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Poéticas Del Espacio - Gastón Bachelar.
Poéticas Del Espacio - Gastón Bachelar.
Poéticas del
espacio: Casa y
universo Gaston
Bachelard
medio. Periódicamente
e investigadores
dO e1
u.n conctea-
lo
D our‹le ii lette,
GAMA Y UNIYERSO 89
i 'or qué nos saciamoa tan pronto de la dicha de
! i i t ‹ir aquella morada ? ¿ Por qué no hicimos du-
tys horas pasajeras? Le falto a la realidad algo
q ue la realidad misma. En la casa no helTio9
, a ‹io bastante. Y puesto que podemos vDlver a
ii t rar la por el ensueño, el enlace se efectña
Las hechos agobian nuestra memoria. Qui-
t i .imos revivir, allende los recuerdos reiterados,
!f s traa impresiones abolt day y lo9 sueños que noa
! i.« ian creer en la felicidad:
II’v vein at-j« perduo, mon lmageFe piétiné e?
l i fâondc os he perdido imégenes mia a pisoteadas?]
:ice el poeta.2°
f3 ntonces, 9i sosteoemoa el eosueiio en la memo-
s':.i, s i rebasamos la coleccion de los rec uei’dus con-
! to-, la vasa perdida en la noche del tiempo
i i g e de la sombre jiron tras jiron. h o hacernos ''ida
para reoi’ganizarla. Su ser ae re9tituye a par- '
de la intimidad, en 18 dulzui•a y la imprecision
la i ida interior. Parece que algo fluids reune
N CS t flue rec uerdos. Nos I undimos en ese fluido
let pasado, Rilke ha conoci do esta intimidad de In-
c *ii. Dice era I ubion del ser en la casa perd ida :
to he vuelto a ver nunca esta extraña morada .
' 1 ‹!omo la encuentro en mi recuerdo i nfaiitilmen- '°
mudificado no eB un edificio ; estâ tods ella
•*a x repartida en mi ; aqn i una pieza, alla una
i ieza i acé un extremo de pasi Jlo que no reune a
'Stqg d cs pi ezas, sin o que estâ conservado en cuan-
' '› qii e fragmento. Asl es como todo eaté desparra-
' to en mi ; las habitaciones, las eacalerag. que
ill *scenJian con lenti tud ceremoniosa, otras escal eras,
'‹ mas estrechas subiendo en espiral, en cuya ua- ri
dad se avanzaba homo la sangre en las venas.” °'
As i, los stieiios de8ciend en a veces tan profuiida-
nien te en un pR*ado in defini do, en un pasarlo I ibre
"" A n tire de Ri ehA u d, 'fee droit d'a ette, ed. Sethe re, p. PS.
' ' Ril ke, hoc c podr enoe d i'if«tt « f. « ti id• Bt-ippe, t rst]. de 1•’reri
"’"°o A xala, p. 34 .
90 CA8A Y UN I YER SO
de Iechas, que los recuerdos precisos de la caag''
natal parecen despreoderae de nosotros. Esos aue.
iios sorprenden nuestra enaoñaciñn. Llegamos g
dudar de haber vivido donde hemoa vivido. N ues•
tro pasado esté en otra parte y una irrealidad im-
pregna Io9 lugarea y 10s ti empos. Parece que aa
ha permaneci do en 1o9 limbos del ser. Y el poeta
y el soiiador se encuentran escribiendo pñginas
cuya meditacion aprovecharla a un metafisico del
ser. Me aqui, Por e jemplo, una pagina de meta•
flsica concreta que, c ubriendo de sueñoa el recuer-
do de una caaa natal, nos introduce en lot lugarea '
cal definidoa, mal situado8 del ser d0flde un asom-
bro de estar nos sobreeoge ; William Goyen escribe
en La cas a de eiianto: ›°
“Pensar que se pueda venir al mundo en un lugar
que en un principlo no sabriamos nombrar g iquie-
ra, que ae ve por primers vez y que, en estn lugar
anbnirno, de conoci do, be pueda crecer, circular
hasta que se couozca 8u nombre, se pronuncie
con atnor, se le llame hogar, ae hundan en él laa
raices, se a]berguen nuestros amores, hasta e1 pm- to
que, cada vez que hablamo de él, lo hagamna como
los amantes, encantos noetâlgicoa, y roemaa desbordante
de deseo.” El terreno donde el azar sembro
la planta humaua no era nada. Y aobre ese
fondo de la nada c recen too valorea humanoa. Al
coutrario, si mâs aIU de los recuerdos se llega al
fondo de los sueiios, en ese anteeedente de la memoria,
parece que la nada acaricia al zer, pe- netra el «er,
desata dulcemente los lazos del ser. Nos preguntamos :
¿ to que fue, ha aido ? ¿ Los hechos tuvieron el mfm
que les prenta la metnoria ? La memoria lejana
a6Io los recuerda dâodolea un valor, un a aureola de
felicI dad. Borrado rlicho valor, 1o8 hechos ra no ne
quieren. ¿ Es que has sido ? Uma i rrealidad se
filtrs en In realidad de los recuerdos que estân en pa
I rontera de n uestra history a per- sonal y de una
prehistori a iiidefinida en e1 ptioto precigamente en
que la casa natal, desptié de no.s-
cAL T UNIYER ii
otros, viene a nacer en nosotros. Porque antes de
nosotros Goyen nos lo hace comprender - era
b ien anonima. Era un lugar perdido en el rnundo.
.ist, en el umbral de nueatro esPacio antes de la
,i a de nueatro tiempo, reina un temblor de teman
de ser y de pérdidaa de ser. Y toda la realidsd del
i ‹ cuerdo se hace fantaamag6rica.
Pero edta irrealidad formulada en loa suction del
recuerdo, ¿no le llega al soñador antn las cosas
phs olid88, ante la caaa de piedra hacia la cual,
sofiando del mundo, el aoñador vuelve por la no- rhe
? William Goyen conoce edta irrealidad de lo real :
“Era as(, porque a menudo, cuando volviaa solo,
aiguiendo la Benda en un relo de lluvia, la casa
parecla elevarse sobre la m8a diâfana de tae
gasag, una gaaa tejida con un aliento eniitido por ti.
Y pensabas entoncea que la casa nacida del trabajo de
los carpinteros no existta tal vez, que quizâ no habta
existido nunca, quR no era mls que una
imaginaciñn creada por tu aliento r que ñ la hablas
ernitido, podlas, con un aliento seme- jante, reducirla
a la nada.” En una pâaiua como é ta, la
imaginaci6n, la rnemoria y la percepCifin tr necan
sua iunciones. La imagen se eatablece en unq
cooperaciñn de lo irreal y lo real, niediante ct concurso
de la funci6n de uno y de otro. Para es- t U(lfa r,
no eata alternative aino esta :funci6n de 'os
contrarios, loa inatrumentos de la dialéetiea lhgica
*erian in utiles. Harlan la anatomla de una cola
} ivq. Pero ai la casa ea un valor vivo, es preciso que
ntegre una irrealidad. Es necesario que todos los va-
Moree tiemblen. Un valor que no tiembla e» un va-
!or muerto.
Cuando dos imégenes singularea, obra de dos
Ooetas que sueñan por aeparado, llegan a encon-
arse, parece que Be refuerzan mutuamente. Edta
convergencia de dos imâgenes excepcionalea re-
pr esenta, en cierto modo, una comprobaciñn para
la encueata fenomenologica. La imagen pierde an
*précter gratuito. El fibre juego de la lmaginn-
Clijt ya no es una anarqu la. Aproximeinoa a la
magen de Lo rosa de nfiento de William Goyen,
otra i lTlRgen ya citada en n ueatro libro La Tie
p loc enauehoe de repose (p. 96 j , imagen qu
g upimoo relacionar.
Pierre Seghe rs esc ribe: °°
1'“ rente
de propietario, la concsntracifin de
to que se ha estimado eñinodo, confort«b]e,
cueotosque
relacitinar para tener dos Bretafias, para du-
‹cai• el mundo. De uno a otro mundo, de una a ''t1’ ii
erada, van y vienen loa suefios. El primer "
enfo se titula : Adién a la choao,' el segundo: E!!
IUcnndvce
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