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GUILHEM CAUSSE

LAS VÍCTIMAS DE ABUSO Y LA IGLESIA


Justicia y perdón

Los casos de abusos sexuales traen de nuevo a colación los temas del
perdón y la justicia. ¿Pueden perdonarse actos semejantes? ¿Quién
puede hacerlo y cuándo? ¿Se puede dar un perdón antes de que se
pronuncie la justicia? El Evangelio y algunos filósofos ayudan a esta-
blecer la relación necesaria entre perdón y justicia.

“Les victimes d’abus et l’Église. Justice et Pardon”, Études, mayo


(2019) 69-80

El escándalo de los menores cristo es el perdón, el amor que


víctimas de abusos sexuales sacu- triunfa sobre el mal, ¿puede la Igle-
de con violencia a la Iglesia. ¿Es el sia permanecer fiel a Cristo si no
perdón un recurso aceptable en es- sitúa a las víctimas en el centro de
ta crisis? ¿No será que la Iglesia su atención?
tiende a abusar del perdón? ¿No
Recuperar el sentido del perdón
podría interpretarse como una de-
y su relación con la justicia es ur-
negación de justicia? Pero, por otra
gente para las víctimas, pues es
parte: ¿Basta con la justicia? ¿Có-
una fuerza de rehabilitación; lo es
mo no buscar el perdón? La justi-
para la Iglesia, pues la devuelve a
cia es necesaria para recuperar la
su vocación primigenia, y también
confianza, en sí mismo y en el otro,
para los culpables, cuya sanción
pero ¿es suficiente? ¿Supone el per-
penal puede ser vivida como un
dón dar un paso más allá, si se res-
camino de arrepentimiento. En
peta su verdadero sentido?
cambio, algunos usos del perdón
La cuestión del perdón adopta lo desacreditan, como el que mues-
un matiz singular cuando se plan- tra la película Gracias a Dios
tea en la Iglesia que, según san Pa- (François Ozon, 2019). El arzobis-
blo, es el cuerpo de Cristo. Cuan- pado reúne a Alexandre con su
do unos niños, «pequeños» los agresor, el padre Bernard Preynat,
llama Jesús, son dañados por otros para que se perdonen, haciendo ca-
miembros, el cuerpo de Cristo so omiso del tiempo que se nece-
vuelve a someterse a suplicio. A sita para restablecerse. Su primer
ese cuerpo sufriente nos convocan objetivo no es ayudar a Alexandre,
las víctimas, heridas en su cuerpo ni siquiera poner fin a la conducta
y en su alma. Y si el misterio de la criminal del padre Preynat; preten-
muerte y la resurrección de Jesu- de sobre todo que Alexandre no si-
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ga adelante con sus trámites. Bajo la palabra. El perdón no es un ol-
capa de perdón, hay aquí una ne- vido, está más bien en las antípo-
gación de su sentido real, ya que el das. Empieza por desvelar y de-
objeto de un perdón auténtico es la nunciar los hechos. Lejos de
recuperación de la víctima y que contradecir la justicia, la hace po-
el culpable confiese, acepte la san- sible. Si los hechos no se sacan a
ción en justicia y se arrepienta. la luz, la justicia no puede actuar.
Memoria, justicia y perdón avan-
zan juntos.
Las personas heridas, Esta primera palabra pide una
primero respuesta, la única posible en este
caso, una palabra de reconoci-
¿Qué es el perdón del que dan miento: «Sí, creemos lo que nos
testimonio las Escrituras? No es lo dices.» Más allá de este «sí» se es-
que pide un culpable, ni lo que una pera otro gesto: brindar la ayuda
víctima puede otorgar. El perdón que necesita la persona herida pa-
es, ante todo, la rehabilitación que ra proseguir su tarea de recupera-
Dios opera en la persona herida. Y ción. Puede ser el apoyo de psicó-
no significa que los humanos no logos, el pago de una reparación,
participen; al contrario, indica có- una escucha espiritual, establecer
mo pueden unirse a su obra. procedimientos y una cultura que,
en el futuro, preserve a niños y per-
Los primeros testigos de la sonas vulnerables de tales agresio-
obra del perdón son las víctimas, nes. Nada debe pasarse por alto.
que se recuperan y hablan. No ha- Otra acción es necesaria, que el
blan para decir que perdonan sino agresor reconozca los hechos, res-
como personas restablecidas, que ponda en justicia y emprenda una
afirman su dignidad a pesar de lo tarea de arrepentimiento. Esto
que las convirtió en víctimas, que también requiere un acompaña-
reclaman reconocimiento en su hu- miento.
manidad y en su sufrimiento. Pi-
den también que se reconozca y Finalmente, esta primera pala-
condene el crimen que aún las bra supone que quienes han guar-
marca, y que el autor sea recono- dado o han pedido silencio, agra-
cido culpable. vando el sufr imiento de las
víctimas, reconozcan su falta, que
En esta primera figura, el per- la evalúe la justicia y que se arre-
dón está como escondido dentro pientan delante de todos. El cuer-
de la palabra que pide justicia. Se po entero, herido por su actitud,
reconoce en el hecho de que no re- espera este gesto. La convocatoria
clama venganza. Y más aún por- en Roma del papa Francisco a los
que es una palabra y no un golpe, presidentes de conferencias epis-
pues la venganza no suele esfor- copales para escuchar a las vícti-
zarse en dar un rodeo a través de mas y elaborar una respuesta co-
4  Guilhem Causse
rresponde a esta visión. mal; (5) invita a ser dos o tres pa-
ra dirigir una demanda al Padre;
Para presentar el alcance de la
(6) responde a Pedro, que pregun-
obra del perdón, nos apoyaremos
ta cuántas veces se tiene que per-
en Mt 18 y seguiremos a filósofos
donar; y (7) cuenta la parábola del
que han contemplado el perdón
deudor inmisericorde.
unido a la justicia, Hannah Arendt
y Paul Ricoeur, y otros no citados La enseñanza sobre el perdón
explícitamente, como Vladimir comienza poniendo en el centro al
Jankélévitch, Emmanuel Lévinas pequeño y denunciando el «escán-
y Jacques Derrida. Además, nos dalo» que podría dañarlo. Aún hoy
acompañará el testimonio de per- surge espontáneamente esta pala-
sonas que han sido víctimas. bra al mencionar crímenes perpe-
trados por adultos contra niños,
tanto más graves si estos adultos
En las fuentes del perdón son sacerdotes o religiosos. El ver-
bo griego utilizado, skandalizein,
significa poner un obstáculo, una
Hannah Arendt (1906-1975)
trampa que haga caer. Y designa,
vinculó el perdón a la promesa,
en primer lugar, el hecho de hacer
convirtiéndolos en la piedra angu-
caer a un «pequeño».
lar de nuestra capacidad de convi-
vir y actuar en común. Sin embar- Jesús dice de ellos: «creen en
go, el carácter irreversible e mí». El pequeño es el primero en
imprevisible de la acción puede el Reino por su entera confianza.
menguar esta aptitud. La promesa, No posee nada más que su vida,
al explicitar la intención que se que se resume en el gesto de reci-
persigue, permite ajustar la acción bir lo que le es dado, con gratitud
y contrarrestar lo imprevisible; y porque lo que recibe es bueno. La
el perdón, al desligar el acto de las vida le viene de una fuente que es
consecuencias, contrarresta lo irre- todo bondad, y el niño crece echan-
versible y hace posible la acción. do raíces en la confianza de que
esta bondad no le faltará nunca, a
Para Arendt, Jesús es el que ha
pesar de las pruebas que tenga que
revelado la capacidad del ser hu-
atravesar. La escena habla de la
mano para el perdón, y su sentido
gravedad de los crímenes contra
está en Mt 18, en seis etapas: (1) a
los niños: lo que queda afectado es
la pregunta «¿Quién es el más
lo más profundo de su condición
grande en el Reino de los cielos?»,
humana, así como su fe y su con-
Jesús responde colocando a un ni-
fianza.
ño en medio de ellos; (2) denuncia
el escándalo del que podría ser víc- «En verdad os digo que si no
tima; (3) cuenta la parábola de la os hacéis como niños no entraréis
oveja perdida; (4) invita a amones- en el Reino de los Cielos». Jesús
tar a un hermano que comete el invita a los discípulos a ser perso-
Las víctimas de abuso y la Iglesia   5
nas con confianza ante el Padre, ya no es el horizonte de la digni-
que reciben de él el Reino, como dad y la libertad, sino el abismo de
un don. El Reino es para recibirlo, la nada del cual había surgido mis-
no para tomarlo. Los invita a una teriosamente, creado por Dios, y
actitud de acogida y de gratitud an- en cuyo borde ahora vacila. Si la
te la generosidad divina, y así ser Iglesia quiere aún dar testimonio
capaces de la misma generosidad de la justicia y el perdón, es en es-
gratuita hacia el otro. te lugar donde se la espera. ¿Có-
mo? El Evangelio no deja al «pe-
El niño aprende a mantenerse
queño» solo al borde del precipicio.
de pie, en medio de los otros que
Y aquí tiene su lugar la parábola
lo levantan cuando cae y lo alien-
de la oveja perdida.
tan. Descubre su valor y su digni-
dad en la calidad de la mirada que Antes, sin embargo, se impo-
le dedican. Ya está ahí, es él mis- nen dos precisiones. Una, que el
mo, plenamente humano y, sin em- escándalo no es en primer lugar la
bargo, no es del todo él, pues toda- caída del culpable, aun cuando esa
vía ha hecho y dicho poco por sí caída, que él suele negar, es su con-
mismo, todavía no es capaz ni de secuencia. El escándalo designa
decidir ni de consentir. Está devi- ante todo la devastación del peque-
niendo un ser libre. ño. Al oír expresiones tales como
«el escándalo de los pedófilos en
la Iglesia», cuidemos de no enfo-
Ese escándalo que golpea a carnos hacia los agresores, dejan-
los «pequeños» do en la sombra a los primeros
afectados. Pues olvidar a las vícti-
mas es olvidar a Cristo. Arendt nos
Es aquí donde acontece el es-
dice qué es olvidar lo humano, cu-
cándalo. Alguien de su entorno,
ya primera misión, según él mis-
responsable de que el niño alcance
mo revela en la parábola, es ir a
la libertad, en vez de animarlo, so-
buscar al «pequeño» para condu-
licitarlo y reconfortarlo, lo hace
cirlo de nuevo a la vida, llegando
caer arrojándose sobre él. El niño
a convertirse él mismo en cordero
es alcanzado de lleno, derribado
perdido. Y regresan juntos; ya no
por el choque, inmovilizado. No
hay un «pastor» que parece supe-
basta decir que no puede hablar ni
rior a las ovejas, hay un hermano
moverse, pues es mucho más gra-
entre sus hermanos.
ve: lo han paralizado en su apren-
dizaje de la libertad, en el aconte- Y la segunda precisión: seamos
cer de su dignidad humana. No cuidadosos con un modo de hablar
solo lo han detenido, sino que lo del «escándalo de los abusos en la
han hecho retroceder, hacia menos Iglesia» y una inquietud por «la
palabra, menos libertad. Y no solo imagen de la Iglesia». El escánda-
le han hecho retroceder sino le han lo no es lo que amenaza a los po-
hecho girarse: y lo que ve ante sí derosos con disminuir su poder, es
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lo que hunde a los pequeños. que el pastor corre a su encuentro,
arrojada al abismo por una mano
que creía amiga? ¿Cómo podría
El «pequeño» buscado y creer que Cristo va a salvarla cuan-
recuperado do esa mano aniquiladora es la de
quien debería representarlo, y los
responsables jerárquicos se callan?
Tras denunciar el escándalo, la
La voluntad divina es doblemente
obra del perdón prosigue con una
refutada por el acto criminal y por
acción: un pastor que, sin temor,
la actitud de los sucesores del pas-
arriesga su vida para ir en busca
tor.
de una sola oveja que se ha extra-
viado. Esta parábola concierne a Lo que aquí se anuncia es na-
los «pequeños» víctimas de escán- da menos que la pasión y la resu-
dalo; así lo manifiesta el encuadre rrección de Cristo: él desciende al
entre el versículo 10 («Guardaos abismo para que ningún pequeño
de menospreciar a uno solo de es- se pierda. Esta es la condición pa-
tos pequeños») y el 14 («de la mis- ra empezar a plantearse el perdón
ma manera, no es voluntad de para el culpable; sobre este fondo
vuestro Padre celestial que se pier- aparece el sentido de la justicia.
da uno solo de estos pequeños»).
Según Paul Ricœur (1913-
Así, los testigos principales de la
2005), el perdón es, para el culpa-
obra del perdón son los pequeños,
ble, lo que liga y desliga. Desliga
víctimas de escándalo, a quienes
al actor de sus actos: los actos pue-
Cristo ha recuperado.
den ser juzgados y condenados; y
La primera experiencia del per- le vincula a su origen de bondad,
dón que vive el «pequeño» es la de algo así como: «tú eres mejor que
ser tan amado por el pastor que és- tus actos». Pero Ricœur se mantie-
te afronta la muerte junto con él, ne firme: la obra del perdón, si bien
un amor tan grande que la muerte ha comenzado cuando el culpable
no puede retenerlos y pasan a tra- ha confesado y se arrepiente, no
vés de ella. Por eso, quien quiere alcanza su realización final hasta
comprender qué es esto del perdón que la víctima no se ha recupera-
ha de ponerse a la escucha de las do.
víctimas. La experiencia culmina,
La justicia debe ejercerse, esté
como en la parábola, con la alegría
como esté el proceso del perdón.
de los testigos del reencuentro.
Pero el mismo Ricœur señala que
La inmensa dificultad es que el la justicia no es una realidad ina-
perdón es un proceso largo. Como movible, evoluciona y se afina ha-
una semilla en la profundidad de cia menos violencia y más «consi-
la tierra, durante mucho tiempo la deración» a las personas. Tanto la
acción pasa desapercibida. ¿Cómo recuperación de la víctima como
podría saber esta “oveja perdida” el arrepentimiento del culpable, si
Las víctimas de abuso y la Iglesia   7
bien no son su fin principal (que es pueden dar una mano a la víctima.
el respeto a la ley), le sirven de ho- El perdón se despliega y circula,
rizonte. La nueva tendencia a la constituye la comunidad, apunta a
justicia restauradora muestra esta la permanencia de la fraternidad
influencia del perdón en la justicia. que la mantiene unida: «Si tu her-
La continuación de Mateo 18 arro- mano… has ganado un hermano».
ja más luz sobre esta relación. Al principio y al final del versícu-
lo 15, está la fraternidad, y se tra-
ta de no perderla.
Cuando la víctima puede
hablar Observemos que no se pierde
porque se cometa un pecado; solo
peligrará si no sale a la luz, si en
«Si tu hermano llega a pecar, lugar de la palabra reina el silen-
ve y corrígelo a solas tú con él. Si cio. La obra del perdón se desplie-
te escucha, habrás ganado a tu her- ga a través de los hablantes libres
mano». De inmediato, detectamos de la comunidad, en un diálogo en
aquí un cambio de punto de vista. el que la víctima, sólidamente an-
Hasta aquí estábamos atentos a los clada en la libertad, se acerca al
«pequeños», de quienes dice el tex- que ha pecado y le corrige a solas.
to: «No es voluntad de vuestro Pa-
dre celestial que se pierda uno so- Cooperar con la obra del per-
lo de ellos». Esto da todo un dón requiere valor, pues existe el
sentido a la misión de Jesucristo y riesgo de ser rechazado. Lejos de
de la Iglesia. Dicho esto, la aten- oponerse a la justicia, demanda
ción se vuelve hacia otro actor, que que se la respete; el perdón no bo-
no es el culpable, es otra víctima, rra las faltas. Es confianza en el
miembro de la comunidad, un poder de la palabra, la que inter-
«mayor». La obra de Cristo, a la pela y la que responde con la con-
que todos estamos invitados, es no fesión. Es ganar a un hermano que
perder a ninguno de estos peque- se estaba perdiendo. La obra del
ños hasta que hayan crecido lo bas- perdón es una pedagogía gradual:
tante para ser esta persona que ha- hablar a solas, después apelar a uno
bla, que es libre. El término o dos hermanos con disposición de
«mayores» ha de matizarse, en la apoyar a la víctima, y luego a la
medida en que Cristo los invita a asamblea, antes de considerar al
ser como niños. Está apelando a culpable «pagano y publicano».
una igualdad de «pequeñeces».
¿Significa esto que la Iglesia
A la persona víctima que pue- busca resolver sus diferendos a ni-
de hablar, se la invita a hacerlo. vel interno? Ciertamente, no. La
Hasta aquí hemos acompañado a invitación es a corregir y buscar el
víctimas que no pueden hablar, no arrepentimiento. Se contempla
todavía, o con gran dificultad. aceptar la sanción prevista por la
Ahora estamos del lado de quienes ley y los procedimientos judicia-
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les, incluso dentro de la Iglesia. soluble es condenado a la esclavi-
(Ejemplo reciente es el motu pro- tud. Pide un aplazamiento con la
prio sobre la protección de meno- promesa de pagar. El rey interpre-
res y personas vulnerables firma- ta en ello un arrepentimiento y su
do por el papa Francisco en marzo réplica es inaudita: la deuda es con-
de 2019.) Así lo indica en primer donada. En la segunda parte, otro
lugar la referencia a «atar y desa- hombre con una pequeña deuda
tar»: «pronunciarse a favor o en hacia el primer deudor, le suplica
contra de una medida disciplinaria y también promete pagar, pero és-
propuesta en la Iglesia contra un te lo condena. La negativa llega a
hermano». Es la manera eclesial oídos del rey que decide entregar
de hacer justicia, que no incumbe al primer deudor a los verdugos
solo a un juez, sino que implica a «hasta que devuelva todo lo adeu-
todos los miembros de la comuni- dado».
dad. El perdón no es en primer lu-
Lo que está en juego no es ni
gar un caso íntimo de conciencia
la magnitud del crimen ni su repe-
sino una cuestión de fraternidad de
tición; el obstáculo para el perdón
la comunidad toda entera.
es el hecho de negar a otro lo que
para uno es vital. El desafío está
en no interrumpir la transmisión
El perdón denegado
del perdón, que se da por entero
para que los «pequeños» no se
Una segunda parábola nos lle- pierdan y la fraternidad permanez-
va a la pregunta de Pedro: «Señor, ca. El perdón es el movimiento que
¿cuántas veces tengo que perdonar parte del Padre y regresa a Él, pa-
las ofensas que me haga mi herma- ra que todo ser humano sea libre.
no? ¿Hasta siete veces?» La casuís- Recibirlo y no darlo es querer des-
tica rabínica habla de cuatro veces. truirlo, es negar la resurrección de
Pedro cree ir más lejos al decir sie- Cristo.
te. Jesús responde revirtiendo Gé-
Baste un ejemplo: poner frente
nesis 4,24: «Caín será vengado sie-
a frente a una víctima aún frágil y
te veces, mas Lamec lo será
a su verdugo impenitente para ha-
setenta veces siete». Anuncia que,
cer que se perdonen es hacerse res-
frente al círculo vicioso de la ven-
ponsable de la doble interrupción
ganza, que destruye la comunidad,
de la obra del perdón: la víctima,
el perdón es el círculo virtuoso que
creyendo haberlo vivido, quedará
reconstituye la fraternidad.
excluida y el culpable ya no se es-
Y se apoya en una nueva pará- forzará en medir sus actos. Todo
bola: «El Reino de los Cielos es se- el cuerpo sufrirá las consecuen-
mejante a un rey que quiso ajustar cias: la víctima pudiendo perder la
cuentas con sus siervos…». En su fe, el culpable hundiéndose más en
primera parte, asistimos a un jui- la negación y la comunidad hacién-
cio: un hombre con una deuda in- dose pedazos. En la película Gra-
Las víctimas de abuso y la Iglesia   9
cias a Dios, la mujer de Alexandre una combinación de nuestras ac-
lo señala con acierto a propósito ciones, costumbres, valores, ma-
del encuentro con el padre Prey- nera de hablar y mantener la pala-
nat: «Si hubieras perdonado, serías bra. La coherencia entre gestos y
prisionero suyo para siempre». El palabras constituye nuestra identi-
supuesto perdón, lejos de reparar dad.
la relación, acabaría de pervertir-
Los abusos en la infancia afec-
la. Jesús es quien dice esta parábo-
tan profundamente ambos polos.
la, al tiempo de anunciar su pasión.
Los gestos se fijan antes de adqui-
Al hablar de la entrega a los ver-
rir su madurez de libertad y se
dugos, habla también de sí mismo,
vuelven rígidos por el sufrimiento.
no porque sea culpable sino por-
Y la palabra puede verse afectada
que muere para que esta segunda
hasta el mutismo. El perdón libera
deuda sea condonada, que esta fal-
cuerpos y lenguas de sus ligadu-
ta contra el perdón quede perdona-
ras, en la palabra reencontrada y
da también.
la postura erguida recuperada, en
la confianza restablecida, para si-
tuarse delante de los demás y de-
El perdón desliga los
cir: «Sí, ahora este soy yo. Aquí
cuerpos y libera las lenguas
estoy». Es hora de alegrarse juntos,
después de tantos años de precaria
El perdón aparece al final co- travesía. El perdón aparece enton-
mo una potencialidad de vida bue- ces a plena luz, como lo que esta-
na que busca hasta el final desligar ba en acción desde el principio en
del mal y religar al bien. Arendt la atención a los pequeños, en la
sitúa la obra del perdón en la arti- denuncia del escándalo, en el lar-
culación entre el acto y sus conse- go caminar con las víctimas hasta
cuencias y Ricœur, entre el acto y la restitución de su dignidad, la in-
el agente. En ambos casos el per- terpelación con valentía a los cul-
dón prepara la justicia, que puede pables, sin tregua, abriéndose a la
condenar el acto sin reducir a ello justicia y a su arrepentimiento. El
a la persona. Al revés, la justicia perdón es la fuerza y la palabra que
es el primer paso del perdón. Pero nos consolidan y defienden a cada
se centra en una articulación aún uno de nosotros y a nuestra frater-
más interior, la juntura de nuestra nidad contra la amenaza de abuso
identidad entre los gestos y las pa- y silencio. Es lo que puede mante-
labras. Nos identificamos por nues- nernos en humanidad a pesar de
tro nombre y lo que decimos de todo, a cada uno y a todos juntos,
nosotros mismos, pero también por hasta el final.

Tradujo y condensó: MARÍA MÉNDEZ

10  Guilhem Causse

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