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Tema 2

La resurrección

Nuestro primer tema del lapso es la Resurrección del Señor, la cual es la noticia y la
razón más importante de nuestra fe. Jesús está vivo, camina a nuestro lado. Cuando
todo llevaba a pensar que el maestro estaba derrotado, Dios lo resucitó y con ello
demostró que todo la que había vivido y enseñado era verdad. Esa noticia que cambió la
vida de los testigos aún cambia nuestra vida y nos ayuda a fortalecer nuestra fe.
Y es que hablar de la resurrección de Jesús está unido a la fe.
Fe y resurrección dos palabras que hoy analizaremos.
Comencemos por la primera porque de esta se origina la siguiente:
La máxima obra de Dios, la Resurrección de su Hijo, no tuvo testigos. Sin embargo, sí
se puede comprobar; hay “evidencias”:
- El sepulcro vacío. Los cuatro evangelistas lo mencionan. Lo reconocen incluso los
soldados, los sacerdotes y las autoridades romanas. Aunque no es una prueba directa,
es un signo especial, es el primer paso para el reconocimiento de la Resurrección. Juan
dice: “vio y creyó” (20,8).
- Las apariciones del Resucitado. En ellas se basa el argumento definitivo para
afirmar la Resurrección. NO FUERON VISIONES subjetivas, sino HECHOS
OBJETIVOS, HISTÓRICOS. Se describen (en los últimos capítulos de los evangelios),
como presencia real y hasta carnal de Jesús; come, camina, deja que lo toquen, platica
con ellos. Son una base sólida de la fe en la Resurrección.
- Aunque no hubo testigos de la resurrección, sí los hay del Resucitado. Quienes lo
vieron comenzaron a decir que el “Crucificado estaba vivo” y así es como surge la
Iglesia. Nuestra fe procede de los primeros que creyeron.
Vamos a leer un pasaje de la biblia para recordar uno de los testimonios que dejaron los
testigos:
Juan 20,19-31
"Ese mismo día, el primero después del sábado, los discípulos estaban reunidos por la
tarde, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se puso de pie en
medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!» Dicho esto, les mostró las manos
y el costado. Los discípulos se alegraron mucho al ver al Señor. Jesús les volvió a decir:
«¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envío a mí, así los envío yo también.»
Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo: a quienes
descarguen de sus pecados, serán liberados, y a quienes se los retengan, les serán
retenidos.» Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando
vino Jesús. Los otros discípulos le dijeron: «Hemos visto al Señor.» Pero él contestó:
«Hasta que no vea la marca de los clavos en sus manos, no meta mis dedos en el
agujero de los clavos y no introduzca mi mano en la herida de su costado, no creeré.»
Ocho días después, los discípulos de Jesús estaban otra vez en casa, y Tomás con
ellos. Estando las puertas cerradas, Jesús vino y se puso en medio de ellos. Les dijo:
«La paz esté con ustedes.» Después dijo a Tomás: «Pon aquí tu dedo y mira mis
manos; extiende tu mano y métela en mi costado. Deja de negar y cree.» Tomás
exclamó: «Tú eres mi Señor y mi Dios.» Jesús replicó: «Crees porque me has visto.
¡Felices los que no han visto, pero creen!» Muchas otras señales milagrosas hizo Jesús
en presencia de sus discípulos que no están escritas en este libro. Estas han sido
escritas para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Crean, y tendrán vida por
su Nombre."

Por fines pedagógicos vamos a tomar sólo algunos puntos para analizar:
¿Dónde estaban los discípulos y por qué? con las puertas cerradas por miedo a los
judíos
Y en ese momento llega Jesús, se pone de pie en medio de ellos y les dijo: «¡La paz
esté con ustedes!» y ocurre algo que nos es común a todos los que hemos sentido
cerca a Nuestro Señor, ya sea en la comunión, cuando ayudamos a un hermano etc.,
Los discípulos se alegraron mucho al ver al Señor.
Pero entre los discípulos había uno que no estaba con ellos, Tomás y cuando sus
compañeros le contaron el manifestó claramente (como muchas veces nosotras
podemos haber dudado) que no les creía, no le bastaba el testimonio de sus amigos
necesitaba ver para creer y es allí cuando Nuestro Amado Señor sigue manifestando su
infinita bondad y paciencia y vuelve nuevamente, dice la escritura Jesús vino y se puso
en medio de ellos. Les dijo: «La paz esté con ustedes.» 27. Después dijo a Tomás: «Pon
aquí tu dedo y mira mis manos; extiende tu mano y métela en mi costado. Deja de negar
y cree.» 28. Tomás exclamó: «Tú eres mi Señor y mi Dios.» 29. Jesús replicó: «Crees
porque me has visto. ¡Felices los que no han visto, pero creen!». Allí se dirige a cada
una de nosotras, las que cada día ayudadas por el Espíritu Santo hacemos un ejercicio
de voluntad y fe y decidimos creer. Creer a la Palabra de Dios que nos es regalada a
través de la Biblia, creer al testimonio de los testigos, esos hombres poco estudiados y
cobardes que después de la resurrección se convirtieron gracias a la fuerza dada por el
Espíritu Santo en grandes predicadores y en hombres valientes. Recordemos que todos
murieron asesinados, sólo Juan murió naturalmente pero no sin antes haber pasado por
el martirio por haber predicado la buena noticia de Jesús.
Y es aquí donde aparece el segundo tópico que me gustaría que reflexionemos la fe.
¡Felices los que no han visto, pero creen!
¿Y de qué trata la Fe? Les voy a leer un cuento que nos puede ayudar

"Se había desencadenado un incendio terrible en una casa. Los bomberos habían
llegado hace rato y luchaban desesperadamente por apagar el fuego, pero las llamas
crecían cada vez más. En una ventana del primer piso, lloraba un niño y abajo, varios
bomberos le gritaban que salte, que abajo lo esperaban con una cama elástica, pero no
había caso. El niño no quería saltar: solamente lloraba. La planta baja estaba totalmente
cubierta de fuego, por lo que era imposible intentar entrar para sacar al niño, así que los
bomberos y la gente que se había arremolinado, gritaban insistentemente pidiendo al
niño que salte, que no había peligro, que era seguro, sin conseguir nada.
De pronto apareció a toda velocidad otro carro de bomberos, y bajó de él un hombre
joven, luciendo su traje de bombero y su casco rojo. "¡Salta, Carlitos, que yo te recibiré!",
gritó. Inmediatamente el niño se arrojó por la ventana y cayó en los brazos del bombero.
Los bomberos que estaban de antes, se sintieron heridos en su amor propio porque
habían estado intentando largo rato que el niño saltase, sin resultado, y este bomberito
llegaba y con pedir una sola vez, lograba lo que ellos no habían podido.
"¿Por qué cuando nosotros te pedíamos que saltes no lo hiciste, y cuando llegó este
hombre saltaste al instante?", preguntaron algo molestos al niño, a lo que éste respondió
mientras abrazaba al bombero que lo sostenía en brazos: "Porque éste es mi papá".

¿Por qué crees que el niño saltó?


El niño no saltaba porque no tenía confianza en esos hombres que no conocía, pero
cuando apareció su padre, se arrojó inmediatamente a sus brazos, aunque el humo le
impedía verlo, pero oía esa voz que conocía y que lo conocía a él.
Así es la fe. Es esa confianza ciega que cree, aunque no ve, porque sabe en quién la
está poniendo.
La fe es Creer y Confiar, y no solamente creer en Dios, sino creerle a Dios.
La fe no es un "acto intelectual" de aceptar que Dios existe, la fe es un regalo que Dios
nos da y que nosotras debemos cultivar.
Implica un abandono incondicional en las manos de Dios, así como aquel niño que fue
capaz de arrojarse en medio del humo y de las llamas, porque era su papá el que
estaba ahí abajo.
Jesús ya nos salvó… de una vez y para todas, no hace falta nada más de su parte. Pero
todavía nos hace falta que nosotros hagamos nuestra esa salvación. ¿Y cómo se hace
nuestra esa salvación? Tiene mucho que ver con lo que acabamos de leer en el cuento.
Necesitamos CREER en la noticia de la Resurrección, como el hecho más importante de
toda la historia de la Salvación. Es un acontecimiento fuera de serie, en él está fundada
nuestra fe. Sin Resurrección sería absurda y no tendría razón de ser nuestra fe.
Si Cristo no hubiese resucitado, la Iglesia no podría anunciar ninguna Buena Noticia de
salvación para nadie.
San Pablo lo afirma claramente: “Si Cristo no fue resucitado, nuestra predicación ya no
contiene nada ni queda nada de lo que creen ustedes…. Y… ustedes no pueden
esperar nada de su fe…. Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos…” (1Co 15, 14;
17; 20).
La Resurrección de Jesús es una VERDAD a la que de ninguna manera debemos
renunciar, si nos llamamos cristianos.

Podríamos por fines pedagógicos resumir entonces nuestra participación en la Salvación


en dos pasos:
Estos los van a definir ustedes después de leer las citas bíblicas en la actividad que les
dejo como asignación del tema para interiorización y evaluación.

Tarea:
Lee las siguientes citas bíblicas y determina cual es el denominador común en todos.
-Mt 9,27-29: Curación de 2 ciegos.
-Mt 15,21-28: Curación de la hija de una cananea
-Mc 10,46-52: Curación del ciego de Jericó.

Este es el primer requisito para que recibamos la Salvación de Jesucristo:


____________________________.
Jesús dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí. Jn
16,6. ¿Cuál será entonces el segundo requisito? ___________________________

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