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Judith Butler
Ernesto Laclau
Slavoi Ziiek

Contingencia
heue onía
universalidad
Diálogos contemporáneos
en la Izquierda
 

  raducción de
CRJSTINA SARDO
SARDOY
Y
GRACIELA HOMS
 

JUDITH BUTLER ERNESTO LACLAU


y SLAVOJ ZI:ZEK

CONTINGENCIA
HEGEMONÍA
UNIVERSALIDAD
Diálogos contemporáneos e n la izquierda

FONDO DE CULTURA ECONOMICA

MÉXICO -ARGENTINA- BR SIL - COLO


COLOMB
MBIA
IA-- CHIL
CHILE
E - ESP Ñ
EsTADOS UNIDOS DE AMÉRlC
AMÉRlCA-
A- GUAf
GUAfEM
EMAL
ALA
A - PERú VENE
VENEZUZUEL
ELA
A
 

Primera edición en inglés, 2000


Primera edición en español, 2003
Segunda reimpresión, 2004 FCE, Argentina)

Título original: Contingency Hegemony Universality


ISBN de la edición original: 1-85984-757-9

© 2000, Judith Buder, Ernesto Laclau, Slavoj ZiZek


D.R. © 2000, FONDO DE CUlTURA Eco N OMICA DE ARGENTINA, S A
El Salvador 5665; 1414 Buenos Aires, Argentina
E-mail: fondo@fce.com.ar 1 wwvvJce.com.ar
Av. Picacho Ajusco 227; 14200 México D.F.

ISBN: 950-557-512-2

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Hecho el depósi
depósito
to que previene la ley 11. 723
 

INTRODUCCIÓN

Durante varios años, los tres hablamos de cómo dar forma a u n libr
libro
o que
q ue in
tentara establecer la trayectoria común de nuestro pensamiento y a la vez
presentar ~ una manera productiva nuestros diferentes compromisos inte
lectuales. Iniciamos este proceso elaborando tres cuestionarios que aparecen
al comienzo de este volwnen. El resultado que tienen ante ustedes representa,

pues, la culminación de varias conversaciones, de varias reseñas escritas y diá


logos y, en l caso de Slavoj Zizek y Ernesto Laclau, una colaboración que se
remonta a 985, el año e n que Chantal Mouffe y Laclau publicaron Hegemo
nfa y estrategia socialista. D e hecho, ese libro constituye el antecedente de es-
te diálogo, no sólo porque fijó una nueva dirección para la idea de hegemonía
de Antonio Gramsci, sino porque también representó u n giro para la teoría
posestructuralista dentro del marxismo, que tomó el problema del lenguaje
como esencial para la formulación de un proyecto democrático anti-totalira
rio radical.
E n ese libro aparecen argumentos que en éste son considerados a través de
distintas lentes teóricas; también se presentan argumentos en contra de aquel
texto, que son retomados implícitamente e n el diálogo escrito que sigue. Un
argumen
arg umentoto del libro
libro adoptó
ad optó la siguiente
siguiente forma
forma:: lo
loss nuevos movi
movimientos
mientos socia
socia
les se apoyan c:on frecuencia e n los
los reclamo
reclamoss de identida
iden tidad,
d, per
pero
o la identidad
ident idad
en sí nunca se constituye plenamente; de hecho, puesto que la identifiCación
no es reducible a la identidad, es importante considerar la brecha o incon
mensurabilidad entre ambas. Esto no quiere decir que el hecho de que la
identidad n o alcance su determinación total debilite los movimientos socia
les e n discusión; al contrario, esa incompletirud es esencial para el proyecto
mismo de hegemonía. Ningún movimiento social puede, de hecho, gozar de
su estatus en una articulación política democrática abierta sin presuponer y
operacionalizar la negatividad e n el corazón de l a identidad.

De próxima aparición en FCE.

7
 

8 C:ONTll'lGENC i\, HEGEMONÍA, UNIVERSALIDAD

La categoria teórica que intentó comprender este fracaso, n.egatividad,


brecha o incompletitud fue la de "antagonismo" formulada en ese trabajo
previo. Posteriormente, Laclau, que continúa ubiciadose dentro .de la tradi
ción gr:unsciana, elaboró la categoría de "dislocación", tornando sus herra-·
mientas de un espectro intelectual que va de Derrida Lacan a Wingenstein.
Si bien Zi.z.ek utiliza con más énfa-sis la teoría lacaniana para abordar este :te
ma, especialmente mediante el recurso a "lo Real", también usa a Hegel, y
ofrece razones para evitaT la estructura de referencia.derridana. Puede deci-rse
que Butler usa un Hegel diferente,
diferente, poniend
po niendoo el acento e n las posibilidades de
negación e n su obra, junto con Foucault algo d e Derrida, para considetar
lo que sigue siendo n o realizable en t constitución discursiva del sujeto.
Existen diferencias significativas enrre nosotros respecto d e la cuestióB del
"sujeto", y esto se percibe cuando cada uno trata de tomar en cuenta lo que

constituye el fracaso de toda afirmación d e identidad d e alcan


o condicionafinal
zar una determinación o total. Es cierto, no obstante, que cada u n o d e
nosotros valora ese "fracaso" como condición de la contienda democrática
propiamente dicha. E n lo que difúimos es en cómo concebir el sujeto ·-si es
fundacional, cartesiano; si está estructurado por la dif
d ifere
erenci
nciaa sf'.
sf'.xu
xual
al,, y a través
d e qué medio está garantizada la definición d e esa misma diferencia-. También
disentimos e n cuanto a si entender el fracaso d e la identidad como u n elemen
to estructural o necesario de toda constitución identitaria, y cómo tomar .en
cuenta esa estructura necesidad. E n tanto Butler se alinea con una explica
ción históricamente variable de la constitución del sujeto (una línea foucaul
tiana), ZiZek basa sus afirmaciones acerca d e la negativa fundacional de 1a
identidad e n el trabajo d e Lacan, Laclau, e n u n enfoque que, sin ser estric
tamente lacaniano, tiene varios puntos d e convergencia con lo Reallacaniano.
Una de las críticas que se hicieron contra egemonía y estrate estrategia
gia socialista
- y más aun, contra la lass intervenciones
int ervenciones estructuralistas y posestructuralistas e n
la teoría p o l í t i c ~ es que no toma en cuenta el concepto de universalidad o
erosiona su fuerza cuestionando su estatus fundacional. Los tres sostenemos,
sin embargo, que l a universalidad n o u n presupuesto está_tico, ni u n a priori
dado, y que debería en cambio ser entendida como u n proceso o una condi
ción irreductible a cualesquiera de sus modos determinados d e aparición. Si
bien a veces diferimos respecto de la manera en que debe ponerse el énfasis,
cada uno de nosotros ofr ofrece
ece exposiciones d e universalidad que suponen que
la condición negativa d e toda articulación politica es "universal" (:Ziz.ek), que
el proces
procesoo contestatario determina formas de universalidades que son lleva-
 

lNTRODUCCION 9

das a entrar en u n conflicto productivo y e n definitiva, insoluble entre sí (La


clan), o que existe u n proceso de traducción por el cual 1o repudiado dentro
d e la universalidad es admitido nuevamente en el término en el proceso de s u
nueva formación (Butler),
En algún momento, cada uno d e nosotros considera despliegues ideológi
cos diferentes d e l a universalidad y alerta contra abordajes d e la cuestión tanto
sustanciales como:procesales. D e modo que nos diferenc
diferencia1nos
ia1nos (ya diferencia
dos internamente) del esfuerzo habermasiano de descubrir o conjurar una
universalidad preestablecida como presuposición del acto d e habla, una uni
versalidad que supuestamente concierne a u n rasgo racional d e hombre ,
una concepción sustantiva d e la universalidad que l a iguala a una determina
ción cognoscible y predecible, y una forma procesal que presupone .que el
campo político está constitui do por actores racionales.
constituido

Es d e importancia
hegemonía: a lo largoeldcampo
cómo se constituye
e estos textos la cuesti6n estratégica de la
político, qué posibilidades emergen
d e u n enfoque d e ese campo que indaga acerca de las condiciones d e s u p o 
sibilidad y articulación. Significativamente, Laclau detecta u n movimiento d e
l a teoría marxista desde la postulación de una "clase universal", que e n defini
tiva eliminaría la mediación política y las relaciones de representación, a una
universalidad hegemónica por la cual lo político es constitutivo del víncu
lo social. El posestructuralismo d e este enfoque se alinea, por lo tanto., con la
crítica del totalitarismo y específicamente, el tropo d e u n sujeto conocedor
d e vanguardia que "es" todas las relaciones sociales que articula y moviliza.
Mientras Laclau asocia a Hegel con la ·metafísica del cierre, ZiZek lo entien

d e como u n teórico d e la reflexividad e n confrontación con lo Real, y Butler


lo usa para indagar acerca d e los límites necesarios del formalismo e n cual
quier exposición de la socialidad. Laclau explica el anti-totalitarismo de u n
enfoque lógico y lingüístico del problema de la representación que insiste e n
el carácter irreductible de la diferencia. Zizek nos recuerda que el capital glo
bal no puede ser excluido del análisis posmoderno del lenguaje y la cultu-
ra, y continúa exponiendo el revés Obsceno del poder. Buder plantea la
cuestión d e cómo los nuevos movirriientos sociales rearticulan el problema d e
la hegemonía, considerando el cuestionamiento d e las políticas sexuales re
cierltes a la teoría de la diferencia sexual y propone una concepción ·GDntra
imperialista de la traducCión.
Los tres estamos empeñados e n formas radicales d e la democracia ~ u tra
tan d e comprender los proceso-s d e representación a través d e los cuales pro:.

Universidad \lc;cicnal d e Villa Maria


 

10 CONTINGENCIA, HEGEMONíA, UNIVERSALIDAD

cede l articulación política, el problema de l identificación --y sus fracasos


necesarios- a tr
través del cual tiene lugar la movilización política, la cuestión
avés
del futuro tal como surge para los marcos teóricos que insisten e n la fuerza
productiva d e lo negativo. Aunque no reflexion<Unos d e manera autocons-
ciente acerca del lugar del intelectual e n l izquierda, quizás este texto actúe
como una suerte d e colocación capaz de refundir y recuperar) la filosofía co
m o un modo crítico d e investigación que pertenece antagónicamente a b
esfera de la política.
E n nuestros debates, citamos considerablemente nuestras correspondien-
tes colaboraciones. Las referencias cruzadas se identifican con las iniciales del
autor, seguidas por el número de página correspondiente.
Este volumen fue escrito e n su mayor parte e n la primavera y el verano
de 1999, coordinado por los editores Jane Hindle y Sebastian Budgen, en

Verso.
Vers o. A ell
ellos
os to
todo
do nuestro agradecimient
agradecimiento o por haber organizado nuestra tar
tarea.
ea.
Judi th Bucl
Bucler
er tam bié
biénn ag
agrad
radece
ece a Stuart Murr
Murray
ay por su asistencia indispensable
con el manuscrito.

B. E L S Z. septiembre de 999
 

PREGUNTAS

Estas son las preguntas que cada autor quiso formular a los otros; forman la
base de los diálogos de este libro.

Preguntas de ]udith Butler

l . M e gustaría saber con may or prec


precisión
isión si la vis
visión
ión la
lacan
can.i
.ian
anaa de la constit
constitu
u
ción del sujeto es compatible con
co n la idea de hegemonía. Enciend
Enciendo
o que la noción
del sujeto incompleto o del sujeto barrado parece garantizar cierta incomple
titud a la interpelación, pe
pero
ro ¿no lo hace instalando una barra como condición
y estructura de toda constitución del sujeto? ¿La incompletitud d e la forma
ción del sujeto que requiere la hegemonía es una incompletitud e n la que el
sujeto-en-curso es incompleto precisamente porque está constituido a través
d e exclusiones que son políticamente salientes, no estructuralmente estáticas?
E n otras palabras, la incompletitud deJa formación d d sujeto, ¿no se vincula
vincu la
con el proceso democrático de la disputa sobre los significantes? ¿Puede el re
curso ahístórico de la barra lacaniana reconciliarse con la cuestión estratégica
que plantea l a hegemonía o se presenta como una limitac
limitación
ión ca
casi
si trascenden
tal a toda posi
posible
ble constitución del sujeto y por ende, indiferente a la pol
polític
ítica?
a?

2. ¿Qué es lo que constituye una teorí a vi


viable
able de la representación par
paraa la vi
d a política contemporánea? ¿L
¿Laa noción derridana de decisión basta para ex
plicar los tipos de negociación que requiere la representación política? ¿La
decisión'' es una categoría ética o existencial?, y e n ese caso, ¿cómo debe re
lacionarse con la esfera de lo político?

3. ¿Cuál es el estatus de la lógica''


lógica'' al describir
descri bir el proceso social y político y e n
la descripción de l a formación del sujeto? Una lógica que invariablemente de
riva e n aporías, ¿produce una suerte de estatus opuesto al proyecto de hegemo-

11
 

12 CONTINGENCIA,
CONTIN GENCIA, HEGEMONÍA, UNI
UNIVER
VERSAL
SALIDA
IDAD
D

nía? (Esta pregunta es subsidiaria d e la pregunta 1). ¿Estas lógicas están encar
nadas en la práctica social? ¿Cuál es la relación entre lógica y práctica social?

4. ¿Cuál es la relación entre versiones psicoana1íticas d e la identificacióLl y


formas d e -ídentificación política? ¿El psicoanálisis aporta la teoría para l_a po 
lítica? ·¿\Y qué psicoanálisis?

5. ¿Es .posible hablar de "la lógica metafísica de la identidad" como si fuera


singular?

6. ¿Qué significa performativamente suponer una posición de sujeto?, ¿resulta


alguna vez simple?

7. Si la diferencia sexual es u n callejón sin salida, ¿significa que el feminisn1o


es u n Lallejón sin silida? Si, e n el sentido lacanian_G, la diferencia sexual es
"real", .¿significa que
qu e .n
.noo tiene u n lugar en las luchas hegemó-riicas? ¿O acaso
es el límite cas
casii trasc
trascendental
endental d e toda esa lucha, y, p0r ende, está inmovilizada
como pre o ahistórica?

8. El reciente esfuerzc:> por dividir las teorías críticas e n universalismos e his


toricismos, ¿forma parte de una dialéctica fallida y cegada que se niega a dis
criminar entre poSi
poSicion
ciones
es matizada
matizadas?
s? ¿Tiene esto que ver con d lugar de Kant
en las-fo.rmas resurgentes de la dec
decons
onstruc
trucció
ciónn ellacani
ella canianís
anísmo?
mo? ¿Existe
¿Existe t:arn
arn
bién una doxa lacaniana
lacan iana .que
.que -impide
-impide la apropiación heterodoxa de Lacan pa·

ra el pensarriiento de 1a hegemonía?
'Sa. ¿St:;guimos coincidiendo todo-s e n que la hegemonía es una categoría útil
para describir nuestras inclinaciones políticas? .¿Clarificar esto sería u n buen
lugar para empezar?

9. Una consideración seda -de Hegel, ¿nos 1leva a repensar las oposiciones
kantianas entre forma y contenido, Cntre las afi-rmaciones casi trascendentales
y los ejemplos históricos que se .invocan para ilusn-ar s u veracidad?

10. ¿En qué consiste la autoridad crítica del teórico crítico·? ¿Nuestras propias
afirmaciones están sometidas
sometidas a una autocrítica?, ¿cómo aparece ésta en el nivel
de la .retórica?
 

PREGUN1AS 3

Preguntas de BrnestJJ adau

1,. E n numerosos debates cnnterrrpnránens, se- pr.esrot-a; eli u . n i V , e r s a l i s m 0 ~ eJTIJ

o.p0sición a- la; p l m : < d i c l ~ d d e acronts sodal;es. qp.:e· y t : r o l l f ~ r a n e n el m;r:Dnd:o.


c.o:nrtempnráneo. En:- esta, c ue st i ón de la reladón nrrkVers-a:lism_n. ve:nsu.,s, _¡pwri
cularism-o,. aparece;_ sin cierta p.-ml:.iaemia. rella-ci \fa. a los_ dQl.S: fn:Dlb.s ¿E']
m b 8 J i g P ~ -

mmlticultu.ralYsnlO_ es,. p-or ej"r=rnpl:0, reducible s u Ió:gic<r p a o r : t i ~ ~ : a J J i ; s l a : q ~


a

ni«g·;:L todo. d ~ T , e c h n a_ lo\ " u _ , r i i v e r ; s - a l t " - ~ AsiOOsmo: l'a R:0cú6n de. "pb.lili2Jilisn1o"
·-que evu> :a• una v.a;úedacl; d k po-sii€iumti':':» deh suj:et0• dJ¡cf l Nismo· a:cto.lf s · n 1 1 1 c i J ~ ¿es
acaso cl.:hnecr:.tactiiTCHiie asimiJa:bl'e af m ~ l i l l h t u r a l i s l l l 1 0 ' qu-e· implir::ai lllla refe
rencia: a. c;Q,rTIJu-uidades, rnlm Haicsfs\Vlc-iatl e$ iinteg.ra:lles; «Jl lillft , sin emlbmgp, no
cro:iil-ciden c0.m·_la comwni-00:& naciml a,I glill.bal? A k _hl;¡i\feFSa, ¿es <CieEtrQ que la
únicat fu.rnllJ.l ooncebilbre die nniversaJ:itsrno está. ligada at una fUlll daflllentación
~ ~ i V i l i l l a i l l i s t : a o esenci-aliiiS;tr:::<?

Z.. U.Jiua de-llas nume-Eo-sas; consecuencias d e la fna¡gp;llentacíón o d vez mayor


d(l: ks. soáedades comrremporáneas es, que los v a l ~ @ _ ¡ ¡ e s comunitarios -contextua
DiZ-:ados en la medi.dla e:n_ que siempre estarnos tRatratndo con comunidades espe-
~ < f J i c t l i ~ s e comple1mentan con dis.ausos sobre Jerr chos (como, por ejemplo, los

de i·echos de los pueblos o las mit:tolffas culturales: a l a autodeterminación) que se


afirman co1n co1noo válidos independiie
ind ependiientemente
ntemente de. todo contexto. ¿Estos dos -

vimientos --afirmación de los derechos universales y afirmación de la especifi-


cidad c o m u n i t a r i a ~ son en última instancia compatibles? Y si no lo son, ¿esta
incompat:ibilídad no es positiva en tanto abre paso a una variedad de negocia

ciones y una plunlidad de juegos de lenguaje que son necesarios para la cons
titución d e espacios públicos en las sociedades en las cuales vivimos?

3. Las teor.ías clásicas de la emancipación postularon la homogeneidad últi


m a de los agentes sociales que debían emanciparse --en el marxismo, por
ejemplo, la condición para que el proletariado fuera agente de una emanci
pación global era que n o tenía intereses particulares que defender, puesto que
se había convertido en la expresión de la esencia humana pura-. Asimismo, e n
algunas d e las formas de la polític
políticaa democrática
democrátic a clásica
clásica -el jacobinismo sería
el ej ernplo más claro-, la unid d de la voluntad
volu ntad de
dell pueblo es el requisito pre
vio para cualquier transformación democrática. Hoy, por el contrario, tende
mos a hablar d e emancipaciones (en plural), que comienzan a partir de una
diversidad
diversi dad de
d e reclamos social
sociales,
es, y a identificar la práctica democrática con el
 

  4· CONTINGENCIA, HEGEMONÍA, UNIVERSALIDAD

consenso negociado entre una pluralidad de actores sociales. ¿Qué noción de


representatividad. social es compatible con
co n este
este enfoque transformado?

4. La reoría de heg emoníaa presupone, por un lado, que lo "universal" es u n


de la hegemoní
objeto a la vez
vez imposibl
impo siblee necesario
necesario ·--que siempre requiere,
requiere, por consiguien
te, la presencia de u n residuo de particularidad·- y, por l otro, que la relación
entre poder y emancipación no es de exclusión sino, por el contrario, de im -
plic.ación murua aungue contradictoria-. La relación hegemónJca, conc.ebida
de esta forma, ¿es constitutiva del vínculo político? Y en ese caso, ¿cuáles son
los juegos estratégico5 que es posible jugar a partir de sus tensiones internas?

5. l categoría de diferencia, de una u otra manera, está en la base de los


enfoques teóricos más importantes de los últimos treinta años. Las identi
dades nómadas
nómad as en Deleuze
Deleuz e Guattari
Guat tari,
, la microflsica
microflsica del poder en Foucault,
l a dijfirance en Derrida, la lógica del significante en Lacan son formas alter
nativas de abordar l carácter constitutivo de la "diferencia''. ¿Son incompa-
tibles
tibles entre sí?, y, e n ese caso, ¿dónde radican las incompatibilidades? ¿Cómo
podemcs evaluar su respectiva productividad para el análisis político?

6. Hace
Ha ce tiempo que la cuestión de la transcendencia obsesiona
obsesiona a la teoría con
temporánea. ¿Cuál
¿Cuál es, por ejemplo, l estatus de categorías psicoanalícicas co
m o el Edipo o l complejo de castración? ¿Son productos históricos o, antes
bien, las condiciones a priori de roda sociedad posible? El sentimiento gene
ralizado es que ni u n historicismo radical ni u n trascendentalismo a ultranza
constituirían respuestas apropiadas, y se h a postulado cierto tipo de solución
que evita los obstáculos de ambos extremos ·---como la noción de casi n·ascen
dentalismo. El estatus de este "casi" hasta ahora no h a sido, sin embargo, su
ficientemente analizado. ¿Cuáles serían los requisitos previos para un avance
teórico en este campo?, ¿y cuáles serían las consecuencias de este último para
el análisis histórico?

PregunttL< de Slavoj Zizek

1- Lo Real y la historicidad: ¿Es lo Reallacaníano el fundamento últímo, el refe


rente firme del proceso sírnbólico, o representa su límile inherente totalmente
no sustancial, punto de falla, que mantiene la brecha misma entreent re la realidad
 

PREGUNTAS 15

y su simbolización y, de ese modo, pone en movimiento el proceso contin


gente de la historización-simbolización?

2. Falta y repetición: ¿El movimiento de la repetición se funda alguna falta


en
primordial o la noción de una falta primordial fundadora implica necesaria
mente la reinscripción del proceso de repetición en la lógica metafísica de la
ídentídad'

3. La lógha social de la des)identificación: ¿La desidentificación es necesaria


mente subversiva del orden existente, o un cierto modo de desidentificación,
de "mantener una distancia" con la propia identidad simbólica, es consus
tancial con la participación efectiva en la vida social? ¿Cuáles son los diferen
tes modos de desidentificación?

4. Sujeto, subjetivización, posiciones del sujeto: ¿El "sujeto" es simplemente el


r e s ~ t d o del proceso de subjetivación, de ínterpelación, de asumir perfor
manvamente alguna "posición fija del sujeto", o la noción lacaniana
laca niana de "s
"suje
uje
to barrado" y la noción idealista alen1ana del sujeto con negatividad
relacionada consigo misma) también plantea una alternativa a la metaBsica
identitaria-sustancialista tradicional?

5. El estatus de la diferencia sexual- Nuevamente, ¿la diferencia sexual repre


senta s i ~ p l _ e _ U e n t e "hombre" y "mujer" en tanto dos posiciones del sujeto
que los mCÜv1duos asumen a través de la adquisición performativa repetitiva
~ la d i ~ e r e n c i sexual es "real" en el sentido lacaniano e s decir, u n ¿allejón
sm salida--·, de modo que todo intento de traducirlo a posiciones fijas del
sujeto
suj eto fracas
fracasa? a?

6, Significante fálico: ¿La noción de falo de Lacan es "falogocentrísta" es


decir, la noción de un significante central que, como una suerte de punto de
referencia trascendental, estructura el campo de la sexualidad- o cambia alg
algoo
el hecho de que, para Lacan, falo como significante es un suplemento proté
sico de la falta de sujeto?

7. Lo Universal y l historicismo: ¿Es suficiente, en la actualidad, seguir el con


sejo jamesoniano "¡Historicen "? ¿Cuáles son los límites de la crítica historicista
de los universales falsos? ¿No es mucho más productivo, tanto por razones teó-
 

L CON"11 NGENC A, HEGEMONíA, UNTVERSi\L DAJ')

ricas in:tria,sec:lli cnJIF ü pnl razones políticas" mantener la noción paradójica de


to nniversai co-
co-mu
mu simulitáneamente impo sible y necesari:n?
simulitáneamente

Hegel: ¿Hegd es siJDilplemente d metafísico par exq:/ien'ce,. de manera que


cua:tquieF hntento, d e afirmar el co
co.m
.mpl
plej
ej;o
;o posme taf
tafísi
ísi co d e temporalidad-con
t i n g ~ n c i a : es por definición antihegeliano, o b misma hostilidad pos··
f i n i m d

met:
met:afi
afisi
sica
ca cont
co ntra
ra Hegel
He gel es acaso una suerte de índice d e su propia limitación
teórica, de modo que deberíamos, más bien, concentrarnos e n sacar a l a luz
'"otro. H e g d ' ' que no se ajuste a la doxa del "panlogicismo"?

9_ Lacan y l deconstrucción · ¿Es teóricamente correcto concebir a Lacan como


uno e n la serie d e deconstruccionistas o el hecho de que todo un conjunto d e
aspectos distingan a Lacan de la doxa deconstruccionista (mantener la noción
d e sujeto como cogito, etc.) apunta hacia una inconmensurabilidad entre am··
bos campos?

1O. La cuestión política ¿Debemos aceptar la noción posmoderna'' de plura


lidad de luchas por el reconocimiento (en s u mayoría étnicas, sexuales o de eS··
tilos d e vida) o el reciente resurgimiento del populi.smo de derecha nos obliga
a repensar las coordenadas convencionales d e la politieoL radical "posmoderna'' y
a revivir l a tradición de la "crítica de la economía política''? ¿Cómo afecta todo
esto las nociones de hegemonía y totalidad?
 

Reescinificación de lo universal:
hegemonía y límites del formalismo

Judith Buder

A LO L RGO de estos últimos años, Ernesto Laclau, Slavoj Zizek y yo hemos


mantenido varias conversaciones respecto del posestructuralismo, el proyecto
político de la hegemonía y el estatus del psicoanálisis.
psicoanálisis. Todos hemos trabajado,
creo, acerca de los márgenes teóricos de u n proyecto político de izquierda y
tenemos diversos grados de afinidad persistente con el marxismo como m o 
vimiento y teoría social crítica. Ciertos conce ptos clave
clavess de l a teoría social pro
gtesista ha n recibido articulaciones nuevas y variadas e n nuestro trabajo y
todos estamos comúnmente ocupados e n el estatus y la formación
formación del sujeto,
las implicancias de una teoría del sujeto para pensar la democracia, la articu
lación de la "universalidad" dentro d e una teoría de la hegemonía. E n lo que
diferimos, e n m i opinión, es tal vez, primero y principalmente, e n nuestros e n 
foques.de l a teoria del sujeto dentro de u n análisis de la hegemonía y en el es
tatus de u n análisis "lógico" o "estructural" de las formaciones políticas en
relación con sus articulaciones culturales y sociales específicas.
Lo que yo entiendo d e la visión de l a hegemonía que Ernesto Ladau y
Chantal Mouffe establecen e n Hegemonía Y estrategia socialista   es que las o r
ganizaciones políticas democráticas se constituyen mediante exclusiones que
retornan para frecuentar aquellas organizaciones políticas predicadas sobre la
ausencia d e esas exclusiones. Esa frecuentación se hace políticarnente efectiva
precisamente e n la medida en que el retorno de lo excluido fuerz a a una expan
sión y una rearticulación de las premisas básicas de fa democracia. E n trabajos

1
Ernesto Ladau y Chantal Mouffe, Hegemony and Socia ist Strategy: Towards a Radical Derno-
cratic Politics, Londres y Nu
Nuev
evaa York
York,, Ve
Verso,
rso, 19
1985
85 lt
ltradu
raduccíó
ccíónn cas
castellana:
tellana: Hegemonía y estra-
tegia socialista, Madrid, Siglo XXI, 1987. Y de próxima aparición en FCE].

17
 

18 CONT1NGENC1A, HEGEMONÍA, LJN1VERSAUDAD

posteriores, Ladau ) Zizek posrulan que la formación de una. orgamzación


política democrática ·-D, en realidad, cualquier posición de sujeto en particular
dentro de una orga
organiza
nización
ción poli ri
rica
ca--
-- es necesariamente incompleta, Hay, sin
embargo, fOrmas divergentes de entender esa incompletirud. Yo entendí l "in
completitud" de l posición de sujeto de la siguiente forma: 1) como el fracaso
de cualquier articulación en particular para describir a la población que repre
senta; 2) que cada sujeto está constituido sobre diferencias y lo que es produci
do como el exterior constitutivo del sujeto nunca puede pasar a ser
totalmente interno o inmanente. Tomo este últiino punto para establecer l a di
ferencia fundamental entre el trabajo de Laclau y Mouffe, ele neto corte althus
seriano, y una teoría del sujeto más hegeliana en la cual todas las relaciones
externass son -al menos idealmente- transformables e n internas.
externa
Otra forma ele explicar la incompletitud del sujeto es establecer su "ne
cesidad" mediante el recurso de una descripción psicoanalítica lacaniana de
aquéL ZiZek sugiere y Laclau está parcialmente de acuerdo- que lo "Real"
lacaniano es sólo otro nombre que se le d a a esa incompletitud y que cada
sujeto, independientemente de sus condiciones sociales e históricas, está su
jeto al mismo postulado de inconclusividad< El sujeto que lleg
llegaa a existir a tra
vés de l a "barra'' es uno cuya prehist:oria es necesariamente excluida d e su
experiencia como sujeto. Ese límite fundacional y definidor funda así al su
jeto a una distancia irreversible y necesaria d e las condiciones de su propia
emergencia traumática.
Tanto a ZiZek como a Ladau les señalé que m e gustaría saber más precisa
mente si la visión lacaniana acerca de la constitución del sujeto es finalmente

compatible con la noción de hegemonía. Yo entiendo que l noción del sujeto


incompleto o barrado aparece para garantizar una cierta incompletitud de la in
terpelación: T ú m e llamas así, pero lo que yo soy elude el alcance semántico
de cualquier esfuerzo lingüístico por capturarme". ¿Este eludir el llamado del
otro se lleva a cabo a través d e la instalación de una barra como la condición y
estructura de toda constitución de sujeto? La incompletitud en la formación del
sujeto que l a hegemonía requiere, ¿es una incompletitud en l cual el sujeto en
proceso está incompleto precisamente porque está constituido a través de ex
clusiones que son política111ente salientes y n o estructuralmente estáticas o fun
dacionales? Y si esa distinción es desatinada, ¿cómo vamos a pensar esas
exclusiones constituyentes, que son estructurales y fundacionales conjuntamen
te, cori. aquellas que consideramos políticamente salientes e n el movimiento de
la hegemonía? E n otras palabras, ¿no debería la incompletirud en la formación
 

RE.ESC NIFJCACJÓN DE LO UNJVER.SAL. 19

del sujeto vincularse con la disputa democrática sobre significantes? El recurso


ahistórico a l barra lacan.iana, ¿puede reconciliarse con l a pregunta estratégica
que plantea l a hegemonía o es una limitación casi trascendental para toda for
mación posible de sujeto y estrategias, y, por lo tanto, fundamentalmente indi
ferente al. campo político al que se supone que ella condiciona?
Si el sujeto siempre encuentra su límite en un mismo e idéntico lugar, en
tonces, el sujeto es fundamentalmente exterior a la historia e n l a cual se en
en
cuentra: n o hay historicidad para el sujeto, sus límites y su articulabilidad.
Más aun, si aceptamos la noción d e que toda lucha histórica n o es más que
u n vano esfuerzo para desplazar u n límite fundacional cuyo estatus es estruc··
rural, ¿no quedamos confinados entonces a una distinción entre los dominios
histórico y estructural que, e n consecuencia, excluye
excluye el dominio histórico de
l comprensión respecto d e l a oposición?

del Este
sujetoproblema de u n acercamiento
tiene importancia estructural alas
cuando consideramos losdiferentes
límites fundacionales
formas posi
bles d e oposición. Si hegemonía denota las posibilidades históricas de articu
lación que emergen dentro d e u n horizonte político dado, entonces será
significativamente diferente si entendemos ese campo corno transformable y
revisable históricamente o si está dado como u n campo cuya integridad está
asegurada por ciertos límites y exclusiones identificables estructuralmente. Si
ambos términos, dominación y oposición, están constreñidos por dicho cam
po d e articulabilidad, la posibilidad misma de expandir
expa ndir los posibles
posibles sitios
sitios de
articulación para justicia, igualdad y universalidad estará determinada e n par
t e por el hecho d e si entendemos este campo como sujeto al cambio a t r a v ~ ~
del tiempo. Lo que yo entiendo como hegemonía es que s u momento nor-;
mativo y optimista consiste, precisamente, e n las posibilidades de expandir:
las posibilidades democráticas para los términos claves del liberalismo, tor-'
nándolos más inclusivos, más dinámicos y más concretos. Si l a posibilidad de
tal cambw está excluida por una sobredetenninación teórica de los limites es
tructurales e n el carnpo d e articulabilidad política, entonces s hace necesa
rio reconsiderar l a relación entre historia y estructura para preservar el
proyecto político de hegemonía. Creo que por más que podamos discrepar e n
otras cosas, Laclau, Zizek y yo estamos d e acuerdo e n el proyect9 d e demo
cracia radical y n la continua promesa política d e l a noción g r a i i J . ~ c i a n a de
h ~ g e I ñ ó l l í a . p o ~ e r el
campo poJít_it;::p A diferencia de una visió1.1 que forja l a operación d e en
e ~ d u s } y a m e n t e e n términos de bloques separados qll:e com
p i t ~ ; ; : e n t r e sí por el control de cuestiones d e políticas, la hegemonía pone el
 

20 CONTINGENCIA HEGEMONlA UNIVERSALIDAD

énfasis e n l ~ s maneras e n que opera el poder para formar nuestra cOlnpren


sión cotidiana de las relaciones sociales y para orquestar las maneras en las
gl, .e_ c o p s ~ r ¡ t i m o s y reproducirnos) esas relaciones tácitas y disimuladas del
poder. El poder no es estable ni estático, sino que es reconstruido en diversas
coyunturas dentro de la vida cotidiana; constituye nuestro tenue sentido d e
sentido común y está cómodamente instalado e n el lugar d e las epistemes
prevalecientes de una cultura. Más aun la transformación social n o ocurre
si.rr1plemente por una concentración m a s i v a ~ 0 _ favor de una causa, slno pre
cisamente a través de las formas en que las relaciones sociales cotidianas son
rearticuladas y nuevos horizontes conceptuales abiertos ppr práctica.<; anómalas
o subversivas.
L a teoría de la performatividad no dista mucho de la teoría
teoría de
de hegemoní
he gemoníaa
~ n este sentido: ambas enfatizan la forma en que el mundo social es construi

do - y emergen nuevas posibilidades sociales- e n diversos niveles de acción


social mediante una relación de colaboración con el poder.
M i plan es abord
abordar
ar estas c ~ e s t i o n e s a través de dos caminos diferentes.
diferentes. El
primero será para analizar el problema de la exclusión constitutiva desde
dentro de una perspectiva hegeliana,
hegeliana, concentrándome e n el "Terror" y su re
lación con los postulados de universalidad e n la Fenomenologia del espíritu.
El segundo será para ilustrar cómo la noción de universalidad, como la ha
elaborado Laclau, puede ser reescenificada en términos de traducción cultu
ral. Espero poder aclarar mejor, e n mis posteriores contribuciones para este
volumen, cómo entiendo la relación entre psicoanálisis, teoría social y _pro
yecto de hegemonía. Si bien critico ciertas apropiaciones del psicoanálisis
para pensar los límites de la autoidentificación política, espero aclarar e n mi
próxima contribución la centralidad de éste para
pa ra cualquier proyecto
proyecto que in-·
ten t e entender los proyectos emancipatori.os tanto en sus dimensiones psí
quicas como sociales.
G o l ? _ c ~ el eje en el tema de la uníversalidad porque es uno de los tópicos
más di-scutidOs dentro de la última teoría social. En realidad, son muchos los
que han expresado su temor a que las descripciones constructivistas y poses
tructuralístas de universalidad no ¿onsigan ofrecer una firme descripción sus·
tantiva o procesal de lo que es común a todos los sujetos-ciudadanos dentro
del dominio de la representación política. Todavía hay :algupos teóris;.os polí
de hu-·
ticos
rUanosque quierenser
pueden saber qué rasgos
extendidos políticamente
a todos los seresrelevantes los seres
humanos (deseo, habla,
deliberación, dependencia), y luego fundar sus visiones normativas de lo que
 

REESC NlF CACION DE LO UNIVERSAL. 21

debe ser u n orden político en esa descripción universal. Seyla Benhabib nos
ha mostrado cómo: tanto RaRawl
wlss como
c omo Habermas
H abermas,, de diferentes
diferentes rnaneras,
rnaneras, ofre-
cen una descripción de la universalidad
universalidad que
qu e evade cue stión de la naturaleza
evade la cuestión
humana y una descri
descripción
pción susta
s ustantiva
ntiva de rasgos
rasgos universalíz
universalízables
ables e n favor de u n
métOdo procesal que establece la universal universalibilidad
ibilidad como criterio para justifKar
las reivindi
reivindicaciones caciones normativas de cualquier
cualqui er programa social y político. 2 Aun
prog rama social
que el método procesal implica no hacer ningún redarno sustantivo acerca de
lo que son los seres humanos, implícitamente demanda una cierta capacidad
racional y atribuye a esa capacidad racional una re relac
lació
ión
n inherent
inhe rentee a la univer
sa
sali libi
bili lida
dad_ d_ El supuesto
supues to kantiano
kant iano de que cuando
cua ndo "y"yo"
o" razono participo
part icipo de una .
racionalidad que es transpersonal culmina e n la reivindicación de que mi ra-
zonamiento presupone la universalibilidad de mis reivindicaciones. Así, el en en
f o q l l ; ~ . P ~ o c e s a l pres
presupone
upone la prioridad de una racionalidad como ésa y tambié-;
p ~ · ~ s u p o i ; e f
carácter sospechoso de rasgos ostensiblemente no racionales de
c o n d ~ c t a humana e n el dominio de la política.
[ ~ c u e s t i ó n de la universalidad ha emergido tal vez más críticamente en
aquellos discursos de la izquierda que advirtieron el uso de .la doctrina de la
universalidad al servi servicio colonialis mo y el imperialismo. El temor, por su
cio del colonialismo
puesto, es que lo que es nombrado como universal es la propiedad parroquial
de la cultura dominante y que "universalibilidad" es in disociable de expan e xpan
sión imperialista. La visión procesal procesal busca salva
salvarr este problema
proble ma insistiendo
insistie ndo e n
que n o hace ninguna reivindicación sustantiva acerca de la naturaleza humana
pero su exclusivo apoyo en la racionalidad para hacer su reclamo desmiente
esa misma aseveración. La viabilidad de la solución procesalista procesalista se apoya en
parte e n el estatus de los reclamos formales y, por cierto, en si uno pued e eses
tablecer u n método puramente formal para resolver Jos reclamos políticos.
Aquí vale la pena reconsiderar la interpretación crítica hegeliana del forma
lismo
lism o kantiano, fundamenta lmente porque Hegel cuestionó
cuestionó si tales formalis
mos son realmente tan formales como parecen.
E n la Lógica Menor de Hegel, Parte 1 de su Enciclopedia de las ciencias fi- fi-
losóficas (1830), 3 él vincula la reformulación
reformula ción de la universalidad con su crítica

2
Seyla Benhabib, Cri
Critiq
tique
ue Non
Nonnn and Utopia: A Study o he Foundations o Critícal Theory
Nueva York, Columbi a Universi ty Press, 1986, pp. 279-354.
University
3
G W E Hegel, The Encyclopaedia Logic: Part o he Encycloprtedia o Philosophical Sciences
with the Zusiitze trad. de T. F. Geraets, W A. Suchtingy H. S. Harris, Indianápolis, Hackett,
1991 [traducción castellana: Enciclopedia de las ciencias filosóficas México, Porrúa].
 

22 CONTINGENCIA, HEGEMONíA, UNIVERSALIDAD

deJ formalismo. Cuando introduce la identi6cación d e universalidad con el


pensamiento abstracto en el capítulo titulado Concepciones preliminares"
(§ 19-83), lo hace por medio d e varias revisiones d e la noción de universali-·
dad misma. l principio se refiere al producto, la forma el carácter del pen
samiento en conjunto como "universal", lo cual él presenta como equivalente
a "lo abstracto". Luego pasa a desglosar y revisar s u definición, destacando
que pen.rar, corno actividad, es el universal activo la acción, s u producto,
"lo producido, es precisamence el universal" (§ 20). D e esta manera, Hegel
ofrece tres nombres diferentes para una universalidad que él identifica como
singular e insiste simultáneamente en s u pluralidad. A este conjunto de revi
siones agrega la noción de que el sujeto, gue opera a través de la forma pro
nominal "yo", también es lo universal, d e modo que "yo" es sólo otro
sinónimo y especificación de universalidad.

A esa altura, n o está claro si hemos llegado a la última de una serie de re
visiones o si la definición que acaba de ofrecer llevará todavía a otra. E n los pá 
rrafos subsiguientes, se torna claro que Hegel está habitando en una voz
kantiana cuando, finalmente, comienza su paráfrasis de la visión kantiana ex
plícitamente: Kant ~ p l ó la inconveniente expresión de que yo 'acompaña'
todas mis manifestaciones ·· y mis sensaciones, deseos, acciones, etc., tam
bién-. 'Yo' es lo urüversal en y para sí, y lo comunitario es otra forma más -si
bien externa- de universalidad'' (§ 20). Parece importante preguntarse qué
quiere·
quiere· deci r H egel aquí con forma "externa", dado que parece que pronto in 
vocará una forma "interna" y que lo interno será precisamente lo que Kant no
toma en cuenta. El significado de forma interna'', d e todos modos, está e n
cammo:

tomado abstracta.mente como tal, yo es una pura relación con sf mismo, en


la cual se hace abstracción de manifestación y sensación, de cada estado así
como de cada peculiaridad de naturaleza, de talento, de experiencia, y así su
cesivamente. De este modo, yo es la existencia de la universalidad totalmente
abstracta, lo abstractarnente libre(§ 20).

Cualquiera sea la forma interna" de la universalidad, estará sin duda relacio


nada con l a forma concreta de universalidad. Hegel luego comienza a objetar

abiertamente la bifurcación d e la persona que requiere la abstracción d e uni


versalidad: "'yo' es pens r como el sujeto, puesto que yo estoy al mismo
tiempo en rodas mis sensacione
sensaciones,
s, nociones, estados, etc., el pensamiento e-.stá
 

EEESCINIF CACION DE LO UNIVERSAL .. 23

presente en todas partes e invade todas esas determinaciones corno categoría


[de ellas]" (§ 20; los corchetes son de la traducción). La postulación del yo
universaJ requiere así la exclusión de lo que es específico vital del sí mismo
[seif] para su definición. L a universalidad e n s u forma abstracta requiere, en 
tonces, aislar a la persona de las cualidades que él o ella puede bien compar
tir con otros, pero que no llegan a nivel de abstracción requerido para el
término "universalidad".
Lo que es universal es, por lo tanto, lo que pertenece a todas las personas,
pero n.o es todo lo que pertenece a cada persona. E n realidad, si podemos de
de 
cir que las concepciones, los estados d e conciencia, los senrimientos, lo que
es específico vital, también pertenecen a rodas las personas, hemos identifi
cado aparentemente u n rasgo universal que no encaja bajo la rúbrica d e uni
versalidad. D e este modo, el requerimiento abstracto d e la universalidad
abstracto

produce una situación en la cual ta universalidad misma se duplica: en la pri


mera instancia es abstracta y en la segunda es concreta.
Hegel sigue esta Línea e n relación a juicios empíricos y morales, mostran
do cómo, en cada instancia en que lo universaJ es concebido como un rasgo
del pensamiento es, por definición, separado del m undo que busca conocer.
Se entiende que el pensamiento tiene dentro de sí las reglas que necesita p a
ra conocer las cosas o para saber cómo actuar en relación con ellas. Las cosas
en sí mismas no son pertinentes al problema del conocimiento, y pensar pa
sa a ser no sólo abstracto sino autorreferencial. E n la medida en que la uni
versalidad del pensamiento garantiza libertad, la libertad es definida
precisamente por encima y contra toda influencia exterior. Una vez más He 
gel ocupa la posición kantiana aunque sólo para marcar s u salid8.. de ella a me··
dida que se desarrolla la exposición:

Pensar implica inmediatamente


Pensar inmediatam ente libertad, porque es la actividad de lo univer
sal, un relacionarse con sí mismo que es por lo tanto abstracto, un estar con
sí mismo que es indeterminado con respecto a subjetividad, y que con respec
to a su contenido está, al mismo tiempo, sólo en la materia [misma] y en sus
delermlnaciones (§ 23; los corchetes son de la traducción).

Hegel pasa luego a asociar esa concepción de libertad abstracta intrínseca al


acto del pensamiento con una cierta arrogancia - u n a voluntad de dominio,
podríamos agregar, que debe ser compensada con humildad "modestia"--.
Con respecto a s u contenido , escribe Hegel:
 

24 CONTINGENCIA HEGEMONÍA, UNIVERSALlDAD

pensar es sólo genuino [ .. J e n la medida en que está inmerso en la materia [in


die Sache vertief st] y con respecto a su fOrma e n la medida en que no es un
ser o hacer particular del sujeto, pero consiste precisamente en esto, que la
se a sí misma como abstracto como liberado de
de rasgos,yoestados, etc., y hace solamente
conciencia conduce un
toda particularidad [Partikularitiit]
lo que es universal, en lo cual es idéntico a todos los individuos (§ 23).

Hegel no aclara e n qué consiste esta acción universal , aungue sí estipula


que no es el acto del sujeto [nicht ein besonderes Sein oder Tun des Sukjekts]
y que es algo como el reverso de cualquiera de tales actos. Su acción univer-
sal es sólo ambiguamenre activa: se sume sumerge
rge en loloss hechos o la materia .
Considerarnos merecedores de conductas de este tipo , escribe Hegel, con-
siste
siste precisamente
precisamen te en abandonar (fohrenzulassen] nuest nuestras opinione s y convic-
ras opiniones
ciones particulares y en permitir que la materia [misma] ejerza s u dom.inio
sobre nosotros [in sich wa ten z u lassen] (§ 23),
D e este modo Hegel objeta la formulación de universalidad abstracta al
sostener que es solipsista y que niega la sociabilidad fundamental de los hu-
ruanos: pues eso es justamente lo que es la libertad: sentirse cómodo con uno
mismo en su otrootro,, depende
de penderr de
de uno mismo,
mi smo, y ser
ser uno mismo quien decide [. . ].
La liberta
libertadd [en este sentido abstract
abstracto]
o] está
está presente solamente
solam ente adonde no hay
otro para m i que no sea yo mismo (§ 24, Zusatz 2 . Esto es, en la visión de
Hegel, una liberta
libertadd meramente
merame nte formal
formal . Par
Paraa que la libertad
libe rtad se transforme en
concreta, el pen
pensami
samiento
ento debe sumergir
sumergirsese en la materia". A continuación, He 
gel nos alertará sobre ciertas formas de emp.iricismo que sostienen que uno no
aporta nada al objeto, sino que tan sólo traza los rasgos inmanentes que el ob 
jeto despliega, Hegel concluirá que no sólo está el yo [selfJ pensante fundamen-
talmente relacionado con lo que busca conocer, sino que el yo [seiji formal
pierde su formalismo
formalismo una vez que se entendió que la producción y exclusión
de lo concreto es una precondición necesaria
necesaria para
pa ra la fabricación
fabricación de lo formal.
Inversamente, lo concreto no puede
pued e se
serr tenido en forma independ
inde pendien
iente
te y es
igualmente vano desconocer el acto de cognición que entrega lo concreto a la
mente humana como u n objeto de conocimiento.
La breve crítica de Hegel al formalismo kantiano subraya una serie de
puntos que nos resultan útiles cuando consideramos si se puede presentar la

filosofía
cer- y si de Hegel como un
la universalidad esquema
puede formalista
formalisten
ser entendida a -algo
términos de u n tiende
que Zizek a ha-
formalismo
teórico, algo que Zizek, Laclau y yo misma, los tres, hemos estado muy cerca
 

REESClNIFICACION DE LO UNIVE RSAL 25

de hacer. E n l a primera instancia, _parece crucial ver que el formalismo no es


u n método que sale de la nada y es diversamente aplicado a situaciones con
cretas o ilustrado a través de ejemplos específicos. Por el contrario el fOrma-
lismo es u n producto de la abstracción, esta abstracción necesita su
separación de lo concreto, algo que deja la huella o ren1anente de esa separa-
ción en el funcionamiento mismo de la abstracción. E n otras palabras, la abs-
tracción no puede permanecer
permanec er rigurosamente abstracta
abst racta sin
sin exhibir algo
algo de lo
que debe excluir para constituirse comocom o abstracción.
Hegel h a escrito que las categorías del pensamiento que son consideradas
subjetivas, como las de Kant, producen lo objetivo, y están permaneuteinen-
te en antítesis con lo objetivo [den bleibenden Gegensatz am Objektiven habehaben]"
n]"
§ 25)
25).. La abstracción
abstracción está así
así contaminad
contam inadaa precisamente por la concreción de
la cual busca diferenciarse. E n segundo lugar, la posibilidad misma de ilustrar
u n punto abstracto por medio de u n ejemplo concreto presupone la separa-
ción de lo abstracto y lo concr
concreto;
eto; efectivamen
efectivamente,
te, presupo
pr esupone
ne la producción
producc ión de
u n campo epistémico definido por esa oposición binaria. Si lo abstracto es en
sí mismo producido a través de la separación y negación de lo concreto, y lo
concreto permanece adherido a lo abstracto como su contaminación necesa-
ria, exponiendo el fracaso de su formalismo para permanecer rigurosame.nte
como tal, se desprende entonces que lo abstracto es fundamentalmente depen-
diente de lo concreto y es ese otro concreto en una forma que es sistemáti-
camente elidida por la posterior aparición de lo concreto como ejemplo
ilustrativo de u n formalismo abstracto.
En la Lógica Mayor, 4 Hegel da el ejemplo de la persona que piensa que pue

de aprender a nadar aprendiendo lo necesario antes de en entra


trarr al agua.
agua. Esta per-
sona no se da cuenta de que uno sólo aprende a nadar metiéndose en al agua y
practicando los movimientos en medio de la actividad misma. Hegel implíci-
tamente compara al kantiano con una perso
persona
na que
que intenta
in tenta ~ e r nadar sin tra-
tar de nadar de verdad, y contrapone ese modelo de cognición autoadguirida
con uno que se entrega a la actividad misma, una forma de conocer que se e n ~
trega al mundo que intenta conocer. Si bien a Hegel se le llama con frecuencia
el filóso
filósofo
fo de la
la maestría'', podemos
pode mos ver
ver aquí
aq uí - y en el incisivo libro de Nancy
sobre la inquietud
inquietu d de Hegel- que la disposición ek,statica del yo [selfJ hacia

4 G. W. E Hegel, Hegel:> Science ofLogic, trad. de A. V. Miller, Nueva York, Humanities Press,
1976 [traducción castellana: Ciencia de la lógica, Buenos Aires, Hachette; trad. de Augusta
y Rodolfo Mondolfo, dir. por Gregorio Weínberg].
 

26 CONTINGENCIA, HEGEMONÍA, UNIVERSALIDAD

su mundo deshace la maestría cognitiva. 5 Las constantes referencias de Heael


a per derse y entregarse - so'1o con fi·u:man el hecho de gue el sujet:o del saber b

no puede ser entendido como un sujeto que impone catego categorías


rías preconcebi
preconcebidas
das
a un mundo pre-dado. Las categorías son formadas por el mundo que el suje
to busca conocer, del mismo modo que el mundo no se conoce sin la previa
acción de esas categorías. Y así como insiste en revisar varias veces su defini
ción de unive
universalida
rsalidad d , HegeHegell deja bien cl aro qu.e las categorías por las cuales
claro
podemos acceder al mundo son continuamente rehechas por el encuem:ro con
el mundo que ellas facilitan. Nosotros no permanecemos iguales, ni tampoco
las categorías cognitivas, a medida que vamos teniendo encuentros de conoci
miento con el mundo. El sujew del saber y el mundo, los dos, son deshechos
y r ~ e h o s po~-~r::l ~ S t Q _ Q ~ ~ ¿~~n :OCl{lllG~-t~_-· --   - -- - ... - -----
E-
E-;;
;;_):
_):;n
;no;n
o;neno
eno og
ogía
ía de
dell esp
espíri tu/'' en la secci
íritu/ sección
ón titulad
tituladaa Razón , Hegel deja
bien e n claro que la universalidad no es un rasgo de una capacidad cognitiva
subjetiva sino que cscá ligada al problema del reconocimiento recíproco. Má.s
aun, el reconocimiento mismo depende de la costumbre o la Sittlíchkeit. en
la Sustancia univer sal, el individuo tiene esa form de subsistencia no sólo por
universal,
su actividad como tal sino también, y no en menor grado, por el contenido de
esa actividad; lo que él hace eJ la habilida
habilidadd práctica consue
consuetudinar
tudinaria
ia de to
todo
dos'
s'.'.'
(§ 351). El reconocimiento no es posible separado de la la práctica consuetudi
consuetudina
na
ria en la cual tiene lugar, y por lo tánt:o, ninguna condición formal de recono
cimiento
cimien to será su
suficiente. D e modo similar, en la medida en que lo que Hegel
ficiente.
llama
lla ma sustancia univer sal es esencialmente condicionada por la práctica con
universal
suetudinaria, el individuo ejemplifica concretarnente y reproduce esa costum-·
bre. Para emplear las palabras de Hegel: el individuo en su trabajo individual
ya incomcíentemente realiza un trabajo universal..." (ídem).
La implicancia de esta visión es que cualquier esfuerzo por establecer la
universalidad como trascendente de normas culturales parece ser imposible.
Si bien está claro que Hegel entiende práctica consuetudinaria, orden ético y
nacíón como unidades simples, no se desprende de ello que la universalidad
que atraviesa culturas o emerge 4e naciones culturalmente heterogéneas de
ba, en consecuencia, trascender la cultura misma. D e hecho, slla noción de
universalidad
universalidad de Hegel debe de
demostrar
mostrar servir bajo condiciones de culturas hí-
bajo

Véase Jean-Luc
Véase Nancy, L1nqt-tiétude du négatif, París, Hachette, 1997,
Jean-L uc Nancy,
G G. w: E Hegel, Hegef s Phenomenology ofSpirit, trad. de A. V. Miller, Oxford, Oxford Uni
versiLy Press, 1.9T1 [traducción castellana: l:tnomenología del espiritu, México, FCE, 2000].
 

REESCINIFICACIÓN DE LO UNIVERSAL .. 27

bridas y fronteras nacionales vacilan res, deberá ser una universalidad forjada
a través del trabajo de traducción cultural. Y no será posible establecer las
fronteras de las culturas en cuestión, como si la noción de universalidad de
una cultura pudiera ser traducida a la de otra. Las culturas no son entidades
con límites; el modo de su intercambio es, e n realidad, constitutivo de la
identidad de aquellas? Si vamos a comenzar a repensar la universaJidad en
términos de este acto constitutivo de traducción cultural --lo cual espero
aclarar más adelante en mis observaciones-, entonces, ni una presunción de
comunidad lingüística o cognitiva ni un postulado teleológico de una fusión
final de todos los horizontes culmrales serán una ruta posible para el recla
m o universaL
¿Qué implicancias tiene esta crítica del formaJismo para pensar la univer
salidad en términos políticos? Es importante recordar que para Hegel los tér

minos clave de su vocabulario filosófiCo son ensayados varias veces y que casi
siempre que son pronunciados adquieren un significado diferente o revierten
uno anterior. Esto es especialmente verdad en cuanto a palabras como \mi-
versalídad
versalídad acto , pero tamb ién en cua
también cuanto
nto a conciencia y autoconciencia .
conciencia
La sección titulada Libertad absoluta y terror de la Fenomenologícl del espf-
rítu se basa en concepciones previas
previas del hecho, pupues
es conside
considera
ra preci
precisamen
samente
te ,1
lo que u n individuo puede hacer en condiciones de terror de Estado. Basán
dose en la Revolución Francesa, Hegel entiende al individuo como incapaz
de llevar a cabo una acción glle a) actúe sobre u n objeto y b) ofrezca una re
flexión sobre su propia actividad a ese individuo. _Ésta fue la norma de ac
ción que gober;_ó .<1 discusión previa de trabajo de Hegel en la sección
Señorío y servidumbre . Bajo condiciones de terror de Estado, ningún in-
dividuo trabaja, pues ningún individuo es capaz de exteriorizar un objeto
que lleve s u firma: la conciencia ha perdido su capacidad de autoexpresión
media da y no dejdejaa que nada se suelte pa ra pasar a ser u n objeto líbre que so-
bresalga sobr
sobree él (§ 588).
Aunque el individuo trabaja y vive en un régimen que se llama a sí sí mis
mismo
mo
universalidad liberta d absoluta'', el individuo no puede encontrarse a sí
libertad
mismo en el trabajo universal de libertad absoluta. Ciertamente, este fracaso
del individuo para encontrar u n lugar en este sistema absoluto (una crítica del
terror que anticipa la crítica de Kierkegaard a Hegel mismo) expone los lími
tes d e esta noción de universalidad, y por lo tanto contradice su pretensión
7 Véase Homi Baba, The Location o_ Culture, Nueva York, Routledge, 1996.
 

28 CONTINGE
CONT INGENCIA
NCIA,, HEGEMONÍA, UNIVE
UNIVERSA
RSALI
LIDAD
DAD

de absolutismo< Según Hegel, para realizar una obra uno debe llegar
llegar a ser in
dividuado; la libertad universal, desindividuada, no puede realizar una obra.
Todo lo que puede hacer es dar rienda suelta a su furia, la furia de l a destruc

ción. Así, dentro de la condición de terror absoluto, la autoconciencia real


pasa a ser lo opuesto de libertad universal, y lo universal es expuesto como
restringido, lo que es decir que
q ue lo universal
universal demuestra
demues tra ser
ser u n universal falso.
Dado que n o hay espacio para la autoconciencia o l individuo e n estas con
diciones, y dado que no se puede realizar ninguna obra que cumpla con la
norma d e autoexpresión mediada, cualquier obra qli.:: aparece es radical
mente desfigurada y desfigurante. Para Hegel, la única obra que puede apa
recer es una anti-obra, la destrucción misma, una nada que proviene d e una
nada. E n su visión, únic a obra y trabajo de libertad universal es, por lo tan
visión, la única
to , la muerte (§ 360)<

tieneesunanulado
muerte sólo
el individuo y, por lo tanto, 1nuerro, sino que esta
No
significado tanto Literal como metafórico. El hecho de que
los individuos fueron matados fácilmente en el Reino del Terror en pro d e la
libertad absoluta'' está bien documentado. Más aun, hubo individuos que
sobrevivieron, pero esos no son individuos e n sentido normativo. Despro·
vlstos d e reconocimiento y de la capacidad de exteriorizarse a través d e obras,
dichos individuos pasan a ser nulidades cuyo único acto es anular el mundo
que los h a anulado. Si nos preguntamos: ¿qué clase de libertad es esta?, la res
puesta que Hegel ofrece es que es el punto vacío del yo seijl absolutamente
libre , la más fría y mezquina d e todas las muertes , no más significativo que
cortar u n repollo o tragar aguá' (§ 590)<
está exponiendo claramente lo qUe suc
Hegell está
Hege ede cuando una facción se eri
sucede
ge como lo universal y dice representar
representar la voluntad
volunt ad general,
general, donde l a voluntad
general supera las voluntades individuales de las cuales está compuesta y por
las cuales, e n realidad} exlste< La voluntad que es represen
representada
tada oficialmente
ofi cialmente
por el gobierno es asasíí perseguida
persegui da por una voluntad que es excluida d e la fun-
ción representativa. D e este modo, el gobierno es establecido sobre l a base d e
una economía paranoide en la cual debe establecestablecer
er repetidamente
repetidame nte s u reivindi
cación de universalida
universalidadd borrandO todos
todo s los remanentes
r emanentes de aquella
aquellass voluntades
volun tades
que excluye del dominio de la representación. Aquellos cuyas voluntades no
están oficialmente representadas o reconocidas
reconocidas constituy
cons tituyen
en una pura volun
tad irreal (§ 591), y dado que esa voluntad no es conocida, es incesantemen
te sospechada. E n u n acceso aparentemente paranoide, la universalidad
despliega y proclama las separaciones violentas de su propio fundamento. La
 

REESCINIFICACIÓN DE LO UNIVERSAL 29

libertad absoluta se transfonna en esta autoconciencia abstracta


abstracta que
q ue entiende
que la aniquilación es s u trabajo, y elim
elimina
ina (aniquila)
(aniquila) todo rastro
rastro de la alteri
dad que permanece adherida a ella.

A esta altura de la exposición d e Hegel, la flgura de una universali


universalidad
dad ani
an i
quiladora que asume una forma animada se asemeja al Señor de Señorío Señor ío
y servidumbre . Cuando s u aniquilación pasa a ser objetiva para ella, esta
universaLidad , imaginada como un ser emocional, siente, se dice, l terror
de la muerte: el terror de la muerte es la visión de esa naturaleza negativa de
sí misma'' § 592). La universalidad no sólo se ve as( misma como negativa
y, por lo tanto, como l o opuesto de lo que pensó que era; también experimen
ta l a transición pura de u n extremo al otro y, por ende, llega a conocerse co
mo transición -es decir, como aquella que tiene como actividad fundamental
la negación y además está ella misma sujeta a negación-.

Si los
bienseres
al principio la pierde
universalidad denotó aquello que es autoidéntico a
todos humanos, esa auto-identidad porque se niega a acomo-
ac omo- 1
dar a todos los seres humanos dentro de s u esfera. N o sólo pasa a estar escin
dida entre una universalidad ofici.al y una espectral, sino que es desmembrada
e n u n sistema de estamentos que refleja el carácter dividido de la voluntad y
las discontinuidades inherentes a esta versión de universalidad. Los que son
desposeí
desp oseídos
dos o permanecen
permanec en radicalmente
radi calmente no representados por la voluntad ge
neral o lo universal no alcanzan l nivel de lo reconociblemente humano den
tro d e sus términos. El humano que está fuera de esa voluntad general está
sujeto a que ella lo aniquile, pero ésta no es una aniquilación de la cual se
puede derivar un significado: su aniquilación es nihilismo. En términos d e i

Hegel: «su negación es la muerte que no tiene signi ficado, el mero terror d e
significado,
lo negativo que no contiene nada posítivo (§ 594).
Hegel describe las consecuencias nihilistas de las nociones formales de la l
universalidad e n términos gráficos
gráficos.. E n la medida en que la universalidad no
logra abarcar toda. particularidad y; por el contrario, es construida sobre u n a \
fundamental hostilidad a la particularidad, continúa siendo y animando la
hostilidad misma por la cual se f u n d ~ Lo universal puede ser lo u ~ i v e r s a l só- \
lo hasta el punto en que pennanece malterado por lo que es part1cular, con-· 1
creto e individuaL Por lo tanto, requiere la desaparición constante y sin
sentido del individuo, lo que es exhibido dramáticamente por el Reino del
11:rror. Para Hegel,
ción y proclama esaesta universalidad
negación, abstracta
sino que no sólo requiere esa desapari
depende tanto de esa desaparición
que sin ésta no sería nada. Sin esa inmediatez desvaneciente, la universalidad
 

30 CONTINGENCIA, HEGEMONtA, UNIVERSALIDAD

misma, podríamos decir, desaparecería. Pero de cualquier manera, la univer-


salidad no es nada sin su desaparición, lo que significa, en ténninos hegelia-
nos, que ella "es" la desaparición misma. Una vez que se entiende que la
transitoriedad de la vida individual es crucial para l operación de la univer-
salidad abstracta, Ja universalidad misma desaparece como el concepto que se
supone incluye roda esa vida: "esta inmediatez desaparecida es la voluntad
universal misma (§ 594 .
Aunque pueda parecer gue Hegel está intentando llegar a una universali-
dad real y todo inclusiva, no es éste el caso. E n todo caso, lo que ofrec
ofrecee es una
visión de la universalidad que es inseparable de sus negaciones fundacionales<
La trayectoria todoabarcadora del término es deshecha necesariamente por la
exclusión de la particularidad sobre la cual descansa. N o hay fOrma de intÍ·o-
ducir la particularidad excluida en lo univ
univers
ersal
al sin
sin primero
prim ero negar esa particu-
laridad. Y esa negación sólo confirmaría una vez más que l universalidad no
puede proceder sin destruir aquello que intenta incluir. Más aun, la integra-
ción de lo particular a lo unive
universal
rsal deja su huella, u n resto n o integrable, gue
convierte a la universalidad en fantasmal para sí misma,
. La lectura
lectur a que he presentado aquí presupone que las ideas de Hegel no se
pueden leer separadas de su texto. E n otras palabras, no es posibl
posiblee recortar "la
teoría de la universalidad" de su texto y presentarla en proposícíones separa-
das y simples, porque la idea es desarrollada a través de una e s t ~ a t e g ~ a textual
reiterativa. La universalidad no sólo es sometida a revisiones en el transcurso
del tiéiTí po, sino que sus sucesivas revisiones y disoluciones son esenciales a lo
de por
que ella''es". El sentido proposicional la cópula debe ser reemplazado
el especulativo.
Podría parecer que tal. concepción temporalizada de universalidad tiene
poco que ver con la región de la política más que considerar los riesgos polí-
ticos de mantener una concepción estática, que no logra dar cabida al reto,
que rehúsa responder a sus propias exclusiones constitutivas.
D e este m_odo podemos llegar aquí a algunas conclusiones preliminares
acerca del procedimiento de H ~ g e l 1) la universalidad es u n nombre quepa-
acreenciass y rever
sa por significativas acreencia reversiones
siones de significado
sign ificado y no pue
puedede ser re-
re-
ducida a ninguno de sus momentos constitutivos; 2) es frecuentada
inevitablemente por el rastro de la cosa particular a l a cual se l a opone, y es··
t o toma la fOrma de a) una duplicación especespectr
traJ
aJ de la universa lidadd y b) una
universalida
adhesión de esa cosa particular a la universalidad misma, con lo cual expo-
ne el formalismo de su reclamo como necesariamente impuro; 3) la relación
 

REESC NlflCACIÓN DE LO UNIVERSAL.. , ]

de la universalidad con su articulación cultural es insuperable, es decir que


cualquier noción transcultural de lo universal estará manchada por las nor·
mas culturales que intenta trascender; y 4) ninguna noción de universalidad
puede asentarse fácilmente den n o de la noción de una "cultura" única, pues
el concepto mismo de universalidad obliga a una comprensión de cultura co- co-
mo una relación de intercambio y una tarea de traducción. E n términos que
podríamos llamar hegelianos,
hegelianos, aunque Hegel mismo no los haya usado, se ha-
ce necesario ver la noción de una "cultura'' distinta y entitaria como esencial-
mente otra para sí misma, en una relación de definición con la alteridad. 8 Y
aquí no nos estamos refiriendo a cultura gue se define a sí misma en
un

comparación
comparaci ón con otra porque esa formulación preserva la noción de "cultu-
ra como u n totalismo [-wholism]. Por el contrario, estamos intentando abor-
dar la noción de cultura en términos de un problema definitorio de

traducción, el cual está_ significativamente relacionado con el problema de


traducción transcultural en el que se convirtió el concepto de universalidad.
Esta c?yuntura de mi argumento es u n lugar en el cual mis diferencias con
Laclau y ZiZek se pueden entender muy claramente. Una diferencia que es sil;
duda manifiesta es gue mi aproximación a Hegel se basa sobre u n cierto con-
junto de presunciones
pre sunciones literari
literarias
as y retóricas acerca de cómo se genera el signi-
ficado en su texto. Por lo tanto, opongo el esfuerzo de interpretar a Hegel en
términos formales o, en realidad, presentarlo como compatible con u n for-
malismo kantiano, con algo que ZiZek h a hecho oportunamente.9 Cualquier
esfuerzo por reducir el propio texto de Hegel a un esquematismo formal es
tará sujeto a exactamente
exactamen te la mism
mismaa crítica gue Hegel ha ofreci ofrecido
do con respec
respectoto
a todos esos formalismos, y sujeto a las mismas zozobras.
e an do 1ee 1 a ' I.og1ca
' . de la E,senCia ., k cons1·¿ era la para- .
. ' de H ege 1 , 10 z' 1ze
,senCia
d.oja hegeliana de que lo que sea que una cosa es está determinada por sus:'
condiciones externas, es decir, las condiciones históricas de su surgimiento, de·:
las que adquiere sus atributos específicos: "después de descomponer un obje-
to en sus ingredientes, buscamos e n ellos en vano algún rasgo específico que
mantiene unida esa multitud y la presenta como una cosa única, idéndca a sí

8
Con respecto a esta cuesrión de definición, véase Johannes Fabian, Time and the Other: How
Anthropology J::Iakes its Object; Nueva Yor
York,
k, Col
Columb ia University Press, t983.
umbia
Véase Slavoj Zizek, Tarrying with the Negative: Kant; Hegel and the Critique o Ideology
Durham, Carolina del Norte, Duke University Press, 1993.
10
Ídem.
 

32 CONTINGENCIA, HEGEMONÍA, UNIVERSALIDAD

misma'' (p. 148). Este esfuerzo por encontrar el rasgo al ob 


definidor interno
jeto es sin embargo, desbaratado por el reconocimiento --al que nos referimos
más arriba- de que una cosa
cosa está condicionada
condic ionada por sus
sus circunstancia
circ unstanciass externas.
Lo que sucede, según :liz.ek, es que un "gesto tautológico, puramente simbóli
co r ] presenta estas condiciones externas como las condiciones-componentes
de la cosa" (ídem). En otras palabras, las condiciones que son externas a l a co
_sa son formuladas como interna.':i e inmanentes a ella misma. Más aun al mis··
-mo tiempo que las condiciones externas y arbitrarias son presentadas como
raso-os inmanentes y necesarios de la cosa, ésta está también sustentada y unifi-
o ' V

cada por este acto perforrnativo de definición. Esro es a lo que ZiZek se refiere
omo "e l taurolog1co . ' ret orno d e la cosa
retorno cosa a si' m1sma
. "' ('1d.e1n ). E
. sta t;ormul a-
ción'' u n artilugio, sin dudas, pero un artilugio necesario Y fundacional, y
es

para
pa ra Z.i.
Z.i.ie
iek,
k, toma
to ma la forma de un rasgo universal de toda mismidad.

hegelia110 con
contin
y lotinúa
úa Lacan
su exposi
exposició
ciónnpoproponiendo
proponi endo donde
paralelo entre uese
Zizek un momento
que llama nt e capiton aparece n signo arbi
trario no sólo como esencial para su significado sino que organiza a c ~ v a m e n t e
la cosa bajo el signo mismo. Con su característico humor y osadía, ZiZ.ek en en
tonces sugiere que esa esa noció
nociónn lacaniana se puede ilustrar
ilustrar fácilmente
fácilmente con el ti
burón asesino de jaws [Tiburón] la película de Spielberg, que "ofrece un
'contenedor' común para [ .. ] los miedos
mie dos inconsiste
inconsistentes,
ntes, que flotan con liber·"
tad" (p. 149), sociales por naturaleza, tales como las intrusiones del gobierno
y las gra11.des empresas, la inmigración, la inestabilidad política. El po nt e
capiton o "contenedor" "sujeta" y "materializi' este conjunto ingobernable de
signific
sign ificado
ados·
s· .s
.soc
ocia
iale
less y "bloquea una mayor investigación del significado so
cial" (ídem).
Lo que a m í m e interesa en esta exposición es el carácter formal y transfe
rible del acto performativo que Zizek identifica tan díestramente. ¿Es el acto
de formulación tautológica por el cual una condicicondición
ón externa lle
llega
ga a aparecer
aparecer
como inmanente lo mismo que el po nt e capiton? ¿Puede el ejen1plo de cul
tura popular ser usado para ilustrar ese punto formal que es, por decirlo de
algún modo ya real antes de su ejemplificación? El punto de Hegel en con
tra de Kant era, precisamente; que n o se puede identificar tales estructuras
primero y luego aplicarlas a sus ejemplos, porque en l a instancia e s ~ "apli·'
cación"
caci ón" pasan
pas an a ser
ser otra cosa diferente. en tre formalismo teórico y
diferente. El vinculo entre
una aproximación tecnológica al ejemplo se hace explícito aquí: la teoría es
aplicada a sus ejemplos y su relación con su ejemplo es una relación "exter
na'', e n términos hegelianos. La teoría es articulada sobre su autosuficiencia y
autosuficiencia
 

REESCINIFICACION DE LO UNIVERSAL 33

luego cambia de registro sólo con el propósito pedagógico de ilustrar una ver
dad ya cumplida.
Si bien tengo objeciones que hacerle a la aproximació
aproxi maciónn tecnológica a la reo··
ría y al vínculo entre formalismo y tecnología que deja fi.1era a su objeto, m i
mayor preocupación tiene que ver con cómo leemos el momento de arbitra
riedad y cómo nos aproximamos al problema del remanente. Z.tz.ek nos offe-
ce una herramienta que podemos utilizar en una gran diversidad de contextos
para ver cómo opera una función constituidora de identidad transejemplar.
Emerge un conjunto de temores y angustias, un nombre es adjudicado re
troactiva y arbitrariamente a esos temores y angustias: de repente, ese racimo
de temores y angustias se vuelve una sola cosa, y esa cosa llega a funcionar co
mo una causa o u n fundamento de lo que sea que está perturbando. Lo que
al principio apareció como u n campo desorganizado de angustia social es

transformado por una cierta operación perfOrmativa en un universo ordena


do con una causa identificable. No hay duda de que hay una gra11 capacidad
analítica en esta formulación y su brillo da cuenta sin duda de la reputación
de crítico social abrasivo que se h a ganado Zizek.
Pero ¿cuál es el lugar y tiempo
tiemp o de esta operación p e r f o r m a t i v a ~ ¿Ocurre e n
todo lugar y mom.enro? ¿Es un rasgo invariable de cultura humana del len
guaje, del nombre, o esrá restringida a los poderes del nominalismo dentro de
la m o d e r n i d d ~ Como herramienta que puede ser transpuesta de cualquier
contexto a cualquier objeto, oPera precisamente como un fetiche teórico que
repudia las condiciones de su propia emergencia.
ZiZek aclara bien que ese gesto tautológico por el cual un objeto es for
mado, definido y subsiguientemente animado como una causa es siempre
solamente tenUe. Lacontingencia que el nombre busca domiflar retorna _ ~ ~ : -
cisamente como e C ~ ~ P e c i : ~ o d ~ la dlsolución de la cosa _ La ~ e l ~ c ¡ ó n ~ ~ ~ ~ e esa
COñti
CO ñtinge
ngenCi
nCiaa a ;d.Jud
;d. Judica
ica¿ió
¿iónn de necesidad es dialéctica, según Zize_k d ldo
que"·üii-·térmíllo puedE: fácilmente convertirse e n el otro. A d e m ~ : ~ el acto es
un .acto é¡ue puede encontrarse tanto en Kant como e ~ Hegel. Para Hegel, "es
sólo el acto libre del sujetosujeto de 'poner
'p oner el punto sobre la i lo que instala retroac
retroac
tivamente la necesidad"
necesidad" (p (p.. 150), Más
Más adelante, Zizek
Zize k argumenta: el mismo
g e ~ t o tautológico ya está operando en la analítica de la razón pura de Kant:

la síntesis de la multitud de sensaciones en la representación del objeto [ .. J


[implica] la formulación de una X como el sustrato desconocido de las sen-
saciones fenomenales percibidas" (ídem). Esa "X" es formulada, pero precisa··
mente está vacía, sin contenido, u n "acto de pura convefsión formal" que
 

34 CONTINGENCIA HEGEMONÍA UNIVERSALIDAD

confiere unidad y constituye el acto de simbolización que Zizek encuentra


igualmente ejemplificado en el trabajo de Hegel y Kant.
Lo que es necesario para que este acto de simbolización tenga Jugar es una
cierta función lingüística de la formulación, lo que retroactivamente le con
fiere necesidad a objeto (significado) mediante el nombre (significante) que
usa. Uno podría especular: el acto de simbolización se desarm
desarmaa cuan do se da
·cuenta de que no puede mantener la unidad que produce, cuando las fuerzas
sociales que busca dominar y uniftcar atraviesan l barniz doméstico del
nombre. Curiosamente, sin embargo, Ziz.ek no considera la fractura soci
social
al de
este acto de simbolización, sino que se cent:ra, en cambio, en el excedente
que es producido por este acto de formulación. Hay una expectativa de sig
nificado, una sustancia, que es de inmediato producida y desbaratada por el
acto forn1aJ de formulación. La identidad que el nombre confiere resulta es
tar vacía y este ínsight sobre su vacuidad produce una posición crítica sobre
los efectos natu
n atural
raliza
izan
n tes de ese proceso de nombrar. El emperador no tiene
ropas y nosotros nos encontramos de algún modo liberados de las lógicas pre··
jeiciosas y fóbic
fóbicas
as que establecen a los otraa minoridad étnica co
los judíos u otr
-mo l a causa de una serie de angustias sociales. Para ZiZek, el momento
crítico emerge cuando somos capaces de ver que est3 estructura se quiebra, y
cuando la fuerza sustancial y causal atribuida a una única cosa a través del
nombre queda expuesta como una atribución arbitraria.
D e modo similar, esto sucede cuando pensamos que hemos encontrado
un punto de oposición a l dominación y luego nos damos cuenta de que ese
es el
punto mismo oposiqión instrUmento a través del cual opera la dmni
nación, y que desin querer hemos fortalecido los poderes de dominación a tra,·
vés de nuestra participación en la tar tareaea de oponernos. La dominación aparece
con mayor efieficac
cacia
ia precisament
precisamentee como su Otr Otro
o . El colap so de la dialéctica
colapso
nos da una nueva perspecti
perspectiva
va porque no muestraa que el esquema mismo por
noss muestr
l cual se distinguen dominación y oposición disimula el uso instrumental
que la prim era hace de l última.
primera
E n éstas y muchas otras i n ~ t a n c i a s Zizek nos da una perspectiva critica
que implica repensar la manera en que nec necesid
esidad,
ad, continge
contingencia
ncia y oposición
son pensa
pensadas
das dentro de la vida cotidiana. Pe ro ¿adónde nos lleva
Pero lle va es
esto?
to? L
Laa ex
posición de una aporía, aun una aporía constitutiv
constitutivaa al nivel de lo performa
tivo lingüístico, ¿traba ja al servicio de u n proyecto contra-hegemónico? ¿Cuál
¿trabaja
es la relación de esta. exposición formal de sustancia falsa y contradicción falsa
con el proyecto de la hegemonía? Si es esas
as so
sonn algunas de las trampas que la he-
 

REESCINIFICACION DE LO UNIVERSAL. 35

gemo nía usa


gemonía usa,, algunas de las formas como llegamos a ordenar l mundo social
frente a su contingencia, entonces es indudablemente penetrante. Pero si no
podemos ver cómo puede provenir algo nuevo de tales estructuras invaria
bles, ¿nos sirve ver córno se pueden forjar nuevas articulaciones sociales y po··
lírica
líricass a pa
part ir de la subversión de l a actitud natural dentro de la cual vivimos?
rtir
Más aun, hay una diferencia aquí entre una descripción estructural y una
cultural de la performatividad, entend
entendidaida como la función de postulación del
lenguaje. ZiZek muestra cómo esta postulación crea la apariencia de su base y
causalidad necesarias, y esto es seguramente no diferente de la descripción de
performatividad del género que he ofrecido en l género en disputa   y e n
otros trabajos. Allí sugiero que l performance del género crea la ilusión de
una sustancialidad anterior ·-un yo [self] con género central- y constr construye
uye los
los
efectos del ritual performat.ivo del género como emanaciones necesarias o
consecuencias causales de esa sustancia anterior. Pero mientras ZiZek aísla los
rasgos estructurales de la formulación lingüística y ofrece ejemplos culturales
para ilustrar eSta verdad estructural, yo estoy más preocupada, creo, por re
pensar l a performatividad como ritual cultural, como la reiteración de nor -
mas culturales, como el habitus del cuerpo en el cual las dimensiones
estructurales y sociales de significado no son finalmente separables.
Parece importante recordar que hegemonía -según es definida por An
tonio Gramsci y elaborada por Chantal Mouffe y Ernesto Laclau e n Hegemo
nía y estrategia socialista- implicaba centralmente la posibilidad de nuevas
noss aporta es u n insight
articulaciones de formaciones políticas. Lo que Zizek no

en las estructuras aporéricas y metalépt.icas invariables que afligen a toda per


formatividad dentro de la política. La inconmensurabilidad entre la formula
ción generalizada y sus ejemplos ilustrativos confirma que el contexto de las
reversiones que él identifica es extrínseco a las estructuras de las reversiones.
También hegemonía involucró una interrogación crítica del consentimiento,
y m e parece que Zi.zek continúa esta tradición mostrándonos cómo el poder
nos obliga a consentir aquello que nos constriñe, y cómo nuestro mismo sen
tido de libertad o resistencia puede ser el instrumento disimulado de domi
nación. Pero lo que me queda menos da1·o es cómo va uno más allá de tal
inversión dialéctica o impmse bacia algo nuevo. ¿Cómo podría lo nuevo pro
ducirse a partir de u n análisis del campo sociaJ que permanece restringido a

Véase Judith Bucler, Gender Trouble: .Feminism and the Subversion o f Identity Nue va York,
11
York,
Romledge, 1990 [traducción castellana: r: género en disputa México, Paidós].
 

36 CONTINGENCIA, HEGEMONLA, UNIVERSALIDAD

inversiones, b.s aporías y las reversiones que operan independientemente del


momento y el lugar? ¿Estas reversiones producen algo que no sean sus pro
pias repeticiones estructuralmente idénticas?
El otro aspecto de la hegemonía, el cual se ocupa de las nuevas articulacio
nes políticas del campo social, estructura el reciente trabajo de Laclau, Como
he sugerido en -otr<Js lacios, 12 tengo algunas dudas con respecto a sí la tesis laca
niana del trabajo de Laclau, que enfatiza lo Real como el punto límite d e toda
formación de sujeto, es compatible con el análisis social y político que pre
senta. N o hay dudas d e que no es lo mismo si uno entiende l a incompletitud
invariable del sujeto en términos de los límites establecidos por lo Real, c o n s i ~
derado como el punto donde la autorrepresentación fracasa y falla o como la
incapacidad de la categoría social para capturar la movilidad y complé:j.idad de
las personas (véase el último trabajo ~ e Denise Riley). 13 E n cualquier c ~ o esa
no es m i principal preocupación aquí. Si bien Ladau nos ofrece una nociqn di
námica de hegemonía que busca encontrar localizaciones sociales para lo}polí
ticainente nuevo, tengo algunas dificultades con su manera de preseJ,Úar el
proble1na de lo particular y lo universaL Propongo, entonces, dedicarr¡_Os a al
gunas de sus últimas fOrmulaciones de ese problema y volver a considerar el
problema de universalidad y hegemonía hacia el final de esta discusión.
E n su volumen publicado The J\1aking ofPolitical Identities, 14 Lad a u des
taca u n doble movimiento e n la politización d e identidades d e fines del si
glo XX:

Hay una declinación de los grandes actores históricos y de aquellos espacios


públicos centrales donde se habían tomado en el pasado las decisiones signi
ficativas para la sociedad en su conjunto. Pero, a mism
mismoo tiempo,
tiempo, ha
hayy una po
litización de vastas áreas de la vida social que abre el camino para una
proliferación de identidades particularistas (p. 4).
 

'1
Ocupado con los desafíos impuestos por la emergencia d e una pluralidad d e
sujetos nuevos que han escapado de los marcos clásicos" (ídem), Laclau pasa a
reflexionar sobre el desafío que est
estos particularism os imponen al esquema lu
os particularismos

12
Véase el intercambio de ideas entre Ernesro Ladau y Judith Bucler en el artículo autorizado
por ambos "Uses o f Equality", en: Diacritics 27.1, primavera de 1997.
13 Denise Riley, The Words ofSelves: ldentijication, Solidarity, Irony, Stanford, C a l i f Ü m i ~ Stan
ford University Press, 2000.
14
Ernesto Ladau (comp.), The Making ofPolitical dentities, Londres y Nueva York, Verso, -1994.
 

REESCJNIF CACIÓN DE LO UNNERSAL. 37

minista en el cual los reclamos universales del sujeto son u n prerrequisito para
15
la política en su verdadero sentido.
L a discusión más sustentada de Laclau sobre la universalidad en relación
con las actuales demandas políticas de particularismo se encuentra e n Ernan-
cipation(s), 16 donde él intenta derivar una concepción de universalidad a partir
la cadena de equivalencias, concepto que es central para Hegemonía y estrate
gia socialista, publicado una década antes. En .Ernancipation(f), Laclau intenta
mostrar que cada identidad particular nunca está completa e n s u esfuerzo por
lograr la autodetetmínación. U n a ident:idad particular es entendida como
atada a u n contenido específlco como género, raza o etnia. El rasgo estructu-
ral que se supone que todas estas identidades comparten es u n a inc:ompleti
tud constitutiva. Una identidad particular se convierte en una identidad e n
virtud de s u localización relativa e n u n sistema abierto de relaciones diferen-

ciales.
cia con u notras
En palabras, una identidad es constituida a través d e s u diferen-·
conjunto ilimitado de otras identidades. Esa diferencia e s ~ d ~ _ f i n i d a
e n el curso de la exposición de Lada u como una relación de e::f.clusión y o a ~ -
tagonismo. E l punto de referencia de Laclau aquí es Saussure máS que Hegel,
y es.tÜ ·implica que las diferencias que constituyen (e invariablemente lünitan)
la postulación de identidad n o son de carácter binario y que pertenecen a u n
campo d e operación que carece de totalidad. Se podría argumentar contra el
tropo de l a filosofía d e Hegel como "rotalizante", y también se podría seña
17

lar que Laclau ofrece una revisión posestructuralista de Saussure e n esta dis
cusión, pero tales debates sobre el estatus de la totalidad, si bien son
importantes, nos llevarían en otra dirección. D e cualquier modo, estamos de

15 Joan Wallach Sean (Only Paradoxe.r to Offir: 1-Tench Feminists and the Rights ofMttn, Cam
bridge, Massachussets, Harvard University Press, 1996) muestra cómo las reivindicaciones
feministas de la Revolución Francesa eran dobles invariablemente y no siempre internamen
te reconciliadas: tanto una reivindicación específica acerca de os derechos de las mujeres co
mo una rei-Vindicación universal acerca de su personería. En realidad, creo que la mayoría
de las luchas por los derechos de la minoría emplean tanto -estrategias particularistas como
universalistas simultáneamente, con lo cual producen un discurso político que sostiene una
relación ambigua con las nociones iluministas de universalidad. Con respecto a otra desta·
cada formulación de esta paradójica coincidencia de las reivindicaciones particulares y uni
versales, véase Paul Gilroy, The B ack Atlantic: Modernity n d Double ConsciousnesJ
(Cambridge, Massachussets, Harvard University Press, 1993)<
16 Ernesto Laclau, Emancipation(s), Londres y Nueva YOrk, Verso, 996.
17 Véase el nuevo Prefacio a Judith Butler, Subjects o[Desire: Hegelian Rejlections in Iiuentieth-

Century France [1987], Nueva YOrk, Columbia University Press, 1999.

 
38 CONTfNGENC A, HEGEMONÍA, UNIVERSALIDAD
UNIVERSALIDAD

acuerdo, creo, e n que el campo de las relaciones diferenciales de las cuales


~ m r g n todas y cada una de las identidades particulares debe ser ilimitado<
Más aun, la "incompleritud" de todas y cada una de las identidades es el re··
sultado directo d e su emergencia diferencial: ninguna identidad particular
puede emerger sin suponer y proclamar la exclusión d e otras, y esta e:xdusión
constitutiva o antagonismo es la misma condición compartida de toda cons-
titución d e identidad.
Lo queresulta interesante es el papel que este can1po ilimitado d e defini
ciones con bases diferenciales juega para Laclau e n l a teorización d e la uni
versalidad. Cu an d o l a cadena de equivalencias es manejada como una
categoría pol1tica, se requiere que las identidades particulares reconozcan que
comparten con otras identidades la situación d e una determinación necesa
riamente incompleta. Ellas son fundamentalmente el conjunto de diferencias

por las cuales emergen, y este conjunto de diferencias constituye los rasgos es-·
tructurales del dominio de sociabilidad política. Si cualquiera de esas identi
dades particulares busca universaLizar s u propia situación sin reconocer que
otras identidades están e n una situación estructural idéntica n o logrará canse-
i.
. guir una alianza con otras identidades emergentes e identificará erróneamen
te el significado y el lugar de la universalidad misma. L a universalización de lo
particular busca elevar u n contenido específico a condición global, constru-·
yendo u n imperio d e s u significado locaL EJ lugar donde la universalidad será
encontrada es, según Laclau, como u "lugar vacío pero inerradicable" p. 58)<
N o es una condición supuesta o una condición a priori que debe ser descu
bierta y articulada, y n o es el ideal de lograr una lista completa de todos y cada
uno de los particularismos que serían unificados por u n contenido compar
tido. Paradójicamente, e ~ _ j _ ª ausenda de ese- contenido compartido lo que
_co-?stitu¿re la promesa de universalidad:

si ellugar de lo universal es un lugar vado y no hay una razón a priori para


que el mismo no sea llenado por cu lquier contenido, si las fuerzas que llenan
ese lugar están constitutivamenye escindidas entre las políticas concretas que
promueven y l habilidad de esas políticas para llenar el lugar vado, el len
guaje político de cualquier sociedad cuyo grado de institucionalización ha si
do, en cierto grado, sacudido o socavado, también estará. escindido (p 60).

De este modo, Ladau identifica una condición común a toda politización,


pero es precisamente no una condición con u n contenido: es, e n todo caso,

 
REESC N FfCACfON DE LO UNIVERSAL. 39

la condición por la cual específlco fracasa compleramen


cualquier contenido
te e n constituir una identidad, una condición de fracaso necesario que no só
só 
lo pertenece universalmente sino que es el "lugar vacío e inerradicable" de la
universalidad misma. Una cierta tensión emerge dentro de cualquier forma
llenarr ese lugar y advierte que n o puede. Este fra
ción política e n tanto busca llena
caso para llenar el lugar es, sin embargo, precisamente la promesa futura d e
universalidad, su estatus como u n rasgo ilimitado e incondicional de toda ar ar 
ticulación política.
Así como es inevitable que una organización política postule la posibilidad
de llenar ese lugar como u n ideal, igualmente inevita
inevitable
ble es que n o pueda ha-
cerlo. Por más que este fracaso n o pueda ser directamente perseguido como el
"objetivo" de la política, sí produce un valor, ciertamente, el valor de univer
salidad del que ninguna política puede prescindir. D e este modo, el objetivo
de la
política debe entonces crunbiar, parece, para acomodar precisamente ese
ese
fiacaso como una fuente estructural de s u alianza con cales otros movimientos
políticos. Lo que es idéntico a todos los términos en una

cadena de equivalentes [ .. J sólo puede ser la plenitud pura, abstracta y ausen


te de la comunidad, la cual carece de [ .. ] toda forma directa de representa
ción y se expresa a cravés de la equivalencia de los tér
términ
minos
os diferenciales [ .. ] ·;
es esencial que la cadena de eguivalencias permanezca abierta: de otro modo
su cerramiento sólo podría ser el resultado de una diferencia má.s, especifica
ble en su particularidad, y no nos veríamos confi-ontados con la plenitud de
la comunidad como una ausencia (p. 57).

Linda Zerilli explica


explica l a concepción de lo universal de Laclau e n estos térmi
nos: "Este universalismo n o es Uno: n o es algo (esencia o forma) preexistente
a lo cual los individuos acceden sino, e n todo caso, el logro frágil, cambiante
y siempre incompleto de l a acción política; n o es el contenedor de una presen-
cia sino el que tiene el lugar d e una ausencia''. 18 Zerilli muestra diestramente
que -con el debido respeto a Zizek- la "incompletitud" de la identidad en la
teoría política de Laclau no puede reducirse a lo Reallacaniano e insinúa que
lo universal n o estará fundado e n una condición linguística o psíquica del su
jeto. M:ás aun, n o se lo encontrará como u n ideal regulador, una postulación

18 Linda M
M.. G. Zeril
Zerilli,
li, "Th
"Thee Universalism
Universalism Whic
Wh ichh is Not One , en: Diacritics 28.2, verano de
1998, p. 15. Véase en particular su convincenre critica de Naomi Schor.

 
40 CONTINGENCIA, HEGEMONÍA, UNIVERSA.LIDAD

utópica, que trasciende lo particular, pero siempre será relaciones d e diferen··


cia políti.camente articuladas
articuladas (p (p.. 15). Ponien
Pon iendo
do el énfasis en lo que Laclau
llama
lla ma la adhesión parasitaria'
parasitaria''' de lo universal a algún particular, Zerilli argu-
menta que lo universal se encontrará sólo en.la cadena de paniculares.
Como parte de su planteo, Zerilli cita el trabajo de Joan Wallach Scott,
uyo reciente análisis del feminismo francés en la Francia posrevolucí.onaria
ofrece una reformulación implícita de la posición de Laclau. Zerilli explica
que Scott rastrea la necesidad tanro de aceptar como de rechazar l a 'diferencia
sexual' como una condición de inclusión e n lo universal (p. 16). E n On y Fa··
radoxes to Offl.:r, Scott sostiene que las feministas francesas de los siglos XV
y X X debieron reclamar sus sus derechos
derec hos sobre la base de su diferencia, pero tam
bién debieron argumentar que sus reclarnos eran una extensión lógica de la
liberación universal. L a reconciliación de la diferencia sexual con la universa-
lidad tornó diversas formas tácticas y paradójicas, pero muy raras veces esas
posiciones pudieron superar una cierta formulación disonante del problema.
Argumentar c11 favor de la diferencia sexual podía significar argumentar a fa-
vor del particularismo, pero también podía ser -si se acepta el esta tus funda
cional de fa diferencia sexual para toda la humanidad- apelar directamente a
lo universal. Zerilli entiende que Scott ofrece una formulación inversa, pero
<;omplementaria, a la de Laclau .N1ientras Laclau muestra que l a incompleti
' 1 tud estructural de cada reclamo particular está implicada en u n universal,
;
' Scott muestra que n o hay posibilidad d e extraer el reclamo universal de lo
'
l particular. M e agregaré a esta discusión tan sólo sugiriendo gue Scott d.csta_..
c a la algunas veces indecidible coincidencia d e particular y universal, mos·-
trando que el mismo término diferencia sexualsexual puede denotar lo particular
' ,en u n contexto político y lo universal e n otro. S u trabajo parece provocar la
li

siguiente pregunta: ¿sabemos siempre si u n reclamo es particular o universal,


y qué sucede cuando la semántica del reclamo, gobernado por el contexto po-
lítico, hace que la distinción sea indecidible?
'
Querría. plantear dm; preguntas acerca de l exposición anterior: una nos
retrotrae a Hegel y la relación entre lo particular y lo universal; la otra nos lle-
va a l a cuestión de la traduccióri cultural que se mencionó antes brevemente.
Primero: ¿qué significa precisamente encontrar lo universal tanto en l a rela-
ción entre particulares como inseparable d e esa relación? Segundo: la relación

entre particulares
rel$tción que Laclau
de traducción culturalysiZerilli analizan,
lo universal ¿debe
h a de transformarse
convertirse e n una
e n u n concep
t o activo y operativo e n la vida política?

 
REESCINIFICACJÓN DE LO UNIVERSAL. 41

La primera pregunta nos exige considerar el estatus de esta incompletitud


estructural d e la identidad. ¿CuáJ es el nivel estructural que garantiza esra n o
completaci.ón? El argumento de Laclau se funda e n el modelo de lenguaje d e
Saussure y la temprana apropiación que Foucault hace de aquél e n a arqueo-
logía del saber, algo que h a influenciado por cieno mi trabajo y también el
 9

de Zizek. La noción de que toda identidad es postulada en un campo de re-


laciones diferenciales es suficientemente clara, pero si esas relaciones son pre-
sociales, o si constituyen un nivel estructura.\ de diferenciación que
condiciona y estructura lo social pero se distingue de éste, estamos localizan-
d o lo universal e n otro dominio incl.uso: e n el de los rasgos estructurales d e
wdos y cualquiera de los lenguajes. ¿Es esto significativamente diferente de
identificar lo universal en las presuposiciones estructurales del acto de habla,
e n la medida e n que ambos proyectos elaboran una descripción universal d e
algunas características del lenguaje?
Tal enfoque separa el análisis formal del lenguaje de s u sintaxis y semán
tica social y cultural, y esto además sugiere que lo que se dice acerca del len
guaje se dice acerca de todos los que usan el lenguaje, y que sus formaciones
sociales y políticas particulares serán sólo instancias de una verdad más ge- ge -
neralizada y n o con textual acerca del lenguaje mismo. M.ás aun, si concebi
rnos la universalidad como u n lugar vacío que es llenado por contenidos
específicos, y además entendemos que los contenidos con los cuales e lugar
vacío es llenado son significados políticos, entonces l e ponemos una exterio
ridad de política al lenguaje que parece deshacer el concepto mismo de per
formatividad política que Laclau postula. ¿Por qué pensar la universalidad
como u n lugar'' vacío que espera s u contenido_en u n hecho anterior y sub
siguiente? ¿Está vacío simplemente porque y a repudió o suprimió el conte
nido del cual emerge y dónde está el rastro d e lo repudiado e n la estructura
formal que emerge?
El reclamo de universalidad siempre tiene lugar e n una sintaxis dada, a tra
vés de u n cierro conjunto de convenciones culturales e n u n terreno reconoci
ble. E n verdad, el reclamo no puede ser efectuado si no es reconocido como
u n reclamo. Pero ¿qué orquesta lo que será y lo que n o será reconocible como u n
reclamo? Está claro que hay una retórica determinante para la aseveración d e

19
Michel Foucauit, The ArchaeoLogy ofKnowLedge The Di.rcourse on Language, trad. de AJan
Sherida, Nueva York, Pantheon Books, l9"72 [traducción cast
castellan
ellana:
a: La arqueoLogía deL saber,
México, Siglo XXI].

 
42 CONTINGENCIA, HEGEMONÍA,
HEGEM ONÍA, UNIV
UNIVERSA
ERSALIDA
LIDAD
D

universalidad y u n conjunto de normas que son invocadas e n el reconoci


miento d e tales reclamos. Más aun, no hay consenso cultural a nivel interna-
cional acerca de lo que debería no debería ser un reclamo de universalidad,
quién puede
pu ede hacerlo y qué forma debería
debe ría tomar.
tomar. Así,
Así, para
p ara que el reclamo fun··
cione, para que concite consenso, y para que, performativarnente, promulgue
la universalidad misma gue enuncia, debe experimentar
experimentar un conjunto de u a -
ducciones a los diversos contextos retóricos y culturales en los cuales se for
jan el significado y la fuerza de los reclamos universales. Significativamente,
es
esto
to implica que ninguna
nin guna afirmación de universalida
universalidadd tiene
t iene lugar separada de
una norma cultural y, dada la serie de normas en conflicto que constituyen el
campo internacional, toda afirmación que se enuncie requiere de inmediato
una traducción cultural. Sin traducción, el concepto mismo de univetsalidad
n o puede atravesar las fronteras lingüísticas que, en principio, sostiene ser ca

paz de atravesar. O podríamos decirlo de otra forma: sin traducción, el úni


co modo en que la aseveración de universalidad puede atravesar una frontera
es a través de una lógica colonial y expansionista.
Un reciente resurgimiento del anglofeminismo en la academia ha busca
do replantear la importancia de hacer reclamos universales con respecto a las
condiciones y derechos de la mujer (Okin, Nussbaum), independientemente
de las normas prevalecientes en ias culturas locales y sin hacerse cargo de la
tarea de traducción cultural. Este esfuerzo por invalidar el problema que las
:¡ culturas locales presentan para el feminismo internacional no entiende el ca
rácter parroquial de sus propias normas y no toma en consideración la mane
1 l r a en que funciona el feminismo e n total complicidad con los objetivos
11 i coloniales de los Estados Unidos al imponer sus normas de ciudadanía bo
· ¡ · ': rrando y destruyendo las culturas locales del Segundo y el Tercer Mundo. Por
supuesto, la traducción misma puede también funcionar en total complici
i
dad con la lógica de la
la expansión colonial, cuand
cu andoo la traducción se convierte
1
en el instrumento a través del cual los valores dominantes son trasladados al
i ¡:
. 1 •
1
1:
lenguaje de los subordinados y los subordinados corren el riesgo de llegar a
1 conocerlos y entenderlos como. señales de su "liberación)).
Pero esta es una visión limitada del colonialismo, una visión que supone
que lo colonizado emerge como u n sujeto de acuerdo con normas que son
clara, reconociblemen.te eurocentrales. Según Gayatri Chakravorty Spivak, el
"universalismo" así como el "internacionalismo" vienen para dominar una·
política centrada
centra da en el sujeto de derecho, por eso ocluyen desde la teorización
de los pueblos subordinados la fuerza del capital global y sus formas diferen-

 
REESCINIFICACIÓN
REESCINIFICACIÓN DE LO UNIVE
UNIVERSAL.
RSAL. 43

ciales de explotación. En pabbras de Spivak, at'Jn tenemos que pensar esa forma
de vida empobrecida que no puede ser articulada por la categoría eurocentral
del sujeto. La narrativa de la autorrepresentación política es, para ella, parte
de u n cierto izquierdismo dominante perperoo no proporciona todo lo que cons
cons
tituye el sirio de resistencia hegemónica. E n Can the Subahern Speak:Y', 20
Spivak observa: "para los intelectuales franceses [se refiere principalmente a
Deleuze y Foucault] es imposible imaginar el poder y el deseo que habitaría
en el sujeto innombrado del Otro de Europa" (p. 280). La exclusión del otro
subordinado de Europa es tan central para la producción de regímenes epis
témicos europeos "que el subalterno no puede hablar", Spivak n o quiere de-
cir con este reclamo
reclamo que el subalterno no exprese los deseos de ella, no forme
alianzas políticas ni produzca efectos cultural y políticamente significativos,
sino que dentro de la conceptualización dominante de representatividad, la
representa tividad de ella
representatividad ella permanece
perma nece il
ilegible.. El. punto no sería extender u n ré
egible
gimen violento para incluir al subalterno como uno de sus miembros: ella es-
tá, en realidad, ya incluida allí y es precisamente el modo en que es incluida el
que efectúa la violencia de borramiento, N o hay "otro" allí, e n el sitio del
s u

subalterno, sino una serie de pueblos que no pueden ser homogeneizados o


cuya homogeneización es el efecto de la violencia episrémica misma. El in te te--
lectual del Primer Mundo no puede abstenerse de "representar" al subalterno, ,.
pero l a tarea de representación no será fácil, especialmente cuando se trata de
una existencia gue requiere una traducción, porque la traducción siempre co co
rre el riesgo de una apropiación. E n su ensayo, Spivak aconseja y pone en vi
gencia una práctica autolimitadora de traducción cultural por parte de los
intelectuales del Primer Mundo.
Al tiempo que
q ue rechaz
rechazaa simultáneamente
simultáneam ente la "romantización de lo tribal" y el
ardid de la transparencia que es el instrumento de la "razón" colonial, Spivak
ofrece la traducción cultural como una teoría y práctica de responsabilidad
política, 21 Ella se refiere a Mahasweta Devi, cuya literatura de ficción femi
nista tradujo, como u n subalterno que habla. Pero aquí no debemos pensar

20
Gayatri Chakra:vorty Spivak, "Can rhe Subaltern Speak?",
Speak?", en: Cary Nelson y Lawrence
Grossberg (comps.), arxism and the Fnterpretation o Culture Urbana, Universiry o f Illi

21 nois Press,
Gayatri 1988.
Chakravorty Spivak, Prefacio del traductor y Epílogo de Mahasweta Devi, "Imagi
nary Maps" en Donna Landry y Gerald MacLean (comps.), The Spivak Reader Nueva York,
Rout edge, 1996, p. 275.

 
44 CONTINGENCIA, HEGEMONÍA, UNIVERSALIDAD

que sabemos lo que es hablar , puesto que lo que resulta claro en estas his
torias es que la escritura d e Devi es menos una síntesis d e los discursos dis
ponibles que una cierta conexión
conexi ón violenta
violenta entre discursos, que muestra los
filosos costados de todos los discursos disponibles de colectividades. ¿Pode
mos leer para la hcgemon(a sin saber cómo leer para la movilidad d e este titi--
po d e exclusión, sin suponer por adelantado que la tarea del traductor será
poner a esos escriws en formas de representación legible
legibless para una audiencia
angloeuropea? E n este sentido, la tarea del traductor poscolonial es, podría·
mos decir, precisamerHe poner en relieve la no convergencia de discursos, d e
modo que uno pueda conocer, a través de las mismas rupturas de la narrati
vidad, las violencias fundacionales de una episterne.
La traducción puede tener s u posibilidad contracolonialista, puesto que
también exp
expone
one los límices
límices d e lo que el lenguaje dominante puede manejar. N o

siempre ocurre
idiomáticos,
que el término dominante al ser traducido al lenguaje (giros
normas discursivas e institucionales) d e una cul
cultu.
tu.ra
ra subordi
sub ordinada
nada si
si
ga siendo el mismo. E n realidad, la figura misma del término dominante puede
alterarse al ser imitado redesplegado en ese contexto de subordinación. D e
esta manera, el énfat:;Ís de Ho mi Baba e n la escisió
escisiónn del significante
signific ante en el con
texto colonia] busca mostrar que el maestro ~ p a r a usar la jerga hegeliana- pier
de algo de su pretensión d e prioridad y originalidad precisamente por ser
tomado por un doble mimético, La mimesis puede realizar u n desplazamien
to del primer término o, e n realidad, revelar que el término es otra cosa que
una serie de desplazamientos que reduce cualquier reclamo al significado pri
mario y auténtico. N o existe, por supuesto, traducción sin contaminación y
no hay ningún desplazamiento mimético de dell original ssin
in una apropiación del
'
1 término que lo separa de s u autoridad putativa.
'
Al poner énfasis e n la localización cultural de la enunciación d e universa
1:; lidad, se ve no sólo que no puede haber una noción operativa de la uni.versali··
dad que no asuma los riesgos d e la traducción sino que e propio reclamo d e
universalidad está ligado a varios escenarios sintácticos dentro de la cultura,
que hacen imposible separar lo formal de los rasgos c u l t u r l e ~ de todo recla
m o universalista. Ambos, la f O r ~ a y el contenido de la universalidad, son muy
i discutidos y no pueden ser articulados fuera del escenario de su controverscontroversia.
ia.
Utilizando el lenguaje de la genealogía d e Foucault, podríamos insistir e n que
la universalidad es u n surgimiento [Entstehung] o u n no lugar'\ una mera
distancia, que indica u ~ los adversarios no pertenecen a u n espacio común. E n
consecuencia, nadie es responsable de u n surgimiento: nadie puede vanag-lo-

 
REESCJNJFICACIÓN DE LO UNIVERSAL 45

riarse de ello dado que siempre ocurre e n el intersticío .   Sostener que la uni··
versalidad es un sitio de contienda h a pasado a ser algo así como u n tópico
académico pero no así considerar el significado y la promesa de esa contienda.
lado -tal. como Laclau y ZiZek saben muy bien :Éti
Por u n :Étienne
enne Balibar ha
dejado bien en c h r o ~ la universalidad se usó para extender ciertas compren
siones colonialistas racistas
racistas del hombre civilizado, para excluir ciertas pobla
ciones del dominio de lo humano para producirse a sí misma como una
categoría falsa y sospechosa. Cuando comenzamos la crítica de tales nociones
de universalidad, podría parecer a algunos -especialmente los h a b e r m a s i a n o s ~
que nosotros operamos con otro concepto de universalidad en mente, un con-
cepto que sería realmente omniabarcativo. Laclau h a argumentado persuasi
vamente que ningún concepto de universalidad puede ser omniabarcativo,
que si éste abarcara todos los contenidos posibles no sólo cerraría el concepto

de tiempo sinopertenece
universalidad
universalidad
que además arruinaría la eficacia política de
la universalidad. La
a una lucha hegemónica de final abierto<
¿Pero qué sucede entonces cuando u n grupo despojado de derechos ciu
dadanos procede a reclamar universalidad , a reclamar que debería ser apro
piadamente incluido dentro de su esfera de a c c i ó n ~ ¿Presupone ese reclamo
una noción más amplia y fundamental de universalidad, o es que el reclamo
es performativo, produciendo una noción de universalidad que ejerce, en pa
labras de Zizek, una necesidad retroactiva por encima de las condiciones de
s u emergencia? ¿La nueva universalidad aparece como si siempre hubiera si
do real desde el principio? Esta última formulación niega que exista como
concepto anterior sino que, como consecuencia d e haber sido formulada,
asume la calidad presente d e haber sido siempre así. Pero aquí debemos ser
cuidadosos: la postulación d e nuevas formas de universalidad no produce pa
r a todos ese efecto y muchas d e las actuales luchas por la soberanía nacional
y los límites apropiados para extender los derechos d e grupos aflrman que los
efectos performativos d e tales redarnos son escasamente uniforrnes.
L a enunciación d e universalidad por aquellos que han sido formalmente
excluidos del término produce con frecuencia u n cierto tipo de contradicción
perforrnativa. Pero esta contradicción, a la manera hegeliana, no es autocan
celatoria sino que expone el doble espectral del concepto e n sL Y da lugar a

2
Michel Foucault, NieL-zsd1e, Genealogy, History , en Donald E Bouchard (comp.), Language
Cottnter-memory Practice Ithaca, Nueva York, Cornell University Press, 197 7, p. 150.
23 Étienne Balibar, ~ m b i g u o u s Universality , en: Dfffirences 7.1, primavera de 1.995.

 
46 CONTINGENCIA, HEGEMONÍA, UNIVERSALIDAD

u n conjunto de especulaciones antagonistas sobre el campo


cuáJ debería ser
apropiado para el reclamo de universalidad. ¿Quién puede expresarlo? ¿Y có
mo debe ser expresad
expresado?
o? El hecho de que no sepamos las respuestas a estas pre
pre
guntas confirma que la cuestión de la universalidad no h a sido resuelta.
24
Como b e argumentado en otras oponunidades, sostener que lo universal
aún no h a sido articulado es insistir e n que el aún no es característico de
una comprensión de lo universal: lo que permanece irrealizado por lo uni
versal es lo que lo constituye esencialmente.
esencialmente. Lo universal anuncia, por decirlo
así, s u no lugar , su modalidad fundamentalmente temporal, precisamente
cuando los retos a su formulación existente emergen de aquellos que no están
cubiertos por ella, que no tienen derecho a ocupar el luga
lugarr de los quién pe··
ro que a pesar de eso demandan que lo universal como tal debería incluirlos.
Aquí está en juego la función de exclusión de ciertas normas de universalidad
que, en cierto modo, trascienden las localizaciones culturales de las cuales
emergen. Si bien a menudo aparecen como criterios rransculturales o forma·"
les por los cuales se van a juzgar las convenci
convenciones
ones culturales existentes,
existentes, son pre
cisamente convenciones culturales que, a través de u n proceso de abstracción,
han llegado a aparecer como principios posconvencionales. La tarea entonces
consiste en referir estas concepciones formales de universalidad de vuelta a
rastro contaminante de su conten con tenido
ido , eY
eYit
itar
ar la distin
distinción
ción forma/contenido
forma/co ntenido
pues promueve la obcecación ideológica, y en rener en cuenta l a forma culm
ral que toma esta pugna acerca del significado y el alcance de las normas.
Cuando Uno no tiene derecho a hablar con los auspicios de lo universal,
y habla de todos modos, reclamando derechos universales, y lo hace de una
forma que preserva la particularidad de su lucha, uno habla de una forma que
puede ser Hcilmenre desechada por absurda o imposible. Cuando escucha
mos hablar
hab lar de derechos
derechos humanos
huma nos de lesbiana
lesbianass y gays" o inclusive de dere
chos humanos de la mujer , nos vemos confrontados con una extraña
vecindad de lo universal y lo particul
particular
ar que ni sintetiza a los dos ni los man
tiene separados.
separados. Los sustantiv
sustantivos
os funcionan
func ionan adjetivamente
adjeti vamente y aunque son iden-·
tidades y sustancia
sustanciass gramatica
gramaticales,
les, también
tambi én están presentes e n el acto de
calificar y ser calificados entre eÜos. Evidentemente, no obstante, el humano ,
según se definió previamente,
previamente, no incluye fácilmente
fácilmen te lesbianas, gays y mujeres,
y la movi.llzación actual busca exponer las limitaciones convencionales de lo
humano, término que establece los límites del alcance universal del derecho
24
Véase Judith Butler, B:citabl.e Speech: A Politics ofthe Pnformative Nueva York, Routledge, 1997.

 
REESCINIFICACIÓN DE LO UNIVERSAL. 47

internacionaL Pero el carácter de exclusión de esas normas convencionales de


universalidad no impide que se recurra al término, aunqueaunqu e signi
signifiq
fique
ue entrar en
la situación en la cual el significado convencional se transforma en no conven-
cional (o catacresis). Est:o no significa que tenemos un recurso a priori a un cri
terio más verdadero de universalidad. Sí sugiere, sin embargo, que las normas
convencionales y de exclusión de universalidad pueden, a través de reiteracio
nes perversas, producir formulaciones no convencionales de universalidad que
exponen los rasgos limitados y de exclusión de la primera al m s mo tiempo que
movilizan un nuevo conjunto de demandas.
Este punto es destacado de manera significativa por Paul Gilroy, quien, en
The Black At antic, 25 disjente de las formas del escepticismo contemporáneo que
llevan a un rechazo total de los térmi
términos
nos clave
clave de modernid
mode rnidad,
ad, incluido univer
salidad . Gil
Gilro
roy,
y, sin embargo, también
tambié n toma
tom a distancia
distanc ia de Habermas
Haberma s señala que
qu e
éste no logra tener en cuenta la centralidad de la esclavitud para el proyecto de
modernidad . El fracaso de Habermas, señala, puede ser atribuido al hecho de
que prefiera a Kant por encima de Hegel ( ): Habermas no sigue a Hegel argu
mentando que la esclavitud es una fuerza modernizadora en tanto conduce al
amo y al esclavo primero a la autoconciencia y luego a la desilusión, obligando
a ambos a enfrentar la infeliz comprensión de que lo verdadero, lo bueno y lo
bello no tienen u n origen compartido (p. 50). Gilroy acepta la noción de que
los términos mismos de modernidad, no obstante, pueden ser reapropiados ra
dicalmente por aquellos que han sido excluidos de esos términos.
Los principales términos de modernidad están sujetos a un nuevo uso in
novador -lo que algunos podrían llamar u n mal u s o ~ precisamente porque
son expresados por aquellos que no están autorizados por adelantado a hacer
uso de ello
ellos.
s. lo que
qu e emerge
emer ge es un tipo de reivindicación política que,
que, yo dis-·--·
cutlría, no es ni exclusivamente universal
universal ni exclusivamente particular; donde
d onde,,
en realidad, se exponen los intereses particulares propios de ciertas formula
ciones culturales de universalidad y ningún universal es liberado de su conta
minación por los contextos particulares de los cuales emerge y en los cuales
se mueve. Los levantamientos de esclavos que insisten en la autorización uni
versal de la emancipación adoptan un discurso que corr corree por lo menos un do
ble riesgo: el esclavo emancipado puede ser liberado dentro de u n nuevo
modo de sujeción 26 que la doctrina de ciudadanía tiene reservado y esa doc-

2·5 Paul Gilroy, The Black Atlantic ob. cit.


26 Saidiya Hattman, Scenes ofSubjection Nueva York, Oxford University Press, 1998.

 
48 CONTINGENCIA, HEGEMONíA, UNIVERSALIDAD

trina puede encontrarse conceptualmente rasgada precisamente por los recla


mos emancipatorios que ella ha hecho posible. No hay forma de predecir qué
sucederá e n tales instancias cuando lo universal es esgrimido precisamente

por aquellos que significan su contaminación, pero la purificación de lo uni


versal hacia u n nuevo formalismo sólo reiniciará la dialéctica que produce su
escisión y condición espectraL
Recur rir a un dis curso establecido 2Ued-e, al mismo tiempo, ser el acto de
discurso
hacer un nuevo reclamo , y esto no es necesariamente extender una vieja ló
gica o entrar e n u n mecanismo por el cual el demandante es asimilado por un
régimen existence. El discurso establecido permanece establecido sólo por ser
reestablecido perpetuame nte; por lo tanto, se arriesga e n la propia repetición
perpetuamente;
que requiere. Más aun, el discurso anterior es teiterado precisamente a través
d e u n acto d e habla que muestra algo que el discurso no puede decir: que el
de presente
discurso
disc urso
opera'' a travé
travéss su momento efectivo e n el depende
fundamentalmente de esa instancia contemporánea para s u mantenimiento.
El acto d e .habla reiterativo ofrece así la posibilidad - a u n q u e n o la necesidad
de privar al pasado del discurso establecido del control exclusivo d e la defini-
ción d e los parámetros de lo universal dentro d e la política. Esta forma d e per
formatividad política no absolutiza retroactivamente su propio reclamo sino
que recita y reescenifica u n conjunto de normas culturales que desplazan la lle
e
gitimidad desde una autoridad supuesta hacia el mecanismo d e s u renovación.
t l giro hace más ambigua y más abierta a una reformulación--la movilidad
de legitimación e n el discurso. E n realidad, tales reclamos n o nos v u ~ l v e n a
una sabiduría que ya tenemos, sino que provocan u n conjunto d e preguntas
que muestran cuán profunda es y debe ser nuestra sensación de desconoci
¡ miento mientras reclamamos las normas de principio político. ¿Qué es, enton
ces, u n derecho? ¿Qué debería ser l a universalidad? ¿Cómo se entiende lo que
ill
1:
1

es ser u n humano ? El punto -co mo Ladau., Zizek y yo estaríamos d e acuer


d o por cierto- n o es entonces responder a estas preguntas sino permitirles una
'.: ',.'
i .:
i: apertura, provocar un disc.urso político que sostenga las preguntas y muestre

¡
'i

cuán ignorante puede ser una democracia .respecto de su futuro. Que la uni
versalidad n o es pronunciable fuera d e u n lenguaje cultural, pero s u articula
1
ción no ünplica gue dispongamos de un lenguaje adecuado, solamente
1

i significa que cuando pronunciamos s u nombre, n o escapamos de nuestro len

1
guaje, si bien podemos y debemos- empujar los límites.
¡

 
Identidad y hegemonía: el rol de la universalidad
en la constitución de lógicas políticas
Ernesto h,¡wlau

. Hegem
Hegemonía,
onía, ¿qué
¿q ué significa el término?

COMO PUNTO DE PARTIDA tomaré la octava pregunta d e Judith Butler: ¿Es


tamos todavía todos de acuerdo en que hegemonía es una categoría útil para
describir nuestras inclinaciones políticas? . _Mi respuesta es desde luego que sí
y sólo agregaría u e : . J : ~ . ~ g ~ _ f ~ ~ H } i . < l . .e.s_m_ás que una categoría 4.ri1 e n _ a n _ t ~ J < ; l ~ f j _ n e

el terreno _ I t i s ~ g g u _ ~ _upa relació.tl p _ 9 l í ~ i q 1 st; c o ~ s ~ i t u y e verdaderamente.


' - p ~ ~ ~ f u ~ a m e n t a r esta afirmación, sin embargo, n e c e s a r i ~ definii: con m a 
yor precisión la especificidad d e lo que se entiende por lógica hegemónica<
F
Intentaré hacerlo mediante u n análisis d e los desplazamientos conceptuales
que u n enfOque hegemónico introduce en las categorías básicas d e la teoría
política clásica.

Comenzaremos citando u n pasaje d e M:arx que podría considerarse como


el grado cero de la hegemonía:

Ale mania comienza apenas a nacer en el movimiento indus-


El proletariado en Alemania
trial que alborea, pues la pobreza de que se nutre el proletariado no es la po
breza que surge naturalmente, sino la que se produce artificialmente, no es la
masa humana mecánicamente agobiada bajo el peso de la sociedad, sino la
que brota de la aguda disolución de ésta, y preferentemente de la disolución
de la clase media[ .. ]. Allí d ondee el proletariado proclama la disolución del or-
dond
anterior,, no hace sino pregonar el secreto de su propia existencia,
den universal anterior
1 ya que 'él es la disolución de hecho de este orden universal. Cuando el proleta
1 riado reclama la negación de la propiedad privada, no hace más que elevar a

1 principio de la sociedad lo que la propia sociedad ha elevado a principio del


proletariado, lo que ya aparece personificado en él, sin irttervención suya, como

1
1
 
49
50 CONT NGENC i\, HEGEMONÍJ\, lJNIVERSALID1\D

re,.,ultado negativo d e la sociedad. [. .j Así como l3 filosofía encuentra en el


proletariado sus armas materiales, el proletariado encuentra en la filosofía sus
armas espirituales y cuando el rayo del pensamiento prenda en lo profundo
de este candoroso suelo popular, la emancipación de los alemanes como hom-
bres será una realidad. J

Comparemos ahora ese pasaje con el siguiente, extraído del mismo ensayo:

¿Sobré gué descansa una revolución parcial, l revolución meramente polítí


ca? Sobre el hecho de que se emancipe solameme una parte de la .wciedad ci-
viL e instaure su dominación general; sobre el hecho de que una determinada
clase emprenda la emancipación general de la sociedad, partiendo de su espe-
cial i t u a c ~ 6 n . [ . } t P a r ~ que ~ n ; o l ~ r c i ~ n de la nación y la emancipación de un
clase esp e l de la soe1edad Civil come1dan, para que un estrato sea reconocido
el
roda la sociedad, se necesita, por el contrario, que rodos
los defectos de ladesociedad se
como Estado
condensen en una clase, que esta determinada
clase resuma en sí l repulsa general, sea la incorporac ión de los obstáculos ge
incorporación
nerales; se necesita que una determinada esfera social sea considerada como el
crimen manifiesto d e la sociedad toda) de tal modo que su liberación se con
sidere como la autoliberación generaL Para que una clase de la sociedad sea l
clase de la liberación por excelencia, es necesario que otra sea manifiestamen··
t e el Estado de sujeción. 2

Al comparar los dos p;rsajes, nos encontramos con varias diferencias bastante
1
sorprendentes. En el primer caso (la emancipación es resultado de una agu
'

a disolución la sociedad, mientras el seg


d de "dominación genera 'que
queenlogra
segund
unde{
u n e{ aparece
apa rece comode con
. :
·t secuencia de la s.ector parcial la
sociedad civil>, O sea, mientras en el primer caso desaparece toda particulari
dad, en el segundo caso el pasaje por una particularidad es la condición de
emergencia
emerg encia de efectos universalizantes. Es por todtodos
os conocida la hipótesis so
ciológico-teleológica sobre la cual se apoya el primer caso: la lógica del desa
rrollo
rro llo capitalista
capitalista debería conducir proletarización de las clases medias y
condu cir a una proletarización
del campesinado, de ·resultas d ~ lo cual una masa proletaria homogénea se
transformará en la vas vasta
ta mayoría
mayo ría de la población
pobla ción que llevará
llevará adelante
adel ante la lucha

1
Karl
Karl Marx,
Marx, Contri
Contributio
butionn to rl1e Critique ofHegel's Philosophy
Philosophy ofLaw.
ofLaw. lntroduction , en Karl
Karl
Marx y Frederick Engels, Collected Works voL.:$, Londres, Lawrence & Wishart, 1975, pp.
186-187. El destacado es del original.
2 Ibíd., pp, 184·185.

 
IDENTID1\D Y HEGEMONÍA . 51

final conrra la burguesía. Es decir que -al estar la universalidad de la comu


nidad corporizada en el proletariado-- el Estado, como instancia separ_2:da,
pierde toda razón de existencia y s u extinción es_ la consecuencia inevitable d.e
ra-apari
ra-aparición
ción-- de una comunidad para la que la división Estado/sociedad civil
se torna superflua. En el segundo caso, por el contrario, no se pue puede
de asever
aseverar
ar
que exista tal universalidad dada, no mediada: algo que no deja de ser parti·
cular debe demostrar sus derechos para identificar sus propios objetivos con
los objetivos emancipatori.os universales de la conwnidad. Además, mientras
en el primer caso el poder pasa a ser superfluo, ya que el ser real de la socie
dad civil hace posible en sí y par
paraa sí la universalidad, en el segundo caso, los
efectos
efectos universalizan tes
tes potenci
potenciales
ales depe
de pend nden
en de la exclusión antago
ant agonis
nista
ta de
u n sector opresor, lo cualfsigr:.ifJca que elpoder y mediación política son
in)wrentes a toda identidad e m a n c i p a t o ~ i ? _ u n i v e r s ~ Tercero, la emancipa
ción, en el primer caso, conduce a una plenitud sin mediación: la recupera
ción de una esencia que no requiere externalidad alguna para ser lo que es. E n
el segundo caso, por el contrario, para constituir el discurso emancipatorio se
necesitan dos mediaciones: primero, la transformación de los intereses parti
culares del sector dominante ascendente en discurso emanciparorio de roda l a
sociedad; y segundo, la presencia de un régimen de sujeción, qu,e es la condi
ción misma de tal transformación. D e modo que, en este caso( l a emancipa
ción, l a posibilidad misma de un discurso universal dirigido a la comunidad
CC? no un todo, no depende
dep ende de un col_gpso de todas las particularidades sino de
. n a paradójica interacción entre e l l ~ }
Para Marx, por supuesto, únicame
ú nicamente
nte una reconciliación
reconciliación plena
plena,, no media
da, constituye una verdadera emancipación. La otra alternat:iva es sólo una
universalidad parcial o espuria, compatible con una sociedad de clases.;-"La
consecución de la universalidad y la emancipación plena depende, no obstan
te, de la verificación de su hipótesis fundamental: la simplificación de la es
tructura de clases bajo el capitalismo;·; Es suficiente q ~ e la lógica d e l ~ a p i t a l
no se mueva en esa dirección para que el dominio del particularismo (parti
cularismo que, como hemos visto, n o es incompatible con una pluralidad de
efectos universalizan
universal izan te
tes)
s) se prolongue sine die. Ahora bien, si l emancipación
y la unive
universali
rsalización
zación estuvieran
estuviera n limitadas a este
este modelo,
m odelo, se desprenderían dos
consecuencias para nuestro argumento. Primero, la me.dLlCi.óñ p olú:ici, lejos
de agotarse, se transformaría en la condición misma de la universalidad y la
e:g1g_ncipación de la sociedad. Sin ernbargo, como esa mediación tiene su ori.
gen en las acciones de u n actor histórico limitado interno a la sociedad, no se

 
52 CONTINGENCIA, HEGEMONíA, UNNERSALIDAD

la puede atribuir, como a la clase universal hegeliana, a una esf-era separada y


pura. Es una universalidad parcial y pragmática. Pero, e n segun
segundo
do lugar,
lugar, la po
sibilidad misma de dominación dependerá de la capacidad que tenga u n limi
tado actor histórico para presentar su "parcial" como
propia emancipación
equivalente de la emancipación de la sociedad toda. Como esta din1ensión "ho
líst
lístic
ica"
a" no puede
pue de reducirse
reducirse a b particularidad que su representación supone, sup one, su
misma posibilidad implica la autonomía de la esfera de las representaciones
i.deológicas_(rente a los aparatos d e dominación directa. Las isieas, según las pro
pias palabras de Marx, se t:ransforma11 e n fi1erzas materiales.   Si· ~ d· o m i n < t S ~ Ó J : ? : im:-
'

política, esta última, a su vez, sólo se poch·á lograr a través


E l i ~ a s u ~ ? r d i n a c i ó n

de aquellos procesos de universalización que hacen que t o ~ a domÍnací6I1 sea


inestable. Con esto tenemos toda
todass las dimensiones de la situación polít
política-y
ica-y reó
reó
rica que posibilitan el giro "hegemónico" de las políticas e m a n c i p a t o r i ~
Comencemos por los desplazamientos teóricos que la intervención."hege-
mónica" de Gramsci introduce e n relación con el pensamiento político tanto
de Marx como de HegeL Como afirma Norberto Bobbio e n u n ensayo clási
co sobre la concepción d e sociedad civil d e Gramsci: Ta soc sociediedad
ad ch chJÍ
JÍ en
Gramsci
Grams ci no pertenece l moment sino l superestructura ". 3 E n pala
momentoo estructural sino
bras d e Gramsci:

Lo que podemos hacer, por el momento, es establecer dos "niveles" superes


rructurales capitales: uno que podría llamarse ''sociedad civil", que es el con
junto de o r g n i s ~ o s que habitualmente se denomin
denominaa "privado"; r el otro que
"privado";
es la "sociedad política" o el Estado". Esws dos niveles corresponden, por un

lado, a la función de "hegemonía" que el grupo dominante ejerce sobre toda


la sociedad y por otro, a la de "dominación directa" o de mando que se ejerce
a través del "Estado" y d gobíerno "jurídico"" 4

El típico ejemplo d e hegemonía de una sociedad civil que d a Gramsci es la


Iglesia en la Edad Media.
Tanto Marx como Gramsci privilegian, en contraposición a Hegel, la so-

Norberto Bobbio, "Gramsci and rhe concept o f civil sociery", en Chantal Mouffe (comp.),
Gramsci and Marxi
Marxist
st Theory Londres, Routledge, 1979, p. 30; destacado del original.
4 Antonio Grarnsci, Selections from the Prison Notebooks comp. y trad. de Q_uintin Hoare y
GeoffreyNowell Smith, Londres, Lawrence &Wishart, 1971, p. 12 [traducción castellana:
Cuadernos de la cárcel México, Era].

 
IDENTIDAD Y HEGEMONIA. 53

cledad civil sobre el Estado, pero mientras el planteo que Marx hace en opo
sición a Hegel implica la subordinación de la superestructura
superestructura a la estructura,
la inversión que plantea Gramsci con respecto a Hegel tiene lugar exclusiva

mente dentro d e la superestructura. El tema.se complica aun m i ~ por el he


cho de que si bien Grarnsci toma abiertamente el concepto de social civil de
HegeL lo considera no obstante superestructura . Según Bobbio, esto sola
mente sería posible si Grarnsci se refiriera no a la noción del "sistema d e nece
sidades" d e Hegel sino a aquel m om e nt o de la sociedad civil que implica una
fOrma rudimentaria d e organización (corporaciones y policía). O sea que, aun
cuando Gramsci privilegia la sociedad civil sobre el Estado concebido como
dominación (fuerza), el énfasis lo pone en l a organización, e n algo que depen
de de la intervención de una voluntad. Es este énfasis lo que Bobbio destaca.
E n Cuadernos de la cárcel-señala Bobbio-- hay tres dicotomías: m om e nt o eco
nómico/momento ético-político, necesidad/libertad, objetivo/subjetivo, e n las
"cuales el segundo término siempre juega u n rol primario y subordinante. La
polémica de Gramsci contra el economicismo y su privilegio de l a dimensión
política cristalizada e n el partído se apoyan e n la dicotomía base/superestruc
base/ superestruc
tura. Por otro lado, su idea de que¡ las clases subordinadas deben ganar sus ba
tallas primero e n el nivel de l a .sociedad civil parte de la dicotomía base
institución/ideología dentro d e la superestructurf. D e aquí deriva la centrali
]
i
dad que Gramsci d a a la categoría de hegemonía.¡]
ti
·
En general, acerca d e que Gramsci contrapone sociedad civil a
no hay duda
11 Estado concebido como dominación. ¿Qué hacer, entonces, con pasajes como
¡
1 los siguientes?: ¿Y qué otra cosa significa eso sino que por 'Estado' debe enten

¡ derse n o sólo el
o
aparato d e gobierno sino también el aparato 'privado' d e la 'he
sociedad civil?". 5 "El error e n política es resultado d e una
1
gemonía'
comprensión equivocada de lo que el (en su significado integral: dicta
Estado
6
dura + hegemonía) es verdaderamente. " A esto se podría agregar, adernás, el
1 análisis de "estadolarría'' e n el que Gramsci hace referenci
referenciaa a "las
"las dos formas con
que se presenta el Estado e n la lengua y la cultura d e determinadas épocas, por
ejemplo, como sociedad civil y como sociedad política''? Pienso que tenemos
que inscribir estas aparentes (o tal vez reales) oscilaciones textuales dentro del
contexto de una pregunta más amplia: ¿hasta qué punto una "voluntad colee-

Antonio Gramsci, Selections from the Prison Notebooks ob. cit., p. 261.
6 Ibíd., p. 239.
7 Ibíd., p. 268.

 
54 CONTINGENCIA, HEGEMONíA, UN VERSAUDAD

tiva" pertenece al Estado o a la sociedad civil, a l a esfera prepolítica o a lapo-


  lírica? Veamos la afirmación de Bobbio según la cual par p araa Gramsci
Gram sci lo ético--
ético--po
po
lítico es el momento de libertad concebida como conciencia de la necesidad.
Tal asimilación --se la atribuyamos o no a Gramsci-- es a las claras demasiado
apresurada. L a noción de libertad como conciencia de la necesidad es una no 
ción spinoceana-begeliana que excluye explícitamente al sujeto activo de la
historia que podría actuar d e u n modo contingente o instrumental sobre una
condición nlaterial dada. E n la versión hegeliana, implica la idea de libertad
como autodeterminación y esto presupone l abolíción d e la distinción suje
to/objeto y la necesaria determinación por una unidad que no tiene externali
dad y no puede actuar sobre nada en forma instrumentaL Ahora bien, si el
sujeto gramsciano se rebciona en forma
forma contingente con sus propias condicio··
nes materiales, se desprenden dos consecuencias necesarias:

l . Ya no se trata de una objetividad que necesariamente impone sus propios


diktats porque las intnvenciones contingentes de los actores sociales deter
minan en forma parcial esa objetividad estructuraL Lo máximo que podría
podría
mos llegar a tener es la objetividad transitoria
transitor ia de u n "bloque histórico" que
estabiliza p;ucialmente el flujo social, pero no hay ninguna "necesidad" cu
ya conciencia agore nuestra subjetividad, ni política ni de otro tipo.
2. Del mismo Jn Jnodo
odo,, por el lado del "sujeto activo de la historia'' encontramos
sólo contingencia elemental. Pero aquí surge el problema: ¿dónde y cómo se
constituye ese sujeto? ~ u á l e s son los lugares y las ló
lógi
gicas
cas de su constitución
constit ución
1
' que hacen que las acciones que se espera reali realice
ce sean compatibles
compatibl es con el ca
ca
'

i
1
' rácter contingente de esta intervención? Como indica Bobbio, esos movi
' mientos presuponen: a) la construcción act activa
iva de la primac
primacía
ía del momento
del partido (no en el sentido sociológico clásico sino como otro nombre
para la primacía de la superestructura sobre la estructura); b)\.la primacía
del momento de hegemonía (lo que es equivalente a la prevalencia de lo
ideológico sobre lo institucional).

Estas dos primacías combinadas excluyen un conjunto de lugares de consti


tución del "sujeto activo de la historia". Primero, si hegemonía comprende
una serie de efectos universaliza
univer salizann tes
tes,, el lugar de constitución no puede ser el
"sistema de necesidades", en el sentido hegeliano, qu e es el dominio de la par
hegeliano, que
ticularidad pura. Pero, en segundo lugar, no puede ser el dominio de la clase
universal-el Estado como esfer
esferaa ético-p
ético-polític
olítica-
a- porque la irradia
ir radiación
ción de.eso
de.esoss

 
f

IDENTIDAD
IDENTID AD Y HEGEMONÍA ..

efectos universaiizames sobre la sociedad evita que queden relegados a una


única esfera. E n tercer lugar, y por las mismas razones, la sociedad civil no
puede constituirse
constituirse como una instancia totalmente
totalmen te separada dado que
qu e sus
sus fun
ciones prevén y extienden el rol del Estado. El Estado sería el nombre o la hi
póstasis de una función que excede largamente sus fronteras institucionales.
Tal vez las ambigüedades de Gramsci frente a las fronteras Estado/socie
dad civil no residan tanto en su pensamiento como en la realidad social mis
Ina Si el Estado, definido como el momento étic;o-político de la sociedad, no
constituye u l u instancia dentro de una topografía, eritonces es simplemente
~ m p o s i b l e identificarlo con la esfera pública. Si la sociedad civil, concebida

~ ~ i o u n espacio de organizaciones privadas,


privadas, es en sí misma ellocus de efec
tos ético-políticos, su relación con el Estado como instancia pública se desdi
buja. Por último, el nivel de la "estructura" no es simpl simplemente
emente ta
tall nivel
nivel si sus
principios de organización están contaminados por los efectos hegemónicos
que se derivan de otros "niveles". De este modo, nos quedamos con un hori
?.onte de inteligibilidad de lo social fundado no en topografías sino en lógicas
Esas son.las lógicas del "partido" y la "hegemonía", que son fundarnentalmen
te idénticas, en tanto ambas presuponen articulaciones no dialécticas que no
se pueden reducir a ningún sistema de posiciones topográfl.ca0; La confusa
terminología de Gramsci refleja y oculta al mismo tiempo-"· esa superposi
ción imposible entre
ent re lógica y topografía. Un último ejemplo de esta superpo
super po
sición imposible se puede encontrar en la enigmática primacía que Gra1nsci
le otor
otorga
ga a la ideología por sobre el aparato institucional. ¿No desaparece es··
ta primacía frente a la importancia que él da a la organización institucional
para lograr la hegemonía? Sólo en apariencia. Si los efectos universttliz antes
hegemónicoss van a ser irradiados a partir de u n sector particular de la socie
hegemónico
dad, no se los podrá reducir a la organización de esa particulazyidad en torno
a sus propios intereses, que necesariamente serán corporativosQi la hegemo
nía de u n sector social particular depende, para su éxito, de qt;.e pueda pre
sentar sus objetivos propios como aquellos que hacen posible la realización de
los objetivos universales de la comunidad, queda cla claro
ro que esta identificación
no es la simple prolongación de u n sistema institucional de dominación sino
que, por el contrario, toda
t oda expansión de
de esa dominación presupone el éxito de
esa articuk:ción entre universalidad y particularidad (es decir, una victoria he
gemónica).J Ningún modelo en el que lo económico (la estructura) determine
que u n prflner nivel institucional (políticas, instituciones) vaya seguido de un
mundo de ideas epifenomenales habrá_ de f u n c í o n a t ~ dado que la sociedad está

 
56 CONTINGENCIA, HEGEMONíA, UNIVERSALIDAD

configurada como un espacio ético-político y que éste presupone artic ulaciones


contingentes D e esto se deduce necesariamente la centralidad de la función in
telectual(= ideológica) como base del vinculo sociaL
· En este punt·o, los diversos desplazamientos que hace Gramsci en relación
con Hegel
Hegel y Marx, se hacen t:otalment
t:otalmentee inteligibles. Como Marx y en contra
posición con Hegel{ Gramsci
Gramsci mueve el centro de gravedad del análisis sodaJ
del Estado a la socieaad civil: toda clas
clasee universal
universa l se deríva
derív a de esta última y
no de una esf
esfera
era separada constituida
constitu ida por encima de ell;\ Pero, como Hegel y
en contraposición con Marx,(Gramsci concibe ese momJent
momJentoo de universalidad
universa lidad
como un moment.o o l t i c ~ ) y ' no como una reconciliació reconciliaciónn de la sociedad
sociedad con
su propia esencia. a r a G f ~ m s c i , no obstante, la única universalidad que l
sociedad puede lograr es una universalidad hegemónica - u n a universalidad
contaminada por la p a r t i c u l a r i d a d : ~ ~ Por lo tanto, si bien Gramsci, por u n la
do, le quita valor a la separación del Estado hegeliano al extender el área de
los efectos ético-políticos a una multitud de organizaciones pertenecientes a
1
1 la sociedad civ
civil
il,, esa misma extensión,
extensión, por po r otro
otr o lado, implica, en gran medida,
medida ,
que la sociedad civil está constituida como un espacio político. Esto explica
las oscilaciones en los textos de Gmmsci, a las que hemos h emos hecho
hech o referencia
referencia an
tes, con respecto a las fronteras entre el Estado y la sociedad civil y también
explica por qué enfatiz<1 el momento de la lass corporaciones
corporaci ones en el análisis he
geliano de la sociedad civil: la construcción de los aparatos de hegemonía debe
trascender la distinción entre lo público y lo privado.
Intentemos ahora juntar los diversos hilos de nuestro argumento. Los dos
textos de Marx con los que comenzamos hablan de la emancipación humana
universal pero de maneras totalmente diferentes. E n el prin1er texto, univer
salidad
salid ad significa la reconciliación directtt de la sociedad con c on su propia esen
esencia
cia,,
es decir, lo universal se expresa sin necesidad de mediación. E n el segund segundoo ca
ca
so, la emancipación universal se logra solamente a través de una identifica
ción transitoria con los objetivos de un sector social determinado, lo cual
significa gue es "' na universalidad contingente que requiere constitutivatllente
mediación p o l í t í c á ~ Y ·reLiCiónes e r ~ p r e s e n t a c i ó n . Es la profundización de es
ta segunda fOrma de ver la emañcipación y su generalización al conjunto de
l a política de la era moderna lo que constituye el logro de GramscL Su resul
tado fue, como hemos v i . ~ t o , la construcción de un marco teórico que otorgó

su
las centralidad
condicionesahistóricas
la categoría
categoría
de de hegemonía'', Lo
su generalización que debemos
debe mos ver ahora son
como herramienta de análisis
político y las dimensiones estructurales
estructurales que
qu e abarca.

 
IDENTIDAD Y HEGEMONíA .... 57

E n el momenw en que{Gran1.sci escribió ya estaba claro que el capitalismo


maduro no avanzaba hacia una creciente homogeneización de la estructura so-·
cial sino, por el contrario, hacia una mayor complejidad so soci
cial
al e institucional.)
institucion al.)
La noción de capitalismo organizado se había planteado en los años inme
noc ión de
diatamente anteriores y posteriores a l Primera Guerra M· un dial y esa tenden
cia se acentuó con la depresión económica de los ailos treinra. E n esta nueva
situación histórica estaba claro que si una cla
clase
se universal había de surgir sese
ría como resultado de una construcción política laboriosa y no de los movi
niientos automáticos y necesarios de una infraestructura determinada.
La especificidad del cambio teórico de Gramsci se puedpuedee ver
ver con más cla
ridadd si se lo inscribe dentro del sistema de alternativas político-irnelectuales
rida
construido por el marxismo a comieozos de siglo. Tomemos a Sorel yTrotsky
como dos pensadores que tenían concieocia, al menos parcialmente, de los
problemas que Gramsci estaba
estaba discutiend
discutiendo.
o. Sore
Sorell compren
c omprendía
día que las princi ·
pales tendencias del desarrollo capitalista no iban en l dirección prevista por
el marxismo sino que, por el contrario, estaban generando una creciente
complejidad
complejid ad soc
social
ial incompatible con l aparición de una clase universal en
la sociedad civil. Por ese motivo, según Sorel, era necesario mantener la pu 
reza del proletariado por medios artificiales: el mito de la huelga general te
nía como principal función proteger la identidad separada de la clase
trabaJadora. _Mientras esta creciente complejidad social llevó a Gramsci a afir
mar la necesidad de extender el momento de mediación política, llevó a So-
rel a u n repudio rotal de la política. Tanto para Marx como para Sorel, Ja
verdadera emancipación significaba una soCiedad plenamente reconciliada,
pero mientras para Marx la emancipación era el resultado de las leyes objeti
vas del desarrollo capitalista, para So.rel iba a ser la consecuencia de una in
tervención autónoma de la voiunr-:;¡_djY como esta voluntad tendía a reforzar
el aislamiento de la identidad proletaria, por una cuestión de principio, que
daba excluida toda articulación hegemónica.
~ Algo
Al go similar sucede
suce de e n el caso de Trotsky. Su p l n t e ~ comienza con la
m a de conciencia de que la relación entre la emancipaciÓn global y sus posi
bles agentes es inestable: la burguesía rusa es demasiado débil para llevar a
cabo la revolución democrática y las tareas democráticas deben llevarse a ca
bo bajo el liderazgo del proletariado; esto es lo que élllarna revolución per

manente . Pero mientras


a la construcción de unapara Gramsci
voluntad esta transferencia
colectiva hegemónica
compleja, para llevaba
Trotsky era sim
plemente la ocasión estratégica para que la clase trabajadora llevara a cabo su

 
58 CON'f NGENClA, HEGEMONÍA, UNIVERSALIDAD

propia revolución clasista. La tarea hegemónica no afecta a l a id.encidad del


agente hegemónico. Todo el enfoque no va más allá de la concepción leninis
ta de "alianzas de clases"
. ( .··
Es en estos dos puntos preCisos -en los gue G ~ ~ S : i . , J i separa d e Sorel y
de TiDtSky- donde encontramos la posibilidad de ~ x · i J ~ ~ ; i ó n y radicalizaci<)n
de una teoría d e la hegemonía. Contrari.:unente a lo gue dice Sorel,''la h3:r2JGí
emancipatoria exige articulación y mediación política; contrariamente a lo
que dice Trorsky,
Trorsky, la tra nsferen
nsferencia
cia de las rareas democráticas d e una clase a otra
cambía no sólo la naturaleza de las tareas sino taml¡ién la identidad de los
dgentes (que dejan de ser meros agentes "de clase").Y Una dimensión política
pasa a ser constitutiva de toda identidad social y e ~ t · ~ conduce a u n mayor
cl::sdibujamienro d ~ 9 l a linea de separación entre Estado sociedad civl@ Este
mayor desdibujamiento se encuentra precisamente en forma más acen-tuada

e n la sociedad COll;temporánea gue e n la época de Gramsci. L a globalización


de la economfa, la disminución de las funci.ones poderes del Estado-nación,
l a proliferaci6n de organizaciones casi estatales internacionales, todo apunta
en la dirección de comPlejos procesos de toma decisión que pueden encararse
e n térm.inos d e lógicas hegemónicas pero no, por cierto, sobre l a base de una
simple distinción emre lo público y lo privado. Lo único gue queda por aiíadir
es que el mundo en el que Gr::tmsci desarrolló su pensamiento era un mundo
en el que los sujeros, así como las instituciones, eran rodavía relativamente es
tables, lo cual significa que para adaptar sus caregorías a las actuales circunstan
cias será necesario redefinidas y radicalizarlas e n gran parte.
Este mayor refmamienw y radicalización nos exigen realizar una tarea
muy precisa: reemplazar el tratamiento puramente sociologista y descriptivo
de los agentes concretos que pJ.rticipan e n las operaciones hegemónicas por un
análisis fOrma de las lógicas que implican estas últirnas. 8 E s muy poco lo que

3
E aaálisis formal y la abstr:Lcción son esenciales para el estudio de los procesos históricos
concretos, no só sólolo porque a constru
construcción
cción teórica del objeto es el requisim'de toda práctic
prácticaa
intelectual que se precie de llamarse así, sino también porque la realidad social misma gene
ra a b s t r a c ~ C i o n e s que organizaD sus ·propios principios de funcionamiento. Así, Marx, por
e j ~ m p l o , demost
demostró ró cómo lalass leyes fonnrt es y abstractas de la producción de mercancías cons
tituyen el núcleo del funcionamiento concreto r e ; ~ de las sociedades capitalistas. Del mis
mo modo, cuando tratamos de explicar la estructuración de los campos políticos mediante
categorías tales como "lógica de equivalencii', "lógica de diferencia" y ~ / p r o d u c c i ó n de sig
nificantes", estamos intentando construir un horizonte teórico cuyas abstracciones no son
abstracciones
abstrac ciones merammeramenteente analítica
analíticass sino reales de las cuales depende la constitución de /den-

 
IDENTIDAD'{ HEGEMONÍA. 59

se gana, una vez concebidas las identidades como voluntades colectivas com
plejamenre articuladas, al referirse a ellas con simples designaciones como, por
ejemplo, clases, grupos étnicos, etc., que e n el mejor de los casos son nombres
para puntos transitorios de estabilización. L a tarea realmente imporrante es
entender las lógícas de su constitución y disolución, así como las determina-
ciones fOrmales de los espacios en las que ellas se interrebcionan. Precisamente
a estas determinaciones formales dedicaré el resto de esra sección.
_ Volv
Volvamos
amos al1ora
al1ora a nuestro texw de Niarx sobre la emancipación polítim
veamos la estructura lógica de sus diferentes momentos. E n primer lugar, tene
mos la identiflcación de los objetivos de u n grupo partiCubf ·con··ICiS. objetivos
emancipa.toúos d e toda b comunidad. ¿Cómo r ~ s u h a posible esta ideli ti.fica
ción? ¿Se trata d e un proceso d e a l i e n ~ z c i ó n de la comunidad, que abandona sus
objetivos para abrazar los de uno de sus componentes? ¿O de un ac
verdaderos objetivos
to de manipulación demagógica de uno de estos últimos, por el cual se logra
unir a una vasta mayoría d e l a sociedad. bajo sus propias banderas? E n absolu
to. La razón de esa identificación es que ese sector social e n panicular es e;l que
,
es capaz-de d C r r ~ c a r a una clase p ~ r c i b i d a como "criffien geneml'. Ahora bien,
si er'(cfimen" es general y a pesar de elto, sólo u n sector en particular o una
cónstelación de sectores, n1 6 s que el "pueblo" como u n todo, es capaz de ven
cerlo, esto sólo puede significar que la distribución de poder dentro del polo
"popular" es esencialmente desigual. ·Mientras e n nuestra primera cita d e Marx
había una exacta superposición entre universalidad de contenido y universali·
dad formai e n el cuerpo del proletariado, e n la llamada e m ~ U 1 c i p a c i ó n política
tenemos una escisión entre el particularismo de los com:enidos com:e nidos y la universa
universali
li ·
zación formal que se deriva de s u irradiación sobre toda la sociedad. Esta esci
sión es, como hemos visto, efecto de l universalidad del crimen combinado
·
o n l a particularidad del poder capaz d e abolirlot\..Vemos asi una primera di-
men.sión de la relación hegemónica: la desigualdad de pOder es co.nstitutiya de
ella od.emos ver E:í.cilmente l a diferencia con una teoría como la de Hobbes.
Par2 Hobbes, e n el estado de naturaleza, el poder está distribuido de forma

tidades y articulaciones políticas. Esto, por supuesto, no es entendido por cierto empiricis··
mo, muy difundido en ciertos enfoques dentro de las ciencias sociales, que confunde elaJlá
lisis de lo concreto con descripciones periodísticas y puramente fácticas. Un ejemplo
particularmente vulgar de esta concepción errónea (conjuntamente con varios otros) puede
encontrarse en Anna Marie Smith, Laclau rtnd Moujfo. Thr: Radical Demomttic Imrtginary,
Lorldres y Nueva York, Roudedge, 1998.

 
O CONTINGENCIA, HEGEMONÍ
HEGEMONÍA,
A, UNNERSALIDAD

pareja entre los individuos, y como cada uno tiende hacia objetivos conflíc
rivos, la sociedad se torncl imposible. D e modo que el pacto que entrega el
poder total al Leviatán es un acto esencialmente n o político en tanto excluye

completamente la interacción entre voluntades antagónicas. Un poder que .es


toral no es poder. Si, por el contrario, tenemos una distribución del poder ori
ginariamente desigual, la posibilidad de garantizar un orden social puede re-
sultar d e esa misma desigualdad y no d e la entrega del poder toral a manos del
soberano. E n tal caso, sin embargo, el reclamo que haga una clase social para
gobernar dependerá de la su capacidad d e presentar sus sus propios objetivos par
ticulares como los únicos compatibles con el real funcionamiento d e la comu
nidad, lo que es, precisamente, .intrínseco a la operación hegemónica.
Esto, sin embargo, no es S l J ~ t c i e n t e . Porque si la aceptación generalizada de
la heg¿mo-nía de la fuerza que lleva a cabo la emancipación política dependie

ra sólo
dría d e su capacidad para derrocar un régimen opresor, el apoyo que obten
estaría limitado estrictamenre a dicho acto de derrocamiento y no habría
ninguna "coincidencia'' entre la "revolución del pueblo" y la emancipación
d e una dase particular de la sociedad civiL Entonces, ¿qué es lo que puede _ha-
cer que se d é esa coincidencia? Pienso que la respuesta se encuentra en la aflr
m.ación d e Marx: "se necesita que una determinada esfera social sea
considerada como el crimen manifiesto de la sociedad toda, d e tal m odo que
su liberación Sé considere como la autohberación general". Para que esto sea
_posible, es necesario hacer varios desplazamientos, todo lo cual apunta hacia
1

l i

una creciente complejidad en la relación entre universalidad y particularidad.


¡
E n primer lugar, un sistema de dominación es siempre, desde u n punto de vis

ta óntico, u n sistema particular, pero si se lo debe ver como "el crimen m ni-
fiesto d e la sociedad toda", su propia particularidad se torna el símbolo de algo
diferente e inconmensu rable con ella: el obstáculo que evita que la sociedad
inconmensurable
coincida con sí misma, que alcance su plenitud. \Por supuesto, n o hay ningún

i concepto que corresponda a esa plenltud y como resultado, ningún concepto


correspondiente a un objeto universal que Jo bloquee; pero u n objeto imposi
ble, al cual no le corresponde ningún concepto, podrá aún tener u n nombre:
lo toma d e 1a particularidad d.el ·régimen opresor --el cual d e ese m odo se uni
versaliza parcialmente-. E n segundo lugar, si existe un crimen general, debería
haber también una víctima general. La sociedad es, no obstante, una plurali

dad de grupos y demandas particularísticos. Por lo tanto, si va a haber u n su 


jeto d e una cierta emancipación global, sujeto que es transformado en
antagónico por el crimen general, sólo podrá ser políticamente construido por

 
IDENTIDAD Y HEGEMONÍA. 6

medio de la equivalencia de una pluralidad d e demandas. C om o resultado, es


tas particularidades también se escinden: a través ele su equivale
equivalencia,
ncia, ella
ellass no
permanecen simplemente como tales sino que además constituyen un área de

efecto s universali
efectos unive rsalizan tess - n o exactamente la voluntad general d e Rousseau, pe
zan te
ro una versión pragmática y contingente de aquélla-. Por último, ¿qué pasa
con ese objeto imposible, la plenitud de la sociedad, contra el cual peca el "cri
r'nen manifiesto" y cuya emancipación trata d e alcanzar? Obviamente n o tie
ne ninguna forma de expresión directa y sólo puede acceder al nivel de
representación, como en los dos casos anteriores, mediante u n pasaje por lo
particular. Este particular está dado, en este caso, por los objetivos ele aquel
recwr cuya capacidad para derrocar al régimen opresor abre un canüno hacia
~ ~ emancipación política a lo cual sólo tenemos que agregar que, en este pro
·ceso, la particularidad de los objetivos no permanece
permanece como una mera particu
laridad: e s d contaminada por la cadena de equivalencias que viene a
representar. Podemos, de este modo, señalar una segunda dimensión d e la re
lación hegemónica: hay hegemonía sólo si la dicotomia universalidad/particula
rid d ej· superada; la universalidad sólo existe si se encarna y subvierte--· una
ptzTiiútlaridad,
ptzTiiútlaridad, per
pero
o nin
ning-
g-una
una pa
parti
rticul ari dad puede, por otro lado, fornar.re politi
culari
m si no se ha convertido en ellocus de ~ f o c t o s u n i v e r . r a l i z a n ú S ~ _ )

Esta segunda dime 1Sión nos conduce, rio obstante, a u n nuevo problema.
j Lo q_ut? es _iph_erente a la relación hegemónica, si lo universal y lo particular se

reéhazan y se necesitan a la vez, es la representación de un irr_;posibilidd i; La


plellitud de la sociedad y su correlato, el "crimen" total, son objetos necesarios
para que haya alguna "coincidencia" entre los objetivos particulares y los ge
no obstante, el pasaje por lo particular, es porque la
nerales. Si se requiere,
universalidad no puede estar representada de un m odo directo --,-o n o existe u n
concepto e n correspondencia con el objeto-. Esto signif1ca que el objeto, a
pesar d e s u necesidad, también es ünposible.{Si su necesidad e ~ i g e acceder a ( 
nivel d e representación, su imposibilidad significa que siempre va a existir
una representación distorS-ionada, es decir que los medios de representación
9
van a ser constitutivamente inadecuados. Ya sabemos que estos medios d e re
presentación son particularidades que, sin dejar de ser particularidades, asu
men una función de r e p r ~ _ ? _ e n t a c i ó n universaL Esto es lo gue está e n Ía raíz de
las relaciones h e g e m ó n i c a s ~ ~
'"
J Véase Ernesto Laclau, "Power and Represemation", en Emancipation s), Londres y Nueva
York, Verso, 1996, pp. 84-104.

 
62 CONTINGENCIA, HEGEMONÍA, UNIVERSALIDAD

¿Cuál es la posibilidad ontológica de relaciones en las cuales las identida


des particulares asumen la representación de algo diferente de sí mismas? H a 
bíamos dicho antes que algo a lo que no corresponda ningún concepto (un eso
sin u n qué [a thatw.ithout a whaiJ) puede, sin embargo, tener u n nomb1 e --asu
miendo que una fU.nción universal de representación consisre, en tal sentido,
en ampliar el hiato entre d orden de la nominación y el de aquello que pue
de ser conceptualmente aprehendido. Estamos, de algún modo, e n una situa
ción comparable a la descripta por Derrida en a voz Y el jf:nómeno a
propósito de Husserl: "significado" y "conocimienw" no se superponen. C o -
mo resultado de esta brecha constituriva, podemos decir quefl cUanto más _ _

extensa sea la cadena de equivalencias que un sector p a r t i ~ ~ l a r fe"f)feSE:nte-y


c ~ a n t o más se transformen sus objetivos en un nombre para la emancip;ci-6n
global, más indefinidos serán los vínculos entre ese nombre y su ~ g n i f i c 3 . a o
0
específico y más se aproximará al estatus de significante vac_í¿V {2) co
original específico
mo_, ~ o o_bstante, esta total coincidencia de lo universal c o n ) a : _ p a r i c ~ l a f es en
última instancia imposib
imposiblele -dada la deficiencia constitutiva de los medios de
epresentación-, siempre quedará un residuo de particularidacG' El proceso de
nominación, como no está constreñido por ningún límite conceptuaJ a prio-
ri, es él que determinará en fOrma retroactiva --dependiendo de articulaciones
hegemónicas
hegemóni cas continge
contingentes--
ntes-- lo que precisamente se está nombrando, Esto
quiere decir que ta transición de la emancipación política de Marx a b eman
cipación total nunca puede llega_( Esto nos muestra una tercera dimensión de
relación hegemónica: que reqzf. iere la producción de _rígnificantes tendenci;{.[: ·
mente vadoS -que, rnientras mantienen la inconmensurabilidad entre u ~ . _ i v e r s a l j
particulares, permite que los ztlti
ztltimos
mos tomen la representa
representación
ción def
de f pr
prim
imerJ
erJ :
ror último, un corolario de nuestras conclusiones previas es que la "repre
....__ __

s e n t ~ ó ó n es constitutiva de la relación hegemónica. La eliminación de toda


- ~ e p r e s e n t a c i ó n es la ilusi
ilusión ac ompaña a la noción de emancipación total
ón que acompaña
\Yerqi; en tanto la universalidad de la comunidad sólo se pueda lograr a través
de mediacióp de una particularidad, la relación de representación pasará a
ser como inherente aJ vínculo representativo, la mis
c o n s t i t u t i V ~ / T e n ~ . t n

m a diaJé
diaJécti
ctica nomb re y con:cepto que acabamos de mencionar. Si la re
ca ehtre nombre
presentación fuese wtaJ -si el momento representativo fuese enteramente
transparente respecto de aquello que representa-, el "concepto" tendría una

10 Véase mi ensayo Why Do Empty Signifiers Maner to PoLitics?", en Emancipation s), ob.
cit., pp. 34-46.

 
IDENTIDAD Y HEGEMONÍA . 63

primacía indiscutible sobre el "nombre" (en términos de Saussure: el signifi


cado subordinaría completamente
completam ente a si
si mismo el orden del significante). Pero
Pero
en ese caso no habrb hegemorúa, porque su mismo requisito, q u ~ es la pro
ducción- de significantes tendencialmente vacíos, no se lograría.dPara tener · · ·

' h _ ~ g e l J . . ? P ~ a necesitamos que los objetivos sectoriales de un grupo actúen como


, • ' . ' .. 1 .
e l _ p _ o r p _ b ~ e de una universalidad que los trascienda,\ ésta es la sinécdoque cons- cons-
r ~ t ~ ~ i Y ~ deFVíllCUlo hegemónico. {Pero si el nomb;e ( s í i ? ; n l f l c i r ~ t ~ f ~ ~ t i ' l : a r { uni-
do al concepto (significado) que \10 hay-posíbílidad de desplazamiento en la
reiaCiOn entre los dos, no podemos tener ningu-na rearticulación h e g ~ m ó n i c ~
La ¡ ¿e·a de ·una sociedad co mpletameiite emancipada y transparente, de la q u ~
sociedad completameiite
se habría eliminado todo movimiento tropológico entre sus partes constituti
vas, implica el fin de roda relación h e g e i J ? - ~ ó n i c a (y además, comoco mo veremos más n
adelante, de toda política democrática)./Aquí \
tenemos u n a ' é ~ - ~ ----
" f : t ; ~ dimensión

de "hegemonía":
relaciones
el terreno en el cual se extiende es el de la generalización de lfts
de representación corno condición de la constitución de un orden soC/ íiA.
E ~ t o explica por gué la forma hegemónica de la política óende a tornarse g ~ ~
neral en nuestro mundo globalizado contemporáneo: como el descentramien
to de las estruct estructuras
uras de poder
p oder tiende a aumentar,(_r<?_da cenr cenrraJi
raJidad
dad requiere que
q ue
SJ ls_ ~ g e n t e s est¿n constitutivamente s o b r c d e t e r f f i i n a d o ~ , e$ decir, que siempre
representen a<fo más que su mera identidad particularista/
- Para concluir,
concluir, querría hacer hace r dos oobserv
bservacio
aciones.
nes. PrimePrimer'o r'o,, del mismo modo
que ;:sta compleja dialéctica entre particularidad y u n i v e r s a l i d a d ~ } en entr
tree con-
con- ·
tenidO óp-tico y dimensión ontológica, estructura l ~ ~ y : a l i d a d s o ~ i a l misma,
t a m b i é n - ~ s t r u c t u r a la identidad de los agentes socialesA,Como intentaré argu·
~

mentar más adelante, es la misma ausencia dentro de' la estructura l o que es
tá en el origen del sujeto. Esto quiere decir que no tenemos s i m p , l e _ f n _ ~ n : e
- P ~ s i c i o n e s _ de sujetos dt;ntro de la estructura sino también al sujeto c.omo u n
intento de llenar esas ~ r e c h a s es_tructurales. É:Sta e_slaJazÓn p ~ r a qD:e pÜ
neÍri
ne Íriosos simplement
simp lementee iCI.eniidades sino, más bien, i d e n t ~ f i c a c i ó r f . Si hay identi-·
ficación, no obstante, habrá una ambigüedad básica en el centro de toda
identidad. Esta es la forma en que yo encararía la cuestión de la desidentifica
ción propuesta por Zizek.
E n cuanto a la cuestión acerca del historicismo, mi perspectiva coincide to
talmente con la de Z.iZek. Pienso que::el historicismo r_adicaJ es una empresa que
se auroelimina)
titución de todas lasreconoce
No las fOrmas
idenridades en queDesde
particulares. lo universal
un puntopenetra en la
de vista cons
teórico,
la noción misma de particularidad presupone la de totalidad (ni siquiera la se- se-

 
64 CONTTNGENClA, l-IEGEMONÍA, UNIVERSALIDAD

paración total puede escapar al hecho de que la separación es también u n tipo


de relación entre entidades, las mónadas requieren una armonía preestableci
da" como condición de su falta de interacción). Y en sentido político,.(el dere
cho de grupos particulares de agentes --minorías émicas, nacionales o sexuales,
por ej
ejem
empl
plo-
o- pu edee ser formulado solamente como derechos tmiversttles,, La
pued
apelación a lo universal es inevitable una vez que, por un lado, ningún agente
puede decir que habb directamente por la "totalidad" mientras, por otro lado,
la refCrencia a esta última c o n ~ Ú a siendo un componente esencial de la o pe··
ración hegemónico-discursiva. 1 Lo univer.ra es un lugar vacío, una fo ttl que sólo
u e d e _ l { con lo particular, 'pero que, tl través de su mis
~ u z r s e misma
ma vacuid
vacuidad
ad produce
un ; ~ r i e de e-rectos cruciales en la estructuraciónlclesestructumción de las relaciones
1 )
sociald}En este sentido, es u n objeto imposible a la vez que necesario. En uno
de s u s ~ í l d m o s trabajos, Zizek describe con mucha precisión m i propio enfo
que respecto de la cuesrión de lo universaL Luego de refCrirse a una primera
concepción de universalidad --el cogito cartesiano, por la cual lo universal tiene
u n contenido positivo y neutro, indiferente a las particularidades- y a una se
gunda -la marxista, por la que lo universal es la expresión distorsionada de una
identidad en particular- agrega:

Hay, s_in embargo, um. [ercera versión, elaborada en detalle por Ernesto Lrr
clau/fb universal esd vado, sin embargo, precisamente como tal está siempre
' decir, hegemonizado por algún contenido contingente, particular que
leno, es
actúa como sustimto; en resumen, cada universal es- el campo de bat9Jla en d
cual una multitud de contenidos particulares lucha por la hegemonía}[ .. ] La
-'
distinción emre esta tercera versión y la primera es que la tercera no" permite
ningún contenido de lo universal, que debería ser efectivamente neutral y co co
m o tal, comú
co múnn acodas
aco das sus espec
especie
iess [ .. ~ o d o contenido positivo de lo univer-·
sal es el resulcado contingente de la l'l'ücha hegemónica -en sí mismo, lo
universal está. absolmarnente vado-. 11}

Habiendo llegado a este punto, creo que debemos tratar más e n detalle esta
lógica tan peculiar por la que u n objeto, a traYés de su propia imposibilidad,
todavía produce una v a r i e d < ~ d de efectos que aparecen e n la univers:Úización
de las relaciones de representación --que, como hemos visto, es la condición de
posibilidad del vínculo hegemónico-, ¿Cuál es la estructura
estruct ura ontológica de dicho

11
Slavoj Zizek, The Ticklish Subject: The Absent Centre o f Political Ontology, Londres y Nueva
York, Verso, 1996, pp. 100-101 [traducción castel
castellana
lana:: El espinoso sujeto, Barcelona, Paidós].

 
IDENTIDAD Y HEGEMONÍA, 65

vínculo? Intentaremos discutir el problema a través de dos autores a los que


nuestro cuestionaüo se h a referido repetidas veces: Hegel y Lacan.

/ JI Hegel

Comencemos por una objeción que hace Zizek a m i lectura de Hegel, y a que
ella muestra claramente lo que, en mi opinión, son las limitaciones de la dia·
lécrica hegeliana como candidata a hacer inteligible la relación hegemónica.
Zizek dice:
dice:

Lo único por agregar a la formulación de Ladau es que su giro anrihegeliano


es,quizás, demasiado rápido: "No estamos discut-iendo aquí una 'negación
determinada' en el sentido hegeliano: mientras esta última resulta de la apa
rentedeterminados,(
positividados,( lo concreto y 'circula' a través de contenidos que siempre
denuestra
son determinad noción 4e negatividad depende del frac fracas
asoo en la
constitución de toda determinación J(Emanczjation{s), p. 14).
¿Qué pasaría, sin embargo, si la infame "negación determinada
determin ada de Hegel"
apuntase precisamente al hecho de que [Oda formación particular comprende
una brecha entre lo universal y lo particular en lenguaje
lenguaje hegdiano, que una
formación particular nunca coincide con su noción (universal)- y que es pre
cisamente esta brecha la que provoca su disolución dialéctica? 12

Zi:tek d a el ejemplo del EstadoJno es que los Estados positivos reales enfo
quen de 1nanera imperfecta l a noción de Estado sino que la noción misma
del Estado qua tot
totali
alidad
dad racional no puede ver
verif
ific
icar
arsd
sd "El punto
punt o de Hegel
HeEs
gel
aquí n o es que u n Estado qUe se corresponda totalmente con la noción de Es
tado sea imposible -es posible-; el impedimento aqüí está, más bien, e n que
ya no es más u n Estado sino una comunidad religiosa." 13
M e gustaría s e í ? ~ a r l e dos cosas a ZiZek Ll primera es que él dene razón
cuando dice q u ~ ¡)ara Hegel ninguna formación particular coincide nunca con
su propia o c i ó i i ~ S i m p l e m e n t e porque la noción misma está internamente es
cindida, y produce s u propia disolución dialéci:lC::t.,_Nunca puse esto e n duda.
Pero, segundo, el patrón dialéctico de e;sta disoh.1ti6n exige que sea un patrón
compuesto d e transiciones necesarias: para usar el ejemplo, es una comunidad

12
Slavoj Zizek, The Ticklish Subject, ob: ciL, pp. 176-177.
13
Ibíd., p. 177; el destacado es del original.

 
66 CONTINGEN
CONTI NGENCIA,
CIA, HEGEMONÍA, UNI
UNIVER
VERSAL
SALIDA
IDAD
D

religiosa y ningun otra cosa lo que resulta de la falta de c o i n c i d ~ n c i a entre el


Estado y su noción Lo importante aquí, si darnos completamente por acep
tado que el Espíritu Absoluto no tiene ningún contenido positivo propio y
que es simplemente la sucesión de todas las transiciones dialécticas, de su im
posibilidad de establecer una superposición final entre lo universal y lo pani
cular, es lo siguiente: ¿son esas transiciones contingentes o necesarias? Si fueran
necesarias, muy difícilmente se podría evitar
evitar la caracterización de todo el pro-
yecto de Hegel (en oposición a lo que realmente hizo) como panlogicista
Desde este punto d e vista, la evidencia es aplastante. Destacaré tan , ~ ó l o

algunos puntos:
l . Como en la mayor parte de los sistemas idealistas posteriores a K:u1t,
Hege;:J. aspira a una filosofía s i n p ~ e _ s 1 , 1 p u e . g o s . Esto significa que el rnómento
irraci.o.nal-y, en últi
úl tima
ma .ifls
.iflstancia
tancia,, contradictorio- de la cosa misma debe ser
eliminado. Por otro lado, s i la Razón va a ser su propio fundamento, la lista
de categorías hegelianas no puede ser u n catálogo, como en Aristóteles o
Ka.r1t. Las c<l:tcgorías deben deducirse una de otra de una manera ordenada.
Esto quiere decir que todas las determinaciones van a ser determinaciones ló-
gicas. Aun cuando algo sea irrac:ional, debe ser recuperado como tal por el sis
tema de la Razón.
2 Si el sistema no se va a fundar en ningún presupuesto, el método y el
contenido a los que se lo aplica no podrán ser uno externo al otro.

Por esta razón, la descripción del método que hace Hegel sólo puede estar al
final de su Lógica, no al principio. La Idea .Absoluta, cuya forma , se cree, f:s
el método, es visibie sólo eu la culminación: a la Idea se l ve [ .. ] como la ro,.
O • · · · ~ ; •

r a l ~ ~ § : 4 _ autodeterminante de sus propias leyes y determinaciones, las que cll2

misma se o r o r g ~ más que tenerlas y encontr8.r1as dentro de sí (E: 19A). 14

3. La Idea Absoluta como el sistema de de todas lalass determinaciones


dete rminaciones es una ro 
t ~ Ü d ; ; c Í c e r r ~ d a : no hay avance posible más allá de ella. El movimiento dialéc
tico d e una categoría a la siguie siguiente
nte ex
excl
cluy
uyee ttoda
oda contingencia (aunqu e Hegel
co ntingencia (aunque
está lejos de ser coherente en este sentido, como lo mueStra su famosa obser
vación sobre la lapicera de Krug): Es difícil difícil evitar
evita r la conclusió
concl usiónn d e que el pan
logicismo de Hegel es el punto más alto dd racionalismo moderno. Esto nos
muestra por qué la relación hegemónica no puede asimilarse a una transición

14
Alan \Vhite Absolute Júwwledge: Hegel and the Problem ofMetaphysics Atenas, Ohio y Lon·
dres, Ohio University Press, 1983, p. 51.

 
IDENTIDAD Y HEGEMONíA. 67

dialéctica: porque aunque uno de los los prerrequisitos para la comprensió


compr ensiónn con
ceptual del vínculo hegemónico --la inconmensurabilidad entre lo particular
y lo univer
uni versal
sal-- se logra en la lógica dialéctica,
dialéctica, el otro -el carác
carácter
ter contingen
continge n
te del vínculo entre los dos- está ausente.

Sin embargo, esto no es todo. No puedo simplemente descarta.r h lectura que


Zizek hace de Hegel, por dos razones. Primero, porque estoy de acuerdo con
casi todo lo que él extrae de los textos de HegeL Segundo, porque no pienso
que él esté proyectando en esos textos una serie de consideraciones ajenas a los
textos mis1nos, sino que se aplican perfectamente a dichos textos. Entonces,
¿cómoo tratar esta aparente
¿cóm aparente contradicción
contradic ción de ml parte? Definitivamente no es
toy preparado para hac
hacer
er ninguna concesión concerniente a la namraleza pan
logística del proyecto intelectual de HegeL Sin embargo, no debemos tomar la
palabra por el hecho. Como el punto más elevado del racionalismo moderno,
Hegel reivindica, para la Razón, un rol que ésta nunca había reivindicado p8-
  . _ ~ _ § _ Í en el pasado: repensar, en términos de sus propias transiciones lógica.s, la

totalidad de las distinciones ontológicas que la tradición filosófica había per


cibido dentro de lo reaL Esto da lugar a u n doble movimiento: si la Razón,
por u n lado, ha hegemonizado todo el campo de h s diferencias, este último,
por el otro, no puede evitar contaminarla. Por tanto, muchaS transiciones dia
lécticas son transiciones lógicas espurias. A partir del siglo XIX, la crítica a He
gel se ocupó de afirmar que muchas de sus deducciones derivan su aparente
aceptabilidad de s u p u e ~ r o s empíricos ilegítimos introducidos subrepticiamen
te e n el argu mentoo (Trendelenburg, por ejemplo). Esa fue la línea principal de
argument
la crítica de Schelling a Hegel: tratar de d ~ m _ o _ s t r a r que, aparte de muchas de-
? : ~ _ s : c i o n e s incoherentes en su Lógica, todo el proyecto de 4na filosofía sin pre

s _ ~ p u e s t o s era imperfecto dado que ni siquiera podía comenzar sin aceptar las

)eyes de ] a lógica y u n enfoque racionalis racionalista


ta s:J e los conceptos (como ideas inna
tas), u n reali realismo
smo metaf
metafísico
ísico dogmático que parte par te del Ser
Ser cOmo una objeti
vidad sin vida y del lenguaje como medio p.reconstituido, 15 Contra esa
posición, Schelling Schelling arg
argumen
umentata que l .Filosofía no puede existir sin presupues-

15
Dettás de esto, por supuesto, está el problema de determinar si .la filosoffa. de Hegel podría
concebirse como una docdoctri
trina
na metafísico
metafísico--teo
--teológica.
lógica. o como una ontología trascenden
trascendentaL
taL So
So
bre este t:ema, véase Alan White ob. cic; y Klau5 Hartmann Hegel: A Non-Metaphysical
View , en Alastair Maclntyre (comp.), Hegel A Col ection ofCritical Essays, Garden City,
Anchor, 1972.

 
68 CONTINGENCIA HEGEMON(A, UNIVERSALIDAD

tos y que la existencia humana es un punto d e partida más primario que el


c;oncepto. Feuerbach, Kierkegaard y Engels -los tres asistieron a lo.'l cursos de
Schelling- aceptaron básicamente s u crítica y desarrollaron sus propios enfo
ques particulares, dando priorid
pri oridad
ad a la existen
existencia
cia sobr
sobree l a razón . -En algún
sentido, se debe aceptar que Hegel repres enta l cierre _de l a tradición rneta
representa
fí.sica que comenzó con Platón. ~ . f l l g s _ q _ f í a p 9 s i ~ i v a ~ E : : ~ c h e l l J n g es u n nue
vo comienzo e n el que se va a lanzar todo el pensimiento contemporáneo.
Ahora lo que quiero destacar es que yo, al apartarme de l a dialéctica, no
tomo camino de Schelling. El enfoqu
l enf oquee discursivo que elijo con respecto
discursivo
a la const rucc ión social de l realidad me impide aceptar una clara distin
rucción
ción entre existencia y conc iencia.. Esto no implica, sin embar go, que yo crea
conciencia
que u ~ sistema de transiciones conceptualmente necesarias sea la única alter-
nativa a u n empirismo opaco. La principal dificultad e n el camino de mia
dialéctica puramente especulativa es, en m.i opinión l rol del lenguaje co-·
mún e n las transiciones dialécticas. A continuación transcribimos el pasaje
completo de la Lógica de Hegel en el que el autor aborda el problema.

:La filosofía tiene dereCho a elegir del lenguaje de la vida corriente, que está
hecho para l mundo del pensamiento pictórico, expresiones que parezcan
determinacioness de la Noción)Una palabra elegida del len
aproxímarse a las determinacione
guaje de la vida corriente no puede demostrar que en la vida corriente ram
bién se asocia con ella la misma Noción para la cual la GlosoHa emplea esa
palabra; dado que la vida corriente no tiene Nociones, sino sólo pem;-amien
tos pictóricos e ideas generales y es rarea de la filosofía misma reconocer la
Noción en lo que de otro modo es una idea general. Será suficiente con que
l pensamiento pictórico, en l uso de expr
expresio
esiones
nes que son empleadas par
paraa de
de
terminaciones
termina ciones filos
filosóficas,, tenga ante él alguna vaga idea de su sentido distin
óficas
tiva; así como puede ser que en estas expresiones filosóficas uno reconozca las
matices de pensamiento pletórico que están más estrechamente vinculados a
las correspondientes Nociones. 16

Este pasaje es de,q1,1cial importancia dado que el problema e n discusión aquí


es tC?l preciso _del · pensamiento pictórico'' e n las transiciones dialécticas. Si

las imágenes asociadas con l pensamiento pictórico son nombres indifúen


tes dados a entes constituidos enteramente fuera de ellas, los nmnbres serían

16
Hegel s Science ofLogic trad. de A V .Miller,
.Miller, Atlantic Highlands,
Highlands, Nu
Nueva
eva Jersey, Humanities
Press Intemational lnc., 1993, p. 708.

 
IDENTIDAD HEGEMONÍA . 69

totalmente arbitrarios y lóg


lógica
icamen
mente
te irrel
irrelevan
evantes; si,, por el contrario, la tran
tes; si
sición -depende de una verosimilitud derivada d e un significado intuitivo del
nombre antes de s u inscripción e n esa transición, en ese caso l tram:ición no
puede ser una transición lógica. Ahora bien, presupone que
l ~ _ J Q g i q _ d i a l ~ . f : _ r i c a

1¡no no ptlede disociar forma de contenido, que el contenido que e n los he-·
chos se nombra es una parte integral de roda el movimiento lógico del concep
to. Pero si el nombre obtiene su significado de un lenguaje preexistente ese
movim iento lógi
lógico,
co, el movimiento en sí se vnelve algo enteramente diferente
de una deducción lógica: se transforma en u n movimiento tropológico por el
cual u n nombre llena, en tanto una metáfOra, una brecha abierta n la cadena
abierta een
del razonamiento. Por lo tanto, la imagen pictórica no es, como sostiene H e
gel, una versión vaga o imprecisa de una determinación hecha totalmente ex
plú::it; Por la FilosoHa sino que, por el contrario, la vaguedad y la imprecisión

como tales son constitutivas del razonamiento filosófico. Debemos concluir


q u ~ la lógica dialéctica es el terreno de una retórica generalizada La riqueza
de los textos de Hegel reside no tanto e n su intento ·de derivar estrictamente
conceptos de u n punto de partida sin presupuestos ·-norma que viol violaa e n ca-
da página- sino e n la retórica implícita que gobierna s ~ s transiciones. Eso es
lo que pienso, da lugar a muchas de las démarches de Zizek. N o deberíamos
olvidar, sin embargo, que el panlogicismo todavía está allí, operando como
u n chaleco d e fuerza que limita los efectos de los desplazamientos retóricos.
Esto también explica m i reacción a la pregunta 9 de Butler. Pór las razones
que acabo de p r e s ~ n t a r e n una p e ~ s p e c t i v a hegeliana, no se puede mantener
ninguna distinción clara entre forma y contenido -cada una: media a la otra-.
las transiciones he·
Pero también, en una perspectiva como la tnía, que enfoca las
gernónicas e n términos de desplazamientos retóricos, es imposible compren
der conceptualmente la fo_rma independientemente del contenido (si bien no
por razones l ó g ~ c a s ) . E n cuanto a la cuestión d e los casi trascendentales, ésta
plantea problemas propios a los que m e referiré más adelante. La única obser·
·vación que m e gustaría hacer a Burler es que la oposic ión forma/cont enido n o
oposición
.es lo mismo que la oposición entre casi trascendentales y ejemplos. Porque u n
ejemplo no es u n contenido. U n contenido es una parte integral de u n con-
cepto, mtentras que para que algo sea u n ejemplo n o debería agrega agregarr nada a
aquello de lo cual es ejemplo, y debería ser sustituible por una serie indefini

d a de otros ejemplos. Si yo digo Los judí os son responsables de la decaden


cia naci0nal , Los comu nist as son los defensores de los intereses de ]as masas
comunist
mujeress son explotadas e n una sociedad patriarc
o Las mujere al , es evidente que los
patriarcal

 
70 CONTINGENCIA, HEGEMONÍA, UNIVERSALIDAD

tres pueden ser ejemplos de concordancia entre sujeto y verbo e n una ora
ción, sin que l a regla gramatical se altere por el contenido semántico de Jos
ejemplos
ejem plos.. Por supuesto, siempre es posible que, mediante un conjunto de es
trategias discursivas, algo gue en un discurso particular aparece como u n
ejemplo determine de algún modo el contenido conceptual, pero establecer
esto requiere el estudio de instancias discursivas especificas.
Para concluir: la ¿ g i ¿ c _ ; ú c ~ de Hegel nos da herramientas o n t o l ~ g ~ c s sólo
p ~ r c i l ~ e n t e adecuadas para determi
de terminar
nar la lógica
lógica del
del vínculo hegemónico. La
dimensión
dimen sión conti.n
conti.ngen
genre
re de la política no puede pensarse
pensarse dentro de u n molde
hegeliano. J pasar de Hegel a Lacan nos encontraremos, sin embargo, con
un esceescenari
narioo tota
totalmen
lmente
te diferente.
diferente.

v
III. Lacan
Para comenzar, debo decir que yo no establecería la oposición entre la doxa
lacaniana ortodoxa'' y la apropiación heterodoxa de Lacan para pensar la he he
gemonía'' en los términos estrictos en que lo hace Butler. Toda apropiación de
l :ll enfoque teórico será más o menos ortodoxa según el grado de identifica
~ ~ ~ ~ - q ~ ~ uno encuentre con el autor del ~ u l se apropia''. Pero si por doxa

ortodoxa'' uno entiende obsesión filológica y repetición mecánica de las mis


mas categorías sin desa desarrol
rrollarl
larlas
as de acuerdo co conn nuevos contextos
cont extos,, está claro
claro
que roda interveintervención
nción intelectual que mer
merezc
ezcaa tal nombre será heterodoxa .
Por lo tanto, sumerjámonos totalmente en un juego heterodoxo. Judith
Butler está esencialmente preocupada
preocupa da por la cuestión de si el "suje_to barrado
de Lacan impone o no lfmltes estructurales a los movimientos estratégicos
que una lógica hegemónica requiere. El núcleo d e su escepticismo acerca d e
la potencial utilidad de u n enfoque lacaniano para la polític políticaa está. prolijamen
te establecido: ¿Puede reconciliarse
reconciliars e el recurso ahistórico de la barra lacania
lacania
n a con l a cuestión estratégica que plantea .la hegemonía o se presenta como
una limitación casi trascendental_ a toda posible constitución del sujeto y, por
lo tanto, indiferente a l a política? (pregunta 1 . Ahora bien, en alguna rn.e-
dida, Ziz.ek insinúa lo que sería mi propia respuesta a la pregunta d e Butler
cuando se refiere a lo Real d e Lacan como su limite [de lo simb6lico] inhe
rente completamente no sustancial, punto de falla, que mantiene la brecha
misma entre la realidad y su simbolización y, de ese modo pone e n movi
miento el proc
proceso
eso continge
contingente
nte de historicidad-simbolización? (pregunta 1 ,

 
IDENTIDAD
IDENTID AD Y HEGEMONfA . n

Analicemos el tema detenidamente. ¿Qué implica la construcción de una


categoría casi trascendental
trascend ental como
c omo 1 una limitación a toda constitución po
sible del sujeto y 2) una .limitación indif indiferen
erentete a la política''? E n m i opi
nión implica la introducción de dos requisitos contradictorios porque
limitación parece implJcar que se exc excluy
luyen
en algunas identidade
identi dadess políticas co
mo resultado del límite casi trascendental. Sin embargo, si lo que resulta de
este último es una indiferencia hacia la política, uno podría aparentemente
concluir que el límite no es en realidad ningún límite y, como corolario, que
la única Inanera de superar
su perar ta
tall indiferencia
indifer encia sserí
eríaa con algún tipo de fundarnen
_tación trascendental positiua, gue es precisamente lo que el primer requisito requisito
estaba intentando debilitar. Para salir de este callejón sin salida, uno debería
tal vez hacerse u n pregunta diferente: ¿Una barra cuya fimción consiste en mos-
trar la eventual imposibilidad de una rep
repres
resenta
entació
ción
n plen
pl ena
a es u n límite a lo que

contrario, extiende la relación de representación


puede ser representado o por el contrario,
{como una representac
representación
ión fallid
fal lida,
a, por supuesto) más allá de toda limitación? Si es-
te Jitera el caso abriría el camino hacia un historicismo más radical que nada que
pueda fundarse o bien en un sistema de categorías trascendentales positivas o bien
en una apelación a ur; ''conc
''concret
reto
o qu e vive en la ignorancia de sus
sus propia
pro piass condi-
condi -
ciones de posibilidadi a hegemonía requiere, como hemos visto, una generalJ
zación de las relaciorl:es de representación, pero de modo tal que el proceso de
repp¡s.entacíón mismo crea retroacrivamente el ente que debe ser representa
~ ~ ~ ~ f o a no transparencia del representante respecto del representado, la auto-·
nomía irreducible del significante frente al s i g n i f i c d o ~ es la condición de
h;gemonía ciue ~ s t r u c t u r a lo social desde su misma base y n o es la expresión
epifenomenal de un significado trascendental que sometería al significante a
sus pmpi pmpios-
os- movimientos p r e d e t e r m i n a d ~ ~ 1 Esta liberación
liberación deldel significante
frente al significado -la precondición misma de hegemonía- es lo que la barra
lacaniana intenta expresar. El otro lado de la moneda, la imposición contin
gente de límites o fijaciones
fijaciones parciales -sin los cuales estaríamos viviendo en u n
universo psicótico- es lo que introduce la noción de point de capiton.   7
(La repre
represen
sentac
tac_i
_ión
ón de
delo
lo_no
_no representa
repre sentable ble c o n s t i ~ u y e los términos d ~ la p_a-
 ._q.doja dentro d e la cual se construye la hegemonla\)-o en los términos que
usáramos anteriormente, estamos tratando con un ~ b j e t o que es al1nismo
tiempo imposible y necesario-. Esto no está lejos del terreno de la noción

17
Para una clara y rigurosa discusión de a.<; diversas dimensiones de este tema, véase Yannis
Stavrakakis, Lt1ean and the Palitical Londres, Routledge, 1999.

 
72 CONTINGENCIA, HEGEMONÍA, UNIVERSALIDAD

lacaniana de un "real" gue resiste la sirnbolízación. E n este punto, sin embar


go, Butler hace una objeción: "sostener que lo real
real resiste la simb
simboli
olizaci ón es in 
zación
cluso simbolizar lo real como u n tipo de resistenci
resistencia.
a. El pri mer postulado
pos tulado (l
(lo
o real
resiste la--Simbolización) sólo puede ser verdad si el último postulado (lo real re
siste l a Simbolización es una simbolización) es correcto, pero si lo segundo C- l
correcto lo primero es neces
necesariam
ariam ente fa
falso" .18
lso"
Butler presenta su argumento en términos de la paradoja d e Russell ("la
clase d e todas las clases que n o son miembros de sí mismas, ¿es miembro de
sí misma?", etc.), pero la misma forma en que ella l a fOrmula evoca, con bas-
tante facilidad, la crítica idealista estándar de "la cosa en si de Kant (si las
categorías se aplican sólo a los fenómenos, n o puedo decir que la cosa sea la
causa externa de mis sensaciones, gue exista, etcétera). Ahora bien, si su plan
teo fuera d e este último tipo, ella estaría preconizando la representabilidad to

tal, la pura transp3.rencia


la irrepresentabilidad del pensamiento
podria
respecto d e sí mismo, y e n ese caso
sólo ser concebida como una total falta d e con
ciencia -pero admitlr aun la posibilidad de existencia de algo d e lo que n o tete 
nemos esencíalmente conciencia (o sea, ni siquiera potencialmente m_ediada
por el pensamiento) rompería el vínculo entre representabilidad y realidad--.
Co1no dice Hegel en la Enciclo,pedia:

Sólo cuando percibimos que el contenido, lo particular, 11: es auto subsis


tente sino que 0e dcriv:: de alguna otra cosa, se ver
veráá su finitud
finit ud y falsedad ba-
jo la luz aprop iada. [ ..] El úníco contenido que se pueQ.e so ' tener: corno la
apropiada.
verdad es un contenido no mediado con otra cosa, O llmimdo por otras co

sas: o, para decirb en otras palabras, es uno no mediado por sí mismo, don
de coinciden l a mediación y la inmediata referencia < sí. [ .. ] El pensamiento
abstracto (la forma científica utilizada por la metafí
metafísica
sica "re
"reflex iva")) y la in-·
flexiva"
tuición abstracta (la fOrma utilizada por el conocimiento inmediato) son una
y la miSma cosa. 19

Pero quizás Bucler no está defendiendo la represenrabilidad total, aunque es


dificil ver cómo la negación d e u n "no representable" dentro del campo de la
representación puede conducir a una lectura diferente. Tal vez lo que B v t l ~ _ r
intenta señalar n o sea una contradicción stricto senr_u sino una paradoja, y e n ese

18 Judith Buder, Bodies that Matter, Nueva York, Routledge, 1993, p. 207.
19
The Logic o Hegel, trad. de The Encyclopedia o he Philosophical Sciences por W Wallace,
Oxford, Clarendon Press, 1892, p. 136.

 
IDENTIDAD Y HEGEMONÍA .. 73

caso se estaría refiriendo a aporía del pensamiento, y estaríamos realmente


~ n

confrontadoss c on los términos del dilema d e Russell. L a pregunta aquí sería:


confrontado
¿qué podemos hacer c ~ a n d o nos enfrentamos con u n espacio discursivo or

ganizado alrededor de apodas lógicamente insolubles? Podemos hacer varias


tosas, pero hay una que quiero destacar especiaLnente, dada s u centralidad
para lo que debo decir más adelame: podemos iniciar u n movimiento tropo
lógico (retórico) entre las categorías que establecen los términos d e la aporía.
·Consideremos, por ejemplo, el análisis que hace Paul de Man del papel del
«cero" e n "Pascal's Allegory o f Persuasion" .20 PascaJ se enfrentó con l a obje
ción a s u principio d e infinita pequeñez: que, si se debía mantener el postu
lado de homogeneidad entre espacio y número, sería posible pensar e n una
extensión compuesta por partes que n o están extendidas, dado que tenemos
números hechos de unidades que están desprovistas d e núm.ero (eltmo). La
respuesta d e Pascal consistió e n dos movimientos: por un lado, trató de diso··
ciar el orden del número del orden del espacio -demostrando que si el uno
n o es, estrictamente hablando, u n número, dado que está libre d e pluralidad,
aún pertenece al orden del número porque, a través d e una reiterada mul6-
plicación, todos los otros números se obtienen del uno, están hechos d e uni
dades que incluyen al uno---·. Sin embargo, por el otro lado, para n1antener la
homología entre número, tiempo y movimiento, se deberá encontrar el equi
valente d e "ínstante" o stasis e n el orden del número. Pascal. lo encuentra e n
e f "cero". Ahora bien, a diferencia del uno, el cero es radícalmente heterogé
neo respecto del orden del número sin embargo, crucial si es que v a a exis
,._ ir u n orden del número. E n palabras d e D e Man: "No puede hal;Jer uno Sin

pero el cero siempre aparece bajo l a forma de u n uno, d e u n algo [(so


~ e r o
me)thing]. E l nombre es el-tropo del cero. E l cero es siempre denominado u n
21
uno,_ pese a que el cero es_ e n realidad, sin nombre, innommable . Por lo ran
una s _ i _ t g ª ~ i ó n e n _la que 1) no se p ~ e e ~ 9 . n ~ t i t u i r l na tQtalidad
{ ~ r : : e r n ~ s
~ I s t e t m c a s m apelar a algo radicalmente heterogeneo respecto d e lo que es re

presentable dentro de ella; 2) este algo debe, de todos .modos, ser representa
do.de alguna m n ~ r si es que efectivamente v a a haber u n sistema; 3 como
esto, n o obstante, va a ser l a .representación de algo que o es representable
4entro del sistema --más aun:(la representación de l a impC sibilida,d radiq.l d e

20 Paul de Man, "Pascal's Allegory o f Persua.>ion", en: Aesthetic ldeology, Minneápolis y Lon
dres, University o f Minnesora Press, 1996, pp. 51-69.
1 21
bid., p. 59.

 
74 CONTINGENCIA, HEGEMONÍA, UNNERSAUDAD

representar esta última-, esa r e p r e s e n t q ; ~ i ó n puede llevarse a cabo únicamente


a través de una u s r i t u c ~ ó n t r o p o l ó g i c ~
Éste es el punto que en realidad le está faltando al argumento de Bu.tler: si
la representación de lo Real fuese una representación de algo enteramente foe ·
ra de lo simbólico, esta representación de lo irrepresentable como irrepresentable
equivaldría e n verdad a una inclusión plena --por ejemplo, la fOrma e n que He
gel pudo incluir lo contingente dentro
dentr o de su sistema lógico-.
lógico -. Pero sí lo que
es representado es u n límite interno del proceso de representación como tal, la
relación
relación entre internalidad
interna lidad y externalidad está subvertida: lo Real se transforma
en un nom
nombre
bre para la
la f3lla misma de lo Simbólico para conseguirc onseguir su propia
prop ia ple
ple
nitud. Lo Real sería, en ese sentido, un_ efecto r ~ t r q a c t i v o de la falla de lo Sim
bólico. Su nombre sería tanto ~ . n o ~ r e de un lugar -vacío m o el intento de
llenarlo a través de la denominación misma de aquello que, en palabras de D e
Man, ~ i n nombre, innommab e. Esto quiere decir que la presencia de ese
nombre dentro del sistema tiene el estaros de un tropos suturante. Bruce Fink
ha señalado
señalado que ha hay,
y, en Lacan, dos diferentes
difere ntes órdenes
órden es de lo real: 1) u n real an ·
tes de la letra, o sea, un real presimbólico que, en el análisis finaL no es sino
nuestra propia hipótesis (Rl), y 2) un real después de la letra, que está caracte
rizado por impasses e imposibilidades debido a las· relaciones entre elementos del
mismo orden simbólico (R2), o sea, que es generado por lo simbólico .22
Así es que ~ O c i e m o s comenzar a ver e n qué forma fo rma la operación h e g ~ m ó n i 
ca incluye tanto la presep_cia de un Real que subvierte la significación como la
representación de ese Real a través de una sustitución t r o p o l ó g i ~ a . La barra
e n l a relación _ _ es precondición misma de una primacía del significante
sin la cual los d;splazamientos
d;splaza mientos hegemónicos
hege mónicos serian i n c o n c e b i b l e ~ Sin embar
go,--hay dós- aspectos concomitantes que quiero destacir p o f q u e : ~ o n de capi
tal importancia para la comprensión del funcionamiento de la lógica
~ e g e m ó n i c a i ( E l prirnero se refiere a la ruptuxa del isomorfismo
isomorfismo postuladopostulad o por
Saussure e m \ : ~ el orden del significante y el orden del sígnificado':jMuy pron
to se tuvo conciencia de que tal isomorfismo conducía a una cdiltradicción
con el principio de que ellengu< -je es forma, y no sustancia, que era la piedra
angular de la lingüística de Saussure. Porque si hay isomor isomorfismo
fismo total entre el
orden del significante y el orden del significado, es imposible distinguir uno
del otro en términos puramente formales, de modo que las únicas alternati·-

22 Bruce Fink, The Lacanian Subject, Princeton, Nueva Jersey, Princeton University Press,
1995, p. 27.

 
IDENTIDAD Y HEGEMONÍA
HEGEMON ÍA . 75

vas son o bien mantener un formalismo estricto que necesariamente condu


cirfa al colapso de la d i s t i n ~ j , P n entre significante y significado (y a la disolu
ción de la categoría de signoijo bien contrabandear d e modo inconsistente
las sustancias (fónicas y conceptuales) en el análisis lingüístico. Fue en este
punto que Hjemslev y la Escuela de Copenhague rompieron con el principio
del isomorfismo y construyeron la diferencia entre los dos órdenes --signifi
cante y significado-- en términos puramente formales, verificando un avance
decisivo. Ahora bien, este cambio es crucial desde una perspectiva psicoana
lítica, pues permite que la exploración del inconsciente se separe de la bús
queda de un sentido último. En palabras de Lacan, el proceso psicoanalítico
: : ; ~ _ . o c u p a no del sentido sino de la verdad. Para m e n c i ~ _ r ¡ a _ r - t a n sólo un ejem

plo que tomo de Fink: el hombre de las ratas de Freud Freu d construye,
const ruye, a través
d e puentpuentes es ver ba les , u n comp le Odel as ratas , en par parte través d e asocia-
te a través
ciones con sentido ~ p o r ejemplo, rata= pene, pues las ratas diseminan enfer
medades como la sífilis y otras-, pero en parte también a través de
asociaciones puramente verbales que n o tienen nada que ver con el sentido
~ R a t e n significa cuotas, y lleva a la ecuación ratas y florines; Spielratte signi
fica jugador, y el padre del hombre de las ltas, por una deuda de juego, que
da inmerso en el complejo de las ratas -·. 23 \La \La _importancia
_importancia de esta est a disociaci
disoc iación
ón
_ e n t ~ e sentido y verdad para el análisis hegemónico es lo que nos nos permite
permit e rom
per _5 :on la depeP...dencia del significado, a l cual de otro modo_ nos hubiera
~ ~ n f i _ n _ ~ d o una concepción, ~ c i o n a l i s t a de la p o l í t i c ~ L o crucial aquí es no
conceb1r al proceso hegemomco como uno en el qu/ios lugares vacíos en la
estructura serían simplemente llenados por fuerzas hegemónicas preconstitui
das.24(Hay u n proceso de contaminación de los significantes vacíos por las
p a r t i c ~ l a r i d a d e s llevado a cabo por las suturas hegemónicas, pe_ro éste es un
proceso d e contaminación mutua; opera e n ambas d i r e c c i o n e s ~ o r esa razón,
ella c;::.onduce a una autonomización del significante que es decisiva para la
c;o.r:nprensión. de, la eficacia política de ciertos signo;; Para dar sólo un ejem··
plo: sin esa autonomización sería imposible entender las erupciones de xeno
fobia de los ú l ~ i m o s diez años en la ex Yugoslavia.
Esto m e lleva, no obstante, a destacar u n segundo punto que en alguna
medida va en dirección opuesta al primero. En los círculos lacanianos, hubo
determinadas formas de argumentación que tendían a enfatizar lo que se h a

2
3 Bruce Fink, ob. cit., p. 22.
24
Esta tendencia se puede encontrar en gran parte de la bibliografía sobre Gramsci.

 
76 CONTINGENCIA, HEGEMONÍA, UNIVERSALIDAD

llamado l a ~ "materialidad del signi±lcante". Ahora bien, si por "r:narerialj_dad"


enrendem¿s la barra que rompe la transparencia del proceso de significación
(el isomorfismo al cual hicimos referencia anteriormente), esta noción sería
inobjetable. Pero lo que es importante es no confundir la "materialidad" con
cebida e n este sentido con Ja sustancia fónica como tal, porque e n ese caso es
taríamos reintroduciendo sustancia en el anális análisis
is volveríamo
volve ríamoss a caer en a
posición incoherente de Saussure de la que h a b l á b a r ~ ~ - s antes. 25 o ~ o se ha
sostenido
soste nido úll:irna
úll:irnament
mente,
e, se debería reivindicar la primacía del significante pe
ro haciendo l a sal
salveda
vedadd de gue significantes, significados signos deberían debe rían
todos ser concebidos como significantes.. 26 Volviendo al ejemplo del "comple
c omo significantes
jo de las ratas": el hecho de que la asociación de "rata" con "pene" implique
u n pasaje a través del significado, mientras que la asociación con "cuota'' se
lleva a cabo a través de u n pu
puen
ente
te__ simpl
sim pleme
ementente verbal,
verbal, constit
con stituye
uye una distin
ción perfectamente
significación secundaria:
determinado por un ambos de
en sistema casos hay un desplazamiento
posiciones estructurales en dele
que cada elemento (concepmal o fónico) funciona como un significante, es
decir que < <;iquiere su valor sólo a través de su r e f e 1 ~ e n c i a a todo el sistema d e
significantes d ~ n t r o del_cuaJ. e ~ t _ á inscrito, Este punto es muy importante p k
r a _2. 1álisis político_, dado que q ue algunos intento
int entoss racionalist
racionalistas as de "domesticar"
la teoría de la hegemonía aseveran que es u n residuo que queda en el nivel de
significado el que provee un punto necesario de anclaje a lo que de otro mo
do sería u n flujo sin límites, incapaz de significar nada. El problema, sin em
bargo, n ~ se p l ~ t e a en _realidad _realidad en esos t é _ r m i n ~ s . ( H a y , ? o r . c i e r ~ , u n papel
d e anclaJe que JUegan ciertos elementos d1scursrvos privilegiadoy-esto es lo
que la noción de point de capiton o "significante amo" implica-, pero esta fun
ción de anclaje no consiste en u n último residuo de sustanci sustanciaa conceptual
conceptua l que
persistiría a través de todos los procesos de variación discursiva. Para dar un
ejempJo: <;],_pecho de que en algunos contextos políticos -Sudáftica, P" '
e j e f f i P i o - { t ~ e g r o puede funcionar como u n "significante amo" que organiza
todo_ u n ~ j u n t o de posiciones discursivas no significa que "negro" tenga ten ga tJn
tJn
significado básico independiente_ d e to toda
da articulación discur discursivsiva.a. E n todo caso,
25 Es necesario decir que l posición de Lacan con respecto a esta cuestión es algo ambivalente
y fluctuante.
26
Esto está convincentemente explicado por Jasan Glynos en un trabajo no publicado, O f
Signifiers, Signifieds and Remainders of Patticularit-y: hom Signifying Dissemination to
Real Fixity", presentado en el Seminario sobre Ideología y Análisis del Discurso de la U:ni
versidad de Essex el25 de febrero de 1998.

 
IDENTIDAD Y HEGEMONÍA .. 77

funciona como un significante puro en el sentido de que su función d e sig"·


niflCado dependería de su posición dentro de una cadena de significante
significante --una
- po
posi
sici
ción
ón que estará d e t , ~ r m i n a d a en parte por asociaciones "por el sentido"
( omo en e1 caso d e;. "rata y pene ") y en parte me d'1ant 1antee puentes verbal·';¡,
es_ ' en
el sentido de Freud.\El conjunto ~ e _ l a t i v a r n e n t e es:r;:¡_ble dettodas estas posÍdo··
- - ~ ~ ~ es lo que constituye uqa f o ~ ; m a c i ó n hegemóni(:a'lfDe modo q u ~ e por
~ a t e r i a l l d a d del significante" entenderemos no la sustai:lcia fQnica cOmo tal

sino la incapacidad de cualquier elemento lingüístico -sea f ó n i c ~ · ¿oncep


tual- de referirse directamente a signiflcado. Esto significa la prioridad del
valor sobre la signi:6.c..ación y lo q u ~ . Lacan llamó el p ~ r m a n e n t e - deslizan:úen-
to Ael significado bajo el s i g n i f i . c a n t ~ . - -
El punto final que hace posible dn intercambio fructífero entre l a teoría la
c3niana y el enfoque hegemónico d e la política es que, en ambos casos, cual
quier forma de no fijación, el desplazamiento trópico y similares, está
organizada alrededor de una falta original que, a l vez que impone una tarea
extra a todos los procesos de representación ---ellos deben representar no úni
camente u n determinado contenido óntico sino también el principio de repre
sentabilidad como tal-, también abre, en la medida en que esa tarea dual no
puede sino finalmente fracasar en su intento de sutura, el carnina a una serie
indefinida de sustituc sustituciones
iones que son
so n el fundamento mismo d e un historicismo
radical. Los ejemplos que elige Zizek en sus preguntas son muy relevantes pa
ra ilustrar este este punto,
punt o, Si l repetición se torna posible/imposible por una falta
primordial, ningún contenido óntico puede en últíma instancia monopolizar
la func
función ión ontológica de representar
representar la representabilidad
representabilidad como
com o ta
tall (del
(del mismo
modo que, como
com o he intentado mostrar, 27 la función de ordenar en Hobbes no
intentad o mostrar,
puede ser el privilegio especial de ningún orden social concreto; no es a t r i b ~ t o
de u n ~ sociedad buena, co1no en Platón, sino una dímensión ontológica cuya cuya
conexión con formaciones ónticas particulares es, por su propia naruraleza,
contingente). Por lo tanto, no hay posibilidad de "reinscribir el proceso d e re
identidad".- Por l misma razón, el sujeto ba
petición en la lógica metafísica de identidad".-
rrado, que evita que el proceso de interpelación encadene completamente al
"individuo" a una posición de sujeto, introduce u n área de indeterminacíón
que, entre otras cosas, posibilita las representaciones rpeifbmances] paródicas
'de Buder. Lo mismo se puede decir del estatus de la diferencia sexual, el cual

27 Véase Ernesto Ladau, "Subject of Politics. Politics o f the Subject", en: Emancipation s), ob.
cit., pp. 47-65.

 
 8 CONTINGENCIA, HEGEMONÍA, UNIVERSALIDAD

-como lo muestra ZiZek convincentemente- está vinculado no a algunos roles


sexuales e n particular sino a u n núcleo verdadero/imposible que puede entrar
al campo de la repreSe.Q-tación solamente a través de desplazamientos/encarna
ciones tropológicas. 28 E n términos de la teoría de la hegemonía, esto presen
ta una estricta homolOg
homolOgía ía con la noción de "antagonismo" como u núcleo
real que evita el cierre .del orden simbólico. Como hemos sostenido en repe
tidas ocasiones, los antagonismos n o son r e l ~ c i o n e s objetivas sino el punto
donde se muestra el limite de tod;1 o b j e t i v i d a ~ . Algo al menos comparable
comp arable te
nemos e n lo que dice Lacan cuando afirma que la relación sexual no existe.)
Por último, quiero agreg
agregarar que es
esto
toyy totalme
tot almente nte de acuerdo con Zizek en que
la noción de "falo" en Lacan no tiene necesariamente implicaciones falogo
céntricas. "Falo" como significante del deseo h a sido en buena medida reem
plazado en los últimos cursos de Lacan por el ob obje pet it a y esto hace posible,
jett petit

con el estudio d e todos sus efectos sobre la estructura


ción mayor claridad
del campo de laaun,
representación.
Querría terminar este capítulo reflriéndorne a la pregunta de Burler con
respecto a la relación entre política y psicoanálisis. Permítaseme simplemente
decir que una in(ervención teórica, cuando realmente marca una diferencia,
nunca se restringe al al campo
camp o de su fOrmula
fOrmulación
ción inicia
iniciaL
L Siempre
S iempre prod
p roduce
uce algún
tipo de reestructuración del horizonte ontológico dentro del cual se h a movido
el conocimiento hasta ese momento. Para mencionar alguno de los ejemplos
a los que Althusser era afecto, podemos decir que detrás de la ftlosofía plató
nica estila mat
matemá
emátic
ticaa grie
griega
ga;; detrás de lo
loss racionalismos
r acionalismos del siglo XVII, la roa
tematización de la naru na rurd
rdez
ezaa de Galileo,
Galileo, detrás de las teorías de Kant, la
física de Newton. D e modo similar, podemos decir que todavía estamos vi
viendo en el siglo de Freud, y me animaría a afirmar que buena parte de lo que
h a sido fructífero e innovador en la filosofía contemporánea es, en gran medi
da, el intento de extraer las consecuencias del descubrimiento freudiano del
inconsciente. Pero esta transformación no debe ser concebida como la incor,
poración d e u n nuevo campo regional para el análisis filosófico, sino más bien
como la apertura d e u n nuevo horizonte trascendental dentro del cual se de
be -repensa
-repensarr todo
to do el campo de la objetividad, c-Dmo una ampliación, en el ni ni
vel ontológico, del tipo de relaciones entre objetos que pueden ser pensados.
¿Q:ué implica, por ejemplo, afirmar que u n objeto es imposible y al mismo

tiempo necesario? ¿Qué efectos tendría un objeto de ese tipo en la restl\ Uctu-
28
Slavoj Zizek The Ticklish Subject ob. cit., cap. 6.

 
IDENTIDAD Y HEGEMO
HEGEMONÍA
NÍA . 79

ración de todo el campo de la representación? Vista desde esta perspectiva, la


teoría lacaniana debería consider;Úse como una radicalización y profundiza
ción de lo que estaba i n nuce contenido en el descubrimiento de Freud. Pe
ro, mirado desde ese ángulo, el psi_coabálisis no está solo; es el epicentro de
u_n a rta lsformac;ión más amplia que abarca todo el pensamiento contempo
l:áne _p. Es a este aspecto de nuestra discusión al que quiero pasar ahora.

N Objetividad retórica

Eh su trabajo, Zizek trata, repetida y firmemente, de-presentar la imagen de


un Lacan enteramente fuera del carnpo de u n posestructuralismo que él iden
tifica fundamentalmente con la deconstrucción. La frontera entre las dos tra

diciones se
es sumueve,
tesis? Epara él, alrededor de29 latrabajo
defensaque
lacaniana
admiro del
cogito. ¿Cuán
'::álida n su último libro, profundamente,
ZíZek comienza por afirmar que un "fantasma está rondando por la academia
occidental", el cual no es otro que el "fantaSma del sujeto cartesiano" .30 Nos
quedan1os, sin embargo, algo perplejos, luego de este espectacular comienzo
de lo que se anuncia como u n manifiesto cartesiano, cuando leemos en la pá
gina siguiente que el punto, por supuesto, no es volver al cogito bajo la for
m a en que esa noción dominó el pensamiento moderno (el sujeto pensante
aut_orransparente), sino sacar a la luz su olvidado
olvid ado lado o puesto, el excesivo, no
reconocido núcleo del cogito que está lej lejos
os d e constit11ir la imagen t r a n q u i l i ~
zante del yo [Seijl transparente". 31 Pues bien, hay que reconocer que ésta es
un forma muy peculiar de ser cartesiano. s co como
mo llamarse a sí mismo u n pla
tónico a ultranza y rechazar la teoría de las formas; o proclamarse urbi et or-
bi com.o kantiano, con la única salvedad
salvedad de que uno niega que las categorías
sean condiciones trascendentales del entendimiento. Es evidente que si Des
cartes hubiera aceptado el lado oculto al que se refier refieree Zízek,
Z ízek, habría conside
rado que su proyecto intelectual había fracasado irremediablemente. Y
también está claro para m í que uno no puede relacionar a Lacan con filóso
fos como Hegel o Descartes, en la forma en que lo hace Zizek, sin vaciarlos
de lo que constituye el núcleo de sus proyectos teóricos.

29 Slavoj ÍiZek, The Ticklish Subject ob. cit.


30
Ibíd., p. l
JI Ibíd,, p 2

 
80 CONTINGENCIA, HEGEMONÍA, UNIVERSALIDAD
1

Por lo tanto quisi


quisiera
era presenta
presentarr una perspectiva diferente e n lo que concier
ne a l a saga de la trayectoria intelectual del siglo XX. Los principales aspectos
serían los siguientes. El siglo comenzó con r res_ ilusiop.es de inmediatez, de la
posibilidad d e un acceso inmediato a las "cosas misn1as". Estas Husiones fue
ron _el referente el fenómeno y el signo y fueron el p _ ~ r ~ t _ Q _cl_e } 2 _ a _ _ t } d ~ d e ~
~ r e s t r a ~ c : i o n e s de la filoso a a n a l í t i ~ a _ l a f ~ q o r n e n o l o g í a y el e s t r u c t u r a l i s - ~ o .
A p ~ t i rese momento la historia de estas tres tradiciones ha ~ i d o n ~ f a b l e - 
de
mente similar: en algún momento en las tres, la ilusión d e inmediatez se de
sintegra y d a paso a una u otra forma de pensamiento en el que la mediación
discursiva se hace primaria y constitutiva. Esto es lo que le sucede a la filoso
fía analítica después de las Investigaciones filosóficas d e Wittgenstein, a la ffenoeno
menología
meno logía después de la analítica
analítica existencia
existenciall de Heidegger
He idegger y al estructuralismo
después de la crítica postestructural.ista del signo. Y, yo afirmaría, al marxis
mo después d e Gramsci.) Dentro de este marco histórico, resulta claro para
m í que uno de los mo1nenros más importantes en la crítica de la transparen
cia del signo lingüístico se eocuel -tra en las ingüisterías de Lacan, en su no
ción d e primacía del significante a la que hicimos referencia antes. Por lo
tanto, Lacan es, para mí, no sólo un posestructuralista, sino que representa,
además, uno de los dos momentos cruciales en la emergencia de un terreno
teórico posestructuralista. El otro es, por supuesto, la deconstrucción quepa·
l:a. m í extie
extiende
nde el
el campo de las casi infraestructuras indecidibles32 y, como re
sultado, amplía el área de lo que para Lacan son las "fallas en el orden
simbólico" 33 - e n un estilo más riguroso, en algunos sentidos, que cualquier
otra cosa que se pueda encontrar en ellacanianismo-.
L a forma que estoy proponiendo d e establecer la ruptura dominante que
gobierna la emergencia de un pensarni
pensarniento
ento que
q ue podemos apropiad
apropiadamente
amente lla
lla
mar "contemporáneo" es sin duda muy diferente ala sugerida por Zizek y ex
plica las divergencias parciales de nuestras lealtades intelectuales. Esto no
significa, sin embargo, que yo rechace in toto el criterio que usa_Zízek para
marcar sus fronteras intelectuales._ E l criteriO es válido, pero yo no afirmaría
que uno puede establecer, sobre esta base, una frontera dominante e n la for
m a que lo hace ZiZek
ZiZe k La frontefa de Ziiek queda establecida al confirmar la

32
Véase la sistematfz.ación de las "infraestructuras" de Derrida presentada por Rodolphe Gasché

yenLondre
The Tain o he Mirror. Derrida and the Philo.wphy o Reflection Cambridge, Massachusetts
Londres,
s, Harv
Harvard
ard Universi
University
ty Press 1986, segunda parte.
33
Bruce Fink, The Lacanian Subject ob. cit., pp. 30-3L

 
IDENTIDAD Y HEGEMONÍA .. 81

necesidad - en teorí
teoríaa lacaniana- de u n objeto que es simultáneamente imposi-
ble y necesario. La deducción de su posibilidad a partir de su necesidad --d no
reconocimiento de s u reverso, obsceno, _para usar las pala
palabra
brass de ZiZek-
ZiZe k- sería
sería
la limitación interna de la lógica de transparencia d e la modernidad; mientras
que la _posición opuesta, la negación de su necesidad a partir de su imposibili
imposibili
dad, sería el estigma d e la posmodernidad y el posestructuralismo (una asimi
lación algo forzada, por cuanto sería dificil incluir en ella a Derrida). Ahora
bien, con l necesidad de reivindicar la presencia de ambos lados --necesidad e
imposibilidad-, muy difícilmente podría yo estar en desacuerdo, dado que es
la piedra angular d e mi propio enfoque de la lógica hegemónica --el cual no
rechaza de plano las categorías de la teoría política clásica com_o "soberanía'',
"representación", "interés" y similares, sino que las concibe como objetos objetos pre-
supuestos por la lógica articulatoria hegemónica, pero que no son alcanzables,
en ~ r i m a instancia, por parte de ella--. Soy gramsciano, no baudrilhrdiano.
.-- Esta doble ~ o n d i i ó n de r ~ e : _ c e s i d a d e imposibilidad hace posible, entre
otras cosas, tres intentos: 1 comprender la lógica lógica p o ~ hi cual cada una de las
dos dimensiones subvierte la otra; 2) explorar la prod productuctivid
ividadad política de es
ti_ ~ b v e r s i ó n mutua - o sea, qué es lo que ella hace posible entender del fun
cionamiento de nuestras sociedades que vaya más allá de lo que se podría
alcanzar mediante la u.nilateralización de cualquiera de los dos polos-; 3) in
vestigar
vestig ar la genealogía de esa lógica indecidible, la _ fOrma e n que ella estab?- ya
subvirtiendo los textos centrales de nue nuestra stra tradici
tra dición
ón polític
políticaa y filo
filosóf
sófica
ica.. Una
intertextualidad
intertextu alidad siempre abierta es el terreno finalmente indecidible en el que
opera la. lógica hegemónica. ZiZek, sin embargo, construye su. discurso a tra
vés de una estrategia intelectual diferente:
diferente: privilegia el mon1ento de necesidad,
y sobre esa base construye una genealogía que ubica a Lacan dentro de la tra
dición racionalist
racionalistaa del Iluminismo,
Ilumini smo, debilitando
debilita ndo así sus
sus vínculos
vínculos con
c on tod
todaa la
la re
volución intelectual
intele ctual del siglo
siglo XX, aJ cual él en realidad pertenece. Sin embargo,
como el momento d e imposibilidad está realmente operando en los textos la
canianos y Zizek sería el último en negarlo-, él h a "lacanizado" la tradición
34
de la modernidad, muy visiblemente en el caso de Hegel, d e una forma que

34 Seamos precisos. El trabajo de :Zizek sobre los textos de Hegel es siempre agudo y merece
ser tenido en cuenta. Como dije antes, mi desacuerdo comienza sólo cuando él concibe sus
propios descubrimientos
gel, sin darse
da como
rse cuenta de que la única lógica que da fOrma al proyecto intelectual de He
el panlogicismo es parte central de aquél, y limita los efectos de
las posiciones retóricas que :Zizek está señalando.

 
82 CONTINGENCIA, HEGEMONÍA, UNIVERSALIDAD

considero muy poco legítima. En lugar de explorar la lógica de aquello gue se


deriva de la relación necesidad/imposibilidad, nos encontramos frente a una
decisión --
--en
en mi opinión-- arbitraria de privilegi
privilegiar
ar un polo de esa dicotomía,
en tanto que los efectos liln itados desde el comien
efectos del otro están severamente lilnitados
zo por ese privilegio iniciaL Esto no deja de tener algunas consecuencias para
el discurso de Zizek
Ziz ek con respect
respectoo a la
la política,
política, como
c omo veremos más adelante. Pa
ra ser complaciente por una vez con uno de esos chistes a los que Zizek es tan
afecm, yo diría que soy un bígbígamo
amo intelectual que trata
tra ta de explotar esa
esa ambi
güedad recurriendo a sus mejores posibilidades estratégicas, mientras Zizek es
un estricto monógamo (lacaniano) en teoría, que, no obstante, hace todo tipo
de concesiones prácticas ---este es su rev
rever
erso
so,, obsceno--
obsceno-- a susu nunc
nu ncaa públicamente
públicame nte
reconocida aman
a mante
te (la
(la deconstrucción).
Con esta conclusión en mente, podemos ahora
._.__ ah ora pasar a algunos
algunos temas más

generales
cuestión del queestatus
hacen de al lo
conocimiento
trascendental. social. Nos que
Yo diría referiremos, primero,
la dimensión a la
trascen
dental es inevitable pero que la trascendentalidad, en el sentido amplio del
término, es imposible (esa es la razón por la que podemos hablar de casi tras
cendentales).35 ¿Por qué esta imposibilidad? Porque la trascendentalidad ple-·
na regueriría, para comenzar, una prolija frontera demarcatoria con lo
empírico, lo cual no es asequible.r•No hay objeto ~ i n condiciones de posibili
dad que lo trasciendan (éste es el horizonte trascendental inevitable), pero co
mo este horizonte consiste en infraestructuras indecidibles -iteración,
suplemenrariedad, re-marca, y similares-   lmomento empírico de la la decisión
está en una compleja re rela
laci
ción
ón de interna¡ldad/extcrnalidad con co n el horizonte
trascendental.\a categoría de diferencii'] h a atravesado_ u n o n s i d ~ r a b l e pro .
ceso de inflación en el pensamiento contdrnporáneo; sin embargo, de sus mu
chos s o s , hay uno que yo considero particularmente f r u c t í f e r o : ~ que la ve
como aquello que cierra .una estructura mientras permanece a b s ~ i u t a m e n t e
heterogéneo.fYente a e l l a ~ S t a es la razón por la que m i respuesta a la pregun pregu n
ta de Burlet: r e f e r i d ~ : " J1t unicida
unicidadd o pluralidad de la l6gica l6gica metafísica de
identidad sería q u é ~ ~ ~ d e p e n d i e n t e m e n t e de sus muchas variaciones, e n t o 
das ellas queda u n n_úCleo duro de sentido) que es la negación del carácter
c.onsrit.utivo de la diferencia, la afirma. 1 · ó n de la o ~ b . ilidad de u n cierre de l a
estructura a través 4e sus propios recursos internos)

35 Véase Rodolphe Gasché, The Tain in the Mirror, ob. cit.

 
IDENTIDAD Y HEGEMONÍA . 83

Ahora podemos pasar a las diversas preguntas de Burler referidas a las ló
gicas sociales y su relación con las prácticas sociales. En primer lugar, ¿qué es
una lóglógica
ica social
social?? No estamos hablando, por supuesto, acerca de la lógica for
m l ~ · de una lógica dialéctica general, sino acerca de la noción que
está implícita en expresiones taJ-es co comomo la lógica del del parentesco , la lógica
_dd .mercado y otras similares.(Yo la caracterizaría como un sistema rarifi_ca··
do de objetos, como una grarríática o un grupo de reglas que hace que al-
gunas combinaciones y sustituciones resulten posibles y que excluye o t r a ~ ~ s
1
 h emos denornma
36
1 que, en nuestr
nuestroo tra baJo, ' d o d 'tsc::t_ ]...Q....,, 1o\ que en gener al
__

incide con lo que ~ l l . l ? _ ~ e p r í a l ~ ~ J d Ü a n a se l l ~ a simbólico') Ahora bien, bien, si


lo simbólico fuera todo lo que existe en la vida social, las lógicas sociales y
las prácticas sociales estarían exactamente superpuestas. Pero sabernos que
en las prácticas sociales hay algo más que la puesta en acto acto de lo simbólico a
través de actuaciones r.perfbrmances] institucionalizadas. Allí es donde reside,
en nuestro análisis, el momento de antagonismo, el que --corno señaláramos
antes- no es parte de la objetividad social sino el límite que la objetividad (lo
simbólico) encuentra para constituirse. Si bien nuestro análisis del antagonis
mo no se deriva de la teoría lacaniana, puede superponerse en gran medida
con la noción de Lacan de lo Real corno u n núcleo básico que resiste la si m··
bolización, como Zizek lo percibió muy tempranamente en su análisis de He He--
gemonía) estrategia sorialista publicado en 1985, casi inmediatamente
después de la publicación de nuestro libro. 37
Esta subversión de lo Simbólico por lo Real debe U ~ . Y ? - _ r s e ~ c:?-bo, sin em
bargo, O? Ó . ~ i ~ a s mater
materiasias primas
pri mas disponibles: las difúentes posiciones es es
tructurales que conforman el espacio simbólico. Este sistema de posiciones
-estructurales o distinci distinciones)ones) tiene, corno cualquier
cu alquier otra estructura
estru ctura lingü lingü.í.íst
sti
i
ca, sólo dos propiedades: sus relaciones de combinación y sustitución, lo que
en términos estrictamente lingüísticos serían las relaciones sinragmáticas y
paradigmáticas En términos de u n análisis social más amplio, estas corres
ponderían a la c l i ~ ~ i n c i ó n que hemos establecido e ~ l t r e lógicas de d i f e r e ~ c i a
(de i n s ~ ~ ~ ~ _ c i o n ~ i z a c i ó n de diferenciales) y lógicas de ~ q u i v a l e n c i a - - q u e cons-

36 Véase Ernesto Lacl


Laclau,
au, anotación sobre Discurso en Companion to Contemporary Politi-
cal Philophy, comp. pol Roben A. Goodin y Philip Pettit, OxfOrd, Basil Blackwell, 1993,
pp. 431-437.
3? Slavoj Zizek, La Société n'existe pas , en: L Ane, magazine du champ Freudien, núm. 17,
1986o 33.

 
84 CONTINGENCIA, HEGEMONÍA, UNIVERSALIDAD

truyen antogonisll}s;s
·;. sobre la base de la d i < _ : : : o ~ o m i z a c l ó n
- - -
del esp acio soci. al
-----
por
vJa_ de . ~ t . J - S t i t u c i o n e s Y y -
¿Qué - ; u ~ é d e cuindo nos movemos del lado puramente lingüístico de
las pd.cticas sociales a la
dimensión performativa en l que Butler está es-
pecialmente interesada? C ua ndo efE:ctuamos este movimiento n o estamos
estrictamente hablando, fuera de lo lingüístico porque si ---corno afirmamos
antes- el lenguaje es forma no sustancia el hecho de que tratemos con pala
bras e n u n caso y el otro es algo perfectamente compatible
con acciones e n
con el campo de una gramática unificada en la medida en que se mantenga
estrictalnente el principio de dife:rencialidad. Pero la dimensión performativa
ayuda a hacer más visible u n aspecto de toda acción significativa que una no
ción puramente logicista del lenguaje habría mantenido de otro modo en la
oscuridad: es u n hecho que la puesta en práctica de una regla estricta a trayés
d_e_1J_J} a actuación [pedQrmance] 'institucion-alizada es- e·n Jltima instancia im 
posible. La a p l i c a c i ó ~ de una rels:la i ~ p l i c a desde el c o m i e n z ~ · s u - P r ~ p i a sub
versión. Pensemos en la noción de iteración en Derrida: algo, para ser
repetible, debe ser diferente de sí mismo. O la concepción de Wittgenstein
con respecto a la aplicación de una regla: necesito una segunda regla para sa
berr cón
be cón1010 aplicar la primera, una tercera para saber cómo aplicar la segunda,
y así sucesivamente .. de modo que la única conclusión posible es que la_ i ?
tancia d e aplicación es interna a la regla misma y constantemente desPlaza a
~ s t a _ ..última.
última. La iffipOúáñCia é esta noción de una -cüf'itinuidad-.que opefa a
través de discontinuidades parciales es obvia para la teoría de la hegemonía.
Pero esta reflexión hace completamente visible una de las contribuciones
potencialm
poten cialmenteente más originales
originales de ButlButler
er a la
la teoría sociol
sociológi
ógica:
ca: su noció
n ociónn de
a c t u a c i ~ n peifbrmance] pa paró
ródi
dica
ca''''<
< Bude
Bu derr ha aplicado su nnococió
iónn sólo a ejem
plos muy precisos y no h a ido lo suficient suficientemente
emente lejos
lejos en la dirección de uni
versalizar
versaliz ar su propia noción, pero una lectura optimista d e sus textos m e hace
pensar que su generalización, si es plena plenamente
mente desarroll
desarrollada,
ada, puede decirnos
al
algogo realmente
realmente important
impor tantee en lo concerniente a la estructuración de la vida so
cial. M i ·argwnento sería el s i g u i ~ n t e : si una actuación [performance] paródica
implica la creación de una distancia entre entr e la
la acción
acción que está siendo realizada
realizada y
l a regla que está siendo puesta en práctica, y si la instancia de aplicación de la
regla es inte interna
rna a la re
regl
glaa misma, la parodia es constitut
constitutiva_
iva_ de toda acción so
cial. Por supuest supuesto,
o, la palabra parodia tiene u n lado jocoso, pero eso no es
esenci
ese ncial.al. Uno puede
pue de pensar en parodias
parodias muy trágicas de dimensiones univer
sales, como la de griegos y romanos actuada en el curso de la Revolución

 
IDENTIDAD Y HEGEMONÍA . 85

hecho, toda acción política -una huelgql{ un discurso durante


F r a n c e s a . ~ e
una eleccion, la reivindicación de sus derechos por partk' de un grupo oprimi
d o - tiene un compone
componente
nte paród
paródico,
ico, en tanto un cierto significado
significado que estaba
fijadO-dentro del horizonte de: u n conjunt9 de prácticas institucionalizadas es
d ~ P l a z _ a d ~ _hacia nuevos usos q ~ e subvierten su literallda'8.:¡Este movimiento
es -tropológico por cuanto el desplazamiento no está gobernado por una lógica
necesaria dictada por lo que está siendo desplazado, y catacrético por cuanto
los entes constituidos a través del desplazamiento no rienerr ningún significa
do literal fuera de los mismos desplazamientos de los cuales emergen. Ésta es
la razón por la que prefiero hablar no de parodia sino de lo socia] organizado
c ~ r i w un ~ s p a c i o retórico; no solamente porque de esa forma podemos e v i ~ ~ r
un _q1-alenrendido basado en 1?-S connotaciones joco,5as del término parodia, sino
tambiénn porqu
tambié porquee est estee último restringe
restringe indebidame
indebidamente nte los
los tropoi que podrían
pod rían ser
constitutivos de las identidades sociales.
Yo diría que el espacio de ese movirniento tropológico que subvierte el or
den simbólic
simbólicoo es el lugar de emergencia del Sujeto. E n ew Reflections on the
Revolution o f Our Time 38 h e sostenido _que Sujeto es la distancia entre lo
indecidible de la estructura estruc tura y la decisión
decisión.. Si lo que emerge del desplazamien-·
to tropológico estuviera preanunciado por lo que está siendo desplazado --o
si la lógiclógicaa del
del desp
desplazamiento
lazamiento estuviera
estuviera gobe
gobernada
rnada por una norma a priori
prior i es
es
pecificable-, la dimensión tropológica no podría ser constitutiva de lo social
(sería
(se ría simplemen
simplemente te un adorno
ado rno de la expresión ---como en la retórica antigua- fá
cilmente sustituible por una formulación literal). Si, por el contrario, el mo mo
vimiento tropológico es esencialmente catacrético, él es constitutivo y el

de la d e c _ i s i ~ l ~ no _re;conoce un principio de fundamentación externo


m ¿ m e ~ ~ q
mismo. C ~ f f i o dice Kierkegaard, citado por Derrida: "el momento de la
decisión es el momento de locura . Y como yo agregaría (lo que no h ~ r í a D e 
rrida): ése es el momento del sujeto antes de la subjetivación<
Este punto es crucial porque nos muestra la distinción 9ásica sobre la cual,
creo, se funda todo el análisis político y finalme finalmente
nte so
soci
cial
al.f
.fSi
Si tomamos
tom amos la con
cepción
cepc ión de decisión
decisión en los términ t érminos
os reciente
recientemente
mente preseniados, toda decisión
está inte
internam
rnamente
ente escindida:
escindida: es, es, por u n lado, esa decisión (un contenido ón 
tico preciso), pero, por otro lado, es una decisión (tiene la función ontológi-·
ca de proveer un cieno cierre a lo que estaba estnicturalmente a b i e r t o ~ ~ E l

38
Ernesto Ladau, New Riflections on the Revolution ofOur Time Londres y Nu
Ernesto Nuev
evaa Yo
York
rk,, Verso,
1990, pp. 60-68.

 
86 CONTINGENCIA HEGEMONÍA, UNIVERSALIDAD

punto crucial es que el contenido óntico no puede derivarse de l función on 


t o l ó ~ i c a y entonces el prim
primero
ero será sólo
sólo una encarnación transitoria de l últi
m a . ~ ~ - plenitud de la sociedad es un objeto imposible que
q ue sucesivo
sucesivoss contenido
c ontenidoss
contingentes Úatan de l?ersonificar a través d>..:t esplazarrüentos catacréticos. Es
to es exactamente lo que significa h e g e m o n í a ; ~ y es también la fuente de cual
quier libertad que p u e ~ a existir en la s o c i e d ~ i la cual no serÍa -Posible si la
"plenitud" de la sociedad hubiese alcanzado su "verdadera" fOrma óntica --la
buena sociedad, como en Platón- y el movimiento tropológico hubiera sido
reemplazado por una literalidad a ulrranza. 39
Éste es el momento de introducir una breve observación sobre la ética.
Muchas veces m e he enhentado con una u otra o tra versión d e la siguiente cues
tión: si la hegemonía implica una decisión que se toma e n un terreno radi·
calmente contingente, ¿cuáles son los fundamentos para decidirse por un

camino o por el otro? Zizek, por ejemplo, hace la siguiente observación: "la
noción de hegemonía de Laclau describe el mecanismo universa
universall del 'cemen
to' de la ideología que liga y une todo cuerpo sociaJ, una noción que puede
analizar todo
t odoss los órdenes
ó rdenes socio
socio políticos posibles,
posibles, desde el fascismo hasta la
democracia liberal; no obstante, por otro lado, Laclau propugna una opción
política determinada: la 'democracia radica1'". 40 Pienso que esta objeción no
es váLda. Se basa en una distinción estricta entre lo descriptivo y lo normativo
que deriva, en última instancia, de la separación kantiana entre Razón pura
y práctica. Pero ésta es, precisamente, una distinción que debería ser erosio
nada: no exi
existe
ste tal separación estricta entre
ent re el hecho y el valor. Una actividad

39 Es precisamente porque aprecio mucho las potencialidades de la noción de "actuaciones


[performances] paródicas" para una teoría de la hegemonía que algunas de las preguntas de
Butler me dejan algo perplejo. Ella pregunta: Si la diferencia. sexual es 'real' en el sentido
lacaniano, ¿significa que no tiene ningún lugar en las luchas hegemónicas?". Yo diría que
exactamente porqu la diferencia sexsexual
ual es real y no simbólica, porque no está necesariamen
te vinculada a ningún modelo a priori de posiciones simbólicas, es que el camino está abier
to para el tipo de variación historicista que Butler sosriene y que hace posible un juego
hegemónico. Lo mismo sucede con la otras preguntas de Butler: "Una lógica que invaria
blemente resulta en aporías, ¿produce un tipo de estatus opuesto al proyecto de hegemo
nía?". Si no hubi
hubiera
era aporí
aporías
as no habría ninguna posibilidad de hegemonía, pues se impondría
una lógica necesaria y adversa a las variaciones hegemónicas, sin discusión. Tenemos aquí la
misma relaci6n de subversión mutua entre necesidad e imposibilidad a la cual nos hemos
estado refiriendo desde el comienzo.
40
Zizek, The Ticklish Subject ob. cit., p. 174.

 
IDENTIDAD Y HEGEMONÍA . 87

práctica orientada
práctica orient ada hacia el valor se enfrenta con problemas, facilidades, resis
tencias, etc., que construye discursivamente como "hechos", hechos que, no
obstante, podrían haber emergido en su facticidad sólo desde dentro de tal
actividad. Una teoría de la hegemonía no es, en tal sentido, una descripción
neutral de lo que está sucediendo en el mundo sino una descripción cuya
~ o n d i . c i ó n misma de posibilidad es un elemento normativo que rige, desde el

comienzo mismo, cualquier aprehensión de "hechos" en cuanto hechos que


pLJ_edan existir.
Dicho esto, queda el problema de cómo pueden realmente articularse es
tas dos dimensiones, aun cuan cuando
do no puedan estar
estar totalmente separad
separadas.
as. Con
sidereinos el postulado de Marx acerca de una sociedad en la cual el libre
desarrollo de cada uno es la condición para el libre desarrollo de todos. ¿Es ése
un postulado ético o una declaración descriptiva? Sin duda s ambas porque,

por lado,
ria y,u npor
es una
el otro, u ndescripción
objetivo con delel movimiento y necesario
final que
cual se nos plde de la I--Iisto·
nos identifiquemos.
Si la libertad se concibe como autodeterminación, la distinción misma entre
libert
lib ertad
ad necesidad colapsa.
colapsa. El vínculo enrre los dos aspectos es tan estrecho
que 1nuy difícilmente
difícilm ente podría
po dríamos
mos hablar
hab lar de articulación. Por esa razón, es erró
neo presentar al marxismo clásico como una ciencia puramenre descriptiva,
purificada de todo compromiso ético. Lo que no tiene es un argumento ético
separado pues el proceso objetivo que.reconoce ya tiene una dimensión nor
mativa. Fue recién más tarde, cuando la fe en las leyes necesarias del desarro-·
llo histórico se puso en discusión, que se experimentó la necesidad de una
fundamentación ética del socialismo, y eso condujo a un retorno a los dualis
mos kantianos, como sucedió con Bernstein y el marxismo austríaco.
Entonces, ¿qué pasa con la hegemonía? U n enfoque hegemónico hegemónic o aceptaría
totalmente que el momento de lo .ético s el momento de la universalidad de
la comunida
comu nidad, d, el momento en que, más allá de de todo particularismo,
particula rismo, lo univer
sal habla por sí mismo. El otro lado de esto, no obstante, es que la sociedad
consiste solamente en particularidades y que, en ese sentido, toda universali
dad tendrá que estar encarnada
encarna da en algo
algo complet
completament
amentee inconmensurable con
ella. Este punto es crucial: _ 9 o hay nii:guna transición l ó g i c ~ de un momento
ético inevitable -en que la plenitU
plenitUdd de la sociedad se manifiesta como un sím
bolo vacío- a un orden normativo particular. Hay una inv rsión ~ = . l e a en los
órdenes_ Q J J p _ ~ t i v o s particu@.res pero n ~ ~ g ú n . o r ~ e n _ orrp_ativo_ que s e ~ - étlco
en sí y por sí. Por lo tanto, la verdadera cuestión de una étic.a contemporánea no
es el antiguo debate sobre la articulación entre lo descriptivo y lo normativo,

 
88 CONTINGENCIA, HEGEMONÍA, UNIVERSALIDAD

sino una cuestión que es mucho más fundamental: la relación entre lo ético
(como el momento de locura en el que la plenitud de la sociedad se muestra
tanto impos
imposible
ible como
com o necesaria) y los c o m p l ~ j o s descriptivos/normatú;os que son
necesaria)
las materias primas ónticas que encarnan, de u n modo transitorio, esa univer
salidad, esa plenitud evasiva. Hegemonía es, e n este sentido, el nombre para esa
relación inestable entre lo ético y lo normativo nuestra forma de rratar este
proceso infmito de inversión que extrae su dignidad de su p ~ 9 p i o f r a ~ a s o . El
objeto que recibe la irlvers16n es Un: obj objeto
eto eseilcialmente ético. Yo iría aun m_ás
lejos: es el único objeto ético. (Creo que Emmanuel Levinas avanzó e n cierta
medida
med ida hacia esa
esa distinción entre lo étiético
co y lo normativo mediante s u diferen
ciación entre ética y moralidad. N o obstante, no resistió la tentación de darle
algún tipo de contcontenido
enido a la ética,
ética, lo que disminuyó considerablemente el ra
dicalismo del innegable progreso
progreso que significó
significó su intervención.) Volviendo een
n
tonces a nuestra pregunta inicial, Y ?_ 4 . ~ ~ í a que "hegemonía" es _un en{oque
teórico que depende de la decisión esencialmente ética de aceptar, como hori
zonte de toda inteligibi
inteligibilidad inconmensurab ilidad entre-lo ético y lo nor
lidad,, la inconmensurabilidad
~ a t f v o (incluyendo este último lo descriptivo). Esta inconmensurabilidad es
fu_ente d e la desigualdad entre discursos, de u n momento de inversión que no
está dictado por la naturaleza de de su objeto
ob jeto y que, como resUltado, redefine los
términos de relación entre lo que es y lo que debería ser (entre ontología y éti
ca): la ontología es ética de un extremo al otro, puesto que t o d ~ a _descripción
depe lde d e la presencia a través a e sU aúsencia) de una plenitud que, en tan-·
to es la condición de toda descripción, hace totalmente ünposible cualquier
descripción purti Pero si bien con estas consideraciones hemos desplazado los
del debate de la distinción normativo/
t é r m i r ~ _ o s norma tivo/ descrípti
descríptivo
vo a una fundada en
la i n c _ O I ? m ~ n s u r a b i l i d a d entre ética y orden normativo, hemos dicho muy poco
acerca de las formas e n que esa inconmensurabilidad se negocia. Por lo tanto,
debemos comenzar a hablar de política<

,, V Polftica negociación de la universalidad

Si el momento de lo ético es el momento de una inversión radical (en el senti


do de que no hay nada en las características ónticas del objeto que recibe la in
versíón que predetermine que ese objeto, más que cualquier otro, debería ser
tal receptor), s e _ U ~ g a a dos conclusiones importantes. Primero, que únicamen
te el aspecto de una decisión que no está predeterminado por un marco nor-

 
IDENTIDAD Y HEGEMONÍA .. 89

mativo existente es, hablando con propiedad, ético. Segundo, que todo orden
normativo no es más gue la forma sedimentada de u n hecho ético inicial. Esto
explica por qué rechazo dos enfoques diametralmente opuestos que tienden a
universalizar las El prll_-:r1ero consiste en diferentes
variantes de una condiciones de la que
ética universalista decisión.
intenra rcirJ_t¡oducir u n contenido nor
mativo en el momento ético y subordinar la decisi decisión
ón a dicho contenido
conten ido por mí
nimo
ni mo que sea (Rawls
(Rawls,, Haberm
Hab ermas,
as, etcérera).
etcérera). El_seg
El_segund
undoo es el puro decisionismo,
la noción de la decisión como un fi t al que, dado que no tiene límites aprio
rísticos se lo concibe corno absolutamente sin límites. Entonces, ¿qué serían
esos otros límites que no son apriorísticos? La respuesta es que son el conjunto
de prácticas sedimentadas que constituyen el marco normativo de una cierta so
ciedad. Ese marco puede experimentar profundos trastornos que requieran
drásticas recomposiciones, pero nunca desaparece hasta el punto de necesitar
un acto de refundación total. N o hay lugar para Licurgos del orden social.
Esto conduce a otros aspectos que hay que considerar. Primero, que si
bien la inversión ética radical aparece, por un lado, como u n ~ der;:isión pura
por el otro lado debe ser aceptada colectivamente. Desde este punto de vista
opera como una Superficie para la inscripción de algo externo a sí misma --co
m o u n principio de articulación-. Para dar tan sólo un ejemplo: un predicador
milenarista, Antonio Conselheiro, estuvo durante décadas errando por el ser
tiío brasileño a fines del siglo XIX sin reclutar demasiados
demasiados adeptos. Todo canl-
bió con la transición del Imperio a la república y los nwnerosos cambios
administrativos y económicos que esto trajo, los que, de diversas maneras,
trastocaron
trasto caron la vida tradicional de las áreas rurales. U n día, Conselheiro llegó
a una villa donde la gente se estaba rebelando en contra de los recaudadores
de impuestos y pronunció las palabras que luego se iban a convertír en la
equivalencia clave de su discurso profético: "La República es el Anticristo." A
partir de ese punto su discurso fue una superficie de inscripción para todas
las formas de descontento rural y se transformó en el punto de partida de una
rebelión de masas que al gobierno le llevó varios años derrotar. Vemos aqu.í la
articulación ~ n ~ r e las dos dimensiones mencionadas antes: l)_La transforma-
c i ~ E : - J ~ los significantes de Bien y Mal en lo
loss de la oposición
oposición Imperi¿
Im peri¿/Repú
/Repú
blica es algo que no estaba predeterminado por nada inh inhere
erente
nte a los
los dos pares
de categorías, era una equiv equivalenc
alencia
ia contingente y en ese sentido, J-na decisión
radical. L a gente lo aceptó porque era único discurso válido que se ocupa
b:i ·ae su penurias. 2) Pero si ese discurso el hubiese entrado en conflicto con
creencias importantes e inconmovibles de las masas rurales no habría tenido

 
90 CONTINGENCIA, HEGEMONÍA, UNIVERSAL DAD

ninguna efectividad. Ésta es la fOrma en que yo establecería las distancias con


el "decisionismo"f[ el sujeto que toma l decisión es sólo parcialmente un su
jeto; él tawbién ~ n e s ~ e n a r i o de prácticas sedimentadas que organizan u n
marco normativo _que o p e r ~ _ c o ~ o una limitación sobre el horizonte de -
c i _ o _ ~ 1 : s r P e r ¿ si ese escenario p ~ r s i s t e a través
través de llaa contam
con tamina
inació
ciónn del mamen
ro d e decisión, yo diría 3Ldernás que la decisión persiste a través de la
subversión de c:se e s c e n a ; ~ ~ E s t o quiere decir que la construcción de u n es-
~ e n a r i o normativo c o m u r ü l a ~ i o (que es una operación política y de n i r ; : g ~ ~ a
manera sünplemente ética) se }leva a cabo a través de la limitación de lo ético
por lo normativo y a subve1:sión de lo normativo por lo éticOV ¿No es eStO
otra forma m;i.S de explicar de qué se trata la hegemonía? 5

Entonces, inscripción implica


implica una inver
inversión
sión que no se basa en ninguna ra ·
cionalidad precedente. Es constitutiva. Pero, ¿no podríamos decir que h po po

sición una inversión que está desde siempre ya contaminada por la


opuesta,norrnativa,
particularidad también está operando desde el principio? Porque
lo que debe ser inverti
invertido,
do, con el fin de que tenga una efectividad histórica real,
subvierte el objeto de la inversión al mismo tiempo que lo necesita para que
ese proceso de subversión se l.leve a cabo. Para ilustrar este punto daremos
otro ejemplo histórico: l a noción de Sord de b constitución de la voluntad
histórica a través del. mito de la "huelga general". 41 Este mito tiene todas las
caracterísricas de un principio ético; para funcionar como un mil:o verdade-·
ro, debe ser un vbjetO desprovisto de toda determinación particular, un sig
nificante vacío. Pero para estar vacío, debe implicar vacuidad como tal; debe
ser como u n cuerpo que puede mostrar su desnudez sólo por la propia ausen-
cia de vestído. 42 Supongarnos que yo participe de una demostración con ob··
jetivos particulares una huelga por aumento de salarios, la ocupación de una
fábrica por mejoras en las condiciones de trabajo. Todas esas demandas pue
den ser vistas como apuntapdo a objetivos determinados que una vez canse-

41
He presentado este argwnento con respecto a Sorcl en djversos ensayos. Véase especialmente
The Death and Resurrection of the Theory o f Ideology", en: journal ofPoliti
ofPolitical
cal Jdeologies
1.3 (1996): 201-20; y '-'The Politics of"Rhetoric", trabajo presentado en el coloquio sobre
"Cultura y Materialidad" que tuvo lugar en la Universidad de California, Davis, del 23 al
25 de abril de 1998.
42
En historia del
del arte, la distinción se suele hacer entre el desnudo (un cuerpo representado tal
como es, sin referencia al vestido, como en la escultura antigua) y lo desnudado (donde es
totalmente visible la ausencia de vestido, como en la pintura septentrional de fines de la
Edad Media y principios del Renacimiento).

 
ID ENTIDAD Y HEGEMONÍA. . 91

guidos ponen fin al movimiento. N o obstante, se las puede ver de una forma
diferente: a lo que las demandas apunran no es en realidad a los objetivos con-
cretamente especificados; éstos son sólo la ocasión contingente de lograr (de
u n modo parcial) algo que los trasciende completamente; la plenitud de la so-
ciedad como un objeto imposible que - a través de su misma imposibilidad
se vuelve totalmente ético. La dimensión érica es lo qu p rsút en una cade··
n a de hechos sucesivos hasta que e s t ~ s últimos son vi;tos corno algo qüe está
escil)di
esci l)dido
do de su propia
prop ia particularidad
particular idad desde el comienzo mismo. Sólo si vivo
una acción como encarnación de una plenitud imposible que qu e la trasciende, la
inversión se transfOrmará en una inversión ética; pero úniCamente si la mate
rialidad de la inversión no está absorbida.completamente por l acto de la in
versión como tal -si la distancia entre lo óntico y lo ontológico, entre la
acción de Ín1lertir (lo ético) y aquello en lo que se invierte (el orden normati

vo). no¿s1nacolma y
et:Ica, yo) .43nunca- podremos tener hegemonía política (pero también
Recapitulemos nuestras conclusiones fundamentales.

l La sustancia
sustanci a ética de la comunidad -el momento de su totalización o uni
versalización-
versalización- repres
represent
entaa un objeto que simul.táneamente imposible
necesario. Como imposible, es inconmensurable con todo orden normati··
vo; como necesario, debe tener acceso al campo de la representación, lo
cual es únicamente posible si la sustancia ética está invertida en alguna fo
for
r
m a de orden normativo.
2. Esªjnyersión, como no muestra ninguna conexión interna entre lo que es

invertidoc ~ _ yn t las
tegoría normas sociales que reciben la inversión, depende de la ca
r a l de decisí6n concebida como un acto de articulación no
f u ~ d ; d o en· ningún principio a priori externo a la decisión misma.
3. Dado que el sujeto constituido a través de esa decisión no es puro sujeto,
sino que es siempre el resultado parcial de prácticas sedimentadas, su de
cisión nunca va a ser ex nihilo sino un desplazamiento -dentro de las nor
m ~ ~ soci
social
ales
es existentes- del del objeto imposible de la inversión ética (las
formas alternativas de nombrarlo).

43 El mismo argUmento que he planteado en torno a Sord se podría aplicar a l dialéctica en
tre representabilidad/irrepresentabilidad
the en el discurso
Names o f God", en Sue Golding (comp.), mfstico. Véase Ernesto Ladau, On
The Englúh Tl chnologies ofOthemess Lon
dres, Routledge, 1997, pp. 253-264.

 
92 CONTINGENCIA, HEGEMONÍA, UNIVERSALIDAD

4. Toda decisión está escindida internamente: como lo requiere u n a situa


ción dislocada, es una decisión, pero también es esa decisión, ese cante-·
Q;ido óntico en particular. Ésta es la i s t i n ~ i ó n entre ordenar y orden ~ . Q t ~ e
entre lo ontológico y lo óntico: oposiciones ~ e e s t ~ n ~ ar
c a;mbiar y c_ambio,
t.iccladas de modo contingente a través de la inversión del_pri¡:p_ero de los
términos e n l segundo. Esta inversión es la piedra angular de la opera··
ción llamada hegemonía que, corno hemos visto tiene dentro d e sí un
componente ético. La descripción de los hechos de la vida social
social y los ór-
denes normativos sobre los cuales esos hechos se basan, que es compatible
con un enfoque hegemónico, es diferente de los enfoques que comienzan
por identificar lo étlco con u n núcleo normativo duro, y de los gue pos
tulan u n decisionismo total.
5. D e modo que la pre pregun
gunta ta ¿Cuáles
¿Cuáles son los
los fundamento
fundam entoss para
pa ra elegir elegir esta
opción y no otra diferente si la decisión es contingente? no es relevante.
Si las decisiones son desplazamientos contingentes dentro de órdenes co-
mun'itarios con ext
extua
uales
les,, ellaellass pued
pueden
en proba
p robarr su verosimilitud a gente que
vivee ·dentro de esos órdenes, pero no a alguien concebido como una men
viv
te pura fuera de cualquier orden. Sin embargo, esta c ¿ o n t e x . ~ l } a l l : p c _ ~ ó l r a -
9.ical del_ orden normatiyo/descriptivo _ha si<;lo _posible Ó J : ; : i _ c a g l e J - ~ t _ : ? ~ l a
descontextualizaciQI)- ~ - a ~ i c a l introducida por el momento ético.

Ahora quiero extraer un corolario de mi análisis que será crucial para el argu
mento que tengo la intención de presentar e n la segunda ronda de este inter
cambio. Si el momento ético está esencialmente vinculado a la presencia de
símbolos ~ a c í o s . e n la comtmidad, requiere urla ¡:>IOduCcl6n
comtmidad, la comunidad- requiere
COnstante ¿ ~ ~ ~ s ·affib6Iüs· para-que una vid
vidaa ética sea posible.
posible. Si la comuni
d ~ d , además de eso, debe ser una comunidad democrática, todo gira alrede
dor de la posibilidad de mantener siempre abierto y en última instancia,
indecidido, el momento de articulación entre la particularidad
particul aridad del orden nor
mativo y la universalidad del momento ético. Una absorción total d e este ú -
timo por el primero puede s o l a m ~ n t e llevar a una unificación totalitaria o a
la implosión de la comunidad a través de una proliferación de identidades
puramente particularísticas. (Esta es, en genera
general,l, la versión atomístic
atomís ticaa del sue
ño totalitario. El vínculo secreto entre ambas está dado a menudo por la de
fensa de fundamentalismos religiosos o étnicos en términos del derecho a la
diversidad cultural.) La única sociedad democrática es aquella que muestra
pennanenremente la contillge1Kii . de. sus p r ~ f > í o s -Círriie ñtOs o, en nuestros

 
IDENTIDAD Y HEGEMONfA
HEGEMONf A . 93

términos, que mantiene permanentem


términos, perma nentemente
ente abierta la brecha
brecha entre el momento
ético y el orden normativo.
Ésta-es, e n m i opinl
opinlón,
ón, la cuestión política fundamental que debemos dis
dis
cutir en este siglo: ¿cuál es el destino de lo universal e n nuestras sociedades?
¿Es una proliferación de particularismos - o su versión correlativa: la unifica
ción autoritaria- la única alternatíva en un mundo e n l cual los sueñ.os de
una emancipación hmnana global están desvaneciéndose rápidamente? ¿O
podemos pensar en la posibilidad de relanzar nuevos proyectos emancipato
rios que sean compatibles con la compleja multiplicidad de diferencias que
dan forma al tejido de nuestras sociedades actuales? Sobre estas preguntas se
centrará mi próxima intervención en este debate.
 
¿Lucha de clases o posmodernismo?
¡Sí por favor
Slavoj Zizek

La realización del mundo como mercado global, l reino i n i ~


viso de grandes grupos financieros, ere., son una realidad in-·
d.iscuúble que se ajusta, esencialmente, al análisis de Marx.
La pregunta es: ¿dónde encaja la política en todo esto? ¿Qué
clase de política es realmente heterogénea respecto de lo que
demanda l capital? Ésa es la cuestión
cuesti ón actu
actual.
al.
lain Badiou

EN UNA FAMOSA BROMA de los Marx, Groucho responde a la pre-


He r m a nos
gunta convencional: "¿Té o café?" diciendo "¡Sí, por favor ", es decir, con una
negativa a elegir. La idea básica implícita de este ensayo es que uno debería
responder de la mlsma manera a la falsa alternatíva que parece imponernos
actualmente la teoría crítica: o "lucha de clases'' (la anticuada problemática
del antagonismo de clclas
ases
es,, la producc
prod ucción
ión de materias primas,
prima s, et
etc.)
c.) o "posmo-
dernismo" (el nuevo mundo de múltiples identidades dispersas, d e contin-
gencia radical, de una irreducible pluralidad lúdica de luchas). Aquí, al
menos, podemos estar e n misa y también en la procesión. ¿Cómo?
Paraempezar, m e gustaría recalcar
recalcar lo
lo cerca que
qu e estoy de m.is dos compañe-
ros en esta empresa: en l trabajo de Judith Butler, así como en l d e Ernesto
Laclau, hay una noción central (o más bien, dos aspectos de la misma noción
central) que respaldo totalmente, pues la considero extraordinariamente pro-
ductiva. En l trabajo de Judith Butler, ;;de.I19ciónde reflexividad fundamen-
1
tal del dese_o humano y la noción (concomitante con la Primera, aunque

1 Más exactamente, la idea, ya presente en su primer libro, Subjects esire (Nueva York
Columbia University Press, 1987), de conectar la noción de reflexividad que aparece en l

95
 
96 CONTINGENCIA, HEGEMONfA, UNIVERSAL DAD

desarrollada posteriormente) 4 ~ ~ a p e g o s apasionados", de f1jaciones traumáti


cas que son inevitables y, a la vez, inadmisibles ---para seguir siendo oríerativas,
deben ser reprimidas-. En Laclau, es, naturalmente, la nqción de t ? n t r ~ g o _ r Í s m o

como algo fundamentalmente disti.p_to de la lógica de la diferencia- simbóli


co/ s ~ ~ ~ c ~ r a l , y_ la noción concomitante de la lucha b e g e m ó n i ~ _ ? - _ ~ p a r a llenar_ el
lugar vado de la universaL dad, como necesaria/imposible. En ambo; c a s o ~ ~ , - · e s - ·
tamos, por ende, frente a un término (universalidad, "apego apasionado") que
es simultáneamente imposible y necesario, repudiado e inevitable. Entonces
¿dónde está rrti diferencia con ambos? Definirla es más difícil de lo que parece:
cualquier intento directo de formularla por medio de una comparación entre
2
nuestras respectivas posiciones de alguna manera pascuía por alto lo esencial.
E n mi libro más reciente 3 me aboqué más detenidamente a la tarea de propo
ner el "mapa cognitivo" para rastrear estas diferencias; de modo que, para evi
tar la repetición, este ensayo está concebido como u n complemento de ese
libro, centrado e n un tema específico: l universalid
universalidad,
ad, la histori
historicidad cidad y lo ReaL
Otra observación introductoria: es muy probable que má. de una vez s
me pueda reconvenir porque en mi diálogo con Butler y Laclau no argumen
to en contra de su posición sino en contra de una versión popular adultera
d a a l a que ello elloss también se opondrían. E n esos casos, me declaro culpable de
arrtemano, haciendo hincapié en dos puntos: primero -probablemente e n un
grado mucho mayor del que soy consciente-, mi diálogo con ellos se basa e n
presupuestos compartidos, de modo que mis observaciones críticas deben
más bien considerarse como intentos desesperados por esclarecer m i propia
p o ~ i c i ó n a través de su clara delimitación; segundo, 1ni objetivo -y estoy se

guro, el objetivo de los tres- no es sumar puntos narcisistas contra los otros,
sino -para arri
arriesga
esgarr u na expr
expresió
esión
n pasada d
dee moda:- luchar con la Cosa
Cos a 1nis
1nisma
ma

psicoanálisis (la reversión de la regulación del deseo por el deseo de regulación, etc.) con la
reflexividad que aparece en el idealismo alemán, especialmente en Hegel.
Para empezar, deberíamos cuestionar q "deconstruir") la serie de preferencias aceptadas por
el deconstruccionismo actual como antecedente indiscutible de su esfuerzo: la preferencia
de la diferencia a la mismid::ld, del cambio histórico l orden, de la apertura l cierre, de la
dinámica vital a los esquemas rígidos, de la finitud temporal a la eter
eternidad
nidad .. Para mí, estas
estas
preferencias no son en absoluto evidentes.

Véase York, Zizek,


NuevaSlavoj The Tick
Verso 1999, ish Subject: capítulos
especialmente The .Absent
4 Centre o f Politicttl Ontology, Londres y
y 5 [traducción castellana: L espinoso
sujeto, Barcelona, Paidós].

 
¿LUCHA DE CLASES O POSMODE RNlSMO? .. 97

que está en juego, a saber, las (im)posibilidades de u n pensamiento político


radical y de una práctica política radical en el momento actuaL

Permítaseme comenzar con el concepto de h e g ~ m o n í a d_e La<:_lau, que propor


ciona una matriz ejemplar de la relación entre universaJidad, contingencia his
t ó ~ i c a . y ~ d l.írrlite de un Real impos_ible --debemos tener siempre presente que

estamos manejando aquí u n concepto preciso cuya especificidad con frecuen


cia pasan por alto (o reducen a alguna vaga vaga generalidad protogramsciana) quie
nes se refieren a él. El e l e m e n t o . i = ~ ~ v ~ del concepto de hegemonía radica en la
C ~ l l 1 e x i ó n c s m t i p , g _ ~ ~ t e ; : - ~ n ~ ~ e (elementos dentro del espa
? i f ~ r e n c i a s i D ~ E a s o c i a l e s

cio social) X_ ~ ~ " l í m i t e que s e p ~ a a la S ) _ < : = ~ e d a d propiamente dicha de la no so


c:
c:ieiedadadd (ca
(caos,
os, d
deca
ecadenc
denciaia total, diso
disoluci
luciónón ··¿e ··¿e to todos
dos los
los ví
vínculos
nculos soc
sociales) -el
iales)
límite entre lo social y su exterioridad, lo no social, puede articularse sólo dis
frazado de diferencia (delineándose e n torno de una diferencia) entre elementos
del espacio social-. E n otras palabras, el antagonis1no radical puede represen···
_ t ~ E s e sólo de una manera distorsionada, a través de diferencias particularesin
4
t ~ r n a s al sistema. La idea de Ladau es, por ende, que las diferencias e x t e ~ n a s
ya-y-siempre son también internas y, además, que el vínculo entre ambas es en
definitiva
defini tiva contingente, el resultado de la lucha política por la hegemonía, que
n o está inscrito dentl"ü del Ser social mismo de los agentes.
E n l a historia del ~ q i m o , lo que mejor ejemplifica la tensión que defi
h e g ~ m o p . í a s ~ o s c ~ i l a ~ - ~ 9 D . ~ n t - " ~ l ó g i c ~ ~ ~ y o l u d . o n ; l - " i a
ne el concepto de es la
r_adi<; aJ_ d , ~ Jp ~ q g i v a l e p ~ i a (Nosotros contra Ellos, Progreso c o n t r a - R ~ a · ~ ~ - i ó n ,
Libertad contra Tiranía, Sociedad contra Decadencia), que debía recurrir a
diferentes grupos contingentes para realizar la tarea universal de la transfor
mación social global (desde la clase trabajadora hasta los campesinos coloni
zados; véase también la oscilación de Sorel del sindicalismo izquierdista aJ
fascismo), y la reducción "revisionista" del programa. progresista a u.na serie de
problemas sociales particulares que debían resolverse gradualmente mediante

Vale la pena señalar aquí que el primero en formular la problemática que está en l base de
esta noción de hegemonía (un Uno que, dentro de la serie de elementos, ocupa el lugar del

Cero imposible, etc.) fue Jacques-Alain Miller, en su "Suture", intervención en el seminario


de Jacques Lacan del24 de febrero de 1965, publicado por primera vez en Cahiers pottr l'a-
naly 1 (1966), 37-49.

 
98 CONTINGENCIA, HEGEMONÍA, UNlVERSAL DAD

concesiones. E n líneas más generales, estamos suspendidos entre una visión


corporativa pura de la sociedad como u n Cuerpo donde cada parte ocupa su
lugar correspondiente y la visión revolucionaria radical de antagonismo entre
la sociedad y las fuerzas antisocíales ("el pueblo está dividido e n amigos y '7n.e
p::l g9..§ - ~ l _ ¡ ; J p u e b l o " ) . Y, tal corno pone de relieve Ladau, estos dos e ~ t r ~ ~ J p . o s en
d_efinitiva c¿-inciden: una visión corporativa pura debe expuls?;r dentro de la
pura externalidad a las f u e ~ z a s que se oponen a su noción orgánica del del Cuer
C uer
po social (la conspiración judía, etc.), reafirmando así el a n r ~ g o n i s i n o radi<;::al
e n ~ r e el Cuerpo social la_ fuerza _ e x t e r n ~ d¡;:__laj)es;ad.en-cia; mientras que la
práctica revolucionaria
revolucionar ia rad radica
icall debe apoyarse en u n elemento (clase) p rticul r
que encarna la universalidad (desde el proletariado marxista hasta los campe
sinos de Pol Pot). Parecería que la única solución a este callejón sin salida es
aceptarla como tal -aceptar que estamos condenados a_]?- l u c ~ u i n t e n n i . : ~ b l e
e n t ~ elementos particulares
particulares p a r ~ reemplazar
reemplazar la imposi
imposible
ble totalidad-
total idad-::
Si la hegemonía significa la representación, por parre de un sector social par
ticular, de una imposible totalidad con la cual es inconmensurable, entonces
basta con q u ~ h g ~ o s totalme
totalmente
nte vis
visibl
iblee el espacio de las sustituciones tro
p o l ó g i c ~ par:a pennitir que la lógica hegemónica opere libremente. Si la ple
nitud ae la sociedad es inalcanzable, los intentos por lograrla fracasarán
necesariamente, aun pudiendo, en l búsqueda de ese objeto imposible, resol
ver una variedad de problemas parciales. 5

Aquí surgen, no obstante, desde mi punto de vista, una serie de interrogan


tes. ¿Esta solución no implica la lógica kantiana del acercamiento infinito a
la ünposible plenitud como una suerte de "Idea reguladora"? ¿No implica la
postura resignadalcínlca de "aunque sabemos que fi-acasaremos, deberíamos
persistir e n nuestra búsquedá', la de u n agente que sabe que el Objetivo glo··
bal hacia el cual tiende es imposible, que su
s u esfuerzo supre1n
supre1noo fracasará nece:.
sariarnente, pero que no obstante acepta la necesidad de este Espectro global
como un aliciente necesario para darle la energía que lo haga empeñarse en
resolver problemas parciales? Más aun y éste es simplemente otro aspecto del
mismo problema), ¿esta alternativa ---h alternativa entre alcanzar la "totalidad
de la sociedad" y resolver una variedad de problemas parciales"- no es dema
siado limitada? ¿No es que -aquí, por lo menos- hay una Tercera Vía, aunqu a unquee

Ernesto Ladau, "The Polirics of Rhetoric", intervención en la conferencia "Cultura y Ma


terialidad", Universidad de California, Davis, 23-25 abril 1998.

 
¿LUCHA DE CLASES O POSMODERNISMO?" 99

defmitivarnente no en el sentido de los teóricos de l a Sociedad de Riesgo?


¿Qué pasa si cambia el principio estructuraL fUndamental mismo de la socie
dad, como sucedió con la aparición de la "invención d e m o c r á t i c a " ~ El paso
de l a monarquía feudal a la democracia capitalista, aun cuando no logró al
canzar la "totaJidad imposible de la sociedad", ciertamente hizo más que sólo
"resolver una variedad de problemas parciales".
U n contraargumento posible sería gue la ruptura radical de la "invención
democráticá' consiste en el hecho mismo de que lo que antes se consideraba
u n obstáculo al funcionamiento "normal" del poder (el "lugar vacío" del po-·
der,
de ent re este lugar y el que realmente ejerce poder, la indetermi
r, la distancia entre
nación últinn del poder) pasa a ser ahora su condición positiva: lo que antes
se vivía co1no una amenaza (la lucha entre más sujetos-agentes por llenar el
lugar de poder) ahora deviene la condición misma del ejercicio legítimo del
poder. El carácter extraordinario de la " i ~ v e n c i < ? l . d ~ m o c r á t . i c a " c . o n ~ i s t e , pues,
en el hecho de que -·para decirlo
decirlo en térmi.rlo.s hegelianos-la cont_ingencia del
poder, la brecha entre el poder qu lugar y el que ocupa .::llugar, ya no es só-
"en sí misma", sino que pasa a ser "por _si_rnisrna'', es r e C O l ] . O _ c ; i d ~ ~ x p l í c i t a - ·
~ e n t e ''como tal", reflejada en la estru_ctura misma .del Poder. 6 Lo que esto
significa es que -para decirlo en los bien conocidos términos derridanos- la
condición de imposibilidad del ejercicio del poder se convierte e n su condi
ción de posibilidad: así como la imposibilidad suprema de la comunicación
es lo que nos impulsa a hablar todo el tiempo (si pudiéramos decir lo que
querernos decir directamente, muy pronto dejaríamos de habla hablarr y callaríamos
para siempre), de modo que la incertidumbre y la precariedad suprema del
ejercicio del poder es la única garantía de qlf.e nos encontramos ante u n po po
der democrático legítimo.
Lo primero que habría que agregar aquí es, no obstante, que estamos ante
una serie de rupturas: dentro de la historia de la modernidad misma habría que
distinguir entre
ent re la ruptura
rup tura de la "primera modernidad"
modernida d" ("invención ("invención democ democrá rá"'
"'
rica'': la Revolución Francesa, 1a introducción de la noción de soberanía del
6
B'te cambio e5· análogo a la serie de cambios que caracterizan a emergencia de la sociedad
moderna como sociedad rq exiva: ya no "nacemos en nuestra forma de vida directamente;
más bien tenemos una "profesión", cubrimos ciertos "roles sociales" (todos estos términos de
notan
not an una contingencia irre
irreduc
ducibl
ible,
e, la distanci
distanciaa entre
entr e el sujeto humano abstracto y su forma
de vida particular); en el arte, ya no identificamos directamente ciertas normas artísticas co
mo "naturales", somos conscientes de una multitud de "estilos artísticos" históricamente
condicionados entre los cuales somos libres de elegir.

 
I 00 CONTINGENCIA
CONTIN GENCIA,, HEGEMONÍA, UNIVERSA
UNIVERSALID
LIDAD
AD

pueblo, d e democraóa, de derechos humanos .. ) y la r ~ t u r a contemporánea


de lo que Beck, Giddens y otros llaman la segunda mod modern
ernida
idadd (la ref
reflex
lexi
i
vización completa de l soci
sociedad)
edad)JJ Po
Porr otra part
parte,
e, llaa primera modernidad
ya caracr:erizada por la rensión inherente entre la democracia del pueblo
(Pueblo-como-Uno, Voluntad General) con su resultado potencialmente to
talitario , y la noción liberal de ti.bertad individual, ¿no está reduciendo acaso
al Estado a u n guardia nocrurno de la soci sociedad
edad c i v i l ~
es que nos encontramos entonces nuevamente ante la multi
La cuestión
tud de conftguraciones de la sociedad democrática, y est
estas
as configura
configuracione
cioness for
man una suerte de universalidad concreta hegeliana; es decir, n o nos
encontramos simplemente con subespecies diferentes del genus Democracia,
sino con una serie de rupt:uras que afectan la noción universal misma de De
mocracia:
mocracia: esta
estass sube
subespe
species
cies (la democracia libe
liberal
rallock
lockeana
eana inicial
inicial,, la democra
democra

cia totalita
totalitarid'
tensión rid' ...) aenlacierto
inherente
modo explican ( plantean , son generadas por) la
noción universal misma de Democracia política. Ade
más, esta tensión no es simplemente interna/inherente a la noción de Demo
cracia, sino que es definida por la forma forma en gue la Democracia se relaciona con
su Otro: no solamente su Otro político - n o Democracia en sus diferentes dis
fraces-
frac es-,, sin
sinoo pri
principalm
ncipalmente ente aquel que la definición misma de democraciJ. po-
lítica tiend
ti endee a excluir com comoo no política (la privadaa y la economía en el
(la vida privad
liberalismo clásico, ercérera). Si bien respaldo plenamente la tesis bien conocida
de que el gesto mismo de trazar una línea clara de distinción entre lo político
y lo no político, de plantear algunos ámbitos (economía, intimidad privada,
arte ...
... ) co
como
mo apolíríco
apolírícoss , es u n gesto político p r excellence, también m e siento

7 Permítaseme tomar la semi olvidada tesis de Francis Fukuyama sobre el Fin de la Historia
con el advenimiento del orden democrático liberal global. La opción obvia parece ser: o
acepramos la tesis supuestarnenre hegeliana del Fin de la Historia, de la forma racional de
vida social finalmente hallada, o ponemos de relieve que las luchas y la contingencia histó
rica continúan, que estamos lejos del Fin de la Historia. .. Mi idea es qu n ingunaa de las dos
quee ningun
opciones es verdaderamente hegeliana. Deberíamos, naturalmente, rechazar la noción inge
nua del in de la Historia en el sentido de la reconciliación alcanzada,
alcanzada, de la batalla ya gana
da en principio; no cbstante, con el orde
ordenn democrá
democrático
tico liberal
liberal c:api
c:apitalis
talista
ta global
global de hoy,
hoy, con
c on
su rég
régime
imenn de reflexivida
reflexividadd global , llegamos una ruptura cualitativa con toda la historia
global
hasta el presente; la historia, en cierto modo, alcanzó su .fin; en cierto modo, vivimos real
mente en una sociedad poshistórica. Dichos historicismo y contingencia globalizados son
los indicadores definitivos de este fin de la historia"< O sea que, en cierto modo, deberÍ<t
mos decir realmente que hoy, aunque la historia no haya llegado a su fin, la noción misma
de historicidad funciona de una manera totalmente distinta de antes.

 
¿LUCHA DE CLASES O POSMODERNISMO>
POSMODERNISMO> ... DI

tentado de darlo vuelta: ¿qué sucede si el gesto político p r excel ence, en su


máxima pU:reza, es precisamente el ge.<;to de separar lo político de lo no polí-·
tico, de excluir algunos ámbitos de lo político?

Permúasem.e, pues, analizar más de cerca la narrativa de Lacla.u que va del  

esencialismo marxista (el proletariado como clase u11iversal cuya misJón revo
h , l ~ i o - l a r i a está inscrita en su ser social mismO y por lo tanto, es discernible me

diante el análisis científico objetivo ) al reconocimiento posmoderno del


vínculo contingente, tropológico, metafórico-·metonímico entre un agente so so
cial y su tar tarea
ea . Una ve
vezz recon
reconocida
ocida esta contingen
contingencia,
cia, debemos aceptar que
n ? _ e _ ~ ~ t e una natural
C ? ~ ~ e l a c ;directa
i ó ne n t r ~ posición
posic ión soci
social
al de
te y sus tareas en la lucha política, ninguna nOrma de desarrollo por ~ e d i o de
un agen

la cual medir las excepciones -digamos, debido a la subjetividad política débil


de la burguesía en Rusia alrededor de 1900, la da.<;e trabajadora tuvo que qu e rea
rea
lizar p o r sí--rnisma la revolución burguesa-democrática .. - . 8 M i primera obs obser
er
vación aquí es que si bien est estaa narrativa izquierdis
izquierdista ta posmod
posmoderna
erna convencional
del pasaje del marxmarxismo
ismo esenc
esencialis
ialista
ta con el proletariado como tínico Sujeto
Histórico, el privilegio de la lucha económica de clase, etc., a la i r r e d u ~ i b l e
pluralidad de luchas posmoderna describe indudablemente u n proceso histó
rico real; sus partidarios, como regla, omiten la resignación que impliéa -la
aceptaci
acep tación
ón del capitalismo co comomo la única opción , la renuncia a todo in inte
ten-
n-
to real de superar el régimen capitalista liberal existente-. 9 Esta cuestión ya fue

8
El caso opuesto es aun más crucial y fatídico para la historia de la política marxis
marxista:
ta: no cuan
do el proletariado aborda la tarea (democrática) que dejó incumplida la clase precedente'',
la burguesía, sino cuando la tare
tareaa revoluc
revolucionaria
ionaria misma dedell proletariado propiament
propiamentee dicho
es abordada por alguna clase precedente , por ejemplo, por los campesinos conio la oposi
ción misma al proletariado, como la clase sustancial p r excellence, como en las revolucio
nes desde China a Camboya.
9
¿Acaso en la oposición actual entre las formas dominantes de la derecha y la izquierda polí
ticas lo que tenemos 110 es en realidad lo que Marco Revell
Revellii de
deno
nomi
minó
nó las dos derechas
derechas ;
que la oposición en realidad está entre la derecha populista (que se llama a sí mismamis ma de
de

que ) y la derecha
rechaactualmente, tecnocrát
tecnocrática
debido a su ica (que se la
populismo, llama a sí mis
derecha misma
ma nueva
se halla muchoizquierda'')
izquie
másrda'')?
cerca? La
de iro
ironía
nía es
articular
la postura ideológica real de la clase trabajadora tradicional (lo que quede de ella).

 
102 CONTINGENCIA, HEGEMONÍA, UNIVERSALIDAD

planteada de manera muy precisa en la perspicaz observación d e wendy


Brown: la influencia política de la política de identidad estadou
est adounide
nidense
nse con
con-·-·
temporánea parece lograrse en parte a traJJés de cierta renaturalización del c a ~
pitalismo .10 L a pregunta crucial que debe hacerse es, por lo tanto:

hasra qué punto lo que la crítica del capitalismo excluye es la conf-iguración


actual de políticas oposicionales, y no simplemente la pérdida de la alterna
tiva socialista'' o el triunfo ostensible del liberalismo en el orden global. En
contraste con la crírica marxista de un todo social y la visión marxista de trans
formación total, ¿hasta qué punto las polírlcas de identidad requieren una nor
ma interna a la sociedad existente contra la cual lanzar sus reclamos, una
norma que no sólo preserve al capitalismo de la crítica, sino que sostenga la
invisibilidad y la inarticulabilidad de clase n o incidental, sino endémica
mente-? ¿Es posible que hayamos tropezado con una razón por la cual la eh -
se es invariablemente nombrada pero rara vez teorizada o desarrollada en el
mantra multiculruralista, raza, clase, género, sexualídad'? 11

Se puede describir en términos muy precisos esta reducción de la clase a una


entidad nombrada
nombr ada pero rara rara vez teorizada'': una de las consecuencias impor
tantes y permantentes del llamado m a r x . i s i n o _ _ q ~ ~ 4 g ¡ . r a J enunciada por pri
mera vez por el joven Luckács es que -la estructura de clase-y-producto _del
capitalismo no es u n fenómeno sólo limitado l á n i b i t ~ ' ' p-artiCul:lr d ~ eco-·
nomía, sino el p r i n ~ i p i o e s t r ~ c t u r a n t e que sobredetermina t tota.Lldad sOcial,
desde la política hasta el ~ t e y la..religión. E n la polít política
ica multiculturalista pro
gresista de hoy, esta dim
dimens ensión
ión global del del capitalismo está suspendida:
suspendida : susu anti
capitalismo está red reduci
ucido do al modo en que el capitalismo alimenta la opresión
sexista/racista, etc. Marx afirmaba que en ia serie producción-distribución-in
tercambio-consumo, el término producción se inscribe por partida doble: es
w1o de los
los términos
térm inos d e la serie y simultáneamente el princi principio
pio estructuran
estr ucturan e de
toda la serie. E n tanto uno de los términos de la serie, la producción (como
principio estructurante) se encuentra a sí misma en su determinación oposi
cional'', 12 como decía Marx, usando .el término hegeliano preciso. Y lo mismo
vale para
pa ra la serie
serie política
pol ítica posmode
pos moderna rna clase-g
clase-géne
énero-r
ro-raza
aza .. : en clase como uno
de los términos de la serie de luchas particulares, clase como principio estructu-

10 Wendy Brown, States o.flnjury, Princeton, Nueva Jersey, Princeton University Press, 1995, p. 60.
11
Jbíd., p. 6L
12 Karl Marx, GnmdríHe Harmondswonh, Penguin, 1972, p. 99.

 
¿LUCHA DE CLASES O POSMODERNJSMO? ... 103

rante de la totalidad social se encuentra a sí misma en su determinación opo


.lciOn'
· al . 13 En 1a m e d 1d a en que 1 po 1'1t1ca
· pasmo derna promueve, e1ecn-
a ·

vamente, una suerte de politización


politización de la economía , ¿no es esta politización
similar a la forma en que nuest
nuestros
ros supermercados q u e fundarnentahTlente f .X-
cluyen de su campo de visibilidad el proceso real de producción (la manera e n
que las verduras y las frutas son
s on cosechadas y envasadas por n-abajadores lmni
grantes, las manipulaciones genética y otras en su producción y exhibición,
etc.
etc.)- presentan dentro del campo de las mercaderías exhibidas, como una
)--- presentan
suerte de ersatz el espectáculo de una pseud-producción (comidas preparadas
a la vista en patios de comidas , jugos de fruta fr uta recién exprimidos ante
an te los
los ojos
ojos
de los clientes, etcétera)? 14 Un izquierdista auténtico preguntaría, por ende, a
los políticos posmodernos la nueva versión de la vieja pregunta freudiana he
cha al judí
judíoo pperple
erplejo:
jo: ¿Po
¿Porr qué est
estáá diciendo qqueue habría que politizar la eco-
15
nomía, cuando
cu ando en realida politizar la economía? .
realidadd habría que politizar
13
En un nivel más general y fuera del propósito de es este
te ensayo- hoy debería vvolv olver
er a ser te
mático el estatus de la produccíón material) en oposición a la participación en el intercam
bio : : ~ i m b ó l i c o (es mérito de Fredric Jameson
Jameso n insistir una y otr-a vez en este punto). Para dos
filósofos tan diversos como Heidegger y Badiou, la producción material no es el sitio de V e r ~
dad-Hecho
dad- Hecho auténtico (como son la política, política, la filosofía, el arte .. ); lo
loss deconstructivistas en
general comiem.an con el enuncjado de que la producción también forma parte del régimen
discursivo, no fuera del ámbito de la cultura simbólica, y entonces siguen ignorándola y se
concentr
conc entran an en la cultura
cultur a .. ¿¿Est
Estaa represión
represión de la producción-
produ cción-no no se refleja dentro de la es
fera de la producción misma, bajo el disfraz de la división entre el sitio virtual/simbólico de
la plan
planifica
ificación ción-pro
-program
gramación
ación creativa
creativa y su ejecución,
ejecuc ión, su realiz
realización
ación m a n ~ r i a l , llevada a ca
bo cada vez más en talleres clandestinos del Tercer Mundo, desde Indonesia o Brasil a Chi
na? Esta división d e un lado, pura pu ra planificació
planif icaciónn sin fricc
fricción
ión , llevada a cabo en campus
de investig
investigación ación o eenn los abstractos rascacirascacielos
elos vidriados;
vidriados ; del otro
otro,, la ejecución su sucia
cia in
visible , tom<;da en cuenta por los planificadores principalmente bajo el disfraz de costos
ambientales , etc.-- es cada vez más radical en la actualidad ambos lados están incluso con
frecuencia separados geográficamente por miles de kilómetros-.
14
Sobre este espectáculo de pseudoproducción, véase Susan Susan Willis, A Primer for Dail:y L ~ f e ,
Nueva York, Routledge, 1991, pp. 17-18.
15
~ N o estoy acercándome con co n ello al reciente ataque de Richard Rorry al elitismo radical de
los estudios culturales (véase Richard Rorty; Achieving Our Coulítry, Cambridge, Massachu
setts, Harv
H arvard ard University
Universit y Pre
Press,
ss, 1998)
1998)?? La diferencia
diferenc ia es, no obstante, que Rorty parece defen
der la participación de la izquierda en el proceso político tal como es en los Estados Unidos,
resucitando el programa progresista Demócrata de los afias 1950 y comienzos de 1960 (par
ticipando en las elecc
elecciones
iones,, ejerciendo presión sobre el Congres
Congresoo .. ), no hac iendoo lo i r n p o ~
haciend
sible , es dec
decir
ir,, aapnnta
pnntando
ndo a la transformación de las coordenadas básicas mismas de la vida
social. Como tal, el pragmatismo comprom comp rometid
etidoo (político, no ffil
ilosó
osófi
fico)
co) de Rorty es, en

 
104 CONTINGENCIA, HEGEMONÍA, UNIVERSALIDAD

Entonces: e n la medida en que la política o ~ . m o d e r n a implica u n replie


gue t_eórico del problema de la dominación d e 1 ~ t r o del c;:tp-italismo , 16 es aquí,
en esta suspensión silenciosa del análisis de clase, que lOS encon_tra_Ql9.s_-ªllte
u n caso ejemplar del m e ~ a r ü . < > . P . J - 0 de desplazamiento ideol6gico: <:;uando el an-·
tagonismo de ¿lase es repuQiado, cuando su rOl estnictúfalite d a ~ e _ - e s - s t i s p ~ ñ ~
dido, otros indicadores de la diferencia social P ~ e d e n p a s ; ~ ; ~ ~ p ; ; ~ ~ ~ r un
pes¿¿ inmoderado;
pes inmode rado; d e hecho, pueden soportar wdo el peso de los sufrimien
tos producidos por el capitalismo además del atribuible a la marcación explí
citamente politizada", 17 E n otras palabras, este desplazamiento explica la
formaa de alguna
form alg una maner
man eraa exce
excesi
siva
va en que el discurso de la política de identi
dad posmoderna insiste en los horrores del sexismo, del racismo, etcétera --este
exce
exceso
so deriva del hecho de que est estos
os otros ismos deben
deb en soport
sop ortar
ar la in inve
ver··
r··
sión del excedente de la lucha de clase, cuyo alcance no es reconocido--. 18
Por supuesto
supuesto,, la respuesta de los posmodernistas sería que yo estoy esen
cializando la lucha de clases: hay, e n la sociedad actual, una serie de luchas
políticas particulares (economía, derechos humanos, ecología, racismo, sexis
mo, religiosa ... ), y ninguna lucha puede
pu ede afirmar ser la verdadera'', la cla clave ve de

última instancia, lo opuesto a la postura radical de los estudios culturales, que detesta la
participación real en el proceso político por considerarlo una concesión inadmisible: son dos
caras de la misma impasse.
16 Wendy Brown, ob. cit., p. 14.
17
Ibíd., p. 60. D e una manera más general, el exuemismo político o radicalismo excesivo
siempre debería interpretarse como un fenómeno de desplazamiento ideológico-político:
como un indicio de su opuesto, de una limitación, de una negativa a llegar hasta el fi11al"
realmente. ¿Qué fue el recurso l terror radical de los jacobinos, si no una suene de repre
sentación histérica que probaba su incapacidad de -perturbar los fundamentos mismos del
orden económico (propiedad privada, etcétera)? ¿Y no sucede lo mismo incluso con los lla
mados
mad os excesos
excesos de la correcció
corr ecciónn política? ¿Acas
¿Acasoo no revelan una retirada, es decir, se abstie-
nen de perturbar las causas reales (económicas, etc.) del racismo el sexismo?
18 Un ejemplo de esta suspensión de clase es el hecho, observado por Badiou. (véase Alain Ba

diou, L'abrégé du métapolitique, París, Éditions du Seuil, 1998, pp. 136-137), de que en el
discurso crítico y político actual, el térmirio trabajador desapareció del vocabulario,
vocabulari o, su
sust
sti-
i-··
mido y/o borrado por inmigrantes [trabajadores inmigrantes:
inmigra ntes: argelinos en Francia, turcos
en Alemania, mexicanos en los Estados Unidos] . De esa forma, la problemática de clase
la explotación de los trabajadores se transforma en l problemática multicu turalista del ra

cismo, la intolerancia,
protección de los derechos y la inversión
etc.; étnicos, etc. de excesiva de los liberales
los inmigrantes roulticulmralistas
extrae claramente en de
su energ1a la
la dimensión de dase reprimida .

 
¿LUCHA DE CLASES O POSMODE U'liSMOL lOS

otras .. E n general, el desarrollo mismo de Laclau (desde su primer


t:odas las
trabajo de avanzada, Política e ideología en la teoría marxista, hasta su clásico
convencional, escrito conjuntamente con Chantal Mouffe, .Hegemonía)' eJ -·
trategia socialista) se presenta como el proceso gradual de liberarse d e los úl
t ~ m o s remanentes de- esenciali
esencialismo
smo : 19 e n el primer lihro --siguiendo la
tradición marxista c l á s i c a ~ la economía (las relaciones de la producción y las
leyes económicas) sirve todavía como una suerte de "punto de anclaje onto
lógico para las luchas, de lo contrario contingecontingentes,
ntes, por la hegemonía (es de de
cir, en una forma gramsciana, la lucha por la hegen1-onía es, en última
instancia, la lucha entre la,s dos grandes
gr andes cl
clas
ases
es por
po r cuál de e l l ~ . P c ~ p a r _ á - h e g e 
monizará una serie de otras tare tareas
as históricas --liberac
--liberación
ión nacional, lucha cul
tural, etc.-). Recién e n el segun segundo
do libro, Lacla
Laclauu renuncia
r enuncia definitiva
definitivamente mente a la
vieja problemática marxista de infra y superestructura, es decir, el fundamento
objetivo de la lucha hegemónica superestructsuperestructural
ural en la infraestruc
infraestructura''
tura'' eco
eco
nómica -la economía misma es ya-y-siempre política'', u n sitio discursivo (uno
de los sirios) de las luchas políticas, de poderpode r resisten
resistencia,
cia, un ca
campo
mpo penetra
pene tra
do por lo indecidible pre-ontológi
pre-o ntológico co de dilemas aporías irrevoc..ables"---. 20
E n su libro H e g ~ m o n í a Lacl
Laclau au Mouff
Mouffee privi
privilegia
legiann claramente
clarame nte la l :cha
polftie;zp_qr la democracia; es decir, aceptan la tesis de Claude Lefort de que el
momenro clave en la historia política moderna fue la )_nvención democráti
ca" y ~ o d a s las derpás luchas son, e n última instan
instancia,
cia, la aplicación del prin
cipioo de invención democrática
cipi democr ática a otros ámb_itos: raza (¿por qué no habrían de
ser iguales las otras razas?), s r ; . ~ g religión, economía .. En suma, cuando nos
hallarnos ante una serie de luchas particulares, ¿no hay siempre una lucha
que, aunque parez
parezcaca funcionar como una e n la serie, efectivamente provee el
horizonte de la serie como tal? ¿No es ésa también una de las consecuencias
de la noción de hegemonía? e modo que, e n la medida e n que concebilnos
la democraci
democraciaa radical
radical plural como la promesa de que la democracia
democraci a plural
las luchas por la libertad la igualdad
iguald ad que engendr
engendraa deberían profundizarse
y ampliarse a todas las esferas de la sociedad , 21 ¿es posible extenderla
extender la simple
simple
mente a la economía como otro nuevo terreno? Cuando Brown pone de re-·
lieve que si el marxismo tuvo algún valor analítico para la teoría política, no
fue por la insistencia e n que el problema de la libertad estaba contenido en

19
Theories ofDiscmme, Oxford, Blackwell, 1999, p. 36.
20 Jacob p. 38. New
Ibíd., Torfing,
21
Ibíd., p. 304.

 
  06 CONTINGENCIA, HEGEMONÍA, UNNERSAL DAD

las relaciones sociales implícitamente declaradas no políticas" -es decir, natu


raliza
ralizadas
das-- en el discurso liberal",   sería demasiado fácil aceptar el contraar
gunlento de que la política posmoderna, naturalmente, avala la necesidad de
desnaturalizarlrepolitizar
desnaturalizarlrepolitizar la economía,
y que su idea es precisamente que d e 
berían desnaturalizarse/ re politizarse toda una serie de otros ámbitos (relacio
nes entre los sexos, lenguaje, etc) n o deconstruidos" por Marx. La_pqlitica
posmoderna definitivamente ~ i e n e el gt:an mérito de que "repolitiza" u n a se
rie d e ámbitos anteriormente considerados "apolíticos" o "privados"; lo cier
to sin embargo, que JO r e _ p o l . i t i z _ ~ de hecho e _ c ~ p ~ _ t a l i s n ~ o ya que _la noción
y la.fvrma misma de lo p;Íítico dentro del cual opera se funda en la ''clespoliti-
zación de la economía. Si debemos jugar el juego posmoderno de la plurali
dad de subjetivizaciones políticas, es formalmente necesari
necesarioo que no hagamos
ciertas preguntas (sobre cómo subvenir el capitalismo en sí, sobre los limites
constitutivos de la democracia política y/o el Estado democrático en sL.).
m odo que, nuevamente, a propósito del contraargumento obvio de : a c L ~ ~
De
ele
que lo Político, para él, no es u n ámbito social específtc_o. sln.o._.eLf.9git1Pto
m i s f f i ~ de decisiones contingentes que- fundan lo Social, yo respondería que
la- emergencia posmodern:i de nuevas s . u b j ~ t i ; i d a d e s · políticas múltiples cier
tamente no alcanza este nivel radical del acto político propiamente dicho.
Lo que me siento tentado de hacer aquí es aplicar la lección de la "univer
salidad concreta'' hegeliana a la "democracia radical": la noción de Laclau de
hegemonía es de hecho cercana a l noción hegeliana de "universalidad con·
creta'', e n la cual la diferencia específica se superpone con la diferencia cons
titutiva del genus mismo; como en la hegemonía de Laclau, en la cual la
brecha antagónica entre la sociedad y su límite externo, l a no-sociedad (la (la di
solución de los vínculos sociales), es delineada en torno de una diferencia es es
tructural intrasocial. Pero, ¿qué hay de la infame "reconciliación" hegeliana
entre Universal y Particular rechazada por Laclau en razón de la brecha que
separa para siempre lo Universal vacío/imposible del contenido particular
23
c o ~ t i n g e n t : e que lo hegemoniza? Si miramos más atentamente a Hegel, ve-

22 'Wendy Brown, ibíd., p. 14.


23 En otras Palabras,
Palabras, "universalidad concreta"
concreta" signific
significaa que to
toda
da defi
definición
nición es en última instan
cia circular, que está obligada a incluir/repetir el término que se definirá entre los elemen
tos que aport:ln su definición. En este sentido preciso, todas las grandes definiciones
materialistas progresistas son circulares, desde la "definición" del significante de Lacan ("un
significante es lo que representa l sujeto para la cadena de todos los otros significantes")

 
¿LUCHA DE CLASES O POSMODERN SMO? .. 10 7

mas que
qu e --e
--enn la medida
medid a en que cada especie E'at-ricular de un genus no "se ajus··
ta'' a su genus univ
univers
ersal-
al--- cuando
cua ndo finalmente
finalme nte llegamos
llegamos a una es
espec
pecie
ie particula
part icularr
que se ajusta plenamente a su noción, la noción universal misma se tramforma
en otra nocíón. forma histórica existente de Estado se ajusta plena
Ninguna
mente a la noción de Estado; la necesidad de u n paso dialéctico de Estado
("espíritu objetivo", historia) a Religión ("Espíritu Absoluto") involucra el he··
cho de que sólo u n Estado existente que efectivamente se ajusta a su noción
es una comunid d religiosa -lo cual, precisamente, y no es u n Estado-. Aquí
encontramos la paradoja
paradoja propiamente dialéctica de la "universalidad concre
ta'' como historicidad: en la relación entre un genus y su subespecie, una de
éstas siempre será el elemento que niega el rasgo universal mismo del genus.
Diferentes países tienen versiones diferentes del fútbol; los estadounidenses
no tienen fútbol, porque el baseball es su fútbol". Esto es análogo a la famosa
afirmación de Hegel de que el pueblo moderno no reza por la mañana porgue
leer el diario es la oración de la mañana. De la misma manera, al desintegrarse
el socialis1no, escritores y otras asociaciones culturales actuaron como partidos
políticos. Quizás, en la historia del cine,
cine, el mejor ejemplo es la relación entre
los westerns y las películas de ciencia ficción: actualm_ente, ya no tenemos wes
terns "sustanciales", porque las aventuras del espacio ocuparon su lugar, es de
cir, fas aventuras espaciales son lo.\ western.r. D e modo que, en la dá.sificación
de los westerns, tendríamos que complementar la subespecie convencional

es
hasta la
triturar, definicióntrabajar
aplastar, revolucionaria (implícita)
implacablemente de hombre un
para producir ("hombre aquelloEnque
nuevo hombre"). hay que
ambos ca
sos, tenemos la tensión entre l serie de elementos "ordinarios" (significantes "ordinarios",
hombres "ordinarios" como el "material" de la historia) y el elemento exce excepcio
pcional
nal "vado" (el
unary "significante amo", el Hombre Nuevo" socialista, que también es en un primer mo
mento un lugar vacío para llenar de contenido positivo a través de la agitación revoluciona
ria). En una auténtica revolución, no hay una determinación positiva a priori de este . 1

Hombre Nuevo ·-es decir, una revolución no es legitimada por l noci noción
ón positiva de cuál es
i
la esencia del Hombre, "alienado" en las condiciones actuales y que debe realizarse a través
del proceso revolucionario: la única legitimación de la revolución es negativa, una voluntad
de romper con el P a s a d o ~ . De modo que, en ambos casos, el sujeto es el "mediador evanes
cente" -entre estos dos niveles, es decir, esta estructura tautológica torcida curvada en la cual
está incluida, contada, una subespecie en la especie como su propio elemento, es la estruc
tura misma de la subjetividad. (En el caso de "hombre", el sujeto revolucionario · P a r t i d o ~
es el "mediador evanescente" entre los hombres "normales" corruptos y el Hombre Nuevo
emergente: representa l Hombre Nuevo para la serie de hombre "ordinario").

 
l08 CONTINGENCiA, HEGEMONÍA, UNIVERSALIDAD

con película d e ciencia ficción como reemplazante no-western del western de


hoy. Es crucial aguí esta h ~ ~ ~ : : s ~ _ c ; : c j _ c ? - ~ ~ - _ d ~ g ~ n u s _ di-le_ entes, e s t ~ s u p ~ ~ p o s i c i ó n
pan;:i_;;J_ ~ k dos l,l;niyersales: el western la película d.el espacio no son ~ á r n p l e -

rnente dos géneros diferentes, se intersectan ---es decir, en cierta época, la pelí
cula d d espacio se convierte en una s11bespecie del western (o el western es
"cancelado" e n la pel.ícula espacial) ...--. Del mismo modo, "mujer" deviene una
d e las subespecies de hombre, el Daseinsana{yse heideggeriano una d e las su
bespecies d e fenomenología, "cancelando"
"cancelando" la universalidad precedente; y -vol
viendo a una "dem
"democrac
ocracia
ia radicaJ'
radicaJ'-- del
del mismo modo, la democracia radical"
que fue realmente "radical" en el sentido de politizar la esfera d e la economía
·
ya no sería, prectsamente, una democracza · \po
1 ¡· · ) .24 E sto, por supuesto, no
ttzca
significa que, d e hecho, la "totalidad imposible" de la Sociedad se realizaría:
simplemente
simplem ente sig
signifi ca que el límite de lo imposible se trasladaría a otro nivel).
nifica

24 Como tal, la universalidad concreta se vincu


vincula
la con la no
noción
ción de reduplicatio simbólica, de la
brecha
brec ha mí nimaa entre un rasgo "real" y su inscripción simbólica. TOmemos l oposición en
mínim
tre un hombre rico y un hombre pobre: desde el momcn.m en que estamos frente a una re·
dupHcatio, ya no bas1:a con decir que la especie del hombre puede subdividirse en dos
subespecies, los ricos y los pobres, los que tienen dinero y los que no --es muy significativo
decir que también hay "hombres ricos sin dinero" y "hombres pobres con dinero", es decir,
personas que, en términos de su estatus simbólico, son identificados como "ricos", pero es
per dieron su fortuna; y personas que son identificadas como "pobres" en tér
tán quebrados, perdieron
minos de su estatus simbólico pero que de golpe se hicieron ricas-. La especie "hombres
ricos" puede, por lo tanto, ser subdividida en hombres ricos con dinero y hombres ricos sin
dinero, es decir, la noción de "hombres ricos" en cierto modo se incluye a sí misma como
su propia especie. Siguiendo esta misma línea, ¿no es verdad que en el universo simbólico
simplementee una de las dos subespecies de la humanidad, sino "un
patriarcal, "mujer" no es simplement
hombre sin pene"? Más precisamente: habría que introducir aquí la distinción en1Ie falo y
pene, porque falo como significante es precisamente la reduplicatio simbólica de pene, de
modo que en cierto sentido (y ésa es 1a noción de castración simbólica de Lacan), la presen
cia misma del pene indica la ausencia delfido ---el hombre lo tiene (el pene), y- no es él (el fa
lo), mientras que lo que no riene la mujer (el pene), la s (el falo)-. Por lo tant tanto,
o, en la versión
masculina de la castración, el sujeto pierde, s privada de lo que, en primer lugar, nunca pose·
ó (en perfecta oposición con el amor, que,_ según Lacan, significa dar lo qu uno no tiene).
Q u i z á ~ esto también nos muestra la forma --una de las las for
forma
mas-
s--- de redimi
redimirr la noción de Pe
nisneid de Freud: ¿qué pasa si esta infortunada "envidia del pene" debe concebirse como una
categoría masculina?; ¿qué pasa si designa el hecho de que el pene --que es lo que u n hom
bre en realidad tiene-· nunca es eso, el folo, y que aquel siempre es deficiente respecto de es
te último
último (y esa
esa brecha también puede expresa
expresarse
rse en la
la típica noción fillt
filltásmi
ásmica
ca ma
mascul
sculina
ina
de que siempre hay por lo menos otro hombre cuyo pene "realmente es el falo", que real
mente encarna
encarna la plena potencia)?

 
¿LUCHA DE CLASES O POSMCJDERNISMO? .. 109

Y ¿qué pasaría si lo Político en sí (la lucha radicahnente contingente por la he


gemonía) también fuera dividido/barrado en su noción misma? ¿Qué pasa si
puede ser operativo sólo en la medida en que "reprime" su naturalez.Lt radicalmen
te contingente, en fa medida en que sufre un mínimo de "naturalización'? ¿Qué
pasa si la tentación esencia1ísta es irreducible: nunca tratarnos con lo Político
"a nivel de s u noción", con agentes políticos que avalan plenamente su contin
gencia y la salida de este iTnptzsse mediante nociones como "esencialismo es
tratégico" está definitivamente condenada al fracaso-?
M i conclusión consistiría, pues, en poner d e relieve que la imposibilidad
presente en la noc_ión de antagonismo de Laclau es doble: "antagonismo r ~ d i -
cal" n o sólo s-ignifi0 que es irnposible.representarlarticular adecuadamente la
t{Jta i4-ad dt, : la So_ciedad ·-en u n nivel au11 más radical, es también imposible re
preseJJ:tarlar
preseJJ:tarlarticufar
ticufar .adecuad.amente
.ad ecuad.amente este a n t a g o n i s m o l n e g a t i ~ i d a d m i s ~ o _ que i m-
a la Sociedad alcanzar suplemt realización ontd ógica-. Esto significa que
p ~ c j e
la fantas
fantasía
ía ideológica n o es simplemente la fantasía de l a totalidad imposib
imposible
le
de la Sociedad: la Sociedad es imposible, esta imposibilidad en sí es
n o sól(_)
t á representada-positivizada d e manera distorsionada dentro de u n campo
ideológico; ése el rol. de l a fantasía ideológica (digamos, de la conspiración ju 
día)<25 Cuando esta imposibilidad es representada en u n elemento positiv
positivo,
o, l
imposibilidad inherente es transformada en u n obstáculo externo. "Ideolo
gía'' es también el nmnbre de la_ g?-rantía de que ltz n_egatividad que impide a
la Sociedad alcanzar su to
tota
tali
lida
dad
d existe
existe rea[ine
rea[inente
nte,, que t _ i ~ n e un_a e ~ ~ t e n c i ~ po
s i r ~ Y a b a j ~ e~_ 4 i s f r ~ de gran Otro qu,e maneja los h l J ~ s d e la vid_a social,
c ~ ~ 0 1 0 ~ j ~ d í o s en la noción antisem
antisemítica
ítica de la "conspiración jjudía"
udía".. E n su
su 
ma, la operación básica d e ideología es n o sólo el gesto deshistorizador d e
t r a n ~ f o i i D a r u n obstácu
obstáculo
lo empírico e ~ la condición eter_p_a (mujeres, n ~ g r o s ...
son"por
son"por naturaleza subordinados, etc.), sino también el gesto opuesto de trans
portar el cierrelimposibilidad_a priori d e _ i j _ ~ - c : ~ p o a ~ n obs d:Clilo ; n _ ; : p ~ r l c o .
Laclau es perfectan1ente- c o ~ s c i e n t e de esta parad¿j::l c ~ a n d o . d e D . U D ~ é i ~ c o m o
ideológica la noción misma d e que, después de la revolución exitosa, surgirá
una sociedad n o antagónica y transparente. N o obstante, este rechazo justifi··
cado d e la totalidad de la Sociedad posrevolucionaria no justifica la conclu
sión d e que debemos renunciar a u n proyecto d e una transformación social
global y limitarnos a los problemas parciales que deben resolverse: el salto de

25 Me baso aquí en el trabajo de Glyn Daly, "Ideology and its Paradoxes: dimensions o f fan-·
tasy and enjoyment", en: The Journal o fPoliticttlldeologies, voL 4, núm. 2, junio de 1999.

 
 
110 CONTINGENCIA, HEGEMONÍA, UNIVERSALIDAD

una crítica d e la metafísica de la presencia a una polftica gradualista refor


mista
mista antiutópica
antiu tópica constituy
cons tituyee u n cortocircuito ilegítimo.

[JJ

: Al igual que la noción de Laclau de universalidad imposible/necesaria, 1a re.


flexión de ~ u t l e r acerca de la universalidad es mucho á s refinada que la de
n ~ _ n ~ a historicista convencional
convencion al de to
toda
da universalidad
universa lidad como com o fal
falsa'
sa'',', o sea,
sea,
que privilegi
privilegiaa secretamente algún contenido particular,
particular, reprim re primiend
iendoo o exclu
:1 yendo a la vez otro. Ella es perfectamente c ; q n s c _ ü ~ n : t e de que la universalidad
es ineludible, y su idea es que -si bien, narutalmente, cada figura histórica de
terminada de universalidad involucra u n conjunto de inclusiones/exclusio
nes- la universalidad s i m u l t á n ~ a m e n t e abre y sostiene el espacio para
cuestionar
cuesti onar estas
estas inclusiones/exclusiones, par paraa renegociar lo loss límites de éstas
éstas
: como parte de la lucha ideológ)co--pol.ítica presente por la hegemonía. La no
ción predominante de derechos humanos universales , por ejemplo, excluye
- o , por lo menos, reduce a un cstatus secundario- u n conjunto de prácticas
;jj
,J¡
y orientaciones sexuales; y también sería demasiado siinplista aceptar el jue
go liberal convencional de simplemente insistir en que habría que redefinir y
J ampliar nuesua noclón de derecho derechoss humanos
humano s para incluir también todas es
:i
i ras prácticas aberrantes -lo que el humanismo liberal convencional subes
tima es el grado en que estas exclusiones son constitutir;as de la universalidad
neutral de los derechos
derechos humanos,
humanos , ddee modo que su inclusión real entre és
tos rearticularía radicalmente, y hasta debilitaría, nuestra idea del sentido de
humanidad en derechos humanos -. No obstante, la lass inclusiones/exclusio
nes implícitas en la p 9ción hegemónica de derecho$ h ú ~ . ¡ ~ O s universales no
so·;_ fijas y simplemente consustanciales con esta uniVersalidad, sino aqueUo
que está en juego eñ la contico ntinua
nua lucha ideológ
ideológico-
ico--pol
-políti
ítica,
ca, algo que puede ser
negociado y redefinido; y la referencia a la universalidad puede servir preci
samente como herramienta suscep susceptib tible
le de estimular
estimular dichos cuestionamiento
y renegociación ( Si hablan de derechos humanos universales, ¿por qué no
sotros [gays negro
negross ...] no estamos in incluidos
cluidos también? ).
Entonces, al criticar el prejuicio y la exclusión ocultos de la universalidad,
nunca deberíamos olvidar que ya e ~ t a ~ ~ ~ . b _ _ _ ? : _ < ; i é p _ 4 Q ~ dentro del terreno
abierto por la u n i v e r s a t i d ~ d : una crítica a d e c u a d ~ de_ h:t f ; j s ~ Ü ~ · i _ ~ t : _ f _ ~ < P : ~ ~ a d
nO la P o ~ e eil d ~ - d a d ~ s d e el punto de visÚ del - p a r t i c u l a r i s ~ o preuniversal,

 
¿LUCHA DE CLASES O POSMODERNISMO'., 111

sino que moviliza la tensión inherente a la universalidad en sí la tensión en


tre la negatividad abierta, el poder subversivo de lo que Kierkegaard habría lla
mado universalidad e n devenir , y la forma fija de la universalidad
establecida. O -si se m e permite interpretar a Burler en términos hegelianos-
t e n ~ _ m o s , por un lado, la universalidad muerta , abstra abstracta'
cta''' de una noción
ideológica con i n c l u s i ü ~ n e s / e x c l u s i o n e s fijas y por el otro, la universalidad vi
va'', " c o ~ c r e t a " como el proceso permanente del cuestionamiento y la renego·
ciación de su prop propio
io conteni
cont enido do oficiaoficiall , La universalidad pasa a ser real real
precisa y úni únicamcament
entee cuan.
cuan.do
do torna temáticas las exclusiones sobre las cuales se
funda, cuestionándolas continuamente, renegociándolas, desplazándolas, o
sea, asumiendo la brecha entre su propia forma y su propio contenido, <.;;_Qr¡.c;j-
bién4qse a sí misma como no consumada en sli noción misrna. Hacia eso
~ p u n t ; la noción de Butler respe respecto cto -del usO p o l í t i c a m e n ~ e dominante de con
tradicción
tradic ción performativa'': ssii la ideología gobernan gobe rnante te perform
per formativa
ativament
mentee enga
í ? - a ~ ' . s o c a v a n d o -en su p ~ ª . c ú c a discursiya re9 l. _y en el conjunto de exclusiones
sobre el cual ésta se apo apoya-
ya-,, su propipr opiaa universal
universalidad
idad ofl.
ofl.cia
ciaJme
Jmente
nte declarada, la
políticaa progresi
polític progresista sta debería precisamente practicar abiertamente
abier tamente la contradic
ción performariva,
performariva, afirmando en nombr n ombree de la univ
universal
ersalidad
idad dada el conteni
do mismo que esta universalidad (en su fOrma hegemónica) excluye.
Aquí rr1e gustaría pvne_r de relieve dos cuestiones más:
la lógica de la exclusión siempre redobla en sí misma: no_ ~ P l o el Otro
s u ~ 9 r d i n a d o (homosexuales, razas ; ; ~ - b l ~ n ~ ~ s ... ) es excluid;Írepri·m-ido-, si
no qu_e la universalidad hegemónica en sí también basa en u n proPio.
contenido particular, obsceno y repudiado (digamos, el ejercicio del poder
que se legitimiza como co mo le lega
gal,l, tolerante, cristiano ...... se apoya en u n conjun
to de rituales obscenos públicamente repudiados de humillación violenta
del subordinado), 26 E n línea líneass más generales,
generales, nos
n os hallamos aquí aq uí an
ante
te lo que
uno se siente tentadO tentadO de llamar la prdctica_ ideológica de la desidentificaci4n.
Es· decir, habría que invertir la noción c ~ n v e n c i o n a l de que -la ideología
provee una identi identificac
ficación
ión firme a sus sujetos, constriñcons triñéndoéndolos
los a su
suss roles
sociales : ¿qué pasa si, en un nivel diferente -pero no menos irrevocable irrevocable y
estructuralmente necesario-, la ideología e ~ · efe efecti
ctiva
va precisamente constru
constr u
yen.d_o _un espacio de falsa identificación de falsa distancia hacia las coor-

26
Desarrollé lógica de este suplemento
la suple mento obsceno del poder en detalle en el capítulo 1 de
The Plague ofFantasieJ Londres y Nueva York Verso, 1997 [traducción castellana: El acoso
de las fontasfas México, Siglo XXI].

 
112 CONTINGENCIA, HEGEMONíA, UN VERSAL DAD

27
denadas reales de la existencia social de esos sujetos? ¿No es esta lógica
de la desidentiflcación discernible desde el caso más elemental de "yo no
soy sólo estadounidense (marido, trabajador, demócrata, gay .. , sino, de
bajo d e todos esos roles y máscaras, u n ser humano, una personalidad
compleja única" (donde la distancia misma hacia el elemento simbólico
que determina m i lugar social garantiza la eficaci
eficaciaa d e esta determinación ,
hasta el juego más complejo del ciberespacio que juega con las múltiples
identidades de cada uno? La mistiflcación operativ3 en el "sólo u n _j1legg
perye_rso _del ciberespacio es por ende doble: los juegos que jugamos en él
no· sólo son más serios de lo que tendemos a s u p o n ~ r (¿acaso, bajo el dis
ffaz de Una-fi"cción, del es sólo u n juego", u n sujeto no puede atticular y
presentar rasgos de su identidad simbólica -sádica, "perversa", etc.- que
nunca podría admitir en sus contactos intcrsubjetivos "reales"?), per9 tam

bién se. sostiene lo contrario, o sea, el muy celebrado j u ~ g o con personajes


múltiples y cambiantes (identidades construidas libremente) tiende a os-
curecer (y por ende a liberarnos falsamente de) las limitaciones del espacio
social en l cual está atrapada nuestra existencia. Permítaseme mencionar
otro ejemplo: ¿por qué The Quest Christa T de Christa Wolf tuvo u n
Quest for Christa
impacto tan tremendo e n el público de la República Democrática
Democrátic a de AleAle
mania (RDA) en los años ] 960? Como es precisamente una novela sobre l
fracaso - o, al menos, la vacilación- de la interpelación ideológica, sobre
el fracaso e n reCo
reCono
noce
cers
rsee plenamente
plename nte a uno
u no mismo en la propia identid
id entidad
ad
socio-ideológica:

Cuando dijeron su nombre: "¡Christa T. " -se puso de pie y fue e hizo lo
que se esperaba de dla; ¿había alguien a quien pudiera decirle que oír de
cir su nombre le daba mucho que pensar: realmente se refieren a mí? ¿O
sólo está siendo usado mi nombre? ¿Contado junto con otros nombres,
sumado industriosamente frente al signo igual? ¿Y habría podido lo ffiis
m o estar ausente, lo habría notado alguien? 28

El gesto de preguntarse "¿ese nombi:e soy yo?", esa indagación e n la pro


pia identificación simbólica, tan bien expresada e n la cita de Johannes R.

27
Me baso aquí en Peter Phller, "Der Ernst der Arbeit isr vom SpielSpiel gelernt", en Work and
Culture, Lagenfurt, Ritter Verlag, 1998, pp. 29-36.
28
ta Wolf, The ()}test for Christa T. Nueva York, Farrar, Straus & Güoux, 1970, p. 55.
Christa
Chris

 
¿LUCHA DE CLASES O PO SMODER N SMO' .. 113

Becher que Wolf puso al inicio de la novela ("Este llegar a uno mismo,
¿qué es?"), ¿no es provocación histérica
histérica e n su más alto nivel? Y mi idea es
que esa actitud autoindagatoria, lejos de amenazar efectivamente el régi
men ideológico predominante, es lo que e n últirn
últirnaa instan
ins tancia
cia lo hace "viv
"vivi
i
ble"; por eso sus detractores g·ermano occidentales tenían paradójicamente
razón cuando, después después de la caída del muro, afirmaron que Christa Wolf,
expresando las complejidades subjetivas, las dudas interiores y las oscila
ciones del sujeto de laRDA realmente dio un equivalente literario realista
del sujeto ideal de la República, y como tal tuvo mucho más éxito e n su
tarea de proteger la conformidad política que la ingenua ficción ficción propagan
propa gan
dísticaa abierta
dístic abie rta que describía sujetos ideales sacrificándose a sí mismos por
la causa comunista. 29 .

~ _ ' ª - f e _ ª __g _órica C : O I ? ~ i s _ t e n o sólo e n desenmascarar l contenido particular

e; las inclusiones/exclusi?nes involucradas en el juego, ~ i ~ o e:x.plica; la


enigmática emergencia del espacio de la universalidad en sí. Además y de
manera más precisa-, la tar?a real c9nsiste e n explorar los cambios funda
mentales e n la lógica misma del funcionarn. ent9 de l< - qn.iversalidad en el
espacio socio-simbólico: la noción y la práctica ideológica pre_rpoderna,
~ w d e r n a y "posmoderna" actual de la u n i v e r s a l i d ~ d n o difieren, por ejem
plo, sólo respecto de los contenidos particulares que están incluidos/ex
cluidos e n las nociones universales: de alguna manera, en u n nivel más
radical, es la noción fundamental misma de universalidad la que funciona
de distinta forma en cada una de estas épocas. ~ "uni.versaLdad" como t l
np significa lo mismo desde l establishment de la sociedad d e e r _ c a d o
burguesa e n la cual los
los individ
ind ividuos
uos partic
pa rticipan
ipan en el m·den social no. e n n()m
m·den social
bre de su lugar particular e n el edificio social global sino inmediatamente
co-mo seres humanos "abstractos".
Permítaseme volver
volver a la noción
noci ón de derechos
derechos huma
h umano
noss univer
universale
sales.
s. La lec
tura marxista del síntoma puede demostrar
demostrar en forma convincente
convinc ente el con e-

29
De una manera estrictamente simétr
simétrica,
ica, los críticos literarios soviéticos tenían razón en se
ñalar que las grandes novelas de espionaje de John le Carré ---al descri
describir
bir la lucha dura
durante
nte la
Guerraa Fría en toda su am
Guerr ambigüe
bigüedad
dad moral, con agen
agentes
tes occid
occidentales
entales como SmiSmile
ley,
y, llen
llenos
os de
dudas e incertidumbres, muchas veces horrorizados por las manipulaciones que se veían

obligados a perpet
obligados per petrar
rar - eran legitim
legitimaciones
aciones literarias mucho más potentes de la democracia
literarias
anticomunista occidental que los thriL ers de espías anticomunistas vulgares a la manera de
la serie de James Bond de Ian Fleming.

 
114 CONTINGENCIA, HEGEMONÍA, UNlVERSAl.lDAD

nido particular que da el específico giro ideológico burgués a la noción de


derechos hwnanos: los derechos humanos universales son efectivamente el
derecho de los varones blancos poseedores de propiedad a comerciar libre
mente en el mercado, explotar a los trabajadores y a las mujeres, y ejercer la
dominación
dominac ión política .. . Esra i 4 ~ n t i f i c a c i ó n del contenido particular que he
gemoniza la forma universal es, embargo, sólo la mitad de la historia; su
otra mitad, crucial, consiste en plantear otra cuestión mucho más difícil
acerca de la emergencia de la fOrma misma de universalidad: ¿cómo, en qué
condiciones históricas específica.<>, la universalidad abstracta e n sí deviene u n
hecho de la vida (social) ? ¿En qué condiciones los individuos tienen la ex
periencia de sí mismos como sujetos de derechos humanos universales? Ése
es el quid del análisis de de:l fetichismo de las mercancías': ¡;;n una so so--
ciedaclen lala cual
cual predomin
pred ominaa el i n t e r c ~ b í o de las m é r c a r 1 ~ Í ~ : los i n ~ i v i d u o s
mismos, en sus vidas se relacioq_an entre si ~ s í como con los objetos
que encuentran, comodiarias,
con encarnaciones contingentes de nociones abstrac
t o u n i v ~ r s a l e s . Lo. que yo soy, mi antecedente social o cultural concreto, es

vi,.:ido como contingente, y ~ L q u e lo que en últ última


ima instanc
inst ancia
ia me_d
me_defefin
ine;
e; es la
capaci
cap acidaddad ttniversal
ttniversal abstract
abstractaa de pensar y/o trabaj trabajar.
ar. 0 : cualquier objeto
que puede satisfacer mi deseo es vivido como contingente, pueSto que mi
deseo es concebido Como una capacidad formal abstracta'', abstracta'', indiferent
indif erentee a la
multitud de objetos particulares que pueden --pero nunca lo hacen plena
mente--
ment e-- sa satis
tisfafacer
cerlo.
lo. O tomemos
to memos el ejemplo ya mencionado de la profe
sión : la noción moderna de profesión implica que yo me percibo} m í
mismo corno corno u n individuo que no nació directamente directame nte en su rol social; lo
que yo llegue a ser depende de la_ interacción entre circunstancias sociales
contingentes y mi libre elección; en este sentido, el individuo de hoy tiene
la profesión de electricista o profesor o mozo, mientras que carece de sen
tido afirmar que u n siervo medieval era campesino de profesión. La cues
tión crucial aquí es, nuevamente, que en ciertas condiciones sociales
especificas (de intercambio de mercancías y de economía de mercado glo-·
bal), la ' l a b s t r ~ c c i ó n pasa a s ~ r u n l ~ m e n . r : o diret:t9 de la, vid,a sq_cial_ ~ e a l , la
forma clue individuos concretos se comportan y se relacionan con su
destino y con su entorno socia ociaL L Aquí
Aq uí Marx compar com parte
te la percepción de I::Ie
getP.e que la. universalidad devíene ':para _misma'' sólo en la medida en
que los indiv idu¿s Y ~ r{Q--ídentifican p l e n ~ ~ n t ; e el nú:cleo de _s-u ser .con su
los individu¿s
situació1l social a r t i c u l ~ r , s6l.o la medida en que se perciperciben
ben a sí
sí mismos
comoo desarticulados
com desarticulados para siempre con con respecto
respecto a esesaa situación: la existen-

 
¿LUCHA
¿LUCHA DE CIASES
CIASES O POS
POSMüD
MüDERN
ERNISM
ISMO?
O? .. 5

cía efectiva concreta de la universalidad es el individuo sin u n lugar parti


cular en el edificio global; en una estructura social dada, la Universaljdad
deviene para sí mísma sólo en aquellos indivi
ind ividuo
duoss qu
quee carecen d e un lu
gar particular en ella. El modo de aparición de una universalidad abstracta,
su i.ngreso en la existencia real, es por ende u n gesto extremadamente vio
lento de alterar el equilibrio orgánico precedente.

Yo sostengo, entonces, que cuando ~ u t l e r habla de u n proceso político inter


minable de renegociar las inclusiones/exclusiones de la; nociones ideológicas
universales predominantes, o cuando Laclau propone su modelo de la lucha
inrerminable por la hegemonía, el estatus univeuniversal
rsal de este modelo mismo es
problemático: ¿están aporrando las coordenadas formales de todo proceso ideo
lógico-político o simplemente están elaborando la estrucmra nocional de la
práctica política espec(fica ( posmoderna'') 30 de ho y que está emergiendo des
pués del repliegue de la izquierda clásica? Parecerla (la mayoría de las veces,
según sus formulaciones explícitas) que hacen lo primero (para Laclau, diga
mos, la lógica d e la hegemonía se articula de de alguna manera
ma nera sin ambigüedad
como una suerte de estructura existencial heideggeriana d e la vida social)
social),, aun
aun
que también puede sostenerse gue están meramente teorizando un momen
to histórico muy espedfico de la izquierda posmoderna'' ... 31 E n otras
palabras, el problema es, para mí, cómo hútorizar el historicismo
historicismo en sí. L p ª ~ o
del marxismo
marxis mo esencial
esencialísta
ísta a la política
polít ica posmoderna contingente (en Laclau),

30
Por esta razón también El género en diputa, de lejos, el mayor éxito de Buder, y Hegemo-·
nía y estrategia socialista (escrito conjuntamente con Chantal Mouffe), el mayor éxito de
Laclau: además de su intervención oportuna y perspicaz en la escena teórica, ambos libros
fueron identificados con una práctica política específica, sirviendo como legitimación y/o
inspiración: El género en disputa con su giro anti-idemitario de la política homosexual ha
cia la práctica del desplazamiento performativo de códigos gobernantes (travestismo, etc.);
Hegemonía con el encadenamiento de la serie de luchas progresistas paniculares (feminis
ta, antirracista, ecologista .. ) en oposición a la dominación izquierdista convencional de la
lucha económica Qudith l.lurler, enda Trouble: Feminism and the Subversion o f Identity,
Nueva York, Roudedge, 1990 [traducción castellana: En género en disputa México, Paidós]);
Ernesto Lacla
Laclauu y Chamal Mouffe,
Mouffe, Hegemony and Soáalist Strategy: Towards a RadicaL Demo
cratic Politics Londres y Nueva York, Verso, 1985 [de próxima aparición en FCEJ).
Y siguiendo esta misma línea, ¿la oposición entre la realización imposible de la-totalidad de
31

la Sociedad y la solución pragmática de problemas parciales no es -antes que un a priori no


histórico-
histór ico- tambié
tambiénn la r-..xpresión de un momento histórico preciso de la llamada caída de
las grandes narrativas histórico-ideológicas ?

 
116 CONTINGENCIA l ~ E G E M O N Í A UNIVERSALIDAD

o el paso del esencialismo sexual a la formación de género contingente (en


Butler), o ·-un ejemplo más- el paso de lo metafísico a lo irónico en Richard
Rorty, no es un simple avance epistemológico sino parte del cambio global en
la naturaleza misma de la sociedad capitalista. N o es que antes los individuos
fueran esencialisr
esencialisras estúpi dos'' y creyeran en t sexualidad naturalizada,
as estúpidos''
mientras que ahora saben que los géneros están perfOnnarivamente actuados;
hace falta una suerte d e metanarrativa que explique este pasaje misrno del
esencialismo a la conciencia de la contigencia: la noción heideggeriana de l a
época del Ser, o la noción fOucaultiana del cambio de la episteme predomi
nante, o la noción sociológica convencional de modernización, o una expli
cación más marxista e n la que este paso sigue la dinámica del capitalismo.

De modo que, nuevamente, es cruciaJ en el edificio teórico d e Laclau la cede


pendencia paradigmáricamenre kantiana entre < _l aJ?ÜQtLexistenci.?J_ ~ e t ~ _ r n o "
__
__

de la lógica de la hegemonía la narrativa histórica del paso gradual de lapo


lÍrica de clase ID:arxista " e s e n c i a l i s t ~ " tradicional a la a { i J ; I D ; l ~ i Q ~ ¡ ) l e n ~ - de la
contingencia ~ la lucha por la hegemonía -así como el a priori trascendental
kantiano es codepend
codependiente iente de su narrativa evolucioni evolucionista
sta antropológico-políti
ca de la progresión gradual de la humanidad hacia la madurez ilustrada-. El
rol de esta n -a r r a ~ Í v < .- - e v o l u c i 0 ~ i ~ .t a es precisarnente resolver la - - T I ? - Q _ ~ - d ; : t d ~ g . -
. -r--·- ---  
tes mencionada del marco universal fOrmal (de la lógica de la hegemonía); Íln-
___

plíci tamente
plícitamen te responder
respon der a la pregunta: ¿este
¿este marco es realmente un universal no
histórico o simplemente la estructura formal de la constelación ideológico-po
lírica
lírica específica
específica del reciente capitalismo de Occidente
Oc cidente?? La n ~ r a t i v a evolucionis
ta media entre estas dos opciones, contar la historia acerca de cómo el marco
universal
unive rsal fu
fuee postulado
postu lado como tal , pasó
pasó a ser el principio estructurante explí
dto de la vida ideológico-política. Subsiste, no obstante, la pregunta: ¿este pa
so evolucionista es un simple paso del error al verdadero
verdade ro discernimiento?
discerni miento? ¿Acaso
cada postura se ajusta a su propi época,· de modo que en el tiempo de Marx el
pro piaa época,·
esencialismo de clclas
asee era adecuado, mientras
mientra s que hoy necesitamos la afirma afirma 
ción de la contingencia? ¿O deberíamos comb c ombina
inarr am.
am.bo
boss d e una manera pro

ro-hegeliana, para
discernimiento
que el paso mismo
mis mo
de la contingencia del esté
radical errorcondicionado al verdadero
esencialista históricamente
(en el tiempo de Marx, la ilusión esencia
esencialis
lista
ta era objetiva
obje tivament
mentee necesaria
necesaria ,

 
¿LUCHA D E CL
CLAS
ASES
ES O PCJSMODERN
PCJSM ODERNISM(Y
ISM(Y .. 117

mientras que nuestra época permite el discernimiento de l contingencia)?


Esta solución prora-hegeliana nos permitiría combinar el alcance o la vali
dez u.nlversa
u.nlversall del conc
co ncep
epto
to de hegemonía con el hecho obvio de que u

reciente emergencia está claramente vinculada a la constelación social espe


cífica actual: aunque la vida socio
socio política
polí tica su estructura fueron siempre-·ya
el resultado d e luchas hegemónicas, no obstante es recién hoy, en nuestra
constelación histórica específica ~ e s decir, en el universo posmoderno de
l a contingencia globalizada-, donde la naturaleza radicalmente contingente
hegemónica de los procesos políticos finalment
final mentee puede
pue de volver/retornar
volver/retorna r a sí
misma , para liberarse del bagaje esencialista'' ..
Esta solución es sin embargo problemática por dos razones por lo menos.
Pi-imero, Laclau probablemente la rechazaría por basarse en la noción hege
liana del desarrollo histórico necesario que condiciona y sirve de anclaje a las
punto
luchas
actual depolíticas. Segundo,
subjetividades desde mi
múltiples de vista, lalo política
no es precisamente
posmoderna
suficientemente po
lítica, en la medida en que presupone calladam.ente u n sistema naturalizado
no tematizada de las relaciones económicas, Debería afirmarse, contra la r e o ~
ría política posmoderna que tiende cada vez más a prohibir la referencia mis
m a al capitalismo como eseesenci
nciali
alista
sta'',
'', que la contin
co ntingenc
genciaia plural de las luchas
políticas posmodernas y la totalidad del Capital no se oponen siendo el Ca Ca
piral el que de alguna manera limita la deriva libre d e los desplazarnientos
hegemónicos -el capitalismo actual _más bien aporta el telón de fondo y e te-
rreno mismo para fa emergencia de las subjetividades políticas cambíantes· disper··
sas-contingentes-irónicaJ-etcétera ¿N-o lo señaló acaso Deleuze, en cierto
modo cuando puso d e relieve que el capitalismo es una fue fuerza
rza de desterrí
desterr í
torialización ? ¿Y acaso no seguía la vieja tesis de Marx de que, con el capita
lismo, todo lo sólido se disuelve en aire ?
D e modo que, en última instancia, mJ observación clave a propósito de
Butler y Lada u es la misma en ambos casos: la necesidad de distinguir más
explícitamente entre contingenci.a/sustituibilidad dentro de cierto horízonte
históricoo y la exclusión/for
históric exclusión/forclusió
clusiónn más
má s fundarnental
fundarne ntal que sostiene este horizonte
mismo. Cuando Laclau afirma que si la totalidad de la sociedad es inalcan
zable, los intentos por alcanzarla fracasarán necesariamente, aunque podrán,
en la búsqueda de ese objeto imposible, resolver una variedad de proble1nas

parciales
cha por la,
¿no fusiona acaso
hegemonía
-potencialmente al menos- dos niveles, la lu
dentro de cierto horizonte y la exclusión más f u n d a ~
mental que sostiene ese horizonte mismo? Y cuando Butler afirma, contra la

 
118 CONTINGENCIA HEGEMONL'\, UNIVE
UNIVERSAL
RSALIDAD
IDAD

noción lacaniana de una barra o carencia constitutiva que el sujeto e n cur


so es incompleto precisamente porque está constituido a través d e exclusio-
nes que son políticamente dominantes no estructuralmente estáticas , ¿no
fusiona ella también -potencialmente al menos-· dos niveles, la intermínable
lucha política de/por las inclusiones/exclusiones dentro de u n campo dado
(digamos, de la sociedad capitalista reciente)
reciente) y una exclusión más fundamen
tal sustenta ese mismo campo?
que sustenta
Esto finalmente me permite abordar directamente la principal crítica de
constructivista a Lacan que es retomada por Butler: Lacan gueda atrapado en
u n gesto negativo-trascendental. Es decir, si bien Burler reconoce que, para
Lacan, el sujeto nunca ak-anza la plena identidad, que el proceso de forma-·
ción del sujeto siempre es incompleto, que está condenado al fracaso elemen
tal, su crítica es que Lacan el
elev
evaa el
el obstáculo mismo
mis mo que impide la realización

completa del sujeto a una b a r r a ~ ' (de castración s i m b ó l i c a ~ ) a priori trascen


dental. D e modo que, en vez de reconocer la contingencia y la apertura ab-
soluta del proceso histórico, Lacan lo postula bajo el signo de una barra o
prohibición fundamental ahistórica. E n la crítica de Buder está, por lo tanto,
implícita la tesis de que la teoría lacaniana, al menos en su forma ortodoxa
ortodoxa
predominante, limita la contingencia histórica radical: apuntala el proceso
histórico evocando una limitación casi trascendental, algún a priori casi tras-
cedente que no está a su vez atrapado en el proce
proceso
so histórico
histórico contingente.
cont ingente. D e
modo que la teoría lacaniana, en última instancia, desemboca en la distinción
kantiana entre un sistema formal a priori y sus ejemplos históricos contingen-
tes cambiantes. Butler men ciona
cio na la noción
noc ión lacaniana del sujeto barrado : si
bien reconoce que esta noción implica la incompletitud constitutiva, necesa
ria e ineludible y el fracaso elemental de todo proceso de interpelación, iden
tificación, constitución del sujeto, no obstante aftrma que Lacan eleva la
barra a una prohibición o limitación ahistórica a priori que limita toda lucha
política de antemano ..
M i primera reacción, casi automática, a esto es: ¿Butler misma se apoya
aquí en una distinción proto-kanti:ma
proto -kanti:ma silen
silencios
ciosaa entre forma
for ma y contenido? E n
la medida en que afirma que el sujeto-en--curso es incompleto precisamente
precisamente
porque se constituye a través de exclusiones que son políticamente dominan-
tes, no estructuralmente estáticas , ¿acaso no critica a Lacan porque éste en
última instancia confunde la forma de la exclusión (siempre habrá exclusio
nes; alguna forma de exclusión es la condición
condició n necesari
necesariaa de la
la identi
identidad
dad sub
jetiva .. ) con algún contenido específico particular que está excluido? El

 
¿LUCHA
¿LU CHA D
DEE CL
CLAS
ASES
ES O POSMODERNISMCJ> .. 119

reproche que Butler hacehace a Lacan es, más bien, que no es lo suficientemente
formalista'': su barr
barraa está marcada de
de mane ra demasiado obvia por el con
demasiado obvia
tenido histórico particular; en un cono circuito ilegítimo, Lacan elevada a u n
a prior
priorii casi trascedental cierta barra que sólo emergió en condiciones his
casi
tóricas específicas, en última instancia contingentes (el complejo de Edipo, la
diferencia sexual). Esro resulta particularmente claro a propósito de la dii·e
rencia sexual: Burler lee la tesis de Lacan de que la diferencia sexual es real
como la aflrmación de que es una oposición ahistórica congelada, Bjada co
m o sistema no negociable que no tiene lugar en las luchas hegemónicas.
Y afirmo que esta crítica a Lacan involucra una interpretación errada d e
su posición, que en este caso está mucho más cerca de HegeL Es decir: la
cuestión crucial es que la form misma, en su universalidad, siempre está
arraigada, como un cordón umbilical, en un contenido particular --no sólo e n

el sentido de la hegemonía (la universalidad nunca es vacía; siempre está te


ñida de algún contenido particub.r), sino en el sentido más radical de que la
forma misma de la universalidad em_erge a través de la dislocación radical, a
través de alguna imposibil
impos ibilidad idad más radical o represión primordial
primordia l . La cues
tión última no es qué conteni do particular hegemoniza la universalidad vacía vacía
(y por ende, en la lucha por la hegemonía, excluye otros contenidos particu
lares); la pregunta última es: ¿qué contenido específico debe ser excluido pa
ra que la forma vacía misma de la universalidad emerja como el campo de
batalla'' por la' e g e m o n í a ~ Tomemos la noción de democrac
democracia'':
ia'': naturalmen.
naturalme n.
te, el contenido de esta noción no est
estáá prede terminado -qué significará de
mocracia , qué incluirá y qué excluirá este término es decir, el grado y l a
forma en que las mujeres, los gays las minorías, las razas no blancas, etc., es
tán incluidos/excluidos), siempre es el resultado de la lucha hegemónica con
tingente. N o obstante esta misma lucha abierta presupone no algún
contenido fijo com.o su referente último, sino su terreno mismo delimitado
por el signi
significan
ficantete vado que l a designa ( democracia'' en este caso). Natu
ralmente, en la lucha democrática por la hegemonía, cada posición acusa a la
otra de no ser realmente democrática : para u n liberal conservador, el inter
vencionismo socialdemócrata y a es poten
potencial
cialmente
mente totalita
totalitario
rio ; para el so
cialdemócrata, el descuido de la solidaridad social del liberal tradicional es no
democrátic
democ rático
o ..
.... de modo que cada posición
posición trata de imponer su propia lógica
de inclusión/exclusión, y todas estas
estas exclusiones
exclusiones son políticam
polít icamente
ente domi
domi 
nantes, no estruct
estructuralmen
uralmente
te estát
estáticas
icas ; no obstante, para que esta lucha mis
m a tenga lugar, su terreno debe constituirse por medio de una exclusión más

 
120 CONT INGE NCIA , HEGEMONlA, UNIVE
UNIVERSA
RSALID
LIDAD
AD

fundamental ("represión primordial") que no sea simplemente histórico--con


tingente, lo que está en juego en la presente constelación de la lucha hegemó
nica, ya que .wtstenta el terreno mismo de la historicidad.
Tomemos el caso de la diferencia sexual como tal: la afirmación de Lacan
de que la diferencia sexual es "real-imposible" es u n estricto sinónimo de su
afirmación de que "la relación sexual no existe". Para Lacan, la diferencia se-
xual no es un conjunto flnne de oposiciones simbólicas "estáticas" e inclusio
nes/exclusiones (normatividad heterosexual que relega la homosexualidad y
otras "perversiones" a algún rol secundario), sino el nombre de u n callejón sin
salida, de un trauma, de una incógnita, d e algo que resiSte cualquier intento
de simbolización. Toda traducción de la diferencia sexual a u n conjunto de
oposición(es simbólica(s) está condenada al fracaso, y esta "imposibilidad"
misma es la que d a lugar a la lucha hegemónica por el significado d e "dife
rencia sexual". Lo que es barrado no es lo que está excluido bajo el régimen
hegemónico presen te. 32
presente.
La lu.cha política por la heg-emonía cuyo desenlace es contingente y la ba-
rra "no histórica" o imposibilidad son, por ende, estrictamente correladvas:
hay una lucha por la hegemonía precisamente porque alguna "barra''
"barra'' d e im
im
posibilidad anterior sostiene el vacío en juego en la lucha hegemónica. e
modo que Lacan es el opuesto mismo del formalismo kantiano (si por éste
entendemos la imposic
imposición ión de un marco formal que sirve como a priori de su
contenido contingente): Lacan nos obliga a tematizar la exclusión de algún
"contenido" traumático que es constitutivo d e la forma
fo rma universal vací
vacía.
a. Hay
espacio histórico sólo en la medida en que este espacio
espacio está sostenido
sosteni do por al-

31 Esta brecha que separa para siempre lo R


Rea
eall de tm an
antagonismo
tagonismo de (su traduc ción a tma opo
sición simbólica se tor
torna
na obvia en un exced
excedente
ente que emerge a propósito de cada una de d i c h a ~

traducciones. Por ejemplo; desde el mome nto en que traslad


trasladamos
amos el antagonismo de clase a la
oposición de clases corno grupos soci
sociale
aless existentes posit
positivos
ivos (burguesía versus da _<;e trabajado
ra), siempre hay, por razones estructurales, un excedente, w terce
tercerr elemento que no "encaja"
en esta oposición /umpenproletariat, etcétera). y_ naturalmente, sucede lo mismo con la di
ferencia sexual como real: esto significa, precisamente, que siempre hay, por razones estruc
turales, un excedente de excesos "perversos" respecto de "masculinO" y "femenino" como
com o dos
identidades simbólicas opuestas. Existe la tentación de decir incluso que la articulación sim
bólica/estructural de lo Real de un amagonismo siempre es una tríada; hoy, por ejemplo, el

antagonismo de clase aparece, dentro d d edificio de la diferencia social, como la tríada de


"clase alta" (la elite dirigente, política e intelectual), "clase rriedia'' y "clase baja'' no integra
da (trabajadores inmigrantes, los sin techo ... ).

 
¿LUCHA DE CLASES O POSMODERN SMO? .. 121

guna exclusión más radical (o, como habría didw Lacan, forclusión). e modo
que deberíamos distinguir entre dos niveles: la lucha hegemónica por la cual
el conten ido particular hegemonizará la noción univer
universal
sal vacía y la iinposibi
vacía
lidad más fundamental que vuelve vacío al universal, y por ende, un terreno
para ]a lucha hegemónica.
Por lo tanto, respecto de la crítica del kantianismo, m respuesta es que
Butler y Laclau son kantianos encubiertos: 33 los dos proponen u n modelo
fOrmal abstracto a priori
prio ri (de hegemonía,
hegemoní a, de perfor
performati
mativida
vidadd de género .. ) que
za, dentr o de su marco, la plena c;ontingencia
autoriza,
autori c;ontingencia (ni ngu
nguna
na garantía de cuál
cuál
será el desenlace de la lucha por l heg-emonía, ninguna referencia última a la
consti
con stituc
tución
ión sexu
sexual
al .. ); lo
loss dos implican
impl ican una lógica de "infinidad espuria'':
ninguna resolución final, sólo el proceso interminable d e desplazamientos
complejos parciales. ¿La teoría de Lacan de la hegemonía no es "formalista''
de que propone
en el sentido
Siempre habrá algún significante
significantecierta matriz formal
hegemónico vacío;;a lo
vacío priori
únicodelque
espacio
cambia
cam biasocial?
es su
contenido .. i último argumento es, pues, que el formalismo kantiano y el
historicismo radical no son
so n realmente opuestos, ssino
ino dos ca cara
rass de la mism
mi smaa mo 
neda: toda versión del historicismo se funda en u n sist sistema
ema fformal
ormal "ahíst
"ahíst:óri
:órico"
co"
rnínimo que defme el terreno dentro del cual se desarrOU.a el juego abierto e in
terminable de las inclusi
inclusiones/
ones/ exclusiones,
exclusiones, las sustituciones, las 1enegociacio
nes, los desplazamientos, etc., contingentes. La afirmación verdaderamente
radical de la conti
contingenc
ngenciaia histórica tiene que inclu
incluir
ir la tensión dialéctica entre
el ámbito del cambio histórico en sí y su traumático núcleo "alüstórico" como
su con_dición de (írn)posibilidad. Lo que tenemos aquí es la diferencia entre. la
historicidad propiamente dicha y el historicismo: el hirtoricismo se ocupa del
juego interminable dede sustitucione
sustitucioness dentro
dentr o del
del mismo campo fun dament al d e
la (im)posibilidad, en tanto que la hirtoricidad propiamente dicha vuelve te
máticos diferentes principios estructurales de esta misma (írn)posibilidad. E n
otras palabras, el tema historicist
historicistaa del juegu
juegu de sustituciones abierto e int ermi
erm i
nable es la forma misma del cierre ideológico ahistórico: al concentrarse e n la
simple díada esencialismo-contingencia, en el paso de uno a la otra, ofusca la
idad concreta como el cambio del principio estrncturante global mis
historicidad
historic
m o de lo Social.

33
l
Al menos, si por "kantian
"kantianismo"
ismo" entendemos noció n convenciona l; hay otro Kant por redes
convencional;
cubrir acmalrnenre, el Kanr de Lacan (véase Alenka Zupancic, Ethics ofthe Real Kant; Lacan
Londres y Nueva York, Verso, 1999).

 
122 CONTINGENCIA, HEGEMONÍA,
HEGEMO NÍA, UNIVERSALI
UNIVERSALIDAD
DAD

¿Có mo debemos
¿Cómo debe mos concebir, entonces, este estatus ahistórico de la diferen
cia sexual? Quizás una analogía con la noción de institución ce cero
ro de Claude
Clau de
Lévi-
Lév i-.Sn
.Snaus
ausss pod
p odría
ría resultar de ayuda
ay uda aquí. Me rereft
fter
eroo al análi
análisis
sis ejemplar
ejemp lar de Lé
Lé
vi-Strauss, en Antropología estructural, de la disposición espacial de los edifi
cios entre los winnebago, una de las tribus de los Grandes Lagos. La tribu está
dividida en do doss subgrupos
subgru pos rnoitiés), los quequ e son de arriba y los que son de
abajo
aba jo ; cuando
cuan do le pedilnos
pedil nos a un individuo, hombh ombre re o mujer
mujer,, que dibuje e n
un papel, o en la arena, l plano de su aldea (la disposición espacial de las ca
sitas), obtenemos dos respuestas muy difúentes, según su pertenencia a uno u
otro de los subgrupos. Ambos perciben la aldea como un círculo, pero para u n
subgrupo, dentro de ese círculo hay otro círculo de casas centrales, de modo
que tenemos dos círculos concéntricos; mientras que para el otro subgrupo,
el círculo está dividido en dos por una línea divisoria clara. clara. E n otras palabras,
un integrante del primer subg subgrupo
rupo (llamémoslo conservador--cor
conservador--corporativo
porativo )
percibe l plano de la aldea como un anillo de casas más o menos siinétrica
mente dispuestas
dispuestas alrededor
alrededo r del
del templo central;
central; mientras que
qu e u n miembro del
segundo subgrupo ( revolucionario-antagónico ) percibe su aldea co1no dos
pilas distintas de casas separadas por una fron frontera
tera invisible ... 34 La idea cen
invisible ...
tral de Lévi-Strauss es que este ejemplo
ejemplo no debería incitarnos a un relativismo
cultural, según l cual la percepción del espacio social depende de la pertenen
ci
ciaa grupal del observador: la división
división mism
m ismaa en dos percepciones relati relativas
vas -

plica una refer


referencia
encia oculta
ocul ta a una consta
constante,nte, no la
la disposición objetiva real real de
los edificios sino u n núcleo traumático, un amagonismo fundamental que los
habitant
habi tantes
es de la aldea ereran
an incapaces
incapaces de simbolizar,
simbolizar, de explic
explicar,
ar, de inte
in tern
rnal
ali
i
zar , de aceptar; u n desequilibrio en las relaciones sociales que impedía que
la comunidad se estabilizara e n un todo armonioso. Las dos percepciones del
plano son simplemente dos esfuerzos mutuamente excluyentes de hacer frente
a este antagonismo traumático, de curar su herida mediante la imposición de
una estructura simbólica equiliequilibrada.
brada. ¿Es necesario agregar que q ue sucede exac exacta
ta·
·
mente lo mismismo
mo con sexual, que: masculino y feme
co n respecto a la diferencia sexual,
nino son como las dos c o n f t g u r c i o n e ~ de las casas en la aldea de Lévi-Strauss?
Y para
pa ra disipar la ilusión de que nuesn
nu esnoo univer
universo
so desar
desarro
roUa
Uado
do no está domi do mina
na
do por la misma lógica, baste recordar la escisión escisión de nuestro espacio
espacio político e n

J4 Claude Lévi-Suauss, "Do Dual Organizations Exist? , en Structural Anthropology Nueva


York Basic Books, 1963, pp. 131-·163 {los dibujos aparecen en las páginas 133-134) [tra
ducción castellana
castellana:: Antropología estructural Buenos Aires, Eudeba, 1977].

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