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El oficio paternal

Apóstol Sergio Enríquez O. Guatemala, 28 de diciembre del Año de la Misericordia

La Biblia nos revela que todos aquellos que saltan por encima de la puerta van a ser castigados en el día del Señor (Sof 1:9), y sabemos que la
puerta es Cristo Jesús; por tanto, aquellos que evaden el entrar por ella, lo que realmente están haciendo es rechazando la salvación que de Su
mano nos es dada. Además, hemos explicado en estudios previos que a la par de la puerta se ponen varias cosas que no se pueden eludir; por
ejemplo, el servicio eficaz, la fe, los ancianos que se sientan a juzgar, la paternidad espiritual, etc. También se ha dicho que todos aquellos que
saltan el umbral son considerados como profanos delante de los ojos de Dios. Ahora, en lo que a la paternidad se refiere, vemos que existen tres
planos: celestial, espiritual y terrenal. Nuestro Padre Celestial es Dios; nuestro padre espiritual pasa a ser el ministro que nos cubre, y finalmente
está nuestro padre biológico. Sabemos que un padre espiritual tiene la autoridad de parte de Dios para hacer cosas a favor y en beneficio de aquel
hijo cuyo padre biológico ha muerto o ha permanecido ausente durante toda o gran parte del desarrollo de su vida. En otras palabras, éste puede
ejercer la ley de levirato. Sin embargo, mucho pueblo de Dios se ha negado a reconocer la paternidad espiritual ya que han malinterpretado y
sacado de contexto el versículo bíblico en Mt 23:9 LBLA, donde el Señor Jesús dice que no debemos llamar a nadie padre nuestro en la tierra. El
legalismo y la falta de revelación los ha conducido a interpretar erróneamente este pasaje y a pasar por alto varios otros pasajes bíblicos en donde
siervos de Dios y Apóstoles del Cordero y del Espíritu claramente hacen mención acerca de la paternidad espiritual al llamar padres a los hombres
de Dios que les antecedieron a ellos. Cuando en el versículo anterior se emplea la frase “a nadie en la tierra” lo que realmente está diciendo en el
original griego es “epígeo” que significa “sobre la tierra; más allá de la tierra”. Por tanto, lo que el Señor Jesús nos está diciendo es que a nadie
llamemos padre más allá de la tierra; o sea, en los espacios celestes, ya que solo uno es el Padre. Fuera de la tierra ya son los espacios celestes y
ahí solo a Dios podemos llamar Padre; pero aquí en la tierra sí tenemos autorización para llamar padre a nuestro padre biológico y a nuestro padre
espiritual.
En cuanto a la paternidad (biológica) se refiere, podemos ver que la misma incluye una función de: autoridad, cuidado, protección, económica,
social, cultural, educativa y afectiva. Y dependiendo de cómo esta función sea ejercida, un niño puede ser afectado positiva o negativamente. ¿Por
qué razón decimos esto?, porque tanto la ausencia de un padre como el maltrato recibido por parte de una figura paterna puede causar un
desequilibrio en la vida de una persona. Es menester mencionar el hecho de que la sociedad ha anatemizado al hombre pero no así a la mujer. Es
decir, cuando se trata de un padre y una madre, la sociedad menoscaba la función de un padre y santifica a la madre; práctica que proviene de la
reina del cielo y su influencia sobre la humanidad desde hace milenios. Ahora bien, si el rol de los padres es de vital importancia para el desarrollo
adecuado de los hijos -tanto biológicos como espirituales-, entonces es necesario que nosotros conozcamos cuáles son realmente las funciones
que un padre debe ejercer, según el orden establecido por nuestro buen Dios en Su bendita palabra, y así poder educar correctamente a nuestros
hijos. A este respecto ha quedado escrito en la Palabra que si nosotros, aun siendo malos, sabemos dar cosas buenas a nuestros hijos, cuánto más
nuestro Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan, Mt 7:11 LBA. Esto quiere decir que el mejor modelo paterno a seguir, lo
encontramos en Dios mismo y en como Él nos trata.
Para que podamos ejercer las funciones de un padre, lo primero que Dios hace es darnos un espíritu de adopción como hijos, por el cual
podemos clamar ¡Abba, Padre! (Rom 8:15 LBA). Esto con el propósito de que nos vinculemos con Él, y según vamos aprendiendo cuáles son Sus
funciones, podemos ponerlas en práctica y trasladarlas a nuestros hijos. La palabra “Abba” viene del idioma arameo, e interesantemente, en este
idioma todas las palabras que empiezan con “Ab” están señalando a un padre. Ahora bien, en 1Sam 25:25 LBA la Biblia nos deja ver que según
es el nombre así es función; esto refiriéndose a Nabal y su comportamiento. Si aplicamos este concepto a todos los nombres bíblicos que inician
con “Ab”, podremos conocer entonces cómo debe ser la función de un padre, dentro del orden de Dios. Pasemos a ver algunos de estos nombres.
-Abiasaf: Este nombre lo vemos en Ex 6:24 LBA; y el mismo quiere decir padre que congrega. Nuestra función como padres es juntar a nuestra
familia y no permitir la división en nuestro hogar. Una manera en la que podemos fallar en este aspecto, es cuando tenemos preferencias entre
nuestros hijos. Esto puede traer un espíritu de separación en el hogar. Además, cuando un hijo se percata que no se le da el mismo trato que a sus
hermanos, puede quedar grabado en su corazón y, por consiguiente, su función de padre en el futuro es dañada. Un ejemplo lo vemos con Jacob,
quien prefería a José por encima de sus otros hijos y esto condujo a que sus hermanos tuvieran celos y envidia de él, por lo que decidieron vender
a José. Por tanto, nosotros debemos darles amor y atención a nuestros hijos de una manera equitativa.
-Abida: Este nombre es mencionado en 1Cro 1:33 LBA, y al investigar su significado nos percatamos que quiere decir padre de conocimiento.
Nosotros somos quienes instruimos a nuestros hijos y debemos hacerlo con base en la verdad y bajo los preceptos establecidos en la Biblia. No
debemos engañar a nuestros hijos pues tenemos la obligación de trasladarles el conocimiento verdadero.
-Abidán: Este nombre significa padre de un juez, y lo encontramos en Núm 1:11 LBA. En el ámbito secular un juez debe de tener criterio,
discernimiento y autoridad. Aplicando esto a nuestra familia, debemos enseñarles a nuestros hijos a tener estas características, pues no basta con
solo tener el conocimiento, sino que el mismo debe ir tomado de la mano con el criterio y el discernimiento. Roguémosle a Dios que nuestro hogar
sea restaurado y que podamos obtener las funciones de padre que Él nos ofrece, solo así podremos transmitirles esto a nuestros hijos, y en su
futuro, ellos llegarán a ser buenos padres, según el orden establecido por Dios.
Redactado por: Hna. Valerie O. Figueroa

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Este estudio puede imprimirse y reproducirse por cualquier medio siempre y cuando se cite la fuente de donde se obtuvo.

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