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Estado Plurinacional de Bolivia

Organo Judicial

AUTO SUPREMO
TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA

SALA CIVIL

Auto Supremo: 1172/2017

Sucre: 01 de noviembre 2017

Expediente: O-10-17-S

Partes: Esperanza Alcalá Condori y otra. c/ Fortunato Alcalá Condori y otro.

Proceso: División y partición.

Distrito: Oruro.

VISTOS: los recursos de casación de fs. 380 a 381 interpuesto por Martin Alcalá Condori; y de fs. 389 a 390 interpuesto

por Fortunato Alcalá Condori contra el Auto de Vista Nº 13/2017 de 25 de enero de fs. 360 a 365 vta., pronunciado por

la Sala Civil Primera del Tribunal Departamental de Justicia de Oruro, en el proceso de división y partición seguido por

Esperanza Alcalá Condori y Teodocia Alcalá Condori contra Martin Alcalá Condori y Fortunato Alcalá Condori, las

respuestas de fs. 395 a 397 vta., y de fs. 399 a 402, la concesión de fs. 412, el Auto de Admisión de fs. 417 a 418; y:

I. ANTECEDENTES DEL PROCESO:

El Juez Publico en lo Civil y Comercial Nº 11 de la Capital - Oruro, mediante Sentencia Nº 83/2016 de 24 de junio,

cursante de fs. 274 a 275 vta., declaró: PROBADA la demanda de división y partición de fs. 30 a 31, complementada a

fs. 35 de obrados, disponiendo que en ejecución de Sentencia se realice el avalúo del bien inmueble en cuestión en el

plazo de 30 días y aprobado este, debe procederse con la venta en subasta pública, cuyo valor será dividido entre los

copropietarios en la porción que les corresponde.

Deducida la apelación por el demandado y remitida la misma ante la instancia competente, la Sala Civil Primera del

Tribunal Departamental de Justicia de Oruro, mediante Auto de Vista Nº 13/2017, anuló obrados sin reposición hasta

fs. 115, disponiendo que la Juez A quo providencie el otrosí del memorial de 112 a 114 de obrados conforme a derecho

e imprimir el trámite que corresponde al incidente de nulidad de obrados y excepción de falta de acción y derecho

interpuesto por el co-demandado Martin Alcalá Condori; realizando una fundamentación sobre el régimen de nulidades

señalaron que en el memorial de fs. 112 a 114 se tiene que el codemandado Martin Alcalá interpuso incidente de

nulidad y en el otrosí del mismo planteo excepción perentoria de falta de acción y derecho, y que revisado el proceso

se tiene que dicho incidente y excepción no fueron resueltos por la Juez A quo y mucho menos tramitada conforme a

procedimiento, puesto que revisando visible a fs. 115, se evidenciaría que ni siquiera se providencio al otrosí del

memorial de 26 de agosto de 2015, omisión que en criterio de los de Alzada afectaría el debido proceso y en cierta

medida también el derecho a ser oído, como al principio de seguridad jurídica con atención el decreto de la fecha; si

bien la Juez A quo habría corrido traslado con el incidente de nulidad, era su deber resolver dicho incidente con o sin la

respuesta.

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En conocimiento de la determinación de segunda instancia, los demandados interpusieron recursos de casación,

mismos que se pasa a analizar:

II. DEL CONTENIDO DEL RECURSO DE CASACIÓN:

Recurso de casación de Martin Alcalá Condori.

Que no se habría tomado en cuenta que la demanda interpuesta no reuniría los requisitos legales suficientes para su

admisión, pues la demanda seria defectuosa ya que en la misma los demandantes ampararían su pretensión en los

arts. 167 y 171 del CC, del cual se desprende que para que se pueda pedir esta división necesariamente debería

existir una comunidad, por lo que, los herederos tendrían que ser propietarios lo que denota que se debería contar con

su registro propietario en las oficinas de derechos reales hecho que en la actualidad no existirá, ya que solamente a las

demandantes habrían logrado registrarse.

Por lo expuesto solicita se anule obrado hasta la admisión de la presente demanda.

Recurso de casación de Fortunato Alcalá Condori.

Que su persona seguiría encontrándose en indefensión ya que en el referido Auto de Vista existe una aplicación

errónea de las normas procesales esenciales para la garantía del debido proceso ya que habría planteado nulidad en

segunda instancia amparándose en el art, 108 del Código Procesal Civil que la Juez A quo sin tener competencia

alguna declaro improcedente el recurso planteado por su persona pese a las pruebas aportadas, y habiendo subido en

apelación el Tribunal de Alzada no habría valorado este hecho que seguiría vulnerando sus derechos causándole

indefensión puesto que recién habría podido asumir defensa ya que nunca habrían puesto en su conocimiento la

prosecución del proceso, ya que anteriormente se habría anulado obrados hasta la admisión de la demanda, es así que

el Auto de Vista recurrido anularía obrados hasta fs. 115, donde ya se le habría dado por citado, dejándole en e

indefensión, sin otorgarle un plazo prudencial para poder contestar la demanda.

Que el Tribunal de Alzada mantendría su indefensión porque tampoco habría realizado una valoración correcta de su

apelación donde habría hecho notar que la demanda no debería o no podría ser admitida por la Juez A quo ya que la

misma no reuniría los requisitos legales para su admisión, aspecto que no habría sido valorado por el Tribunal de

Alzada, ya que con la anulación de obrados solo hasta fs. 112 a 114 se seguiría dando una incorrecta aplicación e

interpretación a la ley, como el art. 180 del CPE.

Por lo señalado solicita se dicte Auto Supremo anulando obrados hasta la admisión de la demanda.

Respuesta al recurso de casación.

En su respuesta de fs. 395 a 397 vta., las demandantes señalan que la fundamentación del recurso de casación de

Fortunato Alcalá Condori solo se encontraría en su imaginación puesto que la nulidad de obrados a la que hace

referencia fue resulto en primera instancia, y el recurrente fue citado en su domicilio en calle kantuta litoral y no en su

domicilió real de calle Galleguillos Nº 541 puesto que evidentemente la primera vez habría sido citado en dicho lugar,

empero una vez anulado el mismo fue citado en su despacho de calle Kantuta litoral que fue verificado incluso por

fotografías, por lo que no podría argüir que se le habría causado indefensión.

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Por otra parte las demandantes en su respuesta de 399 a 402; señalaron que el bien inmueble en cuestión se trata de

un bien hereditario afincado por sus señores padres; asimismo jamás se le habría generado indefensión ya que se

habría dispuesto con traslado en forma personal a los demandados procediéndose a su respectiva citación en forma

personal, motivo por el cual los demandados habría procedido a contestar y en su contestación referirían sobre un

testamento que habría dejado su señor padre y las demandantes les habrían vendido sus acciones y derechos ,m por

l que nunca estuvieron en indefensión.

En tales antecedentes diremos que:

III.- DOCTRINA APLICABLE AL CASO:

III.1.- Del Régimen de Nulidades Procesales.

Al tratar sobre las nulidades procesales debemos tener en cuenta que no se trata de un tema de defensa de meras

formalidades, pues, las formas previstas por Ley no deben ser entendidas como meros ritos, sino como verdaderas

garantías de que el proceso se desarrollará en orden y en resguardo de los derechos de las partes.

En este entendido la Sentencia Constitucional Plurinacional 0140/2012 de 9 de mayo, en interpretación de la

Constitución Política del Estado de 2009 razonó en este sentido señalando que las formas procesales, tienen la

finalidad de asegurar la eficacia material de los derechos fundamentales, conforme la nueva visión que trajo consigo la

nueva CPE; señalando que: “Desde la concepción del Estado Constitucional de Derecho, la tramitación de los procesos

judiciales o administrativos no debe constituirse en simples enunciados formales (justicia formal, como mera

constatación de cumplimiento de las formas procesales), sino debe asegurar la plena eficacia material de los derechos

fundamentales procesales y sustantivos (justicia material, debido proceso y sus derechos fundamentales constitutivos y

sustantivos)”.

Esto en concordancia a que en el tema de nulidades, la doctrina como las legislaciones han avanzado y superado

aquella vieja concepción que vislumbraba a la nulidad procesal como el mero alejamiento del acto procesal de las

formas previstas por ley, esto a que por el entendimiento constitucional y el nuevo Estado Constitucional de Derecho

que rige en nuestro país, no se puede concebir los razonamientos que determinen las nulidades procesales por simples

pruritos formales o por la simple inobservancia de la norma; en este entendido el Dr. Julio Linares, citando al

procesalista Parajeles, que señaló: "Hay que recordar que paralelo al principio de conservación de los actos

procesales, se ubica el principio de libertad de formas, donde lo que interesa no es tanto lo exterior del acto, sino su

contenido y que haya logrado la finalidad perseguida...El abuso de algunos juzgadores en aplicarla en forma irrestricta

las nulidades procesales, se traduce en realidad en una violación al derecho a la justicia ya que además de las

demoras que implica la nulidad al iniciarse de nuevo el trámite, en ocasiones provoca que la pretensión material queda

afectada al desaparecer valiosos medios de prueba", en el mismo sentido el tratadista Hugo Alsina señaló: “Donde hay

indefensión hay nulidad; si no hay indefensión no hay nulidad”, considerando los principios que rigen las nulidades

procesales como el de especificidad que señala que no existe nulidad si la misma no está prevista expresamente en el

ordenamiento jurídico; el principio de trascendencia por el cual se establece que no hay nulidad sin perjuicio y la sola

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existencia de un vicio no es razón suficiente para que el Juez declare la nulidad de un acto procesal, requiriéndose

además, que ese vicio sea determinante para cambiar el resultado del proceso o para reparar el estado de indefensión

de la parte afectada, en consecuencia, la nulidad solo es procedente cuando la infracción da origen a un daño que no

puede ser reparado si no es por esta vía excepcional.

En consecuencia, los jueces y Tribunales de revisión deben ya asumir el entendimiento, mandado por la Constitución

Política del Estado, y comprender que actualmente ya no es suficiente que se produzca el mero acaecimiento de un

vicio procesal para declarar la nulidad simplemente con el fin de proteger o resguardar las formas previstas por la ley

procesal, aspecto que resulta totalmente insustancial para tomar una medida de esa naturaleza; hoy en día lo que

interesa en definitiva es analizar si se han transgredido efectivamente las garantías del debido proceso con incidencia

en la igualdad y el derecho a la defensa de las partes; solo en caso de ocurrir esta situación se halla justificada decretar

la nulidad procesal a fin de que las partes en el marco del debido proceso hagan valer sus derechos dentro de un plano

de igualdad de condiciones para defender sus pretensiones.

Dicho fundamento es precisamente el espíritu de la Ley Nº 025, que con el fin de dar continuidad al proceso incorporó

un nuevo régimen de nulidades procesales, mismo que debido a la importancia que representa para el caso presente,

se pasa a transcribir a continuación las partes pertinentes de dicho cuerpo legal; que en su art. 16 establece lo

siguiente: I. “Las y los magistrados, vocales y jueces, deberán proseguir con el desarrollo del proceso, sin retrotraer a

las etapas concluidas, excepto cuando existiere irregularidad procesal reclamada oportunamente y que viole su

derecho a la defensa conforme a ley”. II. “La preclusión opera a la conclusión de las etapas y vencimiento de plazos”.

Por otra parte, el art. 17 del mismo cuerpo normativo establece: II. “En grado de apelación, casación o nulidad, los

tribunales deberán pronunciarse sólo sobre aquellos aspectos solicitados en los recursos interpuestos”.

III. “La nulidad solo procede ante irregularidades procesales reclamadas oportunamente en la tramitación de los

procesos.”, preceptos legales que conciben al proceso no como un fin en sí mismo, sino como el medio través del cual

se otorga la efectividad de los derechos reconocidos en la ley sustantiva.

Entendimiento que también se encuentra plasmado en el Código Procesal Civil boliviano promulgado por Ley Nº 439 en

los arts. 105 a 109 en el que contienen las reglas básicas del régimen de nulidades, donde además se reconocen los

principios procesales de la nulidad como ser: el principio de especificidad, trascendencia, convalidación, finalidad del

acto y preclusión; entendiendo que de este modo se restringe a lo mínimo las nulidades procesales y se busca la

materialización de los principios que hoy rigen la administración de justicia previstos en la Constitución Política del

Estado y replicados en las dos leyes de referencia, pretendiendo de esta manera revertir el antiguo sistema formalista,

dejando de lado las viejas prácticas con la que hasta la fecha, se han venido tramitando los procesos judiciales por más

de tres décadas con predominio de nulidades, en el mayor de los casos innecesarias e intrascendentes que solo

ocasionaron retardación de justicia a lo largo del tiempo en desmedro del mundo litigante y de la propia administración

de justicia, lo cual se pretende revertir definitivamente.

En ese contexto, el Tribunal Constitucional Plurinacional ha emitido abundante jurisprudencia que de manera uniforme

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marcan los lineamientos respecto al entendimiento que se debe asumir sobre el régimen actual de las nulidades

procesales, en este marco, resulta importante citar algunas Sentencias Constitucionales Plurinacionales que

desarrollaron ampliamente el tema de las nulidades procesales, como la SCP Nº 0427/2013 de 3 de abril que

estableció: “…las nulidades de los actos procesales en el proceso civil -y en otras materias donde sea aplicable este

cuerpo normativo- tienen un alcance conceptualmente diferente, si se interpreta y aplica desde el punto de vista del

Estado legislativo o legal de Derecho (en el que impera la ley, en desmedro de la Constitución) y otro diametralmente

contrario desde la perspectiva del Estado Constitucional de Derecho (en el que impera la Constitución como norma

jurídica directamente aplicable y justiciable desplazando incluso a la ley y sus reglas).

En efecto, en el Estado Legislativo de Derecho, para la procedencia de las nulidades de actos procesales, bastaba que

el procedimiento esté viciado por infracción o vulneración de normas procesales que los órganos jurisdiccionales

hubieren cometido, es decir, las nulidades procesales, tenían únicamente relevancia meramente procesal.

En cambio en el Estado Constitucional de Derecho, la procedencia de las nulidades de actos procesales, está

condicionada únicamente si el procedimiento está o no viciado, por no haber hecho efectivo un derecho fundamental o

garantía constitucional, es decir, las nulidades procesales tienen relevancia constitucional.

Bajo esta concepción, las nulidades de los actos procesales serán procedentes cuando se constate irregularidades,

infracciones o vulneraciones de normas procesales que se presenten en el marco de un proceso, siempre que éstas a

través de la invalidación de los actos procesales, aseguren a las partes del proceso los derechos al debido proceso o a

la tutela judicial efectiva, caso contrario, si no garantizan esos derechos, entonces, la invalidación del acto procesal en

cuestión a través de una nulidad procesal no tienen relevancia constitucional. Un razonamiento jurídico distinto, esto es,

entender que las nulidades procesales pueden hacer ineficaces e inválidos los actos procesales con la mera

constatación de la vulneración de los requisitos y formas que expresa la ley procesal sin ninguna conexitud con la

lesión o no a derechos fundamentales o garantías constitucionales, es retornar a la concepción del modelo Estado

legislativo de Derecho ya sepultado.

En ese orden, estos dos fenómenos, no pueden tener consideración separada por los jueces, en una suerte de afirmar

que corresponde a la jurisdicción ordinaria velar y considerar las nulidades procesales con relevancia meramente

procesal y a la justicia constitucional las nulidades procesales con relevancia constitucional, porque, como ampliamente

se refirió anteriormente, el cambio de paradigma en la potestad de administrar justicia en el Estado Constitucional de

Derecho, se visualiza en que todos los jueces de la pluralidad de jurisdicciones reconocidas en la Constitución, deben

partir de la norma jurídica fundamental, de sus normas constitucionales-principios, es decir, de los valores, principios,

derechos fundamentales y garantías constitucionales en su razonamiento jurídico cotidiano”.

Asimismo, la SCP Nº 1388/2013 de 16 de agosto ha expresado que: “…las nulidades procesales se encuentran

reservadas únicamente a casos extraordinarios expresamente establecidos en la ley, generalmente relacionados a una

indefensión absoluta provocada a las partes procesales o a terceros con interés legítimo y que generen una situación

injusta de cosas respecto a la cual los jueces no pueden quedar indiferentes; al respecto, la Ley del Órgano Judicial ha

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establecido en su art. 16.I que las autoridades judiciales deberán proseguir con el desarrollo del proceso, sin retrotraer

a las etapas concluidas, excepto cuando existiera irregularidad procesal reclamada oportunamente y que viole su

derecho a la defensa conforme a ley, disponiéndose asimismo en el art. 17.III de esta normativa, que la nulidad sólo

procede ante irregularidades procesales reclamadas oportunamente en la tramitación de los procesos… las nulidades

deben reclamarse oportunamente, pues resulta reprochable a la parte procesal que conociendo la existencia de una

causal de nulidad permita el avance del proceso, para pedir dicha declaración, esto porque esa conducta no condice

con el principio de lealtad procesal”.

Razonamiento que tiene relación con lo señalado en la SCP Nº 1420/2014 de 7 de julio que señaló: “…toda nulidad

debe ser reclamada oportunamente a través de los recursos e incidentes que la ley procesal establece como medios

idóneos y válidos para dejar sin efecto el acto procesal afectado de nulidad, más cuando se tuvo conocimiento del

proceso y asumió defensa utilizando esos medios de defensa al interior del proceso, dicho en otros términos, un acto

procesal es susceptible de nulidad solo cuando es reclamado oportunamente o cuando el litigante no tuvo conocimiento

de la existencia del proceso, hecho que le causo indefensión, afectando su derecho a la defensa, razonando en

contrario, no se puede solicitar la nulidad cuando teniendo conocimiento del proceso y asumiendo defensa dentro del

mismo, no interpuso incidente alguno contra el acto procesal objetado de nulidad, dejando ver a la autoridad judicial,

que ese acto se encuentra plenamente consentido o convalidado, mereciendo en consecuencia su improcedencia”.

Por otra parte, la SCP Nº 1646/2014 de 21 de agosto ha señalado que: “…la nulidad obedece en esencia a la

confluencia de un daño no convalidado por las partes procesales en atención de un estado de indefensión; para ello, la

autoridad judicial que dispondrá la nulidad de obrados debe haber evidenciado la existencia de un vicio concreto y

grave, que ha sido argüido por la parte procesal afectada en todo momento, a efectos de no convalidar la sistemática

violación del derecho al debido proceso en sus distintos componentes.

En atención a lo cual, es necesario señalar que considerando que la nulidad procesal puede llegar a afectar el derecho

al plazo razonable de los procesos judiciales, la resolución que la disponga o la rechace, debe contener, en términos

motivacionales, una adecuada fundamentación que desarrolle a cabalidad los elementos que permitan a las partes

comprender el por qué la decisión asumida es necesaria en miras a garantizar un debido proceso; al respecto, no

puede soslayarse que la nulidad es una medida procesal de última ratio, en la que se involucran los intereses no sólo

de las partes sino de todo el Sistema Judicial de lograr que los procesos se resuelvan en plazos razonables”.

En sujeción a lo desarrollado supra este Supremo Tribunal de Justicia en sus diversos fallos, entre ellos, el Auto

Supremo Nº 581/2013 de fecha 15 de noviembre, ha orientado que: “Este Tribunal Supremo de Justicia ha asumido

una postura consecuente con la filosofía constitucional reprimiendo aquellas nulidades procesales que tienen como

único objeto el de cumplir formalismos y que relega la solución del conflicto y en ello el derecho de las partes a una

tutela judicial inmediata, en esta postura asumida citamos el Auto Supremo Nº 83/2013 que señaló: “Sólo es pertinente

proceder con la nulidad de oficio cuando la vulneración al debido proceso en cualquiera de sus componentes tiene

incidencia directa en el derecho a la defensa y se ve seriamente afectado de forma objetiva; pues la nulidad de obrados

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es una medida excepcional, aplicable con criterio restrictivo en caso de verificarse indefensión efectiva, lo contrario

significa un quebrantamiento al derecho a la justicia pronta, oportuna y sin dilaciones que tienen las partes, que el

Estado garantiza por medio de sus órganos de justicia, conforme señala el art. 115 parágrafo II de la Constitución

Política del Estado” (lo subrayado es nuestro).

Así también se ha orientado en el Auto Supremo Nº 484/2012 que “… el espíritu del Art. 17 de la Ley 025 que refiere de

manera categórica en su p. III “La nulidad sólo procede ante irregularidades procesales reclamadas oportunamente en

la tramitación de los procesos”; verificando la incidencia que puedan tener en el debido proceso, es decir la

trascendencia que puedan revestir, con la clara connotación de que no pueden ser consideradas ni declaradas de

oficio, ya que al revestir interés particular, es a esa parte que le corresponde reclamar la presunta vulneración de algún

derecho, en caso de no hacerlo, estará convalidando ese error, consecuentemente el Tribunal correspondiente no está

autorizado para ingresar a revisar de oficio, es decir, está impedido el juzgador declarar la nulidad de oficio si ésta ha

sido consentida.

En referencia a las nulidades específicas, si bien es cierto que por disposición de la norma están señaladas las

nulidades que de oficio podrían declarar los Jueces, en sujeción a lo previsto en el art. 106 del Código Procesal Civil,

no significa que por ello deban ingresar a anular de manera indefectible, sino habrá que considerar la trascendencia

que reviste el acto considerado nulo, que tenga incidencia en el debido proceso y el derecho a la defensa,

considerándose que no hay nulidades absolutas que indefectiblemente deban ser sancionados con nulidad…

Lo anterior conlleva a decir que en el tratamiento de las nulidades procesales, debe tenerse en cuenta como ha

señalado este Supremo Tribunal en reiteradas resoluciones, siguiendo el criterio doctrinal así como jurisprudencial que

no se trata de un tema de defensa de las meras formalidades, pues, las formas previstas por ley no deben ser

entendidas como meros ritos, sino como verdaderas garantías que el proceso se desarrollará en orden y en resguardo

de los derechos de las partes, siendo preciso distinguir las formas esenciales de las meras formalidades. Precisamente

por ello es necesario verificar a tiempo de emitir un fallo, principios que rigen la materia y deben ser tomados en cuenta

por el juzgador al momento de declarar la nulidad…”.

En estos antecedentes, los jueces y Tribunales están en la obligación de asumir el papel que tienen en este Estado

Constitucional de Derecho, debiendo velar y respetar lo enmarcado en materia de nulidades y manejar cuidadosamente

dichas nulidades, aplicando dicho instituto procesal únicamente en los casos en que sea estrictamente indispensable y

no así en simples solemnidades o formalismos que dilatan la tramitación de los procesos y generan perjuicio a las

partes y que muchas veces estas nulidades llegan a favorecer a la parte perdidosa quien en el intento de alargar la

tramitación del proceso y volverlo eterno se apoya en estas disposiciones; es por eso que es necesario velar por la

correcta aplicación de una nulidad máxime si es dispuesta de oficio por los Tribunales de instancia; toda vez, que las

partes con sus actuados pueden convalidar cualquier nulidad no acusada por una de ellas o que no fuera pretendida

por quien se ve directamente afectado con dicho error, estos aspectos tienen que ser analizados antes de declarar la

nulidad de obrados y cuidar a la vez la aplicación correcta de los principios, requisitos necesarios que se deben cumplir

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para determinar una nulidad conforme se expuso ampliamente en el presente acápite.

III.2.- De los Principios que Rigen las Nulidades Procesales.

La Ley Nº 025 con el fin de dar continuidad al proceso incorporó un nuevo régimen de nulidades procesales, mismo que

debido a los reclamos formales expuestos en el recurso, resulta pertinente transcribir a continuación las partes que

regulan dicho régimen; así en su art. 16 establece lo siguiente:

I. “Las y los magistrados, vocales y Jueces, deberán proseguir con el desarrollo del proceso, sin retrotraer a las etapas

concluidas, excepto cuando existiere irregularidad procesal reclamada oportunamente y que viole su derecho a la

defensa conforme a ley. II. La preclusión opera a la conclusión de las etapas y vencimiento de plazos”.

Por otra parte, el art. 17 del mismo cuerpo normativo establece:

II. “En grado de apelación, casación o nulidad, los Tribunales deberán pronunciarse sólo sobre aquellos aspectos

solicitados en los recursos interpuestos.

III. La nulidad solo procede ante irregularidades procesales reclamadas oportunamente en la tramitación de los

procesos.”

En correspondencia con lo normado por la Ley 025, el Código Procesal Civil - Ley Nº 439 establece las nulidades

procesales con criterio aún más restringido, cuyas disposiciones legales se encuentran previstos en los arts.105 al 109,

mismos que se encuentran vigentes desde la publicación de dicha Ley (25 de noviembre de 2013) por mandato

expreso de su Disposición Transitoria Segunda numeral 4, normas (art. 105 a 109 de la ley Nº 439) que además

reconocen en su contenido los principios procesales de la nulidad como ser: el principio de especificidad o

trascendencia, convalidación, finalidad del acto y preclusión, que deben ser tomadas en cuenta por los Jueces y

Tribunales de instancia a tiempo de asumir una decisión anulatoria de obrados; principios que hoy rigen la

administración de justicia previstos en la Constitución Política del Estado (art. 180) entendidos desde los principios

constitucionales procesales de eficiencia, eficacia, inmediatez accesibilidad, y que se encuentran replicados en el

espíritu de los preceptos normativos analizados supra (art. 16 y 17 de la Ley Nº 025 y arts. 105 al 109 del nuevo Código

Procesal Civil).

Al respecto, este Supremo Tribunal de Justicia en su diversos fallos, entre ellos el Auto Supremo Nº 329/2016 de 12 de

abril ha orientado que: “Precisamente por los fundamentos expuestos precedentemente, en razón al caso de Autos,

corresponde a continuación referirnos de manera específica a algunos de los principios que regulan la nulidad procesal,

los cuales ya fueron desarrollados en varios Autos Supremos emitidos por este Tribunal Supremo de Justicia, entre

ellos el Nros. 158/2013 de 11 de abril, 169/2013 de 12 de abril, 411/2014 de 4 de agosto, 84/2015 de 6 de febrero, en

virtud a los cuales diremos:

Principio de especificidad o legalidad.- Este principio se encuentra previsto por el artículo 105-I del Código Procesal

Civil, en virtud a él "no hay nulidad sin ley específica que la establezca" (pas de nullité sans texte). Esto quiere decir

que para declarar una nulidad procesal, el Juez ha de estar autorizado expresamente por un texto legal, que contemple

la causal de invalidez del acto. Sin embargo, este principio no debe ser aplicado de manera restringida, pues, resulta

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virtualmente imposible que el legislador pudiera prever todos los posibles casos o situaciones que ameriten la nulidad

en forma expresa, y siguiendo esa orientación la doctrina ha ampliado este principio con la introducción de una serie de

complementos, a través de los cuales se deja al Juez cierto margen de libertad para apreciar las normas que integran

el debido proceso, tomando en cuenta los demás principios que rigen en materia de nulidades procesales, así como los

presupuestos procesales necesarios para integrar debidamente la relación jurídico-procesal.

Principio de finalidad del acto.- Partiremos señalando que este principio se encuentra íntimamente relacionado con el

de especificidad o legalidad, pues en virtud a este, habrá lugar a la declaratoria de nulidad si el acto procesal no

cumplió con la finalidad específica por la que fue emanada, y en contraposición a lo señalado, en el caso de que el acto

procesal, así sea defectuoso, cumplió con su finalidad, no procederá la sanción de la nulidad.

Principio de Conservación.- Este principio da a entender que en caso de que exista duda debe mantenerse la validez

del acto, esto en virtud a que se debe dar continuidad y efectos a los actos jurídicos sin importar el vicio que expongan,

siempre y cuando, la nulidad no sea de tal importancia que lesione la calidad misma del acto.

Principio de Trascendencia.- Si bien resulta evidente que el alejamiento de las formas procesales ocasiona la nulidad o

invalidez del acto procesal, empero esta mera desviación no puede conducir a la declaración de nulidad, razón por la

cual se debe tener presente que para la procedencia de una nulidad tiene que haber un perjuicio cierto e irreparable,

pues no hay nulidad sin daño o perjuicio “pas de nullite sans grieg”, es decir que previamente a declarar la nulidad se

debe tener presente el perjuicio real que se ocasionó al justiciable con el alejamiento de las formas prescritas. Y como

decía Eduardo J. Couture: "... No existe impugnación de Nulidad, en ninguna de sus formas, sino existe un interés

lesionado que reclame protección. La anulación por anulación no vale."

Principio de Convalidación.- Partiremos señalando que convalidar significa confirmar, revalidar; en esa lógica, cuando

se corrobora la verdad, certeza o probabilidad de una cosa, se está confirmando. De esta manera, este principio refiere

que una persona que es parte del proceso o es tercero interviniente puede convalidar el acto viciado, dejando pasar las

oportunidades señaladas por ley para impugnar el mismo (preclusión); en otras palabras, si la parte que se creyere

perjudicada omite deducir la nulidad de manera oportuna, vale decir en su primera actuación, este hecho refleja la

convalidación de dicho actuado, pues con ese proceder dota al mismo de plena eficacia jurídica, a esta convalidación

en doctrina se denomina convalidación por conformidad o pasividad que se interpreta como aquiescencia frente al acto

irregular; por lo expuesto se deduce que la convalidación se constituye como un elemento saneador para los actos de

nulidad.

Principio de preclusión.- Concordante con el principio de convalidación tenemos al principio de preclusión también

denominado principio de Eventualidad que está basado en la pérdida o extinción de una facultad o potestad procesal,

encontrando su fundamento en el orden consecutivo del proceso, es decir, en la especial disposición en que deben

desarrollarse los actos procesales. A este efecto recurrimos al Dr. Pedro J. Barsallo que refiere sobre el principio de

preclusión que: “En síntesis la vigencia de este principio en el proceso, hace que el mismo reparte el ejercicio de la

actividad de las partes y del Tribunal, dentro de las fases y periodos, de manera que determinados actos procesales

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deben corresponder necesariamente a determinados momentos, fuera de los cuales no pueden ser efectuados y de

ejecutarse carecen totalmente de eficacia”. De ello se establece que el proceso consta de una serie de fases o etapas

en las cuales han de realizarse determinados actos, por lo que una vez concluida la fase procesal, las partes no

pueden realizar dichos actos y de realizarlos carecerán de eficacia, surgiendo así una consecuencia negativa traducida

en la pérdida o extinción del poder procesal involucrado, pues se entenderá que el principio de preclusión opera para

todas las partes.”.

Principios y disposiciones legales marcan el límite de la actuación de los Jueces vocales y Magistrados en cuanto a las

nulidades a ser decretadas estableciendo como regla general la continuidad de la tramitación del proceso hasta su total

conclusión, siendo la nulidad una excepción que procede según dispone la Ley 025, bajo dos presupuestos legales

indispensables; es decir cuando la irregularidad procesal viole el derecho a la defensa y que esa situación haya sido

reclamada de manera oportuna por la parte afectada, bajo sanción de operarse la preclusión en su contra; entendiendo

que de este modo se restringe a lo mínimo las nulidades procesales y se busca la materialización de los principios que

hoy rigen la administración de justicia previstos en la Constitución Política del Estado y replicados en las dos leyes de

referencia, pretendiendo de esta manera revertir el antiguo sistema formalista.

III.3.- Sobre el Principio a la Impugnación.

El principio a la impugnación se encuentra consagrado en el art. 180.II de la C.P.E., derecho presente en la

sustanciación de todo proceso judicial, por el que las partes pueden solicitar a otro juzgador superior, revise la

Resolución del inferior. Este principio de impugnación se materializa a través de los recursos que la ley franquea según

la resolución contra la cual se pretenda recurrir, por lo que se constituye en el medio a través del cual se fiscaliza no

solamente la decisión asumida por el Juez o Tribunal, sino la legalidad de la Resolución, constituyéndose el principio de

impugnación en la petición que se materializa con la emisión de una Resolución que el Tribunal ha de brindar dando

respuesta a los motivos que dieron lugar a la misma, que además de ser pertinente debe ser motivada y fundamentada.

Entre los recursos que la ley franquea o reconoce para hacer efectivo el principio impugnación que no solamente se

materializa con la presentación del recuso sino que su efectividad se perfecciona con la respuesta que dicho recurso

recibe; tenemos al recurso de apelación que es considerado como el más importante y usual de los recursos ordinarios,

al ser el remedio procesal a través del cual se pretende que un Tribunal jerárquicamente superior, revoque o modifique

una resolución judicial que se estima errónea en la interpretación, aplicación del derecho, en la apreciación de los

hechos o de la prueba, recurso de Alzada que constituye un nuevo juicio respecto a aquellos puntos que han sido

resueltos por el inferior y que han sido impugnados por la parte recurrente.

La importancia de hacer efectivo este principio reconocido en el art. 180 parágrafo II de la CPE, radica en que el

proceso es considerado como un conjunto sistemático de actos jurídicos procesales desarrollados en procura de arribar

a la Resolución del conflicto; éste se estructura en etapas y fases debidamente ordenadas a fin de brindar la máxima

garantía de igualdad y defensa a las partes, sin embargo el proceso no está exento de que en su desarrollo se

produzcan u omitan actos que afecten su normal avance e incluso impidan el cumplimiento de sus fines, los que

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deberán ser analizados a fin de imponer una posible sanción de nulidad, razón por la que dicho análisis se encarga a

un tribunal de revisión (segunda instancia) que abra su competencia precisamente a partir de la interposición de un

recurso, que por el avance de la doctrina como de las legislaciones se ha superado aquella concepción del excesivo

formalismo, pasando a una concepción más amplia en la que el punto de partida es la protección que la norma procura

a las partes a fin de que estas, en el marco del debido proceso, encuentren igualdad de condiciones para defender sus

posiciones y hacer valer sus pretensiones de forma que prevalezca siempre el principio "pro actione" que busca la

prevalencia del fondo sobre la forma.

En este marco resulta necesario referir que sobre el derecho a la impugnación la Sentencia Constitucional Plurinacional

Nº 1853/2013 de 29 de octubre señaló que: “III.4. Derecho de impugnación.- El debido proceso como instituto jurídico

que garantiza el respeto de derechos fundamentales y garantías Constitucional es de las partes que intervienen en un

proceso, contiene entre sus elementos al derecho de impugnación como un medio de defensa. Con la finalidad de

resguardar derechos fundamentales y garantías Constitucional es de las partes que intervienen en un proceso o

procedimiento judicial o administrativo, la Constitución Política del Estado, establece el principio de impugnación en el

art. 180-II,...Lo que se pretende a través de la impugnación de un acto judicial o administrativo, no es más que su

modificación, revocación o sustitución, por considerar que ocasiona un agravio a un derecho o interés legítimo; es

decir, el derecho de impugnación se constituye en un medio de defensa contra las decisiones del órgano jurisdiccional

o administrativo. Así en materia procesal civil el art. 213, prescribe: I. Las resoluciones judiciales serán recurribles

mediante impugnación de la parte perjudicada…es decir, la interposición de los recursos está sujeta a determinados

requisitos, como la existencia de un gravamen o perjuicio, debe ser idóneo, la calidad de parte para plantearlo,

interponerse ante la autoridad competente…”.

Criterio compartido y también desarrollado por este Supremo Tribunal de Justicia que respecto al derecho a la

impugnación orientó en el Auto Supremo Nº 484/2012 de 13 de diciembre que “…el artículo 180 parágrafo II de la

Constitución Política del Estado garantiza el principio de impugnación en los procesos judiciales, por su parte el artículo

8 inc. h) de la Convención Americana Sobre Derechos Humanos de San José de Costa Rica, determina que toda

persona tiene derecho a recurrir del fallo ante Juez o Tribunal superior. Ambas disposiciones legales, que conforman el

Bloque de Constitucionalidad reconocen el derecho a la impugnación o a la segunda instancia, derecho que se

materializa no con el simple enunciado normativo que reconozca a la parte la posibilidad de interponer un recurso de

Alzada sino con la respuesta que dé, el Tribunal de Alzada respecto a los motivos que fundan la impugnación, que

además de ser pertinente debe ser motivada y fundamentada, solo así se satisface el derecho a la impugnación”.

Asimismo, se ha orientado a través del Auto Supremo Nº 223/2012

de 23 de julio que: “En fallos emitidos anteriormente este Tribunal ha establecido que el derecho a la impugnación, de

ninguna manera se agota con la sola interposición de un recurso, sino que este derecho se va a concretar y

materializar con la respuesta debidamente motivada y fundamentada por parte del Tribunal superior, que precisamente

conozca y resuelva sobre los motivos que orientan la interposición del recurso; siendo en consecuencia trascendental a

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los efectos de la realización de este derecho, la respuesta que le corresponde.”.

III.4.- Del Principio de Congruencia.

En mérito al principio de congruencia, toda resolución debe reunir la coherencia procesal necesaria, que en el caso de

la apelación, encuentra su fuente normativa en el art. 265-I del Código Procesal Civil, que se sintetiza en el aforismo

“tantum devolutum quantum appellatum”, que significa es devuelto cuanto se apela, con esto se establece el límite

formal de la apelación en la medida de los agravios propuestos en la impugnación, en otras palabras, la función

jurisdiccional del órgano de revisión en doble instancia se ve contenido a lo formulado en la apelación por el

impugnante.

En este antecedente, el Tribunal de casación a momento de realizar el análisis sobre los reclamos de incongruencia

omisiva en que habría incurrido el Tribunal de Alzada respecto a los puntos acusados en apelación, se debe tener

presente que al ser un aspecto que acusa un vicio de forma como es la incongruencia omisiva que afecta la estructura

de la resolución, el análisis debe limitarse a contrastar en el contenido de la resolución la existencia o no de dicha

omisión, razonamiento compartido por el Tribunal Constitucional Plurinacional que en la Sentencia Constitucional

Plurinacional Nº 1083/2014 de 10 de junio, ha interpretado los alcances del recurso de casación en la forma en relación

a la falta de respuesta a los puntos de agravio del recurso de apelación, conforme desarrolla: “…En ese contexto, cabe

recalcar que, la Sala Civil del Tribunal Supremo de Justicia, ante el planteamiento de un recurso de casación en la

forma, debe limitar sus consideraciones a las causales establecidas en el art. 254 del CPC. En el presente caso, al

estar extrañada la falta de respuesta a los puntos de agravio identificados en el recurso de apelación, el Tribunal de

casación debe limitar su consideración únicamente para establecer si hubo o no respuesta a los reclamos del

recurrente, lo contrario implicaría ingresar a cuestiones que atingen a la impugnación en el fondo; así, los Magistrados

demandados, luego de efectuar un examen de los antecedentes del legajo procesal, concluyeron que el Tribunal de

apelación, otorgó la respuesta extrañada, inclusive extrayendo citas textuales que ellos consideraron como respuestas

a la apelación contra la Sentencia; por lo tanto, el Auto Supremo Nº 434/2013, no incurre en incongruencia omisiva ni

carece de la debida motivación, ya que la labor del Tribunal de casación estaba restringida a efectuar el control para

determinar si hubo o no respuesta a los reclamos del recurrente y, fue ésa la misión que cumplieron los Magistrados

demandados; por lo tanto, cumple con el debido proceso” (las negrillas y subrayado son nuestras).

En este sentido, este Supremo Tribunal de Justicia a través de sus diversos fallos (Autos Supremos Nros. 651/2014,

254/2016) ha orientado que la congruencia de las resoluciones judiciales orienta su comprensión desde dos

acepciones; primero, relativo a la congruencia externa, la cual se debe entender como el principio rector de toda

determinación judicial, que exige la plena correspondencia o coincidencia entre el planteamiento de las partes

(demanda, respuesta e impugnación y resolución) y lo resuelto por las autoridades judiciales, en definitiva, es una

prohibición para el juzgador considerar aspectos ajenos a la controversia, limitando su consideración a

cuestionamientos únicamente deducidos por las partes; y, segundo, la congruencia interna, referido a que, si la

resolución es comprendida como una unidad congruente, en ella se debe cuidar un hilo conductor que le dote de orden

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y racionalidad, desde la parte considerativa de los hechos, la identificación de los agravios, la valoración de los mismos,

la interpretación de las normas y los efectos de la parte dispositiva; es decir, se pretenden evitar que, en una misma

resolución no existan consideraciones contradictorias entre sí o con el punto de la misma decisión.

La Jurisprudencia Constitucional ha desarrollado asimismo el principio de congruencia en la Sentencia Constitucional

Nº 0486/2010-R de 5 de julio, donde ha razonado que: "El principio de congruencia, responde a la pretensión jurídica o

la expresión de agravios formulada por las partes; la falta de relación entre lo solicitado y lo resuelto, contradice el

principio procesal de congruencia; la Resolución de primera y/o segunda instancia, debe responder a la petición de las

partes y de la expresión de agravios, constituyendo la pretensión jurídica de primera y/o segunda instancia…".

Razonamiento que es reiterado por el Tribunal Constitucional Plurinacional, a través de las Sentencias

Constitucionales Plurinacionales Nº 0255/2014 y Nº 0704/2014. De donde se deduce que en segunda instancia,

pueden darse casos de incongruencia “ultra petita”, que se produce al otorgar más de lo pedido; extra petita, al

extender el pronunciamiento a cuestiones no sometidas a la decisión del Tribunal; y cuando omite decidir cuestiones

que son materia de expresión de agravios por el apelante (citra petita).

Es en este entendido que a través del Auto Supremo Nº 254/2014 se ha orientado que: “La inobservancia de estas

reglas conllevan incongruencia, que a decir de la doctrina se diferencian en: Incongruencia positiva, que es aquella en

la que el juzgador extiende su decisión más allá de los límites del problema judicial que le fue sometido a su

consideración; e Incongruencia negativa, cuando el juzgador omite el debido pronunciamiento sobre alguno de los

términos del problema judicial. En ésta última, encontramos la denominada “citra petita”, que resulta de la omisión de

alguna de las pretensiones deducidas en proceso…

Es de importancia considerar que el principio de congruencia procesal, si bien pondera el derecho al debido proceso,

sin embargo “no es absoluto”, en la medida de la afectación de otros derechos, garantías y principios fundamentales

que emergen en procura de brindar la tutela judicial efectiva a las partes.

En el recurso de casación en la forma y en relación al principio de congruencia, la trascendencia y la afectación del

agravio debe gravitar indefectiblemente para suponer la nulidad de obrados, previendo siempre la garantía al debido

proceso, a la defensa y a la justicia pronta, oportuna y sin dilaciones que sustenta el art. 115 de la Constitución Política

del Estado.

De donde se tiene que el Juez no puede simple y llanamente aplicar la nulidad, que es restrictiva, sino que debe

ponderar la omisión frente a los otros principios y derecho constitucionales fundamentales para llegar a una decisión

judicial que esté acorde con la nueva dogmática de la nulidad que se afianzó con la Constitución Política del Estado

Plurinacional en su art. 115 y los art. 16 y 17 de la Ley 025, pues sólo será posible la nulidad si existe afectación del

derecho a la defensa.”.

IV. FUNDAMENTOS DE LA RESOLUCIÓN:

Recurso de casación de Fortunato Alcalá Condori.

Entre sus reclamos, el recurrente acusa que el Tribunal de Alzada mantendría su indefensión porque no habría

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realizado una valoración correcta de su apelación donde habría hecho notar que la demanda no debería o no podría

ser admitida por la Juez A quo, ya que la misma no reuniría los requisitos legales para su admisión, aspecto que no

habría sido valorado por el Tribunal de Alzada, ya que con la anulación de obrados solo hasta fs. 112 a 114 se seguiría

dando una incorrecta aplicación e interpretación a la ley, como el art. 180 del CPE.

Al respecto corresponde precisar que de la revisión y análisis del Auto de Vista recurrido, se tiene que el Tribunal de

Alzada anuló obrados hasta fs. 115, señalando que en el memorial de fs. 112 a 114 el codemandado Martin Alcalá

Condori habría interpuesto incidente de nulidad y en el otrosí de dicho incidente planteo excepción perentoria de falta

de acción y derecho, y que revisado el proceso se tendría que dicho incidente y excepción no fueron resueltos por la

Juez A quo y mucho menos tramitada conforme a procedimiento, omisión que en criterio de los de Alzada afectaría el

debido proceso y en cierta medida también el derecho a ser oído, como al principio de seguridad jurídica pues si bien la

Juez A quo habría corrido traslado con el incidente de nulidad, sería su deber resolver dicho incidente con o sin la

respuesta.

Argumentos que sustentan la nulidad dispuesta por el Tribunal de Alzada, que no resultan correctos, en razón a que

son contrarios al régimen de nulidades vigente en nuestro ordenamiento jurídico y constitucional desarrollados en los

punto III.1 y III.2 de la doctrina aplicable, donde se señaló que los jueces y Tribunales de revisión deben ya asumir el

entendimiento, mandado por la Constitución Política del Estado y comprender que actualmente ya no es suficiente que

se produzca el mero acaecimiento de un vicio procesal para declarar la nulidad simplemente con el fin de proteger o

resguardar las formas previstas por la ley procesal, fundamento que es precisamente el espíritu de la Ley Nº 025 que

en sus arts. 16 y 17 conciben al proceso no como un fin en sí mismo, sino como el medio través del cual se otorga la

efectividad de los derechos reconocidos en la ley sustantiva; disposiciones que además se encuentra plasmado en el

Código Procesal Civil Boliviano promulgado por Ley Nº 439 en los arts. 105 a 109 que contienen las reglas básicas del

régimen de nulidades, donde además se reconocen los principios procesales de la nulidad como ser: el principio de

especificidad, trascendencia, convalidación, finalidad del acto y preclusión; entendiendo que de este modo se restringe

a lo mínimo las nulidades procesales y se busca la materialización de los principios que hoy rigen la administración de

justicia previstos en la Constitución Política del Estado y replicados en las dos leyes de referencia.

En este marco, corresponde señalar que de la revisión de obrados se tiene que de fs. 112 a 114 Martin Alcalá Condori

interpuso incidente de nulidad de obrados en cuyo otrosí primero planteo además la excepción perentoria de falta de

acción y derecho; memorial que es corrido en traslado mediante providencia de fs. 115, en el que si bien no existió

pronunciamiento respecto al otrosí 1 de dicho memorial, se tiene que posteriormente este aspecto así como la falta de

Resolución del incidente, no fueron reclamados por Martin Alcalá Condori quien recién a fs. 254 plantea nulidad de

notificación dejando de lado el incidente de fs. 112 a 114, no realizando reclamo posterior alguno sobre dichos vicios

procesales hasta apelación, aspectos que conforme se tiene desarrollado en el punto III.2 de la doctrina aplicable,

implica que al no haber observado dichos vicios en el momento oportuno y haber planteado a fs. 254 nulidad de

notificación sin referir nada respecto al incidente de fs. 112 a 114, implican convalidación de dichas omisiones y

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preclusión por no haber reclamado dichos aspectos oportunamente.

De dicho análisis se tiene claramente señalado que el razonamiento que realiza el Tribunal de Alzada para anular

obrados resulta formal, ritualista y contrario al régimen de nulidades vigente, ya que anulo obrados por vicios

convalidados, que precluyendo por la falta de reclamo oportuno de Martin Alcalá Condori, aspecto que implica que no

se ha tomado en cuenta la normativa que regula el régimen de nulidades vigente, desarrollados en el punto III.1 y 2 de

la doctrina aplicable que margina la aplicación de un esquema extremadamente rígido y ritualista dando lugar a otro en

donde debe tenerse en cuenta la instrumentalidad de las nulidades procesales, por lo que a estas alturas del desarrollo

y avance del derecho, los jueces y Tribunales ordinarios, ya deberían haber asumido dicho entendimiento, ya que en

este nuevo Estado Constitucional de Derecho están en la obligación de velar por la efectividad de la Justicia y no por la

efectividad de pruritos formales que solo atenta contra el derecho a una justicia pronta y oportuna (art. 115.II de la CPE)

que tienen las partes que acuden al Órgano Jurisdiccional en procura de una solución pronta y eficaz a su conflicto.

Resultando evidente el reclamo del recurrente respecto a que el Tribunal de Alzada no habría realizado una valoración

correcta de su apelación, omitiendo pronunciarse sobre los reclamos vertidos en dicho recurso de apelación, por

acoger un criterio –reiteramos- formalista, que decanto en la vulneración del principio de impugnación y la

incongruencia de la Resolución de Alzada desarrollados en los puntos III.3 y III.4 de la doctrina aplicable por no

pronunciarse sobre los reclamos de apelación planteados por los demandados de fs. 283 a 287 vta., y de fs. 295 a

300; por otra parte, resulta necesario precisar que al ser la decisión a tomarse anulatoria del Auto de Vista recurrido, no

corresponde el pronunciamiento sobre los demás reclamos contendidos tanto en el recurso de casación de Fortunato

Alcalá Condori y en el recurso de casación de Martin Alcalá Condori, más si se toma en cuenta que dichos reclamos

fueron planteados en apelación y no fueron objeto de análisis por parte del Tribunal de Alzada.

Por lo manifestado, corresponde a este Tribunal resolver conforme señala los arts. 220.III inc. c) del Código Procesal

Civil.

POR TANTO: La Sala Civil del Tribunal Supremo de Justicia del Estado Plurinacional de Bolivia, con la facultad

conferida por el art. 42 num. 1) de la Ley del Órgano Judicial de 24 de junio de 2010, y en aplicación de los art. 220.III

inc. c) del Código de Procesal Civil, ANULA Auto de Vista Nº 13/2017 de 25 de enero de fs. 360 a 365 vta., pronunciado

por la Sala Civil Primera del Tribunal Departamental de Justicia de Oruro y dispone que la misma Sala, sin espera de

turno y previo sorteo, pronuncie nueva Resolución con arreglo a lo previsto por el art. 265.I del Código Procesal Civil.

Sin multa por ser el error excusable.

Cumpliendo lo previsto por el artículo 17.IV de la Ley del Órgano Judicial, comuníquese la presente decisión al Consejo

de la Magistratura a los fines de ley.

Regístrese, comuníquese y devuélvase.

Relatora: Mgda. Rita Susana Nava Durán.

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