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UN TIEMPO NUEVO A LA LUZ DE:

Jn 20,1-18
A manera de preámbulo sobre Jn 20,1-18
EL día primero. La nueva creación.

• Esta parte del evangelio (20,1-31) está claramente delimitada en su comienzo por la indicación
cronológica: El primer día de la semana (20,1), que enuncia su tema (cf. 20,19.26), por oposición a
la parte anterior (2,1 -19,42): «El Día Sexto».
• El día sexto había culminado en la realización, acabada en Jesús, del proyecto creador de Dios
(19,30), abriendo además, por ser la preparación de la nueva Pascua (19,31-37), su realización en
los demás hombres. La denominación «el día primero» subraya el comienzo de la etapa definitiva
de la creación; es, al mismo tiempo, «el último día», el tiempo mesiánico, la era escatológica
presente, en que se irá realizando progresivamente el reino de Dios.
Notas Filológicas
• V.2 Fue ... corriendo, gr. trekhei ... erkhetai, pres. históricos.
• a quien quería Jesús, gr. hon ephilei ho lésous. La fórmula ordinaria es: hon égapa ho lésous
(13,23; 19,26; 21,7.20). La nueva fórmula está en paralelo con la usada para Lázaro: hon phileis
(11,3). Designa, pues, al discípulo como amigo de Jesús (11,11: nuestro amigo) y, por tanto,
describe la actitud del discípulo: Huméis philoi mou este ean poiéte ha egó entellomai humin,
Vosotros sois amigos míos si hacéis lo que os mando (15,14), con alusión a 15,12: Este es el
mandamiento mío, que os améis unos a otros igual que yo os he amado; cf. 15,17. Se confirma así
la identidad de este discípulo con «el otro discípulo» de 18,15s, que entra con Jesús dispuesto a
morir con él, mostrando un amor como el suyo.
• Se han llevado, gr. éran, literalmente: han quitado, en paralelo con 20,1: érmenon, quitada. Cf.
11,39.41.
• V.4 se adelantó, corriendo más de prisa, gr. proedramen takhion. Hay que traducir por separado
los dos componentes del verbo: pro-, adelantarse; edramen, corrió. Para takhion, cf. 11,29: takhu;
11,31: takheós.
• V.5 sin embargo, gr. mentoi, siempre en Jn en frase negativa, cf. 4,27; 7,13; 12,42; 20,5; 21,4. Tres
veces en el resto del NT: 2 Tim 2,19; Sant 2,8; Jud 8. La relación de mentoi con tote oun (20,8)
muestra que el discípulo se detiene para permitir a Pedro entrar antes que él.
Notas Filológicas
• V.6 contempló, gr. theórei, pres. histórico. El verbo theóreó (23 veces en Jn), denota en este
evangelio la percepción de una realidad cuya presencia (física o no)/evidencia, se impone al
sujeto. A menos que el contexto lo neutralice, contiene un sema de reconocimiento. No prejuzga
sobre el grado de penetración en esa realidad. Puede traducirse, según los contextos, por percibir,
presenciar, ser testigo de, constatar, ver presente, tener delante. Por tanto, theóreó indica el
reconocimiento del hecho (6,2), persona (6,40) o cosa a que se refiere. Pedro contempla y
reconoce, por tanto, los objetos que tiene delante. La visión que lleva a creer al otro discípulo se
expresa con eiden (cf. 6,14).
• V.7 envolviendo determinado lugar, gr. entetuligmenon eis hena topón. La frase es extraña, lo que
muestra una intención particular del evangelista. entetuligmenon indica, pues, que el sudario está
envuelto alrededor de determinado lugar y lo cubre. La preposición eis señala precisamente la
adhesión al lugar que envuelve: envuelto [adhiriendo a/cubriendo] determinado lugar; la
expresión equivale a la forma activa: envolviendo determinado lugar. El término topos, lugar, ha
sido constantemente usado por Jn para designar el templo de Jerusalén (4,20; 5,13; 11,48), o, por
contraste, el lugar donde se encuentra Jesús, el nuevo santuario (6,10.23; 10,40; 11,6.30; 18,2;
19,13.17.20.41; cf. 14,2.3, de lugar en el hogar del Padre, donde está Jesús). Se explica así el
extraño numeral hena: no pudiendo emplear el artículo ton [topón], por conservar la coherencia
narrativa de la escena en el interior del sepulcro, el evangelista, que quiere señalar un lugar
preciso y determinado, recurre al uso del numeral; eis topón habría significado un lugar
cualquiera.
Notas Filológicas
• El sentido sería, pues, el siguiente: mientras los lienzos/sábanas, símbolo de vida, siguen
perteneciendo a Jesús, el sudario, símbolo de muerte, cubre la institución judía: sobre ella pesa la
muerte de Jesús.
• V.9 aún no habían entendido, gr. oudepó ... édeisan, en paralelo con 20,2: ouk oidamen; 20,13:
ouk oida; 20,14: ouk édei.
• donde se dice, gr. hoti, expresión elíptica que sobrentiende un verbo: que dice que / donde se dice
que / donde está escrito que…
• de la muerte, gr. ek nekrón, «los muertos» representan el reino de la muerte. La fórmula «de
entre los muertos» es poco castellana y no añade nada al sentido.
• V.10 a su casa, gr. pros hautous (cf. 16,32: eis ta idia), cada uno al lugar donde lo había llamado
María: pros Simona Petron kai pros ton allon mathétén (20,2). La dispersión continúa.
• V.11 se había quedado, gr. Heistékei. El verbo histémi se usa en Jn sólo como intransitivo y en los
temas contiene semas de inmovilidad y voluntariedad; proceden del significado fundamental:
estar de pie, de donde derivan estar parado/estar (voluntariamente) presente.
• Sin dejar de llorar, gr. hós oun eklaien, mientras lloraba.
Notas Filológicas
• V.12 vestidos de blanco, gr. en leukois, sobrentendido himatiois, cf. Ap 3,4.
• a la cabecera, gr. pros té kephalé.
• había estado puesto, gr. ekeito, resultativo lexical de tithémi, cf. 19,42: ethékan.
• V.14 vio, gr. theórei, pres. histórico como en 20,6: contempló. Para el significado de theóreó, cf.
Nota filológica del versículo 6 de esta perícopa.
• V.16 Volviéndose, gr. strapheisa, cf. 1,38: strapheis. Otros términos de este pasaje que recuerdan
el de 1,38 son: kai theórei ton Iésoun hestóta (20,14) / kai theasamenos autous akolouthountas;
tina zéteis (20,15) / ti zéteite; Rabbouni (20,16) / Rabbi; ho legetai Didaskale (20,16) / ho legetai
metherméneuomenon Didaskale; eipe moi pou (20,15) / pou meneis.
• en su lengua, gr. hebraisti, cf. 5,2; 19,13.17.20.
• que equivale, gr. ho legetai, cf. 1,38: ho legetai metherméneuomenon. Tanto Rabbi como Rabbuni
significan «Señor mío», pero se aplicaban a los maestros.
• V.17 Suéltame, gr. mé mou haptou, imperativo pres. interruptivo de un contacto ya existente.
• no he subido ... para quedarme, gr. oupó ... anabebéka. En 3,13 dice: sube al cielo para quedarse,
fuerza del pf. anabebéken,
Notas Filológicas
• V.18 He visto ...en persona, gr. Heóraka. En 1,34 dice: pues yo en persona lo he visto, gr. kagó
heóraka, pf. que denota la experiencia inmediata, personal.
• anunciando, gr. aggellousa, que forma inclusión con 20,12: dúo aggelous.
Analicemos:
20, 1-10. Introducción. El sepulcro vacío.
• V.1ª= Terminada la creación (19,30) y preparada la Pascua (19,31-42), comienza sin interrupción el
nuevo ciclo: el de la creación nueva y la Pascua definitiva. Prescinde Jn del dato cronológico exacto,
para subrayar que el tiempo mesiánico sigue inmediatamente a la muerte de Jesús.
• V.1b= María va al sepulcro poseída por la falsa concepción de la muerte, y no se da cuenta de que el
día ha comenzado ya. De hecho, va a buscar a Jesús en el sepulcro. Es clara la alusión al Cantar (3,1).
• María cree que la muerte ha triunfado. Va únicamente a visitar el sepulcro, sin llevar nada. La
comunidad ha olvidado la recomendación de Jesús en Betania (12,7): la fe en la vida, simbolizada allí
por el perfume, está ausente de María y de los discípulos que aparecerán a continuación. Busca al
dador de vida como a un cadáver.
• Al llegar, vio la losa quitada del sepulcro. La losa puesta habría sido el sello de la muerte definitiva (cf.
11,38s.41). Ni siquiera se ha señalado, en el momento de la sepultura, que hubiese sido puesta. La
muerte de Jesús no interrumpía su vida, su historia no se ha cerrado.
• V.2= La reacción de María es de alarma y va a avisar por separado a dos discípulos. Como Jesús lo había
anunciado, su muerte ha provocado la dispersión (16,32: se acerca la hora, y ya está aquí, de que os
disperséis cada uno por vuestro lado y a mí me dejéis sólo).
Analicemos:
20, 1-10. Introducción. El sepulcro vacío.
• El primer discípulo es Simón Pedro; el segundo, aquel a quien quería Jesús. Las dos veces que Pedro y
este discípulo han aparecido juntos (13,23-25; 18,15ss) ha establecido Jn una oposición entre ellos
dando la ventaja al segundo. Un nuevo caso aparecerá en esta perícopa.
• En vez de anunciar que estaba quitada la losa, anuncia María que han quitado al Señor. Lo que era
señal de vida lo interpreta como signo de muerte. Para ella, Jesús es el Señor, pero un Señor
impotente; piensa que está aún a la merced de lo que quieran hacer con él.
• El plural que utiliza: no sabemos, muestra a la comunidad desorientada. Hay una actitud de búsqueda,
pero buscan a un Señor muerto. El representaba su fuerza; al creer que ha pasado a ser debilidad e
impotencia, la comunidad queda ella misma sin fuerzas.
• V.3-4= Nueve veces se menciona el sepulcro en esta perícopa (20,1 bis.2.3.4. 6.8.11 bis), mostrando
que la idea de Jesús muerto es la que domina en la comunidad. No se recuerda que el sepulcro está en
un huerto, lugar de vida (cf. 19,41).
• Ambos discípulos tienen la misma reacción ante la noticia que les da María. sin embargo, se produce
una diferencia: el que es amigo de Jesús se adelanta a Pedro. La desventaja de Pedro está también
indicada por el modo de nombrarlo; presentado como Simón Pedro (20,2), se le designa, ahora dos
veces por el mero sobrenombre. Aunque, a pesar de las negaciones, mantiene su adhesión a Jesús, aún
no ha aceptado su entrega.
Analicemos:
20, 1-10. Introducción. El sepulcro vacío.
• Corre más de prisa el que tiene experiencia del amor de Jesús, el que ha sido testigo del fruto de la
cruz (19,35). Pedro no concibe aún la muerte como muestra de amor y fuente de vida (12,24).
• V.5 El discípulo ve puestos los lienzos, como sábanas en el lecho nupcial (19,40); distingue, por tanto, la
señal de la vida, pero no la comprende. Encuentran que la losa está quitada y que los lienzos ya no atan
a Jesús (cf. 19,40). Deberían deducir que se ha marchado por sí solo. Pero, como entonces Marta y
María (11,21.32.39), los discípulos no conciben que la vida pueda superar la muerte.
• El discípulo no entra en el sepulcro. No lo hará hasta que no haya entrado Simón Pedro. lo deja entrar
antes para que exprese primero su amor a Jesús. La vez anterior, él lo había conducido (18,16); ahora
debe acercarse a Jesús sin intermediarios.
• V.6-7 Pedro, cuyo seguimiento había fracasado en el atrio del sumo sacerdote (18,15ss), mientras el
otro discípulo siguió a Jesús, se siente ahora seguro siguiendo al discípulo fiel.
• Dentro del sepulcro ve lo que el otro había visto desde la puerta, los lienzos puestos, es decir, las
sábanas extendidas, señal de la boda preparada. Pero descubre también el sudario.
• El sudario es el único elemento común de la sepultura de Jesús con la de Lázaro: es el símbolo de la
muerte. En cambio, las vendas que ataban a Lázaro, impidiéndole marchar (11,44), no corresponden a
los lienzos de Jesús. Por otra parte, el sudario, en el caso de Lázaro, le cubría la cara (11,44); en el de
Jesús, sólo la cabeza.
Analicemos:
20, 1-10. Introducción. El sepulcro vacío.
• La posición del sudario se caracteriza distinguiéndola de la de los lienzos, que es la principal: no puesto,
con los lienzos. Está separado (aparte) del lecho del sepulcro, lugar reservado para Jesús; la muerte se
ha alejado de él para siempre. Por el contrario, este símbolo de muerte envuelve determinado lugar; lo
extraño de la expresión apunta a un sentido simbólico. (Ver nota filológica).
• Se cumple la predicción de Jesús en 2,19: Suprimid este santuario y en tres días lo levantaré. Al matar a
Jesús han intentado suprimir la presencia de la gloria de Dios, que habían ya expulsado de su templo,
convertido en casa de negocios (2,16).
• Sin embargo, en Pedro no hay reacción alguna.
• V.8 Jn subraya que el discípulo quiso esperar a que Pedro entrase primero. Ve las mismas señales que
había visto Pedro y comprende: la muerte no ha interrumpido la vida, simbolizada por el lecho nupcial
preparado. El sudario no había tapado la cara a Jesús, sólo le había cubierto la cabeza porque su
muerte era un sueño (19,30). El dador de la vida no podía quedar prisionero de la muerte.
• Jn pone de nuevo en contraste a los dos discípulos al señalar solamente la fe del segundo.
Analicemos:
20, 1-10. Introducción. El sepulcro vacío.
• V.9 El texto de la Escritura a que se refiere Jn es, sin duda, Is 26,19-21. «Se levantarán los muertos,
despertarán los que están en los sepulcros y gozarán los habitantes de la tierra. Anda, pueblo mío,...
escóndete un breve instante mientras pasa la cólera, porque el Señor va a salir de su morada ... La tierra
descubrirá la sangre derramada y no ocultará a los asesinados en ella». El anuncio de María a los
discípulos llamaba a Jesús «el Señor». Pensaba ella que se lo habían llevado, mientras el texto profético
afirmaba que el Señor saldría de su morada.
• Aun sin haber entendido aquel texto, el discípulo amigo de Jesús ha comprendido al ver las señales.
• V.10 los discípulos no continúan la búsqueda de Jesús, sino que vuelven a su casa, mientras, por otra
parte, María Magdalena reaparecerá en la escena siguiente manteniendo su falsa idea de que el
cuerpo ha sido robado, como si la escena de los discípulos no hubiese ocurrido. La perícopa parece,
pues, un planteamiento introductorio que describe el impacto producido en los discípulos por la
muerte de Jesús y las diferentes disposiciones existentes entre los miembros de la comunidad.
• Los discípulos no anuncian lo sucedido. Aún no han visto a Jesús, solamente han constatado su
ausencia. Para dar testimonio no basta saber que Jesús está vivo, hay que experimentarlo presente. Se
vuelve a la situación inicial. Los discípulos, que estaban dispersos cuando recibieron la noticia de
María, seguirán dispersos hasta que Jesús les haga llegar su mensaje (20,18). Sólo él puede
convocarlos.
Analicemos:
20, 11-18. La nueva pareja.
• V.11ª= María ha olvidado las palabras de Jesús, no queda confortada en su dolor por la certeza de la
vida. No entiende que ha llegado ya la hora del gozo, porque ha nacido el hombre (16,21). No se separa
del sepulcro y allí no puede encontrar ya a Jesús.
• V.11b-12= María no interrumpe su llanto, pero se asoma al sepulcro; en los extremos del lecho ve dos
ángeles o mensajeros de Dios. La escena, que continúa la comenzada en 20,1, sigue inspirándose en el
Cantar; aparece María en su búsqueda del esposo. (Cant 3,2s)
• Los guardianes del lecho son los testigos de la resurrección; pero, además, son mensajeros dispuestos
a anunciarla. Están vestidos de blanco, el color de la gloria divina. Su misma presencia es ya un anuncio
de vida y de resurrección.
• Su carácter de testigos queda subrayado por la precisión del evangelista: uno a la cabecera y otro a los
pies, en el lugar donde había estado puesto el cuerpo de Jesús. Colocados a un lado y a otro, muestran
conocer lo que allí ha sucedido. Están sentados; el sepulcro vacío es el término de su misión; dan
testimonio de que Jesús no está en él.
Analicemos:
20, 11-18. La nueva pareja.
• V.13= Al contrario del texto del Cantar citado antes, no es María la que pregunta a los guardianes, sino
ellos a María. Son ellos los que la interpelan, preguntándole el motivo de su llanto; su misma presencia
gloriosa demuestra que el llanto es infundado. Jn subraya fuertemente la dificultad que experimentó el
grupo de discípulos en tomar conciencia de la resurrección de Jesús.
• El vestido y la pregunta de los ángeles muestran que no hay razón para el luto. Parece ser ésta la última
oposición entre Jesús y Moisés. En efecto, entre las leyendas judías acerca de Moisés se hablaba del
dolor de Josué y de Dios mismo por su muerte, así como del duelo de los ángeles.
• Se dirigen a ella con el apelativo Mujer, que Jesús había usado con su madre en Cana (2,4) y en la cruz
(19,26), y con la samaritana (4,21), la esposa fiel y la esposa infiel de la antigua alianza.
• Siendo en esta escena el único representante de la comunidad, habla en singular: no sé (cf. 20,2: no
sabemos). Sigue pensando que con la muerte de Jesús todo ha terminado.
• V.14= mientras siga mirando hacia allá no podrá encontrarlo nunca, pues Jesús está vivo y ha dejado el
sepulcro. Es inútil buscarlo entre los muertos ni querer encontrar su cadáver.
• En cuanto se vuelve hacia atrás, ve a Jesús, que está de pie, como corresponde a una persona viva; de
pie se opone a puesto, tendido (20,12), la postura del muerto.
Analicemos:
20, 11-18. La nueva pareja.
• Habría reconocido a un Jesús yacente, pero no lo reconoce vivo. Esta ceguera de María será reflejada
más tarde en la de Tomás (20,25). Estos dos personajes muestran a la comunidad anclada en la
concepción de la muerte como hecho definitivo. Se ve ahora claramente por qué Jn puso como
culminación del día del Mesías el episodio de Lázaro. La creencia en la continuidad de la vida a través
de la muerte es la piedra de toque de la fe en Jesús.
• V.15= La pregunta de Jesús repite en primer lugar la de los ángeles. Añade Jesús: ¿A quién buscas? La
pregunta es paralela a la que hizo Jesús en el huerto a los que iban a prenderlo (18,4.7) y espera la
misma respuesta que dieron entonces: A Jesús, el Nazareno, el Mesías descendiente de David, para
responder: Yo soy. Pero María no pronuncia el nombre de Jesús ni habla siquiera de «su Señor».
• Al no reconocer a Jesús, su presencia en el huerto le hace pensar que sea el hortelano. Con esta
palabra reintroduce Jn el tema del huerto jardín, volviendo al lenguaje del Cantar. Se prepara el
encuentro de la esposa con el esposo. María no lo reconoce aún, pero ya está presente la primera
pareja del mundo nuevo, el comienzo de la nueva humanidad.
• En la frase de María aflora la ironía del evangelista: de hecho, Jesús se ha arrebatado él mismo del
sepulcro. Ella no sabe que, dando su vida libremente, tenía en su mano recobrarla (10,18). Quiere
asegurarse la cercanía de Jesús, aunque sea muerto: y yo me lo llevaré. No sabe que, resucitado, ya no
se circunscribe a un lugar y que está siempre cercano, presente entre los suyos.
Analicemos:
20, 11-18. La nueva pareja.
• V.16= Jesús la llama por su nombre (10,3) y ella lo reconoce por la voz, aunque no lo había reconocido
por la vista. Este tema aparece también en el Cantar (5,2).
• Al oír la voz de Jesús y reconocerlo, María se vuelve del todo, no mira más al sepulcro, que es el
pasado; se abre para ella su horizonte propio: la nueva creación que comienza. Ha llegado la
restauración anunciada por Jeremías: «Se escuchará la voz alegre y la voz gozosa, la voz del novio y la
voz de la novia» (Jr 33,11). Se consuma la nueva alianza por medio del Mesías.
• Aunque los términos «Rabbi» y «Rabbuni» sean prácticamente sinónimos (Señor mío), el segundo se
encuentra solamente en esta escena, después de la resurrección. Reconocer a Jesús como «Rabbi»,
usado para dirigirse a los maestros judíos (3,2), fue el punto de partida de los discípulos, antes de
conocer a Jesús (1,38). «Rabbuni» es el punto de llegada, después que su enseñanza ha culminado
dando su vida en la cruz: Jesús es maestro de un modo nuevo, distinto de los del pasado. Al mismo
tiempo, «Rabbuni» podía ser usado por la mujer dirigiéndose al marido.
• Se combinan así los dos aspectos de la escena: el lenguaje nupcial expresa la relación de amor que une
la comunidad a Jesús; pero este amor se concibe en términos de discipulado, es decir, de seguimiento:
se corresponde a su amor practicando un amor como el suyo (1,16; 13,34: igual que yo os he amado).
Analicemos:
20, 11-18. La nueva pareja.
• V.17a= Hay un gesto implícito de María respecto a Jesús, que corresponde a Cant 3,4: «Encontré al
amor de mi alma: lo agarraré y ya no lo soltaré, hasta meterlo en la casa de mi madre, en la alcoba de
la que me llevó en sus entrañas». La alegría del encuentro hace olvidar a María que su respuesta a
Jesús ha de ser el amor a los demás.
• A este gesto responde Jesús al decir a María: Suéltame, y añade la razón: que aún no he subido con el
Padre para quedarme. «Con el Padre» se opone a «la casa de la madre» del texto del Cantar,
mostrando la importancia del esposo: es él quien da la identidad a los suyos. El ha de llevarse a la
esposa a su propio hogar, que es el del Padre, pero aún no ha llegado el momento.
• Jn está llamando a la realidad a las comunidades cristianas. Aún no se encuentran en el estadio final,
sino en el de la misión (20,21), cuyo éxito está asegurado por el Espíritu que reciben. El evangelista
invita a la actividad. Hay que continuar la misión de Jesús realizando las obras del que lo envió (9,4),
mostrando hasta el final el amor de Dios por el hombre (17,22s).
• Esta tensión entre el «ya» y el «todavía no» dinamiza la vida cristiana. Así, María Magdalena encuentra
a Jesús en el huerto-jardín y, sin embargo, él la manda a cumplir una misión. Ella posee a Jesús y, al
mismo tiempo, aún no lo posee.
• Hay que tener en cuenta el sentido figurado de «subir», en relación con el origen de Jesús (3,13: el que
ha bajado del cielo) y su pertenencia (8,23: yo pertenezco a lo de arriba). Estas expresiones no tienen
sentido local.
Analicemos:
20, 11-18. La nueva pareja.
• V.17b= Jesús interrumpe el deseo de unión definitiva para enviar a María con un mensaje para los
discípulos, a los que, por primera vez, llama sus hermanos. El Padre de Jesús lo es ahora también de los
discípulos, por eso los llama hermanos; van a vivir en el mismo hogar (14,2), es decir, el Padre, como
Jesús, va a vivir con cada uno de ellos (14,23). Por haber un mismo Espíritu, común a Jesús y a los suyos
(7,37-39; 20,22; cf. 1,16), hay un mismo Padre.
• V.18= Por boca de su representante, la comunidad recibe noticia de la resurrección de Jesús. María,
que lo ha visto, se convierte en mensajera (cf. 20,12). Su anuncio parte de la experiencia personal de
Jesús y del mensaje que él le comunica. No es anuncio que nace de la lectura de un hecho (20,8), sino
mensaje recibido de Jesús vivo y presente.

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