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1
Varela Julia y Alvarez Uria, F.; Arqueología de la escuela. La Piqueta, 1991.
2
Foucault, M.; Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión. Editorial Siglo XXI, 37ª
edición, 2001.
La función del maestro era acondicionar el espacio y el tiempo para dar forma
y sentido. Construir un mundo adaptado al alumno implica un cambio radical
en la organización de clase concebida como una prolongación del cuerpo infan-
til. Aulas claras y luminosas, mesas y sillas pequeñas adaptadas a las necesi-
dades del niño. Se rompe con la rígida organización del espacio disciplinario en
el que la tarima era el símbolo de la autoridad del maestro. Se podría pensar
que se está gestionando un poder distinto al de las pedagogías disciplinarias:
el psicopoder.
En el siglo XX el campo de la psicología escolar se diversificó. Alrededor de los
años sesenta surge la pedagogía institucional, de la mano de Lobrot y Lapassa-
de que centran su atención en el tema del poder y la participación dentro de la
escuela y dentro del aula. Su idea central será avanzar hacia una escuela y una
clase autogestionada. Aquí no basta con renovar los métodos como proponía la
escuela nueva, sino traspasar a los alumnos, parte relevante de las decisiones
de la escuela y del aula. Se apuesta por la función no directiva del maestro y
por la centralidad del grupo y de las dinámicas de grupo en el aprendizaje.
Las pedagogías psicológicas hunden sus raíces en las correctivas; Piaget y
Freud se transforman en referentes obligados, sitúan al niño en el centro del
proceso educativo y atribuyen al maestro una función de ayuda. Toda acción
educativa ha de procurar que el alumno se exprese libremente, se manifieste
y encuentre su estilo propio. La expresión, las relaciones interpersonales, el
psicodrama, la creatividad, los lenguajes del cuerpo entran a formar parte de
las instituciones educativas. El sistema de regulación espacio-tiempo implica
una flexibilización máxima; la educación está orientada hacia la búsqueda de
sí mismo, a vivir sin coacciones, sin esfuerzo, en el presente. Está estrecha-
mente ligado al neoliberalismo consumista que tan bien se aviene a identida-
des moldeables y diversificadas con un mercado de trabajo cambiante, muy
alejado de las pasiones.