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A continuación, encontrará casos clínicos, deberá leerlos atentamente, analizarlos y determinar sí

existe o no transgresión ética del Psicólogo Venezolano. De igual manera, deberá indicar los
artículos que están siendo transgredidos y justificar las razones (fundamentadas de forma objetiva
y sin juicios de valor) por las cuáles existe o no, una violación del mismo, así como también incluir
aspectos inherentes a las clases previas de la asignatura, rol del psicólogo, ética en el
psicodiagnóstico, psicoiatrogenia, transferencia, entre otras. Para ello, puede servirse de apoyo
del Código de ética facilitado en classroom.

Caso 2:

Sofía trabaja como psicóloga escolar en una institución cuya labor principal consiste en la
evaluación psicológica de los alumnos. Así, durante la jornada educativa una maestra preocupada
por las conductas disruptivas de su alumno acude a la psicóloga con el fin de buscar ayuda con
dicho caso. En respuesta, Sofía le hace entrega de una batería de test psicométricos para que la
profesora pueda aplicarlos y así diagnosticar la existencia de lo que sospechaba, era un Trastorno
por Déficit de atención e impulsividad. Una vez hecho dicho diagnóstico, la psicóloga decide citar a
la familia para hacerles la devolución del diagnóstico y orientarles en el tratamiento de su hijo.

Resolución:

Para iniciar con la identificación y análisis de las transgresiones a el Código de Ética para el
Psicólogo Venezolano y los aspectos inherentes vistos en la asignatura, es imperante aclarar que a
partir del caso narrado, se harán justificaciones objetivas para conformar el correcto abordaje
deontológico al caso presentado.

En primera instancia, existe una transgresión al artículo 1 del Código de Ética para el Psicólogo
Venezolano (1981) que establece: “El presente Código es de obligatorio cumplimiento para todo
Psicólogo que ejerza la profesión en Territorio Venezolano. Ningún Colegio de Psicólogos podrá
promulgar normas deontológicas profesionales que contraríen o menoscaben en cualquier forma
las establecidas en este Código.” (Código de Ética para el Psicólogo Venezolano 1981, p. 1) ya que
para cualquier psicólogo que ejerza en nuestro país las disposiciones establecidas en este código
son obligatorias, no solo a nivel nacional, sino también en cualquier Colegio de Psicólogos, los
cuales deberán suscribirse a las normativas dispuestas. No obstante, estos Colegios de Psicólogos
también tendrán el deber de promover acciones dentro de este marco legal que no vayan en
contra los estatutos deontológicos mencionados en dicho código.

Por otro lado, respecto a el artículo 4 del Código de Ética para el Psicólogo Venezolano (1981)
que señala: “El ejercicio de la Psicología constituye una profesión eminentemente digna y
humana.” (Código de Ética para el Psicólogo Venezolano 1981, p. 1) se puede identificar como este
fue transgredido a raíz de que Sofía, la psicóloga que protagoniza este caso, no ejerció la profesión
de forma digna, en la medida en que a través de sus acciones desmereció el valor, respeto,
responsabilidad, seriedad y validez que posee la Psicología, así como no ejerció de forma humana,
en la medida que no entendió la vulnerabilidad, individualidad, derecho autonómico, entre otros
de su paciente y en general, la influencia que tiene su profesión en la integralidad de la persona
humana.

De la misma forma, se puede detectar una falta de cumplimiento al siguiente artículo:


Artículo 8: Son deberes éticos esenciales de la profesión del Psicólogo, la
probidad, la independencia, la generosidad, la objetividad y la
imparcialidad. También lo son la fraternidad, la libertad, la justicia y la
igualdad, más el respeto por los Derechos inherentes a la persona
humana consagrados en la Carta de los Derechos Humanos y en la
Declaración de Principios de los Colegios Profesionales Universitarios.
(Código de Ética para el Psicólogo Venezolano 1981, p. 1)

En referencia al artículo presentado, especialmente enfocándonos en Sofía, se nota que


incumplió deberes éticos esenciales de la profesión como los mencionados, ya que actuó fuera de
los lineamientos de la moral y honradez, no trabajó de manera independiente, sino bajo la labor
de la maestra para obtener los resultados recabados, cuando en realidad la psicóloga tuvo que
subordinar a la maestra o relegarla a sus directrices y que fuera ella, quien decidiera actuar de
manera activa en el caso, además no actuó objetivamente ni imparcial, anteponiendo sus
consideraciones frente a lo que era correcto hacer con este menor de edad y fue irrespetuosa con
su profesión, con su paciente, con su deber en el marco de una institución escolar y sobretodo,
frente a los Derechos inherentes a la persona humana consagrados en la Carta de los Derechos
Humanos y en la Declaración de Principios de los Colegios Profesionales Universitarios.

Asimismo, el artículo 11 del Código de Ética para el Psicólogo Venezolano (1981) fue
transgredido, pues expone: “El Psicólogo debe presentar la información psicológica de manera
objetiva y precisa.” (Código de Ética para el Psicólogo Venezolano 1981, p. 1). A partir de esto por
las acciones de Sofía, se evidencia como la información psicológica no fue presentada
objetivamente porque ella no verificó la presencia de los indicadores de evaluación que se toman
para diagnosticar al TDH ni verificó por completo la presencia de cómo estos se manifestaran el
individuo. Por ello, también hay una transgresión a lo que plantea el rol del psicólogo en el
psicodiagnóstico, tomando en cuenta que para realizar esto se debe seguir el método clí nico
(científico) en el que se debe observar, explorar, realizar una historia clínica, aplicar instrumentos,
analizar e integrar información, diagnosticar formalmente y presentar un informe, y como se
demuestra en el caso, pasó por alto algunos pasos, ni siquiera ella aplicó ni verificó los
instrumentos (la batería de test psicométricos) y sus resultados, pero a pesar de esto decidió
devolver esta información como acertada y precisa.

Por otro lado, para seguir el análisis en el marco legal el artículo 15 del có digo ético utilizado,
señala: “El respeto a la integridad de la persona humana en los distintos ámbitos donde se
desempeñe como profesional, constituye uno de los más sagrados deberes del Psicólogo, quien en
todo momento debe velar por el bienestar individual y social en la prestación de sus servicios a
personas naturales o a instituciones públicas o privadas, y en los campos de la investigación pura o
aplicada.” (Código de Ética para el Psicólogo Venezolano 1981, p. 1) entonces mediante a lo que se
establece, Sofía incurrió en falta porque como se ha dicho anteriormente, no respetó la integridad
de la persona humana, en este caso del menor de edad que a pesar de no ser profesional, es
estudiante y es quien necesitaba sus servicios al margen de una institución escolar (de la que se
desconoce si es pública o privada) y con su ejercicio, terminó afectando su bienestar personal y
social, puesto que con el diagnóstico no-verificado, ya está alterando su coreografía psiquica y la
que tenga con su entorno, suponiendo nuevas situaciones o retos para su escolaridad, aspectos
sociales, culturales, familiares e individuales.

De esta manera, es importante acotar que Sofía al irrespetar la integridad del paciente y
colocar en riesgo su bienestar con sus acciones, es una agente causante de posible
psicoiatrogenia, es decir, de un posible daño psicológico en el futuro, no solo a el paciente en
cuestión sino también a su grupo de apoyo primario, por la presencia de errores de técnica e
improvisación frente a su psicodiagnóstico o inclusive, aunque no se tengan datos al respecto,
también puede provenir de la inexperiencia profesional u omisión de información relevante sobre
el caso del menor de edad, que desembarcan en lo que parece ser un diagnóstico precipitado,
ejecutado pobremente y de manera indirecta.

En otro orden de ideas, el artículo 20 del Código de Ética para el Psicólogo Venezolano fue
transgredido y establece: “Está prohibido al Psicólogo dar informes tendenciosos, otorgar
certificaciones y prescripciones de complacencia, y en todo caso, expedir certificaciones e
informes sin estudio previo basado en la observación directa y personal.” (Código de Ética para el
Psicólogo Venezolano 1981, p. 2). Tomando en cuenta esto, en el caso se narra que luego de que
la aplicación de la batería de test psicométricos por parte de la maestra arrojara el diagnóstico en
TDH, se procedió a comunicar esto a los padres del menor de edad, no se tiene el conocimiento
sobre el hecho de que Sofía haya realizado o no informe al respecto, sin embargo, en el caso de
haberlo hecho y comunicar la información a los padres, automáticamente hace que haya incurrido
en falta con esta disposición legal puesto que de cualquiera manera, su accionar está basado en
estudios vacíos de observación directa y personal, sino en sospechas realizadas por terceros y
resultados de instrumentos psicológicos realizados sin su supervisión.

Adicionalmente, con respecto a la mención de los artículos 43 y 49, la transgresión ocurre


porque dichas disposiciones contemplan: “El Psicólogo tiene la obligación de combatir el
intrusismo en todos sus aspectos y a denunciar ante el respectivo Colegio todo acto destinado a
explotar la credulidad y la buena fe del público.” (Código de Ética para el Psicólogo Venezolano
1981, p. 3), “El Psicólogo en su actuación profesional debe abstenerse de cometer actos que
atenten contra la moral y buenas costumbres, pretextando una situación terapéutica que presente
como indicada para el consultante.” (Código de Ética para el Psicólogo Venezolano 1981, p. 3) y a
raíz de su contenido, se infiere que Sofía en primer lugar con el artículo 43 no combatió el
intrusismo, definido como el ejercicio de profesión sin titulación en el área o la acción de un
profesional al optar por la intromisión de prácticas inadecuadas dentro de una misma área
profesional, porque permitió que la maestra, de la cual no se expone si tiene alguna titulació n o
capacitación en el área de las ciencias de la salud mental o al menos con la aplicación de
instrumentos psicométricos, tuviera acceso y ejerciera responsabilidades o tareas inherentes a la
profesión de Psicología, profesión distinta a la titulación que posee.

En segundo lugar, hay transgresión al artículo 49 ya que la psicóloga encargada si utilizó como
pretexto una situación terapéutica como indicada para el consultante, siendo esta la posesión o
llegada a la conclusión de un diagnóstico y utilizando esto como validación suficiente para
devolver la información a sus padres, donde también se ve inmersa la ética en el diagnóstico pues
si bien se trata de un menor de edad y la información sobre su tratamiento involucra a sus padres,
se debe esperar el timming correcto, es decir, el momento adecuado, de hacer la entrega
correspondiente de la información referente a la evaluación clínica, ya que de lo contrario puede
ser contraproducente para el paciente, puede generarle consecuencias mayores o empeorar su
cuadro, entre otros efectos perjudiciales que se pueden generar. De esta forma, lo ideal sería que
Sofía hubiese verificado el proceso directamente, psicoeducado a su paciente, esperar a que este
hiciera conciencia de enfermedad y cuando estuviera listo, comunicar a su grupo primario de
apoyo al respecto.

No obstante, solo cuando esto no fuera posible, es que es factible decidir presentar la
información sin la justificación del paciente (a pesar de ser menor de edad) y como se expone en el
caso, en ningún momento se consideraron estos criterios éticos, la autonomía del paciente y la
revisión del cumplimiento del método clínico. A su vez, es oportuno señalar que aunque tampoco
hay evidencias claras de expresiones discursivas o gestuales del rol paternalista, las acciones de
Sofía son prueba de que si existe pues se menoscaba el principio de autonomía del paciente, se
coloca en segundo lugar y se prioriza el principio de beneficencia considerado por ella como
profesional por el aval que ella crea que su conocimiento le otorga, coaccionando contra la
voluntad del paciente, no permitiéndole ser un agente activo en su proceso de tratamiento (al
menos en el principio) y relegándolo a ser solo testigo, en lugar de protagonista de este suceso en
el que el debería ser la pieza central.

En otro orden de ideas, los artículos 89 y 92 fueron violados por Sofía debido a que su
contenido señala: “Es deber de los Psicólogos y de las empresas distribuidoras de material
acreditado como de “uso psicológico” evitar que personas ajenas a la profesión hagan uso del
mismo.” (Código de Ética para el Psicólogo Venezolano 1981, p. 5), “Las pruebas psicológicas son
un instrumento auxiliar de trabajo para aspectos específicos y por sí solos no constituyen
elemento suficiente de diagnóstico.” (Código de Ética para el Psicólogo Venezolano 1981, p. 5)
donde ella como profesional de esta área, permitió que la maestra que manifestó la sospecha
tuviera acceso a estos test que son de carácter psicológico y, no obstante, los aplicara, corrigiera y
“diagnosticara” sin supervisión de ella, e incluso, Sofía permitió que estos instrumentos fueran
evidencia suficiente para concluir en el diagnóstico de TDH, cuando expresamente señala el
artículo 92 que no lo son, sino que son auxiliares y por la experiencia así como el acervo
académico, ella debería saber dicha información y haber cumplido los pasos mencionados del
método clínico, aplicación de test psicométricos y proyectivos con resultados relacionables y
perennemente mantener la observación propia frente a lo que supone el caso.

De forma similar a la tónica en la que se manejó el párrafo anterior, de acuerdo al artículo 95


del Código de Ética al Psicólogo Venezolano se puede inferir una explicación o profundización a
uno de los aspectos mencionados anteriormente, donde se establece:

Las pruebas psicológicas serán clasificadas en tres categorías:

1) Pruebas de aplicación e interpretación accesible a todo personal de las


ciencias de la conducta, debidamente entrenado y bajo supervisión del
Psicólogo.

2) Pruebas de aplicación libre por todo profesional o técnico


debidamente entrenado, pero de interpretación exclusiva del Psicólogo.

3) Pruebas de aplicación y de interpretación exclusivamente de los


Psicólogos.
PARÁGRAFO ÚNICO: En la categoría 3), representa un procedimiento
antiético para el profesional de Psicología el uso de una de estas pruebas
sin el adecuado entrenamiento o especialización.

(Código de Ética para el Psicólogo Venezolano 1981, p. 6)

Por consiguiente, tomando en cuenta esto, es de público conocimiento que no se conoce con
exactitud qué tipos de pruebas psicológicas eran las que la maestra aplicó, sin embargo, es
importante acotar que en el caso de que se conociera que fueran del primer tipo, la transgresión
ocurriría porque se debía estar entrenado y supervisado por el psicólogo (cuestión que no ocurre
según lo planteado en el caso), asimismo, si fueran del segundo tipo, la transgresión ocurriría
porque la maestra fue la encargada de interpretarlos y en este tipo, esa es responsabilidad única
del psicólogo, y por último, si fueran del tercer tipo la transgresión ocurriría porque al ser de
aplicación e interpretación únicamente del profesional en Psicología, la maestra en ningún
momento pudo haber recibido, manejado, aplicado, corregido e interpretado las pruebas
psicológicas dadas.

En este sentido, los artículos 101 y 104 del código utilizado manifiestan respectivamente: “El
Psicólogo debe siempre recurrir a procedimientos técnicos y científicos adecuados para prestar la
debida atención profesional a quien solicite sus servicios. Debe igualmente procurar, por todos los
medios a su alcance, que las indicaciones sean cumplidas.” (Código de Ética para el Psicólogo
Venezolano 1981, p. 6), “En su actuación profesional el Psicólogo debe conducirse para el
consultante y sus familiares, instituciones o empresas con la mayor dignidad, a condición de que
ello no redunde en perjuicio de la misión especial que le ha sido confiada.” (Código de Ética para el
Psicólogo Venezolano 1981, p. 6) por lo que a través su exposición, se tiene que Sofía transgredió
ambos por motivos como no recurrir a procedimientos técnicos y científicos durante el proceso
psicodiagnóstico en tanto que no fue lo idóneo que designara a otro para la parte de la aplicación
de los instrumentos y tampoco lo fue que posteriormente no se propusiera a constatar por sus
propios medios la situación del paciente, lo que puede dejar entrever una disminución a la
atención que debe merecer cualquier consultante y la responsabilidad que debe acompañar a ello.

Adicionalmente, a pesar de que no se profundiza en la naturaleza de los procedimientos en el


caso, por la acción deliberada de subordinar a la maestra a tomar una tarea tan relevante como
realizar el “diagnóstico” y el incumplimiento al método clínico (científico) esto es indicio junto a la
decisión deliberada de devolver automática la información psicológica a los padres del menor de
edad, de que la profesional Sofía carece de recursos, sentido y criterio para llevar su intervención
por los medios apropiados. Ahora, con el artículo 104 como se mencionó en análisis anteriores,
Sofía de por sí tuvo una actuación que no fue digna, en la medida que sus actos fueron carentes de
seriedad, valor o conciencia y también no fueron llevados a reflexión frente a lo que su accionar
supone para el futuro del paciente y su entorno, que como se dijo anteriormente, puede ser
causante de psicoiatrogenia.

En orden de ir concluyendo con la resolución de este caso, es fundamental utilizar el artículo


124 del Código de Ética para el Psicólogo Venezolano que contempla:
“Las relaciones profesionales del Psicólogo con el consultante deben ser
siempre personales y directas, como lo exigen los requerimientos de su
ciencia en atención a los fines de la objetividad. La información indirecta
sobre un individuo y su ambiente jamás es por sí misma valedera y a lo
sumo podrá reconocérsele un valor informativo. PARÁGRAFO ÚNICO: El
Psicólogo que haga experiencias psicológicas y establezca diagnósticos
para efectos legales post-morten sin haber mantenido relación directa
con el sujeto, se hará acreedor a la máxima sanción” (Código de Ética
para el Psicólogo Venezolano 1981, p. 7)

En relación a lo que se contempla en este artículo, se sostiene como un aval a todo lo que se ha
hablado con anterioridad referido a la necesidad de la información directa, en esta disposición se
afirma el carácter de importancia que tiene que la relación consultado-consultante sea personal,
directa, sin intermediarios o asistentes que intervengan, ya que de esta manera, es que se puede
con mayor seguridad validar la objetividad de lo visto, es decir, de verificar que el sujeto de
estudio, posea lo que se dice de acuerdo a lo observado y comprobado, evitando desde este
primer momento incongruencias en la fase preliminar, que afecten a la ejecución del proceso
científico y a la intervención psicoterapéutica. Por lo tanto, la sospecha de la maestra si pudo
haber sido indicio de examinación, pero información veraz o informativa en la conformación y
evolución de este caso del menor de edad.

Por último, el artículo 177, el cual será el último presentado por este caso, no es como tal una
identificación de transgresión, sino que será utilizado como evidencia para entender que estas
acciones a simple vista parecen no tener relevancia pero en realidad son causas para ser llamado a
procedimiento disciplinar (sanciones), de esta forma, se tiene que:

Artículo 177: Son causales que ameritan el procedimiento disciplinario


contra el profesional de la Psicología:

a) Ejercer la profesión no obstante estar suspendido.

b) Actuar como cómplice o encubridor de personas naturales que


incurran en actos de ejercicio legal de la Psicología.

c) Realizar prácticas mágicas o esotéricas presentándolas como


psicológicas.

d) La falta de pago de las contribuciones legales y reglamentarias.

e) Las faltas graves a los directivos de la Federación, los directivos de los


Colegios y sus miembros y a los miembros de los Tribunales
Disciplinarios.

f) La violación de disposiciones contempladas en el presente Código.

g) Graves infracciones a la ética, al honor o a la disciplina profesional.

h) Negarse a cancelar las contribuciones legales y reglamentarias


después de haber sido amonestados.
i) Incumplir los Acuerdos y Resoluciones aprobados por la Asamblea y
demás organismos profesionales en defensa del ejercicio de la
profesional.

j) La reincidencia. (Código de Ética para el Psicólogo Venezolano 1981, p.


10)

En relación a este artículo citado, Sofía cumple con lo dispuesta en la sección f) y quizás,
dependiendo de cómo se considere por el juicio de las autoridades que lleven el caso o su historial
(información que desconocemos) pueda también cumplir con la sección g) o j), sin embargo, de
cualquier manera, es notorio la probabilidad de que en sí, termine siendo sancionada por su
gestión y ejercicio en este caso.

Finalmente, es importante destacar que la instrucción, formación constante, esclarecimiento


en los deberes, derechos y principios del Psicólogo de acuerdo a los lineamientos legales y
deontológicos, así como una responsabilidad propia de ejercer adecuadamente deben ser factores
que reinen de manera perenne en lo que respecta a las funciones de los profesionales de esta
área, los cuales resguarden su reputación, ética, moral y atención tanto a sus consultantes como
su entorno.

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