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1) INTRODUCCIÓN
Lo ideal sería que todos los clínicos conocieran cuáles son los tratamientos empíricamente validados y
que a su vez los pacientes tuvieran suficiente información para poder solicitarlos, sin embargo esto no
es así. De todos modos, el conocimiento de todos estos tratamientos tampoco garantizaría el éxito de
la intervención, ya que existen bastantes variables que, en diferente medida, influyen de manera
importante durante el proceso terapéutico.
Una condición sin la cual no se puede llevar a buen término un tratamiento psicológico es que el
terapeuta tenga las habilidades y destrezas necesarias que le permitan manejar las estrategias de la
forma más competente posible a lo largo de todo el proceso terapéutico. Se ha comprobado que hay
psicólogos que obtienen buenos resultados mejorando las condiciones de sus pacientes, otros no
consiguen que éstos mejoren (aunque no empeoran) e incluso hay algunos que obtienen resultados
negativos. Esto hace necesario que se conozcan los elementos que contribuyen a que los resultados
de las terapias sean positivos.
La situación terapéutica
T Conocimientos teóricos y
técnicos
e Curso de la terapia
r
Habilidades interpersonales
a
p Personales R
e Comunicativas Sesión Sesión Sesión Sesión e
De acción 1ª 2ª 3ª a 5ª n…
u De solución de problemas
s
t u
a l
Experiencia profesional Alianza t
terapéutica
Alianza terapéutica a
en la mitad
C inicial o final de
d
l Problema motivo consulta la terapia o
i s
e
n Habilidades interpersonales
t
e
Experiencia pasada en
terapias
Tabla 2. Grado de relación de las variables interpersonales del cliente con los resultados de la
intervención
• Edad, nivel cultural y sexo: no se ha encontrado que tengan relación con los resultados de la
terapia. Es probable que esto se deba a que los terapeutas adaptan su lenguaje y estilo
terapéutico teniendo en cuenta la edad del cliente (niño, adulto, anciano), a su nivel
cultural…En cuanto al sexo, en ocasiones se demanda o prefiere que el terapeuta sea del
mismo sexo.
• Recursos económicos: este factor sí parece tener vinculación con los resultados. Los clientes de
niveles socioeconómicos bajos obtienen peores resultados y abandonan más frecuentemente
la terapia. Es posible que la misma situación económica contribuya a la percepción que tenga
el cliente de los beneficios que pueda obtener.
• La gravedad del problema y comorbilidades: la gravedad augura peores resultados, además,
los trastornos que presentan comorbilidades tienen peores pronósticos. En estos pacientes el
terapeuta deberá de intervenir de forma más directiva dejando menor control en manos del
paciente, prolongar la intervención para permitir que se produzca una reducción significativa
de los síntomas y/o buscar tratamientos alternativos. De ese modo le ayudará a controlar su
insatisfacción y frustración por los posibles resultados negativos y le prevendrá de realizar
acciones contraterapéuticas.
• La motivación para el cambio, la atribución errónea del problema y las expectativas de
resultado: también tienen una estrecha relación con el éxito o fracaso de la terapia. Puede ser
útil que antes del tratamiento el terapeuta evalúe el nivel de motivación del cliente,
incorporando estrategias de la entrevista motivacional para mostrarles las ventajas que
pueden obtener al solucionar su problema. Además, es interesante conocer también qué es lo
que el cliente espera del la intervención (los pacientes con expectativas elevadas se implican
más en la terapia). Para los que tienen bajas expectativas es una buena estrategia el
proporcionar una explicación racional al problema, a través del análisis funcional.
• Cumplimiento de las tareas: aquellos pacientes que cumplen las tareas que se les asignan (ej:
exposiciones entre sesiones a trastornos de ansiedad…), obtienen mejores resultados que los
que no cumplen con ellas.
Lo más probable es que las variables más importantes sean la motivación del cliente y las
estrategias terapéuticas que emplea el clínico para proponer tareas, justificarlas y controlar su
cumplimiento.
De escucha De acción
Clarificación Preguntar
Paráfrasis Informar
Reflejo Interpretar
Síntesis Confrontar
Habilidades específicas
Ackerman y Hilsenroth (2003) destacan los siguientes atributos personales del terapeuta en
el establecimiento de la alianza terapéutica:
Flexibilidad, aceptando y adaptando al paciente y a la situación su forma de comunicar.
Honesto, siendo percibido por el paciente como sincero y honrado.
Respetuoso, aceptando los valores y formas de expresarse del paciente.
Seguro de sí mismo, mostrando al paciente que sabe lo que hace.
Fiable, el paciente percibe que se puede fiar de él.
Cálido, da muestras de cariño y afecto.
Amistoso, el paciente le percibe cercano.
Interesado, muestra interés por su paciente.
Abierto, es capaz de entender puntos de vista distintos del suyo.
Relajado, transmite tranquilidad al paciente.
Competente, muestra que tiene experiencia y destreza para desempeñar la tarea
clínica.
• Saber escuchar según Cormier y Cormier (1911, 1994): implica atender e identificar
correctamente la información que nos transmite el paciente, constatar con él que lo que hemos
percibido es lo correcto, realizando clarificaciones, paráfrasis, reflejos y síntesis siempre que lo
creamos oportuno, y, sobre todo, mostrar al paciente que le estamos escuchando y
comprendiendo. Esto es indispensable para que los pacientes comuniquen la información más
relevante sobre ellos mismos y sus problemas.
• Actitud de escucha activa:
a) Estar atento y observar todo lo que nos dice el paciente, cómo nos lo dice y en qué
contexto.
b) Pensar lo que el paciente nos dice y avaluarlo con propiedad.
c) Sentir preocupación e interés por lo que nos refiere y por cómo se siente.
d) Darle muestras de que estamos atentos e interesados por lo que nos dice o que
necesitamos más información o aclaraciones sobre lo que nos dice.
e) Realizar toda la escucha activa con una posición corporal dirigida hacia el paciente,
relajada, cola mirada y el contacto visual centrados en el paciente y con expresiones no
verbales que transmitan interés.
En los primeros contactos terapéuticos, mantener la actitud de escucha activa puede
determinar que el paciente perciba al terapeuta como alguien que merece confianza y le
puede ayudar y, como consecuencia de ello, venga a las sucesivas sesiones, se establezca la
alianza terapéutica inicial de forma temprana y se implique activamente en el proceso de
cambio.
• Respuestas verbales básicas de escucha:
a) La clarificación: es la actividad que desarrolla el terapeuta, formulando cuestiones o
pidiendo ejemplos con otras palabras, dirigidas a esclarecer el contenido de mensajes
vagos o confusos transmitidos por el cliente. El paciente no siempre está dispuesto a
realizar clarificaciones, bien porque no tiene suficiente confianza o por que le resulta
doloroso. Entonces el terapeuta no debe persistir y debe asumir posponer dichas
clarificaciones. En la entrevista inicial y la fase de evaluación y diagnóstico no conviene
realizar clarificaciones hasta que el terapeuta no se haya formado una idea general del
problema del paciente, después de haberle dejado hablar sin interrupciones.
b) La paráfrasis: consiste en que el terapeuta realice una reformulación de forma más
clara de la idea que ha expresado el paciente. Es de gran utilidad para los pacientes a
los que les cuesta centrarse, que inician una exposición y se pierden en detalles poco
relevantes.
c) El reflejo: se refiere a los sentimientos o emociones que experimenta el paciente
vinculados a la problemática que está expresando. El terapeuta infiere las emociones
o sentimientos del paciente a partir de su conducta verbal y no verbal o como
consecuencia de informaciones obtenidas anteriormente. Generalmente el reflejo se
usa junto con la paráfrasis. Primero el terapeuta realiza una reformulación del
acontecimiento expresado por el cliente y, posteriormente, resalta los sentimientos y
emociones que infiere de dicha problemática. El reflejo es de utilidad cuando el
paciente no sabe o tiene dificultades para expresar o etiquetar sus sentimientos y
emociones relacionadas con experiencias vividas o que le generan determinadas
personas. También es útil cuando el paciente describe gran número de situaciones que
le preocupan pero las expresa como si no se sintiera implicado personalmente. El
terapeuta le ayudará a tomar conciencia de los sentimientos que subyacen y le generan
dichas situaciones.
d) La síntesis: es la recapitulación que realiza el terapeuta después de haber abordado una
problemática y antes de pasar a otra nueva, al final de la sesión y también, como
resumen de varias sesiones. Este recurso es de utilidad para abrir o cerrar sesiones,
para centrar lo que el paciente nos ha dicho después de una exposición larga o
compleja, para centrar la exposición si se pierde el hilo…
• Primera entrevista: en esta fase se puede llegar a determinar que el cliente persista en la
terapia y regrese, que se establezca la alianza terapéutica con rapidez (3ª a 5ª sesión), que se
mantenga la alianza y que se obtengan mejores resultados.
Empatía, autenticidad, aceptación incondicional, calidez y cordialidad serán fundamentales,
pero también será importante proporcionar información sobre la terapia y los roles del
terapeuta y paciente, así como la necesidad de colaboración.
El paciente presentará de forma general la demanda, deberá adoptar un papel activo. El
empleo de las habilidades básicas de escucha activa, hacer preguntas, clarificación,
paráfrasis y síntesis, será fundamental en esta sesión. Los objetivos deben ser:
1. Crear un clima de confianza y seguridad que permita la apertura del cliente.
2. Establecer una relación de cooperación y trabajo.
3. Motivar al paciente.
4. Identificar su problema.
• Fase de evaluación y diagnóstico: El terapeuta debe seleccionar adecuadamente los métodos
e instrumentos de evaluación, debe emitir juicios clínicos sobre el problema, realizar un
diagnóstico ajustado y motivar al paciente para cumplimentar las tareas asignadas.
La fase terminará cuando mediante el análisis funcional el terapeuta aporte las explicaciones
del problema del paciente, con lenguaje claro y adecuado, empleando ejemplos, dibujos,
esquemas o metáforas y clarificando dudas o desacuerdos que puedan presentarse. Los
objetivos deben ser:
1. La identificación, en términos operativos, del problema/as del paciente.
2. Antecedentes y consecuentes del problema,
3. Los factores que pueden estar manteniéndolo.
4. Identificar los logros que pretende conseguir el cliente.
5. Qué está dispuesto a realizar y de qué recursos dispone.
• Fase de tratamiento: Algunos problemas que se encontrará el terapeuta puede ser el miedo al
cambio por parte del paciente, la falta de apoyo y recursos, la creencia de que el tratamiento
será muy breve o las expectativas irreales respecto a las metas. También pueden aparecer
problemas con el no cumplimiento de las prescripciones, la no realización de tareas o la no
implicación activa en el proceso de cambio.
Las habilidades del terapeuta para motivar y reforzar, para proporcionar Feedback correctivo y
pedir la implicación activa, así como la empatía serán muy importantes.
Para facilitar el cumplimiento de las tareas intercesión conviene llevar un orden del día de la
sesión. Los objetivos deben ser:
1. Entrenar y poner en práctica las técnicas de tratamiento seleccionadas para alcanzar las
metas propuestas.
Generalmente, las habilidades terapéuticas básicas se adquieren con bastante rapidez a base de
adiestramiento y supervisión.
• Es importante adquirir las habilidades terapéuticas básicas de escucha y acción. Es
necesario aprender a ser empático, cálido o cordial, saber realizar autorrevelaciones
oportunas utilizar el sentido del humor, hacer reflejos o paráfrasis, formular y responder
preguntas abiertas o cerradas, realizar confrontaciones o interpretaciones, todo lo cual
requiere práctica y supervisión para realizar las modificaciones oportunas a partir del
Feedback del supervisor.
• Adquisición del rol de terapeuta: supone aprender a actuar como profesional más que
como colega o amigo, intentando evitar salvar o rescatar al paciente, Este aprendizaje
protegerá al terapeuta novel contra sentimientos de culpa frente a aquellos pacientes que
no logren resultados o abandonen prematuramente la terapia. También hay que aprender
a clarificar las posibles fuentes de malestar del cliente, a explorar sentimientos
desagradables, a mantener la atención sobre temas relevantes y proporcionar un punto de
vista nuevo sobre los problemas favorecerá la adopción del rol de terapeuta.
• Adquisición de habilidades para trabajar con pacientes difíciles: abordar el problema de
la falta de compromiso del paciente o del no seguimiento de las prescripciones y para
actuar en situaciones de crisis o emergencia.
• Necesidad de aprender a manejar las propias emociones: es importante aprender a
identificar y controlar los sentimientos de malestar, frustración o aburrimiento que puede
generar un paciente, los estresores personales que puedan interferir con la terapia o las
conductas o reacciones negativas personales en respuesta a conductas del cliente que
puedan generar reacciones adversas.
• Necesidad de aprender a trabajar con distintos grupos culturales y sociales.
• Necesidad de desarrollar y ajustar las destrezas y competencias terapéuticas a nuevas
formas de intervención: tratamientos vía web, teléfono o a través de móviles.