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EL CORAZÓN DEL

REAVIVAMIENTO Y LA
REFORMA: (Apocalipsis 3:14-22)
LA PREDICACIÓN DEL MENSAJE A LAODICEA

Comentando Apocalipsis 3:15 y 16, Elena de White afirma: “El


mensaje a la iglesia de Laodicea se aplica más decididamente a
aquellos cuya experiencia religiosa es insípida, que no dan un decidido
testimonio a favor de la verdad” (Comentario Biblico Adventista; Tomo
7. Pág. 973). Esta es una declaración cautivadora. Una experiencia
religiosa insípida es una que no tiene vida. Tiene la máscara del
cristianismo, pero le falta la sustancia. Tiene la forma exterior pero le
falta el poder vivo en su vida cristiana.

Los laodicenses los podemos definir como: personas espiritualmente


indiferentes. Tienen lo que Pablo llama “apariencia de piedad, pero
negarán la eficacia de ella” (2 Tim. 3:5). Jesús habla de personas
religiosas de sus días que “de labios me honran; mas su corazón está
lejos de mí” (Mat. 15:8). Elena de White afirma: “El mensaje a la iglesia
de Laodicea es una denuncia sorprendente, y se aplica al pueblo de
Dios actual” (Testimonio Selecto; Tomo 3. Pág. 143).

Nuestro Señor ama demasiado a su pueblo para permitirle ir


fácilmente a la perdición. Hará todo lo posible para reanimar una llama
espiritual en su corazón. El profeta Oseas repite este sentimiento con
su llamado al arrepentimiento: “Venid y volvamos a Jehová; porque él
arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará” (Ose. 6:1).

La condición de los laodicenses.

Nos dice: “Yo conozco tus obras” (Apoc. 3:15). Nos habla uno que
nos conoce, mejor de lo que nosotros nos conocemos a nosotros
mismos, porque el corazón humano es engañoso (Jer. 17:9). Y es un
mensaje muy necesario, particularmente por la condición de engaño
propio en que se encuentra Laodicea. Por lo tanto, siendo que sólo
Dios nos conoce, nuestra actitud frente a este mensaje debiera ser la
del salmista: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón...; ve si hay
en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” (Sal.
139:23, 21). El Testigo fiel habla en singular.

Este mensaje tiene una aplicación eminentemente individual, y su


resultado colectivo se producirá sólo en la medida en que cada uno de
nosotros lo acepte y practique en su vida personal.

“Eres pobre”

Los cristianos de la época profética de “Laodicea” dicen acerca de si


mismo: “Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo
necesidad”. (Ap. 3:17). Podemos decir, que eran cristianos orgullosos
y autosuficientes. La `pobreza´ representa la pobreza espiritual. Así los
laodicenses no pueden ver su real condición y en su estima propia
viven auto engañados. Han asimilado las actitudes de las personas de
la época de este mundo orgullosa y secular; ellos excluyen a Dios de
sus corazones… Podemos decirlo de otro modo, son lobos
disfrazados de ovejas que están dentro de la iglesia (Mat. 7:15; ver
también. Mateo 12:30).

“Eres ciego”

Uno de los engaños fatales de Satanás es cegarnos a la realidad de


nuestras necesidades espirituales. Algunos de los líderes religiosos de
los días de Jesús estaban ciegos a su propia pobreza espiritual. Eran
miembros que leían la Biblia, guardaban el sábado, devolvían el
diezmo y esperaban la venida del Mesías. No obstante, muchos
estaban en la oscuridad con respecto al tipo de reino espiritual que él
presentaría. Jesús los llamó “guías ciegos” (Mat. 23:24).

Pablo escribe a la iglesia de Corinto acerca de quienes “el dios de este


siglo cegó el entendimiento” (2 Cor. 4:4). Por esto, Jesús dijo que él
vino para dar “vista a los ciegos” (Luc. 4:18). Jesús restaurará la visión
espiritual que hemos perdido, si se lo permitimos. Cada vez que Jesús
abría ojos ciegos en el Nuevo Testamento, estaba revelando su deseo
de abrir los ojos de nuestras mentes para permitirnos ver claramente.

El Apóstol pablo dijo: “No os conforméis a este siglo, sino


transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento,
para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y
perfecta” (Romanos 12:2).

“Eres desnudo”

La oración fue vital en la vida de Jesús. Era su línea de comunicación


con el Padre. Diariamente, el Salvador renovaba su relación con su
Padre mediante la oración. Su vida de oración le daba el valor y la
fortaleza para afrontar las tentaciones del enemigo. Salía de las
sesiones de oración con el profundo compromiso de hacer la voluntad
del Padre. Ellas le proveían de frescura y poder espirituales. En una
de las ocasiones en que Jesús oró, Lucas dijo: “Y entre tanto que
oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y
resplandeciente” (Luc. 9:29). Jesús experimentaba una vivencia
espiritual refrescante y una relación renovada con el Padre por medio
de su vida de oración.

Todos nosotros estamos invitados como miembros de Iglesia a seguir


el ejemplo de Cristo (Juan 13:15), experimentar una vida de oración
como Él lo hizo, para que los rayos de luz que emanan del trono
celestial cubran nuestra desnudez y asi podamos ser renovados de su
vestidura de Justicia cada día. El profeta Isaías en un lenguaje
simbólico dijo: “En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se
alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me
rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia
adornada con sus joyas”. (Isa. 61:10)

Debemos orar Juntos. Aunque Jesús pasaba a menudo tiempo en


oración él solo, hay muchas ocasiones en las que animó a sus
discípulos más cercanos a orar con él. Pedro, Santiago y Juan
acompañaron a Jesús al monte de la transfiguración (Mat. 17:1,2). Los
invitó a unirse con él en oración en el Getsemaní (Luc. 22:39-46). Hay
poder poco común al estar unidos en oración. (Ver. Hechos 12:1-16).

El consejo y la solución divina.


“Por tanto - dice Jesús-, yo te aconsejo que de mí compres oro
refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas, para
vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge
tus ojos con colirio, para que veas” (vers. 18).
La triple condición del laodiceo - pobre, desnudo, ciego - se cura con
el triple y maravilloso remedio del cielo: a) oro refinado en fuego, para
ser rico; b) vestiduras blancas, para cubrir su desnudez; c) colirio, para
ver. ¿Qué representan estos tres símbolos?

“Oro refinado en fuego, para que seas rico”

Dios desea que obtengamos de él la riqueza espiritual. Recuerde


que “Esmirna” era pobre materialmente, pero rica espiritualmente.
Apocalipsis 2:9. Ahora Dios llama a los `laodicenses´ a adquirir esa
riqueza espiritual que poseían los de hermanos de la época de
persecución de “Esmirna”.

¿En qué sentido podemos “comprar” de Jesucristo el “oro refinado en


fuego”? Aquí se trata de una simbología parecida a la que Dios
presentó a su profeta Isaías del Antiguo Testamento:

“A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero,
venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino
y leche”. (Isaías 55:1).

¿En qué debemos ser ricos?

“Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de


este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha
prometido a los que le aman?” (Santiago 2:5).
Es por eso que el Apocalipsis destaca “la fe de Jesús” como una de
las características principales del fiel remanente, a parte de “guardar
los mandamientos de Dios”. (Vea Apocalipsis 14:12).

El cristiano es afligido mediante diversas pruebas para alcanzar


la “herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en
los cielos”. Es así que su fe es “sometida a prueba” para que
sea ”mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se
prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea
manifestado Jesucristo…” (1 Pedro 1:4, 6, 7).

Mediante nuestra fe durante las pruebas somos purificados de nuestra


mundanalidad y salimos puros como el oro. Los tres amigos de Daniel
experimentaron esta verdad de una manera bastante literal cuando por
su fe en los diez mandamientos de Dios prefirieron ser echados en un
horno de fuego antes de desobedecer a su Creador. Lea Daniel
capítulo tres. También el afligido patriarca Job conocía esta verdad
con perfección gracias a su experiencia. Él dijo acerca de Dios: “Mas
él conoce mi camino; Me probará, y saldré como oro”. (Job 23:10).

¡Debemos ser “ricos en fe” y de esta manera “herederos del


reino” eterno de Dios, “que ha prometido a los que le aman”!.

“Vestiduras blancas para vestirte”

Nuestras propias justicias son para Dios “como trapo de inmundicia”.

“Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras


justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la
hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento”. ( Isaías 64:6).

Pero Dios desea revestirnos de su propia justicia con sus


simbólicas “vestiduras de salvación”.

“En gran manera me gozaré en el Señor, mi alma se alegrará en mi


Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de
manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada
con sus joyas.” (Isaías 61:10).

“Me vestía de justicia, y ella me cubría; Como manto y diadema era mi


rectitud.” (Job 29:14).

“Colirio, para que veas”

“El colirio es aquella sabiduría y gracia que nos habilitan para discernir
entre lo malo y lo bueno, y para reconocer el pecado bajo cualquier
disfraz” (Joyas de los Testimonio; Tomo 1. Pág. 479). Esto solamente
es posible a través del Espíritu Santo. (1Cor. 12:10,12).
Elena White define el llamado de Jesús a los laodicenses de la
siguiente manera: “La necesidad de comprar oro, que es la fe y el
amor puro; ropa blanca, que es el carácter inmaculado, purificado en
la sangre de su amado Redentor; y colirio, que es la gracia de Dios, y
que les dará un claro discernimiento de las cosas espirituales para
descubrir el pecado. Estas cosas son más preciosas que el oro de
Ofir”. {Joyas de los Testimonios. Tomo 1; pág. 329.}

Apocalipsis 3:19 dice: “Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé,
pues, celoso, y arrepiéntete”.

Elena de White comenta: “El Testigo Fiel declara que cuando uno
supone que está en buenas condiciones de prosperidad, realmente lo
necesita todo. No es suficiente que los ministros presenten temas
teóricos; deben también presentar los temas prácticos. Deben estudiar
las lecciones prácticas que Cristo dió a sus discípulos, y hacer una
detenida aplicación de las mismas a sus propias almas y a las de la
gente.

Porque Cristo da este testimonio de reprensión, ¿supondremos que le


faltan sentimientos de tierno amor hacia su pueblo? ¡Oh, no! El que
murió para redimir al hombre de la muerte, ama con amor divino, y a
aquellos a quienes ama los reprende. “Yo reprendo y castigo a todos
los que amo.” Pero muchos no quieren recibir el mensaje que el cielo
les manda gracias a su misericordia. No pueden soportar que se les
hable de su negligencia en el cumplimiento del deber, ni de sus malas
acciones, de su egoísmo, orgullo y amor al mundo”. {Joyas de los
Testimonios. Tomo 1; pág. 333.}.

CONCLUSIÓN.

¡Dios desea que seamos salvos y que tengamos vida eterna! El hace
todo para que la obtengamos. ¡Lo único que el omnipotente Dios NO
puede hacer es forzar a sus criaturas en contra de su propia voluntad!
¡La puerta solo podemos abrirla nosotros! ¿Dejarás qué Jesús entre a
tu vida y la renueve todos los días? La salvación es ahora…
Apocalipsis 3:20 dice: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno
oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él
conmigo.”

Apocalipsis 3:21 También dice: “Al que venciere, le daré que se siente
conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi
Padre en su trono”.

¡Qué maravillosa invitación!

¡Ven a los pies de Jesús!

Presentado por: Jayson Cortes Batista.

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