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“Sin reliquias por favor”

Propósito General: Devocional – Evangelístico.


Propósito Específico: Invitarte a depositar tu fe sólo en Cristo.
Palabra clave: Reliquia.
Proposición: ¡No necesitas de reliquias, sólo necesitas a Cristo!
Texto: Salmo 147.1-20 (inicio), 2º Reyes 13.1-25 (todos), Varios (Mensaje Semanal).

INTRODUCCIÓN
Las reliquias son restos de los mártires o los santos, ya sean corporales (como los huesos, el cabello
o incluso tejido orgánico), u objetos asociados con el santo en cuestión y su martirio.
Flavia Julia Elena (246/248 – 330 d.C.), primera esposa del tetrarca Constancio Cloro (porque
después se divorció de ella), fue madre de Constantino (280– 337 d.C.), quien se convirtió en
emperador del Imperio Romano, por lo que, después de su coronación, ella tuvo una destacada
presencia en la corte imperial. Fue durante el reinado de Constantino, que ella se convirtió al
cristianismo, siendo él, quien contrario a lo que se suele pensar, sirvió de influencia para la
conversión de su madre.
En el siglo IV, Elena decidió viajar a Tierra Santa para buscar la cruz sobre la cual murió Cristo,
y según la tradición, “encontró” mucho más que eso; los obreros que la acompañaron, realizaron
excavaciones en el monte Calvario, donde “encontraron” la “Santa Cruz” y también otras reliquias
relacionadas con Jesucristo.
Así lo narraron escritores antiguos como Juan Crisóstomo (347 – 407 d.C.) y Ambrosio (339 - 397
d.C.), aunque, cabe señalar, que ninguno de ellos, estuvo presente en las excavaciones que
produjeron los “milagrosos” hallazgos, no habían nacido. El primero era un antisemita declarado,
y sus sermones contra los judíos, impulsaron la idea de que ellos son colectivamente responsables
de la muerte de Jesús, y el segundo, era un promotor del culto a las reliquias.
Elena también encontró, y mandó llevar a Roma, la escalera del palacio de Poncio Pilato, pues,
conforme a la tradición, Jesús subió por ella para ser juzgado, y derramó allí gotas de sangre; en
la actualidad, la “escalera santa” se conserva enfrente de la Basílica de San Juan de Letrán en
Roma. En 1723 fue protegida con madera de nogal para preservarla de los desgastes, ya que todos
los días miles de peregrinos suben por ella, de rodillas; en 1908 el Papa Pío X concedió la
indulgencia plenaria a todos los que asciendan con devoción la escalera, luego de cumplir con las
condiciones de la confesión, la comunión y la oración por las intenciones del Papa.
Elena también “encontró” los clavos que perforaron las manos y los pies de Cristo, se dice que los
utilizó para proteger a su hijo Constantino en las batallas, al colocar un clavo en el bocado de su
caballo y otro en su casco. Por cierto, el hierro dejado a la intemperie, comienza a oxidarse en 24
horas; y la oxidación hace que el metal se expanda, al tiempo que lo debilita y lo vuelve quebradizo
y escamoso. El óxido es permeable al aire y al agua, por lo que el metal que queda debajo de la
capa de óxido sigue su proceso de corrosión.
La suertuda “arqueóloga” y su comitiva, también encontraron, a más de ¡tres siglos! el “Titulus
Crucis”, la tablilla colgada en la Cruz que decía: “Jesús Nazareno Rey de los Judíos” (la madera
puede descomponerse en un periodo de entre 2 a 3 años); objeto que fue llevado en el siglo VII a
Roma por el Papa Gregorio Magno.
Hoy el “Titulus Crucis” y uno de los clavos se pueden venerar en la Basílica de la Santa Cruz en
Jerusalén; se cree que los otros clavos están: en el altar mayor de la Catedral de Milán, en la
llamada Corona de Hierro que está en la Catedral de Monza (Italia) y otro en la Catedral de Colle
di Val d´Elsa en la región italiana de Toscana.

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En la Catedral de Tréveris se conserva una parte de la túnica, que se dice, utilizó Jesús antes de ser
crucificado, dicho trozo de tela, también fue conseguido por Elena en Jerusalén y entregado a
Agricio (260 – 335 d.C.), entonces Arzobispo de Tréveris (Alemania).
En su viaje a Tierra Santa, la madre del emperador Constantino, también consiguió un fragmento
de la ¡cuna! donde, según la tradición, reposó el Niño Jesús; esta reliquia se encuentra en la Basílica
de Santa María la Mayor, en Roma. De acuerdo al sitio web de la Catedral de Köln - Colonia
(Alemania), Elena encontró las reliquias de los Reyes Magos en la ciudad de Saba, ubicada en la
Península Arábiga, y las llevó hasta Constantinopla (hoy Estambul), que en ese entonces era la
capital del Imperio Romano. Años más tarde, dichas reliquias, fueron obsequiadas a Eustorgio,
Obispo de Milán (343 – 349 d.C.), pero en el siglo XII el emperador Federico Barbarroja se las
llevó a la Catedral de Colonia, donde permanecen hasta la fecha.
Pero allí no termina la más exitosa expedición arqueológica de la historia, pues la iglesia del Santo
Sepulcro, construida por el emperador Constantino, fue levantada sobre la tumba, donde según la
tradición, fue enterrado Jesucristo. Este hallazgo también fue descubierto por Elena en el siglo IV.
¡Es para no creerse!, que haya tanta gente que venera reliquias, y que lo hagan con unas cuyo
origen es tan inverosímil, pero bien dice el dicho: “el que no conoce a Dios, a cualquier palo se le
hinca”; y yo le añadiría, quien no conoce la Biblia y sus contextos, puede creer cualquier invención
con tintes religiosos.
Veamos que dice la Biblia en cuanto a si debemos creer en las reliquias.

DESARROLLO
1) Sólo si eres fatuo.
Hebreos 9:13–15 (NTV) Bajo el sistema antiguo, la sangre de cabras y toros y las cenizas de una
ternera podían limpiar el cuerpo de las personas que estaban ceremonialmente impuras.
Imagínense cuánto más la sangre de Cristo nos purificará la conciencia de acciones pecaminosas
para que adoremos al Dios viviente. Pues por el poder del Espíritu eterno, Cristo se ofreció a sí
mismo a Dios como sacrificio perfecto por nuestros pecados. Por eso él es el mediador de un
nuevo pacto entre Dios y la gente, para que todos los que son llamados puedan recibir la herencia
eterna que Dios les ha prometido. Pues Cristo murió para librarlos del castigo por los pecados
que habían cometido bajo ese primer pacto.
Fatuo (Del latín fatŭus). Lleno de presunción o vanidad infundada y ridícula. Falto de razón o de
entendimiento.
El sistema antiguo, se refiere al primer pacto, en éste, el lavamiento ocupaba un lugar prominente:
los sacerdotes debían ser lavados antes de ser consagrados (Éxodo 29:4), a los levitas también se
los rociaba con agua (Números 8:7); al sumo sacerdote se le exigían abluciones especiales en el
día de la expiación (Levítico 16:4, 24, 26), de igual manera, al sacerdote en el ritual del “agua de
purificación” (Números 19:1–10), y a todos los hombres para eliminar la contaminación
ceremonial (Levítico 11:31-40; 17:15-16; Deuteronomio 23:11).
La fuente de bronce delante del tabernáculo constituía un recordatorio constante de la necesidad
de purificación para acercarse a Dios (Éxodo 30:18–21).
Bajo la ley levítica, el contacto con un cadáver humano, huesos humanos o una sepultura, inclusive
los cuerpos muertos de animales inmundos, líquidos emanados de los órganos reproductores y la
lepra, convertían a una persona en ceremonialmente impura; por lo que no podía entrar al santuario
o al templo, ni siquiera tocar algún objeto sagrado durante el tiempo de su impureza.
Cualquiera que tocaba a una persona inmunda se volvía inmundo y debía bañarse, lavar su ropa y
permanecía inmundo hasta la tarde; y todo lo que la persona impura tocaba se volvía impuro,

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inclusive, cualquiera que tocara lo que ella tocó, también era considerado impuro por el resto de
ese día. Para cada categoría de impureza se especificaba un procedimiento ritual de purificación,
si quieres el detalle, lee del capítulo 11 al 18 de Levítico.
Cuando el autor de la Epístola a los Hebreos, se refiere a la ternera, tiene en mente Números 19,
en donde se señala, el procedimiento, para eliminar la contaminación proveniente de tocar un
cuerpo muerto, un hueso o una sepultura: se requería de una vaca alazana (de pelo rojizo), sin
defecto, que nunca hubiera sido puesta bajo un yugo, debía ser llevada al sacerdote, el que
acompañaba al ternero y al contaminado, hasta un lugar apropiado lejos del campamento. La vaca
era muerta por quien la presentaba en presencia del sacerdote; éste sumergía un dedo en la sangre
que se había recogido y la salpicaba hacia el santuario 7 veces.
Luego, el animal entero era quemado, en el fuego el sacerdote arrojaba madera de cedro, grana e
hisopo; una persona ceremonialmente limpia recogía después la ceniza, y la guardaba en un lugar,
también ceremonialmente limpio fuera del campamento. El hombre que mataba a la vaca y el
sacerdote que participaba, quedaban impuros, y por lo tanto tenían que lavar sus ropas, bañarse y
regresar al campamento, donde al ponerse el sol volvían a ser limpios.
Una persona ceremonialmente contaminada con el contacto con un cuerpo muerto, un hueso o una
sepultura, permanecía ceremonialmente impura 7 días; al 3º y al 7º día debía ser salpicado con
agua mezclada con ceniza de la vaca roja, por cualquier persona ceremonialmente limpia. Para ello
se usaba un manojo de hisopo, al 7º día la persona contaminada debía bañarse y lavar sus ropas;
recuperaba su limpieza ceremonial al ponerse el sol.
La persona limpia que oficiaba en ese rito debía lavar su ropa, pero se mantenía impuro por el resto
del día, la tienda y el equipo doméstico de una persona impura también debían ser rociados por
agua mezclada con cenizas de la vaca roja, y después de 7 días se consideraban ceremonialmente
limpios. Esta agua se llamaba “agua de la purificación”.
Hay que ser verdaderamente fatuo, falto de entendimiento, para pensar que una reliquia, puede
estar entre las cosas que agradan a Dios; y si piensas que 2º Reyes 13.21, es un buen argumento
para la práctica de venerarlas, haciéndote eco de lo que dice un dominico “No les rendimos culto
a los huesos, sino a la santidad de la persona”, dime, ¿dónde más, en la Biblia, sucede algo similar?
Porque, este es el único lugar, en toda la Biblia, donde los huesos de un santo emanan poder
especial, y cabe preguntarse:
¿Se trata de una creencia supersticiosa o mágica en el texto bíblico?
¿Sugiere que los huesos de otros santos tienen poder sobrenatural también?
¿Aprueba la conservación y exhibición en las iglesias de restos de santos para ayudar a la gente en
sus problemas?
Y la respuesta es un contundente NO, porque esta no es la forma normal y típica en que Dios actúa;
así que, es mejor interpretar este incidente en su contexto, y reconocer que se trata de un caso
único. Nadie rezó al difunto profeta, su sepulcro no se encontraba en un lugar público, mucho
menos expuesto al público en una iglesia.
Es preferible una interpretación que relaciona el milagro en el contexto histórico y literario; por lo
que soy de la opinión, de que el objeto del milagro, fue estimular la fe del rey y del pueblo de Israel
en las predicciones de Eliseo respecto a la guerra con los sirios, que todavía no se habían cumplido.
En los versículos siguientes (22-25), el autor cuenta el cumplimiento histórico de la predicción de
la derrota del enemigo, de la recuperación de las ciudades que habían sido tomadas, y de su
restauración al reino de Israel. La relación de este evento y el anterior, lo muestra como otra señal
divina para Joacaz e Israel: Israel como nación, podía vivir aún, si volvía al Dios que daba vida.
¡Sólo los fatuos veneran una reliquia!

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2) Sólo si eres ignorante.
Oseas 4:6 (NBLA) Mi pueblo es destruido por falta de conocimiento. Por cuanto tú has rechazado
el conocimiento, Yo también te rechazaré para que no seas Mi sacerdote. Como has olvidado la
ley de tu Dios, Yo también me olvidaré de tus hijos.
‫( דָּ מָּ ה‬damah). Ser silenciado, perecer, cesar, enmudecer.
‫( דֵּ עָּ ה‬deah). Conocimiento, información que implica sabiduría y habilidad en juicio.
‫( מָּ אַ ס‬maas). Rechazar, estar en un estado de limitación o evitación de una asociación; desechar,
despreciar.
‫( שָּ כַח‬shakaj). Olvidar, ignorar, pasar por alto, no tener en cuenta, no recordar información y así
perder de vista su significado, lo que implica que no hay una respuesta adecuada o una respuesta
inadecuada en algunos contextos.
‫ּתֹורה‬
ָּ (torah). Instrucción, norma, ley, regulación, una prescripción legal de algo que se debe o tiene
que llevar a cabo. Enseñanza, instrucción, información impartida a un estudiante. Torá, la Ley, un
código escrito.
Cuando el profeta Oseas habló al Reino del Norte (hacia finales del reinado de Jeroboam II), el
conocimiento al que se refería, tenía que ver con la Torá, pues Israel era infiel por desconocer lo
que Dios les había mandado; hoy, muchos que dicen ser cristianos, adolecen de una falta de
conocimiento semejante a la señalada por Oseas, pues desconocen lo que la Biblia enseña, y están
dispuestos a creer en una serie de ritos y tradiciones, que hombres ignorantes o perversos,
enseñaron y siguen enseñando, como medios para acceder a la gratuita Gracia de Dios.
Por si eso fuera poco, ese pueblo que desconoce la Biblia, también es ignorante de la historia
secular, y como bien dijera Nicolás Remigio Aurelio Avellaneda “Los pueblos que olvidan su
historia están condenados a repetirla”, y conforme a la Biblia, a ser destruidos y rechazados.
Mi sarcasmo en cuanto a los hallazgos arqueológicos de Elena en el Siglo IV, se debe a que
conozco sobre la llamada rebelión de Bar Kojba (132-136 d.C.), y las consecuencias que tuvo: una
extensa despoblación de las comunidades judías, pues de acuerdo con el historiador romano del
Siglo III, Dion Casio, murieron cerca de 580,000 judíos. Asimismo, 50 ciudades fortificadas y 985
aldeas fueron arrasadas.
Por otra parte, el emperador romano, Adriano, intentó destruir de raíz la identidad judía, por haber
sido la causa de las continuas rebeliones; así que, prohibió la Torá, el calendario judío y mandó
ejecutar a numerosos rabinos estudiosos y eruditos, los rollos sagrados fueron quemados en una
ceremonia en el Monte del Templo. En la zona del antiguo templo instaló dos estatuas, una del
dios romano Júpiter y otra de él mismo; administrativamente eliminó la provincia romana de Judea
fusionándola con otras regiones en la provincia de Siria - Palestina, maldiciendo la tierra, al tomar
el nombre de los filisteos, antiguos enemigos de los judíos, además, fundó la ciudad de Aelia
Capitolina, en el sitio donde estuvo Jerusalén, prohibiendo a los judíos que entraran en ella, dando
cumplimiento a lo dicho por Jesús (Marcos 13.1-2). Para humillarlos todavía más, sobre la puerta
principal de la ciudad, se colocó la estatua de un cerdo.
La destrucción masiva y las pérdidas de vidas ocasionadas por la rebelión, hace que esa fecha se
considere el inicio de la definitiva diáspora judía; pues a diferencia de la primera guerra judeo-
romana (66 – 73 d.C.), la mayoría de la población judía fue asesinada, esclavizada o exiliada, la
religión judía prohibida, por otra parte, los romanos prohibieron a los judíos entrar a Jerusalén.
La rebelión estuvo entre los eventos claves en diferenciar al cristianismo como una religión distinta
del judaísmo; sin embargo, aunque los judíos cristianos consideraban a Jesús el Mesías y no
apoyaron a Bar Kojba, se les prohibió la entrada a Jerusalén junto con los otros judíos.
Fue entonces, que el centro de la vida religiosa pasó a las sinagogas de Babilonia; siendo el

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principio del judaísmo que hoy conocemos, uno que no sólo carece del Templo, sino también, de
la esencia de lo que fuese el judaísmo de la época de Jesús, que a pesar de los errores de fariseos
y saduceos, todavía tenía sabor a la Ley, los Profetas y los Escritos, y no a invenciones rabínicas.
Fue hasta el Siglo IV, que Constantino permitió a los judíos entrar en Jerusalén, para lamentar su
derrota, en el muro occidental, una vez al año el 9 de Av (Tisha b'Av).
Dime, después de la destrucción y deportación que hizo Roma en el Siglo II, ¿qué podía haber
encontrado Elena?, ¿quién podría señalar, por haber sido el heredero de una tradición oral, el lugar
en el que el Cuerpo de Cristo se sepultó? pero, además, por si fuera poco, carece de importancia,
porque ÉL no se quedó allí, pues el SEÑOR resucitó.
¡Sólo los ignorantes veneran una reliquia!
3) Sólo si eres idólatra.
Deuteronomio 4:15–20 (NVI) El día que el SEÑOR les habló en Horeb, en medio del fuego,
ustedes no vieron ninguna figura. Por lo tanto, tengan mucho cuidado de no corromperse
haciendo ídolos o figuras que tengan forma o imagen de hombre o de mujer, o de animales que
caminan sobre la tierra, o de aves que vuelan por el aire, o de reptiles que se arrastran por la
tierra, o de peces que viven en las aguas debajo de la tierra. De lo contrario, cuando levanten los
ojos y vean todo el ejército del cielo—es decir, el sol, la luna y las estrellas—, pueden sentirse
tentados a postrarse ante ellos y adorarlos. Esos astros se los ha dado el SEÑOR, el Dios de
ustedes, a todas las naciones que están debajo del cielo. Pero a ustedes el SEÑOR los tomó y los
sacó de Egipto, de ese horno donde se funde el hierro, para que fueran el pueblo de su propiedad,
como lo son ahora.
La advertencia dada a través de Moisés, señala las prácticas supersticiosas de los cananeos y los
egipcios; los primeros adoraban a Baal y Astarté, los segundos a Osiris e Isis, bajo la figura de un
varón y una mujer. En Egipto era donde abundaba más el culto a los animales (el buey, la ternera,
la oveja, la cabra, el perro, el gato, el mono, el ibis, el halcón, la grulla, el cocodrilo, la rana, el
escarabajo, y todos los peces del Nilo); algunos de éstos, como Osiris e Isis, eran adorados en todo
Egipto, los otros, sólo en determinadas provincias; además, adoraban a toda la hueste de estrellas.
Quizás no puedas recordar, o quizás nunca leíste sobre las diferentes deidades egipcias, o cananeas,
pero el pueblo a quien se dirigió Moisés, las tenía muy claras.
El horno para derretir hierro, era redondo, y a veces tenía diez metros de profundidad, porque
necesitaba la más alta intensidad de calor; es una metáfora, que representa la esclavitud y la
aflicción de los israelitas en Egipto.
En realidad, poco importa cuál es el origen la idolatría, ya fuese por una intención de rendir culto
a Dios a través de aquellas cosas que parecían proporcionar las evidencias más patentes de su
poder, o si se suponía que un principio divino residiera en las cosas mismas; lo cierto es que, casi
no había un elemento u objeto que no fuera deificado.
Un error que la iglesia a quien muchos dicen pertenecer, sigue cometiendo, cito textualmente:
“El Concilio Vaticano II recuerda que ‘de acuerdo con la tradición, la Iglesia rinde culto a los
santos y venera sus imágenes y sus reliquias auténticas’. […] Las diversas formas de devoción
popular a las reliquias de los Santos, como el beso de las reliquias, adorno con luces y flores,
bendición impartida con las mismas, sacarlas en procesión, sin excluir la costumbre de llevarlas
a los enfermos para confortarles y dar más valor a sus súplicas para obtener la curación, se deben
realizar con gran dignidad y por un auténtico impulso de fe”.
Y de nada sirven redefiniciones, tales como: Culto de dulía (Del griego δουλεία, servidumbre), el
que se tributa a los ángeles y a los santos; culto de hiperdulía (más allá de la servidumbre), el que
se tributa a la Virgen; culto de latría (λατρεία, servicio culto), el que se tributa a Dios. Porque la

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mayoría de sus fieles, no entiende tales sutilezas, y si estudiasen la Biblia, confiando en lo que dice
Santiago 1.5, tarde que temprano las desecharían.
Y es un error, como sucede con el caso de Eliseo, citar Hechos 5.15 o Hechos 19.11-13, pues, sin
negar que la narrativa de Lucas es histórica, debe notarse, que tales hechos sucedieron cuando el
Cristianismo empezaba a ser predicado, dándole a los apóstoles la oportunidad, de convencer al
pueblo, del origen divino de la doctrina que predicaban y estimularles a dar crédito al Evangelio,
para ser añadidos a la Iglesia. No dudo, que en sitios en donde el Evangelio nunca se ha predicado,
este tipo de milagros y muchos más puedan suceder, como respaldo de Dios a sus mensajeros; pero
en aquellos lugares, en los que el Evangelio ya ha sido predicado, en donde el acceso a una Biblia
no es complicado, creo que la respuesta es la que Jesús diera a escribas, saduceos y fariseos (Mateo
12.38-39; Mateo 16.1-4), o a los que siempre buscan un beneficio (Juan 6.26-40).
Si los milagros, como tales representaban un método elemental para incrédulos, se entiende que
fuera honrada la fe casi supersticiosa de una gente inmadura en el tiempo de Pedro y Pablo; lo
triste del caso, es que, para algunos religiosos, la adoración de las dudosas reliquias de los santos
ya fallecidos, sigue siendo una práctica común.
Hay muchos, que son engañados por falsos maestros, no porque no sepan enseñar, sino porque
enseñan falsedades para obtener un beneficio de aquellos que siguen cautivos de la idolatría; de
aquellos que no han nacido de nuevo, de quienes siguen teniendo necesidad de leche, cuando ya
debiesen ser capaces no sólo de recibir carne, sino de alimentar a otros, pero se han quedado
sentados en la “sala” de la “Casa de la Gracia”, sin disfrutar de todo lo que ella ofrece, porque no
se han ocupado de que su relación con Su Creador, sea día a día más personal, cercana e íntima, y
fácilmente son llevados por cualquier viento de doctrina, e inclusive, son capaces de “pagar por
sufrir”, olvidando que la Verdad, nos hace libres, que la Gracia nos basta en cualquier dificultad,
y prefieren creer en patrañas de agua traída del Jordán, de paños preparados por un supuesto
apóstol, de aceite del Monte de los Olivos, o en la reliquia de tal o cual santo.
¡Sólo los idolatras veneran una reliquia!

CONCLUSIÓN
Sólo si tu religión es más importante.
1ª Timoteo 6:3–5 Puede ser que algunas personas nos contradigan, pero lo que enseñamos es la
sana enseñanza de nuestro Señor Jesucristo, la cual conduce a una vida de sumisión a Dios.
Cualquiera que enseñe algo diferente es arrogante y le falta entendimiento. Tal persona tiene el
deseo enfermizo de cuestionar el significado de cada palabra. Esto provoca discusiones que
terminan en celos, divisiones, calumnias y malas sospechas. Individuos como éstos siempre causan
problemas. Tienen la mente corrompida y le han dado la espalda a la verdad. Para ellos, mostrar
sumisión a Dios es sólo un medio para enriquecerse.
La fatuidad, la ignorancia y la idolatría, se dan en mayor o menor medida, en cualquier religión,
por eso es necesario que si no lo has tenido, tengas un encuentro personal con Cristo, que te
arrepientas de tu forma de vivir, porque le has fallado a Dios, y has pecado, que aceptes el perdón
que sólo ÉL te puede dar, porque sólo por Su sangre derramada en la cruz es que puedes ser
redimido; es necesario que nazcas de nuevo, y que aprendas a oír / obedecer, Su voz; ocupándote
en tener una relación personal, cercana, íntima y de amor con ÉL cada día.

¡No necesitas de reliquias, sólo necesitas a Cristo!


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