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Oscar Eduardo Barragán Marines

Carlos Federico Cabrera Tapia

Sec. 03

16/06/2021

Transformación del capital-Mercancías y del Capital-Dinero en capital

comercial y en capital financiero

Capitulo XVI

El capital tomo III

El Capital-Comercial

La disociación del capital comercial en consecuencia constituya una forma

libre forma las condiciones para que se acelere la rotación del capital industrial y se

aumente la plusvalía producida por todo el capital social. El tipo de interés guarda

con la cuota de ganancia una interacción semejante a la del costo comercial del

producto con su costo. En el tamaño en que el tipo de interés se establece por la

ganancia media, se regula por ésta y no por las cuotas concretas de determinadas

ramas de producción y menos todavía por la ganancia extraordinaria de un definido

capital. No hay una cuota natural del interés, pues únicamente hablamos de la

separación de la ganancia bruta entre 2 poseedores de capital.

Sin embargo, la cuota de interés vigente en el mercado fluctúa una y otra vez,

al igual que el costo comercial de los productos, debido a que todo el capital

susceptible de ser prestado se confronta una y otra vez en el mercado de dinero al

capital en funcionalidades. Es la interacción entre la oferta y la demanda de capital

la que dictamina el grado del interés en el mercado. En conclusión, lo cual nos


importa respecto del interés es que constituye constantemente una sección de la

plusvalía, que el capitalista activo, industrial o comercial que no invierte su capital

propio sino capital prestado tiene que costear al dueño y prestamista del capital.

Desde luego, si se emplea capital propio no se efectúa aquel reparto de la ganancia.

La categoría del interés es ajena al desplazamiento del capital industrial. Esta

separación cualitativa tiene sitio respecto de la ganancia de todo capital y además

de la ganancia media basada en la indemnización de los capitales entre sí. Marx

parte de 2 clases de capitalistas empero al seguir en el estudio dice que dicha

separación de la ganancia bruta se genera tanto respecto del capitalista que labora

con capital propio como respecto del que usa capital prestado. Por consiguiente, el

capital mismo se desdobla en propiedad del capital, capital al margen del proceso

de producción, que rinde de por sí un interés, y capital dentro del proceso de

producción, que arroja la ganancia del empresario.

El interés se consolida de tal modo que por el momento no surge

incidentalmente una vez que el industrial labora con capital ajeno, pues aun cuando

trabaje con capital propio su capital se desdobla en interés y ganancia del

empresario. No se trata sencillamente de piezas alícuotas de la ganancia

distribuidas entre varios agentes, sino de 2 categorías que albergan una interacción

distinta con el capital. Esta separación de la ganancia en interés y ganancia del

empresario se opera además respecto del capital universal de la sociedad. El

realizado de que el capitalista industrial trabaje con su capital o con capital prestado

no altera la situación de que tiene enfrente a la parte de los capitalistas de dinero

como una categoría particular de capitalistas y al capital-dinero como una categoría

sin dependencia de capital, y al interés como la manera libre de plusvalía

correspondiente a este capital específico.


Si todo el capital se encontrase en manos de los capitalistas industriales no

existiría interés ni tipo de interés. Marx instituye de esta forma que cualitativamente

considerado el interés es la plusvalía nacida de la fácil propiedad del capital y que

cuantitativamente considerada el fragmento de la plusvalía que constituye el interés

no surge dedicada al capital industrial y mercantil como tal sino como capital-dinero.

Precisamente, el beneficio comercial y el interés son definidos en El Capital como

piezas miembros de la plusvalía.

Capitulo XVII

El capital tomo III

La Ganancia Comercial

Mercancías, únicamente se lo enajena por un lapso definido, para que

funcione como capital. “Este costo de uso del dinero como capital -la capacidad de

crear la ganancia media- es lo que enajena el capitalista dinerario al capitalista

industrial por el lapso durante el cual le cede a éste el poder de contar con sobre el

capital prestado”. El interés surge entonces como el costo del capital, y expresa la

valorización del capital dinero. Este es el motivo de la comunidad que existe entre el

capital dinerario y otras maneras del capital, frente al trabajo.

Las dos maneras del capital están sujetas a que la explotación del trabajo, y

la realización de la plusvalía, sean famosas. Por esto, además, es imposible que el

capital dinerario se logre valorizar de manera independiente del capital benéfico.

Empero por fuera de este componente de identidad, el capital dinerario se distingue

del capital comercial, entre otras razones ya que siente interés, y no ganancia. El

interés, sin embargo, es la plusvalía que le corresponde al capitalista dinerario en

tanto encarna la propiedad privada del capital.


Empero lo mismo ocurre con todo el capital, sea benéfico o comercial. No

obstante, una vez que se consuma bajo una misma integridad indiferenciada de

«capital financiero» al capital dinerario y al capital bancario, se pierde de vista esta

contraposición. Sin embargo, una vez que se plantea que el capital financiero está

por arriba del capital beneficioso, o mercantil, se pasa por elevado que el capital

comercial de grupo está sometido a la misma ley de igualación de la tasa de

ganancia que perjudica a los capitales de cualquier rama.

Capitulo XVIII

El capital tomo III

La rotación del Capital Comercial. Los Precios.

Si nos atenemos a la necesidad objetiva del capital, y nos fijamos de instante

únicamente en los medios de producción, realizando abstracción de la fuerza de

trabajo, conviene diferenciar en la investigación, atendiendo a la interacción del

tiempo con la productividad, 2 tipologías, la de los tiempos vivos o productivos, que

el capital tiende a maximizar, y la de los tiempos muertos o no-productivos, que

batalla por reducir. La excepción es importante por sus efectos en el capital, puesto

que en el primer caso no se crea costo nuevo, solamente se traspasa al producto el

que se consume de los medios de producción, a medida que, en el segundo caso,

además de esta transmisión, se crea o crea costo nuevo, el plusvalor, que permite la

valorización, origen y destino del capital. La era de actividad genuinamente

capitalista es aquél en que los medios de producción permanecen activos y la fuerza

de trabajo presente. Ése es la era de producción de plusvalor, en el cual la fuerza de

trabajo coincide en actividad con el de los demás medios de producción, en que al


trasvase de costo de los medios consumidos se suma la construcción de costo

nuevo.

En lo cual respecta a ambos tiempos muertos o no-productivos,

distinguiremos paralelamente entre tiempo en espera y tiempo perdido o

suspendido. Ahora bien, aun cuando aquellos efectos sean sustancialmente

semejantes, puesto que en los dos se pierde tiempo y productividad, conviene

diferenciar la naturaleza y funcionalidad de los tiempos de espera y de suspensión,

puesto que responden a conceptos y realidades bien diferentes. Y lo son aun

cuando los dos son al pie de la letra improductivos y prima facie niegan la

productividad, van contra, hurtan su tiempo. Contenido en su interior, la época en

espera se estima primordial, debido a que viene impuesto por los parámetros

biológicos y físicos de los recursos de la producción y por la necesidad de prever

cualquier problema que interrumpa el proceso.

Aquí la simbiosis del tiempo en espera deriva en puro parasitismo,

apropiación sin indemnización ni razón interna al proceso benéfico o sus recursos.

Si la era en espera habita, ocupa un espacio, en el centro de la actividad gremial y,

pese a su no productividad es condición de probabilidad de la misma, la época

suspendido o perdido habita la jornada negándola, acortándola, fagocitando

parasitariamente ciertos de sus momentos1. En esta situación es tiempo no-

productivo innecesario, gracias a fronteras ajenos, contingentes y, por consiguiente,

teóricamente corregibles. Esbozadas de esta forma las semejanzas y diferencias

entre los dos tipos de tiempos muertos, que iremos describiendo durante la

meditación, se comprende la tendencia natural del capital a combatirlos, a

minimizarlos y, en el límite, a eliminarlos.


Como vemos, aun cuando las anteriores tipologías permanecen

fundamentadas básicamente en los medios de trabajo, en su actividad o no

actividad, obtenemos las mismas o bastante similares si centramos la mirada en la

fuerza de trabajo, si nos fijamos en la existencia o ausencia de ésta.

Capitulo XIX

El capital tomo III

El Capital Financiero

A grandes aspectos tenemos la posibilidad de mencionar que con este término se

denota a una integridad compuesta por los bancos, los fondos de inversión y

semejantes, las compañías de seguro, los prestamistas de dinero, y los accionistas.

Sin embargo, la idea además se refiere a una interacción de dominio de dichos

capitales sobre el capital benéfico. Esta iniciativa nace con los «clásicos» sobre el

imperialismo y es mantenida actualmente en la tesis de la financiarización , y otras

corrientes izquierdistas. En esta nota inspecciono la cuestión a la luz de las

nociones de capital dinerario y capital comercial, de Marx, y planteo mis primordiales

críticas a la idea habitual de capital financiero.

Quizás una de las preguntas más relevantes es determinar la exclusión, de Marx,

entre capital comercial y capital dinerario. Por capital comercial el creador del

Capital entendía el capital mercantil y el que se especializa en el desempeño del

dinero. Este último encierra a los bancos, y generalmente a las instituciones que

hacen operaciones monetarias. Son las operaciones de pago y cobro de dinero,

conservación de tesoros monetarios, saldo de balances, funcionamiento de cuentas

corrientes, movimientos mundiales de dinero, operaciones cambiarias, y

semejantes. A ello se añade el recibir y dedicar créditos, ordenar la colocación de

ocupaciones y bonos, elaborar fideicomisos, actuar como fideicomisarios, etcétera.


El capital dinerario, sin embargo, comprende -siempre según Marx- el dinero que se

presta, a cambio de un interés. El capital del banco participa de la igualación de la

tasa de ganancia, junto al resto de los capitales. Dicha igualación se crea por la

competencia, que pasa con los movimientos de los capitales en medio de las ramas.

Si la tasa de beneficio en una rama es más grande que en el promedio de la

economía, los capitales tenderán hacia ella, hasta que se iguala con el promedio. Al

contrario, los capitales salen de las ramas en que la tasa de ganancia es menor al

promedio. Por esta razón, Marx nunca consideró que las instituciones que operan

con dinero tengan la posibilidad de disfrutar de una tasa de ganancia

sistemáticamente mayor a la que reciben los capitales invertidos en las ramas

productivas, o comerciales.

Capitulo XX

El capital tomo III

Consideraciones históricas sobre el Capital Comercial

Si el capital–comercial y el capital–financiero, no se distinguen de la agricultura sino

al modo como ésta se distingue de la ganadería y de la manufactura, es notable

como la luz del día que producción y producción capitalista son generalmente

términos idénticos y que, precisamente, el reparto de los productos sociales entre

los miembros de la sociedad, así sea para objetivos de consumo benéfico o con

vistas al consumo personal, correrá eternamente al mando de comerciantes y

banqueros, tan eternamente como el goce de la carne mediante la ganadería y la

utilización de vestidos por medio de su construcción. Los enormes economistas

como Smith, Ricardo, etcétera., únicamente se fijan en la manera elemental del

capital, en el capital como capital industrial, y únicamente paran mientes en el

capital de circulación en cuanto constituye una etapa del proceso de reproducción

de todo capital, razón por la cual se sienten perplejos frente a el capital mercantil,
considerado como una categoría particular. etcétera., derivadas de manera directa

del examen del capital industrial, no son de manera directa aplicables al capital

mercantil. Por esa razón lo dejan, en verdad, del todo a un lado y únicamente lo

dicen como una modalidad del capital industrial.

Hasta aquí, hemos venido examinando el capital comercial a partir de la perspectiva

del sistema capitalista de producción y en los límites de éste. Sin embargo, el

negocio e inclusive el capital comercial son anteriores al sistema de producción

capitalista y conforman realmente la modalidad independiente del capital más viejo

de que nos habla la historia. Como hemos observado que el negocio de dinero y el

capital adelantado en él solamente requiere, para realizarse, la vida del negocio al

por más grande, y además la del capital–comercial, bastará con que nos ocupemos

aquí de este último. El capital comercial se encuentra encuadrado en la órbita de la

circulación y su funcionalidad radica exclusivamente en servir de transporte al

cambio de mercancías.

Por lo tanto, para que este capital exista –prescindiendo de maneras todavía no

hechas, derivadas del negocio directo de trueque– basta con que se den las

condiciones primordiales para la circulación fácil de mercancías y de dinero. Los

extremos entre los que sirve de mediador el capital comercial conforman para él

componentes dados, exactamente lo mismo que para el dinero y para el

desplazamiento del dinero. El capital comercial permite sencillamente el

desplazamiento de dichos extremos, que son las mercancías, como las hipótesis de

que tiene que partir. Este capital se limita, puesto que, a servir de transporte al

cambio de mercancías, el cual, no obstante, no debería concebirse de antemano

sencillamente como un cambio de mercancías entre los productores directos.


Sin embargo, cualquier persona que sea la organización social de las esferas de

producción a cuyo cambio de mercancías sirve de transporte el comerciante, el

patrimonio de éste existe continuamente como patrimonio en dinero y su dinero

funciona constantemente como capital. Este D – M – D' como desplazamiento

característico del capital comercial lo distingue de M –D –M, del negocio de

mercancías entre los mismos productores, dirigido al cambio de valores de uso

como finalidad determinante. Dentro del sistema capitalista de producción –es

mencionar, tan rápido como el capitalista se apodera de la producción misma y le

imprime una forma del todo nueva y específica–, el capital comercial surge

sencillamente como capital designado a una funcionalidad específica. Bajo todos los

regímenes anteriores, tanto más cuanto más es la producción directa de medios de

vida para los propios productores, el capital comercial parece ser la funcionalidad

por excelencia del capital.

No cuesta, puesto que, la menor complejidad entender por qué el capital comercial

surge como la manera histórica del capital mucho anterior a que éste someta a su

imperio la misma producción. Por otro lado, todo el desarrollo del capital comercial

tiende a ofrecer a la producción un carácter cada vez más orientado hacia el costo

de cambio, a cambiar cada vez más los productos en mercancías.


El capital dinerario, por su lado, se fundamenta en que el dinero puede funcionar

como capital, y como mercancía-capital. Sin embargo, a diferencia del resto de las

mercancías, únicamente se lo enajena por un lapso definido, para que funcione

como capital. En palabras de Marx: “… la mercancía capital tiene la peculiaridad de

que, en ventaja del consumo de su costo de uso, su costo y su costo de uso no

solamente se conservan, sino que se aumentan. Este costo de uso del dinero como

capital -la capacidad de crear la ganancia media- es lo cual enajena el capitalista

dinerario al capitalista industrial por el transcurso a lo largo del cual le cede a éste el

poder de contar con sobre el capital prestado”. La describimos con un caso muestra.

Supongamos que un capitalista toma $1000 a préstamo, que rinden una ganancia

anual del 8%, y que el interés es del 2%. Para este capitalista, la ganancia «neta», o

empresaria, es del 6%. Los $60 que embolsa como ganancia son una retribución a

su papel de explotador; en otros términos, la ganancia empresaria retribuye al

capital en funcionalidades. El interés, sin embargo, es la plusvalía que le

corresponde al capitalista dinerario en tanto encarna la propiedad privada del

capital. Puede verse entonces que entre el interés y la ganancia empresaria hay una

interacción negativa: dada la plusvalía, si se incrementa el interés, reduce la


ganancia, y al revés. De allí que exista una contraposición en la unidad, entre el

capitalista dinerario y el capitalista empresario. En períodos de crisis, en particular,

la tasa de interés asciende -aumenta el peligro, los capitalistas son reacios a prestar

en tanto se incrementa la demanda de líquido para afrontar vencimientos- y esto

puede perjudicar bastante seriamente a la ganancia. Lo que produce la impresión de

que la causa de la crisis es la suba de la tasa de interés, una vez que, en verdad,

hablamos de un efecto de la crisis; que paralelamente actúa agravándola. Sin

embargo, lo mismo pasa con todo el capital, sea beneficioso o comercial.

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