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2007
ISBN: 978-84-935721-0-5
I. Justificación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10
II. El Genio Político del Siglo xix . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
III. La Época de la Política Social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20
IV. Los Precursores de la Política Social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
1. Sismonde de Sismondi y la crítica ética de la Economía política . 26
2. Louis Blanc y los Talleres sociales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28
3. Lorenz von Stein y la Monarquía de la Reforma social . . . . . . . . 29
4. Gustav Schmoller y la Asociación para la política social . . . . . . . . . . 31
V. La Política Social como saber constituido . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
1. Tres disputas científicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
a) La polémica sobre el método científico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
b) La polémica sobre la neutralidad axiológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
c) La polémica sobre el intervencionismo estatal . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
2. El desarrollo de la Política social en Alemania . . . . . . . . . . . . . . . . 38
a) Heinrich Herkner . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
b) Ludwig Heyde . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
3. El desarrollo de la Política social en Inglaterra . . . . . . . . . . . . . . . . 42
a) T homas H. M arshall . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44
b) R ichard M. T itmuss . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
4. El desarrollo de la Política social en España . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46
a) Federico Rodríguez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
b) M anuel Moix . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
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Justificación
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Sobre el desarrollo de la oposición a dicha cátedra, en el contexto de una historiografía del Derecho del
trabajo y del movimiento de las ideas sociales desde el siglo xix, puede consultarse el documentado estu-
dio de Mª José María e Izquierdo, «El Doctorado y la génesis del Derecho del trabajo en la Universidad
Española», Cuadernos del Instituto Antonio de Nebrija, nº 9, 2006, espec. pp. 69-90.
Merece la pena reproducir aquí en su literalidad las razones aducidas por el Real Decreto, que hacía
suyos los argumentos del claustro universitario: «A compás de ellas han ido las Universidades y las
Escuela especiales y técnicas de todos los países dedicando a la legislación del trabajo, a la reforma social
y a la pacificación de las luchas de clases de nuestros tiempos estudios que en todas partes tienen ya una
sustantividad bien merecida en los organismos científicos oficiales, y hasta han llegado en algunos a ser
objeto de Institutos especiales de preparación científica y práctica, bien para los investigadores de la
realidad social y de las soluciones a sus complicados problemas, bien para los hombres de la Adminis-
tración que han de ponerse al frente de los Centros que todos los días organiza una eficiente burocracia
del Estado. A partir de 1848, la Ciencia jurídica, la económica, la administrativa, encontráronse, efec-
tivamente, principios y prácticas que dentro de la economía capitalista y el derecho y el estado a ellas
peculiares podrían señalar rumbos de paz y de cooperación de clases en medio de las agrias discordias
revolucionarias. Las Universidades y las Escuelas descubridoras de estos principios y de sus aplicaciones,
perfeccionaron sus métodos de creación y de vulgarización. A partir de 1880 fue general en el mundo
la organización de estos estudios en todas las organizaciones oficiales de enseñanza superior. París y las
Universidades francesas, las belgas y muy especialmente la de Lovaina; las alemanas, las suizas, por no
citar otras, fueron de ello buen ejemplo. En Alemania, hasta los dominios particulares de la política
social, tales como la cooperación, el contrato de trabajo, el seguro en sus diversas modalidades, los acci-
dentes del trabajo, el ahorro, la historia de los conflictos entre el capital y el trabajo, las instituciones de
mejor alimentación, las casas baratas, las reclamaciones internacionales del trabajo, etc. etcétera, tienen
ya clases diferenciadas cuando no seminarios especiales. En España no hay una sola Cátedra de Política
y de Legislación del Trabajo. Apenas pueden rozarse sus asuntos someramente en otras enseñanzas». Vid.
Real Decreto de 7 de marzo de 1916, Gaceta de Madrid nº 80, de 20 de marzo, p. 663.
Vid. Real Decreto de 25 de marzo de 1916, Gaceta de Madrid nº 104, de 13 de abril, p. 82.
Vid. Real Decreto de 6 de septiembre de 1916, Gaceta de Madrid nº 253, de 9 de septiembre, p. 529.
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Resultó excluido Hipólito González Rebollar. Vid. Resolución del Ministerio de Instrucción Pública y
Bellas Artes del 31 de octubre de 1916, Gaceta de Madrid nº 514, de 9 de noviembre, p. 575.
Vid. Real Orden de 7 de mayo de 1917, Gaceta de Madrid nº 150, de 10 de mayo, p. 337. Luis Olariaga
impartió su asignatura hasta 1944. A partir de la nueva ordenación del doctorado (Decreto de 7 de julio
de 1944 sobre la ordenación de la Facultad de Derecho, BOE nº 217, de 4 de agosto), Olariaga fue nom-
brado catedrático de Economía política. Lo más representativo de su pensamiento político-social en La
orientación de la política social. Madrid, Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, 1950 (discurso
de ingreso); y La sociedad a la deriva. Madrid, Moneda y Crédito, 1971. Sobre esta faceta intelectual de
Olariaga: Sergio Fernández Riquelme, El pensamiento social de Luis Olariaga. Murcia, Ediciones Isabor,
2006.
Vid. Decreto de 7 de julio de 1944 sobre la ordenación de la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas,
BOE nº 217, de 4 de agosto. Se estudiaba «Derecho sindical y del trabajo» en el cuatrimestre 5º del 3er
curso (Sección de Ciencias políticas). En la Sección de Economía (especialidades B = Política económica
y Hacienda pública, y C = Economía privada) se estudiaba «Derecho del trabajo» (cuatrimestre 6º, 3er
curso) y «Teoría y técnica del Seguro» (cuatrimestre 7º, 4º curso).
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22 La lección del segundo ejercicio de la oposición de Vila fue un estudio sobre El factor institucional y el
factor humano como supuestos para la aparición y el desarrollo de la política social: una verificación histórica
para España. Madrid, 1992. Aprendí mucho de esas páginas mientras preparaba en 1999 mi memoria
de oposición.
23 La Memoria de esta oposición, de la que sólo he publicado algunos fragmentos, contiene un primer
intento sistemático de repertoriar la obra los cultivadores españoles de la «Política social», tanto en
Facultades Universitarias como en Escuelas Sociales.
– 14 –
Interesante Jesús Fueyo, Esquema de la subversión de nuestro tiempo. Madrid, Ediciones del Movimiento,
1958.
– 15 –
– 16 –
Vid. J. Freund, «La cuestión social», Cuadernos de Trabajo social, nº 11, 1998. También J. Molina, «Aco-
tación sobre la Política social en Julien Freund», Cuadernos de Trabajo social, nº 11, 1998.
Vid. G. Fernández de la Mora, El crepúsculo de las ideologías. Madrid, Espasa-Calpe, 1986, pp. 126 sq.
Únicamente en Alemania mantiene la Política social (Sozialpolitik) un sentido científico fuerte, inde-
pendiente de lo que llaman los anglosajones el Social Welfare.
– 17 –
El paro obrero, realidad sociológica que conmovió la segunda mitad del siglo xix, es un fenómeno ple-
nariamente contemporáneo. El paro o desempleo forzoso causado por el ciclo económico no existe como
tal antes de la Revolución industrial. En las sociedades preindustriales europeas, abrumadoramente
agrícolas, la ociosidad o la inactividad estaban generalmente determinadas por los ciclos de la natura-
leza.
Vid. X. Zubiri, «El acontecer humano», Naturaleza, Historia, Dios. Madrid, Alianza Editorial, 1987.
– 18 –
10 Desde una óptica teológico-política, pero igualmente realista, fue plenamente consciente de la fractura
espiritual de Europa Juan Donoso Cortés. Vid. J. Donoso Cortés, Ensayo sobre el catolicismo, el libera-
lismo y el socialismo. Edición de J. L. Moreneo. Granada, Comares, 2006. Imprescindible para cualquier
estudioso de la obra de Donoso es la edición y traducción alemana de Günter Maschke. Vid. J. Donoso
Cortés, Essay über den Katholizismus, den Liberalismus und den Sozialismus. Viena y Leipzig, Karolinger,
2007.
– 19 –
Vid. R. Koselleck et al., Geschichtliche Grundbegriffe: historisches Lexikon zur politisch-sozialen Sprache in
Deutschland. Stuttgart, Klett-Cotta, 1979.
Vid. J. Molina, La Política social en la historia. Murcia, Ediciones Isabor, 2004, pp. 17-71.
París, Éditons Techniques et Économiques, 1978.
París, Economica, 1984.
– 20 –
Vid. P. de Laubier, La politique sociale dans les sociétés industrielles (de 1800 à nos jours), pp. 210 sq.
Vid. J. Molina, La Tercera vía en Wilhelm Röpke. Pamplona, Instituto de Empresa y Humanismo, 2001;
L. Einaudi, «Economia di concorrenza e capitalismo storico. La terza via fra i secoli XVIII e XIX»,
Revista di Storia Economica, junio de 1942; E. F. Heckscher, La época mercantilista. Historia de la orga-
nización y de las ideas económicas desde el final de la Edad media hasta la sociedad liberal. México, F. C. E.,
1983. Cfr. A. Giddens, La tercera vía: La renovación de la socialdemocracia. Madrid, Taurus, 1999.
Vid. L. von Stein, Movimientos sociales y monarquía. Madrid, C. E. C., 1981, p. 225.
– 21 –
Vid. F. A. Hayek, Los fundamentos de la libertad. Madrid, Unión Editorial, 1991, p. 315.
Vid. J. Pieper, El ocio y la vida intelectual. Madrid, Rialp, 1979, p. 52.
10 Vid. H. Belloc, El estado servil. Buenos Aires, La espiga de oro, 1945.
11 Vid. L. Legaz, «Supuestos conceptuales de la política social», Cuadernos de Política social, nº 4, 1949, p.
30.
– 22 –
12 Vid. P. Rosanvallon, Le libéralisme économique. Histoire de l’idée de marché. París, Seuil, 1989.
13 Vid. E. Jünger, El trabajador. Domino y figura. Barcelona, Tusquets, 1993.
14 Vid. G. Fernández de la Mora, Los teóricos izquierdistas de la democracia orgánica. Barcelona, Plaza y
Janés, 1985, pp. 99-103.
15 Vid., por todos, Ernst Nolte, Bolscevismo e fascismo. La Guerra civile europea, 1917-1945. Milán, Rizzoli,
1997.
– 23 –
16 Vid. D. Negro Pavón, «Modos del pensamiento político», Anales de la Real Academia de Ciencias Morales
y Políticas, XLVIII, 1996, pp. 546-51.
17 De interés A. de Benoist, Hayek. Roma, Settimo Sigillo, 2000.
18 Vid. F. A. Hayek, Camino de servidumbre. Madrid, Alianza Editorial, 1985, pp. 27-36.
19 Madrid, Unión Editorial, 1990.
20 Para la delimitación de la época de la Política social también podría recurrirse al examen de otros dos
pensamientos, en cierto modo complementarios a pesar del tiempo y las circunstancias que les separan,
a saber: Sismonde de Sismondi y Wilhelm Röpke. Sus obras, con sus respectivas críticas a la Economía
clásica del laissez-faire y a la Economía política del colectivismo, delimitan también un «siglo social».
Vid. J. Molina, Röpke. Roma, Settimo Sigillo, 2007.
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A unque se suele decir que la expresión «Política social» la utilizó por vez
primera el publicista Robert von Mohl hacia 1845, en realidad, su incor-
poración al lenguaje científico puede datarse en 1854. En un libro del economista
Wilhelm H. Riehl, La historia natural del pueblo como fundamento de una política
social para Alemania, se registra el uso de la locución soziale Politik para subra-
yar en esta novísima rama de la política una mediación entre la sociedad civil o
económica (bürgerlichen Gesellschaft) y el sistema político (politischen Gesellschaft).
Desde entonces, la Política social se ha convertido en una de las creaciones más
originales del genio político del siglo xix. Su inmenso prestigio la ha hecho salir
indemne de la atracción que sobre ella ejercieron, en los años 20 y 30 del siglo xx,
los regímenes autoritarios y totalitarios europeos. Como se sabe, no han corrido
la misma suerte otros idearios sociales que, si bien procedían igualmente del siglo
anterior, se hundieron con los regímenes derrotados en la Guerra mundial II. Es
el caso del corporativismo, pero también, por ejemplo, el de la Geopolítica.
Durante todo este tiempo han sido muy numerosas las influencias que han dejado
un poso importante en el concepto de la Política social. No obstante su origen
político conservador, especialmente vinculado con la misión social de los princi-
pados protestantes alemanes, su configuración mediadora o dialéctica le ha per-
mitido incorporar sucesivamente idearios socialistas y liberales, filantrópicos y
religiosos. Así, el desarrollo de la moderna Política social no puede comprenderse
plenariamente sin el influjo del pensamiento político socialista y el desarrollo del
movimiento obrero y sindical, en sus distintas variantes europeas (desde el guil-
dismo anglosajón al cooperativismo conservador alemán de mediados del siglo
xix, desde el sindicalismo politizado de finales del xix al sindicalismo revolu-
cionario de Georges Sorel y los socialismos nacionales autoritarios del periodo
Vid. W. H. Riehl, Die Naturgeschichte des Volkes als Grundlage einer deutschen Sozialpolitik. Stuttgart y
Berlín, Cotta, 1925, p. 5.
– 25 –
– 26 –
Vid. J. C. L. Sismonde de Sismondi, Economía política. Madrid, Alianza Editorial, 1969, p. 208.
Vid. W. Röpke, Civitas humana. Madrid, Revista de Occidente, 1949, p. 14.
Vid. J. A. Schumpeter, Historia del Análisis económico. Barcelona, Ariel, 1982, p. 554.
Vid. Sismondi, op. cit., p. 181.
– 27 –
– 28 –
Vid. L. Blanc, Organisation du travail. París, Bureau de l’Industrie Fraternelle, 1847, p. 27.
Vid. L. Blanc, op. cit., p. 116.
– 29 –
Vid. F. Rodríguez, Introducción en la Política social, t. I, pp. 54-60; también Ángel López-Amo, El poder
político y la libertad. La monarquía de la reforma social. Madrid, Rialp, 1987.
Vid. L. von Stein, op. cit.
– 30 –
10 Vid. G. Schmoller, «Teorías variables y verdades estables en el dominio de las ciencias sociales y de la
Economía política alemana actual», Política social y Economía política. Barcelona, Heinrich y cía, 1905,
vol. II, p. 79.
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– 32 –
14 Vid. R. Carande, «Azcárate en sus últimos años», Personas, libros y lugares. Valladolid, Ámbito, 1982,
pp. 24-25.
15 Vid. G. Schmoller, op. ult. cit., p. 140.
– 33 –
Vid. J. Ortega y Gasset, «Notas a Luis Olariaga», Revista de Occidente, mayo de 1990.
La mejor exposición en español de la escuela germánica de la Política social es la de F. Rodríguez, op.
ult. cit.
Vid. M. Moix, «Algunas precisiones sobre el concepto de la Política social como disciplina científica»,
Revista de Política social, nº 127, 1980, p. 12.
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– 35 –
Vid. E. Böhm-Bawerk, «Economía histórica y economía teórica», Ensayos de teoría económica. Madrid,
Unión Editorial, 1999, vol. I.
Vid. W. Eucken, Cuestiones fundamentales de Economía política. Madrid, Revista de Occidente, 1947, pp.
334, 51, 58.
Una exposición sistemática e histórica de la misma en J. Huerta de Soto, Socialismo, cálculo económico y
función empresarial. Madrid, Unión Editorial, 1992.
10 Vid. M. Weber, «L’objectivité de la connaissance dans les sciences et la politique sociale», Éssais sur la
théorie de la science. París, Pocket, 1992, p. 117 sq.
11 Vid. F. Rodríguez, op. ult. cit., pp. 127 sq.
– 36 –
12 Vid. G. Schmoller, «Die sociale Frage und der preußische Staat», Zur Social- und Gewerbepolitik der
Gegenwart. Reden und Aufsätze. Leipzig, Duncker und Humblot, 1890.
13 Vid. H. von Treitschke, «Der Sozialismus und seiner Gönner», Zehn Jahre Deutschen Kämpfe. Schrifften
zur Tagespolitik. Berlín, Georg Reimer, 1913.
14 El término «manchesterismo» (Manchestertum), que suele utilizarse todavía hoy para significar un cierto
radicalismo liberal o librecambista, tiene su origen en esta época. Lo pusieron en circulación los eco-
nomistas alemanes para referirse a los liberales, identificados simplistamente con los comerciantes del
Cobden Club de Manchester, partidarios del librecambismo. Los liberales, por su parte, respondieron a
los economistas socializantes inventando el concepto de «Socialismo de cátedra» (Kathedersozialismus),
que mortificaba a los intelectuales de círculo de Schmoller. El término fue puesto en circulación por
un periodista, Heinrich Oppenheim, en el mismo año de la fundación de la Asociación para la Política
Social, 1873.
15 Vid. G. Schmoller, «Über einige Grundfragen des Rechts und der Volkswirtschaft. Ein öffenes Send-
schreiben an Herrn Profesor Dr. Heinrich Treitschke», Über eine Grundfragen der Socialpolitik und der
Volkswirtschaftslehre. Leipzig, Duncker und Humblot, 1989.
– 37 –
16 Vid. M. Moix, «Algunas aportaciones de la moderna doctrina alemana a la cuestión del concepto de la
Política social. Preller, Burghardt, Becker», Revista de Política social, nº 132, 1981, pp. 7 sq.
17 En cualquier caso, resulta imprescindible una referencia sumaria a la literatura alemana reciente. A
pesar del tiempo transcurrido, siguen haciendo autoridad la 2ª edición del clásico de Hans Achinger,
Sozialpolitik als Gesellschaftspolitik: vor der Arbeiterfrage zum Wohlfahrsstat (La Política social como
Política configuradora de la sociedad. De la cuestión social al Estado de bienestar). Francoforte del
Meno, Schriften des Deutschen Verein für Öffentliche und Private Fürsorge, 1971. También, del
mismo, su incursión teórica, algo más anticuada, Sozialpolitik als Wissenschaft (La Política social como
ciencia). Stuttgart, Enke, 1963. Junto a los Preller (vid. L. Preller, Sozialpolitik. Theoretische Ortung.
Tubinga, Mohr, 1962) y Burghardt (vid. A. Burghardt, Kompendium der Sozialpolitik. Berlín, Duncker
und Humblot, 1979), habría hoy que considerar con mucha atención la obra de Jürgen Zerche y Fritz
Gründger, titulada significativamente Sozialpolitik. Einführung in die ökonomische Theorie der Sozialpoli-
tik (Política social. Una introducción en la teoría económica de la Política social). Düsseldorf, Werner,
1996. En la misma línea fronteriza con la ciencia económica destaca la Sozialpolitik. Eine sozialwissen-
schaftliche Einführung (Política social. Una introducción en la perspectiva de las ciencias sociales), de
Lothar Böhnisch, Wolfgang Schröer y Helmut Arnold (Weinheim y Múnich, Jumenta Verlag, 1999).
En cuanto a la Política social como acción organizada del Estado en Alemania, la obra más completa
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a) Heinrich Herkner
Herkner [1862-1932] constituye el más claro exponente de los éxitos científicos
de la Nueva escuela histórica. Su obra es un puente entre la idea de una Política
social moralizadora de la economía y una Política social entendida como política
legislativa laboral. Su figura es esencial para comprender el desarrollo de la política
social alemana, sin olvidar su influjo en España a través de la traducción de su gran
libro Die Arbeiter Frage (La cuestión obrera)18. La obra de Herkner es bastante
extensa, predominando en ella los estudios empíricos sobre la condición obrera,
entre otros los dedicados a la industria alsaciana del algodón. Debe mencionarse
aquí por su especial interés el estudio sobre la reforma social como exigencia del
progreso económico: Die Soziale Reform als Gebot des wirtschaftlichen Fortschrittes
(1891). Ahí se encuentran sintetizadas las premisas más importantes de la reforma
social según la óptica de la Nueva escuela histórica alemana.
En La cuestión obrera el autor trazó un plan exhaustivo de la temática de la política
social entendida como una disciplina científica. El libro consta de tres partes: en la
primera parte se expone su concepción de la Política social; en la segunda lo que
podría denominarse teoría institucionista de la Política social o Reforma social; y en
la última la revisión de «teorías y partidos sociales», temáticas que se corresponden
con lo que, siguiendo a Freund, he denominado «doctrinas sociales».
La delimitación conceptual de la Política social realizada por Herkner tiene
un interés especial. El autor es muy claro en cuanto al objeto de su trabajo, pues,
como advierte al principio, consiste en «exponer el origen y forma del moderno
movimiento social y la naturaleza de las reformas que se han propuesto para
resolverlo»19. Ahora bien, aunque el autor entiende que la cuestión social cons-
tituye un problema de civilización, puesto de manifiesto precisamente en lo que
denomina «moderno movimiento social», estima que aquella afecta particular-
mente al «proletariado industrial empleado en la grande y mediana industria, que
es el que da carácter al mundo moderno». Su estudio, por tanto, dejará a un lado
otras manifestaciones de la cuestión social (en un sentido impropio), como las
referidas a la agricultura, el comercio, las comunicaciones, el servicio doméstico
e, incluso, el trabajo a domicilio. No es que estos casos no resulten relevantes,
sobre todo cuando afectan a populosos estratos sociales, pero Herkner entendía
es Sozialpolitik und soziale Lage in Deutschland (La Política social y la situación social en Alemania) en
dos tomos, de Gerhard Bäcker, Reinhard Bispinck, Klaus Hofemann y Gerhard Naegele (Wiesbaden,
Westdeutscher, 2000).
18 Madrid, Reus, 1916.
19 Vid. H. Herkner, La cuestión obrera, p. 3.
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b) Ludwig Heyde
La figura intelectual de Ludwig Heyde [1888-1961] culmina toda una época
de la política social germánica, justamente la que desemboca, por un lado, en la
autonomía conceptual del Derecho del trabajo y, por el otro, en la orientación
hacia la Gesellschaftspolitik de la política social clásica (Sozialpolitik), concepción
mucho más próxima al estilo anglosajón. No es casual la siguiente afirmación del
autor, muy pronto verificada: «avanzamos hacia una época de separación precisa
entre las disciplinas Política social y Derecho obrero, deslinde que permitirá,
tanto a los juristas como a los economistas y a los sociólogos, desarrollar una
actuación más libre en su especialidad respectiva»21. La obra más conocida de
Heyde, su Compendio de Política social, que conoció varias ediciones hasta los
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a) Thomas H. Marshall
Marshall [1893-1982], que cultivó la sociología hasta su jubilación académica,
se dedicó desde mediados de los años 50 al estudio del Estado del bienestar.
Sirve de enlace entre el sociólogo y el cultivador de temas político-sociales su
ensayo sobre Ciudadanía y clase social, proveniente de unas lecciones pronuncia-
das en Cambridge en 194930. Volvía a plantear Marshall en aquellas páginas
el problema del progreso de la clase obrera. ¿Existen obstáculos insalvables para
la difusión de la igualdad? Recurrió el autor al análisis de la que llamó ciudada-
nía social, cuyo presupuesto es la creencia en la igualdad plena de los individuos
basada en la pertenencia a una comunidad31. Ahora bien, ¿acaso no era cierto
que esa igualdad en la ciudadanía no era incompatible con desigualdades de otra
índole? Es más, según Marshall, buena parte de las desigualdades contem-
poráneas se legitiman precisamente por la ciudadanía. ¿De dónde proviene este
concepto?
Marshall vio tres dimensiones de la ciudadanía. La civil, decantada en el siglo
xviii; la política, desarrollada en el siglo xix; y la social, característica del siglo
xx. La primera está integrada por las libertades de expresión, de pensamiento, de
conciencia y religión, por el derecho a la propiedad y la autonomía de la voluntad.
Las instituciones que velan por estos derechos son los tribunales de justicia. La ciu-
dadanía política, en cambio, presupone «el derecho a participar en el ejercicio del
poder político como miembro de un cuerpo investido de autoridad política, o como
elector de sus miembros», y tiene como institución de referencia el parlamento. Por
último, la ciudadanía social, que da su carácter a la época actual, abarca «desde
el derecho a la seguridad y a un mínimo de bienestar económico al de compartir
plenamente la herencia social y vivir la vida de un ser civilizado conforme a los
estándares predominantes en la sociedad». La desarrollan típicamente la institu-
ción educativa y los servicios sociales32. A pesar de la desigualdad radicada en la
ordenación social en clases, entendía Marshall que esta resulta necesaria, pues es
incentivo del esfuerzo y determinante de la distribución del poder33.
El estudio de la ciudadanía social, que presume en los individuos una «lealtad
a la civilización percibida como patrimonio común», abocó al autor a la Política
social. El principio rector de sus prestaciones ha de ser la constatación de que
29 Vid. T. H. Marshall, Social policy in the Twentieth century. Londres, Hutchinson, 1979, p. 95.
30 Vid. T. H. Marshall y T. Bottomore, Ciudadanía y clase social. Madrid, Alianza Editorial, 1998.
31 Vid. T. H. Marshall y T. Bottomore, op. cit., p. 21.
32 Vid. T. H. Marshall y T. Bottomore, op. cit., p. 23.
33 Vid. T. H. Marshall y T. Bottomore, op. cit., p. 37.
– 44 –
b) Richard M. Titmuss
La teorización sobre la Política social de Titmuss [1907-1973] ha sido, sin duda,
la más importante y divulgada entre los años 50 y 70. A diferencia de Marshall,
que aceptaba el sistema capitalista (bajo la especie de la economía) como un ele-
mento esencial del progreso social, Titmuss lo rechazaba, fundamentalmente
por razones morales. La legión de sus seguidores, muchos de ellos reclutados en
las filas del socialismo fabiano, permiten hablar incluso de una escuela. Cierta-
mente, Titmuss fue un sociólogo estatista, pero entendía que más allá del Estado
y sus medios coactivos, las relaciones sociales están sustentadas en la solidaridad
espontánea entre los grupos humanos.
En una de sus obras más conocidas en España, aunque no es la más importante
entre las suyas, estableció Titmuss una clasificación trimembre de las políticas
sociales. En realidad se refería a tres modelos sociales: el residual, el de logro
personal-resultado laboral y el institucional-redistributivo36.
La Política social residual es típicamente asistencial y se corresponde con el
Estado mínimo y el principio de la menor coacción política. Está concebido como
un sistema incentivador del trabajo, el esfuerzo y la responsabilidad personales.
Opera subsidiariamente en ausencia de una respuesta del mercado o la familia. El
modelo de logro personal-resultado laboral se considera a veces como un modelo
funcional para el sistema capitalista, pues «asigna una función importante a
las instituciones de bienestar como auxiliares de la economía»37. Por último, el
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a) Federico Rodríguez
Especial atención merece, la obra de quien ha sido Catedrático de Política social,
Letrado del Consejo de Estado, miembro de la Unión de Estudios Sociales de
Malinas y autor de innumerables artículos y libros de tema político-social, Fede-
rico Rodríguez Rodríguez [1917]42. En la trayectoria intelectual de este eru-
dito profesor, ocupa un lugar especialmente relevante su obra, concebida en V
partes y publicada en tres volúmenes, Introducción en la Política Social43. Por su
concepción filosófica (inspirada en la Filosofía de los valores de Max Scheler
y en el personalismo) y epistemológica (en este caso deudora de Max Weber),
por el rigor científico (centenares de referencias bibliográficas que se remontan
a los orígenes de la disciplina, centenares de acotaciones críticas a esa misma
bibliografía) y, también, por el lento proceso de maduración de los textos (desde
el año 1953), nos encontramos, sin duda, ante una de las elaboraciones científicas
españolas más sólidas y meditadas en el campo de la Política social. A esto hay
que darle su justa importancia, pues, como el propio autor recuerda, fuera de
Alemania apenas si ha habido interés por las cuestiones teóricas de la Política
Social. «Los autores no alemanes que pudieran citarse, observa el autor, en gene-
ral, abordan directamente temas concretos de la política social, prescindiendo
de decirnos qué entienden por tal y aún de justificar su selección de objetivos,
remitiéndose –cuando lo hacen– a una especie de ‘communis opinio’, tampoco
demostrada» 44. Rodríguez ha sabido presentar con gran claridad los problemas
del método científico y del estatuto científico de la Política Social.
Reparar en esta obra es en realidad una necesidad, sobre todo porque conviene deli-
mitar, por razones científicas y prácticas, los límites del estudio de la Política social.
Para lo que aquí interesa, el estatuto científico de la Política social, parece oportuno
(vid. M. de Torres, Teoría de la política social. Madrid, Aguilar, 1949); y, por último, la político-social,
en el sentido de la Sozialpolitik, de Federico Rodríguez.
42 Sus últimas páginas publicadas son el prólogo a mi libro La política social en la historia.
43 F. Rodríguez, Introducción en la política social. Madrid, Fundación Universidad Empresa – Civitas,
1979, 1984, 1990. Vol. I: Parte I. La Política social como objeto de conocimiento. Parte II. Los proble-
mas metódicos de la Política social. Vol. II: Parte III. La propiedad. Parte IV. El trabajo. Vol. III. Parte
V. La empresa.
44 Vid. F. Rodríguez, Introducción en la Política social, vol. I, p. 179.
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b) Manuel Moix
El problema de los linderos científicos entre la Política social y los Servicios
Sociales no se termina de captar en toda su magnitud si no se tiene en cuenta la
evolución del pensamiento de Moix [1927]. Con ser importante y bien conocido
su libro Bienestar Social, que es a la escuela inglesa del Social Welfare lo que la
Introducción en la Política Social de F. Rodríguez a la tradición alemana de la
Sozialpolitik, mucho más significativo resulta un libro de la década anterior: De
la política social al bienestar social. Su título ya representa todo un programa cien-
tífico, disidente y creador a un tiempo.
Su punto de partida es la crítica de la posición tradicional de la doctrina espa-
ñola sobre los tipos de Política social. Según Federico Rodríguez existen dos
políticas sociales, la continental o latina, rectius germánica, y la anglosajona. La
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L a política social es, ante todo, una actividad humana. Producto histórico de
la Razón de Estado y la neutralidad como principio de la forma estatal, consti-
tuye un hacer circunstancial, resultado del genio político del siglo xix que se sigue
proyectando sobre el xxi. Precisamente por tratarse de un hacer se puede desa-
rrollar una teoría dialéctica de la Política Social. Ello permite abordar su estudio
como una mediación histórica. Ya se ha señalado aquí: conviene examinar la
Política social como una mediación entre la política y la economía. El complemento
de esta teoría fenomenológica de la Política social es una praxiología política, es
decir, una teoría de la acción político-social.
Una de las aproximaciones a la Política social más originales de los últimos años
ha sido la de Julien Freund. Su conceptualización de las «doctrinas socia-
les» ofrece la posibilidad de recuperar algunas lecciones olvidadas de la Política
social, entendida, en cualesquiera de sus manifestaciones, como una actividad
de la mediación y un pensamiento de las ordenaciones concretas. En este sentido,
no parece casual que la primera vez que apareció registrado el uso de la locución
soziale Politik (1854) fuese para subrayar que la misma se configura a partir de
la bürgerlichen Gesellschaft (sociedad civil o económica) y la politischen Gesellschaft
(sistema político). En este sentido, también el mercado se nos presenta como
una de las magnas mediaciones operadas en la realidad social por el pensamiento
social. Aunque esta puede tomarse como una afirmación problemática, dado el
influjo de la leyenda sobre las supuestas leyes naturales del mercado (Paleolibera-
lismo), no puede pasarse por alto que el mercado es siempre una tarea (Aufgabe) de
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Vid. F. Böhm, Die Ordnung der Wirtschaft als geschichtliche Aufage und rechtsschöpferische Leistung. Stutt-
gart y Berlín, Kohlhammer, 1937; del mismo, Wirtschaftsordnung und Staatsverfassung. Tubinga, Mohr,
1950.
Vid. J. Donzelot, L’invention du social. Éssai sur le déclin des passions politiques. París, Seuil, 1994,
passim.
Vid. J. Conde, Teoría y sistema de las formas políticas. Granada, Comares, 2006, espec. pp. 68-74.
Vid. J. Freund, L’essence du politique. París, Sirey, 1987, y L’essence de l’économique. Estrasburgo, Presses
Universitaires de Strasbourg, 1993.
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– 53 –
Vid. G. von Hertling, Política social. Madrid, Calleja, s. f. (ca. 1910), pp. 7-9.
Vid. Th. Veblen, Teoría de la clase ociosa. México, F. C. E., 1992, p. 91.
Vid. L. Bourgeois, Solidarité. Villanueva de Ascq, Presses Universitaires du Septentrion, 1998.
10 Un desarrollo de la teoría de J. Freund en J. Molina, La política social en la historia, pp. 149 sq.
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11 Vid. G. A. Ritter, El Estado social, su origen y su desarrollo en una comparación internacional. Madrid,
Ministerio de Trabajo y de la Seguridad Social, 1991, p. 200.
12 La crítica liberal de la Política social no es en realidad abolicionista, sino que plantea una rectificación
sobre la base de la devolución de la misma a la sociedad civil. El instrumento de esta reforma global de
las políticas sociales es el principio de la subsidiariedad.
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13 Vid. R. Mishra, «El corporativismo, tercera vía», Razón Española, nº 16, 1986, y El Estado de bienestar
en crisis. Madrid, Ministerio de Trabajo y de la Seguridad Social, 1992.
14 Vid. G. Esping-Andersen, Los tres mundos del Estado del bienestar.
15 Vid. R. García Cotarelo, Del Estado de bienestar al Estado del malestar. La crisis del Estado y el problema de
la legitimidad. Madrid, C. E. C., 1990.
16 Vid. C. Schmitt, «El Estado como concepto vinculado a una época histórica», Veintiuno, nº 39, 1998.
17 Vid. M. Moix, Bienestar social, pp. 333-346.
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18 Vid. L. Vila, «Política social europea», en C. Alemán Bracho y J. Garcés Ferrer, Política social. Madrid,
McGraw Hill, 1998, p. 105.
19 Vid. D. Bell, El advenimiento de la sociedad postindustrial. Madrid, Alianza Editorial, 1970.
20 Vid. A. Touraine, La sociedad postindustrial. Barcelona, Ariel, 1973.
21 Vid. R. Aron, Dix-huite leçons sur la société industrielle. París, Gallimard, 1970.
22 Vid. J. K. Galbraith, El nuevo Estado industrial. Barcelona, Ariel, 1970.
23 Vid. J. Burnham, La revolución de los directores. Buenos Aires, Sudamericana, 1967.
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24 Vid. J. Fourastié, Les Trente Glorieuses ou la Révolution invisible de 1946 à 1975. París, Hachette, 1998.
25 Vid. E. Bernstein, Socialismo democrático. Madrid, Tecnos, 1990.
26 Vid. J. O’Connor, La crisis fiscal del Estado. Barcelona, Península, 1981.
27 Vid. J. K. Galbraith, Capitalismo americano. El concepto del poder compensador. Barcelona, Ariel, 1968, p.
165.
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37 Sobre estos: José Luis Monereo, «La política social en el Estado de bienestar: los derechos sociales de
ciudadanía como derechos de desmercantilización», Revista de Trabajo y Seguridad Social, nº 19, 1995.
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38 Vid. Bernardo Gonzalo y José María Alonso, La asistencia social y los servicios sociales en España. Madrid,
BOE, 2000.
39 Vid. Ernst Forsthoff, Sociedad industrial y administración pública. Madrid, E. N. A. P., 1967, p. 21.
40 Vid. José Castán, La socialización y sus diversos aspectos. Madrid, Reus, 1967, p. 6.
41 Vid. J. L. Monereo, «Derechos sociales y Estado democrático social en Anton Menger», en Anton
Menger, El derecho al producto íntegro del trabajo. El Estado democrático del trabajo. Granada, Comares,
2004. También de Monereo: «Reformismo social y socialismo jurídico», en A. Menger, El Derecho civil
y los pobres. Granada, Comares, 1998.
42 Vid. J. Castán, op. cit., p. 21.
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a) El impuesto
El impuesto es, antes que nada, una manifestación del poder estatal. Hasta
cierto punto el jus fisci no es sino una de la expresiones de la soberanía. En este
esquema, la idea del impuesto se presenta bajo dos fórmulas. La primera es el
«impuesto progresivo», que en la perspectiva aquí adoptada constituye un ins-
trumento esencial para toda Política social. Al menos en el sentido de que de él
depende el allegamiento de los medios económicos para la realización de las más
diversas políticas sociales. Complemento indispensable de esta variedad fiscal es
el sistema de «exenciones, regulaciones y bonificaciones» que permitían a R. M.
Titmuss hablar del «sistema del Bienestar fiscal» 43. Gran importancia ha adqui-
rido también durantes los últimos veinte años el impuesto negativo. Aunque no
es una institución novedosa, su importancia todavía no ha sido reconocida en
toda su extensión, pues subsisten ciertas confusiones. De entrada, esta forma del
impuesto se asimila generalmente y exclusivamente a las transferencias de renta
desde el Estado hacia los particulares. Pero existe una acepción alternativa a esta
forma invertida de fiscalidad.
En efecto, una parte del pensamiento neoliberal se refiere al impuesto negativo
como una medida cuya implantación general contribuiría a la racionalización del
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b) La meritocracia
También la meritocracia puede considerarse una institución básica de toda Polí-
tica social. Abona esta tesis la constatación de la importancia original que la edu-
cación tuvo en el reformismo social decimonónico. Ahora bien, una visión amplia
de la meritocracia la conecta con diversas instituciones sociales responsables, en
última instancia, de habilitar las condiciones del desarrollo personal, no sólo en
un sentido material, sino también espiritual. Naturalmente, el reconocimiento
del derecho al trabajo, que debe correr parejo a la garantía de la libertad de profe-
sión y empresa, constituyen puntales básicos del desarrollo personal. Bastará aquí
con resaltar su conexión con las posibilidades de mejora de las «condiciones de
partida» que ofrece una sociedad a los individuos que la integran. Haré empero
mención especial de dos instrumentos muy señalados de la Política social: la polí-
tica pedagógica, de la que es parte la política educativa; y el sistema de la oposi-
ción pública, consecuencia del desarrollo de la participación democrática.
Lo que podríamos llamar «política pedagógica» no ha recibido últimamente una
atención específica por parte de los especialistas de la Política social. Esto resulta
ciertamente sorprendente, pues el recurso a la pedagogía para la emancipación de
las clases dependientes constituye una constante del pensamiento social. Así, resulta
connatural a los estudios pedagógicos la referencia directa o indirecta a la educación
como remedio social o principio de la reforma social, operante en una doble dimen-
sión: la construcción o, en su caso, reforma del hombre interior (educación) y la escola-
rización, normalmente obligatoria, con vistas al adiestramiento y la instrucción.
Indudablemente, la educación aporta al bienestar meramente material una dimen-
sión psicosocial que nunca debería perderse de vista45. La intervención en situa-
44 Vid. Milton y Rose Friedman, La libertad de elegir. Barcelona, Planeta-Agostini, 1993, pp. 170-176.
45 Vid. Antonio Gorri Goñi, «Política social y educación», en C. Alemán Bracho y J. Garcés Ferrer, op.
cit., p. 272.
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d) El aseguramiento colectivo
A pesar del posible equívoco semántico, la expresión «aseguramiento colec-
tivo» puede y debe ser tomada en un sentido institucional, pues como actividad
humana se presenta históricamente revestido de ciertas fórmulas recurrentes, que
los especialistas agrupan en torno al concepto de la previsión. La dimensión feli-
citaria implícita en toda política social exige que sean tenidos en cuenta determi-
nados instrumentos político-sociales de los que muchas veces depende la seguri-
dad personal y familiar. Me refiero, si bien la lista no es exhaustiva y está sujeta a
revisión y ampliación, a la Seguridad social y las políticas sanitaria y urbanística
en su sentido más amplio.
La Seguridad social, desarrollada desde el siglo xix a partir de la técnica del
seguro privado, ha adquirido su actual relevancia gracias al famoso informe de
Lord Beveridge. Con él se convierte la Seguridad social en uno de los pilares
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R epertorio Bibliográfico
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Index Onomasticum
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Libros y Opúsculos
1. La filosofía de la economía de Julien Freund ante la economía moderna. Madrid,
Fundación Cánovas del Castillo, 1997, 49 pp.
2. Julien Freund, lo político y la política. Prólogo de Dalmacio Negro Pavón.
Madrid, Sequitur, 1999, 386 pp. (Traducción italiana: Julien Freund e la
genealogia del politico. Roma, Settimo Sigillo, 2008.)
3. La política social en la historia. Presentación de Federico Rodríguez y Prólogo
de Luis Vila. Murcia, Diego Marín Librero-Editor, 2000, 161 pp. (2ª ed.
corr. y aum.: Murcia, Ediciones Isabor, 2004, 228 pp.)
4. La Tercera vía en Wilhelm Röpke. Pamplona, Instituto Empresa y Humanismo,
2001, 99 pp.
5. Conflicto, gobierno, economía. Cuatro ensayos sobre Julien Freund. Presentación
de Juan Carlos Corbetta. Buenos Aires, Struhart y cía, 2004, 157 pp.
6. Röpke. Roma, Settimo Sigillo, 2007, 80 pp.
7. Epítome de la Política social (1917-2007). Murcia, Ediciones Isabor –
SEPREMU, 2007, 80 pp.
8. Teoría de la Política social. Valencia, Tirant lo Blanc, 2008 [en prensa.]
9. Teoría de los Servicios sociales [en elaboración.]
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Traducciones
1. Julien Freund, ¿Qué es la política? Buenos Aires, Struhart y cía, 2003, 200
pp.
2. Hans Hermann Hoppe, Monarquía, democracia y orden natural. Madrid,
Gondo, 2004, 371 pp.
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