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Todo lo que dices está muy bien, contestó la hormiga, pero verás, te jactas de tus manjares
cuando sabes bien que tu dieta no es siempre tan escogida y a veces tienes que comer lo que a mí
nadie me obligaría a tocar. Sobre lo que dices de posarte en la cabeza de reyes y emperadores, sea
que te plantes en la cabeza del rey o en la de un asno (y es una como en la otra), siempre se te
espanta con impaciencia. En cuanto a lo de los altares de los dioses, ahí como en todas partes eres
un estorbo. Cuando llega el invierno, mientras yo estoy a gusto gozando la ganancia de mi trabajo
no hay nada más común que encontrarte a ti y a tus amigas muertas de hambre, cansadas y con frío.
Pierdo mi tiempo hablando contigo. Esta discusión ni llenará mi canasta ni mi despensa.
En cierta región de un bosque vivía un león llamado Kharanakhara que corriendo un día
hambriento por todas partes no pudo cazar ninguna bestia. A eso de la puesta del sol, llegó a una
gran cueva, entró en ella y pensó: «Seguramente que algún animal vendrá a pasar la noche en esta
cueva; de modo que me voy a quedar aquí escondido». Estando allí en tal situación, llegó el dueño
de la cueva, que era un chacal llamado Adhipuchchha, el cual miró y vio las huellas del pie de un
león que había entrado y no salido de la cueva. Entonces pensó: «¡Ah!, perdido estoy; seguramente
que aquí dentro hay un león. ¿Qué hago? ¿Cómo he de huir?». Pensando así y sin moverse de la
puerta empezó a gritar:
-¡Eh, caverna, ce! -Dicho esto, añadió de nuevo-: Ce, ¿ignoras que tienes un pacto conmigo,
según el cual yo te he de hablar al venir de fuera y tú me has de responder? Si no me respondes,
pues, me voy a otra gruta.
El león al oír esto pensó: «Sin duda que la caverna invita a éste siempre que viene y hoy se calla
por temor a mí. Pues se ha dicho esto:
“Voy, pues, a llamarle yo para que entre y me sirva de comida”. Habiéndolo pensado así, le llamó.
El rugido del león llenó todo el ámbito de la caverna, retumbando en ella cien veces; de tal modo,
que puso en fuga hasta las bestias que estaban lejos. El chacal huyó enseguida a todo correr y recitó
esta zloka:
Quien procede con cautela vive feliz, y no vive el que obra sin discernimiento. Yo me he hecho
viejo viviendo en el bosque, y nunca he oído que una cueva hable.
III. Fábula: Ya conoces qué es y cuáles son las características de la fábula, ahora pon en
práctica tu imaginación y creatividad y crea una fábula escogiendo alguna de las moralejas que
se te proporcionan. Cuida tu ortografía y la calidad de tu redacción.
Moralejas:
■ En lo que a ti te conviene no te hagas mucho del rogar
■ No pongas en riesgo las cosas que tienes con los planes del que nada tiene
■ Quien mucho te alaba, algo tuyo quiere