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Las condiciones económicas, sociales, políticas.

científicas y culturales de los países europeos:


España, Inglaterra, Italia, Portugal, Holanda.

España.

Las décadas centrales del siglo XIII presenciaron decisivas conquistas


cristianas, que dejaron el territorio musulmán reducido al emirato nazarí de
Granada, mientras que la estructura territorial peninsular conformaba la
denominada "España de los cinco reinos" (el de Granada, el de Portugal, el de
Navarra y las Coronas de Castilla y de Aragón). En los siguientes dos siglos el
proceso reconquistador prácticamente se detuvo, en un contexto de crisis
general que incluyó transformaciones estructurales de envergadura (el inicio
de la transición del feudalismo al capitalismo), graves conflictos sociales y
continuas guerras civiles; mientras surgían las instituciones españolas del
Antiguo Régimen, de gran proyección posterior.

Italia.

Los ostrogodos eran un grupo de godos que habían sido sojuzgados por los
hunos. Tras su liberación de aquellos, eligieron a Teodomiro como rey y se
asentaron bajo protección bizantina en Panonia, en el cauce del Danubio. A
este le sucedió su hijo Teodorico el Grande, que con la bendición del
emperador de Oriente condujo a su pueblo a Italia en 488.
En la península gobernaba el hérulo Odoacro tras deponer al último
emperador romano en 476. Tras una campaña en el Norte de la península,
Teodorico tomó la capital, Rávena, matando a Odoacro en 493 y
estableciéndose como señor del país. Su reinado fue recordado por
mantener la administración romana, que protegió, logrando mantener la
estabilidad de Occidente. Regente de sus primos visigodos al ser abuelo del
joven rey, Teodorico, llegó por un tiempo a parecer ser capaz de reconstruir
el antiguo Imperio de Occidente. Mandó construir y decorar joyas como la
Capilla Arzobispal de Rávena, el Baptisterio Arriano o su mausoleo, obra
maestra del arte ostrogodo en Italia.

Sin embargo, en 526, la muerte de Teodorico acabó con esta etapa de paz,
heredando Italia su nieto, Atalarico. El Reino Ostrogodo de Italia se
desmoronó, con un sobrino de Teodorico, Teodato, asesinando a Atalarico,
nieto y heredero del gran rey e iniciando una guerra civil. Los excesos de
Teodato rompieron con el apoyo del Imperio Romano de Oriente al dominio
ostrogrodo y propició una invasión bizantina paralela a las luchas nobiliarias.

Portugal.

En 409 los llamados pueblos bárbaros, suevos, alanos y vándalos (asdingos y


silingos) Todos de origen germánico, salvo los Alanos que eran pueblos
iranios, se asientan en Hispania. En 411 estos pueblos se dividen entre sí el
territorio: los vándalos asdingos ocuparon la Gallecia, los suevos la región del
norte del Duero, los alanos las provincias de Lusitania y Cartaginense y los
vándalos silingos la Bética.
Al mismo tiempo tiene lugar la entrada de los visigodos en la península
ibérica al servicio del Imperio romano con el objetivo de subyugar a los
invasores.

De todos estos pueblos, los suevos y los visigodos serían los que tuvieron una
presencia más duradera en el territorio en el que actualmente se asienta
Portugal. Estableciendo la capital de su reino en Braga, los suevos expanden
su territorio hacia Galicia y Lusitania. Los suevos eran originariamente
paganos, y fueron evangelizados por Martín de Braga, aunque la variante del
cristianismo a la que pertenecieron fue alternativamente católica (la de la
población autóctona) o arriana (la de los visigodos).

Holanda.

Previamente, en el territorio neerlandés, se situaban las Provincias Unidas,


formadas por las siete provincias del Norte de los Países Bajos (Frisia,
Groninga, Güeldres, Holanda, Overijssel, Utrecht y Zelanda), agrupados desde
la Unión de Utrecht (1579). Pese a que no se reconoció la independencia de
las Provincias Unidas hasta la Paz de Westfalia, sí existía una cierta
autonomía en este país.

Mientras que el siglo XVII se caracterizó por una economía con crisis
generalizadas, los Países Bajos crecieron económicamente. Esto se debió a
que mientras en el periodo 1600-1750 se propugnó el mercantilismo entre
los países (intervención del estado en la economía para conseguir una
balanza comercial favorable «vender mucho y comprar poco», se decía, y
aumentar la producción), los Países Bajos tomaron la decisión de no poner
trabas económicas y fomentar el comercio. De ello se derivó su poder
hegemónico y su éxito en el ámbito productivo. Las bases de producción ya
estaban establecidas algún tiempo atrás, pero su máximo brillo económico
ocurrió en el periodo 1625-1675.

Renacimiento.

Es el nombre dado en el siglo XIX a un amplio movimiento cultural que se


produjo en Europa Occidental durante los siglos xv y xvi. Fue un período de
transición entre la Edad Media y los inicios de la Edad Moderna. Sus
principales exponentes se hallan en el campo de las artes, aunque también se
produjo una renovación en las ciencias, tanto naturales como humanas. La
ciudad de Florencia, en Italia, fue el lugar de nacimiento y desarrollo de este
movimiento, que se extendió después por toda Europa.

El Renacimiento fue fruto de la difusión de las ideas del humanismo, que


determinaron una nueva concepción del hombre y del mundo. El término
«renacimiento» se utilizó reivindicando ciertos elementos de la cultura
clásica griega y romana, y se aplicó originariamente como una vuelta a los
valores de la cultura grecolatina y a la contemplación libre de la naturaleza
tras siglos de predominio de un tipo de mentalidad más rígida y dogmática
establecida en la Europa medieval. En esta nueva etapa se planteó una nueva
forma de ver el mundo y al ser humano, con nuevos enfoques en los campos
de las artes, la política, la filosofía y las ciencias, sustituyendo el teocentrismo
medieval por el antropocentrismo.

El historiador y artista Giorgio Vasari fue el primero que utilizó la palabra


"renacimiento" (rinascita) para describir la ruptura con la tradición artística
medieval, a la que calificaba como un estilo de bárbaros, que más tarde
recibirá el calificativo de Gótico. Vasari opinaba que las artes habían entrado
en decadencia al hundirse el Imperio Romano y solo habían sido rescatadas
por los artistas de la Toscana a partir del siglo XIII.

El Renacimiento marca el inicio de la Edad Moderna, un período histórico que


por lo general se suele establecer entre el descubrimiento de América en
1492 y la Revolución francesa en 1789, el cual, en el terreno artístico,
engloba estilos como el Renacimiento y el manierismo (siglos xv y xvi), el
Barroco, el rococó y el Neoclasicismo (siglos xvii y xviii). Otros historiadores
sitúan la fecha de inicio en 1453, caída de Constantinopla, o bien remarcan
un hecho trascendental como la invención de la imprenta (hacia 1440
aproximadamente, de la mano de Johannes Gutenberg).

Los antecedentes históricos del Renacimiento cabe situarlos en la decadencia


del mundo medieval ocurrida a lo largo del siglo xv por diversos factores,
como el declive del Sacro Imperio Romano Germánico, el debilitamiento de la
Iglesia católica a causa de los cismas y los movimientos heréticos que darían
origen a la Reforma protestante, la profunda crisis económica derivada del
anquilosamiento del sistema feudal y la decadencia de las artes y las ciencias,
lastradas por una teología escolástica sumida en el escepticismo.

Las antiguas potencias marítimas ibéricas: Portugal y


España.

Entre resignado y furioso, Francisco I de Francia reclamó al Papa con


insistencia ver el testamento de Adán ante las sucesivas bulas papales que
reconocían la preeminencia española en la conquista de América. «El sol luce
para mí como para otros. Querría ver la cláusula del testamento de Adán que
me excluye del reparto del mundo y le deja todo a castellanos y
portugueses», exclamó sobre los términos del Tratado de Tordesillas.

En España y Portugal se llamaba directamente Testamento de Adán al


Tratado de Tordesillas. Un acuerdo entre ambos países, donde medió el Papa
valenciano Alejandro VI, para delimitar los territorios que Cristóbal Colón
descubrió sin saberlo en 1492. Todo un continente repartido entre las dos
grandes potencias imperiales de su tiempo. Y nada pudo hacer Francia, ni
Inglaterra, ni Turquía frente a aquella preeminencia. Según concluyeron sus
enemigos, es como si únicamente los ibéricos fueran hijos de Adán.

Como explica Carlos Canales y Miguel del Rey en «Las Reglas del Viento: cara
y cruz de la Armada Española en el siglo XVI», «a partir del descubrimiento de
nuevas tierras en el hemisferio occidental la historia cambió y se abrió una
nueva era para la humanidad». Pocas veces a lo largo de los tiempos
ocurrieron tantas cosas importantes en una única década, la de 1490, es
decir, la de 1492. A partir de esa fecha, los marineros españoles, portugueses
y los italianos bajo su mando dibujaron un nuevo mundo repleto de riquezas
y de posibilidades. Los océanos que no controlaba España era porque, de
hecho, los dominaba Portugal. Rara vez en la historia se ha vivido un dominio
igual de dos países sobre el resto del planeta.

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