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El amor empieza como menos te lo esperas, es encantador y efímero.
Nunca dejaré de amar a Jake, nunca. Él siempre será parte de mi corazón,
siempre.
Así nuestro amor puede ser destinado o no, no importa, porque el sentimiento es
para siempre.
Pasamos por muchas cosas, pero hay situaciones que nadie sabe. Nuestra vida
después de la escuela no fue fácil, más bien fue cuando todo cayó por la borda. Y
creo que ya es hora que el mundo sepa el por qué. No fuimos un simple amor de
instituto, fuimos nosotros dándolo todo.
Fuimos un error.
Mi mejor error.
Kylie
Odio mi vida. Simplemente la odio.
Odio ponerme estúpidos vestidos apretados. Odio maquillarme como una puta,
sólo para servir champan. Odio peinarme así, para que los alcohólicos hijos de
puta puedan lamer mi cuello.
Odio trabajar en algo que no me gusta, pero no tengo de otra. Tengo que pagar mi
nuevo apartamento y no quiero tener que recurrir a mis padres.
¿Para qué? ¿Para que me saquen en cara después de una semana? ¿Para que
me obliguen a hacer lo que no quiero? Mejor paso.
Mi madre quería que yo sea modelo o algo así, pero no puedo controlar mi
metabolismo y terminé siendo más rellena de lo que el modelaje requiere. Y dio un
salto al cielo cuando decidí seguir gastronomía.
Sé que pensarán que trabajo en un cabaret o algo así, pero no. Soy mesera.
Y se preguntarán: ¿Qué clase de mesera se tiene que ver como prostituta en el
trabajo?
Pues, no es un trabajo común. Me llaman a fiestas privadas de gente con dinero.
Fiestas llenas de excesos, drogas, sexo, alcohol y más sexo. Lo único bueno de
Drons (mi lugar de trabajo), es que está prohibido que toquen a las camareras con
intenciones sexuales. Así que estoy a salvo.
Acomodo el vestido rojo que me sorprende que no se me vea el culo con él. Es
escotado y corto, y lleno de brillo.
—Pareces una puta —le digo a la chica pelirroja que está parada frente a mí a
través del espejo.
Acomodo mi cabello rojo en una cola de caballo, dejando pequeños cabellos
rizados salir de ella. Lo malo de ser pelirroja es cómo se riza mi cabello, y no
tengo tiempo para alisarlo, como hacía antes.
Mi teléfono suena sobre mi mesita de noche, me apresuro a recogerlo y me alegro
al instante al ver el número de la persona que llama.
Cara de culo.
Jane.
Contesto de inmediato.
—Hola, Sra. Stone —saludo con entusiasmo.
—¿Por qué me tienes guardada como "Cara de culo" y yo te tengo como "Mejor
amiga por siempre"? —gruñe, me río por su fingido enojo.
—Porque te escapaste para casarte en Las Vegas y no me invitaste a tu boda. A
parte que no sabía que te ibas a casar hasta que lo hiciste —le digo, ya no me
molesta porque ya pasó más de dos años desde su boda espontánea.
Se ríe y escucho la voz profunda de un hombre, pidiéndole que le pase el jabón de
baño.
—Espera un segundo —suspira, y luego grita—. ¡Está a tu lado, Travis! ¡Busca
bien!
—¡No lo encuentro! —responde la voz de Travis—. ¡¿Dónde lo dejaste?!
—¡No recuerdo! ¡No tomamos exactamente un baño! —vuelve a gritar Jane y me
aparto el celular de la oreja.
—No quería saber sobre tu vida sexual —le digo.
Ella ríe y vuelve toda su atención a mí.
—Lo mejor de estar casada es el sexo, te lo garantizo —dice—. En fin, tengo una
muy buena noticia y me muero por decírtela —su voz cambia a estar más
entusiasmada.
Hay silencio y frunzo el ceño, hasta que vuelve a hablar.
—Vamos a hacer la renovación de votos —dice, la felicidad en su voz.
—¿En verdad? —grito, ella se empieza a reír—. Maldita, si no soy tu jodida dama
de honor, te juro que me vengaré. Tal vez te lance cangrejos mientras te bañas.
Ella vuelve a reír y escucho la voz de su esposo nuevamente.
—¿Le estás diciendo a Kylie, gafitas? —pregunta, la felicidad también existe en su
voz.
—Claro, bebé. Me está amenazando que si no es la mi dama de honor, me dará
como carnada para cangrejos —vuelve a reír.
—Tengo que llamar a Jake y decirle —vuelve a murmurar la voz de su esposo.
Jake...
La simple mención de su nombre, envía escalofríos a mi cuerpo. Jake fue mi novio
en el instituto, lo amé como nunca he amado a nadie. Pero él simplemente me
alejó después de graduarnos. Sólo se fue, y me dejó.
Sacudo mi cabeza para dejar de pensar en él e intento entablar conversación con
mi mejor amiga.
—¿Cómo le está yendo a Travis? ¿Ya se decidió?
Jane suspira. —No lo sabe, todavía. Pero tal vez se decida por los Kansas City
Chiefs. Sabes que es su equipo favorito.
—Aún no puedo creer que lo contactaran —agarro mi bolso—. Es decir, sólo ha
jugado dos años en Columbia. Y ya varios equipos se interesaron en él.
—Lo sé, pero iremos a Oregon en las vacaciones de invierno en unos meses para
que él pueda pensar bien en lo que quiere hacer —dice Jane—. ¿Irás?
Suspiro. —Tal vez vaya para ayudar a mamá con la agencia. Si tu vas yo voy,
estamos a escasas horas de distancia y no te he visto en dos semanas.
—Lo sé, también te extraño —suspira—. Pero ya no podemos salir a
emborracharnos. Bueno solo un poco.
—Y me alegro mucho por ti —le felicito—. Ya era hora que hagan una boda real.
—Lo sé —se ríe—. Bueno, amiga, me voy. Y cambiaré tu nombre a cara de polla.
Cuelga antes de que pueda protestar y escucho la puerta del departamento. Dove
—mi compañera de habitación— entra y me saluda. Dove y yo fuimos compañeras
en el instituto, no nos llevábamos bien hasta nuestro último año, pero nos hicimos
verdaderamente amigas aquí en Briar. Es muy linda y tiene un sarcasmo que te
hace reír a carcajadas.
—Hola, cariñito —le devuelvo el saludo con una sonrisa—. ¿Saldrás hoy?
Suspira.
—No, tengo examen de Historia mañana. ¿Irás al trabajo?
Esta vez soy yo la que suspira.
—Sí, lo odio, pero está bien —sonrío y le doy un beso en su cabeza—. Volveré a
las dos, y Clara y Marie están aquí.
Ella sonríe.
—Es muy raro que ellas estén en casa —dice—. Siempre van de fiesta.
Me despido de Dove y salgo en dirección a mi auto, un cacharro viejo que me
costó dos mil dólares. Pero anda, por lo menos.
***
Llego al lugar donde me toca trabajar esta noche, un lugar a las afueras de
Boston. Pero es una mansión de pared blanca con un largo jardín trasero; puedo
verlo porque no puedo entrar por la entrada principal. Aparco el coche y salgo en
dirección a la puerta trasera. Entro a la cocina y los trabajadores me reciben con
una sonrisa.
—Hola, bonita —me saluda Justin, un empleado de la cocina.
Está en Briar en su último año, es solo un año mayor que yo. Pero la relación se
puso incómoda cuando nos acostamos hace unos meses. Me ha enviado
mensajes y diciéndome que quiere salir conmigo. No es que yo no quiera, Justin
es un tipo genial y muy guapo, pero fue sexo casual... y no me hizo sentir ni un
solo orgasmo.
Así que imaginen cuan grande fue mi decepción.
—Hola, Jus —saludo, por cortesía.
Se acerca a mí cuando dejo mi abrigo en la silla de la mesa del desayuno. Abrigos
y carteras de los trabajadores están aquí, por eso no tengo ningún miedo de que
mi supervisor pueda armar una bronca.
—¿Has recibido mis mensajes? —pregunta, detrás de mí. Me ahorro las ganas de
poner los ojos en blanco y me volteo para ver a su rostro.
—Justin, ya lo hablamos...
Me interrumpe.
—Sé que fue solo sexo casual, pero desde ese día... —Justin hace una pausa y
se rasca su nuca, donde largo cabello marrón claro está amarrado en un moño, sí,
tiene estilo bohemio: Largo cabello y barba. Y no me hagan hablar de su ropa,
pero ahora no me torturo con eso porque una bata de chef cubre su musculoso y
grande cuerpo—. Desde ese día descubrí que hay algo más entre nosotros, una
chispa que no he sentido con ninguna chica.
Aquí vamos otra vez...
—Justin, creo que este no es el momento ni el lugar —digo y le ofrezco una
sonrisa—. Podemos hablarlo después del trabajo, vamos por un café o algo. —y
no miento, quiero dejar las cosas claras.
Sonríe, besa mi mejilla y se marcha.
Suspiro y camino a la puerta de la cocina, donde una de mis compañeras de
trabajo me espera. Nadia —si nombre— utiliza un vestido amarillo porque es
rubia.
Sí, Drons no siempre tiene las mejores ideas.
—¿Lista para otra noche de mierda? —pregunta Nadia.
—Lista —murmuro y agarramos nuestras respectivas bandejas.
***
Esta es la fiesta más estirada e hipócrita en la que me ha tocado trabajar. En el
piso de arriba hay abitaciones y todas están llenas, en la planta baja está llena de
gente rica que son un poco mojigatos. Pero lo más hipócrita de todo, es que a los
trabajadores nos prohibieron ir al sótano.
¿Por qué?
Porque hay algo muy malo abajo, Justin dice que le tocó bajar una vez y se
encontró con una orgía en pleno apogeo.
No es que critique la vida sexual de los otros, ni nada de eso, pero me pareció
bastante tétrico que mientras hay una fiesta arriba, abajo disfruten del sexo en
público.
No sé. No me llama la atención, en absoluto.
Una tipa se acerca a mí y toma una copa de mi bandeja, no agradece, solo se va.
Pero un estruendo hace que toda la fiesta se quede en silencio, y luego, una chica
sollozando con desesperación sale de uno de los cuartos. Solo utiliza una camisa
azul, y apuesto que no hay nada más debajo de ella.
—¡Ayuda! —grita—. ¡No despierta! ¡NO DESPIERTA!
Me acerco a la chica pelirroja y ella toma mi mano, me lleva a la habitación
corriendo sobre los escalones hasta que llegamos a la puerta de la habitación el la
segunda planta.
Y mi corazón deja de latir.
No por que hay un hombre tirado en el suelo, completamente desnudo y con
espuma saliendo de su boca.
Es porque sé quien es.
Y no puedo evitar que su nombre salga de mi boca.
—Jake.
Kylie
Oh. Dios. Mío.
No puedo creerlo.
No puedo creer que el hombre que yo amaba esté tirado frente a mí,
completamente desnudo, y lanzando espuma por la boca.
Aunque está casi muriéndose, ha cambiado mucho. Tatuajes cubren
completamente sus brazos y parte de su torso. Su cuerpo es más esculpido ahora,
más varonil. Pero la cicatriz que el accidente dejó en su pierna me deja
anonadada, ha curado muy bien, casi parece bonita; y eso que solo ha pasado un
año.
Me acerco y me pongo de rodillas en el suelo manchado de vómito, hay paquetes
de condones por todos lados. El olor a sexo y drogas de la habitación es repulsivo;
sin contar que hay una bolsa tirada en el suelo repleta de pastillas. No hay que ser
un experto coma para saber que son pastillas de coca.
Y sé exactamente lo que Jake tiene.
Mis sospechas se confirman y me golpean con brusquedad.
Tiene una sobredosis y está a punto de morir.
¡Jodeeeeer!
Aparto el pánico que amenaza con llevarme y acerco mi oído a su boca y su nariz.
Y no respira. Joder, no está respirando.
Su cuerpo empieza a convulsionar y me asusto al ver que está vomitando en su
propia boca.
Instintivamente empujo su cuerpo a un lado y el vómito nauseabundo sale
descontroladamente de su cuerpo. Siento como mis fosas nasales se contraen y
mis ojos me escuecen por tal aroma asqueroso. ¿O es porque sé que Jake, el
hombre del que estaba enamorada hace un año atrás, está teniendo una
sobredosis de drogas y a punto de morir? Pero sea cual sea la razón, siento las
lágrimas manchar mis mejillas y resbalar por mi barbilla hasta su cuerpo
convulsionando.
Y la indignación me llega.
Sea cual sea la regla principal de Drons, no puedo dejar que él muera.
Sé que mi trabajo me prohíbe llamar a la policía porque hay guardias de seguridad
aquí y ellos se hacen cargo directamente. Pero ninguno a subido. Solo estamos
Jake, yo y la chica claramente drogada y pasmada en una esquina de la
habitación.
Así que llamo al 911.
—¿Qué haces? —pregunta la chica pelirroja, alta y extremadamente delgada
desde la esquina de la habitación cuando me ve marcar y llevarme el celular a la
oreja.
—No puedo dejar que muera —murmuro, con brusquedad.
La chica entra claramente en pánico y miro como recoge su ropa esparcida en el
suelo a lado de la cama. Recoge las pastillas de coca del suelo y se marcha
corriendo por la puerta.
La operadora me interroga y manda una ambulancia de inmediato, le doy la
dirección y mientras espero, me sigue interrogando.
Veinte minutos de agonía después, suenan sirenas de ambulancia y de policía.
Como se trata de uso de drogas y de una posible muerte, obviamente iban a
mandar una patrulla.
—¡Kylie! —grita Brad, mi supervisor, desde la puerta. Me tenso por un instante,
pero luego me recuerdo que estoy haciendo lo correcto—. ¿Qué carajos? ¿Por
qué llamaste a la policía?
La indignación y la desesperación hablan por mí:
—¿Por qué llamé? ¡Porque no está jodidamente respirando! ¡Por eso! —grito,
Jake tiene otra convulsión y me apresuro a atenderlo.
Trato de recordar la clase de primeros auxilios que tomé cuando tenía quince,
pero nada se me viene a la mente. Joder, eso fue hace cinco años, obviamente no
voy a recordar nada.
—¡Me importa una mierda si este tipo se muere o no! —gruñe Brad—. Ahora todo
el mundo en el sótano está desesperado por cubrir lo que hay abajo.
Bueno, mis sospechas se confirman.
No es solo una orgía.
Justo cuando pierdo la paciencia y estoy a punto de mandarle a la mierda, unos
paramédicos con una camilla entran en la habitación y suben a Jake en la camilla
amarilla antes de tan siquiera pestañear.
No me quedo en la habitación, bajo corriendo por las escaleras, pisándoles los
talones.
Salgo de la enorme mansión y el aire frío de la noche me golpea. Estamos en
verano todavía, pero es Boston... así que me recuerda al clima de Oregon.
Suben a Jake a la ambulancia y una de las trabajadoras sociales me acorrala.
—Señorita Andrews, ¿verdad? —asiento con la cabeza, mirando como cierran las
puertas de la ambulancia.
Pero antes de que cierren por completo, logro ver como meten una manguera por
la boca de Jake, un respirador artificial.
—¿Puedo ir con él? —pregunto, interrumpiendo a la mujer que está hablando.
—¿Eres su familiar o alguien cercano al paciente?
Asiento con la cabeza.
—Soy su novia —miento.
Y subo a la ambulancia.
Tomo la mano de Jake todo el camino. Orando a Dios que por favor lo deje con
vida.
***
Jake
Sé que estoy soñando.
¿Cómo lo sé? Porque estoy en el asiento trasero del auto de mis padres.
Mi madre está conduciendo por esa misma autopista maldita, mi padre está a su
lado, en el asiento del copiloto. Y yo estoy en el asiento trasero, recostado y
mirando los mensajes de Kylie.
Ella: A qué hora vendrás a mi casa? Mis padres no estarán en toda la noche 😏
Me río y empiezo a teclear una respuesta.
Kylie
¿Qué. Mierda. Está. Haciendo. Aquí?
Joder.
Ya son casi las dos de la mañana, y Jake aún no se ha ido. Su hermano se llevó a
una chica que trabaja aquí, pero Jake ni siquiera ha visto a una. Sus ojos han
pasado pegados en mí y me ha puesto de los nervios, demasiado incómoda.
Cuento los segundos en el reloj pasar, solo faltan diez segundos para que salga
de mi primer día de trabajo y no puedo esperar para irme.
—Nueve, Ocho, Siete... —empiezo con la cuenta regresiva, mirando el reloj en mi
muñeca.
Cuando ya se marcan las dos, voy al baño y me coloco un abrigo largo, me retiro
los zapatos altos y me pongo unos bajos de bailarina. Ha sido una larga noche,
pero las propinas han sido increíblemente buenas y no es tan malo como creí que
sería. Tengo una especie de guardaespaldas que retira a todos los hombres que
me quieran tratar como una stripper del camino, así que estoy bien por ahora.
Salgo del baño y agarro mi bolso, me despido de todos y salgo por la puerta de
emergencia que da a un callejón.
No he visto a Jake desde que entré al baño, así que creo que ya se fue.
Camino hasta la calle principal, donde se encuentra estacionado mi auto. Me subo
en él y me coloco el cinturón de seguridad.
La noche está muy oscura y la calle está desierta, así que espero hasta que pase
un auto para que alumbre un poco la calle y yo también poder irme.
Pero no pasa ningún auto, pasa una moto.
Y se estaciona en frente de mí.
Mierda, mierda, mierda.
Jake se baja de la moto y me hace una señal para que yo también lo haga. No lo
hago. Aprieto el volante con mis dos manos y desbloqueo el auto, él entiende la
señal y se sube en el asiento del copiloto, después de rodear el auto.
—¿Qué quieres, Jake? —preguntó sin mirarlo, miro al parabrisas de mi coche.
—Quiero hablar contigo.
Doy un suspiro y me atrevo a mirarlo, se ve tan lindo con su cabello despeinado y
su chaqueta de cuero, junto con sus tatuajes. Puede que ya no sienta nada por él,
pero me sigue pareciendo apuesto.
—Necesitaba trabajar, ¿okay? Me despidieron de mi antiguo trabajo porque llamé
al 911, necesito dinero porque pago alquiler con unas compañeras, y no encontré
nada más que esto.
—¿Y tus padres? —pregunta, sus ojos azules pareciendo negros por la falta de
luz—. Ellos tienen dinero, te pueden ayudar.
—Mi madre dejó de apoyarme cuando decidí no ser como ella —una oleada de
amargura me recorre—. Y mi padre hace todo lo que mamá diga, así que esta es
mi posición.
Miro a Jake, asiente y su expresión dice como si lo entendiera todo. Pero la
verdad es que no lo entiende nada. Mi vida cambió cuando él tuvo el accidente,
cuando no me quiso a su alrededor, cuando me alejó y no quiso hablar conmigo.
Mi vida cambió en ese tiempo, porque yo también lo hice, al igual que él. Y ahora
ambos somos un desastre.
—Sé que piensas que soy una puta vulgar —susurro, mi voz se rompe y el nudo
en mi garganta crece—. Sé que lo haces, así que solo dilo. Soy vulgar, mi vida es
vulgar, no merezco que me entiendas.
—¿Cómo crees que yo podría pensar eso? —toma mi barbilla con sus dedos y me
hace mirarlo. Está tan cerca que puedo oler su aroma, es tan embriagador—.
Kylie, salvaste mi vida. Lo menos que haré será pensar mal de ti. No eres vulgar, y
mucho menos una puta, eres una chica que trabaja porque necesita vivir. ¿Quien
no lo hace? Hasta yo trabajo.
—Pero tienes un trabajo digno —digo y una lagrima baja por mi mejilla—. Soy
mesera en un prostíbulo, eso me hace vulgar.
Limpia mi mejilla y niega con la cabeza, se ve muy serio.
—No eres vulgar, eres una chica que trabaja para hacerse cargo de ella. Kylie, si
no te sientes cómoda trabajando aquí, tengo un amigo en Hastings que tiene una
cafetería, es el único restaurante en la zona, así que ganarás bien. Puedo hablarle
si quieres.
Lo miro atónita, ¿está hablando en serio? ¿Va a ayudarme a conseguir un trabajo
decente?
—¿Harías eso por mí? —una sonrisa se dibuja en mi rostro.
—¿Cuantas veces tengo que decirte que salvaste mi vida? —me devuelve la
sonrisa, es tan guapo—. Es lo menos que puedo hacer.
—Gracias —me sincero.
Estoy en verdad agradecida con él.
Me mira a los ojos y yo a los suyos, está tan cerca que puedo sentir su
respiración. Huele a lavanda, vodka y cigarrillo, y creo que me encuentro drogada
con su aroma.
Y no lo aguanto más.
Tomo su cuello y lo beso con fuerza.
Capítulo +18
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Kylie
Sus manos no tardan en bajar a mi cintura y juntar mi pecho con el suyo. Su
lengua se junta con la mía y siento que toco el paraíso, besa muy bien, y me hace
sentir mucho mejor. Es como si la tensión de nuestros labios separados estos
años se extinguiera y estuviéramos pagando por eso, por mantenernos separados.
Lo he extrañado, realmente lo he extrañado.
Joder, ¿qué estoy haciendo?
A pesar que mi cabeza me está advirtiendo que no lo haga, me retiro el cinturón y
me monto a horcajadas sobre él. Sus manos ahuecan mi trasero y ambos
gemimos por el contacto tan sensual. No tardo en estar mojada, siento la
placentera humedad esparcirse en mis bragas mientras me frotó contra su
entrepierna.
Sus labios dejan mi boca y bajan a mi cuello, me chupa y mordisquea, me besa y
me hace gemir.
—Jake —gimo su nombre.
Él lanza un gruñido y abre mi abrigo, donde nada más cubre mi «uniforme»; me
quito el abrigo y lo pongo en el asiento del piloto. Se relame los labios mientras me
estudia y su mirada se queda en mis pechos. Retira mi sujetador y estos salen al
aire, abre los ojos con absoluta excitación y se mete uno a la boca. Gimo de
placer, él siempre ha sabido como hacerme tocar el paraíso, pero vaya que ha
mejorado. Sabe exactamente cuanto succionar, chupar, lamer, como para llevar a
una chica al orgasmo con solo lamer sus pezones.
—Oh, Dios —gimo y empiezo a frotarme una vez más contra su ya abultada
erección.
Necesito una liberación, lo necesito dentro de mí ahora.
—Por favor... Jake —suplico, y él sabe exactamente a lo que me refiero.
Deja mi pecho y vuelve a besarme, su lengua se mete en mi boca y gruño.
—No me ignores —digo entre besos.
—No lo hago —jadea—. Pero primero quiero saborearte toda.
Oh, mi...
Inclina el asiento hasta que está en una posición acostada, de quita su chaqueta
de cuero y su camiseta y las arroja al asiento trasero. Jadeo al ver lo cubierto de
tatuajes que está.
No me gustan los tatuajes, de hecho los detesto, pero en él se ven tan excitantes
que tengo que tragarme las ganas de pasar mi lengua por cada uno de ellos.
—Siéntate derecha y quítate el short y las bragas —ordena y jadeo porque voy a
obtener lo que quiero.
Hago lo que me dice y también me quito los zapatos, me siento a horcajadas
nuevamente sobre el, esta vez completamente desnuda. Muevo mis caderas en
círculos y su respiración se corta, sonrío a sentir su polla enorme por mí.
—Sube, quiero hacerte venir con mi boca primero —sonríe con picardía y una
descarga eléctrica baja a mi vagina por su petición. Hago lo que me dice y me
agarro del techo del auto para no caerme—. Mmm, que hambre tengo. No he
comido en algún tiempo.
Gracias a Dios es de noche y la calle está desierta, y el coche tiene los vidrios
oscuros.
Siento su aliento en mis muslos, me está haciendo esperar pero yo no puedo con
los juegos. Muevo mis caderas por un poco de fricción y lo escucho reír, pero su
risa se ahoga cuando atrapa mi clítoris con su boca.
—¡Oh! —grito y él sigue con su tortura.
Su lengua hace círculos en mí, succiona, chupa y vuelve a lamer. Grito y gimo de
placer y empiezo a montar su cara. Él empieza a gemir y sé que se está tocando a
sí mismo, eso me excita más. Mete un dedo dentro de mí y me agarro más duro
porque empiezo a gritar y a moverme, mete dos dedos más y ya no lo aguanto.
Me vengo en su boca y en sus dedos, en un devastador orgasmo que me hace
temblar de placer.
Hace tiempo que no tenía sexo, pero la ultima vez que me corrí fue con Jake. No
había tenido un orgasmo en dos años, a parte de conmigo misma, claro.
Jake me retira suavemente de su rostro y me baja a su regazo, sigo temblando por
el orgazmo así que me dejo ir. Ya se ha bajado los pantalones y está desnudo
para mí. Alcanza su cartera de sus pantalones y saca un condón, lo habré con sus
dientes y me entrega el círculo de látex.
—Pónmelo —me dice con una sonrisa malvada.
Le devuelvo la sonrisa y me aparto de él para ponerme de rodillas en el suelo de
mi auto, no hay mucho espacio, pero funciona. Me coloco el condón entre mis
labios y lo desenrollo alrededor de su polla.
Su pene es grande, increíblemente grande y grueso. Cuando éramos novios y yo
quería hacerle sexo oral, no me entraba en la boca, pero él me entrenó bien.
Es el chico que me quitó mi virginidad y teníamos una vida sexual bastante activa,
así que aprendí cosas.
Termino de desenrollar el condón y dejo un beso en la punta de su pene, jadea y
me vuelve a colocar a horcajadas sobre él.
—Voy a disfrutar mucho de esto —gruñe y besa mis labios, tiene mi sabor.
—No serás el único que lo disfrutará.
Sonrío con malicia y agarro su polla y la pongo en la entrada de mi vagina.
Ambos soltamos un gruñido cuando me deslizo lentamente en su polla hasta que
me entra por completo, nos quedamos unos segundos así, él dentro de mí y sin
movernos, disfrutando de la sensación de placer que nos invade al estar
conectados otra vez después de tanto tiempo.
Empiezo a deslizarme, dentro y fuera, arriba y abajo, en círculos, todo lo que él me
enseñó hace años lo estoy utilizando. Me toma por las caderas y me detiene,
frunzo los labios confundida por esto.
—No te muevas —dice, con su voz entrecortada—. Déjame hacerlo.
Me quedo quieta y él empieza a mover sus caderas, gimo, esto se siente
jodidamente bien.
Sigue con sus movimientos rudos y el placer me embriaga. He estado con tres
chicos, pero él definitivamente es el mejor de todos. Agarra mi culo y él empieza a
moverme salvajemente con sus manos, llega tan dentro de mí y toca ese punto de
placer que es indescriptible.
—¡Ah, Jake! ¡Oh, Dios... sí! Justo ahí...
Empiezo a decir incoherencias, pero el placer es tan increíble que no me importa
ser escuchada.
Me muevo por mi cuenta, sus embestidas mezclándose perfectamente con mis
bruscos movimientos de cadera. Gimo como una loca, y mis gemidos se mezclan
con sus gruñidos roncos.
Nunca había tenido sexo en un auto, y es tan excitante que me encuentro
extremadamente mojada. Debo otorgarle a Jake otra primera vez.
—Kylie, joder —gruñe en mi oído y eso no hace más que incrementar mi placer.
Lo monto con ganas, ganas de más y ganas de él. Su polla se siente tan bien
dentro de mí, tan grande y magnifica.
Y ya no lo aguanto más.
Me agarro de su cuello y me corro con violencia alrededor de su miembro. Jake
toma mi trasero y sigue moviéndome mientras los espasmos del orgasmo siguen
embriagándome.
Gruñe y se mete mi pezón en su boca mientras me penetra, grito y no sé porque
pero me vuelvo a correr. Eso fue rápido.
Mis orgasmos avivan el suyo y sus movimientos se vuelven más rápidos y torpes,
se corre dentro de mí en el condón, gritando mi nombre y un montón de
maldiciones incomprensibles.
Coloco mi cabeza en su hombro y él me abraza, descansamos y recuperamos el
aliento. El coche se llena de jadeos y respiraciones entrecortadas, cierro los ojos
aspirando su aroma a sexo.
Pero hay que volver a la realidad.
Mierda, ¿qué hice?
Separo mi cabeza de su hombro y él abre los ojos confundido, pero no dice nada.
Mas bien me alcanza mi abrigo y me lo pone, se saca el condón, le hace un nudo
y lo guarda en el envoltorio para luego guardarlo en el bolsillo de su pantalón.
Se sube su pantalón, conmigo todavía en su regazo, me mira de reojo a la espera
de que yo actúe mal o algo, pero le sonrío y me deslizo al asiento del volante.
Él suspira. —Sé que te sientes extraña, yo también lo hago —dice—. Pero ya
somos adultos, Kylie, y el punto es que... podemos hacer esto sin dañar la rara
relación que hemos estado construyendo hasta ahora.
Lo miro, ya se ha vestido y me mira fijamente.
—Gracias, Jake —le sonrío—. Somos adultos, no hay nada de malo, sabemos lo
que hacemos.
—Y también voy a hablar con mi amigo si es que estas dispuesta.
—Lo estoy —me apresuro a decir—. Esto no cambia nada, no... estaré bien, solo
que mañana tengo un examen y tengo solo cuatro horas para dormir.
Ya son casi las tres de la mañana, tengo que llegar a mi examen a las ocho, y vivo
a una hora de aquí. Así que tengo que apresurarme si no quiero babear en mi
examen de historia alimenticia.
También quiero escapar para pensar en lo que acabé de hacer.
—Está bien —me sonríe—. Te veré mañana.
Me da un pequeño beso en mis labios y sale del auto en dirección a su moto,
cuando ya se ha ido, arranco el auto y me pongo en marcha hacia mi
apartamento, pero no puedo dejar de reprocharme en todo el camino.
¿Qué mierda acaba de pasar?
Hay muchas cosas que todavía no he contado, tantos secretos que mi corazón
guarda, pero ya no puedo aguantarlo. No puedo aguantar tratar de no pensar lo
mucho que me afectó el accidente de Jake, pero ustedes no saben lo que pasó, y
ya no aguanto más. Necesito enfrentar los recuerdos.
Recuerdo claramente ese día, fue tres días después de la graduación y estaba tan
molesta con mi mejor amiga porque se había escapado a Las Vegas con su novio
¡Y no me había dicho nada!
—Lo siento, Ky —volvió a decir mi mejor amiga Jane como por centésima vez—.
Pero sabes que Travis y yo somos espontáneos, y nos amamos. Es tan lindo,
¡ahora soy señora! Y sólo tengo dieciocho, ¿puedes creerlo?
Bufé de nuevo, estaba molesta pero a la vez feliz por ella. Aunque todo me
parecía alocado y bastante rápido, pero con ellos no se sabe.
—Está bien —suspiré—. Sólo quiero que me entiendas, bebé, quería ir a buscar tu
vestido contigo y ser tu dama de honor.
Ella suspiró también.
—Lo entiendo, pero si hago una renovación de votos serás la dama de honor. Y si
tengo un bebé, serás la madrina.
Sonrié.
—Pues tenemos un trato.
—Bien, Ky, tengo que irme, Travis se está volviendo loco en la máquina de
monedas. No quiero que gaste todo el dinero que tenemos —se rió—. Te quiero.
—Te quiero —dije y colgué.
Después de unos momentos fui a tomar una ducha. Envié un mensaje a Jake
hace como dos horas y él no había respondido,, pero no me preocupé. Sabía que
él estaba regresando de un corto viaje en Seatle y tal vez sus padres lo regalaron
por estar en el teléfono, así que no me preocupé en ese momento y solo me
duché para olvidar que no me había respondido todavía. Al salir envuelta en una
toalla, revisé mi teléfono y vi un montón de llamadas del hermano de Jake, Patrick.
Fruncí el ceño, era tan extraño que él me llamara, de hecho, ni siquiera sabía
porqué tenía su número.
Marqué su número en mi celular, pero un nudo se formó en mi estómago. Tenía
un mal presentimiento y empecé a rogar a Dios para que no haya pasado nada
malo.
—¿Kylie? —a penas me contestó, supe que era algo realmente malo por el sonido
de su voz. Sonaba como si hubiera estado llorando, tan alterado que el nudo de mi
estómago se intensificó.
—¿Pat, qué pasa? —pregunté co el corazón en la boca.
Pat sollozó y eso no hizo más que asustarme.
—Solo quiero que sepas que él está vivo —dijo, y cubrí mi boca con mi mano para
ahogar mi grito.
—¿Pat, qué sucede? ¡Dime algo, por favor! —grité, sintiendo como las lágrimas
caían por mis mejillas y la desesperación.
Patrick sollozó de nuevo y eso me hizo empezar a llorar.
Algo muy malo estaba pasando.
—Mis padres y Jake tuvieron un accidente... —de detiene—. Tienes que venir al
hospital, Jake... está vivo, pero no está bien.
Empecé a llorar y me cambié de ropa rápidamente, sintiendo el pánico subir por mi
cuerpo. Salí volando en mi mercedes hacia el hospital de nuestra pequeña ciudad,
sintiendo el corazón en la boca todo el tiempo y poniendo mi fe en Dios para que
nada malo le suceda al hombre que amaba.
Hubiera dado mi vida en ese momento solo para que Jake esté bien.
Llegué al hospital lo más rápido que pude y corrí hacia dentro de este. Encontré a
Pat en la sala de espera, llorando y su novia acariciando su espalda, viéndose tan
afligida.
E inmediatamente supe que esto era peor de lo que yo pensaba.
—¿Pat? —lo llamé.
Él levantó la mirada y se puso de pie, secó sus lágrimas y se acercó a mí, con
cautela.
—Solo no enloquezcas, ¿está bien?
—¡Solo escúpelo! —grité, afligida por su rostro partido en dolor.
Tomó una bocanada de aire, debatiendo consigo mismo si hablar o no. Pero
hubiera preferido que no lo hiciera, si tenía que escuchar todo lo que dijo.
—Jake, mamá y papá estaban en la carretera regresando de Seatle —su voz se
rompe—. Estaba lloviendo y había neblina, mucha neblina. Un camión con madera
se desvió del carril y estaba lleno en contra vía. Chocó contra el auto y este se
volcó, el auto está destrozado.
Lágrimas fluían por todo mi rostro, pero no sollozaba, solo sentía un terrible
sentimiento de perdida porque sabía lo que iba a decir.
—Mamá y papá murieron inmediatamente —su voz se rompió aún más y mi
corazón se detiene—. Jake está vivo, pero no está nada bien. Su pierna derecha
está totalmente destrozada, tiene seis costillas rotas, una contusión en su cráneo.
Los doctores dicen que es un milagro que esté vivo, porque el golpe en su cabeza
fue bastante severo.
Sus palabras atacaron como veneno a mis oídos, y sentí a mi corazón detenerse y
morir. Los padres de Jake murieron y él estaba gravemente herido, fue difícil de
asimilar, pero lo hice rápidamente. Caí de rodillas, y miré al techo, preguntando a
Dios por qué hacia esto, por qué lo arrebataron todo. Empecé a sollozar y rezar a
Dios para que él mejore, para que él esté bien.
Porque lo amaba, lo amaba mucho.
No soy muy creyente, pero en ese momento recé para que él estuviera bien, para
que Dios vea que él era una hermosa persona que tenía un largo futuro por
delante.
Un futuro conmigo.
Aunque no lo crean, Jake y yo habíamos hablado sobre casamiento, hijos, vivir
juntos y formar una familia. Estábamos tan enamorados que decidimos que
cuando sea nuestro último año de universidad, nos casaríamos y tendríamos
muchos bebés bonitos.
Pero miren cómo van las cosas.
—Necesito verlo —susurré después de calmarme un poco.
—Kylie, Jake está en coma —dijo la novia de Patrick, acariciando mi cabello—.
Despertará en un par de días, pero ahora está en cirugía, están reconstruyendo su
pierna. Nadie ha podido verlo todavía.
Lloré de nuevo y marqué el número de Travis, el mejor amigo de Jake y el esposo
de Jane. Le conté sobre el accidente y a penas colgó, Jane me mandó un mensaje
diciendo que ya estaban de camino al aeropuerto y vendrían.
Los agradecí, en verdad necesitaba que ellos estuvieran aquí.
***
Jake despertó después de cinco días del accidente. A penas abrió los ojos, él ya
sabía lo que había pasado, lo recordaba todo, así que nadie tuvo que darle la
noticia. Jake al parecer, había visto a los miembros de sus padres esparcidos por
la carretera y cayó en coma por el shock. Me sentí realmente enferma mientras él
contaba todo a la trabajadora social.
Hubiera muerto, antes de verlo así de destrozado.
Básicamente dormí en el hospital por esa semana y la siguiente, Jake estaba muy
débil y yo no quería dejarlo. Él no estaba de acuerdo con que me quedara cada
día y cada noche, pero no le hacía caso, él me necesitaba. Y yo estaría con él en
la salud y enfermedad.
Pero las cosas empezaron a complicarse después de dos semanas más.
Jake ya llevaba un mes internado, estaba recibiendo terapia física y estaba
haciéndolo realmente bien. Aún cojeaba por lo de su pierna, pero avanzaba
realmente rápido y yo estaba inmensamente orgullosa de mi novio.
Pero no puedo decir lo mismo del aspecto psicológico. Cada vez me alejaba más,
decía que él no era bueno para mí, que yo merecía algo mejor, que no debo estar
con alguien que estuvo a punto de morir.
Pero siempre hacía caso omiso a lo que él me decía. Lo amaba, más que a nada.
—¿Y qué piensas hacer cuando sea hora de irte a la universidad? —preguntó, su
clásica pregunta para que lo deje.
—Podré quedarme aquí por un año y luego tomar mi beca —dije, sentándome a
su lado en la cama—. Hablé con la universidad, dicen que puedo posponer mi
beca un año y luego ir, ponemos ir juntos y vivir en el mismo apartamento, como
siempre quisimos, y tomar la terapia allí...
—No —me interrumpió, mirándome bruscamente.
Sé que no se negó a la terapia, se negó a venir y vivir conmigo.
—¿No? —pregunté, sintiendo las ya familiares lágrimas picar mis ojos.
Él negó con la cabeza.
—Solo vete, Kylie, haz tu vida. Conoce a alguien que no esté defectuoso,
acuéstate con chicos, vive tu vida y a mí déjame en paz.
Me puse de pie frente a él y tomé su rostro entre mis manos, para que me miré a
los ojos. Levantó su vista, dándome una fría mirada que rompió mi corazón. Ignoré
la sensación punzante y lo besé en los labios.
El beso no fue correspondido, y eso no hizo más que romper mi corazón.
—Te amo —susurré en su boca, no respondía y mi corazón se rompía más—.
¿Me amas?
Resopló y se frotó los ojos.
—Yo solo necesito estar solo.
—¿Me amas? —volví a preguntar, esta vez más fuerte.
—Ya no sé si lo hago —eso me dolió mucho, pero me destruyó cuando vi la
honestidad en sus ojos.
Dejé su rostro y sequé mis lágrimas con rabia.
—Te dejaré pensar esta semana —dije—. No puedes dejar de amarme de un
momento a otro, lo sé. Tomaré tu consejo, iré a Briar la semana que viene, pero te
esperaré en el aeropuerto. Te darán el alta el lunes, y no me voy hasta el
domingo, tienes mucho tiempo para pensar. Te amo más que a mi vida, Jake.
Le di un pequeño beso en los labios y salí, poniendo toda mi fe en que cambiará
de opinión y me hiciera quedarme, o viniera conmigo.
Pero no lo hizo.
Todo el viaje en avión hasta Boston, lo realicé llorando. Solo Patrick, su novia,
Jane y Travis habían ido a despedirme. Mis padres no lo hicieron y Jake tampoco.
Me instalé en Briar y los primeros meses tenía la esperanza a que Jake me
sorprendiera y viviéramos juntos. Pasó mi primer año y nunca intentó contactar
conmigo, traté de contactarme con él pero no me lo permitía. Muchas veces
cuando me contestaba, me insultaba y me decía que lo dejara en paz.
Y lo hice.
Pero un día ya no pude más y lo llamé, me contestó con voz ronca y somnolienta.
—Hola Jake —dije, tratando de controlar mi emoción de que no me contestará de
manera soez.
—¿Kylie? —preguntó, se aclaró la garganta—. ¿Cómo has... estado?
Sonreí, aún lo amaba para ese entonces, así que me emocioné.
—Bien ¿y tú?
—Bien... —dudó y escuché un gemido proveniente de una voz femenina.
—Jake vuelve a la cama —dijo una chica.
—Ven aquí, bebé —dijo otra voz femenina.
—Queremos tu polla de nuevo —y habló otra chica más.
Mi corazón terminó de romperse, no solo estaba con una chica, sino con tres.
Ahogué un sollozo, pero no pude controlar las lágrimas que bajaban por mis
mejillas. Gracias a Dios él no me veía.
Jake se dio cuenta que había escuchado lo que estaba pasando y se apuró con
una excusa.
—Kylie, no es lo que parece...
—¿Y qué parece Jake? —digo con odio—. He aguantado tus insultos todo este
tiempo, no he estado con ningún chico en todo este año. Pero no puedo decir lo
mismo de ti.
—Lo lamento tanto, Ky —el arrepentimiento sonando en su voz, pero la que sentía
ahora odio por el otro era yo, ya no él—. Es que he estado muy solo y estoy tan
arrepentido por como te traté.
—¡Deja de ser cínico! —grité.
—Por favor, nena, no me odies. Yo... yo te amo.
Si me hubiera dicho esas palabras en otro momento, me habría puesto tan feliz,
pero en ese momento lo único que sentía era repugnancia.
—Pues que lástima, porque ahora yo te odio. Eres un error que nunca debí
cometer. Adiós, Jacob.
Y cerré la línea cuando volvió a decir mi nombre con voz agitada, me llamó por las
siguientes dos semanas pero no contesté y cambié de número. Lo bloqueé de mis
redes sociales y me juré a mí misma nunca más caer así por un chico.
Me acosté con dos chicos en mi segundo año, pero me sentía mal después de
hacerlo, así que dejé de buscar consuelo en otro pene. Inicié mi tercer año y todo
cambió cuando me reencontré con Jake.
Ya lo superé, lo juro por Dios qué lo he superado por completo, pero sigo siendo
estúpida.
Lo que pasó ayer no puede volver a ser, así que me encuentro fuera de su clase,
esperándolo para hablar con él y dejarle las cosas claras.
Ya no soy la Kylie de antes, la Kylie que ponía a otras personas sobre ella. Ahora
soy fuerte y me amo más a mí que a cualquiera.
Y ahora, que lo veo sale de su clase, voy a hablar con él y decirle lo que fue:
Solo sexo que no se puede volver a repetir.
Lo veo salir de su clase hablando con algunos chicos y con unas chicas a su
alrededor, pero él parece no estar interesado en ellas. Mira al frente y me ve, sus
ojos azules conectando con los míos. Les susurra algo a sus amigos y se despide,
las chicas protestan, pero él hace caso omiso a sus peticiones y se acerca a mí.
Bien, Kylie, aquí vamos.
—Hola, Kylie —dice Jake cuando llega a mi lado, con una sonrisa y esperanza en
sus ojos.
Odio ser la que tenga que pagar la poca luz que he visto en su rostro desde el
accidente.
—Hola, Jake —saludo, me sonríe y se acerca más. Me aparto e ignoro la punzada
de dolor que me da al ver la desilusión en su rostro—. Sé que dijiste que somos
adultos y toda la cosa, pero... quiero hablar contigo y dejar las cosas claras.
Frunce los labios, pero asiente con la cabeza.
—Está bien —dice—. Pero lo hablaremos en otro lugar, un poco más privado.
Vamos, te invitaré un café.
Asiento y me dirijo con él a la salida de la facultad.
***
El camino hacia una de las cafeterías de la uni fue largo e incómodo, nadie dijo
nada, los dos sabemos lo que pasará, pero aún así queremos hablarlo.
Abre la puerta para mí y se lo agradezco con una sonrisa sincera, elegimos una
mesa cerca de una ventana y él va por nuestros cafés. Mientras lo espero
examino el lugar, es bonito y diferente a las otras cafeterías de Briar, este tiene
más ambiente bohemio y no es muy frecuentado, pero el mejor café se sirve aquí,
así que para los que disfrutamos del néctar negro enviado por los Dioses, este
lugar es perfecto.
Jake regresa y me entrega un vaso de café, abro la tapa y mi corazón late
rápidamente al ver lo que es.
—Café americano con crema, malvaviscos y tres cucharadas de azúcar —dice
Jake, sentándose frente a mí.
Lo miro con la boca abierta, ¿qué debería decir a eso?
—¿Cómo lo recuerdas? —pregunto, parpadeando rápidamente.
Sé que no es mucho, pero me toma por sorpresa.
Se encoje de hombros.
—Nunca lo he olvidado. Siempre pedías lo mismo y he hecho café para ti muchas
veces, se me quedó grabado.
Su respuesta me molesta por alguna razón, ¿cree que puede venir aquí y decirme
esa clase de cosas? ¿Hacer como si no me hubiera roto el corazón hace años
solo porque nos acostamos ayer? Bueno, que se joda. Se acabó la censura, voy a
ser jodidamente honesta.
—No puede volver a pasar —digo, viendo sus ojos azules y la confusión
atravesándolos, me mira perplejo y parpadea un par de veces.
—¿Qué? ¿De qué hablas? —pregunta.
—No podemos volver a tener sexo —digo, segura de mí misma. Doy un sorbo al
café, está delicioso.
—¿Por qué?
¿Es en serio?
—Porque eres mi ex, Jake —enfatizo cada palabra—. Me costó mucho olvidarte, y
ahora que por fin te saqué de mí sistema, llegas tú y pones mi vida de cabeza de
nuevo. No puedo hacerme esto, no a mí misma, no otra vez. Yo solo —lanzo un
suspiro—, no creo que debamos hacerlo, no después de todo... —lo que me
hiciste—, lo que sucedió.
—¿Ya me olvidaste? —susurra, pareciendo extrañamente dolido. ¿En verdad me
está preguntando eso? ¿No era eso lo que quería que hiciera desde un principio,
desde su accidente? La rabia bulle en mí, no puede estar hablando jodidamente
en serio.
—Tú me pediste que lo haga y los hice —murmuro, bruscamente—. Me costó
mucho, pero lo conseguí, y no necesito hacerme esto a mí misma. No necesito
volver a caer bajo el hechizo de un chico y que rompa mi corazón nuevamente. Y
lo peor, no necesito caer con el mismo chico que me alejó, se burló de mí y que
me odió cuando yo no hice nada malo.
Sé que estoy siendo muy dura con él, pero me cansé. Traté de suprimir los
recuerdos de su desprecio hacia mí, pero todo fluyó esta madrugada mientras
dormía. Sé que había sufrido mucho por la muerte de sus padres, pero no merecía
su odio. Y ahora no puedo parar el resentimiento que siento.
—¿Por qué me odiabas? —pregunto, respirando con dificultad y sintiendo las
lágrimas pinchar mis ojos—. Estaba ahí para ti, te amaba más que a nada y tú me
trataste como un pedazo de basura putrefacto. Me odiabas y cada vez que
hablaba contigo me lo decís, decías que era mi culpa que tus padres muriera.
Pues adivina qué: ¡No era mi puta culpa! —grito, sintiendo el corazón en mi
garganta.
Una lágrima me traiciona y baja por mi mejilla, no puedo creer que después de
todo aún siga haciéndome daño, así sea inconscientemente. Me hace daño, pero
es por todo el dolor que me causó, y tenerlo así, junto a mí, me trae recuerdos
muy dolorosos que no puedo soportar.
Me pongo de pie mientras sollozo y camino hacia la puerta de la cafetería, ya
afuera, siento una mano en mi muñeca que me hace parar.
—¿Y no crees que en verdad estoy arrepentido? —pregunta, me doy la vuelta
para verlo y me dado de su agarre—. Kylie, sé que fallé, no debí haber hecho todo
lo que te hice. Estaba alterado y creo que me desquité con la persona que más
amaba y coloqué todo mi odio en ti. En verdad lo lamento. Tienes que creerme.
—¡¡No puedes seguir haciéndome esto!! —grito, las lágrimas fluyendo como
cascadas de mis ojos—. Yo te amé, en verdad te amé, pero sinceramente no
puedo tenerte en mi vida. ¡No puedo hacer como si no me hubieras roto el
corazón! Te amaba, más que a mí misma. Pero ahora me amo más a mí.
Abre y cierra la boca como si quisiera decir algo que no puede decirlo, pero no voy
a escucharlo. Él me echó la culpa de la muerte de sus padres, me llamaba perra
acosadora, me decía que me odiabas y que maldecía el día en que me conoció. Y
yo no estoy aquí para aguantar su mierda.
Sí, lo salvé de la muerte. ¿Pero en verdad valora eso?
—Dios te ha dado una segunda oportunidad para vivir —digo un poco más
calmada—. Pero no estás valorando eso. Desperdiciaste tu primera oportunidad
con drogas y chicas, acostándose con cualquier zorra y drogándote como si no
hubiera un mañana. Pero hazme un favor —me limpio mis lágrimas con rabia—.
Aprovecha esta segunda oportunidad y vive tu vida, lejos de todo lo malo,
recuerda las cosas buenas y recuerda que habrá alguien que te ame incluso más
de lo que yo lo hice. Adiós, Jake.
Y me voy, lo dejo ahí parado, con la boca abierta y mirándome con tristeza.
***
Estoy haciendo mi tarea en mi habitación, escribiendo números que no tienen
ningún sentido para mí. Después de dejar a Jake, me sentí un poco mal por como
lo traté, pero después pensé bien. Ahora ya sabe cómo me sentí, lo mucho que
sufrí, lo mucho que me lastimó y me hirió.
En verdad pensaba que esto de la amistad funcionaría, en verdad lo pensaba,
pero no podía ser.
Renuncié al trabajo de camarera en el club de strippers, ya no quiero ir a ese lugar
y hasta encontrar un trabajo puedo vivir de mis ahorros, tengo tres mil dólares en
mi cuenta de ahorros que estaban destinados para la clase de mi maestría que iba
a seguir después de graduarme, pero una tiene que hacer sacrificios.
—Oye Ky, tengo que practicar en una canción que voy a presentar en el festival de
otoño —dice Dove, entrando a mi habitación.
Asiento y le sonrío, más parece una mueca, estoy segura.
—Sí, no hay problema, canta todo lo que quieras —murmuro.
Dove me mira fijamente y luego se acerca a mí y se sienta en la cama.
—Bueno, ¿Qué sucede? Has estado extraña toda la mañana.
Suspiro, confío mucho en Dove, no tanto como lo hago con Jane, pero Dove sabe
toda mi historia con Jake. Ella vivió conmigo cuando yo era un desastre deprimido
en nuestro primer año.
—Es complicado —digo y me frotó los ojos con más de manos.
Ella entreguerras los ojos hacia mí y frunce los labios.
—¿Usaste el consolador de Clara? —pregunta.
¿Qué mierda?
—¿Qué? —frunzo el ceño.
Ella se encoge de hombros.
—Ya sabes, Clara siempre lo deja en el baño o en la cocina, y eso me vuelve loca,
siempre tengo que recogerlo y es tan repugnante hacerlo. Y pues como nunca he
visto uno tuyo, tal vez en un momento de un viaje en solitario a Orgasmolandia
puede que lo hayas tomado. Pero tal vez estás preocupada por su pasado con
ladillas y eso.
—¿Clara tuvo ladillas? —casi grito, Dove se sonroja como un tomate y se golpea
la frente.
—¿No lo sabías? —niego con la cabeza en shock, pobre Clara—. Debería
mantener la boca cerrada de vez en cuando. Pero, solo para que lo sepas, ya no
las tiene.
Me río y definitivamente esta chica sabe cómo aligerar el ambiente.
Así que decido contarle.
Le cuento todo lo que pasó a noche, cada detalle jugoso, pero no detallo el sexo.
Sólo digo que nos acostamos y que eso solo hizo abrir las heridas en mi corazón y
echarles sal y limón.
—Eso está jodido —dice después de escucharme atentamente—. Pero, cariño, si
tú sientes que te hace daño, no debes ni siquiera hablarle. No importa si sueno
como una perra, pero siempre quiérete más a ti, ponte a tí misma por encima de
todo. Amate y luego ama a los demás.
La sonrío y la abrazo, ella sabe consolarme cuando necesito ser escuchada, pero
en este momento necesito más a Jane.
—Alístate nena, noche de pelis —me guiña un ojo y sale de mi habitación.
Tomó mi teléfono y marcó el número de Jane, contesta al tercer timbre.
—¿Hola? —dice, con su voz sonando un poco apagada.
—¿Qué pasa, Jane? —mi voz suena preocupada.
Se ríe. —Nada, solo que he pasado algo enferma, creo que fue algo que comí,
pero he estado con muchas náuseas.
Frunzo el ceño, Jane no era mucho de enfermarse.
—¿Estás bien? —pregunto.
—Sí. Dios, estás actuando como Travis, apuesto a que es solo un malestar
estomacal.
Casi puedo escucharla poner los ojos en blanco.
Me río, pero luego empiezo a llorar. Soy una perra bipolar, pero todo lo que está
pasando en mi vida en este momento es demasiado.
—¿Qué pasa, Ky? —pregunta mi mejor amiga, con preocupación adornando su
voz.
—¿Puedes venir? —sorbo por la nariz—. Te necesito.
—Claro, sí, estaré ahí hoy en la noche. Iré con Travis para que visite a Jake y yo
me quedaré contigo. Te escucho muy alterada.
Sólo la mención del nombre de Jake me hace sollozar más. No puedo con esto.
—Solo te necesito, y mucho —sollozo—. Ven rápido, por favor.
Cuelgo y escondo mi rostro entre mis manos, sintiendo lo mucho que tan sólo la
mención de su nombre me afecta.
Cómo me sigue afectando.
Creo que estoy sufriendo un ataque de pánico.
Sollozo tan alto que Clara y Marie subieron a ver lo que pasaba. Dove dejó de
practicar y ahora me está auxiliando, abrazándome duramente contra su cuerpo.
—¿Deberíamos llamar una ambulancia? —preguntó Marie, acariciando mi cabello.
Siento que me ahogo, pero no puedo detenerme, simplemente no puedo. No
tengo ese poder. La última vez que lloré así fue en la última llamada que le hice a
Jake antes de reencontrarnos, la vez que descubrí que se acuesta con más chicas
que un gigoló. Me dio un ataque y me llevaron a la enfermería, tuve reposo médico
por una semana, porque mis pulmones estaban desgastados y mi garganta
inflamada. Pero una vez que empieza, no hay nada que me calme.
Sólo Jake, por desgracia.
Tenía estos ataques cuando peleaba con mi madre, ella era doble cara, por así
decirlo. Con otras personas se portaba como la mejor ama de casa, pero cuando
estábamos a solas, era un infierno. Me decía que comer, como vestirme, y yo lo
odiaba, así que peleábamos mucho. Sinceramente no sé cómo papá la aguanta.
Cuando Jake me miraba así, me besaba, eso era lo único que me calmaba. Lo
único que necesitaba. Era mi antídoto, mi medicina personal.
Y me odió a mí misma por querer que él estuviera aquí, porque, honestamente, no
puedo respirar.
—Creo que deberíamos llamar al 911 —dice Clara—. Ha llorado por horas, no
quiero que pase lo que le pasó en primero, se enfermó gravemente por esto.
—Chicas, no está inconsciente, no quiero alterarla más —dice Dove—. ¿Quieres ir
a la enfermería? —pregunta, dirigiéndose a mí.
Niego con la cabeza y me aseguro de poder respirar, tomó una gran bocanada de
aire, pero eso es lo único que puedo retener. No puedo respirar muy bien.
Escucho unos golpes en la puerta en la entrada y la familiar voz de mi mejor
amiga me llega a los oídos.
—¿Ky, estás ahí? —pregunta Jane, golpeando la puerta. Clara sale de mi
habitación, camina hacia la puerta y la abre—. Hola Clara, ¿cómo está Kylie?
—Tiene un ataque, deberías intentar calmarla, ha estado llorando por horas. Ya no
le pasaba durante un tiempo, así que ninguna recuerda qué hacer —murmura
Clara.
Escucho pasos rápidos que se acercan y luego siento mi colchón hundirse a mi
lado. Quiero moverme y verla, pero no puedo hacerlo. No tengo nada de fuerza.
—¿Por cuánto tiempo ha estado así? —pregunta Jane.
—Tres o cuatro horas, no lo sé —dice Dove, preocupada—. Creo que debemos
llevarla al hospital o algo así, no sé si esté bien.
—Dámela —Jane me toma y me separo de Dove para que Jane me envuelva en
un abrazo. No sé por qué, pero lloro más fuerte—. Creo que tengo que llamar a
Travis.
Saca su teléfono y creo que está marcando el número, se lo lleva a la oreja.
—¿Travis? —pregunta, con alivio de que su esposo haya respondido rápido—. Sí,
estoy bien. No, no he vomitado. ¡Deja de preocuparte por mí ahora, esto es más
importante! Kylie está teniendo un ataque de pánico. Tráelo, lo necesitamos para
calmar a Kylie, ha estado llorando por como cuatro horas. Sí. Te amo más mi
hermoso Mariscal de campo.
Manda un sonoro beso por teléfono y luego cuelga y se guarda el teléfono en el
bolsillo de su abrigo. Acaricia mi cabello y sigo llorando por lo que parece una
eternidad.
Hasta que alguien entra a mi habitación, me pone de pie y me besa con fuerza en
mis labios.
Es él, lo reconocería en cualquier lado. Es Jake.
Jake
He tenido un día de mierda desde mi pelea con Kylie.
Sé que sonaré egoísta, pero no creí que la había afectado tanto como lo hice. Y
saberlo, saber que ella estaba sintiendo toda esa mierda por mí, me hizo darme
cuenta en lo hijo de puta que había sido todo este tiempo.
Quiero recuperarla. Joder, quiero estar con ella.
La amo, es eso.
Pero no puedo mientras no le demuestre que soy capaz de cualquier cosa por ella,
hasta de dar mi vida para que ella vuelva a amarme.
No soy un cínico, sé que la hice daño, y me arrepentiré toda mi vida por eso. No
puedo creer como me porté, ella estaba ahí para mí cuando más la necesitaba,
pero soy un jodido estúpido y la alejé sin ninguna razón.
Y ahora estoy actuando como un acosador, viendo las fotos de su Instagram,
viendo lo hermosa que es y lo mucho que la anhelo.
Haber estado con Kylie fue un sueño para mí, y a pesar de que he estado en un
mundo sexual morboso, ni tres lenguas en mi polla se comparan con tan solo un
beso suyo. Pero eso no fue lo mismo para ella. La confundí, y reavivé el
resentimiento y la ira. Cavé mi propia tumba.
Dejo el teléfono en el colchón de mi cuarto y cubro mi cara con mis manos. Esto
es una mierda. No sé qué hacer para recuperarla y, sinceramente, me estoy
desesperando. Mucho.
El timbre de la puerta suena y contesto el sitófono.
—¿Quiéeeen? —digo aburrido, alargando la e.
—Oye, debes contestarme más animado —dice una voz que conozco muy bien—.
Conducí cuatro horas solo para verte, bebé. Necesito ser tratado con algo de
amor.
Me río y timbro la puerta, la emoción recorriéndome. No he visto a Travis desde
agosto, y mierda, lo he extrañado. Somos mejores amigos desde que estábamos
en el jardín de niños, compartimos muchas cosas, nos conocemos. Y vaya que
amo a esa perra.
Abro la puerta y entra, le doy un fuerte apretón y luego lo abrazo, dándole unas
palmadas en la espalda. Él hace lo mismo.
—¡Amigo! ¿Cómo has estado? —una sonrisa se extiende por su cara.
—Ya sabes, la misma mierda de siempre —respondo con la misma sonrisa—.
¿Dónde está Jane? Quiero molestarla un poco.
—Fue a visitar a Kylie —la mención de su nombre hace que mi corazón se
ensombrezca—. Se quedará con ella esta noche y yo me quedaré contigo, bebé.
Me río y me siento en el sillón, él se sienta en el otro. Abre la boca para hablar,
pero su teléfono suena y se interrumpe. Lo saca y sonríe como bobo, apuesto a
que es Jane.
—Un minuto —me dice y se lleva el celular a su oreja—. ¿Cariño, estás bien?...
¿Has vomitado?... ¿Estás segura? —hace una mueca mientras escucha en el
teléfono, luego salta de su asiento y se pone de pie—. ¿Tuvo un ataque? No los
ha tenido en años —me mira y su rostro se ilumina—. ¿Recuerdas que se relajaba
cuando Jake la besaba? Creo que debo ir con él —frunzo los labios, ¿qué carajos
está pasando?—. Okay, mándame la dirección he iremos para allá. Te amo, mi
dulce Jane.
Cuelga y suspira soñador, frunzo más el entrecejo y me pongo de pie.
—Ay, cuanto amo estar casado —dice, con una sonrisa estúpida. Luego me mira y
se pone serio de repente—. No te alteres, no quiero asustarte.
—¿Qué te traes, Stone? —entrecierro los ojos.
—¿Recuerdas los ataques que sufría Kylie? —asiento con la cabeza, impaciente
para que hable—. Pues... está sufriendo uno ahora.
Me tenso, agarro mi cartera y las llaves de la moto junto con mi casco.
—Iremos en mi auto —dice Travis retirando el casco de mis manos—. Tenemos
que llegar rápido, pero ya sabes cuánto miedo me da subirme a tu moto.
—Marica —digo y se ríe.
—Pregúntale a tu novia —me guiña un ojo y salimos corriendo por el edificio.
***
Llegamos a un edificio residencial para las estudiantes de tercero. Lo bueno de los
de tercero y los de cuarto, es que ya no tienen que vivir en los cuartos, tienen
departamentos que comparten y son amplios.
Salimos del auto y entramos al edificio para subir por las escaleras corriendo hasta
el octavo piso, al llegar, busco el número de departamento de Kylie. 427. Lo
encuentro y abro la puerta, veo una pequeña sala, pero ahora no es momento
para observar el lugar.
Entro a la primera puerta abierta que veo y me doy cuenta que es la habitación de
Kylie, tres chicas se ponen de pie de un salto, pero a una de ellas las reconozco.
Es Dove.
La saludo y Jane me hace señas para que me acerque. Al hacerlo, Jane
desenvuelve sus brazos de Kylie, pero ella ni se da cuenta. La tomó entre mis
manos y la pongo de pie de manera lenta. Su rostro está morado, como si no
pudiera respirar, sus mejillas llenas de lágrimas y sollozar muy fuerte. Y estoy
consciente que solo hay una cosa que hacer.
Agarro su rostro con mis dos manos para mantenerla en su lugar y la besó con
fuerza. Jadea y abre la boca instintivamente, mientras mi lengua se desliza en su
boca, puedo sentir como empieza a respirar y llenar sus pulmones con aire.
No sé cómo funciona su organismo, pero siempre respiraba mejor cuando mis
labios estaba sobre los suyos. Jadea y gime cuando el aire llega a sus pulmones
mientras me devuelve el beso.
Cuando ya se recupera, me empuja bruscamente y me mira con rabia.
—¿Qué hace él aquí? —su voz suena extremadamente ronca, casi es un susurro.
Mira a Jane y esta se pone de pie.
—Vino a ayudarte —dice su mejor amiga.
—¿En qué me ayuda que esté él aquí? Sólo me hace daño.
El rostro de Jane decae con tristeza, pero se recupera y abraza a Kylie.
—Kylie, tenías un ataque —dice Jane, volteándola para que la mire—. Nadie
podía hacer nada, y la enfermería está muy lejos. Dije que viniera Jake, porque él
era el único que podía calmarte cuando estabas así. Y al parecer eso no ha
cambiado.
Y no saben la alegría que me da que yo sea el único que puede arreglar una
situación así.
Kylie se queda en silencio un momento, y luego su mirada cae en mí. Ya no puedo
ver la rabia en sus ojos. Sólo tristeza y la verdad, eso duele más.
—Solo quiero dormir —dice y se acuesta en su cama, Jane la tapa con algunas
mantas e inmediatamente Ky se duerme.
Todos salimos de la habitación y me dirijo con Jane y Doce a la cocina para hablar
con ellas. Travis entra, al fin, completamente cansado por subir ocho pisos. Pero
nadie lo toma en cuenta, hay algo más importante en este momento.
—¿Cuándo fue la última vez que tuvo un ataque así? —pregunto, ellas dos se
miran con tristeza.
—Estábamos terminando el primer año —responde Dove—. Fue la última vez que
habló contigo por teléfono. Lloró durante cuatro horas antes de que la lleváramos
al hospital, la durmieron para tranquilizarla.
Mi rostro decae y siento unas ganas enormes de llorar. Así que mi odio hacia ella
la afectó mucho más de lo que quería aceptar.
—Joder, soy un jodido idiota —susurro.
—Jake, el primer año las tenía todo el tiempo —dice Jane—. La llevaban al
hospital o a la enfermería cuando se ponía mal. Y cuando Kylie no cooperaba... la
auxiliaban sus amigas. Pero eso no es lo peor, sus pulmones se ponían frágiles y
su garganta sufría severos daños. Tuvo que estar con un respirador artificial por
dos semanas.
Suspiro y me frotó los ojos, sintiendo las lágrimas picar. Joder, esto es una puta
mierda.
—¿Cuánto tiempo te quedarás? —pregunto en dirección a Jane—. Kylie las
necesita a ambas, no quiero que la dejen sola. Y no creo que Dove pueda con
todo esto sola, Jane por favor, quédate más tiempo.
—Me quedaré el fin de semana —responde Jane—. Dormiré aquí, si no es
problema —mira a Dove y ella niega con la cabeza. Me mira a mí—. ¿Travis
puede quedarse contigo?
—Claro —digo—. Solo... solo cuídenla, ¿okay?
Ellas asienten y salgo con Travis después de que él besara ruidosamente a Jane.
Siento el corazón en mi boca mientras dejo su departamento, sintiéndome vacío
cada vez que estoy lejos de ella.
Y llego a esta conclusión:
Necesito ganarme nuevamente su corazón.
Kylie
El fin de semana pasó rápido. Ya es domingo y Jane está guardando sus cosas en
su bolsa, su estadía aquí me hizo sentir mucho mejor, ella y Dove me ayudaron
mucho y me distrajeron del tema de Jake. Lo cual agradezco enormemente.
Jane ha estado un poco enferma igual, en las mañanas ha estado vomitando y
estoy preocupada por ella, pero creo que sé la razón. Es obvio. Está embarazada,
solo que ella no lo sabe aún.
—Oh, joder —dice, tapándose su boca y corriendo al baño. Cierra la puerta detrás
de ella y escucho los dos idos ahogados de su cuerpo vaciando su estómago otra
vez.
Entro al baño y sostengo su cabello para que no se le ensucie. ¿Qué clase de
amiga fuera si no sostengo su cabello mientras vomita? Termina después de lo
que parece un largo tiempo, cierra la tapa y jala la cadena del baño.
—Esto es una puta mierda —dice mi mejor amiga con voz ronca.
Y es hora de que se lo diga, porque al parecer no tiene idea de lo que le está
pasando a su cuerpo.
—¿Cuándo fue tu último período?
Ella me mira y se sienta ta en el retrete sobre la tapa cerrada.
—No recuerdo —confiesa—. Pero mis periodos no han sido regulares desde que
cambié las píldoras por las inyecciones nuevamente.
Niego la cabeza, es tan obvio para mí pero no lo es para ella.
—Jane, tienes antojos y náuseas, tus bubis están hinchadas, tu cuerpo está
cambiando. ¿No te da eso una señal?
Ella se queda mirando al vacío, como si estuviera pensando.
—No... —niega con la cabeza, lentamente—. No lo sé. Joder, tengo que ir a la
farmacia ahora mismo.
—No hay problema, cariño —grita Marie desde la sala—. Tengo una prueba si
quieres.
Jane y yo levantamos una ceja a su dirección.
—¿Por qué tienes pruebas de embarazo? —pregunto.
Se encoge de hombros.
—Mas vale prevenir que lamentar.
Sale del departamento y entra después con una caja rosa y se la entrega a Jane.
Ella temblorosa la agarra y nos ordena salir para que pueda hacérsela.
Pasan como unos diez minutos antes de que ella salga, con los ojos abiertos de
par en par y su rostro pálido.
—¿Y bien? —pregunto, acercándome a ella.
Ella asiente con la cabeza.
—Estoy jodidamente embarazada —murmura, anonadada.
Me río por su expresión.
—Cariño, has estado casada con Travis desde hace más de dos años, cogen
como conejos, ya era hora —bromeo, pero es verdad. Cogen como conejos.
Ella niega con la cabeza y se sienta en el sofá, me siento junto a ella y Marie se
sienta a su otro lado.
—Joder, mi renovación de votos es en cinco semanas, no puedo estar gorda. Ya
mandé a hacer el vestido. Me voy a ver horrible, y necesito verme como una
'Wags', y no lo haré —creo que va a llorar, pero antes de que lo haga, tomó sus
ojos para que me mire.
—A la mierda las Wags —digo—. Sólo son famosas porque sus parejas son
jugadores profesionales, pero son huecas, así que ni se te ocurra querer formar
parte de ese reality. Y segundo, no te asustes, siempre quisiste ser madre, serás
increíble y Travis será un padre muy divertido y cariñoso. Y él te ve hermosa así te
veas como un payaso. Te ama.
Sonríe y se limpia las lágrimas y me mira divertida y con agradecimiento.
—Tienes razón —dice—. Y si alguien me ofrece salir en Wags cuando Trav sea un
jugador estrella, le diré que se meta su reality por donde más le entra.
Las tres nos reímos.
—Tienes que ir al médico —le digo—. Tenemos que estar seguras.
Ella asiente con la cabeza y me abraza a mí, luego a Marie. Se va con Travis
media hora después, y una oleada de tristeza me recorre, extraño a Jane, y su
estadía aquí me hizo ver lo mucho que me conoce y que la necesito.
Dove llega de su práctica para el festival de otoño y Me abraza a penas me ve, le
devuelvo el abrazo, sintiendo mi corazón late rápidamente y mis ojos quieren picar
por las lágrimas. Pero no puedo llorar. No es porque no quiera, porque quiero,
pero ya no queda más agua en mis ojos.
—¿Sabes que necesitamos? —pregunta Dove, separándose de mí. Le doy un
asentimiento para que continúe—. Una noche de chicas, con cambios de look,
películas cero románticas, comida grasosa y todo eso. Creo que nos vamos a
divertir.
Eso espero.
***
—Oh, joder, nunca he hecho esto —dice Dove, agarrando su cabello y sentada en
una silla—. Siempre lo he mantenido largo y oscuro, pero quiero ver qué tal me
queda.
Clara se para detrás de ella con las tijeras.
—¿O sea que voy a ser dueña de tu primera vez? —pregunta Clara alzando una
ceja.
Dove se ríe.
—Si no me contagias los piojos, todo estará bien para mí —le muestra una sonrisa
listilla y sabe que ganó.
No hay que ser un genio como para saber qué hace referencia al pasado con
ladillas de Clara.
Clara la golpea en la cabeza y le muestra el dedo medio.
—¡Ya no tengo ladillas! —escupe la rubia, enojada y todas reímos—. Y no se
burlen, es horrible que te pique la vagina todo el tiempo y no te puedas rascar
como una loca en un lugar público.
Un extraño silencio se propaga entre nosotras mientras diferimos sus palabras, y
luego nos partimos todas a reír. Aunque, por otro lado, me siento mal por Clara al
imaginarme a ella en las clases de la uni y no poder rascar su zona v. Debe ser
horrible.
Dejamos de reír y me secó unas cuantas lágrimas de la risa, en verdad estoy
pasando un buen rato con mis amigas.
Clara empieza a cortar el cabello de Dove hasta dejarlo en una melena larga, lo
tintura y le pone un gorro de aluminio.
—¡Estoy jodidamente excitada y emocionada por este cambio! —grita Dove—. Lo
siento, me encerraré con Winwin para calmar mi entusiasmo a un viaje en solitario.
Nos guiña un ojo y se marcha a su cuarto. Winwin es su consolador, al parecer a
mis compañeras les encanta intercambiar los nombres que le ponen a sus
«amigos de pasión». Yo, por otro lado, no les he contado si tengo uno o no. Por
supuesto que tengo uno, pero no me he decidido por un nombre, todavía.
—Y mientras Dove viaja a Orgasmolandia, creo que te toca a tí, Caperucita Roja
—me sonríe Marie y me sienta en la silla.
—Nunca lo he tenido corto —digo—, y siempre lo he tenido rojo, pero el color me
gusta.
—A mí también, creo que no debes cambiarlo —murmura Marie.
—Pero tampoco quiero cortarlo mucho —dice Clara, hace una mueca con sus
labios—. Mmmm... Pero ¿Quieres que te lo corte?
Asiento con la cabeza.
—Está bien, eso es suficiente para mí.
Diez minutos después me corta una gran cantidad de cabello, que tuve que cerrar
los ojos para dejarlo ir. Me lo alisa y me miro en el espejo cuando termina. Está
corto hasta mis hombros, y alisado se ve bien. Pero lo he visto rizado y sé que
también se ve bien.
Le doy una sonrisa en agradecimiento y al fin Dove sale con cara de alivio. Me
sintiera extraña, pero he vivido con ella durante dos años, estoy acostumbrada. Y
por lo menos cuando hace un viaje en solitario es silenciosa. Cuando su ex novio
pasaba a quedarse la noche, Dove era jodidamente ruidosa.
—¡Oh, por Dios, te ves increíble! —me elogia. Le sonrío y Clara se acerca a ella
para retirarle el aluminio del cabello.
—Vamos, chica orgasmo, tenemos que lavarte eso —le dice Clara a Dove.
Dove le sonríe a sabiendas.
—Vamos, chica piojos —la sonrisa de Clara se borra y ella, Dove y Marie
desaparecen en el baño.
Toda la noche transcurre bien, Dove se ve genial de rubia y con el cabello corto.
Clara se lo tintura de negro y Marie se lo tintura de rosa. Es la más atrevida de
todas, y se ve genial.
Y lo más importante de todo, es que tengo las mejores amigas del mundo, y que
no he pensado en Jacob Alexander Stevens ni una sola vez.
Oh, mierda.
Ahora ya lo hice.
La semana pasó rápido. Mis amigas son increíbles, hicieron cualquier clase de
tontería para que mi mente se mantuviera alejada de Jake. Jane me llamaba cada
día y conversábamos por horas. Y sí, está embarazada de ocho semanas.
También nos estamos poniendo de acuerdo para su renovación de votos, seré su
dama de honor y la ceremonia será festejada en Malibú. Lo cual es genial, porque
Noviembre a Los Ángeles parece no afectarle.
Nunca me ha gustado mucho el calor, soy de Oregon, y la temperatura no es que
sea muy cálida. Incluso en medio del verano, hay nubes blancas y rellenas que
anuncian una lluvia muy pronto.
Joder, como lo extraño.
Sin embargo, volver a casa significa volver a hablar con mamá y verla, y no quiero
eso. Me dio todo lo que quise, pero nunca me dio lo que deseé y necesité: Amor, y
que dejara de hacer de mí una réplica de ella.
Mis padres nunca me alzaron la mano, ni me faltaron tanto el respeto, pero en
verdad hubiera preferido eso. Mi madre es perfeccionista y controladora, me decía
que vestir, cómo actuar, que comer... Mientras yo quería comer una hamburguesa,
ella me obligaba a comer malditas ensaladas. Sin embargo, cuando empecé a
salir con «quien no se puede nombrar», empecé a tomar mis propias decisiones, y
dejar la opinión de mi madre de lado.
Eso es lo bueno que él me dio. ¿Puedo recordar algo más? Jodidamente no.
El agua de la ducha sigue cayendo sobre mí, abrazando mi piel y calentándola. He
estado aquí por los últimos quince minutos, pero no quiero salir todavía, estoy en
mi momento de paz, sin sonidos indeceados, sin nada que me haga salir de este
trance pacífico que...
—¡¡Kylie, abre la maldita puerta!! —y recuerdo que comparto el baño con otras
tres chicas—. ¡Necesito orinar y Dove me mataría si orino en el lavavajillas! —grita
Marie, haciéndome poner una mueca.
Ducha de relajación, descartada.
Suspiro y salgo de la ducha para abrir la puerta. Vuelvo a entrar y me paso los
siguientes quince minutos en la ducha hasta que el agua empieza a salir fría. Pero
mi «relajante» ducha fue interrumpida constantemente por mis compañeras de
piso.
A veces, deseo con todo mi corazón tener mi propio apartamento.
Pero eso significa poner más dinero y se me pasa.
Salgo del baño, envuelta en una toalla y mi cabello en otra, y me dirijo a mí
habitación. Cierro la puerta detrás de mí y escucho como Dove canta en su cuarto,
y el ruido que Clara y Marie realizan en la sala.
Dove y yo tenemos las habitaciones en el departamento, y desgraciadamente, el
baño y la cocina no son solo para nosotras. Clara y Marie viven en el
departamento de alado, pero el diseño de departamentos en las recidencias son
un asco. En verdad, ¿por qué ponen cocina y baño a unos, y no a otros? Nunca lo
entenderé.
Me visto para la fiesta de esta noche, es sábado y siempre una de las
fraternidades hace una fiesta. No he asistido a una en mucho tiempo, porque
trabajaba los sábados en Drons.
Miro mi atuendo en el espejo, estoy usando un vestido rojo ceñido al cuerpo y con
escote, es algo corto, pero me gusta; mis tacones son negros y de correas. Mi
cabello está corto ahora, y me llega a los hombros, pero me gusta cómo se ve;
hago mi maquillaje un poco más trabajado de lo que uso: sombras cobrizas, una
gruesa línea de delineador, base maquilladora y un labial rojo.
—¡Uy, Kylie! —grita Dove, entrando a mi habitación. Aún no me acostumbro a su
cabello corto y rubio casi blanco, pero le queda muy bien—. Te juro que si hoy no
echas un polvo, te lo voy a echar yo.
Me río.
—Dove, las chicas no te van y lo sabes —una vez en primero, Dove estaba
saliendo con un chico y este le ofreció un trío. Ella accedió, pero cuando llegó el
momento y vio a la chica desnuda, se echó a llorar y casi vomitó delante de su ex
y su amiga.
Aunque Dove no quiera admitirlo, sigue siendo esa chica dulce que era en el
instituto. Ella era virgen cuando vino a la universidad y luego conoció a ese tipo.
—Bueno, una no quisiera perder su virginidad en un trío, obviamente me iba a
traumar —dice, sentándose en mi cama.
Ahora Dove ya no es virgen, después del incidente, conoció a otro chico y salieron
por el primer año y todo el segundo. Pero terminaron el verano pasado y Dove
está desesperada por conseguir a alguien hoy.
Ella suspira.
—Lo que más extraño de una relación es el sexo —murmura, con pesar.
Me río.
—Por lo menos tienes a Winwin.
—Pero se está desgastando —nos reímos ambas.
—Por eso a mí me gustan las pollas reales —digo, agarrando mi chaqueta.
—A mí también, son más duras que esa mierda de goma. Y a mí me gusta duro.
Suspira, como si le doliera decir esas palabras. Como si sintiera que está
traicionando a Winwin.
—En fin —dice—, saldremos en quince minutos.
Asiento y sale de mi habitación con una sonrisa. Me miro en el espejo una vez
más, mirando mi vestuario y estudiándolo. Sólo quiero que esta noche salga bien,
solo quiero divertirme. Encontrar un chico al azar y traerlo a casa.
Y no venir a casa con él.
Aunque algo en mí dice que eso va a ser jodidamente imposible. Porque él estará
en esa fiesta.
Jake
Toda la jodida mañana estuve en esas malditas tiendas de coches, buscando un
auto que realmente me gustara.
Amo mi moto, en verdad la amo, pero desde que tuve sexo en el auto de Kylie,
malditamente quiero uno. Pero solo por ella, quiero follarla de mil maneras
distintas en mi auto, en el suyo, en ambos sirve. Nunca habíamos tenido sexo en
un auto, ni cuando éramos novios, y yo no lo había hecho ni con las chicas de una
noche que me llevaba a casa.
Así que sí, Kylie también tiene varias primeras veces que le pertenecen. Es la
primera y la única chica con la que he estado sin un condón, practicamos muchas
cosas en el sexo, cosas que no he practicado con otra, y ahora lo del auto.
Sin embargo, sé que nunca me dejará volver a tocarla, volver a besarla, volver a
probar ese dulce copo del cual no puedo obtener suficiente.
Sé que la cagué, ¿vale? Sé que la alejé y ahora toda esa mierda que le hice me
está pasando factura. Pero estaba tan... enojado. Y descargué todo ese enojo y
ese odio en ella, un odio que jodidamente no merecía.
Ella se merece amor, un amor que estoy decidido a darle. Y que lucharé por darle.
Esto no ha terminado, nunca terminará. Ella es mía y yo soy suyo, la amo y sé que
ella sigue teniendo ese sentimiento por mí. Así se niegue y esconda su corazón lo
más profundo que puede, tomaré en mis manos lo que me pertenece.
Sé que ha estado con dos chicos a parte de mí, y lo sé de una muy buena fuente.
Kylie le contó a Jane, y Jane no mantiene secretos con Travis. Pero sacarle esa
información a Travis fue jodidamente difícil, con él no funciona ponerle mi cara de
perrito moribundo. Sin embargo, eso no me importa, digamos que Kylie podría
haber estado con mas de cien hombres, pero ella siempre será mía. Siempre.
Mi teléfono suena y miro el nombre de Jane en la pantalla, debe ser importante
porque nunca me llama. Contesto la llamada.
—¿Jake? —dice ella—. Oh, mierda, ya me odio por esto.
—¿Qué te traes, Beatle? —pregunto.
—No me llames por mi nombre de soltera, Travis es muy sensible con eso.
—Lo lamento, ¿qué sucede señora Stone?
Ella refunfuña y suspira con pesadez a través del teléfono.
—No sé por qué mierda estoy haciendo esto, de hecho, me odio por hacerlo. Pero
siento que debes estar ahí. Kylie irá a esa fiesta de fraternidad, y desde que me
dijo que iría, no he dejado de estar preocupada. Algo dentro de mí me dice que
debes ir y cuidarla. Confiaría en sus amigas, pero ellas son unas locas
descontroladas y beben hasta el desconocimiento, incluso Dove.
—¿Sabes dónde queda o algo así? —agarro las llaves de mi nuevo coche y mi
cartera, es cuestión de segundos para que baje corriendo por las escaleras.
—Averígualo tú mismo, Jake. Si no te has dado cuenta, yo no vivo ahí.
Pongo los ojos en blanco y le muestro el dedo medio al teléfono, agradeciendo a
Dios que no esté en su campo de visión.
—Okay —digo llegando al estacionamiento y pitando el auto para que se
desbloquee—. Gracias por decirme. Y felicidades por lo del bebé.
La escucho reírse, felicidad pura en esa risa.
—Gracias, Travis y yo estamos muy felices.
No puedo ignorar la punzada de celos que me recorre. Yo quiero lo que ellos
quieren, quiero una esposa y que mi esposa esté esperando un hijo mío.
Si tan solo hubiera hecho las cosas diferentes.
Arrancó el auto después de subirme en él, haciendo chirriar a las llantas por la
velocidad que estoy conduciendo. Pero tengo que llegar rápido.
Hoy empiezo a reclamar lo que es mío.
Toda la maldita casa está llena. Es una casa de fraternidad, con letras griegas en
la entrada y de dos plantas. Hay chicos casi follando a chicas en el jardín
delantero y también en el umbral de la puerta. Pero, joder si no me es difícil
encontrar a Kylie.
Necesito encontrarla, no quiero que termine con ninguno de estos chicos en su
cama, y sé que eso es lo que quiere hacer hoy. Quiere "limpiarse" de mí, pero su
coño al igual que toda ella me pertenecen. Es mía. Y no de una forma posesiva,
ella me pertenece porque yo la pertenezco, hay un lazo invisible entre nosotros
que nos une. Siempre lo ha habido.
—¡Jake! —escucho mi nombre a través de la música, me volteo y me encuentro
con la sonrisa de Dean, el mariscal de campo del equipo de fútbol americano de la
universidad—. ¿Qué haces aquí, amigo? Creo que dijiste que las fiestas de
fraternidad te pelaban un huevo.
Me río, este chico me cae bien, me recuerda al idiota de Travis.
—Estoy aquí por mi chica —me encojo de hombros.
—No sabía que tenías novia.
Niego con la cabeza.
—No la tengo, pero ella es mi chica.
Me mira divertido y golpea mi hombro con fuerza, ni me inmuto.
—Y yo que quería presentarte a unas amigas mías, todas están buenísimas —
dice con una sonrisa—. Pero hay una pelirroja que casi no la había visto, ella está
como para correrme en mis pantalones con solo verla.
¿Pelirroja buena? ¿Podría ser...?
—Em... ¿Sabes el nombre de la pelirroja? —cuestiono, retiro el corto cabello
rebelde que cae por mi frente.
—Dijo algo con K. Kimberly... Kiara... No recuerdo amigo, solo estaba viendo esos
labios moverse mientras hablaba.
Su comentario sobre ver los labios de mi chica me molestan, pero no puedo hacer
un jodido escándalo si quiero encontrar a Kylie.
—Preséntamela —digo, y le lanzo una sonrisa arrogante—. Tengo una preferencia
por las pelirrojas.
Y eso no es mentira.
Dean sonríe y se pasa la mano por su pelo.
—Pero la rubia de pelo corto y ojos azules es mía, está buenísima —obviamente
habla de Dove.
Lo digo por la casa hasta la segunda planta, donde se encuentra el cuarto de
juegos. Entramos en la habitación y a penas pongo un pie en el lugar, la veo.
No te pares... Le digo a mi pene mentalmente, pero este parece no querer
obedecer a su dueño porque mi polla salta al ver sus piernas desnudas.
Ese vestido rojo... ¡Joder!
El rojo siempre ha sido su color al igual que el rosa. Se ve tan follable y apetitosa
en este momento que no puedo pensar en nada más que su rosado y pequeño
coño, sus pezones rosas que apuntan al sol, su redondo y sexy trasero...
Creo que mi polla va a salir corriendo de mis pantalones.
Ella deja de hablar con sus amigas al momento en que me ve, sus palabras
quedando estancadas en su garganta. Una garganta profunda donde mi polla
alcanza perfectamente.
¡Mierda! ¿Es que no puedo dejar de pensar en ella y en lo bueno que era el sexo
juntos?
Sus ojos se abren tanto que creo que se le van a salir, puedo escuchar el jadeo
que lanza y eso no hace más que alimentar el deseo de mi polla. Y su cabello...
Ese jodido cabello rojo y ahora corto. No pensé que el cabello corto en ella se
vería tan bien, de echo, nunca me había gustado el cabello corto. Hasta ahora.
Ahora lo amo.
No me he follando a nadie desde nuestro encuentro en el auto, bueno, mi mano no
cuenta. Tengo bastante material como para masturbarme, el sonido de sus
gemidos, como su vagina me apretaba, el sabor de su coño... Mi brazo derecho se
siente cansado, pero no me importa. No quiero tocar a ninguna otra mujer desde
que volví a sentir lo que se siente estar dentro de Kylie.
—Jake —susurra, casi inaudible, pero lo escuché. Como si no pudiera creer que
esté aquí.
Dean me mira con el ceño fruncido.
—¿Ya la conoces? —pregunta Dean, sentado en el respaldo del sillón, junto a
Dove.
Asiento.
—De hecho conozco a todas —le sonrío con suficiencia—. Hola chicas —les digo
a las tres, me viro hacia Kylie—. ¿Cómo estás Kylie?
Se renueve incómoda.
—Uhm... ¿Bien? No, no, estaba bien.
Puedo ver cómo la rabia se apodera de sus facciones. ¿Ahora qué hice?
—¿Podemos hablar? —pregunto, más bien exijo. Me acerco a ella, tomo de su
mano y la pongo de pie.
Ella ve nuestras manos entrelazadas y me suelta. Pero aún su calor burbujea en la
palma de mi mano.
—No tenemos nada de qué hablar —escupe, alzando la barbilla con altanería.
Una barbilla que me gusta morder mientras la follo—. Sería mejor que te vayas,
estoy pasado un buen momento.
Dove se pone de pie y va al lado de Kylie.
—Jake, sería mejor que la dejes tranquila —dice Dove—. No quiero verla alterada.
—No me iré —murmuro y sonrío—. No hasta que pueda hablar contigo.
Le guiño un ojo a Kylie y me volteo, salgo de la habitación y bajo las escaleras
hasta que estoy sentado en la barra. Me pido un trago, pero eso es lo único que
beberé. Porque debo estar consciente cuando lleve a Kylie conmigo esta noche.
La música suena más alta y más rápida. Es una canción de Nicki ni se que, pero
es buena y me dan tantas ganas que Kylie esté aquí y poder bailar con ella
mientras se restriega contra mi polla.
Mala idea pensar en eso, mi erección es insoportable en este momento.
Meto la mano en mi pantalón y acomodo mi erección para que no sea incómoda.
Miro en dirección de las escaleras y veo a Dove con Clara y Marie, pero Kylie no
está. Ni Dean.
¿Qué puta mierda significa eso?
Salto de la barra y corto en dirección a las amigas de Kylie, al llegar a ellas, las
tres se miran entre sí.
—¿Dónde está? —pregunto, tratando de que mi voz no suene con rabia pero
fallando miserablemente.
—Uhm... —dice Clara.
—Dean quiso enseñarnos a jugar billar —explica Dove—. Pero nosotras
queríamos ir a bailar, así que bajamos. Kylie se quedó con él porque no quería
bajar con nosotras.
—¿Estás hablando jodidamente en serio? —la rabia se hace presente en mi voz.
Dove se encoje de hombros y hace un gesto que noble importa. Gruño y subo
corriendo por las escaleras, llego al cuarto de juegos y entro.
—Hey, amigo, ¿te nos unes? —pregunta Dean cuando me ve—. Esta chica se
está llevando todo mi dinero.
Kylie me mira sobre su hombro y se queda estática, como yo. Está inclinada sobre
la mesa, con el taco entre sus dedos y en posición para disparar a la bola. Mi polla
salta y palpita con deseo cuando veo como el vestido se sube un poco. Y mi
mente divaga.
La imagino inclinada sobre la mesa de billar y completamente desnuda mientras
follo ese sabroso coño que me vuelve loco. Y mi polla palpita para su liberación
mientras imagino el sonido de sus gemidos mientras se viene sobre mi polla
desnuda.
¡¡Joder!!
Me aclaro la garganta.
—Claro, ¿por qué no?
Kylie deja de mirarme y dispara con rabia a la bola blanca. Mete dos bolas a la
vez, una azul y otra roja. Dean aplaude.
Me extiende un palo y me acomodo en posición cuando recuperó la bola blanca.
—¿Cuánto es la apuesta? —pregunto.
—Cien dólares para el que mete la bola ocho —dice Dean.
—Eso es dinero tan jodidamente fácil —murmuro.
Escucho la risa de Kylie, una risa prejuiciosa.
—No podrás hacerlo —dice, me incorporo y me paró frente a ella, se cruza de
brazos, resaltando su grande y robusto pecho.
Me río con arrogancia.
—¿No recuerdas, cariño? Siempre te ganaba en este juego.
—Pues las cosas cambian —se ríe—. Voy a disfrutar quitándoles su dinero.
Dean se ríe detrás de nosotros.
—Creo que me excité solo con verles pelear.
La sonrisa de Kylie se borra y me da la espalda, dándome una increíble vista de
su trasero.
Me vuelvo a inclinar y disparó, la bola blanca golpea a la bola ocho y esta golpea a
dos más, estas se meten y la bola ocho casi entra, pero no tenía suficiente fuerza
para entrar. Me incorporo y le sonrío a Kylie con suficiencia. Dean hace su
movimiento y mete una verde.
En el turno de Kylie, ella camina hacia mí y se pone a mi lado, se inclina y su
cadera toca la mía. ¡Joder! Esta mujer creo que quiere matarme. Me da una última
mirada y dispara. La bola ocho se mete en el agujero.
—¡Woo hoo! —grita, dando saltos con sus tacones—. Lo siento caballeros,
cincuenta cincuenta cada uno.
Saco mi billetera, tratando de ocultar mi sonrisa y le pasó cincuenta dólares. Dean
vida y le lanza cincuenta sobre la mesa. Kylie se inclina y los recoje. Dándome una
increíble vista de su blanco y rosado culo.
Mi polla nunca ha estado tan dura en un lugar público.
—Me siento estafado —dice Dean, se da la vuelta y camina a la salida—. Iré por
un trago y a encontrar a Dove, veré si quiere ir a casa conmigo.
Dean se va y nos deja a Kylie y a mí solos. Buen momento para hacer mi movida.
Kylie me pasa para irse también, pero agarró su muñeca, su calor quemándome.
—Juguemos otra vez —digo.
—Si jugamos otra vez, ¿me dejarás en paz? —su rostro es tan serio, como si mí
sola presencia le molestara.
Sonrío. Es tan adorable.
—Solo si ganas —le guiño.
—Si yo gano, me dejas en paz.
—Y si yo gano, hablarás conmigo.
Entrecierro los ojos mientras jadea.
—Me parece justo, ya te quité cincuenta dólares y eso que no me interesaba.
Podré hacer esto.
Sonrío con arrogancia.
—Si crees que puedes ganarme, cielo.
Pone los ojos en blanco y se hace para un lado para poner las bolas en orden.
Retira el triángulo y coloca la bola blanca en el medio. Toma su taco y se para a
mi lado.
—Las damas primero —le sonrío.
Vuelve a poner los ojos en blanco y se inclina, dispara y dos bolas de meten, una
roja y otra verde. La bola ocho casi entra pero no lo hizo.
Se voltea y me sonríe con suficiencia, cree que ya tiene todo ganado. Qué
ingenua.
Doy unos pasos hasta que estoy a la altura a donde apunta la bola blanca.
Disparó y la azul con la amarilla se meten, la bola ocho golpea el borde y casi
entra a una esquina. Me incorporo y la miro, con una sonrisa. Su sonrisa se ha ido,
pero puedo ver qué está planeando algo maligno.
Se pone a mi altura, la bola blanca parece odiarme porque se pone a mi altura.
—Permiso —susurra Kylie, seductoramente.
Levantó las manos y doy un paso atrás. Kylie se inclina y jadeo cuando su trasero
roza mi polla, la escucho reírse cuando siente mi erección y niega con la cabeza.
—Creo que deberías ocuparte de un gran asunto antes de jugar conmigo, cariño
—me dice, mirándome sobre su hombro. Su trasero se mueve de arriba a abajo y
gruño, ella se ríe—. Sí, eso pensé.
Hace su taco para atrás y lo mueve con fuerza hasta que golpea la bola blanca,
muevo mis caderas y la escucho jadear. No golpea ni de cerca la bola ocho.
Bien, ella quiere jugar a este juego, está bien. No juegues con fuego porque te
puedes quemar.
Me quito la camiseta negra sobre mi cabeza, sus ojos se quedan en mi pecho y
van hasta mis brazos tatuados. Creo que escucho un pequeño gemido
proveniente de su garganta y miro como el sonrojo se expande por toda su cara.
Me inclino y disparó, haciendo que los músculos de mi espalda se marquen. La
escucho jadear y sonrío. La bola ocho entra en un hueco de la esquina, y una ola
de decepción me recorre, quería seguir jugando a esto. Pero gané, así que
hablaré con ella.
Me incorporo y la veo con la boca abierta, pero el sonrojo sigue en sus mejillas.
—Creo que gané —señalo con arrogancia.
Ella me mira, pero sus ojos viajan por todo mi pecho y mis abdominales. La
escucho maldecir y moverse hacia un lado, cruza los brazos sobre su pecho, sus
senos saliendo disparados hacia arriba. Son jodidamente grandes, mucho más de
lo que tenía años atrás, pero son tan suaves y naturales. Amo sus tetas.
—Pero que sea rápido —dice.
Oh, no nena, me gusta lento.
Kylie
—Oh, no nena, me gusta lento.
¡¿Qué?! ¿En verdad acaba de decir eso en voz alta y con voz sexy?
—¡¿Cuál es tu problema?! —exploto—. ¿Por qué dices esa clase de cosas?
Parpadea un par de veces y me mira como si me hubiera crecido otra cabeza,
luego el entendimiento se hace presente y se echa a reír como si fuera lo más
gracioso de la vida. Frunzo el ceño, ¿qué le pasa?
—¿Dije eso en voz alta? —pregunta entre risas—. Joder, Kylie, supéralo. Me has
escuchado decir cosas peores.
Pongo los ojos en blanco y camino al sofá. Mientras esto sea más rápido, podré
irme pronto y no tendré que ver su hermoso y jodido rostro. Me siento con las
piernas cruzadas y él se sienta a mi lado.
Sé que no debería tener estos pensamientos, sé que debería enojarme conmigo
misma por esto; pero no puedo dejar de ver su torso desnudo y de recordar cómo
se sentía contra mi pecho, contra mi piel hace un par de semanas. En la última
semana, he tenido algunos recuerdos y mi consolador ha estado bastante
ocupado dentro de mí. Ya tiene un nombre, se llama 'pequeña J'. Y sí creo que
saben porqué es la J.
Exacto, por Justin Bieber. No por Jake. Ni se acerca al nombre de Jake.
Bueno, si es por Jake, pero entiendan, es el chico con el pene más grande y
maravilloso que he visto y tocado.
—Sé que me odias —empieza a decir, alejando todos los pensamientos lujuriosos
de mi mente—. Yo también me odio, yo también lo hago. Sin embargo, tú no
merecías que yo te odiara antes, no merecías todo el odio de mi parte, pero...
—Sí, jodidamente no lo merecía —gruño con rabia.
—Déjame terminar —dice, con voz gentil, niego con lo cabeza en indignación y
muerdo mi pulgar. miro hacia otro lado, no aguanto mirarlo y hablando de esto; me
hizo daño, no hay nada más de qué hablar. Toma mi mano y lo miro, no me alejo,
sin embargo—. No merecías nada de esa mierda, pero quiero ser malditamente
honesto, voy a ser jodidamente honesto y vas a escucharme —se aclara la
garganta. ¿Va a hablar sobre lo que pasó conmigo? ¿No es eso ya demasiado
tarde? Miro a sus ojos, tan azules como el cielo, tan oscuros como el mar—.
Cuando tuve el accidente y desperté, me dieron la noticia de que yo era el único
sobreviviente y que mis padres habían muerto, me odié. No me eché a llorar,
porque el tiempo en que me mantuvieron dormido soñaba con eso, con el cráneo
roto y los sesos esparcidos de mi padre por todo el pavimento, y con las
extremidades de mi madre fuera de su cuerpo mientras se desangraba. Aún tengo
esos malditos sueños, cada maldita noche.
—Oh —jadeo, con una mezcla de horror y sorpresa. Aún tiene pesadillas y eso me
pone jodidamente triste.
—No lloré, no dije nada, solo me quedé viendo al vacío, recordando todo lo que
había hecho ese día; y recordé que con la última persona con quién hablé fuiste
tú.
—Hablamos por mensajes, Jake; y ni siquiera hablamos en realidad, solo estaba
confirmando si ibas a ir a mi casa.
Ignora mi comentario.
—Cuando recordé ver tu nombre en la pantalla de mi celular, una oleada de rabia
me recorrió. Recuerdo haber pensado que si no hubiera estado absorto en tí, tal
vez hubiera recordado a mis padres ponerse el cinturón o los hubiera protegido de
alguna u otra forma —su confesión me da escalofríos, aprieta la mandíbula, pero
puedo ver que esa rabia no es dirigida a mí. Es para sí mismo—. Fui un maldito
imbécil —se ríe, sin humor y niega con la cabeza. Cómo si no pudiera creer que lo
que hizo solo lo hizo más infeliz—. No te voy a mentir, dije que seré sincero y eso
voy a ser. Quería que te fueras, quería ya no saber de ti nunca más.
Sus palabras hacen que mis ojos se llenen de lágrimas, pero no las libero, no le
voy a dar esa satisfacción.
—Joder —me toma ambas manos y me mira a los ojos, sus ojos están
enrrojecidos y el arrepentimiento es claro en su semblante—. Hasta llegué a
pensar en que tú debías haber tenido ese accidente con tu familia y no yo y la mía.
Que... Joder, que tú debías morir y no yo.
Su confección me argolla como un camión. Parpadeo un par de veces hasta que
las palabras hacen eco en mi cabeza y apuñalan como cuchillas a mi corazón. Me
zafo de su agarre bruscamente y me pongo de pie. Las lágrimas barren todo a su
paso, todo la fe que tenía en nosotros yéndose al retrete. Quería que yo haya
tenido ese accidente, quería que muera...
Tapo mi rostro con mis manos y me restriega los ojos, sin importarle una mierda el
maquillaje. Quiero solo ir a mi apartamento y llorar, solo ya no quiero verle más,
me ha perdido y tiene que superarlo. Es su perdida ahora, yo ya lidié con la mía en
el momento en que él decidió odiarme.
Siento sus manos en mis hombros y me aparto, sollozando sin poder creer lo que
acaba de decir.
—Déjame sola —doy una mirada sobre mi hombro y camino hacia la salida, pero
él se interpone.
—Por favor, déjame terminar, tengo que hacerlo.
Miro a su rostro y sus ojos están llenos de lágrimas. Lágrimas que no sé si creer,
pero que se ven reales.
Suspiro una bocanada de aire, esta será la última vez que hable con él, y necesito
su versión de la historia. Necesito una despedida de él.
Esta noche no está funcionando como quería.
Me volteo y camino hacia el sillón, me siento y espero hasta que estemos en la
misma posición. Pero no le dejo tomar mis manos, perdió ese derecho hace
mucho.
—Tu seguías insistiendo —continúa, mira a un punto en el suelo, absorto en el
recuerdo—. Querías estar ahí para mí, dormías en el hospital, te quedabas día y
noche y eso no hacía más que enfurecerme. Cuando era hora de visita, y tu
entrabas, eso era en ese momento el peor momento de mi día. Te trataba
jodidamente mal pero aún así no te ibas, te quedabas y leías un libro o solo me
mirabas con esos ojos tristes.
—No hay que recordar eso, ya pasó, si no lo sabes, yo también estaba ahí.
Me ignora. Y eso jodidamente me molestan.
—Después de que te fuiste, que viniste a Boston, me sentí... liberado de alguna
manera —siento una punzada de dolor en mi pecho, pero la ignoro—. Salí del
hospital y empecé con la terapia, lo cual no me ayudó como esperaba. Estuve en
casa hasta que la cojera ya era casi imperceptible, y en ese tiempo tú me llamaste
todos los días. Joder, odiaba eso y lo mejor que hice fue insultarte para que me
dejarás en paz. Hasta que un día lo hiciste, y después fueron dos, y así pasó una
semana. Aunque no lo creas, empecé a extrañar escuchar tu voz o tu... llanto.
Cuando mi cojera desapareció, empecé a salir y a drogarme, probé la marihuana,
luego el polvo, y luego una infinidad de drogas que no sabía que existían. Hice
mal, lo sé. Me acostaba con una nueva zorra cada noche, tratando de llenar el
vacío que sentía cuando estaba sobrio y tú no estabas ahí.
—¿Te cuidabas? —pregunto, me mira y puedo ver la sombra de una sonrisa.
—Nunca tuve sexo sin condón a parte de ti, así que sí, estoy limpio.
—Oh... Okay.
Se ríe y niega con la cabeza.
—Cuando el efecto de la droga pasaba y tenía que sacar a las zorras fuera de mi
cama, pensaba en tí. Empecé a sentir el arrepentimiento de mis acciones, pero no
intenté contactarte. Joder, como extrañaba tu voz. Empecé a verte a través de tus
redes sociales, miraba tus fotos de Instagram y no podía dejar de pensar en lo que
hice. Me drogaba más para olvidarte, tenía más sexo con cualquier desconocida,
pero nada hacía efecto. Te extrañaba, te extrañaba como un loco.
—No parecía eso cuando llamé y supe que habías tenido sexo con tres chicas —
mi tono es borde, pero él tiene que entender que me hizo daño.
Su mandíbula se aprieta y niega con la cabeza.
—Y no sabes cómo me arrepiento —mira a mis ojos, sus ojos azules aún más
claros por las lágrimas—. Encontré a esas tres chicas inhalando coca en un bar de
Portland, me uní a ellas, y aspiramos tanto que mis manos estaban pálidas. Las
llevé a casa y no es necesario entrar en detalles. Pero esa misma mañana,
llamaste tú, y joder si mi corazón no se detuvo al oír tu voz —toma mi mano, pero
no me aparto, estoy tan hipnotizada por el color de sus ojos en este momento—.
Quería decirte todo lo arrepentido que estaba, lo mucho que te extrañaba y que
me di cuenta que te amaba. Que aún lo hago.
Mi respiración se escapa de mi cuerpo, ¿Aún me ama? La honestidad que veo en
sus ojos responde esa pregunta. Jadeo.
—La-lástima que el sentimiento no es recíproco —mi voz suena débil.
Él se ríe y da un apretón a mi mano.
—Lo sé —dice—. Sé que ya no me amas. En fin, tu escuchaste a esas tres y mi
mundo se vino abajo. Te perdí, lo hice y me eché a llorar por primera vez en un
año, delante de las mujeres en mi cama. Traté de llamarte y de contactarte por
semanas, pero supe que no había nada que hacer. Te perdí. En ese momento
entendí ese refrán: «Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde» y yo te perdí.
Pasaron los meses, me mudé a California y volví a mi vida al ver que no había
manera de recuperarte. Me drogaba cada noche, dormía con cualquier chica y te
miraba desde las sombras. Te veías feliz en tus redes sociales.
—Todo el mundo parece feliz en sus redes sociales —lo interrumpo, me sonríe y
continúa hablando.
—Hasta que un día me inscribí a Briar y vine a Hastings. Un tipo que conocí en las
fiestas de drogas a las que asistí tiempo atrás, me invitó a una fiesta en su
mansión en Boston. Conocí a una modelo pelirroja, todas con las que me había
acostado con anterioridad habían sido rubias o pelirrojas —su confesión me da
escalofríos—. Subí a una habitación y estábamos inhalando coca desde el cuerpo
del otro, y no solo fue coca. Fumé hierva y un montón de cosas más mientras
follaba con esa modelo. Me cuidé, obviamente, pero cuando terminé ni siquiera
pude retirarme el condón. Todo daba vueltas y caí en la inconsciencia. Cuando
desperté te vi, mi ángel sin alas, eres tú. Salvaste mi vida y yo no sé cómo
agradecerte Kylie, sé que no quieres hablarme más, pero me conformaré con una
pequeña parte de tí. Tu amistad es lo único que quiero en este momento. Te amo
y haré todo lo que quieras. No me he drogado desde esa vez en esa fiesta, no he
bebido tanto, hoy solo tomé una copa.
Niego con la cabeza, él intensifica el agarre en mi mano con sus dos manos y me
mira suplicante.
—No sé si sea buena idea —empiezo a decir pero me interrumpe.
—Piénsalo, ¿sí? —se ve esperanzado—. Solo quiero tu amistad, me conformaré
con esa pequeña parte de tí. Haré todo por ti, salvaré mi deuda y haré que me
conozcas, que conozcas el hombre que puedo ser para tí.
La vulnerabilidad en sus ojos me mata, se ve tan triste pero a la vez esperanzado.
Limpio mis lágrimas con mi mano libre y asiento con la cabeza.
—Okay... lo pensaré —la sonrisa en su rostro se hace enorme, me encanta esa
sonrisa aunque odié admitirlo—. Podemos hablar el lunes, ahora quiero ir a casa.
—Te llevaré —se pone de pie junto a mí.
Niego.
—Vine en mi auto. Hasta el lunes, Jake.
—Hasta el lunes, Kylie —su voz cambia a esperanza y felicidad.
Salgo de ahí y no me despido de mis amigas, voy directamente a mi auto y salgo
de la casa en dirección a la residencia.
Pero en todo el camino, no puedo parar de pensar en algo.
¿Es esto una buena idea?
Las semanas han pasado, el tiempo ha corrido rápido, mi vida ha cambiado un
poco y Clara sigue jurando que ya no tiene ladillas.
Estamos a solo horas de la «despedida de soltera» de Jane, y Dove y yo
aterrizamos en LAX hace unos diez minutos. Esperamos hasta que nos den las
indicaciones para retirarnos el cinturón de seguridad y cuándo abren las puertas
salimos del avión.
—Oh, Dios, esto se siente bien —dice Dove cuando salimos del avión y el sol de
California nos abraza.
—Sí, se siente maravilloso —estoy de acuerdo.
Nos dirigimos a las compuertas y atravesamos todo ese proceso de seguridad
antes de entrar al aeropuerto para ver nuestras maletas, las tomamos y salimos
nuevamente a ver un taxi.
—Dios, ya estaba harta del frío —susurra mi amiga, la miro elevando una ceja—.
No me malinterpretes, soy de Oregon y amo el frío, por eso me mudé a Boston.
Pero de vez en cuanto si hace falta el calor rosa Barbie que ofrece Los Ángeles.
Pongo los ojos en blanco.
—¿A qué hora piensan llegar Clara y Marie? —me quejo—. Son tan tacañas que
prefirieron hacer esos viajes incómodos a escala.
Un taxi para y el conductor nos ayuda meter nuestro equipaje en la cajuela. Cierra
la puerta y Dove y yo nos subimos en el asiento trasero.
—No lo sé, hablé con Jessica y dice que ya está con Jane y sus amigas —
informa.
Sé que esto se verá extraño, pero Jane y yo odiábamos a Jessica. Ella siempre se
metió con Jane, pero en nuestro último año nos hicimos amigas. Y como si el
destino quisiera unirnos a las cuatro, Jessica es compañera de clases de Jane y
ahora son muy buenas amigas.
Eso es extraño, porque Jessica era una perra con ella, pero Jane tiene un corazón
grande y ya no sé si recuerda todas las cosas malas que le hizo.
Miro a Dove con una sonrisa pícara.
—¿Vino Logan?
Puedo ver el rubor en sus mejillas y ella empieza a abanicarse.
—Espero que no. O sí. Agh, no lo sé —se tapa el rostro con las manos y río entre
dientes—. Renunció de la milicia hace apenas una semana, esperemos que
descanse. Pero deseo verlo, desde que nos graduamos he tenido esta clase de
enamoramiento con él, pero no sé si él quiere darme una oportunidad para
chuparle la polla. Dice que soy muy joven.
Ambas ponemos los ojos en blanco y nos echamos a reír, sin importarnos el
taxista frente a nosotros. A Dove le gusta Logan desde que se hizo amiga de
Jessica y dejó su enamoramiento por Travis. Pero, a pesar de que Dove se ofreció
en bandeja de plata y le pidió a Logan quitarle su virginidad, este se negó porque
ella tiene la edad de Jessica, su hermana. Pero Logan solo tiene dos años más
que nosotras, no es mucho. Pero a pesar que tiene veintitrés, ya ha estado en la
guerra y al borde de la muerte, es admirable y atemorizante lo que sea que pudo
haber vivido allí. Y también debió haber sido algo sumamente escalofriante para
que haya renunciado de la milicia.
Llegamos al hotel después de media hora, pagamos al taxista después de que nos
ayudó a bajar nuestro equipaje y entramos a la recepción del hotel.
—Invitados para la boda de Jane y Travis Stone —digo a la recepcionista parada
detrás del mostrador.
—¿Cuáles son sus nombres? —pregunta al sacar la lista.
—Dove Garden y Kylie Andrews.
Dove está jugando Candy Crush Soda en su teléfono y no nos pone atención.
Típico de Dove, no mira sus redes sociales pero juega todo el tiempo.
La recepcionista mira su lista y asiente.
—Habitación 934 —nos entrega una tarjeta con una sonrisa—. Que tengan una
buena tarde y disfruten su estadía.
Le doy las gracias y codeo a Dove para que me siga, ella se sobresalta y le sonríe
a la recepcionista.
—Invitados de Jane y Travis... —empieza a decir, me golpeo la frente con mi
mano y le muestro la tarjeta. Ella sonríe nerviosamente y sale corriendo en
dirección al elevador.
—¡Siempre hago el ridículo! —grita a mi lado y me pasa.
Niego con la cabeza, riendo por el bochorno de mi amiga y subo con ella al
elevador.
***
—Mis pezones están duros —le digo a Jane que está sentada a mi lado en una
roca en la playa.
Jane y Travis decidieron hacer sus despedidas de solteros en la playa juntos.
Cosa de la que las chicas refunfuñando, pero estamos pasando un buen día. El
mar golpea contra la costa y es algo hermoso de ver.
—¡Oh, sí, ahora lo veo! —ríe.
—Debí ponerme un sujetador normal —me quejo, viendo hacia mis pechos
duros—. Se me ven como botones a través del maldito bikini.
—Te ves sexy —dice mi mejor amiga—. Y Jake te está mirando, así que...
Miro en dirección de donde se encuentra Jake, y sí, efectivamente me está
mirando. Me sonríe y le devuelvo el gesto, elevando una mano para saludarlo.
Pero mi respiración me traiciona al verlo, sin camiseta y sólo con unos pantalones
cortos. Sus tatuajes se alumbran bajo la luz del sol y se tendrán cada vez que él
nada en el mar. Miles de pensamientos lujuriosos me recorren cuando me
devuelve el saludo, pero los alejo.
Nos hemos llevado... bien, si se puede decir así. En estas últimas cuatro semanas
hemos hablado sobre cosas triviales, dejando de lado el pasado y las disculpas
para hablar sobre nuestro día. Me contó a mí primera sobre la venta de su
motocicleta y como le afectaba, pero que también sentía una especie de
liberación. Le conté sobre el concurso de chefs en el festival de invierno y lo
mucho que me estoy preparando y que quiero ganar ese dinero, son cinco mil
dólares y me ayudarían en mi fondo universitario. Me contó sobre la terapia a la
que ha estado asistiendo, y me pidió que vaya con él algún día, le dije que sí
después de pensarlo, aún no vamos, pero quiero ver si ha avanzado o no con mis
propios ojos. Le conté que no he hablado con mis padres en un año, y lo mucho
que me hacen falta. Compartimos secretos y no ha habido ninguna clase de
tensión.
No sé me ha acercado de manera sexual, lo que agradezco, no puedo liderar con
eso ahora.
Pero verlo nadar y así... de feliz en este momento, hace que mis hormonas salten
y aleteen. Mentiría si dijera que no me gusta su atención cuando uso faldas cortas
o ropa apretada, mentiría si digo que no he parado de pensar en él y en nuestra
noche juntos. O en nuestras horas juntos.
También empecé a trabajar en la cafetería de su amigo como camarera, pagan
bien y solo trabajo cuatro horas, así que me queda bien.
—Maldito idiota, ¿como alguien puede ser tan bueno? —la voz de Dove me hace
salir de mis pensamientos, se sienta entre Jane y yo y hace un puchero, mirando
en el agua en dirección de una persona en particular—. ¿Acaso la milicia les hace
más buenos o qué? Se ve taaaan delicioso.
Jane y yo seguimos su mirada hacia Logan, quién está en una conversación con
Jake y Travis. Los tres se ríen y se golpean los hombros entre sí.
Hombres.
—Se ve bien —concuerda Jane—. Ha madurado mucho desde la escuela.
—Es muy guapo, Dove —digo—. Deberías empezar a hacer tu movida antes de
que se te escape de tus manos.
Ella pone los ojos en blanco y suspira pesadamente.
—Solo quiero una noche con él, ¿es mucho pedir? Quiero follarlo y que me folle,
no quiero nada más.
Jane y yo nos reímos. Dove sigue viendo a Logan con cara de deseo.
—Tengo un plan para que logres tu sueño —dice Jane, nos juntamos hasta que
solo las tres pueden oírnos, nos cuenta su plan y los ojos de Dove se iluminan.
Dove se pone de pie y se lanza al agua, nada en dirección a Logan y choca contra
su espalda. Al principio Logan se tensa visiblemente y al ver que es Dove, se
relaja. Empiezan a hablar y Jane y yo asentimos.
Nunca he visto a Dove sonrojarse tanto con un chico como lo hace con Logan.
Sonríe y se ve claramente nerviosa por su cercanía. Tengo la impresión de que no
sólo le atrae físicamente a mi amiga, sé que Dove siente algo que no quiere
admitir, pero a mí no me puede mentir. La conozco.
Jessica se sienta al lado de Jane y le pasa un brazo sobre sus hombros.
—Travis dice que no puedes beber, pero es hora de los tragos —dice la rubia.
Las tres nos ponemos de pie y caminamos en dirección a la fogata que los chicos
formaron. Amigos del equipo de fútbol de Travis están alrededor del fuego, Jake y
Logan están bebiendo una copa de whisky y Travis no bebe nada para acompañar
a una Jane embarazada de 13 semanas.
Me siento junto a Dove y Jessica ya que Travis me robo a mi mejor amiga. Jake se
me acerca y se sienta en mis pies, en la arena. Logan se sienta en los pies de
Dove y está casi grita de la emoción, Logan se percata y empieza a reír, sin antes
darle un apretón en el muslo a mi amiga. Dove se empieza a abanicarse,
sonrojada y culpa al calor del atardecer.
—Sí, claro, el calor —se burla Logan, pero su tono seductor no me pasa
desapercibido y al parecer a Dove tampoco, porque empieza a abanicarse
nuevamente. Me da ternura Dove, sonrío.
—Gracias a todos por venir —dice Travis, abrazando con un brazo a Jane y con la
otra mano sostiene una copa de jugo de coco—. Cuando me casé con Jane hace
dos años, cuatro meses y cinco días, no podía creerlo. Éramos muy jóvenes y fue
el día después de nuestra graduación, pero fue la mejor decisión de mi vida, de
nuestras vidas —se corrije—. Ahora está sexy y tierna mujer está embarazada de
mi primer hijo, y estamos haciendo nuestra vida juntos, amándonos hasta el final
de nuestros días. Por eso, quiero hacer un brindis —levanta su copa, Jane lo mira
con los ojos llenos de amor—. Por el amor verdadero, por el destino, y por Jane.
Por ser el amor de mi vida, la luz de mi vida y mis felices para siempre —la mira,
Jane se encuentra con los ojos llenos de lágrimas y él le besa en los párpados,
eleva su copa—. Salud.
—¡Salud! —gritamos toda la multitud, aplaudimos cuando ambos se besan y la
música empieza a sonar. Jake se pone de pie y me tiende la mano.
—¿Bailas?
Le sonrío y tomo su mano, me pongo de pie a su altura.
—Sabes que sí.
Capítulo +18
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Nos movemos hacia la pista de baile, o más bien en dirección al montón de gente
que se encuentra. La música que suena es muy buena y sexy, es en español y
entiendo todo lo que dice por las clases de idiomas que recibí de niña.
Bueno, casi todo. No sé qué mierda significa machika.
Jake toma mis manos y las pasa por sus hombros cuando la canción se pone más
caliente. Nuevo mis caderas contra las de él, junto mi vientre desnudo a su
entrepierna y mi pecho guardado en el bikini rojo contra su pecho desnudo. Ambos
nos teníamos, pero empiezo a moverme, él igual lo hace y es tan caliente que
jadeo.
—Esto es tan extraño —murmura, moviendo sus caderas contra las mías—. Hace
años que no he bailado.
—¿No has bailado?
Niega con la cabeza y hace un movimiento que me hace gemir bajito, se ríe.
—La última vez que lo hice fue contigo en el baile de graduación —confiesa.
Miro a sus ojos, el cielo se ha puesto de un tono un poco rojizo, anunciando el
atardecer e iluminando sus hermosas facciones. Sí, digo que son hermosas sus
facciones y eso que no he bebido ni una gota de alcohol.
Necesito sexo, esa es mi escusa para sentirme tan atraída hacia Jake hoy.
—¿Entonces, soy la última? —pregunto, elevando una ceja.
Él asiente.
—Eres la última —y no creo que solo está hablando del baile.
Sonrío y me doy la vuelta, mi espalda pegada a su pecho, mi trasero a su
entrepierna. Me siento poderosa por estar solo usando bikini y sentir la reacción
de su cuerpo.
Me toma por la cintura y muevo mi trasero contra su entrepierna, que no tarda en
despertar. Debería alejarme, debería parar con esto y no estar casi teniendo sexo
con él enfrente de todos; pero no quiero. No puedo detenerme y me restriego con
el ritmo de la música. Sus manos bajan a mis caderas y él también se mueve,
sabe cómo tener sexo, por ende sabe cómo moverse.
Joder, estoy excitada.
No debería estar haciendo esto, está mal. Sufrí mucho con él y su regreso a mi
vida. Pero no puedo parar, no quiero parar, quiero seguir haciendo esto una y otra
vez.
La canción cambia a una más sexy y agarro sus manos, manteniéndolas en mis
caderas. Jake jadea cuando me muevo más lento, pero con más avidez que antes.
Paso una mano por mi cabello húmedo por nadar en la playa y lo retiro de mi
frente; me muevo en círculos, haciéndolo apretar su agarre en mi cadera.
Un poco de coqueteo no hará daño, ¿verdad? No es como que si fuéramos a
terminar en la cama juntos.
Uno mi cabeza a su pectoral derecho y estiró mi cuello hasta que mis labios rozan
su oreja, él se agacha un poco para que lo alcance, obviamente.
—Mentiría si dijera que no me encuentro algo húmeda.
Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda...
A penas las palabras salen de mis labios, me arrepiento. ¿En qué estaba
pensando? En nada, obviamente. Solo pensaba en lo increíble que se siente su
polla erecta contra mi trasero.
Siento el calor en toda mi cara hasta mi cuello, Jake se percata y se ríe, una risa
que me brinda confianza y no sé porqué.
—Y yo estoy empalmado —murmura en mi oído, puedo sentir su sonrisa—. Así
que no te avergüences, amiga —hace énfasis en esta última palabra—. No eres la
única.
Por alguna extraña, muy extraña razón, me relajo y empiezo a bailar. Pasan
dos,tres, cinco, diez canciones que son jodidamente sexuales. Sus manos están
en mi estómago, enviando escalofríos por todo mi cuerpo.
—Kylie —susurra en mi oído cuando me rozo con él una vez más.
Jadeo y gimo cuando siento sus labios en mi cuello desde atrás. Llevo una mano a
su cabeza y acaricio su cabello, su lengua toca la piel sensible de mi cuello y gimo
esta vez más alto mientras me restriego contra él una vez más.
—Jake —gimo—. Vámonos de aquí.
No sé lo que digo, y la verdad no me importa. Solo siento el húmedo deseo en mi
zona sur. Él se detiene y me da la vuelta, dándome una mirada de si estoy segura.
Asiento y trago fuerte, estoy tan excitada que no me importaría hacerlo aquí.
—¿Tienes algún auto? —pregunto, él asiente y toma mi mano para sacarme de la
multitud.
Salimos en dirección al estacionamiento y saca una llave, un BMW da un pitido y
abro la puerta del copiloto. Me pongo el cinturón después de entrar y cerrar la
puerta, Jake hace lo mismo. Arranca el auto y salimos a toda velocidad en
dirección al hotel.
—No haré nada que no quieras —dice, después de aparcar el auto fuera del hotel.
Me mira fijamente, como si esperara que le gritara y le dijera que no quiero esto.
—Lo quiero, Jake —susurro—. Cierra la boca y no lo arruines.
Se ríe y sale del auto, yo hago lo mismo; le entrega las llaves a un valet parking y
toma mi mano para llevarme al elevador. Pulsa el botón del último piso, donde se
encuentran las suits. Lo miro, encargando una ceja.
—¿Por qué no tienes una habitación compartida como todos?
Me mira de regreso, con su sonrisa arrogante.
—Cariño, estoy pagando yo por mi estadía.
Pongo los ojos en blanco e inconscientemente entrelazo mis dedos con los suyos.
El me mira intensamente, siento que sus ojos llegan hasta mis huesos y el calor se
dispersa. Me muevo inquieta y cuando el elevador abre sus puertas, salgo
corriendo detrás de Jake.
Él para en frente de una puerta de madera blanca y pasa su tarjeta, la puerta se
abre y ni bien entra, le acorralo contra la pared de lado de la puerta, esta se cierra
de golpe.
—Estás muy emocionada —se ríe Jake, pongo los ojos en blanco.
Paso mis manos por sus abdominales fuertes y duros como una roca, los trazo
con mis dedos y me deleito con sus jadeos. Mis manos suben por su torso
desnudo, paso por sus pectorales y sus antebrazos hasta llegar a sus fuertes
hombros y luego a su cuello. Mis ojos nunca dejan las suyos en todo el proceso,
acaricio el cabello corto de su nuca y cierra los ojos.
—A la mierda —gruñe y toma cada lado de mi cara para estampar sus labios con
los míos.
Oh, Dios, sus labios se sienten tan bien sobre mí, abro mi boca un poco y él
aprovecha para que su lengua toque la mía. Me lleva al cielo y de regreso una y
otra y otra vez con cada beso, con cada caricia de su lengua.
Paso mis manos por sus brazos y me apoyo en ellos cuando empieza a caminar.
Caigo en el sillón, mi boca nunca dejando de besar la suya. Mi cabeza está en un
costado y mis piernas alrededor en su cadera. Siento su erección sobre mí y jadeo
cuando se empuja por mi entrada y roza esa zona sensible.
—Jake —jadeo—. Oh, Jake.
—Kylie...
Sus labios bajan a mi cuello y me besa, hecho mi cabeza hacia atrás y empiezo a
mover mis caderas, rozandolo, deseando su gran miembro dentro de mí.
—Jake...
—Dime lo que quieres —murmura sobre mí clavícula, sus labios basan más y me
besa en el borde de mi bikini—. ¿Qué quieres que te haga? Dímelo, Kylie.
Gimo mientras reparte besos sobre mí escote.
—Fóllame, Jake. Fóllame duro.
Se detiene cuando las palabras salen de mi boca, muevo mis caderas para aliviar
el ardor en mí. Jake se separa de mi pecho y me mira a los ojos, sus pupilas están
dilatadas, sus fosas nasales se abren y se cierran con cada fuerte respiración.
Vuelve a unir sus labios con los míos, en un beso más suave, pero más caliente.
Me separa del sillón y él se acuesta hasta que estoy a horcajadas sobre él.
—¿Quieres juego previo? —pregunta contra mis labios.
Hago un sonido nasal en negación y él sigue besándome. Pone una mano detrás
de mi cuello y acaricia mi cabello. Muevo mis caderas, está muy duro.
Su mano está en mi trasero y va subiendo hasta mi espalda, donde está el de mi
bikini; lo deshace y su mano en mi cuello también deshace el nudo de allí. Me
separo de él y me pongo recta, el bikini cae sobre su pecho.
Me mira con ojos hambrientos, se relame los labios y eso es como una patada a
mi vagina. Vuelvo a recostarme sobre su pecho y mis labios se juntan con los
suyos una vez más. En un movimiento, vuelvo a estar sobre mi espalda y él
encima de mí. En un tirón, rompe mis bragas y estás caen al suelo. Hago un
sonido de dolor con una mueca.
—Sabes que eso duele —lo fulmino con la mirada.
Se ríe, una ronca risa que hace explotar mis ovarios.
—Te gusta cuando hago eso, admítelo.
Pongo los ojos en blanco.
—Debería romper tus pantalones cortos —susurro—. Tienes mucha ropa.
Él se separa de mí y se baja sus pantalones cortos, su erección sale disparada y
tengo que juntar las manos para no tocarlo. O no tocarme. No exagero cuando
digo que su pene es enorme, no muchos chicos tienen ese dote elaborado por
Dios, pero Jake es uno de los ojos bendecidos. Y es uno de los pocos que
también saben cómo hacer llegar a una chica.
Con los dos chicos que he estado con anterioridad, ninguno pudo hacerme llegar,
ni con sexo oral. Pero Jake es el único que ha podido eso conmigo.
Se cierne nuevamente sobre mí, su polla se topa contra mi clítoris y jadeo. Jake
vuelve a besarme, lento, tan jodidamente lento.
—Ya no aguanto más —dice, contra mis labios.
Agarro su trasero desnudo.
—Fóllame ahora —suplico.
Agarra su polla con su mano y la coloca en mi entrada.
—Voy a entrar ahora, ¿está bien?
Asiento frenéticamente con la cabeza y él resbala dentro de mí, lentamente, tan
lento. Los dos soltamos un gemido mientras centímetro a centímetro se mete en
mí. Jadeo cuando toca ese punto dentro que me quiere hacer gritar de placer.
No se mueve ni yo tampoco, ambos estamos saboreando el momento, estamos
estáticos y esperamos hasta que el placer nos consuma y ya no podamos esperar
más. Yo ya estoy lista, quiero que se mueva, quiero sentir su polla llenándome una
y otra vez, sin embargo, él no hace afán de moverse.
—Jake —aruño su espalda—. Muévete, fóllame duro.
—No tienes que repetirlo dos veces —murmura en mi cuello.
Ambos nos reímos, pero mi risa queda estancada en mi garganta cuando sale y
entra en mí con fuerza. Suelto un grito de placer y él incrementa su ritmo, escucho
como golpea sus caderas contra las mías y eso es malditamente sexy. Pasa un
brazo por detrás de mi rodilla y sube mas mis piernas, hasta que están a la altura
de su cintura y él está completamente dentro.
—¡Ah!
Golpe, golpe, golpe. Su polla me llena como solo él lo sabe hacer. Dentro y fuera,
el placer es intenso y abrazador, no sé qué hacer; quiero gritar, gemir y jadear.
Hundo mis uñas en su culo, él jadea y me embiste con un rudo movimiento que
me hace gritar.
—¡Oh... Jake! Se siente... ¡Ah!
Su lengua toca mi pezón y lo lame, arqueo la espalda y gimo. Con la otra mano
agarra mi pezón entre sus dedos y lo retuerce, haciéndome gemir tan alto que me
da miedo que alguien pueda escucharnos. Succiona mi pezón entre sus labios, lo
mueve de un lado a otro y vuelve a succionar. Una de mis manos viaja a ese
punto entre nosotros y acaricio mi clítoris en círculos mientras él me penetra.
Grito su nombre, gimo tan duro que las paredes de mi garganta duelen y admiro lo
que su polla puede hacer conmigo. El placer se incrementa en mi cuerpo mientras
sus penetraciones junto con las caricias en mi clítoris me llevan al borde.
—Jake... me... me estoy... Joder, me estoy corriendo.
Su boca deja mi pecho y abro los ojos, me mira con sus iris llenos de deseo y algo
más que puedo designar pero que ignoro por completo. Sé qué me ama, me lo ha
dicho muchas veces estás últimas semanas, pero decidí ignorarlo en este
momento y acelero las caricias en mi clítoris y muevo mis caderas.
—Bésame, Kylie. Quiero tragarme todos tus gemidos mientras te corres.
Oh, mi...
Acerco mi boca a la suya en un beso carnal y duro mientras las olas del orgasmo
se acercan. Me corro tan bruscamente que mi cuerpo convulsiona, grito su nombre
una y otra y otra vez mientras las olas de mi orgasmo desaparecen y el suyo
empieza.
—Kylie... Oh, Kylie...
La manera en que dice mi nombre me hace desear más. Se sale de mí y se corre
sobre mi vientre, acariciándose y gimiendo en el proceso.
No me había dado cuenta de que estábamos sin condón, pero estoy tomando la
píldora y no se corrió dentro, así que no hay problema.
Se desploma sobre mí, su nariz en mi cuello y nuestras respiraciones tensas.
Jadeamos y recuperamos el aliento en unos minutos. Un cómodo silencio nos
abraza, el sol ya se escondió por completo y casi no puedo ver nada, pero puedo
verlo a él por la luz que entra a través de la gran ventana.
—Te amo —susurra contra mi cuello.
—Jake —suspiro.
—Sé que no debería decirlo, pero no puedo parar —se separa y me mira a los
ojos—. Te amo, Kylie. Acéptalo.
Paso una mano por su pelo y él cierra los ojos. No debería hacer lo que estoy a
punto de hacer, debería dejar esta noche en el pasado y seguir con mi vida, sin
dejar a relucir mi corazón. Mantenerlo encadenado para que nadie más lo toque.
Pero, no puedo obtener suficiente de Jake, y esta es la única forma que se me
ocurre seguir haciendo esto sin dejar a relucir mi corazón.
—Esta es la única forma en que podrás tenerme —me mira confundido, me aclaro
la garganta para explicarme mejor—. Seremos amigos, pero también tendremos
sexo, y esa es en la única forma en que podrás tenerme. No te daré mi corazón y
tú guardarás el tuyo, nos llevaremos bien en el día y en la noche nos
complacernos. ¿Qué dices?
Muerdo el interior de mi mejilla mientras espero su respuesta, me mira con
intensidad por unos segundos que parecen horas, luego sonríe.
—Me conformo con una pieza de ti, si esta es la única manera en la que puedo
tenerte, por mí está más que perfecto.
Roza sus labios con los míos en un corto beso.
—¿Trato? —pregunto, extendiéndole mi mano derecha.
Él muerde mi mano y luego la besa.
—Trato.
Capitulo +18
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Jake
Sé que no debí aceptar. Sé que esto romperá mi corazón porque no será
completamente mía.
Pero, sinceramente, me vale un testículo. La tengo ahora, puedo hacerle el amor
cuando ella y yo queramos, seremos amigos y será como una relación.
No creí que llegaría tan lejos.
Sin embargo, la pregunta del millón es: ¿Somos exclusivos?
Yo seré exclusivo para ella, no tocaré ningún coño a parte del suyo. No he tocado
ninguno desde la vez en su auto, y no pienso hacerlo ahora que la tengo.
La miro caminando desnuda a la cocina, y mi polla despierta de inmediato cuando
miro como mueve sus caderas. Es tan hermosa y tan sexy que temo correrme en
este momento.
—¿Quieres agua? —pregunta.
—¿Me puedes pasar una cerveza, por favor? Están en la nevera.
Ella me sonríe sobre su hombro y abre la puerta de la nevera, se inclina para
sacar dos cervezas y me da una muy buena vista de su culo y de su coño rosado.
Joder, esta mujer quiere matarme.
Agarro mi erección y empiezo a masturbarme mientras ella se contornea en
dirección a la sala. Sus ojos se abren como platos cuando me ve masturbándome,
mis ojos nunca dejan su rostro. Sus mejillas se enrojecen y su respiración se
acelera mientras se acerca a mí.
—Creo que no estuve bien —dice, sentándose en mi regazo, nunca dejo de
acariciarme—. Estás empalmado tan rápido.
Niego con la cabeza.
—Verte desnuda y paseándote por toda la suit me pone como loco —murmuro,
con la voz ronca—. Si supieras todo lo que quiero hacerte en este momento.
Jadea y deja las cervezas en la mesa de café, se sienta a horcajadas sobre mí y
retira mi mano de mi polla para reemplazarla con la suya. Jadeo y levanto un poco
mis caderas, esto es mucho mejor.
—Eres tan grande —roza sus labios con los míos—. Amo tenerte dentro de mí.
—¿Donde me quieres ahora? —cuestiono, mi respiración me falla y necesito estar
dentro de ella ahora.
—En mi boca.
La respiración se escapa por completo de mis pulmones. La miro mientras se
retira de mi regazo y se pone de rodillas entre mis piernas, nunca deja de acariciar
mi polla.
—¿Aún te gusta lo que solía hacerte? —pregunta, llevándose mi pene a su boca.
Lame mi punta y llevo mi cabeza hacia atrás, mientras su lengua juega en mi
glande. Joder, esto se siente bien.
—Respóndeme —ordena, succiona la punta de nuevo—. ¿Te sigue gustado que
apriete tus bolas mientras te chupo?
—Joder, sí —gruño y enredo su cabello en mi puño.
Acaricia mi piel aterciopelada mientras me mira con ojos vidriosos por el deseo.
—¿Te gustaría que muerda mientras te corres en mi boca?
¡¡JODER!!
—Mierda, sí —jadeo—. Todo lo que tú me hagas sé que me gustará.
—Y si te llevo a la cama y te amarro a ella para chuparte la polla y hacerte todo lo
que yo quiera, ¿te gustaría?
¡¡¡¡MIERDA!!!!
—¡Joder, sí! —gruño, casi grito.
Ella se pone de pie y toma mi mano, me levanto y le indico donde es la habitación.
Ella abre la puerta y ni bien pongo un pie dentro, ya me empuja a la cama.
—¿Tienes alguna cuerda? —pregunta, se relame los labios y su lengua brilla.
—Tengo algunos cordones de zapatos en el armario —protesto cuando no me
deja tocarla.
—Eso servirá.
Va al armario y después de unos segundos regresa con dos cordones para
zapatos largos. Se pone de rodillas a mi lado, en una posición que puedo ver lo
rosada y húmeda que está. Me incorporo para darle un beso, ella gime y empuja
mi cabeza hacia atrás. Gruño en respuesta y ella termina de amarrar mi muñeca a
la encimera de la cama.
—Después que te corras, la que estará amarrada seré yo. Sé paciente.
Mierda, sus palabras son una promesa para mí, mi lengua y mi polla.
Termina de amarrar mi otra muñeca, su cuerpo está sobre mí, sus tetas en mi
cara. Paso mi lengua por una de estas y ella se retuerce y gime.
—Córrete rápido —suplica, separándose de mi boca—. Quiero que me hagas
todo.
Se acuesta boca abajo cuando encuentra una posición, abro las piernas y ella se
coloca en medio de estas. Mi pene golpea su cara y ella sonríe.
—Estás tan duro para mí —dice, antes de agarrar mi polla en su mano, llevarme a
su boca y chupar mi glande.
Joder, esto se siente jodidamente bien.
Succiona mi pene y a las partes que no llega, se ayuda con su mano, mientras
que con la otra mano acaricia mis bolas. Quiero tocarla en este momento, quiero
empujar su cabeza hasta que tenga arcadas. Pero estar atado a la cama es tan
jodidamente excitante.
Seca mi polla de su boca con un pop y empieza a masturbarme con el rastro de su
saliva. Empujo mis caderas en su mano y gruño.
—¿Te gusta lo que te hago, Jake? —lame toda la extensión de mi miembro como
una paleta—. Imagina lo húmeda que estoy en este momento, tan sólo imagina
como chorreo sobre el cobertor hasta el suelo.
Joder... Me encanta su boquita sucia.
Se mete mi polla nuevamente en su boca y chupa con más fuerza. Toco el interior
de su garganta, es garganta profunda y eso me vuelve loco. Se saca mi miembro,
dejando un rastro de saliva y besa mis testículos, los succiona mientras me
masturba con su mano. Embisto cuando se mete otra vez a su boca, el ardor en
mi columna vertebral se hace presente. Embisto nuevamente y ella gime en mi
polla, sus gemidos hacen que la espalda me queme y que ya esté cerca.
—Kylie... Joder, Kylie.
Muerde mi punta y eso es lo que faltaba para que explote. Me corro en su boca,
gritado su nombre una y otra vez, ella se traga todo lo que le ofrezco, hasta la
última gota de mí. Descanso sobre la cama, con mi cabeza hacia atrás cuando el
orgasmo termina. Mi respiración sale tensa y rápida, cosa que no me doy cuenta
hasta que desata mis manos de la cabecera. Siento sus labios en mis muñecas y
la jalo para que sus labios se unan con los míos, siento mi sabor, pero no me
importa. Su lengua se junta con la mía y ambos gemimos por el contacto.
—Átame, Jake —gime en mis labios—. Haz todo lo que quieras conmigo.
Sonrío y me separo de ella, me pongo de rodillas al frente de Kylie, y ella se
recuesta en la cama. Abre las piernas para mí y sube sus manos sobre su cabeza.
Sabe lo que quiere y como lo quiere, y yo se lo daré.
Me monto a horcajadas sobre ella, mis piernas a cada lado de su torso y ato sus
manos por encima de su cabeza, juntas.
—Joder, Jake, estás listo de nuevo.
Miro hacia abajo, sus ojos están vidriosos, la punta de mi polla semi erecta está
tocando el medio de sus pechos. Joder, en verdad quiero follarla.
Termino de atarla y me escabullo de encima de ella hasta que mi cara está en
medio de sus piernas, mi cuerpo extendido en el colchón y mis pies saliéndose de
la cama, y flotando en el aire.
—Jake —gime, aún no la he tocado y ya está gimiendo—. Estoy tan mojada.
Sonrío al ver como su coño brilla por lo húmeda que está. Tomo sus piernas y las
paso por mis hombros, mis manos están en su trasero y olfateo su dulce
femineidad.
—Hueles a vainilla —su espalda se arquea al sentir mi aliento—. Apuesto a que
sabes a vainilla, también.
—Descúbrelo —suplica.
Obedezco y le doy una lamida. Gime en voz alta y se arquea, sonrío y su reacción
me anima a seguir. Hago un círculo con mi lengua a su clítoris, muevo su punto de
placer de un lado a otro y succiono.
—¡Jake! ¡Oh, Dios!
Grita y sonrío sobre su clítoris. Una de las manos en su trasero se mueve y meto
un dedo dentro de ella, grita y se arquea. Jala el cordón de zapatos por el placer.
Meto otro y me gano un «Oh, Dios» nuevamente.
—Sigue, Jake... sigue.
Succiono mientras meto mis dedos y meto uno en su culo que la hace gritar. Meto
un tercer dedo en su coño y se retuerce, lamo chupo y succiono, sacándole los
gemidos más fuertes que he escuchado jamás.
—Jake... Me... me vengo.
Separo mi boca de su hermoso coño mágico.
—Córrete en mi boca, nena.
Vuelve a arquear la espalda cuando mi boca regresa a ella. Aumento la velocidad
de mi boca y de mis dedos en sus entradas, gime y se retuerce hasta que ya la
siento que está a punto. Muerdo y jalo su clítoris entre mis dientes, no lo hago
suavemente, lo hago como sé que a ella le gusta: duro y que deje marca. Se corre
cuando suelto su clítoris, vuelvo a repetir una y otra vez hasta que su orgasmo
deja de llenar mis dedos y mi boca. Convulsiona tan duramente que creo que se
va a romper, nunca me he ganado un orgasmo tan duro solo por sexo oral, pero
con ella me invade la creatividad.
Retiro mis dedos de ella y me incorporo, me pongo entre sus piernas y la beso. Se
queja sobre mis labios y su boca explora la mía. Desato sus manos y directamente
van a mi cabello y lo hala.
—¿Dónde me quieres? —pregunto cuando mis labios dejan los suyos y bajan a su
cuello.
—En mi coño —jadea—. Por favor... Te necesito.
Mis labios regresan a los suyos y nos besamos apasionadamente, haciéndonos
gemir a ambos.
—¿Quieres que usemos un condón? —cuestiono.
Sé que hace un par de horas tuvimos sexo sin condón, pero no sé si esta vez
podré controlarme como para salir a tiempo.
—Estoy tomando la píldora —informa—. Estamos bien, solo fóllame como nun...
Sus palabras quedan atascadas en su garganta cuando me entro de golpe en ella.
Ambos soltamos un gemido de placer y empiezo a bombear rudamente dentro de
ella. Sus gemidos se hacen presentes y acaricia sus grandes pechos.
—Joder, joder, joder —gime y sus tetas se mueven con el denso movimiento.
Ella me empuja y mi espalda golpea el colchón, nunca desconecta nuestros
cuerpos. Está a horcajadas sobre mí, se incorpora y puedo ver lo hermosa que es.
Se ve como una Diosa del sexo, con su cabello despeinado y su sexy cuerpo
sobre el mío.
Me mira con una sonrisa pícara y se empieza a mover lentamente, en círculos.
Echo mi cabeza hacia atrás, deleitándome con la increíble sensación.
Esta mujer es una Diosa.
Cabalga sobre mí, sus gemidos llenando mis oídos, mis manos acariciando sus
increíbles tetas. Me siento y llevo mi boca a sus pezones, los chupo y lamo y ella
empieza a gritar como loca.
—¡Así, Jake... así, así! ¡Ah... ah! Oh, Dios eres tan grande.
Aruña mi espalda, muerdo sus pezones y muevo mis caderas para unirme a sus
movimientos. Está tan mojada y tan estrecha que me estoy volviendo loco.
—Tan jodidamente estrecha —murmuro, con mi cara enterrada entre sus pechos.
Nuestro movimientos se vuelven más sucios y bruscos. Pongo una mano en la
unión de nuestros cuerpos y empiezo a frotar su clítoris rosado. Se estremece y
empieza a moverse con más fuerza, llego hasta el fondo de ella y alcanzo ese
punto que busca su placer. Grita mi nombre una y otra vez como un disco rayado
y se corre a mi alrededor. Toma mi cara entre sus manos y me besa duro mientras
se corre, me trago todos sus hermosos y su cuerpo se relaja cuando las olas del
orgasmo finalizan. Hundo mis dedos en su cadera mientras embisto con más
fuerza, se estremece por mi brusquedad, pero no me detiene. Más bien empieza a
moverse conmigo.
La hago llegar tres veces más, cada vez que se corre es más dura que la anterior.
Pone una mano en mi culo y me acaricia, mientras tiene su cuarto orgasmo.
—Córrete dentro de mí —jadea en mi oído—. Quiero que me llenes, quiero que
me marques.
Mi orgasmo se desata con sus palabras, me corro dentro de ella, vaciando hasta
la última gota de placer. Muerdo su cuello mientras lo hago, jadea y separa mi
cara de su cuello cuando termino de correrme y me besa. Su lengua toca la mía
en un beso hambriento y satisfecho. Salgo de ella, con un gruñido.
Caemos rendidos sobre el colchón, saciados por todo el placer que nos podemos
dar. Ella está encima de mí, su pecho encajando perfectamente con el mío.
Acaricio su cabello mientras siento la respiración pesada en el hueco de mi cuello.
Creo que está dormida, así que, con mucha dificultad, tomo una manta que está
en el filo de la cama y nos tapo a ambos.
—Solo me he corrido contigo —susurra, su aliento calentando mi cuello.
La separo de mí, tomo sus mejillas y me mira perpleja, como si no hubiera
esperado ese comentario salir de sus labios.
—¿En verdad? —no puedo evitar la sonrisa que amenaza salir de mi boca.
—S-solo he estado con dos chicos a parte de ti, y cada uno fue solo una vez. Así
que... —trata de dar una excusa, pero es malísima en eso.
Sonrío ampliamente, sintiéndome como El puto amo.
—Aún así, solo te has corrido conmigo.
Se separa de mí y se recuesta a mi lado, se voltea, dándome la espalda.
—Y tú te has corrido con muchas —casi puedo escuchar la ira en su voz.
Joder, no vayas por ahí.
—Pero ninguna de ellas ha sido ni la cuarta parte de buenas como tú lo eres —la
volteo y me coloco encima de ella. Ella me lo permite, pero evita mi mirada.
—¿Y las tres tipas qué? —al fin me mira—. Apuesto a que esa fue tu mejor
experiencia sexual.
¿Está celosa? Sonrío, obviamente está celosa.
—Kylie Sophia Andrews, no me digas que estás celosa.
—No estoy celosa —gruñe, luego suspira—. Es que tú has estado con tantas
chicas, me siento en desventaja.
Rozo mis labios con los suyos, en un suave beso.
—Pero ni tres lenguas en mi polla se comparan con el placer que tú, con solo una
mirada, puedes darme —murmuro, mirando fijamente esos ojos marrones dorados
que me vuelven loco—. Tú me vuelves loco, ellas no. Tú me importas, ellas no. Te
amo a tí, a ellas no. Y te juro que si vamos a hacer esto, seré totalmente exclusivo
para ti.
Su rostro se suaviza y pone los ojos en blanco, pero puedo ver la sombra de una
sonrisa aparecer en sus rojos y sexys labios.
—Solo si encuentras a alguien que te gusta y quieres pasar la noche con ella —
empieza a decir—, házmelo saber. No sé, mándame un mensaje que diga «hey,
fin del juego» o algo así. Yo también seré exclusiva, así que por mi parte no habrá
un mensaje así.
Esta vez pongo yo los ojos en blanco.
—No creo que encuentre a alguien mejor que tú, pero lo prometo. Aunque dudo
mucho que yo termine esto.
Se muerde el labio inferior, intentando esconder su sonrisa y toma mi rostro entre
sus manos.
—No le digamos nada a nadie hasta que lleguemos a Boston —susurra—. No
quiero que Jane pase dándome un sermón todo el fin de semana.
Asiento, yo tampoco quiero estar escuchando los malditos sermones de Travis.
Le sonrío de lado y beso su nariz.
—Quiero tenerte toda la noche —digo—. ¿Está bien?
Sonríe pícaramente y me besa en los labios.
—Sorpréndeme, Stevens.
Kylie
Decir que me duele todo es un eufemismo.
Me duele más allá del todo, mucho más allá. Mi cuerpo se siente pesado, tengo
mucho ardor en mi entrepierna, me duele la garganta y no solo por gritar.
Esto del sexo es bueno, pero jodido. Mis piernas me están matando por la fricción,
mis brazos me arden como si hubiera alzado pesas, mis muñecas están
lastimadas, siento a mis caderas separarse de mi cuerpo. Y mejor no hablemos de
mi trasero.
Estiro mi mano para alcanzar a Jake, pero tocó la fría sabana que cubre el
colchón. Mis ojos se abren de golpe y el acto hace que un fuerte dolor en mi
cabeza me llegue. Los cierro de nuevo y descanso mi cara en la almohada. No sé
la razón por la que mi cuerpo actúa así, no bebí y después de nuestra fiesta de
sexo, caí rendida. Pero estoy tan agotada.
Abro mis ojos poco a poco y alcanzo mi teléfono, lo enciendo y mis ojos se
entrecierro cuando esté brilla. Joder, eso duele. Reduzco el brillo inmediatamente
y cuando mis ojos ya no arden, miro la hora.
3:15 am.
¿En serio? ¿Sólo he dormido dos horas? Culpó a Jake por ser tan malditamente
sexy y por revolotear mis hormonas.
Quiero hacer pipí, así que me levanto de la cama y voy al armario. Me pongo una
camiseta negra que me llega hasta la mitad de los muslos y tomo uno de sus
boxers. Recuerdos de cuando éramos novios en el instituto llenan mi mente, me
ponía sus camisetas y su ropa interior todo el tiempo, era como mi guardarropa
favorito.
Ignoro la calidez que siente mi pecho al recibir ese momento y voy al baño de la
habitación. No creo que tenga que contar cómo hago pipí, pero lo único que deben
saber es que mi vagina palpita con dolor cuando orino. Esto duele.
Lavo mis manos cuando acabo, y me miró en el espejo. Dios, me veo horrible.
Mi cabello está despeinado como si me hubiera follado una orgía, mis labios están
rojos e hinchados, tengo ojeras debajo de mis ojos. Noto algunas manchas rojas
en mi cuello, frunzo el ceño, ¿a qué rato me las hizo?
Noto que las marcas se desplazan hacia bajo, cosa que no puedo ver con la
camiseta y me la retiro sobre mi cabeza.
—Oh, Dios —jadeo cuando veo mi pecho a través del espejo—. Voy a matarlo.
Chupones muy visibles se extienden por todo mi pecho, mis senos, mis clavículas,
mi cuello. Son muchos. Tengo marcas de mordiscos en las costillas.
Dejo de mirar el espejo y bajo la cinturilla de los boxers, la marca de donde rompió
mis bragas está inflamada y roja. Paso mis dedos por esta marca y hago una
mueca de dolor, arde. Pero eso no es lo que llama mi atención. Tengo chupones y
marcas de mordiscos por mi vientre y en mi cadera. Me doy la vuelta y miro a
través del espejo mi trasero. Y sí, estoy cubierta de mordiscos.
Joder.
Me acomodo la ropa nuevamente y siento el calor en toda mi cara, mi cuello y mis
orejas. Lo malo de ser pelirroja es que no puedo ocultar mi cabreo o mi vergüenza
fácilmente. Ahora estoy cabreada.
No soy una cínica, yo también le hice cosas no dignas de una chica que proviene
de una familia religiosa y no muy liberal. Y a parte de todo, ambos jugamos e
hicimos cosas morbosas el uno al otro.
Pero él no tiene que estar usando un maldito vestido en dos días.
Camino por el pasillo oscuro, pero me detengo abruptamente al escuchar unos
acordes de guitarra. Mi corazón se estremece y empieza a golpear fuertemente
contra mi caja torácica. No solo es una canción cursi de Ed Sheeran,
es esa canción. La canción que me cantaba cada vez que discutíamos o que yo
me encontraba triste.
Empieza a cantar la letra de Photograph con su gruesa e increíble voz. Dios, mi
corazón quiere salir corriendo de mi pecho. Recuerdos de cuando estábamos
juntos y él me cantaba esa canción después de una pelea llegan a mi mente.
Un nudo se forma en mi pecho, mis piernas se debilitan y tiemblan, mis pulmones
me fallan y respiro con mucha dificultad. Me acerco lentamente hasta que llego a
la sala de estar, donde él está sentado en el sillón más grande y de espaldas a mí.
Todavía no ha notado mi presencia y empieza a cantar la parte del coro. Mi
corazón late con tanta fuerza que creo que me va a explotar.
—Así que puedes guardarme en el bolsillo
de tus vaqueros rasgados,
abrazarme hasta que nuestras miradas se encuentren,
nunca estarás sola,
espérame a que vuelva a casa.
Amar puede curar,
amar puede remendar tu alma,
y es la única cosa que conozco.
Juro que será más fácil,
recuérdalo con cada pedazo de ti,
y es la única cosa que nos llevamos cuando morimos...
Mis piernas se mueven solas y cuando me doy cuenta, estoy sentada a su lado.
Jake deja de tocar cuando siente mi presencia, pero no me mira. Sabe que soy yo
y que lo he oído. Quiero que siga, quiero seguir escuchando la voz ronca de la que
me enamoré. Canta precioso, siempre se lo había dicho cuando estuvimos juntos.
Quería de que él se convirtiera en un cantante famoso y que compartiera su
talento con todo el mundo. Pero yo era la única en saber su sexy y hermoso don.
Ni Travis lo sabía.
Esta es una prueba que compartimos muchas cosas, cosas que solo sabemos
entre nosotros, nuestros secretos.
—¿Por qué te detienes? —pregunto, estiro una mano y levanto su barbilla para
obligarlo a verme. Me devuelve la mirada, pero su rostro se ensombrece.
—No podía dormirme —se encoge de hombros y mueve su rostro hasta que está
fuera de mi alcance, mi mano cae en mi regazo—. Tengo pesadillas todas las
noches y no quería despertarte con mis gritos, así que cuando te dormiste, me
levanté y agarre esta cosa —señala a la guitarra con su mirada—. Era nuestra
canción.
Era...
—Lo sé —suspiro—. Lo recuerdo. Siempre me ha gustado esa canción y más
cuando tú me la cantabas. Es difícil de creer lo mucho que ha cambiado todo
desde el instituto.
—¿Ya no te gusta esa canción? —alza una ceja y me mira atentamente.
—Me gusta esa canción, pero no recordaba como sonaba saliendo de tu voz —
hago una pausa y miro directamente a sus ojos—. Ahora recuerdo el por qué amo
esa canción.
Las palabras se sienten reales, como si las hubiera estado guardando por muchos
años y al fin estuviera confesando. Jake sonríe lentamente, una sonrisa genuina
que llega a sus ojos y estos se achinan por la gran sonrisa en su rostro.
Le devuelvo la sonrisa y alcanzo su mano, entrelazo nuestros dedos juntos y la
aprieto. Como si no quisiera que se aleje de mí.
—¿Qué haces despierta? —pregunta después de unos segundos de cómodo
silencio.
Me encojo de hombros.
—Estoy adolorida y me desperté por el dolor, quería abrazarte pero no te sentí.
—¿Querías abrazarme? —pregunta perplejo, como si no pudiera creer lo que
acabé de decir.
Asiento con la cabeza y no puedo ocultar la sonrisa en mi rostro.
—Así que me paré a hacer pipí —digo y ríe—. Y vi que marcaste tu territorio,
muchas gracias.
Ríe con más fuerza, lleva su cabeza hacia atrás y empieza a reír en carcajadas
sonoras muy contagiosas. Y antes de que me dé cuenta, ambos estamos riendo
ruidosamente a carcajadas como dos locos.
Después de unos momentos, me seco las lágrimas de los ojos con el dobladillo de
su camiseta, él también termina de reír lentamente. Miro en su dirección y veo el
lugar donde sus ojos están clavados. Siento el sonrojo claramente en mis mejillas.
—Desde ahora ese es mi boxer favorito —murmura, con su voz ronca y siento el
calor en toda mi cara aumentar.
Joder, sé que luzco como un maldito jitomate.
Puedo escuchar su risa nuevamente, pero esta vez es más ronca que la anterior.
—No te sonrojes, nena —levanta mi barbilla con sus manos para que pueda
verlo—. No lo hiciste esta noche cuando te hice llegar una y otra vez.
Oh, joder.
¿Es normal que me sienta excitada de nuevo? ¡Jesús! Me estoy volviendo una
ninfómana.
—Estoy adolorida —jadeo—. Aunque quisiera que me mostraras una vez más
como llegar, mi cuerpo grita que descanse un poco.
Ríe y niega con la cabeza.
—Tranquila, nena, mi polla también se siente jodidamente usada hasta el
cansancio.
No puedo evitar reírme, él no me acompaña, solo me mira como si fuera el objeto
más hermoso que ha visto. Mi risa se corta y trago saliva, se acerca a mí
lentamente y toma mi mejilla con su mano izquierda, mientras que con la otra aleja
la guitarra de su regazo y la pone a su lado. Mi corazón late con fuerza, pero se
detiene cuando siento su nariz rozar con la mía.
Tomo un respiro antes de tomar la iniciativa y chocar mis labios con los suyos. No
perdemos tiempo, nuestras lenguas se juntan y todo lo que siento son esas
jodidas mariposas en el estómago como lo narran en los libros cursis que Dove
lee.
O tal vez siento esos fuegos artificiales que tanto salen en las series de televisión
adolescentes como Glee. No lo sé, pero lo siento tan mágico. Cómo si yo hubiera
encontrado mi hogar y perteneciera a sus labios.
Y aunque mi mente me manda miles de señales de alerta, no puedo alejarme.
Esto se siente como el regreso a casa.
Nos separamos después de unos minutos por falta de aire, jadeamos pero aún así
volvemos a besarnos, un beso más corto que el anterior, pero igual de mágico.
—¿Quieres que cante para ti? —murmura muy cerca de mi boca después que nos
separamos.
Sonrío y asiento.
—Como en el viejo Oregon —bromeo.
—El buen Oregon.
Se acomoda nuevamente la guitarra sobre su regazo y termina de cantar
Photograph para luego cantar todas mis canciones favoritas. Le robo uno que otro
beso entre canción y canción.
Cuando veo la hora en mi teléfono, me percato que son las cinco y veinticuatro.
Miro a Jake y él me regresa la mirada.
—¿Qué? —pregunta después de dejar la guitarra en su estuche.
—Ven a dormir conmigo.
Se queda en silencio, abre mucho sus ojos y sé que toma una larga respiración.
Puedo ver el miedo en sus ojos, y eso me lastima mucho. La muerte de sus
padres lo sigue atormentando y lo entiendo, pero eso no quita que no tenga está
loca sensación de protegerlo.
La sensación que nos separó. Pero no puedo evitarlo, no me puedo alejar de él. Y
Jake me está dejando entrar.
—No sé si sea... —empieza a decir pero lo interrumpo.
—Ven conmigo —tomo sus dos manos y nos pongo de pie, nunca lo suelto—. No
me importa si gritas, pase lo que pase, estaré aquí para ti.
Me pongo de puntillas sobre mis pies y beso su mandíbula, sonríe y baja su
cabeza hasta chocar sus labios con los míos.
Vamos al cuarto y me desvisto para acostarnos, él está completamente desnudo y
yo igual, pero es tan natural que se siente jodidamente cómodo.
Pongo mi cabeza en su pecho cuando él pasa su brazo sobre mis hombros. Me
junta más a su pecho y nuestras piernas se enredan, como si quisiéramos
absorber al otro.
—Te amo, Kylie —susurra y presiona sus labios sobre mi cabello.
Dejo un beso en el lado izquierdo de su pecho.
—Dulces sueños, Jake.
Tengo mucho calor, siento el sudor en mi cara y algo muy pesado en mi cuerpo.
Pero no abro los ojos, aunque no lo creas, esto es demasiado cómodo. Puedo
escuchar está lloviendo fuera muy fuerte, se escucha como una horrible tormenta
y puedo escuchar el mar golpear fuertemente a la costa. Estamos en un hotel
frente a la playa, así que el sonido del mar es bastante claro.
El sonido de un trueno me sobresalta y me despierto por completo, abro los ojos
lentamente y me doy cuenta de algo al instante. Jake me está abrazando con su
brazo y su pierna, su cabeza está en mi pecho desnudo y su corto cabello hace
cosquillas en mi barbilla.
Está profundamente dormido, hasta salen unos pequeños ronquidos de él. Quiero
gritar y festejar el hecho de que esté dormido. Sé que no duerme, pero mi
presencia a logrado que lo haga.
Choco los cinco mentalmente conmigo misma y aunque sea extraño, mía labios se
curvan en una sonrisa.
Sin moverme mucho para no incomodarlo, estiro una mano a la mesita de noche y
tomo mi celular. La hora indicada que son las diez y tres de la mañana, tengo unos
mensajes por parte de Dove, Jessica y Jane en nuestro grupo de chat. Abro
WhatsApp y entro en la conversación.
Jane: Chicas! Se canceló el repaso :( Miren el maldito clima, espero que mañana
no llueva. Crucen los dedos XOXO
Dove: No hay problema, Janie <3 De igual manera no estoy de humor para ir y no
quería amargarlas con mi estado de ánimo tan asqueroso. Las quiero!
Jessica: Podemos practicar mañana, no hay problema Janie <3 y qué te pasó a tí
Dove?
Dove: Pregúntale al idiota de tu hermano.
Jessica: Y ahora qué hizo?
Dove: Es un idiota, prácticamente me dijo hueca solo por qué estudió música. Lo
odio, no merece el esfuerzo que hago para que me nota, su polla no vale la
humillación.
Jessica: QUÉ ASCO!!! NO HABLES DE LA POLLA DE MI HERMANO.
Jane: Yo quiero saber qué pasó ayer con todas, se desaparecieron ustedes, trío
de zorras xD pero quiero saber lo que pasó contigo, Dovie.
Dove: Te das cuenta que Dovie suena como el elfo de Harry Potter? Pero cuando
lo dices en persona :v
No puedo evitar reírme con ese mensaje. Jake gruñe somnoliento y me callo,
siento que vuelve a dormir.
Jane: ¡Dobby es un elfo libre! Jajajajajajajaj.
Ahogo una carcajada, quiero reírme pero tampoco quiero despertar a Jake.
Jessica: ¿Me matarían si les dijera que nunca he visto ni las películas de Harry
Potter?
Jane: Sí.
Dove: ¡CÓRTALE LA CABEZA!
Yo: Jesús, fue la conversación más rara que he leído en mi vida. Tranquila Jane,
me acabo de despertar así que igualmente no hubiera ido ;) y Dove, eres un elfo
libre así que no te estreses. Y Jessica, debemos obligarte a ver todas las
películas. XOXO
El mensaje de Jane no tarda en llegar.
Jane: ¿Dónde estuviste, zanahoria? Es muy extraño que cuando tú desapareciste,
Jake también lo haya hecho 7u7
Dove: Sí, idiota :( te necesitaba y no haz pisado la habitación en toda la noche ni
hoy. ¿Dónde carajos estás y con quién me engañas?
Pongo los ojos en blanco, lo cual es inservible porque no puede verme.
Yo: No te importa jaja, chao, ya no les daré mi amor :(
Dejo el celular a un lado en la almohada de Jake y este levanta la cabeza, con los
ojos rojos y entrecerrados por el sueño. No sé si esto es bueno o malo, pero me
podría acostumbrar a despertar así con él.
—Hola —sonríe, su voz suena ronca y profunda. Un afrodisíaco para mis oídos.
—¿Dormiste bien? —pregunto, sonríe y asiente con la cabeza, luego frunce el
ceño como si no lo entendiera.
—Dormí mucho más que bien —susurra—. Lo cual es extraño, porque no lo he
logrado desde el accidente.
—Es bueno escuchar eso. El repaso se canceló por el clima.
La habitación se alumbra con otro trueno y Jake se sobresalta, separa la cabeza
de mi pecho y mira de un lado a otro. Acaricio su cabello, y con la otra mano, tomo
su rostro y levanto su barbilla.
—No te asustes, bebé, el clima está siendo una perra.
Me mira, sus ojos azules brillando.
—No bajes a tu habitación.
Lo miro a los ojos fijamente, y antes de que lo piense, ya estoy asintiendo con la
cabeza.
—No planeaba hacerlo.
Sonríe y se incorpora, me libera y siento el frío llegar a mi cuerpo. Pero
rápidamente se coloca entre mis piernas. Jadeo cuando su pecho se une con el
mío y nuestros sexos se rozan.
—¿Estás muy adolorida? —pregunta, sus pupilas están dilatadas y eso que no he
hecho nada para ponerlo así.
—Nada que no pueda soportar —murmuro, perdiéndome en el mar de sus ojos.
—¿Y hay necesidad de juego previo?
Niego con la cabeza y abro más las piernas, sintiendo su pene en mi entrada.
Jadeo.
Él sonríe de lado y me da un corto beso en los labios.
—Bueno, espero que estés lista —dice contra mis labios.
Y en un movimiento brusco, ya está dentro de mí. Follándome con todo lo que
tiene, haciéndome jadear y estremecer.
Definitivamente no me arrepiento de lo que estamos haciendo.
***
Entro de nuevo a la suit con mi maleta llena de ropa. Bajé a la habitación a buscar
ropa y bragas limpias, y agradezco a Dios que Dove no haya estado en la
habitación.
Quiero mantener esto en secreto hasta que estemos en Boston, pero si lo
descubren, me da igual.
El clima no ha mejorado, y Jane nos está bombardeando con mensajes en el
grupo de chat con sus quejas. Tiene miedo que el clima siga así porque la
ceremonia es mañana.
Escucho el sonido de la ducha y sé que Jake está tomando un baño. Me abstengo
de las ganas que me recorren por entrar a la ducha y enjabonar su cuerpo. Aprieto
mis manos en puños. Estoy adolorida y él no lo deja demasiado fácil, a decir
verdad.
La ducha se cierra después de diez minutos y un glorioso Jake sale del baño, con
su cabello mojado, gotas resbalando por sus tatuajes y por su sexy cuerpo, y
envuelto en una toalla. Lo miro con la boca abierta. ¡Es un maldito Dios del sexo!
—¿Algo que te guste? —pregunta, puedo ver la diversión en sus facciones.
Decido no ser tímida, porque estas veinte horas que he estado aquí no he sido
para nada tímida.
—No tienes idea. Pero la cosa que más me gusta está ocultada por una toalla
blanca.
Ríe y se acerca a mí, se sienta en el sofá a mi lado y me hala hasta que estoy
sentada a horcajadas sobre él. Doy un pequeño grito por el movimiento, pero río.
Tengo puesta una de sus camisetas y su boxer favorito, según él.
Sus manos acarician mis muslos desnudos una y otra vez hasta que siento el
familiar calor empapar sus boxers.
—No puedo obtener suficiente de ti —confiesa—. Eres mucho más fuerte que las
drogas. Ninguna de ellas creó está necesidad en mí, la necesidad de estar perdido
en algo como lo estoy en ti. Me estás convirtiendo en un maldito adicto.
Mi corazón late con fuerza en mi pecho y agarro su cara entre mis manos antes de
unir nuestros labios en un beso suave, su lengua se abre paso en mi boca y el
beso se profundiza, pero nuca deja de ser suave.
—¿Hace cuánto ya no consumes? —se que es un tema personal, pero no puedo
evitar hacer la pregunta. No lo quiero drogándose y que arruine su vida de esa
manera, como lo estaba haciendo.
Me mira a los ojos y retira mi cabello de mi frente y lo pone detrás de mis orejas.
—Desde la noche que me dio la sobredosis.
—Ya casi tres meses —no puedo evitar sonreír.
—No era un adicto. Podía dejarlo, pero lo hacía porque me ayudaba a... olvidar y a
dormir. Me mantenía inconscientemente y sedado. Pero no lo necesitaba, ahora
descubrí de que... estando contigo... puedo dormir y olvidar. Ahora tú eres mi
droga, Lie.
—¿Lie? —sonrío hacia ese seudónimo, siempre me han llamado Ky, pero Lie me
gusta—. Y me alegro de que esté ayudando en ello. Dije que no somos pareja ni
nada, pero quiero ser tu mejor amiga, una amiga incondicional que te folla cuando
los dos tengamos ganas. Lo que parece ser todo el tiempo.
Se ríe y lo beso mientras lo hace, voy dejando besos por toda su cara y lo escucho
suspirar.
—Soy tu follamiga —digo y hace una mueca de disgusto.
—No digas eso —está serio—. Eres mucho más que eso para mí, eres exclusiva y
aunque tú no lo hagas, yo te amo. Pero me conformo con esto porque puedo
tenerte. Y no rechistaré si tú quieres terminar esto algún día, lo entenderé.
Callo su discurso uniendo mis labios con los suyos, sonríe en medio del beso y es
lo más lindo que puede hacer. Siento las posibles mariposas que narran en los
libros y me aterra.
¿Y saben que es lo que más me aterra?
Que no quiero terminar lo que tenemos. Qué siento la necesidad de él.
Qué antiguos sentimientos están regresando con más fuerza.
Jake
La esposa de Travis, Jane, siempre me ha parecido bonita. De hecho, cuando
éramos adolescentes y teníamos 14 años, recuerdo querer hacer mi jugada para
tenerla, porque ella es hermosa. Pero Travis me lo prohibió dándome una tonta
excusa de que no la podía tocar porque es su mejor amiga y mucha mierda. Sin
embargo, yo sabía que él estaba enamorado de ella en ese momento y no hice
nada para ganar a Jane. Amigos antes que tetas... o algo así es el dicho. Y
después me enamoré de Kylie, y desde ese momento no pude ver a ninguna otra
chica que no sea Kylie.
Jane era la clase de belleza tímida que no estaba consciente de su aspecto, ni de
su cuerpo. Pero ahora lo sabe y es muy segura de sí misma, tanto que Travis a
veces se siente intimidado, pero saben que se aman intensamente.
Sin embargo, en este momento Jane se ve preciosa con su vestido de novia, su
cabello suelto y largo y con lágrimas en los ojos mientras está renovando los votos
con mi mejor amigo.
Y ahora mientras que mi mejor amigo dice sus votos, repite una y otra vez lo
hermosa que es su esposa y lo orgulloso que está de ella. La voz de Travis se
escucha ronca y aguda por el llanto que los padrinos queremos reír, pero las
damas de honor y Jane están llorando.
Al terminar Travis con los votos, Jane prosigue a los de ella. Todo el mundo está
con la boca abierta por lo emotivo de su discurso. Recalca todo el amor que
recorrieron desde niños y Travis empieza a sollozar. Ya no me dan ganas de
reírme. De hecho, siento algo de humedad en mis ojos.
Se me metió una basura, eso es. No estoy llorando.
Palmeo la espalda de Trav para darle apoyo, todas las mujeres lloran y Travis
solloza fuertemente mientras Jane habla.
—...El destino nos unió —sorbe por la nariz—, y forjó algo tan puro y bueno entre
nosotros. Te amaré por el resto de mi vida, Travis Stone. Siempre lo he hecho y
siempre lo haré. Ni siquiera la muerte podrá separarnos, me quedaré contigo
hasta el final de los tiempos. Te amo tanto.
Travis toma su rostro y la besa con fuerza, todo el mundo aplaude y se paran de
sus asientos. Miro a Kylie que se encuentra detrás de Jane y me devuelve la
mirada rojiza por las lágrimas. Sus mejillas y nariz están sonrojadas, el maquillaje
no puede tapar su sonrojo natural y eso me encanta.
Me sonríe en medio de las lágrimas y le devuelvo el gesto. Si tan solo supiera lo
hermosa que se ve en este momento.
Es casi doloroso.
***
La recepción es hermosa, en sí no es una recepción, es una carpa en la costa de
la playa. Los detalles son blancos y simples pero se ven costosos. Grandes
adornos florales son los centro de mesa, mesas circulares con manteles blancos
están a un lado de la pista de baile.
Estoy a un lado, parado junto al bar y conversando con Travis. Me cuenta sobre
que la fecha de nacimiento de su bebé está destinada para abril del próximo año,
que Jane ya pasó por la etapa de las náuseas y que ahora tiene muchos antojos.
Lo escucho hablar sobre lo asustado que está de formar una familia, pero que
también está emocionado y no puede esperar hasta que su hijo nazca. También lo
escucho confesar que estuvo celoso en la cena con su equipo de fútbol, porque
ninguno pudo mantener sus ojos lejos de Jane, lo que creo que exagera, pero
Jane es una mujer hermosa y es muy difícil para los hombres mantener sus ojos
lejos de ella; también dice que Jane tiene miedo de engordar, tuvo una
adolescencia difícil donde la criticaban por tener unos kilos de más, sin embargo,
yo nunca vi esos kilos, es una mujer hermosa y con curvas matadoras que le costó
mucho tiempo verse a sí misma, pero que ahora lo hace.
Sin embargo, no doy mi opinión, no quiero que Travis me dé un puñetazo en la
cara por alabar el culo y las tetas de su mujer, así que mejor le digo que Jane
siempre ha sido bonita.
Veo un atisbo de tristeza cuando digo eso en el rostro de Travis. Me sorprende el
corazón de Jane para perdonarlo cada crítica y cada mal que él le hizo. Pero él le
demostró que ellos valen la pena, le demostró su amor y ella lo perdonó. No soy
ciego, ni digo de que Travis fue el único que falló, pero ahora son fuertes y están
iniciando a formar una familia. Lo que yo siempre quise para mí.
Busco a Kylie con la mirada y sonrío cuando la veo.
Ella me sonríe y miro sus mejillas sonrosadas, se ve preciosa en ese vestido rosa
y algo holgado que tienen también Jessica y Dove. Pero en ella se ve diferente,
acaricia sus curvas y la hace lucir tan sexy que me encuentro duro con solo
mirarla.
Su cabello rojo está recogido en algún moño extraño que las mujeres saben cómo
se llama, pero me vale. Pequeños mechones caen a los lados de su rostro y me
resisto de ir hasta allá solo para retirarlos de su rostro. Su maquillaje es simple,
pero la hace relucir esas facciones hermosas. Aunque no me gusta que esconda
sus pecas, las pecas que amo besar.
—¿Por qué no la sacas a bailar?
La voz de Travis capta mi atención, pero no volteo. Sigo mirando a Kylie fijamente
y desde aquí vislumbro su sonrojo por la intensidad se mi mirada.
Sé que ella no quiere decirle nada a nadie hasta que estemos en Boston
nuevamente. Y yo tampoco quiero ser el protagonista de los rumores entre mis
amigos, así que decidí que una mentirita piadosa no hará daño a nadie.
—Porque terminamos —digo y la amargura no pasa desapercibida en m voz. Esas
palabras son ácido o así lo siento.
—Pero ahora son amigos.
—Somos amigos. Pero ella era mi ex. Y del instituto. Debo tener estándares más
altos, amigo.
Odio esas malditas palabras, odio que salgan de mi boca. Pero debo hacer esto
creíble, hasta lo que queda del fin de semana. Mañana regresaremos a Boston y
podré decirle a Travis nuestra extraña relación, pero por el momento no.
—Bueno, creo que te la ganaron —mi mejor amigo señala en dirección donde un
hombre de unos 30 años saca a mi Kylie a bailar, ella toma sus sucias manos y
me da una mirada discreta.
Sé que dijimos que debemos actuar normales, bailé con dos chicas anteriormente,
pero eso no quita la ola de celos que estoy sintiendo.
Aprieto tanto mis dientes que duele, ella se percata y me mira cuando empieza a
bailar con aquel hombre. Intenta actuar cortés, pero sé las intenciones del tipo.
Doy un suspiro porque esto es muy difícil de ver, pero ella pasó por lo mismo
cuando saqué a bailar a dos chicas al azar. Esto es muy difícil, quiero reclamarla y
hacerla mía delante de ese hijo de perra y de cualquier otro para que sepan que
me pertenece.
Pero eso sería caer muy bajo. ¡Joder! Me siento tan impotente de no poder ser yo
quien baile con ella en este momento.
—No sé qué hacer con ella —confieso—. La amo todavía, pero no sé si ella me
sigue amando. Joder, no sé qué hacer. Quiero que sea feliz, que conozca el amor,
alguien que esté dispuesto a darle todo lo que yo no puedo. Pero el simple hecho
de imaginarla con otro... hace que toda la mierda dentro de mí explote,
¿entiendes?
Respiro hondo, ese es uno de mis mayores miedos: que ya no sea lo que ella
quiera y que encuentre a alguien mejor que yo.
Travis asiente con la cabeza.
—Sé que estás asustado por lo que ella piensa de ti después de tu... umh... —
sobredosis es lo que pienso cuando hace una pausa—, incidente —rectifica—.
Pero tienes que hacer algo, amigo. Lucha por ella, recupérala. Lo has hecho
antes, puedes hacerlo ahora.
Hago una mueca, él sabe que no es tan fácil, pero él es más valiente que yo y
decidió arriesgarse a pesar de que para ojos de la mayoría, todo estaba perdido.
—Es más fácil decirlo que hacerlo. Lo sé, amigo, sé que ella merece que luchen
por ella. Pero no creo ser posible de hacerlo. Tal vez necesite algún empujón,
alguna razón.
Pero me detengo con la boca abierta al ver las intenciones del idiota que está
bailando con mi chica. Quiere besarla, sin embargo, Kylie se mueve rápidamente
hacia atrás. El tipo no desiste y es ahí cuando reacciono.
Quiere obligar a Kylie a besarlo.
Me muevo rápido y no sé cómo, pero en cuestión de segundos estoy a su altura.
Separo a Kylie bruscamente del tipo y la pongo detrás de mí.
—¿Qué mierda? —dice el muy imbécil—. Estamos ocupados aquí, amigo.
—¿Estamos? —pregunta Kylie indignada—. Aprende a tomar un no por respuesta,
idiota.
El tipo nos da una mirada de odio y sale de la carpa. Me volteo hacia Kylie, tomo
su brazo y salimos por el otro lado en dirección a la playa. Kylie se queja y dice
que afloje un poco mi agarre, pero no puedo, estoy molesto y camino hasta que
estamos tan lejos de la carpa como es posible.
Kylie se zafa bruscamente de mi agarre cuando me detengo e ignoro la punzada
de dolor que me provoca. Me volteo y ella se está sacando sus zapatos.
—¿Sabes lo incómodo que es estar en tacones y en la arena? —gruñe—.
Agradece que no puedo estrangularte en un lugar público.
Termina de retirarse sus zapatos y los toma en su mano, con la otra retira los
mechones rebeldes de su cara; analizo cada movimiento que da, es tan magnífico
y me pregunto cómo puede haber una mujer tan hermosa como ella.
Ella no es una belleza singular ni estereotipada, a la mayoría no le gustan los
pelirrojos, pero a mí sí, ella es hermosa. Sólo ella.
—¿Qué? —pregunta cuando se sonroja por mi potente mirada, ahora parece
divertida, pero nerviosa—. Por más que me mires así, sigo molesta contigo.
Doy un par de pasos hasta estar justo frente a ella, su pecho roza con el mío. Bajo
mi barbilla para verla a los ojos y ella sube la suya, siento su aliento en mis labios,
así de cerca estamos.
—Estoy jodidamente celoso.
Ella parpadea un par de veces e intenta poner distancia entra nosotros, pero no la
dejo y rodeo su cintura con mis manos. Pone sus manos sobre mi pecho, como si
intentara recuperar su espacio, pero no sirve de nada.
—Pues ahora sabes cómo me sentí cuando bailaste con la prima de Jane y con su
amiga.
—No seas insolente conmigo —sonrío de lado—. Sabes que lo mío es más
grande porque te amo.
Parpadea un par de veces, procesando mis palabras.
—Guau, tú si sabes cómo dejar sin palabras a una chica.
Bajo mi barbilla un poco más y ella sube la suya un poco, nuestros labios se rozan
y ella suspira.
»¿Por qué no me besas? Sé que quieres hacerlo.
—Estás molesta —esa es mi excusa. Pero me muero por besarla.
—¿No has escuchado eso de que el sexo es mejor cuando la mujer está molesta?
—sonríe pícaramente y pasa su mano por mi cuello y la otra por mi cabello, lo hala
un poco y gruño—. Ahí hay una caseta de salvavidas, podemos hacerlo ahí.
Volteo mi cabeza y miro una caseta que nos sirve perfectamente, sonrío y la miro
de nuevo.
»Tú tienes el control.
Antes de que pueda procesar sus palabras, ella ya se está moviendo con sus
zapatos en mano a dirección de la caseta.
Bien, hora de divertirnos.
Capítulo +18
×××
Kylie
Camino en dirección a la caseta siendo seguida por Jake, subo las escaleras y
abro la puerta para entrar. Oigo la puerta cerrarse, pero no me volteo porque sé
que es Jake.
Escucho unas cuantas zancadas y puedo sentir su respiración en mi nuca
mientras acaricia mis brazos desnudos con sus ásperos y largos dedos. Sigo
molesta con él, porque él me hizo sentir la misma cantidad de celos que yo a él.
Pero él tiene razón, lo suyo es diferente, él me ama y yo solo estoy siendo
posesiva.
Sí, solo soy posesiva, no tengo sentimientos tan fuertes por él. Claro que no.
—Me vuelves loco —susurra en mi oído y se pega más a mí, juntando mi espalda
a su pecho, su erección en mi espalda baja—. Estoy enloqueciendo.
Sus labios dejan mi oreja y bajan a mi nuca, donde deposita húmedos besos en
ese lugar. Mi cuerpo reacciona con el calor de sus besos en mi cuello, mi oreja y
mi nuca. Sus dedos siguen dejando suaves caricias en mis brazos y me
estremezco. Echo mi cabeza hacia atrás y un lado, dándole un fácil acceso a mi
cuello mientras mi cabeza se recuesta en su hombro.
Deja de acariciar mis brazos y posa sus manos en mi estómago, va subiendo las
manos y el vestido sube con él hasta que se encuentra justo debajo de mis senos.
Jadeo y estiro un brazo hasta que lo envuelvo y volteo mi rostro, interrumpiendo
su asalto en mi cuello.
Tomo su cabello con fuerza y uno mis labios con los suyos en un beso carnal, se
pega más a mí y yo saco mi trasero para que me sienta. Mi lengua se adentra en
su boca y gime ante el rose. Esto es bueno, el beso es lleno de libido, éxtasis y
anhelo.
Me volteo por completo y paso mis brazos por sus hombros, mis manos en su
cuello y acercando su rostro para sentirlo más cerca. Sus manos van directamente
a mi trasero y me lo aprieta, se siente bien y es increíblemente placentero.
Gimo cuando pellizca la suave carne de mi trasero y lo masajea a su antojo, jalo
su cabello y vuelve a gemir.
—No quiero tener el control —susurro sobre sus labios—; poséeme, Jake.
Jadea ante mis palabras y vuelve a besarme con más fuerza, esto es intenso y
quiero que me posea, que la lujuria me llene y que haga mi cuerpo temblar una y
otra vez.
Doy un grito de sorpresa cuando me levanta del suelo y hace que mis piernas se
enrosque en su cintura, me pega contra la pared y escucho como deshace su
correa y baja la bragueta de sus pantalones.
Sube mi vestido, revelando la ropa interior rosa de seda que llevo puesta, jadea al
ver las medias de nailon blancas hasta la mitad del muslo que envuelven mis
piernas.
—Joder, vas a matarme —gruñe, acariciando el borde de las medias y sus dedos
haciendo contacto con la piel de mi muslo. Me estremezco—. ¿Necesidad de
juego previo?
—No —mi voz sale ronca.
—No tenemos mucho tiempo, nena, así que seré rápido.
La mano que estaba jugando con el borde de las medias, va directo a mi
entrepierna sobre la ropa interior, jadeo ante el contacto con mi anhelante vagina y
me remuevo. Sus dedos separan la tela que cubre mi coño y siento su dura polla
en mi entrada ahora desnuda. Jadeo y aprieto mi agarre en su cuello. Esto es tan
crudo y carnal que me encuentro rogando para que me penetre de una vez.
—Por-por favor, Jake... por favor.
Sonríe y vuelve a unir sus labios con los míos, en un beso más suave que el
anterior, pero igual de bueno. Guía su erección con su mano para colocarse bien
en mi entrada y en un solo movimiento me penetra con fuerza.
—Oh, Dios —casi grito y llevo mi cabeza hacia atrás, apoyándome en la pared.
Empieza a moverse fuerte y duro, mi espalda golpea constantemente la pared
mientras su polla entra y sale de mí. Siento como mi coño se estira con cada
penetración, pero esto es jodidamente bueno. Gimo y grito con fuerza mientras
sus labios besan mi cuello mientras sus manos sostienen mi trasero. Unos dedos
curiosos se interponen entre nosotros y masajeó mi clítoris mientras él pellizca mi
trasero y me enviaste con mucha fuerza.
—¡Ah! Así... Oh, Jake, así.
Toca ese punto lleno de placer que toda mujer tiene. No miento cuando digo que
él es grande y grueso y es la mejor polla en el mundo. He probado a otros chicos,
puede que hayan sido solo dos, pero ninguno de ellos ha sido así de bueno ni de
grande. Ninguno de los dos me hizo sentir de la forma en que Jake me hace
sentir.
Siento mis piernas temblar y mi cuerpo tensarse mientras que las caricias en mi
clítoris se vuelven torpes y las embestidas de Jake se sienten con más intensidad.
Estoy a punto de correrme y las sensaciones deliciosas me abrazan.
—Me-me vengo —anuncio, como si él no fuera suficientemente consciente de mi
llegado orgasmo—. Joder, Jake, me estoy corriendo... ¡Oh!
Mi orgasmo es abrazador, y gimo tanto que las paredes de mi garganta arden. Me
corro con violencia alrededor de su polla mientras grito obcenidades y jalo de su
cabello. Cuando mi arrasador orgasmo termina, recuesto mi cabeza en su cuello y
soy consiente como su cuerpo se tensa y sus penetraciones se vuelven más
bruscas y tensas.
—Kylie... Joder, Kylie.
Se corre dentro de mí tan duro que creo que me partirá en dos o que me dejará
moretones. Siento como me llena con su delicioso líquido lleno de bebés.
¿Lleno de bebés? ¿WTF? ¿Qué mierda me pasa? Se nota que ese orgasmo me
afectó tanto.
Nuestras respiraciones son tensas y jadeos, hundo mi cara en la curvatura de su
cuello y él en el mío.
—Eso fue... —empieza a decir pero se detiene.
—Maravilloso, increíble, fantástico, intenso... hay millones de adjetivos para
describir lo que haces con mi cuerpo.
Escucho su suave y ronca risa. Sale de mí y me coloca sobre mis pies, me siento
algo incómoda por la forma en que terminó dentro de mí.
—Tengo que ir a... —le hago una seña con mi mano, apuntando fuera de la
caseta.
Se ríe y niega con la cabeza.
—Ve a limpiarte, igual tenemos que volver antes de que se den cuenta.
Besa mi mejilla y se da media vuelta para salir.
—¿Jake? —lo llamo, él se detiene y voltea.
—¿Sí?
—No quiero terminar lo que hacemos.
Sonríe de costado y se acerca a mí hasta estar muy cerca frente a mí; huele a
sexo y a un aroma varonil, es embriagador.
—Yo tampoco quiero hacerlo —murmura, su aliento golpea mi rostro.
—Sé que no puedo darte lo que tú quieres, pero... me haces feliz, Jake. En verdad
lo haces.
Suspira y una de sus manos va a mi rostro y acaricia mi mejilla dulcemente. Okay,
esto se está saliendo de mis manos, pero no puedo evitarlo, él me hace sentir.
—Te amo, Kylie —esta vez es diferente a las tantas veces que me ha dicho que
me ama últimamente; es más suave y más gentil, y me hace sentir cada palabra,
cosa que me asusta.
Niego con la cabeza y me estiro para unir mis labios con los suyos en un tierno
beso. No siento que lo amo, no puedo sentirlo. Me ha hecho daño y no puedo
olvidar eso de un día para el otro; pero tampoco puedo estar lejos de él.
¡Dios! Todo es tan confuso.
No debo amarlo, pero hace revivir en mí viejos sentimientos que creí que habían
muerto, pero estos sentimientos me arrollan con mucha más fuerza que antes y
eso me asusta. Me da miedo sentir tan profundamente. Sin embargo, no puedo
estar lejos de el; en este fin de semana hemos alcanzado un punto donde ya no
hay marcha atrás, y lo único que me toca hacer es reprimir estos sentimientos o
caer profundamente en sus brazos otra vez.
Nos separamos después de unos minutos y miro a Jake, está con los ojos
cerrados y con sus labios hinchados. Lo miro y me extraña sentir más que deseo
hacia él, es como si no pudiera obtener suficiente de él. Siento que un ataque de
ansiedad se avecina por todos los sentimientos descubiertos hoy. No puedo sentir
por el como la manera en que estoy sintiendo; pero no puedo, no puedo negar que
mi corazón late nuevamente y con más fuerza por este hombre, que mis piernas
flaquean cuando escucho su voz, que mi respiración se detiene cuando me toca.
Todo esto es una mierda.
Lo que estoy sintiendo ahora es mucho más fuerte de lo que sentía antes por él, y
eso que estaba perdidas ente enamorada. Es como si mi corazón fuera a explotar
cada vez que lo veo, es tan fuerte esto y no lo puedo controlar.
—¿Estás bien?
Su voz me trae de vuelta a la realidad, parpadeo un par de veces y luego asiento
con la cabeza.
—Debemos ir —digo y paso por su lado en dirección a la puerta—, tengo que
limpiarme y ya mismo cortan el pastel.
Le sonrío para tranquilizarlo y salgo de la caseta, escucho los pasos de Jake
detrás de mí hasta que llegamos a la carpa. Me volteo a verlo y él me guiña un ojo
antes de ir en dirección a dónde se encuentran Logan y Travis.
Me percato que Logan se ve un poco molesto mientras mira constantemente a la
entrada de la carpa, como si esperara que alguien entrara.
Me encojo de hombros, a este chico nadie lo entiende.
Voy al baño y procedo con la limpieza de mi intimidad; al terminar, salgo del baño
y me topo con Jane fuera de este, está con sus brazos cruzados sobre su pecho y
tiene esa expresión en su rostro de "algo me ocultas".
—¿Dónde estabas? —me pregunta, repiquetear con su pie en el suelo como si
esperara una excusa barata de mi parte.
Me encojo de hombros y trato de mostrar indiferencia.
—¿No puedo ir a ver el mar?
Entrecierro sus ojos hacia mí, sus grandes pestañas oscureciendo sus ojos.
—No respondas mi pregunta con otra, jovencita —me reprende y siento que está
sacando su lado maternal—. Y no creo que hayas visto el mar por más de una
hora y media.
—Em... estaba ocupada.
Trato de no mirarla a los ojos, ella sabe muy bien cuando miento, me conoce
tanto.
—¿Haciendo qué?
Lanzo un bufido y la miro.
—No tengo que darte explicaciones, Jane. Soy una persona adulta, tengo veinte
años, sé lo que hago.
Entrecierro más los ojos y da unos pasos hacia mí, me encojo un poco.
—Soy tu mejor amiga, tengo control sobre tí —dice y yo contengo la risa—.
Básicamente eres mía, así que escupe lo que estabas haciendo.
Suspiró profundamente, a Jane no le puedo mentir, así que procedo a contarle
después de tomar un segundo suspiro.
—Jake y yo estamos teniendo sexo.
Empieza a toser como loca y me hace señas para que golpee su espalda, lo hago
y ella se calma después de varios segundos de agonía. Su rostro está rojo, casi
morado por el ataque de tos.
—Lo siento —su voz suena ronca—. Es horrible cuando tragas saliva y se va por
un lado que no es —me río un poco, su rostro vuelve a su color original después
de tomar varias respiraciones y me mira fijamente—. ¿Desde cuándo?
—Desde la despedida de solteros.
—¿Muchas veces?
Bufo.
—Sabes como es el sexo, Jane. Tuvimos sexo duro, sexo caliente, sexo lento,
sexo por todas partes, sexo...
—Okay, ya entendí —me interrumpe—. Pero ya, hablando en serio, no quiero
verte llorar nuevamente.
Pongo los ojos en blanco.
—No tendré un ataque, mamá oso. Esto fue mi idea. Tenemos sexo y somos
amigos.
—Lo que es básicamente una relación.
Frunzo el ceño y me cruzo de brazos yo también. Ahora me doy cuenta que sigo
con mis tacones en mi mano y que estoy descalza. Jesús, soy tan torpe.
—No es una relación —no lo es, ¿verdad?
—Sí, sí lo es —dice mi supuesta mejor amiga—. Lo sé porque estoy casada con
alguien que era mi mejor amigo por más de diez años. Lo único que cambio en
Travis y yo después de iniciar lo nuestro fue que nos besábamos, decíamos frases
cursis y teníamos sexo. Ahora no es que haya cambiado nada, seguimos siendo
los mejores amigos y tenemos sexo maravilloso. Cosa que no es muy diferente
entre tú y Jake.
La miro con recelo, quién diría que Jane Beatles se iba a convertir en una mujer
sabia con tan solo llenar su óvulo con un esperma de Travis. El embarazo le sienta
bien.
—Sabes qué —suspiro—, no quiero escucharte pero tienes razón; pero tampoco
voy a terminar esto, estamos en un punto donde ya no hay marcha atrás. Y no
quiero dar marcha atrás.
Jane me mira fijamente, como si me evaluara y al final da un largo suspiro.
—¿Segura que vas a estar bien? —me pregunta y la preocupación es clara en su
voz.
Me acerco y rodeo su cuello con mis brazos, atrayéndola en un fuerte abrazo.
Jane no es tan pequeña pero sí es más pequeña que yo y es adorable, ahora
estamos a la misma altura porque yo no llevo tacones.
—Estaré bien —digo contra su cabello—. Tranquila, bebé, soy adulta y aunque no
sé lo que estoy haciendo, es mi responsabilidad. Te amo, pequeña y dulce Jane.
Se ríe y me abraza igual con fuerza.
—Solo quiero lo mejor para tí —susurra.
—Lo sé.
—Y si él te hace feliz, entoces yo también lo soy.
—También lo sé.
—Y ahora anda por tu hombre que Ashley lo está tocando.
Dejo de abrazar a mi amiga para ver a la ponzoñosa prima de Jake tocar a mi
hombre. Miro hacia Jane y le guiño un ojo antes de ir casi corriendo hacia Jake,
puedo escuchar un poco de su conversación mientras más me acerco.
—No soy bueno bailando —dice Jake con indiferencia y Ashley ríe de una forma
bastante falsa.
—Claro que lo haces, te he visto —hace una pausa y se acerca más a mi Jake—.
Y si me lo muestras... tal vez podríamos desaparecer en esta grande playa.
¡Suficiente!
Me acerco a ellos a paso rápido, tomo el rostro de Jake y lo volteo para unir mis
labios con los suyos, lo tomo por sorpresa, pero al percatarse que soy yo me sigue
el beso. Se voltea por completo y agarra de mi cintura mientras me besa con
fuerza, nuestras lenguas rozándose y devorándonos. Escucho a la prima de Jane
refunfuñar y alejarse con sus tacones repiqueteando el suelo como una niña
malcriada.
Bien, niña sosa, el es mío.
Nos separamos jadeando después de unos minutos y puedo sentir la mirada de
todos sobre nosotros. Bien, que se jodan, soy feliz y él no es mi sucio secreto.
—¿Que acaba de pasar? —pregunta Jake entre jadeos.
Me río y beso la comisura de sus labios.
—Jane ya lo sabe, así que ya nada me importa.
Sonríe y sus ojos se achinan, una sonrisa verdadera y mi favorita.
—¿Entonces serás mía toda la noche?
Asiento con la cabeza.
—Ajá, y tú también serás mío. Así que mueve ese culo, bebé y ¡vamos a bailar!
El ríe y me besa rápidamente antes de guiarme a la pista de baile.
Bien, me puedo acostumbrar a esto.
No sé qué es lo que más me enfurece: Escuchar a Logan golpear fuertemente la
puerta de nuestra habitación o ver a Dove sollozar mientras llora con la cabeza
apoyada en mi regazo.
—Dove, por favor abre la puerta —grita este desde el otro lado de la puerta.
—¡Vete a la mierda, Logan! Dijiste todo lo que tenías que decirme ayer.
Mi amiga sigue llorando y aprieto mis manos en puños. Dove casi nunca llora, y
debió haber sido algo muy malo como para hacerla llorar así. Logan sigue
golpeando la puerta y ya siento que es suficiente.
—Logan llamaré a la policía si no te vas y dejas de golpear —amenazo.
Escucho su suspiro y un pequeño golpe en la puerta.
—Solo quiero disculparme —dice más calmado y Dove solloza más fuerte.
Acaricio el cabello de mi amiga.
—¿Qué fue lo que pasó? —le pregunto a Dove.
Ella voltea un poco su rostro apoyado en mi regazo; sus mejillas están manchadas
con las lágrimas, sus ojos azules están rojos e hinchados por llorar tanto desde
anoche que decidí venir a la habitación y la encontré llorando aquí. Tenía planes
de quedarme en la suite de Jake, pero Dove se veía y se ve muy mal, así que
decidí quedarme como ella se ha quedado conmigo tantas veces.
—Solo quiero ir a casa —murmura, su voz suena aguda y ronca.
Voltea el rostro y sigue sollozando. Logan golpea una vez más la puerta y creo
que la votará, así que muevo a Dove a un lado y paso una almohada debajo de su
cabeza, me pongo de pie y procedo a abrir la puerta. Dove me grita que no lo
haga, pero no quiero que él hablé con Dove, Logan hablará conmigo.
Logan está parado en el pasillo, se ve desaliñado y tiene grandes y oscuras ojeras
debajo de sus ojos. Está puesto un pantalón de chándal con el logotipo del ejército
en el lado izquierdo y una camiseta gris que en el centro de esta dice "Army" en
letras verdes. Pasa una mano por su corto cabello rubio y sus ojos grises me
evalúan, trata de ver a través de la puerta, pero no sé lo permito y salgo de la
habitación, cierro la puerta detrás de mí y me cruzo de brazos.
—¿Qué mierda pasó, Logan? —pregunto y él cierra sus ojos con fuerza—. Ha
estado llorando toda la noche hasta que se quedó dormida y a penas despertó
empezó a llorar de nuevo, debió haber sido muy malo para que mi Dove esté así.
Logan vuelve a pasar su mano por su cabello y lo hala un poco.
—Fui un completo imbécil anoche —suspira—. Le dije cosas... que me arrepiento
demasiado; cosas que no las pienso, pero estaba enojado cuando se lo dije. Solo
quiero disculparme con ella y decirle que nada de lo que dije es cierto. Sí, ella es
hermosa y es una belleza tan llamativa que no me agrada, pero no creo que ella
sea una estúpida que lo único que puede hacer bien es cantar. No sabes cuánto
me odio por haberle dicho eso.
—¡¿Le dijiste que es una estúpida que solo sabe cantar?! —exploto, siento la ira
bullir en mí—. ¡Por Dios, Logan! Eso fue extremadamente grosero.
Vuelve a cerrar sus ojos y gruñe, literalmente gruñe de frustración.
—Estaba molesto, ¿de acuerdo? No medí mis palabras y acabé hiriendo a una
persona que no me ha hecho nada malo, de hecho, Dove ha sido muy buena
conmigo y yo solo... arruiné mi amistad con ella.
—Trato de entender tu punto, en verdad lo hago, pero ella es una de mis mejores
amigas y es la más afectada en esto. Sé que estabas molesto —señalo hacia la
puerta—, pero ella es una de las personas más inteligentes que conozco. No tiene
nada de malo o la hace menos lista seguir una especialidad de artes, seguro que
no lo tiene. Y es decepcionante que pienses así de alguien tan maravillosa e
inteligente como Dove sin siquiera querer llegar a conocerla.
—La conozco, es la mejor amiga de mi hermana.
—No la conoces —aprieto mis manos en puños, el hecho de que ella sea alguien
cercano a su hermana, no significa que la conoce—. No conoces lo buena y lo
lista que es, no conoces nada de ella, solo conoces su belleza y lo que ella
transmite a simple vista, pero mi Dove no es así. No es culpa de Dove querer
cumplir sus sueños. Tu sueño fue pelear por nuestro país y te agradezco por eso,
pero su sueño es muy diferente al tuyo, y ella está luchando por conseguirlo —me
mira fijamente, sus ojos grises transmiten claramente arrepentimiento—. Y ahora,
si me disculpas, mi amiga me necesita y estaré allí para ella.
Lo dejo con la palabra en la boca mientras abro la puerta y entró. Coloco el cerrojo
y me volteo para ver a Dove; ella me mira con sus ojos bien abiertos y está
sentada en el borde de la cama. Su pijama color lila afelpada la hace lucir como un
pequeño pastel y se ve adorable.
—¿Podemos ir a casa? —pregunta cuando me acerco y me siento en la cama.
Tomo su mano y asiento.
—Tenemos que volver hoy, de todas formas.
Me sonríe, o al menos lo intenta porque parece más una mueca que una sonrisa.
Limpia sus lágrimas de sus mejillas y suena su nariz con papel higiénico.
Se escucha un golpe en la puerta y ambas nos miramos con cautela.
—Oigan, perras, abran esa puerta si no quieren que la votemos —grita Clara
desde el otro lado y ambas suspiramos con alivio.
Me pongo de pie y abro la puerta; Jane, Jessica, Clara, Marie y Corine —una
amiga de Jane— están al otro lado de la puerta. Jessica entra corriendo al ver a
Dove y la estrecha entre sus brazos, ambas se acuestan en la cama de Dove y
empieza a llorar de nuevo.
Saludo a todas y ellas entran con su cara llena de preocupación al ver a mi amiga
llorar.
—¿Qué sucede? —pregunta Jane, paso un brazo por sus hombros.
—Logan —suspiro—. No hablemos de eso, se encuentra muy mal y acabé de
pelear con Logan. Veamos la forma en que se sienta mejor.
Jane sonríe y asiente con la cabeza, mi mejor amiga es hermosa, pero el
embarazo la está poniendo mucho más bella de lo que ya es, y eso es mucho.
—Vamos chicas —dice Jane con voz firme, todas le prestan atención, incluso
Dove—. Estamos en Los Ángeles, vamos a ver si encontramos a Harry Styles o
Ian Somerhalder.
Pongo los ojos en blanco, podemos tener 20 años, pero ella siempre va a ser una
loca fan acosadora y amante de esos dos hombres que según ella son perfectos,
como lo era en su adolescencia.
***
—Oh, por Dios. Oh, por Dios. Oh, por Dios —murmura Jane dando la vuelta e
intentando salir del restaurante en el que entramos.
Frunzo el entrecejo y agarro su brazo para que no salga, la doy la vuelta y su
rostro pasa de estar pálido a claramente sonrojado como un tomate.
—¿Qué sucede? —pregunto, visualizo a Dove que también está parada con el
rostro pálido. Las otras chicas se sientan en una mesa grande.
—Es... —susurra Dove, claramente sorprendida viendo a un punto fijo, sigo su
mirada y me sorprendo. Casi quiero gritar.
—Ben Danner.
—Oh, Dios mío. Oh, Dios mío. Oh, Dios mío —sigue repitiendo Jane.
—¿Qué tan suertudas nos hace que el vocalista de nuestra banda favorita esté en
el mismo restaurante que nosotras —pregunta Dove.
—Muy suertudas —murmuro.
—Oh, Dios mío —sigue diciendo Jane—. Creo que me voy a desmayar. No es
Harry ni Ian, pero creo que voy a morir.
El famoso vocalista y guitarrista está sentado en una mesa comiendo con tres
chicos más que son sus compañeros de banda. No puedo creer que estemos al
frente de Wild American, es decir, los chicos son extremadamente famosos y
hasta ganaron dos grammys este año.
—Hey, chicas, ¿qué pasa? —pregunta Jessica acercándose a nosotras, pero sus
palabras quedan en el aire al mirar el punto en que todas miramos—. Es Ben
Danner.
—Mira quien lo acompaña —susurra Dove y el rostro de Jessica se enrojece.
—Jesús, son Wild American.
Al parecer Jessica habló muy fuerte porque los mendocinos se voltean y nos
visualizan a las cuatro. Sonríen casi al mismo tiempo y se ponen de pie.
—¿Qué tan suertudos nos hace que cuatro chicas completamente hermosas estén
en el mismo lugar que nosotros? —pregunta Scott Evans, el baterista de la banda.
—Muy suertudos —dice Ben.
—Extremadamente suertudos —concuerda Jason Wilmer, con su sexy acento
sureño, el es el bajista.
—¿Quieren sentarse con nosotros, chicas? —pregunta Cameron Kors, el
guitarrista principal de la banda.
Esto es demasiado hermoso para ser cierto, las cuatro nos vemos cómo si esto
fuera irreal, como si en cualquier momento fueran a salir esas cámaras
anunciando que esto es una broma. Miro en dirección a la mesa y Clara, Marie y
Corine están enfrascadas en una conversación bastante animada, ajenas a lo que
sucede.
—Tenemos compañía —digo, al ver que soy la única que no está en estado de
shock.
Cameron nos sonríe.
—Oh, pueden traerlas si quieren.
—No creo que sea...
—¡Clara, Marie, Corine! —grita Dove y las nombradas nos miran, ella señala a la
banda con una seña con su cabeza y las tres palidecen al mismo tiempo antes de
ponerse de pie y caminar hacia nosotras.
***
Ben Danner está coqueteando descaradamente con Jane, cosa que me da mucha
gracia porque Jane le repite una y otra vez que es casada, pero su sonrojo la hace
lucir como si fuera mentira.
—En verdad soy casada —Jane levanta su mano izquierda y le muestra su anillo
de compromiso y el otro de casamiento, ambos descansando en su dedo anular.
—No soy celoso —responde Ben encogiéndose de hombros.
—Estoy embarazada.
—Amo a los bebés. Tengo una sobrina de cinco años, los niños no son un
problema.
Jane voltea hacia mí y me hace señas para que la ayude, río en carcajadas al ver
su rostro completamente rojo, casi morado.
Me inclino un poco hasta a ella y susurro solo para que ella escuche:
—Es tu culpa, yo dije que esto era una mala idea.
Me separo y ella entrecierra sus ojos hacia mí.
La comida pasa rápido y no puedo creer que Cameron Kors esté coqueteando
conmigo casi toda la cena, el coqueteo no es recíproco, más bien trato de ser
amigable, pero creo que es malinterpretado porque agarra un mechón de mi corto
cabello.
—Me encantan las pelirrojas —dice muy cerca de mi oído, todos mis sentidos se
ponen alertas y no en un buen sentido.
Sólo sonrío y sigo comiendo de mi postre. Al acabar pido la cuenta y pido que
sean dos diferentes, ni de loca dejaría que ellos paguen por nuestra comida; es
decir, nosotras somos siete y ellos solo cuatro.
Pagamos en efectivo y con todo el dinero que reunimos entre las siete. Nos
ponemos de pie y ellos también lo hacen, me gusta la insistencia, pero esto es
molesto.
O tal vez solo me gusta la insistencia de Jake.
—Fue un placer conocerlos —dice Dove.
—Espero que puedas ir a nuestro concierto en Boston y Nueva York el mes que
viene —le guiña un ojo Scott Evans y mi amiga se ruboriza un poco.
Esto es tan extraño y fuera de lo común, no puedo creer que cenamos con una de
las bandas más famosas del mundo y que todavía sigo viva.
***
—Definitivamente me van más los atletas que los músicos —nos asegura Jane
mientras caminamos por el paseo de la Fama de Hollywood y es tan increíble y
alucinante ver la estrella de Michael Jackson y de muchos artistas más.
—Definitivamente los atletas son mejores —concuerda Jessica.
—Bueno, Jake era un atleta, pero lo vieron ayer en la boda. Toca bien así que
como que me inclino a ambos —confieso.
—¿Qué tienen de malo los músicos? —pregunta Dove cuando nos detenemos a
apreciar la estrella de Marilyn Monroe.
—Hablamos de hombres, cariño —le guiña un ojo Jessica y Dove pone los ojos en
blanco—. Y te recuerdo que te gustan más los atletas. O los Rangers del ejército.
Dove entrecierra sus ojos hacia su mejor amiga y luego le saca la lengua.
Sólo estamos las cuatro paseando por las calles de Hollywood. Clara y Marie
están en el aeropuerto porque su vuelo sale en una hora y Corine se fue al hotel a
ver a su novio.
Así que estamos las cuatro mosqueteras en una noche calurosa de noviembre en
Los Ángeles.
—Oh, por Dios. Oh, por Dios. Oh, por Dios —murmura Jane.
—Ahora qué viste —pregunto.
—¡Es Liam Payne! —grita y sale corriendo en dirección del nombrado.
Ay cosas que nunca cambian.
—Estamos aquí a penas dos horas y ya extraño a Jane y a Travis —digo y Jake
me junta más a su costado.
Estamos desnudos en la cama de su apartamento, una sábana nos cubre porque
hace frío. Acaricia mi brazo de manera distraída, mi cabeza está en su pecho y
acaricio con mis dedos el pelo de su pecho. Tiene algunos tatuajes en este y lo
hacen lucir muy sexy.
—Llegamos hace a penas dos horas, definitivamente no puedes vivir sin esa chica
—murmura Jake y besa mi cabello.
Estoy consciente de lo raro de la situación, es decir, estamos acurrucados y
hablando. Desnudos y sin nada de sexo de por medio. Mi corazón late muy rápido,
y siento el suyo latir con la misma rapidez bajo la palma de mi mano.
—Recuerdo cuando todavía no tenías pelo en el pecho —digo, para aligerar el
ambiente romántico que se está formando entre nosotros.
Jake ríe de manera ronca y eso causa estragos en mi cuerpo, pero lo ignoro.
—A los diecisiete ya tenía pelo.
—Pero ¿recuerdas cuando tenías catorce y estábamos en la fiesta de piscina de
Paty Brooks?
—Nadie tiene pelo en el pecho a los catorce.
Me río y beso su pecho. Al separarme me doy cuenta de lo íntimo que eso fue y
maldijo mentalmente. Joder, ir a ese viaje nos cambió a ambos, es decir,
empezamos esto, pero también está despertando en mí sentimientos que antes
estaban muertos; y están regresando con más fuerza. Intento ignorar los
sentimientos porque quiero seguir con esto, y mentiría si dijera que no quiero a
Jake.
Lo quiero, lo quiero mucho, pero algo dentro de mí me dice que no debo amarlo.
Los sentimientos son abrumadores y no sé qué hacer; ya admití que lo quiero,
cosa que no quería, pero no quiero enamorarme perdidamente de él como en el
pasado.
No quiero que me vuelva a herir.
Sin embargo, al paso que vamos, sé que terminaré enamorada otra vez de este
hombre y todo se saldrá de mis manos.
—¿Qué sucede por esa linda cabecita tuya?
Su voz ronca y varonil me saca de mi trance y levanto mi mirada, él baja la suya y
sonrío.
—En verdad me gusta estar contigo.
Mis palabras nos toman por sorpresa a ambos, eso no es lo que planeaba decirle,
pero siempre mi corazón es el que lleva las riendas del asunto.
Jake suspira y vuelve besar mi cabeza, cierro mis ojos.
—Yo amo estar contigo —toma mi barbilla para que vuelva a mirarlo—. Y sí, he
dicho la palabra con A.
—Eres un tonto —me río.
—Eso no decías hace media hora cuando tenías un orgasmo.
Golpeo su pecho y me río; él toma mi muñeca y en un movimiento y poco brusco
pero sexy estoy debajo de él, con él entre mis piernas.
—Podrías recordarme todo lo que decía cuando tenía un orgasmo —mi voz sale
un poco rasposa y siento cada zona de mi cuerpo calentarse.
Jake sonríe de manera ladeada.
—Con gusto.
Y procede a besarme, mete su lengua en mi boca y nos empezamos a devorar.
Los besos son húmedos y excitantes y sabemos cómo terminará esto.
***
—Odio los jueves —le digo a Dove que se sienta a mi lado.
—Ni me lo digas —responde ella, virando los ojos y empezando a sacar su libro
de filosofía.
Esta semana ha pasado bien, ha sido increíble estar con Jake. Prácticamente
estoy viviendo en su departamento porque todas estas noches me he quedado
con él. Dove está más tranquila con respecto a Logan y está saliendo con un lindo
chico jugador de Hockey. Empezaron a salir desde el martes y confirmo que a ella
también le van más los atletas que los músicos.
He estado en mi nube de algodón de azúcar de Jake, desde que volvimos de
Malibú la pasión se a intensificado. Tenemos más tiempo juntos y eso es
asombroso a pesar de que ambos tenemos un trabajo.
Jake consiguió un trabajo para un equipo colegial de fútbol. Entrena a unos niños
de 14 a 15 años en un instituto en Boston. No es algo especializado en su carrera,
pero es algo que lo hace feliz y a mí también.
El profesor de filosofía entra a la clase y empieza a dar su típica charla de la
segunda guerra mundial.
Cuando llego a la cafeteria voy directo al baño, me coloco mi uniforme que consta
en una falda negra hasta las rodillas y holgada, una blusa roja con lunares blancos
y un pañuelo rojo amarrado en mi cabeza. Es un lugar temático de los 50 pero
tienen muy buena comida. Salgo del baño y atuendo las mesas. Todo el lugar es
genial, las mesas y las cabinas son de color rojo, el suelo son en cuadros blanco y
negro, y hay fotos de varios artistas famosos desde los años 20 hasta los 80.
Andrea, una de las meseras me saluda con una sonrisa. Ella es increíblemente
dulce y es muy bonita; tiene el cabello negro azabache, los ojos son de un verde
claro que cuando hace mucha luz casi parecen blancos. Es toda una belleza y es
muy buena persona. Me recuerda a Jane.
—Hola cariño —la saludo.
—Hola —responde—. ¿Lista para el golpe?
—Lista.
El golpe es cuando todo el lugar se llena, hoy es jueves y son las ocho de la
noche, el golpe dura hasta más o menos las once y hoy salgo a esa hora.
Atiendo mesas, lavo platos, doblo servilletas y todo eso a una velocidad increíble.
Sólo estamos atendiendo cuatro chicas y hay dos hombres en la cocina, así que
es bastante duro.
Creo que deberían contratar más personal porque la paga es realmente buena.
A eso de las diez podemos descansar un poco, pero justo la campanilla
anunciando un nuevo cliente suena y las cuatro nos ponemos alertas.
Mi corazón late rápido cuando veo quien es el cliente que entró y se sentó en una
de mis mesas. Jake se ve precioso. Trae una chaqueta de cuero negra, una
camiseta roja debajo de esta, jeans azules y ajustados y unas botas negras.
¿Hace calor aquí o qué?
Su cabello rubio cenizo se encuentra perfectamente despeinado, antes creía que
no se peinaba, pero él lo peinados así. Cosas de chicos que jamás entenderé.
Sus ojos azules me encuentran me sonríe de manera ladeada. Apoya su barbilla
en su mano, con el codo en la mesa y me estudia mientras me acerco.
—Hola, hermosa —me dice cuando ya estoy parada junto a la mesa.
—Hola hermoso, ¿qué vas a pedir?
—Una Kylie desnuda con chocolate para llevar, por favor.
Empiezo a reír, pero a pesar de que fue muy gracioso, lo dijo con un toque de
lujuria y un calor se desplaza por todo mi cuerpo.
—Tal vez en una hora —le guiño un ojo.
Él se ríe y me mira, su mirada es sería, a pesar de que está sonriendo.
—¿Podemos hablar? Tengo algo importante que pedirte.
—En cinco minutos es mi descanso —digo—. ¿Seguro que no quieres nada?
—Uhm... una cerveza estaría bien.
—Okay.
Me doy la vuelta, pero hala de mi brazo y me hace voltearme; levanta su cabeza y
me da un pequeño beso en los labios, es tan rápido que casi no lo siento pero sé
qué pasó por su sonrisa.
—Te espero aquí — me guiña un ojo antes de dejarme ir.
Después de cinco minutos, me dirijo hacia la mesa de Jake y me siento a su lado.
Me sonríe y se acerca a mí para dejar un suave y casto beso en mis labios.
—No puedo creer que ese uniforme luzca tan bien en ti —me dice con una sonrisa
pícara—. Podemos cumplir una de mis fantasías porno contigo usando eso.
Río en una carcajada y golpeó suavemente su hombro.
—Tonto.
Conversamos un rato sobre nuestro día y él me cuenta sobre cómo le fue en el
entrenamiento con los chicos. Apenas empezó esta semana y dice que todos los
chicos lo agobian y lo acosan, pero yo sé que le encanta entrenar fútbol americano
a esos chicos. Se nota que claramente lo disfruta.
—El que más me acosa es este niño Tom, ¿puedes creer que hoy me pidió un
autógrafo? No puedo imaginar cómo serán los próximos meses.
Me río una vez más, se queja tanto pero sé que le gusta.
—En fin, ¿a qué debo tu agradable visita?
Se pone un poco serio y toma mi mano mientras juega con mis dedos
distraídamente.
—Johnson quiere conocerte.
—¿Quién es Johnson?
Me mira, con sus ojos azules cautelosos, ¿qué se trae entre manos?
—Es mi loquero —suelta y se encoje de hombros—. Dijo que quiere conocer a la
chica que siempre nombró en nuestras cesiones.
—Oh...
Sabía que él estaba yendo a terapia por lo que ocasionó con la sobredosis y todo
eso. Pero ir con él lo haría como... más real.
—¿Irías conmigo? —pregunta, todavía con cautela.
—¿Cuando es? —le doy un suave apretón en su mano.
—Mañana. A las cinco, después del entrenamiento, tengo que estar allá. Y creí
que... bueno... como tenías libre mañana...
Me inclino y le doy un corto beso en los labios, haciéndolo callar.
—Iré —aseguro con una sonrisa y él parece aliviado, hasta incluso me devuelve la
sonrisa y esta vez su llega a sus ojos—. No hagas drama.
—¿Paso por ti?
—No —niego con la cabeza—, me iré contigo. Me quedaré en tu apartamento hoy,
en mi mochila están mis cosas.
Se ríe.
—Eres mandona, pero aún así te amo.
—Jake.
—Está bien, está bien —levanta las manos en el aire en son de paz, luego toma
su cerveza y le da un trago—. Yo solo decía.
Niego con la cabeza, pero la calidez de cada vez que me dice que me ama se va
intensificando.
Y ahora lo puedo ver.
Estoy cayendo enamorada de este hombre otra vez.
Jake
Capítulo +18
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Siento los nervios a flor de piel, incluso siento que sido frío mientras Johnson me
explica acerca de la hipnosis que tratarán con Jake. También me explica la razón
por la que estoy aquí, dijo que Jake necesita sentirse cómodo y que conmigo a su
lado podrá relajarse y colaborar con lo que sucede. Estoy nerviosa, muy nerviosa
y no sé qué hacer.
—También me he sorprendido sobre que Jake no tiene pesadillas cuando duerme
contigo —me informa Johnson, anotando en su libreta.
—Sí —respondo—, no sé porqué no las tiene.
—Es porque a tu alrededor se siente seguro, es un individuo que no puede estar
solo en sus momentos más vulnerables como lo es al dormir.
Asiento con la cabeza, algo anonadada y sorprendida. Es mucha información y
presión que debo preparar, pero lo haré por Jake. Lo haré por él.
Porque no me puedo seguir engañando a mí misma, no puedo seguir
mintiéndome.
Lo amo.
Lo amo mucho más de lo que lo hacía hace unos años atrás.
Estoy total y completamente enamorada de Jake y tengo que admitirlo. Lo amo
mucho.
Lo miro y me devuelve la mirada, no es necesario que lo diga para que él lo sepa.
Lo amo y lo transmito en la mirada que le doy. Él sonríe de oreja a oreja y sus ojos
se achican.
Te amo tanto, Jake.
—¿Quieres que me quede? —le pregunto a Jake.
—No creo que sea necesario —dice Johnson, rompiendo nuestro transe de
enamorados. Miramos en dirección al doctor.
—No lo entiendo —digo, confundida—. Me dijo que debo estar aquí para él, pero
no cree que sea necesario que me quede.
—Era necesario que vinieras para ver el proceso, pero no lo verás en esta sala, lo
verás en la siguiente sala donde se encuentran algunas pantallas para que tú veas
la sesión. Ahí hay una cámara —señala a una esquina en el techo, detrás de él—,
podrás ver todo el proceso de hipnosis. También es necesario que te quedes, el
proceso de hipnosis es muy complicado emocionalmente para el paciente y
necesita a la persona más cercana y que confíe más, en este caso eres tú. Él te
necesita en este proceso y posterior por el desastre emocional que puede sufrir al
recordar todo lo que vivió
Aprieto más fuerte la mano de Jake.
—Estaré aquí para él —digo y veo a Jake—. Siempre estaré para tí.
Jake suspira y se inclina para unir nuestros labios en un vasto y corto beso, pero
que está lleno de tantas emociones.
Suspiro cuando me separo y le doy una sonrisa tranquila, sé que está nervioso y
ahora yo soy su ancla para que no se hunda y se mantenga a flote. Tengo que
estar para él, me está dejando entrar, y tengo que aprovechar la oportunidad.
No me daré por vencida esta vez, no dejaré que me aleje, estaré ahí para él el
tiempo que sea necesario.
Me está dejando entrar.
No puedo expresar la felicidad que siento, es demasiado hermoso saber que me
está dejando conocer sus demonios.
—Bueno sería mejor empezar a prepararnos... —dice Johnson, pero es
interrumpido por un golpe en la puerta.
El doctor dice que pase y entra una mujer joven, parece que tiene unos 18 o 19
años, su rostro es angelical y tiene grandes ojos azules que se ven que guardan
grandes secretos.
—Oh, lo siento, no creí que estaba ocupado —dice la chica, su voz s muy bonita.
Limpia sus mejillas, claramente ha estado llorando.
—Aeryn, ¿sucede algo? —pregunta Johnson.
—Yo... —la chica cuyo nombre es algo extraño y bonito se pone a llorar otra vez,
solloza—. Yo necesito hablar con alguien, y... usted sabe mi situación...
—Creo que mejor nos vamos —dice Jake poniéndose de pie.
Me pongo de pie tambien, pero tomo la mano de Jake para que no se mueva y se
mantenga parado a mi lado. Me mira confundido, pero mi mirada está atenta en
Johnson.
—¿Podemos esperar un tiempo antes de iniciar el proceso de la hipnosis?
Los dos hombres me miran confundidos por mi petición, pero espero que me
entiendan, lo que al parecer no hacen, así que proceso a explicarme.
—Quiero prepararme al igual que Jake. Sé que suena ilógico y desconsiderado de
mi parte, pero al igual que él, yo quiero estar lista para este día y todo lo que
debamos enfrentar.
—No es desconsiderado de tu parte —dice el psicólogo—. De hecho, creo que
sería bueno porque tú vas a ser el ancla de Jacob en el momento más vulnerable
de su vida. Y creo que todavía me falta trabajo para realizar con él para que su
cuerpo se acostumbre a este proceso.
Suspiro aliviada y procedemos a despedirnos de él. Cuando salimos de ahí y la
chica triste entra al consultorio, me lanzo literalmente sobre Jake. Él me atrapa y
enredo mis brazos y mis piernas a su alrededor. Lo abrazo, como si la que
necesitara su calor fuera yo.
Pero a quien engaño, lo necesito, así como lo amo.
Me acerco a su oído y acaricio con mi nariz el lóbulo de su oreja, suspira y sus
manos agarran mis muslos desnudos que son expuestos por mi vestido verde
pálido.
Mi corazón late rápidamente, siento su corazón latir a sincronía del mío cuando
nuestros pechos se mantienen así de unidos. Suspiro mientras lo abrazo con más
fuerza, su rostro escondido en la curvatura de mi cuello al igual que el mío en el
suyo.
Amo abrazarlo, amo sentir su corazón, amo su voz, amo su risa, amo su mirada,
amo su sonrisa, su lujuria y su personalidad. Lo amo. Amo cada parte de él,
incluso con mucha más fuerza que antes, con mucha fuerza que me sorprende
increíblemente. Lo amo, no puedo parar de decírmelo a mí misma.
—Te amo.
Joder.
¿Acabo de decir eso?
Abro mis ojos, cosa que no me había dado cuenta que los mantenía cerrados.
Escucho que Jake jadea, el agarre en mis muslos se congela y todo su cuerpo se
tensa al igual que el mío. Al parecer él tampoco se esperaba que esas palabras
salgan de mi boca.
Me separo de él lentamente, mis pies tocan el suelo y doy un paso hacia atrás
para verlo. Sus ojos están abiertos como platos viéndome y su cuerpo algo tenso.
Creo que cometí un error al decirlo.
—Dime que no lo imaginé —pide, su voz suena ronca y forzada—. Dime que me
amas y que no lo imaginé.
Niego con mi cabeza, viendo sus ojos azules. Luce tan... vulnerable, luce como si
necesitara escucharlo de nuevo, y aquí estoy yo para complacerlo en sus deseos
más puros y correctos.
—Te amo, Jake.
—Oh, nena —murmura antes de tomar mi cabello y presionar sus labios en los
míos.
Me besa de manera húmeda, nuestras lenguas rozándose y sintiendo todo el amor
que hay entre nosotros. Paso mis brazos por sus hombros y mis manos van a su
cabello, ladeo mi cabeza y así el beso se vuelve húmedo y mucho más profundo.
Una de sus va a mi cintura y me acerca más a su cuerpo. Nuestros pechos se
juntan tanto que siento los latidos de su corazón.
Nos separamos para poder respirar después de que el oxígeno es consumido, aún
así va dejando pequeños besos en mis seguro hinchados labios. Junta su frente
con la mía y acaricio con mi d do índice su barbilla y el rastro de barba que tiene
pincha mis dedos.
—También te amo —susurra, su aliento olor a menta chocando en mi rostro—. Te
amo mucho, tanto que es abrumador.
—Te amo, Jake —río—. Al parecer no puedo dejar de decirlo.
—¿Eso a donde nos lleva?
—¿Huh?
Se separa de mí y toma mis mejillas con sus manos.
—¿Donde estamos justo ahora? ¿Eres mi novia?
—¿Es necesario poner etiqueta?
—Es de mala educación responder una pregunta con otra.
—Bueno, pues entonces soy una mal educada —sonrío pícaramente y el ríe
suavemente.
—Ya, enserio, ¿Eres mi novia ahora?
—No me lo has pedido bien.
Ríe otra vez, pero sus ojos azules lucen cautelosos y me mira fijamente.
—¿Quieres ser mi novia? —luce esperanzado y acaricia mis mejillas con sus
pulgares distraídamente.
—Uhm... Creo que sí.
—¿Crees?
Una gran sonrisa se expande por su rostro y no puedo evitar reír, esto es increíble.
—Bueno, sí quiero ser tu novia —respondo con la misma sonrisa que me está
brindando—. Ash, a veces te pones pesado.
Pongo los ojos en blanco en broma, él se ríe y me vuelve acercar a sus labios
para volverme a besar. Sus labios se mueven de manera lenta y tierna, es un beso
dulce, pero debilita mis piernas y me hace sentirme como gelatina. Al separarnos
suspira y me mira con una gran sonrisa.
—Hoy, viernes, 16 de diciembre del 2016, Kylie Andrews y Jacob Stevens retoman
su relación.
—Eres un ñoño —me río.
—Pero tuyo.
—Mío —repito sus palabras y se siente tan puro y correcto que no puedo evitar
sonreír.
—Tuyo, nunca dejé de pertenecerte.
—Ni yo tampoco —siento mis ojos humedecerse y un par de lágrimas bajan por
mis mejillas. Lágrimas que Jake se encarga de limpiar—. Soy tuya, y no de un
modo posesivo, pero te pertenezco.
Se ríe otra vez y me vuelve a besar.
—Me alegra que no tengas sueños húmedos donde te corres cuando te golpee
con una fusta.
—No creo que haya alguien en la vida real que le guste que su vagina sea
golpeada por una fusta —digo riéndome.
—Mi novia —susurra, como si fuera increíble—. No puedo creer que acabo de
recuperarte.
—Te amo mucho —susurro de vuelta—. Y yo tampoco puedo creer que mi Jake
esté de vuelta.
—Y te prometo que nunca se va ir otra vez. Siempre tuyo.
—Siempre mío.
Capítulo +18
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Dejar a Kylie nunca me ha parecido tan duro como ahora. He intentado, de verdad
lo he intentado fuertemente en no pensar en ella. Pero como siempre, fracaso de
la manera más humillantemente posible.
Y para rematar, estoy atrapado ahora en un puto centro de rehabilitación.
La verdad es que cuando me fui, pensé que las terapias y todo iba a dejar atrás.
Pero me equivoqué asquerosamente. Iba a ver a Johnson porque esa era la
condena que tenía que cumplir por posesión de drogas en la fiesta donde Kylie me
salvó. Era ir a un psicólogo dos veces por semana o ir a rehabilitación.
Y como lo abandoné... ahora estoy en un centro de rehabilitación en Nueva York
donde todo es tan tedioso.
No lo sé. Siempre termino haciendo mi mierda más grande y ahora me arrepiento
jodidamente mucho haberla dejado.
Diecinueve días... han pasado diecinueve putos días desde que me fui y no veo a
Kylie. He hablado con Travis, y él me ha dicho algunas cosas sobre ella y como lo
está llevando, según lo que Jane le dice. Pero no es suficiente. No obtengo
suficiente de ella y de lo que me gustaría saber.
Joder, la extraño tanto.
Desde que llegué aquí hace dos semanas, he reprimido el constante impulso de
salir corriendo de aquí e ir a Boston, el lugar donde pertenece mi corazón, donde
ella está.
Así que sí, admito que soy un idiota egoísta que solo pensó en sí mismo y que
ahora se arrepiente jodidamente mucho.
—Hola Jake —ronronea Charlotte una ex adicta al LCD y al éxtasis, que ahora me
acosa todos los días.
—Hola —respondo secamente.
—Así que, ya mismo me voy de este lugar...
—¿Y? ¿Eso que tiene que ver conmigo?
La veo acercarse. Ella está buena, tiene pechos grandes, unos muslos gruesos y
un culo operado, aparte de que es rubia y las operaciones en su cara son visibles,
porque no creo que nadie nazca con labios tan grandes y gruesos. Asustan, no se
ven nada sexys.
No me pasa desapercibido l forma en que su camisa está abierta los primeros
botones y dejen ver sus tetas operadas. Casi me dan ganas de poner los ojos en
blanco mientras la veo acercarse lentamente y sentarse a mi lado en la banca, que
queda en el jardín.
—Tiene mucho que ver contigo —se inclina para que pueda ver sus pechos y
ronronea como un puto gato. No sé la verdad de porqué las mujeres hacen eso,
no se escucha bien.
No puedo evitar poner los ojos en blanco y me separo de ella, para dejar un metro
de distancia. Estaba teniendo un momento pacífico, revolcándome en mi miseria y
pensando sobre mi vida siendo miserable, y ella viene y arruina todo.
—No, la verdad es que no tengo nada que ver en eso —digo—. Felicidades
porque ahora estás sana y a salvo, espero que no caigas en manos de las drogas
de nuevo. Pero la verdad es que no estoy interesado y te lo he dicho.
Alza su barbilla con orgullo y me mira con sus ojos marrones. —Siempre obtengo
lo que quiero, y te quiero a ti.
—Y yo tengo mucha fuerza de voluntad. Soy fiel a la mujer que amo, puede que
no lo haya sido en el pasado, pero lo soy ahora y estoy orgulloso de estar...
—Amarrado —dice y hace una mueca—. Estás amarrado y por eso no quieres
estar conmigo. Te aseguro Jake que será el mejor polvo de tu vida una vez que
aceptes que quieres follarme —pone su mano en mi pierna y el desagrado de su
toque me hace querer alejarme—. Yo quiero follarte y que me folles en todas las
posiciones posibles, solo tienes que aceptar —ronronea de nuevo y tengo que
tragarme la bilis que había empezado a subir por mi garganta.
Mi paciencia se agota cada vez que hablo con esta chica. Me pongo de pie
bruscamente y le doy una mirada de «jódete bruja, no quiero follarte ni ahora ni
nunca».
—Escúchame, bruja, no quiero follarte, no quiero tocar tus tetas ni meterte la
lengua en la boca porque estoy enamorado de otra. Amo a mi novia... ex novia
más de lo que jamás podré amar. Y no le haré eso, no de nuevo. Y tú puedes irte
al carajo porque haz agotado mi paciencia y ahora solo quiero ahorcarte, pero no
lo haré porque eres una mujer y mi madre me enseñó lo que es el respeto. Y si tú
no lo haces, si tú no te respetas, yo lo haré. Eres una hermosa mujer, no tienes
que estar mendigando la atención de un hombre porque tienes a miles detrás de ti,
hombres que pueden hacerte feliz y que llenarán ese vacío que sientes.
»Escucha Charlotte —me siento otra vez y miró directamente a sus ojos—. No sé
tus razones por las que te drogabas y fuiste adicta, pero te voy a decir que yo
conozco las mías. Lo hacía porque quería llenar el vacío que dejaron mis padres y
que Kylie, el amor de mi vida, dejaron. Y puedo ver en tus ojos que todavía sientes
ese vacío. Escúchame bien, eres hermosa, divertida, y cuando no estás
intentando violarme, incluso me pareces muy agradable.
»No dejes que nadie te diga lo contrario. No te sientes insuficiente porque no lo
eres. Sal de aquí, busca algo que te haga feliz y donde seas tú misma, y después
todas las cosas buenas vendrán.
»Ya tuviste una sobredosis, y yo también lo tuve, sabemos lo que se siente y no
queremos volver a tenerlo, ¿o quieres eso para ti?
Niega con la cabeza y puedo ver que es vulnerable cuando seca las lágrimas que
bajan por sus ojos.
—Yo... —quiere decir algo, pero empieza a llorar. A veces necesitamos algo de
amor duro para reaccionar.
—Tú vas a salir de aquí con la cabeza en alto, vas a ir a tu casa y vas a pensar en
todo lo que has aprendido aquí. Sé que te sientes sola, pero es tu deber empezar
a vivir una vida feliz y ser tú misma.
—Quiero ser feliz —susurra—. No quiero estar sola, y tengo miedo de estarlo
cuando vuelva a casa.
—No lo estarás —aseguro—. Conocerás a personas nuevas que verán en ti lo que
tú no estás dispuesta a ver. Te querrán por quién eres y no por lo que aparentas
ser.
—¿Crees que algún día alguien llegue a quererme? ¿Que encuentre el amor así
como tú lo hiciste? ¿Crees que alguien me querrá cuando sepa de mi pasado?
Asiento con la cabeza.
—El primer paso es empezar a quererte tú misma.
No lo veo venir, pero se lanza a mis brazos y me abraza de mi cuello. Hunde la
cara en la curvatura de mi cuello y mi hombro mientras llora. Estoy entumecido y
no sé qué hacer, así que empiezo a golpear su espalda torpemente. La dejo llorar
todo lo que quiera, pero un carraspeo la hace exaltarse y separarse de mí.
Miro detrás de nosotros y vislumbro a Travis, tiene una ceja enarcada y su cabello
oculto en una gorra. Está usando su sudadera de Columbia con unos vaqueros
negros. Y me recuerda que aparte de dejar a Kylie y a Boston, también dejé la
universidad.
Simplemente genial.
—¿Interrumpo algo? —pregunta Travis.
Me pongo de pie y rodeó la banca, le doy un abrazo de hombre porque lo he
extrañado. Me separo de él y veo cómo Charlotte lo mira con la boca abierta. Casi
quiero reír, porque esta chica no tendría ninguna oportunidad contra Jane; y Travis
está muy consciente de eso porque ni siquiera le devuelve la mirada.
—Está es Charlotte —señalo a la rubia que ya está junto a nosotros, seca el rastro
de sus lágrimas y pone su sonrisa más «seductora» antes de extender su mano,
Travis la toma por un segundo y luego la suelta—. Y no, no interrumpías nada.
Estábamos hablando.
—Genial —dice Travis—. Tengo que hablar contigo, hermano, hay algo importante
que debo decirte.
Antes de que pueda responder me jala en dirección al edificio donde se encuentra
el vestíbulo. Escucho el ronroneo de despedida de Charlotte y me río mientras
Travis me sigue empujando. Al llegar al vestíbulo me topo con que Patrick está
aquí.
Alzó una ceja y voy a abrazar a mi hermano.
—¿Qué tal todo? —pregunta y me encojo de hombros.
—Bien, ¿qué te trae por aquí?
—Pues... —saca de su maletín una hoja y me la extiende.
La leo y mis ojos no pueden creer lo que ven.
—Esto es...
—Tú pase libre, amigo —dice Travis y palmea mi hombro—. Tú perfil psicológico
está saludable. No hay nada malo en ti, estás libre.
—Sin libertad condicional y tu expediente está limpio —sonríe Pat—. Hablé con el
juez, dijo que desde septiembre a febrero no has tenido ni una sola infracción, por
eso es que decidió liberarte de tus cargos y limpió tu expediente. Eres un hombre
libre ahora.
—¿Libre? —estoy aturdido cuando la pregunta dale de mí.
—Exacto, podemos irnos ahora si lo deseas —explica mi hermano y Travis sonríe.
Niego con la cabeza y empiezo a reír. No sé por qué, pero parece que Dios por
alguna razón me está bendiciendo y quiere que vuelva a casa.
Y mi casa, mi hogar, es Kylie.
—Okay —dice Travis, sentándose en mi cama—. No te he mentido ni te he
ocultado nada nunca, y no voy a empezar ahora. Si Jane estuviera en esta
situación, sé que me lo dirías. Así que te lo diré y espero que Kylie no corte mi
polla.
La mención de su nombre me hace detenerme de guardar mis cosas en la maleta.
Ya me he cambiado de ropa y ahora estoy guardando mis pertenencias
personales para ya irme de aquí.
—¿Qué sucede? —le pregunto y él me mira fijamente—. ¿Qué mierda estás
ocultando, Travis?
—No es ninguna mierda, de hecho es la noticia más bonita que vas a recibir.
—¿Y crees que tengo ovarios como para esperar a que lo sueltes? Dispara,
hombre.
Se encoge de hombros pero puedo verlo titubear un poco. Se aclara la garganta y
me mira muy seriamente.
—Kylie tuvo un ataque la noche en que te fuiste —dice y un nudo se instala en mi
jodida garganta—. Estuvo en el hospital y al despertar, le dieron el diagnóstico de
por qué ella es sufre de estos ataques. Tiene Asma.
—Joder —murmuro horrorizado y pasó una mano por mi cabello.
—Pero eso no es lo más relevante que dijo la doctora, de hecho, era algo obvio.
—¿Hay más?
Toma varias respiraciones y estoy empezando a desesperarme.
Pero lo que suelta... lo que suelta me deja anonadado.
—Kylie está embarazada.
Estoy sudando frío, siento como mi cuerpo tiembla y la respiración no entra a mis
pulmones.
¿Embarazada?
¿Está embarazada?
¡Joder! ¿Por qué no me di cuenta?
Los calambres menstruales, sus antojos, sus nauseas que creía eran por lo que
comía mucho, la forma en que su estómago había aumentado...
Jesús, todo es tan claro ahora.
Me siento en la cama para no caerme y pasó mis dos manos por mi rostro.
—¿Estás hablando en serio? —pregunto, y aunque una parte de mí se siente en
shock, otra se empieza a emocionar con la idea.
Travis asiente.
—Joder, soy como una vieja chismosa, pero sí estoy hablando enserio.
Una sonrisa se va extendiendo por mi cara lentamente. Ahora como que empieza
a encantarme la idea de un hijo mío y de Kylie. Pero hay algo malo aquí.
Yo la dejé.
La abandoné.
Y tengo que recuperarla ahora que ambos nos necesitamos más que a nada.
Saco mi portátil y empiezo a escribir un correo, escribo lo más rápido que puedo,
pero aún así el mensaje se alarga. Escribo todo lo que pienso y dejo que mi
corazón se haga cargo de cada palabra.
—Hora de irnos, Travis —digo—. Es hora de recuperar a mi familia.
Mi familia... Me encanta como suena eso.
Kylie
Querida Kylie.
Tal vez te preguntarás donde he estado, el por qué me fui, por qué te dejé y
solo me fui sin ver atrás, sin siquiera pensar en el daño que te podría causar.
La respuesta es fácil: Soy un egoísta.
Soy egoísta porque solo pensé en mí y mi dolor. No pensé que esto también
te afecta a ti del mismo modo en que me afecta a mí, tú también los perdiste
al igual que yo.
Aún recuerdo cuando éramos adolescentes. Mamá te amaba. Siempre me
recordaba lo afortunado que era por tenerte, lo afortunado que era de poseer
un corazón tan puro y bueno como el tuyo.
Aún recuerdo las últimas conversaciones que tuve con ella. Me dijo: «Jacob
Alexander, si tú tienes el corazón tan puro de esa chica y te ama con todos
tus defectos, cásate con ella. Sé su compañero para toda la vida porque
alguien como ella no vas a encontrar nunca más.»
Y la verdad es que tenía razón.
Kylie, sé que este correo no te está dando las respuestas que necesitas.
Pero solo quiero que sepas que te amo y que nunca volveré a lastimarte de
nuevo. Me fui creyendo que era lo mejor para ambos, pero la verdad es que
me equivoqué.
Te juro por Dios que nunca volveré a hacer algo como esto, y que a partir de
ahora, lo único que voy a hacer es empezar a ganarme tu perdón y tu
corazón nuevamente.
No sé qué otra cosa decir, las palabras faltan para que sepas lo importante
que eres para mí. Solo quiero que sepas que te amo, y que en estos
diecinueve días te he extrañado inmensamente. Nunca he dejado de pensar
en ti.
Te amo mucho Ky.
Siempre tuyo, siempre mía.
Con amor,
Jake.
Seco las lágrimas que han bajado por mis mejillas mientras leo el correo por
quinta vez. ¿Por qué hace esto? ¿Por qué quiere regresar a mi vida? ¿Quiere
regresar y volver a lastimarme otra vez como siempre lo hace?
—Aunque quiera, no puedo odiar a tu papá —hablo con mi bebé y acaricio mi
vientre todavía algo plano.
No sé por qué me torturo así, me lo mandó hace horas, y se suponía que no debí
haberlo leído. Quiero avanzar, olvidar y darle a mi hijo todo el amor que mis
padres no pudieron darme. Pero aún así leí el correo.
¿Por qué insistes en aparecer ahora, Jake? ¿Por qué no me dejas olvidarte?
En estos diecinueve días no he pensado mucho en él, mayormente porque mis
amigas, el trabajo y la universidad me mantienen ocupada. Los exámenes finales
se acercan y se supone que debo estar estudiando.
Pero aquí estoy leyendo un puto correo y llorando por todas las palabras precisas
en él.
—¿Puedes creer que Dean me invitó a salir? —dice la voz de Dove detrás de mí y
rápidamente limpio mis lágrimas. Le doy una sonrisa mientras me levanto de mi
cama y dejo la laptop a un lado.
—Ya era hora, llevan tonteando desde enero.
—Es que se suponía que solo era sexo, pero ya sabes —se encoge de hombros y
entrecierro mis ojos hacia ella.
—¿Te gusta Dean?
—Claro que me gusta —pone los ojos en blanco—. Si no me gustara, no hubiera
tenido sexo con él.
Niego con la cabeza y me cruzo de brazos.
—Déjame formular bien la pregunta —doy pasos hacia ella—. ¿Quieres a Dean o
solo lo estás utilizando para olvidarte de Logan?
Ella abre sus ojos como platos y me mira fijamente. Dove ha estado tonteando con
su amigo Mike, él es un violonchelista, pero está en el equipo de Hockey y es muy
guapo. Pero sé que Dove lo está utilizando para olvidarse de Logan.
—Quiero a Dean —dice, su voz titubea un poco—. No quiero a Logan. No quiero a
alguien que me trate como la basura cada vez que quiera.
—Pero no es sano. Quieres a Logan, solo te debes dar tiempo para superarlo.
—Pero ya me di tiempo —murmura—, y no he podido. Ahora un chico lindo quiere
todo de mí y se lo daré, porque me está dando todo de él. Y mira, el tiempo no lo
cura todo. He estado parada en la puerta desde hace quince minutos viéndote
llorar a la computadora. Ya van diecinueve días y aún no lo has superado. Es
imposible superar a alguien que amaste tanto.
Cubre su boca como si hubiera dicho un secreto que no quería decir.
—¿Amas a Logan? —pregunto, pero la respuesta es obvia.
Se queda pensando mucho tiempo y luego asiente con la cabeza.
—Siempre lo he hecho, pero ya no quiero hacerlo.
La miro con preocupación. Dove está sufriendo mucho, y no he estado ahí para
ella como ella ha estado por mí. Camino a su dirección y la abrazo, ella se
acurruca en mis brazos y coloca su cabeza en mi hombro. Lo cual es difícil porque
Dove es un poco más alta que yo.
—Qué te parece si cocino algo y luego comemos helado y vemos películas. De
todo tipo menos románticas.
—Por favor —susurra.
***
—¿Por qué estamos viendo Rápidos y furiosos? —pregunta Dove mientras come
su helado y hace una mueca—. También hay romance. No quiero ver nada de
romance.
—¿Te parece si vemos una sangrienta donde maten a la pareja acaramelada? —
pregunto y meto la cuchara en mi bote de helado de chicle y lo como.
—Por favor —dice.
Me levanto del sillón y voy a cambiar la película, pero justo el timbre suena.
—Sigue cambiando la película, yo iré a abrir la puerta —anuncia y asiento.
Doy con una película que se ve muy sangrienta y nada romántica. La coloco en el
DVD y los avances empiezan a dar. Me siento en el sillón nuevamente y con mi
bote de helado en la mano.
—Kylie —dice Dove y regreso a mirarla, está escondida detrás de la puerta y su
cabeza es lo único que se ve de ella—. ¿Puedes venir un segundo?
La miro y frunzo el ceño.
—¿Para qué?
—Tú solo ven —su voz suena algo insegura; frunzo el ceño, pero de todas formas
me levanto del sofá y camino en dirección a la puerta.
Pero hubiera deseado no hacerlo.
Mis manos tiemblan y sudan, mientras veo al hombre parado frente a mí. Su
cabello rubio oscuro está despeinado y apunta para todos los lugares, tal vez
necesita un corte. Miro su ropa, está utilizando una camiseta azul, unos vaqueros
negros y unas botas. Mis ojos suben a su cara, la cara que he tratado y tratado de
olvidar y aborrecer, pero no lo he logrado. Su barba está un poco más crecida, sus
labios se ven carnosos y algo rotos pero aún así son sus labios, sus mejillas están
algo sonrosadas, pero miro fijamente al lugar donde creí que jamás lo haría de
nuevo: sus ojos. Sus ojos azules como el mar me miran fijamente, evaluándome
como yo lo estoy haciendo con él. Sus ojos se topan con los míos y no es
necesario decir nada, es como si todo lo que quisiera decir estaría en esa mirada.
Lo siente.
Me sigue amando.
Que lo perdone.
Pero no es suficiente.
Una simple mirada no es suficiente.
Y hago lo menos que quería hacer cuando él regresara.
Me rompo a llorar.
Cubro mi boca con mis manos para cubrir mis sollozos, las lágrimas bajan por mis
mejillas y siento la desesperación crecer. Miro a Jake y él me mira lleno de
preocupación.
—¡Te fuiste! —le gritó entre lágrimas—. Me dejaste.
Él solo me mira y no dice nada. Y eso me estresa y me desespera aún más. Así
que por la desesperación, las lágrimas y el hecho que estoy embarazada de casi
tres meses, hace que la bilis suba por mi garganta y las nauseas se agranden.
Me doy la vuelta y corro directamente al baño, me hinco sobre mis rodillas frente al
retrete y levanto la tapa de la tasa. Vacío todo lo qué hay en mi estómago, todo lo
que comí hoy hasta que ya no sale nada. Pero las arcadas siguen y siguen a
pesar de que no tenga nada dentro de mí.
—Kylie —dice con su voz gruesa y varonil. Siento como se coloca sobre sus
rodillas a mi lado, pero me siento tan enferma que ni siquiera siento vergüenza de
que vea mi vómito—. Lo sé.
—¿Y qué es exactamente lo que sabes? —mi tono suena borde, a pesar de mi
tono ronco.
Un silencio se instala entre los dos y nuestros ojos chocan y miran fijamente. Y
pronuncia las palabras que nunca creí que dijera.
—Que voy a ser papá.
Oh, Dios mío.
¡Travis es un chismoso!
Siento la molestia llegar a mí, lo cual soy consciente que no debería ser así. Sé
que también es el hijo de Jake, que no solo lo hice yo, pero me siento molesta y
mis lágrimas ahora son de extrema molestia.
Su mano sube y baja por mi espalda mientras las arcadas comienzan otra vez,
pero ya nada sale de mí.
Creí que estar embarazada era bello y hermoso, pero me equivoqué. Me siento
enferma y es mucho pero cuando tienes arcadas y nada sale de ti.
Doy unas cuantas respiraciones profundas y después de unos minutos las
nauseas se van. Sigo tomando respiraciones, pero es para calmar la molestia que
siento.
—Tranquilo —digo, poniéndome de pie y vaciando el inodoro. Jake se pone de pie
detrás de mí, así que doy la vuelta y lo enfrento—. No es que te lo iba a ocultar si
te dignabas en regresar.
Me devuelve la mirada. Sus ojos azules como el cielo o como el océano. Mis ojos
pican, pero no derramaré ni una sola lágrima más. Así que limpio con furia mis
mejillas y levanto mi barbilla. Me ha quitado todo, solo me queda mi orgullo y no
dejaré que me quite eso también.
—También es mi hijo —dice, y parece que mi molestia lo estoy contagiando a él.
¿Se atreve a estar molesto? ¿Es en serio?
¡Yo soy la que debe y tiene el derecho de estar molesta! ¡ÉL FUE EL QUE SE
FUE! No yo.
Así que hago lo más cuerdo que ahora se me ocurre hacer:
Pongo ambas manos sobre su pecho y empujó con fuerza para que se aparte de
mí, él da unos cuantos pasos hacia atrás y me mira sorprendido y atónito, como si
me hubiera vuelto loca. Y tal vez lo esté. Tal vez estoy loca al sentir más
resentimiento y rencor que la vez anterior.
Pero esta vez es diferente.
Esta vez todo se sentía mucho más real que cuando éramos adolescentes.
—¡¿Quien carajos te crees que eres?! —grito y él sigue sorprendido de mi
reacción.
Niega con la cabeza y se nota que sale de la sorpresa porque aprieta su
mandíbula.
—Soy el padre de tu hijo. ¡Eso es lo que soy!
—¡Pues eso es exactamente lo que eres porque ya no eres nada para mí!
¡¡Absolutamente nada!!
Me mira atónito, dolido, como si lo hubiera golpeado y herido de miles de
maneras. Pero él hizo lo mismo conmigo. Él me hirió. Y no voy a perdonar lo que
me hizo.
¿Qué creía? ¿Que volvería y yo caería a sus brazos e hiciera como que si nada
hubiera pasado?
Pues que se joda.
Tengo más orgullo que eso.
—¿No significo nada para ti? —pregunta en un susurro y eso me hace molestar
aún más.
Necesito que me grite, no que me trate como si fuera a romperme.
—Hace diecinueve días lo hacías —respondo, caminando al lavamanos—. Ahora
ya no.
Agarro mi cepillo de dientes y empiezo a lavarme los dientes para que se vaya el
sabor a vómito de mi boca. Al terminar me percato que Jake sigue parado detrás
de mí, visualizando todos mis movimientos.
—¿Has ido al médico? —pregunta, viéndome a los ojos a través del espejo—. ¿Ya
te has hecho un eco?
Pongo los ojos en blanco y me doy la vuelta para enfrentarlo.
—No quieras venir a mi casa y actuar casual conmigo como si nada hubiera
pasado porque, créeme que no está funcionando.
Esta vez él pone los ojos en blanco.
—Te lo pregunto porque también es MI hijo.
Enfatiza cada palabra y mi molestia se convierte finalmente en enojo.
—Solo respóndeme una pregunta más, Jacob —levanto mi barbilla y miro sus ojos
azules, que se ven frustrados—. ¿Hubieras regresado si no te hubieras enterado
que estoy embarazada?
Silencio.
Todo lo qué hay es un silencio ensordecedor.
Y alguien dirá: No existen silencios ensordecedores.
Pero es así como lo siento, porque solo me mira fijamente y no sabe qué decir o
qué hacer.
La decepción se siente pesada sobre mis hombros y se une al montón de mierda
en mi vida. En verdad tenía la esperanza que él haya regresado por mí. Pero no lo
hizo, solo lo hizo porque sintió que tenía esta responsabilidad. No lo hizo porque
me amara o porque me extrañara. Solo lo hizo para asumir su responsabilidad. Y
a pesar que eso está bien, siento decepción porque en verdad esperaba que me
ame como yo lo amo a él.
El amor es una perra dura.
Cierro mis ojos y respiro un par de veces profundamente porque estoy sintiendo
los síntomas del inicio de un ataque de asma. Toco el bolsillo de mis pantalones
de chandal y ahí se encuentra mi inhalador. No lo he necesitado mucho, pero
siento que este es el momento donde pueda ser usado.
Al abrir mis ojos miro a Jacob, abre y cierra su boca como si tratara de hablar,
pero nada sale de su boca. No dice nada. Solo se queda en silencio haciendo
expresiones como un puto pez.
Y ya estoy harta de esta mierda.
—Eso creí —me doy la vuelta, pero me detengo y digo las palabras sin encararlo,
mirando hacia la puerta—. Y para responder a tu pregunta. No, lo he aplazado
todo este tiempo porque tenía la ligera esperanza de que regresaras. Pero quería
que lo hagas por mí y yo misma darte la bendita noticia. Pero como veo, no
regresaste por mí porque no me amas lo suficiente.
—Kylie... —susurra y niego con la cabeza.
Demasiado tarde, Jacob.
—Iré a mi cuarto y agendaré una cita con el doctor para mañana. Tú no te
preocupes por eso, yo soy la mamá.
Salgo del baño y el camino hacia mi cuarto nunca me ha parecido tan largo hasta
ahora. Saco mi inhalador de mi bolsillo y le doy una fuerte aspiración. Siento como
mis pulmones cantan en alivio al sentir el aire llegar a estos. Es una comparación
exagerada, pero así es como lo siento.
Llego a mi habitación y dejo la puerta abierta porque siento la presencia de Jake.
Es tan frustrante.
Abro mi portátil, y envío un correo electrónico a mi ginecólogo. Él me responde
después de cuatro largos minutos que mi cita está agendada y al fin puedo
respirar un poco mejor.
—Kylie —dejo de ver la pantalla para mirarlo. Entra en mi habitación y se sienta a
mi lado en la cama, pero aún así me da un poco de espacio—. No solo regresé
por nuestro bebé. Te he extrañado mucho, rojita.
Jadeo y cierro mis ojos. No puedo creer que esté haciendo esto. Así que le digo
mis palabras favoritas para él en este momento.
—Jódete, Jacob.
Cierra sus ojos y aprieta su mandíbula. Luce tan dolido, y eso me da una clase
extraña de satisfacción. Es como si quisiera hacerlo sentir todo el daño que él me
hizo a mí.
—En verdad te amo —dice cuando abre los ojos y me mira fijamente.
—Pues no lo demostraste.
—Me intereso por ti.
—¿Y eso de qué me sirve?
—En verdad me importas y en este tiempo no dejé de pensar en ti mi un solo día.
—Pues no te creo.
Pasa una mano por su cabello rubio y lo hala en clara frustración. ¿Qué
esperaba? ¿Que con decir esas idioteces yo iba a saltar a su regazo y vivir felices
para siempre en un mundo lleno de mentiras y secretos? Pues a la mierda con
eso.
—¿Qué tengo que hacer para que me perdones, Kylie? Dímelo y lo haré —parece
tan devastado, tan triste que llegó al punto de la súplica.
Pero la verdad es que ahora estoy en negación y no le creo. No quiero creerlo. Me
ha hecho tanto daño, entonces ¿por qué regresar? ¿Por qué tendría que regresar
a ese círculo vicioso donde YO soy la que sale lastimada y él es el que hace lo
que se le da la puta gana?
Díganme perra o la mala de la historia, pero no regresaré.
—Te espero mañana a las cinco en el consultorio del Dr. Marshall. Ya te mandé la
dirección por correo. Espero que vayas puntual.
Niega con la cabeza y se ve claramente sorprendido, antes de ponerse de pie,
salir y cerrar la puerta de mi habitación. Cuando ya me encuentro sola, es cuando
una sola lágrima rebelde baja por mi mejilla hasta la comisura de mi boca.
—Yo también te amo —digo a la nada—. Te amo más que nunca.
***
Jacob lleva diez minutos de retraso.
Pasó una mano por mi cabello rojo que se encuentra extrañamente despeinado el
día de hoy pero se ve bien. Eso espero.
Veo un auto negro acercarse y lo reconozco como el auto de Jake. Tan grande
como él. Tan poderoso como él. Tan sexy como él. Lo amo tanto como a él.
Y sacudo mi cabeza para eliminar ese pensamiento estúpido.
Ajusto mi chaqueta azul por el frío que está ocasionando. La nieve aún no se ha
ido, cosa que a bebé le molesta porque hace que sienta el frío del invierno mil
veces peor de lo que ya es.
Baja del auto y lo maldigo porque se ve como un maldito súper modelo. Lleva
gafas de sol, a pesar de que está nevando. Un gorro de lana color negro cubre su
cabello. Un suéter color rojo se encuentra debajo de su chaqueta color marrón. Y
sus vaqueros oscuros se ajustan perfectamente a él.
Malditas hormonas de embarazada.
En mi defensa, no he tenido sexo en mucho tiempo, ya es casi un mes donde él y
yo... bueno... intimamos. No lo hicimos desde antes de volver de Nueva York
porque estuve con mi período y pues bueno, me siento frustrada.
—Llegas tarde —anuncio lo obvio cuando ya se encuentra a mi lado. Empiezo a
caminar dentro de la clínica sin esperarlo, pero toma mi muñeca. Me detengo pero
no lo enfrento.
—Mañana es tu cumpleaños.
—¿Y? —de un tirón aparto mi muñeca, enfundada e un guante, de su tacto.
—Quiero darte algo.
Me doy la vuelta y lo enfrento. Tiene marcas oscuras como si no hubiera dormido
en toda la noche.
—¿Has dormido? —pregunto y no puedo evitar la preocupación.
Es decir, es Jake. Siempre va a importarme su bien estar.
Niega con la cabeza y esboza una pequeña sonrisa.
—No pude dormir mucho a noche. Pero tú tampoco te ves como si hubieras
descansado lo suficiente.
—No podía dormir —confieso—. Estar embarazada es difícil, ¿vale?
Asiente con la cabeza y su sonrisa se hace tan grande que sus ojos se achican.
Viro los ojos y sigo con mi camino a la sala de espera.
Ambos estamos sentados junto al otro, esperando a que digan mi nombre.
Después de unos veinte minutos, una enfermera lo hace y ambos nos ponemos de
pie para caminar en dirección al consultorio.
Al entrar, la gran sonrisa del doctor Marshall nos recibe y nos hace sentar a ambos
frente a su escritorio.
—Así que aquí me informa que te encuentras embarazada de tres meses —dice y
asiento con mi cabeza—. Perfecto, entonces ahí hay un baño y puedes cambiarte
con la bata azul que se encuentra en el perchero. Como llevas embarazada ya
algo de tiempo, no te haré un eco transvaginal. Pero sí te haré un eco común. Y, a
parte, tengo que revisar cómo se encuentra tu cuerpo en este momento, ¿vale?
Asiento con mi cabeza y camino en dirección al baño. Me cambio a la bata y
salgo. El doctor se encuentra conversando junto con Jacob.
—Entonces, ¿te harás cargo del bebé? —le pregunta Marshall.
—Aunque no lo crea, me encuentro muy emocionado. Ha sido la mejor noticia que
he recibido en mucho tiempo. Y sí, quiero darle todo el amor que ese bebé se
merece.
—Yo tengo ya tres hijos con la mujer que he amado toda mi vida. Llevo 20 años
de casado y sigue siendo como la primera vez.
—¿Y ha sido fácil? —pregunta en un murmullo.
—Claro que no. Pero supimos cómo superar los obstáculos que nos ha lanzado el
amor. ¿Tú te encuentras en este momento en una relación con la señorita
Andrews?
Jake lo mira y parece triste cuando responde.
—Es... complicado.
Como ya no quiero escuchar más porque su conversación me afecta y siento
ganas de llorar, me aclaró la garganta y los dos hombres me miran.
—Ya estoy lista —anuncio.
—Vale. Recuéstate en la camilla y abre la vaya en la zona de tu estómago.
—Es algo bueno que haya dejado los pantalones —murmura Jake.
Pongo los ojos en blanco y abro mi bata.
El doctor se sienta en un banco a mi lado y frente a una pantalla. Expande un gel
algo frío y me estremezco. Siento la presencia de Jake a mi lado mientras el
doctor empieza a expandir en gel por todo mi vientre con un aparato que no sé
cómo se llama.
Y lo que sale en la pantalla me deja sin habla, sin respiración, sin nada.
Es lo más hermoso y fascinante que he visto.
Jake
Jake llega después de cinco minutos, y nunca dejamos de hablar por teléfono.
Nunca me dejó sola. Entra al departamento, con el celular todavía pegado a la
oreja y sus ojos se encuentran con los míos, se ven algo irritados y rojos. Tiene un
abrigo enorme que está cubierto de nieve, pero puedo ver que lleva pantalones de
chandal y zapatos deportivos. Tal vez fue al gimnasio hoy.
Las lágrimas no han parado de bajar por mis mejillas, pero su voz me ha
mantenido a raya. Me levanto de la cama, pero me desestabilizo un poco. Él va en
mi ayuda y me carga de manera tradicional: una mano bajo mis rodillas y otra bajo
mi espalda.
—¿Te encuentras bien? —pregunta, cerrando de manera acrobática la puerta del
departamento de la residencia.
—He estado mejor —digo, recostando mi cabeza en su pecho.
Puedo escuchar como late su corazón. Está latiendo muy rápido y su cuerpo
acuna perfectamente al mío. Paso mis manos por sus hombros y las dejo en su
cuello, para pegarme mucho mejor a él.
Y aunque lo quiera ignorar, todo lo que necesito es a él.
Su calor, su olor, todo de él.
Hace dos días ha vuelto y la verdad es que ahora lo he extrañado mucho más que
nunca al tenerlo cerca, pero tan lejos.
Quiero hacerme la dura, quiero mantenerme resentida y seguir haciéndolo sufrir
de la misma forma que sufrí yo. Pero estar con él se siente tan correcto.
¿Eso me hace una idiota? ¿Me hace muy fácil querer estar con él, a pesar de todo
el daño que me ha hecho? Que nos hicimos. Porque no hay que tapar el sol con
un dedo.
Yo también lo he lastimado.
Yo también he tenido errores.
No solo él.
Es muy fácil ver los errores de los otros, echarles la culpa, pero nunca analizar
nuestros errores.
Y sé que yo cometí muchos errores en lo largo de nuestra relación.
Cuando él tuvo el accidente, lo que él necesitaba era que le demos su espacio,
que entendamos su dolor porque él fue el que presenció la muerta de sus padres.
Pero lo que hicimos... lo que hice... es agobiarlo. Por eso me alejó. Por eso él no
me quería cerca. Porque yo quería que haga como si nada hubiese pasado, pero
soy egoísta y solo me enfoqué en mi propio dolor. Así que lo agobié y él lo único
que quería y necesitaba era un escape de la realidad.
Cosa que me ha costado entender.
Y esta vez que se fue, yo también tuve la culpa. Empecé a tratarlo y agobiarlo de
la misma forma que lo había hecho dos años y ocho meses atrás. Lo agobié, y por
eso se fue.
Al igual que su culpa, fue la mía.
Sin embargo, una extraña calma me atraviesa. Es como si ahora todo tuviese
sentido. Ahora lo entiendo aún más.
Siento como que ahora conozco realmente a Jake.
Mi cabeza deja su pecho y lo miro. Se ve tan preocupado y agobiado. Tan
vulnerable. Tan triste y con mucho miedo.
—¿Esto es un error? —pregunto.
Jake niega con la cabeza.
—Sé lo que es cometer un error, y te aseguro que esto... nosotros está muy lejos
de ser uno. Y si esto fuera un error, es un buen error.
—Mi mejor error.
—Mi mejor error —repite y sonríe un poco aliviado.
No sé cómo conduce porque nunca me aparta de su cuerpo, pero lo que sí sé es
que llegamos al hospital en poco tiempo. También sé que cuando un enfermero
quiere ponerme en una camilla, Jake no lo deja y me lleva en sus brazos hasta no
sé dónde y al fin soy puesta en una silla de ruedas.
También sé que Jake ignora a las enfermeras que le dicen que no pueden hacer
eso. Lo apartan de la silla y me altero. Me altero tanto que empiezo a llorar porque
me quitaron a la única persona que me mantenía en calma.
Los enfermeros se percatan pero no dejo que me toquen, solo quiero a Jake
conmigo.
—¡Jake! —grito, buscándolo con la mirada, pero no lo encuentro y siento el pánico
subir por mi columna vertebral.
—Tranquila —dice la voz suave de una enfermera—. Se fue a cambiar de ropa,
estarás bien.
—Mi Gusanito... —murmuro—. Hay sangre y mi bebé...
—No hay nada qué temer —dice con su voz suave—. Estarán bien.
Eso espero, así que mientras me movilizan, mis párpados se van volviendo
pesados y mi consciencia se va desvaneciendo.
***
Mi cabeza palpita, pero ya no tengo dolor en mi vientre, todo lo que siento es
tranquilidad a pesar del fuerte dolor en mi cabeza y del constante apretón en mi
mano.
—Cuando te vi por primera vez, estaba atónito porque nunca había visto a un
pelirrojo en mi vida —dice la voz de Jake, quiero abrir los ojos pero estos se
sienten tan pesados—. Eras la niña más genial y bonita que había visto. Era... era
como ver un ángel.
Oh Dios...
»Estabas con dos coletitas en tu cabeza y unos lazos color rosa adornaban tu
cabello rojo y brillante. Pero como era popular nunca te hablé, solo porque te
gustaba sentarte en las sombras con Jane. Era como si tu único mundo fuera ella
y sentía celos. Era muy tonto. Lo sé.
»Después, Travis me presentó a Jane y junto a ella estabas tú. Era como... como
que si de acerca fueras la persona más maravillosamente hermosa. Eras
realmente una niña bonita que me encantaba molestar para convencerme a mí
mismo que no era posible que alguien como tú me gustes.
»No eras popular, no eras porrista, ni siquiera pertenecías a algún grupo del
colegio a excepción del de cocina. Y eso me frustraba porque al ser un niño idiota,
quería que tú sobresalieras.
»Así que, a los catorce años empezaste a verte diferente, más... femenina. Y mi
atracción por ti fue creciendo. Pero tú me rechazaste. Y eso me encantó porque
nunca nadie lo había hecho. Los años pasaron y la atracción se fue convirtiendo
en sentimientos... sentimientos que no sabía cómo manejar o cómo interpretar. Y
un día me diste la oportunidad de entrar a ti.
»Aún recuerdo nuestro primer beso como si hubiera sido ayer. Recuerdo lo que
me dijiste antes de que me atreviera a besarte. Me preguntaste una y otra vez si
me gustabas lo suficiente como para hacerlo, no tenias ni idea lo mucho que me
gustabas. Te besé en tu habitación y ese beso se fue convirtiendo en más, hasta
que acabaste debajo de mí, diciendo mi nombre y entregándome tu virginidad.
Supe que te amaba desde ese momento.
»Estuve toda la noche pensando en lo que habíamos hecho mientras tú dormías
sobre mi pecho, acurrucada a mí. Reflexioné y dije que hubiera deseado que esa
también hubiera sido mi primera vez. Pero sí obtuviste una primera vez de mí: fue
la primera vez que hice el amor. Que te hice el amor.
»Fue tan increíble, Kylie, que nunca más quise dejarte ir. Ninguna otra chica se
compara a ti y la forma en que me haces sentir con solo mirarme. Así sea una
mirada llena de rabia.
Se queda en silencio y siento su caricia en mis dedos, toma una bocanada de aire
antes de seguir hablando.
»Gusanito está estable. Tú estás bien. Seremos una gran familia nosotros tres, y
si hago las cosas bien, tal vez tengamos muchos niños. Pero por favor,
perdóname, perdóname por todo lo que te he hecho, Kylie.
Mis lágrimas resbalan por mis sienes y mis ojos se abren. Lo veo, lo veo mirando
mis manos, jugando con mi dedo anular de mi mano izquierda, dibujando el
contorno donde algún día debería estar una alianza. Me regresa la mirada y puedo
ver lágrimas bajando por sus mejillas. Me mira de la manera más sincera posible.
»Quiero que te cases conmigo —el aire se escapa de mis pulmones y tengo que
obligarme a respirar si no quiero ahogarme—. Quiero que mi familia seas tú, y
Gusanito y tal vez más hijos que vayamos a tener. Y no lo digo porque estés
embarazada o porque sea tu cumpleaños. Lo digo porque en verdad quiero una
vida contigo.
Lo miro y las lágrimas empañan mis ojos, me incorporo y me siento en la cama. Él
está sentado a un lado de la cama en una silla, tomando mi mano y viéndose
realmente hermoso.
—Perdóname tú a mí, Jake —sollozo y lo abrazo de su cuello—. Sí, quiero
jodidamente casarme contigo. Porque se siente tan malditamente correcto.
Él hurga en los bolsillos de su pantalón y saca una caja de color negro.
Oh Dios mío.
Se separa un poco de mí y miro la caja con apreciación.
—Era el anillo de mi madre —dice con una sonrisa triste y abre la caja. Joder, es
hermoso—. Sabía que había un solo lugar al que pertenecía aparte de ella. Y es a
ti. Tú eres la mujer de mi vida. Eres mi todo, Kylie Andrews.
—Y tú el mío —seca mis lágrimas con sus pulgares y me mira a los ojos.
—Feliz cumpleaños. Te amo, mi amor —susurra muy cerca de mis labios.
—Yo te amo mucho más.
No decimos nada más. Se acerca lentamente a mí y me besa. Es un beso suave,
lento, sin lengua y sin prisa. Pero que expresa todo lo que sentimos.
Lo mucho que nos amamos.
Mi mejor error.
Capítulo +18
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Sus labios dejan los míos y no pasan ni tres segundos para que volvamos Amor a
besarnos. Esta vez devorándonos completamente, aspirando el espíritu del otro.
Su lengua busca con desesperación la mía y se la entrego gustosa.
Millones de emociones me recorren mientras él me besa, la forma en que hace mi
corazón latir. Y es toda la afirmación que necesito para saber que estoy haciendo
lo correcto. Que estoy entregando mi alma y mi vida al hombre que amo.
Sus manos toman mi rostro y me juntan más al suyo para que su lengua toque la
mía. Es tan carnal y tan satisfactorio que creo que me consume. Literalmente me
consume y se lleva todo lo que puede con este beso.
Un golpe en la puerta nos hace detenernos, pero no deja de besarme
inmediatamente. Va parando poco a poco y dejando pequeños besos en mis
labios. Cuando la nube de pasión se va, me mira a los ojos y la primera sonrisa
real que he visto desde que regresó aparece en sus labios. La felicidad es
contagiosa ya que yo me encuentro sonriendo de la misma manera.
—Kylie Stevens —saborea cada palabra—. Nunca creí que tú nombre con mi
apellido sonaría tan bien.
—Eres tan cursi —digo, tratando de bromear, pero no puedo alejar la risa
enamorada que está en mis labios.
—Quiero hacerte sonreír de esta forma por el resto de mi vida.
Su declaración me quita el aliento y siento nuevamente un nudo en mi garganta
mientras mis ojos se empañan.
—Yo también —murmuro antes de sentir sus labios nuevamente sobre los míos.
Es u n beso corto porque alguien entra, pero que me deja saber lo mucho que me
ama.
Es abrumador e increíble.
—Buenas tardes, señorita Andrews —me saluda el doctor Marshall, entrando a la
habitación junto a una joven enfermera que tiene sus ojos sobre Jake y la boca
abierta.
Maldita.
Siento el sonrojo en mis mejillas por la vergüenza de sentirme celosa. No es culpa
de la enfermera que Jake luzca como todo un Dios del Olimpo con tatuajes.
—Te preguntarás qué pasó con tu bebé, te aseguro que no es nada grave y que
no debemos preocuparnos. El bebé está sano y tú estás sana.
—¿Entonces qué es lo qué pasó? —pregunto, Jake se sienta en la cama a mi lado
y lleva una mano a mi vientre.
—Tenías un pequeño mioma, pero era tan pequeño e indefenso que tu cuerpo
mismo lo rechazó y por eso sucedió el leve sangrado. Así que no hay nada de qué
preocuparse. Eso es completamente normal en una embarazada primeriza.
Respiro con alivio y pongo una de mis manos sobre la de Jake. Él me atrae a su
cuerpo y con su mano libre juega con mi cabello entre sus dedos.
—¿Y podrá tener sexo? —pregunta Jake.
Siento el sonrojo en mis mejillas, cuello y pecho, así que lo golpeó con mi codo en
sus costillas y él se queja.
—¡Jacob Alexander Stevens!
—Kylie Sophia Andrews —se ríe—. Es una pregunta necesaria.
El doctor Marshall ríe un poco.
—De hecho, pueden tener intimidad. Tu cuerpo ahora se siente sano porque ya
expulsó todo lo malo en él, y de hecho, el sexo ayuda a relajar a las embarazadas.
Así que sí, pueden tener sexo.
Jake suspira y yo, a pesar de que me de vergüenza admitirlo, me siento aliviada.
El sexo es importante para cada relación, y la verdad es que quiero pasar mi
cumpleaños junto a él y una cama bajo nuestros cuerpos.
El doctor sale junto a la enfermera después de darme algunas indicaciones y
darme una receta de varias vitaminas. Jake me atrae más a su cuerpo y escondo
mi cabeza en la curvatura de su cuello. Suspira y deja un largo beso sobre mi
cabeza.
—¿Sabes qué es lo que faltó para que podamos cerrar este compromiso?
Niego con la cabeza, porque para mí, la propuesta fue perfecta.
Se pone de pie y me lleva con él, se coloca sobre una rodilla y vuelve a abrir la
caja de terciopelo negro. El enorme diamante color blanco brilla con la luz de las
lámparas blancas.
La verdad es que había imaginado este momento por toda mi vida. Había
imaginado qué tal vez me lo pediría sobre un elefante en la india. Siempre he
imaginado las cosas más clichés y románticas. Pero ahora, estamos aquí en una
habitación de hospital y yo vestida con una bata que deja a la vista mi trasero.
Y no podría ser más perfecto.
Toma mi mano izquierda y se aclara la garganta.
—Kylie Sophia Andrews —dice con un fingido acento inglés y yo río entre las
lágrimas que están en mis ojos y bajando por mis mejillas—. ¿Me convertirías en
el hombre más feliz del mundo? ¿Me harías el honor de ser mi esposa?
—Solo si no vuelves a hacer ese acento nunca más —me río y sorbo mi nariz—.
Claro que acepto ser tu esposa, mi vida.
Él también ríe y saca el anillo de la almohadilla que lo sostenía, deja la caja sobre
el suelo y desliza el anillo sobre mi dedo anular. Contengo la respiración todo el
proceso. Es tan maravilloso.
Él deja un beso sobre el diamante y se pone de pie, toma mi rostro entre sus
manos y me besa con fuerza. Siento como sus lágrimas caen por sus mejillas. Y
eso me hace darme cuenta de algo: Él en verdad no cree que lo merece, pero aún
así lo está intentando.
Lo bueno es que tengo toda una vida para demostrarle que se merece esto y más.
—Ven a casa conmigo —jadea cuando nos separamos—. Por favor, regresa a
casa conmigo.
Asiento con la cabeza antes de que termine de hablar.
—Tengo que ir por mis cosas y...
—Mañana —murmura y retira el cabello que ha caído sobre mi frente—. Mañana.
Hoy te quiero solo para mí. Por favor.
Paso mis brazos por su cuello y vuelvo a besarlo.
El mundo puede volver a la realidad mañana, porque hoy solo somos él y yo.
Después de tomar una ducha y limpiar lo mucho que nos ensuciamos ayer, me
lavo los dientes y luego voy a la habitación ya vestida con su camiseta color rojo y
sus bóxers. Él sigue durmiendo y ahora se encuentra boca abajo. Es como si
estuviera muy cansado, así que lo dejo dormir y voy a la cocina a preparar el
desayuno. Me coloco mis auriculares y enciendo la música de mi celular, mientras
tomo todo lo necesario para preparar unos panqueques de la despensa.
—Necesito que me escuches. Necesito que me veas. Escucha mis gritos.
Conviértete en mis sueños. Sálvame de mis pesadillas. No quiero estar roto como
tú lo estás. Oh, oh, no me rompas por favor.
Canturreo una de mis canciones favoritas de Wild American mientras preparo la
mezcla. No soy una fan loca de ellos como lo son Dove y Jane, pero es una buena
banda.
Pongo la cafetera en una hornilla y coloco la cantidad exacta de café, como le
gusta a Jake y a mí. Preparo huevos revueltos, panqueques, tostadas rellenas de
queso y jamón, fruta picada y jugo de manzana. Cuando está el desayuno, retiro
mis auriculares de mis oídos y voy a nuestra habitación por Jake. Se ve tan
pacíficamente placido dormido boca abajo, con sus brazos debajo de su
almohada, y las sábanas cubriendo su lindo culo, pero no su fuerte y amplia
espalda.
Me acerco a la cama y me dejo caer sobre él, se queja y balbucea, pero no hace
el afán de despertarse.
—Hora de despertar —digo en su oído y doy un pequeño beso.
—No quiero... —se queja, su voz sale ronca y somnolienta.
—Preparé el desayuno.
Gruñe y me río. Me levanto para que logre virar su cuerpo, y cuando ya está boca
arriba, me siento a horcajadas sobre él y tomo sus manos. Sus ojos están
entrecerrados y brillantes por el sueño, bosteza y se ve tan adorable que me
inclino y doy un ligero beso en su nariz.
—Jesús, mujer, estás con mucha energía —vuelve a bostezar.
—La comida se va a enfriar —lo riño.
Vuelvo a inclinarme otra vez para besar sus labios, pero él mueve su rostro y se
ríe de la mueca que pongo.
—No me he lavado los dientes, tengo aliento mañanero.
Me río y me retiro de su cuerpo para que él vaya al baño de la habitación. Mientras
tanto, yo voy a la cocina y reviso que todo esté en orden. No es mucho, gracias a
mi carrera he aprendido como ordenar una mesa. Y a pesar que este es un adorno
simple, me encuentro muy satisfecha.
Jake sale del cuarto, con solo un boxer en su cuerpo, pero me doy cuenta que ha
tomado una ducha por lo húmedo y sexy que se ve su cabello. Y me encuentro
babeando de inmediato.
—¡Vaya, nena! Te has esforzado —elogia con una sonrisa al ver la mesa con toda
la comida qué hay.
—Sé que se ve simple, pero espero que te guste el desayuno.
—No se ve simple, para nada —se acerca a mí y me da un beso, antes de
sentarse en la mesa y tomar su taza de café—. ¿Sabes cuál es una de las
razones por las que te amo?
—No —niego con la cabeza, divertida.
—Porque sabes exactamente cómo hacer café.
Me río y tomo de mi café con crema y malvaviscos. Me gustan las cosas dulces, y
el café no tiene porqué ser la excepción.
Desayunamos conversando sobre cualquier cosa. Jake elogia mi comida un par
de veces y, joder si eso no me hace sentir muy bien.
—¿Alguna vez habías imaginado tener hijos? —pregunto, para luego meter un
pedazo de panqueque en mi boca.
—Cuando estábamos en el instituto, sí, lo pensé muchas veces. Después nos
separamos y decía si no era contigo, no iba a ser con nadie. Y cuando te volví a
encontrar, el pensamiento de instituto se intensificó. Ya no nos veía solo con un
niño, nos veía con seis o siete hijos.
Abro mis ojos de par en par.
—¿No sientes pena por mi vagina, o qué?
Se ríe en una carcajada dura que es contagiosa y yo termino riendo con él.
—Solo... quiero una familia contigo. No importa si es grande, o si solo seremos
nosotros tres, pero quiero que tus hijos sean los míos, que lleven mi nombre, al
igual que tú.
Toma mi mano izquierda sobre la mesa y juega con el anillo de compromiso en mi
dedo. Mi corazón se hincha con sus cortas y precisas palabras, porque es
exactamente la manera en la que me siento. Me inclino y lo beso, toma mi mejilla y
hunde su lengua en mi boca. Paso mis manos por su cuello, y en un rápido y ágil
movimiento me encuentro sentada en su regazo, besándolo no de una manera
lujuriosa, pero si de una manera en la que él merece ser besado por el resto de su
vida.
Nos separamos después de unos minutos, sus ojos brillan contra los míos y
sonríe.
—¿Y por qué tú no llevarás mi nombre? —elevo una ceja.
—Porque las leyes de Estados Unidos están a favor del patriarcado, pero...
Se calla abruptamente y yo frunzo el entrecejo.
—¿Pero? —lo insto a continuar.
Se aclara la garganta. —Olvídalo, era una idea tonta y lo que menos quiero es
asustarte.
—¿Crees que me asustaré? ¡Vamos, Jake! He sido tu novia desde los dieciséis, y
te conozco desde los nueve años. Ya nada viniendo de ti me asusta.
Ese sonrojo que aparece muy pocas veces se hace presente en sus mejillas y sé
que es algo que no me quiere decir. Pero a la mierda, mi curiosidad se despertó. Y
soy muy persistente.
—Es que... estaba pensando... —titubea y luego se aclara la garganta, le doy una
mirada para que siga—. Estaba pensando que...
—¿Ahora tengo que sacarte las palabras con cuchara o qué? ¡Habla ya!
—Joder, cuando quieres eres un dolor en el trasero —se queja—.
Estabapensandoquetengomuchostatuajesyquierotatuarmeunotuyo —lo dice tan
rápido que no le entiendo nada.
—¿Qué? ¿Puedes hablar más lento?
Pone los ojos en blanco y luego se aclara la garganta antes de hablar:
—Estaba pensando que, ya que tengo muchos tatuajes, quiero tatuarme tu
nombre.
Lo miro, y antes de que pueda procesar, me encuentro besando todo su rostro y
muy feliz.
—Te amo, te amo, te amo —repito entre cada beso que dejo en su cara—. Esa es
una buena manera de llevar mi nombre.
Se ríe antes de besar mis labios. Voy bajando por su barbilla y sus manos aprietan
mi cintura cuando llego a su cuello, lo beso de la forma en que sé que lo enciende
antes de subir y morder el lóbulo de su oreja.
—¿Quieres que vayamos a la habitación? —pregunta con voz ronca, niego con la
cabeza y me renuevo cuando siento su erección, clavándose en mi muslo.
—Aquí, te quiero aquí.
Y hacemos el amor en el comedor, llenando la casa de gemidos y amor.
***
Miro la forma en que mi nombre descansa sobre su piel enrojecida del lado
izquierdo de su pecho. Mis ojos se humedecen mientras la aguja traza las suaves
líneas de la zona, y quiero culpar a mis hormonas de embarazada el hecho de que
las lágrimas caigan por mis mejillas a su merced.
—No sufras por mí, nena. No duele mucho —bromea Jake y limpia mis mejillas
con su mano libre.
—Eres un idiota —me río y limpio mis lágrimas restantes, sorbo por mi nariz, y la
tatuadora me pasa un pañuelo para limpiarme.
No estaba muy feliz que una mujer tatué a mi novio, pero me tranquilicé un poco
cuando esa mujer cubierta de tatuajes y con cabello color púrpura me haya
coqueteado directamente a mí, y no a Jake. Aunque sí fue algo incómodo porque
el coqueteo no fue recíproco, pero es una mujer bella.
—Y listo —dice Coraline al terminar—. Kylie es un bonito nombre —me sonríe de
la manera en que los hombres lo hacen con las chicas.
—Gracias —dice Jake por mí, de manera posesiva. Me río.
Las mujeres somos hermosas, pero las chicas no me van para nada, así que Jake
no tiene por qué marcar su territorio.
—No seas celoso, lamentablemente será tu esposa —murmura Coraline y mi risa
se ensancha. Creo que más bien su coqueteo es para molestar a Jake.
Sueno mi nariz en el pañuelo que me entregó Coraline cuando Jake empieza a ver
el resultado en el espejo.
—Te amo mucho —sollozo.
—Por Dios, gracias a Dios soy lesbiana y no pasaré por eso —se queja Coraline y
Jake y yo reímos—. Pero, felicidades por su embarazo. Serán los padres más
geniales del mundo.
—Gracias —dice Jake antes de que Coraline lo pase su camisa y él se la ponga.
—¿Y ya saben lo que es?
—Niño.
—Niña.
Decimos él y yo al unísono.
La chica tatuada se ríe y después de darle a Jake una pomada, salimos del
estudio de tatuajes y vamos hacia su auto.
—Ahora tienes mi nombre, hiciste la regla número uno de no hacer en los tatuajes.
Se ríe y me abre la puerta del auto para mí, se lo agradezco y entro en el. Hoy no
hay muchas nubes adornando el cielo, el sol es brillante y la nieve está
empezando a derretirse. Espero que mañana no haya una tormenta, y que está no
sea una falsa alarma del inicio de la primavera.
Jake rodea el auto y entra en él. Se queda ahí, sentado y sin prender el auto, solo
mirándome con una muy grande y tierna sonrisa que me hace derretir.
—Tú obtendrás mi nombre legalmente —dice—. Pero yo tengo el tuyo grabado en
mi piel para siempre. Creo que te gané en eso.
Me río y beso sus labios.
—No seas un llorón. Te amo.
—Yo también te amo.
—Esto es ser odioso —frunzo el ceño, mirando a Jake.
—Esto es ser alguien que quiere que pidas por su polla. Me pone escucharte pedir
por más.
Pongo los ojos en blanco y tomo su polla erecta en mis manos. Está muy duro, no
sé porqué me lo está negando ahora. Subo y bajo mi mano por toda su longitud y
gime, un sonido ronco que sale de su garganta y que no hace más que ponerme
mucho más caliente. Estoy excitada, muy excitada; Jane dice que es normal esta
etapa de calentura en las embarazadas, pero creo que mi nivel de excitación en
este momento sobrepasa los límites.
Gime nuevamente mientras lo sigo masturbando, aprieta su mandíbula y une su
frente con la mía. Sus manos dejan mi cintura, mientras con la una se apoya sobre
la cama, con la otra alcanza mi zona más íntima. Acaricia mi clítoris suavemente,
a un ritmo que me vuelve loca mientras yo sigo bombeando.
—Jake... dame tu polla ahora —ordeno, exijo, mi voz es muy ronca.
—Joder, Kylie —gime y deja de acariciarme.
Retira mi mano de su polla, y cuando menos me lo espero, me penetra con fuerza.
Ambos gemimos por el contacto de nuestros sexos unirse.
Es un buen despertar, definitivamente.
***
Odio las náuseas.
Odio tener que correr al baño para vaciar todo lo que se había encontrado en mi
estómago.
Odio las arcadas y la sensación de querer vomitar, pero que no salga nada de mí.
Meto mis dedos dentro de mi boca y me impulso para vomitar, ya que nada ha
salido todavía. Tengo unas cuantas arcadas más antes de que mi cuerpo tiemble y
que todo lo que había en mi estómago sea vaciado en el retrete. Al terminar, me
siento en el suelo, con las piernas cruzadas y me cubro mi rostro con mis manos.
Escucho como Jake se acerca a mí y siento sus brazos envolverme en un abrazo.
Mi cabeza cae en su pecho mientras él acaricia mi cabello.
—Sabremos el sexo del bebé en algunas semanas. ¿Estás nervioso? —digo,
todavía estoy nerviosa por eso.
—Estoy feliz —dice mientras acaricia mi cabello—. ¿Tienes alguna inclinación?
Su corazón late tan rápido, pero a la vez tan suave que calma mis nauseas y lo
enferma que me sentía. Boom, boom, boom. Es un sonido constante que me hace
recordar la primera vez que escuchamos el corazón de Gusanito latir.
—Quiero que sea un bebé sano —siento mis ojos pesar, así que los cierro
mientras me acurruco más contra su pecho—. Solo quiero que sea sano y feliz.
Quiero que lo hagamos feliz.
—Y lo será. Será muy feliz y divertido, porque tendrá un padre tatuado y genial, y
una mami absolutamente hermosa y gentil. Somos la pareja perfecta para traer un
niño genial al mundo.
Acaricia mi cabello, su calor me envuelve y aspiro el olor que emana su cuerpo.
Huele bien. Como a cuero y lavanda. Después de nuestro maravilloso despertar,
tomamos una ducha juntos para limpiar la suciedad de nuestros cuerpos, pero me
he sentido mal durante todo el día, cosa que a Jake y a mí nos ha asustado
mucho. Así que fuimos a ver al doctor Marshall y él nos explicó que estoy estable,
y que solo son los últimos estragos que mi cuerpo está manejando.
Me dio una medicina para que pueda liberar mi cuerpo de cualquier malestar, así
que ahora me encuentro como una bomba de vómito que explota lentamente.
Asqueroso, pero cierto.
—¿Tú tienes alguna inclinación? —pregunto.
—Uhm... me gustaría un niño, con una niña me volvería loco.
Abro mis ojos y me incorporo para verlo y frunzo el entrecejo.
—¡Tienes que estar bromeando! ¿Qué hay de malo con que sea niña?
—No hay nada de malo. Pero sé que si es niña, será hermosa, y tendré que
comprar una de esas armas de caza que Travis compró para espantar a los chicos
de su hija.
Me río, recordando lo chiflado que está Travis Stone.
—Todavía no la compra, solo dijo que quisiera adquirir una cuando su hija sea el
centro de atención.
Y no lo culpo. La mezcla de Travis y Jane sería absolutamente hermosa. Seguro
traerá muchos problemas para Travis y su paciencia, ya que él no es nada celoso.
Y sí, este fue mi intento de ser sarcástica.
Jake ríe y me atrae nuevamente a su cuerpo, me dejo llevar por el calor que
emana a través de su camiseta blanca. Tengo frío porque lo único que traigo
encima es una camiseta con tirantes rosa, unos jeans y mis zapatos de bailarina
rosas. Quería usar tacones, pero el dormitorio me lo prohibió porque mi embarazo
es un poco riesgoso después del incidente del mioma.
—No te doy un beso porque debes saber a vómito —bromea y yo río.
—El hombre de mi vida —digo con ironía.
Aunque no es para nada irónico. Él es el hombre de mi vida. Aunque esté un poco
loco y roto, yo lo amo. Lo repararé como él lo ha hecho conmigo.
***
—Nunca hemos hablado sobre esto desde que volvimos —le recuerdo—, pero
¿donde estuviste esos diecinueve días?
Él deja de comer su pizza y me regresa la mirada. No queríamos cocinar nada, así
que pedimos una pizza. Y mientras yo voy a penas cuatro pedazos, él lleva ya casi
media pizza.
Y se supone que la embarazada soy yo.
Se aclara la garganta antes de hablar: —¿Por qué la pregunta?
Me encojo de hombros. —Curiosidad. Aunque creo que merezco una explicación.
No sé porqué esta conversación se ha vuelto tan seria, o por qué Jake parece no
querer decirme qué pasó. Y aunque confío ciegamente en él, me es inevitable
pensar que algo sucedió, algo malo que no me quiere decir.
Alejo los malos pensamientos de mi cabeza mientras espero su respuesta en
silencio. Me cruzo de brazos y dejo de comer porque ya me siento lo
suficientemente llena. Se aclara la garganta nuevamente mientras pasa una mano
por su cabello rubio y corto.
—¿Recuerdas que cuando tuve la sobredosis me dieron una clase de... condena?
Asiento con la cabeza, mientras lo miro realmente con curiosidad.
»Pues... mi condena anterior era ir a un psicólogo para tratar mis "problemas con
las drogas" —hace comillas con sus dedos—. Por eso fui a donde Johnson, pero
esa historia ya la sabes. Pero al irme, no recordé que si no cumplía esa condena,
tenía que inscribirme a un centro de rehabilitación. Así que mis diecinueve días
fuera, la pasé mucho peor encerrado en ese lugar.
Mira directamente a la caja de pizza, como si estuviera perdido en sus recuerdos.
Alcanzo su mano por encima de la mesa y él me devuelve la mirada. Le doy un
apretón y él mira directamente a la alianza descansando en mi dedo anular.
No te pierdas, yo estoy aquí para siempre.
—Puedes contarme lo que sea —digo, mientras veo lo vulnerable que se
encuentra en este momento—. Yo seré tu Johnson, si algo te atormenta, estoy
aquí para escuchar.
Se queda en silencio por varios minutos, perdido en las imágenes que su mente
seguramente reproduce. Perdido en los recuerdos que deseo que borre y los
aparte lejos de él. Quiero protegerlo de esos recuerdos, ahuyentar a sus demonios
y alejarlos tan lejos sea posible.
Pero eso depende de él. Él es el único que puede ahuyentar los recuerdos malos
y suplantarlos con unos mejores.
—Los extraño, Ky —confiesa, y aunque no esté llorando, su voz suena rota—.
Todo el puto tiempo los extraño. Sé que ahora he sanado lo suficiente como para
pensar mayormente en el futuro, pero sé que las heridas nunca sanarán del todo,
y que tengo que aprender a vivir con ello.
»Mamá tenía tanta fe en nosotros. Siempre dijo que eras buena para mí, que no
necesitaría a ninguna otra mujer en mi vida, y es cierto. No necesito a nadie más
mientras que tú y yo existamos. Y duele... —una lágrima cae de sus ojos y eso me
rompe el corazón—, duele que la persona que más fe tenía en mí, no vaya a estar
en el día donde uniré mi vida contigo.
—Ellos estarán allí —las palabras se escapan de mí antes de que lo pueda
detener—. Mira, no soy la persona más creyente del mundo, y también desconfío
de muchas cosas sobre la iglesia. Pero quiero creer qué hay un Dios y un paraíso
en alguna parte. Quiero creer qué hay ángeles que nos cuidan y que nos
protegen. Y te aseguro, sobretodo, que tus padres son unos de esos ángeles.
Ellos te protegieron más de una vez. Pusieron a nuestros caminos a juntarse de
nuevo.
»No creo en el destino, pero no encuentro ninguna otra explicación para... esto —
señalo entre él y yo.
—Mi amor destinado —murmura Jake por lo bajo, mientras me mira con lo que
reconozco como adoración.
—Eres un cursi —doy un beso en su mano—. Pero eso es lo que trataba de decir.
Eres mi amor destinado, y estoy feliz que hayas sido tú y no un idiota.
—Soy un idiota.
—No lo eres, eso es lo que quieres creer, pero estás muy lejos de ser un idiota.
Eres más como un chico que comete malas decisiones, pero ¿quien no lo ha
hecho? Todos cometemos malas decisiones en lo largo de nuestra vida.
Se queda en silencio, sus ojos azules brillan como electricidad.
—Solo... no puedo dejar de pensar y preguntarme: ¿Qué hubiera pasado entre
nosotros si no hubiera tenido ese accidente? ¿Hubiéramos sido como Jane y
Travis y casarnos a los 18 años?
—O tal vez nos hubiéramos separado y nunca más haber encontrado nuestro
camino de vuelta —las palabras queman en mi garganta y él hace una mueca—.
Sé que suena horrible, pero es la verdad. Si no nos hubiéramos separado en ese
momento como lo hicimos ¿qué hubiera pasado con nosotros después?
Nos quedamos en silencio y las comisuras de su boca se alzan lentamente.
—Eres mi mejor error, Kylie Sophia Andrews.
—Y tú el mío, Jacob Alexander Stevens.
Me levanto de mi silla y me siento en sus piernas, paso mis manos por sus
hombros y él pone las suyas en mi cintura.
—Fuimos tan cursis —dice—. Creo que tengo que decir algo sucio para aligerar el
ambiente.
—¿Algo como qué? —pregunto divertida.
—Algo como —se acerca a mí hasta quedar a la altura de mi oreja—: Me gusta
mucho cómo se siente tu coño en mi lengua y como tú vagina me aprieta cada vez
que te follo.
Oh. Mi. Dios.
Siento el deseo recorrer en mi piel, y antes de que se de cuenta, agarró su rostro
entre mis manos y empiezo a besarlo.
Es un buen día, a decir verdad.
***
2 semanas después...
—Señorita Andrews, señor Stevens, es un gusto verlos otra vez —nos saluda
Marshall y nos da un apretón de manos a cada uno—. ¿Listos para saber el sexo
de su bebé?
—No —respondemos Jake y yo al unísono.
Marshall se ríe y me da las indicaciones de que me acerque a la camilla, hago
todo el proceso para que mi vientre quede descubierto y me acuesto en la camilla.
Marshall se sienta en una silla junto al monitor, y Jake toma mi mano mientras se
sienta en una silla a mi lado.
Espiarse el gel por todo mi vientre y la pantalla se refleja con nuestro gusanito que
ya tiene forma de bebé. Siento las lágrimas picar mientras miro a Jake y él se
encuentra llorando como un bebé.
Repito nuevamente, se supone que la embarazada soy yo.
—Interesante... —dice Marshall mientras está señalando en la pantalla—. Ya
puedo ver el sexo.
—Oh, joder, sin rodeos Doc. —Jake aprieta su agarre en mi mano, está muy
nervioso.
Marshall se ríe.
—Está bien, espero que hayan comprado ropa de él color de tu camisa, Jacob,
porque su bebé es...
Jake
—Está bien, espero que hayan comprado ropa de él color de tu camisa, Jacob —
mi corazón se paraliza cuando Marshall señala mi camisa color azul—, porque su
bebé es un barón.
Kylie mira a mi camisa, y luego mira a mi cara, y así sucesivamente. Sus ojos
están rojos y sé que está a punto de derramar algunas lágrimas. Yo estoy incluso
peor, las lágrimas bajan por mis mejillas como chorros de agua y parecen no
querer calmarse.
Vamos a tener un niño.
Nuestro hijo.
Nuestro Gusanito.
—Oh, Dios mío —dice Kylie, y estira una mano para limpiar las lágrimas en mis
mejillas—. Se supone que la que debe tener cambios hormonales soy yo. Tal vez
tus síntomas son peores que los míos.
—¡Oh, cállate! —río y tomo su rostro con mis manos para unir mi boca con la
suya.
La beso como por el resto de mi vida quisiera besarla, pero es corto y no expresa
todo lo que quiero decirle en este momento. Sin embargo, hay tantas cosas que
quiero decirle que no alcanzan las palabras. Nunca alcanzarán las palabras para
explicar lo que siento por ella. Es inefable, y me gusta que sea de esta manera.
Al separarnos, miro sus grandes y hermosos ojos color marrón dorado, tan
brillantes, tan excitantes y hermosos. Esta chica siempre me ha sorprendido, me
ha sorprendido su fortaleza, su feminidad, su pasión, su amor, su desempeño.
Nunca parece darse por vencida y amo con toda mi alma eso de ella. Kylie es una
bomba atómica llena de amor, sexo, pasión y fortaleza. Soy tan jodidamente
afortunado de tenerla a mi lado, de conocer cada faceta de ella. Y mientras pienso
esto, me siento... feliz, en paz, como si pudiera soportar cada mierda que la vida
quisiera lanzarme. Kylie me da esa fortaleza, y no puedo estar más agradecido
con eso de lo que ya estoy.
No soy un creyente devoto, ni una persona que le guste ir a la iglesia a meditar
sobre toda la mierda pasando en su cabeza, pero estoy agradecido con cualquier
ser que esté allá arriba por ponerla en mi camino. Por hacerme digno de
merecerla. Por hacerme conocerla y hacerme amarla en la forma que lo hago.
Su sonrisa se extiende mientras nos miramos a los ojos, y esa sonrisa... esa
bendita y hermosa sonrisa alumbra todo el lugar. Esa sonrisa alumbra mi vida,
alumbró mi camino cuando me sentía perdido, y ahora que he vuelto a casa, sigue
alumbrando para que no me vuelva a perder. Y no lo haré, no me perderé de
nuevo. Por mí, por ella, por Gusanito y por nuestro futuro, juro que no lo haré.
Tomo su mano y ella entrelaza nuestros dedos, es tan cálida que no siento
ninguna clase de necesidad a parte de sostenerla, sostener cada pieza de ella
para que nunca se vuelva a romper. Nunca la romperé de nuevo.
—No puedo creer que Gusanito sea un niño —dice, atrayéndome de mis
pensamientos—. Espero que le guste el futbol al igual que a ti.
—O tal vez sea un flacucho y amante de la física como los chicos de esa serie
extraña que Dove nos obliga a ver.
—¡Oye! —protesta—. The Big Bang Theory es genial.
—Estoy de acuerdo con eso —dice Marshall, limpiando el gel del vientre de Kylie
con una toalla de papel.
Pongo los ojos en blanco. Las mujeres son muy extrañas, si no son fans de una
serie de vampiros sexys, lo son de un grupo de nerds.
¿Quién las entiende?
Kylie se incorpora en la camilla y acomoda su ropa. Me encanta cuando se viste
de una manera más casual, con una sudadera rosa, unos vaqueros y unos tenis.
Esta mujer se vería hermosa incluso si llevara una funda de basura encima.
—Así que, ya sabes la medicación que debes tomar y aquí tienes tus vitaminas —
Marshall le extiende una bolsa de papel y mi novia la toma—. No hay nada raro,
su bebé se ve sano y he visto que las vitaminas te hacen sentir mejor., y luces
más saludable de la última vez que te vi. ¿Has tenido nauseas el día de hoy?
Ky niega con la cabeza. —Hoy no, ya casi no las tengo, pero... tengo muchas
ganas de pizza hawaiana con helado de chocolate... en el mismo plato.
Marshall se ríe y yo hago una mueca de asco. Los gustos alimenticios de Kylie en
estas últimas semanas no han sido de los mejores, y eso me entristece porque
tengo que comer lo que ella prepara. Y no lo digo en un ámbito sexista, es solo
que de los dos, ella es la única que sabe preparar comida decente y que no me
mataría e intoxicaría.
—Eso es normal, señorita Andrews —le explica el doctor—. Los antojos se
demoraron en llegarle, pero no se preocupe, sus síntomas están siendo normales.
Solo intente cuidar su alimentación para no tener problemas de sobrepeso en el
futuro, ¿está bien?
Ella asiente y guarda la bolsa de papel en su bolso. Sus mejillas hoy están
sonrojadas, a pesar que hace frío, pero se ve muy hermosa como siempre. Me
devuelve la mirada y sus labios rojos se curvan hasta estar en una
despampanante sonrisa. Una malditamente despampanante y hermosa sonrisa.
Tan jodidamente agradecido.
***
Abril.
—Madison Coco Stone, mide 53 centímetros y pesa tres kilos y medio —habla
Travis a través del teléfono con tanta rapidez que me siento mareado—. Es igual a
Jane, pero sus ojos tienen algo de verde como los míos. Aunque no sé todavía de
qué color serán, hay que esperar un poco, supongo.
»Pero es la bebé más hermosa de todo el mundo, sus mejillas son como dos
manzanas grandes y suaves —sigue con su parloteo—. La madre de Jane estuvo
con nosotros en la sala de parto, la dejaron pasar porque Jane no estaba muy
confiada de las enfermeras. Ya sabes que a veces es paranoica y tensa, pero su
paranoia me pone y...
—Travis... —intento hablar pero me interrumpe, de nuevo.
—¿Como haremos ahora, Jake? A Jane y a mí nos gusta mucho el sexo, pero no
podremos tenerlo por seis semanas. ¿Y si mi salchicha se cae porque está seca?
Necesito de los fluidos de Jane para mantener viva a mi polla. Ya sabes, es como
una planta que debe ser regada de vez en cuando. Aunque follamos todo el
tiempo. Así que mi querido amigo necesita estar enterrado en su mujer y de su
líquido vital para vivir.
Golpeo mi frente en el poste del campo de futbol. El equipo está dando vueltas
alrededor del patio, por eso estoy libre para hablar por teléfono con un mejor
amigo que está hablando estupideces y parece no callarse. Amo a Travis, pero
parece una anciana que nunca se callará.
»Pero esperaré por ella. Si ella está en abstinencia, también yo lo estoy, ni
siquiera tocaré mi polla para demostrarle lo fiel que soy. Aunque tendré problemas
de bolas azules y sabes cómo duele esa mierda...
—¿Te das cuenta que estás hablando de sexo con la chica que era la crush de tu
mejor amigo a los trece años?
Eso parece callarlo porque hay una larga pausa y luego literalmente gruñe.
—Saca todas las putas imágenes de mi dulce Jane de tu cochina cabeza, Jacob.
—Tranquilo, hombre de las cavernas, no me imaginé a tu esposa teniendo sexo.
Sabes que Jane es como mi hermana así que eso sería asqueroso. Y ahora estoy
con Kylie.
—Bueno, en este momento no estás con Kylie, porque ella está aquí y tú estás en
Boston. Mal amigo.
Pongo nuevamente los ojos en blanco, Travis puede ser una diva cuando
realmente quiere serlo. Es la reina del drama.
—Tenía que trabajar, pero iré este fin de semana para conocer a la pequeña
Coco. Lo prometo.
—Será mejor que lo hagas —suspira—. Es tan pequeña, Jake. No puedo creer
que haya nacido de Jane y de mí.
—Jane y tú son una buena mezcla, seguro que todos sus bebés serán preciosos.
—Claro que sí —alardea—. Bueno, creo que más seria por Jane que por mí. Esa
mujer es tan hermosa, no hay nadie tan bonita como ella.
Travis sigue hablando sobre Jane y sobre lo mucho que la ama y que quiere tener
más bebés con ella. Yo solo escucho y pienso que en unos pocos meses podré
tener lo mismo con la mujer más hermosa que yo he conocido en mi vida. Nuestro
Gusanito estará con nosotros en menos de cinco meses y estoy tan jodidamente
entusiasmado por eso.
»En fin —sigue Trav—. Kylie se ve muy bien embarazada, amigo, hiciste un buen
trabajo.
Sonrío al recordar la forma en cómo está su barriga en este momento, ya está
ovalada y ahora se nota claramente que está embarazada. Es la personificación
de la belleza. No sé, pero verla embarazada me hace amarla mucho más de lo
que ya lo hacía; verla teniendo a un ser que viene de ambos en su pequeño
cuerpo es la mejor sensación del mundo.
—Sí, el doctor Marshall dijo que Gusanito empezará a moverse en poco tiempo.
Estoy emocionado, no quiero que empiece a moverse cuando no esté.
—Recuerdo la primera vez que Coco se movió dentro del vientre de Jane —se
ríe—. Me asusté y creí que el demonio había poseído el cuerpo de mi esposa. La
doctora me mandó al carajo cuando Jane le contó eso en una consulta.
Me río, eso es típico de Travis. Es increíble que tenga 21 años y todavía piense
como si tuviera 15.
»¡No te rías! Es extraño, pero la mejor sensación del mundo. Después de mi susto
inicial, no podía dejar de acariciar el vientre de Jane. Una vez me dijo que dejara
de hacerlo porque la hacía sentir como un globo, pero no podía dejar de hacerlo.
—Creo que te entiendo, amigo. Lo mismo me pasa con Kylie. Es adictivo sentir a
tu hijo creciendo dentro de la persona que amas.
Miro a Tom, y este está corriendo en dirección contraria al campo.
—Amigo, tengo que irme. El trabajo me llama.
—¡Buena suerte, bro!
Cuelgo y corro en dirección de Tom. Al alcanzarlo, veo que tiene lágrimas en sus
mejillas y que solloza. Tomo su hombro para que se detenga y lo hace, se voltea
para encararme y puedo ver sus ojos color gris rojos por el llanto.
—¿Qué sucede, amigo? —pregunto con preocupación.
—Reprobé matemática —solloza y limpia sus lágrimas—. Mi padre me matará;
está loco y me golpeará.
Verlo llorando de esta forma me hace recordar un tiempo oscuro de mi mejor
amigo. Cuando vivía con una persona que solo lo maltrataba. Cuando iba llorando
a buscarme porque tenía hambre o no quería dormir en su casa por temor a ese
señor. La forma en que sufrió por lo que le ocurrió a su padre después de un año
de haberse casado. Sufrió por él, aunque no debía hacerlo.
—¿Por qué dices eso?
—¡Porque es verdad! Si no me ha matado es porque necesita el dinero que recibe
del estado por cuidarme.
Eso me rompe el corazón y mi lado paterno se hace presente. Tom tiene 13 años,
no debería hablar de esta manera.
—¿Quieres dar una vuelta después del entrenamiento? —pregunto, la idea muy
vigente y fresca en mi cabeza—. Podemos ir a tomar un helado.
Tom asiente y parece calmarse porque empieza a caminar en dirección a donde el
equipo mientras se seca sus lágrimas.
Creo que esta es la parte donde sientes el cambio. Pasé de ser un cerdo
drogadicto a querer ayudar a los niños como Tom para que no se pierdan en el
camino. Tom necesita un hogar. Pero primero necesito llamar a Cuidados
infantiles y hacer lo que las personas debían hacer por Travis.
Ayudar a las personas no ha sido tan malo después de todo.
44-
Kylie
Junio
El mundo es tan increíble en la manera en que procede. Puede ser bueno o malo,
pero sigue siendo increíble. Sigue siendo magnífico y especial. Jake es esa
persona increíble y fantástica para mí, el ha sido todo. Desde una persona que me
ha hecho llorar en más de una ocasión, a una que me ha hecho completamente
feliz.
Y mientras acaricio mi vientre ya de seis mese, lo miro. Miro a aquel hombre que
me ha hecho sentir de verdad, no solo de una manera sexual, sino de una manera
que creí no ser capaz de sentir antes.
Y es hermoso sentirte de esta manera.
Él abre sus ojos de su larga siesta, está desnudo bajo las sábanas blancas y su
cabello despeinado. Se ve tan hermoso en este momento. La tinta en su piel se ve
brillante por la luz del sol que se cuela por las ventanas, sus ojos más azules y su
cabello más claro. Sus ojos se ven adormilados, brillantes y rojos por el sueño. Es
la representación de lo que veré en mi vida, o lo que queda de ella.
Soy una persona realista, o eso es lo que al menos quiero creer, y sé que cabe la
pequeña posibilidad que él se enamore de alguien más o que esto no llegara a
funcionar; sé que el destino es impredecible, pero lo amaré con cada parte qué
hay en mi corazón por el resto de mi vida. Él tiene mi alma en sus manos y sé que
yo también tengo la suya, sé que nos perteneceremos el uno al otro así esto no
llegara a funcionar.
—¿En qué piensas, pequeña zanahoria? —su voz me retira de mis pensamientos,
le devuelvo la mirada y sonrío. Voy a la cama ya que estaba en la ventana y me
arropo, él inmediatamente me envuelve en sus brazos.
—En... todo. En ti, en mí, en La bebé de Jane y Travis... en Gusanito. En todo.
—Bueno, espero que sean cosas buenas las que estés pensando sobre mí.
—Siempre pienso cosas buenas sobre ti, sobre todo lo que hiciste anoche.
Se ríe pícaramente y tan solo la mención de lo que hicimos anoche manda una
corriente eléctrica a mi ingle.
—No pensé que eras sumisa —bromea—. Siempre soy yo el que está atado.
—¡Cállate! —me río—. Somos... versátiles, solo que ayer quería ver si eres
dominante.
—Cincuenta sombras de Jake.
Nos reímos por su ocurrencia. Esto es lo que más amo de él, su sentido del
humor.
El silencio cómodo y conocido se instala entre nosotros. Mi cabeza se encuentra
sobre su pecho tatuado y puedo escuchar claramente los latidos de su corazón.
Boom, boom, boom. Son en un ritmo constante y rápido.
—No puedo esperar para que sea nuestra boda —rompe nuestro silencio—. En
verdad no puedo creer que quieras esperar a que Gusanito tenga tres meses para
casarnos.
—Quiero que esté aquí —digo—. Quiero que él lleve nuestros anillos.
Levanto mi rostro para ver el suyo y veo que pone los ojos en blanco antes de
devolverme la mirada.
—Tendrá tres meses, no podrá ni sentarse.
—Papá lo llevará —murmuro, recordando la conversación que tuve con papá hace
un mes.
Y pienso en esa chica que papá nombró. Pienso en lo mucho que ha de haber
sufrido, en lo mal que se siente su alma como para querer terminar con todo por
sus propias manos. Pienso que miles de adultos jóvenes se deben sentir de esa
manera porque yo también me sentí así alguna vez en mi vida, solo que tomé el
beneficio de la duda para un futuro mejor, y lo tuve.
Quiero creer que nada es imposible, que podrás salir de tu depresión si es que la
sientes, que la mejor solución no es acabar con tu vida porque si hay alguien a
quien le importas. Y esa chica, conjunto con muchas personas más deberían
saberlo. Deberían saber que en el mundo hay esperanza. Que nadie tiene el poder
de romperte.
—Me siento muy filosofa hoy —trató de bromear al sentir unas pocas lágrimas
bajar por mis ojos.
—Ey... ¿qué sucede? —pregunta Jake, tomando mi rostro para evaluarme, sorbo
por mi nariz.
—Solo... que la conversación con papá fue muy intensa. Sé que seré una buena
madre, pero no dejo de pensar en esa chica que papá mencionó y en muchas
personas que se deben sentir solas en este momento. Que sienten que no hay
salida. Es muy triste.
—Lo sé, pero esas personas mejorarán. Y si deciden ser valientes y quedarse,
sabrán que la vida es una perra pero que vale la pena arriesgarse. Lo sé porque lo
pensé mil veces, pensé en arruinar mi vida, pero siempre hay un rayo de
esperanza y en mi caso, ese rayo de luz fuiste tú.
»Sé que te sientes mal por la historia de aquella muchacha, pero lo bueno es que
ella está viva en este momento, experimentando su vida, amando y siendo amada.
Ella, al igual que muchos, merece vivir su vida.
—Eso fue muy lindo —limpio mis lágrimas—. Si querías que no llore, pues tuviste
el efecto contrario.
—Sabes que tengo razón, y que haremos que nuestro Gusanito no se sienta así
nunca.
—Dios, eres tan lindo y tierno y te amo.
—Lo sé —dice y besa mis labios un poco—. También te amo.
Siento un movimiento en mi vientre y río. Gusanito es muy inquieto y se siente
extraño cada vez que se mueve en mi vientre. Jake lo siente e inmediatamente
pones su mano sobre mi vientre.
—No puedo creer que la primera vez que se movió yo no haya estado. Eso es
injusto.
—Estaba en clases, ni siquiera yo me lo esperaba.
—Eso es egoísta, los hombres también tendríamos que llevar algo de nuestros
hijos dentro de nosotros.
Me río.
—Eres el primer hombro al que le escucho decir eso.
—Pues ya sabes, es mi esencia.
Me vuelvo a reír y beso sus labios una vez más.
Me encanta pasar con Jake, la paz que me da y la calidez que me transmite. Lo
segura que me siento en sus brazos. Lo libre que me siento de poder amarlo.
Su alma me pertenece, y la mía también. Es mucho más que solo amor.
Es algo inefable.
Agosto.
***
Septiembre.
El reloj marca las dos de la madrugada cuando mis ojos se abren. Jake duerme
plácidamente a mi lado, sus párpados cerrados y sus párpados acariciando sus
pómulos. Me siento en la cama, mis piernas desnudas quejándose por el frío que
me llega de golpe al retirar las mantas de mi cuerpo, y no lo culpo, solo traigo una
camisa de Jake. Sí, tengo nueve meses de embarazo y todavía me quedan las
camisas de mi novio, no me quedan como antes pues están apretadas y cada vez
más pequeñas, pero creo que es un logro personal para mí.
Siento algo de... incomodidad. No sé cómo explicar la sensación que mi cuerpo
siente, pero me levanto de la cama y camino directamente al baño. No tengo
ganas, pero no sé lo que me sucede, así que al llegar, bajo mis bragas y me siento
en la taza.
Miro los azulejos frente a mí, el lavabo del baño, los adornos, la gran tina de baño
de forma circular, nuestra gran ducha. No sé por qué, pero Jake es un excéntrico
que le gusta tener todo grande.
Después de visualizar todo, por alguna razón bajo la vista a mis bragas y estás
traen una clase de mico extraño. Frunzo el ceño y me acerco más para poder ver
mejor. Pero en el momento que me doblo, siento un fuerte calambre en mi
abdomen.
—¡Ah! —lloriqueo, sosteniendo mi barriga.
El dolor cesa un poco y logró ponerme de pie, retirar mis bragas de mi cuerpo y
lanzarlas a un lugar del baño para salir e ir a la habitación nuevamente. Jake sigue
durmiendo plácidamente y por un segundo lo miro completamente embobada,
entro en razón cuando otro calambre empieza.
Y de pronto un líquido de empieza a deslizar por mis piernas.
Asustada de que sea sangre, enciendo la luz y Jake gruñe pero lo ignoro. No, no
es sangre. Es transparente, más cercano a la orine pero no es orine.
El conocimiento llega a mí como un camión a toda velocidad.
Oh, Dios mío.
¡Estoy en labor de parto!
Me acerco a la cama lo más rápido que mi cuerpo me permite y empiezo a mover
el hombro de Jake suavemente con mi mano.
—Jake... —lo llamo suavemente, él balbucea algo incomprensible—. Jake,
despierta.
—Hay sardinas y helado en el refrigerador —su voz suena ronca y somnolienta—.
También hay chocolate, déjame dormir.
Vaya... el hombre desprende su amor por mí.
—Jake —lo llamo más fuerte esta vez, pero una contracción llega nuevamente a
mí—. ¡¡Aaahh!!
Sostengo mi barriga con ambas manos mientras me doblo todo lo que mi cuerpo
me permite. Siento las lágrimas agruparse en mis ojos por el dolor que siento, es
un dolor que no había sentido jamás.
—¿Que... qué pasa? —pregunta la voz somnolienta pero preocupada de Jake.
Siento sus manos en mis hombros pero no me volteo a verle, siento mucho dolor
en este momento.
—Gusanito... Gusanito ya viene.
Un silencio sepulcral que me pone de los nervios se instala entre nosotros. Y
después sucede, Jake se pone a llorar y lo sé porque me toma del rostro para que
lo mire. Sus ojos están llenos de lágrimas y me da tantas ganas de poner los ojos
en blanco por su innecesaria muestra de sensibilidad.
—Vamos a traer a nuestro Gusanito —murmura antes de besarme.
Diciembre.
Ajusto el nudo de mi corbata por quinta vez en los últimos treinta minutos. Me
encuentro incluso más nervioso que la vez que le pedí matrimonio a Kylie, y eso
que esa vez tenía la posibilidad de que ella me mandara a la mierda porque en
ese momento no estábamos juntos.
Así que ahora estoy actuando como un completo marica.
Me miro en el espejo una vez más, dando la vuelta para ver si mi trasero se ve
bien, enfundado en este esmoquin, ajustando mi chaleco y mi corbata una vez
más.
Quiero estar tan guapo como pueda para Kylie.
El esmoquin que estoy usando hoy es uno color negro tradicional, pero llevo
puesto un chaleco color plata y la corbata igual, la camisa es de color negro al
igual que el esmoquin. Estoy sin mi chaqueta en este momento que descansa
cuidadosamente en una silla del cuarto donde me estoy alistando.
Me siento nuevamente en la cama de mi antigua habitación. Miro la decoración de
todo el lugar, cuantos años viví entre estas cuatro paredes. Cuantos recuerdos
guardan del transcurso de toda mi vida. Cuanto odié vivir aquí después de la
muerte de mis padres.
—Y aquí estoy ahora —susurro para mí mismo.
Un sonido adorable y chillón me saca de mis pensamientos y sonrío. Me levanto
de la cama y me acerco a la habitación de donde proviene el llanto de mi hijo y me
paro en la puerta, cruzado de brazos mientras veo a mi hermano Patrick tomarlo
de los costados a mi hijo y evaluarlo como si fuera una cosa que nadie había visto
en este mundo.
Reprimo una sonrisa. Ellos dos son mis hombres favoritos junto a Travis. Y soy lo
suficientemente hombre para admitirlo.
—¿Se puede saber por qué miras a mi hijo de esa manera?
Mi hermano se sobresalta con el sonido de mi voz, cosa que me hace temblar
porque parece que suelta al pequeño Andrew. Pero al parecer mi hermano quiere
seguir conservando sus pelotas porque es rápido y no deja que Gusanito caiga al
suelo. Pongo una mano en mi pecho por el latido rápido de mi corazón porque casi
me da un ataque cardíaco.
—Joder, Jake, me asustaste y creo que a tu hijo también —dice mi hermano,
queriendo hacerme sentir culpable. Lo fulmino con la mirada y voy corriendo a su
dirección para cargar a mi hijo yo mismo. Él acomoda su cabeza en la curvatura
de mi cuello y lo amaco para que se calme.
Andrew es como un bebé pelirrojo y regordete de revista. Sus mejillas tienen
algunas pecas que Kylie y yo nos hemos fijado, pero que son casi imperceptibles
para los demás. Unas mejillas regordetas y unos ojos grandes y de un azul
aguamarina que quita la respiración a cualquiera.
Mi hijo será todo un playboy, como su padre en su época de gloria.
No sabemos a cual de los dos se parece más porque es una mezcla precisa de
Kylie y de mí. Las personas que lo ven conmigo, dicen que se parece más a mí;
pero en el momento que nos ven a los tres, retiran lo dicho y elogian nuestra
habilidad para "hacer bebés hermosos".
Y vaya que somos hábiles en ello.
—Hola pequeño Gusanito gordo —lo saludo y el suelta un poco de su saliva como
respuesta. Adorable—. ¿Tu tío Pat te estaba molestando?
Patrick bufa.
»En fin, te ves muy guapo, amiguito.
Andrew hace un sonido muy tierno desde su boquita, como si tratara de sonreír
pero parece una mueca adorable que deja a la vista sus rosadas encías. Lleva
puesto un trajecito blanco que mandé a hacer a su medida y que, según Kylie a
alegado, combina con el color de su vestido. Pero no lo sé, ella está tradicional y
esa mierda y dice que no me dejara verla en su vestido hasta el día de la boda.
Hasta hoy.
—Solo me fui por algo de comida y le di mi teléfono para que se entretenga, pero
cuando llegué, encontré mi teléfono en el suelo y a tu hijo llorando —se excusa mi
hermano.
Acomodo el pequeño corbatín en el regordete cuello de Gusanito.
—Ya no importa, ya se calmó. Pero si Kylie se entera que lo dejaste solo, te
ahorcará con tu pelotas alrededor de tu cuello —repito las palabras que Kylie nos
dijo a ambos esta mañana.
Ella no quería dejarlo ir con nosotros, así que tuve que persuadirla con algo de
sexo y recordándole una vez más que yo también soy su papá. El pequeño
Andrew no se ha quejado ni una sola vez desde que está con nosotros, a
excepción del pequeño desliz con mi hermano; y también lo tengo bien alimentado
porque Kylie envió un biberón lleno de su leche y otro lleno de avena ya que a
Gusanito no le gusta la fórmula.
Paso una mano por el cabello muy rojizo y naranja de Andrew, se veía un poco
despeinado, así que me encuentro solucionando su problema. Al levantar la vista,
me encuentro con los ojos azul zafiro de Pat, mirándome de una manera bastante
extraña.
—¿Qué? —pregunto.
Gusanito pasa sus pequeños bracitos por mi cuello como si quisiera abrazarme
muy fuerte. Hace eso con Kylie y conmigo cuando quiere dormir, así que lo
acomodo mejor y él esconde su carita en la curvatura de mi cuello. Su respiración
se relentiza y sé cuando está dormido porque siento su saliva en mi camisa. No es
que me queje, muero de ternura cuando pasa eso.
—Eres como un papá oso —dice Patrick—. Me haz sorprendido, hermano, me
siento bastante orgulloso de ti.
Pone una mano en mi hombro mientras mira de mí a Andrew. No es el único
sorprendido, yo también me encuentro sorprendiéndome a mí mismo todos los
días siendo un buen padre para él. Quiero merecerlo y ser lo suficientemente
bueno, tanto para él como para Kylie, y para los hijos que tengamos en el futuro. Y
eso me hace sentir muy orgulloso de mí y de la persona que me he convertido.
A pesar de todo, siento que he superado mi mierda. Y no digo que no pasarán
cosas malas en mi futuro, solo digo que siento que puedo atravesar cualquier
adversidad que esta vida me ponga.
Le doy una sonrisa real a mi hermano, que le deja saber que aprecio mucho su
comentario y él me sonríe de la misma manera.
—Creo que ya debemos irnos —dice y yo asiento—. No puedo creer que quieras
casarte en Oregon, hace un frío de la mierda.
—¿Sabes qué? Este es mi hogar, aquí inició todo: mi amor por Kylie, mi amistad
con Travis y Jane... todo. Así que es como un lugar especial para Kylie y para mí.
—Para todos —murmura mi hermano con una sonrisa—. Vamos antes de que
tengamos esos encuentros masculinos donde ambos terminamos llorando,
tendremos que manejar por una hora porque eres una Diva y quisiste casarte en
Portland, en vez de aquí, en Salem.
Me río. Sí quería casarme en Salem, pero no hay grandes hoteles como los hay
en Portland, así que creo que la gran ciudad de Oregon fue la ganadora.
Voy a mi antigua habitación a ver la chaqueta de mi esmoquin con Gusanito en
brazos, la tomo de la silla y me miro una vez más en el espejo.
Sigo siendo ese mismo chico a punto de cumplir veintidós años, tatuado y fornido.
Pero algo cambió. Ya no soy un idiota drogadicto, ya no soy un chico que se
acostaba con una y con otra para olvidar a la única mujer buena en su vida. Ahora
soy padre, un hombre que vela por la bien estar de su familia, un hombre que está
a punto de casarse con la mujer que ama y que se siente feliz.
Finalmente feliz.
Tal vez nunca alcancemos nuestra felicidad en su totalidad, pero tenemos toda
una vida para formarla y construirla, y vaya que estoy agradecido con Dios por
darme este regalo. Esta segunda oportunidad de hacer las cosas bien y de
construir la felicidad con la persona que amo.
Gusanito hace un sonido parecido a un ronquido y sonrío, él se ha vuelto alguien
imprescindible en mi vida y eso que lleva tan poco tiempo junto a nosotros, pero
es nuestro y la prueba del amor entre Kylie y yo, o es así como yo lo veo.
Tomo mi chaqueta de la silla y salgo de la habitación, miro una vez más el
contenido dentro de esta, y sonrío. Sintiendo La Paz que me ha costado encontrar
durante tres años pero que al fin siento venir poco a poco.
Fin.
¡Hagamos esta mierda de una vez!
La verdad es que no entiendo cómo es que obtuve tanto amor de ustedes tan
poco tiempo.
Cuatro meses me tomo escribir esta historia que amé desde el fondo de mi alma y
de mi corazón. Y ¿saben qué? Gracias a ustedes pude terminar esta historia y
encontrar mi vocación.
Sin ustedes yo no estaría escribiendo esto en este momento y llorando en mi
cuarto pensando en lo mucho que amo escribir gracias a sus votos y comentarios.
Me siento tan feliz de todo el amor que he recibido en tan poco tiempo. Hace un
año era una chica que se encerraba en su mundo y ahora me considero una mujer
que se expresa a si misma y que se siente conforme de poder ayudar a otros con
sus palabras.
No saben lo agradecida que estoy con todos ustedes por darme esta oportunidad
de poder expresarme, de poder ser yo y de sacar mis pensamientos a flote.
Y seguiré agradeciendo para que lo sepan.
No agradeceré a nadie más que a ustedes, mis lectores, los chicos que se han
desvelado leyendo mis historias, los que han llorado conmigo cuando ha sucedido
una injusticia con mis personajes, aquellas que me llenan de amor y alegría y que
me hacen sentir alguien en el mundo.
Gracias por todo.
Los amo con todo mi corazón, no saben cuánto.
En fin, ya no les quitaré más tiempo y si quieren saber qué pasó en la boda y en la
luna de miel, no se pierdan los extras. 7u7
Es extraño como las cosas pueden cambiar en tan poco tiempo, pero parece un
camino muy largo.
Hace un año exactamente, mi historia de amor con Jake había tomado su curso
nuevamente. Me sentía feliz y agradecida de que él esté conmigo, como ahora.
Luego lo perdí, traté de convencerme que lo odiaba, pero eso nunca fue verdad.
Lo necesitaba. Lo necesitaba con toda mi alma.
Y ahora, mientras lo veo parado a mi lado en el altar, tomando mi mano a punto de
decir sus votos matrimoniales, mientras hace una promesa tan grande frente a
Dios, no puedo creer que esta sea mi vida.
No es perfecta, está muy lejos de serlo, pero solo no puedo creer que pueda
cumplir todo lo que me propuse. Estoy en mi último año, a punto de graduarme y
abrir mi propio restaurante, soy madre del niño más hermoso que he visto y me
estoy casando con el hombre que he amado toda mi vida, porque así ha sido, lo
he amado con todo mi corazón al igual que él lo ha hecho conmigo.
Desde el inicio.
Desde aquella primera vez que lo vi en el primer año de secundaria, supe que
estaba destinada a estar a su lado. Es extraño como el universo funciona, nunca
hubiera esperado esto, tener a un muy buen hombre a mi lado porque mamá
siempre me lo decía, me decía que no lo merecía. Y miren a Jake, es increíble, un
padre amoroso y un hombre sumamente cuidadoso con todo lo que le importa.
No puedo retener las lágrimas que caen por mis ojos a pesar que todavía no dice
nada, solo me mira y saca una hoja doblada de su bolsillo.
—Bueno, escribí esto hace unas semanas, así que espero y te guste —sonrío en
medio de las lágrimas y escucho el llanto de Jane y de Dove detrás de mí—. Dios,
soy una basura en esto del romanticismo y lo sabes, pero... —abre el papel y
empieza a leer, se aclara la garganta—. Querida Kylie. Sé que en este momento
debes estar llorando parada frente a mí en el altar; desde que tuviste a Gusanito te
has convertido en una chica llorona, pero me gusta, me gusta abrazarte hasta que
tus sollozos se calmen y empieces a reírte de ti misma por lo sensible que te haz
vuelto; se podría decir que incluso lo disfruto.
Los invitados ríen, incluso yo, a pesar que estoy hecha un mar de lágrimas.
»Pero eso no es lo único que disfruto —deja de leer y me mira a los ojos, sus ojos
azules enrojecidos, aguardando las lágrimas que están a punto de salir—. Disfruto
muchas cosas de ti. Tu sentido del humor, te ríes de mis chistes a pesar que son
muy malos, siempre sonríes y eres la luz que necesita un mal día. Disfruto pasar
todo mi tiempo contigo, ser la razón por la cual te gusta quedarte en casa y dormir
conmigo. Aguantas mis ronquidos, mi mal aliento en las mañanas, y aún así te
gusta despertarme con un beso con sabor a café caliente. La forma en la que
inspiras arte con solo verte, apreciarte, mirar cada rincón de ti.
»Disfruto que, cada vez que te veo caminar por la casa, modelando el anillo que te
di en tu dedo anular... tengas la más grandes de las sonrisas y ni siquiera te des
cuenta de ello. Disfruto hacerte feliz, a pesar de que ahora estés llorando, sé que
son lágrimas de felicidad. Lo sé —toma mis mejillas con ambas manos y con sus
pulgares limpia mis lágrimas, no puedo contener las emociones. Sus manos se
mantienen en mis mejillas, haciendo que mire directamente hacia sus ojos.
»Sin embargo, hay mil millones de cosas que amo de ti. La forma en que eres tan
protectora con nuestro hijo, como si fueras capaz de alejarlo de todo lo que le
haga daño, eso es algo muy digno y que admiro mucho de ti. Cada vez que llego a
casa y tus ojos se iluminan como si fuera la mejor parte de tu día, como si
hubieras estado esperando todo el día al momento en que nos lleguemos a
encontrar. No tienes miedo a pedir perdón cuando crees que estás mal, o tampoco
tienes recelo de hacerme ver cuando yo lo estoy; aprecio mucho eso, me hace ser
una mejor persona. Amo tu forma de ser, cada pulgada que corresponde a Kylie
Sophia Stevens, lo nerd que eres y lo hermosamente peligrosa que puedes llegar
a ser. Amo cada etapa de ti, cada pieza que te corresponde.
»Prometo amarte con toda mi alma y mi corazón. Cada paso que des, yo lo daré,
cada movimiento que hagas, yo lo haré. Prometo respetarte, tomar en cuenta cada
opinión que tú tengas, ser el receptor de cada comentario que hagas o de
cualquier necesidad que tengas. Estaré en la salud, tanto como en la enfermedad.
Juro ante Dios nunca dejarte sola cuando más me necesites, incluso cuando no lo
hagas no te dejaré. Y, sobretodo, juro amarte por el resto de mi vida, con cada
milímetro de mi corazón. Mi alma es tuya, mi cuerpo te pertenece, y mi corazón...
está destinado para estar contigo.
»Te amo, Sra. Stevens. Con errores o sin ellos, te amaré por toda mi vida.
Un sollozo se escapa de mi garganta y los aplausos por parte del público presente
inician como una euforia, pero eso no nos saca de nuestro trance de amor. Sus
ojos brillan con honestidad y por las lágrimas contenidas. Y yo... estoy sin
palabras.
—Sinceramente no sé cómo superar eso —sorbo por la nariz y sonrío, él también
lo hace—. Guau... eso fue... joder, no sé qué decir.
El cura frente a nosotros se aclara la garganta y me sonrojo cuando me doy
cuenta que he dicho una palabrota en el altar de una iglesia.
Soy una idiota.
—Solo tienes que decir sí, acepto —murmura mi futuro esposo y me río, entre las
lágrimas que él se encarga de limpiar otra vez.
—Eso después, quiero decir mis votos pero me has superado y se me olvidó todo
lo que quería decir —ríe y me mira con adoración, tanta que me hace sentirme
inspirada de nuevo—. Sé que tú eres la clase de hombre que nunca rompe sus
promesas. Prometiste amarme por cada segundo de tu vida, y eso hiciste.
Prometiste nunca irte de mi lado nuevamente, y aquí estás. Has madurado tanto,
Jake, no dejas que nada te pisotee por más difícil y aplastante que sea. Curaste
tus demonios tú solo, demostrando que eres más fuerte de lo que las demás
personas pensamos alguna vez. Eres un excelente padre, cada vez que miras a
nuestro hijo lo haces con adoración, con amor tan infinito que me hace desear
mantener esa mirada en tus ojos todo el tiempo.
»Eres sarcástico y tus chistes son malos, pero me encanta ver lo divertido y feliz
que eres cuando ríes. Intentas fuertemente ser un mejor padre para Andrew cada
día, en verdad lo intentas, aunque no te des cuenta de ello, pero tampoco te das
cuenta que eres un perfecto ejemplo para él; la clase de hombre que supo cómo
salir de un lugar oscuro hacia la luz, que sabe lo dura que puede ser la vida y
ahora trabajas muy duro para mantenerte en la luz.
»Te he amado toda mi vida, eso no es un secreto y me encanta decírtelo cada día
cuando despiertas, tu cabello despeinado y tú rostro somnoliento. Sin embargo,
juro por Dios que te amaré incluso más allá de esta vida. Siempre vamos a ser
Jake y Kylie, la llama de pasión que inició en aquella pizzería hace unos años
atrás.
»Prometo estar ahí para ti, demostrarte mi amor cada día. En la salud y la
enfermedad. En la riqueza y en la pobreza. Y sé que mis votos están siendo una
basura comparados con el tuyo, pero quiero que sepas que te amaré por siempre,
Jake Stevens, con errores o sin ellos.
Me muestra la más grande de las sonrisas que ilumina todo el lugar y sus ojos se
arrugan, dejando escapar algunas lágrimas que estaba reteniendo. Estamos
disfrutando nuestro momento, solo viéndonos directamente a los ojos, observando
el mismo todo de azul cielo que nuestro hijo tiene. Es tan alucinante el color de
sus ojos.
—Entonces, Kylie —empieza el sacerdote, rompiendo cualquier conexión que
Jake y yo hayamos tenido y haciendo que lo miremos—, ¿aceptas a Jacob como
tu legítimo esposo, para amarlo y respetarlo, hasta que la muerte los separe?
—Sí, acepto —respondo sin pensarlo dos veces.
—Y tú, Jacob, ¿aceptas a Kylie como tu...
Jake lo interrumpe.
—Joder, sí... jodidamente acepto.
El sacerdote tose como si nunca en su vida hubiera escuchado la palabra joder, yo
por otro lado, estoy ardiendo de felicidad.
—Uhm... entonces los declaro marido y mujer, puedes besar... —Jake me besa
antes de que el hombre canoso y robusto frente a nosotros termine la oración—...
a la novia.
Paso mis brazos por sus hombros y muevo mi cabeza hacia un lado para
profundizar el beso. Su lengua toca suavemente la mía y solo soy consciente del
mar de sensaciones que se arrastran por mi cuerpo. Amo tanto a Jake, tanto que
simplemente agradezco a Dios que lo hayan puesto nuevamente en mi camino.
Los aplausos eufóricos del público nos hacen separarnos, Jake me da una mirada
llena de amor antes de voltearse y hacer una reverencia. Travis lo abraza,
felicitándolo. Creo que el esposo de Jane ha estado llorando incluso más que yo,
pero no podemos juzgarlo.
Travis es un hombre sensible, sus palabras no las mías.
—Al fin te haz casado —chilla mi mejor amiga, abrazándome desde atrás. Me doy
la vuelta y ella se adhiere a mi cuello como un pequeño bebé chimpancé—. Estoy
tan feliz por ti —sirve por su nariz—. Tan feliz por ti. Ahora somos ya dos casadas
de nuestro grupo.
—Porque te casaste a los 18 años, siquiera esperé un poco.
—Y yo no creo que lo haga alguna vez —Dove se une a nosotras, separando a
Jane y abrazándome—. Felicidades, pequeña zanahoria.
—Yo, en cambio, jamás me casaré —dice Jessica, pasando un brazo por mis
hombros y apartando a Dove—. Felicidades por tu suicidio social.
—¡Jessica! —la reta Jane y ella ríe—. Casarse no es suicidio social.
—Y tampoco es algo que Jess y yo queramos —espera Dove—. Aunque... ¿no
recuerdas nuestra promesa, Jess?
Jessica se ríe antes de soltarme e ir por su mejor amiga, Dove le devuelve el
abrazo.
—¿Qué prometieron? —les pregunta Jane.
—Ya que ambas planeamos mudarnos a Los Ángeles o a Nueva York cuando nos
graduemos y allá es legal el matrimonio gay, prometimos casarnos si no
encontrábamos pareja en ocho años —explica Dove.
—Y ya van tres años de esa promesa —dice Jessica.
—Dios, tortilleras, consigan alguna habitación —se burla Jane.
—No somos lesbianas, será un matrimonio donde podamos tener chicos para
follar pero no en tríos —hace una mueca Dove—. Saben que tengo fobia a los
tríos.
—No puedo creer que estén hablando de eso en una iglesia, el día de mi boda —
me quejo.
—Así sucede algunas veces, hermana —dice Jane, antes de envolverme en un
abrazo de oso otra vez.
***
—La recepción es increíble —le dice Jane a su esposo que está sosteniendo a su
hija, una pequeña bebé llamada Coco.
¡Coco! Pobre niña.
En realidad, el nombre de la pequeña es Madison, pero todos la llamamos Coco
porque... bueno... es un nombre genial y la niña es redonda, como un coco.
También es hermosa, muy hermosa al igual que Jane. Es tan parecida a cuando
Jane era una niña, pero tiene los magníficos ojos verdes de Travis y el cabello
negro azabache de su madre.
Es increíble la capacidad de estos dos para hacer una bebé tan hermosa.
Coco mira fijamente a mi hijo de a penas tres meses de edad, ella es mayor por 5
meses a Gusanito, pero le encanta jugar con él, y Andrew disfruta de la compañía
de la hija de Jane, a pesar de que no sepa seguirle el ritmo.
Y ahora Gusanito está dormido en los brazos de Jane mientras que Coco lo
observa desde el regazo de su padre.
—Ahgh —balbucea la pequeña, señalando a Gusanito con su dedo y mirando a su
papá como si estuviera esperando algo.
—No, Coco, Andrew está dormido —le explica Travis con voz tan suave que me
sorprende.
Travis es un tipo duro, pero con Jane y su hija se ablanda como un panecillo
recién salido del horno.
—Tal vez quiera jugar con él —murmuró algo confundida.
—Por supuesto que quiere —dice Jane, ella me sonríe—. Ama a Gusanito.
—Al igual que todos —dice Jake y me abraza para que esté más cerca a él.
Estoy sentada en su regazo en nuestra gran mesa. La fiesta está en pleno
apogeo, y sinceramente aún tengo lágrimas secas por los discursos de cada uno
de nuestros amigos y familiares.
Lo que más me impacto fue el discurso de Dove, o más bien dicho , su
presentación. Cantó Photograph para nosotros a capela, demostrando su talento y
su poderosa voz. Sabiendo perfectamente lo que esa canción significa para Jake y
para mí.
—No puedo creer que estemos casados —vuelve a murmurar Jake en mi oído y
con su pulgar acaricia mi cintura cubierta por la fina tela de mi vestido de novia.
—Créelo, señor —me volteo en su regazo para estar frente a frente y lo sonrío.
—Señora Stevens —saborea cada palabra en sus rosados labios—. Me encanta...
no, eso es un eufemismo. Me fascina como suena tu nuevo nombre.
—Y a mí me fascina cuando lo dices así —digo con voz ronca.
Me muestra una sonrisa pícara.
—¿Está coqueteando conmigo, señora Stevens?
—Puede ser —sonrío con picardía esta vez yo y me acerco a su oído—. No puedo
esperar hasta llegar al hotel y montar a mi esposo hasta que no se acuerde de su
nombre.
Su respiración se hace pesada y miro su rostro, ahora caliente de deseo.
—Así que es una mujer casada —murmura con su voz ronca—. ¿Qué cree que
pensaría tú esposo si escucha lo que quieres hacerle?
Sonrío por el juego en que estamos ahora.
—No lo sé, usted dígamelo, señor Stevens.
Se acerca a mi oído para susurrar y lo que dice me quita el aliento.
—Estaría tan malditamente caliente que lo único que pensaría en este momento,
sería arrastrar a su esposa a ese baño y follarla tan duro hasta hacerla gritar que
pare. Y eso lo hará hacerlo más duro, hasta que su esposa se corra sin piedad.
Oh, Dios...
Eso me enciende al instante y hace que mi cuerpo arda en pasión. No hemos
tenido sexo en toda la semana porque, primero, estaba con mi período y odio
hacerlo cuando estoy con mi período, y segundo, estábamos tan enfrascados en
el tema de la boda que no hemos tenido tiempo para hacerlo.
—Y ella estaría tan malditamente caliente que arrastraría a su esposo hasta el
baño y lo montaría como prometió hacerlo —sigue y mi punto íntimo palpita con
excitación—. Pero no lo harán, porque están a punto de dejar la fiesta y él le
llevará al mejor maldito hotel de todo Portland y la follará hasta que chille.
Me separo de él y lo miro a los ojos.
—Aún no termina la fiesta y ni siquiera he arrojado el ramo —mi voz sale
entrecortada y jadeante.
—No tenemos que quedarnos en la fiesta, eso es para los invitados —murmura—.
Y después de arrojar el ramo, los novios ya se pueden ir y la fiesta puede
continuar. Así que, vamos a hacerlo ahora. Levanta tu sexy culo y arroja eso.
Me pongo de pie y les indico a todas las chicas que se pongan en fila porque ya
voy a arrojar el ramo. Obligo a Jessica y a Dove a que se formen y ellas de mala
gana lo hacen.
Las chicas empiezan la cuenta regresiva mientras yo me pongo de espaldas
desde el diez. Y cuando ya lo arrojo, no escucho la euforia que esperaba cuando
alguien recibe un ramo, así que me doy la vuelta y veo que Jessica y Dove se
están arrojando el ramo la una a la otra.
—¡Yo no lo quiero! —le grita Dove a la rubia.
—¡Pero tú lo atrapaste! —ella se lo lanza de vuelta—. ¡Y yo tampoco lo quiero!
Las mujeres decepcionadas se dispersan y me acerco a ellas, tomo el ramo de las
manos de Jessica y se lo entregó a Dove.
—Tú lo tomaste, vive con eso —le digo y sonrío inocentemente—. Serás la
siguiente en casarte.
—O suicidarse —responde mi ex compañera de cuarto con una sonrisa falsa.
Jessica bufa. —No entiendo de qué te quejas, tienes a Dean que está loco por ti y
que quiere enterrarse en ti y sacarla hasta el 2024.
—Eso fue asqueroso, Jessica.
El cuerpo de Dove se tensa visiblemente al reconocer la voz del sujeto. Logan
aparece detrás de ella, y mira las manos de Dove donde sostiene el ramo de
flores.
—Vaya, así que felicidades para ti y mi más sentido pésame para la persona que
se tenga que casar contigo —la molesta Logan.
Dove no muerde el anzuelo y se ve claramente molesta por el comentario de
Logan. Sus mejillas son del rosa más fosforescente que he visto y sus manos
están hechas puños alrededor del ramo.
—Pues adivina qué, imbécil —a todos nos sorprende el tono borde con el que
Dove le habla—. Siquiera no me voy a casar con una persona como tú, así que
seré jodidamente feliz mientras tú serás un pedazo de basura solo y sin compañía.
Porque al fin y al cabo, yo no odio a las personas sin razón alguna. Yo no me
llamo Logan Jones.
—Ya la escuchaste, amigo —llega Dean, pasando un brazo por los hombros de
Dove.
—¿Y tú quién carajos eres? —le pregunta Logan—. Esta es una conversación
privada.
—Soy quien pateará tú culo si no sales de la vista de mi chica.
—Dean —lo llama Dove, pero él no parece calmarse.
—¿Con que tú eres el pedazo de mierda que pateará mi culo? —se burla Logan y
le enseña una sonrisa de superioridad—. Vamos, quiero ver eso.
—Dean —Dove lo llama de nuevo y él al fin la mira—. ¿Quieres ir a... otra parte?
Dove es inteligente y sabe que la mejor manera de llamar la atención de un
hombre y que olvide la violencia es el sexo.
Sean asiente y Dove aniquila por última vez a Logan con la mirada y se va con
Dean en dirección a los baños. Logan los sigue todo el camino, con su mandíbula
apretada. Como si estuviera aún más molesto ahora que Dove tiene novio y no
tiene su atención y...
Caigo en cuenta...
¡Oh Dios mío!
Decido mantener mi boca callada y dejo a Jessica con su hermano,
despidiéndome y yéndome en dirección de Jake, Travis y Jane.
—Oh, Dios mío. A Logan le gusta Dove —digo las palabras ta rápido que la única
que me entiende es Jane. Obviamente.
—¡Lo sabía! —chilla.
Travis y Jake ponen los ojos en blanco.
—Era más que obvio —dice Trav—. El tipo se la quiere follar desde nuestro último
año, solo que no puede admitirlo.
—Y es un marica por no hacerlo —termina Jake.
—Al parecer los hombres tienen más sentido que nosotras —se queja Jane.
—Jodidamente sí —dice su esposo y luego se le queda mirando como un bobo a
ella y a mi hijo—. Oye, quiero otro.
—¿Otro qué? —pregunta.
—Otro hijo —se encoge de hombros y Jane lo fulmina con la mirada antes de
voltearse hacia mí.
—Cuidaremos bien a Gusanito —anuncia.
—Sé que lo harán.
Extra II: Navidad
Jake
****
Dos semanas después...
—Es muy doloroso lo que está pasando —dice Jessica, sentada al otro lado del
sillón, llorando y sollozando—. Es una pequeña niña, ella no merece eso. Ella no...
Jessica solloza y yo solo la miro, como un idiota. Es la tía de la pequeña Leah, es
entendible que esté destrozada.
—Nos estamos encargando de los trámites legales —digo, llamando la atención
de la rubia—. Los implicados son... narcotraficantes. Un ajuste de cuentas. La
madre de Leah les debía dinero.
Jessica solloza, es la primera vez que veo a esta rubia tan imponente romperse de
esta manera. Jessica nunca a llorado, no delante de tantas personas, pero ahora
no puede parar.
—¿Como no nos dimos cuenta del infierno en que Leah vivía? —al parecer dice
más para ella que para mí—. Su madre y su abuela se drogaban frente a Leah.
¡Frente a ella! Frente a una niña pequeña de tres años... pudieron haber sucedido
tantas cosas...
Jessica sigue sollozando, Travis también luce genuinamente triste, como si
estuviera al borde de las lágrimas. Jane está sentada aquí mismo, en la misma
habitación, guardando su distancia con Travis y conmigo. Kylie... Ella no está aquí,
está en cama.
—Leah se pondrá bien —dice Jane—. El coma fue inducido por los médicos, más
no por ella misma, así que sí estará bien. Su cerebro tendrá complicaciones, solo
tendremos que esperar a que no sean severas.
Jane se limpia las lágrimas de sus mejillas y acaricia el rostro de Coco, quien
duerme en sus brazos. Yo hago lo mismo con Gusanito que descansa en los míos.
Andrew se mueve en mis brazos y sé que quiere comer por la forma en que hurga
en mi pecho, aunque quisiera sonreír, no puedo hacerlo. La situación es bastante
mala, bastante triste de por sí.
—Vamos, amigo, busquemos tu biberón —digo y beso su cabeza cubierta de
cabello color naranja.
Me pongo de pie y camino por el pasillo que lleva a la habitación ahora solamente
de Kylie. Golpeó un par de veces y al no obtener respuesta, entro. Tal vez Kylie
esté dormida y...
Un sollozo llama mi atención.
No está dormida.
—¿Ky? —pregunto y cierro la puerta detrás de mí.
—¿Qué quieres, Jake? —la voz de Kylie tiene mucho dolor, y yo solo puedo
pensar en una cosa: consolarla.
Camino hacia la cama y me siento a su lado, donde su cuerpo descansa acostado.
Andrew abre sus ojos somnolientos y sé que está molesto al no obtener lo que
pidió.
—Gusanito tiene hambre —digo, y le muestro a nuestro bebé. Kylie asiente y me
pide que se lo entregue.
Estamos intentando que ya no tome de su pecho, sin embargo, Kylie no se
molesta y saca su pesado pecho izquierdo, se lo pone en la pequeña boca de
Andrew. Si hubiera sido cualquier otro día, me hubiera puesto cachondo ver el
gran pecho de mi mujer, pero hoy es un día muy triste para todos nosotros.
—¿Estás bien? —le pregunto cuando se sienta para tener una mejor portera para
dar de comer a nuestro hijo.
Ella solo niega co su cabeza.
—Es que... no puedo evitar ponerme en el lugar de Dove y Logan —limpia sus
lágrimas que no dejan de caer por sus mejillas—. Es como si eso le pasara a
Andrew y la simple idea... es insoportable.
—Lo sé —digo, acercándome un poco más a ella, ella me deja hacerlo—. Estos
tres días han sido horribles, Logan está genuinamente roto y, aunque Dove es la
más fuerte de los dos, sé que está sufriendo mucho.
—¿Como va el caso? —pregunta, y me da la primera mirada en dos semanas—.
Me enteré que... la madre biológica de Leah era una drogadicta. Sé que las
personas siempre intentan buscar lo mejor de las personas que mueren. Pero yo
no soy así. Daphne era una perra.
Sonrío, Kylie luce muy molesta.
—Lo sé, fue un ajuste de cuentas. Ella les debía dinero a narcotraficantes, así
que... Logan adquirirá la custodia completa de Leah, será lo mejor. Su abuela
también es una maldita.
Ella asiente y un silencio incómodo se instala entre nosotros. Andrew se está
quedando dormido mientras come del pecho de su madre y Kylie besa su pequeña
cabeza naranja. Es una imagen genuinamente hermosa, y me permito imaginar
cómo sería nuestro nuevo bebé. ¿Tendrá cabello rubio como el mío, o rojo como
Andrew y su mamá? ¿Mis ojos como Andrew o tendrá los de Kylie? ¿Será niño o
niña?
Y me arrepiento aún más, porque estos pensamientos de estas dos ultimas
semanas, debieron llegar el día en que ella me dijo que estaba embarazada.
He intentado disculparme todos estos días sin ella, pero ella no me lo permitió.
Quiero hacer algo grande por ella de igual manera, algo que serviría para ganarme
realmente su perdón. Algo que nunca he hecho.
Y tengo el plan perfecto. Ella no se podrá quedar aquí ya que no puede atravesar
muchas emociones, sin embargo, la llevaré a mi antiguo hogar, mi antigua casa.
Le daré una cena especial, le cantaré, le diré todo lo que siento por ella, y le
pediré la renovación de votos para nuestro primer año de casados. Más que por
ella, quiero hacerlo por mi, y para darle nuevas promesas.
Para mostrarle que jamás la volveré a fallar.
—¿Jake? —me llama justo en el momento que estaba sucumbiendo a los brazos
de Morfeo.
No hace falta recalcar que no he dormido en estas dos semanas sin ella.
—¿Uhm? —respondo, somnoliento.
—¿Sabias que te amo? Aún así te comportes como un idiota —dice y eso me
hace despertar rápidamente.
Me junto más a ella y pasó mi brazo por sus hombros, ella se junta más a mi
pecho y retira su seno de la boca de nuestro hijo antes de taparse. Beso su frente
y acaricio su hombro desnudo.
—Lo sé —asiento—. Yo te amo mucho más, aunque a veces sea un idiota.
Ella sonríe y acaricia la mejilla de Andrew ya dormido. Es hermoso.
—Entonces no creo que haya razón para seguir...
Cubro su boca con mi mano antes de que termine su frase, ella me mira perpleja.
—No me perdones todavía, aunque me he arrastrado a ti por dos semanas. Nunca
he hecho nada por ti, siempre me diste todo y yo no te he dado mucho, o eso es lo
que siento. No me perdones hasta que no haga algo por ti para ganarme tu
perdón.
—¿Y que sería eso? —pregunta con voz débil.
—No ser un idiota y darte al hombre que necesitas por el resto de mi vida —digo
como si fuera lo más simple del mundo.
—Pero, ¿que sería de mi si no lidio con tu lado idiota? Es lo que me enamoró de ti.
Me río y ella me sigue, al fin puedo respirar tranquilo cuando veo la sonrisa en su
rostro.
—Solo déjame hacerlo, ¿de acuerdo? Te amo incluso más que a mi vida. Déjame
demostrarlo.
Ella asiente y se inclina para besarme. Gustoso, recibo sus labios sobre los míos.
Se siente como en casa.
Advertencia: Extra fuerte (+18) (contenido fuerte para público maduro, se
recomienda discreción)
7 años después...
Kylie
Pico unas cuantas zanahorias en la tabla de picar después de lavarlas, cocino
unas alcachofas y también pico un par de cebollas. Seco mi frente con el dorso de
mi mano y acomodo unos cuantos mechones que salen de mi cabello recogido en
un moño despeinado. El olor de los ingredientes cocinándose ya se está haciendo
presente en mi gran cocina y es tan agradable como siempre lo fue. Hay algo en el
olor a ajo que me hace sentir como en casa, suena extraño, pero sencillamente la
normalidad nunca ha sido lo mío.
Me encanta cocinar, sobretodo cuando estoy libre y lo hago desde la comodidad
de mi hogar. Las cosas han sido muy ajetreadas desde hace años, cuando monté
mi propio negocio y fue rápidamente en expansión. Ahora soy jueza en Master
Chef y gané tres estrellas Michelin.
La vida es buena, aunque las cosas sean difíciles.
Sin embargo, durante estos cinco años mi vida ha tenido altos bajos como la vida
de todo el mundo. Como la repentina muerte de mi mamá por un cancer de mama
no detectado a tiempo hace casi tres años. Fue duro asimilarlo, llore mucho a
pesar que la relación con ella estaba rota. Era mi mamá al fin y al cabo, y me
duele que Andrew y Hope (mi pequeña hija menor) se críen con solo uno de sus
abuelos vivos.
Lo que más me ha reconfortado es que he tenido a mi familia junto a mí. Mis hijos
son increíbles, aunque el embarazo de la pequeña Hope también fue riesgoso, fue
una experiencia maravillosa, y si me atrevo a comparar, el embarazo fue mejor
que con Andrew.
Volviendo al tema, estaba total y completamente destrozada por la muere de
mamá, y si no hubiera sido por mis hijos y por Jake, me hubiera vuelto loca.
Jake ha sido maravilloso durante estos últimos ocho años que hemos estado
casados. Claro que han habido altos y bajos, pero él lo ha intentado tan bien, que
resultó ser un hombre honorable para nuestra familia, y un gran ejemplo para
nuestros hijos.
Ahora trabaja como un abogado industrial y es co-fundador de Kylie Andrews
&CO. Él escogió el nombre, no yo, aunque yo ya no soy Kylie Andrews, sino Kylie
Stevens. También tiene algunos negocios y también dirige y auspicia un centro de
rehabilitación para jóvenes que han llegado a ser adictos a las drogas. Eso es lo
más hermoso que él pudo hacer, y me encanta que nuestro nombre forme parte
de ello.
Y hablando del rey de Roma, siento sus manos tomar de mis caderas y juntarme a
su cuerpo. Sonrío porque me tomó desprevenida, pero reconozco su tacto y su
presencia inmediatamente a pesar que me encuentre muy distraída.
—Huele maravilloso —dice, con su nariz olfateando mi cuello. Pego más la
espalda a su pecho.
—¿Hablas sobre la comida o sobre mí? —lo pincho y sé que está sonriendo antes
de dejar un beso en mi cuello, enviando descargas eléctricas por todo mi ser.
—Es difícil decidir —me abraza y pone sus manos sobre mi ya no tan plano
vientre, juntándome aún más a él, pero permitiéndome terminar de cocinar.
Lo que más me encanta de nuestro matrimonio es la química que ambos tenemos.
La pasión sigue ahí como cuando me besó por primera vez, o como nuestro
reencuentro en la universidad. Ambos confiamos el uno en el otro y sé que ambos
nos amamos infinitamente.
Me volteo en sus brazos y le doy un pequeño beso en sus rosados labios,
mientras paso mis manos por sus brazos, sobre sus tatuajes. Están algo
desgastados por el pasar de los años. Ambos ya estamos en la cumbre de los
treinta, hoy es el cumpleaños de Jake y el mío pronto se acerca, pero se ve mucho
mejor y más saludable que nunca.
Mete su lengua en mi boca, profundizando el beso y yo con gusto le dejo. Sus
manos están en mi trasero y las mías en su la solapa de su traje. Sus labios son
cálidos como la primera vez que me besó cuando yo tenía 16, e igual de
apasionados. Jadea y sé que mi besó lo está prendiendo. Soy completamente
consciente del poder que tengo sobre mi esposo, aunque yo también me siento
afectada. Muerdo su labio inferior y él gime, el sonido perfecto que despierta mi
anticipación.
—¡Mamá!
Escucho la pequeña vocecita de Hope, mi hija de seis años, cosa que nos hace
separarnos a Jake y a mí. Mi esposo gruñe en frustración y yo solo pongo los ojos
en blanco y me volteo para prestarle atención a mi hija. Ella viene corriendo, con
sus ojos azules muy abiertos y su cabello rizado y rojo como el fuego rebotando
en sus hombros. Es una niña preciosa y es toda nuestra. Llega hasta nosotros,
jadeando y sus ojos brillando con lo que parece ser un chisme fresco. Los ojos de
Jake se suavizan extremadamente cuando la ven y se agacha para tomarla en sus
brazos. Es la imagen más maravillosa que jamás haya visto.
Bueno, siempre digo eso cuando él toma de esa manera tan protectora y amorosa
a nuestros hijos.
—¿Qué pasó, mi amor? —le pregunto y me acerco para darle un beso en su
regordeta mejilla.
Ella me ignora.
—¡Andrew besó a Coco como tú y papi se besan! —exclama, completamente
horrorizada.
Me río y le devuelvo el cabello totalmente rizado. Jake me sonríe con complicidad.
—Pues, tu tío Travis se va a molestar mucho cuando se entere —le dice Jake,
antes de darle un beso en su mejilla y mi hija... ¡sonríe!
Está claro que Hope es más apegada a Jake, pero tengo el consuelo que
Gusanito sigue siendo un niño de mami y que es más apegado a mí.
—Si... ¡se lo voy a decir! —Hope se retuerce hasta que Jake la libera y ambos
reímos.
—Travis se va a molestar —dice antes de tomarme de la cintura y acariciar mi
vientre un poco abultado—. No sé qué haría si este nuevo bebé fuera otra niña.
Solo de imaginar que un niño piojoso se acerque a Hope...
—Bueno, pues en unas semanas lo sabremos, aunque es difícil decidir en eso.
Me río y le doy un beso en la mejilla antes de continuar con mi labor en la cocina.
—¡Muero de hambre! —grita Jessica en la sala de estar, sentada en las piernas de
su marido.
—Deja de ser una tragona —se ríe Dove y entra a la cocina con su esposo y sus
tres hijos. Los gemelos están enormes, y Leah... ni se diga.
Ya es una niña hermosa de casi once años. Como pasa el tiempo.
—¡Hola, tía Kylie! —me saluda Leah y me da un abrazo, obligando a Jake a
separarse de mí con un gruñido—. ¡Tengo un teléfono!
—¡De ninguna manera! —me volteo para estar frente a frente a ella y me
sorprende lo grande que está. Ya me llega al pecho—. Déjame ver.
Ella me extiende un IPhone de ultima generación y miro a Logan que observa a su
hija con adoración. Es difícil no amar a esta niña, y mucho más con lo que ha
pasado.
—Ya sabes que solo podrás usarlo un límite de una hora al día —exclama de
padre, luciendo estricto.
A pesar de que Logan corta la diversión, Leah no para de sonreír.
—No mates la diversión de nuestra hija —lo riñe Dove, luce hermosa y muy...
embarazada—. Aún no puedo creer que ambas nos embaracemos al mismo
tiempo.
—No solo ustedes dos —dice Jane, entrando con dificultad a la cocina con la
ayuda de Travis muy preocupado. Su hijo Tyler viene detrás de ellos, correteando
con Hope—. Bueno, aunque estoy embarazada más tiempo que ustedes.
—Yo a penas llevo unas semanas —me defiendo y Jessica entra con su primer
bebé en brazos, lo está calmando después de armar un berrinche de bebés—. Así
que no puedo entrar en sus categorías.
—No es mi culpa —Jane luce ofendida y señala a su marido que está comiendo la
mezcla de un pastel—. Es la suya, nunca se queda quieto.
—¿Y ahora yo que hice? —Travis luce frustrado y me da un poco de pena.
Los ojos de Jane se suavizan. —Nada, solo vamos afuera. Quiero ver que Coco
no mate a Andrew después que la besara por andar jugando a la mamá y al papá.
Su esposo la ayuda y Jane lo toma por sorpresa cuando le da un beso
desprevenido. Ellos se aman tanto, y me alegra tener lo mismo en mi vida.
Después de hablar un par de minutos con nuestros amigos, sirvo la comida y
todos disfrutamos de este almuerzo. Los niños comen cosas diferentes y me
pregunto si todos en la escuela nos imaginábamos terminar de esta manera
después de más de diez años. Todos con hijos, todos con una familia, casados y
sobretodo... Felices.
***
—Hope le tiene miedo a la oscuridad, así que espera a que se duerma para que
puedas apagar la luz —digo mientras le entrego la bolsa de aseo de mis hijos a
Jessica.
La rubia perfecta pone los ojos en blanco mientras toma todo lo que le doy y pone
las maletas en su auto rosa.
—¿Algo más, mamá paranoica? —pregunta y le sonríe a su esposo que está
haciendo dormir a su pequeño bebé, el le devuelve la sonrisa y me alegra tanto el
amor que se tienen.
—Asegúrate que Andrew coma todo en la merienda, últimamente no come a
menos que sea comida con forma de dinosaurio. Así que ponte un poco estricta, y
me llamas si hace algún berrinche.
—Ay, Jesucristo, no es la primera vez que los cuido para que puedas follar con tu
esposo —ella se queja y yo me sonrojo cuando el esposo de Jess lanza una
risotada—. Estarán bien, tú solo respira. Además, no estaré sola, ¿recuerdas? Me
estoy quedando en la casa de Jane y Travis, y aparte Logan y Dove también están
ahí. Relájate. Y mejor dale ese regalo de cumpleaños que te ayudé a conseguir —
me guiña un ojo, pícaramente.
—Lo siento.
Sin embargo, le doy unas indicaciones más hasta que se harta y deja el patio de
mi casa de verano aquí en Nueva York. Hemos pensado mudarnos a esta gran
ciudad, pero nos dimos cuenta que el ruido y el movimiento de Nueva York no es
para nosotros. Amamos nuestro hogar en Boston, aunque me gusta la familia que
creamos con mis amigos y por eso compramos una casa para vacacionar aquí.
Entro a la casa y voy a la cocina para sacar el pastel de vino tinto que hice. La
respeta era de mi abuela y me la enseñó cuando tenía catorce años y muy por
debajo de la edad legal para beber en Estados Unidos.
Monto todo sobre nuestra gran mesa de comedor y después me quito mi delantal,
revelando un vestido blanco que sobrepasa mis rodillas y es ceñido al cuerpo. Mi
vientre no es tan plano como me gustaría por mi embarazo, pero seque me veo
bien. Mi maquillaje es natural y mi cabello cae por mi espalda en ondas naturales.
Me siento en la silla y llamó a Jake para que baje. Cuando baja las escaleras le
sonrío y él se queda estático en el medio de estas, mirando la mesa cubierta de
velas, con el pastel en el centro y después me mira, con sus ojos repletos de
amor. Se acerca a la mesa y se sienta frente a mí.
—Pensé que ya habíamos festejado mi cumpleaños —dice mientras parto el
pastel y le sirvo un pedazo.
—Aún falta. No se cumplen 30 años todos los días —digo y no me sirvo nada.
Embarazo, ¿recuerdan?
El come su ración mientras yo como unas galletas que hice para los niños está
mañana. Aún no siento los antojos ni los mareos, me he cuidado mucho en este
embarazo y es gratificante no sentir los síntomas de los dos anteriores.
Tenían razón al decir que cada embarazo es diferente.
—Luces hermosa —me elogia al terminar y me mira fijamente, tomando mi mano
sobre la mesa, mi anillo de compromiso y de bodas brillando con la tenue luz de
las velas.
—Y tú no luces nada mal, aunque ahora ya entres en la categoría de los Sugar
Daddy —bromeo.
Él pone los ojos en blanco, sin embargo abre sus brazos para mí.
—Ven aquí.
Me pongo de pie y me siento sobre su regazo.
—Te amo, Jake —le digo mirando fijamente a sus ojos azules y soy tan
malditamente honesta en mis palabras.
—Te amo mucho más —dice mientras coloca un mechón de mi cabello detrás de
mi oreja.
Me inclino y acorto el espacio entre nosotros hasta que ya no queda nada. Mis
labios se sienten como en casa cuando se unen a los suyos y ambos gemimos en
agradecimiento por el beso. Hemos estado absortos en el trabajo que ni siquiera
nos hemos dado cuenta que necesitábamos esto hasta este momento. Paso mis
manos por sus hombros y juego con el corto cabello de su nuca. Sus manos son
inquietas y acarician mi costado suavemente, aunque también tiemblan, como si
estuvieran desesperadas por tocarme.
Su lengua baila juguetonamente con la mía, en un baile lleno de adrenalina y
amor. Nos separamos después de unos segundos por falta de aire, pero Jake
toma de mi mentón y me da pequeños besos.
—Cama o sillón —pregunta, con su voz ronca, como me gusta.
Deja besos en mi cuello.
—Cama... cama. Tengo una sorpresa.
Su barba pica y me toma en sus brazos de la forma matrimonial. Sube las
escaleras con mucha facilidad a pesar que mi cuerpo ha cambiado un poco desde
la universidad. Ya no soy la misma chica que pesaba como una hoja, soy una
mujer con dos hijos y otro en camino. Claro que tengo imperfecciones, pero Jake
me hace sentir como la mujer más hermosa en todo el mundo.
Llegamos a nuestra habitación y ni bien pongo mis pies en el suelo, Jake ya me
está besando y llevándome hacia la cama. Pongo mis manos sobre sus hombros,
deteniéndolo a seguir. Él me mira confuso y yo le sonrío seductoramente.
—Es mi regalo de cumpleaños para ti —me separo de él y me volteo—. ¿Me
ayudas con la cremallera?
No lo veo, pero siento como sus manos se deslizan de mis hombros a mi espalda
y baja el cierre lentamente, tomándose su tiempo para admirarme. Y cuando este
cae al piso, un jadeo sale desde el fondo de su garganta.
—Mierda —gime y toma mis caderas para pegar mi trasero a su dura erección.
Tengo el efecto deseado en él. Estoy usando un ser de lencería color rojo, medias
hasta la mitad del muslo, una tanga y un brazier de encaje. Todo es transparente
para tentar a mi esposo. Jake toma mis pechos desde atrás y gimo en voz alta,
sabiendo que eso lo vuelve totalmente loco.
—Ah —gimo y el gruño.
—Joder —retira mi cabello de mi hombro y empieza a besar mi cuello, mi nuca, el
lóbulo de mi oreja—. Te amo, en verdad lo hago.
Pega aún más su erección a mi espalda baja y yo gimo. Ya estoy en llamas y eso
que a penas me ha tocado. Me doy la vuelta y prácticamente lo ataco, me lanzo
contra él, haciendo que mis piernas cubiertas de medias de encaje, rodeen su
cintura. Él empieza a besarme frenéticamente. Ambos estamos jadeantes después
de un minuto.
Y en el siguiente, le estoy arrancando la ropa de su cuerpo. Su camisa y sus
pantalones de vestir caen al suelo junto con mi sujetador y mis bragas. Estoy solo
usando las medias de encaje y el está completamente desnudo.
Empieza a besar mi cuello, mis pecho, haciéndome jadear y enloquecer de placer,
y cuando su cabeza baja hasta mi intimidad... sé que estoy perdida.
—Sé que es mi cumpleaños, nena, pero tengo que probar este coño —dice y sus
palabras causan estragos en mi interior.
No le respondo nada, tomó su cabeza y la entierro en mis muslos. Da su primera
lamida y me encuentro casi al borde enseguida, gimo tan alto qué tal vez todo
Nueva York pueda escucharme, pero no me importa. Succiona y lame mi clítoris
como el experto que es, siempre sabe como hacerme llegar, como convertirme en
gelatina, y al pasar de los años todavía sabe cómo tenerme en ese punto. Mete
dos dedos en mi mojado canal y arrugo las sabanas en mis manos.
—Oh, Dios. ¡Me vengo! —chillo mientras que Jake me lleva con su boca al
orgasmo.
Eso fue rápido, pero mi hombre sabe que hacer.
Se incorpora y miro su gran polla. Está perfectamente erecta y es toda mía. Me
siento y la tomo en mis manos. Jake gime y cierra sus ojos con placer. Me agacho
y llevo su miembro duro a mi boca. Me encanta hacerle eso, me encanta que
pierda el control. Chupo y succiono y cuando me lo llevo hasta el fondo de mi
garganta, él me despega y me vota bruscamente en la cama.
—Si haces eso de nuevo, me voy a venir en tu linda boca. Pero prefiero hacerlo
dentro de ti esta noche.
—Como sea... solo fóllame —suplico.
Estoy muy excitada, tanto que no lo puedo soportar y llevo mis dedos a mi vagina.
Jodo mi clítoris en movimientos circulares mientras que con mi otra mano me tomo
un pecho. Jake se vuelve a inclinar y retira mis dedos para probarme una vez más.
Gimo de placer.
—¿Donde me quieres? —me pregunta y con su polla empieza a estimular mi
humedad.
—Por donde sea —digo, y lo digo en serio. El sexo con Jake es tan bueno que me
encanta.
Quiero decir algo más, pero toma una de mis piernas y la levanta, me penetra de
golpe y estoy a punto de venirme solo con eso.
—¡Oh, sí! —gimo y lanzo mi cabeza hacia atrás a las almohadas. Jake se apoya
sobre uno de sus brazos junto a mi cabeza. Empieza a empujar salvaje y
duramente en mi coño. Moliendome con sus caderas. Mis pechos rebotando con
cada estocada.
—Me encanta tu suave y apretado coño, Kylie. Amo tu coño —empieza a decir
barbaridades, pero me encanta.
Sigue con su duro asalto y soy toda gemidos. Me encanta cuando Jake me folla
duro y sin inhibiciones. Cuando pierde el control y se pierde en mi cuerpo de una
manera impresionante.
Mis uñas se clavan en su espalda y estoy tan a punto de llegar que Jake se da
cuenta y empieza a tocar y mover mi intimidad, en círculos. Me vuelve loca y
cuando estoy justo ahí, un dedo se hunde en mí justo donde está entrando su gran
polla, haciéndome venir de una manera tan gloriosamente fuerte.
—¡Oh, Joder, Jake!
Todo mi cuerpo tiembla con la llegada de mi orgasmo, pero sé que a Jake le gusta
hacerme llega más de una vez. Así que esta noche está muy lejos de terminar.
—El... lubricante —dice entre gemidos y mi cuerpo se prende una vez más con lo
que eso implica.
Jake retrasa sus movimientos mientras yo me estiro y tomo el lubricante de la
mesita de noche y se lo entrego. Él sale de mí con un gemido y me hace curvarme
para que me pueda untar el lubricante por donde lo quiero ahora.
Me mete un dedo, luego otro por mi ano y ya me encuentro gimiendo mientras me
folla por ahí con sus dedos y expande el lubricante para que sea más fácil su
entrada.
De un segundo a otro, lo tengo entrando lentamente en mí por ahí mientras que
con su mano folla todavía mi coño. Gimo cuando su polla ya está dentro y soy un
mar de sensaciones mientras el placer se apodera de mí.
Me encanta el sexo con mi marido, lo que significa que me encanta experimentar y
probar esta clase de cosas que muchas mujeres no harían.
—Joder, Kylie —gruñe mientras empieza a moverse lentamente—. Me encanta tu
culo. Joder, amo follarte. Te amo.
Sus estocadas son lentas a comparación a cuando me estaba follando por la
vagina. Gimo cuando mete tres dedos en mi coño. Le encanta que sienta la doble
penetración de su mano y su polla y yo no me quejo. Es lo más delicioso qué hay.
Sigue moviéndose, acelerando sus movimientos, jodiendo mi culo como el maldito
Dios que es. Me vengo después de unos minutos del sexo sucio que estamos
teniendo, gimiendo su nombre una y otra vez mientras me desplomo y sus dedos
me follan por ese lugar y su polla por el otro. Se contrae y los músculos de sus
hombros están completamente tensos. Su rostro adquirió un nuevo matiz de rojo
mientras de turna de penetrar mi vagina y mi culo. Después empieza a dollar mi
culo muy duro y sé que está cerca. Tomo sus bolas en mi mano, y sé que eso lo
vuelve loco.
—¡KYLIE! ¡JODEEEEER!
Sale de mi y termina sobre mi vagina, manchándola con su líquido caliente. Lo
ayudo a terminar con mi mano, y tengo una mirada hambrienta mientras tiembla.
Le doy un beso a su punta y él cae rendido en la cama. Me subo a horcajadas
sobre su cuerpo desnudo y beso su cuello.
—Joder... —jadea y suspiro—. Jamás me había corrido tanto. El mejor
cumpleaños de todos.
—Y todavía no termina —sonrío—. Te amo, aunque seas un pervertido en la
cama.
—Te amo tanto Kylie y gracias.
—¿Por qué?
—Por salvarme.
Siento las lágrimas agolparse en mis ojos y beso sus labios.
—Ambos nos salvamos mutuamente —digo—. Ambos somos ahora las personas
que siempre quisimos ser...
—Y con quien soñamos estar —termina por mi.
Y por el resto de mi vida esas palabras quedarán marcadas en mi corazón.