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Jaime Hernández S.

No censuren el dodecafonismo.

El innombrable alemán en sus épocas de poder silenció el dodecafonismo (técnica de


composición donde todas las notas musicales tienen igualdad de importancia) llamándolo
“Arte degenerado”. Se prohibió en Alemania la difusión de este tipo de música porque no le
gustaba al Reich e iba en contra de sus ideales.
En nuestro país, guardando las proporciones y sin minimizar ningún hecho, se ha gestado
un movimiento de odio y censura frente a expresiones artísticas; en Cúcuta, varios jóvenes
se encontraban de manera pacífica realizando un mural como muestra de apoyo al paro
nacional cuando uno de ellos recibió amenazas de muerte por parte de un personaje.
Pareciera que algunas voces y opiniones valieran más que otras, ¿qué pensaría Schönberg
frente a este arribismo si hubiera desarrollado algún tipo de dodecafonismo social?
El arte históricamente ha estado permeado por los problemas sociales y políticos que
rodean al artista, no alcanzaría a concebir a un artista desconectado de la realidad en la que
vive. El mismo Nacionalismo musical se encuentra lleno de ejemplos donde compositores
expresaban el sentir frente a su país por medio de sus piezas, como el reconocido
compositor y pianista polaco Frederic Chopin con su Estudio Op 10 # 12 llamado el estudio
revolucionario, donde plasma su impotencia referente a la revolución que estaba
sucediendo en su patria.
Hace no más de 11 años en Italia, el reconocido director de orquesta Muti dirigía Va,
Pensiero, un extracto de la Ópera Nabucco de Verdi y un himno especial para los italianos.
Al terminar, procedió a expresar su discurso de crítica al presidente de ese entonces,
Berlusconi. Un discurso en contra de la falta de fondos para la cultura, invitando al público
a que se sumara al canto en el gran Teatro de la Ópera de Roma, logrando así una
manifestación artística pacífica que puso los reflectores en las actuaciones del gobierno de
turno.
En muchas ciudades de Colombia ha sucedido algo parecido con las arengas, los tambores,
los murales, las orquestas, los bailarines y demás, han demostrado que el arte es una
herramienta poderosa de expresión, un lenguaje universal donde todos a una voz se han
sumado para gritarle al mundo lo que sucede en el país. La viveza y apropiación de los
espacios públicos con arte y tolerancia ha abierto oportunidades para la construcción de
ciudadanía, el arte pasó de ser un adorno romantizado a ser un portavoz de las exigencias
del pueblo. Un hecho claro es que el arribismo cultural no pudo ocultar el arte espontáneo y
descentralizado que se ha visto en las calles.
Como artistas, tenemos la libertad y el deber de realizar nuestras expresiones pacíficas con
profundidad crítica, buscando aportar a partir de esa crítica y generando, además, espacios
de diálogo donde la construcción colectiva prime. No podemos permitir que se pretendan
silenciar estos espacios culturales y democráticos, no podemos censurarnos entre nosotros.
El ideal de país dodecafónico (donde cada uno de los 12 sonidos tienen igual valor) al que
todos y todas podemos aportar aún sigue esperando que cantemos a una voz, que en vez de
explosiones suenen orquestas sinfónicas, que en vez de balas nuestros cuerpos se llenen de
pintura y que cada vez que se pretenda silenciar, nuestras voces suenen más fuerte.

Va, pensiero, sull'ali dorate; ¡Vuela, pensamiento, con alas doradas,


va, ti posa sui clivi, sui colli, pósate en las praderas y en las cimas
ove olezzano tepide e molli donde exhala su suave fragancia
l'aure dolci del suolo natal! el dulce aire de la tierra natal!
Del Giordano le rive saluta, ¡Saluda las orillas del Jordán
di Sionne le torri atterrate... y las destruidas torres de Sion!
Oh mia patria sì bella e perduta! ¡Oh, mi patria, tan bella y perdida!
Oh membranza sì cara e fatal! ¡Oh, recuerdo tan querido y fatal!

*Extracto de Va, Pensiero – Nabucco – Verdi.

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