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“¿Cuál es tu Ley?


Propósito General: Doctrinal.
Propósito Específico: Invitarte a no estar bajo la Ley, sino bajo la Gracia.
Palabra clave: Ley
Proposición: ¿Cuál es tu ley?
Texto: Salmo 148.1-14 (inicio), Deuteronomio 4.1-49 (todos), Varios (Mensaje Semanal)

INTRODUCCIÓN
Sabemos que hay 613 mitzvot (mandamientos o preceptos), 248 positivos y 365 negativos; sin
embargo, al no haber Templo, muchos de estos mitzvot no son aplicables, por citar un ejemplo,
todas las ofrendas, no son entregadas hoy en día. Así que, de los 248 preceptos positivos, sólo
126 se aplican hoy en día, y de los 365 negativos, se aplican 243; lo que suma 369, no obstante,
no se cumple necesariamente con todos, porque muchos de estos preceptos dependen también de
las circunstancias, en otras palabras, sólo en ciertas situaciones es que se puede cumplir con los
mitzvot, lo que, conforme a los expertos judíos, deja sólo 270 preceptos que cada judío está
obligado a observar, sin importar la circunstancia ni la situación en la que se encuentre.
De estos 270 Mitzvot, 48 son positivos (harás), y 222 negativos (no harás).
Charles Swindoll, en su libro “El despertar de la Gracia”, habla de los “asesinos de la Gracia”,
una manera de referirse a aquellos que gustan de tener leyes, reglamentos, preceptos y
tradiciones que hay que cumplir al pie de la letra.
Pero, ¿cuál es tu ley?

DESARROLLO
1) La ley de Moisés.
Josué 8.30–32 Entonces Josué edificó un altar a Señor Elohim de Israel en el monte Ebal, como
Moisés siervo de Señor lo había mandado a los hijos de Israel, como está escrito en el libro de
la ley de Moisés, un altar de piedras enteras sobre las cuales nadie alzó hierro; y ofrecieron
sobre él holocaustos a Señor, y sacrificaron ofrendas de paz. También escribió allí sobre las
piedras una copia de la ley de Moisés, la cual escribió delante de los hijos de Israel.
Se llama Ley de Moisés, o Ley Mosaica, al conjunto de preceptos que incluyen la ley moral, la
ley ceremonial y la ley civil, dadas con todo detalle a Moisés por Elohim mismo, alrededor de
1,400 años antes de Cristo.
El libro de la Ley de Moisés, la Torá, desde Josué, sucesor de Moisés, se les dio ese nombre a los
cinco libros de Moisés, los que no somos judíos por la carne, la conocemos como el Pentateuco.
Una expresión que muchas veces se mal entiende, es la de “estar bajo la ley”, pues no significa
“obediencia a la ley”, sino ser señalado por ésta, como transgresor; los que están bajo la ley son
los que la quebrantan (1ª Timoteo 1:8-10), la Ley es buena, el malo es el transgresor (Romanos
7:12). Un individuo está o vive en pecado cuando lo toma como un hábito continuo, como una
práctica habitual en su vida y no quiere renunciar a él.
Por tanto, la expresión “estar bajo la Ley” indica o señala a una persona que vive en la práctica
continua del pecado; bajo la Ley, es una expresión hebrea ‫ תחת התורה‬- tajat hatorah, estar
señalado por la Torá, acusado por ella (por haberla quebrantado o infringido).
Se estaba bajo la Ley, por la práctica consuetudinaria del pecado (1ª Juan 3.4), una persona sin
Yeshúa vive bajo la jurisdicción de la ley (Romanos 8:1-2).
Veíamos que de 613 mitzvot, hoy en día sólo se pueden cumplir 270, y por más que los rabinos
busquen equivalencias para suplir lo que no puede hacerse por que el Templo fue destruido en el

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año 70 d.C., la Biblia dice: Porque cualquiera que guarda toda la ley, pero tropieza en un punto,
se ha hecho culpable de todos (Santiago 2.10).
¡Si tu ley es la de Moisés, estás bajo la Ley!
2) La ley de Hillel.
Gálatas 5.13–15 Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; sólo que no uséis la
libertad como pretexto para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. Porque toda la
ley en una palabra se cumple en el precepto: amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pero si os
mordéis y os devoráis unos a otros, tened cuidado, no sea que os consumáis unos a otros.
Hillel Ha-Zaken (“El Viejo”), apellidado también “El Sabio”, llevó el título de Nasi (“Príncipe”)
porque llegó a ser “El principal” o “Jefe” de la Ley en Israel, cuando gobernaba Judá, Jericó,
Idumea, Galilea y Samaria, Herodes el Grande (años 37 a.C. y 4 d.C.).
Nació hacia el año 70 a.C. en Babilonia, según el Talmud, cuando sus padres, de la tribu de
Manasés, viajaron como emigrantes a aquella nación. Su padre se llamaba Gamaliel, como el
antepasado epónimo de la tribu israelita, de la que fue su jefe (Números 1.10); el mismo nombre
llevó su nieto, José Gamaliel de Ramáh (Arimatea), también Nasi, y discípulo suyo, a cuyos pies
se instruyó Saulo (Hechos 22.3).
Siendo la familia de Hillel de condición social modesta, en Babilonia ejerció como artesano y
también se dedicó intensamente al estudio de las leyes; a los cuarenta años de edad, hacia el 30
a.C., volvió a Jerusalén, siendo doctor de la ley, y ejerciendo como Nasi o Presidente del
Sanedrín de los Setenta (Gran Sanedrín), que en el año 6 d.C. se trasladó a Cesarea del Mar,
junto al Pretorio de Herodes, estando anexa la Escuela de Jurisprudencia, que se dice fue fundada
por Hillel, y luego dirigida por su nieto el Rabban Gamaliel.
Hillel fue cabeza espiritual de Israel hasta su muerte, que tuvo lugar en el año 10, cuando Judea
ya era provincia romana, con sede de su capital en Cesarea de Samaria; Hillel el Nasi dictó
normas relativas a la justicia social con el fin de conseguir “un orden justo para la mejora del
mundo”. Entre estas normas estaba su decreto denominado Prosbul, que aseguraba el reembolso
del préstamo, protegiendo al acreedor contra la pérdida de su propiedad, a pesar de la ley escrita
relacionada con el Año Jubilar (Deuteronomio 15.1 ss.), o a la venta de sus casas (Levítico
20.30). Además, introdujo la acción judicial en la reforma de la legitimidad de algunos
alejandrinos discriminados por su nacimiento, interpretando a su favor el documento matrimonial
(“Ketubba”) de su madre.
Un dicho de Hillel introdujo la célebre Regla de Oro: “Lo que es odioso para ti no lo practiques
con tu prójimo. Esto es toda la ley; lo demás es mero comentario”. Así, reconocía como el
principio fundamental de toda norma moral el amor a todos los humanos, sin discriminación,
dándole a la palabra “prójimo” valor universal de semejante, por ser el género humano
“semejante a Elohim”, superando la interpretación restrictiva y tribal de Levítico 19.18: “No te
vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo (“vecino”
de tribu o nación) como a ti mismo”. Esta interpretación restricta y excluyente era la que hacían
los rabinos del judaísmo ortodoxo de la Escuela de Shammai, dándole sentido literal, según la
letra de la Escritura.
Ciertamente Hillel, dejó una escuela muy importante, pero con el transcurso de los siglos, el
judaísmo sin Templo, se ha llegado a parecer más y más a la escuela legalista de Shammai; pero
inclusive con Hillel, el cumplir la ley, radica en un esfuerzo humano, que tarde que temprano,
fracasa, aunque hoy en día hay quien cree, que se puede cambiar el actuar individual del ser
humano y llegar a tener un sistema igualitario, libre de violencia.
¡Si tu ley es la de Hillel, estás bajo la Ley!

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3) La ley de Cristo.
Gálatas 6.1–2 Hermanos, aun si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros que sois
espirituales, restauradlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú
también seas tentado. Llevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.
¿Qué es exactamente la ley de Cristo y cómo se cumple llevando las cargas de los demás?
Conforme a la Biblia, la ley de Cristo es lo que Cristo declaró que eran los mandamientos más
grandes: Y uno de los escribas que los oyó discutir (viendo que les respondió bien), se acercó y
le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Respondió Yeshúa: El primero es: Oye,
Israel, el Señor nuestro Elohim un solo Señor es, y amarás al Señor tu Elohim con todo tu
corazón y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Mayor que éstos, no hay otro mandamiento. Y el escriba
le dijo: Maestro, bien dijiste en verdad que Uno solo es, y no hay otro además de ÉL, Y amarlo
con todo el corazón y con todo el entendimiento y con toda la fuerza, y amar al prójimo como a
sí mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios. Y Yeshúa, viendo que había
respondido sensatamente, le dijo: No estás lejos del reino de Elohim. Y ya ninguno se atrevía a
preguntarle. Marcos 12.28–34
La ley de Cristo, entonces, es amar a Elohim con todo nuestro ser y amar a nuestros vecinos
como nos amamos a nosotros mismos; en esto, Yeshúa y el escriba estuvieron de acuerdo en que
esos dos mandamientos son el núcleo de toda la Ley del Antiguo Testamento.
Varios pasajes de las Escrituras del Nuevo Testamento afirman que Yeshúa cumplió la Ley del
Antiguo Testamento, llevándola a su fin y conclusión (Romanos 10:4; Gálatas 3:23–25; Efesios
2:15); por lo que, todos los que hemos nacido de nuevo, y tenemos una relación personal,
cercana, íntima y de amor con el Creador, en lugar de la Ley del Antiguo Testamento, debemos
obedecer la Ley de Cristo.
En lugar de tratar de recordar los 613 mandamientos individuales de la Ley del Antiguo
Testamento, simplemente debemos centrarnos en amar a Elohim y amar a los demás; si en lugar
de esforzarnos por cumplir la Ley de Hillel, dejáramos que Yeshúa creciera, mientras nosotros
menguamos (Juan 3.30), y que sea ÉL quien vive a través de nosotros (Gálatas 2.20), estaríamos
cumpliendo todo lo que Elohim requiere de nosotros (Efesios 5.18).
¡Si tu ley es la de Cristo, no estás bajo la Ley!

CONCLUSIÓN
Juan 1.15–18 Juan dio testimonio de ÉL y clamó, diciendo: Este era del que yo decía: “El que
viene después de mí, es antes de mí, porque era primero que yo.” Pues de su plenitud todos
hemos recibido, y gracia sobre gracia. Porque la ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y
la verdad fueron hechas realidad por medio de Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Elohim; el
unigénito Elohim, que está en el seno del Padre, ÉL le ha dado a conocer.
Cristo nos liberó de la esclavitud de los cientos de mandamientos de la Ley del Antiguo
Testamento y, en cambio, nos llama a amar (1ª Juan 4:7–8; 5.3); cuando reconocemos el valor
del sacrificio de Yeshúa en nuestro nombre, nuestra respuesta es amor, gratitud y obediencia.
Nuestra motivación para superar el pecado debe ser el amor, no el deseo de obedecer legalmente
una serie de mandamientos; obedecemos la ley de Cristo porque lo amamos, no para que
podamos marcar una lista de mandamientos que obedecimos con éxito, porque escrito está que
no es por obras (Efesios 2.8-10).
Algunos usan el hecho de que no estamos bajo la Ley del Antiguo Testamento como una excusa
para el pecado, pero Pablo respondió enfáticamente, que eso no es una opción (Romanos 6:1-5);

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en verdad la ley del Espíritu de vida en Cristo Yeshúa me ha librado de la ley del pecado y de la
muerte (Romanos 8.2).
Los judíos inconversos creían que, por el hecho de poseer la Ley y cumplir externamente sus
demandas, ya eran santos, aceptos a Elohim, mientras que los paganos que no disponían de la
Torá, eran, por eso mismo, inmundos pecadores, incapaces de salvación, a no ser que se hiciesen
prosélitos de Israel. Pablo establece que la justificación, es decir, la posición legal de aceptos a
Elohim, en correcta relación moral y espiritual con ÉL, se obtiene por la fe sola, aparte de las
obras (de la observancia) de la Ley (Gálatas 2.21; 3.24; 5.4; Filipenses 3.9).
La ley dada a Moisés sirvió para mostrar que es imposible cumplirla, y que por la ley no hay
manera de ser justificado; Hillel comprendió la importancia del amor al prójimo, pero en Yeshúa,
además de tener la enseñanza perfecta, tenemos la oportunidad de no estar bajo la ley, sino bajo
la Gracia.

¿Cuál es tu ley?
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