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Lic. Marta Lovazzano; Acerca de los modelos pedagógicos.

ACERCA DE LOS MODELOS PEDAGÓGICOS

Lic. Marta Lovazzano

Vamos a considerar tres modelos pedagógicos que implican diferentes concep-


ciones del espacio, del tiempo, diferentes modos de ejercicio del poder, de
conferir un estatuto al saber y diferentes formas de producir subjetividad.
Podríamos caracterizar, como lo plantean Julia Varela y Alvarez Uria 1, tres
modelos pedagógicos en tres períodos históricos. Las pedagogías disciplina-
rias que se inician a fines del siglo XVIII y que abarcan todo el XIX; las peda-
gogías correctivas que se inician a partir del XX, coincidentes con la escuela
nueva y las pedagogías psicológicas que se expanden en la actualidad.
Michel Foucault ha demostrado de forma muy precisa como el espacio y el
tiempo se reorganizan a partir del XVIII a través del poder que llamó discipli-
nario 2. Dicho poder parte del principio que es más rentable vigilar que casti-
gar, es decir, domesticar, normalizar y hacer productivos a los individuos en
vez de segregarlos o eliminarlos. Respecto del espacio los individuos han de
ser localizados permanentemente para evitar encuentros peligrosos y comuni-
caciones inútiles. Esta forma de organizar el tiempo y el espacio permite el
control en detalle del aprendizaje, y de todos y de cada uno de los alumnos,
hace que el espacio funcione como máquina de aprender y al mismo tiempo
posibilita la intervención del maestro en cualquier momento, para vigilar o
castigar, para corregir y normalizar.
El panóptico de Bentham refleja en forma paradigmática la relación espacio-
poder que está en la base de una utopía social regida por la visibilidad. Se ins-
tituye como dispositivo en la producción de sujetos a quienes llamamos indivi-
duos, el examen que implica la vigilancia jerárquica y la sanción normaliza-
dora. Este modelo se extiende todo el siglo XIX. Surge la escuela obligatoria.
Una etapa de transición: las pedagogías correctivas
A partir del siglo XX aparece un nuevo tipo de poder; se retoman y se refor-
mulan las propuestas pedagógicas de los ilustrados y, especialmente, de Rou-
sseau. Aparece el Estado Interventor, en la escuela pública; se van establecer
analogías entre el niño y el salvaje, en especial los niños de clases populares;

1
Varela Julia y Alvarez Uria, F.; Arqueología de la escuela. La Piqueta, 1991.
2
Foucault, M.; Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión. Editorial Siglo XXI, 37ª
edición, 2001.

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había entonces que civilizarlos y domesticarlos, las pedagogías discipli-
narias seguirán reinando en la escuela pública.
Entonces como esa educación para los hijos de los trabajadores rompe con to-
dos sus hábitos y sus estilos de vida, su imposición legal va a producir una se-
rie de conflictos y desajustes. Surge así, en relación con los niños que se resis-
ten a la escuela disciplinaria, un nuevo campo institucional de intervención y
extracción de saberes destinado a la resocialización de la infancia anormal. El
Dr. Binet en colaboración con el Dr. Simon elaboran los test mentales para ca-
lificar a los indisciplinados, los resistentes a la escuela. Y así surgieron las pri-
meras instituciones correctivas, para educar a los inadaptados, eran laborato-
rios de observación.
Allí surgieron los primeros representantes de la escuela nueva (Decroly, Mon-
tessori) y la mayoría de los pedagogos situaron al niño en el centro de la ac-
ción educativa y fueron partidarios del aprendizaje a través de la acción. La
escuela ha de adaptarse a las tendencias naturales.

La función del maestro era acondicionar el espacio y el tiempo para dar forma
y sentido. Construir un mundo adaptado al alumno implica un cambio radical
en la organización de clase concebida como una prolongación del cuerpo infan-
til. Aulas claras y luminosas, mesas y sillas pequeñas adaptadas a las necesi-
dades del niño. Se rompe con la rígida organización del espacio disciplinario en
el que la tarima era el símbolo de la autoridad del maestro. Se podría pensar
que se está gestionando un poder distinto al de las pedagogías disciplinarias:
el psicopoder.
En el siglo XX el campo de la psicología escolar se diversificó. Alrededor de los
años sesenta surge la pedagogía institucional, de la mano de Lobrot y Lapassa-
de que centran su atención en el tema del poder y la participación dentro de la
escuela y dentro del aula. Su idea central será avanzar hacia una escuela y una
clase autogestionada. Aquí no basta con renovar los métodos como proponía la
escuela nueva, sino traspasar a los alumnos, parte relevante de las decisiones
de la escuela y del aula. Se apuesta por la función no directiva del maestro y
por la centralidad del grupo y de las dinámicas de grupo en el aprendizaje.
Las pedagogías psicológicas hunden sus raíces en las correctivas; Piaget y
Freud se transforman en referentes obligados, sitúan al niño en el centro del
proceso educativo y atribuyen al maestro una función de ayuda. Toda acción
educativa ha de procurar que el alumno se exprese libremente, se manifieste
y encuentre su estilo propio. La expresión, las relaciones interpersonales, el
psicodrama, la creatividad, los lenguajes del cuerpo entran a formar parte de
las instituciones educativas. El sistema de regulación espacio-tiempo implica
una flexibilización máxima; la educación está orientada hacia la búsqueda de
sí mismo, a vivir sin coacciones, sin esfuerzo, en el presente. Está estrecha-
mente ligado al neoliberalismo consumista que tan bien se aviene a identida-
des moldeables y diversificadas con un mercado de trabajo cambiante, muy
alejado de las pasiones.

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