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Materialismo educativo: MAKARENCO

Pedagogo ruso. Nacido en el seno de una familia muy humilde, con enormes sacrificios por
parte de su familia pudo estudiar pedagogía, estudios que completó en 1917 con la obtención
del diploma del Instituto Pedagógico, con la máxima puntuación.

El período 1905-1917 fue decisivo para su formación como futuro maestro y como renovador
de los viejos sistemas educativos. Se dedicó especialmente a la reeducación de niños y jóvenes
inadaptados. Su principio fundamental es que la educación es un proceso que se produce con
esfuerzo y disciplina, y cuyo objetivo es el ejercicio de una socialización eficaz y productiva.
Proporcionar ese buen condicionamiento es la tarea del educador, que no se realiza con
recetas psicológicas, sino introduciendo una experiencia social verdadera.

Aplicó estos principios en la Colonia Gorki, internado para adolescente extraviados y pequeños
vagabundos, donde desgraciadamente se evidenciaron también sus discrepancias con algunos
círculos pedagógicos, discrepancias que condujeron en 1928 a la ruptura de relaciones y a su
alejamiento de la colonia. En los últimos años de su vida venció la dura batalla por el
reconocimiento público de sus ideas, y aceptó cargos de gran responsabilidad: desde 1935
hasta 1937 fue vicedirector de la sección de las colonias obreras del Comisariado del pueblo
para asuntos internos de Ucrania. Posteriormente, se trasladó a Moscú, donde se dedicó
intensamente a organizar programas educativos y a su actividad de escritor. Data de este
período su Libro para los padres (Kniga dlia roditelei), escrito en colaboración con su esposa.
LAS IDEAS DE MAKARENKO

o El hombre se mueve según las leyes de la sociedad humana y no solo según las de la
naturaleza.

o Desarrollo sus ideas pedagógicas en dos etapas. La primera puso en practica sus ideas
como director de comunas educativas, la cual estaba diseñada para niños y jóvenes
delincuentes, los cuales necesitaban la mayor atención de otras personas. La segunda
llena de criticas las cuales se referían en lo que debería ser la educación familiar y
escolar, ya que era lo mas importante para los seres humanos.

o Los niños y jóvenes necesitan la mayor atención y formación para poder ser de bien
en un futuro.

Un materialismo pedagógico

La sobriedad bolchevique de Makarenko se refleja, también, en su “tono” pedagógico. Por


tono pedagógico me refiero al nivel de distanciamiento respecto al educando establecido en
una relación pedagógica por el educador, que en el caso de Makarenko es justamente entre lo
invasivo y lo indiferente.

Lo que en este autor soviético puede parecer autoritario o disciplinario es, me parece, un
equilibrio sano por el que se sitúa a una distancia o tono equilibrado, justo. Hace una
pedagogía de sentido común, desde el día a día colectivo, práctico, convivencial… y eso es
todo.
Makarenko es, también, ironía, por ser una teoría devenida pragmatismo burlón y desafiante
para un mundo nuevo. Creo que así es como él veía su trabajo. El lugar del pedagogo es la
granja, el campo y los negros pantanos de Ucrania que han de ser cultivados y convertidos en
vergeles por la mano del hombre, tarea en la que el hombre se realiza y educa colectivamente.
Esta es la pedagogía, pero también la moral e incluso un ideal estético.

Hay un cierto peso o gravedad de lo terrenal, de lo telúrico en la pedagogía de Makarenko que


es poesía en el sentido literal, de creación, de fabricación. Makarenko, los niños, los
pedagogos, los seres humanos, son hacedores que sacan flores y trigo de los pantanos,
venciendo al hambre y a la guerra.

El placer y el conocimiento, la vida, son cosas sencillas, humildes, y el mundo del que la URSS
quería librarse, el del mujik, el del pequeño burgués, el del burgués, el del zar, era un mundo
decadente de falsos oropeles, de seducciones que a la larga resultaban aciagas como el knut
de los verdugos del zar.

Por el contrario, Makarenko prefiere el contacto humano, aun siendo el de una humanidad
todavía difícil, hambrienta, que le desafía e incluso amenaza, que le hace perder la cabeza y
hasta querer suicidarse en un arrebato de desesperación, impotente como educador.

Makarenko ha conectado con el secreto néctar de la existencia, que no es más que el


florecimiento, el expandirse, la mansa charla, la amable colectividad, el proyecto común, la
felicidad de ver el crecimiento, el goce de ver el tiempo, asistir al tiempo, oler el tiempo, palpar
el tiempo.

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