jadeamos y recuperamos el aliento en unos minutos. Un cómodo silencio nos
abraza, el sol ya se escondió por completo y casi no puedo ver nada, pero puedo
verlo a él por la luz que entra a través de la gran ventana.
—Te amo —susurra contra mi cuello.
—Jake —suspiro.
—Sé que no debería decirlo, pero no puedo parar —se separa y me mira a los
ojos—. Te amo, Kylie. Acéptalo.
Paso una mano por su pelo y él cierra los ojos. No debería hacer lo que estoy a
punto de hacer, debería dejar esta noche en el pasado y seguir con mi vida, sin
dejar a relucir mi corazón. Mantenerlo encadenado para que nadie más lo toque.
Pero, no puedo obtener suficiente de Jake, y esta es la única forma que se me
ocurre seguir haciendo esto sin dejar a relucir mi corazón.
—Esta es la única forma en que podrás tenerme —me mira confundido, me aclaro
la garganta para explicarme mejor—. Seremos amigos, pero también tendremos
sexo, y esa es en la única forma en que podrás tenerme. No te daré mi corazón y
tú guardarás el tuyo, nos llevaremos bien en el día y en la noche nos
complacernos. ¿Qué dices?
Muerdo el interior de mi mejilla mientras espero su respuesta, me mira con
intensidad por unos segundos que parecen horas, luego sonríe.
—Me conformo con una pieza de ti, si esta es la única manera en la que puedo
tenerte, por mí está más que perfecto.
Roza sus labios con los míos en un corto beso.
—¿Trato? —pregunto, extendiéndole mi mano derecha.
Él muerde mi mano y luego la besa.
—Trato.
Capitulo +18
----
Jake
Sé que no debí aceptar. Sé que esto romperá mi corazón porque no será
completamente mía.
Pero, sinceramente, me vale un testículo. La tengo ahora, puedo hacerle el amor
cuando ella y yo queramos, seremos amigos y será como una relación.
No creí que llegaría tan lejos.
Sin embargo, la pregunta del millón es: ¿Somos exclusivos?
Yo seré exclusivo para ella, no tocaré ningún coño a parte del suyo. No he tocado
ninguno desde la vez en su auto, y no pienso hacerlo ahora que la tengo.
La miro caminando desnuda a la cocina, y mi polla despierta de inmediato cuando
miro como mueve sus caderas. Es tan hermosa y tan sexy que temo correrme en
este momento.
—¿Quieres agua? —pregunta.
—¿Me puedes pasar una cerveza, por favor? Están en la nevera.
Ella me sonríe sobre su hombro y abre la puerta de la nevera, se inclina para
sacar dos cervezas y me da una muy buena vista de su culo y de su coño rosado.
Joder, esta mujer quiere matarme.
Agarro mi erección y empiezo a masturbarme mientras ella se contornea en
dirección a la sala. Sus ojos se abren como platos cuando me ve masturbándome,
mis ojos nunca dejan su rostro. Sus mejillas se enrojecen y su respiración se
acelera mientras se acerca a mí.
—Creo que no estuve bien —dice, sentándose en mi regazo, nunca dejo de
acariciarme—. Estás empalmado tan rápido.
Niego con la cabeza.
—Verte desnuda y paseándote por toda la suit me pone como loco —murmuro,
con la voz ronca—. Si supieras todo lo que quiero hacerte en este momento.
Jadea y deja las cervezas en la mesa de café, se sienta a horcajadas sobre mí y
retira mi mano de mi polla para reemplazarla con la suya. Jadeo y levanto un poco
mis caderas, esto es mucho mejor.
—Eres tan grande —roza sus labios con los míos—. Amo tenerte dentro de mí.
—¿Donde me quieres ahora? —cuestiono, mi respiración me falla y necesito estar
dentro de ella ahora.
—En mi boca.
La respiración se escapa por completo de mis pulmones. La miro mientras se
retira de mi regazo y se pone de rodillas entre mis piernas, nunca deja de acariciar
mi polla.
—¿Aún te gusta lo que solía hacerte? —pregunta, llevándose mi pene a su boca.
Lame mi punta y llevo mi cabeza hacia atrás, mientras su lengua juega en mi
glande. Joder, esto se siente bien.
—Respóndeme —ordena, succiona la punta de nuevo—. ¿Te sigue gustado que
apriete tus bolas mientras te chupo?
—Joder, sí —gruño y enredo su cabello en mi puño.
Acaricia mi piel aterciopelada mientras me mira con ojos vidriosos por el deseo.
—¿Te gustaría que muerda mientras te corres en mi boca?
¡¡JODER!!
—Mierda, sí —jadeo—. Todo lo que tú me hagas sé que me gustará.
—Y si te llevo a la cama y te amarro a ella para chuparte la polla y hacerte todo lo
que yo quiera, ¿te gustaría?
¡¡¡¡MIERDA!!!!
—¡Joder, sí! —gruño, casi grito.
Ella se pone de pie y toma mi mano, me levanto y le indico donde es la habitación.
Ella abre la puerta y ni bien pongo un pie dentro, ya me empuja a la cama.
—¿Tienes alguna cuerda? —pregunta, se relame los labios y su lengua brilla.
—Tengo algunos cordones de zapatos en el armario —protesto cuando no me
deja tocarla.
—Eso servirá.
Va al armario y después de unos segundos regresa con dos cordones para
zapatos largos. Se pone de rodillas a mi lado, en una posición que puedo ver lo
rosada y húmeda que está. Me incorporo para darle un beso, ella gime y empuja
mi cabeza hacia atrás. Gruño en respuesta y ella termina de amarrar mi muñeca a
la encimera de la cama.
—Después que te corras, la que estará amarrada seré yo. Sé paciente.
Mierda, sus palabras son una promesa para mí, mi lengua y mi polla.
Termina de amarrar mi otra muñeca, su cuerpo está sobre mí, sus tetas en mi
cara. Paso mi lengua por una de estas y ella se retuerce y gime.
—Córrete rápido —suplica, separándose de mi boca—. Quiero que me hagas
todo.
Se acuesta boca abajo cuando encuentra una posición, abro las piernas y ella se
coloca en medio de estas. Mi pene golpea su cara y ella sonríe.
—Estás tan duro para mí —dice, antes de agarrar mi polla en su mano, llevarme a
su boca y chupar mi glande.
Joder, esto se siente jodidamente bien.
Succiona mi pene y a las partes que no llega, se ayuda con su mano, mientras
que con la otra mano acaricia mis bolas. Quiero tocarla en este momento, quiero
empujar su cabeza hasta que tenga arcadas. Pero estar atado a la cama es tan
jodidamente excitante.
Seca mi polla de su boca con un pop y empieza a masturbarme con el rastro de su
saliva. Empujo mis caderas en su mano y gruño.
—¿Te gusta lo que te hago, Jake? —lame toda la extensión de mi miembro como
una paleta—. Imagina lo húmeda que estoy en este momento, tan sólo imagina
como chorreo sobre el cobertor hasta el suelo.
Joder... Me encanta su boquita sucia.
Se mete mi polla nuevamente en su boca y chupa con más fuerza. Toco el interior
de su garganta, es garganta profunda y eso me vuelve loco. Se saca mi miembro,
dejando un rastro de saliva y besa mis testículos, los succiona mientras me
masturba con su mano. Embisto cuando se mete otra vez a su boca, el ardor en
mi columna vertebral se hace presente. Embisto nuevamente y ella gime en mi
polla, sus gemidos hacen que la espalda me queme y que ya esté cerca.
—Kylie... Joder, Kylie.
Muerde mi punta y eso es lo que faltaba para que explote. Me corro en su boca,
gritado su nombre una y otra vez, ella se traga todo lo que le ofrezco, hasta la
última gota de mí. Descanso sobre la cama, con mi cabeza hacia atrás cuando el
orgasmo termina. Mi respiración sale tensa y rápida, cosa que no me doy cuenta
hasta que desata mis manos de la cabecera. Siento sus labios en mis muñecas y
la jalo para que sus labios se unan con los míos, siento mi sabor, pero no me
importa. Su lengua se junta con la mía y ambos gemimos por el contacto.
—Átame, Jake —gime en mis labios—. Haz todo lo que quieras conmigo.
Sonrío y me separo de ella, me pongo de rodillas al frente de Kylie, y ella se
recuesta en la cama. Abre las piernas para mí y sube sus manos sobre su cabeza.
Sabe lo que quiere y como lo quiere, y yo se lo daré.
Me monto a horcajadas sobre ella, mis piernas a cada lado de su torso y ato sus
manos por encima de su cabeza, juntas.
—Joder, Jake, estás listo de nuevo.
Miro hacia abajo, sus ojos están vidriosos, la punta de mi polla semi erecta está
tocando el medio de sus pechos. Joder, en verdad quiero follarla.
Termino de atarla y me escabullo de encima de ella hasta que mi cara está en
medio de sus piernas, mi cuerpo extendido en el colchón y mis pies saliéndose de
la cama, y flotando en el aire.
—Jake —gime, aún no la he tocado y ya está gimiendo—. Estoy tan mojada.
Sonrío al ver como su coño brilla por lo húmeda que está. Tomo sus piernas y las
paso por mis hombros, mis manos están en su trasero y olfateo su dulce
femineidad.
—Hueles a vainilla —su espalda se arquea al sentir mi aliento—. Apuesto a que
sabes a vainilla, también.
—Descúbrelo —suplica.
Obedezco y le doy una lamida. Gime en voz alta y se arquea, sonrío y su reacción
me anima a seguir. Hago un círculo con mi lengua a su clítoris, muevo su punto de
placer de un lado a otro y succiono.
—¡Jake! ¡Oh, Dios!
Grita y sonrío sobre su clítoris. Una de las manos en su trasero se mueve y meto
un dedo dentro de ella, grita y se arquea. Jala el cordón de zapatos por el placer.
Meto otro y me gano un «Oh, Dios» nuevamente.
—Sigue, Jake... sigue.
Succiono mientras meto mis dedos y meto uno en su culo que la hace gritar. Meto
un tercer dedo en su coño y se retuerce, lamo chupo y succiono, sacándole los
gemidos más fuertes que he escuchado jamás.
—Jake... Me... me vengo.
Separo mi boca de su hermoso coño mágico.
—Córrete en mi boca, nena.
Vuelve a arquear la espalda cuando mi boca regresa a ella. Aumento la velocidad
de mi boca y de mis dedos en sus entradas, gime y se retuerce hasta que ya la
siento que está a punto. Muerdo y jalo su clítoris entre mis dientes, no lo hago
suavemente, lo hago como sé que a ella le gusta: duro y que deje marca. Se corre
cuando suelto su clítoris, vuelvo a repetir una y otra vez hasta que su orgasmo
deja de llenar mis dedos y mi boca. Convulsiona tan duramente que creo que se
va a romper, nunca me he ganado un orgasmo tan duro solo por sexo oral, pero
con ella me invade la creatividad.
Retiro mis dedos de ella y me incorporo, me pongo entre sus piernas y la beso. Se
queja sobre mis labios y su boca explora la mía. Desato sus manos y directamente
van a mi cabello y lo hala.
—¿Dónde me quieres? —pregunto cuando mis labios dejan los suyos y bajan a su
cuello.
—En mi coño —jadea—. Por favor... Te necesito.
Mis labios regresan a los suyos y nos besamos apasionadamente, haciéndonos
gemir a ambos.
—¿Quieres que usemos un condón? —cuestiono.
Sé que hace un par de horas tuvimos sexo sin condón, pero no sé si esta vez
podré controlarme como para salir a tiempo.
—Estoy tomando la píldora —informa—. Estamos bien, solo fóllame como nun...
Sus palabras quedan atascadas en su garganta cuando me entro de golpe en ella.
Ambos soltamos un gemido de placer y empiezo a bombear rudamente dentro de
ella. Sus gemidos se hacen presentes y acaricia sus grandes pechos.
—Joder, joder, joder —gime y sus tetas se mueven con el denso movimiento.
Ella me empuja y mi espalda golpea el colchón, nunca desconecta nuestros
cuerpos. Está a horcajadas sobre mí, se incorpora y puedo ver lo hermosa que es.
Se ve como una Diosa del sexo, con su cabello despeinado y su sexy cuerpo
sobre el mío.
Me mira con una sonrisa pícara y se empieza a mover lentamente, en círculos.
Echo mi cabeza hacia atrás, deleitándome con la increíble sensación.
Esta mujer es una Diosa.
Cabalga sobre mí, sus gemidos llenando mis oídos, mis manos acariciando sus
increíbles tetas. Me siento y llevo mi boca a sus pezones, los chupo y lamo y ella
empieza a gritar como loca.
—¡Así, Jake... así, así! ¡Ah... ah! Oh, Dios eres tan grande.
Aruña mi espalda, muerdo sus pezones y muevo mis caderas para unirme a sus
movimientos. Está tan mojada y tan estrecha que me estoy volviendo loco.
—Tan jodidamente estrecha —murmuro, con mi cara enterrada entre sus pechos.
Nuestro movimientos se vuelven más sucios y bruscos. Pongo una mano en la
unión de nuestros cuerpos y empiezo a frotar su clítoris rosado. Se estremece y
empieza a moverse con más fuerza, llego hasta el fondo de ella y alcanzo ese
punto que busca su placer. Grita mi nombre una y otra vez como un disco rayado
y se corre a mi alrededor. Toma mi cara entre sus manos y me besa duro mientras
se corre, me trago todos sus hermosos y su cuerpo se relaja cuando las olas del
orgasmo finalizan. Hundo mis dedos en su cadera mientras embisto con más
fuerza, se estremece por mi brusquedad, pero no me detiene. Más bien empieza a
moverse conmigo.
La hago llegar tres veces más, cada vez que se corre es más dura que la anterior.
Pone una mano en mi culo y me acaricia, mientras tiene su cuarto orgasmo.
—Córrete dentro de mí —jadea en mi oído—. Quiero que me llenes, quiero que
me marques.
Mi orgasmo se desata con sus palabras, me corro dentro de ella, vaciando hasta
la última gota de placer. Muerdo su cuello mientras lo hago, jadea y separa mi
cara de su cuello cuando termino de correrme y me besa. Su lengua toca la mía
en un beso hambriento y satisfecho. Salgo de ella, con un gruñido.
Caemos rendidos sobre el colchón, saciados por todo el placer que nos podemos
dar. Ella está encima de mí, su pecho encajando perfectamente con el mío.
Acaricio su cabello mientras siento la respiración pesada en el hueco de mi cuello.
Creo que está dormida, así que, con mucha dificultad, tomo una manta que está
en el filo de la cama y nos tapo a ambos.
—Solo me he corrido contigo —susurra, su aliento calentando mi cuello.
La separo de mí, tomo sus mejillas y me mira perpleja, como si no hubiera
esperado ese comentario salir de sus labios.
—¿En verdad? —no puedo evitar la sonrisa que amenaza salir de mi boca.
—S-solo he estado con dos chicos a parte de ti, y cada uno fue solo una vez. Así
que... —trata de dar una excusa, pero es malísima en eso.
Sonrío ampliamente, sintiéndome como El puto amo.
—Aún así, solo te has corrido conmigo.
Se separa de mí y se recuesta a mi lado, se voltea, dándome la espalda.
—Y tú te has corrido con muchas —casi puedo escuchar la ira en su voz.
Joder, no vayas por ahí.
—Pero ninguna de ellas ha sido ni la cuarta parte de buenas como tú lo eres —la
volteo y me coloco encima de ella. Ella me lo permite, pero evita mi mirada.
—¿Y las tres tipas qué? —al fin me mira—. Apuesto a que esa fue tu mejor
experiencia sexual.
¿Está celosa? Sonrío, obviamente está celosa.
—Kylie Sophia Andrews, no me digas que estás celosa.
—No estoy celosa —gruñe, luego suspira—. Es que tú has estado con tantas
chicas, me siento en desventaja.
Rozo mis labios con los suyos, en un suave beso.
—Pero ni tres lenguas en mi polla se comparan con el placer que tú, con solo una
mirada, puedes darme —murmuro, mirando fijamente esos ojos marrones dorados
que me vuelven loco—. Tú me vuelves loco, ellas no. Tú me importas, ellas no. Te
amo a tí, a ellas no. Y te juro que si vamos a hacer esto, seré totalmente exclusivo
para ti.
Su rostro se suaviza y pone los ojos en blanco, pero puedo ver la sombra de una
sonrisa aparecer en sus rojos y sexys labios.
—Solo si encuentras a alguien que te gusta y quieres pasar la noche con ella —
empieza a decir—, házmelo saber. No sé, mándame un mensaje que diga «hey,
fin del juego» o algo así. Yo también seré exclusiva, así que por mi parte no habrá
un mensaje así.
Esta vez pongo yo los ojos en blanco.
—No creo que encuentre a alguien mejor que tú, pero lo prometo. Aunque dudo
mucho que yo termine esto.
Se muerde el labio inferior, intentando esconder su sonrisa y toma mi rostro entre
sus manos.
—No le digamos nada a nadie hasta que lleguemos a Boston —susurra—. No
quiero que Jane pase dándome un sermón todo el fin de semana.
Asiento, yo tampoco quiero estar escuchando los malditos sermones de Travis.
Le sonrío de lado y beso su nariz.
—Quiero tenerte toda la noche —digo—. ¿Está bien?
Sonríe pícaramente y me besa en los labios.
—Sorpréndeme, Stevens.
Kylie
Decir que me duele todo es un eufemismo.
Me duele más allá del todo, mucho más allá. Mi cuerpo se siente pesado, tengo
mucho ardor en mi entrepierna, me duele la garganta y no solo por gritar.
Esto del sexo es bueno, pero jodido. Mis piernas me están matando por la fricción,
mis brazos me arden como si hubiera alzado pesas, mis muñecas están
lastimadas, siento a mis caderas separarse de mi cuerpo. Y mejor no hablemos de
mi trasero.
Estiro mi mano para alcanzar a Jake, pero tocó la fría sabana que cubre el
colchón. Mis ojos se abren de golpe y el acto hace que un fuerte dolor en mi
cabeza me llegue. Los cierro de nuevo y descanso mi cara en la almohada. No sé
la razón por la que mi cuerpo actúa así, no bebí y después de nuestra fiesta de
sexo, caí rendida. Pero estoy tan agotada.
Abro mis ojos poco a poco y alcanzo mi teléfono, lo enciendo y mis ojos se
entrecierro cuando esté brilla. Joder, eso duele. Reduzco el brillo inmediatamente
y cuando mis ojos ya no arden, miro la hora.
3:15 am.
¿En serio? ¿Sólo he dormido dos horas? Culpó a Jake por ser tan malditamente
sexy y por revolotear mis hormonas.
Quiero hacer pipí, así que me levanto de la cama y voy al armario. Me pongo una
camiseta negra que me llega hasta la mitad de los muslos y tomo uno de sus
boxers. Recuerdos de cuando éramos novios en el instituto llenan mi mente, me
ponía sus camisetas y su ropa interior todo el tiempo, era como mi guardarropa
favorito.
Ignoro la calidez que siente mi pecho al recibir ese momento y voy al baño de la
habitación. No creo que tenga que contar cómo hago pipí, pero lo único que deben
saber es que mi vagina palpita con dolor cuando orino. Esto duele.
Lavo mis manos cuando acabo, y me miró en el espejo. Dios, me veo horrible.
Mi cabello está despeinado como si me hubiera follado una orgía, mis labios están
rojos e hinchados, tengo ojeras debajo de mis ojos. Noto algunas manchas rojas
en mi cuello, frunzo el ceño, ¿a qué rato me las hizo?
Noto que las marcas se desplazan hacia bajo, cosa que no puedo ver con la
camiseta y me la retiro sobre mi cabeza.
—Oh, Dios —jadeo cuando veo mi pecho a través del espejo—. Voy a matarlo.
Chupones muy visibles se extienden por todo mi pecho, mis senos, mis clavículas,
mi cuello. Son muchos. Tengo marcas de mordiscos en las costillas.
Dejo de mirar el espejo y bajo la cinturilla de los boxers, la marca de donde rompió
mis bragas está inflamada y roja. Paso mis dedos por esta marca y hago una
mueca de dolor, arde. Pero eso no es lo que llama mi atención. Tengo chupones y
marcas de mordiscos por mi vientre y en mi cadera. Me doy la vuelta y miro a
través del espejo mi trasero. Y sí, estoy cubierta de mordiscos.
Joder.
Me acomodo la ropa nuevamente y siento el calor en toda mi cara, mi cuello y mis
orejas. Lo malo de ser pelirroja es que no puedo ocultar mi cabreo o mi vergüenza
fácilmente. Ahora estoy cabreada.
No soy una cínica, yo también le hice cosas no dignas de una chica que proviene
de una familia religiosa y no muy liberal. Y a parte de todo, ambos jugamos e
hicimos cosas morbosas el uno al otro.
Pero él no tiene que estar usando un maldito vestido en dos días.
Camino por el pasillo oscuro, pero me detengo abruptamente al escuchar unos
acordes de guitarra. Mi corazón se estremece y empieza a golpear fuertemente
contra mi caja torácica. No solo es una canción cursi de Ed Sheeran,
es esa canción. La canción que me cantaba cada vez que discutíamos o que yo
me encontraba triste.
Empieza a cantar la letra de Photograph con su gruesa e increíble voz. Dios, mi
corazón quiere salir corriendo de mi pecho. Recuerdos de cuando estábamos
juntos y él me cantaba esa canción después de una pelea llegan a mi mente.
Un nudo se forma en mi pecho, mis piernas se debilitan y tiemblan, mis pulmones
me fallan y respiro con mucha dificultad. Me acerco lentamente hasta que llego a
la sala de estar, donde él está sentado en el sillón más grande y de espaldas a mí.
Todavía no ha notado mi presencia y empieza a cantar la parte del coro. Mi
corazón late con tanta fuerza que creo que me va a explotar.
—Así que puedes guardarme en el bolsillo
de tus vaqueros rasgados,
abrazarme hasta que nuestras miradas se encuentren,
nunca estarás sola,
espérame a que vuelva a casa.
Amar puede curar,
amar puede remendar tu alma,
y es la única cosa que conozco.
Juro que será más fácil,
recuérdalo con cada pedazo de ti,
y es la única cosa que nos llevamos cuando morimos...
Mis piernas se mueven solas y cuando me doy cuenta, estoy sentada a su lado.
Jake deja de tocar cuando siente mi presencia, pero no me mira. Sabe que soy yo
y que lo he oído. Quiero que siga, quiero seguir escuchando la voz ronca de la que
me enamoré. Canta precioso, siempre se lo había dicho cuando estuvimos juntos.
Quería de que él se convirtiera en un cantante famoso y que compartiera su
talento con todo el mundo. Pero yo era la única en saber su sexy y hermoso don.
Ni Travis lo sabía.
Esta es una prueba que compartimos muchas cosas, cosas que solo sabemos
entre nosotros, nuestros secretos.
—¿Por qué te detienes? —pregunto, estiro una mano y levanto su barbilla para
obligarlo a verme. Me devuelve la mirada, pero su rostro se ensombrece.
—No podía dormirme —se encoge de hombros y mueve su rostro hasta que está
fuera de mi alcance, mi mano cae en mi regazo—. Tengo pesadillas todas las
noches y no quería despertarte con mis gritos, así que cuando te dormiste, me
levanté y agarre esta cosa —señala a la guitarra con su mirada—. Era nuestra
canción.
Era...
—Lo sé —suspiro—. Lo recuerdo. Siempre me ha gustado esa canción y más
cuando tú me la cantabas. Es difícil de creer lo mucho que ha cambiado todo
desde el instituto.
—¿Ya no te gusta esa canción? —alza una ceja y me mira atentamente.
—Me gusta esa canción, pero no recordaba como sonaba saliendo de tu voz —
hago una pausa y miro directamente a sus ojos—. Ahora recuerdo el por qué amo
esa canción.
Las palabras se sienten reales, como si las hubiera estado guardando por muchos
años y al fin estuviera confesando. Jake sonríe lentamente, una sonrisa genuina
que llega a sus ojos y estos se achinan por la gran sonrisa en su rostro.
Le devuelvo la sonrisa y alcanzo su mano, entrelazo nuestros dedos juntos y la
aprieto. Como si no quisiera que se aleje de mí.
—¿Qué haces despierta? —pregunta después de unos segundos de cómodo
silencio.
Me encojo de hombros.
—Estoy adolorida y me desperté por el dolor, quería abrazarte pero no te sentí.
—¿Querías abrazarme? —pregunta perplejo, como si no pudiera creer lo que
acabé de decir.
Asiento con la cabeza y no puedo ocultar la sonrisa en mi rostro.
—Así que me paré a hacer pipí —digo y ríe—. Y vi que marcaste tu territorio,
muchas gracias.
Ríe con más fuerza, lleva su cabeza hacia atrás y empieza a reír en carcajadas
sonoras muy contagiosas. Y antes de que me dé cuenta, ambos estamos riendo
ruidosamente a carcajadas como dos locos.
Después de unos momentos, me seco las lágrimas de los ojos con el dobladillo de
su camiseta, él también termina de reír lentamente. Miro en su dirección y veo el
lugar donde sus ojos están clavados. Siento el sonrojo claramente en mis mejillas.
—Desde ahora ese es mi boxer favorito —murmura, con su voz ronca y siento el
calor en toda mi cara aumentar.
Joder, sé que luzco como un maldito jitomate.
Puedo escuchar su risa nuevamente, pero esta vez es más ronca que la anterior.
—No te sonrojes, nena —levanta mi barbilla con sus manos para que pueda
verlo—. No lo hiciste esta noche cuando te hice llegar una y otra vez.
Oh, joder.
¿Es normal que me sienta excitada de nuevo? ¡Jesús! Me estoy volviendo una
ninfómana.
—Estoy adolorida —jadeo—. Aunque quisiera que me mostraras una vez más
como llegar, mi cuerpo grita que descanse un poco.
Ríe y niega con la cabeza.
—Tranquila, nena, mi polla también se siente jodidamente usada hasta el
cansancio.
No puedo evitar reírme, él no me acompaña, solo me mira como si fuera el objeto
más hermoso que ha visto. Mi risa se corta y trago saliva, se acerca a mí
lentamente y toma mi mejilla con su mano izquierda, mientras que con la otra aleja
la guitarra de su regazo y la pone a su lado. Mi corazón late con fuerza, pero se
detiene cuando siento su nariz rozar con la mía.
Tomo un respiro antes de tomar la iniciativa y chocar mis labios con los suyos. No
perdemos tiempo, nuestras lenguas se juntan y todo lo que siento son esas
jodidas mariposas en el estómago como lo narran en los libros cursis que Dove
lee.
O tal vez siento esos fuegos artificiales que tanto salen en las series de televisión
adolescentes como Glee. No lo sé, pero lo siento tan mágico. Cómo si yo hubiera
encontrado mi hogar y perteneciera a sus labios.
Y aunque mi mente me manda miles de señales de alerta, no puedo alejarme.
Esto se siente como el regreso a casa.
Nos separamos después de unos minutos por falta de aire, jadeamos pero aún así
volvemos a besarnos, un beso más corto que el anterior, pero igual de mágico.
—¿Quieres que cante para ti? —murmura muy cerca de mi boca después que nos
separamos.
Sonrío y asiento.
—Como en el viejo Oregon —bromeo.
—El buen Oregon.
Se acomoda nuevamente la guitarra sobre su regazo y termina de cantar
Photograph para luego cantar todas mis canciones favoritas. Le robo uno que otro
beso entre canción y canción.
Cuando veo la hora en mi teléfono, me percato que son las cinco y veinticuatro.
Miro a Jake y él me regresa la mirada.
—¿Qué? —pregunta después de dejar la guitarra en su estuche.
—Ven a dormir conmigo.
Se queda en silencio, abre mucho sus ojos y sé que toma una larga respiración.
Puedo ver el miedo en sus ojos, y eso me lastima mucho. La muerte de sus
padres lo sigue atormentando y lo entiendo, pero eso no quita que no tenga está
loca sensación de protegerlo.
La sensación que nos separó. Pero no puedo evitarlo, no me puedo alejar de él. Y
Jake me está dejando entrar.
—No sé si sea... —empieza a decir pero lo interrumpo.
—Ven conmigo —tomo sus dos manos y nos pongo de pie, nunca lo suelto—. No
me importa si gritas, pase lo que pase, estaré aquí para ti.
Me pongo de puntillas sobre mis pies y beso su mandíbula, sonríe y baja su
cabeza hasta chocar sus labios con los míos.
Vamos al cuarto y me desvisto para acostarnos, él está completamente desnudo y
yo igual, pero es tan natural que se siente jodidamente cómodo.
Pongo mi cabeza en su pecho cuando él pasa su brazo sobre mis hombros. Me
junta más a su pecho y nuestras piernas se enredan, como si quisiéramos
absorber al otro.
—Te amo, Kylie —susurra y presiona sus labios sobre mi cabello.
Dejo un beso en el lado izquierdo de su pecho.
—Dulces sueños, Jake.
Tengo mucho calor, siento el sudor en mi cara y algo muy pesado en mi cuerpo.
Pero no abro los ojos, aunque no lo creas, esto es demasiado cómodo. Puedo
escuchar está lloviendo fuera muy fuerte, se escucha como una horrible tormenta
y puedo escuchar el mar golpear fuertemente a la costa. Estamos en un hotel
frente a la playa, así que el sonido del mar es bastante claro.
El sonido de un trueno me sobresalta y me despierto por completo, abro los ojos
lentamente y me doy cuenta de algo al instante. Jake me está abrazando con su
brazo y su pierna, su cabeza está en mi pecho desnudo y su corto cabello hace
cosquillas en mi barbilla.
Está profundamente dormido, hasta salen unos pequeños ronquidos de él. Quiero
gritar y festejar el hecho de que esté dormido. Sé que no duerme, pero mi
presencia a logrado que lo haga.
Choco los cinco mentalmente conmigo misma y aunque sea extraño, mía labios se
curvan en una sonrisa.
Sin moverme mucho para no incomodarlo, estiro una mano a la mesita de noche y
tomo mi celular. La hora indicada que son las diez y tres de la mañana, tengo unos
mensajes por parte de Dove, Jessica y Jane en nuestro grupo de chat. Abro
WhatsApp y entro en la conversación.
Jane: Chicas! Se canceló el repaso :( Miren el maldito clima, espero que mañana
no llueva. Crucen los dedos XOXO
Dove: No hay problema, Janie <3 De igual manera no estoy de humor para ir y no
quería amargarlas con mi estado de ánimo tan asqueroso. Las quiero!
Jessica: Podemos practicar mañana, no hay problema Janie <3 y qué te pasó a tí
Dove?
Dove: Pregúntale al idiota de tu hermano.
Jessica: Y ahora qué hizo?
Dove: Es un idiota, prácticamente me dijo hueca solo por qué estudió música. Lo
odio, no merece el esfuerzo que hago para que me nota, su polla no vale la
humillación.
Jessica: QUÉ ASCO!!! NO HABLES DE LA POLLA DE MI HERMANO.
Jane: Yo quiero saber qué pasó ayer con todas, se desaparecieron ustedes, trío
de zorras xD pero quiero saber lo que pasó contigo, Dovie.
Dove: Te das cuenta que Dovie suena como el elfo de Harry Potter? Pero cuando
lo dices en persona :v
No puedo evitar reírme con ese mensaje. Jake gruñe somnoliento y me callo,
siento que vuelve a dormir.
Jane: ¡Dobby es un elfo libre! Jajajajajajajaj.
Ahogo una carcajada, quiero reírme pero tampoco quiero despertar a Jake.
Jessica: ¿Me matarían si les dijera que nunca he visto ni las películas de Harry
Potter?
Jane: Sí.
Dove: ¡CÓRTALE LA CABEZA!
Yo: Jesús, fue la conversación más rara que he leído en mi vida. Tranquila Jane,
me acabo de despertar así que igualmente no hubiera ido ;) y Dove, eres un elfo
libre así que no te estreses. Y Jessica, debemos obligarte a ver todas las
películas. XOXO
El mensaje de Jane no tarda en llegar.
Jane: ¿Dónde estuviste, zanahoria? Es muy extraño que cuando tú desapareciste,
Jake también lo haya hecho 7u7
Dove: Sí, idiota :( te necesitaba y no haz pisado la habitación en toda la noche ni
hoy. ¿Dónde carajos estás y con quién me engañas?
Pongo los ojos en blanco, lo cual es inservible porque no puede verme.
Yo: No te importa jaja, chao, ya no les daré mi amor :(
Dejo el celular a un lado en la almohada de Jake y este levanta la cabeza, con los
ojos rojos y entrecerrados por el sueño. No sé si esto es bueno o malo, pero me
podría acostumbrar a despertar así con él.
—Hola —sonríe, su voz suena ronca y profunda. Un afrodisíaco para mis oídos.
—¿Dormiste bien? —pregunto, sonríe y asiente con la cabeza, luego frunce el
ceño como si no lo entendiera.
—Dormí mucho más que bien —susurra—. Lo cual es extraño, porque no lo he
logrado desde el accidente.
—Es bueno escuchar eso. El repaso se canceló por el clima.
La habitación se alumbra con otro trueno y Jake se sobresalta, separa la cabeza
de mi pecho y mira de un lado a otro. Acaricio su cabello, y con la otra mano, tomo
su rostro y levanto su barbilla.
—No te asustes, bebé, el clima está siendo una perra.
Me mira, sus ojos azules brillando.
—No bajes a tu habitación.
Lo miro a los ojos fijamente, y antes de que lo piense, ya estoy asintiendo con la
cabeza.
—No planeaba hacerlo.
Sonríe y se incorpora, me libera y siento el frío llegar a mi cuerpo. Pero
rápidamente se coloca entre mis piernas. Jadeo cuando su pecho se une con el
mío y nuestros sexos se rozan.
—¿Estás muy adolorida? —pregunta, sus pupilas están dilatadas y eso que no he
hecho nada para ponerlo así.
—Nada que no pueda soportar —murmuro, perdiéndome en el mar de sus ojos.
—¿Y hay necesidad de juego previo?
Niego con la cabeza y abro más las piernas, sintiendo su pene en mi entrada.
Jadeo.
Él sonríe de lado y me da un corto beso en los labios.
—Bueno, espero que estés lista —dice contra mis labios.
Y en un movimiento brusco, ya está dentro de mí. Follándome con todo lo que
tiene, haciéndome jadear y estremecer.
Definitivamente no me arrepiento de lo que estamos haciendo.
***
Entro de nuevo a la suit con mi maleta llena de ropa. Bajé a la habitación a buscar
ropa y bragas limpias, y agradezco a Dios que Dove no haya estado en la
habitación.
Quiero mantener esto en secreto hasta que estemos en Boston, pero si lo
descubren, me da igual.
El clima no ha mejorado, y Jane nos está bombardeando con mensajes en el
grupo de chat con sus quejas. Tiene miedo que el clima siga así porque la
ceremonia es mañana.
Escucho el sonido de la ducha y sé que Jake está tomando un baño. Me abstengo
de las ganas que me recorren por entrar a la ducha y enjabonar su cuerpo. Aprieto
mis manos en puños. Estoy adolorida y él no lo deja demasiado fácil, a decir
verdad.
La ducha se cierra después de diez minutos y un glorioso Jake sale del baño, con
su cabello mojado, gotas resbalando por sus tatuajes y por su sexy cuerpo, y
envuelto en una toalla. Lo miro con la boca abierta. ¡Es un maldito Dios del sexo!
—¿Algo que te guste? —pregunta, puedo ver la diversión en sus facciones.
Decido no ser tímida, porque estas veinte horas que he estado aquí no he sido
para nada tímida.
—No tienes idea. Pero la cosa que más me gusta está ocultada por una toalla
blanca.
Ríe y se acerca a mí, se sienta en el sofá a mi lado y me hala hasta que estoy
sentada a horcajadas sobre él. Doy un pequeño grito por el movimiento, pero río.
Tengo puesta una de sus camisetas y su boxer favorito, según él.
Sus manos acarician mis muslos desnudos una y otra vez hasta que siento el
familiar calor empapar sus boxers.
—No puedo obtener suficiente de ti —confiesa—. Eres mucho más fuerte que las
drogas. Ninguna de ellas creó está necesidad en mí, la necesidad de estar perdido
en algo como lo estoy en ti. Me estás convirtiendo en un maldito adicto.
Mi corazón late con fuerza en mi pecho y agarro su cara entre mis manos antes de
unir nuestros labios en un beso suave, su lengua se abre paso en mi boca y el
beso se profundiza, pero nuca deja de ser suave.
—¿Hace cuánto ya no consumes? —se que es un tema personal, pero no puedo
evitar hacer la pregunta. No lo quiero drogándose y que arruine su vida de esa
manera, como lo estaba haciendo.
Me mira a los ojos y retira mi cabello de mi frente y lo pone detrás de mis orejas.
—Desde la noche que me dio la sobredosis.
—Ya casi tres meses —no puedo evitar sonreír.
—No era un adicto. Podía dejarlo, pero lo hacía porque me ayudaba a... olvidar y a
dormir. Me mantenía inconscientemente y sedado. Pero no lo necesitaba, ahora
descubrí de que... estando contigo... puedo dormir y olvidar. Ahora tú eres mi
droga, Lie.
—¿Lie? —sonrío hacia ese seudónimo, siempre me han llamado Ky, pero Lie me
gusta—. Y me alegro de que esté ayudando en ello. Dije que no somos pareja ni
nada, pero quiero ser tu mejor amiga, una amiga incondicional que te folla cuando
los dos tengamos ganas. Lo que parece ser todo el tiempo.
Se ríe y lo beso mientras lo hace, voy dejando besos por toda su cara y lo escucho
suspirar.
—Soy tu follamiga —digo y hace una mueca de disgusto.
—No digas eso —está serio—. Eres mucho más que eso para mí, eres exclusiva y
aunque tú no lo hagas, yo te amo. Pero me conformo con esto porque puedo
tenerte. Y no rechistaré si tú quieres terminar esto algún día, lo entenderé.
Callo su discurso uniendo mis labios con los suyos, sonríe en medio del beso y es
lo más lindo que puede hacer. Siento las posibles mariposas que narran en los
libros y me aterra.
¿Y saben que es lo que más me aterra?
Que no quiero terminar lo que tenemos. Qué siento la necesidad de él.
Qué antiguos sentimientos están regresando con más fuerza.
Jake
La esposa de Travis, Jane, siempre me ha parecido bonita. De hecho, cuando
éramos adolescentes y teníamos 14 años, recuerdo querer hacer mi jugada para
tenerla, porque ella es hermosa. Pero Travis me lo prohibió dándome una tonta
excusa de que no la podía tocar porque es su mejor amiga y mucha mierda. Sin
embargo, yo sabía que él estaba enamorado de ella en ese momento y no hice
nada para ganar a Jane. Amigos antes que tetas... o algo así es el dicho. Y
después me enamoré de Kylie, y desde ese momento no pude ver a ninguna otra
chica que no sea Kylie.
Jane era la clase de belleza tímida que no estaba consciente de su aspecto, ni de
su cuerpo. Pero ahora lo sabe y es muy segura de sí misma, tanto que Travis a
veces se siente intimidado, pero saben que se aman intensamente.
Sin embargo, en este momento Jane se ve preciosa con su vestido de novia, su
cabello suelto y largo y con lágrimas en los ojos mientras está renovando los votos
con mi mejor amigo.
Y ahora mientras que mi mejor amigo dice sus votos, repite una y otra vez lo
hermosa que es su esposa y lo orgulloso que está de ella. La voz de Travis se
escucha ronca y aguda por el llanto que los padrinos queremos reír, pero las
damas de honor y Jane están llorando.
Al terminar Travis con los votos, Jane prosigue a los de ella. Todo el mundo está
con la boca abierta por lo emotivo de su discurso. Recalca todo el amor que
recorrieron desde niños y Travis empieza a sollozar. Ya no me dan ganas de
reírme. De hecho, siento algo de humedad en mis ojos.
Se me metió una basura, eso es. No estoy llorando.
Palmeo la espalda de Trav para darle apoyo, todas las mujeres lloran y Travis
solloza fuertemente mientras Jane habla.
—...El destino nos unió —sorbe por la nariz—, y forjó algo tan puro y bueno entre
nosotros. Te amaré por el resto de mi vida, Travis Stone. Siempre lo he hecho y
siempre lo haré. Ni siquiera la muerte podrá separarnos, me quedaré contigo
hasta el final de los tiempos. Te amo tanto.
Travis toma su rostro y la besa con fuerza, todo el mundo aplaude y se paran de
sus asientos. Miro a Kylie que se encuentra detrás de Jane y me devuelve la
mirada rojiza por las lágrimas. Sus mejillas y nariz están sonrojadas, el maquillaje
no puede tapar su sonrojo natural y eso me encanta.
Me sonríe en medio de las lágrimas y le devuelvo el gesto. Si tan solo supiera lo
hermosa que se ve en este momento.
Es casi doloroso.
***
La recepción es hermosa, en sí no es una recepción, es una carpa en la costa de
la playa. Los detalles son blancos y simples pero se ven costosos. Grandes
adornos florales son los centro de mesa, mesas circulares con manteles blancos
están a un lado de la pista de baile.
Estoy a un lado, parado junto al bar y conversando con Travis. Me cuenta sobre
que la fecha de nacimiento de su bebé está destinada para abril del próximo año,
que Jane ya pasó por la etapa de las náuseas y que ahora tiene muchos antojos.
Lo escucho hablar sobre lo asustado que está de formar una familia, pero que
también está emocionado y no puede esperar hasta que su hijo nazca. También lo
escucho confesar que estuvo celoso en la cena con su equipo de fútbol, porque
ninguno pudo mantener sus ojos lejos de Jane, lo que creo que exagera, pero
Jane es una mujer hermosa y es muy difícil para los hombres mantener sus ojos
lejos de ella; también dice que Jane tiene miedo de engordar, tuvo una
adolescencia difícil donde la criticaban por tener unos kilos de más, sin embargo,
yo nunca vi esos kilos, es una mujer hermosa y con curvas matadoras que le costó
mucho tiempo verse a sí misma, pero que ahora lo hace.
Sin embargo, no doy mi opinión, no quiero que Travis me dé un puñetazo en la
cara por alabar el culo y las tetas de su mujer, así que mejor le digo que Jane
siempre ha sido bonita.
Veo un atisbo de tristeza cuando digo eso en el rostro de Travis. Me sorprende el
corazón de Jane para perdonarlo cada crítica y cada mal que él le hizo. Pero él le
demostró que ellos valen la pena, le demostró su amor y ella lo perdonó. No soy
ciego, ni digo de que Travis fue el único que falló, pero ahora son fuertes y están
iniciando a formar una familia. Lo que yo siempre quise para mí.
Busco a Kylie con la mirada y sonrío cuando la veo.
Ella me sonríe y miro sus mejillas sonrosadas, se ve preciosa en ese vestido rosa
y algo holgado que tienen también Jessica y Dove. Pero en ella se ve diferente,
acaricia sus curvas y la hace lucir tan sexy que me encuentro duro con solo
mirarla.
Su cabello rojo está recogido en algún moño extraño que las mujeres saben cómo
se llama, pero me vale. Pequeños mechones caen a los lados de su rostro y me
resisto de ir hasta allá solo para retirarlos de su rostro. Su maquillaje es simple,
pero la hace relucir esas facciones hermosas. Aunque no me gusta que esconda
sus pecas, las pecas que amo besar.
—¿Por qué no la sacas a bailar?
La voz de Travis capta mi atención, pero no volteo. Sigo mirando a Kylie fijamente
y desde aquí vislumbro su sonrojo por la intensidad se mi mirada.
Sé que ella no quiere decirle nada a nadie hasta que estemos en Boston
nuevamente. Y yo tampoco quiero ser el protagonista de los rumores entre mis
amigos, así que decidí que una mentirita piadosa no hará daño a nadie.
—Porque terminamos —digo y la amargura no pasa desapercibida en m voz. Esas
palabras son ácido o así lo siento.
—Pero ahora son amigos.
—Somos amigos. Pero ella era mi ex. Y del instituto. Debo tener estándares más
altos, amigo.
Odio esas malditas palabras, odio que salgan de mi boca. Pero debo hacer esto
creíble, hasta lo que queda del fin de semana. Mañana regresaremos a Boston y
podré decirle a Travis nuestra extraña relación, pero por el momento no.
—Bueno, creo que te la ganaron —mi mejor amigo señala en dirección donde un
hombre de unos 30 años saca a mi Kylie a bailar, ella toma sus sucias manos y
me da una mirada discreta.
Sé que dijimos que debemos actuar normales, bailé con dos chicas anteriormente,
pero eso no quita la ola de celos que estoy sintiendo.
Aprieto tanto mis dientes que duele, ella se percata y me mira cuando empieza a
bailar con aquel hombre. Intenta actuar cortés, pero sé las intenciones del tipo.
Doy un suspiro porque esto es muy difícil de ver, pero ella pasó por lo mismo
cuando saqué a bailar a dos chicas al azar. Esto es muy difícil, quiero reclamarla y
hacerla mía delante de ese hijo de perra y de cualquier otro para que sepan que
me pertenece.
Pero eso sería caer muy bajo. ¡Joder! Me siento tan impotente de no poder ser yo
quien baile con ella en este momento.
—No sé qué hacer con ella —confieso—. La amo todavía, pero no sé si ella me
sigue amando. Joder, no sé qué hacer. Quiero que sea feliz, que conozca el amor,
alguien que esté dispuesto a darle todo lo que yo no puedo. Pero el simple hecho
de imaginarla con otro... hace que toda la mierda dentro de mí explote,
¿entiendes?
Respiro hondo, ese es uno de mis mayores miedos: que ya no sea lo que ella
quiera y que encuentre a alguien mejor que yo.
Travis asiente con la cabeza.
—Sé que estás asustado por lo que ella piensa de ti después de tu... umh... —
sobredosis es lo que pienso cuando hace una pausa—, incidente —rectifica—.
Pero tienes que hacer algo, amigo. Lucha por ella, recupérala. Lo has hecho
antes, puedes hacerlo ahora.
Hago una mueca, él sabe que no es tan fácil, pero él es más valiente que yo y
decidió arriesgarse a pesar de que para ojos de la mayoría, todo estaba perdido.
—Es más fácil decirlo que hacerlo. Lo sé, amigo, sé que ella merece que luchen
por ella. Pero no creo ser posible de hacerlo. Tal vez necesite algún empujón,
alguna razón.
Pero me detengo con la boca abierta al ver las intenciones del idiota que está
bailando con mi chica. Quiere besarla, sin embargo, Kylie se mueve rápidamente
hacia atrás. El tipo no desiste y es ahí cuando reacciono.
Quiere obligar a Kylie a besarlo.
Me muevo rápido y no sé cómo, pero en cuestión de segundos estoy a su altura.
Separo a Kylie bruscamente del tipo y la pongo detrás de mí.
—¿Qué mierda? —dice el muy imbécil—. Estamos ocupados aquí, amigo.
—¿Estamos? —pregunta Kylie indignada—. Aprende a tomar un no por respuesta,
idiota.
El tipo nos da una mirada de odio y sale de la carpa. Me volteo hacia Kylie, tomo
su brazo y salimos por el otro lado en dirección a la playa. Kylie se queja y dice
que afloje un poco mi agarre, pero no puedo, estoy molesto y camino hasta que
estamos tan lejos de la carpa como es posible.
Kylie se zafa bruscamente de mi agarre cuando me detengo e ignoro la punzada
de dolor que me provoca. Me volteo y ella se está sacando sus zapatos.
—¿Sabes lo incómodo que es estar en tacones y en la arena? —gruñe—.
Agradece que no puedo estrangularte en un lugar público.
Termina de retirarse sus zapatos y los toma en su mano, con la otra retira los
mechones rebeldes de su cara; analizo cada movimiento que da, es tan magnífico
y me pregunto cómo puede haber una mujer tan hermosa como ella.
Ella no es una belleza singular ni estereotipada, a la mayoría no le gustan los
pelirrojos, pero a mí sí, ella es hermosa. Sólo ella.
—¿Qué? —pregunta cuando se sonroja por mi potente mirada, ahora parece
divertida, pero nerviosa—. Por más que me mires así, sigo molesta contigo.
Doy un par de pasos hasta estar justo frente a ella, su pecho roza con el mío. Bajo
mi barbilla para verla a los ojos y ella sube la suya, siento su aliento en mis labios,
así de cerca estamos.
—Estoy jodidamente celoso.
Ella parpadea un par de veces e intenta poner distancia entra nosotros, pero no la
dejo y rodeo su cintura con mis manos. Pone sus manos sobre mi pecho, como si
intentara recuperar su espacio, pero no sirve de nada.
—Pues ahora sabes cómo me sentí cuando bailaste con la prima de Jane y con su
amiga.
—No seas insolente conmigo —sonrío de lado—. Sabes que lo mío es más
grande porque te amo.
Parpadea un par de veces, procesando mis palabras.
—Guau, tú si sabes cómo dejar sin palabras a una chica.
Bajo mi barbilla un poco más y ella sube la suya un poco, nuestros labios se rozan
y ella suspira.
»¿Por qué no me besas? Sé que quieres hacerlo.
—Estás molesta —esa es mi excusa. Pero me muero por besarla.
—¿No has escuchado eso de que el sexo es mejor cuando la mujer está molesta?
—sonríe pícaramente y pasa su mano por mi cuello y la otra por mi cabello, lo hala
un poco y gruño—. Ahí hay una caseta de salvavidas, podemos hacerlo ahí.
Volteo mi cabeza y miro una caseta que nos sirve perfectamente, sonrío y la miro
de nuevo.
»Tú tienes el control.
Antes de que pueda procesar sus palabras, ella ya se está moviendo con sus
zapatos en mano a dirección de la caseta.
Bien, hora de divertirnos.
Capítulo +18
×××

Kylie
Camino en dirección a la caseta siendo seguida por Jake, subo las escaleras y
abro la puerta para entrar. Oigo la puerta cerrarse, pero no me volteo porque sé
que es Jake.
Escucho unas cuantas zancadas y puedo sentir su respiración en mi nuca
mientras acaricia mis brazos desnudos con sus ásperos y largos dedos. Sigo
molesta con él, porque él me hizo sentir la misma cantidad de celos que yo a él.
Pero él tiene razón, lo suyo es diferente, él me ama y yo solo estoy siendo
posesiva.
Sí, solo soy posesiva, no tengo sentimientos tan fuertes por él. Claro que no.
—Me vuelves loco —susurra en mi oído y se pega más a mí, juntando mi espalda
a su pecho, su erección en mi espalda baja—. Estoy enloqueciendo.
Sus labios dejan mi oreja y bajan a mi nuca, donde deposita húmedos besos en
ese lugar. Mi cuerpo reacciona con el calor de sus besos en mi cuello, mi oreja y
mi nuca. Sus dedos siguen dejando suaves caricias en mis brazos y me
estremezco. Echo mi cabeza hacia atrás y un lado, dándole un fácil acceso a mi
cuello mientras mi cabeza se recuesta en su hombro.
Deja de acariciar mis brazos y posa sus manos en mi estómago, va subiendo las
manos y el vestido sube con él hasta que se encuentra justo debajo de mis senos.
Jadeo y estiro un brazo hasta que lo envuelvo y volteo mi rostro, interrumpiendo
su asalto en mi cuello.
Tomo su cabello con fuerza y uno mis labios con los suyos en un beso carnal, se
pega más a mí y yo saco mi trasero para que me sienta. Mi lengua se adentra en
su boca y gime ante el rose. Esto es bueno, el beso es lleno de libido, éxtasis y
anhelo.
Me volteo por completo y paso mis brazos por sus hombros, mis manos en su
cuello y acercando su rostro para sentirlo más cerca. Sus manos van directamente
a mi trasero y me lo aprieta, se siente bien y es increíblemente placentero.
Gimo cuando pellizca la suave carne de mi trasero y lo masajea a su antojo, jalo
su cabello y vuelve a gemir.
—No quiero tener el control —susurro sobre sus labios—; poséeme, Jake.
Jadea ante mis palabras y vuelve a besarme con más fuerza, esto es intenso y
quiero que me posea, que la lujuria me llene y que haga mi cuerpo temblar una y
otra vez.
Doy un grito de sorpresa cuando me levanta del suelo y hace que mis piernas se
enrosque en su cintura, me pega contra la pared y escucho como deshace su
correa y baja la bragueta de sus pantalones.
Sube mi vestido, revelando la ropa interior rosa de seda que llevo puesta, jadea al
ver las medias de nailon blancas hasta la mitad del muslo que envuelven mis
piernas.
—Joder, vas a matarme —gruñe, acariciando el borde de las medias y sus dedos
haciendo contacto con la piel de mi muslo. Me estremezco—. ¿Necesidad de
juego previo?
—No —mi voz sale ronca.
—No tenemos mucho tiempo, nena, así que seré rápido.
La mano que estaba jugando con el borde de las medias, va directo a mi
entrepierna sobre la ropa interior, jadeo ante el contacto con mi anhelante vagina y
me remuevo. Sus dedos separan la tela que cubre mi coño y siento su dura polla
en mi entrada ahora desnuda. Jadeo y aprieto mi agarre en su cuello. Esto es tan
crudo y carnal que me encuentro rogando para que me penetre de una vez.
—Por-por favor, Jake... por favor.
Sonríe y vuelve a unir sus labios con los míos, en un beso más suave que el
anterior, pero igual de bueno. Guía su erección con su mano para colocarse bien
en mi entrada y en un solo movimiento me penetra con fuerza.
—Oh, Dios —casi grito y llevo mi cabeza hacia atrás, apoyándome en la pared.
Empieza a moverse fuerte y duro, mi espalda golpea constantemente la pared
mientras su polla entra y sale de mí. Siento como mi coño se estira con cada
penetración, pero esto es jodidamente bueno. Gimo y grito con fuerza mientras
sus labios besan mi cuello mientras sus manos sostienen mi trasero. Unos dedos
curiosos se interponen entre nosotros y masajeó mi clítoris mientras él pellizca mi
trasero y me enviaste con mucha fuerza.
—¡Ah! Así... Oh, Jake, así.
Toca ese punto lleno de placer que toda mujer tiene. No miento cuando digo que
él es grande y grueso y es la mejor polla en el mundo. He probado a otros chicos,
puede que hayan sido solo dos, pero ninguno de ellos ha sido así de bueno ni de
grande. Ninguno de los dos me hizo sentir de la forma en que Jake me hace
sentir.
Siento mis piernas temblar y mi cuerpo tensarse mientras que las caricias en mi
clítoris se vuelven torpes y las embestidas de Jake se sienten con más intensidad.
Estoy a punto de correrme y las sensaciones deliciosas me abrazan.
—Me-me vengo —anuncio, como si él no fuera suficientemente consciente de mi
llegado orgasmo—. Joder, Jake, me estoy corriendo... ¡Oh!
Mi orgasmo es abrazador, y gimo tanto que las paredes de mi garganta arden. Me
corro con violencia alrededor de su polla mientras grito obcenidades y jalo de su
cabello. Cuando mi arrasador orgasmo termina, recuesto mi cabeza en su cuello y
soy consiente como su cuerpo se tensa y sus penetraciones se vuelven más
bruscas y tensas.
—Kylie... Joder, Kylie.
Se corre dentro de mí tan duro que creo que me partirá en dos o que me dejará
moretones. Siento como me llena con su delicioso líquido lleno de bebés.
¿Lleno de bebés? ¿WTF? ¿Qué mierda me pasa? Se nota que ese orgasmo me
afectó tanto.
Nuestras respiraciones son tensas y jadeos, hundo mi cara en la curvatura de su
cuello y él en el mío.
—Eso fue... —empieza a decir pero se detiene.
—Maravilloso, increíble, fantástico, intenso... hay millones de adjetivos para
describir lo que haces con mi cuerpo.
Escucho su suave y ronca risa. Sale de mí y me coloca sobre mis pies, me siento
algo incómoda por la forma en que terminó dentro de mí.
—Tengo que ir a... —le hago una seña con mi mano, apuntando fuera de la
caseta.
Se ríe y niega con la cabeza.
—Ve a limpiarte, igual tenemos que volver antes de que se den cuenta.
Besa mi mejilla y se da media vuelta para salir.
—¿Jake? —lo llamo, él se detiene y voltea.
—¿Sí?
—No quiero terminar lo que hacemos.
Sonríe de costado y se acerca a mí hasta estar muy cerca frente a mí; huele a
sexo y a un aroma varonil, es embriagador.
—Yo tampoco quiero hacerlo —murmura, su aliento golpea mi rostro.
—Sé que no puedo darte lo que tú quieres, pero... me haces feliz, Jake. En verdad
lo haces.
Suspira y una de sus manos va a mi rostro y acaricia mi mejilla dulcemente. Okay,
esto se está saliendo de mis manos, pero no puedo evitarlo, él me hace sentir.
—Te amo, Kylie —esta vez es diferente a las tantas veces que me ha dicho que
me ama últimamente; es más suave y más gentil, y me hace sentir cada palabra,
cosa que me asusta.
Niego con la cabeza y me estiro para unir mis labios con los suyos en un tierno
beso. No siento que lo amo, no puedo sentirlo. Me ha hecho daño y no puedo
olvidar eso de un día para el otro; pero tampoco puedo estar lejos de él.
¡Dios! Todo es tan confuso.
No debo amarlo, pero hace revivir en mí viejos sentimientos que creí que habían
muerto, pero estos sentimientos me arrollan con mucha más fuerza que antes y
eso me asusta. Me da miedo sentir tan profundamente. Sin embargo, no puedo
estar lejos de el; en este fin de semana hemos alcanzado un punto donde ya no
hay marcha atrás, y lo único que me toca hacer es reprimir estos sentimientos o
caer profundamente en sus brazos otra vez.
Nos separamos después de unos minutos y miro a Jake, está con los ojos
cerrados y con sus labios hinchados. Lo miro y me extraña sentir más que deseo
hacia él, es como si no pudiera obtener suficiente de él. Siento que un ataque de
ansiedad se avecina por todos los sentimientos descubiertos hoy. No puedo sentir
por el como la manera en que estoy sintiendo; pero no puedo, no puedo negar que
mi corazón late nuevamente y con más fuerza por este hombre, que mis piernas
flaquean cuando escucho su voz, que mi respiración se detiene cuando me toca.
Todo esto es una mierda.
Lo que estoy sintiendo ahora es mucho más fuerte de lo que sentía antes por él, y
eso que estaba perdidas ente enamorada. Es como si mi corazón fuera a explotar
cada vez que lo veo, es tan fuerte esto y no lo puedo controlar.
—¿Estás bien?
Su voz me trae de vuelta a la realidad, parpadeo un par de veces y luego asiento
con la cabeza.
—Debemos ir —digo y paso por su lado en dirección a la puerta—, tengo que
limpiarme y ya mismo cortan el pastel.
Le sonrío para tranquilizarlo y salgo de la caseta, escucho los pasos de Jake
detrás de mí hasta que llegamos a la carpa. Me volteo a verlo y él me guiña un ojo
antes de ir en dirección a dónde se encuentran Logan y Travis.
Me percato que Logan se ve un poco molesto mientras mira constantemente a la
entrada de la carpa, como si esperara que alguien entrara.
Me encojo de hombros, a este chico nadie lo entiende.
Voy al baño y procedo con la limpieza de mi intimidad; al terminar, salgo del baño
y me topo con Jane fuera de este, está con sus brazos cruzados sobre su pecho y
tiene esa expresión en su rostro de "algo me ocultas".
—¿Dónde estabas? —me pregunta, repiquetear con su pie en el suelo como si
esperara una excusa barata de mi parte.
Me encojo de hombros y trato de mostrar indiferencia.
—¿No puedo ir a ver el mar?
Entrecierro sus ojos hacia mí, sus grandes pestañas oscureciendo sus ojos.
—No respondas mi pregunta con otra, jovencita —me reprende y siento que está
sacando su lado maternal—. Y no creo que hayas visto el mar por más de una
hora y media.
—Em... estaba ocupada.
Trato de no mirarla a los ojos, ella sabe muy bien cuando miento, me conoce
tanto.
—¿Haciendo qué?
Lanzo un bufido y la miro.
—No tengo que darte explicaciones, Jane. Soy una persona adulta, tengo veinte
años, sé lo que hago.
Entrecierro más los ojos y da unos pasos hacia mí, me encojo un poco.
—Soy tu mejor amiga, tengo control sobre tí —dice y yo contengo la risa—.
Básicamente eres mía, así que escupe lo que estabas haciendo.
Suspiró profundamente, a Jane no le puedo mentir, así que procedo a contarle
después de tomar un segundo suspiro.
—Jake y yo estamos teniendo sexo.
Empieza a toser como loca y me hace señas para que golpee su espalda, lo hago
y ella se calma después de varios segundos de agonía. Su rostro está rojo, casi
morado por el ataque de tos.
—Lo siento —su voz suena ronca—. Es horrible cuando tragas saliva y se va por
un lado que no es —me río un poco, su rostro vuelve a su color original después
de tomar varias respiraciones y me mira fijamente—. ¿Desde cuándo?
—Desde la despedida de solteros.
—¿Muchas veces?
Bufo.
—Sabes como es el sexo, Jane. Tuvimos sexo duro, sexo caliente, sexo lento,
sexo por todas partes, sexo...
—Okay, ya entendí —me interrumpe—. Pero ya, hablando en serio, no quiero
verte llorar nuevamente.
Pongo los ojos en blanco.
—No tendré un ataque, mamá oso. Esto fue mi idea. Tenemos sexo y somos
amigos.
—Lo que es básicamente una relación.
Frunzo el ceño y me cruzo de brazos yo también. Ahora me doy cuenta que sigo
con mis tacones en mi mano y que estoy descalza. Jesús, soy tan torpe.
—No es una relación —no lo es, ¿verdad?
—Sí, sí lo es —dice mi supuesta mejor amiga—. Lo sé porque estoy casada con
alguien que era mi mejor amigo por más de diez años. Lo único que cambio en
Travis y yo después de iniciar lo nuestro fue que nos besábamos, decíamos frases
cursis y teníamos sexo. Ahora no es que haya cambiado nada, seguimos siendo
los mejores amigos y tenemos sexo maravilloso. Cosa que no es muy diferente
entre tú y Jake.
La miro con recelo, quién diría que Jane Beatles se iba a convertir en una mujer
sabia con tan solo llenar su óvulo con un esperma de Travis. El embarazo le sienta
bien.
—Sabes qué —suspiro—, no quiero escucharte pero tienes razón; pero tampoco
voy a terminar esto, estamos en un punto donde ya no hay marcha atrás. Y no
quiero dar marcha atrás.
Jane me mira fijamente, como si me evaluara y al final da un largo suspiro.
—¿Segura que vas a estar bien? —me pregunta y la preocupación es clara en su
voz.
Me acerco y rodeo su cuello con mis brazos, atrayéndola en un fuerte abrazo.
Jane no es tan pequeña pero sí es más pequeña que yo y es adorable, ahora
estamos a la misma altura porque yo no llevo tacones.
—Estaré bien —digo contra su cabello—. Tranquila, bebé, soy adulta y aunque no
sé lo que estoy haciendo, es mi responsabilidad. Te amo, pequeña y dulce Jane.
Se ríe y me abraza igual con fuerza.
—Solo quiero lo mejor para tí —susurra.
—Lo sé.
—Y si él te hace feliz, entoces yo también lo soy.
—También lo sé.
—Y ahora anda por tu hombre que Ashley lo está tocando.
Dejo de abrazar a mi amiga para ver a la ponzoñosa prima de Jake tocar a mi
hombre. Miro hacia Jane y le guiño un ojo antes de ir casi corriendo hacia Jake,
puedo escuchar un poco de su conversación mientras más me acerco.
—No soy bueno bailando —dice Jake con indiferencia y Ashley ríe de una forma
bastante falsa.
—Claro que lo haces, te he visto —hace una pausa y se acerca más a mi Jake—.
Y si me lo muestras... tal vez podríamos desaparecer en esta grande playa.
¡Suficiente!
Me acerco a ellos a paso rápido, tomo el rostro de Jake y lo volteo para unir mis
labios con los suyos, lo tomo por sorpresa, pero al percatarse que soy yo me sigue
el beso. Se voltea por completo y agarra de mi cintura mientras me besa con
fuerza, nuestras lenguas rozándose y devorándonos. Escucho a la prima de Jane
refunfuñar y alejarse con sus tacones repiqueteando el suelo como una niña
malcriada.
Bien, niña sosa, el es mío.
Nos separamos jadeando después de unos minutos y puedo sentir la mirada de
todos sobre nosotros. Bien, que se jodan, soy feliz y él no es mi sucio secreto.
—¿Que acaba de pasar? —pregunta Jake entre jadeos.
Me río y beso la comisura de sus labios.
—Jane ya lo sabe, así que ya nada me importa.
Sonríe y sus ojos se achinan, una sonrisa verdadera y mi favorita.
—¿Entonces serás mía toda la noche?
Asiento con la cabeza.
—Ajá, y tú también serás mío. Así que mueve ese culo, bebé y ¡vamos a bailar!
El ríe y me besa rápidamente antes de guiarme a la pista de baile.
Bien, me puedo acostumbrar a esto.
No sé qué es lo que más me enfurece: Escuchar a Logan golpear fuertemente la
puerta de nuestra habitación o ver a Dove sollozar mientras llora con la cabeza
apoyada en mi regazo.
—Dove, por favor abre la puerta —grita este desde el otro lado de la puerta.
—¡Vete a la mierda, Logan! Dijiste todo lo que tenías que decirme ayer.
Mi amiga sigue llorando y aprieto mis manos en puños. Dove casi nunca llora, y
debió haber sido algo muy malo como para hacerla llorar así. Logan sigue
golpeando la puerta y ya siento que es suficiente.
—Logan llamaré a la policía si no te vas y dejas de golpear —amenazo.
Escucho su suspiro y un pequeño golpe en la puerta.
—Solo quiero disculparme —dice más calmado y Dove solloza más fuerte.
Acaricio el cabello de mi amiga.
—¿Qué fue lo que pasó? —le pregunto a Dove.
Ella voltea un poco su rostro apoyado en mi regazo; sus mejillas están manchadas
con las lágrimas, sus ojos azules están rojos e hinchados por llorar tanto desde
anoche que decidí venir a la habitación y la encontré llorando aquí. Tenía planes
de quedarme en la suite de Jake, pero Dove se veía y se ve muy mal, así que
decidí quedarme como ella se ha quedado conmigo tantas veces.
—Solo quiero ir a casa —murmura, su voz suena aguda y ronca.
Voltea el rostro y sigue sollozando. Logan golpea una vez más la puerta y creo
que la votará, así que muevo a Dove a un lado y paso una almohada debajo de su
cabeza, me pongo de pie y procedo a abrir la puerta. Dove me grita que no lo
haga, pero no quiero que él hablé con Dove, Logan hablará conmigo.
Logan está parado en el pasillo, se ve desaliñado y tiene grandes y oscuras ojeras
debajo de sus ojos. Está puesto un pantalón de chándal con el logotipo del ejército
en el lado izquierdo y una camiseta gris que en el centro de esta dice "Army" en
letras verdes. Pasa una mano por su corto cabello rubio y sus ojos grises me
evalúan, trata de ver a través de la puerta, pero no sé lo permito y salgo de la
habitación, cierro la puerta detrás de mí y me cruzo de brazos.
—¿Qué mierda pasó, Logan? —pregunto y él cierra sus ojos con fuerza—. Ha
estado llorando toda la noche hasta que se quedó dormida y a penas despertó
empezó a llorar de nuevo, debió haber sido muy malo para que mi Dove esté así.
Logan vuelve a pasar su mano por su cabello y lo hala un poco.
—Fui un completo imbécil anoche —suspira—. Le dije cosas... que me arrepiento
demasiado; cosas que no las pienso, pero estaba enojado cuando se lo dije. Solo
quiero disculparme con ella y decirle que nada de lo que dije es cierto. Sí, ella es
hermosa y es una belleza tan llamativa que no me agrada, pero no creo que ella
sea una estúpida que lo único que puede hacer bien es cantar. No sabes cuánto
me odio por haberle dicho eso.
—¡¿Le dijiste que es una estúpida que solo sabe cantar?! —exploto, siento la ira
bullir en mí—. ¡Por Dios, Logan! Eso fue extremadamente grosero.
Vuelve a cerrar sus ojos y gruñe, literalmente gruñe de frustración.
—Estaba molesto, ¿de acuerdo? No medí mis palabras y acabé hiriendo a una
persona que no me ha hecho nada malo, de hecho, Dove ha sido muy buena
conmigo y yo solo... arruiné mi amistad con ella.
—Trato de entender tu punto, en verdad lo hago, pero ella es una de mis mejores
amigas y es la más afectada en esto. Sé que estabas molesto —señalo hacia la
puerta—, pero ella es una de las personas más inteligentes que conozco. No tiene
nada de malo o la hace menos lista seguir una especialidad de artes, seguro que
no lo tiene. Y es decepcionante que pienses así de alguien tan maravillosa e
inteligente como Dove sin siquiera querer llegar a conocerla.
—La conozco, es la mejor amiga de mi hermana.
—No la conoces —aprieto mis manos en puños, el hecho de que ella sea alguien
cercano a su hermana, no significa que la conoce—. No conoces lo buena y lo
lista que es, no conoces nada de ella, solo conoces su belleza y lo que ella
transmite a simple vista, pero mi Dove no es así. No es culpa de Dove querer
cumplir sus sueños. Tu sueño fue pelear por nuestro país y te agradezco por eso,
pero su sueño es muy diferente al tuyo, y ella está luchando por conseguirlo —me
mira fijamente, sus ojos grises transmiten claramente arrepentimiento—. Y ahora,
si me disculpas, mi amiga me necesita y estaré allí para ella.
Lo dejo con la palabra en la boca mientras abro la puerta y entró. Coloco el cerrojo
y me volteo para ver a Dove; ella me mira con sus ojos bien abiertos y está
sentada en el borde de la cama. Su pijama color lila afelpada la hace lucir como un
pequeño pastel y se ve adorable.
—¿Podemos ir a casa? —pregunta cuando me acerco y me siento en la cama.
Tomo su mano y asiento.
—Tenemos que volver hoy, de todas formas.
Me sonríe, o al menos lo intenta porque parece más una mueca que una sonrisa.
Limpia sus lágrimas de sus mejillas y suena su nariz con papel higiénico.
Se escucha un golpe en la puerta y ambas nos miramos con cautela.
—Oigan, perras, abran esa puerta si no quieren que la votemos —grita Clara
desde el otro lado y ambas suspiramos con alivio.
Me pongo de pie y abro la puerta; Jane, Jessica, Clara, Marie y Corine —una
amiga de Jane— están al otro lado de la puerta. Jessica entra corriendo al ver a
Dove y la estrecha entre sus brazos, ambas se acuestan en la cama de Dove y
empieza a llorar de nuevo.
Saludo a todas y ellas entran con su cara llena de preocupación al ver a mi amiga
llorar.
—¿Qué sucede? —pregunta Jane, paso un brazo por sus hombros.
—Logan —suspiro—. No hablemos de eso, se encuentra muy mal y acabé de
pelear con Logan. Veamos la forma en que se sienta mejor.
Jane sonríe y asiente con la cabeza, mi mejor amiga es hermosa, pero el
embarazo la está poniendo mucho más bella de lo que ya es, y eso es mucho.
—Vamos chicas —dice Jane con voz firme, todas le prestan atención, incluso
Dove—. Estamos en Los Ángeles, vamos a ver si encontramos a Harry Styles o
Ian Somerhalder.
Pongo los ojos en blanco, podemos tener 20 años, pero ella siempre va a ser una
loca fan acosadora y amante de esos dos hombres que según ella son perfectos,
como lo era en su adolescencia.
***
—Oh, por Dios. Oh, por Dios. Oh, por Dios —murmura Jane dando la vuelta e
intentando salir del restaurante en el que entramos.
Frunzo el entrecejo y agarro su brazo para que no salga, la doy la vuelta y su
rostro pasa de estar pálido a claramente sonrojado como un tomate.
—¿Qué sucede? —pregunto, visualizo a Dove que también está parada con el
rostro pálido. Las otras chicas se sientan en una mesa grande.
—Es... —susurra Dove, claramente sorprendida viendo a un punto fijo, sigo su
mirada y me sorprendo. Casi quiero gritar.
—Ben Danner.
—Oh, Dios mío. Oh, Dios mío. Oh, Dios mío —sigue repitiendo Jane.
—¿Qué tan suertudas nos hace que el vocalista de nuestra banda favorita esté en
el mismo restaurante que nosotras —pregunta Dove.
—Muy suertudas —murmuro.
—Oh, Dios mío —sigue diciendo Jane—. Creo que me voy a desmayar. No es
Harry ni Ian, pero creo que voy a morir.
El famoso vocalista y guitarrista está sentado en una mesa comiendo con tres
chicos más que son sus compañeros de banda. No puedo creer que estemos al
frente de Wild American, es decir, los chicos son extremadamente famosos y
hasta ganaron dos grammys este año.
—Hey, chicas, ¿qué pasa? —pregunta Jessica acercándose a nosotras, pero sus
palabras quedan en el aire al mirar el punto en que todas miramos—. Es Ben
Danner.
—Mira quien lo acompaña —susurra Dove y el rostro de Jessica se enrojece.
—Jesús, son Wild American.
Al parecer Jessica habló muy fuerte porque los mendocinos se voltean y nos
visualizan a las cuatro. Sonríen casi al mismo tiempo y se ponen de pie.
—¿Qué tan suertudos nos hace que cuatro chicas completamente hermosas estén
en el mismo lugar que nosotros? —pregunta Scott Evans, el baterista de la banda.
—Muy suertudos —dice Ben.
—Extremadamente suertudos —concuerda Jason Wilmer, con su sexy acento
sureño, el es el bajista.
—¿Quieren sentarse con nosotros, chicas? —pregunta Cameron Kors, el
guitarrista principal de la banda.
Esto es demasiado hermoso para ser cierto, las cuatro nos vemos cómo si esto
fuera irreal, como si en cualquier momento fueran a salir esas cámaras
anunciando que esto es una broma. Miro en dirección a la mesa y Clara, Marie y
Corine están enfrascadas en una conversación bastante animada, ajenas a lo que
sucede.
—Tenemos compañía —digo, al ver que soy la única que no está en estado de
shock.
Cameron nos sonríe.
—Oh, pueden traerlas si quieren.
—No creo que sea...
—¡Clara, Marie, Corine! —grita Dove y las nombradas nos miran, ella señala a la
banda con una seña con su cabeza y las tres palidecen al mismo tiempo antes de
ponerse de pie y caminar hacia nosotras.
***
Ben Danner está coqueteando descaradamente con Jane, cosa que me da mucha
gracia porque Jane le repite una y otra vez que es casada, pero su sonrojo la hace
lucir como si fuera mentira.
—En verdad soy casada —Jane levanta su mano izquierda y le muestra su anillo
de compromiso y el otro de casamiento, ambos descansando en su dedo anular.
—No soy celoso —responde Ben encogiéndose de hombros.
—Estoy embarazada.
—Amo a los bebés. Tengo una sobrina de cinco años, los niños no son un
problema.
Jane voltea hacia mí y me hace señas para que la ayude, río en carcajadas al ver
su rostro completamente rojo, casi morado.
Me inclino un poco hasta a ella y susurro solo para que ella escuche:
—Es tu culpa, yo dije que esto era una mala idea.
Me separo y ella entrecierra sus ojos hacia mí.
La comida pasa rápido y no puedo creer que Cameron Kors esté coqueteando
conmigo casi toda la cena, el coqueteo no es recíproco, más bien trato de ser
amigable, pero creo que es malinterpretado porque agarra un mechón de mi corto
cabello.
—Me encantan las pelirrojas —dice muy cerca de mi oído, todos mis sentidos se
ponen alertas y no en un buen sentido.
Sólo sonrío y sigo comiendo de mi postre. Al acabar pido la cuenta y pido que
sean dos diferentes, ni de loca dejaría que ellos paguen por nuestra comida; es
decir, nosotras somos siete y ellos solo cuatro.
Pagamos en efectivo y con todo el dinero que reunimos entre las siete. Nos
ponemos de pie y ellos también lo hacen, me gusta la insistencia, pero esto es
molesto.
O tal vez solo me gusta la insistencia de Jake.
—Fue un placer conocerlos —dice Dove.
—Espero que puedas ir a nuestro concierto en Boston y Nueva York el mes que
viene —le guiña un ojo Scott Evans y mi amiga se ruboriza un poco.
Esto es tan extraño y fuera de lo común, no puedo creer que cenamos con una de
las bandas más famosas del mundo y que todavía sigo viva.
***
—Definitivamente me van más los atletas que los músicos —nos asegura Jane
mientras caminamos por el paseo de la Fama de Hollywood y es tan increíble y
alucinante ver la estrella de Michael Jackson y de muchos artistas más.
—Definitivamente los atletas son mejores —concuerda Jessica.
—Bueno, Jake era un atleta, pero lo vieron ayer en la boda. Toca bien así que
como que me inclino a ambos —confieso.
—¿Qué tienen de malo los músicos? —pregunta Dove cuando nos detenemos a
apreciar la estrella de Marilyn Monroe.
—Hablamos de hombres, cariño —le guiña un ojo Jessica y Dove pone los ojos en
blanco—. Y te recuerdo que te gustan más los atletas. O los Rangers del ejército.
Dove entrecierra sus ojos hacia su mejor amiga y luego le saca la lengua.
Sólo estamos las cuatro paseando por las calles de Hollywood. Clara y Marie
están en el aeropuerto porque su vuelo sale en una hora y Corine se fue al hotel a
ver a su novio.
Así que estamos las cuatro mosqueteras en una noche calurosa de noviembre en
Los Ángeles.
—Oh, por Dios. Oh, por Dios. Oh, por Dios —murmura Jane.
—Ahora qué viste —pregunto.
—¡Es Liam Payne! —grita y sale corriendo en dirección del nombrado.
Ay cosas que nunca cambian.
—Estamos aquí a penas dos horas y ya extraño a Jane y a Travis —digo y Jake
me junta más a su costado.
Estamos desnudos en la cama de su apartamento, una sábana nos cubre porque
hace frío. Acaricia mi brazo de manera distraída, mi cabeza está en su pecho y
acaricio con mis dedos el pelo de su pecho. Tiene algunos tatuajes en este y lo
hacen lucir muy sexy.
—Llegamos hace a penas dos horas, definitivamente no puedes vivir sin esa chica
—murmura Jake y besa mi cabello.
Estoy consciente de lo raro de la situación, es decir, estamos acurrucados y
hablando. Desnudos y sin nada de sexo de por medio. Mi corazón late muy rápido,
y siento el suyo latir con la misma rapidez bajo la palma de mi mano.
—Recuerdo cuando todavía no tenías pelo en el pecho —digo, para aligerar el
ambiente romántico que se está formando entre nosotros.
Jake ríe de manera ronca y eso causa estragos en mi cuerpo, pero lo ignoro.
—A los diecisiete ya tenía pelo.
—Pero ¿recuerdas cuando tenías catorce y estábamos en la fiesta de piscina de
Paty Brooks?
—Nadie tiene pelo en el pecho a los catorce.
Me río y beso su pecho. Al separarme me doy cuenta de lo íntimo que eso fue y
maldijo mentalmente. Joder, ir a ese viaje nos cambió a ambos, es decir,
empezamos esto, pero también está despertando en mí sentimientos que antes
estaban muertos; y están regresando con más fuerza. Intento ignorar los
sentimientos porque quiero seguir con esto, y mentiría si dijera que no quiero a
Jake.
Lo quiero, lo quiero mucho, pero algo dentro de mí me dice que no debo amarlo.
Los sentimientos son abrumadores y no sé qué hacer; ya admití que lo quiero,
cosa que no quería, pero no quiero enamorarme perdidamente de él como en el
pasado.
No quiero que me vuelva a herir.
Sin embargo, al paso que vamos, sé que terminaré enamorada otra vez de este
hombre y todo se saldrá de mis manos.
—¿Qué sucede por esa linda cabecita tuya?
Su voz ronca y varonil me saca de mi trance y levanto mi mirada, él baja la suya y
sonrío.
—En verdad me gusta estar contigo.
Mis palabras nos toman por sorpresa a ambos, eso no es lo que planeaba decirle,
pero siempre mi corazón es el que lleva las riendas del asunto.
Jake suspira y vuelve besar mi cabeza, cierro mis ojos.
—Yo amo estar contigo —toma mi barbilla para que vuelva a mirarlo—. Y sí, he
dicho la palabra con A.
—Eres un tonto —me río.
—Eso no decías hace media hora cuando tenías un orgasmo.
Golpeo su pecho y me río; él toma mi muñeca y en un movimiento y poco brusco
pero sexy estoy debajo de él, con él entre mis piernas.
—Podrías recordarme todo lo que decía cuando tenía un orgasmo —mi voz sale
un poco rasposa y siento cada zona de mi cuerpo calentarse.
Jake sonríe de manera ladeada.
—Con gusto.
Y procede a besarme, mete su lengua en mi boca y nos empezamos a devorar.
Los besos son húmedos y excitantes y sabemos cómo terminará esto.
***
—Odio los jueves —le digo a Dove que se sienta a mi lado.
—Ni me lo digas —responde ella, virando los ojos y empezando a sacar su libro
de filosofía.
Esta semana ha pasado bien, ha sido increíble estar con Jake. Prácticamente
estoy viviendo en su departamento porque todas estas noches me he quedado
con él. Dove está más tranquila con respecto a Logan y está saliendo con un lindo
chico jugador de Hockey. Empezaron a salir desde el martes y confirmo que a ella
también le van más los atletas que los músicos.
He estado en mi nube de algodón de azúcar de Jake, desde que volvimos de
Malibú la pasión se a intensificado. Tenemos más tiempo juntos y eso es
asombroso a pesar de que ambos tenemos un trabajo.
Jake consiguió un trabajo para un equipo colegial de fútbol. Entrena a unos niños
de 14 a 15 años en un instituto en Boston. No es algo especializado en su carrera,
pero es algo que lo hace feliz y a mí también.
El profesor de filosofía entra a la clase y empieza a dar su típica charla de la
segunda guerra mundial.

Cuando llego a la cafeteria voy directo al baño, me coloco mi uniforme que consta
en una falda negra hasta las rodillas y holgada, una blusa roja con lunares blancos
y un pañuelo rojo amarrado en mi cabeza. Es un lugar temático de los 50 pero
tienen muy buena comida. Salgo del baño y atuendo las mesas. Todo el lugar es
genial, las mesas y las cabinas son de color rojo, el suelo son en cuadros blanco y
negro, y hay fotos de varios artistas famosos desde los años 20 hasta los 80.
Andrea, una de las meseras me saluda con una sonrisa. Ella es increíblemente
dulce y es muy bonita; tiene el cabello negro azabache, los ojos son de un verde
claro que cuando hace mucha luz casi parecen blancos. Es toda una belleza y es
muy buena persona. Me recuerda a Jane.
—Hola cariño —la saludo.
—Hola —responde—. ¿Lista para el golpe?
—Lista.
El golpe es cuando todo el lugar se llena, hoy es jueves y son las ocho de la
noche, el golpe dura hasta más o menos las once y hoy salgo a esa hora.
Atiendo mesas, lavo platos, doblo servilletas y todo eso a una velocidad increíble.
Sólo estamos atendiendo cuatro chicas y hay dos hombres en la cocina, así que
es bastante duro.
Creo que deberían contratar más personal porque la paga es realmente buena.
A eso de las diez podemos descansar un poco, pero justo la campanilla
anunciando un nuevo cliente suena y las cuatro nos ponemos alertas.
Mi corazón late rápido cuando veo quien es el cliente que entró y se sentó en una
de mis mesas. Jake se ve precioso. Trae una chaqueta de cuero negra, una
camiseta roja debajo de esta, jeans azules y ajustados y unas botas negras.
¿Hace calor aquí o qué?
Su cabello rubio cenizo se encuentra perfectamente despeinado, antes creía que
no se peinaba, pero él lo peinados así. Cosas de chicos que jamás entenderé.
Sus ojos azules me encuentran me sonríe de manera ladeada. Apoya su barbilla
en su mano, con el codo en la mesa y me estudia mientras me acerco.
—Hola, hermosa —me dice cuando ya estoy parada junto a la mesa.
—Hola hermoso, ¿qué vas a pedir?
—Una Kylie desnuda con chocolate para llevar, por favor.
Empiezo a reír, pero a pesar de que fue muy gracioso, lo dijo con un toque de
lujuria y un calor se desplaza por todo mi cuerpo.
—Tal vez en una hora —le guiño un ojo.
Él se ríe y me mira, su mirada es sería, a pesar de que está sonriendo.
—¿Podemos hablar? Tengo algo importante que pedirte.
—En cinco minutos es mi descanso —digo—. ¿Seguro que no quieres nada?
—Uhm... una cerveza estaría bien.
—Okay.
Me doy la vuelta, pero hala de mi brazo y me hace voltearme; levanta su cabeza y
me da un pequeño beso en los labios, es tan rápido que casi no lo siento pero sé
qué pasó por su sonrisa.
—Te espero aquí — me guiña un ojo antes de dejarme ir.
Después de cinco minutos, me dirijo hacia la mesa de Jake y me siento a su lado.
Me sonríe y se acerca a mí para dejar un suave y casto beso en mis labios.
—No puedo creer que ese uniforme luzca tan bien en ti —me dice con una sonrisa
pícara—. Podemos cumplir una de mis fantasías porno contigo usando eso.
Río en una carcajada y golpeó suavemente su hombro.
—Tonto.
Conversamos un rato sobre nuestro día y él me cuenta sobre cómo le fue en el
entrenamiento con los chicos. Apenas empezó esta semana y dice que todos los
chicos lo agobian y lo acosan, pero yo sé que le encanta entrenar fútbol americano
a esos chicos. Se nota que claramente lo disfruta.
—El que más me acosa es este niño Tom, ¿puedes creer que hoy me pidió un
autógrafo? No puedo imaginar cómo serán los próximos meses.
Me río una vez más, se queja tanto pero sé que le gusta.
—En fin, ¿a qué debo tu agradable visita?
Se pone un poco serio y toma mi mano mientras juega con mis dedos
distraídamente.
—Johnson quiere conocerte.
—¿Quién es Johnson?
Me mira, con sus ojos azules cautelosos, ¿qué se trae entre manos?
—Es mi loquero —suelta y se encoje de hombros—. Dijo que quiere conocer a la
chica que siempre nombró en nuestras cesiones.
—Oh...
Sabía que él estaba yendo a terapia por lo que ocasionó con la sobredosis y todo
eso. Pero ir con él lo haría como... más real.
—¿Irías conmigo? —pregunta, todavía con cautela.
—¿Cuando es? —le doy un suave apretón en su mano.
—Mañana. A las cinco, después del entrenamiento, tengo que estar allá. Y creí
que... bueno... como tenías libre mañana...
Me inclino y le doy un corto beso en los labios, haciéndolo callar.
—Iré —aseguro con una sonrisa y él parece aliviado, hasta incluso me devuelve la
sonrisa y esta vez su llega a sus ojos—. No hagas drama.
—¿Paso por ti?
—No —niego con la cabeza—, me iré contigo. Me quedaré en tu apartamento hoy,
en mi mochila están mis cosas.
Se ríe.
—Eres mandona, pero aún así te amo.
—Jake.
—Está bien, está bien —levanta las manos en el aire en son de paz, luego toma
su cerveza y le da un trago—. Yo solo decía.
Niego con la cabeza, pero la calidez de cada vez que me dice que me ama se va
intensificando.
Y ahora lo puedo ver.
Estoy cayendo enamorada de este hombre otra vez.
Jake
Capítulo +18
------

-Mierda, cálmate, hijo de puta -murmuro para mí mismo.


Siento los nervios a flor de piel, como mis manos Sudán y tiemblan en la
espectativa de lo que vaya a ocurrir hoy. De lo que Johnson es capaz de revelar
de mi locura.
Tengo miedo de que Kylie decida que estoy muy loco y traumado como para estar
con ella y decida dejarme.
¡Joder! Esto es tan jodidamente estresante.
Paso una mano por mi cabello, ya está un poco largo, pero me gusta cuando Kylie
lo jala mientras gime y yo la...
-Oye -su voz me saca de mis pensamientos poco aptos para menores, me volteo a
verla y sale del baño de la habitación, su cuerpo envuelto en una toalla y su
cabello de igual forma-. ¿Crees que deba arreglarme mucho o lo normal?
-Lo normal, nena -me levantó de la cama y me acerco a ella, me paro al frente y
paso mis manos por sus hombros mojados-. Solo vamos a ver a Johnson, quiero
que estés cómoda.
-Creo que no me expresé bien -entrecierra sus ojos hacia mí, pero una pequeña
sonrisa se posa en sus sonrosados labios-, después de ver a Johnson vamos a ir
a cenar, donde yo pagaré porque la última vez pagaste tú y aparte cobré la
mensualidad ayer. Así que, bebé, ¿Crees que deba arreglarme mucho o lo
normal?
Me río, joder, esta mujer sabe cómo hacerme jodidamente feliz.
-Creo que debes votar esa toalla al suelo y acostarte en la cama porque quiero
probar si quedó algo de mi sabor en ti.
Creo que jadea, pero sus manos van al borde de la toalla y la deja caer al suelo.
Su deliciosa e increíble desnudez da la bienvenida a mi vista. Sus rosados y
pálidos pezones me dan un grato saludo al erguirse y apuntar al techo.
Me sorprende el cuerpo que tiene, cuando estábamos todavía en la escuela ella
era algo plana, pero a mí me encantaba tocarla; sin embargo, ahora, su cuerpo es
increíble: tetas redondas, no tan grandes pero son redondas y algo gruesas que
mis grandes manos alcanzan a cubrir, una cintura estrecha y un buen trasero
redondo que me encanta morder.
En fin, Kylie es mi sueño prohibido hecho realidad.
Sin embargo, lo que más me gusta de su cuerpo no son sus curvas, son las pecas
que tiene en su cintura, justo encima de sus costillas, también tiene algunas
marcas rosadas en su pecho y su espalda.
Dejo de ver su cuerpo desnudo y miró su rostro. Es preciosa. Ahora está sin nada
de maquillaje y sus pechos y lunares son visibles. Las pecas sé esparsen por sus
mejillas y su nariz, tiene un pequeño lunar oscuro en el lado izquierdo de su frente,
y otro pequeño encima de su labio superior, me encantan esos dos lunares porque
el maquillaje no puede cubrirlos como lo hacen con sus pecas. Sus pestañas y sus
cejas son del color de su cabello, cosa que amo cuando el maquillaje no oscurece
esas pequeñas y hermosas facciones.
-Eres hermosa -murmuro mientras saco la toalla de su cabello rojo.
Su cabello sigue mojado y cuando cae en picada, gotas de agua caen por la
curvatura de su pecho. Me inclino y lamo la gota de agua que cayó y ella jadea.
Me incorporo y voy por el botón de mi pantalón, pero sus pequeñas manos me
detienen.
-Yo lo hago -dice, su voz se escucha ronca, pero es tan sexy.
Sus manos deshacen el botón de mi pantalón y bajan la bragueta, este cae
alrededor de mis tobillos por la ayuda que ella me brinda y como no llevo boxer, mi
dolorosa erección es liberada. No traigo camiseta, así que ambos estamos
desnudos.
La captó mirando fijamente mi erección y enarco una ceja, divertido y deseoso.
-¿Algo que te guste?
Lo único que hace es relamerse sus labios, ve a la cama de mi habitación y sin
pensarlo dos veces se acuesta en esta, con las piernas abiertas. Dándome un
buen vistazo de su rosado y apretado coño.
Mi polla creo que va a explotar.
Su cabeza está sobre el colchón porque está casi al filo de la cama, sus manos
ahuecando sus pelos y juega con sus pezones, gime en voz alta cuando jala de
sus pezones con su índice y pulgar.
¡Joder...!
Jadeo cuando una de sus manos deja su pecho y la otra se mantiene jugando con
su pezón; su mano libre deja caricias sobre su estómago hasta llegar a su destino.
-Oh -casi grita cuando sus dedos alcanzan a su clítoris y se da suaves caricias
circulares. Gruño y mi mano derecha directamente va a mi polla, acariciándome.
Su mirada cae en mi mano sobre mi polla y sus ojos se abren, sus dedos se
mueven cada vez más rápido mientras mi mano sube y baja sobre mí.
No puedo creer que estemos haciendo esto.
-Mierda... -maldigo cuando mete sus dos dedos favoritos dentro de ella y ella gime
duro mientras su otra mano deja su pecho para acariciar su clítoris.
Sigo acariciado mi polla mientras ella se da placer a ella misma. Nunca apartamos
los ojos del otro, la habitación se llena de gemidos y miró cómo su cuerpo se tensa
mientras mete otro de sus dedos dentro de ella.
Jodeeeeeeer.
-Oh, Dios, Jake -gime, su voz entrecortada y extasiada-. Voy a... voy a correrme
pensando en ti.
-Joder, nena.
Se corre después de unos segundos de mover con rapidez sus dedos sobre ella,
su cuerpo convulsiona y después yace flácido sobre la cama, pero nunca deja de
verme mientras me masturbo. Siento la corriente en mi columna vertebral mientras
mi mano sube y baja por mi polla, haciéndome estremecer.
-Joder, Kylie.
Mi orgasmo llega y me corro, salpico sobre la cama, pero sin llegarle porque no
quiero hacer lo que hago con otras chicas. Ella no es una puta y no tengo que
marcarla así, así que me muevo a un lado y termino manchando parte de la cama
y una lámpara en mi mesita de noche.
Caigo en la cama a su lado, mi respiración está sincronizada con la suya, el aire
parece desaparecer mientras recuperamos el aliento. Me toma por sorpresa
cuando se sienta a horcajadas sobre mí y empieza a besarme. Me besa duro y
húmedo, adentra su lengua en mi boca y mis manos no pierden tiempo para ir a su
trasero. Acaricio su intimidad y gime, está algo hinchada, pero es por la atención
que Kylie acabó de brindar a su coño. Meto tres de mis dedos dentro de ella y grita
de placer sobre mis labios para luego seguir besándome. Mi «gran J» se recupera
rápidamente y ahora tengo una gran erección nuevamente. Cuando siento a Kylie
tensarse porque está cerca de su orgasmo, retiro mis dedos de su coño y ella
gime por frustración.
-No-no me hagas esto -se lamenta contra mis labios y tengo ganas de reír.
-Sube, nena, quiero probarte.
Se separa de mí y me mira fijamente, sus ojos marrones brillando con lujuria.
Hace lo que le digo y se coloca a horcajadas sobre mí rostro. Mmm una muy
buena vista.
No pierdo tiempo y mi lengua pasa por su humedad, la siento estremecerse y
gemir mientras lamo y succiono. Mi lengua hace lo que sabe hacer en ella y ella
empieza a mover sus caderas como si follara mí rostro. Estoy tan caliente que mi
erección se vuelve dolorosa.
Justo cuando va a llegar paro y ella gruñe en frustración nuevamente.
-¡Jake! No me hagas esto de nuevo -me grita y se retira de mi rostro para sentarse
en la cama, está claramente molesta te me río mientras la acuesto de nuevo. Grita
con sorpresa, pero no pierdo tiempo y me coloco entre sus piernas, nuestras
partes tocándose.
-Si vas a correrte, quiero que sea a mi alrededor.
Gime con mis palabras y sin perder más tiempo me entro en ella. Ambos soltamos
un gemido de satisfacción y enredo sus piernas alrededor de mi cintura para tener
un fácil acceso. Empiezo a moverme de una manera ruda, mi polla entra y sale de
su apretado coño.
-¡Jake! Si... sigue. Más.
Empieza a decir incoherencias mientras la follo duro. No, borren eso. No la estoy
follando. Como yo lo veo, le estoy haciendo el amor de una manera más salvaje
de la que debería.
Pero, joder si esta mujer no me tiene completamente enamorado. Incluso los
sentimientos son mucho más abrumadores que antes.
La habitación se llena de gemidos en cuestión de segundos. Kylie araña mi
espalda mientras me muevo más fuerte dentro de ella, llegando más lejos y más
profundo con cada embestida. Agarra mi rostro y me vuelve a besar cuando voy
más suave para aplazar su orgasmo y el mío. Me trago sus gemidos mientras mis
manos curiosas acunan sus pechos y los masajeo de forma uniforme con mis
embestidas.
Me encanta el sexo, eso no es un secreto. Pero el sexo con Kylie es... amo está
sensación de unión de nuestros cuerpos, la sensación de ser uno solo cada vez
que hacemos esto. Cada vez que hacemos el amor.
Sé que ella también lo siente, solo que se niegan admitirlo, pero yo estaré aquí
para recordarle y mostrarle lo bueno que es lo que tenemos, lo buenos que somos
juntos. Incluso de lo mostraré por mucho tiempo después de que se haya dado
cuenta de que lo nuestro es real.
Soy capaz de mostrárselo por el resto de mi vida. Incluso después de que muera.
-Oh, Jake, por Dios.
Gime y se tensa mientras su orgasmo se acerca y se acumula en ella. Explota
después de un par de fuertes embestidas, teniendo un orgasmo absolutamente
sexy que la hace besarme nuevamente para no ser tan ruidosa. Pero no funciona
muy bien.
Después de unos segundos, mi orgasmo también me acompaña y me corro dentro
de ella, gimiendo su nombre en su oído y besando su cuello mientras los
espasmos terminan.
Mi cabeza cae en su pecho, estoy rendido y ella también sé que lo está. Acaricia
mi cabello con su mano y con la otra sostiene mi brazo para que no la aplaste.
Puedo acostumbrarme a esto, acostumbrarme a cada mañana hacer esto con ella.
He tenido sexo con muchas mujeres, claramente me cuidé, pero me he acostado
con muchas al fin y al cabo. Pero ninguna de ellas ha sido como Kylie. Ninguna
me ha hecho sentir está sensación de quedarme y de hacerlo de nuevo hasta que
nuestros pulmones fallen.
Amo tanto a Kylie que no me imagino la vida con otra mujer.
Siempre ella, siempre ha sido ella.
-Te amo -las palabras salen de mi boca antes de que pueda retenerlas.
Detiene sus caricias en mi cabello y la siento tomar una gran bocanada de aire.
Puedo escuchar los latidos de su corazón y estos incrementan la velocidad. Beso
su pecho derecho, justo encima de su corazón y no de una manera sexual; hasta
yo me sorprendo de lo romántico que fue el pequeño acto. Suspira nuevamente,
pero no dice nada. Levanto mi mirada y ella me está viendo fijamente.
Lentamente salgo de ella y me coloco a su lado, boca arriba y paso un brazo por
sus hombros atrayéndola hacia mí. Su cabeza en mi pecho y su mano trazando
los músculos de mi abdomen que están volviendo a estar duros por los
entrenamientos que estoy dando en una escuela.
-¿En qué piensas? -pregunto.
Ella levanta su cabeza de mi pecho y me mira a los ojos, sus ojos marrón claro
brillan con algo de no había visto desde hace más de dos años.
-Yo... yo... -vamos, nena, dilo- yo... -mira hacia su celular que se alumbra con un
nuevo mensaje sobre la almohada.
¡Maldición! Maldita tecnología hija de puta.
Estira su brazo y desbloquea su iPhone, sus ojos se abren como platos al ver la
hora.
-¡Tenemos solo cuarenta minutos para estar ahí!
Sale volando de la cama y yo maldigo otra vez. Sé que iba a decirme que me ama
de vuelta.
Joder, odio la tecnología.
***
-Mucho gusto, señorita Andrews -dice Johnson, estrechando la mano de Kylie-.
Tomen asiento todo por favor y pónganse cómodos.
Kylie y yo tomamos asiento en el sofá color marrón de cuero, típico de los
consultorios. Johnson se sienta frente a mí en su sillón negro que es demasiado
grande para él.
Johnson es un hombre robusto y de pelo blanco, tiene arrugas en las comisuras
de sus ojos y labios, algunas manchas en su tez y también tiene mejillas
regordetas y algo caídas que siempre pasan sonrojadas, vale decir que es por la
edad que lleva encima. Tiene 65 años y aún no se ha jubilado porque dice que es
su pasión trabajar y que no debe esperar nada de sus hijos ingratos. Lo cual por
mí está bien que él siga trabajando, Johnson es muy activo y trabajador como
para estar en un asilo.
-Demos inicio a tu sesión semanal -dice prendiendo la grabadora-. Te recuerdo
que cada sesión será grabada con tu consentimiento en nombre del departamento
de justicia de los Estados Unidos de América.
Por causa de los problemas legales que tuve después de tener la sobredosis,
Johnson tiene que grabar cada sesión para que mi abogado -Patrick- y un agente
de la policía lo escuche. Tengo que hacerlo durante un año o si no iré a
rehabilitación, o los peores casos la cárcel por posesión de drogas.
Patrick es un muy buen abogado que salvó mi culo de estar encerrado en una
jaula.
Entonces, por esta razón Johnson graba todos mis problemas mentales y cada
vez que vengo me da ese recordatorio de mierda que me está grabando.
Al inicio era sumamente difícil hablar sabiendo que si decía algo mi culo podría
acabar en la cárcel, pero ya llevo casi tres meses en esto, y ya me he
acostumbrado, así que ahora digo con libertad la mierda que quiero.
-Así que tú eres la linda chica que Jake no ha parado de hablar en cada sesión -se
dirige a Kylie, idiota-. Te preguntarás porqué quise conocerte -ella asiente con la
cabeza-. Me parece que Jake se le hace más fácil expresar lo que siente cuando
habla de ti, es admirable el hecho de cuando te menciono comienza a hablar, cosa
que no hace cuando iniciamos las sesiones. -se gira hacia mí-. ¿Le contaste los
planes para hoy?
Mierda.
-¿Qué... planeaban hacer hoy? - me pregunta Kylie, su mano busca la mía y
entrelaza nuestros dedos.
-Vamos a intentar un método en el que soy experto -responde Johnson,
mirándonos fijamente-, ¿ha escuchado sobre la hipnosis, señorita Andrews?
Kylie aprieta fuertemente mi mano y su vista cae en mí. Está claramente
sorprendida, sus ojos están abiertos de par en par, sus labios están entreabiertos
y su robot se va siendo reemplazado por la palidez.
-¿Usted va... va a hipnotisarlo? -pregunta Ky-. ¿Por qué haga eso?
-Jake recuerda el accidente, pero cuando está despierto son recuerdos vagos y
borrosos. Recuerda como fallecieron sus padres, pero los recuerdos son
sumamente borrosos y le es difícil explicarlos. Sin embargo, cuando está dormido
los recuerdos son claros y recuerda cada movimiento, llegan a él con fluidez y
quiero saber sobre qué va su trauma para poder avanzar en su tratamiento.
Kylie da una gran bocanada de aire y me mira preocupada. Le doy un apretón en
su mano y le sonrío. Nada va a salir mal, es lo que me repito una y otra vez.
Pero siento que al recordar, todo podrá salir mal.
Kylie

Siento los nervios a flor de piel, incluso siento que sido frío mientras Johnson me
explica acerca de la hipnosis que tratarán con Jake. También me explica la razón
por la que estoy aquí, dijo que Jake necesita sentirse cómodo y que conmigo a su
lado podrá relajarse y colaborar con lo que sucede. Estoy nerviosa, muy nerviosa
y no sé qué hacer.
—También me he sorprendido sobre que Jake no tiene pesadillas cuando duerme
contigo —me informa Johnson, anotando en su libreta.
—Sí —respondo—, no sé porqué no las tiene.
—Es porque a tu alrededor se siente seguro, es un individuo que no puede estar
solo en sus momentos más vulnerables como lo es al dormir.
Asiento con la cabeza, algo anonadada y sorprendida. Es mucha información y
presión que debo preparar, pero lo haré por Jake. Lo haré por él.
Porque no me puedo seguir engañando a mí misma, no puedo seguir
mintiéndome.
Lo amo.
Lo amo mucho más de lo que lo hacía hace unos años atrás.
Estoy total y completamente enamorada de Jake y tengo que admitirlo. Lo amo
mucho.
Lo miro y me devuelve la mirada, no es necesario que lo diga para que él lo sepa.
Lo amo y lo transmito en la mirada que le doy. Él sonríe de oreja a oreja y sus ojos
se achican.
Te amo tanto, Jake.
—¿Quieres que me quede? —le pregunto a Jake.
—No creo que sea necesario —dice Johnson, rompiendo nuestro transe de
enamorados. Miramos en dirección al doctor.
—No lo entiendo —digo, confundida—. Me dijo que debo estar aquí para él, pero
no cree que sea necesario que me quede.
—Era necesario que vinieras para ver el proceso, pero no lo verás en esta sala, lo
verás en la siguiente sala donde se encuentran algunas pantallas para que tú veas
la sesión. Ahí hay una cámara —señala a una esquina en el techo, detrás de él—,
podrás ver todo el proceso de hipnosis. También es necesario que te quedes, el
proceso de hipnosis es muy complicado emocionalmente para el paciente y
necesita a la persona más cercana y que confíe más, en este caso eres tú. Él te
necesita en este proceso y posterior por el desastre emocional que puede sufrir al
recordar todo lo que vivió
Aprieto más fuerte la mano de Jake.
—Estaré aquí para él —digo y veo a Jake—. Siempre estaré para tí.
Jake suspira y se inclina para unir nuestros labios en un vasto y corto beso, pero
que está lleno de tantas emociones.
Suspiro cuando me separo y le doy una sonrisa tranquila, sé que está nervioso y
ahora yo soy su ancla para que no se hunda y se mantenga a flote. Tengo que
estar para él, me está dejando entrar, y tengo que aprovechar la oportunidad.
No me daré por vencida esta vez, no dejaré que me aleje, estaré ahí para él el
tiempo que sea necesario.
Me está dejando entrar.
No puedo expresar la felicidad que siento, es demasiado hermoso saber que me
está dejando conocer sus demonios.
—Bueno sería mejor empezar a prepararnos... —dice Johnson, pero es
interrumpido por un golpe en la puerta.
El doctor dice que pase y entra una mujer joven, parece que tiene unos 18 o 19
años, su rostro es angelical y tiene grandes ojos azules que se ven que guardan
grandes secretos.
—Oh, lo siento, no creí que estaba ocupado —dice la chica, su voz s muy bonita.
Limpia sus mejillas, claramente ha estado llorando.
—Aeryn, ¿sucede algo? —pregunta Johnson.
—Yo... —la chica cuyo nombre es algo extraño y bonito se pone a llorar otra vez,
solloza—. Yo necesito hablar con alguien, y... usted sabe mi situación...
—Creo que mejor nos vamos —dice Jake poniéndose de pie.
Me pongo de pie tambien, pero tomo la mano de Jake para que no se mueva y se
mantenga parado a mi lado. Me mira confundido, pero mi mirada está atenta en
Johnson.
—¿Podemos esperar un tiempo antes de iniciar el proceso de la hipnosis?
Los dos hombres me miran confundidos por mi petición, pero espero que me
entiendan, lo que al parecer no hacen, así que proceso a explicarme.
—Quiero prepararme al igual que Jake. Sé que suena ilógico y desconsiderado de
mi parte, pero al igual que él, yo quiero estar lista para este día y todo lo que
debamos enfrentar.
—No es desconsiderado de tu parte —dice el psicólogo—. De hecho, creo que
sería bueno porque tú vas a ser el ancla de Jacob en el momento más vulnerable
de su vida. Y creo que todavía me falta trabajo para realizar con él para que su
cuerpo se acostumbre a este proceso.
Suspiro aliviada y procedemos a despedirnos de él. Cuando salimos de ahí y la
chica triste entra al consultorio, me lanzo literalmente sobre Jake. Él me atrapa y
enredo mis brazos y mis piernas a su alrededor. Lo abrazo, como si la que
necesitara su calor fuera yo.
Pero a quien engaño, lo necesito, así como lo amo.
Me acerco a su oído y acaricio con mi nariz el lóbulo de su oreja, suspira y sus
manos agarran mis muslos desnudos que son expuestos por mi vestido verde
pálido.
Mi corazón late rápidamente, siento su corazón latir a sincronía del mío cuando
nuestros pechos se mantienen así de unidos. Suspiro mientras lo abrazo con más
fuerza, su rostro escondido en la curvatura de mi cuello al igual que el mío en el
suyo.
Amo abrazarlo, amo sentir su corazón, amo su voz, amo su risa, amo su mirada,
amo su sonrisa, su lujuria y su personalidad. Lo amo. Amo cada parte de él,
incluso con mucha más fuerza que antes, con mucha fuerza que me sorprende
increíblemente. Lo amo, no puedo parar de decírmelo a mí misma.
—Te amo.
Joder.
¿Acabo de decir eso?
Abro mis ojos, cosa que no me había dado cuenta que los mantenía cerrados.
Escucho que Jake jadea, el agarre en mis muslos se congela y todo su cuerpo se
tensa al igual que el mío. Al parecer él tampoco se esperaba que esas palabras
salgan de mi boca.
Me separo de él lentamente, mis pies tocan el suelo y doy un paso hacia atrás
para verlo. Sus ojos están abiertos como platos viéndome y su cuerpo algo tenso.
Creo que cometí un error al decirlo.
—Dime que no lo imaginé —pide, su voz suena ronca y forzada—. Dime que me
amas y que no lo imaginé.
Niego con mi cabeza, viendo sus ojos azules. Luce tan... vulnerable, luce como si
necesitara escucharlo de nuevo, y aquí estoy yo para complacerlo en sus deseos
más puros y correctos.
—Te amo, Jake.
—Oh, nena —murmura antes de tomar mi cabello y presionar sus labios en los
míos.
Me besa de manera húmeda, nuestras lenguas rozándose y sintiendo todo el amor
que hay entre nosotros. Paso mis brazos por sus hombros y mis manos van a su
cabello, ladeo mi cabeza y así el beso se vuelve húmedo y mucho más profundo.
Una de sus va a mi cintura y me acerca más a su cuerpo. Nuestros pechos se
juntan tanto que siento los latidos de su corazón.
Nos separamos para poder respirar después de que el oxígeno es consumido, aún
así va dejando pequeños besos en mis seguro hinchados labios. Junta su frente
con la mía y acaricio con mi d do índice su barbilla y el rastro de barba que tiene
pincha mis dedos.
—También te amo —susurra, su aliento olor a menta chocando en mi rostro—. Te
amo mucho, tanto que es abrumador.
—Te amo, Jake —río—. Al parecer no puedo dejar de decirlo.
—¿Eso a donde nos lleva?
—¿Huh?
Se separa de mí y toma mis mejillas con sus manos.
—¿Donde estamos justo ahora? ¿Eres mi novia?
—¿Es necesario poner etiqueta?
—Es de mala educación responder una pregunta con otra.
—Bueno, pues entonces soy una mal educada —sonrío pícaramente y el ríe
suavemente.
—Ya, enserio, ¿Eres mi novia ahora?
—No me lo has pedido bien.
Ríe otra vez, pero sus ojos azules lucen cautelosos y me mira fijamente.
—¿Quieres ser mi novia? —luce esperanzado y acaricia mis mejillas con sus
pulgares distraídamente.
—Uhm... Creo que sí.
—¿Crees?
Una gran sonrisa se expande por su rostro y no puedo evitar reír, esto es increíble.
—Bueno, sí quiero ser tu novia —respondo con la misma sonrisa que me está
brindando—. Ash, a veces te pones pesado.
Pongo los ojos en blanco en broma, él se ríe y me vuelve acercar a sus labios
para volverme a besar. Sus labios se mueven de manera lenta y tierna, es un beso
dulce, pero debilita mis piernas y me hace sentirme como gelatina. Al separarnos
suspira y me mira con una gran sonrisa.
—Hoy, viernes, 16 de diciembre del 2016, Kylie Andrews y Jacob Stevens retoman
su relación.
—Eres un ñoño —me río.
—Pero tuyo.
—Mío —repito sus palabras y se siente tan puro y correcto que no puedo evitar
sonreír.
—Tuyo, nunca dejé de pertenecerte.
—Ni yo tampoco —siento mis ojos humedecerse y un par de lágrimas bajan por
mis mejillas. Lágrimas que Jake se encarga de limpiar—. Soy tuya, y no de un
modo posesivo, pero te pertenezco.
Se ríe otra vez y me vuelve a besar.
—Me alegra que no tengas sueños húmedos donde te corres cuando te golpee
con una fusta.
—No creo que haya alguien en la vida real que le guste que su vagina sea
golpeada por una fusta —digo riéndome.
—Mi novia —susurra, como si fuera increíble—. No puedo creer que acabo de
recuperarte.
—Te amo mucho —susurro de vuelta—. Y yo tampoco puedo creer que mi Jake
esté de vuelta.
—Y te prometo que nunca se va ir otra vez. Siempre tuyo.
—Siempre mío.
Capítulo +18
----

Gimo mientras su lengua sigue torturando mi sexo. Aprieto en puños la sábana y


me retuerzo, mis piernas están abiertas para él, su cabeza escondida entre estas,
sus manos sosteniendo mi trasero mientras me sigue torturando con su boca.
Chillo prácticamente cuando succiona mi clítoris entre sus labios y sigue
moviéndolo de un lado a otro con su tortuosa lengua.
—¡Oh, joder! —grito cuando sus dientes jalan de mi sensible clítoris.
Duele, pero es un dolor placentero que quiero que lo haga de nuevo.
Siento su risa en mi sexo y eso hace que mis caderas se separen del colchón y
vayan a buscar su boca.
—Nena, ¿Quieres correrte? —pregunta con fingida inocencia, yo literalmente
gruño.
—¡Deja de ser un idiota! —grito frustrada—. Si no terminas ahora con lo que
empezaste, te juro que te violaré en este momento.
—Eso suena más como un premio que como una amenaza —se burla.
—¡Deja de torturarme!
Se ríe una vez más, antes de desaparecer su cara otra vez entre mis piernas.
—Oh, sí —gimo.
Su lengua sigue su sigue su trabajo, esto es tan delicioso que no puedo parar de
gemir y gritar incoherencias. Es exquisito la manera en que sus labios succionan
mi intimidad y sus dientes atrapan suavemente mi humedad. Su lengua hace su
camino hasta lamer mi entrada y me separo de la cama gritando. Su lengua entra
en mí y siento mi cuerpo tensarse.
—Jake, joder, Jake... ¡Ah!
Con su pulgar acaricia mi clítoris mientras su lengua entra y sale de mí. Mis
caderas tienen vida propia y se mueven como si follara su cara. Los gemidos
salen desde el fondo de mi garganta y el orgasmo me arrolla como un tren
pasando a toda velocidad. Me corro gritando su nombre, solo su nombre es lo
único que puede salir de mí.
Mi cuerpo yace en el colchón, me siento como líquido inútil regado en el piso. Se
incorpora y se coloca a horcajadas sobre mi cuerpo mientras separa mi cuerpo del
colchón y baja la cremallera de mi falda del trabajo que se encuentra en mi
espalda. Me la retira y prosigue a sacarme la camiseta.
A penas llegué del trabajo, él a procedido a atacarme y solo me dio tiempo a
sacarme mis bragas y mis zapatos.
Sus manos siguen desnudándome y van al broche del sujetador. Al sacarlo, lo
arroja en algún lugar y observa mis pechos desnudos antes de apretarlos con sus
duras manos. Se inclina y me besa.
—Feliz Navidad —susurra Jake en mis labios.
—Feliz Cumpleaños mi amor —digo, él se coloca entre mis piernas y las abro para
él.
Siento como procede a bajarse la bragueta y desabrochar el botón de su pantalón.
Lo detengo saca de su bolsillo una envoltura de aluminio que anuncia un condón.
—Espera. Quiero hacer algo antes de que procedas a follarme.
Me mira confundido, pero puedo ver la frustración en sus ojos.
»No me mires así, es para tu placer.
Sonríe de lado y lo empujo para que su espalda se coloque sobre el colchón de su
cama. Me siento a horcajadas sobre él y beso sus labios, para bajar a su barbilla y
llegar a su cuello. Beso su cuello y subo a su oreja para morder y susurrar en su
oído:
—Es tu cumpleaños, y siento que yo me llevé el regalo.
—Me encanta probarte —es lo único que dice.
Mis besos van bajando por su pecho, su abdomen y llego hasta mi destino: su
polla. Tiene una erección enorme y sonrió al verlo tan afectado por mí. Es tan
grande y grueso, no miento ni exagero en eso.
Voy bajando sus vaqueros junto con su ropa interior y al sacarlos los lanzo por
algún lugar de la habitación. Ambos estamos completamente desnudos.
—Te amo —le digo antes de tomar su pene y metérmelo a la boca.
Lamo la cabeza de su masculinidad, mi mano acaricia su piel aterciopelada y lo
escucho jadear mientras levanta la cabeza. Mis ojos se encuentran con los suyos
mientras continúo con mi trabajo. Paso mi lengua por su extensión y luego me
meto todo a la boca, hasta el fondo de mi garganta.
—Kylie —murmura con voz ronca, me percato de que sus manos se encuentran
en puños.
Subo y bajo mi cabeza, chupo y succiono el tiempo debido. Gruñe y gime y eso
me impulsa a continuar con mi asalto. Me separo para acomodar mi cabello en
una coleta para que no estorbe en mis ojos y regreso con lo mío.
Su pene llega hasta muy hondo en mi garganta, lo paso por el interior de mi mejilla
y lo saco con un sonido de *pop*.
—¿Te gusta? —pregunto, acariciándolo con mi mano.
—Me encanta, nena, me encanta.
Me río y pongo mi atención nuevamente donde más se requiere. Su polla empieza
a palpitar y paso mi lengua para acabar con su martirio y acelerar su orgasmo. Me
separo justo en el momento de que se va a correr, me incorporo y me siento
nuevamente a horcajadas sobre él. Él abre los ojos y me mira, se ve frustrado
pero excitado.
—Quiero que te corras dentro de mí.
—¿Estás segura? Cancelaste el uso de tus pastillas, puedo ponerme un condón...
Niego con la cabeza rápidamente.
—Estoy ahorita en control de natalidad, sabes, no estoy fértil y... por favor, hazme
el amor como lo hemos estado haciendo.
—¿Segura? —asiento con la cabeza.
—Muy segura, no va a pasar nada, no vamos a embarazarnos.
—Pero si dejo una semilla en ti, no quiero quejas —dice riéndose.
Pongo los ojos en blanco, él me mueve hasta que ambos estamos recostados de
lado, yo le estoy dando la espalda y él separa mis piernas mientras se acomoda.
—Mi segunda cucharita favorita —susurra en mi oído mientras me penetra. Quiero
reír por lo que dijo, pero no puedo porque siento el placer al sentir como me
expande.
—¿Cuál es la primera? —pregunto, mientras sale otra vez de mí y vuelve a entrar.
—Cuando estás entre mis brazos mientras duermes.
—Eso sonó muy romántico.
Suspiro mientras sigue moviéndose lentamente. Desde esta posición puede ir más
hondo.
—Tengo mis momentos —dice antes de empezar a moverse más rápido y duro.
***
—Feliz cumpleaños, mi amor —vuelvo a decir sobre sus labios.
Estoy sentada sobre su regazo, usando solo una camiseta suya negra y él está
usando únicamente pantalones de chándal.
—El mejor cumpleaños que he tenido —dice, devolviéndome el beso.
—Tengo un regalo para tí.
Sonríe.
—¿De verdad? Creí que ya me lo habías dado.
—Esa fue la introducción —le guiño un ojo y desenredo mis brazos de su cuello,
me pongo de pie y camino a la cocina.
Agarro el pequeño pastel de chocolate que tiene dos velas con forma de números,
proceso a encenderlas y es tan sencillo y hermoso. 21 años. Jake ya tiene 21
años hoy 25 de diciembre. También tomo la caja con su regalo y camino a la sala
de estar nuevamente cantando la canción del cumpleaños.
—Feliz cumpleaños a ti —dejo el pastel en la mesa de café y junto a este su
regalo de cumpleaños.
—No tenías que hacer esto —dice con una gran sonrisa.
—¡Claro que tenía que hacerlo! Eres mi novio desde hace una semana, quiero
hacerlo bien.
—Una semana y dos días —me corrige.
—Ñoño.
—Zanahoria.
—Inmaduro.
—Hermosa.
—Mío.
—Tuyo —me jala hasta que me tiene sentada en su regazo otra vez. Mis brazos
de enredan alrededor se su cuello y los suyos alrededor de mi cintura.
—Tuya —susurro muy cerca de su boca.
—Mía —repite—siempre mía.
—Te amo mucho.
—Te amo mucho de vuelta.
—¿Vas a pedir un deseo? —pregunto, alzando una ceja—. Si no te apresuras, nos
va a tocar comer pastel con cera de vela derretida.
—Todo lo que he querido está aquí conmigo.
No puedo evitar suspirar profundo, como idiota enamorada.
—Aw, eres un cursi.
Se ríe y cierra sus ojos, se inclina un poco al frente y sopla las velas, las apaga y
yo aplaudo con mis manos aún atrás de su cuello.
»¡Eres un encanto!
Me inclino y lo beso, un beso húmedo y profundo que nos tiene jadeando y
ardiendo nuestra piel en llamas. Siento su erección presionarse en mi cadera, pero
decidí ignorarla, tenemos todo el día para estar juntos.
Gracias a Dios solo me tocó trabajar medio tiempo hoy hasta las once de la
mañana, y él no tiene entrenamiento hoy, así que tenemos todo el día encerrados
en nuestra nivel de algodón de azúcar rosa.
Toma el pastel de la mesa de café y le da un mordisco y me lo ofrece, le doy un
pequeño mordisco también y justo cuando le da otro mordisco, le presionó un
poco el pastel en su rostro, su nariz y su barba quedan manchadas por la crema
de chocolate que adorna el pastel.
Me río y el se inclina y me besa por toda la cara. Gritó divertida mientras intento
separarlo, pero no puedo. Esto es lo que yo considero la luna de miel, es cuando
mostramos nuestro amor a flor de piel, y hay que aprovechar cada segundo.
Después de que se separa, ambos estamos sonriendo y jadeando. Apuesto a que
parecemos idiotas enamorados.
Me estiró y tomo la pequeña caja envuelta en papel de regalo color azul y con un
lazo color negro, es pequeña y no puede contener mucho, pero es lo mejor que
pude conseguir.
Se la extiendo y la toma con una gran sonrisa. Nuestras manos se tocan y no
puedo evitar suspirar.
—Sé que no es mucho, pero espero que te guste.
—Ya me encanta y eso que todavía no lo he visto.
Sonrío y me coloco a su lado en el sillón para que él pueda abrir su regalo. Lo
abre y sonríe al ver que hay en el interior de la caja. Su sonrisa es enorme y pura,
que me indica que él está feliz con mi obsequio.
Lo toma entre sus dedos y lo examina. Es un collar de cuero negro, tiene dos
pequeños dijes color plata que Dove me ayudó a diseñar y que ahora cuelgan del
collar. El primero es un balón de fútbol americano, y el segundo es una guitarra
acústica. El balón tiene grabado «siempre mío» y la guitarra tiene grabado
«siempre tuya». Lo hice con todo mi amor, y al par ver a él le encanta.
Puedo ver cómo suspira hondo mientras lee las grabaciones en los dijes, me mira,
sus ojos están cristalizados y mi sonrisa favorita se posa en su rostro.
—¿Te gusta? —muerdo mi pulgar con nerviosismo.
Él retira mi mano de mi boca y me atrae hasta sentarme nuevamente en su
regazo, pero está vez a horcajadas. Toma mi cabello y me atrae en un beso dulce
y tierno, nuestras lenguas rozándose y mostrando lo mucho que nos amamos.
—¿Eso responde a tu pregunta? —murmura después de separarnos.
—Maleducado. —lo acuso.
—Te amo con todo mi corazón, Ky.
—Yo te amo mucho más.
—Lo siento, jovencita con cabello de zanahoria, creo que se equivocó de
habitación —bromea Dove tratando de cerrar la puerta de nuestro pequeño
departamento.
Riendo, empujo la puerta y Dove deja que se abra. La abrazo porque veo que a
pesar de que está sonriendo, está algo molesta conmigo y se ve algo triste.
—Lo siento, lo siento, lo siento —repito mientras la sostengo abrazada de su
cuello. Toma mi camisa en puños pero no me devuelve el abrazo.
—En verdad quería que pasáramos año nuevo juntas —dice—. Marie pasó con su
aquí nuevo novio, Clara estuvo en Seattle cogiendo con un chico toda la noche,
seguro ya tiene ladillas de nuevo. Y yo pasé sola con Jessica y el idiota de Logan
en Oregon. Quería más refuerzos para aguantar a ese idiota.
—Tenía que viajar a Nueva York, Dovie. Jane ya se ve muy embarazada, este
último mes ha crecido su estómago. Está absolutamente hermosa, es hasta casi
injusto para algunas mujeres que Jane se vea increíble embarazada.
—Lo sé, pero ya ni siquiera pasas aquí —dice, se separa de mí y camina hasta el
sofá, se sienta, yo cierro la puerta y me siento a su lado—. Necesito desahogarme
por lo que pasó en año nuevo con Logan. Necesito hablar con alguien lo mucho
que él me hace daño.
La envuelvo otra vez en un abrazo y ella pone una mano en mi abdomen.
—¿Voy por helado? —pregunto.
—De cereza.
***
Al regresar, Dove está hecha un ovillo en el sofá. Logan me cae bien, es un buen
chico y todo, pero no me gusta la disputa que tiene contra Dove. Es como si la
odiara, y ni siquiera hace el intento por conocerla; y no entiendo cómo alguien
puede odiar a Dove después de pasar con ella cinco minutos, no me lo puedo
imaginar.
Dove es hermosa, es una belleza sumamente visible que resulta intimidante. Sin
embargo, Dove sabe que la belleza se acabará pronto y que lo que vale la pena es
el hermoso corazón que tiene. Y es una lástima que crean que ella es odiosa y
una perra solo por su aspecto.
Es una mierda, las personas no se conforman con nada. Si son bonitas y no lo
saben, se aprovechan de la vulnerabilidad de la persona y le hacen daño, como lo
hicieron con Jane. Y si son bonitas y sí lo saben, las critican y las hacen ver como
las malas de la historia, las tachan de adjetivos denigrantes, como hacen con
Dove.
Entonces, ¿Qué es lo que quieren? Porque yo, sinceramente, no lo entiendo.
Me siento a su lado en el sofá cuando se levanta un poco, y al sentarme, coloca
su cabeza en mi regazo.
—Traje casi toda la tienda de helados —digo y coloco las bolsas llenas de seis
botes de helado a mi lado—. Creo que sí los necesitas.
—Me envío un mensaje disculpándose —susurra, su voz suena apagada—. ¿Es
normal que quiera odiarlo pero no puedo? Siento un lazo fuerte con él, pero no
puedo seguir haciéndome daño, no a mí misma —se levanta y se sienta bien en el
sofá, puedo ver en sus ojos las ganas intensas que tiene de llorar, pero se
contiene—. Lo quiero, ¿vale? Dios sabe que lo quiero. Pero me quiero más a mí.
Y no sé si eso está mal, pero por primera vez, me estoy poniendo a mí misma por
encima de él.
—Y eso está muy bien —digo y la miro a sus ojos azul oscuro extremadamente
bonitos—. Está muy bien que te quieras mucho a tí misma para que no te dejes
amedrentar por él.
Suspira.
—Siento que... lo que pasó en año nuevo fue el detonante que necesitaba. No
necesito a alguien que me insulte cada vez que se molesta. Te juro que esta vez
yo no hice nada, ni siquiera crucé palabra con él, pero desde que llegué a su casa,
Logan estaba enojado apenas me vio y...
Se detiene abruptamente.
—¿Y...? —presiono.
—No digas esto a nadie, ¿vale? —asiento y la miro para que continúe, suspira—.
Estábamos en su casa, era de noche y a la mañana iba a viajar para acá, así que
estaba viendo películas con Jessica y ella se quedó dormida. Escuché llanto y
gritos desde una de las habitaciones, me puse de pie y fui corriendo en la
dirección de los lamentos. Logan tiene pesadillas sobre lo que pasó en Siria —mi
corazón se apretuja.
»Estaba teniendo una pesadilla y lloraba. No sabía qué hacer, así que lo sacudí
hasta que despertara. Se volvió loco porque lo vi en su momento vulnerable... o
algo así gritó él. Me dijo muchas cosas, cosas dolorosas que yo... yo no respondí.
No dije nada, solo salí de su habitación para ir a la mía, hice mis maletas y pedí un
que cambien mi vuelo para esa misma noche. Desde que llegué a Boston, ha
estado llamándome como loco y enviando mensaje tras mensaje. No he
respondido. Eso fue la gota que derramó el vaso.
Guau... eso es... simplemente una putada.
Logan tiene pesadillas, creo que más fuertes que las de Jake. Pero eso no es
excusa para tratar a alguien así como lo hizo con Dove, ella solo trataba de ayudar
y él... él solo la menospreció.
Me acerco a mi amiga y la abrazo, sé que Dove está reprimiendo todos sus
sentimientos y eso no es sano. No llora, pero veo en su expresión que muere por
hacerlo. Muere por llorar, eso es mucho más triste.
Está escondiendo su noble y lindo corazón para que ya nadie más le haga daño. Y
eso... eso es una mierda porque Dove es una de las personas más puras que
aman con el corazón. Logan nunca conocerá a una chica como ella, y se
arrepentirá de haberla dejado ir.
—Logan se puede ir al carajo —pienso en voz alta—. No te merece, no merece
tener tu corazón.
—Ya lo tengo de vuelta, no se lo volveré a dar. A nadie.
***
—Hola, hermosa —saluda la voz de Jake a través del teléfono.
—Hola, mi amor —digo de vuelta.
—¿A qué hora vendrás? Ya se está haciendo tarde, no quiero que te pase nada.
Me quedo en silencio por un rato. Amo estar en el lugar de Jake, pero tengo un
apartamento que no he pisado en dos semanas. No me puedo quedar con él
siempre, aunque me encantaría hacerlo.
—Hum... esta noche voy a quedarme aquí. Quisiera ir contigo todo el tiempo, pero
no puedo.
Ésta vez hay un largo silencio de su parte y estoy empezando a desesperarme.
Corto con afinidad las cebollas, acelerando la velocidad de mi mano con el cuchillo
para calmar mi ansiedad de que no hable. Estoy preparando la cena porque mis
amigas me reclamaron que ya no cocino para ellas como antes.
Soy estudiante de gastronomía, me gusta la cocina y cocinar... y comer.
No me culpen, ¿a quién no le gusta comer?
—Jake, habla, por favor —pido exasperada, dejando el cuchillo sobre la tabla de
picar después de terminar con la cebolla.
—¿Por qué no puedes? —pregunta al fin, pero el sonido decaído de su voz hace
caer mi corazón al suelo.
—Jake, me encanta estar contigo y dormir contigo. Si fuera ir mí, pasaría como
una larva pegada a tí —río nerviosa—. Pero, no puedo. No vivimos juntos y...
—Ven a vivir conmigo —su interrupción hace que mi sangre se enfríe.
¿Acaba de pedirme que...?
—¿Estás... hablando en serio? —mi voz suena chillona y aguda.
—Sí, claro que sí —murmura—. Mira... somos adultos, tengo 21 años y tú tienes
20. Sabemos lo que hacemos, no hay impedimento y no podemos estar lejos del
otro. O por mi parte, yo no puedo estar lejos de tí. No puedo dormir sin tí. Te
necesito y te aseguro que tú piensas lo mismo —tiene razón—. Kylie... no lo
pienses demasiado. Se espontánea. Te amo y quiero dar este gran paso contigo.
Dios... mi corazón golpea fuerte y rápidamente a mi caja torácica. Parpadeo un par
de veces para detener las lágrimas que están empezando a formarse en mis ojos.
Me está dejando entrar. Me quiere a su lado.
Sé lo que es perderlo, sé lo que es que se cierre a mí y no me deje estar ahí para
él; pero ahora está abriendo las puertas que fueron cerradas. Está aquí para mí, al
igual que yo para él.
Una lágrima baja por mi mejilla y muere en la comisura de mi boca, el sabor
salado se siente en la punta de mi lengua. Es la única lágrima que ha escapado de
mis ojos.
—Sí —susurro después de largos segundos de silencio—. Quiero vivir contigo
Jake.
—¿En verdad? —pregunta, se escucha claramente feliz.
—Te amo mucho.
Esa es toda la respuesta que necesita. Quiero vivir con él. Quiero estar con él.
Es el amor de mi vida.
Nunca amaré a nadie como lo amo a él. Nunca veré a otro hombre como veo a
Jake. Lo amo mucho. Fue mi primer hombre, y aunque no ha sido el único, yo lo
siento así. Ha sido el único que me ha hecho el amor. El único con el que he
sentido ese lazo que nos hace sentir uno cada vez que nuestros cuerpos se unen.
Es mi primer, mi único, y mi último amor.
—Te amo tanto, Kylie —su voz es ronca mientras dice esas palabras.
Creo que mi corazón va a explotar de lo rápido que late cuando pronunció las
siguientes palabras:
—¿Cuando puedo llevar mis cosas?
—Puedo ir mañana en la mañana para ayudarte a traerlas. Mientras más rápido
estés conmigo, todo será mejor.
Jake
Kylie está nerviosa, al igual que yo.
Pero a pesar de todo, estamos tan jodidamente felices que esto esté sucediendo.
No era necesario que traigamos su cama, porque aquí hay una muy grande que
compartirá conmigo. Así que solo llevamos su ropa y sus objetos personales.
La verdad es que fue más fácil convencerla para que se venga a vivir conmigo de
lo que creí; pensé que tendría que sudar mi culo por lo menos tres meses y
rogarle para que aceptara. Pero me alegra como la mierda que haya aceptado.
Hemos dado un gran paso, un paso enorme que me ha encantado tomar. Fue
espontáneo y sin siquiera meditarlo.
Pero ¿meditar qué? ¿Para qué dar más vueltas al asunto? Yo la amo, ella me
ama, no debemos pensarlo demasiado.
Y mientras manejo en dirección al edificio donde vivo en Boston, a una hora de la
residencia de Kylie, no puedo parar de sonreír. Estoy tan putamente extasiado de
que al fin nuestra relación esté yendo en la dirección correcta; al fin ambos nos
estamos entendiendo, hemos madurado tanto que me es increíble que al mirar
atrás, pueda ver una relación un poco tóxica con esta increíble y hermosa chica
pelirroja.
Cuando éramos adolescentes, nuestra relación era buena, pero peleábamos todo
el tiempo; gritábamos como locos, nos decíamos cosas hirientes cada vez que nos
enojábamos, peleábamos por cosas sin sentido y asuntos que no nos competían.
Incluso una vez terminamos por algo que no era nuestro problema.
Pero, ahora todo es diferente.
Antes la amaba con locura, todo lo que respiraba y sentía era Kylie, sin embargo,
ahora... todo es mucho más fuerte. Se siente... mucho más real. Lo amo con tanta
fuerza que ella tiene la capacidad de romperme con tan solo un movimiento.
Ella me posee. Me tiene. Tiene mi corazón. Dependo de ella para mantenerme en
pie, y por lo visto es recíproco.
Y no es de que dependa de ella de una forma que me quité mi dignidad como
hombre. No es en ese aspecto. Se podría decir que es en una forma mucho más
profunda.
Dependo de ella para amar.
Sé que nunca amaré a alguien como la amo a ella al igual que ella me ama a mí.
No es esta una relación donde el hombre da mucho más que la chica porque debe
limpiar sus pecados; ambos fallamos en el pasado, y ambos estamos dando la
misma cantidad de amor y de afecto.
Es así de simple: La necesito para amar porque nunca amaré a nadie como lo
hago con ella, punto.
—Estás muy callado —dice, volteándose sobre el asiento del pasajero y subiendo
una mano para acariciar mi cabello. Sonrío contra su tacto.
Su mano baja de mi cabello a mí rostro y acaricia mi mejilla que esta apartada de
barba, porque me afeité hoy en la mañana. Reprimo un gemido por lo placentero
que me resulta su tacto, la forma en que sus dedos acarician mi mejilla. La nieve
del invierno cae sobre el parabrisas y el paisaje que nos rodea. Es una vista
bonita.
—Estás tan suave —murmura, y no me pasa desapercibido su voz ronca.
—¿Quieres saber lo suave que se siente en otra zona que requiere mi atención?
—le doy un corto vistazo, separando mis ojos de la carretera.
La forma en la que abre sus labios y jadea me deja saber que mis palabras le han
afectado considerablemente.
Sonrío y miro otra vez hacia la carretera repleta de nieve.
Esto es lo bueno del sexo con Kylie: nunca es aburrido. Podemos pasar de un
polvo duro y follar hasta que nuestros huesos se quejen, a hacer el amor de una
manera lenta. Y lo mejor de todo es que de cualquier forma resulta ser
increíblemente placentero.
Pero no es suficiente para calmar mi hambre por ella.
Quiero repetirlo cada vez que la tengo cerca, cada vez que su aroma se filtra por
mis fosas nasales. Cada mañana que despierta a mi lado con olor a sexo y su
rostro totalmente satisfecho.
Y no todo en esta relación es sexo. Podemos estar calmados, sentados en el sofá
y viendo la televisión. O ella leyendo un libro, y yo haciendo los deberes de la
universidad. Podemos conversar horas y horas sobre nuestro día y no cansarnos
de hacerlo. Porque a pesar de que el tiempo que fuimos solamente amigos lo veía
como una tortura, nos sirvió para confiar más entre nosotros. Nos sirvió a
conocernos mucho mejor.
—Oh, Dios, odio estar con el periodo —dice, haciendo una mueca de dolor y
llevando una mano a su vientre.
Frunzo el ceño con preocupación, ella nunca tiene cólicos y esta vez le está
doliendo mucho.
—¿Quieres que pase por alguna farmacia y compre Ibuprofeno o algo así? —
pregunto.
Kylie asiente.
—Sí, debo comprar tampones.
A diferencia de muchos hombres, a mí no me asquea hablar sobre el periodo de
mi novia. Es algo normal con lo que debo aprender a vivir, no lo noto asqueroso,
solo que es un límite para tener sexo porque a la señorita no le gusta ser tocada
cuando tiene la menstruación.
Estaciono en una farmacia y ambos bajamos del auto, entramos al lugar y
enseguida vamos al pasillo donde se encuentran las cosas que necesita.
Toma un paquete de lo que parecen ser tampones, lo mete en la pequeña canasta
de compras. Trato de evitar ver cuando pasamos por la sección de pruebas de
embarazo, al igual que Kylie.
A diferencia de Jane y Travis, nosotros no queremos hijos tan pronto. Más bien,
evitamos el tema de los niños por completo.
No es que no quiera que Ky sea la madre de mi descendencia, pero no ahora,
somos muy jóvenes. Ni siquiera hemos hablado sobre matrimonio y futuro como lo
hicieron nuestros amigos.
Tal vez por eso ellos funcionaron, no lo sé.
—Dios, no me puedo imaginar venir a comprar una de estas —dice tomando una
cajita rosada que contiene una prueba de embarazo.
—¿No quieres tener hijos? —pregunto, y me doy cuenta que estamos hablando de
niños. Raro.
—Claro que quiero —se encoje de hombros—; pero no ahora. Tal vez en unos
diez o quince años.
—¿Una mamá adulta? ¿Así como Shakira? —bromeo.
—Quisiera vivir los placeres de la vida antes de tener un niño —dice
simplemente—. Ya sabes... viajar, conocer el mundo y a mí misma. Madurar. Creo
que para tener un niño hay que crecer mucho, ser más madura, no lo sé, creo que
aún me falta mucho como para ser completamente madura.
Me mira, esos bonitos ojos marrones brillando.
—¿Y qué harías si te dejo una semilla ahora? —me burlo un poco, pero también
tengo curiosidad—. Te recuerdo que no nos hemos cuidado últimamente.
Se sonroja un poco y luego me mira, sus ojos serios y sé que su boca inteligente
me responderá para callarme.
—Bueno, no abortaría porque claramente fue hecho con amor y tengo mucho
amor que dar. No le faltaría nada, así que deshacerme de él no sería una opción
para mí —deja la caja en su puesto y se acerca a mí; pasa sus brazos por mis
hombros y sus manos juegan con mi cabello, mis manos toman su cintura y la
acerco más a mi cuerpo—. Pero no estoy embarazada, si lo estuviera no tuviera
mi periodo.
Sus labios me tengan cuando hablan y la callo con un beso. Tengo que bajar un
poco más de lo usual mi rostro porque hoy está usando converse y no tacones, y
ella tiene que subir el suyo. Su lengua se adentra en mi boca y ambos hacemos el
sonido de un gemido. Vale... hace calor. Mi polla de endurece al instante mientras
profundizamos el beso.
Mi mano deja su cintura y baja hasta encontrarme con su trasero. He querido
tocarla desde que la vi con estos jeans ajustados color azul que se adhieren muy
bien a su muy apetecible y redondo trasero.
Kylie es delgada, pero no tanto, se podría decir que tiene la contextura muy sexy:
delgada en la cintura y el estómago, pero con grandes pechos y un redondo
trasero. Es sexy y tiene largas piernas que amo verlas alrededor de mi cadera
mientras la penetro.
Su contextura se parece un poco a la de Jane, pero no le digan a Travis que
estaba viendo las tetas y el culo de su chica. Me cortaría el pene y me lo daría de
comer.
—Jake —sé que está agitada y excitada por el sonido de su voz—. Estoy con mi
periodo.
—Eso no me importa, nena, y lo sabes —mis labios dejan los suyos y mis besos
bajan por su mandíbula hasta su cuello, la escucho jadear.
—Estamos en medio de un pasillo, alguien nos puede ver —su voz es
entrecortada y ronca. Sonrío.
Dejo de besarla y me incorporo. Me importa una mierda que estemos a mitad del
pasillo de una farmacia. Ella debería saberlo.
***
—Debo ordenar mis cosas —dice Kylie, regresando del baño con sus bragas
puestas y tal vez ya puesta un tampón. Se acuesta en la cama y se acurruca a mi
costado.
Paso un brazo por sus hombros y la atraigo más a mí. Mi cuerpo reacciona al
hecho de que su torso esté desnudo y que sus pechos se peguen a mí.
—Cariño, no puedo creer que hayas querido negarme hacerte el amor —la riño—.
El sexo fue fantástico.
Apenas cruzamos la puerta, ataqué a Kylie y la traje a la habitación. La follé tan
duro y delicioso que no me importa sus quejas que estaba menstruando. No me
importa, amo hacerla mía cada vez más. Es algo que me llena de placer y orgullo.
Y olvidó sus quejas cuando obtuvo tres orgasmos.
—Pues recuérdalo, porque no lo tendrás en cuatro días.
Le doy una mirada fulminante cuando ella sube su rostro y me ve con una sonrisa
socarrona.
—¿Segura que quieres jugar a esa carta? —la reto.
Ella se ríe sarcástica y se incorpora apoyándose sobre su codo para verme mejor.
—¿Estás tú seguro que quieres jugar? —se ríe un poco—. Cariño, te recuerdo que
las mujeres no necesitamos tanto el sexo como los hombre. Podemos sobrevivir
meses, años incluso; y ustedes sin una semana de acción ya tienen las bolas
azules. Así que quien saldría ganando por el simple hecho de tener una vagina
seré yo, y no tú.
Buen punto.
Frunzo los labios y ella se estira y los besa, el beso se prolonga cuando relajo mis
labios y los abro para que pueda entrar su lengua en mi boca. No pierdo tiempo y
la jalo para montarla a horcajadas sobre mí, mi pecho se une con el suyo y mi
pene reacciona de la manera que mejor sabe.
Estoy con una terrible erección que no hace más que rozarse con la tanga sexy y
negra de Kylie.
Acaricio su trasero desnudo y gime, se rosa contra mí y eso no hace más que
despertarme.
—Deberíamos dejar de tener tanto sexo —murmura jadeante por mis besos en su
cuello—. Ya no creo que soy estrecha por tu culpa.
Río.
—Cariño, eres muy estrecha. Cada vez que entro en tí tengo que apretar las
nalgas del culo para no correrme vergonzosamente rápido porque me aprietas
demasiado, de una manera deliciosa.
Sonríe y me jala para unir sus labios con los míos.
—Auch —se queja cuando rompo sus bragas y nuestras pieles desnudas se
rozan; su linda vagina se encuentra caliente, lista para recibirme—. Será la última
vez que tengamos sexo cuando esté con el periodo.
Sonrío de manera pícara. Ambos sabemos que eso no va a pasar.
Kylie
Las semanas pasaron, el invierno aún no termina, y yo sigo siendo la novia del
mejor hombre que conozco y he conocido en mi vida.
Es increíble lo sana y buena que ha sido nuestra relación, no pensé que íbamos a
alcanzar este punto de regocijo y éxtasis de nuestra relación pero lo hicimos.
Y estoy tan feliz.
Él me hace feliz.
Cuando lo encontré tirado en el suelo de una mansión en una fiesta millonaria
donde estaba teniendo una sobredosis de drogas, no imaginé que íbamos a llegar
a esto, a esta etapa de nuestras vidas donde al fin compartimos nuestro lugar,
donde vivimos y estamos construyendo un futuro juntos.
Y mientras miro la cristalería de la tienda de cosas para la casa, me quedo
pensando mucho sobre lo que estamos haciendo:
Estamos buscando un futuro que nos hará ganar a largo plazo.
—¿Qué te parecen estas copas? —pregunto—. Vamos a necesitarlas cuando
tengamos visitas, no podemos servir vino en tazas para café.
—Están bien —se encoje de hombros y pongo los ojos en blanco nuevamente.
—¿Puedes por lo menos fingir que te interesa la cristalería o alguna cosa de
estas? —refunfuño—. Y es tu culpa que estemos aquí, tu departamento está casi
vacío y es impersonal, quiero darle algo de color.
Bufa.
—Por centésima vez, no es mi apartamento, es nuestro. Y sí me interesa, nena,
pero sabes que soy un chico.
Elevo una ceja.
—¿Qué demonios significa eso?
Se encoje de hombros por sexta vez en la última hora.
—Que con una silla, una televisión, el partido de los Seattle Seahawks y a mi
chica montada sobre mí, soy feliz.
Dios, dame paciencia.
Frunzo el entrecejo. Jake es mucho más atento que muchos chicos que he
conocido, pero la verdad es que aveces actúa como un hombre de cuarenta años
desempleado que vive con su madre.
Y aún así, lo amo.
—Agradece que te ame mucho —le digo y regreso mi atención a la cristalería—.
No entiendo porque la mayoría de los hombres no se interesan por esta clase de
cosas básicas como el hogar.
—Es que mientras ustedes jugaban a administrar una casa, nosotros jugábamos a
cazar a conejos.
—¿Cazar conejos? —pregunto, mirándolo perpleja—. ¿Qué clase de hombre sin
corazón eres?
Bufa de nuevo, pero parece divertido.
—Cariño, somos de Oregon, sabes que en ese estado es necesariamente
necesario aprender a cazar antes de dejar de hacer mierda en el pañal —es la
única explicación que me da.
Me río un poco y me acerco a él para darle un pequeño beso y seguir con mi
búsqueda para renovar el departamento.
Después de elegir una fina y cara cristalería que hace a mi cuenta bancaria llorar,
voy a la búsqueda por unos nuevos sofás. No es que no me guste los sofás de
cuero color café de la casa de Jake... bueno, no me gustan, punto. Son muy
masculinos y gritan soltero por todos lados.
Y Jake ya no es soltero.
Lo siento, señoritas, él es mío.
Miro unos de cuero blanco con cojines color beige. Son modernos y algo chic,
pero a la vez son masculinos y funcionan tanto para Jake como para mí.
—¡Jake, mira! —golpeo su costado con mi codo y él se queja, levanta la vista de
su celular dónde está siguiendo el partido de los Seattle Seahawks a través de
Twitter—. Son hermosos, ¡Oh por Dios! ¿Qué te parecen?
Jake hace un sonido nasal en afirmación y regresa la vista a su celular. Pongo los
ojos y retiro su celular de sus manos, él se queja pero no intenta recuperarlo.
—Hombres —murmuro para mí misma.
—Creo que están bien —dice viendo para los sillones, al fin y luego regresa su
mirada hacia mí—. Ahora, ¿puedes devolverme mi celular? Estoy apostando
contra Travis de que Seattle puede cargar sobre Kansas.
Le extiendo su celular mientras lo fulminó con la mirada y sacó mi cartera. Los
ojos de la vendedora brillan al ver que voy a comprar los muebles más caros del
lugar.
—Definitivamente estoy en bancarrota —le murmuro a la chica entregándole mi
tarjeta.
Adiós maestría, ahorros de cinco años, más de cinco mil dólares, y todo por querer
vivir en un apartamento que luzca decente.
La muchacha sonríe ampliamente, pero su sonrisa se borra y sus ojos se abren
con sorpresa cuando la tarjeta es arrebatada de sus manos.
Jake se la quitó y la guarda en su bolsillo de sus vaqueros negros que se sienta
muy bien a su trasero.
—No vas a pagar —guarda su iPhone en su otro bolsillo—. Ya pagaste la
cristalería y los adornos, no voy a dejarte pobre.
Sonrío con ironía. Está loco.
—¿Pagarás tú? —le pregunto, esperanzada.
—Claro que pagaré yo, el juego terminó y Travis tiene hasta media noche para
depositar tres mil dólares en mi cuenta.
Me río y lo alcanzo, lo abrazo por su cuello, poniéndome un poco de puntillas a
pesar de que llevo tacones. Sus manos van a mi cintura y me juntan más a su
cuerpo.
—No puedo creer la cantidad de dinero que apuestan, es casi inhumano.
Se inclina y besa mis labios en un corto beso. Lo mancho un poco de carmesí por
el labial que estoy usando, lo limpio con mi pulgar y él lo muerde un poco que me
hace reír.
—Bueno, ahora Travis es una perra con una cuenta bancaria de estrella. Maldito.
Si hubiera sabido que hacerme profesional significaría tener un sueldo de seis
dígitos, lo hubiera hecho.
—Pero no es como si te hiciera falta dinero —le recuerdo—. Ganas del fideicomiso
de la empresa de tus padres y aparte trabajas con esos niños que tanto amas.
Pone los ojos en blanco, pero aún así sonríe.
—Tom sigue acosándome —se queja, pero puedo ver qué lo disfruta.
—Y aún así, amas al pequeño Tom.
—Más te amo a ti.
—Lo sé —me estiro una vez más para besar su barbilla—. Por supuesto que me
amas.
—Eres tan modesta.
Besa mi frente y yo respiro su aroma. Huele a Old Spice y a limpio por la ducha
que tomamos juntos esta mañana. Solo recordar lo que hicimos en la ducha hace
que un sonrojo se expanda por mis mejillas hasta mi cuello.
—También te amo —susurro y él suspira en respuesta—. Te amo mucho, mi
amor.
***
Después de pagar y de comprar un tapete nuevo, salimos de la tienda y vamos a
nuestro apartamento para dejar las compras. Los sofás llegarán en dos días, justo
después de San Valentín y cuando regresemos a casa después de dar una vuelta
a visitar a Jane y Travis a Nueva York.
Me siento en el feo sofá y estiró las piernas, recostándome prácticamente y
enciendo la televisión con el control remoto. Jake sale de la cocina con una bolsa
de palomitas de maíz preparada en el microondas.
Me dice que levante los pies y lo hago, mis pies están sobre su regazo y él
acaricia distraídamente mi pierna desnuda, acto que envían oleadas de calor a mi
ingle.
—Deja de hacer eso —digo cuando sus dedos acarician la cara interna de mi
muslo.
Tal vez no lo hace tan distraídamente.
—¿Por qué? —sonríe con fingida inocencia.
—Ya tuvimos sexo esta mañana, Jacob. Tengo miedo de convertirme más abierta
que una olla.
Jake se ríe de manera ronca y mis pezones traidores reaccionan y requieren su
atención.
Jake lo nota porque estoy usando una camiseta sin sujetador porque no lo
requieres. Se relame los labios y sus ojos se quedan congelados en mis pezones
erectos que sobresalen a través de la tela color salmón.
Y su mano sigue subiendo hasta que desaparecen dentro de mí falda negra y
alcanza mi núcleo.
Empieza a acariciarme encima de las bragas y separo las piernas para que tenga
más acceso; jadeo y echo mi cabeza hacia atrás.
Gimo está vez cuando hace a un lado mi tanga e introduce sus dedos dentro de
mí sin ninguna clase de antelación. Saca y mete sus dedos dentro de mi interior,
haciéndome estremecer y pedir por más.
Una de mis manos sube y atrapo uno de mis pechos, torturando a mi propio pezón
por debajo de la tela. Subo mi camiseta por completo y mis pechos saltan al aire.
—Oh Dios mío —gimoteo mientras la velocidad de sus dedos aumentan y su
pulgar tortura mi clítoris.
No pasa mucho tiempo para que mi orgasmo me alcance, haciéndome gritar de
placer y sus dedos nunca dejan de entrar y salir de mí mientras me corro.
Cuando la ola de placer se ha ido, no pierdo tiempo; me retiro mis bragas porque
me gustan y no quiero que las rompa y me coloco a horcajadas sobre él.
—Joder —susurro, mi voz extasiada—. Eso fue increíble, Jake.
—Me encanta darte placer —dice antes de besarme.
Nuestras lenguas se rozan y ambos gemimos. Se desabrocha el pantalón y baja
su cremallera; toma su erección con su mano y la saca para colocarla en mi
entrada y deslizarse en mí.
Ambos gemimos de placer y hacemos el amor en medio de la sala, con la ropa
puesta.
***
—Así que mañana debemos manejar cuatro horas —se queja Jake nuevamente.
Estamos sentados en la mesa de desayuno de la cocina, sentados en taburetes
diferentes pero juntos.
—No te quejes, vas a ver a tu mejor amigo, y admite que lo extrañas.
—Claro que extraño a esa perra —ríe y yo río con él—. Es el segundo amor de mi
vida. Tú eres el primero, por cierto.
Sus palabras poco románticas y algo extrañas calientan mi corazón.
—Eres tan extraño —murmuro—, pero te amo.
—Y yo te amo a ti, nena, a pesar de que nunca hayas cazado un conejo.
—¡¿Qué clase de persona con conciencia quisiera matar a un conejo?! ¿Es que
no tienes corazón?
—Sí, lo tengo —me dice—. Y es tuyo.
Se inclina y besa mis labios.
Ay, qué cursi somos.
Jake está nervioso mientras conducimos de vuelta a Boston.
Nuestro viaje a Nueva York a sido corto y ambos visitamos a nuestros amigos y
pasamos día de San Valentín juntos, disfrutamos de su compañía, vimos películas
y todo como en los viejos tiempos.
A excepción que Jane está claramente embarazada de una niña de seis meses y
se ve tan malditamente hermosa qué es injusto para otras embarazadas. Prometió
venir en las pascuas en vez de yo ir, lo cual lo peleé porque ella no puede viajar
muchas horas en su estado, pero es una cabezota y se negó hasta que yo cedí.
Y mientras miro el paisaje por la ventana, estoy pensando que hoy es el día.
El día que Johnson programó para la hipnosis de Jake.
Muerdo mi labio inferior, yo también estoy nerviosa, muy nerviosa, pero debo ser
fuerte por él. Él es el que me necesita fuerte en este momento que recordará
exactamente el accidente, sin borrones, sin censura.
Aprieta el volante duramente mientras el letrero que anuncia que estamos ya en
Boston aparece frente a nuestros ojos.
Lo miro.
Y me destroza.
Está apretando el volante tan fuerte que sus nudillos están blancos, su mandíbula
está apretada y el músculo en su mejilla derecha está duro. Trago duramente y lo
sigo mirando.
Estoy tan preocupada por él, siento mi corazón romperse cada vez que pienso en
el accidente. Sé de memoria el reporte del hospital; que sus padres habían muerto
en la escena y que Jake estaba claramente lastimado. Pero sólo él sabe qué pasó
exactamente. Los detalles que nadie sabe, él sí, aunque no los recuerda muy bien.
—Me pones más nervioso si me miras así —dice, viendo fijamente el parabrisas.
La nieve cae alrededor de nosotros aunque es febrero y se supone que ya se
debe ir derritiendo. Pero esta vez el invierno se atrasó y estamos en una nevada
que casi no podemos ver nada, a pesar de que son las doce de la tarde.
—Me gusta verte —le respondo simplemente, tratando de aligerar el ambiente
tenso que se ha instalado entre nosotros.
—En una hora tengo la cita —murmura.
—Lo sé.
—Y estoy jodidamente nervioso.
—Lo sé —vuelvo a decir.
—Johnson dice que la hipnosis también va a ayudar a que duerma como una
persona normal, que las pesadillas se vayan. Dice que mi mente ha puesto una
barrera cuando estoy despierto, por eso casi no puedo recordarlo... pero cuando
estoy dormido, las barreras caen y los recuerdos empiezan.
—Lo cual tiene mucha lógica —tomo su mano que está en la palanca de cambios
cuando se para en una luz roja—. No tengas miedo, mi amor, yo estoy ahí contigo.
Atraparé tus pesadillas y las patearé el trasero.
Sonríe y respiro con tranquilidad.
—Tengo miedo —admite en voz baja, y rompe mi corazón—. Tengo miedo de
recordar.
—Yo también lo tengo —susurro y la luz cambia a verde, arranca el auto.
Tengo muchas emociones en este momento a medida que nos acercamos al
departamento para dejar nuestras cosas, pero el sentimiento que más florece es:
miedo.
Miedo de que su actitud cambie, miedo de lo mucho que puede afectarle esto.
Miedo de que me aleje de nuevo.
***
Después de dejar nuestras cosas en el departamento, vamos en dirección al
consultorio que queda en el centro de la ciudad. Jake maneja en silencio, siempre
mirando al frente y yo no digo nada para aligerar el ambiente, por temor a que diga
algo fuera de lugar o salido de contexto que lo haga sentir más incómodo de lo
que ya está.
Así que solo me dedico mirar por el parabrisas, ver como los árboles y los edificios
de ladrillo rojo se mezclan entre sí y dan a Boston un estilo sofisticado y
tradicional. Es una ciudad maravillosa que siempre me ha cautivado. Desde que
era una niña, prefería venir a esta ciudad antes de ir a alguna playa. Me encanta la
historia que guarda esta ciudad, y el clima —a pesar de que es más cálido— se
parece al de Oregon, y me hace sentir en casa.
Mi celular vibra en mi bolsillo y lo saco, es un mensaje. De mi madre.
Sorprendida, lo abro y leo el veneno que tiene para decir.
Ella: Espero que no hayas muerto y seas capaz de devolverme el mensaje para
saber si estás viva o no.
El mensaje es tan impersonal, justo como lo es Amalia Van Lauren-Andrews. Mi
padre y ella tuvieron problemas porque ella quería conservar su nombre de
soltera, lo cual no tiene nada de malo, pero para mi padre sí lo tenía, así que
mamá lo colocó como segundo apellido.
Mis padres son... algo peculiares. Papá es un mandilón que le gusta ser sometido
por una tirana como mamá, pero cuando las cosas no son como quiere, se
comporta mucho peor que ella. Y mamá... es una tirana. Le gusta que todo el
mundo haga todo lo que ella dice y si no es así, te pisotea hasta no dejar nada de
tí.
Estoy agradecida con ellos porque me dieron todo lo que quise; incluso me dieron
un auto de cien mil dólares cuando cumplí dieciséis. Pero ellos deben saber que
eso no compra la felicidad. No era feliz, para nada. Mi madre me compraba todo lo
que quería con la condición que empiece a modelar, y cuando me negaba, me
pisoteaba y me trataba peor que a la basura.
Suspiro y decido responderle.
Yo: Estoy viva.
Mi mensaje es igual de impersonal que el suyo, no necesitamos decirnos más;
estamos mejor sin llamarnos y con solo enviarnos u mensaje cada tres o cuatro
meses.
No nos necesitamos, y es mejor así.
—Llegamos —anuncia Jake, su voz temblorosa, a pesar que intenta hacerse ver
seguro de sí mismo.
Sale del auto y lo rodea para abrir mi puerta, me pongo de puntillas cuando salgo
y beso su barbilla en agradecimiento. Al parecer eso no es suficiente para ninguno
de los dos porque levanta mi barbilla y baja sus labios. Nuestros labios chocan y
este beso se siente tan diferente, pero no puedo distinguir en qué. Mi lengua se
adentra en su boca y ladeo mi cabeza para profundizar el beso. Tiene una de sus
manos en mi cintura, y la otra acaricia suavemente mi mejilla.
Y sigo pensando que este beso es diferente.
Nos separamos por falta de aire y él junta su frente con la mía, abro mis ojos y él
todavía tiene cerrados los suyos. Nos quedamos así por unos minutos hasta que
lentamente nos separamos y cierro la puerta del pasajero.
No decimos nada en el camino a la entrada cubierta de nieve del consultorio del
Dr. Johnson. Hace un frío de muerte, y lo siento en mis huesos a pesar de que
estoy puesta un abrigo que pesa el doble que yo. Ambos entramos al vestíbulo y
nos sentamos en la sala de espera. La chica bonita del otro día sale, diciendo un
adiós al doctor Johnson y sonriéndonos. Le devuelvo una sonrisa de labios
cerrados.
—Señor Stevens —dice la recepcionista que está sentada detrás de un
escritorio—. El doctor Johnson está listo.
Tomo una bocanada de aire y me pongo de pie, tomo la mano de Jake y lo ayudo
a ponerse de pie, también; entramos al consultorio sin tocar y Johnson está
sentado con las piernas cruzadas en un sofá negro y grande que resaltan el color
blanco de su cabello. Está usando sus típicas gafas de lectura, un chaleco a
cuadros color azul que cubre una camisa gris y unos pantalones de vestir blancos
con unos zapatos de vestir negros, sus calcetines color verde están a la vista.
No combina nada de lo que lleva puesto, tal vez a mi mamá le hubiera dado un
ataque cardíaco al ver el estilo de este señor.
Le extiendo mi mano y la toma, la sacudo en un saludo y Jake hace lo mismo.
Tomamos asiento en el sillón largo de cuero color marrón.
—Demos inicio a tu sesión semanal —dice encendiendo su grabadora de voz,
pero no me pasa desapercibido que hay una cámara de vídeo en la sala—. Tengo
que recordarte que la sesión será grabada con tu consentimiento en nombre del
departamento de justicia de los Estados Unidos de América.
—¿Y entonces por qué la cámara? —pregunta Jake y tomo su mano,
entrelazando nuestros dedos.
—Ya te lo expliqué la semana pasada, Jacob —dice el doctor—. Kylie no se puede
mantener en la sala porque sería una distracción, pero ella tiene que ver el
proceso para que sepa a qué se enfrenta —se dirige a mí ahora—. En el cuarto de
al lado, se encuentra una televisión que está conectada a esta cámara, podrás ver
todo el proceso desde ahí. Es necesario que lo mires, tú serás la persona a la que
Jacob se tendrá que sostener cuando el proceso termine.
Me encuentro un poco mareada por la explicación, pero asiento con la cabeza, de
todos modos. Me pongo de pie y me inclino para besar los labios de Jake, aún se
siente diferente, pero lo ignoro.
Salgo de la sala y entro a la habitación donde se encuentra un televisor, y el
doctor Johnson y Jake aparecen en la pantalla. Me sorprende ver a Jake que está
con su cabeza apoyada en el sofá y con sus piernas extendidas sobre este; está
recostado, y sus brazos están cruzados sobre su pecho. Se ve tan sereno y en
paz, el nerviosismo de horas antes parece haberse esfumado.
—Esta bien, Jake, has manejado por cuatro horas —dice Johnson—, ¿te sientes
cansado?
—Sí.
Su respuesta me da escalofríos, su voz suena monótona, no suena a él.
—¿Recuerdas cuando no podías dormir? Recuerda lo cansado que estabas,
cuando te despertaban a las tres de la mañana y lo único que pedías era una hora
de sueño. ¿Te sientes así de cansado ahora?
—Sí —vuelve a responder, con esa voz monótona.
Esto es fascinante, incluso yo me siento algo cansada y con sueño. Nunca he sido
testigo de un acontecimiento así, algo tan antinatural, donde la mente es dormida
y la consciencia toma las riendas del asunto.
—Bien —el Dr. Johnson empieza a anotar algo en su libreta—. ¿Puedes recordar
todo lo que hiciste en el día 25 de julio del 2013? Recuerda, estás a salvo, nadie ni
nada puede hacerte daño aquí.
—Estoy saliendo de un bar de Seattle con mi padre —empieza a decir—.
Habíamos visto el juego de los Seattle Seahawks, ganaron, y mamá está en una
reunión porque ella se encarga de la publicidad de la empresa, así que pasamos
toda la mañana viendo el juego —puedo verlo sonreír un poco.
—¿Qué pasó después? —pregunta Johnson.
—Mamá nos llamó, dice que se había desocupado de la reunión rápidamente y
que tenemos que volver a casa porque Patrick está de visita en la ciudad. Nos
encontramos en el hotel donde tuvo la reunión, y nos subimos rápidamente al
auto; me subo al asiento trasero, papá va de copiloto y mamá conduce.
Oh Dios, ya viene. Mi corazón empieza a latir rápidamente dentro de mí pecho.
—¿Qué pasó en la carretera? Dilo, Jake, nadie puede hacerte daño ahora —la voz
del psicólogo suena muy suave, demasiado suave y calmada.
—Estamos ya llegando a Oregon —su voz sale algo tensa y temblorosa—. Estoy
intercambiando mensajes con mi novia, es muy linda y una buena chica —
sonrío—. Mamá y papá están hablando sobre el nuevo proyecto de la empresa,
quieren que me una a la conversación pero no quiero, quiero hablar con Ky.
—Está bien, ¿ves algo fuera de lugar?
—El auto emana un pitido —su voz es aún más temblorosa—. Mamá lo ignora,
dice que no sabe lo que significa, pero que asume que es falta de gasolina. Papá
la apoya en su teoría, pero yo pienso que es algo malo, puedo sentir que es algo
malo. Sin embargo, no lo digo, no le recuerdo a mi madre que está sin el cinturón
de seguridad porque mi novia ya me ha respondido y mi celular vibra.
»Me ha enviado un mensaje, diciéndome que sus padres no se encuentran.
Seguimos conversando, pero el pitido se hace más fuerte y guardo mi celular en
mi pantalón para ver por la ventana. Papá se saca su cinturón y baja la ventana
mientras saca un cigarrillo y lo enciende.
Oh, oh...
—Así que, hicieron caso omiso al pitido y encendió un cigarrillo —repite Johnson y
Jake asiente—. ¿Sabes qué pasó después? ¿Viste algo? Puedes decírmelo, Jake,
nada malo va a pasarte.
Jake asiente.
—Hay un resplandor que llama mi atención —me es casi imposible escucharlo
porque susurra—. Está en el lado derecho, el lado de mi padre, fuera del auto y se
ve muy brillante, se siente algo de calor, pero me quedo mirando el resplandor
como un idiota. Es fuego.
Por Dios, no...
»Las palabras no salen de mi boca —continúa—. Me es imposible hablar, casi no
respiro. Mi padre se percata y se asusta, y el cigarrillo cae en el pavimento,
alimentando el fuego. En el auto suena cada vez más fuerte el pitido y la gasolina
se ha terminado. Mi madre grita, creo que entra en pánico o algo así y empieza a
conducir de un lado a otro, como serpiente. Chocamos con un camión que
transporta madera, el choque es fuerte e intenso que todo mi cuerpo empieza a
doler. Todo mi cuerpo duele y mucho. El cinturón de seguridad me atrapa, no me
deja respirar.
Sus ojos revolotean a través de sus párpados y mi corazón se rompe. Esto es muy
intenso.
Puedo escuchar el sonido de mi corazón que golpea fuertemente contra mi caja
torácica, nadie dice nada, aguanto mi respiración y lo único que puedo escuchar
son los latidos constantes de mi corazón.
—Estás a salvo —dice Johnson con voz suave, después de un largo silencio del
que Jake no dice nada—. Aquí estás a salvo.
—El brazo de mi madre se queda atascado entre la ventana del auto en su puerta
y le es arrancado, escucho su lamento de dolor claramente; es un chillido agudo y
desgarrador. —Oh Dios mío—. Ella todavía está viva, pero mi padre golpeó su
cabeza con el parabrisas, y este se abre. Deja a la vista una mucosidad rosa y
fibrosa a través de su cráneo abierto. Quiero moverme, pero no puedo. Mi pierna
está atrapada en el asiento de adelante. Siento mucho dolor. Duele mucho.
Empieza a moverse de un lado a otro, pero el Dr. Johnson progresa a calmarlo.
Jake se calma y vuelve a su posición.
—El auto da vueltas —continúa después de un momento, una lágrima escapa de
sus párpados cerrados—. Mamá está sin el cinturón y quiero estirarme para
atraparla, pero no puedo hacerlo. Mi cinturón no cede cuando quiero abrirlo. El
dolor en mi pierna incrementa y el auto deja de dar vueltas. Estoy de cabeza como
un puto murciélago, y mamá me está mirando, pero no me ve. Sé que no me ve.
Su sien está abierta y sangre brota de ella. Sus ojos azules me observan. Está
decepcionada de mí por no haberla salvado.
Lágrimas fluyen por mi rostro, eso es horrible. Él no debió haber visto todo eso. Él
no... Sollozo y tapo mi boca con mis manos, mi Jake ha visto algo tan horrible, por
eso me alejó, por eso se drogaba.
Para olvidar.
—Sáquelo de ahí —suplico al doctor Johnson, pero no me puede oír porque
prácticamente estoy suplicándole a la pantalla—. Por favor, sáquelo de ahí.
—¿Recuerdas algo más? —pregunta el doctor. Su voz suave que está empleando
retumba en las paredes.
—Mi pierna me duele —dice y puedo ver la mueca de dolor que hace en su
rostro—. Estoy desorientado, pero puedo sentir claramente el dolor en mi pierna.
Miro en dirección a esta y no la puedo distinguir. Parece una maraña de sangre y
puedo ver mi hueso; duele mucho. Escucho sirenas acercarse, creo que es la
policía o los bomberos. Por favor, sáqueme de aquí —suplica y empieza a
moverse de un lado a otro. Luego tose y me levanto de la silla, su rostro adquiere
un color no natural.
»No puedo respirar, hay mucho humo... Por favor. Está muy oscuro, el humo
quema mis pulmones. Hace mucho calor. ¡Sáqueme de aquí!
Tose.
El doctor mira a la cámara y luego a él.
—Está bien, Jake, en la cuenta de tres vas a despertar —anuncia—. Uno... Dos...
Tres...
Veo el momento en que Jake despierta, tapa su rostro con sus manos y sé que
está sollozando.
Salgo corriendo del cuarto y entro a la sala, Jake ya se ha sentado y sus manos
siguen en su rostro, sus hombros tiemblan con cada sollozo que da y yo tengo que
silenciar los míos, pero eso no impide a mis lágrimas caer.
Miro a Johnson y él lo mira preocupado. Me arrodillo al frente de Jake, entre sus
piernas y él me deja hacerlo. Tomo sus manos y destapo su rostro lentamente,
toda su cara está sonrojada y sus mejillas llenas de lágrimas que rompen mi
corazón. Sus ojos están rojos y me mira, pero no puedo saber qué es lo que está
pensando ahora. Beso sus dedos, su palma, sus nudillos, tratando de reconfortarlo
de alguna manera, que sepa que no está solo, que me tiene aquí para él. Que me
tiene para siempre.
Siempre mío. Siempre tuya.
—¿Estás bien? —pregunto.
Es una pregunta estúpida por hacer, porque claramente la respuesta es negativa.
Su masculino rostro está desencajado. Me mira, pero es como si no me
reconociera, no me está viendo, no puedo sentir esa mirada que hace a mis
piernas temblar. Y sé lo que esta mirada que me está dando ahora significa:
Se está cerrando a mí.
—No —responde seca y fríamente.
Siento apuñaladas en mi corazón. Su voz sonó como cuando recién despertó del
coma que el accidente lo dejó. Su voz suena como la que tantas veces me
insultaron.
Suena como si me odiara.
Y eso me mata de una jodida, muy jodida manera.
Jake
No puedo mirarla.
En verdad quiero hacerlo, pero no puedo.
Entiendo que ella no tiene la culpa de nada, no es como hace dos años que sentía
que tenía que culparla.
Kylie no es la culpable de mi mierda.
Sin embargo, esta vez es diferente. No quiero que vea lo vulnerable que soy. No
quiero que vea lo cobarde que fui. El monstruo que soy.
Es mi culpa.
Mi jodida culpa.
Yo los maté al no decir nada. Al no advertirles. Yo lo hice.
Merezco sentirme como me siento.
Merezco sentir el miedo que estoy sintiendo.
Me lo merezco.
—Iré a llenar tu prescripción —me dice la voz de Kylie, lo único que yo puedo
hacer es mirar la puerta de madera de nuestro apartamento—. Volveré a más
tardar cinco minutos.
Asiento monótonamente con la cabeza, sin dejar de ver hacia la puerta. Puedo
percibir el calor que emana su cuerpo porque está sentada a mi lado en el nuevo
sofá blanco.
—Sé lo que estás pensando —dice a mi lado, tomando mi mano—, y no es tu
culpa. No hubo manera en que pudieras impedirlo. Estaba fuera de tus manos. No
te sientas mal, no me alejes. Por favor, no te cierres a mí.
No puedo verla, pero la súplica es clara en su voz. Me pide que no la aleje como lo
hice antes, que la deje dentro de mi cuerpo como lo he estado haciendo en estos
cuatro meses que nos hemos acercado. Pero me es imposible.
Ella no debe estar con alguien como yo.
Con un monstruo como yo.
Sin embargo, y a contra de todo pronóstico, asiento con la cabeza; la monotonía
me está destruyendo. Lo siento con cada respiración que doy. Pero no puedo
hacer nada; es la única forma en la que no puedo sentir nada.
Es mejor sentir nada, antes que sentir la mierda que eres por dentro. Y yo soy una
mierda.
Lo sé. Jodidamente entiendo que todos tenemos una mierda con la que lidiar.
Unos más fuerte que otros. Pero, en este mismo momento, yo soy la mierda más
grande.
Todo estaba bien. Al no recordar todo estaba muy bien.
Tenía a Kylie, y sentía por ella. Pero ahora... me es difícil sentir algo.
Cualquier cosa.
Mi mierda me atrapó y no sé cómo salir de ella.
Kylie deja un beso en la cima de mi cabeza y se va. Soy consciente de cada
movimiento que hace; del sonido que hacen las llaves de su auto, como suena su
puerta al cerrarse. Sé el momento perfecto cuando arranca y como se aleja. Y yo
me quedo ahí, sintiendo nada.
Sintiéndome vacío.
Y por primera vez en cinco meses quiero drogas.
Las necesito.
Necesito sentir como la marihuana quema mi garganta y mis pulmones. El ardor
que la cocaína causa al raspar mi nariz, al ser inhalada. Como el éxtasis acelera
mi corazón y me hace sentir bien.
Necesito sentir algo.
Necesito sentir lo que las drogas me ofrecen.
Me paro del sillón y voy a mi habitación, llego a mi mesita de noche y abro todos
los cajones frenéticamente.
Nada.
No hay nada.
Voy al armario, busco y boto los cajones en lugares al azar. No encuentro nada. Ni
una sola pastilla de coca o éxtasis. Ni un solo gramo de marihuana.
Busco por toda la casa, como una avalancha que destruye todo a su paso. Y me
desespero porque no encuentro nada.
Paso mis manos por mi cabello, sintiendo a mi corazón latir descontroladamente,
como mi cuerpo me pide un poco de droga. Como mi cuerpo súplica por ello.
Y siento que me ahogo.
Quiero un insentivo.
Por esto empecé a hacerlo, ahora lo veo. Empecé a drogarme para no sentir la
maldita culpa. Y ahora que quiero algo, que mi cuerpo está rogando por ello, no
tengo nada.
—¡JODEEEER! —grito y salgo de la casa, azotando la puerta.
No me coloco un abrigo más cálido, estoy solamente usando un suéter rojo; y al
salir a la calle, siento el frío calar mis huesos.
Finalmente puedo sentir algo.
La nieve cae en pequeños copos que, si no estuviera loco, apreciaría la forma
suave en que caen contra el pavimento. Pero en este momento, las siento como
rocas que cortan mi piel.
Pero no me importa.
Estoy sintiendo.
Y mis pies empiezan a moverse. Corro por todo el trayecto, por las calles cubiertas
de nieve de Boston, entre las personas que me miran como si estuviera loco.
Porque lo estoy.
O al menos, es así como me siento.
Corro hasta que mis pulmones se sienten maltratados y congelados, hasta que mi
respiración es sumamente difícil, hasta que mis piernas queman y mis brazos
duelen.
Hasta que empiezo a toser como un loco y apoyo mis manos en mis rodillas. Las
arcadas llegan y expulso todo, vomito tan fuerte, todo lo que he comido.
Las imágenes se reproducen en mi mente y yo sigo vomitando: El momento en
que el brazo de mi madre es desprendido de su cuerpo, como la cabeza de mi
padre fue abierta y estuvo en un baño de sangre.
La sangre.
La sangre.
La muerte.
Todo es demasiado. No puedo soportarlo.
Merezco morir, al igual que ellos.
—¡Jake!
Su voz me llama, la voz de Kylie, pero no me detengo, sigo expulsándolo todo.
»Joder, Jake, ¿qué sucede? —pregunta, siento su mano acariciar mi cabello
mientras sigo vomitando.
Después de detenerme, aún tengo arcadas, pero ya no tengo nada más en mi
estómago. Sólo el dolor y el vacío que mi cuerpo siente ahora, y que sólo lo puedo
llenar con una cosa: Coca.
—Kylie, consígueme algo de coca —todavia sostengo mis rodillas, pero aún así la
veo. Ella jadea por mi petición y su rostro, que estaba sonrosado hace un
segundo, se pone totalmente pálido.
—Jake... No —es lo único que dice, extiende su mano enfundada en un guante de
lana para cubrirse del frío, y en ella sostiene una bolsita con un logotipo de
farmacia. La tomo y adentro está un frasco con pastillas.
»Johnson me advirtió que esto podría ocurrir, y me dio una prescripción médica.
Es Xanax, calmará la ansiedad que tu cuerpo siente.
La miro mientras me incorporo. Mi mirada está fija en ella, como si fuera la primera
vez que la veo; sus mejillas están obteniendo el sonrojo nuevamente por el frío
que está haciendo, su cabello rojo está ondulado y tiene un brillo natural. Luce tan
suave. Tan frágil.
No puede estar con alguien como yo.
Alguien que es capaz de lastimarla.
No la merezco, eso es políticamente cierto.
Y lo correcto sería dejarla ir.
Sin embargo, tomo la mano que me extiende y empiezo a mover mis pies que
están congelados. Casi no los siento. Empiezo a toser nuevamente, y Kylie se
preocupa al ver mis ropas, o al ver la falta de ellas.
—¿Cómo me encontraste? —pregunto, y toso de nuevo. Su mano envía un poco
de calor a la mía, pero casi no lo siento.
Entrelaza nuestros dedos, ni siquiera me inmuto.
—Pasaste corriendo frente a la farmacia donde estaba —explica—. Te vi porque
estaba pagando en la caja, y te vi; no te seguí corriendo porque está justo a una
cuadra de aquí. Vamos rápido, todo mano está muy fría.
Llegamos a su auto y entramos. Kylie enciende la calefacción y espera hasta que
el aire cálido salga para encender el auto y empezar a conducir. Mi cuerpo sigue
temblando, a pesar del aire cálido que golpea mi cara, me sigo sintiendo frío y
tiemblo como un vibrador.
Tomo el frasco de Xanax y lo examino entre mis dedos.
En verdad quiero votar ésta mierda e ir a hacer una visita a algún proveedor, pero
al ver el rostro afligido de Kylie... Soy un idiota, pero no un imbécil. Sé que si hago
eso, lastimaría a Kylie mucho más de lo que podría soportar.
Eso la mataría.
Y yo no quiero hacerla sufrir más de lo que ya sufrió conmigo.
Tomo cuatro pastillas del frasco y las veo como descansan en la palma de mi
mano, burlándose de mí. Las meto en mi boca y me las trago sin agua, solo así.
Recargo mi cabeza sobre el asiento y empiezo a sentir el alivio.
El olvido.
—¿Te sientes mejor? —pregunta Kylie, estacionando el auto en el garaje del
edificio. Asiento con la cabeza, sintiéndome lo suficientemente relajado como para
hablar.
Sale del auto y lo rodea para abrir la puerta para mí. Me ayuda a salir de allí,
poniendo uno de mis brazos alrededor de sus hombros. No necesito ayuda para
caminar por el hecho de que esté entumecido por mi nuevo mejor amigo Xanax.
Necesito ayuda porque mis pies se sienten como bloques de hielo con cada paso
que doy. Con cada metro que atravieso, mis pies absorben mucho más frío.
Tomamos el ascensor al entrar al edificio y el calor regresa a mí, pero mi garganta
están ihinchada y mis pulmones se sienten agotados y no quieren trabajar.
El dolor en mis extremidades incrementan; puedo ver los dedos de mis manos
morados.
Y entonces pasa.
Todo se vuelve negro.
***
Kylie
—¡Jake, Dios mío! —grito cuando cae desmayado sobre mí. Lo atrapó antes de
que su cabeza tope el suelo.
Sus ojos están cerrados y estoy en un estado de pánico cuando las puertas del
ascensor se abren en nuestro piso.
Joder.
Esto no puede estar pasando.
No puede estar pasando lo que creo que es.
Puede ser una pulmonía.
Debí llevarlo al hospital al ver como temblaba de frío en el auto, como su cuerpo
se sacudía.
Estoy asustada, muy asustada.
Pongo mis manos debajo de sus brazos, y con todas las fuerzas que tengo, lo
saco del ascensor y lo arrastro por el suelo hasta que su cuerpo queda
completamente fuera del ascensor. Lo dejo ahí en el suelo y tomo una gran
bocanada de aire, cansada por todo el esfuerzo físico que realicé.
Joder, es pesado.
Jadeando, llamo al 911 y contestan al tercer timbre. Les explico todo y me dicen
que llegarán en cinco minutos con una ambulancia. Me dicen que no lo mueca
porque eso podría ser peor para él, que lo deje como está.
Tengo muchas ganas de llorar, pero no lo hago. Tengo que estar fuerte por él.
Voy a ser fuerte por él.
Jake
Me despierto por segunda vez en una cama de hospital en un lapso de seis
meses. Mi cabeza palpita cuando mis ojos se abren y un cuarto luminosamente
blanco me abraza; tengo una intravenosa en mi brazo derecho, otra en mi mano y
tengo cables conectados en mi pecho. Los puedo sentir.
Como también puedo sentir el respirador artificial conectado a mi nariz.
También puedo ver el cabello rojo de Kylie esparcido en la cama, como hay el
contraste del blanco de la sábana con el color rojo fuego de su cabello. Está
profundamente dormida, y aunque no puedo ver su cara, sé que se ve hermosa.
Su mano está tomando la mía, fuertemente, y ella está sentada en una silla al lado
de esta pequeña cama de hospital.
Intento moverme suavemente para acomodarme y no despertarla, porque esta
posición me hace sentir un calambre en el culo. Sin embargo, mis intentos son
vamos porque ella levanta su cabeza y sus ojos marrones claros me atrapan.
Pestañea un par de veces, sus ojos se ven cansados. No lleva maquillaje, su ropa
es diferente a la del día en que perdí la consciencia porque solo está usando un
pantalón de mezclilla y una sudadera roja que es mía, y le queda enorme.
Puedo ver como la emoción va llegando a su rostro y parpadea otro par de veces
para alejar las lágrimas. Sus pestañas son de color rojo y son largas; siempre
opaca el color de sus pestañas con rímel de color negro, por eso me encanta verla
sin maquillaje. Me hace ver todas esas facciones que ella las considera como
imperfecciones, pero yo las considero como algo hermoso.
Algo que solamente ella tiene.
—Jake —una lágrima baja por su mejilla, pero no la aparta, más bien se lanza a
mis brazos, acostándose en la pequeña cama conmigo. Le devuelvo el abrazo,
sintiendo su calor—. Estaba tan asustada. Tenías una neumonía.
Y empieza a llorar. Esconde su cara en la curvatura de mi cuello y siento sus
lágrimas mojar mi bata de hospital. Acaricio su suave cabello rojo, mientras ella
solloza. Parece que está llorando todo lo que no se ha permitido llorar en el tiempo
que estoy aquí.
¿Pero cuánto tiempo llevo aquí? Se le hago la pregunta y ella no me mira mientras
responde, sigue con su rostro enterrado en mi cuello.
—Solo un día, ayer te desmayaste y te han dormido para que él medicamento
haga efecto. Dios, Jake estaba tan asustada de que fuera algo peor.
—¿Algo así como gripe aviar? —intento bromear para aligerar el ambiente, ella se
ríe y me doy palmaditas en la espalda.
—Pues tenía miedo de una hipotermia —responde, y el temor es palpable en su
voz. Se incorpora sobre su codo y me mira directamente a los ojos, sus ojos
marrones llenos de lágrimas—. Escúchame Jake. Nunca. Jamás vuelvas a salir
sin un maldito abrigo en el invierno. Joder, me diste un susto de muerte y si yo
misma tengo que elegir la ropa que usas como si fueras un niño, lo haré.
Me río, pero es todo un acto. Un show. Porque ella ya no tendrá que preocuparse
por mí
Pero no puedo decirle eso aquí, quiero pasar mis últimos momentos con ella antes
de irme.
—Está bien —digo—. Sólo que no utilices el color rosa en mí como lo haces tú,
por mí está bien.
Ella sonríe con alivio y la felicidad de verme bromeando como antes es palpable
en su rostro. Sin embargo, odio ser quien sea quitará esa mirada en sus ojos
cuando me vaya.
El doctor entra y me da las indicaciones que debo tomar en la siguiente semana.
Le tranquiliza a Kylie, diciéndole que todo está bien conmigo y que los signos
vitales están bien. Pero que tiene que estar a mi lado por si acaso tenga una
recaída o algo.
De lo cual es un problema para mi plan. Para el plan en que dejaría a Kylie
viviendo tranquila, sin mí. Ella cree que me necesita, pero no lo hace. Ella merece
algo mejor, algo mucho mejor que yo.
Por eso me iré lejos y la dejaré tranquila, que viva su vida y que ya no se preocupe
por mí.
***
En este momento estoy recostado en la cama de nuestro departamento, con un
cóctel de pastillas que espera por mí para ser tomado. Kylie está preparando la
cena, y todo el departamento huele delicioso.
La voy a extrañar. Extrañaré su comida, la forma en que frunce los labios cada vez
que cocina, la concentración que aplica en hacer lo que ama. Extrañaré las cenas
que teníamos, la manera en que charlamos sobre todo y nada entre cada bocado.
Extrañaré hacerle el amor sobre la mesa del comedor o sobre el mesón de la
cocina después de que terminábamos de comer. Extrañaré como después de
cada orgasmo íbamos a la cama a seguir amándonos hasta el amanecer.
Pero más que nada, la extrañaré a ella. Su esencia de mujer. Su personalidad
femenina y extraordinaria. Su risa contagiosa y fuerte, una risa extremadamente
graciosa que puedo escucharla por horas y nunca aburrirme. Su sonrisa, blanca y
sincera, una de mis cosas favoritas en el mundo. Y lo más importante: Su manera
de amarme. Extrañaré tanto la forma en que me ama, la manera tan suave y pura
que me hace preguntar qué es lo que hice para merecerla.
Sí, extrañaré todo eso y más.
Y, a pesar de que me odies por lo que voy a hacer, tengo que hacerlo. Para que
ella sea libre de mí y de mi mierda.
Así que me levanto de la cama y salgo de la habitación. En cuestión de un minuto,
ya me encuentro en la cocina, viéndola servir la comida en dos platos. Se voltea y
se percata de mi presencia. Sonríe de esa manera tan hermosa y se limpia las
manos en su delantal color rosa.
Sí, definitivamente esto me dolerá más a mí que a ella.
—Oh, justo te iba a llamar para que vengas a comer —dice y toma los dos platos
llenos de pasta con salsa pesto y un pedazo de pollo a la plancha. Mi comida
favorita—. Te preparé un plato especial, espero que te guste.
La sonrío como respuesta, pero a ninguno de los dos se nos pasa desapercibido
mi sonrisa triste.
Tomo mi plato y nos dirigimos a la mesa del comedor, ella se sienta a mi lado.
Como en silencio mientras que ella habla sobre que Jane le llamó y que su bebé
se mueve cada vez en su vientre. Cosa que me invade de una enorme tristeza
porque nunca tendré eso. Nunca veré a la mujer que amo embarazada, porque si
no es con Kylie, no será con nadie.
—¿Qué está mal? —pregunta después de una larga pausa. Los dos ya hemos
terminado de comer.
—¿A qué te refieres? —respondo con otra pregunta, secamente.
A ella no le pasa desapercibido mi tono.
—Bueno, pues desde que llegamos del hospital, solo me has dirigido la palabra
tres veces. En verdad creí que estaba bien todo en el hospital, me abrazaste y se
sintió bien. Pero ahora... no lo entiendo.
—Pues la razón debe ser que solo ayer fui hipnotisado y que todavía esté en
shock por eso —ahora estoy a la defensiva.
—Eso lo entiendo, Jake. La cosa que no entiendo es que en un momento eres
amable y amigable, y al otro te comportas tan soez conmigo. Entiendo que te
sientas mal e impotente porque no pudiste hacer nada para salvarlos. Pero eso es.
No pudiste hacer nada.
Su comentario me molesta. Realmente me molesta y siento la ira crecer en mi
interior. Ya no es una actuación para que se deshaga de mí. La ira que ahora
siento es real.
—¿Así que lo único que te importa es si me comporto soez contigo, pero no te
importa como me siento? ¡Mis padres murieron, maldita sea! —estallo y me pongo
de pie, golpeando la mesa. Ella se sobresalta y me mira, no está asustada, solo se
ve furiosa también.
—¡Yo no digo eso! —grita de vuelta y se pone de pie, también—. Yo no pienso
eso. Me importa mucho como te sientes, pero...
—¡Pero nada, joder! —grito más fuerte y se calla abruptamente de lo que sea que
iba a decir—. Vi a mi madre ser desmembrada, los vi morir. ¡Y a tí lo único que
jodidamente te importa es que te trato de manera soez!
—Eso no es lo único que me importa, Jake...
Se quiere acercar a mí, pero me aparto rápidamente. El dolor de mi rechazo se
hace presente en su rostro.
—¿Quieres saber algo, Kylie? —ya no grito, pero sigo furioso—. Sinceramente me
vale mierda lo que te importa ahora, porque tú jodidamente no entiendes. No
entiendes nada de lo que está pasando dentro de mi puta cabeza. Te amo, pero
ambos nos hacemos daño. Tú me haces daño al no entender, y yo te hago daño al
hacer que tú soportes mi mierda.
Y lo que digo es cierto. O por lo menos, es así como yo lo siento.
—No te dejaré —dice con voz firme, sus ojos cristalizándose—. No lo haré. Te
amo y tú me amas. Te necesito y tú me necesitas. Es así como esto funciona,
como funcionamos. Ya te dejé una vez, no lo haré otra.
Niego con la cabeza, asombrado por su resistencia.
—No quiero tenerte aquí —le digo, me mira dolida.
—Pues qué pena, ahora esta también es mi casa.
Y eso es lo que faltaba para que la llama explote.
—¡Te estoy jodidamente diciendo que no quiero que estés aquí! —se sobresalta
otra vez y por un momento veo miedo en sus ojos, pero se disipa con rapidez, eso
me enfurece más—. ¡¡Quiero estar jodidamente solo!! ¡VETE!
—¡¡No!! —su negación suena firme y me paso las manos por mi cabello,
exasperado—. No te alejes de mí —suplica—. No te cierres a mí de nuevo. No lo
soportaría.
—Yo solo... —paso una mano por mi rostro, escucho a Kylie llorar y eso hace que
mi molestia se esfume. Pero no puedo seguir haciéndola daño—. Yo solo necesito
tiempo —digo al fin—, para pensar sobre todo esto. Necesito tiempo, Kylie.
—¿Estás...? —su voz se desvanece y miro sus ojos llenos de lágrimas—. ¿Estás
rompiendo conmigo? ¿Es eso?
Asiento con la cabeza y no digo nada más.
»Está bien —seca sus lágrimas y se acerca a mí—. ¿Puedo abrazarte por última
vez?
Asiento y ella envuelve rápidamente sus brazos a mi alrededor mientras solloza.
Me quedo estático durante un minuto, pero luego la abrazo. Con fuerza. Respiro
por última vez su aroma, su perfume de mujer que me vuelve loco. Su cuerpo se
funde al mío y se siente como si fuéramos uno mismo, como siempre se ha
sentido.
Después de minutos, o tal vez horas, se separa de mí lentamente. Sin mirarme a
los ojos se aleja y va al cuarto que solíamos compartir.
Suspiro con pesar, esto es una mierda y siento una lágrima deslizar por mi mejilla.
La amo, pero soy malo para ella. Ella se merece a alguien mucho mejor que yo, y
yo sé eso. En algún momento de su vida me lo agradecerá, tal vez cuando tenga
otro esposo e hijos y...
Y pensar en ella con otro hombre me hace tener ganas de vomitar.
Ella sale con su maleta de ruedas en su mano, y un bolso de mano en la otra. Miro
las lágrimas manchando su hermoso rostro, pero no solloza, no me mira y eso me
mata. Me pasa y abre la puerta del departamento, se va sin ver atrás.
Y es hora que yo haga lo mismo.
Kylie
Mi corazón pesa en mi pecho, mientras sollozo en el camino a mi antiguo hogar, la
residencia. Todo el camino lloro porque acabo de perder a la única persona que
voy a amar en mi vida. Llego después de sesenta largos minutos y estaciono en
mi antiguo espacio. Subo las escaleras al entrar a la residencia hasta mi piso. Al
llegar, tomo una gran bocanada de aire, lo cual es sumamente difícil por el nudo
en mi garganta, y golpeo la puerta. Ésta se abre después de unos segundos.
—Kylie —dice Dove, emocionada de verme, pero su sonrisa se borra al verme—.
¿Qué demonios...?
Se hace a un lado para que pase, pero yo suelto las maletas y la esquivo,
corriendo a mi antigua habitación. Sollozando porque mi corazón siente que va a
morir.
Me acuesto en la cama y lloro. Lloro por lo que parecen horas, hasta que no
puedo respirar, hasta que escucho la voz de Dove tratando de calmarme, hasta
que llama a Jane, hasta que parece que llama al 911. Lloro hasta que mi garganta
duele, hasta que mis pulmones no admiten el aire, hasta que los parámetros
llegan a mi habitación, hasta que me suben a una camilla.
Lloro por él, hasta que todo se vuelve negro y la oscuridad me da la bienvenida.
No quiero despertar.
La luz se filtra a través de mis párpados, tan blanca y brillante que siento mis ojos
arder. Así que no me queda más que abrir los ojos y despertar de aquella
pesadilla tan horrible que tuve anoche.
Pero al abrir los ojos, me doy cuenta que no fue una pesadilla.
Que todo fue realidad.
Y Jake me dejó.
Una sola lágrima escapa de mi ojo y baja por mi sien, pero parpadeo para
alejarlas. Para alejar el nudo en mi garganta que no tiene plan de irse.
Me percato de que tengo una intravenosa conectada a mi brazo, un respirador
artificial y que el frío que siento es también a causa de estar usando una simple
bata de hospital y de estar cubierta solo con una sábana blanca.
—Kylie —una voz muy familiar llega a mis oídos y el nudo en mi garganta crece al
ver de quién se trata.
Jane está sentada en una silla junto a la cama, con un vestido blanco y suelto que
la hace lucir hermosa, su cabello negro como la noche largo hasta su baja cintura
y con ondas, y su piel se ve hermosa. No lleva maquillaje, lo cual es casi injusto
que se vea tan radiante. Tiene una mano sobre su vientre crecido, y la otra está
tomando la mía.
—Jane —mi voz sale ronca por mi garganta inflamada.
Otra lágrima escapa de mi ojo y ella suelta su vientre para limpiarlo.
—¿Cómo te sientes? —pregunta—. Y no solo habló acerca de que estés aquí en
un hospital.
La veo, su rostro está serio y familiar y solo un abrazo de mi mejor amiga y que
ella me consuele. Así que rompo a llorar.
—Me dejó —lloro—. Me dejó, se alejó de mí y terminó conmigo. ¿Sabes dónde
está? ¿Lo has llamado? ¿Vendrá a verme?
El rostro de Jane se descompone y ahora parece triste mientras me mira con sus
ojos oscuros.
—Kylie... Jake se fue de Boston. No tengo idea a donde, ni siquiera Travis lo sabe.
Sólo sabemos que llamó a Travis en la mitad de la noche para que le diga que
vengamos porque necesitarás apoyo. En verdad lo siento.
Mi mundo colapsa en ese mismo momento cuando Jane dice esas palabras. Las
lágrimas inundan mis ojos y las libero mientras los sollozos hacen temblar mis
hombros. Cubro mi rostro con mis dos manos y lloro hasta que ya no queda más.
Siento el abrazo de mi mejor amiga y puedo llorar en su hombro. Jane no dice
nada, solo me deja desahogarme, y estoy agradecida por ello.
—No más que yo —susurro.
—Todo estará bien —me dice cuando siente que me calmo—. Si está destinado a
ser, será. Es así de simple. Y Jake y tú están destinados a ser. El amor duele, es
una perra odiosa que tenemos que aprender a como manejarlo. Pero una vez que
lo manejes, todo lo que trae es bueno y puro, esa es tu recompensa.
—¿Por qué duele tanto? —pregunto, con las lágrimas cayendo por mis mejillas.
—Porque vale la pena.
—¿Y vale la pena manejarlo?
Me separo de ella, y sus ojos oscuros me miran con sabiduría.
—Vale la pena la recompensa que nos trae. Vale la pena el reconocimiento de que
puedes amar con tanta pasión aún después de todo lo que viviste. Eso es lo que
vale la pena de estar enamorado.
Me quedo en silencio, no sé que responder a eso, solo de que creo que no vale la
pena. No sé cuánto tiempo pasa, hasta que una doctora entra a la habitación. Es
rubia y su cabello está amarrado en un moño elegante, su rostro luce cansado y
mayor, pero es bonita, debe estar alrededor de sus cuarenta años. Está vestida
con una bata de doctor y un vestido azul elegante por debajo de la bata que
combina con sus ojos azules.
—Hola, señorita Andrews —me saluda—. Soy Emily Brooks —me extiende la
mano y la tomo, saludamos.
»En fin, debes saber que tengo varias noticias algo peculiares —anuncia y
empieza a leer algo en su carpeta—. La razón por la que no puedes respirar cada
vez que te alteras es porque tienes Asma. Lo bueno de tu caso es que es tratable
y no será una verdadera molestia en tu vida, ya que no está muy avanzado. Pero
ese no es el verdadero shock, por lo menos para tí.
—Pues... Eso sí me parece un shock a mí —digo, sin poder creer lo que dice.
Tengo Asma.
¿Por qué no me di cuenta antes? El hecho de que no pueda respirar cada vez que
tengo un ataque de ansiedad me debió haber dado un indicio.
—Sí, es un shock también, pero encontramos algo más —anuncia.
—¿Y qué es? —pregunta Jane, sosteniendo mi mano.
—Como has de saber, te hicimos exámenes de todo tipo para laboratorio —me
dice—. Y encontramos algo por lo que no debes preocuparte, no es una
enfermedad ni nada, de hecho es muy bueno.
—¿Qué tengo? —pregunto, mi voz suena temblorosa.
—Señorita Andrews, usted está embarazada.
El aire escapa de mi pecho, mis manos empiezan a sudar y mis ojos se abren de
par en par, mientras siento que la sangre me es drenada de mi cuerpo y
reemplazada con brea. Mi corazón late frenéticamente en mi pecho mientras las
palabras se repiten en mi mente.
Señorita Andrews, usted está embarazada.
Señorita Andrews, usted está embarazada.
Señorita Andrews, usted está embarazada.
Las palabras se repiten como un disco rayado dentro de mi cabeza. Escucho el
jadeo de Jane, escucho a los pajaritos cantar fuera de este lugar, los autos, el
tráfico. Pero no soy consciente de ello. No soy consciente de nada de eso porque
mi mente solo ronda en una cosa.
Estoy embarazada.
Embarazada de Jake.
Y él me dejó.
—No sabemos cuánto tiempo estás de gestación —dice la Dra. Brooks—. Pero se
estima un aproximado de dos meses, sin embargo, tienes que programar una cita
para un eco y podrás saber cuánto tiempo estás embarazada.
—¿Usted... no se hace cargo de eso? —pregunto, mi voz es débil.
Niega con la cabeza.
—No, pero te programaré una cita con algún obstetra para esta semana. Hasta
entonces, te recomiendo guardar reposo porque el estrés de tu ataque de asma y
ansiedad afectan al bebé.
Me estira la mano nuevamente, se despide de mí y luego se va. Así como así. Así
como si no me hubiera dado la noticia más difícil de asimilar que me han dado en
mi vida.
Jane se separa de mí y se sienta en su silla nuevamente, toma mi mano y sé que
me está mirando, pero hago todo lo posible para mirar sus ojos.
—¿Qué harás? —pregunta.
—No sé a qué te refieres.
Ella suspira y acaricia mis nudillos distraídamente.
—Sabes que no estoy a favor del aborto, pero es tu cuerpo. Y lo que quieras
hacer, te apoyaré.
Lo pienso, y lo primero que se me viene a la mente es un bebé con los ojos de
Jake y mi cabello rojo, con su piel blanca como la leche y tan pequeño que me
daría miedo romperlo.
Me imagino a alguna mezcla entre él y yo, y aunque no me encante la idea de
criarlo sola, este bebé fue hecho con amor, el amor más puro. Y de inmediato la
idea me empieza a gustar.
—Lo tendré —susurro y al fin miro a sus ojos, sus ojos se llenan de lágrimas y
felicidad—. Este bebé fue hecho con mucho amor y le daré ese mismo amor. Y, a
pesar de todo, es la única cosa que me queda de él —seco las lágrimas que
resbalan por mis mejillas—. Es nuestro bebé, la prueba viviente de nuestro amor.
—Sé que es algo que no esperabas —murmura, su voz es suave y gentil—. Sé
que ahora te estás preguntando porqué justo en este momento tenía que llegar u
bebé. Pero cuando ya lo asimiles... cuando ya lo asimiles verás de que es lo más
hermoso que algún día te va a pasar. Tienes una vida dentro de tí, una vida que
se formó con mucho amor entre dos personas que se aman. Y mira el lado bueno
—sonríe mientras seca sus lágrimas—, mi hija tendrá a alguien, a parte de Jamie,
con quien jugar.
Me río entre lágrimas y ella me acompaña. Sé que ahora las dos estamos llorando
y riendo por nuestras hormonas de embarazada. Ahora a cualquier cambio de
ánimo que tenga, podré culpar a mis hormonas y nadie me podrá decir nada.
Travis entra a la habitación, vestido con unos vaqueros oscuros y una camisa azul
y se ve hermoso como siempre. Su cabello está despeinado y sus ojos verdes
buscan a Jane, ella lo sonríe entre lágrimas y él pone los ojos en blanco mientras
entra a la habitación y cierra la puerta tras de él.
—¿Las hormonas? —le pregunta a Jane cuando la alcanza y ahora ella es quien
pone los ojos en blanco.
Él besa su cabeza cuando la alcanza y le sonríe, con esa sonrisa hermosa qué
tiene.
—¡Sabes que estoy sensible! —le dice ella mientras seca sus lágrimas, y él le
empieza a dar un masaje en sus hombros.
—¿Qué tal todo, Ky? —me pregunta Travis, sé que intenta hacer parecer casual,
pero no le sale muy bien—. Traté de escuchar lo que les dijo la doctora a través de
la puerta, pero una enfermera me vio y casi creo que me golpea.
Me río un poco y sacudo mi mano, como si no importara.
—Nah... Sólo me dijo que tengo Asma y estoy embarazada, nada fuera de lo
común.
Creo que Travis se atora con su propia saliva, porque empieza a toser como loco.
Jane lo mira preocupada y se pone de pie para dar palmaditas en la espalda de su
esposo.
—¿Embarazada? —casi chilla mientras se sienta en el final de la cama y atrae a
Jane para que se coloque entre sus piernas, él la abraza por la cintura y acaricia
su vientre.
—Sí, Stone, tuve sexo y estoy embarazada —trato de sonar con desdén, pero la
emoción empieza a aparecer en mi voz.
—Voy a patear el culo de Jake —creo que murmura más para él que para mí—. Si
no regresa pronto, patearé su culo.
Jane frunce los labios y le da un apretón en la pierna de su esposo. Casi siento
celos por la manera en que ambos son tan cercanos, porque Travis está junto a
Jane y no la está dejando en el momento que más lo necesita.
Pero no lo siento. Me encanta verlos juntos y felices. Ellos son hechos el uno para
el otro y me siento muy feliz por ellos, por el futuro que están formando juntos.
Sin embargo, no puedo dejar de pensar que yo quiero ese futuro para mí.
Y si no es con Jake, no lo tendré con nadie.
—¡Kylie! —salta Dove a abrazarme en la sala de espera. Le devuelvo el abrazo
fuertemente—. Por Dios, mujer, nos diste un susto de muerte.
Miro alrededor y me percato que Clara, Marie... y Justin están aquí.
Justin... uno de los chicos con el que me acosté.
¿Qué carajos? ¿Por qué está aquí? He estado ignorándolo en meses, y no es por
ser mala, solo que Jake se robó toda mi atención en ese momento.
—Justin —lo saludo con una mano cuando Dove me libera.
—Kylie, espero que estés bien —me dice, pero no me pasa desapercibido su
mano en la mano de Clara.
Elevo una ceja, pero no digo nada. Marie se acerca y me abraza, luego Clara
suelta la mano de Justin y se acerca a mí para abrazarme.
—Tengo algo que decirles —les digo a mis amigas, se miran entre las tres,
confundidas—. Pero tendrá que ser cuando vayamos al departamento.
Siento la mano de Jane tomar la mía y volteo a verla, una mano sostiene su
barriga crecida. Travis está detrás de ella, sosteniendo una bolsa con todas las
vitaminas que debo empezar a tomar en el embarazo. No puedo tomar
medicamentos para el Asma porque son muy fuertes para el bebé, así que en ese
aspecto estoy perdida.
Todos salimos del hospital y vamos a los respectivos autos. Clara y Marie se van
en el auto de Justin; y Travis, Jane, Dove y yo vamos en el auto de Trav.
—¿Alguien me puede decir que jodidos pasó ahí dentro? —insiste Dove cuando
Travis arranca el auto—. Porque, en serio, parecía como si hubieran recibido la
peor noticia de sus vidas, pero aún así estaban felices.
—Te sorprenderías y querrás arrancar una cabeza en particular —dice Travis,
apretando el volante tan fuerte que sus nudillos se vuelven blancos.
—Dígamelo ya —insiste Dove, su cabello marrón nuevamente y corto amarrado
en una coleta—. El suspenso me está matando.
—¿Le podemos decir? —Jane se voltea desde el asiento del copiloto y me mira—.
Me muero por decirle.
Tomo una bocanada de aire, miro a Dove y tomo su mano, y lo suelto, como si
fuera lo más normal del mundo.
—Estoy embarazada.
La boca de Dove se abre tanto que creo que su mandíbula se pueda separar de
su cara. Sus ojos están abiertos de par en par y creo que no está respirando.
—¿Embarazada? —pregunta, como si no lo pudiera creer.
Asiento con la cabeza.
—Muy embarazada —respondo.
Ella respira un par de veces, antes de gruñir. Literalmente gruñe y me mira llena
de furia que no está dirigida a mí.
—Voy a matar a Jake. Te juro que patearé su culo, luego tomaré un bate de
béisbol y romperé sus jodidas piernas largas, si no aparece aquí y se hace cargo
de ese bebé porque no fue hecho solo. Él contribuyó con su esperma, no solo
fuiste tú quien participó en la gestación de ese bebé.
—Lo sé —digo y tomo un suspiro, pero no puedo evitar sentir algo de
preocupación porque ya dos de mis amigos han amenazado con patear el culo de
Jake.
Y Travis no es el que me asusta. Me asusta lo que Dove pueda llegar a hacerle.
La chica es violenta.
—Y, sé que no me debo meter en tu vida —continúa, sus ojos azules furiosos y
grandes—, pero si regresas con Jake, quiero hablar muy seriamente con él. El
hecho de que se haya ido y dejado aquí, embarazada y triste, se merece que
rompa sus blancos dientes. ¡Él sabía lo mucho que te iba a afectar su partida! Sé
que tiene problemas, y lo que le pasó es jodido, pero eso es una excusa pobre. Tú
también sufrías y sufres por todo lo que él pasó, por toda la mierda que vivió. Así
que, llámenme perra, pero eso es una excusa demasiado pobre como para
comprender su actitud cobarde. Porque eso es lo que es para mí, es un cobarde
que no sabe manejar toda la mierda que le lanza la vida; y se desquita con las
personas buenas que están a su alrededor. Ya sucedió una vez, no permitiré que
te sale de nuevo.
—Yo tampoco lo haré —dice Jane, comiendo una tostada con mayonesa.
Asqueroso, pero es un antojo común que ella ha tenido y que Travis siempre tiene
preparado en una bolsa, solo para que ella coma.
—Y yo, como el mejor amigo de Jake —dice Travis, mirándome a través del
espejo retrovisor—, romperé su cuello y lo haré regresar.
—Es que no entienden... —empiezo a decir, pero Dove me interrumpe elevando
su mano.
—Por primera vez —murmura, su voz firme y fuerte—. Sólo por primera vez en tu
vida, déjalo estar. Y no me vengas con que ya lo hiciste esos dos años que
estuvieron separados, porque no es cierto; seguías preocupada por él,
preguntándote lo que debía estar haciendo o si él estaba bien. Pero ésta vez
tienes que ser fuerte y no dejarte hacer esto de nuevo. Lamento ser dura contigo,
por todo lo que estás pasando y eso, pero de lo que aprendí de mi error con Logan
es que si sigues para ellos, si sigues a su merced, te harán daño. Y no quiero
verte sufrir más, no quiero verte llorar hasta que tú rostro se vea morado y no
puedas respirar. No quiero ver eso más. Y ahora, tu tampoco debes quererlo
porque tienes un bebé que cuidar. Un bebé que amar y que no vas a cuidar sola,
pero tampoco soportarás mierda de alguien que dice amarte, pero que no lo
demuestra una mierda.
Dove termina su discurso y toma aire porque habló tan rápido que creo que no
respiró mientras lo decía. Pero sé que tiene razón, y odio que sea así porque...
porque no quiero dejar a Jake solo. Pero es lo que tengo que hacer.
Jane empieza a aplaudir y Travis la sigue cuando para en una luz roja, Dove hace
una reverencia y me hace sonreír; sin embargo, es una sonrisa tenue, triste, que
me lleva a derramar las lágrimas que estaba conteniendo. Las limpio rápidamente,
pero no dejan de bajar por mis mejillas.
Dove se percata y me abraza, mientras que Jane me mira preocupada. Sollozo,
pero mis sollozos son silenciosos y me percato como Travis aprieta el volante
duramente de nuevo.
Todo es tan... abrumador. Hace una semana, tenía un novio que me amaba,
estaba sana y estaba viviendo con ese novio, haciendo una vida juntos. Y ahora
no tengo nada. No me dejó nada a excepción de un bebé en mi vientre que va a
crecer y que voy a cuidar con todo el amor que podré darle. Pero sé que lo haré
sola. Y no quiero hacerlo. Quiero criar a mi familia con Jake, quiero que él sea un
padre presente en la vida de mi hijo y que no tengamos que compartir la custodia.
No quiero nada de eso.
Pero si no lo dejo ir... acabará conmigo y ya no quedará nada de mí. Y debo ser
fuerte ahora por la vida que crece dentro de mí.
Por mi hijo o hija, o lo que sea.
—¿Por qué duele tanto? —pregunto, e inconscientemente acaricio mi vientre, es
la primera vez que lo hago desde que me dieron la noticia de que estoy
embarazada.
—Porque es una mierda —dice Travis—. Pero el amor es lo más hermoso que vas
a sentir en tu vida, y aunque te arroje mierda de perro constantemente, no querrás
cambiar nada porque al final vale la pena todo el esfuerzo.
Jane se ríe, pero mira con ojos llenos de amor a su esposo. Travis le devuelve la
mirada, sus ojos esmeralda brillando con la misma intensidad que ella la mira.
—Eso espero —susurro para mí misma.
***
Llegamos a la residencia minutos después, Travis carga en sus brazos a Jane
como si fueran recién casados, porque aquí no hay ascensor y tenemos que subir
bastantes escaleras. Agradezco que mi embarazo no esté tan avanzado como el
de ella y que pueda todavía hacer las cosas por mi cuenta.
Al llegar al piso, Dove abre la puerta y entramos. Jane se burla de Travis porque la
mantiene en su regazo aún cuando están sentados en el sofá, pero puedo ver qué
le gusta. Mientras tanto, les digo a mis amigos que voy a cocinar y todos aceptan
sin rechistar.
Me gusta cocinar, hace que mi mente divague, pero no tan profundamente como
para analizar todos los acontecimientos de mi vida. Mientras estoy haciendo la
sopa de menestrón, Clara y Marie entran sin tocar.
Traen un pastel entre sus manos y una bolsa repleta de dulces.
No sé cómo lo supieron mis amigas que Jake se fue, porque yo me acabo de
enterar hoy, pero lo hacen, y estoy agradecida de que no tengo que dar
explicaciones.
—¿Y eso? —les pregunto a ambas cuando Clara me abraza por detrás mientras
estoy revolviendo la sopa con un cucharón de madera.
—Noche de chicas —dice Marie, sacando todo de la gran bolsa de compras.
—Oh-oh —murmura Travis desde el sillón, con Jane sentada en su regazo—.
Estoy de sobra aquí, pero no sé a dónde ir y no quiero dejar a Jane.
Me distraigo viendo como él acaricia el vientre crecido de su esposa, y una tristeza
se instala en mi cuerpo, tan pesada y odiosa. Pero aún así, la sacudo de mi
cuerpo. Tengo muchos meses para sentirme triste, no iniciaré ahora.
—Tranquilo, macho semental —le dice su esposa—. Te quedarás aquí, será
divertido.
Travis pone los ojos en blanco, pero no dice nada y acepta lo que su esposa le
dice.
Regreso mi atención a la sopa y cuando ya está lista, la apago. Me pongo a picar
los vegetales para la ensalada cesar que voy a hacer y pongo a cocinar el arroz
con camarones como plato fuerte.
Hoy mis amigos estarán muy mimados.
Comemos mientras conversamos, y agradezco que no salga a colación Jake ni
como me dejó. Más bien, elogian mi comida y me hacen sentir muy bien. Cosa
que me hace olvidarme de Jake solo un momento.
—Mmmm... Joder —gime Jane y todos reímos porque parecía un sonido sexual.
Travis le sonríe pícaramente y ella sigue masticando—. Esto está buenísimo.
—Lo mismo dijiste anoche —bromea Travis y todas reímos, menos Jane que se
sonroja.
—Travis Edward Stone —lo reta—. ¿Puedes dejar de pensar en sexo por lo
menos una vez en tu vida? Cuando la bebé nazca, no quiero escucharte hablar así
delante de ella.
—Solo lo haré contigo —le guiña un ojo y ella se sonroja aún más.
—¿Ya eligieron un nombre? —pregunta Dove, comiendo una cucharada de arroz
con camarón.
—No —suspira Jane—. Queremos esperar a verle su carita, no quiero pensar en
un nombre y luego tener que pensar en otro porque no tiene cara de ese nombre.
—Una gran lógica —digo.
—¿Y qué pasó? —me pregunta Clara—. ¿Qué te dijo la doctora?
—Oh... Uhm... Estoy embarazada.
Clara y Marie dejan de comer y me miran con la boca abierta. Luego Marie sonríe
y clara empieza a reír.
—Eso es perfecto —dice Marie—. Podremos hacer un baby shower dos en uno
para tí y Jane.
—No quiero un baby shower —decimos Jane y yo al unísono.
—Claro que quieren —dice Dove emocionada—. Bueno, haremos una noche de
chicas y Travis, pero tómenlo como su fiesta celebrando su embarazo.
Travis pone los ojos en blanco.
—Mejor veré la nueva temporada de Game of Thrones mientras ustedes están
celebrando —anuncia, toma su plato y se levanta para ir en dirección a mi cuarto.
—Buen provecho, mi cielo —le grita Jane y él se ríe antes de desaparecer por la
puerta del cuarto.
—Que inicie la noche de chicas —dice Dove y seguimos comiendo y
conversamos.
Y me doy cuenta que la ida de Jake no me está destrozando tanto como creí que
lo haría.
Es bueno ser amiga de estas chicas.
Jake

Dejar a Kylie nunca me ha parecido tan duro como ahora. He intentado, de verdad
lo he intentado fuertemente en no pensar en ella. Pero como siempre, fracaso de
la manera más humillantemente posible.
Y para rematar, estoy atrapado ahora en un puto centro de rehabilitación.
La verdad es que cuando me fui, pensé que las terapias y todo iba a dejar atrás.
Pero me equivoqué asquerosamente. Iba a ver a Johnson porque esa era la
condena que tenía que cumplir por posesión de drogas en la fiesta donde Kylie me
salvó. Era ir a un psicólogo dos veces por semana o ir a rehabilitación.
Y como lo abandoné... ahora estoy en un centro de rehabilitación en Nueva York
donde todo es tan tedioso.
No lo sé. Siempre termino haciendo mi mierda más grande y ahora me arrepiento
jodidamente mucho haberla dejado.
Diecinueve días... han pasado diecinueve putos días desde que me fui y no veo a
Kylie. He hablado con Travis, y él me ha dicho algunas cosas sobre ella y como lo
está llevando, según lo que Jane le dice. Pero no es suficiente. No obtengo
suficiente de ella y de lo que me gustaría saber.
Joder, la extraño tanto.
Desde que llegué aquí hace dos semanas, he reprimido el constante impulso de
salir corriendo de aquí e ir a Boston, el lugar donde pertenece mi corazón, donde
ella está.
Así que sí, admito que soy un idiota egoísta que solo pensó en sí mismo y que
ahora se arrepiente jodidamente mucho.
—Hola Jake —ronronea Charlotte una ex adicta al LCD y al éxtasis, que ahora me
acosa todos los días.
—Hola —respondo secamente.
—Así que, ya mismo me voy de este lugar...
—¿Y? ¿Eso que tiene que ver conmigo?
La veo acercarse. Ella está buena, tiene pechos grandes, unos muslos gruesos y
un culo operado, aparte de que es rubia y las operaciones en su cara son visibles,
porque no creo que nadie nazca con labios tan grandes y gruesos. Asustan, no se
ven nada sexys.
No me pasa desapercibido l forma en que su camisa está abierta los primeros
botones y dejen ver sus tetas operadas. Casi me dan ganas de poner los ojos en
blanco mientras la veo acercarse lentamente y sentarse a mi lado en la banca, que
queda en el jardín.
—Tiene mucho que ver contigo —se inclina para que pueda ver sus pechos y
ronronea como un puto gato. No sé la verdad de porqué las mujeres hacen eso,
no se escucha bien.
No puedo evitar poner los ojos en blanco y me separo de ella, para dejar un metro
de distancia. Estaba teniendo un momento pacífico, revolcándome en mi miseria y
pensando sobre mi vida siendo miserable, y ella viene y arruina todo.
—No, la verdad es que no tengo nada que ver en eso —digo—. Felicidades
porque ahora estás sana y a salvo, espero que no caigas en manos de las drogas
de nuevo. Pero la verdad es que no estoy interesado y te lo he dicho.
Alza su barbilla con orgullo y me mira con sus ojos marrones. —Siempre obtengo
lo que quiero, y te quiero a ti.
—Y yo tengo mucha fuerza de voluntad. Soy fiel a la mujer que amo, puede que
no lo haya sido en el pasado, pero lo soy ahora y estoy orgulloso de estar...
—Amarrado —dice y hace una mueca—. Estás amarrado y por eso no quieres
estar conmigo. Te aseguro Jake que será el mejor polvo de tu vida una vez que
aceptes que quieres follarme —pone su mano en mi pierna y el desagrado de su
toque me hace querer alejarme—. Yo quiero follarte y que me folles en todas las
posiciones posibles, solo tienes que aceptar —ronronea de nuevo y tengo que
tragarme la bilis que había empezado a subir por mi garganta.
Mi paciencia se agota cada vez que hablo con esta chica. Me pongo de pie
bruscamente y le doy una mirada de «jódete bruja, no quiero follarte ni ahora ni
nunca».
—Escúchame, bruja, no quiero follarte, no quiero tocar tus tetas ni meterte la
lengua en la boca porque estoy enamorado de otra. Amo a mi novia... ex novia
más de lo que jamás podré amar. Y no le haré eso, no de nuevo. Y tú puedes irte
al carajo porque haz agotado mi paciencia y ahora solo quiero ahorcarte, pero no
lo haré porque eres una mujer y mi madre me enseñó lo que es el respeto. Y si tú
no lo haces, si tú no te respetas, yo lo haré. Eres una hermosa mujer, no tienes
que estar mendigando la atención de un hombre porque tienes a miles detrás de ti,
hombres que pueden hacerte feliz y que llenarán ese vacío que sientes.
»Escucha Charlotte —me siento otra vez y miró directamente a sus ojos—. No sé
tus razones por las que te drogabas y fuiste adicta, pero te voy a decir que yo
conozco las mías. Lo hacía porque quería llenar el vacío que dejaron mis padres y
que Kylie, el amor de mi vida, dejaron. Y puedo ver en tus ojos que todavía sientes
ese vacío. Escúchame bien, eres hermosa, divertida, y cuando no estás
intentando violarme, incluso me pareces muy agradable.
»No dejes que nadie te diga lo contrario. No te sientes insuficiente porque no lo
eres. Sal de aquí, busca algo que te haga feliz y donde seas tú misma, y después
todas las cosas buenas vendrán.
»Ya tuviste una sobredosis, y yo también lo tuve, sabemos lo que se siente y no
queremos volver a tenerlo, ¿o quieres eso para ti?
Niega con la cabeza y puedo ver que es vulnerable cuando seca las lágrimas que
bajan por sus ojos.
—Yo... —quiere decir algo, pero empieza a llorar. A veces necesitamos algo de
amor duro para reaccionar.
—Tú vas a salir de aquí con la cabeza en alto, vas a ir a tu casa y vas a pensar en
todo lo que has aprendido aquí. Sé que te sientes sola, pero es tu deber empezar
a vivir una vida feliz y ser tú misma.
—Quiero ser feliz —susurra—. No quiero estar sola, y tengo miedo de estarlo
cuando vuelva a casa.
—No lo estarás —aseguro—. Conocerás a personas nuevas que verán en ti lo que
tú no estás dispuesta a ver. Te querrán por quién eres y no por lo que aparentas
ser.
—¿Crees que algún día alguien llegue a quererme? ¿Que encuentre el amor así
como tú lo hiciste? ¿Crees que alguien me querrá cuando sepa de mi pasado?
Asiento con la cabeza.
—El primer paso es empezar a quererte tú misma.
No lo veo venir, pero se lanza a mis brazos y me abraza de mi cuello. Hunde la
cara en la curvatura de mi cuello y mi hombro mientras llora. Estoy entumecido y
no sé qué hacer, así que empiezo a golpear su espalda torpemente. La dejo llorar
todo lo que quiera, pero un carraspeo la hace exaltarse y separarse de mí.
Miro detrás de nosotros y vislumbro a Travis, tiene una ceja enarcada y su cabello
oculto en una gorra. Está usando su sudadera de Columbia con unos vaqueros
negros. Y me recuerda que aparte de dejar a Kylie y a Boston, también dejé la
universidad.
Simplemente genial.
—¿Interrumpo algo? —pregunta Travis.
Me pongo de pie y rodeó la banca, le doy un abrazo de hombre porque lo he
extrañado. Me separo de él y veo cómo Charlotte lo mira con la boca abierta. Casi
quiero reír, porque esta chica no tendría ninguna oportunidad contra Jane; y Travis
está muy consciente de eso porque ni siquiera le devuelve la mirada.
—Está es Charlotte —señalo a la rubia que ya está junto a nosotros, seca el rastro
de sus lágrimas y pone su sonrisa más «seductora» antes de extender su mano,
Travis la toma por un segundo y luego la suelta—. Y no, no interrumpías nada.
Estábamos hablando.
—Genial —dice Travis—. Tengo que hablar contigo, hermano, hay algo importante
que debo decirte.
Antes de que pueda responder me jala en dirección al edificio donde se encuentra
el vestíbulo. Escucho el ronroneo de despedida de Charlotte y me río mientras
Travis me sigue empujando. Al llegar al vestíbulo me topo con que Patrick está
aquí.
Alzó una ceja y voy a abrazar a mi hermano.
—¿Qué tal todo? —pregunta y me encojo de hombros.
—Bien, ¿qué te trae por aquí?
—Pues... —saca de su maletín una hoja y me la extiende.
La leo y mis ojos no pueden creer lo que ven.
—Esto es...
—Tú pase libre, amigo —dice Travis y palmea mi hombro—. Tú perfil psicológico
está saludable. No hay nada malo en ti, estás libre.
—Sin libertad condicional y tu expediente está limpio —sonríe Pat—. Hablé con el
juez, dijo que desde septiembre a febrero no has tenido ni una sola infracción, por
eso es que decidió liberarte de tus cargos y limpió tu expediente. Eres un hombre
libre ahora.
—¿Libre? —estoy aturdido cuando la pregunta dale de mí.
—Exacto, podemos irnos ahora si lo deseas —explica mi hermano y Travis sonríe.
Niego con la cabeza y empiezo a reír. No sé por qué, pero parece que Dios por
alguna razón me está bendiciendo y quiere que vuelva a casa.
Y mi casa, mi hogar, es Kylie.
—Okay —dice Travis, sentándose en mi cama—. No te he mentido ni te he
ocultado nada nunca, y no voy a empezar ahora. Si Jane estuviera en esta
situación, sé que me lo dirías. Así que te lo diré y espero que Kylie no corte mi
polla.
La mención de su nombre me hace detenerme de guardar mis cosas en la maleta.
Ya me he cambiado de ropa y ahora estoy guardando mis pertenencias
personales para ya irme de aquí.
—¿Qué sucede? —le pregunto y él me mira fijamente—. ¿Qué mierda estás
ocultando, Travis?
—No es ninguna mierda, de hecho es la noticia más bonita que vas a recibir.
—¿Y crees que tengo ovarios como para esperar a que lo sueltes? Dispara,
hombre.
Se encoge de hombros pero puedo verlo titubear un poco. Se aclara la garganta y
me mira muy seriamente.
—Kylie tuvo un ataque la noche en que te fuiste —dice y un nudo se instala en mi
jodida garganta—. Estuvo en el hospital y al despertar, le dieron el diagnóstico de
por qué ella es sufre de estos ataques. Tiene Asma.
—Joder —murmuro horrorizado y pasó una mano por mi cabello.
—Pero eso no es lo más relevante que dijo la doctora, de hecho, era algo obvio.
—¿Hay más?
Toma varias respiraciones y estoy empezando a desesperarme.
Pero lo que suelta... lo que suelta me deja anonadado.
—Kylie está embarazada.
Estoy sudando frío, siento como mi cuerpo tiembla y la respiración no entra a mis
pulmones.
¿Embarazada?
¿Está embarazada?
¡Joder! ¿Por qué no me di cuenta?
Los calambres menstruales, sus antojos, sus nauseas que creía eran por lo que
comía mucho, la forma en que su estómago había aumentado...
Jesús, todo es tan claro ahora.
Me siento en la cama para no caerme y pasó mis dos manos por mi rostro.
—¿Estás hablando en serio? —pregunto, y aunque una parte de mí se siente en
shock, otra se empieza a emocionar con la idea.
Travis asiente.
—Joder, soy como una vieja chismosa, pero sí estoy hablando enserio.
Una sonrisa se va extendiendo por mi cara lentamente. Ahora como que empieza
a encantarme la idea de un hijo mío y de Kylie. Pero hay algo malo aquí.
Yo la dejé.
La abandoné.
Y tengo que recuperarla ahora que ambos nos necesitamos más que a nada.
Saco mi portátil y empiezo a escribir un correo, escribo lo más rápido que puedo,
pero aún así el mensaje se alarga. Escribo todo lo que pienso y dejo que mi
corazón se haga cargo de cada palabra.
—Hora de irnos, Travis —digo—. Es hora de recuperar a mi familia.
Mi familia... Me encanta como suena eso.
Kylie

Querida Kylie.
Tal vez te preguntarás donde he estado, el por qué me fui, por qué te dejé y
solo me fui sin ver atrás, sin siquiera pensar en el daño que te podría causar.
La respuesta es fácil: Soy un egoísta.
Soy egoísta porque solo pensé en mí y mi dolor. No pensé que esto también
te afecta a ti del mismo modo en que me afecta a mí, tú también los perdiste
al igual que yo.
Aún recuerdo cuando éramos adolescentes. Mamá te amaba. Siempre me
recordaba lo afortunado que era por tenerte, lo afortunado que era de poseer
un corazón tan puro y bueno como el tuyo.
Aún recuerdo las últimas conversaciones que tuve con ella. Me dijo: «Jacob
Alexander, si tú tienes el corazón tan puro de esa chica y te ama con todos
tus defectos, cásate con ella. Sé su compañero para toda la vida porque
alguien como ella no vas a encontrar nunca más.»
Y la verdad es que tenía razón.
Kylie, sé que este correo no te está dando las respuestas que necesitas.
Pero solo quiero que sepas que te amo y que nunca volveré a lastimarte de
nuevo. Me fui creyendo que era lo mejor para ambos, pero la verdad es que
me equivoqué.
Te juro por Dios que nunca volveré a hacer algo como esto, y que a partir de
ahora, lo único que voy a hacer es empezar a ganarme tu perdón y tu
corazón nuevamente.
No sé qué otra cosa decir, las palabras faltan para que sepas lo importante
que eres para mí. Solo quiero que sepas que te amo, y que en estos
diecinueve días te he extrañado inmensamente. Nunca he dejado de pensar
en ti.
Te amo mucho Ky.
Siempre tuyo, siempre mía.
Con amor,
Jake.
Seco las lágrimas que han bajado por mis mejillas mientras leo el correo por
quinta vez. ¿Por qué hace esto? ¿Por qué quiere regresar a mi vida? ¿Quiere
regresar y volver a lastimarme otra vez como siempre lo hace?
—Aunque quiera, no puedo odiar a tu papá —hablo con mi bebé y acaricio mi
vientre todavía algo plano.
No sé por qué me torturo así, me lo mandó hace horas, y se suponía que no debí
haberlo leído. Quiero avanzar, olvidar y darle a mi hijo todo el amor que mis
padres no pudieron darme. Pero aún así leí el correo.
¿Por qué insistes en aparecer ahora, Jake? ¿Por qué no me dejas olvidarte?
En estos diecinueve días no he pensado mucho en él, mayormente porque mis
amigas, el trabajo y la universidad me mantienen ocupada. Los exámenes finales
se acercan y se supone que debo estar estudiando.
Pero aquí estoy leyendo un puto correo y llorando por todas las palabras precisas
en él.
—¿Puedes creer que Dean me invitó a salir? —dice la voz de Dove detrás de mí y
rápidamente limpio mis lágrimas. Le doy una sonrisa mientras me levanto de mi
cama y dejo la laptop a un lado.
—Ya era hora, llevan tonteando desde enero.
—Es que se suponía que solo era sexo, pero ya sabes —se encoge de hombros y
entrecierro mis ojos hacia ella.
—¿Te gusta Dean?
—Claro que me gusta —pone los ojos en blanco—. Si no me gustara, no hubiera
tenido sexo con él.
Niego con la cabeza y me cruzo de brazos.
—Déjame formular bien la pregunta —doy pasos hacia ella—. ¿Quieres a Dean o
solo lo estás utilizando para olvidarte de Logan?
Ella abre sus ojos como platos y me mira fijamente. Dove ha estado tonteando con
su amigo Mike, él es un violonchelista, pero está en el equipo de Hockey y es muy
guapo. Pero sé que Dove lo está utilizando para olvidarse de Logan.
—Quiero a Dean —dice, su voz titubea un poco—. No quiero a Logan. No quiero a
alguien que me trate como la basura cada vez que quiera.
—Pero no es sano. Quieres a Logan, solo te debes dar tiempo para superarlo.
—Pero ya me di tiempo —murmura—, y no he podido. Ahora un chico lindo quiere
todo de mí y se lo daré, porque me está dando todo de él. Y mira, el tiempo no lo
cura todo. He estado parada en la puerta desde hace quince minutos viéndote
llorar a la computadora. Ya van diecinueve días y aún no lo has superado. Es
imposible superar a alguien que amaste tanto.
Cubre su boca como si hubiera dicho un secreto que no quería decir.
—¿Amas a Logan? —pregunto, pero la respuesta es obvia.
Se queda pensando mucho tiempo y luego asiente con la cabeza.
—Siempre lo he hecho, pero ya no quiero hacerlo.
La miro con preocupación. Dove está sufriendo mucho, y no he estado ahí para
ella como ella ha estado por mí. Camino a su dirección y la abrazo, ella se
acurruca en mis brazos y coloca su cabeza en mi hombro. Lo cual es difícil porque
Dove es un poco más alta que yo.
—Qué te parece si cocino algo y luego comemos helado y vemos películas. De
todo tipo menos románticas.
—Por favor —susurra.
***
—¿Por qué estamos viendo Rápidos y furiosos? —pregunta Dove mientras come
su helado y hace una mueca—. También hay romance. No quiero ver nada de
romance.
—¿Te parece si vemos una sangrienta donde maten a la pareja acaramelada? —
pregunto y meto la cuchara en mi bote de helado de chicle y lo como.
—Por favor —dice.
Me levanto del sillón y voy a cambiar la película, pero justo el timbre suena.
—Sigue cambiando la película, yo iré a abrir la puerta —anuncia y asiento.
Doy con una película que se ve muy sangrienta y nada romántica. La coloco en el
DVD y los avances empiezan a dar. Me siento en el sillón nuevamente y con mi
bote de helado en la mano.
—Kylie —dice Dove y regreso a mirarla, está escondida detrás de la puerta y su
cabeza es lo único que se ve de ella—. ¿Puedes venir un segundo?
La miro y frunzo el ceño.
—¿Para qué?
—Tú solo ven —su voz suena algo insegura; frunzo el ceño, pero de todas formas
me levanto del sofá y camino en dirección a la puerta.
Pero hubiera deseado no hacerlo.
Mis manos tiemblan y sudan, mientras veo al hombre parado frente a mí. Su
cabello rubio oscuro está despeinado y apunta para todos los lugares, tal vez
necesita un corte. Miro su ropa, está utilizando una camiseta azul, unos vaqueros
negros y unas botas. Mis ojos suben a su cara, la cara que he tratado y tratado de
olvidar y aborrecer, pero no lo he logrado. Su barba está un poco más crecida, sus
labios se ven carnosos y algo rotos pero aún así son sus labios, sus mejillas están
algo sonrosadas, pero miro fijamente al lugar donde creí que jamás lo haría de
nuevo: sus ojos. Sus ojos azules como el mar me miran fijamente, evaluándome
como yo lo estoy haciendo con él. Sus ojos se topan con los míos y no es
necesario decir nada, es como si todo lo que quisiera decir estaría en esa mirada.
Lo siente.
Me sigue amando.
Que lo perdone.
Pero no es suficiente.
Una simple mirada no es suficiente.
Y hago lo menos que quería hacer cuando él regresara.
Me rompo a llorar.
Cubro mi boca con mis manos para cubrir mis sollozos, las lágrimas bajan por mis
mejillas y siento la desesperación crecer. Miro a Jake y él me mira lleno de
preocupación.
—¡Te fuiste! —le gritó entre lágrimas—. Me dejaste.
Él solo me mira y no dice nada. Y eso me estresa y me desespera aún más. Así
que por la desesperación, las lágrimas y el hecho que estoy embarazada de casi
tres meses, hace que la bilis suba por mi garganta y las nauseas se agranden.
Me doy la vuelta y corro directamente al baño, me hinco sobre mis rodillas frente al
retrete y levanto la tapa de la tasa. Vacío todo lo qué hay en mi estómago, todo lo
que comí hoy hasta que ya no sale nada. Pero las arcadas siguen y siguen a
pesar de que no tenga nada dentro de mí.
—Kylie —dice con su voz gruesa y varonil. Siento como se coloca sobre sus
rodillas a mi lado, pero me siento tan enferma que ni siquiera siento vergüenza de
que vea mi vómito—. Lo sé.
—¿Y qué es exactamente lo que sabes? —mi tono suena borde, a pesar de mi
tono ronco.
Un silencio se instala entre los dos y nuestros ojos chocan y miran fijamente. Y
pronuncia las palabras que nunca creí que dijera.
—Que voy a ser papá.
Oh, Dios mío.
¡Travis es un chismoso!
Siento la molestia llegar a mí, lo cual soy consciente que no debería ser así. Sé
que también es el hijo de Jake, que no solo lo hice yo, pero me siento molesta y
mis lágrimas ahora son de extrema molestia.
Su mano sube y baja por mi espalda mientras las arcadas comienzan otra vez,
pero ya nada sale de mí.
Creí que estar embarazada era bello y hermoso, pero me equivoqué. Me siento
enferma y es mucho pero cuando tienes arcadas y nada sale de ti.
Doy unas cuantas respiraciones profundas y después de unos minutos las
nauseas se van. Sigo tomando respiraciones, pero es para calmar la molestia que
siento.
—Tranquilo —digo, poniéndome de pie y vaciando el inodoro. Jake se pone de pie
detrás de mí, así que doy la vuelta y lo enfrento—. No es que te lo iba a ocultar si
te dignabas en regresar.
Me devuelve la mirada. Sus ojos azules como el cielo o como el océano. Mis ojos
pican, pero no derramaré ni una sola lágrima más. Así que limpio con furia mis
mejillas y levanto mi barbilla. Me ha quitado todo, solo me queda mi orgullo y no
dejaré que me quite eso también.
—También es mi hijo —dice, y parece que mi molestia lo estoy contagiando a él.
¿Se atreve a estar molesto? ¿Es en serio?
¡Yo soy la que debe y tiene el derecho de estar molesta! ¡ÉL FUE EL QUE SE
FUE! No yo.
Así que hago lo más cuerdo que ahora se me ocurre hacer:
Pongo ambas manos sobre su pecho y empujó con fuerza para que se aparte de
mí, él da unos cuantos pasos hacia atrás y me mira sorprendido y atónito, como si
me hubiera vuelto loca. Y tal vez lo esté. Tal vez estoy loca al sentir más
resentimiento y rencor que la vez anterior.
Pero esta vez es diferente.
Esta vez todo se sentía mucho más real que cuando éramos adolescentes.
—¡¿Quien carajos te crees que eres?! —grito y él sigue sorprendido de mi
reacción.
Niega con la cabeza y se nota que sale de la sorpresa porque aprieta su
mandíbula.
—Soy el padre de tu hijo. ¡Eso es lo que soy!
—¡Pues eso es exactamente lo que eres porque ya no eres nada para mí!
¡¡Absolutamente nada!!
Me mira atónito, dolido, como si lo hubiera golpeado y herido de miles de
maneras. Pero él hizo lo mismo conmigo. Él me hirió. Y no voy a perdonar lo que
me hizo.
¿Qué creía? ¿Que volvería y yo caería a sus brazos e hiciera como que si nada
hubiera pasado?
Pues que se joda.
Tengo más orgullo que eso.
—¿No significo nada para ti? —pregunta en un susurro y eso me hace molestar
aún más.
Necesito que me grite, no que me trate como si fuera a romperme.
—Hace diecinueve días lo hacías —respondo, caminando al lavamanos—. Ahora
ya no.
Agarro mi cepillo de dientes y empiezo a lavarme los dientes para que se vaya el
sabor a vómito de mi boca. Al terminar me percato que Jake sigue parado detrás
de mí, visualizando todos mis movimientos.
—¿Has ido al médico? —pregunta, viéndome a los ojos a través del espejo—. ¿Ya
te has hecho un eco?
Pongo los ojos en blanco y me doy la vuelta para enfrentarlo.
—No quieras venir a mi casa y actuar casual conmigo como si nada hubiera
pasado porque, créeme que no está funcionando.
Esta vez él pone los ojos en blanco.
—Te lo pregunto porque también es MI hijo.
Enfatiza cada palabra y mi molestia se convierte finalmente en enojo.
—Solo respóndeme una pregunta más, Jacob —levanto mi barbilla y miro sus ojos
azules, que se ven frustrados—. ¿Hubieras regresado si no te hubieras enterado
que estoy embarazada?
Silencio.
Todo lo qué hay es un silencio ensordecedor.
Y alguien dirá: No existen silencios ensordecedores.
Pero es así como lo siento, porque solo me mira fijamente y no sabe qué decir o
qué hacer.
La decepción se siente pesada sobre mis hombros y se une al montón de mierda
en mi vida. En verdad tenía la esperanza que él haya regresado por mí. Pero no lo
hizo, solo lo hizo porque sintió que tenía esta responsabilidad. No lo hizo porque
me amara o porque me extrañara. Solo lo hizo para asumir su responsabilidad. Y
a pesar que eso está bien, siento decepción porque en verdad esperaba que me
ame como yo lo amo a él.
El amor es una perra dura.
Cierro mis ojos y respiro un par de veces profundamente porque estoy sintiendo
los síntomas del inicio de un ataque de asma. Toco el bolsillo de mis pantalones
de chandal y ahí se encuentra mi inhalador. No lo he necesitado mucho, pero
siento que este es el momento donde pueda ser usado.
Al abrir mis ojos miro a Jacob, abre y cierra su boca como si tratara de hablar,
pero nada sale de su boca. No dice nada. Solo se queda en silencio haciendo
expresiones como un puto pez.
Y ya estoy harta de esta mierda.
—Eso creí —me doy la vuelta, pero me detengo y digo las palabras sin encararlo,
mirando hacia la puerta—. Y para responder a tu pregunta. No, lo he aplazado
todo este tiempo porque tenía la ligera esperanza de que regresaras. Pero quería
que lo hagas por mí y yo misma darte la bendita noticia. Pero como veo, no
regresaste por mí porque no me amas lo suficiente.
—Kylie... —susurra y niego con la cabeza.
Demasiado tarde, Jacob.
—Iré a mi cuarto y agendaré una cita con el doctor para mañana. Tú no te
preocupes por eso, yo soy la mamá.
Salgo del baño y el camino hacia mi cuarto nunca me ha parecido tan largo hasta
ahora. Saco mi inhalador de mi bolsillo y le doy una fuerte aspiración. Siento como
mis pulmones cantan en alivio al sentir el aire llegar a estos. Es una comparación
exagerada, pero así es como lo siento.
Llego a mi habitación y dejo la puerta abierta porque siento la presencia de Jake.
Es tan frustrante.
Abro mi portátil, y envío un correo electrónico a mi ginecólogo. Él me responde
después de cuatro largos minutos que mi cita está agendada y al fin puedo
respirar un poco mejor.
—Kylie —dejo de ver la pantalla para mirarlo. Entra en mi habitación y se sienta a
mi lado en la cama, pero aún así me da un poco de espacio—. No solo regresé
por nuestro bebé. Te he extrañado mucho, rojita.
Jadeo y cierro mis ojos. No puedo creer que esté haciendo esto. Así que le digo
mis palabras favoritas para él en este momento.
—Jódete, Jacob.
Cierra sus ojos y aprieta su mandíbula. Luce tan dolido, y eso me da una clase
extraña de satisfacción. Es como si quisiera hacerlo sentir todo el daño que él me
hizo a mí.
—En verdad te amo —dice cuando abre los ojos y me mira fijamente.
—Pues no lo demostraste.
—Me intereso por ti.
—¿Y eso de qué me sirve?
—En verdad me importas y en este tiempo no dejé de pensar en ti mi un solo día.
—Pues no te creo.
Pasa una mano por su cabello rubio y lo hala en clara frustración. ¿Qué
esperaba? ¿Que con decir esas idioteces yo iba a saltar a su regazo y vivir felices
para siempre en un mundo lleno de mentiras y secretos? Pues a la mierda con
eso.
—¿Qué tengo que hacer para que me perdones, Kylie? Dímelo y lo haré —parece
tan devastado, tan triste que llegó al punto de la súplica.
Pero la verdad es que ahora estoy en negación y no le creo. No quiero creerlo. Me
ha hecho tanto daño, entonces ¿por qué regresar? ¿Por qué tendría que regresar
a ese círculo vicioso donde YO soy la que sale lastimada y él es el que hace lo
que se le da la puta gana?
Díganme perra o la mala de la historia, pero no regresaré.
—Te espero mañana a las cinco en el consultorio del Dr. Marshall. Ya te mandé la
dirección por correo. Espero que vayas puntual.
Niega con la cabeza y se ve claramente sorprendido, antes de ponerse de pie,
salir y cerrar la puerta de mi habitación. Cuando ya me encuentro sola, es cuando
una sola lágrima rebelde baja por mi mejilla hasta la comisura de mi boca.
—Yo también te amo —digo a la nada—. Te amo más que nunca.
***
Jacob lleva diez minutos de retraso.
Pasó una mano por mi cabello rojo que se encuentra extrañamente despeinado el
día de hoy pero se ve bien. Eso espero.
Veo un auto negro acercarse y lo reconozco como el auto de Jake. Tan grande
como él. Tan poderoso como él. Tan sexy como él. Lo amo tanto como a él.
Y sacudo mi cabeza para eliminar ese pensamiento estúpido.
Ajusto mi chaqueta azul por el frío que está ocasionando. La nieve aún no se ha
ido, cosa que a bebé le molesta porque hace que sienta el frío del invierno mil
veces peor de lo que ya es.
Baja del auto y lo maldigo porque se ve como un maldito súper modelo. Lleva
gafas de sol, a pesar de que está nevando. Un gorro de lana color negro cubre su
cabello. Un suéter color rojo se encuentra debajo de su chaqueta color marrón. Y
sus vaqueros oscuros se ajustan perfectamente a él.
Malditas hormonas de embarazada.
En mi defensa, no he tenido sexo en mucho tiempo, ya es casi un mes donde él y
yo... bueno... intimamos. No lo hicimos desde antes de volver de Nueva York
porque estuve con mi período y pues bueno, me siento frustrada.
—Llegas tarde —anuncio lo obvio cuando ya se encuentra a mi lado. Empiezo a
caminar dentro de la clínica sin esperarlo, pero toma mi muñeca. Me detengo pero
no lo enfrento.
—Mañana es tu cumpleaños.
—¿Y? —de un tirón aparto mi muñeca, enfundada e un guante, de su tacto.
—Quiero darte algo.
Me doy la vuelta y lo enfrento. Tiene marcas oscuras como si no hubiera dormido
en toda la noche.
—¿Has dormido? —pregunto y no puedo evitar la preocupación.
Es decir, es Jake. Siempre va a importarme su bien estar.
Niega con la cabeza y esboza una pequeña sonrisa.
—No pude dormir mucho a noche. Pero tú tampoco te ves como si hubieras
descansado lo suficiente.
—No podía dormir —confieso—. Estar embarazada es difícil, ¿vale?
Asiente con la cabeza y su sonrisa se hace tan grande que sus ojos se achican.
Viro los ojos y sigo con mi camino a la sala de espera.
Ambos estamos sentados junto al otro, esperando a que digan mi nombre.
Después de unos veinte minutos, una enfermera lo hace y ambos nos ponemos de
pie para caminar en dirección al consultorio.
Al entrar, la gran sonrisa del doctor Marshall nos recibe y nos hace sentar a ambos
frente a su escritorio.
—Así que aquí me informa que te encuentras embarazada de tres meses —dice y
asiento con mi cabeza—. Perfecto, entonces ahí hay un baño y puedes cambiarte
con la bata azul que se encuentra en el perchero. Como llevas embarazada ya
algo de tiempo, no te haré un eco transvaginal. Pero sí te haré un eco común. Y, a
parte, tengo que revisar cómo se encuentra tu cuerpo en este momento, ¿vale?
Asiento con mi cabeza y camino en dirección al baño. Me cambio a la bata y
salgo. El doctor se encuentra conversando junto con Jacob.
—Entonces, ¿te harás cargo del bebé? —le pregunta Marshall.
—Aunque no lo crea, me encuentro muy emocionado. Ha sido la mejor noticia que
he recibido en mucho tiempo. Y sí, quiero darle todo el amor que ese bebé se
merece.
—Yo tengo ya tres hijos con la mujer que he amado toda mi vida. Llevo 20 años
de casado y sigue siendo como la primera vez.
—¿Y ha sido fácil? —pregunta en un murmullo.
—Claro que no. Pero supimos cómo superar los obstáculos que nos ha lanzado el
amor. ¿Tú te encuentras en este momento en una relación con la señorita
Andrews?
Jake lo mira y parece triste cuando responde.
—Es... complicado.
Como ya no quiero escuchar más porque su conversación me afecta y siento
ganas de llorar, me aclaró la garganta y los dos hombres me miran.
—Ya estoy lista —anuncio.
—Vale. Recuéstate en la camilla y abre la vaya en la zona de tu estómago.
—Es algo bueno que haya dejado los pantalones —murmura Jake.
Pongo los ojos en blanco y abro mi bata.
El doctor se sienta en un banco a mi lado y frente a una pantalla. Expande un gel
algo frío y me estremezco. Siento la presencia de Jake a mi lado mientras el
doctor empieza a expandir en gel por todo mi vientre con un aparato que no sé
cómo se llama.
Y lo que sale en la pantalla me deja sin habla, sin respiración, sin nada.
Es lo más hermoso y fascinante que he visto.
Jake

Por mis padres, esto es tan hermoso.


Mis ojos no se pueden aportar de la pantalla. Es algo fascinante e increíble que no
puedo encontrar palabras.
Es decir, ya tiene forma de bebé.
Nuestro bebé.
—Parece una oruga —dice Kylie y regreso a mirarla. Algunas lágrimas caen de
sus ojos y caen por sus sienes—. Creí que iba a tener forma de frejol o algo así.
—Eso es porque en este momento estás en la semana once —explica el doctor,
escribiendo algo en un teclado. Señala la pantalla—. En este momento el feto ya
tiene formado órganos muy importantes como el hígado, el riñón y el estómago, a
parte de su corazón y su cerebro. Ahora también mide unos cinco centímetros. Y
pues a este punto ya empieza a generar sus propios glóbulos rojos y expulsa orina
que empieza a formar parte del líquido amniótico.
No entiendo ni una palabra de lo que dice y parece que Kylie tampoco porque
asentimos con la cabeza al mismo tiempo sin entender un carajo.
—¿O sea que mi bebé está nadando en pipí? —pregunto y Kylie me da una
mirada de advertencia—. ¿Qué? Es una pregunta científica.
Pone los ojos en blanco y sigue viendo la pantalla.
A pesar de que no debería sentirme de esta forma, su frialdad me molesta. Es
como si me odiara, como si guardara una gran cantidad de resentimiento en su
corazón dirigido hacia mí. Y a pesar de que me molesta y me enerva, no voy a
cagarla más. El punto es recuperarla, no alejarla.
—Por lo que veo, luce saludable y al parecer te has estado alimentando bien —
explica Marshall—. Pero te recomiendo no alterarte demasiado. No queremos que
el bebé tenga complicaciones porque entonces tú las tendrás. Recuerda de que
debes mantenerte sana, alimentarte correctamente y mantenerte activa pero si
hacer mucho esfuerzo físico —después de dar las recomendaciones, se dirige a
mí—. Y a ti te recomiendo quedarte algún tiempo con ella. Háblale directamente al
bebé, necesita conocer tu voz porque eso es un estímulo para que su desarrollo
sea saludable.
—¿O sea que tiene que hablar a mi barriga? —Kylie frunce el ceño.
—Es estimulante para el feto.
—Bebé —le corrijo al doctor y este se ríe. Frunzo más el ceño.
—Bebé —rectifica, después de un momento deja de mover ese aparato por el
vientre de mi nov... Kylie y le da una toalla desechable. Ella se limpia y se sienta
en la camilla—. Hemos terminado con el eco —le entrega algunas fotos y ella las
mira con adoración. Me pongo detrás de ella y miro a través de su hombro.
Joder, mi hijo es hermoso a pesar que parezca un gusanito obeso y la foto sea en
blanco y negro.
»Ahora necesito que te habrás la bata, tengo que visualizar si tus senos están
aptos para la lactancia o no.
El doctor se coloca unos guantes y Kylie abre la bata de papel azul.
Mierda.
Mierda.
Mierda.
¡¡Joder!!
Sus tetas han crecido un poco pero yo lo noto y se ven increíbles.
Sus pezones rosados están un poco erguidos y sus tetas son muy redondas. Son
perfectas. La abstinencia de un mes sin sexo me pasa factura y mi ingle
reacciona. Siento como mi polla se endurece con la vista de sus pechos.
Me muevo detrás de ella hasta estar al frente para dar un vistazo mejor. Cosa que
la hace sonrojar, porque sus mejillas se tiñen de carmesí hasta llegar a su cuello y
pecho. Me da una mirada que lanza dagas, pero eso no hace nada para tapar el
deseo en mi entrepierna. Un día genial para usar pantalones apretados e
incómodos.
Me renuevo un poco y el doctor la hace levantar un brazo, cosa que hace resaltar
el tamaño de su pecho y mi polla se endurece más.
Estos jodidos pantalones están asfixiándome.
Le hace la revisión correspondiente y yo miro hacia otro lado porque no es que me
emocione que otro hombre toque los lugares donde mis manos son las únicas que
tienen derecho de recorrer.
O tenían el derecho de recorrer.
—Está bien, tus pezones son pequeños pero eso es un problema que se puede
solucionar —dice Marshall al terminar y Kylie cierra su bata—. Tienes que jalar tus
pezones o tú novio puede ayudarte a hacer simulación de lactancia para que no te
duela mucho en el momento de dar de lactar al bebé. Porque si no hacen esos
ejercicios, puede llegar a ser muy doloroso para ti, o tal vez ni siquiera puedes
llegar a elaborar leche.
Kylie lo mira confundida y yo elevo la ceja y me cruzo de brazos.
—¿Está sugiriendo que le chupe las tetas?
No es que me moleste la idea. En absoluto.
—¡¡Jacob!! —me riñe Kylie, ahora frunciendo el ceño y viéndome claramente
molesta.
Joder, como odio que me llame Jacob.
—Podríamos llamarlo así. —es lo único que dice el doctor antes de darnos
indicaciones y que Kylie desaparezca en el baño. Marshall se dedica a escribir una
receta para Kylie. Son vitaminas y ni sé qué cosas para ella y el bebé.
Cuando Kylie sale del baño ya vestida, nos despedimos de Marshall y salimos del
consultorio. No me pierdo las miradas furtivas que Kylie me da y no puedo evitar
sonreír.
—Si tan siquiera te lo estás planteando, la respuesta es no —dice colocándose
nuevamente su gorro de lana color azul y metiendo sus manos en su abrigo del
mismo color.
Sonrío porque sé exactamente de lo que está hablando.
—El doctor lo sugirió —es lo único que digo antes de salir de la clínica a lo frío de
la noche.
Kylie no dice nada y va en dirección a su auto, se sube en él y antes de que pueda
alcanzarla arranca el coche y se va.
Va a ser difícil reconquistarla.
¿Pero qué esperaba? Yo la dejé.
Y apenas regresé ayer. No hay que cantar victoria tan rápido. Pero lo que si estoy
seguro es que la recuperaré.
Recuperaré a mi familia.
***
—¿Cono te está llenado en eso de recuperar a Kylie? —pregunta Travis a través
del teléfono.
Bufo y empiezo a moverme de un lado a otro en el departamento.
Tantos recuerdos del poco tiempo que viví con Kylie llegan a mi mente. Como
paseaba en la cocina cuando hacia la cena, como nos acurrucábamos en nuestro
nuevo sofá para ver la televisión o películas. Como tantas veces bromeábamos y
conversábamos por horas y horas sin parar.
Parece como si solo hubiese sido una relación de puro sexo. Pero ahora que
recuerdo, el sexo pasa rápidamente a segundo plano, todo lo bueno está en esos
momentos donde vivíamos acurrucados bajo el brazo del otro.
Joder. La quiero de vuelta.
—Me odia, Travis —suspiro.
—No te desesperes. ¿Recuerdas cuando me separé de Jane? Le di su espacio
para que pudiera pensar y para que yo reflexionara sobre mis acciones y pudiera
cambiar para ser mejor para ella. Creo que debes hacer lo mismo.
—La extraño.
—Y yo lo sé. Pero ambos necesitan de este tiempo separados para pensar y
reflexionar. Para poder trabajar en sus problemas en un futuro.
—Creo que ser papá te está haciendo una persona sabia.
Se ríe un poco.
—¿Qué te puedo decir? Mi vida es buena ahora. Tengo a la mujer de mi vida a mi
lado, una bebé a punto de nacer y mi trabajo soñado. Y pronto tú tendrás lo
mismo.
Siento alguna clase de nostalgia, o envidia, o alguna de esas mierdas de chicas
que he visto en la televisión. Él en este momento tiene una buena vida.
Yo... yo quiero tener esa vida.
Así que antes de que el nudo en mi garganta se haga más grande y me rompa a
llorar, prefiero cambiar de tema.
—¿Y cómo va Jane ya en su último mes de embarazo?
Travis suspira.
—Se ve tan hermosa que es injusto. Y ahora me pone mucho más caliente porque
hay más de ella, a pesar de que ya el sexo no es salvaje, sigue siendo bueno.
Pero me exaspera.
—¿Y eso por qué?
—¡Porque al parecer ella no se da cuenta que está embarazada de siete meses y
medio! —grita y me río—. Sale a correr, va al gimnasio y sube las escaleras sin
ayuda. ¡Tiene más energía que yo!
—Y eso está mal porque...
—¡Porque soy un jodido paranoico! Me conoces. Sabes que soy sensible cuando
se trata de Jane, y es aún peor ahora que va a tener a mi bebé.
Me río y niego con la cabeza.
Espero en algún momento tener eso.
—Jane es una chica fuerte —digo— y voy a la cocina para prepararme un
sándwich, muero de hambre—. Y no te sorprendas que tenga energía, siempre ha
sido una chica hiperactiva.
Bufa.
—Pero no lo entiendo. ¿No se supone que las mujeres embarazadas a este punto
son todas hormonales y sin energía? ¡Pues Jane no lo es! Tiene mucha más
energía de lo que tenía cuando no lo estaba. Se ve radiante. Lo único gracioso de
su embarazo es cuando hacemos el amor y de sus pezones escapa algo de leche.
Es gracioso de ver. Se siente un poco como leche caliente sobre mi pecho.
—Guácala —hago una mueca, a pesar de que no puede verme. Él se ríe.
—No digas eso. Pasarás lo mismo con Kylie en poco tiempo.
Esta vez bufo yo.
—Si quiere ella volver conmigo.
—Lo quiere. Solo tienes que darle algo de tiempo.
Después de conversar un rato más sobre su equipo de fútbol, si bebé y mucho
sobre Jane, cuelga y suspiro.
El departamento se siente jodidamente solitario sin Kylie, pero eso lo tengo que
enmendar.
Mi teléfono suena sobre la mesa y lo tomo. Miro el número de Kylie y contesto.
—Hola —digo como saludo, pero su voz me alarma, a pesar de que suena firme,
sé que no está del todo calmada.
—Jake, hay un problema —su voz titubea un poco.
—¿Qué sucede, cariño? ¿Está todo bien?
Antes de pensarlo ya me estoy movilizando a la puerta y tomando mis llaves del
auto.
—Hay sangre en mis bragas y... baja con rapidez —su voz tiembla un poco más y
siento como la sangre de mi cuerpo es reemplazada con brea—. No es mucha,
pero sé que no está bien y estoy sola. ¿Puedes venir por mí?
Antes de siquiera que termine de hacer la pregunta ya me estoy movilizando por el
garaje en busca de mi auto.
—Voy en camino.
Kylie

Algo no está bien.


Desde que me desperté esta mañana me he sentido algo diferente. He tenido más
nauseas de lo común, me siento pálida y algo mareada. Algo no está bien, pero
quiero ignorarlo. No puedo dejar que nada me derrumbe en este momento.
—Por Dios, Gusanito, hoy te estás portando muy mal con mami, eso no es un
buen regalo de cumpleaños —digo acariciando mi vientre que hoy se encuentra un
poco más hinchado y duro.
Me recuesto en mi cama, esperando a que las nauseas se vayan y que el leve
dolor en mi vientre desaparezca. Así que enciendo la portátil y pongo una película.
Pero no sucede. El dolor no se va.
Solo va en aumento.
Retiro la portátil de mi regazo y corro al baño a expulsar todo lo que he contenido.
Sale todo de mí en medio del pasillo y en el lavamanos. Nunca llegué al retrete, lo
cual mi baño y el pasillo que conlleva a él ahora es un asco.
Tomo unas cuantas respiraciones al terminar y abro el grifo para que todo lo que
estaba en mi sistema desaparezca. Veo cómo el agua manchada con vómito se
van por el desagüe asta que mi respiración se hace un poco más lenta y puedo
respirar bien de nuevo.
Pero el dolor no se va.
Solo crece.
Y sé que algo está muy mal aquí.
Así que bajo mis pantalones de felpa de corazones junto con mis bragas y me
siento en el retrete después de levantar la tapa.
—Tranquila, Kylie, todo está bien —digo después de ver lo qué hay en mis bragas.
Hay sangre.
No es mucha como para alterarme, pero es como si estuviera teniendo mi período.
Sé que eso no es normal. Sé que no está bien, y sé que me encuentro sola en
este momento en casa.
Me pongo de pie y me coloco mi ropa nuevamente para ir a mi habitación para
tomar mi celular y marco a Dove.
Suena cuatro veces y después su contestador suena. Marco tres veces más antes
de rendirme y marcar a Clara.
Nada.
Marco a Marie.
Nadie contesta.
No puedo entrar en desesperación. No puedo perder a este bebé que tan feliz me
ha hecho en estos días. Así que dejó el orgullo a un lado y marco a la persona que
también es parte de este bebé.
—Contesta, por favor.
No tengo que rogar más porque contesta después del primer timbre.
—Hola —saluda con alegría y entusiasmo.
—Jake, hay un problema —digo sin preámbulos.
—¿Qué sucede, cariño? ¿Está todo bien?
Se escucha preocupado esta vez.
—Hay sangre en mis bragas y... baja con rapidez —mi voz tiembla, pero no puedo
hacharme a llorar. Tengo que mantener la poca calma que me queda—. No es
mucha, pero sé que no está bien y estoy sola. ¿Puedes venir por mí?
Pasan unos pocos segundos mientras lo escucho movilizarse. Incluso escucho
como sus pisadas suenan a l bajar por las escaleras y el sonido de desbloqueo de
su auto.
—Voy en camino —asegura y puedo escuchar el motor rugir y como arranca el
auto.
Puedo respirar un poco más tranquila ahora.
—No me cuelgues, por favor —las palabras salen de mi boca antes de que pueda
detenerlas, y sin darme cuenta, algunas pocas lágrimas están bajando por mis
mejillas—. Háblame de cualquier cosa, prometo no distraerte del camino, pero no
me cuelgues, por favor.
Él suspira y me informa que va a poner el altavoz, asiento con la cabeza a pesar
que no puede verme.
—Todo va a estar bien, Kylie —me dice y siento un nudo posarse en mi garganta
aún más grande—. Eres fuerte, y valiente, y nunca te dejaré desmoronar.
—Tengo mucho miedo.
Antes de que pueda detenerlo, un sollozo escapa de mí y cuando Jake me habla,
siento como su voz tiembla un poco:
—No te pasará nada, nena. Eres fuerte, y si te rompes... si te rompes, yo seré
fuerte por los dos.
Sé que está llorando por la forma en que habla y eso me hace derramar más
lágrimas. Sé que soy fuerte, pero si pierdo a Gusanito... no sé qué sería de mí.
—Te amo —las palabras escapan de mi boca y la cubro con mi mano. Ya lo dicho,
dicho está. Y es la verdad. Lo amo, nunca he dejado de hacerlo.
—Yo también te amo, Kylie —dice, su voz se rompe—. Gusanito y tú son mi vida.
Todo lo que tengo. Todo lo que me importa. Todo lo que necesito... Todo.
Me río un poco, a pesar de que me siento atónita por sus palabras.
—No puedo creer que tú también le digas Gusanito.
Se ríe un poco él esta vez.
—Tiene forma de Gusanito gordo. No sé, es adorable.
Nos quedamos en silencio, escuchando la respiración del otro.
»No lo perderemos, mi amor —asegura—. Fue hecho con tanto amor. No lo
perderemos.
—Siempre nuestro —sollozo.
—Siempre nuestro Gusanito.

Jake llega después de cinco minutos, y nunca dejamos de hablar por teléfono.
Nunca me dejó sola. Entra al departamento, con el celular todavía pegado a la
oreja y sus ojos se encuentran con los míos, se ven algo irritados y rojos. Tiene un
abrigo enorme que está cubierto de nieve, pero puedo ver que lleva pantalones de
chandal y zapatos deportivos. Tal vez fue al gimnasio hoy.
Las lágrimas no han parado de bajar por mis mejillas, pero su voz me ha
mantenido a raya. Me levanto de la cama, pero me desestabilizo un poco. Él va en
mi ayuda y me carga de manera tradicional: una mano bajo mis rodillas y otra bajo
mi espalda.
—¿Te encuentras bien? —pregunta, cerrando de manera acrobática la puerta del
departamento de la residencia.
—He estado mejor —digo, recostando mi cabeza en su pecho.
Puedo escuchar como late su corazón. Está latiendo muy rápido y su cuerpo
acuna perfectamente al mío. Paso mis manos por sus hombros y las dejo en su
cuello, para pegarme mucho mejor a él.
Y aunque lo quiera ignorar, todo lo que necesito es a él.
Su calor, su olor, todo de él.
Hace dos días ha vuelto y la verdad es que ahora lo he extrañado mucho más que
nunca al tenerlo cerca, pero tan lejos.
Quiero hacerme la dura, quiero mantenerme resentida y seguir haciéndolo sufrir
de la misma forma que sufrí yo. Pero estar con él se siente tan correcto.
¿Eso me hace una idiota? ¿Me hace muy fácil querer estar con él, a pesar de todo
el daño que me ha hecho? Que nos hicimos. Porque no hay que tapar el sol con
un dedo.
Yo también lo he lastimado.
Yo también he tenido errores.
No solo él.
Es muy fácil ver los errores de los otros, echarles la culpa, pero nunca analizar
nuestros errores.
Y sé que yo cometí muchos errores en lo largo de nuestra relación.
Cuando él tuvo el accidente, lo que él necesitaba era que le demos su espacio,
que entendamos su dolor porque él fue el que presenció la muerta de sus padres.
Pero lo que hicimos... lo que hice... es agobiarlo. Por eso me alejó. Por eso él no
me quería cerca. Porque yo quería que haga como si nada hubiese pasado, pero
soy egoísta y solo me enfoqué en mi propio dolor. Así que lo agobié y él lo único
que quería y necesitaba era un escape de la realidad.
Cosa que me ha costado entender.
Y esta vez que se fue, yo también tuve la culpa. Empecé a tratarlo y agobiarlo de
la misma forma que lo había hecho dos años y ocho meses atrás. Lo agobié, y por
eso se fue.
Al igual que su culpa, fue la mía.
Sin embargo, una extraña calma me atraviesa. Es como si ahora todo tuviese
sentido. Ahora lo entiendo aún más.
Siento como que ahora conozco realmente a Jake.
Mi cabeza deja su pecho y lo miro. Se ve tan preocupado y agobiado. Tan
vulnerable. Tan triste y con mucho miedo.
—¿Esto es un error? —pregunto.
Jake niega con la cabeza.
—Sé lo que es cometer un error, y te aseguro que esto... nosotros está muy lejos
de ser uno. Y si esto fuera un error, es un buen error.
—Mi mejor error.
—Mi mejor error —repite y sonríe un poco aliviado.
No sé cómo conduce porque nunca me aparta de su cuerpo, pero lo que sí sé es
que llegamos al hospital en poco tiempo. También sé que cuando un enfermero
quiere ponerme en una camilla, Jake no lo deja y me lleva en sus brazos hasta no
sé dónde y al fin soy puesta en una silla de ruedas.
También sé que Jake ignora a las enfermeras que le dicen que no pueden hacer
eso. Lo apartan de la silla y me altero. Me altero tanto que empiezo a llorar porque
me quitaron a la única persona que me mantenía en calma.
Los enfermeros se percatan pero no dejo que me toquen, solo quiero a Jake
conmigo.
—¡Jake! —grito, buscándolo con la mirada, pero no lo encuentro y siento el pánico
subir por mi columna vertebral.
—Tranquila —dice la voz suave de una enfermera—. Se fue a cambiar de ropa,
estarás bien.
—Mi Gusanito... —murmuro—. Hay sangre y mi bebé...
—No hay nada qué temer —dice con su voz suave—. Estarán bien.
Eso espero, así que mientras me movilizan, mis párpados se van volviendo
pesados y mi consciencia se va desvaneciendo.
***
Mi cabeza palpita, pero ya no tengo dolor en mi vientre, todo lo que siento es
tranquilidad a pesar del fuerte dolor en mi cabeza y del constante apretón en mi
mano.
—Cuando te vi por primera vez, estaba atónito porque nunca había visto a un
pelirrojo en mi vida —dice la voz de Jake, quiero abrir los ojos pero estos se
sienten tan pesados—. Eras la niña más genial y bonita que había visto. Era... era
como ver un ángel.
Oh Dios...
»Estabas con dos coletitas en tu cabeza y unos lazos color rosa adornaban tu
cabello rojo y brillante. Pero como era popular nunca te hablé, solo porque te
gustaba sentarte en las sombras con Jane. Era como si tu único mundo fuera ella
y sentía celos. Era muy tonto. Lo sé.
»Después, Travis me presentó a Jane y junto a ella estabas tú. Era como... como
que si de acerca fueras la persona más maravillosamente hermosa. Eras
realmente una niña bonita que me encantaba molestar para convencerme a mí
mismo que no era posible que alguien como tú me gustes.
»No eras popular, no eras porrista, ni siquiera pertenecías a algún grupo del
colegio a excepción del de cocina. Y eso me frustraba porque al ser un niño idiota,
quería que tú sobresalieras.
»Así que, a los catorce años empezaste a verte diferente, más... femenina. Y mi
atracción por ti fue creciendo. Pero tú me rechazaste. Y eso me encantó porque
nunca nadie lo había hecho. Los años pasaron y la atracción se fue convirtiendo
en sentimientos... sentimientos que no sabía cómo manejar o cómo interpretar. Y
un día me diste la oportunidad de entrar a ti.
»Aún recuerdo nuestro primer beso como si hubiera sido ayer. Recuerdo lo que
me dijiste antes de que me atreviera a besarte. Me preguntaste una y otra vez si
me gustabas lo suficiente como para hacerlo, no tenias ni idea lo mucho que me
gustabas. Te besé en tu habitación y ese beso se fue convirtiendo en más, hasta
que acabaste debajo de mí, diciendo mi nombre y entregándome tu virginidad.
Supe que te amaba desde ese momento.
»Estuve toda la noche pensando en lo que habíamos hecho mientras tú dormías
sobre mi pecho, acurrucada a mí. Reflexioné y dije que hubiera deseado que esa
también hubiera sido mi primera vez. Pero sí obtuviste una primera vez de mí: fue
la primera vez que hice el amor. Que te hice el amor.
»Fue tan increíble, Kylie, que nunca más quise dejarte ir. Ninguna otra chica se
compara a ti y la forma en que me haces sentir con solo mirarme. Así sea una
mirada llena de rabia.
Se queda en silencio y siento su caricia en mis dedos, toma una bocanada de aire
antes de seguir hablando.
»Gusanito está estable. Tú estás bien. Seremos una gran familia nosotros tres, y
si hago las cosas bien, tal vez tengamos muchos niños. Pero por favor,
perdóname, perdóname por todo lo que te he hecho, Kylie.
Mis lágrimas resbalan por mis sienes y mis ojos se abren. Lo veo, lo veo mirando
mis manos, jugando con mi dedo anular de mi mano izquierda, dibujando el
contorno donde algún día debería estar una alianza. Me regresa la mirada y puedo
ver lágrimas bajando por sus mejillas. Me mira de la manera más sincera posible.
»Quiero que te cases conmigo —el aire se escapa de mis pulmones y tengo que
obligarme a respirar si no quiero ahogarme—. Quiero que mi familia seas tú, y
Gusanito y tal vez más hijos que vayamos a tener. Y no lo digo porque estés
embarazada o porque sea tu cumpleaños. Lo digo porque en verdad quiero una
vida contigo.
Lo miro y las lágrimas empañan mis ojos, me incorporo y me siento en la cama. Él
está sentado a un lado de la cama en una silla, tomando mi mano y viéndose
realmente hermoso.
—Perdóname tú a mí, Jake —sollozo y lo abrazo de su cuello—. Sí, quiero
jodidamente casarme contigo. Porque se siente tan malditamente correcto.
Él hurga en los bolsillos de su pantalón y saca una caja de color negro.
Oh Dios mío.
Se separa un poco de mí y miro la caja con apreciación.
—Era el anillo de mi madre —dice con una sonrisa triste y abre la caja. Joder, es
hermoso—. Sabía que había un solo lugar al que pertenecía aparte de ella. Y es a
ti. Tú eres la mujer de mi vida. Eres mi todo, Kylie Andrews.
—Y tú el mío —seca mis lágrimas con sus pulgares y me mira a los ojos.
—Feliz cumpleaños. Te amo, mi amor —susurra muy cerca de mis labios.
—Yo te amo mucho más.
No decimos nada más. Se acerca lentamente a mí y me besa. Es un beso suave,
lento, sin lengua y sin prisa. Pero que expresa todo lo que sentimos.
Lo mucho que nos amamos.
Mi mejor error.
Capítulo +18
-----
Sus labios dejan los míos y no pasan ni tres segundos para que volvamos Amor a
besarnos. Esta vez devorándonos completamente, aspirando el espíritu del otro.
Su lengua busca con desesperación la mía y se la entrego gustosa.
Millones de emociones me recorren mientras él me besa, la forma en que hace mi
corazón latir. Y es toda la afirmación que necesito para saber que estoy haciendo
lo correcto. Que estoy entregando mi alma y mi vida al hombre que amo.
Sus manos toman mi rostro y me juntan más al suyo para que su lengua toque la
mía. Es tan carnal y tan satisfactorio que creo que me consume. Literalmente me
consume y se lleva todo lo que puede con este beso.
Un golpe en la puerta nos hace detenernos, pero no deja de besarme
inmediatamente. Va parando poco a poco y dejando pequeños besos en mis
labios. Cuando la nube de pasión se va, me mira a los ojos y la primera sonrisa
real que he visto desde que regresó aparece en sus labios. La felicidad es
contagiosa ya que yo me encuentro sonriendo de la misma manera.
—Kylie Stevens —saborea cada palabra—. Nunca creí que tú nombre con mi
apellido sonaría tan bien.
—Eres tan cursi —digo, tratando de bromear, pero no puedo alejar la risa
enamorada que está en mis labios.
—Quiero hacerte sonreír de esta forma por el resto de mi vida.
Su declaración me quita el aliento y siento nuevamente un nudo en mi garganta
mientras mis ojos se empañan.
—Yo también —murmuro antes de sentir sus labios nuevamente sobre los míos.
Es u n beso corto porque alguien entra, pero que me deja saber lo mucho que me
ama.
Es abrumador e increíble.
—Buenas tardes, señorita Andrews —me saluda el doctor Marshall, entrando a la
habitación junto a una joven enfermera que tiene sus ojos sobre Jake y la boca
abierta.
Maldita.
Siento el sonrojo en mis mejillas por la vergüenza de sentirme celosa. No es culpa
de la enfermera que Jake luzca como todo un Dios del Olimpo con tatuajes.
—Te preguntarás qué pasó con tu bebé, te aseguro que no es nada grave y que
no debemos preocuparnos. El bebé está sano y tú estás sana.
—¿Entonces qué es lo qué pasó? —pregunto, Jake se sienta en la cama a mi lado
y lleva una mano a mi vientre.
—Tenías un pequeño mioma, pero era tan pequeño e indefenso que tu cuerpo
mismo lo rechazó y por eso sucedió el leve sangrado. Así que no hay nada de qué
preocuparse. Eso es completamente normal en una embarazada primeriza.
Respiro con alivio y pongo una de mis manos sobre la de Jake. Él me atrae a su
cuerpo y con su mano libre juega con mi cabello entre sus dedos.
—¿Y podrá tener sexo? —pregunta Jake.
Siento el sonrojo en mis mejillas, cuello y pecho, así que lo golpeó con mi codo en
sus costillas y él se queja.
—¡Jacob Alexander Stevens!
—Kylie Sophia Andrews —se ríe—. Es una pregunta necesaria.
El doctor Marshall ríe un poco.
—De hecho, pueden tener intimidad. Tu cuerpo ahora se siente sano porque ya
expulsó todo lo malo en él, y de hecho, el sexo ayuda a relajar a las embarazadas.
Así que sí, pueden tener sexo.
Jake suspira y yo, a pesar de que me de vergüenza admitirlo, me siento aliviada.
El sexo es importante para cada relación, y la verdad es que quiero pasar mi
cumpleaños junto a él y una cama bajo nuestros cuerpos.
El doctor sale junto a la enfermera después de darme algunas indicaciones y
darme una receta de varias vitaminas. Jake me atrae más a su cuerpo y escondo
mi cabeza en la curvatura de su cuello. Suspira y deja un largo beso sobre mi
cabeza.
—¿Sabes qué es lo que faltó para que podamos cerrar este compromiso?
Niego con la cabeza, porque para mí, la propuesta fue perfecta.
Se pone de pie y me lleva con él, se coloca sobre una rodilla y vuelve a abrir la
caja de terciopelo negro. El enorme diamante color blanco brilla con la luz de las
lámparas blancas.
La verdad es que había imaginado este momento por toda mi vida. Había
imaginado qué tal vez me lo pediría sobre un elefante en la india. Siempre he
imaginado las cosas más clichés y románticas. Pero ahora, estamos aquí en una
habitación de hospital y yo vestida con una bata que deja a la vista mi trasero.
Y no podría ser más perfecto.
Toma mi mano izquierda y se aclara la garganta.
—Kylie Sophia Andrews —dice con un fingido acento inglés y yo río entre las
lágrimas que están en mis ojos y bajando por mis mejillas—. ¿Me convertirías en
el hombre más feliz del mundo? ¿Me harías el honor de ser mi esposa?
—Solo si no vuelves a hacer ese acento nunca más —me río y sorbo mi nariz—.
Claro que acepto ser tu esposa, mi vida.
Él también ríe y saca el anillo de la almohadilla que lo sostenía, deja la caja sobre
el suelo y desliza el anillo sobre mi dedo anular. Contengo la respiración todo el
proceso. Es tan maravilloso.
Él deja un beso sobre el diamante y se pone de pie, toma mi rostro entre sus
manos y me besa con fuerza. Siento como sus lágrimas caen por sus mejillas. Y
eso me hace darme cuenta de algo: Él en verdad no cree que lo merece, pero aún
así lo está intentando.
Lo bueno es que tengo toda una vida para demostrarle que se merece esto y más.
—Ven a casa conmigo —jadea cuando nos separamos—. Por favor, regresa a
casa conmigo.
Asiento con la cabeza antes de que termine de hablar.
—Tengo que ir por mis cosas y...
—Mañana —murmura y retira el cabello que ha caído sobre mi frente—. Mañana.
Hoy te quiero solo para mí. Por favor.
Paso mis brazos por su cuello y vuelvo a besarlo.
El mundo puede volver a la realidad mañana, porque hoy solo somos él y yo.

—¿Dove estuvo aquí? —pregunto cuando él me extiende una mochila con mi


ropa.
Jake asiente y me ayuda a quitar la bata de hospital. Mira mi cuerpo desnudo
fijamente, como si fuera lo más maravilloso que ha visto jamás. Mi cuerpo
reacciona y mis pezones se fruncen por su atenta mirada. Después niega con su
cabeza y se aclara la garganta antes de pasarme mis bragas y ayudarme a
ponerlas. Luego toma un sujetador y me lo ayuda a poner.
—Se siente terrible porque no te pido atender. Estaba en una reunión importante
con un agente que ha visto sus videos en YouTube. Se llamaba Gabriel o algo así
me dijo.
—Gabriel Graham —asiento—. Es un casa talentos y representante de varios
artistas. Dove ha estado muy emocionada porque ahora podrá cumplir su sueño.
—Te trajo algo de ropa porque sabía que la necesitarías. No quería irse, pero me
tocó darle cincuenta dólares y un pase para una dona gratis para que me deje
llevarte a casa.
—¿Sabias que me iría contigo? —elevo una ceja.
Él se ríe y niega con la cabeza mientras me ayuda a colocarme mi camiseta por
encima de mi cabeza.
—Quería llevarte a tu departamento si despertabas y ya no me querías.
—¿Y cómo sabías que me lo ibas a proponer? —pregunto realmente curiosa.
—No lo sabía —dice y me hace levantar mi pierna para que me coloque unos
pantalones de chandal limpios—. Encontré el anillo de mi madre en el abrigo y
solo me arriesgué a ser rechazado cruelmente. Pero ha sido la mejor decisión de
mi vida.
Literalmente un suspiro se me escapa y lo hace reír. Al terminar de vestirme, él se
incorpora y toma mi rostro entre sus manos y besa mis labios. Es un beso suave
pero que hace a mis piernas temblar. Es perfecto.
—Familia Stevens —suspira—. Estoy amando cada vez más como suena eso.
***
Llegamos al departamento de Jake después de veinte minutos de que me dieran
de alta esta noche. Jake quería detenerse a que comamos algo, pero mejor lo
incité a que compremos para llevar y comer en casa. No es por nada, pero solo
quiero llegar y arrancarle la ropa.
Miro una vez más el enorme diamante que descansa en mi dedo anular de mi
mano derecha. Es precioso e increíble, a pesar de que ya lo había visto en la
mano de Corine Stevens. Mis ojos se sienten irritados nuevamente y culpo a mis
hormonas que me encuentre demasiado sensible.
Entramos a su departamento y todo es un desastre tan familiar que me atreví a
sonreír. Su ropa está en los sillones, todo es un desorden, todo es tan Jake que a
penas terminemos de hacer lo que creo que vamos a hacer, lo ayudaré a limpiar
este chiquero.
—Perdón por el desorden —dice, llamando mi atención—. No he tenido tiempo
para ordenar esto.
Luce apenado, incluso avergonzado. Sus mejillas están sonrojadas y eso me hace
reír porque Jake casi nunca se sonroja.
—Te ayudaré a limpiar —digo y camino hacia la cocina para dejar las bolsas con
nuestra comida.
Empiezo a poner las cosas en orden y siento sus pasos acercarse a mí. Cuando
me alcanza, retira el cabello de mi hombro y deja un tierno beso en mi cuello. No
es del tipo pasional, pero sí causa reacciones conocidas en mi cuerpo.
—Jake —su nombre sale en un murmuró automáticamente desde mi boca.
—La habitación si se encuentra ordenada —susurra en mi oído y acaricia mi
vientre por sobre mi abrigo con sus dos grandes manos.
Antes de que pudiera procesarlo, toma mi mano y me guía a lo que un día fue
nuestra habitación. Se encuentra ordenada y limpia, como si no hubiera sido
usada. Y es cuando recuerdo que vi algunas cobijas en el gran sofá de la sala.
—¿No has estado durmiendo aquí?
Se encoge de hombros y me ayuda a deshacerme de mi gran abrigo.
—No podía, hay muchos recuerdos.
Claro que sí los hay, recuerdos hermosos, divertidos, sensibles, algo subidos de
tono y muchos más están encerrados en estas cuatro paredes.
Camino hacia él y me pongo de puntillas para besar sus labios. Acaricio su cuello
con mis manos y van bajando hasta detenerse en la cremallera de su abrigo y
bajarlo lentamente hasta que esté cae al suelo.
—Te extrañé mucho —susurro sobre su boca, antes de seguir besándolo de
verdad.
Su lengua toca la mía y ambos gemimos del placer que recorre nuestros cuerpos
por el contacto. Sus manos toman mi cintura y me juntan más a su cuerpo.
Agradezco de que la calefacción esté encendida ya que no traigo abrigo alguno.
Poco a poco, con mucha lentitud, toma el dobladillo de mi camiseta y la va
subiendo por mi torso hasta que se va por encima de mi cabeza. Sus ojos recorren
mi cuerpo en sujetador y se detienen en mi vientre no tan plano por el embarazo.
—Te he extrañado mucho más, nena —me dice mientras acaricia mi vientre con
su mano. El acto me hace jadear—. Los amo a ambos... mucho.
—Y nosotros te amamos, mucho.
Sonríe y sus labios regresan a los míos. Paso mis manos por sus hombros y jaló
de su camisa, entiende el mensaje y la saca por su cabeza. Su trozo desnudo es
una maravilla a la vista. Es han trabajado y hermoso que podría desmayarme en
este momento. Paso una mano por su abdomen y se tensa, cierra los ojos
mientras jadea por mi tacto.voy bajando mi mano hasta que llego a la cinturilla de
su bóxer.
—¿Puedo? —pregunto, asiente con la cabeza.
—Puedes hacer lo que quieras, tú tienes el control.
—No quiero el control. Solo quiero que hagamos el amor, que ambos lo
disfrutemos.
—Entonces te doy permiso.
Pongo los ojos en blanco, pero sonrío y deshago el nudo que sostiene a sus
pantalones de chandal. Bajo el pantalón con mis manos lentamente y sale de sus
pantalones, pateándolos a algún lugar de la habitación.
Luce como un Dios mientras deshace sus correas de sus zapatos y se los retira
junto con sus calcetines. Está solo usando un bóxer color negro y eso me hace
jadear en apreciación.
—Mi turno —sonríe abiertamente mientras se acerca a mí y deshace el nudo de
mis pantalones de chandal. Se pone de rodillas y deja un beso sobre mi vientre.
Un gemido involuntario sale de mí.
»Hola, Gusanito, yo soy tu papi —habla a mi vientre. Oh, Dios, está hablando con
el bebé—. Y estás en la pancita de tu hermosa mami. Pero te cuento que cuando
nazcas, ya seremos una familia nosotros tres.
Deja otro beso en mi vientre antes de ponerse de pie. Creo que lo miro de una
manera extraña y soñadora porque me mira divertido.
—Eso fue... muy dulce —respiro hondo—. Y sexy. Muy, muy sexy.
—¿Te pone que sea cursi? —enarca una ceja.
—Tú me pones —creo que estoy jadeando.
Necesito esto. Lo necesito a él. Ahora. En esa cama.
Se ríe y toma mi rostro entre sus manos. Salgo completamente de mis pantalones
y los pateo a algún lugar. Beso desesperadamente a Jake cuando junta sus labios
con los míos. Le hago perder los estribos, porque me eleva en el aire y hace que
mis piernas se enreden en su cintura. Camina a la cama y me deja suavemente
sobre esta, él se coloca entre mis piernas y puedo sentir ya su notable erección en
mi entrada. Muevo mis caderas para buscar algo de fricción.
—Joder —jadea sobre mis labios y va bajando las tiras de mi sujetador por mis
brazos. Me arqueo un poco para hacerle el trabajo más fácil y que pueda arrojar
mi sujetador fuera de mi cuerpo.
Cuando este sale, las manos curiosas de Jake van a mis pechos y los presiona.
Gimo sobre sus labios ruidosamente porque mis tetas están sensibles. Pasa sus
pulgares por mis pezoneras su lo pierdo todo.
—¡Oh!
Muevo mis caderas por un poco de fricción y Jake maldice de nuevo antes de
morder mi labio inferior. Sus besos van a mi barbilla, luego a mi cuello, y luego veo
todo nublado porque siento su lengua trazar un círculo por mi pezón izquierdo.
—¡Joder!
Grito y gimo mientras él succiona mi pecho, lo muerde, lame y chupa. Es
increíblemente placentero que no puedo procesar las reacciones de mi cuerpo
hasta que lo siento. Me corro y ahora mis bragas están arruinadas.
—No puedo creer que te corriste —se burla Jake y yo me siento como mantequilla
fundida porque ha sido un buen orgasmo.
Mi mano toma su polla por encima de su bóxer y se siente tan duro que un gemido
escapa de mí tan solo con imaginar todo lo que haremos hoy.
—Te quiero dentro de mí —susurro en su oído y él gruñe y maldice.
Me quejo cuando, como siempre, rompe mis bragas. Es doloroso, pero no me
molesta en absoluto, porque me gusta que lo haga.
Lo ayudo a bajar su ropa interior con mis talones y cuando ya no hay nada entre
nosotros, me encuentro suplicando para que haga un movimiento con su pelvis.
Pero no hace nada.
—Iré muy lento —dice—. Quiero saborearte, quiero sentirte.
—Hazlo —suplico vergonzosamente—. Solo hazlo.
Se coloca con su mano en mi entrada y mueve su polla por todo mi monte Venus.
Es una sensación peligrosa y delirante que grito de placer.
—¡Oh, joder!
El grito escapa de mis labios cuando finalmente se hunde en mí. Su polla es
grande y varonil, y a pesar de que no esté bombeando rápido y fuerte, se siente
absolutamente placentero.
Hundo mis uñas en su espalda mientras él sale y entra de mí lentamente otra vez.
Siento como el sudor nos ha bañado ya por el esfuerzo de nuestros cuerpos. Sale
nuevamente y entra, más profundo, que un vergonzoso y muy alto gemido sale de
mí.
Soy ruidosa, siempre lo he sido, y eso parece a Jake encantarle, porque va
aumentando la velocidad cada vez un poco más. Si supiera lo mucho que mi
cuerpo lo ha extrañado. Como he extrañado sentirme expandida por él. El placer
que me da.
—¡Jake!
Mi cuerpo está muy sensible, así que no pasa mucho tiempo para que el orgasmo
me arrastre y me corra con fuerza a su alrededor.
—Muy bien, es mi turno, nena —anuncia y toma del interior de mis rodillas para
hacerme abrir mucho más las piernas.
Bombea esta vez con fuerza, llevándose todo a su paso, mis gemidos
mezclándose con los suyos. Toma mis pechos con sus manos y se voltea hasta
que estoy a horcajadas sobre él.
Mis caderas se mueven en sincronía con la suya. Mis tetas rebotan con cada
choque de nuestros cuerpos y el placer es tan inevitable que me vuelvo a correr a
su alrededor.
¡Dios! Este hombre se lleva todo de mí con cada orgasmo.
Vuelve a virar y me coloca sobre mi espalda mientras su orgasmo inicia, soy
consciente como palpita en mi interior, como su cuerpo se estremece, y la forma
en que su líquido caliente me llena por completo cuando su orgasmo llega.
—Kylie... Te-te amo.
Se corre con fuerza dentro de mí, llevándose cada suspiro de mi cuerpo.
Si esto es lo que voy a obtener por el resto de mi vida, estoy segura que será una
gran vida.
Capítulo +18
--------
Jake

Estamos acostados en la cama, con las sábanas cubriendo solo la mitad de


nuestros cuerpos y muy acurrucados, sintiendo el calor del otro. Kylie tiene
apoyada su cabeza en mi pecho y mi brazo se encuentra debajo de su cuerpo,
acaricio su cabello y suspira con mi toque.
El sexo fue increíble, pero fue... diferente. La nube de lujuria nos consumía, pero
más que fijarme en como su cuerpo se movía en sincronía con el mío, me fijé en la
manera en que latía su corazón. En cómo su calor abrazaba al mío. Me fijé en
hacerla sentir bien y amada antes de lo mucho en que deseaba su cuerpo.
Esta vez puedo asegurar que hicimos el amor, y sé que ella también cree esto,
porque una enorme sonrisa está plasmada en su rostro, y su mirada es muy
risueña.
Solo me mira en silencio mientras acaricia mi barbilla con su mano. Deja un beso
en mi mentón y cierro mis ojos, saboreando el momento.
Mi esposa.
Kylie se convertirá en mi esposa y yo no puedo estar más que feliz. La tendré para
el resto de mi vida, y ella me tendrá a mí. Ya me tiene.
—Quiero casarme contigo —rompo el cómodo silencio y ella deja de usar con mi
barbilla para mirarme.
—Y eso es lo que vamos a hacer.
—Tenemos que planear muchas cosas. Ni quiero ser como Jane y Travis, y
escapar a Las Vegas para casarme lejos de todos. Quiero que tú familia y la mía
estén ahí...
—Y Gusanito —ella termina por mí. Se incorpora sobre su codo y me encanta la
manera como sus pezones se fruncen cuando se rozan con mi piel—. Lo entiendo,
yo también quiero que nazca para que esté presente en nuestra boda.
—Y será algo muy grande —digo y ella ríe, antes de sentarse a horcajadas sobre
mí. Luce como una diosa completamente desnuda que es imposible que mi cuerpo
ni reaccione a semejante vista. Toma mis manos y las entrelaza con las suyas.
—Será la boda más grande de todas.
—La celebraremos en Oregon.
—Gusanito llevará los anillos y la hija de Jane y Trav irá lanzando flores en el
camino, junto a James, el hermano de Jane.
—Y celebraremos en una iglesia grande y costosa. Quiero que te sientas como
una princesa.
—Invitaremos a todos los que estuvieron con nosotros en el instituto.
—A todos nuestros compañeros de la universidad.
—A mis compañeros de la cafetería.
—A los niños del equipo de fútbol.
—¿Y a Tom? —eleva una ceja.
—Sobretodo a Tom.
—Jorge y Oliver también estarán ahí. Aunque no nos hayan invitado a su boda.
Pongo los ojos en blanco, no puedo creer que todavía se encuentre algo resentida
por eso. Fue justo un día antes de la renovación de votos de Travis y Jane,
cuando su amigo del instituto Jorge se casó con su novio Oliver. Entiendo que no
nos hayan invitado porque fue algo privado, como la boda de Jane y Travis, así
que por eso ellos no pudieron ir a la renovación de votos de nuestros amigos.
—Irán todas las personas que quieras.
—Tendré que llamar a mamá y contarle. Aunque no me haya llamado por mi
cumpleaños hoy.
—De hecho... si lo hizo —confieso, con una sonrisa inocente.
—¿Y qué dijo? —pregunta y frunce el ceño.
—Que te extraña y que descubrió algo "vergonzoso y no digno de una persona
educada" de tu padre. Sus palabras, no las mías.
—¿Y qué puede ser? —su entrecejo se frunce más.
—No lo sé. Tendrás que llamarla.
Niega con la cabeza y mueve un poco las caderas sobre mí, cosa que hace a sus
pechos moverse y me hace jadear.
—Quiero hacer algo primero —sonríe pícara y se baja de mi regazo. Suelta mis
manos y lleva una de ellas haci mi polla, ahora completamente erecta.
Jadeo y maldigo.
—Joder, Kylie.
Sube y baja su mano lentamente por mi longitud. Es suave, pero a la vez ruda y
me vuelve loco. Se agacha y pasa su lengua por la punta de mi polla y lo pierdo.
Lo pierdo todo. Muerdo mi labio cuando se mete toda mi polla en su boca, toco el
fondo de su garganta y luego la saca lentamente. Sus labios hacen un perfecto
trabajo cuando chupa y succiona. Es tan increíble, incluso gracioso como hace un
minuto estábamos hablando sobre nuestra boda, y ahora mi polla está enterrada
en su boca.
Su ritmo se acelera y se ayuda con su mano cuando se lo saca y un rastro de
saliva la acompaña. Me mira con sus ojos marrones llenos de lujuria y vuelve a su
ataque.
Mi espina dorsal empieza a quemar, y sé que estoy a instantes de correrme. Ella
lo siente y va relentizando su ritmo.
—Me encanta tu polla —gime y se la vuelve a meter completasen su boca.
Jo-der.
—Para —jadeo y tomo sus hombros para retirarla—. Quiero correrme dentro de ti,
pero antes de que lo haga, también quiero complacerte.
La hago que se siente a horcajadas sobre mi rostro, dando su espalda a la pared
porque tengo grandes planes para nosotros. Se encuentra tan húmeda y se
estremece cuando doy una gran respiración a su humedad. Es maravillosa la
forma en que tiembla y gime cuando mi boca va al ataque y pasó mi lengua por su
rosado e hinchado clítoris.
—¡Oh, Dios mío! —grita y pone sus manos en mi cadera mientras se inclina y me
da un mejor acceso.
Agarro su trasero con mis manos mientras que juego en su entrada con mi dedo
índice. No la penetro con mi dedo, pero sí trazo su forma y eso la hace
enloquecer. Está tan mojada.
Muerdo su clítoris y halo. Eso siempre le ha gustado porque cuando lo suelto da
un grito muy alto que recita en las paredes y me pide que lo haga de nuevo. Lo
hago otra vez y cae sobre mí, con su vista en mi polla. Su boca no tiene tiempo y
va al ataque.
¿Estamos haciendo lo que creo que estamos haciendo? Nunca lo hemos hecho y
es tan erótico que no puedo parar.
La penetro con mis dedos y ella suelta un gemido mientras sostiene mi polla con
una de sus manos y se la mete por completo en la boca. Con mi mano libre
pellizco su trasero, antes de penetrarlo con uno de mis dedos. No lo hemos hecho
por ahí, pero quiero que ella se sienta lista y que se entregue a ese placer porque
lo haría tan único y memorable para ambos.
—Oh, por diosito y todo lo que es bueno —dice cuando se retira mi miembro de su
boca, pero sigue acariciando con su mano.
Quiero reír, pero me abstengo porque mi lengua sigue con su tortura. Chupo y
succiono su clítoris, y ella se corre ruidosamente, montando mi cara y moviendo
sus caderas. Me trago todo lo que me ofrece.
Ella quiere volver con su ataque a mi polla, pero no la dejo y la empujó a la cama.
Cae boca abajo y yo tomo una de las almohadas y la pongo debajo de su vientre
para no aplastar al bebé. Está delicada y perfectamente arqueada para mí.
—Jake —gime—. Solo... fóllame, hazme el amor ahora.
Joder, me encanta cuando se pone toda mandona.
—Tus deseos son órdenes. Me apoyo con mis manos sobre sus caderas y me
hundo fuertemente en ella. Suelta un grito junto con una maldición.
—Joder, Jake, más.
Y como todo ser obediente que soy, salgo y vuelvo a entrar mucho más fuerte.
Separo más sus piernas y la tomo de su vientre para alzarla y que se apoye sobre
sus manos y rodillas. La vista es increíblemente seductora.
Salgo y entro en ella una y otra vez, por lo que parecen horas, incluso días. Pero
me quiero quedar así por siempre. Quiero sentir este placer por siempre. Golpeo
su culo y ella suelta un gemido antes de correrse mientras su mano traviesa
acaricia su clítoris.
No falta mucho tiempo para que yo la siga. Es tan alucinante la manera en que su
cuerpo sigue temblando con espasmos de un orgasmo que ya pasó. Me corro
dentro de ella mientras que pellizco con fuerza su cadera.
—Joder, Kylie.
Caemos rendidos sobre la cama, jadeando y tratando de encontrar nuestra
inestable respiración. Ella pasa sus manos por su cara, y yo pongo mi antebrazo
sobre mi rostro.
Es tan enloquecedor la forma en que la nube de lujuria y pasión nos abraza, y
parece que no quiere dejarnos ir.
—Dios —rompe el silencio mientras jadea—. Nunca me cansaré de ti.
—Fue... joder, no tengo palabras.
Se ríe por mi balbuceo y se da la vuelta para que la mire. Sus ojos brillan casi
tanto como el gran anillo en su dedo anular de su mano izquierda.
—Si esto es lo que voy a obtener por el resto de mi vida, entonces no me quejo.
Pongo los ojos en blanco antes de tomarla por la cintura y juntar su espalda con el
colchón de la cama. Es cuando me doy cuenta que estamos en perfecta sincronía
porque ella abre sus piernas automáticamente y yo me coloco en el medio de
estas.
—Solo me quieres para sexo —bromeo.
Ella hace un sonido como si estuviera pensando y yo bajo mi rostro mientras
muerdo la cima fruncida de una de sus tetas. Ella gime y eso me hace reír.
Es insaciable.
Toma de mi cabello y me separa de mi juguete para que la vea, sus ojos están tan
brillantes y expresan tanto. Y creo que yo tengo la misma estúpida mirada.
—Te amo por quién eres, por la forma en que me amas, por todo lo que
demuestras sentir por mí. No hay momentos perfectos, pero tú te encargas de
hacerlos memorables y hermosos. Esta mañana pensé que iba a morir y que
perderíamos a nuestro gusanito; pero, en vez de eso, estoy obteniendo una vida
junto al hombre que amo. Una vida junto a ti.
Eso hace latir a mi corazón estúpidamente fuerte y de un segundo a otro, me
encuentro besándola y devorando su boca. Sonríe en medio del beso y muerdo su
labio.
—Me siento en desventaja —digo al momento en que nos separamos. Junto mi
frente con la suya y ella acaricia mi barbilla con sus dedos—. Ahora, todo lo que
diría quedará opacado con todo lo que acabas de decir.
—Con solo escuchar tu voz me siento completamente feliz.
—¡Joder! No puedes decir algo como eso y que mi corazón no lata como si me
fuera a dar un puto ataque cardiaco.
—Tú corazón es lo más hermoso que tienes en ti —cubro su boca y la siento reír.
—Cállate porque ahora me siento mal por no ser lo suficientemente romántico
para ti. Pero solo quiero que sepas que, aunque no te lo pueda decir con palabras,
te lo demostraré y amaré por el resto de mi vida. Porque eres todo lo que yo
quiero. Todo lo que necesito. Gusanito y tú son mi mundo y no sé qué haría sin
ustedes. Los amo tanto.
Descubro su boca lentamente y ahora ella me mira perpleja. Creo que podrían
salirle corazones por sus ojos comí en los dibujos animados y eso me hace reír.
—Por Dios —suspira antes de besarme por toda mi cara—. ¿Y crees que no eres
romántico? ¡Ha sido lo más hermoso que he escuchado en mi vida!
Toma mis mejillas con sus manos y vuelve a besarme. Así es como pasamos toda
la noche: Besos, jadeos, palabras cursis, gemidos, y con el amor del otro.
Es un buen momento para avanzar y dejar todo lo malo atrás.
Kylie

Me despierta la luz de la mañana que se filtra a través de la ventana de nuestra


habitación. Mi pecho se encuentra expuesto, mientras que mi cabeza se encuentra
sobre el pecho de Jake. Mi pierna está alrededor de su cintura, y una de las suyas
se encuentra entre las mías. Mi brazo se encuentra alrededor de su cuello, el suyo
en mi cintura y nos encontramos abrazados, como si no pudiéramos estar lejos el
uno del otro.
Sus ojos están cerrados y luce tan... pacífico. Unos leves ronquidos salen de sus
labios entreabiertos, son suaves y algo graciosos. Me muevo un poco y paso un
dedo, trazando la línea de su mandíbula, acariciando la barba que se encuentra en
su barbilla. Es tan varonil y sexy. Me inclino un poco y beso sus labios de forma
leve, no me pude detener, sus labios me tengan tanto. Él murmura algo entre
sueños y sigue durmiendo, sonrió y beso su mejilla cubierta de barba, su nariz y
su frente.
—Kylie... —murmura otra vez.
—Despierta, dormilón.
—No.
Es lo único que dice antes de juntarme más a su cuerpo, su cabeza está en mi
almohada, así de cerca estamos. Inhalo el aroma de su pecho, huele tan bien que
es doloroso.
Mi celular suena y me separo de él para agarrarlo de la mesita de noche, es un
mensaje de mi madre:

¿Cuando pensabas decirme que estás embarazada? A final de cuentas, sigo


siendo tu madre.

Ignoro el mensaje y dejo mi teléfono a un lado. No me pregunto cómo mamá se ha


enterado, porque papá tiene contactos en Briar y, como mi embarazo ya es algo
público en la uni, se ha de haber enterado por algún decano. No es que me
importe, en absoluto.
Me viro y quedo boca arriba, viendo al techo y Jake se junta más a mí. Aunque
sus extremidades se sienten pesadas alrededor de mi cuerpo, se siente bien el
estar acurrucada de esta manera junto a él. Y es aún mejor cuando una de sus
manos acaricia mi vientre, sintiendo a Gusanito.
Mi vientre ha crecido, no es tan plano como lo era antes y estoy bien así. Me
siento bien, porque soy consciente de que los cambios en mi cuerpo son porque
estoy dando vida a otro ser. Un ser que viene de Jake y de mí, y de todo el amor
que nos tenemos.
Anoche fue increíble, a pesar de que la nube de lujuria nos abrazaba, se sentía
muy diferente. Y estoy feliz que sea así.
Miro una vez más el anillo descansando en mi dedo, es grande y hermoso, y no
puedo esperar a saber cómo se vería con nuestro anillo de bodas. Sería lo más
hermoso que usaré alguna vez.
Logró zafarme del agarre de Jake y me pongo de pie. Estoy desnuda y mis bragas
están rotas, así que voy al armario de Jake para tomar un bóxer color azul oscuro.
Tomo una de sus camisas, una toalla y voy al baño.

Después de tomar una ducha y limpiar lo mucho que nos ensuciamos ayer, me
lavo los dientes y luego voy a la habitación ya vestida con su camiseta color rojo y
sus bóxers. Él sigue durmiendo y ahora se encuentra boca abajo. Es como si
estuviera muy cansado, así que lo dejo dormir y voy a la cocina a preparar el
desayuno. Me coloco mis auriculares y enciendo la música de mi celular, mientras
tomo todo lo necesario para preparar unos panqueques de la despensa.
—Necesito que me escuches. Necesito que me veas. Escucha mis gritos.
Conviértete en mis sueños. Sálvame de mis pesadillas. No quiero estar roto como
tú lo estás. Oh, oh, no me rompas por favor.
Canturreo una de mis canciones favoritas de Wild American mientras preparo la
mezcla. No soy una fan loca de ellos como lo son Dove y Jane, pero es una buena
banda.
Pongo la cafetera en una hornilla y coloco la cantidad exacta de café, como le
gusta a Jake y a mí. Preparo huevos revueltos, panqueques, tostadas rellenas de
queso y jamón, fruta picada y jugo de manzana. Cuando está el desayuno, retiro
mis auriculares de mis oídos y voy a nuestra habitación por Jake. Se ve tan
pacíficamente placido dormido boca abajo, con sus brazos debajo de su
almohada, y las sábanas cubriendo su lindo culo, pero no su fuerte y amplia
espalda.
Me acerco a la cama y me dejo caer sobre él, se queja y balbucea, pero no hace
el afán de despertarse.
—Hora de despertar —digo en su oído y doy un pequeño beso.
—No quiero... —se queja, su voz sale ronca y somnolienta.
—Preparé el desayuno.
Gruñe y me río. Me levanto para que logre virar su cuerpo, y cuando ya está boca
arriba, me siento a horcajadas sobre él y tomo sus manos. Sus ojos están
entrecerrados y brillantes por el sueño, bosteza y se ve tan adorable que me
inclino y doy un ligero beso en su nariz.
—Jesús, mujer, estás con mucha energía —vuelve a bostezar.
—La comida se va a enfriar —lo riño.
Vuelvo a inclinarme otra vez para besar sus labios, pero él mueve su rostro y se
ríe de la mueca que pongo.
—No me he lavado los dientes, tengo aliento mañanero.
Me río y me retiro de su cuerpo para que él vaya al baño de la habitación. Mientras
tanto, yo voy a la cocina y reviso que todo esté en orden. No es mucho, gracias a
mi carrera he aprendido como ordenar una mesa. Y a pesar que este es un adorno
simple, me encuentro muy satisfecha.
Jake sale del cuarto, con solo un boxer en su cuerpo, pero me doy cuenta que ha
tomado una ducha por lo húmedo y sexy que se ve su cabello. Y me encuentro
babeando de inmediato.
—¡Vaya, nena! Te has esforzado —elogia con una sonrisa al ver la mesa con toda
la comida qué hay.
—Sé que se ve simple, pero espero que te guste el desayuno.
—No se ve simple, para nada —se acerca a mí y me da un beso, antes de
sentarse en la mesa y tomar su taza de café—. ¿Sabes cuál es una de las
razones por las que te amo?
—No —niego con la cabeza, divertida.
—Porque sabes exactamente cómo hacer café.
Me río y tomo de mi café con crema y malvaviscos. Me gustan las cosas dulces, y
el café no tiene porqué ser la excepción.
Desayunamos conversando sobre cualquier cosa. Jake elogia mi comida un par
de veces y, joder si eso no me hace sentir muy bien.
—¿Alguna vez habías imaginado tener hijos? —pregunto, para luego meter un
pedazo de panqueque en mi boca.
—Cuando estábamos en el instituto, sí, lo pensé muchas veces. Después nos
separamos y decía si no era contigo, no iba a ser con nadie. Y cuando te volví a
encontrar, el pensamiento de instituto se intensificó. Ya no nos veía solo con un
niño, nos veía con seis o siete hijos.
Abro mis ojos de par en par.
—¿No sientes pena por mi vagina, o qué?
Se ríe en una carcajada dura que es contagiosa y yo termino riendo con él.
—Solo... quiero una familia contigo. No importa si es grande, o si solo seremos
nosotros tres, pero quiero que tus hijos sean los míos, que lleven mi nombre, al
igual que tú.
Toma mi mano izquierda sobre la mesa y juega con el anillo de compromiso en mi
dedo. Mi corazón se hincha con sus cortas y precisas palabras, porque es
exactamente la manera en la que me siento. Me inclino y lo beso, toma mi mejilla y
hunde su lengua en mi boca. Paso mis manos por su cuello, y en un rápido y ágil
movimiento me encuentro sentada en su regazo, besándolo no de una manera
lujuriosa, pero si de una manera en la que él merece ser besado por el resto de su
vida.
Nos separamos después de unos minutos, sus ojos brillan contra los míos y
sonríe.
—¿Y por qué tú no llevarás mi nombre? —elevo una ceja.
—Porque las leyes de Estados Unidos están a favor del patriarcado, pero...
Se calla abruptamente y yo frunzo el entrecejo.
—¿Pero? —lo insto a continuar.
Se aclara la garganta. —Olvídalo, era una idea tonta y lo que menos quiero es
asustarte.
—¿Crees que me asustaré? ¡Vamos, Jake! He sido tu novia desde los dieciséis, y
te conozco desde los nueve años. Ya nada viniendo de ti me asusta.
Ese sonrojo que aparece muy pocas veces se hace presente en sus mejillas y sé
que es algo que no me quiere decir. Pero a la mierda, mi curiosidad se despertó. Y
soy muy persistente.
—Es que... estaba pensando... —titubea y luego se aclara la garganta, le doy una
mirada para que siga—. Estaba pensando que...
—¿Ahora tengo que sacarte las palabras con cuchara o qué? ¡Habla ya!
—Joder, cuando quieres eres un dolor en el trasero —se queja—.
Estabapensandoquetengomuchostatuajesyquierotatuarmeunotuyo —lo dice tan
rápido que no le entiendo nada.
—¿Qué? ¿Puedes hablar más lento?
Pone los ojos en blanco y luego se aclara la garganta antes de hablar:
—Estaba pensando que, ya que tengo muchos tatuajes, quiero tatuarme tu
nombre.
Lo miro, y antes de que pueda procesar, me encuentro besando todo su rostro y
muy feliz.
—Te amo, te amo, te amo —repito entre cada beso que dejo en su cara—. Esa es
una buena manera de llevar mi nombre.
Se ríe antes de besar mis labios. Voy bajando por su barbilla y sus manos aprietan
mi cintura cuando llego a su cuello, lo beso de la forma en que sé que lo enciende
antes de subir y morder el lóbulo de su oreja.
—¿Quieres que vayamos a la habitación? —pregunta con voz ronca, niego con la
cabeza y me renuevo cuando siento su erección, clavándose en mi muslo.
—Aquí, te quiero aquí.
Y hacemos el amor en el comedor, llenando la casa de gemidos y amor.
***
Miro la forma en que mi nombre descansa sobre su piel enrojecida del lado
izquierdo de su pecho. Mis ojos se humedecen mientras la aguja traza las suaves
líneas de la zona, y quiero culpar a mis hormonas de embarazada el hecho de que
las lágrimas caigan por mis mejillas a su merced.
—No sufras por mí, nena. No duele mucho —bromea Jake y limpia mis mejillas
con su mano libre.
—Eres un idiota —me río y limpio mis lágrimas restantes, sorbo por mi nariz, y la
tatuadora me pasa un pañuelo para limpiarme.
No estaba muy feliz que una mujer tatué a mi novio, pero me tranquilicé un poco
cuando esa mujer cubierta de tatuajes y con cabello color púrpura me haya
coqueteado directamente a mí, y no a Jake. Aunque sí fue algo incómodo porque
el coqueteo no fue recíproco, pero es una mujer bella.
—Y listo —dice Coraline al terminar—. Kylie es un bonito nombre —me sonríe de
la manera en que los hombres lo hacen con las chicas.
—Gracias —dice Jake por mí, de manera posesiva. Me río.
Las mujeres somos hermosas, pero las chicas no me van para nada, así que Jake
no tiene por qué marcar su territorio.
—No seas celoso, lamentablemente será tu esposa —murmura Coraline y mi risa
se ensancha. Creo que más bien su coqueteo es para molestar a Jake.
Sueno mi nariz en el pañuelo que me entregó Coraline cuando Jake empieza a ver
el resultado en el espejo.
—Te amo mucho —sollozo.
—Por Dios, gracias a Dios soy lesbiana y no pasaré por eso —se queja Coraline y
Jake y yo reímos—. Pero, felicidades por su embarazo. Serán los padres más
geniales del mundo.
—Gracias —dice Jake antes de que Coraline lo pase su camisa y él se la ponga.
—¿Y ya saben lo que es?
—Niño.
—Niña.
Decimos él y yo al unísono.
La chica tatuada se ríe y después de darle a Jake una pomada, salimos del
estudio de tatuajes y vamos hacia su auto.
—Ahora tienes mi nombre, hiciste la regla número uno de no hacer en los tatuajes.
Se ríe y me abre la puerta del auto para mí, se lo agradezco y entro en el. Hoy no
hay muchas nubes adornando el cielo, el sol es brillante y la nieve está
empezando a derretirse. Espero que mañana no haya una tormenta, y que está no
sea una falsa alarma del inicio de la primavera.
Jake rodea el auto y entra en él. Se queda ahí, sentado y sin prender el auto, solo
mirándome con una muy grande y tierna sonrisa que me hace derretir.
—Tú obtendrás mi nombre legalmente —dice—. Pero yo tengo el tuyo grabado en
mi piel para siempre. Creo que te gané en eso.
Me río y beso sus labios.
—No seas un llorón. Te amo.
—Yo también te amo.
—Esto es ser odioso —frunzo el ceño, mirando a Jake.
—Esto es ser alguien que quiere que pidas por su polla. Me pone escucharte pedir
por más.
Pongo los ojos en blanco y tomo su polla erecta en mis manos. Está muy duro, no
sé porqué me lo está negando ahora. Subo y bajo mi mano por toda su longitud y
gime, un sonido ronco que sale de su garganta y que no hace más que ponerme
mucho más caliente. Estoy excitada, muy excitada; Jane dice que es normal esta
etapa de calentura en las embarazadas, pero creo que mi nivel de excitación en
este momento sobrepasa los límites.
Gime nuevamente mientras lo sigo masturbando, aprieta su mandíbula y une su
frente con la mía. Sus manos dejan mi cintura, mientras con la una se apoya sobre
la cama, con la otra alcanza mi zona más íntima. Acaricia mi clítoris suavemente,
a un ritmo que me vuelve loca mientras yo sigo bombeando.
—Jake... dame tu polla ahora —ordeno, exijo, mi voz es muy ronca.
—Joder, Kylie —gime y deja de acariciarme.
Retira mi mano de su polla, y cuando menos me lo espero, me penetra con fuerza.
Ambos gemimos por el contacto de nuestros sexos unirse.
Es un buen despertar, definitivamente.
***
Odio las náuseas.
Odio tener que correr al baño para vaciar todo lo que se había encontrado en mi
estómago.
Odio las arcadas y la sensación de querer vomitar, pero que no salga nada de mí.
Meto mis dedos dentro de mi boca y me impulso para vomitar, ya que nada ha
salido todavía. Tengo unas cuantas arcadas más antes de que mi cuerpo tiemble y
que todo lo que había en mi estómago sea vaciado en el retrete. Al terminar, me
siento en el suelo, con las piernas cruzadas y me cubro mi rostro con mis manos.
Escucho como Jake se acerca a mí y siento sus brazos envolverme en un abrazo.
Mi cabeza cae en su pecho mientras él acaricia mi cabello.
—Sabremos el sexo del bebé en algunas semanas. ¿Estás nervioso? —digo,
todavía estoy nerviosa por eso.
—Estoy feliz —dice mientras acaricia mi cabello—. ¿Tienes alguna inclinación?
Su corazón late tan rápido, pero a la vez tan suave que calma mis nauseas y lo
enferma que me sentía. Boom, boom, boom. Es un sonido constante que me hace
recordar la primera vez que escuchamos el corazón de Gusanito latir.
—Quiero que sea un bebé sano —siento mis ojos pesar, así que los cierro
mientras me acurruco más contra su pecho—. Solo quiero que sea sano y feliz.
Quiero que lo hagamos feliz.
—Y lo será. Será muy feliz y divertido, porque tendrá un padre tatuado y genial, y
una mami absolutamente hermosa y gentil. Somos la pareja perfecta para traer un
niño genial al mundo.
Acaricia mi cabello, su calor me envuelve y aspiro el olor que emana su cuerpo.
Huele bien. Como a cuero y lavanda. Después de nuestro maravilloso despertar,
tomamos una ducha juntos para limpiar la suciedad de nuestros cuerpos, pero me
he sentido mal durante todo el día, cosa que a Jake y a mí nos ha asustado
mucho. Así que fuimos a ver al doctor Marshall y él nos explicó que estoy estable,
y que solo son los últimos estragos que mi cuerpo está manejando.
Me dio una medicina para que pueda liberar mi cuerpo de cualquier malestar, así
que ahora me encuentro como una bomba de vómito que explota lentamente.
Asqueroso, pero cierto.
—¿Tú tienes alguna inclinación? —pregunto.
—Uhm... me gustaría un niño, con una niña me volvería loco.
Abro mis ojos y me incorporo para verlo y frunzo el entrecejo.
—¡Tienes que estar bromeando! ¿Qué hay de malo con que sea niña?
—No hay nada de malo. Pero sé que si es niña, será hermosa, y tendré que
comprar una de esas armas de caza que Travis compró para espantar a los chicos
de su hija.
Me río, recordando lo chiflado que está Travis Stone.
—Todavía no la compra, solo dijo que quisiera adquirir una cuando su hija sea el
centro de atención.
Y no lo culpo. La mezcla de Travis y Jane sería absolutamente hermosa. Seguro
traerá muchos problemas para Travis y su paciencia, ya que él no es nada celoso.
Y sí, este fue mi intento de ser sarcástica.
Jake ríe y me atrae nuevamente a su cuerpo, me dejo llevar por el calor que
emana a través de su camiseta blanca. Tengo frío porque lo único que traigo
encima es una camiseta con tirantes rosa, unos jeans y mis zapatos de bailarina
rosas. Quería usar tacones, pero el dormitorio me lo prohibió porque mi embarazo
es un poco riesgoso después del incidente del mioma.
—No te doy un beso porque debes saber a vómito —bromea y yo río.
—El hombre de mi vida —digo con ironía.
Aunque no es para nada irónico. Él es el hombre de mi vida. Aunque esté un poco
loco y roto, yo lo amo. Lo repararé como él lo ha hecho conmigo.
***
—Nunca hemos hablado sobre esto desde que volvimos —le recuerdo—, pero
¿donde estuviste esos diecinueve días?
Él deja de comer su pizza y me regresa la mirada. No queríamos cocinar nada, así
que pedimos una pizza. Y mientras yo voy a penas cuatro pedazos, él lleva ya casi
media pizza.
Y se supone que la embarazada soy yo.
Se aclara la garganta antes de hablar: —¿Por qué la pregunta?
Me encojo de hombros. —Curiosidad. Aunque creo que merezco una explicación.
No sé porqué esta conversación se ha vuelto tan seria, o por qué Jake parece no
querer decirme qué pasó. Y aunque confío ciegamente en él, me es inevitable
pensar que algo sucedió, algo malo que no me quiere decir.
Alejo los malos pensamientos de mi cabeza mientras espero su respuesta en
silencio. Me cruzo de brazos y dejo de comer porque ya me siento lo
suficientemente llena. Se aclara la garganta nuevamente mientras pasa una mano
por su cabello rubio y corto.
—¿Recuerdas que cuando tuve la sobredosis me dieron una clase de... condena?
Asiento con la cabeza, mientras lo miro realmente con curiosidad.
»Pues... mi condena anterior era ir a un psicólogo para tratar mis "problemas con
las drogas" —hace comillas con sus dedos—. Por eso fui a donde Johnson, pero
esa historia ya la sabes. Pero al irme, no recordé que si no cumplía esa condena,
tenía que inscribirme a un centro de rehabilitación. Así que mis diecinueve días
fuera, la pasé mucho peor encerrado en ese lugar.
Mira directamente a la caja de pizza, como si estuviera perdido en sus recuerdos.
Alcanzo su mano por encima de la mesa y él me devuelve la mirada. Le doy un
apretón y él mira directamente a la alianza descansando en mi dedo anular.
No te pierdas, yo estoy aquí para siempre.
—Puedes contarme lo que sea —digo, mientras veo lo vulnerable que se
encuentra en este momento—. Yo seré tu Johnson, si algo te atormenta, estoy
aquí para escuchar.
Se queda en silencio por varios minutos, perdido en las imágenes que su mente
seguramente reproduce. Perdido en los recuerdos que deseo que borre y los
aparte lejos de él. Quiero protegerlo de esos recuerdos, ahuyentar a sus demonios
y alejarlos tan lejos sea posible.
Pero eso depende de él. Él es el único que puede ahuyentar los recuerdos malos
y suplantarlos con unos mejores.
—Los extraño, Ky —confiesa, y aunque no esté llorando, su voz suena rota—.
Todo el puto tiempo los extraño. Sé que ahora he sanado lo suficiente como para
pensar mayormente en el futuro, pero sé que las heridas nunca sanarán del todo,
y que tengo que aprender a vivir con ello.
»Mamá tenía tanta fe en nosotros. Siempre dijo que eras buena para mí, que no
necesitaría a ninguna otra mujer en mi vida, y es cierto. No necesito a nadie más
mientras que tú y yo existamos. Y duele... —una lágrima cae de sus ojos y eso me
rompe el corazón—, duele que la persona que más fe tenía en mí, no vaya a estar
en el día donde uniré mi vida contigo.
—Ellos estarán allí —las palabras se escapan de mí antes de que lo pueda
detener—. Mira, no soy la persona más creyente del mundo, y también desconfío
de muchas cosas sobre la iglesia. Pero quiero creer qué hay un Dios y un paraíso
en alguna parte. Quiero creer qué hay ángeles que nos cuidan y que nos
protegen. Y te aseguro, sobretodo, que tus padres son unos de esos ángeles.
Ellos te protegieron más de una vez. Pusieron a nuestros caminos a juntarse de
nuevo.
»No creo en el destino, pero no encuentro ninguna otra explicación para... esto —
señalo entre él y yo.
—Mi amor destinado —murmura Jake por lo bajo, mientras me mira con lo que
reconozco como adoración.
—Eres un cursi —doy un beso en su mano—. Pero eso es lo que trataba de decir.
Eres mi amor destinado, y estoy feliz que hayas sido tú y no un idiota.
—Soy un idiota.
—No lo eres, eso es lo que quieres creer, pero estás muy lejos de ser un idiota.
Eres más como un chico que comete malas decisiones, pero ¿quien no lo ha
hecho? Todos cometemos malas decisiones en lo largo de nuestra vida.
Se queda en silencio, sus ojos azules brillan como electricidad.
—Solo... no puedo dejar de pensar y preguntarme: ¿Qué hubiera pasado entre
nosotros si no hubiera tenido ese accidente? ¿Hubiéramos sido como Jane y
Travis y casarnos a los 18 años?
—O tal vez nos hubiéramos separado y nunca más haber encontrado nuestro
camino de vuelta —las palabras queman en mi garganta y él hace una mueca—.
Sé que suena horrible, pero es la verdad. Si no nos hubiéramos separado en ese
momento como lo hicimos ¿qué hubiera pasado con nosotros después?
Nos quedamos en silencio y las comisuras de su boca se alzan lentamente.
—Eres mi mejor error, Kylie Sophia Andrews.
—Y tú el mío, Jacob Alexander Stevens.
Me levanto de mi silla y me siento en sus piernas, paso mis manos por sus
hombros y él pone las suyas en mi cintura.
—Fuimos tan cursis —dice—. Creo que tengo que decir algo sucio para aligerar el
ambiente.
—¿Algo como qué? —pregunto divertida.
—Algo como —se acerca a mí hasta quedar a la altura de mi oreja—: Me gusta
mucho cómo se siente tu coño en mi lengua y como tú vagina me aprieta cada vez
que te follo.
Oh. Mi. Dios.
Siento el deseo recorrer en mi piel, y antes de que se de cuenta, agarró su rostro
entre mis manos y empiezo a besarlo.
Es un buen día, a decir verdad.
***
2 semanas después...
—Señorita Andrews, señor Stevens, es un gusto verlos otra vez —nos saluda
Marshall y nos da un apretón de manos a cada uno—. ¿Listos para saber el sexo
de su bebé?
—No —respondemos Jake y yo al unísono.
Marshall se ríe y me da las indicaciones de que me acerque a la camilla, hago
todo el proceso para que mi vientre quede descubierto y me acuesto en la camilla.
Marshall se sienta en una silla junto al monitor, y Jake toma mi mano mientras se
sienta en una silla a mi lado.
Espiarse el gel por todo mi vientre y la pantalla se refleja con nuestro gusanito que
ya tiene forma de bebé. Siento las lágrimas picar mientras miro a Jake y él se
encuentra llorando como un bebé.
Repito nuevamente, se supone que la embarazada soy yo.
—Interesante... —dice Marshall mientras está señalando en la pantalla—. Ya
puedo ver el sexo.
—Oh, joder, sin rodeos Doc. —Jake aprieta su agarre en mi mano, está muy
nervioso.
Marshall se ríe.
—Está bien, espero que hayan comprado ropa de él color de tu camisa, Jacob,
porque su bebé es...
Jake
—Está bien, espero que hayan comprado ropa de él color de tu camisa, Jacob —
mi corazón se paraliza cuando Marshall señala mi camisa color azul—, porque su
bebé es un barón.
Kylie mira a mi camisa, y luego mira a mi cara, y así sucesivamente. Sus ojos
están rojos y sé que está a punto de derramar algunas lágrimas. Yo estoy incluso
peor, las lágrimas bajan por mis mejillas como chorros de agua y parecen no
querer calmarse.
Vamos a tener un niño.
Nuestro hijo.
Nuestro Gusanito.
—Oh, Dios mío —dice Kylie, y estira una mano para limpiar las lágrimas en mis
mejillas—. Se supone que la que debe tener cambios hormonales soy yo. Tal vez
tus síntomas son peores que los míos.
—¡Oh, cállate! —río y tomo su rostro con mis manos para unir mi boca con la
suya.
La beso como por el resto de mi vida quisiera besarla, pero es corto y no expresa
todo lo que quiero decirle en este momento. Sin embargo, hay tantas cosas que
quiero decirle que no alcanzan las palabras. Nunca alcanzarán las palabras para
explicar lo que siento por ella. Es inefable, y me gusta que sea de esta manera.
Al separarnos, miro sus grandes y hermosos ojos color marrón dorado, tan
brillantes, tan excitantes y hermosos. Esta chica siempre me ha sorprendido, me
ha sorprendido su fortaleza, su feminidad, su pasión, su amor, su desempeño.
Nunca parece darse por vencida y amo con toda mi alma eso de ella. Kylie es una
bomba atómica llena de amor, sexo, pasión y fortaleza. Soy tan jodidamente
afortunado de tenerla a mi lado, de conocer cada faceta de ella. Y mientras pienso
esto, me siento... feliz, en paz, como si pudiera soportar cada mierda que la vida
quisiera lanzarme. Kylie me da esa fortaleza, y no puedo estar más agradecido
con eso de lo que ya estoy.
No soy un creyente devoto, ni una persona que le guste ir a la iglesia a meditar
sobre toda la mierda pasando en su cabeza, pero estoy agradecido con cualquier
ser que esté allá arriba por ponerla en mi camino. Por hacerme digno de
merecerla. Por hacerme conocerla y hacerme amarla en la forma que lo hago.
Su sonrisa se extiende mientras nos miramos a los ojos, y esa sonrisa... esa
bendita y hermosa sonrisa alumbra todo el lugar. Esa sonrisa alumbra mi vida,
alumbró mi camino cuando me sentía perdido, y ahora que he vuelto a casa, sigue
alumbrando para que no me vuelva a perder. Y no lo haré, no me perderé de
nuevo. Por mí, por ella, por Gusanito y por nuestro futuro, juro que no lo haré.
Tomo su mano y ella entrelaza nuestros dedos, es tan cálida que no siento
ninguna clase de necesidad a parte de sostenerla, sostener cada pieza de ella
para que nunca se vuelva a romper. Nunca la romperé de nuevo.
—No puedo creer que Gusanito sea un niño —dice, atrayéndome de mis
pensamientos—. Espero que le guste el futbol al igual que a ti.
—O tal vez sea un flacucho y amante de la física como los chicos de esa serie
extraña que Dove nos obliga a ver.
—¡Oye! —protesta—. The Big Bang Theory es genial.
—Estoy de acuerdo con eso —dice Marshall, limpiando el gel del vientre de Kylie
con una toalla de papel.
Pongo los ojos en blanco. Las mujeres son muy extrañas, si no son fans de una
serie de vampiros sexys, lo son de un grupo de nerds.
¿Quién las entiende?
Kylie se incorpora en la camilla y acomoda su ropa. Me encanta cuando se viste
de una manera más casual, con una sudadera rosa, unos vaqueros y unos tenis.
Esta mujer se vería hermosa incluso si llevara una funda de basura encima.
—Así que, ya sabes la medicación que debes tomar y aquí tienes tus vitaminas —
Marshall le extiende una bolsa de papel y mi novia la toma—. No hay nada raro,
su bebé se ve sano y he visto que las vitaminas te hacen sentir mejor., y luces
más saludable de la última vez que te vi. ¿Has tenido nauseas el día de hoy?
Ky niega con la cabeza. —Hoy no, ya casi no las tengo, pero... tengo muchas
ganas de pizza hawaiana con helado de chocolate... en el mismo plato.
Marshall se ríe y yo hago una mueca de asco. Los gustos alimenticios de Kylie en
estas últimas semanas no han sido de los mejores, y eso me entristece porque
tengo que comer lo que ella prepara. Y no lo digo en un ámbito sexista, es solo
que de los dos, ella es la única que sabe preparar comida decente y que no me
mataría e intoxicaría.
—Eso es normal, señorita Andrews —le explica el doctor—. Los antojos se
demoraron en llegarle, pero no se preocupe, sus síntomas están siendo normales.
Solo intente cuidar su alimentación para no tener problemas de sobrepeso en el
futuro, ¿está bien?
Ella asiente y guarda la bolsa de papel en su bolso. Sus mejillas hoy están
sonrojadas, a pesar que hace frío, pero se ve muy hermosa como siempre. Me
devuelve la mirada y sus labios rojos se curvan hasta estar en una
despampanante sonrisa. Una malditamente despampanante y hermosa sonrisa.
Tan jodidamente agradecido.
***
Abril.
—Madison Coco Stone, mide 53 centímetros y pesa tres kilos y medio —habla
Travis a través del teléfono con tanta rapidez que me siento mareado—. Es igual a
Jane, pero sus ojos tienen algo de verde como los míos. Aunque no sé todavía de
qué color serán, hay que esperar un poco, supongo.
»Pero es la bebé más hermosa de todo el mundo, sus mejillas son como dos
manzanas grandes y suaves —sigue con su parloteo—. La madre de Jane estuvo
con nosotros en la sala de parto, la dejaron pasar porque Jane no estaba muy
confiada de las enfermeras. Ya sabes que a veces es paranoica y tensa, pero su
paranoia me pone y...
—Travis... —intento hablar pero me interrumpe, de nuevo.
—¿Como haremos ahora, Jake? A Jane y a mí nos gusta mucho el sexo, pero no
podremos tenerlo por seis semanas. ¿Y si mi salchicha se cae porque está seca?
Necesito de los fluidos de Jane para mantener viva a mi polla. Ya sabes, es como
una planta que debe ser regada de vez en cuando. Aunque follamos todo el
tiempo. Así que mi querido amigo necesita estar enterrado en su mujer y de su
líquido vital para vivir.
Golpeo mi frente en el poste del campo de futbol. El equipo está dando vueltas
alrededor del patio, por eso estoy libre para hablar por teléfono con un mejor
amigo que está hablando estupideces y parece no callarse. Amo a Travis, pero
parece una anciana que nunca se callará.
»Pero esperaré por ella. Si ella está en abstinencia, también yo lo estoy, ni
siquiera tocaré mi polla para demostrarle lo fiel que soy. Aunque tendré problemas
de bolas azules y sabes cómo duele esa mierda...
—¿Te das cuenta que estás hablando de sexo con la chica que era la crush de tu
mejor amigo a los trece años?
Eso parece callarlo porque hay una larga pausa y luego literalmente gruñe.
—Saca todas las putas imágenes de mi dulce Jane de tu cochina cabeza, Jacob.
—Tranquilo, hombre de las cavernas, no me imaginé a tu esposa teniendo sexo.
Sabes que Jane es como mi hermana así que eso sería asqueroso. Y ahora estoy
con Kylie.
—Bueno, en este momento no estás con Kylie, porque ella está aquí y tú estás en
Boston. Mal amigo.
Pongo nuevamente los ojos en blanco, Travis puede ser una diva cuando
realmente quiere serlo. Es la reina del drama.
—Tenía que trabajar, pero iré este fin de semana para conocer a la pequeña
Coco. Lo prometo.
—Será mejor que lo hagas —suspira—. Es tan pequeña, Jake. No puedo creer
que haya nacido de Jane y de mí.
—Jane y tú son una buena mezcla, seguro que todos sus bebés serán preciosos.
—Claro que sí —alardea—. Bueno, creo que más seria por Jane que por mí. Esa
mujer es tan hermosa, no hay nadie tan bonita como ella.
Travis sigue hablando sobre Jane y sobre lo mucho que la ama y que quiere tener
más bebés con ella. Yo solo escucho y pienso que en unos pocos meses podré
tener lo mismo con la mujer más hermosa que yo he conocido en mi vida. Nuestro
Gusanito estará con nosotros en menos de cinco meses y estoy tan jodidamente
entusiasmado por eso.
»En fin —sigue Trav—. Kylie se ve muy bien embarazada, amigo, hiciste un buen
trabajo.
Sonrío al recordar la forma en cómo está su barriga en este momento, ya está
ovalada y ahora se nota claramente que está embarazada. Es la personificación
de la belleza. No sé, pero verla embarazada me hace amarla mucho más de lo
que ya lo hacía; verla teniendo a un ser que viene de ambos en su pequeño
cuerpo es la mejor sensación del mundo.
—Sí, el doctor Marshall dijo que Gusanito empezará a moverse en poco tiempo.
Estoy emocionado, no quiero que empiece a moverse cuando no esté.
—Recuerdo la primera vez que Coco se movió dentro del vientre de Jane —se
ríe—. Me asusté y creí que el demonio había poseído el cuerpo de mi esposa. La
doctora me mandó al carajo cuando Jane le contó eso en una consulta.
Me río, eso es típico de Travis. Es increíble que tenga 21 años y todavía piense
como si tuviera 15.
»¡No te rías! Es extraño, pero la mejor sensación del mundo. Después de mi susto
inicial, no podía dejar de acariciar el vientre de Jane. Una vez me dijo que dejara
de hacerlo porque la hacía sentir como un globo, pero no podía dejar de hacerlo.
—Creo que te entiendo, amigo. Lo mismo me pasa con Kylie. Es adictivo sentir a
tu hijo creciendo dentro de la persona que amas.
Miro a Tom, y este está corriendo en dirección contraria al campo.
—Amigo, tengo que irme. El trabajo me llama.
—¡Buena suerte, bro!
Cuelgo y corro en dirección de Tom. Al alcanzarlo, veo que tiene lágrimas en sus
mejillas y que solloza. Tomo su hombro para que se detenga y lo hace, se voltea
para encararme y puedo ver sus ojos color gris rojos por el llanto.
—¿Qué sucede, amigo? —pregunto con preocupación.
—Reprobé matemática —solloza y limpia sus lágrimas—. Mi padre me matará;
está loco y me golpeará.
Verlo llorando de esta forma me hace recordar un tiempo oscuro de mi mejor
amigo. Cuando vivía con una persona que solo lo maltrataba. Cuando iba llorando
a buscarme porque tenía hambre o no quería dormir en su casa por temor a ese
señor. La forma en que sufrió por lo que le ocurrió a su padre después de un año
de haberse casado. Sufrió por él, aunque no debía hacerlo.
—¿Por qué dices eso?
—¡Porque es verdad! Si no me ha matado es porque necesita el dinero que recibe
del estado por cuidarme.
Eso me rompe el corazón y mi lado paterno se hace presente. Tom tiene 13 años,
no debería hablar de esta manera.
—¿Quieres dar una vuelta después del entrenamiento? —pregunto, la idea muy
vigente y fresca en mi cabeza—. Podemos ir a tomar un helado.
Tom asiente y parece calmarse porque empieza a caminar en dirección a donde el
equipo mientras se seca sus lágrimas.
Creo que esta es la parte donde sientes el cambio. Pasé de ser un cerdo
drogadicto a querer ayudar a los niños como Tom para que no se pierdan en el
camino. Tom necesita un hogar. Pero primero necesito llamar a Cuidados
infantiles y hacer lo que las personas debían hacer por Travis.
Ayudar a las personas no ha sido tan malo después de todo.
44-

Kylie

Junio
El mundo es tan increíble en la manera en que procede. Puede ser bueno o malo,
pero sigue siendo increíble. Sigue siendo magnífico y especial. Jake es esa
persona increíble y fantástica para mí, el ha sido todo. Desde una persona que me
ha hecho llorar en más de una ocasión, a una que me ha hecho completamente
feliz.
Y mientras acaricio mi vientre ya de seis mese, lo miro. Miro a aquel hombre que
me ha hecho sentir de verdad, no solo de una manera sexual, sino de una manera
que creí no ser capaz de sentir antes.
Y es hermoso sentirte de esta manera.
Él abre sus ojos de su larga siesta, está desnudo bajo las sábanas blancas y su
cabello despeinado. Se ve tan hermoso en este momento. La tinta en su piel se ve
brillante por la luz del sol que se cuela por las ventanas, sus ojos más azules y su
cabello más claro. Sus ojos se ven adormilados, brillantes y rojos por el sueño. Es
la representación de lo que veré en mi vida, o lo que queda de ella.
Soy una persona realista, o eso es lo que al menos quiero creer, y sé que cabe la
pequeña posibilidad que él se enamore de alguien más o que esto no llegara a
funcionar; sé que el destino es impredecible, pero lo amaré con cada parte qué
hay en mi corazón por el resto de mi vida. Él tiene mi alma en sus manos y sé que
yo también tengo la suya, sé que nos perteneceremos el uno al otro así esto no
llegara a funcionar.
—¿En qué piensas, pequeña zanahoria? —su voz me retira de mis pensamientos,
le devuelvo la mirada y sonrío. Voy a la cama ya que estaba en la ventana y me
arropo, él inmediatamente me envuelve en sus brazos.
—En... todo. En ti, en mí, en La bebé de Jane y Travis... en Gusanito. En todo.
—Bueno, espero que sean cosas buenas las que estés pensando sobre mí.
—Siempre pienso cosas buenas sobre ti, sobre todo lo que hiciste anoche.
Se ríe pícaramente y tan solo la mención de lo que hicimos anoche manda una
corriente eléctrica a mi ingle.
—No pensé que eras sumisa —bromea—. Siempre soy yo el que está atado.
—¡Cállate! —me río—. Somos... versátiles, solo que ayer quería ver si eres
dominante.
—Cincuenta sombras de Jake.
Nos reímos por su ocurrencia. Esto es lo que más amo de él, su sentido del
humor.
El silencio cómodo y conocido se instala entre nosotros. Mi cabeza se encuentra
sobre su pecho tatuado y puedo escuchar claramente los latidos de su corazón.
Boom, boom, boom. Son en un ritmo constante y rápido.
—No puedo esperar para que sea nuestra boda —rompe nuestro silencio—. En
verdad no puedo creer que quieras esperar a que Gusanito tenga tres meses para
casarnos.
—Quiero que esté aquí —digo—. Quiero que él lleve nuestros anillos.
Levanto mi rostro para ver el suyo y veo que pone los ojos en blanco antes de
devolverme la mirada.
—Tendrá tres meses, no podrá ni sentarse.
—Papá lo llevará —murmuro, recordando la conversación que tuve con papá hace
un mes.

Había estado saliendo de la clase de historia alimenticia cuando lo vi. Estaba


parado en la entrada de la facultad, mirando en mi dirección, viéndome claramente
sorprendido.
Y no lo culpo, era una gran pelota por mis cinco meses de embarazo, creo que
estaba bien que él me haya visto con esa sorpresa en su rostro.
Me acerqué lenta hacia él, mi padre no se movía pero al acercarme pude ver lo
anonadado que estaba. No nos habíamos visto hace ya casi tres años, así que yo
también estaba sorprendida. Su cabello estaba de un color más gris que la última
vez que lo vi, sus ojos más arrugados, su expresión un poco más madura. Pero
me sorprendió lo que me transmitía su mirada verdosa, la calidez de sus ojos
cuando me vieron. Como si todo este tiempo me hubiera extrañado.
—Hola, papá —susurré, mi voz débil.
Él solo me miraba con sus grandes ojos verdes y de un momento a otro lágrimas
bajaron por sus mejillas, sollozos se hicieron presentes saliendo de él. Me encerró
entre sus brazos antes de que me de cuenta. Nunca había recibido un abrazo así
de él, nunca en mi vida había abrazado de esta manera a mi padre y todos esos
años estaban pasando factura en ese momento. Así que pasé mis brazos por su
cintura y los sollozos de ambos nos hacían temblar. Obviamente no estábamos
tan juntos como me hubiera gustado por mi gran vientre de embarazada, pero
nunca habíamos estado tan unidos como en ese momento.
—Mi niña —sollozó, acariciando mi cabello—. Lo lamento tanto. Te ves tan
hermosa.
—Papá... —no podía hablar.
—Sh, no digas nada. No arruines esto.
Me reí entre lágrimas. Fue como si en ese momento cualquier peso de mi cuerpo
se hubiera desvanecido. Fue uno de los mejores momentos de mi vida, momentos
que se quedarán en mi memoria clavados para siempre.
Pasamos todo el día juntos, no hablamos mucho y eso estaba bien para ambos.
Hablamos de cosas superficiales como que se iba a divorciar de mamá, que había
conocido a una linda enfermera de treinta y siete años y que se sentía bien con
ella, que ha encontrado su voz desde que se separó de mamá. Me dijo que estaba
feliz por Jake y por mí, me dijo que iba a ser la madre más hermosa del salón,
cosa que me reí.
Así llegó hasta la noche, estábamos sentados en el muelle en una playa de
Massachusetts, cerca de Boston, viendo en dirección al mar que se habría frente a
nosotros, viendo las luces del faro girar para guiar a las embarcaciones. Viendo lo
enorme que es el mundo y lo pequeños que somos y lo insignificantes que
seremos.
—En verdad lo lamento —dijo viendo hacia el mar que se habré, alumbrado por la
luna y las estrellas—. Lamento por nunca haberte protegido.
—Papá no es tu culpa...
Me interrumpió levantando una de sus manos, la que no traía su helado.
—Kylie, ¿qué hubiera pasado si no hubieras tenido a Jake en tu vida? Ninguno te
escuchamos. Eras una adolescente y lo único que querías era que te
escucháramos. Querías hablarnos de tus sueños, de lo que pasaba por tu cabeza,
pero no entendí nunca.
Nos quedamos en silencio mientras procedía sus palabras en mi cabez.
»Conozco al doctor Johnson —mi cabeza se movió rápidamente para verlo—. Es
un amigo de la universidad. Nos conocimos cuando fui a Stanford. Él... tenía una
padiente cuando trabajaba en Los Ángeles, dice que es una joven hermosa y que
merece tener al mundo a sus pies. Pero por tener padres de mierda, ella intentó
suicidarse. Cortó sus venas y por un momento imaginé tu cara en el cuerpo de esa
chica y me dije...: «¿qué mierda? ¿Qué hubiera pasado si en vez de esa chica
hubiera sido mi Kylie?». Tú mereces todo Kylie, al igual que esa chica.
»En verdad mereces todo. Y lamento por ser como los señores Cole, alias
«Padres de mierda».
—Papá no eres un padre de mierda...
Levantó la mano, interrumpiéndome otra vez.
—Quiero conocer a mi nieto y quiero ser un maldito abuelo. Quiero estar en tu
boda y en los acontecimientos de tu vida a partir de ahora, jovencita; pero sobre
todo... quiero que me perdones, perdóname hija, por todo.
Lo abracé nuevamente, demostrándole mi decisión. Todos merecemos una
segunda oportunidad, y aunque él no sabía cómo ser padre, me ha dado todo lo
que había querido desde que era una niña. Obviamente él se merece mi perdón,
al igual que yo me merezco el suyo.
Después de separarnos vimos al mar alumbrado con la luna. Bajo mis pies se ve
tan oscuro, pero mi alma está en paz y siento que ya nada es imposible.

Y pienso en esa chica que papá nombró. Pienso en lo mucho que ha de haber
sufrido, en lo mal que se siente su alma como para querer terminar con todo por
sus propias manos. Pienso que miles de adultos jóvenes se deben sentir de esa
manera porque yo también me sentí así alguna vez en mi vida, solo que tomé el
beneficio de la duda para un futuro mejor, y lo tuve.
Quiero creer que nada es imposible, que podrás salir de tu depresión si es que la
sientes, que la mejor solución no es acabar con tu vida porque si hay alguien a
quien le importas. Y esa chica, conjunto con muchas personas más deberían
saberlo. Deberían saber que en el mundo hay esperanza. Que nadie tiene el poder
de romperte.
—Me siento muy filosofa hoy —trató de bromear al sentir unas pocas lágrimas
bajar por mis ojos.
—Ey... ¿qué sucede? —pregunta Jake, tomando mi rostro para evaluarme, sorbo
por mi nariz.
—Solo... que la conversación con papá fue muy intensa. Sé que seré una buena
madre, pero no dejo de pensar en esa chica que papá mencionó y en muchas
personas que se deben sentir solas en este momento. Que sienten que no hay
salida. Es muy triste.
—Lo sé, pero esas personas mejorarán. Y si deciden ser valientes y quedarse,
sabrán que la vida es una perra pero que vale la pena arriesgarse. Lo sé porque lo
pensé mil veces, pensé en arruinar mi vida, pero siempre hay un rayo de
esperanza y en mi caso, ese rayo de luz fuiste tú.
»Sé que te sientes mal por la historia de aquella muchacha, pero lo bueno es que
ella está viva en este momento, experimentando su vida, amando y siendo amada.
Ella, al igual que muchos, merece vivir su vida.
—Eso fue muy lindo —limpio mis lágrimas—. Si querías que no llore, pues tuviste
el efecto contrario.
—Sabes que tengo razón, y que haremos que nuestro Gusanito no se sienta así
nunca.
—Dios, eres tan lindo y tierno y te amo.
—Lo sé —dice y besa mis labios un poco—. También te amo.
Siento un movimiento en mi vientre y río. Gusanito es muy inquieto y se siente
extraño cada vez que se mueve en mi vientre. Jake lo siente e inmediatamente
pones su mano sobre mi vientre.
—No puedo creer que la primera vez que se movió yo no haya estado. Eso es
injusto.
—Estaba en clases, ni siquiera yo me lo esperaba.
—Eso es egoísta, los hombres también tendríamos que llevar algo de nuestros
hijos dentro de nosotros.
Me río.
—Eres el primer hombro al que le escucho decir eso.
—Pues ya sabes, es mi esencia.
Me vuelvo a reír y beso sus labios una vez más.
Me encanta pasar con Jake, la paz que me da y la calidez que me transmite. Lo
segura que me siento en sus brazos. Lo libre que me siento de poder amarlo.
Su alma me pertenece, y la mía también. Es mucho más que solo amor.
Es algo inefable.
Agosto.

No puedo creer lo que veo a través del monitor.


La carita de mi Gusanito, su cuerpito, sus pequeñas manos regordetas, la forma
que tiene. Cada vez que lo veo se hace un nudo en mi garganta y rompo a llorar
porque tan solo en dos semanas más nacerá y estará aquí. Con nosotros. Como
una linda familia.
Volteo mi rostro y Jake se ve como en todos los chequeos, con lágrimas en sus
mejillas y llorando como si no hubiera un mañana. Es tonto porque se supone que
yo debería estar así, pero esto me indica que él será el padre más cariñoso que
este niño podrá tener. Jake será un excelente padre, eso no me cabe duda.
Es mi último chequeo, el último y no lo puedo creer. Es como si a penas me haya
reencontrado con Jake en esa fiesta. Parece tan lejano pero a la vez tan cercano.
No puedo creer que nuestro Gusanito vaya a nacer en el mismo mes que me
reencontré con Jake, es como si el universo fuera tan irónico y preciso.
—Todo se ve bien —dice Marshall al dejarme libre—. Este eco confirma que el
bebé no sufre de ninguna anomalía en su cuerpo, luce sano y apuesto a que su
sistema inmunológico se encuentra de igual manera.
»Es un bebé con suerte de tenerlos como padres.
Miro a Jake y ahora mis ojos se empañan, eso es exactamente lo que pienso. Lo
que siento. Lo que anhelo.
—Aw, doc —Jake pone una mano en el hombro del doctor y lo atrae en un
abrazo—, y él tendrá suerte que usted sea quien lo traiga al mundo. Eso sonó
cursi pero estoy muy sensible.
Marshall le devolvió el abrazo y después siguió conmigo, lo cual no funcionó tan
bien porque mi enorme barriga de lo impedía. Pero el acto y el vínculo que hemos
formado con este hombre es tan palpable. No solo lo veo como mi doctor, también
como mi amigo y como el amigo de Gusanito.
Seguimos conversando porque Jared Marshall ya no tendría más citas después de
la nuestra. Conversamos acerca de sus tres hijos y que su mujer está esperando
un nuevo bebé. Se escucha tan enamorado que me hace tener ganas de derramar
una que otra lágrima, pero no lo hago. No quiero lucir como una mamá llorona, a
pesar de que estoy a tan solo dos semanas de la fecha programada.
—Recuerda no estar mucho tiempo de pie —me dice—. El hecho de que tus
tobillos estén hinchados es normal por el peso que has adquirido en tu embarazo.
Hago una seña de desdén con mi mano mientras sacudo mis pies que cuelgan de
la camilla.
—Que va, doctor, sé que es normal y aún así me veo fantástica. Lo único malo es
que mientras... Jake y yo lo... —¿cómo podría explicar que mientras hago el amor
con Jake, leche se escapa de mis senos?—. Bueno, pues hacemos el amor... la
comida del bebé se escapa.
—Y termina estilándome —completa de manera innecesaria mi futuro esposo.
—Eso es normal al igual que todos tus síntomas. Lo bueno es que tus senos están
produciendo leche de forma temprana, así que el bebé podrá alimentarse
adecuadamente a diferencia de los otros bebés que no se alimentan del seno de
su madre por falta de leche. No soy de esos doctores que apoye el uso de la leche
de tarro, no todo el tiempo de todos modos, así que es bueno y normal que tus
senos estén produciendo.
—Lo hace lucir como si fuera una fábrica —hago una mueca.
—Tú cuerpo está actuando como una en este momento.

Al salir de su consultorio, me subo en la camioneta de Jake, él abre la puerta para


mí y me ayuda a subir, cosa que agradezco ya que peso el doble de lo que
pesaba cinco meses atrás. O así me siento yo.
—Luzco como un globo —digo, recostándome en mi asiento que ya está
acomodado para mí y para que no palpaste mi gran barriga de casi nueve meses
de embarazo.
—Te ves preciosa como siempre —dice mi novio, colocándome el cinturón de
seguridad como lo ha hecho estos últimos meses. Al terminar me deja un casto
beso en mis labios y me río al mirar sus labios manchados con mi labial—. Tan
hermosa.
—Y tú tan tierno y precioso —digo, limpiando sus labios con mis dedos.
—Ya sabes que soy hermoso —pasa una mano por lo que antes, en su momento
de gloria, era mi cintura y me atrae más a su cuerpo. Cosa que me quejo porque el
cinturón de seguridad aplasta un poco mi pecho—. Gusanito será tan guapo.
—Eres tan modesto —pongo los ojos en blanco.
—Sabes que digo la verdad. Tú y yo somos la mejor combinación.
—La hija de Jane seguramente se enamorará de nuestro hijo —bromeo.
—O viceversa, o tal vez ambos se quieran solo como amigos.
—No puedo creer que ni siquiera haya nacido y ya lo estemos buscando pareja —
me río.
—Solo sé que será un conquistador como su padre.
—O un nerd —digo—. O gay. Siempre hay que abrirnos a las posibilidades. Solo
debemos amarlo.
—Ya lo hacemos —dice acariciando mi barriga crecida. Paso mis manos por sus
hombros Hasta llegar a su cuello y jugar con el corto cabello de su nuca. Nuestros
ojos se encuentran y su mirada azulada es lo más real que puedo ver en el
mundo.
—Te amo —murmuro con absoluta y única sinceridad.
—Te amo mucho más, madre de mis hijos.
Me río por sus ocurrencias, pero mis ojos se empañan por lo íntimo del momento.
—Somos demasiado jóvenes —susurro—, y demasiado tontos. Pero no quiero
esperar más tiempo. Sé que no será perfecto, pero no puedo esperar hasta que ya
estemos en ese altar.
—Yo tampoco —acaricia mi mejilla seguramente sonrojada con sus dedos
ásperos—. Amar puede doler... —canta con su dulce y a la vez áspera voz.
—Oh, por Dios, si sigues cantando lloraré.
—Amar puede doler aveces
Pero es la única cosa que conozco
Cuando se pone difícil
Sabes que algunas veces se puede poner difícil
Es lo único que nos hace sentir vivos...
Lágrimas empiezan a caer por mis mejillas. El sentimiento y amor con el que me
canta es tan desgarradoramente hermoso.
—Jake...
—Guardamos este amor en una fotografía
Hicimos estos recuerdos para nosotros mismos
En donde nuestros ojos nunca se cierran
Nuestros corazones nunca se rompen
Y los momentos quedan quietos congelados para siempre...
»Así que me puedes conservar
Dentro del bolsillo de tus jeans rotos
Abrázame hasta que nuestros ojos se encuentren
Nunca estarás sola
Espérame a que vuelva a casa...
Mis ojos están tan repletos de lágrimas de felicidad y gozo mientras él sigue
cantando nuestra canción a capela.
»Amar puede sanar
Amar puede remendar tu alma
Y es la única cosa que conozco
Prometo que será más fácil
Recuérdalo con cada pedazo de ti
Y es la única cosa que nos llevamos cuando morimos...
»Guardamos este amor en una fotografía
Hicimos estos recuerdos para nosotros mismos
En donde nuestros ojos nunca se cierran
Nuestros corazones nunca se rompen
Y los momentos quedan quietos congelados para siempre...
—Oh, Dios míos —sollozo.
—Así que me puedes conservar
Dentro del bolsillo de tus jeans rotos
Abrázame hasta que nuestros ojos se encuentren
Nunca estarás sola...
»Y si me lastimas
Esta bien, bebe
Solo palabras que se disipan
Dentro de estas páginas tu puedes guardarme
Y nunca te voy a dejar ir
Espérame a que vuelva a casa...
»Así puedes encajarme
Dentro del collar que llevabas
Cuando tenías dieciséis
Junto al latido de tu corazón, donde debería estar
Guárdalo profundo dentro de tu alma...
»Y si me lastimas
Esta bien, bebe
Solo palabras que se disipan
Dentro de estas páginas tu puedes guardarme
Y nunca te voy a dejar ir...
»Cuando me haya ido
Recordaré la forma en que me besaste
Bajo la farola, de vuelta en la calle 6°
Oyéndote susurrar a través del teléfono
Esperame a que vuelva a casa.
Estos pequeños actos son los que me tienen completamente enamorada de él.
Apenas termina, agarró su rostro con mis manos y uno mis labios con los suyos en
un beso donde expreso todo lo que siento por él, no necesitamos de muchas
palabras para saber lo mucho que lo amo.
Lo mucho que nos amamos.

***
Septiembre.

El reloj marca las dos de la madrugada cuando mis ojos se abren. Jake duerme
plácidamente a mi lado, sus párpados cerrados y sus párpados acariciando sus
pómulos. Me siento en la cama, mis piernas desnudas quejándose por el frío que
me llega de golpe al retirar las mantas de mi cuerpo, y no lo culpo, solo traigo una
camisa de Jake. Sí, tengo nueve meses de embarazo y todavía me quedan las
camisas de mi novio, no me quedan como antes pues están apretadas y cada vez
más pequeñas, pero creo que es un logro personal para mí.
Siento algo de... incomodidad. No sé cómo explicar la sensación que mi cuerpo
siente, pero me levanto de la cama y camino directamente al baño. No tengo
ganas, pero no sé lo que me sucede, así que al llegar, bajo mis bragas y me siento
en la taza.
Miro los azulejos frente a mí, el lavabo del baño, los adornos, la gran tina de baño
de forma circular, nuestra gran ducha. No sé por qué, pero Jake es un excéntrico
que le gusta tener todo grande.
Después de visualizar todo, por alguna razón bajo la vista a mis bragas y estás
traen una clase de mico extraño. Frunzo el ceño y me acerco más para poder ver
mejor. Pero en el momento que me doblo, siento un fuerte calambre en mi
abdomen.
—¡Ah! —lloriqueo, sosteniendo mi barriga.
El dolor cesa un poco y logró ponerme de pie, retirar mis bragas de mi cuerpo y
lanzarlas a un lugar del baño para salir e ir a la habitación nuevamente. Jake sigue
durmiendo plácidamente y por un segundo lo miro completamente embobada,
entro en razón cuando otro calambre empieza.
Y de pronto un líquido de empieza a deslizar por mis piernas.
Asustada de que sea sangre, enciendo la luz y Jake gruñe pero lo ignoro. No, no
es sangre. Es transparente, más cercano a la orine pero no es orine.
El conocimiento llega a mí como un camión a toda velocidad.
Oh, Dios mío.
¡Estoy en labor de parto!
Me acerco a la cama lo más rápido que mi cuerpo me permite y empiezo a mover
el hombro de Jake suavemente con mi mano.
—Jake... —lo llamo suavemente, él balbucea algo incomprensible—. Jake,
despierta.
—Hay sardinas y helado en el refrigerador —su voz suena ronca y somnolienta—.
También hay chocolate, déjame dormir.
Vaya... el hombre desprende su amor por mí.
—Jake —lo llamo más fuerte esta vez, pero una contracción llega nuevamente a
mí—. ¡¡Aaahh!!
Sostengo mi barriga con ambas manos mientras me doblo todo lo que mi cuerpo
me permite. Siento las lágrimas agruparse en mis ojos por el dolor que siento, es
un dolor que no había sentido jamás.
—¿Que... qué pasa? —pregunta la voz somnolienta pero preocupada de Jake.
Siento sus manos en mis hombros pero no me volteo a verle, siento mucho dolor
en este momento.
—Gusanito... Gusanito ya viene.
Un silencio sepulcral que me pone de los nervios se instala entre nosotros. Y
después sucede, Jake se pone a llorar y lo sé porque me toma del rostro para que
lo mire. Sus ojos están llenos de lágrimas y me da tantas ganas de poner los ojos
en blanco por su innecesaria muestra de sensibilidad.
—Vamos a traer a nuestro Gusanito —murmura antes de besarme.

Llegamos al hospital en cuestión de diez minutos. A pesar que soy yo la que


siente dolor, Jake es el que más solloza de los dos en el camino.
Sale literalmente corriendo del auto para abrir la puerta del copiloto para mí. paso
uno de mis brazos por sus hombros y muy difícilmente salgo del auto con la ayuda
del padre de mi hijo. Entramos al hospital, Jake ayudándome a caminar y yo
sosteniendo mi barriga. No soy conciencie cuando un grupo de enfermeros llegan,
de hecho me doy cuenta que me sientan en una silla de ruedas.
—Lo siento señor, no puede acompañarla todavía. Tiene que desinfectarse
primero —escucho decir a una enfermera a Jake.
—¿Y cómo hago eso?
—Pues sigueme, los enfermeros tienen que alistarla.
Me sobresalto cuando posa una mano en mi hombro y se coloca frente a mí de
cuclillas, cuando está a la altura de mi rostro, toma mi mano izquierda y la besa
sobre nuestro anillo de compromiso.
—Todo saldrá bien —se lleva mi mano a su pecho, sobre su corazón. puedo sentir
lo rápido que late debajo de mi palma—. Tendremos a Gusanito y será el niño más
hermoso de todos.
—Me traerá muchos problemas —sonrío entre lágrimas—. Se supone que yo seré
la única mujer en su vida.
—Y en la mía.
Se pone de pie y se inclina para besar mi cabeza, antes de desaparecer junto a la
enfermera. Otra contracción llega a mí y grito por el dolor, llamando la atención de
los enfermeros. Rápidamente me llevan a un cuarto donde me ayudan a ponerme
de pie y a quitarme la ropa para ponerme una de esas feas batas azules.
Mi cabello pincha mis ojos y lo quiero retirar de mis ojos, pero una enfermera se
percata y me ayuda a amarrarme una coleta. Es de tez morena, unos grandes ojos
color gris y trenzas en su cabello. Una hermosa mujer afroamericana.
—Ahí tienes, cariño —me dice, e inmediatamente siento simpatía por esta mujer.
—Gracias —susurro débil y dolorosamente.
—De nada —sonríe, una gran y perfecta sonrisa.
Le intento sonreír de vuelta, pero no puedo por todo el dolor que siente mi cuerpo.
—¿Cuanto falta? —mi voz es básicamente una súplica para ya dar a luz a este
bebé.
—Tendremos que revisar cuantos centímetros de dilatación llevas, ¿está bien? —
Asiento—. Perfecto, acuéstate en la camilla.
Hago lo que me dice y me pongo en posición para que puedan revisarme
tranquilamente. No soy consciente de todo lo que colocan sobre mi gran barriga,
no tomo nota y tampoco quiero hacerlo.
—¿Kylie? —la voz de Jake llega a mí y levanto mi cabeza de la almohada para
encontrarme con sus grandes ojos azules y ya preparado y vestido como si
estuvieramos listos para recibir al bebé ahora.
—¡Parto expulsivo! —grita la mujer afroamericana, incorporándose sobre sus
pies—. ¡Todos a la sala de parto! Melissa, llama al doctor Marshall.
Una mujer rubia asiente y se va, la camilla se empieza a mover y veo los faros en
el techo del hospital pasar. Son tan... brillantes y me hacen sentir tan... cansada...
—No te duermas —susurra una voz de un enfermero—. Harás daño tu salud y la
del bebé, no te duermas.
—Pero tengo mucho sueño.
Siento la mano de Jake obre la mía, su calor haciéndome sentir tan cómoda.
Pero no es por mucho.
Siento un fuerte dolor en todo mi cuerpo, y unas ganas tremendas de pujar. Grito
por el dolor y el calambre en mi espina dorsal.
—Si quieres pujar, hazlo —dice la voz suave de aquella mujer.
—Espera que lleguemos a la sala de parto —la riñe el otro enfermero, con su voz
no tan tranquilizadora.
El calambre cede por un momento y tomo mi pancita con mis dos manos.
Entramos a una habitación fría e iluminada, donde una gran lámpara ciega mis
ojos y me toca cerrarlos lo más fuerte que puedo para no quedar ciega. No se
cuánto tiempo pasa hasta que escucho la voz de, lo que ahora me parece
angelical, del doctor Marshall.
—Muy bien Kylie, tienes un parto expulsivo, así que vamos a hacer esto rápido
para no traer consecuencias a ti ni al bebé —dice posicionándose entre mis
piernas con un montón de ayudantes y pasantes a su alrededor—. Bisturí, por
favor —su voz se entrecorta por la mascarilla que tapa su boca.
Sé que me está realizando algunos cortes para que el bebé no me lastime al
nacer, pero mi cuerpo se encuentra tan anonadado que no siento nada a demás
del dolor que me causa Gusanito. Siento la mano de Jacob sobre la mía todo el
tiempo.
Se inclina hacia mí y deja un beso sobre mi frente bañada en sudor. —Lo vas a
lograr.
—Vamos a hacerlo —mi voz tiembla.
—A la cuenta de diez, puja, Kylie —ordena Marshall—. Diez... Nueve...
Empiezo a pujar lo más fuerte que mi cuerpo me permite, grito en el proceso,
sintiendo el dolor de como se expande mi cuerpo con la salida de mi bebé. Aprieto
la mano de Jake todo el tiempo, pero él parece ni inmutarse. Cuando Marshall
llega a uno, caigo rendida sobre la almohada, aflojando mi agarre sobre la mano
de Jake y escuchando el sonido más hermoso que he presenciado.
El sonido del llanto de mi bebé.
De nuestro Gusanito.
Eso fue más rápido de lo que creí que sería, con Jane tomó horas.
—Oh, mi jodido Dios —escucho la voz de Jake antes de tener su boca sobre la
mía y tener sus manos a cada lado de mi rostro—. Oh, por Dios, Kylie.
Siento sus lagrimas morir en mis labios y mezclarse con las mías.
Es la mejor sensación en todo el jodido mundo.
Hace exactamente un año, encontré a Jake muriendo en el suelo de una
habitación con una sobredosis. Y hoy, estamos dando vida a un nuevo ser que
viene de nosotros dos. Del amor tan puro que alguna vez creí no ser capaz de
encontrar nuevamente. Pero lo encontré a él. Mi Jake. El hombre de mi vida y
ahora padre de mi hijo.
Él se separa inmediatamente de mí y escucho que el doctor le ofrece cortar el
cordón.
—Claro que jodidamente quiero —la voz de Jake suena ronca pero muy feliz.
Miro como lo hace y una enfermera toma al bebé, miro a donde se lo lleva y sé
que lo están limpiando antes de que lo traigan envuelto en una manta color
celeste. Lo colocan sobre mi pecho y Gusanito empieza a calmar sus sollozos
hasta que su respiración se relentiza. Sus ojos están cerrados, pero sé que está
despierto por los lindos y suaves sinusitis que salen de él. No son tan audibles,
pero yo los escucho porque soy su mamá.
Su mamá.
Siento mucho en este momento, que si abre sus ojos, me echaría a llorar. Siento
los ojos de Jake viendo a Gusanito con una total admiración, de la misma manera
en que yo lo veo. Es tan increíble.
Jake pasa su dedo sobre la nariz de Gusanito y su rostro se frunce y arruga aún
más de lo que está, de una manera adorable. Y caigo en cuenta:
Gusanito no tiene nombre.
Y no creo que el estado quiera tener un ciudadano que se llame Gusanito.
—Jake... —susurro—. ¿Como lo llamaremos?
Él me regresa la mirada, se limpia las lágrimas en sus mejillas y me mira con total
curiosidad.
—No lo pensemos mucho —acaricia mi cabello y la mejilla regordeta de nuestro
bebé—. No debe ser tan difícil. Pensemos como si estuviéramos poniéndole un
nombre a un perrito, supongo que es casi lo mismo.
—¡Claro que no es lo mismo! —lo miro con horror y abrazo con un poco más de
fuerza a mi bebé, solo un poco, no lo suficientemente fuerte como para
molestarlo—. Debemos pensarlo bien, no quiero llamarlo como una fruta como la
pobre bebé de Jane. No quiero que me odie.
—¿Qué te parece llamarlo Ryan?
Hago una mueca. —Muy común.
—¿James?
—El hermano de Jane ya se llama así.
—¿Travis?
Pongo cara de pócker. —¿Hablas en serio?
Él hace una mueca también y finge tener escalofríos. —Tienes razón, su ego ya
está muy alto y si llamo a mi hijo así... Dios proteja a Jane.
Me río y luego una idea viene a mí. Una de las mejores ideas que he tenido, de
verdad. Miro a mi bebé y tiene las facciones del dueño de dicho nombre, al igual
que Jake.
—Connor —susurro y miro a Jake, mirándome con seriedad y admiración—. Era el
nombre de tu...
—De mi padre —me interrumpe—. Lo sé, lo sé. Creo que se parece mucho a él —
mira a nuestro bebé con absoluto amor—. Pero quiero que tenga algo tuyo, ya que
no podrá llevar tu apellido.
—Cállate y no me lo recuerdes, por favor —finjo mi fastidio y muevo mi mano, que
no sostiene a Gusanito, con desdén—. Malditas leyes de este país. Estamos en el
siglo XXI y piensan todavía en el maldito patriarcado.
Jake se ríe antes de volver a besarme tiernamente y acariciar la pequeña y
redonda mejilla de nuestro hijo.
—Andrew Connor Stevens —dice y mi sonrisa se amplia inmediatamente.
—Me gusta —digo y lo miro, él tiene su mirada fija en mí y posando la misma
sonrisa bobalicona que yo—. Hacemos un buen equipo en esto.
—En esto y muchas cosas más.
No se me pasó desapercibido el doble sentido en sus palabras.
***
Jake

Diciembre.
Ajusto el nudo de mi corbata por quinta vez en los últimos treinta minutos. Me
encuentro incluso más nervioso que la vez que le pedí matrimonio a Kylie, y eso
que esa vez tenía la posibilidad de que ella me mandara a la mierda porque en
ese momento no estábamos juntos.
Así que ahora estoy actuando como un completo marica.
Me miro en el espejo una vez más, dando la vuelta para ver si mi trasero se ve
bien, enfundado en este esmoquin, ajustando mi chaleco y mi corbata una vez
más.
Quiero estar tan guapo como pueda para Kylie.
El esmoquin que estoy usando hoy es uno color negro tradicional, pero llevo
puesto un chaleco color plata y la corbata igual, la camisa es de color negro al
igual que el esmoquin. Estoy sin mi chaqueta en este momento que descansa
cuidadosamente en una silla del cuarto donde me estoy alistando.
Me siento nuevamente en la cama de mi antigua habitación. Miro la decoración de
todo el lugar, cuantos años viví entre estas cuatro paredes. Cuantos recuerdos
guardan del transcurso de toda mi vida. Cuanto odié vivir aquí después de la
muerte de mis padres.
—Y aquí estoy ahora —susurro para mí mismo.
Un sonido adorable y chillón me saca de mis pensamientos y sonrío. Me levanto
de la cama y me acerco a la habitación de donde proviene el llanto de mi hijo y me
paro en la puerta, cruzado de brazos mientras veo a mi hermano Patrick tomarlo
de los costados a mi hijo y evaluarlo como si fuera una cosa que nadie había visto
en este mundo.
Reprimo una sonrisa. Ellos dos son mis hombres favoritos junto a Travis. Y soy lo
suficientemente hombre para admitirlo.
—¿Se puede saber por qué miras a mi hijo de esa manera?
Mi hermano se sobresalta con el sonido de mi voz, cosa que me hace temblar
porque parece que suelta al pequeño Andrew. Pero al parecer mi hermano quiere
seguir conservando sus pelotas porque es rápido y no deja que Gusanito caiga al
suelo. Pongo una mano en mi pecho por el latido rápido de mi corazón porque casi
me da un ataque cardíaco.
—Joder, Jake, me asustaste y creo que a tu hijo también —dice mi hermano,
queriendo hacerme sentir culpable. Lo fulmino con la mirada y voy corriendo a su
dirección para cargar a mi hijo yo mismo. Él acomoda su cabeza en la curvatura
de mi cuello y lo amaco para que se calme.
Andrew es como un bebé pelirrojo y regordete de revista. Sus mejillas tienen
algunas pecas que Kylie y yo nos hemos fijado, pero que son casi imperceptibles
para los demás. Unas mejillas regordetas y unos ojos grandes y de un azul
aguamarina que quita la respiración a cualquiera.
Mi hijo será todo un playboy, como su padre en su época de gloria.
No sabemos a cual de los dos se parece más porque es una mezcla precisa de
Kylie y de mí. Las personas que lo ven conmigo, dicen que se parece más a mí;
pero en el momento que nos ven a los tres, retiran lo dicho y elogian nuestra
habilidad para "hacer bebés hermosos".
Y vaya que somos hábiles en ello.
—Hola pequeño Gusanito gordo —lo saludo y el suelta un poco de su saliva como
respuesta. Adorable—. ¿Tu tío Pat te estaba molestando?
Patrick bufa.
»En fin, te ves muy guapo, amiguito.
Andrew hace un sonido muy tierno desde su boquita, como si tratara de sonreír
pero parece una mueca adorable que deja a la vista sus rosadas encías. Lleva
puesto un trajecito blanco que mandé a hacer a su medida y que, según Kylie a
alegado, combina con el color de su vestido. Pero no lo sé, ella está tradicional y
esa mierda y dice que no me dejara verla en su vestido hasta el día de la boda.
Hasta hoy.
—Solo me fui por algo de comida y le di mi teléfono para que se entretenga, pero
cuando llegué, encontré mi teléfono en el suelo y a tu hijo llorando —se excusa mi
hermano.
Acomodo el pequeño corbatín en el regordete cuello de Gusanito.
—Ya no importa, ya se calmó. Pero si Kylie se entera que lo dejaste solo, te
ahorcará con tu pelotas alrededor de tu cuello —repito las palabras que Kylie nos
dijo a ambos esta mañana.
Ella no quería dejarlo ir con nosotros, así que tuve que persuadirla con algo de
sexo y recordándole una vez más que yo también soy su papá. El pequeño
Andrew no se ha quejado ni una sola vez desde que está con nosotros, a
excepción del pequeño desliz con mi hermano; y también lo tengo bien alimentado
porque Kylie envió un biberón lleno de su leche y otro lleno de avena ya que a
Gusanito no le gusta la fórmula.
Paso una mano por el cabello muy rojizo y naranja de Andrew, se veía un poco
despeinado, así que me encuentro solucionando su problema. Al levantar la vista,
me encuentro con los ojos azul zafiro de Pat, mirándome de una manera bastante
extraña.
—¿Qué? —pregunto.
Gusanito pasa sus pequeños bracitos por mi cuello como si quisiera abrazarme
muy fuerte. Hace eso con Kylie y conmigo cuando quiere dormir, así que lo
acomodo mejor y él esconde su carita en la curvatura de mi cuello. Su respiración
se relentiza y sé cuando está dormido porque siento su saliva en mi camisa. No es
que me queje, muero de ternura cuando pasa eso.
—Eres como un papá oso —dice Patrick—. Me haz sorprendido, hermano, me
siento bastante orgulloso de ti.
Pone una mano en mi hombro mientras mira de mí a Andrew. No es el único
sorprendido, yo también me encuentro sorprendiéndome a mí mismo todos los
días siendo un buen padre para él. Quiero merecerlo y ser lo suficientemente
bueno, tanto para él como para Kylie, y para los hijos que tengamos en el futuro. Y
eso me hace sentir muy orgulloso de mí y de la persona que me he convertido.
A pesar de todo, siento que he superado mi mierda. Y no digo que no pasarán
cosas malas en mi futuro, solo digo que siento que puedo atravesar cualquier
adversidad que esta vida me ponga.
Le doy una sonrisa real a mi hermano, que le deja saber que aprecio mucho su
comentario y él me sonríe de la misma manera.
—Creo que ya debemos irnos —dice y yo asiento—. No puedo creer que quieras
casarte en Oregon, hace un frío de la mierda.
—¿Sabes qué? Este es mi hogar, aquí inició todo: mi amor por Kylie, mi amistad
con Travis y Jane... todo. Así que es como un lugar especial para Kylie y para mí.
—Para todos —murmura mi hermano con una sonrisa—. Vamos antes de que
tengamos esos encuentros masculinos donde ambos terminamos llorando,
tendremos que manejar por una hora porque eres una Diva y quisiste casarte en
Portland, en vez de aquí, en Salem.
Me río. Sí quería casarme en Salem, pero no hay grandes hoteles como los hay
en Portland, así que creo que la gran ciudad de Oregon fue la ganadora.
Voy a mi antigua habitación a ver la chaqueta de mi esmoquin con Gusanito en
brazos, la tomo de la silla y me miro una vez más en el espejo.
Sigo siendo ese mismo chico a punto de cumplir veintidós años, tatuado y fornido.
Pero algo cambió. Ya no soy un idiota drogadicto, ya no soy un chico que se
acostaba con una y con otra para olvidar a la única mujer buena en su vida. Ahora
soy padre, un hombre que vela por la bien estar de su familia, un hombre que está
a punto de casarse con la mujer que ama y que se siente feliz.
Finalmente feliz.
Tal vez nunca alcancemos nuestra felicidad en su totalidad, pero tenemos toda
una vida para formarla y construirla, y vaya que estoy agradecido con Dios por
darme este regalo. Esta segunda oportunidad de hacer las cosas bien y de
construir la felicidad con la persona que amo.
Gusanito hace un sonido parecido a un ronquido y sonrío, él se ha vuelto alguien
imprescindible en mi vida y eso que lleva tan poco tiempo junto a nosotros, pero
es nuestro y la prueba del amor entre Kylie y yo, o es así como yo lo veo.
Tomo mi chaqueta de la silla y salgo de la habitación, miro una vez más el
contenido dentro de esta, y sonrío. Sintiendo La Paz que me ha costado encontrar
durante tres años pero que al fin siento venir poco a poco.

La sensación de estar parado en un altar mientras esperas a tu mujer es


indescriptible dolorosa y hermosa.
Quiero ver a Kylie, abrazarla y tenerla entre mis brazos, pero sé que esto tomará
tiempo. Así que mientras espero y las puertas se abren... siento que la espera
valió la pena.
Patrick entra con Gusanito entre sus brazos, ya que nuestro hijo está teniendo los
anillos. Los invitados hacen elogios tiernos hacia mi hijo y la cara de aburrimiento
de este. Me río y siento el sentimiento de felicidad venir a mí. La hija de Jane y
Travis, Coco, ella entra en una carreta jalada por Dove, la pequeña Coco lleva las
flores y se encuentra tan divertida jugando y lanzándolas por todo el camino que
su risa es contagiosa con los invitados.
Después de unos momentos, Travis entra de la mano de Jane. Ellos son los
únicos padrinos que escogimos, Travis conversa con Jane todo el camino y ella
ríe. Son la pareja más real que he conocido, sus ocurrencias salen de manera
natural y me siento feliz de haber encontrado a la persona ideal para mí.
Y cuando ella entra y camina hacia mí, quiero caer de rodillas y agradecer a Dios
por darme a una mujer tan hermosa como ella. Su vestido es de un blanco perlado
que se ajusta a sus curvas, y a pesar de que subió mucho de peso con el
embarazo, ahora volvió a su figura y se ve extremadamente sexy. Tiene un escote
en forma de corazón y la falda se abre en forma de A hasta el suelo. Quiero ir por
ella y traerla yo mismo, pero no puedo. Siento las lágrimas bajando por mis
mejillas mientras se acerca cada vez más a mí y sé que ella también las tiene, a
pesar de que un sencillo velo cubre su rostro. Trae un ramo de flores blancas
entre sus manos y en este momento, es la representación de todo lo bueno qué
hay en la vida.
Y lo entiendo, finalmente lo entiendo.
Siempre habrán altos y bajos en nuestra vida, siempre habrán obstáculos y
piedras en el camino. Pero nosotros demostramos ser lo suficientemente fuertes
como para alejarlos, como para seguir adelante y pelear por nosotros.
En seguir con esta búsqueda que juro obtener hasta el final de nuestros días.
La búsqueda por una vida feliz.
Y a pesar de que esto es todo lo alejado a los que un error representa, solo quiero
decirte Kylie Andrews que tú has sido mi mejor error.
Mi amor destinado.
Todos tenemos una historia que contar, esta fue la nuestra, ha sido una montaña
rusa de emociones para nosotros, pero, joder si no adoro lo que nuestra historia
representa.
A donde los errores nos han llevado.
Kylie, gracias por ser mi mejor error y mi amor destinado.
Por darme vida otra vez.

Fin.
¡Hagamos esta mierda de una vez!
La verdad es que no entiendo cómo es que obtuve tanto amor de ustedes tan
poco tiempo.
Cuatro meses me tomo escribir esta historia que amé desde el fondo de mi alma y
de mi corazón. Y ¿saben qué? Gracias a ustedes pude terminar esta historia y
encontrar mi vocación.
Sin ustedes yo no estaría escribiendo esto en este momento y llorando en mi
cuarto pensando en lo mucho que amo escribir gracias a sus votos y comentarios.
Me siento tan feliz de todo el amor que he recibido en tan poco tiempo. Hace un
año era una chica que se encerraba en su mundo y ahora me considero una mujer
que se expresa a si misma y que se siente conforme de poder ayudar a otros con
sus palabras.
No saben lo agradecida que estoy con todos ustedes por darme esta oportunidad
de poder expresarme, de poder ser yo y de sacar mis pensamientos a flote.
Y seguiré agradeciendo para que lo sepan.
No agradeceré a nadie más que a ustedes, mis lectores, los chicos que se han
desvelado leyendo mis historias, los que han llorado conmigo cuando ha sucedido
una injusticia con mis personajes, aquellas que me llenan de amor y alegría y que
me hacen sentir alguien en el mundo.
Gracias por todo.
Los amo con todo mi corazón, no saben cuánto.
En fin, ya no les quitaré más tiempo y si quieren saber qué pasó en la boda y en la
luna de miel, no se pierdan los extras. 7u7

Besos, nos vemos en Mi Mejor Problema ✌️


Extra I: Boda
Kylie

Es extraño como las cosas pueden cambiar en tan poco tiempo, pero parece un
camino muy largo.
Hace un año exactamente, mi historia de amor con Jake había tomado su curso
nuevamente. Me sentía feliz y agradecida de que él esté conmigo, como ahora.
Luego lo perdí, traté de convencerme que lo odiaba, pero eso nunca fue verdad.
Lo necesitaba. Lo necesitaba con toda mi alma.
Y ahora, mientras lo veo parado a mi lado en el altar, tomando mi mano a punto de
decir sus votos matrimoniales, mientras hace una promesa tan grande frente a
Dios, no puedo creer que esta sea mi vida.
No es perfecta, está muy lejos de serlo, pero solo no puedo creer que pueda
cumplir todo lo que me propuse. Estoy en mi último año, a punto de graduarme y
abrir mi propio restaurante, soy madre del niño más hermoso que he visto y me
estoy casando con el hombre que he amado toda mi vida, porque así ha sido, lo
he amado con todo mi corazón al igual que él lo ha hecho conmigo.
Desde el inicio.
Desde aquella primera vez que lo vi en el primer año de secundaria, supe que
estaba destinada a estar a su lado. Es extraño como el universo funciona, nunca
hubiera esperado esto, tener a un muy buen hombre a mi lado porque mamá
siempre me lo decía, me decía que no lo merecía. Y miren a Jake, es increíble, un
padre amoroso y un hombre sumamente cuidadoso con todo lo que le importa.
No puedo retener las lágrimas que caen por mis ojos a pesar que todavía no dice
nada, solo me mira y saca una hoja doblada de su bolsillo.
—Bueno, escribí esto hace unas semanas, así que espero y te guste —sonrío en
medio de las lágrimas y escucho el llanto de Jane y de Dove detrás de mí—. Dios,
soy una basura en esto del romanticismo y lo sabes, pero... —abre el papel y
empieza a leer, se aclara la garganta—. Querida Kylie. Sé que en este momento
debes estar llorando parada frente a mí en el altar; desde que tuviste a Gusanito te
has convertido en una chica llorona, pero me gusta, me gusta abrazarte hasta que
tus sollozos se calmen y empieces a reírte de ti misma por lo sensible que te haz
vuelto; se podría decir que incluso lo disfruto.
Los invitados ríen, incluso yo, a pesar que estoy hecha un mar de lágrimas.
»Pero eso no es lo único que disfruto —deja de leer y me mira a los ojos, sus ojos
azules enrojecidos, aguardando las lágrimas que están a punto de salir—. Disfruto
muchas cosas de ti. Tu sentido del humor, te ríes de mis chistes a pesar que son
muy malos, siempre sonríes y eres la luz que necesita un mal día. Disfruto pasar
todo mi tiempo contigo, ser la razón por la cual te gusta quedarte en casa y dormir
conmigo. Aguantas mis ronquidos, mi mal aliento en las mañanas, y aún así te
gusta despertarme con un beso con sabor a café caliente. La forma en la que
inspiras arte con solo verte, apreciarte, mirar cada rincón de ti.
»Disfruto que, cada vez que te veo caminar por la casa, modelando el anillo que te
di en tu dedo anular... tengas la más grandes de las sonrisas y ni siquiera te des
cuenta de ello. Disfruto hacerte feliz, a pesar de que ahora estés llorando, sé que
son lágrimas de felicidad. Lo sé —toma mis mejillas con ambas manos y con sus
pulgares limpia mis lágrimas, no puedo contener las emociones. Sus manos se
mantienen en mis mejillas, haciendo que mire directamente hacia sus ojos.
»Sin embargo, hay mil millones de cosas que amo de ti. La forma en que eres tan
protectora con nuestro hijo, como si fueras capaz de alejarlo de todo lo que le
haga daño, eso es algo muy digno y que admiro mucho de ti. Cada vez que llego a
casa y tus ojos se iluminan como si fuera la mejor parte de tu día, como si
hubieras estado esperando todo el día al momento en que nos lleguemos a
encontrar. No tienes miedo a pedir perdón cuando crees que estás mal, o tampoco
tienes recelo de hacerme ver cuando yo lo estoy; aprecio mucho eso, me hace ser
una mejor persona. Amo tu forma de ser, cada pulgada que corresponde a Kylie
Sophia Stevens, lo nerd que eres y lo hermosamente peligrosa que puedes llegar
a ser. Amo cada etapa de ti, cada pieza que te corresponde.
»Prometo amarte con toda mi alma y mi corazón. Cada paso que des, yo lo daré,
cada movimiento que hagas, yo lo haré. Prometo respetarte, tomar en cuenta cada
opinión que tú tengas, ser el receptor de cada comentario que hagas o de
cualquier necesidad que tengas. Estaré en la salud, tanto como en la enfermedad.
Juro ante Dios nunca dejarte sola cuando más me necesites, incluso cuando no lo
hagas no te dejaré. Y, sobretodo, juro amarte por el resto de mi vida, con cada
milímetro de mi corazón. Mi alma es tuya, mi cuerpo te pertenece, y mi corazón...
está destinado para estar contigo.
»Te amo, Sra. Stevens. Con errores o sin ellos, te amaré por toda mi vida.
Un sollozo se escapa de mi garganta y los aplausos por parte del público presente
inician como una euforia, pero eso no nos saca de nuestro trance de amor. Sus
ojos brillan con honestidad y por las lágrimas contenidas. Y yo... estoy sin
palabras.
—Sinceramente no sé cómo superar eso —sorbo por la nariz y sonrío, él también
lo hace—. Guau... eso fue... joder, no sé qué decir.
El cura frente a nosotros se aclara la garganta y me sonrojo cuando me doy
cuenta que he dicho una palabrota en el altar de una iglesia.
Soy una idiota.
—Solo tienes que decir sí, acepto —murmura mi futuro esposo y me río, entre las
lágrimas que él se encarga de limpiar otra vez.
—Eso después, quiero decir mis votos pero me has superado y se me olvidó todo
lo que quería decir —ríe y me mira con adoración, tanta que me hace sentirme
inspirada de nuevo—. Sé que tú eres la clase de hombre que nunca rompe sus
promesas. Prometiste amarme por cada segundo de tu vida, y eso hiciste.
Prometiste nunca irte de mi lado nuevamente, y aquí estás. Has madurado tanto,
Jake, no dejas que nada te pisotee por más difícil y aplastante que sea. Curaste
tus demonios tú solo, demostrando que eres más fuerte de lo que las demás
personas pensamos alguna vez. Eres un excelente padre, cada vez que miras a
nuestro hijo lo haces con adoración, con amor tan infinito que me hace desear
mantener esa mirada en tus ojos todo el tiempo.
»Eres sarcástico y tus chistes son malos, pero me encanta ver lo divertido y feliz
que eres cuando ríes. Intentas fuertemente ser un mejor padre para Andrew cada
día, en verdad lo intentas, aunque no te des cuenta de ello, pero tampoco te das
cuenta que eres un perfecto ejemplo para él; la clase de hombre que supo cómo
salir de un lugar oscuro hacia la luz, que sabe lo dura que puede ser la vida y
ahora trabajas muy duro para mantenerte en la luz.
»Te he amado toda mi vida, eso no es un secreto y me encanta decírtelo cada día
cuando despiertas, tu cabello despeinado y tú rostro somnoliento. Sin embargo,
juro por Dios que te amaré incluso más allá de esta vida. Siempre vamos a ser
Jake y Kylie, la llama de pasión que inició en aquella pizzería hace unos años
atrás.
»Prometo estar ahí para ti, demostrarte mi amor cada día. En la salud y la
enfermedad. En la riqueza y en la pobreza. Y sé que mis votos están siendo una
basura comparados con el tuyo, pero quiero que sepas que te amaré por siempre,
Jake Stevens, con errores o sin ellos.
Me muestra la más grande de las sonrisas que ilumina todo el lugar y sus ojos se
arrugan, dejando escapar algunas lágrimas que estaba reteniendo. Estamos
disfrutando nuestro momento, solo viéndonos directamente a los ojos, observando
el mismo todo de azul cielo que nuestro hijo tiene. Es tan alucinante el color de
sus ojos.
—Entonces, Kylie —empieza el sacerdote, rompiendo cualquier conexión que
Jake y yo hayamos tenido y haciendo que lo miremos—, ¿aceptas a Jacob como
tu legítimo esposo, para amarlo y respetarlo, hasta que la muerte los separe?
—Sí, acepto —respondo sin pensarlo dos veces.
—Y tú, Jacob, ¿aceptas a Kylie como tu...
Jake lo interrumpe.
—Joder, sí... jodidamente acepto.
El sacerdote tose como si nunca en su vida hubiera escuchado la palabra joder, yo
por otro lado, estoy ardiendo de felicidad.
—Uhm... entonces los declaro marido y mujer, puedes besar... —Jake me besa
antes de que el hombre canoso y robusto frente a nosotros termine la oración—...
a la novia.
Paso mis brazos por sus hombros y muevo mi cabeza hacia un lado para
profundizar el beso. Su lengua toca suavemente la mía y solo soy consciente del
mar de sensaciones que se arrastran por mi cuerpo. Amo tanto a Jake, tanto que
simplemente agradezco a Dios que lo hayan puesto nuevamente en mi camino.
Los aplausos eufóricos del público nos hacen separarnos, Jake me da una mirada
llena de amor antes de voltearse y hacer una reverencia. Travis lo abraza,
felicitándolo. Creo que el esposo de Jane ha estado llorando incluso más que yo,
pero no podemos juzgarlo.
Travis es un hombre sensible, sus palabras no las mías.
—Al fin te haz casado —chilla mi mejor amiga, abrazándome desde atrás. Me doy
la vuelta y ella se adhiere a mi cuello como un pequeño bebé chimpancé—. Estoy
tan feliz por ti —sirve por su nariz—. Tan feliz por ti. Ahora somos ya dos casadas
de nuestro grupo.
—Porque te casaste a los 18 años, siquiera esperé un poco.
—Y yo no creo que lo haga alguna vez —Dove se une a nosotras, separando a
Jane y abrazándome—. Felicidades, pequeña zanahoria.
—Yo, en cambio, jamás me casaré —dice Jessica, pasando un brazo por mis
hombros y apartando a Dove—. Felicidades por tu suicidio social.
—¡Jessica! —la reta Jane y ella ríe—. Casarse no es suicidio social.
—Y tampoco es algo que Jess y yo queramos —espera Dove—. Aunque... ¿no
recuerdas nuestra promesa, Jess?
Jessica se ríe antes de soltarme e ir por su mejor amiga, Dove le devuelve el
abrazo.
—¿Qué prometieron? —les pregunta Jane.
—Ya que ambas planeamos mudarnos a Los Ángeles o a Nueva York cuando nos
graduemos y allá es legal el matrimonio gay, prometimos casarnos si no
encontrábamos pareja en ocho años —explica Dove.
—Y ya van tres años de esa promesa —dice Jessica.
—Dios, tortilleras, consigan alguna habitación —se burla Jane.
—No somos lesbianas, será un matrimonio donde podamos tener chicos para
follar pero no en tríos —hace una mueca Dove—. Saben que tengo fobia a los
tríos.
—No puedo creer que estén hablando de eso en una iglesia, el día de mi boda —
me quejo.
—Así sucede algunas veces, hermana —dice Jane, antes de envolverme en un
abrazo de oso otra vez.
***
—La recepción es increíble —le dice Jane a su esposo que está sosteniendo a su
hija, una pequeña bebé llamada Coco.
¡Coco! Pobre niña.
En realidad, el nombre de la pequeña es Madison, pero todos la llamamos Coco
porque... bueno... es un nombre genial y la niña es redonda, como un coco.
También es hermosa, muy hermosa al igual que Jane. Es tan parecida a cuando
Jane era una niña, pero tiene los magníficos ojos verdes de Travis y el cabello
negro azabache de su madre.
Es increíble la capacidad de estos dos para hacer una bebé tan hermosa.
Coco mira fijamente a mi hijo de a penas tres meses de edad, ella es mayor por 5
meses a Gusanito, pero le encanta jugar con él, y Andrew disfruta de la compañía
de la hija de Jane, a pesar de que no sepa seguirle el ritmo.
Y ahora Gusanito está dormido en los brazos de Jane mientras que Coco lo
observa desde el regazo de su padre.
—Ahgh —balbucea la pequeña, señalando a Gusanito con su dedo y mirando a su
papá como si estuviera esperando algo.
—No, Coco, Andrew está dormido —le explica Travis con voz tan suave que me
sorprende.
Travis es un tipo duro, pero con Jane y su hija se ablanda como un panecillo
recién salido del horno.
—Tal vez quiera jugar con él —murmuró algo confundida.
—Por supuesto que quiere —dice Jane, ella me sonríe—. Ama a Gusanito.
—Al igual que todos —dice Jake y me abraza para que esté más cerca a él.
Estoy sentada en su regazo en nuestra gran mesa. La fiesta está en pleno
apogeo, y sinceramente aún tengo lágrimas secas por los discursos de cada uno
de nuestros amigos y familiares.
Lo que más me impacto fue el discurso de Dove, o más bien dicho , su
presentación. Cantó Photograph para nosotros a capela, demostrando su talento y
su poderosa voz. Sabiendo perfectamente lo que esa canción significa para Jake y
para mí.
—No puedo creer que estemos casados —vuelve a murmurar Jake en mi oído y
con su pulgar acaricia mi cintura cubierta por la fina tela de mi vestido de novia.
—Créelo, señor —me volteo en su regazo para estar frente a frente y lo sonrío.
—Señora Stevens —saborea cada palabra en sus rosados labios—. Me encanta...
no, eso es un eufemismo. Me fascina como suena tu nuevo nombre.
—Y a mí me fascina cuando lo dices así —digo con voz ronca.
Me muestra una sonrisa pícara.
—¿Está coqueteando conmigo, señora Stevens?
—Puede ser —sonrío con picardía esta vez yo y me acerco a su oído—. No puedo
esperar hasta llegar al hotel y montar a mi esposo hasta que no se acuerde de su
nombre.
Su respiración se hace pesada y miro su rostro, ahora caliente de deseo.
—Así que es una mujer casada —murmura con su voz ronca—. ¿Qué cree que
pensaría tú esposo si escucha lo que quieres hacerle?
Sonrío por el juego en que estamos ahora.
—No lo sé, usted dígamelo, señor Stevens.
Se acerca a mi oído para susurrar y lo que dice me quita el aliento.
—Estaría tan malditamente caliente que lo único que pensaría en este momento,
sería arrastrar a su esposa a ese baño y follarla tan duro hasta hacerla gritar que
pare. Y eso lo hará hacerlo más duro, hasta que su esposa se corra sin piedad.
Oh, Dios...
Eso me enciende al instante y hace que mi cuerpo arda en pasión. No hemos
tenido sexo en toda la semana porque, primero, estaba con mi período y odio
hacerlo cuando estoy con mi período, y segundo, estábamos tan enfrascados en
el tema de la boda que no hemos tenido tiempo para hacerlo.
—Y ella estaría tan malditamente caliente que arrastraría a su esposo hasta el
baño y lo montaría como prometió hacerlo —sigue y mi punto íntimo palpita con
excitación—. Pero no lo harán, porque están a punto de dejar la fiesta y él le
llevará al mejor maldito hotel de todo Portland y la follará hasta que chille.
Me separo de él y lo miro a los ojos.
—Aún no termina la fiesta y ni siquiera he arrojado el ramo —mi voz sale
entrecortada y jadeante.
—No tenemos que quedarnos en la fiesta, eso es para los invitados —murmura—.
Y después de arrojar el ramo, los novios ya se pueden ir y la fiesta puede
continuar. Así que, vamos a hacerlo ahora. Levanta tu sexy culo y arroja eso.
Me pongo de pie y les indico a todas las chicas que se pongan en fila porque ya
voy a arrojar el ramo. Obligo a Jessica y a Dove a que se formen y ellas de mala
gana lo hacen.
Las chicas empiezan la cuenta regresiva mientras yo me pongo de espaldas
desde el diez. Y cuando ya lo arrojo, no escucho la euforia que esperaba cuando
alguien recibe un ramo, así que me doy la vuelta y veo que Jessica y Dove se
están arrojando el ramo la una a la otra.
—¡Yo no lo quiero! —le grita Dove a la rubia.
—¡Pero tú lo atrapaste! —ella se lo lanza de vuelta—. ¡Y yo tampoco lo quiero!
Las mujeres decepcionadas se dispersan y me acerco a ellas, tomo el ramo de las
manos de Jessica y se lo entregó a Dove.
—Tú lo tomaste, vive con eso —le digo y sonrío inocentemente—. Serás la
siguiente en casarte.
—O suicidarse —responde mi ex compañera de cuarto con una sonrisa falsa.
Jessica bufa. —No entiendo de qué te quejas, tienes a Dean que está loco por ti y
que quiere enterrarse en ti y sacarla hasta el 2024.
—Eso fue asqueroso, Jessica.
El cuerpo de Dove se tensa visiblemente al reconocer la voz del sujeto. Logan
aparece detrás de ella, y mira las manos de Dove donde sostiene el ramo de
flores.
—Vaya, así que felicidades para ti y mi más sentido pésame para la persona que
se tenga que casar contigo —la molesta Logan.
Dove no muerde el anzuelo y se ve claramente molesta por el comentario de
Logan. Sus mejillas son del rosa más fosforescente que he visto y sus manos
están hechas puños alrededor del ramo.
—Pues adivina qué, imbécil —a todos nos sorprende el tono borde con el que
Dove le habla—. Siquiera no me voy a casar con una persona como tú, así que
seré jodidamente feliz mientras tú serás un pedazo de basura solo y sin compañía.
Porque al fin y al cabo, yo no odio a las personas sin razón alguna. Yo no me
llamo Logan Jones.
—Ya la escuchaste, amigo —llega Dean, pasando un brazo por los hombros de
Dove.
—¿Y tú quién carajos eres? —le pregunta Logan—. Esta es una conversación
privada.
—Soy quien pateará tú culo si no sales de la vista de mi chica.
—Dean —lo llama Dove, pero él no parece calmarse.
—¿Con que tú eres el pedazo de mierda que pateará mi culo? —se burla Logan y
le enseña una sonrisa de superioridad—. Vamos, quiero ver eso.
—Dean —Dove lo llama de nuevo y él al fin la mira—. ¿Quieres ir a... otra parte?
Dove es inteligente y sabe que la mejor manera de llamar la atención de un
hombre y que olvide la violencia es el sexo.
Sean asiente y Dove aniquila por última vez a Logan con la mirada y se va con
Dean en dirección a los baños. Logan los sigue todo el camino, con su mandíbula
apretada. Como si estuviera aún más molesto ahora que Dove tiene novio y no
tiene su atención y...
Caigo en cuenta...
¡Oh Dios mío!
Decido mantener mi boca callada y dejo a Jessica con su hermano,
despidiéndome y yéndome en dirección de Jake, Travis y Jane.
—Oh, Dios mío. A Logan le gusta Dove —digo las palabras ta rápido que la única
que me entiende es Jane. Obviamente.
—¡Lo sabía! —chilla.
Travis y Jake ponen los ojos en blanco.
—Era más que obvio —dice Trav—. El tipo se la quiere follar desde nuestro último
año, solo que no puede admitirlo.
—Y es un marica por no hacerlo —termina Jake.
—Al parecer los hombres tienen más sentido que nosotras —se queja Jane.
—Jodidamente sí —dice su esposo y luego se le queda mirando como un bobo a
ella y a mi hijo—. Oye, quiero otro.
—¿Otro qué? —pregunta.
—Otro hijo —se encoge de hombros y Jane lo fulmina con la mirada antes de
voltearse hacia mí.
—Cuidaremos bien a Gusanito —anuncia.
—Sé que lo harán.
Extra II: Navidad
Jake

Ya llevamos dieciséis días de casados.


Dieciséis maravillosos días llenos de felicidad y alegría proveniente por parte de
mi familia.
Mi familia.
A pesar que vamos solo un poco más de dos semanas, me doy cuenta que se
siente como si ya hubiéramos estado casados desde mucho antes. Después de
nuestra fantástica y jodidamente excitante noche de bodas, fuimos por Gusanito al
hotel donde nos hospedábamos y lo cuidaban Jane y Travis. Nos llevé una
semana a Hawái, no queríamos irnos lejos mucho tiempo por el recién adquirido
trabajo de Kylie y por el mío propio. La verdad es que fue una semana muy corta
pero emocionante y... genial. Gusanito estaba riendo todo el tiempo que su cuerpo
le permitía estar despierto, aunque estoy seguro que se saltaba unas horas de
sueño a propósito para pasar más tiempo con su mamá y conmigo en la playa. Es
un niño listillo a pesar que tenga a penas tres meses. Lo que más me gusto de esa
maravillosa semana fueron Kylie y su entusiasmo. Se veía tan feliz y llena de vida
sosteniendo a Gusanito mientras íbamos en un yate para ver los peces y ni sé qué
mierda.
—¡Mira ahí, Andrew! —le dijo a nuestro hijo, como si él entendiera a lo que ella se
está refiriendo, señalando hacia el mar desde la cubierta.
El sol le pegaba en su piel pálida perfectamente, estábamos ahí cuatro días y ya
tenía un bronceado que me hacía desearla más. Y su culo... me tuve que refrenar
para no exponer a Gusanito a un trauma de por vida.
El cuerpo de Kylie no ha vuelto a ser el mismo desde que tuvo a Andrew, pero,
joder, es tan hermosa. Y tampoco ha cambiado mucho, su piel se ha estirado solo
un poco y hay pequeñas marcas imperceptibles en su abdomen, casi nadie logra
verlas pero yo sí puedo, conozco tan bien su cuerpo que no se me pasa
desapercibido; sin embargo, amo a Kylie con marcas o sin ellas. Me parece la
mujer más hermosa en el universo.
—¡Mira, Gusanito! —mi chica se entusiasmó otra vez—. ¡Ahí hay un delfín.
Me reí y me acerqué a la valla para ver más de cerca y, efectivamente, había un
delfín que hacía piruetas y toda la cosa. Me reí aún más viendo la misma
expresión perpleja en el rostro de mi mujer y de mi hijo. Ambos viendo con claro
asombro el espectáculo natural.
—Te amo —le recordé, atrayéndola más a mi cuerpo.
—Los amo —dijo ella—. Los amo más que a nada.
Y le creo, sé que sonó su mundo al igual que ella es el mío.
Ahí fue cuando lo supe. Soy un capullo con mucha suerte que, honestamente, no
merezco. No merezco nada de esto, no merezco tenerla a ella y su amor
incondicional. No merezco tener el amor de mi hijo y que él me mire con tanta
añoranza. Pero, joder, estoy tan agradecido por tenerlos a ambos, por hacerlos
constantes de mi vida. Por pasar cada momento de mi vida con las personas que
tanto amo.
Con ella.
Regresamos la semana pasada, con Kylie refunfuñando y con Gusanito muy
entretenido en sus pechos. No lo culpo. Sus pechos han crecido generosamente
por la lactancia y me han hecho un hombre muy feliz. No sé quién está más
hambriento de ellos, si mi hijo o yo. Yo diría que sería un empate.
Camino por el pasillo de nuestra nueva casa en Boston, es grande y muy bonita,
iluminada por todos lados. La decoración es una agradable mezcla de lo rústico y
lo moderno, con armarios de madera y los electrodomésticos de aluminio. O eso
es lo que dijo Kylie, le dejé la decoración completamente a ella.
Obviamente ambos extrañamos el apartamento en el que vivíamos tan solo hace
un mes atrás, ahí pasaron muchas cosas tanto buenas como malas y siempre
tendrá un valor importante para nosotros, pero sé que es lo mejor. Aquí hay tantas
habitaciones que parecen casi innecesarias, pero que, si lo pienso bien, es un
buen lugar para hacer crecer nuestra familia. Sé que Andrew no será el único de
nuestros hijos y no puedo esperar a que nuestra familia llegue a florecer.
Aunque no aún, sé que ella no querrá quedar embarazada por lo menos hasta que
terminemos la universidad, pero soy bastante terco, y disfruto pincharla con eso.
Nos vamos a graduar al final de la primavera que viene, en junio, yo seré un
abogado y Kylie será una chef maravillosa. Tiene el proyecto de tal vez colocar un
pequeño pero propio restaurante a inicios del verano próximo cuando nos
graduemos y, oírla hablar de negocios, me pone muchísimo.
Ella me pone todo el tiempo, de todas formas.
Pero es mucho más allá del hecho que me ponga o no. Me encanta verla sonreír
cada vez que habla de sus sueños, la forma en que su voz cambia de dulce a
chillona por la emoción y excitación de tener su propio lugar. O cuando habla de
su trabajo y la forma que frunce el ceño al hablar de su jefe y de lo odioso que es.
Me he detenido a mí mismo de ir a golpear a aquel capullo, pero me he contenido.
—¿Me has escuchado? —su voz me trae de vuelta a la realidad, como ha hecho
siempre.
—Claro que sí... —miento cuando llego a la cocina y me siento en una silla alta de
la isla del desayuno.
—Es increíble que llevemos conociéndonos por tanto tiempo y aún no ignores que
sé exactamente cuando estás mintiendo —me acusa.
—Bueno, pues siquiera sé mentir —la pincho con una sonrisa y ella pone los ojos
en blanco antes de darme la espalda y seguir haciendo lo que sea que esté
haciendo.
Hoy es la cena de Navidad y la casa parece el maldito polo norte. Kylie ha estado
tan emocionada escogiendo adornos de todo tipo, hasta ha colocado un pequeño
nacimiento de esos que colocan los católicos. Y eso que no somos de esa religión.
Hay un tren mecánico al pie del árbol, un santa en una silla que se mueve y canta
alguna canción estúpida, la casa parece está repleta de luces y prefiero no entrar
al tema del patio delantero y la ostentosa decoración que Kylie ha utilizado.
Y yo también salgo afectado en esto, aún me duele la espalda por colocar todas
esas modistas luces a las afueras de la casa. Aún recuerdo cuando tropecé en el
resbaladizo techo.
Lo bueno que un Santa inflable amortiguó mi caída.
A Kylie no le hizo mucha gracia, Santa de helio estaba destruido por mi culpa.
El horno suena y Kylie, como la profesional que es, grita y corre para agarrar el
guante y abrir el horno. Saca dos latas de horno, ambas repletas de humeantes y
atractivas galletas y mete dos latas más.
Sonrío al ver los diseños en estas típicas galletas navideñas, recordando el año
pasado.
Hay una galleta que dice: «Feliz cumpleaños, papi», ya que hoy también es mi
cumpleaños número veintidós.
Quién iba a pensar que, a una edad tan joven, íbamos a empezar a formar una
familia. No me arrepiento ni un solo momento, ambos nos amamos mucho y
queremos lo mejor el uno con el otro, entonces para qué esperar más. Somos
felices de esta manera, con nuestra pequeña familia y compartiendo como marido
y mujer. Viendo crecer a nuestro hijo.
Nuestro hijo.
Aún no me creo que hayamos procreado a un pequeño ser humano, es increíble
que mi sangre y la de esta mujer maravillosa que tengo en frente corra por las
venas de nuestro pequeño.
Pero así son las cosas, y estoy seguro que procrearemos más niños a los que
amar y cuidar.
Tomo la galleta que me felicita, pero justo cuando me la estoy llevando a los
labios, Kylie me da un manotazo y me la arrebata de las manos.
—No te las comas todavía —me riñe.
—Pero es mi cumpleaños —me quejo como un crío y ella se ríe.
—A veces me pregunto quién es más maduro; si Andrew o tú.
—Yo creo que igual. ¿Me das de comer de tus tetas, mami?
Ella sonríe con picardía, pero aún así me lanza una mirada que pretende ser
asesina.
—Eres un pervertido —dice lo obvio.
Me encojo de hombros.
—Siempre lo he sido.
—No hay remedio contigo, no sé porqué te amo tanto.
Me pongo de pie y rodeó la isla del desayuno, la rodeo con los brazos y la levanto
hasta que está sobre la encimera, yo entre sus piernas. Sus ojos marrones brillan
como hacen siempre que me miran, como si fuera lo más preciado que tiene. Pasa
sus manos por mis hombros y yo tomo sus caderas entre las mías.
—Tal vez sería porque nadie te ha hecho sentir las cosas que yo te hago sentir.
Porque nadie te ha amado como yo lo he hecho —me inclino y beso su cuello, ella
hace la cabeza hacia un lado para permitirme más accesibilidad—. Y porque
nadie, en este mundo, te ha hecho correr de la manera en que yo lo he hecho.
Nadie te ha tocado como yo. Al igual que nadie, absolutamente nadie me ha
hecho sentir como tú, Kylie.
—Jake... —gime mi nombre cuando chupo la sensible piel de su cuello.
Ambos hemos estado con otras personas en el terrible tiempo que estuvimos
separados por mi culpa después del accidente de mis padres. Ella con dos
gilipollas y yo con una cantidad incontable de zorras. Pero ya nada de eso importa.
Ambos sabemos que nuestros corazones siempre nos han pertenecido. Aunque sí
me gustaría castrar a esos dos gilipollas que se han atrevido a tocarla a parte de
mí, no mentiré en eso. Y también me gustaría borrar de mi memoria el haberme
acostado con esa cantidad interminable de chicas, pero el pasado no puede
borrarse.
Y jamás volveré a tocar a otra mujer que no sea Kylie. Incluso si me deja... si esto
no funciona... soy suyo y siempre seré suyo.
Ella aleja mi cabeza de su cuello y en un movimiento brusco une los labios con los
míos. Ambos gemimos por el impacto y el alivio que nos da de sentir los labios del
uno sobre el otro. Es como estar en casa. Estoy en casa. Su lengua acaricia la
mía y suaves gemidos escapan por parte de ambos mientras el beso se va
intensificando. Ladea la cabeza y me permite más acceso a su boca, la exploto
con mi boca, robando cada gemido de su húmedo beso.
—Te amo —jadea sobre mis labios cuando se separa a tomar aire y uelve a unir
sus labios con los míos.
—Te amo —respondo sobre sus labios, separándome solo un poco de ella para
poder respirar y hablar—. Siempre lo he hecho —beso—. Cada día —otro beso—.
Por el resto de mi vida.
—Dios... eres el mejor esposo del mundo —sonríe contra mi boca y sus manos se
cuelan por mi camisa entreabierta.
Justo cuando coloco una mano debajo de su vestido floreado, un lamento nos
hace separarnos abruptamente. Los lamentos se vuelven llanto en cuestión de
segundos y Kylie sonríe. La miro fijamente, sus mejillas están sonrojadas y sus
labios hinchados. Se ve preciosa.
—Iré por Gusanito, a dormido una larga siesta.
—¿Y cuando me darás mi regalo de cumpleaños? —bromeo y hago un puchero.
Ella baja de la encimera y se pone de puntillas, me besa en mi labio sobresalido.
—Está noche —me guiña un ojo antes de ir por nuestro hijo.
Suspiro como un hombre completamente enamorado.
***
—La cena ha sido fantástica —la elogio por enésima vez en los que va de la
noche.
Ella asiente, feliz por mi gratitud hacia su exquisita comida y cena.
Miro a mi hijo, está jugando con un Santa bailarín. Se ríe y aplaude, aunque no
gatea y tampoco se sienta sin ayuda, es un pequeñín lleno de vida.
Ambos nos sentamos en el suelo de la sala, viendo en dirección a la chimenea y
viendo a Andrew jugar con los muñecos navideños. Mis ojos, como no, se dirigen
a Kylie. Mira con un amor incondicional a nuestro hijo, con una sonrisa en su
rostro y amor en sus expresiones. Es increíble que está mujer tan fuerte y
hermosa sea mía. Pero lo es. Joder, es mía.
—Es tan adorable —suspira Kylie, mirando a nuestro hijo—. Lo amo demasiado.
—Es un pequeño diablillo, pero lo amo igual —digo.
—¿Cómo estás pasándola en tu cumpleaños, papi? —sonríe y paso un brazo por
su cintura para sentarla en mi regazo.
—Nunca lo he pasado mejor —admito.
—¿En serio? —pregunta sorprendida y pasa sus brazos por mis hombros—. ¿Ni
siquiera cuando cumpliste dieciocho y te emborrachaste tanto que tuvimos que
llevarte al hospital porque no parabas de vomitar?
Me río al recordar aquella fiesta y lo borracho que estuve.
—Incluso mejor —admito lo obvio.
—También es la mejor Navidad que he tenido —admite y eso me hace sonreír.
—Solo espero que seas feliz a mi lado —confieso—. Eso es lo único que quiero de
Navidad y de cumpleaños. Mi único deseo es que tanto Andrew como tú sean
felices.
—Lo somos —dice con una sonrisa—. Lo soy. Soy muy feliz y apuesto a que
Gusanito también lo es.
Sonrío y escondo la cara en la curvatura de su cuello.
—Siempre mía —susurro sobre su piel.
—Siempre mío —contesta y acaricia mi cabello.
No podría estar más feliz.
Extra III: Nuevamente
Jake
Soy un idiota.
Siempre lo he sido, solo que no me gusta admitirlo muchas veces. Sé que soy un
idiota aunque intente no serlo, pero eso está en mi sangre. Mi padre fue un idiota,
mi hermano es un idiota. Solo espero que Gusanito no sea tan estúpido como yo
lo soy.
Soy un hombre casado con la chica más hermosa en el mundo, y aún así, no
puedo evitar ser el imbécil más grande del mundo.
—Lo siento, Jake —dice la voz de Travis, sonando tan miserable como yo me
siento en este momento.
—Yo también, Travis —le digo a mi mejor amigo.
Kylie está embarazada nuevamente. Gusanito a penas tiene 10 meses. Sin
embargo, no pude evitar que mi pene saltara alegremente a su lugar feliz y dejará
embarazada a Kylie nuevamente.
Sé que ahora es normal, ella es mi mujer, estamos legalmente casados. Pero ni
hubiera actuado en la manera en que actué cuando me lo dijo si no fuera porque
su vida corre peligro.
Gusanito es un bebé milagro, o al menos eso es lo que dijo el doctor Marshall,
cuando mi hijo nació. Sin embargo, nos pidió que pensemos mejor al momento de
tener otro hijo en un corto lapso de tiempo, el cuerpo de Kylie no lo soportaría
más. Debimos esperar por lo menos tres años para quedar embarazados de
nuevo, no solamente diez meses.
Aún me duele lo que le dije, le pedí que abortara el hijo que tenía en mi vientre. Y
aunque el aborto es legal y es completamente decisión de ella, no respeté lo que
ella quería.
Ella no quiere abortar, y ver sus ojos cuando se lo pedí me rompió el corazón.
Tampoco es que se lo pedí directamente, más bien, se lo ordené.
De hecho, el recuerdo me atormenta, aunque haya pasado ya dos días desde
que sucedió.
**
—Jake, ¿puedo hablar contigo un minuto? —dijo mi esposa mientras estábamos
sentados en las sillas frente a la piscina.
—Estamos hablando ahora —quise tomarle el pelo y relajar su expresión seria.
No funcionó.
Ella suspiro y se puso de pie. —¿Podemos hablar en la habitación?
Asentí e hice lo mismo que ella: me puse de pie y la seguí por la gran mansión de
los Jones. Agradecí que Logan y Dove no estuvieran aquí desde ayer, y que Jane
y Travis no puedan mantener sus manos alejados del otro, aunque en este
momento estén inocentemente cuidando a los niños y Travis esté rogando a Jane
para tener otro hijo.
Travis está desesperado porque su pequeña Coco crece rápido, así que quiere
otro bebé porque al mío no se lo puede robar.
Entramos a la que era nuestra habitación, una cama matrimonial adornada con
cobijas blancas y elegantes, donde no perdí tiempo de estrenar con mi esposa el
primer día que llegamos hace unas semanas.
Jones sabía que soy un degenerado que tiene el derecho de follar a su esposa
donde quiera, y a Kylie le encanta que sea de esta manera, así que sería mejor
que Logan lave las sabanas rápido antes de que adquieran olor a sexo.
Gusanito duerme en una habitación con Coco, así que no tenemos por qué
detenernos en las noches.
Kylie cerró la puerta y se sienta en nuestra cama temporal, me invitó a que hiciera
lo mismo, así que me senté a su lado y tome su mano. Me di cuenta que estaba
temblando.
—Sea lo que sea que hice, lo lamento —dije, sintiéndome culpable por algo que ni
siquiera tenía conocimiento.
Siempre hago algo para herir a Kylie, a pesar que hace mucho tiempo que ya no
hago nada. Ella es mi prioridad, aunque todavía me siento inseguro sobre cuánto
tiempo ella tardará de darse cuenta lo imbécil que soy y me dejará.
Sé que me ama, pero no puedo evitar que a veces esos pensamientos lleguen a
mi. Eso sucede cuando tengo algunos episodios donde recuerdo el accidente,
pero ella me ayuda mucho.
Ella es la luz que me ayudó a salir de mi oscuridad.
—¡No es eso! —grita, desconcertada. Ella se puso de pie y se sentó en mi regazo,
pasando sus manos por mi cuello, su mano en mi mejilla y su frente contra la mía.
Se veía tan hermosa que duele.
»Jake, no hiciste nada malo, no lo haz hecho en mucho tiempo. Has sido
constante en nuestro matrimonio desde hace un año, no pienses eso de ti mismo.
Te amo, y tú deberías amarte a ti mismo de la misma manera en que yo lo hago.
Su declaración de amor me calentó el corazón y no pude evitar besarla. Mis labios
tocaron los suyos y fue como el cielo, todavía se sienten como la primera vez que
lo hice a los diecisiete años. Nunca me cansaré de ella, nunca.
Cuando logro separarme, le doy un beso en su frente y ella al fin sonrió. La
primera sonrisa en todo el día, la primera sonrisa desde ayer, no pude evitarlo y
me puse feliz por eso.
—Entonces dime, ¿que sucede Ky? ¿Por que siento que es algo que no me va a
gustar?
—Es que es algo que no lo hará.
Su susurro me hizo temblar. ¿Que estaba pasando? ¿Por que ella se sentía tan
nerviosa de decirme algo?
—Kylie, sabes que puedes contarme lo que sea, aún así sea algo que no me
gustara —susurré en sus labios, ella sonrió y asintió—. Somos esposos, debemos
confiar el uno en el otro.
—Lo se —dijo y tomó un gran suspiro antes de hablar—. Estoy embarazada.
Seremos padres otra vez —el brillo en sus ojos era de felicidad pura.
Yo, por otro lado, sentí mi sangre congelarse en mis venas.
No, esto no podía ser verdad.
Ella estaba radiante, como si fuera una buena noticia. Pero era una pésima
noticia, una donde Kylie podría morir si nos arriesgamos.
La puse a un lado de la cama y me puse de pie, agarrando las llaves del auto
alquilado y también tomé una chaqueta por el frío que hacía afuera. Kylie,
desconcertada, seguía mis movimientos sin saber que hacer.
—Recoge tus cosas, tu identificación y el dinero de mi cartera. Vamos a una
clínica. Vas a abortar ahora —ordené.
Su expresión soñadora cambió rápidamente a una de incredulidad.
—¿Qué? —su pregunta era un susurro que desapareció en el aire, pero yo lo oí.
—Vamos a ir a que te practiques un aborto, no puedes tener a ese niño y lo sabes.
Ella abrió los ojos con incredulidad, como si me hubiera vuelto loco. Y tal vez lo
hice, por la forma en que me movía alrededor de nuestra habitación. Parecía un
león enjaulado mientras tomaba ropa para Kylie, para que se pusiera en ese
momento y para después de... la operación.
Kylie se puso de pie de repente y me arrancó su ropa de mis manos, sorprendido
y molesto, dirigí mi atención a ella.
—Y no te has preguntado, ¿qué es lo que quiero yo? —su voz sonaba muy
molesta—. No quiero abortar a este bebé, Jacob. Estamos casados, tenemos una
hermosa casa y una vida feliz en Boston, no puedo abortar cuando le puedo dar
todo a ese niño.
Yo tengo un límite, donde puedo ser amable y arreglar las cosas normalmente, y
otro, donde soy un completo idiota por la desesperación que me da cuando siento
que perderé a Kylie.
—¡Me vale una mierda lo que quieras! —grité, haciendo a Kylie dar un paso hacia
atrás—. ¡No vas a tener a ese bebé y punto! ¡No te dejaré morir!
—¡Pero es mi puto cuerpo y en mi cuerpo tú no puedes elegir! —gritó de vuelta,
sorprendiéndome—. Es mi puta decisión, Jacob, y yo decido si quiero tener a ese
bebé o no. Y lo tendré con o si tu ayuda.
No sé que me había molestado más. El hecho de que me diga que solo ella puede
elegir cuando el bebé es de ambos, o que sea tan terca. O tal vez la situación en
general.
—¿Qué quieres decir "con o sin mi ayuda"? —repliqué, al límite de enojado, justo
en la fina línea para estar cabreado.
Pasé una mano por mi cabello, frustrado por toda esta situación ridícula. Para mí
era simple: ella accedía, íbamos a la clínica, lo hacía, y después vivíamos como si
no hubiera pasado. O al menos, eso era lo que creía en ese momento.
Como dije, soy un grandísimo idiota.
Kylie se encogió de hombros, limpiando solo una lágrima que había escapado de
sus hermosos ojos color marrón. Cubrió su cuerpo con una manta, ya que se
encontraba en traje de baño. Como si se estuviera escondiendo de mí.
—Que si no quieres a este bebé, no hay ninguna clase de problema. Yo puedo
hacerlo sola —hablaba con indiferencia, pero pude ver el dolor en sus ojos—. Lo
hice yo sola con Gusanito el primer mes, no creo que sea tan difícil.
Si, eso me cabreó.
—¡¿De qué mierda estás hablando?! —grité, ella ni se inmutó, como si hubiera
esperado esa reacción de mi parte.
Justo en ese momento, la puerta se abrió y entró Jane acompañada de su esposo,
Travis. Jane corrió hacia Kylie y la atrapa en un abrazo, fulminándome con su
mirada. Como si yo hubiera sido el malo de la historia.
Y tal vez lo era, pero en ese momento no quería verlo.
—¿Qué te pasa, Jake? —me riñó Jane—. Si ella no quiere hacerlo, no puedes
obligarla.
—Ella puede morir —gruñí, sintiendo la rabia a un punto máximo.
—Jake tiene razón —dijo Travis, sorprendiéndonos a todos, da un paso más
adentro de la habitación—. Sería lo mejor para Kylie, puede que ahora no lo
entiendan por su «lado maternal», pero sabrás que es lo mejor.
—¿Estás diciendo que si yo quedara embarazada y tuviera una complicación,
también me obligarías a abortar? —la voz de Jane sonaba exquisitamente
calmada, como si estuviera hablando con niños pequeños y su esposo tuviera
déficit de atención.
Travis asintió. —Si, yo hiciera lo mismo. Tal vez no te guste la idea, pero no
dudaría en obligarte a hacerlo.
Y esas simples palabras fueron las que llevaron a explotar a la grandiosa Jane
Stone.
—¡¿Estás hablando jodidamente en serio?! —gritó—. ¡Tú, el que me pide un hijo
cada 5 malditos minutos!
Y, Travis también explotó, como era previsto.
—¡Eso no tienes por qué sacarme en cara! ¡Y si fuera al revés, estoy más que
seguro que hicieras lo mismo!
—Tú no sabes lo que haría, Travis. ¡Es su cuerpo del que estamos hablando!
—¡Puede morir!
—Y ¿qué es lo que les hace pensar que un aborto no pueda salir mal? ¿Que no
vaya a morir aquí y ahora? Porque les recuerdo que en Oregón el aborto no es
legal, así que se practica en clínicas clandestinas. ¿Eso es lo que quieres Jake?
Someter a tu esposa a una mala practica médica.
—¡Joder, Beatle! —Travis se tomó del pelo y lo haló—. No sabes una mierda
como Jake se siente, no lo sabes. Y puede que sepas mucho de medicina y toda
esa mierda, o sobre ñas leyes de Oregón, pero nos vale una mierda a todos. Kylie
se aplicará ese aborto porque su vida corre peligro, y tú dejarás de ser la
defensora de todos y te callarás, porque luces mejor cuando lo haces. Me importa
una mierda tu opinión ahora, y creo que a Jake también lo hace.
Todos estábamos estupefactos. Desde el instituto, no los había escuchado pelear,
y al parecer ya no lo hacían. Y sin embargo, nunca había escuchado hablarle a
Travis como en este momento lo hizo. Como si Jane no tuviera voz ni voto, como
si su opinión no valiera nada. Y en ese momento mientras juzgaba a mi mejor
amigo, me di cuenta que estaba haciendo jodidamente lo mismo con mi esposa.
Me di cuenta que fui un idiota.
Los ojos de Jane se hicieron agua, sin embargo, ella no derramó ninguna lágrima.
Solo tapó su dolor con ira, como Kylie lo hizo.
—Sal ahora —la petición de Jane sorprendió a Travis.
—¿Qué? —Travis estaba muy confundido, no esperaba esa reacción de Jane.
Sin embargo, Jane no estaba aquí para dar explicaciones, y la voz de Travis la
hizo explotar como pólvora con un poco de fuego. Soltó a Kylie y a pasó rápido se
acercó a su esposo, empujándolo del pecho.
—¡Que salgas, maldita sea! —gritó y justo en ese momento Jessica apareció en la
puerta, viendo todo con los ojos muy abiertos—. ¡Te lo dije hace cuatro años! ¡Te
lo advertí!
El rostro de Travis cayó cuando entendió lo que Jane trataba de decirle, aunque
no entendí a lo que se refería, tuvo que haber sido malo, porque Travis lucía
genuinamente arrepentido. Y con mucho miedo en sus ojos.
—¿Que está pasando? —Jessica corrió hacia Kylie, quitándose del camino de
Jane y Travis y atrajo a su amiga a un abrazo—. Ustedes dos, ¿que hicieron
ahora?
Kylie escondió su rostro en el cuello de Jessica, como si no soportará verme. Y ahí
caí en cuenta que no podía obligarla a hacer lo que yo quería. De hecho, nunca
pude hacerlo, y eso lo sabía.
Joder, soy un cabrón.
—Kylie... —mi voz sonaba como un susurro.
—Vete. —fue lo único que pidió.
Sin embargo, no me moví ni un centímetro. No cuando parecía que la rompí, de
nuevo.
El cuerpo de Kylie empezó a temblar en sollozos, al fin se estaba dejando liberar,
y yo parecía un idiota ahí parado, viéndola, cuando debía estar feliz porque Kylie
me iba a dar otro de los regalos más hermosos de todos.
—Kylie... lo lamento mucho —intenté disculparme, pero la furia rubia que la
sostenía me fulminó con la mirada.
—¿Que no escuchaste? —me dijo Jessica—. Quiere que te vayas. Tú también,
Travis. No sé lo que hicieron, pero debió haber sido muy malo para que ambas
estén así en esta situación y los estén hechando de aquí. Déjenlas tranquilas de
una buena vez, y reaccionen que no todo lo que ustedes hacen o dicen está bien,
por el amor de Dios.
No quería irme, de hecho, quería decirle a Jessica que se metiera en sus propios
asuntos. Pero sabía que ella tenía razón.
Y que tanto Travis como yo, éramos los idiotas más grandes de la tierra.
—Lo lamentó mucho —dije otra vez, antes de salir y de acompañar a Travis en el
pasillo.
—Jane —su esposo la llama, pero la pequeña estaba hecha una furia, y cerró la
puerta en nuestras caras.
—Lo lamento, amigo —dije, al parecer no podía decir nada más.
—Yo también, Jake —susurró Travis, y supe que en ese momento, él se sentía
tan roto como lo estaba yo.
**
Y aquí estoy, viendo cómo un acosador a Kylie picar verduras con agilidad,
sentado en la sala de estar, odiando cada minuto qué pasa.
Travis también mira a Jane jugar con los niños: su hija Coco, Gusanito y la hija de
Logan, Leah.
Ambos parecemos acosadores enamorados, pero no pueden culparnos. Tenemos
este remordimiento, sobretodo yo lo tengo.
La culpa me carcome y no me deja vivir. No he dormido en estos días sin el amor
de mi vida, no puedo pensar no puedo actuar cuando no la tengo a ella.
Sin embargo, el derecho de rebozarme en mi auto compasión me ha sido
arrebatado. Todo esto es por mi culpa. Yo causé todo este desastre.
Y tengo que arreglarlo.
Aunque sea lo último que haga.

****
Dos semanas después...
—Es muy doloroso lo que está pasando —dice Jessica, sentada al otro lado del
sillón, llorando y sollozando—. Es una pequeña niña, ella no merece eso. Ella no...
Jessica solloza y yo solo la miro, como un idiota. Es la tía de la pequeña Leah, es
entendible que esté destrozada.
—Nos estamos encargando de los trámites legales —digo, llamando la atención
de la rubia—. Los implicados son... narcotraficantes. Un ajuste de cuentas. La
madre de Leah les debía dinero.
Jessica solloza, es la primera vez que veo a esta rubia tan imponente romperse de
esta manera. Jessica nunca a llorado, no delante de tantas personas, pero ahora
no puede parar.
—¿Como no nos dimos cuenta del infierno en que Leah vivía? —al parecer dice
más para ella que para mí—. Su madre y su abuela se drogaban frente a Leah.
¡Frente a ella! Frente a una niña pequeña de tres años... pudieron haber sucedido
tantas cosas...
Jessica sigue sollozando, Travis también luce genuinamente triste, como si
estuviera al borde de las lágrimas. Jane está sentada aquí mismo, en la misma
habitación, guardando su distancia con Travis y conmigo. Kylie... Ella no está aquí,
está en cama.
—Leah se pondrá bien —dice Jane—. El coma fue inducido por los médicos, más
no por ella misma, así que sí estará bien. Su cerebro tendrá complicaciones, solo
tendremos que esperar a que no sean severas.
Jane se limpia las lágrimas de sus mejillas y acaricia el rostro de Coco, quien
duerme en sus brazos. Yo hago lo mismo con Gusanito que descansa en los míos.
Andrew se mueve en mis brazos y sé que quiere comer por la forma en que hurga
en mi pecho, aunque quisiera sonreír, no puedo hacerlo. La situación es bastante
mala, bastante triste de por sí.
—Vamos, amigo, busquemos tu biberón —digo y beso su cabeza cubierta de
cabello color naranja.
Me pongo de pie y camino por el pasillo que lleva a la habitación ahora solamente
de Kylie. Golpeó un par de veces y al no obtener respuesta, entro. Tal vez Kylie
esté dormida y...
Un sollozo llama mi atención.
No está dormida.
—¿Ky? —pregunto y cierro la puerta detrás de mí.
—¿Qué quieres, Jake? —la voz de Kylie tiene mucho dolor, y yo solo puedo
pensar en una cosa: consolarla.
Camino hacia la cama y me siento a su lado, donde su cuerpo descansa acostado.
Andrew abre sus ojos somnolientos y sé que está molesto al no obtener lo que
pidió.
—Gusanito tiene hambre —digo, y le muestro a nuestro bebé. Kylie asiente y me
pide que se lo entregue.
Estamos intentando que ya no tome de su pecho, sin embargo, Kylie no se
molesta y saca su pesado pecho izquierdo, se lo pone en la pequeña boca de
Andrew. Si hubiera sido cualquier otro día, me hubiera puesto cachondo ver el
gran pecho de mi mujer, pero hoy es un día muy triste para todos nosotros.
—¿Estás bien? —le pregunto cuando se sienta para tener una mejor portera para
dar de comer a nuestro hijo.
Ella solo niega co su cabeza.
—Es que... no puedo evitar ponerme en el lugar de Dove y Logan —limpia sus
lágrimas que no dejan de caer por sus mejillas—. Es como si eso le pasara a
Andrew y la simple idea... es insoportable.
—Lo sé —digo, acercándome un poco más a ella, ella me deja hacerlo—. Estos
tres días han sido horribles, Logan está genuinamente roto y, aunque Dove es la
más fuerte de los dos, sé que está sufriendo mucho.
—¿Como va el caso? —pregunta, y me da la primera mirada en dos semanas—.
Me enteré que... la madre biológica de Leah era una drogadicta. Sé que las
personas siempre intentan buscar lo mejor de las personas que mueren. Pero yo
no soy así. Daphne era una perra.
Sonrío, Kylie luce muy molesta.
—Lo sé, fue un ajuste de cuentas. Ella les debía dinero a narcotraficantes, así
que... Logan adquirirá la custodia completa de Leah, será lo mejor. Su abuela
también es una maldita.
Ella asiente y un silencio incómodo se instala entre nosotros. Andrew se está
quedando dormido mientras come del pecho de su madre y Kylie besa su pequeña
cabeza naranja. Es una imagen genuinamente hermosa, y me permito imaginar
cómo sería nuestro nuevo bebé. ¿Tendrá cabello rubio como el mío, o rojo como
Andrew y su mamá? ¿Mis ojos como Andrew o tendrá los de Kylie? ¿Será niño o
niña?
Y me arrepiento aún más, porque estos pensamientos de estas dos ultimas
semanas, debieron llegar el día en que ella me dijo que estaba embarazada.
He intentado disculparme todos estos días sin ella, pero ella no me lo permitió.
Quiero hacer algo grande por ella de igual manera, algo que serviría para ganarme
realmente su perdón. Algo que nunca he hecho.
Y tengo el plan perfecto. Ella no se podrá quedar aquí ya que no puede atravesar
muchas emociones, sin embargo, la llevaré a mi antiguo hogar, mi antigua casa.
Le daré una cena especial, le cantaré, le diré todo lo que siento por ella, y le
pediré la renovación de votos para nuestro primer año de casados. Más que por
ella, quiero hacerlo por mi, y para darle nuevas promesas.
Para mostrarle que jamás la volveré a fallar.
—¿Jake? —me llama justo en el momento que estaba sucumbiendo a los brazos
de Morfeo.
No hace falta recalcar que no he dormido en estas dos semanas sin ella.
—¿Uhm? —respondo, somnoliento.
—¿Sabias que te amo? Aún así te comportes como un idiota —dice y eso me
hace despertar rápidamente.
Me junto más a ella y pasó mi brazo por sus hombros, ella se junta más a mi
pecho y retira su seno de la boca de nuestro hijo antes de taparse. Beso su frente
y acaricio su hombro desnudo.
—Lo sé —asiento—. Yo te amo mucho más, aunque a veces sea un idiota.
Ella sonríe y acaricia la mejilla de Andrew ya dormido. Es hermoso.
—Entonces no creo que haya razón para seguir...
Cubro su boca con mi mano antes de que termine su frase, ella me mira perpleja.
—No me perdones todavía, aunque me he arrastrado a ti por dos semanas. Nunca
he hecho nada por ti, siempre me diste todo y yo no te he dado mucho, o eso es lo
que siento. No me perdones hasta que no haga algo por ti para ganarme tu
perdón.
—¿Y que sería eso? —pregunta con voz débil.
—No ser un idiota y darte al hombre que necesitas por el resto de mi vida —digo
como si fuera lo más simple del mundo.
—Pero, ¿que sería de mi si no lidio con tu lado idiota? Es lo que me enamoró de ti.
Me río y ella me sigue, al fin puedo respirar tranquilo cuando veo la sonrisa en su
rostro.
—Solo déjame hacerlo, ¿de acuerdo? Te amo incluso más que a mi vida. Déjame
demostrarlo.
Ella asiente y se inclina para besarme. Gustoso, recibo sus labios sobre los míos.
Se siente como en casa.
Advertencia: Extra fuerte (+18) (contenido fuerte para público maduro, se
recomienda discreción)
7 años después...
Kylie
Pico unas cuantas zanahorias en la tabla de picar después de lavarlas, cocino
unas alcachofas y también pico un par de cebollas. Seco mi frente con el dorso de
mi mano y acomodo unos cuantos mechones que salen de mi cabello recogido en
un moño despeinado. El olor de los ingredientes cocinándose ya se está haciendo
presente en mi gran cocina y es tan agradable como siempre lo fue. Hay algo en el
olor a ajo que me hace sentir como en casa, suena extraño, pero sencillamente la
normalidad nunca ha sido lo mío.
Me encanta cocinar, sobretodo cuando estoy libre y lo hago desde la comodidad
de mi hogar. Las cosas han sido muy ajetreadas desde hace años, cuando monté
mi propio negocio y fue rápidamente en expansión. Ahora soy jueza en Master
Chef y gané tres estrellas Michelin.
La vida es buena, aunque las cosas sean difíciles.
Sin embargo, durante estos cinco años mi vida ha tenido altos bajos como la vida
de todo el mundo. Como la repentina muerte de mi mamá por un cancer de mama
no detectado a tiempo hace casi tres años. Fue duro asimilarlo, llore mucho a
pesar que la relación con ella estaba rota. Era mi mamá al fin y al cabo, y me
duele que Andrew y Hope (mi pequeña hija menor) se críen con solo uno de sus
abuelos vivos.
Lo que más me ha reconfortado es que he tenido a mi familia junto a mí. Mis hijos
son increíbles, aunque el embarazo de la pequeña Hope también fue riesgoso, fue
una experiencia maravillosa, y si me atrevo a comparar, el embarazo fue mejor
que con Andrew.
Volviendo al tema, estaba total y completamente destrozada por la muere de
mamá, y si no hubiera sido por mis hijos y por Jake, me hubiera vuelto loca.
Jake ha sido maravilloso durante estos últimos ocho años que hemos estado
casados. Claro que han habido altos y bajos, pero él lo ha intentado tan bien, que
resultó ser un hombre honorable para nuestra familia, y un gran ejemplo para
nuestros hijos.
Ahora trabaja como un abogado industrial y es co-fundador de Kylie Andrews
&CO. Él escogió el nombre, no yo, aunque yo ya no soy Kylie Andrews, sino Kylie
Stevens. También tiene algunos negocios y también dirige y auspicia un centro de
rehabilitación para jóvenes que han llegado a ser adictos a las drogas. Eso es lo
más hermoso que él pudo hacer, y me encanta que nuestro nombre forme parte
de ello.
Y hablando del rey de Roma, siento sus manos tomar de mis caderas y juntarme a
su cuerpo. Sonrío porque me tomó desprevenida, pero reconozco su tacto y su
presencia inmediatamente a pesar que me encuentre muy distraída.
—Huele maravilloso —dice, con su nariz olfateando mi cuello. Pego más la
espalda a su pecho.
—¿Hablas sobre la comida o sobre mí? —lo pincho y sé que está sonriendo antes
de dejar un beso en mi cuello, enviando descargas eléctricas por todo mi ser.
—Es difícil decidir —me abraza y pone sus manos sobre mi ya no tan plano
vientre, juntándome aún más a él, pero permitiéndome terminar de cocinar.
Lo que más me encanta de nuestro matrimonio es la química que ambos tenemos.
La pasión sigue ahí como cuando me besó por primera vez, o como nuestro
reencuentro en la universidad. Ambos confiamos el uno en el otro y sé que ambos
nos amamos infinitamente.
Me volteo en sus brazos y le doy un pequeño beso en sus rosados labios,
mientras paso mis manos por sus brazos, sobre sus tatuajes. Están algo
desgastados por el pasar de los años. Ambos ya estamos en la cumbre de los
treinta, hoy es el cumpleaños de Jake y el mío pronto se acerca, pero se ve mucho
mejor y más saludable que nunca.
Mete su lengua en mi boca, profundizando el beso y yo con gusto le dejo. Sus
manos están en mi trasero y las mías en su la solapa de su traje. Sus labios son
cálidos como la primera vez que me besó cuando yo tenía 16, e igual de
apasionados. Jadea y sé que mi besó lo está prendiendo. Soy completamente
consciente del poder que tengo sobre mi esposo, aunque yo también me siento
afectada. Muerdo su labio inferior y él gime, el sonido perfecto que despierta mi
anticipación.
—¡Mamá!
Escucho la pequeña vocecita de Hope, mi hija de seis años, cosa que nos hace
separarnos a Jake y a mí. Mi esposo gruñe en frustración y yo solo pongo los ojos
en blanco y me volteo para prestarle atención a mi hija. Ella viene corriendo, con
sus ojos azules muy abiertos y su cabello rizado y rojo como el fuego rebotando
en sus hombros. Es una niña preciosa y es toda nuestra. Llega hasta nosotros,
jadeando y sus ojos brillando con lo que parece ser un chisme fresco. Los ojos de
Jake se suavizan extremadamente cuando la ven y se agacha para tomarla en sus
brazos. Es la imagen más maravillosa que jamás haya visto.
Bueno, siempre digo eso cuando él toma de esa manera tan protectora y amorosa
a nuestros hijos.
—¿Qué pasó, mi amor? —le pregunto y me acerco para darle un beso en su
regordeta mejilla.
Ella me ignora.
—¡Andrew besó a Coco como tú y papi se besan! —exclama, completamente
horrorizada.
Me río y le devuelvo el cabello totalmente rizado. Jake me sonríe con complicidad.
—Pues, tu tío Travis se va a molestar mucho cuando se entere —le dice Jake,
antes de darle un beso en su mejilla y mi hija... ¡sonríe!
Está claro que Hope es más apegada a Jake, pero tengo el consuelo que
Gusanito sigue siendo un niño de mami y que es más apegado a mí.
—Si... ¡se lo voy a decir! —Hope se retuerce hasta que Jake la libera y ambos
reímos.
—Travis se va a molestar —dice antes de tomarme de la cintura y acariciar mi
vientre un poco abultado—. No sé qué haría si este nuevo bebé fuera otra niña.
Solo de imaginar que un niño piojoso se acerque a Hope...
—Bueno, pues en unas semanas lo sabremos, aunque es difícil decidir en eso.
Me río y le doy un beso en la mejilla antes de continuar con mi labor en la cocina.
—¡Muero de hambre! —grita Jessica en la sala de estar, sentada en las piernas de
su marido.
—Deja de ser una tragona —se ríe Dove y entra a la cocina con su esposo y sus
tres hijos. Los gemelos están enormes, y Leah... ni se diga.
Ya es una niña hermosa de casi once años. Como pasa el tiempo.
—¡Hola, tía Kylie! —me saluda Leah y me da un abrazo, obligando a Jake a
separarse de mí con un gruñido—. ¡Tengo un teléfono!
—¡De ninguna manera! —me volteo para estar frente a frente a ella y me
sorprende lo grande que está. Ya me llega al pecho—. Déjame ver.
Ella me extiende un IPhone de ultima generación y miro a Logan que observa a su
hija con adoración. Es difícil no amar a esta niña, y mucho más con lo que ha
pasado.
—Ya sabes que solo podrás usarlo un límite de una hora al día —exclama de
padre, luciendo estricto.
A pesar de que Logan corta la diversión, Leah no para de sonreír.
—No mates la diversión de nuestra hija —lo riñe Dove, luce hermosa y muy...
embarazada—. Aún no puedo creer que ambas nos embaracemos al mismo
tiempo.
—No solo ustedes dos —dice Jane, entrando con dificultad a la cocina con la
ayuda de Travis muy preocupado. Su hijo Tyler viene detrás de ellos, correteando
con Hope—. Bueno, aunque estoy embarazada más tiempo que ustedes.
—Yo a penas llevo unas semanas —me defiendo y Jessica entra con su primer
bebé en brazos, lo está calmando después de armar un berrinche de bebés—. Así
que no puedo entrar en sus categorías.
—No es mi culpa —Jane luce ofendida y señala a su marido que está comiendo la
mezcla de un pastel—. Es la suya, nunca se queda quieto.
—¿Y ahora yo que hice? —Travis luce frustrado y me da un poco de pena.
Los ojos de Jane se suavizan. —Nada, solo vamos afuera. Quiero ver que Coco
no mate a Andrew después que la besara por andar jugando a la mamá y al papá.
Su esposo la ayuda y Jane lo toma por sorpresa cuando le da un beso
desprevenido. Ellos se aman tanto, y me alegra tener lo mismo en mi vida.
Después de hablar un par de minutos con nuestros amigos, sirvo la comida y
todos disfrutamos de este almuerzo. Los niños comen cosas diferentes y me
pregunto si todos en la escuela nos imaginábamos terminar de esta manera
después de más de diez años. Todos con hijos, todos con una familia, casados y
sobretodo... Felices.
***
—Hope le tiene miedo a la oscuridad, así que espera a que se duerma para que
puedas apagar la luz —digo mientras le entrego la bolsa de aseo de mis hijos a
Jessica.
La rubia perfecta pone los ojos en blanco mientras toma todo lo que le doy y pone
las maletas en su auto rosa.
—¿Algo más, mamá paranoica? —pregunta y le sonríe a su esposo que está
haciendo dormir a su pequeño bebé, el le devuelve la sonrisa y me alegra tanto el
amor que se tienen.
—Asegúrate que Andrew coma todo en la merienda, últimamente no come a
menos que sea comida con forma de dinosaurio. Así que ponte un poco estricta, y
me llamas si hace algún berrinche.
—Ay, Jesucristo, no es la primera vez que los cuido para que puedas follar con tu
esposo —ella se queja y yo me sonrojo cuando el esposo de Jess lanza una
risotada—. Estarán bien, tú solo respira. Además, no estaré sola, ¿recuerdas? Me
estoy quedando en la casa de Jane y Travis, y aparte Logan y Dove también están
ahí. Relájate. Y mejor dale ese regalo de cumpleaños que te ayudé a conseguir —
me guiña un ojo, pícaramente.
—Lo siento.
Sin embargo, le doy unas indicaciones más hasta que se harta y deja el patio de
mi casa de verano aquí en Nueva York. Hemos pensado mudarnos a esta gran
ciudad, pero nos dimos cuenta que el ruido y el movimiento de Nueva York no es
para nosotros. Amamos nuestro hogar en Boston, aunque me gusta la familia que
creamos con mis amigos y por eso compramos una casa para vacacionar aquí.
Entro a la casa y voy a la cocina para sacar el pastel de vino tinto que hice. La
respeta era de mi abuela y me la enseñó cuando tenía catorce años y muy por
debajo de la edad legal para beber en Estados Unidos.
Monto todo sobre nuestra gran mesa de comedor y después me quito mi delantal,
revelando un vestido blanco que sobrepasa mis rodillas y es ceñido al cuerpo. Mi
vientre no es tan plano como me gustaría por mi embarazo, pero seque me veo
bien. Mi maquillaje es natural y mi cabello cae por mi espalda en ondas naturales.
Me siento en la silla y llamó a Jake para que baje. Cuando baja las escaleras le
sonrío y él se queda estático en el medio de estas, mirando la mesa cubierta de
velas, con el pastel en el centro y después me mira, con sus ojos repletos de
amor. Se acerca a la mesa y se sienta frente a mí.
—Pensé que ya habíamos festejado mi cumpleaños —dice mientras parto el
pastel y le sirvo un pedazo.
—Aún falta. No se cumplen 30 años todos los días —digo y no me sirvo nada.
Embarazo, ¿recuerdan?
El come su ración mientras yo como unas galletas que hice para los niños está
mañana. Aún no siento los antojos ni los mareos, me he cuidado mucho en este
embarazo y es gratificante no sentir los síntomas de los dos anteriores.
Tenían razón al decir que cada embarazo es diferente.
—Luces hermosa —me elogia al terminar y me mira fijamente, tomando mi mano
sobre la mesa, mi anillo de compromiso y de bodas brillando con la tenue luz de
las velas.
—Y tú no luces nada mal, aunque ahora ya entres en la categoría de los Sugar
Daddy —bromeo.
Él pone los ojos en blanco, sin embargo abre sus brazos para mí.
—Ven aquí.
Me pongo de pie y me siento sobre su regazo.
—Te amo, Jake —le digo mirando fijamente a sus ojos azules y soy tan
malditamente honesta en mis palabras.
—Te amo mucho más —dice mientras coloca un mechón de mi cabello detrás de
mi oreja.
Me inclino y acorto el espacio entre nosotros hasta que ya no queda nada. Mis
labios se sienten como en casa cuando se unen a los suyos y ambos gemimos en
agradecimiento por el beso. Hemos estado absortos en el trabajo que ni siquiera
nos hemos dado cuenta que necesitábamos esto hasta este momento. Paso mis
manos por sus hombros y juego con el corto cabello de su nuca. Sus manos son
inquietas y acarician mi costado suavemente, aunque también tiemblan, como si
estuvieran desesperadas por tocarme.
Su lengua baila juguetonamente con la mía, en un baile lleno de adrenalina y
amor. Nos separamos después de unos segundos por falta de aire, pero Jake
toma de mi mentón y me da pequeños besos.
—Cama o sillón —pregunta, con su voz ronca, como me gusta.
Deja besos en mi cuello.
—Cama... cama. Tengo una sorpresa.
Su barba pica y me toma en sus brazos de la forma matrimonial. Sube las
escaleras con mucha facilidad a pesar que mi cuerpo ha cambiado un poco desde
la universidad. Ya no soy la misma chica que pesaba como una hoja, soy una
mujer con dos hijos y otro en camino. Claro que tengo imperfecciones, pero Jake
me hace sentir como la mujer más hermosa en todo el mundo.
Llegamos a nuestra habitación y ni bien pongo mis pies en el suelo, Jake ya me
está besando y llevándome hacia la cama. Pongo mis manos sobre sus hombros,
deteniéndolo a seguir. Él me mira confuso y yo le sonrío seductoramente.
—Es mi regalo de cumpleaños para ti —me separo de él y me volteo—. ¿Me
ayudas con la cremallera?
No lo veo, pero siento como sus manos se deslizan de mis hombros a mi espalda
y baja el cierre lentamente, tomándose su tiempo para admirarme. Y cuando este
cae al piso, un jadeo sale desde el fondo de su garganta.
—Mierda —gime y toma mis caderas para pegar mi trasero a su dura erección.
Tengo el efecto deseado en él. Estoy usando un ser de lencería color rojo, medias
hasta la mitad del muslo, una tanga y un brazier de encaje. Todo es transparente
para tentar a mi esposo. Jake toma mis pechos desde atrás y gimo en voz alta,
sabiendo que eso lo vuelve totalmente loco.
—Ah —gimo y el gruño.
—Joder —retira mi cabello de mi hombro y empieza a besar mi cuello, mi nuca, el
lóbulo de mi oreja—. Te amo, en verdad lo hago.
Pega aún más su erección a mi espalda baja y yo gimo. Ya estoy en llamas y eso
que a penas me ha tocado. Me doy la vuelta y prácticamente lo ataco, me lanzo
contra él, haciendo que mis piernas cubiertas de medias de encaje, rodeen su
cintura. Él empieza a besarme frenéticamente. Ambos estamos jadeantes después
de un minuto.
Y en el siguiente, le estoy arrancando la ropa de su cuerpo. Su camisa y sus
pantalones de vestir caen al suelo junto con mi sujetador y mis bragas. Estoy solo
usando las medias de encaje y el está completamente desnudo.
Empieza a besar mi cuello, mis pecho, haciéndome jadear y enloquecer de placer,
y cuando su cabeza baja hasta mi intimidad... sé que estoy perdida.
—Sé que es mi cumpleaños, nena, pero tengo que probar este coño —dice y sus
palabras causan estragos en mi interior.
No le respondo nada, tomó su cabeza y la entierro en mis muslos. Da su primera
lamida y me encuentro casi al borde enseguida, gimo tan alto qué tal vez todo
Nueva York pueda escucharme, pero no me importa. Succiona y lame mi clítoris
como el experto que es, siempre sabe como hacerme llegar, como convertirme en
gelatina, y al pasar de los años todavía sabe cómo tenerme en ese punto. Mete
dos dedos en mi mojado canal y arrugo las sabanas en mis manos.
—Oh, Dios. ¡Me vengo! —chillo mientras que Jake me lleva con su boca al
orgasmo.
Eso fue rápido, pero mi hombre sabe que hacer.
Se incorpora y miro su gran polla. Está perfectamente erecta y es toda mía. Me
siento y la tomo en mis manos. Jake gime y cierra sus ojos con placer. Me agacho
y llevo su miembro duro a mi boca. Me encanta hacerle eso, me encanta que
pierda el control. Chupo y succiono y cuando me lo llevo hasta el fondo de mi
garganta, él me despega y me vota bruscamente en la cama.
—Si haces eso de nuevo, me voy a venir en tu linda boca. Pero prefiero hacerlo
dentro de ti esta noche.
—Como sea... solo fóllame —suplico.
Estoy muy excitada, tanto que no lo puedo soportar y llevo mis dedos a mi vagina.
Jodo mi clítoris en movimientos circulares mientras que con mi otra mano me tomo
un pecho. Jake se vuelve a inclinar y retira mis dedos para probarme una vez más.
Gimo de placer.
—¿Donde me quieres? —me pregunta y con su polla empieza a estimular mi
humedad.
—Por donde sea —digo, y lo digo en serio. El sexo con Jake es tan bueno que me
encanta.
Quiero decir algo más, pero toma una de mis piernas y la levanta, me penetra de
golpe y estoy a punto de venirme solo con eso.
—¡Oh, sí! —gimo y lanzo mi cabeza hacia atrás a las almohadas. Jake se apoya
sobre uno de sus brazos junto a mi cabeza. Empieza a empujar salvaje y
duramente en mi coño. Moliendome con sus caderas. Mis pechos rebotando con
cada estocada.
—Me encanta tu suave y apretado coño, Kylie. Amo tu coño —empieza a decir
barbaridades, pero me encanta.
Sigue con su duro asalto y soy toda gemidos. Me encanta cuando Jake me folla
duro y sin inhibiciones. Cuando pierde el control y se pierde en mi cuerpo de una
manera impresionante.
Mis uñas se clavan en su espalda y estoy tan a punto de llegar que Jake se da
cuenta y empieza a tocar y mover mi intimidad, en círculos. Me vuelve loca y
cuando estoy justo ahí, un dedo se hunde en mí justo donde está entrando su gran
polla, haciéndome venir de una manera tan gloriosamente fuerte.
—¡Oh, Joder, Jake!
Todo mi cuerpo tiembla con la llegada de mi orgasmo, pero sé que a Jake le gusta
hacerme llega más de una vez. Así que esta noche está muy lejos de terminar.
—El... lubricante —dice entre gemidos y mi cuerpo se prende una vez más con lo
que eso implica.
Jake retrasa sus movimientos mientras yo me estiro y tomo el lubricante de la
mesita de noche y se lo entrego. Él sale de mí con un gemido y me hace curvarme
para que me pueda untar el lubricante por donde lo quiero ahora.
Me mete un dedo, luego otro por mi ano y ya me encuentro gimiendo mientras me
folla por ahí con sus dedos y expande el lubricante para que sea más fácil su
entrada.
De un segundo a otro, lo tengo entrando lentamente en mí por ahí mientras que
con su mano folla todavía mi coño. Gimo cuando su polla ya está dentro y soy un
mar de sensaciones mientras el placer se apodera de mí.
Me encanta el sexo con mi marido, lo que significa que me encanta experimentar y
probar esta clase de cosas que muchas mujeres no harían.
—Joder, Kylie —gruñe mientras empieza a moverse lentamente—. Me encanta tu
culo. Joder, amo follarte. Te amo.
Sus estocadas son lentas a comparación a cuando me estaba follando por la
vagina. Gimo cuando mete tres dedos en mi coño. Le encanta que sienta la doble
penetración de su mano y su polla y yo no me quejo. Es lo más delicioso qué hay.
Sigue moviéndose, acelerando sus movimientos, jodiendo mi culo como el maldito
Dios que es. Me vengo después de unos minutos del sexo sucio que estamos
teniendo, gimiendo su nombre una y otra vez mientras me desplomo y sus dedos
me follan por ese lugar y su polla por el otro. Se contrae y los músculos de sus
hombros están completamente tensos. Su rostro adquirió un nuevo matiz de rojo
mientras de turna de penetrar mi vagina y mi culo. Después empieza a dollar mi
culo muy duro y sé que está cerca. Tomo sus bolas en mi mano, y sé que eso lo
vuelve loco.
—¡KYLIE! ¡JODEEEEER!
Sale de mi y termina sobre mi vagina, manchándola con su líquido caliente. Lo
ayudo a terminar con mi mano, y tengo una mirada hambrienta mientras tiembla.
Le doy un beso a su punta y él cae rendido en la cama. Me subo a horcajadas
sobre su cuerpo desnudo y beso su cuello.
—Joder... —jadea y suspiro—. Jamás me había corrido tanto. El mejor
cumpleaños de todos.
—Y todavía no termina —sonrío—. Te amo, aunque seas un pervertido en la
cama.
—Te amo tanto Kylie y gracias.
—¿Por qué?
—Por salvarme.
Siento las lágrimas agolparse en mis ojos y beso sus labios.
—Ambos nos salvamos mutuamente —digo—. Ambos somos ahora las personas
que siempre quisimos ser...
—Y con quien soñamos estar —termina por mi.
Y por el resto de mi vida esas palabras quedarán marcadas en mi corazón.

También podría gustarte