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EL SIGNIFICADO DEL DIBUJO INFANTIL

“Las diversas fases en la


Evolución infantil necesitan
un tiempo bien determinado
de su maduración”.

Como padres y maestros siempre nos hemos encontrado un poco desconcertados


frente a los tradicionales garabatos y primeros dibujos infantiles; alguna vez nos
hemos preguntado qué habrá querido expresar el niño con esto, sin embargo con alguna
frecuencia estos van a parar al cesto de la basura.
Hubo un pintor alemán, el señor Hans Strauss que durante más de cuarenta años,
coleccionó más de 6.000 dibujos de niños de todo el mundo y al estudiarlos observó
cómo sobresalían ciertas características típicas.
Desafortunadamente el autor murió antes de la publicación del estudio y así su hija la
señora Micaela Strauss dio continuidad a este trabajo con un grupo de colaboradores.
Se vio que todos los niños encuentran la misma formulación para sus trazos; en esto no
hay diferencia de nacionalidad, raza, idioma, etc. Es como el balbuceo: un lenguaje
universal. Esto no implica que todos los niños dibujen exactamente, o que muestren su
desarrollo con la exactitud que aquí se detalla; pero en general si aparecen estos
rasgos característicos, en unos más notorios o en otros apenas sugeridos.
Por medio del dibujo el niño nos revela cuál es su ocupación en ese momento y nosotros
como padres y maestros interesados en l que ocurre podemos “leer” en ellos el
mensaje que nos envían. En la interpretación de este dibujar a temprana edad, el
adulto debe tener una necesaria amplitud de criterio para considerar esas “huellas”
como una expresión de la configuración anatómica del propio cuerpo. al hacer la
revisión de toda esa colección de cuadros, se tuvo en cuenta la indiscutible
individualidad infantil, sin embargo también se vio una secuencia que guarda relación
con el desarrollo somático del niño. El puente que uno lo físico con lo anímico es lo
fisiológico y es sobre estos procesos vitales que ocurren inconcientemente de día
como de noche sobre los cuales el niño pinta.
Sus garabatos son los diarios productos laterales de sus actividades más importantes
de esos años: crecer, llevar sus órganos a una primera madurez funcional y
corporalizarse.
En estas manifestaciones gráficas, cada niño crea una documentación autobiográfica
de cómo transcurre ese proceso fisiológico; difícilmente puede haber algo tan
instructivo sobre este invisible proceso de la primera infancia como son los dibujos
que “brotan” de sus funciones orgánicas. El niño se identifica con su obra y por eso
responde inconcientemente a nuestras preguntas sobre qué sucede en él.
En este primer septenio (o-7 años) se puede observar 3 fases así: 0 a 3 años, 3 a 5
años, 5 a 7 años.

Primera fase: (0 a 3 años)


El niño se entrega a su quehacer en actitud soñadora, vive completamente en el
movimiento dejándose llevar por él; despliega esta dinámica en dos tendencias: el girar
haciendo remolinos (1), el oscilar de un lado a otro (2) curva-recta.

Los remolinos: En la primera parte de esta fase los movimientos son tan amplios que
parecen el vuelo de un pájaro que aún no llega al nido (1). En la hoja no queda plasmado
el comienzo y el fin; parte de estos trazos se dan en el aire, parte en la hoja y otra en
las paredes, mesas o sillas que sirven de apoyo, (2). Luego sus remolinos se concentran

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más en la hoja, son unos ovillos bastante enredados, en los que vemos toda la
intensidad del movimiento (movimiento de la actividad interna); surgen también las
oscilaciones, el movimiento de balanceo de un lado a otro. (3)
Hacia el final de esta fase el niño empieza a aflojar estas rotaciones, y a ponerles una
acentuación final; es como empezar a poner los pies en la tierra aunque aún todavía
muy lentamente (4).
Luego surgen las espirales, que muestran movimientos dirigidos hacia determinado
punto (5 y 6). Alrededor de los 3 años el niño puede cerrar la curva volviendo la línea
sobre si misma y formando un espacio cerrado (7). Todo esto requiere de un gran
esfuerzo de parte del niño y como suceso muy importante es en este momento que
puede llamarse como “YO” y surge la primera etapa de porfía. Todo este cambio de
conciencia va unido a la progresiva maduración del cerebro. Se producen importantes
ensambles óseos en el cráneo, las fontanelas que ya se han cerrado y ahora se
fusionan los huesos frontales de modo que existe uno solo que cierra completamente la
cabeza.

Movimiento oscilar: En las oscilaciones vemos que estas se superponen y poco a poco
se van concentrando formando así la cruz. Esto muestra el proceso de erguimiento y
cómo él ahora se siente ya en la vertical. En esta primera fase el color no juega o
cumple una función específica, como expresión anímica.

Segunda fase: (3 a 5 años)


El círculo y la cruz se combinan y surgen muchas variantes (9 y 10). Símbolos del yo.
Estos solo surgen después de los 3 años aunque hoy en día los niños se denominan yo
antes, pero sin la conciencia de ese momento.
Se usa mucho la recta como eje de simetría. En algunas ocasiones se hace mostrando
los procesos vitales que fluyen alrededor del eje (12) La columna.
Aparecen los rectángulos, las escaleras, torres (13 al 16) y todo esto muestra la
madurez de su columna vertebral, las costillas, la respiración que cambia de
diafragmática a torácica. O sea la madurez de la parte rítmica; sus juegos preferidos
por eso son: el columpio, las rondas, cantos y cuentos con estribillos (repetición)
porque esto activa su “reloj interno”; esto viene y va igual que lo que sucede
internamente.
Surgen también los cefalópodos (17) que tienen rayos larguísimos haciendo de antenas
con el mundo; inicialmente los rayos salen desde más adentro del círculo, luego los
coloca en el borde y más adelante será afuera; todo esto muestra cómo el niño
empieza a salir de él mismo para relacionarse más con el mundo y este es un proceso
de adentro hacia fuera. El niño tiene sus órganos de los sentidos muy despiertos y en
ese momento le es más fácil localizar las cosas a su alrededor que en él mismo. Por eso
cuando se golpea por ejemplo y se le pregunta: ¿dónde fue? muestra la mesa o silla
etc., en vez de su rodilla o mano, etc.

Tercera fase: (5 a 7 años)


Hasta ese momento han aparecido el círculo, el cuadrado y el rectángulo. Sólo después
de los 5 años, aparece el triángulo que influye esencialmente en el dibujo infantil (19).
La figura humana recibe cuello, tronco, extremidades, las casas se completan con
puertas, ventanas, chimeneas; se ve gente adentro o que se asoma. Dibuja
acontecimientos, tiene mucha importancia el color que utiliza para cada cosa. Hay
mejor manejo del espacio; las cosas se relacionan unas con otras, mostrando un
conjunto; se ven detalles, etc. (19 al 24).

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Todo esto muestra la madurez de la región metabólica-motora que predomina en la
región troncal inferior.
Las extremidades incrementan su crecimiento; este empieza por las manos y pies y
luego los brazos y piernas; el tronco pierde su redondez y se estira; empiezan a
destacarse las articulaciones que antes eran más redondeadas; en su cara también hay
cambios notorios: la frente se aplana, se intensifica el crecimiento de la región bucal
para crear el espacio para la nueva dentadura.
Al final de esta fase cuando hay una mayor intensidad en la actividad interna
disminuye la producción gráfica, retrocede la espontaneidad; se ve cierta apatía, se
queja, pero esto es por la acelerada reconstrucción de su cuerpo que conlleva un gran
desgaste de energías que le sustraen la producción de la fantasía. Antes del cambio de
diente viene un período de inestabilidad, se reducen los juegos, se puede volver
enfermizo.
Esta pausa en lo artístico no es pausa en la madurez somática sino el trampolín que lo
lanza al segundo septenio en el cual nace la facultad para el aprendizaje y nuevos
elementos tanto artísticos como lúdicos.
Durante los años pre-escolares las energías de crecimiento y madurez somática se
usan en lo artístico y lúdico. Después se independizan del cuerpo y así trabaja jugando
y aprende trabajando.

La figura humana: El motivo del hombre es muy importante en el primer septenio y


con el cual el niño se identifica plenamente. Aunque parece extraño, este no es
diferente al motivo de árbol o casa; solo es una modificación de los mismos.
La primera representación del hombre es como un árbol. Ambos elementos están
entretejidos. Este hombre árbol aún no tiene una relación con la tierra; flota
ingrávido, gira en el espacio, está modelado por los procesos vegetativos en que el niño
está entretenido. Incluso el niño no se extraña si el “árbol” tiene cara o si la figura
humana parece un tronco (25 a).
Hasta ese momento sólo tiene cabeza y tronco; luego aparee una base en la parte
inferior que hace de “ancla” insinuando un poner pie en la tierra (25 b). hasta ahora el
hombre es como columna, estático, que reposa como un monumento.
Luego aparecen los brazos transversales al tronco (26) y alrededor de los 4 años y
medio aparece ya la figura humana. Ya no flota sino que descansa en el suelo.
Al colocar las extremidades se afloja la figura humana; es como si las manos y pies lo
liberaran.
Desde el comienzo la cabeza aparece redonda; coloca la nariz, ojos y boca como
características esenciales y esto no cambia en lo sucesivo. Hasta los 6 años
generalmente la dibuja de frente, el perfil surge después.
El tronco marca el centro de gravedad; primero es un eje alrededor del cual se
muestran los procesos vitales: respiración, circulación, etc. Otro aspecto del tronco es
cuando del eje (columna) salen estructuras parecidas a las ramas (aquí ya es bien
diferenciado hombre del árbol).
También puede aparecer como una escalera (27 b).
Durante un tiempo el niño concentra su atención en el tronco; luego agrega los brazos
y pies. Mientras que los pies se muestran pesados, estáticos, los brazos en cambio
tienen mucha movilidad; crecen desmesuradamente; se relacionan con el mundo, son
órganos de percepción que van mucho más allá del propio cuerpo. Las manos terminan
en rayos o como remolinos mostrando esa gran vitalidad.
Los pies necesitan más tiempo; se inician como un proceso de acumulación y
condensación. A veces el impulso por sacarlos es tan fuerte que queda poco espacio
para los demás.

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Como vimos la representación del esquema del hombre se da de arriba hacia abajo:
empieza en la cabeza y termina en los pies y esta es la misma secuencia que podemos
observar en la formación del cuerpo infantil desde la lactancia hasta el cambio para la
escolaridad: el niño toma posesión de su cuerpo poco a poco.
Cuando el niño dibuja el hombre árbol está en una fase evolutiva en la que su memoria
no tiene acceso; luego entra en un estado de ensueño y finalmente se vuelca
activamente hacia el mundo que lo rodea.

La casa: Paralelo al dibujo del hombre árbol comienza a aparecer un movimiento


circular envolvente; es como si el “cielo” lo estuviera cubriendo. Es una cápsula
protectora que empieza a tomar piso (31).
Luego el espacio interior empieza a ocupar casi toda la hoja y esta sólo rodea los
bordes. Poco a poco se va volviendo más rígida, cuadrada, en forma de caja y muy
estrecha. Esto manifiesta cómo el niño se va sintiendo en esa casa que es su propio
cuerpo al irlo penetrando, asumiendo y manejando cada vez más.
En esta edad el juego favorito es hacer casas: con sillas, mesas, cobijas, etc. Es la
manera en que objetivan el mundo que ellos sienten.
Poco a poco va sintiendo más la distancia entre sí mismo y el mundo y esto lo registra
en sus preguntas que generalmente nos ponen en aprietos.
Este cambio de interés se refleja en el dibujo con la aparición de lo funcional: se
coloca la puerta, las ventanas, la manija para abrir y cerrar; observa las actividades
alrededor y trata de plasmarlas; sale humo por la chimenea, adorna con cortinas, se ve
lo que sucede adentro de la casa y finalmente aparece la perspectiva donde la forma
del techo da la profundidad a su dibujo (34 al 36).
Es en esta forma que el niño nos muestra su madurez para la escolaridad.
Cuando el niño se expresa con la figura humana o con la casa se expresa de sí mismo;
con la figura humana cómo se siente dentro de su propio cuerpo y con la casa cómo se
siente él con relación al medio que lo rodea.
Cuando aparecen otro tipo de elementos: barcos, aviones, trenes, se pueden
considerar de igual forma que la casa.
Los animales inicialmente son la figura humana colocada en forma horizontal que se le
agregan muchas patas hasta que al final de la pre-escolaridad consiguen ser muy
elaborados.
El niño empieza a tener interés por el color a partir de la segunda fase, gradualmente
aumenta hasta que en la tercera fase se fija qué color va a imprimir a cada trazo o
elemento.

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