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Aunque fueron sin duda Alfred Adler y Wilhelm Reich quienes pusieron las bases
para la psicología del ego, tales aportaciones no se aceptaron en el seno del
psicoanálisis hasta que Anna Freud dio al yo un lugar fundamental en la formación y
disolución de las neurosis, en el sentido de señalar el papel adaptativo de las
defensas, lo que recogió en “El yo y los mecanismos de defensa”.
Anna subrayó que algunas de las defensas del niño no se organizan contra las
pulsiones procedentes del ello, sino como formas más o menos adaptativas del yo
ante las presiones de los padres o del entorno. Por otro lado, aportó interesantes
novedades en torno a la psicología de la adolescencia, esclareciendo peculiares
procesos defensivos tales como la intelectualización y el ascetismo, que explicaban
variadas y contradictorias conductas y rasgos caracteriales de los jóvenes, antes
escasamente comprendidos-
Psicología infantil
Anna Freud no era primordialmente una teórica. Sus intereses eran más prácticos y
mucho de su esfuerzo fue dirigido hacia el análisis de niños y adolescentes,
logrando perfeccionar la técnica. Después de todo, su padre se había dedicado
exclusivamente a pacientes adultos. ¿Qué podemos hacer con un niño que sufre en
el presente las crisis y traumas, así como las fijaciones no son meras recolecciones
del pasado?.
En primer lugar, la relación del niño con el terapeuta es distinta. Los padres de éste
constituyen una gran parte de la vida de él; una parte que el terapeuta no puede
usurpar. Pero, el terapeuta no puede convertirse en otro niño. Sigue siendo una
figura de autoridad para el paciente. Así que Anna ideó una técnica para manejar
este problema de "transferencia", utilizando la forma más natural posible: siendo un
adulto cuidadoso, no un nuevo compañero de juegos, no un padre sustituto.
Actualmente, su acercamiento al paciente puede considerarse todavía un poco
autoritario, pero tiene más sentido que otros.
Otro problema del análisis de niños es que sus habilidades simbólicas no están tan
desarrolladas como en los adultos. De hecho, los más jóvenes, tienen problemas a
la hora de verbalizar sus dificultades emocionales. Incluso los más mayores tienen
problemas para esconder sus conflictos tras símbolos complejos, como hacen los
adultos. Después de todo, los problemas de los chicos se establecen en el "aquí y
ahora"; no hay mucho tiempo para construir defensas. Por lo tanto, los problemas
están más cercanos a la superficie y tienden a expresarse de manera más directa,
menos simbólica, en términos conductuales y emocionales.
Anna Freud comienza con una crítica a aquellas corrientes psicoanalíticas que no
ponderan la adaptación al mundo exterior, el valor de los conceptos de salud y
enfermedad y se centraban únicamente en los impulsos reprimidos, en las fantasías
y los afectos. Exalta la visión de un yo que podría evaluar la conveniencia e
inconveniencia de lo que procede del ello.
Dirige a la realidad exterior, a los padres reales y a la instancia educativa una crítica
y les otorga estatuto decisivo en la conflictiva del yo. La terapéutica se dirige al yo,
observa al yo que es a su vez su propio observador y el que cumple una función de
control intrapsíquico.
Para Anna Freud la defensa es la protección del Yo contra las exigencias instintivas,
el significado queda constreñido al de un método particular de defensa. Sostiene la
afirmación según la cual la represión es un modo específico de defensa, y que en
otras patologías se descubren métodos de defensa diferentes. Así, represión,
regresión, formación reactiva, aislamiento, anulación, proyección, introyección,
vuelta contra la propia persona y transformación en lo contrario así como la
sublimación arman la cartera defensiva.
El psicoanálisis plantea que la relación de estas 3 partes del aparato psíquico del
niño (como así también del adulto), es una relación de fuerzas en pugna o en
conflicto.