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Introducción al eneagrama.
Entendiendo el eneagrama: leyes, subtipos y alas.
Eneatipo 1: Ira – El perfeccionista.
Eneatipo 2: Soberbia – El ayudador.
Eneatipo 3: Vanidad – El triunfador.
Eneatipo 4: Envidia – El individualista.
Eneatipo 5: Avaricia – El investigador.
Eneatipo 6: Miedo – El leal.
Eneatipo 7: Gula – El entusiasta.
Eneatipo 8: Lujuria – El desafiador.
Eneatipo 9: Pereza – El pacificador.
INTRODUCCIÓN AL ENEAGRAMA
El eneagrama podría definirse
como un modelo explicativo de la
personalidad, al cual tenemos
acceso desde hace tan sólo unas
décadas. Algunos datan su origen
en hace más de dos mil quinientos
años, tomando como referencia
modelos astrológicos y
matemáticos. Hay quien atribuye
gran parte de sus inicios a la cultura
de los sufís.
Será George Gurdjieff (1872 – 1949)
quien retoma a principios del siglo
XX dichos conocimientos para
aplicarlos al campo de la personalidad y, posteriormente, Óscar Ichazo (1931) y Claudio Naranjo
(1932) se encargarán de dar mayor forma a este modelo y a su divulgación.
Nos encontramos con un sistema de clasificación que profundiza en el carácter del ser humano al
establecer y ahondar en diferentes tipos y subtipos de estructura de carácter. Si bien aparentemente
pueden saltar algunas alarmas en relación a lo reduccionista que puede llegar a ser un sistema
clasificatorio, el eneagrama consigue traspasar los rasgos definidos para llegar a un punto de
conexión muy profundo en el ser humano.
Si hay algo que suelo decir cuando me preguntan por esta herramienta es que, a medida que
interiorizo más la sabiduría que contiene, más me doy cuenta de lo poco que sé.
Como punto de partida, sería necesario diferenciar tres grandes núcleos o energías presentes en todo
ser humano: mental, emocional y visceral. A partir de esta diferenciación, se podría articular todo el
desarrollo de la estructura de carácter y los distintos nueve tipos (“eneatipos”) que surgen.)
El núcleo mental acoge el mundo de los pensamientos, las ideas, el análisis y el sentido estructural
que tiene todo lo que nos rodea. Se vincula a la seguridad que nos proporciona acceder a comprender
el mundo desde la mente y al miedo que deriva de no tenerlo todo controlado o “encajado” dentro
de nuestra cabeza.
La energía emocional tendría que ver con los vínculos que se establecen con los demás y con
nosotros mismos a un nivel sentimental. Se vincula a la imagen que nos creamos según nuestra
historia emocional y cualidades; y a lo que los demás pueden pensar de nosotros.
El centro visceral responde a los impulsos vitales e instintivos que de alguna manera nos hace tomar
contacto con nuestro poder y la necesidad de defender lo nuestro, la necesidad de supervivencia. Se
vincula a la conexión con el cuerpo, la energía de la ira, la acción que nace del estómago.
Desde que somos pequeños, ante el dolor y el miedo que llegamos a experimentar nos vamos
creando una coraza con la cual aprendemos a sobrevivir. Dicha coraza es lo que acabará
determinando nuestra estructura de carácter. Nos identificamos plenamente en una manera de
movernos por el mundo, según nuestro miedos, anhelos o experiencias.
Esta identificación, además, se suele anclar en uno de los tres núcleos anteriormente descritos, de tal
manera que para algunos lo que verdaderamente se considera necesario es entender o comprender
lo que está ocurriendo desde la mente pensante mientras que, para otros, el punto de referencia se
basa en el cómo me siento según la imagen que proyecto hacia los demás o hacia mí mismo.
Según este desarrollo, a pesar de que somos seres mentales, emocionales y viscerales, nuestro
carácter se identifica de forma especial en una de estas energías, lo que vendría a explicar de forma
general la manera por la cual nos desenvolvemos en nuestro entorno.
A raíz de los núcleos descritos, el eneagrama diferencia tres tríadas, es decir, tres eneatipos distintos
dentro de cada núcleo, lo que viene a dar un total de nueve estructuras de carácter principales.
Hay muchos enfoques para describir los nueve tipos. Uno de los más clásicos es el que pone el énfasis
en las llamadas “pasiones”. Las pasiones toman prestados los términos que se acuñan en los siete
pecados capitales del catolicismo: ira, lujuria, avaricia, soberbia, gula, pereza y envidia.
La referencia a estos términos viene definida no únicamente a lo que todos podemos entender cada
pecado capital, sino a un movimiento muy profundo que marca el carácter del ser humano. De tal
manera, la lujuria no se entendería únicamente con una tendencia promiscua o puramente sexual,
sino con la necesidad de extender mi ego abarcando todo lo que me rodea, poniendo “mi bandera”
en otras personas, proyectos o situaciones que me hagan sentir que tengo el poder.
Es por esto que, más allá de la terminología católica, el eneagrama es un sistema que se adapta
abiertamente a cualquier tipo de creencias.
Junto a los siete pecados capitales, se añaden dos pasiones más: la vanidad y el miedo, obteniendo un
total de nueve pasiones dominantes, las cuales se enumeran del 1 al 9 para definir cada tipo de
carácter. De esta forma, las tres tríadas quedarían configuradas de la siguiente manera:
Tríada instintiva: lujuria (eneatipo 8), pereza (eneatipo 9) e ira (eneatipo 1).
Tríada emocional: soberbia (eneatipo 2), vanidad (eneatipo 3) y envidia (eneatipo 4).
Tríada mental: avaricia (eneatipo 5), miedo (eneatipo 6) y gula (eneatipo 7).
Hasta aquí la presentación del eneagrama. Cada día que pasa siento más asombro con esta
herramienta terapéutica que a tantas personas nos está ayudando para conocernos mejor a nosotros
mismos y al mundo que nos rodea.
De esta manera, gracias al poder que confiere este conocimiento, definimos mejor los límites entre
los cuales nuestro ego se mueve y dejamos en gran parte de hacer personal lo que los demás piensan,
sienten o hacen.
Iré posteriormente compartiendo nuevos artículos donde pretendo destacar otras carácteristicas
básicas de esta herramienta de autoconomiento y también para profundizar más en cada eneatipo,
para así tener una visión más amplia y clarificadora de qué supone en la práctica identificarse con una
de estas nueve pasiones.
ENTENDIENDO EL ENEAGRAMA: LEYES, SUBTIPOS Y ALAS
FIJACIÓN
Si bien la pasión dominante es la ira, desde un punto de vista mental, la fijación bajo la cual se
sustenta el Ego es la necesidad de hacer justicia. Muchos de sus razonamientos apoyan su actitud
ante el mundo y no le permiten tomar conciencia del daño que se puede llegar a hacer a sí mismo y a
los demás con su exigencia.
Algunos razonamientos de este eneatipo que les impulsa a la acción podrían ser:
“Si quieres que las cosas salgan bien, hazlas tú mismo”.
“Si todos pensaran e hicieran como yo, el mundo iría mucho mejor”.
“La obligación es antes que la devoción”
“No entiendo cómo las personas pueden llegar a tener tan pocos valores”
El sentido de la justicia y de hacer el bien puede llegar a ser tan destructivo que se puede disfrazar la
conducta bajo el lema de “el fin justifica los medios”, cuando la destrucción que ejerce la persona
realmente viene impulsada por la necesidad de soltar la ira que tanto está conteniendo a lo largo de
su vida.
La Santa Inquisión es un movimiento asociado a esta energía: personas que, por tal de hacer “el bien”,
van cortando cabezas a su paso. La figura de los cruzados o los paladines también encajarían dentro
de este movimiento que se guía por un elevado código moral que les impulsa a entrar en acción.
Son personas esclavas de su valores, donde sus creencias están por encima de sus verdaderas
necesidades. Si dichas creencias o valores no permiten satisfacer su propia necesidad, la frustración y
el daño que se autogeneran son las consecuencias de actuar desde el Ego, que invade la mente
nuevamente con sentencias firmes sobre lo que es correcto o lo que no.
Se rigen por una voz interior que continuamente indica lo que es válido y lo que no, lo que viene
siendo en términos freudianos el “superego”, de donde proviene toda ética o moral. La parte del
instinto, el “ello” de Freud, es de donde nace el peligro a no ser suficientemente bueno, por lo que se
tiende a reprimir.
Es por esto que el Uno se refugia en la mente, en el indicador de lo que es bueno y justo, lo cual le
puede llevar a ser una persona con un gran desarrollo de sus capacidades intelectuales.
Algo muy normal en esta estructura de carácter es la razón que aparentemente siempre encierran sus
argumentos. La seguridad sobre lo que dice, ya que es poseedor de la verdad, y la capacidad mental
que tiene para justificar su actitud provocan muchas veces que la otra persona baje la cabeza y recule
con miedo.
A diferencia del eneatipo Seis, que suele también responder a una forma de comportarse «buena» o
«mala» según como lo contempla la sociedad en la que vive, el Uno no suele interiorizar las normas
externas para funcionar, sino que crea las suyas propias. No necesita ampararse en la mayoría para
sentirse seguro de que lo que hace está bien.
Son promotores de grandes causas, llamados a llevar una vida con un fin fijado y capaces de sacrificar
mucho por tal de cumplir su misión.
MIEDO BÁSICO
Este eneatipo se siente imperfecto debido a ese listón que se pone sobre cómo deberían ser las cosas,
la supuesta perfección. El miedo marcó al Uno en el momento que interiorizó el concepto de: “si no lo
hago lo suficientemente bien, no conseguiré el amor”.
Esta voz interna y superior es el mecanismo de supervivencia que ha desarrollado siendo un niño para
poder adaptarse a sus circunstancias. Esto hace que a veces resulte muy difícil la toma de conciencia
para comprender que su necesidad imperiosa de hacer lo correcto no es más que su propia trampa
mental, donde no se permite experimentar la totalidad de su ser y abrazarse por ser quien es: un ser
humano con sus bellas y naturales imperfecciones y un niño herido que necesita mucho consuelo y
amor porque tiene mucho miedo a que no le quieran.
El Uno niega la naturaleza de las cosas, pues todo es medido bajo el rasero de su idea de perfección:
nunca se es suficientemente bueno ni todo funciona suficientemente bien, por lo que la felicidad
nunca llegará realmente si siguen enganchados a su disconformidad con el presente y con los demás,
en lugar de aceptarlos tal cual son.
MECANISMO DE DEFENSA
El mecanismo de defensa por excelencia en este eneatipo es la formación reactiva: la expresión
contraria al deseo interior, debido a que éste se censura.
Un ejemplo claro lo encontramos en el personaje del coronel y vecino del protagonista en la película
American beauty, un tipo uno que mostraba su repulsa a los homosexuales bajo su coraza
homofóbica cuando, en su interior, el deseo que estaba presente era precisamente dicha orientación
sexual.
INFANCIA
En su infancia los Uno suelen haber sido niños buenos y responsables que no se han permitido (o no
se les ha permitido) ser niños.
Puede haber un progenitor muy represor (posiblemente del mismo eneatipo) que ha frenado
cualquier expresión visceral. Esto explica que, bajo esta imagen de responsable y de persona con
sólidos principios, se esconda un profundo miedo a ser malo, a que haya algo erróneo en sí mismo, a
perderse y a pervertirse.
Toda energía que proviene del instinto puede dañar la supervivencia del niño, así que se refugia en un
escudo de autocontrol.
Por el contrario, también cabe la posibilidad de que los padres hayan podido ser demasiados flexibles
y muy poco normativos en la educación del hijo, de tal manera que ha sido el propio niño quien ha
necesitado marcar sus propios límites y autoimponerse un código ético de conducta.
SEXUALIDAD
En el campo de la sexualidad, suele haber un cierto puritanismo que se rige por el control de sus
impulsos. En algunas ocasiones, esta tendencia comedida puede mezclarse con conductas sexuales
donde la persona se permite descontrolar, para luego reautoafirmarse en que lo que ha sucedido es
algo malo y volver así de nuevo a ponerse bajo las riendas de la represión.
En algunos Uno, esta tendencia a reventar en momentos muy concretos, sobre todo en lo referente a
la sexualidad, puede hacerles llevar una doble vida, en la que puedan por ejemplo recorrer con el
coche quinientos kilómetros para llevar una conducta sexual evasiva y promiscua, lejos de la mirada
de todos, y luego regresar a su vida pública correcta.
Tienen problemas con el disfrute en general. Anulan el placer como consecuencia del autocontrol, a
no relajarse, pues no es bueno dispersarse mucho. Incluso en las vacaciones pueden estar en tensión
e incómodos, como si tuvieran prisa o no estuvieran en verdad aprovechando el tiempo todo lo que
se puede.
En algunas ocasiones, este rechazo al placer o al tiempo libre pueden estar encubiertos en excusas
muy bien elaboradas, tales como “no debo gastar el dinero en balde” o “mi tiempo ha de ser
empleado en algo de mayor provecho”.
MORFOLOGÍA
Corporalmente suele haber una tendencia a la rigidez, con expresiones serias y severas, mirada
enjuiciadora y rasgos faciales puntiagudos.
Suele tener un porte distinguido, con la cabeza alta, los hombros en tensión y el cuerpo contenido.
Tiende a mostrar una apariencia de cierta elegancia, propia de la sociedad aristocrática. La imagen del
típico inglés de clase alta encajaría muy bien con un eneatipo Uno: ropa inmaculada donde no se da
lugar a la imperfección de una arruga.
La contención de la ira se puede observar directamente en la frunción de la mandíbula. Los dientes
apretados son un claro ejemplo de la energía que gastan en contener el impulso que le puede llevar a
perder el control. De hecho, muchos Uno argumentan tener molestias por la mañana tras una noche
de rechinar los dientes mientras dormían.
Otro gesto asociado sería el de cerrar los puños con fuerza, lo que viene siendo otro intento de
reprimir la energía que nace del interior para que no asome al exterior.
El gesto del dedo desafiante o alguno de sus derivados es otra imagen asociada bajo la cual se
permite imponer la corrección a quien debe ser aleccionado. De tal manera, la imagen de la señorita
Rottenmeier (de la serie animada de Heidi) es un claro ejemplo de eneatipo Uno:
– Clara: Señorita Rottenmeier, señorita Rottenmeier, ¿puedo salir a jugar con Heidi?.
– Rottenmeier (levantando el dedo índice ante la mirada suplicante de su pupila): No, Clara. Lo
primero que tienes que hacer es estudiar.
Los ojos desprenden enjuiciamiento. Cuando el perfeccionista posa su mirada ante otro, éste último
puede llegar a sentir que hay algo malo en él, como si estuviera manchado o hubiera hecho algo
completamente inapropiado.
El tono de voz suele ser claro, escueto y preciso. No necesita andarse con rodeos, dice lo que tiene
que decir de forma directa y seca.
CARÁCTER DINÁMICO
En situaciones de estrés, el Uno tiende al eneatipo Cuatro. De esta manera, puede llegar a sentirse
incomprendido y a abandonarse en fantasías y ensoñaciones que, en raros casos, se atrevería a llevar
a cabo.
Llega a hundirse a veces en el dramatismo, el aislamiento y el estallido emocional, pues no se siente
suficientemente valorado. Son los momentos en los que su superyó se relaja lo suficiente como para
abandonarse y descuidarse (tendencias depresivas, conductas viciosas e incluso autolesiones).
Por otro lado, el camino al bienestar contempla el movimiento hacia el Siete, a desdramatizar/se y
permitirse entrar en la espontaneidad del niño interior, dejándose llevar más por la flexibilidad y la
tolerancia hacia sí mismo y lo que le rodea.
CONCLUSIONES
En resumen, un eneatipo Uno se define por ser alguien eminentemente perfeccionista, útil, serio,
responsable, con elevados valores, riguroso, controlado, adoctrinador, bienintencionado, arrogante,
trabajador, estricto, distante emocionalmente, crítico y práctico.
Algunos ejemplos de Uno en la literatura o en el cine:
Bernarda, madre protagonista de “La casa de Bernarda Alba” (Federico García Lorca)
El coronel Frank Fitts, interpretado por Chris Cooper en “American beauty” (Sam Mendes)
Erika Kohut, interpretado por Isabel Hupper en “La pianista” (Michael Haneke)
La señorita Rottenmeyer, de la serie de animación “Heidi”.
Mary Poppins, protagonista de la película de Walt Disney.
ENEATIPO 2: SOBERBIA – EL AYUDADOR
MORFOLOGÍA
El cuerpo del Cinco suele desprender una cierta descoordinación y una gran fragilidad: tronco
alargado, rasgos angulosos y extremidades muy finas. Suele ser fibrado y con poca grasa.
Presenta una respiración de ritmo entrecortado, como si tan sólo tomara el aire justo para sobrevivir.
Suele tener una pisada peculiar, pues raramente apoya toda la planta, sino que más bien presenta un
puente curvado, con un predominio del apoyo en la parte exterior del pie, como si no quisiera dejar
su huella por la vida.
En su forma de vestir se refleja una cierta inhabilidad o torpeza para adaptarse a lo que suele ser
común, de tal manera que puede combinar colores estrambóticos o vestir en general con desarmonía.
Aquí no hay una intención de diferenciarse del resto, como puede ocurrir con el tipo Cuatro, sino que
su extraña apariencia ciertamente se debe a una cierta torpeza a la hora de integrarse hábilmente con
el mundo.
CARÁCTER DINÁMICO
En su movimiento hacia el estrés, el Cinco tiende al Siete. Cuando percibe que el aislamiento no le
proporciona la seguridad habitual, puede lanzarse a la acción compulsiva.
Se vuelve inquieto y acelerado, saltando de una actividad a otra como forma de distraerse de sus
temores y de su sensación de vacío.
Puede volcarse en actividades aparentemente “golosas” (televisión, comida, drogas, sexo
compulsivo…) que realmente no le llenan, sino que únicamente le hace desconectar más de sí mismo.
Cuando se mueve hacia la integración, el Cinco se va al Ocho, de tal forma que sale al mundo, pisando
seguro de sí mismo y dándose permiso para ir tras la consecución real de sus metas.
Todo esto es posible debido a que conecta más con su centro instintivo, de donde nace la acción. Sale
de su mente para implicase en el mundo, volviéndose más funcional.
CONCLUSIÓN
En resumen, un eneatipo Cinco se define por ser alguien intelectual, analítico, solitario, autónomo,
mezquino, perfeccionista, inexpresivo, profundo, inseguro, hipersensible, extraño, inadaptado,
desapegado, independiente, reservado, especulativo y desimplicado.
Algunos ejemplos de Cinco en la literatura o en el cine:
Jean-Baptiste Grenouille, interpretado por Ben Whishaw en “El perfume” (Tom Tykwer).
Eduardo Manostijeras, interpretado por Johny Depp en la película de Tim Burton.
John Nash, protagonista del libro “Una mente maravillosa” (Sylvia Nasar).
Brenda Chenowith, interpretada por Rachel Griffiths en la serie “A dos metros bajo tierra”
(Alan Ball).
Mark Zuckerberg, interpretado por Jesse Eisenberg en “La red social” (David Fincher).
CONCLUSIÓN
En resumen, un eneatipo Seis se define por ser alguien racional, comedido, leal, desconfiado,
catastrofista, suspicaz, tradicional, ansioso, estructurado, dubitativo, paranoico, hipervigilante,
teórico, cuestionador, inseguro, normativo, comprometido, víctima y responsable.
Algunos ejemplos de Seis en la literatura o en el cine:
John Rambo, interpretado por Sylvester Stallone en “Acorralado” (Ted Kotcheff).
Shaggy, personaje de la serie de dibujos animados “Scooby Doo, ¿dónde estás?”
Don Quijote, protagonista de la novela de Miguel de Cervantes.
La tía Josephine, interpretada por Meryl Streep en “Una serie de catastróficas desdichas”
(Brad Silberling).
Juan Cuesta, interpretado por José Luis Gil en la serie “Aquí no hay quien viva”
ENEATIPO 7: GULA – EL ENTUSIASTA
De Claudio Naranjo
Actualmente, el Eneagrama está
considerado como el sistema de
identificación de personalidad más
completo, sofisticado, práctico y
útil, jamás descrito.
Estructura y funcionamiento de
éstae Eneagrama. La palabra
Eneagrama deriva del griego
ennea gramma, que significa
figura de nueve lados. De ahí que,
tal y como la ilustra la figura, el eneagrama esté representado por una estrella de nueve puntas
inscrita en un círculo. (Figura 1)
El círculo representa el mundo y, las puntas, las diferentes maneras de percibirlo. Para identificar
mejor cada variante, se le asignó una cifra y un nombre a cada una, constituyendo así los nueve tipos
distintos de personalidad:
1. El perfeccionista 2. El altruista 3. El ejecutor 4. El romántico 5. El observador 6. El leal 7. El
epicúreo 8. El jefe 9. El mediador
LOS NUEVE TIPOS DE PERSONALIDAD:
La pertenencia a un eneatipo determinado es innata, es decir, la elección no es voluntaria. Esto se
debe a que, cada eneatipo, en función del ambiente familiar que haya tenido, adopta
inconscientemente un mecanismo de defensa que desarrolla en su edad adulta. Dicho mecanismo
cumple la función de encubrir los motivos ocultos por los que se comporta de un modo en concreto.
Pese a que nos podamos ver influenciados por otros eneatipos o incluso apropiarnos de algunas de
sus características, mayoritariamente nos comportamos según el esquema de nuestro tipo.
Los nueve tipos de eneatipos
ENEATIPO 1: EL PERFECCIONISTA
El eneatipo 1, integrado en el grupo visceral, suele calificar de muy dura su infancia. Esta afirmación
es cierta en cuanto a que, durante su niñez, fue severamente criticado o castigado. Para escapar de
los problemas, se obsesionó intentando ser bueno y correcto en todo momento. No es de extrañar,
entonces, que el uno sea perfeccionista, meticuloso, auto disciplinado, cumplidor e hipercrítico con
los demás, con el enorme sacrificio y el gran control interno que ello conlleva.
Al perfeccionista le aterra tanto cometer errores, que con frecuencia antepone el deber al placer.
Para él, sólo hay una forma correcta de hacer las cosas: la imperfección le irrita. Además, tiende a la
corrección en las formas, al control de sus reacciones, a la rigidez y a la falta de espontaneidad. Cree
estar dotado de un alto sentido ético y moral y es respetuoso hacia las reglas y normas sociales. Su
elevado nivel de exigencia le lleva a una fuerte ira interna, que reprime y sólo manifiesta de forma
racionalizada, corrigiéndose y corrigiendo a los demás, defendiendo con ahínco lo que cree justo.
En contraposición a esta rigidez tan característica de su eneatipo, el uno se distingue positivamente
del resto, por su capacidad de concentración en el trabajo bien hecho.
ENEATIPO 2: EL ALTRUISTA
Este eneatipo, incluido en el grupo de los cordiales, también es conocido como el ayudador del
eneagrama.
De muy niño aprendió que, para ser querido y aceptado, debía ser siempre agradable y afectuoso.
Asimismo, se acostumbró a actuar satisfaciendo las necesidades ajenas. En consecuencia, ya de
adulto, siguió basando su comportamiento en la búsqueda de aprobación. De hecho, el núcleo más
importante de su vida son las relaciones. Tiene la imperante necesidad de sentirse amado, protegido
e importante en la vida de los demás, para satisfacer su necesidad encubierta de amor.
Al dos le gusta ayudar a los demás y sentirse imprescindible, pues necesita sentirse necesitado,
tendiendo incluso a descuidar sus propias necesidades, para complacer a los otros, con la secreta
esperanza de que, de esta manera, será correspondido sin tener que pedir.
Su mensaje oculto es: “te doy para que me quieras”. No obstante, cuando el balance entre lo que da y
lo que recibe no está equilibrado, el altruista se siente explotado y decepcionado. Es en estos
momentos cuando exterioriza su mayor defecto, el orgullo. Sin embargo, también se sirve de la
manipulación para obtener los resultados deseados. Otro rasgo destacado de su personalidad es su
imagen amable y seductora.
ENEATIPO 3: EL EJECUTOR
El eneatipo tres, perteneciente al grupo cordial, vivió una infancia basada en las recompensas que
recibía por cada uno de sus logros. Tanto su imagen como su actuación primaban sobre los aspectos
emocionales. A raíz de esto, aprendió a reprimir sus propias emociones y a centrar su atención en
adquirir estatus que le garantizara el amor.
En la edad adulta elude el fracaso porque está convencido de que sólo los ganadores son dignos de
amor. De hecho, suele aparcar sus sentimientos, especialmente los que podrían hacerle parecer débil
o descubrir su vulnerabilidad, para centrarse en conseguir objetivos profesionales, triunfar y adquirir
estatus social.
El ejecutor es básicamente luchador, competitivo, dinámico, pragmático y socialmente brillante. La
imagen que da es muy importante para él y sabe ajustarla a las expectativas del otro. Camaleónico y
buen vendedor de sí mismo, a menudo confunde la imagen que da, con su propio ser. Se podría decir
que, por su forma de ser en conjunto, representa aquello que más valora la cultura norteamericana.
En general, le conviene trabajar la sinceridad, la honestidad y la propia transparencia, prestando más
atención a sus sentimientos y necesidades. También debería dedicar más tiempo al ocio y al descanso.
ENEATIPO 4: EL ROMANTICO
Este eneatipo, englobado dentro del grupo de los cordiales, experimentó el abandono, en forma de
divorcio o separación de los padres, en su más tierna infancia. De modo inconsciente, sufre por la
carencia que conllevó esa vivencia y, asimismo, envidia lo que tienen los demás, percibiéndolo como
algo que a él le ha sido negado. Por eso, en la edad adulta, busca la intensidad emocional y el
dramatismo, para sentirse vivo.
El romántico está secretamente convencido de que la gente le abandona porque posee una tara
personal que provoca rechazo. Tanto es así, que reproduce constantemente su traumática
experiencia abandonando a sus parejas o siendo abandonado por ellas. Por otra parte, al verse muy
diferente a los demás, potencia este rasgo de distinción sintiéndose especial. Así pues, no es de
extrañar que se le califique de bohemio, raro, original, distinto, e incluso excéntrico.
El cuatro necesita calor afectivo, compartir su estado de ánimo, sentirse escuchado y querido, vivir
momentos únicos, intensos y excepcionales. Fundamentalmente es romántico, sensible, creativo,
preocupado por la belleza y la estética, con tendencias artísticas. Rechaza la rutina y la vulgaridad.
Su máximo defecto es la envidia, pero también le definen rasgos negativos, tales como su propensión
a los altibajos emocionales y a la depresión, su visión fatalista de la vida y su tendencia a vivir en el
pasado o en el futuro, pero difícilmente en el presente.
ENEATIPO 5: EL OBSERVADOR
Este eneatipo, integrante del grupo cerebral, se sintió muy invadido en su infancia: careció de
intimidad y su privacidad fue violada. Este es, a menudo, el caso de los hijos de familia muy numerosa.
A consecuencia de esto, el cinco elaboró una estrategia consistente en retirarse y aislarse para
proteger su espacio privado. Para él, el mundo exterior es amenazante y peligroso.
Así pues, el cinco es muy celoso de su intimidad y le gusta observar más que participar. Como le
cuesta expresar sus emociones, suele mantener una actitud fría y distante, protegiéndose
excesivamente del contacto con los demás. Estar demasiado tiempo con los demás le fatiga porque
sus demandas afectivas le hacen sentir inseguro. Y, ciertamente, le resulta más fácil sentir y ordenar
sus emociones cuando está solo.
Lo que más le apasiona es analizar, comprender y acumular conocimientos. Tiende a ser
independiente y autosuficiente.
En general, le convendría aprender a tolerar sus sentimientos, sin desconectarse, y a no esconderse
cuando los demás buscan una respuesta de ellos. También les beneficiaría compartir sus
conocimientos y sus emociones, para salir de su aislamiento.
ENEATIPO 6: EL LEAL
El eneatipo seis, también integrante del grupo cordial, creció en un ambiente familiar hostil,
generalmente marcado por unos padres dominantes y autoritarios que, además de castigarlo y
humillarlo, no le inspiraban ninguna confianza. Estos castigos respondían a la inestabilidad paternal,
más que a un mal comportamiento del seis. En consecuencia, éste perdió la fe en la autoridad y
empezó a sospechar de las intenciones de los demás.
No obstante, pese a que, de adulto, le cuesta confiar en los demás, cuando lo hace, denota un
elevado sentido de la lealtad.
En su edad adulta, el leal opta, o bien por encontrar una figura protectora sólida, o bien por desafiar a
la autoridad.
Este eneatipo exagera los peligros y evita los riesgos, mostrándose excesivamente prudente y
temeroso. Sin embargo, aunque esté siempre alerta, detesta sentirse observado.
Antes de actuar, da muchas vueltas a la situación y tiene muchas dudas. Aparte, posee un estricto
sentido del deber y suele aferrarse a las normas y a las cosas previsibles, para obtener seguridad. Le
agrada defender a los débiles, aunque vea la batalla perdida de antemano.
En general, le conviene aprender a correr riesgos, a actuar y a seguir adelante ,aún sintiendo miedo, y
a tomar decisiones para ganar confianza en sí mismo. No debería eludir responsabilidades
escudándose en la autoridad.
ENEATIPO 7: EL EPICUREO
El eneatipo siete es el tercer y último miembro del grupo cerebral. Recuerda su infancia con cariño, ya
que todos los recuerdos que tiene de ella son agradables. De todos los eneatipos, el siete, se
caracteriza por haber tenido la infancia más idílica.
Teniendo en cuenta esto, no es de extrañar que el siete sea optimista por naturaleza, pues para él la
vida es una fiesta continua.
El epicúreo, como su nombre indica, busca constantemente el placer, la aventura y el hedonismo. Por
otra parte, posee una mente ágil, así como una imaginación privilegiada, y es un conversador brillante
y persuasivo.
Como contrapartida, le cuesta afrontar las realidades dolorosas de la vida. Intenta evadirse del
aburrimiento y del dolor manteniendo altos niveles de excitación, realizando muchas actividades y
dejando múltiples opciones abiertas. Adora la novedad, tener muchos proyectos y estar
continuamente en movimiento, pero le cuesta terminar lo que ha empezado. Indisciplinado y auto
indulgente, no soporta los límites, ni sentirse atado por compromisos.
Le conviene aprender a llevar adelante los compromisos adquiridos, en lugar de buscar
continuamente la novedad y el cambio; a saber establecer prioridades sin dejarse llevar por los
impulsos del momento; a afrontar el dolor cuando es necesario, resistiendo su tendencia a evadirse
en la búsqueda compulsiva de placer o a exagerar el lado positivo de las cosas, y a profundizar más
dando preferencia a la calidad ,antes que a la cantidad.
ENEATIPO 8: EL JEFE
El eneatipo ocho, integrante del grupo visceral, se crió en un ambiente combativo ,donde los fuertes
eran respetados y los débiles no. Su temor a encontrarse en desventaja hizo que se protegiera,
llegando a desarrollar una exquisita sensibilidad para detectar las intenciones negativas de los demás.
Ya de adulto, el ocho se crece con el conflicto, no le asusta. Se identifica a sí mismo como un justiciero
deseoso de defender a los débiles y de luchar contra causas injustas.
El jefe es una persona visceral, impulsiva, directa, dominante. Por lo general, ha desarrollado
excesivamente su agresividad y su lado duro, en detrimento de su lado más tierno y sensible. Le gusta
tener control de las situaciones e imponer sus propias reglas. Es combativo, pasional y capaz de tomar
decisiones rápidas. Se abre camino por la fuerza y tiende a saltarse las prohibiciones y los límites.
Siente una gran energía que se manifiesta, sobre todo, a través de la ira. A menudo, busca la
confrontación para conocer las motivaciones del otro y saber dónde situarle, como amigo o como
enemigo. El asunto central para él es: “¿quién tiene el poder?” Es muy fiel a sus amigos. Pese a tener
un gran corazón, demuestra su afecto protegiendo.
ENEATIPO 9: EL MEDIADOR
Este eneatipo, también considerado el pacificador del eneagrama, pertenece al grupo visceral.
Dado que el eneatipo 9 se sintió ignorado durante su infancia; bien porque sus opiniones no eran
tenidas en cuenta, o porque sus hermanos le eclipsaban, aprendió a anestesiar sus necesidades e
incluso a olvidarse de sí mismo. De ahí que a menudo se fusione con los deseos de los demás y los
sienta como propios.
El mediador teme hasta tal punto la separación y anhela tanto la armonía en sus relaciones, que opta
por reprimir su ira para evitar confrontaciones y conflictos. Por esta razón, le gustan la tranquilidad, la
comodidad y una cierta rutina.
El nueve es conocido por su carácter bondadoso y conciliador. De todos los eneatipos, él es el que
mejor sabe escuchar y comprender a los demás, poniéndose en su lugar. No obstante, detesta
sentirse presionado y es incapaz de tomar decisiones con rapidez.
Su mayor defecto es la pereza, ya que le cuesta diferenciar lo importante de lo secundario y tiene
tendencia a una cierta indolencia y a postergar. En ocasiones puede mitigar su ansiedad comiendo o
bebiendo en exceso.