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Encontrando Hogar

Apóstol Sergio G. Enríquez O.


Guatemala, 3 de abril del Año De La Revelación

La primera parte de nuestra historia referente al hogar, nos fue dada, además fuimos y somos de
bendición cuando vinimos a casa de nuestros padres, sin embargo, el enemigo utiliza los errores
que ellos cometieron, para desviar la forma en cómo busquemos un hogar para nosotros. En el
caso de los hogares disfuncionales, los hijos pueden odiar lo que vivieron, y entonces buscaron o
buscarán un hogar que no sea igual, o bien, se victimizan y tratan de hacer una réplica de lo que
vivieron.

Creemos que el hogar es una gran bendición, sin embargo, hemos visto que en todos los hogares
de la Biblia hubo problemas, desde la casa del Padre Eterno, donde los problemas fueron tan
grandes, que Dios le dio carta de divorcio a Su esposa Israel. Hubo problemas también en la casa
de Adán y Eva, donde uno de sus hijos mató al otro. También en la casa de Abraham, el padre de
la fe, pues trató como hermana a su esposa y prácticamente la vendió a Faraón; la Biblia da a
entender que hubo una relación sexual entre el Faraón y Sara; pero Dios había hecho estéril el
vientre de ella para proteger la simiente de Abraham. También hubo problemas en la casa de
Jacob, donde sus hijos vendieron a su hijo menor, José. Los hermanos de Jesús también se
burlaban de Él. Solo la gracia de Dios es la que nos da la bendición de parar la hostilidad en
nuestros hogares y que empezamos a amar y entonces también a dar, recordemos que el amor da,
da atención, da comprensión, etc.

Vemos que al crecer todo joven, empieza a anhelar tener un hogar, puede sucederles que haya un
amor a primera vista como le sucedió a Jacob, que enamorado de Raquel, negoció con su suegro
y éste lo engañó, pero Jacob no estaba preparado para encontrar un hogar.

Rut 3:1 RV 1960 Rut y Booz en la era Después le dijo su suegra Noemí: Hija mía, ¿no he de
buscar hogar para ti, para que te vaya bien?

Según el concepto de Noemí, el que no tiene hogar no le va tan bien como el que si tiene hogar;
este versículo se puede unir al texto del Eclesiastés 4:9-10 donde dice que son mejor dos que
uno, pues tienen mejor paga de su salario, si los dos caen, el que se levanta primero, levanta a la
otro, pero hay de aquel que esta solo porque ¿quién lo levantará?

Rut 3:1 LBLA Después su suegra Noemí le dijo: Hija mía, ¿no he de buscar seguridad para ti, para
que te vaya bien?

Esta versión nos indica que hogar, es sinónimo de seguridad, por lo cual cuando queremos un
hogar, debemos poder brindar seguridad. Este es uno de los problemas que se da cuando hay
uniones de hecho, por lo cual, aquellas parejas que están en esta situación, deben corregirlo y
casarse, para que la palabra de Dios se cumpla, cuando dice que en los últimos tiempos habrá
restauración familiar. Si una mujer siente que no tiene estabilidad en su casa, entonces siente que
no tiene hogar.

Un pasaje escalofriante de la Biblia es en el libro de Jueces, donde se relata cuando un levita corta
en doce pedazos a su concubina; envía uno a cada tribu de Israel, explicando lo que le sucedió,
pues la habían violado hombres de la tribu de Benjamín. Derivado de esto, hubo guerra y en la
última batalla casi destruyeron a los benjaminitas. El principio de este problema fue que la
concubina le fue infiel al levita, este la siguió y le habló dulcemente para que regresara con él.

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Encontrando Hogar
Apóstol Sergio G. Enríquez O.
Guatemala, 3 de abril del Año De La Revelación

Ahora bien, si analizamos la historia, cuyo título se menciona en algunas traducciones como: “el
levita y su concubina”; una concubina no es una esposa, sino que es una mujer que se toma sin
compromiso, lo que popularmente se conoce como una amante. Entonces, el inicio de toda esta
matanza, fue porque el levita nunca le quiso ofrecer seguridad casándose con ella. Ella se cansó
de esperar y accedió a una trampa del enemigo. Derivado de esto, podemos suponer que el levita
le habló dulcemente, porque vio que había fallado al no darle seguridad a la mujer.

Podemos concluir entonces, que hogar es sinónimo de seguridad y que así debe iniciar un hogar.
Una mujer se sentiría segura si se le tiene confianza; en un hogar óptimo ambos deben darse
señales de seguridad. Debemos preguntarnos entonces si estamos ministrando seguridad en
nuestros hogares, tanto al conyugue como a los hijos. Es muy importante que a los niños, si son
muy pequeños, se les oculten ciertas cosas, como los problemas económicos, pues si se enteran
les dará inseguridad. Aún el mejor esposo y padre que es Dios, ocultó cosas, pues dijo “aún tengo
muchas cosas que deciros”, es decir, que no lo ha dicho todo.

Ahora bien, veamos cómo debemos ministrar la seguridad en nuestro hogar:

Levítico 25:19 LBLA "Entonces la tierra dará su fruto, comeréis hasta que os saciéis y habitaréis
en ella con seguridad.

Este versículo nos dice que debe haber un cultivo en el hogar, es decir, que las cosas que
queramos ministrar, por ejemplo: paz, tranquilidad y seguridad; debemos cultivarlas, es decir,
sembrarlas y luego cuidarlas para que tengan un fruto.

Comer es delicioso, pero es más delicioso con compañía, y cuánto más con los que amamos, por
ello recomendamos que alguna de las comidas del día, la hagamos en compañía de nuestra
familia, para poder ministrarles seguridad. Lo mejor sería, que para disfrutar completamente ese
tiempo, nos preparemos y no haya distractores como lo es la televisión, teléfonos, etc.

Levítico 26:5 LBLA "Ciertamente, vuestra trilla os durará hasta la vendimia, y la vendimia hasta el
tiempo de la siembra. Comeréis, pues, vuestro pan hasta que os saciéis y habitaréis seguros en
vuestra tierra. (Bendiciones de la obediencia)

Este versículo nos dice que el pueblo de Dios guardaba la comida y no se descomponía en el
transcurso de varios meses, aunque el pueblo de Dios iba de un lugar a otro.

Una de las bendiciones de la obediencia es que Dios nos dará un lugar propio para que podamos
vivir en paz. Si le creemos a Dios, Él nos puede proveer para que nuestros hijos reciban una
herencia de nuestra parte, un lugar propio para ellos también. Esto no significa que si no tenemos
una casa propia no tenemos hogar; en realidad estamos ministrando la confianza en el Señor, que
Él nos hará partícipes de esta bendición. Debemos entonces hacer un reordenamiento en nuestras
finanzas para que podamos llegar a hacer este tipo de adquisiciones, aumentar nuestros ingresos
y/o disminuir nuestros egresos (gastos), tratar de vivir en la realidad que nos corresponde y no ser
cautivos del consumismo, y adicionalmente enseñar a nuestros hijos a estar contentos con lo que
se tiene y poder estar en paz.

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