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1. Arriaz dice:
Índice
Los sensocentristas consideran que la libertad conlleva sufrimiento. Por ello, son
partidarios de los zoológicos, de encerrar y de manipular animales con la excusa de
hacerlo por su bien.
Un vegano defiende a todos los animales por igual contra su explotación y esclavitud,
y que nunca promueve ni promoverá ninguna acción que atente contra la vida,
libertad o integridad de algún animal.
Los sensocentristas suelen distinguirse fácilmente por su justificación injustificada
hacia el consumo de bivalvos.
Conclusión
Si conoces o te has encontrado con alguna página, organización o activista que
justifique el consumo de bivalvos, que promueva la carne de laboratorio, que
muestre una obsesión enfermiza por el estado de animales salvajes o que digan estar
en contra de su libertad para que no sufran en la naturaleza, éstas son señales
evidentes de que dicho colectivo o particular no son veganos; sino sensocentristas.
Y el sensocentrismo no es más que un sucedáneo del bienestarismo clásico.
La única gran diferencia está en que los bienestaristas aceptan toda forma de
explotación animal en beneficio humano; mientras que los sensocentristas sólo
aceptan la explotación animal cuando creen minimizar al máximo el
sufrimiento de los animales (usados como alter ego de sus personas). Los
sensocentristas están obsesionados con acabar con el sufrimiento en el mundo y
para ellos sólo hay una solución: destruir la vida sintiente.
En esta entrada me centraré en la que considero, con diferencia, una perversión que a
menudo aparece incorrectamente asociada al veganismo y que resulta tremendamente
perjudicial para el movimiento y, cuando menos, para las víctimas no humanas. Se trata
del sensocentrismo, la postura bienestarista más extrema derivada de utilitarismo moral.
El veganismo no es sensocentrista
El veganismo es un principio ético referido exclusivamente a la opresión humana sobre
el resto de los animales no humanos por su estatus como propiedad. No cubre todas las
posibles relaciones o conflictos entre nuestra especie y los demás animales. Para ello
debemos apelar a la razón tras la luz de los Derechos Animales.
Dentro del veganismo hay quienes introducen, adrede o sin querer, elementos políticos
(anarquismo, comunismo, etc.), ecológicos (impacto ambiental, efecto invernadero, etc.)
y con implicaciones éticas (intervencionismo, etc.) que llegan a empañar o confundir el
significado original del mismo. Con esto no pretendo insinuar que lo hagan de mala fe o
con intenciones personales; pero estos posicionamientos deberían aparecer con
nombres propios y en ningún caso asociarse con el veganismo.
Asimismo, cabe recordar que el veganismo no se refiere a los animales «por ser
animales», ésta es una falsa petición de principio con la que muchos sensocentristas
intentan rebatir el veganismo arguyendo que «los veganos son dogmáticos porque ven
mal comer X animal que no sufre».
Los
defensores del sensocentrismo no ven nada injusto en que a los animales se los use
como simples recursos para nuestros fines. Ellos justificarían la acción de que unos
niños pintarrajeasen a un poni para divertirse en una «granja escuela» porque «el poni
no sufre» y «está bien cuidado». Que el poni sea un esclavo atado a un poste y no
pueda moverse con libertad les da igual.
El sensocentrismo es una postura derivada del bienestarismo —la cual deriva a su vez
del utilitarismo— que establece como principio una versión particular de hedonismo —
búsqueda placer y evitación del sufrimiento— en la cual los animales no humanos quedan
reducidos a un alter ego. Constituye, en términos simples, una forma de utilitarismo
moral disfrazado de ética. Podemos calificarlo legítimamente como un dogma; puesto
que, como doctrina utilitarista, no puede demostrar su corrección sin caer en una petición
de principio.
Los utilitaristas lo son porque entienden que esa teoría corresponde con lo que a ellos les
conviene para su propio beneficio o su propia complacencia personal. Hay datos
empíricos e investigaciones que avalan esta idea.
Sensocentrismo aplicado
El sensocentrismo considera dogmáticamente que la sintiencia es un criterio moral y
discrimina entre animales no humanos según el grado de desarrollo de sus sentidos.
Rechazan la explotación animal porque implica un sufrimiento innecesario; no a tenor de
que los consideren iguales desde el punto de vista moral. Hasta aquí sería un
bienestarismo tradicional. Pero ellos lo llevan a otro nivel cuando sostienen que debemos
intervenir en la naturaleza y controlar las vidas de otros animales para evitarles
sufrimiento.
No sólo nunca justifican esa petición de principio; sino que hay evidencias de sobra en
contra: ¿acaso no luchan los animales no humanos por ser libres? ¿No precisamos correas,
riendas, cadenas y otros artilugios para detenerlos? ¿Para qué íbamos a necesitar tales
objetos si los animales no humanos solamente gustaran de un «buen» trato? Se aprecia la
obviedad de que parten desde ese dogma porque, aunque lo nieguen, se rigen por el
especismo.
Los
sensocentristas (bienestaristas extremos) están obsesionados con el sufrimiento de los
animales salvajes y pretenden convertir la Tierra en un paraíso bíblico. Esto no es una
exageración. Basta con leer los manifiestos del filósofo utilitarista David Pearce, una
de las figuras más relevantes del sensocentrismo. Debido a su obsesión enfermiza,
estarían dispuestos a capturar, encerrar y manipular a todos los animales que viven
libres en sus hábitats.
El asunto del libre albedrío merece una atención especial; pues el veganismo parte del
principio de igual consideración entre sujetos. Ello significa que reconoce en todos los
sujetos un valor intrínseco porque cada uno de nosotros nos valoramos con independencia
de la estima ajena. La lógica siempre es, esencialmente, el principio de identidad. Decir
lógica supone colocar dicho principio y todas sus aplicaciones sobre la mesa.
El sensocentrismo sigue validando la idea de que los animales sean objetos a nuestro
servicio
Los sensocentristas tampoco cuestionan el hecho de que los animales no humanos sean
nuestras propiedades; pues no reconocen un valor intrínseco o el deber de respetar su
integridad. Aprueban actividades, acciones y maniobras encaminadas al control de sus
vidas (cambio de dieta en animales no domesticados, castraciones, aparcelamiento,
confinamiento, amputación, uso de cadenas, etc.) precisamente a causa de que los ven
como contenedores de placer.
De hecho, esta intervencción con el objetivo de que cumplan nuestros fines marcados
incurre en la misma cosificación especista. No ha de confundirse con actuar en legítima
defensa o la elección en un dilema moral (por ejemplo, elegir a quién salvar).
La imagen que encabeza este artículo representa el objetivo último del sensocentrismo:
convertir la Tierra en un zoológico gigante —algo expresado por miembros de estos
grupúsculos hedonistas— en el cual los humanos cuidásemos «amablemente» de las
restantes especies animales e impidiésemos que se hicieran daño los unos a los otros sin
importarnos su libre albedrío ni ninguna necesidad básica. Me pregunto cómo se las
ingeniarían con especies marinas o voladoras… prefiero no saberlo.
Los defensores del sensocentrismo son grandes defensores de las engañosas medidas de
«bienestar animal». Están en contra de la industria tradicional porque implica
sufrimiento; pero no ven nada mal criar animales en sus fincas y asesinarlos
«humanitariamente», como propone su líder Peter Singer.
Esta disertación sobre esta forma de utilitarismo extremo perdería parte de su sentido si
no ilustrase tal postura con ejemplos reales que reflejan cada uno de los puntos tratados.
Aquí presento una cita de David Díaz, autor de la página Respuestas Veganas, a quien
le gusta apodarse «David Sensocentrista». Tanto yo como otros activistas hemos instado
a que modifique tal nombre por el de «Respuestas utilitaristas» para que deje de mentir y
de confundir a la gente:
A continuación argumento cómo un «mundo vegano» puede tener más sufrimiento que
un «mundo no vegano». Defino «mundo vegano» como un mundo en el que los seres
humanos no intervienen en la naturaleza. Si esta no fuera exactamente la definición de
«mundo vegano», todo lo que viene a continuación sería diferente. Precisamente el
objetivo de este post es fomentar la evolución del concepto de «mundo vegano» hacia
algo más beneficioso para los animales.
Un «mundo vegano» (en el que los seres humanos no intervienen en la naturaleza) podría
ser:
– El planeta Tierra, si los seres humanos se extinguen.
– El planeta Tierra, si los seres humanos se marchan por ejemplo a la Luna.
– El planeta Tierra, si se divide el territorio entre humanos y animales, sin interferencias
entre ellos.
– Cualquier otro planeta «terraformado» (digamos, Marte, si fuera posible) lleno de vida
pero sin seres humanos.
Para valorar si unas opciones tienen más o menos sufrimiento, debemos medir el
sufrimiento de alguna forma […].
Establezcamos una escala con valores positivos y negativos, donde los valores positivos
representan bienestar/felicidad y los negativos sufrimiento/dolor. Las vidas tendrían en
general variaciones entre estos valores, tanto positivos como negativos, y de alguna forma
se podrá hacer una media total neta que valore una vida.
[…] [Los] valores negativos indican que dicha vida no merece la pena ser vivida.
La mayoría de los animales en la naturaleza mueren poco antes de nacer, y mueren con
sufrimiento. En esos casos:
– El individuo no ha tenido apenas tiempo de disfrutar de experiencias en los valores
positivos altos.
– En cambio, sí que ha experimentado una muerte con bastante sufrimiento
(probablemente).
Creo que la mayoría de los seres humanos respondería que no desearía vivir la vida de un
animal salvaje elegido al azar. Esta es una forma de decir que la mayoría de los seres
humanos considera que la mayoría de las vidas de los animales salvajes no merecen la
pena ser vividas [falacia ad populum y post hoc].
[…]
No puedo ofrecer enlaces como referencia de tales palabras porque ambos autores
publicaron sus textos a través de Facebook y ya no están disponibles. Esta captura, tomada
de un comentario realizado en blog de Filosofía Vegana, sirve para ejemplificar la línea
que siguen:
Captura
de las palabras de David Díaz, autor del blog «Respuestas Veganas». Dicho autor, a
pesar del nombre que le da a su página no es vegano ni defiende el veganismo.
Situar la ayuda, una virtud, al nivel de un deber conlleva que tanto el emisor como el
receptor de las acciones se los trata como recursos para una finalidad establecida. No hay
libertad de elección. Tal mentalidad utilitarista se refleja claramente en dicha falacia
consecuencialista de que el fin justifica los medios. Para ellos, los animales no humanos
(amorales) que causan sufrimiento son malos; quienes no, buenos. Nosotros somos dioses
para convertir la Tierra en un paraíso y hacer y deshacer a nuestro antojo.
Como mencioné al principio, el veganismo aspira al cese de la opresión humana sobre los
demás animales en cumplimiento con los Derechos Animales. El sensocentrismo es, en
definitivas cuentas, una forma de utilitarismo tradicional camuflada de altruismo por
los animales.
Estos intereses, emociones, sentimientos y voluntad están cubiertos por los derechos
morales, ergo, Derechos Animales, por ser una persona (humana o no humana). Estos
derechos morales se consideran derechos fundamentales, es decir: son propios del
hecho de ser persona, no son renunciables, son inalienables e independientes del
beneficio para otros y del consenso.
Hay que distinguir entre un mero deseo transitorio y un interés fundamental y por ende
inherente, por ejemplo, el que alguien no manifieste oposición a ser esclavizado no
significa que no tenga el interés en ser libre, sino que probablemente no se da cuenta de
que está en esa situación; igualmente el que alguien manifieste su deseo de no continuar
viviendo, no es que haya perdido su interés intrínseco en vivir, sino que puede ser que
no quiere vivir en cierta situación o contexto que le aqueja en ese momento específico.
Los sensocentristas reconocen que existen diversos intereses, pero en congruencia con
el utilitarismo, los reducen a que su fin es la felicidad o reducir el sufrimiento del
individuo, dado que pone a la sintiencia como el centro, así como el utilitarismo pone a
la felicidad (a través de satisfacer los intereses de la mayoría) como lo que tiene valor
inherente, y al sujeto como mero contenedor de dichas experiencias positivas o
negativas. Se puede esclavizar a animales no humanos sin frustar varios de sus
intereses, como el bienestar, integridad física y un hábitat, incluso pueden ser libres
físicamente como en el caso de la cacería y la pesca.
La sintiencia es un medio para que el ser (cuerpo) se pueda valorar así mismo; no es un
fin en sí misma, por lo que el valor inherente lo tiene el sujeto, es decir, el ser que puede
autovalorarse.
La sintiencia es importante pero sólo hasta que dentro de la ética la relacionamos con el
valorarse así mismo, es decir, con el principio de identidad, con el tener valor
inherente. Ese sí es un criterio moral (principio de identidad, representado mediante el
valor inherente), y no es que esté “en el centro”, sino que para que alguien tenga valor
por sí mismo, debe poder autoasignarse dicho valor moral.
Existen las zooterapias donde no suele haber daño físico ni emocional evidente en los
animales no humanos. En fin, la “creatividad” no vegana (manifestada normalmente
mediante el antropocentrismo) es capaz de generar “N” formas de escabullirse para
seguir explotando animales sin ser censurados por la mayoría no vegana (incluidos
sensocentristas) debido a que no se aprecie sufrimiento.
El explotar animales no humanos no está mal porque al frustrar intereses se les cause
sufrimiento, sino porque el acto mismo representa que tratamos a ese sujeto como si
fuese un objeto, como una mera herramienta para fines ajenos a la dignidad del sujeto
en cuestión, y todo ello va en contra de su dignidad, a su derecho a no ser propiedad ni
mero recurso de otros. Esos intereses pertenecen a un sujeto, no son un ente sintiente en
sí mismos.
5 comentarios
1. Ariel Mourlaas
Si no interpreto mal, la premisa para definir a una persona es ser “sintiente”. Por
lo tanto, personas humanas y no humanas serian están en pie de igualdad
Ahora, no crees que ese razonamiento esta excluyendo el hecho fundamental de
que las personas somos personas por el hecho de estar atravesadas por la cultura,
el lenguaje y el mundo simbólico. A partir de eso nos diferenciamos de los
animales.
Responder
o Luis Torres
Hola Ariel.
Sí, se parte por medio de la lógica, del hecho biológico de ser sintiente
para reconocer a alguien como persona, pero esto ya es un hecho
derivativo. Es decir, la sintiencia es una cuestión empírica de la que se
deduce que alguien es una persona, es la característica a partir de la cual
se deduce que un ser hace valoraciones de sí mismo. El sujeto entendido
como el ser (cuerpo) que utiliza como medio a su capacidad biológica de
sentir para asignarse un valor (valor inherente), y que esto último es lo
que ya es parte de conceptos de ética; el que un ser tenga valor inherente,
por lo tanto se corresponde con lo que dentro de la lógica y ética se
vincula con el principio de identidad (A=A). En resumen, la sintiencia es
la única característica biológica para poder *deducir* que se es un
alguien, ergo, persona, y de ello se entiende que se tiene valor inherente,
aunque no es lo mismo a decir que es el centro ni que la sintiencia tenga
valor inherente en sí misma, sino que es el medio por el que el sujeto se
reconoce valor.
No se es persona por tener cultura ni lenguaje ni mundo simbólico, sino
por el mero hecho de sentir, de tener emociones (aquí se enlaza por
ejemplo con la cuestión etimológica del prósopon o máscara que hacían
referencia los griegos), intereses e intenciones. Los demás animales
tienen su propio lenguaje y códigos sociales, pero aún si esto no fuese
así, se suele hablar de la especie humana como algo homogéneo,
refiriéndose a agentes morales como si todos los humanos tuviesen las
mismas habilidades, siendo que no es así, tal es la cuestión de los casos
marginales (bebés, ancianos seniles, gente con alguna deficiencia
cognitiva, etc). Estos casos denominados “marginales” siguen siendo
personas a pesar que no sean conscientes de la cultura, pudieran no
entender el lenguaje al nivel que lo entendemos los agentes morales y
tener un mundo simbólico muy similar al que tienen los animales que no
son humanos.
Sobre la palabra explotación te dejo un enlace al ensayo donde explico
en que consiste así como otros enlaces a lo que he hecho referencia en
esta respuesta:
* https://abolicionnoregulacion.org/2020/08/25/que-implica-la-
explotacion-animal/
* https://abolicionnoregulacion.org/personas-no-humanas/
* https://abolicionnoregulacion.org/sintiencia/
Un saludo.
Responder
o Ariel Mourlaas
Responder
2. Moisés Martínez L
Responder
o Luis Torres
Hola Moisés.
El error del sensocentrismo está en afirmar que la sintiencia es el centro
de la consideración moral y demás cuestiones dogmáticas. Como explico
en el artículo, la sintiencia es sí, la única característica o capacidad
biológica necesaria para ser considerado persona, pero es eso, una
capacidad biológica de la que tenemos que partir para deducir
lógicamente que un ser es alguien y no algo, y para ponerlo en términos
de la ética, tenemos que enlazarlo con conceptos como el valor inherente
o intrínseco que se deriva de la capacidad de sentir.
https://unamglobal.unam.mx/las-plantas-no-sienten-dolor-pero-si-
perciben-las-agresiones/
https://maldita.es/malditaciencia/20200126/las-plantas-sienten-dano-
fisico-no-pero-si-son-capaces-de-detectar-y-responder-a-estimulos-
negativos/