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Ética

Dr. Pablo A. Marini, Dr. Raúl E. Petrinelli

Primera parte. Unidad 1


Introducción a la ética
Versión 1 /enero 2012
Marini – Petrinelli
Ética – 1era Parte - Introducción 2

Índice
El hecho moral .....................................................................................................................................4

Definición real de ética filosófica o natural ...........................................................................................6


La ética como ciencia especulativamente práctica ...........................................................................6
Definiciones inadecuadas.................................................................................................................7
Aporte de otras ciencias ...................................................................................................................8

Ética y ciencias ....................................................................................................................................9


Ética y metafísica .............................................................................................................................9
Ética y antropología ........................................................................................................................ 10
Ética, Psicología y Sociología......................................................................................................... 11

Partes de la ética ............................................................................................................................... 13


Ética fundamental o general y Ética aplicada o particular o específica ........................................... 13
La Ética profesional ........................................................................................................................ 13
Bioética .......................................................................................................................................... 13

Distinción entre una Filosofía moral y una Ética cristiana.................................................................. 14

Corrientes que niegan la posibilidad de una Ética natural ................................................................. 16


El luteranismo ................................................................................................................................ 16
El iuspositivismo moderno .............................................................................................................. 16
Los errores modernos más comunes en materia moral .................................................................. 17
El fundamento de los errores modernos más comunes en materia moral: la moral autónoma ...................17
Moral realista y moral represiva ...................................................................................................... 18

Fuentes bibliográficas citadas ............................................................................................................ 20

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Ética – 1era Parte – Introducción 3

Definición etimológica de ética

Los términos de “moral” y de “ética” vienen de dos palabras:

una latina: mores, que alude principalmente al perfil de las costumbres de


una sociedad, por lo que la moral así entendida implica un matiz sociolo-
gista y relativista; depende de lo que dicen la sociedad y los usos; y En este sentido, la
Ética a Nicómaco y
otra griega: ηθος (ethos), que significa “carácter”, es decir, lo relativo al ca- todas las éticas aristo-
télicas se podrían
rácter, a la personalidad, al perfil de morada interior, vivencia interna.
llamar o traducir, con
justicia y exactitud,
Todo esto nos indica, de alguna manera, diversos aspectos de lo que se denomina como “tratado de ca-
el objeto material de esta disciplina: una ciencia referente a las “costumbres” o de rácter o personalidad”
los actos del hombre. Pero aquí no basta una definición por el objeto material. (Komar 2002).

Es preciso saber bajo qué aspecto conviene, en Moral, considerar esas costum- Entendemos por
bres y esos actos. Por eso, es necesario que nos ocupemos DE determinar, con la objeto material la
mayor precisión posible, el objeto formal propio y la naturaleza de la ética. materia, el contenido
de una determinada
Finalmente y para clarificar la cuestión etimológica, estudiaremos qué diferencia y disciplina. Por objeto
formal, el aspecto
relación hay entre los conceptos ética y moral. Sencillamente: especial bajo el cual
esa materia es consi-
Cuando hablamos de moral, nos referimos a determinadas acciones humanas o derada. Disciplinas con
hechos morales. Cuando hablamos de ética, designamos la ciencia que estudia el mismo objeto mate-
las acciones morales humanas. Por lo tanto, la moral es objeto de estudio de la rial pueden tener obje-
tos formales absoluta-
ética, un tipo de conducta, siendo la ética una reflexión filosófica. mente distintos; por
ejemplo, la anatomía y
la sociología, pues las
Más adelante será oportuno distinguir la Ética filosófica de la Teología Moral. dos estudian al hom-
bre, pero mientras una
investiga de qué forma
está constituido el
individuo (órganos del
cuerpo, estructura), la
sociología lo estudia
en cuanto relacionado
con sus semejantes,
sus comportamientos,
etc.
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Ética – 1era Parte – Introducción 4

El hecho moral
Una introducción sobre el estudio de la Moral y su relación con distintas disciplinas
debe descansar sobre algo más que una mera construcción abstracta; debe hacerlo Ver Jolivet 1959:
sobre hechos que el hombre claramente pueda identificar como originados en reali- 10ss.
dades trascendentes a su materialidad.

De allí que se puedan enunciar aspectos que forman lo que podemos llamar el he-
cho moral:

Análisis de la conciencia moral: el hecho moral revela, si se lo analiza, todo


un complejo conjunto de elementos racionales (juicios), afectivos (senti-
mientos y pasiones) y activos (voluntad).

Los juicios preceden y siguen al acto moral. Antes del acto enuncian (en Estos juicios se sir-
dependencia del juicio universal y evidente de que hay que hacer el bien y ven, según se puede
ver, de múltiples no-
evitar el mal) que tal acto es bueno o malo y debe (o puede) ser realizado o ciones: nociones de
evitado. Después del acto, la conciencia aprueba o reprocha, según el acto bien y de mal, de de-
realizado sea considerado bueno o malo. Evalúa en consecuencia el au- ber y de obligación, de
mento o la disminución del valor moral del agente y la recompensa o casti- responsabilidad, de
go merecidos por ese acto bueno o malo. Además, enuncia la obligación de mérito y de demérito,
de sanción, de derecho
reparar el perjuicio causado al prójimo o el derecho de obtener para sí la y de justicia.
satisfacción requerida por la justicia.

Los sentimientos morales suponen, antes del acto, la tendencia al bien La vergüenza se
y la repulsa al mal, el respeto del deber y por tanto, la simpatía y la admira- presenta cuando algún
ción, la antipatía y el menosprecio de la buena o mala conducta del prójimo. defecto personal que-
Después del acto, la conciencia tiene sentimientos de alegría por el deber da al descubierto fren-
te a otra persona y
cumplido, o de tristeza e insatisfacción por el deber violado. Esta insatisfac- pretendemos volver a
ción de sí mismo se manifiesta de tres maneras: 1) por la vergüenza en ra- ocultarlo por tratarse
zón de la cobardía ante el deber y el consiguiente debilitamiento; 2) por los de algo negativo. El
remordimientos o reproches de la conciencia por haber violado el orden pudor, por el contrario,
que ella daba por bueno (cuando no ha habido violación de un orden formal intenta mantener en
privacidad aquellas
de la conciencia o también cuando el acto ha sido involuntario, la conciencia cosas que la mirada de
experimenta, no remordimiento, sino pena o pesar); 3) por el arrepenti- otro perturbaría, no por
miento, que supone la aceptación del castigo en reparación de la falta, y la ser algo malo, sino por
resolución de evitar el mal en lo venidero. ser honda y profunda-
mente personales y
privadas. Es decir: uno
Los elementos activos consisten en los diferentes actos de voluntad que siente vergüenza por
intervienen en función del fin (voluntad eficaz de realizar tal fin), en función haber sido descubierto
de los medios a elegir (elección), y en función de la ejecución (el querer en falta, pero experi-
que pone en movimiento las facultades necesarias). menta pudor por haber
sido violentada su
noble intimidad
Especificidad del hecho moral: lo que caracteriza la conciencia moral que
acabamos de analizar y la distingue absolutamente de la conciencia psico-
lógica es que se comporta como un legislador y un juez, y no como un La conciencia
simple testigo. Por ello, decide lo que se debe hacer en cada caso y está psicológica es pura y
dominada por un ideal de moralidad con relación al cual se pronuncia so- simple aprehensión de
los hechos internos.
bre la responsabilidad del sujeto moral.

Universalidad del hecho moral: el hecho moral es universal en la humani-


dad y caracteriza a la especie humana. Esto no significa evidentemente que
la conducta humana esté siempre y necesariamente conforme con las leyes
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Ética – 1era Parte – Introducción 5

de la Moral, sino sólo que siempre y en todas partes han admitido los
hombres la existencia de valores morales, distintos de los valores materia-
les, y se han sentido sujetos a leyes morales, distintas de las leyes físicas y
que enuncian un ideal de conducta.
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Ética – 1era Parte – Introducción 6

Definición real de ética filosófica o natural


En primer lugar, precisemos lo dicho más arriba sobre el objeto material y el objeto
formal de la moral.

En el objeto material, se han de distinguir los actos del hombre y los actos huma-
nos.

Los actos del hombre son todos los actos, voluntarios o no, que realiza el
hombre: digerir es un “acto del hombre”, lo mismo que razonar y amar.

Los actos humanos son aquellos que el hombre realiza por su voluntad libre:
amar, razonar, pero no digerir. Solamente a los actos humanos se aplica la
Moral, es decir que no considera al hombre sino en cuanto es dueño de sus
actos. Todo lo que se encuentra fuera de los dominios de la libertad, está
también (directamente al menos) fuera del dominio de la Moral.

En cuanto al objeto formal, no basta sin embargo con asignar los actos humanos a La Psicología y la
Sociología hacen abs-
la Moral, porque esto no la distinguiría de la Psicología y de la Sociología que también tracción de este punto
contemplan (aunque no exclusivamente) las actividades libres del hombre. de vista y consideran
las actividades huma-
Lo que formalmente especifica a la Moral es que estudia los actos humanos desde nas, no en sus condi-
el punto de vista de la moralidad, es decir, desde el punto de vista de su conformi- ciones de derecho,
sino solamente en sus
dad o no conformidad con la regla ideal de la conducta humana, o en general, desde el condiciones de hecho
punto de vista de su valor en relación con el Fin último del hombre. y su constitución empí-
rica.
Para obtener una buena definición de la Moral, hay que incluir en ella el objeto for-
mal de la ciencia moral y a la vez su carácter normativo y práctico. Decimos entonces:
La moralidad com-
Si la Ética considera filosóficamente los hechos morales, podemos definirla co- prende no sólo el or-
mo la parte de la Filosofía que estudia el orden del obrar humano o moralidad, den moral, sino tam-
bién el acto moral.
con el fin de determinar la bondad o malicia de la actividad libre del hombre, en
orden a su fin último.
Si la Ética estudia el obrar humano podemos agregar, siguiendo a Aristóteles, Seguidamente ex-
que el fin de la Ética no sólo debe ser el estudio de la bondad sino cómo “ser plicaremos que la Ética
buenos” o cómo ser virtuosos. es verdaderamente
una ciencia “práctica”
propiamente dicha.
O la definición tomista:

El objeto de la filosofía moral es la actividad humana en cuanto está orientada al


fin, o también el hombre en cuanto, de modo voluntario y libre, actúa por un fin (STh.
I II, q. 58, a. 1.)

Algo es claro: la noción de fin en las definiciones dadas y en los diversos sistemas
de Filosofía moral es la cuestión central.

La ética como ciencia especulativamente práctica


Siendo un conocimiento cierto por las causas, la ciencia (en sentido clásico) puede
diversificarse según sus intenciones o fines:
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Ética – 1era Parte – Introducción 7

ciencia puramente especulativa, si su finalidad no es otra que el conocimien-


to;

ciencia práctica, si la finalidad perseguida es la de dirigir la producción de


una obra o la realización de una acción.

¿Y qué significa que la Ética sea una ciencia especulativamente prácti-


ca? Mientras la verdad
de la ciencia especula-
En primer lugar, significa que es aquella que se propone dirigir la operación de una tiva consiste en la
conformidad del cono-
manera aún lejana; es realmente práctica, puesto que quiere conocer los fines del cimiento con lo que es,
obrar o del hacer. la verdad de la ciencia
práctica consistirá en
Sin embargo, su modo de conocimiento permanece esencialmente especulativo por la conformidad del
su carácter conceptual, su organización sistemática, su modo de explicación. conocimiento con la
auténtica regulación de
Organiza el universo mismo del obrar y de los valores operativos desde el punto de una actividad por rela-
vista de las razones de ser y de las estructuras inteligibles. ción a sus fines.

La ética no es una ciencia puramente especulativa. Si fuera puramente especulativa


se contentaría con describir, analizar, explicar, remontándose hasta las causas y las
razones de ser, la actividad humana, pero sin considerarla en su relación con el fin del
hombre. No sería reguladora y normativa. Tendríamos entonces, una psicología o so-
ciología.

La moral es una ciencia práctica: no se propone solamente conocer por


conocer, sino conocer para dirigir la acción. Esta relación a la dirección de
la acción le es esencial. Por esto, si bien es cierto que la moral como tal, es
decir, como saber científico, no asegura la dirección concreta, existencial
del acto que hay que realizar hic et nunc, lo cual corresponde a la pruden-
cia, sin embargo, está orientada, desde lejos, a la realización efectiva.

La moral es de modo especulativo: esto significa que obra, como toda


ciencia, dando las razones de ser de la actividad moral y, por consiguiente,
vinculando esta actividad a lo que es principio y razón de ser en el orden
moral, a saber, los fines y particularmente el fin último, los valores, el bien,
etc. Se llegará así a un saber sistemático.

Definiciones inadecuadas
“La moral, ciencia del hombre.”

Es demasiado extensa, ya que se aplica igualmente a la Psicología y a la Sociolo-


gía y olvida además el carácter práctico de la Moral.

“La moral, ciencia de las costumbres.”

Los sociólogos positivistas contemporáneos definen la Moral de esta manera. Esta


definición designa en rigor más que una simple descripción positiva y sistemática de
las costumbres del hombre, que no hay que confundir con la Moral: ésta concierne al
derecho, es decir, a lo que debe ser, y no al hecho o lo que es. Las costumbres, como
hecho, son el objeto de la Sociología y no de la Moral. No existe moralidad propia-
mente dicha sino en la medida en que la conducta rija en función de las nociones de
bien y de mal y sea conducida por la afectividad específicamente consciente. Puede
uno tener determinadas costumbres aun careciendo de todo ideal, mientras que no
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Ética – 1era Parte – Introducción 8

existe moral posible si no es por consciente y voluntaria referencia a un ideal de con-


ducta. Por eso, se puede hablar de “costumbres de los insectos”, pero de moralidad
sólo se habla cuando se trata de los hombres.

Aporte de otras ciencias


En síntesis, la Ética es una ciencia de derecho. No investiga lo que hace el hom-
bre, sino lo que debe hacer.

Y en este aspecto se asemeja al Derecho, aunque el Derecho (objetivo) no excede


los límites externos de la conducta humana, mientras que la Ética introduce su indaga-
ción en lo interno de la conciencia.

La Psicología o Antropología Filosófica proporciona a la Ética la noción de “al-


ma” o “espíritu” y el conocimiento de sus características relevantes (unidad, espirituali-
dad, identidad, sustancialidad).

La Psicología Experimental le ofrece las nociones de “voluntad”, “deseo”, “motiva-


ción” y el misterioso juego de la “libertad”, condición sine qua non de la moralidad de
los actos humanos.

En cuanto a la Metafísica, hemos de decir que ella respalda el análisis ético con la
clara noción del “ser”, de sus causas, de sus accidentes, del acto y de la potencia.
Veamos esto con más detalle en el próximo punto.
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Ética – 1era Parte – Introducción 9

Ética y ciencias
Ética y metafísica
La Ética desde Platón y Aristóteles se había fundamentado en la metafísica. Pero,
a partir del empirismo inglés y de Kant, todo cambió, pues ya no se podrá admitir
una moral metafísica.

En Kant, el fundamento de la moral es la conciencia, no la noción del ente como


bueno. La moral así entendida deja de estar subordinada a la Metafísica, porque no se
considera que el fin y el valor son aspectos del bien.

¿Qué responder a esto? Contrariamente a lo afirmado por Kant, la Ética está ba-
sada en la Metafísica.

Lo primero que se debe decir es:

el obrar es posterior al ser, el obrar sigue al ser, “así como un ser es, así obra”.

Así entendido, es lógico decir que el obrar, el acto, el bien, la ley, el valor, se en-
tienden si se piensa en el concepto de ser, que es un legado de la Metafísica:

la Ética se fundamenta en la Metafísica como el deber-ser se fundamenta en el


ser.

Es un principio sin necesidad de demostración.

La escolástica tuvo en claro la subordinación de la Ética a la Metafísica: la bondad


es propiedad del ser, por eso es apetecido; todo ente es bueno, aún la voluntad de los No se debe separar
hombres que apetece el mal lo hace en función del bien, porque apetecen un bien el valor que hay entre
aparente. el plano especulativo y
el práctico, entre el ser
y el deber-ser, entre la
La unidad potencia-acto del ser finito supone el desarrollo del obrar, su perfección y realidad y el valor; los
la actualización del ser; negar esto lleva, al menos, a una posición errónea del ser y valores, por ejemplo,
del obrar, porque la entidad actualizada es fundamento del valor entitativo del ser pasan del deber-ser al
(ente y bien son convertibles, intercambiables). ser en la actividad de
la persona

En el obrar se dan también propiedades trascendentales. Si en lenguaje de la


Metafísica se dice que todo ente por el solo hecho de ser es uno, bueno, verdadero y
bello, así también la perfección del obrar debe ser valorada: el cumplimiento de las El agnosticismo
metafísico, que niega
normas, la realización de valores, su verdad moral, se entiende en función del desa- la libertad del hombre
rrollo del ser. (determinismo) niega
la libertad moral.
Si el obrar del hombre se considera como desarrollo de su ser, el obrar humano si-
gue al ser del hombre y la libertad del hombre es, al mismo tiempo, libertad moral.
Recordemos la de-
Como persona, el hombre es un ser en sí, pero también es un ser en desarrollo, “en finición metafísica de
potencia” de perfección. Así constituida la persona y considerando su libertad, mueve persona: “sustancia
individual de naturale-
su voluntad, siendo el objeto de la voluntad el bien. za racional”.

Resumiendo,
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Ética – 1era Parte – Introducción 10

si la Ética deja de lado la Metafísica, no puede establecer el obrar moral que el


hombre debe cumplir según sus actos humanos.

Sustituir una moral con un fundamento metafísico por otra autónoma dejaría de lado
todo valor absoluto y nos llevaría a una moral relativista y sin sentido último.

Ética y antropología
La Ética también se subordina a la Antropología, porque si la Ética estudia la mo-
ralidad de los actos humanos, la Antropología tiene como objeto al hombre y se pre-
gunta por sus principios esenciales. La antropología filosófica como conocimiento
especulativo se une a la Ética como conocimiento práctico.

La consideración de los actos humanos (no actos del hombre) por parte de la Ética
supone el estudio previo de la estructura esencial de la actividad humana. Una va-
loración de la conducta humana y su deber-ser se vincula con el concepto de hombre
que se tiene y las condiciones psicológicas de su actividad.

La concepción del hombre desde el punto de vista antropológico es sumamente im-


portante para la Ética. Si el hombre fuera considerado como pura naturaleza instintiva,
su obrar moral no dependería de sus facultades de inteligencia y voluntad. Si, en cam-
bio, la persona es considerada un ser espiritual con sus facultades de inteligencia y
voluntad, el obrar humano no es puro instinto, por lo tanto es ordenable por la razón.

Lo esencial es entender que no puede haber una ética sin una antropología, pero
no es indiferente que sea cualquier antropología.

El psicologismo inglés, por ejemplo, ha tratado de reducir la moral a la psicología,


aunque no hay que confundir el psicologismo moral con el subjetivismo (los hedonis-
tas son subjetivistas, pero no, psicologistas). Lo mismo podemos decir del materia-
lismo, que reduce todo a la materia, movimiento conforme a las leyes físico-químicas
sin considerar al espíritu; o su opuesto, el espiritualismo, que concibe al cuerpo como
realidad meramente accidental a la esencia humana. Ninguna de estas posiciones
refleja la realidad de lo que el hombre realmente es, pues todas estas filosofías tienen
algo en común: una visión antropológica reduccionista del hombre.

A esto se opone una antropología que considera al hombre en todos sus aspectos
como ser viviente: esto es, como una unidad corpóreo-espiritual. Sólo es posible un
estudio de la moralidad del hombre allí donde el hombre es visto como un todo, como
un ser que se trasciende a sí mismo.
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Ética – 1era Parte – Introducción 11

Ética, Psicología y Sociología


La Ética y la Psicología tienen el mismo objeto material: los actos humanos, pero
difieren respecto de su objeto formal. La Psicología tiene como objeto formal el modo Psicología signifca
de ser del hombre o el carácter como “el conjunto de disposiciones congénitas que etimológicamente
forma el esqueleto mental del hombre”, distinto del carácter o ethos ético. La Psicolo- “ciencia del alma”.
gía estudia el fenómeno psíquico, pero no evalúa la bondad o maldad de la acción.

Sin embargo, se debe dejar en claro la importancia del aporte de la Psicología a la


Filosofía moral o Ética en los siguientes aspectos que deben ser incluidos en la consi-
deración de la moralidad del acto humano:

los condicionamientos de la acción libre del hombre,

su conciencia psicológica,

el modo de realizarse el conocimiento sensible e intelectual

Pero, a pesar de la relación entre ambas ciencias, está latente el peligro de reducir
la Ética a lo puramente psicológico, lo cual recibe el nombre de psicologismo. Esta
corriente consiste en la pretensión de explicarlo todo “reduciéndolo” a, por ejemplo, la Los valores son
“presión del inconsciente” o a las necesidades instintivas, o también pretender enten- aquí reducidos a lo
der los valores éticos como meras “sublimaciones, productos de la reacción y raciona- subjetivo por cuanto
ya no pueden tener
lizaciones”. Esto conduce inexorablemente a la subjetivización y a la relativización
validez independien-
de los mismos valores. temente del sujeto y
son relativizados por
Lo mismo cabe decir de la relación entre la Sociología y la Ética. La primera trata cuanto ya no pueden
sobre las realidades sociales, aunque el objeto material coincida con el de la Ética. La tener validez de un
modo incondicional.
Sociología aporta el estudio de la influencia social en el comportamiento de la per-
sona, a través del estudio descriptivo y comparativo de los fenómenos sociales me-
diante estadísticas y encuestas, pero la valoración ética de los hechos sociales le co-
rresponde a la Ética.

La Sociología debe ser un instrumento para la Filosofía moral, no puede pretender


ser la ciencia que determine la moralidad del acto humano, lo que sería caer en el so-
ciologismo. Éste suele definirse como la tendencia a explicar todos los fenómenos
culturales (morales, religiosos, artísticos, etc.) exclusivamente mediante las diversas
formas de la organización de la sociedad. Se trata, entonces, de un reduccionismo.
La concepción sociologista de la moral pretende, pues, lo siguiente:

normas y valores proceden siempre de la sociedad;

qué tipo de normas y qué tipo de valores hay en cada momento se explica
exclusivamente por el tipo de organización social existente;

los sentimientos morales no son sino la respuesta del individuo a la presión


social.

Así, la moral individual está absolutamente determinada por la sociedad. Sin em-
El sociologismo
bargo, una concepción así –presentada de un modo extremo – es difícilmente sosteni- no puede explicar, por
ble. Y quizá no ha sido defendida, tal cual, por nadie. ejemplo, cómo es
posible que el individuo
Por lo tanto, habrá que establecer que: llegue a oponerse por
razones morales a las
prácticas sociales
establecidas.
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Ética – 1era Parte – Introducción 12

ni la moral es exclusiva creación del cuerpo social (y el individuo sería sólo un


receptor pasivo);

ni es creación de una razón “solipsista”, es decir, de una razón totalmente


prescindente de los demás y del mundo en que vive. Hay que reconocer la
importancia de la dimensión social de la vida moral.

Por otro lado, hay que distinguir cuidadosamente dos cuestiones: una cosa es ex-
plicar sociológicamente la aparición o génesis de ciertas normas morales, y otra muy
distinta justificarlas éticamente. Esto último sólo es posible hacerlo desde principios
éticos, que deben posicionarse precisamente más allá del mero consenso social o del
capricho arbitrario de la razón humana, considerada único juez de la realidad.

En definitiva, sólo un fundamento metafísico puede darnos los criterios inmuta-


bles y universales para poder evaluar los comportamientos morales, indepen- No se contenta con
dientemente de las épocas históricas y las diferentes culturas. aceptar “lo que hay” (lo
que muestra la socio-
logía), sino que indaga
Lo contrario sería caer en los consabidos relativismos históricos o sociológicos, si “eso que hay” es
o en el subjetivismo moderno, tan de moda hoy en día. La indagación ética no debe justificable éticamente
y si no debería ser de
olvidar nunca su carácter precisamente ético: no versa sobre el “ser” (es decir: “esto otra manera
es así, y punto”), sino sobre el “deber ser” (es decir: “esto debe ser así”).
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Ética – 1era Parte – Introducción 13

Partes de la ética
Ética fundamental o general y Ética aplicada o particular o
específica
Son las dos partes esenciales de la Ética:

La Ética fundamental analiza los fundamentos o principios generales del


orden moral, es decir, los basamentos primarios sobre los cuales se apoya
todo el andamiaje del sistema moral. En ella, se tratan, por ejemplo, los cri-
terios para establecer la moralidad de cualquier acto humano, o el tema de
la conciencia y la ley, el pecado en general, etc.

La Ética particular o aplicada consiste en la aplicación de los principios


morales fundamentales o generales a las situaciones más concretas de la
conducta moral y de la actividad humana en general. Básicamente estas si-
tuaciones concretas se dan bajo tres aspectos bien distinguidos: el aspecto
individual, el familiar y el social.

La Ética profesional
Deontología pro-
También llamada Deontología, la Ética profesional se ha desarrollado dentro del viene del griego: “cien-
campo de la Ética aplicada debido al notable incremento de los problemas morales cia del deber”.
surgidos en el ámbito de las diversas profesiones.

Su objetivo será analizar las más importantes cuestiones morales suscitadas en el


ejercicio de las diversas profesiones. Según sea la profesión a la que se refiere se
llamará Deontología o Ética Jurídica, Deontología o Ética Médica, Deontología o Ética
Docente, etc.

Téngase en cuenta que no es una Ética aparte: es la misma Ética que desciende
hasta las actividades concretas de cada profesión, especificando las aplicaciones que
derivan racionalmente de los principios generales y tratando de conciliar estos últimos
con las reglamentaciones que el Derecho Positivo suele imponer en cada país y para
el ejercicio válido de cada profesión.

Bioética
Desde aproximadamente la década de 1970, se ha ido desarrollando una nueva
disciplina, la bioética, neologismo inventado por el biólogo norteamericano van Res-
senlaer Potter. Ella se vincula principalmente con la ética médica. Estudia la morali-
dad de la conducta humana en el campo de las ciencias de la vida. Incluye, por su-
puesto, la ética médica tradicional y sus problemas morales clásicos: aborto, esterili-
zación, uso de drogas, derecho del enfermo a la verdad, secreto médico, etc. pero
también debe abocarse a los problemas planteados por el desarrollo tecnológico de
las ciencias biológicas. Se interesa por los problemas del nacimiento, de la vida y de la
muerte a causa de los recientes progresos y de las posibilidades de la investigación y
de la terapéutica, por los problemas de ecología, etc.
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Ética – 1era Parte – Introducción 14

Distinción entre una Filosofía moral


y una Ética cristiana
La Ética natural o Filosofía moral y la Ética cristiana o Teología moral estudian
igualmente el obrar humano en sus relaciones con los fines del hombre, pero la
primera lo hace a la luz de la razón dejada a sus propias fuerzas; la segunda, a la luz
de la Revelación sobrenatural.

La Filosofía moral y la Teología moral se distinguen principalmente por:

los fines que persiguen,

los principios de conocimiento que utilizan,

las motivaciones que ponen en obra.

Ética Natural o Filosofía Ética cristiana o Teología


Moral Moral

Fines La perfección y la felicidad La Bienaventuranza sobrena-


naturales del hombre tural

Principios de La razón en su ejercicio natu- La razón iluminada por la luz


conocimiento ral de la Revelación

Motivaciones Estudia al hombre concreto, Estudia al hombre concreto,


de naturaleza humana frágil y pero completa y perfecciona
mortal, sin preguntarse esen- ese estudio teniendo presen-
cialmente sobre el origen de te que el actual estado del
esa fragilidad y sobre si esta hombre no es el que origi-
condición humana es la nor- nalmente Dios pensó para él:
malidad del hombre. “Tú no estás en el estado en
que Yo te creé”. “Por el pe-
cado original cometido en los
comienzos del tiempo hu-
mano Tú [hombre] estás en
un estado ‘anormal’ que pue-
de y debe ser corregido, res-
taurado, reparado, perfeccio-
nado”.

Paradójicamente, la diferencia en las motivaciones hace que el cristianismo sea


esencialmente mucho más optimista que cualquier otra postura moral, ya que consi-
dera que esa herida de la naturaleza humana puede ser curada por la gracia de Cristo
y llevada a alturas de santidad que han sido alcanzadas por miles y miles de cristianos
en la historia, pero que son inentendibles para los criterios de la modernidad.

Precisamente para el hombre moderno, esa herida originaria jamás ha existido,


por lo tanto, sus análisis de las posibilidades morales humanas están radicalmente
equivocados al partir del convencimiento de que “la normal condición humana” es ésta
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Ética – 1era Parte – Introducción 15

que se verifica a lo largo de la historia. El Catecismo de la Iglesia Católica señala este


tremendo error de perspectiva del hombre moderno al negar el pecado original.

Sin el conocimiento que ésta [la Revelación divina] nos da de Dios no se puede re-
conocer claramente el pecado, y se siente la tentación de explicarlo únicamente como
un defecto de crecimiento, como una debilidad psicológica, un error, la consecuencia
necesaria de una estructura social inadecuada, etc. (CATIC, 387).

Ignorar que el hombre posee una naturaleza herida, inclinada al mal, da lugar a
graves errores en el dominio de la educación, de la política, de la acción social y de
las costumbres (CATIC, 407).

Estas consideraciones indican ya que la moral filosófica tiene sus límites y también
sugieren los servicios recíprocos que pueden prestarse la Ética natural y la Ética
cristiana. La primera debe permanecer incompleta y tomar conciencia de su imperfec-
ción por medio de su confrontación con las exigencias de la moral cristiana, en la
cual encuentra su perfección suprema, lo mismo que la naturaleza humana encuentra
su perfección suprema en la gracia que la eleva sin destruirla.

Por ello, las implicancias morales de la Ética Cristiana o Teología Moral de ninguna
manera eliminan las enseñanzas de la Ética Natural, más bien las consolidan y las
integran.
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Ética – 1era Parte – Introducción 16

Corrientes que niegan la posibilidad de una


Ética natural
El luteranismo
Según Lutero, y por razón de su peculiar idea sobre la naturaleza humana caída,
consecuencia del pecado original, es inconcebible y, por tanto, inaceptable la existen-
cia de un orden natural y, consecuentemente, de leyes morales naturales que sirvan
de punto de partida a una ética científica. En efecto, por la corrupción ontológica
total de dicha naturaleza, al cometer el hombre el pecado original, no puede surgir de
ella nada que sea normativo: “Lo intrínsecamente corrupto no puede ser norma de
nada”.

Para el luteranismo y todas las corrientes situadas dentro de su influencia, no pue-


de existir otra moral que la surgida de la Revelación (la cual, a su vez, sólo compro-
mete la fe, único parámetro de verdad y rectitud luterano), principalmente en el Nuevo
Testamento.

Esta concepción explica la muy frecuente desconfianza o menosprecio de muchos


autores de esta línea respecto de la capacidad de la razón humana para alcanzar el
conocimiento de la verdad y el cumplimiento del bien. Por eso, muchos autores católi-
cos han caracterizado esta posición como la de un “pesimismo antropológico”.

El iuspositivismo moderno
El iuspositivismo moderno niega por principio la existencia de la ley natural, o sea,
la posibilidad de normas éticas y jurídicas universales e inmutables inferidas por la
razón de la misma estructura ontológica de la naturaleza humana.

La Ética se reduce para esta postura a un conjunto de postulados de carácter pu-


ramente relativo, cuyo origen se atribuye a las costumbres sociales, a las tradiciones
familiares (sean éstas lícitas o no), a los fenómenos culturales o a las circunstancias
históricas. El jurista tendrá que interpretar todo esto a la luz de un criterio fuertemen-
te pragmático que lo podrá llevar a establecer hoy como bueno lo que ayer se consi-
deraba malo, mediante la aplicación de una voluntad omnímoda que establece a su
solo criterio lo que está bien y lo que está mal sin referencia a ninguna autoridad su-
perior (ni Dios, ni Iglesia, ni orden natural).

Ejemplos de esta postura sobran: legalización del aborto, de la eutanasia, de los


“matrimonios” entre homosexuales, cambios de sexo a voluntad, proliferación de la
anticoncepción apoyada en una “educación” sexual de neto corte genitalista y antifami-
liar, suicidio “asistido”, control demográfico compulsivo o inducido, entre otras leyes
anticristianas.
Marini - Petrinelli
Ética – 1era Parte – Introducción 17

Los errores modernos más comunes en materia moral


El fundamento de los errores modernos más comunes en materia moral: la moral
autónoma

La moral autónoma (inmanente) y la moral heterónoma (trascendente) son las dos


categorías en las que se podrían resumir los tipos de morales que se plantean bási-
camente.

Una moral autónoma o inmanente es aquella en la cual el agente es legislador de


sí mismo, su regla de acción proviene de sí mismo, y no encuentra otra limitación que
el juicio de su propia conciencia sobre lo correcto o incorrecto. Sólo se verifica una
relación horizontal entre los distintos agentes, relación que enfrenta los derechos en Precisamente la
conflicto sin la recurrencia a una opción superior que trascienda el mero enfrentamien- máxima: “El derecho
to subjetivo. Esta moral es la base del positivismo jurídico. Las normas absolutas de uno termina donde
son consideradas una indebida imposición a la conciencia humana. El subjetivismo comienza el del otro”
es la única regla de conducta. es la más clara expre-
sión de un sistema en
donde la norma sólo
Así, la moral autónoma engloba aquellas morales de tipo voluntarista, es decir, está establecida a
aquellas morales que ponen a la voluntad como elemento determinante de la morali- partir del juego de los
dad de la acción. derechos de los distin-
tos individuos sin tras-
cender a un orden
La concepción voluntarista proviene de una errónea distinción sobre la voluntad y objetivo.
la inteligencia divina. Para Guillermo de Ockham, pensador inglés del siglo XIV, ha-
blar de una naturaleza objetiva era hablar de una limitación a la omnipotencia divina.
De allí que nunca quiso admitir que los cuerpos físicos tuviesen causalidad eficiente
por sí mismos, porque la existencia de un orden autónomo de cosas u orden de la Na-
turaleza habría puesto límites habituales al poder de Dios. Por ello la concepción
ockhamista incluye un mundo en donde “la combustión viene después del fuego, no
necesariamente debido al fuego sino porque Dios ha decretado de una vez para siem-
pre que producirá calor en los trozos de madera o de papel, cada vez que el fuego
esté presente en el papel o en la madera”. En la cúspide del mundo colocó a un Dios
cuyo poder absoluto no conocía límites, ni siquiera los de una naturaleza estable dota-
da de necesidad y de inteligibilidad propia. La teoría de la voluntad divina de
Ockham da pie para formular los fundamentos de la ética voluntarista: Dios quiere el
bien, no porque el bien es bueno, sino al revés: el bien es bueno porque Dios lo
quiere.

Así, se puede llegar a pensar que Dios podría haber cambiado por otro el actual or- Por cierto que Lute-
den moral. Según esto, el odio a Dios, el robo y el adulterio serían malos por razón del ro (“Yo soy un discípu-
precepto divino que los prohíbe, pero podrían haber sido actos meritorios si la ley de lo de la escuela de
Ockham”) tomará de
Dios no los hubiera prescripto.
aquí fundamentos de
su postura teológica
Ante la terrible perspectiva del Dios arbitrario y despótico de un Ockham o de un antirracional (véase
Lutero, las posturas filosóficas desembocarán lógicamente en el voluntarismo de un Marini 2006b: 91).
Kant, quien pondrá a Dios, no ya como una realidad captada por nuestra inteligencia
(el conocimiento sólo es de los fenómenos, el nóumeno queda oculto), sino como un Marx afirma: “El
postulado de la razón práctica: Dios simplemente “está ahí” porque es conveniente a la hombre es el nuevo
moral. ser supremo para el
hombre”

Es fácil imaginar que del agnosticismo kantiano al humanismo ateo, el paso es


muy corto. Ese Dios voluntarista y despótico, que pulverizaba la inteligibilidad de las Éticas materiales
cosas y la posibilidad de un orden natural, será pronto reemplazado por el mismo son aquellas que han
hombre en el cual su voluntad se erigirá como única norma de conducta. buscado la moralidad
en el fin de los actos, o
en los bienes, o en los
valores.
Marini - Petrinelli
Ética – 1era Parte – Introducción 18

Immanuel Kant cree que el principio de la Moral consiste en la obediencia a un de-


ber (imperativo categórico) que la razón no justifica. La ética kantiana no es una Ética
material; sino una ética formal, es decir, las máximas morales se han de cumplir no
por razón de su materia, de su contenido, ni por cualquier otro motivo “egoísta”, aun-
que se trate del último fin, sino por una razón formal. La buena voluntad consiste en
querer bien y no en querer el bien.

Entonces, ¿en qué estriba la bondad o malicia de los actos? Como explica Rafael
Gambra (1981), los anteriores sistemas de ética –dice Kant– han buscado la moralidad
en el fin de los actos, es decir, han hecho radicar la bondad en su adaptación a un fin
concreto, determinado. Así, por ejemplo, los hedonismos descubren este fin en el pla-
cer o la misma moral religiosa, que lo señala en el cumplimiento de una ley divina.
Pero el que así obra, dice Kant, no obra por razones morales sino por algo ajeno a la
moral misma; la verdadera moral no es heterónoma (ley ajena, impuesta), sino autó-
noma: sólo obra moralmente el que actúa por respeto a la Ley, sin razones distintas a
este cumplimiento mismo.

Y ¿cuál es esa ley en que estriba toda la moralidad? Aquí Kant encuentra una nue-
va forma, una forma de la razón práctica. Esta forma es lo que él llama el imperativo
categórico o ley moral, que puede formularse con estas palabras: “Obra de modo que
la norma de tu conducta pueda erigirse en norma de conducta universal”. Si ante una
acción cualquiera podemos admitirla sinceramente como norma de conducta general,
esa acción es lícita moralmente; en caso contrario, no. Esta ley o imperativo es pura-
mente formal: en sí misma no manda nada concreto, pero sirve para cualquier clase
de contenidos o actos.
Cuántas veces
Según Kant, no debe hacerse un acto porque sea bueno, sino que es bueno por- hemos escuchado
frases como ésta: “No
que debe hacerse. es nada. Sólo he cum-
plido con mi deber”.
Ahora bien, la ley o imperativo moral, puesto que existe, requiere, según Kant, cier- Este lenguaje común
tos supuestos, sin los cuales sería incomprensible. Puesto que, de hecho, hay quie- de algún servidor pú-
nes no cumplen la ley moral y la vida no premia o castiga adecuadamente las diversas blico u otra persona
que ha realizado una
conductas, es necesaria de una parte, la existencia de un Dios remunerador y, de acción meritoria des-
otra, la supervivencia del alma y, naturalmente, su previa existencia como sustancia. nuda el vaciamiento
Aquí radica la entrada práctica que busca Kant para el conocimiento de Dios y del al- ontológico, la elimi-
ma humana: nación de la bondad
metafísica implicada
en la acción, producto
Así como en la filosofía tradicional la ley moral se derivaba de la existencia de de esta ética del deber
Dios, en el kantismo la existencia de Dios se deriva de la moral. por el deber mismo.

La inversión antropológica (Fabro) es completa. La teología deviene en antropo-


logía y el hombre es el centro de todo. El drama de pecado original encuentra aquí su
más refinado fundamento filosófico y el hombre vuelve a pretender usurpar el poder
divino de determinar por sí, desde sí y para sí, lo que está bien y lo que está mal.

La Moral heterónoma o trascendente será entonces, por el contrario, la que pon-


ga por encima de la conciencia humana un orden racional eterno e inmutable de
verdades y de valores con el cual entramos en contacto por medio del conocimiento
metafísico. Además de tener en cuenta el legítimo plano de derechos subjetivos, so-
mete tales prerrogativas a la confrontación con un orden objetivo establecido por una
instancia superior, no producto de una despótica y arbitraria voluntad, sino de la infi-
nita Sabiduría divina.

Moral realista y moral represiva


Marini - Petrinelli
Ética – 1era Parte – Introducción 19

Como enseña el profesor Komar (2002), la moral tradicional o realista no es repre-


siva, aunque suene un poco extraño a mucha gente que cree exactamente lo contra-
rio. El gran desastre de la moral actual es el desastre de la moral kantiana y no de la
ética realista católica. Ésta implica esfuerzo, sí, pero que sólo elimina el desorden libe-
rando con esto la naturaleza.

La virtud, que es disposición permanente de obrar el bien, tiene que transformar


y ordenar el material pasional y no simplemente reprimirlo.

La moral kantiana se parece a la de los estoicos del período antiguo, caracterizada


por el llamado “dominio de sí mismo” (ενκρτεια).

Pero Santo Tomás, comentando a Aristóteles, señala que el dominio de sí tiene al-
go en común con la virtud y con el vicio:

Tiene en común con la virtud, el hecho de que en el dominio de sí mismo es


la voluntad racional quien domina y no las pasiones, lo cual es positivo.

Tiene en común con el vicio, porque las pasiones en cuanto tales permane-
cen en estado de vehemencia, lo cual indica que permanecen en estado de Hay mucho de cier-
desorden; es decir, hay una represión tensa que no lleva a la perfección y to en eso de que de
una pasión desorde-
tal es la moral represiva. nada sólo nos “cura-
mos” con otra pasión
La virtud, en cambio, penetra en la masa pasional y la transforma ordenándola, li- (ordenada): un amor
berándola del desorden. ilícito con un amor
mayor lícito, un com-
portamiento negativo
Cualquier esfuerzo moral que se contente con enfrentarse frontalmente a una con- con un comportamien-
ducta negativa, sin darse cuenta de que detrás de ella existe alguna esperanza o al- to positivo que no
guna necesidad positiva que se ha de reconocer, jamás logrará su objetivo. niega, sino que asume
el deseo subyacente al
primero
Marini - Petrinelli
Ética – 1era Parte – Introducción 20

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Mediatización: Mg. María Clara Lucifora

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