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ATENCIÓN: Contenido adulto (+18)

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Mi vida está llena de clichés. ¿Por qué? La respuesta es fácil:
Me enamoré de mi mejor amigo.
Enamorarte de tu mejor amigo es la cosa más común que escuchas o que lees en
las novelas de amor. Pero cuando te sucede te das cuenta que no es tan cliché
como creías. Cuando empiezas a sentir algo por esa persona que es tan cercana
a ti, tu mundo se pone de cabeza. Y es aún peor los acontecimientos que
acompañan a este «cliché» tiempo después.
Mi relación con él no fue precisamente el típico cliché, nos hicimos mucho daño,
daño inimaginable que al recordarlo me duele tanto en el pecho.
El dolor en mi corazón crece cada vez que recuerdo lo destruidos que quedamos
al final. Pero nosotros no fuimos los causantes de ese daño.
Mucha gente de mierda puede estar a tu alrededor.
Sin embargo, si me pongo a analizar y a recordar nuestra historia, siempre fueron
buenos momentos. Lo malo de las personas es que recordamos los momentos
que mayor dolor nos causaron, pero nunca recordamos los buenos momentos.
Recuerdo cada caricia, cada verso, cada palabra que me dijo; recuerdo como sus
labios besaban cada centímetro de mi cuerpo.
Años y años fuimos amigos. Fuimos algo más por semanas. Pero siempre nos
amamos con tanta intensidad.
Desde que todo lo que fuimos, somos y seremos, comenzó.
10 años antes...
—No puedo, es muy difícil —dije tratando de dibujar el árbol de manzanas que la
maestra nos ordenó que dibujáramos.
Tenía siete años en ese momento. Sí, lo sé, era una niñita y tranquilamente puedo
dejar omitir esta parte, pero deben saber cómo lo conocí, como me enamoré y
desde que momento sufrí ya que no era correspondido.
Volviendo al tema, allí estaba yo, tratando de dibujar algo que para mí era difícil.
Sentí la mirada de alguien en mi dibujo, levanté la vista y susurré: —¿Qué?
Me topé con unos ojos verdes muy lindos, no se parecían en nada a los míos que
son totalmente cafés.
—Quisiera ver tu dibujo —dijo el niño sentado a mi lado.
—¿Quieres copiarme? —pregunté inocentemente. Él rió y se acercó a mi.
—No, sólo quisiera ayudarte.
—Jane, Travis, manténganse ocupados por sus propios dibujos —la Srta. Parker
era muy mala como para educar a niños.
—Soy Travis, Travis Stone —me extendió su mano y la agarré en forma de
saludo.
—Soy Jane Beatle —me presenté.
—¿Beatle no es una banda? Papi tiene muchos posters y pone su música a las
seis de la mañana todos los domingos —confesó con orgullo infantil.
Me reí. —No tengo ni idea.
—¡Niños! —nos reprendió la Srta. Parker.
Volvimos nuestros rostros hacia las hojas para terminar de hacer el dibujo.
Tapamos ambos nuestras bocas para no reír y que no nos vuelvan a llamar la
atención. La señorita Parker salió al baño y nos dejó solos, nadie movía ni un pelo
mientras ella no estaba ya que le teníamos mucho miedo.
—¿Quieres ser mi amiga? —la dulce voz infantil de Travis llamó mi atención.
—¿Enserio? —pregunté sorprendida.
—Sí —se encogió de hombros—, no creo que las niñas son aliens ni nada así que
¿qué dices?
—Bueno, pero no robes mis dulces.
***
Una sonrisa se dibuja en mi rostro al recordar a Travis de niño, con las mejillas
sonrojadas y sus ojos verdes que en ese tiempo reflejaban inocencia. Algo que
perdió con el tiempo.
Quiero expresarle tantas cosas a la persona que un día fue mi mejor amigo, mi
cómplice, mi todo.
Lo amé desde ese momento, desde que vi sus grandes y hermosos ojos.
9 años antes...
—¡Travis! ¡Baja de ahí! —grité, ya había pasado un año desde que Travis y yo nos
hicimos amigos.
Travis estaba escalando un árbol, era muy alto y tenía miedo de que se tropezara
y cayera. Hizo caso omiso a mi petición y siguió escalando.
—¡Travis! —grité nuevamente—. ¡Te vas a caer!
Me regresó a ver con una de sus características sonrisas burlonas. —Nunca voy a
caer. —¡Ah!
Hizo ademán de soltarse y yo grité lo más fuerte que pude. Se enderezó con una
risita burlona y yo respiré aliviada, pero estaba enojada.
—¡Travis! —grité nuevamente—. ¡Baja ahora! ¡Tú mamá nos va a matar si te
caes!
—Estás exageran- ¡AAAAHHH!
Y Travis se cayó al suelo, me tapé los ojos y escuché un ruido ensordecedor. Me
destapé la cara y me acerqué lentamente hacia donde él estaba tirado. Mis pasos
eran cortos y tenía miedo por lo que iba a ver.
Di un grito ahogado, Travis estaba ahí tirado en el césped, parecía esos dibujos
animados cuando alguien los aplasta, pero menos divertido. Sus ojos estaban
cerrados, su pierna estaba en una dirección contraria a la que normalmente era.
Dejé de mirarlo y salí corriendo de ahí, su casa quedaba a tan sólo una cuadra así
que corro lo más rápido que pude. Toqué su puerta como desesperada y un ¡Ya
va! Se escuchó desde dentro. La madre de Travis abrió al fin después de varios
agonizantes segundos.
—Cariño, creí que Travis estaba contigo —dijo lo que un día fue la Sra. Stone.
—Señora... —sollocé, lágrimas caían de mis ojos— Travis cayó de un árbol.
Sus ojos se abrieron como platos por mi confesión, se aclaró la garganta y dijo: —
Será mejor que entres, cariño. Yo iré a verlo.
Y se marchó a ver a su hijo. Era una madre tan buena, la echo de menos.
En fin, Travis se fracturó el brazo derecho, la pierna izquierda y un dedo del pie.
Desde ahí no ha escalado un árbol. A menos que yo no esté, claro.
***
El futuro es incierto, hicimos la promesa de ser mejores amigos por siempre
después de su accidente en aquel cuarto de hospital donde lo tenían, pero eso en
estos momentos nos resulta imposible. Hay algo más, mucho más y nunca me
imaginé que terminaríamos en esta situación tan comprometedora.
Recuerdo cada sonrisa, cada lágrima derramada por él. Recuerdo cuando abría
los ojos y lo único que veía era a él, con las pupilas dilatadas y devorándome
como una bestia... Pero también recuerdo todas las veces que nos hicimos daño.
Veces incontables que nos cambiaron como persona con el tiempo.
Sin embargo, decido no dejar que esos momentos dolorosos en los que sufría por
él, en el que ambos nos hicimos daño como dos locos desquiciados, el momento
en que me partió el corazón y yo volvía por más y viceversa me consuman.
Era mi mejor amigo, la persona que me conocía mejor que nadie, pero eso no
evitó que nos hiciéramos tanto daño... y que nos amáramos como locos.
¿Serias capaz de enamorarte de tu mejor amigo?
Bueno, yo si lo hice.
Bienvenido a mi historia.
Ser adolescente es un asco.
No sé por qué mi madre dice que fue la mejor época de su vida, es decir, me tuvo
cuando ella era adolescente. Y no es que tuvo apoyo de su familia, o de la de mi
padre.
En fin, odio ser adolescente porque te salen granos, tu cuerpo cambia, los cólicos
menstruales son cada vez más dolorosos, tus caderas no paran de crecer, al igual
que tus pechos, y envidias a las personas que fueron bendecidas por Dios en esta
faceta. Como Travis.
Lo envidio al maldito por tener su preciosa cara, su perfecto cuerpo y la altura de
un jugador de baloncesto. La pubertad y la adolescencia a él no le golpearon
como a mí, Dios si lo ama.
Pero somos mejores amigos, así seamos disparejos.
Y se preguntarán como es que alguien tan guapo y popular como Trav es mejor
amigo de la chica invisible de la escuela, la respuesta es fácil; al conocernos
desde hace tanto tiempo, desarrollamos un laso indestructible.
—¡Jane! —escucho que Travis grita mi nombre y me volteo.
Estoy en el pasillo cerrando mi casillero cuando escucho su voz, el viene corriendo
hacia mí y le sonrío, se para al frente mío y besa mi mejilla, siempre nos
saludamos así, por eso piensan que el y yo somos novios.
Ni en un millón de años sería novia de Travis Stone, en serio.
—¿Qué pasa Travis? —pregunto. Está cansado de correr, su respiración es
irregular y me hace una señal para que lo esperara—. ¿Travis?
—Espera un segundo, mujer —se inclina y se sostiene sobre sus rodillas, eso me
sorprende y me preocupa ya que Travis es una persona muy atlética y con un
estado físico increíble.
—¿Estas bien? —pregunto preocupada, el no responde así que agarro su cara
para que me viera, él se recompone y una sonrisa llena sus labios.
Sí, y luego me pregunto por qué creen que somos novios.
—Seré mariscal de campo —dice, así como así, orgullosos de sí mismo.
La misma sonrisa llega a mis labios, lo abrazo de su cuello, él pone sus manos en
mi cintura y me pega a su cuerpo.
—¡Oh por Dios, Travis! —exclamo con una sonrisa al separarme de él—. ¡Eso es
increíble! Estoy muy orgullosa de ti.
Su sonrisa se hace más grande y sus ojos verdes se achinan, siempre me gustó
su manera de sonreír, tiene es habilidad de atraparte con una sonrisa suya.
—Gracias, gafitas. Estoy tan jodidamente feliz. Esto es para celebrar.
Pongo los ojos en blanco. —Travis, tus festejos es ir a un club con alguna
identificación falsa, para beber y conseguir chicas de una noche y yo no me
apunto a eso.
—Ay, vamos gafitas —me llama así por mi ceguera y porque tengo que usar unos
lentes enormes, ¡bully!—. Tienes que perder tu virginidad tarde o temprano.
— ¡Travis! — grito, no puedo creer lo que me dijo—. Toda la escuela te va a oír
que soy virgen —golpeo su pecho, pero como tengo la fuerza de un hámster eso
no lo hace ni moverse.
—Golpeas como una chica —dice con diversión.
—¿Será porque soy una chica?
Travis se pone serio de repente, sus cambios de humor son malditamente
extraños, tal vez el cambio hormonal que sufrimos las mujeres en la menstruación
afecta más a los hombres.
—Pero prométeme de que a la primera persona que le contarás cuando te
desfloren será a mí y no a Kylie.
Alzo una ceja y nos paramos enfrente del aula donde nos toca clases.
—¿No crees que sería más cómodo contarle eso a una chica que a un chico? —
pregunto obvia—. No me lo tomes a mal, Travis. Pero creo que si te lo cuento
primero a ti, sería bastante incómodo ya que eres un chico.
—Pero somos mejores amigos, tendría que ser tu confidente en todo momento —
finge tristeza en su tono de voz y me río un poco.
—Eres mi confidente, Travis. Sin embargo hay cosas de chicas que sólo nosotras
podemos entender. Como es tener tu periodo cada 28 días.
Travis hace una cara de asco y sé que logré mi cometido, no entiendo cual es el
tabú en eso, sin embargo a Trav le da asco. No tengo planeado contarle a él
primero cuando perdiera mi virginidad, ya que el ha estado con muchas chicas —y
cuando digo muchas son muuuuuchas chicas— y me sabe contar sobre lo que
hacían, eso me hace sentir en verdad incómoda.
—Está bien, pero volviendo al tema del festejo —se acerca a mí y me toma por la
cintura, me acerca a su cuerpo—, ¿pizza y películas?
Hago una mueca pensativa. —Hum... ¿en mi casa a las 8? Mamá está de guardia
hoy.
—Hum... —hace la misma mueca— está bien. —me abraza y finalmente puedo
sentir lo mojado que está.
—¡Qué asco! ¡Travis estas sudado! —quiero apartarlo, pero él no cede, me
empiezo a retorcer pero él está muy divertido con mi fobia por su sudor.
—No querrás empezar una guerra de cosquillas aquí mismo. —advierte.
—¡No! Haré lo que quieras.
Eleva una ceja. —¿Lo que quiera?
—¡Sí! —para ese momento ya me empezó a hacer cosquillas, me estoy riendo
como una desquiciada—. ¡Travis! ¡Lo que quieras!
Para y me mira con una sonrisa traviesa, esa ya me la conozco bastante bien. Sé
que está planeando algo que lo divierte pero que es muy malo para mí.
—Tendrás que salir conmigo en la noche a The Box.
—¡¿Qué?! —me alarmo, The Box es un club famoso de nuestra pequeña ciudad—
. No, no iré. Si mamá se entera me matará, y si se entera que me llevaste tú no
dejará que me vuelva a acercar a ti.
—Buen punto —está de acuerdo—. Sin embargo, pronto me tendrás que
acompañar ahí, las mujeres son realmente locas en ese club y necesito tu ayuda.
Pongo los ojos. —Es tu culpa, te gustan las locas.
Abre la boca para responder pero el timbre nos sorprende y entramos a clase, las
bancas son unidas y nos sentamos juntos, me sorprende que el se sentara junto a
mi ya que el siempre se sienta junto a Jake, su mejor amigo y yo me siento con
Kylie.
—¿No irás con Jake? —pregunto.
—No, se quería sentar junto a Kylie —voltea la cabeza y sigo sus movimientos,
ahí visualizo a mi mejor amiga que me mira suplicante. Jake está muy cerca de
ella, topa el largo cabello pelirrojo de Kylie pero ella sólo se limita a mirar a otro
lado o a fulminarlo con la mirada.
—Lo odia —susurro—. Lo sabes ¿no?
—Sí, lo sé pero el es persistente y realmente me suplicó para que me sentara
contigo mientras el acosa a Kylie.
Es obvio de que Kylie le gusta a Jake, ella es muy hermosa, tiene el cabello rojo,
sus ojos son de un marrón claro muy bonito, y es alta y delgada pero con curvad.
En cambio yo no tengo nada de especial, no soy ni alta ni baja, soy normal. Mi
cabello es negro y mi cuerpo es algo extraño, soy más rellena que delgada. Lo
único bonito de mi que yo considero son mis facciones de mi cara, tengo rasgos
finos y lunares, la gente dice que son bonitos.
Travis... en cambio Travis es el sueño de toda adolescente con hormonas
alborotadas, ya saben, espalda ancha, abdominales marcados, es alto y
musculoso y su rostro es precioso con una mandíbula cuadrada, ojos verdes y
unas facciones realmente masculinas.
Maldito suertudo.
—Con que no te querías sentar conmigo ¿eh?
—Eso no fue lo que quise decir —susurra, el maestro ya ha entrado para empezar
la clase, así que nuestra conversación a partir de ahora son sólo susurros—.
Siempre me gusta pasar tiempo contigo, Gafitas.
—Srta. Beatle, Sr. Stone —nos llama la atención el Sr. Cooper—. ¿Les aburre mi
clase?
—No, Sr. Cooper —decimos al unísono.
—Entonces pongan más atención —advierte.
—¿Qué película quieres ver? —pregunta Travis en un susurro.
—Travis, eso podemos hablar después de clase.
—Me aburre química, eso es todo —se encoge de hombros.
—Vamos a hacer un trabajo en clase —empieza el profesor—. Con su compañero
de mesa van a ver lo que sucede si unen los siguientes hidrocarburos.
Pasa entregándonos unas hojas donde dicen las indicaciones, aparte de los
compuestos con los que vamos a trabajar. Ahí maldigo de que Travis se haya
sentado conmigo ya que sé que soy yo la que voy a hacer todo el trabajo. Travis
parece percatarse de mi preocupación.
—Tranquila, gafitas. Yo te ayudo.
Me preocupo más.
Empiezo a unir los compuestos que dicen en el cuaderno. Unos burbujean, otros
cambian de color, otros se calientan o enfrían y otros hacen ademán de no hacer
nada. Anoto cada cambio en mi cuaderno y regreso a mirar a Kylie. Ella al igual
que yo es la única haciendo el trabajo.
—¿Qué pasa si...? —Travis empieza a unir torpemente un compuesto con otro.
Pero esos compuestos no dicen en el libro ni en las hojas.
—¡Travis, no! —grito.
Y explota.
O sea, el envase donde se encuentran los compuestos explota. Travis no lo hizo.
eso hubiera sido muy sangriento y asqueroso y difícil de limpiar.
—¿Qué demonios pasó? —el señor Cooper se acerca a nosotros. Levantamos la
mirada tímidamente, recibiríamos un gran castigo después de esto.
—Lo siento, Sr. Cooper —murmura Travis apenado—. Fue mi...
—Fue culpa de ambos —lo corto—. Le dije a Travis de que empezara con este
compuesto, pero no me di cuenta de que era un ácido.
—Señorita Beatle, no sé qué decir. Usted siempre mantiene sus trabajos a la
perfección. Lo dejaré pasar esta vez ya que es mi mejor estudiante.
—En verdad lo siento, señor Cooper —me disculpo de nuevo.
Nos da la orden de que limpiemos eso después de clases y que podemos irnos
luego, lo bueno es de que esta es nuestra última hora.
—No tenías que hacerlo —murmura Travis.
—¿Hacer qué?
—Echarte la culpa tú también —hace una pausa antes de seguir—. No debiste
perjudicar tu perfecta A.
Pongo los ojos en blanco, pero me enternece un poco. —Travis, eres mi mejor
amigo y si tú saltas yo salto. Como en titanic.
—Eres tan cursi —sonríe.
—Mejores amigos. Mejores amigos por siempre —canturreo la canción de Bob
Esponja y Patricio.
—Click —termina él por mí.
Así es nuestra amistad. Somos tan unidos, somos como hermanos.
Y odiaría que las cosas cambien.
Después de clases, me dirijo a mi casillero. El de Travis queda lejos del mío, pero
el de Kylie queda a mi lado, eso es realmente bueno para mí. Kylie está recostada
sobre su casillero, su cabello rojizo ocultando su rostro. Frunzo el ceño, es como si
estuviera ocultándose de alguien.
—¿Qué haces? —pregunto. Ella da un salto con un grito ahogado, creo que la
asusté, creo.
—¡Jane, joder! ¡Me asustaste! —bueno, si la asusté un poquito.
—¿Qué haces? ¿De quién te escondes?
—De Jake —responde, ya me lo imaginaba—. Ha estado siguiéndome toda la
jodida mañana. Es estresante.
—Creí que te gustaba —digo haciendo una mueca.
Kylie hace cara de "yo no" y dice: —Cuando tenía doce años y eso fue hace
mucho tiempo.
—Pero el primer amor es el primer amor.
Ambas reímos. Kylie tenía un crush con Jake cuando tenía doce, pero cuando
conoció lo tonto que es con las chicas ella dejó de sentirse atraída hacia él. El
hecho de que Kylie lo ignorara pareció gustarle a Jake, porque desde ese
momento acosa a Kylie, la invita a salir, pero ella simplemente lo rechaza y eso
hace que su interés hacia ella creciera más.
—Hablando de primer amor —susurra en mi oído—. Ahí viene Oliver.
Vuelvo mi vista hacia el pasillo y ahí está él. Un suspiro involuntario sale de mis
labios. Oliver ha sido el amor de mi vida desde que tenía 8 años. Sin embargo, él
no sabe de mi existencia, soy como un cero a la izquierda para él. Travis ya me
había advertido que salir con Oliver es una pérdida de tiempo; Travis y Oliver no
se llevan bien. Oliver también quería ser mariscal de campo, pero no cumple con
los requisitos y los logros de Travis son mayores que los de él. Sin embargo, se
detestan desde que eran niños.
Oliver camina a través de los pasillos como todo un adonis. El instituto se paraliza
cada vez que él camina o soy solo yo la que me paralizo. Camina en mi dirección
y cuando ya está a mi altura hace contacto visual conmigo, sonríe de una mirada
coqueta y niega con la cabeza antes de volver su vista al pasillo. Me quedo viendo
su musculosa espalda hasta que se pierde en la puerta de la salida del instituto,
realmente me gusta.
—¿A quién demonios estás mirando? —la voz de Travis me hace sobresaltar, me
asustó el muy idiota. Me volteo a verlo y él está con el ceño fruncido y los ojos
entrecerrados viendo hacia la dirección que estaba viendo yo, su mandíbula está
apretada, está molesto por algo.
—¡Travis! Me asustaste —me quejo.
—¿A quién demonios estabas mirando? —repite con su tono de voz molesto. Se
voltea en mi dirección y cruza sus brazos sobre su pecho, ansioso para que yo le
de alguna respuesta.
—Ay, Travis, no hagas tanto drama —dice Kylie—. Sabes que Jane ha tenido un
crush con Oliver desde que eran niños. Es su primer amor.
Travis frunce aún más el ceño, aprieta la mandíbula y sus nudillos se vuelven
blancos, se ve bastante molesto.
—¿Sucede algo? —pregunto, aguantando una risa—. ¿Sientes celos por el
delicioso trasero de Oliver?
—Sabes que no me gusta tu "crush" con Oliver —hace comillas con los dedos al
rato que pronuncia la palabra crush. Ignorando mi pregunta por completo.
—Y tú sabes que no me gusta que te pongas en tu papel de hermano celoso.
Contraataco, nuestra amistad tiene de todo: risas, peleas, más risas y cariño por
parte de ambos. Aunque nuestras peleas son algo insignificantes e ingenuas, odio
tenerlas, odio pelearme con él, pero es imposible. Travis me cela demasiado, no
me deja salir con nadie que no tenga su aprobación, y sinceramente no sé por qué
se comporta de esta manera. Y tampoco me importa lo que piense, creo que él
trasero de Oliver es jugoso.
Volviendo al tema, Travis echa fuego por los ojos, pero yo no me quedo atrás. Me
molesta mucho que tenga esta actitud conmigo.
—No estoy actuando como un jodido "hermano celoso" —vuelve a hacer las
comillas con sus dedos—. Sólo que quiero protegerte, no sabes lo idiota que es.
No quiero que nadie te haga daño.
Eso me enternece en este momento, Travis es muy tierno en cuanto a mí, aunque
muy sobre protector también.
—Nadie me hará daño, Travis. Y si alguien lo hace, tu estarás ahí para golpearlo.
Travis me da una sonrisa de oreja a oreja, y veo la calma atravesar sus lindos ojos
verdes esmeralda. Yo le sonrío de vuelta, pero una mano se posa en el hombro de
Travis y Kylie se tensa al ver quien es.
—¿Qué hacen aquí parados? —pregunta Jake mirando fijamente a Kylie. Mi
amiga hace una mueca remedándolo disimuladamente, amo a Kylie y sobre todo
cuando se burla de Jake.
—Estábamos a punto de irnos, Travis y yo —respondo.
—¿Y tú Kylie? ¿Vas a salir hoy? —pregunta con su sonrisa seductora. Jake es
muy guapo, a decir verdad, tiene unos ojos azul cielo muy bonitos, es alto y
musculoso como Travis, también juega Fútbol Americano, tiene un tatuaje en la
muñeca, su cabello es rubio, todo un adonis.
Mi amiga hace una mueca y niega con la cabeza. —No, tengo que ir a casa
porque... —hace una pausa pensando que decir—, hum... estoy con mi...
¿periodo? —pregunta su respuesta, se ha quedado sin excusas.
—¿No estuviste con tu periodo hace una semana? —pregunta Jake confundido.
Kylie se queda muda, me hace gracia su manera tan pobre de evadirlo. Sin
embargo, tengo un buen presentimiento sobre ellos, claro, si Kylie le da una
oportunidad, cosa que parece muy difícil que pasara.
—¿Qué tal si nos acompañan? —pregunta Travis rompiendo el silencio y pasando
un brazo sobre mi hombro.
—Sí, vamos a comprar pizza y ver películas —argumento.
—Yo me apunto —sonríe Jake mirando a Kylie fijamente, Kylie se cruza de brazos
sobre su pecho y la mirada de Jake baja a su escote. Travis y yo ponemos los ojos
en blanco.
—Iré por la comida gratis, y sólo por Jane.
Sonrío y todos nos dirigimos a la salida, me subo en el auto de Kylie, Travis en el
suyo y Jake en su motocicleta, yo soy la única que no tiene auto, pero no me
quejo. Mamá es doctora de emergencias en el hospital y aunque gana bien no
tenemos mucho dinero para darnos esa clase de lujos, a lo mucho tengo celular y
una portátil de lo cual soy muy agradecida por ello. Tampoco sé conducir, por lo
que está bien para mí.
No he visto a mi padre en tres años, él y mamá se divorciaron cuando yo tenía
cuatro años, mi padre no había sido muy atento todos estos años, pero mamá si lo
ha sido, no se volvió a casar, pero tiene un novio muy amable. En fin, la situación
económica de mis amigos es diferente a la mía, pero no mucho, mamá es doctora,
¿recuerdan?
Salimos del estacionamiento y fui a la casa de Kylie a dejar su auto, habíamos
quedado de que al final de la noche Jake la llevaría a casa, Kylie aceptó a
regañadientes, pero lo que cuenta es que aceptó. Salimos y caminamos hacia mi
casa, somos casi vecinas, vive a un par de cuadras de mi casa por eso no me
molesta caminar. Abro la puerta de mi casa y nos sentamos en el sillón a esperar
a que Travis y Jake llegaran con la pizza y las películas.
Después de media hora suena el timbre y corro a abrir la puerta. Travis está con
tres cajas de pizzas enormes y Jake trae las películas, una funda llena de
películas. Travis besa mi mejilla después de que Jake entrara, Jake trata de hacer
lo mismo con Kylie, pero ella lo empuja con su mano. Travis y yo reímos antes de
seguir hacia la sala.
—¿Qué película quieren ver? —pregunta Travis sentado en el sillón, en su mano
hay un pedazo de pizza y en la otra una cerveza. Jake está de la misma posición.
—Es difícil decidir —digo haciendo una mueca al leer el título de las películas que
trajeron—. ¿Miss Marzo? ¿De qué trata?
—Lee la sinopsis —dice Travis con una sonrisa traviesa.
Leo la sinopsis y trata sobre algo de la mansión Playboy y dice que es censurada
por contenido sexual explícito.
—Ew —dice Kylie.
—Tranquila, mi amor —Jake pasa un brazo por los hombros de mi amiga—. Traje
unas románticas para nosotros.
—No soy tu amor, Jake —gruñe Kylie quitando su brazo de sus hombros.
—Amigos con derecho... —leo el título de la película—. Yo quiero ver esta.
—Yo también —apoya Kylie.
—Yo haré todo lo que ella me pida —dice Jake mirando a Kylie con absoluta
admiración. Kylie pone sus ojos en blanco, pero una sonrisa indiscreta aparece en
sus labios.
—Pongan la película de maricas de una vez —gruñe Travis, él quiere ver una de
acción o porno pero no se salió con la suya.
Bueno eso pensé antes de poner la película.
La película empieza y la tensión sexual de los protagonistas se siente desde el
inicio. Todo estaba perfectamente bien, hasta que una escena de sexo aparece.
La chica empieza a gemir mientras el... le da duro. Travis se carcajea y Jake le
susurra a Kylie que eso harían algún día, pero más salvaje, hasta que Kylie le da
un puñetazo en sus cositas.
—Que buena película, chicas —nos felicita Travis riendo mientras otra escena de
sexo empieza. Lo fulmino con la mirada.
—Obviamente que te va a gustar —digo—. Sexo es en lo único que piensas.
—Algo así —hace ademán de pensar.
Me agarra la mano y siento que está temblando.
—¿Tienes frío? —pregunto viendo nuestros dedos entrelazados.
—No, sólo que tiemblo cuando me excito.
Le suelto la mano asqueada, lo que me sorprende más es la seriedad con la que
me lo dijo.
—¡Travis! ¡Qué asco! ¡No quería saber eso!
—Ay, no me digas que no sientes un cosquilleo en tu entrepierna —dice
mirándome a los ojos, me sonrojo porque si es cierto, pero no se lo voy a decir,
que vergüenza.
—¡Travis! —me quejo—. Eso es personal.
—Pero por mi experiencia puedo ser de mucha ayuda —me guiña un ojo.
Me sonrojo aún más y empezaron otra vez los gemidos en la televisión. Jake y
Kylie empiezan a molestar a Travis y decirle que me tiene ganas y todas esas
cosas, me siento realmente incómoda, pero me intriga que Travis no lo negara.
—O sea —empieza Travis—, si es bonita y tiene bien cuerpo.
Golpeo su hombro con fuerza. —¡Travis! ¡Cállate!
—¿Qué? —se queja—. ¡Au! ¡Me duele! —se soba el brazo—. Te deberías sentir
halagada porque pienso que eres bonita.
—¡Ya basta! —me tapo la cara con las manos, la destapo acariciando mi cabello
negro en el proceso—. ¿Podemos seguir viendo la película?
Todos se volvieron y Travis me guiña un ojo. Nos quedamos en silencio, pero
Travis me sigue molestando por el resto de la tarde.
**
Jake y Kylie ya se fueron de mi casa, subo a mi habitación para cambiarme y
ponerme un vestido de pijama. Al terminar abro la puerta, pero Travis ya se
encuentra afuera de la habitación, le hago una señal para que pase, lo hace y se
acuesta en mi cama boca arriba. Yo me siento en el filo de la cama, mirándolo y
analizándolo. No es feo, eso no es un secreto, de echo es bastante guapo.
Demasiado, a decir verdad. Mis ojos viajan de su cara a su pecho y después a su
abdomen, su camiseta se sube un poco dejando ver su bien esculpido abdomen y
un poco de la v que se forma al final de este.
—¿Te gusta lo que ves? —la voz de Travis me saca de mis pensamientos.
—Ya quisieras —respondo burlona.
—Sí, sí quiero —susurra tratando de que no lo escuchara, pero lo hice.
Me acuesto a su lado y el me abraza, alcanzo las cobijas y nos tapo a ambos.
Recuesto mi cabeza sobre su pecho y un suspiro largo sale de sus labios.
—¿Código nube? —pregunta, es un código que hicimos cuando éramos niños
para cuando quisiéramos dormir juntos. Me abrazo más cerca de él y suspira de
nuevo, acompañado de un bostezo.
—Código nube —asiento mirándolo y ambos sonreímos, besa mi frente y después
mi cabello. Aquel acto me hace cerrar los ojos deseando sus labios en otra parte,
sobre los míos, por ejemplo.
Oh no...
¡No! ¡Dios, dime que no es verdad! ¡Jodeeeeer!
¡Travis Stone me gusta! ¡Qué asco!
¡¡Incesto!!
Descubrir que mi mejor amigo me gusta no es tan extraño como creí que sería. Le
conté a Kylie sobre eso y me dijo que era completamente normal, que ya se lo
imaginaba que me gustara ya que Travis es muy guapo y todo eso. Que no me
debo sentir mal ni nada por el estilo, me hizo sentir mejor conmigo misma y por mi
descubrimiento.
Estoy en la casa de mi mejor amiga, sentada su cama, viendo películas de amor y
comiendo palomitas de maíz.
-Tranquila, Jane -habla Kylie-. Sería raro si Travis no te gustara, es el sueño de
cualquier chica de nuestra edad.
Pongo los ojos en blanco. -Sí, pero no el mío. Sabes que los chicos como Travis
no me gustan... o no me deberían gustar.
Ella también pone los ojos en blanco. -Pero te gusta Oliver, y el es un chico como
Travis.
Tan sólo la mención de Oliver hace que se me dibuje una sonrisa en mi rostro, él
es tan hermoso con su cabello castaño, sus ojos marrones, su voz... su cuerpo.
Suspiro mentalmente.
¿Mentalmente? Suena muy raro.
Ash, mi subconsciente siempre cambiando de tema.
O tal vez soy sólo yo la que cambia de tema.
Oh, mundo cruel, ¿por qué me hiciste tan rara?
-¿Si ves? -Kylie me señala con su dedo índice-. Tan sólo te menciono a Oliver y
sonríes como una completa boba.
-Es que es tan lindo.
Sé que traigo una sonrisa tonta en mi rostro, pero es inevitable cada vez que
pienso en Oliver.
-A ver, vamos a comparar -dice agarrando mis manos y viéndome a los ojos
directamente-. ¿Quién te gusta más?
-¿Qué? -pregunto sin entender.
-¿Quién te atrae más físicamente? ¿Oliver o Travis?
Me quedo en blanco, quiero pensar seriamente en cuál de los dos me gusta más,
pero quiero hacerlo interesante. Hagamos como si tuviera voz de locutor:
«En está esquina se encuentra nuestro participante: ¡Oliver Timlin». Hay aplausos
y ovaciones por el público creado por mi mente. «¡Luchando! Contra su retador en
esta otra esquina: ¡Travis Stone!». Otra cantidad de aplausos alagan a Travis.
«¡Qué comience la pelea!». Oliver lanza el primer golpe al ser el chico que más
me ha gustado en mi vida, pero Travis contraataca con un rodillazo en el
estómago al ser mi mejor amigo y que lo conozco. Oliver yace en el suelo porque
nunca he hablado con él. Travis de acerca a lanzar otro golpe porque lo conozco
como la palma de mi mano, pero eso lo lleva a la perdición, porque al conocerlo,
conozco lo insufrible e imbécil que es con las chicas. Oliver agarra a Travis en una
llaves cuando analizó que él parece un completo caballero, porque nunca lo he
visto con ninguna chica. Y gana la pelea por rendición.
-Tierra llamando a Jane -grita Ky en mi oído.
-Oliver -digo decidida-. Oliver ha sido el amor de mi vida desde pequeña, y
Travis... creo que solamente es atracción física, nada más allá.
-Eso es lo que digo. Serias una tonta si no te dieras cuenta que Travis es guapo, y
tal vez dudara de tu sexualidad.
Abro mis ojos como platos.
-¡Kylie! -grito incrédula.
-¿Qué? -se encoge de hombros.
-Ay, mejor cambiemos de tema -recuerdo el hecho de que ella y Jake han estado
tan cercanos últimamente-. ¿Qué sucede entre Jake y tu?
Se tensa un poco y la sonrisa en mi rostro se hace más ancha.
-¿Qué...? Jake y yo... pssst que va... sólo nos estamos... ¿conociendo? Él y yo...
imaginas muchas cosas, Jane.
Y frente ustedes damas y caballeros mi mejor amiga acabó de tener un vómito
verbal. Típico de Kylie.
-Sólo pregunté que sucedía entre él y tu, más no si estaban saliendo -digo
divertida, me fulmina con la mirada por un segundo pero luego se relaja y me mira
avergonzada.
-Jake es... lindo, Jane -se cubre la cara con las manos mientras suspira, al
momento de quitarlas me queda viendo fijamente, como si me fuera a hacer la
confesión más grande del universo, como si me fuera a decir la fórmula secreta de
la cangre burger-. No eres la única que tuvo una revelación el día de la película en
tu casa.
-¿Revelación? Suenas bastante dramática.
-¡Jane! -me reta-. Pon atención, esto es importante -dice irritada.
-Lo siento, continúa.
-Cuando nos fuimos de allí, el insistió en llevarme a comer algo y sabes que no
puedo decirle que no a la comida gratis -una sonrisa tonta se escapa de sus
labios-. Llegamos a una pizzería y ahí estaba Cooper -abro los ojos como platos,
Cooper es el ex de Kylie. El la engañó a diestra y siniestra, sin embargo cada vez
que se encuentran pelean como si no hubiera un mañana, el es súper grosero con
ella, hasta tal punto que llegó a alzarle la mano-. Empezamos a pelear, lo mismo
de siempre, y el hizo el afán de querer golpearme como aquella vez -sonríe con
tristeza-. Pero Jake... Jake me defendió. Lo detuvo justo antes de que su puño
golpeara mi cara, Jake se le abalanzó encima y empezó a golpearlo como nunca.
En lugar de asustarme, me puso caliente el hecho que me defendiera, que se
preocupara por mí. La policía llegó y como vieron que Jake fue el que me defendió
sólo se llevaron a Cooper. Después de ese día hemos hablado más y más... se
podría decir que salimos.
Dice esto último con un brillo singular en sus ojos y una sonrisa sincera, sé que
ellos dos están destinados a estar juntos, de alguna u otra manera. La abrazo y
esto es correspondido al instante, al separarnos puedo ver que ella está tan
agradecida con Jake como yo.
-Me siento feliz por ustedes -digo con sinceridad-. Se nota que tú le gustas mucho,
dale una oportunidad.
-Eso quiero hacer, se nota que es un buen chico. Quiero ver hasta donde
alcanzaremos con esto -una sonrisa típica de enamorada se forma en sus labios.
-¿Ya se han besado?
Mi pregunta aparece de repente tomándola por sorpresa, sin embargo la
decepción abre paso en su rostro.
-No -suspira pesadamente-. Todavía no, pero sé que pronto lo hará.
-Estoy segura de ello -la reconforto.
-¡Kylie! ¡Jane! -la madre de Kylie llama nuestros nombres desde abajo-. ¡Bajen a
comer!
Y eso fue todo lo que necesitamos para bajar y dejar nuestra conversación atrás.
***
-¡Travis! ¡Basta! -sentencio.
El hace caso omiso a mi advertencia y sigue haciéndome cosquillas, me estoy
retorciendo debajo de él riéndome a carcajadas.
-¡Dilo! -grita.
-¡Nunca! -las cosquillas en mis costillas aumentan cada vez de nivel-. ¡Basta! ¡Me
hago pipí!
-¡No hasta que lo digas!
Su tortura sigue por varios segundos que me parecen eternos, hasta que llega un
momento que ya no puedo aguantar más y mi risa ya sale insonora.
-¡Está bien, está bien! -grito con mis últimas fuerzas-. ¡Lo diré! ¡Sólo para!
Para, pero sigue sentado a horcajadas sobre mí, listo para atacar si no lo digo en
voz alta. Me aclaro la garganta.
-Ian Somerhalder es menos guapo que tú -susurro en voz baja.
- ¿Qué? No te oí, lo siento, pero tienes que repetirlo.
Suspiro exasperado, no puedo creer que me obligue a decirlo. Estoy traicionando
mis creencias y principios.
- ¡Que Ian Somerhalder es menos guapo que tú!
- ¿Y.…?
Suspiro de nuevo y cierro mis ojos con fuerza.
-Que Harry Styles no es tan hermoso como digo.
Muestra una sonrisa de suficiencia, se baja de mí y ambos jadeamos ante el
esfuerzo físico que implicamos. Estamos en su casa, nadie está por lo que nos
dejaron completamente solos.
-Así me gusta, debes saber que no hay nadie más guapo que yo.
Pongo los ojos en blanco por su enorme ego. Travis se cree la divina papaya, no
le gusta ver series o películas conmigo por que obviamente yo me voy a fijar en la
hermosura de los actores, pero lo que más odia es mi obsesión por The Vampire
Diaries y One Direction. Odia claramente a Ian «papasito» Somerhalder y a mi
crush Harry Styles. Sinceramente no sé la razón.
-Travis, debes reconocer de que esos hombres están como quieren. A puesto a
que inundan un convento -digo y los ojos de Travis se oscurecen un poco-. Y
agradece que Ian no sea británico por que ahí mi obsesión con el... uf, no querrás
saber. Vuelta Harry Styles si es británico y eso lo hace...
-Basta -me corta y sonrío por su molestia-. No quiero saber lo perfecto de tu
hombre lobo o de ese cantante marica.
-No es un hombre lobo -corrijo-. Es un vampiro. Vamos, Travis, has visto el
programa conmigo miles de veces.
-De las cuales me arrepiento rotundamente.
Pongo los ojos en blanco y empujo su hombro, nos quedamos charlando sobre
cosas sin importancia, sobre como van nuestras clases y Travis me dice que ya
tenía miedo de arrastrar biología, cosa que me extraña ya que aún faltan tres
meses para terminar clases y puede recuperarse, así que me ofrezco a ayudarlo
con la materia. El acepta y seguimos platicando mientras vemos películas de
acción.
Un sonido horripilante proveniente de la puerta nos para en seco, compartimos
una mirada mientras los sonidos ruidosos no paran. Travis suspira frustrado.
-Ya llegó papá.
Una sonrisa triste aparece en sus carnosos labios. Su expresión me hace sentir
muy mal, su padre es un ebrio y viene a casa cada que se le viene en gana. Hace
un par de semanas que Travis no lo veía, por eso su humor ha mejorado
últimamente. Me duele que Travis tenga que pasar por esto completamente sólo,
también temo que lo lastimara. Todavía no lo ha tocado ni lo ha golpeado pero el
temor sigue incrustado ahí en mi pecho.
Palabra clave: Todavía.
- ¡¿Dónde estás, pedazo de mierda?! -grita aquel señor, claramente borracho.
-Quédate aquí, ¿está bien? No bajes ni hagas nada, regresaré a salvo. Te lo
prometo.
Dice esto último al ver mi cara de preocupación. Sale de su habitación dando unas
cuantas zancadas y baja corriendo escaleras abajo.
- ¡Aquí estoy! ¿Podrías dejar de gritar, por favor? -escucho la vos de Travis.
- ¿Dónde está tu madre? -pregunta el hombre, con su voz tambaleando un poco.
-Papá, mamá no está, ella ya no está, se fue.
Esto último rompe mi corazón en miles de pedacitos. La madre de Travis murió de
cáncer hacia ya unos dos años. Travis sufrió demasiado y se convirtió en un
mujeriego después de eso. Su padre, en cambio, se dedicó a beber como si no
hubiera día después de ese, es un alcohólico que no aguanta con la muerte de su
esposa. Y no lo culpo, Marilyn Stone era un ángel en la tierra.
Escucho como el hombre solloza y Travis intenta calmarlo, dándole palabras de
aliento. Pero su corazón está tan herido que yo también empiezo a llorar en mi
lugar. Tapo mi boca con mis manos mientras sollozaba, lo que menos quiero es
que él se preocupara por mí mientras que tiene que cuidar a su padre. Sé que
aquel hombre se ha calmado y se ha ido a dormir por el ruido que hacen después
de eso.
Travis entra con el rostro enrojecido, sé que el también había llorado. Al ver mi
cara se acerca preocupado hacia mí y mis sollozos empiezan nuevamente, me
abraza fuertemente mientras besa mi frente.
-Tal vez no tenemos a alguien que nos cuide como debería -digo al separarme un
poco para ver su rostro-. Pero nos tenemos el uno al otro, Travis. Y eso es lo que
importa.
-Te quiero mucho, Jane -dice esforzando una sonrisa.
La forma en que lo dice, hace que me quedé sin habla, pero lo ignoro. No es
diferente, nada es diferente, el me sigue queriendo como su amiga, ¿verdad?
-Yo también te quiero mucho, Travis.
-¿Código nube? -pregunta con una sonrisa.
-Código nube -afirmo imitando su sonrisa.
Me tiende una de sus camisas y me la pongo.
Como dije, tal vez no tenemos a ninguno de nuestros padres para que nos cuide,
ya que mi madre a pesar de sacrificar horas de sueño para poder darme lo mejor,
no está nunca en casa, pero se lo agradezco mucho por su sacrificio y lo entiendo.
Su padre nunca venía a dormir a su casa y él pasa sólo, en esta grande y costosa
casa. Pero como dije, nos tenemos el uno al otro.
Y eso es lo único que nos importa.
-Joder...
El sonido vibrante nos paraliza a Travis y a mí.
-No te muevas tanto, Travis -digo tratando de tranquilizarlo.
-Mierda, esto se siente... ¡Auch! -se queja cuando el tatuador traza una línea recta
sin detenerse.
Estamos en un local de tatuajes en el centro comercial, Travis tuvo la brillante idea
de hacerse uno mientras me acompañaba a hacer compras para mi casa. Mamá
no pudo hacerlas por que estaba muy cansada y yo no soy tan mala como para
hacerla levantar después de una cirugía.
-Carajo, niño, quédate quieto un momento -dice el hombre algo irritado-. No se,
besa a tu novia o algo pero quédate quieto.
Nos miramos al instante de que el señor dice que somos novios, sin embargo
sonreímos, ya estamos acostumbrados a aquella situación. Travis hace una
mueca de dolor al sentir como las agujas se clavan en la piel de su antebrazo
izquierdo.
-Joder... -vuelve a repetir tapándose la boca con una mano en un puño mientras
mira al lado donde estoy yo, evitando ver al señor tatuaje.
-Es tu culpa -digo-. Tu quisiste hacerte un tatuaje.
-Pero siempre quise un tatuaje.
-Y este tiene un buen significado -puntualizo.
Me sonríe de una manera encantadora que hace que mi corazón latiera a mil por
hora. El tatuaje que Travis eligió hacerse es un árbol relacionado con el nombre de
su madre. Decidió también poner la fecha de nacimiento y la de su muerte para
rememorarla, es un tatuaje muy significativo y especial para él.
-Gracias por estar aquí en mi primer tatuaje -pone un mechón de mi cabello tras
mi oreja con su mano libre, le sonrío.
-No me lo iba a perder por nada del mundo, quería ver tu cara de sufrimiento
cuando te lo hagas -suelta una risa.
-Eres malvada, Gafitas.
Seguimos hablando mientras el hombre sigue tatuándolo, si nos dijo su nombre
pero no me acuerdo así que lo bautizo como señor tatuaje.
En fin, aunque quiero ver la cara de sufrimiento de Travis, no puedo. Se me hace
extremadamente difícil tener que ver su expresión mientras pequeñas gotas de
sangre caen al suelo, lo quiero demasiado como para eso. Así que es mi deber
distraerlo.
Señor tatuaje termina después de dos horas desde que llegamos, hace que nos
paremos de nuestros asientos y caminar hacia el espejo para visualizar mejor el
tatuaje. Al llegar al espejo, Travis se queda atónito. Es precioso. El tatuaje es un
árbol y tiene escrito «Marilyn» el nombre de su madre, junto con su fecha de
nacimiento y de muerte. Los ojos de Travis se cristalizan pero no suelta una sola
lágrima, sin embargo lo conozco demasiado como para que yo también sintiera el
nudo que se ha formado en su garganta.
-Es... -empieza a decir con voz quebrada pero no termina la frase.
-Simplemente perfecto -termino por él, me da una mirada tierna de agradecimiento
y le respondo con una sonrisa-. Gracias, hizo un muy buen trabajo -halago al
hombre que infla el pecho.
-Tranquilo, hombre -palmea la espalda de Travis-. Apuesto de que tu madre te
debe estar cuidando en algún lugar.
-Lo sé -dice mi mejor amigo.
Al pagar la cuenta salimos de ahí con una sonrisa imborrable en nuestro rostro. Es
el primer tatuaje de Travis y sé que va a tener muchísimos más después de este.
****
Después de dos días, todo el instituto habla del tatuaje de Travis. Bueno, en sí
Travis es el tema de conversación favorito de el instituto. Me río por el drama que
hacen, al ser un instituto pequeño los cotilleos llegan demasiado rápido. Se hacen
preguntas como «¿qué es lo que significa» o «¿quién carajos es Marilyn?» y así
sucesivamente, pero los únicos que sabemos su significado somos nosotros, sus
amigos. Las personas que estamos ahí para él.
Estoy arrimada en mi casillero mientras espero a Kylie para que retirara sus libros,
la relación entre ella y Jake a avanzado, ya se han besado y eso es una excelente
señal.
-Es demasiado bueno para ser real -dice Kylie sacándome de mis pensamientos,
suspira antes de cerrar su casillero y arrimarse en él.
-¿Qué es demasiado bueno? -pregunto.
-Jake -suspira y luego hace una pausa-. Él es... demasiado bueno como para ser
verdad.
Pongo los ojos en blanco pero una ola de tristeza se atraviesa en mi rostro al ver
el suyo, Kylie no se da una oportunidad en el amor desde Collin y eso fue cuando
teníamos quince años, ahora estamos al borde de los 17 ya va siendo hora de que
superara su horrible experiencia con él y que se diera una oportunidad.
-Kylie -la llamo para que me viera, al levantar la vista lo hace y le sonrío-. Jake no
es como Collin. Jake es bueno, amoroso y está loco por ti. Su situación no es
demasiado buena, sino que el te trata como te mereces. Él sabe que mereces ser
tratada como la persona hermosa y cariñosa que eres. Y Collin es un idiota por
nunca haber amado tan siquiera una de tus muchas cualidades, y se merece
pudrir en esa cárcel por alzarte la mano como lo hizo. No todos los hombres son
iguales, Kylie, y Jake es una buena muestra de ello.
-Es que... -sus ojos se cristalizan, mi pecho arde en una dura punzada-. Tengo
miedo. Tengo miedo de no ser suficiente para él. Tengo miedo de que algún día
me alcé la mano como Collin lo hizo.
-No lo hará -le aseguro, conozco la clase de persona que es Jake-. Él te aprecia
mucho y sabe como en verdad eres, sabe lo persuasiva que puedes ser y aún así
el te quiere, ¿qué no lo ves?
Abre la boca para decir algo pero la cierra inmediatamente al sentir a alguien
abrazarla desde atrás. Jake aparece dándole un sonoro beso en su mejilla, coloca
sus manos en su abdomen y ella se estremece al sentir sus manos en su cuerpo.
Me río entre dientes. Se los ve como esa clase de relación que quieres para ti.
Pero hay algo raro, la forma en que Kylie se estremece y jadea cuando Jake
acaricia su estómago es extraño. Es como si lo disfrutará y ansiara su tacto.
Entrecierro mis ojos, algo no me está contando.
-Hola muñeca -susurra Jake, le da la vuelta para que quedaran frente a frente.
-Ho-hola Ja-Jake -tartamudea Kylie al pegarse más al cuerpo de Jake, se ven
realmente bien juntos.
Jake mete un mechón rojo del cabello de Kylie tras su oreja. Se acerca a ella
lentamente y une sus labios con los suyos. Siento que un brazo me pasa por los
hombros, no tengo que levantar la vista para saber quien es.
-Se ven bien juntos, ¿verdad? -susurra Travis.
Apartamos la mirada para hablar mejor entre nosotros y dar un poco de privacidad
a la parejita.
-Si, en verdad se ven bien -susurro.
Travis besa mi mejilla como de costumbre. Nos alejamos de Kylie y Jake que
siguen compartiendo fluidos bucales y seguimos nuestro camino hacia la cancha
de fútbol americano donde ya están practicando las porristas y los jugadores están
reunidos en las gradas para silbarles y decirles cosas obscenas.
-Oh, mierda -murmura Travis al llegar a las gradas-. Que buena que se ve Jessica
hoy.
Pongo los ojos en blanco. Jessica ha sido el amor de la vida de Travis desde que
le vio en el campo cuando estaba animando al equipo en un repaso. Ella es rubia,
alta y delgada con suaves curvas en su cuerpo y grandes ojos azules. Jessica es
para mí lo que Oliver es para Travis. Ella siempre se mete conmigo y con mi
inteligencia, pero no es mi culpa que ella tuviera el coeficiente intelectual menor
que el de un chimpancé.
-Es una tonta -susurro, más para mí que para Travis.
-Es caliente -me responde-. Y es muy buena en...
-Cállate -lo corto-. Sabes que odió saber de tus intimidades y mucho menos con
la piernas de palo de Jessica.
Travis se echa a reír. Nos quedamos así viendo a las porristas practicar una y otra
vez la misma maldita rutina, o eso me parece a mí. Una irritante voz me devuelve
a la realidad para cuando estuve apunto de quedarme dormida.
-Pero miren que tenemos aquí -esa voz, esa horrible voz chillona que dañaría
cualquier tímpano, la voz de Jessica-. A nuestro hermoso y nuevo mariscal de
campo -mira a Travis con un rostro no muy tímido-. ¿Qué te trae por aquí, guapo?
Enserio, su manera de ligar es terrible.
-Vine a verte... digo, a verlas.
Bueno, la manera de Travis tampoco es la mejor.
Al parecer se olvidaron de mi ya que empezaron a charlar descaradamente
mientras yo miro a otro lado. Estoy pensando en lo agradable que sería estar en
mi casa este preciso momento cuando alguien carraspea y me saca de mis
pensamientos.
-Oye, pulga, ¿te podrías mover? Quiero sentarme.
Parpadeo un par de veces para visualizar a Jessica con los brazos cruzados sobre
su pecho. Miro a Travis en busca de ayuda pero el sigue mirándola como si fuera
la chica más sexy del universo.
Mi mejor amigo.
-¿Disculpa? -susurro.
-Que te quites, que me estorbas, ¿qué no entiendes? ¿Hablas español?
-Oye, no le hables así -salta al fin Travis en mi defensa.
-¿Qué no le hablé así? Travis, cariño, tan solo mírala, no puedo creer que seas
amigo de alguien así.
-¿Y qué mierda significa eso? -Travis se para de la grada frunciendo el ceño, ya
está enojado.
-Que te hace ver mal estar con una chica como ella. Tan solo mírala -me mira de
pies a cabeza con una mueca de asco-. Su cara es fea, su cabello no tiene forma,
y su cuerpo... Parece una jodida ballena.
Antes de que pudiera tan siquiera detenerme, estampo mi mano en su mejilla. No
sé en que momento me paré, lo único que sé es que me metí en un gravísimo
problema que es imposible de remediar.
-¿Qué te pasa, estúpida? -grita caminando hacia mi en manera violenta, hace
ademán de querer golpearme pero la mano de Travis la detiene.
-Tu te lo buscaste, Jessie -y con eso suelta la mano de Jessica quien grita
maldiciones en mi dirección.
Travis agarra mi mano y salimos de allí en dirección a nuestras casas. No decimos
nada en el camino, no es necesario. Me gustó como Travis se comportó con
Jessica, resistió a sus encantos y saltó en mi ayuda.
El silencio entre nosotros reina en el auto de Travis, lo único que llena el ambiente
es la radio. Suena una canción horrenda que habla puras blasfemias pero es la
música que a Travis le gusta así que lo dejo pasar. Nunca habíamos sentido tanta
tensión entre nosotros y eso me desconcierta.
-¿Puedo cambiar de emisora? -pregunto rompiendo el silencio.
Ladea la cabeza para encararme, en sus ojos puedo ver algo de frialdad, cosa que
nunca muestra conmigo. Regresa su vista al camino sin decir ni pío, pero apaga la
radio y un silencio sepulcral se instala entre nosotros.
-Travis -digo su nombre cansada-. ¿Me puedes decir qué diablos te sucede?
Me mira con la misma frialdad de hace unos momentos y eso me exaspera.
-¿En verdad quieres saberlo?
Pongo los ojos en blanco. -Si no quisiera saber, no te lo preguntaría, ¿no crees?
Da un suspiro y se queda en silencio por un rato. -¿Sabes lo peligroso que fue el
hecho de golpear a Jessica? -dice mirándome de reojo-. Jane, no eres la persona
más popular del instituto, sabes cómo Jessica se vengará de ti.
Me río en una sonora carcajada, se detiene en un semáforo en rojo y me regresa a
ver con el ceño fruncido.
-Lo siento... me calmo... -dejo de reír mientras el semáforo cambia a verde-.
Travis, no te preocupes por mí. Sé lo perra y odiosa que puede llegar a ser
Jessica, pero no creo que pueda ser más mala que la vez que desechó mis libros
en la basura y me tocó meterme al bote para poder recogerlos.
Sonríe y lo imito, caemos en nuestras típicas carcajadas recordando ese día que
la muy desgranada me hizo pasar como el infierno.
-Tienes razón -dice con rastros de esa sonrisa burlona-. ¿Que es lo peor que te
puede hacer? Ahora vamos a tu casa, quiero comer.
***
Me. Quiero. Morir.
Enserio quiero morirme y enterrar mis restos en el patio de mi casa y que nadie
me recuerde.
Hay un gigantesco cartel en la entrada del instituto, es la foto de un cerdo pero con
mi cara puesta ahí en su cabeza y con una frase que dice: «Pero aún más gorda».
Hay igual recortes de los cerdos verdes de Angry Birds y dicen mi nombre en cada
uno. También hay frases que dicen: «Maldita cerda», «tu reflejo» «a parte de
gorda, fea» y muchas cosas más realmente hirientes.
¡La puta madre!
Las lágrimas no tardaron de salir de mis ojos. Mientras las personas pasan no
paran de decirme gorda o hacer el sonido de un puerco. Me siento del asco. Me
llaman cerda, pero no me permito llorar, no voy a llorar, levanto el rostro pero las
lágrimas caen. Las ignoro y miro con la frente en alto.
Si ignoras el daño, no está ahí, ¿verdad?
Doy asco... sé que doy asco.
-¡Ustedes, hijos de puta! ¡Lárguense de aquí o les cortaré la maldita garganta a
todos! -grita Kylie mientras se acerca a mí.
Me toma entre sus brazos y ese maldito gesto me hace perder mi compostura, la
fachada fuerte que quería aparentar. Rompo a llorar en los brazos de mi amiga.
Sé que dirán que hay cosas peores, pero cuando te sucede, cuando te lastiman
así, es imposible no querer llorar y maldecir a todos.
Me doy asco.
-Esa hija de su puta madre me va a escuchar -advierte Kylie.
-Kylie, no te metas en problemas -digo con la voz entrecortada por el llanto.
-Kilii ni ti mitis in priblimis -me remeda y me saca una sonrisa tenue-. Le voy a
partir su madre, se cree la muy zorra solo por qué sufre de anorexia y gigantismo.
Abro la boca para contestar pero un sonido fuerte nos hace mirar al lugar donde
se encuentra el cartel. Fue arrancado de su lugar por Travis. Un Travis muy
molesto y enojado.
-¡Cualquiera que haya sido el hijo de puta que hizo esto, se las verá conmigo! -
nadie dice nada, nadie se mueve, se acerca mí y pasa un brazo por mi hombro y
me acerca a su cuerpo-. No lo volveré a repetir. ¡¿Quien putas fue?!
Su rostro está rojo de la ira, hasta el punto que parece Hell Boy, su respiración es
irregular y sus ojos lanzan dagas a las cabezas de todos los presentes. Nos
quedamos en silencio por un largo tiempo, todos están con miedo de lo que Travis
pudiera hacerles.
-¿Te gustó mi regalito, maldita cerda? -la voz de Jessica me hace voltear a verla,
está junto a Oliver y ver que trae la misma sonrisa burlona de Jessica me parte el
corazón en un millón de pedazos.
Travis da la vuelta y al ver a Oliver y Jessica se desconcierta.
-¿No dirás nada? -dice Oliver-. ¿Te comiste tu propia lengua, cerda?
Mis ojos se llenan de lágrimas, pero me rehusó derramar las y solo levantó mi
quijada desafiante; me deshago del agarre de Travis y tengo la tentación de irme a
mí casa y dejar toda esta mierda atrás, sin embargo, Kylie me vuelve a tomar
entre sus brazos. Ya no sollozó, pero las lágrimas siguen fluyendo.
En cuestión de segundos Oliver está en el piso retorciéndose para intentar
defenderse, mientras Travis golpea su rostro una y otra vez. Jessica cubre su
boca con sus manos mientras Kylie y yo miramos la escena. Jake aparece de un
momento a otro separando a Travis del cuerpo ya inerte de Oliver.
-Vamos, lo vas a matar -articula Jake, tratando de calmarlo.
-¡VUELVES A REFERIRTE A ELLA ASÍ Y TE JURO QUE TE MATO, HIJO DE
PUTA! -grita Travis, Jessica se acerca a él.
-Travis... -solloza de una manera poco creíble-. No tenía ni idea que estabas aquí.
Si lo hubiera sabido... yo no habría dicho nada y...
-¡CÁLLATE DE UNA PUTA VEZ! -grita Travis en su cara-. Crees que eres mejor
que Jane sólo por ser "más delgada" -enfatiza con comillas en sus dedos-. Pero la
verdad es que eres más vacía que un pozo sin fondo, para lo único que sirven las
chicas como tú es para follar. Y ni siquiera eso lo hacen bien -la boca de todos se
abre en forma de «O», nadie había hablado a Jessica de la manera que Travis lo
hace-. No eres nada a lado de Jane, nada. Por lo menos ella no es tan vacía e
hipócrita, como tu.
Los ojos de Jessica se llenan de lágrimas y me compadezco un poco por ella,
nadie merece ser tratada así como ella me trató pero las palabras de Travis fueron
muy duras. Hasta a mí me hicieron sentir mal. Seca sus lágrimas con brusquedad.
-¿En serio, Travis? ¿Me dices hipócrita a mí? -dice Jessica con esa voz chillona y
llena de rabia, los ojos de Travis se abren como platos, en alerta-.
Tranquilo, quarterback, no le diré nada a tu pequeña amiguita gorda... por ahora.
Ya volvió.
Travis la mira, con una expresión que no puedo leer. Sonríe y luego se ríe en una
sonora carcajada.
-No puedo creer que seas tan estúpida -dice entre risas-. Pero, ya en serio, la
próxima vez que se la vuelvan a acercar, te juro que cortaré la polla de el marica
de tu amigo.
Dicho eso, todos vuelven a clase. Después de eso la directora nos llama a su
despacho y confesamos todo, no castigaron a Travis de lo cual me alegra mucho
pero si suspendieron a Jessica y a Oliver un mes, aparte de que no pueden ir a
clases tienen que ir todos los sábados a limpiar los baños. Es un buen castigo.
Lo que me rompe el corazón en miles de pedazos fue ver a Oliver involucrado, yo
nunca le he hecho nada. Nunca he cruzado palabra con él. No sé la razón de su
arrebato y eso me hace sentir horrible.
Me gustaba un auténtico patán por años que en secreto me odiaba. Cliché.
*****
No he cruzado palabra con Travis desde la mañana y ya estaba en mi casa. Nadie
me dijo más nada, sólo me miraban y bajaban la mirada, otros pasaban por mi
lado y susurraban un «lo siento», no les hice caso, mi autoestima se ha ido a la
basura y a la mierda de una vez. Sí, soy jodidamente débil, siempre lo he sido, me
dejó llevar por mis emociones y no sé cómo manejarlas.
-Cariño, tengo que salir un rato -dice mi madre entrando a mi cuarto, dejo de mirar
la ventana para verla-. ¿Estás bien? -pregunta preocupada.
Se acerca a mí y se sienta a mi lado en el sofá de mi cuarto, alza mi rostro y no
tardo en que unas lágrimas se escaparan de mis ojos.
-¿Quieres hablar sobre eso? -asiento mientras seca mis lágrimas.
-Jessica...
-¿Ahora qué pasó con esa mocosa de mierda?
Le cuento todo a mi y ella me escucha atenta, mientras me desahogo, acaricia mi
cabello. Me siento bien diciéndole todo lo sucedido a la mujer que me dio la vida.
-Llamaré a sus tíos, es una muy estúpida niña que necesita un par de
chancletasos.
-No -niego con la cabeza-. Ya deben saberlo, tú tranquila mami.
-¿Segura? -asiento.
Me doy cuenta que mamá se ve bastante bien para salir solo un rato.
-¿A dónde vas? -pregunto.
-Saldré con Bruce...
La mención de su nombre hace que una sonrisa se dibujara en mi rostro, Bruce es
una persona muy amable y es bastante apuesto para su edad. Es el padre que
nunca tuve y eso me hace feliz.
-Usen condón -bromeo y ella pone los ojos en blanco.
-Tranquila, solo vamos a cenar, eso es todo. Regreso en cuatro horas. -sonríe-. Y
apuesto a que no querrás pensar de mis tetas en la cara de Bruce.
Se empieza a reír y yo siento la bilis subir por mi garganta. Mi madre es así, jovial
y despreocupada. Pero eso no significa que quiera saber sobre su vida sexual,
muchas gracias.
Se despide de mí con un beso en la frente, sale por la puerta dejándome sola otra
vez. Siempre es lo mismo, unos días está y la mayoría de ellos no. Pero ya me he
acostumbrado a la soledad.
Me acuesto en mi cama suspirando, enciendo mi teléfono y reviso mis redes
sociales, tengo un mensaje de Kylie en WhatsApp, lo abro para leerlo.

Kylie 👻 16:35 pm
«Pequeña minion ¿dónde estás?»
Decido contestar el mensaje con algo de pesadez, aunque odio estar sola, en este
momento no quiero hablar con nadie.

Jane 🐣 16:50 pm
«Estoy en casa, sola, mamá salió y demora en venir.»

Ella: Eso es perfecto 👌 puedes acompañar a Jake y a mí a comprar los trajes


para el baile de fin de año 😍
Pongo los ojos en blanco.

Yo: Kylie, el baile es en un mes. Tenemos tiempo 🙄

Ella: Entonces buscaremos ropa bonita para tu cumpleaños 🎉


Mi cumpleaños... lo había olvidado.
Y se preguntarán «¿Quien carajos olvida su cumpleaños?». Pues yo. Odio mis
cumpleaños porque la última vez que vi a mi padre fue en mi cumpleaños número
13. Mi madre y yo lo habíamos invitado a pasar aquí en la casa mi cumpleaños,
puede que hayan estado divorciados desde hace ya muchos años y que no se
llevaban bien, pero para ese entonces extrañaba a papá y quería compartir tiempo
con él. Error. Fue el peor día de mi vida y me da asco tan solo pensar en ello, pero
lo que pasó básicamente fue: mis padres pelearon porque Bruce estaba aquí y mi
padre me gritó que había arruinado su vida al nacer. Sin embargo, soy lengua floja
y le dije que existe algo llamado condón.
Yo: Sabes que odio mis cumpleaños.
Ella: Sí, lo sé. Pero tienes que por lo menos darte algún lujo o algo.
Yo: Creo que paso con la invitación, me duele la cabeza por lo que pasó hoy. Y
mejor disfrútalo con Jake 😏😘
Ella: Vale, vale, pero no pongas caritas de morbo jajaja 😂 espero que descanses,
te quiero 😘
El sonido de mi ventana abrirse me hace quedarme inmóvil, temblorosa levanto mi
vista para ver quién es, pudo ser un ladrón, un violador, un matón o algo peor...
Jessica. Pero mis pensamientos se van a la basura al ver a Travis parado frente a
mi cama. Enciendo la luz y me arrepiento haberlo hecho al instante. Está
golpeado, en su ojo derecho hay un moretón, su labio está partido, su nariz tiene
un rastro de sangre, su mandíbula y mejillas tienen moretones. Los ojos se me
llenan de lágrimas. Me levanto de la cama, quedando sobre mis rodillas, acerco
mis manos a sus mejillas y toco estas suavemente, su rostro se tensa.
-Travis... -sollozo-. ¿Pero qué...?
-Hola gafitas -limpia mis lágrimas con sus dedos.
-¿Quién...? ¿Quien...? -el nudo en mi garganta no me deja terminar la pregunta-.
¿Quien te hizo esto?
-Papá bebió más de la cuenta.
Agarro su cuello y lo abrazo con mucha fuerza. Empiezo a sollozar en su hombro,
el acaricia mi espalda y mi cabello. Se tensa ante mi tacto y hace sonidos de dolor.
-Sácate la camisa -ordeno al separarme de él.
-No.
-No era una pregunta, Travis, y creo que sabes muy bien que si no lo haces, lo
haré yo.
A regañadientes accede, llevo mis manos a mi boca ahogando mis sollozos. Tiene
varios moretones, quemaduras de cigarrillo y alguno que otro corte ocasionado por
los golpes. Su muy bien esculpido torso se ve pintado de dolor. Me abraza y
reposo mi cabeza en la curvatura de su cuello.
-Es un...
-Hijo de puta -concluye por mí.
Nos quedamos abrazados durante un largo tiempo, sin decir nada, no es
necesario. Escucho el sonido de la puerta abrirse.
-¡Cariño, ya llegué! -la voz de mi madre nos hace separarnos. Minutos después
entra al cuarto y se queda helada al ver a Travis-. ¿Pero... quién te hizo esto?
Se acerca a nosotros en largas zancadas. - Mi padre se puso violento, tomó más
de lo normal -dice con un hilo de voz.
Los ojos de mi madre se humedecen, acaricia la mejilla de Travis tiernamente. -
Vamos, cariño. Te curaré esas heridas. Acompáñanos Jane.
—Hijo quédate quieto por favor –mi madre reprende a Travis quien se mueve
como lagartija por el dolor cuando mi mamá presiona.
—Mamá, le duele –digo.
—No me duele –se defiende Travis.
—Claro, claro –pongo los ojos en blanco—. Deja de lloriquear entonces –me da
una mirada fulminante, pero yo le saco la lengua.
Muy maduro.
—Dejen de pelear, niños –nos reprende mamá.
—¡Ya no somos niños! –gritamos Travis y yo al unísono.
Mi madre pone los ojos en blanco, pero lo deja pasar. Termina de curarlo diez
minutos después, Travis se pone su camisa y salimos de la cocina donde estaba
mi mamá atendiéndolo. Nos sentamos en el sofá para ver la televisión y justo está
dando This Is Us, la película de One Direction.
—¡Déjala ahí! –grito cuando Travis hizo afán de cambiar la programación.
—Enserio, Jane, la verdad no entiendo el por qué te gusta esa banda pop tan gay.
Abro mi boca en forma de O y lo golpeo en el hombro lo más fuerte que pude. —
¡No son gays! –los defiendo—. Nunca hables mal de One Direction enfrente de mí.
—Pero mirando el lado amable y gay del asunto... –ignora mi amenaza—. El más
guapo y talentoso de todos es Zayn.
Escupo mi jugo, ¿Habla enserio? O sea, Zayn es guapo y canta bien y todo eso,
pero Harry... Harry es perfecto, simplemente esa es la palabra que tengo para el:
P-E-R-F-E-C-T-O.
—Tienes que estar bromeando –digo mirándolo fulminante—. O sea, si es lindo y
llega a notas altas, pero Harry es el chico más sexy del planeta.
Alza una ceja, mirando en mi dirección. —¿El más sexy del planeta? –pregunta
mientras se acerca a mí—. No lo creo.
Me empieza a hacer cosquillas en el sillón y yo me río como loca, siento el calor
subir a mis mejillas mientras me retuerzo por las cosquillas que Travis me hace.
—¡Dilo, Jane! ¡Di que no hay chico más sexy que yo! ¡Dímelo o morirás!
—¡Nunca! –grito con voz entrecortada—. ¡Harry Styles es más hermoso que tú!
—Oh, niña mala. Ahora veras.
Acelera las cosquillas en mis costillas y empiezo a reírme mas fuerte, ya no puedo
respirar por la risa.
—¡Travis! ¡Ya me hago pipi!
—¿Crees que eso me va a detener, Jane? –levanta una ceja.
—Te orinaré encima –digo tratando de escabullirme.
—No serias la primera –me guiña un ojo y pongo una mueca de asco.
Oímos un carraspeo y nos detenemos en seco, es cuando me doy cuenta de que
están mis piernas envueltas en la cadera de Travis y él está encima de mí, una
posición muy comprometedora.
—¿Se pudiera saber que está pasando aquí?
La voz de mi madre nos hace entrar en pánico, trato de levantarme, pero el peso
de Travis me lo impide y él termina cayendo al suelo tratando de levantarse de mi.
—¡Mierda! –exclama sobándose la cabeza por el golpe.
—¿Qué estaban haciendo? –mi madre nos mira divertida, pero tratando de
ocultarlo bajo un semblante serio.
—Nada –decimos al unísono.
—Sí, claro. Tengo que salir al hospital, otro paciente tuvo un accidente y necesita
una cirugía de emergencia.
No me sorprende que llamaran a mamá para que ella se encargara de la
operación, es una doctora excelente, la consideraría como la mejor de nuestra
ciudad. Pero ser la mejor trae consecuencias, como no pasar tiempo conmigo en
lo absoluto.
Mi madre se va después de unos treinta minutos, pero Travis y yo vimos This Is
Us hasta el final. No me preguntes como lo convencí (o soborné) para que la
dejara y me dejara hablar cualquier cosa sobre mi crush famoso. Al finalizar la
película nos dirigimos a mi habitación y decidimos que ya es hora de dormir. Me
pongo mi pijama en el baño y Travis se queda sólo con su camiseta y su bóxer.
Aunque ya estoy acostumbrada a verlo así en esas fachas, sin embargo me
sonrojo mucho al ver el gran bulto que se forma en su... ¡¿Qué me pasa?! ¡Soy
una deprevada!
—¿Estas bien? –pregunta claramente preocupado.
—Claro –miento—, solo que estoy muy...—excitada—, confundida por todo lo que
pasó hoy –bueno, en esa parte no hay mentira.
Todo lo que pasó en apenas un día... no entiendo cuál es el afán del destino en
hacerme la vida imposible. Pero lo mío lo puedo soportar —menos lo de Oliver eso
me trae más que confundida. No entiendo la razón por la cual el hizo eso—. Pero
lo de Travis es lo que me trae tan sumergida en mis pensamientos. Como un
padre puede hacerle eso a sus hijos, no tengo ni idea. Lo único que sé es que
Travis no se merece ser maltratado como lo fue, él es un buen hijo. Es deportista,
no es el más aplicado de la clase pero sus notas son decentes, siempre mantiene
el orden de su casa y no sale sin antes informarle a su padre.
¿Pero por qué su padre lo atacó?
No tengo idea, pero tampoco quiero preguntarle a Travis sobre eso. Es demasiado
pronto.
Nos acostamos y nos arropamos con las cobijas, pasa un brazo sobre mis
hombros y me estremezco un poco ante su tacto. ¿Qué está pasándome? Me
pregunto pero no consigo otra respuesta como la que ya sé. Que el me atrae y esa
es mi excusa.
Pero ¿hasta qué punto me gusta?
No lo sé.
Despejo mis pensamientos y caigo en el mundo de los sueños.
******
Me despierto con una incomodidad en mis piernas, algo me pesa en esa zona.
Trato de moverme pero un sonido horrible me despierta, es algo como papel
arrugado. Muy irritante.
—¡Jane! ¡Ten más cuidado! Casi votas el pastel.
La voz de Travis hace que mis ojos se abran como platos, me siento de golpe en
mi cama pero lo que veo me deja sin aliento.
Travis esta allí parado con un par de regalos y un pastel sobre sus manos, tal vez
lo recogió cuando se iba a caer ya que en su brazo está algo de crema. Sus ojos
caen sobre mí y me regala una sonrisa ladeada. Mi corazón empieza a latir de una
forma horrorizante que creo que se va a salir de mi pecho corriendo.
Es tan lindo y dedicado.
—Feliz cumpleaños, gafitas.
Se acerca a mi para abrazarme después de dejar el pastel en la mesa de mi
velador, su peso me empuja hacia atrás y él queda encima de mí en un profundo
abrazo. Nos quedamos así un tiempo, pero el empieza a separarse poco a poco.
Nuestros ojos se encuentran, su boca queda a solo centímetros de la mía. Sus
ojos bajan de mis ojos a mis labios y así sucesivamente.
¡Bésame!
—Gafitas... —susurra y su aliento choca contra mi rostro, huele a menta.
—Travis... —mis manos juegan con el corto cabello de su nuca.
¡Bésame, maldita sea!
Se va acercando aún más que tengo que cerrar mis ojos, sintiéndolo, apreciando
el momento, pero un carraspeo nos hace salir de nuestro trance.
¡Mierdaaaaaa!
—Enserio estoy pensando en ya no dejarte dormir con mi hija, Travis.
Nos paramos como podemos, Travis me ofrece su mano para que me parara con
él. Mi mamá nos mira divertida mientras eleva una ceja y cruza sus brazos sobre
su pecho.
¡Que vergüenza!
Mi madre debe estar pensando cualquier cosa. Aunque ya es una adulta, es muy
joven, en este momento tiene 33 años, me tuvo a los 16 y ella se las sabe todas.
Es una mujer muy sabia. O muy experimentada.
—No esta pasando nada mamá —digo aún con mi mano entrelazada con la de
Travis.
Cuando nos damos cuenta, nos soltamos rápidamente y hacemos afán de
limpiarnos la mano.
—Ignoraré que vi eso –dice mamá con una sonrisa, se acerca a mi y me da un
abrazo—. Feliz cumpleaños, cariño. Te amo mucho.
—Yo también mamá, yo también.
—Y yo tambien la amo, Cristy —volteamos a ver a Travis y este se encoge de
hombros. Mi madre y yo ponemos los ojos en blanco.
—En fin, el desayuno esta listo para que bajen. Dormiré un poco y luego celebraré
con mi hija como se merece.
Me da un beso en la frente y luego se va a su habitación, nos quedamos en
silencio por un momento, yo viendo al suelo y Travis viéndome.
—Hora de abrir tus regalos.
Su voz suena con algo como dulzura y felicidad. Asiento y nos dirigimos al pie de
la cama, nos sentamos en el suelo. Travis me pasa la bolsa grande y la empiezo a
abrir. Es un oso de felpa enorme que tiene nuestros nombres en sus patitas.
Agradezco con un abrazo y una sonrisa en mi rostro.
—Falta el otro, ábrelo.
Me extiende una caja rectangular pequeña. Es rosa pero un listón negro la adorna.
La abro y lo que hay dentro me deja en shock pero salgo de él tan fácilmente y
empiezo a dar saltitos sobre mis rodillas en el suelo. Son dos entradas para el
concierto de One DIrection en la ciudad. No me explico como las ha conseguido,
ya estaban agotadas.
—¡¿Como las conseguiste?! —grito mientras lo abrazo.
—Tengo mis contactos —me guiña un ojo y me lanzo sobre él para abrazarlo.
Caigo sobre él y nuestros ojos se encuentran en este momento. Pero no puedo
hacerlo, no puedo besarlo, no puedo confundirme más de lo que ya estoy.
—¿Irás conmigo? —pregunto parándome y ayudando a Travis a que se parara.
—¿Tengo elección?
—La verdad no.
Y así pasa la mañana de mi cumpleaños, luego Kylie y Jake se nos unieron en
nuestra celebración. Me regalan un vestido para el baile de lo cual me hizo poner
los ojos en blanco y querer devolvérselos, pero no me lo aceptaron y también me
regalaron un libro llamado 'Lo que fue de ella' Ya me había leído el primer libro y
este me falta por leer.
Eso es lo que me encanta de mis mejores amigos:
Que son reales.
El concierto...
¡Que nervios!
Enserio, estoy muy nerviosa de ver a mi banda favorita por primera vez.
Más nerviosa en que la vez en que papá me compro un unicornio de felpa y me
hizo creer que era una estufa cuando tenía cinco.
Me meto en la ducha y el agua caliente relaja mis músculos al caer sobre mi fría
piel. Al salir, elijo un vestido gris, unas converse rosadas y una chaqueta del
mismo color que los zapatos. Me visto temblando pero no por el frío, sino por mis
nervios. Arreglo mi largo y oscuro cabello en suaves ondas y me maquillo un poco,
lo normal sólo rímel, un poco de polvo y un labial rosa oscuro casi rojo.
-¡Jane! ¡Travis ya está aquí! -grita mi madre desde la sala en el piso de abajo.
Me miro en el espejo una vez más y arreglo un poco la falda de mi vestido. Estoy
tan nerviosa, es el primer concierto al que voy en mi vida y lo hace aún más
especial que Travis me haya regalado esta oportunidad única. No sé como pagarle
nunca.
-¡JANE! -grita nuevamente mamá.
-¡Voy! -grito de vuelta.
Me veo una última vez en el espejo antes de salir de mi habitación y bajar por las
escaleras.
-¡Jane, si no bajas ahora mismo iré a buscarte y no querrás que haga eso!
-¡Ya estoy aquí! -grito ya bajando el último escalón-. Por Dios mamá, los vecinos
que pensarán de nosotras.
-No te gritara si no fueras tan lenta, y si hicieras caso de vez en cuando.
Tengo el impulso de poner los ojos en blanco, pero no lo hago. Si lo hiciera, mi
madre es capaz de mandarme al convento por tres meses, y joder, que Dios me
mate si hace eso.
Perdón, Diosito, pero no estoy interesada en permanecer virgen toda la vida.
Iré al infierno.
Miro en dirección a Travis y sus ojos viajan desde mi cara, hacia mi pecho y luego
a mis piernas para regresar a mi rostro, muerde su labio inferior y sus mejillas se
tiñen de un rojo carmesí casi invisible pero yo lo noto porque conozco el color de
su piel tan bien. Creo que es por el calor primaveral que anuncia el verano que
hace hoy, sí, por eso debe ser.
Se ve bastante bien, trae unos vaqueros oscuros, una chaqueta de cuero negra y
una camiseta blanca que deja ver bien su muy formado cuerpo de Dios griego.
¿Cuerpo de Dios griego? ¿Qué me pasa? Soy una pervertida.
-Hola Trav -Me acerco a él para saludarlo, el sale de su extraño trance y se inclina
para darme un beso en la mejilla, pero el falla y termina besando la comisura de
mis labios.
¿Qué? ¡¿Queeeeeeé?!
Me sorprendo por dicho acto, se queda unos segundos allí, petrificado, besando
mi comisura, tal vez tan sorprendido como yo y por eso no se separa, pero no
quiero que lo haga, se siente increíble.
Un carraspeo nos hace salir de nuestra sorpresa, Travis se separa de mí y algo
como desilusión se implanta en mi rostro pero lo aparto de inmediato. No es de
que me desilucione que Travis no me haya besado ni nada, ¿verdad?
-No puedo creer que aun no se hayan acostado-se burla mi madre y me pongo
colorada por su atrevimiento, ella cree de que Travis y yo vamos a terminar
casados y con ocho hijos.
-Ya nos tenemos que ir -ignoro el comentario de mi madre y me recuerdo a mí
misma que Travis y yo tenemos un concierto al que asistir-. Te veo luego, se nos
hace tarde.
-Pero aún falta media hora, gafitas -dice Travis como si fuera lo más normal del
mundo.
-¡Por eso estamos tarde!
Jalo a Travis a la salida, nos despedimos de mi madre con un beso y ella bromea
que usemos condón o que compremos la pastilla del día después, me pregunto si
Travis sabe usar condón con las chicas con las que él ha estado, ¿como será el
sexo con él? ¿Es bueno?
¡Basta mente pervertida! ¡Se supone que soy virgen!
Pero ya no quieres serlo
Basta, pensamientos lujuriosos.
Mi cara ya no puede estar más roja. Nos subimos al auto y nuestro camino al
estadio. Aprieto los muslos, sintiendo un cosquilleo ahí que no me deja pensar
muy claramente.
-No estés nerviosa -me da un apretón en la pierna.
Mmm... dame un apretón un poco más arriba. Si sabes donde me refiero.
¡Basta! ¡Contrólate Jane!
-No... no estoy nerviosa -digo como si fuera una pregunta. Travis ríe y niega con la
cabeza.
-No sé por qué estas tan nerviosa, ni que fuera Bon Jovi o Guns N' Roses.
-Sabes que tenemos gustos diferentes, Travis. Yo soy una florecita pop y tu un
metalero malhumorado. Bueno, a veces, otras veces eres un rapero que ama las
canciones que hablan de sexo.
-Es excitante si te pones a analizar la letra.
Aprieto mis muslos, no sé porqué mi cuerpo está reaccionando de esta manera.
-Por Dios, somos tan diferentes-murmuro.
-Pero nos complementados.
Me regala una sonrisa y yo lo imito.
Llegamos después de quince minutos y entramos al estadio, pero no entramos al
lugar donde están las fanáticas, es un lugar apartado, algo así como un palco
donde podemos sentarnos, comer o cualquier otra cosa. Además esta bien
decorado. Pero no somos los único en el lugar, claro. Hay más personas
claramente adineradas.
-Travis... -Mi voz suena seca.
-¿Hmm?
-¡Esto debió acostarte una fortuna! -levanto la voz más de lo que quería hacerlo.
-Lo vales, gafitas. No te preocupes por el dinero, lo sabes. Deseo lo mejor para ti.
Empieza el concierto y no puedo evitar emocionarme. Salieron los amores de mi
vida y empezaron a cantar. Casi llega al final del concierto cuando empiezan a
cantar Little Things, es mi canción favorita de ellos, tiene un significado
maravilloso.
Travis me agarra de la mano y entrelazo nuestros dedos, empieza a cantar la
canción pero en el momento que llega la estrofa de Niall se acerca a mi oído y
empieza a cantarme.
-Nunca te amarás a ti misma, la mitad de lo que te amo yo, nunca te tratarás bien
a ti misma cariño, pero quiero que lo hagas, si te hago saber, que estoy aquí para
ti, quizás te amarás a ti misma, como yo te amo.
Me volteo a verlo, me mira fijamente con ternura y algo más que no puedo
descifrar por más que lo intento. ¿Me está diciendo que me ama? O ¿Me está
diciendo que no tengo razón para sentirme tan mal conmigo misma como me
siento? O ¿Simplemente se sabe la letra de la canción y quiere cantarla para que
me entere?
Le estas dando muchas vueltas al asunto, Jane. Me recuerda mi subconsciente.
Pero por alguna extraña y raramente hermosa razón siento que me cantó a mí. Y
que me dijo que me ama.
***
Ya en el auto de Travis, de vuelta a casa, nadie dice ni una sola palabra, el
silencio me está asfixiando, quiero que hable, que mueva su linda boca, quisiera
morder esos labios carnosos, que bese cada parte de mi cuerpo, sobretodo en
mi...
¡AHHHHHHH! ¡Basta, hormonas!
-¿Estás bien? -pregunto preocupada por su silencio.
-Sí... digo, no... es decir... ¿Puedo preguntarte algo?
-Pues ya la hiciste -bromeo, para aligerar el ambiente.
Pone los ojos en blanco, pero su sonrisa tímida aparece, me encanta esa sonrisa,
es mi favorita.
-¿Quieres...? Ah, esto es ridículo.
Golpea el volante con la palma de la mano. Frunzo el ceño.
-¿Seguro que estás bien?
-Joder, Jane. Es difícil para mí, dame algo de paz.
Veo algunas gotas de sudor resbalar por su precioso rostro. Está muy nervioso y
no entiendo la razón.
-¿Quieres...? -tartamudea de nuevo-. Agh, joder, lo diré rápido para terminar con
esta mierda.
Su mirada se desvía hacia la ventana y cierra los ojos con fuerza.
-¿Quieres ir al baile conmigo?
El baile...
Un lugar donde miles de adolescentes sudados se reúnen para festejar el final de
curso y el poder avanzar al siguiente. Pero para mi significa otra cosa: una
estupidez.
Es una estupidez porque no entiendo el objetivo de los bailes de final de curso. Ni
los otros bailes temáticos que hacen en el instituto. Es cuando las chicas
populares aprovechan para llevar solo una tela encima y que las normaluchas
como yo nos sintamos mucho menos atractivas de lo que ya somos.
Hablando de populares, Jessica volvió a la escuela hace un par de días, sin
embargo no ha cruzado palabra conmigo en todo ese tiempo, lo cual me alegra
hasta la médula. Por otro lado, Oliver también regresó a la escuela. Me regalaba
unas cuantas miradas que me ponen hasta los nervios, y unas sonrisas ladeadas
que me hubieran vuelto loca cuando supuestamente estaba enamorada de él.
Ahora ya no tienen ningún efecto en mí.
Travis y yo vamos a ir juntos al baile. Lo sé, suena muy extraño pero es lo que
todos los años hacemos, y por eso tampoco sé porqué le costó tanto pedírmelo.
Tal vez es porque no se quiere involucrar con otra chica que no sea yo. No
entiendo la razón de el porqué pero no me importa, más bien me alaga.
O tal vez me gusta que sea sólo para mí.
—¿Me estas escuchando?
La voz de Kylie me atrae de vuelta de mis pensamientos. Estamos sentadas en
una mesa de la cafetería, esperando a que Travis y Jake lleguen.
—No, lo siento... ¿Que decías?
—Que tendremos que buscar más opciones de vestidos para el baile.
—Kylie, ya me regalaste uno, ¿recuerdas?
Pone los ojos en blanco.
—Pero ese no es para el baile. Sé que mi gusto para la moda nunca falla pero...
necesitas algo que brille, algo más llamativo.
Esta vez pongo yo los ojos en blanco.
—No quiero llamar la atención, Kylie y lo sabes. —suspiro—. Si no fuera por
Travis y por ti, ni siquiera iría allí.
Se cruza de brazos sobre su pecho y me mira fijamente.
—Estamos a un solo paso de nuestro ultimo año. Sé que no te gusta destacar y
que amas vivir entre las sombras, pero entiende esto, Jane: Eres hermosa. Eres
bonita e inteligente y no necesitas estar delgada o ser súper alta para ser
atractiva. Dios te hizo como eres y eres una persona hermosa; por dentro y por
fuera.
Las palabras de mi mejor amiga quedan grabadas en mi cabeza como mi canción
favorita. Tal vez ella tiene razón, tal vez yo soy bonita como soy pero algo me dice
que no la creyera. Estoy siendo una idiota en este momento, pero me siento... fea.
Me siento mal conmigo misma y con mi cuerpo. Pero le doy las gracias y la
abrazo.
—Ey, soy muy celoso.
La voz de Jake nos hace levantar la vista, está con una ceja enarcada y a su lado
está Travis, tan perfecto como siempre.
¿Tan perfecto como siempre? Dios, necesito ayuda.
—No entiendo por qué —empieza a decir Kylie—. Si no te he dado ningún motivo
para que lo seas.
—Lo sé, amor —se justifica Jake—. Pero sé también lo buena que está mi novia y
odio cuando alguien más se queda viendo lo que es mío.
Kylie se sonroja y no dice nada más. Voy a conversar con ella después de clase,
me tiene que explicar a qué se refiere Jake con "lo que es mío".
—¿De qué hablaban? —pregunta Travis.
—Que tendremos que ir de compras —digo—. Kylie no quiere que me ponga el
vestido que ella misma me regaló, y me está obligando a usar otro.
—Ah... —Es lo único que dice antes de regresar la vista a su plato.
Está bastante extraño desde que me pidió que vaya al baile con él, pero lo dejo
pasar.
Por ahora.
***
—¡Jane, joder! ¡Si no bajas en los siguientes diez segundos te lanzaré mis
zapatos en la cara!
Mi madre tan amorosa como siempre.
Me miro en el espejo una última vez antes de bajar y me sorprende lo que veo. No
me reconozco. Compré un vestido negro ceñido al cuerpo hasta encima de la
rodilla, no quería comprar algo tan ajustado pero Kylie insistió y cuando me lo
puse, me enamoré de él. Traigo zapatos de tacón igual negros. Mi maquillaje es
sencillo, colores cafés en los párpados y un labial rojo intenso, que hacen ver a
mis labios más carnosos de lo que ya son. Mi cabello cae en suaves ondas sobre
mis hombros hasta mi espalda baja. Me veo bien.
—¡¡JANE!! —grita mi madre de nuevo.
Me miro una ultima vez y aliso mi falda antes de salir de mi habitación y bajar por
las escaleras.
Bajo el último escalón y escucho un grito ahogado por parte de Travis que lo
disimula como tos, y unos aplausos por parte de mi madre.
—¡Cariño estas hermosa! —exclama mamá.
Travis no dice nada, solo me mira con algo en sus ojos que no puedo descifrar,
está sin palabras.
Pero él no es el único que se queda sin ellas. Yo también estoy sin habla al verlo
parado ahí con su traje negro, su camisa azul marino y su corbata negra, trae
unos zapatos italianos. Su cabello está perfectamente peinado hacia atrás y a un
lado, dejando al descubierto su frente y sus hermosos rasgos de su cara. Sus ojos
verdes se oscurecen un poco, pero son perfectos.
Un carraspeo nos saca de nuestro trance, parpadeamos un par de veces y vemos
en direccion a ese molesto sonido.
—Enserio que no me creo que se limiten a solo ser amigos. Por lo menos, sean
amigos con beneficios.
Ignoramos el comentario de mi madre y Travis me regala una sonrisa de medio
lado.
—Te ves hermosa, gafitas.
Me sonrojo, pero una sonrisa se dibuja en mis labios.
—Y tú no te ves nada mal.
***
Llegamos al baile, es celebrado en el gimnasio de la escuela. Está muy bien
adornado, con luces de colores, una mesa con el ponche y algo de comida a un
lado de la pista de baile, una bola enorme con espejos pequeños en ella ubicada
en el techo y un escenario donde una banda toca canciones románticas. En fin,
está espléndido.
—¿Gafitas? —la voz de Travis me hace dejar de mirar la decoración hacia su
rostro.
—¿Huh?
—Te preguntaba que si quieres ponche.
—Sí, claro. Me encantaría.
Me regala otra sonrisa y se marcha hacia la mesa de bocadillos.
Vuelve después un par de minutos con dos vasos rojos de plástico. Lo agradezco
y me tomo el contenido del vaso.
—¿Quieres...? —empieza a decir mientras se acaricia la nuca. Eso hace cuando
esta nervioso.
—¿Bailar? —concluyo por el.
—S-sí, eso... bailar.
No sé la razón en particular por la cual Travis se encuentra nervioso por mí, pero
sé que es así. Al inicio pensé que se avergonzaba de que yo haya venido con él
pero descarté esa opción al momento en llegar aquí cuando me coge la mano con
absoluta autoridad y mira cualquier momento oportuno para darme un beso en la
mejilla.
Nos traslado a la pista de baile, justo cuando una canción empieza a sonar por los
parlantes, una de mis favoritas. Es Never Say Never de The Fray.
—Aunque no me lo creas —dice Travis—, soy un asco bailando algo lento.
Me río y miro sus ojos un instante mientras guío sus sus pies moviéndome de un
lado a otro, ubico sus manos en mi cadera y ambos nos estremecemos por el
tacto. Paso mis manos por sus hombros hasta llegar a su cuello y empezar a jugar
con su cabello. Le doy algunas instrucciones de como moverse y el las sigue a la
perfección. Ninguno de los dos dice nada, nos comunicamos a través de nuestra
mirada.
No necesitamos nada más.
Los movimientos de baile de Travis se relajaron y parece que es un experto
haciéndolo, bueno, para mí lo es. El apretón de sus manos en mi cadera se va
intensificando, entierro mi cabeza en su cuello y nos quedamos moviéndonos así
por varios minutos. Huele tan bien... huele excelente; una mezcla entre lavanda y
menta que se volvería en mi aroma favorito con el tiempo, claro, tengo que obligar
a Travis a usar este perfume más a menudo. Me separo un poco para mirarlo
mejor, sus pupilas estan un poco dilatadas, parecen sus ojos negros en lugar de
verdes. Su mirada baja hasta mis labios que estan entreabiertos.
—Joder... gafitas... —susurra mientras se acerca un poco más a mí.
—¡Jane!
Escucho la voz de Kylie sobre la música y me decepciono un poco, no sé la razón
pero no quiero estar separada de Travis Stone por ninguna razón desde el día del
concierto. Desde que me cantó en el oído esa parte de Niall que dice que me debo
amar mas a mi misma tanto como él me ama. Estoy más que confundida, es un
nivel extremo de confusión.
—¡Estas guapísima! —me elogia Kylie al acercarse, me da un abrazo.
—¡Tu igual! —digo cuando ya nos separamos.
—Cuantas veces tengo que repetirlo, Beatle —gruñe Jake apareciendo detrás de
Kylie, después de saludar a Travis—. Soy una persona muy celosa en lo que se
refiere a mi chica.
Kylie pone los ojos en blanco pero lo deja pasar.
—Eres celoso hasta conmigo —murmura Travis levantando una ceja.
—Ay, no seas marica —gruñe de nuevo el novio de Ky—. ¿Irán a la fiesta? —
pregunta.
—¿Fiesta?
—No. —contesta Travis, su voz chocando con la mia.
—No hablen a la vez, me confunden —se queja Jake haciendo una mueca.
—No iremos a la puta fiesta, Jake —gruñe Trav.
—¿Cual fiesta? —pregunto en voz más alta de la que pretendía.
—La de final de curso, la organizan unos chicos de la universidad local que son
amigos de estos —señala a Jake y a Travis—. También invitan a los mariscales de
campo de las escuelas que participaron en el campeonato este año, es una fiesta
algo... privada, si se podría decir así —me explica Ky.
Me parece extraño de que Travis no quisiera ir, es decir, él es el mariscal de
campo y obviamente debe estar ahí. Sin embargo está aquí, a mi lado, conmigo.
No entiendo una mierda.
—¿No irás? —pregunto al momento que Kylie y Jake se voltearon para besarse y
manosearse.
—Ni mierda, prefiero quedarme contigo.
Se encoge de hombros, como que si lo que dijo no hubiera hecho un vuelco en mi
corazón.
—Pero... tienes que ir. —continuo.
—Iría si me acompañaras —me voltea a ver—, pero sé que no te gustan esa clase
de cosas.
Si me acompañaras...
—¿Qué te parece si voy? —pregunto pero me arrepiento al instante—. Bueno, si
tu no quieres no habría ningún problema.
Me mira con sus ojos verdes penetrantes, la sorpresa se queda atravesada en su
semblante, sin embargo una de sus sonrisas encantadoras aparece en sus labios.
—No... quiero que vengas conmigo.
***
La casa donde se festeja la fiesta se parece mucho a la de una fraternidad de
universitarios ebrios. Hay autos aparcados en el jardín, sin ningún cuidado.
Botellas de cerveza, latas y condones usados adornan el patio delantero. Es un
asco.
Travis parece percatar mi preocupación, lo cual se adelanta a decir:
—Son universitarios, pero invitan a los jugadores para ayudarles a entrar a la
universidad y no se qué mierdas.
Se encoge de hombros, agarra mi mano intentando llevarme hacia la casa de la
fraternidad. ¿Cómo Travis terminó siendo amigo de estos chicos universitarios?
¿No conocía ya a todos sus amigos?
¿Realmente lo conozco?
Agh, ya estoy paranoica.
Al ver que no me muevo ni un pelo me pregunta preocupado:
—¿Qué pasa? ¿No quieres entrar?
—No, no, no es eso -me apresuro a decir—. Es solo que... te pareceré patética.
—No me has parecido patética ni un sólo segundo en estos diez años de amistad
—me regala una sonrisa encantadora—. Excepto cuando te gustaba Oliver...
Pongo los ojos en blanco pero me río de su comentario.
—Es que... —empiezo a decir cuando comenzó a insistir—, no se si me veo bien
para una fiesta así —susurro esperando a que él no me haya escuchado.
Su mirada se suaviza y sé perfectamente de que me ha escuchado, me
avergüenzo al instante.
—Te dije que creerías que soy patética...
—Eso no es lo que creo —me interrumpe—. Estás hermosa. Eres hermosa.
Me quedo sin aire en los pulmones. ¿Me acaba de decir que soy hermosa? Dios,
no me lo puedo creer. Travis no es de las personas que van diciendo a las chicas
que son hermosas; pero ¿por qué a mí?
—¡Chicos! —gritan Jake y Kylie al unísono.
—Será mejor que entremos —propone Travis.
—S...sí.
Me agarra la mano y entrelaza mis dedos con los suyos, yo estoy en el otro
mundo. Tal vez haya un mundo paralelo donde Trav y yo somos pareja, donde no
somos mejores amigos y donde...
Agh... ¿qué me pasa?
No tengo idea.
Empezamos a caminar a través del jardín de la casa de la fraternidad. Es una
casa color blanco con detalles café de dos pisos, tiene un jardín delantero y un
patio en la parte de atrás. La música es exageradamente alta, las chicas van
excesivamente maquilladas y los chicos caminan sin camisa alrededor del patio,
es algo digno de ver para mis hormonas.
—Uy, mamasita, si no tuvieras novio te quitaría ese vestido ahora mismo y
utilizaríamos ese condón de ahí... —dice un hombre a mis espaldas, señalando un
condón usado del patio. El látex estaba tirado con una cosa blanca dentro que
parece leche condensada...
Al parecer eso llega a los oídos de Travis porque se gira para verle la cara. Entre
Travis y el otro muchacho Travis es el más alto. Uy no, sé lo que está por venir.
—Y si yo fuera tú, cerraría esa puta boca de mierda, mientras mi chica y yo
seguimos aquí.
¡¿Mi chica?! ¿Acaba de decir que yo soy su chica?
El tipo se va mirándome una ultima vez, pero Travis se pone delante de mí para
que el tipo no pueda verme, miro a Travis fijamente en busca de alguna
explicación.
—¿Por qué has dicho eso? —pregunto.
—¿Qué cosa? —la confusión invade su rostro.
—¿Que yo soy tu...?
—¡Chicos! —la voz de Jake me interrumpe—. ¿Están follando ustedes dos allá
afuera que se demoran tanto?
Travis se ríe por el comentario, yo me sonrojo.
—Aún no —susurra,creyendo de que no lo había oído.
Mi corazón da un vuelco y mis piernas flaquean. ¿Quiere hacer eso conmigo?
¿Qué? No tengo el mejor cuerpo de todos, así que no entiendo la razón.
Paranoias mías.
—Será mejor que entremos.
Asiento con la cabeza, nuestras manos nunca dejaron de mantenerse unidas,
camino unos centímetros detrás de él y entramos a la casa. Nos espera una gran
noche.
Al entrar a la casa, un grito ahogado escapa de mis labios. La razón es de que hay
chicas bailando en las mesas, chicos bebiendo chupitos de los cuerpos de las
chicas y un grupo de chicos que ponen dinero en los cuerpos de las otras chicas
bailando sobre la mesa. La casa tiene una pista improvisada de baile en el medio
de la sala, donde las personas bailan de una manera no muy apropiada para
menores. Travis me ofrece un vaso rojo con un contenido rosa, me tomo su
contenido y de inmediato el líquido quema mi garganta, deliciosa mente doloroso,
hago una mueca de desagrado. Travis toma también su vaso.
¿Qué pensaría mi tía Alice si me ve aquí?
—No tienes que quedarte si no quieres.
La voz de Travis me saca de mis pensamientos, me vuelvo hacia él y le doy la
sonrisa más falsa que pude poner en mi vida.
—Tranquilo, Trav. Me quiero quedar.
Su rostro pasa de la preocupación a la confusión y luego me da una sonrisa
radiante pero un poco coqueta.
—Gafitas...
—¡Hasta que al fin se corrieron!
La voz burlona de Jake nos hace mirar en su dirección, agradezco que haga su
mal chiste pero también lo maldigo porque me mata la curiosidad de lo que Travis
tiene para decirme.
—Cierra la puta boca. —gruñe Travis, pero un poco de diversión impregnada en
su voz.
Después de un momento donde Travis y Jake bromean sobre la fiesta, Kylie pone
los ojos en blanco una y otra vez, me recuerdo que tengo que hablar con ella
sobre si ya ha tenido sexo con Jake o no. Sé que no es de mi incumbencia pero
ella es mi mejor amiga y por sólo eso me mantengo involucrada en su vida, al
igual que ella en la mía. Tomo un trago más y me termino mi vaso antes de hablar.
—Ky, tengo que hablar contigo mañana —digo sin rodeos.
Ella pone una expresión de confusión.
—¿Por?
—Tranquilidad, no es nada malo.
Le sonrío y ella me la devuelve. Empezamos a hablar de cosas tribales, como el
diseño de nuestros vestidos. Ella se ve muy bien en un vestido rojo hasta la rodilla
que combinaba con su cabello. Me halaga por como aprendí a maquillarme con
sólo ver un vídeo en YouTube.
—Hey, no te rías tanto con mi chica, Beatle. —Jake le pellizca el trasero, levanto
una ceja pero ella me hace una señal suplicando para que no pregunte, por ahora.
—Vamos a bailar, bebé. —sugiere Ky en dirección a su novio.
¿Bebé? ¿Kylie acaba de llamarlo "bebe"? ¿No lo odiaba hace sólo dos meses
atrás?
Jake le dice algo al oído que hace que ella lo golpeara en el hombro y se
sonrojara. Se despiden de nosotros con la mano y Jake no deja de manosearle el
trasero, cosa que no hace más que confirmar mis sospechas.
—Tal vez deberías seguir enseñándome como bailar. —propone Travis, lo cual
hace que mi corazón se atragante en mi garganta.
—La... la música es muy rápida y seguro que sabes bailar muy bien esto. —digo,
realmente deseo tener un trago en mis manos en este momento.
—O... te puedo enseñar yo a ti —se encoge de hombros y rasca su nuca—.
¿Sabes bailar esta clase de música?
Niego con la cabeza, no me molesta en absoluto que el me enseñara a bailar
música tan sexy como esta.
—Entonces... ¿Qué estamos esperando?
Toma mi mano y me jala hasta la pista de baile, o lo que sea que fuera eso. Travis
pone una mano en mi cadera y la otra en mi cintura.
—Déjate llevar por el ritmo —susurra en mi oído enviando escalofríos por todo mi
cuerpo con su aliento.
—E...está bien —digo con la respiración entrecortada.
Sigo su ritmo, moviendo mis caderas de la manera más sexy que puedo. Travis
sigue mi ritmo y bailamos así por varios minutos. Al terminar la canción que
bailamos suena otra más lenta y sensual que la anterior, no sé de donde agarro
valor pero me pongo de espaldas a él, uniendo mi trasero con su entrepierna.
Siento un bulto muy hinchado que me asusta pero no me atrae, más bien... lo
disfruto. Muevo mis caderas en círculos sintiendo más su erección, su respiración
es irregular pero eso me gusta mucho, tengo una especie de poder sobre él en
este instante.
—Gafitas... —gime en mi oído—. Joder, Jane... date la vuelta. —ordena y lo hago.
Mi respiración deja de existir cuando lo encuentro demasiado cerca de mi cara,
sólo unos cuantos centímetros separan a su boca de la mía.
—Joder, Jane... me muero por besarte, estoy duro como una roca.
¿Qué? Oh, Dios.
Su voz suena más gruesa de lo normal, ignoro su extraño comentario sobre cuán
duro está y sólo me fijo en el primero.
—Pues hazlo —digo y ni yo misma sé si las palabras han salido de mi boca o de
otra persona, pero en este momento me importa una mierda.
Yo también me muero por besarlo.
Sin esperar mucho, une sus labios con los míos. Es un sabor desconocido,
excitante, pero es mi nuevo sabor favorito; el sabor a Wiskey y a menta y a Travis.
Su lengua abre paso entre mis labios y nuestras lenguas se acarician, es la
sensación más genial que haya experimentado jamás. El aire se agota en mis
pulmones mientras su boca sigue atacando la mía, su lengua devorandome, pero
no me separo. Agarra mis caderas y me pega más a él para que sienta más su
excitación, empiezo a sentir fuego en mi bajo vientre; algo que nunca he sentido
pero me encanta.
—Jane... —jadea al separarse un poco de mí.
Vuelve a unir su boca a la mía en el mismo beso hambriento por probarnos el uno
al otro. Su lengua no tarda en hacer contacto con la mía, mi nuevo lugar favorito
son los besos de Travis, sus besos salvajes y llenos de pasión, una pasión que
hemos tratado de ocultar todos estos años pero hemos fracasado rotundamente.
Porque sí, esta clase de deseo ya estaba sobre nosotros desde hace ya tiempo,
solo que fuimos demasiado cobardes como para llevarla a cabo.
Nos separamos jadeantes, agotados por nuestro arrebato. Y es cuando me doy
cuenta de que estamos en medio de bastantes personas que parecen no
percatarse de nosotros pero me aterra ser el centro de atención. Como si leyera
mis pensamientos, Travis dice:
—¿Quieres ir arriba?
Asiento y me toma la mano para guiarme por las escaleras de la casa hacia los
cuartos.
***
—¿De quién es este cuarto? —pregunto al explorar la habitación. Tiene una cama
en el centro, al frente hay un televisor de pantalla plana, a los laterales están unos
muebles y hay un armario y junto a él una puerta que lleva a un baño, supongo.
—Mío —se encoge de hombros.
—¡¿Tuyo?! —pregunto exaltada, ¿como que suyo?
—Sí, es de un primo mío. Vengo aquí cuando las cosas con papá se ponen un
poco... violentas.
La vulnerabilidad en su rostro me destroza, estoy arta del padre de Travis. Desde
que lo golpeó aquella vez, se ha convertido en una especie de rutina. Me acerco
hacia él a paso lento pero firme, al llegar a él paso una mano por por su cabello y
la otra por su mejilla. Cierra los ojos ante mi tacto.
—¿Quieres hablar sobre eso? —le pregunto.
El también sube sus manos y acaricia mis mejillas. Niega con la cabeza mientras
acaricia mi labio inferior.
—No, quisiera hacer otra cosa.
—¿A que te..?
Me calla con su boca sobre la mía y no dudo en tomar yo la iniciativa y meter mi
lengua en su boca, gime en respuesta. Me acuesta en la cama sin separar nuestro
beso y se pone encima de mí, entre mis piernas.
—Travis... —gimo al sentir lo duro que está en mi entrada.
—Dios... te deseo Jane.
Sus palabras me tientan a seguir con mi toque pero me da un poco de miedo
llegar mas allá de solo los besos y las caricias encima de la ropa.
—Quiero hacerte tantas cosas —susurra en mi oído—. Cosas que ni te imaginas.
Oh por Dios. Siento un poco de humedad en mi sexo, necesidad de sentir su piel
contra la mía; algo que jamás he sentido. No sé ni lo que es eso.
Mi vestido esta levantado hasta alrededor de mi cintura, lo cual deja ver mis
bragas blancas simples. Travis desvía la mirada hacia esa parte de mi cuerpo, sin
disimulo.
Justo cuando empieza a juguetear con el elástico de estas, la puerta se abre de
golpe.
—¡Oh por Dios!
La voz de Kylie nos hace separarnos rápidamente, saltamos de la cama mientras
Travis se abrocha los botones de su camisa y yo me bajo el vestido.
—¡Jane! ¡Travis! —grita Kylie, la molestia se convierte en confusión
rápidamente—. ¿Jane? ¿Travis? ¿Qué..?
Esta mucho más que confundida al igual que yo.
—Aquí tengo los condones —Jake le da una nalgada a Ky, esta salta por el
impacto pero sigue mirándonos sin inmutarse—. Debes empezar a tomarte las
pastillas, odio usar esta cosa cuando follamos y...
Se para en seco al vernos a Travis y a mí, quienes estamos con la respiración
agitada y bastante despeinados. Regresa a ver a Kylie y luego a nosotros, lo hace
una y otra y otra vez. Pone ambas manos en sus mejillas como si hubiera visto a
extraterrestres o algo así.
—¡No puede ser! —Exclama después de varios segundos de silencio—. Pero...
ustedes... son mejores amigos y... ¿follan en secreto?
¿Qué?
—¿Qué? —pregunta Trav por mí.
—Obviamente lo hacen, dicen que son mejores amigos pero la verdad es que
follan a las espaldas de todos. Es muy cliché.
Kylie le da un codazo, no dice nada, ni una palabra. Sólo me mira esperando una
explicación por mi parte, bueno, no es la única que necesita una explicación por
parte de la otra.
—No tendré esta conversación contigo, idiota —espeta Travis—. Pero tu si puedes
venir a follarte a tu novia en mi habitación.
—Sólo la iba a tomar prestada una hora... o toda la noche —levanta las manos en
el aire en son de paz.
Me acerco a Kylie.
—Hablamos mañana... de todo. —dice y asiento, no sólo se refiere a lo mío con
Travis.
—Será mejor que nos vayamos, Gafitas. —dice Travis.
Nos despedimos de todos y al llegar a mi casa, Travis me despide con un beso
rudo en los labios que disfruto como una loca.
Al acostarme en mi cama, no puedo dejar de pensar en todo lo sucedido esta
noche.
El último día de clase ha transcurrido bien, los profesores se despidieron, nos
dieron el programa de clase para el próximo año, y nos dejaron ir temprano a
casa, a eso de las once de la mañana.
Estoy con Kylie en su casa mientras que Jake y Travis fueron a cambiarse para
venir por nosotras e ir a The Box. Odio los clubes, pero no pude decir que no para
no poner las cosas entre Travis y yo más tensas de lo que ya están en este día.
No lo había visto en el fin de semana, pero al llegar el lunes no pudimos ni siquiera
mediar palabra en todo el día al igual que en la semana, excepto para que me
invitara a The Box y para saludarme. Cosa que me toma por sorpresa dadas las
circunstancias. Tampoco he podido hablar con Kylie, ya estoy hecha un lío y no
quieroagregar más drama al asunto.
—Deberías ponerte esto. —sugiere Kylie lanzando me un vestido blanco que
parece demasiado pequeño para mí. —Tal vez a Trav le guste. —añade con una
sonrisa pícara al ver la duda en mi rostro.
Sé que tengo el busto y las caderas más anchas que cualquiera de las demás
chicas que conozco, sin contar las líneas blancas en mi piel que me hacen sentir
aún peor a que un chico me mire desnuda.
—Hablando de Travis... —inicia a entablar la conversación que hemos estado
evitando toda la semana.
—Está bien. —suspiro derrotada—. Pero también tengo que hablar contigo. —le
digo cuando me siento a su lado.
—¿Están follando? ¿Ya no eres virgen? ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Lo hace
bien? ¿Te ha hecho sexo oral alguna vez? Eso es alucinante, cuando Jake
empieza a mover su lengua justo sobre mi...
—¡Kylie! —la corto, empezó a lanzar preguntas que me hacen marear, y no quiero
saber sobre lo sexual que es su relación con Jake—. ¡Una pregunta a la vez! -
ruego.
Suspira pesadamente antes de preguntar:
—¿Qué está sucediendo entre ustedes?
Inspiro para armarme de valor antes de hablar.
—Eso es lo que no sé. —me río nerviosa—. En el baile se portó muy extraño y
cariñoso, desde que me pidió que vaya al baile con él estaba actuando así... Pero
después, cuando nos fuimos a la fiesta, estábamos bailando y me besó. Una cosa
llevó a la otra y terminamos en su habitación, no sé que hubiera pasado si no
entrabas, lo único que sé es que me hubiera dejado llevar por él. —hago una
pausa, miro al vacío y empiezo a juguetear con mis dedos—. Desde ese día, a
penas me habla o me saluda, y no quiero que las cosas sigan extrañas entre
nosotros. Lo quiero como amigo, sin embargo me gusta como algo más.
No digo nada más, tengo miedo que las cosas con Travis hayan terminado y ni
siquiera podamos ser amigos, o los amigos que eramos antes.
Después de varios segundos que parecen horas añade:
—Creo que esta noche te debes poner más buena para que lo sorprendas. —
pongo los ojos en blanco pero me río un poco—. Hablo en serio.
—Bueno, dejemos de hablar de mí. —cambio de tema—. ¿Cómo fue?
—¿Cómo fue que?
—¿Cómo perdiste tu virginidad? —preguntó.
—Ah... eso... —sonríe nerviosa—. La perdí el día en que Jake me besó por
primera vez.
¿Qué?
—¿Qué?
—Es que no te he contado toda la historia. —añade con la mirada perdida y una
sonrisa en su rostro—. Bueno, fue justo cuando estaba en su casa después de
que me llevara a patinar sobre hielo. Me besó en la pista, eso ya lo sabes; pero
cuando me llevó a su casa... nos dejamos llevar y pues... ya sabes... pasó. —Se le
escapa una carcajada—. Ay, Jane, es que fue tan lindo y delicado. —Suspira
como una loca enamorada—, y después de eso empezamos a hacerlo como
conejos, ahora tomo pastillas y ya no usamos condón y la sensación es...
—Basta. —levanto la mano para cortarla—. No quiero detalles.
Se disculpa y seguimos charlando hasta que perdemos la noción del tiempo. Al
mirar la hora, nos paramos de la cama y corremos para cambiarnos, me pongo
ese vestido blanco y no me veo tan mal como esperaba, de hecho me queda bien
y me veo... sexy. Kylie me maquilla y me riza el cabello. Ella se lo deja lacio y se
maquilla, su vestido es verde y le queda muy bien con su pelirrojo cabello. Nos
vemos bastante bien, el timbre de la puerta suena en el momento en que ya
estamos listas.
—Será mejor que bajemos. —sugiere mi mejor amiga.
Asiento y bajamos por las escaleras en dirección a la sala, Kylie abre la puerta y
aparece Jake detrás de esta. Esta vestido con una camisa blanca y unos vaqueros
azul marino, come a Kylie con los ojos, le da un beso que me hace apartar la
mirada.
— Si no estuvieran aquí Travis y Jane, seguro que te follaría contra la puerta. —le
susurra al oído, tratando que solo ella lo escuchara pero todos lo escuchamos.
Incluyéndome.
Ew.
Travis entra detrás de él, poniendo los ojos en blanco. Se ve hermoso con una
camisa negra, unos vaqueros azules y rasgados y su pelo despeinado hacia atrás,
hacia un lado y en punta, creo que la temperatura de la casa subió rotundamente.
Me mira con sus ojos verdes penetrantes, y una sonrisa ladeada. Sus ojos
penetran en todo mi cuerpo y una ola de calor me invade.
Se acerca a mí a paso lento, al llegar se inclina a darme un beso en la comisura
de los labios.
—Si supieras lo que pasa por mi mente ahora... —susurra en mi oído—. Joder, no
quieres saberlo.
—Quiero. —susurro de vuelta.
Un carraspeo nos hace mirar en otra dirección.
—Será mejor que nos vayamos antes de que empiecen a follar en la mesita de
noche. —dice Jake con sarcasmo.
—No me subestimes. —murmura Travis de vuelta.
****
—¿Quieres una copa? —me pregunta Travis mirando a mi escote y luego a mi
cara.
Asiento y va en busca de lo que sea que fuera a darme. Necesito alcohol si quiero
pasar tiempo con Travis sin devorarle la boca, arrancarle la camisa y... Oh, Dios,
necesito ayuda urgentemente. Es decir, es mi mejor amigo. No me puedo dar el
lujo de hacerle todas las cosas sin pudor que pasan por mi mente, ¿o sí?
—Aquí tienes. —dice en el momento que se acerca a mí de nuevo.
—¿Qué es? —pregunto mirando el líquido rosa algo fosforescente que descansa
sobre mi vaso.
—Un orgasmo. —se encoge de hombros.
Mis ojos salen de sus órbitas y lo miro, una sonrisa burlona acompaña su muy
atractiva cara. Me acerco el frío vaso de cristal a los labios y me tomo el líquido de
un solo bocado.
Cuatro orgasmos después, me siento más salvaje que nunca antes. Me pregunto
que se sentiría bailar esa música del club con Travis, es lenta y los que están
bailando lo hacen de una manera muy sensual.
—¿En qué piensas?
Su voz me saca de mi trance. Agarro su mano y lo jalo en dirección a la pista de
baile.
—Quiero bailar. —digo con la voz más inocente que pueso.
Pero las cosas que pasan por mi mente no son tan inocentes...
—Está bien...
Se deja llevar por mí hasta que llegamos a un lugar apartado de todo el sudor de
la gente del club, nos ponemos en un lugar obscuro alejado de la gente donde
podemos bailar sin ser interrumpidos. Justo cuando llegamos empieza a
sonar Often de The Weeknd, sonrío para mis adentros. Lo que quiero en este
momento es seducir a Travis y no sé la razón.
Empiezo a mover mis caderas y me pongo de espaldas para restregar mi trasero
en su entrepierna, sonrío cuando ya lo siento levantado, así de fácil fue poner a
Travis al cien. Sus manos se transportan a mis caderas y me apretan más cerca
de él, sus dedos se clavan en el vestido hasta que puedo sentir su tacto bajo mi
piel. Siento un calor en mi columna vertebral hasta el medio de mis muslos, la
sensación es cada vez más conocida para mí.
—Joder, date la puta vuelta. —gruñe.
Obedezco sus palabras y me doy la vuelta, me aprieta más contra el para que
pueda sentir su erección en mi estómago y acerco más mi pecho al suyo para que
pueda sentir mis pechos.
Justo en este momento su boca asalta la mía y su lengua se adentra en mi boca.
Su lengua sigue haciendo magia en mi boca, estoy sin respiración tan siquiera.
Sus labios son excesivamente irresistibles y no puedo parar de morder su labio
inferior. Un gruñido sale desde el fondo de su garganta y yo me deleito de tan sólo
escucharlo, escuchar como su corazón late rápidamente, escuchar su respiración
entrecortada, escuchar como suspiraba contra mis labios, amo todos estos
sonidos celestiales para mis sentidos.
—Mierda... —Exclama Travis al separarnos—. Dios... besas tan bien.
Me río y lo llevo nuevamente hacia mis labios, en un beso carnal que no puedo
resistir. Quiero todo de él, y no me apetece besarlo suavemente como en las
novelas de amor. Lo que realmente quiero es atraerlo hacia mí en cualquier
ocasión, meter mi lengua en su boca o viceversa, pasar mis manos sobre su fuerte
y esculpido torso desnudo, sentirlo, quiero sentirlo de la forma más cruda y poco
sensata posible. Al separarse de mí, esta jadeante y sus hermosos ojos verdes
parecen negros por la dilatación de sus pupilas. Posa una mano en mi espalda
baja y me atrae más hacia él.
—Mira cómo me pones, gafitas. —susurra en mi oído, pegandome más a él para
hacerme sentir su erección—. No podemos ser amigos... no después de probarte.
Ignoro su último comentario. El ser amigos es lo que nos une desde el principio,
desde que teníamos 7 y 8 años. No quiero ni pensarlo.
"¿Todo cambiará?" Pregunta mi subconsciente. No quiero imaginarlo. No puedo
pensar con claridad en ese momento por todo el alcohol ingerido en mi sistema. O
tal vez estoy en negación de que la amistad que tenemos haya desaparecido por
el deseo mutuo.
—Sí supieras todas las cosas que pasan por mi cabeza en este momento... Tu
sobre mí... ¡Joder! Se suponía que no debía decir eso, perdona. —se echa a reír y
yo hago lo mismo. Si no tuviera este deseo inexplicable por él, me hubiera
molestado. Pero no puedo ni pensar cuando él anunciaba su deseo por mí, más
bien me halaga de que alguien en el universo pensara en mí de esta manera.
—Travis... —susurro, no soy capaz de decir nada más que no fuera su nombre.
Sonríe, pasa su lengua por mi labio inferior y sus manos bajan más hasta darme
un apretón en el trasero. Doy un pequeño saltito por su atrevimiento, nadie me ha
tocado así, de esta manera. Culpo al alcohol por mi comportamiento y por el
hecho de que me gusta que me toque.
—Te gusta que te toque, ¿verdad? —pregunta sobre mis labios.
Niego con la cabeza y me aprieta un poco más hasta que un gemido traicionero
escapa de mis labios, eso parece gustarle porque de nuevo asalta mi boca, sin
dejar de masajear mi trasero.
—Dilo —dice jadeante sobre mí, muerde mi labio inferior y gimo en respuesta—.
Di que te gustaría que te toque como ningún otro lo a hecho, di que te gusta la
manera en que te toco, dime cuán mojada te pongo con sólo decir estas palabras.
Dilo.
¿Cómo sabe que estoy mojada?
No respondo, no puedo decirlo en voz alta y él quiere que lo haga. Aún no me
siento preparada para hablar de esta manera con Travis, al parecer diez años de
amistad no te preparan para hablar sobre sexo con esa persona. Me da un azote y
gimo en respuesta, luego me da otro y siento que mi piel pica bajo el vestido.
Es mucho peor que las cosquillas.
—Estoy mojada... muy mojada... —digo levantando la pierna un poco para que él
ponga su pierna entre mis muslos, el sonríe y me empieza a besar detrás de mi
oreja—. Me gusta como me tocas, me gustaría que me hagas lo que nunca nadie
ha hecho conmigo, me gustaría de que tu mano se quedara aquí. —agarro su
mano derecha y la subo a mi pecho, empiezo a jadear cuando él empieza a
masajearme y sus ojos se oscurecen aún más—. Pero no aquí. —separo sus
manos de mi cuerpo y él protesta en respuesta—. No enfrente de todo el mundo.
Me separo completamente de él y empiezo a caminar, apenas doy unos pasos
cuando su mano apreta mi muñeca y me hace voltear. Apenas volteo y sus labios
chocan con los míos, su lengua no pierde tiempo en entrar en mi boca mientras la
mueve en círculos. Jadeo y Travis hace lo mismo cuando mis manos se esconden
de bajo de su camisa y empiezo a tocarlo, su cuerpo está mejor de lo que había
imaginado jamás. Su fuerte y esculpido abdomen se tensa bajo mi tacto. Me
agarra del trasero nuevamente y me separo de él de manera brusca.
—Ya te dije que aquí no.
Pone los ojos en blanco y me acompaña a la salida. Llegamos a su auto en
cuestión de segundos, sin decir ni una sola palabra. Nuestra respiración acelerada
habla por nosotros.
***
Llegamos a mi casa después de diez minutos. Travis saltó dos luces rojas y
condujo en exceso de velocidad. Lo entiendo, yo también quería llegar lo más
rápido.
Salimos del auto y caminamos a la puerta mientras atravesamos el jardín donde
flores muertas y resecas lo adornan. Mamá no tiene tiempo para cuidarlas y a mí
no me gustan las malditas flores. Las odio rotundamente. Entramos a la casa y
enciendo las luces.
—Mamá está de turno hoy. —explico, tratando de entablar un tema de
conversación, odio el silencio.
—Mucho mejor.
En cuestión de segundos Travis me alza en sus brazos, pasando un brazo por mis
piernas y otro por mi espalda. No soy la persona más liviana del mundo, me
agarro de su cuello y nos empezamos a besar mientras él sube las escaleras
hacia mi habitación. Abre la puerta sin dejar de besarnos ni un sólo segundo. Me
tumba en la cama y se pone encima de mí, entre mis muslos. Empieza a mover
las caderas en círculos, yo no puedo estar más empapada de lo que estoy. Gimo
cuando sus grandes manos atrapan mis pechos y los masajean como si fueran
plastilina.
—Mierda... —gime—. Tus tetas son mucho más grandes de lo que creía. Son
enormes.
Me río porque Travis nunca me ha visto con ropa apretada. Siempre me cubría las
zonas de mi cuerpo que destacan tanto. No me siento bien con mis caderas ni con
mis senos porque son demasiado grandes, si tuviera el vientre plano o una cintura
de 60 centímetros, esa clase de cuerpo estaría bien para mí. Pero no lo tengo, así
que lo que hago es ocultarme.
—Sácate el vestido. —dice mirando mi escote.
—Ayúdame.
Asiente y se para para que yo hiciera lo mismo, me pongo de espaldas a él para
que me baje la cremallera del vestido. El cierre se baja tan lentamente que mi
respiración se entrecorta en cuestión de segundos. Sus labios besan mi hombro
izquierdo y se abren paso hacia el derecho, dejando húmedos besos en el camino.
Jadeo y me acerco más a él.
—Deseo tanto follarte sobre tu cobertor de One Direction. —dice besando mi nuca
y mi cuello—. Deseo tanto que te corras sobre la cara de Harry Styles. —me río
pero me entra un poco de miedo cuando pronuncia sus palabras.
No estoy lista. No, por supuesto que no lo estoy. Hace una semana nos besamos
por primera vez y después de eso no cruzamos palabra en toda la semana, a
menos para saludarnos. ¿Qué pasaria si le entrego lo más preciado que
tengo? Me pregunto. ¿Se portará como el idiota que es? O ¿Apreciaría lo que le
ofrezco?
—Pero no lo haré ahora. —dice dándome la vuelta. Rompiendo el silencio que
aproveché para debatirme si hacer esto con él o no.
—Pero... —empiezo—. ¿Q...qué me harás ahora?
Sonríe con malicia y me desliza completamente el vestido, hasta que este cae al
suelo. Sus ojos contemplan mi no muy bien formado cuerpo, no puedo evitar
cubrirme con las manos el sujetador y las bragas de corazones que traigo puestas.
Me gusta la ropa interior a juego, pero este no es el juego más sexy.
Se acerca a mí dando un par de zancadas y toma mis manos entre las suyas,
apartándolas de mi cuerpo. Su rostro se suaviza y me mira con... ¿ternura? No lo
sé, sin embargo, ya no hay rastro de la lujuria anterior.
—No te cubras. —se lleva mi mano hacia su boca y besq mi palma, suspiro en
respuesta—. Tienes un cuerpo hermoso, Jane. No dejes de que nadie te diga lo
contrario. Que nadie te diga que no eres suficiente, porque lo eres. Eres incluso
mucho más que cualquier persona, significas para mí mucho más que cualquier
persona.
Posa mi mano en su mejilla y acurruca su cabeza en ella mientras me guía más
cerca de él. Sus labios encontraron los míos y me sorprende lo diferente de este,
no es un beso posesivo y carnal como los otros, sino es suave, hasta cierto punto
tierno. Su lengua empieza a bailar con la mía, no a pelear y luchar para ver quién
tiene el control sobre el otro. Paso mis manos sobre sus hombros, llego a su cuello
y empiezo a desabotonar su camisa. Me empuja al colchón sin dejar de besarme
ni un sólo momento hasta que mi espalda toca la cama. Se separa de mí y
protesto por su falta de tacto.
—Quiero hacerte muchas cosas, Jane. Pero hay una que quiero hacerte primero.
Capítulo +18
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—¿Qué quieres hacerme? —pregunto con mucha preocupación.
¿Y si quiere hacerme algo malo? Carajo, tiene sólo diecisiete años, no creo que va
a azotarme con un látigo como Christian Grey. Aunque si puede pasar por él, sólo
que Travis es una versión más joven y...
Mierda, ¡siempre tengo que darle tantas vueltas a todo!
Volviendo al tema, sus ojos brillan con algo que nunca he visto jamas; pasión,
deseo, lujuria, yo que sé. Pero me asusta y me intriga un poco.
—Quiero hacerte muchas cosas, Jane. No sabes cuanto tiempo te he deseado.
¿Qué?
No me deja responder, sus labios asaltan los míos en el momento en que abro la
boca para replicar algo. Su lengua baila con la mía mientras sus manos me topan
cada centímetro de mi piel. Sus labios dejan los míos y bajan por mi mandíbula
hasta mi cuello para dejar húmedos besos en él. La humedad en mi entrepierna
aumenta. Y su erección se siente enorme sobre la tela de sus pantalones.
Su mano se coloca tras de mi espalda para que yo pudiera levantar mi cuerpo un
poco, se traslada al seguro de mi sujetador y lo desabrocha de un sólo esfuerzo.
Lo miro a los ojos mientras deslizo las tiras por mis brazos y dejo al descubierto
mis senos para él.
—Mierda... —susurra antes de atraparlos en su boca.
Lame mi pecho mientras masajea el otro con una mano. Es demasiado, ya no
soporto más.
—Travis... —gimo su nombre y lo siento sonreír contra mi pezón.
Su asalto me esta llevando al límite de la excitación, es demasiado para cualquier
persona, sobretodo si nunca he tenido una experiencia sexual ni conmigo misma.
La mano con la que masajea mi ceno lo deja y va bajando por mi vientre hasta el
elástico de mis bragas, dejando suaves y seductoras caricias a su paso.
Su mano se adentra en mis bragas hasta llegar a mi sexo.
Que bueno que me depilé.
—Estás tan mojada, Jane. Tan mojada y lista para mí.
Sus palabras y lo que hace con su mano me hacen sentir de una manera
seductora y pecaminosa. Empieza a trazar pequeños círculos en mi clítoris. Un
gemido escapa de mi boca. Nunca me he tocado a mí misma, así que no sabía a
que sonarán mis gemidos. Pero ahora que los estoy experimentando se escuchan
bastante extraños, pero me gusta ver el rostro de Travis cada vez que yo gimo.
—Imagina que es mi boca la que hace esto. Imagina mi polla entre tus muslos.
Imagina como te penetro mientras gimes de esta manera.
Grito, gimo su nombre mientras me dice esas palabras. Mi mente empieza a
trabajar y lo imagino con su cabeza entre mis muslos, con su lengua en mi
entrepierna, llevándome al cielo.
—Dios, Travis... Ah... —no puedo parar de gemir mientras sus manos seguen
acariciando mi vagina.
Siento una corriente eléctrica atravesando mi columna vertebral, mientras su mano
y sus dedos aceleran el movimiento sobre la parte más sensible de mi cuerpo.
Gimo tan alto que me da vergüenza que los vecinos puedan escucharme. El
nombre de Travis no para de salir de mi boca mientras que el orgasmo me
atraviesa el cuerpo y se lleva toda mi energía con él.
Termino en su mano. La retira de mis bragas y se lleva los dedos a la boca para
saborearlos.
—Sabes muy bien, gafitas.
Mi respiración sigue pesada. Nunca he sentido algo así, no he tenido ninguna
sensación de este tipo.
Se tumba a mi lado y se baja los pantalones junto con el bóxer.
—¿Q...qué haces? —pregunto, tratando de no ver su enorme y grueso miembro.
Puede que si lo vi de reojo pero me asusto un poquito y desvío la mirada de su
pene.
Aunque me da un cosquilleo al imaginar esa cosa enorme entre mis muslos.
—No quieres que me quede así, ¿o sí?
Su mano empieza a bajar por su miembro, no puedo apartar los ojos de su pene,
es enorme y esta tan erecto que me da miedo que se desprenda de su cuerpo y
salga corriendo.
¿Tendré que devolverle el favor? Es decir, él me acabó de dar la mejor sensación
que he sentido en mi vida. Era lo último que debo hacer por él.
Y quiero hacerlo.
—Déjalo, yo lo hago. —cojo su mano y la aparté de su miembro.
La sorpresa aparece en su rostro por un segundo, pero luego esboza una sonrisa
seductora que me derrite, nunca me ha sonreído de esta forma, amo esa sonrisa
traviesa.
Mi mano empieza a bajar y a subir sobre toda la extensión de su piel
aterciopelada. Un gruñido escapa de su boca mientras mi mano sube y baja
nerviosa por su gran pene.
—¿Sabes, Jane? Me imagino a ti encima de mí, cuando te lleves mi polla a tu
coño y lo metas dentro de ti —el calor vuelve a mí con solo escucharlo—. Me
imagino como me pides que te de más mientras te follo tan duro que no pudieras
cerrar las piernas en dos semanas. Me imagino corriéndome dentro de ti, tus
piernas temblando y corriéndote sobre mí.
¿Cómo es posible que pueda volver a excitarme con sólo decir esas blasfemias?
Me imagino cada una de sus palabras. Su cuerpo empieza a temblar, su abdomen
se contrae y su pene empieza a latir en mi mano. Sus manos se ubican en mis
senos mientras se corre, asalta mi boca y me besa de una manera tan apasionada
para que ahogara sus gemidos. Un líquido caliente inunda mi mano, sin embargo
nunca dejo de acariciarlo hasta que vota todo lo que tiene.
Dejo su pene, sus ojos verdes y hermosos encuentran con los míos y nos
quedamos mirando hasta que nuestra respiración se estabiliza.
—Creo que tengo que ir a limpiarme —digo cuando recupero el aliento.
Me paro de la cama, agarro mi sujetador del suelo y me lo pongo, y entro en el
baño de mi habitación.
Me apoyo en la puerta al cerrar, tapo mi cara con mis manos, haciéndome un
montón de preguntas que no tienen respuesta alguna.
¿Qué hice? ¿Ahora somos novios? ¿Le gustó a Travis tanto como él me gusta a
mí?
Lavo mis manos y me aseo. Arrojo agua a mi cara para ver si me despierto de
este sueño húmedo, pero nunca llego a despertarme, así que es real.
Seco mi rostro con una toalla blanca antes de alcanzar la perilla de la puerta.
Tranquila, Jane. Acabaste de hacer con él algo tan íntimo. No te debes sentir
nerviosa. Inhala, exhala...
Después de repetir unas palabras de aliento para mí, giro la perilla y salgo del
cuarto de baño.
Lo que me sorprende y me da una punzada en el pecho es ver a Travis ya vestido.
Su camisa esta abotonada y hasta incluso trae sus zapatos. Lo veo peinarse el
cabello con sus manos.
No se va a ir, ¿verdad? Se quedará esta noche conmigo, ¿no?
—Tengo que irme —anuncia sin mirarme a la cara. Al parecer su celular es mucho
más entretenido que yo.
—Oh... —es lo único que puedo decir.
El silencio en la habitación se intensifica aún más, la tensión se puede cortar con
un cuchillo. Se termina de amarrar los cordones de los zapatos y se levanta de la
cama; mientras el hace eso, yo me pongo un vestido de pijama.
—Creía que... —digo cortando el silencio pero me interrumpe.
—¿Qué me quedaría? —pregunta en un tono tan frío, un tono que no he
escuchado jamás.
—S...sí, yo... —paso un mechón de mi cabello tras mi oreja—. Creía que... tal vez
pudiéramos dormir juntos hoy.
Patética. Me siento patética al momento que termino de pronunciar esas palabras.
Levanta el rostro con una sonrisa burlona y arrogante, una sonrisa que no me ha
mostrado jamás.
—Jane... —suspira—. Hago esto todo el tiempo. Deberías conocerme y saber que
no duermo con las chicas que me causan un orgasmo. Lo lamento, Jane. Como te
dije no podemos ser amigos después de esto, pero si me quieres tener de alguna
manera, sería de esta. Podemos corrernos sin compromisos y te aseguro que eso
será mejor que no tenerme por completo. —no supe que lágrimas bajan por mis
mejillas hasta que una cae sobre mis labios y siento el sabor salado de las
lágrimas. Su rostro sigue mostrando frialdad—. Sé que no te gusta escucharme
decir esta clase de cosas. Sé que tenías otra visión sobre mí. Pero esto es lo que
soy, me gusta jugar y follar y si quieres que siga en tu vida, será de este modo, o
mejor será que ya no tengamos ningún contacto.
Las lágrimas siguen recorriendo mis mejillas, me las seco con mis manos. Este no
es mi mejor amigo, el Travis Stone que yo conozco desde hace diez años se ha
ido a la mierda junto con todo mi respeto hacia él. Las lágrimas siguen
amenazando con caer pero las detengo para que ya no me vea llorar, para que ya
no vea lo vulnerable que soy a su lado.
—De acuerdo —levanto la vista a su precioso rostro, una sonrisa de superioridad
adorna su cara. Sólo quiero borrar esa sonrisa con el golpe de una escoba—.
Vete, Travis —su sonrisa decae y la confusión la suplanta—. Dijiste que esta era
la única manera de tenerte, pero la verdad es que ahora sé que no eres el chico
que yo creía que eras. Así que prefiero borrarte de mi vida por completo.
Sus ojos parecen salirse de sus órbitas, al parecer no esperaba una reacción así
de mi parte.
—¿Estás jodiendome? —pregunta a la defensiva—. ¿Prefieres que me vaya de tu
vida?
Asiento, tengo miedo de que si hablo me echaría a llorar.
—¿Te das cuenta que por la única razón por la cual Jessica no te ha jodido es por
mi? —lanza una risa amarga, junto con sus palabras venenosas—. ¿Quién te
crees que eres tú, Jane? ¿Te crees que estas buena? Pues no. Agradece que fui
capaz de tocar tu cuerpo sin vomitar ni...
No acaba la frase, mi mano estampa en su mejilla haciendo un tremendo
estruendo por toda la habitación.
Decepción.
Una horrible palabra, pero eso es lo que siento por él. No rabia. No ira. Sólo
decepción.
Él sabe lo mal que me siento con mi cuerpo y viene y hace un comentario tan
horrendo sobre mí.
Su mano atrapa su mejilla y un sollozo involuntario escapa de mi garganta.
Cuando sus ojos se enfocan en mí, su rostro se suaviza y puedo ver el
arrepentimiento arrollándolo como un camión.
—Gafitas...
—¡Lárgate! —grito—. ¡Vete a la mierda, Travis!
—Yo no quise decir eso... ¡Lo siento!
—¡¿Entonces que querías decir?! Si crees que puedes venir a mi casa e
insultarme, ¡pues estas jodidamente equivocado!
—Jane, lo lamento tanto. Yo no...
—¡Vete de aquí, hijo de...!
No me deja terminar la frase, sus labios chocan con los míos. Empujo su pecho
fuertemente pero ni se inmuta.
—Bésame, Jane —ruega pero cierro mis labios como si estuvieran pegados y
fuera imposible abrirlos—. Por favor, Jane... por favor —su vez se rompe en la
última frase, pero no voy a seder, ya no.
No se de donde, pero agarro mis últimas fuerzas y lo empujo tan duro que lo
obligo a apartarse. Limpio mi boca con la manga del vestido de pijama, eso parece
dolerle porque se encoge.
—Vete, Travis —ya no grito, ya no tengo fuerzas—. Se acabó. Y no solo hablo de
lo que sea que tengamos. Se acabó nuestra amistad, se acabó todo. Diez años
fueron tirados a la basura y todo esto es culpa tuya. Es tu culpa porque no puedes
manejar el rechazo, pero también quieres herir a las personas que están ahí para
ti.
—Jane, perdóname, lo que dije no es lo que realmente pienso, yo...
Levanto una mano para que se callara y me deje terminar.
—No te quiero volver a ver nunca más, Travis. Vete con Jessica, con las chicas
que no te da asco tocarle y a mí déjame en paz.
Sus ojos se cristalizan, es un muy buen actor, tal vez cuando sea adulto vaya a
Hollywood y gane un oscar.
—Y te agradezco por tocarme y no haber vomitado ni lo otro que hubieras dicho.
Gracias, Travis por destruir la poca autoestima que me quedaba. En serio te
agradezco —me seco las lágrimas con fuerza y una risa amarga me acompaña—.
Y sal de mi casa. Ve con tus chicas delgadas y tus fiestas de mierda, que al
parecer eso no te traerá nada de felicidad.
—Jane... por favor... perdóname —suplica, no sabe como dejarme en paz—. Eres
mi mejor amiga, Jane... eres mi alma gemela.
La rabia vuelve a mí como un camión, arrollando la poca calma que me queda.
—¿Almas gemelas? ¿Es enserio, Travis? —pregunto con incredulidad, es más
estúpido de lo que creí—. Las almas gemelas no se tratan así, no se insultan así.
Y hay mucha diferencia entre tu y yo, ¿Quieres saber cuáles son? —no dice nada
así que continuo—. Que yo, gorda y todo seré feliz, encontraré a alguien que me
ame como soy y realmente me aprecie. Pero tu no lo harás, tendrás una vida
vacía, porque lo único que te importan son las apariencias, tu popularidad y el
físico.
Sin decir nada más, me acuesto en la cama y me tapo con las cobijas hasta la
cabeza. Diez minutos después escucho la puerta de mi cuarto cerrarse y la puerta
principal hace lo mismo. Es el momento donde me permito llorar
desconsoladamente.
Travis
Bajo las escaleras, escuchando sus sollozos. Me siento como la mierda, incluso
peor que eso, ella es la chica más hermosa y sexy que he visto en toda mi puta
vida y yo voy y le digo esas estupideces.
Jane siempre me ha gustado, siempre. Desde el primer momento que intenté
copiar su dibujo el día que nos conocimos. Cuando creció y se convirtió en esta
chica sexy, el deseo hacia ella me acorrala, no pude hacer nada era mi mejor
amiga.
Era... qué horrible que suena eso pero yo la perdí.
Salgo de su casa dando un portazo, quería que ella me escuchara, no me gusta
dejarla sola, no me gusta verla llorar. Pero yo lo hice, jamás la he escuchado llorar
así, ni siquiera cuando su padre se desapareció el día de su cumpleaños, ni
siquiera cuando su gato horrendo Riley murió por tragarse un hueso de pollo, ni
siquiera cuando mi madre murió.
—Por Dios, soy un imbécil.
Ella siempre ha estado ahí para mí, siempre.
Yo sé que ella tiene el autoestima demasiado bajo, mi intención era hacerle ver lo
hermosa y sensual que es.
No sé por qué dije eso, la toqué porque realmente quería, siempre me había
imaginado como sería tocarla de esta forma en esa zona, como sonarían sus
gemidos cada vez que le toco ahí. Pero como soy Travis Stone siempre tengo que
cagarla.
Mi cerebro no conectaba con mi boca al momento de decir esas palabras.
Tocarla fue la sensación más increíble del mundo, incluso más que cuando ella
me tocó. Provocarle placer y que yo sea el primero que lo haya provocado, me
llenó de orgullo a mi ego. La manera en que cerraba sus ojos cuando se corría,
como sus labios se entre abrían cada vez que gemía, como gritaba mi nombre...
¡Dios! Eso fue lo más placentero que haya experimentado, y eso que el placer fue
suyo más que mío.
—Tengo que alejarme...
Eso es lo más coherente, ¿verdad?
Alejarme de ella suena bien, suena muy bien. Tengo que alejarme para que así
ella pueda pensar y tal vez decida perdonarme.
Ahora que lo menciono, suena tan jodidamente estúpido.
Me subo a mi auto y arranco el motor para alejarme lo más rápido que puedo de la
casa de la chica que llevo enamorado toda la puta vida.
Por esta razón odio a Oliver con todas mis ganas. Por esta razón no dejo que
ningún chico se la acerque. Por esta razón follo con tantas chicas, porque cada
vez que penetraba a alguna y cerraba los ojos veía el rostro de Jane; porque estoy
tan jodidamente enamorado de Jane Beatle.
Enamorado. No hay otra explicación.
La amo como a nadie, incluso más que a mí mismo.
Y lo peor de todo es que me doy cuenta de ello en el momento que me estoy
alejando de ella. Es lo mejor.
No puedo arrastrarla a lo patética que es mi vida, a cómo mi padre me empezó a
golpear noche tras noche y estoy pensando en irme a vivir a la casa de la
fraternidad, no puedo hacerle eso.
Alejarme de ella es la mejor opción.
Aunque sé que siempre voy a amarla y alejarme me destruirá como persona, pero
no puedo destruirla, ya no.
Jane
Cuatro días después.
—No sé porqué Alice tiene que llamarme siempre que algo va mal en su vida, para
recordarme lo patética que es la mía —se queja mi madre mientras corta la carne
con tanta fuerza que parece que va a romper el plato.
—Cariño, tu vida no es patética —dice su novio Bruce, tratando de reconfortarla.
Mamá pone sus ojos azules en blanco.
—Imagina que tu hermano te llame y te venga a reclamar por qué tuviste una hija
a los dieciséis años —sus rizos castaños se mueven cada vez que habla... o
grita—. No tiene por qué hablarme así, ella se casó a los 18 porque estaba
embarazada. No tiene ningún derecho de hablarme de esa manera. Jane es mi
bendición, la persona que me salvó y no me arrepiento de nada.
Bruce coloca un mechon de cabello de mi madre tras su oreja. Ella parece
calmarse y le da un pequeño beso en los labios.
Bruce es un buen hombre, tiene 35 años y se divorció un mes después de haberse
casado. Es alto, rubio pero tiene ojos cafés, musculoso y siempre que lo veo esta
vestido con traje de oficina. Trabaja mucho, y desde que sale con mamá nos ha
ayudado económicamente, aunque mi madre se niega hasta el momento a aceptar
su dinero, pero él es persistente y pagó la hipoteca de la casa y los servicios
básicos.
Se conocen desde los catorce años, el era el nerd de la escuela y mamá también
lo era, sin embargo papá era popular y puso el ojo en mamá, mis padres se
hicieron novios, y cuando mi mamá quedó embarazada de mí, mis padres se
mudaron juntos. Al cumplir los dieciocho se casaron, sin embargo se divorciaron
dos años después porque papá engañaba a mamá como un loco. Se reencontró
con Bruce hace seis años cuando él fue al hospital por un malestar en el
estómago, mamá fue la que lo atendió ya que él necesitaba una operación para
extraer un tumor que se estaba formando en su estómago, la operación fue
exitosa y con el tiempo se hicieron Buenos amigos, have cuatro años el invitó a
salir a mamá, y por eso el esta aquí ahora, es como mi padre, aunque no llevo su
apellido el me trata como su hija y nos llevamos muy bien. Estos cuatro años que
no he visto a mi padre, el ha estado allí para mí, es un buen padre aunque no
tiene hijos propios. Me gustaría vivir una historia de amor como la suya.
Lo que más me gusta de Bruce es como ve a mamá, sus ojos se iluminan cada
vez que mamá entra en la habitación, una sonrisa tonta siempre aparece en su
rostro cuando mamá esta enojada, como ahora.
Quiero encontrar a alguien como él. Que sonría cada vez que me vea, que sus
ojos se iluminen cada vez que hable, que me ame...
Pero eso nunca va a pasar. Nunca voy a tener un novio, nunca nadie va a estar
orgulloso de estar conmigo ni feliz que yo seaa su novia, nunca nadie va a
agarrarme la mano en público, nunca nadie va a decirme que me ama, nunca
nadie va a estar enamorado de mí.
Mierda... ni siquiera sé si le voy a gustar a alguien.
—Voy a mi habitación. —digo cuando empezaron a meterse la lengua hasta las
amígdalas.
Mi madre hace un sonido nasal de afirmación sin dejar de babear la boca de mi
casi-padrastro, subo a mi cuarto y cierro la puerta con seguro.
Tengo sentimientos encontrados por lo de Travis. Ya han pasado varios días
desde que pasó lo de mi habitación. No debía terminar así, de hecho no debió
haber ocurrido, pero ya no puedo hacer nada para cambiar el hecho de que mi
primera experiencia sexual y la primera vez que me rompieron el corazon hayan
sido con mi mejor amigo. No puedo cambiar nada, ni la manera en como me trató
después.
Travis ha llamado una y otra vez, no agarré ninguna de sus llamadas.
Mi celular suena en la mesita de noche, me entra el pánico y veo que llegó un
mensaje de él, de Travis.
Me ha mandado cientos de mensajes pero no he leído ninguno. No me hará
ningún daño leerlos ahora, ¿no?
Abro el mensaje y me quedo sin aire al leerlos.
El: gafitas, por favor contéstame, lo siento.
El: Por el amor de Dios, Jane, contesta.
El: CONTEEESSSTTTAAAAAAA.
El: CONTESTA EL PUTO TELÉFONO.
El: Ay, perdón me alteré xD.
El: Ya que no me contestas y al parecer ni lees mis mensajes, te voy a usar como
lista para ir a la tienda: azúcar, pan, leche semi descremada (para cuidar la linea),
shampoo, jabón, condones, café, chocolate en polvo, Froot loops, malvaviscos.
Una risita escapa de mi boca al momento de leer ese mensaje, es un idiota.
Sigo leyendo sus mensajes, llego al último que llegó hace unos veinte minutos,
con manos temblorosas lo leo, pero me arrepiento al instante de haberlo hecho.
El: Se que soy un idiota, Jane. Nunca creí que llegaríamos a besarnos, ni que yo
iba a poder tocarte de esa manera. Sin embargo debo ser sincero contigo; me
gustas desde hace tiempo, desde la primera vez que te vi dibujando ese árbol de
manzanas, aunque eras una niña ya dibujabas de maravilla pero ahora lo haces
mejor, claramente. Me has gustado todo este tiempo, y crecer juntos fue lo mejor
de todo esto. No soy romántico, Jane, mucho menos el chico que tú te mereces,
pero quiero que sepas que te quiero mucho, que a fin de cuentas tu has estado
ahí para mí y viceversa, que somos almas gemelas...
Lanzo el móvil en la cama, este rebota y cae al suelo. Ya no puedo seguir leyendo
el resto del mensaje, es tan doloroso que siga diciendo que somos almas
gemelas. No me había dado cuenta que estoy llorando hasta que un sollozo
escapa de mí, llenando el silencio de mi habitación.
No puedo creer que las palabras más bonitas que alguien me ha dicho sean
consecuencias de algo tan horrible.
Me acuesto en la cama y cierro mis ojos, solo quiero olvidar.
—¡Jane! —grita mi madre desde la planta baja—. ¡Kylie está aquí!
Me levanto de la cama y tallo mis ojos en el proceso, mi cuerpo se siente horrible
por todos los mensajes que leí ayer que me ha mandado Travis. Mi mundo está
hecho un lío, me siento mal conmigo misma y no sé que hacer para cambiar eso.
Me dirijo a la puerta de mi habitación y justo en el momento que voy a girar la
perilla, esta se abre, dejando ver una Kylie con el rostro enrojecido por el enojo.
—¡Voy a cortarle las pelotas! —grita Ky al momento de entrar en mi alcoba.
—Buenos días también para ti, Kylie —digo burlona, cierro la puerta y me siento
en mi cama que está sin organizar.
Ky da vueltas alrededor de mi habitación, como un león enjaulado. No sé la razón
por la cual ella se está comportando de esta manera tan extraña.
—¡Cuando ibas a contarme que Travis se comportó como un puto imbécil!
—¿Cómo lo...? —no puedo entender como lo supo.
—El hijo de puta de Travis le contó a Jakie y él me lo contó a mí cuando
acabamos de tener sexo en la cocina —hago una mueca de asco—. ¿Por qué no
me lo contaste, Jane Cassandra Beatle?
Oh, oh... No le he dicho lo que pasó con Travis, estoy demasiado deprimida como
para hablar con alguien sobre mi vida personal.
Sin embargo, Kylie es mi mejor amiga y tengo que hablar con alguien si no quiero
terminar loca con diecinueve gatos y tres conejos, viviendo debajo de un puente y
para cuando no tenga que comer, tener que matar a uno de mis amados conejos y
cocinarlo en un basurero metálico encendido.
Eso sería muy extremista, pero me conozco y estoy abierta a todas las
posibilidades existentes.
Doy un suspiro largo y me armo de valor antes de decir: —No te lo dije porque me
avergonzaba.
La confusión se acentúa en su rostro, se sienta a mi lado, sé que tengo que seguir
hablando, un nudo se instala en mi garganta por lo que voy a decir. Le cuento
todo, todo lo que pasó. Desde que nos besamos en el club hasta que salió de mi
casa. Lágrimas traidora salen por mis mejillas mientras menciono la parte en que
él me hizo mierda. Le cuento de los mensajes y que no puedo creer ni una palabra
de este último, es decir, si alguien te gusta no la insultas ni te burlas de su aspecto
físico.
—¡Ese hijo de puta! —grita mi mejor amiga, se para de la cama y empieza a
caminar por toda la habitación—. ¡Maldito infeliz! ¿Quién mierda se cree que es?
¿Leonardo Di Caprio en los noventa cuando era hermoso? Eres hermosa Jane,
tienes un cuerpo increíble y si él no ve eso otro lo hará.
—Me destrozó, Ky. Me siento mal con mi cuerpo, pero no sé que hacer para
cambiarme.
—No necesitas cambiar para que alguien te ame, tu mamá te ama, tu familia te
ama, yo te amo.
—Sí, pero tu no cuentas.
Ambas reímos y nos acostamos en la cama con la vista al techo, después de reír
nos quedamos en un cómodo silencio que es interrumpido por su voz.
—Lo que intento decir es que no tienes porqué cambiar por alguien que no seas tu
misma. Si deseas sentirte mejor con tu aspecto, hazlo, pero hazlo por ti. Si deseas
cambia de estilo, cambia tu forma de vida y hasta cambia tu cabello, pero nunca
cambies tu forma de ser. Tu esencia es lo que vale la pena, tu carisma y tu
manera positiva de ver la vida. No cambies a mi mejor amiga, la chica que puse
chicle en su trasero cuando teníamos nueve años, la chica con la que crecí,
porque eres hermosa, Jane, por dentro y por fuera. Y si quieres cambiar tu
aspecto, nunca cambies lo que hay dentro de este hermoso corazón que tienes
guardado en tu pecho. Cambia lo que no es tan relevante como tu cabello, pero
nunca cambies tu maravillosa forma de ser.
***
Dos meses después...
*Golpe, golpe, golpe, patada*.
El saco de boxeo se sacude con mis golpes. Mis nudillos me duelen al igual que
mis piernas pero ya me he acostumbrado a ese dolor en estos dos meses.
*Izquierda, derecha, derecha, rodilla*
El sudor resbala de mi frente como si una llovizna estuviera cayendo sobre mí,
solo que esta vez hace más calor que cuando llueve.
Después de las hermosas palabras de Ky, decidí que era hora de cambiar, no por
Travis, sino por mí. Ya estaba harta de que todo el mundo se burle de mí y de mi
aspecto, que todo el mundo me llamara fea o que quisiera "vomitar" sólo por
tocarme.
Escuché que el Kick Boxing es un gran método para adelgazar rápidamente, así
que desde ese día empecé a venir cada noche. Al inicio fue muy difícil, sin
embargo con el tiempo fui descubriendo que es algo que me relaja, y me imagino
la cara de Travis en el saco de boxeo cada vez que golpeo.
¡Sí! ¡Come mi puño, maldito!
Dejó de enviarme mensajes y de llamarme, Jake me ha dicho que Travis está en
Grecia de vacaciones junto con la familia de su madre y que no volvería hasta un
día antes de las clases.
Y este día ha llegado...
Por esa razón estoy estresada y golpeo el saco de boxeo con tanta fuerza que la
cadena que lo sostiene parece que va a romperse en cualquier momento. Unas
manos fuerte agarran el saco mientras yo doy un ultimo puñetazo, frunzo el ceño y
levanto la vista para ver de quién se trata.
Mi respiración se detiene al ver unos maravillosos ojos grises que me están viendo
atentamente.
Es un chico alto, musculoso, tiene el cabello rubio que está un poco largo pero no
tanto, unos ojos grises que te roban el aliento y las facciones de su cara son tan
masculinas que te dejan en shook al instante. Es muy guapo.
—Tranquila, muñeca, a cualquiera que le golpees así seguro que le darías unas
cuantas patadas en el culo —dice con una sonrisa. Volteo los ojos pero una son
risita se posa en mi rostro.
—¿Quieres ser el primero a que le patee el culo? —digo burlona.
Ríe y yo lo imito, me siento más atrevida desde que practico este deporte.
—Tranquila, muñeca —levanta las manos en el aire en forma pacífica—, no
puedes patearme el culo sin tener una cita primero.
—Ni siquiera sé si no eres un violador —sonríe, su sonrisa es hermosa y sexy.
—Eso tienes que descubrirlo —me guiña un ojo y yo entorno los ojos—. Por cierto,
me llamo Logan Jones —me tiende su mano y la agarro.
—Jane Beatle —sonrío por educación.
—Vaya nombre, es muy bonito, como su dueña.
Me sonrojo pero creo que no se da cuenta, eso espero. Hablamos de cosas sin
importancia mientras ambos practicamos, o más bien el entrena y yo veo como
sus brazos fuertes se flexionan cuando levantaba pesas.
Su abdomen es plano y como está sin camiseta puedo ver algunos tatuajes que
tiene en el lado derecho de su pecho, en su antebrazo izquierdo y en su cadera.
Es sexy y yo no puedo parar de verlo. Mmm que buen trasero...
Okay, hormonas, relájense.
Al terminar el entrenamiento, se ofrece en llevarme a casa, y como no se me
antoja en ir en autobús, acepto.
—¿Y estudias o trabajas? —pregunta al momento que arranca el auto y estamos
ya en la carretera.
Lanzo una pequeña carcajada.
—Mañana inicio mi último año de preparatoria —digo y sus ojos se abrien como
platos.
—¿Preparatoria? —Ladea la cabeza para poder verme—. ¿Qué edad tienes?
—Diecisiete —contesto restándole importancia.
Se atora con lo que creo es su propia saliva, empiezo a darle unos golpecitos en
su espalda para que pueda respirar, al momento que termina su ataque empieza a
reír y lo acompaño.
—¿Diecisiete? Me pueden llevar a la cárcel, ¿lo sabías?
—No hay razón alguna —el silba como si estuviera pensando sólo para él, pongo
los ojos en blanco—. Y tu ¿Qué edad tienes?
—Diecinueve —se encoge de hombros.
—Hay, perdón, testigo de los dinosaurios, hijo de Cristobal Colón, mejor amigo de
Abraham Lincoln —me burlo porque hace drama de una diferencia de edad casi
inexistente.
Así pasa nuestro viaje a mi casa, aparca justo afuera de esta e insiste en
acompañarme hasta la puerta.
—No es necesario —me apresuro a decir.
—Tranquila, solo quiero que llegues a salvo.
Sonrío y bajamos del auto. Al alzar la vista me paro en seco, justo a tan sólo unos
metros de él, de su verde mirada que penetra la mía.
—¿Qué sucede, muñeca?
Casi me había olvidado que Logan está a mi lado. Travis se ve bastante bien con
sus pantalones deportivos, su camiseta blanca ceñida y su piel parece más
bronceada, se ve precioso. Y me enojo conmigo misma por pensar que se ve
hermoso.
—¿Travis? —pregunto el momento que se acerca hacia mí.
—¿Quién mierda es este? —escupe con rabia.
Oh, oh...
Travis
El viaje en avión fue muy largo, venir desde Grecia hasta mi ciudad es cosa seria,
y mi cuerpo se siente devastado.
Tal vez también me siento devastado porque no he escuchado la voz de Jane en
dos putos meses.
Ya no sé si estoy enamorado de ella o no, es decir, la quiero pero estar
enamorado es una cosa totalmente diferente.
Tal vez me precipité al momento en que pensé estar enamorado. No voy a negar
de que me muero de ganas por meterme en su falda, que quiero volverla a besar y
sentir sus jadeos cada vez que meto mi lengua en su boca, volver a tocar su dulce
y no experimentada piel mojada bajo mis dedos... me estoy volviendo loco; quiero
escucharla gemir de nuevo y que su cuerpo tiemble cada vez que mi boca atrapa
sus dulces pechos. No. No voy a negar eso.
Lo que sí voy a negar es el hecho de que creí que estaba enamorado.
Pero tampoco conozco la razón por la cual la veo en todas partes. Follé con una
chica en Grecia y cada vez que cerraba los ojos la cara de Jane venía a mi mente,
los gemidos de aquella extraña que ya ni siquiera recuerdo su nombre no tenían el
mismo efecto en mí que los gemidos de Jane. Tuve que imaginar los gemidos de
Jane para poder terminar lo que había empezado. Aunque al terminar me entraron
unas ganas tremendas de vomitar.
Desde ahí no he follado con nadie, a parte de mí mismo, claro.
—Papá ya llegué —grito cuando atravieso la puerta de mi casa.
Nadie responde así que me encojo de hombros aunque, secretamente, empiezo a
festejar en mi interior.
Odio las despedidas.
El viaje de Grecia me sirvió para pensar mucho, también fue el hecho de hablar
con mi tía y que papá me haya golpeado tan fuerte que tuve que escapar para que
no me matara.
Mi tía está dispuesta a tenerme en un departamento que ella compró para cuando
venga de visita, me lo ofreció y no pude negarme. Joder, odio a papá tanto que
estoy dispuesto a dejarlo que muera solo con su alcoholismo.
Pero entiendan, mi padre es un bastardo, llega todas las putas noches borracho
preguntando por mamá y cuando le dego que no está en casa este me ataca,
estuvo a punto de matarme el día que viajé a Grecia.
Envié un mensaje a Jane para despedirme, solo que, como todos los que le
mandé, no contestó, puedo asegurar que ni siquiera lo leyó.
Una punzada de dolor me atraviesa justo en el momento cuando recuerdo la
decepción en la cara de Jane.
Dios... la quiero como un loco, pienso en ella todo el tiempo.
Pero no la amo.
Entre querer y amar hay mucha diferencia.
Tampoco quiero amarla, tampoco quiero enamorarme porque no quiero ser débil,
no quiero entregar a nadie ese control sobre mí.
Entro en mi alcoba y apenas dejo mi mochila en la cama mi teléfono empieza a
sonar. Me llega un poco de esperanza al pensar que es Jane, pero como el
universo me odia la foto de Jake aparece en mi teléfono.
—¿Qué? —contesto seco.
—Yo también te extrañé —dice burlón, pongo los ojos en blanco—. ¿Ya tienes
todo lo que necesitamos para mañana? Vamos a empezar nuestro último año,
bebé.
Mi último año... Es el primer año en que no me voy a encontrar con Jane diez
minutos antes de que suene el timbre el primer día de clases para poder elegir
nuestros casilleros juntos, el que tampoco vamos a escoger los horarios similares
para que estemos juntos todo el día, ni que en las clases que no compartamos nos
mandemos mensajes tontos para no aburrirnos... y todo por mi puta culpa.
—Sí —contesto—, el entrenador quiere que vayamos a practicas desde mañana,
así que estarás alerta ya que eres uno de los mejores jugadores...
—Jane está muy distinta —la simple mención de su nombre hace que mi corazón
doliera como que si lo hubieran pisoteado demasiadas veces hasta hacerlo papilla.
El silencio reina entre ambas líneas, no puedo entender por qué dijo eso, ¿a qué
se refiere? ¿En qué forma cambió?
Al ver que no contesto, dio un suspiro antes de decir: —Está yendo al gimnasio,
está muy bonita y a bajado mucho de peso, tal vez tiene algo que ver con lo que tu
le dijiste esa noche, pero se le ve mejor que cuando se encerró en su cuarto a
llorar todo el tiempo. Aunque no sé si eso es bueno o malo...
¿Jane yendo al gimnasio? ¿Bajando de peso? ¿Llorando en su cuarto todo el
tiempo? Yo no quería eso, yo quería que que se amara como ella es, que se
amara con todos sus defectos y virtudes. Tampoco es que lo necesitara, ella es
hermosa como es y yo la quiero así, sin cambios, sin maquillaje, siendo real...
siendo Jane.
—¿P-por qué? —pregunto tartamudeando al ver que no sigue con su idea.
Mi corazón cae al suelo cuando pronuncia esas palabras que tanto me temo. —
Porque ya no es la misma Jane... porque ahora es mucho más fuerte o aparenta
serlo, Kylie está preocupada porque no sale de ese gimnasio. Está cambiando,
Travis, quiere ser diferente, llegó hasta el punto de cambiar su jodido cabello.
¿Cambiar su cabello? ¿Qué mierda...?
Necesito verla, necesito que me dijera que no ha cambiado por mí ni por lo que
dije, necesito escuchar su dulce voz aunque me duela admitirlo.
—¿Sabes dónde está?
—Para este momento ya debe estar en su casa.
Le doy las gracias y sin más salgo de la casa en dirección a mi coche, arranco el
motor y me encamino a la casa de Jane que no está tan lejos de la mía, y sobre
todo no me demoro porque manejo como un loco.
Al llegar salgo corriendo a la puerta de su casa, subo las escaleras y al momento
de llegar a la puerta empiezo a golpear como si quisiera tumbar la puerta. Nadie
contesta.
La decepción cae sobre mí como un balde de agua, pero no me puedo dar por
vencido, ya no. Me siento en las escaleras a esperarla, el frío de la noche me hace
temblar pero quiero ver su lindo rostro, asegurarme que está bien. Un auto aparca
en frente de la casa de Jane, no puedo ver quienes son porque los vidrios son
negros, así que espero a que bajen. Tal vez Kylie ha cambiado de auto, tal vez
Jane hizo amigas en ese gimnasio y la traen con frecuencia, tal vez el que la trajo
no es un puto hombre, solo tal vez.
Veo a Jane bajando del auto, y que Dios me quite el pene si no se ve hermosa. Su
cabello es más corto, le sobrepasa los hombros, pero se ve hermosa así. Está con
un pantalón de yoga que hace ver sus hermosas y anchas caderas, trae puesto un
sostén deportivo y deja ver su estómago que está más plano y su cintura que ya
está más estrecha, sonrío al ver que sus senos ni su trasero han bajado, siguen
siendo grandes. Verla así vestida hace que mi polla diera un salto que me hace
doler. Quiero tenerla en esta misma acera.
Se para en seco al verme, sonrío para mis adentros aunque parece un poco
asustada; sin embargo, lo que veo a continuación es como si le hubieran puesto
hielo a mi polla inflamada. Así de doloroso.
Un tipo está a su lado, a lado de mi Jane. Los celos empiezan a carcomer todo mi
sistema. Esto no puede estar pasando, no puede estar pasando, no puede estar
pasando, me lo repito una y otra vez.
¿Por qué trajo a ese tipo? ¿Qué van a hacer?
No, no van a hacer lo que yo hice con ella, ¿verdad? No...
—¿Qué sucede, muñeca? —pregunta el tipo asqueroso ese que acompaña a
Jane.
¿Muñeca? ¿Cómo se atreve a llamarla así?
Sin pensarlo dos veces, me levanto de las escaleras y empiezo a caminar a paso
firme en la dirección de ambos, no sé a quien de los dos debo mandar a la mierda.
Pero no puedo seguir arruinando las cosas con Jane, así que decido que voy a
partir el culo del hijo de puta que la acompaña. Veo todo rojo.
—¿Travis? —el tono confuso de Jane me saca de mi realidad, sus ojos cafés me
atrapan y puedo ver que no trae sus lentes, me enojo otra vez.
—¿Quién mierda es este? —Escupo con tanta rabia que la preocupación atraviesa
su hermoso rostro.
—¿Q-qué haces aquí? —pregunta como si lo más extraño del mundo fuera verme.
El enojo, los celos y las ganas de follarla en frente de este hijo de puta no me
dejan pensar con claridad. Quiero gritarla, quiero agarrar sus hombros y sacudirla
tan fuerte que gima mientras lo hago; pero también quiero besarla, quiero tocarla,
quiero probar cada puto centímetro de su piel, quiero lamer su clítoris y morderlo,
quiero que sus piernas rodeen mi cadera y colocarme entre sus muslos mientras
la penetro lenta y deliciosamente, quiero que mi pene sienta lo estrecha que está,
quiero correr me dentro de ella y que ella se corra sobre mí polla, quiero que sus
carnosos labios estén alrededor de mi glande y que se trague todo mi semen,
quiero que mientras como su coño grite mi nombre y me diga que me ama, quiero
que sepa que puedo hacer el amor y no sólo follar; porque no quiero follar con ella,
quiero hacerle el amor. Pero no puedo pensar en ella y sus gemidos si quiero
partir la mierda de este tipo.
—¿Qué hago aquí? ¡No contestabas mis putos mensajes! —grito—. ¡No
contestaba mis putas llamadas! ¡Ni siquiera hiciste el intento de hablar conmigo
para que pueda explicarte lo que pasó esa noche!
La respiración se me agita tanto que siento que ya no tengo aire en mis pulmones.
Se vuelve sobre sus talones hacia el tipo, la calma la caracteriza, no sé cómo
puede estar tan calmada mientras yo escupo fuego.
—Logan, ¿te parece si nos dejas a solas?
—¿Vas a estar bien? —pregunta el puto Logan, al parecer todos los que se
rodean a su alrededor me caerán al huevo.
—Claro, no te preocupes —le regala una de sus hermosas sonrisas, el puto Logan
le regresa aquel acto y se marcha en su auto hacia quien sabe donde.
Se gira en mi dirección, mierda, está enojada.
—¡¿Qué mierda te pasa, Travis?! —grita tan fuerte que me da miedo que agarre
una piedra de su jardín y la estampe en mi cabeza— ¡Sí no contesté tus putos
mensajes era porque no me daba la gana!
—¡Pero esa no es escusa para que traigas a un desconocido a tu puta casa! —
grito de vuelta.
—¡Si traigo chicos a mi casa o no, es mi puto problema! ¡Si me acuesto con él, es
mi puto problema! —lo último que dice hice que los celos aumenten y que la rabia
se haga más presente todavía— ¿No me pueden traer chicos a mi casa o que?
¿Estas celoso? —el silencio que acompaña a lo último que dice confirman sus
sospechas, por supuesto que estoy celoso, odio la simple idea de otro mirándola.
—¡Mierda, sí! —exploto— ¡Estoy tan jodidamente celoso que la simple idea de él
viéndote me mata! ¡Odio pensar que él te toque! ¡Odio tan siquiera que él o
cualquier otro admiren lo hermosa que eres!
—¡Pero no tienes porqué estar celoso! ¡Lo conocí hoy! Me insultas, Travis si crees
que me voy a acostar con alguien que apenas conozco. ¡Dios! ¡Sigo siendo virgen,
joder! ¡Nadie me a tocado a parte de ti, hijo de...! ¡Eres el único!
Se tapa la boca con sus manos al decir eso último, una sonrisa se posa en mis
labios. Me siento poderoso, me siento tan bien conmigo mismo y con ella. La
quiero besar, quiero comerle a besos y que vuelva a decir esas palabras que
alimentaron mi alma. Me acerco aún más a ella, nuestras narices se rozan, doy un
suspiro profundo para oler su aroma, una capa de sudor adorna su piel y se ve tan
jodidamente sexy. ¡Joder!
—Travis... —susurra, me encanta como dice mi nombre, siempre me ha
encantado.
—Y seguiré siendo el único, Jane.
Así, sin más, estampo mis labios con los suyos, la sorpresa no la deja seguir el
ritmo de mi beso, aunque después de unos segundos empieza a besarme con un
hambre descomunal, sus manos acarician mis hombros hasta llegar a mi cuello,
empieza a jugar con mi cabello y me estremezco bajo su tacto, mis manos viajan a
su estrecha cintura, estoy tocando el cielo. Su lengua toca la mía y lanzo un
gruñido, la acerco más a mi para que no haya espacios entre nosotros ni entre
nuestros cuerpos. Mis manos bajan de su cintura y encarcelan su delicioso trasero
que está más firme y duro, al igual que mi polla. Gime cuando empiezo a masajear
su trasero y lanzo un gruñido al mismo tiempo, me encanta como suena esa
mezcla.
Nos separamos para cuando se nos hace imposible respirar, voy dejando Besitos
cortos en sus labios y vuelvo a suspirar. Me encanta como se ven sus labios
después de besarme, al igual que me encantan sus besos y como acaricia mi
cabello.
—Seguiré siendo el único, Jane —dejo otro besito en sus carnosos y rosados
labios—. Así me cueste lo que me cueste seré el único que te haga sentir de esta
manera. El único que te toque, el único que te bese así, y voy a ser el único que te
haga el amor. Sólo tengo que esperar a que estés lista.
Asiente, la dejé sin habla. Vuelvo a buscar sus labios y me la entrega gustosa,
nuestras lenguas empezaron a juguetear, sin embargo, este beso es más tierno
que el anterior pero igual de caliente, hasta incluso más. Bajo mis manos y
empiezo a juguetear con el elástico de su pantalón; meto mis manos en la licra de
sus pantalones de yoga y en sus bragas para acariciar su trasero desnudo, gime y
yo igual. ¡Joder! quiero estar dentro de ella ahora mismo.
Nos separamos y aunque no lo quería saco mis manos de su pantalón y me
encamino en dirección a mi auto, me subo a mi coche para irme. Si me quedo, la
hubiera llevado a su habitación para hacerla mía y dejarla sin aliento, pero
tenemos mucho de que hablar, y hay algunas cosas que quiero hacerle antes del
sexo. Me despido de ella con la mano, pero no me devuelve el gesto, está parada
en seco en medio del patio de su casa.
Arranco el motor y voy a casa a hacer mi maleta para mudarme al departamento
que mi tía me está prestando. Dejo una nota a papá despidiéndome de él e
informándole que no volveré a casa.
Salgo de allí y voy a mi nuevo departamento, no es tan grande como mi casa, pero
es pacífico y estoy dispuesto a traer a Jane aquí una infinidad de veces.
Me acuesto en mi nueva cama y cierro mis ojos, una sonrisa me acompaña al
recordar los labios de Jane sobre los míos, al no escuchar los gritos de mi padre y
al descubrir nuevamente lo que siento.
Sip, estoy perdidamente enamorado de Jane Beatle.
Travis arranca el auto y se marcha dejándome enmudecida en medio de mi jardín,
sus labios y la forma en que me besaban no sale de mi mente. Estoy tan
jodidamente confundida que no puedo tan sólo creer que él estuvo en mi casa y
me besó de una manera tan pasional, que lo único que yo quería era que
subamos a mi habitación y que me arranque mi virginidad de una sola vez.
Quiero volver a sentir sus dedos sobre mí piel, acariciar su miembro y que se corra
en mi mano, gustosa lo haría, que me haga suya como prometió hace apenas
unos minutos, quiero sentir su grande polla dentro de mí, aunque sea doloroso.
Travis me gusta tanto que me da miedo, quiero que el sea el único que me tocara
de esa forma, y sé que a él le encantaría tocarme y moldear mi cuerpo a su
disposición.
No sé la razón por la cual grité que él ha sido el único en tocarme como lo hizo, sin
embargo no me arrepiento, no me arrepiento porque después de eso me dio el
beso más pasional y lleno de deseo que alguien pudo darme, y el segundo beso
fue el más tierno y adorable que me haya imaginado, jamás.
Estoy tan excitada que mi pelvis me duele y quiero que vuelva aquí para que me
folle.
¿En verdad está arrepentido?
Mierda, no lo sé.
¿Estoy dispuesta a perdonarlo por lo que dijo esa noche?
Mierda, tampoco lo sé.
Sin embargo, como dijo Travis, no puedo tenerlo como amigo porque ya ha
probado mis besos y mis caricias, pero estoy segura que él tampoco quiere una
relación seria y yo tampoco lo quiero, era mi mejor amigo hacia tan solo unos
meses, no puedo procesar el deseo que tengo hacia él, las ganas que tengo de
besarlo, tocarlo y que me toque.
Quiero que sea el dueño de mis caricias y yo ser la dueña de las suyas, que
pensara en mí todo el tiempo así como yo pienso en él, que sus labios exploren
cada centímetro de mi piel al igual que los míos quieren explorar la suya.
Tallo mi cara con mis manos y empiezo a caminar en dirección de mi casa, saco
las llaves de mi bolso y abro la puerta. Al asegurar la casa, subo en dirección al
baño para hacer mis necesidades y tomar una ducha, me desnudo y contemplo mi
cuerpo desnudo en el espejo, he cambiado mucho pero, ¿es suficiente para él? Ya
no estoy tan rellena como hace dos meses pero sigo con algunas cosas que no
me gustan: como las marcas blancas en mis caderas, pecho, cintura, abdomen y
piernas.
Suspiro pesadamente y me obligo tomar esa ducha para quitar el sudor de mi
cuerpo que se formó por el ejercicio en el gimnasio —y por besar a Travis—,
aunque me ayuda mucho a relajar mis musculos tensos.
—¿Qué me estas haciendo? —pregunto a la nada.
¿Qué me estás haciendo, Travis? No tengo la respuesta correcta, con él siento la
clase de deseo que con ningún otro lo había sentido; pero hay mucho más que
deseo carnal involucrado en la situación, hay sentimientos involucrados que no los
puedo descifrar, pero los siento con tanta fuerza que me da pavor.
Apago la ducha después de bañarme, salgo a mi habitación y me pongo un
vestido de pijama, me acuesto y me tapo con las cobijas hasta el cuello, hace
mucho frío.
Una sonrisa tonta se posa en mi rostro al momento de recordar a un Travis
hambriento por mis besos, la manera en que sus manos me tocaban y en cómo
me hizo sentir con su último beso, fue increíble. También como prometió que va a
esperarme para hacerme el amor, no dijo que va a sólo follarme, hacer el amor es
algo completamente diferente y eso él lo sabe muy bien.
Me duermo y sueño con un niño tonto cayendo de un árbol.
***
El lunes me despierto a eso de las seis de la mañana, es mi ultimo año y
sinceramente ya estoy harta de que se burlen de mí, así que decidí que es hora de
vestir mejor, maquillarme e intentar peinar a aquella ardilla que tengo en lugar de
cabello.
Tallo mis ojos y decido que es hora de mover mi culo de la cama, no me puedo
quedar toda la vida durmiendo, ¿verdad?
Al momento en que mis pies tocan el frío suelo de mi habitación, me arrepiento de
levantarme temprano y vuelvo a cubrirme con las cobijas, mis párpados pesan otra
vez y me vuelvo a unir al mundo de los sueños.
Pero no por mucho tiempo...
—¡Jane Cassandra Beatle! —Oh, Dios, si tu madre grita tu nombre completo estas
en jodidos problemas—. ¡Párate en este jodido instante si no quieres que te lance
un balde de agua!
Gruño con frustración y tallo mis ojos que estaban desorbitados, mamá es la
persona más hermosa y dulce que conozco, pero su manera de despertarme es
horrible.
—¡Cassandra! —Ay mi Dios, estoy en problemas, utilizó el segundo nombre—.
¡Hablo enserio! ¡Baja en este momento si no quieres que suba con la chancla!
Mis párpados se abren a tal velocidad que la luz me golpea y creo que me voy a
quedar ciega, pero no me importa, todo es mejor que la chancla.
—¡Ya me desperté, mami! —grito para que me escuchara y no suba con mi peor
enemiga.
—¡Apresúrate! ¡Tienes sólo treinta minutos!
¡Joder! He dormido una hora y tengo que salir de casa a las siete y media si quiero
llegar a tiempo a clases. Oh, mundo cruel, ¿por qué la escuela tiene que iniciar tan
temprano?, ¿por qué mandan tareas tan horribles?, y sobretodo, ¿por qué no me
dejan dormir muchas horas más?
Sin detenerme, corro al baño para hacer mis necesidades y tomar una ducha
rápida para no oler a vagabundo el primer día de clases, no lavo mi cabello porque
quiero peinarlo y ya lo lavé ayer. Al salir casi tropiezo con lo mojado que está el
baño, me recompongo y corro en dirección de mi armario.
—A ver, ropa nueva, no me defrauden —digo al momento en que abro las puertas
de mi armario.
Pongo el conjunto que ayer había elegido sobre la cama, es una falda tubo negra,
una blusa color salmón y una chaqueta del mismo color que la falda, por primera
vez voy a usar tacones y combinan con la blusa, son muy bonitos. Me visto en un
santiamén, me quedan sólo veinte minutos para maquillarme y peinarme y ya me
está entrando el pánico.
Empiezo a realizar mi maquillaje que sólo consiste en una línea gruesa en mis
párpados, polvo para maquillaje y un labial rosa. Mi cabello es la cuestión... Está
mucho más corto de lo que tenía, me sobrepasa los hombros y tintureé las puntas
para que estas se vean más claras, decido sólo utilizar crema de peinar ya que los
rizos de mi pelo son bonitos y no quiero modificar eso, tengo que ir como yo por lo
menos en una cosa.
Miro la hora en mi teléfono, las siete y veinticinco, nada mal. Me dirijo al espejo de
cuerpo entero que tengo colgado en mi armario, al llegar se me hace raro
mirarme, sin embargo me gusta lo que mis ojos ven. Los ojos cafés de aquella
chica a través del espejo se ven con más vida que antes, me veo bien, hasta
incluso sexy.
Esta es la primera vez que puedo apreciar mi reflejo en el espejo sin ver algún
defecto de por medio, sin sentirme fea, sin sentirme mal con mi cuerpo. No sabía
que mis ojos se han hecho agua hasta que mi madre aparece a mi lado en el
espejo y limpia una lágrima que baja por mi mejilla.
—Te ves hermosa, cielo —murmura dándome la vuelta en su dirección para que
yo pueda verla, sus ojos azules están llenos de brillo, mamá es hermosa aunque
en este momento trae una pijama de felpa y un moño desaliñado en su cabeza,
sigue siendo hermosa—. Me alegra tanto que hayas hecho este cambio por ti
misma y no para gustarle a los demás. Ahora puedes ver lo que todos vemos, eres
hermosa, hija mía. Y no sólo por fuera, tienes un corazón noble y tu inteligencia es
lo que yo a tu edad hubiera envidiado, me enorgullece tanto que hayas llegado
hasta este punto siendo la mejor en tu clase, no sé lo que hice para merecerme
una hija como tú —lágrimas bajan por mis mejillas así como por las suyas—. No
me arrepiento de haberte tenido a los dieciséis años, fuiste mi bendición, y aunque
suene raro eres el amor de mi vida. Eres pura, eres lista y eres humilde, la
humildad es el mejor valor que puedes dar a un hijo y tu lo tienes. Te amo, mi
niña.
Abrazo a mamá de la forma en que lo hacía de niña, sus manos acarician mi
cabello mientras ambas lloramos, nos separamos lentamente y nuestras miradas
se cruzan, me parezco mucho a mamá excepto por el color de los ojos que he
heredado de papá.
—Mamá, mi maquillaje —me quejo limpiando mis lágrimas con una sonrisa.
—Arregla eso antes de que te saque a patadas —me saca la lengua en una
manera muy madura, se aproxima a la puerta y antes de que salga aclaro mi voz.
—Yo también te amo, mamá.
Su rostro se suaviza y se aproxima a mí, deja un beso en mi cabello antes de
volver a salir.
*****
Siento que todos los estudiantes tienen su vista sobre mí, pongo un pie dentro de
la escuela en los pasillos y mientras me aproximo a mi casillero no puedo dejar
pasar desapercibido el hecho de que me quedan viendo con la boca abierta.
Agarro fuertemente mi mochila rosa mientras sigo caminando por el pasillo, suelto
el aire que estaba conteniendo al llegar, pongo la clave y al abrirse empiezo a
guardar mis cosas dentro de este.
—Creo que dejaste sin habla a toda la escuela, Jane —dice Kylie cuando estaba a
mi lado.
—No sabía que llamaría tanto la atención —confieso, puedo sentir el rubor en mis
mejillas al sentir tantas miradas sobre mí.
—Estás guapísima, Jane —me elogia Ky—. Quién tu sabes va a estar babeando
por ti a penas te vea.
—¿Voldemort? —pregunto confusa, "quien tu sabes" para mí es "tu sabes quien".
—No, payasa —su carcajada me hace voltear en su dirección, ella también está
diferente, trae un vestido floral y unos tacones color rojo, combina con su cabello y
brillo labial—. Ya sabes a quien me refiero.
Sus ojos caen en un punto fijo detrás de mí, sigo la dirección de sus ojos y ahí
está Travis.
Está hermoso, vestido con unos vaqueros azules rasgados, unas converse negras
y una camisa de cuadros azul, sus ojos se encuentran con los míos y rápidamente
bajo la miras a mis nuevos tacones, son más cómodos de los que creí.
—Alerta roja, 3312, 911, mayday —empieza Ky a enumerar todas las señales de
alerta que conoce—. Se está acercando, Jane —susurra mi mejor amiga, cierro
mis párpados con fuerza, hay la remota posibilidad de que sólo venga a su
casillero, al fin y al cabo queda junto al mío este año—. Hola, Trav.
¡¡Mierda!!
—Gafitas... —la voz de Travis me hace girar sobre mis talones para verlo mejor.
—Hola, Travis —saludo incómoda acomodando mis lentes nuevos, son más
bonitos que los anteriores.
—Yo mejor me voy —miro a Ky esperando que no hable enserio, pero sé que sí lo
hace—. Tengo que ver si Jake ya llegó.
Así, sin más, la cobarde deja abandonada a su mejor amiga bajo la mirada del
chico de sus sueños. ¡Traición!
—Y... ¿qué tal dormiste? —digo en un tonto intento de romper el silencio.
¿Qué tal dormiste? ¿Es enserio, Jane?
Travis me estudia de pies a cabeza con sus penetrantes ojos color verde
esmeralda que me ponen de los nervios.
—Esto yo no quería... —susurra más para él que para mí.
—¿Qué no querías?
Sus iris verdes se clavan en mí, su mandíbula está tensa y me da ganas de
acariciar esa zona para que su semblante cambie, me da ganas de deshacer los
puños de sus manos y llevarlas a aquellas zonas que le encanta tocar, me muero
por dar pequeños besos en sus labios fruncidos hasta que estos se relajen y me
besen con tanta fuerza que me dejen sin aliento.
—Eres hermosa como eres, gafitas. No necesitas nada de esto para que las
personas te veamos hermosa.
Su comentario hace hervir mi sangre y no en el buen sentido, ¿cree que esto lo
hice para agradar a las personas? ¿Agradarle a él? La ira abre paso por mis poros
hasta que duele mi pecho de lo agitado que está. No hice esto por nadie, lo hice
por mí. No puedo creer lo cínico que es.
—¿Enserio, Travis? —la incredulidad se hace notable en mi voz—. ¿Crees que
cambié para gustarle a los demás? Lo hice por mí, porque quiero ver lo que las
otras personas dicen ver en mí, porque quiero encontrar quien soy en realidad,
quiero sentirme hermosa y no querer llorar cada vez que me miro en el espejo,
quiero gustarle a alguien y que guste de mí. Tu no lo entenderías, nadie te ha
rechazado, ¿verdad? Ni siquiera yo.
—¿Qué tiene que ver eso en esto? —puedo ver la rabia atravesar su semblante—.
Me alegro que lo hayas hecho por ti, que hayas decidido cambiar para sentirte
mejor contigo misma aunque no era necesario ya que eres tan jodidamente
hermosa. ¡Joder! —grita, puedo sentir que se acerca una pelea en medio del
pasillo—. ¡No me haz rechazado, pero te haz alejado! ¡Ahora estoy tan
jodidamente celoso al imaginarme a alguien admirando como te ves, joder! ¡Eres
tan hermosa que duele no poder besarte en este mismo instante!
—¡Pero así lo elegiste tú! —grito de vuelta—. ¡Fue error de ambos pero más fue
tuyo! ¡Lo que pasó me destruyó, maldita sea! ¡Y no fuiste capaz de arreglar las
cosas en persona! ¡Sólo te refugiaste en mensajes de mierda que no hacían más
que confundirme!
Se acerca a mí y yo retrocedo hasta que mi espalda choca contra mi casillero, el
timbre ya había sonado así que nuestro público tuvo que abandonar el show para
ir a clases por eso el pasillo está vacío. Pone sus manos a cada lado de mi
cabeza, encarcelandome y sin poder moverme ya que junta su cuerpo al mio, sus
ojos verdes están oscurecidos y su mandíbula apretada.
—¿Con que leíste mis putos mensajes? —asiento y elevo la barbilla desafiante—.
Es increíble como las cosas cambiaron, Jane, pero si quieres que diga todo eso en
persona lo voy a decir; me encantas desde que te vi dibujando ese puto árbol en la
clase de arte de la escuela, creo que somos almas gemelas porque no podemos
estar separados el uno del otro sin querer correr y abrazarnos, y sé que tú sientes
lo mismo, sé que tú también te sientes de la misma forma que yo —trago saliva,
siento mi garganta seca por su confesión aunque también siento la creciente
necesidad de besarlo—. Lo que más deseo aparte de besarte contra estos
mismos casilleros es ganarme tu perdón, sé que tú me extrañaste de la misma
forma en que yo lo hice, sé que mueres por besarme en este mismo instante.
—¿C-cómo estas t-tan seguro? —mi voz se escucha temblorosa, no creí que
Travis pueda ser tan romántico con sólo pronunciar unas palabras.
Una sonrisa ladeada se posa en sus carnosos labios.
—Porque tu corazón late igual de desenfrenado que el mío. Porque cuando te
toco, sé que deseas más. Ayer nos demostramos que no podemos estar juntos sin
que el deseo se haga presente, ni separados sin que nos extrañemos como locos.
Y sin decir otra palabra más, estampa sus labios con los míos.
Lo estoy besando en medio del pasillo, joder, que bien sabe. Su lengua toca la
mía y me estremezco en este mismo instante, besa deliciosamente exquisito. Sus
brazos bajan de los lados de mi cabeza hasta mi cintura mi me acercan más a él,
mis manos van desde su pecho hasta su cuello, elevo una pierna y el coloca una
de las suyas en medio de mis muslos, el calor se implanta en la parte baja de mi
vientre hasta que siento sólo un irrevocable placer de estar haciendo esto con
Travis.
No me importa si la directora nos ve, no me importa si toda la escuela nos ve, solo
me importa él, siempre me ha importado él. Lo quiero de una manera tan
arrolladora que me da miedo que se convierta en algo más, en algo que sé que no
voy a poder detener. Gimo cuando sus dientes atrapan mi labio inferior, un suspiro
sale de él y me da ganas de seguir besándolo hasta que ya no sienta ni sus labios.
Quiero llevármelo al baño para que me toque y yo tocarlo, quiero saber lo que se
siente tener su lengua en mi sexo, quiero conocer el sabor de su polla y si quepa
en mi boca.
Sus manos bajan a mi trasero y lo pellizca como si fueran plastilina, ya estoy
mojada con sólo eso, con sólo sentir sus manos apretando mi culo.
Un carraspeo nos hace separar de golpe, los labios de Travis están rojos e
hinchados, no tiene mi labial ya que es mate y espero que siga en mis labios.
—Señorita Beatle, señor Stone, vengan conmigo. —dice la directora Marshall.
Nos miramos mutuamente, él está ligeramente divertido mientras ve mi
preocupación de ir a la oficina de la directora, nunca he entrado allí a menos que
sea para recibir un diploma por obtener las mejores calificaciones.
—Tranquila, gafitas —agarra mi mano para transmitir calma—. No es tan malo
como crees.
—Claro que es malo —susurro avergonzada—. Si llaman a mi madre me castigará
por tres meses y mi expediente tendrá una enorme mancha que me costará toda
mi vida escolar.
Travis ríe, no sé que le parece tan gracioso.
—Eres la mejor estudiante de esta escuela, no te harán nada, no les conviene.
Entrelaza sus dedos con los míos y una corriente eléctrica me recorre, caminamos
detrás de la directota y llegamos a su oficina, tomamos asiento frente a su
escritorio, ella se sienta al frente de nosotros. Solté a Travis y él puso una mueca
pero no dijo nada.
—Estoy muy decepcionada de usted, Srta Beatle —agacho la cabeza por la
vergüenza, Travis vuelve a agarrar mi mano, no me aparto—. No puedo creer que
usted sea la chica que estaba siendo manoseada por este muchacho, sabía que
eran muy unidos pero nunca creí que sean pareja.
—Sí me permite —dice Travis, le va a decir que no somos pareja y me va a
humillar, no me sorprendería—. No la estaba manoseado —¿Qué?—. Le estaba
limpiando algo que tenía en el trasero, eso es todo
Okay, esto es muy extraño, no le dijo que no somos pareja y le dijo que me estaba
limpiando una mancha que tenía trasero. Solo tengo una palabra para esto: cliché.
Lo miro y me regresa la mirada con una sonrisa, me guiña un ojo y me sonrojo
mientras bajo la mirada al suelo, da un apretón en mi mano para calmarme, me
desarma la manera con que se comporta.
La directora da un suspiro para luego pasar las manos por su corto cabello. —Lo
voy a dejar pasar esta vez.
Suspiro aliviada y Travis me da un apretón, puedo escucharlo sonreír.
—Lo dejo pasar porque es la primera vez que usted está aquí por algo malo que
hizo, no quiero manchar su expediente, señorita Beatle, es nuestra mejor
estudiante y puede concursar para ir a las mejores universidades del país —le
sonrío agradecida, me siento fatal, no quiero dañar mi expediente porque quiero ir
a la misma universidad que mamá, se voltea hacia Travis—. Igual usted, Sr Stone,
es nuestro mejor jugador y varias universidades han llamado, desean verle jugar
para ofrecerle una beca de deportes, no me decepcione y esfuérzate este año
para que así sea.
La confusión llega al rostro de Travis, sin embargo sus ojos brillan, sonrío, quiero
que el consiga una beca y vaya a la universidad, quiero lo mejor para él.
—Ahora vayan a clases —ordena la directora—. Tomen estas notas —nos
extiende unos papeles—, entreguen a su profesor para que no les ponga falta y
retiren ce ahora.
—Gracias directora Marshall —dijimos al unísono y salimos de ahí.
Llegamos al pasillo y Travis no suelta mi mano, se detiene en seco antes de llegar
a la puerta donde nos toca clases y me jala, mi cuerpo choca con el suyo. Sus
manos viajan a mi espalda baja.
—No hemos terminado, cariño —murmura, pongo mis manos en su pecho para
alejarme aunque creo que es inútil, estamos muy juntos.
—Travis nos pueden ver —susurro.
Se encoje de hombros. —Sólo un besito, ¿si? Uno chiquito.
—Sólo uno —elevo mi dedo índice.
Sonríe y se acerca a mí, elevo el rostro porque a pesar que llevo tacones, el sigue
siendo mucho más alto que yo. Lo veo cerrar los ojos y hago lo mismo antes de
que nuestros labios se encuentren, me besa de una manera tan dulce que siento
que mi corazón se saldrá de mi pecho, su lengua toca la mía pero es un beso tan
dulce que siento que me voy a desmayar. Suspira y se separa un poco, pero no lo
dejo porque agarro su cuello y lo llevo nuevamente a mis labios, lo siento sonreír
mientras lo beso más de prisa pero con la misma dulzura.
Nos separamos jadeantes por la falta de aire, su sonrisa es tan seductora y
hermosa que ilumina todo su rostro.
—Dijiste sólo uno —dice al recuperar el aliento.
Pongo los ojos en blanco.
—Digo muchas cosas —le guiño un ojo y su sonrisa se ensancha hasta tal punto
que sus ojos verdes se achinan.
Golpeo la puerta con educación y al ser abierta Travis y yo sonreímos en dirección
a la señorita Garner.
—Tenemos la justificación de la directora —dice Travis y extendemos nuestro
justificativo a su dirección.
Nos lo arrebata y al leerlos nos hace una señal con la cabeza para que entremos,
entramos al aula y los murmuros me ponen los pelos de punta, pero Travis me
agarra de la mano y me guía a una mesa que tenía dos asientos libres, nos
sentamos juntos. Genial.
—Bueno, para los recién llegados —empieza la profesora—, estábamos hablando
sobre todos los libros que vamos a leer este año. También mandé un trabajo en
pareja para que hagan un ensayo sobre el libro que más les gustó de los que
leímos el año anterior, como ustedes no estaba ya hice las parejas, así que
ustedes, Sr Stone y Srta Beatle, tienen que hace un ensayo sobre cualquier libro
que leímos el año anterior para el día miércoles.
Genial, simplemente genial.
Miro a Travis y esta esbozando una sonrisa que intenta disimular pero falla, no
quiero pasar con él a solas porque... bueno... acabaremos haciendo cosas
indecentes en su casa o en la mía.
La clase de literatura continúa su curso y sonrío al ver los tres libros con los que
trabajaremos este año. Anna Karenina, Cumbres Borrascosas y Orgullo y Prejuicio
son los libros con los que vamos a trabajar, sonrío para mis adentros, esos son los
libros favoritos de Travis.
Sip, aunque no lo crean, Travis es un amante de la literatura. Le encanta la
literatura clásica, yo soy más moderna, me encanta Harry Potter y las novelas
románticas y juveniles contemporáneas. Travis odia esas novelas, el es más
clásico que yo. Travis ama leer y yo soy más inclinada al dibujo, me gusta mucho
hacer retratos y paisajes, sin embargo más me gusta estudiar cosas científicas
como química o matemáticas, me gusta el arte pero solo como un hobby, no mas
como algo a lo cual dedicarme toda la vida.
Al llegar la hora del almuerzo, salgo en dirección a mi casillero, comparto todas las
clases con Travis excepto Cálculo, el tiene en esa hora la clase de computación.
Pongo la clave y abro el casillero pero este se vuelve a cerrar, doy un salto al
escuchar el horrible sonido que fue ocasionado, Travis me mira con una sonrisa
de superioridad y en este momento quiero arrancarle los putos dientes.
—¡Travis! —me quejo—. Me asustaste, maldita sea.
—Vamos a la cafetería —agarra mi mano e intento soltarme pero no sede.
—Tengo que guardar mis cosas, idiota —gruño.
Agarra mis cosas y las guarda en su casillero que está abierto, lo cierra de un
portazo haciendo mucho ruido.
—Solucionado, ahora vamos.
Jala de mi mano y técnicamente me arrastra a la cafetería, todos los ojos caen en
nosotros al vernos, me detengo en seco y al ver que no sigo caminando, Travis se
da la vuelta, se agacha un poco y me roba un besito de pico.
Lo miro horrorizada mientras gritos ahogados se escuchan por toda la cafetería,
empezaron los murmullos y no puedo estar más roja.
—Para que hablen por algo —se encoge de hombros.
Hijo de...
MA jala hacia la mesa donde Jake y Kylie ya están sentados, ellos también nos
ven sorprendidos mientras nos sentamos, Travis pasa un brazo por mis hombros y
me acerca a él.
—Bueno... —empieza Jake—, esto es algo... extraño. ¿No estaban peleados
ayer?
—Pero hoy estamos bien —responde Travis apretandome más a su cuerpo.
—¿Y ahora salen juntos?
Cállate Jake, deja de ser tan curioso.
—Tal vez —contesta Travis mirándome con una sonrisa. ¿Qué significa esto?—.
¿Quieres que te traiga algo, gafitas?
—Umh... sí, una manzana y un yogurt con cereal, por favor.
Me sorprende cuando me da un beso en la frente y otro en los labios que se
extiende al momento que mete su lengua en mi boca, los sonidos de sorpresa no
pasaron desapercibidos, sin embargo, me dejo llevar por su delicioso beso. Se
separa de mí y me da un beso en la nariz y otro en la frente antes de irse.
—Yo... umh... creo que voy con él, ¿Quieres algo, cielo? —pregunta Jake en
dirección a Ky, ella niega con la cabeza y su novio la besa antes de pararse e irse
detrás de Travis.
No entiendo que es lo que está pasando, Travis ha estado encantador el día de
hoy y estoy tan confundida como feliz y un poco excitada.
—Eso fue... —empieza a decir Kylie.
—Extraño —concluyo por ella y cubro mi cara con mis manos.
—Jane —me llama con voz firme y destapo mi rostro para verla, sus ojos
marrones se encuentran con los míos—. Eres mi mejor amiga y te amo, y sé que
Travis te gusta por la forma en que lo besas y te juro que tu le gustas incluso más
que él a ti. Pero tengo que ser sincera contigo —se acerca a mí y agarra mi
mano—, tengo miedo que te haga daño. Sé que no lo hará porque si lo hace le
cortaré las pelotas, solo prométeme que te cuidarás y cuidarás tu corazón. No te
precipites ni te enamores tan rápido, tomatelo con calma.
—Tranquila, Ky, prometo que no pasará eso, a penas hoy empezamos a besarnos
y no paramos desde la mañana, y sí, me gusta mucho, pero quiero ver lo que pasa
primero antes de iniciar algo tan serio como lo tuyo con Jake.
Me sonríe de manera amistosa.
—Bien, no quiero tener que cometer una castración a tan corta edad.
Seguimos hablando sobre el primer día de clases hasta que Jake y Travis
regresan, ambos tienen una sonrisa y sé que Jake interrogó a Travis sobre
nosotros.
—¿En la tuya o en la mía?
La voz de Travis me saca de mis pensamientos.
—¿Qué? —pregunto volteándome en su dirección. El aprovecha el acto y me roba
un beso de pico, aunque no quiera hacerlo sonrío por el acto.
—¿Dónde haremos el trabajo?
—Hum... en la tuya —contesto.
No quiero volver a irrespetar mi casa de nuevo, así que mejor en la suya.
—Bien —esboza una sonrisa que hace revolotear a mis hormonas—, entonces en
mi casa será.
Capítulo +18
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El timbre de la salida sonó y salgo de mi clase de cálculo, es la única clase en el
día que no comparto con Travis, y aunque me cueste admirirlo, lo he echado
mucho de menos.
Camino por el pasillo y al llegar a mi casillero, encuentro a Travis arrimado en él.
Está tan hermoso con una chaqueta de cuero negra que contrasta con su camisa
de cuadritos, mis piernas se tambalean al momento en que me planto frente a él.
—Permiso, por favor —digo lo más educada que puedo.
Travis esboza una sonrisa, me agarra de la cintura y hace que mi cuerpo choque
con el suyo de manera brusca, frunzo el ceño y levanto la vista para retarlo, su
sonrisa se ensancha y le ilumina la cara.
—Por favor Qué —se hace el desentendido.
—Por favor quítate de mi casillero —digo desafiante.
—Uy, cariño, tengo que enseñarte algo de modales —me encanta que me llame
cariño aunque me cueste admitirlo—. Se dice "por favor mi amor" o "por favor
cielo".
Pongo los ojos en blanco pero una sonrisa traicionera se implanta en mis labios.
—Ni en tus sueños te diría esa clase de cosas —respondo.
—No perdía nada con intentarlo —se encoge de hombros sin embargo no se
mueve ni un pelo.
—¿Te vas a mover? —pregunto.
Se acaricia la barbilla con su mano libre como si estuviera pensando. —Hum... no.
Lo fulmino con la mirada, no puede estar hablando enserio.
—Entonces guardaré mis cosas en el tuyo —digo separándome de él.
Refunfuña pero me deja ir, sé la clave de Travis para todo, es su cumpleaños,
pongo 15 10, sin embargo este no se abre para nada.
—Ya no es esa, gafitas —dice divertido.
Pongo el cumpleaños de su madre, no se abre, pongo el día de su muerte y
tampoco se abre, intento con cualquier fecha pero este no cede.
—Hay una más con la que no has intentado —dice mirándome fijamente.
La única con la cual no he intentado es mi cumpleaños... ¿Será posible? No, no lo
creo, ¿o sí?
Nada pierdo con intentar, ¿verdad?, así que pongo los números: 23 05.
Y este se abre.
Mis ojos se abren como platos y regreso a ver a Travis quien está con una sonrisa
ladeada y mirándome fijamente, no se ve intimidado ni nervioso de que lo haya
descubierto, sino parece divertido y hasta incluso orgulloso de sí mismo.
Con manos temblorosas abro la puerta y meto ahí mis libros, no puedo creer que
él haya hecho eso, no me asusta, para nada, más bien me halaga, sin embargo el
calor en mi cuerpo aumenta con tan solo aquel acto. Termino de guardar mis
cosas en su casillero y lo cierro, mi vista cae en él y en sus maravillosos labios.
No tengo nada que perder.
Me acerco y paso mis manos por su cuello.
—Gafitas, ¿qué estas...?
—Cállate —digo y pego mis labios con los suyos bruscamente.
En frente de todos, en frente de toda la escuela, solo somos él y yo, besándonos
en medio del pasillo, escuchando miles de murmullos que no nos hacen separar.
Su lengua hambrienta toca la mía y me encojo en sus brazos, derritiéndome, me
agarra la cintura y me da un fuerte apretón hasta que quedo totalmente pegada a
su cuerpo. Sé que quiere agarrarme el trasero, sin embargo no lo hace, y la razón
es porque no me quiere faltar el respeto delante de nuestros compañeros.
Sus labios son tan suaves que me derriten, quisiera vivir en ellos toda la vida y
que sean mi auxilio. Gime cuando muerdo su labio inferior, me encanta morderlo y
que me devuelva la muestra de afecto en público.
—Dios, Jane, vámonos de aquí —ordena y sonrío para mis adentros.
Estoy excitada, más que excitada, y si me dice que le haga sexo oral lo haré
gustosa, es algo que llevo soñando y me encantaría hacerlo aunque no sé en que
consiste.
Agarro mi mochila y el me la arrebata para llevarla él mismo, agarro su mano y lo
guío hasta la salida, evitando a todos los estudiantes que se atravesaban en
nuestro camino. Llegamos a su auto y me abre la puerta del copiloto, es la primera
vez que hace eso para mí, le doy las gracias y me subo en su auto, el se sube en
el lado del volante y ni bien se pone el cinturón de seguridad, arranca el auto.
Ya en la autopista, lejos de la escuela, la tensión sexual se puede cortar con un
cuchillo, cada vez que lo veo miro de reojo a su hinchada entrepierna y me excito
más, quiero agarrarla entre mis manos y llevarla a mi boca. El mira de reojo hacia
mis pechos que sobre saltan por el escote de la blusa, está con las mejillas
sonrojadas al igual que las mías.
—¿Puedo poner música? —pregunto cuando ya no aguanto la tensión que siente
mi cuerpo, hace un sonido de afirmación y enciendo la radio.
Oh.
Oh no.
Or nah de The Weeknd suena por los parlantes, una canción que habla de sexo
duro y de sexo oral.
Travis aparca de golpe en medio de la carretera, asustandome.
—Ya no aguanto —dice quitándose el cinturón de seguridad y abalanzandose
sobre mí.
Retiro mi cinturón y pasó mis manos por sus hombros hasta que el se recompone
en su asiento y me monto a horcajadas sobre él.
Pasa su lengua por mi labio inferior y abro más mi boca para que esta entre y
juegue con mi lengua. Empiezo a mover mis caderas en círculos al sentir su
erección en mi entrada, me froto mientras él lanza gruñidos y mueve las caderas.
Sus manos se posan en mi trasero por debajo de mi falda, gimo en respuesta.
—Joder, Jane, quiero follarte ahora mismo —gruñe.
—Pues hazlo —susurro con voz ronca, no me importa perder mi virginidad en el
auto de Travis en medio de la nada.
—Vamos a mi casa, Jane —susurra contra mi pecho, mete la cara en medio de
mis senos y suspira mi aroma.
—Vamos —digo después de pensarlo, trato de bajarme de su regazo pero no me
lo permite.
—Conduciré así —una carcajada sale por parte de ambos y le doy un pequeño
beso en el cuello antes de que arranque.
***
No sé cómo llegamos a su casa sin que la policía nos detuviera o alguien nos
viera. Me doy cuenta de que estamos fuera de un edificio, frunzo el ceño, esta no
es la casa de Travis.
—¿Qué hacemos aquí? —pregunto cruzando los brazos sobre mí pecho y se
parándome un poco de él para poder verlo.
Agarra un mechón de mi cabello con sus dedos y empieza a jugar con las puntas
de este.
—Esta es mi nueva casa —susurra tímidamente, desvía la mirada de mis ojos y sé
que está triste.
Agarro su rostro con ambas manos para que me mire, lo hace y veo que sus ojos
están cristalizados, una punzada de dolor atraviesa mi pecho.
—¿Qué pasó? —pregunto con voz nerviosa.
—¿Sabes por qué me fui a Grecia? —niego con la cabeza—. Porque papá me
golpeó tanto el día anterior que casi me mata. Tengo miedo de que algún día lo
haga así que ayer, después de ir a verte, me mudé aquí sin despedirme de papá.
Odio a mi padre, Jane, lo odio tanto porque me humilla y lo peor es que yo no
hago nada por respeto hacia él, aunque no se merece mi respeto, mucho menos
mi aprecio —una lágrima cae por su mejilla, me duele tanto verle así—. Lo odio,
cariño, lo odio tanto.
Un nudo aparece en mi garganta, no puedo llorar, no debo llorar, debo ser fuerte
por él y ayudarlo. Lo abrazo y lo siento temblar bajo mi cuerpo. Sus hombros
templanza y unos leves sollozos salen de sus suaves labios, está llorando y me
rompe el corazón que lo haga. Lo dejo llorar y siento como se cristalizan mis ojos,
no puedo llorar, pero me es casi imposible. Me separo de él para contemplar su
rostro, está enrojecido y mojado por el llanto, sus iris verdes contrastan con el rojo
que adornan sus ojos; limpio las lágrimas que descansan en sus mejillas con mis
pulgares, quiero llorar pero debo ser fuerte por él.
—Vamos arriba, ¿si? —sugiero cuando sus sollozos se calman y no salen más
lágrimas de sus globos oculares.
Asiente con la cabeza y abre la puerta, quiero moverme para facilitarle la salida
pero sus manos no me dejan moverme.
—Yo no sé tu, pero estoy muy cómodo —dice y me regala un beso, sonrío en sus
labios mientras se para.
Me agarro fuerte y lo abrazo con mis brazos y piernas para no caerme, se ríe en
mi oído enviando escalofríos por todo mi cuerpo, cruzamos el umbral y llegamos al
ascensor, agradezco de que sólo haya estado la recepcionista y que no nos haya
dado ni una sola mirada. El ascensor se abre y entramos en él.
—No sabes cuanto tiempo he deseado tenerte así —susurra.
—Tenemos que hablar sobre eso de "cuanto tiempo" —hago comillas con mis
dedos.
Él se ríe y dice: —Mucho tiempo.
La respiración desaparece en mis pulmones, ¿está hablando enserio? ¿Mucho
tiempo? ¿Mucho mucho o mucho poco?
Deja de pensar y bésalo. Me regaño a mí misma.
Y obedezco, lo beso mientras la puerta se abre y lo escucho caminar por el pasillo,
saca unas llaves de su bolsillo, sin dejar de besarme, y abre una puerta, me
separo de él y bufa.
—Es muy bonito —digo al ver el lugar.
Hay una sala con sofás de color blanco, una alfombra afelpada color crema en
medio y encima de esta hay una mesita de noche, una televisión de pantalla plana
enfrente de la sala. Hay un comedor color gris con cuatro asientos, la cosía es
moderna y grande, parece un departamento realmente caro.
—Y eso que aún no has visto la alcoba principal.
Me lleva dándome pequeños besos en los labios a su habitación, al llegar me
separo un poco para verla mejor, hay una cama matrimonial en el centro de esta,
una televisión de pantalla plana un escritorio donde descansa su portátil y un
librero lleno de sus libros favoritos, es muy bonita.
—Travis —lo llamo.
—¿Sí, princesa?
Uf, me encanta que me llame así.
—¿Vas a f-follarme h-hoy? —pregunto nerviosa, aunque lo deseo, aún no estoy
lista para algo así, quiero que Travis sea el primero pero tengo todavía miedo de si
sí me va a doler o no.
Me mira con ternura, me da un pequeño beso en los labios antes de hablar.
—No, cariño, tengo que hacerte algunas cosas antes de follarte.
Sin más, me baja hasta que mis tacones tocan el suelo. Sus labios se unen con
los míos y su lengua acaricia la mía en un beso salvaje, sube las manos y agarra
ambos de mis pechos en sus grandes manos, gimo cuando mete las manos en la
blusa y en el sujetador para tocarme sin ningún impedimento, gruñe al sentir mis
pezones ya erectos por la excitación. Empieza a pellizcarlos con sus pulgares y
sus índices para que se endurezcan aún más. La humedad abre paso en mis
bragas, estoy tan mojada y húmeda que quiero que haga conmigo lo que quiera.
—Me encantas... eres hermosa, Jane —gime en mis labios mientras aprieta mis
tetas y con sus pulgares acaricia mis pezones.
Agarro su camiseta y empiezo a quitársela de manera lenta pero sensual, me
ayuda a sacarse y me quedo admirando lo que es el paraíso. Su abdomen es
perfecto, sus pectorales son un sueño y sus hombros son diseñados
especialmente para que me sostenga de ellos cuando me haga el amor. Se hizo
otro tatuaje en la "v" de debajo de su abdomen, es una flor con una calavera,
acarició las lineas blancas y negras, al llegar al filo de su pantalón trazo una línea
recta tocando su piel en el proceso, se estremece bajo mi tacto.
—Me toca a mí —dice con una sonrisa que me mata.
Me quito la chaqueta y alzo los brazos para facilitarle el trabajo. Me quita la blusa y
luego sus manos su ven acariciando mi espalda, retengo la respiración mientras
llega a mi sujetador; me mira a los ojos mientras deshace el seguro de mi
sujetador, desliza las tiras por mis brazos hasta que esté cae al suelo, junto con su
camiseta, mi blusa y mi chaqueta. Se queda contemplando mis senos como si
fueran lo más hermoso que haya visto, no me cubro, dejo que me recorra con su
penetrante mirada.
—Dios, princesa, vas a matarme —murmura con voz ronca.
—Igual que tu a mí —me acerco a él para que pueda sentir mis pechos en su
torso desnudo, se estremece y me junta aún más a él.
Desabrocho sus pantalones y se los bajo, paseando mis senos por su torso hasta
llegar a su bóxer, siento su hinchada polla en medio de mis senos y una corriente
se adueña de mí. Me recompongo y me ayuda a sacarme la falda. Su cara queda
a la altura de mis bragas y deja un beso en estas, me estremezco.
—¿Confías en mí? —pregunta sin levantarse.
—S...sí —susurro.
Me tumba suavemente en la cama, cuando ya estoy acostada, levanta mi pierna
derecha y desata la correa que asegura mis zapatos. Besa mi talón y pasa su
lengua por mi empeine, gimo en voz alta, no sabía que cuando te besen tu pie
sería tan excitante. Sus labios recorren mi pantorrilla hasta llegar a mi rodilla, me
muerde en la parte inferior de esta y chillo. Hace lo mismo con la otra pierna.
—¿Si qué? —pregunta, quiere escucharme decirlo.
—Confío en ti —digo sin rodeos, he confiado en él toda mi vida.
Alza su cuerpo hasta quedar encima de mí y me besa de una manera
descomunal, deja mis labios y vuelve a bajar hasta quedar de rodillas en el suelo.
—Alza un poco tu pelvis —dice y obedezco un poco nerviosa.
Baja mis bragas con una mano y al momento que estas ya están en el suelo, junto
con toda la ropa, me abre las piernas poco a poco, agradezco al Señor por
haberme depilado —lo hice cuando me fui al spa con Kylie y nos hicieron
depilación total, muy doloroso—. Ahoga un grito y se aclara la garganta.
—Joder, la puta madre, hijo de puta, que linda es. Es tan suave.
Me río y niego con la cabeza hasta que veo su rostro desaparecer en el medio de
mis pier...
Dios...
Oh, Dios...
Su lengua atraviesa toda la extensión de mi sexo, arqueo la espalda mientras un
gemido escapa de mí, Dios se siente tan bien, se siente delicioso.
—¡Ah!
Su lengua sigue moviéndose con más velocidad en mi vagina y los gemidos son
imparables. Su lengua golpea varias veces mi clítoris, lo mueven de un lado al otro
y vuelve a golpearlo, traza círculos con su hermosa lengua y no puedo parar de
gemir.
—Meteré un dedo, ¿está bien, bebé? —pregunta y gimo en respuesta, que me
meta su polla si quiere.
Su boca regresa a mí vagina y me toma por sorpresa que lo que mete dentro de
ella no sea su dedo, sino es su propia lengua. Grito cuando empieza a meterla y a
sacarla, se siente realmente bien. Su increíble lengua regresa a besar mi clítoris y
a dar golpesitos en ese punto que me lleva al cielo. Siento que algo extenso va
entrando en mi vagina y un gemido de placer y dolor sale de mí. Su dedo entra y
sale mientras su lengua sigue haciendo magia en mí, arqueo más la espalda
ofreciendo que siga con todo lo que tiene.
—Joder, estas tan estrecha —gruñe—. ¿Puedo meter dos dedos? —pregunta
sobre mi mojada piel, hago un sonido de afirmación para que meta todas las cosas
que quiera.
Mete un segundo dedo y siento como me lástima la piel, pero el placer y el hambre
que siento por él es más grande que cualquier cosa, estira su mano libre y agarra
mi seno derecho.
—¡Ah... Travis!
Muerde mi clítoris y lo jala, grito de placer, aunque duele un poco es lo más erótico
que me puedo imaginar. Vuelve a trazar círculos con su lengua mientras sus
largos y gruesos dedos entran y salen de mí, sus dedos de su otra mano
empiezan a jugar con mi pezón, lo jalan y lo pellizca hasta que duele.
Sus dedos empezaron a moverse más de prisa dentro de mí, vuelve a morder mi
clítoris y grito su nombre; atrapa mi sensible piel y succiona con sus labios, lo
siento hinchado pero es tan excitante que me muero.
—Oh, Dios... ¡Travis! ¡Joder! ¡Es tan delicioso! ¡Ah!—grito cuando intenta meter un
tercer dedo, me duele mi vagina y me lastima, pero estoy tan excitada que me
importa una mierda.
—No puedo meter mi dedo —sonríe en mi piel—. Joder, Jane estas tan estrecha,
cuento los días para follarte.
Empujo su cabeza a mi sexo para que siga con su trabajo, su lengua lo vuelve a
atrapar, sus labios lo succionan y grito de nuevo, siento algo acumularse, mucho
más arrollador que la vez que me masturbó.
—¡Jodeeeeer! —maldigo y gimo como desesperada, sus dedos aceleran el
ritmo—. ¡Quiero tu polla en mi boca! ¡Quiero que un día me penetres como tus
dedos lo están haciendo! ¡Ah! ¡Travis!
No controlo lo que digo ni las reacciones de mi cuerpo, mis piernas tiemblan y
elevo la cabeza un poco para ver a Travis mientras me hace sexo oral, me está
mirando con sus ojos llenos de deseo mientras me corro en su boca. Se traga todo
lo que le ofrezco, se traga mi orgasmo y mis fluidos.
Su boca sigue dejando suaves besos en mi latente clítoris que intenta
recuperarse, sus dedos salen de mí, pero su mano no deja mi pecho. Los
espasmos del orgasmo siguen en mí, mis piernas tiemblan y siento que el oxígeno
se ha disuelto.
—¿Cómo estás? —pregunta acostándose a mi lado y tapándonos con una manta.
Siento que las convulsiones del orgasmo van desapareciendo poco a poco, pasa
un brazo por mis hombros y me jala para que acurruque mi cabeza en su hombro.
—Increíble —contesto acurrucado mi cabeza en su pecho, deja un beso en mi
cabello y cierro los ojos.
Paso una mano por su bóxer y lo siento hinchado, estaba tan concentrada en mi
placer que no pensé en el suyo, se estremece bajo mi tacto, pero no retiro la
mano. Tiene un gran tamaño que da miedo, pero me gusta.
—Tú no te corriste. —digo mirándolo a los ojos.
—Tranquila, pequeña, yo me encargo de eso luego.
—Puedo hacer algo por ti —me sonrojo tan solo de pensar lo que quiero hacer.
—¿Y qué quieres hacer, nena? —pregunta confundido.
Sin pensarlo mucho me subo a horcajadas sobre él y lo beso con pasión.
Capítulo +18
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Travis
Oh, joder.
Tenerla a mi alrededor ya es una distracción bastante estremecedora, sin
embargo, es mucho peor —y excitante— tenerla completamente desnuda
acostada a mi lado. Probar su deliciosa vagina me ha alimentado, es tan suave y
estrecha que imaginarmela alrededor de mi polla hace que mi erección crezca
muchísimo más.
No quiero follarla... digo, hacerle el amor todavía, pero me lo está dejando muy
difícil.
Pone una mano sobre mí bóxer y me estremezco, ¿pero que mierda...? No retira
la mano y mi polla está impaciente por salir y romper su coñito virgen de una sola
embestida. Alza la barbilla, está muy sonrojada y sé que se está armando de valor
para no retirar la mano de mi hinchada polla.
—Tu no te corriste —dice mirándome a los ojos, sé que está tramando algo,
puedo verlo en sus ojos, la conozco tan bien.
—Tranquila, pequeña, yo me encargo de eso luego —le digo.
No quiero asustarla, acabó de experimentar como se siente el sexo oral y la
penetración por primera vez, la vez que le toqué no la penetré con mis dedos, sin
embargo se que le ha gustado y me llenó de placer hacerlo, su placer es mi
placer.
—Puedo hacer algo por ti —dice, se sonroja aún más, sus lindas mejillas parecen
dos hermosas manzanas.
La confusión me atraviesa, pero estoy casi seguro de saber que quiere hacerme,
no... ella no haría eso, ¿verdad? No quiere devolverme el favor, ¿cierto?
—¿Y qué quieres hacer, nena? —pregunto, la confusión abriéndose paso en mi
voz.
En un abrir y cerrar de ojos, Jane se sube a horcajadas sobre mí, pasa las manos
por mi cuello y me besa de una manera tan desgarradoramente sexy, me
recompongo y me siento llevándola conmigo. Su lengua toca la mía, gimo cuando
empieza a mover las caderas, solo con que ella haga eso siento que me voy a
correr, la deseo tanto.
—Joder, Jane —gimo cuando une su vagina desnuda a mi entrepierna, solo nos
separa la tela de mi bóxer. Se empieza a frotar en mí y ¡Joder! Siento que me voy
a correr.
—N-no mentia c-cuando dije que quería t-tu polla en mi...mi boca —dice
tartamudeando.
Esconde la cara en la curvatura de mi cuello, sé que está muerta de la vergüenza,
una oleada de ternura atraviesa mi pecho, Dios, cuanto amo a esta mujer.
Porque es verdad, la amo, pero no sé cómo demostrarlo, no sé como decírselo, tal
vez me lo guarde hasta que tengamos el valor para estar juntos. O tal vez no le
debo dar muchas vueltas al asunto.
—Hey, princesa, mírame —agarro su rostro entre mis manos y la obligo a
mirarme, me encanta como se ve su cabello después de haber experimentado un
orgasmo—. No tienes porqué avergonzarte, el sexo es algo natural y algo
hermoso que me encanta experimentar sólo contigo. Causarte placer ha sido algo
tan... increíble, tragarme todo lo que me ofreces fue algo completamente delicioso,
lo disfruté igual y hasta creo que incluso más que tú.
Esboza una sonrisa tímida que me hace ahogar un suspiro, no quiero asustarla si
me ve suspirando por ella cada vez que sonríe de esta manera.
—No creo que lo hayas d-disfrutado más que y-yo —tartamudea, esta vez no
puedo retener mi suspiro, levanta los ojos y me mira fijamente armada de valor—.
Me encantó, Travis. Ha sido lo mejor que has hecho por mí, incluso mucho mejor
que cuando me llevaste al concierto de One Direction.
Sonrío como sé que a ella le gusta.
—¡En tu cara, Harry Styles! —grito y ella estalla en una sonora carcajada.
—¡Hablo enserio, Travis! —grita divertida y me golpea el hombro juguetona—.
Quiero hacerlo —dice y una corriente eléctrica atraviesa mi columna vertebral—.
Quiero darte placer, quiero saborearte, sé que es difícil contenerte y no hacerme el
amor, ya que tu tienes esperiencia en esto del sexo. Pero quiero hacerlo, déjame
hacerlo.
—No importa si tengo experiencia o no —sus ojos cafés me miran expectantes,
puedo distinguir el deseo que emanan sus iris—. No haré nada para lo que tu no
estés lista. ¡Joder, Jane! Me muero por penetrarte hasta el fondo de ti, me muero
por hacerte el amor y que yo sea el único que lo haga, dulce Jane.
—¿Dulce Jane? —pregunta.
Me regala un beso delicioso en los labios, mueve sus caderas en círculos y
cuando me tiene... erecto de nuevo, detiene sus exquisitos movimientos
—Y yo quiero que seas el único —susurra, sus ojos cafés me miran con brillo y
asombro—. Dios, Travis, no estoy lista para que me hagas el amor, la verdad, y no
es porque no confíe en ti o me de miedo el sexo contigo, es porque quiero probar
tu cuerpo y darte placer así como tu has hecho conmigo. Quiero experimentar
contigo y para cuando esté lista, yo te lo diré y espero que para ese momento tu
aceptes.
Mis manos bajan de su cabello, acarician lo largo de su columna vertebral y
descansan en su trasero. Aprieto su culo con ambas manos, jadea y echa su
cabeza para atrás. Me encanta como se siente, no hay barreras ni bragas que
estorben cuando mis manos la tocan.
—¿Qué h-haces? —pregunta cuando me voy acercando a sus voluptuosos
pechos y me meto uno de ellos en la boca.
Puedo sentir su humedad en la tela de mi bóxer, está chorreando de deseo,
literalmente.
—Travis... —gime mi nombre cuando atrapo su pezón en mis dientes—. F-fóllame
la boca... por favor.
Sus súplicas hacen que pare con mi asalto, estoy atónito. ¿Acaba de pedir que le
folle la boca?
—¿Estas segura, cariño? —pregunto separándome de ella.
Pone los ojos en blanco.
—No te lo estuviera pidiendo si no estuviera segura.
Guau... esta Jane juguetona me encanta.
Asiento, me he quedado sin palabras, es tan hermosa, joder. Me besa con pasión
que me enciende a una temperatura que no me sorprendería que me prenda en
fuego. Sus manos bajan lentamente desde mi cabello, a mi cuello, pasan por mis
hombros y de ahí a mis pectorales, dibujan mis seis abdominales marcados y
llegan al elástico de mi bóxer, hace eso sin dejar de besarme
—Ayúdame —murmura sobre mis labios para que la ayude a bajarme el bóxer,
obedezco, ella tiene todo el control.
Me quito el bóxer con los pies y los lanzo lejos de la cama, no hay barras entre
nosotros, nada nos parará. Sus ojos se abren como platos al ver mi abultada
erección, no es por presumir pero tiene un buen tamaño.
—Joder, Travis. ¡Es enorme! —grita y tengo que taparle la boca para que no lo
siga haciendo, le destapo con cuidado y muy lentamente—. ¿Cómo va a caberme
eso cuando lo hagamos? —pregunta y una carcajada me sacude, me encanta que
me asegure que voy a ser el primero—. No te rías —me regaña—. Me dolerá
muchísimo. No recuerdo que sea tan grande.
—Alimentas mucho mi ego, preciosa —digo riéndome, ella pone los ojos en
blanco.
—Enserio estoy asustada —susurra más para ella que para mí.
—Hey —digo agarrando su cara con mis manos—. Si no quieres no lo hagas
hasta que estés lista, ¿está bien?
—Pero quiero hacerlo ahora —sube los ojos de mi polla y me regresa la mirada—.
Ahora.
Sin necesitar nada más, agarra mi polla en sus temblorosas manos y empieza a
bajar y a subir, un gruñido incontrolable escapa de mi garganta y la veo sonreír.
—Joder, Jane... se siente... joder...
No tengo palabras, y eso que sólo está usando su mano. Pongo mis manos en sus
tetas y pellizco sus pezones que están muy erectos, ella también está excitada,
toda ella me encanta. Me imagino entrando y saliendo de su estrecho coño y la
polla me empieza a latir aún más. Atrapo sus pezones, ambos en mi boca y ella da
un saltito.
—No te corras aún —dice con voz tímida.
—Oh, nena, tengo mucho que dar todavía.
Se separa un poco de mí y ya no puedo jugar con ella, se sonroja todavía más y
sus labios bajan por mi cuello hasta mi torso, me muerde un pectoral y gruño, es lo
más sexy que he vivido jamás. Sus labios siguen bajando y su lengua dibuja la
forma de mis abdominales, creo que le gustan. Besa mi cadera y luego se
transporta a la otra dejando pequeños besitos sin tocar mi sexo en el trayecto, es
una tortura, una dulce tortura.
Lo mejor de todo esto es que es Jane la que me lo hace, no cualquier chica, es
ella, la chica de la que llevo enamorado diez putos añ...
Oh, joder...
Oh, hijo de puta...
Oh, mierda, mierda, mierda...
Siento su aliento en mi polla y su lengua lame la cabeza de mi miembro, con su
mano sigue bajando y subiendo mi piel aterciopelada que me llena de puro placer.
—Jane... —gimo su nombre, me siento tan virginal a su lado.
Su lengua sigue torturando mi miembro palpitante e inconcientemente doy una
embestida que por la fuerza meto toda mi polla en su boca, se detiene y me mira
con los ojos como platos.
—Perdón, princesa —me disculpo y no sólo me refiero a la embestida de
sorpresa.
—Sí, tranquilo, es solo que casi me da una arcada —dice poniéndose colorada de
nuevo.
Se agacha otra vez y siento como sus carnosos labios recorren la extensión de mi
polla. Dios, se siente tan bien. Vuelve a subir sus labios por toda mi extensión y
los vuelve a bajar y así sucesivamente, agarro su cabello y la empujo para que mi
polla entre más en su boca, le da una arcada pero no se separa y sigue con su
delicioso asalto.
Oh, Dios mío, ayúdame a no correrme tan rápido y que no crea que soy un precoz.
Amén.
Con su mano acaricia mis testículos y con la otra baja la piel que con la boca no
alcanza a llegar. Es excelente haciendo esto, no es que no lo haga tímidamente,
pero se trata de ella y en que me quiere dar placer. Nunca había sentido tanto
placer en mi vida y ella me lo proporciona, ¿estoy soñando? Si este fuera un
sueño, no quisiera despertarme jamás.
Baja sus labios nuevamente y sube, se separa y va dejando saliva mientras lo
hace. ¡Jodeeeeer! Es perfectamente excitante. Me empieza a masturbar y su
lengua se dirige a mimar mis testículos, los succiona y siento que la columna
empieza a quemarme.
—Joder... linda... voy a...
No puedo articular palabra. Ella frena y abro los ojos, una sonrisa pícara y
diabólica aunque nerviosa adorna su precioso rostro.
—¿Y-y si nos corremos juntos?
¿Queeeeeeé?
Su propuesta me a dejado sin habla, la jalo y la beso en los labios, probando mi
sabor. Entiendo porqué no quiere que que me corra en su boca y es porque aún
no está lista. Mi dulce, tierna y sexy Jane.
—Claro, nena —digo y muerdo su labio inferior.
La siento de espaldas a mí y la abro de piernas, se hace un poco a un lado para
que ella pueda agarrar mi miembro desde su posición. Paso mi dedo por su clítoris
al momento en que ella baja la tela de mi polla, gruño y ella gime, me encanta
esto.
Empiezo a trazar círculos en su rojo e hinchado clítoris que me vuelve loco, ella
baja su mano torpemente deliciosa alrededor de mi polla y sus gemidos no me
dejan pensar. Meto un dedo y se estremece, meto otro y hace un sonido de dolor,
me fulmina con la mirada y baja su mano más de la cuenta hasta que duele, hago
una mueca y la fulmino con la mirada yo también.
—No estoy tan dilatada, Travis.
Está molesta, sonrío para mis adentros.
Seguimos tocándonos mutuamente y esta vez si me deja meter dos dedos en su
estrecha vagina, meto y saco, meto y saco, y siento que voy a explotar cuando
acelera el ritmo de su mano en mi polla.
El vaivén de su mano, junto a mis dedos en su coño, me hace imaginar guarradas.
Imagino que lo que meto es mi polla, imagino que está así de espaldas a mí
mientras la penetro y acaricio su clítoris hasta que llega al clímax, imagino
follándole los maravillosos pechos que tiene.
Ya no aguanto más.
Me corro en la mano de Jane, no deja de subir y de bajar su mano mientras me
corro en ella, mi semen se dispara y le salpica en la pierna derecha y en el pecho,
adornando su erecto pezón. Suelta mi polla mientras yo sigo masturbandola, se
lame los dedos manchados de mi semen, se acaricia con esa misma mano un
pecho y se vuelve a llevar mi semen a su boca.
¡Jodeeeeer!
Busco sus labios y esta vez intento meter un tercer dedo otra vez, su vagina está
tan dilatada por la excitación que este se desliza, arrima su cabeza en mi hombro
y cierra los ojos, hace un sonido de dolor pero no me dice nada, más bien mueve
sus caderas para que siga. Sigo metiendo y sacando y miro como las
convulsiones se apoderan de su cuerpo, se corre en mi mano mientras la beso y
me trago todos sus gemidos.
¡Genial! Hoy provoqué dos orgasmos al cuerpo de mi chica. Y sin nada de sexo
carnal que incluye la unión de nuestros sexos. Deberían darme un premio o algo.
Intenta que su respiración se estabilice, arrima la cabeza en mi hombro, está muy
cansada y yo también.
Me deslizo con ella hasta que terminamos acostados en la cama, nuestra
respiración es lo único que se escucha en el cuarto. Nos tapo con la manta para
que ella no sienta frío, arrima la cabeza en mi pecho y pone una mano en mi
corazón.
Si supieras que te pertenece a ti y solo a ti...
—Eso fue... —empieza a decir.
—Increíble —concluyo por ella.
—Increíblemente cliché
Sonrío y beso su frente.
—Somos un jodido cliché —la siento sonreír, cierra los ojos, está exhausta—.
Duerme, mi dulce Jane.
La abrazo y beso su frente y luego su cabello, estamos agotados, como que si
hubiéramos hechado un polvo en verdad desgarrador.
—¿Travis? —me llama en un susurro.
—¿Sí, princesa?
—Prométeme que me esperarás, no quiero estar con nadie que no seas tú —
susurra y puedo sentirla que se pone colorada.
Sonrío.
—Te esperaré, cariño —prometo, por supuesto que lo haré—. Tienes suerte que
sea monógamo —bromeo.
—¿Qué significa eso?
Levanta la cabeza, su maquillaje está corrido, tiene sueño.
—Que mientras esté contigo no tocaré a nadie más —sus ojos le brillan con mis
palabras, festejo para mis adentros—. Y espero que sea mucho tiempo.
Después de que me diera el beso más tierno de todos, se queda profundamente
dormida sobre mí pecho, escuchando mi corazón.
Unos pequeños ronquidos salen de su boca, son tan tiernos y reflejan su
cansancio, separo el cabello de su cara para poder verla, sus labios están
entreabiertos, su piel luce más nueva y bonita.
Tantas cosas han pasado en un solo día y no puedo estar más feliz de lo que ya
estoy.
—Te amo.
Se siente tan bien decírselo así no me pueda escuchar en este momento, son mis
sentimientos y la amo. Cliché.
El romanticismo es cliché, el realismo también lo es, la vida es cliché, y ella y yo
somos un verdadero y típico cliché.
Sin embargo las historias inesperadas empiezan con un cliché como enamorarse
de su mejor amigo, o cuando la nerd se enamora del chico malo, tener un amigo
con beneficios, confiar en personas equivocadas, o tan solo enamorarse de quien
no debes; pero resulta que la nerd no es tímida, que los amigos se besan, que los
mejores discuten, que el chico malo e idiota de la historia puede cambiar por amor,
que los amigos con beneficios se enamoran de verdad y que no es sólo sexo, que
confiar en las personas equivocadas nos hace madurar, y que la persona de quien
no debiste enamorarte resulta ser la correcta.
No debí enamorarme de ella, de mi mejor amiga, la nerd de la clase, mi "amiga"
con beneficios. Y ella no debe sentir cosas por su mejor amigo, el idiota y patan de
la escuela, de su "amigo" con beneficios.
Aunque somos más que eso, hoy lo demostramos. Ella siente lo mismo que yo, lo
sé y eso me impulsa a esperar por ella el tiempo que quiera.
Yep, esperaré por este cliché toda la vida si es eso posible.
Jane
Siento que estoy durmiendo en el cielo, en una nube tan suave que no me dan
ganas ni de moverme. No quiero moverme, no deseo moverme, quiero abrazar a
esta nube tan suave por el resto de mi vida, aunque el dolor que hay en mi cuello
por dormir toda la noche en esta posición me obliga a hacerlo.
Intento moverme, pero unas manos fuertes me agarran y me inmovilizan, abro los
ojos de golpe y un dolor en mi cabeza se instala en aquel momento, los vuelvo a
cerrar y cuando el dolor cesa los vuelvo a abrir. La noche ya ha llegado, frunzo el
ceño, creí que era más tarde... o temprano... en fin, creí que ya amaneció.
Travis. Me había olvidando que estoy durmiendo con Travis.
Se ve tan guapo con su cabello despeinado, sus labios están entreabiertos y rojos,
un leve ronquido sale de ellos. Sus ojos están cerrados, quiero saber lo que
sueña.
Los recuerdos llegan a mi mente como un camión a toda velocidad, recuerdo a
Travis recostado mientras yo me metía su... en mi boca, recuerdo cuando tocó mi
vagina con su lengua y el mar de sensaciones que me hizo sentir, recuerdo
cuando terminó en mi mano y me llevé los dedos a la boca para saborearlo,
mmm... sabe muy bien.
¡Concéntrate, Jane!
Muevo mis piernas, intentando estabilizarme, y un dolor en mi entrepierna me
hace parar, otro recuerdo llega a mi mente; él, penetrándome con tres dedos
mientras se corría y esperaba a que yo hiciera lo mismo; él, estimulando mi vagina
y jugando con ella a su disposición; él, besándome después de darme un segundo
orgasmo; él, prometiéndome que esperará por mi; él, asegurando que mientras
dure lo que sea que estamos haciendo, no tocará a nadie; él, admitiendo que
somos un auténtico cliché; él siendo romantico; él...
Todo se trata de él. Todo se trata de Travis.
Aunque suene mal, no me arrepiento, me siento plena, me siento... viva.
No sé si lo que hice y lo que me dejé hacer me convierte en una cualquiera, lo que
si sé es que lo haría de nuevo, que lo haré de nuevo. Travis ha sido tan cautivador
y sensual, él es como la mezcla de una suave luz y una ferviente oscuridad,
ambas te atraen y ambas te llenan.
Intento moverme de nuevo sin mucha fuerza, estoy dolorida, aunque me siento
llena de energía.
—No te muevas —me riñe Travis con la voz ronca.
—Me duele el cuello —mi voz sale adormecida, ronca por mi garganta inflamada.
¿Por qué será...?
Ni idea.
—Ven, cambiemos de lado.
Sin esperar respuesta, Travis agarra mi cintura con fuerza y me coloca encima de
él, un gritito sale de mí por la sorpresa, ya estoy más que despierta.
—Así está mucho mejor.
Se ríe de su cavernícola acción, estira una mano y prende la lámpara que
descansa en su mesita de noche, hace lo mismo con la del otro lado. Puedo ver
sus ojos adormilados pero me mira fijamente, mis ojos están abiertos como platos.
—¡Travis! —lo riño—. Estaba dormida, tonto.
—Yo igual y tu me has despertado —sonríe.
Mis pechos están pegados a su pecho, hago una mueca de dolor cuando estos
rozan su piel, están tan sensibles por el trato que Travis les dio hace apenas unas
horas.
—¿Estás bien, princesa? —pregunta preocupado al ver mi expresión.
—Sí —contesto—. Solo es que estoy muy sensible.
—¿Por qué será? —dice el muy... con sarcasmo, esboza una sonrisa y me roba
un pequeño beso.
Lo miro boquiabierta, no me esperaba que se porte tan lindo después de un buen
orgasmo. Él me dijo que no duerme con las chicas que le ocasionan correrse, y
aquí está, durmiendo conmigo. No entiendo nada.
—Veo que estás de buen humor —digo mirándole a los ojos fijamente, están
dilatados pero llenos de vida—. Me daba miedo que...
Me interrumpo.
Mierda, mierda, mierda, lo iba a decir en voz alta. Iba a decir que me daba miedo
que sea igual de idiota que la primera vez, y ahora que he empezado a decirlo, no
me dejará en paz hasta que se lo diga.
—¿Qué sucede, gafitas? ¿Te hice daño? —inquiere al ver que no sigo.
Sus ojos verdes se han abierto en su totalidad, me miran expectantes, no puedo
mentir a ese par de ojos verdes que son los dueños de mi cuerpo. Me armo de
valor, oculto mi cara en su cuello para que no vea mi rostro avergonzado, me
aclaro la garganta.
—Me daba miedo que me trates como la primera vez.
Lo oigo suspirar, acaricia mi cabello y mi espalda, tiemblo bajo su tacto.
—Hey, princesa, mírame —levanto la cara para ver sus ojos, está con una sonrisa
en su rostro y sus ojos tienen un brillo que no puedo descifrar pero sé que es
especial—. Nunca más me portaré así contigo, lo juro. Lo que más deseo ahora es
ganarme tu confianza y tu perdón. Te necesito para dormir, Jane, te necesito para
reír, para llorar, para enojarme, para excitarme, para comer, para ser feliz... Te
necesito, Jane. Y voy a hacer todo lo posible para mantenerte aquí, conmigo. Te
he necesitado todo este tiempo, nena. Cuando nos separamos me sentía basura
porque me di cuenta que te necesitaba en mi vida, necesito tus risas, tus caricias,
tus besos. Te necesito a ti, mi dulce Jane. Te necesito.
Limpia una lágrima que cae por mi mejilla, no sabía que estaba llorando hasta que
hizo eso. Es la segunda vez que lloro por él, sin embargo esta vez es diferente,
esta vez lloro por sus hermosas palabras, sus hermosas promesas, lloro porque
quiero estar con él aunque no sé como decirlo.
—Yo también te necesito, Trav —susurro y pego mis labios con los suyos.
Me devuelve el beso y suspira cuando mi lengua toca la suya, es un beso lleno de
pasión pero a la vez de ternura. Sus manos acarician lo largo de mi espalda, no va
más allá, y sinceramente le agradezco por eso. Nos separamos jadeantes y
muerde mi labio inferior, gimo y él suspira de nuevo.
—Es muy mala influencia para mí, señorita Beatle —su sonrisa es pícara y mi
interior se tensa.
—Usted es muy mala influencia para mí, señor Stone —me estiro y le doy un
pequeño beso—. ¿Qué hora es?
Mira la hora en su celular y abre los ojos como platos. —Las tres de la mañana,
creía que era más tarde... o temprano.
—Mamá tiene turno doble, tengo que ir a casa a cambiarme para luego ir a la
escuela —digo haciendo un puchero, besa mi labio.
—¿Tienes sueño? —pregunta.
—No, dormí muy bien.
—Yo igual —frunce el ceño—. Dormí mejor que nunca estando contigo a mi lado.
Siempre hemos dormido juntos pero nunca acurrucados, y dormir abrazado a ti es
mucho mejor.
Sonrío y le doy otro beso, es tan tierno, me encanta este Travis. -Y ahora, ¿qué
vamos a hacer? No queremos dormir y estoy dolorida y...
—¿Estás dolorida? —pregunta con una sonrisa socarrona, me sonrojo y me
levanta la barbilla para que lo mire—. Y eso que sólo fueron mis dedos, cariño.
Imagínate si lo hubiéramos hecho lo dolorida que estarías.
Uf... subió la temperatura aquí, ¿o qué? Necesito abanicarme para no empezar a
jadear. En verdad me asusta el tamaño y el grosor de su miembro, no exagero
cuando digo que es enorme. Y no sé como eso me va a entrar.
¿Será posible que entre ese enorme miembro en mí?
—Sí, es posible, tu también te dilatas y te lubricas, cariño.
Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierdaaaaaaa. ¡Lo dije en voz alta! Soy
una idiota y él está ahí con su típica sonrisa de superioridad que me deja atónita,
no puedo creer que lo haya dicho en voz alta.
—¿Quieres ver Game Of Thrones? —pregunto en mi absurdo intento de cambiar
de tema.
Y funciona.
****
Travis me está molestando en medio de plena clase de biología, se sienta a mi
lado —no tuve elección—, y no deja de tocar mi cabello o de rayar mi cuaderno de
notas. Gracias a Dios el timbre suena y todos salimos casi corriendo, no entiendo
el por qué tanto lío con biología, es interesante saber cómo funciona la vida.
Salimos al pasillo, Travis camina a mi lado, aunque suene extraño, me encantan
sus muestras de afecto en público.
—Tenemos que hacer hoy el trabajo de Literatura —le digo a Travis parándome
frente a él.
Alza una ceja y esa sonrisa traviesa aparece en sus labios.
—Claro, gafitas, lo haremos como ayer. Aprendimos mucho de biología, ¿no
crees?
Siento la sangre arder en mis mejillas al recordar lo de ayer, fue increíble para
ambos, no sólo para mí. Miro de un lado a otro para asegurarme de que nadie
está escuchando.
—No te hagas, Travis —lo reto—. Te gustó tanto como a mí.
Esboza una sonrisa ladeada y se acerca a mí con paso firme, retrocedo y choco
contra la pared. Coloca ambas manos a los lados de mi cabeza, me tiene
acorralada.
—Me encantó, Jane —su cara está muy cerca, muy, muy cerca—. Me encantó
cuando me tocaste y me dejaste follarte la boca. Pero amé tocarte y saborearte,
probar lo exquisita que eres y tragarme todo lo que me ofreces, amé cada
convulsión que tenías cuando te corrías en mi boca, amé como tu estrecha vagina
se expandía cuando metí tres dedos. Amo darte placer, Jane. Me encanta.
Siento la boca seca, tengo mucha sed y siento que he corrido diez kilómetros.
¿Cómo es posible que me excite con sólo sus palabras?
—Dios, verte en ese vestido me está matando —susurra muy cerca a mi oreja—.
Y saber que no traes sujetador... Quiero esperar, Jane, pero me lo estás dejando
muy difícil.
Una corriente eléctrica me atraviesa y agacho mi rostro para que no pueda ver lo
roja que estoy. Traigo un vestido azul que tiene sujetador incorporado y es ceñido
al cuerpo, me llega hasta más arriba de las rodillas. Travis me vio mientras me
cambiaba, por eso sabe que no traigo sujetador.
—T-Travis... debem-mos ir a c-clases —tartamudeo, por alguna razón me siento
excitada y consternada.
—Claro que debemos ir —se acerca más a mi, el timbre suena y todo nuestro
público entra corriendo a clases—. Pero no tenemos que entrar, gafitas, tengo
algunos planes para nosotros.
¡Dios!
—E-estoy dolorida.
—Bueno, eso lo dejo para otro día —esboza una sonrisa de lad—. Pero eso no
quiere decir que no tenga planes para nosotros.
—Travis, soy la mejor estudiante, no puedo faltar a clase de deportes.
—Odias la clase de deportes —dice acomodándome los lentes, su tacto me hace
derretir como mantequilla.
Me encojo de hombros. —Ahora me gusta.
Hace una mueca pero no dice nada, vamos al gimnasio y él se reúne con los
chicos de fútbol americano para hacer algunos ejercicios. Yo como soy de las
mortales me concentró en correr alrededor de la cancha, siento los ojos de Travis
sobre mí todo el tiempo. Nunca me miraba mientras estaba con sus amigos de
fútbol, le regreso la mirada y me lanza un beso, me sonrojo al instante y sigo
corriendo no sin antes devolverle el acto.
Me encanta este Travis.
***
—La ladrona de libros es un libro bastante genial, sin embargo, El niño de la
pijama de rayas es bastante conmovedor, aunque ambos se ambientan en la
Segunda Guerra Mundial —me explica Travis, dejándome boquiabierta.
Me encanta su amor por la literatura, lo hace ver muy caliente. Me encanta cada
vez que habla y da su opinión sobre un buen libro que leyó, o cada vez que recita
algún fragmento de un libro que le gustó. Tiene una libreta donde anota
fragmentos de libros o cosas así, y a mí... a mi me gusta dibujar pájaros.
—¿Cual consideras que es el mejor? —pregunto.
Cuando tocaba leer esos libros yo no lo hice, justo estaba empezando a leer Harry
Potter y no podía parar. Ahora me arrepiento de no haberlo hecho.
—Me gustan ambos a decir verdad —contesta, se sienta a mi lado en mi cama, no
iba a volver a su casa si quería recomponerme—. Sin embargo, me gusta más La
ladrona de libros, porque la manera de narración es única. Nunca había leído un
libro narrado por la propia muerte, y que esta sintiera algo de simpatía por una
niña que robaba libros en medio de una hambruna atroz, y en una Alemania nazi.
No tenían nada de comer y ella prefirió alimentar su mente; da un buen mensaje,
sería mucho más fácil para mí escribir un ensayo sobre este libro.
En verdad me encanta. Se escucha tan sexy hablando de literatura y vestido con
unos vaqueros y un suéter de rombos. Parece un profesor, un muy sexy, guapo y
follable profesor.
—¿Cómo puedes ser tan guapo e inteligente a la vez? —pregunto, una sonrisa
aparece en sus labios.
Me agarra de la cintura, me jala y me sienta en su regazo, rodeo su cuello con mis
brazos y mis ojos se encuentran con los suyos. Es tan guapo, joder.
—Bueno —empieza a decir, acaricia mi mejilla suavemente—, esa pregunta te la
debería hacer a ti. Eres linda, inteligente, sexy...
Río.
—¿Quién eres y que has hecho con el idiota de Travis Stone?
—Esperemos que no vuelva nunca —sonríe y le devuelvo el gesto—. Ahora
sigamos haciendo el trabajo antes de que vuelvas a estar dolorida.
Deja un beso breve aunque tierno sobre mis labios.
No quiero que esto termine, quiero que Travis y yo sigamos con esto, quiero que
Travis y yo estemos juntos.
Y aunque no estoy del todo segura... creo que amo a Travis.
Al día siguiente entregamos nuestro trabajo y sacamos una perfecta A, aunque yo
no hice casi nada y Travis hizo todo el trabajo, es perfecto como se ha comportado
esta semana.
El jueves fue igual de genial que los tres días anteriores, al igual que el viernes. La
actitud de Travis es un encanto, me siento cada vez más a gusto a su lado. Nos
conocemos tan bien y ahora estamos conociendo nuestro cuerpo, nuestras
personalidades cuando la excitación se eleva. Es genial conocer a Trav de esta
manera.
Es sábado en la tarde y Bruce nos invitó a mi Cristy y a mí a cenar, entramos a un
restaurante elegante y muy bonito, mi mamá se ve hermosa con su vestido negro
y sus pendientes de plata, aunque se la ve ligeramente nerviosa pero trata de
ocultarlo. Yo voy vestida con un vestido rosa pálido y unos tacones del mismo
color, el nos dijo que vengamos elegantes así que eso fue lo que hicimos. Bruce
está tan guapo como siempre, lleva un traje gris y una camisa negra, combina con
el atuendo de mi madre.
Nos sentamos en una mesa redonda, el camarero hizo nuestros pedidos, y yo
comí soy una glotona me pedí una mega hamburguesa con patatas fritas y una
coca cola de light, tengo que cuidar la línea por lo menos en algo. Bruce pide por
mi madre y por él y el camarero nos deja a solas.
Al terminar nuestra comida, Bruce pide una copa, mi madre un café y yo una
malteada de fresa.
-Jane -me llama Bruce suavemente, levanto la vista en su dirección-. Te
preguntarás que hacemos aquí.
Lo miro confundida, -¿A qué se refiere? -pregunto.
-A que hay una razón más allá que sólo pasar tiempo contigo y con Cristy -
responde el hombre-. No me malinterpretes, me encanta pasar con ustedes, sin
embargo creímos tu madre y yo que era lo correcto para darte la... noticia.
Miro a mi madre confundida que se esconde en su asiento, se ve nerviosa y
ansiosa.
-¿Qué pasa mamá?
Cristy suspira, se acomoda en su asiento y me mira con sus ojos verdes brillantes.
-Sabes que Bruce y yo salimos por mucho tiempo. Somos adultos y... ya sabes...
intimamos -hago una mueca de asco, no quiero tener la charla coital con mi madre
de nuevo.
-¡Mamá! -chillo-. Ve al grano, por favor.
Da un sorbo a su café y le lanza una mirada a Bruce, él la mira con diversión pero
tiene un brillo peculiar en sus ojos. Mi madre lanza un suspiro después de
sostenerle la mirada a Bruce.
-Estoy embarazada.
¿Qué?
-¡¡¿Queeeeeeé?!! -grito, algunos de los clientes me quedan viendo, sin embargo
me importa un carajo.
-Sí, Jane -se dirige Bruce a mí-. A mí también me sorprendió ya que no
planeábamos tener hijos por el momento, pero así Dios lo quiso. Tu madre es muy
joven, tiene 33 años y yo 35, no tengo hijos y creo que ya es hora de sentar
cabeza definitivamente para ambos. Y que mejor que hacerlo con la persona que
has amado durante toda tu vida -le regala a mi madre una mirada llena de amor y
ella le corresponde.
-¿A qué se refieren? -murmuro cuando recupero el habla.
-Nos vamos a casar -suelta mi madre la bomba, sin rodeos.
Me atoro con mi malteada, es mucho que procesar. Tengo diecisiete años, soy
muy joven como para hablar de esta clase de cosas.
Ah, pero no eres muy joven como para practicar sexo oral con alguien que no es
tu novio, ¿verdad?
Maldita subconsciencia.
-Nos casaremos a finales de este mes -dice Bruce.
-¡¡¡¿Queeeeeeé?!!! -grito más fuerte esta vez.
-Sí, cariño -Mamá me lanza una mirada tranquila, como las que me daba cuando
era niña-. Sabes que amo a Bruce y que él me ama desde la escuela -una sonrisa
de enamorada aparece en su rostro-. Quiero rehacer mi vida junto a él y junto a
mis hijos. Él es el hombre correcto, cometí un error con tu padre, pero sé que él es
el hombre de mi vida... y quiero pasar el resto de mis días junto a él.
Bruce abraza a mamá y le da un beso breve aunque tierno en los labios, cuando
se separan puedo ver todo el amor que se tienen el uno por el otro.
-Desde que tenía dieciséis -dice Bruce-, estoy enamorado de tu madre. Fue amor
a primera vista, ella estaba caminando junto a tu padre y se la veía bastante
incómoda, habían empezado a salir y él era popular mientras que ella... era la
chica nerd de la clase. Fue la chica más hermosa que había visto, con sus lentes y
su vestimenta para nada a la moda. Cuando ella dejó la escuela cuando estaba
embarazada, mi mundo se destruyó, me hizo un completo idiota. Me casé con una
mujer plástica, no era inteligente, y sólo le interesaba mi dinero. Me divorcié de
ella cuatro días antes de reencontrarme con Cristy -sonríe ante el recuerdo de él
yendo al hospital y ser atendido por mamá-. Aunque suene raro, agradezco a Dios
de que me haya dado ese malestar estomacal, porque o sino, no estaría aquí
agarrando la mano de tu madre, sería infeliz. Nos hicimos amigos y me pasé
meditando por tres meses si invitar a salir a Cristin o no, me armé de valor y lo
mejor de todo es que ella me dijo que sí. Ahora vamos a ser padres y voy a hacer
mi vida con la mujer que amo. Jane, eres como mi hija, y me encantaría que me
dieras la bendición para casarme con ella, para cumplir el sueño que hace veinte
años lo tengo grabado en mi corazón, el sueño de casarme con Cristy.
Los ojos de mi madre se llenan de lágrimas y besa a Bruce de una manera llena
de amor, el le devuelve el beso al instante y por primera vez no siento ganas de
apartar la mirada. Me gustaría que alguna vez alguien recuerde su historia de
amor conmigo, que alguna vez alguien me mire así.
Que alguna vez logre ser más que la amiga con derecho a roce de Travis Stone.
Que algún día él se enamore de mí.
-Tienes mi bendición, Bruce -susurro.
*****
El lunes por la mañana salgo del auto de mamá después de despedirme y me
dirijo a la escuela. Llego al largo pasillo en dirección a mi casillero, mala idea
escogerlo en el fondo del pasillo.
Justo cuando estoy por llegar me detengo en seco.
Travis está hablando con Dove Garden. Están conversando, están riendo.
¡Mierda!
Dove Garden es una chica morena con unos rizos muy abultados y unos ojos
azules oscuros de impacto. Su cuerpo es delgado pero con curvas, y es alta. Es
del tipo de Travis.
Dove le dice algo a Travis y él estalla en carcajadas, siento mi corazón romperse
bajo mi pecho, duele verlo así de contento con otra.
Travis levanta la mirada, me ve y su sonrisa se ensancha, ¿por qué me sonríe si
sabe que después de esto pienso mandarle a la mierda? Me acerco a ellos, tengo
unas ganas inmensas de llorar porque lo acabo de encontrar riendo con otra. Al
llegar a su altura, Dove da la vuelta y me sonríe, tiene frenos, sin embargo tiene
una sonrisa hermosa.
-¿Me pueden dar permiso por favor? -pregunto seca.
Los ojos de Travis encuentran los míos y bajo la mirada, no quiero verlo, quiero
partir le sus perfectos dientes y que no vuelva a hablarme más en su puta vida.
Quiero echarme a llorar en medio del pasillo con las piernas unidas a mi pecho, sí,
eso quiero hacer.
-Hola, princesa -me saluda Travis con una gran sonrisa en su rostro y agarrando
mi mano para que me acerque.
Me zafo de su agarre y él frunce el ceño, todavía más tiene la osadía de hacerse
el confundido.
-Hola, Jane -me saluda Dove con su representativa alegría; perraaa-. Travis, es
mejor que me vaya, te veo en la clase. Adiós, Jane -se despide de nosotros, mi
corazón se rompe más cuando ha dicho que lo va a ver en clase, se da media
vuelta para decir algo más-. Por cierto, hacen una hermosa pareja.
Y se va.
Me doy la vuelta para abrir mi casillero y justo cuando pongo la clave y este se
abre, es cerrado de golpe.
-¿Se puede saber el por qué estás tan molesta? -pregunta Travis.
¿Y el muy idiota se atreve a preguntar?
Ignoro su pregunta y vuelvo a poner la clave y justo cuando este vuelve a abrir,
Travis lo cierra.
-No me ignores, Cassandra -Oh, oh, el segundo nombre-. Dime lo que te molesta,
nena, no me ocultes nada. Confía en mí.
-¡Confío en ti! -exploto-. ¡No confío en ellas!
Me doy la vuelta y vuelvo a abrir mi casillero, esta vez sin interrupciones de su
parte. Sé que estoy celosa de algo sin importancia, es decir, solo hablaban. Sin
embargo me siento inferior cada vez que Travis habla con alguna chica linda y de
la escuela, no sé si se acostaron o no, me siento sola, me siento inferior.
Siento la mano de Travis en mi mejilla, limpiando una lágrima que cae sobre esta.
No sé por qué lloro, me siento mal de que él haya hablado con esa chica y haya
reído tan a gusto.
-No me alejes, gafitas -susurra acercándose a mí, siento su aliento en mi cuello,
está muy cerca a mí-. Ella es una amiga y lo sabes...
-Yo también soy tu amiga y míranos -lo interrumpo, un sollozo traicionero sale de
mis labios.
Agarra mis hombros y me da la vuelta, no quiero que vea lo débil que me pone
verlo hablando con otra, Travis me desestabiliza de una manera que ningún otro lo
ha hecho.
-Mírame, cariño -agarra mi barbilla para alzarme el rostro y que lo mire, mis ojos
llorosos se encuentran con los suyos y dejo escapar otro sollozo-. Creo que somos
más que sólo amigos y lo sabes -limpia mis lágrimas con sus pulgares mientras
acaricia ambas de mis mejillas-. Te quiero sólo a ti, ¿es muy difícil de entender?
Estábamos hablando sobre el dibujo en clase de arte que mandaron, necesitaba
ayuda, eso es todo.
-¡Podías habérmelo pedido a mí! -trato de gritar pero el llanto me lo impide-. ¡Esa
es una excusa muy barata, Travis!
Se acerca a mí y me acorrala contra los casilleros, intento zafarme, sin embargo
las manos del chico que creo que estoy enamorada me acorralan, sus pulgares
acarician mi cintura y tiemblo bajo su tacto, cierro los ojos y me permito disfrutar
de su aliento chocando contra el mío. Mis lágrimas paran de bajar por mis mejillas,
solo sigo temblando por mis sollozos.
-Sé que estás celosa -sonríe de lado, quiero golpearlo-. Pero no tienes porqué, tus
celos irracionales no tienen porqué estar presentes en este momento -une su
frente con la mía, tiene que agacharse un poco porque es muy alto-. Se lo pedí a
Dove porque no quiero que veas lo que tengo pensado dibujar, es una sorpresa
para ti, cariño. Solo te quiero a ti, Jane. Obviamente lo entiendes, tienes un
coeficiente de 150 -sonrío y el hace lo mismo, besa mi sonrisa-. Princesa, sólo sé
que tú eres la chica que quiero ahora y durante mucho, mucho tiempo. No me
alejes, Jane, confía en mí.
Me da un beso suave y breve, suspiró en sus labios carnosos y me separo de él.
-¿Te has acostado con ella? -pregunto en un susurro.
-¿Qué? -se separa un poco de mí para verme mejor-. Claro que no, Jane. Ella es
una amiga, nada más, y aparte no es mi tipo.
-¿Y cual es tu tipo, Travis?
Sonríe de lado, su sonrisa pícara me mata.
-No lo sé, tal vez que utilize gafas porque no ve casi nada cuando no las lleva, que
unas pecas adoren su lindo rostro, que tenga unos ojos cafés que nunca me
cansaría de verlos, que su cabello sea de un color negro como la noche, aunque
haya decidido cortarlo y aclararse un poco. Que sea la chica más inteligente de la
escuela, que su amor por One Direction no sea algo sano, que encuentre a Harry
Styles como el segundo hombre más sexy del mundo, que le guste bailar de
espaldas a mí. Mi tipo de chica es la que con solo susurrarle guarradas al oído se
ponga, que con solo tocarla jadee, que le guste que conozca su cuerpo y lo
moldee a mi antojo, una chica que le guste también dar placer, una chica que me
imspire darle placer y hacerla mía, una chica que me haga esperar porque quiero
que eso sea especial para ella, ¿conoces a una chica así?
Me quedo mirándolo, me describió en su tipo de chica, quiero saltar y correr en
dirección a Jessica o a Dove y gritarles en la cara que soy el tipo de chica de
Travis, que el me prefiere a mí antes que a ella.
-N-no la conozco -mi voz sale ronca y en un susurro.
Él se une más mí para que pueda sentirlo todo, siento los latidos de su corazón
que están muy rápidos, incluso más que el mío.
-Claro que la conoces -me roba un beso breve, quiero más-. Ahora, dime, gafitas,
¿cual es tu tipo?
-Tú -susurro, pasó mis brazos por sus hombros hasta su cuello, me pongo de
puntitos a pesar de que llevo tacones y le robo un besito, sonríe en mis labios-. Tú
eres mi tipo.
-Bueno... -sus manos se trasladan a mi cadera, me aprieta un poco-, lo dijiste de
una manera menos romántica, pero funciona para mí.
Tomo la iniciativa, acerco su rostro al mío y uno mis labios con los suyos. Gruñe
cuando paso mis manos por su pelo y tiro de él, se que le gusta eso. Mi lengua
toca la suya y sus manos bajan a mi trasero y me aprietan, quiero más pero
recuerdo que estamos en la escuela y se me pasa.
-Travis -digo, jadeando cuando sus labios me empiezan a besar el cuello-.
Estamos a mitad del pasillo, nos están mirando.
-Me importa una mierda -gruñe-. Te quiero hacer muchas guarradas aquí y ahora.
Sus palabras hacen que mi vientre se contraiga, mi sentido común está todavía un
poco intacto así que lo utilizo.
-Iré a tu casa después de clases para que hagamos lo que quieras, solo si me
dejas.
Para de besarme el cuello y se incorpora para mirarme, arquea una ceja. -¿Lo que
quiera?
Asiento con la cabeza. -Lo que quieras, excepto...
-Tranquila, cariño, hay aún Muchas cosas que quiero hacerte antes de que
tengamos sexo.
Me sonríe y yo miro de un lado al otro, asegurándome de que nadie haya oído, me
sorprende la naturalidad con la que Travis habla de tener sexo, aunque me excita
mucho que sea así.
Me agarra de la mano y nos separamos del casillero, cientos de miradas caen
sobre nosotros mientras nos alejamos de ese lugar a nuestra aula de clase. Justo
cuando llegamos aula la puerta oigo una voz familiar.
-¿Muñeca?
Oh, oh.
Travis
Oh, no...
¿Acaban de llamar a mi pastelito muñeca?
Esto debe ser una puta broma. La única persona que recuerdo que la llama
muñeca es...
Me doy la vuelta bruscamente para mirar al hombre a mis espaldas, y sí,
efectivamente es el puto Logan.
Me deshago de Oliver pero como el destino me odia, me ponen a este imbécil en
el camino.
Oliver se cambió de escuela cuando Jessica —o eso es lo que dicen los
rumores— encontró a Oliver acostándose con Mark Robinson, su ex mejor amigo;
él también se cambió de escuela. Jessica está hecha un desastre, ella y Oliver
estaban follando y encontrar a tu compañero de sexo, follando con alguien de su
mismo sexo, no debe ser nada fácil, pero así es la vida.
—Logan... —odio como suena el nombre de este cabrón saliendo de los labios de
mi chica—. ¿Qué estas haciendo aquí?
—Estoy cursando mi último año —el muy idiota se encoge de hombros.
La cara de Jane es de pura confusión, siento los celos crecer en mi sistema cada
vez que el se acerca en dirección a gafitas, más le vale al hijo de puta mantener
su distancia.
—¿No tenías diecinueve años?
¿Por qué mierda sabe cuantos años tiene el imbécil?
—Arrastré uno —dice el puto Logan—, por... problemas.
Que sea gay. Por el amor de Dios, que este cabrón sea gay.
—Oh... —Gafitas frunce el ceño—, espero que todo se haya solucionado.
Siempre tan buena, por dentro y por fuera.
—Claro, muñeca —estira la mano para tocar la mejilla de MI chica, sin embargo
agarro su mano antes de que llegue a tocarla.
—Mantente alejado de ella —espeto cuando alejo sus sucias manos lejos de mi
gafitas.
—Travis —sentencia Jane—. Cálmate, por el amor de Dios.
—Me he olvidado de ti —dice el puto ese con una sonrisa arrogante, quiero partir
le los putos dientes—. Eres el celópata del otro día, tranquilo, Jane es solo una
amiga.
—Espero que mantengas tus putas manos lejos de ella —Jane aprieta su agarre
en mi mano mientras espeto esas palabras.
Logan se planta frente a mí, su sonrisa no es nada real, es un puto hipócrita y haré
lo que fuera para mantenerlo alejado de Jane.
—Relájate, amigo —su sonrisa se ensancha más cuando aprieto mi mandíbula—.
Me tendré que conformar viéndola haciendo sentadillas en el gimnasio. Mmm... es
una muy buena vista.
Antes de que me de cuenta, ya estoy agarrando el cuello de su estúpida camiseta
blanca, el tipo me sostiene la mirada con una sonrisa de superioridad; justo
cuando levanto mi codo para estampar la cara del tipo, siento unos suaves y
frágiles brazos abrazarme desde atrás. Me detengo en seco, no me hace falta
voltearme para ver quién es.
—Travis, no... —susurra la suave voz de Jane, me inspira calma y dejo al cabrón
en el suelo—. No lo hagas, yo te quiero a ti, y sólo a ti.
Mi corazón late tan rápido por las palabras de la chica que amo, me doy la vuelta
para encararla. Sé que está asustada pero no se aleja en lo más mínimo, más
bien pasa sus manos por mi cuello hasta llegar a mi cabello y dejar pequeños
masajes en mi cabeza, mis manos se transportan a su cintura. Cierro los ojos por
sus masajes en mi cabello, es lo más relajante y seductor que alguien jamás había
hecho.
—Vámonos de aquí, Travis —susurra alejándose de mí y agarrando mi mano.
—Sí, me iré a donde sea que me lleves.
Me puedes llevar al infierno, si eso significa que puedo agarrar tu mano.
***
Estoy conduciendo mi auto ya que Jane no sabe conducir, ella está mirando por la
ventana el paisaje, estamos entrando a otoño y en Oregon se siente como si fuera
pleno invierno. Jane ha estado muy callada desde que salimos de la escuela, ni
siquiera me ha podido mirar mirara los ojos. Sé que la cagué, siempre lo hago.
Lanza un suspiro y se recomendamos en su asiento.
Un recuerdo no muy oportuno salta a mi mente cuando el viernes tuvimos otro
encuentro sexual en el asiento trasero, terminamos... bueno... teniendo sexo oral
en este mismo auto. Estábamos yendo a su casa y una cosa llevó a la otra y ya
saben lo que pasa cuando hormonas adolescentes se cruzan.
—¿Estás bien? —inquiero para romper el incómodo silencio.
Lanza un suspiro y gira la cabeza para mirarme, —No, no estoy bien.
Regresa su vista a la ventana, su respuesta me hace fruncir el ceño, sé que está
enojada por lo que pasó pero no creo que es para tanto.
—Pero no tienes porqué —digo mirándola, me regresa la mirada, está muy
molesta—. Ese hijo de puta dijo que te mira haciendo sentadillas, no me iba a
quedar como idiota sin hacer nada.
—Pero lo dijo sólo para molestarte, no lo dijo enserio.
Me sorprende con la naturalidad con la que lo dice, frunzo el ceño, ¿es enserio?
¿No se siente ni un poco ofendida? ¿Le gusta que ese imbécil la vea? ¿Desde
cuando se conocen? Sé que yo he sido el único, pero ¿se han besado?
—¿Te gusta? —la pregunta sale de mí antes de que pueda detenerla.
La confusión atraviesa su hermoso rostro, abre los ojos como platos por mi
pregunta, —¿Qué?
—No te hagas, Jane —aprieto el volante, tanto que mis nudillos se vuelven
blancos—. ¡Te gusta ese imbécil, Cassandra!
Grito, está vez no es una pregunta, se me revuelve el estómago cuando me
imagino que a ella le gusta, quiero dar la vuelta y partirle la cara a ese tipo.
—¡¿Qué mierda estás diciendo, Edward?! —Oh, oh, utilizó el segundo nombre—.
¡Apenas lo conozco! ¡No puedes estar hablando enserio!
Sus mejillas se tornan de rojo carmesí, si no estuviera tan molesto, besaría sus
dos mejillas rojas, le diría cosas bonitas y cursilerías; pero estoy furioso, y lo único
que quiero hacer es regresar a la escuela y matar a ese imbécil.
—¡Lo digo porque no te ofendiste con lo que dijo! —grito—. ¡Porque el otro día los
vi muy juntos! ¡¿Qué me asegura que no se hayan besado?!
—Debes estar bromeando —se ríe en una carcajada carente de humor—. ¡¿Qué
clase de chica crees que soy?! ¡No he besado a nadie aparte de ti y de John
Lanchovsky!
John Lanchovsky era su novio hace dos años, yo lo odiaba ya que estaba con mi
Jane; duraron saliendo tres años, pero nunca tuvieron sexo y casi nunca se veían
ya que él era el hijo perfecto y estudiaba en otra escuela. Cuando terminaron fue
el día más feliz de mi vida.
—¿Y como sabes que lo que dijo no me ofendió? —continúa, ya no grita, más bien
una lágrima cae por su mejilla, me rompe el corazón—. Claro que me ofendió, sin
embargo sé que lo dijo para molestarte. Y ahora te estás comportando como un
maldito idiota conmigo, Travis, y sinceramente me sienta como un balde de agua
que tu te comportes así... Fue demasiado perfecto para ser verdad.
Fue demasiado perfecto para ser verdad. Fue demasiado perfecto para ser
verdad.
Sus palabras se reproducen en mi mente como un disco rayado, siento mis ojos
hacerse agua, aparco el auto a un lado de la carretera, lo apago y me giro para
mirarla. Está llorando pero no emite ningún sonido. Soy el idiota más grande en la
historia de los grandes idiotas.
—No es perfecto —susurro, sus ojos se encuentran con los míos y me duele lo
rojos que están, hoy ha sido el día de hacer llorar a Jane Beatle—. Lo que seamos
no es perfecto... pero es nuestro. Y, Jane, sé que soy un idiota y mis celos
irracionales son más grandes que los tuyos, pero entiéndeme, soy un celoso y un
idiota y te quiero, Jane.
Sus ojos se abren como platos, sabe que no es la clase de "te quiero" que le das a
tu mejor amiga, ella sabe que estoy confesando mis sentimientos. Sin embargo,
no soy capaz de decirle "te amo"... todavía.
—¿Qué...? ¿D-de qué ha-hablas?
—De que te quiero, Jane, y por esa razón soy como soy contigo. Por esa razón es
que te celo hasta con el aire que te rodea. Por esa razón es que me acostaba con
cualquiera, porque cuando cerraba los ojos veía tu rostro. Por esa razón es la que
no puedo estar alejado de ti. Tu eres la razón, Jane. Eres mi razón. Y me importa
un comino quien es ese tipo o si va a tu gimnasio o si te mira haciendo sentadillas,
porque aunque no lo demuestre, confío en ti. Te quiero, Jane, más de lo que te
imaginas.
Se desabrocha el cinturón de seguridad y doy un suspiro de derrota, se va a ir, me
va a dejar. Escondo mi cara entre mis manos y siento como las lágrimas
comienzan a empapar mi rostro, no quiero que me deje, no quiero que se vaya,
quiero tenerla aquí, conmigo. Unas manos pequeñas apartan las mías de mi
rostro, agarra mi barbilla y me obliga a verla.
—Eres un idiota, Travis Edward Stone —sonríe, una lágrima baja por su mejilla—.
Pero te quiero, siempre te he querido. Desde que era una cría. No me había dado
cuenta de lo celosa que me pone verte hablando con otra hasta está mañana,
pero siempre fue así. Creía que eran celos fraternales, pero ahora me doy cuenta
de la realidad. Te quiero, Travis.
Mi corazón da un vuelco, ¿acaba de decir...? —¿Me quieres?
Asiente con la cabeza, sus ojos brillan con emoción. —Te quiero, Travis, más de
lo que te imaginas.
Utilizó las mismas palabras que yo, ¡Dios!, cuanto amo a esta mujer. Antes de que
pueda reaccionar, se sube a mi regazo, sentada a horcajadas sobre mí. Pasa las
manos por mi cuello y juguetea con mi cabello de mi nuca, mis manos bajan a su
cadera, me encanta como se siente esto.
—Yo también te quiero —susurro.
Ella pone los ojos en blanco. —No digas también, se escucha como si no me
quisieras y sólo estuvieras respondiendo a lo que te dije.
—Lo siento. Te quiero, Jane.
—Te quiero, Travis.
Suspiro y nos sostenemos la mirada un par de segundos antes de a ser caros
lentamente. Su aliento se mezcla con el mío, puedo oler su perfil e a jazmín, es un
maldito afrodisíaco. Mi nariz toca la suya y la veo cerrar los ojos mientras yo hago
lo mismo. Sin decir nada más, uno mis labios con los de ella, es un beso más
suave y lleno de vida que me encanta, la ternura con que su lengua acaricia la mía
me vuelve loco. Casi nunca nos besamos de esta manera, siempre mostramos
nuestro deseo carnal; pero este es diferente, este demostramos todo el cariño y el
amor que nos mostramos el uno al otro, este beso es exquisito en todos los
sentidos.
Aceleramos el ritmo de nuestros labios, mostrando deseo, amor, lujuria y cariño,
todo a la vez. Su lengua está hambrienta por la mía, es mucho más carnal pero
me importa una mierda, es delicioso. Muerde mi labio inferior y un gruñido sale de
mí. Bajo las manos y acaricio su trasero, se aparta pero una sonrisa pícara
aparece en sus labios.
—Alto ahí, jovencito —sentencia subiendo mis manos a su cintura de nuevo,
gruño en frustración pero su sonrisa no hace quejarme—. No hemos tenido
nuestra primera cita, así que te toca aguantarte.
Sonrío, sé a qué dirección esta yendo esta conversación. —Entonces creo que
tendré que invitarte a una cita.
Golpea mi hombro de manera juguetona. —Quiero que me invites porque te place,
no porque técnicamente te estoy obligando.
Le robo un pequeño beso, es tan hermosa y sexy que me desconcierta.
—Quiero tener muchas citas contigo, nena. ¿Quieres salir conmigo?
—Claro que sí, tonto —me tira del cabello seductora, gruño y ella ríe—. Debía
idear un plan para que me invitaras a salir, parecía que no querías salir conmigo.
Hace un puchero y beso su labio sobresalido, —Te he querido invitar a una cita
desde que éramos niños —y no miento—. No lo hacía porque no quería asustarte.
—Extrañamente no lo haces, esto es muy romántico y retorcido, pero romántico.
Nos reímos y volvemos a besarnos con ternura pero con hambre a la vez. Al
separarnos por falta de aire, nuestros ojos se encuentran.
—¿Lista para nuestra cita? —pregunto con una sonrisa.
Se incorpora en su asiento, se coloca el cinturón de seguridad, —Sorpréndeme,
Stone.
Jane
—Jane, lo nuestro no puede suceder, yo soy muy famoso y hermoso y tu eres muy
simple —dice Harry Styles, rompiendo mi corazoncito en mil pedazos—. Me
gustan las modelos de Victoria's Secret y tu ni siquiera sabes como sacarte una
selfie.
—Oh, Harry, yo te he amado desde mucho tiempo, y sé que tú a mi también.
Harry está vestido con un atuendo vintage de los 50, lleva una bufanda roja larga,
una americana gris y un gorro de lana que cubre su hermoso cabello. Regresa a
mirar el horizonte de manera dramática y yo hago lo mismo. Llevo un vestido con
botones y unos tacones que parecen de mi abuela, mi cabello está en ondas y
tengo un corte vintage, parece una novela de muy bajo presupuesto. Sus ojos se
cansan de mirar el vacío horizonte de Londres y se encuentran con los míos.
—Es un amor prohibido —digo con un terrible acento inglés—. Y estamos en
1956, todavía no existen las selfies.
Harry hace una mueca de horror, sé que se viene lo peor.
—Por eso no podremos estar juntos, Jane Beatle. Somos de mundos diferentes.
Tu eres Gringa y yo amo el té, lo nuestro es imposible.
—Pero yo amo el té tanto como tu, mi amado Harry Styles. No sé si es hora de
que diga esto, pero yo... Te amo.
Harry niega con la cabeza y se cubre la boca de manera dramática, sus ojos se
cristalizan y se baja de la banca en la que estamos parados, me ayuda a bajar al
suelo y sus ojos vidriosos se encuentran con los míos.
—No puedes amarme, Jane —dice.
—Claro que puedo, ya lo hago.
—No puedes amarme porque yo soy... —hace una pausa bastante larga, dirá algo
que no me gustará. Música de tensión suena por alguna parte del lugar, y es raro
porque estamos en una montaña con la vista a Londres—. Yo soy... Tu padre.
¿Queeeeeeé?
—¡Nooooo! —grito—. ¡Eso es imposible, eres mayor para mí por sólo cinco años!
—Es que eso no es todo —¿hay más?—. Yo soy... soy... Un vampiro.
—¡¿Queeeeeeé?!
—Por eso tengo de segundo nombre Edward, como Edward Cullen.
Oh, no lo vi venir. ¡Oh, la agonía!
—Por eso brillas cuando estas en el sol —mi voz es casi un susurro.
Harry cierra sus ojos con fuerza antes de decir: —La razón por la que brillo es
porque utilizo una crema humectante con brillantina.
—Eso explica muchas cosas —lanzo un suspiro cargado de pesadez.
—Gafitas, despierta —dice Harry.
—No podré despertar, Harry no te dejaré.
—Gafitas, ya llegamos, despierta.
La cara de Harry se transforma en la de Travis. ¿Qué?

♡☆♡
—Princesa, ya llegamos, despierta.
—No —gimoteo, trato de virar me pero no puedo, me duele el cuello por dormir en
una mala posición.
—Estás hablando dormida y me da miedo las cosas que dices —se burla Travis y
me quiero tallar los ojos con las manos, pero recuerdo que traigo maquillaje.
Un bostezo sale de mí, estiro mis brazos e intento estirar mis piernas pero no
puedo hacerlo en el auto, un bostezo sonoro sale de lo más dentro de mí y Travis
empieza a reírse. Parpadeo somnolienta para acostumbrarme a la luz.
—¿Qué? —pregunto.
No puedo abrir bien los ojos, me pesan mucho y quiero seguir durmiendo.
—Nada, es que... te vez adorable.
—No soy adorable —gruño lanzando otro bostezo.
—Claro que lo eres —dice zafando mi cinturón de seguridad y acurrucándome en
sus brazos—. Te vez tan adorable mientras duermes, aunque sueñes con Harry
Styles y que es tu papá vampiro.
Abro mis ojos como platos, levanto la cabeza para mirarlo, está sonriendo con
diversión, haciendo lo posible para no reírse de mí.
—¡No puede ser! —grito separándome—. ¡Había olvidado ese sueño!
Caemos a carcajadas y el me abraza y me hace sentarme sobre su regazo, su risa
es ronca y sexy, muy diferente a la mía que es como la de un caballo gritando.
—Eres adorable, Jane Beatle.
—No lo soy —respondo, cruzándome de brazos y haciendo un puchero—, soy una
perra mala.
Travis ríe, es el sonido más sexy de todos. —No eres ni lo uno ni lo otro, eres una
fresa.
—¡No soy fresa! —grito—. Puede que no sea una perra mala, pero quiero ser una
salvaje. Y creo que lo estoy consiguiendo.
Alza una ceja, paso mis brazos por sus hombros hasta su cuello, una mano suya
descansa sobre mí espalda baja, la otra juega con las puntas de mi cabello.
Quisiera estar así por siempre, oliendo su aroma varonil. Mirando sus ojos verdes
esmeralda que me recuerdan a un bosque; me recuerdan a un bosque porque
parecen inmensos, infinitos, algo tan puro pero que esconden tantos secretos, que
me encantaría descubrirlos a cada uno con el tiempo.
Deseaba que me tocara como siempre lo hace, deseaba que se vuelva a repetir lo
del otro día en su auto, en el asiento trasero mientras su boca me devoraba la
parte más íntima de mi cuerpo. Pero no podía, después de lo que me dijo no
podía.
No es perfecto. Lo que seamos no es perfecto... pero es nuestro. Y, Jane, sé que
soy un idiota y mis celos irracionales son más grandes que los tuyos, pero
entiéndeme, soy un celoso y un idiota y te quiero, Jane.
Tu eres la razón, Jane. Eres mi razón.
Te quiero, Jane, más de lo que te imaginas.
Sus dulces palabras se reproducen en mi cabeza una y otra vez. Eso fue
suficiente como para que tomara una decisión sobre mis sentimientos; lo quiero.
Lo quiero tanto que ya no sé si es solo querer, lo quiero de una manera que me
duele, me vuelve loca, que me exaspera y me encanta. Me encantó 'extorsionarlo'
para que me invite a una cita; fue tan hermoso que él dijera que me ha querido
invitar a una cita desde hace años, me hizo quererlo aún más.
El amor es tan desconcertante, algo tan abrasador y tan emocionante, que los
seres humanos nos volvemos adictos a ese sentimiento tan sublime y excitante.
El concepto científico del amor es cuando presentamos una gran descarga de
dopamina, esa hormona nos hace adictos a sus descargas irregulares y es
necesario tenerlas cuando el placer y la emoción se hacen presentes, por esa
razón experimentamos actitudes extrañas de nuestro cuerpo; como que nos
tiemblen las manos, nuestro corazón lata tan rápido, que sintamos corrientes
eléctricas a la altura de nuestro estómago. Nuestro cerebro es el emisor de esta
emoción, nuestro cuerpo el receptor, y nuestra cordura es lo que se pierde. Es una
necesidad, como el crack en los drogadictos.
Pero la ciencia se puede ir a la mierda.
No creo que la ciencia pueda expresar con exactitud el amor.
Soy una amantes de la cuenca y creo que la lógica es la mejor amiga del ser
humano. Sin embargo, en el amor la lógica es relativa. Ningún científico famoso ha
dedicado su tiempo a descubrir las respuestas del amor; la mayoría prefieren
responder las grandes preguntas como: ¿De dónde proviene el universo? Pero, el
amor es algo tan inmenso como el universo, el amor no tiene lógica ni respuesta
alguna, solo se siente y eso es la única respuesta que hay para él.
El amor es lo más ilógico y sin sentido que existe, sin embargo, sin amor no
seríamos seres racionales ni sintiéramos empatía. Seríamos seres vacíos y sin
propósito alguno en el mundo.
—¿En qué piensas, nena? —pregunta Travis sacándome de mis pensamientos.
Mis ojos cafés se encuentran con los bosques que adornan los suyos, acomoda
mis lentes sobre mí rostro para que pueda ver mejor, estaban sobre mí cabeza
como una tiara o algo así, me los pone bien y agarro su mano libre para besar sus
nudillos, suspira en el acto.
—Pensando sobre lo ilógica que puede llegar a ser la ciencia —contesto.
—¿Escuché bien? ¿La reina de la química, Jane Beatle, acaba de decir que la
ciencia es ilógica? —se burla—. ¿Quién eres y que has hecho con mi gafitas?
Golpeo su brazo y hace un alarido de dolor, idiota. —La ciencia es relativa,
aunque digan que es lo único exacto en el universo. Pero pensándolo bien,
¿enserio quieres hablar sobre ciencia con la persona que posee el coeficiente
intelectual más grande de todo Oregon?
Hace una mueca de horror, se ve tan lindo que me impulso para robarle un
pequeño beso en sus labios fruncidos.
—Pensándolo bien, no. Más bien quiero llevarte a nuestra cita para que luego de
esta pueda invitarte a otra.
Lanzo una carcajada, es increíblemente tierno que me cuesta creer que casi toda
la mañana nos la pasamos peleando.
—Está bien, espero que me sorprendas, Stone.
***
—Pero sabes que odio el fútbol —me quejo.
La idea de romanticismo que tiene Travis es muy diferente a la mía, muy diferente.
Traerme al estadio de fútbol americano donde juega la mayoría de sus partidos no
es algo muy romántico para una primera cita. Mucho menos si odias el fútbol tanto
como lo hago yo.
—Ven, no seas amargada —dice dando media vuelta para mirarme, camina de
espaldas y yo solo quiero patearlo, agarra mis manos y empieza a jalarme para
que camine más rapido—. Te prometo que la pasaremos bien.
—No lo creo, mis tacones se hundirán en la tierra y el césped una vez que pise el
campo, estoy con una falda y esta a punto de llover. Oh, lo olvidaba, ¡estamos al
aire libre y vamos a mojarnos!
Su riza ronca resuena por todo el túnel que tenemos que atravesar, para de
caminar y choco con su cuerpo, lo fulmino con la mirada y se muerde el labio para
ahogar su risa. ¡Tonto!
—Eres una gruñona —besa la punta de mi nariz y la arrugo para que no pueda
seguir haciéndolo—. Tranquila, preciosa, me encantas cuando te pones gruñona
—murmura acariciando mi mejilla con su pulgar—. Te quiero así, pesimista y
amargada en momentos de puro romanticismo cliché. Te quiero tanto, Jane, más
de lo que te mereces.
Golpeo su pecho, no con mucha fuerza. Se ríe y agarra mi mano golpeadora, besa
la palma de mi mano mientras acaricia mi mejilla y mi labio inferior con el pulgar de
su otra mano, se siente tan bien. Muerdo su pulgar y el ahoga un jadeo, me gusta
la forma en que se dilatan sus pupilas. Suelto su pulgar mientras lo miro fijamente
a los ojos, sé está conteniendo pero no se la dejo muy fácil. Me gusta.
—Me encanta que seas un cursi y romántico, Travis —murmuro mientras me
agarro de sus hombros y paso mis manos por su cuello—. Pero también me
gustaría... no sé... ¡que lo demostraras y que no me trajeras a ver un maldito
campo de fútbol!
—Ven, acompáñame —dice riendo y volviendo a caminar cuando se zafa de mí y
agarra mi mano entrelazando sus dedos con los míos—. Prometo que te va a
gustar mucho, princesa.
Llegamos al campo y nos adentramos a él o eso es lo que creo. Travis creyó que
era buena idea taparme mis ojos, me negué al principio, pero el es Travis Stone,
nadie le dice que no.
Siento que mis tacones se hunden en el césped, gruño en frustración y más aún
cuando lo escucho reírse de mí. Travis me guía tapando mis ojos mientras
seguimos caminando. Se para y me obliga a quedarme quieta, creo que estamos
en el medio del campo, eso espero.
—Te destaparé los ojos en la cuenta de tres —dice Travis antes de realizar la
cuenta—. Uno... Dos... Tres.
Me destapa los ojos lentamente, aún tengo los ojos cerrados mientras siento a sus
manos posarse en mi cintura. No me atrevo a abrirlos y ver a un montón de
césped y yardas dibujadas en este.
—Abre los ojos, gafitas —pide con voz ronca.
—No.
Lo escucho reír, quiero golpearlo por ser tan idiota pero me contengo. Lo siento
abrazarme desde atrás, junta mi cuerpo con el suyo y me estremezco ante el acto.
—Abre los ojos, por favor, prometo que valdrá la pena —deposita un beso en mi
mejilla, y lentamente hago lo que me pide.
Oh por Dios.
Oh por Dios, es hermoso.
Hay una manta a cuadros rojos y blancos tendida sobre el césped, sobre esta está
una canasta de picnic y una vajilla muy bonita en la otra esquina de esta. Pero eso
no es lo que me deja con la garganta seca. Hay velas a nuestro alrededor que
decoran el campo de fútbol, pétalos de rosas blancas, rosas y amarillas son una
cama para que las velas se paren sobre ellas. Las velas forman un círculo medio
para que podamos entrar en él y en el centro está el picnic y lo demás; todo está
tan jodidamente hermoso, simple pero hermoso.
—¿A qué mo-momento...? —no puedo terminar la pregunta.
¿A qué momento lo preparó todo?
—Tenía planeado después de clases y antes de llevarte a mi casa, traerte a una
clase de cita exprés —sonríe mientras me da la vuelta para que lo vea a él,
quedamos cara a cara, puedo sentir su aliento mezclarse con el mío—. Sabía que
no iba a ser fácil convencerte en venir aquí, pero que tu hayas propuesto tener
una cita, me has ahorrado un bien trabajo.
Río y le golpeo en su hombro, hace un ademán de que le duele pero me jala hasta
que mi pecho y el suyo están unidos. Antes de que me de cuenta ya tengo
entrelazadas mis manos detrás de su nuca, jugueteo con las hebras de su cabello
mientras él acaricia mi cintura hasta llegar a mi cadera y así sucesivamente.
—Quién diría que eres un romántico empedernido, Travis Stone —digo a escasos
centímetros de su boca.
—No lo soy, te juro que no lo soy. Pero siempre sacas lo mejor y lo peor de mí —
se inclina y me da un beso casi inexistente en los labios—. Jake conoce al dueño
de este estadio, no te preocupes por el dinero, no me costó casi nada —en arco
una ceja, sé que miente—. Está bien, me costó tal vez unos cuántos dólares. Pero
no te preocupes, lo que más me costó fueron las jodidas velas.
—Di la verdad o me iré, pero antes te dejaré con una erección y frustrado
sexualmente —sentencio levantando un dedo, muy aterradora.
Cierra los ojos con fuerza. Sé que miente por la forma en que habla tan rápido que
casi ni respira, lanza un suspiro antes de decir: —Está bien, me gasté quinientos
dólares en esto.
Me separo de él algo indignada, no quiero que gaste la herencia de su madre en
mí, es demasiado que haga esto.
—¡¿Estás loco?! —exclamo—. ¡Me podías llevar al cine o algo así! ¡Y aún así me
hubiera negado a que tu me pagues mi entrada! No tenías que gastar el dinero de
tu madre en mí, Travis, es nuestra primera cita pero es demasiado dinero. Te lo
pagaré.
—Pero quería que nuestra primera cita fuera especial. Y no, no quiero que me
pagues nada, esto es por ti y solo por ti. —Suspira y me vuelve a acercar a su
pecho, me dejó llevar pero sigo con mis manos cruzadas sobre mi pecho—. En la
carta que mi madre me dejó, decía que el dinero que pasaba a mis manos lo tenía
que gastar en algo que me hiciera feliz —trago en silencio mientras sus ojos
verdes se encuentran con los míos—, y tú me haces feliz, Jane. No he sido tan
feliz como en esta semana, siempre te he querido pero ahora es más, mucho más.
Tal vez para nuestra próxima cita te lleve a un lugar más simple y menos costoso
que esto, pero lo que yo creo es que te mereces lo mejor ya que eres lo mejor que
me ha pasado.
Traicionando a mis principios, paso las manos por su cuello y las dejo ahí,
acariciando las hebras de su cabello. Cierra los ojos por un momento deleitándose
bajo mi tacto, cuando lo abre un brillo indescifrable se instala en el verde de sus
ojos, sé ve tan hermoso y misterioso que me encanta y me hace quererlo aún
más.
—Eres un romántico empedernido así lo niegues, Travis Stone —digo cuando sus
manos se anclan a mi cadera—. Me encanta esta cita, y sí, me parece demasiado,
pero me encanta que quieras lo mejor para mí. Tu también eres lo mejor que me
ha pasado, Travis, y quiero llorar pero creo que ya no queda más agua en mis
lagrimales —me sincero, sonríe de lado y me deja jugar con su cabello—. Te
quiero, Travis, y no puedo parar de decirlo.
Sus ojos brillan tanto que me hace un vuelvo en el corazón, se incluya y roza sus
labios con los míos. El beso dura menos de lo que me hubiera gustado, pero eso
no impide que mis piernas se desestabilicen y que mi respiración se entrecorte.
—Vamos, princesa —dice acomodando un mechón de mi cabello tras mi oreja.
Asiento y nos encaminamos al lugar donde va a ser la primera cita de muchas
más.
Terminamos de comer, comimos langosta, ¡langosta! Lo quise matar cuando vi la
comida tan costosa pero no lo logré, era comida y estaba delicioso. Comimos
helado después de eso y ahora me encuentro extremadamente llena.
Música suena de fondo por los parlantes que hay en el estadio, es la canción que
bailamos en el baile de fin de curso. Never Say Never de The Fray suena por los
altavoces y quiero reirme por lo que está haciendo.
Se acerca bailando hacia mí, da una vuelta y río en carcajadas al ver la forma en
que termina de girar. Se sigue acercando y me extiende su mano, estoy sentada
en el suelo y las tomó cuando chasque a sus dedos y mueve sus caderas. Es un
asco bailando este tipo de música, pero se ve jodidamente atractivo. Me incorporo
y el me pasa las manos por sus hombros hasta su cuello, es tan guapo de lejos
como de cerca.
—Voy a bautizar esta canción como nuestra —susurra balanceándose de un lado
a otro.
Ya no hace sus pasos de baile súper raros, ahora es suave y lleno de vida, se
balancea de manera suave y yo lo acompaño, me da una vuelta y me vuelve
vuelve a pegar a él, es tan dulce.
—No está mal como para una primera cita con tu mejor amigo —susurro contra su
cuello.
—Superé tus expectativas, ¿verdad?
—Lo hiciste, Travis. Te quiero.
—Yo te quiero más, más de lo que puedes imaginar.
Mi boca asalta la suya y lo hago callar, sus labios acarician los míos y su lengua
contacta con la mía y se amoldan como saben hacerlo. Mi corazón golpea con
fuerza mis costillas mientras su mano sube y se enreda con mi cabello para
acelerar el ritmo de nuestros labios. Jadeo cuando muerde mi labio inferior y lo
jala. Nos separamos por falta de aire, jadeantes y expectantes por lo que sabemos
que sucederá después.
—¿Lista para ir a mi casa?
Asiento con la cabeza, me muero de ganas por hacer lo que creo que vamos a
hacer.
Capítulo +18
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Bueno, lo que creía que íbamos a hacer se puede ir a la basura.
Al final no terminamos haciendo nada porque mi mamá llamó y se enteró que no
estaba en la escuela. Me inventé una escusa diciendo lo mismo que dijimos en la
escuela: que Travis estaba enfermo y que me quería quedar cuidándolo. Mi madre
se negó rotundamente y me dijo que vaya a casa, Travis hizo prácticamente un
berrinche antes de que me dejara ir.
Me dijo que soy como el microondas; que caliento pero no cocino. Eso me hizo
reír y le terminé dando un beso que lo dejó aún más afectado y más duro de lo
que estaba en un inicio.
En toda la semana, Logan sólo se me ha acercado un par de veces y me
sorprendí cuando me dijo que era hermano de nada más y nada menos que... —
inserta música de tensión—: ¡JESSICA!
Sin embargo, Logan y yo ahora somos amigos, a pesar de los comentarios soeces
que hace Travis cada vez que Logan me mira.
Travis sigue hablando y siendo amigo de Dove, es una buena chica y muy
agradable, pero por la forma en que mira a Travis me da mala espina. No lo sé, tal
vez sean celos o no; pero siempre le brillan los ojos cuando lo ve y no creo que es
de una manera muy fraternal. Sin embargo confío en él y no puedo hacer nada
contra su amistad.
Es viernes por la noche y esta noche me iré a dormir a casa de Travis. Aunque
ahora estoy limitada porque mamá está trabajando en horario de la mañana y sólo
medio tiempo por su estado, me permitió ir a casa de "Kylie" esta noche. Pero lo
que ella no sabe es que no voy a ir con Kylie, sino con Travis.
Kylie, como la buena mejor amiga que es, me va a cubrir como yo lo haré. Ella se
quedará esta noche con Jake y como su mamá está de viaje en Europa, nadie le
impedirá de hacer solo Dios sabe qué.
Me miro en el espejo una ultima vez, traigo un vestido corto de color celeste, es
ceñido al cuerpo y tiene un escote marcado pero no vulgar. Mi maquillaje consiste
en colores cobrizos en los parpados y un labial de color rosa ciruela, mi cabello
está suelto y cae en suaves ondas rebasando mis ombros. Me puse mis converse
negras porque quiero estar algo cómoda, aunque quisiera traer tacones para no
quedar tan baja a comparación de Travis, pero no puedo. Tengo que guardar mis
energías para la noche de hoy.
No hemos podido hacer nada en esta semana, nada sexualmente hablando. Por
eso es que planeamos todo para está noche, él lo necesita y yo también.
El timbre de la puerta suena y agradezco a los Dioses del sexo que mi madre haya
decidido salir con Bruce esta noche. Bajo los escalones de par en par, casi
corriendo y me sorprende que no me haya caído en el proceso. Llego a la puerta y
acomodo mis pechos, mi cabello y me subo sólo un poco el largo de la falda.
Tomo una bocanada de aire y abro la puerta.
Mis ojos se pierden en él cuando inunda su presencia todos mis sentidos. Se ve
hermoso, trae una sudadera de los Kansas City Chiefs —su equipo favorito de
fútbol americano—, unos vaqueros negros y unas converse del mismo color que
las mías, se ve precioso con su cabello perfectamente despeinado y sus facciones
de su cara son como talladas por los ángeles. En conclusión, me muero por irme
con él. Me recorre con la mirada de pies a cabeza de la misma forma en que yo lo
hago.
Acorto la distancia que hay entre nosotros y me lanzo a sus brazos para poder
devorar su boca. Me corresponde el beso enseguida y su lengua se adentra en mi
boca para iniciar una guerra con la mía, sus manos bajan a mi cadera y me
presionan para que esté más cerca a él. Juego con las hebras de su cabello,
acaricio su cabello color cobrizo mientras él empieza a levantarme en el aire,
rodeo su cintura con mis piernas, todo eso sin romper el beso. Muerdo su labio
inferior y siento sus manos apretar mi trasero, me da un azote suave en mi lado
derecho y gimo.
Nos separamos por falta de aire, jadeantes por el intenso beso que nos acabamos
de dar. Siento la ya conocida humedad en mis bragas; acaricio sus mejillas
mientras recupero el aire.
—Hola —susurra acomodando un mechón de cabello tras mi oreja.
—Hola —me inclino para depositar un pequeño beso en sus labios.
—¿Lista?
No respondo, le doy un tierno beso antes de ser depositada en el suelo.
Subimos al auto en un completo silencio, Travis cierra la puerta que abrió para mí,
se sube y después de que ambos nos pusiéramos el cinturón de seguridad,
arranca el coche. Sus ojos están pegados en la carretera y puedo deleitarme de
su grandeza cuando mis ojos caen en su pantalón, su polla ya está abultada.
La tensión sexual se puede cortar con un cuchillo; en un absurdo intento de
romper el silencio se me ocurre encender la radio, pero como los Dioses del sexo
se juntaron para torturarnos a Travis y a mí, Partition de Boyoncé suena e inunda
todo el auto.
¿Por qué, Beyoncé? ¿Por qué te gusta torturar a los adolecen es con las
hormonas alborotadas como yo?
Para mí sorpresa, Travis empieza a tararear la canción mientras aprieta el volante
con fuerza, aprieta su mandíbula y cierra los ojos. Mis ojos se conectan con los
suyos cuando los abre y me regala una sonrisa de lado. ¡Maldito moja bragas!
—Es curioso —susurra, volviendo su vista a la carretera.
—¿Qué cosa? —pregunto mirando su perfectamente delineado perfil.
—Que todavía ninguno de los dos haya perdido el control y abalanzarse sobre el
otro.
Reprime una sonrisa y no digo nada más. Él no sabe lo que tengo planeado hacer
mientras conduce.
Me retiro el cinturón de seguridad y recojo mi cabello en una coleta un poco
despeinada. Él me regala miradas cargadas de deseo mientras lo hago y
agradezco que la casa de Travis quede lejos de la mía. Estiro mi mano y rozo su
pantalón justo en la zona donde sobresalta su erección. Vaya, vaya, esto está
mucho más que despierto.
—Gafitas, ¿qué estás...?
La pregunta queda impregnada en el aire en cuanto desabrocho el botón de su
pantalón.
—¿Yo? —pregunto con falsa inocencia—. Nada, ¿y tú?
—Estoy conduciendo, Jane —gruñe en cuanto le bajo su cremallera.
Me deleito al percatarme que no trae boxers ni nada por el estilo. Viene preparado,
al igual que yo.
—Yo no hago nada, Travis. Tu tienes la culpa por provocarme.
—¿Mi c-culpa?
Contiene la respiración cuando saco su enorme polla de la cárcel que significan
sus vaqueros. Pero, mira, ¿qué tenemos aquí? Esa cosa está incluso más grande
de lo que recordaba, mucho más grande que la de un actor porno. Mmm... mi plan
está marchando a la perfección.
—Jane... —jadea en cuanto bajo y subo mi mano alrededor de su pene—. Estoy
conduciendo, espera a que lleguemos a mi apartamento... por favor.
—Hum... —hago ademán de pensar, cierra los ojos con fuerza y los vuelve a abrir
cuando se percata de mi decisión—. No. Quiero saber si te puedes concentrar en
momentos de tensión.
—Esa es una excusa muy pobre.
Y tiene razón, pero me importa una mierda.
Me acomodo en mi asiento, sin dejar de acariciarlo me inclino y me llevo su glande
a la boca, gruñe pero no dice nada. Sonrío para mis adentros. Paso la lengua por
la punta de su pene y presiono con mi lengua, luego chupo esa zona tan deliciosa
y sabrosa que tanto me gusta, me aparto y dejo un rastro de saliva en él, miro sus
pupilas que se dilatan aún más cuando se percata que hice lo que le vuelve loco.
Sigo lamiendo la cabeza de su miembro mientras bajo y subo mi mano una y otra
vez, lo escucho gemir y gruñir mientras sigue conduciendo.
—Oh... Joder, Jane... Sigue así.
Perdió el control, exactamente lo que quería.
Lo tomo por sorpresa cuando me logro meter toda su polla en mi boca, lanza una
maldición y eso me insiste a seguir con mi asalto. Mmm... está tan caliente y
abultado que siento palpitar contra mi boca. Me encanta como una vena se salta
en su polla, le hace ver mucho más grueso a su majestuoso pene. Subo y bajo,
mis labios aprisionan su pene y para las partes que no llego lo masajeo para que
sienta un tremendo placer.
—No te detengas... lo haces tan... exquisito... Sigue, Jane... Joder... sigue.
Hago lo que me pide y me lo meto hasta la garganta, empieza a mover sus
caderas y a embestir mi boca una y otra vez. Me dan unas cuantas arcadas pero
no me importa, el placer de darle placer es mucho más grande.
—Joder, Jane... la puta madre, tienes... que... parar... me voy a...
No paro, no me importa si se viene en mi garganta, no quiero parar. Sigo subiendo
y bajando en un vaivén que provocan el placer de Travis. Sube y baja, sube y
baja. Sus caderas se mueven como si me estuviera penetrando otra zona de mi
cuerpo mucho más placentera. Agarra mi coleta y me empuja más para que lo
succione todo, mmm... sabe tan bien, la mano de Travis sigue agarrando mi
cabello y lo siento tensarse; está a punto. Siento un líquido caliente inundar mi
garganta; no paro de subir y bajar.
—¡Jane... Agh! Quiero tu coño alrededor de mi polla en este momento... En este
mismo auto...
Aprieto los muslos para controlar la excitación que siente mi cuerpo. Palpita su
polla mientras vota la última gota dentro de mí, me trago todo lo que me ofrece,
sabe un poco extraño pero si viene de él todo sabe como un manjar.
Me recompongo lentamente mientras él intenta nivelar su respiración, me suelto el
cabello y me paso los dedos por debajo de los ojos limpiando mi maquillaje
chorreado. Me miro en el espejo y miro una gota de su semen en la comisura de
mis labios, me relamo los labios y me vuelvo a tragar lo restante de sí.
Miro por la ventana y me percato que ya estamos fuera de su edificio, ¿como
llegamos sin que Travis se haya chocado? Mi vista cae en él que sigue con la
respiración un poco agitada.
En un abrir y cerrar de ojos, sé desabrocha su cinturón de seguridad y se
abalanza contra mí. Atrapo sus labios en un beso carnal, agarra mis muslos y me
sube a horcajadas sobre él. Su dureza está más blanda pero sigue excitado y eso
me fascina. Mi lengua se adentra en su boca para encontrar la suya; él saborea su
propio sabor pero no dice nada, más bien creo que le gusta. Me levanta el vestido
hasta que mis bragas nuevas de encaje negro se hacen presentes. Se separa
para ver lo que llevo cuando siente el encaje en las yemas de sus dedos.
—Joder, Jane... ¿Quieres matarme o qué?
Me río y poso mi mano en sus abdominales, su pecho sube y baja con su
respiración entrecortada. —Tu también lo haces —respondo—. Tú también me
matas.
Sus ojos suben de mis bragas a mi rostro y nos quedamos así, observándonos.
No necesitamos palabras para expresar lo que sentimos; en sus ojos puedo
identificar el amor, pasión, deseo, cariño, la vacilación de hacerme suya o no... y
yo creo que ya es la hora, la hora de que ambos nos entreguemos.
—Estoy lista —susurro muy cerca de sus labios.
Sus ojos se amplían como platos, él sabe que no estoy contestando a su
pregunta. Me da un casto beso en los labios y así, abrazandome a su cuello y con
mis piernas a su cintura, bajamos del auto en dirección a su apartamento.
Ahora sí se vino lo bueno, señoritas \¤.¤/ 7u7
Capítulo fuerte.
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Sigo aferrada al cuello de Travis y mis piernas rodean su cintura mientras
cruzamos el umbral hasta el ascensor
Una señora de cabello gris y pendientes es la recepcionista esta vez, pero al
momento en que nos ve, desvía la mirada completamente avergonzada; su rostro
pálido y arrugado se combierte en algo rojizo, parece un tomate. Sin embargo su
vegüenza es contagiosa, me sonrojo completamente, de pies a cabeza. Es
increíble que Travis haya insistido a llevarme así Hasta su departamento, ya lo
habíamos echo antes, sin embargo esta vez alguien nos vio y siento que me voy a
morir en este momento.
El ascensor llega más rápido de lo que creí ya que Travis aplastó el botón para
llamar al ascensor hace apenas unos momentos, y agradezco al cielo que llegue
rápido y que esa mujer mayor no nos esté mirando con cara de reproche. Nos
adentramos en el elevador y las puertas se cierran, exhala todo el aire retenido en
mis pulmones y levanto la mirada hasta el rostro de Travis, el cual me está
mirando con diversión.
Frunzo el ceño en su dirección, ¿no siente ni un rastro de vergüenza? —¿Qué?
—Nada, sólo es que... —su sonrisa se ensancha—, me encanta que nos vean
juntos.
¿Qué?
Sus ojos destellan sinceridad y cariño, me inclino para besar sus labios, un corto
beso que significa muchas cosas para nosotros.
—Y a mí también me encanta, Travis, pero si es un poco... extraño para mí estar
así con alguien.
—Y yo lo sé, princesa y eso es una de las muchas cosas que amo de ti —¿que
ama de mí?—. Vamos, cariño —dice cuando las puertas del ascensor son
abiertas.

—¡Tu casa es un desastre! —grito burlándome de su sala de estar, hay ropa,


comida y calcetines sucios por toda la sala, es un desastre—. No haremos nada
hasta que arregles esto —sentencio.
Pone los ojos en blanco. —Ya llamaré a alguien de limpieza del edificio —se
encoge de hombros.
—Espero que por lo menos tu cama esté arreglada.
—Espérame aquí —dice después de varios segundos de pleno silencio.
Me río en una carcajada mientras observo su espalda desaparecer en la
habitación principal.
Es increíble como las cosas pueden cambiar en tan poco tiempo; es decir, hace
apenas dos semanas estaba tan jodidamente enojada con él por como me trató el
día del club, y ahora... tenemos una relación. No sé lo que somos y no
necesitamos un nombre para ello, salimos a citas, nos besamos en público, me
abraza y a todos me presenta como su chica. Así que lo que pienso sobre
formalizar o no está desecho, no necesito nada más, sólo a él.
Regresa después de unos diez minutos al living, está con una sonrisa
indescriptible en su rostro, se sienta en el sillón y yo me siento en sus piernas, es
tan re comfortable estar de esta manera con él. Paso mis brazos por sus hombros
y mis manos llegan a su rebelde pero perfecto cabello, jugueteo con él y tiro, lanza
un gruñido sensual y excitante que me insta a seguir tirando de él.
Su boca busca la mía y su hábil lengua no tarda en juntarse con mi lengua, sus
labios son suaves pero sus movimientos bruscos, nos besamos con un hambre
incomparable, más excitante que los anteriores. Sus labios dejan los míos y besa
mi mandíbula hasta llegar a su destino; mi cuello. Va dejando suaves besos en
todo mi cuello, sube a mi oreja y muerde, chupa y lame.
¡Oh, Dios! Estoy chorreando, literalmente. El deseo me consume lentamente
mientras su boca atrapa la mía de nuevo. Sus manos curiosas acarician mi
estómago y llegan a mis pechos, los aprietan y gimo en sus labios, los manosea a
su disposición, haciéndome gemir y que la humedad en mis bragas aumente. Me
separo para sentarme a horcajadas sobre él y mis labios se transportan a su
cuello, sus manos dejan mis pechos para ir directo a mi trasero y acariciarme
debajo del vestido. Mmm... Empiezo a mover mis caderas y frotar me sobre él,
estoy húmeda y excitada, esto es demasiado.
—Oh, nena, me lo estás dejando muy difícil. —gruñe contra mis labios.
—Ese es el punto.
—Quiero estar dentro de ti. Tu. Eres. Mía. —enfatiza cada palabra y simplemente
me hace sentir más caliente que cuando lo estaba haciendo eso en el auto.
—Sí, tuya, sólo tuya y de nadie más —susurro y le robo un besito—. ¿Y tú, eres
mío?
—Siempre —murmura, sus ojos verdes y grandes destellando sinceridad y deseo,
mi corazón golpea fuerte contra mis costillas, quiero hacerlo ahora—. Siempre he
sido tuyo, y siempre voy a ser tuyo.
Lo beso como que si mi vida dependiera de ello, es tan increíble estar así con él
después de años y años de amistad. Mi lengua se adentra en su boca y muerdo
su labio inferior, gruñe en respuesta. Siento su erección en mi entrada y me
empiezo a frotar, lanzo suaves gemidos por el placer que me da, gruñe cuando mi
vagina se une con su miembro una vez más.
—Travis... —jadeo, ya no aguanto más.
—Carajo, Jane... no me la estás dejando nada fácil.
—Quiero... tenerte...
Se detiene y me mira fijamente a los ojos, estupefacto; sus labios se entre abren
por las sorpresa y sus globos oculares verdes parecen oscurecerse hasta un tono
negro intenso. Sabe que no hablo de sólo tocarnos, él sabe muy bien eso.
—¿Segura? —pregunta, claramente sorprendido—. No quiero hacer nada que no
quieras.
—No lo arruines preguntándome si estoy segura o no —digo, acaricio su mejilla
con las yemas de mis dedos, se tensa y cierra los ojos, es tan importante para
mí—. Estoy segura, Trav. Quiero hacerlo contigo ahora; en tu habitación, en la
cocina, sinceramente no me importa donde sea, con que sea contigo, por mí está
bien.
Me vuelve a besar con ternura y amor, me agarro de sus hombros y me aferro con
mis piernas a su cintura cuando se para. Nunca deja de besarme ni se separa de
mí. Atravesamos la puerta de su habitación y siento como gentilmente me coloca
sobre el colchón. Se cierne sobre mí, entre mis piernas; se apoya en sus brazos
para no aplastarme con su peso y su boca deja mis labios para bajar por mi cuello
y recorrer por mi clavícula hasta llegar a mis pechos, me muerde mi seno derecho
por encima de la ropa, gimo y tiro de su cabello. Se separa para mirarme a la ojos.
—Eres hermosa —susurra muy cerca de mi boca.
Oh por Dios, lo quiero ahora.
—Travis... no me hagas rogar —suplico.
—Oh, nena, vas a terminar rogando de todas formas.
Lo miro a los ojos y puedo ver la diversión y el deseo resplandeciente en su
semblante. Me levanta un poco para que pueda sacarme el vestido, este cae al
suelo en algún lugar de esta gran habitación. Su mirada cubre y quema mi pálida y
no tan helada piel, la temperatura de la habitación sube varios grados y quiero
deshacerme de toda esta ropa que no hace más que estorbar. Su boca cubre la
mía nuevamente. Estoy desnuda hasta mi cadera, donde solo se ven mis bragas
de encaje negras.
—Cariño... hay tantas cosas que quiero hacerte en este momento. Sin embargo
hay unas cuantas en especial que me muero por hacer.
—Pues hazlo —jadeo y él me imita.
—Ven —dice separándose completamente de mí—. Levántate.
Hago lo que me pide.
—Quítate los zapatos —ordena y deslizo mis pies fuera de mis converse negras.
—¿Ahora qué? —pregunto cuando mira fijamente a mis pechos, recorre todo mi
cuerpo y sus ojos caen en mis bragas empapadas, se relame los labios, una
corriente eléctrica atraviesa mi columna vertebral.
—Ayúdame a desvestirme.
Gustosa, deslizo su sudadera por sus brazos y cae al suelo junto con mis prendas
de vestir, agarro el final de su camiseta y la deshago por encima de su cabeza y la
lanzo a algún lugar de la habitación. Su cuerpo es perfectamente esculpido, su
abdomen se tensa con cada respiración que da, me encanta todo de él; se desliza
en sus zapatos, dejándolos desordenadamente en el piso. Desabrocho
nuevamente el botón de su pantalón y bajo su cremallera, deslizo suavemente sus
pantalones fuera de él, su gran erección sale disparada, liberándose de la cárcel
que lo tenía prisionero.
No puedo dejar de ver lo grande y majestuoso que es su polla, es decir, es
demasiado grande para que él sea alguien tan joven, pero lo es y pudiera ser un
actor porno si lo quisiera... la simple idea me da náuseas pero saben a lo que me
refiero.
¿Cómo me va a entrar todo eso?
—Tranquila, cariño, haré algo para que sientas mucho más placer que dolor.
¡Mierda! Debo dejar de pensar en voz alta.
—¿Qué sigue? —pregunto para cambiar de tema.
Sin responder, de sus grandes manos rodean mi cadera y jugar con el encaje de
mis bragas, sus dedos recorren las formas que hay en el encaje y puedo sentir
como su respiración va cambiando mientras sigue haciendo esto. Jadeo y cierro
por un momento los ojos, deleitándome por su magnífico toque. Cuando los abro,
puedo ver la sonrisa diabólica y excitante que crece en su rostro.
Se arrodilla frente a mí, sus manos bajando mis bragas suavemente, torturándome
en el proceso de mi insaciable anhelo hacia él. Empujo las bragas con los pies
lanzándolas por algún lugar. Travis se pone de pie, sus ojos siguen en esa parte
tan íntima de mi cuerpo.
—Mierda —jadea—. Me muero por tenerte.
—Yo también muero porque me poseas.
Su sonrisa se ensancha.
—Ven, vamos a hacer algo divertido —se recuesta en la cama, boca arriba, mis
ojos siguen viendo su polla, me relamo los labios—. Acércate. Coloca ambas
piernas a los lados de mi rostro.
Tímida, me subo a la cama y hago lo que me pide, no puedo ver su rostro porque
mi cuerpo lo cubre por completo.
—Que hermosa vista —murmura y su aliento en mi sexo me hace estremecer.
Me sonrojo por su cinismo, me agarro de la cabecera de la cama para no aplastar
su hermoso rostro con mi peso.
—¿Y ahora qué sigue?
No me responde, puedo escucharlo sonre...
Oh. Mi. Jodido. Dios.
Oh, maldita sea.
Pasea su lengua por toda la extensión de mi sexo, desde el inicio de mi intimidad
hasta un poco más allá de mi vagina. —¡Ah!
Me es imposible no gritar. Su lengua se mueve de lado a lado por todo mi clítoris,
moviendo e incentivandolo. Grito una y otra vez, gimo y empiezo a mover un poco
mis caderas. Da golpecitos con su hábil lengua en esa parte sensible de mí.
—¡Ah... Travis!
Traza un círculo con su lengua en mi sexo lentamente, gimo tan alto como me es
permitido.
—Voy a meter mis dedos, ¿está bien? —pregunta y empujo mis caderas para
encontrar su hábil boca.
—Has lo que quieras con mi cuerpo... ¡Ah!
Mete dos dedos de una sola embestida, no me quejo porque estoy tan mojada y
lubricada que se empujan en mí con facilidad. Empieza a mover sus dedos con
habilidad, dentro, fuera, dentro, fuera. Muevo mis caderas al compás de lo que me
hace. Succiona con sus labios mi clítoris, grito, es tan delicioso que con solo
sentirlo siento que todo el cuerpo me quema.
—¡Aahh! ¡Travis!
Grito cuando sus dientes atrapan mi clítoris y lo jalan, me duele pero el placer es
demasiado bueno y excitante. Repite esa acción una y otra vez. Una de mis
manos deja la cabecera de la cama y atrapo un seno, retuerzo mi pezón mientras
él sigue con su hábil boca sobre mí. Estoy perdiendo el control de mi cuerpo, soy
toda sensaciones y no quiero correrme tan rápido sobre su cara.
—¡Travis! ¡Házmelo ahora!
Lo siento sonreír sobre mí mojada y muy húmeda piel. —No hasta que te corras.
Desliza otro dedo dentro de mí, grito, es demasiado para cualquier persona.
Siento mis piernas temblar y la corriente eléctrica quemando en mi vientre, me
aguanto todo lo que puedo el orgasmo desgarrador que me arrastra al abismo del
placer.
—Vamos, nena, dámelo. Quiero que te vengas en mi boca.
Sus palabras me alivian, me causan una relajación indescriptible. Me corro de la
manera más escandalosa y devastadora que creí jamás. Siento como mis fluidos
llenan su boca y él se traga todo lo que mi cuerpo le ofrece.
—¡Oh, Travis! ¡Te quiero dentro de mí, ahora! ¡Ah... Travis!
Y dejo que el devastador orgasmo me lleve, junto con mi cordura. Mi cuerpo
tiembla con las réplicas del orgasmo, apoyo la cabeza en la cabecera y cierro los
ojos, tratando de recuperar el aliento. Travis se retira de su lugar, pero yo no me
muevo, mi respiración está demasiado agitada y no puedo creer lo que hizo con
tan solo su lengua y sus dedos.
Siento su enorme polla en mi espalda baja, me separo bruscamente de la cama y
choco contra si pecho. Olfatea mi cabello y con una mano presiona mi cadera y
con la otra aprieta mi seno izquierdo. Jadeo y apoyo la cabeza contra su hombro.
—Travis... hazme el amor ahora... quiero ser tuya... por favor.
—Ya eres mía.
Me empuja y caigo de espaldas a la cama, abro las piernas y los nervios me
empiezan a llenar pero los aparto. No hay espacio para nervios ni dudas en esta
habitación, solo somos él y yo y eso es lo que importa.
Saca un paquetito plateado de su mesita de noche y la anticipación me llena. ¡Lo
vamos a hacer! Y no puedo estar más contenta. Miro fijamente como rasca el
paquete con sus dientes y saca el condón de su empaque, me excito cien veces
más cuando lo veo ponerse el condón por el largo de su polla. Me muero porque
me folle.
Sin que me de cuenta, ya está sobre mí, me besa en todas partes de mi rostro, mi
cuello y mi torso. Halo su cabello y muerde mi pezón, gimo, se siente exquisito.
—¿Lista? —pregunta colocando su polla y paseandola por mi sexo. ¡Que
sensación más deliciosa!
Gimo y me aferro a sus hombros.
—Siempre que sea contigo.
Su sonrisa se ensancha y se inclina para besarme. Aún tiene mi sabor en su boca,
pero no me importa. Su lengua encuentra la mía, en un beso cálido y tierno,
ambos cerramos los ojos, sintiendo el amor en el aire.
Lentamente entra en mí, dejo de besarlo y me inclino hacia adelante para ver si el
dolor se siente menos, no funciona. Siento como algo se rompe dentro de mí cada
vez que va empujando. Duele como la mierda.
—Travis, duele mucho.
Se queda estático dentro de mí por un tiempo, después sale de mí lentamente y
vuelve a entrar con la misma lentitud que hace un rato. Gime y se agarra a mi
cintura. —Eres deliciosa, Jane, malditamente hermosa.
—Travis... duele.
—Lo sé, nena. Lo haremos otro día si quieres.
Hace el afán de querer salirse de mí y lo detengo, no quiero que pare pero el dolor
en mi es casi insoportable.
—No, sólo necesito un minuto.
Se queda estático dentro de mí sin moverse, no entiendo la razón así que abro los
ojos para verlo. Me mira con adoración y sus verdes me alaban, recorre cada
facción de mi rostro con su verde mirada. Sus manos aprietan mis pechos y su
boca baja a mi cuello. Ahora lo entiendo, quiere volver a excitarme otra vez. Una
de sus manos masajea mi trasero, la otra masajea mi seno y su boca encuentra mi
pezón izquierdo. Jadeo y siento el ardor en mi vientre aún más fuerte que antes,
ahora solo quiero que siga con sus maravillosas embestidas.
—Travis... —gimo, tiro de su cabello y muerde mi pezón, grito esta vez—,
muévete, quiero que sigas.
Sonríe mientras su boca deja mi pecho y me mira intensamente. —Tus deseos
son órdenes.
Vuelve a salir de mí y entra de nuevo en una estocada suave y lenta, gimo y eso
parece gustarle ya que sonríe y me da un corto beso en los labios. Sus estocadas
lentas pero increíbles siguen llenándome, echo mi cabeza hacia atrás, cerrando
mis ojos y disfrutando de este dolor tan bueno que me causa. Gimo cuando se
adentra más en mi, hasta el fondo, de una sola estocada. Duele, pero eso no
significa que no sea una delicia.
—Travis, más rápido. Dame más rápido.
Me besa apasionadamente, sonríe contra mi boca, tal vez las palabras que le dije
parecieron gustarle mucho. —Dios, Jane, me estas volviendo loco.
Y sin decir ni una palabra más, entra y sale de mí rápidamente, complaciendome
en el proceso del vaivén de sus embestidas. Dentro, fuera, dentro, fuera; ese es el
ritmo de sus gloriosos movimientos pelvicos. Su polla se siente gloriosamente
grande y gruesa dentro de mi, me llena por completo, me hace sentir en un nivel
de excitación que no creí que fuera capaz de sentir.
—Joder... —maldigo entre jadeos y gemidos—, amo como... se siente.
—Y yo amo hacer esto contigo —besa mi frente, en contraste a sus movimientos
bruscos.
Sigue moviéndose con habidez. Se adentra más en mí hasta que siento sus
testículos chocar contra mi sexo, eso me aviva y me hace gritar por puro placer,
puro y exquisito placer. Me llena por completo, ya no creo que hay espacio entre
nosotros ni de nuestros cuerpos; todo es una delicia tan sobrenatural que volvería
loco a cualquiera.
Siempre había creído que el sexo era algo sobre valorado, que no podía ser tan
placentero; pero me equivoqué. Es lo más exquisito que alguna vez vaya a probar,
y con Travis es completamente un manjar.
—¡Ah! —grito—. ¡Ah, Travis! ¡Quiero más!
Obedece mis órdenes y sigue moviéndose aún más rápido; sus dedos incentivan
mi clítoris en movimientos circulares y eso mezclado con la penetración tan
gloriosa, me hace sentir que voy voy a llegar al límite.
—Oh... Travis... Oh por Dios... ¡Sigue!
La cama rechina y se mueve con nuestros movimientos. Mis caderas se mueven
junto con las suyas y es muy fácil caer al vacío pero lo retengo, todavía quiero
más.
—Oh, nena... se siente... joder, se siente tan jodidamente bien estar dentro de ti —
dice entre jadeos—. No creo que obtendré suficiente de ti.
—Ni... yo... —mi respiración y el movimiento de su polla en mi vagina me impiden
hablar—, eres... tan... increíble... te quiero dentro de mí todo el tiempo.
Sonríe y su boca atrapa la mía, en el beso más carnal que alguien pudiera
imaginar jamás. Sigue entrando y saliendo de mí en fuertes embestidas, sus
dedos siguen dando un placentero masaje a mi hinchado clítoris. Siento los
músculos de mi vientre tensarse y empezar a latir, mis piernas tiemblan alrededor
de él, araño su espalda y tiro de su cabello mientras sigo besándolo de la manera
más exquisita posible.
—Vamos, nena, me lo merezco, dámelo. Correte bebé.
—¡Aaahhh, Travis! ¡Joder!
Y hago lo que me pide, me corro gimiendo y gritando de placer alrededor de su
miembro. Mis gemidos llenan la habitación, haciendo estallar todos mis sentidos.
—¡Oh, Joder! ¡Jane! ¡Agh!
Y se corre dentro de mí, liberando su delicioso líquido en el condón, siento su
miembro latir dentro de mí mientras él se sigue corriendo. Se desploma encima de
mí, en medio de mis pechos coloca su cabeza, tratando de recuperar el aliento.
Desliza su pene fuera de mí y se sienta en la cama, agarra el condón y se lo saca.
Me sonrojo al ver un rastro de sangre en el preservativo, le hace un nudo y se
adentra en el baño de su habitación para votarlo. Regresa con una sonrisa de
oreja a oreja plantada en su rostro. Me siento en la cama, un fuerte ardor me
recorre, no creí que iba a doler mucho después del coito. Antes de que me de
cuenta, sus brazos se envuelven a mi alrededor.
—La mejor noche de mi vida —susurra y besa mi sien—. Gracias por dejarme ser
el primero.
—Y el único —las palabras salen de mi boca antes de que yo pueda retenerlas.
—Y el único —repite con una sonrisa en su rostro, sus ojos brillan con miles de
emociones, suspira y deja un casto beso en mis labios—. ¿Te duele?
Asiento avergonzada, aprieta su agarre y me besa la mejilla con ternura.
—Tranquila, gafitas, con el tiempo se vuelve mucho mejor, créeme.
La sonrisa en su rostro me hace sonrojar. sus ojos se iluminan y se que sus
palabras atrevidas no fueron emitidas con malicia.
—¿Qué hora es? —pregunto para cambiar de tema.
Mira el reloj en su muñeca y abre sus ojos como platos. —Las once y media de la
noche. Y llegamos cuarto para las nueve.
—Oh... —no sé qué decir, ¿pasamos casi tres horas en esto?—, y ¿qué haremos
ahora? Extrañamente no quiero dormir.
Travis me mira con su sonrisa ladeada, la más sexy que he visto jamás.
—Vamos, creo que necesitamos un baño. Aunque no o lo creas estamos muy
sucios.
Su rostro representa diversión y deseo, es insaciable. se para y me toma de la
mano para que yo haga lo mismo. Caminamos en dirección al baño y al llegar, mis
ojos se desvían a una tina de baño ya llena de agua y con olor a jazmín drenado
de la superficie de la tina.
Oh, oh... Segundo raund.
Capítulo +18
------
La tina de baño es enorme, es de color blanco con detalles azules dentro de esta.
El agua ya tiene espuma y un olor a jazmín sale de esta, es como un afrodisíaco
para ambos.
Mis ojos caen en Travis, miro algo de e sangre alrededor de su miembro, me
sonrojo de la vergüenza.
Me arde mi entrepierna cada vez que camino. Me acerco a la tina y hago una
mueca de dolor, me siento dolorida, pero quiero mucho más de él.
-¿Estas bien? -pregunta preocupado-. Te prometo que solo nos bañaremos, no
intentaré nada y...
-Cállate -digo divertida, antes de meterme en la tina y sucumbir en esta.
Sonríe, pero puedo ver la preocupación en su semblante. Me gusta que se haya
preocupado tanto por mi, pero no me gusta como se ve. Cree que soy hecha de
papel y que me voy a romper si me toca, pero quiero hacerlo con el y ya. quiero
hacer el amor con mi... algo, ¿es mucho pedir?
Se mete en la tina y se sienta junto a mi. es una tina grande, circular y donde
perfectamente entrarían diez personas en el. El agua caliente relaja las partes
adoloridas de mi cuerpo -que resulta ser todo el cuerpo- y me hundo aun mas
profundo. siento los ojos de Travis en mi, levanto la mirada. Puedo ver el anhelo y
el cariño cruzar por su rostro, pero hay algo mas... algo que no puedo descifrar.
-Te amo, Jane.
¿Qué?
Mis ojos cafes se encuentran con los suyos y puedo ver la sinceridad y la seriedad
en ellos.
No esta bromeando.
Me ama.
Lo puedo ver en su rostro. En como sube su mano y la saca del agua para
acariciar mi mejilla lentamente. En como acerca mas su cuerpo al mio. En como
me mira. En como agarra mi rostro con ambas de sus largas manos y acerca su
rostro al mio. En como su aliento se mezcla con el mio y nos unimos en un dulce,
tierno, y corto beso.
No fue un simple te quiero, fue mas, mucho mas. Me ama y yo también lo amo.
Jadeo.
-Yo también te amo -susurro a escasos centimetros de su boca.
Sonrie y sus ojos se iluminan.
-No digas «también»-me reprende.
Nos observamos el uno al otro, sin emitir ni una sola palabra, sonriendo como dos
idiotas enamorados. vuelve a acercar su rostro al mio, aun sus manos en mis
mejillas y llenando de espuma mi cara. Cierro los ojos antes de que sus suaves y
carnosos labios atrapen los mios en un beso lleno de amor, lleno de anhelo por un
futuro juntos. Por un futuro conmigo.
Es mucho mas intimo que lo que hicimos hace minutos antes. Su beso se
intensifica cuando su lengua se encuentra con la mía, pero la ternura y la suavidad
no nos abandonan. mis manos acarician su torso y llegan a su pecho, Jadea
cuando acaricio una de sus cicatrices que le ha provocado su padre.
Ese hombre debería ir a prisión, debería estar preso por todo el daño que le ha
hecho a su hijo.
Siento la tristeza invadirme, pero no la dejo que avance, sigo con el beso aun mas
intenso. Lo beso comunicando todo mi amor por el, el amor que no me di cuenta
por diez años que sentía.
Me siento a horcajadas sobre el, se separa de mi para verme. Solo me ve, no dice
nada, nada que pudiera arruinar este momento y yo tampoco lo hago. No
necesitamos decir nada para expresar todo lo que sentimos. Lo amo, lo amo como
nunca creí capaz de amar a nadie.
-Te amo, Travis. Mas de lo que creí que lo haría.
Acaricio la insipiente barba que ha crecido estos dos días. jadea y cierra los ojos
bajo mi tacto y mis palabras.
-Te amo, Jane -dice abriendo sus ojos de repente, viendo a través de mi-. Te amo
con mi alma, con mi vida, y con todo lo que tengo. No te vayas, nunca te vayas.
Junto mis labios con los suyos nuevamente, callandonos. No necesitamos mas
palabras para decir lo que queremos, nos queremos a ambos, en cuerpo y alma,
aqui, ahora. Se separa de mi para verme a los ojos.
-No creo que estés lista para hacerlo de esta forma...
Pongo mi dedo indice en sus labios, haciéndolo callar.
-Quiero hacerlo Travis.
Y sin decir nada mas, lo vuelvo a besar y en el trayecto de nuestro amoroso beso,
se hunde en mi de una manera lenta. Jadeo de dolor, en esta posición se siente
mucho mas doloroso que en la que lo hicimos anteriormente.
Hago una mueca de dolor cuando se hunde mas dentro aun. Empieza a besarme
toda la cara, los labios, las mejillas, la frente, mi mandíbula. No quiere que sienta
dolor pero es inevitable.
-Cariño, en verdad no tenemos que hacerlo si no quieres.
-Solo dame un segundo.
Muevo mis caderas para que el dolor no sea tan abrupto, cesa un poco, así que
puedo disfrutar del jadeo que Travis deja salir cuando empiezo a moverme.
Se siente mejor que con el...
¡El condón!
-Travis... no tenemos... -Trato de decir, entre jadeos y gemidos por parte de
ambos.
Me da una embestida suave gimo en respuesta. No tenemos condón y se que es
algo irresponsable de nuestra parte, pero no quiero parar, no puedo parar.
-Compraremos una pastilla de emergencia -gruñe antes de empujar su miembro
mas dentro de mi.
-Pero...
-La compraremos, no pienses mucho.
Hago lo que me pide y empiezo a disfrutar de la sincronizacion de sus embestidas
con mis movimientos. Subo y bajo, pone ambas manos en mis caderas y me
ayuda a subir y bajar.
-¡Ah! -gimo cuando el empieza a mover sus caderas más rápidamente.
Su polla entra y sale de mí de un manera deliciosa. El dolor y el ardor se han ido y
el placer se abre paso en esta ocasión.
-Oh, Jane...
Hunde su miembro más dentro de mí, grito y gimo y no puedo parar de hacerlo.
Sus jadeos me impulsan a seguir, sigo moviéndome en el viven de nuestros
cueros completamente desnudos. El contacto de piel contra piel es una delicia, es
algo que ni en un millón de años me hubiera imaginado que iba a experimentar.
Las piernas empiezan a temblarme, mi vientre empieza a encogerse y siento a mi
sexo palpitar, estoy a punto de correrme pero lo reprimo.
Travis se da cuenta de mi exquisito sufrimiento, -No lo reprimas, córrete bebé.
-¡Ah, Travis!
Y me corro, de la manera más genial y enorme que he experimentado jamás. Mi
orgasmo impulsa el suyo, empieza a tener movimientos más torpes y rápidos, a
jadear y a gemir mi nombre.
-Oh, Jane. Te amo nena.
Y se corre dentro de mí, votando todo lo que tiene, uniéndonos aún más que
cuando le entregué mi virginidad.

✖️✖️✖️
-¿Cómo te sientes? -pregunta abrazándome más a él.
-Extrañamente me siento muy cómoda.
Estoy acostada encima de él, mi pecho uniéndose al suyo y completamente
agotados. Terminamos de bañarnos y cuando ya estábamos limpios y secos
regresamos a la cama. Al ver nuestra desnudez, no podíamos quedarnos quietos
e hicimos el amor nuevamente; sin barreras, de una manera cruda como hace
unas horas en la bañera.
-Fantástico -dice, muy satisfecho de si mismo.
-Fue fantástico -murmuro.
Besa mi cabello y luego mi frente, suspira mi aroma y mi cabello todavía húmedo
por el baño de espuma.
-Es increíble cómo las cosas han cambiado -dice-. Hace cuatro meses éramos
mejores amigos, hace dos meses estabas furiosa conmigo, y hora... no quiero
estar lejos de ti.
Beso su pecho, en una de sus cicatrices, -¿No crees que seguimos siendo
amigos?
Pone los ojos en blanco pero vuelve a jugar con mi cabello.
-Bueno, sabía que no éramos amigos normales.
Me separo de su pecho y me apoyo en mi codo para verlo mejor. Tiene una
sonrisa tímida en su rostro, la sonrisa que me encanta.
-¿A qué te refieres? -pregunto.
-A que los amigos no duermen en la misma cama, no se celan, no se desean con
la intensidad en que yo te deseaba y te deseo. Siempre te vi como más que mi
amiga, Jane. Siempre me has gustado, solo que me di cuenta que estaba
enamorado de ti ya muy tarde.
Me inclino y beso sus labios. Es tan tierno con las palabras cuando lo desea. Nos
separamos con una sonrisa en el rostro, felices por estar en esta posición.
Después de platicar un rato más, decidimos que era hora de dormir. Sueño con un
niño de ojos verdes que intentaba copiarme en la clase de la Srta. Parker.
Capítulo +18
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Travis

La miro mientras duerme, es tan hermosa y me encanta lo agotada que se ve.


Yo la dejé así de cansada y me siento feliz por eso.
Cuando me lo pidió, cuando me pidió hacerla mía, no dudé ni un instante, quería
sentirla y que ella me sintiera. Fue el mejor sexo de toda mi vida y sé que no es
solo sexo, es hacer el amor, nunca lo había hecho; nunca había estado con una
virgen ni había hecho el amor alguna vez, por eso fue la primera vez de ambos.
La amo como un loco y ella me ama. Me ama. Me lo dijo y me lo demuestra con
todo lo que a hecho y sigue haciendo por mí.
Me. Ama.
Cuando las palabras salieron de mis labios, quería abofetearme porque no creía
que ella me correspondería. Pero lo hace, me ama y yo la amo a ella, no quiero
estar sin ella ni un solo momento y quiero darle todo de mí.
Fui un amigo terrible, nuestro primer encuentro sexual le dije cosas horribles que
hasta el día de hoy me sigo arrepintiendo, pero ella me ha perdonado y la amo
más por eso. He sido un amigo terrible porque no fui tan leal con ella como ella lo
era conmigo, pero no tiene que saber eso, ¿verdad?
Ahora es todo diferente, soy leal a ella y no dejaré que nadie se burle de ella como
en el pasado, como cuando me quedaba callado y me acostaba con las chicas
que le hacían daño, solo para sacarla de mi cabeza.
—Te amo —susurro y beso sus labios rosados.
No se inmuta, leves ronquidos salen de sus labios y sé que está agotada por todo
el esfuerzo de hoy —o ayer—. Fue increíble, todavía puedo sentir lo estrecha que
estaba en la extensión de mi polla, me imagino el millón de cosas que podríamos
hacer cuando le enseñe un poco de experiencia. Cuando la moldee a mi
disposición. Me estremece tan solo el pensarlo.
Cierro mis ojos y con una sonrisa en mi rostro me duermo, sueño con el dibujo de
una niña talentosa en la clase de la Srta. Parker.
****
La luz del sol golpean mi rostro y me obligan a despertarme, tallo mis ojos con mis
manos y hago un gruñido; lo primero que mis ojos ven al abrirlos de golpe es la
cara de Jane, sentada a mi lado y viéndome con una sonrisa en su rostro.
Contrasta con la luz del sol que entra por la gran ventana de mi alcoba, parece un
ángel.
—No quería despertarte —dice—. Te veías muy cómodo y no quise molestarte.
Sonríe apenada, tomo una de sus manos y beso sus nudillos.
—Buenos días, dormilón —me deja un beso sobre mis labios, protesto cuando se
separa—. Levántate, mi mamá llamó y le dije que iré contigo después de salir de
la casa de «Kylie» —hace comillas con sus dedos—. Me dijo que ella saldrá con
Bruce hasta muy pasada la noche. Así que tendremos el día libre para nosotros
dos.
Tomo su muñeca y la jalo hasta que está encima de mí, retiro el cabello que cae y
oculta su hermoso rostro y lo pongo detrás de su oreja. Sus ojos cafés brillan y
pone sus palmas en mi pecho, mi corazón late rápido bajo su tacto. Nunca me
cansaré de ver su rostro. Me doy cuenta que lleva una de mis camisas, esa en
especial le sienta muy bien a su curvilínea y sexy figura.
—Buenos días —murmuro con voz ronca—, mi camisa se ve muy bien en ti.
¿Como te sientes, princesa?
Me da un beso corto, —Me siento muy bien —dice con una sonrisa en su rostro—,
creí que sería más doloroso, pero a penas siento un ligero ardor. Y gracias por el
cumplido.
Hace el afán de retirarse, pero no se lo permito, quiero desayunar pero no comida.
Mi erección mañanera me duele cada vez más cuando mis manos viajan por su
espalda, está jadeando y eso que aún no he puesto mis manos en las zonas que
más me gustan.
—Travis, t-tu desayuno e-está casi listo —dice cuando mis manos suben un poco
su camisa.
—Quiero comer, Jane, pero no comida —jadea cuando destapo por completo su
trasero y me alegro de saber que no lleva bragas.
Eso hace que mi erección mañanera se agrande. Agarro su trasero y empiezo a
dar un masaje en esa zona tan grata, mis labios encuentran los suyos y gime
cuando pellizco más duro. Nunca me cansaré de esto.
—Travis... —gime sobre mis labios—, no tenemos condón. Y a noche fuimos muy
irresponsables.
—Eserame un segundo —digo separándome un poco de ella—. Llamaré a
recepción.
Sus ojos se agrandan pero no dice nada, me alegro. Cojo el teléfono y cuando
Ariana contesta sé que esto no será malo como lo hubiera sido si la Sra. Rowling
contestaba. Maldita señora, es como mi abuela solo que en versión más vieja.
Le pido que compre una pastilla del día después, ella me asegura que la pastilla
llegará en quince minutos, así que esto será rápido. No quiero usar un condón con
Jane, nunca había tenido sexo sin condón y me llena de alegría que ella haya sido
mi primera vez en eso.
—Bien, nos vemos. —cuelgo el teléfono.
—¿Qué te dijo?
La miro, sus mejillas están sonrosadas y está jadeando, nunca me cansaré de
ella.
—Tenemos quince minutos, así que seré rápido, ¿está bien?
La miro tragar y asiente con la cabeza, en un movimiento brusco la pongo debajo
de mí y mis labios encuentran los suyos. Mi lengua no pierde tiempo y se adentra
en su boca, gime en respuesta. Sus piernas me envuelven y puedo sentir la
desnudez de su sexo en mi piel, Dios... esto es demasiado.
—Travis... —gime—, por favor.
No necesita decir más. Abro los botones de la camisa bruscamente, los botones
salen disparados a cualquier dirección. Sus maravillosas y grandes tetas entran a
mi campo de visión y me deleito con cada respiración que da. Mis dedos viajan a
su sexo y jadea cuando recorro su clítoris, meto un dedo y me encanta saber que
ya está lista para mí.
—Travis, por favor, hazme el amor.
—Lo haré, cariño. ¿Tienes idea de lo duro que te lo voy a hacer?
Abre la boca para replicar, pero sus palabras quedan suspendidas en el aire
cuando la penetro de golpe. Mierda, es tan deliciosamente estrecha que me hace
enloquecer de placer.
—¡Ah! ¡Travis!
Joder, cuando dice mi nombre me pone.
Empiezo a moverme rápidamente, saliendo y entrando de su interior una y otra
vez. Mis manos agarran sus pechos y gime más alto cuando me meto uno a la
boca y lo saboreo, el otro pezón lo agarro entre mis dedos y juego con él.
—¡Oh! Travis, más...
Hago lo que me pide y me muevo más, enterrándome y llenándola por completo,
grita mi nombre una y otra vez mientras sigo con mi asalto. Cada vez me entierro
más a fondo, cierra los ojos y tira su cabeza hacia atrás mientras gime de placer.
Es todo un placer verla en esta situación, siempre quería saber cómo era Jane en
el sexo, y ahora que lo estoy viviendo... es mucho mejor de lo que me imaginé.
—Oh, nena —gimo cuando sus uñas se clavan en mi espalda.
—Sigue... Joder, te amo.
Atrapo su boca cuando termino de oír esas palabras tan placenteras. Salgo y entro
en ella, sin dejar nunca sus labios.
Siento sus piernas temblar y su cuerpo contraerse a mi alrededor, está a punto y
mi boca se traga todos sus gemidos y maldiciones. Se corre alrededor de mi polla
y me deleito con el sonido gutural de su orgasmo y por cómo su cuerpo responde
a mí.
—Oh, Jane —gimo y me corro dentro de ella, amándola, saboreando todo su ser.
Nuestros sexos palpitan por el increíble orgasmo que acabamos de tener.
Nuestros ojos se encuentran, su cabello rebelde está perfectamente expandido
por la almohada, acaricio su mejilla y vuelvo a besar sus dulces labios. ¿Algún día
me cansaré de esto? Mierda, no, no lo creo.
—Te amo tanto —digo uniendo mi frente con la suya.
—Y yo te amo a ti, Travis, más de lo que te imaginas.
Sonrío como un tonto y beso su frente, mi corazón late tan rápido cada vez que
me dice que me ama que creo que me dará algún ataque cardiaco o algo así.
Tocan la puerta y nos quedamos mirando confundidos, vuelven a tocar y recuerdo
que es la pastilla. Salgo de ella y me pongo unas bermudas para ir a abrir la
puerta.
****
—¿Ya te la tomaste? —pregunto terminando mi desayuno. Está delicioso, esta es
una de las razones por las que amo a Jane: sabe cocinar.
—Ajá —afirma terminando su jugo de naranja—. Espero que haga efecto, no creo
que mamá se ponga feliz de tener un pequeño Travis revoloteando por la casa.
—O una pequeña Jane —le sigo el juego.
Dios me libre de tener hijos a esta edad, así que espero que Jane y yo podamos ir
a ver a un ginecólogo el día de hoy. No quiero usar esas cosas con ella, pero
tampoco quiero que quede embarazada así que será mejor ir a ver a un doctor.
—¿Hoy atenderán los especialistas? —pregunta—. No sé... q-quisiera ir a ver s-
si...
Juega con los dedos de sus manos, nerviosa y tímida. Acerco mi silla para estar a
sentado a su lado, agarro su barbilla para que me vea; sus mejillas están teñidas
de rojo carmesí y en un movimiento, uno mis labios con los suyos.
—No te avergüences, amor —digo separándome para verla a los ojos—. Yo
también lo estaba pensando. Te voy a ser sincero, nunca había tenido sexo sin
condón antes de ti, nunca había tenido sexo con alguien virgen, nunca había
hecho el amor —sus ojos se abren como platos—. Así que, al hacerlo contigo, no
quiero barreras. Odio usar condón contigo y sé que solo lo hicimos una vez con
esa cosa, pero el punto es que se siente mucho mejor si es contigo en tu totalidad.
Ambos tuvimos primeras veces anoche y me fascinó, fue increíble, Jane. Y estaba
pensando que después de vestirnos, podríamos ir a la clínica y ver a una doctora
para recomendarnos algo, ¿qué dices?
—¿Me llevarás a una cita después de eso?
—Claro, ¿a dónde quieres ir?
Se queda pensando y luego me sonríe, —Es una sorpresa, pero esta vez pago yo.
Pongo los ojos en blanco, —Bien, cariño, ¿qué te parece si pagamos a medias?
Sería justo.
—Pagaré yo y punto. Tú pagaste la última vez.
Se cruza de brazos y sé que no hay como discutir con una Jane decidida.
*****
Jane trajo ropa en su mochila, la miro con disgusto. Me encanta verla en faldas y
blusas ceñidas a su cuerpo, pero no me gusta como otros hombres la miran. Es
mía. Me regresa la mirada, sabe lo que le voy a decir, asi que cierro mi maldita
boca, no quiero pelear hoy con ella.
—¿Lista? —pregunto.
—Claro —se pone de puntitas y besa mis labios—. Me gustaría pasar primero por
el hospital y luego llevarte a ver lo que tengo planeado para ti, ¿te apetece?
Sonrío, esta mujer va a matarme un día de estos. —Claro que si, cariño.
Jane

Oh, joder, odio los hospitales, y mas bien si son costosos. Travis me trajo a este
lugar para que los compañeros de mamá no le digan que estuve en una cita
ginecológica.
Estamos en la sala de espera, esperando a que sea mi turno. Travis sostiene mi
mano entrelazando nuestros dedos. Las enfermeras que seguramente hacen sus
prácticas en este lugar, lo quedan mirando como si fuera algo comestible. Y lo es,
pero es mío.
—Te amo —susurra en mi oido, ¿alguna vez me cansaré de escucharlo decir que
me ama?
—Y yo a ti —me acerco a él y beso sus labios—. Odio a esas mujeres —murmuro,
regresando la vista hacia esas horribles mujeres que miran a mi hombre. ¡Alto ahí,
perras!—. Te miran como si fueras un venado y ellas te estuvieran esperando para
que des un movimiento en falso y te puedan comer.
Se carcajea, una sexy y ruidosa carcajada sale desde el fondo de su garganta.
Frunzo el ceño y miro en su dirección,—¿Te parece algo gracioso? Es en serio,
Travis, te ven como si fueras algo apetecible, y lo eres. Pero solo yo te puedo
mirar de esa forma.
Sonríe de lado, —No puedo creerlo, ¿Jane Beatle, estás celosa?
Siento el calor en mis mejillas, cuello y orejas. Aparto la mirada de sus ojos verdes
y hermosos y la dirijo hacia mis manos frías. Toma mi barbilla con sus dedos y la
levanta para que mis ojos conecten con los suyos. ¿Ya he mencionado lo hermoso
que es? Es tan guapo y parece que Dios lo ha pulido en persona antes de
mandarlo al mundo.
¿Tan jodida estoy por este hombre? Es decir, que me parezca que Dios en
persona ha pulido su rostro y cuerpo, no creo que sea normalmente hormonal.
—Me encanta verte celosa—besa mis labios, muy brevemente—. ¿No lo
entiendes, Jane? Yo te amo. No me importa nadie mas aparte de ti y quiero que te
guardes eso en tu cabeza.
Atrapo sus labios con los míos, estamos en una clínica, pero me importa un
pepino. Si tan solo pudiera quedarme con el todo el tiempo. Pero tengo apenas 17
años, no puedo hacer semejante locura de vivir con el. Sus manos se colocan a
cada lado de mi cara, mete su lengua en mi boca y me pierdo en él
completamente. Nos separamos, jadeantes por el intenso beso que nos acabamos
de dar en medio de la sala de espera.
—No puedo concretar la hora, ni el lugar, ni la mirada, ni las palabras que pusieron
los cimientos de mi amor —¡Oh, por Dios! ¡Está recitando a Darcy! Suspiro y
siento que mis ojos se humedecen—. Hace bastante tiempo. Estaba ya medio
enamorado de ti antes de saber que te quería.
Quiero llorar, una lagrima baja por mi mejilla, es tan increíble su forma de ser y su
inteligencia. Y sin embargo, siento que tiene razón, esa frase nos identifica. Yo ya
estaba enamorada de él, sin antes haber descubierto mis sentimientos por este
hombre excepcional. Y estoy segura que él también lo estaba de mí, sé que el lo
supo antes que yo. Me ama y yo lo amo, es tan gratificante ser correspondido de
la misma manera.
—Pues... —tengo que encontrar mi voz, me aclaro la garganta y reúno todas mis
fuerzas para continuar—, mi belleza bien poco te conmovió. Y en lo que se refiere
a mis modales contigo, lindaban con la grosería. Nunca te hablaba más que para
molestarte'. Sé franco: ¿me admiraste por mi impertinencia?
Sonríe de lado, besa mis labios y susurra: —Por tu vigor y por tu inteligencia.
¡Oh, Dios! Siento que me desmayaré en cualquier momento. Mis manos viajan a
su pecho, su corazón late tan rápido y lo veo cerrar los ojos, disfrutando de mi
tacto. Sin mas, estampo mis labios con los suyos, lágrimas cayendo por mis ojos,
lágrimas llenas de felicidad y amor porque el esta aquí, conmigo.
Mi primera vez. Mi primer amor.
Mi mejor amigo.
Cuando nos separamos, va dejando pequeños besos en mis labios, sus manos
siguen todavía en mis mejillas. Escuchamos a alguien aclararse la garganta,
volteamos rápidamente a ver quien era. ¡Qué vergüenza! Es la doctora que me
atenderá.
*****
—¡Fue lo mas vergonzoso que he tenido que pasar en mi vida! —grito cuando ya
salimos de la estancia, en dirección al Audi de Travis.
Le regalaron un Audi Q3 por su cumpleaños 17, su padre creía que con regalarle
cosas recompensaba los malos tratos hacia su hijo. Pero no lo hacía.
Sacudo la cabeza, no quiero que ese hombre malvado arruine nuestro día.
Cuando La ginecóloga me revisó, sentía tanta vergüenza porque lo hizo todo
delante de Travis. No me hagan recordar el berrinche que hizo para acompañarme
dentro de la sala de ginecología.
Como era de esperarse, Travis habló por mi y le dijo que apenas anoche fue mi
primera vez y que necesitábamos otro método anticonceptivo aparte de los
condones. Lo mas vergonzoso fue que empezaron a enumerar dichos métodos y
parecían llevarse bien. Quería que la tierra me tragara. Optamos por la inyección,
ya que tal vez olvide de tomar las pastillas, dijo que como es una nueva marca de
inyecciones, para emergencias, dijo que haría efecto inmediato. Así que espero
que haga efecto.
—No fue tan malo—dice Travis, abriéndome la puerta de su auto para que yo
pueda entrar, le doy una sonrisa de agradecimiento y entro al auto, el lo rodea y
entra—. Al final todo salió bien.
La sonrisa que da después de eso me roba el aliento, se esta portando demasiado
encantador el día de hoy, tal vez es por todo el sexo de anoche y de esta mañana.
Siento una punzada de dolor en mi... vagina cuando me siento, estoy dolorida por
todo el sexo que tuvimos, casi ni dormimos pero siento que he descansado mil
años. Pero no es tan malo como creí que sería, a penas siento ardor, pero no es
nada que no lo pueda manejar. Tengo muchas ganas de Travis, no creo que vaya
a cansarme de el nunca.
¿Así son todas las relaciones? El sexo es importante para nosotros dos porque
cada uno ya tiene un trozo de nuestra alma; solo que en el sexo, le entregamos al
otro un trozo de nuestro cuerpo.
Siempre pensé que el sexo estaba sobre valorado, pero me equivoqué. Es lo mas
hermoso que puedes compartir con una persona, la persona que amas y estas
dispuesto a darle esa parte de tu cuerpo y tu vida.
Arranca el auto y lo guío a donde nos dirigimos, sonrió dentro de mi, va a ser una
grata sorpresa.
*****
Entramos al restaurante que Bruce es el dueño, es muy elegante y por el
momento no hay tanta gente, así que va a ser una cita muy buena.
Llamé a Bruce esta mañana, mientras Travis dormía, para pedirle este favor; no
pagaré así que no gastaré mis ahorros.
El camarero nos guia a nuestra mesa, una mesa para dos, uno frente al otro. El
restaurante tiene un estilo rústico y elegante, las mesas son de madera, y huele a
pino fresco y vegetación.
—No quiero que pagues por esto —dice Travis cuando tomamos asiento,
fulminándome con la mirada—. Se ve que es costoso y así como a ti no te gusta
que gaste dinero en ti, a mi no me gusta que lo gastes en mí.
Pongo los ojos en blanco.—No voy a pagar —frunce el ceño, confundido—, es el
restaurante de Bruce. No me cobrarán, así que cálmate.
Suspira aliviado, no sé porqué hace tanto drama. Si quiero gastar mi dinero en él
es mi problema.
—Está bien —murmura cuando ve la molestia en mi rostro—, no quiero arruinarlo,
así que mejor debería callarme.
—Gracias.
Me regala una calida sonrisa y el camarero llega a hacer nuestros pedidos;
cuando se retira, mis ojos caen en un hombre fornido. Oh, no. Travis no va a estar
feliz.
Los ojos grises de Logan me alcanzan, aparto la mirada para que no se de cuenta
que lo estaba observando, pero ya es demasiado tarde.
¡Mierda! Logan se acerca a nuestra mesa, con una sonrisa de oreja a oreja en su
rostro, muy arrogante.
—Muñeca —dice al llegar a nuestra mesa—, ¿qué haces aquí, hermosa?
Travis gira su cabeza en su dirección y le regala a Logan una mirada que no es de
bienvenida. Elijo ignorar la mirada fulminante de Travis y saludar a Logan, se ha
hecho un buen amigo y Travis no puede decir nada sobre con quien llevarme, así
como yo no lo hago.
—Hola Logan—le sonrió con cortesía, ignoro la mirada asesina que Travis me
da—, estoy en una... cita, ¿y tu?
—Vine con mi familia, es el cumpleaños de Jessica—pone los ojos en blanco.
—Tal vez deberias ir con tu familia y dejarnos solos —murmura Travis en un
timbre seco, cortante y enojado.
Logan dirige por primera vez la mirada hacia él, con una sonrisa torcida e
hipócrita. Es mi amigo, pero está muy lejos de ser el de Travis.
—Stone, no te vi. Tal vez es porque tu novia se roba todas las miradas del lugar
vestida así, deberías tener mas cuidado con ella.
Travis se para de golpe de su silla, van a pelear. ¡Joder! ¡Malditos hombres y su
ego de mierda!
—Travis, siéntate—digo parándome de mi silla también—. Y, Logan, ya lo
hablamos. A Trav no le gustan esos comentarios, y a mí tampoco. Así que te
rogaría que por favor, no vuelvas a hacer esos comentarios en frente de mi...
No termino la clase porque no sé como terminarla, no me a pedido ser su novia
así que no sé como nos debemos presentar con las demás personas. Los ojos de
Travis conectan con los míos, nos quedamos mirando por unos segundos, hasta
que lo escucho decir:
—Su novio, no hagas esos comentarios acerca de mi novia o te romperé la puta
cara.
—¡Travis! —lo reto y levanta las manos en el aire, me dirijo a Logan—. Te veré el
lunes, ¿está bien?
Asiente y se va, guiñando uno de sus ojos grises en mi dirección. Me vuelvo a
sentar y suelto el aire que estaba reteniendo, Travis hace lo mismo.
****
—No me gusta como te mira, como te habla, como tan siquiera respira el mismo
aire que tu—Travis enumera lo que le disgusta de Logan, estamos en su auto en
dirección a su apartamento, la cena fue muy incomoda y preferimos irnos sin
terminar de comer—. Y lo peor de todo es que no haces nada para impedirlo.
Sabes que odio a ese hijo de puta y tu sigues siendo su amiga, ¿no ves que eso
me molesta?
—Así como a mí me molesta tu amistad con Dove, o con Jessica, y yo no te lo
recrimino así.
—¿Así como?
—De esta manera—murmuro, exasperada—, estas actuando de una manera
posesiva. No dejas que ningún chico se me acerque, y no es recientemente, todo
el tiempo a sido así. Y lo pero de todo es que no eres capaz de entenderlo.
—No puedo creer que estés a favor de ese imbécil —golpea el volante,
sobresaltándome—. ¡Mierda! ¡Siempre es lo mismo, te pones a favor de ese hijo
de puta!
—¡¿Qué mierdas estás diciendo, Travis?! —grito de vuelta—. ¡No estoy a favor de
nadie!
—Oh, claro que lo estás. ¡No eres capaz de darte a respetar por tu cuenta, ni de
darme mi lugar! ¡¡Joder!!
—¿Darte tu lugar? —pregunto, incrédula—. ¡Ni siquiera sé que mierda somos! ¡Ni
siquiera sé si estás jodidamente jugando!
Aparta sus ojos de la carretera y para en un semáforo en rojo. —¿Cómo puedes
decir eso? ¡Te he dicho que te amo, maldita sea! ¡Le dije a ese hijo de puta que
somos novios!
—¡Pero no me lo has dicho a mí! —lo interrumpo.
El semáforo cambia a verde y se obliga a apartar los ojos de mí.
No decimos nada más en todo el camino, hasta que llegamos a su edificio. Aparca
el auto en el estacionamiento subterráneo, y nos dirigimos directamente al
elevador.
Aplasta el botón y las puertas se abren, entramos en un silencio incómodo y
odioso.
Muerdo mi labio inferior, quiero llorar porque ayer fue la mejor noche de mi vida y
ahora estamos peleando. Sus celos me lastiman y solo quiero echarme a llorar en
este elevador. Una lágrima traiciona mi plan de ir a mi casa y ahí poder llorar todo
lo que quiera; baja por mi mejilla y muere en la comisura de mis labios. Siento el
sabor salado de la lágrima en mi paladar.
—A la mierda —murmura Travis, antes de acorralarme con fuerza en contra de la
pared del elevador y unir mis labios con los suyos.
Mi espalda golpea la pared, sus manos toman mi rostro y me acorralan. Su beso
es carnal y me resisto por unos minutos, lame mi labio inferior y gimo, eso le da
acceso a mi boca. Mete su lengua y me pierdo en él, mis manos van a su cabello y
tiro de él, sus manos bajan a mis caderas y me juntan más a su cuerpo. Contra su
creciente erección.
—Travis —gimo cuando sus labios bajan a mi cuello y empieza a devorarme.
—No te enojes conmigo—murmura sobre la piel de mi cuello—. Te amo y a veces
puedo ser un idiota, pero te amo.
—Eres el idiota más idiota en la historia de los idiotas. No sé porqué te amo de la
manera en que lo hago —muerde mi cuello y sus manos bajan a mi trasero. Lo
aprieta y gimo.
—Puedes desquitarte conmigo en la cama —las puertas del elevador se abren y
salimos de ahí. En dirección a la cama, la anticipación quemando nuestros
cuerpos.
9 meses antes
El despertador suena con un fuerte bip, bi, bip. Estiro la mano para apagarlo, pero
como el destino me odia, termino botando el despertador con un fuerte estruendo.
Me volteo y veo a Travis, está boca arriba, con un brazo cubriendo sus ojos. Se ve
tan en paz, a pesar de que hoy se cumplen dos años de la muerte de su madre.
Le vuelvo a dar la espalda y me acurruco de nuevo, no sé porque el despertador
suena en un día de vacaciones. Cierro los ojos y vuelvo a dormir.
*****
La luz de los ventanales entran por mi habitación, aprieto mis ojos, molesta por la
luz que no me deja dormir en paz. Mi almohada se siente tan suave y tan dura a la
vez. paso la mano que descansa sobre la almohada de arriba a bajo, y me percato
que siento unos músculos definidos bajo mi palma. ¿Todavía estoy soñando?
Abro mis ojos y lo primero que veo es un pecho...
¡Maldición! ¡Estoy abrazando a Travis!
¿Como? ¿Cuando? Travis me está mirando fijamente, su expresión indescifrable;
está serio, muy serio. Separo mi brazo lentamente de su cuerpo, su brazo sigue
en mi espalda, sosteniéndome cerca a él.
—Hola —susurro, retirando mi mirada de sus ojos verdes y me siento,
separándome de él para pararme de la cama.
—Hola, gafitas —responde, pasa la mano por su pelo. Su camiseta negra se estira
al momento de que tensa sus músculos para apartar la pereza.
Me sorprendo a mí misma sonrojándome y apartando la mirada de su cuerpo.
¿Qué me sucede hoy? Tal vez es por la fecha.
—Voy al baño —digo, saliendo de mi habitación y dirigiéndome a hacer pis.
****
—Tú padre llamó, Jenny —dejo de comer mi cereal con leche y le doy una mirada
hostil a mi madre, ella ni se inmuta—. Te compró el teléfono que querías...
La interrumpo, —Pues dile que le ponga un condón y se lo meta por el culo hasta
el fondo, no quiero nada de él.
—¡Jane! —me regaña mamá—. Por Dios, hija. Tienes que hablar con tu padre.
—¿Para qué? —exploto, Travis me da un apretón en la pierna—. ¿Para que
pueda volver a burlarse de mí? ¿Dejarlo entrar a mi vida de nuevo y que se vuelva
a ir? Hace tres años se fue, mamá, murió. Eso es todo.
—Pero sigue siendo tu padre —murmura Travis, le doy una mirada de «esto no es
asunto tuyo», y sabe que estoy jodidamente enojada. Por esa razón ya no dice
nada y se pone a comer.
—Hija, sé que tú papá es un jodido imbécil —dice mamá—. Pero no has hablado
con él, respeta tu devoción y por eso se comunica conmigo, pero te extraña.
—No pensó eso cuando se alejó de mi vida y prefirió otra familia en Michigan.
Los ojos de mamá se abren con anticipación, me está ocultando algo, le doy una
mirada de: «escúpelo ya».
Cristy se aclara la garganta, —Bueno... hablando de eso...
Oh, Dios... ¡Habla rápido, mujer!
—No está viviendo en Michigan, llegó a Portland hace ya varios meses. Sabes
que no queda tan lejos de Salem.
¿Qué carajos hace David Beatle en Portland? Esa ciudad queda a solo dos
jodidas horas de distancia y no es capaz de tan siquiera poder contactarse
personalmente conmigo. Dejo de comer mi cereal y miro a mi madre, atónita
porque me ha estado ocultando esta información por Dios-sabe-cuánto tiempo.
Pero decido que no quiero pelear con la mujer que me dio la vida en un día como
este.
—Mamá, es la jodida Navidad. ¿Podemos hablar sobre esto mañana, por favor?
Mi madre asiente y deja escapar todo el aire contenido, y se pone a comer su
avena con frutos rojos y panqueques. Me da algo de tristeza porque tiene que ir a
trabajar hoy, pero esas son las consecuencias de trabajar en el área de
emergencias.
Doy un vistazo a Travis, está comiendo un pedazo de tocino y me regresa la
mirada y me sonríe de manera pícara, le saco el dedo medio y se ríe. Mi mejor
amigo es guapo pero no es mi tipo, es demasiado musculoso y con facciones
faciales perfectas, pero a mí no me interesan los jugadores de fútbol americano.
Me interesan más los nerds dela clase de química.
Y Oliver.
Lo cual resulta que es un jugador de fútbol americano.
Terminamos nuestro desayuno y me paro de la mesa.
—¿Listo? —pregunto, el asiente.
—¿A dónde van? —pregunta mamá.
Pongo los ojos en blanco y le hago una señal para que no arruine el estado de
humor de Travis. Ella entiende el mensaje y asiente.
****
—Hola, mamá —Travis limpia la nieve de la lápida de su madre, estamos de
rodillas frente a la tumba de la Sra. Stone, nuestras rodillas clavadas en la fría
nieve de una nevada de Diciembre; la voz de Travis es ronca y sé que está
haciendo todo lo posible para no llorar; me parte el corazón—. Ya son dos años en
los que tú te has ido, te has escapado y Dios te ha llevado —siento las lágrimas
bajar por mis mejillas y congelarse en el camino—. Te extraño. Mierda, sí, te
extraño. Extraño cuando nos amonestabas a papá y a mí por escaparnos a un
partido de los Kansas City Chiefs; extraño cuando agarraba uno de tus tantos
libros a escondidas, tú te dabas cuenta, y me arruinabas el final, contándome
como terminaba; extraño cuando me leías todas las noches, y me hiciste amar la
literatura clásica, tanto como tú. Mami, extraño cada momento junto a ti. Pero Dios
o el destino, o Buda, lo quiso así. Solo quiero que sepas que quiero que algún día
te sientas orgullosa de mí —su voz falla, veo el rastro de lagrimas en ambas
mejillas de su rostro, nieve sigue cayendo a nuestro alrededor—. Sé que trato a
las chicas como una mierda, pero quiero que algún día mandes a alguien de quien
yo pueda enamorarme. Alguien que a ti te hubiera gustado, y que tú la amaras
también. Quiero ser feliz con alguna mujer, darte nietos, darte la seguridad que
voy estar bien bajo el ala de una chica. Quiero a alguien que me entienda como tú
lo hacías, alguien que esté para mí siempre y no me juzgue.
Sorbe por la nariz, ¿escuché bien? ¿A caso Travis «mujeriego» Stone quiere estar
enamorado? ¿Estoy alucinando o qué?
—Alguien que sea mi mejor amiga —susurra esta última frase, es casi inaudible,
un escalofrío me recorre y no sé si es por sus palabras o por el frío helado que
está haciendo.
Creo que me inclinaré por la segunda opción.
Seco mis lagrimas, veo como pasa sus manos cubiertas de unos guantes por su
cara y limpia las suyas.
Nos quedamos así por varios momentos, hasta que se inclina, besa su lápida y se
pone de pie. Yo lo imito.
Empezamos a caminar a la salida, y al momento que salimos del lugar, lo alcanzo
y paso mi brazo derecho por su izquierdo. Sonríe y besa mi frente, por encima de
mi sombrero de lana, y empezamos a caminar.
—No puedo creerlo —empiezo a decir—. Travis Stone quiere estar enamorado.
Me da una sonrisa tierna, ignoro el estremecimiento que este me provoca. —Sí, es
verdad —lo miro anonadada por su confesión—. Mi madre me dijo que tengo que
empezar a ser feliz cuando ella no esté; sabes que leo mucho y me gustaría algún
día vivir mis propias Cumbres Borrascosas, así el final sea trágico.
Me mira con sus ojos verdes, grandes y llenos de misterios. Nunca podré conocer
del todo a Travis Stone.
—Puedes vivir tu propio Orgullo y Prejuicio. No tiene que ser un final trágico para
que sea una buena historia de amor —murmuro.
—Sí, podría hacerlo.
Me besa la mejilla, pasa un brazo por mis hombros y yo lo abrazo con mi brazo
derecho. Hago un puño con mi mano en su chamarra. Seguimos caminando en
dirección a donde sea.
—Es increíble que sepas tanto de libros, Stone —observo—. Cualquiera que te
echa un vistazo, creería que lo único que lees son los mensajes que te mandan.
Gracias a Dios te conozco bien, y sé lo inteligente que eres.
Lo miro sonreír, se acomoda su gorro de lana en su cabeza y su vista cae al
frente.
Legamos a un lago, completamente congelado. No sé porqué hay tanta nieve,
apenas ayer empezó a nevar y hoy ya está completamente cubierto de nieve.
El lago es hermoso, luces navideñas doradas decoran los bordes para que la
gente no entre en el lugar. Travis se apoya en el borde, de espaldas al lago, cruza
las manos sobre su pecho y me mira hasta que estoy lo suficientemente cerca.
Estira sus brazos para que lo abrace y lo hago, sin dudar ni un solo segundo. Me
gusta estar en sus brazos por alguna extraña razón.
—Gracias, cafesita.—susurra, me besa en la cabeza y aprieta su agarre en mí.
Me separo un poco para mirarlo.—¿Por?
—Por... todo. Por ser mi amiga, por acompañarme siempre. Por ser tu, Jane. No
creo poder encontrar alguna vez a una amiga como tu, pero lo hice, y agradezco a
Dios que te haya puesto en mi camino. Te quiero mucho, mi gafitas.
Sonrío, es tan cursi cuando quiere. Yo también tengo mucho que agradecerle, por
todo, por escucharme y quererme y protegerme.
Aprieto mi agarre en él, pero no dejo de verlo. Hay tantas cosas que debo decirle.
—Gracias a ti también, Trav. Eres mi mejor amigo desde que tengo memoria y te
quiero tanto. Crecimos juntos y sé que tendré que ver tu perfecto y arrogante
rostro por el resto de mi vida —suelta una risa y me aprieta mas cerca a él—. La
verdad no entiendo como te agrado, tu eres popular y todos te aman, y yo... yo soy
la nerd de química a la que solo hablan para que les preste su tarea. No entiendo
como alguien como tu y alguien como yo se llevan bien, pero tu y yo lo hacemos; y
estoy tan agradecida y feliz por eso.
Vuelve a besar mi cabeza, deja sus labios en mi gorro por mas tiempo de lo
previsto, y se separa lentamente.
—Me gusta estar cerca de ti—murmura, acariciando mi mejilla—. Eres la chica
mas real y verdadera que he conocido. Y aunque no lo creas, eres muy linda; así
me de vergüenza admitirlo—suelto una riza, maldito arrogante—. Me encanta
tenerte en mi vida, Jane, no puedo entender como me soportas.
—Ni yo tampoco puedo entender como te soporto, la verdad.
—Ja, ja, muy graciosa.
Sonreímos como dos idiotas mientras nos miramos fijamente. Esto es lo que mas
me gusta de mi amistad con Travis, que a pesar de que somos tan diferentes, nos
complementamos. Siempre nos vamos a tener el uno al otro, siempre. Lo quiero y
el me quiere, ¿qué más se puede pedir?
—Y sin contar que hacemos funcionar muy bien la relación—digo.
—¿De que hablas?—pregunta confundido.
—Que somos la muestra exacta de que un chico y una chica pueden ser mejores
amigos, sin que el otro caiga enamorado.
El rostro de Travis decae y sus ojos se oscurecen, como si le hubiera molestado
algo. Aparta su mirada de la mía y frunzo el ceño, ¿dije algo mal?
—¿Que pasa, Trav?—pregunto con preocupación.
Sus ojos caen nuevamente en mi, una expresión en su rostro que no puedo
deducir.—N-nada... no pasa nada. Quiero hablar contigo por lo de tu padre.
Al final del día, Travis me terminó convenciendo que acepte el regalo de mi
donante de esperma. Llamé a mi padre y me contestó su nueva esposa, así que le
dejo el recado a ella. El padre de Travis está en Dubai de viaje, por esta razón
Travis se está quedando conmigo.
Ya en casa, nos sentamos a ver la tele, acurrucados y disfrutando del partido
navideño de la NFL, no entiendo un comino pero ayer obligué a Trav a escuchar
los CDs de One Direction conmigo, así que esto es lo ultimo que debo hacer.
—Hay una... fiesta, de un primo mio la próxima semana—escucho la voz de Trav y
me obligo a apartar los ojos del trasero de Travis Kelce.
—¿Y...?
—Es de fin de año, y... yo... quisieras saber si vendrías conmigo.
Se escucha nervioso, ansioso, incluso. Lo miro divertida, ¿tanto drama solo para
decirme que le acompañe a una fiesta?
—Claro, Travis. Ahora déjame mirar el mejor trasero del mundo.
Regreso a ver la televisión.—El mejor trasero del mundo, ¿eh?
Oh, no...
—Mantente alejado, Stone—sentencio.
Eleva una ceja, y sin previo aviso se me abalanza y empieza a hacerme unas
infames cosquillas. Me retuerzo y lucho con todas mis fuerzas zafarme de su
agarre, pero me es imposible. Al final, me tocó admitir que Travis Stone tiene
mejor trasero que Travis Kelce.
¡Traicioné a todos mis principios!
Capítulo +18
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Entramos en el apartamento y vamos directamente a su cuarto, con la anticipación
quemándonos lentamente. Me quito la chaqueta y mis lentes y los pongo sobre la
mesita de noche. Quedo solo en blusa de tirantes y falda, me agacho con la
escusa de quitarme los zapatos, pero es para darle a Travis una buena vista.
Jadea.
Me desato las correas de mis sandalias y me las saco, me incorporo lentamente y
me volteo hacia Travis, que está desabotonando su camisa mientras me mira,
camino hacia él.
—Yo lo hago —le digo, sosteniendo sus manos y apartándolas de su vestimenta.
Lentamente empiezo a desabotonar su camisa, al terminar la deslizo por sus
hombros. Ahora está completamente desnudo de sus caderas hacia arriba.
Jadeo, sus músculos se tensan cuando acaricio sus hombros, muevo mis manos a
su clavícula, pectorales y abdomen, jadea cuando trazo las líneas que marcan sus
músculos. Mis manos traviesas acarician la «V» qué hay al final de su abdomen, la
respiración le falla, tanto como a mí. Acaricio una cicatriz en su pecho, cierra los
ojos con fuerza, acaricio más de estas, pero sé que le resulta doloroso. Regreso
lentamente a sus hombros, acariciando todo a mi paso; bajo a sus bíceps y agarro
sus muñecas.
—Desvísteme —ordeno.
Sonríe, su sonrisa tímida que desgarra mi corazón.
Agarra el final de mi blusa y la saca por encima de mi cabeza, esta cae al suelo,
junto con su camisa. Sus ojos se clavan en los míos mientras que con su mano
derecha traza las líneas entre mi sujetador y mi busto. Jadeo y cierro los ojos,
deleitándome.
—No —susurra, agarrando mi rostro—, abre los ojos, quiero verte.
Lo hago y lo veo, está mirándome con amor, admiración y un millón de
sentimientos más. No lo resisto y me lanzo a besarlo, besarlo con ganas, con
fuerza. Meto mi le gua en su boca y me encanta el sonido gutural que sale de su
garganta cuando gime; sus manos bajan a mi cintura y las mías van a su corto
cabello, halo de él y gruñe. Ese sonido va directo a mi ingle.
Sus manos van al seguro de mi sujetador y lo abre, desliza las tiras por mis brazos
y este se une a mi blusa y su camisa en el suelo.
—Eres tan hermosa —dice con voz ronca, apreciando mi cuerpo a su paso.
—Te amo, aunque me saques de quicio. —digo, mi voz sale ronca y rasposa.
—Te amo tanto, Jane, no tienes idea.
Ahogo un suspiro, no tengo idea de cuanto me ama, ni él de cuanto yo le amo.
Sus manos acarician mi espalda, van a mis costillas, mi cintura y suben a la
curvatura de mi pecho, gimo y quiero cerrar los ojos, pero no lo hago. Quiero verlo
todo. Sus manos expertas ascienden lentamente hasta que ahuecan mis pechos,
pasa su pulgar por mi pezón, endureciéndolo, torturándome. Masajea mis pechos
y la respiración de ambos cambia.
En un movimiento brusco, me vota en la cama. —Oh, nena, te ves hermosa así.
Estoy dolorida por nuestra noche y mañana mágica, pero quiero más de él. Mucho
más.
Arqueo la espalda, mi cuerpo llamándolo, esperando hasta que esté totalmente
cernido en mí. Lo miro con apreciación mientras desata el botón de sus vaqueros
y baja su bragueta. Arqueo la espalda cuando veo su gran erección liberada,
nunca me cansaré de esto. Agarra mi tobillo y sus manos acarician mis piernas,
mis muslos, enviando escalofríos a todo mi cuerpo. Agarra el elástico de mis
bragas y lo desliza por mis piernas hasta que yace en el suelo. Vuelvo a arquear la
espalda por la excitación que esto me produce; mi falda está subida hasta mi
cadera, liberando todo lo que hay bajo esta.
Se sube a la cama y queda encima de mí, entre mis piernas. Acaricio sus hombros
y llego a su cabello, lo vuelvo a jalar y gime, me mira con ojos vidriosos y llenos de
deseo. Besa mis labios y baja a mi mandíbula, mi cuello, mi oreja, mi clavícula...
mis pechos. Se mete uno a la boca, y acaricia y retuerce con sus dedos el otro.
—Ah... —gimo.
Sigue con su asalto, llevándome al borde de la excitación. Succiona, lame, chupa
mis tetas cómo sólo él sabe hacerlo. Arqueo la espalda, entregándome por
completo a su boca y manos, gime en mi pecho cuando jalo su cabello
nuevamente.
—Travis... por favor. —gimo, ya casi al borde.
—Quiero ver si puedo hacerte correr de esta manera.
—No —suplico, al borde del abismo, quiero más. Mucho más—. Hazme... hazme
el amor. Fóllame, cógeme, destrúyeme.
Lo siento sonreír y deja mi pecho, sus labios atrapan los míos y se acomoda más
entre mis piernas, a tal punto que siento su erección en mi entrada. Gimo y me
muevo, invitándolo a que pase; sus dedos acarician mi clítoris, grito y gimo
mientras traza círculos en mi sexo, mete dos dedos dentro de mí y vuelvo a gritar.
—¡Por favor!
—Oh, Jane, tan lista.
Saca sus dedos dentro de mí y se vuelve a acomodar, sin decir más, me penetra
de golpe. Grito por la sorpresa, el dolor y el placer.
—Oh, Jane, joder. Se siente delicioso estar dentro de ti.
—Travis... —es lo único que puedo decir.
Empieza a moverse, saca y mete su polla dentro de mí. Gimo y me retuerzo, la
excitación es tan grande que siento alivio cada vez que me penetra. Su polla se
amolda perfectamente en mi vagina, me llena por completo y me hace sentir un
inmenso placer.
Agarra mis piernas y las sube más, más y más, hasta que están a la altura de sus
hombros. Mis tobillos quedan a cada lado de su cabeza.
Oh. Mi. Dios.
Así se siente mucho mejor, mucho más profundo. Empieza a moverse cada vez
más duro y salvaje dentro de mí, y en esta posición es absolutamente bienvenido
su pene. Dentro, fuera, dentro, fuera. El sonido de nuestros cuerpos al chocarse
es embriagador.
—¡Ah, Travis! ¡Más!
Sonríe y me obedece, dándome más, llevándome al borde de la destrucción.
Mete, saca, mete, saca, cada vez con más rudeza. Grito, gimo, me retuerzo por el
infame placer que me da el follar y hacer el amor con Travis.
—Vamos, nena, dámelo. Córrete para mí, princesa.
Y lo hago, me desmorono tan increíblemente fuerte, una y otra y otra vez.
Después de llevarme tres veces al cielo y al infierno, los movimientos de Travis se
entorpecen. Su polla palpita dentro de mi coño y empieza a convulsionar.
—¡Joder, Jane!
Y se corre dentro de mí, llenándome, amándome, diciéndome que soy suya y él es
mío.
Nos acostamos completamente exhaustos en la cama, sin poder creer lo bueno
que es el sexo de reconciliación. Nuestra respiración es entrecortada, estamos
jadeantes por nuestro salvaje asalto. Me jala hasta que mi cabeza descansa en su
pecho, que sube y baja con cada respiración. Su mano baja a mi cadera y
empieza a dar masajes en esa zona, estoy dolorida por la posición que estuvimos.
Besa mi cabello, mi frente, alza mi cabeza y besa mi nariz, mejillas, barbilla y
labios. En estos profundiza el beso y gimo cuando su lengua toca la mía. Se
separa y me mira con ojos completamente enamorados.
—Joder, Jane, ¿qué me estás haciendo?
—Eso debería preguntarte yo. Amo hacer el amor contigo, amo pasar a tu lado.
Suspira y deja un beso nuevamente en mis labios. —Nunca había tenido sexo de
reconciliación.
—Otra primera vez —sonrío.
—Es mucho mejor de lo que creí, tal vez deberíamos enojarnos más a menudo.
Me río y vuelvo a besarlo. —Siempre pensé que el sexo estaba sobrevalorado —
confieso—. Pero ahora que lo vivo contigo... Joder, espero que tu pene se haga
viejo pronto, no sé si algún día me cansaré de esto.
Se mueve y empuja mi espalda contra la cama, queda entre mis piernas y me
besa toda la cara, enviando escalofríos a mi ingle.
—Pues disfrutemos antes de que se haga viejo. —dice con sus pupilas dilatadas.
Y me vuelve a penetrar. Hacemos el amor como lo sabemos; salvaje, dulce y
rústico.
*****
Dos semanas después, me siento completamente viva. Después de nuestra pelea
por Logan, hemos arreglado las cosas como mejor sabemos; sexo de
reconciliación. Y sexo por todo.
Es lunes y estoy en el pasillo y Kylie está a mi lado, mirándome con la boca
abierta. No le he contado nada acerca de mi desfloración hasta este momento, no
he pasado mucho tiempo con mi amiga y es tan increíble poder desahogarme y
pedirle consejos sobre el tema coital.
—Kylie, di algo—digo exasperada.
Me mira sorprendida, con su boca abierta y sus manos en su cabello, como si no
lo pudiera creer.
—Yo solo... lo estoy digiriendo todo —suelta su rojizo cabello y me toma por
sorpresa cuando me abraza.
Frunzo el ceño, que cambio de humor tan extraño. Doy golpecitos en su espalda,
tratando de calmar a mi amiga que parece entrar en un estado de shock.
—No puedo creerlo—dice después de unos momentos, aun abrazándome—.
Sabia que tu y Travis estaban en una relación muy sexual pero no creí que iba
tan... Bueno, no es rápido, pero es un shock —se separa de mí y me toma por los
hombros, para verme el rostro—. Toda su relación lo es. Pero es tan bueno verlos
juntos.
Le sonrió, si es un shock para ella, imagina lo que es para mí.
—Ahora, que ya no eres casta y pura, cuéntame todos los detalles jugosos. Hasta
los mas sucios y retorcidos.
Me rió, mi mejor amiga está completamente loca. Le cuento todos los detalles: el
sexo oral, el dolor de la primera vez, la bañera, el suelo, dormir juntos, el sexo
mañanero, la clínica, el sexo de reconciliación. No se me va un solo detalle y ella
aplaude algunas veces, emocionada.
Nos sentamos en nuestro lugar, en las gradas que dan vista a la cancha de fútbol.
La brisa de inicios de Otoño nos golpea, pero es reconfortante. Travis y Jake están
en un entrenamiento, corren, hacen lagartijas, luego abdominales. Me deleito
apreciando como los músculos de Travis se contraen cada vez que se ejercita.
Kylie tiene su vista fija en Jake, babea por su novio al igual que yo.
Paran a tomar agua y un compañero del equipo de Travis le hace una señal a él y
a Jake en nuestra dirección. Ambos voltean y mis ojos conectan con los de Travis,
sonríe nerviosamente y me guiña un ojo, mi corazón se paraliza. Me doy cuenta
del sudor que moja su camisa y nunca lo había considerado tan sexy como lo
hago ahora. Se agacha y recoge algo de su maleta, es su celular. Lo miro
escribiendo un mensaje y cuando termina, un mensaje llega a mi teléfono.
Él: Disfrutando de la vista, ¿eh?
Leo el mensaje, mis ojos vuelven a Travis y tecleo una respuesta.
Yo: Sería mejor si no tuvieras tanta ropa ;)
Lo miro sonreír mientras lee el mensaje, teclea algo en su teléfono y a los
segundos, el mio vibra.
Él: Podemos arreglar eso, ¿no crees?
Mi vista cae en él nuevamente, sonríe en mi dirección y antes de que me de
cuenta, se saca la camiseta por encima de su cabeza. Jadeo, por la sorpresa y por
que su cuerpo mojado por el sudor es lo más erótico que hay en este mundo.
Deja su camiseta en su maleta y sigue viéndome, les da una orden a sus
compañeros y todos se dispersan a buscar algo en su maleta. Cuando vuelven a
alinearse, todos llevan una cuerda y empiezan a saltar. Kylie y yo jadeamos, ya
que Jake también se sacó la camiseta para dar un espectáculo a su novia. Travis
salta con ambos pies, luego en el derecho y después sobre el izquierdo. Es tan
atlético y excitante que lo único que pienso es en ir a casa con él.
—Malditos—susurra Kylie, nunca despegamos los ojos de los saltadores-de-
cuerda-moja-bragas —. Me pregunto si Dios talló personalmente el cuerpo de
Jake, porque ser así de atractivo no es normal.
—Lo mismo pienso de Travis—confieso.
—Su cumpleaños es el sabado, ¿como va lo de la fiesta?
—Bien—respondo—, No estoy tan informada ya que sus amigos de la fraternidad
y Jake se están haciendo cargo. Pero me cuesta no decirle nada a Travis.
—Deberiamos vengarnos de ellos ahí—dice y me obligo apartar los ojos de Trav.
Ella me mira, con su expresion de: "tengo un plan macabro de venganza".
—¿Como lo haremos?—pregunto.
Me cuenta su plan y me parece brillante.

La práctica termina a eso de las cuatro, Kylie corre gradas abajo y salta a los
brazos de Jake, quien la envuelve y le da vueltas en el aire, luego se besan. Me
veo obligada a apartar la mirada, pero cuando lo hago, mis ojos caen en Travis.
Maldito...
Está cruzado de brazos y de pie, apoyado en las rejas que separan el campo de
las gradas. Me mira, con una expresión tan sensual y abrazadora. Todavía no
lleva camisa y su cuerpo sudado me quita el habla. Sin pensarlo dos veces,
camino en dirección a él, cuando estoy a unos metros de distancia, el trota hacia
mí y me atrapa en un fuerte abrazo. Me levanta y para sostenerme, enrollo mis
piernas a su alrededor; mis manos juegan con su alborotado y sudado cabello
cobrizo, sus manos sostienen mis muslos. Empieza a caminar y me pega a las
rejas. Antes de que me de cuenta, sus labios están devorando mi boca.
Su lengua acaricia la mía y gimo, nuestros labios se mueven al ritmo de los latidos
de nuestros corazones. Sus manos van a mi trasero y lo ahuecan, quitandome el
habla.
—Travis... estamos en la escuela.
—Sinceramente me importa una mierda.
Sus labios van a mi cuello y me reparte besos por toda la zona, el deseo florece
dentro de mí. Me obligo a separarlo, a alejar sus labios de mi cuello.
—Porque hacer una escena en la escuela, si podemos hacerla en tu asiento
trasero.
Se detiene en seco, su mirada encuentra la mía y una sonrisa asoma en su rostro.
Me baja lentamente, para que pueda sentir su erección en el trayecto.
****
—¿Qué quieres de cumpleaños?—pregunto, abotonándome su camisa y
sentándome en la cama.
Estamos en mi casa, mamá está en la probación de los pasteles para el día de su
boda. Así que esta es la primera vez que lo hicimos en mi casa, en mi cama, y fue
jodidamente alucinante.
Travis agarra mi brazo y me vuelve a acostar en la cama a su lado, me acomodo
encima de él y beso su frente, su mejilla y su barbilla, mis labios pican al sentir su
barba de un par de días sin afeitar.
—A ti, te quiero a ti—dice, jadeando.
—Ya me tienes, algo que te pueda dar.
—Una mamada—me separo de él con la boca abierta, se ríe a carcajadas y
golpeo su frente, se queja—. Era broma—para de reír—. No quiero nada, Jane, ya
te tengo a ti, ¿por qué quisiera algo más?
Beso sus labios.—Porque es tu cumpleaños y es el primero en que vamos a estar
de pareja. En los anteriores años no me preocupaba mucho pero ahora... se me
hace difícil en pensar en algo que te guste.
Me besa, profundizando el beso y haciéndome temblar en cada parte de mi ser.
—Sé que encontrarás algo—dice, muy cerca de mis labios—. Eres Jane Beatle,
todo lo que hagas por mí lo voy a amar.
Pasamos toda la tarde juntos, mamá llega con Bruce y van directamente a su
cuarto. Su embarazo se está empezando a notar y me alegro mucho por ellos.
Después de ver la televisión, subimos a mi alcoba para dormir. Me vuelvo a poner
la camisa de Trav, ya que me cambié para que a mi mamá no le de un infarto.
Cuando nos acostamos y estamos a punto de dormirnos, escuchamos un llanto
por parte de mamá.
Salgo de la cama y bajo corriendo las escaleras.
—¡Bruce!—llama ella, Bruce está en el baño y sale corriendo al escuchar el llanto
de mamá, vamos corriendo a su cuarto—. ¡Algo va mal! ¡¡AAAGGHH!!
Y ahí yace mi madre, tirada en el piso de su alcoba, con una cantidad de sangre
entre sus piernas.
—¿Código nube?— pregunta Travis, besa mi cabello. Hace ya varios meses que
no lo había escuchado hacerme esa petición. Dios, lo he extrañado.
—Codigo nube—respondo y le robo un pequeño beso en los labios.
Su brazo me aprieta más, su mano en mi espalda y mi cabeza sobre su pecho.
—Es increíble como hemos cambiado—dice, con la voz adormecida, acaricia mi
cabello que se encuentra un poco más largo que cuando me lo corté.
—¿A qué te refieres?—pregunto, mis ojos están completamente cerrados.
—A que hace apenas unos meses eramos mejores amigos, y ahora... Jesús, estoy
tan jodidamente enamorado de ti, Jane. —Sonrío y beso su pecho, me encanta
que sea cursi y romántico, y al mismo tiempo un seductor y sexy chico hermoso—.
¿Recuerdas el mensaje que te envié antes de irme a Grecia?
Asiento, luego hago un sonido nasal en afirmación.
—Sigo creyendo que somos almas gemelas.
Oh, mi Dios... Me estiro y lo beso, un beso que exprese todo mi amor y cariño por
él. No soy de muchas palabras romanticas, pero esto... es simplemente el cielo en
la tierra.
Empiezo a jugar con el pelo creciente de su pecho con mis dedos al separarme de
él, lo siento sonreír y vuelve a besar mi cabello. Me acaricia la cabeza, sabe que
eso me hace dormir y mis músculos empiezan a relajarse, y me siento caer en un
sueño profundo.
Hasta que lo escucho.
Abro mis ojos como platos al escuchar un llanto de angustia y dolor proveniente
del piso de abajo, me paro de un golpe de la cama y me pongo un pantalón
afelpado de pijama de color rosa. Abro la puerta de mi habitación y salgo corriendo
escaleras abajo, me choco con Bruce que sale del baño, con el rostro pálido y
lleno de preocupación.
—¡Bruce!—grita mi madre, su timbre de voz lleno de agonía. Bruce y yo corremos
al cuarto al escuchar el llanto de mi madre—. ¡Algo va mal! ¡¡AAAHHHGG!!
Me quedo completamente estática en mi lugar junto a la puerta, mientras lo veo
todo en cámara lenta; mi madre está tirada en el suelo con mucha sangre
empapando sus pantalones, Bruce se acerca rápidamente y la toma en brazos, la
levanta en brazos, Bruce está llorando con la misma intensidad que mamá; y
ambos salen, disparados, empujándome mientras corren hacia la puerta de la
casa y desaparecen en el jardín delantero.
Siento como si alguien me apuñalara, como si todo el aire de mi cuerpo
desapareciera, y me asfixiara. Pequeño fréjol pienso mientras miro la puerta
abierta de la casa.
Dios, por favor que no le pase nada a mi madre ni a frijolito. Por favor. Iré a la
iglesia, dejaré de tener sexo con Travis, haré cualquier cosa, pero sálvalos, por
favor.
Mis piernas me fallan y caigo de rodillas, siento el sabor salado de las lagrimas en
mis labios, no me había dado cuenta que estaba llorando. Mis manos tocan el frio
piso de el cuarto de mi madre, no puedo pararme, no puedo moverme, solo puedo
rezar para que ellos estén bien. Dios, por favor que estén bien. Que frijolito, Bruce
y Cristy regresen a casa a salvo.
Unos brazos fuertes me rodean, por un momento no sé quien es, no sé quien soy,
solo quiero que mami regrese a casa con pequeño fréjol. Miro el tatuaje en el
brazo de aquel hombre que me rodea y caigo de vuelta en la realidad.
—Jane, regresa, por favor no te desconectes, estoy aquí, por favor.—escucho la
voz suplicante de Travis y eso es lo que permite destellar la bomba dentro de mí.
Mami, frijolito...
—¡Mamá!—grito, las lágrimas bajando más de prisa por mis mejillas.
Caigo y me siento sobre mis talones, sollozo y me cubro el rostro con mis manos.
Grito, solo quiero que mi madre regrese con frijolito. Travis me envuelve en sus
brazos y me mece para que deje de llorar; miro hacia donde se encuentra una
gran mancha de sangre en medio de su habitación, es mucha sangre y todos mis
miedos se hacen presentes.
Quiero que mi hermano viva, que Cristy se case con Bruce, que ella pueda tener
la familia que tanto quiso, pero la sangre sigue ahí, y no desaparece de mi campo
de visión.
He estudiado sobre estos temas, y se las consecuencias de un sangrado tan
grande en el embarazo. Tengo miedo, mucho miedo.
Me permito llorar, sollozo y rezo a la vez para que todo esté bien. Travis me carga
en sus brazos, recuesto mi cabeza en su pecho mientras nos encaminamos a la
puerta. Salimos de casa y siento cuando abre la puerta para meterme en su auto.
Con precaución me mete en el coche y el lo rodea para estar en el lado del
conductor.
Sin rodeos, arranca el auto, sobrepasando los limites de velocidad.
Pero yo no puedo pensar en eso, Solo pienso en Cristy y pequeño fréjol.
Mami y frijolito.

—¡Bruce!—grita Travis, llamando la atención de Bruce, que está sentado en una


silla en la sala de espera, con los codos en las rodillas y absolutamente nervioso.
Bruce se para de su silla y corremos en su dirección. Ahora ya puedo usar mis
piernas; a penas llegamos al hospital, salí corriendo del auto.
—¿Qué pasa Bruce? ¿Donde está mi mami y frijolito?—pregunto, al llegar a él.
Pasa una mano por su cabello, en señal de frustración. Sus ojos estan hinchados
y rojos, ha estado llorando, y eso hace que mi corazón se rompa.
—Están en terapia intensiva—dice, con la voz ronca y cargada de tristeza—. No
he sabido nada de ellos... ¡Joder!—grita—. Todo esto e mi puta culpa.
Lo miro, esto no es su culpa.—¿Por qué dices eso? No fue tu culpa.
—Tuvimos relaciones sexuales antes de que esto sucediera. Si tan solo... si tan
solo hubiera sido más cuidadoso. ¡Mierda! El amor de mi vida y mi hijo están ahí,
muriendo, ¡y todo por mi puta culpa! Si tan solo me hubiera quedado con ella en
vez de ir a tomar una ducha. Soy un hijo de puta.
Las lágrimas empiezan a bajar por mis mejillas, lo miro horrorizada. No es su
culpa, y no creo que el sexo haya sido el causante de un sangrado tan severo en
el embarazo de Cristin. Se dan por otras circunstancias, no necesariamente por
una relación sexual.
****
Han pasado ya dos horas de agonía en los que no hemos tenido noticias de mamá
ni de frijolito.
Mis manos están ocultando mi cara y Travis me envuelve en sus brazos,
acariciando mi cabello y diciéndome todo el tiempo que van a estar bien.
¿Lo estarán? Mi madre me ha dicho que las mujeres que van con un sangrado así
no siempre sobrevive su bebé, y muchas veces mueren las madres también.
Empiezo a sollozar nuevamente, nadie nos ha dicho nada, nadie sale a decirnos
las noticias. Solo estamos sumergidos en esta catarsis que nos mantiene en un
estado tan desesperante.
No sé cuanto tiempo pasa, pero no quiero cerrar mis ojos y dejar a mi madre en
este estado. Me vale una mierda que mañana tenga escuela, solo quiero estar con
mamá y ver que esta bien.
—Familiares de la señora Cristin Beatle?—pregunta una voz femenina.
Salgo disparada del regazo de Travis y voy directo a donde una mujer alta, rubia,
de por lo menos unos 45, y que está usando una bata de doctor. La reconozco, es
amiga de mamá, ella la ayudó a entrar a trabajar a Cristin cuando inició su carrera
como enfermera, y luego como doctora.
Cristy se especializó en emergenciología. Trabaja en esta misma sala; y no me he
dado cuenta del esfuerzo que hace por mí al trabajar día y noche en este lugar.
Aunque cambiaron su horario de trabajo y solo tiene en las mañanas, sé que el
esfuerzo sigue siendo el mismo.
Bruce se para a mi lado, y ambos miramos expectantes a la doctora Williams.—
¿Donde esta mama y frijolito?
—Oh, cariño—me sonríe la doctora Williams—. No se preocupen, Cristin está
bien.
Todos lanzamos un respiro de alivio, Bruce limpia las lagrimas que se formaron en
sus ojos pero que se rehusaba a dejarlas ir.
—Pero no está del todo bien, tiene un mioma del tamaño de una naranja, por eso
fue el sangrado —informa y el aire en mis pulmones vuelve a desaparecer.
¿Un mioma del tamaño de una naranja? Joder.
—¿Qué es un mioma?—pregunta Travis, no me había dado cuenta que estaba a
mi lado.
—Un mioma es un tumor benigno que se forma dentro del útero, pero es normal
en las mujeres de la edad de Cristin. Pero tranquilos, eso se le va después del
embarazo. Lo que si hay que tener es cuidado con ella, que no se agote
demasiado.
Dios, es benigno y eso es lo que importa por el momento.
—De hecho, el sangrado es el más común de los síntomas.—dice la dra.
Williams—. Por esa razón, no hay nada de que preocuparse. Tu madre y tu
hermanito se encuentran a salvos, el bebé se encuentra en excelentes
condiciones —me sonríe, una sonrisa que logra calmar todos mis nervios.
—Disculpe, doctora—Mi padrastro llama la atención de Williams—. Cristin y yo
tuvimos relaciones antes de que empezara el sangrado. ¿No tiene eso algo que
ver con su sangrado?
Williams sonríe,—En realidad, no. El sexo es bueno para las embarazadas y
créeme que no tuvo nada que ver eso con el sangrado de Cristin.
Gracias Dios.
Todos respiramos con tranquilidad, Bruce pregunta si puede pasar la noche aquí
junto a mami, ella asiente y se lo llevan a la habitación de mamá. Bruce me pide
que vaya a casa, que descanse y que lo veré en la mañana. No quiero irme, no
quiero dejar a mamá ni a pequeño fréjol solos.
Nos sentamos en las sillas de la sala de espera, Travis pone un brazo en mi
espalda y me abraza. Besa mi cabello y acaricia mi mejilla con su mano libre.
—Vamos a casa—sugiere.
—No quiero ir a casa—susurro en su pecho, mi voz sale ronca y me duele hablar.
—¿Quieres ir a algún lugar?
—Solamente no quiero ir a casa.
Nos quedamos por unos momentos en silencio, hasta que lo escucho sonreir.—
Ven.
Se pone de pie y me ayuda a incorporarme.—¿Que tienes en mente, Stone?
—Quiero mostrarte algo, y a parte tengo muchas cosas que contarte.
Travis

La llevo al lugar donde pasamos la navidad pasada juntos, parece que fue hace
siglos, y no hace tan solo unos meses.
Se apoya en el respaldo y yo me deleito con la vista que tengo al frente: Jane,
usando pijamas, un abrigo enorme que cubre la mitad de su cuerpo, con mi
camisa, el lago resplandeciente a sus espaldas, hojas cayendo a nuestro
alrededor por el llegado otoño. Pero lo que más llama mi atención es el color de
sus mejillas, nariz, y alrededor de sus ojos; un color carmesí adorna esas zonas
que me encanta besar.
No debería decir esto, pero sigue siendo jodidamente hermosa después de haber
llorado.
—¿Disfrutando de la vista, Stone?—pregunta, con un sentido del humor que hace
tan solo unas horas no tenía. El alivio llega a mí.
—Si tan solo supieras.
Camino hacia ella, nunca separo sus ojos de los suyos. Al llegar a donde se
encuentra, la envuelvo en un fuerte abrazo, ella besa mi pecho. Si tan solo supiera
lo que ese simple acto me hace sentir. Me devuelve el abrazo y beso su cabello.
Nos quedamos así por mucho tiempo, es entonces cuando recuerdo a que la traje,
quería confesarle lo que pasó en la fiesta de fin de año que asistimos hace meses.
Ella tiene que saberlo ahora que estamos juntos.
—Ven conmigo—sugiero, separándome de ella.
Acomoda su ya largo cabello, me quedo viéndola, cierra los ojos, como si
disfrutara hacerme sufrir así. Joder, no quiero pensar lo que pudiera hacer con su
cabello en este momento, pero me lo deja tan jodidamente difícil. ¡Joder! Todo lo
que quiero hacerle. Mi polla se sacude al pensar en eso.
—En serio, Travis, me asusta la forma en que me miras—dice con burla, me hace
sonreír—. Creo que tengo que alejarme de ti, tengo miedo que en cualquier
momento me empieces a follar aquí, delante de todos. Y no quiero ir a la cárcel
tan joven por escándalo público.
La tomo por la cintura y la acerco a mi cuerpo para que sienta mi creciente
erección. Cierra los ojos y se muerde el labio inferior; joder... no me lo deja fácil,
esto es jodidamente serio y ella me seduce con su sensualidad y sus encantos.
—Pues si no quieres que te folle aquí, delante de todos —susurro en su oído—,
pues no me la dejas muy fácil.—Aprieto su trasero y echa su cabeza hacia atrás,
mientras cierra sus ojos y entreabre los labios. ¡¡JODER!!
—Travis...—gime cuando aprieto más fuerte—, por Dios, deberíamos dejar de
follar tanto.
Levanto una ceja, —Ni tu misma te lo crees.
Le robo un pequeño beso en los labios, y cuando ella quería profundizar, me
separo. Gime en frustración y me río.
—Cariño, si me besas, te desnudaré aquí mismo, te haré apoyar tus manos en la
cerca y te follaré tan duro que todo Salem escuchará tus gemidos, y que después
de que te corras unas cuantas veces no puedas caminar; ¿quieres eso?
Sonríe, su sonrisa traviesa que ahora me la muestra cada vez que empezamos
con algo sexual. Sé que está excitada, por el ritmo de su respiración y por la forma
en que su cuerpo reacciona a mi cercanía.
—¿Quieres la verdad o la mentira?—dice, sonriendo con petulancia.
¡¡¡JODER!!!
Abro mis ojos como platos, me encanta esta Jane juguetona y me encanta que
haya sido es así conmigo. No con Oliver, no con Logan, no con Jhon Lanchovsky.
Solo conmigo.
—Joder, Jane—susurro, miro a mis alrededores, hay mucha gente, pero nadie
parece ponernos atención—. Debemos concentrarnos, te traje aquí por una razón.
Sé que mi método de distracción, ella puede ser adicta a mí, pero es muy curiosa.
Abre su linda y rosada boca y pregunta: —¿Sobre qué?
Así que me armo de valor y empiezo a contarle lo que pasó en vísperas de año
nuevo.

9 meses antes
—Creo que deberían hacer imágenes frontales del pene de Jamie Dornan—dice
Jane, sentándose a mi lado, viendo algo en el celular que su padre le regaló hace
apenas cuatro días. Tenso la mandíbula por la descarga de celos que me recorre,
ella no parece notarlo.
—¿Por qué razón? Capás y la tiene chiquito.
Pone los ojos en blanco ante mi comentario. —Obviamente lo tiene enorme, mira
esta foto.
Me indica una foto donde sale él en una escena sin camiseta y con pantalones
negros. Dejo de ver la fotografía, claramente Jane no ha visto lo que es tener un
pene grande.
Y yo con gusto le enseño...
—Ay Travis, ten compasión por las chicas vírgenes y solteronas como yo. Nunca
he visto un pene y creo que nunca lo haré, así que me tengo que conformar con lo
que mi viejo amigo Hollywood tiene para ofrecer a las inexpertas como yo.
—¿Y por qué no lo intentas?—pregunto, antes de poder retener la pregunta.
Quiero golpearme, enserio quiero golpearme—. Digo... porqué no buscas a
alguien que te enseñe esto del sexo. Sin compromisos, solo sexo.
—¿Tal vez será porque tengo dignidad?—sonríe, de la manera que paralizaría el
corazón a cualquiera—. Travis, no soy como las chicas que conoces o que te
gustan. Aunque me consideres ridícula, creo en el amor y que mi primera vez sea
algo que desee y no me arrepienta.
Joder, enserio me gusta esta mujer.
Paso un brazo por sus hombros, se acurruca y pone la cabeza en mi pectoral
derecho. Tengo que retener el impulso de besarla, tirarla al sillón y hacerle
experimentar por si misma lo que es una polla grande. Pero me contengo. Joder,
es mi jodida mejor amiga. ¿Qué carajos estoy haciendo?
Pasa el tiempo y sé que tengo que ir a arreglarme, pero no quiero irme del lado de
Jane. ¿Es normal que la necesite tanto aunque nunca la haya follado?
—Trav tengo que ir arriba a cambiarme—informa, aun esta acurrucada a mi lado,
se separa y se levanta del sillón, tengo que retener las ganas de apretar ese lindo
trasero que tiene—. Dudo que algo me quede bien, pero Ky me presto un vestido,
así que haré mi mejor intento.
¿Duda que algo le quede bien? Joder, es Jane. La chica mas sexy de este
universo y duda que le quede bien. ¿Acaso no se ha visto lo sexy y hermosa que
es?
Desaparece en las escaleras y como yo no quiero irme, llamo a mi mejor amigo
Jake. Me debe un favor y el vive cerca.
—Hola, marica, hace tiempo que no me llamabas—contesta, el sonido de gemidos
de una chica suena a traves del telefono—. Estoy algo ocupado, Travis.
—Eso noto, ¿Kylie ya sucumbió a tu "cuerpo semental"? —me burlo, Kylie nunca
le dará una oportunidad, ni en un millón de años.
—Espérame un momento, cariño—se dirige a la chica, ella grita en frustración un
"¿es enserio?"—. Sabes que Kylie me rechazo ayer, no te hagas—gruñe, esta vez
en mi dirección—. Y creo que me costaran por lo menos un par de bolas más para
que acepte por lo menos besarme. En verdad me tiene loco.
—¿Y por qué no eres esas mamadas que las chicas quieren? Flores, y todo eso.
—¿Lo mismo que tu haces con Jane?—se burla de mí y de mis sentimientos, el
muy hijo de puta.
—Eso fue un golpe en los huevos inflamados, hijo de perra—escucho su riza a
través de la linea, se está burlando de mí—. En fin, te llamaba para que me hagas
un favor.
—¿Cual?
—Quiero que me compres algo de ropa para la fiesta de hoy. La ropa que iba a
usar está en mi casa, pero no quiero estar lejos de Jane. ¿Puedes hacer eso?
Se ríe,—Vaya, te tiene peor que Kylie a mí. Sí, pero me tienes que devolver mi
jodido dinero.
—Claro que te lo devolveré, imbécil—paso una mano por mi cabello y rasco mi
nuca—. Procura llegar rápido.
Una hora después llega Jake con un pantalón de vestir color azul, una chaqueta
de vestir del mismo color, una camisa gris de botones, unos calcetines negros, y
unos zapatos italianos. Cierro la puerta en su cara, lo escucho maldecirme y se va.
Agradezco al cielo que Jane no sea de las chicas que se arreglan rapido, y me
empiezo a desnudar en la sala. Cuando ya estoy completamente vestido, escucho
el sonido de unos tacones bajar por las escaleras; me pongo mi colonia favorita y
me quedo mirando los tobillos adornados por una correa de quien baja las
escaleras.
El aire ya no está, ya no existe para mí.
Está bellísima. Lleva un mini vestido con lentejuelas de colores, pero el que
sobresale es el morado. Sus zapatos son unas sandalias color negras que
combinan con el color de su cartera. Su maquillaje en sus ojos es de color cobrizo,
pero sus labios... Puta madre, sus jodidos, hermosos y carnosos labios tienen un
color vino fuerte, que la hace ver tan malditamente sensual. Su largo cabello está
suelto y en suaves ondas.
Joder, como quisiera jalar ese cabello mientras la...
—¿Crees que es demasiado?—pregunta, llegando a mí. Deteniendo el rumbo de
mis pervertidos pensamientos—. Kylie dijo que el vestido era más largo, y sabes
que pienso de mis caderas y mis bubis —suelta una ricita, mis ojos caen
nuevamente en ese punto que ella acaba de señalar. Como quisiera poder tocar
ese hermoso par de...—. Son muy grandes y no quiero parecer una vulgar, pero
tampoco quiero parecer una monja. Y está bien que me sienta sexy de vez en
cuando ¿verdad?—ríe, otra vez—. ¿Mis brazos se ven gordos?—estira un brazo,
niego con la cabeza—. Esta bien, pero también creo que debería ponerme
medias, mis piernas son regordetas y no me gustan. Tal vez muestro mucha piel,
debería definitivamente ponerme medias. ¿Qué dices?
No sé porqué dice eso, tiene unas piernas preciosas, no son delgadas como las
de una modelo, pero tienen buena forma con sus caderas y su precioso trasero.
Siempre que puedo me imagino sus piernas alrededor de mi cadera, mientras le
doy tan duro que chilla y...
Carajo, tengo un problema.
—Dime algo, por favor—suplica—. Le mandé una foto a Ky, y ella me dijo que me
veía como para follar con tres hoy. Pero necesito la opinión de un hombre.
Me aclaro la garganta, intentando recuperar mi voz, —Eh... estás... tan... —trago
duro—, joder, Jane, te ves como para follarte en el sofá.
Ella se ríe y se acerca a mí, me abotona un botón de mi camisa, ahora solo están
dos zafados.
—Menos mal que eres mi mejor amigo, o si no ese comentario me pusiera algo
nerviosa... y caliente.
El comentario me hace sonreír, pero es tan desilusionante y arrollador. Me
encanta que diga que se pusiera caliente, pero me hubiera gustado más si no
hubiera sido en tono de broma. Tan solo la mención que soy su puto mejor amigo,
hace que mi animo decaiga un 99,99%.
Friendzone. Grita mi subconsciente.
Joder, soy Travis Stone; tengo a miles de chicas que hasta pagarían para que las
notara, y yo voy, y caigo por la persona que no debería enamorarme. Soy un
completo imbécil.
—¡Mamá, ya nos vamos! ¡Feliz año nuevo!—grita Jane cuando llegamos a la
puerta. Su madre ni le responde. Hoy vino Bruce, su novio, y seguramente están
follando.
****
Cincuenta y cinco minutos después, estamos en Portland, conduciendo hacia el
hotel donde se llevará a cabo la fiesta de año nuevo. Jane me ha estado
molestando todo el camino porque no le había dicho que la fiesta era en Portland,
pero sinceramente me gusta oír su voz molesta, porque sé que no está del todo
enojada.
Llegamos al Kimpton Hotel Monaco. Salimos del auto y con solo ver la expresión
de Jane, sé que fue buena idea traerla a esta fiesta. Entrego las llavesal valet
parking, que mira mi auto como si fuera algo comestible. Pero prefiero que mire mi
auto antes que a Jane.
Como si el hijo de perra leyera mis pensamientos, los ojos del idiota caen en Jane
y se queda babeando como por horas. Jane no se da cuenta, está muy enfocada
en mirar la entrada del Kimpton. Le hago una señal para que el tipo haga su
trabajo, se averguenza y se sube al coche.
—Vamos—le digo a Jane, poniendo una mano en su espalda baja en modo de
posesión. Ella ni se inmuta, está deslumbrada por el lugar.
Caminamos dentro de la estancia, y los ojos de Jane se agrandan. Todo es como
recuerdo: paredes rojas, detalles blancos en los ventanales, sillones grandes y
modernos.
Le pregunto a la recepcionista donde se realiza la fiesta de Willamette University,
la universidad de la que mi primo es parte. Ella nos dice donde se encuentra y
caminamos en dirección al restaurante/bar del hotel.

—Gracias a Dios me puse este vestido de Barbie—susurra Jane, viendo a las


chicas de la fiesta. No son ni la mitad de hermosas que ella—. Bendita sea Kylie
por tener vestidos de cabaretera.
—Por milésima vez, estas chicas no se ven ni la mitad de bien que tú.—digo,
¿acaso no puede ver lo que yo veo?
Me mira, con diversión e intriga en su rostro.—¿Qué bicho te picó, eh? Has estado
actuando muy raro últimamente.
No estoy raro, solo es que me gustas y quiero follarte hasta que olvides como se
camina por tu cuenta.
—¿Quieres champán?—pregunto, quiero hacerle tantas cosas a esa boquita
curiosa.
Asiente y le alcanzo una copa de una bandeja, de un muchacho que pasaba por
ahí. Como si el universo me odiara, este también le mira a Jane con cara de sexo.
Le hago una señal al cabrón para que retire los ojos de ella y se marche.
Eso es, hijo de puta, ella es mía.
Se lleva la copa a la boca y yo tengo que concentrarme en mi trago para no
ponerme a babear por sus labios alrededor de la copa. Gime en aprobación, y mi
erección se ensancha. Ese sonido fue como una descarga a mi inflamada polla.
Me aclaro la garganta y me termino mi vaso de Bourbon.
—Joder, ¿qué le ponen a esta cosa?—pregunta con admiración—. No se parece
en nada a el champan que dieron en mi cumpleaños de dieciséis.
—Déjame beber un poco—me entrega la copa y Doy un trago, nunca retiro mis
ojos de los de ella, se sonroja y ¡joder! me fascina—. Salon De Mesnil Blanc De
Blancs Brut 2002—señalo cuando dejo de beber. Gastaron una fortuna en esta
fiesta—. Un delicioso champan, para una deliciosa chica.
Le devuelvo la copa y se sonroja otra vez. ¿Dije eso en voz alta?
Recupera su postura y me sonríe, piensa que es un juego pero hablo enserio, —
Es tan caliente oírte hablar de champan y que utilices tu acento francés. ¿Eres
una especie de degenerado que estudió la clase de alcohol que iban a servir en
esta fiesta, y que tenia planeado traerme para emborracharme y follarme? Porque
si es así, no me quejo.
Me río, esto es lo que mas me gusta de Jane: su sentido del humor. Es diferente a
las demás y me encanta por eso.
—De echo tenia planeado seducirte con mi conocimiento sobre cosechas de
champan. El resto iba a venir después.
Se ríe, pero como me gustaría que ella caiga a mis pies.
Suena una cancion lenta en los altavoces, esta es mi oportunidad, esta es donde
puedo probar los labios de Jane.
—¿Quieres bailar?—pregunto sin rodeos.
—S...sí—dice, sonrojándose.
Agarro su mano y nos movemos a la pista de baile. Al llegar, agarro sus muñecas
y las paso por mis hombros, sus manos llegan a mi cabello y juega con él. Mis
manos van a su cintura, una muy linda cintura. Nos movemos, lentamente,
sintiendo el ambiente de nuestro alrededor.
Carajo, como quiero probar sus labios rojos y carnosos.
—Sé que es difícil de creer—digo—, pero soy un asco bailando lento.
Sonríe, y acomoda su cabeza en mi hombro, olfateo su cabello olor a jazmín,—
Pues hoy es tu día de suerte.
Y empezamos a bailar.
—Girl you're the one I want to want me. And if you want me, girl you got me —
Canturrea Jane, saltando y bailando, sin sus tacones que la estaban matando. Se
los saco y los lanzo a algun logar de esta fiesta. Me he retirado mi chaqueta y
ahora me siento mucho más libre para poder pasar un buen rato con Cassandra;
odia su segundo nombre, pero yo siempre lo utilizo. Es bonito—. ¿Sabías que eres
la persona que más quiero en el mundo?—dice, con su voz borracha y colgándose
de mi cuello—. Eres el único chico que me tolera, y sé que tendré que ver tu
perfecta y hermosa cara por el resto de mi vida.
Eso espero.
—Eres muy linda, Jane, siempre te lo digo.
—Pero tu me lo dices como amigo—se queja—. Apuesto todo a que no me co-
considerash liiii-linda—arrastra las palabras.
No debí haber permitido que bebiera tanto, ha bebido dos vasos de Jagermeister,
cuatro shots de tequila, un Cuba Libre, y dos Cosmopolitan. Sin contar las tres
copas de champan, y que me pedía de vez en cuando un poco del trago que
estaba tomando.
Está borracha, no recordará nada...
Una idea se me cruza por la mente.
—Eres la chica más hermosa que he visto en mi vida.
Se sonroja,—¿Incluso más que la perra de Jessica?
—Incluso más que ella.
Abre la boca para decir algo, pero es cortada por un tipo que anuncia que ya falta
un minuto para que termine el año. La miro, está roja y sé que no es por el alcohol.
Empiezan a contar desde el numero 59 y miro a Jane, está pensando.
—No tenemos a quien besar—grita sobre el bullicio, cuando la gente ya llega al
número veinte.
—Siempre podemos hacerlo nosotros—respondo en su oído para que me escuche
bien.
—¡¡Diez, nueve...!!—grita la gente a nuestro alrededor.
—¿Entonces que dices?—pregunto. Se lo está planteando y eso me hace sonreir.
—Solo si yo te beso en el lugar que yo quiera—grita, en medio de toda la bulla.
—¡¡Dos, Uno!! ¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!
Se escuchan los fuegos artificiales a nuestro fondo, y todo pasa en cámara lenta
para mi. Jane se pone de puntillas y empieza a besar mi cuello.
Mi. Jodido. Cuello.
Cierro los ojos, mientras dejo de escuchar la bulla a nuestro alrededor. Sus labios
en mi cuello se mueven tan jodidamente bien, pero se separa demasiado rápido.
Mi nariz choca la suya mientras se separa lentamente. Y antes de que tan siquiera
me ponga a pensar en las consecuencias, mis labios están sobre los suyos,
devorándola, experimentando por primera vez lo que es el placer.
A la mierda con las consecuencias, esto se siente jodidamente bien.
Mi mano va a su mejilla, mientras que la otra va a su espalda baja y la empujo
mas a mí. Me corresponde el beso, su lengua está en mi boca. Siento los fuegos
artificiales en cada centímetro de mi piel mientras la beso. Nuestro primer puto
beso. Es el mejor beso que he dado. Su lengua baila junto a la mía, su boca es mi
nuevo sabor favorito. Me estoy haciendo un jodido adicto.
Sus manos acarician mi espalda, eso es una descarga eléctrica a todo mi cuerpo.
Quiero más, mucho más de lo que ella tiene para ofrecerme. Quiero subir esas
malditas escaleras y desnudarla, pero me abstengo. Nunca me aprovecharía de
ella.
Nos separamos por falta de aire, mi mano sigue en su mejilla, mientras junto
nuestras frentes.
—Gracias—murmura, muy cerca de mi boca.
—Gracias a ti.

Nuestra noche pasó así, entre besos y baile. Hasta que Jane se quedó dormida
mientras conduzco a casa. Definitivamente la mejor noche de mi vida.
Al día siguiente, ella no recordó nada a partir de su tercer shot de tequila. Me
decepcioné pero agradecí al mismo tiempo, las cosas hubieran sido jodidamente
raras entre nosotros si recordaba algo.
¿Algún día volveré a besarla? ¿Volveré a ir a mi lugar favorito en el mundo que
son sus labios? Mierda, no lo sé, pero haré lo que sea por besarla otra vez.
Me cueste lo que me cueste, volveré a besar a Jane Beatle.
_____
Actualidad
—¡No puede ser!—grita, llamando la atención de las personas.
No entiendo por que hay tanta gente, son pasadas la media noche y hay gente
como si fueran las siete de la tarde.
—¿Por qué nunca me lo dijiste, Travis edward Stone?
Oh, oh, está molesta pero no enojada.
—No quería que las cosas cambiaran entre nosotros.
—Ni qiirii qii lis cisis cimbiirin intri nisitris —me remeda, amo a esta mujer así sea
tan infantil a veces—. Travis, no sé como hacerte entender. Si todo hubiera sido
claro desde el comienzo, nos hubiéramos ahorrado mucho sufrimiento.
—Lo sé, por eso me siento tan jodidamente mal hasta ahora al recordar como te
traté esa noche—me sincero—. Creí que si te trataba como a las demás, al fin me
olvidaría de ti. Pero me di cuenta que fui un autentico capullo esa noche. Me duele
hasta ahora haberte tratado así, mi dulce Jane.
Me toma por sorpresa cuando se lanza a mis brazos y me envuelve en un fuerte
abrazo.—Deja de pensar en eso, yo ya te perdoné. Tu deberías hacer lo mismo. Y
ahora que me cuentas todas estas cosas... Joder, ahora todo es tan claro.
—¿Lo recuerdas?—susurro contra su cabello.
—Ahora sí, un poco. Recuerdo como me besabas y lo confundida que me sentí.
En mi mente intoxicada recuerdo que pensé que era incesto.
Me río, una sonora carcajada que contagio a Jane.
—¡Ja! Te hice reír.—dice, con elevado entusiasmo.
—Eres la mujer mas hermosa, divertida y extrovertida que conozco.
—Gracias, señor Stone. Y ahora, si no le importa, me gustaría llevar a mi novio a
un hotel para hacer el amor como nunca lo ha hecho. ¿Y quiere saber la
razón? —la sonrisa picara regresa a su rostro.
Asiento con la cabeza, una sonrisa se dibuja en mi rostro.
—Porque lo amo tanto—susurra—. Porque me esperó, y muchas veces a tenido la
oportunidad, pero me ha respetado. Porque es mi mejor amigo, mi amante y el
único hombre que me importa. ¿Necesita otra razón?
Niego con la cabeza, en mi cuerpo ya no cabe felicidad.
—Estoy tan jodidamente enamorado de ti, Jane Cassandra Beatle.
Sonrie y pega mis labios con los suyos.
Capítulo +18
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Jane
Me saco los tacones en medio de la acera. Las lagrimas siguen cayendo por mi
rostro así intente retenerlas, estoy bastante segura que mi maquillaje está corrido
por la lluvia que cae sobre mi y por el llanto que parece no querer detenerse. Mis
pies duelen, el frío se cala por mis huesos a través de mi falda, pero nada se
compara con el vacío y el dolor que siento en mi pecho.
Me siento humillada, retraída, me siento... vacía y muerta por dentro. Nunca me
había sentido así, nunca en mi puta vida.
Escucho un claxon y maldigo para que no sea él, miro sobre mi hombro y me
alegro de ver un Mercedes en vez de un Audi.
Kylie abre la puerta del copiloto y me subo, mis movimientos son robóticos y
monocromáticos. No me abrocho el cinturón, y cierro la puerta. Miro al parabrisas,
sin ver exactamente.
—¿Me vas a contar por qué Travis está destrozando todo en la fiesta?—pregunta,
con cautela.
Lo dudo un segundo, pero para contarle TODO lo que pasó, tengo que retroceder
algunos días.

4 días antes.
—Travis—gimo su nombre al sentir su aliento en mi sexo.
—Dime lo que quieres—murmura sobre mi piel mojada, enviando escalofríos a
todo mi cuerpo.
Gira su hábil lengua nuevamente en mi clítoris y me retuerzo por la sensación de
placer que me inunda. Sigue con su asalto y grito cuando mete su lengua dentro
de mí.
—Dímelo—ordena, nuevamente.
—Te quiero a ti—digo, entre jadeos y gemidos—, te quiero a ti, ahora.
Muerde mi clítoris y vuelvo a gritar, abandona sus besos en mi sexo y se incorpora
entre mis piernas. Solo su boxer separa su piel de la mía. Agarro su rostro y junto
mis labios con los suyos, aun tiene mi sabor en su boca pero no me importa. Su
lengua juega con la mía y mis manos abandonan su rostro para ir a la cinturilla de
su boxer y deslizarlo por sus caderas. Cuando su ropa interior yace en el suelo
junto con la mía, me jala para que yo quede encima de él.
—Dime lo que quieres—repito las mismas palabras que él me habia dicho. Besa
mis labios mientras retira el cabello de mi cara. Mi pecho esta junto al suyo y mis
pezones se endurecen al sentir su fornido cuerpo.
—Te quiero a ti—repite lo que le dije—. Joder, quiero tenerte ahora.
Sonrío y beso sus labios. Agarro su polla y la coloco en mi entrada, en un
movimiento, me llena por completo. Me encanta esta posición, se siente mucho
más. Pego mi cabeza a su hombro mientras empiezo a mover mis caderas de
arriba hacia abajo. Travis se tensa mientras sigo con mi suave asalto, todavía no
adquiero mucha experiencia en moverme por mí misma, pero a él parece gustarle.
—Oh, nena—gime, me despego de él y agarro sus manos, colocándolas en mis
pechos.
Los retuerce mientras empieza a moverse, estar encima de él es como estar en el
paraíso. Se sienta, así estamos cara a cara, besa mis labios mientras que me
ayuda a moverme. Entra y sale de mí en movimientos hábiles y fuertes. Me
empuja, saliendo de mi vagina completamente, me da la vuelta y quedo expuesta
a él. Me apoyo en mis manos y en mis rodillas, esperando a que haga su proximo
movimiento. Nunca hemos hecho en esta posición, pero me excito más con la
curiosidad de cómo se sentirá.
Travis se coloca detrás de mí, besa una nalga, empujo mis caderas a su cara por
la espera. Se arrodilla y siento su erección en mi espalda baja.
—Maldita sea, te amo, nena.
Y dicho esto, vuelve a entrar en mí de una sola estocada. Grito de placer, de lo
crudo que es y del dolor que todavía me provoca. Empieza a hacer su magia,
mueve sus caderas en compás con mis gemidos. Mis brazos colapsan y mi rostro
se une con las sabanas blancas de hotel donde estamos; mis palmas se extienden
y mi trasero se eleva, ofreciéndome más a Travis.
—¡Ah! —gimo, cuando lo siento más dentro de mí.
Duele, pero es un dolor adictivo que puedo disfrutar al cien por ciento; entra y sale
de mí, bruscamente, duro y rápido. Mi cuerpo tiembla y siento como el orgasmo se
acerca a llevarme.
—Aun no te corras, Jane—me advierte, sus dedos se clavan en la piel de mis
caderas.
Lo intento, en verdad intento no venirme, pero es imposible. Mis piernas tiemblan y
siento como el orgasmo arrolla todo a su paso. Grito su nombre, gimo y jadeo, y
colapso sobre la cama de nuevo, aun ofreciéndome a Travis.
—Eres una niña mala, te dije que no te corrieras y lo hiciste—dice, con fingida voz
de desaprobación—. Tendré que castigarte por no obedecer una orden, mi dulce
Jane.
Mis palabras quedan impregnadas en mi garganta, cuando vuelve a entrar en mí
de manera violenta, ruda y duro. Hago dos puños con la sábana de algodón que
cubre la cama, para que mi cuerpo pueda resistir el placer y el dolor que me regala
Travis. Me empuja una y otra y otra ve, su polla se sienta majestuosa dentro y
fuera de mí.
—¡Ah... Travis! Me voy a...—grito, sintiéndome arrollada otra vez.
Me azota el trasero, en el mismo lugar donde hace un momento me besó; mi piel
arde, pero está encantada por su salvajismo. Acaricia la zona donde me azotó, y
vuelve a golpear. Grito, no duele tanto como creí que lo hacía.
Si cree que esto va a ayudar a detener mi orgasmo, está muy equivocado.
Mi cuerpo vuelve a convulsionar y me vengo alrededor de su polla. Muerdo mi
mano para ahogar los gritos que quieren salir de mí. Eso parece incentivarlo a él,
porque se viene conmigo, juntos en un bullicio de nuestros gemidos y amor.

—Espero que mamá se encuentre bien—digo, Travis está recostado sobre mí, con
la cabeza en mi pecho y me reparte besos de vez en cuanto. Acaricio su
musculosa espalda con las yemas de mis dedos.
—Cristin se pondrá bien—me anima—. Es una mujer fuerte, y es mi suegra, así
que tiene que ponerse bien.
Agarro su cara y beso sus labios, son tan suaves como la primera vez que los
besé. Vinimos a este lugar, después de lo del lago y que me contara lo que pasó
en la fiesta de fin de año. Queríamos hacer el amor después de irnos del lago,
pero estaba muy cansada y terminamos durmiendo. Me despertó con un beso en
los labios, una cosa llevó a la otra y terminamos haciendo lo que mejor sabemos
hacer juntos.
Son las diez de la mañana, faltamos a la escuela hoy, pero no me importa. Tuve
un día y una noche completamente agotador y lo ultimo que me falta es ver la cara
de Jassica o de Dove. No es que odie a Dove, pero solo se la pasa revoloteando
alrededor de Travis y eso me cabrea muchísimo.
Juego con el cabello de Travis, dando pequeños masajes a su cabellera de color
cobrizo. ¿Alguna vez he hablado de su cabello? Ahora está un poco mas largo en
el frente, pero sus costados siguen casi a rapa. ¿Qué hice yo para merecer un
novio tan guapo?
—Deberías cortarte el cabello, casi ya no puedo ver tu perfecto rostro —digo
cuando se separa de mí y se apoya en sus brazos, sus hebras cubren su frente y
las siento en mi cara cuando se inclina.
—Lo haré, si no te gusta mi pelo en tu cara—murmura, muy cerca de mis labios.
—No es por eso, me gusta verte y tu cabello no me deja hacerlo.
Levanta una ceja, —Con que te gusta verme, ¿eh?
Pongo los ojos en blanco.—Ahora te vas a hacer mucho más creído de lo que ya
eres.
—A ver, nómbrame a alguien más guapo que yo.
Me río, obviamente no hay nadie más guapo que él para mí, pero comienzo con mi
lista, sin embargo.
—Está Harry Styles, Ian Somerhalder, Travis Kelce, Jamie Dornan... ¡Oye!—grito
cuando se sienta a horcajadas sobre mí y empieza a hacerme cosquillas.
—¡Sabes que me pongo jodidamente celoso, Jane!—grita—. ¡Dilo! ¡Di que no hay
nadie más hermoso que yo!
—¡Me faltó Zac Efron!—lo provoco.
—Oh, eres una niña mala—acelera sus cosquillas y me retuerzo de la risa.
Joder, como extrañaba esto, hace tiempo que no me hacia cosquillas y que no me
reía tanto. Ahora recuerdo porqué tenia estos sentimientos de amor/odio hacia sus
cosquillas.
—¡Está bien, está bien!—grito cuando ya no puedo más—. ¡Para!
Se detiene, pero sus manos siguen en mis costillas desnudas.—Te estoy
esperando.
Miro sus ojos verdes, son tan infinitos y hermosos que quisiera verlos desde el
resto de mi vida.
—Eres la persona más hermosa que conozco. Por dentro y por fuera.—me sincero
ante él, cierra los ojos, saboreando mis palabras. Cuando los abre, están llenos de
amor y adoración.
Oh, Travis yo te amo más de lo que pudieras imaginar.
—Y tu eres la más hermosa, inteligente, increíble e insaciable chica que he
conocido en mi vida—dice.
Levanto una ceja, —¿Insaciable?
Se ríe,—Tranquila, yo me siento igual contigo. Es como si tuvieras un imán en tu
cuerpo que conecta con el mío.
—Eso es una manera extraña de decir que estamos conectados.
—Me encanta estar contigo, Jane—sus ojos brillan con amor—. Quisiera... Joder,
no quiero asustarte, pero quisiera ver tu lindo rostro con lunares por el resto de mi
vida.
—No me asustas—digo, ahogando una riza—. Y yo quisiera ver tus perfectos y
masculinos rasgos por toda mi vida, y tal vez lo haga.
Se inclina y me besa, mi respiración sigue agitada por el sexo y las cosquillas. Se
separa de mí, afectado por nuestro beso. Muerdo mi labio al sentir su excitación
sobre mi estómago.
—Te amo tanto, Jane.
—Te amo, Trav, más de lo que tu mente pudiera imaginar.
Vuelve a besarme, metiendo su lengua en mi boca, amándome y devorándome.
Nos separamos, los jadeos de ambos saliendo de nosotros.
—Tal vez estamos en el papel erróneo—digo—. Debería yo montarte y tu mirarme
desde mi posición.
—Bueno—sonríe—, si insistes.
Y cambiamos de posición, y volvimos a amarnos como la primera vez, tierno,
suave y carnal.
****
El horario de visitas está a punto de comenzar, estoy en la sala de espera del
hospital, lista para pasar a ver a mi mamá. Su cuarto es el 225 y la trasladaron
esta mañana aquí.
Travis está sentado a mi lado, acariciando mi hombro mientras esperamos a que
sea nuestro turno.
—Ya pueden pasar—anuncia la enfermera.
Nos ponemos de pie y entramos a la habitación de mamá, ella luce muy bien, a
pesar de que está conectada a un suero. Está comiendo una gelatina y levanta el
rostro para verme. Sonríe. Bruce está a su lado y me sonríe de saludo.
Mis ojos se llenan de lágrimas al verla con una bata de hospital, conectada a
suero y comiendo esas gelatinas desabridas que saben a polvo.
Me acerco corriendo a abrazarla, deja la gelatina a un lado y me recibe con los
brazos abiertos; entierro la cara en su cuello y empiezo a llorar, ella acaricia mi
cabello. Mamá y frijolito están bien, gracias a Dios.
—Mami—sollozo.
—Ya, mi niña—dice, acariciando mi cabello—. Mami está aquí, nunca te dejaré
sola.
Recuerdos de ella diciéndome eso cuando tenía pesadillas de niña llegan a mi
mente y lloro aun más.
—Creí que...—mis palabras se ahogan—, creí que jamás te volvería a ver. Ni a ti
ni a frijolito.
—Creo que pequeño fréjol y yo tenemos mucho desmadre que hacer, todavía.
Me río entre el llanto, me separo de ella para poder verle, pero nunca la suelto.
—Y debes ponerte feliz—dice—, me dieron el alta hoy, así que te voy a estar
vigilando, jovensita.
Sonrío y así pasamos la tarde junto a mamá hasta que le dan de alta. Vamos a
casa y Travis y Bruce se quedan con nosotras.
A la hora de dormir, después de comer pizza par llevar e irrespetar la dieta de
Cristy, Travis y yo subimos a mi alcoba.
No tenemos sexo cuando nos acostamos, solo nos miramos y sonreímos hasta la
hora de dormir.
—Te amo, Jane. Nunca te dejaré ir —dice, mirándome fijamente.
Sonrío. —Te amo, Trav. Y sé que nunca lo harás.
—Joder, Jane, estás más sorda que mi tía abuela Maruja—se queja Kylie.
Estoy guardando las cosas en mi casillero, es jueves y sólo tengo dos días más
para planificar el cumpleaños de Travis. Sé que los del equipo y la fraternidad se
están encargando de eso, pero yo fui la de la idea y toda la presión cae sobre mí.
Cierro mi casillero de un portazo y miro a los ojos marrones de mi mejor amiga.
—Lo siento, es que lo de la fiesta me tiene tan jodidamente ocupada —digo,
empezando a caminar a nuestra clase de arte.
—Está bien, me preocupara si no lo hiciera—dice, posicionándose a mi lado—. Es
su primer cumpleaños como novios, hasta te aseguro que él está nervioso.
—Pero el no sabe nada de la fiesta y me cuesta mucho mantener el secreto—
suspiro—. En fin, ¿cómo están las cosas con Jake.
Pone los ojos en blanco.—Ya pasamos la etapa de la luna de miel y ahora sus
celos están empezando a molestarme. Peleamos todo el tiempo, pero lo amo y sé
que él me ama. Fue un idiota, pero sé que tenemos que hablar de esto antes de
que el problema se haga más grande —suspira con pesadez.
—Lo arreglaran—la aliento, nos sentamos en nuestros asientos—. Espero no salir
de la etapa de luna de miel con Travis.
—¿Nunca pelean?—pregunta.
—Sí, peleamos, pero no hasta el punto de no hablarnos por tres días.
Kylie pone los ojos en blanco, el lunes peleó con Jake y no se hablaron hasta hoy
en la mañana. Pero lo que digo es cierto, nunca espero salir de esta etapa tan
maravillosa con Travis.
Suspira y puedo notar el dolor en su expresión.
—Lo amo, Jane, pero a veces es un cabrón al que quiero romperle los putos
dientes—me río en carcajadas, me muestra mala cara y me detengo, uno los
labios para evitar reír—. No es gracioso, idiota.
—Claro que no lo es—digo, deteniendo mi risa—. Pero tienes que hablar con él,
apuesto a que también se siente una mierda.
El profesor Brown entró en la sala de clases y tuvimos que cerrar la boca, le doy
una mirada que dice: "hagas lo que hagas, te apoyo".
****
Estamos en la cafetería con Ky, los chicos tienen práctica de fútbol porque la
temporada está en su apogeo, así que entrenan todo el día, todos los putos días.
Extraño a Trav, a pesar de que nos vemos en la salida y pasamos la tarde juntos.
Me es inevitable no extrañarlo molestándome mientras intento comer o
diciéndome cuanto me ama en medio de la clase.
Agarro una ensalada de albaca y la pongo en mi bandeja, un jugo de naranja, una
manzana y una porción de pollo. Kylie mira con asco mi bandeja, pero ella tiene
una hamburguesa, un taco y una coca cola de dieta para "equilibrar".
—¿Qué?—le pregunto cuando llegamos a nuestra mesa, sigue con su mueca de
asco, viendo mi comida—. No he ido al gimnasio desde que estoy con Travis,
¿Okay? Tengo que equilibrar mi falta de ejercicio con mi comida.
—Pero ahora haces una clase de ejercicio... Y que es sin duda, mucho más
divertida y efectiva.
Le lanzo un pedazo de lechuga.—Por eso no engordas, ¿verdad golosa?
—Bueno, Jake es muy bueno, así que no me quejo.
Empiezo a comer, y cuando trago una pregunta se me cruza en la mente, una que
he querido preguntarle desde hace un tiempo.
—Ky, hay algo que quiero preguntarte.
—Pues hazlo—dice con la boca repleta de comida. Ignoro cuan graciosa se ve
con la cara manchada de salsa de tomate.
—Es que... eh...—dudo un momento, es vergonzoso—, ¿Te... eh... viniste tu
primera vez?
Escupe la comida y ahoga una risa.—¿Cómo?
—Ya sabes—muevo mis manos, tratando de explicarlo mejor—. Es que escuché
que era muy raro hacerlo en la primera vez, y yo... lo hice.
—Wow, Travis debe ser muy bueno en lo que hace—dice, limpiando su boca con
una servilleta—. Y no, no me corrí, solo sentí dolor. Me corrí en la tercera o cuarta
vez que estuvimos juntos.
—Ah...—digo, sonrojándome.
Bueno, Travis es excelente en lo que hace, así que se me hace raro entender a
las chicas que no lo hayan hecho. Okay, también Travis me preparó antes del
sexo, me entrenó muy bien.
Terminamos nuestra comida, Kylie me platicó sobre lo que le iba a decir a Jake
cuando sea su hora de hablar. No quisiera que terminaran, son una hermosa
pareja y sé que se aman.
***
Es la hora de salida y nos dirigimos directamente a la cancha de futbol, Ky está
nerviosa por ver a Jake, pero sé que quiere verlo, la conozco.
Cuando ellos empezaron a salir, no lo dije, pero me sentía mal de estar sola ya
que Jake pasaba con ella todo el tiempo, yo tenía a Travis, pero no es lo mismo
que tu mejor amiga.
Ahora que yo también tengo novio, hacemos lo posible para pasar tiempo juntas.
Hacemos pijamadas cuando no nos quedamos con los chicos y eso es perfecto.
Ahora la entiendo porqué pasaba tanto tiempo con él, porque cuando tienes una
pareja, todo tu mundo se reduce a esa persona. Y mi mundo ahora se reduce a
Travis.
Travis y Jake nos miran cuando Ky y yo nos sentamos en nuestro lugar, Jake mira
a Kylie y los ojos de mi amiga se llenan de lágrimas, pero nunca deja de mirarlo. Al
ver la expresión de Kylie, Jake corre en dirección a las gradas a una gran
velocidad. Llega a nuestra altura jadeando y Kylie no puede retener las lágrimas.
Abrazo a mi amiga, quien esconde la cara en mi cuello. Me duele verla así, ella es
mi compañera de aventuras y de ver traseros de los chicos, no una debil llorona,
ese papel me lo debe dejar a mí.
—Jane—Jake llama mi atención—. ¿Me puedes dejar a solas con Kylie?
—No, Janie—susurra Kylie, suplicante.
—Tienen que hablar—le digo, acariciando su largo y rojo cabello.
—No quiero hablar—solloza.
—Tienen que hablar, has estado practicando lo que vas a decirle toda la jodida
mañana.
Se separa de mí, su maquillaje está corrido por gruesas lágrimas negras en sus
cachetes. Se limpia sus lágrimas y se voltea a mirar a Jake, la cara de su novio se
hunde con dolor al ver a Kylie en esta situación.
—Kylie—la voz de Jake sale en un susurro desgarrador—. Bebé, soy un idiota.
—Uno muy grande—le contesta su novia—. ¡Jane! ¿Qué haces todavía aquí!
Oh, mierda. Levanto las manos en son de paz y me retiro a buscar a Trav.
No recorro mucho y lo encuentro, me está mirando fijamente, apoyado sobre la
cerca que divide el campo del graderío. Me acerco a él y cuando ya estoy a su
altura, planto un beso en sus labios.
—En serio, me asusta la forma en que me miras, Stone—digo bromeando.
—No te mirara tanto si el hijo de puta de Logan no te estuviera comiendo con los
ojos—no me sigue mi broma. Frunzo el ceño, ¿a qué viene esto?
—Ignoraré que estás peleando por Logan y que has arruinado mi buen humor.
—¿Que yo te lo arruino?—vuelvo a fruncir el ceño, ¿qué carajos le pasa?—. Tu
arruinas el mío al ponerte una falda tan corta, tus blusas escotadas y todo el
maquillaje que llevas. En serio, Jane, si no te conociera mejor, diría que te vistes
así para gustar a otros.
Miro mi falda, no es corta, de hecho es sólo un poco más arriba de la rodilla, ahora
ya me enojé.
—Está bien, Travis, no estoy para aguantar tu mierda machista—gruño, me doy la
vuelta sobre mis talones—. Y para que te enteres, estamos en el puto siglo 21, no
necesitas decirme que ponerme o que hacer.
Y empiezo a caminar, mis ojos pican, pero no dejo que mis lágrimas caigan hasta
que estoy a una distancia prudente. Cuando llego a la salida, dejo que mis ojos
voten toda el agua acumulada en ellos.
—¡Jane!—escucho la voz de Travis llamándome y me echo a correr.
Corro y corro hasta que estoy fuera de la escuela, paro, recuperando el aliento y
dando bocanadas grandes de aire para estabilizarme. Siento unas manos fuertes
en mi cintura y me alzan en el aire, en un fuerte abrazo; doy un grito por la
sorpresa y miro hacia abajo. Es Travis.
—¡¿Qué carajos te pasa?!—grito, tratando de zafarme de su agarre—. ¡¿Estás
loco?!
Me deja en el suelo, cuando mis pies tocan por fin el piso, empiezo a golpear su
pecho. Ni se inmuta. Me agarra de las muñecas y eso no hace más que enojarme.
—¡Sueltame, Travis!
—No hasta que me escuches—dice, intento zafarme pero me es imposible—. Soy
un idiota, ¿de acuerdo?
—Wow, no me había dado cuenta—digo, sarcásticamente.
—Pero—continúa—, te amo, Jane. Estaba celoso de la manera en que Logan te
mira, y sé que no tengo el jodido derecho de decirte como vestirte.
—No, no lo tienes. Así como tampoco tienes derecho de insinuar que me visto
para provocar a otros hombres.
—Sé que eso estuvo mal, ¿está bien? Pero sabes como soy, me duele cuando
otro te mira.
—No me puedes vestir como monja toda la puta vida, Travis—gruño, suelta mis
muñecas—. A mí tampoco me gusta el efecto que tienes en otras mujeres pero no
te ando diciendo como vestirte y como no. Eso es posesión, Travis, y yo no soy la
clase de chica como para aguantar una relación así.
Me doy la vuelta, pero sus dedos cálidos agarran mi brazo.—No, Jane, tengo
mucho que aprender. Pero no te enojes conmigo, no me dejes. Sé que soy un hijo
de puta pero no quiero perderte... no a ti. Te amo con mi vida.
Puedo ver el miedo en sus ojos, tiene miedo de que lo deje pero para siempre. Me
acerco a él, agarro su nuca y uno mis labios con los suyos. Al inicio le es dificil
seguirme el paso, pero se recupera y empieza a devorarme. Mete su lengua y
empieza a bailar con la mía. Es un beso cargado de deseo y amor, yo tampoco
quiero perderlo, pero no quiero que me trate como si fuera de su posesión. Nos
separamos, jadeantes y respiramos pesadamente hasta que estamos listos para
hablar.
—Eres un tonto—digo, dejando un pequeño beso en la comisura de sus lindos y
suaves labios—. Pero, mierda, sólo Dios sabe cuanto te amo.
Lo miro sonreír.—Te amo, Jane. Lo que siento por ti es indescriptible, es
abrumador y no sé cómo actuar. tengo miedo que algún día decidas ya no
amarme y te vayas.
—Nunca lo haré, Travis—digo, agarrando cada lado de su rostro—. Te amo, y
necesitas hacer algo muy malo como para que te deje.
—Prometo no hacer ninguna tontería—dice, puedo ver la determinación en sus
ojos—. Joder, esto va mucho más allá de amar; te amo de una manera
inimaginable para mí.
—El sentimiento es mutuo—digo, y lo beso de nuevo.
Nos subimos a su auto y nos vamos a su casa, la anticipación quemándonos.
Cuando llegamos a su apartamento vamos directamente a su cuarto. Hacemos el
amor, el maravilloso sexo de reconciliación.

Cuando todo termina, estoy acostada a su lado, mi cabeza en su pecho.


—¿Me acompañas el sábado?—le pregunto, mirando su rostro.
—¿A dónde?—me regresa la mirada.
Okay, Jane, no te avergüences. Debes hacer esto.
—Ah... hum... al ginecólogo—digo—. Para la inyección del mes.
No le puedo decir que en sí es para su fiesta de cumpleaños. Bueno, también es
para eso.
Se ríe.—Claro, bebé, no tenías que habérmelo preguntado.
Respiro con alivio, Travis me besa y se incorpora para estar encima de mí. Y
volvimos a amarnos.
Mierda...
Ya es sábado. Me levanto muy temprano en la mañana, antes de que salga el sol
y llamó al primo de Travis, Grayson, quién se está haciendo cargo de todo.
Me dice que todo está perfectamente, la casa de fraternidad está abastecida de
alcohol y que nadie nos molestará, eso espero.
Me meto a la ducha y agarro la afeitadora después de limpiarme. Salgo de la
ducha rápidamente y me pongo una pijama limpia. No voy a ensuciar el vestido
que compre todavía.
Quedé en verme con Travis al mediodía, para ir a la clínica, luego almorzar, darle
su regalo, y luego ir a "recoger" algunas cosas de Travis en la casa de la
fraternidad. Pero eso es parte del plan.
Paso mi mañana pintándome las uñas, hago mi maquillaje un poco natural, pero
guardo un lápiz de labios rojo para más luego, rizo mi cabello y cae en suaves
ondas hasta mi pecho. Cuando miro la hora, empiezo con el plan.
Me visto con lo que voy a usar esta noche, y encima me pongo una sudadera y
unos vaqueros, con unas zapatillas. No puedo levantar sospechas así que voy una
vez vestida. Y el frío del llegado otoño está a mi favor. Guardo mis tacones en mi
mochila y salgo de casa.
Llamo a mamá para decirle que ya me voy y que no se preocupe por mí y bla, bla,
bla. Regresó a trabajar, ahora trabaja en medicina general, por lo que gana más y
no hace tanto esfuerzo. bruce se negó a que mamá trabaje, por lo que ella se
puso histérica y casi se desmaya; ella le hizo entender que no puede dejar de
trabajar porque está a cargo de mí todavía, no me gusta ser su razón, pero no voy
a discutir con alguien tan terca como Cristin.
Ella me dice que tenga cuidado, que use condón, lo mismo de siempre, y cuelgo.
Odio no poder conducir, mi mamá tiene un auto clásico que le costó tres mil
dólares, todo una ganga. Intentó enseñarme a conducir hace algún tiempo, pero
es imposible para mí.
En fin, camino hasta el departamento de Trav, no queda tan lejos como creí. Al
llegar, lo veo apoyado en su auto y mirando su teléfono, aprecio la vista y me
deleito con lo lindo que se ve.
—Hola—digo al llegar a su lado, me pongo de puntillas para estar a la altura de
sus labios, pero aún así le toca agachar la cabeza para alcanzarme. Odio no usar
tacones con él. Le doy un pequeño beso.
—Hola—me contesta con una sonrisa.
—Feliz cumpleaños—digo, extendiéndole una caja azul y envolviéndole en un
abrazo.
Me devuelve el abrazo y le saca el lazo a la caja para que pueda abrirla. Abre la
caja y se la queda mirando. Toma el libro que le compré y lo mira por un montón
de segundos, es una copia de Cumbres Borrascosas, pero lo que importa es lo
que está dentro de él.
—Ábrelo—lo incito.
Abre la tapa del libro y dos entradas para ver ir al Super Bowl en febrero del otro
año aparecen en su campo de visión. Se congela en su sitio y me mira, con los
ojos abiertos como platos.
—Feliz cumpleaños—digo, mi voz sale nerviosa. No parece feliz, está ansioso,
enojado incluso.
—¡Te debieron haber costado una maldita fortuna!—grita.
—De echo, no. Concursé en un sorteo justo cuando las entradas salieron a la
venta y gané. Pero el sorteo era por parte de la empresa de Bruce, así que...
obviamente iba a ganar.
Y ahora me siento culpable con Bruce.
Su rostro se relaja y una sonrisa aparece en su rostro.—Wow, Jane, gracias.
Aunque no sabemos quienes van al Super Bowl todavía. Me encanta.
Me da un beso y me jala en un abrazo de agradecimiento.
—Te amo, en verdad lo hago—murmura sobre mi cabello—. Muchas gracias.
—Y yo te amo a ti. Y esta es una forma de devolverte el maravilloso regalo que tu
me diste en el mío. —digo.
Se ríe y caminamos hasta el auto en dirección a la clínica.
****
Salimos de la clínica, lo mejor de todo fue que me hicieron un test de embarazo y
salió negativo y me dijeron que esta inyección si reacciona bien a mi cuerpo.
Nos dirigimos a un McDonalds y pedimos la comida para llevar, comemos en el
auto, hablando sobre mi madre, Bruce, frijolito y las clases. Pero nunca menciona
al Sr. Stone, su padre.
—Travis, tenemos que hablar sobre lo que pasó algún día.—digo, dando un sorbo
a mi soda.
—¿Sobre qué?—habla con la boca llena, quiero reprender su falta de modales,
pero me abstengo.
—Sobre tu... papá—sus ojos se alejan de los míos—. Sé que te duele hablar
sobre esto, pero quiero saber lo que pasó realmente como para decidieras irte y
vivir por tu cuenta.
El silencio que le sigue a eso me desconcierta, he visto sus cicatrices y sé que no
fue una golpiza normal. Tiene quemaduras y cortes que no se curan hasta ahora,
sus cicatrices son muy grandes. Quiero ayudarlo.
—Jane—suspira—. Es mi jodido cumpleaños, no quiero hablar sobre eso.
Está perdido en algún punto a través del parabrisas, escucho el dolor en su voz,
aunque su semblante es serio. Suspiro, resignándome a seguir.
—Está bien—sonrío cuando su mirada vuelve a mí—. Hoy te llevaré a cenar
después de ir a la fraternidad a ver tus cosas.
Sonríe, ya está más relajado.—¿Pagarás tú?
—Claro que pagaré, bueno, no lo haré. Iremos a unos de los restaurantes de
Bruce.
Se ríe, joder, cuanto amo ese sonido.—Está bien. ¿Pero qué usaras? No creo que
quieras ir en sudadera y vaqueros.
Me levanto la sudadera un poco y le muestro mi vestido dorado.—Mujer
precavida—digo con una sonrisa.
—Una de las razones por las que te amo.—me estiro y beso sus labios.
****
—Vamos, Jane, prometo ser rápido—dice, dejando húmedos besos en mi cuello.
Mierda, dejo que mi mano con el labial rojo se paralicen mientras sigue así.
Desde que me vio en este vestido, no ha quitado las manos sobre mí. Es un
vestido dorado con escote en v en el pecho y un gran escote en la espalda. La
falda es floja y queda un poco más arriba de la rodilla; los tacones son del mismo
color del vestido. Le mando un mensaje a Kylie para ver como va todo, ella me
contesta que ya todos están allí, así que con el dolor de mi alma, tengo que
rechazar a Travis.
—Bebé...—digo, con mi respiración fallando—, tenemos que ir a ver tus cosas,
después de eso prometo hacerte muy feliz en tu auto.
Sonríe contra mi piel sensible.—¿Lo prometes?
—Mhum—hago un sonido de afirmación.
—Pues vayamos rápido—dice soltándome con el entusiasmo de un niño. Me río y
lo sigo a la puerta, acomodando mi cabello y mi maquillaje.
***
Llegamos a la casa de fraternidad, estoy muy nerviosa que mi rodilla no para de
temblar. Travis se percata de mi nerviosismo y atrapa mi rodilla, dándome un
pequeño apreton. Le sonrío para que sepa que todo está bien.
—Puedes venir conmigo si quieres.—me dice.
—Oh, no, no, no quiero... Bueno, vamos—digo abriendo la puerta y saliendo.
Se ríe y me alcanza, pone un brazo en mis hombros y caminamos hacia la puerta.
Toca pero nadie abre, así que yo giro el pomo y atravesamos el umbral. Todo está
oscuro y en silencio. Bien, el plan está bien. Prendo la luz y nadie salta. Carajo,
esa era la señal.
—Voy arriba—anuncia Travis.
—¡No!—salto y agarro su brazo cortándole el paso, me mira confundido—. Es
que...
—¡¡SORPRESA!!—Me interrumpen todos saltando de su escondite y gritando,
tomando a Travis por sorpresa y este abre sus ojos como platos.
¡Victoria!
Kylie y Jake son los primeros en acercarse; Jake abraza a Travis, que sigue
todavía consternado y su mejor amigo le da unas palmadas en el trasero a mi
novio, esto hace que Travis se despierte y me mire.
—Tu, pequeña bandida—dice, soltando a Jake y abrazándome.
—Yo no hice casi nada—murmuro a la altura de su cuello.
—¿Cómo que no hiciste nada?—se entromete Ky, Travis me suelta y me dan
ganas de protestar, pero no digo nada—. Ella tuvo la idea, y les esclavizó a todo el
equipo y a tu primo para que te hagan esta fiesta.
Trav besa mi cabello.—Te amo, Jan, gracias.
Sonrío.—No hay de qué.
Empiezan a retirar los muebles para hacer la improvisada pista de baile, un DJ y
una barra de licores entran a mi campo de visión.
—¡¡Que comience el desmadre!!—grita Jake, haciendo sobresaltar a todos.
La música empieza y la fiesta da su inicio.
Capítulo +18
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Todos en la fiesta bailan, saltan y celebran el cumpleaños de Travis. Yo sólo lo
miro conversar y reír con sus compañeros de fútbol, se ve relajado, feliz, se ve
como la persona que amo y estoy inmensamente enamorada. Mis ojos se
encuentran con los suyos cuando regresa a ver en mi dirección, le sonrío y me
regresa el gesto. Se disculpa con sus compañeros y camina en mi dirección. Al
llegar, me besa y le devuelvo el gesto.
—Debería hacer algo por la forma en que me miras—se queja, pero la diversión
en su voz.
—Y yo tal vez debería llevarte a una habitación—digo, una sonrisa pícara aparece
en su rostro—. Te vez muy guapo con esa camisa y esos pantalones de vestir.
Pero te verías mucho mejor sin toda esta ropa—susurro en su oído, se tensa.
Beso su cuello, lo escucho suspirar y pega sus caderas hacia mí, ya está listo.
—Ven—dice con voz ronca.
Agarro su mano, pero no me lleva a las escaleras, como me esperaba; me lleva a
la pista de baile. Suena una canción sensual y al llegar a la pista de baile empiezo
a mover mis caderas contra él, nunca apartando mis ojos de los suyos.
Paso mis manos por su cuello y juego con el corto cabello de su nuca. Pone una
pierna entre las mías y empezamos a movernos, bailamos, pero la necesidad es
palpable. Me doy la vuelta, de espaldas a él, empiezo a mover mis caderas contra
su creciente erección. Lo necesito ahora, me inclino y lo escucho suspirar
pesadamente, me incorporo y siento su nariz en mi cuello. Joder.
—Si sigues haciendo eso, te follaré delante de todos, y creo que no quieres eso.
—Va dejando húmedos besos en mi cuello. Muevo mi trasero contra su erección
como respuesta—. Oh, joder Jane, me estás matando.
—Ese es el punto—volteo mi cabeza y beso sus labios. Mete su lengua en mi
boca, se acaricia y pelea contra la mía, una mano traviesa deja mi cadera y va
dejando caricias a su paso hasta llegar a su destino: mi entrepierna.
Oh, santa mierda.
—¿Quieres esto?—susurra en mi oído mientras empieza a frotar mi entrepierna
con la palma de su mano, encima de el vestido y mi ropa interior.
—Travis...—gimo—. Aquí no—mi voz sale entrecortada—. Donde quieras, pero no
delante de todo el mundo.
Deja sus infames caricias y me da la vuelta, una sonrisa cargada de malicia se
hace presente, pero puedo ver todo el amor que me tiene en sus ojos.
—Vamos —Toma mi mano y me arrastra por las escaleras hasta llegar a su vieja
habitación.
Abre la puerta y apenas entramos, empezamos a besarnos, carnal y lleno de
deseo que está a punto de explotar entre nosotros. Cierra la perta con su pie y
pone seguro. Camino de espaldas, abrazada a su cuello hasta que siento el borde
de la cama. Me bota en ella y se planta encima de mí, entre mis piernas.
—Travis...—gimo cuando siento su erección entre mis pierna, lo deseo.
—Oh, nena, te deseo tanto.
Mi mano va hasta su cinturón y lo deshago, desabrocho un botón de su pantalón y
bajo su bragueta. Mis manos se meten en su boxer y llegan a mi parte favorita de
su cuerpo desnudo. Está tan hinchado y listo para mí.
Lo empujo hasta que queda boca arribe en la cama y me siento a horcajadas.
Beso sus labios, su cuello, su pecho, voy desabrochando cada botón de su camisa
hasta que queda completamente abierta. beso su pecho, su abdomen, trazo con
mis labios y mi lengua la forma de cada uno de sus músculos.
—Oh, nena—gime.
Llego hasta donde quería, muerdo su miembro por encima de sus boxers y lo
escucho gruñir. Me pongo de rodillas en el suelo y me amarro una coleta para que
el cabello no me estorbe en la cara. Se sienta en el borde y me mira expectante,
sus maravillosos ojos verdes me miran con admiración y ansiedad. Y sin más, lo
saco de su boxer y le doy una lamidita.
—Joder, Jane—gime.
Lamo su glande y me lo meto por completo a la boca. ¿No era esto lo que quería
de cumpleaños? Bueno, a mí también me gusta darle placer.
Mi cabeza sube y baja mientras mis labios se aprietan alrededor de toda su
extensión. Lo escucho jadear y gemir, esto es tan excitante. Se tensa cada vez
que mi boca lo succiona, su polla entra y sale de mi boca tan duro que siento que
me voy a ahogar.
Suficiente juego previo.
Lo saco de mi boca y me pongo de pie. Me deslizo el vestido hasta que cae al
suelo, quedando desnuda desde la cadera. Me acerco a él y sus manos viajan al
elástico de mis bragas y las baja hasta que las empujo fuera de mí, me saco los
zapatos y me monto a horcajadas sobre él.
—Te amo tanto, Travis—murmuro sobre sus labios.
Agarro su pene y me lo meto, se desliza dentro de mí, aliviándonos a ambos,
gemimos de placer y de alivio. Empiezo a moverme en círculos y adelante y atrás,
lo escucho jadear y aprieta mi trasero, gimo de lacer cuando acelero el ritmo.
—Oh, Jane, estás tan mojadita y estrecha—murmura en mi oído—. ¿Te gusta
montarme así?
—Me... encanta—digo entre jadeos.
Sus caderas se sincronizan con las mías y llega más a fondo dentro de mí. Grito y
gimo mientras el placer me abraza, ya no duele, ahora es puro placer carnal.
—Oh, Travis...—gimo—. ¡Ah!
Se acuesta en la cama, llevándome con él y se da la vuelta. Mi espalda se
encuentra con el colchón y él queda encima de mí. Sus labios atrapan mis pechos
y los succionan, jadeo cuando muerde mi pezón, es demasiado.
Vuelve a penetrarme y mis piernas lo abrazan, se mueve dentro y fuera de mí
como si nuestra vida dependiera de ello. No es solamente duro, es brutal, es
salvaje y lleno de pasión. Me encanta.
—Más—ruego.
—No sabes lo duro que seré a partir de ahora.
Y acelera sus movimientos, agarra una de mis piernas y la abraza con su brazo,
hasta que tiene más acceso a mí. Siento como cada parte de mi sexo lo abraza y
se tensa con cada penetración es tan duro pero tan excitante que en lo único que
puedo pensar en en más.
—¡Ahh! ¡Más Travis!
Sube mis piernas a sus hombros y esta vez si siento como cada ola de placer me
abraza, el clímax se acerca. Mis pechos se mueven con cada de sus duras
penetraciones y gimo cuando siento a mi cuerpo caer en picada. Mi orgasmo aviva
el suyo, sus movimientos se hacen torpes y más rápidos. Me corro alrededor de su
pene, gritando su nombre y cuanto lo amo.
—¡Jane!—y se corre violentamente dentro de mí, llenándome con todo su placer.
Nos quedamos en silencio, quietos, el único sonido emitido es el de nuestra
respiración acelerada. Lo siento salir de mí y abro las piernas para que se coloque
entre ellas; su cabeza descansa entre mis pechos y mis manos acarician su
cabello. Esto es lo mejor del sexo, el sentimiento que tienes durante y después de
hacer el amor.
—Eso fue...—empieza a decir, pero las palabras se quedan en el aire—. Dios,
Jane, no tengo palabras.
—Lo sé—estoy total y completamente de acuerdo.
—No puedo creerlo... ¡Todo lo que te he enseñado lo estás usando en mi
contra!—mi mirada baja a la suya, frunzo el ceño con diversión y él empieza a
reír—. Debí suponerlo, ahora me vas a matar cada vez que tengamos sexo y voy
a terminar inválido a los cuarenta.
Me río, él también lo hace—Por Dios, estás loco—digo, entre risas—. Pues
aprovechemos antes de que quedes inválido.
—Tengo que recuperarme primero, nena—hace pucheros.
—Yo también, fue increíble.
La música entra a mi campo auditivo y me acuerdo que tenemos una fiesta a la
que asistir. ¿Cómo pude olvidarlo?
—Por más que me guste repetir, tenemos que bajar, Trav.
Hace otro puchero, pero asiente.—Está bien, bebé, bajemos.

Ya estamos abajo, me tocó retocar mi maquillaje y alisar mi vestido para no


levantar sospechas, pero al parecer nadie se dio cuenta de nuestra escapada para
hacer el amor.
Travis ha bebido mucho, wiskey, vodka, ron, todas las bebidas que el bar de la
casa te ofrece. También bebió un Jagermeister. debería decirle que no beba tanto,
pero es su cumpleaños y quiero verlo feliz. Está conversando con sus amigos del
fútbol y riendo a carcajadas, me encanta verlo tan feliz y alegre.
Estoy tan jodidamente enamorada de este hombre.
Ponen la primera canción que bailamos juntos aquí, en esta misma casa, la
primera vez que nos besamos cuando yo estaba consciente. Su cabeza da un
giro, y me mira, le sonrío pícaramente y me dirijo a la pista de baile, mis ojos
nunca dejan los suyos. Empiezo a mover mis caderas al ritmo de la música,
tratando de seducirlo. Cierro mis ojos, concentrándome en la música y en el
movimiento de mi cuerpo. Al abrirlos, él ya no está junto a sus amigos, ellos miran
en mi dirección.
Siento unas manos aferrarse en mi cintura. Me doy la vuelta, creyendo que es
Travis pero no... Es Logan.
—Síguete moviendo, muñeca—susurra, me empiezo a reír y me alejo de él.
—Lo siento, Logan, pero le estaba tratando de seducir a mi...
—Novio—La voz de Travis se hace presente entre nosotros.
Mierda.
Antes de que me de cuenta, el codo de Travis viaja hacia arriba y su puño se
estampa en la nariz de Logan, haciendo callar a toda la fiesta. Mis manos cubren
mi boca cuando Travis se monta a horcajadas sobre Logan y empieza a estampar
su puño una y otra vez. Logan Alcanza a dar unos cuantos golpes en el rostro de
Travis, pero él ni se inmuta. Empieza a golpear a Logan con ambas manos hasta
que este ya ni se mueve, más bien la sangre de Logan empieza a derramarse en
una velocidad que aterra. Está inconsciente y eso a Travis parece importarle muy
poco.
—¡Travis, lo vas a matar!—grito, con las lágrimas ya bajando por mis mejillas. Él
detiene su puño en el aire y se voltea para mirarme. Me desconcierta en el odio
que encuentro en su mirada.
Se para de encima de Logan, y escupe en su rostro. esto es demasiado
humillante. Logan no hizo nada malo, sólo se me acercó para molestar a Travis,
no se merece ser golpeado de esta manera.
Travis me empuja cuando pasa por mi lado y casi me caigo al piso, a no ser
gracias a un chico que me atrapa antes de que caiga. Siento la ira bullir en mí,
nadie tiene el derecho de tratar a una mujer así, voy detrás de él, caminando lo
más rápido que estos tacones me permiten. Cuando llego a su altura, él ya había
atravesado la puerta, así que estamos en el jardín. Jalo de su brazo y se voltea a
verme furioso.
—¡¿Qué carajos te pasa?!—grito—. ¡¿Cómo te atreves a empujarme?!
—¡De la misma manera que tu te atreviste a engañarme en mi cara!—grita, la ira
es clara en su semblante. Se para casi a mi altura, claramente amenazador.
—¡¿De qué demonios hablas?! ¡No te engañé!
—¡¡CLARO QUE LO HICISTE!! ¡Ese hijo de perra tocó tu cintura en mi puta cara y
tú te reíste!
—¿Y?—pregunto, cruzándome de brazos—. Me separé de él. Tal vez deberías
ver e informarte mejor. ¡Mierda! ¡Tu eres mi novio, él no hizo nada malo!
La ira se apodera de él cuando escucha mis palabras, y dispara:
—Bueno, tal vez tu deberías dejar de vestirte como una zorra.
Auch...
Mi boca se abre en forma de O, ¿acabó de decir que me visto como una
cualquiera?
—Y si me permites—empieza a decir—, voy a ir adentro a bailar con alguna perra
para que veas lo que se siente.
Ya no grita, pasa por mi lado y entra a la casa, dejándome sola en medio de la fría
noche de otoño, la lluvia se hace presente pero yo no puedo moverme. Escucho
que la música regresa y la ira me envuelve otra vez. ¿Como se atreve a llamarme
zorra?
Doy la vuelta, pero me quedo estática cuando en el inicio de las escaleras
encuentro a Travis hablando con Dove. Los ojos del hombre que amo tanto se
encuentran con los míos y veo la determinación en su semblante.
Por favor, no lo hagas, por favor...
Y besa a Dove. Nunca abandona mis ojos mientras agarra el rostro de ella con
ambas manos, metiendo su lengua en la boca de Dove. Siento las lágrimas
quemar mis ojos mientras miro la escena, pero no puedo dejar de mirar. Lo peor
es que Dove le sigue el beso, sin ningún rastro de vergüenza. Ambos matando y
apuñalando mi corazón.
Mi corazón se paraliza y en su lugar se instala un vacío. Siento que morí, siento
que me falta algo.
Se separa jadeante de ella, Dove se voltea y me mira, sus ojos se abren como
platos al verme y el entendimiento se clava en su rostro. Se voltea a Travis y su
mano choca contra la mejilla del chico que creí que me amaba hace apenas unas
horas atrás. Ella se marcha, pisando fuerte y cuando llega a mi lado, susurra un "lo
lamento" y se va.
Parece que el cerebro de Travis conectó otra vez, porque cuando me mira, el
arrepentimiento se hace claro. Camina hacia mí, dejando que las gotas de lluvia
mojen su camisa, mi cabello está empapado y el frío cala mis huesos, pero no
siento nada. Sólo dolor. Mis lágrimas se mezclan con las gotas que caen sobre mi
cara.
Cuando me alcanza, quiere tomar mi mano pero la separo bruscamente.
—¡¡NO ME TOQUES!! ¡¡NO TE ATREVAS A TAN SIQUIERA VERME!!—le grito
en su cara.
El dolor de mi rechazo atraviesa su cuerpo y se encoje, bien, que se vaya a la
mierda.
—Jane, yo...
—¡¡CIERRA LA PUTA BOCA!! ¡¡CIÉRRALA!!—lo interrumpo, las lágrimas no
dejan de bajar por mi rostro—. ¿Dijiste que yo te engañé en tu cara cuando yo no
hice nada?—ya no grito, ya no puedo—. ¿Y cómo se llama lo que tu acabaste de
hacer? ¿Eso no es engañar?
Miro que sus ojos se llenan de lágrimas, pero ya no sé si son verdaderas o no.
—Jane, lo lamento tanto—solloza—. Estaba ebrio y enojado, nunca debí... yo... Te
amo, nena, no hagas esto. Te amo más que a mí mismo. En verdad te amo, Jane.
—¿Que no haga esto?—quiero gritarle, pero ya no encuentro mi voz—. Puta
madre, eres tan cínico que hasta incluso tus lágrimas parecen reales. No te creo
nada.
Su rostro se contrae al escucharme, como si lo hubiera abofeteado. Quisiera que
sienta lo que yo sentí, pero no me voy a rebajar al nivel de un mentiroso como él.
—¿Ya no crees en mí?—susurra, dolido.
—La verdad es que ya no—susurro, con un dolor tan inmenso que me da decir las
siguientes palabras—: y si no hay confianza, entonces esto ya no existe.
Se topa el pecho como si lo hubiera apuñalado, abre su boca en forma de O y veo
como las lágrimas bajan por sus mejillas.
Me duele mucho más a mí que a ti.
—No—pasa sus manos por su pelo y rasca su nuca, cae de rodillas frente a mí—.
No, Jane, no hagas esto. Dijiste que nunca me dejarías.
Sollozo, lo hace mucho más difícil para mí. Pero si esto hizo delante de mí, quien
quita si no me ha engañado a mis espaldas. Y si no lo ha hecho, tal vez lo haga en
el futuro; y mi corazón no puede pasar por eso, ya no. No me debo dejar humillar.
—Dije que no te dejaría, pero hiciste algo que no soy capaz de perdonar.
—No, no, ¡NO! ¡NO PUEDES DEJARME!—se abraza a mis piernas—. Dime que
me amas, Jane, dime que me amas y que no me dejarás. Dime que todo es una
maldita broma, un puto castigo por mi comportamiento. Dime que todavía eres
mía.
Solloza, abrazado a mis piernas y mis sollozos se mezclan con los suyos. No
quiero dejarlo, pero es mi decisión y él me obligó a tomarla.
—Todo estaba bien —dice—. Te amo, Jane y sé que me amas, por favor
perdóname. Nunca debí hacerlo, pero cambiaré. Lo haré.
—Te amo, Travis —admito—. Pero ya no sé si debo seguir haciéndolo o no. Nada
me garantiza que no volverás a hacerme daño.
Y me separo de él, corro hacia la vacía calle, dejándolo allí, arrodillado en el
césped de la casa de fraternidad. corro y corro, hasta que mi tobillo se dobla y
caigo de rodillas en la fría acera.
Un relámpago suena y me sobresalto, las lágrimas y las gotas de lluvia mojan toda
mi cara, pero tengo que ponerme de pie.
Me saco los tacones en medio de la acera. Las lagrimas siguen cayendo por mi
rostro así intente retenerlas, estoy bastante segura que mi maquillaje está corrido
por la lluvia que cae sobre mi y por el llanto que parece no querer detenerse. Mis
pies duelen, el frío se cala por mis huesos a través de mi falda, pero nada se
compara con el vacío y el dolor que siento en mi pecho.
Me siento humillada, retraída, me siento... flébil, vacía y muerta por dentro. Nunca
me había sentido así, nunca en mi puta vida.
Escucho un claxon y maldigo para que no sea él, miro sobre mi hombro y me
alegro de ver un Mercedes en vez de un Audi.
Kylie abre la puerta del copiloto y me subo, mis movimientos son robóticos y
monocromáticos. No me abrocho el cinturón, y cierro la puerta. Miro al parabrisas,
sin ver exactamente. Sollozando en silencio.
—¿Me vas a contar por qué Travis está destrozando todo en la fiesta?—pregunta,
con cautela.
Seco mis lágrimas con la parte reversa de mi mano y sorbo por la nariz. así las
seque, el agua sigue cayendo por mi rostro.
—Travis... Agh, ni siquiera puedo decirlo—digo, con asco y pesadez en mi voz.
—Bebé, eres mi mejor amiga, y sea lo que sea que haya pasado te apoyaré—
murmura, aparcando el auto fuera de mi casa. Sonrío, una sonrisa triste—. Pero
tienes que desahogarte, y qué mejor con la pelirroja pecosa que conoces desde el
jardín de niños.
Suspiro y suelto la bomba:
—Estos días han sido una montaña Rusa de emociones para Travis y para mí—
digo, sintiendo las lágrimas caer con más fuerza—. Pero hoy todo estaba bien, no
peleamos y hasta tuvimos sexo en la fiesta—me sincero—. Hasta que pusieron la
primera canción que bailamos en la fiesta de fin de año de la fraternidad. Empecé
a bailar para él, todo estaba excelente—mi voz desaparece—. Sin embargo,
Logan apareció en la fiesta y me agarró de la cintura mientras yo bailaba para
Travis. Y él le golpeó hasta dejarlo inconsciente. Después Travis me dijo que me
visto como zorra y besó a Dove en las escaleras, fin.
Abre su boca hasta el suelo, veo la ira bullir en su rostro y su cara se enrojece
hasta estar casi del color de su cabello.
—¡Ese hijo de puta!—grita después de varios segundos—. Jane, llama a ese
imbécil y termina con él. ¡Ahora!
—Eso fue lo que hice—y empiezo a sollozar de nuevo.
—¿Terminaste con él?—pregunta, sorprendida.
Hago un sonido de afirmación.
—¡Osita!—exclama y me abraza, sollozo en el cuello de mi amiga hasta que mis
pulmones queman.
Cada vez que recuerdo su rostro besando a Dove... cada vez que lo recuerdo
insultándome... Sé que mi decisión también me duele, pero no puedo dejar que
me trate de esta manera. Yo no soy una chica a la que humillan, pero todo el
mundo cree que sí. Jessica, Oliver, el instituto, y ahora Travis.
Después de unos diez minutos me separo y salgo del auto, ella me sigue dentro
de mi casa, preocupada para que no me quede sola. Pero lo que no entiende es
que es lo que más quiero.
Me acuesto en mi cama, con la ropa mojada y apenas toco mi almohada, empiezo
a sollozar. Kylie busca una pijama en mi armario, se la pone y se acuesta a mi
lado. Sólo me abraza, pero no dice nada más, y se lo agradezco.
Mis pulmones y mi garganta me duele, esto es lo peor que me ha hecho. No seré
capaz de perdonarlo.
Lloro hasta quedarme dormida, pero la imagen de Travis besando a Dove rondan
en mi mente.
Ya por favor, sólo quiero olvidar.
Travis
La miro alejarse de mí, grito su nombre una y otra vez, pero no me escucha, ni yo
me escucho. Corre lejos de mí, dejándome solo en medio de esta oscuridad.
Dejando un vacío en su lugar, un vacío que solo ella puede llenar.
Mis manos tocan el césped sucio y áspero, mis lágrimas bajan por mi rostro y mi
cuerpo tiembla con cada sollozo.
Me dejó. El amor de mi vida me dejó.
La única vez que experimenté un sentimiento así fue el día en que mi madre
murió, y se siente horrible.
¿Por qué lo hice? ¿Por qué besé a esa chica? Jane no hizo nada malo y me
comporté como un auténtico capullo. Jane me ama y yo la amo. ¿Por qué lo hice?
No podía pensar, el alcohol estaba confundiendo todo en mi cerebro y en lo único
en que podía pensar era en vengarme de mi Jane.
¿Pero vengarme de qué?
—¡Jane! —grito al aire, quiero que regrese, que sea mía de nuevo.
La amo, joder, la amo con toda mi alma.
Me levanto y regreso a la casa, subo corriendo las escaleras y voy al cuarto,
donde hicimos el amor hace unas horas antes. Mis ojos se encuentran con las
sábanas que todavía están maltrechas, los recuerdos de cómo la hacía mía otra
vez llegan a mí. Y enloquezco.
Halo las sábanas de un solo jalón, estas caen al piso y el olor a Jane me inunda
nueva mente. Empiezo a patear la cama, eso no me brinda dolor. Golpeo la pared,
esperando sentir un dolor que se iguale al de mi pecho, pero no consigo nada. Voy
por la ventana y un dolor de satisfacción se cala en mis nudillos; la sangre
empieza a caer al suelo y se reúne con las sábanas. Eso no hace más que
enfurecerme. Que recordarme a la primera noche que le hice el amor a Jane. Las
lágrimas empiezan a bajar nuevamente y voy por mi antiguo librero, lo tiro al suelo,
causando un estrépito que toda la música del piso de abajo calla. Caigo de rodillas
nuevamente, en medio de las sábanas que todavía huelen a ella y a mí, y a
nuestra muestra de amor.
Unas manos me sujetan y me ayudan a ponerme de pie, me encuentro con la
mirada de Jake, me mira con preocupación y entendimiento. Kylie aparece,
corriendo en mi dirección, viendo hacia la ventana, ella entiende lo que pasó, ella
sabe a dónde fue su amiga.
—¡¿Qué le hiciste?! —grita la pelirroja, empujándome, zafándome del agarre de
Jake.
—Amor, Travis ya está muy alterado —dice Jake, en un intento vano de calmar a
su novia.
—No empieces ahora, Jake Alexander —gruñe la mejor amiga de mi Jane.
Pero ya no es mía.
Mi cuerpo empieza a temblar por los nuevos sollozos que salen de mí. La perdí.
Perdí a la única mujer que voy a amar en toda mi patética existencia.
—Yo sólo... —no puedo hablar, mi garganta duele y el llanto me impide formular
una palabra por lo menos.
—Iré a buscarla —dice Kylie, decidida—. ¿Vienes? —se dirige a Jake.
—Me quedaré con Travis, él me necesita como Jane te necesita a ti —responde
Jake.
La pelirroja sale corriendo de la habitación, a través de la ventana se ve como se
monta en su coche y se marcha, Jake se queda a mi lado mientras vemos el auto
de Kylie desaparecer en la oscura calle que va a la ciudad.
Mi rostro se contrae cuando las imágenes de todo lo que pasó hoy se hacen
presentes en mi cerebro. ¿Cómo pude ser tan egoísta, tan hipócrita?
No sólo utilicé a Jane, yo sabía los sentimientos que Dove tiene por mí y los utilicé
para hacer daño a mi chica. Soy despreciable. Soy un hijo de puta y me merezco
todo este dolor.
Vuelvo a caer de rodillas en el suelo y cubro mi rostro mojado por las lágrimas y la
lluvia que cayó, mi cuerpo tiembla con cada sollozo, con cada muestra de
desesperación.
Debo recuperarla, moriré sin ella.
—¿Vas a contarme que es lo que pasó? —pregunta Jake, con cautela,
arrodillándose a mi lado.
Asiento y empiezo a contarle todo lo que pasó hoy, sin justificar mis acciones, sin
hacer nada de eso. Fui un hijo de puta y lo único que me he ganado es que mi
gafitas me deje. El dolor en mi pecho es enorme, como si me hubieran arrancado
la vida y el alma, pero eso hice.
Mi vida es Jane, y la perdí. Mi alma es la suya y se fue.
—Amigo, eso está extremadamente jodido —dice, apenas termino—. Pero Jane
es comprensiva, hubiera hecho lo mismo en tu lugar. Si un hijo de puta se hubiera
acercado a Kylie... —niega con la cabeza—. No estoy defendiendo tus acciones,
pero quiero que sepas que no eres el único que actúa así. Ahora debemos pensar
en la manera de recuperar a tu chica.
—La perdí, Jake. Perdí a Jane —mi voz sale ahogada.
—Esperemos hasta el lunes, ¿está bien? Hablarás con ella, aclararán las cosas y
todo será como antes.
Eso espero.
***
Cuatro días...
Han pasado cuatro jodidos días desde que no he sabido nada de Jane.
No he comido, no he dormido, no me lo merezco.
Es miércoles y ella no ha aparecido por la escuela, la extraño, la extraño como un
jodido loco. No ha venido, llamo a su teléfono y no responde, llamo a su casa y
Cristin me dice que no se encuentra, mi única fuente de información es Kylie, pero
me ha estado evitando a toda costa. Cada vez que me levanto de mi cama, miro
una fría pared blanca que me representa: vacío y en blanco.
Miro a las hojas de los árboles que caen por el otoño y me acuerdo de sus ojos:
Cafés, vivos, llenos de brillo.
Jane no es una belleza llamativa como Jessica o como Dove; Jane es una belleza
que puedes dejar pasar desapercibida, pero si la estudias bien, será lo más
hermoso que puedes llegar a ver en toda tu vida. Jane es esa clase de belleza que
tiene es una gracia discreta que puede cautivar hasta al más exigente ser humano
que guste de la belleza femenina.
Así es mi Jane: hermosa, pura, radiante... ella.
Pero yo renuncié a admirar su belleza, contra mi voluntad. Y ahora viviré sin mirar
esos ojos cafés que me tienen cautivado, sin ver esos finos rasgos de su rostro,
sin acariciar la curvatura de su cuerpo, sin deleitarme con lo que su corazón tiene
para ofrecer.
No. Me niego a renunciar a ella.
Es la hora, voy a ir a hablar con Kylie quiera o no. Quiero saber cómo está Jane,
quiero saber si me extraña o si se siente igual que yo. No quiero que ella sea tan
miserable como yo me encuentro, pero sólo quiero saber de ella.
Jake no ha podido sacar información a su novia, sin embargo, aprecio que mi
mejor amigo me quiera ayudar en esto.
Pedazo de gilipollas.
Visualizo a la pelirroja guardando sus cosas en su casillero, me acerco con
cautela, pero a paso rápido hasta que estoy a su altura, ella está con sus
auriculares puestos, por eso no nota mi presencia.
Cierro su casillero y esta salta por el impacto, se arranca los auriculares de las
orejas, con rabia y mira en mi dirección, lista para gritarme, pero me adelanto.
—Sólo quiero saber de Jane —suplico.
Ella me mira con su rostro cargado de odio, nunca me había regalado esa mirada
de la mejor amiga de Jane, pero no me afecta. Me afectara si viniera de mi gafitas.
—¿Quieres saber de ella? —pregunta con incredulidad—. ¿En serio? ¿Qué
pasaría si te digo que no ha comido, ni dormido, ni se ha movido de su lugar?
Me quedo estático en mi lugar, no... me niego a pensar que mi gafitas está mal.
Ella es fuerte, ella no es como yo, no...
—Porque lo que digo es verdad —afirma, se cruza de brazos—. No habla, no
come, sólo llora, parece muerta en vida. ¡Y todo es por tu culpa!
—Yo... —me obligo a hablar—. Yo no quería esto. Yo la amo, Kylie. Amo a Jane.
—Si la amaras no le hubieras hecho todo lo que le hiciste. ¡No hubieras ido a
besar a otra en sus narices! ¡No la hubieras llamado zorra! ¡No tratas así a alguien
que amas!
Jake se acerca al ver nuestro pequeño altercado, abraza a su novia, pero ella se
zafa. Por un instante la decepción se apodera del semblante de Jake, pero se
recupera rápidamente.
—Cariño, relájate —dice Jake—. Travis ya se siente lo suficientemente miserable
como para que lo hagas sentir peor.
—¡¿Cómo para que le haga sentir peor?! —grita su novia—. ¿Y qué hay de mi
amiga? ¡Ella es la más afectada en todo esto! Ella no te engañó, Travis. Tú si lo
hiciste.
El silencio se apodera de mí. Dios, soy un jodido imbécil. No creí que mi Jane se
encontraba tan mal, pero es así. Ahora sólo quiero encerrarme en mi coche para
ahogarme en mi sufrimiento.
—¿Y crees que no lo sabe? —salta Jake, al ver que no respondo, dirigiéndose a
su novia claramente furioso—. ¡Estaba borracho! No sabía lo que hacía.
—¿Tu hubieras actuado igual? —pregunta Kylie, desconcertada por la actitud de
su novio—. ¡Esa no es una excusa! Ahora mi mejor amiga está siendo miserable y
todo por la culpa de este idiota.
—Si un hijo de puta se hubiera acercado a ti, sí, sí hubiera actuado igual. Hasta
mucho peor. —Contesta el pelirrubio, con rabia.
Esto ya no se trata de mí o de Jane, esto ya se volvió personal para ellos.
La boca de Kylie cae en forma de O; está sorprendida, la decepción se apodera de
ella. Sé que Kylie quiere llorar por la forma en que parpadea rápidamente, pero no
lo hace. Es mucho más fuerte que lo que su subconsciente quiere hacer.
—Bien —dice la pelirroja después de un tiempo—. Al parecer ambos escogimos
un lado, pero déjame decirte algo, Jake —la voz de la mejor amiga de Jane se
rompe, pero no derrama ni una lágrima—. Tú estás en el jodido lado equivocado.
Y saber que tú me hubieras hecho algo mucho peor, me rompe el corazón.
La razón remplaza la rabia en el semblante de Jake. —Nena, no entendiste mi
punto —se apresura a decir—. Mi punto era que...
—Creo que debemos darnos un tiempo, Jake —dice Kylie, tomándonos por
sorpresa a ambos—. Creo que... Joder, estoy enojada y debo aclarar mi mente, tú
debes pensar en lo que está bien y lo que está mal y... —se detiene, una única
lágrima baja por su mejilla—. Tengo que protegerme a mí misma. Tengo que
pensar en mí, y únicamente podré hacerlo sin ti, pensando sólo en mí.
Y se va, sale corriendo en dirección a la puerta de la escuela, y en dirección a su
coche. Jake aterriza en la tierra y sale corriendo detrás de ella, gritando su
nombre. La desesperación le consume, y entiendo que lo que hice estuvo mal.
Jodidamente mal.
Esto es mi culpa. Todo es mi culpa. Siempre arruino todo.
Jane
Cuatro días...
Han pasado cuatro jodidos días.
Miro la pared vacía y en blanco de mi habitación; entiendo a esa solitaria pared, es
exactamente como me siento: vacía y en blanco.
No he salido de mi habitación ni para comer, sólo he ido al baño, pero no me he
bañado. Ya no recuerdo el sabor de la comida, ni lo que es tener algo en el
estómago. No he dormido, porque cada vez que cierro los ojos, la cara de Travis
besando a Dove vuelve a mi mente.
Y ahora que miro esa fría pared, me recuerda las sábanas blancas que solían
acariciar mi piel después de hacer el amor con él. Me recuerda el color de sus
camisas con las que sabía dormir. El olor de su aroma.
Desvío la mirada hacia la ventana, donde un bosque aparecen en mi campo de
visión, las hojas ahora son de un color dorado y rojo, pero me recuerdan a cómo
saben estar en pleno verano, y el color de sus ojos se hace presente. El color
verde de un bosque oscuro, de una piedra preciosa, color esmeralda. Un color
hermoso que son mi camino y mi perdición.
Todo me recuerda a él, hasta incluso estas cobijas que cubren mi cuerpo, me
recuerdan a todas las veces que dormimos juntos y a la única vez que hicimos el
amor aquí.
No era sólo sexo, era más, mucho más, era como nos conectábamos y la
sincronía que nos poseía. Era la forma de demostrar todo nuestro amor, en un
acto de placer, amor, pasión, cariño y aprecio.
Pero no lo extraño, sin Travis no sería lo mismo.
El primer día era el más difícil, no me paré de mi cama en todo el día, ni para
comer. Y así pasaron los días siguientes. Kylie viene a pasar conmigo todas las
tardes, no habla, sólo me ve y me trae agua o comida. Le se agradecer por el
agua, pero la comida suele estar de más.
Unos golpes en la puerta me sacan de mi autocompasión y miro la puerta, susurro
un "pase" y la puerta se abre, mostrando a una Kylie envuelta en lágrimas; su
cabello rojo está despeinado y su rostro está sin maquillaje por toda el agua que
sale de sus ojos, revelando las pecas que cubre con maquillaje. Me incorporo y
abro los brazos, mostrando señal de apoyo. Ella corre en mi dirección y me
abraza, sollozando en mi pecho. Las lágrimas empiezan a salir de mí y un llanto
silencioso me arrasa, lloramos por varios minutos hasta que no nos quedan
lágrimas. Kylie solloza, yo sólo me limito a llorar en silencio.
—Terminé con Jake —dice entre sollozos, me separo de ella y la miro, para que
continúe—. Travis se me acercó hoy —la simple mención de su nombre hace que
mi corazón ya destrozado se rompa aún más—. Me preguntó por ti y pues me
molesté mucho, se veía realmente arrepentido...
—No... —murmuro, no quiero hablar de Travis por ahora, ni nunca.
—Está bien —dice, con entendimiento—. En fin, Jake se nos acercó y empezó a
defender a Travis y dijo que él me hubiera hecho algo mucho peor. ¿Te imaginas?
Creí que... —solloza—, creí que él había cambiado por mí. Pero no, no ha
cambiado y eso me... me rompe el corazón.
Lágrimas negras manchadas de rímel caen por sus redondas mejillas, ¿mencioné
que mi amiga es cachetona?
Eso no viene al punto, Jane. Me reprocho.
—¿Y después? —la aliento, para que continúe.
—Cuando me subí al coche, empezó a decir que él no quiso decir eso, que lo suyo
no nos debería importar a nosotros, ¿puedes creerlo? Eres mi mejor amiga, Jane,
no te dejaré sola.
—No los incumbe —la interrumpo, viendo sus ojos marrones—. No debes pelearte
con Jake, terminar con él, por los ideales que tengan sobre Travis y yo. Yo los
amo, Travis los ama, no peleen por nuestra culpa.
Es la primera vez en cuatro días que pronuncio el nombre de él. Ni en mis
pensamientos lo había nombrado tanto como hoy.
Kylie me mira como si me hubiera salido otra cabeza, como si el pelo me
empezara a crecer por todos lados.
—Claro que me incumbe —dice, con aire ofendido—. Eres mi mejor amiga, él es
el mejor amigo de Travis, ambos tenemos nuestros lados, pero él está
equivocado.
—Lo sé, yo... —me interrumpo y me quito el cabello sucio y enredado de la cara—
. No quiero esto, no quiero que tú sufras por mi culpa.
—No lo hago por tu culpa —se limpia las lágrimas de las mejillas—. Jake y yo
hemos tenido varias peleas y problemas por sus celos. Quiero un novio, ¿sí?
Quiero a alguien que me cuide y me ame, un novio cariñoso y jovial. No un papá.
—¿Por qué nadie me dijo que el amor duele tanto? —pregunto, no va dirigida a
nadie. Sólo quiero saber si este dolor es normal o no.
—Porque nadie sabe con exactitud lo que es el amor —contesta Kylie, mirando a
la fría pared que yo miraba hace apenas un instante—. Todo el mundo piensa que
sabe lo que es, todos creen amar, pero sólo pocos tenemos la desgracia de
hacerlo realmente.
—Pero sigo sin entender por qué duele. Se supone que el amor te debe traer
felicidad y alegría, no... —nos señalo a ambas con mi dedo índice—, no esto.
No decimos nada más, nos enfrascamos en un tenue silencio, mirando a esa
blanca y vacía pared.
***
El viernes por la mañana, decido que es hora de bañarme. Mamá me ha estado
molestando todo el día de ayer para que vaya a la escuela, y como hoy es viernes,
decido ir sólo porque mañana es fin de semana y podré reunir suficiente valor para
ir.
Y como mañana es sábado, se cumple una semana desde que dejé a Travis.
¿Seré algún día capaz de perdonar su traición?
Mierda, no lo sé.
Me demoro en la ducha mucho más de lo que necesito. Treinta minutos después
de estar bajo el agua y de ver como mis dedos se arrugaban por el agua caliente,
salgo de la ducha. Limpio el espejo empañado y mi reflejo se hace presente: una
chica con el cabello húmedo, bolsas en los ojos, sin color ni vida en su rostro y con
un escalofriante aspecto que ni el maquillaje podrá cubrir.
Y dudo mucho que tenga ganas de maquillarme.
Resoplo ante mi reflejo y voy a mi habitación, para alistarme. ¿Por qué me deshice
de mi antigua ropa? Ahora es cuando más la necesito y estas faldas no me
ayudarán mucho. Busco en mi armario algo tenue y lúgubre que ponerme.
Encuentro una sudadera gris, unos vaqueros negros y unas converse viejas.
El look perfecto para los infectados con "El síndrome del corazón roto"
Por esto quería morir soltera. Sabía que, si me enamoraba, esto pasaría, y ahora
estoy pagando por mis actos.
Si tan sólo no me hubiera enamorado de Travis, justo ahora estuviera feliz, siendo
su mejor amiga, imaginando mi futuro de solterona y millonaria, y conservando mi
virginidad.
No, no lamentas eso. Se burla mi subconsciente.
Y sinceramente no lo hago, me gusta el sexo, pero sólo con él. No me veo
entregándole esa parte tan importante de mí a alguien más. No podría. Así no lo
quiera aceptar ahora, Travis es el amor de mi vida. Y sé que nunca amaré a nadie
como lo amo a él.
Tal vez sí logre mi sueño de soltera rica y millonaria.
***
Mi madre me trae a la escuela en su auto, me da un beso en la mejilla y se
marcha al hospital. Apenas bajo del coche, todas las miradas caen sobre mí y
escucho a las personas murmurar cosas como: "¿Estará embarazada? ¿Por eso
no ha venido a la escuela?" "Dicen que le encontró a su novio en un trío con Dove
Garden —¿La de tercero? —Con ella exactamente." "Pobre, le pusieron los
cuernos en la fiesta que organizó a su novio."
Camino, ignorando todos los comentarios sobre mí o él, o Dove Garden, o lo que
sea. Miro mis zapatillas sucias y gastadas, gracias al cielo no las tiré.
Al entrar en la escuela, camino por el largo pasillo y escucho más murmullos de
los cuales no quiero escuchar más. Los ignoro mientras aprieto las correas de mi
mochila. Levanto la vista y miro a un Travis desaliñado sentado en el medio de su
casillero y el mío, lleva una gorra roja sobre su cabeza y está escribiendo en una
libreta con rapidez, me paro en seco.
¿Es en serio? ¿Tanto me odias Dios?
Levanta la vista de su libreta y sus ojos se encuentran con los míos, veo un atisbo
de alegría y alivio cruzar su semblante. Mentiroso.
Le ha crecido barba, cabellos rebeldes salen de su gorra, lleva una sudadera gris,
vaqueros negros y converse, genial, ahora hasta parece que coincidimos en lo que
vestimos.
Me armo de valor y me acerco a mi casillero, al llegar, él se pone de pie, pero yo
no le devuelvo la mirada, si lo hago, me pondré a llorar y no quiero hacer el
ridículo.
—P-permiso, por favor —digo, sin verle, para que se quite.
—Jane —murmura, como si no pudiera creer mi presencia.
Esto es una mierda. Sólo quiero que este día pase rápido, fue un terrible error
venir aquí.
—Permiso —digo con más fuerza esta vez.
Como no está en posibilidad de discusión, se retira y abro mi casillero. Empiezo a
guardar mis cosas, con sus ojos todavía mirándome fijamente. Cuando termino y
agarro mi libro de Biología, cierro mi casillero y estoy dispuesta a irme.
Pero unos dedos cálidos y reconocidos agarran mi muñeca. Su tacto hace
estragos en mí, siento como mi piel quema y lo abraza. Lo he extrañado tanto.
Quiero llorar, pero me abstengo y miro con ojos bien abiertos como sus dedos
acarician la piel de mi mano.
Caigo en la realidad y aparto mi mano bruscamente.
—Jane, lo lamento tanto —empieza a decir, mis ojos conectan con los suyos y me
maldigo porque no puedo apartar la mirada—. No he comido, ni dormido, y sé que
no me lo merezco, pero quiero que sepas que me siento miserable y eso sí me lo
merezco. Te amo, Jane, fui un idiota y lo siento, pero no volverá a pasar. Yo te
amo, te amo.
Siento un nudo la muy conocido en mi garganta, quiero ponerme a llorar, pero
tengo que ser fuerte. Me percato que Todas las miradas están sobre nosotros,
todas... Incluso la de Dove. La ira fluye en mí y le dirijo una mirada cargada de
odio, eso parece descomponerlo porque parece claramente desconcertado.
—Aún puedo ver el labial de esa zorra en tu boca —escupo, con odio—. Ah, se
me olvidaba que la zorra era yo.
Su expresión es aún más desconcertante y dolorosa, como si le hubiera
abofeteado. Giro sobre mis talones y me voy a clase, espero que este día pase
rápido.
Llego a mi clase y me siento en el primer puesto, después de un momento, Travis
entra y se sienta en la banca de al lado, genial.
Empiezo a garabatear cosas en mi cuaderno, cosas que no tienen sentido alguno,
todo para no poner atención a Travis.
El profesor Hall entra a clases y agradezco al cielo que haya llegado tan rápido.
—Buenos días clases —dice Hall, todos responden con un saludo—. Quiero saber
cómo les ha ido en la tarea para hoy. Así que déjenla sobre mi escritorio.
¿Tarea? Este día no puede estar peor.
Todos se paran y van a dejar su tarea, hasta incluso Travis se levanta y la deja
sobre el escritorio de Hall. Me pongo de pie y voy en dirección al pizarrón, donde
Hall se encuentra escribiendo algo sobre el dibujo del cuerpo humano.
—Buenos días, profesor Hall —lo saludo.
—Buenos días, señorita Beatle —dice, sonriéndome.
—Profesor, no traje mi tarea —deja de escribir y me mira confundido, es algo
nunca visto que yo no haga una tarea—. No la traje porque... —piensa, piensa,
piensa—. Como verá... mi padre me abandonó. Estoy pasando por un mal
momento.
Deja de escribir y me mira. —¿Cuándo sucedió eso?
—2012 —contesto.
—Entonces creo que deberías ir a un psicólogo y ordenar tus prioridades. Porque,
señorita Beatle, esa es la escusa más vaga que alguien me ha dado. Y le
agradecería que se sentara.
Mierda.
Doy la vuelta, en derrota y me siento en mi banca. Me hundo y miro por la ventana
hasta que termina la clase.
***
En la hora del almuerzo, ni Kylie ni yo queremos entrar a la cafetería, así que
vamos a buscan un sitio en el gimnasio donde nadie va en la hora del almuerzo.
Nos sentamos en lo alto del graderío y empezamos a comer. Hoy no quiero comer
lechuga ni comida de conejo, así que estoy comiendo una hamburguesa con
patatas fritas y una coca cola, y no es de dieta. Kylie está comiendo un pastel de
limón con zumo de naranja. Cuando ella está triste, le encanta comer dulces y
esas cosas.
Un carraspeo nos hace levantar la murada de nuestro miserable almuerzo. El
emisor de ese sonido es un chico alto, afroamericano, y que lo he visto en las
prácticas y los juegos de baloncesto.
—Están en mi sitio —dice, con una sonrisa de dientes blancos y brillantes.
Nos movemos para un lado y él enciende un cigarrillo, da una calada y se sienta
en donde Kylie y yo estábamos hace un momento.
—No se puede fumar en la escuela —le dice Ky.
—Lo sé, pero da igual —dice el muchacho, con un acento latino—. Oh, dónde
están mis modales; soy Jorge, Jorge Rodríguez. Ustedes deben ser las ex de los
jugadores de fútbol, ¿verdad?
¿Las ex de los jugadores de fútbol? ¿Es en serio? Tenemos nombre, ¿sabes?
Ky y yo compartimos una mirada, y luego asentimos con la cabeza.
—Ay, las compadezco, sé lo difícil que es salir con un jugador de fútbol americano.
¿Qué?
Kylie y yo nos miramos otra vez, ¿acaso este tipo negro, latino y varonil es...?
—¿Eres gay? —pregunta Kylie, sin rodeos.
Jorge sonríe, y asiente con la cabeza. —Claro que lo soy. Perdón por ser tan
directo, pero a veces me olvido que no todos tienen idea de mi sexualidad.
—No te preocupes —dice Ky—. ¿Y con quién saliste?
Jorge vuelve a sonreír. —¿Conocen a Oliver Hawlk?
¿Qué?
—¡¿Qué?! —gritamos mi mejor amiga y yo al unísono.
Jorge se ríe y nos hace una señal para que hagamos silencio.
—Salimos en secreto hasta vacaciones, antes de entrar a clases. Fuimos novios
por dos años.
Ay, mi corazón.
¿Oliver era gay? ¿Qué mierda? ¿No se acostaba con Jessica?
—Pero... —murmura Kylie—. ¿Él no se acostaba con Jessica?
Jorge suspira, su sonrisa se ha borrado. —Se acostaba con todo lo que tuviera
piernas. Es bi. Pero me dolía, porque lo nuestro era cerio. Me engañaba con
hombres y mujeres, era una tortura para mí. Así que terminé con él, y ahora soy
una perra feliz.
Su semblante feliz vuelve y es algo contagioso, porque, por un solo instante, me
permito sonreír después de seis días.
Creo que debo juntarme más con este chico.
Han pasado dos semanas desde que Travis y yo rompimos. Dos semanas en las
que han sido un infierno para mí.
Hoy es noche de brujas, y odio esta fecha. Se preguntarán, ¿quién odia
Halloween?
Pues yo.
Y es por una extraña fobia que tengo, las personas disfrazadas me dan pavor, así
estén disfrazadas de mariposas, me dan tanto miedo que salgo corriendo y
gritando.
—No voy a ir —digo, determinada. La fiesta de Halloween es esta noche, y estoy
jodidamente nerviosa—. Él va a estar ahí, no iré.
—Vamos, Jane —dice Jorge—. Va a estar todo el instituto y más colegios ahí. Y a
parte existen más penes que el de Travis.
—Yo tampoco quiero ir —dice Ky con una mueca.
Estamos sentados en mi sofá, viendo películas que no tienen nada romántico, solo
sangre, mucha sangre. Aunque Jorge no lo quiera admitir, él también está con el
corazón roto por todo lo que pasó con Oliver. Jorge se ha convertido en nuestro
tercer mosquetero, estas dos semanas ha estado muy unido a nosotras, y su
presencia nos hace sentir mejor a Kylie y a mí.
Pero en este momento quiero golpearlo.
Él quiere que vayamos a la fiesta de Halloween hoy, los chicos del fútbol
americano la organizan por el inicio de la temporada y porque están arrasando en
ella. Así que esta festividad es sólo una pobre excusa para emborracharse y
presumir que son mejores que otras escuelas.
Sinceramente me parece una estupidez, pero no debo incentivar el odio
adolescente hacia mí.
—Ay, vamos chicas, es muy poco probable que los encuentren con tanta gente allí
—se queja Jorge—. Y necesito apoyo moral. Oliver estará ahí y no puedo evitarlo
si estoy solo.
—¿Entonces por qué vamos? —pregunta Kylie, con la boca llena de palomitas.
Jorge pone los ojos en blanco, —Porque nuestros novios son unos idiotas.
Necesitan ver que la vida sigue con o sin ellos. Por favor, vengan conmigo, haré lo
que quieran. —hace pucheros y junta las manos.
Suspiro. —¿Me invitarás a comer después de la fiesta? —pregunto.
—Si no me consigo a alguien, sí. —responde.
—Entonces trato —sonrío.
—Y yo no quiero estar sola hoy —argumenta Kylie—. Pero no me voy a disfrazar.
Jorge vuelve a poner los ojos en blanco, pero no dice nada más, ganó.
***
—No puedo creer que vayamos a ir —dice Kylie, mientras se maquilla sus ojos
con absoluta fluidez—. No he hablado con Jake desde que terminamos y lo he
evitado todo el tiempo posible, y sinceramente no estoy lista para verlo.
—Pero lo extrañas, ¿no es así? —digo, terminando mi maquillaje.
Suspira y deja de maquillarse para mirarme. —Más que a nada en el mundo. Hay
días en los que sólo quiero llamarle y votar mi orgullo a un lado. Pero no puedo
hacerlo, soy demasiado orgullosa como para arreglar las cosas.
—¿Y él a intentado llamarte?
Suspira de nuevo. —Muchas veces. Pero no contesto. Él tiene que aprender que
no debe ser un cerdo posesivo, yo no soy esa clase de chica.
Regreso mi atención a mi maquillaje, estoy segura que Jake ama a Kylie; pero
como dice ella, debe aprender a no ser posesivo.
Lo de ella es muy diferente a lo mío. Yo no perdonaré a Travis tan fácilmente.
Después de media hora, ya estamos saliendo de mi casa para ir a la fiesta. Kylie
se ve muy bien con su vestido rosa pálido ceñido a su cuerpo y sus tacones
negros. Yo estoy usando un vestido gris que es algo flojo y unos tacones de
correas del mismo color. No he tenido ganas de usar otro color aparte del negro o
el gris en estas dos semanas.
Nos subimos a su auto y arrancamos en dirección a la casa de Jorge.
—Estaba pensando en aprender a conducir —anuncio, Kylie deja de mirar el
camino y me mira.
—Eso es algo bueno—dice—. Creo que estaría bien.
Asiento y miro por la ventana. El llegado otoño hace caer las hojas de los árboles
y las convierte en oro rojizo que se esparce en la calle de nuestra ciudad. ¿Es
normal que en cada lugar que mire me haga acuerdo a su estúpidamente perfecto
rostro?
¿Por qué estás impregnado en mi cabeza, Travis?
Llegamos a la casa de Jorge, está disfrazado de marinero, muy oportuno.
Nos mira mal a Kylie y a mí mientras entra al auto al asiento trasero, nosotras no
llevamos disfraz así que somos su blanco para disparar su odio.
—No diré nada—dice Jorge, con fingido desinterés—. Sé que están deprimidas,
pero debían ponerse algo que llamara la atención.
—Lo que menos queremos es llamar la atención—gruñe Kylie.
—Lo que menos queremos es llamar la atención de ellos —gruño también.
—Son unas aburridas—refunfuña Jorge—. Si yo fuera mujer y tuviera su cuerpo,
sería una puta descontrolada come pollas.
Kylie y yo nos reímos y Jorge nos acompaña. Llegamos a una casa de alguno de
los de fútbol, es blanca con naranja, muy familiar. Tal vez los padres del chico
salieron de viaje y lo dejaron solo en esta gran casa.
Ky estaciona el auto muy cerca de la casa y salimos. Me paro en seco cuando
diviso un Audi estacionado muy cerca de nosotros.
Mierda. Él está aquí.
Jorge se para a mi lado, viendo en la dirección exacta donde estoy mirando. Pone
una mano en mi espalda.
—Vamos cariño, es muy poco probable que lo encuentres, esta casa es muy
grande y está toda la escuela aquí.
Quiero contestar pero siento mi garganta seca, trago saliva pero el nudo aún no
baja.
Kylie también mira fijamente la Harley estacionada de Jake en la acera, cerca del
auto de Travis. Ninguna de las dos camina, no nos movemos. Personalmente no
puedo moverme. Nada responde, no siento nada. Sólo siento mi corazón en mi
garganta, la manera en que late rápidamente al verlo salir de su auto, la manera
en que mi alma se rompe en mil pedazos nuevamente cuando sus ojos se
encuentran con los míos, la manera en que mi cuerpo reacciona y se calienta
inmediatamente al verlo vestido con una camisa y vaqueros. He sentido frío estas
dos semanas sin él, pero tan sólo con una mirada suya, mi cuerpo se calienta en
una temperatura incontable. Su aire informal siempre me ha cautivado.
Lo amo tanto. Tengo que admitirlo. No puedo mentir, no a mí misma.
Su mirada se queda entrelazada con la mía, es tan verde y me trae tantos
recuerdos. Recuerdos de como lo veía mientras estaba cernido en mí,
devorándome como una bestia. La bestia que es.
Lo extraño, pero no puedo dejar que me humille otra vez. No puedo hacerme eso.
Así que hago lo primero que se me ocurre: Empiezo a caminar, jalando del brazo
de Kylie y Jorge y entro a la casa. Sin mirar en su dirección. Sin mirar atrás.
***
—Si vine aquí era para olvidar, no para sentirme miserable mientras que él me
mira—se queja la pelirroja a mi lado.
Estamos sentadas en una barra improvisada, mirándonos fijamente mientras
tomamos cerveza embotellada. De alguna manera somos privilegiadas de no
tomar del barril de cerveza sólo por ser las ex de unos jugadores de fútbol.
Odio el calor que hace, odio como todos los adolescentes hormonales se reúnen y
bailan una estúpida canción que solo habla de sexo, odio cómo sus ojos no se han
despegado de mí, odio la manera en que se ve, odio que mis hormonas
reaccionen a su cuerpo, a su altura, a su rostro, a su jodida cercanía. Y me odio
por sentirme incómoda, atraída, enamorada y jodidamente triste al mismo tiempo.
Esta es la manera en que me afectas, Travis.
—Bueno, yo vine a bailar—dice de nuevo Kylie—. ¿Vas a estar bien si te quedas
sola?
Asiento con la cabeza y ella se marcha a la pista de baile. Pido otra cerveza, la
tercera, el postre.
Saco mi teléfono y miro un mensaje, es de Travis.
Él: «Te ves hermosa hoy. Jodidamente hermosa.»
Mi corazón se acelera y miro en su dirección. Levanta su cerveza y brinda
conmigo mientras lo miro. trago el nudo en mi garganta, y regreso mi vista a mi
celular.
«Te ves hermosa hoy»
«Jodidamente hermosa.»
Siento que mis ojos pican y arden. ¿Lo tiene que hacer más difícil? ¿En verdad
tiene que mandarme mensajes de texto y decirme que me veo hermosa, mientras
que yo no puedo pensar en lo mucho que lo amo y lo extraño?
El teléfono vuelve a vibrar y lo saco de nuevo.
Él:«Te amo, Jane. Más de lo que imaginas.»
Mis ojos se llenan de agua, pero me rehúso a derramarlas. A los pocos segundos
llega otro mensaje.
Él: «Me está matando. Esto me está matando. No sabes cuanto te amo y lo
mierda que me siento. Lo basura que soy.»
Mis lágrimas empiezan a bajar por mis mejillas. ¿Es esto necesario? ¿No sabe lo
herida que estoy y que esto sólo hace más difícil mi decisión de dejarlo? Siento un
brazo en mi espalda y me pongo tensa al instante, me doy la vuelta y miro a Jorge.
Un inesperado sentimiento de alivio mezclado con decepción se cruza por todo mi
cuerpo.
—Cariño, mira a tu izquierda—me dice y lo hago.
Kylie está besando apasionadamente a Jake, Puedo ver las lágrimas en el rostro
de mi amiga mientras lo besa con absoluto amor y pasión. No puedo dejar de
sentirme feliz por ella, pero triste porque yo quiero lo mismo, pero no puedo.
—Ya era hora—dice Jorge—. Ha estado siendo una perra malhumorada. Bueno,
Oliver me pide que me vaya con él. ¿Vas estar bien si te quedas sola?
Pero ya estoy sola, y vacía. Pienso, pero no lo digo.
Asiento con la cabeza y me da un beso en la mejilla, y se aleja de mí, dejándome
sola. Exactamente como me siento. Y lo prefiero así.
Ya me siento un poco mareada y amortiguada por toda la cerveza que he bebido.
Esto se siente bien. Se siente bien no sentir nada. No sentir sus ojos sobre mí, ni
el calor que mi cuerpo siente cada vez que lo veo. Se siente bien estar sola, sin
nadie tratando de hablarme, sólo yo, mi cerveza y mi cabeza intoxicada.
Tomo otro trago, el último y pido otra. El chico que está sirviendo me mira con cara
de confusión. Estoy puesta mis lentes, así que me veo como una nerd en este
momento. Pero me importa un carajo como me veo. De hecho, me importa un
carajo toda la puta fiesta. y Kylie desapareció.
Se fue con Jake sin decirme nada, Jorge se fue, y yo estoy sola en un lugar que
no quiero estar.
Me pongo de pie, tambaleándome y acomodo la falda de mi vestido. Empiezo a
caminar a la salida, pero me es jodidamente difícil. Personas bailando o bebiendo
se me atraviesan y yo sólo quiero clavar uno de mis tacones en la cara. Nada
sádico.
Sigo empujando a la multitud, hasta que siento a alguien fuerte agarrarme del
brazo. Me congelo. El alcohol se drena de mi cuerpo y estoy totalmente sobria.
Conozco esas manos.
Las manos que han tocado cada parte de mi cuerpo, cada centímetro de mi piel.
Su tacto se siente como si quemara cada vez que me toca.
Me volteo y lo veo, mi corazón se acelera.
Travis está tocándome, parado en frente a mí, mirándome como que si fuera a
hablkar yo me iría. Y no está lejos de la realidad.
—Jane—dice mi nombre, saboreandolo.
Me obligo a alzar la cabeza. Ignorando como se siente mi corazón cada vez que
dice mi nombre, ignorando la descarga eléctrica que me da su toque.
—Travis—murmuro con frialdad.
—¿Cómo has estado?—pregunta y una descarga de ira me recorre.
¿Que cómo he estado? Que pregunta para más patética. Todo el mundo se da
cuenta como he estado. He estado furiosa. Estoy furiosa conmigo por darme
cuenta lo mucho que he extrañado su voz, su tacto... su mirada.
—¿Es enserio, Travis? —pregunto con incredulidad e ira—. Para responder a tu
pregunta, he estado en la mierda. Me engañaste, sólo eso hiciste. Destruiste cada
célula de mi cuerpo y no me dejaste nada. Te lo llevaste todo. Y ahora ya no
queda nada de mí, nada que dar, nada que entregar a alguien que sí me ame. Así
que estoy mal. Jodidamente mal por sufrir por alguien que no tuvo ni una pizca de
amor por mí.
Me zafo violentamente de su agarre y camino hacia la puerta. Pero me detengo en
seco cuando lo escucho, detrás de mí.
—¡Yo te amo!—grita, no me doy la vuelta. Corre para verme al rostro, me toma por
los hombros pero retrocedo—. ¡Por esto no quería que te involucres conmigo
desde un principio! Tengo mucha mierda en mí, mucha mierda con lo que tratar.
Pero te amo como un jodido loco y por ti es por lo que estoy buscando ayuda para
poder superar la muerte de mi madre. Por ti quiero cambiar mi manera de ver la
vida, de tratar a las mujeres, dejar de ser arrogante. ¡Todo por ti! Y me rompe el
jodido corazón que tu estés pasando por todo este dolor. Yo me lo merezco, yo
merezco ser miserable. No tu.
—¡Pero tú me hiciste esto!—grito, interrumpiéndolo—. ¡Yo te amo! Y esa fue mi
debilidad. Tomaste todo de mí y lo pisoteaste. ¡Lo pisoteaste! Y ahora yo estoy
siento miserable por lo que tú hiciste. Me destruiste, Travis. Eso es todo. Te
llevaste todo y rompiste lo que me dejaste. Rompiste mi corazón y mi alma, y lo
más estúpido de todo esto es que no puedo dejar de pensar en ti y en lo que
hiciste y me odio por eso. Por no ser lo suficientemente fuerte como para
eliminarte de mí.
No sé si el alcohol en mis venas es lo que me da valor para decir todo lo que
pienso y lo que siento, pero ahora no puedo parar de hablar. Quiero que sepa lo
miserable que me hizo, que todo es su culpa. Me siento tan furiosa, y ahora estoy
contra el blanco que me hizo sentir tanta ira, y lo disparo con cada bala en mi
calibre. Porque se lo merece. Merece que se sienta tan vacío, como yo.
Su rostro es una combinación de sentimientos encontrados. Enojo, tristeza,
arrepentimiento, orgullo, amor... eso es lo que puedo ver en él. Pero ya no le creo
nada.
—¡¿Y crees que yo no te amo?!—Grita, muy cerca de mí, tan cerca que siento que
me ahogo—. ¡Eres el aire que respiro, mi alma, MI VIDA! —mis ojos se llenan de
lágrimas, pero me rehúso a derramarlas—. ¿Crees que no te amo?—pregunta, ya
no grita, ya no tiene fuerzas. Me quedo en silencio—. ¡Maldición, Jane! ¡¿Crees
que no te amo?!
Toma mi rostro entre sus manos, obligándome a mirarlo.
—¡¡Ya no sé si creerte!! —grito—. Ya no sé si creer en lo que me dices porque me
rompiste el jodido corazón. ¿Qué no lo entiendes? Ya no confío en ti, Travis. Yo te
sigo amando con cada poro de mi cuerpo. Pero no sé si tú alguna vez llegaste a
amarme; o sólo hiciste que me enamorara de ti para que me acueste contigo.
Sus brazos bajan a cada lado de su cuerpo. El viento sopla mientras nos gritamos
en la acera. Su rostro se ve dolido, pálido, sin vida; al igual que el mío. Sus ojos se
enrojecen, pero se niega a derramar una lágrima.
—Haré que confíes en mí de nuevo—dice después de varios minutos en silencio—
. Me ganaré tu confianza otra vez. Lo juro por mi vida. Te esperaré por siempre,
Jane, esperaré cada minuto, cada hora que sea necesaria para que tu vuelvas a
mí. Porque eres el amor de mi jodida vida. Te juro que lo haré, así me cueste toda
la vida en ello. Y te amo, nunca dejaré de hacerlo.
Gira sobre sus talones y entra en su auto. Me siento afligida, rígida, pero por
alguna razón al escuchar sus palabras me siento viva de nuevo. No sé porqué, y
odio este maldito sentimiento de alivio que me recorre al saber que él hará que me
gane su confianza. Que me esperará. Que luchará por mí.
***
El lunes por la mañana hago la misma rutina monótona que he hecho todos estos
días: me despierto y miro la pared blanca, me ducho, me visto con la ropa más
cómoda que pueda encontrar en mi armario, y desayuno pobremente. No he
comido muy bien desde que terminé con Travis. Como mucho en un día y no
como nada al siguiente. Es horrible, pero creo que me estoy acostumbrando, y hoy
parece ser de esos días en los que no quiero comer nada.
Me tomo un vaso de agua y salgo corriendo por la puerta, sin despedirme de mi
madre, sin despedirme del ahora nuevo inquilino y compañero de habitación de
Cristin: Bruce.
Voy a la escuela caminando, mirando al alrededor, viendo las hojas caer, el frío
del otoño abrazándome, me encanta este clima.
Llego después de veinte minutos de caminata, no tengo auto ni tomo el autobús,
así que tengo que caminar. Camino por el largo pasillo, está casi vacía porque
apenas son las siete y quince, e iniciamos a las ocho. Pero me detengo al ver
quien está de pie entre mi casillero y el de Travis.
Y no, no es Travis.
Es Dove, acompañada por Jessica.
Mierda. ¿En verdad me haces esto Dios?
Me acerco y paso delante de ellas, a mi casillero. Ambas me miran, el rostro de
Jessica es inexpresivo, pero puedo ver dolor en el de Dove.
—Necesitamos hablar contigo—anuncia Jessica.
Tengo que reprimir las ganas de poner los ojos en blanco.
—Las escucho—digo, con más rudeza de la que pretendía.
—¿Crees que eres la única enamorada de Travis?—pregunta la rubia,
calmadamente.
¿Qué? ¿A qué viene eso?
—¿Disculpa?—en verdad creo que oí mal.
—¿Crees que eres la única que se ha enamorado de él alguna vez?—vuelve a
preguntar, y no, no lo imaginé—. ¿Sabes por qué te odiaba?—niego con la
cabeza, estupefacta—. Porque cada vez que tenía sexo con Travis, él me llamaba
por tu nombre. Me llamaba Jane. Y me dolía, porque estaba enamorada de él. Lo
amaba, y me lastimaba cada vez que él te mencionaba porque yo estaba haciendo
el amor. Él sólo tenía sexo para olvidar. Para olvidarse de ti. Y luego solamente
me rechazó y me confesó que estaba enamorado de ti. Obviamente iba a odiarte.
No sé qué pensar. Por esto me odiaba. Porque Travis la llamaba por mi nombre.
No puedo moverme, no puedo hablar, esto es mucho para asimilar.
—¿Cu-cuál es el punto?—logro formular, al fin de un minuto.
Pone los ojos en blanco, Dove parece asustada detrás de ella.
—El punto es que tenía una razón. No te odiaba por que eres más inteligente que
yo, ni por tus grandes lentes, ni por tu ropa desaliñada. te odiaba por algo que en
verdad me afectaba. Pero esta chica de ojos azules a mi lado me hizo ver que
estaba equivocada, porque Travis fue capaz de rechazarnos a todas por ti. Así
que (aunque me cueste admitirlo), sé que tienes algo que nosotras dos no
tenemos. Y me disculpo por eso.
¿Qué? ¿La chica que colgó un cartel con una foto de un puerco con mi cara en la
entrada del instituto me está disculpando conmigo? ¿Me torturó tantos años
porque Travis estaba enamorado de mí y no de ella? ¿Qué rayos?
—Y aparte de eso—continúa—. Quiero que escuches a Dove, ella es mi mejor
amiga y la única real que tengo, así que espero que puedas perdonarla.
Y se va, dejándome con una nerviosa Dove y con la boca abierta. Se necesita
mucho valor para pedir perdón y confesar esa clase de cosas, esta chica tiene
pelotas.
Unas muy grandes y peludas pelotas.
Eso fue asqueroso, incluso para mí.
—Jane, en verdad lo lamento—dice Dove, mirándome con una expresión
claramente arrepentida—. Sólo para que lo sepas, yo nunca había besado a
Travis antes de la fiesta. Él sabía de mis sentimientos por él, pero me dejó muy
claro que sólo era su amiga, que no me quería de esa manera. Y yo lo acepté,
porque cuando amas a alguien quieres su felicidad, ¿no? Y él se veía muy feliz
contigo Jane.
—¿Cuál es el punto de todo esto Dove?—pregunto, algo irritada—. ¿Travis te
mandó para que hables conmigo? ¿es eso? Porque puedes decirle que se vaya a
la mierda.
—No, no. No es por eso—niega con la cabeza—. No he hablado con Travis desde
la fiesta. Pero sólo quería que supieras mi historia, mi posición. Hay una lista
eterna de personas que amamos o creemos amar a Travis, pero él te eligió, y eso
nos destruyó. Él nunca me besó antes de esa noche, así que no sólo rompió tu
corazón.
Sinceramente no sé qué decir. Si tan sólo fuera lo suficientemente fría para
mandar a esta chica al infierno. Pero ¿por qué? No puedo responder esa
pregunta. Sólo sé que está chica está siendo sincera, lo veo en sus ojos. Suspiro y
le regaló una sonrisa comprensiva, no debo enojarme ni odiarla, ella no ha hecho
nada malo. Excepto enamorarse de la misma persona que yo.
—Tranquila, Dove —le digo—. Sé que tú no tuviste nada que ver en esto. Puedo
verlo y lo aprecio. Yo también lo siento, siento haberte juzgado mal, siento todo lo
qué pasó. Así que quisiera que tú también me perdones, por favor.
Su rostro se ilumina, y sonríe. Ya no lleva sus brackets y tiene una sonrisa muy
bonita. Me abraza y se marcha a su casillero.
¿Qué acaba de pasar? Cuando llegué aquí no pensaba que iba a pasar esto. Miro
a mis alrededores y veo que la escuela ya se encuentra llena.
Okay, puedo hacer esto.
Puedo sobrevivir esta semana.
La semana llegó y se fue, sobreviví.
Sobreviví a otra semana, una semana en las que Travis ha intentado hablarme, en
las que me he escondido de él.
Ya era Miércoles nuevamente. Hace tres semanas, 25 días para ser exactos,
había terminado con Travis y se sentía cada vez peor. Soy débil, no soy lo
suficientemente fuerte como para superarlo. Nada de él. Aún extraño sus labios en
mi piel, su estúpido sentido del humor, su sonrisa, su inteligencia. Todo. No puedo
creer que ya vaya a ser un mes en el que he estado sin Travis. Pero lo es, y me
siento como la mierda a cada día.
—Jane—Kylie llama mi atención, retiro mi vista de mi sándwich y la miro. A pesar
de que ella y Jake se reconciliaron, ella a seguido conmigo y Jorge comiendo en el
gimnasio—. Sé que no quieres escuchar esta mierda... pero creo que ya es hora.
—¿Hora de qué?—pregunto.
—De que dejes de ser una perra deprimida y lo superes—argumenta Jorge, con
sus ojos puestos en su teléfono.
—No es tan fácil—digo, con fastidio—. Y lo sabes. No puedo creer que no
recuerdes lo débil que te hace tener un corazón roto.
Él deja de mirar su teléfono y me mira fijamente a los ojos. —Soy latino, negro y
gay. Sólo por eso me convierto en alguien con más carácter que tú.
Pongo los ojos en blanco y Kylie se ríe.
—No te lo tomes a mal, Jane, te amo —dice Ky—. Pero odio verte así. Ahora que
arreglé las cosas con Jake, he hablado con él y sé que Travis está arrepentido.
Habla con él, sé que lo quieres.
¿Sabe que lo quiero? Oh, es mucho más que eso. Me muero por hablar con él,
tirar todo por la borda, decirle que lo amo y correr a sus brazos... Pero no puedo.
No lo haré. Tengo que tener un poco de amor propio, no dejarme humillar.
Pero no dejarse humillarme duele. Duele como la mierda.
—¿Es en serio, Kylie? —escupo, recurriendo al único método que encontré para
no sentir dolor: la ira—. ¿No me dijiste hace tres semanas que termine con él y
que es un hijo de puta? Ahora me dices que hable con él, ¿pero cuál es el punto?
Se supone que eres mi amiga, debes apoyarme en todo.
—Debo apoyarte, pero en lo que creo que está bien para ti —dice la pelirroja—.
Quiero verte feliz. Y he hablado con Travis...
—¿Has hablado con él? —pregunto, interrumpiéndola, con mi voz cargada de
incredulidad—. ¿Qué clase de amiga eres?
—La clase de amiga que es jodidamente honesta porque quiere lo mejor para ti.
He hablado con Travis. Está incluso peor que tú, quiere ganarse tu confianza pero
no le dejas entrar. Se siente mal, y creo que se lo merece, pero creo que todos
merecemos segundas oportunidades, Jane. Por lo menos déjalo ser tu amigo.
Dale una oportunidad para que demuestres si vale la pena intentarlo otra vez, o
para que me presumas en la cara el hecho que estoy equivocada.
Demuéstramelo, Jane. Demuéstrame lo fuerte que sé que eres. Demuéstrame
dónde quedó mi mejor amiga que tanto amo.
Me mira, sus ojos marrones preocupados, esperanzados y nerviosos por lo que
vaya a decir. Regreso mi mirada a mi sándwich pero ya no tengo apetito, sólo
quiero que está mierda termine.
***
La clase de Literatura llega y doy unas cuantas respiraciones antes de entrar, para
armarme de valor. En este mes de noviembre estamos trabajando con Orgullo y
Prejuicio, y sinceramente quiero morirme porque me toca hacer un ensayo en
pareja. Con Travis.
¿En verdad tiene que ser mi jodido compañero? ¿Tanto me odias Jesus?
Entro al aula y le encuentro a Travis, sentado en la banca que es alado de la mía.
Me siento y puedo sentir sus ojos en mí mientras saco mi cuaderno de apuntes.
—Buenos días, clase —dice la señorita Garner al entrar en él aula de clase. Todos
contestan el saludo—. Bien, como sabrán vamos a hacer un ensayo sobre Orgullo
y Prejuicio, pero primero quiero que se unan con su pareja y hablen sobre los
detalles que más les gustaría y sobre los que menos les gustaron de la historia.
Van a dialogar y debatir para que su ensayo esté perfecto y pueda leer esa
sincronía que los personajes de Jane Austen tenían. Así que tienen esta hora para
trabajar.
Se sienta en el escritorio y nos deja hacer el trabajo.
Mierda. ¿En serio tengo que conversar? ¿No puedo sólo ignorarlo? Por mí está
bien hacerlo, mientras no tenga que hablarlo no escuchar su voz.
—Creo que debemos empezar —dice.
Joder. Cuanto extraño su voz.
—Uhm... sí —digo, sin verlo—. ¿Por dónde sería mejor empezar?
Sonríe, la sonrisa que tanto he extrañado.
—¿Qué te parece si empezamos por decir lo que nos gusta del libro? —pregunta,
asiento—. Lo que más me gusta, es que los personajes son unidos, tienen
simetría y son hechos el uno para el otro. Jane Austen expresa bien lo que quiere
exponer, una chica adelantada a su época que brinda luz a un hombre deprimido.
Es una de las mejores obras de amor, un amor que es digno de anhelar.
Mierda, lo odio porque pienso lo mismo.
—Opino lo mismo —digo y Travis vuelve a sonreír.
—Entonces pongamos eso.
Empieza a escribir y me pongo a pensar en las palabras de Kylie.
Por lo menos déjalo ser tu amigo.
Sé que lo ha estado intentando, me ha dado mi espacio y se lo agradezco, y debo
darle crédito por ello.
Y joder, lo extraño como nunca.
No sé si estoy haciendo mal al querer tenerlo como amigo, pero quiero intentarlo
otra vez. Quiero tenerlo en mi vida.
—¿Qué harás por día de acción de gracias? —pregunto, deja de escribir.
—Yo... uhm... pensaba ver películas o ir al gimnasio.
Su respuesta hace que mi corazón se encoja. Pasará solo porque su única familia
es un cerdo maltratador.
Me aclaró la garganta y tomo aire. Necesito valor para hacer lo que voy a hacer.
—¿Quieres que seamos amigos, verdad? —sus ojos se encuentran con los míos y
asiente, lleno de esperanza—. Entonces... ven a mi casa si quieres cenar. Mi
familia vendrá y será divertido tenerte ahí.
—¿Es en serio? —pregunta, esperanzado.
—Sí, podemos hablar ahí si quieres.
Asiente con la cabeza y sonríe, una sonrisa pura que llega hasta sus ojos verdes.
—Me encantaría, Jane, gracias —me dice y estira su mano—. Entonces...
¿amigos otra vez?
Tomo su mano y la sacudo.
—Sólo si prometes comportarte.
Se pone serio y sus ojos verdes me evalúan.
—Me comportaré —dice—. Te amo, Jane, te amo de verdad.
Suspiro y sacudo mi cabeza.
—Travis... no...
Un nudo se forma en mi garganta.
—No, no digas nada —me interrumpe—. Si no te puedo tener de la manera que
quiero, esto será lo mejor para ambos. Pero solo quiero que sepas que mis
sentimientos por ti no han cambiado.
Aparto mi mano y empiezo a escribir en mi cuaderno de apuntes.
—Y yo te amo a ti, Travis —mi voz se rompe—. Pero ser amigos es mejor que
nada.
Suspira y se acomoda en su asiento.
—Lo sé. Y créeme que no lo voy a volver a arruinar.
La hora pasa rápido y llega la hora de salida, Travis besa mi mejilla y se va.
Solo quiero tenerlo de vuelta. ¿Es eso un delito?
Salgo del aula y me encuentro a Kylie en el pasillo.
—¿Todo bien? —pregunta al ver mi expresión.
Asiento y le abrazo.
—Todo está perfecto.
Ahora lo está.
Aunque no tenga al hombre que amo conmigo.
Capítulo +18
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Jane
—No puedo creer que hayas invitado a Travis —dice Jorge, a través del teléfono—
. Es increíble, y lo bueno es que no tendrás que lidiarlo sola.
—Lo sé, yo... —sinceramente no sé que decir. Ya es día de Acción de gracias, y
he pasado con Travis esta última semana por nuestro ensayo del libro. Sacamos
una A. Pero su cercanía me confunde, quiero tenerlo como amiga, pero mi
corazón (y mi vagina) quiere algo completamente diferente.
—Sé que lo quieres en tu vida y todo, pero donde hubo un pene... El pene te deja
marcado.
Hago una mueca y un sonido de asco.
—Eres tan sutil.
Se ríe a través de la línea. —Ay, cariño, no me vas a negar que extrañas el sexo.
Es verdad, y me avergüenza decir que es una de las cosas que más extraño de
Travis. No he tenido sexo durante un mes, no me he... tocado. Estoy necesitada.
Malditas hormonas No Vírgenes.
—Lamentablemente sí, lo extraño —confieso, Jorge se ríe.
—No puedo creer como lo aguantas, yo no pudiera vivir sin coger.
—Eso es porque eres una perra —le digo, comiendo de mi pan.
Lo imagino guiñándome un ojo.
—Pues lo adivinaste —dice con una sonrisa, escucho el sonido ronco de la voz de
un hombre, animándolo a volver a la cama—. Bueno, amor, me tengo que ir. Oli
está aquí y no tengo tu fuerza de voluntad como para resistirme a un pene grande.
Sin más cuelga el teléfono. Termino de comer y me escabullo a mi habitación para
alistarme para la cena de esta noche.
***
Estoy sentada en una silla roja, la iluminación solo cae en un círculo sobre mí,
pero todo lo demás está oscuro. Miro mi ropa, un vestido del mismo color que la
silla hasta el suelo, pero con una gran abertura en la falda que muestra toda la
extensión de mis piernas.
Siento unas manos grandes, duras y excitantes darme masajes, quitando la
tensión de mi cuerpo. Esas manos... las reconocería donde sea. Esas manos
bajan, repartiendo caricias en mi clavícula hasta mi pecho. Ahuecan mis senos y
los estrujan, enviando olas de placer, avivando mis pezones que se paran y duele,
a través de la suave tela del vestido.
—Travis —gimo su nombre cuando retira el vestido de su paso con sus manos, ya
no hay nada que me cubre y sé que no llevo bragas.
La humedad que se crea en mi entrepierna, se siente en la piel de mis muslos. Es
increíble lo que me hace con solo tocarme.
—Vamos, nena —me instruye—. Córrete.
—Te quiero dentro de mí... —me las arreglo para decir entre jadeos.
Deja de tocarme y lo escucho caminar y rodearme. Quiero moverme, pero me doy
cuenta que estoy atada las manos detrás de la silla. La luz llega a su rostro y lo
miro: perfecto, con un traje negro, tan excitante. Irradia sexo y es solo mío.
—Como tú quieras. —Sonríe, su sonrisa triunfal y llena de promesas sexuales y
lujuria.
Se pone de rodillas frente a mí y eleva mis piernas hasta que estas están a cada
lado de su cabeza. Siento su aliento chocar en mi sexo, haciéndome estremecer
de deseo. Antes de que pueda pensar lo que está pasando, su lengua me acaricia,
humedeciéndome, haciéndome perder el control. Mueve su lengua en círculos y
me golpea con ella en la zona más sensible de mi piel. Gimo, y antes de que lo
pueda retener, me corro en su boca.
—Eso fue rápido —dice con una sonrisa, se incorpora y sus manos van a la parte
de atrás de la silla para desatar las mías—. Quiero hacerte el amor, no sólo
follarte.
Me eleva en el aire, y sin más juego previo, se hunde en mí. Llenándome,
enloqueciéndome de placer. Se sienta en la silla y me muevo sobre él.
Moviéndonos juntos. Me llena por completo, llevándose toda mi cordura.
—Travis, joder —gimo, jadeo, grito de placer.
—Vamos, nena, sé que quieres correrte.
Y lo hago, me corro a su alrededor. Con gritos y gemidos, haciendo lo mejor que
mi cuerpo puede hacer.
—Quiero sentir como te corres dentro de mí —le digo al oído, lo escucho suspirar
y se mueve más violento dentro de mí hasta que encuentra su liberación.
Recargo mi cabeza en su pecho, no quiero dejarlo ir.
—Jane —dice en mi cabello.
—Lo sé, no digas nada.
—Jane, baja en este mismo instante.
Retiro mi cabeza de su pecho y lo miro, confundida.
—¡Jane! —me grita.

Me despierto exaltada, una capa de sudor cubriendo mi pecho y mi cuello. ¿Qué


acabé de soñar?
Jesús... soy una depravada.
No puedo creerlo, tuve un sueño húmedo con Travis, mi primer sueño húmedo.
Tal vez Travis está destinado a ser el primero en todo.
Me doy aire e intento refrescarme porque la humedad en mí no me deja pensar
bien. Estoy excitada y asustada al mismo tiempo. Es decir, mis manos estaban
atadas, por el amor de Dios.
Ay, Dios mío.
No puedo controlar lo que mi cuerpo está sintiendo: necesidad, necesidad de
Travis y su polla.
No me puse a pensar en esto cuando rompimos. Me doy aire, tirando de mi
vestido en la parte de mis pechos y dándome aire, estoy más agitada de lo que
debería estar.
—¡¡JANE!! —la voz de mi madre llega a mis oídos y me hace pensar en otra cosa
aparte de mi excitación—. ¡¡Si no bajas en dos segundos iré allá y te traeré yo
misma!!
—¡Voy! —grito de vuelta.
Me miro en el espejo y acomodo el vestido que Kylie me prestó, es un vestido
color vino y combina con mis tacones de correas. Tiene una abertura en la falda y
me hace recordar al vestido que estaba usando en mi sueño, me sonrojo ante el
pensamiento.
Rebusco en mi cajón una pequeña cadena de oro que mi madre me dio por mi
cumpleaños, me la pongo, y hace ver a mi cuello y mi pecho menos vacíos por el
escote. Es un gran escote en V en el pecho y otro en la espalda. Otro recuerdo del
sueño llega a mi mente, y este vestido es muy parecido al de ese sueño.
Joder. Hasta mi maquillaje me hace estremecer, parece el que hubiera usado en
mi sueño.
Salgo de mi habitación y bajo las escaleras de dos en dos. Encuentro a toda la
familia de mi madre aquí. Bruce está junto a mamá y están colocando la mesa. Mi
abuela junto a su marido número 5, mi tía Alice y sus 6 hijos, mi tío Charls y su
esposa que es mucho más joven que él, junto a sus hijos.
Joder, espero que Travis llegue pronto o moriré de aburrimiento.
***
—Así que... —empieza a decir mi primo Darren, acercándose a mí, doy un paso a
un lado par que no me toque—. Te ves muy guapa, prima. Muy, muy guapa.
Pongo los ojos en blanco cuando empieza a recorrerme con su oscura mirada.
—Lo siento, Darren, pero te lo dije antes. Me da asco el incesto.
Abre la boca como si estuviera ofendido.
—Cariño, no es incesto, sólo nos vamos a divertir un poco.
—Eres un jodido enfermo —murmuro, él se ríe como si fuera lo más gracioso del
mundo.
—Jane, no gastes saliva, no se dará por vencido —dice mi prima Kaycee, en mi
rescate. Es la única de mis primas con las que me llevo.
—No lo haré, preciosa —dice el enfermo de mi primo.
—Pues te castraré, cocinaré tu pene y te lo daré de comer en el almuerzo al frente
de todo tu equipo de Lacrosse —escupo, ya molesta por su insistencia—.
¿Quieres eso?
Sonríe, una sonrisa enferma y repulsiva. Mi primo es guapo, pero sinceramente ya
me tiene harta con su insistencia. Desde que tenía 15 sigue con eso y yo sólo
quiero partirle los jodidos dientes cada vez que me habla.
—Con que agarraras mi pene soy feliz —murmura, y le muestro una mueca de
asco.
Justo cuando estaba a punto de vomitar, suena la puerta y me congelo, pero
camino hacia ella de todas formas, para alejarme del perro estúpido de mi primo.
Abro la puerta y mis piernas tiemblan por lo que tengo en frente.
Travis está parado frente a mí, con un esmoquin negro, camisa negra, corbata
negra y unos jodidamente sexys zapatos italianos. Como en mi sueño.
Joder... Hasta está perfectamente limpio y peinado como en mi sueño. Sin un
rastro de barba, solamente hermoso.
Se ve sexy... jodidamente apetecible. Me da ganas de llevarlo a mi habitación y
que me haga suya de nuevo. Pero, joder, no puedo. Los ex no hacen eso,
¿verdad?
Mierda, la manera en que sus ojos verdes me recorren y se relame los labios,
envía estragos de calor a mi vientre. Sus ojos conectan con los míos y me sonríe
al atraparme mirándolo.
—Traje una botella de Champán —anuncia, con una sonrisa oh-tan-sexy.
Me aclaro la garganta, para poder hablar. —G-gracias... n-no tenías que ha-
hacerlo.
Su sonrisa se hace más grande cuando me escucha lo nerviosa que su presencia
me pone. Maldición. Esta semana lo he estado tolerando bien, hemos estado
fraternizando e intentando conocernos mejor. Pero, puta madre... La tensión
sexual es evidente. Se puede cortar con un cuchillo.
—Claro que tenía que hacerlo —dice, con esa voz tan varonil y moja bragas—. No
podía venir con las manos vacías.
Me vuelvo a aclarar la garganta. —¿Quieres pasar?
Se ríe. —Por algo estoy aquí, ¿no?
Maldición, me quiero abofetear por hacer esa estúpida pregunta, me doy la vuelta
para que me siga, pero mis ojos caen en el estúpido de Darren que me está
comiendo con sus sucios ojos. Me doy la vuelta ferozmente y Travis se choca
conmigo. Nuestros pechos se juntan, pero ignoro la sensación electrizante que me
recorre.
—¿Quieres que seamos amigos verdad? —pregunto.
—¿Ya no los somos? —levanta una ceja.
Sacudo la cabeza, retirando mis palabras. —Lo somos, pero, ¿quieres que confié
en ti, otra vez?
Su rostro cae, pero sacude su cabeza en afirmación.
—Tienes que hacerte pasar por mi novio esta noche —aclaro—. Si te digo que me
beses, tienes que hacerlo. Si te digo que seas cariñoso, lo haces. ¿Está bien?
Darren está aquí y ya conoces como es.
Su rostro se ilumina y sonríe, una sonrisa que tanto amo.
—Pero tienes que pagarme de alguna forma —murmura.
Por favor que sea con sexo. Por favor que sea con sexo.
—L-lo que quieras —tartamudeo, sonrojándome con mi loco y sucio pensamiento.
Me mira, con sus ojos llenos de adoración. —Tendrás que venir a una cita
conmigo. Una cita real, donde hablemos, nos conozcamos mejor... Como una
pareja que va a su primera cita.
Mi vagina se entristece porque en serio necesitaba sexo, pero mi corazón se
calienta. Y aunque lo odie, sonrío y asiento.
—Sólo si te mantienes en tu papel —le digo.
—Créeme, nena, lo haré.
Y antes de que pueda darme cuenta, me besa.
Maldición... como extrañaba esos dulces labios, como extrañaba su calor y su
aroma. Me agarro a su cuello, como si me fuera a caer si lo suelto. Sus manos en
mi cintura me atrapan, irradiando calor, confortándome. Nos besamos de una
manera desesperada, mostrando cuanto nuestros labios se han extrañado, como
nuestras lenguas se aman, como nuestros cuerpos se necesitan.
Pero... por desgracia, la realidad cae en mí. y un recuerdo de él besando a Dove
me carcome.
Me separo lentamente, rompiendo nuestro beso, pero lo hago suave porque no
quiero que sospeche que recordé eso.
Jesús, Jane, estás actuando como una niña. Me reprendo a mí misma.
Besarlo me desarma, me da la sensación que voy a caer a sus manos de nuevo.
Sé que lo haré, pero asusta como la mierda.
Ah, estás dispuesta a tener sexo con él, pero no a besarlo.
Joder, soy un mundo de contradicciones. No puedo dejar de sentirme como las
nuevas supuestas "heroínas" de la literatura moderna. Se contradicen, terminan
cometiendo errores y nunca acaban con la historia antes de redondear un poco.
Pero este es el mundo real. Yo no soy como ellas, y estoy dispuesta a dar una
oportunidad a este hombre hermoso frente a mí, pero también estoy dispuesta a
darle un ultimátum:
No me debe volver a tratar como una cualquiera, y si lo hace... todo se termina.
Ya no más segundas oportunidades. Ya no más confianza.
Incluso si yo fallo... no permitiría que él me perdone. No tendría por qué hacerlo.
Porque si lo hacemos, si los dos seguimos en este juego de tira y afloja, la cuerda
se romperá; y ya no quedará nada.
Ambos nos ahogaremos y nos destruiremos, y no quiero eso. No quiero una
relación tóxica; quiero algo bueno, algo sano... algo que solo él me puede dar.
Porque quiero un futuro con él.
Me imagino un futuro con él.
Él es mi futuro, lo sé.
Y no permitiré que nos ahoguemos. No somos así... Nuestro amor es sano, es
feliz... es lo que el amor debe ser.
—¿Quieres saludar a mi familia? —pregunto, alejando lentamente mis manos de
su cuello y agarrando su mano.
—Claro, me muero por ver a Ashley —dice con sarcasmo.
Mi prima Ashley es la hija mayor de mi tía Alice, y ha estado enamorada de Travis
desde la primera vez que lo vio, eso fue hace 8 años.
Pero Ashley es muy empalagosa y se le pega como larva a Travis. Sirvió cuando
Travis tenía las hormonas alborotadas; pero después de acostarse con ella, las
cosas empeoraron.
Y bien feo.
Pero lo bueno es que Ashley tiene novio ahora y espero que ni siquiera mire en la
dirección de Travis. Porque en verdad voy a estallar si lo hace.
Y apenas entramos a la sala de estar, me doy cuenta que toda mi familia nos
estaba viendo. Genial.
—Travis —salta mi madre, de su asiento, su vientre de embarazada ya se nota un
poco más.
—Hola Cristin —saluda Travis, educadamente agarra la mano de mamá y se la
lleva a los labios.
Levanto una ceja, no es que Travis salude así a alguien. Mi madre me mira,
intentando que me explique. Ella solo sabe que terminé con Travis, no sabe la
razón.
—Te lo explicaré luego —le digo, evadiendo su mirada de querer saber todo lo
que pasa.
—Travis —saluda Bruce, con un asentimiento de cabeza, Travis le devuelve el
saludo—. Es un gusto volver a verte.
—Lo mismo digo, Bruce —murmura Travis.
Después de saludar a toda mi familia, nos sentamos juntos, mirando como mi
familia conversa, mis primos pequeños corretean por la casa, mis primas
conversan sobre el lanzamiento de la nueva colección de Chanel, y mis primos
conversan sobre algo de deportes. También está Darren que fulmina con la mirada
a Travis, pero cuando este le devuelve la mirada, Darren se asusta y la aparte.
—No te enojes —le susurro a Travis mientras miro como contrae los músculos de
su barbilla—. Es un idiota. Piensa que como se ha acostado con Ashley y Kaycee,
yo voy a hacer lo mismo.
Me regresa la mirada, sus ojos se suavizan. —Está bien, pero solo dile que no me
mire como si tuviera los huevos como para pelear conmigo.
Me río y le doy un beso en la mejilla, se siente como si nada hubiera pasado.
Travis me mira, sus ojos libres brillando con amor y esperanza.
—¿Te puedo besar? —pregunta.
Asiento. —Por algo te estás haciendo pasar por mi novio.
Me estiro y le doy un pequeño beso en los labios, lo escucho suspirar.
—Pero no aquí —dice, vacilante.
Lo miro, sus ojos verdes vacilantes, temerosos de que yo lo rechace. Pero no
quiero rechazarlo.
—Vamos a tu apartamento —murmuro, él se estremece y asiente, con los ojos
brillantes.
No sé por qué acepté, solo sé que no quiero rechazarlo, que quiero pasar con él
por todo el fin de semana. Tenemos muchas cosas de que hablar, pero podemos
hacerlo después de esta noche.
Mi corazón late rápido en mi pecho, mientras Travis me besa, delante de toda mi
familia, delante de Dios y el mundo.
Joder, lo extraño. Y podemos aclarar cualquier cosa después de esto.
—Hora de comer —anuncia mi abuela mientras sale de la cocina, rompiendo
nuestro beso.
Maldigo mentalmente a mi nana por entrometerse en nuestro beso, un beso que
envió la conocida calidez a mi vagina.
—Pero el pavo no va a ser lo único en el menú hoy —susurra Travis en mi oído,
haciéndome estremecer y mojarme más.
—Ese es un buen punto —estoy de acuerde, muerdo mi labio y disimuladamente
paso mis dedos por su abultada entrepierna. Está levantado, y listo. Sonrío—. No
sabes como he extrañado esto —susurro en su oído.
—Y él te ha extrañado —murmura de vuelta—. Joder, cuanta falta me has hecho.
Mi mano ya se estaba cansando.
Sonríe y se para, camina en dirección a la mesa, agarrando mi mano y dejándome
escalofríos por sus palabras anteriores. No ha tenido sexo con alguien más... Me
ha esperado.
***
Después de cenar el pavo y de dar las gracias, me acerco a mi madre y le digo
que me iré con Travis. Mi tía Alice me mira con desaprobación, pero siquiera soy
de frente, no como su hija que es mojigata.
—¿Estarás bien? —pregunta mamá, acaricio su vientre y asiento.
—Cuida a frijolito, te llamaré mañana.
—Está bien —suspira—. Usa condón.
Pongo los ojos en blanco. —Mamá, sabes que tengo la inyección. Me llevaste a
hacerla este mes.
—Pero aún así, imagínate si Travis...
Vuelvo a poner los ojos en blanco.
—Mamá, no tiene una ETS —reclamo, con fastidio—. Nos hicimos una prueba
juntos hace meses, todo está bien.
Vuelve a suspirar.
—Okay, vayan con cuidado.
—Lo haremos —la voz de Travis nos interrumpe—. No se preocupe, Cristin,
cuidaré de ella.
Agarra mi mano, después de despedirnos salimos de la casa en dirección a su
Audi.
Su Audi... Me sonrojo al recordar todas las cosas prohibidas que hicimos en ese
auto. Ese pedazo de metal es testigo de nuestra pasión.
Arranca el auto y en menos de diez minutos ya estamos en su edificio.
Caminamos al elevador y esperamos, pero antes de que las puertas del elevador
se abran, Travis me toma en sus brazos. No me eleva como solía hacerlo, esta
vez es diferente. Una de sus manos está en mi espalda, y la otra en la parte
posterior de mis piernas. Me aferro a su cuello mientras él camina dentro del
elevador y selecciona su piso.
Puedo escuchar su corazón, así que se lo digo.
—Está latiendo por ti —contesta, encogiéndose de hombros.
Sonrío y recargo la cabeza en su pecho, escuchando el ritmo de su corazón.
Bu-bump.
Bu-bump.
Bu-bump.
Es un sonido tan hermoso, tan encantador... tan amado. Porque nunca dejé de
amarlo. Nunca dejaría de amar a Travis, nunca. No me imagino mi vida sin él.
Mi futuro es uno de él y yo juntos... Nuestra propia vida, nuestra propia casa,
nuestros propios hijos... Nuestra propia familia.
Aunque este mes intenté e intenté olvidarme de Travis, no pude... Nuestro amor
es destinado a ser. Pero sólo si nosotros trabajamos en él.
Para que se mantenga sano, salvo de toxicidad. A salvo.
Y sé que trabajaremos en ello, que lo haremos. Porque estamos destinados a ser.
Porque nuestro amor es destinado.
Capítulo +18
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Travis abre la puerta de su apartamento y me baja sobre mis talones. Mi pies
apenas tocan el suelo cuando lo beso duro, con desesperación, mostrando lo
mucho que lo he extrañado en este lapso de tiempo. Mi lengua se mete en su
boca y baila con la suya, pelea, se mezclan, todo es perfecto. Encajamos
perfectamente.
Sus manos me tocan con desesperación, como si temiera que me fuera, como si
no pudiera creer que esto está pasando, y yo hago lo mismo. Porque esto es tan
hermoso, tan puro. Caminamos en dirección a su alcoba, sin romper nuestro beso.
Deslizo su chaqueta fuera de él y esta cae al suelo, empiezo a zafar su corbata e
igual yace en el suelo. Camisa fuera, pantalones fuera, zapatos y calcetines fuera.
Es sólo él en ropa interior, en toda su gloria.
Rompo el beso, para poder verlo, para poder recorrer mis ojos en el cuerpo que
sigue siendo mío. Porque él es mío.
Paso mis manos por su sexy abdomen, trazo las líneas de su tatuaje de calavera
con una rosa, pero otro tatuaje en su costilla izquierda me llama la atención y me
detengo.
—¿Te tatuaste mi nombre? —jadeo al vislumbrar la elegante y sutil escritura.
Jane.
Mi jodido nombre forma parte de su piel ahora... Joder. Travis me mira con su
rostro lleno de vacilación y solo asiente con la cabeza.
—¿No has escuchado que la primera regla para hacerse un tatuaje es no tatuarse
el nombre de alguien? —digo—. Y aún peor si es tu ex.
—No eres mi ex —me reprende—. Esa no era una opción. Dejarte ir no es una
opción para mí.
Agarra mi cintura con sus fuertes y frías manos, jadeo mientras baja la cremallera
de mi vestido que se encuentra en mi espalda baja. Desliza las tiras fuera de mis
hombros mientras deja húmedos besos en mi hombro. El vestido cae al suelo,
junto toda su ropa y doy un paso fuera de él. Travis deja de besarme para
mirarme, estoy sólo en bragas, sin sujetador.
—Joder —gime mientras sus ojos me recorren—. Jane, eres hermosa. Tan
hermosamente perfecta.
Sus manos me toman y me vuelve a besar, paso mis brazos por sus hombros y mi
pecho se aplasta con el suyo; su corazón uniéndose con el mío.
Cae en la cama y estoy encima de él, me monto a horcajadas y nos besamos
como si fuera la primera y última vez que lo hacemos. Sus manos agarran mi
trasero y gimo en sus labios cuando aparta mis bragas de un tirón.
—Espero que no hayas estado tan unida a tu ropa interior —dice con una sonrisa
traviesa.
Vota mis bragas rotas al suelo y empiezo a jugar con la cinturilla de su ropa
interior, se estremece y gime cuando mi mano lo atrapa. Está muy duro.
Y es por mí.
Muerdo mi labio cuando recorro toda la extensión con mis dedos, gime y me
abraza más cerca a él cuando juego con su polla más y más rápido.
—Sácate el boxer —digo, cuando ya no aguanto más mi excitación—. Quiero
todo... todo de ti.
—Ya tienes todo de mí —dice mientras se retira lentamente la única prenda que
nos separaba.
La vota al suelo y siento como su enorme polla se clava en mi abdomen. Es tan
enorme, y es todo mío.
Me da la vuelta hasta que mi espalda toca el colchón y se coloca encima de mí,
besando mis labios, mi cuello, mi clavícula, mis tetas... Todo se reúne en una ola
de placer y gimo cuando mis pezones están en su boca. Los succiona y juega con
ambos, saboreándolos, probándolos. Sus dedos encuentran mi húmeda y excitada
vagina y juegan con ella. Me retuerzo y gimo en voz alta cuando dos de sus dedos
entran en mí. Los mete y los saca mientras me llevan al borde de la locura.
—Estás tan húmeda —gime en mi pecho.
Muerde mi pezón y lo hala suavemente. Grito y jalo su cabello en respuesta,
gruñe. El sonido ronco que tanto he extrañado.
—Es por ti —le aseguro—. Todo es por ti.
—Eres mía —dice mientras los movimientos de sus dedos se vuelven más
salvajes.
—Soy tuya y tú eres mío —gimo—. Siempre.
—Siempre he sido tuyo. Y siempre seré tuyo.
Sus palabras calientan mi corazón y agarro su rostro. Lo beso como nunca lo he
besado: suave y duro a la vez, pasional y dulce, excitante y lleno de promesas por
cumplir.
Sus dedos se aceleran y llegan más a fondo de mí, me corro en su mano,
gimiendo, gritando su nombre, aruñando su espalda.
Cuando ya me calmo, reemplaza sus dedos por su polla, llenándome por
completo. Gimo en alivio y Travis esconde su cabeza en mi cuello, gimiendo,
haciéndome el amor como nunca lo ha hecho. Lo abrazo con mis piernas y mis
brazos, para que no se separe de mí, para nunca dejarlo ir. Empieza a moverse
una y otra vez, embistiéndome fuerte, pero a la vez tan suave.
—Te amo —gime en mi cuello—. Te he extrañado, nunca te dejaré ir de nuevo.
—No lo hagas —suplico—. No te vayas.
Me embiste de nuevo y echo mi cabeza hacia atrás. Me mira, con sus ojos verdes
dilatados, sus labios entreabiertos. Lleno de deseo por mí. Se da la vuelta y quedo
encima de él, a horcajadas, llegando más al fondo de mí.
—Ámame, Jane —jadea—. Quiero que me ames.
—Te amo —le aseguro, deslizándome en él—. Te juro que lo hago.
Se incorpora y lame mis pechos, me toma el trasero y empieza a moverse
conmigo. Arriba y abajo, adelante y atrás, nos movemos descargando todo el
deseo que teníamos escondido en nuestros cuerpos, y que solo podemos sacarlo
entre nosotros.
—¡Travis! —grito, ya no puedo más.
Y me corro otra vez, a su alrededor, entregándole mi cuerpo de nuevo.
Combulsiono y caigo rendida en su pecho, Travis se ríe.
—Ahora es mi turno, nena.
Me retira de él y me da la vuelta, mis manos y rodillas sobre la cama. Me penetra
una vez más y empieza con su sexy lujuria, empujándome, haciéndome
estremecer con cada embestida. Su ritmo es fuere y lleno de pasión y me corro de
nuevo, temblando y mi pecho cayendo en el colchón, entregándome por completo
a Travis.
Él se corre dentro de mí después de unos segundos, palpitando dentro de mí,
llenándome con su líquido.
Caemos rendidos en la cama, nuestra respiración agitada, nuestros cuerpos
temblando. Me abraza y pongo mi cabeza en su pecho, escuchando su corazón.
—Está latiendo tan rápido —le digo a Travis, él suspira y besa mi cabello.
—Siempre va a latir si tu estás cerca —murmura—. Es tuyo, puedes hacer lo que
quieras con él. Pero ten en cuenta que sólo late por ti.
Suspiro. —Travis, tenemos que hablar de lo que pasó.
Enseguida niega con la cabeza.
—No —dice y me aprieta más cerca a él—. Esta noche eres mía y soy tuyo,
hablaremos mañana. Sólo... no. Te prometo que lo conversaremos mañana y
diremos todo lo que tengamos que decir, pero por favor se mía esta noche.
Miro sus ojos, se ve tan vulnerable, como si fuera capaz de rechazarlo.
—Ya soy tuya, te pertenezco —digo y beso sus labios.
Se coloca encima de mí y siento la humedad llegar de nuevo.
—Dilo de nuevo, Jane. Di que eres mía.
Se adentra en mí y gimo. —Soy tuya y tu eres mío... Todo mío.
Gime en mi cuello y me embiste de nuevo, una y otra y otra vez.
Después de cuatro rondas de hacer el amor, caemos rendidos en la cama y nos
dormimos. Escucho su corazón latir y sonrío al recordar que es mío.
***
Travis
No quiero despertar.
Tengo miedo si lo hago, todo vaya a desaparecer, que esto no sea real, que Jane
no esté aquí conmigo.
Pero tengo ganas de orinar y me arde la polla por la fricción que hicimos anoche,
así que abro un ojo y luego otro, y la miro dormir. Me deleito por la forma en que
sus labios están entreabiertos, sus ojos cerrados y como su cabello cae por los
lados de su cara. Parece un ángel.
Estiro una mano y coloco su cabello detrás de sus orejas para que pueda ver su
rostro. Tiene lunares en sus mejillas y barbilla, los cuento y son 11 lunares que
adornan su hermoso rostro. Paso mis dedos por su mejilla, barbilla, frente, nariz y
termino en sus labios. Los labios que tanto amo besar. Me estiro y los beso, y me
alegra tanto que esto sea real. Ella está aquí, conmigo.
Me levanto y busco unos boxers para ponerme, voy al baño y tomo una ducha,
aunque no quiero desprender el olor de Jane de mí. Me cambio y me pongo unos
pantalones de chándal y una camiseta negra. Escribo una nota por si acaso Jane
despierte, le pongo que estoy en el gimnasio y que regresaré en una hora.
Voy al gimnasio del edificio, y empiezo a correr en la caminadora, escuchando
Never Say Never de The Fray. Nuestra canción.
Todo lo que pasó ayer parece un sueño, un sueño hecho realidad. Sé que
tendremos que hablar sobre como la cagué, pero tomaré cualquier castigo que ella
me dé. Ya me ha dado muchas oportunidades y esta se siente como la última, y
haré todo lo que esté a mi alcance para que ella se quede conmigo.
Después de alzar algunas pesas, decido que es hora de irme y subir al
apartamento. Subo por las escaleras y llego a la puerta, la abro y descubro a Jane
en la cocina, tarareando una canción, puesta una de mis camisas y perfectamente
bañada.
Es algo tan erótico que mi polla recobra a la vida mientras miro como su cabello
mojado gotea sobre la camisa, como parece que no lleva nada más puesto que
esa delgada tela, como mueve su trasero al compás de la canción que tararea; y
me doy cuenta que lleva sus auriculares puestos. Cierro la puerta y me cruzo de
brazos, mirándola mientras agarra unos huevos y los estrella para freírlos. Se ve
tan perfecta. Ha subido un poco de peso, pero se ve hermosa, se ve sexy y
perfecta, no se ve como esas modelos muy delgadas, se ve como la chica que es
capaz de que la desee todo el jodido día.
Me acerco a ella y la tomo por la cintura, acercándola a mí y que sienta cuan duro
estoy por ella, su trasero se choca con mi entrepierna y sonrío, lo quiero todo. Se
exalta al inicio, pero cuando ve mis manos se ríe y descansa la cabeza en mi
pecho.
—Quería despertar contigo —hace un puchero y se da la vuelta, se pone de
puntillas y pasa sus manos por mi cuello antes de besarme—. Me desperté y ya
no estabas, me asusté, pero luego leí la nota y mejor tomé una ducha. Tomé una
de tus camisas, ¿no importa?
Niego inmediatamente con la cabeza. —Se ve mejor en ti.
—Bueno, no voy a discutir eso.
Me vuelve a besar y se encarga del desayuno. Apaga la estufa y deja el sartén
sobre la encimera.
Antes de que se voltee, la vuelvo a abrazar por detrás y agarro uno de sus
rellenos y firmes pechos, gime y apoya las manos sobre el mesón. Agarro el otro
pecho y siento que mi polla se agranda más.
—Travis... —gime—. Tenemos que... hablar.
—Un rapidito —susurro en su cuello, ella gime pero no dice nada.
Levanto la camisa hasta que su grande y redondo culo entra en mi campo de
visión, puedo ver lo mojada que está y sonrío, es por mí por lo que está así.
Agarro mi polla y la saco de mis pantalones, recorro la sexy silueta de Jane con mi
pene y ella se estremece.
—Travis... por favor —suplica—. Hazme tuya.
Sonrío. —Con mucho gusto.
Y la penetro, con fuerza. Ella se arquea y gime y la tomo por el cabello mientras
empiezo a embestirla, no le hago daño, sólo lo tomo para que se mantenga firme.
Sus nudillos se hacen blancos mientras agarra la encimera con fuerza para
soportar mis embestidas. Gime y grita mientras la penetro más y más a fondo,
tiembla y se corre, convulsionando y temblando.
—Eso fue rápido —digo y se estremece mientras le doy la vuelta y la alzo en el
aire.
Sus piernas me abrazan mientra ella me besa, duro, lleno de lujuria. La vuelvo a
penetrar y la apoyo en la encimera, viendo su rostro mientras la penetro. Su rostro
es una representación del placer que siente, y eso me pone más duro todavía, ver
como sus carnosos labios se entreabren mientras la penetro una y otra vez. Sus
tetas revotan con cada movimiento y puedo verlo a través de la fina tela. Abro la
camisa con violencia y sus pechos saltan en liberación a mi campo de visión, ella
gime cuando los atrapo en mi boca.
Acelero el ritmo, más duro, más carnal y se vuelve a correr. Eso intensifica mi
orgasmo y me corro dentro de ella, fuerte, duro, carnal, lleno de lujuria.
—Eso fue... —empieza a decir, pero no tiene palabras, al igual que yo.
—Fue perfecto —termino por ella—. Eres perfecta.
—Al igual que tú.
Me besa, lleno de amor y admiración. Lo mismo que siento por ella y más.
Voy al cuarto y le entrego otra de mis camisas para que se ponga. Ella se quita la
anterior y se pone la nueva.
—Voy al baño a limpiarme —anuncia y se marcha.
Me quedo en la cocina, no quiero lavarme su olor, ella es perfecta, es hermosa, y
es mía.
Sale del baño con una sonrisa en su rostro y puedo ver lo relajada que está, todo
gracias a mí.
Se pone de puntillas y me besa otra vez, pero esta vez es diferente.
—¿Qué pasa? —le pregunto cuando se separa de mí y suspira pesadamente.
—Siéntate, voy a servir tu desayuno.
—Ya lo serví yo, cariño —le muestro la mesa ya con dos cafés, huevos revueltos y
dos croissant.
Sonríe y va en dirección a la mesa. Se sienta y puedo sentir que ya llegó la hora,
la hora de hablar y poner las cartas sobre la mesa. Tomo asiento a su lado y la
miro hasta que empieza a hablar después de unos minutos.
—No podremos ignorar lo que pasó —dice—. Fue algo horrible y... no quiero
volver a pasar algo así otra vez...
—No lo harás. —la interrumpo. Ella suspira y levanta una mano.
—Déjame terminar. Sé que no lo haremos, porque tomaremos cartas en el asunto
—anuncia—. Travis, cuando iniciamos esto, lo hicimos sin saber cómo llevar una
relación. Sin contar que meses antes ya habíamos peleado por algo similar. Pero
el punto es... —hace una pausa—, que no quiero una relación tóxica, y sé que tú
tampoco lo quieres; y si no hablamos y no aclaramos esto... todo lo puro de
nuestro amor se contaminará y nos destruirá. Si seguimos en este tira y afloja... la
cuerda se romperá y nos ahogaremos.
Un nudo se forma en mi garganta y mis ojos pican, Jane toma mi mano al ver mi
expresión.
—Por eso nos daré un ultimátum —respira—. A ambos.
—¿Y qué es? —mi voz sale débil por el nudo que se forma cada vez más grande
en mi garganta.
Respira otra vez y sus ojos conectan con los míos, tan oscuros y brillantes.
—Esta va a ser la última oportunidad. Si tu fallas otra vez, ya no habrán segundas
oportunidades. Todo se terminará, todo acabará. Pero si yo fallo... no tendrás que
perdonarme tampoco. No lo permitiré. Ninguno de los dos va a fallar a partir de
ahora si queremos seguir con esto. No te digo que no podremos pelear porque lo
haremos, sé que lo haremos; pero no lo arruinaremos otra vez. Porque lo nuestro
no es tóxico, lo nuestro es amor puro y hermoso, y quisiera pasar el resto de mi
vida contigo. Pero tenemos que trabajar juntos para hacerlo, para lograrlo.
Ninguno de los dos dará más de lo previsto, ninguno de los dos dará ni recibirá
más que el otro. Y si alguno de los dos lo hace... todo se terminará.
—¿Todo? —es lo único que puedo preguntar, que mi voz me permite preguntar.
Asiente.
—¿Estás conmigo en esto? —pregunta, esperanzada—. No te digo que no
peleemos, o que seamos perfectos, solo te pido que seamos sanos. Te pido tu
ayuda para que esto funcione y poder hacer esto juntos. ¿Estás conmigo?
Asiento con la cabeza, en afirmación. Una lágrima baja por mi mejilla, no es de
tristeza. Es de felicidad.
De pura y grata felicidad de que ella me ame lo suficiente como para pedirme esto.
Ella seca mi lágrima y me mira con ojos llenos de amor.
—Estoy contigo —le aseguro—. No significa que seremos perfectos, eso lo
entiendo. Y entiendo que ambos debemos trabajar muy duro en esto. Porque
quiero hacer mi futuro contigo, Jane, te mereces eso de mí. Te mereces todo el
amor que estoy dispuesto a dar y más. Y trabajaré muy duro como para no meter
la pata otra vez, para que no te arrepientas de tu decisión. Te amo, nena, soy tuyo
en cuerpo y alma, y sé que no la cagaré otra vez. Lo juro por mi vida que no lo
haré de nuevo. Porque no quiero perderte, no otra vez.
Se estira y me besa, interrumpiéndome. La atraigo a mi regazo y la beso como si
fuera nuestra primera vez. Me toca los hombros, el pecho, la cintura, como si no
pudiera creer que esto es real, y yo tampoco lo creo. Nos merecemos esto, nos
merecemos ser amados. Y qué mejor hacerlo el uno al otro. Nos separamos por
falta de aire, jadeando.
—¿Entonces estamos bien? —pregunto.
—Nunca hemos estado mejor —dice, sonriendo. Retiro su cabello de su rostro y
miro sus ojos marrones, unos ojos tan sutiles y hermosos.
Y entonces vuelvo a besarla, nos levanto a ambos y dirijo mis pasos a la
habitación. Sus piernas están envueltas alrededor de mi cintura, y juega con mi
cabello mientras me besa. La dejo en la cama y le arranco su camisa, listos para
hacer lo que sabemos mejor. Es la mejor reconciliación del jodido mundo.
Jane
No puedo estar más feliz. Miro a Travis, estamos agotados por todo nuestro...
uhm... esfuerzo físico que hicimos ayer y hoy. Sus ojos están en mi rostro, me
analizan mientras yo analizo el suyo. Es tan perfecto y hermoso, y es mío.
Parezco una psicópata, pero me gusta recalcar que es mío.
Paso mis dedos por su mejilla hasta su barbilla, cierra los ojos y los vuelve a abrir,
disfrutando de mi toque.
—No hemos desayunado —digo.
Levanta una ceja, su rostro completamente cansado.
—¿No te pareció eso un desayuno? Porque yo estoy más que satisfecho.
Pongo los ojos en blanco pero sonrío y me río.
—Me pareció el mejor desayuno de mi vida —susurro en su oído—. Espero tener
un poco más para el almuerzo.
Suspira y me toma por la cintura, colocándose encima de mí.
—Oh, nena, me tendrás en este momento si lo deseas —dice, con una sonrisa
sexy. Me vuelvo a reír.
—Es tentador, pero necesito comer algo si quiero pasar todo el fin de semana
contigo. —le guiño un ojo y su rostro se ilumina.
—¿Te quedarás conmigo?
—Sólo si quieres que me quede.
Sonríe y me abraza, levantándome y colocándome encima de él.
—Claro que quiero que te quedes —murmura—. Viviría contigo si fueras legal.
Me río. —¿Si fuera legal?
Asiente.
—Eres menor de 18 años y yo soy mayor de edad, así que esto es prohibido
según la ley.
Hago pucheros. —Entonces no me puedo quedar, no soy legal.
Niega con la cabeza. —No me gusta seguir las normas si te tengo a mi
disposición.
Sonrío, una sonrisa maliciosa que solo se presenta con él.
—Entonces, muéstrame lo que estás dispuesto a hacerme.
Muerdo su cuello y gruñe. Agarra mi trasero con ambas manos, fuertemente y no
puedo evitar gemir, pero tengo que resistir.
—Después de comer —mi voz sale ansiosa—. Quisiera bautizar cada rincón de tu
casa.
Beso sus labios y me zafo de su agarre, agarrando un albornoz suyo que cuelga
en la puerta. Gruñe y se ríe por mis palabras, pero puedo escuchar el deseo en su
voz.
***
Estamos en la mesa del comedor, devorando el almuerzo, recuperando las
energías que hemos perdido entre la noche de ayer y el día de hoy.
—Jane —Travis me llama y lo miro—. Stanford me contactó, quieren verme jugar
en un mes.
Dejo de comer, en shock. Siento como el orgullo crece en mí, si obtiene una beca,
será lo mejor que podría pasarle. Salto de mi asiento y me siento en su regazo,
abrazándolo.
—¡Travis, eso es increíble! —grito y lo beso, con fuerza—. ¡Te lo mereces! Estoy
muy orgullosa de ti.
Se ríe, pero no llega a sus ojos.
—¿Qué pasa? —pregunto, separándome un poco para verlo mejor.
Suspira. —Tú no quieres ir a Stanford.
Oh... Me olvidaba que queríamos ir a universidades diferentes.
Pero haría lo que fuera por él, así que si me tocara ir a Stanford, iría.
—Travis, no importa a donde yo me vaya —digo—. Estaré donde tú estás.
—Eso es lo que no quiero —exclama, sus ojos verdes mirándome—. No quiero
que dejes tus sueños por mí. Otras universidades me contactaron, pero la que
más pesa ahora es Stanford. Veré si la universidad en la que irás quisiera
contactarme, pero si me gano esa beca... El entrenador me obligará a tomarla. Y
no quiero separarme de ti. Ya no.
Sonrío y beso su frente, su nariz y sus labios. Yo tampoco quiero separarme de él,
pero Stanford es una gran oportunidad.
—No nos adelantemos todavía, ¿sí? —digo—. Todavía no estoy segura de querer
ir a la UDub, y mucho menos no sé si quiero mudarme a Seattle. Muchas cosas
pueden pasar, y tal vez ambos encontremos algo en la misma universidad.
Junta su frente con la mía, sus ojos reflejan lo vulnerable que le pone la idea de
volver a separarnos.
—Quiero que vengas a mis partidos a partir de ahora, ¿está bien? —pregunta.
—Claro que sí —sonrío—. Así podré mantener a las lagartonas de las porristas
lejos del mariscal de campo.
Se ríe y me besa.
—Eso será divertido, odias el fútbol.
—Claro que lo odio —contesto—. Pero Travis Kelcee es digno de admirar.
Su sonrisa se borra y me mira con los ojos entrecerrados.
—Yo soy el único Travis que deberías admirar. —hace un puchero y beso su labio
inferior.
—Por eso iré, tendré una buena vista de tu trasero —hago una pausa—. Y de
esto. —agarro su polla por encima de la ropa y lo escucho gruñir.
Me escabullo de su regazo, pero no llego muy lejos cuando me da la vuelta, se
inclina y me sube en su hombro. Grito por la sorpresa y me da un azote en el
trasero.
—¡Bájame! —grito y pellizco su trasero. Él se ríe y entra al cuarto.
Me vota en la cama y me empiezo a reír como loca. Me abre el albornoz y se
sienta a horcajadas sobre mí.
—¿Crees que puedes seducirme y luego irte como si fuera novio feo? —pregunta
con fingido enfado y me río más fuerte.
—No eres novio feo —digo entre risas.
—Bueno, niña mala, será mejor que no estés muy adolorida por lo que voy a hacer
ahora.
Dejo de reír y miro su rostro, la lujuria ya está en sus ojos y me doy cuenta que el
albornoz está completamente abierto.
Y que no traigo nada debajo de él.
Me excito de inmediato cuando sube una de mis piernas a lado de su cadera, y se
coloca entre mis piernas. Estoy adolorida, de verdad, pero lo deseo.
Me besa, y sus manos atrapan mis pechos que duelen por los tratos que recibió
ayer y hoy. Mis pezones reaccionan cuando Travis mete su lengua en mi boca.
Tiro de su camiseta y la saco sobre su cabeza. Tiro de sus pantalones e igual
caen al suelo. Estamos desnudos, y deseosos.
—Bésame, Travis —suplico—. Besa cada parte de mí. Hazme tuya. Deseo ser
tuya por el resto de mi vida.
Sonríe y me besa en los labios, mete su lengua y me derrito en su hermoso beso.
—Nunca dejaste de ser mía —dice sobre mis labios, sus dedos traviesos
hurgando entre mis piernas, llegando a mi mojada entrada. Jadeo—. Y serás mía
por siempre. Al igual que yo te pertenezco.
Besa mi cuello, y sube hasta besar mi oreja y atraparla entre sus dientes. Jadeo y
mete dos dedos dentro de mí. Mi mano atrapa su polla y empiezo a acariciar su
piel con mis dedos.
Hacemos el amor tan salvaje, pero a la vez tan dulce.

—¡Travis! —grito—. ¡Tengo jabón en los ojos!


Se apresura a enjuagar mi cara y mis ojos. Tuvimos la brillante idea de tomar una
ducha juntos, y Travis quería lavar mi cabello. No es como en las películas ni en
los libros, no lo hagan.
—Te digo que eches tu cabeza hacia atrás y no obedeces, no es mi culpa —se
justifica.
Quiero poner los ojos en blanco, en verdad, pero no puedo porque me arden los
ojos peor que mi primera vez.
—Recuérdame nunca más tomar una ducha contigo —le digo, aún con los ojos
cerrados. Puedo escucharlo reír y me pone bajo el chorro para que me termine de
enjuagar los ojos.
Enjuaga mi rostro y mi cabello, acaricia mi cabello y besa mi frente. Abro mis ojos
y todavía arden.
—Joder —exclamo, y me froto los ojos duramente. Travis se vuelve a reír de mi
dolor y toma mis muñecas.
Besa mis ojos y pasa su pulgar en ambos.
—No te hagas daño —me reprende—. Abre los ojos—. Los abro y empieza a
soplar.
Esto es una de las cosas más románticas que hemos hecho. Eso es triste, pero
siento mi corazón latir rápidamente mientras miro cómo quiere curarme.
Es una ternura.
Sonrío y pestañeo rápidamente hasta que ya no siento incomodidad. Paso mis
brazos por su cuello y le doy un pequeño beso. Toma mi cadera con sus grandes
manos.
—Eres un cursi. —digo muy cerca de su boca.
—Acostúmbrate, tú me hiciste así.
Nos reímos y nos volvemos a besar. Suspiro.
—Odio estar adolorida. —confieso.
—Y yo odio tener quemaduras de fricción. —se queja.
Me empiezo a reír en carcajadas y él hace una mueca. Travis tiene la piel de su
miembro rosa por todo el sexo, llamamos al doctor y dijo que no debemos tener
sexo hasta mañana. Mi vagina me lo agradece porque no puedo cerrar las piernas
sin que me duela. Y Travis ha estado paseando con una bolsa de hielo en su
entrepierna por toda la tarde.
Fue muy gracioso de ver.
—Debemos descansar un día, sólo 24 horas —le recuerdo—. Y qué mejor que
hacerlo como sabemos.
Refunfuña. —Pasamos la mayor parte del tiempo teniendo sexo.
Pongo los ojos en blanco. —¿Qué prefieres? —le pregunto, frunce el entrecejo—.
¿Harry Potter o ver videos de One Direction?
Refunfuña otra vez.
—Ya se separaron, ya supéralo —Dice y siento cómo mi corazón se rompe.
—¡Entonces Harry Potter será!
Se ríe y me atrae a su pecho, me cruzo de brazos y no le devuelvo el abrazo.
—Eres imposible —me reprende.
—Tú igual —digo de mala gana.
Niega con la cabeza.
—Tú eres más. Pero te amo de cualquier manera.
Suspiro y me rindo, le devuelvo el abrazo.
—Te amo, Travis. —digo con la cabeza enterrada en su pecho, huele a limpio y a
lavanda. El olor a sexo se ha ido de su piel.
—Yo te amo más —susurra en mi cabello—. Y veamos Harry Potter. Pero si
vuelves a decir sobre lo hermoso que es Daniel Radcliffe, te prometo que
apagaremos la televisión y dormiremos.
Pongo los ojos en blanco, pero sonrío.
—Eres un aburrido.
Salimos de la ducha y me pongo bragas al fin, llamé a mamá para que me traiga
ropa y me trajo como si me fuera a quedar toda la semana.
Hacemos palomitas y compramos pizza, golosinas y un montón de cosas.
Nos quedamos dormidos después de cuarenta minutos que inició la primera
película. Pero me doy cuenta de algo.
No me ha bajado en este mes.
Capítulo +18
----
Me despierto por el dolor en mi cuello, dormimos en el sillón y puedo ver que ya es
de mañana.
Me siento ansiosa porque me puse a analizar cuando fue mi último período. Fue
hace seis semanas, estoy preocupada. Jodidamente preocupada. Antes de
nuestra relación, la última vez que Travis y yo tuvimos sexo fue en su cumpleaños.
Y eso fue hace cinco semanas.
Me levanto del sillón y miro en dirección de Travis.
Joder. ¿Qué voy a hacer ahora? Decido ir a alistarme para salir a la farmacia y
comprar tantas pruebas de embarazo que pueda. También llamo a la ginecóloga
para hacerle una visita y cuelgo rápidamente.
—¿A dónde vas? —la voz de Travis llega a mis oídos y salto, joder.
Piensa, piensa. Joder, eres el coeficiente intelectual más alto de la escuela. Sólo
piensa.
—Uhm... Voy a salir un momento a hacer unas compras —miento, puedo ver en el
rostro de Travis que no me cree.
Suspira y se rasca la nuca.
—¿Qué hice mal? —pregunta.
—¿Qué?
—¿Qué hice mal, Jane? ¿Por qué me dejarás ahora?
Oh, joder.
—¿Por qué crees eso? —pregunto, tratando de mantener mi voz tranquila.
Se acerca a mí y se sienta en la cama, a mi lado.
—Porque estás nerviosa y estás mintiendo. Te conozco, Jane, sé cuando mientes
y cuando no.
Obviamente que los sabe. Maldición, no puedo mentirle, eso estaba en el trato.
Tengo que decirle la verdad, así todo se desmorone.
Pero, joder, tengo miedo.
Miro sus ojos y puedo ver el miedo en ellos, miedo de que lo deje. Suspiro y hablo:
—No me ha bajado —sus ojos se abren—. La última vez que me bajó fue hace
seis semanas, y la última vez que tuvimos sexo antes de romper, fue hace cinco
semanas. No sé si estoy embarazada o si solo tengo un retraso, por eso iba a
salir. Llamé a la ginecóloga, y voy a ir a la clínica. También voy a la farmacia para
comprar algunas pruebas.
Me mira, en shock, abre la boca para que el aire pase por sus labios, porque
parece que no respira. Lo miro, expectante de su reacción, después de unos
minutos se aclara la garganta.
—Es mucho para procesar —confiesa—. Pero iré contigo, y si hay un mini yo y
mini tú en tu pansita... tendremos que afrontar nuestra responsabilidad.
¿Qué?
Lo miro, en shock. Definitivamente no está actuando como esperé que lo haga.
—¿En verdad? —pregunto, poniéndome de pie.
—Sí —se pone de pie, en frente de mí y me abraza, huelo su aroma—. Sólo... no
pensemos todavía en eso hasta que esté confirmado. Vamos a la farmacia y luego
iremos a la clínica, no te estreses por esto hasta que sea hora, ¿está bien?
Asiento, pero el pánico me llega.
¿Qué voy a hacer con un bebé? Soy muy joven todavía. Sé que es nuestra
responsabilidad, pero me muero de miedo.
Antes de que me dé cuenta, estoy sollozando sobre el pecho de Travis, él me
abraza y no dice nada, se lo agradezco. No sería capaz de abortar, nunca me lo
perdonaría. ¿Pero qué voy a hacer con un bebé?
Lloro y abrazo a Travis, mis lágrimas mojan su camiseta y siento que estoy
teniendo un ataque de pánico. No sé qué haré. ¿Qué pensará el idiota de mi padre
cuando le llame y le diga: "Hola, papá, estoy embarazada y no, no es tu culpa.
Pero no sé si te importa porque no eres capaz de contactarme"? O al padre de
Travis. O a mi madre.
¡Mierda!
—Ya, bebé —acaricia Travis mi cabello—. Todo estará bien.
Me separo de él y lo miro a los ojos.
—¿Por qué no estás entrando en pánico? —pregunto, secándome las lágrimas.
Se encoje de hombros. —Sé que sonaré como un puto psicópata pero... no estoy
asustado. Estoy feliz.
¿Huh?
Frunzo el ceño, confundida.
—¿Y por qué carajos estás feliz? —Me separo unos pasos más.
El me toma y me vuelve a acercar a él.
—Porque me encantaría que tuvieras un hijo mío —contesta simplemente.
Me separo de él y me voy a la cocina, dando fuertes zancadas.
—¡Somos demasiado jóvenes! —exclamo, dándome la vuelta para vernos—. Me
encantaría hacer una vida contigo, Travis. Pero no por ahora. ¡Tenemos que
graduarnos, pensar en la universidad y planear lo que haremos en el futuro! —
golpeo su pecho con mi dedo índice—. No debemos ser tan... espontáneos.
—Me gusta lo espontáneo —toma mi mano y besa mis nudillos—. Jane, todo
estará bien. Pero si estás embarazada, tendrás que casarte conmigo.
Dejo de respirar. ¿Acaso dijo lo que creo que dijo?
Lo miro, mis párpados se abren de par en par. Sonríe y continúa besando mis
nudillos.
—No puedes estar hablando en serio —digo, mi voz suena ronca.
—Hablo muy en serio —sonríe—. Siempre he sabido que me iba a casar contigo.
Mejor temprano que tarde.
Una risita se me escapa y aparto mi mano, paso mis manos por su cuello.
—Estás loco —le doy un pequeño besito—. No puedo casarme todavía, Travis.
Su rostro decae. —¿Por qué no?
—Porque estamos en preparatoria, tengo 17, y no fue la manera más romántica
de pedirmelo.
Su rostro decae de nuevo y se aleja de mí. Abre el agua del lavabo de la cocina,
pero lo abrazo por detrás.
—Algún día me casaré contigo —le aseguro, se voltea y me toma por la cintura—.
Pero déjame graduarme primero, ¿está bien?
Suspira y asiente.
—Yo sólo... —dice—, no puedo esperar al futuro. A hacer una vida a tu lado.
—Lo tendremos, tendremos un futuro. Pero no nos adelantemos a los hechos.
Algún día me casaré contigo, algún día tendré un hijo tuyo, pero tendremos que
esperar.
Asiente y me besa.
Mete la lengua en mi boca y me eleva hasta que lo envuelvo con mis piernas. Nos
separamos después de unos minutos.
—Vamos —le digo—. El suspenso me está matando.
Se ríe. —Lo que tú quieras.
***
—¿Jane Beatle? —pregunta la doctora, me levanto de mi asiento y camino junto a
Travis hacia la puerta del consultorio.
Estrecho la mano de la doctora y Travis hace lo mismo.
—Cariño, ya analicé tus pruebas de orina, dos dicen que estás embarazada, pero
tres dieron negativo. Por eso quiero hacerte un eco transvaginal para estar
seguros.
El aire deja mis pulmones. ¿Dos de las pruebas dieron positivo? Jodeeeeer.
Miro a Travis y puedo ver un destello en sus ojos. ¿Por qué no está en pánico
como yo?
La doctora me manda al baño para que me retire mi ropa y me ponga una bata de
hospital. Salgo y me acuesto en la camilla, Travis toma mi mano mientras la
doctora prepara todo.
—¿Te han hecho un eco transvaginal antes? —pregunta y yo niego—. No es
malo, no te dolerá. Pero tendremos una mejor vista si estás embarazada o no, o si
estás ovulando correctamente.
Asiento y miro a Travis, aprieta mi mano. La doctora saca un palo blanco y le pone
un condón y lubricante. Me asusto enseguida.
—¿Me meterá eso? —siento que mi corazón late rápido, la doctora asiente.
—No te asustes, Jane, casi no sentirás nada. Abre las piernas y recuéstate.
Hago lo que me dice y siento incomodidad en mí. No duele, pero se siente muy
incómodo mientras mueve ese palo en mi vagina.
Definitivamente es lo más humillante que he hecho.
—Interesante... —dice la Dra. Johnson.
—¿Qué pasa? —pregunta Trav.
Johnson mueve ese palo y mira la pantalla.
—En definitiva, no estás embarazada —dice y suspiro de alivio—. Pero puede que
no estés ovulando correctamente. Puede ser por el método anticonceptivo que
estés utilizando.
—¿No soy fértil? —mi voz se rompe. Prefiero estar embarazada antes de no tener
hijos nunca.
—No es eso, cariño, es solo que vas a experimentar este tipo de cambios. Tus
ovulaciones no son regulares, ahorita tienes más ovulos de lo normal. Y estás muy
fértil, pero puede que en este mes no hayas ovulado absolutamente nada.
—¿Si puede tener hijos? —pregunta Travis, con la voz llena de esperanza.
La doctora asiente.
—Si puede, pero te recomendaría cambiar de método anticonceptivo. La píldora
es uno de los métodos más seguros, y ayuda a regular tu periodo. Creo que tu
cuerpo ya no reacciona bien a las inyecciones, así que sería bien un cambio. Así
que es sólo un retraso, no estás embarazada y eres muy fértil.
Asiento y Travis aprieta mi mano, de nuevo.
La doctora saca el palo y vota el condón me incorporo y voy al baño a vestirme.
Salgo y miro a Travis sostener algunas cajas.
—Johnson me las dio —explica—. Dijo que las tomes todos los días a la misma
hora.
Lo escucho algo triste y no sé porqué.
—¿Qué pasa? —pregunto, rodeándolo con mis brazos.
Suspira y deja caer su frente contra la mía.
—No puedo esperar al futuro, eso es todo.
Mi corazón late fuertemente contra mi caja torácica, lo beso y luego lo abrazo.
—Travis, soy tuya —susurró contra su cuello—. Eres el amor de mi vida. Trav,
haré mi vida junto a ti, tendremos hijos y hasta un perro si quieres. Pero tenemos
que esperar. Solo... déjame graduarme, ¿si?
—En serio quiero casarme contigo —abraza mi cintura.
Suspiro por sus palabras y beso su cuello.
—Lo haremos —prometo—. Pero cuando ambos estemos verdaderamente listos,
¿está bien?
Asiente y me besa, en frente de Dios y de todos. Es el mejor beso que nos hemos
dado, un beso lleno de promesas para un futuro juntos.
***
—¿Prefieres ver Thor o Iron Man? —pregunta Travis, sosteniendo las películas.
Niego con la cabeza y gateo hacia él y me siento a horcajadas sobre su regazo.
—Ya pasaron 24 horas —susurro en su oído.
Me paro y me voy al cuarto, desnudándome en el camino. Cuando llegó a la cama,
ya estoy totalmente desnuda. Travis llega detrás de mí y me acuesto en la cama,
con las piernas abiertas.
—¿Sabes que nunca me he tocado? —pregunto, deslizando mis dedos hasta mi
sexo, acariciándome en el proceso. Jadeo—. Siempre hay una primera vez.
Acaricio mi clítoris y lo froto, en círculos como él lo hace. Se desnuda y miro a su
polla, completamente levantada y lista para atacar. Su mano agarra su polla y
empieza a bajar y subir. Estoy tan excitada que deslizo dos dedos dentro de mí y
jadeo. Se siente bien. Lo veo darse placer a sí mismo y yo no podría estar más
fuera de control. Lo quiero en mi boca.
Saco mis dedos y me pongo de rodillas en el suelo, frente a Travis.
—Lo estás haciendo mal. —digo, viendo a sus ojos.
—Pues enséñame cómo hacerlo —murmura, con voz ronca.
Atrapo su pene con mi boca y lamo su glande. Jadea y empiezo a mover mi mano
de arriba hacia bajo por toda la extensión. Me lo meto hasta la garganta y me
encanta el hecho que sabe tan bien como recuerdo.
—Joder, Jane —agarra mi cabello y empuja dentro de mi boca, más profundo.
Acaricio sus bolas y lo siento estremecerse.
—Nena, me encanta —gime. Aceleró el ritmo.
Chupo y succiono, saboreando, dando placer al hombre que amo. Agarra mis
hombros y me pone de pie, no se corrió y quería que lo haga en mi boca.
—Es mi turno de enseñarte cómo hacerlo —dice, y me vota en la cama. Abro las
piernas y lo miro desaparecer en el medio de estás.
Su lengua me toca y arqueo mi espalda. No pierde tiempo y mete día dedos
dentro mientras me folla con su lengua, se mueve en círculos y me golpea, justo
como me gusta.
—¡Travis! —grito y él sigue con su duro asalto.
Mete un dedo más dentro, agarro mis pechos y los masajes mientras él sigue
haciéndome esto. Lo he extrañado tanto.
Su cabeza vuelve a aparecer mientras acaricia mi clítoris, sonríe, sus labios brillan
con mi sabor.
Vuelve a atrapar mi sexo entre sus labios y grito, muerde y hala mi clítoris.
—¡Ah, sí! ¡Travis... Ah!
Y me corro, en su boca. Gimo y grito mientras me corro violentamente en sus
dedos. Se incorpora y pone mis piernas juntas a un lado, mientras él se pone
detrás de mí.
—¿Qué quieres que te haga? —susurra en mi cuello, con voz ronca.
—Hazme tuya —jadeo.
—¿Quieres que te folle duro?
Asiento. Niega con la cabeza.
—Tienes que decirlo, nena.
—Fóllame, Travis —suplico—. Fóllame tan duro que no pueda pararme.
Lo siento sonreír.
—Con mucho gusto.
Me penetra con fuerza que grito por el impacto. Mi sexo se cierne sobre él y
empieza a penetrarme como nunca antes. Tan duro, tan carnal, tan él.
Nunca hemos hecho esto y se siente jodidamente bien.
Agarra mi hombro con fuerza mientras me embiste, dentro y fuera, duro y más
duro. Lo escucho gemir y sus sonidos se mezclan con mis gritos.
—¡Joder, Travis! —grito y me corro. Me da una nalgada y me pone sobre la cama,
mis pezones rozando la sábana.
Vuelve a penetrarme y acaricia mi clítoris. Esta vez es como si toda la frustración
estuviera yéndose con cada penetración. Es tan bueno.
—Oh, nena —gruñe y agarra mi piel con fuerza mientras sigue.
—¡Ah!
Grito y gimo mientras mete y saca su polla, me vuelvo a correr, una y otra y otra
vez. Esto sí es como nunca antes, tan crudo y duro. Acelera el ritmo y sus
movimientos se vuelven rudos. Se corre dentro de mí, gritando mi nombre y
cayendo rendido a la cama.
Caigo junto a él y me acomodo a su lado, respiramos pesadamente y el sudor nos
rodea.
—Eso fue... —empiezo a decir, pero él me calla con un beso.
Se acomoda encima de mí y agarra mis manos, sobre mi cabeza.
—Fue perfecto —Está de acuerdo.
—Fue mucho más que perfecto. —susurró y lo vuelvo a besar.
—Jesus —suspira—. Has tomado todo lo que te he enseñado y lo usas en mi
contra.
Atrapa uno de mis pechos en su boca y gimo.
—Tú usas toda tu sensualidad en mi contra —digo, mojándome de nuevo—.
Jesus, si esto es lo que vamos a hacer todo el tiempo, no puedo esperar para el
futuro yo tampoco.
Sonríe y muerde ligeramente mi pezón.
—Imagínate todo lo que te haría —sube a besar mi cuello, y lo muerde—. Porque
me lo estoy guardando para cuando estemos casados.
Jadeo y volvemos a hacerlo. Volvemos a amarnos.
Dos mes después.
—Estoy jodidamente nervioso —murmura Travis, colocándose sus hombreras.
—Tranquilo, bebé, lo harás bien —me pongo de pie y ayudo a colocárselas bien.
—Eso no quieta el hecho que esté nervioso —se pone su camiseta color rojo, el
color del equipo—. Joder, vendrán tres universidades para verme jugar a partir de
ahora. Y otras dos verán el juego por Skype.
Le alcanzo su casco y lo sostengo en mis manos.
—Travis, eres increíble —le digo, con mi mano libre agarro su mejilla y lo beso—.
Eres el mejor jugador de todo el estado. Estarás increíble.
Y no miento, el mes pasado la única universidad que vino a ver a Travis fue
Stanford, y al verlo jugar se enamoraron de él. Ahora compiten con otras
universidades que están interesados en él. Es increíble todo lo que ha logrado,
apuesto a que ganará una beca en la universidad que él desee.
Pasa sus manos por mi cintura y me empieza a besar, como en cada partido lo
hace. Dice que le da suerte.
—No sé qué haría sin ti. —murmura y besa mi frente.
—Tal vez entrarías en pánico —bromeo—. Estarás bien, lo harás increíble. Lo
juro. Y si ganas... Tal vez nos quedemos y hagamos travesuras en los vestidores.
¿Qué dices?
Sonríe y muerde su labio.
—No puedes excitarme antes de un partido —besa mis labios—. Joder, ganaré.
Sonrío y este es mi turno de besarlo. Meto mi lengua en su boca y gime cuando
muerdo su labio.
—Gana —suplico, al sentir el calor en mi cuerpo.
Me guiña un ojo. —Lo haré, nena.
Me separo y me da un azote en el trasero, me río y le devuelvo el gesto.
—Te ves mucho más grande con las hombreras —visualizo—. Parezco un minion
a tu lado.
—Eres un minion —se burla de mí y me aprieta el trasero. Agarra su casco y paso
mis manos por su cuello.
—Hace un año no me hubiera imaginado estar así contigo —reconozco.
Él se encoje de hombros. —Yo lo sabía. Como vivo diciéndote, sabía que vamos a
terminar casados de todos modos.
Pongo los ojos en blanco.
—Dímelo cuando ocurra —le guiño un ojo.
—¡Stone! ¡¿Qué te he dicho sobre meter a tu novia a los vestidores?! —Grita el
entrenador Hunt—. ¡Estos son tiburones y tu novia parece un pastelillo! ¡La van a
violar si no la sacas!
Me río pero Travis aprieta la mandíbula y pasa un brazo sobre mis hombros.
—Ellos saben lo que les pasaría si tan sólo la miran —gruñe Travis, pongo los ojos
en blanco.
—Tranquilos —les digo—. Sé cómo defenderme, soy una chica ruda. ¿O no Mike?
Mike aparta su mirada de mí. La primera vez que estuve aquí, acompañando a
Travis, Mike se me acercó y me manoseó por detrás. Se ganó una patada en su
insignificante amigo de mi parte.
—Sólo nos preocupamos por usted, señorita Beatle —el entrenador eleva las
manos en el aire, pero luego le da un golpe en el hombro a Travis—. La USC,
Stanford y la NYU ya están aquí. Debes tener en cuenta que son escuelas
prestigiosas y serías el primer jugador de la escuela en ir a una de estas. La
Universidad de Chicago y Princeton ya se contactaron con nosotros, estamos
preparando todo para Transmitir el partido. Si anotas sólo un Touchdown más que
en el último partido, Princeton y UOC vendrán personalmente a verte jugar. Y Yale
se encontrará interesado en ti, si ganas.
Travis bufa. —¿Se supone que esto me hace sentir menos nervioso? Porque está
teniendo el efecto contrario.
Agarro su mano, tiene mucho peso sobre sus hombros ahora. Y no hablo de las
hombreras.
—Solo esfuérzate un poco más, Stone. Sé que puedes. —dice Hunt.
El entrenador nos hecha una mirada y se va a donde están los demás jugadores.
—Lo harás bien —digo y lo vuelvo a abrazar de su cuello—. Eres mi mariscal de
campo, y darás una paliza en el trasero a esos jueces.
Beso sus labios y siento cómo el estrés se va disolviendo, me devuelve el beso y
nuestras lenguas se juntan.
—Te amo, Jane —susurra contra mis labios—. Siempre.
Sonrío y lo vuelvo a besar, demostrando cuánto lo amo.
***
El estadio de fútbol americano está a reventar por nuestra escuela y la otra, las
porristas de nuestra escuela están haciendo su introducción y Jessica da saltos y
giros en el aire. Es muy talentosa.
Después de su presentación, me siento en mi lugar de costumbre, que es a unas
cuantas gradas de distancia de la valla que protege al campo de los fanáticos.
Aún recuerdo mi primera cita con Travis, fue aquí, en el campo de fútbol. Días
antes de que me entregara a él por completo. Suspiro y dejo caer mi cabeza en mi
mano mientras recuerdo ese día.
—Traje tacos y gaseosas —Anuncia Kylie, sentándose a mi lado.
—Y yo traje palomitas —dice Jorge, sentándose a mi otro lado.
—Genial —concuerdo—. No moriremos de hambre. Ni de aburrimiento.
Amo a Travis, en verdad lo hago, pero el futbol americano no es algo que me
entusiasme acerca de mi novio.
—¡Buenas noches, estudiantes de la preparatoria West Salem! —Saluda un
estudiante de nuestra escuela, él narrará el partido—. ¡Hoy es un día increíble
para nosotros! ¡Así que demos la bienvenida a Nuestros tigres! ¡Los Rangers de
Salem!
Travis sale corriendo, junto con todo el equipo a sus espaldas. Jake se encuentra
detrás de él y chocan sus cascos antes de ponerse en posición, en frente del otro
equipo.
Travis regresa a ver en mi dirección y le sonrío para darle apoyo, miro cómo
regresa a ver al frente otra vez, al mariscal de campo del otro equipo. Y luego Trav
da la orden para la jugada.
***
—¡Sabía que ganarías! —grito y me lanzo a sus brazos, me atrapa en el aire y lo
abrazo con mis piernas—. Estuviste increíble.
Retiro el casco de su cabeza y lo beso, mi lengua se junta con la suya y gime en
mis labios.
—Tengo un fuerte dolor en las costillas —se ríe y me bajo para ver lo que tiene.
Levanto su camiseta y puedo ver u gran moretón en su costado. Abro mi boca y
me preocupo de inmediato.
—¿Cómo te lo...?
Me interrumpe. —El idiota de St. Cristobal cuando me empujó. —se encoge de
hombros.
—¡Mi bebé! —grito y lo abrazo, con cuidado de tocar su moretón. Aún tiene sudor
en su cuerpo, pero, joder, se ve sexy.
—Viviré —se burla y me devuelve el abrazo.
—No jugarás en un tiempo —sentencio, no me gusta los rasguños y golpes que
obtiene después de jugar.
Sonríe. —Ya lo veremos, nena.
Entrecierro mis ojos.
—No quieres llevarme la contra —digo—. ¿Cómo te sentirías si yo llegara con un
golpe así?
Suspira.
—No te dejara ni salir a la calle.
—¡Exacto! Ahora vamos a ir a casa y vamos a curarte.
Refunfuña.
—Dijiste que nos quedaríamos a hacer travesuras —se queja y no puedo evitar
reírme.
—Eso fue antes de que el increíble Hulk golpeara a mi novio —empezamos a
caminar en dirección al estacionamiento. Vislumbro a Kylie junto a Jake,
abrazándose y besándose—. ¿Cuándo es el próximo partido? —pregunto.
—En mediados del próximo mes —responde.
Bufo. —Una muy romántica manera de celebrar San Valentín.
Se ríe y llegamos a su auto.
—¿Me dejarás conducir? —pregunto, con la esperanza clara en mi voz.
He estado tomando clases y ya puedo conducir a una velocidad moderada. El mes
que viene tengo mi examen para obtener mi licencia.
—Solo un rato —responde—. Ahorita estoy adolorido. Pero vamos a tu casa.
Bufo otra vez. —Mamá no va a dejarnos a solas —me quejo y ayudo a Travis a
subir al auto y después entro yo al asiento del conductor—. Ha estado tratando de
enseñarme a tejer. Creo que tiene el síndrome de mamá anciana.
Travis se ríe y arranco el auto. No miento con lo de mi madre, no es sarcasmo. Es
verdad, lamentablemente. Ha estado tomando cursos de tejido e intenta
enseñarme a mí también cómo tejer. Dijo que servirá para cuando tenga hijos, y
yo le dije que por algo existe Walmart. O tiendas de ropa para bebé.
Llegamos a mi casa y mi madre está sentada en el sofá, tejiendo una bufanda
amarilla para frijolito. Su barriga de embarazada ya se nota más por sus cinco
meses de embarazo. Lo único que me entristece de la llegada de este bebé es
que yo me iré a la universidad cuando el bebé haya nacido. Pero espero que
todavía está aquí para cuando eso suceda.
—Cariño, Travis, pensé que tardarían más —dice Cristin con entusiasmo. Bruce
se para a su lado y besa su mejilla.
Ha estado viviendo con nosotras desde navidad y es muy buena compañía. El
padre que nunca tuve.
—¿Puedes revisar a Travis, por favor? —junto mis manos en señal de ruego—.
Recibió un mal golpe.
Mamá asiente y nos guía a su habitación, donde tiene el botiquín de emergencia.
Trav se sienta en la cama y mi madre lo hace en una silla.
—Bruce, querido, ¿me puedes pasar el botiquín? —Bruce lo hace y mamá
procede a revisar a Travis.
—¿Ganaron? —pregunta Bruce.
Travis y Bruce se llevan bien porque ambos aman el fútbol. Hombres.
Travis asiente.
—37 a 23 —dice Travis, con orgullo.
—¿Y cuánto anotaste, hijo? —pregunta mamá.
—Anotó tres touchdown y un gol de campo. Fue increíblemente sexy de ver —digo
y Travis me sonríe, una sonrisa pícara.
—Espero que las universidades consideren lo sexy que fui —dice Trav—. ¡Auch!
—se queja cuando Cristin procede a limpiar con alcohol los rasguños de su
moretón.
—¡Mamá, le duele! —grito.
—¡Basta, niños, no duele tanto! —grita mi madre de vuelta.
—¡Ya no somos niños! —gritamos Travis y yo al unísono. Nos miramos con una
mueca en nuestro rostro.
Me saca la lengua y hago lo mismo.
Muy maduro.
Mamá pone los ojos en blanco pero no dice nada hasta que acaba de limpiar y
vendar a Travis. Mi novio se para de la cama y subimos a mi habitación. Cierro la
puerta detrás de mí y Travis empieza a sacarse su camiseta. Se retira las
hombreras y miro más moretones en su torso desnudo. Se retira sus pantalones y
miro aún más moretones en sus piernas.
—¿Es en serio, Travis? —Pregunto irritada, sentándome a su lado—. No creo que
vuelva a dejarte jugar nunca más.
Se ríe. —Es como si yo te prohibiera estudiar.
Bufo.
—No es lo mismo.
Se encoje de hombros.
—Para mí sí.
Se viste con ropa normal y se sienta a mi lado de nuevo, apoyo mi cabeza en su
hombro y besa mi cabello. Un agradable silencio nos encierra.
—En verdad quiero un futuro juntos —dice, rompiendo el silencio.
—Yo también —contesto.
—¿Te casarás conmigo después de la graduación?
Su pregunta me toma por sorpresa y jadeo, me incorporo y lo miro a los ojos.
—Sabes que lo haré algún día. Solo... no pensemos en eso todavía —murmuro—.
Vivamos el momento.
Suspira y sonríe.
—Lo sé —susurra—. Sólo quería intentarlo otra vez. Ya sabes... que accedieras a
casarte conmigo antes de la universidad.
Lo beso, un beso cargado de esperanza.
—Bueno, tal vez lo haga —confieso—. Pero no pensemos en eso aún.
Suspira y me abraza.
—Está bien.
Marzo.
—Se supone que estamos en marzo —se queja Kylie—. Se supone que es
primavera, pero sigue nevando. Maldición, nunca entenderé el clima de Oregon.
Pongo los ojos en blanco.
—Es 1 de marzo —digo—. Técnicamente todavía no es primavera.
Miro los copos de nieve como caen sobre los árboles, las casa. Parece una
tormenta en enero, pero espero que la nieve se derrita pronto.
—¿Ya te decidiste? —pregunta Ky, agarrando su taza de chocolate caliente y
sentándose a mi lado, en la cama.
Suspiro.
—No... Creo que no me esperaba que Harvard o Yale me contactaran para
empezar —tomo de mi taza.
Por una parte, estoy feliz que Yale me haya contactado, porque también
contactaron a Travis. ¿Pero si Travis no acepta a Yale y se va con su primer
postor que es Stanford? No puedo separarme de él otra vez, no lo soportaré.
Y nuestra relación ha sido tan sana y hermosa estos últimos meses. ¿Discutimos?
Sí. Pero creo que estamos actuando con la madurez necesaria como para no
decir, o hacer cosas que hieran al otro. Travis no ha bebido porque la temporada
está en su apogeo, y tampoco es que él quiera hacerlo. Yo tampoco lo he hecho,
en primer lugar no me gustaba beber, solo lo hacía por... Ni siquiera sé por qué
bebía.
Pero lo más alucinante de todo es que hemos discutido sobre el futuro. Aunque
preferimos no hacernos ilusiones. No sabemos lo que pasará o si estaremos
juntos, lo único que sé es que lo amo y que intentaremos lo que esté a nuestro
alcance para estar juntos.
Sé que él quiere casarse después de la graduación. Sé que él quiere formar un
futuro para así mantenernos juntos. Pero está empezando a entender que no
podemos forzar el destino.
Si nos casamos, bienvenido sea, y si no lo hacemos... Pues lo intentaremos de
otra manera.
Porque nos amamos, así de simple.
—Bueno, yo iré a Briar y Jake se puede costear cualquier universidad que quiera
—dice mi mejor amiga—. Pero él dijo que está dispuesto a ir conmigo a
Massachusetts.
Sonrío. —Espero que no opte por Harvard —bromeo—. Lo comerán vivo.
—Yo espero que venga a Briar conmigo —se queja mi mejor amiga, con una
mueca.
—¿Y piensa seguir jugando fútbol en la universidad? —pregunto.
Jake es un jugador increíble, pero sé que no ve un futuro en este deporte, como
Travis lo ve. En cambio, mi excepcional novio quiere llegar a ser profesional, sé
que puede lograrlo. Me convencí cuando siete universidades importantes se
encuentran interesadas en él.
Suspira la pelirroja.
—No, piensa seguir algo de negocios para dirigir la empresa de su padre cuando
este se retire —murmura—. Al inicio me molestó porque creí que su padre lo había
obligado. Pero me di cuenta que esto es lo que ama, así que acepté y le daré mi
apoyo en lo que sea que se dedique.
Correcto.
—Espero que vaya contigo —digo sinceramente.
Ella suspira y me regala una mirada de: espero lo mismo para ti.
—Y yo deseo que Travis y tú concuerden y vivan felices por siempre.
Le regalo la misma mirada a ella.
***
Junio.
—Mamá, si no callas a ese bebé me voy a volver loca —exclamo, alistándome
para la ceremonia de graduación que se celebra hoy.
Mamá agarra a mi pequeño hermano, su nombre es James Bruce Danvers. Pero
pueden llamarlo frijolito o pequeño fréjol. O monstruo llorón que vuelve loca a su
hermana mayor.
Es hermoso, con ojos verdes de su padre y el cabello oscuro de mamá. Y unas
mejillas muy regordetas que siempre pellizco y Cristin me regaña por ello.
—No puedo creer que vayas a la universidad —Cristin está al borde de las
lágrimas mientras da de comer al bebé directamente de su pecho.
Dejo de rizar mi cabello y me acerco a ella.
—No llores, mamá —la abrazo, nos sentamos en la cama—. Tienes a frijolito
ahora. Y a Bruce, su boda será pronto, no estarás sola.
Cristin solloza.
—No será lo mismo —confiesa—. Hemos sido sólo las dos desde que tenías
cuatro años, cuando me divorcié de tu papá. Siempre vas a ser mi pequeñita —
vuelve a sollozar y la abrazo más fuerte—. Pero mañana te vas a la otra punta del
país. Nueva York está muy lejos, no te veré demasiado.
—Mamá, son las leyes de la vida —digo, agarrando sus hombros para verla—.
También te extrañaré, Salem es mi hogar. Tú me diste un hogar, y te amo, mamá,
por todo lo que hiciste por mí. Ahora vas a dar a Jamie un hogar. Sólo engorda y
ama a ese bebé como lo hiciste conmigo —se ríe entre lágrimas—. Y apuesto que
Bruce y tú harán un excelente trabajo.
Me abraza y sus lágrimas son contagiosas, porque yo también lloro.
Después de unos minutos, me separo de ella y empiezo a alistarme para el día en
que al fin me convertiré en una adulta.
Bueno, ya soy una adulta, técnicamente, cumplí 18 el mes pasado. Pero aún así...
¡SOY UNA JODIDA ADULTA!
Perdón, me emocioné. Pero el punto es que este es un gran paso en la vida de
cada persona. Tengo derecho a emocionarme.
***
Me encuentro a Travis En la puerta del gimnasio, donde se celebrará la ceremonia
de graduación. Está tan hermoso.
Se ve adorable y sexy con un esmoquin azul marino, una camisa blanca de vestir
y unos zapatos negros. Lleva corbata.
Lleva. Una. Maldita. Corbata.
¿Ya dije que se ve sexy? Por que en verdad se ve jodidamente sexy.
Le lanzo un silbido como los de camionero. Él regresa a mirar en mi dirección y
empieza a caminar hacia mí. Me saluda con un beso en los labios y pellizca mi
trasero mientras con su otra mano ahueca mi mejilla.
—Me encanta ese vestido —murmura, con voz ronca—. Te ves absolutamente
hermosa.
Se separa un paso de mí y me vislumbra de pies a cabeza. Hago una pose para
que mire más y se ríe, hago otra y se vuelve a reír.
—Eres un asco modelando —se burla.
Pongo una mano en mi pecho como si me hubiera dolido lo que dijo y golpeo
suavemente su brazo.
—Se supone que tienes que lanzarme piropos de camionero —me quejo.
Se vuelve a reír.
—No quieres saber mi etapa de camionero.
Refunfuño. —Eres un dolor en el trasero.
Deja de reírse y me sonríe pícaramente.
—¿Quieres que te dé un dolor en el trasero?
Mi boca cae hasta el suelo mientras lo miro. Se acerca a mí y me toma el trasero
con ambas manos. Salto, pero un conocido hormigueo se crea en mi entrepierna.
—Nunca hemos follado en la escuela —susurra en mi oído—. Suena muy
tentador, sin embargo.
La respiración se me escapa de los pulmones y empiezo a jadear. Siento la
conocida humedad en mis bragas. Ahora ya no puedo confiar en mi propio cuerpo
cerca de él.
Su respiración se mezcla con la mía y no puedo aguantarlo más. Lo beso, gime
cuando mis labios tocan los suyos y me devuelve el beso. Gimo esta vez yo,
cuando su lengua toca la mía, nos besamos como si fuéramos los únicos en este
lugar. Estamos en nuestra propia burbuja de amor, pasión y lujuria. Sus manos
suben y toman mi cintura, nunca deja de besarme. No nos separamos ni siquiera
para tomar aire, sólo nos besamos como si fuera la primera vez que lo hacemos.
Jadeamos y juego con su cabello mientras lo beso, escucho un carraspeo y a
regañadientes nos separamos.
—No es que no esté de acuerdo con sus muestras lujuriosas de afecto... —dice
Jake, está abrazando a Kylie por la cintura y ambos nos miran con diversión—,
pero me está poniendo duro con solo verlos.
Ay un silencio por un segundo, nos miramos entre los cuatro y luego empezamos
a reírnos. Una carcajada muy poco elegante por parte de nosotros. Kylie se seca
las lágrimas de tanto reír y se acerca a mí, me abraza y luego pasa un brazo por
mi hombro.
—Vamos a hacer esto, Janie —dice mi mejor amiga y empezamos a caminar
dentro de la escuela, nuestra última vez aquí.
Travis y Jake se quedan conversando detrás de nosotras y bromeando.
Tengo que decir que me da mucha nostalgia que esta sea nuestra última vez aquí,
pero el show debe continuar.
Ser adolescente es un asco.
No sé porqué mi madre dice que fue la mejor época de su vida, es decir, me tuvo
cuando ella era adolescente. Y no es que tuvo apoyo de su familia, o de la de mi
padre.
En fin, odio ser adolescente porque te salen granos, tu cuerpo cambia, los cólicos
menstruales son cada vez más dolorosos, tus caderas no paran de crecer, al igual
que tus pechos, y envidias a las personas que fueron bendecidas por Dios en esta
faceta. Como Travis. El loco, idiota y absolutamente arrogante chico del que estoy
enamorada. Puede tener un millón de defectos que muestra a las personas, pero
ellos no lo conocen como yo. Ellos no saben lo tierno, amable, gentil y bondadoso
que es. Ellos no saben lo increíblemente ingenioso que es, lo amoroso y cariñoso.
Travis puede mostrar muchas facetas: es gentil, amoroso, arrogante, amable,
idiota, malditamente sexy y un chico extremadamente tierno.
Y lo mejor de todo es que me ama de la misma forma en que yo lo hago. No sabía
lo que era el amor antes de él, no sabía nada de las relaciones y él tampoco. Pero
gracias a Dios lo estamos haciendo bien. Discutimos, peleamos, pero nos
amamos; somos como esa clase de amor destinado que el universo, o quien
quiera que sea, haya mandado.
Sé que por el momento estoy destrozada porque yo iré a Nueva York y él irá a
Chicago, pero no estoy nerviosa ni asustada. Sé que lo haremos, que
sobreviviremos.
Miro hacia las sillas donde él está sentado, puesto un birrete y una toga, me mira y
asiente con la cabeza. Luego hace un corazón con sus manos y me sonríe, me río
en voz baja por sus intentos de hacer que me sienta menos nerviosa.
-Damas y caballeros -dice la directora Marshall-. Por favor, den un caluroso
aplauso a nuestra mejor egresada: Jane Beatle.
Todo el mundo aplaude y Travis se para de su asiento gritando con alegría y
aplaudiendo frenéticamente. Todo el mundo se ríe y cuando camino al podio me
lanza y beso. Y grita un «¡te amo!» que hace que todo el público vuelva a reír.
Es tan tonto. Lo amo.
Jake la jala y vuelve a caer en su asiento, pero me sonríe y me manda un beso.
Dios, que vergüenza pero que tierno.
Me paro en el podio y miro a mi alrededor: la directora Marshall me mira con
orgullo al igual que toda la directiva de la escuela. Miro al público y vislumbro a mi
mamá junto con Bruce y amargando a Jamie, a su lado está mi padre con su
esposa y su hija de siete años -sí, siete años- mirándome con orgullo. Ya no me
molesta que no haya sabido la existencia de mi hermana Aiden, de hecho, he
aprendido amar a esa niña como lo hago con Jamie.
Miro en dirección a mis compañeros, Kylie mira en mi dirección con orgullo y un
asiento está vacío a su lado, el asiento que yo estaba ocupando hace horas atrás.
Jorge se encuentra en el medio de Dove y Jessica, y lo más extraño de todo es
que me he hecho amiga de aquellas chicas que un día me hicieron la existencia
imposible.
Y mis ojos caen en Travis.
Que me mira con infinito amor y orgullo. Me sonríe, aquella sonrisa alentadora que
derrite mi corazón. A pesar de todo, Travis siempre será mi mejor amigo, siempre.
Doy un respiro y empiezo a saludar a todo el público presente.
-Lo que más nos preguntamos ahora es: ¿Qué nos prepara el futuro? -digo,
sintiéndome extrañamente segura-. El futuro es relativo, incierto. Pero lo más
hermoso de todo es que no sabemos qué es lo que va a suceder, solo sucede -
miro a Travis-. Lo más maravilloso del instituto no es aprender la tabla periódica o
la circulación de la sangre en el cuerpo, o las reglas para sumar logaritmos -hago
una pausa-, lo maravilloso son los recuerdos que formamos, los amigos que
hacemos... los errores que cometemos. Lo increíble de este viaje de seis años es
todo lo que pasamos. Pasamos nuestras primeras experiencias aquí: nuestro
primer amor, nuestro primer corazón roto, nuestros primeros amigos... todo
empieza aquí. Nadie sabe lo que pasará después de esto -continuo-. Algunos irán
a la universidad, otros no; algunos trabajarán, otros no; algunos viajarán, y otros
no. Es cuestión de hacerlo o no. Pero lo más importante de todo es que lo
intentaremos. No sabremos si vamos a triunfar o a fracasar... pero no puedo
esperar por el futuro -miro a Travis-. Entonces, felicidades Senior Year, lo hicimos
y sobrevivimos. Así que vayamos a romper el trasero a nuestro futuro porque va a
ser fantástico.
Todos mis compañeros se ponen de pie y aplauden, gritan y silban por mis
palabras. Hago una reverencia y siento unas grandes ganas de llorar porque va a
ser la última vez que vea a alguno de ellos. Pero me siento segura, y no puedo
esperar por el futuro.
Todos mis compañeros lanzan sus sombreros en el aire y yo hago lo mismo aquí
en el podio, gritan y aplauden y los miro cómo se abrazan y disfrutan el cierre de
este largo viaje.
Bajo por las escaleras de la tarima y me reúno con ellos, saltamos y nos
abrazamos entre todos, así no nos conozcamos. Llego a Travis y lo beso,
sintiendo su aliento, sintiéndolo todo de él. Todo lo que amo. A mi mejor amigo.
***
-Ya te había dicho que odio los bailes, ¿verdad? -me quejo otra vez mientras nos
acercamos en el auto de Travis.
Travis se ríe y agarra mi mano mientras conduce.
-Y yo te he dicho que dejes de ser una bruja amargada y te relajes -bromea.
Golpeó su brazo y llegamos a la escuela de nuevo, son las siete de la noche y
hace un frío horrible, ventajas de vivir en Oregon. Aparca el auto y salimos, me
acarició mis brazos desnudos, odio los vestidos de graduación porque son
jodidamente largos y cero abrigados.
-Ten -Travis me pone su chaqueta sobre mis ojos y le sonrío.
-Gracias, Mi Lord -me burlo, aunque me encanta ese pequeño gesto.
Se ríe y hace una reverencia.
-Mi Lady -me extiende su mano.
La tomo y nos acercamos a la entrada del gimnasio y entramos. Me trae tantos
recuerdos del baile del año pasado, la primera vez que nos besamos en esa fiesta.
Bueno, la primera vez que estaba consciente.
No puedo creer que sea un año, han pasado tantas cosas... cosas hermosamente
duras y lindas y preciosas.
Y... Never Say Never de The Fray empieza a sonar por los parlantes. Nos
miramos con una sonrisa en nuestro rostro y vamos a la pista de baile
directamente y empezamos a bailar.
Toma mi cintura con una mano y con la otra toma mi mano derecha. Agarró su
cuello con mi mano libre y nos balanceamos, bailando la canción que nos
identifica.
Pero la nostalgia me golpea.
Él estará en Chicago y yo en Nueva York.
Chicago y Nueva York.
Cientos de millas que nos separarán.
-Ey -agarra mi barbilla y se detiene, me mira a los ojos y limpia una lágrima en mi
mejilla, no me he dado cuenta que estaba llorando-. ¿Qué pasa?
Y me rompo.
-Es que... -sollozo-, tú estarás muy lejos de mí.
Y empiezo a sollozar. No quiero separarme de él, no puedo soportarlo. Creí que lo
haría, creí que lo lograría, pero no lo haré. No podré vivir sin él. Lo amo, lo amo
más que a mí misma y eso es lo que quiero que sepa, lo que quiero transmitirle.
Ya pasamos por lo más duro, no nos merecemos pasar por tantos problemas, por
tanto dolor. Lo quiero conmigo toda mi vida.
-Nena, estaremos bien -me abraza para calmarme, pero su voz se rompe-. Lo
lograremos. Somos la clase de amor destinado que fue creado para ser. No
dejemos que nada nos separe, Jane. Te amo.
-Te amo, Travis -lo abrazo por la cintura y entierro mi cara en su cuello. Acaricia
mi cabello suelto y juega con el-. Te amo más que a nada en el mundo.
Me abraza con más fuerza y nos balanceamos al ritmo de la música. No puedo
retener las lágrimas, pero ya no tiemblo por el llanto, sólo lloro y mojo la camisa
negra de Travis. La canción termina y da otra lenta. Seguimos bailando tres
canciones más en absoluto silencio hasta que él se separa, levanto mi cabeza y
miro a sus ojos verdes, grandes y hermosos.
-Cásate conmigo -dice, y no es una pregunta, es una orden.
El aire se escapa de mi cuerpo al ver la determinación en sus ojos. Lo miro,
hechizada por sus ojos verdes y solo tengo una respuesta para él, una respuesta
que me muero por decir.
-Sí.
Sonríe y toma mi mano izquierda para llevarla a sus labios. Me besa mis nudillos,
mi palma, mis dedos, mi dedo anular. Retira su chaqueta de mis hombros y hurga
en un bolsillo. Saca algo y me lo extiende en mi dedo anular.
Un anillo.
Con un diamante más grande que mis ojos.
Un jodido anillo de compromiso.
Oh. Dios. Mío.
Me lo pone y me besa sobre el anillo.
Joder...
Lo tenía planeado... Tenía planeado pedirme matrimonio hoy...
¡Dios!
-Lo tenías planeado -digo, con un hilo de voz-. Tu querías...
-Sí -me sonríe-. Te lo iba a pedir hoy en el lago, pero creo que este fue el
momento.
Asiento con la cabeza, mirando aturdida el anillo de oro blanco con un diamante
enorme. Tan sutil y hermoso, tan nosotros. Y la realidad cae a mí.
Me casaré con el hombre que amo.
Me casaré con Travis.
Me casaré con mi mejor amigo.
Me lanzo a sus brazos y lo abrazo con mis brazos y piernas, estamos rodeados de
gente, pero es como si estuviéramos solo nosotros. Me devuelve el abrazo con la
misma fuerza que yo, con el mismo amor que yo. Tomo su mejilla con ambas
manos y estampo mis labios con los suyos.
El beso es... simplemente... mágico. No hay palabras para expresar lo que
sentimos el uno por el otro. No hay palabras para demostrar lo feliz que estoy en
este momento. Me separo después de unos minutos, jadeando por la intensidad
del beso.
Y una loca idea llega a mi mente.
-Quiero casarme contigo -digo, viéndolo seriamente a los ojos.
-Lo haremos, nena.
Quiere volver a besarme pero niego con la cabeza.
-Quiero casarme contigo... ahora.
Me mira, boquiabierto. Cierra y abre la boca intentando decir algo por unos
momentos. Pero sonríe cuando entiende lo que quiero decir y dice:
-¿Las Vegas?
Asiento. -Podemos ir en auto o podemos ir al aeropuerto. ¿Qué eliges?
Me baja y me pongo de pie sobre mis tacones. Retira el cabello de mi cara y me
da un corto beso.
-Vayamos a la aerolínea -murmura-. Mientras más pronto, mejor.
Sonrío y salimos para ir directamente al aeropuerto.
Voy a casarme...
Voy a jodidamente casarme...
No puedo estar más feliz.
+
Mi vida está llena de clichés. ¿Por qué? La respuesta es fácil:
Me enamoré de mi mejor amigo.
Enamorarte de tu mejor amigo es la cosa más común que escuchas o que lees en
las novelas de amor. Pero cuando te sucede te das cuenta que no es tan cliché
como creías. Cuando empiezas a sentir algo por esa persona que es tan cercana
a ti, tu mundo se pone de cabeza. Y es aún peor los acontecimientos que
acompañan a este «cliché» tiempo después.
Mi relación con él no fue precisamente el típico cliché, nos hicimos mucho daño,
daño inimaginable que al recordarlo me duele tanto en el pecho. Pero el daño no
es nada en comparación con la felicidad que te da estar con la persona que amas.
El dolor en mi corazón crece cada vez que recuerdo lo destruidos que estuvimos
cuando nos separamos. Lo miserables que estábamos todo ese mes sin el calor
del otro.
Sin embargo, ahora sólo puedo pensar en lo que vamos a hacer. Nos vamos a
casar. Y ahora estamos más juntos y fuertes que nunca.
Llegamos a Las Vegas a las dos de la mañana del día siguiente, nos demoramos
yendo a nuestras casas para ver algo de ropa y en el aeropuerto. Pero ya estamos
aquí, así que vamos directamente al hotel donde Travis hizo su reservación
cuando aún estábamos en el aeropuerto. El taxi que cogimos nos cobra y vamos
volando a la habitación que alquilamos.
Nos dormimos abrazados y jodidamente cansados, con la misma ropa que
utilizamos en el baile.
***
Me encanta este momento al despertar. El instante en que tu mente separa la
realidad de los sueños.
Pero lo que más me gusta de todo esto, es cuando me doy cuenta que no lo soñé.
Que me casaré hoy y que haré mi vida junto a el amor de mi vida.
—Buenos días, dormilona —la voz de Trav llega a mis oídos y siento cómo retira
el cabello de mi rostro mientras se sienta a mi lado en la cama.
Gimoteo y bostezo antes de abrir los ojos.
Y ahí está.
La imagen que a partir de hoy veré por el resto de mi vida.
Sonrío y me siento en la cama, me extiende una taza de café y me lo tomo.
—Estuve visitando lugares mientras dormías —dice—. Vi una capilla en Las
Vegas Boulevard. Se llama Chapter Of The Flowers. Creo que te gustará, es
increíble y me encantó.
Me río. —¿Ya reservaste?
Miro como un ligero sonrojo se posa en sus mejillas. ¿Travis Stone sonrojado?
Esto no se ve todo los días.
Asiente con la cabeza.
—¿Importa? Es que creo que te encantará y será divertido.
Estiro una mano y cojo su mejilla, para atraerlo a mis labios y lo beso. Gime
cuando mi lengua toca la suya y muerde mi labio inferior.
—Me encantaría —digo, con la respiración un poco entrecortada por el beso—.
Solo quiero casarme contigo.
Sonríe, una sonrisa encantadora. Después me empuja y cae encima de mí, entre
mis piernas; su delicioso peso en ese lugar donde ha experimentado un millón de
sensaciones: mi vagina, para no meterle mucho drama.
Mueve sus caderas un poco para que sienta su semi erecto miembro sobre la tela
de sus pantalones de mezclilla. Jadeo y me encuentro parcialmente húmeda por
ese simple acto.
Malditas hormonas.
—Yo también me muero por casarme contigo —dice, muy cerca de mis labios—.
Pero lo que deseo más en este mismo instante... es a ti, desnuda y debajo de mí.
Oh, mi...
Poso mi mano en su nuca y lo jalo para besar sus carnosos y rosados labios.
Gimo cuando mete su lengua en mi boca y gimo más fuerte cuando agarra uno de
mis pechos con su gran mano y lo estruja. Una ola de placer me atraviesa y tomo
el dobladillo de su camiseta y se la quito, esta cae al suelo. Sus labios bajan a mi
cuello y lo muerde, enviando una nube llena de lujuria a mis pensamientos. Y sé
como será esto: rápido y duro.
—No tenemos mucho tiempo, nena —dice entre jadeos—. Seré rápido.
Levanta mi vestido hasta la cintura y arranca mis bragas de un tirón, dejándome
totalmente expuesta a él, pero estoy tan jodidamente excitada que las bragas me
importan un carajo, solo lo quiero dentro de mí.
No se quita sus pantalones, solo saca su fuerte y grande erección con su mano y
lo pone directamente en mi entrada. Estoy tan mojada que su polla resbala en mi
interior. Lanzo una maldición con los dientes apretados y tomo su trasero con
ambas manos para empujarlo más adentro.
***
No sé qué es lo más extraño de este viaje.
Si es el hecho de que es nuestro primer viaje juntos; o si vamos a casarnos hoy; o
tal vez es que me estoy probando vestidos de novia.
No quiero demasiado. Sólo quiero algo sencillo y espontáneo como lo que vamos
a hacer.
Me miro en el espejo una ves más y sé que este es. Lo siento. Mi corazón
revolotea cada vez que miro el vestido blanco en el espejo. Es simple y suelto
hasta los tobillos, no es extravagante, no tiene piedras ni costuras súper
elegantes. Es solo un vestido, un vestido con el que me veo casada con Travis. No
tiene mangas y es de cuello alto con encaje en el escote y el cuello, la cintura es
estrecha y luego cae en forma de A hasta el suelo.
Me limpio las lágrimas en mis ojos mientras me miro en el espejo. La asistente me
puso un velo igual de simple que el vestido y me pasó un ramo de flores. Y verlo
todo ahí... me trae un montón de emociones que no puedo controlar.
Voy a casarme...
Y no estoy asustada ni nerviosa. Solo estoy... feliz.
—Te ves hermosa, y creo que el ramo y el velo le dan un toque más sutil al
vestido —dice la asistente de tienda—. Le quitan el toque de vestido de noche y le
da más seriedad. Y te queda perfecto.
Sé que dice eso solo para que lo compre, pero no puedo dejar de ver como se me
ve. Es presioso y lo amo.
—Me lo llevo —digo con un hilo de voz—. Este es mi vestido.
Me meto en el vestidor otra vez para cambiarme de ropa, cuando salgo el vestido
de novia que elegí, junto con el velo, el ramo y unos zapatos plateados de correa y
tacón me esperan dentro de unas bolsa de compras. Entrego mi tarjeta en la caja
(un regalo que mi padre me dio en mi graduación, según él era para los gastos de
la universidad. Pero miren en qué gasto su dinero) y pago. Salgo de la tienda y
voy al salón de belleza para que me arreglen para mi boda.
***
Travis
Me miro en el espejo una vez más.
El esmoquin gris que elegí para este día creo que le gustará bastante a Jane, eso
espero. Hasta incluso llevo una camisa blanca y corbatín del mismo color del traje.
Hasta traigo un pañuelo en mi bolsillo y una rosa blanca.
Creo que me esforcé mucho para que ella vea que iba en serio con el hecho de
casarme con ella.
No voy a mentir, estoy algo ansioso por nuestra decisión espontánea de casarnos
ahora, pero no me arrepiento. Es lo que quiero... lo que he querido siempre.
Siempre he querido casarme con alguien como ella: alguien jovial, inteligente,
aventurera, comprensiva, y una Diosa en la cama.
Pero lo que más me agrada de todo esto es que es con ella. Me casaré con mi
mejor amiga. No puedo pedir nada más en el mundo.
Voy a la salida del hotel, quedamos con Jane de que no nos veríamos hasta el
momento de la boda; ella cree en eso de la mala suerte y esas mierdas de chicas
si miro el vestido antes de la boda. Así que tendré que morir en la curiosidad, pero
sé que estará hermosa.
Siempre está hermosa.
El valet parking me entrega mi auto alquilado y salgo en dirección a la Capilla de
las Flores, donde nos casaremos en una hora...
Una. Jodida. Hora.
¿Estoy nervioso? Sí. Pero no es por una mala razón, estoy nervioso porque
daremos un paso enorme en nuestras vidas. Porque mi sueño se cumplirá: El
sueño de convertir a Jane en mi esposa y de pasar cada segundo de mi vida junto
a ella.
Hace un año no me lo hubiera imaginado. Pensaba que todo se había terminado
por la mierda que le dije ese día en su habitación. Pero ella tiene más fe en mí que
yo mismo.
Aparco el coche en el aparcamiento de la capilla y miro el taxi que mandé para
Jane aparcado en la acera, también veo a una mujer robusta y algo mayor entrar
en él. Al parecer la conductora del taxi ayudó a Jane a entrar en la capilla.
Ella ya está aquí.
Joder.
Me obligo a salir del auto después de apagarlo y camino a paso rápido a la
entrada. Solo quiero verla, solo quiero tenerla para siempre conmigo.
A penas pongo un pie, una mujer disfrazada de Marilyn Monroe me recibe en la
puerta. Me sobresalto al ver su disfraz, pero me relajo visiblemente cuando la
mujer habla.
—Bienvenido a la Capilla de las Flores —saluda, con un marcado acento sureño y
una fingida emoción, agarra mi brazo y me lleva a una expedición por el edificio,
pero es pequeño y sólo miro los baños y la capilla—. Usted debe ser el señor
Travis Stone —asiento con la cabeza, tal vez la emoción no es tan fingida—. Su
futura madame está esperando en el baño de mujeres. Dijo que venga directo a la
capilla y que se ponga de espaldas hasta que ella entre.
Jane es tan mandona que me pone.
Asiento y hago lo que la señora dice. Un imitador de Michael Jackson está parado
en el medio del podio de la capilla y me saluda con una mano enfundada en un
guante con brillantina o lo que sea que haga brillar tanto al guante.
Me extiende esa misma mano y la tomo, agitándola.
—Muchas personas quieren que Elvis les case —dice el imitador del rey del pop—
. Pero ¿qué mejor que tener la bendición del Rey en tu boda?
—Opino lo mismo —sé que sonaré odioso, pero no quería por nada del mundo
que Elvis me case, así que pedí a cualquier otra celebridad antes que Elvis.
Quería ser original.
—Pongan la música. ¡Pongan la música! —exclama la imitadora de Marilyn—. ¡La
novia está a punto de salir! ¡Todos a sus lugares!
Me coloco en la posición en que Jane pidió que me coloque. Michael Jackson está
frente a mí y me mira fijamente antes de decir:
—Te daré la señal para cuando des la vuelta. Tu novia quiere algo dramático.
Me río entre dientes, muy pocas veces Jane se pone así de mandona, pero en
esta ocasión tiene todo mi permiso.
La música suena, una balada lenta que nunca había escuchado. Y es como si su
sola presencia enviara escalofríos a todo mi cuerpo. Siento sus ligeros pasos
detrás de mí, lejos de mí. El imitador del Rey me hace una señal para que me vire,
y lo hago.
Y pierdo todo.
Me desmorono.
Está bellísima.
Siento como el aire deja mi cuerpo, reemplazando con la ansiedad de tenerla en
mis brazos.
Su vestido, el velo, las flores, su cabello recogido en una cola de caballo... Todo
es prefecto. Ella es perfecta.
Y lloro.
Las lágrimas bajan por mis mejillas y sollozo un poco. Cubro mi boca para que los
sollozos no se escuchen hasta ella, pero no puedo parar. Lloro por... todo: Por que
nos casaremos en unos minutos, por lo perfecta que luce, por lo mucho que la
amo, por lo feliz que me hace... por todo.
Ella significa todo para mí.
Llega hasta mi altura y toma mi mano cuando se la extiendo, hasta sus manos son
perfectas. Retiro el velo de su cara y descubro que también hay lágrimas en sus
mejillas y saliendo de sus ojos oscuros.
Quiero besarla, quiero entregarme a ella por completo. La amo a ella, la quiero y la
deseo.
No sé como agradecer a Dios por este momento.
—Damas y Caballeros —empieza a decir el personaje que nos casará—. Estamos
aquí para unir en sagrado matrimonio a... —lee unos apuntes en su libreta—, Jane
Beatle y Travis Stone —hace una pausa—. ¿Saben qué? El amor es algo tan...
inefable. Algo tan puro que a unas personas les aterra sentirse tan vulnerables. El
amor te hace vulnerable, pero eso no es malo. Lo malo es no sentirlo en absoluto.
No solo es un sentimiento mutuo, es millones y millones de emociones, todas
combinadas: cariño, afecto, lujuria, pasión, deseo... pero eso no es lo mejor de
todo. Lo mejor es lo que nos enseña. Nos enseña que hasta el ser más
despreciable puede sentir este inevitable sentimiento.
Miro a Jane y veo como seca sus lágrimas con su mano libre. Ha dejado el ramo
en las manos de la imitadora de Marilyn.
—En fin, ambos son jóvenes y ambos se aman, y sé que el destino los ha unido
por una razón —hace una pausa y ve de Jane a mí—. Y la razón es esta. Así que
quiero que se miren el uno al otro —lo hacemos y nos tomamos de las manos—, y
quiero que digan sus votos matrimoniales. Jane, empiezas tú, repitiendo después
de mí. "Yo, Jane Beatle..."
Jane se aclara la garganta.
—Yo, Jane Beatle... —dice, con la voz rota.
—"Te tomo a ti, Travis Stone..."
—Te tomo a ti, Travis Stone... —sigue la mujer que amo.
—"En la salud y la enfermedad... —Jane lo repite—...En la riqueza y en la
pobreza..."
—En la riqueza y en la pobreza...
—"En la amistad y la pasión..." —lo repite—. "En el amor y la lujuria..."
Jane ríe. —En el amor y la lujuria.
Marilyn aplaude, contenta.
—Ahora vas tu —dice Michael Jackson, dirigiéndose a mí—. "Yo, Travis Stone..."
Y repito las mismas palabras que Jane acaba de decir, sintiendo cada palabra en
mi corazón. Haciendo un juramento tan sagrado que estoy más que dispuesto a
cumplir.
—Bien —dice el hombre que nos está uniendo en matrimonio—. Jane Beatle,
aceptas a Travis Stone como tu esposo...
Jane lo interrumpe. —Acepto.
—Genial —Michael sonríe—. Travis...
Esta vez lo interrumpo yo.
—Acepto... solo... Joder, sí.
Marilyn y él se ríen. Los ojos de Jane brillan, y creo que los míos hacen lo mismo.
—Entonces, los declaro marido y mujer. Firmen aquí y luego pueden darse amor.
Firmamos rápidamente el certificado de casamiento que nos entrega y cuando ella
deja de firmar, estampo mis labios con los suyos.
Jane
No puedo creerlo...
Simplemente no puedo.
Acabo de casarme. Acabo de casarme con el amor de mi vida y no puedo estar
más feliz.
Gimo cuando mete su lengua en mi boca pero nos separamos cuando
escuchamos aplausos por parte de los imitadores.
Fue la mejor boda del mundo, no puedo imaginar hacerlo mejor. Fue perfecto,
increíble.
Travis toma mi mano y nos despedimos de Marilyn y Michael para ir en dirección
del auto que mi esposo alquiló.
Mi esposo...
Oh, joder. Ahora soy Jane Stone.
Tengo que rectificar mi papeleo y un montón de mierda, pero lo haré después.
Estoy a punto de entrar a mi luna de miel.
Cuando vi a Travis en el altar, con su esmoquin y esperándome con lágrimas en
los ojos... no pude evitarlo y rompí a llorar. Casarme con él es la mejor decisión
que he tomado en mi vida, es lo mejor que pude hacer. Y ahora solo quiero pasar
cada segundo del resto de mi vida con él. Por él.
Llegamos al hotel en cuestión de minutos, no dijimos nada en el camino, no fue
necesario. La sonrisa en nuestras caras es el equivalente a que lo que hicimos
estuvo bien. Porque nos amamos. ¿Para qué esperar más tiempo?
Caminamos en dirección a la entrada del hotel y cuando atravesamos la puerta,
Travis me toma en sus brazos y me eleva en el aire, con un brazo debajo de mis
piernas y el otro debajo de mi espalda. Doy un grito que llama la atención de los
presentes, pero luego me río y me abrazo a su cuello.
—No es nuestra casa, cariño —digo, con una sonrisa en el rostro.
Me devuelve la sonrisa, pero se sonroja un poco.
—Solo... quiero tenerte en mis brazos.
Me estiro y lo beso, con fuerza, con una intensidad marcada.
Llegamos al ascensor y subimos a nuestra habitación. Travis abre la puerta y
entramos, la vista es increíble: luces, el atardecer, todo es mágico.
Mi esposo me pone sobre mis pies y me acerco al gran ventanal de nuestra
alcoba. Estar en Las Vegas es como estar en un mundo diferente, es algo que no
encontrarás en ningún otro lugar.
Contemplo el paisaje, deleitándome por el mundo futurista bajo mis pies. Las
nubes adquieren un todo rojizo al ser iluminadas por los rayos del sol en pleno
atardecer. Escucho los pasos de Travis detrás de mí, me abraza desde atrás y
acomodo mi cabeza en su suave hombro. Miramos el paisaje por minutos, horas,
creo; amando como el mundo parece diferente después de tomar este gran paso.
Pero dejo de mirar cuando Travis toma mi barbilla y acerca mis labios a los suyos.
Mi corazón late rápidamente mientras desliza su lengua en mi boca, se lo permito
con todo el gusto del mundo.
Se separa de mí y se queda detrás, recorre mi espalda con su dedo sobre la tela
que me cubre. Mi respiración desaparece por completo desabrocha el botón
detrás de mi nuca y baja la cremallera por completo, mi vestido se desliza por mi
piel y cae al suelo. Jadeo cuando el aire golpea mi desnudez y se me pone la piel
de gallina. Escucho un suspiro por parte de Travis, un suspiro ahogado y lleno de
deseo.
No estoy completamente desnuda, lo único que me cubre son mis bragas blancas
de encaje, unas medias hasta mitad del muslo igual blancas, pero no uso
sujetador.
Creo que se me escapa un gemido cuando Travis se arrodilla a mi lado y empieza
a deshacer las correas de mis zapatos. No lo hace con prisa, se toma su tiempo
mientras yo solo quiero saltar en esa cama y que me haga suya.
¿Que me haga suya?
Que horrible concepto. Yo ya soy suya. Siempre he pertenecido a él.
Siempre creí que las chicas que creían pertenecer a su pareja, era porque tal vez
ellas no tenían suficiente confianza en ellas y querían pertenecer a alguien para no
sentirse solas.
Pero no lo entendía, no de la forma que lo hago ahora.
Y yo le pertenezco. Siempre lo he hecho.
Me ayuda a salir de mis zapatos y ahora soy quince centímetros más baja que
antes. Pero Travis se queda de rodillas.
—Levanta tu pierna —dice, levanto mi pierna derecha y sus dedos encuentran el
encaje que cubre el final de las medias.
Jadeo y empieza a retirarla lentamente, me apoyo en su hombro para no caerme.
Retira la media completamente y da un pequeño beso a mi tobillo. Oh, mi...
Ese simple gesto envía una ola de placer a mi espina dorsal.
Hace lo mismo con la otra media y me estremezco cuando se pone
completamente de rodillas frente a mí, se endereza y sus manos recorren mi
cadera. Sobre el elástico de las bragas. Cierro los ojos.
Joder.
Las retira, suavemente, lentamente, torturándome. Muevo un poco mis caderas,
esperando su tacto, pero nunca llega. Abro los ojos y miro hacia bajo, sus ojos
verdes encuentran los míos y después se inclina para besar mi cadera izquierda.
Su lengua toca mi piel, cierro los ojos y jadeo, inconscientemente muevo mis
caderas, lo deseo ahora.
Se pone de pie, acariciando mi pierna derecha a su paso, respirar es muy difícil a
este paso.
—Travis...
Niega con la cabeza.
—Hoy se trata de ti. Quiero complacerte —dice, alcanzando mi coleta. Me suelta
el cabello y este cae en ondas sobre mis hombros. Jadea—. Hoy solo se trata de
ti.
—Entonces déjame desvestirte.
Asiente y echa sus manos a ambos lados de su cuerpo. Agarro un lado de su
corbatín y lo halo, este se suelta y lo retiro y lo lanzo al suelo. Mis manos viajan
hasta la chaqueta de su esmoquin y la retiro, cae al suelo junto con mi vestido,
desabotono su camisa y la retiro por completo.
Un gemido involuntario sale de mi boca cuando vislumbro su cuerpo desnudo. Es
tan fuerte, cada músculo perfectamente definido, unos pocos tatuajes cubriendo
su suave piel, dándole un toque extremadamente caliente. Acaricio con mi pulgar
mi nombre grabado en su costado, la elegante letra.
—Yo también quiero uno —digo.
—No arruines el momento, Jane —gruñe, pero sé que está bromeando.
Bajo un poco, acariciando sus abdominales, sus perfectos y hermosos
abdominales. Me topo con la correa que sostiene sus pantalones y la deshago, la
retiro y la pongo en la mesita de noche. Sé que hoy haremos cosas que nunca
hemos hecho, así que no lo dejo muy lejos.
Joder, siempre arruino los momentos románticos.
Volviendo al tema, regreso a mi sitio frente a él y desabrocho el botón de su
pantalón junto con su cremallera. Me pongo de rodillas y bajo sus pantalones junto
con sus boxers.
Joder...
Su polla sale disparada y está más erecta que nunca.
Quiero darle un besito, pero Travis me pone de pie antes de que lo haga.
—No, nena, iremos despacio —dice decidido, pero está jadeando.
A pesar de que está completamente desnudo y que su erección apunta
directamente al cielo, no puedo parar de mirar sus ojos completamente verdes,
preciosos y grandes. Así que tomo la iniciativa.
Poso una mano en su mejilla, una barba de tres días pincha mi tacto, pero me
gusta. Se inclina sobre mi mano y cierra lo ojos. Joder, lo amo tanto...
Doy un paso más al frente, su piel se junta con la mía y ambos nos tensamos
cuando su cruda carne se choca contra mi estómago, pero ambos queremos ir
despacio. Con mi otra mano, acaricio su cabello y la dejo en su nuca. Y lo beso.
Un beso tan simple, explorando la boca del otro. Sin lengua, sin prisa, todo lo que
necesitamos está en ese beso. Todo. Me separo un poco de él, pero no me lo
permite y me toma del cabello para cubrir mi boca con la suya. Esta vez es más
apresurado que el otro, si hay lengua... Vaya, que hay lengua. Gimo y envuelvo
mis brazos en su cuello, me eleva en el aire y también lo envuelvo con mis
piernas. Camina en dirección a la cama y me acuesta cuidadosamente en ella,
abro mis piernas, tentándolo a venir. Me examina y luego agarra una cuerda de su
maleta. Entrecierro los ojos.
—¿Vamos a jugar con eso en nuestra luna de miel? —me quejo, en broma—.
Porque creo que dijiste que querías ir despacio, lo que significa que debes ser
gentil.
Se ríe.
—Es para luego —me guiña un ojo y pone la cuerda junto la correa y un... umh...
vibrador.
Nos gusta jugar, ¿está bien? El sexo es divertido.
Está bien, ya maté el romanticismo otra vez.
Se acuesta a mi lado, con su peso en una de mis piernas y una sonrisa en su
rostro.
—No quiero jugar ahora —murmura, una oleada de decepsión me cruza, pero se
marcha para cuando se inclina y besa mi cuello—. Quiero saborear este momento,
hacerlo tan jodidamente lento. Y cuando me pidas más... lo haré aún más lento. Y
haré que te corras a ese ritmo.
Jadeo.
—¿Y eso es bueno o malo? —balbuceo.
Sus besos ascienden a mi oreja y mis manos suben a sus hombros y lo aruño.
—Será jodidamente bueno —susurra en mi oído—. Será increíble para ambos.
Ya no digo nada más, solo cierro los ojos cuando desciende a mi cuello, luego a
mi clavícula... y mis pechos. Me besa en el medio de estos, y se mueve a su
izquierda, lentamente, oh... tan lento... y atrapa mi pezón. Arqueo la espalda y su
mano no pierde tiempo en encontrar la humedad entre mis piernas. Juega con mi
clítoris tan lentamente mientras chupa mi pezón, mueve mi humedad en círculos
lentos y suaves, pero el placer es increíble. Araño su espalda y grito.
Succiona mi pezón y da lametazos en círculos, mete un dedo dentro de mí y la
sensación es... Oh, joder, es increíble. Ya no puedo más. Lo quiero ahora.
Muerde mi pezón levemente y arqueo mi espalda de nuevo mientras muevo mis
caderas en su mano, dejándome llevar por sus caricias.
—Travis... —gimo—. Por favor... te deseo. Hazme tuya.
Casi lo escucho sonreír.
Niño engreído.
—Eres mía —dice y saca su dedo y deja de tocarme donde necesito liberación,
justo estoy a punto de protestar cuando se baja de la cama y se pone de rodillas.
Me jala hasta que mis caderas están en el borde de la cama, me incorporo un
poco sobre mis codos y el idiota de Travis me sonríe con malicia.
—¿Es esto lo que quieres? —pregunta y me toca el clítoris con su lengua. Gimo
en voz alta.
—Sabes que quiero tu polla en mi coño —gruño, un poco MUY enojada.
Se ríe y su risa ahí es... Oh, joder... ¿Por qué me tortura tanto?
Se incorpora y vuelve a colocarme en la posición principal. Mi enojo se disipa
cuando se pone entra mis piernas, con su peso aplastándome tan eróticamente.
Agarro sus mejillas con ambas manos y cubro mi boca con la suya.
Nos besamos por lo que parecen horas, frotándonos el uno al otro, saboreando el
placer de un simple beso.
—Tus deseos son órdenes —murmura, cuando se separa de mí para verme a los
ojos.
Y lentamente se hunde en mí.
Echo mi cabeza hacia atrás y aruño su espalda, gime cuando entra por completo y
yo hago lo mismo. La sensación es... Es increíble. Se mueve en ese ritmo lento,
sale y vuelve a entrar lentamente, pero el placer es mil veces mejor que las otras
veces. El movimiento de sus caderas... ¡Dios! ¿Dónde aprendió a moverlas así?
Sigue torturándome con su lento movimiento, y agarro su rostro para besarlo,
torpemente nos damos uno que otro beso, pero quiero más. Siempre quiero más.
Agarro su increíble trasero y hundo mis uñas en él para que acelere el ritmo.
Travis se ríe.
—No, nena, si voy más rápido... —gruñe cuando vuelve a penetrarme hasta el
fondo—, si voy má rápido me correré.
—Pues hazlo —digo y le doy un azote en el trasero, se ríe—. Córrete dentro de
mí. Pero deja de torturarme así.
Sale y vuelve a entrar en mí, estoy cansada y excitada y cachonda y quiero que él
sea un sádico salvaje. ¿Es mucho pedir?
—Travis, por favor —ruego.
—¡Está bien! —se retira y me siento vacía sin su polla dentro de mí, se pone boca
arriba y me hace un gesto—. Móntate, quiero verte.
—Eres un asco en el romanticismo —digo y me monto a horcajadas en su
regazo—. Ni en nuestra luna de miel paras de decir cochinadas.
Se ríe y me acomodo para deslizarme en él. Ambos soltamos un gemido y me
apoyo en sus abdominales para enderezarme. Mis pechos se balancean con el
movimiento rápido y sucio que estoy utilizando. Pero entiendan, estoy montando a
un tipo con el cuerpo de Dios griego. Es el paraíso. Me muevo en círculos,
girando, Travis lanza un gruñido de placer y agarra mis tetas con ambas manos.
—Esto... es mucho.. mejor —dice, entre jadeos.
—Mmm-hmmm —estoy demasiado excitada como para responder con palabras—.
Tócame —ordeno.
Su mano se mueve al lugar donde se unen nuestros cuerpos y frota suavemente
mi clítoris. Gimo en voz alta, aprobando sus caricias.
—Oh, Dios... así... sigue —me deslizo arriba y abajo, concentrándome en como
me llena y en la ola de placer que me recorre.
Es cuestión de minutos para que mis palabras se conviertan en gemidos y lo
empiece a follar exactamente como le gusta: rudo y ruidoso. Me inclino y mis
labios están en su oreja, escucha mis gemidos, los gemidos que él me provoca.
Sube sus caderas y llega a un punto, ese punto... Grito.
—Hazlo otra vez -ordeno, lo hace—. ¡Oh!
Nos empezamos a mover juntos, balancearnos de verdad y atrapo sus labios con
mi boca. Mi lengua toca la suya y vuelve a penetrarme, toca ese punto y empiezo
a temblar.
Me corro en cuestión de segundos, besándolo y temblando mientras las oleadas
de placer me sacuden. Eso desata su orgasmo porque se corre dentro de mí,
gritando mi nombre y yo el suyo. Sin duda es la mejor luna de miel del mundo.
—Au, nena —toca su labio, donde aparece una fuerte mordida, está morado y
aparece un poco de sangre. ¿Qué...?—. Sé que te gusta duro, pero no creí que te
gustaba el sado.
Me tenso al ver lo horrible que está su labio, sale sangre y está morado. me
incorporo y lo tomo para examinarlo.
—¡Oh Dios mío! —exclamo, asustada por cómo se ve—. ¡Te juro que no me di
cuenta que te estaba mordiendo! Yo... Lo siento, cariño. No sé qué decir.
Se ríe, una carcajada ronca y saciada sale de él.
—Tranquila, bebé —me toma de la cintura y me vuelve a tumbar en su pecho, mis
pechos se aplastan contra el suyo—. No es nada malo, soy un jugador de fútbol
americano. Soy un tipo duro.
Me siento mal por lo de la mordida, nunca le había hecho semejante... cosa.
—Perdóname, mi amor —digo, dando pequeños besos a su labio inferior—. ¿Te
duele? —pregunto.
—No, sigue haciendo eso. Me gusta que muerdas.
Pongo los ojos en blanco, sigo así hasta que él me para y toma mi barbilla para
mirarme a los ojos.
—No puedo creer que estamos casados —murmura—. Siento que... esto es un
sueño. Como si cuando regresemos a casa... vamos a despertar.
Rápidamente niego con la cabeza.
—No tenemos que ir a casa tan rápido —sugiero—. Bruce y mi padre compiten
por mi amor y dejaron de regalo de graduación una cantidad enorme de dinero, y
tu cuenta bancaria no es que esté pobre. Podemos permitirnos una luna de miel
normal, y volver a casa después.
Sonríe y sus ojos se iluminan.
—¿A dónde quieres ir? —pregunta.
—¿A dónde quieres ir tú?
Lo piensa por un instante.
—Uhm... ¿Recuerdas que cuando éramos niños veíamos las fotos de mi madre y
vimos un viaje a Hawái que ella había hecho con sus compañeros de uni? —
asiento—. ¿Quieres ir allí?
Asiento de nuevo, con una sonrisa.
—Entonces está decidido —digo, con una enorme sonrisa en mi rostro.
Nos volvemos a besar, y esta vez él está encima de mí. Estira una mano y alcanza
el vibrador de la mesita de noche.

***
Agosto.
Miro mi teléfono de nuevo. Nada, no aparece nada.
Travis me dijo que me llamaría apenas llegue a la residencia de su universidad
pero él no... lo hace.
Miro la pantalla cada diez segundos, y mi nueva compañera de habitación se
molesta por eso, pero no me importa. Se llama Emery y es muy pesada, espero
que con el tiempo me equivoque y seamos buenas amigas.
—En fin —Emery se pone de pie—. Voy a una fiesta. Un tipo buenísimo llegó ayer
y voy a ver si está allí.
—¿Y si no está? —pregunto.
—Lo estará —dice, con seguridad—. No creo que un tipo tan bueno como él se
pierda una fiesta de fraternidad. Está en primero, pero es un jugador de fútbol
prodigio o algo así escuché. Así que es un buen candidato para un polvo.
Me trago la necesidad de poner los ojos en blanco. Se viste y se pone un
minivestido de stripper. No es que me caiga mal la tipa, pero sí. No la soporto.
Espero que cambie con el tiempo, porque si no, este año será muy largo.
Justo cuando ella va a abrir la puerta, esta suena con un toc. Miro en dirección a la
puerta, preguntando quien es y mi compañera se encoge de hombros antes de
abrir.
Y mi corazón se paraliza.
Es Travis.
Parado en mi puerta.
Oh, Dios.
Salto de mi cama y me pongo de pie junto a esta.
—¿Lo conoces? —pregunta mi compañera de piso, no le presto atención, estoy
demasiado ocupada estudiando a mi esposo—. Es el tipo sexy de primero.
Travis lleva una camiseta gris, pantalones de chándal del mismo color y zapatillas.
Pero eso no me llama la atención. Tiene una chaqueta deportiva con el logotipo de
Columbia... la universidad donde estamos.
Él acaso...
Lo hizo, joder.
—¿Qué haces aquí? —exclamo y corro a sus brazos, me atrapa en el aire y me da
vueltas en el lugar.
—¿Creías que iba a dejar a mi esposa sola en los primeros meses de casados? —
niega con la cabeza cuando ya me pone sobre mis pies.
—¡¿Esposa?! —pregunta Emery, indignada.
La ignoramos.
—Claro que no —digo y me lanzo a sus brazos otra vez.
—Y... lo mejor de todo es que... Tenemos nuestro propio apartamento —anuncia.
—¡¿Qué?! —la felicidad no me cabe en el cuerpo, eso significa que no tendré que
vivir en la residencia.
—Adiós ahorros —anuncia, con fingido pesar.
—Tenemos una beca —digo—. Y siempre está el trabajo.
Nos reímos y empaco todas mis cosas de nuevo. Salimos y vamos a la ciudad,
donde está un edificio de piedra roja. El departamento es en el décimo octavo piso
y la vista es asombrosa, una vista de Manhattan, con grandes ventanales,
amueblado y absolutamente precioso. Muebles blancos adornan la sala de estar,
una televisión plasma gigante y una mesa de centro encima de una alfombra gris
entran a mi campo de visión. La cocina es amplia y moderna, y puedo ver que hay
dos habitaciones y dos baños en la planta baja. Unas escaleras en forma de
caracol suben al segundo piso y quiero desmayarme aquí mismo por lo hermoso
que es todo esto.
Nuestro hogar por los siguientes años.
Miro a Travis, que está en el umbral de nuestra puerta, mirándome con el rostro
lleno de amor. Corro hacia él y lo envuelvo con mis brazos, me devuelve el abrazo
con la misma fuerza que yo y cierro la puerta con mi pie. Esto es exactamente lo
que imaginé.
Mi sueño hecho realidad.
Mis felices para siempre.
Todos tenemos una historia que merece ser contada, con finales felices, tristes.
Historias de amor, guerra, acción, terror, de lo que sea. Esta fue mi historia con él,
nuestra historia. Y estoy orgullosa de haberla compartido. Porque nuestro amor
debía ser reconocido.
En fin, ¿Serías capaz de contar tu propia historia?
¿Serías capaz de enamorarte de tu mejor amigo?
Bueno, yo sí lo hice.
Y esta fue mi historia.
Y espero con todo mi corazón que encuentres a tu Amor Destinado.

FIN...
Siempre he querido hacer esto, escribir a quien va dedicado y a quién agradecer
toda la dedicación y las horas de esfuerzo aplicados en un libro.
Sin embargo, cada vez que leo un libro y miro los agradecimientos de las autoras,
me llevo una gran decepción. No es por el hecho de que agradecen a las
editoriales, a sus agentes, a sus editores, a su familia. De hecho, creo que la
familia es muy importante para rendir tributo en el agradecimiento. Pero creo que
lo más importante y la esencia de un libro son los lectores.
Los lectores te inspiran a seguir escribiendo, y cuando felicitan y aman tu trabajo...
es algo tan increíble.
Así que, quiero agradecer a mis lectores por todo el apoyo que he recibido. Esto
es dedicado a ustedes.
Sé que hay historias mejores que la mía, soy amateur y una novata y escribo lo
que hay en mi mente. Lo que yo deseo. Pero saber de que hay tantas personas de
que les ha gustado esto... no tiene palabras.
No soy una experta en literatura, no soy una escritora con experiencia, no sé si mi
libro está destinado al papel o no. Pero quiero agradecerles por todo el apoyo y el
amor que me han dado en estos seis meses de arduo trabajo.
Cuando inicié este libro, no sabía en lo que se iba a convertir, no tenía una idea en
concreto en mi cabeza. No sabía nada. Pero con el tiempo fui adquiriendo
experiencia, y fui formando una idea de cómo quería que funcione: cada
movimiento estaba calculado, y todo fue gracias a ustedes.
Gracias por ayudarme a mejorar.
Y pues, quiero agradecer a cada voto, cada visita, cada comentario que está en
esta historia, porque me cambiaron la vida. No sabía que hacer con mi vida
después de graduarme del colegio, pero me ayudaron a encontrarme a mí misma.
ESTO es a lo que quiero dedicarme, y todo es gracias al apoyo de ustedes.
En verdad, gracias por estar conmigo, por todas las horas de lectura que les
brindé. Por las 400 páginas que hay en este libro... por todo.
Los amo, en verdad se los agradezco.
Y también quiero dedicar esta historia a mi familia.
A mi papá por sobre protegerme. A mi mamá por ser la persona más graciosa
cuando se enoja. A mis tres hermanas por ser siempre gentiles y quererme
mucho.
Pero la que más le agradezco es a mi primera lectora y mi hermana mayor
Stephanie, gracias ñaña, de verdad te amo mucho. Tu me brindaste apoyo con
esto y no me criticaste ni me juzgaste mal cuando empecé a escribir, en verdad
gracias.
En fin, quiero decirles a todos que los amo con cada centímetro de mi ser.
En verdad se los agradezco.
Y espero con todo mi corazón que lean la secuela de mi mejor amigo, aquí está el
link: https://www.wattpad.com/story/135583613-mi-mejor-error-%C2%A9-ad-2-
pr%C3%B3ximamente
O vayan a mi perfil y ahí está. Se llama Mi Mejor Error y es la historia de Kylie y
Jake, es diferente a esta historia, pero les va a encantar mucho y llorarán mucho
<3.
También subiré algunos extras, así que estén pendientes <3
En fin... Gracias por todo.

Besos, nos vemos en Mi Mejor Error. ✌️


Extra I: La casa siempre gana
Travis
2 años y 4 meses después
Siempre imaginé cómo sería mi vida a los veintiún años. Me imaginaba en la
universidad, jugando futbol, siendo mariscal de campo en una universidad de la
Ivy League, ir de fiesta en fiesta, conocer chicas y acostarme con ellas sin ninguna
clase de compromiso, gastar la herencia de mi madre en un departamento de
soltero para hacer fiestas y tener sexo, ese era mi sueño.
Era mi sueño antes de enamorarme de Jane.
Nunca, en la vida, me imaginé estar casado a tan corta edad, vivir con la mujer
que he amado toda mi vida, hacer una vida con ella. Nunca pensé esperar un hijo
a mi edad, pero lo estamos haciendo, estamos formando una familia y estoy tan
jodidamente emocionado y feliz por eso.
No puedo creer todo lo que ha pasado en el pequeño lapso de tres años, todo lo
que hemos vivido, todo por lo que hemos luchado nos está dando frutos.
Y nunca creí que a la edad de veintiún años esté parado en un altar, en mi
renovación de votos, celebrando con mi familia, amigos, y sobretodo: la mujer que
amo.
Jane Stone es la persona más maravillosa que he conocido. Su amor por mí es
enorme y mi amor por ella es indiscutible. No creo ser capaz de amar a alguien
como la amo a ella, no creo ser capaz de tan siquiera pasar un segundo lejos de
ella. Y mucho menos ahora que estamos formando una familia.
Hace unas semanas, Jane empezó a vomitar y a sentirse mal. Creyó que era gripe
y no aceptó ir al doctor hasta unas dos semanas más tarde de lo que se sentía
enferma. Sí, mi mujer es imposible. En fin, el doctor nos dio la grata noticia de que
Jane está embarazada, en ese momento tenía ocho semanas y que las náuseas y
mareos eran provocados por el embarazo. No creo poder sentir más felicidad en
mi cuerpo que en ese momento.
Sé que somos jóvenes y que falta la mitad de nuestra carrera universitaria para
poder licenciarnos, sin contar que Jane irá a la facultad de medicina después de
licenciarse. Sé también que será muy difícil criar a un hijo nosotros dos, pero me
da igual. Ella será una madre increíble, y yo solo quiero dar todo el amor a mi hijo
que mi padre no pudo darme, incluso más.
Los ojos de Jane están borrosos y llenos de lágrimas que se rehúsa a derramar
por su maquillaje. La imagen frente a mí es totalmente increíble: Ella, en un
vestido de novia menos simple que el que utilizó en nuestra boda, su cabello en
suaves ondas cayendo por sus hombros hasta su espalda baja, sus labios de un
rojo carmesí. Unos labios que amo besar, tocar, follar...
Joder... Soy el hombre más afortunado del jodido mundo.
Después que terminé de decir mis votos, ella empezó a llorar, pero se rehúsa a
derramar las lagrimas todavía. Al menos no las derrama hasta que empieza a
relatar sus propios votos. Promesas tan sinceras que estoy seguro que es capaz
de cumplir. Y joder, yo también cumpliré cada palabra que acabé de decir en este
lugar, cada promesa que hice a Dios y a ella. Sobretodo a ella.
***
La decoración del salón de eventos es malditamente asombrosa. Lo festejamos en
Malibú, donde pasamos nuestra luna de miel hace dos años atrás.
No fuimos a Hawái porque mi mejor amigo Jake tuvo un accidente tres días
después de casarnos y tuvimos que regresar a Oregon desde Las Vegas. Y,
maldición si no estaba asustado por la vida de mi amigo.
Cuando Kylie llamó y nos dio la noticia de que Jake había tenido un accidente
automovilístico, casi se me sale el corazón por el culo, en serio. Tenía miedo de
que Jake no sobreviviría, de que haya muerto y de que no me haya podido
despedir de mi mejor amigo desde el jardín de niños. Él estuvo en todos mis
acontecimientos importantes, estuvo incluso el día en que perdí mi virginidad.
Joder, hasta me prestó un condón para que yo pudiera tener sexo con una chica
de noveno grado. Así que ese horrible día me hizo apreciarlo mucho más.
Cuando terminó la llamada, me rompí en llanto. Pero Jane me limpió las lágrimas
y empezó a armar nuestras maletas. Me ordenó a mover el culo si quería llegar al
hospital antes de que algo grave pase. Y, joder, nunca la había amado más que
en ese momento. Al llegar al hospital, me quedé día y noche con él, es decir, sus
padres ya no estaban en este mundo y sus hermanos viven en otros estados. Pero
cuando los hermanos de Jake llegaron a Oregon, Jake me obligó a retomar mi
luna de miel, no quería hacerlo, pero me dijo que si no lo hacía iba a salir de esa
cama y me patearía el culo. Retomé nuestra luna de miel y traje a Jane a Malibú,
pero estaba pendiente de la recuperación de mi mejor amigo. Tanto la física como
la mental.
Jake pasó su primer año en terapia para tratar el trauma del accidente.
Y lo mejor de todo, es que ahora estoy jugando, emborrachándome y disfrutando
con mi mejor amigo. Jake a cambiado, ha cambiado mucho. Es un tipo con los
brazos cubiertos de tatuajes y dejó el futbol... y a Kylie. Dejó a Kylie antes de que
ella vaya a Briar, pero la tensión entre ellos ya no se siente como antes. Ahora
Jake la mira y cuando sus ojos se encuentran, ella le sonríe.
—¿Por qué no la sacas a bailar? —sugiero. Jake sigue mirando fijamente a Kylie,
como si quisiera tenerla en sus brazos y nunca dejarla ir otra vez. Lo entiendo, es
de la misma manera en que yo miro a Jane.
—Porque terminamos —dice secamente. Pero la amargura no pasa
desapercibida.
—Pero ahora son amigos —argumento.
Jake cursó su primer año de universidad en Oregon para tratar con su trauma, en
su segundo año se trasladó a Stanford, pero lo dejó para ir a Brian hace unos
pocos meses. Ahora él y Kylie están en la misma universidad, comparten algunas
clases y su círculo de amigos es parecido. Definitivamente el destino les está
haciendo una jugada.
—Somos amigos —concuerda Jake—. Pero ella era mi ex. Y del instituto. Debo
tener estándares más altos, amigo.
Pongo los ojos en blanco. En serio, Jake está siendo un idiota, y creo que sus
idioteses le llevarán a perder a Kylie otra vez.
—Bueno, creo que te la ganaron —anuncio y señalo en dirección de la mejor
amiga de mi esposa. Un hombre de traje gris, aparentemente mayor que ella pero
no tanto, la saca a bailar y Kylie accede con entusiasmo.
Miro a Jake y veo cómo aprieta los dientes, tanto que el músculo de su barbilla
salta. Puedo ver la rabia y los celos en sus ojos.
Jake da un suspiro de pesar y me mira, avergonzado y arrepentido.
—No sé qué hacer con ella —confiesa—. La amo todavía, pero no sé si ella me
sigue amando. Joder, no sé qué hacer. Quiero que sea feliz, que conozca el amor,
alguien que esté dispuesto a darle todo lo que yo no puedo. Pero el simple hecho
de imaginarla con otro... hace que toda la mierda dentro de mí explote,
¿entiendes?
Asiento con la cabeza, lo entiendo mejor que nada.
—Sé que estás asustado por lo que ella piensa de ti después de tu... umh... —
sobredosis—, incidente. Pero tienes que hacer algo, amigo. Lucha por ella,
recupérala. Lo has hecho antes, puedes hacerlo ahora.
Hace una mueca.
—Es más fácil decirlo que hacerlo. Lo sé, amigo, sé que ella merece que luchen
por ella. Pero no creo ser posible de hacerlo. Tal vez necesite algún empujón,
alguna razón.
Pero el empujón que necesita llega cuando el hombre de mediana edad quiere
besar a Kylie, ella lo rechaza pero el tipo sigue forcejeando. Antes de que me de
cuenta, Jake ya corre en el rescate de Kylie y separa al tipo de ella de un
empujón.
No creo que debí haber invitado al ex jefe de Jane, es decir, el tipo es un idiota, y
ahora lo demuestra cuando intentó besar a Kylie a la fuerza.
El tipo, avergonzado, sale y se marcha. Jake y Kylie desaparecen de mi campo de
visión y me encojo de hombros. Espero que follen pronto, porque, sinceramente,
ya no aguanto el carácter de Jake.
Me volteo a la mesa de bocadillos y agarro un short de tequila, ya tengo veintiuno,
así que puedo beber legalmente. Jane, por otro lado tiene veinte, y no puede
beber por nuestro bebé. Tampoco le permitiré, este trago que me bebo es mi
primero y último de la noche.
Siento unos brazos envolver mi cintura y sé quién es inmediatamente. Unos
brazos cálidos y hermosos que me encanta besar cuando hacemos el amor.
Joder, me encanta besar su cuerpo incluso cuando no estamos haciendo nada.
—¿Qué está haciendo mi esposo parado aquí y solo? —pregunta Jane, me doy la
vuelta y agarro su cintura. Me inclino y le doy un pequeño y sonoro beso en sus
labios.
—Nada importante —contesto—. Tenía la intención de emborracharme pero
llegaste, y me atrapaste con las manos en la masa.
—Sabes que puedes beber —hace un puchero—. La que está en abstinencia soy
yo.
Me río y le lanzo una sonrisa pícara.
—No estás en abstinencia, bebé —me acerco a su oído, mi aliento golpeando su
piel. Sonrío cuando se estremece—. Al menos no era lo que decías esta mañana.
La manera en que gemías y gritabas mi nombre mientras te corrías decía todo lo
contrario.
Jadea y sonrío cuando la respiración deja su cuerpo. Puedo casi sentir como su
cuerpo reacciona a mis palabras.
—Travis... —se aclara la garganta, como si intentara hablar—. E-estamos en
público.
Retiro el cabello de su hombro y le doy un beso.
—Eso no impide mis ganas de follarte delante de todos.
Gime en respuesta, como si mis palabras hubieran tocado ese punto de placer
que tanto amo follar.
Se aclara la garganta y pasa sus manos por mis hombros hasta llegar a mi cuello,
empieza a jugar con el corto cabello de mi nuca y puedo ver en sus ojos oscuros y
en llamas que entró en el juego, al igual que yo.
—Que digas cosas sucias me pone —admite.
Casi me atraganto por su sutileza (sarcasmo). Me recupero y le sonrío con
superioridad.
—Cariño, todo en mí te pone —digo.
—No lo sé, tal vez son las hormonas del embarazo. No te hagas ilusiones.
Me río en una carcajada y la acerco más a mi cuerpo.
—No puedo creer que estés a punto de tener un hijo mío.
Pone los ojos en blanco. —No estoy a punto, tengo trece semanas. Y ¿cómo
sabes si no es hija?
Esta vez yo pongo los ojos en blanco.
—Lo sabremos en dos semanas, pero quisiera hacer una apuesta contigo.
Sonríe con malicia. —Yo digo que es niña.
Le devuelvo la sonrisa y tomo su meñique derecho con el mío.
—Yo digo que es niño —digo.
***
—Quédate quieta —reprendo a mi esposa.
Estamos en el consultorio para ya ver el sexo del bebé. Estoy nervioso y
entusiasmado por saber de una vez cual es el sexo de mi hijo. Aunque Jane está
mucho más nerviosa, tanto que la doctora tiene que aplicar dos veces más el gel
en su vientre; porque cada vez que Jane se mueve, el gel se derrama de su
cuerpo.
Aposté con Jane una cena romántica. Y considerando que los restaurantes aquí
en Nueva York son excesivamente caros, estamos en competencia.
Aunque yo podría pagarlo. Ya nos podemos dar esa clase de lujos desde que
firmé en los New York Giants. Todavía estoy en la AFL, que es para los reclutados
que recién empiezan a jugar para un equipo profesional, no estoy en los
profesionales todavía pero la AFL es solo un paso más cerca a jugar en la NFL. Y
joder, estoy emocionado porque mi equipo está trabajando muy duro. Y los
entrenadores están felices con mi trabajo, tanto que están considerando la opción
de hacerme mariscal de campo cuando debute; y si les gusta, firmaré un contrato
como mariscal de campo para tres temporadas consecutivas.
Volviendo al ahora, Jane me regala una mirada molesta por mi desconsideración a
su estado materno.
—No es mi culpa —dice—. El bebé está despierto y me está pateando, estoy
incómoda.
Miro en dirección a su vientre. Ya está un poco abultado y el bebé está
empezando a moverse, y como los movimientos son recientes, incomodan a Jane.
Tiene quince semanas y su vientre está creciendo con cada semana qué pasa. Un
intenso amor me llena mientras la miro: su suéter rojo subido hasta su cintura, sus
jeans desabrochados, ella acostada en la camilla, su cabello rizado esparcido
sobre la cabecera de la camilla, y su delgada mano agarrando la mía, y la otra
topando su abultado vientre. Esparce caricias sobre la curvatura de su vientre, y
apuesto a que lo hace inconscientemente.
Me inclino y beso su barriga, ella deja de topar su vientre y acaricia mi cabello. Me
separo de ella y me inclino para besar sus carnosos y suaves labios mientras la
doctora esparce el gel para hacer el ultrasonido.
Jane se queda quieta por primera vez en estos veinte minutos que hemos estado
aquí, pero puedo ver cómo retiene su respiración mientras mira a la pantalla.
Y sale nuestro hijo en esa pantalla.
Me encuentro maravillado, como si fuera la primera vez que miro la imagen de
nuestro bebé.
—Interesante... —dice la doctora—. ¿Hicieron apuestas por el sexo del bebé?
—Yo aposté de que sería una niña, y él apostó a que sería un niño —dice Jane.
La doctora se ríe y se dirige a mí.
—No apuestes contra la casa, porque la casa siempre gana —puedo ver cómo
retiene su risa—. Bueno, mamá, celebra porque ganaste. ¡Es una niña!
Jane y yo nos miramos por un momento, dejando que la noticia nos golpee y nos
envuelva. Después de unos segundos, mi boca está sobre la de ella, mi lengua en
la suya, demostrando todo el amor que siento por ella, por mis dos mujeres. Jane
se abraza a mi cuello mientras asalto su boca y cuando me separo, nos
abrazamos tan fuerte, como si fuera la primera vez que lo hiciéramos.
—Una niña —digo contra el cabello de mi esposa, estoy tan feliz por la noticia que
no quiero soltarla nunca más—. Vamos a tener una hija.
Jane ríe, y ese suave sonido llega hasta el fondo de mi corazón.
—Te lo dije —fanfarronea, pero puedo sentir la emoción en su voz.
Me separo de ella y miro las lágrimas manchando su hermoso rostro, las limpio
con mis pulgares y beso suavemente sus labios.
—¿Por qué lloras? —pregunto, mis manos a cada lado de su rostro.
—Porque te amo —contesta y me mira a los ojos—. Te amo, Travis.
—Te amo, Jane. A las dos —esta vez mi voz se rompe, puedo sentir mis lágrimas
pinchar mis ojos—. Más que a nada en el mundo.
Extra II: San Valentin
Jane
—Luzco como un globo —me quejo.
Miro mi grande panza de embarazada a través del espejo. Viro para un lado, luego
al otro, y llego a la conclusión de que mi barriga mide medio kilómetro de
distancia.
—Luces bien —dice Kylie, con la boca llena de papas—. De hecho, luces
hermosa. Hay mujeres embarazadas que matarían lucir como tú, el embarazo te
sienta bien.
—No me importa —hago un puchero al espejo—. Es San Valentín y quiero lucir
sexy para Travis, y luzco como una enorme pelota roja. Como la que tenías en tu
casa cuando éramos niñas.
Estoy usando un vestido rojo de licra que llega hasta la mitad del muslo, es bonito,
pero mi panza de seis meses parece querer destacar. Es increíble cómo ha
crecido en este último mes; cuando llegué al quinto mes no tenía tan grande mi
vientre, y estaba bien para mí, pero cuando los antojos empezaron a adueñarse
de mi vida y los vómitos cesaron, me he convertido en una pelota con patas.
Frunzo el ceño a mi reflejo, tal vez si empiezo a arreglarme, me veré mejor y tal
vez Travis se fije más en mi cara que en mi barriga.
Abro mi cajón y saco todo el maquillaje que puedo, algunas pinzas para cabello y
me paro frente al espejo.
—¿Puedo hacer tu cabello? —pregunta Ky, emocionada y con su rostro iluminado.
Asiento.
—¿Pensabas que lo haría yo sola? —me burlo—. Sé que eres mi mejor amiga,
pero me tienes en estándares muy altos.
Se ríe.
—Solo quiero pasar el mayor tiempo posible contigo antes de que vuelva a Briar.
Aunque no estamos muy lejos la una de la otra, te extraño.
Le sonrío a través del espejo, ella se coloca detrás de mí con las pinzas para
cabello.
—Yo también te extraño —admito—. Pero nos vemos una vez a la semana ahora.
Y debemos aprovechar antes de que inicie el semestre.
Siempre, cuando inicia el año o el semestre, Kylie y yo dejamos de vernos por
varias semanas hasta que ambas nos adaptamos al cambio de horario. Pero este
es nuestro último semestre como alumnas universitarias desocupadas, nuestro
último año se acerca y ambas iremos a otras facultades después de la graduación.
Kylie irá a una universo especializada en gastronomía y yo iré a la facultad de
medicina para especializarme. Aún no tengo desistido en qué especialidad
inclinarme, pero tengo todo un año para eso.
—Tu cabello está hermoso —exclama mi mejor amiga, agarrando un mechón de
mi cabello y examinándolo—. ¿Y crees que te ves mal? Deberías embarazarte
más a menudo.
Me río.
—Embarázate tú. A puesto a que tú «nuevo mejor amigo Jake» —hago comillas
con mis dedos—, le gustaría darte un bebé.
Ella me lanza una mirada de muerte a través del espejo y me río entre dientes.
—Cállate, Beatle, si no quieres que te queme tu espalda con las pinzas calientes.
Me río otra vez, esta vez más fuerte. Quisiera hablar sobre lo qué pasa entre estos
dos tórtolos, pero eso es cuento de otra historia. Y ni siquiera entiendo bien lo que
pasa entre ellos.
***
Me miro en el espejo y me vuelvo a examinar. Y estaba equivocada.
A pesar de que mi cabello largo llega hasta mi espalda baja, y que mi maquillaje
es llamativo, lo que llama la atención en mí es mi embarazo.
Doy un suspiro en derrota y me coloco las zapatillas de muñeca que Travis me
compró por montones cuando se enteró que estaba embarazada. Extraño usar
tacones, pero mis pies se sienten hinchados y doloridos después de quince
minutos con los tacones. Y Travis no quiere que me rompa las piernas por un
tonto intento en estar a la moda.
Pero lo que él no entiende es que soy una mujer embarazada con alto grado
hormonal y necesito sentirme alta y hermosa. ¿Es mucho pedir?
Sin embargo, tampoco quiero pelear con mi esposo por una niñería mía, así que
me pongo las bajad y femeninas zapatillas de muñeca rojas.
—Te veré luego, bebé —me dice Ky—. Tengo que hacer... algo.
Sonrío pícaramente.
—¿Tiene algo que ver con la palabra con f? —bromeo, ella frunce el ceño.
—¿La palabra con f?
—Follar —me encojo de hombros—. Te veo muy estrezada, creo que necesitas
una follada de esas que no te dejan sentarte en tres semanas.
Se ríe y se inclina, besa mi frente.
—Tus hormonas están atacando ahora —se burla—, mejor me voy. Te quiero.
—Te quiero.
Cierra la puerta de mi habitación y escucho cómo sale por la puerta y arranca su
auto.
Espero que Jake y ella cojan pronto, porque, sinceramente, ya no aguanto el
carácter de Kylie.
Me pongo de pie, sosteniendo mi barriga y mi niña responde y patea, está
despierta. Una sonrisa involuntaria de forma en mi rostro y acaricio mi abultado
vientre mientras bajo por las escaleras de nuestra casa.
—Hola, pequeña —digo, mi bebé responde moviéndose nuevamente, me siento
en el gran sofá blanco de nuestra sala y acaricio mi barriga nuevamente—. Estás
despierta hoy, espera un segundo, papi estará pronto en casa y quizá quiera
hablarte.
Mi bebé se mueve otra vez y sonrío. Travis ama hablarle a mi barriga, sobretodo
cuando nuestra hija empezó a moverse. ¿Lo único malo? Travis casi nunca está
en casa cuando nuestra bebé está despierta. Trabaja en un equipo de fútbol
profesional y también sus clases lo mantienen agotado, pero es un esposo
increíble, y apuesto mi vida a que será un padre increíble también.
¿Cómo lo sé? Por todos los detalles que ha hecho desde que me quedé
embarazada.
Mandó a construir una nueva habitación para la bebé, pintó el mismo las paredes
de rosa, yo dibujé decoraciones en las paredes. Ya tenemos casi todo para la
llegada de la bebé, y eso que faltan todavía tres meses. Travis ya mandó a instalar
un sensor en la cuna de nuestra pequeña, para cuando llore o deje de moverse, y
si alguna de estas cosas pasa, una aplicación manda una alarma a su celular. Me
pareció muy exagerado a un inicio, pero cuando lo comprendí, yo también mandé
a instalar la aplicación en mi teléfono.
—Mira nada más, que belleza tengo en mi casa —la voz alegre de Travis llega a
mis oídos, viro mi cabeza para verlo atravesando la puerta de entrada.
Se ve tan guapo que me quita el aliento, lleva su uniforme de chandal, el que usa
cuando entrena en el equipo de futbol profesional. Se acerca a mí y me besa en
mi cabeza, luego se sienta a mi lado y toma mi mano, como de costumbre.
—Hola, mi amor —lo saludo y me acerco para darle un tierno y sonoro beso en
sus labios, me lo devuelve—. Creí que regresarías más tarde, pero quería estar ya
preparada.
Sonríe. —El entrenamiento terminó antes. Los entrenadores se compadecieron
por los que tenemos esposas por el tema de San Valentín y todo eso.
—Eso está muy bien para mí, tendremos más tiempo. —le guiñó un ojo y se ríe,
pero su sexy sonrisa pícara se forma en sus carnosos labios.
—No te iba a dejar dormir, de todos modos.
Oh, mi...
—La doctora dijo que debemos dejar de tener tanto sexo —le recuerdo.
Se ríe y se acerca a mí, su aliento chocando en mi oído.
—No se va a enterar —murmura—. Verte vestida tan sexy me está poniendo
jodidamente caliente.
Frunzo los labios.
—¿Crees que estoy sexy?
Se separa un poco para mirarme a los ojos y puedo ver su ceño fruncido.
—¿Por qué no creería eso? —pregunta—. Te ves jodidamente sexy y quiero
follarte en este momento, ¿no es obvio?
—Estoy embarazada —digo, como si fuera la excusa suficiente para que él no se
sienta atraído por mí—. Parezco un globo y estoy gorda.
Pone los ojos en blanco y pasa su brazo por mis hombros, me atrae en un abrazo.
—Te ves hermosa, Jane —murmura con voz ronca, su aliento en mi cabello—.
¿Por qué no ves lo que yo veo? Eres la mujer más sexy y caliente en el mundo
incluso cuando tiene una personita dentro de ella. Y, además, esa personita es mi
hija, otra razón más cómo para ver lo hermosa que eres.
—Pero...
Aprieta mi hombro y me hace callar.
—No seas terca ni cabezota —me reprende y besa mi frente—. Te amo, siempre
te veré hermosa.
Suspiro y lo abrazo. No sé quién besa a quien primero, o quien desnuda a quien.
Lo único que sé es que estamos en medio de la sala, haciendo el amor y
besándonos como los locos enamorados que somos.
Y comprendo que me equivoqué.
Me equivoqué en alistarme antes de que Travis llegara, porque pensé que
tendríamos sexo después de la cena.
Tres horas de cambio físico tirados a la basura.
***
—Kylie vino hoy y me ayudó a cocinar —le informó a Travis.
El está poniendo la mesa y yo estoy sacando la comida del horno. Kylie me dio
una receta para un pollo al horno y me ayudó a prepararlo. Mi boca se hace agua
y quiero lanzarme a devorar ese pollo yo sola. Culpo al embarazo, tengo muchos
antojos.
—¿Cuándo volverá a Boston? —pregunta mi esposo desde el salón del comedor.
Llevo la bandeja a la mesa del comedor y Travis me la arrebata para ponerla en el
medio. Quiero refunfuñar pero me abstengo, desde que me embaracé no me ha
dejado hacer casi nada, sin embargo, discutir con él sobre eso es como hacerlo
con una pared.
—En dos días, se quedará aquí el fin de semana y luego regresará a Boston —
respondo.
—Jane también está aquí, creo que regresará la otra semana —dice Travis—. Hoy
fue a visitarme al entrenamiento.
Hala la silla para que yo me siente, le sonrío y me siento con cuidado para que mi
barriga no quede aplastada entre yo y la mesa.
Siento un empujón dentro y sé que mi bebé está despierta otra vez, topo el lugar
donde sentí el leve golpe y me acaricio.
—La bebé está despierta —informo—. ¿Quiere saludar a su hija, señor papá?
Travis sonríe, una sonrisa que ilumina sus ojos, la sonrisa que amo.
—No lo preguntes dos veces.
Se pone de rodillas frente a mí y to su mano derecha y la llevo al lugar donde casi
siempre mi hija sabe golpear. Esperamos un momento, en absoluto silencio hasta
que sentimos otro golpe. Travis se ríe y acaricia mi vientre.
—Hola, pequeña —saluda Trav a nuestra hija—. Ya quiero verte. Sé que estar
dentro de mami es increíble, pero no puedo esperar hasta que nazcas.
Le doy un golpe en su hombro.
—¡Au! —se soba en hombro—. ¿Qué dije?
—¡No le digas esas cosas a la bebé!
—¿Qué cosas? —se pone de pie y se sienta en su asiento junto a mí.
Cruza sus brazos sobre su pecho y me mira con aire de superioridad. Bufo.
—Eso de estar dentro de mí.
Me cruzo de brazos también.
—Ella todavía no sabe a lo que me refiero —murmura, luego hace una mueca—.
De hecho, nunca lo sabrá. Virgen hasta los 37.
—¿No crees que eso sería muy hipócrita de tu parte, señor «perdí mi virginidad a
los 13 con una chica de noveno grado»?
Me da una mirada molesta, me río entre dientes.
—Compraré una escopeta —dice—. Cualquier persona que tan siquiera mire en la
dirección de mi pequeña, le dispararé.
Me río en voz alta, una carcajada que me es incapaz de sostener.
—Tranquilo, super papá. Aún faltan muchos años para que nuestra pequeña
desarrolle deseo por el sexo.
Comemos entre risas, platicando sobre lo que hicimos en nuestro día y sobre si
queremos hablar todavía por el nombre de la bebé. Pero no nos decidimos
todavía, no es algo que decides a la libera. No quiero ponerle a mi hija un nombre
que odie o un nombre extraño como los de los hijos de Kim Kardashian. O de
todas las Kardashian. Tal vez opte por esa moda moderna, de ponerle a sus hijos
nombres de estados o de países o de ciudades.
Al terminar de comer, recojo la cajita que contiene el regalo de Travis y se la
entregó en su mano.
—Guau, me hiciste un regalo —dice sonriendo.
—Siempre te hago regalos.
Travis abre la cajita y mira lo qué hay dentro. Es un reloj de oro blanco y muy
masculino, tuve que preguntar a sus amigos para saber si este es el regalo
perfecto para un hombre. ¿Y qué más masculino que un reloj?
—Me encanta —me dice sonriente y radiante—. Combina con mi anillo de bodas.
Eso es verdad. En nuestra renovación de votos, le regalé su anillo de bodas de
oro blanco, obligué que cambie su primer anillo barato por ese nuevo.
—Gracias, mi amor —se acerca a mí y me besa en los labios.
—No hay de qué. Feliz San Valentín.
—Yo también tengo algo para ti —anuncia y saca una caja un poco más pequeña
que la que yo le entregué, me la pone entre mis manos—. Ábrela.
Lo hago, e inclinó la cabeza con confusión. Es un papel...
—Que... bonito —digo, agarrando el papel entre mis dedos y volteándolo. Está en
blanco.
Travis golpea su frente como si fuera obvio algo que tengo que hacer, pero no
entiendo nada.
—Abre el papel —murmura cansado.
—Oh... claro —lanzo una risita tonta y abro el papel.
Y el aliento se me escapa.
Es un dibujo de mi cara. Es mi cara. Y por lo visto, el papel es algo viejo. Es una
obra de arte y tiene la firma de algún artista.
Miro a Travis y me sonríe.
—¿Recuerdas una vez que estábamos en la escuela y tú me viste hablando con
Dove? —asiento, ¿cómo olvidar ese día? Me puse celosa como el demonio—.
¿Recuerdas también que te dije que me estaba "ayudando" con el dibujo en la
clase de artes? Bueno, este fue mi dibujo. Lo conservé todo este tiempo; te lo
quería dar, pero... se me olvidó.
Ahogó una risa. Es tan tinto y lo amo mucho. Me acerco y lo beso.
Me siento en su regado y pasó mis manos por su cuello.
—Somos un desastre —digo y lo vuelvo a besar.
—Oh, me olvidaba —saca un sobre de su bolsillo, lo abre y me lo entrega—. Mira
lo qué hay dentro.
Saco lo qué hay en el sobre y esta vez si me quedo sin aliento.
—¡¿Entradas al concierto de Harry Styles?! —grito, con la emoción
recorriéndome—. ¡Eres el mejor esposo del mundo!
Y lo vuelvo a besar.
Extra III: Maravilloso
Travis
Jane es una cabezota.
No sé porqué le amo tanto, la verdad.
Ya es su último mes de embarazo, estamos en abril y su fuente se puede romper
en cualquier momento. Pero como es ella, insiste en ir a correr, saltar, ir a
conciertos, acompañarme a mis partidos.
Y yo solo quiero que mi hija no salga disparada de su vagina como en las
películas de terror.
—Ten cuidado —le digo por onceava vez.
Ella pone los ojos en blanco y regresa a acomodar el cuadro que está colocando
en la pared de nuestro departamento.
Eso es lo de menos, creo que el departamento necesita color y Jane sabe mucho
de arte, así que me parece bien. Lo que está mal aquí es que ella está parada en
una escalera a dos metros de distancia del suelo.
Siento que me va a dar algo.
—Joder, mujer, estás embarazada, ten piedad por tu pobre marido —digo,
sintiendo los nervios de punta.
Ella me regresa a ver, su mano agarrándose de la escalera.
—No digas «marido» —se burla—. Hablas como un viejo y a penas tienes
veintiuno.
—Ja ja, no es gracioso —y es verdad, estoy nervioso porque pesa el doble de lo
que pesaba antes de quedar embarazada—. Pero mira como sudo, mujer, me
tienes de los nervios.
Le indicó mi cabeza repleta de sudor y ella se ríe. Termina de colocar el cuadro y
empieza a bajar por las escaleras, nada despacio, nada cuidadosa.
¿Quiere que me de un ataque cardiaco o que?
—Mierda, Jane, baja más despacio —gruño.
Ella baja el último escalón y se para frente a mí. Estira una de sus manos y
acaricia mi entrecejo para deshacer mi ceño fruncido.
—Ya no solo hablas como un viejo —murmura—, ahora pareces uno.
Y se ríe. Hago una mueca con mis labios pero la abrazo, no puedo hacerlo bien
por el embarazo, pero es increíblemente agradable tenerla en mis brazos después
de que ella y mi bebé estén casi bajo la muerte.
Tal vez exagere, pero eso era para mí.
—Auch —se queja y se separa de mí.
—¿Qué pasa? ¿Te hice algo? ¿Te aplasté la barriga? Creo que debí abrazarte de
cucharita, así como cuando follamos y...
—¡Travis, cállate! —grita y se agarra la barriga, con fuerza—. ¡¡Joder!! ¡¡Creo que
rompí fuente!!
Me quedo en shock, la sala se inunda de un líquido con algo de sangre en él pero
no mucha, casi es imperceptible. Empiezo a agarrar todo lo que en la clase de
paternidad me dijeron, agarro las llaves del coche y salgo de casa sin cerrar la
puerta.
—¡¡¿Qué haces, idiota?!! —la voz de Jane llega a mis oídos desde la puerta y me
quiero golpear. Me olvidé que ella es la que va a dar a luz, voy a su rescate—. Se
supone que la que debe ir al hospital debo ser yo, no tú.
Me mira enojada, pero me invade una inmensa ternura y la beso en la frente, se
ve tan linda.
—Vamos, mi amor —digo—. Tomamos clases de paternidad por tres meses, todo
va a estar bien.
***
Todo está mal.
Jane me ha amenazado de muerte durante todo el camino al hospital, ha
amenazado con cortarme la polla en el momento que la dejé para ir al baño, y me
amenazó con dejarme sin más descendencia cada vez que tiene una contracción.
—Tu me hiciste esto —gruñe después de otra contracción—. ¡Tú, hombre
malvado!
En verdad quiero reírme, pero si lo hago, sé que recibiré más de su odio hacia mi
esperma.
Se remueve en la cama de hospital, se ve tan linda con esa bata de hospital que
dejan a la vista su trasero.
Mmm... Trasero de Jane.
Okay, este no es el momento ni el lugar para estar empalmado.
Su madre ya llegó hace media hora, ella vino con su esposo Bruce y mi mini
cuñado James hace una semana atrás para ayudar a Jane y su madre le cuidará
en el momento del pos parto. Llamé a Jake pero no puede venir porque Boston
está algo lejos y tuvo que trabajar. Pero aun así, Kylie vendrá, está conduciendo
en este momento a Nueva York solo para conocer a nuestro bebé.
Amor de amigas, supongo.
—Travis, maldito, debí cortarte el pene cuando pude-¡AHHH! —Jane se detiene de
insultarme por otra contracción.
Voy a su rescate y le doy mi mano, ella la toma rápidamente. Pero me arrepiento
de hacerlo, porque ni bien la toma, me la aplasta y siento mis huesos moverse y
romperse.
Sin embargo, soy un hombre, me creció pelo en el pecho a los trece, ya soy un
macho y me las aguanto.
Ay, mamá, como duele.
La contracción de Jane al parecer va disminuyendo, porque suelta mi mano
lentamente pero no por completo.
—Llama a la jodida doctora —dice mi esposa con voz adolorida y cansada.
—Ella tiene que venir, mi amor, no puedo ir a buscarla.
Ella toma el cuello de mi camisa y me acerca violentamente hacia ella, casi caigo
sobre Jane, pero al parecer la chica tiene fuerza sobrehumana porque me detiene
y me agarra con tanta fuerza que da miedo.
—Escúchame bien, Travis Edward Stone, si no vas a buscar a esa maldita
doctora, cortaré tus testículos y te los daré de comer en el maldito desayuno. Y si
eso no e suficiente... ¡Cortaré tu cabeza y la machacaré para alimentar al bebé!
¡Sabes que soy capaz!
Me suelta y se agarra la barriga por otra contracción, agarro mi cuello y luego miro
a mi zona sur. No quiero que me corte nada de lo que dijo, así que salgo a buscar
a la doctora.
La encuentro y vuelvo a la habitación. El rostro de Jane se relaja cuando ve a la
doctora y agradezco al cielo que sea capaz de relajarse. La doctora la revisa y
cuando termina le da un apretón en la mano a Jane.
—Solo tienes cuatro centímetros de dilatación, cariño —el rostro de Jane cae-.
Pero si sigues en ese paso, pronto obtendrás la epidural.
Nos guiña el ojo a ambos y sale de la habitación, miro a Jane y veo que está
llorando. Me acerco a ella rápidamente y limpio sus lágrimas. Odio verla llorar, y
mucho menos en este estado.
—¿Qué pasa, amor? —pregunto, preocupado.
Ella niega con la cabeza. -Es que duele mucho y ya quiero terminar con esto.
Y rompe a llorar.
La envuelvo con mis brazos, y me acuesto a su lado, en un pequeño espacio en la
cama. Odio verla así, prefiero perder las bolas a verla llorar.
—No llores, amor —mi voz se rompe, debo ser fuerte por ambos, pero el nudo en
mi garganta refleja lo anonadado que estoy—. Tu eres la persona más fuerte que
conozco, eres la más fuerte en este matrimonio. Si no fuera por ti, yo no estaría
donde estoy. Te amo, puedes con esto, eres fuerte y hermosa, puedes con esto.
Yo estoy contigo... siempre.
Beso en sus labios, pero ella quiere más, agarra mi cuello y profundiza el beso.
Toco en cielo cuando su lengua se une con la mía, tomo su mejilla y nos besamos
hasta que el aire en nuestros pulmones se acaba, hasta que ya ni sentimos a nada
más que el amor que tenemos.
***
Veces en las que Jane ha amenazado con matarme: 43
Veces en las que ha amenazado con cortarme la polla: 67
Veces en las que ha llorado y me ha roto el corazón: 17
Veces en las que nos hemos besado: 19
Veces en las que he estado excitado por ver el trasero de mi mujer descubierto:
+100
La doctora le puso la epidural a Jane hace una hora, por eso mi esposa ha estado
tranquila y de vez en cuando me pide un beso, se lo doy con gusto. Aunque tiene
contracciones más seguido y ha estado dilatando rápido.
La doctora Malvin entra y reviza a Jane nuevamente.
—Ocho de dilatación, Señor y señora Stone, será mejor prepararnos, en diez
minutos te veo en la sala de partos. —dice Malvin y se va a prepararse para el
parto, unos enfermeros mueven a Jane a una camilla con ruedas y la sacan de la
sala. Voy tras ellos, pero una enfermera me detiene antes de que atraviese las
puertas de la sala de partos.
—Tranquilo, papá, tienes que ponerte esto y de desinfectante —dice—. Anda al
baño y lavate las manos hasta los codos, ponte la bata, la mascarilla y la malla y
luego podrás entrar.
Después de hacer todo lo que me dice, entro al cuarto donde se encuentra mi
dulce Jane.
—Nueve centímetros de dilatación —informa una enfermera, voy hacia Jane y ella
toma mi mano.
—Bien, señora Stone, puedo ver la cabeza —dice Malvin, miro a mi mujer y ella
tiene lágrimas en sus mejillas, pero su expresión es muy fuerte—. Tienes que
pujar en la cuenta de Diez. Diez, nueve, ocho...
Jane puja con tanta fuerza y me aprieta la mano, pero me aguanto el dolor.
Cuando la doctora llega a uno, Jane descansa y grita.
—Vas muy bien, cielo —dice la madre de Jane que está a su lado, tomando su
otra mano—. ¡Ya puedo ver su carita!
Y yo también puedo verlo, es tan hermoso esto.
—Bien, Jane, otra vez —exclama la doctora—. ¡Puja!
Otra enfermera hace la cuenta regresiva y Jane puja hasta que su rostro se vuelve
rojo y su rostro se inunda con lágrimas. Mi esposa es un soldado, yo ya habría
muerto con tanto dolor.
Jane descansa nuevamente y grita más fuerte que la vez anterior.
—Ya no puedo —lloriquea Jane, tan débil.
Me pongo de rodillas y acaricio su cabello, beso su frente.
—Puedes hacerlo —digo, seguro—. Tu puedes hacerlo, eres fuerte, demuéstrame
la mujer de la que estoy pérfidamente enamorado. Puedes malditamente hacerlo.
Ella a siete con la cabeza, di en el blanco, está decidida.
—Vamos, Jane, solo una vez más —susurra Cristin.
Jane respira un par de veces y asiente con la cabeza, su expresión es decidida y
sé que su mente está trabajando a mil por hora.
—Bien, Jane, solo una vez más —dice la doctora—. Ya sabes que hacer. Diez...
Nueve...
Jane empieza a pujar con extremada fuerza, cerrando sus ojos y gritando mientras
lo hace. De un momento a otro, cae rendida sobre la cama y beso su frente.
Ambos nos miramos cuando escuchamos un ruido ahogado, el llanto de un bebé
recién traído al mundo.
El llanto de nuestra hija.
—¡Lo hiciste! —exclamo y la beso en los labios, con extrema felicidad, lágrimas
cayendo por mis mejillas.
No me culpen, soy un hombre sensible.
—Lo hicimos —corrige y me sonríe, cansada.
—¿Quiere cortar el cordón, papá? —me pregunta una doctora.
Me pongo de pie cuando la madre de Jane se acerca a ella y la besa en ambas
mejillas.
—Joder, sí. —respondo.
Me entrega unas tijeras y me acerco a mi hija, cubierta de algo que parece baba y
un poco de sangre. Corto el cordón que todavía la une a su madre y se la llevan
para lavarla.
La traen dos minutos después y la ponen en el pecho de su madre.
Joder, creí que había conocido el significado de belleza con Jane, pero esto es
simplemente... Maravilloso.
Nuestra hija es hermosa, tiene el rostro arrugado y es gordita y hermosa. Se
parece a Jane, pero cuando abre los ojos, tiene unos ojos verdes esmeralda,
iguales a los míos.
—Hola, pequeña —dice Jane, tomando una de las pequeñas manitas de nuestra
hija—. Yo soy tu mami y este lindo chico es tu papi -dice cuando me arrodillo para
ver a nuestra hija mejor.
—Hola, pastelillo —saludo y acaricio la suave piel de la mejilla de nuestra bebé—.
Debemos ponerte un nombre.
—Cierto que aun no hemos decidido —recuerda Jane, hace una mueca, se queda
pensando y luego su rostro de ilumina—. ¿Qué te parece Madison?
—¿Madison?
—Tu madre se llamaba Marilyn, y su nombre empezaba con M. Podemos ponerle
un segundo nombre con C, como mi madre.
Sonrío con ternura y la beso en los labios y a mi hija en su mejilla regordeta.
—Madison Coco Stone —saboreo cada palabra.
—¿Coco? —pregunta Jane con diversión.
—Es un buen nombre —digo—, y es divertido.
—Madison Coco Stone —repite mi esposa, sonríe—. Me gusta.
—Tengo que darles algunas indicaciones —nos interrumpe Malvin—. Pero
apuesto a que los veré aquí pronto.
Yo pensaba lo mismo, tal vez tener cinco o seis hijos, pero después de verla sufrir
ya no estoy tan seguro. Sin embargo, Jane responde por mí.
—Lo haremos —y me sonríe con un amor enorme, la clase de amor que solo ella
me puede dar.
En fin, bienvenidos a la familia Stone.
Extra IV: Futuro (+18)
(Extra fuerte 7u7)
5 años después...
Jane
—¡Mami! ¡James no me deja jugal! —grita mi hija.
—Yo si te dejo jugar, eres una mentirosa —dice mi hermano.
—James, Coco, tienen que compartir —reprende Travis, entrando a la cocina.
—¡Papi! —mi hija salta a sus brazos, el la toma y le abraza mientras la da vueltas
por el aire—. Mila lo que dibuuuje.
Le indica la hoja en la que estaba pintando y Travis sonríe, esa sonrisa tierna que
me pone a mil.
Travis de acerca con nuestra hija en brazos y me besa en los labios, me permito
perderme un rato en él, en el sabor de su lengua. Pero recuerdo que hay niños
presentes y me separo.
—Indícale a mami tú dibujo —dice mi esposo, con una sonrisa.
Coco me lo pasa y lo tomo, esconde su cara en el cuello de Travis, eso hace
cuando está nerviosa y es adorable. Miro el dibujo y al instante siento las lágrimas
picar. Es horrible, son los típicos dibujos de personitas con palitos, pero dice 'Mi
Familia' en el título. Titula a Travis como 'Papi saltamontes' y a mí como 'Pincesa
mami'. Es lo más hermoso que he visto.
—Es hermoso —le digo a mi bebé, con una sonrisa, ella se separa de Travis y me
mira con la misma sonrisa en mi rostro—. Lo voy a enmarcar y lo colgaré en la
pared.
—¡Sí, sí, sí! —grita Coco y se escabulle del brazo de Travis para salir corriendo a
Jugar con James.
Sigo en mi trabajo, haciendo la cena y siento unas manos fuertes en mi estómago
y un cuerpo perfecto abrazarme por detrás. Me pega a él, y siento su erección en
mi espalda.
—Esta noche —jadeo, dejando de hacer la cena—. Travis, solo espera hasta esta
noche.
—No puedo —dice, su aliento golpeando mi oído—. Ya me cansé de las mamadas
y de esperar por tu coño, mientras tú no obtienes nada. Quiero hacerte gritar hoy.
Empieza a repartir besos por todo mi cuello y gimo, sin importarnos que los niños
estén ahí jugando. Pero un sonido de llanto de bebé nos saca de nuestra nube de
lujuria.
—Iré a ver al bebé —intento que la decepción no sea clara en mi voz, pero no lo
consigo.
Travis se ríe y me da un apretón en el trasero.
—Iré yo, tu sigue haciendo la cena y moviendo tu sexy culo alrededor de toda la
cocina.
Mi boca se abre, e inhalo aire.
—¡Travis! ¡Los niños pueden escucharte! —lo reprendo, él se ríe y sube las
escaleras de nuestra casa hacia la habitación de Tyler.
Tyler hoy cumple seis largas semanas de nacido. Sé que exagero, pero esas seis
semanas sin sexo han sido las más largas de mi vida. Con Coco fue lo mismo,
estuvimos en abstinencia por seis semanas y nos volvimos completamente locos
antes de descargar todo y tener el sexo más morboso y bueno de toda la vida.
Travis baja con Ty en sus brazos, meciéndolo y cantándole una canción de cuna.
Tyler es idéntico a Travis, pero tiene mis ojos marrones, sin embargo son tan
bonitos que cuando duerme beso sus pequeños párpados. En cambio, Coco se
parece a mí, pero tiene los ojos verdes de Travis, es la niña más linda que he
conocido en mi vida y Tyler es el bebé más apuesto de todos. No sé si lo digo
porque son mis hijos, pero así los veo.
Travis pasa su nariz por la pequeña cabecita de Ty y la recorre, oliendo su dulce
aroma de bebé.
Adiós ovarios.
No sé el por qué, pero cada vez que Travis mima a nuestros hijos, siento un
cosquilleo de deseo en mi entrepierna. Es lo más erótico que pude pensar que
sería.
Ahora entiendo a las mujeres que les gusta los tipos con hijos.
Travis me captura mirándolo y sonríe con malicia antes de guiñarme un ojo.
¡Maldito moja bragas!
***
—Y recuerda que a Tyler le gusta tomar solo coladas calientes, no le gusta la
fórmula —digo, pasándole a mi madre la bolsa con todas las cosas de Ty—. Oh,
me olvidaba, en la bolsa está un biberón con mi leche, solo le gusta mi leche y las
coladas, si le das la leche para dormir será mejor, caerá toda la noche. Y ya sabes
que hacer con Coco, solo prepararle ese chocolate caliente espeso y dormirá toda
la noche.
Mi madre me mira con una sonrisa burlona.
—Jane, sé qué hacer. Aunque no lo parezca, soy más vieja que tú —bromea,
pongo los ojos en blanco, sin miedo de que pueda usar la chancla ahora.
—Solo cuídalos bien, no quiero que James y Coco estén peleando todo el tiempo,
y quiero que tú y Bruce estén cómodos con eso.
—Jane, estamos cómodos —me sigue mirando con diversión—. Estamos más que
bien. Ve a divertirte y fóllate a tu esposo.
—¡Mamá! —la miro con diversión y horror, creo que mi madre nunca cambiará.
—Ay, no te hagas, Jane. Pasé todo un año escuchándolos a tí y a Travis teniendo
sexo —me guiña un ojo y yo no puedo estar más avergonzada—. Él y tú pueden
ser muy ruidosos. La verdad es que muchas veces tuve que distraer a Bruce de
partir la cara de Travis por estar follándote.
Siento el calor en mis mejillas, la vergüenza no cabe en mi cuerpo. ¿Por qué mi
mamá no puede ser como las otras? O normal. Justo me tocó una mamá que
habla más guarradas que Travis excitado, y ese es el lenguaje que ha aplicado
conmigo desde que era niña.
Pobre James.
Ella, Bruce, mi hermano y mis hijos se van después de que le di algunas
indicaciones más a mamá, y ella me recordó una y otra vez que no es la primera
vez que cuida a mis hijos para que Travis y yo tengamos una noche juntos.
Entro en la casa, nos mudamos hace un par de años a este lugar. Seguimos
viviendo en Nueva York por el trabajo de Travis y porque yo sigo estudiando.
Cuando me decidí por medicina, no tomé en cuenta que iba a ser un tiempo tan
largo. Pero ahora me estoy especializado en pediatría, es un buen campo y desde
que tuve a mis hijos me di cuenta que me encantan los niños.
Nuestra casa es grande y moderna, más lujosa de lo que quiero, pero Travis
siempre dice que es lo que merezco. Tiene una cocina espaciosa y moderna, una
sala de estar con sillones blancos de cuero, una televisión enorme y grandes
ventanales que alumbran la luz del día y dan vista a la piscina. En la segunda
planta, están los cuartos y los baños, me pareció una exageración de un baño a
cada uno, pero no puedo discutir con Travis y su nuevo sueldo de mariscal de
campo. Sí, mi esposo lo hizo, es un profesional con un sueldo con tres dígitos más
a diferencia de mí. Pero tomando en cuenta que solo tengo sueldo de aprendiz y
trabajo medio tiempo en el hospital.
Es verano, y la noche en Nueva York es tan húmeda como el día, pero me gusta,
me trae recuerdos de Oregon. Salgo a la piscina, y al salir, me percato de algo que
hace salir mi respiración y no la permite entrar de nuevo. Hay velas que adornan
un camino al cual sigo, me guían hacia la cubierta, y ahí está.
Mi esposo.
El padre de mis hijos.
Completamente desnudo.
Ay, me va a dar algo.
A penas me ve y su erección se hace presente, como si mi cuerpo llamara al suyo
para conectarnos. Me acerco a él y viene con dos copas de champagne.
Al llegar a su altura, huelo su aroma. Huele a él, un aroma varonil y tan sexy que
hace todas mis hormonas alborotarse.
Mira a sus ojos, no a su polla... Mira sus ojos...
—No necesito eso —digo, haciendo referencia a las copas de champagne. Paso
mis manos por sus gruesos hombros, su cuerpo ha cambiado y se ha tonificado
aún más al pasar de los años, se a puesto tan bueno que quiero pasar mi lengua
por todo su cuerpo.
Deja las copas a un lado en una mesa de picnic y se incorpora.
—Quería hacerlo romántico —pasa su pulgar por mi labio inferior y lo mete en mi
boca para que lo chupe. Succiono entre mis labios y jadea—. Pero lo único que
quiero es arrancarte la ropa y follarte en la piscina.
—No debemos perder tanto tiempo —le digo cuando suelto su pulgar, me retiro mi
blusa sobre mí cabeza—. Puedo follar tu polla en este mismo lugar.
Gruñe y me besa con tanta hambre, una mano en mi cabello y la otra en mi
cadera. Su mano sube y desabrocha mi sujetador, me separo y lo deslizo por mis
brazos hasta que cae al suelo. Mira mi pecho hinchado por dar de lactar a Ty, sus
manos me toman y me vuelve a besar, esta vez lentamente. Tan jodidamente
lento. Toco su lengua con la mía y ambos gemimos por el contacto.
—Travis —gimo, acariciando su cabello—. Te... te deseo. Te deseo ahora.
Gime en mis labios y baja mi falda junto con mis bragas, doy un paso fuera de
ellas y ahora estoy completamente desnuda. Me retiro los zapatos y los pateo
lejos, creo que cayeron en la piscina, pero no me importa.
Vuelve a juntar su boca con la mía, devorándome y haciéndome gemir solo por su
beso.
Joder, parezco una adolescente.
—Quiero probarte primero —jadea—. Joder, Jane, quiero probarte.
—Yo primero —le digo y me pongo de rodillas.
Agarro su erección con mi mano y empiezo a bombear tan lentamente que cierra
los ojos y empuja su cadera hacia mí.
—Jane —susurra mi nombre mientras lo toco—. Joder... Jane.
Pasó mi lengua por la punta y gime en voz alta, su sonido es tan erótico que me
impulsa a metérmelo hasta el fondo de mi garganta. Gruñe más alto y agarra mi
cabello con una mano.
—Jane... Oh, nena, así. Sí, no dejes de hacer eso.
Succiono con más fuerza, mueve sus caderas mientras folla mi boca. Lo saco
haciendo un sonido y dejando un rastro de saliva. Travis me mira con sus ojos
llenos de placer y lujuria mientras bombeo su miembro con mi mano.
—Me encanta tu sabor —digo, viendo como sus labios se abren para respirar—.
Sabes tan bien.
Vuelvo a poner su pene en mi boca, gime en voz alta, tan varonil y hermoso.
Mueve sus caderas sin ritmo, con torpeza y sé que está a punto de venirse. Lo
saco de mi boca para hablar mientras bombeo con mi mano.
—Vente en mi boca, bebé, vente en mí —vuelvo a atacar su pene y me lo llevo
hasta lo más fondo que puedo. Gruñe y empuja mi cabeza una y otra vez hasta
que siento el líquido en mi boca, como sus embestidas se vuelven torpes.
—¡Jane! Oh, nena, ¡joder!
Me trago hasta la última gota de su orgasmo, saboreando su salado sabor.
Toma mis hombros después de unos segundos y me pone de pie. Su rostro es la
definición de satisfacción, sus ojos verdes tan oscuros e intensos que parecen casi
negros.
Me besa con fuerza, probando su sabor mientras folla mi boca con su lengua. Deja
mis labios y se pone de rodillas. Me tenso con expectación.
—Mi turno —dice y pasa una de mis piernas por su hombro.
Siento su aliento en mi sexo e inmediatamente empiezo a mover mis caderas. Ríe,
pero su risa queda ahogada cuando su lengua toca mi clítoris. Siento mi cuerpo
arder mientras gimo de placer y me sostengo de su cabello. Succiona mi sexo
entre sus labios, y yo no puedo parar de gemir. El placer me arrolla y nuevo mis
caderas.
—¡Sí, así! Justo ahí —grito, jalando su cabello.
Su lengua se burla de mí, da lametazos, en círculos, tan jodidamente bueno. Y
siento que mi cuerpo arde. No lo soportaré, me desplomaré si me corro.
—Travis... —gimo—. Para... no lo soportaré de esta forma, para.
Sus manos aprietan mi trasero, y mete un dedo por detrás mientras desliza dos en
mi vagina. ¡Joder!
—Vente sobre mi cara, bebé —dice, deslizando los dedos dentro y fuera de mí—.
Vente como sabemos, como solo yo lo he visto.
—¡Mierda, sí! —grito, moviendo mis caderas y su boca vuelve a atacarme.
Halo de su pelo mientras mis piernas tiemblan y siento que voy a caerme. Pero
Travis me sostiene entre sus brazos, sus dedos siguen en sus dos entradas
favoritas. Me corro en su boca y sus dedos. Ambos gimiendo en voz alta, el
saboreando todo lo que le entrego y tragándoselo.
—Ah... ¡Ah, Travis!
Los espasmos del orgasmo me consumen, y lo mejor de todo es que Travis no
deja de saborearme hasta que me encuentro excitada otra vez. Se pone de pie
frente a mí y me mete los dos dedos que estaban dentro de mí coño en mi boca.
Los saboreo, hundiendo los dedos más profundo.
—Joder, nena, quiero follarte en la piscina y en cada rincón de la casa.
Me río y lo besó con fuerza, me separo después de unos segundos y agarro mi
falda, rebusco los bolsillos y saco la cuerda.
—Amárrame —digo, mi voz fallandome por la excitación.
Me mira con cautela, pero accede, me doy la vuelta y coloco mis manos detrás de
mi espalda. Travis hace un nudo y las aprietan, no tan fuerte, solo lo suficiente
como para que no pueda moverle. Me da la vuelta y toma de mis hombros para
besarme.
—Si es mucho para tí, me dices que pare, ¿de acuerdo?
Asiento con la cabeza, sin poder hablar porque mi cuerpo quema tan jodidamente
mucho.
Me lleva a la piscina, a la parte que no es profunda y me sienta sobre el filo, mis
pies metidos en el agua. Él se mete en la piscina por completo, su cuerpo bañado
por el agua templada y caliente.
Su pelvis queda justo a la altura de la mía, como si está piscina fuera hecha para
que ambos tengamos sexo como locos.
—Métete en el agua y date la vuelta, por favor —murmura con voz ronca, hago lo
que me pide.
Toma de mis caderas y me levanta en el aire, sin esfuerzo alguno solo hasta que
el agua está en mis muslos y mi pecho contra la piedra. Mi estómago se clava
contra el filo de la piscina y no toco el suelo de esta.
—Por donde lo prefieres —dice, acariciando mi trasero—. Tengo dos opciones
bastante tentadoras aquí.
Jadeo cuando mete un dedo por detrás y otro en mi vagina.
—Por mi coño —gimo cuando empieza a mover los dedos—. Te necesito. Hazme
correr.
Antes de que me dé cuenta, Travis me penetra de golpe. Grito por la bienvenida
que mi cuerpo le da, tomando todo de mí, abrazándolo como solo mi cuerpo sabe
hacerlo.
Empieza a deslizarse duro y rápido, tan jodidamente increíble que no tardo en
empezar a gemir como una loca. Azota mi trasero y vuelve a entrar en mí con un
duro movimiento.
—¡Ah... ah! ¡Así, Travis, así! Mierda, sí.
—Tan estrecha —jadea—. Tan jodidamente estrecha.
Agarra mi cabello con una mano y empieza a penetrarme una y otra vez, tan
rápido y duro que empiezo a sentir un orgasmo venir. Dentro y fuera, en círculos,
duro y suave a la vez , tan jodidamente grande.
—¡Oh, sí! Travis.
Empieza a gemir y azota mi culo nuevamente. Con esa misma mano, acaricia mi
cadera hasta llegar a mi clítoris y empieza a acariciarme. Gimo como loca y
agradezco que esta casa sea tan grande para que los vecinos no puedan
escucharme. Los gemidos de Travis se mezclan con los míos, haciéndome
enloquecer de placer.
—Vamos, princesa, córrete sobre mi polla —gime—. Tan jodidamente estrecha.
Eres tan buena y deliciosa, Jane.
Arqueo mi espalda, mis manos atadas le dan ese toque excitante que no puedo
contener. Y me corro por su alrededor, mi cuerpo convulsionando sobre la piedra.
Sus movimientos se vuelven torpes mientras me corro y es cuestión de segundos
hasta que él se viene dentro de mí.
—Jane —dice—. ¡Jane, joder, JANE!
Y deja hasta la última gota dentro de mí, calentando mi interior.
Después de recuperar el aliento, Travis desata mis manos lentamente y las libera,
me impulso y caigo dentro del agua. Me volteo y veo a Travis con una sonrisa de
oreja a oreja. Creo que su cara se partirá en dos, pero le devuelvo la sonrisa.
Me abraza y besa mi cabello, envuelvo mis brazos alrededor de su cintura y hundo
mi cara en su pecho, oliendo su aroma: lavanda, sexo y a mí. Mi combinación
favorita.
He pensado poner ese aroma en una botella, me haría jodidamente rica.
—Gracias —lo oigo susurrar sobre mi cabello.
—¿Por qué?
—Por amarme en la manera en que lo haces. Por luchar por nosotros. Por ser
Jane Stone, la chica más sexy del mundo y la que estoy jodidamente enamorado.
Te amo tanto. No puedo obtener nunca suficiente de tí. Nunca será suficiente.
Sonrío contra su pecho, las lágrimas picando mis ojos y sé que me voy a echar a
llorar. Travis tiene esa habilidad de hacerme llorar en el momento más feliz.
—Te amo tanto, Travis —susurro contra su pecho—. Tanto. Nunca tendré
suficiente de tí y te amo. Cada maldito día.
Levanta mi rostro y une nuestros labios juntos, en el beso más tierno que nos
hemos dado. El mejor beso de mi vida.
—Déjame amarte otra vez y otra vez hasta que nuestros cuerpos lloren por
descanso —murmura en mis labios—. Déjame hacerlo.
Sonrío, y lo abrazo con mis piernas.
Lo lamentaré en la mañana, pero valdrá la pena.

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