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Resumen: El presente trabajo realiza un repaso sobre las polémicas entorno a la falta
de fundamentos marxistas en la obra de Laclau y Mouffe y de su autoadscripción a la
corriente posmarxista. A través de las críticas de autores como Veltmeyer, Meiksins
Wood o Geras, se pretende entender si la propuesta política y teórica de los autores es
una superación de la teoría marxista o, si, por el contrario, supone un ataque directo
con el objetivo de acabar con la influencia y presencia del marxismo en el pensamiento
político.
Abstract: This paper reviews the polemics surrounding the lack of marxist
foundations in the work of Laclau and Mouffe and their auto-adscription to the post-
marxist current. Through the critiques of authors such as Veltmeyer, Meiksins Wood
or Geras, the aim is to understand whether the authors' political and theoretical
proposal is an overcoming of marxist theory or, on the contrary, a direct attack with
the aim of ending the influence and presence of marxism in political thought.
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Superación o aniquilación de la teoría marxista
I. INTRODUCCIÓN 4
IV. CONCLUSIONES 14
BIBLIOGRAFIA 17
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El posmarxismo en Laclau y Mouffe a debate.
I. Introducción
Las aportaciones que Ernesto Laclau realizó a partir de la década de los años ochenta,
junto con Chantal Mouffe, en su principal obra Hegemonía y Estrategia Socialista. Hacia
una Radicalización de la democracia (en adelante HES), tuvieron un importantísimo
impacto en la política, tanto latinoamericana como europea, que llega hasta nuestros días
y cuya aplicación podemos observar actualmente. De esta manera, se hace necesario
comprender a dos de los autores más polémicos de las últimas décadas y que más debate
ha generado en el seno de los sectores políticos de izquierdas.
Estos debates han venido provocados por el autoposicionamiento posmarxista que los
autores realizaron en HES, en la cual, ante la crisis que vivía el marxismo en torno a los
años 70-80, plantearon un proyecto teórico y político que viniera a solucionar las
debilidades del marxismo para otorgar un nuevo imaginario político a las fuerzas de
izquierda y una estrategia que les permitiera luchar electoralmente por la llegada a
posiciones de poder, pudiendo así profundizar la democracia de las sociedades modernas.
Laclau y Mouffe defienden haber realizado una deconstrucción del marxismo para
apropiarse de los elementos más positivos de este, despojándole de lo que para ellos ha
sido el gran problema del marxismo y que afecta a toda la obra de Marx: el determinismo
y esencialismo economicista que generó un reduccionismo de clase. Entienden por tanto
que el marxismo ha estado en crisis desde su creación al estar afectado por este problema,
por lo que su tarea fue la de deconstruirlo para adquirir los elementos más valiosos y
combinarlos con otras corrientes teórico-filosóficas con el objetivo de poder superar ese
reduccionismo de clase, aportando un nuevo proyecto que no adolezca de esta queja. Por
ello, defienden su propuesta como un proyecto posmarxista que supera los errores y
limitación del marxismo tradicional y que aporta una nueva herramienta para los
movimientos políticos actuales.
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Superación o aniquilación de la teoría marxista
abiertamente antimarxista de Laclau y Mouffe, así como otros que interpreten su proyecto
como, lejos de ser posmarxista, una postura meramente no marxista.
Las críticas que surgieron tras la publicación de HES fueron inmediatas, incluso
alguno de los autores expuestos a continuación ya venían manteniendo un debate crítico
con Laclau y Mouffe1, y a día de hoy sigue siendo objeto de debate y crítica. Para el caso
que ocupa la centralidad de este apartado, se trataran las críticas que han estado centradas
en el posicionamiento posmarxista de los autores, afirmando un marcado carácter
antimarxista en su obra. El presente apartado se subdividirá en tres puntos
correspondientes a los tres autores a tener en cuenta a efectos de una mejor comprensión
de cada una de ellas, las cuales se mostrarán de manera resumida abordando los aspectos
críticos más fundamentales.
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Es el caso de Ellen Meiksins Wood, quien, junto a Peter Meiksins, publicó el artículo Beyond Class? A
reply to Chantal Mouffe en 1984.
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El posmarxismo en Laclau y Mouffe a debate.
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Veltmeyer, así, refuta las afirmaciones de Laclau y Mouffe a través de los propios
escritos de Marx a los que estos les otorgan un esencialismo y un reduccionismo, “una
mentira repetida durante años por las formas vulgarizadas del marxismo, como las
expuestas por los lideres teóricos de la II internacional resucitadas por Laclau”
(Veltmeyer, 2006: 6).
El otro gran punto de la crítica de Veltmeyer está relacionado con el uso del concepto
de hegemonía. Laclau y Mouffe recuperan este concepto de la obra del pensador italiano
Antonio Gramsci, quien lo formuló para completar los análisis de El Capital (2017) sobre
la esfera de las superestructuras (Boron, 2000). El concepto de hegemonía en Laclau y
Mouffe tiene el objetivo de ser el inicio de un discurso posmarxista, pero a este concepto
de Gramsci, Veltmeyer defiende que le eliminan todo contenido de clase, algo que en
Gramsci estaba ligado a la existencia de las clases conformadas en la esfera económica
de la producción (Veltmeyer, 2006: 9). Esta deconstrucción del término que abandona
toda concepción de clase y de materialismo histórico parece abandonar también cualquier
principio teórico del marxismo. Esto se debe a que para Laclau y Mouffe el concepto de
clase no explica una realidad social compleja y define condiciones que serían
predeterminadas. En contraposición, defienden el uso del agente social como la
existencia de diferentes y contingentes posiciones subjetivas (Veltmeyer, 2006: 10). Con
este concepto de agente social, Laclau y Mouffe eliminan la lucha de clases y la
posibilidad de provocar un cambio en las relaciones de producción como herramienta
para la construcción de un nuevo modelo de sociedad, apostando por la radicalización de
la democracia a partir del ideal de la Ilustración (Veltmeyer, 2006: 11).
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El posmarxismo en Laclau y Mouffe a debate.
Para empezar, la crítica que hace Meiksins se basa en la disociación que realizan
Laclau y Mouffe entre la ideología y las relaciones de clase, al dotar a la primera de plena
autonomía. Esto les lleva a plantear que existen expresiones ideológicas neurales en
términos de clase en las cuales se ha de dar la lucha ideológica, desplazando de esta
manera las relaciones de producción en pro de las luchas y divisiones ideológicas
(Meiksins, 2013: 120). De esta manera, la lucha socialista contra-hegemónica sería la de
articular en un bloque contra-hegemónico los elementos ideológicos burgueses en un
nuevo discurso. Así, se abandonan los intereses de la clase obrera y la lucha por la
democracia para el socialismo, pasando a tener como verdadera estrategia socialista “la
construcción del socialismo como una extensión de las formas democrático-burguesas;
todo esto dejando de lado la oposición entre capital y trabajo” (Meiksins Wood, 2013:
123). El proyecto socialista planteado sería entonces una lucha por conseguir la
radicalización de una democracia plural por parte de un sujeto conformado por
identidades múltiples que no respondería a unos intereses determinados de calse que
tuvieran su origen en las relaciones de producción, por lo que se produce una sustitución
del “impulso democrático y la pluralidad” por “los intereses materiales y la lucha de
clases como fuerza movilizadora de la historia” (Meiksins Wood, 2013: 137). De esta
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Superación o aniquilación de la teoría marxista
manera, Según Laclau y Mouffe, no existirían los intereses materiales, sino “ideas
construidas en términos discursivos” (Meiksins Wood, 2013: 133), lo que les lleva a
afirmar que no existe una identidad fija, todas son discursivas.
Tras la publicación de HES, otro de los autores que realizó una crítica al proyecto y
a los postulados posmarxistas de Laclau y Mouffe fue Norman Geras, quien
probablemente elaborará una de las críticas con mayor dureza junto con Atilio Boron.
Así, Geras acusa directamente a Laclau y Mouffe de presentar una postura claramente
antimarxista al plantear una planteamiento teórico y normativo vacío, cuyos postulados
no se pueden atribuir al marxismo sino a cualquier no marxista (Geras, 1987: 44). Este
carácter antimarxista Geras lo argumenta en el rechazo que hacen Laclau y Mouffe a que
la clase sea el determinante de las identidades sociales, que existan tendencias de
unificación de la clase obrera o que la clase obrera tenga una posición privilegiada en la
lucha por los ideales socialistas (Geras, 1987: 43-44). Al igual que los autores expuestos
anteriormente, Geras critica la visión vulgarizada del marxismo que hacen Laclau y
Mouffe en el inicio de HES, pero a diferencia de estos, Geras va un paso más allá al no
considerarlos solo como autores no marxistas o que han abandonado el marxismo a partir
de 1970 (Meiksins, 2013), sino que les caracteriza a través de un tono irónico y agresivo
como antimarxistas que realizan una frontera entre su postulado posmarxista y el resto
del marxismo (Geras, 1987: 46). De esta manera, Geras acusa a Laclau y Mouffe de jugar
a plantear la cuestión en el todo o nada, o nuestra postura como recomposición del
marxismo y única salida viable a su crisis o la nada, ya que todo el marxismo desde su
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El posmarxismo en Laclau y Mouffe a debate.
Para Geras, toda la deconstrucción del marxismo que hacen Laclau y Mouffe está
viciada de este absolutismo conceptual, en el que lo que ellos entienden como un
determinismo inherente al marxismo lo determina absolutamente todo o, por lo tanto, no
determina nada (Geras, 1987: 57), lo que les permite erigirse en la única solución ante la
pobre herramienta de análisis que supone el marxismo clásico. Ante esta postura que
caracteriza de absolutismo conceptual, defiende que se puede concebir la existencia de
unos mínimos condicionantes que posicionan a la clase obrera en unas condiciones que
la hará más consciente de los problemas y la explotación que sufre por parte del
capitalismo, lo que hará posible una lucha de clases para la consecución de la lucha
socialista (Geras, 1987: 51), conformándose como clase en sí, pero no todavía como clase
para sí (Marx, 2003). Una vez más, al igual que hiciera Veltmeyer, se refuta a los autores
de HES a través de los propios escritos de Marx y de su mala –ya sea inocente o
pretendida- interpretación, al confundir la traducción originaria en alemán de condicionar
por determinar.
Podemos entender la crítica de Geras como la más dura, tanto de las expuestas en el
presente trabajo como de las que se realizaron a HES, y que tuvo como resultado un debate
entre Laclau y Mouffe y el propio Geras. Pero parece que su ímpetu por acusarles de anti-
marxistas y de deslegitimar su proyecto mina la consistencia de su crítica, que no es tan
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Superación o aniquilación de la teoría marxista
contundente como las de Veltmeyer y Meiksins Wood en cuanto a las bases filosóficas y
teóricas.
De las críticas que se tratan en este trabajo, la de Fair es la menos dura con la
propuesta de Laclau y Mouffe, desmarcándose de las críticas marxistas que concebían sus
postulados como antimarxistas. Aunque Fair acepta que puede haber fundamentos para
que Geras, Veltmeyer o Boron2 acusen a los dos autores de no incluir en su proyecto
ningún elemento característico del marxismo y de querer aniquilarlo, Fair se sitúa en una
posición intermedia al no aceptar el antimarxismo de Laclau y Mouffe, pero reconociendo
que existen puntos débiles de su formulación que permiten cuestionar la postura
posmarxista que adoptan ambos.
Para Fair, lo primero que se necesita a la hora de tratar la obra de Laclau y Mouffe es
de eliminar ciertos mitos sobre sus postulados. De esta manera, Fair critica la acusación
de que la teoría de HES no concibe una realidad externa como tal, aceptando que el
discurso no niega la existencia de entes y realidades externas, sino que simplemente es
quien los construye y sobredetermina (Fair, 2014: 126). Tampoco acepta la crítica sobre
el idealismo que autores como Veltmeyer o Geras achacan a Laclau y Mouffe, ya que la
realidad externa existe fuera del discurso, pero este solamente lo aprehende,
“considerándola como una lucha político-cultural por asumir una significación legitima
de la realidad” (Laclau y Mouffe, 1987; tomado de Fair, 2014: 127). De esta manera, para
Fair no se puede considerar que en la teoría de HES la mente individual sea la que
condicione el objeto externo, la realidad, distanciándose de las perspectivas del idealismo
kantiano y hegeliano (Fair, 2014: 127). Tampoco comparte Fair el reduccionismo
discursivo que se plantea en las anteriores críticas, ya que, aunque “Laclau asume una
postura de tradición construccionista, en la que el discurso construye el sentido legítimo
de los social”, para Fair no se niega el “papel relativamente autónomo” (Fair, 2014: 128)
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La crítica realizada por Atilio Boron no se desarrolla en este trabajo debido a la extensión del mismo,
pero sus argumentos están en la misma línea que Veltmeyer y Geras, acusando a Laclau y Mouffe de
querer aniquilar el marxismo. Para conocer más sobre la crítica de Boron véase ¿Posmarxismo? Crisis,
recomposición o liquidación del marxismo en la obra de Ernesto Laclau (2000).
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El posmarxismo en Laclau y Mouffe a debate.
de los elementos extra-lingüísticos, por lo que no se puede argumentar que no exista una
realidad extra-discursiva.
Pero lo que tiene relevancia para este análisis de las críticas al posicionamiento de
Laclau y Mouffe como posmarxistas es la consideración de si su teoría se puede concebir
como antimarxista o únicamente como un postulado no marxista. En este punto concreto,
Fair no se posiciona a favor de poder considerarles como antimarxistas, entendiendo que
se realiza en su obra una aniquilación del marxismo a través de la tergiversación de la
tradición marxista (Boron, 2000). Fair acusa a estos autores -Veltmeyer, Geras y Boron-
de ignorar que la realidad social y las identidades políticas pueden reformularse en el
discurso, y no responden a la única cosmovisión del marxismo tradicional (Fair, 2014:
131), por lo que defiende las tesis de Derrida sobre que no existe una esencia de lo que
significa ser marxista (Derrida, 1995; tomado de Fair, 2014: 131). Esta defensa del
posmarxismo frente a las críticas de autores de tradición marxista clásica se puede
comprender debido al carácter posmarxista que encierra el pensamiento de Fair, aunque
no se pueda asimilar al posmarxismo que Laclau y Mouffe dijeron haber construido
teóricamente en HES.
Para defender el no antimarxismo de los autores frente a las críticas del marxismo
ortodoxo, Fair señala que el problema radica en la concepción de estos autores del
marxismo como un “cuerpo objetivo y cerrado, que no puede ser reformulado y
modificado históricamente” (Fair, 2014: 132). Lo que Fair pasa por alto con esta
argumentación es que existen corrientes que han reformulado y revisado el marxismo
clásico a las que no se acusa de antimarxismo, aunque se les puede achacar una falta de
compromiso con postulados marxistas. No parece la mejor base de argumentación citar a
Derrida y su deconstruccionismo para defender la interpretación libre de autores, “aun
transcendiendo la intención original del autor” (Fair, 2014: 132) como respuesta a quien
critica precisamente la tergiversación de una tradición de pensamiento (Boron, 2000).
Aun con todo esto, aunque rechaza toda acusación de antimarxismo y el esencialismo
de los autores que realizan esta crítica, Fair reconoce que estas son “parcialmente
pertinentes” al tener la teoría de Laclau y Mouffe “un serio déficit para construir un
pensamiento político crítico” (Fair, 2014: 134), ya que al no contener una crítica política
y social fuertes se le puede acusar de un “posmarxismo declaratorio o verbal” (Fair, 2014:
134) al no proponer alternativas reales o cuestionar el orden capitalista para terminar con
la explotación y dominación inherentes a este.
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Esta aceptación de la pertinencia de las críticas que colocan a Laclau y Mouffe como
antimarxistas son desarrolladas por Fair un año más tarde, en un largo artículo en el que
hace un repaso de las críticas que se pueden aceptar contra la obra de nuestros autores y
del posicionamiento de estos, lo que le llevará a un nuevo posicionamiento en este debate.
Para comenzar, Fair establece el marxismo en torno a dos nociones básicas que comparten
las teorías marxistas como elementos básicos para comprender una propuesta como
marxista o proveniente del marxismo:
Tras esta conceptualización del marxismo, Fair podría haber concluido aquí su
trabajo, ya que parece evidente que la propuesta de Laclau y Mouffe no asume ninguno
de estos dos “presupuestos básicos” (Fair 2015,103) del marxismo. Pero a partir de este
planteamiento, irá detallando aspectos básicos del marxismo que se encuentran ausente
en el marco teórico-metodológico de Laclau y Mouffe como la objetividad científica, “la
crítica al lenguaje como expresión objetiva de la dominación, falsa conciencia, fetichismo
o alienación social”, “la concepción teleológica e la historia” (Fair, 2015: 105), a la vez
que asume tesis provenientes de críticas al marxismo como la existencia del
“reduccionismo de clase como supuesto fundamental de la teorización política” con el
rechazo a la lucha de clases, el concepto de clase y a la clase obrera, así como “la
existencia de las concepciones empiristas, racionalistas y objetivistas de las clases
sociales” (Fair, 2015: 106). Con esa posición ante el marxismo, Fair defiende que Laclau
y Mouffe asumen las tesis planteadas en HES aceptando la fragmentación y
heterogeneizacion de la realidad social, remplazando el objetivismo y racionalismo por
el construccionismo a través del lenguaje o que los antagonismos nunca se pueden
eliminar (Fair, 2015: 107-108), lo que también le lleva a negar y silenciar tesis del
marxismo básicas.
Para Fair, todo lo expuesto permite la crítica desde las corrientes marxistas y hace
evidente que, como mínimo, se ha de considerar la postura de Laclau y Mouffe como no
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El posmarxismo en Laclau y Mouffe a debate.
marxista (Fair, 2015: 109), pudiendo considerar que lo que han desarrollado es una lectura
no marxista de Gramsci para elaborar su concepto de hegemonía, y que de este también
eliminan “la dimensión de organización político-militar y la lucha de social
anticapitalista”, “no teoriza(n) sobre las formas de socialización de los medios de
producción” ni sobre “las estrategias políticas, organizativas y militares para destruir
fácticamente” el capitalismo (Fair, 2015: 111). Este concepto de hegemonía presenta
diferencias notables con el de Gramsci, ya que Laclau y Mouffe subordinan los objetivos
de Gramsci “priorizando una dimensión democrático-liberal (Fair, 2015: 112).
IV. Conclusiones
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propuesta posmarxista, que partiendo del marxismo había superado a este para poder
hacer frente a la nueva realidad politicosocial, caracterizada por la heterogeneidad.
Una vez que se han desarrollado cuatro de las críticas que se vertieron sobre HES y
los postulados de Laclau y Mouffe, estamos en lugar de afirmar que parece más que
comprobado que su obra no contiene ningún elemento propiamente marxista a la hora de
elaborar y plantear su concepto de hegemonía y una nueva estrategia para la consecución
del socialismo. Esto lo podemos corroborar no solo a través de las críticas más duras que
realizaron los autores pertenecientes a posturas marxistas como Geras o Veltmeyer, sino
que también acabo siendo reconocido por Hernán Fair, quien en un primer momento
defendió el posmarxismo de la obra de Laclau y Mouffe aclarando alguna de las críticas
que se les realizaban. Tal y como lo expresa Fair, el planteamiento de nuestros autores
esta carente de dos elementos básicos en toda corriente marxista: la existencia de dos
clases sociales enfrentadas –proletariado y burguesía-, con intereses objetivamente
contrarios y la práctica de una lucha para superar el orden social capitalista hasta
conseguir una nueva sociedad emancipada. A estas dos premisas fundamentales le
podríamos añadir la contrariedad que supone contra el marxismo su planteamiento al
negar el objetivismo, el estructuralismo y la racionalidad, conformándose como una
modalidad de idealismo en la que todos los aspectos de la realidad social -la
contradicción, el sujeto político o el antagonismo-, solamente existen siempre y cuando
haya un agente discursivo que los construya o sobredetermine.
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