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“Ocho Pactos en la Biblia”

Propósito General: Doctrinal.


Propósito Específico: Invitarte a comprender que todo pacto con Elohim es iniciativa de ÉL.
Palabra clave: Pacto.
Proposición: ¡Aprovecha el Nuevo Pacto!
Texto: Salmo 132.1-18 (inicio), Hebreos 9.1-10 (todos), Varios (Mensaje Semanal)

INTRODUCCIÓN
Hay dos términos, que comúnmente son traducidos como “pacto”, aunque en algunas ocasiones
se traducen como “alianza” o “testamento”; ‫ – ְּב ִרית‬berit y διαθήκη – diathíki; y en las Escrituras,
encontramos dos tipos de pactos:
1) El pacto de un hombre con su igual, o de nación con nación, en la que los términos del pacto,
o alianza, son mutuamente considerados y consentidos, o bien impuestos; ratificados mediante
juramento, o por alguna prenda, ante testigos.
2) Los pactos hechos por Elohim, que son de un orden diferente, pues los pactos que ÉL propone
son propuestos soberanamente a los hombres, y pueden clasificarse como condicionales e
incondicionales.
a) Condicional, es uno en el cual la acción de Elohim es en respuesta a alguna acción de parte de
aquellos a quienes va dirigido el pacto; garantiza que Elohim hará su parte con absoluta certeza
cuando se satisfagan los requisitos humanos, pero si el hombre fracasa, Elohim no está obligado
a cumplir el pacto.
b) Incondicional, es una declaración de cierto propósito de Elohim, su cumplimiento esencial es
prometido por Elohim y depende de Su poder y soberanía; las promesas de un pacto
incondicional serán ciertamente cumplidas en el tiempo y a la manera de Elohim.
Veamos que podemos aprender de los pactos hechos por el Eterno.

DESARROLLO
1) Los Condicionales.
Génesis 2.15–17 Tomó, pues, YHVH ’Elohim al hombre y lo colocó en el huerto de Edén para
que lo cultivara y lo guardara. Y ordenó YHVH ’Elohim al hombre, diciendo: De todo árbol del
huerto come libremente, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal, no comerás de él,
porque el día que comas de él, muriendo morirás.
Éxodo 19.3–6 Pero Moisés había subido delante de Ha-’Elohim, pues YHVH lo había llamado
desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob y anunciarás a los hijos de Israel:
Vosotros mismos visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os levanté sobre alas de águilas y os
he traído a mí. Ahora pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi pacto, entonces vosotros
seréis objeto de mi predilección entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra, y vosotros
me seréis un reino de sacerdotes y una nación santa. Estas son las palabras que hablarás a los
hijos de Israel.
De los ocho pactos, hechos por Elohim, y registrados en Las Escrituras, sólo dos eran
condicionales El Edénico, que condicionaba la vida del hombre a permanecer inocente, pues
cuando Adán fue creado, estaba en un estado de inocencia; y al darle el mandato de no comer,
Elohim le estaba dando la oportunidad de pasar de la inocencia creada a la santidad consciente,
Elohim quería que su criatura fuera santa por elección, no sólo por accidente.
El Mosaico, que demandaba la obediencia total, pues las palabras que Elohim habló aquí son
importantísimas, ÉL quería que fuesen recordadas; son las palabras con las que hizo un pacto con
toda la nación de Israel.

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“Ahora, pues, si dais oído a mi voz, y guardáis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre
todos los pueblos”, nótese la condición que el Señor pone en esta oración.
El pacto entre el Señor e Israel iba a ser condicional y bilateral, ÉL escogía a ese pueblo como su
“especial tesoro”, lo cual había mostrado al rescatarlo de la esclavitud, les había dado la promesa
de que iban a ser su propia nación, bendecida por sobre las demás naciones de la tierra; pero a
cambio, ÉL esperaba obediencia plena, quería que demostraran que le pertenecían a ÉL,
guardando el código de leyes que iba a darles.
Como descendientes de Adán, el incumplimiento del primero nos afectó directamente, como
Israel espiritual, el segundo es un recordatorio de que separados de ÉL nada podemos hacer
(Juan 15.4-6).
¡Cada pacto, fue iniciativa del Todopoderoso!
2) Incondicionales para toda la Creación.
Génesis 3.13–19 Y dijo YHVH ’Elohim a la mujer: ¿Qué es esto que has hecho? Y respondió la
mujer: La serpiente me engañó, y comí. Entonces dijo YHVH ’Elohim a la serpiente: Por cuanto
hiciste esto, ¡Maldita tú entre todos los animales y entre todas las bestias del campo! Sobre tu
vientre andarás, Y polvo comerás todos los días de tu vida. Y pondré enemistad entre ti y la
mujer, Y entre tu simiente y su simiente. ÉL aplastará tu cabeza cuando tú hieras su calcañar.
A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera tus dolores y tus preñeces, Con dolor parirás los
hijos, Y tu deseo ardiente será para tu marido, Y él tendrá dominio sobre ti. Y al hombre dijo:
Por cuanto atendiste a la voz de tu mujer, Y comiste del árbol del cual te ordené, diciendo: No
comas de él, ¡Maldita sea la tierra por causa tuya! Con fatiga comerás de ella todos los días de
tu vida, espino y abrojo te brotará y Comerás hierba del campo. Con el sudor de tu rostro
comerás pan hasta que retornes a la tierra, Porque de ella fuiste tomado, Pues polvo eres y al
polvo volverás.
Génesis 9.8–17 Y habló ’Elohim a Noé, y a sus hijos que estaban con él, diciendo: He aquí, Yo
mismo establezco mi pacto con vosotros y con vuestra descendencia después de vosotros, y con
todo ser vivo que está con vosotros: con el ave, con el ganado y con todo animal terrestre que
está con vosotros, todos los que salieron del arca, todos los animales de la tierra. Estableceré,
pues, mi pacto con vosotros: No será aniquilada ya más ninguna carne por las aguas del diluvio,
ni habrá ya diluvio para destruir la tierra. Y dijo ’Elohim: Esta es la señal del pacto que os doy
entre Yo y vosotros, y entre todo ser viviente que está con vosotros, por generaciones perpetuas:
He puesto mi arco en la nube, y será por señal del pacto entre Yo y la tierra. Pues sucederá que
cuando Yo cubra con una nube la tierra, entonces aparecerá el arco en la nube, y me acordaré
de mi pacto entre Yo y vosotros y entre todo ser viviente de toda carne, y no habrá más aguas de
diluvio para destruir a todo ser vivo. Estará, pues, el arco en la nube, y lo miraré para recordar
el pacto eterno entre ’Elohim y entre toda alma viviente de toda carne que está sobre la tierra.
Luego dijo ’Elohim a Noé: Esta es la señal del pacto que he establecido entre Yo y toda carne
que hay sobre la tierra.
El Adámico, éste es un pacto incondicional en el que Elohim declara al hombre lo que será su
existencia por causa de haber pecado; aquí no hay lugar para apelación alguna, ni se implica
responsabilidad alguna de parte del hombre, pero incluye la promesa de un Redentor.
Y hasta el día de hoy, la Creación continúa gimiendo (Romanos 8.19-23).
El Noéico, también era incondicional y revelaba el propósito de Elohim para las generaciones
subsiguientes a Noé; las provisiones del pacto incluían el establecimiento del principio del
gobierno humano (aunque les pese a los ambientalistas postmodernistas), en el que se instituyó la

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pena capital para aquellos que tomaran la vida de otro hombre [porque el sexto mandamiento en
realidad dice: ‫ – ל ֹא ִּת ְרצָ ח‬lo thiretsaj - no asesinarás (Éxodo 20.13; Deuteronomio 5.17)].
Por éste pacto, sabemos que la Tierra no perecerá en otro diluvio, sino que está reservada para el
fuego (2ª Pedro 3.7).
¡Cada pacto, fue iniciativa del Todopoderoso!
3) Incondicionales para ciertos individuos y sus descendientes.
Génesis 17.1–14 Era Abram de noventa y nueve años cuando YHVH se le apareció a Abram, y
le dijo: Yo soy ’El-Shadday, anda delante de mí, y sé perfecto, y confirmaré mi pacto entre tú y
Yo, y te multiplicaré en gran manera. Entonces Abram se echó de bruces, y ’Elohim le habló
diciendo: En cuanto a mí, este es mi pacto contigo: Serás padre de una multitud de pueblos. Y no
se llamará más tu nombre Abram, sino tu nombre será Abraham, porque te he constituido padre
de una multitud de pueblos. Te haré fecundo en gran manera, haré naciones de ti, y de ti saldrán
reyes. Yo establezco mi pacto entre Yo y tú, y tu descendencia después de ti en sus generaciones
como alianza eterna, para ser el Elohim tuyo y el de tu descendencia después de ti. Y te daré a ti,
y a tu descendencia después de ti la tierra de tus peregrinaciones, toda la tierra de Canaán, por
posesión perpetua, y seré su Elohim. Dijo además ’Elohim a Abraham: Y tú guardarás mi pacto,
tú y tu descendencia después de ti, en sus generaciones. Este es mi pacto que guardaréis entre
Yo y vosotros y tu descendencia después de ti: Que todo varón entre vosotros sea circuncidado.
Circuncidaréis la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre Yo y vosotros. De
edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones, el
nacido en casa, o el comprado con dinero a cualquier extranjero que no sea de tu descendencia.
Ciertamente será circuncidado el nacido en tu casa y el comprado con tu dinero, y mi pacto
estará en vuestro cuerpo por pacto eterno. Pero el varón incircunciso, que no haya circuncidado
la carne de su prepucio, tal persona será cortada de su pueblo, ha traspasado mi pacto.
Deuteronomio 30.1–6 Y sucederá que cuando te hayan sobrevenido todas estas cosas, la
bendición y la maldición que acabo de poner delante de ti, y tú las recapacites en tu corazón en
medio de todas las naciones adonde YHVH tu Elohim te haya esparcido, y te vuelvas a YHVH tu
Elohim, y obedezcas a su voz, conforme a todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo tu
corazón y con toda tu alma, entonces YHVH hará volver tu cautiverio, y tendrá misericordia de
ti, y volverá a recogerte de todos los pueblos adonde te haya esparcido YHVH tu Elohim. Aun
cuando tus desterrados estén en el extremo de los cielos, desde allí te recogerá YHVH tu Elohim,
y desde allí te tomará, y te devolverá YHVH tu Elohim a la tierra que poseyeron tus padres, y tú
la poseerás, y ÉL te hará bien, y te multiplicará más que a tus padres. YHVH tu Elohim
circuncidará tu corazón y el corazón de tu simiente, para que ames a YHVH tu Elohim con todo
tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas.
2º Samuel 7.16–19 Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante ti, y tu trono será estable
eternamente. Conforme a todas estas palabras, y según toda esta visión, así habló Natán a
David. Entonces el rey David vino a sentarse ante YHVH y dijo: ¡Oh Adonay YHVH! ¿Quién soy
yo y qué es mi casa, para que me hayas traído hasta aquí? Y como si esto fuera poco ante tus
ojos, oh Adonay YHVH, has hablado también acerca de la casa de tu siervo para un lejano
porvenir. ¡Oh Adonay YHVH, cuán grande designio para un hombre!
El Pacto Abrahámico, en los capítulos 12, 13 y 15 de Génesis, el Señor había hablado a Abram
sobre la tierra que le daría, la enorme descendencia que tendría y la formación de una nación,
Israel; pero la parte más importante, es aquella en la que prometió que sería de bendición para
todas las naciones de la Tierra, y es en esa promesa, que nosotros fuimos incluidos por el Eterno,
siglos antes de que llegásemos a existir. ¡Porque así le plugo!

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El Pacto Palestino, (Deuteronomio 30:3), puede ser visto como un subpacto del Abrahámico,
pues en éste, y posteriormente en la historia de Israel, se otorgó la tierra como una posesión
eterna a los descendientes de Abraham. La palabra eterno debe tomarse para acentuar la
continuidad y persistencia de este pacto; ciertamente, hay una diferencia significativa entre
poseer la tierra y realmente vivir en ella y disfrutar de sus bendiciones. El título de propiedad de
Canaán fue dado a Abraham y a sus descendientes ellos poseen la tierra; sin embargo,
temporalmente pueden perder el privilegio de habitar en la tierra, debido a la desobediencia, pero
ésta, no revoca permanentemente las disposiciones del Pacto.
Éste Pacto asegura la posesión de la tierra, la restauración final y la conversión de Israel.
El Pacto Davídico, era un pacto incondicional en el cual Elohim prometió a David un linaje real
sin fin, un trono y un reino, todos ellos para siempre. En la declaración de este pacto el Señor se
reservó el derecho de interrumpir el reinado de los hijos de David, y si era necesario, el castigo
(2º Samuel 7:14-16); establece la perpetuidad de la familia davídica (cumplido en Cristo, Mateo
1:1; Lucas 1:31-33; Romanos 1:3) y del reino davídico sobre Israel y sobre toda la tierra, que
será cumplido en y por Cristo (Hechos 15:14-18; 1ª Corintios 15:22-24).
¡Cada pacto, fue iniciativa del Todopoderoso!

CONCLUSIÓN
Un mejor Pacto
Hebreos 8.6–7 Pero ahora ha obtenido un ministerio aún superior, por cuanto también es
mediador de un mejor pacto, el cual está basado sobre mejores promesas. Porque si aquel
primero hubiera sido sin defecto, no se hubiera procurado lugar para un segundo.
El Nuevo Pacto, profetizado en el Antiguo Testamento (Jeremías 31.31-33), se basa en el
sacrificio de Cristo y asegura la bendición eterna de todos los que creen, bendición prometida por
el Pacto Abrahámico (Gálatas 3:13-14). Es absolutamente incondicional, y en vista de que no
consigna responsabilidades al hombre, es terminante e irreversible.
El Pacto del Sinaí se distinguió por la forma en que, por la Ley, se regulaba hasta en sus más
mínimos detalles la vida; el Antiguo Pacto exigía el interminable sacrificio de animales, día tras
día, año tras año, señalando que todo eso no era la palabra final de Elohim para la raza humana.
El Pacto del Sinaí estableció que sólo miembros de la tribu de Leví podían servir en el Templo, y
que el sacerdocio era heredado por los hombres de la familia de Aarón; confería ciertos
privilegios, destinados sólo para un pueblo, para una nacionalidad, es decir, Israel.
En contraste, el Nuevo Pacto es muy distinto “No como el pacto que hice con sus padres…”, el
Nuevo Pacto no contiene leyes, reglas o decretos que se deban observar; tampoco tiene una señal
externa que lo distinga. No limita el sacerdocio, ni la oportunidad de cualquiera, para acercarse a
Elohim (1ª Pedro 2:9), invita a todos, a creer sin considerar la nacionalidad, haciendo a un lado
las diferencias sexuales, sociales, étnicas y de cualquier otra índole.
Todo aquel que ha nacido de nuevo, ha sido sellado con el Espíritu Santo (Efesios 1.13-14),
bautizado con ÉL (1ª Corintios 12.13), y se ha convertido en Su templo (1ª Corintios 3.16; 6.19);
es de esa manera que Sus leyes han sido puestas en nuestras mentes, y escritas en nuestros
corazones.
Yeshúa, el Mediador del Nuevo Pacto, ofreció el sacrificio supremo, siendo agradable a Elohim
y quitando tanto el pecado como la culpa; con su sacrificio, ÉL abre la puerta del Cielo a todo
aquel que lo reconoce como su único y suficiente Salvador personal (Juan 3:16).

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Al igual que con los otros pactos, es Elohim quien establece el Nuevo y jura por Sí mismo que
cumplirá una serie de promesas; podemos estar seguros, de que todo lo que Elohim se ha
comprometido a hacer incondicionalmente, ÉL lo hará con toda la perfección de su Ser infinito.

¡Aprovecha el Nuevo Pacto!


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